perro de la calle

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perro de la calle - 1 perro de la calle

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intentos de poemas de Daniel Pérez Küchmeister

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perro de la calle - 1

perro de la calle

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perruno

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perro, perro, perro

perro, perro, perro

de noches de café

de solitarios

el clavel despierta torpe

la cruz es el perro

el perro de aire etéreo

efímero

de versos secos

otra noche sin dormir

el perro

la compañía

sobre la mesa, en estrofas

dos libros, una pluma

las cenizas, unas rosas

el perro

está hecho de tiempo

como yo

de tiempo muerto

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perro de la calle - 6

perrolobo

de la pata

con este perrolobo

que me sobrevive

noches, días

de varietés

con una espina

clavada en la pata

y dando vueltas

vueltas

intentando morderme la cola

intentando dormir

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pulgas saltarinas

algo anda mal

entre mi costado y la luz

como que nos somos ciegos

o nos cegamos

mutuamente

corporativamente

porque después de todo, la pobreza

de la cual me salva la verba

y dos o tres pulgas saltarinas

que hacen sus destrezas

dentro de un viejo frasco de aceitunas

después de todo, la pobreza

es mi sustento, digo

y las funciones de mis pulgas

saltarinas

he ahí el tesoro de mi vida

y un par de avispados piratas

rondando

siempre

me

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pernoctancia

en las profundidades de mis manos

adormecías

tarde

en tu monotonía de sombras

rasgando con la mirada

el poema del silencio

la noche

en cápsulas para dormir

asaltó lo silente

con su barullo de hojalatas

los ladridos

se aferraron a ella

y la mariposa caníbal

le comió un pedazo a mi espalda

y pernoctó en los latidos

mientras hirvió la sangre

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amores

me enamoro de blancanieves y la bruja

nunca de una

siempre de ambas

me atraganto con el mordisco del cuerpo de la manzana

y me enamoro de eva

y también de adán

mientras espero al príncipe

que vendrá a bostezarme en la cara

soy bastante ermifrodita

bastante me deslumbra

a veces

una perra

o me dejo cautivar por una gata

otras un vampiro

entibia su cuerpo con mi sangre

suelo ser bastante zoofitaño

y me encarno

con caperucita

su abuela y el lobo en la misma cama

a espaldas del cazador

del fusil y su ley

que saben y se hacen

los pelotudos

soy bastante literaño

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y por suerte

no me extraño

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la vida

la vida

o lo que de ella queda

da vueltas alrededor

de la taza humeante de la mañana

mi par de lentes la observan

desde la innata dificultad de la vista

en las perchas de los muebles

hay águilas acechantes

con picos brillosos labios de prestamistas

llenas las plumas de piojillos

y de blasfemias de amor

y de arte

la victoria es

cazar la vida con la cuchara

antes de que las aves se lancen

sobre su cadáver

y endulzar el café con ella

o con lo que de ella

queda

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errancia

mis manos se revuelcan

en los pliegues de un muro

buscan voces de amor

en el cemento y la arena

y la cal

un rayo me escribe palabras en el pelo

mis ojos buscan rasgos de bicicletas

buscan pasos que me encuentren en el parque

pero el dolor sigue clavándose

en los tobillos

y en las muñecas

y guardo un poquito para mañana

en el bolsillo de la misma camisa de siempre

y me hallo ceniciento

y me escondo en la sombra celeste de unos ojos

y voy

y voy

y nunca llego

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irresponsabilidad

tomábamos cerveza

después teníamos que ir a algún sitio

ya no lo recordábamos

seguro nos estarían esperando

tal vez no

quizás conocían nuestra debilidad alcólica

los hamacazos que nos pegábamos

a merced de aquellos vientos

ya debía de haberse pasado la hora

tal vez la consulta

sobre un síntoma aparente

quizás algo tan importante

como para cambiarse de camisa

y calzar zapatos

quizás la muerte

nos había estado esperando en algún lugar

y ahora

regresaba a su madriguera

con el alma ajada

abatida

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en esta noche

pásame la cebolla y el cuchillo

por el mango

hoy debo llorar

hoy

en esta noche

debo llorar y libertar las lágrimas

hasta que el sol de la mañana

intente templar mi esponja

de cuerpo intemplable

debo llorar

y hoy

hoy

en esta noche

pagaré mi deuda

