puntos de vista generales acerca del sueño
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8/19/2019 Puntos de Vista Generales Acerca del Sueño
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PUNTOS DE VISTA GENERALES
ACERCA DE LA P S I C O L O G ~ A E LOS SUENOS*
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LOS uefios son una formaci6n psiquica que a diferencia de 10s
otros contenidos de la consciencia por su forma y su contenido
semintico no se hallan aparentemente en continuidad con el
desarrollo de 10s contenidos conscientes. En cualquier caso por
regla general 10s suefios no aparecen como un componente
integrador de la vida animica consciente sino mis bien como
una vivencia externa y aparentemente casual. Las razones de
esta situaci6n excepcional de 10s suefios estriban en su peculiar
genesis: a diferencia de otros contenidos de la consciencia 10s
suefios no parten de una continuidad clara 16gica y emocional
de las vivencias sino que son restos de una actividad psiquica
caracteristica que tiene lugar durante el suefio. Esta ginesis aisla
ya a 10s suefios de 10s restantes contenidos de la consciencia
per0 lo que mis 10s aisla es su peculiar contenido que contrasta
fuertemente con el pensamiento consciente.
Un observador atento sin embargo descubriri sin dificul-
tad que 10s suefios no se salen completamente de la continuidad
de la consciencia ya que en casi todos ellos se pueden encon-
trar ciertos detalles que proceden de impresiones pensamientos
y estados de inimo del dia o de 10s dias anteriores. En ese senti-
Publicado originalmente en ing lis como
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do si existe una continuidad aunque hacia atrds. Probablemen-
te a nadie que dedique un vivo interts a1 problema de 10s sue-
fios se le habri escapado que tstos tambitn poseen una conti-
nuidad hacia adelante si se me permite la expresi61-1 pues en
ocasiones 10s suefios repercuten notablemente en la v~ d a ental
consciente incluso en personas que no tienen por qu t ser con-
sideradas supersticiosas ni especialmente anormales. Estas re-
percusiones ocasionales consisten casi siempre en alteraciones
rnis o menos claras del estado de Bnimo.
445
Debido a esta frigil relaci6n con 10s restantes contenidos
Gnsci entes el recuerdo del suefio es tan fugaz. Muchos suefios
incluso nada mis despertarse se sustraen a la reproducci6n;
*
otros s61o se pueden reproducir con una fidelidad muy dudosa
y
s610 relativamente pocos se pueden calificar de clara y fide-
dignamente reproducibles. Este peculiar comportamiento res-
b e c t o su reproducci6n se puede comprender a partir de la
cualidad de la combinaci6n de representaciones que aparecen
en 10s suefios. diferencia del pensamiento 16gicamente orien-
tado que podemos contemplar como una caracteristica especial
del proceso mental consciente la combinaci6n de representa-
ciones de 10s suefios es esencialmente fantistica; un tip0 de
combinaci6n que proporciona coherencias que por regla gene-
\
ral le son completamente ajenas a1 pensamiento real.
446
este caricter le deben 10s suefios el vulgar epiteto de
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PUNTOS DE VISTA GENERALES ACERCA DE LA PSI COL OGI A DE LOS SUEROS
regla ha de ser aplicada tambiCn a 10s suefios. Asi pues, si tene-
mos que explicar un suefio desde el punto de vista psicol6gic0,
primer0 hemos de saber de qu6 vivencias anteriores estii com-
puesto. De cada fragment0 del suefio hay que intentar averiguar
sus antecedentes. Pondrt un ejemplo: Alguien suefia que
va por
calle y, d e repente , salta por 10s aires un niGo atro pell ado por
u n a u to m dv i l .
452
Reduzcamos esta imagen del suefio, con la ayuda de 10s re-
cuerdos del sofiante, a sus antecedentes. Reconoce la calle como
una calle determinada por la que pas6 el dia anterior. Reconoce
a1 nifio como a1 hijo de su hermano, a quien habia visitado la
vispera del suefio, viendo a1 nifio. El accidente de autom6vil le
-
recuerda a un accidente ocurrido efectivamente unos dias antes,
del que se habia enterado por el peribdico. Como es sabido, un
J
juicio vulgar se conforma con una reducci6n de este tipo. Uno
dice: ((Ajii, por eso he tenido ese suefio,,.
Desde el punto de vista cientifico esta reducci6n es total-
mente insuficiente. El sofiante habia pasado el dia anterior por
muchas calles; Zpor quC en su suefio eligi6 precisamente Csa? El
1 -
sofiante se habia enterado por el peri6dico de varios accidentes;
( J , ,
Zpor qut eligi6 precisamente Cse? Asi pues, con el descubri-
&k-
miento de un antecedente no es suficiente, ya que s610 la concu-
i
i
rrencia de varias
causae
puede dar lugar a una determinaci6n
plausible de las imiigenes del suefio. El registro de material si-
,
gue el mismo principio de la rememoracibn, tambiCn denoml-
'
:
nado me'todo de asociacidn libre. Dicho registro, como fiicil-
1 ,
mente puede comprenderse, da por resultado un material muy
'
variado y parcialmente heterogkneo que aparentemente s610 tie-
,
, *
ne en comtin que esti asociativamente vinculado a1 contenido
6
del suefio, pues de lo contrario no se habria podido reproduclr
a partir del contenido del suefio.
Desde el punto de vista ttcnico, una pregunta importante es
hasta d6nde debe llegar el registro de material. Dado que, a1 fin
y a1 cabo, a partir de cualquier punto del alma se desarroll.1
todo el contenido vital, en teoria se puede registrar para cad.1
suefio todo el contenido vital anterior. Sin embargo, s610 nece-
sitamos tanto material como nos sea imprescindible para corn-
prender el contenido del suefio. La delimitaci6n del material es,
naturalmente, un proceso arbitrario basado en el principio d c
Kant segiin el cual comprender no es otra cosa que conocer ell
la medida suficiente para nuestra intencidn . Si por ejemplo
Cf. Introduccidn a
Die Logik, p 377
i
registramos las
causae
de la Revoluci6n Francesa, en el registro
de material no s61o podemos incluir la historia medieval de :
Francia, sino tambiCn la historia romana
y
griega, lo cual no cces
,
ecesario para nuestra intenci6n~, a que podemos comprender
.* ;?
perfectamente el origen hist6rico de la Revoluci6n con un ma->
terial mucho miis limitado. Asi pues, a la hora de recoger mate- h,) :
*
rial de un suefio llegaremos hasta donde nos parezca necesario)
'
0
para poder extraer del suefio un significado evaluable.
,
s
El registro de material estii fuera del arbitrio del investiga- 0
i
dor,-
sal~o.~~~~rlam~ion~a~~1tmifaci6~ ~a;T;~f;~ria.~
conti- \ l r ,
i
nuacibn, el material registrado ha de ser sometido a un proceso
6
de examen, a una elaboraci6n minuciosa como la que se aplica
,-
a todo material hist6rico o cientifico-experimental. Se trata de
un mCtodo substancialmente comparativo que, naturalmente,
no funciona de manera automiitica, pues en buena parte depen-
de de la habilidad y la intenci6n del investigador.
456
Si se ha de explicar un hecho psicolbgico, debemos recordar
I
ue lo psicol6gico exige un doble mod0 de observaci6n: causal
y
finalista. Digo a prop6sito finalists,) para evitar una confu-
si6n con el concept0 de lo teleol6gico.
A1
hablar de ((finalidad,
me refiero simplemente a la aspiraci6n a un fin inmanente a la
psicologia. En lugar de ((aspiracibn a un fin,) podria decirse
tambiCn ((sentido final*. Todos 10s fen6menos psicol6gicos po-
seen un sentid o de estas caracteristicas, incluso 10s fen6menos
meramente reactivos, como por ejemplo las reacciones emocio-
nales. La ira por haber sido agraviado tiene el sentido final de
venganza; la ostentaci6n de tristeza tiene el sentido final de pro-
vocar compasidn en 10s demiis.
157
Si aplicamos a1 material registrado del suefio un mod0 de
observaci6n causal reducimos el contenido manifiesto del suefio
a determinadas tendencias fundamentales o ideas biisicas presen-
tadas por el material que, como tales, son de naturaleza elemen-
tal y general. Un joven paciente suefia por ejemplo lo siguiente:
((Est oy n un huerto aje no y cojo una manz ana de u n a'rbol. Miro
con cuidad o a m i alrededor por si acaso me ve alguienn.
15n
El material asociativo del suefio es el siguiente: recuerda
que cuando era un muchacho cogi6 sin permiso unas cuantas
peras de un huerto ajeno. El sentimiento de mala conciencia,
que en el suefio destaca especialmente, le recuerda una situa-
ci6n del dia anterior. Se habia encontrado por la calle a una
joven conocida que le era indiferente,
y
cambiado con ella unas
palabras. En ese momento se le acerc6 un conocido
y
le entr6
repentinamente una extrafia sensaci6n de timidez, como si tu-
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LA
P S I C O L O G ~ A
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L O S
S U E O S
viera mala conciencia. La manzana le recuerda la escena del
Paraiso y que en realidad nunca ha entendido por quC comer
sin permiso una manzana tuvo tan graves consecuencias para
nuestros primeros padres. Dice que siempre le ha irritado la
injusticia de Dios en aquel momento, pues Dios cre6 a 10s hom-
bres tal y como son, con toda su curiosidad y su avidez.
459
TambiCn le viene a la memoria su padre, que a veces le cas-
tigaba incomprensiblemente por ciertas cosas. El castigo mis se-
vero fue cuando le pi116 mirando a escondidas a las sirvientas
baiiindose.
A
continuaci6n, confiesa que hace muy poco ha co-
menzado una relaci6n amorosa, todavia no llevada a su extremo
natural, con una camarera de hotel. La noche anterior a1 sueiio
habia tenido una cita con ella.
