poesías completas de víctor doreste · adivinanzas sobre cosas canarias ... confluencia...

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Poesías Completas

Víctor Doreste Grande

Poesías Completas

Canarias, 2009

Primera edición: octubre, 2008 Primera reimpresión: julio, 2009 © Herederos de Víctor Doreste Grande Diseño de cubierta: Lorenzo Doreste Suárez Edita: Lorenzo Doreste Suárez ISBN: 978 – 84 – 613 – 1398 – 3 Depósito legal: G.C. – 1167 – 2008 Impresión: Gráficas Atlanta Urbanización Industrial La Cazuela – Tenoya C/ San Nicolás de Tolentino, s/n 35018 Las Palmas de Gran Canaria

Índice

ONCE SONETOS 13 Nota prologal de Pedro Lezcano 19 I. Mar pleno 21 II. Luna 23 III. A mi padre 25 IV. La palmera 27 V. A una doncella 29 VI. Eros 31 VII. A Bach 33 VIII. A una mujer 35 IX. Madre 37 X. Pensamiento 39 XI. Presencia 41 OTROS SONETOS 45 Al amigo 47 ¡Qué fácil ser feliz sin la riqueza 48 Las Horas 49 En un banco que yo mismo me he hecho 50 ROMANCERO CANARIO 51 Romance de Pancho Marrero 52 El regreso del emigrante 58 Mi casita terrera 66

PARODIAS Y OTRAS BROMAS 75 Lopefutbolerías 76 Yo, a mi vino 77 A una pintura de Julio Viera 78 Al señor gobernador 78 OTROS POEMAS 81 Acuarela risquera 82 La silla rota 84 El último poema 86 ADIVINANZAS sobre cosas canarias(Publicadas en “Diario de Las Palmas”)

87

1. A la pólvora asemejo 88 2. Cinco aes por mis venas 88 3. Parezco un supositorio 88 4. El que me puso mi nombre 88 5. Soy más largo que un silbido 89 6. Un buen salto me di un día 89 7. Junto a la mar me crearon 89 8. Soy rubio y peso “lo mío” 89 9. De la palma tengo algo 90 10. Cien colores, tapias albas 90 11. Aunque por mor de mi nombre 90 12. Siempre solita me vieron 90 13. Somos trescientas hermanas 91 14. Dicen que vino de aquí 91 15. Aunque parezca mentira 91 16. Apenas queda la entraña 91

17. En la trasera me cuelgo 9218. Telaraña sin arañas 9219. Me envuelven en rojo manto 9220. Frente a mí se alzan dos lanzas 9221. A la cara de las mozas 9322. Soy un tanto jorobado 9323. Siempre en la boca me tienen 9324. A espaldas un gran balcón 9325. Entre un santo y una santa 9426. Nunca zapatos sufrí 9427. Aunque presume de flor 9428. El que no sabe pintar 9429. Mi hogar es chiquitito 9530. No soy hombre ni camello 9531. Tras los tragos soy refuerzo 9532. No tengo alas y vuelo 9533. Sólo me falta una ese 9634. 1. De la jalada algo tengo 9634. 2. Mi motor es carne y hueso 9635. No tengo nada de artista 9636. Nazco muy verde, muy verde 9737. En colores soy el amo 9738. Frutas son de cinco dedos 9739. Mi nombre tengo por alto 9740. Soy una gran mentirosa 9841. Ladroneando una vez 98

42. Me teme mucho un marisco 9843. Nadie oyó nunca los cantos 9844. Fui un río de carcajadas 9945. En un carro yo me hallo 9946. Sin mi madre, las Canarias 9947. Cayendo sobre la frente 9948. Cuando soy de la mar, sueno 10049. Cuando se enfada mi dueño 10050. Tengo en Noruega mi rival 10051. De mi fruto sonrosado 10052. Tengo cáscaras de nueces 10153. La mitad de mi nombrete 101EXTRAORDINARIAS 102Soy un bastardo guineo 102A uno “se le suele ir” 102En la cresta de las olas 102Aquél que “se fue de B…” 103En el “Toril” me frieron 103Soy una gran mentirosa 1031. Tengo la cara de yegua 1042. Soy uno que voy con una 1043. Lo mismo de un huevo nazco 1044. Aunque parezca polaco 1045. Me está matando a pedradas 1056. De la “Boheme” tengo algo 1057. Tengo enfrente cien Farías 105

8. En el centro una matrona 1059. Hasta mi muerte viví 10610. Poseo la discreción 10611. Los bancos y mi apellido 10612. Por delante sacan cuartos 10613. Soy pariente de la Muerte 10714. Visto verde o de amarillo 10715. Sé hacer con suerte “la cama” 10716. Algo tengo de chileno 10717. Aunque de “gente del bronce” 10818. Por mis cien agujeritos 10819. Sueno algo a canonjía 10820. No tengo tronco ni brazos 10821. El color de la ictericia 10922. Soy leche, pero de tal forma 10923. Los ojos miraban tierra 10924. Cuando un niño va a llorar 10925. A patatillas inglesas 11026. Cuando me añaden un “asa” 11027. Sombrero de copa soy 11028. En la barbilla, en el pecho 11029. Puedo ser de una leona 111

Soluciones a las adivinanzas 112 Publicadas desde el 16-07 al 21-09 de 1953 112 Publicadas desde el 02-11 al 12-12 de 1953 115

13

14

Tirada de 200 ejemplares numerados

Ejemplar Núm……..

15

ONCE SONETOS

16

17

18

DEDICATORIA: A mi padre, junto a mí

siempre.

19

En la plenitud de su existencia, Víctor Doreste nace a la poesía. No sé si ha dicho alguien: vivir es nacer de conti-nuo. E inevitablemente la vida de Víctor Doreste postpo-ne su múltiple quehacer y hay que citar su vida como su mejor obra, su compendiosa y febril creación. Ella es la confluencia tormentosa de la sangre y el arte, del arte con sus múltiples rostros unificados y palpitantes.

Contaba apenas doce años cuando ilustró musicalmen-te La Llanura de Alonso Quesada. Compuso música a la edad en que apenas se sabe oírla. Lo vemos en Leipzig casi adolescente estudiando piano. Más tarde interpreta su propia obra en la ciudad natal. Pero toda su creación nace con el estigma de la provisionalidad. El hombre, dice, vive provisionalmente. Deja el piano por la guitarra, más acorde con su sangre meridional. La guitarra es el instrumento que se abraza. Londres, Berlín y Budapest oyen por poco tiempo a este guitarrista apasionado y nómada.

Es ya 1935. Dos años más tarde Víctor escribe: Ein-

führung in die spanische sprache, un libro didáctico y cabalístico que le pagan generosamente en Alemania. La guitarra parece abandonada en una polvorienta y becque-riana espera.

