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Derribando mitos: Inversores vs. Emprendedores Cuanto menos conocimiento hay, más grande es el mito acerca de la relación entre el inversor de riesgo y el emprendedor. A menudo, cada parte especula sobre cómo es el perfil de la otra. Se estudian entre sí. Estudian cómo lograr acuerdos con intereses compatibles entre ambos aún cuando ninguno sabe quién es el otro. Se arman planes de negocios. Cada uno genera expectativas y sueños. Lo cierto es que, más allá de quienes sean los actores, estamos hablando de distintas partes de un equipo que tiene que ser funcional a un proyecto. En este contexto, cada parte busca su media naranja: el inversor busca un proyecto de alto potencial que sea ejecutado por emprendedores comprometidos y capaces, mientras que el emprendedor busca capital para financiar su proyecto. Pero, a todo esto… ¿Qué es un inversor? ¿Qué es un emprendedor? ¿Qué es lo que hace que un inversor sea un inversor? ¿Qué es lo que hace que un emprendedor sea un emprendedor? Esto se parece a un problema ontológico, pero vamos a tratar de ponerlo simple. En general, los Inversores Ángeles son personas con buenos antecedentes en finanzas y/o emprendimientos que juegan el rol de inversor en un proyecto dado. Aún así, no es trivial catalogar a un inversor como tal si tuviéramos que considerarlo fuera del contexto del proyecto. Nos preguntamos: ¿Es posible considerar a un inversor como tal a causa de su experiencia previa? Es decir, ¿Es inversor quien nunca invirtió? Pensemos en la situación en la cual alguien decide invertir sus ahorros en un proyecto naciente. Abre una oficina, diseña una tarjeta de negocios y luego se reúne con muchos emprendedores en busca de un proyecto. ¿Es posible no considerarlo como inversor? ¿Es posible considerar a un inversor como tal a causa de su actividad principal? Pensemos en alguien cuyos ingresos provienen exclusivamente de su trabajo en relación de dependencia y participa, por única vez, de una co- inversión en un proyecto naciente... ¿Es entonces un Inversor Ángel? Con los emprendedores, la cuestión no es menos difícil. Lejos de querer llegar a una conclusión respecto a “qué es ser un emprendedor”, acá sólo vamos a rescatar que es la parte del equipo que aporta el proyecto de negocio y se dispone a llevarlo adelante. En principio pareciera que el único factor común entre un inversor y un emprendedor es que ambos son personas (algo es algo). Pero yendo un poco más allá, encontramos otra similitud fundamental: tienen como interés común el éxito del proyecto. Para que el emprendedor se la “juegue” y el inversor aporte el capital, ambos tienen que entender y confiar en el proyecto. Aunque el significado de “éxito” pueda ser distinto para el inversor que para el emprendedor, el éxito suele conseguirse cuando

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Derribando mitos: Inversores vs. Emprendedores

Cuanto menos conocimiento hay, más grande es el mito acerca de la relación entre el inversor de riesgo y el emprendedor.

A menudo, cada parte especula sobre cómo es el perfil de la otra. Se estudian entre sí. Estudian cómo lograr acuerdos con intereses compatibles entre ambos aún cuando ninguno sabe quién es el otro. Se arman planes de negocios. Cada uno genera expectativas y sueños.

Lo cierto es que, más allá de quienes sean los actores, estamos hablando de distintas partes de un equipo que tiene que ser funcional a un proyecto. En este contexto, cada parte busca su media naranja: el inversor busca un proyecto de alto potencial que sea ejecutado por emprendedores comprometidos y capaces, mientras que el emprendedor busca capital para financiar su proyecto.

Pero, a todo esto… ¿Qué es un inversor? ¿Qué es un emprendedor? ¿Qué es lo que hace que un inversor sea un inversor? ¿Qué es lo que hace que un emprendedor sea un emprendedor? Esto se parece a un problema ontológico, pero vamos a tratar de ponerlo simple.

En general, los Inversores Ángeles son personas con buenos antecedentes en finanzas y/o emprendimientos que juegan el rol de inversor en un proyecto dado. Aún así, no es trivial catalogar a un inversor como tal si tuviéramos que considerarlo fuera del contexto del proyecto. Nos preguntamos:

• ¿Es posible considerar a un inversor como tal a causa de su experiencia previa? Es decir, ¿Es inversor quien nunca invirtió? Pensemos en la situación en la cual alguien decide invertir sus ahorros en un proyecto naciente. Abre una oficina, diseña una tarjeta de negocios y luego se reúne con muchos emprendedores en busca de un proyecto. ¿Es posible no considerarlo como inversor?

• ¿Es posible considerar a un inversor como tal a causa de su actividad principal? Pensemos en alguien cuyos ingresos provienen exclusivamente de su trabajo en relación de dependencia y participa, por única vez, de una co-inversión en un proyecto naciente... ¿Es entonces un Inversor Ángel?

