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¿Qué es la doloa renovada? Hemos escogido este artículo para iniciar este apartado dedica- do a la iridología, que en cierto modo representa el espíritu que desearíamos quedara impregnado en la revta; el de la renova- ción. Como podrán comprobar los entendidos en este campo, se ex- pone en él una teoría que poco a poco gana adeptos, pero que aún es minoritaria y avanza un poco contra corriente. El hecho de que esté fundamentada en una exposición seria y cientica, y la gran categoría de su inspirador, la hacen merecedora de inaugurar esta sección de la revista. - El contenido del artículo fue leído en un discurso pronun- ciado por el Dr. Gilbert Jausas, el 1 y 2 de marzo de 1.980, en el hotel Sheraton de París, durante el Congreso Inteacional de Iridología, posteriormente, fue publicado en el boletín oficial de la Association Franaise d'Iridologie Rénovée, que fundó el mismo Dr. Jausas, y que preside el Dr. Jacques Guidoni, al que agradecemos haber tenido la amabilidad de permitios tradu- cirlo y ponerlo en esta revista. Se esté o no de acuerdo con la topografía renovada, se tiene que admitir que es un campo de investigación interesante. La Iridología aún es una ciencia que va en pañales, y entre otros deberíamos conseguir elevario al rango que merece. A todo el que esté in-teresado en informarse de las actividades de esta asociación, le remitimos al apartado dedicado a informa- ción. Josep Lluis Berdonces i Serra PR Ó LOGO La iridología renovada es una iridología que se remon- ta a las fuentes, más allá dell.ꝃO a. de J .C., y que está de acuerdo con la genética y con la embriología. En esa lejana época, el hombre contempló el cielo, ob- servó la naturaleza; así como las diferentes relaciones que existía entre los seres, las cosas, y los acontecimientos. Sus observaciones les llevaron a constatar que existe una correspondencia entre el cuerpo humano dividido en doce partes y los doce signos de la rueda zodiacal; es así que las leyes de la tierra y del cielo se interpenetran y que el hombre de esos tiempos lejanos observó los ojos para conocer el estado de salud. Como escribó el Dr. Allendy, interpretando el aforis- mo de la Tabla de Esmeralda de Hermes: " ...Encontra- mos en el Hombre un extracto, un esquema del universo entero, el mismo orden, las mismas leyes, la misma armonía que rige el microcosmos y el macrocosmos." Es este punto el que ha sido la base de mi topografía irídica. 12 Gilbe Jausas Traducción: J .L. Berdonces LOS SIGNOS IR Í DICOS PRECEDEN A LAS ENFERMEDADES Siempre he dicho que la iridología renovada debería evolucionar hacia una mejor comprensión del Ser huma- no. Es lo que se ha hecho después de la aparición de mi primer libro en 1.948 . Una ciencia que no progresa se fo- siliza. Hoy en día la iridología renovada avanza con un nuevo paso. Según mis datos, no hay nadie que esté interesado iri- dológicamente en los ojos de los niños. ¿Por qué? ... ¿Es acaso incómodo el constatar que son portadores de sig- nos irídicos no justificados? ... Pienso que no atraen el in- terés médico porque no se encuentran explicaciones en ellos. Pero hay una razón para todo; nada existe porque sí. ¿Por qué entonces hay los mismos signos en los niños jóvenes, incluso en los lactantes, que los que se en- cuentran e interpretan en los adultos, mientras que la ma- yor parte de las veces no hay nada conocido que los justi- fique? Sigamos la evolución del iris. En el nacimiento, los iris son grises, azul oscuro, a veces con un matiz "avellana ". La época en la que se termina la pigmentación varía se- gún los sujetos; y puede realizarse hacia el mes de vida o algo más tarde. Es en este momento en el que aparecen los signos irídicos. Los primeros son los copos blancos, que se presentan inicialmente bajo una forma alargada y en el sentido radial. Antes de la pigmentación definitiva, el iris es liso y no presenta ninguna marca. Esta constatación es un hecho irrefutable, fotogra- fiable, que nos muestra que los signos irídicos no son la consecuencia de las enfermedades y que no aparecen co- mo consecuencia de una patología, sino que la preceden, y esto es una gran consecuencia para nosotros, iridólo- gos. Si ciertos signos no están marcados en el iris, no puede ser entonces el sistema reflejo el que no ha funcionado, puesto que acabamos de constatar que no es por ello que aparecen los signos irídicos; recordemos que son visibles desde el inicio de la vida, en la que no hay enfermedad. Se sabe que tenemos predisposiciones hereditarias (o sea, genéticas); y la teoría homeopática pone el terreno en primer lugar. De este modo, los iris nos muestran, quizá, la programación genética de las partes débiles del cuerpo humano, que en consecuencia nosotros habremos de co- nocer. Se puede decir entonces que los signos irídicos apare- cen como el reflejo de un estado orgánico, sea nervioso o de otro tipo. Las hiperpigmentaciones, los arcos de círculo, las deficientes tramas irídicas _observadas en los

