quine, w. v. o. - dos dogmas del empirismo

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Willard Van Orman Quine Desde un punto de vista lógico Segunda edición revisada, con un nuevo prólogo del autor

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Quine, W. v. O. - Dos Dogmas Del Empirismo

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  • Willard Van Orman Quine

    Desde un punto de vista lgico

    Segunda edicin revisada, con un nuevo prlogo del autor

  • Ttulo original: From a logical point of view Publicado en ingls, en 1980, por Harvard University Press, Cambridge, Massachusetts, y Londres, Reino Unido .

    Traduccin de Manuel Sacristn Prlogo a la nueva edicin castellana de Jess Mostern Traduccin de los pasajes no publicados en la primera edicin ("Prlogo, 1980, "Prlogo a la segunda edicin y pgs. 219-224 [desde "Nuestros ejemplos no permiten objetar nada ... hasta " ... el hecho de que el enun-ciado verdadero]) a cargo de Miguel Cande!.

    Cubierta de Mario Eskenazi

    La edicin original de esta obra fue publicada en castellano por Arie!, Barcelona, en 1962.

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.

    1953, 1961, 1980 by the President and Fellows of Harvard College 2002 del prlogo a la nueva edicin castellana, Jess Mostern 2002 de todas las ediciones en castellano

    Ediciones Paids Ibrica, S.A., Mariano Cub, 92 - 08021 Barcelona y Editorial Paids, SAICF, Defensa, 599 - Buenos Aires http://www.paidos.com

    ISBN: 84-493-1297-3 Depsito legal: B-35.662/2002

    Impreso en Novagrafik, S.L. Vivaldi, 5 - 08110 Monteada i Reixac (Barcelona)

    Impreso en Espafia - Printed in Spain

  • Sumario

    Prlogo a la nueva edicin castellana, Jess Mosterln 11 Prlogo, 1980 21 Prlogo a la segunda edicin 25 Presentacin de la versin castellana, Manuel Sacristn 27 Prefacio 35

    1. Acerca de lo que hay 39 2. Dos dogmas del empirismo 61 3. El problema de la significacin en lingstica 93 4. Identidad, ostensin e hipstasis 113 5. Nueva fundamentacin de la lgica matemtica 131 6. La lgica y la reificacin de los universales 157 7. Notas acerca de la teora de la referencia . . . . . . . . . . . . .. 191 8. Referencia y modalidad 203 9. Significacin e inferencia existencial 229

    Origen de estos ensayos 239 Bibliografa 243 ndice analtico y de nombres 249

  • ~ DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO

    El empirismo moderno ha sido en gran parte condicionado por dos dogmas. Uno de ellos es la creencia en cierta distincin fundamental entre verdades que son anaUticas, basadas en sig-nificaciones, con independencia de consideraciones fcticas, y verdades que son sintticas, basadas en los hechos. El otro dog-ma es el reductivismo, la creencia en que todo enunciado que tenga sentido es equivalente a alguna construccin lgica basa-da en trminos que refieren a la experiencia inmediata. Voy a sostener que ambos dogmas estn mal fundados. Una conse-cuencia de su abandono es, como veremos, que se desdibuja la frontera que se supone trazada entre la metafsica especulativa y la ciencia natural. Otra consecuencia es una orientacin ha-cia el pragmatismo.

    1. EL TRASFONDO DE LA ANALITICIDAD

    La distincin kantiana entre verdades analticas y verdades sin-tticas fue anticipada por la distincin de Hume entre relaciones de ideas y cuestiones de hecho y por la distincin leibniziana entre verdades de razn y verdades de hecho. Leibniz deca de las verdades de razn que son verdades en todos los mundos posibles. Dejando aparte ese pintoresquismo, lo que quera de-cir es que las verdades de razn son aquellas que no pueden ser falsas. En el mismo sentido vemos definir los enunciados anal-ticos como ~quellos enunciados cuyas negaciones son auto con-

  • 62 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO

    tradictorias. Pero esta definicin tiene escaso valor explicativo, pues la nocin de autocontradictoriedad, en el muy amplio sen-tido requerido pOI' esta definicin de la analiticidad, necesita tanta clarificacin 'como la misma nocin de analiticidad. Las dos nociones son la cara y la cruz de una misma problemtica moneda.

    Kant conceba un enunciado analtico como aquel que no atribuye a su sujeto ms de lo que ya est conceptualmente con-tenido en dicho sujeto. Esta formulacin tiene dos insuficien-cias: se limita a enunciados de la forma sujeto-predicado y apela a la nocin de contenido, dejndola, al mismo tiempo, al nivel de una metfora. Pero la intencin de Kant, que se manifies-ta en el uso que hace de la nocin de analiticidad ms que en su definicin., de ella, puede precisarse del modo siguiente: un enunciado es analtico cuando es verdadero por virtud de signi-ficaciones e independientemente de los hechos. Examinemos si-guiendo esa lnea el concepto de significacin que queda presu-puesto.

    Recordemos que significar y nombrar no pueden identificar-se. 1 El ejemplo de Frege de 'el lucero de la tarde' y 'el lucero del alba' y el ejemplo russelliano de 'Scott' y 'el autor de Waverley' ilustran el hecho de que diversos trminos pueden nombrar o denotar la misma cosa y diferir por su significacin o sentido. No menos importante es la distincin entre significar y nom-brar al nivel de los trminos abstractos. Los trminos '9' y 'el nmero de los planetas' nombran una sola y misma cosa, pero seguramente deben considerarse diversos en cuanto al sentido; pues para determinar la identidad de la entidad en cuestin hizo falta practicar observaciones astronmicas y no bast la mera reflexin sobre significaciones.

    Los anteriores ejemplos constan de trminos singulares, con-cretos o abstractos. Con trminos generales, o predicados, la si-tuacin es algo diversa pero paralela. Mientras que un trmino singular pretende nombrar una entidad, abstracta o concreta, un trmino general o universal no tiene ese alcance, sino que es

    1, Vase ensayo anterior, pgs. 47-48.

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 63

    verdadero de una entidad, o de cada una de muchas, o de ningu-na de ellas.2 La clase de todas las entidades de las que es ver-dadero un tnnino general se ll.ama extensin del mismo. En paralelismo con el contraste que se da entre la significacin o el sentido de un tnnino singular y la entidad denotada por l tenemos que distinguir ahora anlogamente entre el sentido de un tnnino general y su extensin. Los tnninos generales 'criatura .con corazn' y 'criatura con riones', por ejemplo, son quizs iguales en extensin, pero desiguales en significa-cin.

    La confusin de la significacin con la extensin es menos corriente en el caso de los trminos generales que la confusin de significacin con denotacin en el caso de los tnninos sin-gulares. Es, en efecto, un tpico filosfico de oposicin entre intensin* (o significacin, o sentido) y extens\n, o bien, en un lxico diverso, entre connotacin y denotacin.

    La nocin aristotlica de esencia fue sin duda la precursora de la nocin moderna de intensin, significacin y sentido. Para Aristteles, era esencial al hombre el ser racional y acci-dental el ser bpedo. Pero hay una diferencia importante entre esa actitud y la teora de la significacin. Desde el punto de vis-ta de la ltima puede en efecto concederse (pero slo por nece-sidades de la discusin) que la racionalidad est incluida en la significacin de la palabra 'hombre', mientras que el tener dos piernas no lo est; pero el tener dos piernas puede al mismo tiempo considerarse incluido en la significacin de 'bpedo', mientras que la racionalidad no lo est. As que, desde el punto de vista de la teora de la significacin, no tiene sentido decir de un individuo concreto, que sea a la vez hombre y bpedo, que su racionalidad le es esencial y que su tener dos piernas le es acci-dental, o viceversa. Las cosas, segn Aristteles, tienen esencia, pero slo las formas lingsticas tienen significacin. Significa-cin es aquello en que se convierte la esencia cuando se separa de su objeto de referencia y se adscribe a la palabra.

