quillagua, luna que asombra
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El libro "Quillagua, Luna que Asombra" es un trabajo histórico - turístico que entrega una completa visión del pasado y del presente de Quillagua, y de sus territorios inmediatos.Patrocinado por SQM, fue lanzado en abril de 2014 en el marco de la Fería Internacional del Libro del Zicosur, en Antofagasta.El propósito de su autor, Juan Vásquez Trigo, es que sea el libro que identifique a los quillagüeños quese hicieron parte en sus páginas con sus conocimientos y vivencias, las que se proyectan hacia quienes buscan información y quieren descubrir la riqueza natural y cultural del valle.TRANSCRIPT
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Juan Vsquez Trigo
Historia y turismo del pueblo, del valle y su desiertoLuna que asombra
Quillagua
Juan Vsquez Trigo
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Juan Vsquez Trigo
Historia y turismo del pueblo, del valle y su desiertoLuna que asombra
Quillagua
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6 Historia de Quillagua
Quillagua
Nombre Quillagua. En espaol antiguo Quillahua.Tambin se le conoci como Pueblo del Loa.
Etimologa El topnimo Quillagua es de origen quechua, en que Killa es Luna (sustantivo) y Wa es una interjeccin que expresa asombro o sorpresa. De
este modo, Quillagua es Luna que Asombra o Sorprende. Para los Quillageos, por uso, tradicin e identificacin, el
sentido del nombre es Luna en el Agua. Tambin se interpreta por algunos antroplogos
comoEclipse de Luna, al asociarse la palabra Killa a Wauy (eclipse, morir).
Poblacin 122 habitantes
Coordenadas 213933 Latitud S - 69320 Longitud W
Altura Promedio 800 msnm
Ubicacin Geogrfica Desierto de Atacama,Curso medio - inferior del ro Loa.
Distancia a Antofagasta 280 Km.
Comuna Mara Elena
Provincia Tocopilla
Regin Antofagasta
Mara Elena, capital de la Comuna.Pueblo de Quillagua. Valle del ro Loa.
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Q uillagua es ms que un oasis y un poblado: es un lugar de frontera, de encuentro e intercambio, de trnsito de viajeros, lugar de ferias desde tiempos prehispanos, a tiempos del salitre y del Ferrocarril Longitudi-nal que sigue siendo un crucero de caminos.
Como frontera y punto de encuentro, confluirn entre muchos ms, los atacameos
y tarapaqueos que desde tiempos inmemoriales se enfrentarn por el dominio del
valle, hasta fijar su linde en un algarrobo y respetando sus respectivas parcialidades,
hasrta integrarse y complementarse culturalmente. En la Colonia ser disputada por
Corregimientos y en tiempos de las Repblicas ser el lmite entre Bolivia y Per,
dispuesto en el ya emblemtico algarrobo.
Conocer desde el ltimo tercio del siglo XIX de la verdadera fiebre que provocar el
salitre, cuando en el Cantn del Toco se instalen pioneras oficinas para explotar esos
salitrales; y con ello vendr el ferrocarril, como cordn umbilical entre la Pampa y
Tocopilla; surgirn pueblos y que se irn casi sin dejar rastros.
Quillagua florecer una y otra vez como eje agrcola, proveyendo de verduras y alfal-
fa a esa industria que creca, que levantaba centrales hidroelctricas en el Loa para
propulsar ese creciente desarrollo. Con El Longino, los buenos auspicios se duplica-
rn, llenndose sus calles de viajeros y la estacin de algaraba ante cada arribo de
locomotoras y convoyes cansinos. Mientras la alfalfa es de reconocida calidad en
Chile, haciendo de la agroindustria, desde la dcada del 30, y la ganadera otras fuen-
tes potentes, complementarias y sinrgicas para sus habitantes.
Todo empieza a cambiar, en los aos 50 cierran las postrimeras oficinas del Toco y en
los 70 el ferrocarril deja de pasar, mientras las aguas del ro vital pierden su caudal
con la construccin del embalse de Conchi. El desvo de la Ruta 5 Norte es casi un
eplogo. Muchos emigrarn, sin perder los vnculos con San Miguel y su poblado. Y
unos y otros, residentes y migrantes, deben enfrentar adversidades, para proyectar-
se a travs de su historia, de sus escenarios naturales y de su Patrimonio Cultural,
hacia nuevos horizontes, entre ellos el turismo, que hacen de Quillagua y su entorno
lugares fascinantes, donde la Luna sorprende en los cielos luminosos del oasis per-
sistente, enclavado en el desierto ms rido del planeta.
Palabras del Autor:
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Una Obra Patrocinada por SQM
Libro acogido a la Ley de Donaciones Culturales.
Consejo Nacional de la Cultura y las Artes
Produccin
JUAN VSQUEZ TRIGO
Fotografa Actual
Juan Vsquez Trigo
Fotografa Histrica y Actual
Archivo Juan Vsquez Trigo
Aportes de Quillageos
Correccin de Pruebas
Ninoska Pearanda Tapia
Diseo
Pablo Garca
www.filete.cl
Impresin
Registro de Propiedad Intelectual
Nro. 199.877
ISBN: 978-956-351-306-6
Reconocimientos del Autor:
A SQM y Corporacin Museo del Salitre.
Al especial acompaamiento de Carolina Vsquez y Javier Silva.
A quienes aportaron con informacin y fotografas: Vctor Palape y Seora,
Juan Iglesias, Margarita Palape, Miguel Palape, Edwin Lpez, Adolfo Soza,
Guillermo Burgos, Harold Middleton, Daniela Piano, Octavio Lpez, Andrs Soto,
Ren Huerta, Paul Maluenda y Juan Jos Gianmarino.
Valle de Quillagua, marzo de 2014
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A los Quillageos, con su Fe en San Miguel y en la
Virgen del Rosario, con sus partidas y retornos, con sus
sueos y esperanzas, con esa energa y fuerza que les
hace ser hijos del valle y del pueblo de Quillagua.
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Quillagua es ms que un oasis y un poblado: es un lugar de frontera, de encuentro e intercambio, de trnsito de viajeros, desde tiempos prehispanos, a tiempos del salitre y del Ferrocarril Longitudinal.
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12 Generalidades Contexto Geogrfico
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13 Quillagua
Presentacin SQM
E s para esta Corporacin, estrechamente vinculada y comprometida con la Historia del Norte Gran-de, presentar este libro que trata del pasado y los sueos de un pueblo, de un valle que, se proyec-tan en sus interesantes reas de extensin, llegando a convocar un enriquecedor relato que se inicia
tempranamente en la prehistoria y que se mantienen y reservan, en un devenir que conocer ciclos
con sus altos y bajos, pero siempre con el constante sentido de pertenencia, de ser y sentirse punto de
encuentro de caminos, de etnias y nacionalidades, de lo atacameo y lo tarapaqueo, de lo costero y
las tierras altas.
Quillagua es tan luego prehispano, donde fue un eje, una bisagra, en el intercambio entre las etnias de
este territorio y de confluencia casi ilimitada desde las tierras altas y todo el centro oeste sudamerica-
no. En su amplia gama de convergencias y de representaciones simblicas, como las que se encuentran
en sus geoglifos, petroglifos y aldeas agrcolas, con huellas troperas que van y vienen, se encuentra el
sentido de este Patrimonio Cultural de entonces.
Su rol en tiempos republicanos y coloniales tendrn la misma impronta, que este valle de ro Loa sea l-
mite y frontera, pero siempre convocando, encontrando a las partes espaola e indgena, peruana y bo-
liviana, del Descampado, donde era un lugar privilegiado por sus remansos que otorgaban proteccin
y descanso. En tanto, en las pampas tarapaqueas desde la primera dcada del siglo XIX, comenzar a
desarrollarse la industria del salitre.
Y el valle, ser historia salitrera, desde el ltimo tercio del siglo, cuando en el Cantn del Toco se insta-
len las primeras oficinas elaboradoras, lo mismo que en el sur tarapaqueo, lo cual llevar al desarrollo
de la agricultura de la alfalfa en el valle, entre otros productos de sus tierras, para proveer a tanta gente
convergiendo, una vez ms, hacia este territorio que convoca. Los ferrocarriles empezarn a cruzar las
pampas y cerros. Quillagua se volver tambin Longino, ms tarde Panamericana.
Y su gente, sus habitantes a quienes va dirigido este mensaje, harn suyo este legado, estos recuerdos
de fases prsperas, porque si algo han tenido, es la capacidad de superar, de seguir perteneciendo, in-
cluso cuando muchos han emigrado, conservando esos vnculos intangibles con su pueblo y su patrono
San Miguel y la Virgen del Rosario.
En esta nueva fase, la mirada se direcciona entre otros puntos y temas, hacia el turismo. Quillagua
tiene un potencial que se apreciar en estas pginas que presento, y que son opcin de posibilidades
ciertas en sus atractivos naturales y culturales, en aquellos intangibles, como la Fe y la Identidad lo-
grada. Este libro no cierra un ciclo, sino que presenta ante los lectores las dimensiones y estatura que
tiene y en que puede basarse parte importante de las expectativas, de este pueblo y su gente que tienen
mucho que decir y contar al visitante.
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15 Quillagua
Presentacin CorporacinMuseo del Salitre
E s para esta Corporacin, estrechamente vinculada y comprometida con la Historia del Norte Gran-de, presentar este libro que trata del pasado y los sueos de un pueblo, de un valle que, se proyec-tan en sus interesantes reas de extensin, llegando a convocar un enriquecedor relato que se inicia
tempranamente en la prehistoria y que se mantienen y reservan, en un devenir que conocer ciclos
con sus altos y bajos, pero siempre con el constante sentido de pertenencia, de ser y sentirse punto de
encuentro de caminos, de etnias y nacionalidades, de lo atacameo y lo tarapaqueo, de lo costero y
las tierras altas.
Quillagua es tan luego prehispano, donde fue un eje, una bisagra, en el intercambio entre las etnias de
este territorio y de confluencia casi ilimitada desde las tierras altas y todo el centro oeste sudamerica-
no. En su amplia gama de convergencias y de representaciones simblicas, como las que se encuentran
en sus geoglifos, petroglifos y aldeas agrcolas, con huellas troperas que van y vienen, se encuentra el
sentido de este Patrimonio Cultural.
Su rol en tiempos republicanos y coloniales tendr la misma impronta, que este valle de ro Loa sea l-
mite y frontera, pero siempre convocando, encontrando a las partes espaola e indgena, peruana y bo-
liviana, del Descampado, donde era un lugar privilegiado por sus remansos que otorgaban proteccin
y descanso. En tanto, en las pampas tarapaqueas desde la primera dcada del siglo XIX, comenzar a
desarrollarse la industria del salitre.