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resabios de vida

este camino me trajo al fin del mundo

reptando llegué al abismo de la perpetuidad

aún me quedan resabios de vida en algunas arrugas

las uñas y el cabello crecen en la carne fría

un poco más

un poco más

pedí que me hicieran cenizas

y me arrojaran al río

un pez se atragantó con ellas

y murió ahogado de mí

en una ola

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hoguera

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oy

oy

el otro lado del yo

escondido

u ocultado

en los arbustos del viento

disperso

en el sonajero de los campanarios

porque además de todo soy

un hombrecito gris

-el del sombrero-

o tan sólo el sombrero

de un hombrecito gris

que come carnevaca

y se alimenta de poemas

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mis mejores poemas

mis mejores poemas son

los que quedan sin escribirse

las hojas vacías

la tinta muerta

el entrar a mi habitación

lidiando con los ojos fríos

del condenado a muerte

que respira en la silla de mi escritorio

sus últimos estertores

antes de caerse escrito en un papel

de hacerse un bollito

de quemarse en la hoguera

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el filo de mi sofía

el arte por el arte

es decir:

la libertad en el arte

el arte sin eslabones, ni correas

paseando por las calles

recostándose en los parques

o sea (entre paréntesis)

expresar libremente lo que se siente

sin atenuantes ni algodones

en estas horas salvajes

entre reducidores de cabezas

y hechiceros que suministran potajes

el arte por el arte

amén de la belleza

la vida que se gana y pierde

la vida cincelada desde lo inconsciente

lo oculto que sale a flote

la bruma que se disipa

la voz que se alza en nombre de lo mudo

el artista dueño del mundo

en la palma de su mano

los obreros y los pájaros

las prostitutas y los árboles

los niños

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los mendigos

la sabiduría de los viejos

adquirida en las plazas

la luna

el sol

los oráculos

el oro y el barro

es decir:

el arte por el arte

o los brazos de la muerte

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y tantas otras formas

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deja vu

tejas apiladas

han rodeado al mundo con una cinta

roja de peligro

o talismán

las calles se vacían,

no quedan hombres, árboles, perros

persiguiendo gatos

tras ratones

tras el queso

des

con

truc

ción,

maza, formón y ladrillo

en las veredas las chicas

se besan y se rozan

pasan soldados

pisan una cruz

de sal

delante de una puerta

me persigno y me voy

a buscar mis viejos dioses

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uno nunca sabe cuando clava

sus uñas en la garganta

el deja vu

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agacha

con esta rabia salvaje y sin anzuelo

espuma en la boca de avenida con platabanda

con las ideas descalzas y caminando

los vírgenes senderos de esta selva

con ese gesto adusto de la luna

que no se diluye con un guiño de su boca

con estas ansias de trepar al más alto rascacielos

y allí golpetear los tambores de mi pecho

porque este lugar es una feria

donde los mercaderes nos siguen ofreciendo

sus reflejos de colores

en inmensidad de pulgadas

y compramos

con la cabeza agacha

con la cabeza agacha

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postales de ciudad

debajo del puente por el que se entra a la ciudad

hay un par de bandidos guareciéndose de la lluvia

una muchacha que arrulla en su vientre

el hijo sin padre

la noche del horror

las viejas manos de cloro y perfumina

se desperezan antes que el sol

para purificar las veredas

mientras en la pieza del fondo guardan

un muñeco trabajado con hechicerías

un pájaro agüero remonta desde la suciedad

para picotearme los ojos

y ocultarme los chacales

que abusan de los cuerpos

que vamos quedando a la deriva

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antideseos

han pasado cuervos luchando en sus vuelos

anoche

temprano

sobre mi almohada

nadie ha descubierto

sus nidos en el interior del cráneo del abuelo

al jarrón ancestral

le han permitido astillarse contra una pared

ahora fermín tira pedazos en la fuente

y va pidiendo antideseos:

qué no se cumplan los de miguel

qué no se cumplan los del aurelio

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homicida

cuando decía la palabra pájaro

decía jaula

y picos ensangrentados contra los barrotes

nunca al pronunciar pájaro

quiso decir cielo

árboles, plazas

sino mas bien gomera

rifle

y tantas otras formas

de la muerte

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(entre nosotros)

