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Reservados todos los derechos. Este documento ha sido extraído del CD Rom “Anales de Economía Aplicada. XIV Reunión ASEPELT-España. Oviedo, 22 y 23 de Junio de 2000”. ISBN: 84-699-2357-9
¿QUIÉN SOPORTA LA CARGA DE LOS IMPUESTOS? DISTINTAS FORMAS DE ABORDAR
EL PROBLEMA
David Patiño Rodríguez – [email protected] Universidad de Sevilla
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¿QUIÉN SOPORTA LA CARGA DE LOS IMPUESTOS?
1.- Introducción
Los estudios de distribución de la carga que imponen los impuestos entre diversos
grupos de personas surge en el momento en que los economistas se dan cuenta que aquélla no
necesariamente la soporta las personas que la ley dice que deben soportarla. Por el contrario,
las personas trataran de evitarla y utilizarán todos los medios que puedan para trasladarla, hacia
otro sujeto, librándose de la misma.
Por lo tanto, el impuesto o sistema impositivo que se analice está distribuyéndose de
forma incierta entre el grupo de personas relevantes para el estudio. Desde el punto de vista
del policy maker, el papel del economista es determinar estos efectos distributivos que tienen los
impuestos para que los primeros puedan tomar sus decisiones sobre el sistema impositivo que
deba ser establecido. Para cumplir esta tarea, los economistas han destinado grandes esfuerzos
que han desembocado en una serie de resultados útiles.
Los estudios de la distribución “económica” de los impuestos tienen su base en los
análisis de incidencia de los impuestos y esta teoría constituye el elemento principal de los
mismos. El estudio de la incidencia final de los impuestos ha sido una de las cuestiones que
más han ocupado a los economistas interesados en las cuestiones públicas.
Según Musgrave, se entiende por incidencia “el cambio resultante en la distribución de
la renta disponible para uso privado”1. Con esta base, los diversos estudios sobre el tema han
tratado de conocer desde muy diversos enfoques este cambio que los impuestos generan en la
posición económica mantenida por los ciudadanos. No sólo se ha abordado el problema desde
diversos enfoques, sino que, además, se ha analizado a los ciudadanos desde diversas
posiciones. Principalmente, en los estudios teóricos se les ha considerado como dueños de
factores de producción y se ha estudiado cómo la introducción o alteración de algún impuesto
modifica sus ingresos. En los estudios empíricos, el punto de vista que se ha empleado
generalmente ha sido el personal y no el factorial, de manera que al individuo (o la familia
como principal unidad de análisis de estos estudios) se ha visto como receptor de rentas
1 Musgrave, R.A.: Teoría de la Hacienda Pública. Aguilar, 1967, p. 215.
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procedentes de diversas fuentes; finalmente, se ha tratado de analizar la distribución de los
impuestos desde otras perspectivas, principalmente desde el punto de vista territorial.
En el presente trabajo trataremos de resumir las diversas metodologías que han sido
empleadas para realizar este tipo de estudios, explicando sus principales características, puntos
fuertes y aspectos criticables de cada una de ellas.
En el apartado 2 se hará un breve resumen de los principales hitos, desde el punto de
vista teórico, que se han producido en el estudio de la incidencia de los impuestos, así como
los intentos que se han producido de estimación empírica de la traslación o no de algunos
impuestos en particular. En el apartado 3 analizaremos el llamado enfoque anual, o tradicional,
para el estudio de la carga impositiva. En el apartado 4 nos referiremos a los modelos de
equilibrio general aplicados. En el apartado 5 indicaremos las características principales de los
intentos de calcular la carga impositiva desde un enfoque de toda una.
2. Incidencia impositiva
La manera tradicional por la que se ha tratado de determinar la incidencia de los
impuestos en general o de algún impuesto en particular, se ha basado en el estudio del
equilibrio parcial de los mercados, lo que se conoce como Ley de Dalton. Bajo este punto de
vista, se considera un mercado particular (de producto o de factor) aislado del resto de la
economía. En este marco se estudia el impacto del establecimiento o cambio de un impuesto.
Aunque las conclusiones a las que, bajo ciertas condiciones, llega este tipo de análisis coinciden
con las de otros enfoques y aunque muchos estudios siguen aproximándose a la imposición de
los impuestos particulares bajo este enfoque, la excesiva simpleza y la enorme entidad que
posee cualquier gravamen, hizo que, desde principios de siglo, los hacendistas trataran de
integrar el problema de la incidencia de los impuestos en un marco de equilibrio general
wallrasiano, que hiciera posible el estudio de los efectos que la alteración producida por la
perturbación (en este caso del impuesto) produjese en otros mercados de productos y, además,
utilizando palabras de McLure permitiera ir “más allá de la curva de oferta” y transmitir esa
perturbación al mercado de los factores de producción. La principal dificultad para conseguirlo
consistía en realizarlo de una manera relativamente sencilla y accesible al grueso de la
profesión.
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El objetivo se alcanzó con el trabajo de Harberger publicado originalmente en 19622.
En este trabajo se pusieron las bases metodológicas para el estudio de la incidencia de los
impuestos en un marco de equilibrio general y, a la vez, constituye el primer modelo de
equilibrio general aplicado cuestiones fiscales. Este trabajo analiza la incidencia de uno de los
más controvertidos impuestos en estas cuestiones, el impuesto de sociedades. Bajo una serie de
supuestos plausibles, Harberger llega a la conclusión de que en un marco de competencia
perfecta y movilidad de los factores, el impuesto es soportado por todos los propietarios de
capital de la economía, es decir, las sociedades trasladan parte de la carga al resto de empresas
de la economía. Hoy, estas conclusiones siguen siendo de las más aceptadas por los
investigadores y utilizadas en los trabajos.
El trabajo de Harberger tuvo un éxito fulminante y, a partir del mismo, surge una
abundante literatura que, empleando el mismo enfoque, aborda el estudio del resto de
impuestos y otras cuestiones3.
Otro trabajo importante consistió en la aplicación de la metodología de Harberger al
estudio de la incidencia del impuesto sobre la propiedad, realizada por Mieszkowski
originalmente en 19724. En este trabajo se rompe con la visión tradicional de que este
impuesto se capitaliza y lo soporta el actual dueño del inmueble y, por el contrario, se
argumenta que la incidencia del mismo se traslada, de nuevo, hacia todos los dueños del capital
de la economía. Aunque este resultado no es aceptado por todos los autores y muchos siguen
manteniendo la visión tradicional, que acaba trasladando el impuesto hacia el consumo, sea de
viviendas, si se trata de éstas, o de productos, si se trata de la parte del impuesto que grava a
inmuebles industriales, la visión de Mieszkowski pasa a convertirse en el enfoque mayoritario.
Entre las principales críticas que se han hecho al trabajo de Harberger, destaca el hecho
de que su enfoque se base en una oferta de factores completamente elástica. Uno de los
primeros trabajos que subsanaron esta dificultad es el de Feldstein5, que introduce el marco de
un modelo de crecimiento neoclásico para el estudio de la incidencia de los impuestos sobre
2 Harberger, A. C.: “La incidencia del impuesto sobre la renta de las sociedades”. Hacienda Pública Española. 75, 279-300. 3 Ver Mieszkowski: “Teoría de la incidencia impositiva: los efectos de los impuestos sobre la distribución de la renta”. Hacienda Pública Española, 2, 1970. 4 Mieszkowski, P. M.: "El impuesto sobre la propiedad: ¿Impuesto selectivo al consumo o impuesto sobre los beneficios?”. Hacienda Pública Española. 75. 1982. pp. 351-364.
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factores de producción, concluyendo un impuesto sobre el capital, a largo plazo, afectará a las
tasas de ahorro y, de esta manera, sobre la intensidad de capital de la economía, de manera que,
bajo unas condiciones plausibles, acabará trasladándose una buena parte del impuesto hacia los
trabajadores. Esta visión también va a ser ampliamente aceptada.
Aunando el enfoque de equilibrio general de la economía con una visión dinámica de la
misma, pero desde un punto de vista diferente al anterior, se emplean los modelos del ciclo vital
al análisis de la incidencia impositiva, introduciendo nuevos elementos a tener en cuenta. Entre
los elementos más importantes que introducen estos trabajos destaca la importancia de los
múltiples determinantes de la oferta de trabajo, la cual, como apuntan Kotlikoff y Summers6,
había sido tratada como unidimensional, sin tener en cuenta las complejas elecciones que los
trabajadores hacen a la hora de decidir cuánto se van a formar, dónde van a trabajar, cuánto
van a dedicar a buscar empleos alternativos, etc. y demuestran la influencia de estos
determinantes en la incidencia de los impuestos, de manera que, por ejemplo, los cambios en la
edad de jubilación o en el período de formación juegan un importante papel trasladando un
impuesto sobre salarios, en ciertas circunstancias, hacia el capital o, de manera diferente, como
el impuesto sobre los ingresos por intereses puede ser trasladado hacia el trabajo a través de
cambios en la acumulación del capital humano.