    2. Vanse pgs. 48 y 163-174. * En la tenninologa tradicional: comprensin o comprehensin. (N. del t.)

  • 64 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO

    Una cuestin capital para la teora de la significacin es la de la naturaleza de su objeto: qu clase de cosas son las signifi-caciones? La necesidad tradicionalmente sentida de recurrir a entidades mentadas puede deberse a la antigua ceguera para apreciar el hecho de que significacin y referencia son dos co-sas diversas. Una vez tajantemente separadas la teora de la referencia y la significacin, basta dar un breve paso para reco-nocer que el objeto primario de la teora de la significacin es, simplemente, la sinonimia de las formas lingsticas y la analiti-cidad de los enunciados; las significaciones mismas, en tanto que oscuras entidades intermediarias, pueden abandonarse tranquila-mente.3

    As nos encontramos, pues, de nuevo con el problema de la analiticidad. No hay que buscar mucho para dar con enuncia-dos que sean analticos por filosfica aclamacin. Esos enun-ciados se distribuyen en dos clases. Los de la primera clase, que pueden llamarse lgicamente verdaderos, pueden tipificarse me-diante el enunciado siguiente:

    (1) Ningn hombre no casado es casado.

    El rasgo relevante de este ejemplo consiste en que no slo es verdadero tal como queda enunciado, sino que sigue sindolo para toda nueva interpretacin de 'hombre' y 'casado'. Si supo-nemos un inventario previo de partculas lgicas, con 'no' y otras formas de negacin, 'si', 'entonces' [en sentido ilativo, no temporal], 'y', etc., puede decirse en general que una verdad l-gica es un enunciado que es verdadero y sigue sindolo para cualquier interpretacin de sus componentes que no sean part-culas lgicas.

    Pero hay adems una segunda clase de enunciados analti-cos, tipificables por:

    3. Vanse pgs. 50 y sigo y 94-95.

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 65

    (2) Ningn soltero es casado.

    Lo caracterstico de un enunciado como se es que puede convertirse en una verdad lgica sustituyendo sinnimos por' sinnimos; as (2) puede convertirse en (1) poniendo 'hombre no casado' por su sinnimo 'soltero'. Pero seguimos careciendo de una caracterizacin adecuada de esta segunda clase de enunciado analtico y, por tanto, de la analiticidad en general, pues en la anterior descripcin nos hemos basado en una no-cin de sinonimia que no necesita menos aclaracin que la de analiticidad.

    En aos recientes Camap ha tendido a explicar la analiticidad apelando a lo que llama descripciones de estado.4 Una descrip-cin de estado es cualquier asignacin exhaustiva de valores veri-tativos a los enunciados atmicos, no compuestos, del lenguaje. Carnap admite que todos los dems enunciados del lenguaje se construyen a partir de sus clusulas componentes por medio de los expedientes lgicos habituales, de tal modo que el valor veri-tativo de cualquier enunciado complejo queda fijado para cada descripcin de estado por leyes lgicas especificables. Un enun-ciado se explica entonces como analtico cuando resulta verdade-ro para cualquier descripcin de estado. Esta explicacin es una adaptacin de la idea leibniziana de verdad en todos los mun-dos posibles. Pero ntese que esta versin de la analiticidad consigue su propsito slo en el caso de que los enunciados atmicos del lenguaje sean recprocamente independientes; a diferencia de lo que ocurre con 'Juan es soltero' y 'Juan es casa-do'. Si no hay tal independencia, habr una descripcin de esta-do que asigne el valor verdad a 'Juan es soltero' ya 'Juan es ca-sado', con lo que 'Ningn soltero es casado' resultara, bajo el criterio ofrecido, sinttico en vez de analtico. As pues, el crite-rio de analiticidad en trminos de descripciones de estado no sirve ms que para lenguajes que carezcan de pares sinnimos del tipo que precisamente da origen a la segunda clase)) de enunciados analticos. Este criterio es pues, en el mejor de los

    4. Camap (1947), pgs. 9 y sigs.; (1950), pgs. 70 y sigs.

  • 66 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO

    casos, una reconstruccin de la verdad lgic, y no de la analiti-cidad.

    No quiero decir con ello que Camap se haga ilusiones en este punto. Su simplificado modelo lingstico, con sus descripCiones de estado, no est primariamente orientado hacia la solucin del problema general de la analiticidad, sino hacia otro objetivo, a saber, la aclaracin de los problemas de la probabilidad y la in-duccin. Nuestro problema es en cambio la analiticidad; y en este campo la dificultad no se encuentra en la primera clase de enunciados analticos, las verdades lgicas, sino ms bien en la segunda clase, que depende de la nocin de sinonimia.

    2. DEFINICIN

    Hay quien considera resolutoria la salida consistente en de-cir que los enunciados de la segunda clase se reducen a los de la primera, a las verdades lgicas, por definicin; 'soltero', por ejemplo, se define como 'hombre no casado'. Pero cmo descu-brimos que 'soltero' se define por 'hombre no casado'? Quin lo ha definido as, y cundo? Es que basta con apelar al diccio-nario ms a man.o y con aceptar como una ley la formulacin del lexicgrafo? Esto equivaldra a poner la carreta delante de los bueyes. El lexicgrafo es un cientfico emprico, cuya tarea consiste en recopilar hechos antecedentes; y si glosa la palabra 'soltero' mediante 'hombre no casado' es porque cree que se da una relacin de sinonimia entre esas formas, relacin implcita en el uso generala preponderante anterior a su propia obra. La misma nocin de sinonimia, presupuesta por el lexicgrafo, tie-ne que ser aclarada, presumiblemente en trminos referentes al comportamiento lingstico. Est claro que la definicin, que no es ms que el informe del lexicgrafo acerca de una sinoni-mia observada, no puede tomarse como fundamento de la sino-nimia.

    Pero la definicin no es exclusivamente una actividad de fi-llogos. Filsofos y cientficos tienen frecuentemente ocasin de defiriir un trmino abstruso parafrasendolo en trminos

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 67

    de un vocabulario ms familiar. No obstante, ordinariamente una tal definicin, igual que la del fillogo, es mera cuestin de lexicografa y afirma simplemente una relacin de sinonimia anterior a la exposicin en curso.

    Lo que no est aclarado, ni mucho menos, es lo que significa el afirmar una sinonimia, qu son las interconexiones que re-sultan necesarias y suficientes para que dos formas lingsticas puedan describirse correctamente como sinnimas; pero, cua-lesquiera que sean, esas interconexiones estn ordinariamente basadas en el uso. Las definiciones que aportan casos seleccio-nados de sinonimia son, pues, informaciones acerca del uso.

    Hay empero un tipo de actividad definitoria que no se limita a informar acerca de sinonimias preexistentes. Pienso al decir esto en la que Carnap llama explicacin, actividad a la que son aficionados los filosfos y tambin los cientficos en sus mo-mentos ms filosficos. En la explicacin, la intencin no es meramente parafrasear el definiendum mediante un sinnimo palmario, sino perfeccionar realmente el definiendum, afinando o completando su significacin. Pero incluso la explicacin, a pesar de no consistir meramente en recoger una sinonimia pre-existente entre el definiendum y el definiens, descansa de todos modos en otras sinonimias preexistentes. Esta cuestin puede considerarse del modo siguiente. Toda palabra digna de explica-cin tiene algunos contextos que, en conjunto, son lo suficiente-mente claros y precisos como para resultar tiles; el objeto de la explicacin es presexvar el uso de esos contextos privilegiados y afinar el uso de otros contextos. Para que una determinada de-finicin sea adecuada a fines de explicacin, lo que se requiere no es, por tanto, que en el uso anterior el definiendum fuera si-nnimo del definiens, sino slo que todos y cada uno de los con-textos privilegiados del definiendum, tomados como un todo en su uso anterior, sean sinnimos del contexto correspondiente del definiens.

    Dos definientia alternativos pueden ser igualmente apropia-dos para los fines de una misma tarea de explicacin, aun sin ser sinnimos entre s; pues pueden ser ambos igualmente apro-piados en los contextos privilegiados y diferir en cambio en otros.

  • 68 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO Al escoger uno de esos definientia en vez de otro, una definicin de tipo explicativo engendra, por un fiat, una relacin de sinoni-mia entre definiendum y definiens que no exista antes. Pero, como se ha visto, una tal definicin debe su propia funcin ex-

    plica~iva a sinonimias anteriores. Queda, de todos modos, un tipo extremo de definicin que

    no rec~rre en absoluto a sinonimias anteriores, a saber, la in-troduccin, explcitamente convencional, de nuevas notaciones con fines de mera abreviacin. Aqu el definiendum se hace si-nnimo del definiens simplemente porque ha sido precisamente creado para ser sinnimo del definiens. ste es un patente caso de sinonimia creada por definicin; si esto ocurriera en todos los casos, todas las especies de sinonimia seran inteligibles sin ms. Pero, en general, la definicin descansa en la sinonimia ms que explicarla.

