perjuicios” (causa nº 59.604) - nuevocodigocivil.com · de dicha firma comercial, con sede en...
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La Sala II se pronunció sobre el alcance de la responsabilidad directa
del fabricante-vendedor y sobre la relación de causalidad y la extensión del
resarcimiento en un caso de incumplimiento culpable de un contrato
paritario.
Causa nº: 2-59604-2014 "TUCULET, MARIANO C/ FORD ARGENTINA S.A. Y OTRO S/ DAÑOS Y PERJUICIOS (SUMARIO) " JUZGADO EN LO CIVIL Y COMERCIAL Nº 1 - TANDIL Sentencia Registro nº: 74 Folio: .............
En la ciudad de Azul, a los 11 días del mes de Junio del
año Dos Mil Quince, reunidos en Acuerdo Ordinario los Señores Jueces de
la Excma. Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial Departamental, Sala
II, Doctores Jorge Mario Galdós y Víctor Mario Peralta Reyes,
encontrándose en uso de licencia la Doctora María Inés Longobardi (arts. 47
y 48 Ley 5827; resolución nº SS5288 de la Excma. Suprema Corte de
Justicia), para dictar sentencia en los autos caratulados: “TUCULET,
MARIANO C/ FORD ARGENTINA S.C.A. Y OTROS S/ DAÑOS Y
PERJUICIOS” (CAUSA Nº 59.604), habiéndose procedido oportunamente a
practicar la desinsaculación prescripta por los arts. 168 de la Constitución
Provincial, 263 y 266 del C.P.C.C., resultando de ella que debían votar en el
siguiente orden: Dr. Galdós – Dra. Longobardi - Dr. Peralta Reyes.
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Estudiados los autos, el Tribunal resolvió plantear y votar las
siguientes:
- C U E S T I O N E S -
1ª.- ¿Es justa la sentencia apelada de fs. 273/279 vta.?.
2ª.- ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?.
- V O T A C I Ó N -
A LA PRIMERA CUESTIÓN, el Señor Juez Doctor Galdós, dijo:
I.- 1.- Mariano Tuculet, por su derecho y con el patrocinio letrado del
Dr. Jorge Teodoro Zeballos, promovió acción de daños y perjuicios contra
Ford Argentina S.C.A. -derivada del incumplimiento contractual de la
accionada- reclamando la suma de $ 52.299,54, con más los intereses o la
suma que en más o en menos resulte de la prueba a producirse.
El accionante sostiene que como titular de la empresa familiar “Mariano
Tuculet” (dedicada a la producción y comercialización de lácteos y
derivados) decidió expandir y ampliar el mercado de la costa atlántica para la
temporada veraniega 2003/2004, tomando para ello diversas decisiones de
marketing, incorporando tecnología de última generación y concretando la
compra de un camión Ford, modelo “Cargo 915”, cero kilómetro. Para ello
realizó las tratativas precontractuales directamente con la División Camiones
de dicha firma comercial, con sede en Ricardo Rojas (ex General Pacheco),
actuando como “tramitante” del negocio y de la entrega efectiva del rodado
el concesionario oficial de Tandil “Guillermo Simone S.A.”. Relata que
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desconoce las razones por las cuales la fábrica vende las unidades
directamente al público y no lo hizo el concesionario local. Este último fue
quien acercó los textos de la orden de compra y de la declaración jurada
para adquisición, documentación habitual para la compra de unidades cero
km., y que elaboran las vendedoras, limitándose el adquirente a suscribirlas.
Al resultar indispensable la disponibilidad inmediata del camión, la
accionante en forma verbal le garantizó la entrega del rodado para antes del
9 de Enero de 2004, por lo cual procedió a cancelar de contado el total del
precio el día 2 de Enero de 2004, conforme se desprende de las constancias
de transferencias bancarias del Banco de Galicia y del recibo del
concesionario de la ciudad de Tandil por una cifra adicional –documentación
acompañada con el escrito de demanda-. La promesa verbal no fue
cumplida, amén de que en la orden de compra se estableció un plazo de
treinta días cuya data correcta es del 26 de Diciembre de 2003 y no el 26 de
Noviembre de 2003 (la orden ostenta erróneamente esa fecha), lo que lo
beneficiaría. Formula esa aclaración en base al principio de la buena fe,
destacando que no procura obtener ventajas del error en la fecha de factura
(que perjudicaría a la demandada). Luego de efectuar múltiples reclamos
telefónicos a “Guillermo Simone”, con resultado infructuoso, optó por buscar
con urgencia un vehículo para la tercerización de la distribución, lo cual –por
diversos motivos- fue imposible lograr. Agrega –como agravante del perjuicio
sufrido- que con fecha del 15 de Noviembre de 2003 había adquirido una
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caja térmica para la unidad Ford. Insiste en que todo reclamo resultó inútil,
habiéndosele entregado el vehículo utilitario el día 02 de Marzo de 2004 –
casi al concluir la temporada veraniega- y su recepción la efectuó con
salvedad y reserva expresa del reclamo de daños y perjuicios (cf. fs. 8).
Añade que el día 23 de Marzo de 2004 le remitió a Ford Argentina S.C.A. la
carta documento que aduna a la demanda (ver fs. 6/7), la cual nunca fue
respondida. En definitiva: sostiene que el negocio jurídico se celebró con
Ford Argentina S.C.A. (y no con la concesionaria), quien debe responder por
los daños ocasionados por la falta de entrega del camión en el plazo pactado
(el 9 de Enero de 2004) lo que recién se efectivizó el 2 de Marzo de 2004.
Respecto de los daños reclamados manifiesta que la pretensión carece de
gran complejidad porque no se está reclamando nada que no esté
debidamente documentado ni que carezca de argumentos sólidos para
convalidar la dimensión de las pérdidas. Así, expresa que la cifra que
reclama de $ 52.299,54 resulta abarcativa de los siguientes rubros: a) lucro
cesante respecto de ventas caídas e inconducencia de las inversiones
realizadas apuntando a su aumento, generados por la privación de uso del
camión abonado y no entregado por la accionada: b) desbaratamiento de
chances negociales y de genuinas expectativas comerciales, amén de la
esperable inserción para la ulterior “temporada baja” y c) deterioro de la
imagen empresarial, por incumplimiento de compromisos contraídos y/o
demora en las entregas. Finalmente explica que el detalle de los parámetros
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para arribar al monto reclamado se desprenden del primer, segundo y tercer
cuadro del gráfico adjuntado, con sujeción al prudente arbitrio del Sr. Juez
de Grado. Funda en derecho; ofrece prueba y solicita que se dicte sentencia
acogiendo la pretensión con costas a la contraria.
2.- Corrido el traslado (fs. 69) a fs. 85/94 vta. se presenta el Dr. Alfredo
Oscar Fairbairn como gestor, conforme lo habilita el art. 48 del C.P.C.C., en
representación de Ford Argentina S.C.A., interponiendo la falta de
legitimación pasiva como defensa de fondo, contestando la demanda, cuyo
rechazo solicita. Continúa expresando que no ha mantenido relación
comercial o contractual con la actora, resaltando que tal aclaración deviene
imprescindible dado que el accionante demandó a Ford Argentina S.C.A. en
función de ciertos incumplimientos contractuales en que habría incurrido la
concesionaria Guillermo Simone S.A., los que son totalmente inoponibles a
su representada. Sostiene que Ford Argentina S.C.A. no vende automotores
al público, por lo que no puede exigírsele los daños y perjuicios que el
eventual incumplimiento pudo ocasionarle al reclamante. Manifiesta que
tampoco puede reclamársele ninguna solidaridad con la concesionaria
vendedora, puesto que para que ello ocurra es necesario que la ley o las
partes voluntariamente lo hayan convenido expresamente, resaltando que
nada de esto sucede en el presente caso. Niega todos y cada uno de los
hechos expuesto en la demanda (con la salvedad de los que reconoce en el
acápite V). Reitera que la demandada no vende ni directa ni indirectamente
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unidades al público sino que lo hace a través de las concesionarias las que
se encuentran vinculadas por los contratos de concesión que oportunamente
celebra en cada caso, obviamente suscripto por las partes, en base al
Reglamento para Concesionarios. Como consecuencia del mencionado
Reglamento, Guillermo Simone S.A. es el concesionario oficial de Ford
Argentina S.C.A., por lo que, entre otras obligaciones, adquiere automotores,
repuestos, utilitarios y accesorios para su ulterior reventa a sus clientes por
su cuenta y riesgo. Resalta que su representada facturó el camión el día 19
de Febrero de 2004 a Guillermo Simone S.A., unidad que luego fuera re-
vendida al actor por dicho concesionario. Finalmente dice que la ausencia de
vínculo jurídico entre la fábrica y el concesionario está corroborada con los
propios dichos del accionante, vertidos al demandar cuando expresó que la
totalidad de las tratativas y las condiciones de venta en lo relativo al precio y
plazo de entrega fueron llevadas en la concesionaria referida anteriormente,
desconociendo –por no ser de su incumbencia- los plazos de entrega que
fueron comprometidos por el concesionario. Impugna los pretensos daños
reclamados, haciendo mención de la falta de causalidad entre el accionar del
accionado y los perjuicios alegados. Ofrece prueba.
A fs. 101/104 el accionante contesta la excepción articulada, cuyo
tratamiento fue diferido por el “iudex a-quo” para el momento de dictarse
sentencia definitiva (cf. fs. 123).
