philip bragar - revista el búho...de nuestra portada 11 y, lamentablemente, en el distrito federal,...
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El Búho
Poco hablé contigo este último año, es-
tabas delicada de salud y para no ser
inoportuna opté por comunicarme con
Basi, tu fiel asistente o con tu nieta Ana Livia,
la dulce jovencita que se convirtió después de
la muerte de tu hija Flor hace casi 15 años, en
tu niña del alma, en la luz de tu vida. A mis lla-
madas ambas solían responderme con la mis-
ma reseña: “está dormida, está cansada, está
débil”. No sé por qué no insistí más en verte:
la noche de este abril que te visité en el hospi-
tal cuarnavaquense estabas inconsciente y esa
madrugada partiste, dejándonos un cúmulo de
asombro porque tu fortaleza de espíritu habi-
tual se apagó finalmente a los 87 años. ¡Y vaya
que hablamos de fortaleza!: tu vida se vio siem-
pre empañada por historias desacomodadas,
por esas grandes enfermedades familiares de
las que uno nunca sabe cómo salir. La reciente
María Helena noval
Philip Bragar
de nuestra portada
muerte de tu hijo Raúl, fue -estoy segura- la cuenta
más amarga del rosario de males que te tocó vivir.
Te bautizaron como Alicia de la Peña, luego
adoptaste por tu enlace con el crítico Francisco
Zendejas su apellido; y por su labor en el diario
Excélsior, en el que publicó por 35 años sus comen-
tarios en la columna titulada Multilibros, (misma
que no se ha recogido en forma de volúmenes im-
presos por una desgracia de ésas que suceden en
el mundo de la cultura), te casaste también con esa
a veces ingente labor: la de escribir semanalmente
sobre literatura, la de leer sin parar, a veces atragan-
tándote las palabras por no saber vivir de otro modo.
Ustedes, los Zendejas también organizaron para
la galería del diario un montón de exposiciones
de pintura, porque no les fueron ajenas las demás
manifestaciones artísticas. No obstante, su mundo
cordial era el de las letras, los libros y los escri-
tores y por lo mismo convinieron en apoyarlo y en-
riquecerlo creando dos galardones para el gremio:
el Premio Xavier Villaurrutia y el Premio Internacio-
nal Alfonso Reyes. El primero en 1955, el segundo,
junto con la Sociedad Alfonsina en 1972. Gracias
a ti, a Jaime Labastida y a Alicia Reyes, el premio
dedicado al escritor regiomontano se ha entregado
cada año en su tierra natal.
No está por demás recordar que dichos premios
son hoy en día los máximos trofeos que se pueden
obtener cuando la vocación se decide por la crea-
ción literaria, pero como bien se pregunta René
Avilés Fabila, en un artículo dedicado a la Familia
Zendejas y la literatura (http://www.raulperezlopez
portillo.com/?p=6506) ¿quién se acuerda en este
México desmemoriado de lo que sucede más atrás
de dos o tres generaciones? ¿Quién agradece y
reconoce la labor de aquél que trabaja en pro de
la cultura desde sus cimientos, sin que tenga que
echar mano de subterfugios políticos o relaciones
públicas ostentosas? Avilés Fabila menciona asimis-
mo en su artículo a la Maestra Adelina Zendejas, tu
cuñada, quien escribiera sobre la niñez mexicana y
fuera gran promotora de los libros de texto bajo la
dirección de Martín Luis Guzmán, en los momentos
en que Jaime Torres Bodet dirigía la Secretaría de
Educación Pública.
…
Lo que queda de tu incansable labor, querida Ali-
cia, además de la admiración de tantas personas que
te conocimos, es tu biblioteca, los libros dedicados
por tus amigos los grandes escritores mexicanos y
un archivo que incluye los textos que escribiste con
motivo de la entrega de los citados premios, además
de tus artículos publicados en Excélsior a la muerte
de tu marido y las cápsulas transmitidas semana a
semana por Opus 94, la estación de música clásica
en la que colaboraste junto con otros escritores que
son al mismo tiempo promotores culturales. En este
sentido, no dejo de recordar cuánto me insististe en
que grabara un cassette (de esos que ya no exis-
ten) para que en la estación conocieran mis opinio-
nes sobre las artes plásticas en México. Querías
que yo, historiadora del arte enamorada de la obra
de nuestra portada
El Búho
pictórica de Manuel González Serrano, quien fuera
amigo tuyo entre 1940 y 1960, también colaborara
allí, cosa que no hice y de la que me arrepiento con
dolor porque tal labor semanal nos habría acercado
aún más.
Por fortuna contamos con el registro audiofóni-
co de tu profunda y pausada voz hablando de libros
y escritores. Basta acceder al portal de la estación
de radio por internet y allí te tenemos, tan emocio-
nada como siempre que abordabas -bordabas- con
palabras el oficio de escritor.
Educada, cercana, cariñosa y siempre sabia,
reuniste dos cualidades no excluyentes entre sí,
aunque muy difíciles de formar de manera equili-
brada en un crítico literario: supiste medir las
fuerzas de lo sentimental frente a la acumulación
de datos.
Me despido de ti, querida amiga, agradecién-
dote también el haberme recomendado como co-
laboradora de El Búho de Excélsior hace 20 años, el
suplemento cultural que antecedió a esta prestigia-
da y amada revista. ¿Servirán acaso estas palabras
lanzadas como botella al mar, para que estés donde
estés, sepas cuánto nos duele tu partida? Ω
Aída Emart
de nuestra portada
Este 22 de abril fue el “Día de la Tierra”, que el movimiento ambientalista mundial empezó
a celebrar en 1970, al tomar mayor consciencia de los tremendos efectos sobre el medio
ambiente que la raza humana ha provocado en nuestro planeta. Se trata de un fenómeno
global que afecta a todos los países del mundo, aunque existen severas diferencias entre ellos en
cuanto a qué tan rápido y eficazmente reaccionan a dichos cambios.
Sí, se trata de un asunto extremadamente complejo, que tiene muchas facetas a las que dar
su especial atención. De inicio, es necesario subrayar que así como las actividades del ser humano
están en el centro de la afectación al medio ambiente de nuestro planeta, es la raza humana la que
debe asumir generalizadamente la responsabilidad principal de restaurar y cuidar la ecología de la
tierra lo mejor posible, con información suficiente, con educación, con esfuerzos consistentes, con
sacrificio de conductas o hábitos que pueden ser muy satisfactorios o convenientes en lo individual,
pero muy perjudiciales al medio ambiente y al interés general. Reconociendo esto, debe quedar claro
también que la función de los gobiernos es fundamental en la instauración de políticas y normas
adecuadas para lograr objetivos ambientales, que sean respetados por todos.
Por supuesto, México ya está inmerso en esta problemática que requiere cada vez una mejor y
más oportuna atención. Obviamente, está fuera de lugar la complacencia mostrada por el secretario
de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rafael Pacchiano Alamán, en la reciente reunión de la ONU
sobre el tema en Nueva York, al destacar como logros los avances de México en el cumplimiento
de los objetivos ambientales del Milenio. Estamos lejos todavía de una realización adecuada de
esa tarea.
Juan José Huerta
10 El Búho Luis Garzón
de nuestra portada 11
Y, lamentablemente, en el Distrito Federal, la gran-
diosa capital de nuestra Nación, se da una de las situa-
ciones más graves en lo que hace al cuidado del medio
ambiente. Sí, desde hace cientos de años trastocamos
el equilibrio natural de esta Cuenca del Valle de México,
pero es en los cuatro o cinco últimos decenios cuando
se da origen a la crisis ambiental actual en la mega-
lópolis, junto al aumento de la población y la acelerada
trasformación de los modos de vida de la misma, así
como una falta de visión previsora y progresista en las
políticas de orientación y control de dichos procesos,
y la prevalencia de los intereses particulares de ciertos
grupos de la sociedad por sobre el interés general.
