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Protocolo de investigación
Doctorado en Literatura Hispanoamericana
Instituto de Investigaciones Lingüístico-Literarias
Universidad Veracruzana
La transformación de la literatura ejemplar y del género
bestiario en tres textos narrativos hispanoamericanos del siglo XX
Luis Alberto Aldama Hernández
Introducción
El ser humano, en su primigenio intento por entender el mundo y, por lo tanto,
comprenderse a sí mismo, ha tratado de encontrar respuestas en todo aquello que lo
rodea. La posibilidad de caracterizarnos como sujetos ha sido un ejercicio de
comparación y apropiación de los elementos que circundan nuestro contexto:
adjudicamos a la individualidad atributos que provienen del ambiente. Especificar las
cualidades de un ser significa adjetivarlo, colocarlo en el centro de una descripción que
lo dote de rasgos que le permitan ser identificado como único e irrepetible, pero también
como parte de la comunidad, una pieza más del universo.
Nos configuramos en relación con lo otro o, mejor, con el otro, porque “yo es
otro”, afirma Tzvetan Todorov. Incluso si aquello que se percibe distinto pertenece a
otra especie, a lo no humano. Así, desde los primeros vestigios de representaciones que
ha hecho la humanidad, encontramos la huella de la animalidad: las figuras en la cueva
de Lascaux, los relatos míticos de las más diversas culturas, la simbolización
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proveniente de la tradición judeocristiana, la mitología griega, las fabulaciones de
Esopo, Ovidio y sus relatos metamórficos, son sólo algunos ejemplos de una lista que
permite vislumbrar la importancia de la temática animalesca en la historia de la
literatura y de la simbolización.
En la antigüedad, uno de los discursos que recurrió de manera más significativa a
la imagen de los animales fue, sin duda, el exemplum medieval, que “Más que un género
en sí, más que un conjunto finito de historias y de motivos, [...] fue, para la sociedad
medieval, una manera particular de pensar el pasado y de utilizarlo, de distintos modos,
para influir en su propio presente” (Palafox, 1998: 9). El exemplum tenía la función de
instruir en la moral religiosa por medio de relatos sencillos donde se daba cuenta de un
comportamiento, ya fuera para que el creyente lo adoptara o lo rechazara.
Una de las variantes de la ejemplaridad que se convirtió, también durante la Edad
Media, en un género propio fue el bestiario: una colección de criaturas, tanto
imaginarias como reales que, más que preocuparse por una descripción puntual de los
seres incluidos, pretendía dar una interpretación simbólica encaminada, en la mayoría
de los casos, por la moralidad cristiana. Dichos textos, siguiendo el ejemplo del
Physiologus,1 se ocupaban de completar —en un trabajo recopilatorio y de
intertextualidad— una taxonomía que iba del animal a la bestia, del monstruo al animal
mítico, de los árboles reales a la colección de piedras o lapidario. Esos seres
coleccionados adoptaban rasgos especiales, pues la mera descripción física pasa a
segundo término y salta a la superficie una nueva forma de percibir y concebir el reino
natural; los bestiarios, pues, les atribuyen a los entes recopilados ciertas cualidades que,
lejos de parecer propias de lo instintivo e irracional que los caracteriza, se antojan
semejantes a las de la conducta humana. Así, hombres y bestias establecen una relación
1 Obra de origen helénico que, según lo deducen otros autores, fue escrita de manera anónima en el siglo
II y ha pasado a nuestra tradición por medio de la traducción latina que vio la luz entre los siglos VIII y IX
de nuestra era.
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simbiótica donde unos y otros adoptan particularidades que les son, aparentemente,
ajenas: la naturaleza, para ser explicada, necesita de la reflexión humana; el hombre,
para comprenderse, no puede prescindir del mundo natural.
Desde su origen, la animalidad ejemplar muestra rasgos de heterogeneidad tanto
en su temática como en los géneros escriturarios a los que recurre. En el discurso del
bestiario se cruzan el sermón moralizante y la descripción de la naturaleza, la intención
didáctica y la interpretación del mundo natural, el afán por dar cuenta de todos los seres
existentes y la imaginación que lleva tal cometido más allá de sus límites. Esta
hibridación tendrá su punto culminante con la llegada del hombre europeo a América en
el siglo XVI, tierra que representó la materialización de la utopía anhelada, el espacio
donde se depositan los sueños, las pesadillas, la esperanza, los deseos y la ambición, tal
y como menciona Alfonso Reyes en “El presagio de América”:
Los rasgos dispersos de alguna verdad desbaratada querían recomponerse en el alma. La Tierra
cuchicheaba al oído de sus criaturas los avisos de su forma completa, la entidad platónica
recordada como un sueño. Y así, antes de ser esta firme realidad que unas veces nos entusiasma y
otras nos desazona, América fue la invención de los poetas, la charada de los geógrafos, la
habladuría de los aventureros, la codicia de las empresas y, en suma, un inexplicable apetito y un
impulso por trascender los límites (Reyes, 1960: 13-14).
