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1 ¿Qué es una sociedad justa?" Philippe Van Parijs (Nota: extractos del libro: Philippe Van Parijs. ¿Qué es una sociedad justa? Buenos Aires, Ed. Nueva Visión, 1992, pp. 203- 235.) Escasez, egoísmo, pluralismo: las "circunstancias de la justicia" Si se plantea el problema de la justicia, si importa determinar qué es lo que cada uno tiene derecho a esperar y qué es lo que se tiene derecho a esperar de cada uno, es, ante todo, porque los recursos son escasos, porque no estamos en un régimen de abundancia. Hay abundancia cuando el nivel de recursos de la sociedad y la estructura de las preferencias de sus miembros son tales, que es posible que cada uno de ellos tenga acceso a todo lo que desea sin tener, no obstante, que trabajar más de lo que desea. Hay abun- dancia, en otros términos, cuando es económicamente posible a todos los miembros de la sociedad alcanzar simultáneamente un grado de sociedad, tanto en el orden de! consumo como en el orden de! tiempo libre. … el hecho de haber alcanzado un estado de abundancia deja sin objeto el problema de la justicia: es imposible mejorar la suerte de nadie ni aun deteriorando la suerte de los demás … Cuando falta la abundancia, reina la escasez y se cumple entonces

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Sociedad justa

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¿Qué es una sociedad justa?"Philippe Van Parijs

(Nota: extractos del libro: Philippe Van Parijs. ¿Qué es una sociedad justa? Buenos Aires, Ed. Nueva Visión, 1992, pp. 203-235.)

Escasez, egoísmo, pluralismo: las "circunstancias de la justicia"

Si se plantea el problema de la justicia, si importa determinar qué es lo que cada uno tiene derecho a esperar y qué es lo que se tiene derecho a esperar de cada uno, es, ante todo, porque los recursos son escasos, porque no estamos en un régimen de abundancia. Hay abundancia cuando el nivel de recursos de la sociedad y la estructura de las preferencias de sus miembros son tales, que es posible que cada uno de ellos tenga acceso a todo lo que desea sin tener, no obstante, que trabajar más de lo que desea. Hay abun- dancia, en otros términos, cuando es económicamente posible a todos los miembros de la sociedad alcanzar simultáneamente un grado de sociedad, tanto en el orden de! consumo como en el orden de! tiempo libre.

… el hecho de haber alcanzado un estado de abundancia deja sin objeto el problema de la justicia: es imposible mejorar la suerte de nadie ni aun deteriorando la suerte de los demás

… Cuando falta la abundancia, reina la escasez y se cumple entonces una de las condiciones necesarias para que uno pueda plantearse el problema de la justicia. …. Porque puede suceder, por ejemplo, que los miembros de esta sociedad no aspiren solamente a consumir, sino también a mandar. Salvo que se suponga una armonía preestablecida, la escasez continuará entonces reinando en el nivel del poder, y la cuestión de la justicia seguirá planteada. … Cuando se debilita el altruismo o se altera la homogeneidad, toma sentido el problema de la justicia. … .

De la misma manera, si debido a divergencias cognoscitivas o evaluativas, la representación del interés de cada uno difiere de una persona a otra -uno atribuye una importancia suprema a la ópera, el otro al fisicoculturismo- entonces, aun en el caso de un altruismo per- fecto, la forma en que los recursos se distribuyen evidentemente importa mucho. Para que el problema de la justicia se plantee es necesario entonces que haya escasez y sea egoísmo (entendido como la negación de un altruismo perfecto en el sentido indicado), sea

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pluralismo (entendido como la negación de la homogeneidad perfecta en el sentido indicado. Las "circunstancias de la justicia" son exactamente las condiciones en las que nosotros vivimos.

Teorías perfeccionistas y teorías liberales.

Cuando se plantea el problema de la justicias, uno puede esforzarse por responder de diferentes maneras. Uno puede apoyarse, para hacerlo, ante todo en una concepción particular de una vida satis- factoria, de aquello que corresponde al verdadero interés de cada uno. .. . Se trata de una concepción perfeccionista.

Uno puede esforzarse también por elaborar una teoría de la justicia que sea neutra con respecto a las diversas concepciones particulares de una vida satisfactoria, que no descansa sobre la afirmación de la superioridad intrínseca de un tipo particular de conducta o de experiencia.

En este caso se trata de una concepciones liberal. Una concepción liberal, en este sentido, es una concepción que se prohi- be toda jerarquización de las diversas concepciones de una vida satisfactoria que se puedan encontrar en la sociedad o, por lo menos, que otorga igual respeto a todas aquellas que sean com- patibles con el respeto de los otros.

