perdoname...setenta veces siete

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Libro relacionado con la restauración en el perdón.

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Agradecimientos.

Agradezco al Padre, al Hijo y al Espritu Santo, porque me dieron la posibilidad para escribir este libro. A los que colaboraron en los testimonios enviados, sin duda ocupara muchas hojas para nombrar a cada uno de ellos, Seor te pido la bendicin para cada uno de ellos.

Muchos me dieron muchos consejos mientras trabajaba en este libro, y en cada consejo Dios hablaba a mi vida cada da.

Agradezco a todas aquellas personas que me permitieron usar sus relatos personales. En muchos casos se usaron nombres ficticios para proteger la identidad de los contribuyentes.

Seor, bendice a cada una de las personas que lean este escrito, y que la plenitud del perdn llegue a sus vidas.

Introduccin.

Cuando comenc a escribir este libro que tiene como nombre Perdname...setenta veces siete, pens acerca del tema y mi mente se volvi a los aos setenta, hechos que ocurrieron en Chile, donde la violencia era tema de todos los das.Aqu no importa la creencia poltica ni menos una ideologa, sino lo que ocurri a las personas, familias destruidas por la muerte de un ser querido, nada justifica la muerte de un ser humano, y abandono que sufrieron.He odo decir: Te perdono, pero jams lo olvidar, o negarse a perdonar.He sido uno de los innumerables que ha hecho esa misma promesa amargada.Recuerdo el trauma doloroso que tena contra mi madre, porque reciba malos tratos y me negaba pese a mi corta edad perdonar a Dios por permitir que me sucediera. Paso el tiempo, le perdone a Dios, pero por muchsimo tiempo no pude olvidar, arda en mi corazn un gran dolor.A los 16 aos me envolv en el consumo de marihuana, queriendo olvidar este dolor que llevaba en mi corazn. Ya no tenia sentido nada, estudiaba en un liceo donde abundaba esta droga, y eso me haca olvidar muchas cosas. La carencia afectiva y el consejo de padres me hacan mucha falta.Una maana de domingo escuche a unas personas predicar en la calle y por primera vez sent la curiosidad de donde venan, y les segu hasta donde ellos se reunan. Una persona me invito a pasar y yo por curiosidad entre. Los cnticos me gustaron y la palabra que en ese da se predicaba, si bien es cierto algunas cosas no la entenda, pero provoco en mi una sensacin muy especial. Recuerdo que se predicaba del amor de Dios, una paz muy especial inundo mi ser. Por primera vez sent el gran amor de Dios, que hablaba del perdn, y record que yo no haba perdonado a Dios y mis lgrimas cayeron y dije en voz baja perdoname Dios. Comprend si no lo haca mi vida no cambiara.

De verdad que es difcil perdonar:

Todo es difcil hasta que lo hayas aprendido, despus todo se te hace fcil.

1.- Se puede perdonar a este hombre?

Por que si amis a los que os aman, Qu recompensa tendris? No hacen los mismo los publicanos? Y si saludis a vuestros hermanos solamente, Qu tiene eso de excepcional? No lo hacen tambin as los paganos? Vuestra bondad no debe tener limites la bondad de vuestro Padre que est en los cielos. (Jess de Nazareth).

Una maana de septiembre de 1995, estaba en casa tomando un caf y leyendo el peridico. Al ver los titulares relatando el rapto, a plena luz del da, de una nia de siete aos que viva en la localidad. Durante los prximos das segu la historia de cerca.En menos de una semana, hallaron a la nia en un rea boscosa a solo unos centenares de metros de la crcel. La haban violado.Le hicieron padecer sodoma. La mataron a golpes. Peor an, el hombre que admiti haber cometido el crimen resulto ser un conocido de la familia; era alguien que la nia confiaba.La reaccin publica no fue sorprendente: este hombre mereca morir. Aunque el fiscal haba prometido una pena mxima de veinte aos a cambio del cuerpo, se retracto unos das despus, diciendo que haba hecho un pacto con el diablo para encontrar la nia, y que esperaba ser el primer fiscal.Algunos residentes entrevistados por la prensa local hasta lo sugirieron que lo soltaran a la calle para que ellos pudieran hacerse cargo de l.Aunque la indignacin era comprensible, yo me preguntaba si esto poda darle consuelo a la desconsolada familia de la victima. Como pastor, estaba seguro de cual deba ser mi respuesta. Algunos representantes de la congregacin fueron al funeral y enviamos flores a los familiares de la nia. Trate de visitar a la familia de la nia, sin xito. Pero tenia un gran peso en mi corazn. Yo saba que, de algn modo, tena que confrontarlo personalmente con el horror de su accin y exhortarlo a que se arrepintiera.Yo sabia que la gente mirara de reojo una visita de esta ndole, y que posiblemente me atribuirn motivos totalmente errneos; pero estaba completamente convencido que era mi deber. Y as fue que me encontr sentado en la crcel a solas con el asesino. Las horas que pase en esa celda me conmovieron profundamente, y dejaron muchas preguntas sin resolver.Por que debera yo, o cualquier otra persona, perdonar a este hombre? Qu cambio efectuara eso? No debera primero mostrar arrepentimiento? Y an as lo mostraba, Tena yo el derecho de perdonarlo, ya que no era yo a quien le haba hecho dao?Menos de tres meses despus de mi visita, el asesino por fin tuvo que enfrentarse con la familia de su victima. La sala del juzgado estaba repleta, y al entrar se senta un ambiente hostil. La sentencia cadena perpetua sin libertad condicional fue seguida por una declaracin del juez: Espero que el infierno que ahora te espera en la prisin sea solo un anticipo del infierno que te esperara por toda la eternidadLuego se dio ocasin al acusado unas pocas palabras. En voz alta y temblorosa, hablo a los padres de la nia, declarndose verdaderamente arrepentido por la pena que le haba causado, y que oraba todos los das a Dios, pidiendo perdn a Dios. Un murmullo de indignacin se hizo sentir en el publico, y me hice la pregunta mas difcil de todas: Se podr perdonar jamas a semejante hombre?

2.- Resentimiento y amargura.

El perdn es el camino a la paz y felicidad. Tambin es un misterio, y a menos que los busquemos, permanecer oculto de nosotros. Estos escritos no tienen la intencin de ser una teologa del perdn; es imposible decirle a alguien como perdonar, pero si tengo la esperanza que pueda ilustrar porque es tan necesario, y que es posible perdonar. Por medio de las historias que siguen, tratare de guiarte, al umbral del perdn. Una vez ah, solo tu podrs abrir la puerta.

En realidad, Qu significa el perdn? No se trata solamente de ecuanimidad humana, sino de excusar hasta lo que no tiene disculpa. Y ms aun. Cuando excusamos a alguien, hacemos caso omiso de su error sin exigir pena alguna. Cuando perdonamos, no solamente perdonamos una falla o un pecado, sino que abrazamos al pecador y buscamos rehabilitarlo y restaurarlo. Puede que no siempre sea aceptado el perdn ofrecido, pero una vez extendida la mano, desaparecen los resentimientos.Puede que siempre vamos a sentir una herida muy onda, pero no usaremos el propio dolor para infligir ms dolor a otros. Cuando revivimos un recuerdo negativo, llevando cuenta de ofensas que no se han causado, el recuerdo se convierte en rencor. No importa si la causa del rencor es real o imaginaria, su veneno nos carcome poco a poco hasta que se derrama y corroe todo los que nos rodea.Todos hemos conocido a personas amargadas. Tienen una memoria extraordinaria para los mas insignificantes detalles, se consumen en quejarse y se ahogan en resentimientos.Llevan cuenta minuciosa de la ofensas sufridas, y siempre estn listos para demostrar a los dems cuanto han sido ofendidos. Por fuera aparentan estar tranquilos y serenos, pero por dentro revientan de su odio reprimido.Estas personas constantemente defienden su indignacin. Sienten que el hecho de haber sido heridas tan profunda y frecuentemente les exime de la obligacion de perdonar. A veces tienen el corazn tan lleno de rencor que ya no hay capacidad de amar.Hace casi veinte aos, mi padre y yo aconsejamos a una persona as. El marido se estaba muriendo, y ella quedaba endurecida e insensible como una piedra. En los ojos del mundo, haba vivido una vida intachable. Era ordenada y meticulosa, trabajadora, honrada, capaz y confiable, pero no poda amar. Luego de meses de lucha, la causa de su frialdad quedo aclarada: Era incapaz de perdonar. Ella no poda sealar a un agravio de gran magnitud, pero estaba doblegada bajo el peso colectivo de mil rencores pequeos.La amargura no es solo una perspectiva negativa de la vida es un pecado. El aferrarse a rencores con otra persona tiene un efecto desastroso para el alma. Abre las puertas al mal y nos deja vulnerables a pensamientos homicidas. Adems le quita todo el poder a la oracin.

Por eso es que Cristo nos ordena a resolver nuestras diferencias con los dems antes de "presentar nuestra ofrenda al altar". Podemos orar el da entero, pero si guardamos rencores la puerta de Dios permanecer cerrada.

La amargura destruye el alma y es capaz de destruir el cuerpo tambin. Sabemos que la tensin nerviosa puede causar ulceras o jaquecas, pero no vemos la relacin entre la amargura y el insomnio. La investigacin mdica a demostrado que hay una conexin entre el enojo no resuelto y los ataques al corazn; parece que las personas que reprimen su resentimiento son ms suceptibles que aquellas que pueden desahogarse, que dan rienda suelta a sus emociones.

No hace mucho tiempo me pidieron que ayudara a una joven de quien su to haba abusado sexualmente. Aunque era, sin duda, la victima inocente de un depravado, su desdicha pareca ser, por lo menos en parte, auto-perpetrada. No quera ni poda juntar la fortaleza interior para perdonar.Amordazada durante aos por el temor de exponerse, y por el alcoholismo que su atormentador mantena con regalos diarios de licor, esta pobre mujer estaba desesperada. Se le haba escatimado esfuerzos para ayudarle a restablecer. A pesar de todo, sus emociones oscilaban desde la risa nerviosa hasta el llanto inconsolable. Se llenaba de comida un da, y al otro da ayunaba y se purgaba. Y beba botella tras botella. Esta pobre alma era una de las personas ms difciles a que jams trate de ayudar. Yo estaba extremadamente reacio a cargarla con tan siquiera un gramo de culpa; sin embargo, me pareca claro que solo ella poda iniciar el proceso de sanar. Enfurecida y confundida, se sumi cada vez ms profundamente en la desesperacin hasta que, finalmente tuvo que ser hospitalizada por que haba tratado de ahorcarse.

Las heridas causada por el abuso sexual llevan aos en sanar; en muchos casos dejan cicatrices permanentes, Sin embargo, no es inevitable que resulten en una vida atormentada o en suicidio.Por cada caso como que el acabo de describir, conozco varios otros cuyas vctimas encontraron la libertad y una nueva vida, una vez que pudieron perdonar. Esto no significa resignarse u olvidar lo ocurrido; tampoco depende de poder encontrarse cara a cara con el abusador, cosa que hasta podra ser contraproducente. Pero si significa que se debe tomar una decisin consciente de dejar de odiar, porque el odio no ayudar nunca. Como un cncer, el odio se extiende a travs del alma hasta destruirla por completo.

3.- El perdn de la vida diaria.