El modelo del ciclo vital se ha usado desde principios de los años 70 para el estudio de
la incidencia impositiva y, principalmente, se ha empleado para el diseño y estudio de la
seguridad social, aportando otra visión a esta compleja materia.
La literatura, a partir de estas bases, ha ido desarrollando modelos cada vez más
complejos tratando de acercarse más a la realidad considerando situaciones más cercanas a las
estructuras económicas de los países.
Como se puede apreciar, la teoría, aunque ha conseguido grandes avances en las
últimas décadas, no ha conseguido ponerse de acuerdo respecto a la incidencia de
determinados impuestos, principalmente, de los que gravan a los factores de producción y el
impuesto sobre la propiedad; pero, incluso en los impuestos en los que hay más consenso
sobre su incidencia como, por ejemplo, los que gravan los rendimientos personales del trabajo,
5 Feldstein, M.: “Incidence of a Capital Income Tax in a Growing Economy with Variable Savings Rates”. Review of Economic Studies, 41, 1974. pp. 505-513.
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donde la mayoría de autores considera que su incidencia económica coincide con la legal, se
pueden plantear cuestiones a este mismo planteamiento; así, es fácil imaginarnos una empresa
que opere en un mercado con una estructura no competitiva y que esté obteniendo beneficios,
y suponer la presencia de un sindicato con suficiente poder; este último, puede lograr en la
negociación colectiva unos salarios más elevados que le compensen del pago del impuesto
personal sobre la renta y, de este modo, los trabajadores estarían trasladando la carga del
impuesto hacia la empresa. Podemos seguir suponiendo que la empresa es capaz de repercutir
esta elevación en los costes en forma de unos mayores precios, de manera que la carga del
impuesto sobre la renta de los trabajadores se ha trasladado hacia los consumidores del
producto de la empresa, etc.
En el ejemplo anterior hemos destacado que la estructura de mercado en la que opera
la empresa no es competitiva; por el contrario, los modelos teóricos se han apoyado
tradicionalmente en supuestos de competencia perfecta; es por esta razón por la que algunos
autores han cuestionado los resultados que se han comentado anteriormente. Esto ha llevado a
que las hipótesis que se han usado en los trabajos hayan sido modificadas para recoger la
imperfección que domina a la mayoría de los mercados a juicio de muchos autores. Éstos han
considerado que las empresas, dado el imperfecto funcionamiento de los mercados en los que
operan, son capaces de trasladar una parte de la carga de los impuestos hacia los consumidores
vía elevaciones en los precios y así ha sido recogido en la mayoría de los trabajos empíricos.
Esta forma de actuar ha sido criticada primero por Browning y después, recogiendo sus
argumentos, por Feldstein7. Para estos autores, el efecto de los impuestos sobre los precios
consiste en elevar los de las sociedades, y asignar en proporción al consumo es como distribuir
en proporción a las rentas de trabajo y capital que financian este consumo, con lo cual no
tendría sentido esta asignación.
Otros trabajos han considerado la traslación, principalmente del impuesto de
sociedades y de la propiedad, hacia los trabajadores o supuestos intermedios.
6 Kotlikoff, L.J. y Summers, L.H.: “Tax Incidence in a Life Cycle Model with Variable Labor Supply”. Quarterly Journal of Economics, 1979, pp. 705-718. 7 Browning, E.K.: “The Burden of Taxation”. Journal of Political Economy, 8(4), 1978 y Feldstein, M.: “Imputación de las responsabilidades por el impuesto de sociedades a los contribuyentes individuales”. Hacienda Pública Española, 115, 1990.
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2.1.- Estimaciones empíricas
La existencia de imperfecciones en los mercados ha llevado también al intento de
comprobación econométrica de la traslación o no de un determinado impuesto. Dado que la
mayoría de los trabajos realizados de este tipo se han centrado en el impuesto de sociedades y
en las cotizaciones sociales, también nos centraremos en ellos.
Si los mercados funcionan ajustándose al modelo de la competencia y las empresas son
maximizadoras de beneficios, parece claro que el impuesto no es trasladado y su carga,
soportada por todos los capitalistas de la economía. Por el contrario, si las empresas buscan
objetivos distintos al de hacer máximos los beneficios o fijan los precios de modo distinto a
aquel que iguala sus costes marginales, entonces puede que sea trasladado.
El razonamiento que subyace a la mayoría de los estudios de este tipo, al contrario que
el análisis teórico, y al igual que la impresión que se tiene habitualmente, el impuesto es
percibido por las empresas como un coste añadido a los soportados por el proceso de
producción y, por tal razón, se traslada (bien hacia delante o bien hacia atrás).
Centrándonos en el impuesto de sociedades, se considera que la estructura de los
mercados y, en especial, en el sector industrial, sector al que pertenecen la mayoría de las
empresas de las que se extrae el grueso de la recaudación, no suele ajustarse a la estructura
competitiva, donde las empresas conciben los precios como parámetros. Por el contrario, éstas
suelen tener un importante poder de mercado y capacidad para fijar los precios; por tanto, no
podemos descartar la traslación del impuesto, con lo que se abre el camino a la investigación
empírica para la solución de esta cuestión.
Para hacer esta comprobación se deben resolver cuestiones como la determinación de
la variable que nos aclarará si el impuesto se traslada o no, de manera que ha habido diversos
modos de analizar esta cuestión.
En principio, los tipos impositivos no varían entre distintos sectores, con lo cual, no se
pueden comparar los precios resultantes ni las situaciones relativas de diferentes sectores, antes
y después del cambio tributario, pues el impuesto se aplica a todos los sectores, prácticamente
a un tipo efectivo único.
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Habría la posibilidad de la comparación entre las tasas de rendimiento de las sociedades
y las empresas que no lo son, pero esta posibilidad no es viable, dada la falta de información
fiable de las últimas.
Desde el punto de vista de los datos, la posibilidad que nos resta, eliminadas las
anteriores, es examinar el comportamiento del sector de las sociedades y ver cómo estas
empresas respondieron, en un determinado período de tiempo, al impuesto, recogiendo
información de series temporales de datos. Para analizar esta respuesta se buscan variables
representativas de este comportamiento y se tratan de relacionar con el tipo impositivo del
impuesto de sociedades. Entre las primeras se han incluido aspectos tales como las tasas de
rendimiento sobre el capital social, la participación de los beneficios de las sociedades en el
valor añadido por el sector societario o márgenes de beneficios de las sociedades, para tratar de
analizar cómo se comportaron estas variables ante los cambios que se hayan producido en el
tipo impositivo del impuesto sobre la renta.
Con esta filosofía se han realizado varios trabajos. Diversos modelos econométricos
han tratado de buscar una relación de causalidad entre el impuesto sobre la renta de las
sociedades y alguna otra variable explicativa del comportamiento de las empresas como la tasa
de rendimiento de las mismas. En lo que sigue, haremos referencia a algunos de los estudios
que sobre esta cuestión han sido realizados.
En el trabajo de Victorio Valle (1970)8 se puede encontrar referencia a diversos trabajos
de este tipo. En general las conclusiones a las que se han llegado en estos trabajos son
contradictorias y tampoco han aclarado quién soporta finalmente el impuesto. De entre estos
trabajos destaca el realizado por Krzyaniak y Musgrave (1963)9. Este trabajo relaciona el tipo
impositivo del impuesto con la tasa bruta de rendimiento, bajo la hipótesis de que si la última
se eleva, tras la elevación del primero, lo suficiente como para permitir que la tasa neta alcance
el nivel ex-ante, se habrá trasladado el impuesto. El trabajo concluye que el impuesto se traslada.
Este trabajo tuvo una gran repercusión, se repitió en varios países (Alemania y la India) y no
8 Valle Sánchez, Victorio: “La incidencia del impuesto sobre la renta de sociedades”, es un resumen de su tesis doctoral publicada en Hacienda Pública Española en 1970. 9 Krzyaniak, M. Y Musgrave, R.A.: The Shifting of the Corporation Tax. An Empirical Study of its Short-Run Effect upon the Rate of Return”. The John Hopkins Press. Baltimore. 1963. Con diversas actualizaciones, en el libro editado por Domínguez del Brío y Corona están traducido los capítulos 1, 2 y 8 de este trabajo.
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estuvo exento de una fuerte polémica; Slitor (1966) y la polémica mantenida con Cragg et al10,
los cuales cuestionaban la dirección de la causalidad. Podemos destacar, asimismo, el trabajo de
Oakland (1972)11, que concluye con una traslación nula del impuesto. Lagares hizo una
adaptación de este modelo a la economía española para el período comprendido entre 1959-
1971, concluyendo que, durante este período, las empresas trasladaron hacia los precios el
impuesto, achacando los resultados contrarios a los del autor americano por la estructura
oligopolística del sector industrial español12.