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¿Qué es la iridología renovada?

Hemos escogido este artículo para iniciar este apartado dedica­do a la iridología, que en cierto modo representa el espíritu que desearíamos quedara impregnado en la revista; el de la renova­ción.

Como podrán comprobar los entendidos en este campo, se ex­pone en él una teoría que poco a poco gana adeptos, pero que aún es minoritaria y avanza un poco contra corriente. El hecho de que esté fundamentada en una exposición seria y científica, y la gran categoría de su inspirador, la hacen merecedora de inaugurar esta sección de la revista. -

El contenido del artículo fue leído en un discurso pronun­ciado por el Dr. Gilbert Jausas, el 1 y 2 de marzo de 1.980, en el hotel Sheraton de París, durante el Congreso Internacional de Iridología, posteriormente, fue publicado en el boletín oficial de la Association Fran{:aise d'Iridologie Rénovée, que fundó el mismo Dr. Jausas, y que preside el Dr. Jacques Guido ni, al que agradecemos haber tenido la amabilidad de permitirnos tradu­cirlo y exponerlo en esta revista.

Se esté o no de acuerdo con la topografía renovada, se tiene que admitir que es un campo de investigación interesante. La Iridología aún es una ciencia que va en pañales, y entre otros deberíamos conseguir elevario al rango que merece.

A todo el que esté in-teresado en informarse de las actividades de esta asociación, le remitimos al apartado dedicado a informa-ción.

Josep Lluis Berdonces i Serra

PRÓLOGO

La iridología renovada es una iridología que se remon­ta a las fuentes, más allá dell.OOO a. de J.C., y que está de acuerdo con la genética y con la embriología.

En esa lejana época, el hombre contempló el cielo, ob­servó la naturaleza; así como las diferentes relaciones que existía entre los seres , las cosas, y los acontecimientos.

Sus observaciones les llevaron a constatar que existe una correspondencia entre el cuerpo humano dividido en doce partes y los doce signos de la rueda zodiacal; es así que las leyes de la tierra y del cielo se interpenetran y que el hombre de esos tiempos lejanos observó los ojos para conocer el estado de salud.

Como escribó el Dr. Allendy, interpretando el aforis­mo de la Tabla de Esmeralda de Hermes: " ... Encontra­mos en el Hombre un extracto, un esquema del universo entero, el mismo orden, las mismas leyes, la misma armonía que rige el microcosmos y el macrocosmos."

Es este punto el que ha sido la base de mi topografía irídica.

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Gilbert Jausas Traducción: J .L. Berdonces

LOS SIGNOS IRÍDICOS PRECEDEN A LAS ENFERMEDADES

Siempre he dicho que la iridología renovada debería evolucionar hacia una mejor comprensión del Ser huma­no. Es lo que se ha hecho después de la aparición de mi primer libro en 1 .948. Una ciencia que no progresa se fo­siliza. Hoy en día la iridología renovada avanza con un nuevo paso.

Según mis datos, no hay nadie que esté interesado iri­dológicamente en los ojos de los niños. ¿Por qué? ... ¿Es acaso incómodo el constatar que son portadores de sig­nos irídicos no justificados? ... Pienso que no atraen el in­terés médico porque no se encuentran explicaciones en ellos. Pero hay una razón para todo; nada existe porque sí.

¿Por qué entonces hay los mismos signos en los niños jóvenes , incluso en los lactantes , que los que se en­cuentran e interpretan en los adultos, mientras que la ma­yor parte de las veces no hay nada conocido que los justi­fique?