La gente nunca tendr que decidir si puede o no puede perdonar a un asesino. Pero todos se enfrentan a diario, quizs muchas veces en un slo da, con la necesidad de perdonar al esposo o esposa, a los hijos, a los compaeros de trabajo. Y esta tarea no es menos importante.

Desde pequeo, tuve que aprender a no guardar rencores. En general, mi niez fue feliz, tuve mi cuota de experiencias desagradables. Era un nio enfermizo, Poco despus de haber nacido, los mdicos informaron a mi madre que yo tena hidrocefalia o agua en cerebro, y que nunca iba a caminar. Los mdicos se equivocaron, pues camine a los dos aos, pero me qued el apodo cabeza de agua. A quienes ms les doli eso fue a mis padres, pero no me dejo de afectarme a m tambin. Incluso me senta solo. ramos siete hermanos en nuestra familia, pero yo era el nico varn. Mi padre estuvo ausente durante durante tres de los primeros cinco aos de mi vida, y yo anhelaba tanto tener amigos.A la edad de seis aos, me tuvieron que operar de la pierna para extirpar un tumor grande. Fue la primera de una serie de operaciones similares en los prximos treinta aos. En aquella poca no haba antibiticos, y vivamos en una regin muy remota. La ciruga duro dos horas, y el peligro de infeccin se cerni sobre mi durante das. Despus de saturar la herida, me fui caminando desde el hospital a mi casa. Nadie me ofreci muletas, ni menos una carreta. Todava puedo ver la cara de asombro que puso mi padre cuando entre cojeando a casa,pero no dijo nada. En todo caso era tpico de mis padres. Nunca les o hablar mal de los dems y tampoco permitan que nosotros lo hiciramos. Como cualquier padre y madre luchaban con sus sentimientos cuando tenan la impresin de que un maestro u otro adulto haban trabajo injustamente a uno de sus hijos, pero insistan en que la nica manera de vencer las pequeas afrentas de la vida era perdonar.Cuando tena catorce aos, nos mudamos a otro pas. El cambio de una aldea apartada de Sudamrica a una escuela publica fue enorme. Por cierto, el idioma ingls era un obstculo; ademas yo era tmido por que me senta inepto y torpe, No hay nio que no desee ser conocido por los de su edad; nadie quiere que lo pasen por alto, y yo no era diferente.Estaba desesperado por ser aceptado e hice grandes esfuerzos para complacer a mis nuevos compaeros de clase. Al principio fui rechazado, especialmente por un muchacho que tena fama de peleador, pero entonces empece a defenderme. Todos mis amigos eran emigrantes al igual que yo; nos burlbamos de l despiadada mente, hablando entre nosotros en alemn, que l no entenda.Nuestro antagonismo causo unas cuantas narices ensangrentadas.En al escuela secundaria trate de entrar al equipo de carrera acampo traviesa, aunque me empee muchsimo y nunca falte a las practicas, sencillamente no era bastante bueno. Pero el entrenador se dio cuenta de mi esfuerzo, y su amistad hizo maravillas para mi autoestima. l me nimo a que practicara para el equipo de atletismo; y al final, nunca fui un atleta estrella, logre formar el equipo.A los veinte aos tuve que enfrentar mi sentimiento de rechazo. Busque la amistad de una joven; nuestra relacin se profundizo y nos comprometimos. Un da de repente me dio la espalda, y yo no dudaba de que lo hiciera por que yo era una inadaptado tan torpe. Unos aos ms tarde me interese en otra mujer, aunque esta vez me mantuve reservado. Por segunda vez mis esperanzas fueron defraudadas; a los pocos meses ella dio por terminada nuestra relacin. Se me derrumbo el mundo, y trate de encontrar el sentido de lo que me haba pasado. Qu haba hecho mal?Me llevo mucho tiempo sobreponerme a ese dolor y renovar mi confianza en m mismo.Pero mi padre me aseguro que a su debido tiempo encontrara a la persona que Dios haba previsto para m.Es ms difcil perdonar a un desconocido que a una persona conocida que goza de nuestra amistad. Por eso es tan difcil sobrellevar el desengao cuando hemos sido traicionados por compaeros o amigos ntimos que conocen nuestros sentimientos ms profundos, nuestras idiosincrasias y flaqueza humanas; cuando se tornan contra nosotros, nos dejan atolondrados.Desgraciadamente, la traicin por parte de amigos o colegas es comn en muchos crculos de supuestos cristianos. Mi padre era pastor, y lo conocan y lo respetaban por su don de consolar y aconsejar. Dondequiera que iba, la gente haca cola para hablar con l. Muchos queran confesarse, otros necesitaban un consejo pastoral o simplemente alguien que les escuchara atentamente. An as, sea cual fuera la razn, haban los que le envidiaban y hasta lo odiaban, mientras que otros lo adulaban.Pap haba sufrido de un desorden en los riones cuando yo nac, y ese problema empeoro en el curso de mi niez y adolescencia. La vida en Paraguay era dura; proliferaban las enfermedades, y la lucha por existencia se haca ms difcil aun por ciertas tensiones internas en la comunidad. Como nunca antes, le pesaba a pap su responsabilidad pastoral. En un momento dado, despus de varias semanas de continuo deterioro fsico, los mdicos le dijeron que no le quedaban ms de cuarenta horas de vida.. Temiendo lo peor, convoco a todos los miembros de la comunidad a su cabecera, donde los exhorto a orar y permanecer firmes en la fe. Al mismo tiempo entrego sus deberes pastorales y el liderato a tres miembros, entre ellos su cuado.Milagrosamente, pap se repuso, pero grande fue su sorpresa cuando los lideres de la comunidad le dijeron que sus das como ministro haban terminado, que el doctor lo haba declarado demasiado dbil para poder continuar con su tarea tan exigente. La razn principal, segn ellos, era su inestabilidad emocional, que surgi cuando en lo peor de la enfermedad tuvo alucinaciones y sueos raros. Pap asinti y empez a trabajar en la pequea escuela misionera y en el hospital.Aunque en aquel entonces mis padres no se dieron cuenta, este giro de los acontecimientos no fue accidental. Fue planeado (y las palabras del doctor fueron tergiversadas) en un esfuerzo de excluirlo del ejercicio de su vocacin. De hecho, el doctor solamente haba sugerido algunas semanas de descanso. Fue treinta aos mas tarde otro medico descubri y nos explico la verdadera razn de sus alucinaciones. Fue el efecto secundario de las medicinas de bromuro, algo que podra haberse previsto. Sin embargo, nosotros, sus hijos, nunca tuvimos amargura alguna de su parte. Con todo, no tardo mucho hasta que surgieron problemas en nuestra comunidad.Mis padres, preocupados por una actitud legalista que se estaba extendiendo entre los miembros, sentan que poco a poco Jesucristo y su amor fueron reemplazados por normas y reglamentos humanos.Se juntaron con un puado de miembros para tratar de alzar su voz de oposicin, pero sus motivos fueron mal interpretados. Acusados de dirigir una faccin, varios de ellos fueron despedidos, incluso pap.Era muy difcil encontrar trabajo, aunque pap haba estudiado horticultura en Zurich y era jardinero diestro. Para los colonos alemanes del Paraguay, que tendan a simpatizar con los nazis, pap era sospechoso: y los expatriados ingleses y americanos le tenan miedo sencillamente por ser alemn.Finalmente, consigui trabajo como administrador de granja en una colonia de leprosos. Era un trabajo sumamente arriesgado. Al principio de los 1940 no haba cura para la lepra, y se le previno del peligro de contagio. Ms de un doctor le dijo que corra el riesgo de tal vez no volver mas a ver su esposa e hijos. Es difcil describir la angustia que el sufri. Nunca podr olvidar la emocin cuando regreso de la colonia de leprosos. Sentado sobre sus hombros mientras caminaba hacia la casa, yo llame en voz alta para que todos me oyeran: !Pap volvi! !Pap volvi a casa! Pero la mayora de los que encontramos en el camino nos miraron con indiferencia.Pasaron aos antes de que yo me enterara de la verdadera razn por la cual pap fue expulsado.

Pensando en aquellos das, creo que fui inspirado por una oracin que mi padre escribi, Oracin del campesino en la lucha, que dice al final: Ayudanos a amar an a los que nos odian; as podremos cambiar el mundo

Enseame el sufrimiento de los ms desafortunados; as conocer el dolor de mi pueblo.Lbrame a orar por los dems, por que estas presente en cada persona.Aydame a orar por los dems, por que estas presente en cada persona.Aydame a tomar responsabilidad de mi propia vida; slo as ser libre al fin.Concdeme valenta para servir al prjimo, porque en la entrega hay vida verdadera.Concdeme honradez y paciencia, para que yo pueda trabajar junto con otros trabajadores.Alumbramos con el canto y la celebracin, para que levanten el Espritu entre nosotros.Que el Espritu florezca y crezca, para que no nos cansemos en la lucha.Nos acordamos de los que han cado por la justicia, por que a nosotros han entregado la vida.Aydanos a amar an a los que nos odian; as podremos cambiar el mundo. Amn.

Si hechamos un vistazo a la sociedad de hoy, a nuestros hogares y escuelas, a los hospitales, y a las iglesias, a las oficinas y a las fbricas, es fcil ver los efectos devastadores del chisme: las horas de trabajo prdidas y de la disminucin de la productividad, la tensin nerviosa y el agotamiento, hasta el suicidio. Cmo se puede vencer al mal?Por difcil que sea, la nica forma de deshacernos del enojo y de liberarnos de los sentimientos reprimidos de una manera honesta es hablar franca y directamente.Mi abuela estaba tan convencido que formul una regla del amor, instando a cada miembro a que la colocar en su lugar de trabajo. A travs de las dcadas, nos hemos guiado por esta regla, que se deriva de las palabras de Jess, y hemos reconocido su importancia una y otra vez.

No hay otra ley que la del amor. (2Juan 5-6). Amar significa tener deleite en los dems. Qu significa entonces sentir enojo por alguien?. El deleite que sentimos en la presencia de nuestros hermanos y hermanas se expresa mediante palabras de amor.Es inadmisible hablar de terceros en un espritu de irritacin y de enojo. Nunca debe difamarse a un hermano o hermana, ni criticar sus caractersticas personales, ya sea abiertamente o por medio de alusiones - bajo ninguna circunstancia en su ausencia. Murmurar en el seno de la familia propia no es excepcin.Si esta regla de silencio no puede haber ni lealtad ni comunidad. La nica forma de crtica permitida es el hablar directamente a la persona en cuestin, con absoluta franqueza. He aqu el servicio fraternal que le debemos al hermano o a la hermana cuyas franquezas nos irritan. La palabra franca entre dos personas profundiza la amistad mutua y no causa resentimiento. Slo en el caso de que los dos no se pongan de acuerdo en seguida, ser necesario que pidan ayuda de una persona en que ambos confan. De este modo hallarn la solucin que los une en el sentido mas profundo y ms elevado. (Mateo 18: 15-16).Aveces es mejor pasar por alto la confrontacin directa y simplemente perdonar. Esto es vital, especialmente cuando nos es posible verificar la causa del resentimiento; si, por ejemplo, se basa en un comentario de segunda mano. De lo contrario, quedaremos disgustados y desconfiados para siempre, esperando una disculpa que nunca vendr. Cada uno a ofendido a otros, o a sido ofendido por otros, en algn momento de su vida. Pero quedarse estancado pensando en las fallas humanas es negar el poder del amor y del perdn. El espritu puede actuar en nuestras vidas si le abrimos el corazn. El amor es ms fuerte que el odio, la fe es mas fuerte que la duda, y la esperanza es mas fuerte que la desesperacin.Ms que la ausencia de adversidad, nuestra paz en esta vida depende de la tolerancia humilde. Esta tolerancia, que consiste en saber perdonar, es el secreto, el blsamo de una vida verdaderamente feliz. Sin el perdn nunca encontraremos la verdadera comunin con Dios, ni relaciones duraderas unos con otros. Con l, nuestra vida ser bendecida ms ricamente de lo que jams podemos imaginar.