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una mujer se acuna

una mujer se acuna en el borde del espejo

cada vez que despierto

ella se despereza y me saluda

habitualmente

sus primeros alientos

son una ensalada de cebollas y ajo

yo me desayuno con café caliente

mientras gallardos desfilan ante mí

las caras de los conocidos

con todas sus verrugas

a veces se me suelen escapar las maldiciones

entonces ella me chista desde el espejo

y me muestra las heridas de sus manos

las hormigas culonas se apoderaron del parqué

temo volverme loco en esta cacería

en el silencio pululan los hechizos

y en el desamparo los vientos

me arrancan todas las hojas

yo decido quedarme conversando con ella

aunque no nos entendamos

su saliva

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áspera y mal coagulada

sabe a almíbar en mi boca

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colapso

como el perro que andó

buscándote los huesos

en noches de lunas

abstemias de sacristías

tías qué para que contar

qué valen la puta madre

el dinero del morral

todo por el beso

de sus labios y un ademán

simbólico

como de que te amo y mira

cómo corno me has dejado

con un pie en la banquina y el otro

rengueando la carretera

en el colapso de tu boca

y mi sexo

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alerta meteorológica

alerta meteorológica:

estás

golpeando a mi puerta

suben los hectopascales

y hay anuncios de elevada humedad

anegación

inundación en el cauce de mi lecho

frente a vos

tengo

un cilindro en el pecho

donde bailan miles

de aguaciles de goma espuma

destellando

amor

so amor

sos el piloto de mi nave en la turbulencia

y hay algo en el fondo de tus ojos

que me desnuda y ampara

un cobijo

dos copas de vino derramadas en tus iris

amor

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so amor

y sos todas las cosas

sos el fin de mi escritura

cuando comienza a cumplirse el pronóstico

y tus vientos

me van desgajando las ropas

bajo una suave llovizna

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el escote

de la vid pende

un racimo de uvas,

un racimo de pezones

donde amamantar al niño ebrio

que todos deseamos ser

nada supera en belleza

el emborracharse entre esos pechos

recostado en la tersura

del valle que dibuja

su escote

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apocalipsis

y fue así

como de casualidad

como sin querer

nos encontramos tirados

sobre una frazada

bajo la lamparita del comedor

fumando cigarrillos

y bebiendo de un vaso

ella dijo

-el alcol no arde-

y fuimos las llamas

de su revelación

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mal de ojo

dónde encontraré la curandera

que me sane el tercer ojo

si no en ti

catarata de colibríes

en el arte del amor

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si puedes

si puedes ven

y zúrcele un siete al alma

por donde sangra

o ponle un papel

de esos que secan

tintas

o milanesas

o cámbiame el alma

tírame esta

trae una nueva

que parece no haber

metáfora más perfecta

para

(entre nosotros)

el amor

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lágrimas frías

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melopea del infortunio

recuerdo la vaca floja que nos corrió hasta el río

las urracas de tus senos latiendo como girasoles

bajo una nube de gasa blanca

aquella flor tenue que era crisálida de osiris

y que sólo deseó cautivarnos por el placer de cautivar

mientras nos apresurábamos para escaparle a los mugidos

rompiendo el campo con pasos enormes

todo resultó inútil

el río atravesó nuestro escape

con sus lanzas de aguas contra la barranca

y aquella bestia enfurecida zapateó sobre vos

hasta volverte polvo

y encima tuyo defecó antes de marcharse satisfecha

hamacando las moscas de su cola

te busqué entre las heces

hasta llenarme de mierda la sangre

otié el río asomándome imprudente desde el barranco

y no, nada, nada

te habrías ido camuflada entre las aguas

remolineándote en el viento

o colgando entre las patas

prendida de las ubres

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presentí que todo había sido mentido

o al menos premeditado

siempre te gustó jugar a las desapariciones

y yo volvía a estar sólo

por primera vez

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beso

la humedad ha marcado la figura de una mujer en el cuarto

que por las noches tira besos

como si estuviera sembrando de amor el cuarto

con su mano esparce los besos por los surcos

como si el cuarto tuviera surcos

como si en mi ausencia, ella, los hubiera labrado

para que no se seque riego las plantas de sus pies

y para que germinen los besos en el surco

me paso las noches empollando las semillas

como un ave en fiebres

como si existieran besos en los surcos

como si por la tarde, ella, los hubiera sembrado

la humedad figura un rostro de mujer que llora sangre

es la mañana y no han brotado los besos

la desolación se apodera del cuarto

como si este hubiese sido su último intento

el último reino de la mujer de humedad

que en la soledad sembraba besos

en las paredes quedan las manchas de su recuerdo

que ya no tiran besos

ni abren surcos, ni siembran amor

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¿Cómo se hace para olvidarlo todo?, me pregunto