Se ha encontrado el “Plus Ultra”, y para mostrar esta maravilla se recurre a las crónicas
de Indias, donde los exploradores y naturalistas llegados de Europa al Nuevo Mundo,
pretendían dar cuenta de la rica y despampanante naturaleza que encontraron en las
tierras amerindias. Ahí están los testimonios de Cristóbal Colón, Hernán Cortés o
Bernardino de Sahagún para probarlo. El discurso también es llevado más allá de sus
fronteras: existe la necesidad de hablar de historia y de literatura a la vez, de puntualizar
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la realidad e inventar el Nuevo Mundo, de informar a la corona y narrar lo épico de cada
acontecimiento.2
Es de esa manera que el discurso se convierte en la forma de aprehender a
América, y es ese mismo medio el que utilizará la cultura dominada para evitar su
desaparición. Por supuesto, en un primer momento la cultura dominante tenía la
preeminencia sobre el discurso:
El uso de esa lengua [el castellano] acrisolaba una jerarquía social, daba prueba de una
preeminencia y establecía un cerco defensivo respecto a un entorno hostil y, sobre todo, inferior.
Esta actitud defensiva en torno a la lengua no hizo sino intensificar la adhesión a la norma, en el
sentido que la define Coseriu, la cual no podía ser otra que la peninsular y, más estrictamente, la
que impartía el centro de todo poder, la corte. Ha sido realzada la forzosa incorporación lexical
que originó la conquista de nuevas tierras con nuevas plantas, animales, costumbres, pero esas
palabras se incorporaron sin dificultad al sistema y no alteraron la norma, en cuanto ésta provee al
hablante de “modelos, formas ideales que encuentra en lo que llamamos lengua anterior (sistema
precedente de actos lingüísticos)” los que, si inicialmente conformaron una pluralidad de fuentes
según los orígenes de los colonizadores, progresivamente tendieron a ajustarse a la norma que
expresaban los escritos (el estilo formulario de los documentos de Indias) y, para los letrados
mejor preparados, las obras literarias peninsulares (Rama, 1984: 46-47).
La lengua muestra las jerarquías, por supuesto, pero es simultáneamente el lugar de
encuentro entre la visión de mundo de los europeos y la de los grupos locales, el
lenguaje se erige como uno de los ámbitos donde tiene lugar la transculturación. Ángel
Rama, en La ciudad letrada, plantea la posibilidad de realizar un seguimiento del
pensamiento latinoamericano a través de la figura del letrado, término que ha sufrido
constantes transformaciones a lo largo de la historia no sólo literaria, sino del acontecer
hispanoamericano en su totalidad. Me parece posible, siguiendo la metodología del
crítico uruguayo, encontrar un desarrollo similar en la literatura hispanoamericana que
explora la animalidad, es decir, la figura de la bestia, la figura mitológica, la simbología
natural, ha recorrido transversalmente los periodos, movimientos y estilos literarios y
2 Sobre la pertinencia del análisis de estos textos en los estudios literarios, es importante recurrir a la
propuesta de Mabel Moraña, quien menciona: “La función de la crítica es así la de identificar esos puntos
de articulación entre los códigos estéticos y el nivel histórico-social para que el Barroco de Indias,
significante cultural diferenciado, adquiera sus significación precisa” (1998: 56).
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permite comprender, parcialmente y a la luz de una temática particular, la forma en que
la escritura da cuenta del pensamiento en Hispanoamérica. El estudio de los distintos
momentos, fases y transformaciones de la figura animal, desde los primeros escritos
surgidos de este sincretismo cultural hasta nuestra época, proporciona, a través de una
temática particular, amplitud a la investigación de la literatura escrita en español de
nuestro continente, sin limitarse a una tarea descriptiva o estructural, sino conjuntando
elementos críticos, históricos y teóricos; la precisión sobre las visiones artísticas del
mundo tienen un sentido que aporta valiosas consideraciones en la comprensión del
pensamiento de nuestro continente.
