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PASTORAL JUVENIL SALESIANA - URUGUAY
Presentación de las
Memorias del Oratorio.
Un manual de pedagogía y espiritualidad narrada
Aldo Giraudo
Enero de 2012
Ponencia del P. Aldo Giraudo sdb en las XXX Jornadas de Espiritualidad de la Familia Salesiana, que constituyeron el inicio del camino que llevará a la Familia Salesiana a celebrar el Bicentenario del nacimiento de Don Bosco
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Las Memorias del Oratorio, uno de los escritos más personales y vivos
de don Bosco, construyen de forma determinante la imagen del Santo
reflejada de continuo en ellas. Escritas entre 1873 y 1875, fueron
transcritas por su secretario don G. Berto y corregidas por don Bosco
con más detalle, hasta el 1879. En el 1946 salió la primera edición
impresa querida por don Pietro Ricaldone. Todavía aquellos salesianos
no se dieron cuenta de la importancia del documento: los 19
volúmenes de las Memorias biográficas aparecían más ricas de datos y
de detalles. Solo en tiempos recientes, en clima postconciliar de
retorno a las fuentes del carisma, la atención se ha incrementado. Lo
testimonian las traducciones varias, sobre todo después de la edición
crítica (1991) cuidada por Antonio da Silva Ferreira dependiente del
Instituto Histórico Salesiano.
1. ¿Qué son las Memorias del Oratorio?
No son una colección sencilla de recuerdos y datos históricos. Don
Bosco, a través de la narración al inicio y durante todo el desarrollo de
la propia vocación oratoriana, entiende presentar el sentido de una
experiencia global, formular un «programa de acción» y poner de
relieve la finalidad y voluntad de Dios sobre él. Son una relectura del
pasado en clave religiosa y pedagógica. Las Memoras resultan así el
libro más rico de contenidos y orientaciones “preventivas”, un manual
de pedagogía y de espiritualidad narrada (Braido).
¿Por qué don Bosco se ata a este trabajo en años (1873-1875) tan llenos
de acontecimientos? Él hace referencia al « mandato de una persona
de suma autoridad». Nosotros pensamos que quizás haya sido
empujado también por la idea de que el Oratorio era una experiencia
fundamental y que era necesario presentar a los discípulos la génesis,
la finalidad, el método del mismo. El desarrollo de la obra salesiana en
aquellos años, en efecto, se estaba realizando a través de la apertura
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de colegios y escuelas profesionales. Era necesario que se conocieran
las raíces carismáticas y el itinerario a través del cual llegó a realizarse
el Oratorio, para entender el espíritu y la identidad de esta experiencia
tan fundamental, sobre la que tendrían que modelarse todas las obras
de la Familia Salesiana.
Don Bosco eligió el instrumento más a la mano: el de la narración, que
le consiente traducir el pensamiento a través de historias vivas, de
encarnarlas en las palabras de los personajes. Las Memorias del
Oratorio son por tanto una presentación narrativa de la espiritualidad,
de la identidad y del método salesiano a través de la lectura
interpretativa de algunos momentos cruciales del itinerario formativo
personal y de algunas experiencias que le condujeron a estructurar en
cierto modo el Oratorio, a darle una forma y estilo inconfundible.
Leyendo esta obra tan singular podemos:
1) entrar en los cuadros mentales del mismo don Bosco;
2) captar los rasgos característicos de su mundo interior;
3) comprender los valores que consideraba más fundamentales;
4) hacernos una idea concreta del modelo de educador-pastor
que tenía en la mente;
5) conocer la finalidad, su estilo de relaciones y actividades más
originales y características de su Oratorio.
2. Las Memorias del Oratorio como escrito autobiográfico
Las Memorias del Oratorio no son una autobiografía en sentido
estricto. El centro focal no es la vida de don Bosco, sino una narración
de la vocación-misión oratoriana y de su progresiva realización. Por
eso el autor elige solo algunos momentos de la propia existencia,
aquellos que están ligados más directamente con la historia del
Oratorio: la inspiración inicial, las etapas principales del camino
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recorrido, los elementos más característicos, los acontecimientos que
la han favorecido o hecho de obstáculo para su realización.
Por ello las Memorias se diferencian de los escritos precedentes
relativos al Oratorio, que se concentraban sobre motivos y
acontecimientos que habían hecho desarrollar el catecismo
comenzado en el Convitto en una institución con iniciativas y
finalidades articuladas, roles y responsabilidades muy definidas.