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3.- Habiéndose producido y concluido la etapa probatoria se arribó al
dictado de la sentencia de primera instancia (cf. fs. 273/279 vta.), hoy en
crisis. En la misma, el Juez de Grado hizo lugar a la demanda impetrada,
condenando a Ford Argentina S.C.A. a abonarle al actor la suma de $
50.000.- con más los intereses que se calcularán a la tasa pasiva que paga
el Banco de la Provincia de Buenos Aires, impuso las costas a la ejecutada y
difirió la regulación de honorarios para la oportunidad del art. 51 del Dec./Ley
8904/77. Para así resolver sostiene que en el análisis y valoración de las
pruebas aportadas en autos se detendrá esencialmente en aquéllas que
sean conducentes y poseen relevancia para decidir el caso. Expresa que
una vez que las pruebas son incorporadas al proceso son comunes para
todas las partes, independientemente de quién las aportó (el actor o el
demandado) y deben atender a la naturaleza o categoría de los hechos,
según sea la función que desempeñen respecto de la pretensión o de la
defensa. Cita doctrina y jurisprudencia en apoyo de su decisión; y esboza
tres núcleos argumentales, en atención a cómo se planteó la litis: 1) el actor
debe demostrar el contrato de venta con Ford Argentina S.C.A.; 2) luego le
corresponde probar el incumplimiento contractual en la entrega del camión; y
3) finalmente corresponde analizar la procedencia de los rubros
indemnizatorios reclamados. Respecto del primer punto tiene por acreditada
la responsabilidad de la accionada en base a la mecánica de pago que se
utilizó. Es decir, la prueba se encuentra en la factura A nº 001000391445
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emitida por Guillermo Simone S.A. (que fuera reconocida por la
concesionaria a fs. 150) de donde se desprende que la operación se
concretó el 27 de Febrero de 2004 pero lo que necesariamente vincula a
Ford Argentina S.C.A. en la venta es el hecho demostrado de que las
cuentas bancarias donde el actor debía depositar los importes pertenecen al
patrimonio de dicha empresa. De haber resultado ajeno el ámbito comercial
de Ford Argentina S.C.A. con Guillermo Simone S.A. no se comprende
porqué una venta del segundo se le paga al primero. El circuito del dinero
que involucró a la demandada se explica sólo y necesariamente con la
participación de esta empresa en la operación, por lo cual, las prestaciones
que contractualmente se asumieran –por intermedio o junto al concesionario-
serán debidas por la accionada. En relación al segundo ítem concluye en
que si bien no existe un momento declarado del incumplimiento de la
entrega pactada, sí es cierto que el resto de las adquisiciones de la actora
(equipo de frio para colocar en el camión en Julio de 2003 y maquinaria de
amasadora en Noviembre del mismo año) lo llevan a suponer que
presumiblemente la actora estuviera preparando su empresa para la
temporada de verano 2003/2004, por lo que concluye que la adquisición del
vehículo para repartir dependía de que el mismo fuera entregado al
comprador, antes de que finalizara el verano. Por ello, al haberse hecho
efectiva la misma en Marzo de 2004 su comportamiento se inscribe en un
incumplimiento contractual que hace responsable a la accionada de los
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perjuicios sufrido. Finalmente respecto del último planteo rubros reclamados
(lucro cesante, desbaratamiento de chances negociales y deterioro de la
imagen empresarial) por la suma de $ 52.299,54 el sentenciante de Grado
sostiene que el reclamo se sustenta en la afectación a la actividad generada
por la falta de la herramienta en la distribución –el vehículo adquirido- en el
período Enero/Febrero de 2004 basándose en volúmenes operados desde el
26 de Enero de 2004 a la fecha de la entrega de la unidad –el 02 de Marzo
de 2004-. De ese modo y proyectando las ventas en base a los datos
estadísticos existentes, tomando las ventas potenciales del centro de la
Provincia de Buenos Aires según la propia estimación de la parte ($
50.890,75 –ventas frustradas-; $ 408,79 –gastos adicionales de
conservación en frío- y $ 1.000.- -gasto por retrasos en pedidos-) y conforme
la pericia contable de fs. 154/155 se convence de la sinceridad del reclamo,
por lo que hace lugar a la demanda; y, párrafo seguido, indica la tasa de
interés que mandará a aplicar al monto de condena. Impuso las costas a la
demandada vencida.
4.- Contra dicho pronunciamiento recurrieron la accionante a fs. 281 y
la demandada a fs. 283, remedios procesales que fueron concedidos a fs.
282 segundo párrafo y a fs. 284 cuarto párrafo respectivamente. A fs.
312/321 y fs. 322/327 vta. se glosan sus fundamentaciones, no obrando
réplicas.
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En los agravios, la accionante –previo a desarrollar su queja medular
contra la sentencia recurrida- realiza una síntesis de lo acontecido en autos
a partir la interposición de la demanda. Luego fundamenta el perjuicio que le
produce el fallo apelado, esto es, el tipo de tasa de interés que se fijó para el
monto condenatorio. Manifiesta que la aplicación de la tasa pasiva de las
operaciones de descuento del Banco de la Provincia de Buenos Aires a
treinta días, respecto del monto de condena, con apoyatura de fallos del
Máximo Tribunal Provincial, es lesiva del valor justicia. Además representa
un injustificado beneficio a la contraria, que –a su entender- se termina
beneficiando por el paso del tiempo. Y ello así por los avatares de la
economía, la diferencia entre el precio del vehículo al momento de su
compra y su valor actual de mercado, y porque la accionada (Ford Agentina
S.C.A.) seguramente ha tenido previsto la posibilidad cierta de perder el
juicio, frente a lo cual le resulta altamente conveniente el transcurso del
tiempo desde el inicio del juicio. Solicita, finalmente, la aplicación de los
intereses a la tasa activa del Banco de la Provincia de Buenos Aires, por
considerarlos subsanatorios, al menos en parte, de los desequilibrios
patrimoniales señalados. Formula reserva del caso federal.
Los agravios de la demandada se pueden resumir en los siguientes
puntos: la improcedencia de la responsabilidad de Ford Argentina S.C.A.; la
falta de prueba sobre la fecha de entrega de la unidad; y la inexistencia de
relación causal entre la supuesta entrega tardía y los daños aducidos,
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además de su equivocada estimación. Respecto del primero de ellos, –luego
de realizar una nueva descripción de las afirmaciones que vertiera en la
contestación de demanda- expresa que la causal en la que el Sr. Juez de
Grado sustenta la responsabilidad de Ford Argentina S.C.A. excede el marco
del contrato de compraventa concertado entre la actora y la concesionaria
(en base al cual se formuló el reclamo en estos autos) puesto que el
fabricante es un tercero ajeno al contrato cuyas consecuencias no lo
alcanzan. Manifiesta que más allá de que el concedente imponga ciertas
condiciones al concesionario con la finalidad de estandarizar la red de
comercialización, indicando incluso las condiciones generales del convenio
de compraventa, no surge de ninguna cláusula que pueda llegar a
responsabilizarlo ya que el conflicto se suscitó a partir de la falta de entrega
en el plazo establecido del camión adquirido, tema en el cual la demandada
no tuvo ninguna intervención. Menciona que la única responsabilidad que le
cabría a la accionada sería si se hubieran denunciado defectos de
fabricación, lo cual no ocurrió; y que el “iudex a-quo” imputa responsabilidad
a la ejecutada en la circunstancia de que se habrían concretado dos
transferencias en una cuenta corriente supuestamente registrada a nombre
de Ford Argentina S.C.A., lo que condujo al sentenciante a “la convicción de
la participación de Ford Argentina S.C.A. en la operatoria y que lo vincula
necesariamente en la contratación …” (sic., fs. 323 vta. última parte del
tercer párrafo). En relación al segundo agravio, hace referencia a que la
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sentencia es confusa cuando afirma que la entrega en Marzo de 2004 es
tardía porque no resultó probada la fecha anterior que la actora alegó (Enero
de 2004), limitándose el “a-quo” a sostener lo manifestado por la actora sin
prueba alguna. Entiende –en subsidio- que la fecha tope de entrega debió
ser el 25 de Enero de 2004, puesto que ello se desprende del escrito inicial
cuando a fs. 56, cuarto párrafo, en el que afirma que el plazo era de treinta
días a partir de la suscripción de la orden de compra ante Guillermo Simone
S.A. el 26 de Diciembre de 2003 (data reconocida por la actora) por lo que
(frente a dicha afirmación) la fecha tope de entrega debió ser la mencionada
anteriormente. En lo relativo al último agravio entiende que la sentencia
omitió considerar la relación causal entre el supuesto incumplimiento
contractual y los perjuicios que se aducen. Sostiene que al analizar los
daños reclamados el Juez de Grado omitió el paso previo, es decir, el
análisis de si existe relación causal adecuada entre la mora alegada en la
entrega del vehículo y los daños que se irrogan. Básicamente, considera que
no puede entenderse que la eventual tardanza en la entrega de un camión
haya producido la debacle del supuesto emprendimiento comercial del actor
y que las ventas potenciales de sus productos en la zona de la costa
marplatense hayan caído o se haya producido otro daño, sea un lucro
cesante, desbaratamiento de chances o deterioro de la imagen empresarial.
Considera que el actor pudo momentáneamente disponer de otra unidad,
cita varias alternativas (por ejemplo el alquiler de otro camión), y recalca que
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no existió daño resarcible. En el restante agravio enfatiza en la inexistencia
de daños resarcibles. Manifiesta que ésta es una cuestión esencial omitida
por el “a-quo”, puesto que en la pericia contable el experto manifestó en el
punto 5 que existió un incremento de la facturación del 158% y del 220%, y
si ello se lo mide en kilos vendidos entre el período Noviembre 2002/Marzo
2003 y ese mismo plazo cuestionado de Noviembre 2003/Marzo 2004 dado
que en este período el reclamante no contaba con el camión y cuando sí lo
tuvo a su disposición las ventas sólo se incrementaron en un 34% en kilos.