Después, Víctor Doreste se retrae en su tierra y obtie-

ne un populoso éxito con un sainete de costumbres. El teatro deslumbra a nuestro artista hasta 1943, con el es-treno de su buena comedia Una limonada para el señor.

20

Al fin parece Víctor haberse hallado. Pero Faycán,

novela publicada en 1945 le ofrece nuevos rumbos. Pien-sa y cuenta a sus amigos la historia gestativa de dos no-velas más: Dos horas en el aire e Historia de Calibán. Mas, repentinamente, Víctor Doreste abre una sorpren-dente exposición de pinturas en Las Palmas. Es sólo un amago estético que completa su extraña y agitada bio-grafía.

Víctor Doreste, en una rápida escaramuza por la capi-

tal española ha escrito los sonetos que presentamos aho-ra.

Su dominio formal hace suponer que Víctor Doreste

haya escrito anteriormente muchos versos. Pero no lo aseguro porque todas las cosas en Víctor son eruptivas, como la tierra que pisamos.

Sonetos de variados motivos y un estilo constante. Al-

gunos, descriptivos, tiene la necesaria gracia metafórica; otros, sentimentales, gran fuerza de expresión. Aquí está su poesía lanzada como este clásico terceto insuperable expresa:

Flecha sin arco hacia una diosa oscura Por débil brazo de orgulloso infante Disparada en la noche, a la negrura. P. LEZCANO

21

I

MAR PLENO

Dulce mar que de amargo sólo tienes

el físico concepto duro y frío,

rizosa pampa, bebedor de río,

salada curva que a mi playa vienes.

Horizontes de escamas son tus sienes

que blanquean espumas de bajío

y remordidas costas ¡mar bravío!

para final de tus desmanes tienes.

22

Habitado desierto, tumba y cuna

del áureo sol y de la blanca luna

que nace roja y muere en alabastros.

Azul espejo de los cielos eres,

padre de nubes, rielador de astros,

que en olas naces y que en olas mueres.

23

II

LUNA

Lento corcel de lomos de platino

que al lento Carro de la Osa embridas,

nubes de nácar por tu luz cernidas

en horizontes de cobalto y lino.

De noches claras, eres bujo vino,

pálido mosto que en tu luz anidas

embriagadas esencias encendidas

que a Venus y al Amor brindan camino.

24

Pandero sin sonajas que a los mares

el álveo sorbes en tus pleamares.

Fiel amante del sol, madre de estrellas.

Nocturna musa de noctivos seres,

que en tu silencio su silencio sellas,

¡Lívida diosa de la noche eres!

25

III A MI PADRE

No fuiste, que en mí eres; y si muerto

en tu postrera forma parecías,

yo estaba en el secreto: me veías,

con los ojos cerrados, que es lo cierto.

Cuando te fue el misterio descubierto,

y sin oír mi voz a mí me oías;

cuando ya al parecer nada sentías,

y te dieron por mudo, ciego y yerto…

26

Entonces, padre mío, tu silueta,

¡en qué lenguaje inmaterial me hablaba!

mientras tu alma en silencio abandonaba

tu franciscana encarnación de asceta,

y al Eterno, serena se elevaba,

fundida en las campanas de Vegueta.

.

27

IV

LA PALMERA

Desflecada y bohémica melena,

címbrico pararrayos del desierto.

Monstruoso girasol al cielo abierto.

De la sed del camello verde antena.

De los mares sin agua eres sirena

y mágico clarín en el concierto

que sólo escucha el caminante, incierto

en la desnuda eternidad de arena.

28

Nido y andén de bélicos halcones

son tus palmas, que alegran los balcones

en el umbral de la Semana Santa.

Por eso: desde todos los rincones

de cristiandad, el hacha se levanta,

y cuanto más te hiere, más te canta.

.

29

V

A UNA DONCELLA

En espasmos de noches florentinas

desesperan temblando ser besados

los cráteres de eréctiles colinas,

corolas de tus senos intocados.

Por el asombro del pudor cerrados

tus ojos ruborosos sólo atinan

a mirar, sin mirar, divinizados

por el feliz martirio que adivinan.

30

Ya tu ser y tu carne se rebelan,

y cerrando sus cotos escondidos,

en débil lucha esquivan lo que anhelan.

Mientras, el alma y cuerpo en alaridos

unos segundos por los cielos vuelan:

sin alas, sin ideas, sin sentidos.

.

31

VI

EROS

Alevoso rapaz, tridente y mitra

del bien y el mal que en tu carcaj anidas;

ecuación de palabras fementidas

en el temblor de la mirada escrita.

Cuando en el arpa de tu cuerpo grita

sangre y carne en delirio estremecidas,

hidra y paloma en tu ficción maridas

en binomio de santa y Afrodita.

32

Gélida llama abélica y cainita,

Calibán demoníaco y Ariel puro

de ti, y por ti herido, en ti me curo.

Y con dolor el mi dolor me quita

una dulce agonía que me cita

en el amargo cáliz que en ti apuro.

.

33

VII

A BACH

Órgano titánico de músculos sonoros,

que en los orféicos yunques los cometas dispersos

forjas en tus «tocatas» en tus «largos» inmersos

en órbitas de «fugas» y en la paz de tus coros.

Caracol con aliento de huracanes sonoros,

que en sonidos conviertes la esencia de los versos,

es tu voz revelada, de ignotos universos,

que a tu genio donaron sus líricos tesoros.

34

Gigante y encordada lira de meridianos,

en deliquio pulsada por deíficas manos.

¡Polífono océano! Aeda de otros mundos

que en trémolos cometas se esfuman errabundos

tejiendo con tu pauta fugada, los profundos,

siderales acordes de pánicos arcanos.

.

35

VIII

A UNA MUJER

Si pudiera trocar en odio acerbo

mi amor que es pura llama dolorida,

y en llaga de rencor mi suave herida,

y mi blanca paloma en negro cuervo.

y hacer del verbo odiar mi único verbo

y donde mi alma se consume ardida

que fuera en hielo y sombra convertida,

y en blasfemia la cruz donde me enervo;

36

así, y todo, mujer, si yo pudiera

quebrar la vieja voz con que te hablara,

aún sin yo quererlo, te quisiera.

Y con quebrado acento, al que creara

mi desolado ser, yo le rogara

que en vez de amargo odio amor me diera.

.

37

IX

MADRE

Arca matriz, placenta de mi Nada,

honda raíz del árbol de mi vida,

en el placer y en el dolor habida

y en dos fuentes de plata amamantada.

Fuiste la voz primera pronunciada

en el albor del vientre presentida,

y cuando mi existencia fuera ida,

con la unción de tu voz será acabada.