El otro impuesto objeto de análisis econométrico ha sido el impuesto sobre los salarios.
De nuevo, los resultados de los estudios han sido contradictorios. Estos estudios se han
basado en series temporales o en datos que comparan los diferentes tipos del impuesto en
diferentes países. Últimamente se ha criticado esta metodología porque omite variables que
están correlacionadas con los tipos impositivos y con los salarios, de manera que los impuestos
pueden estar muy correlacionados con los salarios a través de algún mecanismo distinto a la
incidencia, por ejemplo, países con altas tasas de salarios pueden elegir altas tasas de impuestos
para financiar generosos sistemas de seguridad social. Así los últimos estudios han intentado
alejarse de las magnitudes agregadas para evitar estos problemas y parecen indicar una
incidencia sobre los salarios.13
En España, existen varios trabajos referidos a la incidencia de las cotizaciones sociales.
En Escobedo (1991)14 se estima un sistema de cuatro ecuaciones por métodos simultáneos
que refleja el funcionamiento del sector industrial español, obteniendo, entre otros resultados,
una escasa relación negativa entre el tipo de cotización empresarial a la Seguridad Social y la
demanda de trabajo, que es explicada por la autora como una traslación hacia los salarios. Este
trabajo, asimismo, contiene una buena bibliografía.
10 Slitor, R.E.: “La tesis de Krzianiak-Musgrave una crítica” en Domínguez del Brío y Corona op.cit. 11 Oakland, W.: “A Survey of the Recent Debate on the Short-Run Shifting of the Corporation Income Tax”. Proceedings of the National Tax Association (Sept. 1969). 12 Lagares Calvo, M.: “Traslación e incidencia de la imposición sobre beneficios”. Investigaciones Económicas, 1, 1976, donde también son comentados otros trabajos. 13 En Gruber, J.: “The Incidence of Payroll Taxation: Evidence from Chile”. Journal of Labour Economics, 15(3), 1997, pp. 72-101, se realiza una estimación de este tipo empleando la reducción grande en las cotizaciones sociales que acompañó a la privatización de la Seguridad Social, con datos de salarios e impuestos pagados en varios cientos de empresas. Cuenta, además, con una buena bibliografía. La conclusión que se obtiene es que son los trabajadores quienes soportan por completo la carga que imponen las cotizaciones. 14 Escobedo, I.: “Un Análisis empírico de los efectos finales producidos sobre el empleo industrial por el sistema de financiación de la Seguridad Social Española: 1975-1983”. Investigaciones Económicas, 1991.
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3.- Enfoque anual o tradicional
Hemos llamado de este modo a la metodología más usualmente empleada para el
estudio de la distribución de la carga que imponen los impuestos. Los trabajos de este tipo
utilizan una idea bien sencilla. Reconstruyen una renta bruta antes de impuestos, clasificando a
las familias (o, en algunas ocasiones, individuos) por niveles de esta renta u alguna otra
característica. Seguidamente calculan el nivel de impuestos que le corresponde pagar a cada
persona o grupo. Este cálculo se hace imputando el total de la recaudación entre los grupos
sobre la base de diversas hipótesis, más o menos racionales, sobre la incidencia de cada uno de
los impuestos. Seguidamente se calculan diversos índices, sea el tipo impositivo efectivo, el
índice de Gini antes y después de los impuestos, etc. Para analizar la distribución de la carga y
sus efectos.
En todos los estudios que siguen esta metodología, hay dos elementos principales: la
estimación de la renta bruta de los individuos y las hipótesis de incidencia de los distintos
impuestos que se elige.
El trabajo más destacado de este tipo es el realizado por Joseph Pechman y Benjamin
Okner, Who Bears the Tax Burden? (1974)15, que es el más ampliamente citado y fue realizado
para determinar la incidencia de los impuestos entre familias.
Para resolver la cuestión de la incidencia de los impuestos (capítulo 3 de la obra) tras
resumir la teoría, valorando cada una de las aportaciones, se opta por una solución que fue
calificada por Valle Sánchez como una “vía quizá poco brillante desde un punto de vista
doctrinal, más posibilista que académica, pero de indudable interés práctico”16. La solución que
adoptaron dado que, como el propio Pechman indica, “los economistas todavía están en
desacuerdo sobre la incidencia de algunos de los impuestos más importantes del sistema
tributario…no nos limitamos a un solo criterio de la incidencia impositiva. En su lugar
preparamos estimaciones sobre la base de ocho series de supuestos de incidencia que van
15 Pechman, j. A. y Okner, B.: Who Bears the Tax Burden?. Brookings. Washington, D.C., 1974. Posteriormente se ha editado una nueva versión de la obra actualizada aunque carece del apéndice donde se explica la confección de la base de datos en que se apoya el trabajo. Ver Pechman, J.A.: Who Paid the Taxes, 1966-85? Brookings Institution. Washington, D.C. 1985. 16 Valle Sánchez, Victorio: “La distribución de la carga monetaria de los impuestos. Una aplicación a España de las hipótesis de Pechman-Okner”. Hacienda Pública Española. 1974.
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desde uno a otro extremo de las opiniones mantenidas por los autores”17. Es decir, los autores
usaron algunos de los desarrollos teóricos y las conclusiones que se habían alcanzado en
distintos trabajos para imputar la carga de los diferentes impuestos, estableciendo diferentes
escenarios de imputación a unos datos actuales que reflejen la renta y el consumo de una gran
cantidad de familias.
El elemento más importante de la obra que estamos comentando es la solución dada a
la otra gran cuestión que hemos planteado, la estimación de la renta antes de impuestos y la
distribución que se hizo de la misma entre los individuos. En el capítulo 2 del libro se define
con gran cuidado las distintas magnitudes que constituyen la definición de renta. Para ello,
optaron por una definición extensa de renta que incluye entre otras partidas, la imputación de
alquileres a los propietarios que ocupan su propia vivienda, los incrementos de capital no
realizados, etc. y que, con la excepción de sucesiones y donaciones, por falta de datos, no deja
de lado prácticamente ningún elemento.
Para la elaboración de la base de datos de rentas e impuestos se elaboró un
emparejamiento, por medio de un elaborado mecanismo explicado en el libro, entre la
información contenida en una amplia encuesta realizada por la Oficina del Censo y una
muestra de datos fiscales preparada por la administración tributaria. Los autores introdujeron
ajustes a estos datos por las rentas bajas exentas de tributación y para las altas, consideradas
por ellos que estaban mal representadas en la encuesta del censo. Así se consigue una amplia
base de datos que contiene diversas características demográficasde las familias, tales como la
edad, el tamaño, la renta incluyendo los incrementos de capital, salarios, etc. y una clasificación
de las mismas por niveles de renta.
Con esta clasificación y las diversas hipótesis de imputación de la carga de cada
impuesto, determinaron la suma total de carga impositiva que soporta cada grupo de renta para
medir así la distribución de la misma entre las familias.
Como se indicó antes, la solución adoptada para realizar la imputación de la carga de
cada impuesto consistió en suponer diferentes hipótesis para los tributos que ocasionaban
mayores desacuerdos entre los teóricos, principalmente el impuesto sobre sociedades, el que
recae sobre las nóminas de los trabajadores y el que recae sobre las propiedades.
17 Pechman, Joseph A.: “Tendencias internacionales en la distribución de la carga tributaria: Implicaciones para la política impositiva”. Hacienda Pública Española. 1974.
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Una vez estimada la renta y distribuida la carga entre las familias para cada
combinación de hipótesis, los autores calcularon el tipo efectivo sobre cada grupo de familias
dividiendo la carga total entre la renta de este grupo. Los resultados obtenidos fueron que los
sistemas impositivos son, para todos los supuestos, casi proporcionales, siendo progresivos
para la cola de renta más alta y regresivos para la de renta más baja.
El esquema del trabajo de Pechman y Okner, aunque no original, ha sido el referente
para todos los trabajos de este tipo, que tratan de estimar la distribución de las cargas de los
impuestos.
Se han realizado con posterioridad muchos trabajos de este tipo, algunos obteniendo
resultados similares, como el de Musgrave y otros (1974)18, aunque éste consideraba los
ingresos y los gastos; otros, como el trabajo de Browning basado, como se indicó antes, en
unas hipótesis de incidencia diferentes, concluye que el sistema era globalmente progresivo. La
diferencia está en el tratamiento que este autor dio a los impuestos indirectos y la parte de los
impuestos directos que era asignada al consumo, parte que no debe ser asignada de esta forma;
por el contrario, se debe imputar en proporción a los ingresos que financian ese consumo y,
desde esa perspectiva, estos impuestos serían proporcionales. Si a este se unen los programas
de bienestar social, se anula la carga de los impuestos a los pobres, con lo que el resultado del
sistema global era progresivo.