Sigamos la evolución del iris. En el nacimiento, los iris son grises, azul oscuro, a veces con un matiz "avellana". La época en la que se termina la pigmentación varía se­gún los sujetos; y puede realizarse hacia el mes de vida o algo más tarde. Es en este momento en el que aparecen los signos irídicos. Los primeros son los copos blancos, que se presentan inicialmente bajo una forma alargada y en el sentido radial. Antes de la pigmentación definitiva, el iris es liso y no presenta ninguna marca.

Esta constatación es un hecho irrefutable, fotogra­fiable, que nos muestra que los signos irídicos no son la consecuencia de las enfermedades y que no aparecen co­mo consecuencia de una patología, sino que la preceden, y esto es una gran consecuencia para nosotros, iridólo­gos.

Si ciertos signos no están marcados en el iris, no puede ser entonces el sistema reflejo el que no ha funcionado, puesto que acabamos de constatar que no es por ello que aparecen los signos irídicos; recordemos que son visibles desde el inicio de la vida, en la que no hay enfermedad.

Se sabe que tenemos predisposiciones hereditarias (o sea, genéticas); y la teoría homeopática pone el terreno en primer lugar. De este modo, los iris nos muestran, quizá, la programación genética de las partes débiles del cuerpo humano, que en consecuencia nosotros habremos de co­nocer.

Se puede decir entonces que los signos irídicos apare­cen como el reflejo de un estado orgánico, sea nervioso o de otro tipo. Las hiperpigmentaciones, los arcos de círculo, las deficientes tramas irídicas _observadas en los

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niños pequeños revelarán entonces las disposiciones mór­bidas hereditarias.

Es aquí donde deben intervenir los genes específicos, que son la base de todas las manifestaciones patológicas · posteriores al nacimiento. ¿Cuándo se declararán las afecciones patológicas? ¿En qué época? . .. La respuesta puede estar en el estudio del comportamiento de los ge­nes .

CONSIDERACIONES GENÉTICAS Un gene o varios genes pueden formar un "mensaje" .

Este mensaje se transmite de generación en generación, pero, -esto es importante-, no se expresa siempre. Su expresión depende del medio ambiente, y si no se puede exteriorizar, pasará a la generación siguiente .

Sabemos, de este modo, que somos portadores de "ge­nes ancestrale( ' , que parecen no funcionar en las condi­ciones normales de existencia; es lo que ciertas técnicas nos permiten suponer. Pero se sabe con certeza que una cierta parte del material genético sólo funciona en deter­minadas partes de la vida, y, de este modo, que la infor­mación contenida en un gene, aunque conservada duran­te toda la vida en el individuo, no se expresa en perma­nencia.

Reemplacemos la palabra gen por la de signo irídico, y entonces leeremos: La información contenida en un signo irídico, aunque conservada durante toda la vida de un in­dividuo, no se expresa en permanencia. Esto aclara singu­larmente nuestra interpretación.

Esta propiedad que permite que una información gené­tica no se exprese en permanencia es mal conocida. Pare­ce ligada a los factores ambientales que actuarían sobre los genes llamados "reguladores" . Estos genes regulado­res desencadenarían la expresión de ciertos genes en de­terminadas épocas.

Hay que reconocer también que para un cierto número de enfermedades existe un determinismo, más o menos estrecho o más o menos fácil de encontrar con precisión. El medio, bajo sus formas más diversas y, en muy nume­rosos casos, tiene un papel muy importante en la expre­sión o no expresión de la anomalía genética.

Podemos así mismo translocar y decir: que el medio, bajo sus formas más diversas y, en muy numerosos casos, tiene un papel importante en la expresión o no expresión de la anomalía irídica.

Cada. vez que una enfermedad de orden genético puede ser tratada, se trata siempre sobre una intervención que actúa sobre el medio.

De este modo, se sabe que cada uno de nosotros posee dentro de cada elemento de su sangre "los marcadores" , una forma de etiquetas genéticas que hemos heredado de nuestros ancestros, de generación en generación.

LOS SIGNOS IRÍDICOS INDICAN LAS PREDISPOSICIONES

Este nuevo aspecto de la iridología renovada aclara los hechos que todos los iridólogos pueden observar.

