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Del 1-sep-13 al 30-sep-13
EN EL ÁMBITO
LABORAL
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Adicciones
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Alcohol - Datos
Del 1-sep-13 al 30-sep-13
DROGODEPENDENCIAS EN
EL ÁMBITO LABORAL
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ADICCIONES
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Adictos al trabajo
Sienten un impulso incontrolable por ser productivos y no disfrutan del
ocio
Las nuevas tecnologías y el temor a perder el empleo agravan el
problema
"No puedo parar de trabajar. Tendré toda la eternidad para descansar”. Esta frase de la
hermana Teresa de Calcuta puede ser muy reconfortante para aquellos que lo dan todo
por su empleo y se enfrentan a diario con las quejas de familiares y amigos que
encuentran excesiva su dedicación. Otra sería la historia si alguien se la hubiera
escuchado decir a Moritz Erhardt, el joven de 21 años que el pasado agosto fue hallado
muerto en su apartamento de Londres después de haber trabajado hasta las 6 de la
mañana durante tres días seguidos. Su caso es extremo, pero ha vuelto a poner el foco
en las graves consecuencias que puede acarrear la falta de límites en la actividad
laboral y la adicción al trabajo, o workaholism.
El término workaholic o trabajólico fue acuñado en 1971 por el psicólogo
estadounidense Wayne Oates en un libro en el que hacía referencia a su propia adicción
al trabajo, en una analogía con la dependencia del alcohol. Aunque la psiquiatría no lo
reconoce como un trastorno mental, los expertos coinciden en que el fenómeno existe y
que, en la actualidad, el temor a perder el empleo y las nuevas tecnologías son factores
que agravan el problema.
A principios de este mes fue publicado un estudio de la Universidad de Kansas (Estados
Unidos) que descubrió una correlación entre los workaholics y un menor bienestar físico
y mental, asociado a una mala alimentación y a la depresión. La investigación, realizada
a partir de una encuesta de más de 12.000 personas, clasificaba como adictas al
trabajo a aquellas que trabajan más de 50 horas semanales.
Pero, ¿puede decirse que una persona es adicta con solo medir el tiempo que dedica a
su empleo? El catedrático emérito de Psiquiatría en la Universidad Complutense de
Madrid, Francisco Alonso Fernández, autor de libros como Psicopatología del
trabajo (Edikamed) y Las nuevas adicciones (Tea Ediciones), afirma que la adicción no
puede determinarse de una manera cuantitativa. Lo que importa no es la cantidad de
horas de trabajo, sino el modo en que se realiza. “La persona que simplemente es muy
trabajadora, lo hace con buen ánimo y cuando llega un intervalo, sabe divertirse”. El
adicto, precisa Alonso, suele estar de mal humor y su genio empeora aún más en los
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tiempos de descanso. “Es un ogro en su casa, no tiene empatía con los demás y no
sabe disfrutar del ocio”, apunta Alonso.
El psiquiatra afirma que detrás de la adicción puede haber rasgos de la personalidad
muy diferentes. Entre ellos destaca, por un lado, a los individuos muy ambiciosos que
desean poder, dinero y reconocimiento. Por el otro, a las personas muy inseguras que
se refugian en el trabajo para tapar deficiencias en su vida personal. La psicóloga
Victoria Trabazo, hasta junio profesora de Psicopatología del Trabajo de la Universidad
Pontificia Comillas de Madrid, añade otro perfil: el de las personas que combinan la
inseguridad con un gran sentido del deber.
La adicción resultante de la ambición probablemente explique que el fenómeno sea
comúnmente asociado a altos ejecutivos o políticos. La psiquiatra Rosa Sender, autora
del libro El trabajo como adicción (Neurociencias), subraya que el impulso incontrolable
por trabajar suele afectar a individuos enérgicos y activos que sienten la necesidad de
transformar el ambiente. Sender, sin embargo, destaca que no en todos los casos ese
impulso se convierte en algo tóxico.