Esta metodología que se ha explicado ha sido seguida en multitud de trabajos en la
mayoría de los países desarrollados y en muchos países en desarrollo. La diferencia
fundamental entre los mismos está en las hipótesis de traslación de los impuestos que se
emplean, en la disponibilidad de datos, el tratamiento de los mismos, las características
especiales de cada sistema impositivo, la estructura económica, etc.
A raíz de la reforma legislativa acometida por los EE.UU. en el año 1986, y para el
análisis de los efectos de la misma, se volvieron a poner de actualidad, a principios de los años
90, este tipo de trabajos, en especial para el estudio de los impuestos que habían sido
modificados (impuestos sobre la renta personal y de sociedades). Estos trabajos han tratado de
estimar, cada vez de un modo más cuidadoso, la renta antes de los impuestos, empleando en
algunas ocasiones hipótesis diversas para la imputación de los impuestos, como en el trabajo
18 Musgrave, Richard A.; Case, Karl E. Y Leonard, Herman: "The Distribution of Fiscal Burdens and Benefits". Public Finance Quarterly. 1974. 259-311.
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del Departamento del Tesoro norteamericano19 o empleando hipótesis únicas como suele
hacer la Oficina de Presupuestos del Congreso de los EE.UU.
Entre los organismos norteamericanos que realizan estudios de este tipo con cierta
regularidad, destacamos al Comité Conjunto de Imposición. En el trabajo que esta agencia
publicó en 199320, se hace una extensa y completa referencia a la metodología y los supuestos
utilizados en los trabajos de este tipo que la agencia realiza, generalmente para calcular los
efectos de una reforma fiscal en proyecto o para calcular los efectos de alguna anterior. En esta
metodología destaca la aproximación a la renta extensa que se utiliza, la cual, no introduce
ningún elemento que no sea observable, es decir, no contiene partidas de renta que hayan de
ser estimadas. El otro elemento que destaca en esta metodología es el horizonte temporal
utilizado para el cálculo de las cargas impositivas. Para este organismo, la utilización de un año
simple es erróneo pues hay actuaciones que van a generar efectos en más de un año y limitar el
estudio a uno de ellos no se estarían recogiendo todos los efectos generados por la reforma.
Para solventar esto se propone un horizonte temporal de cinco años; se calcula el valor actual
de las cargas impuestas por esta reforma, a una cierta tasa de descuento, en esos años y se
estima una anualidad constante equivalente para cada año, empleándose esta cantidad en el
análisis.
En España, en los años setenta se realizaron los primeros trabajos de este tipo.
Perona21 realizó uno de los primeros a partir de la Encuesta de Presupuestos Familiares para
1965. Posteriormente, desde el Instituto de Estudios Fiscales se procedió a la actualización del
trabajo, dirigido por Pérez Morales22 y Valle Sánchez, en 197423, adaptó el trabajo de Pechman
y Okner, también con base en la citada encuesta. En cuanto a los resultados, todos estos
trabajos evidencian la regresividad del entonces sistema impositivo español en el que
imperaban los impuestos indirectos y las cotizaciones a la Seguridad Social con impuestos
19 Wallace, S.; Wasylenko, M. Y Weiner, D.: “The Distributional Implications of the 1986 Tax Reform”. National Tax Journal. 44(2), 1991, 181-198. 20 Joint Comittee on Taxation: Methodology and Issues in Measuring Changes in the Distribution of Tax Burden (JCS-7-93), Junio 14, 1993. 21 Perona Villarreal, D.: Estimación estadística de la carga tributaria por escalones de renta: aplicación al caso de España. La distribución de la carga tributaria en España. Instituto de Estudios Fiscales. Madrid. 1972. Este trabajo está resumido en Corella Aznárez, I.: “La distribución de la carga tributaria en España”. Hacienda Pública Española, 47, 1977. 22 Pérez Morales, L.: “Distribución de la carga tributaria por escalones de renta”. Hacienda Pública Española. 26, 1974. 23 Valle Sánchez, V.: op. cit. 1974.
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directos de producto. Estos resultados se obtienen para todo el conjunto de supuestos
utilizados.
Entre estos trabajos que se han publicado en España en los últimos años destaca el
realzado por Manresa y otros (1996)24. Este trabajo, utiliza también las hipótesis de Pechman
para asignar la carga de los impuestos. Extraen los datos de la Encuesta de Presupuestos
Familiares elaborada por el I.N.E. y desarrollan una completa metodología para la estimación
de los ingresos de las familias antes de impuestos, aportando bibliografía de otros recientes
trabajos de este tipo.
Otros trabajos han tratado de estimar la distribución de impuestos particulares como el
que grava la renta personal y, en los últimos años, se han editado trabajos que estiman la carga
de los impuestos también desde una perspectiva territorial.
3.1.- Limitaciones de este enfoque
Las mayores críticas de este enfoque recaen en el modo en que asigna la carga
impositiva entre los grupos. Se ha dicho de él que “se basa más en hipótesis de traslación que
en evidencia empírica sobre la traslación real”25
Utiliza resultados de incidencia de diferentes clases de modelos, que no tienen que ser
necesariamente resultados de equilibrio parcial, pues pueden emplear resultados que procedan
de modelos de equilibrio general y recojan efectos de segunda vuelta, pero lo que no hacen es
calcular estos efectos en un modelo comprehensivo de todos ellos, es decir, extraen resultados
de distintos estudios para cada uno de los impuestos, pero al actuar así, con un modelo que no
24 Manresa, A.; Calonge, S. y Berenguer, E.: “Progresividad y redistribución de los impuestos en España, 1990-1991”, Papeles de Economía Española, 69, 1996. pp. 145-159. Utilizando esta misma metodología los mismos autores han publicado otro trabajo analizando el Estado del Bienestar, es decir, calculando la incidencia de ciertos gastos a la vez que de los ingresos. Ver Calonge, S. y Manresa, A.: “Consecuencias redistributivas del Estado del Bienestar en España: un análisis empírico desagregado”. Moneda y Crédito. 1997. 204, 13-51. 25 Musgrave, R.A.: “Una breve historia de la doctrina fiscal”. Hacienda Pública Española. 1990.
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está cerrado no pueden estimar, por ejemplo, “whether partial shifting of the corporation tax
to consumers is logically consistent with partial shifting of the payroll tax to consumers”26.
Las tres limitaciones más importantes que posee el enfoque según Fullerton y Rogers
(1993)27 se refieren a que utilizan la renta anual de las familias y no emplean un período más
largo de tiempo, de esta forma no tienen en cuenta la considerable redistribución del ciclo vital
e intergeneracional. En este enfoque anual o corriente se puede considerar que se efectúa una
redistribución, a través de las pensiones, por ejemplo, desde las capas de rentas más altas a las
de renta más baja, pero desde un enfoque que considerara más tiempo esta redistribución
podría dar como resultado que no exista ningún tipo de redistribución. Además, si realizamos
nuestro estudio para un año particular, queda la cuestión de elegir este año.
Este enfoque calcula los flujos monetarios entre los grupos de renta pero, lo que no
hace, es calcular los cambios en el bienestar de los consumidores; por tanto, no puede
responder a cuestiones relativas a la eficiencia del sistema impositivo. Cuando se produce un
cambio en la imposición se generan cambios en el bienestar de todos o de algunos de los
ciudadanos de esa economía. Nos estamos refiriendo a las alteraciones que la imposición va a
generar sobre la eficiencia productiva y asignativa.
En una economía en la que impere la competencia perfecta en todos los mercados y
donde los productores maximicen sus beneficios y los consumidores su utilidad, se alcanzará
una asignación óptimo de Pareto determinada por las dotaciones iniciales de los distintos
individuos que integran la economía. Cuando se introduce algún impuesto se generan
ineficiencias que pueden consistir en una mala asignación de los productos a los demandantes,
en una mala asignación de los factores a sus usos más productivos o ambas. Cuando se da esta
situación, los precios de los productos no reflejan el coste marginal de su producción, pues hay
un elemento que hace que no coincida el coste soportado por el productor por usar los
servicios de ese factor con la remuneración obtenida por el dueño del factor productivo o con
el precio para el consumidor, reduciéndose el bienestar global de toda la economía. Las
ineficiencias dependerán del tipo de impuesto que sea considerado y no siempre se van a dar,
pero si se producen deberíamos tenerl a en cuenta para determinar la incidencia del sistema
26 Fullerton y Rogers: op.cit. p. 14., (lo hemos traducido como “si la traslación parcial del impuesto de sociedades hacia los consumidores tiene una consistencia lógica con la traslación parcial del impuesto sobre los salarios hacia ese mismo colectivo”). 27 Fullerton y Rogers: op.cit. pp. 13-14.
16
impositivo que se analiza. El efecto global, en términos de bienestar perdido por parte de los
ciudadanos, es inferior a la recaudación del estado. A esta diferencia se le conoce como pérdida
de peso muerto o exceso de gravamen y no puede ser calculado por medio de este enfoque.