    La palabra 'definicin' ha llegado a cobrar un sonido peligro-so por la tranquilidad que produce, seguramente a causa de la frecuencia con que aparece en los escritos lgicos y matemti-cos. Ser conveniente ahora hacer una breve digresin para apreciar el papel de la definicin en el trabajo formal.

    En los sistemas lgicos y matemticos puede preferirse uno de dos tipos antagnicos de economa expresiva, cada uno de los cuales tiene su peculiar utilidad prctica. Por un lado, pue-de buscarse la economa de la expresin prctica, facilidad y brevedad en el enunciado de relaciones complejas. Este tipo de economa exige generalmente notaciones concisas y bien

    distin~as para una gran cantidad de conceptos. Por otro lado, en cambio, puede buscarse una economa en la gramtica y el vocabulario; podemos intentar hallar un mnimo de conceptos bsicos tales que, una vez adjudicada una notacin precisa a cada uno de ellos, sea posible expresar cualquier otro concepto ulterior que se desee mediante la mera combinacin e iteracin de nuestras notaciones bsicas. Este segundo tipo de economa es poco prctico en un sentido, puesto que la pobreza en ele-mentos idiomticos bsicos tiende necesariamente a ocasionar la dilatacin del discurso. Pero es prctico en otro sentido: sim-plifica grandemente el disCurso terico acerca de/lenguaje, pues-

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 69 to que minimiza el nmero de trminos y de formas constructi-vas en que consiste el lenguaje.

    Ambos tipos de economa, aunque incompatibles prima fa-cie, son valiosos cada uno a su manera. Por eso se ha desarro-llado la costumbre de combinar ambos, fijando en la prctica dos lenguajes tales que uno de ellos sea parte del otro. El len-guaje ms amplio, aunque redundante en su gramtica yen. su vocabulario, es econmico en cuanto a la longitud de las ct>mu-nicaciones, mientras que el lenguaje-parte, llamado notacin primitiva, es econmico en su gramtica y en su vocabulario. El todo y la parte estn relacionados por reglas de traduccin gracias a las ~uales cada elemento idiomtico que no pertenez-ca a la notacin primitiva se pone en ecuacin con alguna cons-truccin compleja de dicha notacin primitiva. Esas reglas de traduccin son las llamadas definiciones que aparecen en los sistemas formalizados. Lo mejor es considerarlas no como agre-gadas a un lenguaje, como apndices de l, sino como correla-ciones entre dos lenguajes, uno de los cuales es parte del otro.

    Pero esas correlaciones no son arbit'arias. Se supone que muestran cmo las notaciones primitivas son capaces de cum-plir todos los objetivos del lenguaje redundante, excepto su bre-vedad y su conveniencia. Por eso puede esperarse que, en cada caso, el definiendum y su definiens estn relacionados entre s de uno de los tres modos antes indicados. El definiens puede ser una fiel parfrasis del definiendum en la notacin ms reducida (primitiva), recogiendo una sinonimia directaS como las de usos preexistentes; o bien el definiens puede perfeccionar, en el senti-do de la explicacin, el anterior uso d~l definiendum; o bien, por ltimo, el definiendum puede ser una notacin creada ad hoc y a la que se asigna significacin en ese momento y en ese contexto.

    As pues, tanto en el trabajo formal cuanto en el que no lo es, comprobamos que la definicin -excepto en el caso extre!Il0

    5. Segn otro sentido importante de 'definicin', la relacin recogida puede ser la relacin, ms dbil, de mera concordancia en la referencia; vanse pgs. 193-194. Pero en el presente contexto ser mejor olvidar ese sentido de 'definicin', que es irrelevante para la cuestin de la sinonimia.

  • 70 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO

    de la introduccin explcitameIite convencional ~ nuevas no-taciones- se basa en relaciones de sinonimia an\~riores. Tras reconocer, por tanto, que la nocin de definicin no contiene la clave de la sinonimia y la analiticidad, volvamos a prestar aten-cin a la sinonimia y dejemos ya la definicin.

    3. INTERCAMBIABILIDAD

    Una ocurrencia muy natural y que merece atento examen es la de que la sinonimia de las fonnas lingsticas consiste sim-plemente en su intercambiabilidad en todos los contextos sin que cambie el valor veritativo; intercambiabilidad salva veritate, segn expresin de Leibniz.6 Ntese que la sinonimia as conce-bida no se libera necesariamente de vaguedad, al menos en la medida en que es posible hacer compatibles vaguedades.

    Pero no es completamente verdad que los sinnimos 'soltero' y 'hombre no casado' sean intercambiables en todo caso salva veritate. Es fcil construir verdades que resultan falsedades al iustituir 'soltero' por 'hombre no casado'; por ejemplo, con ayu-da de comillas: .

    'Soltero' tiene menos. de diez letras. , " .....

    Pero tales contraejemplos pueden probablemente darse de lado tratando el e~trecomillado 'soltero' como una palabra sim-ple e invisible (comillasJncluidas) y estipulando que la intercam-biabilidad salva veritate que debe ser piedra de toque de la sino-nimia no se presume aplicable a instancias fragmentarias en el, interior de una palabra. Esta explicacin de la sinonimia, an a4-mitiendo que sea aceptable en todo lo dems, tiene el incol).ve-niente de apelar a una previa concepcin de palabra)) que pp,ede a su vez, con toda probabilidad, presentar dificultades de fQx;InU-lacin. No' obstante, puede argirse que se ha hecho algn PTo;-greso al reducir el problema. de la sino~imia al problema de, ~~

    6. Vase Lewis (1918), pg. 373,

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 71

    naturaleza de las palabr:as. Sigamos pues un poCO esta lnea, con-siderando resuelto el problema palabra.

    Sigue en pie la cuestin de si la intercambiabilidad salva ve-ritate (aparte de instancias en el interior de palabras) es una condicin suficiente de sinonimia o si, por el contrario, hay ex-presiones heternimas que pueden ser intercambiables del mis-mo modo. Tengamos bien claro que lo que nos preocupa aqu no es la sinonimia en el sentido de completa identidad de las 'asoda:ciones psicolgicas o de la cualidad potica; en este senti-do 'no thay dos expresiones sinnimas. Lo nico que nos ocupa es 16 que puede llamarse sinonimia cognitiva. No puede decirse, naturalmente, qu es ,esta sinonimia sino una vez rematado con xito el presente estudio; pero sabemos algo de ella a causa de la. necesidad que se present de ella en conexin con la analiti-cidad en el 1. El tipo de sinonimia que all se necesit consista Iieramente en que todo enunciado analtico pudiera convertirse en una verdad lgica sustituyendo sinnimos por sinnimos. Em-'Pezando ahora por el final y suponiendo explicada la analitici-dad, podramos explicar la sinonimia cognitiva en los trminos siguientes (tomando los del ejemplo ya conocido): decir que 'sol-tero' y 'hombre no casado' son cognitivamente sinnimos no es ni ms ni menos que decir que el enunciad07

    (3) Todos y slo los solteros son hombres no casados es analtico.

    Lo que necesitamd$'es una explicacin de la sinonimia cog-nitiva que no pres1!tIkmga la analiticidad, si es que queremos ex-plicar, a la inve'sa, la analiticidad con ayuda de la sinonimia cognitiva, tal 'como se empren.di en el 1. A nuestra conside-racin se ofrece ahora, precisamente, una tal independiente ex-plicacin de'la sinonimia cognitiva: la intercambiabilidad salva

    7. sta es s'inonimia cognitiva en un sentido primario y amplio. Carnap (1947, pgs. 56 y sig~:>, y Lewis (1946, pgs. 83 y sigs.) han indicado cmo puede obtenerse, una vez que se tiene esta nocin, un sentido ms estricto de sinonimia cognitiva que es preferible para algunas finalidades. Pero esta especial ramificacin en la construccin de conceptos'cae fuera de nuestro presente objetivo y no debe confundirse con el tipo amplio de sinonimia cognitiva que .aqul nos ocqpa.