Aquellos escritos tenían el objetivo de informar a las autoridades y de
sensibilizar a la opinión pública sobre el problema de la educación
juvenil, a fin de conseguir ayuda y apoyo.
Sin embargo en la narración de las Memorias la historia del Oratorio
está estrechamente unida a con la historia interior del narrador, con su
camino espiritual y formativo. Los destinatarios son exclusivamente
los «queridísimos hijos salesianos», es decir los discípulos-
continuadores en la misma vocación-misión. A ellos don Bosco
trasmite un patrimonio familiar íntimo para instruirlos, formarlos y
animarlos, indicando los pasos del itinerario que tienen que recorrer
para asimilar la misma identidad carismática, el mismo “espíritu”, el
mismo método educativo-pastoral. Por consiguiente el texto, mira
unir el pasado con el futuro y tiene una función normativa los lectores:
«¿Para qué podrá servir este trabajo?— escribe don Bosco en la
introducción — Servirá de norma para superar las dificultades futuras,
tomando lección del pasado; servirá para hacer conocer como Dios
haya él mismo guiado todas las cosas cosa en cada momento; servirá a
mis hijos de ameno entretenimiento, cuando puedan leer las cosas en
que tomó parte su padre e las leerán aún con más gusto cuando,
llamado por Dios a rendir cuenta de mis acciones, no esté ya entre
ellos».
Don Bosco quiere hacer comprender a sus discípulos que son parte
viva de aquella historia: si hubiera sido diverso, nosotros hoy no
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estaríamos aquí pues nuestra vida hubiera emprendido otro rumbo.
Dios nos ha llamado a formar parte de esta aventura salesiana, nos ha
radicado en ella. A través del arte de la narración, don Bosco nos
introduce en su intimidad espiritual. El vértice de esta estrategia de
atracción de los lectores en lo narrado está en el sueño de la
Pastorcilla, colocado en el momento del paso del Convitto a las obras
de la Barolo, es decir en la transición de las experiencias iniciales, de
carácter prevalentemente personal, a la realización del Oratorio de
carácter comunitario (con la participación de Borel, Pacchiotti y otros).
La metáfora usada en el sueño de los 9 años del cambio de los
animales salvajes en corderos, viene repetida y enriquecida. Ahora
alguno de los corderos se transforman en pastores, que creciendo «en
gran número, se dividieron y fueron a otra parte para acoger a otros
animales extraños y guiarlos a otros apriscos». En estos pastorcillos
podemos reconocernos nosotros mismos: de hecho somos fruto de la
acción educativa/trasformativa del Oratorio y continuadores de su
providencial misión.
3. Procedimientos puestos en acto por el autor
Don Bosco hace una reconstrucción de los hechos del pasado
interpretándolos en su significado profundo.
Recorriendo su propia formación, revela a sí mismo y a nosotros
cuanto las personas le han ayudado y puesto obstáculos, en los
ambientes y en los acontecimientos históricos, y de qué forma estas
experiencias y acontecimientos han formado parte de su conciencia y
de su "método". De esta manera transforma la experiencia repensada
en un recurso que le permite reconstruir un "saber" espiritual y
pedagógico para los propios lectores.
Para realizar esta reconstrucción autobiográfica don Bosco pone en
acción complejas dinámicas de memoria, selección de hechos y de
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organización de ellos en una trama según un significado superior
unitario, relacionándolos con la "historia" del Oratorio, en torno a la
cual reconstruye su narración. Este es el hilo conductor para mostrar la
íntima conexión entre lo vivido en diversos momentos y etapas:
infancia, juventud, madurez y el presente del narrador.
En la conclusión de la narración observamos que el texto de las
Memorias se configura como una continua búsqueda de características
del Oratorio en el tejido de una existencia marcada por una vocación
divina. Lo vemos en las narraciones de situaciones que predicen y
anticipan el Oratorio, como los Primeros entretenimientos con los
chicos a la edad de diez años, en las normas que regulaban las
reuniones de la Sociedad de la Alegría, en la atención y cuidado de los
jóvenes durante las vacaciones que preceden a la vestición. Y también
en la descripción del catecismo en el invierno 1841-1842, precozmente
definido "Oratorio".