Una crítica desde otro punto de vista, se refiere a la naturaleza del ejercicio de estática
comparativa que está implícito en este tipo de estudios del efecto redistributivo que ejerce el
sistema fiscal. Según este argumento el supuesto en que se basan estos trabajos exige una falta
de comportamiento de los participantes en esta economía, es decir, el enfoque parte del
supuesto de que los participantes de la economía son sujetos pasivos que no responden a la
carga del impuesto que les corresponde soportar, esto es, considera que los agentes de esta
economía actuarían de la misma manera que lo están haciendo ahora, en una hipotética
situación en la que no existieran impuestos. Esta manera de actuar es necesaria dada la
imposibilidad de obtener datos de la situación pre-impositiva, por tanto, para subsanar esta
carencia se supone que el comportamiento de cada grupo de renta será así siempre28. Aunque
algunos autores consideren esta comparación de una situación real con otra hipotética e
inexistente, situación “sin gobierno”, argumentando que esta comparación con una
construcción mental es totalmente carente de interés, otros, como por ejemplo Atkinson y
Stiglitz creen que “esto no es totalmente justo, puesto que el hipotético estado alternativo
puede proporcionar un útil punto de referencia”29.
Por último, otro tipo de argumentos, están referidos al concepto de renta corriente que
se utilizan para el estudio. Estas críticas hacen referencia a qué tipo de ingresos debe ser
incluido en el mismo o cómo estimar algunos tipos de ingresos para los que no hay medidas o
datos (ganancias de capital producidas y no realizadas, salarios de amas de casa, etc.), o
problemas con la evasión fiscal si tomamos como referencia para los estudios las estadísticas
oficiales y si no las tomamos, estaremos basando nuestro estudio en encuestas o muestreos con
la consiguiente pérdida de fiabilidad.
Es decir, detrás de todas estas críticas, se está utilizando una medida particular de la
renta. La medida que empleemos será una aproximación a la renta ideal o comprehensiva, tal como
la definieron Haig y Simons. Pero además, incluso obviando los problemas de aproximación a
28 Shoven, J.B.: “Tax Incidence”. New Palgrave. P. 611. 29 Atkinson A. B. y Stiglitz J.E.: Lecciones sobre Economía Pública. Instituto de Estudios Fiscales. 1988. P. 376.
17
este concepto, éste es sólo una aproximación a la capacidad de pago, no tomando en cuenta las
diferencias en las necesidades entre grupos, familias o individuos.
3.- Modelos de equilibrio general aplicados
Podemos definir, siguiendo a Lora, un modelo de equilibro general aplicado como “una
representación numérica de las condiciones de equilibrio agregado y en cada uno de los
mercados de una economía en la cual intervienen productores y consumidores con
comportamientos establecidos mediante funciones de producción y consumo que dependen de
los precios relativos de dos o más productos”30. Este enfoque es una moderna versión del
modelo de Walras de la economía competitiva y, más concretamente, constituye una extensión
del trabajo empírico de Leontief, el cual, basó su trabajo en la incorporación de sustituciones
en la producción y en la demanda.
El marco walrasiano constituye el marco ideal para “appraising the effects of policy
changes on resource allocation and for assessing who gains and loses, policy impacts not well
covered by empirical macro models”31. Desde el punto de vista teórico, son interesantes todas
las matizaciones que, aplicado a la posibilidad del cálculo en una economía centralizada,
hicieran von Misses, Hayek, Robbins o Lange, entre otros, respecto a la validez de este tipo de
análisis.
Constituye un enfoque alternativo para el estudio de la distribución de la carga
impositiva que subsana algunos de los fallos del enfoque anterior; principalmente, la falta de
consistencia en la elección de las hipótesis de incidencia. Dado que los estudios basados en el
enfoque anual basan sus esfuerzos en determinar unas definiciones de renta lo más precisas
posibles depende de cómo hayamos imputado los impuestos y las decisiones en este sentido,
tienen una gran importancia en las conclusiones del estudio, como se pone de relieve, por
ejemplo, cuando comparamos los estudios de Pechman y Okner y de Browing.
30 Lora, E.: “Los modelos de equilibrio general computable en análisis de incidencia fiscal”. El Trimestre Económico. 1995. Nº 1. 31 Shoven, J.B. y Whalley, J.: “Applied General-Equilibrium Models of Taxation and International Trade: An Introduction and Survey”. Journal of Economic Literature. 1984, XXII, 1007-1051. Podríamos traducirlo como “estimación de los efectos de los cambios políticos sobre la distribución de los recursos y para la valoración de quiénes ganan y pierden, y los impactos de las políticas no bien cubiertos por los macro modelos empíricos”.
18
El enfoque de los modelos de equilibrio general aplicado, trata de dar consistencia,
desde el punto de vista lógico, a las conclusiones en cuanto a los efectos de incidencia de los
diferentes estudios. Además, consigue resolver otra de las carencias importantes del enfoque
anterior, la estimación del coste que los sistemas impositivos introducen en términos de
ineficiencia.
La principal ventaja de un modelo de equilibrio general es que establece una estructura
económica que deriva el comportamiento de la oferta y la demanda de funciones explícitas e
interrelaciones entre las mismas, explicando como se comportan los participantes de la
economía y, haciendo posible, de esta manera el análisis de la reacción de los mismos a la
irrupción de perturbaciones en el modelo que se ha ideado. Para nuestro caso las
perturbaciones están constituidas por los sistemas impositivos o por cambios en el mismo.
De manera breve, podemos describir en qué consiste un modelo de equilibrio general
aplicado y cual es el proceso para la evaluación del mismo; para ello nos basaremos en Lora
(1995)32.
En estos modelos se especifica un número de consumidores, con sus preferencias, los
cuales poseen una dotación de factores, que, con su venta, consiguen una renta que utilizan
para adquirir otros bienes y constituye su restricción de presupuesto, la cual, junto con las
preferencias, determina unas funciones de demanda, con las características normales, para cada
una de los productos. Por el lado de la producción, la tecnología se describe por una función
de producción con rendimientos constantes a escala, y se supone que los productores son
maximizadores de beneficios. Las características de las funciones hacen que el sistema sólo
dependa de los cambios en los valores relativos de las variables sin tener significado el nivel
absoluto de los precios, sobre el resultado de equilibrio. Se supone, de igual manera, un
conjunto de mercados con competencia perfecta. El equilibrio en este modelo se caracteriza
por un conjunto de precios y niveles de producción en cada industria, de forma que las
demandas de cada mercado son iguales a las ofertas de todas las mercancías, aunque se
permiten diferentes mecanismos para esta igualación, tales como bienes libres, mercados de
precios fijo donde la oferta responde a la demanda, mercados con un precio fijado en el
exterior, etc.
32 Lora (1995): op.cit.
19
Deberemos elegir un número considerable de elementos que se adapten a la realidad
concreta que tratamos de analizar. Así, deberemos elegir los grupos de consumidores de los
que va a disponer nuestra economía, la fuente de sus ingresos, la forma concreta de las
preferencias de cada grupo.
La estructura de estos modelos también permite una multitud de desagregaciones
sectoriales de muy diversas categorías. Según los bienes o según los mercados para los que se
producen, se pueden descomponer los sectores en etapas de producción, etc., pudiendo
emplear diferentes tecnologías en cada uno de ellos. Las tecnologías más utilizadas suelen ser
las funciones de coeficientes fijos, las funciones de Cobb-Douglas o las funciones de
elasticidad constante.
Respecto a la definición de los factores de producción, deberemos elegir el número de
grupos que vamos a considerar, en función de la economía y el problema que vayamos a
analizar. Desde los modelos más simples, con sólo dos factores: trabajo y capital, hasta los
modelos mucho más complejos con otras posibilidades, tales como una mayor diferenciación
(trabajo cualificado y no, sindicado o no, etc.) con una plena o imperfecta movilidad entre
sectores de producción o regiones, se puede considerar unos factores fijos o que unos puedan
transformarse en los otros.
Además también deberemos elegir otros aspectos, como qué vamos a hacer con lo
recaudado por los impuestos o cómo formulamos el sector exterior, además del resto de
aspectos institucionales, como diferentes niveles de gobierno y la relación existente entre ellos,
diferentes tipos de empresas, etc.
Por último, también es preciso asegurar que se cumpla la igualdad entre ahorro e
inversión, la forma concreta en que logremos esto se denomina cierre del modelo y, de nuevo,
tenemos múltiples formas de efectuarlo. Hay cierres asociados a modelos neoclásicos, donde la
inversión se ajusta a la disponibilidad de ahorros y la economía se mantiene a un nivel de pleno
empleo; se puede introducir alguna rigidez microeconómica como salarios fijos que dan lugar a
desempleo, cambios en el ingresos y el producto que dan lugar a cambios en el ahorro, a través
del multiplicador, hasta que se logra de nuevo el equilibrio, etc.