460
Si echamos un vistazo a este material vemos que el sueiio
guarda una relaci6n muy evidente con el suceso del dia ante-
rior. La escena de la manzana, por el material asociado a ella, es
indudablemente una escena de cark te r er6tico. Por cualesquie-
ra otras posibles razones, tambiCn podria considerarse muy pro-
bable que esa vivencia del dia anterior surtiera efecto en el
suefio. El joven, en el sueiio, toma la manzana paradisiaca quc
todavia no ha tomado en realidad. El restante material asociati-
vo del suefio se ocupa de otro suceso del dia anterior, ese extra-
fio sentimiento de mala conciencia que le habia entrado mien-
tras hablaba con la joven que le era indiferente; luego, dcl
pecado original del Paraiso y, finalmente, de un pecado er6tico
de su infancia por el que fue severamente castigado por su pa-
dre. Estas asociaciones se mueven en la linea de la
culpa
461
Apliquemos, en primer lugar, el mod0 de observaci6n cau-
sal de Freud a1 material obtenido, o, como dice Freud, ccinter-
pretemosn este sueiio. Del dia anterior a1 sueiio queda un deseo
no satisfecho. Este deseo se cumple en el sueiio bajo el simbolo
de la escena de la manzana. ?Por quC esta satisfacci6n del deseo
aparece velada, es decir, envuelta en una imagen simbblica, el)
lugar de ser un pensamiento sexual claro? Freud remite a1 in-
equivoco factor de culpa que hay en este material y dice: 1;
moralidad impuesta a este joven desde la infancia es la quc
intenta reprimir esta clase de deseos y la que imprime a1 desco
natural el sello de lo doloroso e incompatible. De ahi que estc
doloroso pensamiento reprimido s610 pueda abrirse paso ccsi111-
bblicamentes. Como estos pensamientos son incompatibles co11
el contenido moral de la consciencia, una instancia psiquica a
1;
que Freud denomina
censura
se encarga de que este deseo
n o
pase a la consciencia sin disfraz,,.
462
El modo de observaci6n finalista de 10s suefios, que contra-
pongo a la visi6n de Freud, no significa -me interesa dejar cons-
tancia expresa de ello- una negaci6n de las causae del suefio,
sino una interpretaci6n diferente del material asociativo. Los he-
chos, es decir, el material asociativo, siguen siendo 10s mismos,
per0 la vara con la que se miden es distinta. La pregunta se puede
formular de la siguiente manera: ?Para quC sirve este sueiio? ?QuC
pretende conseguir? Este planteamiento no es arbitrario, pues
puede aplicarse a toda actividad psiquica. En cualquiera de ellas
puede preguntarse su porquC y para quC, pues toda formaci6n
orginica posee una complicada estructura de funciones con un
fin definido y cada una de ellas tambiCn se descompone en una
serie de hechos aislados dirigidos a un fin.
163
Esti claro que el suefio aporta respecto a la vivencia er6tica
de la vispera un material que subraya ante todo el factor de la
culpa del act0 er6tico. La misma asociaci6n ya se ha revelado
eficaz en la otra vivencia de la vispera, a saber, en el encuentro
con la dama indiferente, pues tambiCn Cste vino acompaiiado
autom6tica y sorprendentemente por el sentimiento de mala
conciencia, como si tambiCn entonces hiciera algo inoportuno.
Esta vivencia se introduce en el sueiio, donde se refuerza a1
asociarse con el material correspondiente, en la medida en que
la vivencia er6tica de la vispera viene representada en forma del
pecado original en el Paraiso, tan duramente castigado.
4 84
Y ahora digo lo siguiente: Existe una inclinaci6n o tenden-
cia, inconsciente para el sofiante, a representarse su vivencia
er6tica como culpa. De mod0 caracteristico, el suefio se asocia
con el pecado original, que el joven nunca entendi6 por quC se
castig6 tan draconianamente. Esta asociaci6n arroja luz sobre
10s motivos por 10s que el soiiante no pens6 simplemente: {
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PUNTOS
E
VIST GENER LES CERC
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L P S I C O L O G ~ E
LOS
SUEQOS
tes a un deseo tan imperioso. Si tenemos en cuenta este hecho
debemos declarar razonable este sueiio, ya que hace sentir a1
joven cierta necesidad de contemplar su conducta erdtica desde
el punto de vista moral. Algunas tribus muy primitivas tenian ya
una legislaci6n sexual extraordinariamente severa. Este hecho
demuestra que especialmente la moral sexual es un factor nada
despreciable en la funcidn animica superior, por lo que merece
ser muy tenido en cuenta. Asi pues, en este caso habria que
decir que el joven, un poco atolondradamente, hipnotizado por
el ejemplo de sus amigos obedece a su deseo er6tico sin acor-
darse de que el hombre es tambi tn un ser moralmente responsa-
ble, en la medida en que ha creado la moral y, voluntaria o
involuntariamente, se somete a su propia creaci6n.
466
En este suefio podemos reconocer una funci6n compensa-
dora de lo inconsciente, consistente en que aquellos pensamien-
tos, inclinaciones y tendencias de la personalidad humana que
en la vida consciente destacan demasiado poco entran alusiva-
mente en funcionamiento mientras se duerme, cuando el proce-
so consciente esti en gran medida interrumpido.
467 Sin embargo, se puede plantear la siguiente pregunta: ?De
qut le sirve esto a1 sofiante si no entiende el suefio?
468 Debo advertir que la comprensi6n no es un proceso exclusi-
vamente intelectual, ya que, como demuestra la experiencia,
innumerables cosas pueden influirle a1 hombre, incluso conven-
cerle de la manera mis eficaz, sin que Sean intelectualmente
comprendidas. Me limitart a recordar la eficacia de 10s simbo-
10s religiosos.
469 Seglin el ejemplo presentado, se podria llegar ficilmente a
pensar que la funcidn de 10s suefios ha de ser directamentc
entendida como una funci6n .;.moral,. Tal es el aspect0 quc
ofrece el ejemplo anteriormente mencionado, per0 si recorda-
mos la fdrmula segfin la cual 10s suefios contienen sus respecti-
vos materiales subliminales ya no podemos seguir hablando en-
tonces de una funcidn ccmoral,,. Porque hay que tener en cuenta
que 10s suefios de aquellas personas cuya conducta es de una
moralidad intachable sacan a relucir materiales que, en el senti-
do consagrado por el uso, han de calificarse de ccinmorales .
Recordernos, por ejemplo, c6mo se alegraba san Agustin de n o
ser responsable de sus sueiios ante Dios. Lo inconsciente es lo
no sabido, por lo que no resulta extraiio que el sueiio aporte i
la respectiva situacidn psicoldgica consciente todos aquellos
as
pectos que desde un punto de vista totalmente diferente serial1
esenciales. Es evidente que esta funci6n de 10s suefios supone UII
equilibrio psicol6gic0, una compensaci6n absolutamente indis-
pensable para una conducta ordenada. Igual que en el proceso
de reflexi6n consciente es imprescindible que aclaremos en lo
posible todos 10s aspectos y las consecuencias de un problema
para hallar la soluci6n correcta, asi tambitn este proceso conti-
ntia automiticamente mientras dormimos, es decir, en un esta-
do mAs o menos inconsciente en el que, segiin parece por las
experiencias acumuladas, a1 soiiante se le ocurren, a1 menos por
alusi6n, todos aquellos puntos de vista que durante el dia ape-
nas habian sido tenidos en cuenta o no lo habian sido en abso-
luto, es decir, que eran relativamente inconscientes.
47
En lo que se refiere a1 muy discutido simbolismo de 10s
sueiios, su valoraci6n varia mucho segiin lo consideremos desde
el punto de vista causal o finalista. La concepci6n causal de
Freud parte del deseo reprimido expresado en 10s suefios. Este
deseo es siempre relativamente sencillo y elemental y puede
esconderse tras mtilti~les nvoltorios. Asi, por ejemplo, el joven
mencionado podria haber sofiado igualmente que tenia que abrir
una puerta con una llave, o que viajaba en aeroplano, o que
besaba a su madre, etc. Desde este punto de vista, todo podria
tener el mismo significado. Por ese camino, 10s adherentes a la
escuela de Freud han Ilegado, por poner un ejemplo extremo, a
considerar todos 10s objetos alargados de 10s sueiios como sim-
bolos filicos y todos 10s objetos redondos o huecos como
simbolos femeninos.
171
Para la concepci6n finalista, las distintas imigenes del sueiio
tienen un valor propio. Si, por ejemplo, el joven, en Iugar de la
escena de la manzana, hubiera sofiado que tenia que abrir una
puerta con llave saldria a relucir otro material asociativo que
habria ampliado la situaci6n consciente de manera distinta a
como lo hace el material asociado a la escena de la manzana.
Para este punto de vista lo razonable reside precisamente en la
diversidad de las manifestaciones simb6licas del suefio, y no en
su univocidad. La concepci6n causal tiende, por su propia natu-
raleza, a la univocidad, es decir, a significados simb6licos fijos.
La concepci6n finalista, por el contrario, ve en la imagen di-
ferente del suefio la expresi6n de una situaci6n psicol6gica
diferente. No conoce significados simb6licos fijos. Desde su
punto de vista, las imigenes del suefio son importantes por si
mismas, ya que albergan el significado por el que precisamente
aparecen en el suefio. Siguiendo con el ejemplo anterior, vemos
que desde el punto de vista finalista el simbolo del suefio tiene
mis bien el valor de una paribola: no oculta, ilustra. La escena
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PUN TOS DE VIST GENER LES CERC DE L PSICO LOGI DE LOS SUEhO S
de la manzana recuerda claramente a1 factor de la culpa; a1
mismo tiempo, encubre la acci6n de nuestros primeros padres.
472
Segtin la perspectiva adoptada llegamos, pues, a interpreta-
ciones muy diferentes del significado del suefio. Ahora bien, la
cuesti6n es quC interpretaci6n es la mejor o la mis acertada.
Tener una interpretaci6n del significado de 10s suefios es para
nosotros 10s terapeutas una necesidad prktica, no te6rica. Si
queremos tratar a nuestros pacientes, por razones muy concre-
tas debemos conseguir 10s medios que nos permitan educar efi-
cazmente a1 enfermo. Del ejemplo anteriormente mencionado
deberia desprenderse que el registro del material relativo a1 sue-
fio ha puesto sobre el tapete una cuesti6n id6nea para abrirle
10s ojos a1 joven ante muchas cosas que antes le pasaron des-
apercibidas. Y a1 pasarlas por alto tambitn se olvidaba de si
mismo, pues el joven posee un sentido moral y una necesidad
moral como cualquier otra persona. Si intenta vivir sin tener en
cuenta esta circunstancia vivir5 entonces de forma unilateral e
incompleta o, por asi decir, descoordinadamente, lo que para la
vida psiquica tiene las mismas consecuencias que una dieta uni-
lateral e incompleta para el cuerpo. Para inculcar en una indi-
vidualidad la completud y la autonomia necesitamos asimilar
todas aquellas funciones que todavia no hayan alcanzado un
desarrollo consciente o que lo hayan alcanzado escasamente.
