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Quercus suber contra el fuego Los graves incendios ocurridos en los meses estivales en la península Ibérica se han saldado con una gran superficie de hectárea quemada, concentrada principalmente en bosques de Portugal, Extremadura y Cataluña. Un pequeño porcentaje de éstos corresponde a áreas de encinas y alcornoques, de los que se extrae la mayor parte del corcho en España y Portugal. Un verano más, a la espera de los resultados oficiales de superficie quemada (en el año 2002 fueron casi 80 000 hectáreas), la polémica está servida: una inadecuada elección de las especies utilizadas en la reforestación de muchas zonas, tales como distintas variedades de pino y eucalipto –el mayor «aliado» del fuego–, se apunta como una de las principales causas remediables de la epidemia veraniega. Estas especies contienen principios altamente combustibles, como resinas y aceites esenciales, que son los más vulnerables al fuego. En consecuencia, algunas entidades han proclamado la necesidad de introducir otras especies con menor riesgo de incendio. En este sentido, la Asociación Catalana de Empresarios Corcheros (AECORK) ha vuelto a reclamar públicamente a la Administración que inicie una campaña de reforestación de las zonas quemadas con Quercus suber, puesto que «esta especie contribuye a frenar los incendios forestales, a diferencia de otros árboles, como el pino o el eucalipto, que arden fácilmente». Se trata en último término de evitar la desertización del país y para ello no habrá que perder de vista que la finalidad de las repoblaciones debe ser la lucha contra la erosión, antes que el aprovechamiento maderero del que pueden obtenerse beneficios a corto plazo. Roble, castaño, abedul, encinas y alcornoques nunca han sido considerados en los planes de reforestación y va siendo hora que ya sea por su resistencia al fuego, su interés social o por la diversidad ecológica que proporcionan tengan el lugar que se merecen en el paisaje ibérico. Noticias del Día Fuente:Mercurio Fecha:30/01/2006 Biodiversidad forestal: Chile frente al mundo Dr. Roberto Ipinza Director Ejecutivo de INFOR La FAO en su reciente documento sobre la Biodiversidad Forestal aborda una de las cuestiones más polémicas de hoy: ¿cómo aprovechar al máximo el potencial de los bosques y los recursos relacionados para asegurar el desarrollo económico, social y ambiental y garantizar la conservación para las futuras generaciones? Los bosques son uno de los depósitos más importantes de biodiversidad y entregan importantes bienes y servicios ambientales. Los árboles y los arbustos desempeñan una función decisiva en la vida de la propiedad campesina de muchas zonas del mundo al ser fuente de leña, alimentos, forraje, aceites esenciales, gomas, resinas, productos farmacéuticos, sombra y abrigo para el hombre y los animales, conservación de suelo, regulación de aguas, depósito de carbono, valores estéticos, éticos, culturales y religiosos. Esto hace que el manejo de cada país se transforme en primordial para su sustentabilidad. Informes de ciertos grupos han difundido una percepción extremadamente negativa de la situación en Chile. Mas, a la luz del informe FAO el país no aparece nada de mal, incluso respecto de países desarrollados. En el informe FAO se señala que los bosques cubren aproximadamente 4.000 millones de ha (30% de la superficie terrestre). Implica que existe un promedio de 0,62 ha por habitante. Pero 64 países que suman una población de 2 mil millones de habitante tienen menos de 0,1 ha de bosque per cápita. Chile tiene aproximadamente una hectárea per cápita, incluso por encima de EE.UU. que tiene 0,8 ha/hab. y de China con 0,1 ha/hab. El 11 % de la superficie mundial está reservada para la conservación de la biodiversidad, superficie que aumentó en cerca de 96 millones de ha desde 1990. Estos bosques se sitúan sobre todo dentro de áreas protegidas. Se ha señalado la conservación de la diversidad biológica como uno de los objetivos de la ordenación de los bosques para más del 25% del área total de bosque. Chile tiene el 25% de sus bosques en áreas protegidas situándose dentro de las principales del mundo. EE.UU. tiene el 30% de sus bosques en áreas protegidas; Finlandia, el 11%; Australia, el 15%; Japón, el 7%; Francia, el 18%. Pero no todo es miel sobre hojuelas. La deforestación mundial, sobre todo la que es producto de tala para convertir los bosques en tierras agrícolas, prosigue a un ritmo alarmante: unos 13 millones de ha al año, equivalente a que se destruyera en un año toda la superficie de bosque nativo de Chile. Pero, hay que mencionar que al mismo tiempo las plantaciones forestales, la restauración del paisaje y la expansión natural de las superficies nativas ha reducido notablemente la pérdida neta de bosques. En Chile por cada árbol que se corta se plantan cuatro. Los bosques plantados son el 3,8% de las 140 millones de ha globales. De ellos, el 78% son plantaciones productivas

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Page 1: Quercus suber contra el fuego - Blog de los … · Web viewLa explotación de los bosques nativos para la producción de madera comenzó en la década de 1920 en el valle central

Quercus suber contra el fuego

Los graves incendios ocurridos en los meses estivales en la península Ibérica se han saldado con una gran superficie de hectárea quemada, concentrada principalmente en bosques de Portugal, Extremadura y Cataluña. Un pequeño porcentaje de éstos corresponde a áreas de encinas y alcornoques, de los que se extrae la mayor parte del corcho en España y Portugal. Un verano más, a la espera de los resultados oficiales de superficie quemada (en el año 2002 fueron casi 80 000 hectáreas), la polémica está servida: una inadecuada elección de las especies utilizadas en la reforestación de muchas zonas, tales como distintas variedades de pino y eucalipto –el mayor «aliado» del fuego–, se apunta como una de las principales causas remediables de la epidemia veraniega. Estas especies contienen principios altamente combustibles, como resinas y aceites esenciales, que son los más vulnerables al fuego. En consecuencia, algunas entidades han proclamado la necesidad de introducir otras especies con menor riesgo de incendio. En este sentido, la Asociación Catalana de Empresarios Corcheros (AECORK) ha vuelto a reclamar públicamente a la Administración que inicie una campaña de reforestación de las zonas quemadas con Quercus suber, puesto que «esta especie contribuye a frenar los incendios forestales, a diferencia de otros árboles, como el pino o el eucalipto, que arden fácilmente».Se trata en último término de evitar la desertización del país y para ello no habrá que perder de vista que la finalidad de las repoblaciones debe ser la lucha contra la erosión, antes que el aprovechamiento maderero del que pueden obtenerse beneficios a corto plazo. Roble, castaño, abedul, encinas y alcornoques nunca han sido considerados en los planes de reforestación y va siendo hora que ya sea por su resistencia al fuego, su interés social o por la diversidad ecológica que proporcionan tengan el lugar que se merecen en el paisaje ibérico.

Noticias del Día

Fuente:Mercurio Fecha:30/01/2006

Biodiversidad forestal: Chile frente al mundoDr. Roberto IpinzaDirector Ejecutivo de INFOR

La FAO en su reciente documento sobre la Biodiversidad Forestal aborda una de las cuestiones más polémicas de hoy: ¿cómo aprovechar al máximo el potencial de los bosques y los recursos relacionados para asegurar el desarrollo económico, social y ambiental y garantizar la conservación para las futuras generaciones?

Los bosques son uno de los depósitos más importantes de biodiversidad y entregan importantes bienes y servicios ambientales. Los árboles y los arbustos desempeñan una función decisiva en la vida de la propiedad campesina de muchas zonas del mundo al ser fuente de leña, alimentos, forraje, aceites esenciales, gomas, resinas, productos farmacéuticos, sombra y abrigo para el hombre y los animales, conservación de suelo, regulación de aguas, depósito de carbono, valores estéticos, éticos, culturales y religiosos.

Esto hace que el manejo de cada país se transforme en primordial para su sustentabilidad. Informes de ciertos grupos han difundido una percepción extremadamente negativa de la situación en Chile. Mas, a la luz del informe FAO el país no aparece nada de mal, incluso respecto de países desarrollados.

En el informe FAO se señala que los bosques cubren aproximadamente 4.000 millones de ha (30% de la superficie terrestre). Implica que existe un promedio de 0,62 ha por habitante. Pero 64 países que suman una población de 2 mil millones de habitante tienen menos de 0,1 ha de bosque per cápita. Chile tiene aproximadamente una hectárea per cápita, incluso por encima de EE.UU. que tiene 0,8 ha/hab. y de China con 0,1 ha/hab.

El 11 % de la superficie mundial está reservada para la conservación de la biodiversidad, superficie que aumentó en cerca de 96 millones de ha desde 1990. Estos bosques se sitúan sobre todo dentro de áreas protegidas. Se ha señalado la conservación de la diversidad biológica como uno de los objetivos de la ordenación de los bosques para más del 25% del área total de bosque. Chile tiene el 25% de sus bosques en áreas protegidas situándose dentro de las principales del mundo. EE.UU. tiene el 30% de sus bosques en áreas protegidas; Finlandia, el 11%; Australia, el 15%; Japón, el 7%; Francia, el 18%.

Pero no todo es miel sobre hojuelas. La deforestación mundial, sobre todo la que es producto de tala para convertir los bosques en tierras agrícolas, prosigue a un ritmo alarmante: unos 13 millones de ha al año, equivalente a que se destruyera en un año toda la superficie de bosque nativo de Chile. Pero, hay que mencionar que al mismo tiempo las plantaciones forestales, la restauración del paisaje y la expansión natural de las superficies nativas ha reducido notablemente la pérdida neta de bosques. En Chile por cada árbol que se corta se plantan cuatro.

Los bosques plantados son el 3,8% de las 140 millones de ha globales. De ellos, el 78% son plantaciones productivas establecidas para la producción de madera y fibra y el 22% son protectoras, es decir para la conservación del suelo y del agua. Chile tiene alrededor de 2,1 millones de ha de bosques plantados, de las cuales 68% son de Pinus radiata y 24% de eucalipto. Una participación menor tienen las especies de pino oregón, pino ponderosa, álamos, tamarugo, algarrobo, aromo, raulí y coigüe, entre otras.

Sin duda que la preocupación de la FAO sigue vigente, pues los objetivos de desarrollo del milenio, en especial el papel de los recursos forestales para la reducción de la pobreza y garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, se cumplen en forma parcial.

En ese contexto, Chile está lejos de una situación crítica como a veces se plantea. Sin duda que aún se debe avanzar. Pero mirando las cifras globales se constata que Chile está en la senda correcta. No pretendo caer en la autocomplacencia, pero tampoco caigamos en la autoflagelación. No lo digo yo, lo dicen los datos de FAO.

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Los bosques nativos del sur de Chile y el pueblo mapucheRodrigo Catalán Labarías - Ruperto Ramos Antiqueo

1. Introducción

En Chile, la desaparición y degradación de los bosques naturales es una fuente de conflictos entre las empresas forestales, las comunidades indígenas, las organizaciones ambientalistas y el gobierno. Las causas son complejas y en su mayoría tienen orígenes históricos.