Con los emprendedores, la cuestión no es menos difícil. Lejos de querer llegar a una conclusión respecto a “qué es ser un emprendedor”, acá sólo vamos a rescatar que es la parte del equipo que aporta el proyecto de negocio y se dispone a llevarlo adelante.En principio pareciera que el único factor común entre un inversor y un emprendedor es que ambos son personas (algo es algo). Pero yendo un poco más allá, encontramos otra similitud fundamental: tienen como interés común el éxito del proyecto.

Para que el emprendedor se la “juegue” y el inversor aporte el capital, ambos tienen que entender y confiar en el proyecto. Aunque el significado de “éxito” pueda ser distinto para el inversor que para el emprendedor, el éxito suele conseguirse cuando

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existe una visión compartida entre ambos. Para lograr esto último, es buena práctica que el inversor piense con “el sombrero” del emprendedor, y que el emprendedor piense también con “el sombrero” del inversor.

Lograr esta empatía no debería ser tan difícil. Un inversor que haya recorrido (o esté recorriendo) el camino de los emprendimientos, podría fácilmente entender los desafíos que enfrenta un emprendedor y la visión que persigue. Por otro lado, el emprendedor es el primero en invertir su tiempo y sus energías para dar cada paso. La complicación en este caso es el salto conceptual que implica poder comparar una inversión no dineraria (tiempo y esfuerzo) con una inversión dineraria.

Warren Buffett dijo alguna vez: “I am a better investor because I am a businessman, and a better businessman because I am an investor” (soy mejor inversor porque soy un hombre de negocios, y soy mejor hombre de negocios porque soy inversor). En esencia, esta frase autorefiere a que él reúne dos roles diferentes y cada rol alimenta al otro. El perfil de hombre de negocios tiene una naturaleza semejante al del emprendedor, y así describe él una de las bases de su éxito.

Hasta acá, tratamos a la relación inversor-emprendedor como a un amor platónico que queda en el ideal. Pero en muchos casos estos roles se convierten en personas con nombres y apellidos, y es ahí cuando comienza el recorrido del conocimiento mutuo.

A pesar de la infinidad de consejos y técnicas que pueden conseguirse en la bibliografía, en Internet y de un amigo para construir un vínculo inversor-emprendedor, esta información resulta a veces tan útil como un manual sobre “¡Cómo conseguir pareja!”. La “química”, las percepciones, el conjunto de valores, las capacidades para honrar sus roles, etc. son aspectos críticos del vínculo y difícilmente medibles... ¿Y el proyecto? El proyecto es el disparador de todo esto, pero sin equipo, el proyecto corre el riesgo de no salir de la planilla de cálculos.

Una de las maneras más habituales de conocerse mutuamente es a través de la búsqueda de antecedentes y referencias. Esta práctica es especialmente crítica cuando hay poco tiempo para conocerse y mucho por delante para compartir. Esto, que suena a una obviedad, es tan simple como indispensable. ¿Cómo debemos interpretar si el emprendedor fue parte de un éxito? ¿Y de un fracaso? ¿Podrá un emprendedor repetir un éxito? ¿Podrá un emprendedor que fundió una empresa tener una revancha exitosa? Es claro que el pasado es un mal pronosticador de los resultados que se obtendrán en el futuro, pero las inversiones, en última instancia, terminan siendo una cuestión de fe, y el camino recorrido ayuda a alimentarla.

A veces las reuniones se hacen en un café, a veces en una oficina. A veces se habla de motivaciones personales y a veces sobre los aspectos de negocios del plan. Generalmente importa mucho cómo cada uno se ve a sí mismo a 5 años en el futuro para entender si aceptaría participar de una empresa que se encuentre en un estadío muy distinto a la versión del presente. En definitiva, estas reuniones intentan revelar la estrategia más sincera de cada uno. El inversor y el emprendedor tienen una visión, una misión, valores y objetivos que van a compartir, a conciliar, consensuar. El inversor que se junta con el emprendedor, tuvo iniciativas, deseos, compromisos y disposición a asumir riesgos. Podemos considerar a un inversor como un emprendedor en sí mismo que emprende en el mundo de las inversiones.

Volvemos entonces al punto desde donde arrancamos: ¿Es posible considerar a un inversor como a un emprendedor de las inversiones? ¿Es posible considerar que el

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emprendedor es el principal inversor no dinerario del proyecto? ¿Es posible decir que todos los del equipo son parte inversor y parte emprendedor? ¿Es posible decir que son simplemente personas que utilizan esos rótulos para identificar sus roles en una situación dada?

Poner al inversor y al emprendedor juntos, en la misma vereda, quizá pueda ayudar a facilitar estos vínculos, popularizarlos y escindirlos de mitos. Quizá un enfoque simple sea un primer paso gratuito para promover la formación de equipos entre inversores y emprendedores, en los que no se pueda distinguir cuál es cuál.