Esta cuestión –indica- se encuentra reflejada en la respuesta al punto
pericial 8 donde se observa que a partir de Diciembre/03 la facturación
mensual es uniforme. Todo esto demuestra la falta de incidencia del camión
en las supuestas caídas de ventas. Luego de otras consideraciones expresa
que no ha existido daño alguno, pues no se acreditó la existencia de
disminución de las ventas, sino todo lo contrario: un aumento sustancial lo
que comprueba que el éxito de la operatoria estaba ligado a otros factores
muy distintos a la eventual disponibilidad de un mero camión, dado que las
ventas dependen de una multiplicidad de factores. Finalmente solicita la
revocación de la sentencia apelada, pidiendo el rechazo de la demanda, con
imposición de costas.
5.- Llamados autos para sentencia y firme el resultado del sorteo del
orden de votación, el expediente se encuentra en condiciones de ser
resuelto (cf. fs. 332).
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II.- Inicialmente corresponde abordar el tratamiento de una cuestión
procesal que –de conformidad con el pronunciamiento de fs. 300/301 vta.-
quedó pendiente de resolución. Se trata de la providencia de fs. 284 que
concedió el recurso de apelación interpuesto a fs. 283 por la accionada
contra la sentencia definitiva de fs. 273/279 vta. El actor impugna esa
providencia de concesión del recurso de apelación sosteniendo que se
dedujo extemporáneamente, porque la sentencia definitiva ya se había
notificado al domicilio constituido al contestar la demanda (a fs. 280) y por lo
tanto es tardía la notificación personal de Ford Argentina S.C.A de fs. 283 y
la simultánea interposición de la apelación.
Entiendo que el proveído de fs. 284 resulta ajustado a derecho cuando
interpretó que el recurso interpuesto a fs. 283 fue temporáneo porque la
anterior notificación de la sentencia definitiva se cursó al domicilio procesal
constituido por la demandada, en General Rodríguez nº 198 de Tandil pese
a que la actora ya había tomado conocimiento efectivo de la constitución de
un nuevo domicilio procesal (en Alem 996). Y ese conocimiento previo se
evidenció con la notificación que Tuculet cursó a Ford Argentina S.C.A., a fs.
240, en el citado domicilio de Alem 996, designado “como constituido”, en el
que se la intimó para que acompañara documentación “en poder de la
demandada”.
Repasando la secuencia fáctica suscitada cabe remarcar que en
oportunidad de contestar la demanda Ford Argentina S.C.A. a fs. 85/94
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constituyó domicilio procesal en General Rodríguez 198 de Tandil, lo que
así fue admitido en la providencia de fs. 95. Luego, en otras presentaciones,
mantuvo el referido domicilio legal constituido (fs. 97, 110, 138, 160/161) en
el que se diligenciaron las notificaciones pertinentes (fs. 124, 157, 174,
175).
Sin embargo a fs. 176 la accionada se presentó y contestó un
traslado (vinculado al trámite de impugnación de la pericia contable)
aduciendo tener “domicilio constituido en Alem 996 de Tandil”. Dicho
domicilio no fue tenido por constituido en los términos del art. 42 del C.P.C.
(conf. providencia de fs. 177). Con posterioridad a ello se tuvo a la
demandada por desistida de la prueba informativa (cf. fs. 226/227), y se
certificó el resultado de la prueba producida. Más adelante se la intimó, a fs.
235, a presentar documentación, diligencia que inicialmente se realizó en el
“domicilio constituido” de General Rodríguez nº 198 (cf. fs. 236/237).
Empero, y como resulta de la constancia de la cédula obrante a fs. 236 vta.,
la referida intimación no se efectivizó porque “en el domicilio de Rodríguez al
100 no encuentro chapa con el nº 198”, según lo informó el Oficial
Notificador actuante.
Así las cosas la propia actora a fs. 240 reiteró dicho emplazamiento al
domicilio de Alem 996 de Ford Argentina S.C.A. (repito: denunciado como
constituido a fs. 176). Esa notificación, como lo resuelve correctamente la
providencia impugnada, constituye un acto procesal que revela que la actora
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conoció concreta y efectivamente la existencia de un nuevo domicilio
procesal de la demandada, aviniéndose a cursar en él los actos de
emplazamiento.
Más adelante obran dos presentaciones de la accionada (fs. 243 y fs.
245) en las que manifiesta tener constituido el domicilio de Alem 996 de
Tandil; posteriormente a fs. 273/279 se dictó la sentencia definitiva que la
actora notificó a Ford Argentina S.C.A. a fs. 280 en el domicilio anterior de
General Rodríguez 198, cuando antes – a fs. 240- la intimó al “domicilio
constituido de Alem 996”.
Tras ello, a fs. 283 la demandada se notificó personalmente de la
sentencia e interpuso recurso de apelación ante lo cual, a fs. 284, el Sr. Juez
de Grado tuvo por constituido el nuevo domicilio de Alem 996 (denunciado a
fs. 176) y consentido por la actora al librar la cédula de fs. 240.
De lo expuesto se infiere que el auto de fs. 284 tuvo válidamente por
notificada a la parte demandada de la sentencia dictada a fs. 273/279 “con
la pieza (fs. 283) en despacho” porque “si bien la accionada no hubo
constituido nuevo domicilio expresamente, la parte actora se notificó y
consintió el nuevo domicilio constituido (Alem 996) con el libramiento de la
cédula de fs.. 249”. En consecuencia tuvo por constituido el domicilio en la
calle Alem 996 y por interpuesto en término el recurso de apelación contra la
sentencia definitiva.
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La doctrina jurisprudencial elaborada en torno al art. 42 C.P.C.
confiere sustento a este criterio que atiende al conocimiento efectivo que
tuvo la parte actora de la existencia de un nuevo domicilio constituido por la
demandada, lo que se evidencia con el acto procesal de fs. 240. Dice
Falcón, citando precedentes judiciales, que “… cuando la otra parte se
encuentra en pleno conocimiento de la existencia del nuevo domicilio
procesal, éste surte los mismos efectos que si hubiera recibido la respectiva
notificación (cf. C. IV., Sala F, ED 86-152, sum. 217), como si se presentara
cumpliendo un acto y lo notificara a ese nuevo domicilio, o manifestara tomar
conocimiento del mismo por medio de un escrito, o hiciera alguna
manifestación o impugnación respecto de la constitución del domicilio que no
procediera en definitiva …” (conf. Falcón, Enrique M., “Código …”, Tomo I,
pág. 338).
Asimismo se ha dicho que cuando una parte constituye nuevo
domicilio debe ser notificado por cédula, pues de lo contrario subsiste el
anterior (art. 42, Cód. Procesal); empero esa regla rige mientras “la
contraparte no haya tomado conocimiento por otro medio del escrito
respectivo. Aun cuando el juzgado no dictara auto expreso teniendo por
constituido el nuevo domicilio, ese conocimiento basta para que surta
efectos respecto de quien lo tuvo, pues de la redacción de la norma surge
que el objeto perseguido es que se haga saber dicha modificación a la
contraria y no la providencia que recaiga” (cf. C. N. Civ., Sala I, 27/7/89,
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“Torricela de Scabini, María c/ Scabini, Arturo s/ sucesión ab intestato”,
Lexis, nº 10/4670; Highton, Elena I. – Areán, Beatriz A., “Código …”, Tº 1,
pág. 696; en el mismo sentido confrontar la jurisprudencia en esa obra citada
pág. 700, nº 1, 2 y 3). Igualmente la jurisprudencia mencionada por Palacio
sostiene que “si de los términos de las presentaciones surge claramente el
efectivo conocimiento que tuvo el interesado debe considerarse que ha
existido notificación tácita” (L.L. 1995-B-582; E.D. 80-pág. 216, citado por
Palacio, Lino, “Derecho Procesal Civil”, actualizado por Carlos Camps, Tº IV,
pág. 36, cita 99).
En definitiva: la sentencia interlocutoria de fs. 284 se encuentra
ajustada a derecho por cuanto tuvo por constituido el nuevo domicilio legal
de la demandada en Alem 996 de Tandil, en base al conocimiento efectivo
que de dicho domicilio tuvo la parte actora, quién -a fs. 240- la intimó para
que acompañara documentación, lo que se dio cumplimiento a fs. 245.
Además del emplazamiento a Ford Argentina S.C.A. se generaron otras
cuestiones incidentales (fs. 243/246) reveladoras del referido conocimiento
por parte de Tuculet del nuevo domicilio constituido.
III.- 1.- Anticipo mi opinión en el sentido que debe ser confirmada la
sentencia de condena a Ford Argentina S.C.A. por mediar incumplimiento
contractual culpable (arts 499, 505. 1197,1198 y concs Código Civil).
La empresa familiar que gira bajo el nombre de fantasía “Mariano Tuculet”
demandó a la precitada sociedad aduciendo haber suscripto con ella un
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contrato de compraventa de un camión Ford, modelo “Cargo 915”, cero
kilómetro, añadiendo que la concesionaria Guillermo Simone S.A. actuó
como “tramitante” del negocio y “efectivizador de la entrega del rodado”,
enfatizando que la relación jurídica se trabó directamente con la demandada
(Ford Argentina S.C.A.) y no con el concesionario Guillermo Simone S.A. El
Sr. Juez de Grado tuvo por acreditado dicho presupuesto fáctico y concluyó
que su “convicción de la participación de Ford Argentina SA en la operatoria
–y que la vincula necesariamente en la contratación” surge del “hecho
demostrado de que las cuentas bancarias donde el actor debía depositar
los importes pertenecen al patrimonio de esa empresa” (sic., fs. 277 último
párrafo). Tras ello argumenta que “véase que, tal como lo señalara el actor,
el Standar Bank contesta un informa diciendo textual ‘La cuenta corriente
en pesos Nº 0931/02001978/45 se encuentra registrada a nombre de Ford
Argentina SCA, con CUIT Nº 30678519681. Con fecha 05/01/2004 se
recibieron del Banco Galicia 2 transferencias por $ 50.000 y $ 18629 cuyo
CUIT de ordenante fue el 3061570627” (fs. 191). “Concordantemente con
esta información –prosigue el fallo- y cerrando el circuito de la operación, el
Banco Galicia a fs. 178 había informado que la actora poseía la cuenta
corriente de donde salieron las dos transferencias bancarias, el día 02 de
Enero de 2004, a la cuenta que luego se informase que pertenecen a Ford
Argentina SCA. Sumado a ello, al contestar un nuevo oficio, Guillermo
Simone SA en ningún momento aclara que las cuentas donde hubo de
20
depositarse el monto de la operación le pertenecieran. En una lacónica
respuesta –no debemos olvidar que si bien no fuera citado a juicio como
tercero de intervención necesaria tiene un rol interesado dada su vinculación
pública y notoria con la demandada- a fs. 202, responde como punto 2 que
“El comprador pago al contado mediante depósitos bancarios a la cuenta de
la firma …” (sic., fs. 277 vta. primer y segundo párrafo).