Gran parte de los bosques nativos se encuentran en terrenos privados, a excepción de los que están incluidos en el Sistema Nacional de Areas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE). En consecuencia, los principales actores directos de la deforestación en la zona sur de Chile pertenecen al sector privado, y entre ellos destacan las empresas forestales y los pequeños agricultores. Las primeras están motivadas exclusivamente por la generación de ingresos mientras los segundos poseen una estrategia mixta de producción de autosubsistencia con generación de ingresos. Ni el mercado ni el gobierno los compensan por proteger sus bosques naturales que ofrecen servicios al resto de la sociedad tales como regulación del ciclo hidrológico, captura de carbono, conservación de la biodiversidad, mantenimiento del pasaje, control de la erosión y regulación del clima. El desafío consiste en compatibilizar derechos de propiedad privada sobre el bosque natural como un bien y las funciones sociales o de interés público que estos otorgan.

El gobierno no genera leyes que promuevan la conservación del bosque nativo a través de incentivos o sanciones y en el caso de que ellas existan no son aplicadas por la debilidad de la institucionalidad forestal chilena. Sus políticas macroeconómicas generan distribuciones inequitativas de la riqueza que desfavorecen al bosque nativo; ya sea por parte de los sectores más ricos que sustituyen los bosques nativos por plantaciones comerciales, ya sea por parte de los sectores más pobres que destruyen el bosque para habilitar terrenos de cultivo y obtener leña.

Por otra parte, el mercado no internaliza los costos ambientales y sociales de la producción forestal basada en plantaciones que sustituyen bosques naturales ni retribuye económicamente a los privados que los conservan. Al igual que en la mayoría de los países del mundo, gran parte de los productos y servicios del bosque, excluyendo la madera, no tienen mercado y por ende no tienen precio. Para el mercado no tienen valor, sin embargo sí lo tienen para la sociedad.

Las comunidades mapuches del sur de Chile viven una situación de extrema pobreza asociada a un reducido tamaño de la propiedad. Los remanentes de bosque nativo son espacios de conflicto ya que se enfrentan a presiones por venta de leña y madera, habilitación de terrenos para la agricultura y sustitución por plantaciones de especies forestales de rápido crecimiento ente otras. Por otra parte, el bosque posee un gran valor cultural para estas comunidades además ser fuente de una gran cantidad de productos y servicios fundamentales para su economía.

Existen otros actores involucrados en la deforestación y degradación del bosque nativos en Chile que, debido a que su participación es indirecta, usualmente no son incluidos en los análisis del tema. Algunos de ellos, que han sido llamados "actores tras bambalinas", son las compañías transnacionales de pulpa y papel, las agencias internacionales de crédito, los grupos económicos y los consumidores urbanos de Chile y los países del Norte.

El presente estudio de caso aborda el problema de la deforestación y las comunidades mapuches de la IX Región de Chile (38°-39° L.S), vinculándolo también con sus causas directas y subyacentes, a nivel nacional e internacional. Se trata de una investigación a nivel de

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ecorregión que recoge datos de entrevistas con dirigentes mapuches, sondeos rurales rápidos, censos, catastros y estudios anteriores sobre el tema.

Considerar las causas subyacentes, ocultas o indirectas en el análisis une a éste con otros estudios realizados paralelamente en Latinoamérica, África y Asia para el Foro Intergubernamental de Bosques. Se pretende contribuir a una comprensión más profunda del complejo problema de la deforestación que afecta tanto a las comunidades locales como al planeta en su conjunto y con ello facilitar la generación de estrategias más eficaces que logren revertir este proceso.

2.- Descripción de la situación de los bosques nativos y el pueblo mapuche

El bosque como componente de una bioregión

La mayor parte de los bosques sudamericanos y de Centro América corresponden al llamado reino florístico neotropical. Al sur del continente, aparecen los bosques templados de Chile y Argentina pertenecientes a un reino floral diferente: el antártico (Donoso, 1993). El bosque de la zona de estudio pertenece a uno de los últimos y más extensos Bosques Húmedos de la Región Templada Fría (Holdridge, 1987) del planeta, con equivalentes en restringidas áreas de los Andes del sur de Argentina, noroeste de Estados Unidos, sudoeste de Canadá, norte de Europa, Nueva Zelandia, Tasmania y el este del Mar Negro. En el debate sobre la deforestación en el mundo, la desaparición de bosques tropicales ha relegado a segundo plano la no menos grave destrucción de los bosques templados lluviosos (Galloway, 1996).

Los bosques templados del sur de Chile han sido objeto de distintas clasificaciones. Según Donoso (1981), en el área que se realizó el estudio, los bosques corresponderían al tipo forestal Roble-Raulí-Coigüe, subtipo Remanentes Originales. Gajardo (1994) lo denomina Bosque Caducifolio de la Frontera perteneciente a la Región del Bosque Caducifolio, Subregión del Bosque Caducifolio del Llano, que incluye varias formaciones vegetales.

Existen además variaciones en los estado sucesionales de los bosques, desde bosques jóvenes de segundo crecimiento hasta escasos remanentes de bosques antiguos, con bajo nivel de perturbación.

En la IX Región de Chile, existen 907 mil 521 hectáreas de bosque nativo, que incluyen 284 mil 684 hectáreas de bosque adulto, 446 mil 585 hectáreas de renovales o bosque de segundo crecimiento, 93 mil 722 hectáreas hectáreas de una situación intermedia entre bosque adulto y renoval y finalmente, 82 mil 565 hectáreas de bosques achaparrados (CONAF et al, 1998).

Biodiversidad

A pesar que la biodiversidad de los bosques templados suele ser menor que la de los bosques tropicales, los bosques del sur de Chile y Argentina se destacan en relación a los bosques templados del hemisferio norte. Explican esta situación la alta heterogeneridad de ambientes en que se desarrollan, producida de fuertes variaciones altitudinales y latitudinales. Perturbaciones ambientales tales como vulcanismo, glaciaciones y deslizamientos de tierra, aumentaron la diversidad de ambientes contribuyendo a elevar la riqueza biológica de estos bosques.

Según Arroyo et al (1996), el bosque templado lluvioso del sur de Chile estaría compuesto por 443 especies de plantas vasculares, con 160 especies leñosas (44 especies de árboles correspondientes a 32 géneros y 20 familias) y 283 especies herbáceas. Entre los 36 y 40º L.S. se concentra más del 70% de las especies forestales de Chile (Arroyo et al, 1996) y es la zona de mayor biodiversidad en Chile.

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Predominan ampliamente las especies latifoliadas caducifolias en la zona septentrional de la distribución y áreas cercanas al límite altitudinal de la vegetación de Los Andes, y las siempreverdes a partir del paralelo 39. La zona de estudio se encuentra en el ecotono entre estos dos tipos de bosques, explicando la mayor biodiversidad que en ella puede encontrarse. La abundancia relativa de latifoliadas distingue a estos bosques de los templados del hemisferio norte donde las gimnospermas predominan ampliamente sobre las angiospermas.

Otra característica singular de los bosques de la zona de estudio es la diversidad de estratos y tipos biológicos de plantas con que cuenta. Un bosque maduro posee un estrato de árboles antiguos que emergen del dosel, generalmente del género Nothofagus, un estrato arbóreo de especies perennes tolerantes a la sombra, una gran cantidad de plantas epífitas asociadas a estos estratos arbóreos, un estrato arbustivo y finalmente un estrato herbáceo. Según Arroyo (1996), este gran espectro de formas de vida leñosas lo hace comparable a los bosques lluviosos templados cálidos.

Los líquenes de estos bosques, de gran importancia en el ciclaje de minerales, son especialmente abundantes y notorios, calificándose al bosque templado lluvioso de Chile como uno de los principales centros de biodiversidad de líquenes en el mundo (Galloway, 1996). Sin embargo, debido a su gran sensibilidad han sido fuertemente afectados por la degradación de bosques, la deforestación y el uso de herbicidas.

Las aves, más de 60 especies, constituyen un importante elemento de biodiversidad de estos bosques que ha sido fuertemente afectada por la deforestación y fragmentación de ecosistemas. La presencia de mamíferos, alrededor de 38 especies, es significativamente menor a la encontrada en los bosques templados del hemisferio norte (Murúa, 1996).

Endemismos

Lo que destaca a los bosques templados del sur de Chile es su alto grado de endemismo en plantas, 34% de los géneros de angiospermas, con una mayoría de familias que poseen un solo género y géneros monoespecíficos. La avifauna asociada, de la cual dependen muchas especies vegetales para su reproducción, posee similares niveles de endemismo y es comparable a la situación encontrada islas oceánicas (Rozzi et al, 1996). El origen de esta particulariedad de los bosques templados de Sudamérica está en el aislamiento geográfico en que se encuentran con respecto a los bosques tropicales y subtropicales del continente. Por el norte limitan con el bosque esclerófilo mediterráneo que a su vez limita con el desierto de Atacama, por el este desciende por la vertiente oriental de la Cordillera de los Andes para desaparecer frente a la extensa estepa patagónica. Por el sur y el oeste, se encuentran los océanos Antártico y Pácifico, respectivamente. Se trata, por lo tanto de una "isla biogeográfica", separada por barreras infranqueables de los orígenes ancestrales de su biota (Armesto et al, 1996).

La comunidad y su relación con el bosque

Por cientos de años, los primeros habitantes de los bosques templados del sur de Chile practicaron una economía basada en la recolección , la caza y una incipiente agricultura itinerante de tala y roza (Dillehay, 1990; Aldunate, 1996). El ecotono entre el bosque caducifolio y el bosque siempreverde que se producen en la zona de estudio, generó un ambiente poco común en cuanto a potencialidades para la recolección, destacándose la presencia de abundante cantidad de especies con frutos carnosos y comestibles (Aldunate y Villagrán, 1991). Para los mapuches el bosque era de gran importancia resultaba como fuente de una enorme cantidad de plantas medicinales y de uso ritual. Adicionalmente, los proveía de materiales de construcción, herramientas y utensilios domésticos, constituyendo la base de su cultura material (Aldunate, 1996).

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Luego del contacto con los españoles, la economía mapuche se tornó más ganadera y aumentó su actividad agrícola (Bengoa, 1996) . Esta situación se mantuvo hasta fines del siglo XIX cuando, luego de la ocupación militar, el Gobierno de Chile toma posesión efectiva del territorio mapuche. El asentamiento forzado de las familias mapuches en reducciones y la colonización del resto de las tierras, desencadenó el empobrecimiento de los recursos naturales y su economía, convirtiéndolos en campesinos de tierras marginales (Bengoa, 1996; Dillehay, 1990).

