que no se nos olvide el placer

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Artículo No. 42: ¡Qué no se nos olvide el placer! ¡Que no se nos olvide el placer! Estamos enviando ahora este nuevo artículo: ¡Que no se nos olvide el placer!, mismo que busca dar a conocer cómo se construye la autodisciplina desde la nueva teoría de aprendizaje que la Dra. Laura Frade está proponiendo en su nuevo libro: Aprender desde el cerebro y que dará a conocer el día 15 de noviembre en una Conferencia gratuita a la cual están todos invitados. Como siempre deberán registrarse previamente para apartar su lugar ya que el cupo será limitado. Haga clic sobre el enlace: Página: http://www.calidadeducativa.com/

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Por un modelo educativo glocalizado, que valore y parta de los conocimientos de los pueblos originarios, una educación humanista al servicio de la comunidad, NO PARA EL EXAMEN....

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Page 1: Que no se nos olvide el placer

Artículo No. 42: ¡Qué no se nos olvide el placer!

¡Que no se nos olvide el placer!

Estamos enviando ahora este nuevo artículo: ¡Que no se nos olvide el placer!, mismo que busca dar a conocer cómo se construye la autodisciplina desde la nueva teoría de aprendizaje que la Dra. Laura

Frade está proponiendo en su nuevo libro: Aprender desde el cerebro y que dará a conocer el día 15

de noviembre en una Conferencia gratuita a la cual están todos invitados. Como siempre deberán registrarse previamente para apartar su lugar ya que el cupo será limitado.

Haga clic sobre el enlace:

Página: http://www.calidadeducativa.com/

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¡Que no se nos olvide el placer! Dra. Laura Frade Rubio

El problema: deber contra placer

Uno de los grandes problemas que se enfrentan actualmente en la escuelas es el de la "disciplina", entendida

como aquello que deben hacer los niños o las niñas dentro de ella, el comportamiento que se genera que debe

cumplir con las normas y principios estipulados por la misma.

Este concepto es tradicional, emana de la creencia de que para que los niños y niñas aprendan deben de

aprender a cumplir las reglas, teniendo el comportamiento que se espera que tengan en las situaciones

escolares, mismas que van desde llevar el uniforme, hablar cuando se debe en el aula, respetar a los

compañeros y compañeras sin insultarlos, gritarles o golpearlos, llegar a tiempo a clases, cumplir con las

tareas, hacer lo que se les solicita, sin chistar, obedeciendo y sobre todo, respetando a los adultos que se

encuentran en la institución escolar y frente a los cuales deberán mostrar un máximo respeto.

Este es un concepto de disciplina totalmente heterónomo, es decir se construye dependiendo de los otros,

emana de la lógica que es desde fuera del sujeto que se establece lo que se quiere que haga, lo que implica

que debe estar al pendiente siempre de un adulto que le diga lo que tiene que hacer, asunto que está

estipulado en normas y sanciones que han sido definidas claramente en la institución educativa mediante un

largo reglamento que estipula las reglas del juego: lo que se debe hacer y qué pasa cuando no se cumple...

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No obstante, a pesar de la existencia de dichos reglamentos, que a veces resultan en verdaderos tomos de

reglas y sanciones; los y las docentes se quejan de que los estudiantes, de cualquier edad no se portan bien,

no cumplen, les faltan el respeto, hacen lo que quieren, y además existen conductas violentas, incluso

delictivas, frente a las cuáles ya no se sabe qué hacer.

Por si fuera poco, las sanciones y castigos no funcionan, ya que además no se pueden aplicar puesto que los

padres y madres pueden acusar a la escuela, sus directivos y maestros con "los Derechos Humanos", y lo

peor del caso es que cuando se le llama a los padres y madres de familia, ellos y ellas no suelen apoyar lo que

se les solicita, por el contrario se quejan de que son los docentes los culpables de las actitudes y conductas de

sus hijos e hijas, y que el problema de fondo es que no los saben enseñar, la exigencia es demasiada, son

pequeños y los deben comprender y apoyar.

Esta crisis disciplinaria se debe a varias razones, por un lado hemos ido construyendo una sociedad más

democrática en la que el autoritarismo como vía de relación entre los que se consideran la autoridad y los

subordinados, ya no es aceptada como la mejor vía para relacionarse, ni entre el estado y sus ciudadanos, ni

entre los maestros/as y sus estudiantes. De hecho el avance hacia la construcción de un sistema democrático

en el país, ha implicado cuestionar severamente las actitudes que conllevan a que los niños y las niñas

obedezcan per se, sin chistar, sin repelar y haciendo lo que se les solicita.

En general hemos ido avanzando de manera que hoy se busca que los niños y niñas aprendan a regularse, a

comportarse como deben sobre la base de que deben tener un reglamento en las escuelas, mismo que deben

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cumplir y que fija las reglas de convivencia escolar. Hemos también construido la noción de "derechos" y con

ellos la posibilidad de que los niños y niñas se defiendan frente al abuso de los mayores, ya sea verbal, físico,

psicológico, y además en contra de cualquier tipo de discriminación: género, clase social, etnia, orientación

sexual.