En este contexto, los recientes decretos de con-
tingencia ambiental por la contaminación atmosféri-
ca pusieron en efervescencia a los habitantes de esta
ciudad de México. El clamor se concentró, como era
natural, en las protestas por las restricciones tempo-
rales impuestas por las autoridades a automovilistas,
impedimentos que pusieron en evidencia las múltiples
fallas que afectan a los medios de transporte y, en gene-
ral, a las políticas de movilidad de las personas y cosas
en esta urbe. Y es que sí, quedaron muy claras las limi-
taciones de la acción gubernamental en el análisis del
problema de contaminación atmosférica de la ciudad
y, por lo tanto, en los remedios aplicados. Veamos el
tema un poco al detalle:
Para empezar, la contingencia, y el consecuente
endurecimiento del programa Hoy no circula, se declara
sobre la base de bajar los altos niveles alcanzados por
uno de los gases perjudiciales, el ozono, aunque los
expertos señalan de inmediato diversas fallas en el en-
foque. Así, Telma Castro Romero, directora del Centro
de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, argumenta
en entrevista que, con las medidas adoptadas, “sólo se
reducen los contaminantes primarios (generados por
los autos), pero no se ataca la emisión de compuestos
orgánicos volátiles, los cuales favorecen la química de
formación de ozono en la atmósfera”. Esos compues-
tos orgánicos volátiles “tienen diversas fuentes de
emisión: combustión de gasolina, diésel y gas LP; al-
macenamiento y distribución de combustibles; quema
de leña y biocombustibles; uso de solventes; procesos
industriales; aplicación de asfalto; cocción de comida,
e incluso la vegetación” (Emir Olivares Alonso, La Jor-
nada, 22ab16).
Esto quiere decir que hay que poner cuidado
también en todas esas otras emisiones dañinas, esta-
bleciendo normas de funcionamiento y controlando
patrones de conductas indeseables que las provocan.
Igualmente, habría que investigar formas tecnológica-
mente avanzadas de reducir la contaminación atmos-
férica de esas muy diversas fuentes. Así, es urgente
el monitoreo regular y el control, en primer lugar, de
las emanaciones peligrosas en diversos procesos de
transformación industrial que funcionan en esta ciu-
dad (o en actividades comerciales, como los gases que
emanan en gasolinerías, y que ya se vigilan).
También, y ésta es una cuestión que no se rela-
ciona solamente con la contaminación atmosférica,
corregir con urgencia el mal manejo de los residuos,
la basura, en la ciudad de México y municipios cir-
cunvecinos, como lo puso en evidencia un estudio de
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
12 El Búho
Económicos (OCDE) presentado a fines del año pasado
a las autoridades de la ciudad de México y del Esta-
do de México, al señalar que “el manejo deficiente de
desperdicios sólidos (y, digo yo, también los líquidos
y gaseosos) pone en riesgo la tierra, el agua y la cali-
dad del aire… el principal ejemplo de mala gestión es
el relleno sanitario Bordo Poniente, donde (aunque ya
lleva cuatro años cerrado) desde 1985 se depositaron
desechos sólidos de la ciudad, hasta llegar a unas 80
millones de toneladas, que generan 1.2 millones de
toneladas de dióxido de carbono equivalente al año…
No se cuenta con instrumentos de política sólidos que
alienten la reducción y el reciclaje de los residuos a
nivel metropolitano” (reportaje de Arturo Páramo,
Excélsior, 21/abril/16). Ni qué decir de la educación
que nos hace falta a los ciudadanos para empezar la
selección y el manejo sustentable de la basura desde
nuestras propias casas y para tratar de contaminar lo
menos posible en cada caso, en cada actividad.
Después de presentado dicho estudio de la OCDE,
se han divulgado proyectos de las autoridades cita-
dinas, como la construcción sobre el Bordo Poniente
de una planta de generación de energía eléctrica que
utilizará el gas metano producido por la basura (y gas
natural proveniente de otro lado), al mismo tiempo
que se ponen en operación ampliaciones a plantas
compactadoras de residuos sólidos con fines de mejor
manejo y reciclaje. A su vez, el gobierno federal revi-
sa la concesión del Bordo Poniente porque no se han
cumplido los términos de la misma en cuanto a los
objetivos ambientales. El diario Excélsior de la misma
fecha informa también que “la Asamblea Legislativa
del Distrito Federal aprobó un punto de acuerdo para
crear un laboratorio de residuos sólidos, destinado a
optimizar el manejo de los residuos y a mejorar el am-
biente en la ciudad de México”. Bienvenidos sean to-
dos estos esfuerzos, pues el tiempo urge.
Considerando especialmente también la cuestión
del polvo y muy particularmente las micro partículas
suspendidas en el aire, que tienen muy serios efectos
sobre la salud humana, pero que no son mencionadas
en los reportes sobre la calidad del aire en la ciudad.
Una buena proporción de las mismas partículas son
producidas por el transporte de carga o de pasajeros
que utilizan diésel o gasolinas que ya no cumplen con
los índices de “ultra bajo azufre”, lo que Pemex per-
mitió desde 2006 (Ver “Combustibles, la gran omisión
ante la crisis ambiental: ONG”, reportaje de Angélica
Enciso Landero, La Jornada, 7/abril/16 y artículo “Con-
taminación: el dilema entre economía y salud”, Javier
Flores, La Jornada, 12/abril/16).
Luego, también, es posible analizar los efectos de
que en la ciudad existan unos 5 millones de estufas de
cocina y otra cantidad similar de calentadores de agua,
ambos con uso de gas LP o de leña. O las muy diversas
labores, en fábricas y talleres, de pintura y barnizado
con aire comprimido, buena parte de cuyas emana-
ciones van a la atmósfera. Asimismo, revisar dónde es
estrictamente necesario el pintado de guarniciones de
calles y banquetas, y de mobiliario urbano, a fin de evi-
tar, cuando no lo sea, que los residuos de pintura pro-
ducidos por el desgaste, vuelen convertidos en polvo a
los pulmones de la gente. Bueno, en cuanto al polvo,
es necesario recordar las imágenes que vemos a diario
de nuestra portada 13
Carlos Mérida
de los trabajadores del Servicio de Limpia, o los pro-
pios ciudadanos, que levantan grandes nubes de polvo
al barrer calles, banquetas, jardines.
Se sabe, igualmente, que los aviones, en sus
despegues y aterrizajes, producen cantidades muy sus-
tanciales de emanaciones gaseosas residuales de sus
motores; pero ¿qué es lo que prohíjan las autoridades
federales y citadinas?: la construcción de un gigantesco
nuevo aeropuerto que va a traer innumerables efectos
contra el medio ambiente, no tan sólo el atmosférico
sino el territorial y el de uso de suelo, aeropuerto que
será centralista al extremo, y costosísimo, en lugar de
promover la utilización de los aeropuertos alternos
que ya existen en ciudades circunvecinas.
14 El Búho
Y, bueno, además del cambio climático, en el DF
se dan otros muchos serios riesgos ambientales: las
grandes fallas en el modelo fallido de movilidad de per-
sonas y cosas que las autoridades del DF han dejado re-
producirse en esta nuestra ciudad, que siendo una de las
principales del mundo, es una de las peores en materia
de manejo del fluido vehicular y movilidad de personas y
cosas. Se ha prometido que se van a eliminar los 30 mil
topes, u obstáculos a la circulación que anárquicamente
se ha dejado reproducir en nuestras calles pero, ¿ha
visto usted un esfuerzo al respecto? Como he repetido
aquí, autobuses y microbuses se detienen cada 30 me-
tros, donde se los piden los que suben o bajan, sin res-
petar para nada la racionalidad, y el consiguiente ahorro
de tiempo, esfuerzo, gasolina y desgaste de vehículos y
calles, si pararan solamente en los lugares fijados.
