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¿Censura en México? ¿Cómo se vive hoy la censura en México? La pregunta demanda una respuesta compleja. Para fortuna de muchos, podríamos decir que hoy el periodismo en México pasa por uno de sus mejores momentos en materia de libertad. La alter- nancia en la Presidencia de la República y en buena parte del país trajo con- sigo un notable crecimiento de la libertad para decir. Basta con abrir cualquier periódico para comprobarlo. Tal vez, quien mejor logró resumir este cambio de época fue Carlos Monsivais, que hace algunos años dijo que “antes se requería mucho valor para hablar mal del Presidente de México y ahora se necesita mucho valor para hablar bien de él.” Tenía razón. Hace apenas veinte, veinticinco años, no había duda sobre cuál sería la nota principal de buena parte de la prensa nacional: se trataría con toda seguridad de alguna de las actividades realizadas por el inquilino de Los Pinos el día anterior. No había pierde. Y es que el país era así. Su voluntad solía ser la del Poder Legislativo y el Judicial, su poder era absoluto sobre los gobernadores y alcaldes, su dedo, el gran elector en todo el país, y los actos electo- rales de los partidos de la oposición eran, en los hechos, más testimoniales que amenazas reales a la continuación del PRI en el poder. Por fortuna, desde entonces a la fecha han cam- biado muchas cosas. El PRI ya no es ese gran es- pacio de acceso único al poder, hoy encontra- mos, en todos los niveles, representantes de todos los colores. La incertidumbre sobre el resultado de una contienda forma parte de casi cualquier pro- ceso electoral, y hoy son muchos los actores con capacidad real de influir en el país, y por tanto, son susceptibles de marcar la agenda también de los medios de comunicación. La competen- cia real por el poder se tradujo también en una competencia entre medios por noticias, anunciantes y audiencias, y eso abrió los es- pacios de expresión. En la práctica, todo este cambio en el escenario político resultó muy positivo para todo aquel que tiene algo que decir. Y aunque si bien en éste, como en muchos otros campos, el desarrollo na- cional es disparejo, y lo que hoy se da por hecho en algunas ciudades es todavía algo a lo que se aspira en otros puntos del país, en términos ge- nerales hay una ganancia notable comparado con lo que pasaba hace apenas unas cuántas décadas. Fenómeno al que se agrega el papel de la tecnología, que en sus diferentes formas en el plano de la comunicación – blogs, redes sociales, acceso a medios de todo el mundo, etc- ha hecho más difícil, cuando no práctica- mente imposible, la idea del control de la infor- mación. Si bien es cierto que existen restricciones aún en este tema –como las brechas de acceso y el conocimiento sobre su uso –en términos ge- nerales, aún las sociedades más cerradas, y con mayores restricciones en sus canales de comuni- cación tradicionales, dan muestra de apertura ante lo bajo de los costos que representan estas opciones, y la dificultad técnica que existe para filtrar todo su contenido. ¿O qué autoridad tiene en México la facultad de decidir qué se publica o no en el mundo del ciberespacio? No obstante estos hechos, verificables y a la vista de todos, también es cierto que la liberad, en particular el derecho a la información y la libertad de expresión, enfrentan también amenazas importantes. Por un lado, debido a la permanencia de las viejas formas de con- trol; en el desarrollo inequitativo que ya se apuntaba líneas arriba, se pueden encontrar todavía a gobiernos estatales y municipales que entienden a los medios como meras extensiones del poder. La censura, vía presiones económicas (e incluso a la integridad de los periodistas), están presentes como han documentado instancias nacionales e internacionales en diversos puntos del país. A esas presiones se suman, como es sabido, las restricciones económicas al ejercicio profesional. Grupos mediáticos que extien- den sus intereses a otras actividades y que usan a sus brazos infor- mativos como meros instrumentos de propaganda o de choque contra su competencia; empresas que se ponen al servicio del poder político en aras de obtener beneficios económicos; orga- nizaciones que mantienen precarias condiciones de trabajo para sus empleados, lo que daña la forma en que se ejerce la profesión; o hasta apuestas por las plataformas multimedia – radio, prensa y televisión- sin revisar salarios ni horarios o formas de producción, lo que genera pobreza en la calidad de los contenidos. Se trata de esquemas en los que la principal amenaza a la libertad de expresión no proviene de fuera de los medios sino que nace desde adentro, diferencia importante pero que en términos de pér- dida para el espacio público da exactamente igual ante el efecto de la ausencia de buena información. Por supuesto, no es posible terminar esta reflexión sobre la vigencia de la censura sin mencionar el evidente poder del crimen organiza- do. Consciente del estratégico papel del periodismo en toda so- ciedad, hace tiempo se ha señalado a los medios como un campo de acción más dentro de sus líneas de operación. En el entendido de que la lupa periodística dificulta su operación, parte de los re- cursos del narcotráfico, tratantes de personas y otras formas del cri- men, se han destinado a intimidar y orientar el ejercicio profesional bajo la premisa de que no basta con que se deje de informar, sino que resulta útil condicionar los temas y tratamientos mostrados, para incidir en el comportamiento de autoridades y ciudadanos. Por eso, el panorama hoy es mixto. Se han superado muchos frenos, otros han sobrevivido y se han agregado nuevos obstáculos. Por eso no se puede cantar victoria. No obstante, reconocer que hoy los espacios de libertad son muchos y de gran impacto es un paso importante para no perder lo ganado y para, desde ahí, luchar por lo que falta conseguir. *Politólogo especializado en medios de comunicación, a los cuales ha analizado como periodista, blogger, consultor y obsesivo consumidor, desde hace más de doce años. Actualmente profesor de Periodismo y Comunicación Institucional de la Universi- dad Iberoamericana, autor de enteratehoy.blogspot.com y titular de la primera emisión de Antena Radio en el IMER. Colaboración invitada por Mario Campos* @mariocampos 07