4.- El perdn en el matrimonio.

He visto una y otra vez que a menos que el marido y la esposa se perdonen a diario, el matrimonio puede convertirse en un infierno. Tambin he visto que an los problemas ms peliagudos a menudo se resuelven mediante tres palabras: Lo siento, Perdname!

Puede ser difcil pedirle perdn al cnyuge. Requiere humildad y la admisin de las propias debilidades y fallas. Mas esto es justamente lo que el lazo matrimonial sea sano y fuerte, que los cnyuges vivan en mutua humildad, plenamente consciente de su dependencia interior uno de otro, tenemos que convivir en el perdn de los pecados, por que sin perdn ninguna comunidad, y menos an el matrimonio, puede sobrevivir: No insisten en sus derechos, no se culpen el uno al otro, no juzguen ni condenen, no busquen fallas, sino aceptense el uno al otro tales como son, perdnense diariamente el uno al otro de todo corazn.

En treinta aos de matrimonio, hemos tenido amplia oportunidad para demostrar si sabemos perdonar. La primera prueba vino a los pocos das de nuestro matrimonio. Habamos invitado a nuestros padres y a mis hermanos para la cena en nuestro departamento, y mi esposa se haba pasado la tarde cocinando, arregle la mesa con la vajilla de mi hermana, y cuando llego mi familia nos sentamos a comer. De repente se desplomaron ambos extremos de la mesa; yo no haba asegurado bien las bisagras de las extensiones. El piso estaba cubierto de comida y platos rotos, y mi esposo corri llorando del comedor. Pasaron horas antes poder rernos de ese desastre, mientras tanto esta historia se ha convertido en una leyenda familiar.Cuando tenamos ocho hijos, haba razones de sobra para estar en desacuerdo. Todas las tarde mi esposa baaba a los nios, les pona pijamas limpios, y los chicos me esperaban en el sof con sus libros favoritos. Pero cuando llegaba del trabajo, ellos queran jugar en lugar de leer, y aveces terminbamos reposando en el jardn.. Mi esposa todava se acuerda de las horas que tuvo que pasar quitando las mantas de barro y hierbas y no sin quejarse.La mayora de nuestros hijos sufra de asma, y cuando eran pequeos nos despertaban noche tras noche, tosiendo y ahogndose. Eso tambin produjo discordia entre nosotros, especialmente cuando mi esposa me record que tambin yo poda levantarme de la cama para atenderlos.Adems, hubo discusiones con respecto a mi trabajo. Como vendedor de nuestra casa editora, yo me pasaba mucho tiempo en la carretera, y porque mi territorio comprenda el oeste de mi pas con frecuencia me encontraba a seis u ocho horas de distancia de casa. Con el tiempo mis viajes se comenzaron a intensificar. En mis funciones de asistentes de mi padre, viaj a Europa varias veces al ao, y ms tarde, como anciano hice frecuentes viajes a Canad, a Europa y frica. Casi siempre defenda estos viajes como siendo de vital importancia, aunque esa explicacin no lograba apaciguar a mi esposa, que me empacaba las maletas, se adaptaba a un programa ajetreado y muchas veces se quedaba atrs con los hijos.Despus de un da agotador en la carretera, yo no vea nada de malo descansar por un rato, leyendo el diario mientras que los nios jugaban contentos alrededor mio, y exprese esa opinin con bastante vehemencia, Mucho mas tarde llegue a comprender lo egosta que haba sido.Me pregunte a menudo sobre como habra sido nuestro matrimonio si no hubisemos aprendido, desde un principio, a perdonarnos diariamente el uno al otro.. Son tantas las parejas que duermen en la misma cama y comparten la misma casa, pero que por dentro estn distanciado porque han levantado la muralla del resentimiento entre s. Los ladrillos de esta pared pueden ser muy pequeos un aniversario olvidado, un malentendido, una reunin de negocios que tena prioridad sobre una excursin familiar planeada tiempo atrs. Las mujeres se erizan cuando los maridos tiran la ropa al piso en vez de echarla en el canasto, y los maridos no le cae bien que sus esposas les recuerden que ellas tambin han estado trabajando todo el da.

Muchos matrimonios se salvaran sencillamente con darse cuenta que los seres humanos somos imperfectos. Con demasiada frecuencia se presume que en un buen matrimonio no hay discusiones ni desacuerdos, pero es una expectativa ilusoria, por lo cual al poco tiempo se desilusionan y se separan, alegando motivos de incompatibilidad.

La imperfeccin humana hace que cometamos errores y nos herimos unos a otros, muchas veces sin quererlo ni saberlo. La nica solucin garantizada, infalible, que yo he encontrado en mi vida ha sido el perdonar hasta setenta veces siete en un da si es necesario y orar. Sin orar juntos a diario, las innumerables tensiones que forman parte de todo matrimonio siguen fermentando lentamente sin necesidad alguna.En cambio, una vida de oracin activa mantiene a la pareja enfocada en Dios, y as protege su unidad.Perdonar las continuas provocaciones de todos los das, seguir perdonando a la suegra mandona, al marido tirano, a la esposa regaona, a la hija egosta, al hijo mentiroso, Cmo podremos lograrlo?

nicamente, creo yo, recordando nuestra propia situacin, y tomando en serio la oracin diaria: Perdona nuestras ofensas, as como nosotros perdonamos a los que nos ofenden Esta es la nica condicin bajo la cual se nos ofrece el perdn. Rechazar el perdn es rechazar la misericordia de Dios para con nosotros mismos No hay excepciones, ni por asomo. Lo que dice Dios, lo dice en serio.

Haba comenzado a aconsejar a una pareja cuyo matrimonio de nueve aos estaba destruido por el adulterio. Antes de casarse Enrique tenia problemas con el alcohol; desde el principio su alcoholismo causo serias tensiones en el matrimonio. Aunque seguan viviendo bajo el mismo techo, interiormente se distanciaron cada vez mas. Unos aos de casados, Enrique comenz relaciones ilcitas con una vecina. Durante esta poca, Cristina se senta mas y mas deprimida, sin saber por qu.Los dos llegaron a la comunidad a mediados de los 90, y a los pocos das Enrique confes su aventura a su esposa. Su conciencia no lo dejaba en paz. Cristina se qued pasmada. Ella haba sentido por mucho tiempo que algo andaba mal, pero jams se haba imaginado semejante engao. Con toda razn estaba enfurecida y le dije a Enrique que el matrimonio se haba acabado y que nunca le perdonara.Era fcil simpatizar con ella, pero desde el principio yo saba que lo nico que nos permite sanar es precisamente esto: perdonar. Les explique que aceptar la derrota solo los alejara mas uno de otro, y negara a Dios la posibilidad de jamas volver a unirlos. Sin embargo, al mismo tiempo aconseje una separacin inmediata con el apoyo de hermanos pastores que los aconsejaran a ambos. Esta separacin es bblica. Segn el evangelio, si una pareja convive mientras uno de los cnyuges vive en adulterio, ello significa perpetuar el pecado. (Corintios 6: 15-16).Adems, la separacin seria una ayuda tanto para Cristina como para Enrique, para que puedan esclarecer sus emociones a solas. No era cuestin de buscar un remedio instantneo; el proceso iba a ser largo y doloroso. Haba que construir una relacin totalmente nueva, empezando desde cero.Estuvieron separados varios meses, pero durante ese periodo ambos progresaron notablemente en su relacin mutua.Al principio solo tuvieron breves conversaciones telefnicas. Ms tarde, stas se hicieron menos tensas y ms largas, y de vez en cuando se visitaron. Enrique dejo de beber, y poco a poco la alegra y la libertad que vienen con el arrepentimiento reemplazaron la agona de meses de introspeccin y examen de conciencia. Cristina paso muchos momentos difciles, pero anhelaba hacer un nuevo comienzo con su esposo. Sinti un renovado amor por l, y junto con sus hijos (que haban quedado con ella cuando el padre se mudo de la casa), empez a orar todos los das por su esposo. Lo mas importante fue que ella estaba preparada a perdonarlo por completo. Una vez que ella reconoci que ella misma tenia su parte de culpa por el alejamiento entre ellos, era capaz de humillarse y encontrarse con Enrique a su nivel.Hoy Enrique y Cristina estn juntos otra vez. Fue una ocasin solemne cuando se perdonaron pblicamente el uno al otro y renovaron su matrimonio. Con rostros radiantes canjearon anillos nuevos para celebrar su nuevo comienzo.Enrique y Cristina no eran los primeros que he aconsejado mientras atravesaron por la angustia que causa el adulterio, y tal vez no sern los ltimos. Tengo confianza de que otras parejas, al igual que ellos, encontraran la fortaleza para sobrellevar incluso esta tormenta, siempre y cuando ambos estn dispuestos a buscar la renovacin a travs del perdn mutuo y del amor.

5.- Perdonar cuando no hay reconciliacin.

Cuando se ama, uno ve todo lo que es bueno, todo lo que es de Jesucristo en otras personas, Dios ve a su hijo en nosotros. Por eso nosotros debemos ver slo a Cristo en los dems, y amarlos. Nunca puede haber suficiente amor. Nunca se puede pensar bastante en el amor.

No todas las historias terminan sin dejar cabos sueltos. Qu del asesino que nunca es capturado, o del cnyuge que se va y no vuelve ms?. No siempre podemos enfrentar a la persona que necesitamos perdonar, y an cuando lo hagamos, puede que no se arrepienta.

Mary, amiga nuestra de aos. Su novio la abandono diez das antes de la boda, y nunca lo volvi a ver. Llevaban mas de un ao de compromiso, y aunque de vez en cuando la relacin se haba tambaleado, ella estaba segura de que todo iba a salir bien. Estaba profundamente enamorada y muy animada. Acababa de recibirse de enfermera, y su traje de novia estaba casi terminado, De repente, todo se derrumb.

Mi prometido me confes que no haba sido honesto conmigo, que haba cosas en su pasado que todava eran impedimento para nuestro matrimonio. Peor an, el quera evadir la situacin en vez de confrontar su pasado. Yo estaba desolada. Estuve llorando durante das, y me pase aos con el corazn destrozado. Me acuse a mi misma por su deshonestidad, y me llene de amargura.

Treinta aos mas tarde, Juanita sigue soltera pero ya no esta amargada. Si bien no se lo puede decir a l, perdon a su prometido, y aunque a veces todava le causa pena el matrimonio que nunca fue, encuentra satisfaccin en servir al prjimo a las personas de edad, a los enfermos, a las mujeres embarazadas y a los nios impedidos. Slo unos pocos amigos ntimos conocen su pasado. Alegre y llena de energa, est demasiado ocupada como para sentir lstima por s misma.

