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Page 1: piriz ubal

¿De qué hablamos cuando decimos Pedagogía?

Marcelo Ubal CamachoSilvia Píriz Bussel

Febrero, 2009

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INDICE

Introducción .............................................................................................. 2 1- ¿Qué es una ciencia? .......................................................................... 4

1.1- El acuerdo fundamental: usemos el lenguaje ............................... 4 1.2- El centro del debate filosófico occidental sobre el conocimiento . 4 1.3- La ciencia como construcción discursiva ...................................... 6 1.4- La dimensión práxica de los discursos científicos ........................ 7 1.5- La dimensión normativa de toda ciencia ....................................... 8 1.6- Una comunidad de científicos ....................................................... 9

2- ¿La pedagogía es ciencia? ................................................................ 11 3- Pedagogía y educación ..................................................................... 13 4- Algunas consideraciones finales ....................................................... 14 Bibliografía ............................................................................................ 18

Introducción

La construcción de las ideas que compartimos en este trabajo ha

tenido lugar a partir del fecundo diálogo mantenido en dos escenarios.

El primero es la Maestría en Enseñanza Universitaria, propuesta por la

Sectorial de Enseñanza de la Universidad de la República (primera

edición 2006) la que nos ha permitido un trabajo sistemático para el

desarrollo de gran parte de los conceptos que aquí se plantean.

El segundo escenario es el equipo de investigadores del Área de

Ciencias de la Educación de la Facultad de Humanidades y Ciencias

de la Educación que tiene a su cargo el proyecto “Prácticas Educativas

No Formales dirigidas a adolescentes que viven en contextos de

pobreza: aportes para la creación de Políticas Educativas en Educación

No Formal” y que se desarrolla al momento y con el apoyo financiero

de la Comisión Sectorial de Investigación de la Universidad de la

República.

Estos dos espacios han sido la plataforma para el impulso de una

investigación de carácter básico que posteriormente podrá ser un

posible aporte a iniciativas de análisis empírico.

El trabajo que tienen en sus manos se centra en un punto

históricamente polémico y en permanente construcción y, pero sobre

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todo –desde nuestra perspectiva- un aspecto de discusión necesario: el

del estatus epistemológico de la Pedagogía y su papel respecto a la

educación.

Quienes tenemos formación pedagógica muchas veces

encontramos dificultad en expresar la especificidad de la Pedagogía en

lo educativo, campo que especialmente en las últimas décadas, ha

recibido la mirada y casi se podría decir, que se ha visto “colonizado”

por diversas disciplinas y privado del aporte específico de la Pedagogía

Consideramos a la Pedagogía un eslabón clave en varios

sentidos: para generar conocimiento pedagógico específico, para

contribuir a un abordaje interdisciplinario de la educación, para

proponer y construir horizontes y lugares más humanos. Por esto, nos

permitimos presentar un primer capitulo de reflexiones. Nuestro punto

de partida ha sido preguntarnos si la Pedagogía es ciencia, pero esta

pregunta lleva a otra que en realidad es anterior: ¿Qué es una ciencia?

En este capítulo entonces, abordaremos este punto para luego

permitirnos analizar el carácter científico de la Pedagogía. Por último

presentaremos una posible relación de la Pedagogía con la educación,

y esbozaremos una propuesta de abordaje de lo educativo que

consideramos esencial para los procesos de investigación y/o de

generación de conocimiento.

El presente trabajo, como se verá, nos compromete a seguir

trabajando en un desarrollo teórico más exhaustivo de las dimensiones

identitarias de la educación, lo cual será difundido oportunamente.

1- ¿Qué es una ciencia?

1.1- El acuerdo fundamental: usemos el lenguaje

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En el pensamiento occidental podemos encontrar un consenso

general: para expresar las diferentes manifestaciones del pensamiento

se hará uso del lenguaje y de sus correspondientes estructuras de

racionalidad.

Lo anterior se manifiesta con toda claridad en la constatación de que

todos los pensadores de mayor relevancia de la cultura occidental, han

recurrido al lenguaje para expresar sus ideas y las han ordenado con

un fuerte rigor racional.

La discusión filosófica occidental, no se ha centrado en la validez

de las estructuras del pensamiento en cuanto a sus formas (concepto-

enunciados), sino en los contenidos de dichas estructuras. Si así lo

hubieran hecho, estaríamos en el extremo -¿o absurdo?- de cuestionar

al propio lenguaje, en tanto los conceptos y enunciados, son la

estructura estructurante de todo discurso que aspire a ser racional, y

por lo mismo son comunes a todas las posturas y paradigmas.