20
Aunque la generalidad de los modelos es de tipo estático, es posible incluir una
dimensión temporal y hay varios modelos que los han hecho, aunque el modelo sigue siendo
anual. Estos modelos vinculan alguna variable al valor de otra en el pasado, o en el futuro.
Una vez determinado el modelo que mejor describa la realidad económica que
queremos estudiar, el proceso, ahora, consiste en establecer un equilibrio de referencia inicial y
comparar los niveles de renta disponible o de utilidad de cada grupo con los obtenidos una vez
que se haya alcanzado un nuevo equilibrio, consecuencia del impuesto modificado. Como
vemos, el enfoque nos permite comparar la situación de bienestar de cada grupo antes y
después de la introducción de la perturbación. Esta comparación se realiza con las medidas
desarrolladas. Las más comunes son la variación compensatoria o equivalente hiksiana, aunque
la agregación de esta medida dentro de cada grupo y en la economía como un todo genera
problemas conceptuales.
Es ésta una de las principales ventajas del enfoque de equilibrio general. La posibilidad
de evaluar de alguna manera la magnitud de la pérdida de peso muerto que se produce en la
economía a consecuencia de la introducción del sistema impositivo y determinar los grupos
que se ven afectados por la misma. Aunque las primeras investigaciones respecto al mismo
consideraban que era de poca cuantía, en otros trabajos se han llegado a estimar pérdidas
importantes de bienestar, sobre todo como porcentaje de los ingresos obtenidos y de la
recaudación marginal obtenida, llegando en algunos estudios a ser evaluada en un 79%
respecto a la última.
Además, con este enfoque, es posible estimar otras diferencias entre equilibrios antes y
después del impuesto. En especial podemos evaluar los efectos que los últimos tienen sobre la
distribución de la renta entre grupos y no sólo hacer este cálculo en términos de bienestar.
Estas variaciones pueden ser examinadas usando, los instrumentos al uso, la curva de Lorenz,
el coeficiente de Gini o alguna otra medida.
El procedimiento general de este mecanismo de evaluación de políticas viene resumido
en el siguiente esquema, extraído de Shoven y Whalley (1984):
Datos básicos para la economía para un año concreto o una media
de años (contabilidad nacional, renta y gastos de familias, tablas input-ouput, datos de impuestos,
comercio y balanza de pagos)
Ajustes para lograr un equilibrio de
21
A partir de unos datos de partida, que, debido a la complejidad de las necesidades,
deberán ser extraídos de diferentes fuentes (contabilidad nacional, tablas input-ouput,
encuestas de consumo, etc.) y que, por tal razón, no suelen satisfacer las condiciones de
microconsistencia, de modo que algunos datos deberán ser objeto de ajustes, aunque otros se
introducen en el modelo sin necesidad de ellos. Con estos datos se procede a la construcción
de una matriz de contabilidad social (SAM), que represente todas las fuentes de ingresos y
22
gastos de los agentes que consideremos, pero manteniendo las identidades contables y
macroeconómicas.
Una vez estimada la correspondiente matriz, tenemos un conjunto de datos de
referencia. Estos nos permiten la CALIBRACIÓN del modelo, es decir, como dice Whalley33,
partimos del supuesto de que la economía analizada está en equilibrio con el presente marco de
política fiscal. Ahora se calculan una serie de parámetros para que el modelo pueda reproducir
los datos del equilibrio como una solución del mismo. La principal característica de este
proceso es que los valores de los parámetros que determinan este equilibrio son determinísticos,
es decir, no hay ningún test estadístico del modelo determinado; si los datos que determinan
este equilibrio no son suficientes para especificar el modelo, se cogen valores exógenos de los
parámetros hasta que se identifica. Al contrario que en los trabajos econométricos, donde se
simplifica la estructura económica para destacar la especificación estadística, en el
procedimiento de calibración, se simplifica tanto el modelo estadístico que llega a ser
determinista.
Una vez especificado todo el modelo, se procede a reproducir el equilibrio de
referencia como solución del modelo, lo cual, constituirá un test de precisión. Si esta réplica
falla, determina un error de especificación. Para obtener esta calibración harán falta muchas
iteraciones hasta encontrar el conjunto de precios y de cantidades que iguala las ofertas a las
demandas en todos los mercados; por estas razones la muestra debe ser reducida o agregada.
Una vez calibrado el modelo, se procede a especificar el cambio político a estudiar y
obtener el equilibrio contrafactual. La Economía Matemática ha desarrollados varios algoritmos
para determinar esta solución y determinar diferentes características de la misma. Un punto
problemático de todo este proceso es que el modelo no será especialmente valioso si la
solución no es única. No hay ninguna garantía teórica que garantice la unicidad de soluciones
en los modelos en uso. La hipótesis que la mayoría de los trabajos emplean es presumir la
unicidad hasta que se prueba que no lo son.
Debemos ahora comparar las dos situaciones de equilibrio y obtener las conclusiones.
33 Whalley, J.: “Operationalizing Walras: experience with recent applied general equilibrium tax models”, en Bewley, T. F. (comp.): Advances in Econometrics. V World Congress. Cambridge University Press. 1987, vol. 2.
23
Los datos utilizados para este tipo de análisis constituyen una dificultad añadida, dada
la cantidad de información que se precisa y son, en buena medida, los que van a determinar la
forma concreta que le daremos a nuestras elecciones, la forma de las funciones, la
desagregación de los sectores de producción, etc.
3.1.- Valoración
Esta metodología consigue resolver algunas de las importantes deficiencias de los
análisis tradicionales de la incidencia impositiva. Permiten el cálculo de los costes de eficiencia
de los sistemas impositivos, es decir, la valoración de los excesos de carga de los impuestos en
términos de pérdidas de los excedentes de los consumidores de algún grupo que no son
recibidos por otros. También consigue dotar de un marco de incidencia que goza de
coherencia lógica. Todos los resultados son consistentes entre sí, pues proceden del mismo
sistema. Hemos representado el flujo circular de la economía y las perturbaciones introducidas
generan unas reacciones en los agentes de esta economía que están determinadas por las
consiguientes funciones de preferencias, beneficios, etc., de manera que, bajo esos supuestos
de comportamiento, esa será la regla que rija la actitud que sigan esos grupos y, de este modo,
no debemos acudir a mediciones separadas de la incidencia de los impuestos particulares,
mediciones que sabemos que no son estrictamente aditivas.
Otra ventaja es que, con este enfoque es posible separar los determinantes particulares
en los cambios de la distribución, por ejemplo, es posible calcular si, supongamos, la
distribución de la carga impositiva entre dos grupos es altamente sensible a las variaciones en la
elasticidad de sustitución entre dos grupos de factores de producción.
A pesar de estas dos grandes ventajas, tenemos que ser conscientes de algunos
inconvenientes de este enfoque a la hora de hacer una valoración del mismo:
Este enfoque también es anual, es decir, seguimos estimando las repercusiones de los
impuestos en un año determinado y no tenemos en cuenta las importantes consecuencias que,
desde el punto de vista de la redistribución (de renta o de utilidad), se van a producir en la
renta del ciclo vital. Por tanto, podemos decir que sigue siendo una aproximación a la
determinación de la carga del impuesto desde el punto de vista del ciclo vital. Esto es así,
incluso en los modelos en los que se ha introducido algún elemento dinámico, pues siguen
24
siendo modelos de tipo secuencial y de tipo anual (aunque los resultados del año actual
dependan de algún dato del pasado o del futuro).
La gran desventaja de este enfoque, respecto del anterior, consiste en el gran nivel de
agregación que se precisa para realizar estos estudios. Aunque los modelos de equilibrio general
aplicado se han perfeccionado y mantienen un elevado grado de desagregación, éste, en
comparación a los estudios tradicionales, sigue siendo muy pequeño y de este modo, el grado
de detalle con el que demos nuestras soluciones será muy pequeño, resultando los modelos de
equilibrio general aplicado inadecuados para analizar algunos aspectos particulares de la
incidencia de la imposición que pueden ser muy importantes. Los estudios tradicionales
utilizan unas muestras enormes con un nivel muy grande de particularidad que permite el
examen de muy diferentes problemas, mientras que los trabajos que aquí se analizan, dadas las
particularidades del proceso, deben ser muestras muy pequeñas y agregadas.
Para valorar este enfoque, también se debe advertir que, si en el enfoque tradicional la
principal fuente de críticas era que los impuestos se distribuyen en hipótesis, muchas veces con
una cierta dosis de arbitrariedad, los modelos de equilibrio general, en palabras de Fullerton y
Rogers (1993) tampoco “calculan en lugar de suponer” la incidencia. Estos modelos son
simulaciones de la realidad y están construidos suponiendo una gran cantidad de aspectos para
tratar de describir de manera precisa la economía que se está reproduciendo. Algunos de estos
supuestos se hacen llevados por la necesidad de los datos disponibles o de intuiciones. De
manera que el grado de arbitrariedad sigue siendo elevado y se siguen precisando estudios de
sensibilidad de los parámetros empleados (valores de los mismos que, como ya hemos
indicado, procederán también de diferentes estudios).