El objetivo de este proyecto es contribuir a la visión de conjunto antes
mencionada explorando el discurso animalístico en tres obras escritas durante el siglo
XX: Historia natural das Laranjeiras (1930-1936),3 de Alfonso Reyes; Historias de
cronopios y de famas (1962), de Julio Cortázar; y El entenado (1983), de Juan José
Saer.
La recuperación del bestiario medieval es destacable a partir de la segunda mitad
del siglo XX, con el surgimiento de obras como Bestiario (1951) del propio Cortázar;
Mundo animal (1953) de Antonio Di Benedetto; Jaulario (1955) de Ricardo Piglia;
Manual de zoología fantástica (1957) de Jorge Luis Borges; el “Bestiario” incluido en
Estravagario (1958), de Pablo Neruda; Punta de plata (1959) de Juan José Arreola, por
mencionar algunos. Este diálogo explícito con la tradición medieval muestra que el
tópico de la observación de la naturaleza —y su interpretación con la finalidad de dar
cuenta del pensamiento del hombre— ha permanecido como una constante hasta la
actualidad. La elección del corpus para esta investigación responde al interés por
mostrar tres ángulos distintos desde los que se ha refuncionalizado el discurso
3 Textos publicados en conjunto en el volumen IX de sus Obras completas (1959).
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ejemplarizante de los bestiarios: puntos de vista tan distintos como complementarios
que permitirán tener una idea panorámica del tema que interesa a esta propuesta de
análisis.
Alfonso Reyes (1889-1959) transforma el modelo del bestiario a través de su
profunda comprensión de la cultura moderna. Su estancia como diplomático en Río de
Janeiro, Brasil, entre 1930 y 1939, despierta en él la reflexión sobre una naturaleza que
le es ajena y hostil, que lo convierte en viajero de su propio continente. Los matices de
esta nueva historia natural van del terror hacia la naturaleza que se halla en “Mitología
de las cobras”, pasando por el encanto que le produce el mismo ambiente en “Ubérrima
Urbe”, o el humor que el hombre encuentra en el comportamiento animal, presente en
fragmentos como “Curiosidad animal y curiosidades animales” o “La garza Greta
Garbo”.
Las reflexiones sobre la urbanización moderna, la civilización, la cultura o incluso
la política que atraviesan los textos que conforman Historia natural das Laranjeiras
tienen su punto de encuentro en la crítica y análisis de la cultura moderna:
Sospecho que los animales que bajan hasta nuestras moradas —aves, ratones, gambás,
cucarachas— adoptan algún rasgo, alguna dirección de nuestras costumbres, de modo que nunca
logramos conocerlos en estado puro y en gracia de naturaleza. ¿Nos acercamos a ellos? ¡Pues la
observación modifica de por sí el fenómeno! Acaso el animal puro sea ya, en toda la redondez de
la tierra, una abstracción, según se dice, por ejemplo, que lo es el gaucho argentino. ¡Hace tantos
siglos que el hombre trabaja sobre el planeta a manera de erosión mística! (Reyes: 1959, 479).
La contemplación que el ser humano busca en su universo es puesta en tela de juicio por
Reyes: razón y naturaleza no tienen un punto de encuentro desde esta perspectiva. Es,
más bien, la irracionalidad del hombre la que puede traslucirse en el comportamiento
animal: “Los animales se equivocan, se equivocan como los hombres” (1959: 496),
afirma Reyes. El hombre moderno, al igual que el erudito que buscaba describir
dragones, mandrágoras o manticoras en el medievo, o el explorador que pensaba haber
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encontrado el paraíso adánico en América, puede dar cuenta del mundo salvaje que lo
rodea, pero dicha percepción se ha modificado junto con su cultura, su pensamiento, su
comprensión de sí mismo y del mundo.
