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E E N N S S A A Y Y O O N N A A R R R R A A T T I I V V A A P P O O E E S S Í Í A A I I L L U U S S T T R R A A C C I I Ó Ó N N C C I I N N E E ¡PH’NGLUI MGLW’NFH CTHULHU R’LYEH WGAH’NAGL HTAGN! N’GAI, N’GHA’ GHAA, BUGG - SHOGGOG Y’HAH; YOG - SOTHOTH Número 2 / Abril/07 Revista electrónica lovecraftiana de la NUEVA LOGIA DEL TENTÁCULO

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EENNNNSSSSAAAAYYYYOOOONNAAAARRRRRRRRAAAATTTTIIIIVVVVAAAA

PPOOOOEEEESSSSÍÍÍÍAAAAIILLLLUUUUSSSSTTTTRRRRAAAACCCCIIIIÓÓÓÓNNNN

CCIIIINNNNEEEE

¡¡PPHH’’NNGGLLUUII MMGGLLWW’’NNFFHH CCTTHHUULLHHUU RR’’LLYYEEHH WWGGAAHH’’NNAAGGLL HHTTAAGGNN!!

NN’’GGAAII,, NN’’GGHHAA’’ GGHHAAAA,, BBUUGGGG-SSHHOOGGGGOOGG YY’’HHAAHH;; YYOOGG-SSOOTTHHOOTTHH Número 2 / Abril/07

Revista electrónica lovecraftianade la

NUEVA LOGIADEL TENTÁCULO

2

IND

EX

La Estela de Luveh-Kerapt n° 2. Mayo 2007.Revista electrónica lovecraftiana de la Nueva Logia del Tentáculo (NLdT).Coordinación: Henry Armitage. Colaboradores Neologios: Henry Armitage (Eulogio Ga. Recalde), Joseph Curwen (José María Prósper),He-Who-Must-Not-Be-Named (Alexander Carril), Albert N. Wilmarth (Alberto Silván), Tyndalos (Carlos Blanco), Kyrshul D’Naihotep (RaúlPalacios), Iranon de Aira (Pedro Ricardo García), Abdul Al-Hazred (Francisco Espada), Cyrus Llanfer (Miguel Ángel Morales), Dogón (JorgeRoberto Ogdón), Gala Lovecraft (Ana Díaz) y Ebenezer Holt (Antonio Blázquez).Colaboraciones especiales: Sergio Armisén, Adolf J. Fort, Sean Branney, Andrew Leman, Miquel Rof y Jorge Óscar Rosi.Edición y diseño: Ebenezer Holt.Todos los textos e imágenes son de exclusiva propiedad de sus autores. Nuestro agradecimiento a todos ellos.web: dreamers.com/logia - foro: gritos.com/logia - correo-e: [email protected]

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Portada. Cthulhu rupestreIlustración de Ebenezer Holt .................................1Editorialpor Ebenezer Holt .................................................3Actualidad............................................................4El racismo de LovecraftArtículo de Sergio Armisén....................................5El clasismo de LovecraftArtículo de Henry Armitage ...................................5Algo sobre Lovecraft y su controvertido racismoArtículo de Hee-Who-Must-Not-Be-Named.............5La lovecraftización de Adolf J. FortArtículo de Adolf J. Fort ......................................11Es el Mundo de LovecraftArtículo de Sean Branney y Andrew Leman.........13Entrevista a S. Branney y A. Lemanpor Joseph Curwen.............................................15The Call Of Cthulhu, 2005Artículo de Joseph Curwen .................................21AutorretratoIlustración de Dogón ...........................................25Retrato de LovecraftIlustración de Cyrus Llanfer................................26Portada-Vidriera de la NLdT 2006Ilustración de Cyrus Llanfer................................27

Fantasía en el bosqueIlustración de Gala Lovecraft...............................28Pin-up 2Ilustración de Miquel Rof ....................................29MetamorfosisIlustración de Tyndalos .......................................30Tarjeta de Kryshul D’NaihotepIlustración de Ebenezer Holt ...............................31In Memorian: Kryshul D’NaihotepHenry Armitage ...................................................32Un alto en el caminoPoema de Albert Wilmarth...................................32Pacto con el MiedoPoema de Kryshul D’Naihotep .............................33El Exorcismo de los Uath-AthombéRelato de Tyndalos..............................................34Lo NombrableRelato de Iranon de Aira .....................................35Láminas y agujas de un reloj (y 2)Poema de Albert N. Wilmarth ..............................37Haciendo burbujasRelato de Jorge Óscar Rosi..................................38Tesio entre las sombrasRelato de Ebenezer Holt ......................................42Mundo interior (I)Relato de Tyndalos..............................................45Contraportada. Paseo por Red HookIlustración de Ebenezer Holt ...............................57

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PR

AE

FA

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Ebenezer Holt

Si acometer un proyecto como el de sacar a la luz una publica-ción es esforzada labor, no es menor la satisfacción al comprobar que el esfuerzo cala en algún rincón de laafición lovecraftiana. Claro que es pronto para autobombos, pero el camino está trazado y, de momento, loscompañeros de travesía no pueden ser mejores, así que con los Primigenios de nuestro lado... ¿Qué podríapreocuparnos?.

Arranca este segundo número de LA ESTELA -tras agridulces noticias- con los sabrosos análisis sobre unode los aspectos menos favorecedores del Maestro de Providence, diseccionado por los agudos escalpelos deSergio Armisén, Henry Armitage y Hee-Who-Must-Not-Be-Named. A continuación Adolf J. Fort, autor deLas Cuatro Damas, reflexiona sobre los Mitos y sobre su propia iniciación en ellos. También contamos conun artículo de los autores de la peli The Call Of Cthulhu; Sean Branney y Andrew Leman, de la H. P. L.Historical Society así como una ámplia entrevista a cargo de Joseph Curwen, quien asimismo elabora un deta-llado artículo sobre dicha producción.

En la galería gráfica disfrutarás de los trabajos de Dogon, Cyrus Llanfer, Gala Lovecraft, Miquel Rof yTyndalos de Kingsport.

Y por último, en la efervescente sección literaria hallarás poemas y relatos de nuestro recientemente des-aparecido Kryshul D’Naihotep, así como de Tyndalos, Iranon de Aira. Albert N. Wilmarth, Jorge ÓscarRosi y quien modestamente suscribe.

Y esto es todo por el momento. Si acaso parece poco, este número sale a la luz con un nuevo Especial; elsegundo, dedicado esta vez a una de las obras dunsanianas de Lovecraft; La Maldición que cayó sobreSarnath, que cuenta con una adaptación al comic de un servidor y un par de exhaustivos (como no podía sermenos) artículos de la mano de Henry Armitage.

Esperamos que lo disfrutes, que participes y que vuelvas a por más en el próximo número de LA ESTELADE LUVEH-KERAPT.

Hasta entonces; un saludo.

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Adios a KryshulEl día 20 del pasado mes de enero

nos dejaba para siempre el compañeroneologio Kyrshul D’Naihotep tras unaprolongada afección.

Su participación en los diversos tra-bajos colectivos dan fe de su buenhacer y de sus intensas inquietudes.En este número se incluye uno de suspoemas e ilustraciones. El resto puedeencontrarse en la propia MansiónNeologia.

Hasta siempre, compañero.

Un paso más...

La publicación Sci-fi.es ultíma unespecial dedicado al Maestro deProvidence, con artículos elaboradospor los compañeros de la Nueva Logia;Joseph Curwen y Henry Armitage, nosin algunas vicisitudes editoriales. Apesar de ello, confiamos -sabemos- quesu siempre esmerado trabajo brillarácon luz propia en las páginas de lapublicación digital.

Se trata sin duda de un paso más enel reconocimiento y la divulgación pre-cisa y exacta no solo de la obra -ampliamente extendida en todo elorbe-, si no de la propia vida deHoward Phillips Lovecraft, tan -en oca-siones- saturada de leyenda negra.

***

Desde lo Profundo Ya puedes adquirir en la página de la

HPLHS una nueva camiseta con lamagnífica ilustración de nuestro com-

pañero Dogón. Se trata de El Profundo,que adornaba la contraportadadenuestro número anterior.

Confiamos que la estación estivalque se aproxima nos depare la agrada-ble visión de muchas de estas prendas.

***

Esta sección recoge las novedades más relevantes ocuri-das en torno al entorno (perdón) lovecraftiano en general y

al de la Nueva Logia del Tentáculo en particular.

OP

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CU

LU

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por Sergio ArmisénWebmaster de la Página Web Hermana

http://www.hplovecraft.es/

“M i objetivo en cualquier dis-cusión no es que parezca que misopiniones preconcebidas sean cier-tas, sino simplemente descubrir yestablecer la verdad, cualquiera quesea su naturaleza…”-HPL (1)Y la verdad, ciertamente incómoda

para el aficionado, es que Lovecraft eraracista. Puede que no fuese el tipo deracista habitualmente retratado en laspelículas americanas –un idiota babean-te, con una capucha en la cabeza y unbate de béisbol en las manos—sino, másbien un racista de salón: alguien queestaba intrínsecamente convencido delas diferencias entre las razas (un hechoindiscutible científicamente hablando) y

El RRaacciissmmoode LOVECRAFT

El CCllaassiissmmoode LOVECRAFT

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No voy a rebatir los argumentos deSergio Armisén, puesto que sería unmétodo poco constructivo y nada esclare-cedor sobre los mitos, que circulan acer-ca de la figura de H.P. Lovecraft y que serepiten sistemáticamente, a mi parecercomo los espejos deformantes delCallejón del Gato, que le llevó a Valle-Inclán a formular la teoría del esperpen-to; porque, en definitiva, de eso se trata:La sistemática deformación realmenteesperpéntica de mitos creados en torno ala vida y a la obra de Lovecraft.

Sería una obcecación miope no admi-tir los puntos de vista explícitamenteracistas y xenófobos vertidos porLovecraft en sus cartas personales y

porHenry Armitage

Algo sobreLOVECRAFT y

su controvertidoRRaacciissmmoo

porHee-Who-Must-Be-Named

Mucho se ha dicho, escrito y dispu-tado sobre el autor de Providence,Howard Phillips Lovecraft y las diversasactitudes racistas, xenófobas, germanis-tas, pro-nazi y otras que adoptó en variosrelatos y escritos. Actitudes que a vecesmanifiesta abiertamente, otras veceshabría manifestado, según algunos auto-res a modo de "veladas alusiones" comosería el caso por ejemplo de uno de susmejores relatos "La sombra sobreInnsmouth". En esta narración trata deuna aislada y decadente localidad dellitoral de la Nueva Inglaterra, donde lasgentes se cruzan después de varias gene-raciones con repugnantes seres, a mediocamino entre las batracios y los peces,venidos del fondo del océano y haría alu-

EEss uunnoo ddee llooss mmááss ppoolléémmiiccooss aassppeeccttooss ddee nnuueessttrroo aauuttoorr ffaavvoorriittoo eessccuuddrriiññaaddoo aahhoorraa ccoonnssuuccuulleennttaa eerruuddiicciióónn ppoorr ttrreess rriigguurroossooss ccoollaabboorraaddoorreess ccaarrggaaddooss ddee rraazzoonneess.. HHaabbllaammooss ddee......

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de la superioridad de unas sobre otras(un hecho muy discutible, científica ymoralmente hablando).

Es el racismo de Lovecraft es un racis-mo sincero, madurado y ampliamentedocumentado en sus cartas. Algunosbiógrafos “proclives”, ante el tremendodesconcierto que les produce el racismode Lovecraft, tienden a minimizarlo o jus-tificarlo mediante diversos argumentos.Uno de los más frecuentes es el girocopernicano que Lovecraft imprimió asus opiniones políticas en los últimosaños de su vida: frente al conservadorultra-derechista que fue durante sujuventud, se nos presenta al proto-socia-lista –acérrimo defensor de Roosevelt yde su “New Deal” –que fue en los últimosaños de su vida. Sin embargo tal giro,lamentablemente, no se produce en susopiniones raciales. En fecha tan tardíacomo 1934, escribirá:

“(…) En los Estados Unidos, porejemplo, el estúpido y criminal senti-mentalismo arraigado en contra deuna racional discriminación racial esde enormes dimensiones. Más aún—no existe la idea de la superioridadracial. (…)Acerca de la completa infe-rioridad biológica del negro no puedeexistir duda alguna—posee diferen-cias anatómicas que les diferencianconsistentemente de otras razas ysiempre en la dirección de los prima-tes inferiores (…).”(2)El racismo de Lovecraft viene además

mantenidos invariablemente a lo largo detoda su vida como una “pose”, algo simi-lar a lo que ocurrió con su invariableadmiración por el Siglo XVIII: su devo-ción incondicional por la Diosa Razón osu ateismo politeísta de una Mitología delo Irracional, la afectación de su lengua-je dieciochesco o su denostado estilo car-gado de adjetivos y arcaísmos y su leal-tad monárquica de raigambre británica.Es una “pose” que disfrazaba sus autén-ticos puntos de vista con ropajes de con-servadurismo y actitudes retrógradas.

Si entendemos el racismo como laexpresión de un orgullo racial al grupoétnico al que pertenece, a un desprecio ymenosprecio por las demás razas y unalucha contra el mestizaje en busca de lapureza racial. En este caso creo que nodeberíamos considerar a Lovecraft un

sión - según ciertos comentaristas - a larepugnancia que provocaba en H.P.Lovecraft la llegada de oleadas enterasde inmigrantes de diversas razas, lenguay confesiones a los Estados Unidos deAmérica.

¿Era Howard Phillips Lovecraft Racista? Sus biógrafos como S.T. Toshi o inclu-

so Michel Houellebecq afirman que sí. Noobstante muchos de aquellos que loconocieron personalmente afirman alcontrario, que se trataba de una merapose, opinión a la cual adhiere el queescribe. ¿Qué es lo que me hace pensaren ello? Para empezar no faltan los tes-timonios que muestran que Lovecraft fuesiempre sumamente correcto con todaslas gentes, cualquiera que fuese su con-dición social o "racial".

En segundo lugar, entre aquellos que

Poblaciòn de origen ruso en Nueva York, años veinte.

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acompañado de su prima hermana, laxenofobia. Porque lo que más horrorizaal verdadero racista, no son las “razasinferiores” en sí, sino la vaga amenaza deque estas razas “contaminen” a las razaso naciones supuestamente superiores,bien sea mediante el mestizaje o median-te la invasión –que no tiene porque sernecesariamente violenta, como es el casode la inmigración. El horror queLovecraft siente por el mestizaje—elcomercio carnal entre razas diferentes ysupuestamente incompatibles—se vesublimado en varios de sus relatos, sien-do dos ejemplos clarísimos “ArthurJermyn” y “La Sombra sobreInnsmouth”, donde el intercambio entrediferentes especies—los humanos y lossimios en “Jermyn” y los humanos y losprofundos en “Innsmouth”—es fuentesuprema de horror y locura.

En cuanto a la xenofobia, esta alcanzasu punto álgido en la etapa neoyorquina.Nueva York, que en primera instancia esuna maravilla “de enormes picos que selevantan contra las cielos”, se convierteen una ciudad hostil, pululada por“extranjeros de rostros mongoloides”,cuya “cháchara incomprensible se elevapor encima de la suciedad”. En este casoes posible que la sensación de fracaso deLovecraft influyese: mientras enProvidence era un Phillips -una especiede hidalgo, miembro de la nobleza ciuda-dana- en Nueva York no es más que unescritorzuelo muerto de hambre. Este

racista. Pienso que deberíamos hablarmás bien de clasismo y no de racismo.

Lovecraft – seguramente que porinflujo de sus padres de origen británicoy por las ideas clasistas inculcadas porsu madre – se sentía profundamente bri-tánico. Segura-mente siguiendo la “pose”de la que he hablado antes, Lovecraft

más insisten que el racismo de Lovecraftera simplemente una pose hallamos aFrank Belknap Long con quien mantuvouna amistad muy íntima, que no se limitóal simple ámbito epistolar si no que estu-vieron en contacto directo muy a menudo.

Sin duda alguna Lovecraft siempre fueun anticonformista que gustó chocar ymostrarse políticamente incorrecto porel simple placer de contrariar alEstablishment de su época.

Es interesante añadir a esto el testi-monio de Sonia Greene, quien fue suesposa durante dos años:

¿Porque no habríamos de hablar fran-camente de su actitud hacia los judíos,los negros y los extranjeros en general?... [Howard] detestaba la novedad a todoaquello que no le resultaba familiar; quese tratase de una vestimenta, de una ciu-dad o de un rostro. Era no obstantecapaz de adaptarse a la novedad; prime-ro se acercaba con precaución para final-mente adoptarla.

Con ello, Sonia Greene nos da clara-mente a entender que más que un racis-mo o xenofobia verdadero se trataba másbien de un cierto miedo a lo desconocido,a aquello a lo cual no estaba acostum-brado, pero que con paciencia y a fuerzade frecuentar y aprender a conocer loque desconocía terminaba aceptándolo,que se tratase de una nueva tendencia ode una persona de cualquier raza y cul-tura. ¡Y la prueba de ello es que su pro-

Aglomeración. Nueva York, años veinte.

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fracaso se transforma en hostilidad, hos-tilidad que en muchos casos es dirigida alos extranjeros que atestan la ciudad:

“Su población es una amalgamamiserable y enigmática: sirios, espa-ñoles, italianos y negros entremez-clados entre sí (…) En aquel laberin-to de putrescencia material y espiri-tual, podía oírse blasfemar en uncentenar de dialectos que azotabanlos cielos (…)” (3)La xenofobia de Lovecraft—que alcan-

zaba a objetivos tan sofisticados como losFranco-Quebequeses—se verá notable-mente modificada por el mejor antídotoque existe para este mal: viajar mucho,conocer a esas denostadas culturas ensu hábitat—si se me permite la expre-sión—natural. Lovecraft demostró en losúltimos años de su vida ser un viajeroincansable, únicamente obstaculizadopor su creciente pobreza. De hecho, unavisita a Québec, ciudad por la que sintióun flechazo instantáneo, hizo que suvisión acerca de los Franco-Quebequesescambiase considerablemente. Sin embar-go esta xenofobia no le abandonarájamás por completo.

Frecuentemente alude la “defensa”Lovecraftiana a uno de los hechos másparadójicos de su biografía: y es el hecho,incontestable, de que Lovecraft, a pesarde su racismo proselitista y su “repulsióninstantánea” por los judíos, contrajomatrimonio con una judía, Sonia HaftDavis, y entabló fuertes lazos de amistad

pia mujer era extranjera y judía! E inclu-so al momento de su separación, queda-ron en excelentes términos.

Mi opinión es que no era racista ocomo dije más arriba, no en el sentidoamplio de la palabra. Ante todo,Lovecraft había desarrollado un senti-miento de identidad británica y ante todoanglo-sajón (y por ende germánico) muyarraigado. Es innegable que, de todas lasinfluencias que forjaron la identidad bri-tánica, la anglo-sajona fue su predilecta,la que más peso tuvo en sus actitudes.Esta predilección la expresa claramenteen una de sus epístolas cuando hablacon cierto orgullo, pero sobre todo conironía de sus ancestros anglo-sajonesbebiendo en el cráneo de un celta reciéndecapitado (1).