No obstante, hemos caído en el otro extremo, el de no establecer las reglas y los límites claramente, quitando

o rebajando las sanciones, porque los "castigos", al identificarse como sanciones muy negativas para los

estudiantes, y sobre todo al asociarlos con el daño físico o verbal, han desaparecido prácticamente de las

aulas o de las escuelas. De hecho, las sanciones máximas actuales están relacionadas a la suspensión por

algunos días y a la expulsión definitiva en casos graves, pero nada más, lo que implica que no se lleva a cabo

un proceso reflexivo que lleve a la modificación del daño realizado, a la reparación, corrección y mejoramiento

de la conducta y del comportamiento de los y las niñas.

Más aún, desde la perspectiva de que se debe cumplir un reglamento escolar, además de que se han

eliminado las sanciones o castigos por considerarlos negativos y que bajan la autoestima de los estudiantes,

se quitaron también los estímulos, los premios, porque se considera que los niños, niñas y jóvenes deben

aprender a regularse sin que nadie esté obligado a darles nada. En general se parte del supuesto de que los

premios hacen daño porque:

1. Se acostumbrará a recibirlos de manera que cuando tenga que llevar a cabo el comportamiento deseado tal

vez ya no haya nadie que se los pueda otorgar y se esperará que alguien lo haga, por lo que los estudiantes

aprenderán a hacer las cosas para que les den reconocimientos sean concretos, sociales y hasta económicos.

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2. Si se premia a los estudiantes aumenta la competitividad escolar, de manera que los niños y niñas aprenden

a competir entre ellos y esto debe ser eliminado porque competir es "malo", así que ahora ya no hay medallas,

premios al final del año escolar, reconocimientos por el esfuerzo, mérito o trabajo realizado, simplemente se les

entrega su boleta o reporte de evaluación y punto.

3. Si los niños y las niñas aprenden que tienen derechos deberán cumplir también y al mismo tiempo con sus

obligaciones sin esperar nada a cambio, deben hacerlo gratuitamente por la conciencia que se logra en el aula

de que al cumplir con lo que les toca están siendo responsables.

En suma, la crisis disciplinaria antes descrita emana de la falta de claridad en los conceptos, de las

condiciones culturales actuales que lo provocan, pero sobre todo surge del pensamiento simple que emana de

las clásicas disyunciones:

a) O el estudiante razona o se le condiciona,

b) O aprende a tomar decisiones sobre la base del deber,

c) O lo hace sobre la base del gusto o placer que le genera esperar que le brinden algo,

d) O se le enseña a obedecer y a cumplir reglas o bien a que hagan lo que se les venga en gana,

e) O se observa la disciplina como un ejercicio de cumplimiento de normas y reglas que vienen desde fuera, o

se identifica la autodisciplina como la capacidad para regular el comportamiento personal en los diversos

contextos que se enfrentan, tanto los gustosos, como los obligatorios, los que imponen el deber, ser y hacer.

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f) O se identifica que se observe la disciplina o bien la convivencia armónica que resulta de un reglamento bien

estipulado.

Disyunción, tras disyunción que no llevan a observar que todos estos elementos son la base de la capacidad

cerebral para aprender a tomar decisiones en los diversos contextos que se enfrentarán a lo largo de la vida.

Una perspectiva compleja en la disciplina escolar

Todas las disyunciones mencionadas emanan del pensamiento simple que se erigió desde que Descartes

escribió "El Discurso del Método" en 1637, en el que afirma que para que realmente se pueda ver lo que

sucede se debe dudar siempre partiendo de cuatro reglas:

1. No admitir jamás cosa alguna como verdadera sin haber conocido con evidencia que así era.

2. Dividir cada una de las dificultades que se examinare, en tantas partes como fuere posible y en cuantas

requiriese su mejor solución.

3. Conducir con orden los pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para

ascender poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos, e incluso suponiendo un

orden entre los que no se preceden naturalmente.

4. Hacer en todo recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que se llegue a estar seguro de no

omitir nada.

Es decir, que con esto Descartes contribuyó a consolidar los principios de la duda metódica, hay que dudar

siempre de toda realidad que se observa puesto que puede ser aparente, se debe observar el conocimiento

desde una disciplina solamente, es decir desde una de las partes, para lo que el sugirió las matemáticas y la

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geometría, así como organizar lógicamente la información identificando la causa y el efecto, y realizando

abstracciones que sin omitir nada, conlleven a establecer leyes y principios generales en los que todo se pueda

incluir.