Julio Cortázar comparte, en el sentido que acabo de expresar, la perspectiva de
Alfonso Reyes: mundo, bestias y hombres no pueden ser explicados, ya, de la misma
forma. Cortázar publica su Bestiario en 1951, una colección de cuentos esencial en su
amplia obra. Sin duda, se trata de uno de los bestiarios modernos que ha recibido más
atención por parte de la crítica, y con justa razón. No menos cercana a la tradición
medieval se encuentra la colección de relatos incluidos en Historias de cronopios y de
famas, obra célebre por ser representativa del carácter lúdico y humorístico del autor;
sin embargo, cabe destacar que no existe hasta ahora un estudio sobre su relación con el
discurso del exemplum medieval. Probablemente, la poca atención puesta en la
intertextualidad de estos relatos cortos con la tradición se deba a la agudeza imaginativa
de Cortázar en textos como “Instrucciones para llorar”, “Pérdida y recuperación del
pelo”, “Los posatigres”, “Propiedades de un sillón”, “Costumbres de los famas” o “Sus
historias naturales”. Estos relatos tienen claras referencias a los bestiarios, pero parten
de una inversión del exemplum; Eloísa Palafox apunta que el discurso ejemplar funciona
“a modo de ‘lecturas interpretativas’ de un pasado en el que (según este orden de cosas)
se encuentra ya ‘escrita’ la Historia de la Salvación, y a modo de ‘manuales de
conducta’ para aplicarse a un presente que, bien vivido, ha de servir para imitar y
concluir con éxito esa misma Historia y lo que, a fin de cuentas, hace ‘imperativa’ su
recepción” (1998: 27-28). Los textos de Historias de cronopios y de famas parecen
situarse en un momento donde la Historia ha llegado a la “conclusión exitosa”
mencionada por Palafox. Lejos de haber alcanzado la salvación, el mundo planteado por
Cortázar se instala en lo insípido, lo rutinario y lo conformista, como se apunta desde el
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primer texto de la obra, el cual no tiene título pero se sobreentiende como el prólogo de
toda la obra y de la primera sección titulada “Manual de instrucciones”:
La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se
proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la
satisfacción perruna de que todo está en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el
mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio
tablero de ventanas de tiempo con su letrero “Hotel de Belgique” (Cortázar, 2007: 11).4
Las diferentes manifestaciones textuales del exemplum —incluyendo las historias
naturales, las colecciones de criaturas de los bestiarios o las fábulas— tratan de
aprehender la realidad con el lenguaje y a través de su discurso moldear el
comportamiento de todo lo existente. De acuerdo con la revisión de Esperanza López
Parada, los bestiarios daban cabida a “rarezas y curiosidades” porque
les asignan un lugar dentro de la ciencia misma que, aumentada con lo que la rebasa, con lo que no
puede responder, se protege de sus propias incapacidades. El sistema se asegura la continuidad,
disponiendo de etiquetas verbales y de previsiones que den nombre y sitio a lo marginal. Sin estas
claves de seguridad, sin estas válvulas de escape que fueron también los bestiarios, el aparato
cognoscitivo debería enfrentarse con lagunas que pudieran llevarle a caer o tambalearse (López,
1993: 93).
Cronopios, famas y esperanzas, aunque presentados también con “etiquetas verbales”,
son criaturas inciertas y que ponen en entredicho la concepción de la realidad; su
indefinición misma es el cuestionamiento a una interpretación única y ejemplarizante.
Cortázar transforma la ejemplaridad desde el lenguaje mismo, a partir de los nombres de
estos personajes e incluyendo la manera de dar cuenta de sus historias: “Guardianes de
4 Es inevitable pensar en el “Prólogo” del Bestiario de Juan José Arreola:
Ama al prójimo desmerecido y chancletas. Ama al prójimo maloliente, vestido de miseria y
jaspeado de mugre.
Saluda con todo tu corazón al esperpento de butifarra que a nombre de la humanidad te entrega
su credencial de gelatina, la mano de pescado muerto, mientras te confronta su mirada de perro.
Ama al prójimo porcino y gallináceo, que trota gozoso a los crasos paraísos de la posesión
animal.
Y ama a la prójima que de pronto se transforma a tu lado, y con piyama de vaca se pone a
rumiar interminablemente los bolos pastosos de la rutina doméstica (1995: 9)
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las plazas, ¿cómo dejan salir a los famas, que anden sueltos cantando y bailando, los
famas, cantando catala tregua tregua, bailando tregua espera tregua, cómo pueden?”
(2007: 115). La sintaxis del fragmento, la nominación de cantos y bailes abren
horizontes de comprensión distintos a los esperados del discurso ejemplar, no existe la
“traducción” de lo desconocido a la racionalidad, más bien, la imaginación parece
colocarse como el centro del discurso.
En otros fragmentos, el lenguaje parece ser más cercano al uso común, pero la
alteración de la ejemplaridad se presenta en la descripción de los comportamientos,
actitudes y características de los personajes, como puede observarse en el fragmento
titulado “La foto salió movida”:
Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que
saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en
vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe,
y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de
fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de
música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y
los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige
horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo está algo ladeado lo que ve es el
paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta
sus manecitas no sabe para qué. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas,
pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té, que
mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un
hormiguero o un libro de Samuel Smiles5 (Cortázar, 2007: 129).