Sin duda alguna creía a la superiori-dad del anglo-sajón frente a todos losotros grupos etno-culturales ¿Podemosllamar racismo a eso? A mi parecer, no;mientras no implique un sentimientosincero de repugnancia y desprecio hacialas demás culturas.

¿Qué decir de su presunta pose xenó-foba? Yo diría que ante todo lo que preo-cupaba a Lovecraft era la conservaciónde la identidad cultural germánica(anglo-sajona) de su patria.

¿Realmente le molestaba tanto la lle-gada de extranjeros a su país? Tal vez noera tanto la llegada de inmigrantes en silo que le molestaba. Lo que posiblemente

despreciaba en lo que se había converti-do su país, su Nueva Inglaterra natal;puesto que él se sentía identificado conlo que él consideraba su clase social:blanca, noble y británica. Es cierto quedespreciaba a todos aquellos que no per-tenecían a su clase y en su propio des-precio (sentido o no – o simplemente la“pose lovecraftiana”) también podemosencontrar a todos esos “blancos degene-rados, que vivían en la Norte Américamás profunda, “esa chusma blanca quese mezclaban entre ellos” y que se cruza-ban con “animales infames”: bactracios ycefalópodos, animales blandos, húme-dos, gomosos... que suelen repugnar a lapropia sensibilidad gastronómica de bri-tánicos y sus herederos en los Estadosde Nueva Inglaterra.

S.T. Joshi – de origen hindú y granestudioso de la vida y la obra de H.P.Lovecraft y uno de sus más fervientesadmiradores y defensores – declara queresulta completamente indefendible laspalabras de Lovecraft con respecto a supaís originario:

Como hindú, estoy perennemente doli-do con el comentario que Lovecraft hizoen los años 30: “Cuanto más pienso en laIndia, más me provoca vomitar”

Es evidentemente una cita visceral-mente racista, pero hay que tener encuanta que Lovecraft una vez más adop-ta su “pose clasista”, de quien defiendesu estirpre británica defensora de unaclase social monárquica e imperial de

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con otro judío, el poeta Samuel Loveman.En este caso hay que resaltar que elracista prototípico puede establecer vín-culos afectivos con miembros –selectos,eso sí—de otras razas; porque el racistano odia en concreto—a este negro, a estejudío—sino en abstracto—a los negros, alos judíos… Sin ánimo de comparar, esconveniente recordar uno de los ejemplosmás sintomáticos de este fenómeno: AdolfHitler, uno de los racistas más extremosy repugnantes de todos los tiempos, sepreocupó de que el anciano médico judíoque cuidó de su madre en los últimosaños de su vida, pasase la guerra enAlemania sin sufrir acoso alguno.

Además, estos judíos selectos, setransforman en la psique de Lovecraft en“seres humanos”, bárbaros asimiladosperfectamente aceptables. Sonia, conquien Lovecraft compartió más de unavez sus puntos de vista raciales, comen-taría en una memoria:

“Aunque una vez dijo que amabaNueva York y que desde entoncessería su “estado adoptivo”, pronto medi cuenta de que odiaba a la ciudad ya sus “hordas mestizas.” Cuando pro-testé aduciendo que yo era una deesas “mestizas”, me diría que “ya noera uno de ellos, tu eres la Señora deH. P. Lovecraft del 598 de Angell Streetde Providence, Rhode Island.” (4)De Samuel Loveman, dirá “…la única

discrepancia que tengo con él es que es deraza Semita, un Judío.” Hecho que pro-

le preocuparía es que por su número y laimportancia de sus lenguas llegasenalgún día a modificar radicalmente laidentidad cultural de su patria.

Sin duda alguna muchos de vosotros

estarán clamando ya a grandes vocesque eso es lo máximo de la intolerancia,el racismo y la xenofobia pero, seamossinceros: Nosotros mismos, por másabiertos de mente que somos hoy en día,incluso si miramos con buenos ojos lallegada a nuestros países de gentes detodos los horizontes: ¿Nos gustaría por lotanto que alguna de aquellas comunida-des terminase imponiendo algún día suscostumbres y modus vivendi a expensasde las nuestras? Estoy seguro que hastaaquel que dijese ser el más abierto demente respondería por la negativa.

privilegio frente al torbellino político cre-ado por Ghandi, artífice de la indepen-dencia de la India del Imperio Británico.

***

La vibrante y coloridamezcla de pueblos yculturas de la época

alimentó posiblementeel rancio pensamiento

de Howard sobreel tema.

¿Racismo auténticoo pose snob?

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dujo gran dolor en Loveman cuando leyóel comentario, años después de la muer-te de HPL, y culminaría con un feroz artí-culo escrito por Loveman, donde le tachade, entre otras cosas, de “hipócrita.”Quizás Loveman fuese demasiado durocon Lovecraft, ya que resulta evidentepor su correspondencia, que Lovecraft leadmiraba y respetaba, y que, en estecaso, sus opiniones racistas quedaronrelegadas a un segundo plano.

Finalmente, se impone una preguntaque muchos amigos me hacen de vez encuando. “¿Cómo es posible entonces queadmires a alguien así?” En sí la respuestaes sencilla: porque Lovecraft no escribíatratados raciales, sino maravillosas fanta-sías, únicas en su estilo e intención.Existen numerosos ejemplos de artistascuyas posiciones vitales no eran precisa-mente ejemplares—Lord Byron, podríaser un ejemplo—y que sin embargo pasa-rán a la historia. Otro punto de vista es elestrictamente biográfico: flaco favor harí-amos a su figura si sustituyésemos la“leyenda negra” que siempre ha rodeado asu figura -aquella que dice que era unexcéntrico recluso, un misántropo- poruna especie de “leyenda blanca”, dondetodo fuese de color de rosa. Lovecraft eraun ser humano extraordinario, pero serhumano al fin y al cabo, con sus grande-zas y sus miserias, y así como sus logrosfueron especialmente brillantes sus fraca-sos resultaron igualmente estrepitosos.

Madrid, 13 de Febrero de 2007.

1.- Carta a Robert E. Howard 27-28 de Julio de 1934 (Selected letters V –Arkham House)2.- Carta a Natalie H. Wooley - 19 deNoviembre de 1934 (Selected letters V -Arkham House)

3.- “El Horror de Red Hook”.Traducción de J. M. Nebreda (NarrativaCompleta Vol I- Valdemar)

4.- “The Private Life of H. P. Lovecraft”.Sonia H. Davis (Necronomicon Press)

(1) Los anglo-sajones que le dieron aInglaterra su lengua germánica (englisc)fueron invasores en proveniencia del nortede Alemania, el sur de Suecia y de Frisia(actuales Países Bajos) que llegaron a laisla de Gran Bretaña en los siglos V y VI,rechazando hacia el oeste y hacia Armórica(Bretaña francesa) las poblaciones celtas -los cuales a su vez habían expulsado siglosatrás hacia el oeste y en varios casos absor-bido otras poblaciones de origen paleolítico,neolítico y de la edad de bronce que loshabían precedido en el suelo británico.

***

Elaborado muestrario de diversas “razas de la especie humana” a manos dealgún anónimo autor medieval, que a falta de datos más precisos...

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LA LOVECRAFTIZACIONDE ADOLF J. FORTpor Adolf J. Fort

Un relato de amor y descubrimiento

La experiencia es algo que, llegado aun cierto punto de la vida, te abre degolpe las puertas a un mundo de recuer-dos y acciones pasadas que ves con unaperspectiva que jamás hubieras imagi-nado. De repente, te das cuenta de quepuedes discernir entre lo que hicistebien en el pasado y lo que te niegas obs-tinadamente a reconocer que hicistemal. No siempre es bueno para el ego lacaída del velo de la arrogancia juvenil.Pero aprendes de tus errores, y acumu-las aún más experiencia. Y eso sí essiempre bueno, sobre todo porque laexperiencia no es transferible.

Una de la cosas que hice bien fue leer:desde que era un crío leo todo lo quepasa por mis manos, incluso lo que noestá en ellas – admito con cierta reluc-

tancia que soy el tipo pesado que está devez en cuando mirando por encima de tuhombro en el autobús. Pero es que nopuedo evitarlo. Mi mirada se desvía demanera inconsciente hacia lo escrito,porque sé que en cualquier páginapuede aparecer algo que sea digno deaprender o disfrutar.

Cuando los fines de semana estabalibre de la bochornosa carga que supone– a los trece o catorce años – el salir contus padres, solía ir a un mercado queabre los domingos en Barcelona, unmercado que antaño tenía la mayorcolección de libros, discos y cómics usa-dos que un joven como yo pudiera soñar.

Un día, la suerte decidió por mí yadquirí dos pequeños libritos, ni siquie-ra novelas, tan sólo una colección derelatos cortos que llevaban por título“Relatos de Terror y Espanto”, publica-dos por Ediciones Dronte. El número 1de la colección contiene dos historias:“El Abismo en el tiempo”, de H.P.

Lovecraft y “Unos pasos detrás de él”, deJohn Wyndham.

Acostumbrado a la literatura juvenil,las primeras palabras de aquella inquie-tante historia fueron un mazazo para mimente:

“Después de veintidós años depesadilla y terror, en los que mesalvó tan sólo la convicción deses-perada de que ciertas impresionesprocedían de una fuente mítica,todavía no me siento dispuesto agarantizar la verdad acerca de locreo que encontré en AustraliaOccidental la noche del 17 al 18de julio de 1935”.

Días después, aún agradecía el calordel sol al salir a la calle. Mi perspectivade la literatura había cambiado parasiempre, y aquel apasionante relato fueel detonante para iniciar la búsqueda deotras obras que tuviesen la fuerza deaquella. Y las encontré, bajo la forma de

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pequeño formato en la editorial Alianza,que tenía un más que impresionantecatálogo de ciencia-ficción y terror.

Víctima de mi propia avidez, mesumergí en las obras de Asimov, Clarke,Poe, Lord Dunsany, Lem, Howard, ydecidí, con mis recién estrenados 16años, que la literatura iba a compartirmi vida con mi otra pasión, la música.

Y a pesar de que fui avanzando en lalectura, madurando y leyendo cada vezobras más complejas y fantásticas,siempre quedó en mi mente la extrañapero placentera sensación de ‘miedo’ quetuve cuando leí el pequeño relato delmaestro de Providence.

Más tarde, se presentó otra oportuni-dad única: el universo de HPL se habíaconseguido convertir en un espléndidojuego de rol que adopté de inmediato.Como no podía ser de otra forma, meconvertí en Keeper, el Guardián de losArcanos, la figura que arbitraba las par-tidas y movía los hilos de las tramasargumentales. Poco a poco, empecé aretocar algún detalle de los escenariosque iban apareciendo con regularidad enlas revistas del género, hasta que final-mente, decidí escribir uno por mi cuen-ta, basándome en todo lo que había leídoy en mis propias ideas. El resultado fueun pastiche letal llamado “La efigieazul”, y digo letal porque ninguno de mispobres jugadores sobrevivió a la aniqui-lación. Había tomado demasiado literal-mente la obra de HPL y había dejado de

lado la jugabilidad.Pero aquello me sirvió, además de

para recibir unas broncas épicas porparte de mis ultrajados amigos, paraafianzar la idea que llevaba acariciandodesde mucho tiempo atrás: escribir uncuento completo, con la técnica y el esti-lo de Lovecraft.

Esta vez, me dije, lo haría bien.Primero, la idea. Después, un guión basepara jugarlo en la mesa. Y en función dela reacción de los jugadores, ya vería siaquello era capaz de progresar o no.

Jamás he visto involucrarse así a misamigos. Se metieron en la historia en unsantiamén y antes de darme cuenta meestaban aportando un ‘feedback’ muysuperior al que había esperado. Al final,el escenario se tuvo que jugar en dosdías, ya que las cosas se alargaban condetalles que yo ni siquiera había previs-to pero que aceptaba o sugería en vivo yen directo.

Cuando finalizó la espectacular parti-da, tenía encima de la mesa una pila depapeles con notas, bocetos, impresionesy segmentos argumentales suficientespara trabajar la idea del libro con serie-dad.

Pero sólo fue hasta que me enteré dela búsqueda que estaba haciendo la edi-torial Timun Mas/Planeta de autoresespañoles inéditos que tuvieran materialde terror o fantasía cuando decidí-espoleado por mi dinámica esposa, quesiempre ha confiado en mí- compaginartodo aquello y darle forma. Cantabriatiene el honor de ser el lugar que vionacer “Las Cuatro Damas”. Aparte deGalicia, ¿qué mejor escenario que los idí-licos valles cántabros para desarrollaruna historia de terrores arcanos, criatu-ras imposibles y bosques oscuros queatesoran blasfemas reliquias de tiempospretéritos?

Febrero de 2007

Adolf J. Fort es autor de la novela deambientación lovecraftiana editadarecientemente; Las Cuatro Damas.

***

...¿qué mejorescenario que los

idílicos vallescántabros paradesarrollar una

historia de terro-res arcanos,...

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Hemos sido los tipos deCthulhu durante mucho tiempo,ya que nosotros empezamos ajugar La Llamada de Cthulhu enlos años 80, el UniversoLovecraftiano ha sido algo quehemos compartido con nuestrosamigos. Cuando hemos crecidoy la H.P. Lovecraft HistoricalSociety se ha hecho más gran-de hemos llegado a entenderqué suponen los Mitos deCthulhu como fenómeno inter-nacional.

Cuando planeábamos elDVD de nuestra película “La

Llamada de Cthulhu”,quisimos compartirlocon una audiencia lomás amplia posible quepudimos. Teníamosamigos que nos ayuda-rían con las traduccio-nes en los idiomas occi-dentales más comunes.Empezamos a recibirofertas de los idiomasmenos habituales y pen-samos que sería divertidover cuantos idiomaspodríamos conseguir paranuestro DVD. Al final tra-dujimos la película a vein-titrés idiomas además delinglés y con mucho pesardeclinamos las ofertas delruso, el hebreo, griego,japonés, árabe, coreano y

Por Sean Branneyy Andrew LemanH.P. Lovecraft Historical Society

ES EL MUNDO DE HOWARD

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mandarín ya que no estábamos preparados para producir loscréditos en idiomas que no tienen alfabetos romanos. Pero enel fondo nos sorprendíamos que hubiera tantos fans deLovecraft en tantas partes del mundo.

Una vez que realizamos la película empezamos a escucharde todas partes del mundo gente que estaba entusiasmada porpoder ver una nueva (¿vieja?) película y disfrutarla en su pro-pio idioma nativo. En algunos sitios, como en Escandi-navia,encontramos un público que prefería ver la película eninglés, pero en muchos otros la película encontró unaaudiencia multilingüística de aficionados aLovecraft.

Es un fenómeno curioso ya que la atmósfe-ra de Lovecraft y su estilo al escribir estántan anclados en su amada NuevaInglaterra. Su escritura es densa y (comomuchos traductores nos han dicho) noes fácilmente traducible a otros idio-mas. Pero lo que hace poderosos a los

Mitos de Cthulhu y que captura nuestra imaginación colecti-va es la “escala cósmica” de su trabajos. Es una mitologíamucho más vasta que cualquier cultura, región, especie oincluso que la tierra misma.

Quizás es la camaradería que procede de nuestro sentido dela desesperación compartida en la futilidad de la humanidadque une a todos los fans de Lovecraft. Hemos visto reuniones de

los aficionados desde Estocolmo hastaBuenos Aires, y a pesar de su proceden-

cia generalmente todos ellos sonuna multitud de personas inteli-

gentes, creativas, pensativas yamistosas. Estamos encan-

tados en continuar llegan-do a nuevos amigos y

extendernos por eloscuro Universo.

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NLdT: Quisiera comenzar esta entrevista preguntando cómo y cuándocomenzó vuestro interés por el escritor americano H. P. Lovecraft.

Sean: En mi caso fue en el Instituto, cuando el más extravagante de mis com-pañeros me dio un libro y me dijo: "Aquí puedes leer la historia más rara escritapor un autor más raro todavía." La leí y comprobé que tenía razón: Era de lo másextraña, así que fui a comprarme una antología de sus relatos y empecé a leer máshistorias de HPL.

Andrew: Fue Sean Branney quien me introdujo en las obras de HPL, cuando meinvitó a unirme a él y a otros amigos para jugar al juego de rol de Chaosium, "LaLlamada de Cthulhu". Yo ni siquiera había oído hablar de Lovecraft antes de eso,pero como el juego me resultó tan divertido empecé a leer sus historias para mejorarmis habilidades con este juego de rol.

porJoseph Curwende la Nueva Logiadel Tentáculo (NLdT)

Andrew Leman&Sean Branney

Entrevista a

DOS MÁXIMOS REPRESENTANTES DEL MÁS ACTUAL, AUDAZ Y CINEMATOGRÁFICO ESPÍRITU LOVECRAFTIANO.

Sean Branney (1966; Englewood -Colorado- USA) y Andrew Leman (1966; Denver -Colorado-, USA) además de ser dos per-sonas completamente inmersas en el mundo de la Cultura en el sentido más amplio del concepto, son dos grandes realizadoresy dos máximos estudiosos de la figura y la obra de H.P. Lovecraft y absolutos artífices del cine lovecraftiano más vanguardista.

Reconocidos en los más prestigiosos Festivales Cinematográficos del mundo dedicados a H.P. Lovecraft gracias a su excelenteproducción [The Call of Cthulhu, 2005] charlan en exclusiva con La Nueva Logia del Tentáculo para compartir con nosotros ynuestros lectores algunos pensamientos y comentarios sobre sus experiencias personales en el amplio mundo de las influen-

cias del escritor americano más renovador, H.P. Lovecraft, particularmente en el mundo del séptimo arte.

Sean Branney Andrew Leman

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NLdT: ¿Cómo se os ocurrió fundar laH.P. Lovecraft Historical Society(HLPHS)? ¿Qué creéis que aporta alMundo Lovecraftiano?

Sean: Nosotros pasábamos mucho tiem-po jugando a nuestra versión de rol "envivo", Cthulhu Lives y nos dimos cuenta deque había muchos interesados en lo queestábamos haciendo. La HPLHS aportó ala Comunidad Lovecraftiana el juego deCthulhu Lives, el musical A Shoggoth on theRoof (versión lovecraftiana del famosomusical El violinista en el tejado) , muchosdivertidos villancicos navideños para elLovecraftian Solstice, el filme The Call ofCthulhu y un montón de productos lovecraf-tianos extraños y divertidos. Esperamos,por lo tanto, haber aportado también unpoco de diversión.