El problema de esta forma de conocer es lo que hoy Edgar Morín propone en la complejidad y es que si bien la

duda metódica sigue siendo la base del desarrollo científico futuro, la piedra angular del pensamiento es que

éste no se puede generar cuando se aísla al objeto de conocimiento desde una sola disciplina o corriente, o se

identifica desde las matemáticas, o desde la historia, o desde la geografía, o se es constructivista o bien

conductista, como cuando solo se mide una silla y no se reconoce que al mismo tiempo tiene materia,

elementos químicos, puede ser servir para sentarse o sólo para verla, y que puede ser artística o francamente

fea. Tampoco se pueden seguir construyendo leyes generales que buscan explicar un objeto de conocimiento

sin mirar todo en su conjunto, tratando de explicarlo sólo por la relación causa - efecto, como cuando se

identifica que el problema de origen es que los niños y niñas tienen derechos y por lo mismo no se les puede

exigir nada...

Así que la propuesta moriniana es aprender a pensar complejamente, lo que implica eliminar la disyunción, la

disciplinariedad, la generalización y abstracción, identificando que un elemento o parte no excluye al otro, que

en realidad son complementarios, son dialógicos, que sí uno existe es porque existe el otro, y que las causas

que los generan pueden ser efectos que a su vez que se convierten en causas, en bucles recursivos que van

de un polo al otro y que organizan el sistema siendo que el objeto es hologramático, es decir que en éste se

identifican las partes que se relacionan entre sí y que interaccionan produciendo algo que es mejor a partir de

una secuencia de desorden, orden, organización y desorganización, de manera que se identifica el rol de cada

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parte puesto que si quitas o eliminas una no se generara el funcionamiento del sistema de la misma forma

(Morín, 1981, 1988, El Método, Tomos I y III).

Tomando en cuenta esto, para impulsar una convivencia armónica en la escuela, así como un proceso de

disciplina que coadyube a desarrollar en los estudiantes la capacidad para regular su propio comportamiento

en diversos contextos, debemos comprender que el órgano rector que lo logra es el cerebro, ya que es en éste

que sucede el aprendizaje de un sujeto en todos los ámbitos la vida: físico-biológico-químico, cognitivo,

afectivo, motriz, social y cultural, y que es a partir de la relación de todas estas dimensiones que el sujeto

podrá aprender a tomar decisiones y a comportarse en los diversos contextos, si esto no se comprende

seguiremos impulsando una seudodisciplina que sólo reprime y que no conlleva a lograr ni la armonía ni

tampoco la autodisciplina.

El cerebro: órgano rector del comportamiento

Para empezar debemos comprender cómo funciona el cerebro de un ser humano. Este órgano, es un órgano

hipercomplejo, como lo decía Edgar Morín, ya que dentro del mismo operan varios sistemas al mismos tiempo,

cada uno con sus partes, cada una de ellas con su función, de manera que se relacionan e interaccionan entre

sí constantemente, una lleva a la otra y viceversa, lo que trae como consecuencia que al mismo tiempo que

cada sistema aporta lo suyo de manera independiente también requiere de los otros para lograr su cometido.

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Así, el cerebro cuenta con varias capacidades, entre ellas la sensación, que consiste en que se recibe la

información por medio de los 5 sentidos, entrando por cada uno en lugares específicos que llevan a la

percepción, es decir a hacer consciente de que se ha sentido algo, para luego atender ese estímulo, ponerle

atención, utilizando la memoria para identificar qué es, cómo se llama, con qué nombre se le conoce, cómo se

usa. Una vez detectado esto el cerebro comienza a razonar, a planear qué hará con ese estímulo, a identificar

lo que no conoce, y mientras lo hace va regulando las emociones y sentimientos que le provoca, de manera

que puede actuar sobre el estímulo si logra enfocarse en él teniendo la iniciativa, voluntad y motivación para

interesarse en él. Todo esto se va llevando a cabo en una relación entre el sujeto que conoce el objeto y lo que

el sujeto construye sobre él mismo, es una relación dinámica, entre el sujeto y el objeto, y si bien es cierto que

éste existe independientemente, también lo es que cada persona lo construye a partir de lo que sabe, quiere

saber o puede saber sobre el mismo.

Así cuando el cerebro entra en contacto con un objeto de conocimiento, lo siente, percibe, atiende, recuerda,

motiva, razona, planea su acción sobre él, la hace, evaluando lo que está haciendo y corrigiéndolo, utilizando

su metacognición, de manera que la propia tarea que realiza se convierte en un insumo para mejorar su

acción, el desempeño que realiza sobre el objeto, es decir su comportamiento alimenta también la cognición

sobre lo que hace.

Todas estas capacidades se encuentran en lugares específicos del cerebro, en zonas que al recibir la

información de los sentidos, las procesan en áreas de asociación primarias y secundarias, que permiten que el

sujeto realice todo el proceso anteriormente mencionado: la cognición al recibir la información, procesarla,

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nombrarla, atenderla, memorizarla y razonarla, la metacognición que evalúa todo esto para corregir el proceso,

y el funcionamiento ejecutivo que le permite al sujeto planear su acción, ejecutarla y evaluarla.