Lo descubrimos sobre todo cuando se ponen en escena personajes
representativos, en negativo o en positivo, con estilo y método
oratoriano, como — por citar solo un par —el párroco de Castelnuovo
con su vicepárroco en su actitud de poca atención y escucha a su
protagonista muchacho («Si yo fuera sacerdote querría hacer
diversamente; querría acercarme a los muchachos, decirles una buena
palabra, darles buenos consejos ») y el profesor de humanidades don
Banaudi («Era un auténtico modelo de profesor. Sin dar castigos se
hacía amar por todos sus alumnos. Los quería a todos como a hijos, y
ellos le querían como a tierno padre»).
La lectura atenta del documento muestra, casi en cada capítulo, que el
punto final —la articulada y viva realidad del Oratorio de S. Francisco
de Sales al principio de los años Cincuenta, con su finalidad, método
educativo, y sus objetivos formativos, sus ritmos de vida y el típico
modelo de pastor/educador— ha sido de hecho el filtro a través del
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cual don Bosco ha actuado su revisión autobiográfica para el bien de
sus discípulos.
4. Estructura de la narración
Las Memorias del Oratorio comienzan con la narración de los primeros
diez años de vida: el nacimiento del protagonista, la muerte
prematura del padre, el rol de la madre Margarita afrontando y
superando graves dificultades, su interés educativo, la instrucción
primaria de Juan. Después nos metemos en la narración del sueño de
los nueve años, reconstruido de forma dramática. Este
acontecimiento se inserta en el texto como el verdadero comienzo de
las memorias oratorianas. De hecho determina la organización de
textos sucesivos y la división en décadas. La primera década (1825-
1835) comienza con la actividad del pequeño predicador saltimbanqui
entre los compañeros de I Becchi y se concluye en Chieri con el
discernimiento vocacional y la decisión de entrar en el seminario. La
segunda década (1835-1845) parte del rito de la vestición y la entrada
en Seminario y termina con el traslado del Oratorio al cobertizo
Pinardi. La tercera década (1845-1855) narra el desarrollo del Oratorio
definitivamente instalado en Valdocco hasta la ampliación de los
edificios.
Además del sueño de los 9 años los eventos que narra dan al texto un
valor particular y una estructura simbólica. Entre ellos emergen dos:
sobre todo el encuentro con Bartolomé Garelli (8 diciembre 1841),
principio de esta actividad catequística y asistencial que nos conducirá
enseguida a la fundación del Oratorio; después la acogida en casa
Pinardi del huérfano de Valsesia, el primer joven que habitó en el
Oratorio.
Pero la narración hace también surgir una estructura espacial. Don
Bosco atribuye un valor particular a la localidad y ambientes en los que
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se desarrolla su vocación oratoriana. Se presentan casi como puntos
de un mapa espiritual y pedagógico: el lugar de nacimientos; la
casacon el pajar y el prado; la capilla de Morialdo; el pueblo de
Castelnuovo; la ciudad de Chieri, sus casas, la escuela, el café Pianta,
el camino de Porta Torinese, y el Duomo y el seminario con sus
dependencia y aulas; Turín y sus calles, plazas, iglesias, cárceles e
instituciones caritativas, los barrios y los prados de la periferia, los
Molinos Dora, los santuarios de los alrededores. En fin el Oratorio de
Valdocco, el cobertizo-capilla, las habitaciones para la escuela y el
patio para el recreo. Toda esta variedad de lugares se transforma en
principio organizativo de la narración, junto a los elementos
cronológicos, temáticos y simbólicos. A los espacios se unen valores,
experiencias educativas y espirituales. El cambio de lugar asume el
significado de una peregrinación hacia la tierra prometida del
Oratorio, su misión e identidad.
Así, la "estructura de superficie" de la narración se presenta diseñada
en la intercesión de las tres coordenadas de tiempo, espacio y núcleo
temático de fondo.
Las partes del texto de las Memorias del Oratorio está impregnada de
eventos, de personajes, pero también de observaciones, comentarios
y anotaciones que son fruto de una estructura más profunda, la que
coincide con la mentalidad de don Bosco, su cultura y visión del
mundo, sus convicciones religiosas, educativas y morales, su
espiritualidad.
En síntesis. En la base de la obra está “el hombre don Bosco”, con todo
su universo que tiende, en cada página a surgir. Es posible intentar una
lectura de las Memorias del Oratorio que nos ayuda a penetrar un
mensaje articulado, constituido no solo por cuanto el Autor quiere
decir, sino de cuanto el texto nos dice en relación a la propia
coherencia contextual y a los sistemas a los que se refiere.