Y el valle, ser historia salitrera, desde el ltimo tercio del siglo, cuando en el Cantn del Toco se insta-
len las primeras oficinas elaboradoras, lo mismo que en el sur tarapaqueo, lo cual llevar al desarrollo
de la agricultura de la alfalfa en el valle, entre otros productos de sus tierras, para proveer a tanta gente
convergiendo, una vez ms, hacia este territorio que convoca. Los ferrocarriles empezarn a cruzar las
pampas y cerros. Quillagua se volver tambin Longino, ms tarde Panamericana.
Y su gente, sus habitantes a quienes va dirigido este mensaje, harn suyo este legado, estos recuerdos
de fases prsperas, porque si algo han tenido, es la capacidad de superar, de seguir perteneciendo, in-
cluso cuando muchos han emigrado, conservando esos vnculos intangibles con su pueblo y su patrono
San Miguel y la Virgen del Rosario.
En esta nueva fase, la mirada se direcciona entre otros puntos y temas, hacia el turismo. Quillagua
tiene un potencial que se apreciar en estas pginas que presento, y que son opcin de posibilidades
ciertas en sus atractivos naturales y culturales, en aquellos intangibles, como la Fe y la Identidad lo-
grada. Este libro no cierra un ciclo, sino que presenta ante los lectores las dimensiones y estatura que
tiene y en que puede basarse parte importante de las expectativas, de este pueblo y su gente que tienen
mucho que decir y contar al visitante.
Sergio Bitar Chacras
Presidente CMS
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Procesin de San Miguel por las calles de Quillagua. Cerca de 1960.
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ndice
00 Espacio y entorno de Quillagua
Contexto y Generalidades
II Primera Parte
Historia de Quillagua
00 PrehistoriadelValle
00 QuillaguaenlaColonia
00 EntiemposdelasRepblicas
00 EntiemposdelSalitre
00 Desarrolloagrcola
00 QuillaguayelFCLongitudinal
00 LaCarreteraPanamericana
II Segunda Parte
TurismodeQuillagua
00 Elpoblado
00 Circuitoarqueolgico
00 Circuitorecreativoydeobservacin
00 Circuitohistrico
00 Glosario
00 Bibliografa
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18 Historia de Quillagua
Vista panormica de Quillagua y el valle.
"Porque si en la ribera uno encuentra una planta de
chillagua, puede hacer sogas de paja con ellas a condi-
cin que se dedique a tejer un rato en lugar de quebrar
piedras en el criadero. Y si uno encuentra una planta
coa la puede vender en Quillagua o encenderla en la
cata porque es la planta sagrada de los atacameos y
con ella se espanta todo lo que ofende a la tierra donde
uno vive. O si encuentra una planta de caman tiene
que cultivarla porque ella da la salud y mejora el nimo
y da ms vida, segn creen en Quillagua. Lo mismo si
encuentra una mata de colan porque se puede mezclar
con unas ramas de chacha y curar el reumatismo si le
duelen las piernas. Pero todo esto obliga a recorrer el ro
y a sortear la corriente y a conocer los vados y a rom-
perse los pies contra las piedras (. . . ) En el ro crece una
hierba que los lugareos le dicen bis- bis y la usan para
ablandar el sobado de los cueros. Uno aprende a cono-
cer los secretos del ro y todo resulta un tanto ms fcil.
Hay otra planta que le dicen moco-moco y que la usan
para curar heridas. Se coloca como un emplasto encima de
la herida y al da siguiente empieza a sanar. El ro lame
las hierbas y las cuida con su suave lengua de amor".
Mario Bahamonde
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19 Quillagua
Contexto y GeneralidadesEspacio y entorno de Quillagua
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20 Generalidades Contexto Geogrfico
Mapa parcial del Desierto de Atacama, desde zona del Loa, elaborado por Amadeo Pissis, siglo XIX.
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21 Quillagua
Espacio y Entorno de Quillagua
El ro Loa
Q uillagua nace del encuentro de un ro y del desierto. El ro, es el Loa, que comienza su vida en las alturas de la Cordillera de los Andes,
en los faldas del volcn Mio, ms precisamente
en los cristalinos Ojos del Mio, que tambin se
encuentra en una zona de frontera y de conjun-
cin entre las regiones de Antofagasta y Tarapa-
c, que luego sigue direccin sur, retoma al norte,
luego al noroeste y finalmente rumbo al ocano
en un curvo trazado que lo convierte en el curso
de agua ms largo de Chile, con sus 440 km.
En su prolongado cauce va sumando nuevas
aguas y bros de sus afluentes, entre stos el ro
San Salvador a la altura de Chacance, habiendo
transcurrido antes por el puente y embalse de
Conchi, el esplndido Pukar de Lasana y el oasis
y poblado de Chiu Chiu.
As, el Loa, que viene bajando desde los Andes,
como una delgada cinta verde delimitada por
abruptos muros rocosos, se constituye en vida
en medio del desierto de Atacama, saturado de
ocres y arenas, y donde sus aguas obstinadas se
abren paso bajo soles que evaporan y suelos que
le absorben hacia los interiores planetarios, sin
hacerle persistir en sus afanes de continuar.
Hasta que consigue arribar, despus de andar
casi 350 km, hasta Quillagua y sus remansos que
le dan el carcter de oasis. El Loa, adicionar en
esta zona las salinas aguas del ro Salado y luego
proseguir su itinerario como cansino, hasta el
Ocano Pacfico. En su desembocadura dio vida,
desde hace milenios, a asentamientos de pes-
cadores y recolectores, como en Caleta Hueln,
una rstica aldea de pescadores del Formativo,
habiendo conectado los mundos y las culturas de
los Andes y del litoral.
El Valle de Quillagua
Quillagua, con sus mltiples atributos, ser punto
de encuentro entre las culturas alto andinas, in-
clusive de ms all de los Andes, hasta las costas
y tierras interiores de Atacama y Tarapac. Desde
cada uno de estos parajes los caminantes y cara-
vaneros descendieron por sus flancos, trazando
rutas de intercambio. Algunos estuvieron de paso
en trayectos ms extensos hacia otros confines,
en tanto que otros haran del valle su residencia,
quedndose all, formando aldeas y dando lugar
al desarrollo cultural permanente del valle, rea-
vivado y fortalecido por nuevas corrientes mi-
gratorias. Tanto ir y venir, desde tantos lados, de
tantos mundos y sus testimonios, fueron motivo
que en sus cerros y paredes rocosas, se dibujaran
geoglifos y petroglifos, que tan luego dan cuenta
de trayectos y transectas, como de cosmovisiones,
creencias, sueos e incluso de expectativas, temo-
res y anhelos de quienes transitaron siglos atrs
por estos parajes.
Y as ser Quillagua, un valle en medio del ro y del
desierto, en una zona reseca, que es definida como
endorreica, es decir de cursos de agua que no al-
canzan a llegar al nivel de base que es el mar, donde
slo ros excepcionales, como el Loa, llegan a juntar
sus aguas con el ocano, convirtindose en el nico
curso exorreico de la Regin de Antofagasta.
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Horizontes del Desierto de Atacama.
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24 Generalidades Contexto Geogrfico
Medio Fsico y Biogeogrfico
La configuracin actual del valle de Quillagua
se form desde hace 40 mil aos atrs, cuando
grandes volmenes de agua bajaban desde las
tierras altas, arrastrando materiales en forma
catica, con inusitada fuerza, desplazando inclu-
so enormes bloques de rocas y, especialmente,
disectando el plano inclinado que constituye la
Depresin Intermedia, hasta horadar la profunda
quebrada principal, ampliarla con suscesivos ate-
rrazamientos, hasta llegar inclusive a desnudar
en muchos sectores, la geologa del sector, con
sus pliegues, estratos y coberturas de aluviones
contemporneos. Luego, desde hace 9000 aos
aproximadamente y por un proceso climtico de
aumento de las temperaturas y desertificacin,
la intensidad de las aguas fue disminuyendo, lo
mismo que la cantidad de vegetacin.
La zona de Quillagua se distingui por esos ate-
rrazamientos y ampliacin del valle, que harn
de este un lugar propicio para agricultura, el
pastoreo y, por lo tanto, para tempranos asenta-
mientos humanos, lo cual se logr con el ingenio
y esfuerzo para construir canales y diques, para
contener las crecidas del ro y dar forma a las pri-
meras fanegadas y cultivos que comienzan a ser
fundamentos de un valle prdigo.
En sus planicies crecern bosques y bosquetes de
chaares y algarrobos, mientras en el borde del
ro se establecer toda una comunidad vegetal de
herbceas y matorrales, donde la Brea, la Grama
Salada, la Chilca y el Cachiyuyo sern representa-
tivas de la flora del linde de las aguas del Loa y las
tierras del desierto. Entre las especies de la fauna
se encuentran los zorros Chilla y Culpeo, adems
de roedores y reptiles, entre stos ltimos la Sala-
manqueja del Norte Grande o Gecko. Las aves son
ms abundantes y se hallan representadas por
Peucos, Tucqueres, Chunchos, Pidenes, Taguas,
Cerncalos, Loicas, Chincoles y Chercanes, adems
de variedades de patos silvestres, taguas y garzas
que estacionalmente llegan hasta sus aguadas y
vados.
Todo esto en medio del Desierto de Atacama, el
ms rido del mundo, donde las temperaturas
promedio de 18 Celsius ms que reflejar la in-
tensidad del sol durante el da, informan sobre la
tremenda oscilacin trmica de 30 y ms, que di-
ferencian las temperaturas diurnas y nocturnas.
Las mujeres y hombres de Quillagua, los quilla-
geos, pueden sentir el murmullo y las vibracio-
nes que originan las aguas en su descenso en los
meses de verano, originadas en las precipitacio-
nes estivales de los sectores andinos, conocidas
como el "invierno altiplnico". Pero han crecido
sin sentir la gara fresca: son hijos de la tierra
sin lluvias, de los cielos azules y luminosos, de
transparencias nocturnas, donde las galaxias y
nebulosas extienden su velo en un firmamento
descubierto de nubes. Es el desierto absoluto, el
Clima Desrtico en su mxima expresin, con
precipitaciones prcticamente nulas.
Salamanqueja del Norte Grande o Gecko (Phyllodactilusgerrhopygus).
Desierto y valle, confluyen en cielos luminosos y pocas veces nublados.
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Garza Grande (Ardea alba egretta) entre la vegertacin de orillas del Loa.
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Vista del valle del ro Loa en las proximidades del Tranque Santa F.
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28 Historia de Quillagua
Los hermanos Malvina y Armando Soza Salazar, cerca de 1956, formando parte del Baile Gitanos de Quillagua.
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29 Quillagua
Primera ParteHistoria de Quillagua
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Esquina de calaminas, de sombras y sol, en el cruce de calles Loa y San Martn. Pueblo de Quillagua.
