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  • 8/18/2019 Prácticas políticas cotidianas en un pueblo originario del Distrito Federal- el papel de los chismes

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    Nueva Antropología

    ISSN: 0185-0636

    [email protected]

    Asociación Nueva Antropología A.C.

    México

    Hagene, Turid

    Prácticas políticas cotidianas en un pueblo originario del Distrito Federal: el papel de los chismes y

    rumores

    Nueva Antropología, vol. XXIII, núm. 73, julio-diciembre, 2010, pp. 35-57

    Asociación Nueva Antropología A.C.

    Distrito Federal, México

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15921049003

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     Resumen: la autora explora en este trabajo el funcionamiento de los chismes y rumores comoparte de las prácticas políticas del pueblo originario de San Lorenzo Acopilco. En ese lugar existeuna serie de prácticas comunitarias que producen densas redes comunicativas donde tambiénfluyen chismes y rumores, lo cual es un medio importante en la formulación de políticas. Se revisa

    la literatura antropológica sobre los chismes y rumores, los cuales -en determinados contextos-ejercen un control social informal o pueden relacionarse con las instituciones de control formal.Se explora aquí las posibles razones por las que los chismes en dicho pueblo no tienen el poder deejercer un control social informal; por otra parte, ahí tampoco funciona el control formal. Se sugie-re que el chisme más bien sirve para normalizar las transgresiones y preparar el terreno paraque otros puedan hacer lo mismo.

     Palabras clave: prácticas políticas cotidianas, pueblos originarios, chisme, control social.

     Abstract: In this article the author explores the function of rumors and gossip as part of everydaypolitical practices in the native village of San Lorenzo Acopilco. A number of social practices inthis town create dense communication networks where gossip and rumor also flow. This repre-sents an important source of information and a means for the shaping of policies. Anthropologicalliterature on gossip and rumor is reviewed which argues that these practices can exercise infor-mal social control in specific contexts, or can relate with institutions of formal control. Possiblereasons for why gossip in this case does not have the power to control transgressions are explored,as well as the failure of formal social control. It is suggested that rumor and gossip have rather

    the effect of normalizing transgression, thus leading the way for others to do the same. Key words: everyday political practices, native villages, gossip, social control.

    INTRODUCCIÓN

    En este artículo voy a explorar elfuncionamiento de los chismesy rumores en un pueblo origina-rio en la delegación de Cuajimalpa, Dis-trito Federal. Voy a considerar estas

    PRÁCTICAS POLÍTICAS COTIDIANAS EN UN PUEBLOORIGINARIO DEL DISTRITO FEDERAL:

    EL PAPEL DE LOS CHISMES Y RUMORES

    Turid Hagene*

    * Doctora en Historia Contemporánea. Fa-cultad de Educación y Estudios Internaciona-les-College University Oslo. [email protected]

    prácticas una subcategoría de lo quellamo “prácticas políticas cotidianas”.Ocupo este término porque me refieroa algo más amplio que la política formal,como por ejemplo votar, hacer proselitis-mo, militar en partidos políticos, y par-ticipar en marchas y plantones (Gonzá-lez de la Fuente, 2007: 3). Aquí extiendola mirada a otras maniobras para con-trolar recursos, ya sean materiales osimbólicos. Las prácticas políticas que

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    constituyen el contexto en el cual voy a

    explorar el funcionamiento de los chis-mes son por un lado el bloqueo de unproyecto aparentemente deseado portodo el pueblo: un paso a desnivel deba- jo de la carretera federal a Toluca. Porel otro, la venta ilegal de terrenos comu-nales en el bosque, donde los compra-dores talan árboles y construyen casasen zonas de reserva ecológica. Así cre-cen los asentamientos irregulares, pro-duciendo a la vez una deforestación cre-ciente que perjudica la recarga de losmantos acuíferos y la producción deoxígeno, con el consiguiente daño parala población de toda la ciudad y su me-dio ambiente.

    Por lo general no se busca detenerestas trasgresiones, ya sea por parte delas autoridades delegacionales o poriniciativa de otros comuneros y nati- vos; además se permite bloquear laconstrucción del paso a desnivel, a pe-sar de que constituye un atentado con-tra la seguridad vial de todos los habi-tantes del pueblo. Cabe mencionar quela población nativa de San Lorenzo Acopilco demuestra una participación

    extraordinaria en las prácticas socio-religiosas del calendario ceremonialque se desarrolla a lo largo del año, osea que no se trata de una apatía gene-ralizada (Hagene, 2007). Igualmentedestaca su participación en las eleccio-nes constitucionales (Hagene, 2009).

    Tanto la venta ilegal de terrenos co-mo el bloqueo del paso a desnivel impli-can ingresos sustanciales para los trans-gresores, por ello es fácil comprendersus motivos. Lo que resulta difícil deentender es cómo pueden realizar talesacciones sin provocar reacciones nega-

    tivas en su contra, ya que la fuente

    principal de información sobre estasprácticas, los rumores y chismes, ob- viamente son de conocimiento público.Como es bien sabido, los chismes y ru-mores pueden representar un controlsocial informal (Merry, 1997), mientraslas leyes y los reglamentos ejercidospor diversas autoridades constituyenel control social formal. Entonces, elproblema a investigar en este texto esla importancia y el funcionamiento delos chismes y rumores en el contextoaquí explorado: el bloqueo de proyectosy las ventas y asentamientos irregula-res; en especial, se investigan las razo-nes por las que no se ejerce un controlsocial informal.

     A continuación introduzco a Acopil-co en su contexto socio-económico ycultural, con sus dos grupos de habi-tantes: los nativos y los avecindados.Presento luego las prácticas comunita-rias del primer grupo y las redes quesurgen de éstas, las cuales tienen, a su vez, una función importante en los flu- jos de comunicación oral en el pueblo.Procedo a explorar teorías antropológi-

    cas sobre chismes y rumores, mismasque posteriormente invoco en una dis-cusión del material etnográfico presen-tado. En un breve apartado expongolas formas de coleccionar el materialetnográfico, y la base teórica para taltrabajo. Posteriormente, y en una sec-ción separada, presento el material so-bre el bloqueo, ventas y asentamientosirregulares, las prácticas políticas se-leccionadas para analizar la funciónque tienen los chismes y rumores. Paraterminar, presento los hallazgos deltrabajo y destaco que los chismes, lejos

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    de frenar los comportamientos irregu-

    lares, más bien parecen disipar neblinasobre los hechos y preparar el terrenopara que otros puedan sumarse a lasprácticas irregulares.

    MATERIAL Y METODOLOGÍA 

    En este trabajo me baso en la presun-ción epistemológica de que el conoci-miento es constructivo y situado, emer-giendo de un “proceso complejo queinvolucra factores sociales, situaciona-les, culturales e institucionales” (Arcey Long, 1992: 211). He recolectado ma-terial etnográfico en el pueblo de Aco-pilco, donde viví durante once mesesdivididos en cinco periodos de trabajode campo (2001, 2003, 2005, 2006 y2007). Pude utilizar entrevistas semi-estructuradas, relatos de vida y conver-sación informal, además de consultarel Archivo del Registro Agrario ( ARA ), el Archivo de la Parroquia de Acopilco( APA ), el Archivo de Bienes Comunales( ABC), además de fondos documentalesprivados como el Archivo de PedroMartínez ( APM), y el Archivo de Roberto

    Ramírez ( ARR). La observación partici-pativa, sin embargo, constituyó la co-lumna vertebral de estos periodos detrabajo de campo, lo cual implicó “invo-lucrarse extensivamente en las vidassociales de las y los que uno estudia”(Bryman, 2004: 291).