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5. Itinerario de lectura y niveles de interpretación
Las llaves interpretativas presentadas en la introducción de las
Memorias nos invitan ya sea a una lectura espiritual como a una
interpretación pedagógica del texto. Aquí me limito a señalar dos
itinerarios de lectura: el de las dinámicas espirituales y el del modelo
de educador-pastor. Para el primero elijo la “confianza en Dios”, como
cómo actitud que implica confianza, obediencia, desprendimiento y
don generoso de sí.
5.1. Confianza en Dios, confianza en los formadores y entrega de sí
El padre Francisco muriendo recomienda la «confianza en Dios». Esta
actitud es una de las llaves interpretativas más importantes de las
Memorias. Viene puesto en evidencia en la narración de las situaciones
en las que la “confianza” suscita abandono confiado, pero también
valiente entrega.
Sobre todo nos introducimos en el episodio de Margarita que afronta
la grave carestía sin perder la calma, recordando la recomendación del
marido y traduciéndola en acción. Los eventos sucesivos manifiestan
un conjunto de actitudes que ponen en acción la "confianza", a partir
de la actitud ejemplar de la madre, ejemplo de confianza en la
providencia, de operosidad, de espíritu de sacrificio, de frugalidad y
dedicación educativa.
También la compleja construcción del sueño de los nueve años exige
la confianza en Dios que llama e indica al protagonista la misión y los
caminos a seguir para hacerse idóneo. Confianza, abandono y don de
sí son manifestaciones de un único movimiento de fe impregnado del
sentido de correspondencia a la llamada del Señor, pero también a los
cuidados y atención de los educadores. Muchos son los indicadores
que subrayan la importancia atribuida por don Bosco a un tal
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movimiento del espíritu. Por ejemplo, la llamada a «darse por largo
tiempo» a una vida virtuosa, enunciado en el Joven instruido (1847), y
repetido varias veces en los escritos y diálogos a con los jóvenes, sobre
todo en la vidas de Domingo Savio, Miguel Magone y Francisco
Besucco, y sobre todo cuando se narra el diálogo entre don Calosso y
Juan Bosco muchacho:
«¿Recuerdas que se trató en la primera predicación? —En la primera
predicación se habló de la necesidad de darse a Dios siempre y no
distanciar la conversión». Es un indicio textual significativo que da luz
sobre el desarrollo del afortunado encuentro: «Yo mi me puse en
manos de D. Calosso [...].Le di a conocer toda mi persona. Cada
palabra, pensamiento, acción se la manifestaba enseguida [...].Conocí
entonces lo que significa tener una guía estable, un fiel amigo del alma
[...].Desde aquel momento comencé a gustar lo que significa la vida
espiritual». El abandono confiado e incondicional del discípulo induce
al anciano sacerdote a ir más allá de la simple enseñanza del latín: a
hacerse guía espiritual, ayudando al muchacho a poner en acto el
abandono en Dios.
Él hilo de la narración y también las etapas es el punto de llegada del
camino interior de don Bosco para llegar a una confianza plena en Dio.
El diálogo con la marquesa Barolo culmina en la renuncia al empleo de
capellán para obedecer a la voluntad de Dios: a la misión entre los
jóvenes en el más completo abandono:
«Pero ¿cómo podrá vivir? — Dios siempre me ha ayudado y me
ayudará en el futuro [...]. Mi vida está consagrada al bien de la
juventud. Le agradezco la oferta que me hace, pero no puedo alejarme
del camino que la divina Providencia mi ha marcado [...].Dejé el
encargo [de la marquesa] abandonándome a lo que che Dios había
dispuesto de mi».
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El contexto narrativo del diálogo nos introduce en una situación de
aislamiento, de incomprensión por parte de los párrocos, de las
autoridad civiles, hasta de los amigos más íntimos, unido al
agotamiento y total incertidumbre sobre el futuro. Todo exalta el
significado espiritual de su elección. Enseguida viene la descripción
dramática que sufre cuando se ve expulsado de los prados Filippi: «Al
atardecer de aquel día contemplando la multitud de muchachos que
se entretenían y jugaban; y consideraba la copiosa mies, que me
esperaba en el sacro ministerio, y que me encontraba solo trabajando,
agotado de fuerzas, de salud y sin saber donde podría la próxima vez
reunir a los muchachos. Me sentí fuertemente conmovido […].
Paseando y alzando la mirada al Cielo, mi Dios, exclamé, ¿por qué no
me hacéis saber el lugar en el que queréis que recoja a éstos
muchachos? ¿O hacédmelo saber o decidme que debo hacer?».