Ese núcleo argumental de la sentencia de grado no ha sido
idóneamente rebatido por el agravio que no logra conmover la ratio
decidendi del fallo: la intervención “participación” -según la sentencia- de la
demandada Ford Argentina S.C.A. la cual surge de haber recibido el precio
de venta del camión (arts. 260 y 261 C.P.C.). En tal sentido debe advertirse
que el escrito de agravio hace reiterada mención a las transferencias
bancarias percibidas (por las sumas de $ 50.000.- y $ 18.629.-) sin hacerse
cargo de controvertir que dicho proceder constituye una intervención
reveladora de que la sociedad demandada fue parte en el negocio jurídico.
Más aún: puntualiza que “no resulta claro por qué las sumas mencionadas
fueron transferidas a una cuenta de mi mandante; desconocemos al
respecto cuales fueron las circunstancias que generaron en todo caso dichas
transferencias” (sic., fs.. 323 vta), absteniéndose de cuestionar o replicar
apropiadamente la conclusión del fallo que sintetizo así: los depósitos
percibidos por Ford Argentina S.C.A. corresponden al precio y denotan que
participó en el contrato y por lo tanto debe asumir sus consecuencias. La
21
recurrente guarda silencio y no dice nada con relación a la afirmación de la
sentencia de que “de haber resultado tan ajeno el ámbito comercial de Ford
Argentina SCA con el de Guillermo Simone SA no se comprende porque una
venta del segundo se le paga al primero. Porque el circuito de dinero –única
y esencialmente típica prestación a cargo del comprador (art. 1323 del CC)-
que involucró a Ford Argentina SCA, se explica solo y necesariamente con la
participación de esta empresa en la operación. Y de allí que las prestaciones
que contractualmente se asumieran –por intermedio o junto al concesionario
Guillermo Simone SA- serán debidas por la demandada” (sic., fs. 277 vta.).
En definitiva: la demandada no alegó ni probó ni explicó que hubiera
recibido los pagos de la compra del camión por otro concepto ni en su
alegada ajenidad al negocio jurídico celebrado con el actor. Empero,
concurre además otra circunstancia decisoria que relativiza el valor
probatorio que el apelante le adjudica a diversa documentación expedida por
Ford Argentina S.C.A. a favor de Guillermo Simone SA y en base a la cual le
habría vendido el vehículo a su concesionaria y -se aduce- luego ésta
revendido al actor. En tal sentido no cabe soslayar que Ford emitió con fecha
19 de Diciembre de 2004 una factura del camión objeto del proceso a favor
de Guillermo Simone SA, tal como se desprende de la fotocopia autenticada
reconocida a fs. 149/150 por el concesionario, de la pericia contable obrante
a fs. 154 vta. (punto 2), de los informes de fs.. 202/203 y de fs. 241. Pero
esa documentación fue expedida unilateralmente por la demandada y en
22
fecha posterior (repito: el 19 de Febrero de 2004) a la celebración del
contrato, el 26 de Diciembre de 2003, día en el que Tuculet suscribió la
orden de compra a Ford Argentina S.C.A. (fs. 16/19). Acoto que el precitado
documento, en pieza fotocopia autenticada, tiene otra fecha que beneficiaría
al actor (26 de Noviembre de 2003) porque adelantaría el plazo de entrega
de la unidad, aunque aclaró en el escrito de demanda que la fecha correcta
es la mencionada (26 de Diciembre de 2003). Por lo demás en esa orden de
compra (reitero: suscripta por Tuculet y dirigida a Ford Argentina) se
consigna “como plazo de entrega de la unidad 30 días a partir de suscripción
del presente”, o sea el 25 de Enero de 2004. Esta fecha de entrega guarda
correspondencia con la argumentación de la sentencia apelada que sostiene
que existió una negociación que “comenzó en Noviembre de 2003, de la cual
resulta que la actora ejecutó su prestación en Enero de 2004 y que la
demandada cumple con la entrega en Marzo del 2004” (sic fs. 278). También
la precitadas fechas guardan concordancia con el agravio de la demandada
que a mayor abundamiento afirma que “reiteramos que la fecha tope de
entrega debió ser el 25 de Enero de 2004 (30 días a partir de la fecha
reconocida) -agrego, por la actora- de suscripción de la orden de compra”
(fs. 324 vta). Junto a la citada documentación se agregó una circular de la
demandada (de fecha anterior el 12/12/2003) informando a sus
concesionarios la cuentas bancarias en las que debían depositarse el pago
de las unidades (fs. 19).
23
En suma: constituyen hechos probados y reveladores de que la
demandada intervino como vendedora directa del camión, más allá de la
participación del concesionario, no sólo por la percepción del precio de venta
sino también porque la orden de compra, en Diciembre de 2003, fue
suscripta por Tuculet directamente a Ford S.C.A. todo lo que guarda
correspondencia con las fechas de celebración del contrato y de entrega
comprometida (arts. 499, 505, 1197, 1198 y concs. Código Civil). Añado que
el trípode apariencia -buena fe – confianza del adquirente de que la
demandada actuaba en la condición de vendedora confiere sólido
basamento a la procedencia de la pretensión deducida (arts. 1197 y 1198
Cód. Civil).
2.- Corresponde ahora analizar el argumento del agravio relativo a los
efectos del contrato de venta entre el comprador, el concedente y el
concesionario. Ello así, porque no resulta de aplicación en autos la
jurisprudencia invocada por la recurrente cuando procura exonerarse de
responsabilidad alegando la autonomía contractual del concedente -Ford
Argentina S.C.A.- frente al concesionario Guillermo Simone S.A. En ese
sentido no cabe soslayar que la Suprema Corte de Buenos Aires tiene
resuelto, con grado de doctrina legal, que “en lo que atañe al vínculo entre
concedente-concesionario la eventual responsabilidad entre las partes es de
naturaleza contractual, teniendo por marco referente el contenido de la
propia convención. Más no participa de igual carácter la responsabilidad del
24
concedente frente a los clientes, por cuanto aquél resulta un tercero ajeno a
lo convenido con el concesionario (art. 1195 del Cód. Civil), quien, en
principio, no puede verse perjudicado por la conducta asumida por este
último. En la venta directa, la concesionaria no reviste el carácter de
representante del fabricante, sino que se trata de una persona que actúa en
nombre y por cuenta propia, lo que por regla exime de responsabilidad al
concedente por el incumplimiento de la vendedora” (cf. S.C.B.A., causa C.
105.173, 02/05/13, “Bonacalza, Carlos Javier c/ Fiat Auto de Argentina S.A. y
otro. Cobro de pesos por daños y perjuicios”; en el mismo sentido: C.S.J.N.,
1/6/2004 “Llop, Omar Mateo c/ Autolatina Argentina S.A.”, en elDial.com –
AA234B).
Empero, y como lo señalé, en el ‘sub lite’ Ford Argentina S.C.A. no
intervino como concedente en la relación tripartita con el concesionario y con
el comprador, sino directamente como vendedor, y por lo tanto como
obligado directo por el incumplimiento del contrato en lo relativo a la demora
en la entrega de la unidad. La situación fáctico-jurídica guarda analogía con
la resuelta en un precedente por la Cámara Nacional Comercial, Sala E, en
el que se condenó a la empresa fabricante, pese a la intervención de la
concesionaria, porque en la compraventa de un automóvil percibió el pago
del precio del vehículo. En efecto se resolvió allí que “… se demostró un
obrar de la empresa concedente cuanto menos negligente en dos aspectos:
(a) al permitir o consentir la utilización de un mecanismo de pago e ingreso
25
directo de fondos en sus cuentas que producía incertidumbre respecto de la
individualización del depositante; y (b) al no disponer de una fórmula
adecuada para determinar la corrección de las imputaciones, con base en
los ingresos producidos mediante la metodología reseñada. Tal conducta
omisiva es equiparable a la culpa, entendida como la omisión de las
diligencias que exige la naturaleza de la obligación, y que corresponden a
las circunstancias de personas, tiempo y lugar; y torna a la demandada
responsable de los daños ocasionados (arts. 512 y 1109 del Código Civil)”
(cf. C. N. Com., Sala E, causa 78853/03, 15/04/2011, “Fredotovich, Norberto
Miguel c/ Juna S.A. y otro s/ ordinario”, en elDial.com – AA6DOA).
3.- En cambio asiste razón al agravio de la demandada en lo relativo a
la fecha de incumplimiento que, como lo afirma, debe ser fijada el 25 de
Enero de 2004 cuando vencían los 30 días comprometidos para la entrega
de la unidad (fs. 16/19, 324 vta.), y no la del 9 de Enero de ese año,
estimada por el Juez de grado en base a presunciones. Debe prevalecer el
valor probatorio derivado de la prueba documental que, por otro lado,
también se ponderó de modo coadyuvante para considerar la existencia del
negocio jurídico (fs. 16/19, 324 vta.; arts. 1197, 1198 y concs. Cód. Civil; art.
384 C.P.C.). En este sentido las piezas instrumentales tenidas en cuenta
(conf. orden de compra suscripta por Tuculet y dirigida a Ford) y que
contiene la fecha pactada de entrega de la unidad (fs. 16/18) tiene valor
26
probatorio relevante y concluyente para acoger el agravio (arts. 376, 384,
385, 386 y concs. C.P.C.).