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32 Historia de Quillagua
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33 Quillagua
El Poblamiento
L a zona de Quillagua debi ser lugar de para-da y fogones, coto de caza y lugar de descan-so en las andanzas de los primeros grupos hu-
manos que arribaron por lo menos hace 12.000
aos atrs del actual territorio del norte chileno,
en el horizonte denominado Paleo-Indio. Eran
bandas de cazadores de la macro-fauna pleisto-
cnica, como mastodontes y gliptodontes, la que
desaparecer con los cambios climticos que lle-
van a la desertificacin y a las ecologas actuales.
En la Fase Formativa y, dentro de sta desde 3000
aos atrs, se encuentran los mayores registros
de la zona que desde ya se relacionarn con las
conexiones entre las tierras ms altas y la cos-
ta, en la que Quillagua se transforma en un eje
y punto privilegiado para acceder al mar, con el
referente de la prxima Caleta Hueln, ms tarde
Puerto del Loa, resultando lugar de trnsito y des-
canso entre los pre-caravaneros provenientes de
las zonas atacameas y tarapaqueas, que bus-
caban generar el intercambio complementario a
sus ecologas, ampliar sus reas de influencia y
establecer relaciones con las etnias del litoral, en
que Quillagua lugar estartgico por concentrar
los recursos hdricos y agro-forestales.
La intensificacin de las redes de intercambio for-
talecieron los circuitos caravaneros, a la vez que
motivaron los primeros asentamientos permanen-
tes, dando paso a formas sedentarias basadas en la
recoleccin y horticultura, hasta llegar a la agricul-
tura, mientras se desarollaban la alfarera, cestera,
metalurgia y textilera, las cuales se cualificarn e
intensificarn por el inters y los requerimientos
multi-tnicos por establecer sus colonias o con-
verger en este "puerto de intercambio" en medio
del desierto, un escaln de encuentro, un cruce de
caminos y viajeros, lugar de ferias y trueques en
que tal es como si fuese un rincncosmopolita pre-
histrico, arribaban los camanchakos costeros, los
atacameos y tarapaqueos; aquellos del noroeste
argentino o de Bolivia, en la bsqueda constante de
establecer interacciones comerciales y de colocar
sus excedentes, complementando a su vez sus pro-
ducciones naturales y culturales.
Prehistoria del Valle
El valle de Quillagua fue un punto de confluencias de etnias de diversas ecologas, desde las tierras altas al litoral, constituyndose en una zona de intercambio econmico y especialmente socio-cultural.
es fcil convencerse () de que esta rejin pre-cisamente en Quillagua, parece haber sido de-signada como un lugar de reunin, de concentra-cin, tal vez de feria, o de lugar de reposo durante largas jornadas, a travs de la pampa (palabra quichua y aimar que significa estencin, llanura, desierto, etc.), pues este osis presta consolador abrigo a los atrevidos que atraviesan esos es-tensos pramos. Los intercambios comerciales, escasos y rudimentarios, solo consistieron, en la coca y qunoa trada del interior por los es-pedicionarios aimares; el pescado y los maris-cos que trasportaban los changos; las pastas de cobre, tradas por estos mismos, etc., productos que se almacenaban all, por rden del empe-rador incsico. Ajentes del imperio, es decir, los incas, estaran en contnua romera conduciendo estas sustancias hasta la Corte del Inca. Animal de carga ha debido de ser la llama.
Luis Vergara Flores, doctor e investigador tocopillano, que a fines del siglo XIX y comienzos del XX realiza
estudios en Quillagua, 1905.
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34 Historia de Quillagua
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35 Quillagua
El valle y sus aldeas, con sus recursos, sern as
un lugar estratgico, articulando las relaciones
interregionales e interculturales, integrando gru-
pos tnicos, que al comienzo se encuentran y
chocan por el predominio del rea, desarrolln-
dose el concepto de rea de frontera (Aguero et
al, 1997, 1999), pero que luego co-existen, como
aconteci con las culturas Atacamea y Pica Ta-
rapac que en primera instancia se ubicaron en
los flancos del valle, de banda a banda. Y sern
los unos y los otros quienes hace 1000 aos atrs,
en el periodo Intermedio, establecern los prime-
ros asentamientos, basndose en las condiciones
ecolgicas propicias para los cultivos y asenta-
mientos, en lugares como Ancachi y La Capilla.
Estas aldeas se construyeron con las materiales
de la zona, como la anhidrita; greda y yeso como
argamasa, troncos de algarrobo para envigar
y cubierta de carrizos y sorona para proveer la
sombra y abrigo, incorporando luego nuevos ma-
teriales y estilos arquitectnicos.
Cada uno estos grupos de viajeros llegados de
todos los puntos cardinales, no slo trocarn pro-
ductos, sino que adems impregnarn detalles y
smbolos de sus propios espacios geogrficos y
de sus expresiones tnicas, que sern llevados a
la cermica, los textiles, la cestera y la orfebre-
ra, mientras los pasos de humanos y animales
van trazando los surcos de sus andanzas en ese
inmensurable desierto que rodea al valle con su
voraz apetito de sequedades.
Entre las grandes influencias externas llegar el
Tiwanako, cuya presencia en la zona es conside-
rado epigonal o marginal, aunque no por eso me-
nos relevante hallndose muy presente en sitios
como Ancachi. Esta civilizacin circundante del
lago Titicaca se manifestar en la instalacin de
colonos y todas sus prcticas cotidianas y litrgi-
cas, como las tabletas de rap para insuflar alu-
cingenos y en las expresiones caractersticas en
textilera, cestera y cermicos, todo lo cual ser
clave en el desarrollo del Periodo Intermedio, ha-
cindose sentir en las expresiones cotidianas y
rituales desde el 500 DC hasta el 900 DC.
Cuando disminuye la presencia e influjo cultural
del Tiwanako comienza una fase Intermedia Tar-
da, en que las etnias que confluyen provendrn
de San Pedro de Atacama y todo lo que es la Cul-
tura Likan Antai o Atacamea; en el curso medio
El arte rupestre, con sus estilos y representaciones, da cuenta del intenso trnsito de caravaneros, por este verdadero eje vial que fue el valle de Quillagua y su zona inmediata.
Indgenas quechuas ante la fortaleza - centro litrgico de Sacsayhuamn.
Mujer Kolla y estela ltica en Tawanaku, cerca de 1917.
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36 Historia de Quillagua
del Loa, de Lasana y desde latierras altas, la pre-
cordillera y altiplano de los Andes Centrales; por
el norte, de las Culturas Arica y Pica Tarapac y;
vnculos muy especiales con las etnias del litoral,
como los Camanchakos, todo lo cual se ve ms
fortalecido por la dinmica de relaciones e inter-
cambio entre todas stas comunidades, ayllus o
poblados de tan dismiles espacios geogrfico .
econmicos.
Prosigue la Fase de los Desarrollos Regionales
(900 al 1400 DC) en que se acentan las interac-
ciones de las culturas atacamea y Pica - Tarapa-
c sobre el estratgico valle, siempre con relacio-
nes con todo el centro-oeste sudamericano y sus
etnias. La consolidacin de estas culturas conlle-
varn un periodo de intensificacin productivas
y de mayor crecimiento poblacional en el valle.
La fase llega a su trmino con el arribo del Tahuan-
tinsuyu en su amplia expansin hacia los territo-
rios del sur, que les permitir expandirse hasta el
ro Maule, en la zona central de Chile, llegar a los
espacios de Quillagua -Atacama a partir del ao
1438 DC, principalmente durante los reinados de
los Inkas Pachactec y Tpac Yupanqui, quedando
incluido esta parte suroccidental de Sudamrica
en la demarcacin o provincia denominada Co-
llasuyu, siguiendo su dinmica de establecer Mi-
timaes (colonos especializados) en la zona, hasta
consolidar su hegemona por disuacin tcnica o
por la imposicin de sus ejrcitos.
Con sus condiciones de frontera, confluencias
y recursos, Quillagua ser parte de, al menos un
ramal, del Qhapaq an, el Camino del Inka, que
una los territorios del Inkanato, debiendo cumplir
una vez ms el rol de consagrarse como punto in-
termedio en las redes viales, y para los contactos
"Era un pueblo de agricultores, que tambin se
dedicaban a la caza y a la pesca secundariamen-
te. Tena tropa de llamas y eran probablemente
comerciantes ambulantes entre la costa y el inte-
rior, como se colige de por los productos de am-
bas zonas hallados en sus sepulturas. Conocan el
riego y sembraban maz y qunoa, mantenindose
adems, en parte de las vainas de los algarrobos
del valle, como lo hacen actualmente los habitan-
tes en tiempos de escasez. Conocan el uso de los
metales, a lo menos del cobre (...). Eran alfareros
y se dedicaban a la cestera en la cual eran exper-
tos obreros. Pero indudablemente la industria ms
desarrollada entre ellos era el tejido, como se v
por el enorme nmero de telas que han dejado.
Estas son de las ms diversas clases y calidades.
Algunas son finas y tejidas en diversos colores,
con frecuencia ricamente adornadas. Otras son
burdas y lisas como para el uso diario..
Su religin era probablemente animista y deben
haber practicado el culto de los antepasados.
Crean en una vida futura, como se prueba por el
entierro del cadver con todo lo que podra necesi-
tar en el otro mundo...".
Ricardo Latcham, arquelogo, 1933.
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37 Quillagua
los valles y oasis, con sus posibilidades agrcolas,
los yacimientos mineros susceptibles de explotar
y los puertos como el del Loa.
Es probable que el primer contacto entre las po-
blaciones indgenas del valle se hayan producido
en el viaje de regreso de Diego de Almagro desde
Chile, sin desestimarse que tambin haya sido lu-
gar de trnsito y de aprovisionamiento de Pedro
de Valdivia, dada la cantidad de recursos, como el
agua, maz, algarroba y forraje que la zona ofre-
ca para estas primeras expediciones de descu-
brimiento y conquista.
Alineaciones de piedra en los cerros frente al acceso a Quillagua, que constituiran un eventual e indito tipo de geoglifo, actualmente en estudio, asocindose adems a un asentamiento prehispano y huellas troperas.
y tributacin de las etnias costeras. Evidencias de
esta presencia inka se encuentran principalmente
en las aldeas y cementerios, hoy sitios arqueolgi-
cos. Es significativo que la voz Quillagua sea de
origen quechua, el idioma impuesto por los inkas
en los territorios que dominaron.
La fase Inka termina con el impacto cultural que
significa la expansin espaola en Amrica, co-
menzada en 1492, la cual ya en 1520 estaba pre-
sente en el actual territorio peruano, comenzando
desde ciudades como Arequipa las exploraciones
y avances sobre el territorio tarapaqueo, hacia
puntos de inters geogrficos y econmicos, como
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38 Historia de Quillagua
La consagracin de San Miguel como Patrono de Quillagua tiene races coloniales. En la fotografas, una procesin en 1965. Una joven cfrade gitana en el valle en los aos 60.