A pesar de estas limitaciones, el enfoque de equilibrio general aplicado se ha extendido
como un método de estudio de la incidencia de la imposición, y han sido aplicados muchos de
estos modelos tanto en trabajos académicos como en otras instituciones, recogiendo una muy
diversa realidad económica e institucional de las economías estudiadas. Sirva como ilustración
el trabajo de Decaluwé y Martens (1988).34
34 Decaluwé, B. Y Martens, A.: “CGE Modeling and Developing Economies: A Concise Empirical Survey of 73 Applications to 26 Countries”. Journal of Policy Modeling, 1988, 10(4). 529-568. Este survey
25
4.- Enfoque de incidencia de toda una vida (lifetime incidence)
Hemos visto que el enfoque anual consiste en dividir a las familias en grupos basados
en su renta anual. Los datos necesarios son tomados de los salarios de cada grupo, la renta del
capital y otras medidas como los gastos en mercancías. El análisis de la traslación de la carga
fiscal desde unos grupos hacia otras se trata de medir mediante la estimación de los cambios
que se producirán en los salarios, las tasas de interés y los precios de las mercancías a causa de
los impuestos.
En general, los grupos de renta pueden incluir una mezcla de personas que no
constituyen un grupo homogéneo, por ejemplo, en el grupo de baja renta, pueden estar
incluidos trabajadores jóvenes que están iniciando sus carreras, con lo cual, la renta que en ese
intervalo de tiempo están recibiendo es pequeña, aunque con mucha probabilidad, en el futuro,
obtendrán unas rentas mucho más elevadas. Otros individuos obtienen unas rentas no
regulares y pueden haber tenido un mal año, etc. así como el grupo de los realmente pobres,
grupo que, desde el punto de vista del diseño de una política redistributiva, será el que interese
diferenciar. Además, estos estudios no informan sobre la evolución que experimentan los
individuos a lo largo de su vida, pues durante la misma, pasarán por distintos grupos de renta.
Estos estudios basados en la renta corriente, adolecen de la consideración temporal. Estamos
utilizando una aproximación de tipo estático.
Hay un segundo acercamiento al problema. Consiste en dividir a las familias en grupos
de edad y usar un modelo que describa el ciclo vital del individuo o grupo. Este modelo
especifica un plan de ahorro y consumo durante la etapa en la que el trabajador está activo, así
como de desahorro y consumo en los años en los que está inactivo. Estos modelos calculan los
precios de equilibrio en el tiempo y aclaran los cambios que la incidencia de la imposición
genera en la renta vital del individuo. Este tipo de estudios fija su atención en el efecto que
tiene los impuestos sobre el ahorro, la formación de capital y la productividad futura. Se
utilizan para simular cambios impositivos y estimar sus efectos sobre los salarios, los tipos de
interés, para medir la redistribución de renta entre jóvenes y viejos, etc.
Este enfoque falla en el elemento que constituye el mayor logro del enfoque anual;
clasifica a los individuos por edad, sin diferenciar dentro de cada grupo, es decir, no diferencia
está restringido a países en desarrollo y recoge el análisis de 73 modelos, si bien muchos de ellos no centran su estudio en la incidencia de los sistemas impositivos.
26
entre “jóvenes ricos” y “jóvenes pobres” sino que simplemente considera a los “jóvenes”, de
manera que esta visión sólo nos informará sobre la redistribución de renta entre generaciones
o grupos de edad, información que puede ser interesante para algunos problemas concretos
pero que deja de lado la distinción entre ricos y pobres que es la clasificación que juega un
papel más importante en los debates políticos sobre los efectos distributivos de los impuestos.
Para superar las anteriores carencias se ha desarrollado la metodología llamada incidencia
de toda una vida (lifetime incidence), que es un híbrido entre los dos enfoques anteriores. Fullerton y
Rogers (1993)35 han construido un modelo de este tipo y han simulado el sistema fiscal
norteamericano, para analizar, desde este punto de vista, cómo se distribuye entre la población
las cargas que dicho sistema impone. Se puede ilustrar, de forma gráfica, la relación entre estas
tres visiones con la siguiente figura, sacada de la citada obra:
En el anterior gráfico están representados dos perfiles de renta de los dos grupos en
que suponemos que se divide la economía, los ricos y los pobres. Suponemos que si el
individuo pertenece al grupo de los pobres, la evolución que tendrá su renta anual o corriente a
lo largo de su vida seguirá el perfil trazado por la curva de abajo y lo mismo para el individuo
que pertenezca al grupo de los ricos. Ambos alcanzan un máximo de renta cuando han
madurado como trabajadores.
Los estudios típicos de incidencia tomarían a los individuos que están en el punto G
como los que más renta poseen, pero unirían en un grupo homogéneo a los individuos que
Pobre
Ricos
A
B
C
D
E
F
G
H
Edad
Renta Anual
27
están en los puntos F y C para un segundo grupo de renta; establecerían un tercer grupo de
renta que incluiría a individuos que están en los puntos E, B y H, estableciendo un cuarto
grupo de renta que aglutinaría a los individuos que están en los puntos A y D, los cuales,
formarían parte del grupo más pobre de la economía. Sobre estas bases establecen sus estudios
de redistribución de la renta que generan los diversos tipos de sistemas impositivos.
En un estudio basado en el modelo del ciclo vital, se introduce la perspectiva temporal.
Este enfoque consideraría al grupo de los jóvenes, el cual, aglutinaría a los individuos que están
en la posición A y E, incluirían en un segundo grupo a los individuos B y F; considerarían un
tercer grupo que incluyera a los individuos que se encuentran en la posición C y G y, por
último, considerarían el grupo de gente más vieja que incluyera a los individuos en D y H.
Lo ideal es utilizar un enfoque que combine estos dos puntos de vista para así poder
captar la crucial distinción entre ricos y pobres, pero, a la vez que clasifique a los individuos
basándose en su renta a lo largo de toda la vida y no en su renta corriente.
El enfoque de la incidencia de toda una vida, trata de superar los problemas que
proceden del uso de una visión anual para el estudio de las cuestiones de la incidencia
impositiva.
Los dos enfoques anteriores realizan sus estudios sobre la base de un año en particular
y no recogen los cuestiones en una perspectiva a más largo plazo; comentaremos en lo que
sigue, de manera breve y siguiendo a Fullerton y Rogers en qué consiste esta última visión, para
medir la carga de la imposición en un horizonte temporal que abarque toda la vida de los
individuos.
Friedman desarrolló el concepto de “renta permanente”. Según este concepto las
decisiones actuales de consumo están basadas en la renta que los individuos poseen a lo largo
de un período de tiempo que es superior a un período. Este concepto de renta permanente era
la media de la renta obtenida a lo largo de un número determinado de años. El concepto fue
extendido al horizonte temporal de toda la vida por Modigliani y Brumberg. En su versión más
simple los individuos calculan su riqueza de toda su vida y ésta, constituye la restricción de
presupuesto de los mismos, los cuales igualan el valor presente de su renta con el valor
presente de su consumo.
35 Ibidem.
28
Sobre esta base, muchos investigadores consideran que la distribución de la renta de
toda la vida es un mejor índice de las diferencias en el bienestar que la distribución de la renta
anual y han tratado de computar la misma. Los estudios realizados han encontrado una menor
desigualdad en su distribución bajo este enfoque.
Por tanto, según éste, debemos estimar el valor presente de la carga impuesta sobre
cada individuo a lo largo de toda su vida y esta carga se deberá comparar con la utilidad de
toda la vida del individuo o con una aproximación razonable a la misma, que en estos trabajos
es la renta permanente o principalmente la renta de toda la vida.
Para estos trabajos parece razonable emplear al individuo como unidad de análisis y no
a la familia36, pues resulta difícil pensar en la “renta familiar de toda una vida”, aunque se
podrían imputar cuotas de la renta familiar entre los individuos.
Cuando hemos determinado cómo se forma la renta y riqueza de toda una vida en
diferentes grupos de personas, podemos calcular cómo inciden los sistemas impositivos. En las
estimaciones de la renta de toda una vida, deberemos tener en cuenta elementos tales como su
habilidad, las características heredadas, la riqueza heredada, etc. que determinan el conjunto de
oportunidades de los individuos. Por otro lado, debemos determinar los gustos de los mismos, que
abarcan sus decisiones de ahorro, la cantidad de trabajo que desean ofrecer, actitudes
influenciadas por los padres, un factor de suerte, etc.
