2TEOLOGÍA

La Trinidad y las creaciones del Padre

2.1. El Dios creador de la historia

2.1.1. ¿Quien es Dios? Atributos personales.

2.1.2. Dios en el pensamiento filosófico: atributos y pruebas filosóficas.

2.1.3. ¿Cómo es Dios?

2.1.4. Creación «ex nihilo» por la Palabra.

2.1.5. El trino Dios: Biblia, Nicea y Calcedonia.

2.2. Creación del orden natural

2.2.1. No hay ley natural sino costumbres de Dios.

2.2.2. Creación continua y ecología.

2.2.3. Creación y revelación general.

2.2.4. Creación, milagros y ciencia.

2.2.5. Creación y providencia.

2.3. La humanidad creada

2.3.1. El relato del Génesis.

2.3.2. Hombre y mujer, cuerpo, alma, espíritu.

2.3.3. «Imago Dei» y «analogia relationis».

2.3.4. La naturaleza pecadora y contradictoria del ser humano.

2.3.5. El «Hijo del Hombre» y el humanismo cristiano

2.4. La creación del pueblo de Dios

2.4.1. El llamado misionero de Abraham.

2.4.2. Moisés y el destino manifiesto de Israel.

2.4.3. David y la sabiduría del Siervo sufriente.

2.4.4. La Cultura del shalom.

2.4.5. El Espíritu creador de pueblo.

2.5. Nuevas creaciones en Cristo

2.5.1. Creaciones escatológicas de nuevo cielo y nueva tierra.

2.5.2. Creación por resurrección.

2.5.3. Creación por conversión.

2.5.4. Creación por nuevo nacimiento.

2.5.5. Una cultura llamada el «cuerpo de Cristo».

Introducción: Dios y creación en la historia de la teología

El relato del Génesis (1. 1) informa que Dios en el principio creó el cielo y la tierra. La palabra usada indica una creación «sin esfuerzo» y también una creación «ex nihilo».

El NT básicamente continúa en la tesitura del relato de Génesis, aunque lo expande en forma trinitaria. Cristo y el Espíritu Santo son parte integral de la historia de Dios en la creación y la redención (1Co 8. 6). Creación y redención no se excluyen sino que se incluyen, por lo cual la redención usa lenguaje de creación (Ro 11. 36). Creación y sustento del orden creado van juntos. Todo procede de la mano de Dios y sigue sostenido por su mano. Por esto no existen cosas inmundas en el orden creado (1Ti 4. 4). Para Pablo, el mundo es creación de Dios para un tiempo limitado (1Co 7. 31b).

La iglesia antigua y la Edad Media han sido influidas en su visión de Dios y del orden creado por Platón y Aristóteles. Platón defendia su perspectiva negativa hacia las cosas creadas, mientras Aristóteles hablaba de un sistema realista. En la Edad Media surge la discusión con respecto a la relación entre ideas y cosas. Había tres posturas: «universalia ante res» (idealismo), «universalia in rebus» (realismo) y «universalia post res» (nominalismo).

La Reforma del siglo 16 busca relacionar creación y gracia. Dios es confesado creador y sustentador de todas las cosas. La bondad de Dios se manifiesta en la creación, la gracia de Dios en la salvación.

El Iluminismo trajo una perspectiva racionalista con respecto al mundo y a la creación. Surgen el deísmo y el panteísmo.

En el siglo 20 Karl Barth insiste en que hay una «diferencia cualitativa infinita» entre Dios y el ser humano, entre cielo y tierra, entre creador y creación (Ec 5. 2).

2.1. El Dios creador de la historia

Generalmente suele hablarse de «revelación general» en la creación, y de «revelación

especial» en la encarnación de Cristo y las narrativas escritas de la Biblia.

¿Hasta qué punto nuestra idea de Dios es proyección humana? No cabe duda de que

mucha religión humana y religiosidad popular es fruto de la proyección e imaginación

humana. Por eso hacemos bien en mantenernos sensibles a las legítimas

advertencias. Es posible diferenciar entre religión y

revelación. Religión partiría más bien del ser humano, su filosofía y experiencia. Revelación, a su vez, depende totalmente de la iniciativa

divina. Esta revelación la percibimos oscurecido por la subjetividad de nuestras

perspectivas, pero posibilita el conocimiento de Dios.