como si una mujer no fuera un trazo indeleble

un beso indeleble que se marchita

en el surco de los labios

mientras la soledad

esa larga y puta soledad

no deja de jugar con su lengua

en las cavernosas oscuridades

de la boca

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cuarto en silencio

te abrazo en el silencio del cuarto

ahora que me has abandonado

le clavo espadas al muro de la soledad

entre el cóccix y el amor propio

en el aroma a quemado

del bife que me hice para no comer

porque comer sin vos

es volver a silbar el tango triste

del beso que te llevaste doblado

junto a los pañuelos en tu bolso de despedida

porque ver la silla vacía

o el plato velando el ayer en el aparador

es un atentado contra la vida

un soplo de viento que se lleva el abrazo

lejos

tan lejos

del silencio de este cuarto

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lágrimas frías

mi memoria

estúpida realidad que extravía números y direcciones

se aferra en recordarte

idiota ejerzo la remembranza viuda de vos

has muerto para mí

y no te he dado sepultura

con el día saldré a recoger nidos de pájaros

para llenar tus ausencias

o me someteré a la homicida tarea

de rociar con veneno el camino de las hormigas

pero volveré a extrañarte

llenando con falsas caricias el vacío

lágrimas frías

desbarrancándome

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leyenda

la lágrima que rebalsó el vaso

la tristeza que desbordó el alma

la angustia que inundó el corazón

la marea que trepó con luna a favor

y se llevó el último huésped que me quedaba

oteando el cenit de esta leyenda

la inmarcesible sustancia de la lágrima

la macilenta tristeza de la ausencia

el insumiso corazón pagano

que se retira a un angustioso piélago

desterrado por su nombre

el sustantivo propio de aquella mujer

que fue inmensa como un mar

y de la que sólo queda su sal

vagando por la lágrima

que rebalsó la tristeza

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perfume

el monólogo del amanecer anda por las calles

el agua rompe la aspereza de las gargantas

los ojos confiesan su poder

llevo una porción de tus labios como amuleto

en el horizonte aún tiemblan

fragmentos del adiós

la humareda del rocío calma

la ansiedad de la tierra

los huesos del peregrino se inclinan

sobre las cenizas del viento

de los cuerpos que pasan

sólo nos queda

el perfume

ese instinto

tan animal

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terreno baldío

detrás del muro un baldío

una fachada pintada y vuelta a pintar

tantas veces fuera necesario

para tapar los restos marcados en ella

por otros conciudadanos

y detrás del muro un baldío

la maraña de yuyos desbordando las alturas

donde el violador podía efectuar su acto

y entre las bolsas de basuras que tiraban desde afuera

roedores asquerosos, inmundas ratas

con los bigotes manchados de mierda de pañales

y restos de una salsa pomarola

así te recuerdo

tal vez eso eras:

un baldío detrás de un muro

blanqueado

y vuelto a pintar

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últimos perros

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degradación

nos aburrimos

este perro y yo

nos aburrimos

yo y este perro

que es mío

o yo de él

nos aburrimos

antes, a veces, nos ladrábamos

ya no nos ladramos

ya ni nos ladramos

nos aburrimos

y este aburrimiento nuestro

que a su vez es mío

y a mi vez de él

ya no nos aburre

ya ni eso

antes sí

antes

este reverendo hijo de puta

al menos

nos aburría

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limosnera

la noche enviudese sobre la ciudad

los hombres acribillan su ángel

desde la ventana observo

el perro que ladra y tarasconea los tobillos

de una sombra fugitiva

aquí dentro descubro al silencio

con su estirpe de poeta arrodillado

y a la muerte

limosnera

alargándome su mano

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palabras entrecortadas

y vos

muerte

¿no sos esta soledad de tanta muchedumbre?

¿este delirio espontáneo de los perros

que ladran en círculo a su sombra?

y vos

muerte

¿por qué te parás y me mirás?

¿por qué escuchás mis sermones?

¿soy tu hombre dilecto

el reflejo de la luna en el vaso de vino tinto?

a vos

muerte

¿por qué ante mí escondés los dientes?

¿por qué decís a mis oídos

entrecortadas

palabras de amor?

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Daniel Pérez Küchmeister

[email protected]

2011