Las relaciones del HÓmbre y el Cosmos (el Zodiaco relacionado con las partes del cuerpo) en la representación hallada en la Basílica de

Vézelay

De este modo, mientras nosotros vemos un útero fibro­matoso en un sujeto que no presenta ningún síntoma, se puede pensar que estamos en un error; pero es más tarde cuando un fibroma nos vendrá a dar la razón. De esta manera, podemos dar una explicación: la predisposición existe, falta la fecha de su manifestación que es descono­cida para nosotros; ya he hablado acerca del comporta­miento de los genes, lo que nos puede hacer comprender este fenómeno.

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Continuemos por otros ejemplos: Vemos un signo inflamatorio prostático en niños pequeños, y, de seguro, que no hay ningún síntoma, pero la tendencia está ahí, subyacente. Es igualmente el caso de los signos irídicos en el área de los pulmones, que no siempre están explicita­dos en el momento que los descubrimos. Los mismo pasa con los signos cardiacos que señalamos antes que una cardiopatía se desencadene.

Mientras notamos en las hiperpigmentaciones recargos endógenos o exógenos, el momento puede que aún no ha­ya llegado para que éstas se concreticen, pero se las puede ver en los niños pequeños, demostrando bien la predispo­sición hacia tal o cual acumulación o eliminación defec­tuosa. Hemos visto con gran frecuencia los casos de diátesis astríticas que aún no se han manifestado.

LAS PREDISPOSICIONES NO SON LAS ENFERMEDADES

El hecho de que un signo irídico afecte a un órgano no indica necesariamente que éste se halle enfermo. Recor­demos lo dicho acerca del comportamiento de los genes. Si se les respeta, si se tiene en cuenta su estado, no podrán dar jamás inquietudes verdaderas . Pienso que el signo irídico que designa su debilidad no aparecerá en los iris de la descendencia. Por el contrario, si una patología lo

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afecta, es posible que se encuentre este órgano marcado en el iris de alguno de los hijos.

Entre tanto, ya sabemos por qué tenemos mayor núme­ro de confirmaciones de nuestras observaciones en los su­jetos añosos que en los jóvenes: las predisposiciónes mór­bidas han tenido más tiempo y más ocasiones para desen­cadenarse.

LOS SIGNOS IRÍDICOS PERSISTEN DESPUÉS DE LA "CURACIÓN"

Vemos constantemente signos irídicos que persisten después de una curación o una operación. A falta de me­jor idea pensaba que la causa residía en una excitación re­sidual del sistema nervioso.

Actualmente, la explicación es más conveniente. Debi­do a que los signos ya están en el nacimiento y en el fin de la vida, estoy obligado a constatar que los signos irídicos estaban, están y e�tarán, sea lo que sea lo que llegue, puesto que representan siempre un punto débil (hemos visto que una información genética dura toda la vida del individuo y que los genes parecen ser la base de la existen­cia de los signos en el iris).

. LOS SIGNOS IRÍDICOS SERÍAN LAS HUELLAS GENÉTICAS

Después de lo que sabemos, los signos irídicos podrían estar considerados conio las huellas genéticas de los pun­tos débiles del organismo, que son susceptibles a las en­fermedades; y en este caso las recaídas son posibles, pues­to que la predisposición no se elimina. Esto explica por qué los osteópatas indican que son siempre las mismas vértebras las que se "bloquean" en un paciente, segura­mente, están marcadas en el iris durante toda la vida del sujeto.

LAS ENFERMEDADES QUE NINGÚN SIGNO IRÍDICO JUSTIFICA

Hay aún un fenómeno iridológico que nosotros nos explicamos, pero que, a la luz del nuevo aspecto de la iridología renovada, explicamos de un modo diferente y que es de un gran interés . Voy � hablar de enfermedades u operaciones en las que ningún signo iridológico las de­lata; nos encontramos en presencia de una localización intacta, mientras que ha habido una enfermedad o una

·ablación del órgano correspondiente. Dado que pienso haber demostrado que el sistema ner­

vioso no tiene nada que ver en la aparición de los signos irídicos (puesto que están presentes desde la infancia, sin ninguna relación con la enfermedad), la falta de irrita­ción nerviosa en la localización de un órgano no puede entonces explicar la ausencia de signos como pensaba en un principio .