2.1.1. ¿Quien es Dios? Atributos personales

Debemos recordar que en la Biblia abundan los títulos personales para Dios. En el AT, Dios se identifica con el arca del pacto. También las referencias hacia Dios son mediadas por su rostro, su gloria, su nombre, su ley. En el NT, la revelación suprema de la personalidad de Dios se da en la persona de Jesucristo (Jn 12. 45; Heb 1. 2-3). En el AT prevalecen las dimensiones divinas de santidad, señorío, trascendencia y diferenciación de lo humano. En el NT, su amor, inmanencia, humanidad y su carácter de Padre. La iglesia antigua desarrolló atributos abstractos de Dios como omnisciencia, omnipresencia, omnipotencia, etc. Estos términos deben usarse con cautela pues no surgen directamente de la narrativa bíblica. Su aporte básico es confirmar el testimonio bíblico de que Dios no está sujeto ni limitado por los condicionamientos de espacio, tiempo y materia.

2.1.2. Dios en el pensamiento filosófico: atributos y pruebas

filosóficas

Las pruebas de la existencia de Dios ocuparon sobre todo a los teólogos Anselmo de Canterbury (1033-1109) y Tomás de Aquino (1225-1274). Pero sufrieron un severo ataque de parte del filósofo alemán Emanuel Kant (1724-1804), quien argumentó que se trata de un raciocinio circular. A partir de Kant, la teología cristiana ha sido cautelosa con el uso de estas pruebas.

1. La prueba ontológica (Anselmo). En síntesis sostiene la existencia del concepto de Dios requiere de su real existencia.

2. La prueba cosmológica: Tomás de Aquino desarrolló 5 pruebas de la existencia de Dios. Las primeras 3 pueden resumirse así: la existencia del cosmos requiere de un creador.

3. La prueba henológica: La 4ta prueba «ex gradibus» sostiene que nuestra perfección parcial hace suponer una perfección completa.

4. La prueba teleológica: Según esta 5ta prueba, el orden del cosmos requiere de una meta que sería Dios.

5. La prueba moral: Hay moralidad en todo ser humano, y la conciencia humana sabe de un Dios.

6. La prueba etnológica: No existe etnia ni cultura en la humanidad que no tenga alguna idea de Dios.

7. La prueba eudemonológica: El deseo del ser humano de ser feliz requiere de la posibilidad de una felicidad después de la muerte.

En esta conceptualización corremos peligro de perder dimensiones como la trinidad, la encarnación y la realidad del Espíritu Santo.

2.1.3. ¿Cómo es Dios?

Varias dimensiones del ser de Dios en la teología han sido consideradas «incomunicables». No obstante, mucho del ser divino es comunicable gracias a que Dios se hizo conocer en la historia. Es posible y necesario describir también las «perfecciones» de Dios, tal como la Biblia nos las relata. Una manera de agruparlas en cuatro categorías bíblicas:

1. La gloria de Dios: Radica en su divina majestad y su pura calidad de Dios (Ex 24. 17). El Cristo exaltado es descrito así: «Su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza» (Ap 1. 16). Y Pablo habla de su experiencia de «la gloria de Dios en la faz de Jesucristo» (2Co 4. 6). La gloria de Dios envuelve:La infinitud (1Ti. 6. 16 (Ro 11. 33). La autoexistencia (Hch 17. 25; Is 40. 13 (Gn 1. 1). La inmutabilidad (Mal 3. 6 (Stg 1. 17). (He 13. 8).

2. El señorío de Dios: El señorío de Dios y su nombre Yahweh se asocian íntimamente al pacto que Dios hace con Israel para rescatarlo de la esclavitud y establecerlo en la tierra prometida. Expresa lealtad a su pueblo e infalibilidad a su promesa. Dios gobierna soberanamente en el mundo. Milne sugiere describir el señorío de Dios en tres perfecciones: la omnipotencia (Lc 1. 37; Jn 3. 3-11); la omnipresencia (Salmo 139; Hch 17. 31); la omnisciencia (Ap 20. 12; Col 2. 3).

