rabia al adawiyya. dichos

136
 RÁBFA A L -‘ADAWIYYA DICHOS Y CANCIONES DE UNA MÍ STICA SUF Í (SIGLO VIII)

Upload: jgmuro

Post on 04-Oct-2015

159 views

Category:

Documents


4 download

DESCRIPTION

Vida y dichos célebres de Rabbia al Adawiyya, una mística sufí del siglo VIII de la era cristiana. Mujer célebre por sus austeridades y por su amor a Dios.Compañera de enseñanzas y ascetismo de Hasán de Basra.

TRANSCRIPT

  • RBFA A L -ADAW IYYA

    DICHOS Y CANCIONES DE UNA MSTICA SUF

    (SIGLO VIII)

  • L a portada y contraportada reproducen fragm entos de una m in iatura in d ia (escuela M ogu l - 1725).

    L a Gran San ta SuE (sig lo V III) de Basora (Iraq ) R b i'a-'A daw iyya.

    Fotografa de Roland y Sabrina M ichaud

    2006 , para la presente edicin,

    Jos J. de Olaeta, EditorApartado 296 - 07080 Palm a de M allorca (Espaa)

    R eservados todos los derechos

    ISBN: 84-9716-497-0 Depsito Legal: B-26.833-2006

    Im preso en L xnpergaf, S .L . - Barcelona Printtd in Sfart

  • NDICE

    I n t r o d u c c i n ......................................................... 9Inspiracin cornica del s u f is m o ................... 11R ab ia a l-A d a w iyya ......................................... 18Gnsticay m aestra ............................................ 25Asceta y am ante .................................................. 34Una tradicin v e la d a ...................................... 43

    D ichos y canc iones............................................... 53

  • iI

  • IN T R O D U C C I N

    Permanece en la puerta si anhelas la Belleza, Abandona el sueo si quieres entrar.

    Estas palabras, atribuidas a Rabia al-Adawiyya (siglo II de la hgira, VIH del calendario cristiano), recogen sin duda el espritu de esta mujer, una de las grandes santas del Islam y figura indiscutible de la espiritualidad musulmana. Respetada y venerada como maestra, la tradicin suf encuentra en su enseanza parte al menos de sus orgenes, y a ella es necesario remontarse para hallar el inicio de esa senda, la del puro amor, que muy pronto ser una de las seas de identidad del tasawwuf o sufismo. El difcil equilibrio entre ascesis, deseo ardiente y distancia encuentra en Rbica una intrprete de excepcin, y su introduccin del trmino hubb, amor divino, en la relacin con Dios supone un hito decisivo en la va espiritual que hunde sus races en la revelacin cornica. Dice Attr, su principal bigrafo: Rbi'a era nica, porque su relacin

    9

  • con Dios y su conocimiento de las cosas divinas no tena igual; fue muy respetada por todos los grandes espirituales de su tiempo, y su palabra era decisiva, de una autoridad sin discusin, para todos sus contemporneos.

    Durante siglos, los escritores musulmanes se refirieron a ella simplemente por su nombre, como se habla de alguien conocido, de quien no es necesario decir nada ms: era, sencillamente, Rbia. Pero el tiempo ha pasado, nuestro mundo es otro y, por lo tanto, no debemos dar demasiadas cosas por supuestas si queremos adentrarnos sin perdernos en un territorio que resulta inslito por insospechado. Habr quz permanecer en la puerta, sin tratar de forzarla, a la espera, atentos a las seales que se nos den. Y abandonar el sueo, las ideas preconcebidas, los prejuicios, la tentacin de apropiarnos de lo que no nos pertenece reducindolo a nuestros esquemas y perdiendo, as, cualquier posibilidad de comprenderlo. Rbia no es una mstica cristiana, carece por tanto de sentido enmarcarla en categoras que le son ajenas; y, tal vez, incluso hablar de mstica, sin matices, cuando nos referimos al sufismo pueda inducir a error o encubrir la usurpacin de una espiritualidad, la musulmana, que posee sus propias claves, no intercambiables. La ra- dicalidad del Islam, es decir, su insistencia en el recuerdo permanente de la unidad y unicidad de Dios, la

    10

  • Realidad absoluta, que exige una entrega y sumisin totales, marca de forma inigualable a los seguidores de todas sus vas.

    Tener esto en cuenta puede ayudar a descubrir un horizonte nuevo, inesperado, que poco tiene que ver con los conceptos habituales, con lo que se dice y se piensa acerca del Islam, el sufismo y el papel de las mujeres en ese universo religioso, tan cercano a nosotros y, sin embargo, tan mal conocido y con demasiada frecuencia denostado.