Y ya hemos mencionado anteriormente la falta de
previsión de las autoridades en las políticas y normas
de uso y conservación de reservas y abastecimiento de
agua potable y de realimentación de los mantos freáti-
cos, con la falta de aprovechamiento del agua de lluvia
y el creciente cegado de las superficies en que el agua
de lluvia alimentaría los mantos freáticos, así como la
falta de atención a la educación en el uso sostenible del
agua a nuestra disposición. Y qué decir del desarrollo
del aprovechamiento de energías renovables, la solar en
primer lugar en este Valle de México. La pérdida de ha-
bitabilidad en muchísimas zonas y la grave falta de con-
servación del espacio vivible, especialmente debido a la
codicia de los desarrolladores inmobiliarios y sus socios
gubernamentales.
En esta pérdida ambiental es fácil trastocar los va-
lores. El anárquico desarrollo urbano destruye bosques
urbanos, áreas verdes, suelos de conservación y espacios
públicos y, ¿qué se ocurre?: reforestar a lo loco, plantan-
do árboles donde no se debe: en banquetas estrechas,
donde impiden el paso peatonal o, cuando los árboles
crecen, se convierten en un serio problema de poda para
la CFE, a fin de liberar líneas eléctricas o espacios de ca-
sas. O se siembran excesivamente en jardines y parques,
convirtiéndolos en bosques ya no disfrutables por los
seres humanos que aquí habitamos. Ni qué decir de la
falta de atención a la conservación de otras especies,
animales y vegetales, en este originalmente maravilloso
Valle de México.
Pero aquí estamos metidos en la locura constitu-
yente, donde no se piensa para nada en las políticas de
desarrollo urbano o en la sustentabilidad ecoambiental.
Esto es algo que los proponentes de la “constitución”
de la ciudad de México no tocan para nada, pues sólo
hablan de todos los “derechos” habidos y por haber. Y
esto cuando a nivel global se vislumbran unos cambios
tan drásticos producidos por el cambio climático, y am-
biental en general, tan graves que afectarán los milena-
rios patrones de la naturaleza, con el muy posible re-
sultado de que los seres humanos ya no sean capaces
de “planear sus actividades de todo tipo, desde la in-
fraestructura a la agricultura”… entrando en una “nueva
era oscura en el entendimiento práctico de nuestro pla-
neta”. (“A New Dark Age Looms”, William B. Gail, New
York Times, 19/abril/16).
En fin, no nos queda a los ciudadanos del DF más
que mantener nuestros esfuerzos para modificar esa
perspectiva, lo que obviamente no está fácil.
de nuestra portada 15
El mes pasado el escritor Mario Vargas Llosa cumplió 80 años de vida. Vargas
Llosa es uno de los grandes escritores contemporáneos de las letras hispano-
americanas, su amplia obra abarca cuentos, novelas, ensayos, obras de teatro, re-
latos, y artículos periodísticos. En su larga trayectoria como escritor ha recibido
importantes premios entre los que destacan, el Premio Cervantes de Literatura en
1994, y por supuesto el Premio Nobel de Literatura recibido en el 2010.
En el mes abril se conmemoraron los
cuatrocientos años de la muerte del es-
critor más importante e influyente de la
literatura y lengua española, me refiero a
Miguel de Cervantes Saavedra quien murió
en el año 1616 dejándonos un legado lite-
rario impresionante. Normalmente cuando
nos referimos a Cervantes inmediatamente
surge en nuestras mentes el nombre de su
obra inmortal: Don Quijote de la Mancha,
pero Cervantes fue un escritor prolífico y
además de sus grandes novelas, escribió
poesía y teatro, y es precisamente con el
género dramatúrgico como recordaremos
al gran escritor español.
José Miguel naranJo raMírez
Teódulo Rómulo
1 El Búho
El Cerco de Numancia
Entre los años 1581-1585 Cervantes escribió: El Cerco
de Numancia, la obra narra un drama histórico suce-
dido en el año 133 a. C. en un pueblo desaparecido
llamado Numancia. Investigaciones posteriores sitúan
al desaparecido pueblo en el territorio actual de la Pro-
vincia de Soria, en España. Al inicio la obra no tuvo un
gran acogimiento por la crítica literaria, en su edición
original es una obra bastante amplia, con la caracte-
rística que está escrita en versos, para algunos críticos
es considerada como la última tragedia épica y al mis-
mo tiempo la primer obra de teatro moderna.
Con el transcurso de los siglos: El Cerco de Numan-
cia se consagró como una de las grandes obras de teatro
escritas en el siglo de oro español. Actualmente se pue-
de leer la obra en una edición impresa por El Colegio
Nacional y la Editorial Siglo Veintiuno Edi-
tores, con versión y prólogo de José Emilio
Pacheco, donde la obra es reducida de cinco
a tres actos, todo esto sin afectar el sentido
original de los diálogos esenciales de la obra
y sobre todo respetando la historia, sucesos,
y mensaje central del drama.
Roma llegó a ser el gran Imperio que
dominó enormes extensiones territoriales
de occidente, conforme más poderosa era
Roma más ambicionaba y esto ocasionaba
guerras de invasiones para someter a pue-
blos completos. La última gran conquista
de Roma fue cuando lograron vencer en
la tercera guerra a Cartago, el responsable
de dar a Roma este importante triunfo fue
el General Escipión Emiliano, sin embargo, a
pesar de la grandeza del Imperio Romano y
sus heroicas conquistas, existía un pequeño
pueblo llamado Numancia, que tenía quince
años luchando contra la conquista roma-
na; en el prólogo de esta obra José Emilio
Pacheco señala:
Ricardo Matínez
de nuestra portada 1
“Roma no había sufrido más afrentas y estragos. La
primer potencia del mundo se estrellaba ante un pueblo
de pastores y labradores al que por su heroísmo años
más tarde llamó Cicerón terror imperii.”
Con la ambición a plenitud y el orgullo destroza-
do, el Imperio Romano encargó al
General Escipión Emiliano la enco-
mienda de ir y vencer a los numan-
tinos, cuando el General partió a
Numancia para cumplir con la mi-
sión, según datos históricos había
en los alrededores del pueblo se-
senta y seis mil soldados romanos,
a estos se unirían el equipo de tro-
pas que iban acompañando a Es-
cipión, toda esta armada romana
era para derrotar a un pueblo de
aproximadamente cuatro mil numantinos.
Escipión diseñó una buena estrategia para lograr
su propósito, lo primero que hizo fue disciplinar a su
ejército y limpiarlo de tanta corrupción, en el primer
acto cuando Escipión citó a los jefes de legiones los re-
prendió con las siguientes palabras:
“Vosotros os vencéis: estáis perdidos por la lujuria,
el ocio y el desgano, en el juego y la orgía entretenidos
sin que a las armas extendáis la mano. Vergüenza os dé,
soldados corrompidos, mirar que este indomable pueblo
hispano contra el poder de Roma se defiende y, mientras
más resiste, más ofende.”
Independientemente de la estrategia de purgar a su
ejército, Escipión no tenía planeado pelear, lo que hizo
fue cercar a la ciudad de Numancia, bloqueó la salida y
entrada de los numantinos, mandó hacer posos y terra-
plenes para proteger a sus tropas, en el río puso estacas
para que fuera imposible el paso, construyó un enorme
muro que rodeaba a la ciudad y la mantenía vigilada
las veinticuatro horas del día. En general, el objetivo de
Escipión era vencer a los numantinos por el hambre, al
pasar los meses y no poder tener contacto con la demás
civilización se les acabarían los víveres y terminarían
rindiéndose a los romanos.
A partir del contexto antes platicado, empezará
a desarrollarse toda la historia trágica en la obra de
teatro, como era de esperarse el hambre y desespe-
ración llegó a Numancia, dos de las principales figuras
del pueblo llamados Corabino y Teógenes, fueron como
embajadores a entrevistarse con Escipión, los numan-
tinos pidieron primero la paz o una guerra a campo
abierto, pero el cobarde Escipión les pidió la rendición
total de la ciudad, a lo que los numantinos contestaron:
“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.” Don Quijote
1 El Búho
“Corabino: Y pues la paz que sin recelo por nosotros te
ha sido demandada, moriremos de pie sobre este suelo:
jamás será Numancia doblegada.”