Andrew: Cuando estábamos en la uni-versidad nosotros desarrollamos nuestropropio estilo interpretando el juego de rol "envivo" basado en las obras de Lovecraft. Elgrupo de los jugadores formábamos unaespecie de organización, creada espontáne-amente a partir de esta actividad. Al llamar-la H.P. Lovecraft Historical Society consegui-mos que tanto las autoridades de la propiauniversidad como la policía local no se alar-masen y nos considerasen un grupo violen-to, y así nos permitiesen jugar en el campusuniversitario. También nos permitieronampliar nuestro campo de acción más alládel mero juego de rol y empezamos a publi-car un boletín mensual para encontrar nue-vos miembros de todo el mundo.NLdT: ¿Cuál ha sido vuestra contribu-

ción al mundo lovecraftiano?Andrew: Durante más de dos años

hemos publicado un boletín mensual quecontenía artículos de interés para nuestroslectores de todo el mundo. Hemos creadomás de 60 juegos originales de rol en vivobasados o inspirados en la obra deLovecraft. Ahora mantenemos una páginaweb absolutamente enorme en la que apare-ce una documentación recogida durante másde 20 años en esta actividad lovecraftiana yque progresivamente hemos ido acumulandoun vasto contenido de todas clases. Hemosproducido musicales, películas y teatroradiofónico, así como adaptaciones de las

historias de Lovecraft consiguiendo que labibliografía del autor haya llegado a unpúblico más amplio.NLdT: Vuestra sociedad es absoluta-mente de amplio espectro; cine, teatro,radio, rol, merchandising… ¿Cómopodéis con tantas cosas a la vez?

Sean: Nunca dormimos.Andrew: Trabajando, trabajando y tra-

bajando.NLdT: Entre todas estas cosas,¿podríais elegir algo en lo que estuvie-rais especialmente interesados?

Sean: Nos gusta contar historias, bien

sea a través de un juego de rol "en vivo",una obra de teatro, una película, una nove-la radiofónica o incluso una canción, parami lo importante es contar historias, noimporta el medio que se emplee.

Andrew: Me parece difícil elegir sola-mente una. Pienso que todas en general meinteresan. NLdT: ¿Qué es lo más importante devuestras propias vidas?

Sean: Mi mujer y mi hijo; por supuestotambién los amigos.

Andrew: Las relaciones con la familia,los amigos y los colaboradores.

NLdT: ¿Realmente creéis que la genteestá tan interesada como parece porasuntos relacionados, más o menosdirectamente, con el escritor americano?

Sean: Parece bastante evidente que esasí. Lovecraft es más popular ahora quenunca. Su fama y su popularidad parecenir en aumento. Mucha gente ahora conoce aCthulhu a través de la cultura de masas:los juegos de rol, el cine o el cómic, sin nisiquiera haber oído o leído ni una sola obrade H.P. Lovecraft.

Andrew: A juzgar por la reacción que reci-bimos de todos nuestros proyectos y todos

“A mí me encantaría decirle (a Lovecraft) lofamoso que se ha hecho y la cantidad de gente

que disfruta con sus historias hoy en día...”

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nuestros productos parece obvio que la gentesí que está muy interesada. La fama y noto-riedad de Lovecraft continúa creciendo ycada vez más gente le conoce y le apreciatanto al mismo autor como a su obra.NLdT: ¿Por qué creéis que Lovecraft,un escritor de principios del siglo XX yconsiderado como un hombre conser-vador y hasta cierto punto una figurapoco reconocida en la literatura ennuestros días se le ha valorado comouno de los más grandes en las vanguar-dias artísticas?

Sean: A pesar de que su estilo literarioes muy complicado, pienso que Lovecraftescribe cosas que son posibles para lamayoría de la gente: hay un universo oscu-ro, frío, en el cual la humanidad está prác-ticamente recién llegada, además es ununiverso completamente irrelevante entrefuerzas mucho más grandes y más peligro-sas de lo que pudiéramos comprender. Lahumanidad es algo humilde, casi ínfimo enel Universo Lovecraftiano.

Andrew: Quizá el mundo en general,aunque muy lentamente, está llegando acaptar una nueva imagen del mundo, en unsentido cósmico y pesimista, al estilo de laque tenía el propio Lovecraft.NLdT: Sean, fuiste el guionista de laexcelente producción lovecraftiana[The Call of Cthulhu], ¿no es así?

Sean: Sí.NLdT: ¿Te resultó complejo el poderresumir en 45 minutos el llamadoUniverso Lovecraftiano?

Sean: Intenté resumir el mundo deLovecraft. Mi meta fue contar la historia queLovecraft escribió de manera que el resulta-do fuese visual y dramáticamente intere-sante y apasionante.NLdT: ¿Qué destacarías de ese guión?

Sean: Para mí la parte más terrorífica de lahistoria es cómo fracasamos al reunir en elmismo plano todo lo que nos rodea. Si yopudiera hacer hincapié en algún aspecto, seríael propio proceso de reunir todas las piezas dela historia en torno al personaje principal NLdT: Andrew, ¿cómo fue la experien-cia como director del filme al usar unformato cinematográfico - cine mudo yen blanco y negro - que el mismo escri-tor norteamericano pudo ver en suépoca?

Andrew: Resumir y traducir la historiade Lovecraft en imágenes fue un reto enor-me, pero absolutamente gratificante. Elrodar la película "muda" y en formato deblanco y negro nos limitó de muchas mane-ras, pero también nos abrió todo un abani-co de excelentes posibilidades creativas

que de otra manera nunca lo hubiéramospodido ni siquiera considerar.Principalmente nos hizo poner el acento encontar esta magnífica historia con las imá-genes del filme. NLdT: ¿Consideras que describe de unamanera convincente para el espectadorla filosofía del Maestro de Providence?

Sean: En mi opinión la historia de [TheCall of Cthulhu] es un ejemplo excelente dela filosofía de Lovecraft. Si el guión resultoconvincente o no, bueno, eso depende delespectador.

NLdT: ¿Consideráis que el cine haadaptado convenientemente la obra deH.P. Lovecraft? En vuestra opinion,¿cuáles son las mejores adaptaciones,dejando a un lado vuestras propias pelí-culas, por supuesto? ¿Qué películashan sido capaz de recrear la atmósferalovecraftiana, el llamado Universo HPL?¿Pensais que vuestro cine se puedeconsiderar como un producto comer-cial? ¿O es, más bien, vuestra inten-ción realizar filmes en los que tantovosotros como los aficionados al escri-tor de Providence están interesados?

Sean: No puedo hablar en nombre deAndrew, pero creo que la mayoría de losque hacemos películas estaríamos deacuerdo en que Lovecraft aporta una granfuente de recursos, aunque un tanto arries-gados. Muchas películas o son tan fieles aloriginal que resultan aburridas o abando-nan la fuente original para crear una histo-ria en la que solamente tiene de lovecraftia-na el título. Nosotros hicimos [The Call of

“...ahora tenemos enmarcha el proyecto

de adaptar al cine elrelato de Lovecraft"The Whisperer in

Darkness"...”

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Cthulhu] para nosotros mismos, no tenía-mos ni la menor idea de que la gente esta-ría interesada en ella y sí, supongo que seha convertido en un producto comercial.Nosotros intentamos y esperamos queestos relatos adaptados al cine puedan serdisfrutados por el público. NLdT: Haciendo un breve ejercicio deretrospección imaginativa, ¿qué opi-nión creéis que despertaría [The Call ofCthulhu] en el propio Lovecraft?

Andrew: Solamente puedo esperar ydesear que el propio Lovecraft hubiese que-dado satisfecho con este trabajo cinemato-gráfico de su relato.NLdT: Lleváis ente manos una nuevaproducción lovecraftiana, en esta oca-sión la adaptación cinematográfica de"The Whisperer in the Darkness". ¿Escierto?

Sean: Efectivamente ahora tenemos enmarcha el proyecto de adaptar al cine elrelato de Lovecraft "The Whisperer inDarkness" ["El que susurra en la oscuri-dad"]. "Whisperer" todavía no ha sido adap-tado al cine y es una historia excelente. NLdT: ¿Por qué habéis elegido esterelato?

Sean: Empleamos la historia deLovecraft como base del filme, pero hemosquerido continuar con lo que podría suceder

después de que acabe la historia de HPL. Andrew: Hemos escogido este relato por-

que nos interesa mucho y porque no se hahecho antes una versión cinematográfica deeste texto. De alguna manera, aunque estaproducción tendrá unas miras mucho másmodestas que [The Call of Cthulhu], esta ver-sión supondrá un gran reto para nosotros.NLdT: ¿También dirigida por Andrew ycon guión de Sean?

Sean: Andrew y yo escribiremos juntosel guión, pero en esta ocasión yo dirigiré lapelícula.

Andrew: Esta vez Sean la dirigirá y tantoél como yo escribiremos juntos el guión.NLdT: .¿Contáis con el mismo equipotécnico y artístico?

Sean: Varios componentes del equipo de[The Call of Cthulhu] han mostrado gran

interés por trabajar también en"Whisperer".

Andrew: Ciertamente esperamos contarcon el mismo equipo que ya trabajó contanto entusiasmo en la película [The Call ofCthulhu], pues son gente de mucho talentoy enorme capacidad; no obstante incorpora-remos gente nueva en el equipo. NLdT: ¿Para cuándo y dónde el espera-do estreno? .¿Podríais ofrecernos a

modo de exclusiva alguna primiciasobre el filme para La Nueva Logia delTentáculo?

Sean: Todavía no sabemos cuándo ten-drá lugar la premiere, pero espero que empe-cemos a rodar este verano. Nuestro Directorde Fotografía, David Robertson, ha mostradointerés en rodar como una cámara HD DV.Los exteriores de una parte del filme se roda-rán en Vermont, en la región (y la casa realy auténtica) donde Lovecraft se alojó, cuan-do le surgió la idea para escribir su relato.

Andrew: Todavía quedan por ultimarmuchos pequeños pero básicos detalles,pero nos atreveríamos a decir que The H.P.Lovecraft Film Festival de Portland (Oregón)sería una excelente elección para el estrenode nuestra nueva producción.NLdT: ¿Seguirá la misma línea técnicaque la excelente [The Call of Cthulhu]?

Andrew: La película también será enblanco y negro, se rodará en Mythoscopepero tendrá sonido, en esta ocasión no será"muda". Tenemos la intención que estenuevo trabajo lovecraftiano ofrezca alespectador la sensación de las películasclásicas de monstruos que se rodaron enlos años 30 (Drácula, Frankenstein, laMomia, etc.).NLdT: ¿Estás satisfecho con la repercu-sión que el filme ha conseguido entre

“... estamos convencidos que sería estupendo poder conocera la gente quehay detrás de La Nueva Logia ...”

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el difícil mundillo del Séptimo Arte?Andrew: Nos hemos sentido absoluta-

mente halagados y deleitados, inclusohemos de decir que algo atónitos por la cáli-da acogida de la película en todo el mundo.Sin lugar a dudas ha cumplido nuestraspropias esperanzas y expectativas másoptimistas.

NLdT: ¿Con qué actores del panoramacinematográfico actual os hubiese gus-tado contar para interpretar los prota-gonistas de vuestra nueva producción?¿Interpretáis algún papel en el nuevofilme al igual que ya hicisteis en [TheCall of Cthulhu]? ¿Vincent Price,Jeffrey Combs o Ezra Godden?

Sean: En realidad no somos más que unpar de "tipos" que trabajamos en un viejoalmacén, así que no podemos permitirnospagar los salarios de las celebridades, peroconocemos a excelentes actores aquí en LosÁngeles y estoy seguro de que podremosformar un reparto estupendo. QuizásAndrew y yo aparezcamos en pequeñospapeles; tendremos que esperar un poco aver qué pasa.

Andrew: Es demasiado pronto para tenerlas ideas claras con respecto al reparto, peroconfidencialmente puedo adelantar que

Vincent Price no aparecerá en la película.NLdT: ¿Qué opinión os merece esetono erótico que tienen algunas adap-taciones al cine de obras de Lovecraft?

Sean: A mí no me ofende en absoluto, noes algo que hiera mi sensibilidad pero piensoque no es un tema que esté presente en la

obra de Lovecraft. Si hace que la historiamejore, entonces está bien, pero si solamentesirve para enseñar al público un "buen par detetas", entonces no me parece algo adecuado.

Andrew: En lo que a nosotros respectapensamos que ese aire erótico que insisten-temente aparece en la gran mayoría de laspelículas lovecraftianas está totalmentefuera de lugar. NLdT: Si pudieseis viajar en el tiempoa modo de H.G. Wells y su "máquinadel tiempo" para conocer personalmen-te a H.P. Lovecraft y éste os concedie-ra una entrevista, ¿Qué cuestión de suvida personal os gustaría preguntarle?¿Y de su trabajo cómo escritor?¿Creéis que conseguiríais hacerle cam-biar su negativa idea sobre el conceptoque tenía de las hipotéticas y futurasadaptaciones al cine de sus obras?

Sean: Yo le pediría que me contase un

chiste. Sus escritos son con frecuencia muyserios, aunque muchos de sus corresponsa-les le describen como un hombre afable ycon sentido del humor. Creo que su vida pri-vada debe permanecer así, como vida pri-vada. A mí me encantaría decirle lo famosoque se ha hecho y la cantidad de gente quedisfruta con sus historias hoy en día.Pienso que se mostraría muy halagado altiempo que sorprendido. Sería divertidoenseñarle algunas de las adaptaciones desu obra y ver cuál sería su reacción.

Andrew: ¡Es una excelente pregunta! Megustaría observar la vida privada de HPLpara saber si él realmente se sentía tanantisemita, xenófobo, homófono, etc. comosu correspondencia nos conduce a creer. Nosé si hay algo que pudiéramos llegar asaber con certeza preguntándole a él direc-tamente, pero si eso fuese posible seguroque nos aclararía muchísimas cosas. Comoescritor, a mi me encantaría hablar con élacerca de su maestría al añadir las relacio-nes humanas y la tensión dramática a sushistorias. Eso podría conducirnos a unadiscusión sobre las adaptaciones cinemato-gráficas, ya que las adaptaciones dramáti-cas de su trabajo necesitan incluir muchomás el factor humano tal y como éstas apa-recen en sus obras originales.NLdT: Ya para finalizar me gustaríapreguntaros vuestra opinión sobre LaNueva Logia del Tentáculo comoAsociación Lovecraftiana que se dedicaal riguroso estudio y desmitificaciónde la figura de H.P. Lovecraft y al aná-lisis, seguimiento, expansión y conti-nuación de su obra, así como de sus

“... pensamos que ese aire erótico que insistente-mente aparece en la gran mayoría de las películaslovecraftianas está totalmente fuera de lugar .”

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influencias en la Cultura y sus diferen-tes manifestaciones en el más amplioespectro del concepto.

Sean: Pienso que es magnífico ver unaasociación internacional de aficionados deLovecraft en lengua española. Lamento elhecho de que "yo escribo y leo en españolcomo un mono borracho" [sic], pero lo másimportante es que hayamos hecho muchosamigos de la Comunidad Lovecraftiana deEspaña y Argentina y deseamos compartirnuestras creaciones con todos ellos y ver

las grandes cosas que La Nueva Logia delTentáculo crearán en el futuro.

Andrew: Sinceramente hemos de afir-mar que estamos muy favorablementeimpresionados por La Nueva Logia delTentáculo, y deseamos seguir en contactocon vosotros en el futuro. Lamentamosmucho que nuestros conocimientos de lalengua española sean muy escasos, ya quede otro modo podríamos disfrutar muchomás de sus interesantes contenidos. Enocasiones nos hemos sentido un poco "lia-

dos" por el uso que hacéis de los nombresde los personajes lovecraftianos como seu-dónimos de los verdaderos autores queaparecen en la Página Web. Pensamos yestamos convencidos que sería estupendopoder conocer a la gente que hay detrás deLa Nueva Logia para tener una clara dequienes son los que están allí realizandoesa labor tan excelente y encomiable.

***

Queremos haceros llegar nuestro común y sincero agradecimiento por esta entrevista que tanamablemente nos habéis concedido para el segundo número de "La Estela de Luveh-Kerapt", y nues-tro afecto y mejores deseos para vuestra H.P. Lovecraft Historical Society y todos esos excelentes pro-yectos que engloba.

Y, más en particular, para esa nueva producción cinematográfica [The Whisperer in theDarkness] en que estáis trabajando en estos momentos para la que os deseamos la mejor suerte delmundo y para la que auguramos grandes triunfos en el panorama cinematográfico de género en gene-ral y lovecraftiano en particular. Es un honor para nosotros el poder contar con vuestra colaboración,participación y vuestro evidente interés por esta Asociación Lovecraftiana de carácter internacional quees La Nueva Logia del Tentáculo.

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Desde el día de su nacimiento el cineha sido un instrumento que ha servido alser humano en muy diferentes aspectos.Entre otras cosas ha puesto en acciónnuestra imaginación y ha removido y gene-rado toda una serie de sentimientos yemociones absolutamente variados que enmuchas ocasiones nos ha hecho reflexio-nar sobre el propio ser humano, el mundoy la vida en general.

H.P. Lovecraft es uno de esos pocosescritores por los que nunca pasa el tiem-po; es más, es uno de esos autores que elpaso del tiempo confirma y reafirma como

auténticos genios, precisamente porqueestán por encima de su imparable fugaci-dad. Para reparar en lo anterior solamentehay que echar un vistazo a las diferentesáreas, tanto literarias como artísticas, enlas que se plasma su evidente influencia,en las que ha dejado patente su caracterís-tica personalidad literaria. H.P. Lovecraftpese a esa injusta e inmerecida considera-ción de ciertos sectores de ser un hombrede contenido carácter y pusilánime perso-nalidad, siempre ha ejercido su influenciaentre los más jóvenes y vanguardistas cre-adores del momento. Este hecho ha detenerse siempre presente puesto que faci-lita la profunda reflexión sobre la figura yla obra del escritor americano. La obra deH.P. Lovecraft ha sido infinitamente utili-zada como soporte e influencia para las

más variadas opciones. Desde todo tipo deaspectos esotéricos, hasta profundos estu-dios literarios y, cómo no, hasta el omni-presente mundo del erotismo han sabidoabsorber intensamente estilo, formas,nombres y creaciones de extraídos de labibliografía lovecraftiana rindiéndose a lospies del autor americano. Desde el juegode rol, los videojuegos y las bandas demúsica heavy hasta el cómic, el arte en suespectro más amplio, incluyendo en ésteúltimo el cine.

Centrándonos en la cinematografía nopodemos obviar la importancia que tiene elcortometraje de adaptación bibliográficalovecraftiana. Tengamos en cuenta que lagran mayoría de la bibliografía de H.P.Lovecraft está compuesta de relatos cor-

porJoseph Curwen

Un cinematográficoviaje en el tiempo de

Sean Branney yAndrew Leman

de la mano deH.P. Lovecraft

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tos; este hecho que a simple vista podríapasar desapercibido no lo es en absoluto ala hora de adaptar uno de estos relatosbreves al cine. Es una tarea mucho máscompleja el hecho de guionizar estas adap-taciones al largometraje que al cortometra-je que, al ser más breve cronológicamentehablando, es capaz de contarnos una his-toria breve más fiel al original que en elcaso de tener que completar la duraciónexigida a un largometraje en que sería pre-ciso ampliar el texto por los guionistas conla gran posibilidad de desvirtuar así el ori-ginal.