Entonces el cerebro es un sistema hipercomplejo (Morín, 1981, 1988), un complejo de complejos porque

cuenta con capacidades múltiples, distribuidas en partes específicas que funcionan porque se interrelacionan

entre sí, interactuando constantemente, a veces en forma paralela (cada quién por su lado), pero en forma

concurrente y secuencial. Estas partes cuentan con múltiples tejidos neuronales que se conectan entre sí

mediante contactos sinápticos que les permiten transmitirse información química y física para lograr que cada

una cumpla con su función. Así un breve pensamiento que se logra porque se ha visto un gato, se va a generar

porque millones de neuronas intercambiaron información física, química y biológica al mismo tiempo.

Dentro de todos estos sistemas, que en mi libro detallo en términos neurológicos, psicológicos, culturales y

sociales, existen tres de suma importancia para la regulación del comportamiento en un sujeto, el circuito del

placer, el de la dopamina, y el circuito de la inhibición del comportamiento o de la adrenalina y el circuito de

castigo regulado por la acetilcolina.

Cuando la corteza cerebral recibe un estímulo por cualquiera de las vías (olfativa, gustativa, visual, auditiva y

háptica) lo procesa en el hipotálamo y si es agradable y se percibe como placentero entonces se registra

como una recompensa, como algo que nos gusta, y se manda una señal que lo anuncia a una parte del

mesencéfalo (a la mitad del cerebro) que se llama área tegmental ventral, que aumenta su actividad

produciendo dopamina, misma que la envía al núcleo accumbens pero también al séptum, a la amígdala

cerebral y a la corteza prefrontal. Es decir que se genera un circuito de comunicación que va del centro del

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cerebro a los frontales; esto genera una red placentera entre las vías que la comunican, cuando se percibe el

sujeto se siente bien.

Así, podemos afirmar que la dopamina es el neurotransmisor de la recompensa, pero que además lleva a

cabo otras funciones de igual o más importancia. Existen cuatro vías dopaminérgicas en el cerebro que

resultan claves, una de ellas es la que participa directamente en la motivación, que es la mesolímbica y que

genera las emociones y sensaciones placenteras.

Este circuito se llama sistema mesolímbico. Consecuentemente el circuito de recompensa es el responsable

de la motivación en la mayoría de nuestros comportamientos y dado que genera placer cuando se desata

siempre busca la repetición. Esto puede explicar las actividades de reproducción y con ello la sobrevivencia,

pero también explica por qué las personas tendemos a hacer de manera repetida lo que nos gusta. De hecho

es la base de las adicciones. Dicen que cuando una persona consume una droga por primera vez, la

sensación es tan placentera que le llaman "El beso de Dios", por lo que la vuelve a buscar, el problema es

que nunca vuelve a sentirse lo que sucedió la primera vez, de ahí que se busque de manera continua

(Jensen, 2002).

En cambio, los estímulos adversos generan sensaciones que no son agradables y activan el circuito de

castigo, ubicado en el sistema periventricular (alrededor del tercer ventrículo cerebral que está protegido por

el tálamo y el hipotálamo) y que es el encargado de manejar las situaciones no placenteras. Incluye varias

estructuras: el hipotálamo, el tálamo, la sustancia gris que rodea el acueducto de Silvio y algunos centros

secundarios en la amígdala y el hipocampo. Dicho circuito funciona para sacarnos adelante en situaciones de

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peligro. Inicia cuando la acetilcolina, otro neurotransmisor, estimula la secreción del cortisol que estimula las

glándulas suprarrenales para liberar adrenalina, misma que prepara al cuerpo para la acción, ya sea para

pelear o salir corriendo cuando hay pánico (Gazzaniga, 2002).

El circuito de castigo inhibe el circuito de recompensa, lo que se observa en que el miedo, pánico o enojo

quita los placeres, éstos se dejan de sentir. Lo anterior se genera porque existe un bucle recursivo entre el

sistema mesolímbico el del placer y el área periventricular, el del control o inhibición, de manera que es la

interacción entre ambos lo que controla la motivación en los seres humanos, ya que se busca el placer pero

se rehúye del castigo o de la sensación que produce que es más bien negativa, no es agradable, por eso se

llama así.

Existe otro sistema muy diferente que se llama el sistema de inhibición del comportamiento que incluye el

hipocampo, la amígdala y los ganglios basales. Recibe los insumos de la región prefrontal y transmite los

resultados por las fibras noradrenadrenalinérgicas (las que transmiten el neurotransmisor llamado

noradrenalina), el locus coeruleus y las fibras medias del núcleo del rafe que se encuentran en el tallo

cerebral. Algunos autores dicen que la serotonina también juega un papel importante en este sistema. Su

papel es el de adaptarse a la necesidad o bien a la demanda, es decir si la persona no puede pelear o correr,

acepta la situación, se calma, lo que implica un buen nivel de estrés, en el que lo que domina es el enojo y el

coraje. Este sistema ayuda a controlar lo que hacemos según el contexto en el que se presenta, de alguna

manera ayuda a reprimir la acción que se puede provocar frente a algún evento.

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En las siguientes imágenes se observa cómo estos circuitos de neurotransmisión por las diferentes

sustancias se movilizan en varias secciones del cerebro de manera rápida y contundente.