Sin embargo, gran parte de los usos ancestrales del bosque ha sido mantenido por los mapuches, incluyendo la leña, los diversos productos de recolección, la recreación y los aspectos espirituales. Una prueba de ello es la permanencia de gran parte de los nombres vernáculos de las plantas en el idioma mapuche (mapudungun), que se encuentran directamente relacionados a su uso. Destaca el aprovechamiento de más del 80% de la flora (CET, 1996), incluyendo especies arbóreas y del sotobosque. El uso medicinal y para alimentación son aún los más frecuentes para las plantas del bosque y contribuyen importantemente a la permanencia de las comunidades mapuches con baja cobertura del sistema de salud estatal y con cosechas agrícolas que muchas veces no alcanzan para el abastecimiento durante todo el año. Se trata de un uso frecuente y diversificado, pero también de una relación espiritual y de respeto entre el campesino mapuche y el bosque. Sin embargo, la transculturización y la deforestación ha generado una fuerte pérdida de conocimiento tradicional, especialmente en las nuevas generaciones. Esta erosión cultural se ha expresado también en una menor valoración del bosque nativo, generándose un peligroso círculo vicioso entre pérdida de tradiciones y deforestación.

Causas directas de la deforestación o degradación del bosque

Þ Sustitución por plantaciones de especies forestales exóticas

La sustitución, según Lara et al (1996) es una de las principales causas de la destrucción del bosque nativo en Chile. Se habrían sustituido, entre 1974 y 1992, más de 200.000 hectáreas de bosques nativos en el país (Lara, 1993) y en la novena región se sustituyeron 30.958 hectáreas entre 1985 y 1994 (Emanuelli, 1997). Estas cifras no reflejan la intensidad del problema ya que la sustitución ha sido fuertemente concentrada, llevando al borde de la extinción algunas especies, reduciendo las poblaciones naturales de otras y haciendo prácticamente desaparecer algunas formaciones vegetales. En algunas comunas del sur de Chile, se sustituyó más del 50% del bosque nativo entre 1978 y 1987 (Lara et al, 1989).

Los stocks comerciales han disminuido entre 1944 y 1984, en -43,5% para roble y - 57% para laurel (principales especies forestales del bosque estudiado), mientras que para pino han aumentado en 4.173,8 % (Armesto et al ,1994). Si bien algunos productos del bosque nativo, tales como la madera y la leña, son sustituibles mediante las plantaciones; otros como la biodiversidad, el valor cultural y paisajístico lo convierten en un capital insustituible.

Formaciones vegetales que incluían más de 20 especies arbóreas han sido sustituidas por monocultivos de Pinus radiata y Eucalyptus globulus, cuya uniformidad genética producto del mejoramiento es cada vez mayor. Muchas empresas forestales e incluso funcionarios del estado han considerado los remanentes de bosque nativo como sin valor económico ni posibilidades de manejo. Con esta apreciación, se legalizan y justifican las sustituciones en base al Decreto Ley 701 que define forestación como "la acción de poblar con especies arbóreas o arbustivas terrenos que carezcan de ellos o que estando cubiertos de vegetación ésta no sea susceptible de explotación económica, ni mejoramiento mediante manejo".

Una vez más, el bosque nativo es considerado como un obstáculo para el desarrollo nacional, apelativo que curiosamente también recae sobre los pueblos indígenas. Primero fue un

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obstáculo para el avance de los conquistadores españoles, luego para el ejército chileno que le prendía fuego para que no sirviera de escondite para los mapuches, también fue un obstáculo para los colonos que habilitaron tierras para la agricultura y la ganadería. Finalmente, el bosque nativo es un obstáculo para el crecimiento de las plantaciones forestales. No obstante, al igual que en las ocasiones anteriores, se han encontrado las formas para abrir paso al mito del progreso a costa de los bosques del sur de Chile.

La sustitución habitualmente comienza por una tala rasa con un aprovechamiento solo parcial de la madera nativa. Una gran cantidad de biomasa consistente en troncos, tocones y ramas es quemada sin permitir a las comunidades mapuches el aprovechamiento de este material para leña. Es frecuente que el bosque se recupere rápidamente luego del incendio proliferando las especies pioneras a partir del primer año. Para evitar la competencia que pueda provocar esta vegetación, considerada "maleza", las empresas aplican defoliadores químicos, alguno de ellos prohibidos en la mayoría de los países del norte.

Los principales impactos ambientales han sido la disminución de biodiversidad, la erosión y acidificación de los suelos, la disminución de la calidad y cantidad de las aguas en los cursos naturales y el deterioro del paisaje.

Entre los impactos sociales destacan el aislamiento de las comunidades por deterioro de la red vial, las malas condiciones laborales ofrecidas por un sistema de contratistas forestales independientes, la migración campo-ciudad y los consiguientes cordones de pobreza urbanos.

Los altos costos de oportunidad que constituyen las plantaciones comerciales, los problemas de comercialización de los productos del bosque nativo, la falta de incentivos estatales y la inexistencia de un modelo tecnológico de manejo son las principales razones que mueven a los privados a la sustitución del bosque nativo.

Þ Habilitación de terrenos para la agricultura y ganadería

Este proceso se produjo con mayor intensidad a principios de siglo en el área de estudio, pero continúa siendo importante en áreas precordilleranas de la región y en los bosques ubicados más al sur. Actualmente, aunque a una menor tasa que en el pasado aún persiste la habilitación de terrenos para la agricultura. El proceso comienza con la tala rasa del bosque nativo que es vendido para astillas o para leña, se quema, luego se destronca, se realiza un cultivo agrícola durante dos o tres años, posteriormente la fertilidad del suelo disminuye por erosión y finalmente son destinados a pastoreo extensivo.

El ritmo de este proceso ha sido fuerte a partir de la colonización europea de la zona y el proceso de reducciones mapuches. Los terrenos ocupados por bosques eran considerados "vacíos" e improductivos para el país. Los ancianos de la comunidad recuerdan la década de 1940 como la época en que se produjo la mayor cantidad de destronque para la habilitación de tierras (Sikor, 1993).

Þ Consumo y venta de leña y carbón

La leña era un recurso muy abundante para los mapuches antes de la colonización de su territorio y su relegación a reducciones. A partir de ese hito histórico, se fundan ciudades que incrementan fuertemente la demanda por leña. Es un tiempo de crisis económica y hambruna par los mapuches que se ven forzados a vender leña para sobrevivir. Esta actividad en la zona de estudio comenzó a principios de siglo y tuvo su auge entre 1930 y 1970 (Sikor, 1993 y Donoso, 1993). Sin embargo, en otras áreas como la cordillera de la Costa, se sigue explotando intensamente los bosques para leña que aún es el principal combustible de las ciudades del sur

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de Chile, tanto a nivel domiciliario como de pequeñas industrias. Eso es avalado por cifras del Ministerio de Agricultura (1993), que señala la leña como el principal uso del bosque nativo en Chile, con un volumen superior a los 5 millones de metros cúbicos anuales.

La extracción de leña para venta y autoconsumo, conjuntamente con las otras causas directas de la deforestación, han generado una escasez de esta fuente energética (CET, 1993) que tiene implicancias en la salud y alimentación de las familias mapuches.

A pesar de estas cifras y de numerosos diagnósticos realizados en comunidades mapuches, falta estudios que cuantifiquen el impacto del consumo de leña en la destrucción del bosque nativo. Esta necesidad se hace imperiosa para el debate acerca del bosque nativo chileno, ya que los empresarios forestales señalan que ésta es la principal causa directa de la deforestación, desestimando la importancia de las sustituciones. Su posición sostiene que son los pequeños propietarios y no las empresas forestales los principales responsables de la crisis del bosque nativo.

Þ Incendios forestales

Los incendios forestales son otra importante causa directa de deforestación y degradación del bosque nativo. A diferencia de otros bosques templados como el del noroeste de Estados Unidos donde el fuego es un fenómeno natural y necesario para el ecosistema, los incendios forestales en Chile, casi sin excepción, son originados por el hombre. La vegetación nativa es la más afectada por estos siniestros, lo que puede graficarse por cifras que entrega CODEFF (1992) para la temporada 1990-1991 en la que el 88.4% de la superficie afectada correspondió a vegetación nativa. En la IX Región, entre 1988 y 1997, se quemaron 10 mil 41 hectáreas de árboles y matorral nativo; el 67.54 % del total de la superficie forestal afectada correspondió a vegetación natural (CONAF, 1998a).

Los principales orígenes de estos incendios corresponden a quemas agrícolas descontroladas, habilitación de terrenos para la agricultura y ganadería, quemas para eliminar arbustos introducidos invasores como Ulex europeus, incendios intencionales, y finalmente, incendios accidentales producidos cuando florecen y se secan las bambúceas del género Chusquea que ocupan el sotobosque. Aunque no suficientemente reconocido, los incendios provocados por las empresas forestales para habilitar los terrenos para la plantación constituyen quizás la principal causal de los incendios que afectan al bosque nativo.

Þ Venta de rollizos para la producción de astillas

La venta de rollizos para la producción de astillas destinados a la exportación ha tenido un fuerte crecimiento en Chile en las última décadas y ha generado una gran presión sobre los bosques nativos. La zona de estudio no ha sido tan afectada como las regiones más meridionales de Chiloé y Tierra del Fuego donde aún existen mayores extensiones de bosques nativos.

El uso de rollizos de Eucalyptus globulus como materia prima ha adquirido una creciente importancia en el último tiempo, lo que no aumenta las esperanzas para el bosque nativo debido a la amenaza de las sustituciones.

En términos económicos, el crecimiento de las exportaciones de astillas lo ha llevado a alcanzar el tercer lugar en la producción mundial de astillas (Lash, 1996), constituyendo el 10% del total de las exportaciones forestales (Figueroa et al, 1996). La actividad se encuentra concentrada en cinco empresas que destinan el 97.6% del volumen a Japón (CONAF-INFOR, 1994 citado por Lara, 1996) que según el Ministerio de Agricultura (1993) corresponde a 1.7 millones de metros cúbicos, 55% del cual proviene del bosque nativo (Carrere y Lohman, 1997).

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Þ Sobrepastoreo en bosques

La práctica tradicional mapuche de pastorear el ganado vacuno en los bosques naturales donde obtienen forraje y abrigo, sufrió importantes cambios luego del proceso de reducciones. De una ganadería extensiva en que la reducida carga animal en extensas áreas de bosques no afectaba significativamente su desarrollo, se pasó a una ganadería en pequeñas superficies de bosques. Los principales problemas resultantes de este cambio son la compactación de los suelos y los daños a la regeneración natural y el sotobosque.

Actualmente, la mayoría de los bosques nativos que se encuentran en comunidades mapuches se encuentran degradados como consecuencia del sobrepastoreo, lo que se expresa en crecimientos lentos, árboles con mala forma, disminución de las poblaciones de especies herbáceas y arbustivas más palatables y pérdida de la estructura multiestratificada..

Þ Floreo de los bosques

La explotación de los bosques nativos para la producción de madera comenzó en la década de 1920 en el valle central donde se ubica la zona de estudio. Los ancianos de la comunidad recuerdan la presencia de aserraderos móviles que causaron gran presión sobre los bosques. Se cortaban los mejores ejemplares de las especies de mayor valor maderero, lo que es conocido en Chile como "floreo". A medida que disminuía la calidad de los bosque en el valle, la explotación maderera se fue desplazando a la Cordillera de los Andes y Cordillera de la Costa. Actualmente , los bosques de la Cordillera de los Andes siguen siendo floreados por las empresas madereras.

