pensar una Ética de la educaciÓn andrés peixoto schwab
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PENSAR UNA ÉTICA DE LA EDUCACIÓN
Andrés Peixoto Schwab
La educación, sea cual sea su ámbito de acción o su modalidad
Deberá siempre recurrir, en su práctica, a la intuición del educador …
Como toda práctica pedagógica, es de hecho un arte: arte del propósito, arte de la comunicación, arte del discernimiento, arte de la palabra adecuada, en el momento justo, arte de la relación humana.
Pero este arte podrá ejercerse con mayor eficacia
En la medida en que haya una toma de conciencia aguda, de sus leyes, de sus operaciones, de sus exigencias.
Arte, técnica y responsabilidad ética, van juntas.
En el mundo que hoy nos toca vivir, las condiciones culturales de la comunicación han variado profundamente. Y la educación como una forma de comunicación intencionada, no escapa a estas condiciones.
I. NUEVAS CONDICIONES PARA LA EDUCACIÓN
De manera breve, tres aspectos particulares que hacen variar hoy la exigencia de toda comunicación humana.
Buscaremos preguntarnos cuáles son las nuevas condiciones que hacen posible la educación de nuestros días.
Y cuáles son las responsabilidades éticas que no pueden eludirse.
a) La sociedad se ha vuelto irreversiblemente plural
Vemos hoy en los sujetos una fuerza muy grande para afirmar su autonomía y su singularidad.
Contra todo tipo de reduccionismo a lo idéntico, parece imponerse en la conciencia de nuestros días, un deliberado rechazo a las construcciones “omniglobalizantes”, o sea, las que pretenden abarcarlo todo, tener respuestas a todo, tener soluciones para todo.
Lo que marca el interés generalizado es la atención dirigida hacia las singularidades y
las diferencias
Sentirse bien consigo mismo, poder existir con la propia autonomía y singularidad, tomando distancia de soluciones impuestas y herencias construidas.
De esta manera, la libertad de búsqueda, la posibilidad de intercambiar y de dialogar, el derecho a las convicciones personales, aunque sean titubeantes y provisionales, muchas veces inciertas, llena de perplejidades.
Lo que nuestros contemporáneos promueven y reivindican Es la posibilidad de la creatividad para cada
individuo.
La autorrealización según su sentir, sus creencias, sus convicciones, como también sus dudas.
La autogestión de su propio derrotero. Como decía Amado Nervo, cada quien quiere ser “el arquitecto de su propio destino”
La búsqueda de sentido o significado, al abrigo de cualquier reclutamiento o adoctrinamiento
Quizás podamos sentirnos consternados ante tal búsqueda de autonomía
Ciertamente podríamos discurrir acerca de las propias ambigüedades y riesgos.
Pero, en cualquier hipótesis, no es posible negar este marcado acento cultural del individuo
b) La superabundancia de la información
La pluralidad de ideas y concepciones, progresa al mismo tiempo que la extensión de los medios de comunicación.
Las sociedades pluralistas son, en efecto, sociedades con una comunicación cuantitativamente intensa.
Los medios de comunicación se intensifican, se multiplican, el volumen de la información se acrecienta, las opiniones más variadas circulan.
En este contexto de comunicación intensa
Ciertamente, cada quien está mejor informado acerca de la realidad. Y puede construirse con mayor seguridad las propias convicciones.
Pero también puede producir el sentimiento de extrema perplejidad de las problemáticas, y engendrar, en consecuencia, aunque sea involuntariamente, una mayor dificultad para pensar y situarse personalmente.
¿Cómo encontrarse uno mismo en el barullo constante de informaciones y
propuestas tan diversas?
En un contexto así toda definición y construcción de un proyecto personal, se vuelve mucho más difícil.
La multiplicación de informaciones y de las fuentes de comunicación, hace que cualquier propuesta que se somete a la comunicación humana, no tenga formas fáciles para garantizar su credibilidad.
c) La valorización de la tolerancia
En un contexto cultural como el que describimos, los “militantismos” y los proselitismos de cualquier color, son muy mal vistos.
Caen bajo la sospecha de sustentarse en una violencia sorda, sobre una voluntad de poder que, alimentadas en un sentimiento de superioridad, tienden a reducir el todo a una uniformidad …
La cultura de nuestros días, y en especial los jóvenes
Es muy sensible al hecho que, históricamente, ha sido siempre en nombre de la pretendida posesión de “la verdad única” que las peores violencias fueron justificadas.
La norma ya no es el sometimiento a una verdad considerada como absoluta y que sería el punto fijo y la única referencia para todos.
La tolerancia implica el respeto al otro y el rechazo a pretender
suprimir las diferencias Hay que distinguir aquí, la tolerancia
como una “virtud” de la “ideología de la tolerancia”
No se trata de legitimar por medio de la tolerancia el rechazo a tomar posición.
En otros términos, no es la postura que pretende que todas las opciones son equivalentes.
Nuestros contemporáneos están dispuestos a dar importancia a la reflexión
sobre el sentido de nuestras opciones
Ello no implica tomar necesariamente posición sobre las legitimaciones últimas
La educación, en nuestros días, puede insistir en el hecho de que cada quien se compromete en un momento dado y arriesga su existencia en sus opciones
La norma de nuestra sociedad ha pasado a ser la responsabilidad personal
Cada quien está obligado a elegir su propio camino entre las innumerables imágenes de “vidas estandarizadas” difundidas por los medios.
Desde el advenimiento del “sujeto”, nada actualiza mejor el viejo conflicto entre Antígona y el rey Creonte en el drama de Sófocles, una de las expresiones más altas de la conciencia individual en contra de la falsa justicia de la razón de Estado
II. REGLAS ÉTICAS FUNDAMENTALES PARA LA EDUCACIÓN
Como todo acto de comunicación humana, la educación no está exenta de ciertas reglas éticas básicas.