    Inspiracin cornica del sufismo

    Hace ahora ms de mil aos, en el siglo II de la hgi- ra (siglo VIII del calendario cristiano), el Irak hoy asolado, tierra antigua de cultura y civilizacin, era un pas floreciente y luminoso, entregado al conocimiento, que transmita ciencia y sabidura; los musulmanes haban construido la ciudad santa de Basora, donde se acoga a estudiosos y sabios de todos los pases, y en ella convivan rabes y bizantinos, persas y africanos, y florecan los estudios sobre literatura y lingstica, filosofa, jurisprudencia y las tradiciones del Profeta. Era una ciudad prspera, llena de vida y de piedad, que no tardara en convertirse en importante centro cultural y cientfico,

    11

  • en la que se iba tejiendo un nuevo pensamiento, una concepcin del mundo, de la comunidad, del ser humano y de su relacin con Dios. La prosperidad y el contacto con otras tradiciones fueron imponiendo costumbres cada vez ms refinadas, pero tambin, de manera prcticamente inevitable, interminables debates intelectuales, luchas por el poder, y lo que a muchos pareci una disminucin creciente del fervor primero. Supuso tambin la aparicin de grupos espontneos de ascetas y espirituales que, entregados a la oracin y a la renuncia, volvan los ojos a los tiempos del Profeta, todava cercanos; pronto este movimiento espontneo comenz a organizarse en escuelas y comunidades, de las que surgieron personalidades importantes, hombres y mujeres, que marcaran profundamente, con su vida y su enseanza, la espiritualidad posterior. As nace el sufismo, aunque, en realidad, el trmino, que no el espritu, fuera desconocido en las dcadas primeras del Islam, cuando, por una parte, ya se haba producido la revelacin definitiva y, por otra, todo estaba en gestacin.

    Se ha dicho que, en sus inicios, el sufismo era una realidad sin nombre que luego se convirti en un nombre sin realidad, y esto parece an ms cierto hoy, cuando se pretende dejar de lado lo que estuvo en su origen, la espiritualidad musulmana y la inspiracin cornica de esa ex

    12

  • periencia. Sea como fuere, parece cierto que existe una tendencia, cada vez ms extendida en Occidente, que, a grandes rasgos, se podra condensar en reconocimiento del sufismo, desprecio y desconocimiento del Islam. Sin embargo, parece difcil dudar del carcter intrnsecamente islmico de esta corriente espiritual. Ciertamente, el sufismo no es todo el Islam, pero sin Islam no hay sufismo. La fuente del sufismo se halla en el Corn; del Corn, recitado, meditado y practicado procede el sufismo, y no se puede confundir ste con un vago misticismo amoroso, siempre dispuesto a aplanar el terreno y evitar cualquier dificultad, cualquier esfuerzo. Querer nivelarlo todo, eliminar la distancia, slo consigue perder de vista las dimensiones de altura y profundidad, confundidas con sentires ms o menos placenteros; se pierde as la nica posibilidad de entendimiento real, de comprensin, de enriquecimiento. Se pierde as la llave sin la cual la puerta permanecer cerrada para siempre.

    En cualquier caso, la pregunta por el origen del trmino se plante ya en los primeros siglos de la hgira, y Hujwir, siglo IIl/xi \ recoge diferentes opiniones: para unos, la palabra suf derivara de sf, lana, pues de lana

    1 La fecha que aparece en primer lugar corresponde a la hgira, la que aparece tras la barra, a la era cristiana.

    13

  • burda era el hbito o el manto con el que se cubran los primeros sfes; otros dirn que deriva de ashb-i Sujfa (literalmente, los del Banco), denominacin con que se conoca a un grupo de Compaeros que se reunan alrededor de la mezquita del Profeta, mientras que otros afirman que el nombre deriva de safa, pureza, insistiendo en la dimensin interior.

    En cuanto a lo que es el sufismo, existen innumerables definiciones2: Debes saber que el fundamento del sufismo y del conocimiento de Dios reside en la santidad, dice al-H ujw !r. Suf, dice al-B istm i (m. 261/875), es aquel que coge el Libro de Dios con la mano derecha y la Sunna con la mano izquierda, mira con uno de sus ojos al Jardn y con el otro al Fuego; se envuelve a s mismo con la envoltura de este mundo y se cubre con la capa del otro mundo, y entre ellos dice a su Seor: A Tu servicio, oh Seor, a Tu servicio.

    2 Para un estudioso contemporneo, Henry Corbin, el sufismo es, por excelencia, el esfuerzo de interiorizacin de la Revelacin cornica la ruptura con la religin puramente legalista, el propsito de revivir la experiencia ntima del Profeta en la noche del mi'rj (a ascensin nocturna); en ltimo trmino, una experimentacin de las condiciones del tawhid (proclamacin de la unidad divina) que lleve a la consciencia de que slo Dios puede enunciar por s mismo, en boca de su fiel, el misterio de su unidad.