Para lograr este objetivo tenemos que abordar, por razones te-
raptuticas, todos aquellos aspectos inconscientes de lo que nos
aportan 10s materiales de 10s suefios. De ahi que sea ficilmente
comprensible que precisamente la concepci6n finalista supone
una gran ayuda para la educaci6n prictica del individuo.
473
A1 espiritu cient ifico-natural de nuestra Cpoca, que piensa
de mod0 estrictamente causal, le gusta mucho m6s la concep-
ci6n causal. De ahi que en lo relativo a una explicaci6n cienti-
fico-natural de la psicologia de 10s sueiios, la concepci6n causal
de Freud tenga una importancia extraordinaria. mi, sin em-
bargo, no me parece completa, ya que la psique no debe com-
prenderse de manera meramente causal, tambitn requiere una
observaci6n finalista. S610 la combinaci6n de ambos puntos de
vista -que hoy no se ha efectuado todavia de un mod0 cienti-
ficamente satisfactorio por las enormes dificultades tanto te6ri-
cas como prkticas- puede proporcionarnos una interpreta-
ci6n mis completa de la esencia de 10s suefios.
474
Quisiera ahora comentar brevemente otros problemas de la
psicologia de 10s suefios que quedan fuera del debate general
sobre el problema del suefio. En primer lugar, veamos la cues-
ti6n de la
clasificaci6n de 10s sueiios
No quiero valorar excesi-
vamente la importancia pr6ctica ni te6rica de esta cuesti6n.
A
afio tengo que trabajar sobre un material de
1 500
a
2 000
suefios; con esta experiencia he podido constatar que efectiva-
mente existen suefios tipicos. Sin embargo, no son demasiado
frecuentes y, en la concepci6n finalista, pierden mucha de la
importancia que tienen, en lo relativo a1 significado simb6lico
fijo, para la interpretacidn causal. Los motivos tipicos de 10s
suefios me parecen muy importantes porque permiten una com-
paraci6n con 10s motivos mitol6gicos. Muchos de esos motivos
mitol6gicos, por cuya catalogaci6n ha contraido mCritos ex-
traordinarios sobre todo Frobenius, se encuentran tambiCn en
10s suefios de muchas personas, y a menudo exactamente con el
mismo significado. Por desgracia, la limitaci6n de espacio no
me permite aportar material pormenorizado, como he hecho en
alg6n otro lugar. Pero deb0 subrayar que la comparaci6n de 10s
motivos tipicos de 10s suefios con 10s motivos mitol6gicos sugie-
re la idea de interpretar, como ya lo hizo Nietzsche, el pensa-
miento de 10s suefios como una clase de pensamiento filogent-
ticamente m6s antigua. El ejemplo del suefio anteriormente
mencionado puede ayudarnos a entender esto mejor que otros
muchos. Recordemos que aquel suefio presentaba la escena de
la manzana como representaci6n tipica de la culpa er6tica. La
idea que se puede abstraer de ahi rezaria del siguiente modo:
Hago ma1 en actuar ash. De manera caracteristica, el suefio
casi nunca se expresa de este mod0 16gicamente abstracto, sino
siempre mediante un lenguaje parab6lico o aleg6rico. Esta pe-
culiaridad es asimismo una caracteristica de las lenguas primiti-
vas, cuyos floridos modismos siempre nos llaman la atenci6n. Si
recordamos 10s monumentos de la literatura antigua, como por
ejemplo el lenguaje aleg6rico de la Biblia, vemos que lo que hoy
se consigue a travCs de la abstraccibn, por aquel entonces se
conseguia mediante la alegoria. Incluso un fildsofo como Plat611
no renunci6 a expresar determinadas ideas fundamentales por
medio de la alegoria.
I /
Asi como nuestro cuerpo conserva las huellas de su evolu-
ci6n filogenetica, lo mismo le ocurre a1 espiritu humano. Por
eso la posibilidad de que el lenguaje alegbrico de nuestros sue-
fios sea un vestigio arcaico no tiene nada de sorprendente.
A1 mismo tiempo, el rob0 de la manzana de nuestro ejem-
plo es uno de 10s motivos tipicos de 10s suefios y se repite con
diversas variantes en muchos de ellos. Esta imagen es asimismo
un motivo mitol6gico muy conocido, que no s610 nos sale a1
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D I N M I C
D E L O I N C O N S C I E N T E
PUNTOS DE VIST GENER LES CERC DE L PSIC OLOGI DE LOS SUEmOS
encuentro en el relato del Paraiso, sino en numerosos mitos y
leyendas procedentes de todos 10s tiempos y lugares. Es una de
las imiigenes universalmente humanas que pueden aparecer una
y otra vez, de manera aut6ctona, en cualquier persona y Cpoca.
De este modo, la psicologia de 10s suefios nos abre el camino
hacia una psicologia comparada universal, de la que cabe espe-
rar la misma comprensi6n de la evoluci6n y estructura del alma
humana que la que nos depara respecto a1 cuerpo humano la
anatomia comparada.
77
Asi pues, el sueiio nos proporciona mediante un lenguaje
aleg6ric0, esto es, mediante una representaci6n sensorialmente
concreta, ideas, juicios, interpretaciones, directivas y tendencias
que, por represi6n o simple desconocimiento, eran inconscien-
tes. Puesto que son el contenido de lo inconsciente y puesto que
el suefio es un derivado de 10s procesos inconscientes, Cste serri
precisamente una representach de 10s contenidos inconscien-
tes. No existe, sin embargo, una representaci6n de 10s conteni-
dos inconscientes en general, s610 determinados contenidos quc
la situaci6n consciente momentiinea cita y escoge por asocia-
ci6n. Consider0 esta constatacidn un punto de vista muy impor-
tante en la prictica. Si queremos interpre~ar n sue60 correcta-
mente, necesitamos un conocimiento s6lido de la situaci6n
consciente momentinea, pues el suefio contiene su ampliaci6n
inconsciente, es decir, el material que es ti constelado en lo in-
consciente por la situaci6n consciente momentinea. Sin estc
conocimiento es imposible interpretar un suefio con la certeza
suficiente, prescindiendo naturalmente de 10s aciertos casuales.
PondrC un ejemplo para ilustrar lo dicho:
78
Un dia vino un sefior por primera vez a mi consulta. Mc
explicd que tenia toda clase de aficiones eruditas y que tambii.11
se interesaba por el psicoanilisis desde el punto de vista litera-
rio. Dijo que estaba sanisimo
y
que no venia ni mucho menos
como paciente, sino hic amente por intereses psicol6gicos. Dis
frutaba de una situacidn muy acomodada
y
le sobraba mucho
tiempo para ocuparse de todo lo habido y por haber. Queri;~
conocerme para que yo le introdujera en 10s secretos te6ricob
del aniilisis. Segiin 61, tenia que resultarme muy aburrido ocu
parme de personas normales, porque seguro que me interesabn~l
mi s 10s locos)>.Unos dias antes me habia escrito para pregull
tarme cuiindo podria recibirle. En el transcurso de la convers;]
ci6n abordamos enseguida la cuesti6n de 10s suefios. Entoncc:,
le preguntC si la noche anterior habia sofiado algo. Me dijo
~ I I .
si y me cont6 el siguiente suefio: Estoyen un a habitacibn drs
nuda, donde me recibe una especie de enfermera que me quiere
obligar a sentarm e encima de u na m esa e n la que hay u n frasco
de kkfir que m e tengo que beber. Yo queria ver a1 doctor Jung,
pero la enfermera me dijo que me encontraba en u n hospital y
que el doctor Jung no tenia tiempo para recibirme)).
79 Por el contenido manifiesto del sueiio ya se ve que la expec-
tativa de visitarme habia constelado de un mod0 u otro lo in-
consciente. Las asociaciones arrojan el siguiente resultado: So-
bre la habitaci6n desnuda: ~ Una specie de recibidor glacial,
como de un edificio oficial, la sala de recepci6n de un hospital.
Nunca he estado en un hospital como paciente)). Sobre la enfer-
mera: ~~Tenian aspect0 antipitico, era bizca. Me recuerda a
una echadora de cartas y quiromiintica a la que fui a ver un dia
para que me adivinara el futuro. Una vez estuve enfermo y me
cuidaba una diaconisa)). Sobre la botella de kCfir:
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8/19/2019 Puntos de Vista Generales Acerca del Sueño
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P U N T O S D E V I S T A G E N E R A L E S A C E R C A D E LA P S I C O L O G [ AD E LOS S U N O S
10s suefios son compensatorios con respecto a1 contenido de la
consciencia, per0 no en todos 10s suefios sale a relucir la fun-
ci6n compensadora tan claramente como en este ejemplo.
A
pesar de que el suefio contribuye a la autorregulaci6n psicol6gi-
ca aportando automiticamente todo lo reprimido y no tenido
en cuenta o no sabido, sin embargo su significado compensato-
rio a menudo no esti tan claro, ya que todavia disponemos de
un conocimiento muy incompleto acerca de la esencia y de las
necesidades del alma humana. Existen compensaciones psicol6-
gicas aparentemente muy remotas. En estos casos hay que re-
cordar que cada hombre, en cierto sentido, representa a toda la
humanidad
y
su historia. Y lo que en la historia de la humani-
dad, en general, ha sido posible, tambiCn es posible, en particu-
lar, en cada individuo. Lo que ha necesitado la humanidad, lo
necesita tambiCn, dado el caso, el individuo. Por eso no es sor-
prendente que en 10s suefios desempefien un papel importante
las compensaciones religiosas. Que esto ocurra en mayor medi-
da precisamente en nuestra Cpoca es una consecuencia natural
del materialism0 que prevalece en nuestra cosmovisi6n.
484
El significado compensatorio de 10s suefios no. es una inven-
ci6n nueva ni un fenitmeno artificial creado por la intenci6n
interpretativa, sino algo que se desprende de un ejemplo dc
suefio muy antiguo y conocido, que se encuentra en el cuarto
capitulo del profeta Daniel [7 131: Cuando Nabucodonosor se
encontraba en la cima del poder, tuvo el siguiente suefio:
7. y he aqui que un PrboI se hallaba
en
mitad de la tierra;
era
muy
alto.
8.
El Prbol creci6 y se fortaleci6, su cima llegaba
hasta
el
cielo,
su
corona hasta 10s confines de
la
tierra.