Basta un mínimo gesto para iniciar el juego, un acto tan simple como sacar un objeto
del bolsillo altera la comprensión de la realidad del cronopio o, mejor dicho, muestra
que su inteligencia del mundo es distinta a la esperada de la naturaleza, de las leyes que
“rigen” el conocimiento del universo.
De manera similar a lo comentado sobre Historia natural das Laranjeiras, en la
obra de Cortázar se presenta una variante del género ejemplarizante. Ambas obras, con
5 La referencia a Samuel Smiles no es, de ninguna manera, casual. Se trata del pensador escocés autor del
libro Self-Help (1859), que condensa toda una serie de ideales ligados al positivismo y al liberalismo,
proponiendo un modelo conductual que orientaría a la sociedad a la perfección.
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características textuales distintas, modifican el carácter del género e interpretan el
mundo natural desde una focalización distinta, estableciendo un diálogo con la
tradición, pero renovándola a partir de sus propuestas estéticas. Otra alteridad del
contacto con lo extraño es la que establece Juan José Saer en El entenado, novela que
“participa de la crónica y las memorias, del relato de viajes, la novela picaresca y la
novela filosófica” (Bermúdez, 2004: 53). La hibridación genérica y la transformación de
los discursos incluidos, como se explicará, es patente en el relato.
El entenado narra la historia de un joven y huérfano grumete español que se
embarca en una expedición hacia América. Durante una de sus primeras incursiones en
tierra, el protagonista y la tripulación de la que forma parte, sufren una emboscada por
parte de los locales, resultando muertos muchos de sus compañeros y él —junto con los
cadáveres— hecho prisionero. De la experiencia de diez años que pasa viviendo entre la
tribu da cuenta el propio navegante quien, una vez de vuelta en Europa e ingresado a un
monasterio, es adoptado por el padre Quesada, fraile humanista encargado de insertarlo
en el mundo de las letras. La obra, narrada en pasado, es la reflexión desde la vejez de la
extraña vivencia que transformó el mundo de este innominado viajero.
Esta “nueva” crónica de Indias invierte las jerarquías discursivas presentes en los
relatos de Cortés, López de Gómara, Díaz del Castillo o Sahagún: la visión europea se
imponía en el sincretismo entre conquistadores y conquistados —lo hace constar la idea
del “descubrimiento” que se le da a dicho encuentro cultural—, la civilización llegada
del viejo continente parecía dar sentido a lo que se apreciaba como una serie de
irracionales formas de vida de las culturas descubiertas en las Indias. El protagonista de
Saer da cuenta de su propio nacimiento en el medio de lo desconocido, con una visión
que tiene matices antropológicos, fantásticos, filosóficos y, por supuesto, de
comprensión de la naturaleza y la animalidad. Luego de ser capturado y llevado a la
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aldea de sus agresores, el narrador tiene un momento de catarsis que adquiere un cariz
diferente una vez que es plasmado en la escritura:
Toda vida es un pozo de soledad que va ahondándose con los años. Y yo, que vengo más que otros
de la nada, a causa de mi orfandad, ya estaba advertido desde el principio contra esa apariencia de
compañía que es una familia. Pero esa noche, mi soledad, ya grande, se volvió de golpe
desmesurada, como si en ese pozo que se ahonda poco a poco, el fondo, brusco, hubiese cedido,
dejándome caer en la negrura. Me acosté, desconsolado, en el suelo, y me puse a llorar. Ahora que
estoy escribiendo, que el rasguido de mi pluma y los crujidos de mi silla son los únicos ruidos que
suenan, nítidos, en la noche, que mi respiración inaudible y tranquila sostiene mi vida, que puedo
ver mi mano, la mano ajada de un viejo, deslizándose de izquierda a derecha y dejando un reguero
negro a la luz de la lámpara, me doy cuenta de que, recuerdo de un acontecimiento verdadero o
imagen instantánea, sin pasado ni porvenir, forjada frescamente por un delirio apacible, esa
criatura que llora en un mundo desconocido asiste, sin saberlo, a su propio nacimiento. No se sabe
nunca cuándo se nace: el parto es una simple convención. Muchos mueren sin haber nacido; otros
nacen apenas, otros mal, como abortados. Algunos, por nacimientos sucesivos, van pasando de
vida en vida, y si la muerte no viniese a interrumpirlos, serían capaces de agotar el ramillete de
mundos posibles a fuerza de nacer una y otra vez, como si poseyesen una reserva inagotable de
inocencia y de abandono. Entenado y todo, yo nacía sin saberlo y como el niño que sale,
ensangrentado y atónito, de esa noche oscura que es el vientre de su madre, no podía hacer otra
cosa que echarme a llorar (1990: 25).