  • 72 DESD UN PUNTO DE VISTA LGICO

    veritate en todas partes excepto en el interior de palabras. La cuestin que se nos plantea -cojamos el cabo del hilo- es la de si esa intercambiabilidad es una condicin suficiente de la sinonimia cognitiva. Podemos convencernos pronto de que lo es, mediante ejemplos del tipo siguiente. El enunciado

    (4) Necesariamente todos y slo los solt~ros son solteros

    es evidentemente verdadero, incluso suponiendo que 'necesa-riamente' se construye tan restrictivamente que no sea correc-tamente aplicable ms que a enunciados analticos. Si 'soltero' y 'hombre no casado' son intercambiables salva veritate, el re-sultado de poner 'hombre no casado' por una de las instancias de 'soltero' en (4), a saber,

    (5) Necesariamente todos y slo los solteros son hombres no casados

    tiene que ser verdadero como (4). Pero decir que (5) es verda-dero es decir que (3) es ana~tico y, por tanto, que 'soltero' y 'hombre sin casar' son cognitivamente sinnimos.

    Veamos qu hay en esa argumentacin que le da su aspecto de arte de birlibirloque. La condicin de intercambiabilidad salva veritate tiene mayor o menor fuerza segn la riqueza del lenguaje de que se trate. La anterior argumentacin supone que estamos trabajando con un lenguaje lo suficientemente rico como para contener el adverbio 'necesariamente' construido de tal modo que da el valor verdad siempre y slo si se aplica a un enunciado analtico. Pero podemos admitir un lenguaje que contenga ese adverbio? Tiene realmente sentido ese adverbio? Suponer que lo tiene es suponer que hemos conseguido ya un sentido satisfactorio de 'analtico'. Y entonces, para qu segui-mos trabajando tan celosamente?

    Nuestra argumentacin no era un flagrante crculo viCioso, pero s algo parecido. Por decirlo metafricamente, tiene la for-ma de una curva cerrada en el espacio.

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 73

    La intercambiaoilidad salva veritate carece de sentido a me-nos que se relativice a un lenguaje cuya amplitud est especifi-cada en algunos importantes respectos. Supongamos que consi-deramos un lenguaje que contiene precisamente los siguientes elementos. Hay una reserva indefinidamente grande de predi-cados mondicos (por ejemplo, 'F'; 'Fx' significa que x es un hombre) y polidicos (por ejemplo, 'G'; 'Gxy' significa que x ama ay), la mayora de los cuales se refieren a materias extral-gicas. El resto del lenguaje es lgico. Los enunciados atmicos consisten cada uno de ellos en un predicado seguido por una o ms variables 'x', y, etc.; y los enunciados complejos se cons-truyen partiendo de los atmicos mediante funciones veritati-vas ('no', 'y', 'o', etc.) y la cuantificacin.8 Un tal lenguaje goza de los beneficios de la descripcin y, por tanto, de los trminos sin-gulares en general, los cuales pueden ser con textualmente defini-dos del modo visto.9 Tambin los trminos singulares abstractos que denotan clases, clases de clases, etc., son contextualmente definibles con tal de que la reserva de predicados incluya el pre-dicado didico de pertenencia de individuo a clase. lO Ese lengua-je puede ser adecuado para la matemtica clsica y para el dis-curso cientfico en general, excepto en la medida en que este ltimo incluye expedientes discutibles como los condicionales contrafactuales o adverbios modales como 'necesariamente'. 11 Un lenguaje de este tipo es extensional en el siguiente sentido: siempre que dos predicados coinciden extensionalmente (esto es, son verdaderos de los mismos objetos) son intercambiables salva veritate. 12

    En un lenguaje extensional, por tanto, la intercambiabilidad salva veritate no garantiza una sinonimia cognitiva del tipo de-seado. Qu e 'soltero' y 'hombre no casado' son intercambiables en un lenguaje extensional salva veritate no nos garantiza ab-

    8. En p,gs. 131 y sigs. se encontrar una descripcin de un lenguaje as, con la particularidad de que no contiene ms que un predicado, el predicado didico 'E' [perte-nencia de miembro a clase (N. del t.)].

    9. Vanse pgs. 43-47, 136 Y sigs. y 236 Y sigs. 10. Vase p.g. 139. 11. Sobre tales expedientes vase tambin el ensayo 8. 12. sa es la sU1itancia de Quine (1940), *121.

  • 74 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO solutamente nada ms que la verdad de (3). No hay ninguna seguridad de que la coincidencia extensional de 'soltero' y 'hombre no casado' descanse en la significacin y no en cir-cunstancias fcticas accidentales, como ocurre con la coinci-dencia extensional de 'criatura con corazn' y 'criatura con ri-ones'.

    Para muchos propsitos la coincidencia extensional es la mejor aproximacin a la sinonimia que podemos conseguir. Pero sigue en pie el hecho de que la coincidencia extensional queda lejos de la sinonimia cognitiva del tipo requerido para explicar la analiticidad del modo emprendido en el 1. El tipo de sinonimia cognitiva que se necesita tiene que ser tal que per-mita sentar la equivalencia de la sinonimia de 'soltero' y 'hom-bre no casado' con la analiticidad de (3) y no simplemente con la verdad de (3).

    Tenemos pues que reconocer que la intercambiabilidad salva veritate construida en relacin con un lenguaje extensional no es condicin suficiente de la sinonimia cognitiva en el sentido requerido para derivar de ella la analiticidad a la manera del 1. Si el lenguaje contiene un adverbio intensional, el adverbio 'necesariamente', en el sentido antes indicado, u otras partcu-las que tengan el mismo efecto, la intercambiabilidad. salva ve-ritate ser en ese lenguaje una condicin suficiente de la sinoni-mia cognitiva; pero ocurre que un tal lenguaje no es j,nteligible ms que si la nocin de analiticidad se entiende ya por antici-pado.

    Es posible que el esfuerzo dirigido a explicar prime:ro la sino-nimia cognitiva para derivar luego de ella la analitiddad, como se apunt en el 1, yerre su direccin. En lugar de esforzarnos segn esa lnea podramos intentar explicar la analiiticidad de algn modo que no apele a la sinonimia cognitiva. Luego podra-mos sin duda derivar la sinonimia cognitiva de la a.naliticidad de un modo plenamente satisfactorio. Hemos visto que la sino-nimia cognitiva de 'soltero' y 'hombre no casado" puede ex-plicarse como analiticidad de (3). La misma explk:acin sirve para todo par de predicados mondicos, como es natural, y puede generalizarse de modo obvio a los predicado:s polidicos.

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 75

    Tambin pueden incluirse en la explicacin,.de un modo para-lelo, otras categoras sintcticas. Por lo que hace a los trminos singulares puede decirse que son cognitivamente sinnimos cuando el enunciado de identidad formado escribiendo '=' en-tre aquellos trminos singulares es analtico. Por lo que hace a los enunciados, puede decirse simplemente que son cogniti-vamente sinnimos cuando su bicondicional (el resultado de unirlos mediante la conectiva 'si y slo si') es un enunciado analtico Y Si queremos reunir todas esas categoras sintcti-cas en una sola formulacin, podemos hacerlo -al precio de volver a cargar con la nocin de ((palabra, a la que ya antes se apel en esta seccin- describiendo como cognitivamente si-nnimo cualquier par de formas lingsticas que sean inter-cambiables (aparte de instanciasen el interior de palabras) sal-va analyticitate (y no ya slo ventate). Surgen entonces ciertos problemas tcnicos sobre casos de ambigedad o de homoni-mia; pero no nos detendremos ahora en ellos, ya que an nos encontramos en nuestra larga digresin. Abandonemos ms bien el problema de la sinonimia y volvamos de nuevo al de la analiticidad.

    4. REGLAS SEMNTICAS

    Pareci al principio que la manera ms natural de definir la analiticidad consista en apelar a un reino de significaciones. Afinando esa solucin, la apelacin a significaciones dio lugar a la apelacin a la sinonimia o a la definicin. Pero la definicin mostr ser un fuego fatuo y, en cuanto a la sinonimia, result que sta no puede entenderse correctamente sino mediante una previa apelacin a la analiticidad misma. Y as volvemos al pro-blema de la analiticidad.