38

Ni la maldad, ni el bien, ni la belleza

del fruto en ti, por ti, de ti nacido,

acrecientan ni entibian la pureza

de ardido amor por lo que fuera habido,

que al rosal, en milagro concebido,

ama la tierra igual que a la maleza.

39

X

PENSAMIENTO

Luz de penumbra, vago pensamiento

que estéril cavas en bancal vedado,

sed sin agua, por Dios fuiste creado

para vivir de la verdad sediento.

Como nube clavada que sin viento

quisiera remontarse, estás atado

a un mar sin horizontes, insaciado

en tu imposible sed de firmamento.

40

Flecha sin arco hacia una diosa oscura

por débil brazo de orgulloso infante

disparada en la noche, a la negrura..

Tu universo de arcilla en un instante

derrumbas en un caos de amargura

al ser de la Verdad, burlado amante.

41

XI

PRESENCIA

Si está viva, Dios mío, tu presencia

en el frígido cero de la Nada;

si hasta en la fe sin fe, que es fe anhelada,

ardes eterno en tu divina esencia.

Y en la fórmula fría de la ciencia,

y en el alma del santo sosegada,

y en la voz de los mudos tan callada,

y en la visión del ciego hecha de ausencia…

42

¿por qué, Dios, un segundo en voz alada,

en mí no has de vivir? Si yo sintiera

la hondura de tu Ser en mi morada,

Ese momento, al menos, te quisiera,

y eterno ese segundo me lo hiciera

el tiempo en tu regazo, que no es nada.

SE ACABÓ DE IMPRIMIR

EN LA TIPOGRAFÍA LEZCANO,

EL 8 DE AGOSTO

DE 1949

OTROS SONETOS

Víctor Doreste, leyendo sus poemas en Radio Las Palmas, 1965.

47

AL AMIGO Nada te pido, amigo, sino eso…

A la amada le pido sus caricias,

La tibieza de su seno y un beso

Que encienda unos instantes su sonrisa.

A los niños, candor, sus claras risas.

¿Y a las madres qué, si ya todo lo dieron?

Al mar, el canto, el salitre y las brisas;

Y a las turbas, lo que jamás hicieron.

Pero a ti, sólo a ti te pido eso…

Tan fuerte y arduo como la Verdad,

Y que une las almas más que el beso:

Te pido solamente tu Amistad,

Y si en mi demanda hubiera exceso,

Pagado queda con mi lealtad.

48

¡QUÉ FÁCIL SER FELIZ SIN LA RIQUEZA

¡Qué fácil ser feliz sin la riqueza

que en loco afán los hombres atesoran!

¡Qué infelices aquellos que se lloran

de no poder vivir en la pobreza!

Para ellos el cobre es vil maleza,

oro y plata son árboles que afloran.

En el dorado mundo donde moran,

Lúculo será un dios; el pan, bajeza.

Nada saben del bien que la pobreza

depara al alma dolorida. Ignoran

de la humildad el don y la grandeza.

Mundo, demonio y carne es lo que adoran.

¡Pobres de ellos, de los que así se lloran,

de tener que vivir en la pobreza!

49

LAS HORAS Busque el hombre solaz en la labor

de ver morir las horas sosegadas

y a los sentidos dele miel y amor

por si tras de la muerte ya no hay nada;

que puesto que una de ellas, despiadada,

vendrá, nuestra vida segando,

es gran placer el verlas acabando

mientras la cita ha sido postergada.

Se va una hora… En el tiempo duerme.

Nace a seguidas otra. ¿Será esta,

que ha sonado, la de mi eterna siesta?

Pero pasa rozándonos inerme

y silenciosa, en el tiempo se acuesta.

No; es otra la que habrá de acogerme.

50

EN UN BANCO QUE YO MISMO ME HE HECHO

En un banco que yo mismo me he hecho

en mi huerto, feliz estoy sentado.

Con mis manos también hice el arado

que el sustento nos da. Bajo este techo

que es la luz de mi huerto, perfumado,

los aromas de paz ábrenme el pecho:

son el blanco jazmín, el verde helecho;

el correr de las horas lo he olvidado.

Callan los pájaros; duerme el arado,

un cernícalo artero está al acecho.

Surge un efluvio; un aroma alado:

la albahaca, la hierba y el helecho.

Y viendo este difícil pareado,

yo me voy a “jincar” un berberecho.

ROMANCERO CANARIO

52

Romance de Pancho Marrero

Hacia los Riscos subía

En copas Pancho Marrero,

Tan mal puesta la cachorra

Que mal parecía un sombrero.

En el cinto, su cuchillo,

A la derecha, su perro.

Pegaba tanto el levante

Que se fumaba el sendero

Y los charcos se bebía.

Iba todo él de negro.

No porque tuviera luto,

Era cosa de familia.

Subía Pancho Marrero

Por San Nicolás arriba

Con su perro majorero

Que le hacía compañía.

De la «Casa de los Picos»

53

Las alabardas se hundían

En las carnes de la noche

Besando la amanecida.

La luna estaba cuajada

Por el levante que hacía.

El perro no la ladraba

Que era perro que mordía.

Subía Pancho Marrero

Y ya estaba casi arriba.

La Luna sudaba lirios,

Por el Levante que hacía.

Seis voces dio un campanario

Y se alumbró el nuevo día.

Sacó Marrero un cuchillo

De abolengo tan canario

Que sangre no conocía.

Todo un cuchillo labrado

Por los Batista de Guía.

De la «Casa de los Picos»

54

Los tres cuchillos herían

La piel de la madrugada

Que poros de luz tenía.

Pasó el dedo por el filo

Del cuchillo y dijo: atisba

Que hoy vas a probar la sangre,

Que hoy en día te desvirgan.

Salió de una casa un hombre.

¡Estate quieto verdino!

Le dice Marrero al perro.

Ella con él me engañó,

Mañana habrá dos intierros.

Cuando te hunda en sus carnes

Verás al primer amago

Manar un chorro de sangre

Roja como la del drago.

Lontano un gallo cantó.

Las calles estaban solas.

La Luna ya en su agonía

55

Sudando estaba amapolas

Por el Levante que hacía.

En una casa terrera

Se ve asomar a una vieja.

Ladra el perro majorero

Con la cola haciendo fiestas.

Es la madre de Marrero,

Que al verla tan menudita

Tan triste y tan poca cosa

Se dice Marrero, ¡no!

No habrá sangre en buena hora

Ni desconchabos ni intierros.

Y mientras tú vivas, Madre,

Jamás hundiré esta hoja

Engáñeme quien me engañe.

Que esas son cosas del cuerpo

Que la tierra ha de tragarse.