Siendo soltera, puedo hacer cosas que una esposa y madre nunca poda hacer. Puedo dar mis energas cuando y donde se me necesite. He atendido y amado a mas nios que jamas hubiese podido tener yo misma.

Ser Mary una santa? Podrn otras en situaciones similares encontrar el perdn y, a travs del perdn, la paz?. A primera vista, uno se sentira tentado a concluir que es poco menos que imposible renunciar al matrimonio si no es por propia voluntad. Pero la felicidad, depende realmente de casarse y tener hijos?. Claro est, una familia puede ser fuente de profunda felicidad, pero en la vida matrimonial tambin hay muchas cosas que pueden causar afliccin. Con frecuencia he visto ms dedicacin a personas solteras que en hombres y mujeres que estn atados a sus familias.Tal vez la historia de Mary les dar esperanza a otras personas que han sido desdeadas por un ser querido. Seguramente servir de consuelo a aquellos que buscan una vida de responsabilidad y dedicacin, es decir, una vida cuyo nico objetivo es servir a Jesucristo.

Sandra, una mujer que se integr a la comunidad con su familia a mediados de los 80, se fue de nuestra comunidad con su marido e hijos despus de confrontarlo por haber manoseado a su hija.La pareja tena la esperanza de que, alejados fsicamente de la comunidad, podran rehacer su relacin mutua y unirse como familia; lamentablemente no fue as

Yo estaba al borde de la desesperacin. Mi esposo era un extrao para m, y no pude seguir viviendo con l ya que nuestra situacin se haba convertido en un infierno. Estuvimos ya un ao entero alejados de la comunidad, en la esperanza de salvar el matrimonio y la familia, pero fue intil.Deje a mi marido y volv a la comunidad. Estaba enojada, dolida, llena de odio, rechazada, desesperada, enfurecida, humillada; ni an esta letana de adjetivos expresa lo que yo senta. Dentro de mi corazn se libraba una batalla. Yo quera perdonar, pero al mismo tiempo quera vengarme. Y cada vez que pensaba en la nueva esposa (l se haba divorciado de m y se haba vuelto a casar), volvan a surgir estas emociones. No ha sido una lucha fcil, y cuando veo los efectos en nuestros cinco hijos, s que la lucha contina.Querer perdonar: sa era mi lucha, querer perdonar sinceramente. Yo saba que sa tena que ser mi respuesta. No poda leer la Biblia ni orar sin verme confrontada con ese imperativo. Pero cmo poda perdonar yo si l no estaba arrepentido?, y cul iba a ser la expresin prctica de mi perdn?De ninguna manera quera pasar por alto lo que l haba hecho, pero decid que lo ms considerado que yo poda hacer era aceptar el divorcio y orar por l, aunque tambin le hice saber que ya no poda permitir que mis hijos se quedarn con l. Tengo que luchar con eso tambin. En fin, me aferro a la fidelidad de Dios; yo s que, en ltima instancia, el mal de mi esposo me ha hecho no puedo separarme de mis hijos.Desde entonces, he descubierto que haber perdonado a mi marido significa que tengo que reafirmar mi perdn una y otra vez. A veces dudo que le haya perdonado, y entonces tengo que luchar con eso tambin. Solamente tengo que preocuparme por el mal que yo hago a los otros.

La historia de Sandra ilustra una cuestin vital, Aunque su ex esposo nunca se arrepienta, ella lo tiene que perdonar. Si no lo hiciera, su amargura la atara a l, y l seguira dominando sus pensamientos y sus emociones.Ella permanecera herida por el resto de su vida por lo que se le hizo a ella y a sus hijos. Al desprenderse de su ira y del odio, se dio cuenta de que la amargura es un desprecio de energa, y encontr nuevas fuerzas para seguir adelante.

A Lucy le secuestraron su hija de siete aos, raptndola en la carpa donde acampaban durante unas vacaciones de verano. Su primera reaccin fue de ira:

Yo estaba hirviendo de odio, consumida por el afn de vengarme. Le dije a mi esposo: Aunque me traigan a Susan sana y salva ahora mismo, yo podra matar a ese hombre por lo que nos ha hecho sufrir, y lo dije desde lo ms profundo de mi ser.

Aunque su reaccin era justificable, Sandra dice que pronto se dio cuenta de que toda la ira del mundo no iba a devolverle a su hija. No es que ella estaba dispuesta a perdonar al secuestrador; a su entender eso sera traicionar a su hija. Rea con Dios, pero al final tuvo que rendirse. En lo ms profundo de su ser sinti que slo as sobrellevar el dolor de su prdida.Comenz a orar por el secuestrador, y al pasar las semanas y los meses, su oracin se tornaba ms fcil y ms sincera. Sencillamente tena que encontrar a la persona que se haba llevado a su adorada hija; hasta lleg a sentir un misterioso afn de hablar con l cara a cara.Y una noche, al minuto exacto de cumplirse el ao del secuestro, recibi una llamada telefnica. Era el secuestrador. La voz era altanera y burlona. Sandra tuvo miedo, pero al mismo tiempo le sorprendi que senta algo como compasin por el hombre al otro extremo de la lnea.Y not que al calmarse ella, l tambin se calm. Hablaron por ms de una hora.Afortunadamente, Sandra pudo grabar la conversacin, Aun as, pasaron meses antes de que la polica finalmente lo rastre y arrest, y fue entonces que ella supo que su hija nunca regresara a su hogar. Los policas haban hallado las vertebras de una nia pequea entre los efectos personales del secuestrador.La ley estatal ofreca la pena de muerte, pero Sandra no buscaba venganza.

Escribe ella: A esta altura yo haba llegado a comprender que la justicia de Dios no significa castigo, sino restauracin...Jess no vino a herir o castigar, sino a rehabilitar y a reconciliar. Ms tarde ella solicit que le dieran al asesino una sentencia alternativa de cadena perpeta con terapia psiquitrica en lugar de la pena capital. El atormentado joven se suicid al poco tiempo, pero ella nunca se arrepinti de su decisin de ofrecerle ayuda. Sus esfuerzos por la paz no terminaron ah. Hoy da ella es parte de un grupo que trabaja para la reconciliacin entre asesinos y los familiares de sus vctimas.

6.- Padres abusivos.

Nos liberamos al saber que no tenemos que ser victimas de nuestro pasado, y que podemos aprender nuevos modos de responder. Pero hay un paso ms all de este reconocimiento...Es el paso del perdn. El perdn es el amor practicado entre personas que aman pobremente; nos libera sin esperar nada en cambio.

Hoy da mucha gente trata de sanar un pasado destrozado. Las vidas de innumerables personas han sido profundamente daadas por haber sufrido cuando nios, ya sea psicolgicamente, fsicamente o, peor que todo eso, sexualmente. Los programas de televisin y las revistas tratan a diario de estos temas. En un programa tras otro los sobrevivientes comparten sus historias dolorosas ente un pblico hastiado e indiferente, Sin embargo, por ms que se desnuden el alma, parecera que eso no les trae la sanacin que buscan. Cmo pueden encontrarla?

Carlos, un miembro de nuestra comunidad que falleci en 1993, tambin sufri una niez muy dura. Hijo nico de una familia de la clase trabajadora alemana, sus primeros aos se vieron ensombrecidos por la Primera Guerra Mundial y la devastacin econmica que sigui. Perdi a su madre cuando el tena cuatro aos, y la madrastra muri cuando tena catorce. Entonces el padre puso aviso en el peridico, pero sin mencionar la existencia de Carlos: Viudo con tres hijas busca ama de llaves; posibilidad de matrimonio futuro.Se presentaron unas cuantas mujeres, y al final una decidi quedarse. No fue hasta mas tarde que se enter de la existencia de un varn en la casa, y nunca perdon a su nuevo marido por habrselo callado. La comida de Carlos era inferior a la del resto de la familia, y la madrastra constantemente se quejaba de l,El padre de Carlos se quedaba callado y no haca nada por defender a su hijo ante el trato severo y desalmado de la nueva esposa. Pero an, se una a ella en maltratar al muchacho y con frecuencia le azotaba usando una correa de cuero con anillos de bronce. Cuando Carlos trataba de protegerse, su padre se enfureca ms y le pegaba por encima de la cabeza y en la cara.Tan pronto como pudo, Carlos se fue de casa. Atrado por el movimiento juvenil que en aquellos aos de posguerra se extenda por todo el pas, se uni a las filas de ateos, anarquistas y otros que queran transformar el mundo, y se propuso hacer lo que estaba en su poder para que la sociedad jamas volviera a ser como antes. Camin a travs de Alemania hasta que se top con la comunidad, all respondi al amor que sinti en seguida, y decidi quedarse. Entusiasmado, se lanz a la vida en comunidad, pero las experiencias de su niez no lo dejaban en paz.Una y otra vez, el resentimiento que senta hacia sus padres le pesaba en el alma. Finalmente, fue a hablar con mi abuelo y le confi todos sus sentimientos de ira y odio.La respuesta fue sorprendente se sugiri que Carlos escribiera a sus padres, pidiendo su perdn por todas las veces en que intencionalmente los haba ofendido o les haba causado pena. Le dijo a Carlos que mirase nicamente su propia culpa, no la de ellos. Carlos quedo estupefacto, pero sigui el consejo y escribi a su padre, La carta llego a su destino, y aunque el padre nunca le pidi perdn por lo que le haba hecho sufrir, a Carlos se le quito un peso de encima. Por primera vez en su vida haba encontrado paz, y nunca volvi a quejarse de su niez.

Mara, una amiga de nuestra familia, se sobrepuso a sus penosos recuerdos de una manera similar:

Mi madre muri a la edad de cuarenta y dos aos, dejando a mi padre con ocho hijos, de entre uno y diecinueve aos de edad. Esta prdida fue devastadora para nuestra familia, y mi padre sufri una crisis nerviosa justo cuando ms lo necesitbamos. Trato de abusar sexualmente de mi hermana de m, de modo que comenc a resentir su presencia y hasta odiarlo. Entonces se mud de casa; yo fui a estudiar a Europa. Durante siete aos no lo vi, pero me aferr a mis sentimientos de odio y los dej crecer en mi alma. Volv a Sudamrica, donde me compromet con un amigo de infancia. Fue entonces que mi padre me pidi que nos encontrsemos, pero yo me rehus. De ninguna manera habra querido encontrarme con l, pero mi novio insisti. Dijo que yo no poda rechazar un pedido como ste, que tena que corresponder a sus deseos de reconciliacin. Me cost una verdadera batalla, pero al fin asent. Mi novio y yo nos arrodillamos en oracin para pedir la ayuda de Dios, y la paz entr en mi corazn.Nos encontramos en un caf, y antes de que yo dijera palabra mi padre empez a hablar, arrepentido, y me pidi que le perdonara. Esto me conmovi mucho. Me di cuenta de que aferrarse a mi odio sera un gran pecado. Tambin reconoc que mi odio haba cerrado la puerta a Dios, a su amor y a su perdn en mi propia vida.