9. Su
ramaje
era be110
y
tenia frutos en abundancia,
en
61
habia
aliment0
para
todos. Bajo 61 hallaban sombra
10s
animales dcl
campo,
en
sus
ramas
vivian 10s pPjaros del cielo,
y
de
61 sc
alimentaba todo ser vivo. 10. Luego, entre las caras que se m i b
aparecieron en mi lecho,
vi
c6mo descendia del cielo
un guar
dihn, un santo. 11. Este orden6 con una voz poderosa: iDcs-
mochad el 6rbol
y
cortadle
las
ramas, quitadle
las
hojas
y
dcs-
truid sus frutos 12. iQue se
vayan
10s
animales
que hay debajo
y
10s
p6jaros de sus ramas 12. Pero dejad la raiz
en
la tierrn,
con cadenas de hierro
y
bronce, en
la
hierba del campo;
cl
rocio del cielo lo humedecer6 y compartir6 con 10s animalcs
las
plantas
de la tierra. 13. Asi sustituir6
su
corazdn humano
por un coraz6n animal, y
pasar6n
por 61 siete estaciones.
485
En la segunda parte del suefio el Qrbol se personifica, de till
mod0 que se ve claramente que ese gran irbol es el propio rey
sofiando. Asi interpreta tambiCn Daniel el suefio. Su sentido es,
inconfundiblemente, un intento de compensaci6n de 10s deli-
rios de grandeza que, segtin noticias posteriores, se convirtieron
en una verdadera enfermedad mental. La interpretaci6n del pro-
ceso del suefio como un proceso compensatorio podria respon-
der, en mi opinidn, a la esencia del proceso biol6gico en gene-
ral. La interpretaci6n de Freud se mueve en la misma direccibn,
pues tambiCn atribuye a1 suefio un papel compensatorio: seguir
durmiendo. Tal y como ha demostrado Freud, hay muchos sue-
fios que ponen en evidencia c6mo determinados estimulos que
se prestan a despertar a1 sofiante son desfigurados de tal mod0
que favorecen la intenci6n de la voluntad de dormir o de no ser
molestado. Asimismo, hay numerosos suefios en 10s que -como
tambiCn ha demostrado Freud- estimulos perturbadores in-
trapsiquicos, como la aparici6n de ideas personales que se pres-
tan a desencadenar reacciones afectivas rnis fuertes, son desfi-
gurados hasta adaptarse a un determinado context0 del suefio
que oculta las ideas dolorosas a1 punto de imposibilitar una
mayor acentuaci6n afectiva.
III~
Frente a ello, sin embargo, no debe olvidarse el hecho de
que son precisamente 10s suefios 10s que rnis perturban el dor-
tnir; hay incluso suefios -y no pocos- cuya dramit ica estruc-
tura apunta -de una manera, por asi decir, 16gica- hacia una
situaci6n tan sumamente emocional que acaba por despertar a1
sofiante. La interpretaci6n de Freud explica estos suefios dicien-
do que la censura no ha podido reprimir la emoci6n dolorosa.
A
mi me parece que esta explicaci6n no juzga 10s hechos con
imparcialidad. De todos son conocidos esos casos en 10s que 10s
suefios se ocupan, de la forma rnis desagradable, de vivencias o
contenidos penosos de la vida diaria y sacan a relucir, con una
claridad muy dolorosa, precisamente 10s pensamientos rnis per-
turbadores. En mi opinibn, aqui estaria injustificado decir que
el suefio tiene la funci6n de mantenernos dormidos y de ocultar
las emociones. En estos casos habria que invertir por completo
la realidad para poder ver en ellos una constataci6n de la inter-
pretaci6n anteriormente mencionada. Lo mismo cabe decir de
todos aquellos casos en 10s que las fantasias sexuales reprimidas
nparecen
a1 descubierto en el contenido manifiesto del suefio.
I
Por esa raz6n he llegado a pensar que la concepci6n de
Freud que considera como funci6n esencial de 10s suefios cum-
plir
10s
deseos y mantenernos dormidos es demasiado estrecha,
:lun cuando la idea fundamental de una funci6n biol6gica com-
pensadora es sin duda cierta. Esta funci6n compensadora tiene
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8/19/2019 Puntos de Vista Generales Acerca del Sueño
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L D I N M I C D E L O I N C O N S C I E N T E
que ver, s610 en una medida limitada, con estar dormido; mu-
cha mis importancia tiene con respecto a la vida consciente.
Los sue+ios se comportan de manera cornpensatoria en relacidn
con la respectiva situacidn consciente. Si es posible, nos mantie-
nen dormidos, cosa que hacen forzosa y automiticamente bajo
la influencia de nuestro estado durmiente; per0 tambitn inte-
rrumpen dicho estado cuando su funci6n lo exige, es decir,
cuando
10s contenidos compensatorios son tan intensos como
para interrumpirlo. Un contenido compensatorio es especial-
mente intenso cuando tiene una importancia vital para la orien-
taci6n consciente.
88
Ya me referi en
1906
a las relaciones compensatorias entre
la consciencia y 10s complejos disociados, y destaquC tambiCn su
car icter propositivo . Lo mismo ha hecho Flournoy, con pun-
tos de vista independientes de 10s mios2. De estas observaciones
se deduce la posibilidad de impulsos inconscientes dirigidos a
un fin. Hay que subrayar, sin embargo, que la direcci6n finalis-
ta de lo inconsciente no discurre en mod0 alguno paralelamente
a las intenciones conscientes; por regla general, el contenido
inconsciente contrasta incluso con el contenido de la conscien-
cia, en especial cuando la actitud consciente se mueve demasia-
do exclusivamente en una direcci6n determinada que amenaza
con ponef en peligro las necesidades vitales del individuo. Cuan-
to
rnis unilateral sea la actitud consciente y rnis se aleje del
gmdo 6ptimo de posibilidad vital, miis probabilidad hay de que
aparacan suefios vividos con un contenido fuertemente con-
trastan~e,per0 convenientemente compensador, como expre-
si6n de la autorregulaci6n psicol6gica del individuo. Asi como
el cuerpo rcacciona convenientemente ante las heridas o las
infecciones o un mod0 de vida anormal, asi tambiCn las funcio-
nes psiquicas reaccionan con 10s medios de defensa convenien-
tes ante las alteraciones antinaturales o perjudiciales. Entre estns
reacciones convenientes figuran, en mi opinibn, 10s suefios, pol-
cuanto que llevan a la consciencia, mediante una combinaci611
simbblica, el material inconsciente constelado en determinad:~
situaci6n consciente. En este material inconsciente se encuen-
tran todas aquellas asociaciones que, debido a su escasa aceli-
tuaci6n, permanecian inconscientes, pero que sin embargo po
seen la energia suficiente como para hacerse notar mientr;~:
dormimos. Naturalmente, la finalidad del contenido del sueilo
1.
Cf.
Sobre la psicologia de la dementia praecox: un ensayo [OC 3 1].
2.
Plournoy Automatisme te l~ologique ntisuicide, pp.
113
ss.
no se ve a simple vista por el mero contenido manifiesto del
suefio, Cste ha de ser analizado para acceder a 10s factores ver-
daderamente compensadores del contenido latente del suefio.
De esta misma naturaleza poco evidente y, por asi decir, indi-
recta son tambitn la mayoria de 10s sintomas fisicos de defensa,
cuya conveniencia s610 se reconoce gracias a la prictica y tras
una exploraci6n minuciosa. Quisiera recordar la importancia
de la fiebre y de 10s procesos de supuraci6n en una herida
infectada.
I t r r
La circunstancia de que 10s procesos psiquicos compensato-
rios sean casi siempre de naturaleza individual dificulta conside-
rablemente la demostraci6n de su caricter compensatorio. Dado
que por lo general se trata de procesos individuales, a1 princi-
piante en este terreno a menudo le resulta dificil ver hasta quC
punto un contenido del suefio tiene un significado compensato-
rio. Uno podria inclinarse, por ejemplo, a suponer que, segtin la
teoria de la compensaci6n, alguien que tenga una actitud dema-
siado pesimista con respecto a la vida, tendri unos suefios muy
nlegres y optimistas. Esta expectativa, sin embargo, s610 se cum-
ple en una persona que se deje estimular en sentido favorable
por esta clase de aliento. Pero si la persona es de una naturaleza
nlgo distinta, 10s suefios tendrin, como corresponde, un caric-
ter mucho rnis negro que su actitud consciente. En este caso,
podrin obedecer a1 principio de Similia similibus curantur.
1 ~ 1 r r
No es, pues, ficil formular reglas especiales para el tip0 de
compensaci6n en 10s suefios. El caric ter de la compensaci6n
csti estrechamente vinculado a1 mod0 de ser del individuo. Las
posibilidades de la compensaci6n son numerosas e inagotables,
;lunque con la experiencia vemos c6mo poco a poco se van
cristalizando ciertos rasgos fundamentales.
I ~ I I
Con la formulaci6n de una teoria de la compensaci6n no
quisiera, sin embargo, afirmar a1 mismo tiempo que tsta sea la
ilnica teoria posible del suefio, ni que con ella queden perfecta-
Inente explicados todos 10s fendmenos de la vida onirica. El
suefio es un fen6meno extraordinar iamente complejo, tan com-
plicado e insondable como 10s fen6menos de la consciencia.
I nn poco recomendable es querer entender todos 10s fen6me-
110sconscientes desde el punto de vista de la teoria de la satis-
I ;1cci6nde 10s deseos o de la teoria de 10s instintos, como poco
probable que 10s fen6menos del suefio se puedan explicar de
llna manera tan sencilla. Pero tampoco debemos contemplar 10s
I cn6menos del suefio como meramente compensatorios y se-
ixudarios respecto al contenido de la consciencia, pese a que,
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segiin la opini6n generalizada la vida consciente es para la exis-
tencia del individuo de una importancia incomparablemente
mayor que la inconsciente. Habria que revisar esta opini6n ge-
neral ya que conforme avance la experiencia se ahondarii en
la comprensi6n de que la funci6n de lo inconsciente en la vida
de la psique es de una importancia que tal vez ahora a6n no
apreciemos lo suficiente. Precisamente la priictica analitica va
descubriendo cada vez m5s influencias de lo inconsciente en la
vida animica consciente influencias de cuya existencia e impor-
tancia se olvidaba la priictica tradicional. En mi opinibn basada
en una experiencia de muchos afios y en numerosas investiga-
ciones la importancia de lo inconsciente para el rendimiento
general de la psique probablemente sea tan grande como la de
la consciencia. Si esta opini6n fuera acertada no s610 habria
que contemplar entonces la funci6n de lo inconsciente como
compensatoria y relativa con respecto a1 contenido consciente
sino tambiCn el contenido consciente como relativo respecto a1
contenido inconsciente moment5neamente constelado. En este
caso la direcci6n activa hacia el objetivo y la intenci6n no s610
seria un privilegio de la consciencia tambiCn podria aplicarse a
lo inconsciente de tal mod0 que Cste a1 igual que la conscien-
cia tambiCn estaria a veces en condiciones de asumir una direc-
cidn orientada a un fin. En consecuencia el suefio pertinente
tendria el valor de una idea positivamente directriz que aventa-
jaria en importancia vital
a1 contenido consciente momentiinea-
mente constelado. Con esta posibilidad que en mi opini6n exis-
te coincide el
consensus gentium
ya que la superstici6n dc
todas las Cpocas y todos 10s pueblos considera el suefio como
u n
oriiculo que anuncia la verdad. Si se prescinde de la exageraci6n
y de la exclusividad de tales ideas generalizadas queda siempl-c
un 5tomo de verdad. Maeder ha subrayado entrgicamente 1 1
importancia prospectivo-final del suefio en el sentido de un.1
funci6n inconsciente y propositiva que prepara la soluci6n dc
10s conflictos y problemas actuales e intenta representarla mc
diante unos simbolos elegidos a tientas3.