Acarició el duro acero,

Y en la vaina de su cinto

56

Lo volvió a su manso encierro.

Más de mil gallos hervían

El aire con sus cantatas,

Mientras la vieja a Marrero

Esperaba hasta las tantas.

Huelga de estrellas había

Y en lo más alto del cielo

Un gran lucero esquirol

Sus platinos derretía

Albeando los senderos.

La Luna besó en la frente

A la madre de Marrero.

57

Subida al Risco de San Nicolás (Mayo 2006).

58

El regreso del emigrante

El barco seguía trillando,

trilla ola que te trilla,

y bebía los salitres

con sed de tierras y orillas.

Sobre cubierta unos ojos

como dos beriles brillan.

Los tiburones sesgando

con el filo de su quilla.

Una gaviota cansada

se posa en una escotilla,

heraldo blanco de playas

doradas que se avecinan.

Sobre cubierta unos ojos

como dos beriles brillan

taladrando su distancia

que van matando las millas.

Son los ojos de Juan Sosa,

59

natural de Santa Brígida,

que viene de las Antillas,

y como otro Juan de la Cosa

a punto está de gritar:

¡Tierra! ¡Tierra! ¡Oh, maravilla!

Ya se está acabando el mar.

Ya me está oliendo a madre.

Mis peñas frente a la quilla.

De mi Canarias ausente,

veinte años en la otra orilla,

por mor de hacer unos pesos

con que mejorar la vida;

y vengo triste y enfermo

con una cuenta corriente

y con el alma vacía.

¡Tierra, tierra! ¡Qué alegría!

No tierra de otros, que es mía,

tierra que será sepulcro

mío, como fuera entraña.

60

De lejos se ve brillar

un ojo ígneo y gigante

sin párpados, sin pestañas,

de los mareantes, padre:

es el faro de la Isleta,

el primer beso hecho luz

que recibe el emigrante.

Quedó Juan Sosa pasmado

en muda contemplación

ante aquella miniatura,

continente en embrión,

del que todo lo creado

era multiplicación.

Tejeda era el Colorado;

Arinaga, la gris Pampa;

las dunas de Maspalomas,

dorados senos del Sáhara.

Las Dolomitas, el Nublo,

que hace de nubes, enaguas.

61

Y el orgulloso Bentayga

que el buen Dios en lo más alto

a Gran Canaria ofrendara.

Y los valles de Chihuahua,

los palmitales de Oriente,

serían su Santa Brígida,

de claras, límpidas aguas

y sonoras fuentes frígidas,

de sonrientes florestas,

son los verdes pararrayos

de sus miles de palmeras.

Los Andes serían la cumbre;

Matto Grosso, Tamadaba.

Y allá en la altura en silencio,

que implacable el sol alumbra,

los “Pechos” de Tirajana.

Juan Grande, la parda Mancha;

los Montecarlos, el Risco;

y el Guiniguada en invierno

62

un fiero aprendiz de río.

Las Tafiras, un Belén;

los santuarios, un Teror;

y de lejos en silueta,

Telde, una Jerusalén.

¿Y el Puerto?, se decía Sosa,

he aquí la única cosa

que de nada es miniatura,

pues más de mil puertos son

remedos de su grandeza

y maquetas de su alcurnia.

Y se le crispó a Juan Sosa

el espinazo del alma

recordando a tantos héroes

que alumbró esta tierra maga,

entre ellos el gran Doramas.

Pasaba el barco tan cerca

que se veía a la gente

y a los gallos que cantaban.

63

De la Catedral las pétreas

altivas torres ingentes

sobre el caserío elevan

sus oscuras canterías

con vetas de sangre azul.

De pronto sintió Juan Sosa

un amago al corazón,

un frío sudor de sienes,

en la boca un mal sabor.

Alzó el vuelo la gaviota

dando a Sosa mucha envidia

porque muy pronto en su tierra

sana estaría y feliz.

En cubierta nadie había

sino la muerte rondando,

y él con su tragedia a solas.

Sacó un pañuelo de seda,

lo puso junto a la boca

y se llenó de amapolas.

64

¡Dios mío, ten compasión!

Las palabras eran rojas.

Déjame pisar tan solo

mi tierra de promisión.

Luego haz de mí lo que quieras…

Y Dios a Sosa escuchó,

y unas dos horas más tarde

en su isla desembarcó.

A la mañana siguiente

en el pueblo en que nació

había más de mil “parientes”

en torno a su habitación.

La cama, ya casi féretro,

era de un árbol canario

de parentesco lejano

del santo árbol de Teror,

aquel pino milagroso

que a la Virgen cobijó.

Era la cama mejor,

65

la cama más aseada

que en aquella fonda había,

y en ella, las diez serían,

Juan Sosa fue y se murió.

Una vieja desdentada

cuando bajaban a Sosa

pensativa susurró:

¡El pobre, hinchado de pesos

y de nada le sirvió!

66

Mi casita terrera De mi casa de Vegueta

sólo se ven desde fuera

dos ventanas de tirillas

color verde de tunera,

y llorando sus resinas

la recia puerta de tea.

A rasero de la calle

unos pretiles de piedra,

y al filo de la azotea

en unos viejos cajones

bien apretados de tierra

los verdes alfileteros

de dos altivos cardones.

De cantería unos caños

que brincan agua a la acera,

rojos claveles rizados

y una humilde enredadera.

67

Mayor pobreza no cabe

ni en el ornamento usura

mayor que la de mi casa,

ni menos arquitectura.

La fabricó un maestro de obras

que no conocía cementos,

ni ménsulas ni molduras.

Las dos ventanas no guardan

entre sí armonía alguna.

Y la puerta por el peso

del taleguillo de arena

tampoco guarda ninguna.

En el borde, casi arriba,

existe un pequeño hueco

que se abrió sin el permiso

del Ilustre Ayuntamiento.

Mi casita de Vegueta,

mi niña, es como tú,

tan sencilla de por fuera.

68

Pero hay que verla por dentro

la de cosas que ella encierra.

Mi casita de Vegueta,

mi niña, es como tú.

Los enraizados claveles

son tus rizosas pestañas

que dan misterio a tus ojos,

verdes espejos de tu alma.

Y tus cabellos al viento

de la enredadera son

guedejas desmelenadas.

A mi casita terrera

no se le hizo zaguán,

el terreno era pequeño

y había que ahorrar solar.

Donde termina la puerta

comienza la intimidad,

una habitación holgada

que huele a nobles maderas

69

y que es el cuarto de estar.

En el piso, fresca estera

y unos muebles de verdad,

de los que antes se hacían

con maderas aromosas,

materiales de los finos

y telas que envejecían

con la plata y con el vino.