3. La santidad de Dios: La santidad de Dios es característica de la autorevelación divina en el AT y en el NT es un mandato distintivo de la iglesia. La raíz hebrea del concepto de santidad divina radica en un significado doble: «separación» del uso común y dedicación exclusiva hacia Dios. Dios mismo es santo por ser incomparable y por su calidad ética. La santidad de Dios se expresa en: su justicia de Dios (Sal 145. 17; Jn 1. 9); su ira (Ro 1. 18s); su bondad (Sal 33. 5); su amor (1Jn 4. 8).

2.1.4. Creación «ex nihilo» por la Palabra

Todas las porciones importantes de la Biblia hablan de la obra creadora de Dios. Cada persona de la divinidad ha estado activa en la creación (1Co 8. 6; Jn 1. 3; Is 40. 12s).

La creación de Dios ocurre básicamente mediante la palabra: Dios habló y así fue (Gn 1). La teología cristiana ha sostenido que Dios creó el universo físico y espiritual «de la nada», en latín, «ex nihilo».

Esta idea fue particularmente significativa en la lucha de la iglesia primitiva contra el gnosticismo. Hay una importante analogía de la creación ex nihilo en la redención (2Co 4. 6). La nueva vida en el Espíritu Santo no es un trabajo de reparación sino la creación de un ser radicalmente nuevo (2Co 5. 17).

Para la ciencia moderna, la creación desde la nada es un postulado revolucionario. Sorprendentemente, las ciencias naturales contemporáneas cada vez más se acercan a esa cosmovisión bíblica.

2.1.5. El trino Dios: Biblia, Nicea y Calcedonia

1. La trinidad en el concepto bíblico: La palabra trinidad es una creación teológica que así no aparece en la Biblia. No obstante, la evidencia bíblica da testimonio abundante de que Dios es Padre, Hijo y Espíritu en forma unida y simultánea (Dt 6. 4). Varios pasajes del NT afirman la trinidad de Dios (Mt 3. 13-17; Ef 1. 1-14). Se asevera que cada una de las personas de la divinidad es divina. El Padre es Dios: Mt 6. 8s. El Hijo es Dios: Ro 9. 5. El Espíritu es Dios: Mr 3. 29.

2. La definición trinitaria de Nicea (325): La iglesia antigua hizo un esfuerzo extraordinario para fortalecer la fe trinitaria. En el primer gran concilio ecuménico se define que el Hijo y el Padre son «consubstanciales»: Creemos en un Dios Padre Todopoderoso, hacedor de todas las cosas…; y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado como el Unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre … para nuestra salvación descendió y se hizo carne, …sufrió, y resucitó al tercer día, y vendrá a juzgar …; y en el Espíritu Santo.

3. La definición cristológica de Calcedonia (451): En el concilio de Calcedonia surge la pregunta respecto de las dos naturalezas de Cristo. El concilio define que lo divino y lo humano en Jesús no deben ser ni confundidos ni mezclados.

… enseñamos… que ha de confesarse uno y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el cual es perfecto en divinidad y perfecto en humanidad; …; consubstancial al Padre según la divinidad y él mismo consubstancial a nosotros según la humanidad; uno y el mismo Cristo, Hijo y Señor Unigénito en dos naturalezas sin confusión, sin mutación, sin división, sin separación y sin que desaparezca la diferencia de las naturalezas por causa de la unión, …, sino uno y el mismo Hijo Unigénito, Dios Verbo y Señor Jesucristo, según fue dicho acerca de él según los profetas de antaño y nos enseñó el propio Jesucristo y nos lo ha transmitido el Credo de los Padres.

2.2. Creación del orden natural

2.2.1. No hay ley natural sino costumbres de Dios

Según la confesión de Westminster, el propósito de la creación es «la manifestación de la gloria de su eterno poder, sabiduría y bondad». Creación, conservación, recreación en la redención y nueva creación en los tiempos finales no se pueden desligar ni en el espacio ni en el tiempo. La narrativa bíblica comienza en el AT con la afirmación del hablar de Dios, mediante el cual se realiza la creación. Y al abrir su Evangelio, el apóstol Juan confirma: en el principio o al comienzo de todo poder estuvo el logos, el verbo divino. El Dios de pacto y de fidelidad da leyes a su creación, así como dio la Torah a su pueblo. Las leyes de la creación constituyen el así llamado «orden natural», que hace posible la investigación científica. No obstante, es necesario ser cauteloso en postular «leyes naturales» tanto en la creación en general como en la biología y en el orden moral. Dios es libre del nexo científico de causa y efecto.