Tal vez lo ms difcil de todo es perdonar el abuso sexual de un nio. La victima la nia, el nio siempre es completamente inocente, mientras que el violador, el adulto, siempre es totalmente culpable. Y por qu los inocentes habran de perdonar a los culpables? Es triste observar que muchas personas que fueron victimas de abuso sexual en su infancia se imaginan que de alguna forma ellos son los culpables, que provocaron o hasta se merecan ese ultraje. Para ellos, perdonar perecera confirmar que efectivamente es as.Por supuesto, no es verdad, todo lo contrario. El perdn es necesario sencillamente porque ambos, victima y violador, aprisionados por una oscuridad que comparten, permanecern encadenados a esa oscuridad hasta que alguien les abra la puerta. El perdn es la nica salida y, aunque nuestro adversario prefiera quedarse en la oscuridad, esto no ha de detenernos. Si le dejamos la puerta que nos siga en el camino hacia la luz.

No importa quienes somos ni de donde venimos. Lo que importa es que perdonemos y que nos abramos a la obra de Dios. Entonces s que pueden ocurrir milagros. Puede que en ocasiones surjan recuerdos dolorosos para enturbiar las aguas, pero no debemos permitirles que nos empaen la vista. Aunque no podamos olvidar, debemos creer que s podemos perdonar, y cuando hayamos perdonado, empezaremos a sanar.

7.- Venciendo al odio con el amor.

La historia dice: No pongas tu esperanza a este lado de la tumba. Sin embargo, una vez en la vida puede que surja el anhelado maremoto de la justicia y la esperanza y la justicia riman. As pues ten esperanza en una transformacin ocenica, ms all de la venganza. Cree que una orilla ms lejana es alcanzable desde aqu. Cree en milagros y curaciones y fuentes de sanacin.

La expresin clausura, en el sentido de poner fin a un trance lastimoso, ha llegado a ser una palabra comn en nuestro vocabulario. Usada a menudo, tanto por periodistas y abogados como victimas de un crimen, frecuentemente se entienden como por victimas de un crimen, frecuentemente se entiende como que significa el punto final de una experiencia dolorosa y horrible. Se nos hace creer que basta encerrar al criminal, determinar sus motivos y, por ultimo, vengarse. Pero clausura en este sentido, Puede realmente brindarnos paz y tranquilidad de espritu? Y qu funcin desempea el perdn?

Mi hijo, Miguel, de 21 aos, muri instantneamente en un choque de automviles el 23 de octubre de 1993. Su mejor amigo, que estaba en el asiento de atrs, tambin se mat. El conductor, que haba bebido mucho e iba a velocidad excesiva, slo sufri heridas menores. Lo acusaron de dos cargos de homicidio vehicular. Miguel tena solamente una pizca de alcohol en el sistema, y su mejor amigo no tena ninguno.Las ruedas de la justicia giran lentamente. Los tribunales tardaron ms de un ao en examinar el caso contra el conductor. Asistimos a vista tras vista, y cada vez el caso se aplaz. Incluso, aunque fue infructuoso, hasta hubo un intento de desmentir los resultados de las pruebas de alcohol en la sangre. Finalmente el acusado se declar culpable y fue sentenciado a seis aos por cada cargo, a cumplir simultneamente.No queramos perjudicarlo, pero creamos que deba pagar por lo que haba hecho. Aun as, recibimos una carta muy desagradable de su madre, insinuando que , de alguna manera, habamos presionado para que le dieran la sentencia mxima...Dijo que si hubiese sido su hijo el que muri, con Miguel al volante, ella no habra guardado rencor. Yo le suger que, hasta que su hijo no estuviera muerto de verdad, ella no debera hablar de lo que hara o dejara de hacer...

Finalmente, su hijo fue sentenciado a seis meses en un campo de trabajo, con el resto de la sentencia a cumplirse en libertad bajo palabra y con supervisin intensiva. A los seis meses su hijo iba a regresar a casa el nuestro, nunca.Probablemente me haba tragado la nocin que, de algn modo, las cosas serian diferentes despus de que el conductor fuese llevado ante justicia. Creo que es eso lo que quieren decir los que hablan de clausura. Tenemos la idea que si hay alguien a quien echarle la culpa, entonces podemos dar el asunto por terminado. Es algo as como pensar que si el asunto tiene algn sentido, o si las victimas reciben algn tipo de justicia, entonces,por fin, el dolor se ir. En los aos despus de la muerte de Miguel, he ledo numerosos relatos de personas desconsoladas que estn buscando una clausura de esta ndole. Hasta los he visto, en programas de televisin, pedir a gritos la pena de muerte, como si matar al culpable fuera una ayuda para los familiares de la victima.Yo estaba enfurecido con el conductor del auto, por supuesto. Pero tambin estaba enojado con Miguel. Despus de todo, aquella noche haba obrado con una seria falta de juicio, al punto de arriesgar su vida.Yo tuve que pasar por ese enojo para poder lidiar con mis sentimientos. Sin embargo, an despus de que lo sentenciaran, no encontr clausura. Lo que si tenia era un enorme hueco en el alma, y nada con que llenarlo.Fue unos mese despus que ca en la cuenta. Hasta que yo no pudiera perdonar al conductor, no lograra conseguir la clausura que buscaba.Perdonar no es lo mismo que eximir de responsabilidad. No caba duda de que el conductor era responsable de la muerte de Miguel; an as yo tena que perdonarle antes de poder distanciarme del accidente. Ninguna clase de castigo podra jamas ajustar las cuentas. Yo tena que estar dispuesto a perdonar sin que las cuentas se ajustaran. Y en realidad este proceso de perdonar no tena nada que ver con el chofer, tena que ver conmigo. Era un proceso por el que tenia que pasar yo; yo mismo tena que cambiar sin tener en cuenta lo que l hiciera.Fue un camino largo y doloroso. No era slo al conductor que tena que perdonar, tambin tenia que perdonar a Miguel, a Dios por haberlo permitido, y a m mismo. En el fondo, lo ms difcil era perdonarme a mi mismo. Haba muchas ocasiones en mi propia vida en las que yo haba conducido con Miguel a algn lado, estando yo mismo bajo la influencia del alcohol. Ah estaba la clave para mi perdn: perdonarme a mi mismo.Mi rabia hacia otras personas no era mas que mi propio miedo volteado hacia afuera. Yo haba proyectado mi propia culpa sobre los dems el conductor, los tribunales, Dios, Miguel para no tener que mirarme a m mismo. Y no fue hasta que pude ver mi parte en esto que mi perspectiva cambi. Esto es lo que yo aprend; que la clausura que buscamos viene al perdonar. Y esta clausura depende nicamente de nosotros mismos, porque poder perdonar no es algo que viene fuera de nosotros, sino adentro del alma.

El padre de Miguel aprendi lo que ha de ser la leccin ms difcil para el padre. Al mismo tiempo es una leccin que cada uno de nosotros necesita aprender, sea cual fuere nuestra situacin en la vida. A menos que en nuestros corazones sintamos perdn hacia aquellos que nos hacen dao no nos sentiremos en paz, por ms razn que tengamos en exigir un merecido castigo.

En una sociedad que da gran importancia a la venganza, el perdn no es una idea muy popular. Cada vez ms, la condena por un tribunal ha dejado de ser suficiente; la gente quiere tomar parte personalmente en el acto punitivo. En varios pases se ha legislado para conceder a los familiares de victimas de asesinatos el derecho de presenciar la ejecuciones. Sin embargo, ninguna de estas familias parece encontrar la paz que busca. Su ansia de ver a otros heridos por la misma violencia que los ha herido a ellos nunca queda saciada. En vez de sanar sus heridas, su bsqueda de venganza los deja desilusionados y llenos de ira.

Perdonar no significa condonar. En algunos casos, perdonar y olvidar no slo es imposible, sino que es inmoral. Cmo podra alguien olvidar a un hijo? El dolor, la indignacin y la ira son completamente comprensibles, y tal vez hasta necesarios, pero, en ltima instancia, tienen que ceder al deseo de reconciliacin.

Jess nos dice que Dios nos perdonar nicamente si nosotros perdonamos a los dems. No olvidemos nunca cmo l mismo, clavado en la cruz, perdon a los que lo atormentaban. Slo cuando estemos dispuestos a hacerlo l hizo, podremos comenzar a penetrar en el misterio del perdn.

Aunque reconozcamos la necesidad de perdonar, a veces nos tienta decir que simplemente no podemos, que es demasiado difcil; que es algo para santos, tal vez, pero no para pecadores. Argimos que hemos tergiversado, o que no se nos ha comprendido.

No obstante, una vez que nos decidimos a perdonar, tenemos que salirnos de por medio para que pueda obrar Dios. Es ms fcil decirlo que hacerlo. !Cuntas veces admitimos que Dios tiene el poder de redimir cualquier situacin, pero no estamos dispuestos a desprendernos Quizs sea porque no confiamos plenamente en l, y pensamos que podemos manejar las cosas por cuenta propia. Pero esta manera le cerramos la puerta en la cara y nos aislamos de su gracia y su misericordia.

En fin de cuenta, todo perdn viene de Dios. El vence la oscuridad con la luz, y el mal con el bien; l quiere que el criminal y la vctima se encuentren cara a cara para lograr la paz y la reconciliacin.

8.- El perdn ante el perjuicio.

Si tan solo hubiese gente mala en un mismo lugar, personas que con perfidia cometen malas acciones, y slo fuese necesario separarlas del resto de nosotros y destruirlas!...Pero la lnea divisoria entre el bien y el mal pasa por el corazn de cada ser humano. Y quin est dispuesto a destruir un pedazo de su propio corazn?

Millones de cristianos rezan el padrenuestro todos los das.Pedimos a Dios que perdone nuestras ofensas, as como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, pero lo decimos en serio? Con demasiada frecuencia, repetimos estas sagradas palabras sin pensar en lo que significan, es decir que cuando hayamos reconocido nuestra propia necesidad de perdn, seremos capaces de perdonar. No se nos hace fcil reconocer esto. Por alguna razn siempre nos parece ms seguro aferrarnos a nuestro orgullo farisaico, aunque sabemos muy bien que la humildad, la admisin que nosotros mismos somos pecadores, es la esencia del perdn. En las Bienaventuranzas, Jess nos dice que los mansos sern bendecidos, y que son ellos los que heredarn la tierra. Y en la parbola del sirviente despiadado nos advierte que no debemos tratar a otros con mas severidad de lo que queremos ser tratados nosotros mismos:

Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos, Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno de los diez mil talentos, A ste, como no pudo pagar, orden su seor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tena, para que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Seor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagar todo. El seor de aquel siervo, movido a misericordia, le solt y le perdon la deuda.Pero saliendo aquel siervo, hall a uno de sus consiervos, que le deba cien denarios; y asiendo de l, le ahogaba, diciendo: Pgame lo que me debes.Entonces su consiervo, postrndose a sus pies le rogaba, diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagar todo. Mas l no quiso, sino fue y le echo en la crcel, hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su seor todo lo que haba pasado. Entonces, llamndole su seor le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdon porque me rogaste. No debas t tambin tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su seor, enojado, le entrego a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le deba. As tambin mi Padre celestial har con vosotros si no perdonis de todo corazn cada uno a su hermano sus ofensas. (Mateo 18: 23-35)

Una vez que veamos cuan necesitados de perdn somos nosotros mismos, estaremos colmados de amor y compasin por los dems. Y cuando nos demos cuenta de cuan profundamente hemos herido a otros, nuestras propias heridas, por ms profundas, se desvanecern.