En este sentido, aunque pueda resultar evidente, vale aclarar

que aludir a los conceptos y enunciados, no supone suscribir entonces

a una postura esencialista-metafísica.

1.2- El centro del debate filosófico occidental sobre el conocimiento

Expresado el consenso básico anterior, profundicemos en lo que

sí ha producido arduos debates en nuestra cultura.

La primera postura que da lugar al debate anterior la podemos

sintetizar de la siguiente manera: el conjunto de pensadores, que

suscribiéndose a una postura esencialista-metafísica, afirman que los

conceptos y enunciados dicen relación a la esencia de la cosa, la cual

es exterior a los sujetos, estando presente en las cosas mismas. Por lo

tanto el investigador tiene como tarea principal el describir lo que está

fuera de él.

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La segunda postura, en franca oposición a lo anterior, propone

que los conceptos no existen fuera de los sujetos. Esta postura, si bien

se encuentra presente en los orígenes de la tradición occidental, ha

sido sintetizada por Kant en lo que él ha valorado como “giro

copernicano”

Se ha supuesto hasta ahora que todo nuestro conocer

debe regirse por los objetos. Sin embargo, todos los

intentos realizados bajo tal supuesto con vistas a

establecer a priori, mediante conceptos, algo sobre

dichos objetos -algo que ampliara nuestro

conocimiento-, desembocaba en el fracaso. Intentemos,

pues, por una vez,… (suponer) que los objetos deben

conformarse a nuestro conocimiento, cosa que

concuerda ya mejor con la deseada posibilidad de un

conocimiento a priori de dichos objetos, un

conocimiento que pretende establecer algo sobre éstos

antes de que nos sean dados. Ocurre aquí como con

los primeros pensamientos de Copérnico. Éste, viendo

que no conseguía explicar los movimientos celestes

alrededor del espectador, probó si no obtendría

mejores resultados haciendo girar el espectador y

dejando las estrellas en reposo. (KANT, 1988, 20)

García Morente comentando el postulado kantiano expresa

que:

“…si las condiciones elementales de la objetividad en

general, del ser objeto, nos son, no pueden ser

enviadas por las cosas a nosotros, puesto que las

cosas no nos envían más que impresiones, no hay más

que hacer lo mismo que Copérnico y decir que son las

cosas las que se ajustan a nuestros conceptos, y no

nuestros conceptos los que se ajustan a las cosas […]

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[…] Lo que ha hecho K. ha sido decir: el objeto del

conocimiento no es objeto del conocimiento sino en

tanto en cuanto se provea de las condiciones del

conocimiento. Ahora bien esas condiciones del

conocimiento es el sujeto del conocimiento el que se

las da al objeto, […] (GARCÍA MORENTE, 1958, 288)

A partir de lo anterior estamos en condiciones de afirmar que el

conocimiento es una construcción, cuyo extremo posible es la

imposibilidad de la objetividad, dejándonos como único margen un

mayor o menor grado de subjetividad a la hora de conocer. Inclusive, lo

que denominamos “objeto” en cualquier ciencia también forma parte de

una construcción.

Con lo anterior no aspiramos a decir nada nuevo, sino que

estamos retomando uno de los principios centrales de la filosofía del

conocimiento, a saber: los seres humanos son los que dan significado

al mundo.

1.3- La ciencia como construcción discursiva

Podemos conceptualizar ahora a la ciencia como una

construcción discursiva sistematizada con un alto grado de

racionalidad. A dichas construcciones hemos acordado en

denominarlas teorías. Este concepto nos lleva a trascender el sentido

positivista-moderno de ciencia, cuya centralidad metodológica, ha

desviado la atención de lo esencial de todo proceso de conocimiento.

Por lo tanto decimos que lo que identifica a una ciencia no es su

método, sino la estructura racional del discurso, conocimiento o teoría

que genera. Desde esta perspectiva el método no es otra cosa que uno

de los caminos para llegar y/o asegurar la mencionada racionalidad,

pero nunca es la racionalidad misma.

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Lo dicho no hace más que subrayar el carácter cultural de la

ciencia, lo cual se opone diametralmente a la concepción metafísica-

esencialista del conocimiento.