De este modo, se puede considerar que si un órgano se cura sin que haya un signo que le concierna, es que la en­fermedad ha tocado un órgano que no está marcado ge­néticamente (o hereditariamente), luego, en un órgano sano. Es lo que llamo una enfermedad "accidental" que

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afecta a un órgano normalmente resistente, y que debe curarse en mejores condiciones que un órgano predesti­nado.

Se puede culpar a la persona de abusar de alimentos, de venenos, de tóxicos, etc. , que es lo que puede debilitar o lesionar un órgano sano que sólo exige el funcionar nor­malmente, y que por tanto, no estará marcado en el iris. Es una explicación lógica que cuadra con lo que conoce­mos actualmente.

LAS OPERACIONES HECHAS A LA LIGERA

Estas consideraciones van aún más lejos, y lo cual es importante. Si esto es así, y una ablación de un órgano (útero u ovario, etc.) no está indicada por un signo irídico, es que se ha quitado un órgano no predestinado a la enfermedad, un órgano robusto afecto por una enfer­medad "accidental" , o sea, con todas las probabilidades de curación. Este razonamiento que se encadena lógica­mente, nos muestra que si hay una posibilidad de cura­ción, sólo se debe recurrir a una operación in extremis.

Si esto es así, ¡ cuántas veces hemos visto ablaciones de órganos hechas posiblemente con precipitación! Pienso que con los conocimientos que tenemos, el médico iridó­logo puede retirar las indicaciones preciosas en la oportu­nidad de proseguir, codo a codo con una terapia, si se sa­be que el órgano aún "no ha dado su brazo a torcer" , y que no hay necesidad de hacerla puesto que la curación es posible.

LA EVOLUCIÓN DE UNA LESIÓN

Hay que decir, entre tanto, que es difícil afirmar que se puede seguir la evolución de una enfermedad, como se creía, basándose en el ejemplo de la laguna cerrada o no, puesto que los niños más pequeños son portadores de la­gunas cerradas y abiertas . Para mí, mientras tanto, la la­guna cerrada indicará una posibilidad de carencia limita­da, mientras que la laguna abierta significará la posibili­dad de una carencia más grande y extendida. Como índi­ce en la enseñanza de la interpretación de los signos, se debe emplear el adjetivo que convenga al órgano concer­nido.

Todo lo que precede justifica lo que recomiendo siempre: la colaboración del interesado. Nosotros no po­demos decir dónde está el interesado dentro de la valora­ción genético-patológica que nos muestran sus iris . Son sus revelaciones, sus síntomas, los que nos permiten po­ner el punto, decir dónde está, si su enfermedad es acci­dental o no, y mostrar, quizá, su responsabilidad.

EN RESUMEN

Para resumir lo expuesto hasta el presente, he tratado de demostrar:

l . o Que el sistema nervioso es ajeno a la formación o mantenimiento de los signos irídicos .

2. 0 Que éstos no son la consecuencia de la enfermedad. 3 . 0 Que todos existen desde la primera infancia, y que

se les encuentra en edad avanzada.

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4. 0 Que constituyen una tabla, genética o no, según la concepción de cada uno, pero una tabla de los puntos de debilidad orgánica que tenemos en el nacimiento.

5 . 0 Que permiten discernir las enfermedades denomi­nadas "accidentales" , de las que somos responsables no­sotros, de las previstas genéticamente, pero no inevi­tables, si tenemos conciencia de nuestros puntos débiles.

Nuestra técnica desemboca en la posibilidad de estable­cer una "Valoración Irídica Genético-Fisiológica" .

El "Hombre de Vézelay" desdoblado representa la disposición de nuestros órganos en nuestros dos ojos.

LOS SIGNOS ORGÁNICOS

Una de las particularidades de la iridología renovada es haber clarificado más exactamente, haber establecido una clasificación lógica, fácil de comprender y observar, en los signos orgánicos del iris. Aparte de las hiperpig­mentaciones y las manchas, nosotros enseñamos tres cla­ses de signos orgánicos:

l . 0 Los signos en relieve, son los signos inflamatorios. 2. o Los signos en excavación, que son las lagunas, los

arcos. 3. 0 Los signos de debilidad: las separaciones fibrilares

o las despigmentaciones locales . A cada una de estas categorías de signos les correspon­

de un cierto número de adjetivos que serán escogidos se­gún las analogías y el órgano concernido.

l . 0 Lo que está en relieve, está bajo el signo " + " : es un exceso, una plétora, una acumulación, un hincha­miento, un desbordamiento, etc.