A partir de los años 80 una serie dejóvenes realizadores, representantes delmás vanguardista cine independiente,comenzaron a realizar toda una serie decortometrajes, en muchas ocasiones decorte experimental e independiente, sobreadaptaciones de relatos lovecraftianos. Lagran mayoría de estas jóvenes promesasproceden de las Escuelas de Cinema-tografía existentes y que forman a grancantidad de alumnos de los cuales muchosde ellos conseguirán un hueco en elmundo del denominado séptimo arte.

En esta ocasión deseo hablar de dosjóvenes cineastas americanos que tienenal Maestro de Providence como claro puntode partida para sus excelentes trabajoscinematográficos: Sean Branney yAndrew Leman, realizadores que siemprese han sentido intensamente interesadosen todo lo relacionado con el escritor ame-ricano. Ambos proceden del juego del rol

en vivo y son los creadores de la H.P.Lovecraft Historical Society, asociaciónlovecraftiana de amplio espectro siempreteniendo al Maestro de Providence comomáximo referente, y a día de hoy se hanconvertido en unos vanguardistas realiza-dores que experimentan con las adaptacio-nes de la bibliografía del autor. De entresus diferentes y variados trabajos comen-taremos en este ocasión la produccióntitulada La llamada de Cthulhu [The Callof Cthulhu, 2005] dirigida por AndrewLeman y escrita por Sean Branney a partirdel relato corto "The Call of Cthulhu" escri-to por H.P. Lovecraft en 1926 y publicadoen la revista pulp Weird Tales en febrerode 1928.

Se trata de un cortometraje de cuarentay siete minutos, de producción indepen-diente de la HPLHS Motion Pictures, y foto-grafiado en blanco y negro en formatovideo. Esta producción independienteresulta una excelente muestra cinemato-gráfica y una adaptación muy fiel del rela-to del mismo nombre recreando y actuali-zando excepcionalmente el ya lejano y pri-migenio "cine mudo" con una puesta enescena y unos efectos especiales propiosde aquel memorable cine que se realizabaen los "locos años 20". Este filme suponeun magnífico trabajo de dirección porparte de Andrew Leman, un guión fielmen-te adaptado del original de la mano deSean Branney y una muy estética e impac-tante fotografía en blanco y negro a cargode David Robertson. Branney y Leman,verdaderos artífices esta película, conside-Rodaje. A bordo del Alert.

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raron que sería interesante realizar un tra-bajo que trasladase al espectador a laépoca cinematográfica en que vivió el pro-pio H.P. Lovecraft, de manera que se logra-se un ejercicio experimental utilizando lastécnicas cinematográficas de los años 20,momento social en que el escritor america-no escribió el texto original. Es una verda-dera película-homenaje del cine másactual al cine más primigenio donde el tra-bajo cinematográfico era prácticamenteuna exaltación a la imaginación y la crea-tividad de los realizadores.

Merecen destacar las muy adecuadasinterpretaciones que emulan y caracteri-zan óptimamente esa dramática manerade interpretación de aquellos tiempos enlos que el cine utilizaba como sonido, ade-más de la música, ese dramatismo "gesti-culante" de los actores. Cada uno de losmuchos intérpretes que aparecen en elmetraje realizan un excelente trabajo en lacreación de los diferentes personajes. Hayque mencionar el acertadísimo trabajo demaquillaje de Andra Carlson y una exce-lente y notoria escenografía general decada una de las escenas. La música origi-nal de Chad Fifer, Ben Holbrook, TroySterling Nies y Nicholas Pavkonic acompa-ña magistralmente cada momento delmetraje acentuando cada una de las esce-nas y ofreciendo la importancia que debetener una "banda sonora" en el desarrollode una película muda. El departamentoartístico resulta francamente magníficocon el trabajo de Chris Lackey (escultor delídolo esquimal), Harold A. McNeill (dise-

ñador del atrezzo de las escenas oníricas),Bryan Moore (diseñador del atrezzo delídolo del pantano), Darrell Tutchton (ilus-trador de producción) y el propio AndrewLeman (atrezzo, miniaturas y marionetas).No hay que olvidar los muy efectivos ysugerentes efectos especiales de anima-ción stop motion a cargo de Terry Sandiny los efectos visuales de Dan Novy, asícomo el trabajo de cámara y electricidadde Matthew Q. Fahey y Ryan Oliver. Laproducción cuenta con el asesoramientode Chris Horvath como experto en cuestio-nes de Mythofonía y de Anthony Pentapara los aspectos relacionados con la love-craftiana Providence.

Una característica muy interesante delfilme tiene que ver con el propio equipohumano que lo forma, algunos de estosaspectos que merecen ser comentados sonlos siguientes: Aaron Vanek, director, guio-nista y productos de algunos cortometrajeslovecraftianos como [The Outsider, 1994]de ocho minutos de duración y [Return toInnsmouth, 1999] de veintiséis minutos,interpreta en esta producción un papel decultista. De la misma manera, Chad Fifer,compositor de la propia banda sonora de lapelícula recrea a Henry Wilcox, uno de lospersonajes principales de este interesantefilme. Kirsten Hageleit, diseñadora del ves-tuario del corto [Return to Innsmouth,1999] de Aaron Vanek, aparece en estapelícula como una cultista. El matrimoniode actores formado por Erika Zucker y EdRuffin y sus hijos Hannah Rose e Ike E.Z.Jabaley interpretan una verdadera y

auténtica familia de "criaturas de los pan-tanos". Andra Carlson, del equipo demaquillaje, interpreta en el filme a unaenfermera del psiquiátrico. Chris Lackeyque da vida al personaje de Parker, es pro-ductor asociado y parte del departamentoartístico de la película, exactamente es elescultor del ídolo esquimal. Dan Novyinterpreta al chamán esquimal y a un cul-tista, además de encargarse de los efectosespeciales de la producción. Ryan Oliver

interpreta a un cultista y forma parte deldepartamento de electricidad al igual quesu compañero Matthew Q. Fahey quientambién interpreta el personaje de Briden.Mona Weiss interpreta a una cultista yademás es asistente de producción delfilme y Leslie Baldwin, encargada del cate-ring y asistenta del rodaje, interpreta el

The Sentinel en R’lyeh

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personaje de Greta Johansen. Podemoshablar sin temor a equivocarnos de unauténtico equipo multidisciplinar que llevaa cabo todo el trabajo de producción encada uno de los diferentes departamentosnecesarios para un equipo de rodaje.

Reafirmar la excelente la calidad cine-matográfica del filme que estamos tratan-do; ésta ha sido reconocida tanto porimportantes figuras del género como StuartGordon, Ray Young o Andrew Miglioreentre otras, como por su continua selec-ción en numerosos festivales internaciona-les, entre otros muchos, el HP LovecraftFilm Festival (Oregón) 2005, Sangre RojoVI (Buenos Aires) 2005, Titanic BudapestFilm Festival (Hungría) 2006, Night VisionsFilm Festival (Finlandia) 2006, Weekend ofFear Film Fest (Alemania) 2006, AvignonFilm Festival (Francia) 2006, Fantasia(Canadá) 2006, Rome International Film

Festival (Italia) 2006,Dubrovnik Film Festival(Croacia) 2006, SitgesFilm Festival (España)2006, Icon 2006 FilmFestival (Israel) 2006,International FilmFestival of Las Palmasde Gran Canaria(España) 2007.

Como breve conclu-sión a esta excelenteproducción cinemato-gráfica lovecraftiana,insistir en que se tratade un verdadero home-naje del cine másactual al cine más primigenio donde el tra-bajo era prácticamente una exaltación a laimaginación y la creatividad de los realiza-dores. La película es todo un ejercicio de

traslación aaquellas ya leja-nas épocas enlas que el cinecomenzaba suandadura sinimaginarsenadie la máxi-ma tecnologíaque podría lle-gar a alcanzar.El director,Andrew Leman,consideró quesería más fiel alespíritu de H.P.

Lovecraft utilizando las técnicas cinemato-gráficas de los años 20, momento en queH.P. Lovecraft escribió el texto original queSean Branney adapta de manera excepcio-nal consiguiendo reflejar en su guión todaesa fuerza narrativa que caracteriza labibliografía del Maestro de Providence.Todas las características mencionadasanteriormente crean un producto cinema-tográfico absolutamente vanguardista,atractivo, de gran calidad y completamen-te recomendable que no hay que dejar dever, incluso de revisar en más de una oca-sión para así poder descubrir los magnífi-cos detalles que nos ofrece este título love-craftiano que logra comunicarnos, a travésde un sueño convertido en celuloide, conun Lovecraft puro y duro.

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Rodaje. Huyendo de R’lyeh

Rodaje. Andrew en acción.

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Al desaparecido compañero Kryshul.Hasta siempre.

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Kryshul D`Naihotep

Es un momento muy triste en la historia de la NuevaLogia nuestro querido compañero Kryshul D'Naihotep fallecióel día 20 de enero de una enfermedad que padecía muchosaños sin haber cumplido los treinta años de edad. Durantealgún tiempo, nuestra asociación fue uno de sus puntos deapoyo y relación; pues formamos parte de sus inquietudes lite-rarias y artísticas. Referente a este tema, el próximo número dela publicación de los llamados "históricos" de la Nueva Logiaestará dedicado a su memoria con una Antología de sus dife-rentes e interesantes aportaciones.

Su periodo más intenso de participación fueron los mesesque precedieron al verano de 2004 en el ámbito de la novelacolectiva "Al-Cuhuir: El Libro de Ludlav Ardomar" , aunque porsupuesto tenemos en la memoria mil colaboraciones más queaportó para nuestro deleite.

En este proyecto colectivo desarrolló un personaje guerreroquien aportó la mayor animación y amenidad a esta novelaneologia, y hoy en día se puede decir que a pesar de la intensaparticipación de todos permanecerá en la memoria de la NuevaLogia como La Novela de Kryshul D'Naihotep.

Solamente afirmar que Kryshul permanecerá siempre pre-sente y vivo en la Nueva Logia del Tentáculo, a través de susdiversas y variadas colaboraciones: dibujos, poemas, relatos,incluso en esa búsqueda de libros electrónicos con que partici-pó en más de una ocasión. Sea como fuere, su espíritu siem-pre permanecerá en esta Asociación Lovecraftiana junto a surecuerdo como miembro activo de la misma; miembro que des-tacaba por su discreción, pero también por su singularidad ensu presencia y colaboraciones.

Un altoen elcamino

Iracundas voces inundaban el vacío

Envueltas entre llamas del olvido,Mientras pétalos de rosa caían plomizosBajo la mañana del estío.

Sentimientos vestidos de lágrimasResbalaban lentamente,Cual maraña de espinosDe dientes afilados y extraños.

Ojos velados miraban el horizonte;Manos atadas oteaban en la penumbra;Y pies descalzos paseaban sobre afilados colmillos.

Cuerdas invisibles privaban de libertad,Cuerdas de acero cruelQue día tras día apretaban más y más.

Extrañas miradas se escondían tras la oscuridadVigilando entre la penumbra del lugar,Esperando el desenlace de un triste final.

Ahora ya no hay un final en el camino.Solo un alto antes de cruzar el umbralQue seguramente conducirá a un mejor lugarDonde nadie te privará de tu libertad.

***

por Albert Wilmarth

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El miedo mi mente avasallapues lo inaceptable en sueños acepte,y no sabía del peligro de lo que intenteinconsciente del vacío que en mí estalla.

Cuando desperté al día tranquilopensé aliviado que un mal sueño fue,mas la tarde me aseguró que erréy el terror me invadió cual bacilo.

Mi nuca su gélido respirar sintiócuando en la oscuridad lo percibí,con un aterrador rugido se acercóy en lo profundo de mi ser le temí.

Ahora de él todas mis horas huyenpues yo de su influjo huir no puedo,y sus tentáculos mi alma destruyencada vez que de su abrazo descuido.

Quizá la muerte del miedo me rescatey sus terribles garras me logre arrancar,mi desolado espíritu lo quiere esperarpues sobre mi agonía la locura se abate.

***

Pacto con el MiedoporKryshul D´Naihotep

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LLas tinieblas cubren el pantanoY cruza el éter esa sinfonía malditade densos crujidos de seres ocultosque anhelan algún día dominarsobre lo azul del cielo y el oro del sol.

Pero hoy moran clandestinosEntre ciénagas horrendas y cuevas ocultasA las miradas profanas y a los seres corrientes.Ahora sueñan, y roen cadáveres, almas, desperdicios...

Se bañan en el guano y crían su fétida progenie,Engordan sin cesar sus panzurrones cuerpos de pusGelatinoso, de mil ojos y tentáculos, sibilantes,Acéfalos, plenos de maldad y enemigos de la vida.

Maldita la raza que niega todo futuro al universoY con su mero existir maldice la existencia.

Maldita mil veces la horda de Uath-athombé, La estirpe de los fieros gusanos proteicos de Sirio,Venidos a su vez de más lejos, de allá donde no hay donde,y los infiernos consisten en vivir para siempreen mutaciones eternas, como pestes indestructibles,que añoran el dominio y a por el dominio ciegasvan, una y mil veces, van.

Maldita raza de los Uath-athombé, os conjuroA mostraros de una vez:Salid, que probaré con tus reyes mi exorcismo...

El Exorcismo de los UATH-AATHOMBÉporTyndalos

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por Iranon de Aira

SSiempre paseando solo por la calle.

Siempre metido en sus pensamientosy recuerdos.

Siempre el miedo a lo extraño, lo raro,lo poco conocible y concebible.

La noche, su mejor aliado. La soledadsu compañera. El negro su vestidura ylas lágrimas su lluvia.

Nombre… pesadumbre, tristeza, res-quemor, violencia, psicosis…. Muerte.

La pareja de amigos se divertía entreel follaje del bosque, corrían entre losarbustos y matojos, riendo, saltando,canturreando y mojándose el rostro conla tenue llovizna otoñal.

Pero la felicidad dura poco, un huecoen el suelo tapado por secas hojas yramas escondía una terrible trampamortal.

Unos cables de alta tensión subterrá-neos fueron el arma mortal que le quitó

la vida a ella, en un instante, como unlatigazo, le quemaron el rostro y dejaronen libertad el espíritu juguetón que nose había enterado siquiera que su cuer-po yacía en el fondo del traidor agujero.

El, con el rostro desencajado observóque la visual de su imagen desaparecíaen un instante y al siguiente tras unacorta carrera en su busca le mostraba elcuerpo retorcido e inmóvil que chispo-rroteaba ardiendo entre relámpagoseléctricos.

Ella, en su ignorancia reía la torpeza desu caída sin haberse dado cuenta la mor-tal consecuencia que había originado.

Se asustó al verle su rostro desenca-jado y aturdido por lo sucedido y quetanta violencia había dejado en un ins-tante.

Todo se aclaraba… llamadas urgentesde teléfono… sonido de sirenas, ambu-lancias, policías, bomberos y ahora sólouna cinta plástica cercando la terribletrampa mortal que había destrozado elfeliz futuro.

A El, solo le quedaba la opción deolvidar el trágico suceso, a Ella aceptarlo sucedido… ¡Le quedaban tantas cosaspor hacer, tantas cosas por las que

luchar, tantas cosas por decir, tantascosas…!

Ella, como un espíritu solitario, fue enbusca de su amigo amado, para contar-le su frustración y todo aquello queguardaba su corazón esperando unabuena ocasión para descubrírselo, perosu enemiga la muerte adelantándose atodos los planes preconcebidos le estro-peó sus planes.

Empleó todas las formas posiblespara comunicarse con su solitarioamado… todas fallidas, solo veía lagri-mas de pena recorrer su pálido rostro…no daba señal alguna de enterarse de supresencia, pero no así, las sombrasoscuras cada vez más cercanas la cerca-ban en su triste y deambulante camino.

Un monstruo oscuro, amorfo e inde-terminado revoloteaba alrededor de sutriste amado.

Le seguía en todo instante, persi-guiendo con pasos silenciosos como lasombra que era, buscando el momentooportuno para conseguir su presa.

Una sensación de ser observado yacosado notaba en su interior cada vezque estaba solo o caminaba por lugaresoscuros y solitarios.

Lo Nombrable

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En un momento dado, cuando estabaesperando la llegada del ascensor quedesde el garaje le conduciría a su casarefugio en la quinta planta, una sensa-ción de pesadez empujó sus hombroshacia el frío suelo de asfalto. Era comosi alguien o algo tirara de su abrigohacia abajo y le quisiera enterrar en elasfáltico negro suelo, con un esfuerzosobrehumano consiguió zafarse delpesado abrigo dejándolo caer y librán-dose así de aquello que actuaba comoun arma fatal que le empujaba hacia lasindefinidas profundidades. En esemismo instante, un brazo invisible lerodeó el cuello por la espalda ejerciendoun ahogo que apenas le dejaba respirary moviendo convulsivamente los brazosen el aire buscaba asirse a un últimosoplo de vida que guardaba en sussecos pulmones.

En ese instante se volvieron a ver,Ella con sus cabellos al aire resplande-cientes entre rayos de luces celestiales ycon una sonrisa angelical que le llama-ba con sus manos y gestos protectores,El… confundido y sorprendido se dejóllevar, no sin antes ver que un cuerpoconocido e inerte chocaba con las puer-tas metálicas del ascensor de su casa.

* * *

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por Albert Wilmarth

De mi bolsillo saqué aquel utensilioQue la horas debía dar pero que en realidadSus agujas no hacían más que girar y girarHasta que repentinamente quisieron parar.

Las dos agujas la una y diez marcaronY delante mía la gruta se bifurcaba.Famélicos rugidos retumbaban cercanosA mi espalda mientras en que camino coger pensaba.

No debía haberme dado cuenta al bajarMas el tiempo apremiaba ahoraPerdido entre la creciente oscuridadDudando en que camino tomar.

Miré mi reloj aún dubitativo y penséEn hacerle caso siguiendo las horas marcadas.Así que hacia la una y diez me internéMientras rezaba no haberme equivocado.

Gritos inhumanos retumbaban por la gruta.Rebotaban y se perdían en la inmensidad.Un ejército de diablos venía por miSedientos de sangre y un voraz apetito más que animal.

La oscuridad abrazaba aquel túnel demencialEl cual no sabía donde me llevaríaSi hacia una esperada salvaciónO hacia un triste y espantoso final.

A lo lejos una luz se divisaba.Haciendo acopio de mis últimas fuerzasAceleré el paso, perseguido por aquellos diablosQue iban a mi encuentro sin descanso.

Ya fuera donde el sol chapurreaba sus último rayosCorrí valle abajo sin pensarlo.Corrí como nunca lo hubiera hechoY cerré puerta y corrí cerrojo cuando hube llegado.

Al día siguiente después de mucho pensarloMe hallé de nuevo con dinamita en manoDispuesto a derribar aquella blasfemiaQue jamás debió haber existido.

Creí oír extrañas risotadas antesDe que la roca y el escombroSe derrumbara sobre aquel agujero;Risotadas que enseguida acallaron.

Mi reloj a la una y diez ha quedado parado.Ya no hace "tic tac".Tan solo espero que sus agujas queden inmóvilesY no comiencen a andar jamás.

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Láminas y agujas de un reloj(Conclusión)

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De cuando era chico, lo primeroque recuerdo es el miedo. Un miedoconstante, un miedo anidado en el esto-mago y asiduo visitante de manos y pier-nas temblorosas. Un miedo básico queme acompañaba durante el día y pobla-ba mi mente en las noches.