2.2.2. Creación continua y ecología

La narrativa bíblica sostiene que Dios no se ha retirado de su creación (Mt 10. 29-30).El mandato de Génesis, de «señorear sobre la tierra» y de dominarla, significa cuidar responsablemente de la creación de Dios. Es más, el mandato bíblico invita y a la vez alienta a beneficiarse de la creación. Pero la creación no es una divinidad en sí. Tampoco es libre del mal. Un culto a la «madre tierra» no tiene real arraigo en la narrativa bíblica. Bien lo tiene Roa Bastos en su «Trueno entre las hojas». El trueno cae y hace violentas las hojas. Los animales se nutren de violencia. El ser humano natural es violento, la tierra misma traga a la humanidad y ruge de violencia. Violencia y desorden, así como equilibrio y orden ecológico, ambas son realidades en la creación. Como el ser humano necesita redención, también la necesita la creación (Ro 8. 20-23).26

Los autores bíblicos asumen que Dios, en parte, puede ser percibido al contemplar la creación (Sal 19. 1-2). La contemplación del orden natural debe conducir a la adoración (Sal 8. 1, 3-4).Ante los filósofos de Atenas, Pablo recurre al Dios de la creación para invitarlos a explorar al Dios desconocido (Hch 17. 23-27). Y en su manifiesto teológico universal, carga de culpabilidad a cualquiera que quiera refugiarse con la excusa de no haber podido conocer a Dios (Ro 1. 19-22).El Dios que revela en forma general su poder, majestad y voluntad mediante la creación y la historia es el mismo que se hace conocer en forma especial en Cristo (Jn 14. 6-7). La revelación general sirve, sobre todo, para señalar hacia la existencia de un creador e invitar a buscarlo en la revelación especial.

2.2.3. Creación y revelación general

2.2.4. Creación, milagros y ciencia

En el Iluminismo se creó una grieta profunda entre ciencia y fe. Este cambio paradigmático ha sido catastrófico. Es una postulación ilógica e irracional sostener que la verdad de la fe y la verdad de la ciencia se excluyen o se combaten. Por cierto, muchas veces entran en tensión. Pero esto es fácilmente explicable en el hecho que Pablo confirma: «Ahora conozco en parte» (1Co 13. 12). Por lo cual, propone la preeminencia del amor por encima del conocimiento. La Modernidad creía necesario sostener que los milagros y la ciencia eran incompatibles. En ello obedecían sobre todo a una cosmovisión deísta o totalmente materialista. Hoy crece la convicción de que las categorías de «natural» y «sobrenatural» no son muy útiles ni adecuadas. La cosmovisión bíblica siempre ha rechazado esta división artificial entre natural y sobrenatural. Y donde el orden creado es «la suma de los costumbres de Dios», allí también los milagros no son ni imposibles, ni anticientíficos.

2.2.5. Creación y providenciaEl Dios creador no está sujeto a tiempo ni espacio, la creación, la consumación y el espacio de por medio son para él un eterno «hoy» (He 13. 8). Es por esto que entre la predestinación de Dios y las responsabilidades, decisiones y opciones humanas no existe una verdadera contradicción. En la predestinación, en su sentido literal, Dios pone destino, meta y sentido a las cosas y a las vidas humanas. La Biblia y también los reformadores fueron cautelosos en dogmatizar una idea de la «doble predestinación». Esta teoría desarrollada en la ortodoxia posterior sostenía que Dios escoge de antemano a quiénes conducir al cielo y a quiénes enviar al infierno. Tal arbitrariedad no hace justicia al carácter de Dios revelado en la narrativa bíblica. La providencia divina surge de las cualidades de Dios, sobre todo su soberanía y su reinado en la creación. Es por esto que providencia y predestinación corresponden más a la teología de la creación que a la teología de la salvación.