    El hecho de vivir allí me permitíatener acceso a parte de los rumores ychismes en el pueblo. Gran parte delmaterial en que se basa este artículoestá formada por chismes y rumores, osea, de información oral que fluye a tra- vés de las redes comunicativas del pue-

    blo. Ciertamente, no voy a jactarme de

    conocer la cultura comunitaria tanbien como para formar parte de las re-des de chismes íntimos del pueblo, talcomo han comentado, por ejemplo, Bes-nier (1996: 545) y Haviland (1977: 66).La mayoría de los chismes que formanla base de este trabajo tratan sobrecuestiones de la comunidad, del tipo deinformación compartida; es más, eramuy difícil obtener información sobreesta clase de asuntos de otras fuentes.En algunos casos he logrado comparardatos con documentos o fuentes oralesde la Delegación o del Comisariado.

    El “estar involucrado de primeramano en las actividades relevantes”(Levine et al., 1980: 38) de los habitan-tes también me abastecía de conoci-miento que ellos mismos tomaban pordado, y que a mí no se me hubiera ocu-rrido preguntar. El que a menudo parti-cipara en actividades ceremoniales meconvirtió en una figura conocida en elpueblo, alguien con quien se acostum-braron a conversar. El material queaquí presento en gran parte es resulta-do de una colaboración entre los sujetos

    del pueblo y yo (Marcus, 2008: 7), mien-tras las interpretaciones en gran medi-da son mías. Este texto no es productode una investigación de acción, ni pre-tendo que sea objetivo, dos posicionesentre las cuales se insertan, proponien-do una opción ética que rompe con estadicotomía, alegando el imperativo de“dejarse primero marcar por el conoci-miento del otro (traducción propia)”.(Benson y O’Neill (2007:51).

    Para proteger la identidad de algu-nos informantes utilizo nombres ficti-cios o evito del todo usar nombres. Por

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    otra parte, escribir sobre los temas que

    aquí analizo probablemente implicaque algunas personas se sienten ex-puestas e identificadas de forma des-agradable, tanto entre los habitantesdel pueblo como fuera de él. Sin embar-go, creo que todos somos actores socia-les y no me parece justo reducir la po-blación de Acopilco a meras víctimas delos procesos de la mega-ciudad, restán-doles una capacidad de actuar que sinduda tienen.

    PUEBLOS ORIGINARIOS

    San Lorenzo Acopilco es un pueblo ori-ginario situado en la periferia ponientede la ciudad de México, Distrito Fede-ral. Resulta que hay cerca de 200 deestos pueblos y barrios en el DistritoFederal (Correa, 2010), los cuales com-parten una serie de características:cada uno lleva el nombre de un santocatólico antepuesto a su nombre origi-nal en náhuatl; son o han sido comuni-dades agrarias con tierras comunales oejidales; practican trabajos comunales(faena o tequio); comparten el mismo

    patrón de asentamiento, una cultura yorganizaciones religiosas comunita-rias; así como un calendario ceremo-nial, una memoria colectiva, una iden-tidad comunitaria, un lenguaje ritual,y muchos tienen un panteón comunita-rio (Medina, 2009; Romero, 2009).

    Los pobladores de San Lorenzo Aco-pilco me cuentan que la ruta nahuahacia Toluca pasaba por el pueblo; lue-go el camino colonial, y durante el siglopasado fueron construidas la carreterafederal y la autopista México-Toluca. Setrata de una comunidad agraria con Tí-

    tulos Primordiales desde 1 534,1 propie-

    dad comunal que fue confirmada me-diante resolución presidencial en 1992.La comunidad fue dotada con 1 608hectáreas de bienes comunales, la ma-yoría de bosques, y además 127 hectá-reas de zona urbana.2 El pueblo se en-cuentra a 3000 msnm, por lo que esbastante frío de noche y en tiempos delluvia. La población vivía en gran partede productos extraídos del bosque: car-bón, vigas, tejamanil, tablas y leña, y decultivos como habas y maíz, cría de ani-males y producción de pulque. Sin em-bargo, en la década de 1940 el bosquefue vedado, convirtiendo esta fuente deingresos en actividad ilegal. Con el de-sarrollo de carreteras y transporte a laciudad, combinado con ingresos bajosde la agricultura, la mayoría de la po-blación vive de realizar trabajos en laciudad de México o en Toluca. En elCenso Nacional de Población y Vivien-da de 2000 únicamente cien personasdeclararon actividades primarias comosu principal fuente de ingresos; ahoralos cultivos más bien sirven para ob-tener recursos adicionales, para mante-

    ner la tradición y tener tortillas de maízazul en las celebraciones familiares.3 

    NATIVOS, COMUNEROS Y AVECINDADOS

    Otra dinámica que ha contribuido adisminuir la proporción de adultos con

    1 Conversación con Pedro Martínez, 19 demayo de 2005.

    2 Entrevista con Nicolás Rojas, 22 de juniode 2003.

    3 Comunicación personal de un cultivador.

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    ingresos del sector primario es el asen-

    tamiento de personas venidas desdeafuera, ya sea de la ciudad o migradosde los estados del interior (sobre tododel Estado de México, Michoacán yOaxaca); en todo caso se conocen como“avecindados”, mientras los originariosse auto-designan como “nativos”. Mu-chos de los avecindados no participanen las prácticas de la religión comuni-taria, que juegan un papel central en lareproducción de la identidad de los na-tivos. Obviamente los avecindados tam-poco tienen participación en los asuntosde bienes comunales, por lo que en cier-to grado viven al margen de las prácti-cas políticas cotidianas en el pueblo.

    Según el Conteo de Población (INEGI,2005), el pueblo tiene 21 000 habitan-tes; sin embargo, no se registra el datode cuántos de ellos son nativos y cuán-tos avecindados. Para darnos una ideadel tamaño de cada grupo, he realizadoel siguiente cálculo: entre los nativos seencuentran 2 345 comuneros con dere-chos agrarios oficiales, y por lo generalsólo hay un comunero por hogar. Segúnel Censo (INEGI, 2000), el tamaño pro-

    medio de familia es 4.6 personas, lo cualda 10 787 personas en hogares comune-ros censados, pero también conozco mu-chas familias nativas que no tienen anadie en el registro agrario. Aun cuan-do no puede conocerse la cifra exacta, elnúmero de nativos supera 1 1000 per-sonas lo que constituye algo más de lamitad de la población total.

    Muchos de los avecindados rentanalojamiento en el casco urbano del pue-blo, o han comprado terrenos paraconstruir en zonas de habitación rural.Sin embargo, hay un constante creci-

    miento en algunas zonas de propiedad

    comunal –razón por la cual no pueden venderse (Procuraduría Agraria, 1995:66)– y que están protegidas como áreasde Preservación Ecológica (Seduvi,1997). La carretera federal a Toluca se-para gran parte de estos asentamien-tos irregulares del casco urbano. Portanto, como veremos, la práctica de venta irregular de bienes comunalesen zonas protegidas está relacionadacon el paso a desnivel de Tantoco, pro-yecto de construcción abordado en esteestudio y bloqueado desde septiembrede 2006. Pero las ventas irregulares nohan sido detenidas por las autoridadesni bloqueado por los pobladores nati- vos; es así como enfrentamos aquí unaparadoja: se bloquea el proyecto quetodos desean, mientras las ventas irre-gulares se mantienen.

    ORGANIZACIÓN COMUNITARIA Y AUSENCIA DE FOROS DE DISCUSIÓN

    ¿Dónde se podría ventilar este tipo deproblema? En realidad el pueblo no tie-ne un foro local para toda la población.

    Los comuneros están encabezados porun Comisariado –autoridad agraria lo-cal electa cada tres años por ellos mis-mos–, quien organiza asambleas dondese toman decisiones acerca de asuntosagrarios. Estas asambleas están super- visadas por o enlazadas con el visitadoragrario, representante de la autoridadagraria estatal.4 Si bien hay muy pocasasambleas, un excomisario explica que

    4Delegación Estatal de la Secretaría de laReforma Agraria ( Diario Oficial de la Federa-ción, 7 de julio de 2008).

