Archivo Histórico Nacional C/Serrano, 115. 28006 MADRID h p://www.mecd.es

Texto: Eva Bernal Vicente Requena Archivo Histórico Nacional.

Un paseo por las tabernas madrileñas del

Siglo de Oro

Pieza del Mes Archivo Histórico Nacional

Acabamos esta pieza del mes con unos versos de Baltasar de Alcázar, que ilustran a la perfección aquello de lo que estamos hablando: Si es o no invención moderna, vive Dios que no lo sé, pero delicada fue la invención de la taberna. Porque allí llego sediento, pido vino de lo nuevo, mídenlo, dánmelo, bebo, págolo y voyme contento. [Cena Jocosa].

● BIBLIOGRAFÍA: - Andrés Ucendo, J.I.: “Fiscalidad y precios en Cas lla en el siglo XVII: los precios del vino en Madrid, 1606-1700” en Revista de Historia Económica - Journal of Iberian and La n American Economic History, Año nº 29, Nº 2, 2011, págs. 269-298. h p://www.mcu.es/ccbae/es/consulta/registro.cmd?id=232185 - Lozón Urueña, I.: Madrid Capital y Corte : usos, costumbres y mentalidades en el siglo XVII, Madrid, Comunidad de Madrid, 2004. h p://www.mcu.es/ccbae/es/consulta/registro.cmd?id=162045 - Pablo Gafas, J.L. de: Jus cia, gobierno y policía en la Corte de Madrid La Sala de Alcaldes de Casa y Corte (1583-1834), Madrid, UAM, 2000. h p://www.mcu.es/ccbae/es/consulta/registro.cmd?id=229627 - Pérez Romero, E.: “Abasto, precios y consumo de vino en una villa castellana: el Burgo de Osma, 1655-1804” en Studia historica. Historia moderna, Vol. 39, Nº 1, 2017, págs. 369-402. h p://www.mcu.es/ccbae/es/consulta/registro.cmd?id=232184

Imagen de la portada: Miguel de Pret. Dos racimos de uvas. Museo Cerralbo.

PIEZA DEL MES DE OCTUBRE DE 2019 Archivo Histórico Nacional.

SECCIÓN CONSEJOS SUPRIMIDOS

CONSEJOS,L.1173

Relación de las tabernas de Madrid en 1658

Elegimos este mes de octubre, que sigue siendo de vendimia, para acercarnos al mundo del vino en el Archivo Histórico Nacional. Y lo hacemos a través del fondo de la Sala de Alcaldes de Casa y Corte. Entre la documentación de la Sala de Alcal-des, de la que más adelante hablaremos, las no cias rela vas al noble caldo son abundan simas. Esto es así porque el vino era uno de los productos sobre el que recaían un mayor número de impuestos, tanto reales como municipales, por lo que su control por parte de las dis ntas administraciones era muy alto. En nuestro caso, nos hemos decidido por uno de los libros de gobierno de la Sala, el nº1173, entre cuyos folios (298 y ss.) aparece un listado de las tabernas con li-cencia existentes en la Corte en el año 1658, al que se añaden las nuevas licencias para ese po de establecimiento dadas en el año 1659. De cada una de ellas se da no cia del nombre del propietario y de la calle o lugar en el que se hallan emplaza-das. Con ello tenemos una buena radiogra a de la situación de los “bares y tascas” que a mediados del s.XVII exis an en Madrid y alrededores. El listado arroja un total de 366 tabernas existentes en la ciudad con el añadido de 25 establecimien-tos de ese po de nueva creación en 1659. Así por tanto, en pleno Siglo de Oro, en la Corte, contamos con nada menos que cerca de 400 tabernas legales. Tabernas en las que se vendían azumbres y cuar llos de vino precioso, caro, barato, aguado (con un fraude que podía llegar hasta un 50%)…, principalmente de viñedos cerca-nos a la corte, aunque se importaba también de otras partes de la península, y en donde se especificaba que no se dieran comidas, que para eso ya estaban los me-sones, bodegones y bodegoncillos. Hay que adver r, por otra parte, que a ese número de tabernas legales, se le de-ben añadir un número importante de las llamadas despensas, tabernas de soldados de guardia y criados reales, que harían la suerte de tabernas alegales o directamen-te ilegales, en donde se vendía vino sin pagar impuestos, y que provocarán la ira y frustración de los taberneros, agrupados en el Gremio de Taberneros de la Villa. En más de una ocasión se pudo ver a forajidos y escopeteros u lizando incluso la fuer-za sica para introducir vino de forma ilegal a través de las puertas y la cerca de la ciudad. Es decir, un muy notable número de establecimientos en donde se vendía vino, tan predispuesto para el espíritu pero también para el cuerpo, no olvidemos que el vino era u lizado por los madrileños en par cular y los españoles en general como aporte calórico en esa época, el tercero en importancia tras el pan y la carne.