El debate entre los «arminianos» y la ortodoxia calvinista tuvo el error de partir de ciertas citas bíblicas aisladas para luego construir esquemas filosóficos. Son cuestionables los cinco postulados de la ortodoxia calvinista que surgieron en 1619: Inhabilidad y depravación total del ser humano. Elección incondicional de Dios. Alcance limitado de la redención. Gracia irresistible. Perseverancia eterna de los salvados. La providencia y predestinación divinas son, más que nada, motivo de alabanza. Más bien inspiran confianza y una actitud proactiva.

2.3. La humanidad creada

Las preguntas, «¿quién es Dios? y ¿quién es el ser humano?», son respondidas de una

manera mucho más calificada y distintiva a medida que nos esforzamos por escuchar y

captar la autorevelación de Dios y la concepción de ser humano testimoniados en

las narrativas bíblicas.Karl Barth ha sugerido hablar de

«teoantropología» en relación a la humanidad creada. Con ello quiere decir

que nuestra meta debe ser entender al ser humano tal cual Dios lo ve.

2.3.1. El relato del Génesis

Las Escrituras son claras e incuestionables en toda su extensión: el ser humano es criatura de Dios. Todo hombre, toda mujer, existen únicamente porque Dios los ha creado (Gn 5. 1s; Sal 139. 13s; Mt 19. 4; Ro 1. 25).Según Génesis 2. 7, el acto creador de Dios tuvo dos aspectos: la formación de tierra y el soplo del aliento de vida.

El origen del ser humano sigue siendo un misterio y un enigma. El relato del Génesis es mucho más que apenas una interpretación «religiosa», «no-histórica» del origen de la humanidad. Ningún ser humano estuvo presente como testigo cuando Dios creo al hombre. Es por esto que la humildad será buena consejera en el establecimiento de teorías sobre el origen del mundo y de la creación. De todos modos, el modelo del «creacionismo directo» es el que más justicia hace al testimonio de las narrativas bíblicas.

2.3.2. Hombre y mujer, cuerpo, alma, espíritu

Adán y Eva fueron creados por actos creadores separados e individuales. Esto puede indicar que son seres diferentes y a la vez complementarios. «Adam» y «Adama» (Eva), los dos nombres dados por Dios, significan «ser humano». La Biblia distingue varios aspectos en la naturaleza del ser humano: espíritu, en hebreo «ruah» y en griego «pneuma»; alma, en hebreo «nefesh» y en griego «psyche»; cuerpo, en griego «soma»; carne, en hebreo «basar» y en griego «sarx».

Hígado y entrañas son relacionadas con ciertas emociones. El corazón, en hebreo «leb» y en griego «kardia», suele referirse al ser humano completo, unido e íntegro desde el punto de vista del centro de gobierno. La Biblia no deja testimonio definitivo con respecto a una dicotomía o tricotomía del ser humano. Más importante es la afirmación de la unidad esencial de la persona humana. El pensamiento hebreo que caracteriza a toda la narrativa bíblica sostiene la unidad esencial y personal de todas las posibles partes del ser humano.

2.3.3. «Imago Dei» y «analogia relationis»

Según Génesis 1. 27, el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios. El NT usa la misma frase en relación a Jesucristo (2Co 4. 4; He 1. 3). Y los creyentes están destinados a compartir la imagen divina por medio de su unión con Cristo (Ro 8. 29; 1Co 15. 49). ¿Hasta qué punto la humanidad mantiene la imagen de Dios después de la caída en pecado? K. Barth, niega que entre el ser humano y Dios haya una relación de imagen. Según el, la imagen de Dios en el ser humano la tenemos por dádiva, a medida que se nos concede su gracia. El único portador de la imagen de Dios es Cristo, pero el ser humano, por la obra redentora, tiene la capacidad de relacionarse con Dios. Si existe una imagen de Dios en el ser humano, está definitivamente en ruinas en el ser natural. Y se restaura sólo a medida que Cristo comienza a tomar forma en la vida del creyente. No obstante, el ser humano tiene esta dignidad especial, que lo diferencia de todos los demás seres creados.