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Es decir que el comportamiento de un sujeto tiene una base neurológica (físico-química-biológica), cuya base

está dada por la sensación de placer o disgusto que provoca un estímulo, y que para aprender a comportarse

el sujeto deberá moverse en un bucle que Morín lo establecía como un macroconcepto que incluía estas

partes:

Placer - recompensa - refuerzo - búsqueda....

Mismo que consiste en que cuando se genera placer por algo que nos gusta, esto se convierte en un

refuerzo para seguirlo buscando, interactuando con la inhibición de la conducta cuando es necesario,

frenándola porque se sabe que lo que se puede alcanzar posteriormente será mayor, iniciando así un bucle

como el siguiente:

Búsqueda - inhibición hasta alcanzarlo - placer - recompensa - refuerzo- búsqueda....

Lo anterior implica que aprenderemos a regular lo que hacemos primero e inicialmente a partir de lo que nos

gusta, para luego inhibir lo que nos desagrada y detenernos frente a eso, y en caso de emergencia saltar,

salir corriendo, evitar el conflicto o incluso luchar si nuestra vida se ve alterada. La regulación de la conducta

está regulada entonces precisamente por un vaivén entre lo que nos gusta hacer y lo que no nos gusta,

existe el placer porque existe el deber, y existe el deber porque existe el placer, no se pueden evadir, evitar o

soslayar los componentes de estos sistemas, se complementan entre sí, son dialógicos. Así si alguien gusta

de hacer algo, lo buscará hacer más y más y más, mientras que si no le gusta hacer algo lo evadirá, no

querrá hacerlo e incluso saldrá corriendo.

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Cualquiera puede pensar que esto es una base hedónica del comportamiento, sólo buscamos el placer, pero

la realidad es que el ser humano, como ser biológico, cuenta con una base física-química-biológica, que es el

fundamento de su actuar, la motivación para hacerlo se genera en la dopamina, la inhibición en la

acetilcolina, la explosión o agresión en la noradrenalina y el control y regulación de la acción, en la relación

entre los tres sistemas.

Esta base es la que no se considera en la escuela actualmente, se ignora, se evade, sobre la base de que

debemos aprender a hacer las cosas por el simple hecho de hacerlas, por el deber, impulsando que el

circuito dopaminérgico nunca se use, que no se desate, qué no emerja el gusto porque el placer que se

provoca, porque de entrada es malo, todo placer es malo...

Entonces el único circuito neuroquímico que se impulsa y desata en la escuela es el circuito de castigo y de

la inhibición, de manera que los niños y niñas aprendan a huir y a evitar lo desagradable, ya que siempre

estén inhibiendo los impulsos que sienten so pena de que les van a llamar la atención o incluso a castigar,

porque lo que sí es cierto en este paradigma ya desfasado es que en la escuela no se puede ni se debe

sentir placer... Cuando a un niño o niña se le dan reglas y reglas a cumplir, pero no se le dan incentivos,

premios, o aspectos que les gusten por el hecho de hacerlo y de hacerlo bien, sólo se emite acetilcolina y

noradrenalina...

Entonces no hay que extrañarse que el circuito del placer se impulse y promueva fuera de la escuela, cuando

miran los medios de comunicación, van a las fiestas, a los "reventones", a los espacios deportivos, porque es

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ahí es donde la dopamina circula libremente, cuando se hace la acción, se produce y circula, y al hacerlo el

sujeto siente ese "beso de Dios" que no siente normalmente en la escuela y busca volver a repetirlo (Pierce,

2009). No es de extrañar entonces que se provoquen las adicciones fuera de las instituciones educativas,

entre ellas: ver la tele, jugar con los videojuegos, fumar tabaco o mariguana, tomar alcohol, comer en exceso,

incluso sexo o cualquier otra cosa que logre desatar el circuito dopaminérgico que se inhibe y no se estimula

en el centro escolar por otras vías, puesto que lo que está afuera suele ser estimulante.

Tomando en cuenta este bucle recursivo entre los tres sistemas de neurotransmisión emerge la pregunta:

¿Cómo se desarrollan? Actualmente se sabe que el cerebro cuenta con un desarrollo neurológico que si bien

se realiza en edades específicas, la base fundamental de este proceso se encuentra en las conexiones que

se generan entre las neuronas por la estimulación ambiental. Es decir que de inicio, durante los primeros 5

años de vida el cerebro genera múltiples conexiones en toda la corteza cerebral y esto está condicionado por

la estimulación que se recibe del ambiente, así que si un niño o niña vive en un ambiente lleno de estímulos

afectivos, cognitivos y motrices, desarrollará un mayor potencial que quien no los recibe o bien por el

contrario recibe daños y/o violencia. Así que una corteza estimulada será más gruesa que una que no lo está.

A esto se le conoce como engrosamiento de la corteza cerebral y está demostrado en estudios de laboratorio

que impulsa el desarrollo afectivo, cognitivo y motriz.