    14

  • Para Ibn Jaldn (1332-1406), el sufismo es una forma de conocimiento de la Ley religiosa; fue la va seguida por los Compaeros del Profeta, sus discpulos y sus sucesores. Reposa en la prctica estricta de la piedad, de la fe exclusiva en Dios, de la renuncia a las vanidades del mundo, a los placeres, a las riquezas y los honores que buscan el comn de los mortales, y en momentos de retiro, lejos del mundo, para entregarse a la oracin. Todo esto era corriente entre los Compaeros del Profeta y los primeros musulmanes. [...] Los sufes se caracterizaban por el ascetismo, la renuncia y la piedad. Despus desarrollaron un gnero de conocimiento particular, los xtasis. El novicio suf progresa de una estacin a otra hasta la experiencia de la Unidad divina {tawhtd).

    Y Jmi (m. 1492), adntrandose ms en la experiencia, dir: Suf es aquel que, perdido en la contemplacin de la Belleza eterna y arrastrado por el amor de la substancia sin fin, est separado de los dos mundos por una barrera infranqueable; y lo mismo que ha renunciado a todo deseo en esta vida, su voluntad se ha desinteresado igualmente de la vida futura.

    Central en este desarrollo del sufismo es la shahda, la profesin de fe del Islam: No hay ms divinidad que la Divinidad , es decir, slo el Absoluto es absoluto, y to

    15

  • do lo dems es relativo. En ltima instancia, slo Dios es real, El es la nica Realidad. Todo viene de Dios (Corn 4, 78) y todo vuelve a l (Corn 10, 56), l es el Primero y el Ultimo [el Principio y el Fin], lo M anifiesto [Exterior] y lo Oculto [Interior] (Corn 57, 3). No hay ah ningn pantesmo, sino un camino, ms all de la lgica racionalista, que se va recorriendo y desvelando gracias al ahondamiento en la palabra, la recitacin (Corn significa recitacin), la repeticin de los Nombres ms Bellos de Dios, hasta llegar a la verdadera Realidad que resuelve todo dualismo sin caer en la con-fusin: Dios sigue siendo siempre Dios. Adorar a Dios por Dios solo es, as, el ncleo del sufismo, la entraa del Islam, y esto se remonta a los inicios; en palabras de Roger Garaudy, el sufismo es un comentario del Corn, una manera de leerlo y, sobre todo, una manera de vivirlo.

    Rasgo destacado de este movimiento naciente ser, pues, su insercin en la vida cotidiana de la comunidad; no es un movimiento aparte, separado, sino plenamente inmerso en el tejido y la actividad social, de ah la cautela de no identificar sin ms mstica y sufismo, lo que dejara fuera sus innumerables expresiones en todos los mbitos, y ello no en detrimento del sufismo, muy al contrario. Debido precisamente a su vigoroso impulso hacia

    16

  • la Unidad, sello, por otra parte, del Islam, que no se puede entender simplemente como una religin ms, sino tambin, y fundamentalmente, como un modo recto de vivir, el tasawwuf o sufismo no disocia la contemplacin de la accin, la prctica religiosa del deber comunitario, la vida del espritu del trabajo intelectual, y ello ha sido as a lo largo de su historia3.

    Esta manera de vivir estuvo, en un principio, fuertemente marcada por el ascetismo, y, al parecer, asceta fue la primera denominacin para los sufes. La tradicin encuentra en los grandes C om paeros de Muhammad los primeros testimonios de este camino de devocin y renuncia en el que est ya el germen de la orientacin mstica, con el sentimiento de la constante presencia divina expresado en el hadiz: Adora a Dios como si le estuvieras viendo. Pues aunque t no le veas, El te ve.

    3 Desde la monumental obra metafsica de Ibn Arab, a las rdenes sufes que se alzaron en defensa de la comunidad y la justicia social, pasando por las distintas cofradas en que se agrupan calgrafos, tejedores, arquitectos, etc., o los innumerables ejemplos en el campo del arte, como la poesa y la msica. En definitiva, el sufismo est profundamente implicado en la sociedad islmica tradicional en multitud de formas, penetrando en mltiples esferas, desde los oficios a las cofradas de guerreros, etc.

    17

  • R abia a l - Ada
  • ra recibir sus enseanzas, pedirle consejo y escuchar sus palabras. Rechaz numerosas ofertas de matrimonio, mientras, poco a poco se iba extendiendo su fama, y a su choza acudan los grandes sabios y polticos de su tiempo; entre sus discpulos ms ilustres se puede citar a M- lik ibn Dnr, el asceta Rabah al-Qaysi, el especialista de hadices Sufyn ath-Thawri y el suf Shaqq al-Balkhi. Segn otra tradicin, fue durante un tiempo tocadora de flauta y prostituta; ms tarde se arrepinti y se fue al desierto, para volver finalmente a Basora. All muri en 185/801; las fuentes medievales sitan su tumba en las afueras de la ciudad, no en Jerusaln ni Egipto, como tambin se ha afirmado, debido probablemente a una confusin con R abiabin t Ismael, tambin conocida como Rba al-Shamiya o Rba de Siria, cuya tumba est en el M onte de los Olivos, al este de Jerusaln.