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    intentan cumplir con la ley, la cual exi-

    ge realizar una asamblea por lo menoscada seis meses. La gente dice que lasasambleas eran acontecimientos muydesagradables, a veces hasta violentas.La toma de decisiones en asambleas selimita por lo general a las que requie-ren actas de asamblea para lograrciertos beneficios de parte de las auto-ridades (pago por reforestación, porservicios ambientales). Únicamente los2 345 comuneros tienen acceso a lasasambleas, mas por lo general partici-pan alrededor de 200 a 400 personas.Existen además los llamados Comités vecinales, introducidos por las nuevasautoridades del Partido de la Revolu-ción Democrática (PRD) elegidas en1997; los Comités vecinales se eligieronen 1999 para un periodo de tres años,pero hasta 2009 no se habían vuelto arealizar nuevas elecciones. Para cubrirtodo el territorio de Acopilco se eligie-ron seis comités vecinales diferentes, yaunque no han sido destituidos tampo-co tienen mucha autoridad o arraigo, setrata más bien de órganos de gestión,no de discusión o decisión.

    Por último, la Delegación Cuajimal-pa –a la cual pertenece el pueblo de Acopilco– tiene una subdirección deParticipación Ciudadana, con la funciónde organizar asambleas populares yrealizar consultas en los diversos pobla-dos de la Delegación. Sus trabajadoresse podrían comparar con los visitado-res agrarios ligados al Comisariado, conla diferencia de que no hay una organi-zación local con la que los empleadosde Participación Ciudadana pudieranrelacionarse. Parece probable, enton-ces, que todo proceso político tiende a

    realizarse de manera informal me-

    diante chismes y rumores, ya sea porparte de partidos políticos, diversasredes o grupos de poder.

    LA FORMACIÓN DE DIFERENTESTIPOS DE REDES

    En las redes nativas había un flujoconstante de chismes, información yformación de opinión. ¿Cómo fueronformadas tales redes? La reciprocidades uno de los valores básicos de lasprácticas comunitarias (Hernández-Díaz y Martínez, 2007; Medina, 2009;Romero, 2009) y los nativos participa-ron extensamente en estas prácticas,con lo cual se generó una fuerte expe-riencia de identidad entre ellos y, almismo tiempo, varios tipos de redes en-tre sí. Las prácticas de la religión co-munitaria generaron un tipo de red;cada una de las diez iglesias y capillasera custodiada y manejada por tresparejas, los llamados fiscales, electosanualmente. Estos fiscales y sus fami-liares visitaban cada semana a los pa-rroquianos para recolectar sus contri-

    buciones. Aparte, cada templo teníaanualmente una fiesta en celebraciónde su santo, precedida por un novena-rio, más otra serie de celebraciones a lolargo del año, formando así un ciclo ce-remonial (Hagene, 2007). Muchas deestas actividades requerían de con-tribuciones económicas, participaciónpersonal en la instalación de adornos,equipos de sonido, preparación de co-midas y participación en procesiones.En las dos fiestas patronales (de SanLorenzo y del Padre Jesús) que abar-can todo el pueblo, incluso se sirve

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    comida ritual para toda la población

    que se presenta en la misa el día de lafiesta.Otro tipo de redes creció a raíz de

    las prácticas familiares. Entonces eracomún que familias extendidas vivie-ran en el mismo predio, sobre todo lasfamilias troncales originalmente asen-tadas en el centro del pueblo. 5 El ciclode vida proveía ocasión para numero-sas celebraciones: bautismo, presenta-ción a los tres años, primera comunión,confirmación, 15 años para las muje-res, 18 años para los hombres, bodas,entierros y misas de difuntos. A talesfiestas concurrían normalmente entre50 y 200 invitados, muchos de ellos fa-miliares. En esas ocasiones salía a re-lucir la importancia de construir ymantener lazos de parentesco, tanto desangre como filial, y de amistad; porello era común invitarles a ser padri-nos o madrinas de la música, la comi-da, la bebida, el pastel, las flores, el vestido, etcétera, en la mayoría de es-tas celebraciones. Los lazos más pro-fundos fueron creados mediante las ce-remonias de bautizo, cuando siempre

    se activaba el compadrazgo, instituciónque también se podía movilizar en lasprimeras comuniones y las bodas. Losavecindados, por supuesto, también ce-lebraban eventos familiares, pero suslazos familiares normalmente se ex-tendían fuera del pueblo.

    También quiero comentar las redesformadas alrededor de actividades de

    5 Familias troncales es un término que aho-ra se ocupa para significar familias antiguas eimportantes en los pueblos originarios (Medina,2009; Robinson, 1999).

    los partidos políticos, comúnmente lla-

    madas redes clientelares, un fenómenoampliamente discutido en la literaturasobre prácticas políticas mexicanas(Adler Lomnitz, 1988; Adler Lomnitz etal., 2004; Braig, 1997; Fox, 1994; Gonzá-lez de la Fuente, 2007; Hagene, 2009,2010a; Tosoni, 2007; Ward, 1993). Entiempos de elecciones existía un inter-cambio extensivo de “favores”, en formade compra/venta de votos y moviliza-ción de votantes (Cornelius, 2004: 48);después de las elecciones se pagaba el voto o el trabajo electoral en forma depuestos, permisos, servicios, etcétera(Hagene, 2009). Este sistema operabacon base en las relaciones personales yde reciprocidad. Estas redes se cruzande diferentes maneras con los niveles delpoder formal; el nivel correspondienteen el caso de Acopilco era el de jefe dele-gacional, elegido cada tres años. Losoficiales de nivel medio, por otra parte,son los que representan la continuidad,conocen a “todo el mundo”, y por mediode sus “corredores” saben a quién invi-tar, movilizar y recompensar. Los nati- vos predominaban también en estas re-

    des, por sus relaciones personales delargo plazo y las actividades relaciona-das con el Comisariado. Pero las redes declientelismo también abarcaba a mu-chos avecindados, sobre todo en losasentamientos irregulares, situaciónque los políticos utilizaban en tiemposde campaña electoral con promesas deservicios y regularización de asenta-mientos (Hagene, 2010b).

    Estas redes incluyen a los grupos enque se recluta a los comisariados. Cadatres años, por lo menos seis grupos depoder logran lanzar planillas para las

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    elecciones del Comisariado. Los líderes

    de estos grupos son más o menos esta-bles, mientras varios de los participan-tes pueden fluctuar entre uno y otro.También la relación entre los gruposde poder y los partidos políticos sonalgo fluidos; después de 1997 variosgrupos han retirado su apoyo al Parti-do Revolucionario Institucional (PRI) afavor del PRD.

    CHISMES Y RUMORES

    Desde hace mucho tiempo, entre losantropólogos el chisme se ha entendidocomo una forma eficiente de control so-cial informal (Benedict, 1934; Radcli-ffe-Brown, 1933). Así, por ejemplo, seha dicho que en muchas comunidadesla gente es virtuosa por el miedo alchisme (Pitt-Rivers, 1971: 31). Los chis-mes son información informal y priva-da sobre personas ausentes o eventosdonde los hechos son inciertos, compar-tida por ciertos grupos en la comunidad(Merry, 1997: 51); se puede tratar sim-plemente de información que se com-parte (Hannerz, 1967), o que a la vez

    constituye un juicio moral acerca deeventos o personas (Merry, idem).Gluckman ha enfatizado las pre-

    suntas funciones que tiene el chismepara las comunidades y grupos, sobretodo el mantenimiento de la unidad ylas reglas morales, la armonía y la es-tabilidad. Argumenta que de esta ma-nera se mantienen bajo control los dife-rentes grupos de poder, y se reduce lapolarización en el proceso de selecciónde líderes (Gluckman, 1963: 308). Unode los primeros críticos de esta teoríafuncional estructuralista fue Paine, en-

    focado en la perspectiva del actor más

    que de la sociedad. Su interés girabaalrededor del uso del chisme como uninstrumento político-intencional porparte de los actores; su término paratal actividad era information manage-ment (manejo de información), lo cualimplica que quienes tienen acceso a in-formación divulgan la parte de ésta queles parece conveniente, mientras lo de-más se mantiene oculto (Paine, 1967:278, 282-283).