2.3.4. La naturaleza pecadora y contradictoria del ser humano

El ser humano es en esencia contradictorio (Stg 3. 6, 9-10). El es a la vez creación e imagen de Dios como también rebelde y esclavo del pecado. La «concepción en pecado» indica que todo ser humano nace inequívocamente con ciudadanía e identidad de pecador. La terminología bíblica es amplia para describir la esencia del pecado: es errar la meta y el blanco, es desviación, rebelión; es malicia, desobediencia, depravación moral y espiritual, injusticia, culpabilidad, etc.En el «status integralis», esto es, en el diseño original antes de la caída, el ser humano gozaba de dignidad, comunión confiada con Dios y libertad de culpa. Las tres dimensiones se perdieron con el pecado. El origen del pecado, según el relato bíblico, radica en la rivalidad humana con Dios, esto es, el deseo de ser igual o superior a Dios. El efecto del pecado se hace sentir sobre todo en las relaciones mal logradas y distorsionadas. La obra redentora trae sanidad y restauración a todas estas diferentes relaciones y dimensiones.

2.3.5. El «Hijo del Hombre» y el humanismo cristiano

Cristo, como hijo de Dios, es la imagen perfecta y el resplandor soberano de Dios. Lo notable y digno de rescatar teológicamente es que Cristo, como hijo de hombre, es también el ser humano perfecto e ideal. Es por esto que lo verdaderamente humano se define en Cristo. Es por esto que el identificarse con Cristo, son las respuestas adecuadas del ser humano regenerado. En Cristo se manifiestan todas las dimensiones de relaciones ejemplares: su relación con Dios fue íntima. Su relación con el prójimo personificó el cumplimiento del mandato de amor. Cristo estuvo en paz consigo mismo, como también con el orden creado y el entorno ecológico. Es por eso que el ser humano cumple su destino al procurar y acercarse a la humanidad de Cristo. Un humanismo cristocéntrico se expresará tanto en un dominio adecuado, justo y rescatador de la tierra como también en su vocación de amar (Le 19. 17) y en su vocación de adorar a Dios.

2.4. La creación del pueblo

de Dios

2.4.1. El llamado misionero de Abraham

Cuando Dios extiende un llamado particular a Abraham, inicia una nueva etapa misionera y creadora. Pues el pueblo a formar debería ser propiedad exclusiva de Dios. A su vez, tuvo por misión ser un pueblo modelo y atrayente para todos los pueblos. El llamado de Abraham es dado después de tres catástrofes redentoras: la rebelión de la primera pareja humana; la rebelión humana en los tiempos de Noé; la soberbia de los constructores de la torre de Babel. El llamado de Abraham es paradigmático para las intenciones divinas (Gn 12. 1-3).La intención del llamado divino es clara y revela el carácter de Dios: bendecir a todas las familias de la tierra. Esta bendición incluye también la maldición sobre la rebeldía.El medio para bendecir a todas las naciones es la creación de un pueblo. El paradigma misionero iniciado con Abraham se extiende por todo el AT. Y es retomado con la llegada del Mesías y la creación del pueblo del nuevo pacto.

Dios se hace conocer a su pueblo y, a través de su pueblo, también se hace conocer a las naciones no israelitas. El esquema suele ser el siguiente:

Primer paso: Dios interviene creadoramente con salvación o juicio en el orden natural.

Segundo paso: Un representante del pueblo de Dios explica e interpreta las intervenciones divinas.

Tercer paso: La intervención divina explicada produce resultados, sean de salvación o de juicio. Ejemplos: Gn 14; 1S 5-6; 1R 17-18; 2R 5; Dn 3. 29

2.4.2. Moisés y el destino manifiesto de Israel

E. Martens acertadamente ha identificado a Éxodo 6. 6-8 como resumen del «diseño divino» que Dios prevee para la humanidad en general y para su pueblo en especial (Ex 6. 1, 5-8).

Este pasaje habla claramente del carácter de Dios y su poder creador. Es un Dios que oye y percibe, sobre todo el gemido de la humanidad. Es un Dios que no tolera in-definidamente las injusticias y la opresión. Es un Dios que se hace conocer mediante intervenciones en la historia. Es un Dios «omnipotente» (v. 3), cuyo actuar es acorde a su carácter. Y el pasaje habla también de las intenciones, de los di-seños de Dios. Éstos surgen de su carácter y su ser.