    No s si el enunciado 'Toda cosa verde es extensa' es analti-co. Traiciona mi indecisin ante ese ejemplo una comprensin

    13. Entendiendo 'si y slo si' en el sentido veritativo-funcional. Vase Camap (1947), pg. 14.

  • 76 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO

    incompleta, una incompleta captacin de las significaciones de 'verde' y 'extensa'? Yo creo que no. La dificultad no est en 'verde' ni en 'extensa', sino en 'analtico'.

    Se dice a menudo que la dificultad de distinguir entre enun-ciados analticos y enunciados sintticos en el lenguaje ordina-rio se debe a la vaguedad de ste y que la distincin es clara cuando se trata de un preciso lenguaje artificial con reglas se-mnticas precisas. Voy a intentar mostrar que eso es una con-fusin.

    La nocin de analiticidad en tomo a la cual nos movemos es una relacin entre enunciados y lenguajes: de un enunciado E se dice que es analtico para un lenguaje [o en un lenguaje] L, y el problema consiste en conseguir un sentido general de esa re-lacin, es decir, para 'E' y 'L' como variables. La gravedad del problema no es menos perceptible en lenguajes artificiales que en lenguajes naturales. El problema de dar sentido a la frase 'E es analtico para L', con 'E' y 'L' variables, sigue siendo correoso aunque limitemos el campo de la variable 'L' a lenguajes artifi-ciales. Intentar ahora poner esto de manifiesto.

    En materia de lenguajes artificiales y de reglas semnticas es natural dirigirse a los escritos de Camap. Sus reglas semnticas toman varias formas y para precisar mi tarea tendr que distin-guir algunas de esas formas. Supongamos, para eIllpezar, un len-guaje artificial Lo cuyas reglas semnticas tengan explcitamente la forma de Una especificacin -recursiva o de otro tipo- de to-dos los enunciados analticos de Lo. Las reglas nos dicen que tales y cuales enunciados, y slo ellos, son los enunciados anal-ticos de Lo. La nica dificultad en este caso es que las reglas con-tienen la palabra 'analtico', que es la palabra que no compren-demos! Comprendemos cules son las expresiones a las que las reglas atribuyen analiticidad, pero no comprendemos qu es en realidad lo que las reglas les atribuyen. Dicho brevemente: para que podamos entender una regla que empieza diciendo 'Un enunciado E es analtico para el lenguaje Lo si y slo si...', tene-mos que entender antes el trmino general relativo 'analtico para'; tenemos que entender 'E es analtico para L', siendo 'E' y 'L', variables.

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 77

    Podemos naturalmente tambin considerar la llamada regla como una definicin convencional de un nuevo smbolo simple, el smbolo 'analtico para Lo', que valdr ms escribir, sin ten-dencia psicolgica, 'K', por ejemplo, para que no parezca indebi-damente que arroja luz sobre la palabra que nos interesa, 'anal-tico'. Cualquier nmero de clases, K. M, N, etc., de enunciados de Lo puede especificarse en atencin a diversas necesidades o sin ninguna finalidad; qu significa entonces decir que K. a di-ferencia de M, N, etc., es la clase de los enunciados 'analticos' de Lo?

    Enumerando los enunciados que son analticos para Lo ex-plicamos 'analtico para Lo', pero no 'analtico' ni 'analtico para'. No explicamos la frase 'E es analtico para L' con 'E' y 'L' variables, ni siquiera limitando el campo de 'L' a los lenguajes artificiales.

    En realidad, conocemos lo suficiente de la significacin bus-cada de 'analtico' como para saber que los enunciados analti-cos se suponen verdaderos. Atendamos por ello ahora a otra forma de regla semntica, la cual no dice que tales o cuales enunciados son analticos, sino, simplemente, que tales o cua-les enunciados se incluyen entre los verdaderos. Una regla de este tipo no est sujeta a la crtica por contener la palabra 'ana-ltico', cuya comprensin se busca; por amor de la argumenta-cin podemos suponer que no hay dificultades a propsito del trmino, ms amplio 'verdadero'. No se supone que una regla semntica de este segundo tipo, una regla veritativa, especifi-que todas las verdades de su lenguaje; slo precisa -recursiva-mente o de otro modo- un cierto nmero de enunciados que deben considerarse verdaderos junto con otros que no especifica. Puede concederse que una tal regla es suficientemente clara. So-bre ella puede luego precisarse derivativamente la analiticidad del modo siguiente: un enunciado es analtico si es verdadero por la regla semntica (no simplemente verdadero).

    Pero con ello no se ha conseguido ningn progreso real. En vez de apelar a la inexplicada palabra 'analtico' estamos' apelando ahora a la inexplicada frase 'regla semntica'. No todo enuncia-do verdadero que dice que los enunciados de una clase determi-

  • 78 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO

    nada son verdaderos puede tomarse como una regla semntica, pues entonces todas las verdades seran analticas en el senti-do de ser verdaderas por virtud de reglas semnticas. Todo pa-rece indicar que la nica caracterstica de las reglas semnticas consiste en figurar en una pgina encabezada por el rtulo 'Re-glas Semnticas', y este rtulo carece por su parte de significa-cin.

    Podemos pues decir que un enunciado es analtico para Lo si y slo si es verdadero segn tales y cuales reglas semnticas)) precisamente especificadas, pero con ello volvemos a encon-tramos esencialmente en el mismo caso inicialmente discutido: 'E es analtico para Lo si y slo si...'. Y puesto que lo que quere-mos explicar es 'E es analtico para L' en trminos generales para la variable 'L' (aunque admitiendo su limitacin a los len-guajes artificiales), la explicacin 'verdadero segn las reglas se-mnticas de L' es estril, pues eltrmino relativo 'regla semnti-ca de' necesita por lo menos tanta aclaracin como 'analtico para'.

    Puede ser instructivo comparar la nocin de regla semntica con la de postulado. Dado un conjunto de postulados, es muy fcil decir qu es un postulado: es un miembro del conjun-to dado. Y dado un conjunto de reglas semnticas, es tambin muy fcil decir qu es una regla semntica. Pero dada simple-mente una notacin matemtica o de otro tipo, entendida como se quiera en cuanto a la traduccin o a las condiciones veritati-vas de sus enunciados, quin puede decir cules de sus enun-ciados verdaderos tienen el rango de postulados? Es obvio que la cuestin carece de sentido; tanto como la pregunta que in-quiriera qu lugares de Ohio son puntos de partida. Toda selec-cin finita (o infinita, pero efectivamente especificable) de enun-ciados (quiz preferiblemente verdaderos) es un conjunto de postulados con el mismo derecho que cualquier otra seleccin. La palabra 'postulado' es significante slo si es relativa a un concreto acto de investigacin; aplicamos la palabra a un con-junto de enunciados en la medida en que al mismo tiempo pen-samos en esos enunciados en relacin con otros que pueden ob-tenerse de ellos mediante un conjunto de transformaciones al

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 79

    que hemof! t~nido que prestar nuestra atencin. La nocin de regla semntica es tan concreta y significativa como la de POS-tulado si se concibe con el mismo espritu relativo -relativo, en este ca~o, a la tarea de informar a alguna persona acerca de las condiciones suficientes de la verdad de enunciados en un

    determin~do.lenguaje, natural o artificial, ~. Pero des4e este punto de vista ninguna ind~cacin de una subclase de verdades de L es por derecho propio ms. regla semntica que otra, y si 'analtico' significa 'verdadero por reglas semnticas', ninguna verdad de L es ms analtica que otra. 14

    Podria pensarse en argir que un lenguaje artificial L (a dife-rencia de un lenguaje natural) es un lenguaje en el sentido or-dinario de esa palabra ms un conjunto de reglas semnticas explcitas ---constituyendo el conjunto, digamos, un par orde-nado-; y que las reglas semnticas de L son entonces simple-mente especificables como el segundo elemento del par L. Pero, con el mismo resultado y menos dificultad, podemos construir un lenguaje artificial L como un par ordenado cuyo segundo elemento es la clase de sus enunciados analticos; en este caso los enunciados analticos de L son especificables sencillamente como los enunciados que componen el segundo elemento de L. O, mejor an, podemos dejar de una vez de intentar levantar-nos tirndonos de nuestras propias orejas.