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39 Quillagua
Un territorio entre dos Virreinatos
P rcticamente todo el territorio sudamerica-no occidental qued comprendido dentro del Virreinato del Per. Dentro de las divisiones
que los virreinatos posean, Quillagua era parte
del Corregimiento de Arica, formado el 17 de julio
de 1565. Una dcada despus, en 1575, expues-
tos los nativos y los terriorios a las encomiendas
otorgadas a Lucas Martnez Vegaso y a Andrs Ji-
menez, entre otros, registra una poblacin, com-
prendiendo Pica y el Loa, de 636 indgenas, de los
cuales 160 eran tributarios (Villalobos, 1979).
La zona permanecer bajo esa jurisdiccin, con-
tinuando con litigios en torno a su pertenencia
al Corregimiento de Atacama, lo cual concluir
zanjado refrendndose que era parte del Corre-
gimiento de Arica y, por lo tanto de la Audiencia
de Lima y Virreinato del Per, procedindose en
1578 a deslindar la provincia de Tarapac, con
respecto a las de Lpez y Carangas a travs de
mojones hispnicos o indgenas, que podan ser
una estaca enterrada en el suelo o una apacheta,
inclusive un rbol o accidente geogrfico. Recin
el 29 de marzo de 1768, cuando el Virrey Manuel
de Amat y Junient, separa a la provincia tarapa-
quea del corregimiento de Arica y nombra como
su gobernador a Antonio O`Brien, se convertir en
Corregimiento o Tenientazgo de Tarapac, con ju-
risdiccin sobre Quillagua.
Colonizacin de Quillagua
As, en los albores coloniales el territorio quilla-
geo fue pretendido por las comunidades de Pica
y Atacama, que libraron violentos enfrentamien-
tos antes de 1660, por obtener esa parcialidad, tan
relevante por la amplitud del valle para cultivos,
presionados a su vez por las encomiendas y mer-
cedes entregadas por la Corona a conquistadores.
Antes de esa fecha parecieran haber prevalecido
los Atacamas. De hecho se registra la de venta de
tierras realizada en el valle de Quillagua en 1588
efectuada por Domingo Lanchemir en nombre del
cacique de Atacama, Pedro Niquitaya vende 200
fanegadas de sembraduras de maz "... en la puna
y valle de Quillagua y valle de dicha cancha que
corre desde el camyno que va a la mar el ro abajo
enterndose en la dicha cantidad en el valle ques
el dicho valle abajo hasta Quillagua y distrito de
Atacama" (Citado por Odone, 1995). La venta se
realiz a Juan Bautista, con la autorizacin del co-
rregidor de Atacama, Velsquez Altamirano.
Finalmente piqueos y atacameos definieron
un punto intermedio, prximo al "pueblo viejo"
que pudo corresponder al "Pucara de Quillagua"
(Villalobos, 1979), en que unos y otros, respetan-
do el lmite que cortaba el valle en la parte de
arriba para los atacamas y la de abajo para los
piqueos, iban a recolectar frutos del algarrobo,
sin cultivar la tierra.
Quillagua en la Colonia
Plano del Virreinato del Per con sus Partidos o divisiones, fechado en 1795.
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40 Historia de Quillagua
El primer antecedente de ocupacin del valle qui-
llageo se remonta a fines del siglo XVII, hacia
1680, cuando el capitn espaol Juan de los Ros,
"portero del Loa", mantena su ganado "mulas,
vacas y cerdos" en Quillagua, informndose que
tambin ese uso era efectuado por Pedro de los
Ros, Alonso y Francisco, sin tener concesin al-
guna, presumindose que resultaba prioritario el
control de Puerto del Loa, donde haban indge-
nas que tributaban en pescado, el que deba ser
conducido al interior.
Desde Pica, en la precordillera tarapaquea, que
avanzados los tiempos coloniales, que se produ-
cir el Descubrimiento del Valle de Quillagua,
cuanto legalidad del otorgamiento de derechos,
ya que fue el 22 de septiembre de 1704 que el
presbtero de Pica, don Antonio de Barboza, veci-
no de ese oasis, solicita para s ese territorio que
estaba desierto y eriazo desde la Gentilidad , y
que por 200 pesos corrientes se adjudic, luego
de los pregones de rigor, las fanegadas de tierra
en ambas bandas del valle quillageo, teniendo
la obligacin de obtener agua y lograr produccin
agrcola de sus sementeras, lo cual no concret
perdiendo los derechos adquiridos.
Mapa del Curato de Pica, elaborado por Patricio Advis Vitaglish, en su obra La Iglesia Colonial de San Antonio de Matilla. Los vnculos de Quillagua con Pica y Huatacondo se entreveran en distintos momentos prehistricos, coloniales e incluso contemporneos.
Lazos que se mantienen: presencia de quillageos en Pica, dcada del 70, en una constante que se mantiene con otros pueblos de las regiones de Tarapac y Antofagasta.
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41 Quillagua
En 1718 hay una nueva insistencia por parte del
tambin cura de Pica, el doctor Francisco Nez
de Vega, quien compra al Juez de mesuras y com-
posicin de tierras, Juan Antonio Urra, veinte fane-
gadas en el valle de Quillagua, pero tampoco logra
produccin, quedando de nuevo en abandono.
Aos despus, en octubre de 1740, Juan Ventura
Hidalgo, de la vecindad de Pica, pide licencia al Te-
niente General de la Provincia, Bartolom de Loa-
yza y Valds, para sacar agua desde una acequia
de los gentiles y regar unos terrenos del valle, lo
cual le fue concedido el 3 de diciembre de ese ao.
Hidalgo, junto con sus hijos Manuel Jos, Pedro
Ramn y de Silvestre Coruncho, vecino de Hua-
tacondo que a la fecha se encontraba "desecado",
lograrn por primera vez, en tiempos hispnicos,
hacer producir la zona, por lo cual se les otorgaron
otras 30 fanegadas, en el sector de Comanchaca.
Severas disputas en cuanto a la pertenencia a
Atacama o Tarapac suceden cuando lleg des-
de Chiuchiu el General,Gregorio Navarro, en
compaa del cura del pueblo y violentamente
se apoderaron del trigo y otros frutos de esas tie-
rras que los Hidalgos tenan en sus graneros. Por
Vista de Arica, donde radicaba el Corregimiento que comprendi hasta Quillagua por el sur. Grabado de 1750, por A. Simeon, en la obra de Mariano Paz Soldn.
esto, acudieron a la autoridad de Pica, quedan-
do plenamente establecido que el Valle y hasta
Tucopilla, eran parte del Corregimiento de Arica,
luego parte del Corregimiento de Tarapac. Como
parte de esa controversia surgen una serie de an-
tecedentes. Villalobos (1979) llega al testimonio
del indio Diego Altina, de 80 aos, que en 1742
testifica lo que presenci de muchacho en Ataca-
ma, donde el cura de Chiuchiu acompaado del
Corregidor, mand juntar todos los principales,
llegando hasta un algarrobo en Chacance, donde
el anciano, Francisco Laucar, le cont que en ese
algarrobo mataron a su abuelo, que vino de ca-
pitn de los indios de Pica, despus de lo cual se
partieron las tierras del valle, en que hacia aba-
jo son las tierras de los indios piqueos, y de ah
para arriba son las tierras de Atacama, quedando
desde entonces los indios de Pica en posesin de
las tierras de Quillagua.
Ese mismo ao el maestro de campo Jos Daz de
Zevallos reafirma lo anterior e indica que de una
"punta para abajo en que est el pueblo antiguo per-
tenece a esta jurisdiccin y de ah para arriba a la
de Atacama". Consta que ms que cultivar sus par-
cialidades, recolectaban los frutos de los algarrobos.
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42 Historia de Quillagua
Plaza de San Pedro de Atacama. Quillagua en su situacin de frontera y punto de encuentro ver confluir lo atacameo y lo tarapaqueo. Grabado de Rudolf Amandus Philippi, 1854.
Calle de Pica, vinculada como Curaro y administrativamente con Quillagua y Guatacondo desde tiempos coloniales. Fotografa de Albert Plageman. Album de Vistas de Pica y sus Alrededores, publicado en 1888.
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43 Quillagua
Nias atacameas en Conchi Viejo. Curso superior del ro Loa. Fotografa de Roberto Gerstmann, cerca de 1940.
Dentro de la poltica de control y evangelizacin
de la poblacin indgena por parte del Virreinato
del Per, se propendi a concentrar a los habi-
tantes nativos de los valles y oasis tarapaqueos,
eligindose por sus caractersticas a Quillagua
como uno de estos pueblos de indios. El 17 de
septiembre de 1764 se dispone que se reduzcan
los indios a poblacin para que as gocen del be-
neficio espiritual y temporal, del que carecen es-
tando divididos y dispersos por sierras y monta-
as x(...) por lo que sera conveniente se redujese
a poblacin en el parage de Quillagua abundante
de tierras y agua.... El documento contina pre-
cisando que se haga saber esto al Corregidor de
Atacama y al cura de Chiu-Chiu, de forma tal que
no obstaculicen ni intervengan, ya que el paraje
de Quillagua se encuentra dentro de la jurisdic-
cin del Corregimiento de Arica.
En los aos posteriores, integrantes de las fami-
lias Hidalgo y Caruncho y otras que se suman,
establecieron trabajos en Quillagua. El ao 1756,
Agustn Coruncho (o Caruncho) y Manuel Hidal-
go compraron a Juan de Agramonte, en 500 pesos,
16 fanegadas. En 1784 Agustn Coruncho vendi
5 fanegadas a Mariano Lzaro Sierra, en 800 pe-
sos. Por aquel entonces, tambin tenan cultivos
en la localidad la familia Barreda, cuyos terrenos
lindaban con los de Caruncho, todo lo cual indica
que Quillagua comenz hacia fines del siglo XVIII
su despegue agrcola, direccionado a proveer a
los centros mineros, como Huantajaya y Santa
Rosa, entre otros, en que la tierra fue ganando
plusvala, impulsada por los Hidalgo y los Carun-
chos, que tienen una raz indgena, proveniente
ya sea de Pica, como de Huatacondo, a lo que se
sumarn otras parcialidades y familias, hasta
sentar los cimientos de lo que ser el valle en el
siglo XIX.
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44 Historia de Quillagua
El rbol de la Raya: Frontera peruano - boliviana
D espus de las guerras de independencia de Espaa y cuando se constituyen las rep-blicas, en este caso y zona las repblicas del Per
y de Bolivia, el lmite entre ambos pases se ha-
llaba en el Valle de Quillagua (Antonio Raimon-
di, 1879), en el sector conocido hasta hoy como
La Parte o tambin La Otra Banda, en la margen
izquierda del ro Loa, tal cual como se haba vis-
to en el siglo XVIII entre los corregimientos de
Arica, luego Tarapac y Atacama. Se seala que
all haba un algarrobo poco coposo el que era
llamado el rbol de la Raya, que serva como
mojn demarcatorio para los lmites entre las
repblicas del Per y Bolivia, correspondindole
a la primera todo el territorio que va desde ese
rbol hacia el oeste y hasta llegar a Tucupilla
(Tocopilla), por lo cual la quebrada homnima o
de Duendes, que habra constituido el lmite ms
meridional peruano-boliviano. En Quillagua, por
lo tanto, desde el rbol de la Raya haca el este,
corresponda a territorio bajo soberana boliviana.