Todos estos aspectos han sido introducidos en trabajos empíricos desde los años 80,
especificando cálculos de la utilidad de toda una vida en modelos de equilibrio general, siendo
los citados trabajos de Fullerton y Rogers (1993) y el de Auerbach et al. (1991) los análisis
aplicados más completos y comentados, los cuales establecen el método seguido para
realizarlos.37 Por ejemplo, los primeros, a partir de una muestra de 858 personas de 500
familias a las que se les había encuestado durante 17 años, obtienen una función no lineal que
expresa la tasa de salario en función de la edad y esta tasa se multiplica por la dotación de
36 Para Atkinson y Stiglitz (1980) “la unidad de análisis típicamente elegida es la familia o unidad doméstica, y la distribución está basada en todas esas unidades existentes en una fecha particular. (pero) el enfoque del ciclo vital parece ser más relevante par individuos. Una persona puede pertenecer a varias familias diferentes durante todas su vida, y no parece muy sensato contemplarla como si cambiara la identidad al salir o entrar en una familia”. P. 349. 37 Auerbach, A.J.; Jagadeesh, G. Y Kotlidoff, L.J.: “"Generatinal Accounts: A Meaningful Alternative to Deficit Accounting". En Bradford, David (ed.): Tax Policy and the Economy 5. The MIT Press. Cambridge. 1991.
29
tiempo de trabajo que se le estima a cada persona, obteniendo el valor presente de la dotación
y dividiendo a la población grupos de renta. Pero, como también les interesa el perfil de renta
de cada uno de los grupos, reestiman un perfil de renta para cada uno de los grupos, pues
interesa saber cuando se alcanza en cada grupo el máximo de renta.
En estos trabajos se emplea un modelo de equilibrio general, estableciéndose el
comportamiento de los consumidores, basándose en sus rentas, el de los productores, las
funciones del gobierno, los impuestos y otras especificaciones, empleando una metodología
similar, en lo demás, a los modelos generales estáticos, con la salvedad de que ahora las
cantidades se refieren a los perfiles a lo lago de toda la vida.38
5.1.- Ventajas de emplear la renta de toda una vida como medida del bienestar
Varias son las diferencias entre las medidas, anual y de toda una vida, de la distribución
de la renta que han apuntado Fullerton y Rogers.
Sólo cuando la renta de cada persona no cambia a lo largo del tiempo, la renta anual
reflejaría la renta permanente, pero éste no es generalmente el caso, pues los perfiles de renta
suelen tener un pico en los años intermedios de vida, de modo que los enfoques anuales,
ponen a los jóvenes y ancianos pertenecientes a los grupos de renta alta en grupos de menor
renta.
Otra diferencia surge con los grupos que no tienen un perfil estable de renta. Los
enfoques anuales situarán a estos individuos o familias en grupos de renta más alta o más baja
que les corresponde desde una perspectiva de toda una vida, dependiendo del año que se elija
para la realización del estudio.
La composición de la renta de toda una vida varía menos que la composición de la renta
anual. Las diferencias en la parte de la renta anual que proviene del capital debido a la distinta
distribución de los ahorros entre dos personas no son relevantes. La renta de toda una vida
varía sólo con los legados y las herencias y con las variaciones en la cronología en que se
producen las ganancias respecto al consumo. De esta manera, los impuestos que alteran los
precios relativos de los factores tienen menos efectos por el lado de las fuentes. De forma
similar, todos los individuos progresan desde un conjunto de bienes consumidos cuando son
30
jóvenes, hasta otro cuando son mayores. La composición del consumo sigue dependiendo de
la renta, bajo una perspectiva de toda una vida, pero no de la edad, con lo cual, los impuestos
que cambian los precios relativos de los bienes tienen menos efectos por el lado de los usos.
Esto sugiere que todos los efectos distributivos de los impuestos probablemente van a cambiar
cuando adoptemos una perspectiva de toda una vida . Por ejemplo, la progresividad del impuesto
sobre la renta personal carga bajos tipos impositivos no sólo sobre los pobres, durante toda su
vida, sino también sobre los ricos a lo largo del tiempo en que son jóvenes. Por otro lado, las
altas tasas del impuesto personal sobre la renta, pueden ser pagadas, no sólo por individuos
situados en grupos de renta elevada, sino también por grupos de renta más baja pero que están
en la época de su vida en que obtienen unos mayores ingresos.
Las dos definiciones también se diferencian en los tipos de rentas que deben ser
incorporadas. Desde una perspectiva anual, se incluyen sueldos y salarios, rentas de
empresarios y toda forma de renta de capital como intereses, dividendos y ganancias de capital.
La estimación de muchos de estos rendimientos y de los incrementos del capital presenta
muchos problemas. La perspectiva lifetime, por el contrario, no requiere ninguna medida de la
renta del capital en absoluto, sólo hay que incluir donaciones y legados y ganancias del trabajo,
aunque descontados a la tasa de descuento del capital. Ninguna renta de capital recibida en
algún momento durante la vida, refleja diferencias en niveles de bienestar sino simplemente
diferentes elecciones sobre cuando consumir. Dos individuos con idénticas rentas del trabajo y
herencias recibidas tendrán la misma renta lifetime incluso si uno prefiere consumir después y de
esta manera tiene unos mayores ahorros de joven y mayores rentas del capital más tarde.
Pero se debe hacer notar que, mientras la renta lifetime es independiente de la renta del
capital, las cargas fiscales lifetime no lo son. La carga estará afectada por el comportamiento
consumidor y ahorrador, ya que la renta del capital está incluida en la base imponible. Para dos
individuos con la misma renta lifetime, el sistema actual sitúa una mayor carga sobre el que tiene
unos mayores ahorros y pospone el consumo.
Aunque no son las únicas diferencias sí reflejan un número de elementos que son
obviados por los estudios que se realizan tomando un año como base para los mismos.
38 Fullerton y Rogers (1993) op. cit. Cap. 1 y 2.
31
5.2.- Criticas
Aunque la mayoría de economistas reconocen la superioridad teórica del enfoque éste
no está exento de dificultades. Los principales problemas de los estudios de incidencia de toda
una vida han sido evidenciados en la aplicación práctica. Por ello, muchos autores consideran
que no es viable esta metodología. Algunas de estas críticas vienen recogidas en Barthold
(1993) y en Joint Comittee on Taxation (1993). En estos trabajos nos basaremos en lo que
sigue.39
Estos modelos descansan en un modelo de equilibrio general, el cual, sufre los mismos
problemas que han sido comentados antes, es decir, estamos simulando una economía.
Debemos proceder a la especificación del modelo y necesitamos de unos datos muy concretos,
pero, además, estos modelos se basan en previsiones a largo plazo, que están, necesariamente
realizadas en un nivel muy agregado que no puede distinguir, muchas veces, entre diversos
tipos de ingresos, y, por esta razón, el nivel de subjetividad es más elevado aun.
La principal dificultad viene de la mediada que hagamos de la renta permanente o de la
renta de toda una vida, la cual, necesariamente, va a ser muy imprecisa. En principio, el cálculo
de la misma supone que una política determinada va a mantenerse para siempre y, sobre esta
base, hacer una previsión creíble de las condiciones económicas que imperarán en el futuro,
previsiones que, necesariamente, serán imprecisas pues no podemos anticipar los avatares que
surgirán. Esta imprecisión en el cálculo tiene dos efectos importantes sobre el análisis de las
cargas:
1.- Hace imprecisa la clasificación de los contribuyentes.
2.- Calculamos de manera imprecisa la carga fiscal de toda una vida, la cual, depende de
las proyecciones hechas sobre renta y consumo y de las políticas que surjan.
Por otro lado la estimación de la renta de toda una vida requiere actualizar ingresos muy
alejados en el tiempo, esta actualización es muy sensible a la tasa de descuento empleada, tasa
que hasta cierto punto es muy subjetiva.
Por otra parte, si introducimos un horizonte infinito, debemos tratar de alguna forma a
las generaciones futuras; por tanto tendremos problemas a la hora de considerar la tasa a la que
39 Barthold (1993): “How Should we Measure Distribution?”. National Tax Journal. 1993 y Joint Committee on Taxation (1993): op. cit. pp. 32-33.
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debemos actualizar sus rendimientos. Para las generaciones presentes, ésta se puede inferir de
las elecciones que hacen entre consumo corriente y futuro, pero es difícil determinar el valor
actual del consumo de las generaciones futuras puesto que ellas no podrían elegir consumir
hoy. Tampoco está claro como deberíamos clasificar a las generaciones futuras en cuanto a su
renta. Si continúa el crecimiento económico, las generaciones futuras serán más ricas que las
actuales e incluso los miembros relativamente más pobres, podrían tener estándares de vida
que sean altos comparados con los niveles actuales.
Para finalizar, desde otras perspectiva, también se ha dicho de este enfoque que es
políticamente incorrecto, dado que, desde círculos políticos muchas veces sólo interesa la
distribución de la renta, generada por el sistema de impuesto, en un período de tiempo mucho
más reducido. Además, este enfoque, une en un mismo grupo de renta a personas que, desde el
punto de vista de la calle, no deberían estar juntos, por ejemplo, una pareja de jubilados y un
deportista profesional que cuentan con la misma renta de toda una vida .
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