Veamos a continuación algunas consecuencias de los postulados

anteriores:

• Al concebir al sujeto cognoscente como aquel que adapta a sus

conceptos la cosa, estamos haciendo hincapié en la naturaleza

esencialmente social, cultural e histórica del conocimiento.

• Por esto, tanto lo conocido y el conocimiento que surge del

abordaje que hace el investigador de la realidad es una

construcción cultural.

A modo de ejemplo, cuando usamos el concepto de mesa nos

referimos a una materialidad que hemos acordado en llamar mesa, y

no a una esencia. En el mismo sentido podemos decir que los

discursos de las diversas ciencias se caracterizan por tener un conjunto

de conceptos y enunciados que al articularse en forma racional,

generan los conceptos y juicios desde los cuales abordan la realidad.

Es por ello que podemos decir que todo es teoría: los conceptos y

enunciados con los que analizamos la realidad; los conceptos y

enunciados generados a partir de dichas miradas o abordajes.

1.4- La dimensión práxica de los discursos científicos

La tendencia idealista que tanto ha repercutido en nuestros

ámbitos académicos nos resulta una concepción falaz. Se ha vuelto

común escuchar afirmaciones en pro de un conocimiento teórico puro,

lo que supondría la no normatividad del conocimiento. Entendemos que

una postura de este tipo no logra distanciarse de la propuesta del

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positivismo moderno, y nos interpele a explicitar la relación entre teoría

y praxis.

La premisa de que ni la más abstracta de las ideas fue creada

de espaldas a la existencia cotidiana e histórica de los seres humanos,

implica entender a la praxis como parte de la esencia del concepto de

teoría, y de todo conocimiento o discurso que aspire a ser científico.

Consideramos pertinente explicitar estos conceptos de modo de

responder a planteos que, aspirando al status de ciencia, hacen alarde

de su capacidad de abstracción y generalidad, definida ésta como la

“capacidad” de una teoría de desprenderse de la “impura” cotidianidad

de los seres humanos.

1.5- La dimensión normativa de toda ciencia

Si partimos de una concepción de la ciencia como construcción

discursiva, la dimensión normativa de toda ciencia, se vuelve más

evidente

En este sentido rescatamos propuestas que expresan la

necesaria dimensión normativa del conocimiento científico y por lo

tanto de toda ciencia. Giroux dice que:

Si la teoría pretende trascender el legado positivista de

la neutralidad, debe desarrollar la capacidad de una

metateoría. Esto es, debe reconocer los intereses

normativos que representa y ser capaz de reflexionar

críticamente sobre el desarrollo o génesis histórica de

esos intereses y sobre las limitaciones que pueden

mostrar en ciertos contextos históricos y sociales.

(GIROUX, 2003, 72)

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En este sentido, el autor aludiendo al error central de la ciencia

moderna manifiesta que

… la “corrección metodológica” no representa una

garantía de verdad ni plantea el interrogante

fundamental de por qué una teoría actúa de una

manera determinada en condiciones históricas

específicas, en beneficio de algunos intereses y no de

otros (Ibid)

1.6- Una comunidad de científicos

Otro componente esencial de una ciencia es la construcción de

una comunidad de científicos. La propuesta de ciencia normal de Kuhn

indica que:

Ciencia normal significa investigación basada

firmemente en una o más realizaciones científicas

pasadas, realizaciones que alguna comunidad científica

particular reconoce, durante cierto tiempo, como

fundamento para su práctica posterior (KUHN, 2002,

33).

Uno de los aspectos más sorprendente del concepto propuesto

por Kuhn es la trascendencia del grupo o comunidad de científicos que

se mantienen firmes en sus discursos aunque estos muestren

constantes inoperancias.

Resaltamos la trascendencia de una comunidad científica para la

consolidación de una disciplina científica, desde el momento que dentro

de sus tareas fundamentales estará: construir y/o mantener el objeto de

conocimiento, así como generar discurso racional sobre el objeto que

ha construido.

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Sin estos dos componentes - normatividad y comunidad

científica-, no hay posibilidad de consolidación de un campo, que a los

efectos del desarrollo de estas reflexiones podríamos decir que no es

más que la percepción constructora de objetos, discursos y concreción

de diversos intereses de una comunidad de científicos.

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2- ¿La pedagogía es ciencia?