Este lmite, adems de sus connotaciones para
Quillagua y para las repblicas, tambin incida
en aspectos cotidianos, como lo era la tributa-
cin que deban pagar sus habitantes en el caso
de hallarse en territorio boliviano, mientras que
quienes habitaban en territorio peruano no tenan
esta obligacin de tributar. Crnicas de la poca
sealan que el 26 de abril de 1873 desde la Prefec-
tura de Puerto La Mar (Cobija despus), oficiaron
el nombramiento como corregidor de Quillagua
del vecino Jos Carruncho (Caruncho) en vista de
sus mritos ciudadanos. Sin embargo ste se neg
a aceptar dicho cargo aduciendo que su naciona-
lidad era peruana, hallndose sus tierras un poco
ms abajo del lugar llamado La Parte y por lo tan-
to no deba pagar tributo, como si hubiese aconte-
cido en caso de reconocerse como boliviano.
Tiempos de las Repblicas
Mapa de Per y Bolivia, trazado por J. Rapkin y publicado por John Tallis & Co. Siglo XIX, en que el lmite entre ambos pases de sita en el ro Loa.
Para el caso de Tocopilla y de los territorios ubi-
cados entre ese punto y el Loa, que en la pers-
pectiva de la historiografa y estudios de lmites
peruanos concluyen en la prolongacin de su
soberana al sur, hasta la quebrada de Tocopilla,
donde el Dr. Ramn de la Fuente, Juez de 1ra Ins-
tancia de Tarapac en 1843, incluso hall unas
columnas que marcaban la frontera entre ambos
territorios, discrepando las fuentes bolivianas,
reafirmndolas como parte de su litoral, expre-
sadas a su vez en las cartografas internacionales
de la poca en los que, por exceder los alcances
de este estudio centrado en Quillagua, no se en-
tra en mayor anlisis.
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45 Quillagua
Tiempos de las Repblicas
Plano del Departamento de Moquegua, sealando como lmite sur del Per a la quebrada de Tocopilla. Del Diccionario Geogrfico y Estadstico del Per de Mariano Paz Soldn, 1877.
Plano del Litoral de Bolivia, elaborado por Von H. Wagner en 1876. En ste se identifica la zona de las salitreras del Toco.
Trfico de carretas por el Desierto de Atacama, a fines del siglo XIX y comienzos del xx. En las redes camineras Quillagua era un punto relevante por la existencia de agua y forraje.
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46 Historia de Quillagua
Quillagua en Tiempos del Salitre
En la Pampa del Tamarugal, a ms de 220 km li-
neales de Quillagua, que deban cubrirse por lar-
gos caminos de carretas, en los aos 1809-1810
comenzaba a escribirse uno de los grandes cap-
tulos de la historia del Norte Grande. Fue en las
planicies del norte de Tarapac, en lugares como
Zapiga, Negreiros, Matamunqui, Sal de Obispo y
Chinquiquiray, que se comienzan a instalar las
Oficinas de Parada, dando inicio a la industria
del salitre, que ya se explotaba en rsticos obra-
jes desde el siglo XVIII, utilizndose como insumo
para la fabricacin de la plvora. Los yacimientos
de caliche se hallaban en una franja que se si-
tuaba hacia el centro-este de la Cordillera de la
Costa y en el margen occidental de la Depresin
Intermedia,en una franja comprendida entre la
quebrada de Tiliviche y Taltal.
Las oficinas de Parada haban sido posible gra-
cias a los industriales tarapaqueos Matas de la
Fuente y Sebastin de Ugarrisa, interesados en ex-
plotar los calichales de Tarapac, quienes encon-
traron la respuesta en el naturalista Tadeo Haenke
(Bohemia 1761- Cochabamba 1816), quien aporta
la tcnica de cmo separar la soda o alcal mineral
y obtener salitre potsico. La industria comenz
un rpido desarrollo, efectundose los primeros
embarques con destino a El Callao, superando los
23.000 quintales (un quintal equivale a 46 kg). En-
tre marzo de 1812 y enero de 1813, se haban le-
vantado 10 de estos planteles, con alcanzarn una
produccin de 70 mil quintales al ao.
Las paradas, llamadas as por el tiempo breve
de instalacin y posterior traslado, funcionaban
Tiempos del Salitre
lixiviando el caliche en fondos de cobre o fierro de
50 galones (220 litros), calentados por medio de
hornos alimentados con lea, en que la mezcla
obtenida luego de la saturacin se vaciaba con
grandes cucharones a un estanque clarificador o
chullador y despus a las Bateas para su crista-
lizacin. Este momento de la industria es descrita
por el norteamericano John H. Blake, quien reco-
rre y estudia la zona en 1838:
El trabajo es todo al aire libre. Los equipos consisten
en algunas tinajas de cobre, de cincuenta galones [220
litros], montadas dentro de murallas hechas con colpas
de sal, y bateas rectangulares de madera para la crista-
lizacin del salitre. El caliche es tronado de sus mantos,
que siempre estn contiguos a la officina.
En estas primeras dcadas no haba grandes
compaas chilenas, inglesas o de otras naciona-
lidades, con pocas excepciones se trat de em-
presarios vinculados a la economa tarapaquea,
especialmente a la plata de Huantajaya, quienes
atienden una primera demanda clara, cual era
procesar el salitre como insumo para la fabrica-
cin de plvora. Sin embargo, cuando se ponen
en valor y se difunden los atributos del salitre
como abono, se acrecentarn las exportaciones
desde 1829 - 1830 en adelante.
La todava joven industria requera de muchos
insumos y medios logsticos para ser extrado,
elaborado y transportado hasta los puertos de
embarque para su exportacin. Lo mismo que
la poblacin de trabajadores y sus familias y las
propias faenas requeran recursos de todo tipo.
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47 Quillagua
Calichera y trabajos de elaboracin en una Parada Salitrera. Fotografas de William Letts Oliver, 1863.
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Cada una de estas fases de extraccin y en los
campamentos y pueblos se efectu a travs de
carretas tiradas por mulas, lo cual hizo requerir
de forraje para sustentar ese ganado mular. Los
valles de la precordillera tarapaquea se aboca-
ron entonces a producir principalmente la alfal-
fa, adems de las verduras y frutas para quienes
trabajaban y vivan en la pampa. Quilllagua se
incorpora con el denominado Ciclo del Choclo
(Carmona, 2013), en que provea principalmente
de maz, en menor medida de alfalfa, a las ofici-
nas salitreras de la muy cercana zona del Toco,
adems de contar con otros productos hortcolas
para consumo domstico. En esta etapa se regis-
tra un notorio crecimiento de la poblacin del
Cantn del Toco, oscilando de 4.887 habitantes en
1895 a 27.963 en 1930, coincidiendo con la fase de
esplendor salitrero..
Intervencin peruana en El Toco
Per haba basado sus ingresos fiscales, durante
dcadas en la explotacin del guano, explotado
por compaas extranjeras en su costa sur, es-
pecialmente en las islas Chinchas. De esa forma
mantuvo algn grado de indiferencia ante la in-
dustria salitrera, hasta que el crecimiento de sta
se hizo evidente, adems que le mermaba sus ga-
nancias por las exportaciones de guano. Recin
en 1873, el presidente Manuel Pardo inicia una
poltica de Estado para controlar la industria del
nitrato, estableciendo el 18 de enero de 1873 el
estanco del salitre, como medida para el control
estatal de su comercializacin y exportacin.
Luego, en 1875, se promulga la nacionalizacin
de la industria, expropindose las oficinas sali-
treras existentes, crendose la estatal llamada
Compaa Salitrera del Per.
El Per ir ms all: para conservar la supremaca
sobre la produccin del salitre y monopolizar su
venta y exportaciones, dirige su mirada hacia los
territorios salitreros que se encontraban en terri-
torio boliviano, precisamente en El Toco, prximos
a Quillagua. Entre Estados y empresarios, tendr
lugar una serie de acuerdos por medio de los cua-
les se buscar que esa zona se mantenga sin pro-
ducir. De esto da cuenta Pedro Hoogsgaard, comi-
sionado para prospectar esa zona (En la Geografa
del Per de Antonio Raimondi, 1879):
... Con este objeto se dieron varias leyes y decre-
tos, tendientes a monopolizar al salitre, por par-
te del Gobierno. Mas como se sabia que existan
algunos depsitos de esta sustancia tambin en
el territorio de la vecina Repblica de Bolivia, era
preciso, para poder monopolizar con buen xito
este importante artculo, saber las condiciones
en que se hallaba el salitre de Bolivia, para poder
evitar la competencia al peruano. Cuando sobre-
viene la Guerra del Pacfico, en este orden se en-
contraba la propiedad de esta industria y, cuan-
do Chile se apodera y hace cargo, reconocer los
certificados emitidos por el Estado peruano, a la
vez que resolver el impedimento de produccin
sobre la zona de El Toco.
Presidente Manuel Pardo y Lavalle, mandatario peruano que inicia una poltica estatal para el control de la industria salitrera, incluyendo intervenciones en la zona del Toco.
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49 Quillagua
El coronel boliviano Rufino Carrasco, quien inicia una revolucin en 1877 desde Quillagua.
Episodios en la Guerra del Pacfico
Quillagua fue el valle del lmite peruano - bolivia-
no. Antes de la guerra, en 1878 Quillagua era se-
alado como una aldea del Departamento de Ta-
rapac y del Distrito de Pica, que contaba con 77
habitantes. Al momento de la ocupacin chilena
el censo levantado por los oficiales del regimien-
to de Artillera de Marina el 8 de septiembre de
1879, haba en Quillagua solo 14 casas o ranchos
y de stos solo 7 estaban habitados. "La poblacin
se compona de 13 bolivianos y 5 mujeres de esta
nacionalidad y 8 peruanos ... total 26 habitantes".
(Vicua Mackenna, 1880).