El final del pueblo de Numancia es trágico, pero al
mismo tiempo su tragedia los convirtió en una leyenda
viviente que es sinónimo de libertad, dignidad, de luchar
contra la opresión, porque una vez casi derrotados por
el hambre, prefirieron darse muerte con sus propias
manos, a vivir como esclavos de Roma. Por supuesto
que: El Cerco de Numancia, no es una invitación al sui-
cidio, es un llamado a rebelarnos contra los Escipio-
nes modernos que tienen a los pueblos oprimidos, con
miserias, hambres, y la mejor manera de contrarrestar-
los es luchando contra la tiranía, los autoritarismos y la
corrupción.
Finalmente, los numantinos murieron por ser supu-
estamente un pueblo bárbaro, es decir, no romanizados.
En El Cerco de Numancia ya se empieza a percibir el
mensaje que representará la futura figura del caballero
Don Quijote de la Mancha, porque a pesar que la ban-
dera de Don Quijote es la libertad, la justicia, el honor,
la lealtad, la igualdad. El personaje era visto sólo como
un pobre loco que causaba risa, ahora entiendo cuan-
do Don Quijote le dice a Sancho Panza: “La libertad,
Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los
hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse
los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la
libertad así como por la honra se puede y debe aventurar
la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal
que puede venir a los hombres.”
Antonio y Cleopatra
“Él no es de un siglo, sino de todos los tiempos.” Con es-
tas sabias y puntuales palabras Ben Jonson nos presen-
ta a uno de los escritores más importantes de las letras
universales, registrado originalmente con el nombre
de Gulielmus Filius Johannes Shakespeare, mejor cono-
cido como William Shakespeare, de quien en el presente
año estaremos conmemorando los cuatrocientos años
de su muerte, porque fiel a las palabras de Ben Jonson,
Shakespeare es un escritor de todos los tiempos.
Shakespeare fue un gran dramaturgo y poeta, pero
realmente con el género que se consagró como el escri-
tor más importante de lengua inglesa fue con la drama-
turgia, sus obras son universalmente conocidas, hasta el
menos experto en la obra de Shakespeare estoy seguro
que ha escuchado títulos como: Romeo y Julieta, Hamlet,
hablando de obras dramáticas o El Sueño de una noche
de verano, refiriéndonos a sus famosas comedias. Sin
embargo, aún hay mucho más por conocer de Shakes-
peare y en esta ocasión me referiré a una de las trage-
dias, tal vez, menos representada, pero igual de atra-
pante y clásica, me refiero a la obra: Antonio y Cleopatra.
La obra fue publicada en el año 1606, si bien
Antonio y Cleopatra es ubicada dentro de las grandes
tragedias de Shakespeare, es importante señalar que la
obra va a narrar un drama histórico sucedido entre los
años 40 al 30 a. C. Los personajes centrales son Antonio
quien al inicio fue un destacado General de la República
Romana, y Cleopatra Reina de los egipcios.
Antes de entrar al desarrollo de la obra de teatro,
de manera general comentaré el hecho histórico que
de nuestra portada 1Leonel Maciel
va a narrar. Cayo Julio Cesar fue un militar y político
romano que tuvo un fuerte ascenso en el poder hasta
llegar a conformar el primer triunvirato junto a Pom-
peyo y Craso. En este contexto de su vida política Julio
Cesar conoció y se alió con la hermosa Reina de Egipto
Cleopatra, entre estos personajes existió una relación
amorosa e incluso Cleopatra tuvo un hijo de Julio Cesar.
En el año 44 a. C. Julio Cesar fue asesinado, Roma vivía
momentos de crisis política y con la muerte de Julio
Cesar, Cleopatra se quedó desprotegida para detener las
ambiciones de invasión que tenía Roma sobre Egipto.
Marco Antonio en la época de Julio Cesar se había
convertido en un destacado General, además, fue ami-
go cercano de Julio Cesar, con el asesinato del Cesar, la
figura de Marco Antonio creció enormemente y con el
transcurso de los años integró el segundo triunvirato
junto a Cesar Octaviano y Marco Emilio Lépido.
Marco Antonio estaba casado con Fulvia, siendo el
hombre más poderoso del segundo triunvirato, Marco
Antonio conoció a Cleopatra quien buscaba consoli-
darse como Reina de Egipto. Desde el primer momen-
to que se conocieron surgió entre estas dos figuras
históricas un amor y romance que ha pasado a la his-
toria como una de las relaciones más apasionadas. Una
vez enamorado, Marco Antonio prácticamente vivía en
el Palacio de Alejandría donde gobernaba Cleopatra, la
20 El Búho
vida de Marco Antonio giraba sólo en torno a su amor,
el pueblo romano siempre vio de manera despectiva a
Cleopatra, era vista como bruja, hechicera, etc.
Con el breve contexto antes platicado, Shakespeare
de manera brillante escribió la tragedia de Antonio y
Cleopatra. La obra se compone de cinco actos, en los
cuales conoceremos no sólo el drama histórico, sino
que Shakespeare en esta magistral obra aprovecha para
acercarnos a dos figuras emblemáticas las cuales son
retratadas de carne y hueso, es decir, conoceremos des-
de la pluma del escritor inglés las grandezas y miserias
de dos personajes que se amaron y al mismo tiempo se
dañaron.
Cleopatra en la obra es descrita no tan sólo como
una mujer hermosa y de poder; la Reina de Egipto tiene
tantas virtudes que quien se enamora de ella casi resul-
tará imposible que deje de amarla, es una mujer fogosa,
con criterio amplio y actitud firme. Es por ello que en el
acto segundo, escena primera, dos amigos cercanos de
Marco Antonio tenían el siguiente dialogo: “Mecenas.
–Ahora Antonio la abandonará definitivamente. Agripa
–Nunca; no querrá; la edad no puede marchitarla, ni la
costumbre debilitar la variedad infinita que hay en ella.
Las demás mujeres sacian los apetitos a que dan pasto;
pero ella, cuanto más satisface el hambre, más la des-
pierta; pues infunde en cosas más viles tal atractivo.”
Mientras el amor y la pasión entre Marco Antonio y
Cleopatra crecían en el Palacio de Alejandría, en Roma
estaban esperando a Marco Antonio molestos por su
abandono y descuido del Gobierno, además, Pompeyo
estaba iniciando una guerra contra el segundo triunvi-
rato romano para convertirse en dictador del Imperio,
y por si fuera poco la esposa de Marco Antonio murió
traicionada esperando el regreso de su marido. Marco
Antonio se vio obligado a regresar a Roma, tuvo que
casarse con la hermana de Cesar Octaviano llamada
Octavia, la noticia del matrimonio le llegó a Cleopatra,
pero como toda Diva siempre estuvo segura que su
hombre regresaría y así fue.
A partir del nuevo abandono de su segunda mu-
jer, la amistad entre Marco Antonio y Cesar Octa-
viano se terminará e iniciarán una trágica guerra. Si
Marco Antonio ganaba la guerra iba a poder disfrutar
de su gran amor en Alejandría y en Roma, si Cesar
Octaviano asesinaba a Marco Antonio, adquiriría el
poder absoluto e iniciaría el Imperio Romano como
sistema político, incluyendo a Egipto dentro de sus do-
minios, y sobre todo, tendría de esclava a Cleopatra.
Finalmente, en el último dialogo de la obra, Shakes-
peare hace que Cesar Octaviano concluya la tragedia
con estas palabras: “Levantadla de su lecho y llevaos
sepultada al lado de su Antonio. Ninguna tumba de la
tierra encerrará una pareja tan famosa.”