Por Pedagogía comprendemos a la construcción discursiva o

teoría1 sobre lo educativo que articula: procesos de circulación

culturales, relaciones humanas que los hacen posible y sentidos que

otorgan y/o reproducen los mencionados procesos y relaciones.

Como se puede apreciar, y en coherencia con la idea de ciencia

concebida como los diversos discursos estructurados por una rigurosa

estructura racional, la definición de Pedagogía propuesta pretende

trascender el sentido positivista-moderno de ciencia, centrado en el

método. Al decir de Gadamer, en la modernidad

[…] Lo que prevalece… es la idea del método. Pero

éste, en sentido moderno, es un concepto unitario,

pese a las modalidades que pueda tener en las

diversas ciencias. […]

El ideal de conocimiento perfilado por el concepto de

método consiste en recorrer una vía de conocimiento

tan reflexivamente que siempre sea posible repetirla.

(GADAMER, 1992, 51-61; en NICOLÁS J. A. y

FRÁPOLI M. J., 1997)

En oposición a este reduccionismo moderno, las teorías

pedagógicas son comprendidas como construcciones discursivas

estructuradas racionalmente que operan y posibilitan una mirada

particular sobre la educación.

A partir de la síntesis kantiana, surge con toda claridad la

centralidad del sujeto a la hora de conocer, cuya contracara es un

fuerte cuestionamiento a la postura positivista.

1 Comprendida como praxis en el sentido existencialista del término.

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El aporte kantiano sobre el concepto de ciencia y su incidencia

en la configuración epistemológica de la Pedagogía, lo podemos

complementar con la mirada del filósofo de la ciencia Javier Echeverría,

quien propone una ampliación del criterio reichenbachiano. Para

Echeverría la distinción de los dos contextos resulta francamente

insuficiente para dar cuenta de los procesos de generación y

reproducción del conocimiento, así como inadecuado para legitimar el

estatus epistemológico del conocimiento científico

… la distinción entre el contexto de descubrimiento y el

contexto de justificación resulta insuficiente para

abarcar la complejidad de la actividad científica…

(ECHEVERRÍA, 1995, 52)

La crítica tiene su punto de partida en que

…la filosofía de la ciencia ha dejado de ser únicamente

una filosofía pura (o filosofía del conocimiento

científico) para pasar a ser, además, una filosofía

práctica, en el sentido de una filosofía de la actividad

científica… (Ibid., 41)

A partir de la mencionada insuficiencia del criterio

reichenbachiano para dar cuenta de la filosofía de una ciencia práctica,

el autor propone en forma alternativa la idea de que son cuatro, y no

dos, los contextos en los que se desarrolla la actividad científica: el de

educación, de innovación, de evaluación y de aplicación.

De lo anterior nos gustaría rescatar la invitación a continuar

superando el modelo positivista, no solo por medio de una crítica al

modelo metodológico-céntrico, sino también mediante una ampliación

del modelo de análisis epistemológico hegemónico.

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3- Pedagogía y educación

Hemos afirmado que la Pedagogía opera sobre la identidad de lo

educativo, lo cual hace necesario retomar la nada sencilla temática de

la especificidad de la Pedagogía.

Sin embargo, queremos dejar explícita el concepto de educación

que nos guía. Entendemos por educación los procesos de circulación

del patrimonio cultural, seleccionado por una sociedad en determinado

momento histórico y que contribuye a la construcción de nuevos

sentidos y alternativas, y/o la reproducción del status quo.

La educación es un fenómeno analizado por diversas ciencias, lo

cual ha generando un universo de teorías, reflexiones y conocimientos

que actúan sobre sus diferentes dimensiones. Ahora bien, dichos

abordajes operan sobre partes, y no sobre el todo, de un fenómeno

complejo y diverso como es el caso de la educación. En cambio para la

Pedagogía, la educación es la construcción que la identifica. Al

manifestar que en “lo educativo” está la especificidad de la Pedagogía,

estamos afirmando que la teoría pedagógica opera sobre la identidad

(entendida como lo propio de lo múltiple) de la construcción que hemos

acordado en denominar educación, que como referimos anteriormente

involucra la cultura que circula en las relaciones humanas de una

sociedad que habilita a concebir otros horizontes y a reproducir

construcciones culturales heredadas.