Estamos ante el epílogo del camino de un hombre que, después de
haber batallado incondicionalmente contra todo por fidelidad a su
misión y llegado, como Abrahán, a punto de sentirse obligado a
sacrificar hasta la propia vocación para obedecer a algo más radical y a
rendirse, sin condiciones, a Dios. Y es en aquel momento cuando la
narración nos muestra la respuesta al problema. La llegad de
Pancrazio Soave, la confusión entre oratorio y laboratorio y la duda de
don Bosco en aceptar la oferta del cobertizo ponen en evidencia más
la intervención de Dios, más allá de toda experiencia humana, como
respuesta al gesto de la confianza incondicional del protagonista.
Destacamos que el itinerario de confianza en Dios se conjuga en la
narración con la confianza en los formadores. Las relaciones con la
madre y con don Calosso, la relación con Lucía Matta, con el confesor
Maloria, con el amigo Comollo y con el director espiritual don Cafasso,
se manifiestan con los rasgos de confianza «ilimitada», de la apertura
del corazón y de manifestar sus pensamientos, por la obediencia dócil
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y pronta. Es un movimiento de docilidad que llega a su vértice en el
dialogo con don Cafasso al concluir los estudios en el Convitto: «Mi
propensión de ocuparme de la juventud. Usted haga de mi lo que
quiera […].Quiero conocer la voluntad de Dios en sus decisiones y no
poner nada de mi voluntad».
El texto de las Memorias muestra como el Oratorio encuentra su forma
definitiva solo cuando don Bosco, dejando el empleo en el Hospitalillo
de la Barollo y habitando en casa Pinardi, privado de todo recurso
económico, vivirá en un estado de absoluto abandono en Dios. La
situación de precariedad económica la afronta junto a su madre, que,
abandonando la tranquilidad de I Becchi por «agradar al Señor» se une
a la misión del hijo. Si cumple así el arco narrativo cumpliendo con la
recomendación del padre agonizante. Ahora la confianza en Dios se
cumple plenamente y inicio de un desarrollo insospechado.
5.2. Un modelo de educador-pastor
Toda la dinámica de las Memorias va dirigida sobre todo a definir una
misión y un modelo pastoral.
Destinatarios, método, contenidos formativos, espíritu animador y
estilo de relaciones, todo está ilustrado y destacado a través de un
diálogo didáctico representativo. Las ideas de don Bosco son
representadas por los personajes que él pone en escena y por los roles
que desarrollan, con el fin de resaltar las características de un único
personaje, el pastor del Oratorio según su prospectiva y método
educativo. El modelo de pastor/educador que poco a poco va
emergiendo a lo largo del diálogo presenta articulaciones muy
interesantes que podemos reconocer hasta con detalles.
1. Qué elementos, sobre todo, se recogen de la pastoral tradicional. En
los prados de I Becchi, Juanito juega y predica, repite «los ejemplos
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oídos en el sermón o en la catequesis » y se comporta como un buen
párroco de pueblo entre sus amigos.
2. Aparece también – muy enfatizado - una aproximación pastoral de
tipo familiar. Personaje emblemático es la madre, a la cual se le confía
un rol de grande relieve en la formación de su sensibilidad religiosa e
interioridad del hijo, en una intensa relación de intimidad dialógica y
afectuosa.
3. Todos los sacerdotes, aunque solo fugazmente, aparecen en la
narración están siempre marcados por una actitud virtuosa en relación
a su misión pastoral. Por ejemplo, el maestro de Capriglio don Lacqua
(«sacerdote de mucha piedad […], el cual se ocupó mucho de mí, de
mi instrucción y más todavía de mi educación cristiana»), el párroco de
Castelnuovo (reflejado en el acto de guiar «con mucho celo» la
preparación y acción de gracias de la comunión), don Calosso
(«hombre muy piadoso», que se acerca al joven Bosco y dialoga
amablemente con él), el teólogo Borel («un santo sacerdote, un
modelo digno de admirar y de ser imitado», apóstol ardiente que
«robaba horas a su sueño para confesar a los jóvenes; negaba
descanso a su cansado cuerpo por ir a predicar»).
4. Sobre todo, con la narración del encuentro y la intensa relación con
don Calosso, se subrayan los elementos más marcadamente salesianos,
que lleva en el corazón don Bosco. El viejo sacerdote se fija en los
muchachos en medio a la muchedumbre, se acerca y le habla con
cariño, intuye su problema y manifiesta su disponibilidad. El texto
reconstruye la relación madura de afectuoso paternidad por la que
Juanito se siente imbuido y se da cuenta que le incita a la
correspondencia generosa y dócil. Es una que provoca resonancias
fecundas en el ánimo del joven huérfano, haciéndole capaz de una
correspondencia alegre. Se crean así las condiciones ideales para una
acción formativa profunda.