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¿Censura en México?¿Cómo se vive hoy la censura en México? La pregunta demanda una respuesta compleja. Para fortuna de muchos, podríamos decir que hoy el periodismo en México pasa por uno de sus mejores momentos en materia de libertad. La alter-nancia en la Presidencia de la República y en buena parte del país trajo con-sigo un notable crecimiento de la libertad para decir. Basta con abrir cualquier periódico para comprobarlo. Tal vez, quien mejor logró resumir este cambio de época fue Carlos Monsivais, que hace algunos años dijo que “antes se requería mucho valor para hablar mal del Presidente de México y ahora se necesita mucho valor para hablar bien de él.”

Tenía razón. Hace apenas veinte, veinticinco años, no había duda sobre cuál sería la nota principal de buena parte de la prensa nacional: se trataría con toda seguridad de alguna de las actividades realizadas por el inquilino de Los Pinos el día anterior. No había pierde. Y es que el país era así. Su voluntad solía ser la del Poder Legislativo y el Judicial, su poder era absoluto sobre los gobernadores y alcaldes, su dedo, el gran elector en todo el país, y los actos electo-rales de los partidos de la oposición eran, en los hechos, más testimoniales que amenazas reales a la continuación del PRI en el poder.

Por fortuna, desde entonces a la fecha han cam-biado muchas cosas. El PRI ya no es ese gran es-pacio de acceso único al poder, hoy encontra-mos, en todos los niveles, representantes de todos los colores. La incertidumbre sobre el resultado de una contienda forma parte de casi cualquier pro-ceso electoral, y hoy son muchos los actores con capacidad real de influir en el país, y por tanto, son susceptibles de marcar la agenda también de los medios de comunicación. La competen-cia real por el poder se tradujo también en una competencia entre medios por noticias, anunciantes y audiencias, y eso abrió los es-pacios de expresión.