Espejos con sus consolas,

de patagarra una mesa

toda ella de caoba,

y sobre el piano un quinqué

con más de un siglo de historia,

que se sabe de memoria

la música de “chopén”.

Hay un canapé de raso

y de velludo granate,

un tan suave confidente

que así lo hicieron de suave

70

para que lo agradeciese

aquél que en él se sentase.

¡Ay, niña!, si tú supieras

la de secretos que él sabe,

la de manos enlazadas

que vio cuando no “veía”

la madre que en el sofá

discretamente tosía.

En el centro de un testero

un gran reloj de pared

de un tañido melodioso

que cuando nací, sonó

alegre, y cuando murió

mi madre, tañó angustioso.

Los lechos de las alcobas,

todos tienen su historial,

pues en sus viejas caobas

fueron cunas de nacidos,

última posta de muertos,

71

y de amores, blandos nidos.

Y hay uno nuevo, mi niña,

ya sabes para quien es,

que no conoció nacidos,

ni nadie se ha muerto en él.

Lo hicieron de palisandro…

ya sabes para quien es.

En el fondo de la casa

a donde no llegan ruidos,

está plantado un manzano

en un huerto tan pequeño

que casi cabe en la mano.

Una morera, un papayo

y unos gladiolos que lucen

sus cien colores tan vivos,

que no necesitan Mayos,

pues siempre están florecidos.

Y al centro mismo del huerto

en el sitio más visible,

72

un esbelto girasol

que es a la luz tan sensible

que en noche de luna gira

creyendo que es otro sol.

Hay una pila con gánigo,

barro fresco y culantrillo

y un panzudo bernegal

que recoge gota a gota

el agua que se destila

en un plato de bordillo,

con agujero en el centro

que es así, de tamañito

como ese hoyuelo gracioso

que tienes junto a tu boca

y de mis besos es nido.

¡Ay, mi niña! Si tú vieras

lo que mi casa terrera

en su pobreza ella encierra.

Mi huerto es patio, jardín,

73

alameda, finca y campo,

aunque sea tan pequeño

que casi cabe en la mano.

De mi casa de Vegueta

sólo se ven desde fuera

dos ventanas de tirillas

color verde de tunera,

y llorando sus resinas

la recia puerta de tea.

Pero no la cambiaría

ni por Alambras ni Alcázares

ni palacios de Venecia,

que yo encuentro en su humildad

el timbre de su grandeza.

¡Ay, mi niña!, la de cosas

que me dice su pobreza. Verás:

Desde el huerto una escalera

de peldaños desiguales

se encarama a la azotea

74

con un barandal tan suave

como la piel de tus manos.

Sobre un poyo, unas maceas

con yerbahuerto y geranios

de un barro tan fino y rojo

como la piel de tus labios.

En un rincón una cabra

de ojos tristes y glaucos,

rumia sin prisas su alfalfa.

Y en un pañuelo de tierra

unas gallinas escarban.

No la cambio por Alcázares

ni palacios de Venecia.

Yo me quedo con mi casa,

con mi casita terrera,

que cuando en ella me encierro,

mi corazón brinca en fiestas.

¡Ay, mi niña!, la de cosas

que me canta su pobreza.

PARODIAS Y OTRAS BROMAS

76

LOPEFUTBOLERÍAS (parodia del “Soneto a Violante”, de Lope de Vega)

Un boleto me manda a hacer Gabriela,

en mi vida me he visto en tal aprieto,

catorce aciertos dicen ser quiniela,

pongo un uno al Madrid y no me inquieto.

Cinco aciertos ya van de este soneto,

y sólo he registrado una variante;

echaremos millones al coleto

poniéndole una equis al Levante.

Y de seguido, al Betis, Barcelona,

al Sevilla, al Bilbao y al Badalona

un uno más tres doses y un empate.

Y a los demás que juegan fuera, cero,

haciendo votos porque en el debate,

el “refer”, como es ley, sea casero.

77

YO, A MI VINO (parodia de “Yo, a mi cuerpo”, de Domingo Rivero)

¿Por qué no te he de amar, ardiente vino?

¿Por qué con humildad no he de quererte,

si en ti libé de niño y hoy arribo,

viejo, a las tristes tascas a beberte?

Tu pecho ha sollozado compasivo

por mí, en los rudos “tragos” de mi suerte;

tú has calmado mi sed, caritativo,

dándome vida sin cobrarlo en muerte.

¿Por qué no te he de amar, ¡oh, vinateria!

Compuesta de campeche y de miseria?

¿Qué será cuando deje de beberte?

¿Que no pueda libarte? Deseo vano

sería trocar tu miel por el arcano

de restarle unos años a la muerte.

78

A UNA PINTURA DE JULIO VIERA, valorada por su autor en un millón de pesetas

Al Cristo de Julio Viera no le pongo ningún pero, pero sí le pongo al precio, que le sobran cinco ceros.

AL GOBERNADOR CIVIL DE LAS PALMAS, SEÑOR AVENDAÑO PORRÚA Una comadre asegura que el gobernador civil es un hombre muy viril cuando con damas actúa. Pero que les hace daño, y no por lo de Avendaño. Es que la tiene Porrúa.

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Apunte de Víctor Doreste, por Julio Viera

OTROS POEMAS

82

ACUARELA RISQUERA Risco de San Nicolás, tarrillito de pastillas, con tus casas encarnadas y tus puertas amarillas. Tu remate “de tres picos”, tus asaderos de piñas y tus patios de biviscos con ropa blanca en las liñas. Risco enriscado, ¡mi risco! De guitarras bullangueras, con tres casas de dos pisos y con trescientas terreras. Unos puñados de alfalfa y una cabra en la azotea, veinte lajas en el patio y treinta vigas de tea.

83

Un perro lleno de pulgas y el gato que al mirlo otea. Risco de San Nicolás, tarrillito de pastillas, con tus casas encarnadas y tus puertas amarillas. De “saco guano” tus catres de viento, como tijeras y colorines de Oramas que el sol mañanero quiebra y el sol de la tarde lame y el de las doce requema. ¡Hasta con la luna brillas! Risco risquero, ¡mi Risco!, tarrillito de pastillas, con tus casas encarnadas y tus puertas amarillas.

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LA SILLA ROTA Arrumbada en un muro en la azotea hay una silla rota, abandonada. Fue de mi madre. En ella nos cosía la ropa. Allí sentada, ¡cuántas horas pasaste, dulce madre, con tu humilde quehacer! Aquella silla apenas se quejaba, con un suave crujir, del leve peso. Era de tea, arresinada y fuerte. Hasta que junto con la anciana madre, año tras año al tiempo resistiendo, las dos, carne y madera envejeciendo, sangre y resina cedieron a la muerte. Ayer subí muy triste a la azotea. Tirada junto al muro, ¡cuántos años la silla abandonada!