    Otra meta del manejo de informa-ción consiste en lograr una evaluaciónpositi va de uno mismo, mientras sedesprestigia a los competidores. Estateoría destacaba el carácter político delchisme. En el presente estudio vere-mos que los chismes también tienenotro efecto político, el de normalizar latrasgresión, lo cual representa una apor-tación a las teorías sobre nuestro tema.Por cierto, Haviland (1977: 63) ya alu-día a un efecto similar en su estudiodel chisme en Zinacantán, donde men-ciona el particular interés de difundirchismes sobre otros mujeriegos por unhombre que era famoso por esa misma

    práctica.Como bien señala Merry (1997: 50),se requieren las dos perspectivas, la dela comunidad y la del actor, para lograrun entendimiento cabal de este fenó-meno social. En Acopilco las redes dechismes parecían representar un foroimportante para formar opiniones ypolíticas entre los nativos; así era posi-ble influenciar a otros sin provocar re-acciones negativas, como argumentaBrison (1992: 23). Durante mis estan-cias en el pueblo pude observar quehabía pocas asambleas, y las que había

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    no eran destinadas a la indagación, la

    reflexión o el debate. Como indica Lom-nitz (1995: 35-36), donde no hay discu-siones abiertas lo que domina es el ru-mor y el chisme.

    ¿Qué se requiere para que prolifereel chisme en una sociedad? Donde exis-ten redes sociales densas, también haychisme (Merry, 1997: 62). En la comu-nidad de Acopilco ya se tiene estableci-do que existe una serie de redes de co-municación que permiten el flujo fácilde información, por lo menos entrequienes participan en estas redes. Porel tipo de actividades que dan origen alas redes, los participantes son sobretodo los nativos. Una de las presuntascaracterísticas del chisme es el ejerci-cio de un control social informal (ibi-dem: 47), y sirve, entre otras cosas, pa-ra mantener los valores morales de lacomunidad mediante sanciones en con-tra de los transgresores. Por cierto eltema principal de algunos tipos dechisme tiende a girar alrededor de “lospapeles genéricos socialmente espera-dos” de mujeres y hombres (Chávez Arellano et al., 2006: 7); sin embargo,

    este tipo de chisme “íntimo” no revistemucha importancia para este artículo.¿Cuál es el proceso mediante el cual

    se realiza este control social? Merry de-talla tres fases en el proceso del chisme:1) circulación de información sobre elevento o la acción, 2) formación de unconsenso acerca del sentido moral delevento y 3) implementación del consen-so en forma de sanciones (Merry, 1997:54); luego menciona una serie de tiposde sanciones como apodos, burla, can-ciones degradantes, ostracismo, acusa-ciones de brujería, expulsión, muerte

    social o hasta física (ibidem: 60-61). ¿Y

    cuáles son los requisitos para que elchisme tenga impacto en una comuni-dad? Merry (ibidem: 54, 59-69) señalaciertas características, como por ejem-plo que sea un sistema social delimita-do, con valores morales lo suficiente-mente homogéneos como para poderformar un consenso sobre los actos co-metidos; que los miembros de la comu-nidad vivan una interdependenciabastante grande en cuanto a sus rela-ciones económicas y sociales, y de pro-tección política. También tiene impor-tancia determinar qué tan alto puedeser el costo de ser expulsado de la socie-dad. Ahora regresaremos a un escruti-nio más a fondo de la interacción entrecaracterísticas de la comunidad, inte-reses personales y efectos del chismeen este caso concreto de Acopilco.

    Durante los años que he visitado Acopilco me han llegado chismes sobre varios proyectos bloqueados anterior-mente. Por lo general, contrario a loque a veces se rumoraba sobre los pue-blos “retrasados y tercos”, tales blo-queos de proyectos no eran producto de

    la resistencia del pueblo como tal, sinoresultados de maniobras por parte degrupos minúsculos de comuneros, a ve-ces impulsadas por una sola familia.

    EL PASO DE LA MUERTE

    El caso que vamos a explorar en esteartículo sigue esta misma pauta: se tra-ta de la construcción de un paso a des-nivel bajo la carretera federal entre laciudad de México y Toluca, que atravie-sa el territorio del pueblo y lo divide endos. Ahora es necesario cruzar esta ca-

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    rretera para bajar a la ciudad en coche

    desde el paraje La Pila –o para entrarpor este lugar cuando se viene del ladode Toluca–, lo que provoca una serie deaccidentes. En tiempos de fiesta, cuan-do una de las calles se encuentra blo-queada, la carretera es la única vía quetodo vehículo debe utilizar. El mismopeligro se presenta para quienes quierenpasar entre el lado boscoso poniente yel casco urbano, donde se encuentra lamayoría de viviendas y comercios.

    He tenido oportunidad de observargran parte del proceso de este proyecto,desde la reunión informativa inicial en2006, hasta su bloqueo y consiguienteimpasse. Una semana antes de las elec-ciones presidenciales, el 23 de junio de2006, se llevó acabo una consulta ciuda-dana en Acopilco, dejando pensar quealgún actor político esperaba ganar vo-tos a raíz del proyecto. El siguiente rela-to se basa en mi diario de campo. Unempleado de Participación Ciudadanade la Delegación Cuajimalpa inició lareunión, realizada en el Centro Cívicodel pueblo; para ello ocupó la tribunaacompañado por ingenieros de la Secre-

    taría de Comunicación y Transporte(SCT), dependencia a cargo de la cons-trucción del paso a desnivel. Los inge-nieros traían planos del proyecto y elfuncionario le recordó al público que du-rante los últimos siete años se habíanelaborado dos proyectos parecidos: am-bos eran puentes y habían sido rechaza-dos por diversas personas en la comuni-dad. A la vez informó que el terrenoafectado por el proyecto era de pro-piedad comunal, y que el Comisariadolo había cedido. Señaló que cualquierproyecto en beneficio de la mayoría pue-

    de dañar a los menos, y que las autori-

    dades tienen el deber de atender a am-bas partes. Al inicio de la reunión habíallegado un centenar de personas, cifraque alcanzó el doble antes de terminar.

    La asamblea se convirtió en unatempestad de gritos cuando una maes-tra subió al podio para argumentar encontra del proyecto: señaló que el pre-dial subiría, así como el valor del terre-no, por lo que más personas venderíanterrenos y la población aumentaría.Cabe comentar que la venta de esos te-rrenos era irregular, por tratarse debienes comunales. Sin embargo, el pú-blico tuvo poca oportunidad de escu-char sus argumentos, pues no había nimoderador, ni micrófono, y todos expre-saban sus opiniones al mismo tiempo,confluyendo a veces en el grito: “¡Que sehaga el puente, que se haga, que sehaga!”. La gran mayoría de asistentesmanifestaba su apoyo al proyecto,mientras los que estaban en contra fue-ron invitados a quedarse, para acordarcon la dirigencia el procedimiento a se-guir; al final se pasaron listas para fir-mar a favor o en contra del proyecto. La

    impresión que dejó esa reunión es queno se valoraba el intercambio deopiniones, razonamientos y argumen-taciones. En público no era válido ex-presar un punto de vista diferente almanifestado por la mayoría.

    En las semanas posteriores a la reu-nión esas listas circulaban en el pueblo,colectándose más de 3000 firmas a fa- vor y alrededor de 40 en contra.6 Setrataba de un proyecto financiado con

    6 Comunicación personal de Nicolás Rojas,27 febrero de 2008.

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    fondos públicos, la gran mayoría del

    pueblo estaba a favor, y el terreno co-munal afectado había sido puesto adisposición del proyecto por parte delComisariado. Aun así, una señoramiembro del Comité Vecinal expresósus dudas de que el proyecto se reali-zara, pues señaló que en el pueblo nun-ca faltaban los tercos que se opondrían,como le había sucedido a ella en ocasio-nes anteriores. Un excomisario opinóque algunos comuneros que antes ha-bían trabajado con él ahora estaban ensu contra, y que seguramente rechaza-rían ese proyecto para que no se lo pu-diera adjudicar.