Tres reglas fundamentales aseguran, pienso, un carácter de autenticidad a la educación, como en toda comunicación humana.
Precisemos brevemente el alcance de cada una de estas reglas.
1) Primera Regla:La preocupación por la verdad
Lo que califica una comunicación humana auténtica, como pretende ser la educación, es, en el meollo de las interlocuciones, la preocupación por la verdad, su búsqueda asidua.
Ciertamente el error es humano y podemos equivocarnos de buena fe.
Los enunciados erróneos, siempre y cuando no sean cometidos por negligencia, o con la intención deliberada de inducir al error, no afectan la autenticidad de la comunicación.
La comunicación es “verdadera”
Desde el momento en que los interlocutores intentan “descentrarse” para dar lugar y derecho a lo real, a los hechos, a las experiencias.
La infracción más evidente a esta regla es, sin duda, el engaño, la mentira. Esta es una palabra pertinentemente falsa y que pronunciamos con la intención de engañar.
En este caso, la comunicación en lugar de ser “simbólica” es
“diabólica” De esta manera, la mentira, el engaño,
desnaturaliza la comunicación.
Como lo muestra la exigencia de hablar en verdad –exigencia de orden ético- que forma parte de manera intrínseca de la lógica de la comunicación misma.
Sin ella, es el orden mismo de la comunicación el que se disuelve.
Pero, además del engaño, existen otras formas más sutiles de infracción a la regla
Por ejemplo, la negligencia en la búsqueda o la verificación de informaciones.
El rechazo a someterse a un método de investigación.
La absolutización de puntos de vista relativos y subjetivos
Las posturas fijas, la ocultación de datos, las interpretaciones tendenciosas, el repliegue en pensamientos por clichés, que giran sobre sí mismos, desconectados de los hechos y de las experiencias, etc.
Es importante subrayar que no hay búsqueda de la verdad sin apertura al
diálogo
No se puede poseer la verdad y rechazar para los demás el uso de la palabra.
De esta manera la verdad que se busca, tampoco es extraña al reconocimiento del otro.
Lo que aquí está en juego es la promoción cultural de la toma de conciencia de lo que implica una comunicación sin dominación sobre el plano del lenguaje, pero también, de manera más amplia, sobre todos los planos de intercambios humanos…
Esta regla de preocupación por la verdad
Marcará constantemente los discursos, exigiendo constantemente un dosis de humildad.
Y a la vez una dosis de rigurosidad, ya sea en el registro de las ciencias, como en el registro del testimonio.
2) Segunda regla:Garantizar el derecho de respuesta
La primera regla planteada, a través de la búsqueda de la verdad, pretende una relación con lo real.
De ella se desprende una segunda, íntimamente unida a la anterior: la apertura a las palabras de los otros, o sea una relación con “el otro”.
Nadie podría pretender poseer la verdad para sí únicamente, sería una mentira, un engaño.
La relación correcta con la verdad, que se busca y de la que nadie es propietario
Invita también a una relación correcta con el otro.
En otros términos, no existe búsqueda auténtica de la verdad que no pase por la escucha mutua, por el intercambio.
Esta búsqueda es inseparable de la exigencia de generar espacios de diálogo. De esta manera, en un proceso educativo, todo ocurre como si la verdad que se busca estuviese connaturalmente ligada al reconocimiento mutuo.
La búsqueda auténtica de la verdad, se verifica (se hace verdadera)
Desde el momento en que ella se une a la construcción de la convivencia humana y al trabajo de la sociedad humana por justicia y condiciones igualitarias.
La infracción a esta segunda regla consistiría en tener un discurso en “sentido único”, tan frecuente en muchas experiencias educativas.
O sea, mantener al interlocutor (quien ya no lo sería) en una situación forzada de escucha pasiva, sin invitar a su propia palabra en retorno.
A la inversa, según esta segunda regla, en nombre mismo de la verdad que se busca
Se trata de “hacer la verdad” en la comunicación, o sea, promover el derecho de todos de participar en el intercambio.
Esto es generar las condiciones de una repartición equitativa de la palabra, favorecer el reconocimiento mutuo, la convivencia humana. Y en todos los sentidos del términos, la “responsabilidad”
3) Tercera regla:Invitación al intercambio sobre el
proceso educativo mismo
Si se prohibiese preguntarse, interrogarse, sobre el ejercicio de la comunicación educativa, sobre sus condiciones ¿no sería al mismo tiempo reconocer maniobras ocultas, poderes ocultos?
El ejercicio de la comunicación educativa, sólo deviene auténtico en la medida en que los diferentes interlocutores tengan la libertad de poner distancia con el proceso, para poder así comprenderlo, analizarlo, criticarlo, evaluarlo y, llegado el caso, transformarlo.
Se trata, en otros términos, de darse claridad sobre el funcionamiento mismo
de la comunicación educativa
Ello implica, por ejemplo, que uno se interrogue sobre los roles asumidos por los diferentes sujetos:
(educador/educando-educando/educando- educador/objeto del saber).
Sobre las instancias institucionales presentes, sobre los poderes en juego, sobre los fines perseguidos, sobre las reglas de distribución de la palabra, etc.
Permitir así el intercambio sobre las condiciones de ejercicio de la
educación
Es dar fe, en común, y en una responsabilidad compartida, al deseo de autenticidad, de su veracidad.
Como vemos se trata de tres reglas éticas fundamentales en toda comunicación educativa:
- apertura a la verdad
- apertura a la convivencia humana
- apertura crítica sobre el proceso mismo