“Levantadla de su lecho y llevaos sepultada al lado de su Antonio. Ninguna tumba de la tierra encerrará una pareja tan famosa.” César Octaviano
de nuestra portada 21
Irene Arias
Comentarios Reales
“Somos el territorio de la Mancha. Nombre de una lengua
e imaginación.” Con las palabras antes transcritas el es-
critor Carlos Fuentes se estaba refiriendo a la herencia
cultural y lingüística que el llamado nuevo mundo ha
recibido de los españoles. Lo que nos une a la región de
la Mancha es la lengua castellana, y es a través de esta
lengua con la que se han consagrado grandes escritores
como es el caso del hoy recordado Inca Garcilaso de la
Vega, de quien se están conmemorando los cuatrocien-
tos años de su muerte.
Garcilaso fue un escritor de origen peruano-es-
pañol, su padre Don García Lasso de la Vega fue un
destacado capitán español quien participó en la con-
quista del Perú y llegó a ser Gobernador del Cuzco,
lugar histórico del Perú por haber sido la capital del
Imperio Inca. La madre de Garcilaso era una princesa
incaica llamada Isabel Chimpu Ocllo. El nacimiento de
Garcilaso representa la unión racial de dos culturas que
con el transcurso de los años ha pasado a ser una sola
sangre y sobre todo una sola lengua.
Ha sido principalmente a través de la lengua caste-
llana la que los grandes escritores utilizaron para em-
pezar a narrar las historias de las antiguas civilizaciones
precolombinas y los sucesos a partir de la conquista de
los pueblos americanos por parte de los españoles, uno
22 El Búho
de los ejemplos más ilustres es el de Inca Garcilaso quien
a través de su obra titulada: Comentarios reales, nos
enseña el origen, crecimiento y caída del pueblo Inca.
Antes de la llegada y conquista de los españoles,
en el Perú la escritura tal como hoy la conocemos
no existía, lo antes afirmado lo deja muy claro Inca
Garcilaso en el capítulo XIX de sus Comentarios Reales,
cuando literalmente escribe: “Empero, como la expe-
riencia lo muestra, todos eran remedios perecederos,
porque las letras son las que perpetúan los hechos; más
como aquellos Incas no las alcanzaron valiéronse de lo
que pudieron inventar.”
El dato antes mencionado es muy importante
porque una vez consolidada la conquista española,
diversos historiadores de la península empezaron a
escribir sobre la vida, costumbres, religiones, reyes,
Margarita Cardeña
de nuestra portada 23
imperios, formas de gobiernos, etc. de las antiguas civi-
lizaciones. Regularmente gran parte de la información
que se publicaba en Europa estaba muy distante de la
historia real de los pueblos prehispánicos, y este hecho
fue un factor fundamental para que Garcilaso escribiera
sus: Comentarios reales, es por ello que en el proemio al
lector Inca Garcilaso escribió:
“Aunque ha habido españoles curiosos que han es-
crito las Repúblicas del nuevo Mundo, como la del Méxi-
co y la del Perú, y la de otros reinos de aquella gentilidad,
no ha sido con la relación entera que de ellos se pudiera
dar, que lo he notado particularmente en las cosas que
del Perú he visto escritas, de las cuales, como natural de
la ciudad del Cozco, que fue otra Roma en aquel Imperio,
tengo más largas y claras noticias que la que hasta ahora
los escritores han dado. Por lo cual, forzado del amor
natural de la patria, me ofrecí al trabajo de escribir estos
comentarios.”
La primera parte de los Comentarios Reales fue
publicada en el año 1609, es importante aclarar que la
segunda parte se titula: Historia General del Perú, obra
que salió publicada un año después de la muerte de
Garcilaso. La gran diferencia de la primera y segunda
parte de estas obras, consiste en que los Comentarios
Reales van a narrar el origen y desarrollo del Impe-
rio Inca, y la obra póstuma contará los sucesos de la
conquista de los españoles sobre el Perú, además, en
los Cometarios Reales claramente se percibe la estruc-
tura narrativa como una obra literaria, y en la Historia
General del Perú nos encontraremos al Garcilaso mera-
mente historiador.
Garcilaso cuando inicia el proyecto de escribir es-
tas obras tenía dos ventajas naturales ante los escri-
tores que ya habían publicado historias sobre el Perú, la
primera es que gran parte del contenido de sus escritos
fueron vivencias directas o hechos contados por los pro-
tagonistas de las historias, no olvidemos que la madre
de Garcilaso era princesa incaica. La segunda ventaja
consiste en el conocimiento puntual del lenguaje que
utilizaban los aborígenes del Perú.
Por lo antes escrito, por supuesto que se puede
afirmar que en gran parte del contenido de los Comen-
tarios Reales, encontraremos datos autobiográficos de
Garcilaso, el ejemplo es cuando en el capítulo III, nos
cuenta el origen de los Incas, Reyes del Perú:
“Después de haber dado muchas trazas, y tomado
muchos caminos para entrar a dar cuenta del origen y
principio de los Incas, reyes naturales que fueron del
Perú, me pareció que la mejor traza y el camino más fácil
y llano era contar lo que en mis niñeces oí muchas veces
a mi madre y a sus hermanos y tíos, y a otros sus mayo-
res, acerca del origen y principio. En estas pláticas, yo
como muchacho entraba y salía muchas veces donde
ellos estaban, y me holgaba de las oír, como huelgan los
tales de oír fabulas.”
El contenido de los Comentarios Reales es muy amplio
para poder desarrollar en un breve artículo, sin embargo,
el mejor pretexto para conmemorar los cuatrocientos
años de la muerte de Inca Garcilaso de la Vega, es leyendo
su gran obra histórica y literaria, por algo se le conoció
como: “El príncipe de los escritores del nuevo mundo.”
24 El Búho
Juan Manuel de la Rosa
R ing... Ring. . . Al descolgar la
bocina una voz, como cual-
quier otra, pidió a la oficina una
ambulancia.
Por la calle, una sinfonía de luces estimu-
laba la fiesta y la posada. Escaparates con
nieve y santaclauses adornaban las avenidas y
curiosos papeleritos miraban, a través de sus
vidrios, los juguetes destinados a otros niños.
La ambulancia cruzó la esquina donde
una empleada se reunía con su novio para
ir al cine; iba sin llamar la atención, con la
sirena en silencio, sin sumarse al bullicio
vespertino y permitiendo que delante de
ella fuera cruzando toda una muchedumbre
que se lanzaba rápida a la compra de más y
más regalos.
Del sanatorio sacaron un cadáver cubierto
con un sudario blanco y subió el practicante
a la ambulancia, paseando poco después por
las calles su muda carga.
Marcela del río
de nuestra portada 25
Anochecía, el joven practicante miraba con in-
diferencia las calles iluminadas ya, y repletas de
juguetes. Nunca se habían visto tantas jugueterías,
en tiendas, zaguanes y banquetas, era como si hu-
bieran brotado de la noche. Una sonrisa cruzó por
el rostro del joven practicante: pensaba en la novia,
una muchacha de ojos azules que esa noche, mien-
tras él la abrazara al compás de la música, le son-
reiría con su mirada dulce.... ¡qué bien que ésta sea
la última tarea del día!
Quedan atrás pinos y luces. El bullicio desapa-
rece en la oscuridad de las calles, sólo de vez en vez
surge una jacaranda o un árbol de trueno ilumina-
dos con foquitos de colores, en un ingenuo intento
de hacerlos aparecer como pinos verdaderos.
A los pocos minutos se detiene la ambulancia en
una callejuela empedrada. Desciende el practicante;
dar una mala noticia, para él, es siempre una tarea
más penosa que la de llevar a un muerto paseando
por las calles. Mira el papel donde lleva apuntada la
dirección y ve que ésta corresponde a una casucha
de bloques de cemento, sucia y corroída. Toda la
calle le hace sentir un leve temblor en los músculos
al observarla, como si la oscuridad se le fuera a ir
encima, aplastándolo. Busca el timbre sin resultado
y después de tres golpes secos en la puerta rechi-
nante, ésta se abre.