Hela, de ascendencia juda, se cri en la Alemania nazi; ahora forma parte de la comunidad. Poco antes de estallar la Segunda Guerra Mundial, la familia logr emigrar a Sudamrica, pero a pesar de haber escapado de la muerte en un campamento de concentracin sufrieron mucho. Su padre muri a la edad de cuarenta y dos aos. Perdi a sus abuelos de ambos lados de la familia, as como a todas las amigas de su niez, en el holocausto.Cuando en el curso de la reunin de miembros de la comunidad se mencion la importancia del perdn. Hela habl de su lucha contra la amargura y de su persistencia aversin a perdonar las atrocidades que cometieron los nazis.

Me sent temblando, y en ese momento ca en cuenta de que, si miraba dentro de mi propio corazn, poda encontrar semillas de odio ah tambin. Me di cuenta de que estn presentes en cada ser humano. Los pensamientos arrogantes,los sentimientos de fastidio, la frialdad, el enojo, la envidia y hasta la indiferencia hacia los dems stas son las races de lo que aconteci en la Alemania nazi. Reconoc mas claramente que nunca yo misma necesitaba desesperadamente el perdn de Dios, y al fin me sent completamente libre.

Hijo de padres mexicanos, Roberto se cri en Los ngeles. Hace unos veinte aos, cuando presencio y fotografi el brutal apaleamiento de otro joven en una calle de Los ngeles, Roberto fue apaleado por cuatro o cinco policas. Sufri una fractura de crneo, hospitalizacion y encarcelamiento. Se le acuso de haber intentado matar a los agentes policiales que por poco lo mataron a l. Ms de una vez recibi amenazas de muerte y tuvo que pasar por procesos judiciales que duraron ms de siete aos. Es este el contexto en el cual escribe Roberto acerca del perdn. Las victimas de abusos de esta ndole le sufre la ultima ignominia la deshumanizacion. Para que puedan sanar, es necesario invertir el proceso. Y el primer paso, que es de fundamental importancia, es el de perdonar a los que los maltrataron.Ahora bien, he perdonado, o tengo que perdonar a aquellos agentes policiales que casi me quitaron la vida, que me amenazaron, aquellos que en medio de la noche me hicieron pensar que me llevaban a mi ultimo destino? He perdonado a esos policas que me persiguieron constantemente y me arrestaron bajo cualquier pretexto, a aquel fiscal que me cit ante la corte con falsas acusaciones, o a esos otros fiscales que trataron de eliminarme? He perdonado a aquellos polticos que crearon este ambiente y que no queran verme ni pintado cuando le ped ayuda, o a los peridicos que me presentaron como criminal? Y que de mi propio abogado, que abandon mi caso siete aos despus del incidente, cuando faltaban dos das para el juicio? Acaso le he perdonado a l?...He descubierto que slo si me encauzo hacia mi propia re-humanizacin tengo esperanza de sanar. Re-humanizacin va ms all del perdn, aunque estimo que el perdn, que creo ya haber acordado en mi espritu, es un elemento critico en el progreso de la re-humanizacin.No seremos realmente humanos mientras tengamos odio por dentro, mientras estemos consumidos por enfado o amargura y guardemos rencores. El hecho es que estas emociones definen nuestra vida, Nos despojan de la plena y verdadera y guardemos rencores. El hecho es que estas emociones definen nuestra vida, Nos despojan de la plena y verdadera vida humana. Para la recuperacin de todos aquellos que han sido brutalizados y deshumanizados, resulta fundamental que se deshagan de estas de debilitantes emociones. Pero no basta dejarlas atrs: hay que indagar al mismo tiempo que significa ser humano...En el pasado, el odio controlaba y consuma mi vida, no la de mis atormentando y brutalizando a otros.Con todo, en mi proceso de recuperacin me he dado cuenta de que hasta debera estarles agradecido, porque si no fuera por sus acciones, no s cual habra sido el curso de mi vida. Si no hubiese pasado por esos traumas, tal vez hoy no estara escribiendo, cantando o pintando; seguramente no habra llegado a conocer a todas aquellas personas tan especiales que antes del asalto no fueron de mi vida.A veces me pregunto: Adnde se han ido mi amargura y mi odio? Ser que han desaparecido porque dos veces sal victorioso del tribunal?Otras veces se me ocurre que mi odio y mi amargura han sido archivados en algn rincn de mi subconsciente, all donde se guardan los recuerdos malos...Cosa extraa me parece que soy yo, el que he tenido suerte. Sal victorioso de mis juicios federales y criminales, y los agente policiales quedaron convictos de haber violado mis derechos civiles. Desgraciadamente conozco a muchos que han brutalizados como yo. Para algunos el nico consuelo ha sido que las acusaciones en contra suyo fueron anuladas-

Pero muchos ms, los de los barrios y de los guetos de Amrica, son cruelmente apaleados e internados en hospitales, o arrastrados a comisaras y prisiones bajo el pretexto de haber asaltado a un agente. Qu consuelo tienen ellos? - Qu no los mataron?...

Pueden ellos perdonar? Estn siquiera en condiciones de perdonar? Ms que perdonar, lo que les hace falta es ser tratados, y como parte de ese tratamiento deberan exigirse, a guisa de justicia, las disculpas por parte de la sociedad. An as, la justicia sola no es suficiente ni provee la ayuda mdica necesaria para sanar a todos ellos, Por nuestras calles vagan decenas de miles de jvenes heridos, iracundos y rapaces hermanos y hermanas que sufren por la injusticia y la falta de tratamiento medico y estn a un paso no ms de la crcel o de la muerte propia o ajena.

La brutalidad y la injusticia engendran el odio y el rencor. Aadir que matan al espritu, terminando en lo que algunos llaman la prdida del alma, es decir, la deshumanizacion total... Entonces parecera que el perdn no viniera al caso; hasta podra considerarse un lujo. No puede exigirse perdn sin curacin fsica, mental y espiritual, y sin restablecer condiciones justas. Sin justicia sera una victoria sin reparacin.Sin embargo, precisamente porque reina la injusticia, y precisamente porque estas condiciones seguirn existiendo en un futuro previsible, es menester que los que han sido brutalizados y deshumanizados se sanensin esperar que el gobierno les ayude o les pida disculpas. Necesitan tratamiento profesional y necesitan encontrar su propio cauce hacia su propia re-humanizacin. Desde luego, los que pueden ayudarles en ese proceso tienen la obligacin de hacerlo. De lo contrario, las victimas quedarn condenadas a un infierno de constante tormento y amargura. Al igual que el perdn, la re-humanizacin no requiere disculpas ni justicia; pero esto no significa que dejemos de luchar por la justicia.

Si el perdn ayuda a los que han sido brutalizados y yo creo que de hecho ayuda entonces tiene que ser integrado en el proceso de rehumanizacin.Sin embargo, perdonar no significa cruzarse de brazos e irse contento a casa. Significa, eso si, que en el afn de recuperar la propia humanidad y los propios derechos se rechace todo sentimiento de ira, odio y amargura, Pues como bien lo sabe el que ha perdonado, es ms sosegado vivir capaz de rerse y sonrerse, que vivir lleno de resentimientos.Con todo, debemos aadir que hace falta no slo tratar al que ha sido brutalizado o traumatizado. Tambin hay que tratar al agresor, al violador. Esto lo hemos aprendido de los excombatientes que han matado, de los soldados que han torturado...Perdonar? !Evidentemente Pero todava hay que orar mucho para que todos aquellos que siguen atormentando a otros humanos sean curados de su propia deshumanizacion.En una sociedad que pone el nfasis sobre el individualismo y el instinto de preservacin, perdonar es algo que se trata de evitar y hasta se desprecia. Incluso, se considera seal de debilidad. Nos ensean a reclamar nuestros derechos y defenderlos, no cederlos. Sin embargo, Jesucristo se entreg hasta la muerte. Y no deberan los que dicen ser sus discpulos estar dispuestos a hacer lo mismo?Sabemos lo que contesto Jess cuando uno de sus discpulos le hizo una pregunta similar a la de Joel: No tiene lmites el perdn? (Mateo 18: 21-22). Y sabemos que sus palabras eran ms que retorica: Jess vivi una vida de perfecto perdn y amor sin limites; de ah que poda contestar tan sencilla y directamente. Para nosotros no es suficiente citar el evangelio. Como lo demuestra la historia de Joel y la de Roberto, cada uno debe meditar sobre lo que el perdn ese enigma antiguo significa para su propia vida. Slo se puede resolver dentro del corazn y a travs de la vida de cada uno.

9.- Bendigan a los que persiguen.

Ante algunos pensamientos, uno se queda perplejo, especialmente al ver el pecado del ser humano; y uno se pregunta si debe usar fuerza u optar por amor humilde. Decdete siempre a usar el amor humilde. Si de una vez por todas te decides por esto, podrs someter al mundo entero. La humildad unida al amor posee una fuerza maravillosa, ms poderosa que ninguna otra cosa, y no hay como ella.

En el sermn del monte, Jess nos dice que debemos amar a nuestros enemigos; ms aun, dice que debemos bendecir a los que nos persiguen.Adems, dice que no debemos resistir el mal con el mal, sino volver la otra mejilla e ir la segunda milla; enfrentar la violencia con la paz, y el odio con el amor. Y nos lo demuestra de la manera ms clara e inconfundible mediante sus palabras en la cruz: !Padre, perdonales porque no saben lo que hacenEsteban el primer mrtir cristiano, al morir tambin or por sus enemigos: Seor, no le tomes en cuenta este pecado.

Mucha gente ridiculiza el mandamiento de Jess de perdonar a nuestros enemigos como una insensatez auto-destructiva. Cmo vamos a abrazar a quien nos quiere hacer dao, o intenta destruirnos?El amor de Jess no conoce lmites. Se extiende mucho ms all de los lindes de la justicia y equidad humanas. Vence todo lo que se halla en su camino, tanto lo bueno como lo malo; transforma y redime toda situacin que, de lo contrario, no tendra ninguna esperanza. Cuando amamos a alguien que nos odia, no se trata de una emocin pasajera, sino de un poder divino que reemplaza nuestra reaccin humana (que quiere defenderse peleando) con un amor que da vergenza al alma de nuestro enemigo.

Una de las grandes preguntas del cristiano... es al referente al uso de la violencia como mtodo legitimo de defender los propios derechos--- Los seguidores de Jess estn llamados a una nueva vida que es: dar, an al adversario, ms de lo que le pide como muestra de reconciliacin, de valoracin del otro encima de los bienes materiales... y reconocer lo absurdo de enemistarse con l. Es tambin perdonar indefinidamente. Es no oponer resistencia ante quien te agrede, para mostrar tu dignidad de persona que no se rebaja ni ante la agresin, sino que sabe responder con amor y dignidad... Amar y perdonar no significa quedarse callado y dejar que otros pasen por encima de los derechos de la persona. Tampoco significa no defender los derechos bsicos de la vida, la salud, el trabajo, etc.

Jess mismo nos ensea que no es lo mismo perdonar al enemigo que tolerar que l siga en su error... (Debemos) responder al mal con el bien y darle la oportunidad al hermano de que salga de su error, de que supere su actitud injusta por medio de mi respuesta justa...La actitud del cristiano debe introducir una novedad en la vida social. Esta novedad no es slo tica o un imperativo, es la tarea de vencer... el mal haciendo el bien.