    No todas las explicaciones de la analiticidad conocidas por Carnap y sus lectores han sido explcitamente cubiertas por las anteriores consideraciones; pero no es difcil ver cmo pueden stas ampliarse a las dems formas. Slo habra que mencionar an un factor adicional que interviene algunas veces: en ocasio-nes las reglas semnticas son en realidad reglas de traduccin al lenguaje ordinario, caso en el cual los enunciados analticos del lenguaje artificial se reconocen efectivamente por la analiti-cidad de sus especificadas traducciones al lenguaje ordinario. Realmente, en este caso no podr decirse que el problema de la analiticidad quede eliminado por el lenguaje artificial.

    14. El prrafo anterior no figuraba en la primera edicin de este ensayo. Ha sido inspirado por Martin (vase bibliografa), igual que el final del ensayo 7.

  • 80 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO

    Desde el punto de vista del problema de la analiticidad, la nocin de lenguaje artificial con reglas semnticas es un feu fo-llet par excellence. Las reglas semnticas como determinantes de los enunciados analticos de un lenguaje artificial no tienen inters ms que si hemos entendido ya la nocin de analiticidad; pero no prestan ninguna ayuda en la consecucin de esa com-prensin.

    La apelacin a lenguajes hipotticos de un tipo artificialmen-te sencillo podria probablemente ser til para la aclaracin de la analiticidad, siempre que el modelo simplificado incluyera al-gn esquema de los factores mentales, comportamentsticos o culturales relevantes para la analiticidad, cualesquiera que ellos sean. Pero es poco verosmil que un modelo que toma la analiti-cidad como un carcter irreductible pueda arrojar luz a la hora de intentar explicar la analiticidad.

    Es obvio que la verdad en sentido general depende a la vez del lenguaje y del hecho extralingstico. El enunciado 'Bruto mat a Csar' sera falso si el mundo hubiera sido diverso en al-gunos aspectos de lo que ha sido y tambin lo sera si resultara que la palabra 'mat' tuviera el sentido de 'procre'. Por eso se presenta la tentacin de suponer que la verdad de un enunciado es algo analizable en una componente lingstica y una compo-nente fctica. Dada esa suposicin, parece a continuacin razo-nable que en algunos enunciados la componente fctica se con-sidere nula; y stos son los enunciados analticos. Pero por razonable que sea todo eso a priori, sigue sin trazarse una lnea separatoria entre enunciados analticos y enunciados sintticos. La conviccin de que esa lnea debe ser trazada es un dogma nada emprico de los empiristas, un metafsico artculo de fe.

    5. LA TEORA DE LA VERIFICACIN Y EL REDUCTIVISMO

    En el curso de estas sombras reflexiones hemos conseguido una visin bastante oscura de la nocin de significacin prime-ro, luego de la de sinonimia cognitiva y, finalmente, de la de analiticidad. Y la teora de la verificacin, que es una teora

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 81

    de la significacin?, se preguntar. Esa frase -teora de la veri-ficacin- se ha establecido tan finnemente como marca de f-brica del empirismo que habra sido muy poco cientfico no buscar antes por otros lados una posible clave del problema de la significacin y dems problemas asociados con l.

    La teora de la verificacin de la significacin, tan destacada en la literatura a partir de Peirce, sostiene que el sentido o signi-ficacin de un enunciado es el mtodo de confinnacin o confu-tacin emprica del mismo. Un enunciado analtico es aquel caso lmite que queda confinnado en cualquier supuesto.

    Como se dijo en el 1, podemos perfectamente obviar la cues-tin de las significaciones como entidades y dirigirnos directa-mente hacia la de la identidad de significacin, o sinonimia. Pues lo que la teora de la verificacin dice es que unos enunciados son sinnimos si y slo si coinciden en cuanto al mtodo de con-finnacin o invalidacin emprica.

    Es sta una explicacin de la sinonimia cognitiva de enun-ciados, y no de fonnas lingsticas en general. 15 No obstante, partiendo del concepto de sinonimia de enunciados podemos derivar el concepto para otras fonnas lingsticas mediante con-sideraciones bastante parecidas a las hechas al final del 3. Pre-suponiendo la nocin de palabra, podemos en efecto explicar la sinonimia de dos fonnas cualesquiera por el hecho de que la sustitucin de una instancia de una fonna en cualquier enun-ciado (aparte de instancias en el interior de una palabra) por la otra fonna produce un enunciado sinnimo. Por ltimo, dado as el concepto de sinonimia para fonnas lingsticas en gene-ral, podemos definir la analiticidad en tnninos de sinonimia y verdad lgica como en el 1. En realidad, podemos definir la analiticidad ms simplemente en tnninos de mera sinonimia de enunciados ms verdad lgica; no es necesario apelar a la si-

    15. Pero la doctrina puede formularse con trminos --en vez de enunciados-como unidades. As, Lewis define la significacin de un trmino como un criterio men-tal por referencia al cual somos capaces de aplicar, o negarnos a aplicar, la expresin en cuestin en el caso de cosas o situaciones presentes o imaginadas (1946, pg. 133). Para una instructiva exposicin de las vicisitudes de la teora de la verificacin, cen-trada en la nocin de significatividad y no en las de sinonimia y analiticidad, vase Hempel. .

  • 82 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO n9nimia de formas lingsticas diversa~ de los enunciados. Pues un enunciado puede describirse como analtico con tal de que

    s~a sinnimo de u~ enunciado lgicamente verdadero. As pues, si la teora de ~a verificacin puede aceptarse como

    explicacin adecuada de la sinon~mia de enunciados, la nocin de analiticidad se s\lva en ltima 'instancia. Pensemos, de todos modos. La teora dice que la sirtonimia de enunciados es la igualdad de mtodQ de confirma~in o in~alidacin empica. Pero qu son esos mtodos que hay que cc;>mparar para esta-blecer su igualdad?: Dicho de otro modo: cul es la naturaleza de la relacin entre un enunciado y las exigencias que contribu-yen a su confirmacin o la impiden?

    La concepcin ms ingenua de esta relacin consiste en su-poner que se trata de una referencialidad directa. Tal es el re-ductiv~smo radical, que sosti~ne que todo enunciado con senti-d9 es traducible a un enunciado (verdadero o falso) acerca de experie:ncia inmediata. En una forma u otra, el reductivismo radicalprecede a la teora de la verificacin propiamente dicha. As, por ejemplo, Locke y Hume sostenan que toda nocin se origi,na directamente en la experiencia sensible, o bien es un compuesto de nociones as originadas. Recogiendo una indica-cin de Tooke, podemos reformular esta doctrina en la jerga tcnica semntica diciendo que para ser significante un trmi-no tiene que ser el nombre de un dato sensible, o bien un com-

    pues,~o ~~" tales nombres o una abreviatura de un compuesto de sa natu.rrueza. As formulada, la doctrina sigue siendo ambigua porque se refiere a la vez a datos sensibles como acaecimientos sensoriales y datos sensibles como cualidades sensibles; y es adems vaga en cuanto a los modos admisibles de composicin (de nombres de datos sensibles). An ms: la doctrina es innece-saria e inadmisiblemente restrictiva por la casustica crtica de trminos que impone. Ms razonablemente -aunque sin re-basar los lmites de lo que he llamado reductivismo radical-podemos tomar como unidades significantes enunciados com-pletos y exigir que 'nuestros enunciados sean traducibles como totalidades al lenguaje de los datos sensibles, y no que lo sean trmino por trmino.

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 83

    Esta correccin habra sido sin duda bien recibida por Loc-ke, Hume y Tooke, pero histricamente no se produjo hasta el momento de la importante reorientacin de la semntica por la cual se pas a ver el vehculo primario de la significacin en el enunciado y no en el trmino. Esta reorientacin, ya explcita en Bentham y Frege, est en la base del concepto russelliano de smbolo incompleto definido por el USO;16 tambin est impl-cita en la teora de la significacin que consideramos, la teora de la verificacin, puesto que los objetos de la verificacin son enunciados.

    El reductivismo radical, concebido con los enunciados como unidades, se pone la tarea de especificar un lenguaje de los da-tos sensibles y de mostrar la forma de traducir a l, enunciado por enunciado, el resto del discurso significante. En esta em-presa se embarc Carnap en Der logische Aufbau der Welt.