El liberalismo propietarista.Es útil partir de la distinción entre las teorías que yo llamo propietaristas y aquellas que llamaré solidaristas.

Una teoría liberal propietarista define una sociedad justa como una sociedad que no permite a nadie sustraer a un individuo lo que le corresponde en un sentido predefinido. Para una teoría liberal solidarista, una sociedad justa es una sociedad organizada de tal manera que no sólo trata de sus miembros con igual respeto sino también con igual solicitud.

… la posición libertariana más radical …interpreta a cada uno como el pleno propietario de sí mismo, de lo que ha creado, de lo que él recibe y de los recursos naturales de los que ha sido el pri- mero en apropiarse. La injusticia consiste en quebrantar los derechos de propiedad así definidos. …

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El liberalismo solidarista.

En la tradición "libertariana de izquierda", los recursos naturales no pertenecen al primero que se los apropia, sino a todos por igual. … La justicia no es, o no es solamente, una cuestión de genealogía. Requiere también la satisfacción de lo que se convino en llamar una cláusula lockeana: una sociedad no puede ser justa si ciertos individuos conocen en ella una suerte peor que la que tendrían en un estado natural. Aquí también la injusticia consiste en sustraer a un individuo lo que le pertenece, interpretado ahora como el nivel de bienestar de que gozaría en ausencia de la sociedad.

Desde el momento en que la competencia del mercado se hace imperfecta, desde que aparecen rentas y factores internos, la exigencia de no sustraer a nadie lo que le corresponde toma una nueva forma. Uno no se puede satisfacer, como hacen los liber- tarianos, con declarar justo todo aquello que resulta de las tran- sacciones voluntarias a partir de apropiaciones originales justas (even- tualmente bajo la limitación de respeto a la cláusula lockeana). Pero es necesario determinar un criterio de reparto de las rentas y de cos- tos o beneficios ligados a los factores externos

Una sociedad justa también aquí, es una sociedad que no permite que se le sustraiga al individuo lo que le corresponde en virtud de derechos "presociales". Pero lo que le corresponde a cada uno se define ahora como la pretensión legítima de obtener una parte del excedente cooperativo que una comercialización racional le atribuiría.

Este desdeña toda pretensión presocial, y se interroga sobre lo que significa una sociedad igual para todos los miembros de la socie- dad. La justicia, en este caso, consiste en distribuir de una cierta manera.

… En lo que respecta al distribuendum, ante todo, las teorías liberales de ese tipo afirman, según el caso, que lo que importa es del orden de los resultados o del orden de las posibilidades. En primer caso, puede tratarse, por ejemplo, del bienestar de los individuos, de su nivel de ingresos, pero también de su contribución en el trabajo. …. En el segundo caso… en el sentido más amplio de sus "posibilidades de bienestar" y de su "acceso a las ventajas…, de su "libertad real".

Esta tipología… no alcanza, con todo, para integrar los que se podrían llamar principios distributivos vinculantes. … Un principio vincular positivo es del tipo ''A cada uno según sus necesidades".

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''A cada uno según sus méritos" (con, por ejemplo, el bienestar como distribuendum). O ''A cada uno según su capacidad contributiva". …. Un principio vincular negativo, en cambio, expresa la inquietud por neutralizar la influencia de ciertas variables del distribuendum.

Así, la teoría de la justicia, consiste en exigir que la distribución de las dotaciones en medios de producción no afecte la distribución del bienestar material.

… Si bien la distinción entre teorías propietaristas y solidaristas no coincide entonces con la distinción entre teorías genealógicas y tradicionales, cualquiera sea la interpretación adoptada, mantiene en cambio una relación más estrecha con otra distinción a menudo utilizada para clasificar las teorías de la justicia: la distinción entre las teorías deontológicas -en las que la acción correcta consiste en la obediencia a los principios, cualesquiera sean las conse- cuencias- y las teorías consecuentalistas (en las que la acción correcta consiste en lograr las mejores consecuencias posibles), aunque ambas tengan a la moral original como estructura de base.

Aplicadas a las estructuras de base de la sociedad, en efecto, las teorías propietaristas tratan de modelar instituciones que respeten las pretensiones "preinstitucionales" de las partes, sin considerar las consecuencias a corto y largo plazo de esas instituciones.

En cambio, ya sean distributivas, agregativas o mixtas, las teorías solidaristas sólo apuntan a algunas de esas consecuencias, evaluadas imparcialmente desde el punto de vista de toda la gente afectada.