Lo propio de la Pedagogía es la teorización de los componentes

de la educación, o de las posibilidades que surgen de la relación de los

mismos. En síntesis, se podría decir que la Pedagogía teoriza sobre la

particularidad, las articulaciones y/o conjunciones posibles de los

componentes de la educación.

En un esfuerzo de sintetizar lo dicho y partiendo de lo expuesto

sobre las ciencias en general y la Pedagogía en particular,

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consideramos que hemos planteado los cimientos necesarios para

afirmar que la Pedagogía es una ciencia porque:

• Teoriza sobre una construcción específica: la educación.

• Posee un conjunto de concepciones y fines previos que, como

toda ciencia, no la hacen neutral. Estas construcciones

conceptuales constituyen las premisas y los sentidos,

respectivamente, de su mirada y análisis sobre lo educativo.

• Posee una comunidad de profesionales o pedagogos que tienen

a su cargo la generación de conocimiento sobre lo educativo y la

actualización de su especificidad.

4- Algunas consideraciones finales

Nos gustaría hacer algunas consideraciones, en primer lugar,

respecto al esfuerzo de conceptualización de la Pedagogía que hemos

realizado. Nuestra intención no ha sido generar una definición

enciclopedista y estática, que sea la medida de todas las iniciativas

pedagógicas. Muy por el contrario, lo que pretendemos es responder

con claridad a las posturas que, partiendo de una concepción de

conocimiento y ciencia moderna, positivista y reduccionista, subestiman

el carácter científico de la Pedagogía, aludiendo, fundamentalmente, a

su naturaleza normativa, como si alguna ciencia pudiera estar exenta

de este aspecto.

Otra intencionalidad de nuestra propuesta ha sido brindar un boceto

de la especificidad de la Pedagogía, fundamentalmente para contribuir

a la investigación pedagógica de los potenciales escenarios educativos,

los cuales muchas veces carecen de categorías de referencia que

faciliten la tarea investigativa. En este sentido el concepto de

Pedagogía, que como decíamos opera sobre la identidad de la

educación, nos pone frente a un conjunto de categorías que tienen un

grado de generalidad y flexibilidad que posibilitan el abordaje de un

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sinnúmero de escenarios y problemáticas educativas, a saber: currículo

(selección cultural), relación educativa y sentidos o fines.

Lo anterior no se riñe con la necesidad de recurrir a la flexibilización

del abordaje pedagógico de lo educativo. Al respecto nos parecen

esclarecedoras las palabras de Giroux cuyo criterio consideramos

pertinente para la teoría pedagogica en general

[…] me parece importante subrayar que el concepto de

pedagogía debe usarse con una cautela respetuosa.

No sólo existen diferentes versiones de lo que

constituye la pedagogía crítica, sino que no hay una

definición genérica que pueda aplicarse a la expresión.

Al mismo tiempo importantes ideas y prácticas teóricas

se entrelazan en los diversos enfoques de aquella. Son

justo esas ideas, que a menudo definen un conjunto

común de problemas, las que sirven para delinear la

pedagogía crítica como una serie de condiciones

articuladas dentro de un contexto de un proyecto

político particular, un proyecto que encara esos

problemas de diferente manera en la especificidad de

contextos particulares… (GIROUX, 2003, 239)

El autor después de plantearnos que los problemas que

emergen de la experiencia educativa son un buen motivador para la

elección de las temáticas de investigación pedagógica, se refiere,

citando a Simón a la necesaria articulación entre la pedagogía y la

experiencia:

La relación entre la pedagogía y la cuestión de la

experiencia tienen como característica radical el hecho

de abordar los funcionamientos internos de esta última,

cómo actúa para producir conocimiento y cómo podría

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participar en la construcción de formas de

subjetivación.

La politización de la relación entre pensamiento y

experiencia apunta a una práctica pedagógica en la que

los trabajadores culturales puedan proponer

“preguntas, análisis, visiones y opciones prácticas que

la gente puede buscar en sus intentos de participar en

la determinación de diversos aspectos de su vida […]

(Ibid, 242-243)

Giroux nos alerta y propone una dinámica para los abordajes

pedagógicos de la realidad educativa. La Pedagogía no debe buscar

únicamente que los fenómenos se adapten a los conceptos, sino que

además los acontecimientos educativos, sus problemáticas y sus

actores deberán contribuir a la ampliación, enriquecimiento y

actualización de la propia teoría pedagógica.