    El lenguaje que Carnap adopt como punto de partida no era un lenguaje de datos sensibles, en el sentido ms estricto imaginable, pues inclua tambin notaciones lgicas hasta el nivel de la teora de conjuntos superior. Inclua, en efecto, todo el lenguaje de la matemtica pura. La ontologa implcita en ese lenguaje ~s decir, el campo de valores de sus variables- abra-zaba no slo acaecimientos sensoriales, sino tambin clases de clases, etc. Hay empiristas que se aterraran ante tal prodigali-dad. En cambio, el punto de partida de Carnap es muy econ-mico en su parte extralgica o sensorial. En una serie de cons-trucciones en las que aprovecha con mucho ingenio los recursos de la lgica moderna, Camap consigue definir una amplia colec-cin de importantes conceptos adicionales de tipo sensorial que, a no ser por sus construcciones, nadie habra imaginado defini-bles sobre tan estrecha base. Carnap fue el primer empirista que, no contento con afirmar la reductibilidad de la ciencia a trminos de experiencia inmediata, dio serios pasos hacia la rea-lizacin de esa reduccin.

    Si el punto de partida de Carnap es satisfactorio, sus cons-trucciones no eran en cambio, como l mismo subrayaba, ms

    16. Vase pg. 44.

  • 84 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO

    que un fragmento del programa entero. Incluso la construccin de los enunciados ms sencillos acerca del mundo fsico queda-ba en un estadio esquemtico o de esbozo. A pesar de su carc-ter esquemtico, las sugestiones de Camap en este terreno eran realmente sugestiones -sugestivas-o Explicaba los puntos-ins-tantes espacio-temporales como conjuntos de cuatro nmeros reales y estudiaba la asignacin de cualidades sensibles a los puntos-instantes segn cierto~ cnones. Sumariamente resumi-do, el plan consista en asignar cualidades a los puntos-instantes de tal modo que se consiguiera el mundo ms perezoso compa-tible con nuestra experiencia. El principio de accin mnima de-ba ser nuestra gua en la construccin de un mundo a partir de la experiencia.

    Pero Camap no parece haber visto que su tratamiento de los objetos fsicos no alcanzaba la reduccin no slo pOr su carc-ter esquemtico, sino por principio. Segn sus cnones, haba que atribuir valores veritativos a enunciados de la forma 'La cualidad e se encuentra en el punto-instante x; y; z; t',maximi-zando y minimizando ciertos rasgos generales, y con el enrique-cimiento de la experiencia haba que revisar progresivamente los valores veritativos dentro de esa misma lnea. Creo que esto es una buena esquematizacin (sin duda deliberadamente sim-plificada) de lo que realmente hace la ciencia; pero no da la me-nor indicacin, ni siquiera la ms esquemtica, sobre cmo po-dra traducirse al inicial lenguaje de datos sensibles y lgica un enunciado de la forma 'La cualidad e se encuentra en x; y; z; t'. La conectiva 'se encuentra en' es una conectiva aadida y no de-finida; los cnones nos guan en su uso, pero no en su elimina-cin.

    Camap parece haber apreciado este problema ms tarde, pues en sus posteriores escritos ha abandonado la nocin de traduci-bilidad de los enunciados sobre el mundo fsico a enunciados acerca de la experiencia inmediata. El reductivismo en su forma radical ha dejado de figurar en la filosofa de Caniap hace ya mu-chotiempo.

    Pero el dogma reductivista ha seguido influyendo en el pen-samiento de los empiristas en una forma sutil y ms tenue. Per-

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 85

    siste la opinin de que con cada enunciado, o con todo enun-ciado sinttico, est asociado un nico campo posible de acae-cimientos sensoriales, de tal modo que la ocurrencia de uno de ellos aade probabilidad a la verdad del enunciado, y tambin otro campo nico de posibles acaeceres sensoriales cuya ocu-rrencia eliminara aquella probabilidad. Esta nocin est sin duda implcita en la teora de la verificacin.

    El dogma reductivista sobrevive en la suposicin de que todo enunciado, aislado de sus compaeros, puede tener confirma-cin o invalidacin. Frente a esta opinin, la ma, que procede esencialmente de la doctrina carnapiana del mundo fsico en el Aufbau, es que nuestros enunciados acerca del mundo externo se someten como cuerpo total al tribunal de la experiencia sen-sible, y no individualmente. 17

    Incluso en su forma atenuada, el dogma reductivista est en ntima conexin con el otro dogma, a saber, que hay una distin-cin entre lo analtico y lo sinttico. Nosotros mismos nos he-mos visto llevados de un problema a otro a travs de la doctrina de la significacin ofrecida por la teora de la verificacin. Aun ms directamente, el primer dogma sostiene el segundo del modo siguiente: mientras se considere significante en general hablar de la confirmacin o la invalidacin de un enunciado, parece tam-bin significante hablar de un tipo lmite de enunciados que re-sultan confirmados vacuamente, ipso {acto, ocurra lo que ocurra; esos enunciados son analticos.

    Los dos dogmas son en efecto idnticos en sus races. Antes dijimos que en general la verdad de los enunciados depende ob-viamente del lenguaje y del hecho extralingstico; y ya enton-ces notamos que esa circunstancia obvia lleva consigo, no por inferencia lgica, pero s muy naturalmente, la sensacin de que la verdad de un enunciado es algo analizable en una com-ponente lingstica y otra actual. Desde un punto de vista empi-rista, la componente factual debe reducirse a un campo de ex-periencias confirmativas. En el caso extremo de que lo nico

    17. Esta doctrina fue bien argida por Duhem (1906), pgs. 303-328. Vase tam-bin Lowinger (1941), pgs. 132-140.

  • 86 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO que importa sea la componente lingstica, el enunciado es analtico. Pero creo que ahora estaremos bastante impresiona-dos por la tenacidad con que la distincin entre analtico y sin-ttico ha resistido a toda precisin. Personalmente me impre-siona tambin lo confuso que ha sido siempre el problema de llegar a cualquier teora explcita de la confirmacin emprica de un enunciado sinttico ~ejando aparte los prefabricados ejemplos de las bolas blancas y negras en la urna-o Quiero suge-rir en este momento que hablar de una componente lingstica y una componente factual en la verdad de cualquier enunciado particular es un sinsentido que da lugar a muchos otros sinsen-tidos. Tomada en su conjunto, la ciencia presenta esa doble de-pendencia respecto del lenguaje y respecto de los hechos; pero esta dualidad no puede perseguirse significativamente hasta los enunciados de la ciencia tomados uno por uno.

    Como ya hemos observado, la idea de definir un smbolo por el uso fue un progreso respecto del imposible empirismo de los trminos individuales propios de Locke y Hume. Con Ben-tham, el enunciado lleg a ser reconocido, en vez del trmino, como la unidad relevante para una crtica empirista. Lo que ahora afirmo es que nuestra red sigue siendo de mallas dema-siado estrechas incluso cuando tomamos el enunciado entero como unidad. La unidad de significacin emprica es el todo de la ciencia.

    6. EMPIRISMO SIN DOGMAS

    La totalidad de lo que llamamos nuestro conocimiento, o creencias, desde las ms casuales cuestiones de la geografa y la historia hasta las ms profundas leyes de la fsica atmica o incluso de la matemtica o de la lgica puras, es una fbrica construida por el hombre y que no est en contacto con la expe-riencia ms que a lo largo de sus lados. O, con otro smil, el todo de la ciencia es como un campo de fuerzas cuyas condicio-nes-lmite da la experiencia. Un conflicto con la experiencia en la periferia da lugar a reajustes en el interior del campo: hay

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO. 87

    que rediistribuir los valores veritativos entre algunos de nues-tros enunciados, La nueva atribucin d~ valores a algunos enunciados implica la re-valoracin de otros en razn de sus in-terconexiones lgicas -y las leyes lgicas son simplemente

    ,[ . unos determinadqs env.:nciados del sistema, detet;mnados ele-mentos del camp~. Una vez redistribuidos valores entre algu-nos enunciados, hay que redistribuir tambin los de otros que pueden ser enunciados lgicamente conectados con los prime-ros o incluso' enunciad()s de conexiones lgicas. Pues el campo total est tan escasamente determinado por sus condiciones-l-mite -por la experiencia- que hay mucho margen de eleccin en cuanto a los enunciados que debdn recibir valore~ nuevos a la luz de cada experiencia contraria al anterior estado del sis-tema. Ninguna experiencia COncreta y particular est ligada directamente con un enunciado concreto y pa~icular en el inte-rior del campo, sino que esas ligazones son ipdirectas, se esta-blecen a travs de consideracione,s de equilibrio que afectan al campo como un todo.