El narrador-protagonista alcanza la comprensión del acontecimiento, al igual que los
cronistas de la conquista, en la escritura; sin embargo, no es el discurso hegemónico el
que se impone en el relato, sino el pensamiento que ha heredado de sus captores, la
palabra representa sólo una herramienta para traducir la ideología y la comprensión del
mundo halladas en el medio de la nada. Esta experiencia escrituraria invierte de manera
total las expectativas de las crónicas antiguas: el conquistador es capturado sin ninguna
oportunidad de oponer resistencia; no es la cultura europea la que impone su idioma a
los nativos, sino el narrador quien aprende el nuevo idioma; el sujeto español es
obligado a cambiar algunas de sus costumbres básicas, por ejemplo, cuando es obligado
a estar desnudo.
Las particularidades ya mencionadas de la historia de Saer hacen explícitos los
cuestionamientos que teóricos como Ángel Rama han hecho sobre el concepto de
aculturación, mismo que entiende la desaparición de los rasgos culturales de una
comunidad al entrar en contacto con un grupo hegémonico o dominante. Así, se
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propone en lugar de dicho término, la idea de transculturación —surgida en el
pensamiento del antropólogo cubano Fernando Ortiz. Rama afirma que este nuevo
concepto permite comprender que en todo proceso de encuentro entre dos pueblos, hay
una resistencia por parte de los “conquistados”, una oposición
[…] a considerar la cultura propia, tradicional, que recibe el impacto externo que habrá de
modificarla, como una entidad meramente pasiva o incluso inferior, destinada a las mayores
pérdidas, sin ninguna clase de respuesta creadora. Al contrario, el concepto se elabora sobre una
doble comprobación: por una parte registra que la cultura presente de la comunidad
latinoamericana (que es un producto largamente transculturado y en permanente evolución) está
compuesta de valores idiosincráticos, los que pueden reconocerse actuando desde fechas remotas;
por otra parte corrobora la energía creadora que la mueve, haciéndola muy distinta de un simple
agregado de normas, comportamientos, creencias y objetos culturales pues se trata de una fuerza
que actúa con desenvoltura tanto su herencia particular, según las situaciones propias de su
desarrollo, como sobre las aportaciones provenientes de fuera (Rama, 2008: 40-41).
La misma interacción cultural se muestra en la exposición que el narrador-escritor de la
novela hace sobre la naturaleza de las tierras ignotas en las que se desarrolla la mayor
parte de la trama. El paso del tiempo transforma la confusión inicial en discernimiento,
pero esta vez no es el mundo natural lo que se consigue, sino la comprensión del ser
desde un plano ontológico:
Durante años, me despertaba día tras día sin saber si era bestia o gusano, metal en somnolencia, y
el día entero iba pasando entre duda y confusión, como si hubiese estado enredado en un sueño
oscuro, lleno de sombras salvajes, del que no me libraba más que la inconsciencia nocturna. Pero
ahora que soy un viejo me doy cuenta de que la certidumbre ciega de ser hombre y sólo hombre
nos hermana más con la bestia que la duda constante y casi insoportable sobre nuestra propia
condición (Saer, 1990: 62).
Las dilucidaciones filosóficas de la novela de Saer, el carácter lúdico de los
microrrelatos de Julio Córtazar y la cercanía con el relato de viaje en la propuesta de
Alfonso Reyes, permiten observar que, desde perspectivas y estilos literarios distintos,
la tradición ejemplar de los bestiarios pervive en la literatura hispanoamericana y ha
dejado una huella indeleble en el desarrollo de su historia. Me parece posible afirmar,
luego del esbozo de análisis, que las tres obras en cuestión plantean la
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refuncionalización de una serie de discursos que tienen su punto de convergencia en los
bestiarios medievales y en los textos de carácter ejemplarizante. Sin duda, el estudio de
la literatura hispanoamericana puede abrir nuevas expectativas críticas y teóricas al
establecer nexos con la tradición escrituraria.
Objetivo General
Dilucidar la manera en que la tradición de los exempla medievales y una de sus
manifestaciones, los bestiarios, han influido en la literatura hispanoamericana del siglo
XX, señalando la manera en que la visión animalesca se ha transformado en la escritura
de nuestro continente, particularmente en tres obras: Historia natural das Laranjeiras,
de Alfonso Reyes; Historias de cronopios y de famas, de Julio Cortázar; y El entenado,
de Juan José Saer.