Una mujer morena, de vestido humilde, lo mira
extrañada.
–Disculpe señora, ¿vivía aquí el señor Casildo
Pérez?
–Sí, señor, aquí vive ¿qué se le ofrece?
–Vengo del sanatorio del Seguro.
–¿Cómo sigue mi compadrito? Tanto que lo
hemos extrañado.
–Tengo la pena de informarle que el señor Casil-
do Pérez ha pasado a mejor vida.
–¿Que mi compadre se murió?
–Sí, señora.
La mujer mira al practicante con ojos de rabia,
como si él tuviera la culpa de lo sucedido, después,
se internó en la oscuridad de su vivienda y el prac-
ticante sólo escuchó la voz, un poco chillona, de la
mujer. “¡Oye, Pancho, se murió don Casi!“
No pasa mucho tiempo, después de aquel grito,
cuando aparece en la puerta un hombre gordo, con
la nariz rojiza de quien bebe frecuentemente.
–Ya me dijo mi mujer la triste noticia de mi com-
padre. ¡Qué Dios lo tenga en su santa Gloria! Se lo
merece después de tanto sufrimiento.
La mujer se asoma detrás del hombro del marido.
–¡Tan bueno que era don Casi! ¿Verdá Pancho?
–Sí, mujer. ¿Sabe usted –dice al practicante, que
a todos los comentarios asumía una actitud com-
pungida– su mujer lo dejó y nosotros le hicimos un
campito, dormía áhi en la trastienda.
El practicante, entonces, repara en que junto a
la pequeña puerta de madera hay un ancho zaguán
con un letrero desleído en el que se distingue con
dificultad un nombre: “La concentida“, y sobre él,
otro letrero mucho más claro, pintado con brillantes
colores “Beba Coca-Cola“.
2 El Búho
–¡Si usté supiera todas las veces que le aconse-
jamos que no bebiera tanto! ¿verdá, Lupe?
A cada pregunta, la mujer suspiraba y gemía.
–Sí, Pancho. ¿Te acuerdas de las veces que nos
decía que extrañaba a sus hijos y que quería verlos?
El practicante, con el respeto que le imponía el
dolor ajeno, les pregunta con toda la consideración
del caso dónde podía colocar el cadáver o si van a
requerir Capilla…
–¡Eso sí que no!– dice la mujer, al tiempo que su
voz, antes desmayada, recobra su vigor. Nosotros
no podemos enterrarlo, después de todo él estaba
aquí como arrimado, además hoy hacemos una
posada y ya hemos gastado mucho en la bebida y
en la colación.
El hombre se sonó la nariz con gran estrépito
y dirigiendo una mirada indignada al practicante le
lanza su discurso en tono sentencioso.
–¡Mire, Dotor, o lo que sea, usté tiene que en-
tender la situación. Don Casi lo único que hizo fue
criarnos dificultades con la clientela, y nosotros,
cuando se fue al sanatorio, pos dijimos: ¡Hasta aquí
llegó el favor!, bastante hicimos con tenerlo con
nosotros mientras encontraba un lugarcito, aunque
ni siquiera hacía nada por hallarlo, se pasaba toditi-
to el día bebiendo, además como le decía, mi Lupe…
hoy tenemos invitados a la posada y es día que nos
emborrachamos y nos… ¡qué dirían de nosotros:
que los envitamos a una posada, no a un velorio!
La mujer interrumpe al marido sin darle al prac-
ticante ocasión de pronunciar ni una palabra.
–Pos… lléveselo a su mujer, ella es la que tiene
l’obligación, después de todo, ella tiene que pagar
lo mal que se portó con él.
–Apunte la dirección, joven, no queda lejos: Ca-
lle del Jardín, número siete, pregunte por la señora
Modesta.
La ambulancia se pone en marcha. El practican-
te va molesto, quería terminar pronto con su fúne-
bre misión, era víspera de Noche Buena y se hallaba
en la mejor disposición de aprovechar con la joven
de ojos azules, la última posada. El chofer acelera la
marcha, también él tiene sus planes para esa noche.
Ventanas y rejas pasan rápidas a los costados de la
ambulancia. Sus faros cortan las tinieblas deslum-
brando a los pocos transeúntes que circulan por
esas calles. Al fin, la ambulancia se detiene frente al
número siete, después de buscar largo rato la calle
del Jardín.
Abre la reja de la vecindad una vieja. El prac-
ticante pregunta por la señora Modesta, y la vieja,
después de mirarlo desde la indiferencia de sus ojos
hundidos, se aleja pesadamente por el patio alar-
gado. Poco después emerge de la sombra una mujer
que aparenta muchos más años de los que segura-
mente tiene, de pelo negro y largas trenzas.
–¿La señora Modesta?
–Para servir a asté. ¿Qué si le ofrece?
–Vengo del sanatorio del Seguro…
–Yo no lo he mandado llamar, siñor.
–Ya sin tantos preámbulos, el practicante
añade.
de nuestra portada 2
Hugo Navarro
–No vengo por eso, señora, sino a notificarle
con mucha pena que el señor Casildo Pérez dejó de
existir esta tarde.
–¿Casi se murió?
–¿Cómo “casi“? Ah, sí, perdón…
–¡Qué barbaridad! ¡Qué voy
a hacer yo sola, sin un respeto
pa‘mis hijos!
–¡Hay que tener resignación,
señora!
–Y ¡tanto tiempo que tenía yo
sin verlo, pero siempre con la es-
peranza de que se arrepintiera de
haber abandonado a sus hijos y
volviera, ahora… ya ni esa espe-
ranza me queda! –gemía, incon-
solable. Yo le dicía: “si bebes tan-
to te enfermarás hasta que un día
nos dejó y ya no volví a saber d‘él.
¿Para qué se jue a un sanatorio si
sabía que aquí tenía su casa? En
los sanatorios siempre se muere
el que entra.
–No, señora– replica sin que-
rer el practicante–, sólo los que
llegan cuando ya no tienen reme-
dio, pero los sanatorios son para
sanar.
–Sí, ya ve cómo se sanó
mi Casi. ¡Qué va a ser de mí y de
mis hijos! Tendré que volverme a
mi pueblo, pero mis hijitos ya se acostumbraron al
vivir de por acá, y no van a dejar su escuela…! ¡Casi,
Casi ¿de qué vamos a vivir…?!
–Después del entierro, podrá usted gestionar
una pequeña pensión.
2 El Búho
–¿Entierro?
–Sí, señora… voy por el cuerpo, y usted me in-
dica en qué sitio lo acomodo o si van a requerir...
–¿Que qué? ¡No, eso sí que no! ¿Yo con qué voy
a pagar el entierro?
–Puede usted ayudarse con la cantidad que
otorga el seguro en estos casos.
–Nada de eso, después de que siempre vivió a
mis costillas, además, mis hijitos están de vacacio-
nes. Yo soy lavandera y no puedo irme y dejarlos
solos con un cadáver, se espantarían.
–Pero, señora, yo tengo que cumplir mi obli-
gación… y necesito entregar el cadáver.
–¿Y qué quiere que yo haga? Tengo que lavar
pa’darles de comer a mis hijitos y no
voy a dejarlos en ayunas por ir a en-
terrar a Casi. ¡Qué fácil es irse y no
preocuparse por su familia, y regresar
pa’que lo entierren ¿verdá?
–Pero debe usted comprender que
yo debo entregárselo…
–Llévelo a su hermano, él es el que
tiene toda la culpa. Él fue el que sem-
bró siempre disgustos entre nosotros,
y Casi se iba a emborrachar todos los
días con él.
El practicante tomó nota de la di-
rección y se marchó. Entre el chofer
y él se cruzaron expresiones de dis-
gusto. Aquella tarea se prolongaba
demasiado.