492 Quisiera diferenciar la funci6n prospectiva de 10s sueiios t k
su funci6.n compensatoria.
Esta iiltima significa que lo incon5
ciente considerado como relativo respecto a lo consciente
i l l
corpora a la situaci6n consciente todos aquellos elementos
qr~c
el dia anterior habian permanecido subliminales tanto por m o
3
Cf Maeder
Sur le mouvement psychoanalytique
pp 389
ss ; iibel-
r l ~ .
Funktion des Traumes
pp 692
ss ; iiber das Traumproblem
pp 647
ss
P U N T O S D E V I S T A
G E N E R A L E S
A C E R C A E
LA
P S I C O L O G ~ A
E
LOS S U E ~ O S
tivos de represi6n como porque eran demasiado dCbiles para
acceder a la consciencia. La compensaci6n en el sentido de
autorregulaci6n del organism0 psiquico ha de ser calificada de
propositiva.
1111
La funci6n prospectiva por el contrario es una anticipa-
ci6n -que aparece en lo inconsciente- de futuras acciones
conscientes es decir una especie de ejercicio preparatorio o
anteproyecto un plan concebido de antemano. Su contenido
simb6lico es en ocasiones el proyecto de la resoluci6n de un
conflicto de lo que Maeder da pruebas muy acertadas. La exis-
tencia de tales suefios prospectivos no se puede negar. Pero
seria injustificado denominarlos profiticos porque en el fondo
son tan poco profCticos como el pron6stico de una enfermedad
o del tiempo. Se trata simplemente de una combinaci6n antici-
pada de probabilidades que en un caso dado puede coincidir
con el comportamiento real de las cosas per0 no tiene por quC
coincidir necesariamente ni en todos 10s detalles. S610 en este
illtimo caso se podria hablar de profecia. Que la funci6n pros-
pectiva del suefio aventaja a veces en importancia a la combina-
ci6n anticipada consciente no debe extrafiarnos ya que el suefio
tiene su origen en la fusi6n de elementos subliminales y por lo
tanto es una combinaci6n de todas aquellas percepciones pen-
snmientos y sentimientos que debido a su escasa acentuacibn
llan escapado a la consciencia. Aparte de eso tambiCn acuden
cn ayuda del suefio las huellas subliminales de la memoria que
ya no tienen capacidad para influir eficazmente en la conscien-
cia. Asi pues en lo que se refiere a1 pron6stic0 el suefio suele
cstar en una posici6n mucho m5s favorable que la consciencia.
1,
Aunque en mi opini6n la funci6n prospectiva es una propie-
dad esencial del suefio conviene no sobrevalorar esta funcibn
pues de lo contrario acabariamos opinando que el suefio es una
cspecie de psicopompo que a partir de un conocimiento supe-
rior es capaz de proporcionar a la vida una direcci6n infalible.
Si bien por una parte se subestima la importancia psicol6gica
clel suefio tambiCn quien se ocupa demasiado del an5lisis de 10s
suefios corre el peligro de sobrevalorar la importancia de lo
illconsciente para la vida real. Sin embargo por todas las expe-
ricncias acumuladas estamos autorizados a suponer que la im-
portancia de lo inconsciente se aproxima a la de la conscien-
cia. Existen sin duda actitudes conscientes que son sobrepasadas
par
lo inconsciente es decir actitudes que estiin tan ma1 adap-
[:Idas a la esencia de la individualidad como totalidad que la
:~ct itud constelaci6n inconsciente constituye una expresi6n in-
-
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comparablemente mejor. Pero este caso no suele darse siempre,
ni mucho menos. Es mis, a menudo ocurre que el suefio s610
aporta fragmentos a la actitud consciente, pues en este caso la
actitud consciente, por una parte, ya esti casi lo suficientemente
adaptada a la realidad y, por otra, tambiCn responde aproxima-
damente a la naturaleza del individuo. Una consideraci6n rnis o
menos exclusiva del punto de vista del suefio sin tener en cuen-
ta la situacidn consciente seria inoportuna en este caso y s610
serviria para enmarafiar y destruir la aportaci6n consciente. S610
en caso de una actitud consciente claramente insuficiente y de-
fectuosa se esti autorizado para atribuir a lo inconsciente un
valor superior. Pero la vara de medir que se requiere para emi-
tir un juicio semejante constituye en si un problema delicado.
Es evidente que el valor de la actitud consciente nunca se puede
medir desde un punto de vista exclusivamente orientado a lo
colectivo. Antes bien, para ello hace falta una investigaci6n a
fondo de la individualidad en cuestibn, y s610 a partir de un
conocimiento precis0 del caricter individual se puede decidir
en quC medida es insuficiente la actitud consciente. Cuando
hago hincapiC en el conocimiento del caricter individual no
quiero decir que haya que descuidar por completo el requisito
del punto de vista colectivo. El individuo, como es sabido, no
es ti exclusivamente determinado por si mismo, sino tambiCn -y
en igual medida- por sus relaciones colectivas. Si la actitud
consciente es rnis o menos suficiente la importancia del suefio
se limita a su funci6n meramente compensatoria. Este caso de-
beria ser la regla para el hombre normal en condiciones inter-
nas y externas normales. Por esta raz6n, me parece que la teorin
de la compensaci6n proporciona la f6rmula correcta y ajustadn
a 10s hechos, ya que da a1 suefio la importancia de una funci6n
compensatoria en lo relativo a la autorregulaci6n del organism0
psiquico.
95
Si el caso se desvia de la norma en el sentido de que la actitud
consciente esti objetiva y subjetivamente inadaptada, gana en
importancia la funci6n de lo inconsciente, que por lo comfin s61o
es compensadora, y se erige en una funci6n prospectiva de primer
orden, capaz de imprimir a la actitud consciente una direccibn
completamente distinta y corregida respecto a la anterior, tal
y
como lo ha demostrado Maeder en sus trabajos anteriormentc
mencionados. A esta rfibrica pertenecen 10s suefios que obedecen
a1 modelo del suefio de Nabucodonosor. Es evidente que 10s sue-
fios de esta clase se encuentran sobre todo en individuos que
s
han quedado por debajo de su propia valia. Asimismo, es eviden-
te que esta desproporci6n se presenta con mucha frecuencia. De
ahi que a menudo acabemos contemplando el suefio desde el
punto de vista de su valor prospectivo.
. I M
Consideremos ahora un aspect0 del suefio que de ningiin
mod0 debe ser olvidado. Hay muchas personas cuya actitud
consciente no es defectuosa respecto a la adaptaci6n a1 entorno,
per0 si respecto a la expresidn del propio caricter. Se trata de
personas cuya actitud consciente y capacidad de adaptaci6n
superan las posibilidades individuales, es decir, que parecen me-
jores y mi s valiosas de lo que son. Este mayor , rendimiento
externo nunca es costeado por 10s recursos individuales, sino,
en su mayor parte, por las reservas dinimicas de la sugesti6n
colectiva. Tales personas alcanzan un rango superior a1 que les
corresponde por naturaleza, lo caal se debe, entre otras cosas,
a1 efecto de un ideal colectivo o a la seducci6n de un beneficio
colectivo o a1 apoyo por parte de la sociedad. En el fondo, su
interior no esti a la altura de su exterior, por lo que en todos
estos casos lo inconsciente tiene una funci6n negativamente
compensadora, es decir, reductora. Esti claro que, en estas cir-
cunstancias, una reducci6n o desvalorizaci6n tambiCn es com-
pensadora en el sentido de una autorregulaci6n, de tal manera
que esta funci6n reductora tambiCn puede ser eminentemente
prospectiva. VCase el suefio de Nabucodonosor.) A menudo
solemos asociar el concepto de lo ccprospectivo~con la idea de
algo organizador, preparador y sintttico. Pero para juzgar im-
parcialmente 10s suefios reductores deberiamos disociar esta idea
claramente del concepto de ya que el suefio re-
ductor tiene un efecto que es todo menos preparador, organi-
zador o sintCtico; antes bien, es desintegrador, desorganizador,
desvalorizante e incluso destructivo y aniquilador. Con eso, na-
turalmente, no queremos decir que la asimilaci6n de un conte-
nido reductivo haya de tener un efecto destructivo en el indivi-
duo como totalidad; a1 contrario, a menudo el efecto es muy
saludable, siempre que s610 se vea afectada la actitud, y no toda
la personalidad. Este efecto secundario, sin embargo, no altera
nada el caricter del suefio, que tiene una impronta absoluta-
mente reductora y retrospectiva y que, por eso mismo, tampoco
deberia ser calificado de ccprospectivo)>.De ahi que, por razones
de una exacta cualificaci6n, sea aconsejable calificar tales sue-
fios de suefios reductivos y la funci6n correspondiente de fun-
ci6n reductora de
lo
inconsciente, a pesar de que, en el fondo, se
trata siempre de la misma funci6n compensadora. Pero hay que
acostumbrarse a que, igual que la actitud consciente, tampoco
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P S I C O L O G ~ A
E LOS S U E m O S
lo inconsciente ofrece siempre el mismo aspecto. Lo inconscien-
te varia de aspecto y de funci6n tanto como la actitud conscien-
te; de ahi que sea una empresa especialmente dificil crear un
concept0 claro para la esencia de lo inconsciente.