El crecimiento de la corteza incluye otros procesos además del anterior, la mielinización que consiste en que

las neuronas se van recubriendo de una grasita llamada mielina que permite la neurotransmisión, y la

depuración que consiste en que cuando las conexiones que se han generado entre neurona y neurona no se

utilizan pues se desechan, es decir se tiran. Este último proceso se genera principalmente desde los 5 a 9

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años de edad, y termina hasta los 30 años y es fundamental en el desarrollo cerebral, porque implica que

para que el cerebro se encuentre siempre sano, se debe utilizar siempre haciendo cosas nuevas, placenteras

e interesantes.

Esto implica que, en términos de la autoregulación, los seres humanos desarrollamos esta capacidad por la

relación con los otros, principalmente de quién nos cuida inicialmente, puesto que desde recién nacidos,

cuando los pequeños tienen hambre, lloran, si la madre los atiende, está iniciando su proceso de regulación,

puesto que cuando comen se callan, así la relación entre madre-tutor e hijo o hija, inicia el proceso de

regulación: hambre-estrés-circuito noradrenalérgico, llorar y gritar para ser atendido, comer para luego

obtener placer cuando al hacerlo y con ello aprender a callarse. Es la relación que se establece con los

demás la que va desatando la regulación de los tres circuitos, misma que debe darse en armonía, es decir un

circuito no debe dominar al otro, el sujeto debe aprender a regular cuando sentir placer, cuando inhibir el

comportamiento y cuando soltar el impulso negativo en situaciones de estrés, conflicto o miedo.

Este proceso de desarrollo de la corteza no se genera de la misma forma en todas las edades, así la

capacidad cognitiva se logrará antes de los 8 o 9 años siendo que es durante la adolescencia que termina en

consolidarse, mientras que en la juventud, como entre los 25 y los 30 años se terminará por alcanzar la

madurez afectiva, porque las áreas implicadas terminan de depurarse a esta edad. Esto explica porque los

adolescentes pueden ser muy "racionales", al mismo tiempo en que son totalmente impulsivos, poco

confiables emocionalmente hablando de manera que hacen cosas que incluso ponen en riesgo su vida.

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Además, lo que construye la posibilidad de desarrollar estos sistemas es que se puedan tomar decisiones por

uno mismo, de manera que se observe que cuando se decide hacer algo existe una consecuencia lógica,

misma que puede ser placentera y por lo tanto el sujeto buscará repetirla, o bien tendrá impactos negativos y

por lo mismo desatarán el estrés o en su defecto una sensación desagradable porque se ha tomado una

decisión incorrecta. Es decir el sujeto debe aprender que existen consecuencias de sus actos, porque lo que

genera que un sistema de transmisión se ponga en juego es que el sujeto haga algo y que descubra la

sensación: placer que busca repetirse, sensación incómoda que busca evitarse o regularse o bien impulso y

reacción negativa para defenderse de una manera que debe ser totalmente permitida por la sociedad.

Hacia la construcción de un sistema disciplinario complejo dentro de la escuela

Tomando en cuenta que poseemos un bucle recursivo entre el placer, la inhibición y el castigo como base de la

autoregulación del comportamiento y que esté se desata por la interacción con los demás que en un inicio

fungen como reguladores externos de la misma hasta que gradualmente cada sujeto puede regular su

conducta de manera autónoma, la escuela debería contribuir a desarrollar estos sistemas de forma armónica,

lo que implica que debe impulsar tanto el circuito dopaminérgico, como el de inhibición y el de castigo mediante

interacciones sociales y normativas que lleven al sujeto a lograrlo.

Esto implica para empezar la conceptualización de ciertos términos de forma distinta:

1. La disciplina no debe ser vista como algo antiguo, pasado de moda, autoritario o lejano, sino más bien como

autodisciplina, como la capacidad para autoregularse en cualquier contexto, dejando fluir el placer cuando se

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debe y cómo se debe, la inhibición de la conducta o el estrés en los contextos necesarios, cumpliendo los

criterios sociales que se han internalizado por la acción escolar, por el docente y los educadores con los que se

conviven externamente que van señalando lo que sí se puede hacer impulsando una sensación de placer

como cuando se nos dice: ¡Muy bien! Y lo que no, poniéndonos límites que nos incomoden y que por lo mismo

aprendamos a evitar la sensación que provocan.

2. Los marcos de convivencia escolar no deben verse sólo como la construcción y determinación de

reglamentos escolares que lleven al estudiante a conocer las reglas que impone la escuela, o bien que se

construyen en el colectivo áulico, entendidas como lo que se debe hacer, y lo que no se debe hacer, así como

las sanciones que conllevan a lograrlo, entre ellas, la suspensión temporal y expulsión permanente, sino más

bien, como el diseño de un sistema el que el estudiante pueda tomar decisiones sobre lo que debe hacer y lo

que no, incluso obteniendo placer por hacerlo.