Cuando lo hace, los síntomas suelen ser comunes a cualquiera de los casos: estrés,
cambios en el carácter, irritabilidad, insomnio. Si se mantiene el mismo ritmo a lo largo
de los años, puede acabar por dar paso a la adicción al alcohol o a las drogas, a la
depresión o a trastornos digestivos y cardiovasculares. “La adicción se detecta a medida
que se va complicando con otras patologías”, afirma Alonso, que destaca como caso
extremo el de las muertes fulminantes por exceso de trabajo, un fenómeno que en
Japón es conocido como karoshi.
Una dificultad para diagnosticar el problema en una etapa inicial de la adicción es que
quien la sufre no es consciente de ello. “Son personas que están encantadas de
conocerse”, afirma Sender. “Es una de las enfermedades de la negación”, señala
Alonso. La profesora titular de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid
María Inés López Ibor añade otro factor que complica tanto el diagnóstico como la
elaboración de estadísticas sobre el tema. “El límite entre estar muy estresado en el
trabajo y ser adicto no es fácil de determinar”.
Aunque no hay datos sobre la magnitud del fenómeno, los expertos coinciden en que
en la actualidad hay factores locales y globales que lo agravan. En España, las altas
tasas de desempleo aumentan los riesgos para los afortunados que aún conservan sus
puestos. Esto puede ocurrir por dos vías, según Trabazo. El temor a perder el empleo y
no encontrar otro puede en algunos casos ser real e incrementar el impulso por
mantenerse activo, y en otros, servir como excusa ante una familia que le advierte de la
necesidad de bajar el ritmo.
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Sin límites
Las nuevas tecnologías y las fronteras más difusas entre la vida laboral y personal
también complican el panorama. “Para las personas adictas es un desastre. Es dejar la
barra libre para que no tengan ningún límite”, afirma Sender. Trabazo añade que los
teléfonos inteligentes han allanado el camino a los impulsos de los workaholics. “Antes
el adicto tenía que buscar una excusa para ir a la oficina, ahora puede parecer que está
mirando una película cuando en realidad está resolviendo un asunto por e-mail”. Alonso
añade otra razón por la que las nuevas tecnologías agravan el problema. “Las buenas
relaciones personales, cara a cara, reducen el riesgo de caer en la adicción”.
Resistir el impulso de ser productivo y cambiar de rutina puede requerir la ayuda de un
profesional y en algunos casos un tratamiento farmacológico. Pero para los que no han
llegado a un nivel tan extremo o quieren prevenirlo, los expertos tienen algunos
consejos. “Es importante mantener buenas relaciones sociales y familiares,
tener hobbies y saber disfrutar del momento y de las cosas simples de la vida”, afirma
Trabazo.
Aunque no es considerada una patología en sí misma, la adicción al trabajo ha sido
objeto de numerosos estudios académicos. A partir de la colaboración de 12.135
trabajadores noruegos de 25 industrias diferentes, investigadores de la Universidad de
Bergen (Noruega) desarrollaron el año pasado un nuevo instrumento para medirla. La
escala de Bergen evalúa a las personas a partir de siete tipos de conducta, sobre las
que se deben marcar las opciones nunca, raramente, a veces, a menudo o siempre.
Las mencionadas conductas son: pensar en modos de ganar más horas de
productividad laboral; invertir más tiempo en el trabajo del que se pretendía
inicialmente; trabajar para reducir sentimientos de culpa, ansiedad, desconsuelo o
depresión; desoír a otras personas que le han dicho que trabaja demasiado; sufrir
estrés si surge algo que les impide trabajar; menospreciar los hobbies, las actividades
recreativas o deportivas a causa del trabajo, y haber trabajado hasta el punto de
afectar negativamente la salud. El estudio llegó a la conclusión de que marcar a
menudo o siempre en al menos cuatro de los siete ítems sugiere que la persona es
un workaholic.