    Finalmente, una comunera quesiempre participaba en la formación deplanillas para las elecciones de Comi-sariados me explicó que sólo los dueñoslegítimos de la comunidad, o sea loscomuneros, deberían decidir autóno-mamente sobre el destino del proyecto,y ni la Delegación, ni los avecindadosdeberían inmiscuirse en tal decisión.Referente al peligro de accidentes tam-bién entre los avecindados de no reali-zarse el proyecto, exclamó: “¡Por mí,

    que se maten!”.

    PRESENTACIÓN DE LA MAQUETADEL PASO A DESNIVEL

    El domingo 20 de agosto se presentó lamaqueta del proyecto, y para narrar lossucesos me baso de nuevo en mi diariode campo. Esta vez el Comisariado y elComité Vecinal organizaron la asam-blea en el zócalo del pueblo. El modera-dor manejaba un micrófono que no sepasaba al público, sino se turnaba en-tre los ingenieros de la SCT, y los repre-

    sentantes de Participación Ciudadana

    y del Comisariado. En esta ocasión nohabía un podio al cual subirse, y quie-nes deseaban hacer preguntas o co-mentarios lo hacían desde su lugar,mientras el micrófono permitía que lasrespuestas pudieran ser escuchadaspor todos. Hubo diversos intercambiosde opiniones más o menos acaloradosentre los presentes, pero la directiva dela reunión no perdió el control de laasamblea, donde el cometido centralera que todos los presentes pudieranmirar la maqueta y apreciar cómo se vería en realidad.

    ¿Cuáles eran los temas que se venti-laban en esta ocasión? Algunas pregun-tas giraban alrededor de la posibilidadde que alguien pudiera adjudicarse elproyecto y se hiciera de prestigio gra-cias a ello; en ese sentido la gente sos-pechaba principalmente de los repre-sentantes del Comisariado. De parte dela SCT se comentaba que el proyecto erade todos porque “pagamos impuestos”,no pertenecía a nadie en particular. Sinembargo, algunos insistían en la posi-bilidad de que los del Comisariado per-

    cibieran alguna “mordida por debajodel agua” por ceder el terreno. Otro te-mor era que se fueran a beneficiar lostres negocios cercanos al paso a desni- vel, y que tal era la verdadera razón deconstruir el paso a desnivel. Ese razo-namiento se había impreso en un folle-to anónimo como argumento en contradel proyecto. Pero el debate más acalo-rado, y que generaba más atención, erael de la autonomía de los comuneroscontra los derechos de los avecindados,más también se comentaba que ambossufrían accidentes en el llamado “paso

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    de la muerte”, cruzando la carretera

    federal. Al terminarse la reunión quedóclaro que prácticamente todos estabana favor del proyecto, por lo cual se le- vantaron y firmaron nuevas listas deapoyo; un avecindado llamó a la uniónde todo el pueblo, preguntando “¿porqué nos odian?”, y la muchedumbre gri-taba “¡Que se haga, que se haga, que sehaga!”.

    EL DESTINO DEL PASO A DESNIVEL

    Cuando regresé al pueblo en noviem-bre de 2006 el paso a desnivel deberíaencontrarse en construcción, mas nofue así. Circulaban diferentes rumoressobre las razones por las que no se ha-bía iniciado la obra. Algunas personasme contaron que los vendedores ambu-lantes debajo del puente peatonal en elárea del proyecto habían organizadoun plantón para impedir el trabajo dela maquinaria de la empresa construc-tora, pensando que iban a perder sufuente de ingresos si llegaba a construir-se el paso a desnivel. Otros opinabanque finalmente se iba a construir, pero

    antes varias personas querían sacarprovecho, ya fuera en efectivo o en for-ma de servicios, y señalaban que unarecompensa mayor o una mejor capaci-dad de negociación sin duda resolve-rían el problema. También contaron elrumor de que el proyecto se había tras-ladado a otra comunidad.

    En febrero de 20087 me explicaronque el proyecto se había detenido por-que el Comisariado que había cedido el

    7 Raúl Jaime y Nicolás Rojas, comunicaciónpersonal del 27 de febrero de 2008.

    terreno comunal para la construcción

    no tenía derecho para disponer de talpropiedad, sino que se requería una Acta de Asamblea para respaldar ladecisión. Por lo demás, según dijo unexcomisario, en la comunidad nuncahabían tomado ese tipo de decisionesen asambleas, pues los representantes,y después los Comisariados, tomabanesas decisiones en privado –en contrade lo establecido en la Ley Agraria(Procuraduría Agraria, 1995: 41, 68) –.Según se rumora, hay dos familias quetienen usufructo del terreno comunalen el área del proyecto, y se dice quedemandan una recompensa de uno ydos millones de pesos, respectivamen-te. Según me dijeron, simplemente seacercaron a la SCT e indicaron que fal-taba el respaldo del Acta de Asamblea. A su vez, el encargado de dar segui-miento al proyecto en la Delegación–excomisario y asesor del jefe delega-cional–, dijo que ambas familias ha-bían movilizado a todos sus parientesy a los vendedores debajo del puentepara parar la construcción, por lo quehabían sido demandados por obstruc-

    ción de trabajos públicos. Ellos dijeronser los dueños legítimos del terreno, ymediante un proceso jurídico deman-daron el pago de los montos menciona-dos. Estos dos procesos tendrían quellegar a su término antes de poder ini-ciar la construcción, me explicó, lo quetardaría varios años porque hay tresniveles en el sistema judicial.

    Curiosamente, en 2008 un miem-bro del Comisariado insistió en que sibien era cierto que no existía ninguna Acta de Asamblea, tampoco era nece-saria, pues la ley estipula que las auto-

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    ridades tienen derecho de vía por 20

    metros a cada lado de las carreterasfederales, límite suficiente para cons-truir el paso a desnivel. Se refería eneste caso a la Ley de Caminos, Puentesy Autotransporte Federal (Cámara deDiputados, 1993: 2). Esta informacióncoincidía con la opinión del público engeneral: que las autoridades lo debe-rían “¡haber hecho, y ya!”. Sin embar-go, durante los dos años siguientes que visité Acopilco (hasta junio 2010), el“paso de la muerte” seguía igual, sinpaso a desnivel. Aun cuando las dos fa-milias no logren obtener su millonariarecompensa, habrán demostrado unacapacidad para jugar bien sus cartasen el campo de fuerza generado alrede-dor del proyecto.

    En todo este proceso es fácil descu-brir que de alguna manera se admira oacepta que ciertas personas simple-mente hagan las cosas y ya, como vere-mos en la sección sobre apropiaciónprivada de bienes comunales. No setomó ninguna medida en contra de lasdos familias que bloquean el proyecto,y se acepta el que traten de sacar pro-

     vecho de la situación, sin dejarse dete-ner por el control social informal. Losque sí recibieron críticas fueron quie-nes promovían el proyecto, pues en lasreuniones constantemente surgía lasospecha de que alguien fuera a adju-dicarse el proyecto, sacar beneficio oprestigio de él. Tal desconfianza aludíacon frecuencia a los Comisariados, aquienes se les acusaba reiteradamentede recibir mordidas, y de estar a favordel proyecto porque les iba a beneficiareconómicamente. Sin embargo, no cir-culaban rumores sobre las familias que

    abiertamente intentaron beneficiarse

    económicamente del proyecto, inclusobloqueándolo.Un valor importante que se expre-

    saba en este proceso era la autonomíade los comuneros. Varias personas de- jaron muy en claro ese punto: los ave-cindados no tenían derecho a tomarparte en las decisiones, ni la Delega-ción. A pesar de que el proyecto era deigual importancia para todos los ciuda-danos y el presupuesto era público, seargumentaba que los comuneros eranlos legítimos dueños del lugar, y por ellotenían derecho a decidir autónoma-mente si la obra podía realizarse o no.