Esto implica dejar de ver estos conceptos como disyuntivos: o se crea un sistema disciplinario o se genera un

sistema de convivencia basado en un reglamento interno, sino más bien lo que se debe impulsar es un sistema

en el que lo que se busque es que cada estudiante desarrolle su capacidad autodisciplinaria en un marco

normativo que incluya incentivos y sanciones por la acción cometida, de manera que exista la posibilidad de

tomar decisiones en los diversos contextos que se enfrentan que lo lleven a descubrir que todo lo que se hace

tiene consecuencias mismas que pueden ser negativas o positivas.

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¿Cómo se puede construir un sistema disciplinario que se base en la toma de decisiones?

Estableciendo tres tipos de comportamientos: los totalmente permitidos, los totalmente prohibidos y los que son

negociables. A continuación describimos cada uno.

1. Los que están totalmente permitidos y que además le darán al estudiante incentivos por hacerlo, mismos

que son: estudiar, sacarse buenas calificaciones, cumplir con los reglamentos, o bien hacer proyectos,

investigaciones, lecturas y cualquier producto que se realice en favor del grupo, aula o escuela aunque no esté

dentro del plan y programa de estudios pero que vayan más allá de las expectativas planteadas. Los incentivos

pueden ser desde premios por el comportamiento a lo largo de un tiempo determinado, hasta horas libres,

visitas fuera de la escuela, o actividades que sean de su preferencia, como jugar algunos juegos que

desarrollan las capacidades como los rompecabezas, el ajedrez, el submarino, mismos que se entregan o se

permiten llevar a cabo toda vez que el estudiante a terminado su quehacer en un plazo determinado y con

buenos resultados. Al hacerlo así lo que está aprendiendo el estudiante es que cuando se cumple se obtiene

algo positivo que desata el sistema dopaminérgico y con ello el placer que ocasiona haber trabajado por algo

que costó trabajo, visualizando que el placer se obtiene después de la actividad realizada como premio y no

antes, aprendiendo a postergar el placer después de la tarea u obligación.

2. Los que están totalmente prohibidos porque no se permiten ni en la sociedad y por ende en la escuela, como

traer armas y cuchillos o la piratería escolar (robar las tareas y trabajos de los demás) traer drogas o alcohol.

Cuando estos se presentan se obtienen sanciones severas, por ejemplo si alguien robo la tarea de otro, "se la

pirateó", pues se le llama al Consejo Escolar en dónde pasará la vergüenza pública de haberlo hecho, sólo con

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presentarse a responder por sus actos, desatará la noradrenalina, la sensación negativa que emerge de la

vergüenza. Cualquiera diría que pobre niño o niña, que se están violentando sus derechos, qué esto no se

debe hacer, pero no es así, aprender esto le evitará ir a la cárcel después. Si hay algo de lo cual todos

aprendemos es de un error que se hace público, no para insultar, sino para que se observe que la conducta no

fue apropiada y que no se debe volver a repetir. O bien cuando se le ha pegado a un compañero el castigo es

sentarlos a ambos en la dirección frente de la directora, de manera que estando juntos y solos ellos dos,

terminen platicando entre ellos so pena de aburrirse sólo viéndola trabajar.

3. Los que son negociables, como participar en actividades deportivas aún en horario de clase si es que se ha

cumplido con el trabajo antes de lo previsto, o bien ver una película o leer un libro que nos guste; estas

actividades emergen de haber cumplido con lo que se ha pedido y se negocian como incentivos con los

estudiantes, toda vez que han terminado sus trabajos.

Cuando se establece un sistema así, en el que se incluyen incentivos para las actividades ampliamente

permitidas, sanciones que más que la suspensión o la expulsión incluyen la observancia social del problema en

consejos escolares constituidos por los docentes o bien por los estudiantes o ambos, mismos que se

convierten en los jueces de la acción, de manera que se observe el error y con ello la reparación del daño, se

obtienen mejores resultados en la regulación de la conducta y en la convivencia escolar, porque existen

consecuencias lógicas de lo que se ha hecho tanto positivas como negativas.

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Conclusiones

Mucha gente puede pensar que esto es demasiado conductista, que al darles premios a los estudiantes se les

enseña recibir cosas por portarse bien, pero no es así, por el contrario, lo que se hace es incentivar la propia

sensación placentera por haber hecho algo de la manera correcta y aún esperada, además de que se aprende

a postergar el placer toda vez que se ha logrado hacer lo aburrido, feo o que cuesta trabajo previamente, y que

al tomar la decisión por uno mismo se está aprendiendo a razonar sobre la base de la acción propia y la

consecuencia lógica que se obtiene, de ahí la necesidad de diseñar un sistema que permita decidir entre algo

placentero y algo que no lo es.

Ya David Premack lo decía: un comportamiento agradable y frecuente aumenta la ejecución de otro menos

preferible o probable, siempre y cuando el primero se haga contingente al segundo, es decir posterior al

mismo, es como cuando le decimos a un niño o niña: "Cuando termines la tarea, podrás ver la tele", así cuando

el sujeto identifica que obtendrá algo por lo que hace aunque esto sea aburrido, lo realizará, en cambio cuando

sólo lo tienen que hacer por obligación no lo hará.