4.- Despejado, entonces, lo atinente a la procedencia de la demanda
por la responsabilidad de Ford Argentina S.C.A. por la falta de entrega de la
unidad en la fecha pactada (25/01/2004) corresponde analizar el tercer
agravio de la demandada vinculado con la procedencia de los daños
reclamados, puesto que afirma que no guardan relación causal con el hecho
(el incumplimiento del contrato) porque se trata de consecuencias no
resarcibles, conforme lo prevé el art 520 Código Civil.
Sobre el punto anticipo que, contrariamente a lo sostenido por el juez
de Primera Instancia, entiendo que el actor no acreditó el lucro cesante
invocado como daño resarcible, pero que –pese a ello- el perjuicio debe ser
estimado como pérdida de chance y reparado como tal por lo que la
sentencia debe ser confirmada, aunque desde otro emplazamiento
normativo (arts. 34 inc. 4, 163 inc. 6, 164, 266, 272, 384 y concs. C.P.C.).
4. 1.- La actora se dedica a la producción, almacenamiento y
distribución de productos lácteos y derivados, a partir de la producción
propia de la materia prima, y en la temporada veraniega de 2003/2004 se iba
a expandir aún más en la zona de la costa atlántica. Para ello, con tiempo,
había proyectado un plan de crecimiento y un programa de inversiones y de
marketing en el que la compra del nuevo camión era decisiva,
conjuntamente con la adquisición comprobada de tecnología más moderna
27
para aumentar el volumen de producción. El objeto petitorio se ciñó -en
suma- al reclamo indemnizatorio de los daños materiales provocados por la
frustración de ese proyecto de expansión y de incremento de las ventas de
los productos lácteos y manufacturados en el centro de la Provincia de
Buenos Aires y en la zona de la costa atlántica producidos por la demora de
la demandada en la entrega del camión. Concretamente la actora desglosó
su reclamo –muy detallado y especificado en la demanda- en: lucro cesante
(ventas caídas e inconducencia de las inversiones realizadas por la
indisponibilidad del camión no entregado); desbaratamiento de la chances
negociales provenientes de las Mayores ventas esperadas por la época de
lanzamiento del proyecto; deterioro de la imagen empresarial (conf. fs.
64/65).
La sentencia condenó a pagar en concepto de lucro cesante la suma
de $ 50.000 comprensiva “de la minoración culpable de la actividad de
ventas de los productos manufacturados de la actora, en los meses de
Enero y Febrero de 2004, a raíz de no contar con la herramienta específica
del camión, consecuencia del incumplimiento de la accionada” (sic. fs. 279).
Para arribar a la existencia del daño y estimar el monto indicado tuvo en
cuenta, en base a las afirmaciones de la actora, el dictamen pericial contable
de fs. 154/155 y sus respuestas de fs. 168/170 a las impugnaciones de fs.
160/ 161. Contrariamente a ello, soy de la opinión de que la referida pericia
del contador Jorge F. Picabea carece de solvencia técnica y fundamentos
28
científicos para tener por acreditado con suficiencia ambos rubros (la
existencia misma del daño y la cuantía del lucro cesante reclamado; arts.
384 y 474 C.P.C.). El daño material por el lucro cesante consiste en la falta
de ganancia o de mejora o acrecentamiento patrimonial que el acreedor
razonablemente pudo haber obtenido de no haberse producido el
incumplimiento (doctrina de esta Sala, causas nº 43.922, 12/07/02,
“Fernández …” y nº 44.087, 19/11/02, “Catanese …”), no se presume y la
prueba incumbe a quién lo afirma. "El lucro cesante procura resarcir las
ganancias que hubiera dejado de obtener cualquier persona en la misma
situación, de acuerdo al curso ordinario y normal de las cosas" (Zanoni,
Eduardo "El daño en la responsabilidad civil" pág.34/35), lo que se traduce
al decir de Orgaz, en la pérdida de un enriquecimiento patrimonial previsto
(conf. autor cit. "El daño resarcible", pág. 43 y sigts.), que requiere para su
procedencia una demostración cierta, real y efectiva del perjuicio" (C.N.Civil,
Sala A, 20/6/90 "Sicilia, Héctor c/ Bergés, Rafael y/u otros", L.L. 1992-A-140;
esta Sala, causas Nº 37.293, "Viñas c/ Pedersen s/ Daños y Perjuicios", Rev.
Jurisp. Pcial. Bs .As., Marzo 1997, Año 7, Nº 3; Nº 38.754, 7/10/97, "Tonel,
José Humberto c/ Cooperativa Eléctrica de Azul Ltda. s/Daños y Perjuicios";
Nº 43.922, 12/07/02, “Fernández …” y Nº 44.087, 19/11/02, “Catanese …”).
En el precedente similar de otro tribunal –ya citado- y cuya doctrina
analógica corresponde aplicar al ‘sub lite’, se sostuvo que la prueba del lucro
cesante “… corre a cargo de quien lo reclama su prueba” (conf. Belluscio –
29
Zannoni, “Código Civil comentado, anotado y concordado”, t. II, pág. 720,
Ed. Astrea, 1987; C.N.Com., Sala E, 04/10/2012, “Leston, Marcelo Adrián c.
Volkswagen Argentina S.A. y otros s/ ordinario”, R.C.y S., 2013-III, 184). De
modo que incumbía a la afectada comprobar la entidad y extensión del
daño. Ello así dado que “… el lucro cesante consiste en ganancias dejadas
de percibir sobre una base real y cierta y no sobre una pérdida probable”
(cfr. cf. C. N.Com., Sala E, 04/10/2012, “Leston, Marcelo Adrián c.
Volkswagen Argentina S.A. y otros s/ ordinario”, R.C.y S., 2013-III, 184).
Por todo ello la prueba pericial rendida no es suficiente para probar de
modo claro y preciso el alegado desenvolvimiento patrimonial de la actora y
el impacto económico desfavorable, lo que requiere de fundamentos
científicos y argumentos explicativos que indiquen el procedimiento técnico
que se utilizó para arribar al resultado pericial, ausentes en el dictamen de
fs. 154/155 y 168/170. Por ello corresponde dejarlo de lado a los fines
probatorios, y por lo tanto prescindir de su valoración (arts. 384 y 474
C.P.C.). Se advierte claramente que se limita a manifestar que de la prueba
documental y de los libros IVA Compras e IVA ventas de la actora surge la
“corrección y pertinencia” y la “razonabilidad” de las “cifras expuestas en el
punto 4 de la demanda” las que fueron “realizadas con un orden y un
método”, sin otras aclaraciones o acotaciones y sin fundamentos técnicos
apropiados. Sostuvo, en definitiva, que “resultan verificables las afirmaciones
objetivas” de la actora y tras ello, -entre otros puntos- afirmó que “las cifras
30
expuestas (por la actora) muestran razonablemente la situación descripta”
sin aportar ningún basamento, añadiendo –luego- que “del análisis de los
elementos compulsados (libros IVA compras y ventas) y de la información
obtenida personalmente por este perito, resultan verificables las
afirmaciones objetivas contenidas … en la demanda. Existen –concluyó-
determinadas consideraciones que no son opinables por este perito pues
implicaría realizar un juicio de valor que excede su función”, sin explicar a
que se refiere. Tampoco queda claro si el 34% de kilos (de mercadería,
supongo) entre los períodos Noviembre/Marzo 2004/2005 con relación al
año posterior importa un “incremento” (fs. 155), lo que omitió aclarar en su
respuesta a fs. 169 vta. ante el expreso requerimiento de la parte
impugnante a fs. 160 vta. Finalmente cabe señalar que el “cuadro de
proyección y cálculo de monto del reclamo” (fs. 78) es sumamente escueto y
el perito ni siquiera explicó que lo tuvo en cuenta.
De esta manera, y con estos argumentos, doy cumplimiento, conforme
la doctrina casatoria, con el deber “de dar razones suficientes para explicar
el apartamiento al dictamen pericial” (S.C.B.A., Ac. 71.624, 15/3/2000,
“Anriquez, Zacarías c/Corral, Héctor y otros s/ Ds. y Pjs.”; S.C.B.A., Ac.
93.078, 6/9/2006, “C., R. c/ S., C. s/ Daños y perjuicios”; esta Sala, causas
nº 54.327, “Ricco …” y nº 54.328, “Lancioni …”, sentencia única del
01/03/12).
31
Por lo expuesto no habré de asignar valor probatorio en el tema en
tratamiento al dictamen precitado del contador Picabea (arts. 384 y 474
C.P.C.).
4. 2.- La ausencia de prueba del daño por lucro cesante no obsta que
proceda reconducir el reclamo y emplazarlo en el ámbito de la pérdida de
chance (en definitiva la diferencia entre ambos es más que nada una
cuestión de certidumbre o probabilidad de daño, como dice Félix A. Trigo
Represas, aut. cit., “Pérdida de Chance”, pág. 19), en sentido similar al
efectuado en el fallo citado de la Cámara Nacional en lo Comercial (cf. C.
N.Com., Sala E, 04/10/2012, “Leston, Marcelo Adrián c. Volkswagen
Argentina S.A. y otros s/ ordinario”, R.C.y S., 2013-III, 184, cit.
anteriormente; arts. 499, 505 inc. 3, 1066, 1067, 1068, 1083, 1094 y concs.