Martens identifica cuatro diseños divinos:

1. Dios es un Dios de salvación y liberación. (v. 6).

2. Dios es un Dios creador de pueblo (v. 7). Ley y pacto son las bases para la creación de un pueblo nuevo.

3. Dios es un Dios que se hace conocer. (v. 7).

4. La intención de Dios es proveer espacio de vida. (v. 8).

Este diseño cuádruple, revelado con claridad como «destino manifiesto de Israel» a Moisés, no sólo se manifiesta en el éxodo. Aparece en la monarquía israelita, en el mensaje de los profetas, en la literatura de sabiduría, en la tradición litúrgica. Y es retomada por Jesús y Pablo (Martens).

2.4.3. David y la sabiduría del Siervo sufriente

Dios no quiso crear una monarquía según el modelo pagano (1S 8. 5, 7). No obstante, David era un hombre según el corazón de Dios (1S 13. 14). Y quizá es el prototipo más fuerte de Cristo, quien coherentemente es llamado hijo de David y, como tal, modelo de liderazgo y lucha cristiana (2Ti 2. 8).David, el rey más exitoso de la política expansionista israelita, es a su vez prototipo de no-violencia en varios sentidos (2S 6. 20-22).

Gran parte de la sabiduría de los Salmos y Proverbios se basa en el conocimiento del carácter de Dios y el subsecuente «temor de Jehová, fuente de sabiduría». La monarquía davídica, así como Salmos y Proverbios, son manifestaciones concretas de conceptos de vida acordes al carácter de Dios. Como tales, crean pueblo, y a la vez reflejan la mente del creador.

2.4.4. La cultura del shalom

Las instituciones de la ley y del culto, la Torah y el sacerdocio también son obra creadora de Dios y fueron fuerza creadora para hacer surgir y consolidar al pueblo de Dios. Ley y culto juntamente con sabiduría y un orden comunitario divino posibilitaban el ideal del «shalom».Shalom puede definirse como bienestar integral, tanto físico, emocional, material y social. Shalom es resultado de una relación adecuada con Dios, con uno mismo, con el prójimo y con el medio ambiente. La ley fue considerada el sumo bien del pueblo de Dios. La teología clásica identifica tres funciones o usos de la ley: 1. La expresión de la voluntad de Dios.2. La función pedagógica: la imposibilidad de cumplir la ley conduce al arrepentimiento, a la búsqueda de un salvador y a la reconciliación.3. La función santificadora: la ley de Dios crea el marco para una vida de santidad.

La ley es una autorevelación del carácter mismo de Dios. El «yo soy» y el «tú debes» indican la continuidad entre el carácter de Dios y el carácter del pueblo de Dios.La institución del sacerdocio y del culto sirve a varios propósitos. Mucha de la actuación simbólica tiene por objeto manifestar el carácter de Dios. Las actividades rituales de gratitud y adoración son la respuesta adecuada al conocimiento de quién es Dios. Era función de los sacerdotes enseñar la ley y hacer conocer los caminos divinas. Y era también función de los sacerdotes reconciliar y restaurar a aquellos que habían transgredido la ley. Es posible hablar de justicia Nº 1, la vida en shalom dentro del marco de la Torah y justicia Nº 2, necesaria cuando el marco de la Torah era violado y el shalom, perdido. La cultura del shalom era un estilo de vida marcado por el pacto con Dios y por la práctica de la Torah en cuestiones individuales y comunitarias que debían ser la bendición y la luz a todas las naciones.

2.4.5. El Espíritu creador de pueblo

Con todo lo dicho no deben olvidarse las acciones del Espíritu de Dios, mayormente relacionadas con el ministerio de los profetas. Es por esto que la mayoría de los líderes carismáticos del pueblo de Israel, caen en la categoría de profetas inspirados por el Espíritu de Dios. El nuevo pacto, del cual habla Jeremías, indirectamente habla del poder transformador del Espíritu (Jer 31. 33).

Para que una masa humana pueda transformarse en pueblo de Dios, es necesaria la obra del Espíritu. Los líderes tienen función esencial en la formación del pueblo de Dios, por lo cual el Espíritu de Dios se apodera de ellos. Pero allí no termina. Para cumplir de corazón la ley de Dios, para tenerla en la mente, es necesaria la intervención creadora de Dios (Ez 11. 19-20).