En la práctica, todo este cambio en el escenario político resultó muy positivo para todo aquel que tiene algo que decir. Y aunque si bien en éste, como en muchos otros campos, el desarrollo na-cional es disparejo, y lo que hoy se da por hecho en algunas ciudades es todavía algo a lo que se aspira en otros puntos del país, en términos ge-nerales hay una ganancia notable comparado con lo que pasaba hace apenas unas cuántas décadas. Fenómeno al que se agrega el papel de la tecnología, que en sus diferentes formas en el plano de la comunicación – blogs, redes sociales, acceso a medios de todo el mundo, etc- ha hecho más difícil, cuando no práctica-mente imposible, la idea del control de la infor-mación. Si bien es cierto que existen restricciones aún en este tema –como las brechas de acceso y el conocimiento sobre su uso –en términos ge-nerales, aún las sociedades más cerradas, y con mayores restricciones en sus canales de comuni-cación tradicionales, dan muestra de apertura ante lo bajo de los costos que representan estas opciones, y la dificultad técnica que existe para filtrar todo su contenido. ¿O qué autoridad tiene en México la facultad de decidir qué se publica o no en el mundo del ciberespacio?

No obstante estos hechos, verificables y a la vista de todos, también es cierto que la liberad, en particular el derecho a la información y la libertad de expresión, enfrentan también amenazas importantes. Por un lado, debido a la permanencia de las viejas formas de con-trol; en el desarrollo inequitativo que ya se apuntaba líneas arriba, se pueden encontrar todavía a gobiernos estatales y municipales que entienden a los medios como meras extensiones del poder. La censura, vía presiones económicas (e incluso a la integridad de los periodistas), están presentes como han documentado instancias nacionales e internacionales en diversos puntos del país.

A esas presiones se suman, como es sabido, las restricciones económicas al ejercicio profesional. Grupos mediáticos que extien-den sus intereses a otras actividades y que usan a sus brazos infor-mativos como meros instrumentos de propaganda o de choque contra su competencia; empresas que se ponen al servicio del poder político en aras de obtener beneficios económicos; orga-nizaciones que mantienen precarias condiciones de trabajo para sus empleados, lo que daña la forma en que se ejerce la profesión; o hasta apuestas por las plataformas multimedia – radio, prensa y televisión- sin revisar salarios ni horarios o formas de producción, lo que genera pobreza en la calidad de los contenidos.

Se trata de esquemas en los que la principal amenaza a la libertad de expresión no proviene de fuera de los medios sino que nace desde adentro, diferencia importante pero que en términos de pér-dida para el espacio público da exactamente igual ante el efecto de la ausencia de buena información.

Por supuesto, no es posible terminar esta reflexión sobre la vigencia de la censura sin mencionar el evidente poder del crimen organiza-do. Consciente del estratégico papel del periodismo en toda so-ciedad, hace tiempo se ha señalado a los medios como un campo de acción más dentro de sus líneas de operación. En el entendido de que la lupa periodística dificulta su operación, parte de los re-cursos del narcotráfico, tratantes de personas y otras formas del cri-men, se han destinado a intimidar y orientar el ejercicio profesional bajo la premisa de que no basta con que se deje de informar, sino que resulta útil condicionar los temas y tratamientos mostrados, para incidir en el comportamiento de autoridades y ciudadanos.

Por eso, el panorama hoy es mixto. Se han superado muchos frenos, otros han sobrevivido y se han agregado nuevos obstáculos. Por eso no se puede cantar victoria. No obstante, reconocer que hoy los espacios de libertad son muchos y de gran impacto es un paso importante para no perder lo ganado y para, desde ahí, luchar por lo que falta conseguir.

*Politólogo especializado en medios de comunicación, a los cuales ha analizado como periodista, blogger, consultor y obsesivo consumidor, desde hace más de doce años.Actualmente profesor de Periodismo y Comunicación Institucional de la Universi-dad Iberoamericana, autor de enteratehoy.blogspot.com y titular de la primera emisión de Antena Radio en el IMER.

Colaboración invitadapor Mario Campos*@mariocampos

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Censura… y las lecciones a la audiencia.