Y es que ya lo decía don Francisco de Quevedo y Villegas: “para conservar la salud y cobrarla si se pierde, conviene alargar en todo y en todas maneras el uso del beber vino, por ser, con moderación, el mejor vehículo del alimento y la más eficaz medicina”[ La hora de todos y la Fortuna con seso].

Atendiendo ahora a la ins tución productora de la documentación que nos ocu-pa, diremos que la Sala de Alcaldes de Casa y Corte, fue la ins tución que go-bernó y administró Jus cia en Madrid desde 1561, época en que la Corte se instala ya defini vamente en esta villa, hasta su supresión en 1834 junto con el resto de las ins tuciones que conformaban la administración del An guo Régi-men. Su origen como ins tución se remonta al reinado de los Reyes Católicos, pero ene su precedente medieval en los alcaldes del rastro que acompañaban a los monarcas y a sus cortes i nerantes ya desde 1351. Estuvo fuertemente relacionada con el Consejo de Cas lla, hasta el punto de que se la llamó tradi-cionalmente “Quinta Sala” del mismo pese a tener una organización y funciona-miento perfectamente separados de ese Consejo, y sus competencias fueron tan amplias y diversas a nivel del territorio madrileño como las del propio Con-sejo en el ámbito del reino de Cas lla. Además de sus funciones como tribunal capacitado para sustanciar causas tanto civiles como criminales y de legislar en las más diversas materias, la Sala tenía competencias guberna vas, principal-mente en asuntos de gobierno económico y polí co, lo que dejaba bajo su in-fluencia amplias parcelas de la vida co diana de los madrileños de otras épocas. Estas amplísimas competencias en todo po de materias guberna vas de la ciudad enen su reflejo en todas las cues ones relacionada con el abasteci-miento, venta y consumo de un producto tan importante para la sociedad de los siglos que nos precedieron como fue el vino y consecuentemente de los establecimientos en donde este producto se despachaba. Así, entre los libros de gobierno de la Sala de Alcaldes encontramos expedientes relacionados con esta materia tan amplios y variados como pueden ser licen-cias para la apertura y funcionamiento de las tabernas, indicaciones de qué po de vino (en cuanto a su origen y calidad) podían vender, regulaciones de pre-cios, indicaciones sobre el uso del oficio por parte de las viudas de los taberne-ros, sobre quién y en qué condiciones podían trabajar en esos establecimientos (por ejemplo, prohibiciones de despachar a muchachas jóvenes), horario de apertura y cierre de las mismas, etc… La taberna fue en Madrid (como en el resto de España) un lugar común de nuestra cultura pasada (aunque también presente), lugar de abastecimiento de uno de los productos considerados en otros siglos, como decimos, de primera necesidad. Pero también fue lugar de reunión y de socialización de personas de toda clase y condición y, a decir de algún autor sagaz, lugares donde todo mal se curaba: “que la mejor bo ca es la taberna”.