Mis padres me consideraban retraídoy frágil y me trataban como a un pobreinfeliz a quien hay que cuidar mucho.Eso si, no me decían pobre infeliz; medecían Juancito y chiquito y querido ybebito de mamita y esas cosas cariñosasque se le dicen a los pobres infelicesmientras se los sobreprotege.

La psicoterapia me enseñó que mipadre me consideró un fracaso personaly mi madre, en cambio, entendió que yoera un castigo del Señor. Ambos meodiaron calladamente por eso y yo lescorrespondí con igual o mayor odio sub-terráneo. Exteriormente, nos amábamosmucho. Dejé a mi psicólogo y lo odiétambién a él luego de saber esto. Así ter-

minó mi terapia, con nuevos odios cons-cientes y viejos miedos ocultos.

Vivo solo y no tengo demasiados ami-gos. En realidad, mas que amigos, sonconocidos. No digo que no pase momen-tos agradables y hasta graciosos conalgunos de ellos de vez en cuando, pero,en general, estoy solo.

A veces siento que me gustaría morir-me. En realidad, muchas veces. Sinembargo, de chico tenía un absolutoterror a la muerte.

Algunas noches, en la cama y con laluz apagada, hacía el siguiente ejercicio:Cierro los ojos e imagino que me muero.Imagino que ya "no soy", que todo termi-nó, que nunca mas seré, que se acabó; ycuando estoy en eso, algo aparecía desdeel fondo de mi mente y como un latigazome golpeaba con una imagen que medice que eso va a pasar, que voy a morir-me, que llegará el día en que ya no exis-ta, que no voy a estar mas, que no voy apensar mas, que no voy a sentir mas,que no voy a ser mas...

La absoluta certidumbre de que, comotodos, voy a dejar de ser, me dejaba des-pierto toda la noche.

Todo iba mas o menos así, tan malcomo le va a cualquiera, hasta queencontré la pipa.

Me gustan las pipas. Siempre me gus-taron. Durante años fantasee con la ideade comprarme una. Cuando lo hice,tardé un año en animarme a fumar.

Llegué a tener tres pipas baratas, perobonitas, y fumaba una vez por semana ocada quince días.

Me encanta fumar en pipa. Es un ritoque lleva poco más de una hora y meresulta el mejor relax, pero luego nopuedo evitar imaginarme consumido porvariados canceres de boca, labios, gar-ganta, pulmón o una combinación deellos. Hay algo extremadamente cobardeen mí y, por lo general, me la paso espe-rando lo peor.

La cobardía y el deseo llegaron a unacuerdo que no deja satisfecha a ningu-na de las partes y por eso es que solofumo una vez por semana o cada quince-na, según como vaya mi temor.

En compensación, gasto bastantetiempo mirando pipas en las vidrieras delas tabaquerías y en Internet.

Encontré a la pipa sin buscarla.

porJorge Oscar Rossi ©

Haciendo Burbujas

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Tenía que hacer tiempo porque me fal-taba mas de una hora para ir al dentistay decidí ir caminando porque la tardeestaba fresca. Atravesé una plaza llenade puestos de artesanos. Por lo general,no suelo mirar artesanías porque lainmensa mayoría me parecen purabasura, pero algo me llevó a ver lo quehabía en un puesto dedicado a cosas"orientales". Digo así porque era un zafa-rrancho de replicas de las pirámides, efi-gies egipcias, cassetes de música"árabe", velos y ropa de pseudoodaliscasy, en perfecta desarmonía, estatuitas debuda, símbolos del ying y yang, libros defeng shui, más un largo etcétera....y,como escondida, la pipa.

Me explicaron que era una pipa deagua tipo "hindu kush", de bronce, des-armable y labrada finamente a mano.

El mecanismo es como el de un nar-guile; esto quiere decir que el humo sefiltra con el agua, y mediante un burbu-jeo se dirige hacia la boquilla.

Me sedujo su aspecto y, en especial, elhecho de que no tenía ni idea de queexistiera algo así. Conocía los narguiles,por las películas, pero esto era muy dis-tinto exteriormente, aunque funcionaraigual.

Un narguile es similar una botella devidrio no muy grande ni muy pequeña,

con un largo tubo de metal que pareceun embudo y en la parte de arriba deeste tubo se coloca el tabaco, y encimade este el carbón, por otro espacio delcuello de la botella se ponen unas boqui-llas flexibles que no llegan a tocar elagua y de allí se fuma.

Esta pipa, en cambio, tiene una basede bronce donde va el agua y de ahísalen dos tubos, uno recto que sube ytermina en la cazoleta donde va el taba-co y otro curvo que finaliza en la boqui-lla. Visualmente, tiene bastante parecidocon el formato de una pipa curva común,solo que es dorada, salvo la boquilla y lacazoleta, que son de color negro. La basede bronce está decorada con inscripcio-nes en algo que me pareció árabe, peroque puede ser turco o sumerio o cual-quier cosa, dada mi ignorancia en eltema.

Como sea, quede fascinado al verla.Pregunté el precio y era barata, no sos-pechosamente barata, pero entraba per-fectamente en mis posibilidades. El ven-dedor no sabía mucho más de lo que mehabía dicho al principio. Era un mucha-cho apenas salido de la adolescencia,pelilargo y granuliento, con una barbitadeshilachada. Solo agregó que estaspipas servían para fumar tabaco y "otrascosas" y me miró con una patética sonri-sa cómplice.

Por supuesto que sabía que habíapipas para drogarse y, luego, enInternet, la mayor información sobre las"pipas de agua", como mi hindu kush, laconseguí de sitios dedicados a los drogo-nes. Desde marihuana, pasando porhachís, hasta hongos, de todo quema-ban esos infelices. La idea era darse unviaje. Sentí bastante asco por la mayoríade las cosas que leí.

Por mi parte, decidí probar con taba-co común.

La experiencia fue desalentadora. Sinun carbón encendido en la cazoleta,como hacen con los narguiles, era muydifícil mantener encendido el tabaco. Mela pasé prendiendo fósforos. Resultabamucho más complicado que con la pipacomún. Como precaria compensación, eltabaco sabía mucho más suave.

Al otro día decidí hacer un nuevointento y luego al otro y al otro y al otro,hasta que caí en cuenta de que jamáshabía fumado una pipa cinco días segui-dos. Agrego: cinco frustrantes díasseguidos, porque mi "técnica de fumada"no había mejorado en absoluto.

El sexto día vomité la cosa roja.

Fue así: estaba luchando por encen-der por enésima vez la podrida pipacuando, sin previo aviso, me vino unaarcada y enchastré piso y pantalones

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con la cosa roja. Solo que en ese momen-to no pensé que fuera una cosa roja, sinomi propia sangre.

Blanco de terror, helado y mareado, seme cayó o tire la pipa y me quedé viendoel charco rojo entre mis piernas.

Después empecé a temblar.Después empecé a gemir, porque no

me salían los gritos. Era un quejido demiedo en estado puro.

Después sentí el olor.No sé cuando me di cuenta que la cosa

roja no era mi sangre. El olor dulzón ynauseabundo venía del piso enchastradoy se me metía en la nariz. Era un hedordesconocido, con algo que sugería unapodredumbre muy vieja.

Una podredumbre vieja, pero viva.Las burbujas empezaron tampoco sé

cuando. Primero una, casi invisible, seformó en el medio del charco. Soloalguien en mi estado, mirando el pisocomo hipnotizado, podría verla. Despuésapareció otra, más grande, y enseguidacuatro más, rodeándola, y luego otrascuatro y luego cinco más y tres y seis ydiez y al fin todo el charco rojo estabatapizado de burbujas; de burbujas quepalpitaban.

Palpitaban o latían o se inflaban ydesinflaban, no sé como decirlo. Solo séque todas lo hacían simultáneamente.Crecían y se achicaban al unísono.Subían y bajaban, subían y bajaban.

Por entonces, el charco empezó a res-pirar.

Si, era un sonido como el de la respi-ración de un animal grande. Inhalaba yexhalaba al ritmo del latir de las burbu-jas. Primero respiraba tranquilamente,con profundas y acompasadas inhalacio-nes y exhalaciones. Era una brisa suaveque me golpeaba la cara. Sentía la respi-ración del charco subiendo y rozandomis mejillas, tan bien como sentía lasheladas gotas de mi sudor.

Después la respiración se hizo másagitada, como la de una bestia que trota,y la brisa pasó a ser un viento no muyfuerte.

Luego el trote se convirtió en galope y,más que respirar, las burbujas jadeabany resoplaban y el viento me azotaba en lacara y el charco se contraía y se expan-día con espasmos.

Cuando el charco explotó me desmayé.

Desperté solamente para recordar que,al explotar, el charco pareció venírsemeencima. Comprobé que estaba totalmen-te cubierto por la cosa roja. Supongo quegrité y me volví a desmayar.

Desperté otra vez y pasó un rato hastaque me di cuenta que ahora estaba sucioy lleno de olor, pero con la familiar sucie-dad y el olor de mi propia mierda y orina.No había rastros de alguna cosa roja.Solo un tipo patético, tirado en el piso desu casa, cagado y meado.

Me levanté y limpié y me bañe y tirétoda la ropa a la basura con la frenéticaactividad de un poseso. Lavar y lavarme,desprenderme de la ropa y quitar el olorde mi inmundicia era un ancla para micordura. Lavar, lavar, borrar, quitar.Terminé encendiendo dos sahumerios.Mi casa olía a todas las fragancias políti-camente correctas de los comerciales dedesodorantes, pero yo seguía temblandoy cada tanto gemía y parecía querer llo-rar, pero no me salían las lagrimas.

Cuando me di cuenta que estaba ama-neciendo, me di cuenta que había pasa-do toda la noche en vela.

Por supuesto, la pipa seguía tirada enel mismo lugar. La había visto de reojomuchas veces, mientras lavaba y frega-ba y desodorizaba y prendía sahumeriosy trataba de dejar de temblar. Ahí esta-ba, en el piso, al lado de la silla, silla quetendría que estar manchada de cosa rojay, sin embargo, se veía de lo más limpia.

"Solo mierda y orín en tu ropa y en elpiso, ninguna otra porquería hubo en tucasa", parecía que me decía la pipa.

Me puse unos ridículos guantes decuero que nunca usaba y agarré la pipacomo si quemara. No quemaba, ni palpi-taba, ni latía, ni olía, ni nada. Era solouna puta pipa de metal, tan muertacomo cualquier pedazo de bronce.

La guardé en el único cajón con llaveque tiene mi placard y me quedé unbuen rato ahí parado, con los guantes

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puestos y pensando en porqué habíaguardado esa cosa, en vez de tirarla.

Hace una semana de esto y no volví aabrir el cajón...que yo recuerde.

Exteriormente, mi vida no parecehaber cambiado. Sigo haciendo lo detodos los días. Fui al médico y solo contéque me había desmayado y que al des-pertar me di cuenta que había perdido elcontrol de los esfínteres. Así dije, "controlde esfínteres". Trate de contar todo de lamanera más "limpia" posible. El médicome preguntó si tenía antecedentes fami-liares de epilepsia y me prescribió análi-sis de sangre y orina. Estoy esperandolos resultados. Es posible que despuésme derive a un neurólogo, me dijo elmédico, con amabilidad profesional.

Pero mi vida tuvo cambios. Ahora meacompaña el miedo de mi niñez. Esemiedo constante, ese miedo anidado enel estomago y asiduo visitante de manosy piernas temblorosas. Ese miedo básicome acompaña durante el día y puebla mimente en las noches.

A veces siento que me gustaría morir-me. En realidad, muchas veces. Ya notengo terror a la muerte. Deseo morir,deseo no-ser. Lo deseo desde que, almirarme en el espejo, la cosa roja quecubre mi cuerpo burbujea, late, respi-ra...y me habla.

Tendría que evitar los espejos. Tendríaque romper todas las superficies dondemi imagen se refleja. Tendría que haber-me desprendido de la pipa.

No puedo, simplemente no puedo.

Algunas noches, en la cama y con laluz apagada, hago el siguiente ejercicio:Cierro los ojos e imagino que me muero.Imagino que ya "no soy", que todo termi-nó, que nunca mas seré, que se acabó; ycuando estoy en eso, algo aparece desdeel fondo de mi mente y como un latigazome golpea con una imagen que me diceque eso no va a pasar, que no voy amorirme, que nunca llegará el día en queya no exista...que voy a burbujear, a latiry a respirar por siempre.

***

Jorge Oscar Rossi es Webmaster de Liter Área Fantástica http://www.literareafantastica.com.ar/

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En ese último instante, antes desaltar al vacío, Tesio comprendió eljuego macabro elaborado para él.

No importa si era honesto o desalma-do, o si merecía ese final según losparámetros de alguna falaz justicia poé-tica, porque no fue ella sino el descar-nado azar el que le guió aquella precisamadrugada hasta aquel lugar.

Un lunes ascendió medio dormido larampa del paso elevado que cruza cier-ta avenida de la ciudad para tomar elautobús. El tráfico, a sus pies, parecíaun misterioso río habitado por rugien-tes y luminosas criaturas, y el propiopaso un angosto puente colgante. Tesiose internó decidido en la penumbra.

Casi a la mitad pisó algo pringoso. Sedetuvo tratando de penetrar la penum-bra y su curiosidad pasó del asombro auna inexplicable repulsión cuando novió un charco, sino un trazado en el

suelo realizado con alguna sustanciaoscura y oleosa, difícil de precisar.

Era una red de líneas, curvas y sím-bolos casi geométricos rodeando un cír-culo en el medio. A Tesio le pareció unlaberinto o un mapa, aunque solo pensóen ello un instante, porque su atenciónquedó fija en lo que ocupaba la zonacentral.

Era una figura pequeña hecha detela, poco más que una bolsa con unagrotesca cabeza de trapo de rasgos tos-camente humanos, sonriente. Lo rozócon el pié y retrocedió sobresaltadocuando el muñeco comenzó a agitarseconvulsivamente. Había algo vivo den-tro, atrapado, algún bicho pequeño yaterrorizado.

Asqueado, apretó el paso para salirde aquella inmundicia, la cruzó miran-do a otra parte y bajó la rampa a tiem-po de alcanzar el autobús. Cuando llegóa su destino ya había olvidado por com-pleto el absurdo incidente.

Durante los siguientes días, tanto loscompañeros de Tesio como Estela, sunovia, notaron cambios en su compor-tamiento. El miércoles algunos advirtie-ron que estaba sobresaltado, nervioso, y

que buscaba algo con la mirada, siem-pre de reojo. A la hora del almuerzoconfesó a su amigo, un nigeriano llama-do Nielsen, que le parecía ver sombraspor los rincones, siempre en el límite dela visión, escurridizas.

El sábado, su estado era peor.Parecía asustado. Saltaba al menorruido y volvía la cabeza bruscamentetratando de encontrar algo tras él. Huboquien le aconsejó con poco tacto quebuscara ayuda o algo así, pero fueNielsen quién le entregó con expresiónpreocupada una nota en la que se leíasolo un número de teléfono:

"Llama, amigo. Dile el problema y élentenderá".

Nielsen observó alejarse a Tesio,encogido, como un conejo asustado, yen el momento de apartar la vista tuvola impresión de que iba envuelto en unanube, una sombra oscura.

Estela tuvo un mal presagio cuandoacudió a su cita con Tesio. Lo encontrófrío y ausente, mirando espantado a sualrededor. Él le habló de las sombras,más y más cercanas, revoloteando entorno suyo. Y de que todo se había vuel-to opaco y sin brillo, como en un eclip-

Tesio entre las sombrasporEbenezer Holt

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se. Le dijo que necesitaba estar solo yordenar sus ideas, y ella no se opuso,porque tenía a su lado una sensaciónde ahogo, de fatalidad y de miedo queno pudo dominar.

El domingo Tesio no respondió alteléfono. Sentado en el borde de sucama, temblaba y consideraba su esta-do. Algo iba mal, le asaltaban ideasenfermizas, insanas. Necesitaba purifi-carse, estar límpio, preparado... ¿Paraqué?. No lo sabía, solo eran palabrassin sentido que acudían a su cabeza.

El lunes no fué al trabajo. Recordó elnúmero de teléfono y venciendo unaenorme resistencia llamó. Habló conuna mujer de extraño acento y ella ledio una dirección.

El trayecto fue interminable, parte deél se resistía a ir, y se perdió media doce-na de veces. Las sombras le aterroriza-ban por su proximidad, ya no necesi-taba mirar de reojo para verlas dan-zar. Cuando llamó con los nudillosa la puerta sin timbre, temió quenadie se atreviera a recibirle.

Un africano viejo, alto yvestido con un ajado chandalabrió la puerta y le observódetenidamente con unaextraña mirada en la queTesio creyó percibir un atis-bo de miedo. Mientrasentraba al angosto pasillo, elhombre le envolvió en una pesti-

lente nube de humo procedente del ciga-rro puro que colgaba de la comisura desu boca. Luego le condujo hasta unhabitáculo oscuro en el que solo habíauna silla.

El africano se sentó, encendió unavela, fijó la vista en la llama y, con aireausente, como si estuviera solo, habló:

"Veo tu mal. Traes la gangrena delespíritu danzando a tu alrededor, royén-dote. Estás marcado por algo tenebroso.Dime; ¿Cómo has atraído sobre ti esacalamidad?".

Tesio, desconcerta-do, negó

tener contacto con nada... ¿esotérico?.Le asustaban esas cosas. El hombrenegro habló de nuevo.

"Igual que la jungla tiene sendas quesolo conocen los animales que las tran-sitan y son invisibles para el hombre, enel mundo operan poderes oscuros igual-mente invisibles. Tú lo intuyes, y poreso estas aquí en lugar de visitar a unmédico. Sabes que el problema no estáen tí, que viene de fuera. ¿Tienes eneni-gos?, ¿Quién desea tu mal?".

Por segunda vez, Tesio negó tenercontacto lo sobrenatural. Repasó losdías anteriores; Estela, el trabajo,madrugar...

Por fin volvió a su mente el hallazgodel lunes pasado, y a medida que lorelataba, el semblante del viejo fueensombreciéndose. Al final del rela-to, el hombre murmuró algo ininte-ligible antes de levantarse de lasilla y rebuscar en una vieja cajade lata. Cuando volvió frente aTesio le mostró un ajado ymugriento trozo de cartón.

"Ese dibujo; ¿Se parecía aesto?".

Tesio miró entre la humareda elsigno, casi borrado ya, que adornaba elcartón. Se trataba de algo muy simple,apenas una especie de voluta rodeadade varios caracteres desconocidos, perono tuvo ninguna duda respecto a lasimilitud de estilo con el mucho más

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elaborado arabesco que él habia visto.El hombre, repentinamente abatido,

hundió su cabeza entre los hombros.Apagó la vela y acercó su rostro al deTesio hasta que casi se tocaron.Entonces le habló en un susurro.