Es siempre una lógica consecuentalista la que guía la selección de las instituciones justas, ya sea que se trate de maximizar un agre- gado, maximizar el valor más bajo tomado por una variable o mi- nimizar la dispersión de esa variable. Si no se puede decir entonces que las teorías propietaristas de la justicia son necesariamente retrospectivas (o genealógicas), mientras que las teorías solidaristas no lo son, se puede decir en cambio que las teorías solidaristas son necesariamente prospectivas (o consecuentalistas) mientras que las teorías propietaristas no lo son.

Las dos tradiciones contractuales.

¿En qué reside el interés del ejercicio que acabo de hacer? En primer lugar, pone en evidencia la multiplicidad y la estructura de las elecciones que se realizan -y que deben ser justificadas- cuando se propone una teoría de la justicia. Algunas de estas elecciones son interdependientes. De esta manera, no se puede ser "welfa-

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rista", es decir no considerar como información pertinente más que el bienestar de los individuos, y defender al mismo tiempo una teoría de tipo propietarista. Y no se puede adherir a una teoría genealógica de la justicia en el sentido estricto, afirmando al mismo tiempo que el maximin constituye un criterio de justicia apropiado.

Pero las otras elecciones son rigurosamente independientes. Así, la adopción de un punto de vista liberal no presupone que la adopción de éste no implica ni la aceptación ni el rechazo del "welfarismo" o del igualitarismo. En segundo lugar, pero no con menor importancia, semejante tipología permite ubicar mejor la zona de las objeciones que se le hacen a las teorías de la justicia. De esta manera, el hecho de que no se logre dar sentido a la ficción de la posición original no implica, por ejemplo, de ninguna manera, que se deban rechazar todas las teorías de la justicia formuladas en términos de bienes básicos, y, todavía menos, que se deba condenar a toda teoría solidarista o a toda teoría liberal de la justicia, o inclusive el mismo proyecto de determinar qué es una sociedad justa. De la misma manera, que se rechace el "individualismo posesivo" inherente a toda aproxima- ción propietarista, no amenaza para nada a la mayoría de las teorías liberales de la justicia que son del tipo solidarista. Y que se estime abusivo el hacer a los individuos responsables de sus preferencias constituye un desafío adecuado para una versión de la aproxima- ción solidarista que tome los recursos o las posibilidades como distribuendum -no es la sociedad la encargada de hacer felices a sus miembros, solamente debe distribuir equitativamente las condiciones objetivas- pero no para un solidarismo "welfarista".

Las críticas marxista y ecologista.

… por algunas objeciones de inspiración marxista. "Las teorías liberales de la justicia, dicen ciertos marxistas, no se preocupan más que de la distribución, no de la producción, a la que, desde un punto de vista marxista, la primera está subordinada. Son entonces incapaces de encarar otra cosa que los síntomas, de aprehender la verdadera naturaleza de los cambios que se imponen".

… esta crítica subestima la diversidad de las teorías liberales de la justicia. Ante todo, nada obliga a tal teoría a limitarse a una distribución de ingresos. La propiedad de los medios de producción, el control de las inversiones, el poder en la empresa, el acceso a un empleo no son distribuenda menos respetables que

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el poder de compra.

…Hay, sin embargo, dos interpretaciones de los argumentos de este tipo que hacen salir efectivamente a las teorías liberales de la justicia del perímetro en que están confinadas.

La primera no niega necesariamente la importancia de la justicia, pero rechaza la exigencia liberal de neutralidad: una concepción de la justicia defen- dible no puede ser elaborada más que en el marco y sobre la base de una concepción más global de una sociedad satisfactoria. …

La segunda de esas interpretaciones es la más radical, puesto que no rechaza solamente la versión liberal de las teorías de la justicia. En efecto, levanta como objetivo… el traspaso de las "circunstancias de la justicia", el advenimiento de una situación en la que el problema de la justicia no se plantee más.

El medio para llegar a ello, en esta interpretación, no consiste en transformar al hombre, en hacerla intrínsecamente altruista, sino el establecer un régimen de abundancia. Se trata entonces, sin consideración por la justicia, de promover el progreso técnico y de acumular el capital de tal manera que, a corto plazo, alcanzada la abundancia, se haga obsoleta la búsqueda de la justicia…, el desarrollo de la crisis ecológica ha minado, sin duda, definitivamente, la fe en el adve- nimiento de un régimen de abundancia en el sentido requerido.

La propuesta ecologista.