97
La funci6n reductora de lo inconsciente nos ha sido explica-
da principalmente por las investigaciones de Freud. Su inter-
pretaci6n de 10s suefios se limita en lo esencial a1 trasfondo
personal y sexual infantil reprimido del individuo. Posteriores
investigaciones han
tendido ademis un puente hacia 10s ele-
mentos arcaicos, es decir, hacia 10s restos funcionales supraper-
sonales, hist6ricos y filogenCticos del individuo. De ahi que hoy
podamos decir con seguridad que la funci6n reductora del sue-
fio constela un material compuesto ante todo por represiones
personales de deseos sexuales infantiles (Freud), por afin de
poder infantil (Adler) y por elementos intelectuales, sentimenta-
les e instintivos de tip0 suprapersonal
y
arcaico. La reproduc-
ci6n de tales elementos, que tienen un caricter enteramente
retrospectivo, es la mis id6nea para minar eficazmente una po-
sici6n demasiado elevada y para reducir a1 individuo a su inani-
dad humana y a su condicionamiento fisiol6gic0, hist6rico
y
filogenCtico. Toda apariencia de falsa grandeza e'importancia sc
desvanece ante la imagen reductora del suefio, el cual, con una
critica despiadada y haciendo aflorar un material demoledor-
caracterizado por un completo registro de todas las aflicciones
y debilidades, analiza la actitud consciente. Queda por si mis-
mo descartado calificar la funcidn de tal suefio como prospec-
tiva, ya que todo lo que hay en 61, hasta el iiltimo detalle,
s
retrospectivo y se remonta a un pasado que supuestamente yacc.
enterrado desde hace tiempo. Esta circunstancia, desde luego,
no impide que el contenido del suefio tambiCn tenga una oriel1
taci6n compensatoria respecto a1 contenido de la conscienci:~
y, naturalmente, una orientaci6n finalista, ya que en deternli
nados casos la tendencia reductora es de una especial impor
tancia en lo que se refiere a la adaptacibn del individuo.
Pc.ro
el caricter del contenido del suefio es reductivo. Ocurre
C O I I
frecuencia que 10s propios pacientes adivinan espontineamc*~~
te c6mo se comporta el contenido del suefio con respecto
;I 1 1
situaci6n consciente, y de acuerdo con este conocimiento int tl~
tivo el contenido del suefio es percibido como prospective
reductivo o compensatorio. Pero esto no ocurre siempr-c.,
incluso hay que subrayar que, en general, particularmentc*
I I
principio de un tratamiento analitico, el paciente tiene IIII.I
tendencia insuperable a interpre tar 10s resultados del ex;1lilc ll
analitico de su material basindose obstinadamente en su propia
actitud pat6gena.
98
Tales casos requieren cierto apoyo por parte del mCdico
para acceder a una situaci6n que le permita interpretar el suefio
correctamente. Por eso es muy importante c6mo juzga el mCdi-
co la psicologia consciente del paciente. El anilisis de 10s suefios
no es una mera aplicaci6n prictica de un metodo que se apren-
de artesanalmente, antes bien presupone una familiaridad con
toda la concepci6n analitica, familiaridad que s610 se adquiere
dejindose analizar uno mismo. El mayor error que puede come-
ter un terapeuta es presuponer en el analizado una psicologia
similar a la suya. Esta proyecci6n a veces puede acertar, per0
casi siempre se queda en una simple proyecci6n. Todo lo que es
inconsciente es ti tambiCn proyectado; de ahi que el propio ana -
lista deba ser consciente a1 menos de 10s principales contenidos
de su inconsciente, para que la proyecci6n inconsciente no t ur-
be su juicio. Todo aquel que analice 10s suefios de otro deberia
tener siempre presente que no existe una teoria sencilla y uni-
versalmente conocida de 10s fen6menos psiquicos, ni sobre su
esencia ni sobre sus causas, tampoco sobre su objetivo. No po-
seemos, por tanto, ninguna norma general para juzgar. Sabemos
que hay multitud de fendmenos psiquicos. Pero sobre su esencia
no sabemos nada cierto. S610 sabemos que la observacidn de la
psique desde algiin punto de vista concreto puede efectivamente
dar por resultado unos detalles muy valiosos, per0 nunca una
teoria suficiente de la que pudiera deducirse algo. Tanto la teo -
ria del deseo sexual como la teoria del poder son puntos de
vista apreciables que, sin embargo, no pueden juzgar imparcial-
lnente la profundidad y la riqueza del alma humana. Si tuviCra-
lnos una teoria d e estas caracteristicas podriamos conformarnos
con el aprendizaje artesanal del mitodo . S61o haria falta enton-
ces leer determinados signos que indicaran unos contenidos ya
c*stablecidos, para lo que habria que aprenderse de memor ia
:ilgunas reglas semi6ticas. Conocer y juzgar correctamente la
situaci6n de la consciencia seria entonces tan superfluo como en
8 1 caso de una punci6n lumbar. Muy a pesar de 10s ocupadisi-
1110s medicos no especializados de hoy, el alma se comporta de
Innnera abolutamente refractaria contra todo metodo que, de
,rlitemano, pretenda interpretarla desde un solo punto de vista
~lrescindiendo e todos 10s demh. De 10s contenidos de lo in-
c,onsciente por el momento s610 sabemos que, aparte de que son
*3~~bliminales,uardan una relaci6n de compensaci6n con la
t.onsciencia y que, por esa razbn, son de naturaleza substancial-
-
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mente relativa. De ahi que para comprender 10s suefios sea im-
prescindible el conocimiento de la situaci6n consciente.
99
Con 10s suefios reductivos prospectivos o compensadores
sin rnis no se agota la serie de posibilidades significativas. Hay
un suefio que sencillamente podria calificarse de sue60 reactivo.
Nos inclinariamos a poner bajo esta rGbrica todos aquellos sue-
fios que en esencia no parecen ser otra cosa que el reflejo de un
acontecimiento afectivo consciente de no ser porque el andlisis
de tales suefios ha revelado la raz6n rnis profunda por la que
estos acontecimientos son tan fielmente reproducidos en el sue-
fio. Se ha comprobado que el acontecimiento dispone ademis
de un aspecto simb6lico que se le habia escapado a1 individuo
y finicamente por este aspecto es por lo que el acontecimiento
se reproduce en el suefio. Pero tales suefios no pertenecen a este
grupo sino s61o aquellos en 10s que determinados procesos ob-
jetivos han provocado un trauma psiquico cuyas formas no son
sblo psiquicas sino que suponen tambiCn una lesibn fisica del
sistema nervioso. La guerra ha generado muchos de estos casos
de shock grave y en ellos cabe esperar numerosos suefios reac-
tivos puros en 10s que el trauma constituye el determinante rnis
o menos decisivo.
s
Aunque sin duda es muy importante para la funci6n general
de la psique que el contenido traumit ico pierda poco a poco su
autonomia mediante una presencia rnis frecuente y de est.1
manera se adapte de nuevo a la jerarquia psiquica un suefio dc
estas caracteristicas que en esencia es s610 una representaci611
del trauma no puede ser calificado de compensatorio. Bien e\
verdad que este suefio aparentemente restituye un fragmento
aut6nomo y desprendido del alma; per0 enseguida se ve que 1,
asimilaci6n consciente del fragmento reproducido por el suefio
no hace desaparecer ni mucho menos la conmoci6n determi-
nante del trauma. El suefio ~s ig ue eproduciendo tranquiln-
mente; es decir el contenido -que se ha vuelto aut6nomo-
del trauma sigue surtiendo efecto por si mismo y lo hace hast.1
que el estimulo traumitico desaparece completamente. Hast.1
entonces la ccrealizaci6n consciente no sirve de nada.
so l
En un caso prictico no es ficil decidir si un suefio es esen
cialmente reactivo o si reproduce una situaci6n traumitica sGIo
simbblicamente. Pero el anilisis puede resolver la cuestibn yal
que en este Gltimo caso la reproducci6n de la escena traumit~c.~
es inmediatamente interrumpida a travCs de una correcta inter
pretacibn mientras que la reproducci6n reactiva no se deja altc
rar por el anilisis del suefio.
P U N T O S D E V I S T G E N E R L E S C E R C D E L P S I C O L O G I D E L O S S U E R O S
so Es natural que nos encontremos con 10s mismos suefios reac-
tivos sobre todo en
estados fisicos patol6gicos
en 10s que por
ejemplo fuertes dolores
influyen decisivamente en el desarrollo
del suefio. En mi opinibn 10s impulsos somiticos s610 tienen
una importancia determinante excepcionalmente. Por regla ge-
neral pasan a formar parte de la expresi6n simbdlica del conte-
nido inconsciente del suefio es decir son tambiCn utilizados
como medio de expresi6n. No es raro que estos suefios den por
resultado una curiosa vinculaci6n simb6lica interna entre una
enfermedad indudablemente fisica y un problema animico de-
terminado con lo que el trastorno fisico aparece como la ex-
presi6n mimCtica de la situaci6n psiquica. Si menciono esta cu-
riosidad es rnis para completar la informaci6n que porque yo
quiera hacer especial hincapiC en este terreno problemitico. Sin
embargo me parece que entre 10s trastornos fisicos y 10s psiqui-
cos existe cierta relaci6n cuya importancia en general se subes-
tima aunque por otra parte tambitn se sobrevalora desmesura-
damente ya que ciertas tendencias interpretan el trastorno fisico
como una mera manifestaci6n del trastorno psiquico como ocu-
rre por ejemplo en la Christian Science. Si menciono aqui esta
cuesti6n es porque 10s suefios proporcionan una ilustracibn su-
mamente interesante acerca del funcionamiento conjunto del
cuerpo y la psique.
L O )
Como otro determinante rnis de 10s suefios he de reconocer
el
fen6meno telepdtico.
Hoy ya no se puede poner en duda la
existencia general de este fenbmeno. Por supuesto es muy ficil
negarla sin comprobar 10s materiales probatorios existentes ; per0
Csta es una conducta poco cientifica que no merece tenerse en
cuenta. He observado que el fen6meno telepitico tambiCn influ-
ye eri 10s suefios cosa que por otra parte se lleva afirmando des-
de tiempos remotos. Ciertas personas son especialmente sensibles
en este aspecto y a menudo tienen suefios influidos por telepatia.
Con este reconocimiento del fen6meno telepitico no me refiero
a un reconocimiento incondicional de la habitual interpretaci6n
te6rica sobre la esencia de la actio in distans. El fenbmeno existe
sin duda per0 no creo que su teoria sea tan sencilla. En cualquier
caso hay que considerar la posibilidad de la concordancia de las
asociaciones del desarrollo psiquico paralelo4 que seghn se ha
comprobado desempefia un papel muy importante especialmen-
te en las familias y que entre otras cosas se manifiesta en una
4
Cf. Fiirst, Statistische Untersuchungen iiber Wortassoziationen und iiber fa-
m i l i ar ~ i b e r e i n s t i m m ~ n ~m Reaktionstypus bei Ungebildeten p
95.