Desde los primeros meses de la guerra se trans-
form en un punto estratgico para los tres pa-
ses beligerantes, ya que para Chile fue parte de
la lnea de defensa de los territorios ocupados en
Antofagasta y para contener los avances de tro-
pas desde Bolivia y de Tarapac. En los informes
sobre el territorio se resaltaba a esta aldea, como
crucero de diversos caminos, tanto en direccin
a la costa como hacia el interior y longitudinal-
mente, como el que se haca a travs de la pam-
pa, por donde podan traficar carretas a media
carga, eso es con 20 a 25 quintales, de 46 kilos
Revoluciones desde Quillagua
Desde estos lindes peruano-bolivianos tuvieron lu-
gar hechos propios de las convulsiones polticas de
la poca de organizacin de las repblicas, con sus
caudillismos y asonadas golpistas. En los primeros
das de mayo de 1870 se haba descubierto el im-
portante mineral de plata de Caracoles, unos 200
km al norte de Antofagasta, en territorio de Bolivia,
donde por su relevancia econmica, se produjeron
dos revoluciones, la segunda de las cuales se gesta
en el poblado de Quillagua y que se conoci como
la Revolucin de Carrasco, iniciada el 25 de marzo
de 1877 por el Coronel Rufino Carrasco y Juan de
Dios Rivera Quiroga, quienes salen desde el valle
con rumbo a Caracoles, librando en el trayecto un
tiroteo con las tropas del Subprefecto de ese mine-
ral, el teniente coronel Exequiel Apodaca, quien le
sali al encuentro, sin lograr impedir que llegase y
se apoderase del pueblo y se dispuso a marchar so-
bre Antofagasta. La asonada culmina con la derrota
de los revolucionarios en enfrentamientos librados
los das 29 y 30 de ese mes en Caracoles y sus
proximidades, hasta donde concurrieron las fuerzas
gobiernistas y concluida en Antofagasta.
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50 Historia de Quillagua
cada uno, tiradas por cuatro mulas y donde haba
abundantes aguas, pero venenosas y que haban
costado la vida de muchas tropas.
Luego de la ocupacin de Antofagasta, desde el
14 de febrero de 1879, se movilizan fuerzas chile-
nas por todo el territorio, en que un episodio bli-
co destacado es el Combate de Topater (Calama,
23 de marzo). Tambin se desplazan tropas ha-
cia el sector de Quillagua y El Toco, donde el Alto
Mando chileno presuma la existencia de un fuer-
te contingente enemigo, pero que en todo caso la
"aldea rural de Quillagua", era punto estratgico
para establecer la lnea del Loa, disponindose la
Toma de Quillagua el 25 de abril de 1879, por las
tropas comandadas por el teniente Manuel Ro-
drguez, de la Guardia Nacional de Caracoles, por
rdenes del coronel Pedro Lagos.
Seguidamente en el Distrito de Quillagua el Co-
mandante de Artillera de Marina, Jos Ramn
Vidaurre, quien con 300 hombres ocup las sali-
treras del Toco, cubriendo adems los puertos de
Cobija y Tocopilla. Fue Quillagua hasta donde co-
menzaron a arribar centenas de trabajadores sali-
treros chilenos, expulsados del territorio peruano,
optndose por este camino, ya que a quienes ha-
ban llegado hasta Iquique, se les encarcel en el
edificio de la Aduana. En el trayecto por el desierto,
uno de estos grupos debi ser asistidos de agua y
alimentos por el Ejrcito a la altura del Salar So-
ledad Vieja (Salar Sur Viejo) a 48 millas del valle.
Los partes oficiales informan que al 10 de mayo ya
haban arribado a Quillagua unos 40 trabajadores
y otros 200 venan en camino por la pampa.
En la zona de Quillagua tempranamente se haba
dispuesto que un contingente de 312 hombres
permaneciese en la zona. Despus, en la proximi-
dad del pueblo se ubicar el campamento del Re-
gimiento Santiago y otros escuadrones, con 1.350
plazas. Los Aliados por su parte, se concentraron
en Guatacondo, desde donde podan controlar el
arrieraje de ganado desde Argentina, lo cual re-
sultaba clave para provisionarse, a la vez que se
hallaban prximos a la lnea del ro Loa y atentos
a los movimientos de las fuerzas chilenas.
Oficina Salitrera en Antofagasta, 1979. Fotografa Sociedad Daz & Spencer.
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51 Quillagua
El hecho blico mayor en esta espacio fue el lla-
mado Combate de Quillagua, aunque los princi-
pales sucesos ocurren en el Monte de la Soledad.
Se trat de una avanzada peruana al mando del
coronel Belisario Surez, que en los primeros das
de octubre de 1879 practica un reconocimiento
con 80 jinetes del Hsares de Junn. En Quillagua
se hallaba el vivac del Regimiento Santiago y fue
el da 10, que se aproximan a ste, siendo detec-
tados por un viga, al que disparan sin herirle,
retirndose luego, seguidos por 30 Cazadores a
Caballo, al mando del Teniente Belisario Amor,
hasta el sector del Monte de la Soledad, donde
esperaban parapetadas fuerzas de infantera pe-
ruanas, ante cuya superioridad numrica, el te-
niente Amor, opt por la retirada. No obstante lo
cual, segn el parte chileno, los peruanos esca-
pan en precipitada fuga, dejando mucho de sus
equipos abandonados.
En cambio, segn Paz Soldn y basado en el parte
oficial peruano, establece que el coronel Surez
exploraba con 32 jinetes esta zona, enfrentndo-
se en dos oportunidades a los Cazadores chilenos,
para lo cual se desplegaron en formacin de gue-
rrilla y otra vez, hasta que fueron sorprendidos
por el escuadrn Exploradores del Desierto, con-
formado por trabajadores de las salitreras movi-
lizados, que les sometieron a un intenso fuego
de fusilera, a lo cual se respondi con un nuevo
despliegue y obteniendo la captura de 9 prisione-
ros, identificados con nombres y grados, adems
de dos muertos, entre ello el clebre merodeador
Rojas y un herido, adems de carabinas Reming-
ton y aperos diversos.
Una vez concluidas las acciones blicas en Tara-
pac y Antofagasta, una de las tareas ms inme-
diatas emprendidas por el Estado chileno fue el
restablecimiento de la industria salitrera. Ser
en esta fase que se activarn con mayores bros
las oficinas del Toco. Como complemento a la
historia, el ao 2003 se produjo el hallazgo de un
fuerte chileno, ubicado inmediatamente al este
de Quillagua.
Antofagasta. Fotografa de Eduardo Spencer, 1879.
Jos Ramn Vidaurre, Jefe Militar de Quillagua.
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52 Historia de Quillagua
Desarrollo Salitrero del Toco
El panorama del Toco y Quillagua empieza a verse
conmovido en esa misma dcada, de los 30, que
comenzaba a exportarse el salitre y que se instala-
ban plantas de elaboracin en el desierto tarapa-
queo. Sin embargo no ser sino hasta 1870 - 1875,
que las exploraciones de la zona se harn ms in-
tensivas, con consiguientes descubrimientos de
salitrales.
Es hacia 1873-1875 cuando la propiedad salitre-
ra en El Toco se define, identificndose casi una
treintena de terrenos salitrales, entre cuyos pro-
pietarios principales se encontraban la Sociedad
Pedro Lpez Gama y Ca., la Sociedad Francisco S.
Ojeda., y la Sociedad Unin El Toco. En el perio-
do 1876-1879 los salitrales sern predominados
por el norteamericano Juan G. Meiggs y, desde el
ltimo ao en menor proporcin por el Estado
chileno. Desde 1883 la hegemona en la zona la
tendr Enrique Squire y, desde 1885 comenzar el
ingreso de empresarios alemanes y de la Anglo-
Chilean Nitrate & Railways Co.
En el plano de Von H. Wagner (ver Pg. ), del Lito-
ral de Bolivia, ya se encuentran demarcados los
terrenos de las salitreras del Toco en 1876. Segn
Isaac Arce, estos haban sido descubiertos por el
ao 1874, a la vez que identifica a la firma que
los adquiri y los explot aunque en forma pri-
mitiva y rutinaria, estando constituida por Oje-
da y Ca., y que debi ser una oficina de parada
por la descripcin entregada. A la que despus
se agregara la casa britnica Backus y Johnson
construyendo una oficina de mquina, la que
trabaj con mayor xito que la anterior.
En 1878 se registra la primera exportacin por el
Toco, efectuada por el empresario alemn Otto
Harnecker, propietario de la oficina Unin, que
despach 28.000 quintales de salitre, que se in-
crementaron a 66.000 quintales al ao siguiente.
El ao 1879, la guerra la sorprendi elaborando
para el Gobierno del Per, por lo que se confis-
caron sus bienes por Chile, a titulo de captura
blica. El Teniente Bianchi escribe una carta a
Benjamn Vicua Mackenna (1880), fechada en
"Hotel Toco", en las proximidades de la Estacin y pueblo del Toco, cerca de 1910.
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53 Quillagua
Oficinas Salitreras del Toco, en 1911. Fotografas de Domingo Silva Narro.
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54 Historia de Quillagua
Retrato de Quillageos en tiempos del esplendor salitrero.
Quillageos en el Kiosco de la Plaza, dcada del 60.
La Sra. Amalia Gmez, ao 1949.
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55 Quillagua
Quillagua en 1879 en que se refiere a los "famo-
sos" establecimientos salitreros del Toco, indican-
do que se encuentran all tres oficinas, la Buena
Esperanza que est en trabajo, la Rica Ventura
(sic) que qued arruinada por el terremoto del 9
de mayo de 1879 (1877) y la Porvenir, donde se
estableci el destacamento chileno.
Terminada la guerra siguen instalndose nuevas
empresas o se amplan, como Sez y Lara que
ensanchan sus instalaciones de beneficio, trans-
portando sus productos, en carretas, a la Caleta
Duendes, cerca de Tocopilla, en donde, para los
efectos de la movilizacin, tena muelles, bodegas,
campamentos y todos los elementos del caso.
Los salitrales de la Zona
Dos fueron los principales cateadores y explora-
dores del territorio del Toco: el francs Mximo
Latrille y el chileno Juan Palma. Isaac Arce (1997)
seala que Latrille "...no dej rincn del Toco
que no explor, escribiendo continuamente en
El Mercurio de Valparaso sobre esta importan-
te regin desde 1876.... Estos escritos y anuncios
en la prensa rindieron frutos, ya que el emporio
y centro financiero de salitre se hallaba en Valpa-
raso. Latrille form parte de la mayor compaa
que comenzar a explotar unos aos ms tarde la
zona: The Anglo - Chilean Nitrate & Railways Co.,
constituida en Londres.
En 1880 Billinghurst se refera a los salitrales del
Toco, sealando que los terrenos entre Quillagua,
El Toco, los cerros de Conchi y el mineral del Inca,
no correspondan a la formacin del Tamarugal,
sino que especialmente aquellos que se ubican
entre los cerros de la Joya y Miscanti son de la
formacin del nitrato, expresando que cateos que
se han realizado en esa zona desde hace tiempo,
han confirmado la existencia de caliches de una
ley bastante regular.