Aunque esta práctica no genera directamente deforestación, degrada los bosques alterando sus funcionamiento, su estructura y su composición florística; aspectos fundamentales para un ecosistema forestal. Conjuntamente, se disminuye el valor económico actual y futuro de los bosques. Los individuos de menor valor comercial, ya sea por su especie o características, serán los árboles padres de futuras generaciones de bosques degradados por la erosión de genes y genomas. Esto constituye un primer paso para la sustitución basada en el argumento que el bosque se encuentra degradado.

Actores directos de la deforestación o degradación del bosque.

Þ empresas forestales

Hasta la década de 1950, la industria forestal se sustentó en una actividad extractiva a partir del bosque nativo. Esto contribuyó a la reducción de bosques naturales en terrenos accesibles y un deterioro de la calidad de éstos. Sin embargo, las empresas forestales de la época eran muy diferentes a las actuales, caracterizándose por su carácter familiar, bajo volumen de operaciones y orientación al mercado interno (Cruz y Rivera, 1983).

Las primeras plantaciones de Pinus radiata a gran escala de las décadas de 1950 y 1960, fueron iniciadas por el Estado de Chile, quien se encargó de la provisión de plantas y la faena de plantación. Posteriormente, instaló las primeras industrias de pulpa y papel, destacando las plantas de Celulosa Arauco y Celulosa Constitución. Entre 1976 y 1979 se privatizaron Celulosa Arauco, CELCO e INFORSA, empresas que monopolizan el rubro forestal actualmente.

Con plantaciones establecidas, infraestructura apropiada, subsidios a nuevas plantaciones y manejo además de excención de impuestos, el rubro forestal en Chile atrajo fuertemente la inversión privada. Este enorme subsidio permitió poner a las empresas forestales chilenas en condiciones competitivas en el mercado internacional (Leyton, 1986).

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Las empresas forestales, al igual que otras empresas privadas, responden a las señales del mercado, intentando racionalmente maximizar el valor presente neto de sus posesiones (Laarman, 1998). En ausencia de incentivos o controles, las acciones de los privados están regidas exclusivamente por fines de lucro. Esta es la situación que han encontrado en Chile los inversionistas extranjeros: ausencia de incentivos a la plantación y manejo del bosque nativo, escasa capacidad de fiscalización del estado y débiles leyes ambientales y laborales. La sustitución de bosque nativo por plantaciones de especies exóticas de rápido crecimiento se explica por la presencia de privados que persiguen fines de lucro y que encuentran las condiciones señaladas.

Þ campesinos mapuches

Según el último censo de población y vivienda (INE, 1993), 928.060 personas se identifican en Chile como mapuches, constituyendo una de las etnias americanas más numerosas de la actualidad. Más del 50% de ellos ha migrado desde zonas rurales a la ciudades. Otra parte de ellos ha permanecido en el campo viviendo de actividades silvoagropecuarias, y constituye el grupo que denominamos campesinos mapuches.

Las comunidades mapuches se ubican territorio entre la VIII y X Región de Chile, entre los 37º y 42º de latitud sur, encontrándose la mayor parte de ellas en la IX Región de la Araucanía, donde viven 145.000 personas pertenecientes a la etnia (INE, 1993). Como se ha señalado anteriormente, a finales del siglo XIX, pasaron de ocupar la totalidad de este territorio a una pequeña superficie de reducciones. Lo que no fue comprendido es que los mapuches poseían un uso particular del espacio geográfico. Por una parte, existían las tierras donde estaban ubicadas las viviendas y se practicaba agricultura. Pero las familias contaban además con un área mayor, que si bien no era ocupada intensivamente, resultaba fundamental para actividades de recolección del bosque y ganadería.

Actualmente, las antiguas áreas de pastoreo y recolección que circundan las comunidades están ocupadas por plantaciones forestales pertenecientes a grandes empresas que sustituyeron el bosque nativo que ahí existía.

Estos campesinos se encuentran rodeados de terrenos con que no pueden adquirir sus tierras debido a las restricciones que les impone la Ley Indígena. A pesar de compartir el ámbito geográfico en el cual se produce el "boom" forestal chileno, no han sido beneficiados por este crecimiento económico. Por el contrario, han sufrido impactos sociales y ambientales negativos que han deteriorado aún más su calidad de vida.

El sistema productivo combina el cultivo de hortalizas, cereales y una ganadería a pequeña escala destinada al autoconsumo con venta de excedentes eventuales. La racionalidad que mueve las decisiones familiares es la minimización del riesgo para asegurar su permanencia en el tiempo. Los rendimientos agrícolas y pecuarios son bajos. El tamaño de la propiedad es de 10 hectáreas en promedio (CET, 1993), contrastando con los extensas superficies de las plantaciones cercanas de las empresas .

Los bosque nativos que cubrían toda la región han sufrido una fuerte fragmentación, quedando reducidos a verdaderas islas cercanas a cursos de agua en un paisaje de praderas naturales y cultivos agrícolas. El 70% de estos parches posee una superficie inferior a 5 hectáreas y son escasas las reservas superiores a 100 hectáreas.

La participación de los mapuches en la deforestación se produjo principalmente luego de la radicación de las familias y la consiguiente disminución de su territorio. La habilitación de terrenos para la agricultura y ganadería fue importante en ese período. Posteriormente, la

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extracción de leña para consumo y venta tuvo también un impacto significativo en los bosques. Aunque estas actividades se mantienen en la actualidad, especialmente en comunidades ubicadas en ubicadas en la Cordillera de la Costa y Cordillera de los Andes, en la mayoría se ha llegado a una estabilización en que coexiste la agricultura, la ganadería y la extracción moderada de recursos forestales de remanentes de bosques nativo que se han conservado en sectores de mayor pendiente y cercanos a los cursos de agua.

El paisaje de la comunidades mapuches se caracteriza por un mosaico de parches con distintos usos del suelo interrumpidos por cortinas cortavientos y relictos de bosque nativo, lo que les ha permitido mantener y manejar altos niveles de biodiversidad. En un estudio efectuado en un área de 3.400 hectáreas, se identificó 330 especies vegetales, entre las cuales se encuentra una alta proporción de las especies nativas de los bosques originales (CET, 1996). No puede decirse lo mismo de las empresas forestales y los medianos y grandes agricultores que han homogeneizado el paisaje disminuyendo drásticamente su diversidad.

Þ medianos y grandes propietarios

Una buena parte de los medianos y grandes propietarios de la región de estudio son descendientes de colonos alemanes, italianos y suizos a quienes el estado chileno les otorgó tierras a partir de mediados del siglo XIX. Ellos se encontraron con un territorio prácticamente cubierto de bosques vírgenes y comenzaron un proceso de más de un siglo de habilitación de terrenos para la agricultura y ganadería.

Según Donoso y Lara (1996), los colonos italianos deforestaron alrededor de 300.000 hectáreas para dedicarlas a la ganadería y cultivo de trigo. Se conoce a este período como "el auge triguero" en que la demanda de este cereal creció fuertemente debido a la necesidad de alimentación de las tropas de la guerra de Arauco y la exportación a California. Simultáneamente, aumentó la demanda por madera para la construcción de ciudades, y posteriormente infraestructura de transporte y comunicaciones (durmientes de ferrocarril, puentes, postes de telégrafo). A principios de siglo, la superficie deforestada había aumentado a 580.000 hectáreas (Donoso y Lara, 1996). Algunos autores como han calificado este período como uno de los procesos de deforestación más rápida y masiva registrados en Latinoamérica ( Veblen, 1983 citado por Lara et al, 1996).

El monocultivo de trigo se realizaba sobre los suelos recientemente deforestados, produciendo excelentes rendimientos durante los primeros años. Sin embargo, se trataba suelos frágiles que, luego de algunas décadas de producción intensiva, comenzaron a sufrir un fuerte proceso erosivo. Hoy en día, esos terrenos presentan una de situaciones más graves de erosión de suelos a nivel nacional.

Actualmente, los medianos y grandes propietarios se encuentran organizados en sociedades con influencia política, poseen una buena capacidad de inversión y tienen acceso a créditos. A pesar de esto, han sido afectados por la disminución de los precios de la carne y los cultivos tradicionales originados por la apertura de las fronteras comerciales. Muchos de estos medianos y grandes propietarios han decidido vender a las empresas forestales que ofrecen pago al contado por las tierras. En tanto que otros han reemplazado los cultivos tradicionales y la ganadería por plantaciones forestales. Este cambio de uso del suelo ha generado fuerte polémica en la opinión pública alegándose la inconveniencia de destinar a la producción de pulpa, tierras con capacidad de producir alimentos.

Relaciones entre empresas forestales y campesinos mapuches

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La fuerte concentración de la tierra generado por la expansión de las empresas forestales en el sur de Chile ha creado importantes conflictos con las comunidades mapuches. Según el diario conservador El Mercurio (1998), existen más de 60.000 hectáreas en manos de las empresas forestales sobre las cuales las comunidades mapuches reclaman derechos ancestrales. Aunque las demandas de los mapuches representan solo el 3.9% del total, según este diario, el clima de violencia perturba el desarrollo del sector forestal.

Los mapuches reclaman además la disminución del agua en sus esteros, la desaparición de especies de valor cultural y efectos en la salud, ganado y cultivos originados por los pesticidas. Denuncian la desaparición de productos de recolección como hongos, plantas medicinales, forraje, animales silvestres, frutos comestibles; todos de gran importancia para su economía familiar. Otro factor crítico lo constituye el aislamiento producido por las empresas que cierran los caminos de acceso a las comunidades y compran todo los terrenos aledaños no afectos a la ley indígena. Finalmente, el argumento de las empresas de la generación de empleos es refutado por los mapuches que señalan que los trabajos son temporales, mal remunerados y en condiciones poco dignas.

Por su parte, las empresas consideran a los campesinos mapuches como un peligro potencial de incendios, una amenaza para su patrimonio y un obstáculo para su expansión territorial. Debido a esto presionan por distintas vías a los mapuches para abandonar sus tierras que responden con tomas de terrenos. Los ejecutivos denuncian que la violencia generada por los conflictos con las comunidades mapuches retrasan las acciones de manejo de la plantaciones y ponen en riesgo nuevas inversiones en la zona. Así presionan al gobierno que, a través de la policía, reprime a los mapuches encarcelando a sus líderes.

A modo de ejemplo, en diciembre de 1997, las tomas de terrenos de las empresas forestales por parte de los mapuches llegaron a 3 mil hectáreas. Desgraciadamente, no se cuenta con un catastro de las zonas en conflicto, que permita comenzar un proceso de negociaciones para solucionar los problemas suscitados entre estos dos actores protagónicos en el devenir del bosque nativo chileno.