    Si esta visin es correcta, ser entonces errneo hablar del contenido emprico de un determ.inado enunciado -especial-mente si se trata de un enunciado situado lejos de la periferia del campo-. Adems, resulta entonces absurdo buscar una di-visoria entre enunciados sinttico~;, que valen contingentemen-te y por experiencia, y enunciados analticos que valen en cual-quier caso. Todo enunciado pued e concebirse como valedero en cualquier caso siempre que hagamos reajustes suficiente-mente drsticos en otras zonas dd sisteI11~' Incluso un enun-ciado situado muy cerca de la per iferia puede sostenerse con-tra una recalcitrante experiencia ~ lpelando a la posibilidad de estar sufriendo alucinaciones, o re ajustando enunciados de las llamadas leyes lgicas. A la invers a, y por la misma razn, no hay enunciado alguno inmune a la revisin. Hasta una revisin de la ley lgica de tercio excluso s e ha propuesto como un ex-pediente para simplificar la mecn ka cuntica; y qu diferen-cia hay en principio entre un caml: ,io as y el cambio por el que Kepler sustituy a Ptolomeo, o EiI lstein a Newton, o Darwin a Aristteles?

  • 88 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO

    Por motivos de plasticidad he estado hablando de distan-cias respecto de una periferia sensible. Aclaremos ahora esta nocin sin metforas. Algunos enunciados, aunque se refieren a objetos fsicos y no a experiencia sensible, parecen herma-narse caractersticamente con la experiencia sensible -y, ade-ms, de un modo selectivo: esto es, tales enunciados con tales experiencias, tales otros con tales otras, etc.-. En nuestra metfora, los enunciados que estn especialmente hermana-dos con experiencias determinadas se describen como prxi-mos a la periferia. Pero en esa relacin de hermandad no veo ms que una laxa asociacin que refleja la relativa proba-bilidad de que en la prctica escojamos un enunciado en vez de otro para someterlo a revisin caso de presentarse una ex-periencia negativa. Podemos, por ejemplo, imaginar experien-cias negativas para acomodar a las cuales nuestro sistema nos inclinaramos sin duda a cambiar los valores anteriormente atribuidos a un enunciado como el de que hay casas de adobe en el Paseo de Gracia, * junto con otros asociados y relativos a ese mismo tema. Podemos imaginar otras experiencias cr-ticas para acomodar ~ las cuales nuestro sistema nos incli-naramos a dar un nuevo valor al enunciado de que no hay centauros y a otros emparemtados con l. Segn he dicho, una experiencia imprevista puede acomodarse en el sistema me-diante una de varias nuevas valoraciones posibles en otros tantos sectores del sistema; pero en los casos que hemos ima-ginado, nuestra natural tendencia a perturbar lo menos posi-ble el sistema en su conjunt1o nos lleva a centrar la revisin en esos especficos enunciados relativos a casas de adobe o a cen-tauros. Por eso se tiene la ! iensacin de que esos enunciados tienen una referencia empr ica ms precisa que los muy teor-ticos enunciados de la fsic :a, .de la lgica o de la ontologa. Puede considerarse que ste IS estn situados en una zona rela-tivamente central de la red, lo que significa meramente que presentan poca conexin pr eferencial con algn dato sensible determinado.

    * Texto original: -[ ... ] that there an e brick houses on Elm Street [ ... ]. (N. del t.)

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 89 Como empirista, sigo concibiendo el esquema conceptual de

    la ciencia como un instrumento destinado en ltima instancia a predecir experiencia futura a la luz de la experiencia pasada. In-troducimos con razn conceptualmente los objetos fsicos en esta situacin porque son intennediarios convenientes, no por definicin en tnninos de experiencia, sino irreductiblemente puestos con un estatuto epistemolgico comparable al de los dio-ses de Homero. IB Yo por mi parte, como fsico lego que soy, creo en los objetos fsicos y no creo en los dioses de Homero, y consi-dero un error cientfico orientar la creencia de otro modo. Pero en cuanto a fundamento epistemolgico, los objetos fsicos y los dioses difieren slo en grado, no en esencia. Ambas suertes de entidades integran nuestras concepciones slo como elementos de cultura. El mito de los objetos fsicos es epistemolgicamente superior a muchos otros mitos porque ha probado ser ms eficaz que ellos como procedimiento para elaborar una estructura ma-nejable en el flujo de la experiencia.

    Esa actitud que postula objetos fsicos no se reduce al nivel macroscpico. Tambin al nivel atmico se postulan objetos para que las leyes de los objetos macroscpicos -y, en ltima ins-tancia, las leyes de la experiencia- sean ms simples y maneja-bles; y no debemos esperar ni pedir una plena definicin de las entidades atmicas y subatmicas en trminos de entidades macroscpicas, ni tampoco una definicin de las cosas macros-cpicas en tnninos de datos sensibles. La ciencia es una pro-longacin del sentido comn que consiste en hinchar la ontolo-ga para simplificar la teora.

    Los objetos fsicos, los grandes y los pequeos, no son las nicas entidades postuladas. Otro ejemplo son las fuerzas; y efectivamente hoy nos dicen que la separacin entre materia y energa est anticuada. Las abstractas entidades que son la sus-tancia de las matemticas -en ltima instancia, clases y clases de clases y as sucesivamente- son tambin entidades postula-das en el mismo sentido. Epistemolgicamente, todos esos son mitos con la misma base que los objetos fsicos y los dioses, y

    18. Vase pg. 57.

  • 90 DESDE UN PUNTO DE VISTA LGICO por lo nico que unos son mejores que otros es por el grado en que favorecen nuestro manejo de la expriencia sensible.

    La extensa lgebra de los nmeros tadonales e irracionales est subdetenrtinada por el lgebra de los nmeros racionales, pero es ms cmoda y conveniente que ella, y la incluye como pa'rte;coja o manca. 19 La ciencia t9tal -matemtica, natural y humana- est anlogamente subdeterminada por la experien-cia, de un modo an ms extremado. Elcoil.,tomo del sistema tiene que cuadrar en la experiencia; el resto, ~on todos sus ela-borados mitos y sus ficciones, tiene com6 objetivo la simplici-dad de las leyes.

    Desde este punto de 'vista, las cuestiori-es ontolgicas van de par con las ciefitfic-naturales.20 Considrese la cuesti6nde si deben admitirse las clases como entidades. Se trata, como he indicado en otros lugares,21 de la cuestin de si deben cuantifi-carse variables que toman clases como valores. Camap (t950b) ha sostenido que sta no es una cuestin factual, sino de elec-cin de la forma lingstica conveniente, del esquema o estruc-tura conceptual conveniente para la ciencia. Puedo estar de acuerdo con esa opinin, siempre que se conceda lo mismo res-pecto de todas las hiptesis cientficas en general. Camap (l950b, pg. 32 n.) ha reconocido que slo puede sostener una diversi-dad de criterios para las cuestiones ontolgicas por un lado'y para las hiptesis cientficas por otro ~sumiendo una distincn absoluta entre lo analtico y lo sinttto; y no es necesario repe-tir que sta es una distincin que ya he rechazado.22

    La cuestin de si hay o no hay clases parece ms bien una cuestin relativa al esquema conceptual conveniente. Y la cues-tin de si hay casas de adobe en el Paseo de Gracia o la de si hay centauros parecen ms bien cuestiones de hecho. Pero he indi-cado que estadifetencia es slo de grado y se basa en nuestra

    19, Vase pg. 58. 20. L:ontologie fait corPs avec la science elle-meme et ne peut en etre separe&, en

    Meyerson (1908), pg. 439. 21. Vanse pgs. 51 y sigo y 157 Y sigo 22. Se hallar una eficaz expresin de otros motivos para dudar de esta distincin

    en White (1950).

  • DOS DOGMAS DEL EMPIRISMO 91

    vaga inclinacin pragmtica a reajustar un determinado ramal de la red de la ciencia, en vez de otro u otros, cuando intenta-mos acomodar en ella alguna experiencia negativa inesperada. En esas decisiones desempeitan algn papel el conservadurismo y la bsqueda de la simplicidad.

    Camap, Lewis y otrO$ adoptan una actitud pragmtica en la ~leccin entre formas lingsticas o estructuras cientficas; pero su pragmatismo se detiene ante la imaginaria frontera entre lo