De hecho, aunque las Paradas parecan exclusivas
de Tarapac, donde se inicia la industria, en 1886
el mismo Billinghurst registra funcionando la ofi-
cina de parada Virjinia en el Cantn del Toco, la
cual era propiedad del italiano Daro Schiattino,
quien la recupera a cambio de certificados y ven-
de las 4 estacas que la componan a la Sociedad
Santa F del Toco. En 1890 Billinghurst menciona
a otra parada en la zona, que se llamaba preci-
samente Toco, lo cual ratifica la existencia de
este tipo de oficinas en la zona hasta finales del
siglo XIX, y en particular, aunque no exclusiva-
mente, en el Cantn del Toco, ya que Antofagas-
ta tambin tiene antecedentes de Paradas, como
la Esmeralda, en Aguas Blancas, levantada en
1879 por Emeterio Moreno & Co., y Central de
1873 y que embarc ese mismo ao por el puerto
antofagastino.
Sin embargo, uno de los pasos mayores se haba
dado el 22 de julio de 1888, cuando se constituye
en Londres la Anglo-Chilean Nitrate & Railways
Co., sociedad que tena como propsito adquirir
892 estacas salitreras en el Cantn del Toco, que
proyectaba levantar una Oficina de Mquina, esto
es con cachuchos y aplicacin de vapor, capaz de
producir 5.000 a 6.000 toneladas mensuales de
salitre, adems de construir un ferrocarril entre
ese cantn y el puerto de Tocopilla, de trocha an-
gosta (1,067 m) y obra de Manuel Ossa Ruiz.
Para la compaa, el capital de 500 mil libras es-
terlinas y la inversin en el tendido ferroviario y
su maquinaria, con 200 mil libras esterlinas, la
llevaban, segn Billinghurst, a constituirse en
una de las mayores iniciativas realizadas en la
industria hacia 1890, agregndose adems que
con su materializacin se vino a dar vida a una
zona salitrera completamente virgen y casi aban-
donada, resaltando que haba prosperado pese
a la frrea oposicin de John Thomas North, ya
convertido en rey del salitre y preponderante en
la industria de la poca.
El Ferrocarril de Tocopilla al Toco de la Anglo Chi-
lean Nitrate & Railways, puesto en marcha el 15 de
noviembre de 1890, dar mayor impulso a la insta-
lacin de oficinas o consolidacin de stas, como los
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56 Historia de Quillagua
establecimientos San Andrs y Santa Isabel (1890).
En tanto, Henry Sloman adquiere a Eduardo Squire
otras 16 estacas salitreras, con las cuales sentar
fundamentarn su predominancia en la zona.
En 1894 la AngloChilian Nitrate & Railways Co.,
levanta la oficina Peregrina (1894) y Santa Ana.
Desde 1892 se pusieron en marcha las importan-
tes oficinas salitreras del empresario alemn Hen-
ry Brarens Sloman (primero Buena Aventura y ms
tarde las otras que conformarn el Grupo Sloman);
oficina Leonor de Eduardo Squire; oficina Iberia
(1894), de Lacalle Hermanos; Santa F de Compaa
Salitrera Santa F del Toco, entre otras. A la vez, las
salitreras se ubicaron y dispusieron de acuerdo a
los dos ramales de este ferrocarril, distinguindose
aquellas localizadas al norte del mismo (como San
Andrs, Santa F, Iberia, Grutas, Prosperidad, Rica
Aventura y Buena Esperanza), y las situadas prxi-
mas al ramal sur (como oficinas Empresa, Peregri-
na, Santa Isabel, Coya Sur, Jos Francisco Vergara y
las tardas, y mayores que operaron con el sistema
Guggenheim, Mara Elena y Pedro de Valdivia.
Cuando ya se aplica el concepto de cantn para
ese grupo de oficinas que embarcaba por Toco-
pilla, ste distrito salitrero comprenda el Llano
de la Paciencia, la Pampa del Miraje y la Pampa
Negra, actuando como su eje el poblado del Toco.
En trminos productivos este cantn lleg a expor-
tar en los aos 1906-1907, 4.742.696 quintales de
salitre, en que la slo la oficina Empresa aportaba
con 1.357.237 quintales, convirtindose en la mayor
planta elaboradora de la zona en este periodo.
Alemanes en El Toco
Si bien se ha visto que en este cantn hubo em-
presas de distintas nacionalidades, es indudable
la importancia de los alemanes, desde el primer
exportador del cantn, Otto Harnecker, propieta-
rio de la oficina Unin; luego la empresa de Flsch
& Martin, culminando con quien trabaj para sta
por ms de 2 dcadas, Henry Sloman (1848-1931),
quien comienza su independencia empresarial
con la oficina Buena Esperanza en 1892, para lue-
go conformar el llamado Grupo Sloman, contan-
do con muelles propios en Tocopilla y habiendo
construido el tranque que lleva su nombre.
Sloman, generador de grandes riquezas, construye
en 1922 la Chilehaus en Hamburgo, un edificio que
Salitreras del Toco en 1904. Del Archivo del Ministerio de Hacienda. Tomado de la tesis de Adriana Capaldo.
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El industrial salitrero Henry B. Sloman, al centro, con personal administrativo de las oficinas Santa F, Iberia, Prosperidad, Rica Aventura, Buena Esperanza y Peregrina. Cerca de 1912.
57 Quillagua
asimila una nave y que es Patrimonio de la Huma-
nidad por la Unesco, y que no es osado sealar que
representa no slo los logros de este empresario,
sino tambin toda la vida, productividad y ganan-
cias que produjo la zona, la cual fue a territorios
lejanos, hallando al menos en Sloman un legado
de esta fase en ese edificio de 10 pisos, en que su
arquitecto Fritz Hger, plasm los requerimientos
de su acaudalado mandante, en toda la holgura
que le permiti el oro blanco.
A comienzos de los aos 20 los capitales alema-
nes, como Henry Sloman, comienzan su retirada
de la industria salitrera, hallndose adems en
pleno desarrollo la produccin de nitratos sint-
ticos. De este modo, estas oficinas son adquiridas
durante este periodo por la Compaa de Salitres
de Tarapac y Tocopilla, incluyendo el Tranque
Sloman y las llamadas Chacras del Loa, lugar
de recreo a 4 km de oficina Rica Aventura.
Cuando Sloman vuelve a Hamburgo, en 1898,
ya su riqueza es tremenda. Sus activos que para
1912 alcanzaban los 60 millones de marcos y
un ingreso anual de 3 millones de esta misma
moneda, lo convirtieron en el hombre ms rico
de Hamburgo, permitindole adems fundar en
1924 el Henry Brarens Bank AG Finanzas, que
ms tarde fue Sloman KG.
Tranques en el Ro Loa
Dada la proximidad de las oficinas salitreras
con el ro Loa, hubo industriales, en ambos ca-
sos alemanes, que pensaron abordar la provisin
de energa a travs de centrales hidroelctricas,
dando origen a la construccin de los tranques
Santa F y Sloman.
El primero fue levantado por la Compaa Salitrera
Santa F del Toco, la que hace construir el tranque
que se encuentra terminado en 1900, para producir
electricidad para la oficina homnima y su campa-
mento. La electricidad generada permite que en la
oficina Santa F se utilice un ferrocarril de traccin
elctrica por primera vez en la industria salitrera
para las operaciones en sus faenas. El tranque con-
sista en un muro de piedra canteada de 38 pies de
altura (11.6 m), que represaba las aguas del ro Loa,
del que distaba, la oficina, unos 6 km. Para generar
electricidad contaba con una turbina Francis de
150 rpm, la que conectaba con la Casa de Fuerza,
donde haba un generador Siemens Schuckerts de
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Postal de la construccin del Tranque Sloman, circulada en 1909, cuando esta obra de ingeniera alcanzaba los 37 metros. Coleccin de Guillermo Burgos Cuthbert.
Tranque Sloman hacia 1960
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59 Quillagua
3 fases, 24,3 Amperes y 5,000 Volts a 300 rpm. Lue-
go, era transmitida por una lnea elctrica de 4,5 ki-
lmetros hasta la oficina, donde era reducida a 220
volts para ser distribuida en faenas y campamento.
Ms tarde, en 1905, el empresario Henry Sloman
construye entre ese ao y 1911 el Tranque Sloman
para proveer de energa elctrica a sus estableci-
mientos que constituan todo el grupo de oficinas
ya sealado en el Cantn del Toco. Esta obra sig-
nific una inversin de 100.000 libras esterlinas en
obra gruesa, equipos e instalaciones. La central
tena una potencia instalada de 550 hp, con la
cual provea las planta y el campamento. Poste-
riormente se le suma una casa de fuerza de tres
motores diesel de 400 hp cada uno. Toda esta ener-
ga era repartida entre las diferentes oficinas del
grupo Sloman, hasta cesar sus funciones en 1965.
El pueblo del Toco
El gelogo Francisco San Romn en 1894 seala
que al interior del Departamento de Tocopilla, los
trabajos de la industria salitrera y toda la activi-
dad de las oficinas de las proximidades ha lleva-
do a que se ha aglomerado una poblacin que
lleva el nombre de El Toco i que no contiene me-
nos de 1,500 habitantes. En Quillagua, a la orilla
del Loa, hai un grupo de habitantes, en su mayor
parte indjenas, dedicados a la agricultura, i en
Colupito(al SW de Quillagua) camino a Cobija i
Tocopilla, algunos residentes que viven del hos-
pedaje o socorro que suministran a los viajeros
de esos desiertos estriles. Este poblado del Toco
se mantuvo como centro informal, comenzn-
dose a comienzos de siglo las gestiones estatales
para formalizarle y transformarle en un centro
urbano, con un trazado y una funcionalidad res-
pecto a las salitreras del sector y vinculado al
ferrocarril de Tocopilla al Toco, lo cual queda ex-
presado en el Memorando de 1904 enviado por el
Alcalde de Tocopilla al Ministro del Interior, a fin
de proceder a la fundacin del pueblo, adjuntan-
do el respectivo plano y su posible ubicacin, el
que fue aprobado en sesin del 6 de abril de 1904.
El 10 de mayo de ese mismo ao, el Alcalde de
Tocopilla solicita a la Comisin Consultiva del
Norte, encomendada por el Ministro del Interior,
a que se cree la Comuna del Toco. Para esa fecha
el pueblo ya contaba con un destacamento espe-
cial de 40 policas montados, que se solicitaba se
incrementase a 60, que slo signicaban costos al
fisco en cuanto personal, armamento, trajes y ca-
ballera, ya que en otros aspectos eran financiado
por los mismos industriales salitreros. A ese con-
tingente se sumaban otros 60 Cuerpo de Jendar-
mes, con dependencia del Ministerio del Interior.
En documentos de la misma comisin se desta-
caba la importancia que tendra la creacin del
poblado, donde podran establecerse comercios
que proporcionaran las mercaderas precios
Locomotora elctrica en la oficina Santa F del Toco.