85

Y hoy soy feliz. He reparado el daño. La silla rota y no está arrumbada. Yo mismo entre mis brazos la he bajado y a falta de la madre, la he estrechado contra mi pecho con ternura humana. Amoroso, yo mismo le he curado su cáncer de carcoma, y su patita coja le clavé. Ya no es aquella silla arrinconada contra el muro. Es otra. ¡Ay!, si se pudiera hacer con una madre lo mismo que hice con la silla rota.

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EL ÚLTIMO POEMA

Dolor que vives en mi criatura, donde has hecho tu nido y donde moras sin dejarme el alivio de unas horas y un respiro fugaz a mi amargura.

Tu mano se ha ensañado cruel y dura y mis débiles carnes arañando, ha ido poco a poco socavando desde mi pobre piel a mi osatura. Juro por Dios que a aquel que me curara este acerbo dolor o lo aliviara, con humildad ante él me arrodillara hundiendo en llanto y lágrima mi cara.

ADIVINANZAS sobre cosas canarias

(Publicadas en “Diario de Las Palmas”)

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1 (16-07-53, p.11) A la pólvora asemejo sin su color ni su aroma, y cómame el que me coma, la boca le pide queso. 2 (17-07-53, p.11) Cinco aes por mis venas y no soy Gua-da-la-ja-ra, siempre tengo el mar de cara y a mis espaldas, la arena. 3 (18-07-53, p.11) Parezco un supositorio, pero no calmo el dolor. Por el contrario, es notorio que el que de mí hace abusorio se le estropea el motor. 4 (20-07-53, p.11) El que me puso mi nombre no sabía lo que hacía, pues tengo aguas umbrías, frutas, árboles y flores.

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5 (21-07-53, p.11) Soy más largo que un silbido, tengo un ojo verde claro que les sirve como faro a los que en mí hacen su nido. 6 (22-07-53, p. 11) Un buen salto me di un día para bien pronto caer; a mi punto de partida me veo retroceder si no se opera un milagro con la cabeza y los pies. 7 (23-07-53, p. 11) Junto a la mar me crearon, nunca a mi hermana yo vi; ella hace allá en el puerto igualito que yo aquí. 8 (24-07-53, p. 11) Soy rubio y peso “lo mío”, cuanto me deben no sé; sobre un puente casi vivo y casi siempre “de pies”.

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9 (25-07-53, p. 13) De la palma tengo algo y del olivo también, y lustro unos dulces largos que saben requetebién. 10 (27-07-53, p. 11) Cien colores, tapias albas adornan mi graderío; sin ser mujer tengo faldas y a la vera casi un río. 11 (28-07-53, p. 11) Aunque por mor de mi nombre debería estar llorando, son otros los que lloran cuando les estoy pegando. 12 (29-07-53, p. 11) Siempre solita me vieron, soy un frágil balancín, ya en canciones me pusieron, pi pi pi, pi pi pi pi.

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13 (30-07-53, p. 11) Somos trescientas hermanas muy sanas y parecidas y nuestras venas no son como en Vegueta, torcidas. 14 (31-07-53, p. 11) Dicen que vino de aquí, dicen que vino de allá, solamente don Ignacio Pérez Galdós lo sabrá. 15 (03-08-53, p. 11) Aunque parezca mentira, por mucha agua que me echen, siempre doy la misma leche, cosa que a todos admira. 16 (04-08-53, p. 11) Apenas queda la entraña de lo que fui en otro tiempo, vine de tierras extrañas y oxidado voy muriendo.

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17 (05-08-53, p. 11) En la trasera me cuelgo de alguno que no es sagaz, la seriedad va delante y las risas van detrás. 18 (06-08-53, p. 11) Telaraña sin arañas, con pies de plomo yo ando, así y todo voy nadando y trabajo por cien cañas. 19 (07-08-53, p. 11) Me envuelven en rojo manto, si abusan de mí soy malo, pero rubrico y avalo que a pesar de ello soy santo. 20 (08-08-53, p. 13) Frente a mí se alzan dos lanzas de muy timbradas voces, una es de color de piedra, la otra, sin quererlo… blanca.

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21 (10-08-53, p. 11) A la cara de las mozas suelo asomarme encarnada y muero porque no muero por una buena carnada. 22 (11-08-53, p. 11) Soy un tanto jorobado por nacer junto a camellos y tengo más que probado que canto mejor que ellos. 23 (12-08-53, p. 11) Siempre en la boca me tienen las madres que tienen hijos y fui cuna de la madre que tuvo hijo y no hijas. 24 (13-08-53, p. 11) A espaldas un gran balcón, frente, ediles y letrados, a la diestra un prebendado, dentro de mí el Redentor.

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25 (14-08-53, p. 11) Entre un santo y una santa transcurre feliz mi vida. El santo termina en “eo”, la santa termina en “ida”. 26 (15-08-53, p. 11) Nunca zapatos sufrí, tampoco lejos viajé, ni medicinas compré, ni en una alcoba dormí. 27 (17-08-53, p. 11) Aunque presume de flor, sus padres fueron cardones; a juzgar por el olor ¡pardiez!, (y pidiendo mil perdones), más bien parece de pus. 28 (18-08-53, p. 11) El que no sabe pintar y aquél que es pintor y pico, sin éste se arman un cisco, para mí todo acabar.

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29 (19-08-53, p. 11) Mi hogar es chiquititito con solo un hueco redondo y cuando en él ya no habito se queda mondo y lirondo. 30 (20-08-53, p. 11) No soy hombre ni camello, llevo traje granulado, tres jorobas y un destello. 31 (21-08-53, p. 11) Tras los tragos soy refuerzo y peso como el estambre, muchos “yo” son un almuerzo y pocos “yo” son el hambre. 32 (22-08-53, p. 13) No tengo alas y vuelo, cabeza y rabo si qué, o lo adivinas al vuelo o eres un bobaliqué.

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33 (24-08-53, p. 11) Sólo me falta una ese para ser último aliento y los perros y jumentos vienen a mí aunque les pese. 34, 1 (25-08-53, p. 11) De la jalada algo tengo y de la titiritera. Aunque no soy pendenciera ni del circo del Elenco. 34, 2 (26-08-53, p. 11) Mi motor es carne y hueso, me siento desvencijada y por ser vieja en exceso me espera la retirada. 35 (27-08-53, p. 11) No tengo nada de artista y no obstante soy peludo. El sí y el no siempre eludo, cosa que al listo despista.