Cód. Civil). En ese precedente se dijo que “sin embargo, acorde con la regla
iura novit curia (Fallos 308:778; 305:541) procede reencuadrar el rubro
calificado por el demandante como ‘lucro cesante’ por el de ‘pérdida de
chance’. La ‘pérdida de chance’ ha sido caracterizada como la posibilidad de
obtener ganancias que resulta frustrada por el incumplimiento de una
obligación o un hecho ilícito. Tal pérdida en sí misma, constituye un daño
cierto que debe ser resarcido por quien lo provocó; empero la indemnización
no se asimila al beneficio dejado de percibir, sino la suma que determinen el
Juez, de acuerdo a las probanzas que se aportaron a la causa y a la regla de
la sana crítica” (cf. Belluscio –dir.-, “Código Civil y leyes complementarias,
32
comentado, anotado y concordado”, t. II, Editorial Astrea, p. 716 y esta Sala,
“Rius, Gustavo Gabriel c/ Banco Francés S.A.”, del 10-04-07). Esta doctrina
ha sido repetidamente adoptada por este Tribunal al resolver que “la chance
es la probabilidad objetiva cierta –y no la mera posibilidad- de obtener una
ganancia o de evitar una pérdida, a condición de que esa probabilidad –que
no es certeza- sea suficiente” (cf. esta Sala, causa nº 48.073, 12/05/05,
“Zarza …”). “Como regla general en ambos supuestos –como en el caso de
autos- se trata de indemnizar la frustración de un enriquecimiento patrimonial
actual o futuro que se presume, con mayor o menor grado de probabilidad,
que no habría acaecido de haber continuado el curso natural y ordinario de
las cosas, interrumpido por la conducta antijurídica (principio de regularidad,
art. 901 C.C.; esta Sala, causas nº 38754, “Tonel, José Humberto…”, del
07/10/97; nº 41488, “Guevara Vicente Rolando…”, del 10/10/00; nº 48073,
“Zarza Gabriel H. y otra…”, del 12/05/05).
Es precisamente por esa razón que, tal como lo pone de relieve Trigo
Represas, “late en la doctrina, y en la experiencia jurisprudencial, la
sensación de que frente a los conceptos de lucro cesante y pérdida de
chance nos encontramos en presencia de un mismo tipo de daño, y que lo
que separaría a un concepto del otro sería el grado de certidumbre o de
probabilidad de un acontecimiento todavía no sucedido. Si la certidumbre es
parcial estaríamos en presencia de una pérdida de chance; de otro modo, si
fuera total, sería un lucro cesante…” (Trigo Represas, Félix Alberto, Pérdida
33
de chance, Ed. Astrea, Bs. As., 2008, pág. 19; con cita de Zavala de
González y Vergara). En esa dirección, se ha aclarado que la diferencia
esencial radica en que en el caso del lucro cesante lo que se indemniza es la
ganancia trunca en sí misma, mientras que en el de la pérdida de chance lo
reparado es la pérdida de la chance objetiva y cierta de obtener el beneficio
o evitar el detrimento (ver Zannoni, Eduardo A., El daño en la
responsabilidad civil, 3ª edición, Ed. Astrea, Bs. As., 2005, págs. 103 y 106 y
ss.; Trigo Represas, Félix, ob. cit., págs. 19 y 262; Cám. Civ y Com. de
Mercedes, Sala 1, causa nº 20700 “Chakers, Soc. de Hecho…”, del 9-3-
2006; Cám. Civ y Com. 1ª de La Plata, Sala 3, causa nº 215185, “Simeoni,
Gabriela Noemí…”, del 2-9-1993; Cám. Civ y Com. de San Martín, Sala 2,
causa nº 56948, “Cejas, Ilda …”, del 4-8-2005, entre otras; esta Sala, causa
nº 58.578, 30/04/14, “Iguiñiz …”).
Trasladando nuevamente a este proceso esas consideraciones
dogmáticas, y acudiendo a lo resuelto por otro tribunal en caso análogo, “el
actuar erróneo de la demandada, al entregar tardíamente las unidades,
coartó en el actor la posibilidad de obtener ciertas ganancias a través de la
futura explotación económica de los rodados objeto de la compraventa (en
ese caso se trataba de la compra de dos autos destinados a ser usados
como taxis), lo cual constituye, un daño cierto que debe ser indemnizado. El
destino comercial hace presumir tal perjuicio. Sin embargo, ello no se asimila
al beneficio dejado de percibir, sino que lo resarcible es la chance misma, la
34
que debe ser apreciada judicialmente según el mayor o menor grado de
probabilidad de convertirse en cierta, sin que pueda nunca identificarse con
el eventual beneficio perdido, tomando para ello importancia las
presunciones judiciales (C.P.C.C., 163-5º) y las constancias aportadas a la
causa” (cf. esta Sala, “Díaz, Gisela c/ Banco Río S.A.”, del 07-10-05; Sala A,
“Patriarca, Marcelo c/ BBVA Banco Francés”, del 02.11.06, sala D, “Kovach
Cristina c/ Plan Rombo S.A.” del 27.03.10, entre otros, cit. por C. N.Com.,
Sala E, 04/10/2012, “Leston, Marcelo Adrián c. Volkswagen Argentina S.A. y
otros s/ ordinario”, R.C.y S., 2013-III, 184).
Sin desconocer que otros pronunciamientos denegaron en casos que
guardarían cierta similitud como rubros resarcibles el lucro cesante y la
pérdida de chance (cf. C.N.Com., Sala A, 13/05/2009, “Vázquez, Amadeo c/
Fiat Auto Argentina S.A. y otro”, en La Ley, 02/10/2004, 4, con nota de Iván
G. Di Chiazza; La Ley 2009-F, 9, con nota de Iván G. Di Chiazza; La Ley
21/10/2009, 6, con nota de Marcelo Hersalis; La Ley 2009-F, 206, con nota
de Marcelo Hersalis), y que incluso se consideró a éste último como una
consecuencia mediata previsible y por lo tanto no indemnizable en los
términos del art 520 Código Civil (ver voto, Dr. Pablo Heredia, en Cám. Nac.
de Apel. en lo Comercial, sala E, 27/03/2010, “Kovach, Cristina v. Plan
Rombo S.A.” cit., en Abeledo Perrot Nº: 1/70063414-1) no me cabe dudas
que la indisponibilidad de un camión durante un tiempo considerable (desde
35
el 25/1/2004 al 2/3/2004) constituye una consecuencia indemnizable,
conforme la previsión del art 520 Código Civil.
En efecto, concurre, entonces y en primer lugar la presunción
“hóminis” derivada de que –según sucede de ordinario, atendiendo el curso
natural de las cosas (esto es el principio de causalidad adecuada
contemplado en el art 906 Código Civil y en el art. 1726 Código Civil y
Comercial Unificado)- la compra o adquisición de un camión habitual y
racionalmente se efectúa para su afectación a un destino productivo o
rentístico (es decir para obtener lucros). A ello en autos se suma otra prueba
corroborante (arts. 163 inc. 5 y 384 C.P.C.) el actor probó que
contemporáneamente a la compra del camión Ford y para afectarlo a la
actividad productiva de su empresa, adquirió maquinaria más moderna a la
firma “Bisignano” de San Carlos, Santa Fe (por $ 21.869.-; fs. 24/32,
consistente en una máquina amasadora discontinua a vapor para envasar
queso (mozzarella) y efectuó el depósito del excedente de su producción de
leche, con destino a reserva para su ulterior procesamiento, a la firma “P. y
O. Cold Logistics Argentina S.A.” cercano a $ 33.001,88 (conf. facturas fs.
33/53).
Esas constancias documentales (fs. 22/56) corresponden a piezas
certificadas notarialmente (ver fs. 57; evidenciándose allí un error de
foliatura) lo que se ratifica con las declaraciones testimoniales de fs. 164/166
vta. en la que empleados de la actora ratifican los dichos atinentes al
36
proyecto de expansión y a la incidencia negativa por la falta de entrega del
camión (fs. 164/166) lo que pondero como prueba complementaria de las
anteriores (arts. 384 y 456 C.P.C.).
Las facturas y recibos de fs. 24/32 y fs. 208 corresponde a la compra a
“Bisignano S.A.” de la máquina amasadora; las de fs. 33/53 al depósito en
frío del excedente de producción láctea con destino a aumentar la
producción para su posterior comercialización (fs. 33/56) y no obran
glosadas las piezas documentales relativas a la alegada compra de una caja
térmica a la firma “Camiones y Acoplados Sánchez”, que el testigo Néstor
Ortega a fs. 163 reconoció.
Por todo lo expuesto entiendo acreditado con prueba plural la pérdida
de chance de Tuculet, como daño material resarcible, reconocido
expresamente por el art. 1738 Código Civil y Comercial Unificado, y derivado
de la falta de entrega en la fecha convenida del camión, el que cabe
cuantificar, conforme el arbitrio del art. 165 C.P.C., en la suma de $ 50.000.-
(arts. 163 inc. 5, 384 y concs. C.P.C.; arts. 1066, 1067, 1068, 1069 y concs.
Cód. Civil).
5.- Anticipé anteriormente que entiendo que la pérdida de chance es
un daño resarcible en los términos del art. 520 Cód. Civil (consecuencia
inmediata previsible), cuando se trata de un incumplimiento contractual
culpable en un contrato paritario o negociado.
37
5. 1.- Para fundar esa conclusión recurro a la opinión de Alterini, quien
-en criterio compartido por Pizarro y Vallespinos- afirma que las
consecuencias inmediatas-necesarias del art. 520 Código Civil, según la
directiva de la buena fe del art 1198 Código Civil, son todas las
consecuencias que resultan “conocidas o conocibles por el deudor, y que
abarcan a todo lo que expresa o tácitamente forma la trama obligacional del
contrato. Vale decir- concluye- se trata de las que derivan del hecho del
incumplimiento en sí mismo, suceden según el orden regular y son
intrínsecas al contenido del contrato; esto es, a las obligaciones nacidas de
él por declaración expresa o tácitamente según la pauta de la buena fe-
probidad, que son los contenidos conocidos o conocibles por el otro
contratante” (cf. Alterini Atilio A-Ameal Oscar J –López Cabana “Derecho de
Obligaciones.Civiles y Comerciales” Ed Abeledo-Perrot, Segunda Edición
actualizada, Bs As 1997 pag 282 nº 630; Alterini Atilio A. “Responsabilidad
contractual y extracontractual: de la diversidad a la unidad” RCyS 2014-
III,239). Se trata, según sus palabras, “del daño inmediato como
consecuencia conocible en materia contractual”, lo que -acotan Pizarro y
Vallespinos- constituye una interpretación flexible y realista que permite en
los hechos una fuerte aproximación de las consecuencias inmediatas a las
mediatas, pues abarca todos los daños conocidos o cognoscibles derivados
de la trama contractual (cf. Pizarro Ramón D. –Vallespinos Carlos G
“Instituciones de Derecho Privado. Obligaciones” cit. t 3 pág. 171 n1 2.1.1).