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PUN TOS DE VIST GENER LES CERC DE L PSI COL OGI DE LOS SUEROS
identidad o considerable similitud de actitud. Igualmente ha de
ser tenido en cuenta el factor de la criptomnesia, destacado sobre
todo por FlournoyS y que, en ocasiones, da lugar a 10s fen6me-
nos rnis asombrosos. Dado que en el suefio el material sublimi-
nal se hace notar de todos modos, tampoco es nada extrafio que
la criptomnesia aparezca ocasionalmente como magnitud deter-
minante. H e tenido ocasi6n de analizar con bastante frecuencia
suefios telepiticos, entre 10s cuales habia varios cuyo significado
telepltico todavia era desconocido en el momento del anllisis.
El anilisis daba por resultado un material subjetivo, como cual-
quier o tro anllisis de un suefio, y de este mod0 el suefio tenia un
significado acorde con la situacidn momentinea del sujeto. El
anilisis no daba por resultado nada que pudiera indicar que el
suefio era telepltico. Hasta ahora no he encontrado ningfin sue-
fio cuyo contenido telepiitico se hallara, sin lugar a dudas, en el
material asociativo aportado por el andisis (el
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P U N T O S D E V IS T G E N ER L ES C E R C D E L P S I C O L O G ~ E L OS S U E Q O S
esencia de 10s suefios. Maeder ha descrito esto muy acertada-
mente valiCndose de un ejemplo prictico proporcionado por
Freud9. Mientras se entienda el lenguaje sexual de 10s suefios de
manera concretista s610 habri soluciones inmediatas, externas y
concretas, es decir, holgazaneria, resignaci6n oportunista o co-
bardia y pereza. Pero no habri ninguna interpretaci6n del pro-
blema ni una actitud a1 respecto. Para acceder a ellas de forma
inmediata basta con abandonar la err6nea interpretaci6n con-
cretista, es decir, tomar a1 pie de la letra el lenguaje sexual de lo
inconsciente e interpretar las figuras del suefio como personas
reales.
5 7
Del mismo mod0 que se tiende a suponer que el mundo es
como lo vemos tambiCn se supone ingenuamente que las perso-
nas son como nos las imaginamos. Por desgracia, en este filtimo
caso no existe todavia una fisica que demuestre la despropor-
ci6n entre percepci6n y realidad. Aunque aqui la posibilidad dc
cometer un craso error es mucho mayor que en la percepci6n
sensorial, sin embargo proyectamos ingenua y despreocupada-
mente nuestra propia psicologia en nuestros congtneres. Asi
pues, todo el mundo se inventa una serie de relaciones rnis o
menos imaginarias que estiin substancialmente basadas en talc\
proyecciones. Entre 10s neur6ticos se dan incluso muchos
case
en 10s que la proyecci6n fantistica es, por asi decir, la tinic.1
posibilidad de relaci6n humana. Una persona a la que principal-
mente percibo a travCs de mi proyecci6n es una imago, esto c.;,
un vehiculo del simbolo
o
de la imago. Todos 10s contenidos d c
nuestro inconsciente estin constantemente proyectados en nut
tro entorno, y s610 si somos capaces de percibir determinad.15
peculiaridades de nuestros objetos como proyecciones, como
imagines, lograremos diferenciarlas de sus propiedades realc\.
Pero mientras no seamos conscientes del caricter proyectivo tit
un atributo del objeto seguiremos estando ingenuamente co~i
vencidos de que dicho atributo pertenece realmente a1 objcto.
Todas nuestras relaciones humanas estin llenas de tales proycc
ciones; y si alguien no acaba de tener esto claro en el terreno
lo personal no tiene m is que fijarse en la psicologia de la pren\,l
de 10s paises beligerantes. Cum grano salis, 10s propios error(-.
no reconocidos se reconocen siempre en el enemigo. Ejemplot.
destacados pueden encontrarse en todas las polCmicas persoli.1
les. Quien no posea un grado inusitado de autoconocimiento
estari por encima de sus proyecciones sino casi siempre
1
9
Maeder, Traumproblem, pp. 680 ss.
debajo, pues el estado mental natural presupone la existencia de
estas proyecciones. Lo natural y lo indicado es que 10s conteni-
dos inconscientes estCn proyectados. Esto crea en el hombre
relativamente primitivo esa caracteristica relaci6n con el objeto,
que Ltvy-Bruhl ha calificado acertadamente de ccidentidad mis-
tics>>
o ccparticipacibn mistica>>lO. si pues, cualquier persona
normal y no excesivamente reflexiva de nuestra Cpoca esti vin-
culada a1 entorno por todo un sistema de proyecciones incons-
cientes. El caricter compulsivo de tales relaciones (es decir, lo
ccmigico>> ccmisticamente
imperative)>)
le es completamente in-
consciente, ccmientras todo vaya bien)). Pero si comienza un tras-
torno mental paranoide, estas relaciones inconscientes de caric-
ter proyectivo aparecen como otros tantos vinculos compulsivos,
por regla general adornados con 10s materiales inconscientes
que, nota bene, ya constituian el contenido de estas proyeccio-
nes durante el estado normal. Asi pues, mientras el inter vital,
la libido, pueda aprovechar estas proyecciones como titiles y
c6modos puentes con el mundo las proyecciones supondrin un
alivio positivo de la vida. Pero en cuanto la libido quiera tomar
otro camino y empiece a retroceder por 10s anteriores puentes
proyectivos, las proyecciones actuariin como 10s mayores obsti-
culos imaginables, impidiendo eficazmente cualquier liberaci6n
verdadera del objeto anterior. Surge entonces un caracteristico
fen6meno consistente en esforzarse en desvalorizar y depreciar
lo miximo posible el anterior objeto, para poder asi retirar de
61 a la libido. Pero como la anterior identidad es ti basada en la
proyecci6n de 10s contenidos subjetivos s610 puede efectuarse
una retirada integra y completa si la imago que se representaba
cn
el objeto es restituida, junto con su significado, a1 sujeto.
Esta restitucidn tiene lugar a travCs del conocimiento consciente
del contenido proyectado, es decir, mediante el reconocimiento
del ccvalor simb6licon del objeto en cuesti6n.
La frecuencia de tales proyecciones es tan segura como el
llecho de que nunca se comprende su caricter. En esta situacidn
110 es nada extrafio que un intelecto ingenuo dC por hecho de
antemano que cuando suefia con el sefior X, esta imagen del
suefio, llamada ccsefior Xn, sea idCntica a1 verdadero seI-iorX
lista suposici6n previa responde completamente a la conscien-
10
Levy-Bruhl, Les Fonctions mentales duns les socie te s infe rieures, p.
140
La-
~~icntablemente,ste autor ha suprimido posteriormente el acertado calificativo de
141nistico)>.s probable que haya sucumbido
a
la embestida de 10s tontos, qu e entienden
Iior ~(mistico. cualquier disparate.
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P U N T O S D E V I S T G E N E R L E S C E R C E L P S l C O L O G i D E L O S S U E R O S
cia acritica general, que no ve ninguna diferencia entre el objeto
en si y la idea que uno se hace de 61. Cons iderindolo critica-
mente -y esto no lo puede discutir nadie-, la imagen del
suefio s61o guarda una relaci6n externa muy limitada con el
objeto. Pero en realidad es todo un complejo de factores psiqui-
cos que se ha formado por si solo -aunque bajo determinados
estimulos externos- y que por eso consta, principalmente en el
sujeto, de factores subjetivos caracteristicos del sujeto que a me-
nudo tienen muy poco que ver con el objeto real. Siempre en-
tendemos a1 otro de la manera que nos entendemos o intenta-
mos entendernos a nosotros mismos. Lo que no entendemos en
nosotros tampoco lo entendemos en el ot ro. Asi pues, es bastan-
te previsible que la imagen del ot ro, por regla general, sea en su
mayor parte subjetiva. Es sabido que ni siquiera una amistad
intima puede garantizar un conocimiento objetivo del otro.
5 9
Si empezamos declarando, tal y como lo ha hecho la escuela
de Freud, determinados contenidos manifiestos del suefio como
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P U N T O S
E V I S T A
G E N E R A L E S A C E R C A E
LA P S I C O L O G I A D E LOS S U E R O S
mente subjetivo. Para mayor claridad, quisiera poner un breve
ejemplo que explique lo anterior:
511
Una vez tuve un conflicto personal con un tal sefior A. Poco
a
poco lleguC a convencerme de que la raz6n estaba mas de mi
parte que de la suya. En esa Cpoca tuve el siguiente suefio: ((He
acudido a un abogado por un asunto determinado; para gran
sorpresa mia, Lste me pide por la consulta nada menos que
5 000
francos, contra lo cual me defiendo enbrgicamente),.
512
El abogado es una reminiscencia sin importancia de mi Cpo-
ca universitaria. Pero la Cpoca estudiantil es importante, ya que
entonces tuve muchas discusiones y polCmicas. Se me ocurre
asociar el rudo mod0 de ser del abogado afectivamente a la
personalidad del sefior A y a1 conflicto que todavia dura. Ahora
puedo continuar en el nivel objetivo y decir: DetrPs del aboga-
do se esconde el sefior A; por lo tanto, el sefior A me exige
demasiado. No tiene raz6n. En aquella Cpoca un estudiante
pobre me pidi6 un prCstamo de 5 000 francos. Asi pues, el
sefior A es un estudiante pobre, necesitado e incompetente, pues
aquello ocurri6 muy a1 inicio de la carrera. Alguien asi no pue-
de tener pretensiones ni opiniones. El cumplimiento del deseo
seria el siguiente: mi adversario ha sido levemente desvaloriza-
do
y
apartado a un lado, por lo que yo recupero la tranquilidad.
En la realidad, sin embargo, me despertt en ese momento del
suefio vivamente afectado por la arrogancia del abogado. Asi
pues, el acumplimiento del deseo. no me tranquilizb en absoluto.