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36 (28-08-53, p. 11) Nazco muy verde, muy verde, y luego me hago culebra, camino hacia la ciudad y allí me convierto en piedra. 37 (29-08-53, p. 15) En colores soy el amo, no tengo plumas ni pelo, fui del gran Néstor modelo y una sola vez me escamo. 38 (31-08-53, p. 11) Frutas son de cinco dedos que nacen de sendas plantas, y son “asegún” amargas, y “asegún” algo de quesos. 39 (01-09-53, p. 11) Mi nombre tengo por alto y rimo con sonajero. Quita el canto y pon un sol, si sigo soy majadero.

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40 (02-09-53, p. 11) Regordete, azucarado, una vez al amo aromo el comedor donde asomo y desnudan mi pintado. 41 (03-09-53, p. 11) Ladroneando una vez principié, y hoy soy decente; en mí cabe mucha gente, pero ninguna de pie. 42 (04-09-53, p. 11) Me teme mucho un marisco al que suelo estropear; por estos versos tan “pizcos” me tienes que adivinar. 43 (05-09-53, p. 13) Nadie oyó nunca los cantos de nuestros picos rosados; nos patrocinan seis santos, seis santos encaramados.

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44 (07-09-53, p. 11) Fui un río de carcajadas, fui de muchos regocijo, y soy uno de los hijos del padre de esta charada. 45 (08-09-53, p. 11) En un carro yo me hallo, al matón meto en un brete y al ignorante y zoquete lo considero un tocayo. 46 (09-09-53, p. 11) Sin mi madre, las Canarias muy mal podrían vivir. Soy ruta de don Quijote y donde caigo en pegote ya nunca vuelvo a salir. 47 (10-09-53, p. 11) Cayendo sobre la frente doy a los ojos misterio, pero en otro menesterio no me tienen por decente.

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48 (11-09-53, p. 11) Cuando soy de la mar, sueno; cuando de la tierra, no; soy cenizo de colores y con mi nombre español el caballo hace primores. 49 (15-09-53, p. 11) Cuando se enfada mi dueño yo silbo feroz e hiriente y el animal que me siente cumple con mayor empeño. 50 (16-09-53, p. 11) Tengo en Noruega mi rival al que un manto rojo puedo. El manto rojo de un san, san que con gofio es de miedo. 51 (17-09-53, p. 11) De mi fruto sonrosado tomó nombre una chaqueta y hago perder la chaveta al vejete enamorado.

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52 (18-09-53, p. 11) Tengo cáscaras de nueces, nada tengo del nogal, me conmemoran las veces que aquel a quien dice peces y es camino sideral. 53 (21-09-53, p. 11) La mitad de mi nombrete la llaman calma completa, añadir la otra mitad al tinerfeño molesta, y no hay disculpa que valga, si insistes, gran majadero, en quitar ma de Marrero y el resto añadirlo a calma.

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ADIVINANZAS EXTRAORDINARIAS (26-08-53, p. 15)

Nuestro colaborador Víctor Doreste dedica es-tas seis adivinanzas − que a nosotros nos parecen modélicas − a aquellos impacientes lectores que las quieren “sacar” al momento. Soy un bastardo guineo hijo de unas bien crecidas. ¡Qué diferencia del guineo de unas soleares finas! A uno “se le suele ir”. Cuando mayor tira al monte. ¿Qué más te puedo decir? En la cresta de las olas nazco y muero de seguida. Pero al contrario que ellas vuelvo otra vez a la vida. Aquél que “se fue de B…” y aquél otro que de Ba… o se murió, se arruinó, se cayó o metió la pa…

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En el “Toril” me frieron. (¿Para qué voy a seguir?) Soy una gran mentirosa, pero dulce si las hay. Muy sana… y tuberculosa. ¡Es imposible, caray!

(Y con las letras invertidas venían debajo de cada una de ella las soluciones:)

- El furrungueo - El baifo - La baladera (Era una tabla de surf) - “Irse de Baretas” es caerse, tanto en el senti-do material como espiritual, de modo definiti-vo. - La boga (“¡Vete a freír bogas al Toril”! era en Las Palmas de Gran Canaria el equivalente al “¡Vete a freír espárragos!” peninsular). - La batata

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1 (2-11-53, p.11) Tengo la cara de yegua y ya poco se me ve, dentro de animales vivo y también dentro de usté. 2 (03-11-53, p.11) Soy uno que va con una, nos persiguen los curiosos. Mi ideal sería un pozo con un pizquito de luna. 3 (04-11-53, p.11) Lo mismo de un huevo nazco con mis buenos menudillos que lo hago en los nudillos cuando pagan en el casco. 4 (05-11-53, p.10) Aunque parezca polaco, soy canario cien por cien, grito, meto, sudo y saco y me lo pagan muy bien.

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5 (06-11-53, p.10) Me está matando a pedradas y secándome el salero una horrible, despiadada, fuerte jirafa de acero. 6 (09-11-53, p.11) De la “Boheme” tengo algo, del tímido tengo tim. Llegué a correr como un galgo, hoy ni hablar del peluquín. 7 (10-11-53, p.11) Tengo enfrente cien Farías y también un profesor, odio tengo al dibujante y a los parientes horror. 8 (11-11-53, p.11) En el centro una matrona y en su alrededor parejas, que antaño fueron de patos, ¡oh, tiempos, cómo te alejas!

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9 (12-11-53, p.11) Hasta mi muerte viví en “chalet” libre de impuestos, al mar bravío vencí con unos calzones puestos. 10 (13-11-53, p.11) Poseo la discreción de ocultar a mi clientela; mi jibosa encarnación les sirve de centinela.. 11 (14-11-53, p.11) Los bancos y mi apellido son de una materia igual, mi nombre suena a Justicia y a un banco que es celestial. 12 (16-11-53, p.11) Por delante sacan cuartos, por detrás dan constipados. Dentro y abajo, los ricos; arriba, desheredados.

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13 (17-11-53, p.11) Soy pariente de la Muerte y primo hermano del Sueño, al que rozo con mis alas no se convierte en un leño. 14 (18-11-53, p.11) Visto verde o de amarillo, de medio luto en sazón. Cuando visto lo primero, tengo duro el corazón. 15 (19-11-53, p.11) Sé hace con suerte “la cama” al hombre de la ciudad, al comprador, a la sama, pero al campurrio, jamás. 16 (20-11-53, p.11) Algo tengo de chileno, suprimiendo el cereal. (No es cuestión de pelear por hache más o hache menos)

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17 (21-11-53, p.12) Aunque de “gente del bronce” nunca jamás me las doy, la gente que me conoce dice que sí, que lo soy. 18 (23-11-53, p.11) Por mis cien agujeritos yo me parezco al “Gruyer”, el vivir en mis hoyitos es cosa de muy mal ver. 19 (24-11-53, p.11) Sueno algo a canonjía, cuando llueve hago pipís, el Guiniguada a mi lado parece el Mississipi.. 20 (26-11-53, p.11) No tengo tronco ni brazos, al Casino lo desprecio, veo siempre la Catedral, mi templo no tiene precio.