38
Por lo demás la jurisprudencia se ha pronunciado a favor de resarcir la
pérdida de chance de ventas (conf. C.N.Civ., sala I, 24-11-1994, “Carrefour
Argentina, S.A. c. James Smart, S.A. y otro s/ cobro de sumas de dinero”, en
E.D., t. 163, pág. 209).
Esa interpretación del régimen de causalidad adecuada en materia
contractual (arts. 520, 521 y concs. Cód. Civil) se fortifica si el encuadre e
interpretación se efectúa considerando las previsiones del Código Civil y
Comercial Unificado que entrará en vigor el 1 de Agosto de 2015.
5. 2.- El daño resarcible en materia contractual, según el criterio
sentado por el art 1728 CCCN, es el previsto o el previsible, conforme las
específicas circunstancias contempladas por las partes al momento de
contratar, lo que resulta de las explicaciones vertidas en los Fundamentos
del Anteproyecto de Código. Se acude allí a los antecedentes del derecho
comparado que dieron origen a esta concepción. Esta postura está recogida,
entre otros, por el art 1150 del Código Civil francés (el deudor responde
"por los daños que ha previsto o podido prever al celebrarse el contrato"),
por la Convención Internacional de Compraventa Mercaderías y por los
Principios de Unidroit. Dice el art. 1728 que “en los contratos se responde
por las consecuencias que las partes previeron o pudieron haber previsto al
momento de su celebración. Cuando existe dolo del deudor, la
responsabilidad se fija tomando en cuenta estas consecuencias también al
momento del incumplimiento”
39
Se sostiene en doctrina que “la limitación del daño contractual —frente
al incumplimiento culposo— a las consecuencias previstas o previsibles al
momento de la formación del contrato aún hoy es calificada de lógica
elemental o de buen sentido, y constituye uno de los pilares del derecho de
los contratos; ligada a la noción misma del contrato, en tanto la consistencia
y la extensión de las obligaciones de las partes han sido previa y libremente
determinadas a través del concierto inicial de las voluntades” (cf. Méndez
Sierra, Eduardo C., “El daño contractual resarcible: 'Hadley v. Baxendale' y
nuestro art 520 del cód. civil”, ED 200-38 comentando el fallo CApel. C.C
Rosario, Sala IV, 02/05/2002, “Multimarca S.A. y ot. c. Banco del Suquía
S.A. s/ daños y perjuicios”).
El art. 1728 CCCN recepta el principio de la previsibilidad en concreto,
de manera subjetiva, y que –salvo dolo- es el daño “ordinario” que las
partes previeron o pudieron prever y el daño “extraordinario” que las partes
conocían y se “comunicaron” al momento de la contratación. Los
contratantes, que negocian en igualdad de condiciones, fijan el precio y
distribuyen los riesgos del contrato, asumen las consecuencias de la
información “comunicada”, es decir informada o hecho conocer a la otra, de
modo expreso o tácito. El fundamento de la solución se encuentra en la
autonomía de la voluntad porque son las partes, en los contratos paritarios y
en los incumplimientos por culpa, quienes fijan un régimen de reparto de los
40
riesgos, en base a los incentivos, conforme los principios de buena fe,
apariencia y expectativa mutua de recíproco cumplimiento.
En la doctrina se recuerda, a modo de antecedente, la denominada
“regla de 'Hadley v. Baxendale' fallada en Inglaterra en 1854 por el Tribunal
del Exchequer y difundida inicialmente en el derecho argentino por Cueto
Rúa (cf. Cueto Rúa, J., "La imprevisibilidad del daño contractual (la regla
`Hadley v. Baxendale')", en "Revista de la Asociación Argentina de Derecho
Comparado", vol. 1, ps. 34-63, 19), y recordada –entre otros- por Lorenzetti,
Kemelmajer de Carlucci y Méndez Sierra. El caso es el siguiente: los
hermanos Hadley eran los dueños de un molino harinero y le encargaron a
una empresa de transporte el traslado a otra localidad del eje dañado del
molino para que sea usado como modelo para la fabricación de uno nuevo.
Cómo los actores no tenían otro eje de repuesto el molino quedó paralizado
desde la rotura de dicha pieza, pero el transportista demoró siete días más
de lo previsto, por lo que los actores reclamaron 300 libras esterlinas como
consecuencia de haber tenido que paralizar la actividad económica del
molino por el retraso. El Tribunal, revocando la sentencia anterior, rechazó
la pretensión y sentó la regla siguiente: "Cuando las partes han celebrado
un contrato, que una de ellas ha violado, la indemnización que la otra parte
tiene derecho a recibir a raíz de dicha violación del contrato debe ser la de
aquellos daños que se pueden considerar, de manera equitativa y razonable,
como resultado de la violación misma del contrato, de acuerdo al curso
41
habitual de las cosas, o aquellos daños que se puede suponer
razonablemente que, al tiempo de la celebración del contrato, estuvieron en
la previsión de ambas partes como consecuencia probable de su violación".
Por su lado, Lorenzetti, brinda varios ejemplos muy interesantes,
mencionado –por caso– el siguiente: “Una compañía de limpieza solicita una
máquina que es entregada con cinco meses de retraso. El fabricante de la
máquina debe compensar a la compañía de limpieza por el lucro cesante
originado por la demora en su entrega, ya que el fabricante pudo haber
previsto que la máquina debía ser puesta en funcionamiento de inmediato.
Por otra parte, el daño resarcible no comprende la pérdida por parte de la
compañía de limpieza de un valioso contrato con el gobierno, que se habría
celebrado de haber sido entregada la máquina a tiempo, ya que este tipo de
perjuicio no era previsible” (cf. Lorenzetti, Ricardo Luis, “Resarcimiento del
daño contractual: confianza, información, previsibilidad”, J.A. 2001-II-1207).
En sentido parecido se pronunció la jurisprudencia. La Suprema Corte de
Mendoza indemnizó el daño por la destrucción de maquinarias transportadas
por la demandada durante el trayecto comprende el valor de los efectos en
el tiempo y lugar de entrega, conforme los valores fijados por los peritos, con
exclusión del rubro reclamado como “indemnizaciones tarifadas pagadas a
terceros” como consecuencia del incumplimiento porque no constituye una
contingencia que –no comunicada al tiempo de celebrar el contrato- pueda
ser prevista normal y ordinariamente (cf. SCJ Mendoza, sala I, 28/07/2005,
42
“Metalúrgica Ciudadela S.A. c. Infante, Carlos A. y otros”,LLGran Cuyo 2005
(Noviembre), 1195). Esta postura tiene arraigo en la jurisprudencia nacional
(cf. CNCiv, Sala A, 4/6/ 2005 “Molero María F. C/ Pellegrini Francisco R. s/
Daños y perjuicios”, La Ley 2005-D-938; CN Com, Sala D,12/12/2011 “Mac
S. C. c/ Las Lilas Genética S.A s/ Daños y perjuicios”,elDial.com-AA746B;
CNCiv, Sala G 19/6/2014 “G.A. del C. c/ O. S. U. C. de la Nación s/ Daños y
perjuicios” elDial.com-AA88A6;CNCom, Sala A,19/5/2011”Ace Seguros S.A.
c/ Transporte Don Francisco de Carlos O Federico y otros s/ ordinario” RCyS
2011-XII,190) y es recogida por los primeros comentarios acerca de la nueva
previsión contractual (el at. 1728 cit.; cf. Picasso Picasso Sebastián, “La
unificación de la responsabilidad civil en el Proyecto de Código Civil y
Comercial unificado”, en Derecho Privado, Infojus, Año 1, Nro. 3, pág. 33).
Por lo expuesto, y por esos distintos fundamentos, debe confirmarse la
sentencia de condena deducida por Mariano Tuculet contra Ford Argentina
S.C.A., fijándose en $ 50.000.- el daño resarcible como pérdida de chance
(arts. 499, 505 inc. 3, 1066, 1067, 1069, 1097, 1098 y concs. Cód. Civil; arts.
163 inc. 5 y 384 C.P.C.) con más los intereses a la tasa pasiva que paga el
Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus operaciones de depósito a
treinta días, vigente en los distintos períodos de aplicación, los que se
calcularán desde la fecha de mora y hasta el momento del efectivo pago, en
atención a la doctrina legal de la Suprema Corte Provincial, reiterada con
posterioridad al dictado de la ley 25.561 (S.C.B.A., "Talavera", 20-8-03, DJJ
43
12-3-04 y 15-3-04, S.C.B.A. C.101.774, "Ponce", sentencia del 21-10-09,
entre otros fallos). Las costas de la Alzada deben imponerse a la
demandante perdidosa, conforme prosperaron los agravios (art. 68 del
C.P.C.C.); y diferir la regulación de honorarios para su oportunidad (art. 31
del dec./ley 8904/77).
IV).- Los agravios del actor no son de recibo.
No es admisible el pedido vinculado con la conducta de la demandada
que califica de “mala fe procesal” porque no se advierte que se constituya el
supuesto previsto en el art. 45 C.P.C.