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5. Para cuanto se relaciona con las características interiores y
espirituales, que se desarrollan en el periodo transcurrido en el
Convitto, notamos que don Bosco anticipa lo esencial en el encuentro
con el clérigo José Cafasso, una relación inseparable entre actitudes
pastorales y vida interior. Apoyado en la puerta de la iglesia de
Morialdo con motivo de la fiesta patronal el joven Cafasso manifiesta
su espíritu de recogimiento, finura de trato, amable capacidad de
relación. Las «memorables palabras» dirigidas al adolescente Juan
Bosco declaran como el recurso más fecundo para un educador/pastor
consista en la dedicación amorosa y exclusiva al servicio de Dios y de
los hermanos.
6. Detalles posterior completan el perfil ideal del educador según don
Bosco. Están encarnados en la persona de los profesores de Chieri,
todos con actitudes positivas: don Valimberti representa la acogida
cordial, la cercanía y el arte de facilitar la inserción del joven en el
nuevo ambiente; el teólogo Valeriano Pugnetti encarna la atención
personalizada y afectuosa; el profesor Cima es el retrato del profesor
exigente, pero competente, capaz de estimular la responsabilidad de
sus alumnos, de hacer brotar las energías y buena voluntad; don Pietro
Banaudi representa la amabilidad salesiana, la capacidad de
conquistar ganarse a los jóvenes recurriendo al corazón al arte de
hacerse amar; don Giuseppe Maloria, el confesor, lo describe como
amigo del alma, acogedor, entusiasta y previsor. Junto a ellos
menciona al arcipreste del Duomo (catedral), el canónigo Massimo
Burzio, descrito en el momento de una intervención “disciplinar” como
ejemplo de prudencia y muy humano, que sitúa al joven a su gusto
creando las condiciones para un diálogo serio y confidencial.
7. La narración de las Memorias del Oratorio pone también de relieve
algunos peligros que amenazan el modelo propuesto. Por ejemplo,
narrando la fiesta después de la vestición, se estigmatiza la
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mundanidad, la superficialidad y el mal ejemplo. En las palabras de
Margarita al hijo antes de entrar en el seminario, le pone en guardia
contra la dejadez en los propios deberes. Con la mención del malestar
encontrado por Juan en el seminario con relación a los superiores se
deplora un estilo autoritario que genera desconfianza lejanía. En la
descripción de las predicaciones de verano que tuvo en Capriglio y en
Alfiano se invita a vigilar contra la tendencia a la vanagloria y a la inútil
búsqueda estilística, a estar atentos a la capacidad de los auditores.
Con la narración de aventuras estivas en el periodo del seminario se
muestra como es fácil ceder a la disipación si no tenemos una continua
vigilancia. Cuando se ponen objeciones por parte de los párrocos
contra el Oratorio, diciendo que « así los jóvenes se alejan de las
parroquias», se condena una visión rígidamente jurídica, burocrática, de
la misión educativa y pastoral, más centrada en el criterio territorial
que en las necesidades de las personas. En fin, narrando los eventos
que agitaban los ánimos entre 1848 y 1849, se pone en evidencia la
confusión y el desequilibrio de ideas y comportamientos consecuencias
de las pasiones políticas en perjuicio de la responsabilidad educativa y
pastoral.
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Como conclusión, la narración de las Memorias del Oratorio manifiesta
la historia y notas características de una institución educativa y
pastoral estrechamente ligada a la vida del Fundador. Al mismo
tiempo instruye a los lectores sobre el carisma que anima tal
institución. La interpretación providencial realizada por don Bosco de
una vocación divina realizada en la realidad histórica concreta pone en
evidencia dos núcleos dinámicos de la vocación salesiana: el don
incondicional de sí a Dios como respuesta a una misión recibida,
injertada en una actitud nativa positiva, cordial y afectuosa hacia el
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mundo juvenil. Las dos dinámicas, fecundándose recíprocamente, dan
vida a una espiritualidad, a una forma de actuar inteligente y fecunda,
a un modo de ser y de actuar en función de la promoción y salvación
juvenil. Así los lectores de hoy pueden encontrar en estas Memorias
elementos estimulantes para una interpretación actualizada, pero
también puntos muy críticos de revisión a nivel personal e
institucional.