2 . 0 Lo que está excavado, está bajo el signo "'-" : es una carencia, una pérdida, una falta de ausencia, un défi­cit, una insuficiencia, una deficiencia, etc.

3 . 0 Lo que está debilitado: es frágil, delicado, débil, atónico, insuficiente, depresivo, etc.

Nosotros empleamos las analogías y las imágenes siempre que podemos . Así, un camino con muchos baches, que exigen ser nivelados es el signo inflamatorio "en más"; si hay socavones , los "nidos de gallina" , que exigen ser llenados, éstas son las lagunas . Si estos aguje­ros o socavones se encuentran en un terreno firme y sóli­do, y no se agrandan más, es la laguna cerrada; si por el contrario el suelo es frágil, los socavones se agrandarán con el tiempo: es la imagen de laguna abierta. Si el cami­no se desploma por momentos, o se hunde: es la debili­dad, que demanda ser reforzada, tonificada.

Sea una u otra la categoría de los signos, siempre entra­ñan ralentización de la circulación; sea en la imagen del camino o en la realidad fisiológica.

Cuando uno ha comprendido esta clasificación irídica, la interpretación de los problemas orgánicos es fácil y precisa.

EL ORIGEN DE NUESTRA TOPOGRAFÍA IRÍDICA

Nuestos antiguos ancestros tenían probablemente unos conocimientos más extensos que los nuestros, cuyas fuen­tes y medios se nos escapan. Ellos materializaron sus en­señanzas cósmicas especialmente en la pirámide de Khe-ops, 3 .000 años antes de J .C. .

Algo más cerca de nosotros, 1 .000 años antes de J .C . , según relata la traducción del libro de Vida y Deck, se ob­servaba a los ojos para conocer el estado de salud. Un de­nominado Libra, había esquematizado en un libro el "zo­diaco del ojo" . La ciencia de esa lejana época era sobre todo una ciencia de observación de las relaciones que puede haber entre los seres, las cosas, la natura y el cos­mos. "Lo que está abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo' ' (Hermes Tri­megisto), y se podrían incluir en un mismo esquema.

Hoy en día la ciencia moderna ha aportado una prueba, por ejemplo, en la constitución del átomo, con cuyo ensamblaje se constituyen nuestras moléculas, está constituido a la imagen de nuestro sistema solar . Es un núcleo central, el protón o protones alrededor de los cuales �ravita un cierto número de electrones, como los planetas giran alrededor de nuestro sol.

Los "albañiles" que construyeron nuestras catedrales conocían las relaciones que hay entre el Hombre y el Cos­mos. Nos dejaron testimonios en sus esculturas, como las que vemos en el friso de la basílica de Vézelay. El Cristo está rodeado por el zodiaco, y por encima de su cabeza, entre el León y Cáncer, se encuentra el cuerpo del Hombre formando la rueda, enrollada al revés, la cabeza tocando los pies.

Se nos ha querido demostrar que existe una correspon­dencia cósmica entre el cuerpo humano dividido en doce partes y la rueda zodiacal .

De este modo, la proyección de nuestros órganos sobre nuestro iris sigue el mismo esquema universal. Este cono­cimiento se ha perdido con el paso de los años, como tan­tos otros, mientras nacía una ciencia que lo quería expli­car todo; pero la verdad no puede estar eternamente es­condida.

Y como no estaba contento con la iridología en 1 .936, investigué y me remonté hacia las fuentes sin saberlo. Ciertamente, la verdad emerge por todos los sitios, y ten­go por prueba el dibujo aparecido en una revista italiana y que representa un esqueleto humano enrollado al revés en medio de los signos del zodiaco, como el "hombre de Vézelay" .

Establecí, de este modo, una topografía irídica a la imagen del hombre en su posición fetal, pero esta disposi­ción orgánica no me satisfizo . Sin embargo, una cosa me sorprendía, y era la posición del raquis que se encontraba

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Mapa topográfico iridiano.