Lejos de volvernos dbiles y vulnerables, el perdn nos capacita para la vida y el trabajo. Mediante el perdn se resuelven las situaciones ms difciles, porque deja de lado los problemas del castigo y de la justicia humana, y da al alma la paz verdadera. Es ms: pone en movimiento una reaccin en cadena que trae los frutos de nuestro perdn a los dems. Una vez que reconozcamos cuanto necesitamos que se nos perdone, nos daremos cuenta cuan grande es el amor de Dios para con nosotros, y sabremos que tenemos la obligacin de ofrecerlo a otros.

10.- Perdonar a Dios.

No pretendamos poder eliminar todo sufrimiento, ni tampoco tratemos de soportarlo con estoicismo. Se puede aprovecha el sufrimiento para gloria de Dios. No son las circunstancias exteriores de la vida, sino nuestra actitud interior frente a las mismas que decide si somos felices o infelices.

Cuando hablamos de perdonar, por lo general pensamos en perdonar el mal que nos hacemos unos a otros, o en el perdn de Dios, hacindolo responsable por permitir que suframos sin aparente razn o justificacin alguna.Nos rebelamos y protestamos: Cmo puede permitir esto un Dios misericordioso? Rehusamos aceptar nuestra suerte y, amargados, le damos la espalda.Podemos nosotros perdonar a Dios? La respuesta consiste en abrir el corazn y aceptar su voluntad. Aunque Dios permita que suframos, no creo que sea su voluntad hacernos dao. Ms bien, parece que l permite que pasemos por pruebas, a veces por largos periodos de angustia, para que nos acerquemos a l. Cuando podemos hacer esto con humildad, sin enojarnos o amargarnos, su propsito a menudo se revela claramente.En mi propia vida me encontr frente a una situacin frustrante cuando menos preparado estaba para ello.

Haba estado en una excursin de pesca al norte de mi pas, que fue un fracaso en cuanto a la pesca pero una bienvenida ocasin de escapar por unos das de las presiones del trabajo.Al volver a casa, me di cuenta que estaba perdiendo la voz. No le hice caso al principio; esto desapareca en unos pocos das, Pero no me mejore, y me mandaron a ver a un especialista, que diagnostico parlisis de una cuerda vocal. Me aseguro que recobrara la voz, pero pasaron las semanas y luego los meses, y no hubo ningn cambio. Recomend descanso total para la voz, ni susurrar deba. Hasta entonces, realmente no me haba preocupado mucho de que podra perder la voz para siempre. Ahora empece a dudar si jamas volvera a hablar.Peor an, la comunidad desesperadamente necesitaba liderato. Se hallaba en medio de una especie de crisis, una poca de profundo examen interior y renovacin espiritual; pero durante semanas de animadas y a vece acaloradas discusiones tuve que quedarme callado, limitado a papel y lpiz. Por primera vez, me di cuenta del gran don que es poder hablar. Estaba frustrado y desanimado. Ni siquiera poda hablar con mi esposa e hijos; tenia que escribirselo todo. De verdad, yo estaba enojado. Mi enojo me humillo, y entend que Dios quera que me callara yo para or lo que el tenia que decirme.Tres meses despus, me empez a volver la voz; hoy mi voz es casi normal. Pero no he olvidado aquellas doce semanas, y recuerdo, una y otra vez, mi necesidad de buscar a Dios en momentos de crisis o frustracin.

Andrea, una mujer de nuestra comunidad, lucho por aceptar contrariedades de muy diferente ndole. Sufri tres abortos naturales antes de tener una hija sana. Hubo momentos en que encontraba que su carga era demasiada pesada.

Neil y yo eramos tan felices. Llevbamos seis meses de casados y yo estaba embarazada. Pero una noche, poco antes de la navidad, sent un dolor intenso que rpidamente empeoro, Nuestro doctor quiso que me internara en el hospital... y se confirmo mi peor sospecha; probablemente iba a perder mi bebe. El dolor emocional era tanto o mas intenso que el dolor fsico. Por qu Dios mio? Por qu a mi? Por que ya tienes que llevarte esta alma tan pequea? Qu mal he hecho yo?Fue necesaria una operacin para salvarme la vida. Perd el bebe y tuve semanas convaleciendo!Que diferente aquella navidadAgonizamos por nuestra perdida y nos sentamos solos en nuestro dolor. Cuando uno de nuestros parientes nos dijo: !Vamos La prxima vez vas a tener suerte, me sent como si me hubiesen dado una bofetada.Suerte? Acabamos de perder un bebe, un ser humano, !nuestro hijoAlguien me envi una tarjeta que deca: El Seor da, el Seor quita, bendito sea el nombre del Seor. Eso si que me indigno. Cmo iba a dar gracias a Dios por esta experiencia horrible y dolorosa? No poda. Y no poda dejar de pensar que, de algn modo, Dios me estaba castigando, aunque no poda entender por qu.Nuestro pastor me consol: Dios es un Dios de amor, no de castigo, y esta presente para aliviar nuestro dolor. Me agarre de sus palabras como se agarra el que se esta ahogando del salvavidas que le tiran desde la orilla. El amor y el sostn que me daba Neil tambin me ayudaron, y descubrimos que nuestro dolor nos uni de una nueva manera. Las palabras: Por la noche nos visita el llanto, pero la maana viene la alegra, me consolaron, aun cuando no pude sentir que la alegra estaba por venir, mas bien pareca que el amanecer no iba a llegar nunca.Poco a poco, al pasar el tiempo y con la ayuda cariosa de los que me rodeaban, empec a sentir que esta experiencia tan profundamente dolorosa me dio una nocin del amor de Dios. Le importa el sufrimiento de sus criaturas; l esta a mi lado, acompandome en mi dolor. Dios se volvi mas real para mi, y pude confiar en su amor. Ya no tuve necesidad de comprender el porque de lo que pas.Meses despus quede embarazada otra vez y esperaba fervientemente que todo saliera bien. No fue as, otro viaje al hospital, otra operacin para salvarme la vida. Otra pequea vida preciosa que se perdi apenas haba comenzado. Una pena me desgarr el corazn. Mi diario de aquellos das dice: No entiendo tal vez nunca podr entender. Necesito la seguridad de la fe...Ayudame!Neil se quedo fielmente a mi lado... Un ao ms tarde, perdimos otro beb no viable... Lentamente, en el curso de semanas y meses, el dolor se alivia un poco, aunque nunca desaparece del todo.

Hoy Andrea tiene una hermosa nia de seis aos. Aunque el recuerdo de sus tres bebes le trae un raudal de emociones, no esta amargada. Considera su sufrimiento como una bendicin, y dice que quizs sea por eso que aprecia tanto a su hijita. Pero mas que nada, le ha enseado a depender de Dios.

Una joven pareja de nuestra comunidad, se casaron en 1995. Al igual que todo nuevo matrimonio, aguardaban con impaciencia el nacimiento de su primer hijo. Alan naci al cabo de una preez aparentemente normal, y no fue hasta despus que le dieron de alta del hospital que los padres notaron algunos problemas. No coma bien y tenia un pobre tono muscular. Se quedaba muy quieto, casi sin moverse, y de vez en cuando hacia ruidos extraos con la respiracin. Lo internaron inmediatamente en un hospital universitario cercano, pero cumpli tres meses de edad antes de que se entendiera su problema.El diagnostico: probablemente nunca caminara ni hablara; era ciego y tena serias anormalidades en las caderas, el odo, el estomago, hasta en el cerebro.

Los padres de Alan estaban desolados. Por algn tiempo haban sospechado que algo andaba mal, pero nunca hubieran credo que fuese tan malo. En seguida comenzaron a acusarse a si mismos, y no paso mucho tiempo antes de que empezaran a reir con Dios: Por qu a nosotros?

Johathan me dice que estaba enojado, pero al indagar mas a fondo no puede decir hacia quien esta dirigido su enojo. Hacia Dios? El titubea. Hacia los mdicos? Sin duda. Hacia s mismo? S, quizs, aunque no puede explicar por qu.

Una de las cosas que uno aprende rpidamente es a no comparar al propio hijo con los dems. El beb del vecino pesa tanto como Alan, pero slo tiene un tercio de su edad. No tiene dificultad en tomarse su bibern en quince minutos; para nosotros, cada 15 gramos representan un triunfo.Por qu? No hay explicacin. O bien Dios nos odia, o bien as es como Alan debe ser. Tal vez nunca entenderemos por qu, pero si nos llenamos de resentimiento, destruimos cualquier alegra que podramos tener.

Cuando los padres de Alan me pidieron mi consejo en su desdicha, les asegure que de ninguna manera eran ellos responsables del sufrimiento de su hijo. Les record que todo nio es un un don de Dios, pero que Alan es un don muy especial, pareca que les haba sido enviado para revelar misterios que de lo contrario quedaran ocultos. Deberamos sentirnos afortunados de tenerlo entre nosotros, ya que nos puede ensear muy valiosas lecciones de paciencia y compasin, y a travs de ello, acercarnos ms a Dios.

Aunque tomaron en serio lo que les dije, los padres de Alan todava siguen luchando por perdonar. Hay momentos en que quieren salir corriendo, cuando simplemente no pueden soportar ms visitas que les ofrecen palabras de lstima que carecen de sentido.

Al acercarse el primer cumpleaos de Alan, les esperaban nuevos dilemas. ltimamente se le hizo una traqueotomia y le pusieron tubos de alimentacin, encima de una apendectomia. Qu ms tendra que sufrir?En un mundo que ofrece el diagnostico adelantado (y la subsiguiente terminacin, o sea interrupcin del embarazo), como solucin para los bebes imperfectos, los padres de Alan dan testimonio del valor de cada nio. Declaran que Alan no es una anomala gentica; es una persona, y tiene mucho que decirnos, y no estn dispuestos a dejarlo ir.

El padre escribe:Su manita trata de tocar mi mejilla a travs de un enredo de cables. Cuando me inclino para levantarlo de la cama, sus parpados se abren un poco y me da una sonrisa soolienta...En los onces meses desde que naci, Alan ha estado hospitalizado once veces; hace tiempo que dejamos de contar las citas mdicas. Cada vez regresamos a casa con ms preguntas y menos respuestas, ms lgrimas y menos certeza. Pero cuando se acurruca a mi lado y mira a su alrededor con curiosidad, se sonre. Su aceptacin es blsamo para mi corazn. Cunto dolor ms puedo soportar? Qu obstculos nuevos tendremos que vencer? Su traqueotomia nos ha quitado las pequeas aventuras que anticipbamos: darle los biberones, y la oportunidad de experimentar con comida solida; no hay ni gorjeos de alegra ni llantos de frustracin.Si sobrevive, nos dice el medico, puede que ms adelante no necesite los tubos. Si sobrevive. Estas palabras nos parten el corazn, sin embargo, su sonrisa sigue dndonos esperanza. l nos esta enseando a aceptar, y por lo tanto a perdonar, cada da.

Junio de 1999: Alan tiene casi tres aos, y cada da nos trae nuevas sorpresas. Gracias a la fisioterapia, aprendi a caminar solo y juega con otros nios de su edad. Le encanta la msica y el canto. Entiende ciertas palabras y frases tanto habladas como por seas. Milagros? Sus padres creen que si.

11.- Perdonarnos a nosotros mismos.

Sin ser perdonados, sin ser liberados de las consecuencias de nuestras acciones, nuestra capacidad de actuar quedara reducida, por as decirlo, a un solo acto del cual nunca podremos recuperarnos, y de cuyas consecuencias quedaremos victimas para siempre, semejante al aprendiz de brujo que no tena la formula mgica para romper el hechizo.