     APROPIACIÓN PRIVADA DE BIENESCOMUNALES

    En la sección anterior hemos podidoapreciar una serie de argumentos, va-lores y acciones puestos en juego parabloquear una obra vial aparentementedeseada por la mayoría. Un elementoimportante en ese campo de fuerza erala ambigüedad de la propiedad comu-nal: si bien se trataba de propiedad co-

    mún, no privada, era evidente que cier-tas personas o familias podían tenerposesión de determinado terreno. Elusufructo de una parcela, sin embargo,no implica propiedad privada. Legal-mente los bienes comunales no pueden venderse (Procuraduría Agraria, 1995:66), situación que se mantiene tam-bién después de 1992, cuando se legali-zó la venta de tierras ejidales en cier-tos casos, pero no de bienes comunales.Según me explicó un excomisario, en Acopilco la costumbre ha sido que, has-ta 1992, los representantes de bienes

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    comunales, y los Comisariados des-

    pués de tal fecha, se encargaban dedistribuir el derecho de usufructo sinconvocar a una asamblea. Esta prácti-ca hacía que la distribución de usu-fructo se prestara a chismes y rumores.

     ASENTAMIENTOS IRREGULARES

    La venta irregular de terrenos era uncampo de chismes y cuentos, donde unalínea muy fina separaba las calumniasde la información. Resultaba particu-larmente difícil saber quién había ven-dido los lotes de los asentamientosirregulares, pues no había datos o do-cumentos formales acerca de ello,mientras la comunicación informal, osea el chisme, tiene la característica deser flexible. Mediante la informationmanagement (Paine, 1967: 278, 282-283) se circula solamente la informa-ción que uno quiere que se sepa, mien-tras lo demás se mantiene a oscuras, yquienes realizan ventas irregulares sebenefician mucho de esta nebulosidadinformativa. Los compradores, en cam-bio, pronto estaban allí viviendo, sin

    mayor misterio. De esta manera seconstruían casas en tierra comunalque además estaba considerada zonade Preservación Ecológica (SEDUVI,1997), y tanto la tala de árboles como laconstrucción de casas resultaba ilegal.Una cantidad considerable de casas habrotado en el bosque de la comunidad,como se desprende de las estadísticasdel Instituto Nacional de Estadística,Geografía e Informática (INEGI): entre2000 y 2005 la localidad de Cruz Blan-ca ha crecido en 424 personas, y se tra-ta de un asentamiento que pertenece

    en su totalidad a la zona protegida de

     Acopilco.En el censo de asentamientos irre-gulares (Subdirección de Protección Ambiental, 2006) se registraban 1 243casas habitadas en estos asentamien-tos en Acopilco, con una población cal-culada de 5 700 personas, o sea unacuarta parte de la población y la mitadde la población avecindada.8 Tales in-muebles han sido construidos en tierracomunal vendida por comuneros indi- viduales, quienes se apropian de la pro-piedad común y conservan el dinero dela venta, una práctica que tiene lugardesde hace décadas. Tal opción existeúnicamente para los comuneros, y pue-de representar un beneficio económicoconsiderable. En el chisme del pueblose comentaba tanto la apropiación pri- vada de la propiedad comunal como losdaños al bosque. Otro punto de reclamoera que las ventas traían más “fuere-ños” al pueblo, una expresión utilizadapara señalar a quienes no pertenecíanal lugar, ni eran bienvenidos. Sobreellos se comentaba que gastaban elagua del pueblo –que en mi experien-

    cia es muy escasa en la primavera–, nocompartían sus costumbres, y además“quién sabe por qué vinieron aquí, a lomejor mataron a alguien”. Como sugie-re Merry (1997: 67), la falta de chismespodría generar miedo acerca de ellos;¿quiénes eran y por qué habían veni-do? En el apartado sobre la reunión enel zócalo vimos cómo se expresa a vecesmuy explícitamente el conflicto entre

    8 El cálculo de 5700 personas se ha hechocon base en el número promedio de personas porhogar en Acopilco en el censo del INEGI (2000).

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    algunos nativos y los avecindados como

    grupo.¿Quién debería de haber paradoesas ventas? En el pueblo se dejaba en-tender que los comisarios eran los res-ponsables, ya que representaban laautoridad agraria; era común tachar elcomisario de “hacerse de la vista gor-da” a cambio de una porción del preciode venta. Es más, los vendedores nece-sitaban una constancia de posesión, yasea de un comisario presente o pasado.Uno de ellos actuó contra la práctica deconstruir en el bosque, y me contó queen su periodo fueron demolidas una ve in te na de ca ba ña s ir re gu laresdeshabitadas,9 lo que le ganó una seriede amenazas de muerte por teléfono ypersonalmente en la calle. La categori-zación de muchas áreas como zonas dePreservación Ecológica tuvo lugar en1997 (SEDUVI, 1997). En 2000 fue pro-mulgada la Ley Ambiental, y en 2005la Delegación obtuvo la autorizaciónpara supervisar y actuar en contra deinfracciones a esta ley. Las autoridadeshan ganado alrededor de cien casos ad-ministrativos en contra de construccio-

    nes irregulares en Acopiclo. Sin embar-go, las medidas adoptadas se limitanpor lo general a pegar carteles con eltexto “CLAUSURADO”,10 con lo cual se pro-híbe ampliar la casa, pero la gente pue-de seguir viviendo allí. Parece ser quealgunas casas fueron demolidas, o por

    9 Según la agencia informativa Notimex, 57cabañas fueron desalojadas por la Secretaría deSeguridad Pública y autoridades delegaciona-les. http://www.esmas.com/noticierostelevisa/ mexico/407355.html 

    10 Conversación con oficial de la Delegación,8 abril de 2008, y observación propia.

    lo menos intentaron hacerlo en 2006,

    pero según me contaron en la Delega-ción los representantes del gobiernofueron retenidos por los pobladores yhubo que negociar la salida con la asis-tencia de la policía y los dirigentes lo-cales.

    En la Delegación diferentes infor-mantes evaluaron la situación de ma-nera muy variada, por no decir contra-dictoria. Algunos mantenían que losasentamientos irregulares debían serregularizados, lo cual implicaría uncambio en el uso de suelo de esta área,de Reserva Ecológica a zona de Habita-ción Rural. Tal cambio tendría que serdecidido por la Asamblea Legislativadel Distrito Federal y la Seduvi. Noobstante, según informantes en la De-legación señalan que varios candidatosa jefe delegacional han conseguido vo-tos con la promesa de regularizar lazona (Hagene, 2010b).

    Por otra parte, la Ley Ambiental yla Subdirección de Protección al Medio Ambiente se dedican a prevenir la cons-trucción de casas nuevas en zonas pro-tegidas, y a la reubicación de las fami-

    lias asentadas en Cruz Blanca haciaotras áreas de Acopilco ya designadaspara vivienda. Un oficial en esa subdi-rección señaló en una entrevista que ladensidad de viviendas en Cruz Blancaes muy baja, por lo cual calcula quedebe ser posible demoler las casas y re-forestar el área. Añadió que la Delega-ción no tiene una sola meta por alcan-zar, sino que hay tantas metas comodirectores. Así ejemplificó, de manerainconsciente, las opiniones de quienesargumentan que el Estado es un hechosocial, mas no un agente con una vo-

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    luntad y una meta (Abrams 1988: 75).

    Por tanto, los servidores públicos tam-bién entran en el juego de poder desdepuntos diferentes.

    ¿POR QUÉ NADIE LOS PARA?