513
Indudablemente, tras el abogado se esconde el desagradablc
asunto del sefior A. Pero es curioso que el suefio haya ido a bus-
car a ese indiferente jurista de mi Cpoca universitaria. Sobre el
abogado se me ocurre lo siguiente: controversias, litigios, espiri-
tu de contradicci6n
...
y con ello me viene a la memoria mi Cpoca
de estudiante, en la que yo solia defender mi tesis, con raz6n
o
sin ella, terca y obstinadamente, queriendo tener siempre la idti.
ma palabra, para asegurarme a1 menos la apariencia de superiori-
dad. Este punto -lo noto- ha contribuido a mi enfrentamiento
con el sefior A. Asi me doy cuenta de que soy yo mismo 0 m;i\
bien una parte de mi no adaptada a1 presente- el que, con ( I
mismo espiritu de controversia que entonces, me exijo demasi ;~
do, es decir, quiero forzar demasiado mi libido. De este modo, s .
que el asunto litigioso con A no puede concluir porque el respoli
d6n que hay en mi sigue pendiente de un final (~justo>) .
514
Esta interpretacidn dio lugar a un resultado que a mi rill
pareci6 sensato, mientras que la interpretacidn desde el nivcl
objetivo no dio ningtin resultado, pues no tengo el menor intc-
rCs en demostrar que 10s suefios sean cumplimientos de deseos.
Cuando un suefio me muestra qut falta he cometido, me da la
posibilidad de corregir mi actitud, lo cual siempre es ventajoso.
Naturalmente, a un resultado asi s610 se llega aplicando el nivel
subjetivo.
1s
Si la interpretaci6n en el nivel subjetivo es muy convincente
en un caso asi, tambiCn puede carecer de todo valor en otro
caso en el que una relaci6n de una importancia vital constituya
el contenido y el motivo de un conflicto. En este caso, natural-
mente hay que relacionar la figura del suefio con el objeto real.
El criterio se averigua siempre a partir del material consciente,
salvo, en aquellos casos en 10s que entra en juego la transferen-
cia. Esta puede dar lugar muy fPcilmente a juicios equivocados,
de tal manera que el mCdico aparece ocasionalmente como el
deus ex machina absolutamente imprescindible, o bien como un
requisito igualmente indispensable de la realidad. A juicio del
paciente incluso lo es. El autoconocimiento del medico ha de
decidir en tales casos hasta quC punto 61 mismo es un problema
real para el paciente. En cuanto el nivel objetivo empieza a
volverse mon6tono y a no dar ningtin resultado se sabe que ha
llegado el momento de interpretar la figura del medico como
un simbolo de 10s contenidos proyectados que pertenecen a1
paciente. Si no se hace esto, a1 analista no le queda mPs remedio
que, a travCs de la reducci6n a 10s deseos de la infancia, desva-
lorizar y con ello destruir la transferencia, o bien interpretar la
transferencia como algo real y sacrificarse por 10s pacientes (in-
cluso frente a la resistencia inconsciente de tstos), con lo que
todos 10s participantes salen perjudicados, siendo el medico el
que por regla general peor parado sale. Si en cambio se consi-
gue alzar la figura del mCdico a1 nivel subjetivo todos 10s conte-
11idos transferidos (proyectados) pueden ser restituidos a1 pa-
ciente con su valor original. Un ejemplo de la restituci6n de las
proyecciones en la transferencia puede hallarse en mi escrito
Idas elaciones entre el yo y lo inconsciente .
1 1
Me resulta comprensible que alguien que no sea analista en
rjercicio no se interese especialmente por las explicaciones acer-
ca del a ivel subjetivon y el ccnivel objetivo),. Sin embargo, cuanto
1115s ahondamos en 10s problemas del suefio m5s entran tambiCn
cUnconsideraci6n 10s puntos de vista tecnicos del tratamiento
pr5ctico. En esta cuesti6n ha sido necesaria esa inexorable coac-
O C 7 2. Respecto a las proyecciones en la transferencia, vease La psicologia
r b la transferencia OC 16,12 .
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ci6n que un caso dificil ejerce siempre sobre e l mCdico, pues hay
que procurar perfeccionar constantemente 10s propios recursos,
de tal mod0 que se pueda ayudar tambiCn en 10s casos dificiles.
Gracias a las dificultades del tratamiento medico cotidiano nos
sentimos instados a adoptar puntos de vista que hacen que se
tambaleen 10s cimientos de nuestra mentalidad rutinaria. Aun-
que la subjetividad de una
im go
forma parte de las denomina-
das perogrulladas, sin embargo su constataci6n suena un poco
filosbfica, lo que a determinados oidos les resulta molesto. Por
quC ocurre esto es algo que se desprende fgcilmente de lo ya
explicado: porque el ingenuo presupuesto identifica sin rnis la
im go con el objeto. Cualquier alteraci6n de tal presupuesto irri-
ta a esa clase de personas. Por la misma raz6n, la idea del nivel
subjetivo resulta antipitica, ya que altera el ingenuo presupuesto
de la identidad de 10s contenidos conscientes con 10s objetos.
Nuestra mentalidad -tal y como han demostrado claramente
10s sucesos de la guerra - se caracteriza por juzgar con una
ingenuidad descarada a1 adversario, y a trav6s de ese juicio que
emitimos sobre 61 delatamos nuestros propios defectos; es mis,
a1 adversario le achacamos tranquilamente 10s p,ropios errores
no confesados. Todo lo del otro lo vemos, lo criticamos y lo
condenamos; incluso queremos corregirle y educarle. No hace
falta que aporte una casuistica que pruebe lo anterior: las mejo-
res pruebas est in en cualquier peri6dico. Pero es evidente que lo
que ocurre en general tambiCn le sucede a cada individuo en
particular. Nuestra mentalidad sigue siendo tan primitiva quc
s610 se ha liberado de la originaria identidad mistica con el obje-
to en determinadas funciones y ireas. El hombre primitivo, al
tener un minimo de autoconsciencia, tiene un mhimo de rela-
ci6n con el objeto, el cual puede incluso ejercer sobre 61 un;l
fuerza directamente migica. Toda la magia y la religi6n primiti-
vas estin basadas en estas relaciones migicas con el objeto, quc
no consisten miis que en proyecciones de 10s contenidos incons-
cientes en el objeto. A partir de este estado de identidad inicial sc
ha ido desarrollando paulatinamente la autoconsciencia, que co-
rre pareja a la
diferenciaci6n entre sujeto y objeto. Esta diferen-
ciaci6n tuvo como consecuencia el reconocimiento de que tier
tas propiedades que antes se atribuian ingenuamente a1 objeto
son en realidad contenidos subjetivos. Los hombres de la Anti-
giiedad
ya
no creian que eran papagayos rojos o hermanos
dcl
cocodrilo, per0 todavia seguian enredados en la tela de arafia
Primera Guerra Mundial
PUNT OS DE VIST GENER LES CERC DE L PSICOL OGI DE LOS SU NOS
la magia. En este aspect0 fue la Ilustraci6n del siglo XVIII la que
dio el primer paso decisivo hacia adelante. Sin embargo, como
todo el mundo sabe, a h stamos muy lejos de un autoconoci-
miento acorde con nuestro saber real. Cuando nos enfadamos
por algo hasta perder la raz6n, nadie nos priva de creer que la
causa de nuestro enfado esti fuera de nosotros, en la cosa o la
persona enojosa. Asi pues, atribuimos a esas cosas el poder de
enojarnos o incluso, eventualmente, de alterarnos el suefio o
causarnos un trastorno digestivo. Por eso condenamos tan
tranquilos el objeto de disgust0 y, de este modo, insultamos a
una parte inconsciente de nosotros mismos que esti proyectada
en el objeto enojoso.
717
Tales proyecciones son legi6n. En parte son favorables, es
decir, sirven de alivio como puentes para la libido; y en parte son
desfavorables, per0 apenas entran en consideraci6n como obsti-
culo, ya que las proyecciones desfavorables casi siempre se asien-
tan fuera del circulo de las relaciones intimas. De ello es una
excepcidn el neurbtico, el cual, consciente o inconscientemente,
tiene una relaci6n tan intensa con el entorno rnis pr6ximo que
no puede evitar que incluso las proyecciones desfavorables al-
cancen a 10s objetos rnis cercanos y provoquen conflictos. Por
eso es ti obligado -si quiere curarse- a reconocer sus proyec-
$ones primitivas en mayor medida que una persona normal.
Esta hace las mismas proyecciones, per0 las distribuye mejor;
para las favorables el objeto esti cerca; para las desfavorables, a
mayor distancia. Como es sabido, a1 hombre primitivo le ocurre
lo mismo: lo ajeno es hostil y malo. En la Baja Edad Media
todavia se identificaba apais extranjero~ on c(desgracia*. Esta
distribuci6n es propositiva, por lo que la persona normal tampo-
co siente ninguna obligacidn de tomar consciencia de estas pro-
yecciones, aunque la situaci6n sea peligrosamente ilusoria. La
psicologia de la guerra ha puesto especialmente de relieve esta
circunstancia: Todo lo que hace la propia naci6n est6 bien; todo
lo que hacen 10s otros esti mal. El centro de toda infamia se
encuentra siempre a una distancia de varios kil6metros a1 otro
lado de las lineas enemigas. Esta misma psicologia primitiva la
tiene tambiCn el individuo, por lo que cualquier intento que
pudiera convertir estas proyecciones -inconscientes desde hace
una eternidad- en conscientes es percibido como algo irritante.
Sin duda, queremos tener mejores relaciones con nuestros con-
gtneres, per0 naturalmente a condici6n de que Cstos respondan
a nuestras expectativas, es decir, que Sean portadores solicitos de
nuestras proyecciones. Sin embargo, cuando uno toma conscien-
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P U N T O S D E V I ST G E N E R L E S C E R C D E L P S I C O L O G I D E L O S S U E R O S
cia de estas proyecciones es ficil que se dificulte la relaci6n con
la otra persona, pues falta el puente de la ilusibn, a travCs del
cual discurren libremente el amor y el odio y por el que tan fic il
y satisfactorio resulta desembarazarse de todas esas supuestas
virtudes que pretenden < mejorar,, cccorregir,, a otros. A conse-
cuencia de esta complicaci6n tiene lugar un estancamiento de la
libido, gracias a1 cual las proyecciones desfavorables se vuelven
conscientes. Entonces el sujeto se ve en el deber de cargar en su
propia cuenta todas esas infamias o acciones diab6licas que hasta
entonces habia atribuido a1 otro y que le indignaron toda la vida.
Lo irritante de este mod0 de proceder es el convencimiento, por
una parte, de que si todo el mundo actuara asi, la vida seria
mucho rnis soportable y, por otra, la sensaci6n de una enorme
resistencia a aplicarse este principio a si mismo y ademis en
serio. Si lo hiciera el otro, seria maravilloso; per0 si lo tiene que
hacer uno mismo, resulta insoportable.
518
El neurdtico se ve oblig do por su neurosis a dar