Por lo demás se agravia el actor de la tasa pasiva de interés fijada en
la sentencia apelada. Señala que dicha tasa dejó de cumplir su función
resarcitoria y no compensa los efectos que la pérdida del valor adquisitivo de
la moneda ejerce sobre las indemnizaciones fijadas. Solicita que se aplique
la tasa activa que percibe el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus
operaciones de redescuento (fs. 982/982 vta.). Esa pretensión no puede
prosperar porque rige la doctrina legal de la Suprema Corte que sostiene lo
contrario. En tal sentido cabe recalcar que este Tribunal debe acatamiento –
aún cuando no coincida- con la jurisprudencia vinculante de la Corte local,
conforme resulta de los arts. 278, 289 incs. 1 y 2 C.P.C. y del art. 161 inc. 3
ap. 3 de la Constitución Provincial.
Sobre el particular reitero que la aplicación de la tasa pasiva es el
criterio dirimente que -en la actualidad- constituye la doctrina legal vinculante
44
de la Suprema Corte de Buenos Aires, del que los tribunales inferiores no
pueden apartarse (esta Sala causa N°58.483, del 14/8/14 “Barbieri…”). En el
citado precedente se aludió a inveterados antecedentes del Tribunal
Provincial de los que se desprende que “el acatamiento a la doctrina legal de
la Corte responde al objetivo del recurso extraordinario de inaplicabilidad de
ley, esto es, procurar y mantener la unidad en la jurisprudencia, y este
propósito se frustraría si los tribunales de grado, apartándose del criterio de
la Corte, insistieran en propugnar soluciones que irremisiblemente habrían
de ser casadas. Esto no significa propiciar un ciego seguimiento a los
pronunciamientos de esta Corte, ni un menoscabo del deber de los jueces
de fallar según su ciencia y conciencia, pues les basta –llegado el caso-
dejar a salvo sus opiniones personales” (cf. S.C.B.A., Ac. 116.994,
11/12/2013). La aplicación de la tasa pasiva, aunque no se la comparta,
constituye la doctrina legal -insisto: de acatamiento obligatorio y que “no
puede ser dejada de lado”- (esta Sala causa N° 58.483, cit.; causa N°
57.358, del 16/2/14 “Errobidart…”).
En este sentido la doctrina casatoria en vigor señala que “…los
intereses moratorios deben ser liquidados exclusivamente sobre el capital
(art 623 Código Civil) con arreglo a la tasa que pague el Banco de la
Provincia de Buenos Aires en sus depósitos a treinta días, vigente al inicio
de cada uno de los períodos comprendidos y, por aquellos días que no
alcancen a cubrir el lapso señalado, el cálculo será diario con igual tasa”
45
(conf. arts. 7 y 10, ley 23928 modificado por ley 25561; art 622 Cód. Civ.;
S.C.B.A. Ac. C101447, 2/7/10 “Cortés”; Ac. C97197, 21/9/11 “Mattalia”; Ac.
C107517, 2/11/11 “Herrera”; Ac. C101538, 14/9/2011 “Eduardo Beraza
S.A.”). La finalidad de los intereses es, precisamente, adicionar un accesorio
por la omisión de pagar en tiempo y forma; con palabras del Juez De
Lázzari, que no conforman la Mayoría pero que son igualmente ilustrativas
para aclarar el punto, “con la fijación de los intereses no se intenta corregir la
depreciación monetaria o subsanar los efectos de la crisis económica
(S.C.B.A. C106087, 18/8/10 “Gaitán”; C102773, 3/11/10 “Acosta”; C101541,
22/12/10 “Ponce”. Los intereses –acota- tienen naturaleza indemnizatoria (y
no indexatoria) (S.C.B.A. Ac.96831, 14/4/2010 “Ocón”). Al aludir a la función
de ese accesorio, el Dr. Genoud apunta que “los intereses moratorios tienen
una fuente distinta del resto de la reparación mientras que los demás rubros
indemnizatorios se integran por causa del daño derivado del hecho, la
obligación de pago de intereses responde a otra causa, a la no asunción en
tiempo y forma de las consecuencias jurídicas de la responsabilidad. Así, los
intereses hacen a la productividad que se ha frustrado a raíz de permanecer
impago el capital adeudado” (S.C.B.A. C100375, 25/11/2009 “Quadrana”).
Por su lado Pettigiani al diferenciar la indexación del interés, acota que “este
último significa un plus, algo más que se agrega a la deuda del capital”
(S.C.B.A., C 100375 25/11/09 “Quadrana” cit.; C 105756 S 29-6-2011,
“Organtini”; cf. esta Sala, causa nº 59.068, 18/02/15, “Roldán …”).
46
Por lo expuesto y por resultar de aplicación obligatoria y vinculante la
doctrina legal de la Suprema Corte, no procede acoger el agravio relativo a
la tasa de interés (art. 161 inc. 3 Const. Pcia. Bs. As.; arts. 278, 289 y concs.
C.P.C.). Finalmente añado que también concurre el principio de economía
procesal (art. 34 inc. 5º ap. e C.P.C.), como lo destacó recientemente el voto
del Dr. Peralta Reyes, en la causa nº 56.317 (del 28/04/15, “Curatola,
Gabriel c/ Banco Credicoop Cooperativo Limitado s/ Daños y Perjuicios”), por
lo que, en función de ello, incumbe a los litigantes propiciar –en su caso- la
modificación de la citada doctrina legal.
V) Se han advertido errores de foliatura.
Tan es así que las piezas glosadas a fs. 22/56, y fs. 13/57 –en ese
orden- adolecen del error referido porque se han desglosado las piezas
fotocopiadas autenticadas notarialmente y que, según su correlación,
corresponde a fs. 13/19, fs. 182/183 y fs. 22/56). Por ello, se encomienda al
Sr. Juez de Grado que arbitre los medios necesarios para el estricto
cumplimiento de lo normado por los puntos 30, 31 y 32 del apartado IV) del
Acuerdo Nº 2514 del 22 de Diciembre de 1992 emanado de la Excma.
Suprema Corte de Justicia.
Así lo voto.
A la misma cuestión, el Señor Juez Doctor PERALTA REYES, por los
mismos argumentos votó en idéntico sentido.
47
A LA SEGUNDA CUESTIÓN, el Señor Juez Doctor GALDÓS, dijo:
Atento a lo que resulta del tratamiento de la cuestión anterior, S E
RESUELVE: 1) CONFIRMAR, aunque por distintos fundamentos, la
sentencia recurrida que hace lugar a la demanda, y CONFIRMAR la
sentencia de condena deducida por Mariano Tuculet contra Ford Argentina
S.C.A., FIJÁNDOSE en $ 50.000.- el daño resarcible como pérdida de
chance (arts. 499, 505 inc. 3, 1066, 1067, 1069, 1097, 1098 y concs. Cód.
Civil; arts. 163 inc. 5 y 384 C.P.C.) con más los intereses a la tasa pasiva
que paga el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus operaciones de
depósito a treinta días, vigente en los distintos períodos de aplicación, los
que se calcularán desde la fecha de mora y hasta el momento del efectivo
pago, en atención a la doctrina legal de la Suprema Corte Provincial. 2)
IMPONER las costas de la Alzada a la demandada perdidosa, conforme
prosperaron los agravios (art. 68 del C.P.C.C.). 3) DIFERIR la regulación de
honorarios para su oportunidad (art. 31 del dec./ley 8904/77). 4)
ENCOMENDAR al Sr. Juez de Grado que arbitre los medios necesarios para
el estricto cumplimiento de lo normado por los puntos 30, 31 y 32 del
apartado IV) del Acuerdo Nº 2514 del 22 de Diciembre de 1992 emanado de
la Excma. Suprema Corte de Justicia.
Así lo voto.
A la misma cuestión, el Señor Juez Doctor PERALTA REYES adhirió
al voto anterior, votando en análogo sentido por igualdad de fundamentos.
48
Con lo que terminó el Acuerdo, dictándose la siguiente:
-S E N T E N C I A-
Azul, 11 de Junio de 2015.-
AUTOS Y VISTOS:
CONSIDERANDO:
Por todo lo expuesto, atento lo
acordado al tratar las cuestiones anteriores, demás fundamentos del
Acuerdo, citas legales, doctrina y jurisprudencia referenciada, y lo dispuesto
por los arts. 266, 267 y concs. del C.P.C.C., CONFÍRMASE, aunque por
distintos fundamentos, la sentencia recurrida que hace lugar a la demanda, y
CONFÍRMASE la sentencia de condena deducida por Mariano Tuculet
contra Ford Argentina S.C.A., FIJÁNDOSE en $ 50.000.- el daño resarcible
como pérdida de chance (arts. 499, 505 inc. 3, 1066, 1067, 1069, 1097, 1098
y concs. Cód. Civil; arts. 163 inc. 5 y 384 C.P.C.) con más los intereses a la
tasa pasiva que paga el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus
operaciones de depósito a treinta días, vigente en los distintos períodos de
aplicación, los que se calcularán desde la fecha de mora y hasta el momento
del efectivo pago, en atención a la doctrina legal de la Suprema Corte
Provincial. IMPÓNGANSE las costas de la Alzada a la demandada
perdidosa, conforme prosperaron los agravios (art. 68 del C.P.C.C.).
DIFIÉRASE la regulación de honorarios para su oportunidad (art. 31 del
49
dec./ley 8904/77). ENCOMIÉNDASE al Sr. Juez de Grado que arbitre los
medios necesarios para el estricto cumplimiento de lo normado por los
puntos 30, 31 y 32 del apartado IV) del Acuerdo Nº 2514 del 22 de
Diciembre de 1992 emanado de la Excma. Suprema Corte de Justicia.
REGÍSTRESE. NOTIFÍQUESE por Secretaría y DEVUÉLVASE.
JORGE MARIO GALDOS PRESIDENTE
CAMARA CIVIL Y COMERCIAL
SALA II
VICTOR MARIO PERALTA REYES JUEZ
CAMARA CIVIL Y COMERCIAL SALA II