"Ay de ti, joven blanco. Hollaste unode los Viraghanassa; los mil veces mal-ditos Trazados del Camino, y al hacerlote convertiste por tu propio pié en elNevah Guruday; el Inmolado, el sacrifi-cio humano. Estás en peligro de algopeor que la muerte, y nada puedo hacercontra el sortilegio que te envuelve.Debes resistir los impulsos que tesobrevengan espontáneamente, puesson la herramienta que usa quienbusca tu perdición. No debes...

Tesio comprendió que estaba solo, ysolo encontraría la forma de solucionaraquello. Salió del rancio lugar a la fríatarde con las sombras danzando frené-ticas a su alrededor. Notó asustado quelos transeuntes se apartaban de sucamino, como si percibieran el estigmaque le marcaba.

Caminó como en un sueño febril, sinrumbo ni destino, analizando su situa-ción una y otra vez de forma obsesiva,buscando escapatoria, una luz en elmar de tiniebla que se conjuraba a sualrededor. Por fin, la idea le llegó comoun fogonazo aterrador.

No había otra forma que acabar consu vida antes de que las sombras le

envolvieran por completo arrastrándolo. Temblando, se detuvo y miró a su

alrededor. El azar había guiado suspasos hasta el lugar donde todo empe-zó; el paso elevado sobre la avenida.Nadie transitaba a aquellas horas, y sudecisión estaba tomada. En el suelo, nirastro del trazado maldito.

Casi como en trance, Tesio pasó unade sus piernas por encima de la baran-da apoyando el pié en los escasos centí-metros que sobresalían. Luego pasó laotra y quedó en equilibrio precario,sujeto solo por las manos a los barrotesmetálicos. Apretó los párpados absor-viendo el frío de la noche. Respiróhondo mientras se despedía de todo loque le había importado algo alguna vez,luego abrió los ojos para volver a con-templar el río que era la avenida.

Pero no fue eso lo que vió.Bajo él, flotando entre el puente y el

suelo estaba la gran bestia, lo anormal,lo que no tendría que existir. Era deimprecisos contornos, enorme, rodeadode decenas de oscuros pétalos comoalas, que se mecían en un viento inexis-tente. En el centro algo latía, repulsivo,emitiendo un intenso hedor a amoníaco.

Tesio comprendió que había sido untítere, que ninguna de sus decisiones delos últimos días había sido realmentesuya, y menos aún la de quitarse la vidaprecisamente allí, donde todo empezó,donde la bestia fue invocada.

Una oleada de rabia se mezcló contodo el horror y la locura que le ahoga-ban. No daría gusto a aquella abomina-ción infernal. La última decisión seríaenteramente suya.

Temblando violentamente pero coninfinito cuidado, alzó una pierna y lapasó de nuevo al lado interior del pasa-manos mientras aquello se agitabaimpaciente. Sin poder despegar la vistadel engendro, posó el pié en el suelo...

Pero no pisó el hormigón, si no algoblando que a su contacto chilló, retor-ciéndose y saltando dentro de la bolsade tela en la que estaba atrapado. Algoque no había visto hacía un instante.

Mientras perdía el equilibrio, Tesiovió horrorizado el grotesco muñeco son-riente y luego se precipitó al vacío.

Nunca llegó al suelo. Los conductoresque vieron caer algo y desaparecer en elaire pensaron que era algún juego desombras y siguieron su camino sobre-saltados y atentos.

***Y en un y respetable domicilio lejos

de allí los celebrantes suspiraron satis-fechos. El sacrificio humano había con-cluído. Pronto, la Muerte Horrenda,cuyo precio acababan de pagar en san-gre, visitaría a sus enemigos.

Esa noche lo festejaron ebrios hastael amanecer.

***

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Entre los legajos de la desaparecidaFundación Gladstone para AlienadosMentales, y en mi condición de nuevodueño de los locales adquiridos tras ladisolución de dicha institución, deseo dar aconocer el siguiente relato que, más allá desu carácter delirante, no deja de presentarcierto interés para los más curiosos.

Zeediah G. Plumber. SuplementoDominical del Providence Newsletter, 28-

XII-19...

No sé si soy una víctima de la locuramás espantosa. Este es el diagnóstico demis doctores, los psiquiatras Blemm yNorris. Puede que todo ser humano atra-viese, en algún momento, por episodios delocura y desdoblamiento de personalidad.Estoy dispuesto a admitirlo hasta ciertopunto. Pero hay evidencias muy fuertesque ellos deberían aceptar también.Pongamos por caso esas horribles estatui-

llas. Alli reposan, en las vitrina de mi casade Colonial Street. Son tan "materiales"que podrían - perfectamente- ser utiliza-das para aporrear sus duras y respetablescabezas de científicos positivistas. No mepregunten si están fabricadas en cobalto,thurmonio, o diablos sabrán qué índole dematerial. Tampoco sé a ciencia cierta si lasestatuillas fueron confeccionadas pormanos humanas. Pero yo no he podidocomprarlas en ningún mercadillo de anti-güedades. Ellas son el testimonio de unasexperiencias que a nadie desearía. Loshechos que puedo recordar, y que seencuentran avalados por ciertas pruebas,por ejemplo, en mis diarios, dibujos, car-tas fechadas y franqueadas, todos esoshechos, digo, son las evidencias que puedoaducir. Si además de todo ello, padezcoalgún género de alienación mental, eso esalgo que podría explicarse como resultadode las experiencias que debo, de algúnmodo, relatar. La reconstrucción es posi-ble, y trataré de hacer ver que en ella hayuna cierta clase de hilo inteligible, por másque me vea gravemente aquejado, a día dehoy, de un golpe muy doloroso.

***Empecemos por el principio. Digamos,

aunque ahora no importe mi verdadero

nombre que soy el primogénito del célebreArnold Z. Hastings, de la Hastings Co.,importante naviera y financiera de NuevaInglaterra, decidió gastar parte de suherencia paterna en una serie de viajes alo largo del mundo. Confié pronto los nego-cios familiares a los hermanos menores y ala sagaz gestión de sus subordinados demayor confianza. Las inquietudes científi-cas que, ya muy joven, exhibiera, fuerontoleradas no sin resignación por todo elentorno de la familia Hastings.

La nueva vida ya fue un hecho, que seconcretó embarcando en Boston rumbo aÁfrica y a la Polinesia en un periplo que,en principio, duraría meses, pero que poravatares diversos, representaron variosaños. Esta larga etapa daría para escribirvarios tomos de libros de memorias, perodebo atenerme aquí a una explicación lomás sucinta y ajustada al aspecto extrañoy enloquecedor de mis aventuras. Se pre-guntarán por qué tengo tanto interés enhacerlo, sabiendo cómo suelen tomar losdelirios de un loco los estúpidos miembrosde una sociedad racionalista que, sinembargo, va encaminándose hacia su pro-pia destrucción. Lo diré con brevedad. Noamo al hombre y odio este planeta. No megustaría ser considerado un filántropo ouna especie de santurrón. Hay muy pocas

Mundo InteriorporTyndalos

Primera parte

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cosas que verdaderamente me importanya, y menos aún tengo en cuenta los crite-rios estrechos y paupérrimos de mis médi-cos, los doctores Blemm y Norris. ¡Al dia-blo ellos y todos los demás loqueros! Sihago estas confesiones es por evitar queunos seres monstruosos e inmundos sesalgan con la suya. Hay muy pocas proba-bilidades de que tal cosa vaya a sucederpero, sin embargo, debo intentarlo. Entreuna crisis y otra guardo largos períodos delucidez, y constituye un deber para mídesvelar un secreto que ciertas potenciasquisieran retener oculto un tiempo. Eltiempo que necesiten para que la humani-dad caiga definitivamente en un lamenta-ble estado de postración y se allane elcamino para la sustitución de un gobiernode humanos por un gobierno de ellos...

¿Quiénes son ellos? Se preguntarán.Debo explicarlo sin rodeos. Hace variosmilenios, no sé cuántos, que la Tierracuenta con ciertos visitantes del más allá.Ese más allá, difícil sería precisarlo, no sési es de orden espacial, temporal, metafísi-co. Son unas criaturas de aspecto informe,y carentes de toda relación con nuestrashabituales nociones de materia y causali-dad. A su libre arbitrio, parecen disponerde la capacidad para expresarse bajo for-mas familiares a nuestra percepción ordi-naria. Es posible que se trate de algúnpoder de sugestión sobre nuestros cere-bros, aunque no estoy seguro de ello, ytampoco debería excluirse la posibilidadde que sus transformaciones fueran deíndole objetiva y material. En cualquiercaso, a veces se presentan bajo forma

humana, se mezclan entre las personasordinarias e intervienen en todos los ámbi-tos de nuestra sociedad, política, en losejércitos, finanzas, cultura y religión.

Comencé a tomar contacto con estahipótesis a través de los volúmenes publi-cados por Adolphus J. Singer, eminenteautor ocultista. Entre los rincones delmundo mencionados por Singer quedóimpreso en mi memoria un oscuro pueble-cito en Asturias, al norte de la PenínsulaIbérica, de nombre "Tenebredo" . El ocultis-ta afirmaba que allí se podría localizar -con algún grado de probabilidad uno de los"Puntos Místicos" o "Puertas" como él lasdenominaba. Leí docenas, cientos de veces,sus "Itinerarios", esto es, secuencias decálculos cabalísticos y razonamientos geo-mánticos, para localizar puntualmentealguno de esos lugares. Singer mencionabauna suerte de Geografía Sagrada, sobre-puesta a la geografía convencional, y laslagunas de tales secuencias esotéricaspodían ser convenientemente rellenadascon alusiones vagas que él dejaba caer enalguno de sus poemas metafísicos, como seve por ejemplo en su voluminosa obra Odeto a Ghost, que supera los 80.000 versos.

Así pude iniciarme. Fui explorandoalguna de las "Puertas" repartidas en elmundo: Oceanía, Antártida, Yucatán,Archipiélago Goblet... En general meencontré con una fuerte custodia de taleslugares a cargo de la secta singeriana.Nativos u occidentales al servicio de Mr.Singer, parecían bien dispuestos a repelercualquier intrusión. A menudo esta secta

poseía mecanismos sobrados para la per-suasión y el alejamiento de cualquier per-sona vulgar en sus intentos de búsquedade la "Verdad". De modo que, al no poderenfrentarme a los seguidores de Singer,decidí unirme a ellos. En todo caso, yahacía largo tiempo que me sentía vigiladode manera estrecha, por lo cual me decidía mostrarme abiertamente ante ellos.

La recepción inicial era, como se acos-tumbra en todas las sectas, muy cordial yrespetuosa. Alguno de los líderes decíansentir alivio al comprobar que mis tanteosprevios en busca de la Verdad habían idoa parar a una sabia decisión: buscar esamisma verdad en Comunidad. No se podíair por libre en esta arriesgada empresa, medecían.

Pasó un tiempo en que me adiestraronen su jerga particular, y me dieron a cono-cer ciertos secretos, más de orden ritualque dogmático, pues en este último aspec-to -me decían- ya parecía contar con sufi-ciente competencia. Pero vino despuésuna fase de mi iniciación especialmentecruel y dolorosa. Hube de pasar por lasmás lacerantes pruebas y las más terribleshumillaciones. Puedo asegurar hoy que,en efecto, nunca volví a ser el mismo desdeentonces. No obstante, mi mente manteníala decisión profunda de liberarme de aquelsimiesco grupo de orates en cuanto medieran la oportunidad de localizar y pene-trar de veras en uno de aquellos PuntosMísticos.

Singer había fundado una secta deorientación esotérica, no exenta de prolon-

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gaciones políticas, en cierto modo afín alnacionalsocialismo. En lo ritual, por suparte, también semejaba ser una variantedel más extremo satanismo. La jerarquía,no obstante, no era de naturaleza militarni eclesial. Sus ceremonias, con abundan-te aparato sadomasoquista, parecía calca-do del de ciertos grupos neo-templarios yrosacrucianos. La simbología gnóstica,alquímica y luciferina era, por su parte,abundantísima. En cuanto al tipo de indi-viduos que ingresaban en la "Orden", nohabía una pauta fija. Eran tipos de lo másvariado. Sorprendía comprobar cómo unrudo patán, sin el menor atisbo de educa-ción o lucidez, ocupaba un puesto jerár-quico de orden superior al que, de formasumisa, a veces abyecta, se sometía unespíritu de lo más refinado y asombrosa-mente culto. La búsqueda "interior" meparecía, en ocasiones, de un tono y cariztoscamente primitiva, casi salvaje. Lainfluencia supersticiosa de ciertas etniasprimitivas localizadas en la Cordillera delHimalaya a mí me parecía evidente, por loque yo podía deducir de mis conocimientosde Antropología. También la "Orden" habíaadoptado ciertos rituales salvajes de lasIslas Goblet, en cuya desagradable des-cripción no me detendré ahora.

Por fin, ganándome la confianza deestos fanáticos, acaricié la oportunidad deviajar a Europa y contactar con el Vigía deuna "Puerta Mística" en el norte deEspaña.

Como ya he comentado, cada Puerta oPunto Místico se encuentra férreamente

custodiada por una cohorte de fieles adep-tos a la "Orden" singeriana. Cada grupolocal lo lidera un Vigía, cargo por el que sele conoce en todo el mundo. En Asturiastal vigía era un aristócrata, una especie dehidalgo a la más antigua usanza, cuyotítulo parecía evocar esplendores linajudosmuy antiguos. Me recibió en el aeropuertocon amabilidad e interés sincero hacia mipersona. Al menos eso fue lo que me pare-ció. Su inglés era correctísimo, aunque lohablaba con la afectación propia de quienimita los cánones oxonienses que, a losvenidos del Nuevo Mundo, tan extrañosnos resultan. Vestía con gran sencillez yelegancia. Era un hombre ya mayor, perodelgado y ciertamente atlético. Sin dudano había llevado mala vida en su juventud,y una vigorosa vitalidad emanaba de sumirada. Se presentó sencillamente con suapellido:

- Soy Quirós.

Nunca supe su nombre de pila. La"Orden" prefería como Vigías a determina-dos personajes locales que conocieran desobra el terreno, gozaran de una solvenciaeconómica, aportaran los contactos nece-sarios, etc.

Desde el aeropuerto nos dirigimos a unrestaurante cercano a la capital, Oviedo,donde mi anfitrión trazó rápidos y sensa-tos planes de acción, todos ellos, en prin-cipio, destinados a "saciar la curiosidad"de un Hermano en la Orden. Nos inscribi-mos en un elegante hotel. El también pidióuna habitación contigua a la mía, hechoque, sin duda, revelaba su afán por vigilar-

me en todo momento. Ningún otro interéstendría en hacer eso una persona quedebía contar con una casa propia en laciudad o en sus cercanías.

Pero apenas hubo descanso. Nos mon-tamos raudos en su viejo automóvil y enfi-lamos por una serpenteante carretera,adentrándonos por entre montañas bosco-sas y metidas en una niebla muy húmeda,una especie de mar aéreo, que de aguatodo lo cubría.

Mi sorpresa era grande. Viajar a laPenínsula Ibérica me hacía suponer unaaventura en un país soleado, reseco, decielos azules e hileras de olivos intermina-bles, entre suaves colinas de naranjos ypardas llanuras de cereal y paja. Pero estepaís era tan verde como mi NuevaInglaterra natal. Además, a tan pequeñaescala me encontraba con unos cambiosbruscos de paisaje, luz, fisonomía de lascosas, que no podía dar crédito a cuantoveía desde el coche. La orografía era unaverdadera locura. Recordaba ligeramente aciertas partes de Suiza, país visitado pormí a causa de mi juvenil afición a las mon-tañas. Este otro país, Asturias, no le anda-ba muy a la zaga. Masas pétreas de unblanco plateado, imponentes cuando laniebla se retiraba como concediendo eldon del espectáculo, se coronaban conmelenas de verdor incomparable y se alza-ban a la altura de los dioses y de las águi-las. Las transiciones entre los valles y lasalturas eran rápidas, locas e imprevisibles,y se sucedían a la distancia de poquísimoskilómetros, como si nos deslizáramos

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sobre una maqueta del mundo, dispuestasobre la alfombra de juego de los niños.

Quirós me iba relatando viejas leyendasy mitos que procedían del tiempo de losceltas. Algunas de ellas me impresionabande la forma más notable. Por ejemplo,había una historia que aludía a un miste-rioso dragón, criatura semidivina y ctnóni-ca, que los naturales de Asturias llamanCuélebre. El término alude a su condiciónreptiliana, pero también aérea, de untamaño y ferocidad espeluznantes. En elseno de alguna de estas montañas debíamorar, formando la masa pedregosa unaespecie de tumba ancestral. Los celtas detodas las regiones siempre veneraron conespecial temor y respeto a las piedras y atoda forma de vida que pudiera residir enellas. Las piedras, según ciertas tradicio-nes prerromanas, pueden hablar y tomarconciencia de las cosas, además. Son cria-turas minerales que pueden albergar vidao enterrar vida, investirse de poderesmágicos o espirituales, entre muchascosas más. Pues bien, este dragón de lacreencia popular romperá alguna vez sussólidas prisiones y despertará al mundocon su furia indescriptible. De hecho, nohacía muchas semanas, algunos aldeanosafirmaban -bajo juramento- haber visto aun Cuélebre en las inmediaciones de lazona por la que circulábamos, o al menossu enorme sombra... Esto decía Quirós,mientras iba al volante.

-- Pero ¿se pueden tomar en serio lassupercherías de la gente rústica? -Interrumpí.

-- Mejor que las boberías de los hombresde ciudad, de los "ilustrados"-y recalcó concierta solfa esta última palabra.

Así proseguimos viaje hasta llegar a unaloma un tanto solitaria, bordeada de gran-des muros que, en aquella hora de latarde, parecían cobrar un tinte rosáceo.

"Tenebredo" indicaba un cartel. Allí seesparcían, sin formar verdaderamente unacalle, una serie de quintanas desvencija-das, con los muros a punto del derribe.Los edificios, por lo general, se escondíantras unos extraños edificios, omnipresen-tes en toda la geografía rural del país,desde las mismas afueras de su capital.Digamos que eran grandes cajones demadera, con tejado a cuatro aguas, amodo de graneros suspendidos por unospilares de piedra, aunque alguno había demadera, y que recibían el nombre de"pegoyos". Estos cajones debían servir degraneros y se conocían por el nombre dehórreos. Algunos había que parecían máscuidados y hermosos que las propiasviviendas, aunque no obstante primaba unclima general de abandono y decadenciaen todo el pueblo. Algún chucho febril,atado a una breve cadena, nos ladraba alpaso del vehículo. Solían los caninos gua-recerse bajo el suelo de los hórreos, yvarios de ellos tenían como casita un agu-jero practicado en una escalera de piedraque conducía a la puerta de los graneros.Éstos rebosaban en mazorcas de maíz.Tan doradas como el sol. Sin embargo noera el sol el que nos acompañaba, sino unaniebla húmeda, y muy, pero que muy

"metida" como decía sin cesar mi compa-ñero, Quirós.