Serlo en tiempos de crisis tiene un riesgo añadido. Trabazo afirma que para un adicto al
trabajo, el despido puede significar la caída en un cuadro depresivo muy grave. En ese
peligro hace hincapié Sender. “Son personas que han vivido muy pobremente su vida
familiar, que obtenían todo su autoestima de la actividad, y al perderla, sufren una
crisis muy seria”.
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La misma solución de los alcohólicos anónimos
En 1983 surgió en Estados Unidos el programa de los Workaholics Anonymous o
trabajólicos anónimos, un método de reuniones grupales que sigue el formato de los 12
pasos de las asociaciones de alcohólicos anónimos, pero que tiene por objetivo superar
la adicción al trabajo en lugar de la dependencia de las bebidas alcohólicas. En
Workaholics Anonymous enumeran una serie de conductas y actitudes que identifican a
los adictos:
1) Les cuesta aceptarse a sí mismos. El trabajo es el único medio para ganar
aprobación, definir su identidad y justificar su existencia.
2) Utilizan la actividad laboral para rehuir de sus sentimientos. De ese modo, no
saben qué es lo que realmente quieren y necesitan.
3) A causa del trabajo excesivo perjudican su salud, sus relaciones, las actividades
recreativas y la espiritualidad.
4) Utilizan el trabajo como una forma de lidiar con las incertidumbres de la vida.
Desean mantener todo bajo control y pierden su espontaneidad, creatividad y
flexibilidad.
5) Muchos crecieron en hogares caóticos. El estrés es algo cotidiano y en el trabajo
buscan situaciones de crisis para sentir adrenalina y tener que trabajar en
exceso para resolverlas.
6) Se engañan a sí mismos y mienten a otros sobre la cantidad de horas que
trabajan.
7) Su hogar no es el sitio donde desconectar sino una extensión de su lugar de
trabajo.
8) Sobrecargan su agenda y viven con temor a no cumplir con sus exigencias.
9) Son perfeccionistas y les cuesta delegar.
10) Sienten culpa cuando no están trabajando.
Fuente: CINCO DÍAS (VALENCIA) 27/09/2013
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ALCOHOL
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«Como el que tiene una alergia, el alcohol
despierta algo químico en nosotros»
Ya no tiene ningún problema en contar su historia, las cosas que hizo mal
durante muchos años y las que comenzó a hacer bien hace nueve, cuando se
integró en el grupo y dejó radicalmente de beber
Tiende la mano y se presenta; «Soy Juan Antonio, enfermo alcohólico». Lleva nueve
años sin beber. Antes pasó por todo. Lo puede contar libremente ahora, gracias a la
terapia que supone para él ir todos los días a la sede de Alcohólicos Anónimos 24 horas
de Elche, participar a todas horas en juntas, escuchar y contar sus experiencias a
quienes le entienden. Despliega un discurso muy poco ortodoxo, pero habla convencido
desde su experiencia.
¿El alcohólico es el primero o el último en advertir que lo es?
Diría que el último. Somos muy dados a tapar, nos apartamos de la gente que más
queremos, de la familia, de los amigos, del trabajo... El alcohol se apodera y encima no
me doy cuenta porque pienso que no molesto a nadie y que me gasto mi dinero,
mientras todos alrededor ven que algo no es normal. Ahora, cuando entro en un bar,
veo que el que molesta es el borracho.
¿Qué pueden hacer la familia o los amigos para ayudar?
Sintiéndolo mucho, nada. Hasta que el alcohólico no se da cuenta de que lo es y quiere
dejarlo. Pueden darle nuestro teléfono y dirección y cuando detecten que tienen ganas,
que les traigan.
¿Solo esperar?