Recorren calles sin asfalto, de
nuevo las iluminadas y otra vez las
oscuras. La noche lleva en el aire
un olor a pólvora de cohete y se oye a
través de las ventanillas de la ambu-
lancia el cántico de los niños:
Arturo Morín
de nuestra portada 2
En nombre del cielo,
os pido posada…
…
Entren Santos Peregrinos,
reciban esta mansión
que aunque es pobre la morada,
os la doy de corazón…
Qué crean en el ánimo el espíritu sentimental
propio de la Navidad.
Al toque que hace el practicante con la mano so-
bre la puerta, sale el hermano de su casa y se extraña
de ver a aquel joven de blanco. Al saber la noticia baja
la cabeza lentamente y dice con voz entrecortada:
–¡Qué descanse en paz!
Guarda unos segundos de silencio que el prac-
ticante no se atreve a interrumpir, alza la cabeza y
dice como si confesara un secreto:
–Esa mujer tiene la culpa, todo fue que se casa-
ra con esa mosca muerta para que él comenzara a
beber. Desde que ella lo engatusó, todo empezó a
descomponerse. Sobre todo desde que se enfermó
y le dieron licencia en la fábrica… ya no dejaba de
beber. ¡Pobrecito! Haber tenido tan mala suerte. Éra-
mos seis de familia y ya nos dejaron tres, contando
a Casi, como quien dice, quedamos la mitá… ¡Si
se hubiera venido a vivir con nosotros no le habría
pasado nada!, pero con esa mujer… más le valdría
a ella regresarse al maldito pueblo del que nunca
debió salir.
El practicante oía todo ya con impaciencia, le
urgía terminar de una vez. Interrumpe al hermano
y le pide que le indique el lugar apropiado para co-
locar el cuerpo de don Casi, como también ya él
le llama, familiarmente. El hermano ya no lo deja
terminar de hablar, abre los ojos e, instintivamente,
cubre la entrada de la casa, con sus brazos.
–¡Ah, ni crea que lo va a dejar aquí! Lléveselo
a su mujer. Bastantes líos me provocó a mí con sus
pleitos en mi cantina, pa’colmo bebiendo de gratis,
pa’que todavía tenga que cargar yo con su entierro.
–Pero es que su mujer tampoco lo quiere.
–¡Quién se lo manda, ser tan borracho y pen-
denciero, si nos hubiera hecho caso a los herma-
nos! ¡Pero no! Era la mancha de la familia. Todo lo
que le sucede bien merecido se lo tiene. ¡Pa’que
escarmiente!
–Pero…
–No hay “pero” que valga. Ni me vuelva a
insistir. ¡No faltaba más!
Y la puerta se cerró.
Después de algunos minutos, la oficina central
de ambulancias del Seguro Social llamaba a la agen-
cia funeraria del Departamento de Prestaciones.
–Sí… envíenos sus papeles con el cadáver.
Nosotros nos encargaremos del servicio. ¿Cuál es el
nombre del finado?
–Casi… Casildo Pérez.
Unos días después, la oficina de Prestaciones
daba entrada a tres solicitudes de reembolso por
gastos de entierro: la de la esposa, la del hermano y
la de los compadres de don Casi, quien por fin había
recibido, institucionalizada sepultura.
30 El Búho
1. De castillos y aldeas
Los miembros de mi generación, es decir, quienes estábamos en
la lucha política hacia la década de 1970, creíamos que pronto
llegaría el socialismo como fruto de los movimientos popula-
res en que participábamos. Sin embargo, parece que en breve plazo nos
encontraremos a la vuelta de
la esquina con el retorno del
feudalismo en las relaciones
sociales: por una parte, los se-
ñores viviendo en sus castillos
blindados, y por la otra, una
inmensa mayoría heterogénea
de siervos sometidos en aldeas
miserables construidas por
los medios de programación
de masas. Muy heterogénea es
la composición de estos últi-
mos, entre los que se pueden
hallar siervos rebeldes al yugo
de los señores autoritarios y
conservadores; también pu-
Hugo enrique sáez a.
Sebastián
de nuestra portada 31
lulan los resignados de siempre; otros dedicados
a vagar sin recursos ni empleo; algunos se alistan
como guardias para reprimir a sus congéneres; hay
quienes apuestan al crimen y al abuso como me-
canismo de supervivencia, mientras que la seduc-
ción del sexo aplaca los ánimos de una mayoría.
¿Por qué “feudalismo” en medio de políticas
capitalistas neoliberales? El presidente de la Con-
federación Española de Organizaciones Empre-
sariales (CEOE), Juan Rosell, declaró (17/05/2016)
que el trabajo “fijo y seguro” era un concepto del
siglo XIX y que en el futuro “habrá que ganárselo
todos los días”. Según informa el diario El País
(13/10/2015), “la riqueza del 1% de la población
mundial alcanzó la mitad del valor del total de
activos”. Por un lado, el sistema pretende con-
vencer a la población de que la competencia es la
clave del éxito; asimismo, insta a que cada uno se
convierta en “empresario de sí mismo”. Por otro,
la concentración de la riqueza en corporaciones
transnacionales torna salvaje la competencia en-
tre las clases sociales subalternas, a fin de que
disputen una parcela de supervivencia sujeta a
órdenes superiores. Las parcelas varían en tamaño
(desde limpieza de oficinas a pequeñas y medianas
empresas pasando por actividades profesionales)
y sus beneficios dependen de los grandes señores.
El tributo que se extrae de los productores se llama
impuesto o bien el inicuo salario mínimo.
Intentaré explicarme con mayor amplitud. El
inteligente análisis de Saskia Sassen nos mostró
que las fronteras políticas marcadas en los mapas
geográficos mienten, si interpretamos que el Estado
nación es la unidad que delimita a las sociedades
consideradas en su interior. Que los mexicanos
están regidos por una constitución y gobernados
por un Estado que detenta el monopolio de la
violencia legítima. Y que así sucedería con todas
las naciones soberanas en el mundo del siglo XXI. ¿Y
los amos del narcotráfico que controlan el 80% del
territorio en México? Ambas son premisas falsas.
Vamos por partes. El Estado nación se está desvane-
ciendo a favor de la hegemonía ejercida por las
relaciones económicas internacionales que detona
la libre circulación de mercancías y capitales en el
planeta, de modo que hablar de economía nacional
o producto interno bruto sólo tiene un valor conta-
ble y no refleja la presencia creciente de lo global
en lo local.
“He teorizado esto en términos de la red de
ciudades globales, donde el crecimiento económi-
co de éstas es, en parte, una función de dicha red.
Por ejemplo, el crecimiento de los centros finan-
cieros de Nueva York y Londres se ve impulsado
por los flujos de la red mundial de centros finan-
cieros, flujos que han aumentado muchísimo con
la desregulación de las economías nacionales. Las
ciudades que ocupan las posiciones más elevadas
de esta jerarquía global concentran las capacida-
des para maximizar su captación de la renta, por
así decirlo.” (Sassen, Una sociología de la globa-
lización: 130-131)
32 El Búho
Mediante la acción de diversas organizaciones
internacionales (FMI, OCDE, la OMC, el G8, las reu-
niones de Davos) y la incorporación de los países
más pobres a acuerdos de “integración” económi-
ca (TLCAN, por ejemplo y el aterrador Tratado de
Asociación Transpacífico), las leyes de la economía
neoliberal colonizan a las leyes constitucionales y
eso ocasiona un caos social, político, económico y
cultural en el que la gente actúa con la divisa “sál-
vese quien pueda” o pidiendo una mano fuerte en
el gobierno, como la que ofrece Trump en Estados
Unidos. Los mismos ricos que han generado la
desigualdad se presentan como restauradores del
orden.
Luego, el nuevo orden político internacional
no se percibe siguiendo los puntos y las rayas de
los mapas políticos; al contrario, el nudo del poder
se halla asentado en 40 ciudades del mundo (por
ejemplo, Nueva York, Londres, Shanghái, Berlín;
mientras que Ciudad de México y Sao Paulo en
Brasil son las únicas consideradas en América La-
tina). Desde los edificios corporativos (“inteligen-
tes”) ubicados allí se controla la economía mundial
mediante la base de operaciones que brindan las
herramientas de las más avanzadas tecnologías in-
formáticas y de comunicación.