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en la cara anterior, y esta localización se había confirma­do por mis alumnos osteópatas; invertir la posición fetal me parecía anormal. Había que esperar muchos añ.os pa­ra conocer al "Hombre de Vézelay", y la idea del autor italiano del dibujo que ya he comentado.

La tradición dice que al muslo le corresponde el S.R.E. (Sistema Retículo Endotelial) y las mucosas; a las pan­torrillas: la sangre; al pie: la linfa y el sistema fibra­ligamentoso. Y es el estado de estos tejidos vivientes (la sangre y la linfa son tejidos) lo que se proyecta en los sec­tores 10, 1 1 y 1 2. Los miembros, que no son más que los accesorios de la movilización del cuerpo, y que no partici­pan en los intercambios metabólicos y otros, se localizan también, pero en el limbo de estos s�tores. La sangre, como la linfa, son entidades vivientes, en las que las loca­lizaciones no tienen más relación con el sistema nervioso que las otras localizaciones orgánicas. Esto es lo que se ha probado en el inicio de esta exposición.

Libra, ya citado, escribió "que las manifestaciones irídicas no son, como se cree, las consecuencias de los problemas orgánicos, sino las manifestaciones que evolu­cionan paralelamente a las afecciones orgánicas" ¡ Él sen­tó confusamente una explicación más conforme a la reali­dad! La genética aún no había nacido para darle elemen­tos más precisos. Hoy en día, ella nos permite pensar que es dentro de la construcción arquetípica de los genes y cromosonas donde se podrá encontrar la explicación de la disposición de las proyecciones orgánicas en nuestra topografía irídica.

NUESTRA TOPOGRAFÍA Y LA EMBRIOLOGÍA

La embriología nos muestra que nuestra topografía no es el hecho del azar. Demuestra que los órganos del cuer­po humano estan formados a partir de tres hojas embrionarias que son:

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a) el endoblasto o endodermo. b) el mesoblasto o mesodermo. e) el ectoblasto o ectodermo.

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El endoblasto ha formado el tubo digestivo, las vías respiratorias, las amígdalas, el tirpides, el paratiroides, el timo, el oído medio, la trompa de Eustaquio, el hígado, el páncreas. Es decir, poco más o menos la mitad exterior de nuestra topografía.

El mesoblasto ha formado el tejido conjuntivo, el cartílago, los huesos, la dermis, los músculos estriados y lisos; el corazón, los vasos, la sangre, la linfa, los riñ.ones, las gónadas y sus conductos excretores, el pericardio, la pleura, el peritoneo, el bazo, el córtex suprarrenal. Es de­cir, poco más o menos la mitad interior de nuestra topografía. Hay tres excepciones: el corazón y el bazo que se encuentran dentro de la región exterior, en lugar de en la región interior, y la vejiga que debería estar en la mitad exterior.

El ectoblasto ha formado el sistema nervioso central, el sistema nervioso periférico, el epitelio sensitivo (senso­rial) de los órganos de los sentidos: oído, nariz, ojo, epi­dermis y sus anexos, las glándulas mamarias, la antehipó­fisis, la parte medular de las suprarrenales . Es la parte central en nuestro grafismo, vemos que comprende el sec­tor n. 0 1 y la corona• .

No creo que haya sido el azar el que h a ocasionado que los órganos de nuestra topografía se hayan clasificado (salvo tres) después de su formación embrionaria en tres grupos bien distintos; es, como mínimo, sospechoso de lógica.

Si consideramos el sector n .o 1 y la corona, vemos la entrada de un aserramiento; y un aserramiento indica una

(*) N. del T.: En francés "collerette". Lo traducimos por corona por ser el término habitualmente utilizado en la designación de la zona del ángulo de Fuchs.

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puerta, y una puerta da acceso a un lugar. Ahí está el centro de los controles energéticos bajo todos los aspec­tos. Ella alimenta y regulariza todas las funciones orgáni­cas que la rodean: por la columna vertebral, árbol de vida que condiciona la marcha de todos los órganos dentro de los cuales ésta envía sus ramificaciones nerviosas; por las secreciones glandulares que se difunden por todo el cuer­po; por el sistema neuro-vegetativo que está en relación con todos los sectores: por la cabeza, y todo lo que con­tiene, que es el tracto de unión entre la vida orgánica y la vida exterior.