Metodología
A continuación, presentamos una serie de pasos metodológicos que describen la manera
en que pretendemos alcanzar el objetivo planteado para este estudio y que aclaran las
categorías, herramientas y estrategias a utilizar durante esta investigación.
En primer lugar, es necesario establecer los antecedentes críticos y teóricos que
permitirán el análisis de las tres obras propuestas. Sin duda, existen investigaciones
importantes sobre la influencia del bestiario medieval en la literatura hispanoamericana,
y el objetivo del capítulo inicial del proyecto es hacer un recuento de la tradición
animalística ligada al género ejemplar, incluyendo la visión retórica del exemplum en
Aristóteles, la influencia sobre la visión de la naturaleza que parte de la Historia natural
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de Plinio el viejo, así como la adaptación de este recurso retórico en los bestiarios
medievales, entre los que podemos destacar el Fisiólogo (anónimo, aproximadamente
del siglo II), el Bestiario de Phillip de Thaon (siglo XII), el Bestiario divino de
Guillaume le Clerc (siglo XIII) o el Bestiario de amor, de Richard de Fournival (siglo
XIII). La literatura española tiene, además, el influjo de textos hindúes o árabes, que han
dado como resultado las traducciones de textos como Sendebar o Calila e Dimna. La
exploración de éstos y de la crítica especializada al respecto se realiza con la finalidad
de entender la imagen de las bestias en la comprensión del universo, lo cual permitirá
analizar de manera más completa las obras hispanoamericanas del siglo XX que aquí
interesan.
En seguida, y una vez establecido el marco de referencia sobre la imagen animal
en la tradición, se hará una exploración sobre cómo el género ejemplarizante y el
modelo del bestiario se renuevan con la llegada del hombre europeo a las Indias. Será
necesario revisar el punto de vista de autores —conquistadores, exploradores,
letrados— como Hernán Cortés, Gonzalo Fernández de Oviedo, José de Acosta,
Bernardino de Sahagún, Francisco Hernández, y la abundante crítica sobre el tema. Sin
el establecimiento de estos antecedentes tanto en la historia literaria europea, como su
transformación hispanoamericana, sería imposible entender los textos de Alfonso
Reyes, Julio Cortázar y Juan José Saer que se analizarán.
La inteligencia de la tradición brinda la posibilidad de realizar un estudio
puntual de la visión literaria del siglo XX. El diálogo que se establecerá con el género
ejemplarizante permite explorar la manera en que un tema, la simbolización de la
animalidad, se ha desarrollado en la literatura hispanoamericana, pues la influye
transversalmente y enriquece la comprensión de las épocas, corrientes y géneros. Así, la
visión del otro a través de lo animalesco entrelaza la obra de tres autores de épocas
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literarias distintas, y da paso para vislumbrar cómo dicha temática se transforma y
revela.
En la segunda parte de la investigación interesa dilucidar las adaptaciones que ha
experimentado el modelo del bestiario en tres obras de la literatura hispanoamericana
del siglo XX. En un análisis de los diferentes tópicos que interesan a Alfonso Reyes en
su Historia natural das Laranjeiras, se buscará vincular tal obra con el punto de vista
de los exploradores llegados a América a partir del siglo XVI; la urbanidad ha
transformado la naturaleza y también a ese animal que observa y se maravilla ante un
mundo nuevo como lo hace Reyes —mezclando la fantasía y la crónica, la imaginación
y la memoria— en esta serie de pequeños textos producidos durante su estancia
diplomática en Brasil.
En la segunda fase del análisis, se realizará la vinculación de la moralidad del
exemplum con Historias de cronopios y de famas, de Julio Cortázar, buscando develar
las estrategias paródicas y lúdicas que utiliza el escritor argentino para invertir la
intención didáctica de la tradición que aquí se estudia. Asimismo, se relacionará la
manera en que cronopios, famas y esperanzas se presentan como las criaturas fantásticas
del bestiario o interactúan desde la refuncionalización del discurso de las fábulas.
Por último, interesa mostrar cómo la reconfiguración del género ejemplarizante
y de la descripción hecha por los bestiarios encuentra un nuevo derrotero en El
entenado, de Juan José Saer. Se analizará cómo esta novela invierte la posición del
descubierto y el descubridor: el protagonista del relato encuentra su animalidad y
“comienza” su existencia a partir del contacto con una tribu desconocida en América.