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21 (27-11-53, p.11) El color de la ictericia tengo sin la enfermedad, mi enfermedad son las pifias que suelo hacer en Tetuán. 22 (28-11-53, p.11) Soy leche, pero de tal forma que, aunque parezca mentira, no echarme agua es la norma del lechero hidropesida. 23 (30-11-53, p.11) Los ojos miraban tierra y de golpe ven el cielo: el vencedor, boca arriba; el vencido, por el suelo. 24 (01-12-53, p.11) Cuando un niño va a llorar yo me aparezco en su boca, al mismo tiempo soy boca de barro, loza o cristal.

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25 (02-12-53, p.11) A patatillas inglesas yo me suelo parecer y cuando polvo me hacen no hay quien me gane a barrer. 26 (04-12-53, p.11) Cuando me añaden un “asa” me convierto en un piropo, pero si me añaden mojo ¡Dios mío, la que se arma! 27 (09-12-53, p.9) Sombrero de copa soy y un fino poste redondo, también soy puño que doy y mi mitad es un hongo. 28 (10-12-53, p.9) De la barbilla, en el pecho, es cosa que amarga sabe. Húyele siempre la frente, que también en ella cabe.

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29 (12-12-53, p.14) Puedo ser una leona yendo siempre de cabeza, voy por las calles montada y desmontada en la iglesia..

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SOLUCIONES a las adivinanzas Publicadas desde el 16-07 al 21-09 de 1953.

1. El gofio 2. Alcaravaneras 3. La rapadura 4. Valleseco 5. El muelle del Generalísimo 6. La U. D. La Palmas 7. La Plaza o Mercado de Las Palmas 8. Miguelito el del “Polo” (Era el barman del

“Polo”, que estaba en el Puente de Palo, en Las Palmas de Gran Canaria. A Miguelito le solía pedir mucha gente dinero prestado para coger la guagua y otros pequeños apremios).

9. Tamaraceite 10. El Risco 11. Jeremías (Un boxeador del barrio de San José

que adquirió cierta fama por aquella época). 12. La alpispa 13. Las Escaleritas 14. El vino del Monte 15. La tabaiba 16. El Zuleyka (Un barco polaco que naufragó y

estuvo varios años encallado en la costa de Las Palmas de Gran Canaria. Se decía: “Ése es más agarrado que un tornillo del Zuley-ka”).

17. El rabolleva

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18. El chinchorro 19. El sancocho 20. El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Ca-

naria 21. La vieja (Es un pescado, y también al ponerse

colorado de vergüenza se le solía llamar “co-ger una vieja”).

22. El timple 23. El pino de Teror 24. La Catedral 25. El Madroñal 26. Andrés el “ratón” (Personaje popular en los

alrededores del Mercado de Vegueta, donde tiene un busto. Tenía unos pies grandes, de-formes, que Víctor llamaba “peditanques”).

27. El queso de flor 28. El Teide 29. El burgao 30. La isleta 31. El enyesque 32. El volador (Llamado en la Península cohete). 33. El Potrero (En la calle Roque Morera estaba

el potrero municipal, a donde llevaban a los carros sin matrícula y a los perros sin dueño. Años después de desaparecer, la gente siguió llamando el potrero a aquella zona).

34. 1. La tirijala (Era una golosina, hecha de go-fio y miel; muy elástica, se estiraba como un

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chicle). 34. 2. La tartana (Aquí hubo un error de numeración: el 34 salió dos veces).

35. El “mago” de la cumbre 36. El barranco Guiniguada 37. El rascasio (Pez de carne poco apreciada, que

inspiró al pintor Néstor de la Torre para su “Poema del Mar”).

38. Los ñames 39. Solajero 40. El plátano mayero 41. El “pirata” (Los piratas eran coches de unas

siete u ocho plazas que hacían competencia ilícita a los coches de línea o “de hora”, hasta que consiguieron legalizarse).

42. El chafalmejas (Es un tipo de pesado o gafe equivalente al cantamañanas peninsular).

43. Los Riscos 44. El “Ven acá, vino tintillo” (El sainete más po-

pular de los que escribió Víctor Doreste) 45. El tolete (Es un palo corto que en los carros

de caballerías se utilizaba como freno de posi-ción, y como arma agresiva o defensiva. Tam-bién se llamaba tolete al totorota, al bobilín).

46. La mancha de la platanera 47. El velillo (Era una tela muy fina que las da-

mas muy púdicas echaban sobre su rostro sos-teniéndola con el sombrero. Luego la usaron damas no tan púdicas, y a éstas, despectiva-mente, se les llamaba velillo).

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48. El chuchango 49. El rebenque 50. El cherne 51. El guayabo 52. San Cristóbal 53. Chicharrero

Publicadas desde el 02-11 al 12-12 de 1953.

1. La carajaca 2. El güiro (Era un individuo que se dedicaba a

acechar a las parejas que se estaban besando. Los besos entre novios constituían un espectá-culo, cuando no un escándalo.)

3. El capón 4. Molowny 5. La Avenida Marítima 6. Timimi (Un jugador de fútbol famoso en su

época.) 7. El Castillo de San Cristóbal 8. La Plazuela 9. Guarín (Guarín se llamaba el último cerdo de

una camada. También se llamaba así a un in-digente que vivía en el barranco Guiniguada, debajo del puente de Piedra.)

10. El camello 11. Justo Mesa 12. El “Pérez Galdós”

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13. El embeleso (Al quedarse medio dormido es-tando sentado se le decía “quedarse embele-sado”.)

14. El plátano 15. El engodo (Es la carnada que se le echa a los

peces para que piquen.) 16. El Paseo de Chil 17. La estatua de don Fernando de León y Casti-

llo 18. Las cuevas del provecho 19. El barranquillo de don Zoilo 20. El busto de Cairasco 21. El once amarillo 22. El beletén (El beletén era la leche que daba la

vaca los tres primeros días después de un par-to. Tenía un sabor peculiar que a mucha gente le gustaba, pero si se le echaba agua dicho sabor se perdía.)

23. La agachadilla 24. El bico (Cuando un niño hace amago de llo-

rar pone la boca de una manera característi-ca. A ese gesto lo llamaban “el bico”.)

25. La garepa 26. La morena 27. El bollo 28. El cabe 29. (La solución a esta adivinanza no se publicó).

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Este libro se terminó de reimprimir en los talleres de Gráficas Atlanta en julio de 2009.