Se ve en esta topografía que los órganos formados por el ectoblasto desembocan al exterior por el sector de la ca­beza, mientras los órganos formados por las otras dos hojas, se aglomeran alrededor de los primeros y los en­cierran.

Hay muchas cosas que aprender meditando sobre este símbolo, pero no estamos aquí para hacer esoterismo.

TOPOGRAFÍA ANULAR

Mis investigaciones sobre el conocimiento del Hombre físico no habrían sido suficientes si no hubiera entrevisto la observación de los órganos tomados aisladamente, co­mo se les ve repartidos en mi topografía radial (los 1 2 sec­tores).

Las funciones orgánicas son interdependientes las unas de las otras, y no hay aislamiento de ninguna de ellas. De este modo, hay que estudiar qué es lo que las une y cómo se hacen los intercambios. Lo que las une es: la sangre, la linfa, los sistemas nerviosos, las secreciones glandulares (y seguramente, también las corrientes energéticas).

La circulación de estos elementos diferentes afecta a todos los órganos; y de este modo sólo puede ser observa­da siguiendo los anillos que los unen a todos. Es el objeto de mi segunda topografía denominada "anular". Esta se sobrepone a la topografía orgánica, formando un complejo que refleja el Hombre físico. ,

Hay 6 anillos concéntricos alrededor de la pupila, que puede representar a nuestro sistema "PSY" .

El l . 0 refleja la función parasimpática. El 2. 0 refleja el estado de los plexos nerviosos. El 3. 0 refleja la función ortosimpática y el raquis. El 4. 0 refleja la circulación de los líquidos nutridos

dentro de los grandes vasos. El 5. 0 refleja la posición de los órganos. El 6. 0 refleja la circulación de los líquidos nutridos

dentro de los vasos pequefios. El estudio iridológico tiene en cuenta las predisposi­

ciones orgánicas, en función de las relaciones con lo que las une.

EPÍLOGO

Se desprende de lo expuesto: l . o Que los signos irídicos indican los puntos de debili­

dad orgánicos. Según la edad del sujeto, y sus condi­ciones de vida, ciertos signos pueden revelar enfermeda­des pasadas, o las causas de las enfermedades presentes .

. No indican inevitablemente las enfermedades que tienen que sobrevenir. Todo depende de las circunstancias del medio ambiente y de cómo serán respetadas las debilida­des funcionales orgánicas.

2. 0 Que la topografía propuesta por la Iridología Re­novada parece corresponder a hechos indiscutibles.

En los exámenes iridológicos que hago en la actuali­dad, ya no trato de actualizar ningún signo, sino que in­vestigo entre ellos la causa de los síntomas presentes o de la enfermedad.

Si un órgano está afectado, y no está marcado iridoló­gicamente, lo considero como que puede curarse espontá­neamente. En este caso, la falta incumbe frecuentemente a un paciente que ha hecho excesos o imprudencias. Aquí intervengo con consejos de moderación, y con la indica­ción de una terapéutica que pueda ser eficaz.

Por el contrario, si un órgano marcado iridológica­mente está afectado, considero el caso como más impor­tante, y si la curación se hace demasiado larga o dudosa la operación puede estar indicada.

En el curso del examen, aprovecho para advertir al consultante de sus puntos débiles, que podrían ser la causa de enfermedades o de recaídas, si ya han tenido és­tas lugar.

Siempre digo a mis discípulos que el iridólogo no es un adivino, y que debe haber una colaboración entre él y el consultante.

Espero que mis textos y mis proyecciones de diapositi­vas habrán suscitado en Uds. el deseo de saber algo más, asistiendo a nuestros seminarios.

Gilbert Jausas

Nuestro amigo Christian Macchia, en el curso de un viaje a la URSS, y en la visita a un museo, encontró un libro del afio 345 después de J . C . , escrito por un filósofo, astrónomo armenio que demostraba la posición del hombre dentro del ojo tal como la ensefia el Sr. Gilbert Jausas. En el próximo número publicaremos la foto y los comentarios.

Al final de esta conferencia, Gilbert Jausas fue c·aluro­samente aplaudido. Los médicos presentes le felicitaron por haber dado a la iridología otra dimensión con bases increíbles, tanto para los signos irídicos como para la topografía orgánica.

Jacques Guidoni

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