Yo siempre le decía a mi pareja que no iba a volver a beber. De rodillas, llorando,
jurándolo por familiares muertos... Pero pasaba por la puerta del bar... y, venga... una
«cañica»... Que una cerveza no es nada. Y ya está, ya he caído en la trampa. Vuelve a
ocurrir lo mismo una y otra vez, así durante años. Sin olvidar que los alcohólicos nos
volvemos agresivos y podemos crear un maltrato. Afortunadamente no tengo esa
experiencia pero otros compañeros sí. Y es cierto que no querían hacerlo. El alcohólico
destruye todo, también a los de tu entorno. Defiendes tu alcoholismo hasta el filo de la
locura, hasta límites que ya solo tú te crees. Y a veces hasta la muerte.
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Pero hay cosas que nadie debe aguantarle a nadie, ni a un alcohólico. Acaba
de dar un ejemplo.
Cuando bebo hago cosas que no quería hacer, de verdad, y es cierto que al día
siguiente no nos acordamos, tenemos lagunas mentales. Yo me he despertado en una
celda desnudo sin saber por qué. ¿Qué puede hacer la familia? A mí me echaron de
casa, me pusieron mis cosas en una bolsa de deporte y me sirvió. Puede venir bien que
nos echen a la calle o que llamen a la Policía. Si mis hijos tienen hoy un padre es
gracias a que acabé aquí.
Le habrán preguntado si es que no tenía fuerza de voluntad...
Con fuerza de voluntad hago el Camino de Santiago o voy de Santa pola a Tabarca a
nado. Fumaba dos paquetes diarios y lo dejé con fuerza de voluntad. Cada vez que
decía «voy a dejar de beber» lo decía de corazón. Pero volvía a pasar.
¿Tiene conciencia de en qué momento perdió el control?
Me gusta explicarlo de este modo: Hay gente alérgica al polvo o al polen, activa algo
dentro de ellos; pues yo soy alérgico al alcohol, activa algo químico dentro de mí, me
transforma. Alcohólico se nace. Si me remonto me acuerdo hasta de mi primera novia,
que me dijo que cuando bebía cambiaba.
¿Qué hacen en el grupo 24 horas para que, según dicen, los médicos y la
medicación no les hayan servido y venir aquí sí?
Dicen que una aguja no pincha a otra aguja. Nosotros nos sentimos identificados.
Cuando llegué hace nueve años y me dijeron «se ha acabado la guerra» pensé, «¿y
cómo saben estos que yo tengo una guerra?». Aquí encuentras ese puente de
conexión, alguien que te dice que porque has bebido no pasa nada, que no eres
culpable... Yo nací alcohólico, da igual cuándo empecé. La cuestión es que si pego un
trago no puedo parar.
¿Esa lucha diaria agota?
(Parece que va a decir que sí pero cambia de opinión) ¡No! para eso están ellos (los
compañeros). Esta semana ha venido una persona nueva, sangre renovadora. Después
de llevar un tiempo sin beber recuperamos el olfato, vemos colores... Son cosas que
ellos entienden y yo también, pero la gente que no tiene este problema no. Hace poco
volví a oler el jazmín y me emocioné. Los medicamentos no nos hacen nada, los tomas
unos meses y ¿al día siguiente qué? Entre nosotros nos recordamos constantemente
que somos alcohólicos, que nacimos y moriremos alcohólicos.
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¿La gente viene y se queda?
La gente viene y busca la pastilla mágica. Están dos semanas y ya está, pero no va así.
Necesitamos ayuda diaria de por vida. El que no se queda es seguro que va a beber. El
alcohólico tiene que estar en sobriedad, de esto no se sale.
¿Coincide en que hay más gente alcohólica por la crisis?
Yo bebía por una separación, porque el trabajo iba bien, porque el trabajo iba mal...
Ahora con lo de la crisis... Es la excusa. «Como no tengo trabajo bebo». Son tapaderas,
autoengaños inconscientes para justificar ese trago. «¿Ha nacido mi hijo? Bebo». Pero
cuando yo nací mi padre no tuvo que emborracharse. El entorno no tiene que ver, el
que es alcohólico lo es.
Ven a diario beber a los demás. ¿Les ayudaría en algo que se restringiera su
venta o consumo?