Los empresarios argumentan que los problemas de pobreza, deterioro de los recursos naturales y inequidad en la distribución de la tierra existían antes de la llegada de las plantaciones forestales masivas. Más aún, que la actividad forestal constituye una oportunidad de desarrollo para las comunidades, en la medida que constituye una fuente laboral. Para los dirigentes mapuches, la riqueza generada por las empresas solo aporta a los índices macroeconómicos del país, sin otorgar beneficios a las comunidades locales. Por el contrario, las comunidades son las que deben asumir los costos de este crecimiento económico. Las empresas no contratan a los mapuches por no considerarlos calificados ni invierten en capacitación y los que logran un empleo es solo temporalmente, con bajos salarios y malas condiciones laborales.

Los dirigentes mapuches señalan que las empresas forestales son las responsables de reparar o mitigar los graves "daños sociales, ambientales, culturales y económicos" que han causado.

Es necesario señalar que el conflicto entre las empresas forestales y los campesinos mapuches trasciende el tema del bosque nativo, de la misma manera que la destrucción de este no se explica totalmente en este conflicto. No obstante, la relación entre estos dos actores, identificados como protagónicos en la deforestación y degradación de los bosques nativos del sur de Chile, resulta fundamental para la comprensión del problema y la generación de estrategias para su solución.

3. Las causas subyacentes de la deforestación

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Políticas macroeconómicas que privilegian el crecimiento económico por sobre la equidad social (e intercultural) y la sustentabilidad ambiental

Þ política de apertura de la economía y globalización

Durante la década de los ochenta, Chile realizó una transformación de su economía, aplicando el llamado "modelo exportador" que se mantiene hasta la actualidad. Se abrieron las fronteras comerciales y disminuyeron los aranceles. Comenzó la promoción de monocultivos para exportación, principalmente frutales y especies forestales exóticas de rápido crecimiento. Los recursos naturales alcanzaron una alta participación en las exportaciones chilenas (Claude, 1997).

A partir de la década anterior, comenzó un proceso de disminución drástica del tamaño del Estado a través de privatizaciones y reversión de la reforma agraria que permitieron el surgimiento de grandes conglomerados financieros de carácter oligopólico. La liberalización de los precios y la reducción de los aranceles estimuló el crecimiento de estos grupos que destinaron su producción a la exportación (Cavieres et al, 1986).

Paralelamente, el fenómeno de globalización de la economía se ha materializado en Chile a través de acuerdos comerciales bilaterales o multilaterales. Ejemplos de lo anterior lo constituyen el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), el acuerdo de los países del Pacífico (APEC), el acuerdo bilateral entre Canadá y Chile y las negociaciones para ingresar al NAFTA.

En cuanto a la agricultura tradicional, la apertura de los mercados ha disminuido los precios a nivel interno generando una fuerte crisis para este sector y perjudicando particularmente a los pequeños propietarios que poseen menor capacidad de reconversión productiva. Entre 1989 y 1995, los cultivos anuales disminuyeron su superficie de 987 mil 440 a 786 mil 960 hectáreas (ODEPA, 1998).

La gran expansión de las exportaciones nacionales ha incrementado la presión sobre los recursos naturales y en particular sobre los bosques nativos, ya sea en forma directa o indirecta. Por una parte se ha sustituido bosque nativo para establecer plantaciones forestales comerciales y por otra se ha estimulado la exportación de productos forestales provenientes de bosque nativo sin manejo sustentable.

Þ política de fomento al desarrollo forestal a gran escala

En Chile, el crecimiento del sector forestal es el más fuerte del área de los recursos naturales, llegando a un 19.3% entre 1975 y 1994 (Figueroa et al, 1996) convirtiéndolo, según Donoso y Lara (1996) en uno de los sectores más dinámicos de la economía. La ampliación del mercado a más de 80 países lo consolidan como uno de los ejes del modelo exportador chileno. Las plantaciones de Pinus radiata y Eucalyptus globulus aumentaron de un total de 1.344.993 hectáreas en 1990 a 1.695.803 hectáreas en 1996, con un promedio superior a 50.000 hectáreas anuales de plantación con éstas especies (basado en ODEPA, 1998), constituyendo el 92% de la superficie forestal plantada (INFOR, 1998). Otro indicador del acelerado crecimiento forestal es el aumento de la producción industrial de pulpa química que subió de 680 mil toneladas en 1985 a 1 millón 932 mil en 1996. El total de exportaciones de forestales en Chile es de 1 mil 807 millones 906 mil dólares , lo que representa un 11.7 % del total de exportaciones (INFOR, 1998).

La ausencia de una política de ordenamiento territorial sumada a los subsidios estatales a las empresas forestales desencadenó un crecimiento espacial de carácter inorgánico. Las plantaciones cubren vastas áreas de la zona centro sur de Chile, en terrenos antes ocupados por la agricultura, ganadería y el bosque nativo (Cavieres et al, 1986).

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El estado chileno desarrolló una política de fomento a la expansión del sector forestal empresarial basada en subsidios y otros incentivos. El Decreto Ley 701 , herramienta legal fundamental de esta política, fue dictado en 1974 y se prolongó por 20 años. El subsidio bonificaba el 75% de los costos de plantación, manejo y de administración, además de eliminar la tributación. Los bajos costos de la mano de obra y las economías de escala, permitieron a las grandes empresas forestales cubrir la totalidad de los costos de plantación con el subsidio. El Estado Chileno, a través de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), aportó a las empresas forestales 110 millones de dólares entre 1976 y 1992. Solo en la IX Región, en ese período, aportó 29 millones 586 mil dólares por concepto de bonificaciones a la forestación. Esto corresponde a más de 210 mil hectáreas plantadas a un ritmo promedio de 9 mil 600 hectáreas anuales durante el período señalado (CONAF, 1998).

Sin embargo, el mayor subsidio a estas empresas lo constituyó el traspaso de tierras y plantaciones correspondientes a propiedades estatales y terrenos expropiados durante la Reforma Agraria. Del total de 10 millones de hectáreas expropiadas, 3 millones ubicados en la faja costera fueron vendidas en licitaciones públicas. Los bajos precios y las favorables condiciones otorgadas por el Estado generaron un rápido vuelco en la propiedad forestal e industrial. Acogidas al DL 701, estas tierras pasaban a ser inexpropiables (Cruz y Rivera, 1983).

El crecimiento económico generado ha beneficiado principalmente a un reducido sector de la sociedad constituido por los grupos económicos que monopolizan la producción forestal. Se ha generado una fuerte concentración de la propiedad, los medios de producción, el comercio y las decisiones en un escaso número de empresas pertenecientes a una cifra más reducida aún de grupos económicos.

El desarrollo forestal chileno se ha hecho sobre la base de la exportación de productos de bajo valor agregado. La celulosa, las astillas y los trozos de madera, todos productos de escaso valor agregado representan más de un 60 % de las exportaciones forestales A consecuencia de esto, se ha desaprovechado la oportunidad de generar empleos. y riqueza en un sector más amplio de la sociedad que podría ser involucrado en la elaboración de productos.

Los beneficios públicos otorgados por las plantaciones forestales en terrenos privados deben ser demostrados y no tan solo asumidos como un hecho (Laarman, 1998). En este sentido, la política forestal chilena puede ser criticada por haber invertido una gran cantidad de recursos fiscales por un largo período de tiempo en terrenos privados sin que la rentabilidad económica se haya traducido en ganancias significativas para el conjunto de la sociedad y causando una importante disminución del capital natural. A partir de la fecha de la dictación del DL 701 ha aumentado considerablemente la tasa de deforestación en Chile (Lara et al, 1996).

Las cifras favorables de crecimiento económico a nivel nacional y en particular del sector forestal no reflejan los costos de la degradación ambiental. Esto se debe a que no existe en Chile un sistema de cuentas nacionales que considere la disminución del patrimonio natural. La corta de bosque nativo aparece, en consecuencia aumentando el Producto Interno Bruto, creándose la sobreestimada percepción de éxito macroeconómico. Esto refleja que el modelo económico aún opera bajo el supuesto que los recursos naturales, entre ellos el bosque, son ilimitados.

Por otra parte, el valor de uso actual y futuro de los recursos naturales tampoco es considerado. Los beneficios públicos y servicios otorgados por los bosques nativos a la sociedad no han sido valorados económicamente. El modelo económico no ha incorporado mercados ni precios para un gran gama de productos y servicios del bosque. Estas falencias, conocidas como imperfecciones del mercado , han constituido un desincentivo para los privados que no se ven retribuidos por la conservación de los bosques nativos que poseen.

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El caso de chileno de fomento a la expansión forestal empresarial no constituye una estrategia aislada, más bien se trata de un fenómeno que se produce simultáneamente en diversos países del sur como Brasil, Uruguay, Mozambique e Indonesia y que es promovido por organismos internacionales de crédito. En consecuencia, mucha de la capacidad futura en materia de producción de madera para pulpa estará ubicada en el Sur. Dentro de Latinoamérica, los logros macroeconómicos han convertido a Chile en un modelo de política forestal (Lara y Veblen, 1993), sin difundirse sus costos ambientales y sociales.

Þ política, legislación e institucionalidad ambiental

La expansión de la actividad forestal se ha producido en un marco de ausencia de una política ambiental . El primer documento que explicita una política ambiental por parte del gobierno chileno apareció recién a principios de 1998. En él se reconoce que el bosque nativo chileno se encuentra amenazado por sobreexplotación y carencia de medidas de protección. Identifica como causas el crecimiento de la actividad forestal sin consideraciones ambientales, la extracción de leña y la fabricación de carbón (CONAMA, 1998).

El marco legal también ha sido muy débil, y está representado por una Ley de Bosques que data de 1931 escasamente respetada y un proyecto de ley sobre "Recuperación del Bosque Nativo y Fomento Forestal". Este último se encuentra en trámite en el Congreso desde 1992 por presiones ejercidas por los sectores cercanos al empresariado forestal. Incluye incentivos al manejo sustentable del bosque nativo y medidas para controlar la sustitución de éste por plantaciones de especies exóticas. Desgraciadamente, las presiones además de retrasar el proceso han ido modificando el proyecto original, dejando "puertas de entrada" para que continúen las sustituciones.

La Ley de Bases del Medio Ambiente incluye como instrumento el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, que constituye una prueba que deben pasar los grandes proyectos de inversión antes de su aprobación. Estos estudios permiten alertar acerca de los riesgos y costos ambientales, además de recomendar medidas de prevención o mitigación. Esto podría constituir, entre otras cosas, una oportunidad para controlar las sustituciones de bosque nativo. Sin embargo, según la ley, son las propias empresas las que contratan a los consultores que realizan los estudios, lo que resta transparencia al proceso. Más aún, debido a las presiones económicas, se han aprobado proyectos que afectan al bosque nativo que obtuvieron Estudios de Impacto Ambiental negativos.