Algún horrible rostro aparecía por elcorredor de una casa, o desde la ventanillade la estancia superior a las cuadras,espacio aquí conocido como "tenada". Casitodas eran caras hinchadas, deformes ycoloradas, con prominencias tumefactasque uno no podría discernir si eran debi-das a malformaciones congénitas o ahipertrofia mefítica ocasionada por el con-tacto con algún agente patógeno. Algúnvecino, en sus andares y complexión,parecía haber salido directamente de latumba y animado por error por algúnpecaminoso poder vivificante. Eran mons-truos, que no humanos, y algo distante yprimitivo había en su mirar que debía pro-ducirme por fuerza una sensación de odiohacia ellos y hacia la contaminación queprovocaban en el mundo y en la vida. Sentíextraños impulsos por matarlos a todos, ysu porte, qué digo, su mera existencia, seme antojaban una ofensa a la vida. Sinembargo, Quirós se desentendió de miscomentarios, restándoles importancia.

-- Son inofensivos. Llevan varias genera-ciones practicando el incesto, eso es todo.A veces me son útiles, dentro de su torpe-za y de su limitación.

El coche dejó atrás la calle, mejor dicho,la "caleya" o pista de tierra y guijo queatravesaba el caserío. Luego, descendimospor una serie de revueltas peligrosas entreuna selva oscura y amenazadora. Trasalgunas cabañas derruidas, ya nada que-daba como vestigio de humanidad, y por

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fin, tras un viaje descendente a la negraespesura del bosque de Tenebredo, el Vigíaparó el motor. Justamente nos bajamosfrente a unas grutas inmensas. Nada másse oía el graznido de sabe Dios qué pája-ros. Salvo éstos, el silencio era total. Y alpoco, incluso las bestias del aire callaron.La naturaleza y sus espíritus nos acecha-ban. Sentí entonces cómo ésta Madre quede todo cuida, igual que un enorme ani-mal, espiaba uno a uno nuestros movi-mientos. E incluso diría que nuestramente hacía ruido e irrumpía en el sueñode una gigantesca alimaña. La íbamos adespertar.

-- He aquí la Gruta del Cuélebre-anunció.

Varias bocas negras horadaban un colo-so de piedra rosácea. Algún vapor ominosoparecía desprenderse de ellas, o al menoseso me pareció a mí.

-- Todos la evitan. Y nadie, salvo yo y migente la conocen. Hay varias entradas,como ve. Y por dentro los accesos sonlaberintos complejísimos, donde es fácilperderse para siempre. Nadie deTenebredo quiere bajar hasta aquí, y esonos beneficia. Algunos aldeanos nos ayu-dan en la vigilancia de los alrededores,pero jamás se acercan tanto a sus bocascomo lo estamos haciendo Vd. Y yo. Creena pies juntillas en la leyenda del monstruo,y eso nos conviene. Como en toda leyenda,hay un poso de verdad en ella. Pero laVerdad suele sorprender a quien va en posde ella. Siempre es difícil de imaginarla ensu integridad. Digamos que ésta es unaPuerta Mística, una de esas entradas a las

dimensiones trascendentes que sólo unospocos pueden conocer. Los profanos debenser ahuyentados de lugares como éste.Como escribió nuestro común maestro,A.J. Singer:

"Los eones son devoradosPor larvas de lejano origen.Que sea para mí privilegio de diosesServirles de pasto, Y así saciar sus fauces De gusanos trituradores..."

Y al citar los gnósticos versos de Singer,mi guía pareció entrar en una especie dearrebato interior, apenas disimulado.Aquel hombre tan refinado y comedido ensus modales, debía esconder a un fanáticoesquizoide de lo más peligroso. Ya no sabíaqué monstruo debía temer, si el de laleyenda de la Gruta, o a mi Vigía, el Sr.Quirós. Fue después de estos versos cuan-do unos tipos, de aspecto fiero y desmaña-do, salieron de una de las aberturas. Mefijé muy pronto en sus largos cuchilloscurvos, semejantes a cimitarras orientales.Ellos mismos eran de una raza indefinida,quizá kirguises o tibetanos, aunque elmestizaje de sus antepasados me hacíaimposible definirlos, pese a mi afición a laantropología física. Me escrutaron comoalimañas a la espera de una presa, y tam-poco quitaban ojo a Quirós, como si se tra-tara de su amo o su dios. Entre sí parlote-aron con el Vigía, y rápidamente regresa-ron al interior. No dejé de sentir extrañezaal ver que al irse, se habían despedido delVigía con el saludo hitleriano. No osé hacerpreguntas, no fuera mi guía a pensar que

mi grado de iniciación no era el adecuado.

-- Les expliqué que Vd. Es uno de losnuestros. Nada que temer. Son fieles y nosayudaran en la incursión...

¡La incursión! Qué clase de extrañoantro era este, constituía para mí un enig-ma de lo más inquietante. Mi curiosidadpodía ser fatal. Quizás no me diferenciabatanto de los locos de la secta, habida cuen-ta de las cosas que yo estaba dispuesto ahacer. Todo por seguir las pintas dealguien más loco todavía, Adolphus J.Singer, el maníaco seguidor de las teoríasde su Maestro, Lovecraft, autor de terriblesmitos que "eran mucho más que un pro-ducto de la imaginación, si bien genial,humana y demasiado humana". Esto decíaSinger: "El Superhombre ya está aquí yconsiste en alcanzar una visión y un Poderde la Volutad metacósmicos, capaces delograr el triunfo definitivo de los másArcanos Dioses, resentidos y anhelantespor recuperar su Definitivo Milenio".

Singer el loco. Singer el genial. Singer, elverdadero Intérprete de las MitologíasLovecraftianas, el Apóstol de la Gran RazaPrimigenia, moradora del mundo interior.Ahora iba a conocer el alcance y verdad desus vaticinios.

Entramos.

Los ayudantes de Quirós nos aguarda-ban con linternas y antorchas. Ahora se lesveía en mayor número, y fuertementearmados. El vapor mefítico irritaba los ojosy la garganta. Pronto se inició el descenso.La humedad reinante parecía pegarse a la

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piel, como si viajáramos al interior de unacaldera hirviendo. Fuimos poco a poco des-pojándonos de la ropa. Era inusitado aquelfenómeno. Normalmente las grutas preser-van un frescor mucho más intenso que eldel ambiente externo. Quizás circularanpor allí unas aguas termales, o puede quefuéramos al encuentro de algún depósitomagmático. Pero nada de cuanto habíaleído en mi preparación del viaje me indica-ba que aquella fuera una zona volcánica enabsoluto. Poco a poco el sudor me iba inca-pacitando para pensar adecuadamente. Labajada al interior de la tierra se hacía acu-sada por momentos, y yo estaba dispuestoa admitir que alguna raza prehistóricahabía practicado aquella comunicación conel exterior. El laberinto podría tener, en sí,un origen natural, quizá causado por elflujo antiguo de ríos subterráneos. Pero nocabían dudas acerca del trabajo inteligentey premeditado de algunos pasadizos yescalones, por más que la rusticidad era sunota predominante.

Un rumor, un sordo y grave rumor,como el de las tormentas de verano cuan-do se acercan desde regiones remotas, ibapenetrando en mis oídos, aumentandoaún más mi sensación de nerviosismo.También el suelo gemía, y las paredestransmitían una rara vibración, como silos más profundos terremotos nos lanza-ran el aviso de que no debíamos descendermás. Pero he aquí que una sacudida espe-cialmente intensa nos hizo tambalear. Misrodillas desnudas se llenaron de sangre,así como las palmas de las manos. El pisose hallaba pleno de conchas marinas fosi-

lizadas y punzantes, así como pequeñoscráneos y osamentas de Dios sabe quéseres de otra época geológica. Y al avanzar,la vibración de la piedra iba en aumento,así como el clic-clic de invisibles corrientesde agua. Todos estos elementos hacíanpresagiar lo peor. En un nivel de profundi-dad aún mayor, de forma inexplicable, losfósiles se entremezclaban con esqueletosde más reciente datación. El hedor hacíasuponer, incluso, que se correspondíancon criaturas que hacía poco gozaban devida y que ahora se hallaban en proceso dedescomposición.

Luego vinieron los gritos. Sí, gritos. Enaquellas profundidades algo - o alguien-gritaba a lo lejos. Quirós llevó su índice ala boca. Nada de preguntas. Llegué a pen-sar que este sitio era el verdadero Infiernodel que Dante, y tantas religiones, nos hanhablado. Lamenté miles de veces habermemetido en un lugar tan espantoso. Ahoraveía cadáveres irreconocibles, algunos deapariencia humana. Las calaveras seamontonaban y el hedor crecía, crecía. Lasantorchas también revelaban unos frescossumamente toscos tiñendo las paredes deocre. Las escenas de fieros sacrificios pare-cían ilustrar con claridad lo que veían misojos a cada paso en el descenso. De todaslas representaciones hubo una de índoleespeluznante. En ella se podía ver unaimagen esquemática del Gran Cuélebre,adorado por varios oficiantes que se lepostraban de manera abyecta, y una mon-taña de restos humanos completamentedescuartizados, se supone que a resultasde un banquete ritual. Pese al primitivis-

mo de los trazados, la escena poseía unaclaridad absoluta. De pronto me venían ala mente los tratados del célebre PadreMiñambres, maestro y amigo de Tessier. Elerudito y enciclopedista de la época de laFrancesada, había manejado viejosmanuscritos alto-medievales que revela-ban datos preciosos sobre la religiónancestral de los primitivos astures, deltiempo en que éstos aún no habían experi-mentado el impulso civilizador de los cel-tas. Parece ser que seres monstruosos -muchos de carácter invisible- habitantesnaturales del inmenso bosque que fueantaño Europa, habían ejercido su domi-nio absoluto y esclavizador sobre los hom-bres, como decía el sabio cura, en épocapre-adámica. Y es que, en los esquemasconceptuales de Miñambres, ya superadospor la ciencia actual, hubo una humani-dad degenerada antes del VerdaderoHombre Primero, que fue el Adán de lasEscrituras. Con todo, Singer cita al padreMiñambres como "uno de los últimos rosa-cruces auténticos", depositario de saberesesotéricos bajo su manto de Ilustrado yracionalista. En cualquier caso, la celtiza-ción de los enigmáticos ástures debiósuponer la trivialización y degradación delos viejos dioses por ellos adorados. Estospasaron a fundirse con un fondo comúnindoeuropeo que, por cierto, tiene que serhomólogo de las creencias y ritos de lasestepas euroasiáticas.

Sumido por un momento en estosrecuerdos de viejas lecturas, había descui-dado mi atención hacia unos golpes detam-tam que venían de lejos, del fondo de

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una de las muchas galería del laberinto.Fue entonces cuando alguno de los ayu-dantes de Quirós cayó de rodillas pararezar en no se sabe qué jerigonza, pese aque los demás compañeros les increpaban.Los gestos suyos eran de un verdaderopavor, y el Vigía, cuando menos, mostrabahonda preocupación. Quirós musitaba envoz baja unas palabras extranjeras. Yodiría que se trataba de una plegaria.Después señaló con el dedo otra de lasgalerías, como si debiéramos huir de unadirección peligrosa y rectificar nuestraincursión. Así lo hicimos, y con gran pre-mura, como temiendo a unos enemigosmuy peligrosos. Corrimos, corrimos, bajoaquel calor sofocante y apenas sin tiempopara apurar nuestras cantimploras.

Y entonces, a lo lejos, una luz. Un punti-to brillante al principio. Apenas una estrelladel lejano firmamento: eso parecía. Aquelmundo subterráneo ¿presentaba una sali-da? De hecho, al menos el hedor tendía adisminuir, y una especie de aire más salu-dable circulaba por momentos, como si delas galerías perpendiculares salieran vien-tos de un mundo exterior. La boca final deltúnel se abría, y la luz -verdosa- nos hacíadaño a la vista. Pero la humedad no cesaba.El suelo parecía encharcado, como si se die-ran allí filtraciones de agua subterránea. Yluego se sentía un... Dioses del Averno... Un¿aletear? ¿Era eso lo que percibían misoídos? El enorme aletear de un pájaro... No,era un aletear "articulado", como si se tra-tara de un enorme paraguas que se abría yse cerraba. Aquello hacía pensar más bienen la anatomía de los murciélagos. Y des-

pués, los bramidos. Se oyeron bramidos,como si una corriente de sonido y fuego lle-gara a nosotros, casi enrojeciendo el rostropor su calor. ¡El Cuélebre! Habíamos llega-do a su mundo.

El túnel desembocó en una especie debalcón elevado. Ante nosotros la luz verdo-sa devino en luz de un mundo interior. Lavegetación, entre tropical y prehistórica,obedecía a las condiciones propias de unenorme invernadero interior. La Tierra, enefecto, era un planeta bastante hueco, encuyo interior, aprovechando las condicio-nes favorables de la proximidad con unmagma central, albergaba otra dimensiónde vida, un museo del Pasado. Julio Vernesabía la verdad. Su Viaje al Centro de laTierra narraba, bajo la fachada de unanovela fantástica, la verdad sobre nuestroglobo, tan astutamente velada por laCiencia Oficial. No podía dar crédito a misojos. Allá abajo se extendía una inmensaselva tropical, a varios kilómetros de dis-tancia de la superficie. Los seres de la mito-logía popular no eran sino intrusos venidosde una dimensión inferior que osaban salirpor las Puertas Misticas, conocidas por lasecta esotérica de Singer. Todo era cierto.Nadie está loco... Mejor dicho, el Universoentero es una auténtica locura.

Quirós señalo un camino descendente,mientras miraba a sus espaldas, hacia laoscuridad de la galería que habíamos deja-do apenas unos segundos atrás. Se mostrómuy nervioso. Luego, percibí yo también eltam-tam de los seres que debían ser, sinduda, nuestros perseguidores. Bajamos

rápido por el camino. En la carrera, uno delos hombres resultó atacado por una espe-cie de gigantesca boa constrictor, que ensegundos le envolvió con su cuerpo, tanancho como el suyo. Una boca imposible ledevoró de un bocado. Ninguno de nosotrosle ofreció ayuda, ni siquiera disparandocontra la serpiente. Solo pensábamos ensalvar nuestro pellejo y huir de nuestrosperseguidores. Al hacer un recodo el cami-no, evitando el perderse en tan horribleselva, pude ver de refilón a los salvajes quequerían darnos caza. Iban desnudos ycubiertos con unas máscaras estrambóti-cas, que hacían dudar de su carácterhumano. Las pinturas que cubrían sucuerpo me eran desconocidas, por sunaturaleza fosforescente. Refulgían de susfiguras con un color que nunca había vistoantes. Corríamos ya bajo una cortina deflechas. Otros dos hombres cayeron bajo elimpacto de unas puntas que, sin duda, sehabían impregnado de veneno. Ululabande forma indescriptible. Aquellas gargan-tas no podían tener nada de humano.Quirós, quizá por la edad, ya no podíaseguir. Hicimos alto tras una especie deempalizada natural provocada por el tron-co de una enorme seta gigante. El revólverdel Vigía fue el primero en descargar sutambor de balas. La primera fila de salva-jes cayó al instante, haciendo rodar por lacuesta sus cuerpos muertos. Algunos lle-garon hasta nosotros. Los vi de cerca.Eran humanos, sí, pero pertenecientes auna cultura no registrada por la cienciaconvencional. Al perder sus máscaras, sepodía ver en ellos un rostro de ferocidad

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arcaica. Progantismo marcado, nariz hori-zontal, enormes arcos supraorbitales...Quirós me ofreció otra arma, esta vez unapistola Star, automática, y me despaché -con escasa puntería- con las nuevas olea-das de atacantes. A pesar de mi impericia,logre abatir a dos o tres de ellos, pero loskirguises que nos acompañaban eranmucho más eficaces a la hora de disparar,empleándose a gusto con sus máuser.Pero no fueron nuestras balas las que leshicieron, al fin, desistir en su hostigamien-to. Fue el aleteo misterioso y un rugido,esta vez muy, pero que muy cercano, loque provoco un temor indescriptible entodos. En los hombres primitivos y en nos-otros. La Bestia rugió muy fuerte, y al fin,se hizo ver. El suelo retumbó, y una partede la selva comenzó a arder con motivo desus exhalaciones. El Cuélebre de las leyen-das, por fin se hizo visible.

Gigantesco. Reptiliano, sí, pero conapéndices orgánicos articulados que másbien parecían recordar a los insectos.Gran parte del cuerpo no recubierto poresas escamas -o corazas- poseía un pare-cido, además, con la carne blanda y acuo-sa de los moluscos. Las representacionesen miniatura de los manuscritos medieva-les, sin duda, habían deformado el aspec-to global del monstruo, asimilándolo alDragón o la Sierpe, que son dioses univer-sales en todas las culturas de la tierra. Elrelieve en un caldero de oro, datado en laépoca de la primera oleada celta, sinembargo, y hallado en Rovigo, aldea cerca-na a Xixón, sí era mucho más aproximadoa este ser de otro tiempo...

Los salvajes huyeron por donde habíanvenido. Y el Cuélebre, con una mirada leja-na, inescrutable, nos examinó. Para migran sorpresa, Quirós le habló en un idio-ma que él pudo comprender. Su enormecabeza escamada giró en una direcciónque, sin lugar a dudas, era la que nosotrosdebíamos seguir. Las palabras del Vigíadebieron ser apaciguadoras. Y le segui-mos. De vez en cuando el aleteo de susórganos extraños nos tumbaba al suelo,un lecho fangoso, repleto de alacranes,víboras y unos insectos del tamaño de mismanos. Muchas de estas criaturas se nossubían por el cuerpo, dejando en él morde-duras y picotazos. Constantemente tenía-mos que quitárnoslas de encima, pero alcabo de unos segundos, volvíamos a estarcubiertos por ellas. Descubrimos que eldesprenderse de la ropa había sido unerror, y con horror contemplé cómo uno delos kirguises de Quirós era devorado a tro-zos por dos o tres cucarachas verdosas,gigantes como gatos, y dotadas de unospoderosos incisivos. Sin cesar renovába-mos la munición de nuestras armas, puestanta criatura repugnante requería ungasto constante para defenderse. Delante,el majestuoso monstruo nos guiaba.

La selva tropical, en aquel mundo inte-rior, parecía ahora un templo del silencio.Henchida de vida debía estar, pero todoslos seres callaban. Por encima, una bóve-da difuminada por los vapores, encerrabacomo en un estuche el mundo inferior delque este inmenso monstruo, que nos ser-vía de guía, parecía ser su rey. Mas heaquí un nuevo error mío. El Cuélebre

inmenso gimió profundamente al llegar auna suerte de valle encajado entre dosmontañas cubiertas de verdor. Y de súbi-to, alzó el vuelo y voló hacia un horizonteindefinido por la neblina tropical.

Fue entonces cuando Quirós recuperóla palabra, tras zafarse de la enésima inva-sión de insectos gigantes:

-- Este el lugar. Aquí moran los SeñoresArcaicos. Toda nuestra veneración porellos.

Y pareció repetir esto mismo en el idio-ma comprensible por los kirguises queaún quedaban con vida.