La racionalización de la conducta humana, la explicación de la naturaleza a partir de
presupuestos europeos que tanto interesaba a los llegados al Nuevo Mundo se vive de
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manera opuesta, es decir, lo irracional y la bestialidad revelan el ser de quien ha
decidido contar su historia.
Por supuesto, lo aquí enumerado no agota las posibilidades de exploración de los
temas que pretendemos estudiar y por ello creemos oportuno señalar que durante el
proceso de investigación podrían modificarse, eliminarse o añadirse algunas estrategias
o herramientas de estudio, según se considere pertinente para cumplir con el objetivo
que ha sido planteado.
Índice tentativo
Continuando con lo que se ha proyectado en el objetivo y con base en la metodología
sugerida, se expone a continuación un posible índice para la estructura de este trabajo de
investigación:
1. Los bestiarios, una vertiente del exemplum medieval: el animal y su
simbología en la explicación del universo
1.1. Orígenes del exemplum. La literatura moralizante. Fábulas y
bestiarios
1.2 La transformación del género: América como el depositario de la
imaginación
2. El bestiario del siglo XX: de la literatura moralizante a la modernidad
2.1 Historia natural das Laranjeiras. Alfonso Reyes, un viajero en pleno
siglo XX
2.2 La inversión del exemplum en Cortázar: cronopios y famas como
cuestionamiento de la moralidad
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2.3 El animal contemporáneo y el redescubrimiento de la animalidad en
El entenado, de Juan José Saer
3. Conclusiones
Cronograma
Es necesario establecer un plan de trabajo para llevar a cabo la investigación aquí
propuesta dentro de los tiempos establecidos. Para ello, se iniciará con la elaboración de
los antecedentes teórico-críticos sobre la tradición ejemplar en el periodo agosto-
noviembre de 2015. Inmediatamente después, entre enero y mayo de 2016, se realizará
la revisión y el análisis de la literatura y la crítica ligada a la época de la Conquista de
América y que contribuyeron a transformar el concepto de animalidad. Esta primera
etapa de la investigación tendrá como resultado la presentación del borrador del primer
capítulo en junio de 2016. Cabe mencionar, de igual manera, que tengo contemplado
cubrir los créditos necesarios de las experiencias educativas durante los primeros
semestres del programa.
A continuación, en el periodo agosto-noviembre de 2016, se realizará el análisis
de Historia natural das Laranjeiras de Alfonso Reyes, relacionando la obra con los
antecedentes ya establecidos sobre la tradición ejemplarizante.
Asimismo, durante el semestre enero-junio de 2017 se comenzará el estudio de
Historias de cronopios y de famas; en un primer momento, importa justificar el estudio
de esta obra como representativa de la literatura ejemplarizante para, entonces, ligarla a
los presupuestos históricos, críticos y teóricos establecidos durante la primera parte de
este trabajo.
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Entre agosto y noviembre de 2017 se estudiará El entenado, de Juan José Saer;
al igual que con las dos obras anteriores pertenecientes al siglo XX, se establecerá la
relación de la novela con el discurso de los bestiarios y con las crónicas de Indias,
dando cuenta de su diálogo con la tradición. Al final de este periodo se entregará el
borrador del segundo capítulo de la tesis.
Finalmente, se elaborarán las conclusiones del proyecto y las correcciones del
mismo entre enero y mayo de 2018.
Para la elaboración de este cronograma hemos tomado en cuenta los periodos
vacacionales tentativos de la Universidad Veracruzana. Asimismo, estoy en la
disposición de hacer futuras correcciones al presente cronograma en pos de obtener
resultados óptimos en la investigación.
Actividades Fechas
Elaboración de los antecedentes teórico-críticos
sobre la tradición ejemplar.
Agosto 2015 – Noviembre 2015
Investigación en torno a la concepción de la
animalidad en los textos de la época de la
Conquista de América.
Escritura del borrador del capítulo primero de la
investigación.
Enero 2016 – Junio 2016
Análisis de Historia natural das Laranjeiras, de
Alfonso Reyes.
Agosto 2016 – Noviembre 2016
Análisis de Historias de cronopios y de famas,
de Julio Cortázar.
Enero 2017 – Junio 2017
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Análisis de El entenado, de Juan José
Saer.
Entrega del borrador del segundo capítulo
de la tesis.
Agosto 2017 – Noviembre 2017
Elaboración de las conclusiones del
proyecto de investigación.
Correcciones finales.
Enero 2018 – Junio 2018
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