Adicionalmente la debilidad de la institucionalidad forestal se ve reflejada en una Corporación Nacional Forestal con bajo presupuesto y nivel de eficiencia. Sus esfuerzos en la fiscalización de la sustitución, degradación y destrucción del bosque nativo se ven totalmente sobrepasados. Una consecuencia de esta situación es la destrucción o deterioro de 120.000 hectáreas de bosque nativo (Lara et al, 1996), siendo manejadas con técnicas adecuadas apenas 2.700 a 5.000 hectáreas (Ormazábal, 1992). El Instituto Forestal, encargado de la investigación para el sector, ha sufrido severas restricciones al aporte presupuestario que le otorga el gobierno. Una expresión de lo anterior es que, hasta 1998, no existían cifras oficiales de la cantidad y estado del bosque nativo lo que dificultó el monitoreo y relativizó las posiciones de los distintos actores.

Þ movimiento de capital privado internacional

Grandes capitales privados internacionales han sido invertidos en el sector forestal chileno en respuesta a las políticas macroeconómicas que se han mantenido por casi veinte años, generando la estabilidad requerida por el sector. Se han descrito las ventajas arancelarias, de impuestos, regulaciones y subsidios ofrecidas por los gobiernos. Convendría agregar a esta lista

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de incentivos las inversiones en infraestructura vial y portuaria por las que se ha priorizado la inversión pública de los últimos gobiernos.

Los inversionistas corresponden a compañías de pulpa y madera que han consumido las reservas madereras en sus países de origen, o enfrentan en ellos estrictas regulaciones ambientales. Los principales capitales provienen de Japón ( Nippon Paper, New Oji, Daio Paper, Honshu Paper, Settsu, Mitsubishi Paper ), Nueval Zelandia (Fletcher Challenge), Estados Unidos (Internactional Paper, Mead), Holanda (Shell) y Suecia (Stora).

Patrones inequitativos de tenencia de la tierra

La tenencia de la tierra ha sufrido fuertes transformaciones producto de la expansión forestal en Chile. Grandes superficies han sido compradas a pequeños y medianos propietarios por parte de un grupo reducido de empresas forestales, generándose una fuerte concentración de la tierra. Un obstáculo a esta expansión forestal ha sido la ley indígena (19.253) dictada en 1993. En ella se estipula que la tierra de propiedad indígena solo puede a venderse a comunidades o personas indígenas de la misma etnia, quedando las comunidades fuera del mercado de tierras para las empresas forestales.

Para las empresas la tierra es una unidad de producción, un bien de capital, mientras que para los mapuches la tierra tiene un sentido mucho más amplio que se relaciona con el sustento y la permanencia de su cultura.

En 1979, se dicta la ley que divide las comunidades mapuches en títulos individuales por familia. Con esto, aumentó la presión sobre el bosque por habilitación de terrenos. Se pretendía, y se logró parcialmente, viabilizar las grandes plantaciones en tierras mapuches a través del reagrupamiento de ellas y la venta a las empresas (Cruz y Rivera, 1983).

Patrones no sostenibles de producción y consumo

Þ papel

El nivel de consumo de papel de los países del norte se ha incrementado notablemente en las últimas décadas, lo que ha llevado a las empresas papeleras del Norte a tener necesidades crecientes de materia prima barata. En Chile, alrededor del 60% de la pulpa se destina a la exportación (Cerda et al, 1992). Esto indica que la expansión forestal chilena es en gran parte explicada por el aumento en la demanda de papel de las naciones desarrolladas del norte. Sin embargo, el rápido crecimiento económico registrado en el país ha ido acompañado de un aumento significativo del consumo interno de papel, lo que explica el destino del 40% de la producción que no es exportada.

Þ leña

El consumo de leña también ha crecido en Chile, de 13.923 a 31.304 Teracalorías entre 1975 y 1992. Según regresiones utilizadas para la previsión de la demanda futura de leña, el consumo seguirá subiendo para llegar a cifras entre los 75.924 y los 109.125 Teracalorías en el año 2020 (Maldonado, 1996).

La ciudad de Temuco, capital de la IX Región de Chile, ha registrado uno de los mayores crecimientos en Latinoamérica durante los últimos años, el que se explica en gran parte por las migraciones provenientes de áreas rurales y otras ciudades del país.

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Una de las consecuencias directas de este crecimiento poblacional, ha sido el incrementado de la presión sobre los bosques de la región, principalmente para el abastecimiento de leña a nivel domiciliario e industrial. Esta relación entre crecimiento poblacional y deforestación viene a confirmar la correlación positiva entre estas dos variables que se ha demostrado en numerosos estudios anteriores (ver Angelsen y Kaimowitz, 1998).

Pobreza

Las condiciones de pobreza son extremas en algunas área de la región, coincidiendo las comunas con alto porcentaje de población mapuche con los mayores índices de pobreza del país. La pobreza se refleja en un bajo o nulo capital financiero de inversión y es agudizada por un difícil acceso al crédito. La disminución de los stocks de capital natural de los campesinos mapuches, principalmente en suelo y bosques, son fenómenos menos tangibles pero que son causa y a la vez efecto de esta situación de pobreza. Por otra parte, los niveles de escolaridad son bajos, de cuatro años en promedio y un 30% no ha recibido educación formal (CET, 1993). El nivel de capacitación o calificación laboral es también es limitado, lo que es usado como argumento por las empresas forestales para no contratarlos como mano de obra aún cuando las faenas se encuentren cercanas a las comunidades. Adicionalmente, el empleo agrícola ha disminuido por la reconversión forestal de la mediana y gran propiedad, lo que completa un panorama de escasas oportunidades laborales en el campo, especialmente para lo jóvenes. Ellos se ven enfrentados a optar entre emigrar y compartir la tierra de sus padres con sus hermanos, subdividiendo aún más la pequeña propiedad. Por otra parte, si desean continuar sus estudios primarios para obtener educación secundaria, técnica o superior, deben mudarse a las ciudades. La migración temporal o definitiva hacia centros urbanos alcanza el 18%, y corresponde principalmente a hombres y mujeres jóvenes que, al abandonar las comunidades, disminuyen la disponibilidad de mano de obra en los predios, observándose un envejecimiento de la población rural.

Esta pobreza del pueblo mapuche, que en ciertas localidades llega a ser extrema, los fuerza a disponer de su capital natural para sobrevivir en épocas críticas. Cuando disminuye el empleo extrapredial, los rendimientos agropecuarios y los precios de los productos son bajos la venta de leña o rollizos para astillas constituyen practicamente las últimas alternativas antes de la migración definitiva a la ciudad. Es más, en períodos de crisis económica, muchos mapuches urbanos regresan a sus comunidades y el bosque es uno de los recursos más inmediatos y de menor inversión previa al que pueden recurrir.

4. Actores de las causas indirectas o subyacentes

Þ Organismos Internacionales de crédito y agencias multilaterales

El Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) han apoyado la política forestal chilena, mientras que la FAO y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) han promovido la investigación forestal que ha sustentado el desarrollo del sector. Son actores que habitualmente están detrás de la escena y, pese a su gran influencia, muchas veces no son considerados en análisis del sector forestal.

Þ grupos económicos

Como se ha señalado anteriormente, las principales empresas forestales chilenas pertenecen a un reducido número de grupos económicos que manejan sus empresas con una administración coordinadora central para efectos de sus políticas productivas. Cuentan con patrimonios de cientos o miles de millones de dólares, su base productiva es la celulosa destinada a la exportación aunque también producen papel, madera aserrada, tableros y otros subproductos,

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poseen extensiones de bosques superiores a 100 mil hectáreas, las empresas subsidiarias se encuentran integradas horizontal y verticalmente cubriendo toda la cadena productiva forestal y articulándose con otros rubros como el petróleo, bancos, seguros y pesca (Cavieres et al , 1986; Cruz y Rivera, 1983). Se trata de verdaderos imperios económicos que monopolizan el mercado forestal y que se encuentran vinculados a las transnacionales, constituyen actores con gran poder de influencia tanto a nivel local como nacional. Esto significa que en vastas regiones de Chile, se encuentra en sus manos, no solo la rentabilidad privada, sino también el destino de los recursos naturales, la población y el empleo ( Cruz y Rivera, 1983). En los últimos años, estos grupos económicos han ampliado sus inversiones a países limítrofes como Argentina, Perú y Paraguay, comprendiendo más de 50 empresas (WRM, 1998).

Cuatro grupos económicos son propietarios del 40% del total de plantaciones forestales y controlan casi el 70% de las exportaciones forestales. No solo son propietarios de plantaciones sino también de las principales plantas de celulosa y papel del país, así como de otras instalaciones industriales como aserraderos y fabricas de madera aglomerada (Cruz y Rivera, 1984). Controlan la producción de plantas, la plantación, el manejo, la explotación, la transformación industrial, la comercialización y el transporte (Leyton, 1986). Esto es consecuencia de políticas macroeconómicas que ha privilegiado a estas empresas en desmedro de una gran cantidad de pequeños propietarios, comunidades indígenas y trabajadores forestales (Leyton, 1986).

A modo de ejemplo se puede señalar al Grupo Angelini con más de 470.000 hectáreas de plantaciones, inversiones en el sector energético, naviero, financiero y minero en Chile y otros países limítrofes, con vinculaciones con el poder político y las poderosas transnacionales International Paper, Shell Internacional y Mitsubishi Paper.

Þ Corporación Nacional Forestal

Creada en 1971, alcanzó a manejar una importantes superficie de plantaciones, además de viveros y herramientas, las que luego traspasó a las empresas privadas. Actualmente, se trata de una institución centralizada y burocrática, con insuficientes funcionarios que reciben bajos sueldos, manejan bajos presupuestos de operación y están sujetos a fuertes presiones por parte de las empresas forestales. Con todas estas restricciones, se les encomienda la gran cantidad de tareas que implica administrar las áreas silvestres protegidas del estado, controlar el manejo y explotación de los bosques además de controlar los incendios forestales.

Por su parte, el sistema judicial solo aplica en raras ocasiones las sanciones legales correspondientes a los denunciados por Corporación Nacional Forestal (CONAF). En la IX y X Región, el 60% de los casos denunciados por CONAF ante los Juzgados de Policía Local quedan sin sanción y el resto recibe sanciones mínimas (Fernández, 1993).

En estas condiciones se propician las cortas ilegales por inexistencia de los plan de manejo necesarios, por el incumplimiento de éstos o por que los planes de manejo son, en ocasiones, simples autorizaciones de corta que no apuntan a un manejo sustentable del bosque nativo.

El Sistema Nacional de Áreas Silvestres protegidas del Estado, que administra CONAF cuenta con una red de Parques Nacionales, Reservas Nacionales y Monumentos Naturales, todas ellas destinadas a conservar muestras que representen los ecosistemas presentes en el país. Sin embargo, el sistema cuenta con problemas entre los que destaca la mínima capacidad de control de las extensas superficies de las áreas por parte del escaso personal de CONAF, que resultan en explotaciones ilegales e incendios forestales. Existe una importante cantidad de ecosistemas que no está representado, particularmente los que se ubican en el valle central de la zona de estudio. En la IX Región existen 303 mil 726 hectáreas protegidas por el SNASPE,

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correspondientes al 9.35% de la superficie regional (CONAF, 1998), sin embargo, la mayor parte de ellas se encuentra sobre los 900 s. m.n.m. y una importante superficie corresponde a terrenos rocosos de altura sin vegetación. El bosque nativo del valle que preocupa a este estudio y que se encuentra amenazado prácticamente no está protegido por el SNASPE.