En su versión más superficial, esta crítica consiste en reprochar a las teorías liberales de la justicia el no tomar en cuenta los factores externos del medio ambiente y la suerte de las generaciones futuras,… se encuentra aquí una variante de la crítica mar- xista radical -el problema llave es el problema de la escasez, no el problema de su justa gestión- con la diferencia importante de que aquí está excluido el pensar en resolver el problema por una expansión de la producción material.… Esta crítica ecologista radical sugiere sin embargo otra, más complaciente… que si una parte importante de las poblaciones afectadas logra adoptar la concepción de una vida satisfactoria, y en consecuencia de la sociedad satisfactoria, que no esté centrada sobre la búsqueda de un consumo material siempre creciente.

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EL COMUNITARISMO

… bajo la etiqueta Comunitarista, se des- prenden una crítica principal con respecto a las teorías liberales de la justicia:

por más justa que pueda serio, este tipo de sociedad atomizada, sede de una competencia omnipresente y de una cooperación ocasional entre individuos que persigue cada uno sus propios fines, ¿se ofrece acaso la imagen de una sociedad deseable?

¿Esta sociedad no se debe a sí misma el incluir una dimensión comunitaria que la justicia liberal, por imperfectamente realizada que esté, ya ha emprendido seriamente y que la prosecución del esfuerzo por asegurar la "neutralidad" del Estado corre el riesgo de terminar por anular completamente? Si se atribuye a esta dimensión comunitaria algo más que una importancia marginal, no se debe entonces rechazar como profundamente perjudicial el proyecto mismo de una teoría liberal de la justicia?

La teoría normativa del pluralismo democrático.

No es, en efecto, más que en ciertas teorías de la justicia, donde están mencionados el derecho al voto o el poder político entre los distri- buenda cuyo reparto equitativo constituye la justicia. Es solamente por esas teorías, en otros términos, que una sociedad justa es por esencia democrática. Hay sin embargo, una relación mucho más general, de naturaleza instrumental entre la justicia y la democracia, que tiene valor por lo menos para el conjunto de las teorías liberales solidaristas: si una democracia sana no es necesariamente una parte constituyente de la justicia, es de (acto, una condición institucional absolutamente necesaria para su realización.

… Aun si no incluyen el poder político en el distri- buendum con referencia al cual se define la justicia, es imperativo para ellos dar una importancia primordial, como condición fáctica de realización de la justicia, a una democracia que permita a todos, y en particular a los menos favorecidos, hacer oír sus voces, hacer valer sus intereses.

… Un funcionamiento verdaderamente democrático no es una suma eficaz de opiniones.

Una democracia no funciona tanto mejor, en efecto, cuando los representantes del "pueblo" hacen exactamente lo que el "pueblo" quiere… Si el ideal democrático

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no es una representación perfecta, es fundamentalmente porque los representantes del "pueblo" están obligados a discutir, a argumentar, en un espacio público, y por ello no pueden, no se atreven, a decir lo que el "pueblo" que ellos representan piensa. (Lo que dice el más odioso de los políticos más odiosos es bastante menos odioso que lo que piensa una buena parte de su electorado).

El filtro que la institución democrática aplica a la voluntad popular en bruto no es solamente cognoscitivo, sino también moral. Es la necesidad -coexistente con la democracia verdadera- de justificar constantemente las medidas propuestas frente a un auditorio potencialmente constituido por todos los miembros de una socie- dad que extrae su plausibilidad de la exigencia de igual preocupa- ción que distingue las concepciones solidaristas.

…. Las teorías propietaristas de la justicia extraen su credibilidad de otro contexto… La equidad que surge de ellas es la equidad del regateo, no la de la democracia. … los términos de un contrato reconocen mutuamente el derecho de perseguir la realización de sus intereses tal como cada uno los concibe. … No resulta entonces falso decir que éste es el modelo que domina actualmente, por ejemplo, las relaciones pacíficas entre Estados soberanos. Sobrepasando la simple relación de fuerzas, la lógica del diálogo que encaran los Estados cuando la cooperación los reúne, los conduce a dar su parte a la equidad, pero es una equidad propietarista, no a la equi- dad solidarista que solamente la práctica de la democracia podría hacer plausible y eficaz.

Se percibe así que la existencia de un orden que no sea solamente solidarista, sino también democrático, hace que el proyecto de contribuir a una concepción solidarista de la justicia sea conducente.

El hecho de que a lo largo del tiempo éste tenga tendencia a crecer o decrecer depende, por consiguiente, de lo que sucede en el dominio de este pluralismo democrático. . En primer lugar, ¿el pluralismo interno en las diversas naciones sigue profundizándose? …En segundo lugar, la interdepen- dencia creciente, el refuerzo de las confederaciones de Estados bajo la presión de la competencia económica mundial, la presencia cada vez más apremiante de los "media" contribuyen a erigir tri- bunas donde no había más que locutorios y así a "democratizar" el orden internacional