2. Los drones son sicarios impunes
Marx llegó a plantearse con ironía que si los em-
presarios capitalistas descubrieran la forma de
vender el aire, lo harían. Y ya lo lograron, sin que
tengamos plena conciencia de este fenómeno. De
hecho, las redes telemáticas (fusión de “telecomu-
nicación” e “informática”) han invadido el aire y
han posibilitado el surgimiento de un nuevo tipo de
poder que Javier Echeverría lo asimila a una nueva
edad feudal, por la analogía de que los señores de
la tierra en el medioevo serían equivalentes a los
señores del aire en nuestros días. En esas redes
se mueven las redes sociales (como Facebook y
Twitter), las redes científicas (las diez universidades
más poderosas del mundo ejercen la gobernanza
en esta materia), las redes militares (imprescindi-
bles en la guerra de Iraq para atrapar a Saddam
Hussein), las redes financieras (que ocasionaron la
crisis de 2009 y protegen los “paraísos fiscales”),
las redes industriales y comerciales, las redes de
organizaciones civiles (en las que se insertan las
ONG). Casi se puede afirmar el establecimiento
de un continente impalpable que brinda la plata-
forma para ejecutar acciones diversas, como es el
caso de utilizar drones que bombardearon objeti-
vos civiles en países como Siria e Iraq, con el pre-
texto de eliminar a presuntos terroristas del Estado
Islámico.
Sobre el primer entorno, la Tierra, se montó el
segundo entorno, las ciudades, mientras que las
tecnologías de la información y la comunicación se
han encargado de instalar el tercer entorno, no terri-
torial, en que se absorbe a las sociedades mundia-
les. El dominio del espacio, también en el sentido
de nuestra portada 33
de navegación, garantiza el poder mediático, que
se halla en disputa por distintas empresas (Apple,
Microsoft, Google). Ahora bien, los medios de co-
municación dominan a los políticos sometiéndo-
los al espectáculo, y estos personajes programa-
dos dependen a su vez del sistema financiero, sin
el cual no se llega al gobierno.
A veces se afirma que los millones de indi-
viduos que pululan por el espacio ciberné-
tico representan una democratización de
la información y una posibilidad de am-
pliar el capital cultural de las personas. No
obstante, el acceso requiere cierto capital
económico (el robo de celulares se explota
como negocio para vender más baratos esos
artefactos); en segundo lugar, los conse-
jos de administración de las empresas son
anónimos y dictaminan qué contenidos son
dignos de publicarse; tercero, el espionaje
político y empresarial está al acecho de los
miembros de la red; cuarto, y no último, los
sitios exitosos arrojan mayores beneficios
publicitarios. En suma, el poder de decisión
del usuario es muy restringido a ciertas fun-
ciones, por lo que se convierte en un súbdito
de muchos señores: whatsapp, Twitter, Face-
book, Google. En cambio, los titulares de
grandes empresas o los políticos enriqueci-
dos al amparo de cargos oficiales se hallan
en condiciones de esconder sus fortunas,
como en el caso de los Panama papers, eva-
dir impuestos de la hacienda pública y al mismo
tiempo exigir el recorte de fondos orientados al ru-
bro social.
3. La multiplicación de las identidades
Al mismo tiempo que se desvanece el Estado
nación, también se transforma la identidad de los
Luis Argudín
34 El Búho
individuos, que solía centrarse en la patria de ori-
gen. No obstante, continúan existiendo movimien-
tos ciudadanos nacionales que se manifiestan en
un principio por la indignación frente al abuso, la
corrupción, el autoritarismo, la miseria, el crimen,
la impunidad. En la actualidad, rara vez se come-
ten masacres a mansalva como la ocurrida en la
Plaza de las Tres Culturas allá por 1968. Se tolera
que en las marchas se insulte a las autoridades,
las cuales permanecen pasivas y calladas frente a
la protesta callejera, aunque en
este espacio público ya no reside
el poder. Apuestan al cansancio
de las multitudes, que en un lapso
determinado acaba venciéndolas.
Recuérdese que en septiembre de
2016 se cumplirán dos años de la
desaparición de los 43 estudiantes
de Ayotzinapa y los apoyos a sus
familiares se han ido diluyendo.
Como dice Javier Echeverría,
ahora ya no se nace en un terri-
torio físico que ostenta una ban-
dera como símbolo identitario; se
nace en los medios electrónicos,
y son los padres quienes entregan
en adopción a sus bebés al su-
mergirlos en Tablets y celulares,
por considerar que es una buena
oportunidad de educación. Esta
inédita situación cultural ofrece
la posibilidad de asumir múlti-
ples identidades, suplantar iden-
tidades, crear identidades falsas
para engañar en el plano sexual o
bien para efectuar secuestros vir-
Perla Estrada
de nuestra portada 35
tuales, y los usuarios más hábiles se convierten en
hackers anónimos. Entonces, ya no es posible plan-
tear la educación en términos de escuelas tradi-
cionales, sino enfrentar el reto de configurarlas
teniendo en cuenta la coyuntura real por la que se
atraviesa, como lo plantea el autor mencionado.
“Yendo a la educación, quienes marcaban las
mentes en el medioevo europeo eran los sacer-
dotes, la familia y los vecinos, hasta que la revo-
lución francesa, tremenda, con miles de muertos,
instituyó la escolarización obligatoria y un Estado
laico. Eliminó el poder religioso del ámbito educa-
tivo, arrancó a los hijos de las familias y los vecinos
determinadas horas del día y los llevó a la educación
pública. Hoy en día los procesos de aprendizaje se
hacen a través de la red, la televisión y los video-
juegos. Los padres y los maestros ni se enteran.
En lo que a los niños les interesa de verdad, saben
bastante más ellos que los profesores. Por eso no
los respetan. La inversión del conocimiento en el
ámbito educativo tiene consecuencias tremendas.
En la escuela se mantiene una educación que a
los chicos y a las chicas les interesa muy poquito.
Encima en España se les prohíben los móviles en
las aulas. Es como prohibir el futbol o el hablar.
Instituir la prohibición de cosas que los chicos y
las chicas quieren hacer en el tercer entorno no es
la vía. Se aprende más en el tercer entorno que en
el primero o en el segundo. La inmensa mayoría
de los niños empieza a saber lo que son los ani-
males y las plantas a través de la televisión o de
internet. Son nativos digitales, su mundo es ése.”
(Entrevista a Javier Echeverría, en el periódico Pá-
gina 12, 16/05/2016).
Aun cuando no se emiten mandamientos es-
trictos en esta nueva religión del dinero, el lema
que pronunció el barón Pierre de Coubertin al
inaugurar los Juegos Olímpicos en 1896 combina
sin modificaciones con la pulsión capitalista por
la productividad, la competencia y la acumulación
en todos los órdenes de la economía, la sociedad,
la cultura y la política. Citius, altius, fortius fue la
conocida locución latina a la que apeló el fundador
de estos eventos deportivos; es decir, “más rápido,
más alto, más fuerte”. No se trata, como es obvio,
de una declaración de fe sino de un enunciado
performativo, en el sentido que le otorgó Austin a
este tipo de frase: es un juicio que al expresarse
realiza el hecho. En la sentencia “El jurado lo en-
cuentra culpable”, no cabe la consideración de ver-
dad/falsedad; anuncia la acción que se ha decidido
llevar a cabo. Así, en el capitalismo existe la obliga-
ción performativa de trabajar para producir cada
vez más.
Por último, ¿por qué “el poder está en el aire”?
En principio, la expresión se emplea cuando se in-
tenta reflejar una coyuntura política en que el poder
no se inclina con claridad en un sentido o en otro.
En este artículo se alude a que el poder se ocupa de
conquistar el aire, ese espacio por el que transitan
ondas invisibles que condicionan conductas muy
materiales.