El gobierno no asigna recursos para manejar adecuadamente estas áreas ni menos para adquirir nuevas áreas que han recomendado los científicos nacionales para preservar el capital de biodiversidad de que dispone el país. Con esto se aleja del compromiso adquirido al firmar la Convención para la Diversidad Biológica (Claude, 1997)

La Corporación Nacional Forestal cuenta con un programa de control de incendios, que ve excedidas sus capacidades durante las épocas críticas. Esto ha llevado a las empresas forestales a contar con sus propios programas que protegen las plantaciones que poseen. En consecuencia, los incendios de bosques nativos son rara vez controlados, particularmente aquellos ubicados en zonas de difícil acceso.

La CONAF cuenta con un programa de forestación para la pequeña propiedad campesina, que ha forestado 12 mil 718 hectáreas entre 1991 y 1997 en la IX Región a un ritmo de 1 mil 817 hectáreas anuales También implementa un Proyecto de Conservación y Manejo Sustentable del Bosque Nativo en predio campesinos, que ha manejado 9 mil 750 hectáreas entre 1991 y 1997(CONAF, 1998). Estas cifras contratan por su baja extensión en relación a los datos entregados anteriormente de plantaciones realizadas por grandes empresas, sustituciones e incendio forestales.

Þ universidades

Las vinculaciones entre las empresas forestales y las universidades públicas y privadas chilenas han sido muy estrechas desde el principio del desarrollo del sector. En el año 1956, egresó la primera promoción de Ingenieros Forestales de la Universidad de Chile, coincidiendo con el comienzo de la expansión de las plantaciones forestales, particularmente de Pino Insigne (Cruz y Rivera, 1983). Muchos profesores han trabajado o trabajan en forma parcial o permanente en las empresas. La educación impartida está orientada a la formación de profesionales para la empresa forestal. Gran parte de la investigación apunta a solucionar problemas y desafíos de este sector. Esto se suma al apoyo que ha prestado el estado al desarrollo forestal industrial y agudiza la distancia con respecto al sector de los pequeños propietarios y el bosque nativo. Esta última área del sector forestal no cuenta con la investigación ni los profesionales adecuados para enfrentar los desafíos que se presentan.

Þ gobiernos locales

En las estrategias regionales planteadas hasta el año 2000, se prioriza la actividad forestal y el turismo como "motores" del desarrollo. El modelo para el sector forestal planteado es el que ha predominado hasta el momento en el país. Se ha llamado a la "reconversión forestal" a los grandes y medianos agricultores, extendiéndose las plantaciones a terrenos de aptitud agrícola.

La participación del bosque nativo y las comunidades mapuches en este escenario es marginal y los esfuerzos del gobierno regional se enmarcan en una política de carácter asistencialista.

Þ CONAMA

La Corporación Nacional del Medio Ambiente (CONAMA), creada en 1990, es la responsable de las materias ambientales en el gobierno. A pesar de las expectativas creadas en torno a ella, en su corta existencia ha denotado una gran debilidad institucional, atravesando episodios críticos

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frente a las fuertes presiones a que ha sido sometida. Ejemplos de estos episodios han sido las centrales hidroléctricas del Alto Bío-Bío que han inundado bosque nativo y desplazado población mapuche y el Proyecto Río Cóndor en que la empresa norteamericana Trillium fue autorizada para explotar una enorme superficie de bosques vírgenes en la Tierra del Fuego. Según Claude (1997), la CONAMA no tiene el poder suficiente para hacer valer la protección del medio ambiente.

Þ ONG ambientalistas

Las organizaciones no gubernamentales chilenas atraviesan un fuerte crisis de apoyo financiero internacional en respuesta a los buenos indicadores macroeconómicos del país. La estrategia de sobrevivencia de estas instituciones en muchas ocasiones ha sido en base a una relación estrecha con el estado, perdiendo su independencia y capacidad crítica. Las organizaciones que se han mantenido alejadas del gobierno han basado su accionar en la denuncia a la opinión pública. En consecuencia la capacidad de las ONG’s de incidir en políticas relativas al medioambiente y al bosque nativo en particular han sido bajas, perdiendo su perfil de representación efectiva de la sociedad civil.

En los últimos años, se ha iniciado una articulación con movimientos ambientalistas internacionales que podría aumentar el peso específico de las ONG’s en el contexto nacional y por lo tanto aumentar su posibilidad de influir en pro de la conservación del bosque nativo.

5. Relaciones entre las causas directas y las causas subyacente

Como hemos visto anteriormente, la deforestación y degradación del bosque nativo de la Región de la Araucanía no es un fenómeno causado exclusivamente por los campesinos mapuche que extraen leña o por las empresas forestales que sustituyen por plantaciones. Y aunque frecuentemente el debate se divida entre estas dos posiciones, lo cierto es que existen otras causas directas como los incendios forestales, la habilitación de terrenos para agricultura, la venta de madera para astillas, el floreo y el sobrepastoreo de los bosques. Más aún, aunque se tuviera la claridad para visualizar y comprender estas causas directas, al buscar soluciones para ellas nos veríamos enfrentados a otro tipo de causas que harían fracasar estos intentos. Son las llamadas causas subyacentes que, en ocasiones, tienen su origen más allá de las fronteras y que pocas veces han sido consideradas en el análisis acerca del bosque nativo y el pueblo mapuche.

Las empresas forestales sustituyen el bosque nativo respondiendo a su racionalidad de maximizar la rentabilidad de sus inversiones y porque cuentan con el capital para comprar enormes extensiones de tierra y bosques. Este capital fue generado con subsidios del gobierno Chileno a grupos económicos nacionales conforme a una política de fomento forestal orientada a la gran empresa y a él se le sumaron capitales transnacionales atraídos por bajos costos de mano de obra y débiles regulaciones ambientales. El gobierno contó con recursos para esta política gracias a fondos otorgados agencias multilaterales. El modelo exportador generó todas las condiciones para permitir el crecimiento posterior de la industria forestal. Las empresas sustituyen bosque nativo por plantaciones para pulpa porque el creciente y poco sustentable consumo de papel en los países de norte ha incrementado fuertemente la demanda. Lo hacen también porque persiguen retornos económicos en los plazos más cortos posibles, cuestión que se logra gracias a los rápidos crecimientos que se observan en la región para el Pinus radiata y diversas especies del género Eucalyptus. El bosque nativo se encuentra degradado debido al floreo y los crecimientos volúmetricos son más lentos. Se requiere invertir en la restauración y ordenamiento de esos bosques para obtener un ingreso, que si bien es superior al del pino y eucalipto, se logra en un plazo más largo. El gobierno chileno, con una política macroeconómica

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que privilegia el crecimiento económico por sobre la sustentabilidad ambiental, no asume la responsabilidad de estas inversiones para las generaciones futuras.

Los campesinos Mapuche cortan bosque nativo para venderlo como leña y carbón porque su situación de pobreza, pequeña propiedad y falta oportunidades en la sociedad de libre mercado sin visión multicultural no le entrega otras opciones. Por otra parte, la migración del campo a las ciudades ha llevado a un fuerte crecimiento de las ciudades más grandes de la región, particularmente de Temuco, aumentando la demanda por leña y carbón.

Una situación similar se produce con la venta de rollizos para astillas conocidos como "metro ruma" que encuentran una fuerte demanda en intermediarios que luego exportan la madera en forma de astillas, principalmente a Japón. Al igual que para la extracción de leña, no se aplican criterios técnicos de manejo sustentable del bosque falta de propuestas de este tipo para la pequeña propiedad y débiles esfuerzos por parte de la Corporación Nacional Forestal para realizar la extensión.

Las cortas ilegales y los incendios forestales sobrepasan las capacidades de fizcalización y control de CONAF que cuenta con un reducido presupuesto y personal debido a la política neoliberal de disminución del tamaño del estado y a la baja prioridad otorgada a las instituciones relacionadas al medio ambiente. Aún cuando CONAF y otros organismos vinculados al bosque como la CONAMA aumentaran sus recursos; la legislación ambiental , forestal y de bosque nativo no les permitiría velar eficazmente por la conservación del bosque nativo. Finalmente, solo un bajo porcentaje de los casos que de irregularidades denunciados a los Tribunales de Justicia han sido sancionados.

El bosque nativo y el pueblo mapuche se encuentran afectados por una red de causas directas y subyacentes que se entrelazan y potencian entre sí. Entre ellas conducen a una deforestación y degradación de bosque nativo de alrededor de 120.000 hectáreas por año (Ormazábal, 1992). Ello exige un análisis profundo de la situación, buscando soluciones integralmente y en los distintos niveles u ordenes de causalidad.

6. Caminos de solución

La concertación de los actores, tanto los que se encuentran "en escena" como "tras bambalinas" aparece como el camino más lógico para enfrentar la problemática del bosque nativo y el pueblo mapuche. Y es que, al igual que las causas son originadas por diversos actores, las consecuencias o efectos de la deforestación y degradación de los bosques afectan a muchos sectores de la sociedad. Los conflictos entre las empresas y las comunidades mapuches que han creado un clima de inestabilidad politica, el deterioro del paisaje para miles de turistas nacionales y extranjeros que visitan la región, la extinción de especies nativas con importantes usos actuales o potenciales son solo algunos ejemplos. Todos los actores involucrados tendrían entonces una motivación para participar en estas negociaciones. El problema radica en la diferencias de poder entre cada uno de ellos. La desventaja claramente es para el pueblo mapuche y la sociedad civil en relación a las empresas forestales, el gobierno y las agencias multilaterales como el BID y el Banco Mundial. Así, nos vamos acercando a la conclusión que el "empoderamiento" de las debilitadas organizaciones mapuches y de la sociedad civil son requisitos fundamentales para la conservación del bosque nativo en la IX Región de Chile.

Las campañas contra la desinformación acerca de la deforestación y sus impactos para el pueblo mapuche y para el resto de la sociedad pueden constituir una vía para reunir fuerzas que equilibren la situación. Probablemente los consumidores y votantes, tanto nacionales como de los países a los Chile exporta, pueden constituir una importante alianza con efectos potenciales en la demanda y en las decisiones políticas. La entrega de información aparece como un

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elemento fundamental en este escenario de deforestación e inequidad para el pueblo mapuche que ocurre a espaldas de la mayoría de la sociedad nacional e internacional que ignora los efectos y con mayor razón la red de causalidad que los origina. Especialmente importante resultarían estas campañas hacia países en los que se está comenzando a aplicar el "modelo forestal chileno" sin explicar los enormes costos ambientales y sociales, además de la inequitativa distribución de la riqueza que se genera.