Algunos, entonces, comenzaron a golpe-arse con furia el pecho. Uno de ellos, elmás viejo, comenzó a emitir numerososalaridos, tal y como mandaban los cáno-nes de su secta. Lo singular, lo desconcer-tante, fue ver al Vigía hacer lo propio, consu porte distinguido, pese a haber perdidosus ropas y estar cubierto de heridas yrasgones. Hube de imitarles, pues Quirósme observaba por el rabillo del ojo. Meparecía degradante, pero de tales ritualesya tenía cierta experiencia, pues eran unrequisito para contactar con la secta.Después de mucho ulular y arrastrarsepor el suelo, a modo de trance propiciato-rio, se oyó a lo lejos, tras la masa de árbo-les el sonido de un cuerno.

Y de la masa vegetal salió la primerafigura. Hay que imaginarse una semiesfe-ra carnosa, con docenas de prominenciasen forma de bulbo. También poseía nopocos tentáculos que relampagueaban al

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moverse y unos ocelos múltiples que almirarnos, exhibían ciertas tonalidades iri-discentes, de las que ignoro si podríanesconder algún mensaje o emotividad.Esta criatura caminaba penosamente yregurgitaba sin parar, como para concer-tarse a sí misma por una extraña lengua.Quizá fuera una colonia de entidadesdiversas. No lo sé. Su tamaño era conside-rable. Tres veces un ser humano, en altu-ra. Y detrás, venían arrastrándose muchasmás. Era un espanto. En aquel momentodeseé no haber nacido. Mi razón se vioafectada para siempre, y mis nervios novolvieron a ver restaurada su sana integri-dad nunca más. El rumor que formabaaquella multitud de Arcaicos Señores eraespantoso, detestable. Entonces, uno delos kirguises, un joven completamentetatuado en todo su cuerpo con los másferoces signos, se aprestó delante de ellos,ofreciéndose como víctima sacrificial. Meresultaba obsceno y detestable. Parecíaconvenido de antemano, o quizá era unjuramentado que había esperado la oca-sión. Pero una de aquellas cosas lo succio-nó de la manera más horrible, no dejandodel muchacho la más mínima señal de suexistencia. Que eran devoradores de per-sonas, no quedaba ya ninguna duda. PeroQuirós no se inmutaba en lo más mínimo.Fríamente, o quizá absorto en un tranceinterior, parecía haberse quedado petrifi-cado en uno de los gestos rituales. De rodi-llas y con las manos orantes bajo la barbi-lla, no decía ni palabra.

Hasta que, transcurridos unos instan-tes me miró. Se volvió hacia mí y vi en sus

ojos la misma mirada del demonio.

Y en voz muy alta, en el perfecto idiomainglés que él sabía emplear para que a míno me quedara ni rastro de duda sobre elcontenido de sus palabras, dijo:

-- Y ahora, Señores Arcaicos, admitid detus siervos esta otra humilde ofrenda.Probad sus fluidos vitales y multiplicaoscon su savia humana. Haceos con el cuer-po de este traidor, falso miembro de nues-tra orden. Eliminad para siempre al espíaque quiso ir tan lejos en sus averiguacio-nes que ha osado traspasar el Umbral.

Estaba perdido. El propio Vigía, quenormalmente no debía sino moverse en elUmbral delimitador de los dos mundos,había consentido en penetrar a fondo en elreino de los Señores Arcaicos con el fin dedestruirme... de destruirme de la peormanera imaginable. Entregándome a ellos.

No lo dudé. Tomé la pistola Star y probéa vaciar el cargador sobre el pecho y lacabeza de Quirós. Pero el plomo nada lehacía. Una risa estentórea brotaba de sucara enloquecida. Y la piel abierta por lasbalas no rezumaba sangre, lo que hubierasido normal en un ser humano. Antesbien, un sinfín de diminutas víboras sibi-lantes parecieron hallar en los orificiosuna salida a la prisión de falsa carnehumana que recubría al verdadero Vigía. Ylos impactos de mis balas en el entrecejodel que yo creía un hombre, solo revelaronuna masa tumefacta, pero no encefálica,sino gusanosa. Sí, una especie de larvadotada de múltiples ocelos y protuberan-

cias, se liberaba del cráneo del supuestoSr. Quirós y avanzaba burlona, desafiantehacia mí. Algunos kirguises pretendieronhacerme fuego, pero yo fui más rápido y deun salto me oculté entre unos helechosgigantes. La larva, o lo que quiera quefuera ahora el Quirós superviviente, grita-ba por medio de desconocidas bocas. A míse me antojaban instrucciones a losArcaicos Señores o, más bien, a las cosasque sin cesar, brotaban de aquella profun-da selva subterránea.

Me fui escabullendo con sigilo, y sumi-do en un indecible pánico. Todo surgió demi instinto de supervivencia. De cercasentí como los ayudantes orientales delVigía rastreaban la selva. Algunas cosashorribles también pasaban próximas a misescondites, dotadas de potentes órganossuccionadores. Entre aquellas palmeras ysetas gigantes la luz de lo alto se cegaba yello era debido al vuelo del enormeCuélebre, que debía estar patrullando losaires. Pero milagrosamente fui aproximán-dome a la salida del valle y topé con elcamino que conducía a las oscuras galerí-as. Y de forma muy sorprendente, nadie -o nada- había llegado allí para interceptar-me el paso.

Solamente en las oscuras galerías me dide bruces con un grupo de salvajesenmascarados, a los que repelí oportuna-mente con disparos de mi pistola. La lin-terna que llevaba conmigo continuaba conbatería, aunque ya daba indicios de ago-tarse. Y los cargadores con balas comenza-ban a escasear. Lo importante era recons-

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truir a la inversa, y sin traiciones de lamemoria, el itinerario que habíamos segui-do, para no quedarse para siempre perdi-do en aquel Dédalo oscuro y asfixiante.Hice los descansos oportunos, y debíacomer carne cruda de animales indescrip-tibles, de sabor insípido y textura correo-sa. Por fortuna, ninguno resultó venenoso.

Pero mis altos en el camino de regresoeran de lo más breve. Como un animal ate-rrorizado, todo él convertido en sensibili-dad defensiva, mis oídos percibían a lasespaldas un lejano retumbar. Alguna clasede arrastrar sordo, pesado, informe. Micorazón se aceleraba por momentos enaquel túnel de oscuridad. Y las dudassobre el posible ser causante de aquelrumor, al fin se despejaron. Pues al sordosonido y a la trepidación les acompañabael bramido de fuego. ¡El dragón me seguía!En efecto, entre las propiedades preterna-turales de la criatura figuraba la de gozarde una máxima adaptabilidad. Su cuerpodebía experimentar un grado máximo deflexibilidad plástica. Cual si fuera unProteo de los tiempos primitivos, al pasarpor entre estrechos pasadizos el ser deaspecto reptiliano cedía su forma a lababosa descomunal, al molusco inverte-brado y reptante.

¡Ahora se encontraba muy cerca! Creísentirle justo a mis espaldas, en una espe-cie de recodo que formaba la galería. Sualiento abrasador llegaba a mi nuca y amis espaldas. La película de sudor querodeaba mi cuerpo pareció electrizarsesúbitamente, y una especie de red de con-

tracciones musculares estuvo a punto deparalizarme. Corrí como un loco en laoscuridad. La linterna se había fundido yla dejé caer al suelo, condenándome así ala ceguera más absoluta. El suelo no eraliso, y no escaseaban los abismos en aquelmundo interior de pasadizos. Además, elcamino de regreso era ascendente.Abundaban los escalones rudimentarios, ytoda clase de obstáculos, incluyendo elosario de animales sacrificados desdetiempos inmemoriales.

Irónicamente, la causa de mi peligro erala periódica fuente de luz, que me indica-ba por ráfagas el camino a seguir y losprincipales obstáculos a evitar. ElCuélebre-gusano ya había mostrado sucara en varias ocasiones, en las que casiestuve a punto de perecer achicharradopor sus lenguas de fuego. Por instantesbrevísimos pude reparar en sus labiosmultitentaculares, así como en unos oce-los también múltiples que sólo en la leja-nía cobraban el aspecto de ojos verdososde lagarto. Por otro lado, la velocidad dereptación con la que me seguía era deltodo indescriptible. Se ve que al disponerde un instinto depredador muy especiali-zado, su anterior torpeza exhibida en laselva tropical había cedido su lugar a unapoderosa máquina motriz, destinada a lacaza y deglución de su humana presa. ¡Yya estaba su fuego pisándome los talones!¡Me abrasaba la nuca!

Pero en esto, una voz.

-- ¡Por aquí! ¡Rápido!

Era una voz de mujer. Una voz quetransmitía amistad y paz por encima detodo. Había dado su orden con firmeza yjuro que sólo por medio del pensamiento.Obedecí a la transmisión telepática, y saltéhacia un lado donde intuí -o puede que lavoz me lo dijese- que allí había un agujero.Al saltar caí unos metros por una especiede tobogán. Desde arriba sentí que elmonstruo pasaba de largo, absorto en suciego instinto cazador. El alivio fue inme-diato, y más al quedar un poco cegado poruna tenue luz. ¡Luz al fin! Maravilla de lasmaravillas. Pero ¿dónde me encontraba?Aquello semejaba ser una especie deestancia palaciega. Rústica, primitiva,como extraída de un sueño que el incons-ciente colectivo nos brindara para asícobrar noticia de la existencia de edadesremotas. El oro, o mejor, algún raro mate-rial iridiscente -puede que el mifflir - llena-ba de luz aquella estancia sin necesidad delámparas. Y una hermosa joven, ataviadacomo una princesa de las edades antiguasse acercó a mí con rostro sonriente.Portaba una copa de mifflir cegador, y ensu rubia cabellera las más hermosas floresentonaban un canto delicioso, él mismomedicinal. Bebí de su copa un rico néctar,que al instante me reparaba de mis fatigasy dolencias. Su suave mano pasaba por mipiel y, de inmediato, el poder curativo deaquel espíritu hacía valer sus efectos sobreun cuerpo lleno de mordeduras, picotazos,magulladuras. También me mostró unabella piscina de líquido mágico y tibio,cuyo simple contacto servía para repararel vigor. Ella misma se despojó de su túni-

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ca y siguió con su labor terapéutica. Yoveía con pasmo como el simple contactocon su mano regeneraba mis tejidos. En lamisma piscina comimos frutos deliciosos ynéctares del Paraíso que nos traían unosenanos orejudos en unas grandes bande-jas de oro. Mi restablecimiento parecíatotal. Incluso sentía que mi cuerpo y mialma ascendían a un plano superior.Jamás habían alcanzado mis fuerzasaquella elevación. Entonces tomé el valorpara preguntarle a la Dama, pues ella nohabía despegado sus labios en ningúnmomento.

-- ¿Quién eres, señora mía? ¿Una diosa,en este inframundo?

Sin mudar un momento su rostro dedulzura, ella constestó:

-- Los humanos allá arriba, últimamen-te, me llamáis "Xanas", pero en diversospaíses cambian nuestra denominación.Ninfas, dríadas, sirenas, ondinas. A vecesnos veis como doncellas con cuerpo, yotras ocasiones como espíritus divinos. Sisomos hadas que protegen y ayudan a loshumanos, nos amáis. Pero si debemoscumplir con tareas desagradables allá arri-ba, odiáis nuestra brujería, y os hacéis a laidea de nuestro carácter horrible. Ni malasni buenas, simplemente vigilamos lasPuertas Místicas y damos ayuda a quienmanifiesta poseer un corazón fuerte y vale-roso, cosa muy rara entre los humanos.

-- ¿Soy uno de éstos, mi Señora? - pre-gunté.

-- En este mismo momento no, vanidoso

hombre mortal. Antes debías mostrar unagradecimiento por haber sido salvado.

Me sonrojé. Tan pronto había olvidadoel sinfín de penalidades, tan beneficiadome sentía por aquella beldad...

Ella siguió hablando.

-- Las Xanas habitamos el inframundodesde tiempos remotísimos. En ese enton-ces, sólo los dioses poblábamos la Tierra.Pero un día recibimos una invasión. Conanterioridad, las deidades nos habíamosenzarzado en disputas indignas de nuestracondición y el tumor maligno ya se habíaextendido sobre todos, haciéndonos débi-les ante amenazas del Exterior. No ignorá-bamos la existencia de Enemigos peligro-sos, acechando en los confines del espacio,pero nuestras rivalidades domésticas noshabían cegado de manera loca e irrespon-sable. Además, los Enemigos externoscontactaron con ciertos de los nuestros,que taimadamente habían concertado unaalianza con ellos para derribar de nuestrosTronos a los soberanos de la Tierra y asíprevalecer ellos y sus mezquinos anhelos.Fue esta la circunstancia que aprovechó elEnemigo para apoderarse de las volunta-des del Cuélebre, y de otros dioses que,habiendo nacido dignos y nobles, hubie-ron de quedar confinados a una existenciaoculta y servil, pues ya sus nuevos Amoshabían tomado todo el poder y conocíanlos secretos del Fuego Vital, que anima losdestinos de todos. Te hago saber, humano,que para entonces ya existía un adelantode la raza humana, antes de que la masaordinaria de tus hermanos evolucionara a

partir de los simios. Y que esos humanosde la Raza Adelantada habían sido diosesque, en el trascurso de los accidentes de laTeomaquia, habían perdido su condicióninmortal, conservando no obstantemuchas otras cualidades superiores.Ahora viven mezclados los humanos de laRaza Adelantada y los simples animalesevolucionados. En ningún momento dudé,desde que te viera traspasar el Umbral,que tú descendías de esos Dioses Caídos,de la Raza Adelantada y que por ese moti-vo tu intuición superior había dado conesta Puerta.

Semejantes revelaciones me estabandejando anonadado. Siempre había pre-sentido en mí una especial rareza y distan-cia ante comportamientos ajenos que, a miintuición desnuda, me parecían triviales,estúpidos, simiescos. Pero de ahí a consi-derarme un dios... aunque fuera un dioscaído y mortal, pero descendiente en todocaso de la Raza Adelantada... Hubiera sidoun delirio propio de un loco de remate. Ysin embargo ese era diagnóstico de Norrisy Blemm, los dos necios loqueros de NewJersey que han decidido tomarme a sucargo, por mandato expreso de la familiaHastings, así como de la Justicia.

Tras aquella serie de revelaciones, caí enun profundo sueño, del cual nada recuer-do salvo una confusa sucesión de imáge-nes inconexas, algunas de ellas extraídasde mis recientes vivencias en el mundoinferior. En otras, compartía lecho con miHada protectora, además de reinar congozo en un maravilloso país acuático, una

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especie de lago a donde iban a descansarlos más puros de entre los humanos y losdioses, una vez agotados sus ciclos de exi-tencia. También aparecían escenas deinsufrible horror. Los cuélebres y otrosmonstruos preternaturales asolaban ciu-dades y planetas, esclavizaban razas, devo-raban en masa a seres nobles y bellos, ejer-ciendo su tiranía durante eones enteros.También venían a mí diversas escenas deguerras interminables, destrucción sincuento, abismos infinitos y seres de cuyaexistencia, en caso de conocerla, haríanenloquecer al más fuerte de los espíritus.

Desperté con la humedad y el frío meti-do en los huesos. Me rodeaba un bosquede robles y castaños, y era la hora del alba.Estaba en el mundo exterior, en laAsturias verde y lluviosa. El calor sofocan-te del mundo interior había desaparecido,era un lejano recuerdo. No lejos se hallabael coche de Quirós, un poco apartado de lahumilde carretera que atravesaba el bos-que. Corrí hacia él, mirando en todas lasdirecciones por si había kirguises custo-diándolo. Nadie. El auto estaba abierto, ytemblando por el frío, fui directamente almaletero para ponerme las ropas derepuesto que habíamos colocado allí, puesme hallaba completamente desnudo. Mepuse también una manta encima y sólodespués pude comprobar que la llave esta-ba puesta en el contacto. Milagrosamenteasí era. No paré a pensar que allí nadie ibaa robarnos, en un paraje tan desierto yademás cercado celosamente por los pin-torescos pobladores de Tenebredo. Quirósdebió dejarlo así dispuesto, deliberada-

mente quizá, para una contingencia desfa-vorable en la que hubiese necesidad deescapar con premura.

Conduje tembloroso y mentalmenteembotado. No había un termo en el coche,ni bebida alguna que me ayudara a entraren calor. Al cabo de unos kilómetros deselva oscura divisé al final de una rampalo que parecía un caserío disperso. A laentrada de la aldea había un bar desvenci-jado. Con las monedas que encontré en laguantera del auto, pude tomar bebidascalientes sin necesidad de dar explicacio-nes a nadie. Incluso la calderilla alcanza-ba a comprar algo de comida y reponerfuerzas. No cesaba de pensar en mi Xana.Me preguntaba si había sido ella la que mehabía sacado de su mundo de ensueño.Un mundo interior en el que se alternabanlos horrores del Infierno y los paraísos másdeliciosos. También me interrogaba sobreel destino que había podido recibir el Vigía.

Quizá mi locura, o lo que los humanosvulgares consideraban tal, empezó a mani-festárseles al ver el rostro de Quirós en ellugar y en el trascurso de las circunstan-cias más insospechadas. Esta visión, cier-ta o no, ocasionaba en mí los más violen-tos ataques de rabia. Se me acusa devarios asesinatos y otros tantos intentosfallidos, y en ello no veo sino una manio-bra de la secta singeriana. Al ver el rostrode mis supuestas víctimas, carentes delmenor parecido con el Vigía, no creo sinoen una tremenda conspiración ejercidacontra mí, condenándome al encierro psi-quiátrico de pro vida e invalidando con ello

a priori toda posible veracidad de mis reve-laciones al mundo. Ellos, la Orden, estánestrechando el cerco contra mí. Presiento,desde este sanatorio para alienados quemi fin está cercano. Unas raras estatuillasde material muy singular, quizás regalo dela Xana, prueban mi estancia en el MundoInterior.

***Asilo Gladstone para Enfermos Mentales.

Witchers Avenue, Providence.

Informe de los doctores W. S. Norris(M.D.) y P. R. Blemm (Ph.D.), psiquiatrasde la Fundación Gladstone.

[...] el susodicho paciente falleció en lamadrugada del día 20 al 21 de febrero de ...,al parecer víctima de un colapso neurovege-tativo funcional, quizá a consecuencia de sucontinuado estrés potenciado por su estruc-tura ideacional delirante. Aquejado de uncuadro paranoide irreversible, el pacientesufrió una crisis fisiológica generalizada,precedida de episodios de furor extremo ysacudidas espasmódicas. Cuando el enfer-mero diplomado, Sr. .... entró en su celda,ya nada podía hacerse por su vida..."

"En unas cuartillas al lado de su cadá-ver se han hallado estas líneas con el rela-to delirante de su autor, que adjuntamos alos informes psiquiátricos por si presentanalgún interés científico para el análisis deestos tipos de delirio paranoide en sujetosesquizofrénicos"

***

Y esto es todo por ahora, lector.Confiamos en que este número deLA ESTELA haya sido de tu agradoy que aguardes ansioso el próximo.

Por nuestra parte, tambien esperamos -como siempre- haber despertado en tí las

ganas de unirte al desafío. Si es así, despiertaporque el tiempo apremia y ya sabes que...

“No está muerto lo que yace eternamente,y con los extraños eones,

hasta la misma muerte puede morir”.

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