2.5. Nuevas creaciones en Cristo

Creación y redención están relacionadas pues ambas proceden de la bondad del

mismo Dios. Si bien hay que diferenciarlas, nunca hay que

separarlas. El Dios de la creación es también el Dios de la nueva creación.

2.5.1. Creaciones escatológicas de nuevo cielo y nueva tierra

El estado final es también la meta, el «telos», Dios es todo en todos. El testimonio neotestamentario es claro al hablar del desenlace de la historia en la creación de un nuevo cielo y una nueva tierra. Esta vez es «nueva creación». Aunque la iglesia y el cristiano individual ya son parte de la nueva creación, ésta no será fruto de un proceso de «cristianización global». Más bien, las narrativas apocalípticas de la Biblia apuntan hacia un evento puntual en la historia. Proceso y evento puntual no parecen excluirse en la lógica divina. Cosa semejante puede decirse de la regeneración individual del ser humano.

2.5.2. Creación por resurrección

La resurrección de Cristo es una primicia en la nueva creación.Con la resurrección de Cristo, su ascensión y el envío del Espíritu Santo se inicia la realidad de la iglesia. Ésta, a su vez, es un nuevo pueblo surgido por resurrección creadora.El bautismo en un solo cuerpo simboliza también resurrección a una vida nueva. La iglesia es una nueva creación, un «nuevo antropos» surgido de diferentes pueblos (Ro 6. 4; Ef 2. 6).

La resurrección de Cristo tiene poder (Fil 3. 10). Somos parte de este poder si estamos «en Cristo» y somos parte de la «justicia de Dios» por medio de la fe en Cristo. El poder de la resurrección evidentemente es poder ético transformador.

La resurrección de Cristo provee esperanza. Pues la resurrección de Cristo es evidencia de que las cosas pueden cambiar (1P 1. 3).

2.5.3. Creación por conversión

La conversión es, la dimensión humana del proceso de regeneración. Tiene su raíz en la palabra «shuv», término hebreo que indica cambio de dirección. El impulso de la voluntad proceden de Dios, de su gracia y su Espíritu, para realizar una «metanoia», un cambio de mentalidad o arrepentimiento.

Pero hay fuerza creadora en la conversión. Cambian cosas, nuevas cosas surgen cuando los seres humanos resuelven cambiar de dirección y rumbo. Dios vive en las alturas y en aquellos de corazón quebrantado. Cuando el hijo pródigo resolvió volver a la casa paterna, surgieron cambios creadores. Cuando Israel resolvió volver a los caminos de Dios, muchas cosas cambiaron, muchas cosas nuevas y buenas surgieron.

2.5.4. Creación por nuevo nacimiento

Más drástico es el lenguaje bíblico de «nuevo nacimiento». Cualquier nacimiento requiere de una «fecundación» y un tiempo de embarazo. Pero luego es un evento puntual. El nuevo nacimiento con el cual Jesús explica a Nicodemo la obra redentora de Dios, es una genuina nueva creación del Espíritu. El Dios Padre creador, el Espíritu Santo misionero y el Hijo redentor: el trino Dios es el artífice exclusivo del nuevo nacimiento. Pues «si alguno está en Cristo, nueva criatura es» (2Co 5. 17). «Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación» (Ga 6. 15).

2.5.5. Una cultura llamada el «cuerpo de Cristo»

Todo el surgimiento de la iglesia es parte de la nueva creación. Lo nuevo es la mentalidad, la cultura, la forma de relación, el sistema de valores y prioridades. Si la cultura es un diseño mental, es legítimo hablar de la nueva cultura de la iglesia. Pero hay que advertir para no caer en un monoculturalismo eclesial. La iglesia es una nueva cultura desde muchas culturas. Y no anula culturas existentes. Esto sólo es posible si la iglesia se identifica prioritaria e íntimamente con Cristo, su cabeza, del cual es llamada a ser su cuerpo. En lenguaje figurado existe algo así como una cultura llamada «cuerpo de Cristo». La cultura de la iglesia debe buscar orientarse en dirección al carácter de Dios. Como «carta de Dios al mundo», como «cuerpo visible de Cristo», como «templo del Espíritu Santo» debe mantener una constitución trinitaria.