    Quienes bloquean el proyecto del pasoa desnivel parecen adoptar una estra-tegia similar a la de aquellos que ven-den terreno comunal como si fuera de supropiedad: se quieren apropiar de losbienes comunales para sumarlos a susingresos. Lo interesante del asunto esque esto se pueda realizar duranteaños sin que nadie los detenga, ni conacciones colectivas de otros comuneros,a quienes se les roba, ni acciones lega-les por parte de autoridad alguna. Enciertos casos, como las ventas irregu-lares, simplemente se hacen y ya. Ensituaciones como el bloqueo del paso adesnivel se ha demostrado bastantetalento para conocer determinadas re-glas, saber a quién dirigirse con susdemandas en la SCT, obtener informa-ción del Comisariado de que no habíaactas de asamblea, y movilizar a otras

    personas.En cuanto a las autoridades, se pue-de interpretar su inactividad como unadecisión cómoda, ya que a pesar del de-recho de vía que le otorga la ley las au-toridades han permitido que dos fami-lias los obliguen a dejar de construir eltúnel. En cuanto a los asentamientosirregulares, a pesar de tener cerca deun centenar de casos ganados contraocupantes ilegales, el jefe delegacionalno ha ejecutado los fallos, aun cuandoexistan terrenos donde se podría reubi-car a las familias. La política electoral

    también tomaba en cuenta los asen-

    tamientos irregulares, ya que candi-datos del partido en poder (PRD) pro-metían regularizar la zona a cambio deser elegidos (Hagene, 2010b). Se podríasugerir que lo más cómodo para las au-toridades en ambos casos ha sido man-tenerse al margen, sobre todo cuandola alternativa era arriesgarse a conflic-tos sociales graves; en una entrevistaen la sede de la Delegación se comenta-ba que había temor a terminar en si-tuaciones parecidas a las de San Salva-dor Atenco o Oaxaca, donde en 2006 lasautoridades intervinieron con cuerposde policía de manera desmesurada enconflictos sociales, y escalaron a un usode la violencia totalmente fuera de pro-porción.

    Por otra parte, parece más difícilentender la inactividad de la poblaciónnativa ante este despojo de su patrimo-nio y mantenerse expuestos a riesgosde seguridad vial. De por sí no han fal-tado chismes y rumores, lo que por untiempo me extrañó; ¿por qué era intere-sante hablar de esto, si por lo visto eratan común? Luego un nativo me comen-

    tó que probablemente otras personasesperaban hacer lo mismo, por ello loschismes servían como una justificaciónpara ellos. Tal comentario resultó sermuy inspirador en mi afán de interpre-tar la función de los chismes en el pue-blo. De todos modos consta que los na-tivos no han llegado a unirse parademandar la construcción del paso adesnivel, ni para detener las ventas pri- vadas de bienes comunales. Lo másgra ve es que, de manera ciertamentepaulatina, los asentamientos irregula-res van terminando con el bosque.

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    REQUISITOS PARA QUE LOS

    CHISMES TENGAN EFECTO

    Un requisito para los chismes es la exis-tencia de redes sociales densas. Comopude observar, en Acopilco hay redes co- municativas en abundancia, sobre todoentre los nativos, al igual que hay unflujo nutrido de chismes y rumores. Poreso pude darme cuenta de gran partede lo que presento en este artículo. Lasredes comunicativas del pueblo, sobrelas que he tratado en un apartado an-terior, tenían sus peculiaridades, y caberecordar que crecen en gran medida delas prácticas comunitarias. Las normasy valores comunitarios son mantenidosen estas redes, de las que los avecinda-dos están generalmente excluidos. Sinembargo, también la población nativaestá dividida, y únicamente los comu-neros tienen participación en prácticascomunitarias como asambleas, forma-ción de planillas para elección del Co-misariado y votación en la misma, yacceso a la fracción de cualquier benefi-cio e indemnización que le toque a lacomunidad. Podríamos decir que la cul-

    tura comunitaria la reproducen todoslos nativos, pero solamente los comune-ros pueden apropiarse los bienes comu-nales de cualquiera de las formas des-critas hasta ahora. Quizá las normas y valores en la comunidad son comparti-dos, pero no así los intereses.

    Tenemos pues que la comunidad tie-ne la densidad suficiente para producirchismes y rumores abundantes, perosin el efecto de control social informal.Merry plantea la cuestión de cuálesson los requisitos para que el chismetenga efecto social, y su discusión y su-

    ma de hallazgos (Merry, 1997: 54, 59-69)

    nos pueden servir para desenredar lamadeja sobre lo que ocurre en Acopilco.

     Muy ricos y muy pobres

    Parece ser que en muchas sociedadeslos muy ricos y los muy pobres viven almargen del control social ejercido porlos chismes, mientras los situados enmedio, los que compiten entre sí, sonmás dados a dejarse controlar por esta vía. Mas no parece que este argumentopuede explicar el caso de Acopilco, entanto los transgresores no se limitan aestas categorías.

     Sociedades delimitadas

    Según Merry (ibidem: 69) el chisme tie-ne mayores efectos en sistemas socia-les delimitados. No estoy segura de siexiste tal tipo de sociedad (Cancian,1992; Rus, 1995; Wolf, 1986), pero de to-das maneras no es el caso de Acopilco,que ha vivido en intercambio económi-co y social durante siglos. Lo mismoaplica si vemos la interdependencia

    económica y social en la comunidad:tan solo cien personas viven de activida-des primarias en el pueblo (INEGI, 2000),por lo que las dependencias económi-cas se encuentran en mayor medidafuera del pueblo. Por cierto, algunaspersonas y grupos de poder en el pue-blo controlan el acceso a beneficiosclientelares, y en muchos casos sonpersonas y grupos relacionados con elcontrol de los bienes comunales, o seael Comisariado. Sin embargo, la pobla-ción normalmente tiene relaciones eco-nómicas fuera del pueblo.

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    52 Turid Hagene

    Costo de ser expulsado

    La eficiencia de los chismes tambiéndepende de hasta qué grado una ex-pulsión del pueblo conlleva costos yriesgos altos; nos ocupamos aquí conlos chismes sobre apropiación de bie-nes comunales. He oído de un caso don-de un excomisario se fue del pueblo contodo y familia por cinco meses, debido aacusaciones de robo de propiedad co-munal. En ese caso se trató de acusa-ciones de robo directo de dinero quepertenecía a la comunidad. No meconsta que lo haya hecho, sólo me co-mentaron que había juzgado la situa-ción de tal manera que prefirió irse a vivir a otro lado mientras se calmabanlos ánimos. También una persona mecontó que se fue de la comunidad porun conflicto de herencia entre herma-nos. Obviamente muchos han dejado elpueblo, sin que eso sea necesariamentepor conflictos. Los nativos que tienenderechos agrarios, los comuneros, tie-nen más que perder al tener que irse,pues pierden una posible posición polí-tica que también conlleva privilegios

    económicos. Por otra parte, ese privile-gio está relacionado con posibles trans-gresiones de las reglas, como ventasirregulares o bloqueos de obras delega-cionales. Creo que se puede decir queuna expulsión de hecho tiene un costo,aunque no tan elevado como para dete-ner las trasgresiones aquí señaladas.Esto tiene que ver con las ganancias,sobre todo de la venta de terrenos, y re-sultan lo bastante altas como para que valga la pena arriesgarse. En cuanto alas ventas irregulares, la experiencia ylos rumores muestran que se puede

     vender sin que pase nada; en todo caso,

    el riesgo es para quien intente detenertales ventas, como en el caso de un ex-comisario entrevistado.

    Valores morales homogéneos

    Otro requisito importante (Merry, 1997:66-67) es que la comunidad tenga valo-res bastante homogéneos que les per-mita llegar a un consenso en su evalua-ción moral de la trasgresión cometida.En Acopilco el sentido de autonomíafrente a las autoridades y a los avecin-dados es un valor muy fuerte. Este va-lor subraya más bien la importancia deresolver los asuntos en la comunidadmisma, lo que en este caso no ayuda adetener las ventas irregulares. Valoresde reciprocidad y lealtad dentro de gru-pos de compadrazgo tampoco ayudan,pues los comuneros que venden podríancontar con el apoyo de sus familiares ycompadres, quebrantando así una eva-luación en contra de tales ventas. Luegode que un nativo me hiciera un comen-tario al respecto, empecé a ver la lógicade los chismes como una forma de prepa-

    rar el terreno para realizar una acciónsimilar a la que se critica. Aquí influyeel hecho de que no todos los nativos pue-den vender, sólo los comuneros, lo cualtambién significa que no se llega a unconsenso porque no toda la comunidadnativa tiene los mismos intereses.