En nada. Nunca verá una pancarta nuestra contra el botellón, porque otros pueden
tomarse su vaso de vino pero yo no. Cuando paso por el pasillo de las bebidas del
supermercado, me llaman. Oigo voces, en serio, ahí me doy cuenta de que soy
alcohólico. Hay algo distinto en nosotros.
Fuente: LA INFORMACIÓN (PAÍS VALENCIANO) 30/09/2013
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DATOS ESTADÍSTICOS
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Bebemos pronto y mucho
Un 10% de la población tiene problemas con el alcohol, según las
estimaciones. En la provincia eso supone 190.000 personas
El alcohol es la droga más extendida, la que antes entra en nuestra vida y la que
más presente está en los casos de policonsumo. El 77% de la población la
consume, según la última Encuesta sobre Alcohol y Drogas en la Población General del
Ministerio de Sanidad, el tabaco es la siguiente, con un 40%, los hipnosedantes el
11,4% y el cannabis el 9,6%.
Todas, excepto los barbitúricos, están más extendidas en la población de 15 a 34 años
que en el resto de edades: Beber con el único objetivo de emborracharse es una
realidad en el 22% de los chicos y en el 17% de las chicas entre 15 y 19
años.
Las encuesta dicen que el 36% de los jóvenes de 14 a 18 años reconoce haberse
emborrachado alguna vez en el último mes, mientras que en 2006 era el 25%, con lo
que en los últimos cinco años ha subido un 30%.
Aunque la media de inicio de consumo de alcohol a nivel nacional está en 16,7
años, en las Unidades de Conductas Adictivas (UCA) de la provincia sitúan el primer
contacto entre los 13 y los 18 años, comenzando con el consumo ocasional los fines de
semana y de ahí al regular, el abuso hasta alcanzar la intoxicación etílica, el inicio de
trastornos adictivos y el paso a otras drogas.
Esa progresión la recorren los jóvenes cada vez antes, y cada vez asusta más a los
expertos. No se traduce en solicitudes de ayuda hasta unos diez o quince años
después, señalan desde al UCA de Elche, cuando aparecen otros problemas derivados
del consumo como depresiones, ansiedad, divorcios y conflictos familiares, despidos en
el trabajo, multas de tráfico...
Los adultos no están siendo tampoco un ejemplo. De hecho, se calcula que con la
crisis el abuso de alcohol se ha desbocado. Se han multiplicado por doce las
atenciones por este motivo en los centros de salud de la provincia en cinco años. Y una
de las cuestiones que complican el abordaje de este problema de salud de primer orden
es la normalización del consumo en la sociedad, lo difícil que resulta para los jóvenes ir
contra corriente y lo fácil que es después, a lo largo de la vida, aferrarse al alcohol sin
estar del todo mal visto.
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Desfase
El psiquiatra experto en alcohología Bartolomé Pérez Gálvez (del Hospital de Sant Joan
y exdirector general de Salud Pública) explica que «el porcentaje de población que tiene
problemas con el alcohol se calculaba antes preguntando cuánto se bebe cada día, pero
el sistema quedó desfasado porque desde hace años la gente no suele beber entre
semana y practica un consumo de atracón los fines de semana». Desde 2009 y
mediante encuestas domiciliarias, el Plan Nacional Sobre Drogas estima que, de media,
una de cada diez personas tiene problemas con el alcohol.
Los bebedores de riesgo según los criterios tradicionales de la Organización Mundial
de la Salud (quienes beben a diario más de 50 cm3 en el caso de los hombres y
30 en el de las mujeres –una cerveza son unos diez o doce cm3) son un 4,4% de los
ciudadanos, con el matiz de que en la franja de edad de los 15 a los 24 años el
porcentaje es del 5,5% (el 6,1% en las mujeres).
El otro criterio es del consumo «de atracón», que alcanza al 14,9% de la población
entre 15 y 64 años y que es mucho más llamativo en los hombres (un 21%). Es este
segundo grupo el que va en aumento, y «desde la perspectiva clínica me parece el más
problemático», opina Pérez Gálvez.