Si bien la mecánica de esto se basa en una lógica netamente conductista, la realidad es que la posibilidad de

decidir sobre una de las opciones es un proceso totalmente racional, lógico y cognitivo que emana de poder

decidir algo por uno mismo, de alguna manera estamos construyendo un aprendizaje autónomo, que no

depende de que un adulto establezca sólo reglas que se deben cumplir de afuera hacia adentro.

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Por último diseñar un sistema disciplinario basado en la toma de decisiones que conlleven a observar el

cerebro como base del mismo implica establecer una serie de incentivos dentro de la escuela en el corto,

mediano y largo plazo, que llevarán a los estudiantes a estimularse, a motivarse, a sentir placer dentro de la

escuela y no sólo fuera de ella.

Por ejemplo, se han dejado las premiaciones al término del año escolar porque se considera que promueven la

competitividad entre los estudiantes y esto es malo, lo que implica dejar de reconocer el esfuerzo que se hace,

así como motivar a los que no lo han hecho todavía. Si bien entregarle un diploma a un sólo niño o niña porque

se sacó "puro diez" resulta totalmente excluyente del esfuerzo de los otros, se debería diseñar un sistema que

premie las inteligencias múltiples, de manera que se entregue el Premio Albert Einstein a los matemáticos, el

Premio Octavio Paz al mejor niño escritor y el Premio Sor Juan Inés de la Cruz a la mejor escritora, el Premio

Madame Curie a los niños y niñas destacados por sus proyectos científicos, el Premio Leonardo Da Vinci a los

mejores pintores, el Premio Ana Guevara a los deportistas, además del Premio o medalla al Mérito, la medalla

"Sisifo" (1), porque a pesar de las caídas el estudiante se levantó muchas veces, puesto que mejoró sus

calificaciones no importando si es mucho o poco pero observando su esfuerzo. Un proceso de premiación así

abriría la puerta a la búsqueda del placer de otra forma, promovería las capacidades propias, y sobre todo

quitaría el renglón sobre el premio único, repartiéndolo más equitativamente, no a todos sino aquellos que se

han esforzado y por ello han aprendido a autoregularse.

El reto es aprender a pensar cómo desatamos el circuito dopaminérgico, el circuito del placer, el que nos obliga

a buscar y a repetir aquellas acciones que normalmente, tal vez no nos gustarían.... Esto es lo que no debe

olvidarse, evadirse o rechazarse en la escuela.

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Notas:

Sisífo, en la mitología griega, fue el rey y fundador de Éfira y es famoso por su castigo, llevar una piedra hasta

la cima de una montaña, siendo que antes de llegar, la piedra se volvía a rodar hacia abajo lo que lo obligaba a

repetir una y otra vez el frustrante proceso, siendo que la lección importante es: que no se daba por vencido y

seguía siempre adelante. Es un símbolo de lucha por alcanzar la sabiduría.

Bibliografía Frade Laura 2014, Aprender desde el cerebro, Mediación de Calidad S. A. de C. V., México, D. F. Gazzaniga Michael, Ivery Richar B., Manguin George R., Cognitive Neurosciense, The Biology of the Mind, Second Edition, Norton and Company Inc., USA. Gerring, Richard; Zimbardo, Philip G., 2005. Psicología y vida, Pearson Education, México. Edgar Morín, 1999. Introducción al pensamiento complejo, Editorial Gedisa, Buenos Aires Argentina. Edgar Morín, 1981, 1988, El Método, Tomos I y III, Editorial Cátedra, Madrid. Pierce Howard, The Owner's Manual for the Brain, Everyday applications from Mind Research, 3rd. Edition, Bard Press, Austin, Texas, 2009.

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En este artículo se pretende dar a conocer uno de varios temas que se

abordan en este libro: "¿Cómo se construye la autodisciplina a partir de la

teoría compleja de aprendizaje que la Dra. Frade propone utilizando los

principios del pensamiento complejo de Edgar Morín? La idea es que se

visualicen todos los elementos que participan en los procesos de regulación

del propio comportamiento y de la convivencia, identificando que estos

emergen de un proceso físico-químico-biológico, cognitivo, afectivo, motriz,

social y cultural, y que por lo mismo debe construirse un sistema

disciplinario complejo que tome en cuenta todas las variables que inciden

para que un sujeto aprenda a regularse. Este artículo es solo "una

probadita" del libro que se presentará ese día.

La idea es impulsar que los dilemas que se enfrentan en torno al tema de la

disciplina escolar, la convivencia, y la violencia, se visualicen desde una

base físico-química-biológica, que al edificarse en un medio cultural y social

se modifica por la experiencia y la mediación que realizan las personas más

experimentadas frente a los que están menos, identificando un bucle entre

el sistema dopaminérgico, el placer, y el sistema acetilcolinérgico y

noradrenalérgico (la inhibición y el también llamado castigo) de forma que

al articularlos por una intervención más experimentada le permiten al sujeto

regular su comportamiento de una forma emocional, racional y social al

mismo tiempo.

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