    Características de valores morales

    Hay un punto adicional relacionadocon las características de los valoresmorales compartidos. En la comunidadexiste una admiración general por “los

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    mañosos”, por aquellos que logran en-

    gañar a los demás porque son más “vi- vos”. Al mañoso no se le admira porrespetar los derechos y el bienestar delos demás, sino porque sabe sacar pro- vecho de una situación al margen delas reglas. Es un valor ambiguo, en ten-sión entre la admiración y el repudio,la cual me parece que puede contra-rrestar la formación de un consenso.En Acopilco encontré esta admiraciónen varios contextos, de los que sustrai-go dos ejemplos: las elecciones y la re-compensa a la comunidad por un terre-no utilizado por la Comisión Federal deElectricidad (CFE).

    L AS ELECCIONES. Muchos informan-tes en el pueblo me contaron sobre losdiferentes tipos de fraude electoral quese practican en México. Unos hablaronsobre el robo del registro electoral si nolo ocupa el propio elector, argumentan-do que el voto “se queda en el aire” y sepuede robar. Aseguraron además que“si roban millones, con la misma facili-dad roban las elecciones”. También con- versamos sobre conceptos que yo co-nocía de la literatura sobre el tema,

    como el “relleno” o “embarazo” de ur-nas, los “mapaches” que roban las ur-nas y el “carrusel” –electores que votanrepetidas veces–. También salió a relu-cir la práctica del “taqueo”, sobre quie-nes meten varias boletas en la urna almismo tiempo, y de los “electricistas”que dan el toque final a los resultadoselectorales en “casas de seguridad”(Hagene, 2009: 79; 2010a: 224). Anteestos ejemplos de la alquimia electoralmexicana, yo comentaba que estasprácticas ya no serían factibles con losactuales procedimientos del Instituto

    Federal Electoral (IFE), y me contesta-

    ban con una mezcla de repudio y orgu-llo: “es porque no eres mexicana ¡nosabes lo mañosos que somos!”.

    L A RECOMPENSA DE LA CFE POR TERRENO.En este caso me explicaron cómo la co-munidad logró ser recompensada tres veces por el mismo terreno, y aún man-tener su propiedad. Primero por unafranja de 40 metros de ancho para elpaso de cables de alta tensión; luegoesos terrenos se vendieron a un grupode avecindados para construir vivien-das, y además recibieron una recom-pensa por reubicar a quienes vivíanallí. Al final la CFE instaló cableado sub-terráneo y ocupó solamente 16 de los 40metros, por lo que los restantes 24 me-tros son de la comunidad. No me constaque el relato sea cierto, ni es lo que meinteresa en este contexto, sino la admi-ración por “lo mañoso” que demuestra.La misma mezcla de orgullo y repudioque acompañó el relato de fraude elec-toral manifestaron quienes narraron laanécdota: “¡aquí somos muy mañosos!”.Considero que este valor de lo mañosoimpide un consenso en contra de las

    transgresiones mencionadas aquí.

    CONCLUSIÓN

    En este estudio localizado en un pueblooriginario he querido explorar las con-diciones y funciones de los chismes yrumores en el caso concreto de la apro-piación privada de bienes comunales,cuyo efecto es la deforestación hormigade los bosques de la comunidad, y lacontinuación del riesgo vial. Queda claroque las múltiples prácticas comunita-rias han desarrollado una serie de re-

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    des de comunicación densas, sobre todo

    entre los nativos. Según Merry (ibi-dem: 62), tal es el primer requisito parala circulación de chismes que podríanfuncionar como control social informal.Pero tal control no aparece en nuestrocaso, a pesar de que circula muchochisme acerca de las ventas irregularesde terrenos comunales. La interpreta-ción que presento a continuación seinspira en el comentario de un nativo,quien sugirió que quienes divulgabanel chisme sobre la venta de terrenos co-munales quizá esperaban hacer lo mis-mo en cuanto se diera la oportunidad.

    He encontrado algunos requisitospara el óptimo funcionamiento del chis-me como control social con los que lacomunidad no cumple: no es delimita-da, ni implica costos devastadores serexpulsado de ella. Por otra parte, un re-quisito que sí cumple es el de los valo-res homogéneos entre los nativos, peroaún así no se produce el consenso nece-sario para censurar y detener la ventade terrenos. Sugiero que esto podríadeberse, en parte, a los diferentes inte-reses entre los nativos en este respecto:

    únicamente los que también son comu-neros tienen posibilidad de realizar di-chas ventas irregulares, lo cual contri-buye a pulverizar el consenso a pesarde que todos pueden juzgar las ventascomo trasgresión. Había chisme al res-pecto sobre justos y pecadores, produ-ciéndose así una neblina que encubríaa los verdaderos trasgresores, a la vezque normalizaba las trasgresiones. Es-ta normalización tenía el efecto de uncomentario del tipo: ¿si todos lo hacen,por qué yo no? Era común chismearsobre toda persona que por su posición

    gozaba de prestigio y acceso a fondos,

    al grado de que los chismes servíanmás bien para encubrir a quienes enrealidad cometían trasgresiones.

    De la misma manera se criticaba alComisariado por querer adjudicarse elproyecto del paso a desnivel para ganarprestigio, y tal vez por beneficiarse eco-nómicamente del proyecto, mientraslos que a ciencia cierta habían detenidola obra y querían abiertamente enri-quecerse no fueron objetos de crítica, nitampoco los que realmente vendían te-rreno comunal. Esto parece deberse, enalguna medida, a la admiración por lomañoso, que muchos esperaban imitar.Observamos aquí una serie de valoresy actitudes ambiguas y complejas.

    Sugiero que otros elementos impi-den el efecto controlador del chisme, loscuales tienen su origen en actores ex-ternos a la comunidad y en las relacio-nes con ellos. En la literatura antropo-lógica (Merry, 1997: 68-69) se comentaque el control social formal y el infor-mal no son procesos completamenteseparados y sin relación entre sí: chis-mes sobre trasgresiones cometidas

    pueden articular con los controles so-ciales formales, deteniendo así las ac-ciones indeseables. En nuestro caso te-nemos varios actores externos quenecesariamente conocían la situación:autoridades de la Delegación, autorida-des agrarias estatales, así como parti-dos políticos y representantes del Go-bierno de la Ciudad que manejabanredes clientelares. No era posible arti-cular el chisme con ellos para que ejer-cieran control social formal, ya que noactuaban del todo, lo cual en su turnocontribuía a exonerar a los vendedores;

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    si no se les castigaba o detenía signifi-

    caba que las autoridades no lo conside-raban algo muy grave. En cuanto a laposibilidad del Comisariado de iniciar juicios de restitución de los terrenoscomunales perdidos en ventas irregu-lares –según expresó un excomisario–,con base en el censo de éstas seríanahora más de mil juicios, los cuales se-ría imposible realizar en función de sucosto en tiempo y dinero.

     Ya hemos visto que las autoridadesalegaban como motivo de su inactivi-dad el temor de provocar conflictos so-ciales como los ocurridos en 2006 en Atenco y Oaxaca. Podía también influirque la población de los asentamientosirregulares hoy día representa unacuarta parte de la población de todo Acopilco, y son electores con un interésespecífico en candidatos que les prome-ten servicios y regularización. No exis-te un grupo de electores parecido con elpropósito de terminar con las ventasirregulares. En esta situación pareceque la democracia representativa másbien ayuda a quienes venden y defores-tan de manera ilegal (Hagene, 2010b).

     Apuntaba en la misma dirección elgran valor que los nativos otorgan a suautonomía como comunidad. Si bien escierto que los nativos no resolvían entreellos el problema aquí tratado, tampoco veían con buenos ojos la intromisión deotros, como avecindados o autoridades.De esta manera confluían varios facto-res para que el chisme no pudiera cum-plir con su papel de control social, ni di-rectamente, debido a características dela comunidad misma y valores que allíse conjugaban, ni indirectamente antela inactividad de las autoridades y otros

    actores externos. A mi parecer, enton-

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