La media entre las dos modalidades es ese 10% que, extrapolado a la población de la
provincia de Alicante, supone la friolera de 190.000 personas. «Es difícil decir
cuántos están en riesgo de ser alcohólicos, pero sí está claro que su consumo es de
riesgo; Casi el 5%, en todo caso, tienen una dependencia clara», explica el psiquiatra.
Recursos
Recursos hay muchos, en el circuito sanitario y a nivel social. Uno de ellos, quizás un
modelo más tradicional, es el de Alcohólicos Anónimos (teléfono de coordinación en
Alicante, 679212535). En la provincia están 29 de las 550 agrupaciones que hay
en España, diez integradas por castellanohablantes y 19 de colectivos ingleses,
alemanes, noruegos, holandeses... Toni, delegado provincial, explica que se reúnen
«para compartir experiencias sobre nuestro programa de curación e intentar ayudar a la
persona que está sufriendo por su manera de beber», sin olvidar que no se dedican a
«captar» ni convencer.
«Alcohólicos Anónimos no es la panacea, es una alternativa más y para la mayoría de
nosotros un recurso complementario a la atención del médico de cabecera o el
psiquiatra», señala. «Nosotros no somos médicos ni terapeutas y recomendamos que
se acuda al médico, a una UCA o a un ingreso de desintoxicación si es necesario; lo que
nosotros aportamos es ese apoyo emocional».
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Terapia
En este sentido, también Pérez Gálvez rechaza que un grupo de apoyo por sí mismo
sea suficiente terapia: «No es serio plantear que integrarse en Alcohólicos Anónimos
sea una curación, aunque todo lo que le venga bien a un paciente bienvenido sea». Y
es que, a veces, con el mejor médico el enfermo no tiene motivación y a veces quien le
atiende no es especialista, pero sí se observa que si antes lo común era el bebedor
social, ahora aparecen asociados trastornos psiquiátricos que aconsejan la intervención
médica.
Toni señala que por ese carácter anónimo que les define «no llevamos ningún recuento,
pero diría que de media recibimos a unas diez o doce personas mensuales en
cada una de las 29 sedes». La multiplicación marea: Trescientas personas en la
provincia pidiendo información o ayuda cada mes. Para saber si es el caso, ¿cuál es la
línea roja?: «Cuando uno mismo empieza a darse cuenta de que anoche hizo algo que
no controló, aunque lo justifique de cara al exterior».
Fuente: LA INFORMACIÓN (PAÍS VALENCIANO) 30/09/2013
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La “mera presencia” de drogas en el conductor será
multada con mil euros
La nueva ley de seguridad vial castiga con tres puntos llevar detectores de
radar
La cruzada contra las drogas en la conducción que ha emprendido la directora general
de Tráfico, María Seguí, quedará plasmada en la nueva Ley de Seguridad Vial. La norma
endurecerá las sanciones por ingesta de drogas con multas de mil euros y eliminará los
resquicios de la norma vigente, que condenaba su influencia pero no su presencia en el
organismo. Así se desprende del anteproyecto de Ley sobre Tráfico, Circulación de
Vehículos a Motor y Seguridad Vial, al que ha tenido acceso EL PAÍS. Entre otras
modificaciones, recoge el aumento de velocidad a 130 kilómetros por hora y la
prohibición de llevar detectores de radar. Los miembros del Consejo Superior de
Seguridad Vial tienen hasta el próximo viernes para presentar modificaciones, antes de
que llegue al Consejo de Ministros.