Tranque Santa F en la dcada del 20.
-
60 Historia de Quillagua
equitativos, pudiendo, un comercio libre, com-
batir con ventaja los monopolizadores de hoy
da, en alusin directa al sistema de pulperas
imperantes en las oficinas salitreras.
El fisco, a travs del ministerio de Prieto, autoriza
1. Podr crearse la poblacin del Toco en terre-
no de propiedad fiscal que no contengan salitre,
ni otra sustancia fsil que pueda ser aprovechada
por el Estado. 2. El nuevo pueblo podr ubicarse
en el espacio comprendido entre la Estacin de
Toco y la Oficina Iberia de Lacalle y C.; en un
punto prximo la lnea frrea y al oriente de
esta lnea. En esa, rejin no existe salitre. 3. La
extensin de terrenos necesaria para ubicar sta
poblacin ser de 26 hectreas y ser diseada
conforme al plano adjunto. El fisco se reserva
adems el derecho de 10.000 m2 de terreno y es-
tablece que queda obligada la Municipalidad a
construir los edificios pblicos como el Registro
Civil, la Subdelegacin y del Juez Subdelegado.
En el Censo de la Repblica de 1907 El Toco es
registrado con una poblacin total de 169 habi-
tantes, de los cuales 106 son hombres y 63 muje-
res. En 1920 todo el Cantn del Toco contaba con
9.075 habitantes.
Crisis del Salitre
La Primera Guerra Mundial fue el preludio del fin
para la industria salitrera. Desde all en adelan-
te se sucedern una serie de momentos compli-
cados, como en 1916 y siguientes, hasta la ms
fuerte y decisiva, la gran crisis de los aos 1929-
1930. Los pases europeos, especialmente Alema-
nia aceleraron durante y despus de la Primera
Guerra Mundial sus investigaciones, llegando a
perfeccionar las Plantas Fijadoras de Nitrgeno,
con mrito mayor en los cientficos alemanes Fritz
Haber y Carl Bosch. Esto conlleva la prdida del
monopolio del salitre chileno, por la produccin de
Cargando salitre a granel en un muelle de Tocopilla, por medio de rampas hacia los lanchones. Este fue el puerto de embarque de las oficinas del Toco.
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61 Quillagua
Ferrocarril del Toco a Pampa Joya, atravesando el Puente Teresa, construido entre 1926 y 1928.
Patio de Locomotras del Ferrocarril de Tocopilla al Toco, cerca de 1900.
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62 Historia de Quillagua
abonos sintticos que en costos y formas de pro-
duccin no podan contrarrestar las tradicionales
oficinas Shanks, como las que operaban en la zona
del Toco, con la excepcin de los planteles del Sis-
tema Guggenheim, aplicado en las oficinas Mara
Elena (1926) y Pedro de Valdivia (1930), de capita-
les norteamericanos y que seguirn atendiendo la
demanda, especialmente de Estados Unidos, des-
tinada en importante medida para fines blicos.
Esto trajo consigo la reduccin de mercados, con-
llevando la paralizacin de decenas de oficinas
salitreras que involucraron cesanta y que hi-
cieron peregrinar por las pampas de Tarapac y
Antofagasta a los trabajadores, en bsqueda de
oportunidades laborales.
En el Toco, en particular, en 1929 paralizarn las
oficinas, Grutas, Santa Isabel, Peregrina y Santa F,
todas la cuales operaban con el Sistema Shanks,
obsoleto por su imposibilidad de competir con
las oficinas Guggenheim y mucho menos con los
abonos sintticos. Intentos postrimeros, como la
explotacin de los calichales de Pampa Joya, para
ser beneficiados en Rica Aventura, coincidirn con
esa crisis. Se perda adems el que haba sido uno
de los principales mercados para el salitre chile-
no, Alemania, en una zona donde sus principales
empresarios haban sido de esa nacionalidad. Se
estima que unos 50 mil obreros permanecieron
trabajando en Tarapac y Antofagasta, mientras
120 mil iniciaron el xodo, establecindose en las
ciudades mayores o iniciando el retorno al centro
y sur del pas. Tres oficinas del Toco continuarn
en la dcada del 50: Prosperidad, Empresa y Rica
Aventura, ahora de la Compaa Salitrera de Tara-
pac y Antofagasta (COSATN).
En Tarapac, el cierre de oficinas acontecer de
igual forma, mantenindose en general en am-
bas provincias una reducida cantidad de oficinas
Shanks, propiedad de la COSATN y de socieda-
des privadas, cerrando Chacabuco en 1938. Con la
Segunda Guerra Mundial habr un breve repunte,
construyndose la oficina Victoria en 1944 que con
altibajos se mantendr hasta su cierre en 1979. Para
aquellas oficinas que superan los aos 30, resulta-
rn fatales las dcadas del 40 y 50, en que siguen
cesando sus funciones, unas tras otras, a ambos
lados del ro Loa, mantenindose hasta 1960 y 1961
con oficinas Humberstone y Santa Laura; ms al
sur, en Taltal, las oficinas Santa Luisa que perdura
hasta 1943 y las oficinas Chile, Flor de Chile y Ale-
mania hasta 1960, 1966 y 1968, respectivamente.
Con el cierre de oficinas paralizarn tambin los
ferrocarriles vinculados a esta industria o que de-
pendan exclusivamente de ella, con las excepcio-
nes del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia, del FC
de Tocopilla al Toco, que segua porteando desde
las oficinas Guggenheim, y del estatal FC Longitu-
dinal Norte, que persistir hasta 1975.
Para Quillagua todo esto signific una tremen-
da prdida de la demanda de sus producciones
de alfalfa y verduras, las que adems careceran
desde la paralizacin del Longino, del medio ex-
pedito para colocarla en otros mercados del Nor-
te Chico o Zona Central.
Oficina Rica Aventura.
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63 Quillagua
La guitarra y el canto, junto al ro o en las casas y locales del pueblo, fueron una constante entre los quillageos. Fotografas 1940 - 1950.
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64 Historia de Quillagua
Perpectivas de la agricultura, ganaderas e innovacin presentes en forma de historia y de proyeccin en el valle quillageo.
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65 Quillagua
Desarrollo Agrcola
Por la extensin, amplitud y ubicacin privilegiada
del valle, se desarrollan desde tiempos coloniales
los diferentes ciclos agrcolas quilagueos, en que
se pueden distinguir una fase incipiente o inicial
asociada a proveer de forraje (alfalfa) a los mulares
utilizados en los circuitos econmicos y de movili-
dad de esa poca, asociados a las faenas mineras y
labores pesqueras que se realizaban en la costa, en
que para Quillagua fueron claves su vnculos con el
Puerto del Loa. Cuando se inicia la industria salitre-
ra en el muy prximo Cantn del Toco, vendr una
segunda fase en que se provea de maz y alfalfa a
esos centros industriales y urbanos y; finalmente
la fase de esplendor de la alfalfa que paradjica-
mente se sita desde la Crisis del Salitre en 1930,
asocindose a la apertura de nuevos mercados y la
previa puesta en marcha del Ferrocarril Longitudi-
nal Norte, extendindose hasta fines de los 70.
Proyectos de Irrigacin
Las aguas del ro Loa se tornaban ms accesibles
en la zona de Quillagua. Eso motiv a que se pro-
yectaran en la zona una serie de obras hidralicas,
de diques y canalizaciones, tendientes a regar di-
ferentes sectores de la Pampa del Tamarugal.
En 1857 don Juan Williamson, un antiguo vecino
de Tarapac, empresario salitrero y dueo de un
rea considerable de terreno en la quebrada de Qui-
llagua proyect construir un dique en el sector
de Calartoco, unos kilmetros al sur del poblado,
donde se produce un estrechamiento de la que-
brada del Loa. Los planos fueron confeccionados
por el ingeniero Buchwald, por encargo de la Jun-
ta Central de Ingenieros del Ministerio de Obras
Pblicas del Per.
Con el proyecto se pretenda levantar por medio
de este dique el nivel de las aguas y hacerlas des-
bordar sobre la planicie del Tamarugal e irrigar
las pampas del Tambillo. Este empresario cons-
truy una acequia regadora de ms de 2 leguas
de longitud (casi 20 km), con un socabn de 400
varas (334 m), en los flancos de los cerros, para
irrigar sus tierras. El terremoto del 23 de enero
de 1878, es el que seala Billinghurst que tantos
males ocasion a los pueblos del interior y obras
al interior de la provincia tarapaquea, destruy
la acequia, quedando desde entonces esos terre-
nos incultos y estriles".
La calidad de las aguas, agrega Billinghurst, por
esos aos, no era tan mala como en 1873, cuan-
do funcionaba la mquina de amalgamacin
de Chacance, la cual arrojaba al ro sus relaves,
que contenan una importante proporcin de
sulfato de cobre.
Barros (2010) citando a Vidal Gormz (1878), se-
ala la existencia de diques artificiales y cana-
les al este de la desembocadura del Loa, usados
para irrigar por los indgenas, los cuales fueron
afectados por el gran terremoto de 1877: Hacia
el oriente de la desembocadura del ro Loa exis-
tan enormes diques artificiales construidos con
grandes rocas por los antiguos indios para cana-
lizar el ro y utilizar sus aguas para la irrigacin
del valle; pero esas viejas y colosales obras des-
aparecieron por completo con el terremoto del
9 de mayo, sin dejar huellas de labor humana,
obligando al ro a cambiar de curso a causa de
los escombros lo que induce a suponer que
el terremoto del 9 de mayo ha sido para el ro Loa
mucho mayor que cuantos haba experimentado
durante muchos siglos.
Las aguas del Loa
Ya en los libros y estudios hidrogrficos de la se-
gunda mitad del siglo XIX se hablaba sobre la ca-
lidad de las aguas del ro, en cuanto a que stas
y para la zona de Quillagua, se vean afectadas
principalmente por la afluencia del ro Salado, al
sur de Chiu-Chiu, el que portaba muchas sales en
suspensin daando las aguas del Loa. Hacia 1880
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66 Historia de Quillagua
Quillageo ante los maizales, que junto con la alfalfa, fueron protagonistas principales de la historia agrcola del valle.
Entre los maizales. Fotografa de la dcada de los 80.
Representantes de Quillagua en el Congreso Nacional de Cooperativas Agrcolas. 1969.
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67 Quillagua
se estimaba su caudal en 6.500 litros por segundo,
antes de la afluencia del Salado, que al sumarse
llegaba a los 12.000 litros por segundo. En esos
aos slo se utilizaban para regar los sembros de
Chiu-Chiu, las plantaciones de Calama, un peque-
o potrero que haba en El Toco y los alfalfales y
algarrobos de Quillagua.
Destilacin de las Aguas
Esta misma salinidad hizo que las aguas fuesen
propicias slo para algunos cultivos, como la al-
falfa y el maz, verduras, como las acelgas y el
desa