Estas negociaciones debieran conducir a modificar las políticas del gobierno en relación al pueblo mapuche, reconociendo sus derechos territoriales y de autodeterminación, así como las políticas forestales, promoviendo la conservación y uso sustentable del bosque nativo. Si bien es cierto que este escenario proyectado parece distante, es fundamental que exista para guiar los pasos que conduzcan a él. De esa forma avanzar hacia una sociedad para Chile con características multiculturales y con una visión de desarrollo sustentable que se vea reflejada en una mejor condición del pueblo mapuche y de los bosques nativos en los que ancestralmente se desarrolló su cultura.

En el plano internacional es también fundamental establecer alianzas entre pueblos indígenas y a su vez de estos con organizaciones preocupadas por la conservación de los bosques naturales. A través de ello, lograr espacios de participación en los niveles de discusión internacional para influir en acuerdos comerciales internacionales, patrones no sostenibles de consumo (particularmente de papel), regulaciones para inversionistas internacionales y convenios intergubernamentales en relación a los derechos de los pueblos originarios y los bosques nativos.

La participación de estudios de caso como este, en que se recoge las percepciones y propuestas de las comunidades, en el Foro Intergubernamental de Bosques es un ejemplo de participación en los niveles donde surgen las causas subyacentes de nivel internacional.

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Conaf destacó disminución de incendios forestales respecto de 2005

 

El organismo fiscal subrayó que parte importante de esta baja de siniestros se debe a que la población tomó conciencia de su responsabilidad en el tema.

La Corporación Nacional Forestal (Conaf) valoró que, de acuerdo a las cifras, en 2006 se han producido un 40 por ciento menos de incendios forestales que en el año anterior. Según indicó el jefe nacional del Programa Contra Incendios de la Conaf, Sergio Mendoza, la caída se debe en buena medida a que las personas han tomado conciencia del problema que se genera con este tipo de siniestros. A los factores climáticos -dijo Mendoza- hay que sumar que "la gente está tomando conciencia de que el problema de los incendios forestales es causado por ellos, ya sea por negligencia o intencionalidad, eso significa que estamos avanzando por un buen camino". En la temporada 2004-2005 se produjeron en total 6.653 incendios forestales, con un total de 65.300 hectáreas afectadas. Desde 1979 a la fecha, en Chile se han producido un promedio de 5.200 siniestros anuales, que destruyen una media anual de 52.524 hectáreas. (Cooperativa.cl)Viernes 10 de febrero de 2006. Radio Cooperativa

El organismo fiscal subrayó que parte importante de esta baja de siniestros se debe a que la población tomó conciencia de su responsabilidad en el tema.

La Corporación Nacional Forestal (Conaf) valoró que, de acuerdo a las cifras, en 2006 se han producido un 40 por ciento menos de incendios forestales que en el año anterior. Según indicó el jefe nacional del Programa Contra Incendios de la Conaf, Sergio Mendoza, la caída se debe en buena medida a que las personas han tomado conciencia del problema que se genera con este tipo de siniestros. A los factores climáticos -dijo Mendoza- hay que sumar que "la gente está tomando conciencia de que el problema de los incendios forestales es causado por ellos, ya sea por negligencia o intencionalidad, eso significa que estamos avanzando por un buen camino". En la temporada 2004-2005 se produjeron en total 6.653 incendios forestales, con un total de 65.300 hectáreas afectadas. Desde 1979 a la fecha, en Chile se han producido un promedio de 5.200 siniestros anuales, que destruyen una media anual de 52.524 hectáreas. (Cooperativa.cl)

El organismo fiscal subrayó que parte importante de esta baja de siniestros se debe a que la población tomó conciencia de su responsabilidad en el tema.

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La Corporación Nacional Forestal (Conaf) valoró que, de acuerdo a las cifras, en 2006 se han producido un 40 por ciento menos de incendios forestales que en el año anterior. Según indicó el jefe nacional del Programa Contra Incendios de la Conaf, Sergio Mendoza, la caída se debe en buena medida a que las personas han tomado conciencia del problema que se genera con este tipo de siniestros. A los factores climáticos -dijo Mendoza- hay que sumar que "la gente está tomando conciencia de que el problema de los incendios forestales es causado por ellos, ya sea por negligencia o intencionalidad, eso significa que estamos avanzando por un buen camino". En la temporada 2004-2005 se produjeron en total 6.653 incendios forestales, con un total de 65.300 hectáreas afectadas. Desde 1979 a la fecha, en Chile se han producido un promedio de 5.200 siniestros anuales, que destruyen una media anual de 52.524 hectáreas. (Cooperativa.cl).

Conaf incorporó mujeres a brigadas contra incendios en la Región del Maule

 Un total de 12 féminas fueron capacitadas para el combate de siniestros forestales en la Séptima Región, zona que se encuentra en alerta debido a las altas temperaturas.

La Corporación Nacional Forestal (Conaf) incorporó 12 mujeres a las brigadas destinadas a combatir los incendios forestales en la Región del Maule. El director regional de la entidad pública, Jorge Gándara, detalló que dos de las féminas fueron incorporadas a la brigada aérea y otras 10 a las labores en tierra. "Tenemos dos combatientes mujeres en el helicóptero junto al resto de equipo de hombres que conforman la unidad aérea y 10 mujeres combatientes en la brigada Maqui 5 de Romeral", señaló. "Por primera vez estamos incorporando a mujeres que han sido capacitadas durante cuatro meses en prevención y combate de incendios forestales", añadió. Conaf se encuentra realizando inspecciones aéreas debido a que los sequedad de los terrenos por las altas temperaturas es apta para el brote de siniestros, por lo que la zona que se encuentra en alerta temprana. A la fecha se registran 31 incendios forestales en la Séptima Región, lo que representa el 41 por ciento en lo brotes ocurridos en el mismo período del año 2005.  Por su parte, las empresas forestales del sector costero del Maule han reforzado también brigadas internas para asistir a combatir eventuales incendios forestales. (Cooperativa.cl)

Un total de 12 féminas fueron capacitadas para el combate de siniestros forestales en la Séptima Región, zona que se encuentra en alerta debido a las altas temperaturas.

La Corporación Nacional Forestal (Conaf) incorporó 12 mujeres a las brigadas destinadas a combatir los incendios forestales en la Región del Maule.

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 El director regional de la entidad pública, Jorge Gándara, detalló que dos de las féminas fueron incorporadas a la brigada aérea y otras 10 a las labores en tierra. "Tenemos dos combatientes mujeres en el helicóptero junto al resto de equipo de hombres que conforman la unidad aérea y 10 mujeres combatientes en la brigada Maqui 5 de Romeral", señaló. "Por primera vez estamos incorporando a mujeres que han sido capacitadas durante cuatro meses en prevención y combate de incendios forestales", añadió. Conaf se encuentra realizando inspecciones aéreas debido a que los sequedad de los terrenos por las altas temperaturas es apta para el brote de siniestros, por lo que la zona que se encuentra en alerta temprana. A la fecha se registran 31 incendios forestales en la Séptima Región, lo que representa el 41 por ciento en lo brotes ocurridos en el mismo período del año 2005.  Por su parte, las empresas forestales del sector costero del Maule han reforzado también brigadas internas para asistir a combatir eventuales incendios forestales. (Cooperativa.cl)

Un total de 12 féminas fueron capacitadas para el combate de siniestros forestales en la Séptima Región, zona que se encuentra en alerta debido a las altas temperaturas.

La Corporación Nacional Forestal (Conaf) incorporó 12 mujeres a las brigadas destinadas a combatir los incendios forestales en la Región del Maule. El director regional de la entidad pública, Jorge Gándara, detalló que dos de las féminas fueron incorporadas a la brigada aérea y otras 10 a las labores en tierra. "Tenemos dos combatientes mujeres en el helicóptero junto al resto de equipo de hombres que conforman la unidad aérea y 10 mujeres combatientes en la brigada Maqui 5 de Romeral", señaló. "Por primera vez estamos incorporando a mujeres que han sido capacitadas durante cuatro meses en prevención y combate de incendios forestales", añadió. Conaf se encuentra realizando inspecciones aéreas debido a que los sequedad de los terrenos por las altas temperaturas es apta para el brote de siniestros, por lo que la zona que se encuentra en alerta temprana. A la fecha se registran 31 incendios forestales en la Séptima Región, lo que representa el 41 por ciento en lo brotes ocurridos en el mismo período del año 2005.

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Tecnología satelital al servicio del recurso forestal Incendios forestales en la web

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Proyecto del Instituto de Investigación Forestal, INFOR-Minagri, está monitoreando las zonas más propensas a generar incendios forestales en la Quinta Región. Sus indicadores pueden seguirse a través de internet en www.gisincendiosforestales.cl

Las críticas situaciones que se están viviendo en Sydney, Australia, así como en los alrededores de Oklahoma, Estados Unidos, donde los incendios forestales avanzan devorando hectáreas de bosques y zonas habitadas, no deberían replicarse en nuestro país. Existe en Chile tecnología que permite prevenir los posibles focos de incendios forestales y el Instituto de Investigación Forestal, INFOR-Minagri, está trabajando con ella un proyecto piloto en la Quinta Región.

De acuerdo a lo que explica el Director Ejecutivo de INFOR, Roberto Ipinza, “el plan, pionero en el país, monitorea el estado de la vegetación y de las condiciones meteorológicas vía sensores inalámbricos puestos a nivel del suelo en las zonas de riesgo de la región de Valparaíso, buscando así disminuir la superficie anual afectada por incendios forestales y distribuir de mejor forma los recursos de combate”.

Agrega que “estos indicadores se pueden revisar vía internet en www.gisincendiosforestales.cl, donde los usuarios registrados podrán disponer de información fresca respecto de los lugares con mayores posibilidades de ser consumidos por las llamas tanto en Valparaíso como en sus alrededores, pues el sitio web cuenta con una amplia gama de imágenes satelitales y otros indicadores de alta tecnología que se van actualizando constantemente”.

Roberto Ipinza indica que “ésto permitirá optimizar las alertas tempranas de incendio que maneja la Corporación Nacional Forestal, CONAF, para que se complementen con información más precisa y con mayor anticipación”.

Poderosa herramienta

El objetivo del proyecto es dar a conocer una herramienta que luego esté a disposición de la gente, como la del pronóstico del tiempo o los índices de radiación ultravioleta, y que sirva tanto a empresas como organismo públicos para optimizar costos y evitar riesgos innecesarios, sobretodo en la Región de Valparaíso, que se caracteriza por ser un lugar donde hay mucha vegetación rodeando sectores poblados.

Se espera que esta tecnología se pueda extender a todo el país dados los beneficios que han encontrado en ella empresas forestales y entidades públicas, que han comprobado que contar con este tipo de datos, puede resultar una excelente herramienta para optimizar costos y evitar riesgos innecesarios.

Entre los asociados al proyecto se encuentran la empresa coejecutora ADDERE Ltda., CONAF V Región, la Universidad de Concepción, Forestal ACE Internacional S.A., la ONEMI, además de contar con el respaldo de Corma y la Agencia Chilena del Espacio.

 

Las noticias publicados pueden ser reproducidos citando la fuente de origen. © Comunicaciones 2005 INFOR