Aun cuando nos perdonen los dems, podemos perdonarnos a nosotros mismos? Muchas personas estn tan atormentadas por sus propios actos que ya no creen en la posibilidad de sanar; pero aun estas almas afligidas pueden hallar una nueva esperanza.

Diana vino a nuestra comunidad hace muchos aos. Era una de esas personas que anhelan encontrar la paz y librarse de experiencias que las atormentan. Aunque haba predominado la adversidad en su peregrinaje, encontr satisfaccin en vivir por otros sobre todo los enfermos, los ancianos y los moribundos.

Soltera, de 22 aos, no me dio vergenza estar encinta. Al fin y al cabo, era mi vida, y mis amistades no me juzgaban. l era un amigo de muchos aos. Despus de una fiesta y de mucha bebida, en una noche estrellada de verano, nuestra amistad se haba convertido en pasin en el patio de la casa de mis padres.El padre de mi criatura me ayud a salir de mis dificultades. Me llevo a una clnica de abortos en Nueva York. Pago la mitad del costo y nunca volvimos a hablar del asunto, haba sido nada mas que una intervencin. Pero ciertos detalles, como la botella transparente de succin, me atormentan todava, casi treinta aos mas tarde.Al nico amigo que puso en duda la moralidad de lo que yo haba hecho, le contest con una frase descarada: Dios no habra querido que yo trajera un nio a esta situacin Us a Dios para justificar mis deseos...

Mis padres eran profesionales de la clase media adinerada, buenos cristianos, pero yo no comparta sus valores. Anhelaba tener relaciones libres y genuinas, deseaba la paz (Vietnam!), la honradez en toda la linea (Watergate!), y mi bsqueda me llevo a rebelarme contra la opulencia y la vida aburguesada de mis padres.Yo amaba en bsqueda de la paz y del amor que prometa la vida hippy, las drogas, la bebida y el sexo. Buscaba una vida de igualdad en la que todos comparten todo. Viva en una comuna en el campo, practicaba el yoga y coma arroz sin procesar y verduras, cuando un da o una suave voz interna.

En una exposicin de libros me encontr con dos personas humildes y amables que emanaban un espritu totalmente desconocido. Venan de una comunidad, y cuando dije a la ligera: Quisiera comprar uno de sus libros, pero tengo solamente un dolar , ellos gustosamente lo aceptaron. Ese dlar cambio mi vida. El libro no slo desafiaba en todos los aspectos de mi vida, sino que me dio respuestas positivas en mi bsqueda de libertad, paz y honestidad. Pronto me di cuenta de que todo lo que yo anhelaba se encontraba en el ms radical de los revolucionarios en Jesucristo. Yo no lo estaba buscando a l, pero l sala de cada pgina de libro, y me llamaba.Los que me haban vendido el libro no slo lo crean, sino que lo vivan. Pertenecan a un grupo que trataba de llevar su mensaje a la prctica. Simplemente tuve que visitar esa comunidad.Durante mi primera visita todava fum a escondidas mis cigarrillos de marihuana. Pero no me sent amenazada. Le dije a un hermano que haba otros caminos para encontrar a Dios. No se puso a discutir, pero hoy todava puedo ver la expresin en su cara cuando dio testimonio de Jess, quien es el Camino, y no una mera persona.Ms tarde abr una Biblia. Al leer el Evangelio segn San Mateo, descubr que Jess ama al alma enferma por el pecado. Me sent como si alguien me sacara de una fosa oscura y apestosa y me ofreca una alternativa: o vivir en la luz, o volver a la fosa.Yo haba tenido un encuentro cara a cara con Jess. Yo era la mujer que vino al pozo, y l saba lo que yo haba hecho en mi vida. Sent una culpa horrible; sin embargo, saba que Jess no me condenaba. Me amaba, aunque odiaba mi pecado. Y me purificara de la sensacin de culpa y confusin que me agitaba.

El libro que compr por un dlar hablaba de la comunidad como de una embajada donde mandan las leyes del reino de Dios. Pude comprobar esto en la realidad. Ningn otro lugar podra haber realizado el cambio interior y la sanacin que yo necesitaba tan desesperadamente. En ningn otro lugar se me habra orientado una y otra vez hacia la cruz, en direccin opuesta a mi persona, a mi angustia. Todo esto me llev a integrarme a la comunidad. Fue un alivio descubrir que no era cuestin de hacerse la santa, sino que se trataba de vivir una vida sencilla, prctica, accesible a todos, hombres y mujeres; una vida en la cual el pecado se encara, pero tambin se perdona de verdad.A veces una nube de depresin todava quiere envolverme, pero estoy rodeada de gente que me levanta y me ayuda a empezar de nuevo. Estos hermanos y hermanas estn para ayudar a cualquiera, especialmente al que necesite amor, perdn y esperanza.

En el evangelio segn San Lucas, leemos que ama mucho quien mucho perdn ha recibido. Cuntas veces uno se olvida del dolor y de la sanacin por los cuales ha pasado, y cierra los ojos al sufrimiento de los dems! Que el perdn tiene que ser ms que un gesto, la actitud de perdonar debe convertirse en una forma de vivir.

Este punto es vital. No podemos hallar el perdn a menos que encontremos a Dios. Al final, su perdn se encuentra slo al pie de la cruz. Esto debe estremecernos, y al mismo tiempo es nuestro consuelo. Fue precisamente para liberarnos de nuestros pecados que Jesucristo muri. Slo l puede darnos un corazn nuevo, una vida nueva.

El camino de la cruz es un camino doloroso. Primero debemos desnudarnos mediante la confesin de nuestros pecados y sufrir la agona del arrepentimiento, antes de poder regocijarnos en la libertad que nos trae. Pero esta libertad vale la pena. Trae la paz que, en las palabras de San Pablo, sobrepasa a todo entendimiento. Y esta paz est al alcance de todos nosotros.

12.- El perdn a travs de la confesin.

En la confesin de pecados concretos, el viejo hombre muere una dolorosa y humillante muerte ante los ojos del hermano. Porque esta humillacin es tan dura, tratamos continuamente de esquivarla. Sin embargo, es en este profundo dolor de alma y cuerpo que nos causa la humillacin en presencia del hermano que experimentamos la cruz de Cristo como nuestro rescate y salvacin. El viejo hombre muere, pero es Dios quien lo ha conquistado. Ahora compartimos la resurreccin de Jesucristo y la vida eterna.

Ya hemos visto que es imposible perdonar a menos que hayamos reconocido nuestra propia necesidad de ser perdonados. En realidad, el mero reconocimiento no es suficiente; tenemos que admitir nuestras faltas a otra persona.A pesar del claro consejo que nos da la Epstola de Santiago: Confiesen sus pecados unos a otros, muchos cristianos hoy da dudan de que la confesin sea necesaria. Algunos la descartan como cosa de catlicos; otros ponen el nfasis en la relacin personal e individual con Dios, y sostienen que es suficiente decirle nuestros pecados a l. Pero este razonamiento no es vlido, porque Dios conoce nuestros pecados. Otros admiten que la confesin bien puede ser beneficiosa, pero dicen que no hace falta para tener paz en el corazn. Sin embargo, a menudo la paz que tienen estas personas no es ms que la falta de vida en el alma

El pecado obra en secreto; tan pronto se le pone al descubierto pierde su poder. Siempre es difcil exponer voluntariamente nuestros pecados, pero si nuestro arrepentimiento es sincero, estaremos contentos de humillarnos.Y cuando uno es realmente humilde, ya no se preocupa por la impresin que causa en otros.

Con frecuencia, el afn de ser considerado un buen cristiano, una personalidad fuerte, una persona virtuosa y devota, le impide a uno confesar sus pecados. Se evita la confesin, tratando de borrar los pecados de la memoria, y cuando eso no funciona, sencillamente se los oculta a los dems, los pecados saldrn a la superficie.

Esto no quiere decir que debemos confesar por miedo. La Epstola a los Hebreos describe a Jesucristo como un sumo sacerdote que se compadece de nuestra debilidad, a quien podemos acudir con confianza. Cristo habla a Dios en nuestra defensa, y si confesamos nuestros pecados, l nos perdonara y nos limpiar de toda iniquidad.

Sin embargo, debemos venir ante Dios con humildad, y nuestra confesin debe ser honesta y completa. Es esencial usar palabras sencilla y ordinarias cuando hablas de ti mismo, tal como usaras si hablases de cualquier otra persona...usa palabras como robo, fornicacin u odio, en vez de decir: Yo no tena intencin de mentir, o En aquel entonces yo era un nio. Quien solo hace una confesin mecnica, como una formalidad que se debe cumplir, no encontrar la libertad.En muchas iglesias, la interpretacin negativa de la confesin puede tener el efecto de desalentar y hasta silenciar a personas que desean traer sus pecados a la luz del da.

Se desechan los sacramentos, el perdn de los pecados, los consuelos de la religin...(y) se presenta la gracia como el inagotable tesoro de la iglesia, del cual ella derrama...sin hacer preguntas o fijar lmites...La gracia barata es la predicacin del perdn sin exigir arrepentimiento, el bautismo sin la disciplina de la iglesia...la absolucin sin la confesin. La gracia barata es la gracia sin el discipulado, la gracia sin la cruz...

La gracia costosa es el tesoro escondido en un campo, por conseguirlo, un hombre gustosamente va y vende todo lo que tiene. Es la perla de gran precio...es el llamado de Jess, ante el cual el discpulo abandona sus redes y lo sigue...Tal gracia es costosa porque nos llama a seguir, y es gracia porque nos llama a seguir a Jesucristo. Es cara por que le cuesta a un hombre su vida, y es gracia porque le da a un hombre la nica vida verdadera. Es cara porque condena el pecado, y es gracia porque justifica al pecador. Por encima de todo, es cara porque le cost a Dios la vida de su Hijo: Ustedes fueron comprados por un precio, y lo que le ha costado mucho a Dios no puede ser barato para nosotros.

La verdadera gracia, la gracia costosa o cara, es la liberacin que viene de habernos confesado y arrepentido de nuestros pecados. No se trata de algo complicado. San Pedro neg a Jesucristo tres veces, pero tan pronto reconoci su pecado, sali afuera y llor amargamente. Esto es arrepentimiento genuino, y sabemos que Cristo lo acept. Encomend a San Pedro el mando de la iglesia primitiva.El arrepentimiento nada tiene que ver con atormentarse a si mismo.Hay que deplorar sinceramente las faltas cometidas, pero en seguida hay que darles la espalda y mirar hacia Dios. El que se mira a si mismo solamente, puede estar seguro de perder la esperanza. Cuando las lgrimas del remordimiento estn agotadas, hay que dejar que las aguas turbias del alma se despejen; de lo contrario nunca se podr ver hasta el fondo.

La gracia que sigue al arrepentimiento es mucho ms que un sentimiento, es una realidad. Los pecados son perdonados y olvidados, y nunca ms sern ni recordados ni mencionados. De pronto, vale la pena vivir.

En mi bsqueda de paz e integridad, segu varias religiones y estudi psicologa, pero slo encontr respuestas parciales...Una vez que vi lo pervertida que era mi vida, reconoc la urgencia de cambiar.La experiencia fundamental que cambi el rumbo de mi vida vino inesperadamente, un da, cuando por primera vez cobr plena conciencia de la avalancha de pecados que haba cometido. Hasta ese momento, el orgullo y el deseo