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Censura… y las lecciones a la audiencia.Tiempo de Sobremesa

La censura nace de la necesidad de silenciar, omitir –en palabras comunes, de no hacer frente a las cir-cunstancias –. Se trata de un ataque a la manoseada libertad de expresión, que se encuentra a merced, como dice Javier Solórzano, de los mismísimos conce-sionarios y dueños de medios, al menos en la trinchera que nos toca defender.

No todas las agresiones a la libertad de expresión son ataques físicos directos o amenazas, lo son también las dádivas, los regalos como botellas de vino tinto y dinero en efectivo. Para acabar pronto, los tan comentados “chayotes”.

Le pasó a Radio Globo en Honduras, a Revista Pro-ceso en México, si mal no recuerdo, a Globovisión en Venezuela… Referentes hay muchos, pero la re-alidad nos enseña que un medio de comunicación puede ser suspendido simple y sencillamente por opinar distinto.

En un escenario tan poco agradable para el con-sumidor de medios podemos salvar ciertas lecciones:

No somos más la audiencia presa del consumo; hoy se puede decir que los espacios ganados dejan como saldo la obtención honrosa de una concien-cia colectiva, de modelos de pensamiento novedo-sos y pautas de conducta que generan evolución en un grupo de personas que, cada vez más, asimila su rol como sociedad. Ahora somos parte de una realidad alterna. No es diferente, tampoco es mejor, pero al menos es un pretexto para participar, lo mismo del contexto que de la coyuntura y lo superfluo.

Sí, somos una audiencia crítica. Tan lo somos, que será difícil no llegar a preguntarnos el por qué de las cosas, o si los malos de pronto se convirtieron en blancas palomas. Necesitamos mayor transparencia, hacer hincapié en lo que se dice y en lo que no se dice (que tam-bién es importante) para crear una atmósfera de certidumbre. Y que, como lo escribiera en su momento Pascal Beltrán del Río, Director Editorial del periódico Excélsior: TODO se puede preguntar, siempre y cuando seas POLÍTICAMENTE CORRECTO. Este es precisamente el escenario en el que nos toca desenvolvernos, gracias al escozor y furor que cau-sa tal entorno: la publicación del mero hecho que

lleva mano en la presión ejercida para con los integrantes de medios de comunicación, ahora nos ayuda a encontrar los puntos débiles de la propia censura. Hoy simple y sencillamente nos queda cuestionar y analizar, lo demás se queda en el vacío.

Muchas veces todo comenzó con un rumor, lo importante del caso es saber que el daño se hizo, lo relevante es el costo político para todos.

Hoy, con sus matices y con las salvedades del caso, los ciudadanos no le dan la espalda al mensajero para abrazar al estado, pero tampoco sucede lo contrario.

El consejo debe ser el siguiente: Navegar con la consigna de no esperar a que nos priven de la libertad de expresión para defenderla, por el contrario, tomar los medios necesarios para hacerlo antes de que suceda dicha privación.

Es en este caso el derecho, pero sobre todo el deber de consumidores de medios comunicati-vos (y librepensadores), hacer frente al acoso que trate de poner freno al acceso a la información.

La censura es un elemento fundamental, pero está en nosotros no mantenernos al servicio de artilugios propagandísticos. La idea sería hacer público lo inexcusable, cerrando la brecha a du-dar si debemos o no analizar y criticar a sabien-das de que posiblemente nos veamos envueltos en represión.

La lección más importante para las audiencias es que podrán alzarse algunas voces para poner en guardia a la opinión pública, pero lo harán sin un ardid revanchista, aunque en efecto puedo pecar de ingenuo.

Todos podemos confrontar a la degradación de la libertad de expresión y de opinión, como es-cribí anteriormente, a nosotros, además de que nos queda la palabra, nos toca permanecer en espíritu combativo para garantizar que seguire-mos siendo una sociedad abierta en la que se respeten las garantías individuales.

Lo cierto es que las preguntas se irán respondi-endo en tanto se hagan públicas las posturas de los actores principales de cada historia, pero las dudas no se disiparán del todo en tanto no nos propongamos cuestionar.

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Por: Alex García@RealAleGarcia