Un segundo aspecto que consideramos pertinente rescatar, a los

efectos de facilitar la investigación pedagógica, se relaciona con la

posibilidad de la Pedagogía de resignificar categorías creadas y/o

usadas en otras ciencias. Al respecto Miguel Ángel Pasillas nos

propone que la Pedagogía es un ámbito de “traducción o de conversión

de los saberes con miras a potenciar el acto educativo” (PASILLAS,

2007). Varias son las consecuencias que podemos derivar de esta

propuesta. La primera dice relación al impacto que tienen las diversas

teorías sobre la subjetividad y práctica de los educadores y docentes,

actores centrales de los ámbitos educativos públicos y de los procesos

de distribución cultural. Ejemplo de lo antedicho son la desesperanza

que ha generado una interpretación simplista de la teoría de la

reproducción social y cultural. Similar impacto ha producido la

mitificación de posturas que asocian a la escuela con instituciones de

control y vigilancia, dificultando la visualización de la potencialidad

liberadora y autonómica de la educación. Ser conscientes de estas

posibilidades y efectos, así como velar por una comunidad académica

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dialógica y crítica es fundamental para relativizar las diversas

construcciones teóricas, que como tales no son absolutas ni

insuperables.

A partir de lo anterior, la Pedagogía surge como un lugar -dentro

de otros posibles- de construcción interdisciplinaria sobre la educación.

Con esto, entonces, no estamos proponiendo una hegemonía o

superioridad disciplinar, sino la construcción de un espacio en el cual

los diferentes saberes y aportes confluyan para la generación de

conocimiento sobre los componentes y problemáticas centrales de la

educación.

En tercer lugar nos gustaría aludir a una realidad que se ha

consolidado en nuestro país, que tiene que ver con la ausencia de

discursos pedagógicos específicos. Uno de los motivos que nos han

llevado a esta situación guarda relación con la escasa previsión y

preparación de profesionales de la educación que investiguen lo

educativo desde la especificidad pedagógica. En la mayoría de los

casos se ha reducido la formación a una preparación para la práctica

concreta, subestimando la capacidad de investigación. A pesar de esto,

la demanda de conocimiento sobre los fenómenos educativos ha

continuado. Esta necesidad ha sido cubierta fundamentalmente por dos

medios: la importación -y posterior adopción - de teoría de otros

contextos socio-políticos y culturales, y la generación de conocimiento

sobre lo educativo por parte de otras ciencias cuya identidad no es lo

educativo. Consideramos que este fenómeno, si bien atiende una parte

de las necesidades teóricas de la educación, ha reducido

considerablemente la perspectiva específica de la Pedagogía, la que

sería imprescindible para una mirada interdisciplinaria de la educación

que posibilite la comprensión y abordaje pertinente de las múltiples

situaciones educativas de nuestro país.

Insistimos, no aspiramos a revindicar monopolio alguno sobre lo

educativo, sino que pretendemos proponer y exponer la necesidad de

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una perspectiva específica que enriquezca y aporte sustancialmente a

las prácticas y procesos de generación de conocimiento sobre lo

educativo.

Queda como desafío profundizar en el desarrollo y articulaciones

de los componentes identitarios de la educación e investigación

pedagógica, que será parte de nuestro segundo trabajo.

Silvia Píriz Bussel Marcelo Ubal CamachoLicenciada en Educación. Licenciado en Educación.

Bibliografía

GARCÍA MORENTE Manuel, Lecciones preliminares de filosofía, Bs.

Aires, Losada, 1ra ed. 1938, 5ª ed. 1952.

NICOLÁS Juan Antonio, FRÁPOLI María José, Teorías de la verdad en

el siglo XX, Madrid, Tecnos, 1997.

GIROUX Henry, Pedagogía y Política de la Esperanza. Teoría, cultura y

enseñanza, Buenos Aires, Amorrortu editores, 2003.

GUATARI Félix, Las tres ecologías, Valencia, Pre-Textos, 2000.

KANT Immanuel, Crítica a la razón pura, Prólogo a la 2da edición,

Madrid, Alfaguara, 6ª ed, 1988.

KUHN Thomas S., Estructura de las revoluciones científicas, Buenos

Aires, FCE, 7ma reimpresión, 2002.

PASILLAS Miguel Ángel, Estructura y modo de ser de las teorías

pedagógicas, Montevideo, ponencia presentada en el marco del

2do. Foro sobre Educación. La responsabilidad de educar, 2007.

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