Estas son las novedades:
» Drogas. La nueva ley castigará “la mera presencia de drogas en el organismo del
conductor” por la vía administrativa, con una multa de mil euros y la detracción de seis
puntos del carné de conducir. En la norma anterior era necesario demostrar la
influencia de las drogas en la conducción para imponer la multa, que era de 500 euros,
y restar los puntos. Sin embargo, a diferencia del alcohol, respecto al cual el nivel
máximo permitido es claro, en las drogas no existen estudios precisos ni consenso
científico para determinar qué nivel de cada tipo de droga afecta al automovilista. La
nueva ley lo resuelve sancionando el más mínimo rastro de haber ingerido drogas.
Precisamente el término “influencia”, contemplado en la actual ley, ha generado
muchos problemas a los jueces. La Audiencia Provincial de Murcia condenó el 24 de
abril de 2012, por un delito contra la seguridad vial, a un conductor que había dado un
resultado positivo por drogas y que circulaba a gran velocidad, de forma agresiva y
saltándose semáforos en rojo, según la sentencia. Sin embargo, fue absuelto en
segunda instancia porque el juez determinó que era imposible afirmar que su
conducción obedeciera a las drogas que había tomado. Con la nueva norma habría
pagado mil euros y perdido seis puntos.
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La futura ley de Seguridad Vial explicita, además, la forma de verificar la ingesta de
drogas: “Una prueba salival mediante un dispositivo autorizado” y un “posterior
análisis” de la muestra. Por “razones justificadas que impidan realizar la prueba”, se
podrá ordenar un reconocimiento médico o análisis clínicos en un centro. Además, el
interesado podrá exigir un análisis de contraste, preferentemente de sangre, que
deberá abonar si el resultado es positivo.
» Alcohol. Aumenta la multa de 500 a 1.000 euros por conducir con tasas de alcohol
superiores a lo permitido —0,25 miligramos por litro de aire espirado, y 0,15 para
conductores noveles y profesionales—. Según el anteproyecto de ley, tanto las drogas
como el alcohol “están detrás de un porcentaje muy importante de accidentes graves y
por ello es necesario aumentar el reproche hacia ese tipo de conductas”.
» Velocidad. El anteproyecto de la ley de seguridad vial contempla el aumento de la
velocidad a 130 kilómetros porque incluye un cuadro de velocidades que recoge la
sanción económica y la detracción de puntos que supondrá superar este límite. Por
ejemplo, circular entre 131 y 160 por hora en una vía limitada a 130 conllevará una
multa de 100 euros y no restará puntos. La ley no hará diferencia a la hora de
sancionar a quienes circulan a más de 190 kilómetros por hora en vías limitadas a 120 y
130. En ambos casos, la multa es de 600 euros y se perderán seis puntos de carné.
Lo que no especifica la futura norma son las vías por las que se podrá circular a 130 por
hora. Será el Reglamento General de Circulación, que se modificará una vez aprobada
la ley, el que lo aclare. Seguí ya adelantó que la velocidad a 130 solo se aplicará en
tramos con índices contrastados de seguridad y con buenas condiciones de trazado,
pavimentación y meteorológicas.
La ley incorpora, asimismo, una nueva franja de velocidad, la de 20 kilómetros por
hora, prevista para algunas calles con un solo carril. Ahora no existen sanciones para
quienes circulan por encima de 21 kilómetros por hora en calles limitadas a esta
velocidad: el primer tramo de multa comienza a partir de 31 por hora.
» Casco ciclista. A pesar de la polémica por la obligatoriedad del casco ciclista en
ciudad, la ley solo establece directamente que sea prescriptivo para menores de 18
años, pero deja abierta la puerta y remite a un “posterior desarrollo reglamentario de
los supuestos y condiciones de su uso”.
» Detectores de radar. La futura ley prohibirá los detectores de radar —ahora solo
están prohibidos los inhibidores—, cuyo uso será sancionado como infracción grave, es
decir, la detracción de tres puntos del carné y una multa de 200 euros. Quedan
excluidos los mecanismos que informan de la posición de los sistemas de vigilancia de
tráfico, que la propia DGT publica en su web.
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» Caída de carga en la vía. Este supuesto, que no estaba expresamente
contemplado en la normativa, será sancionado como infracción grave por “el peligro
que genera al resto de usuarios de la vía”.
» Obras en la vía. También será infracción grave realizar obras en la carretera sin
comunicarlo con anterioridad a su inicio “a la autoridad responsable de la gestión y
regulación del tráfico”.
» Menores en los asientos delanteros. La norma anterior solo prohibía circular con
menores de 12 años como pasajeros de ciclomotores o motocicletas. Ahora, la ley
también vetará viajar “con menores en los asientos delanteros o traseros cuando no
esté permitido”. El nuevo Reglamento General de Circulación concretará los criterios de
edad y talla.
Fuente: EL PAÍS (MADRID) 06/09/2013
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LEGÚN EL HOSPITAL QUIRÓN DE MURCIA
El número de Urgencias por traumatismos a causa
del alcohol aumenta durante la Feria de
Septiembre
El Hospital Quirón Murcia y su Unidad de Tráfico estarán presentes en la Feria de
Septiembre 2013 con el objetivo de fomentar un consumo moderado de alcohol entre
los ciudadanos mayores de 18 años. Según datos registrados por el Observatorio
Regional de Drogas, "la droga más consumida por los jóvenes de la Región de Murcia
es el alcohol, seguida del tabaco. Un dato que, además, va unido al aumento de los
accidentes automovilísticos asociados con el estado de embriaguez de los conductores".
Y es que, según el doctor Fulgencio Molina, Jefe de Urgencias de Quirón Murcia,
"durante estas fiestas aumentan las Urgencias derivadas de la ingesta excesiva de
alcohol. Los motivos más frecuentes son traumatismos por caídas, agresiones,
accidentes de tráfico y, también, por intoxicación etílica aguda".
Carolina Pérez, nutricionista de Quirón Murcia, explica que "el alcohol es el principal
producto contenido en las bebidas alcohólicas como el vino (alrededor de un 13%), la
cerveza (5%), los licores (hasta un 50%) o los aguardientes (hasta un 70%)".
"Son bebidas con un valor calórico alto, concretamente 7 kilocalorías por cada gramo
ingerido y metabolizado. Además de las consecuencias psicosomáticas de su consumo,
la ingesta de alcohol no aporta ningún nutriente (vitaminas, minerales, fibra) a nuestra
dieta, por eso decimos que las calorías del alcohol son calorías vacías", añade.
Por otro lado, la especialista afirma que "muchas veces, a la hora de empezar a
mejorar nuestros hábitos alimentarios, pasamos por alto la parte de alimentos que se
beben, llevando un control excesivo y no siempre sano, de las calorías de los alimentos
que comemos". Sin embargo, a veces se da la paradoja que "las calorías que podemos
suprimir de nuestra dieta diaria las recuperamos en una noche de salida y amigos".
Por su parte, el doctor Juan Carlos Rueda, coordinador de la Unidad de
Deshabituación Tabáquica de Quirón Murcia, afirma que "el consumo de tabaco está
cada vez más extendido entre nuestros jóvenes, llegando a alcanzar a un 30 por ciento
de la población total de los mayores de 15 años. En estas fiestas, el consumo de tabaco
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se dispara, al igual que el consumo de alcohol, suponiendo una mezcla adictiva de
desinhibición en la conducta habitual de las relaciones interpersonales".
Para aquellos que no fuman o que lo están dejando, "es importante ser fieles a
nosotros mismos y no dejarnos llevar por impulsos poco sanos y que no deseamos en
realidad", apunta.
Así, los especialistas de Quirón Murcia recomiendan, sobre todo a los jóvenes,
disfrutar de la Feria de una forma saludable "realizando un consumo responsable de
alcohol. Es fundamental no conducir bajo los efectos del alcohol y evitar que un amigo
bebido coja el coche. Y también es aconsejable beber tanta cantidad de agua como de
alcohol, ya que previene la deshidratación y reduce la resaca".
Fuente: EUROPA PRESS (MURCIA) 07/09/2013