    * * *La fuente principal, y ya clsica, para reconstruir su

    vida es el poeta persa Fariduddin Attr (m. 627/1230) que, en su Memorias de los Amigos de Dios, ofrece la biografa ms extensa y completa, aunque algunos relatos tengan un carcter ms legendario que histrico. Su obra viene a sumarse a otras, anteriores y posteriores, de autores que presentan las vidas de mujeres sufes ya desde

    19

  • los tiempos primeros de la hgira, pues Rbia es el ejemplo ms clebre, pero no la nica, y sin duda su renombre ha tenido el efecto colateral de mantener en la sombra la valiosa contribucin de muchas otras. Por otra parte, subrayar su excepcionalidad ha servido tambin para mantener el tpico de la supuesta incapacidad de las mujeres para alcanzar ciertas metas de sabidura y, muy especialmente, para alimentar las falsas imgenes del discurso occidental sobre el mundo islmico en general; de ah la importancia de sealar la existencia de esas fuentes, transmisoras de una memoria que sin ellas permanecera velada.

    Son textos, no todos, en los que las mujeres aparecen citadas en plano de igualdad con los hombres por su sabidura, conocimiento y virtud, o como transmisoras veraces, y gracias a los cuales se puede recrear, en cierta medida, la imagen de un mundo abierto y tolerante que poco tiene que ver con los tpicos acostumbrados; los dichos transmitidos, con las notas y comentarios de sus recopiladores, hablan por s solos de la sociedad a que esas mujeres pertenecen y de su importante papel en ella: maestras de grandes espirituales, mujeres libres, mujeres esclavas, solteras, casadas, conocidas y desconocidas, msticas y ascetas, veneradas por los doctores de la ley, a los que se dirigen desde la altura que les confiere su

    20

  • estatuto de sabidura y santidad, permanecieron durante mucho tiempo en la memoria y en la tradicin oral de la que luego beberan sus bigrafos.

    Dado que no es posible enumerar aqu todos esos textos, y sera imposible nombrar a todas las mujeres citadas en ellos, recordemos al menos que ya Muhammad ibn Sad (m. 230/845), en su at-Tabaqt al-kubr, incluye retratos de todos los portadores de la tradicin desde los tiempos del Profeta hasta entonces, citando a numerosas mujeres. O que al-Jawz (m. 597/1200) incluir en su Sifat as-Sarwa informacin sobre 240 mujeres sufes, y, lo que no deja de ser sorprendente dada su no excesiva simpata por ellas, criticar a su antecesor al-Is- fahn por ignorarlas en su Hilyat al-awliy*: No mencionar a las mujeres devotas, dice, hace que los hombres ignoren a las mujeres en general. Sin embargo, el jurista Sufyn ath-Thawri aprendi de Rabia y sigui sus enseanzas. No obstante las palabras de al-Jawzi, parece cierto que al-Isfahn (m. 429/1038) escribi una biografa completa de Rbi a.

    Una autoridad im portante, aunque ya tarda, es al-Munwi (952/1545-1031/1621) quien, en sus Ta- baqty realiza un autntico homenaje a las treinta y cinco mujeres cuya vida ofrece de la boca de los mayores maestros y sabios de la poca. Sirva de ejemplo el relato

    21

  • sobre Ftima bint Abbs (vill/xiv), shayka y doctora de la Ley, suf versada en las ciencias de la jurisprudencia pero sobre todo prueba viviente de que en esa poca la mujer no haba desaparecido completamente del espacio pblico y ocupaba un lugar central; en la mezquita, corazn de la comunidad, una mujer, Ftima, pronunciaba un sermn todos los viernes.

    A este somersimo repaso debemos aadir un hallazgo importante. En 1991 apareci en Arabia Saud, entre una coleccin de tratados de as-Sulam i (325/937- 412/1021), gran sistematizador del sufismo, una obra perdida desde haca siglos y conocida tan slo por la referencia de escritores posteriores; se trataba de Memoria de las Devotas sufes, en la que su autor ilustra la vida, a modo de pinceladas, y recoge las palabras de ochenta y cuatro mujeres sufes. El trabajo est acompaado de una nota del copista que afirma que el trabajo haba sido completado diez noches antes de la mitad del Safar, en el ao 474, que corresponde al 17 de julio de 1081 de la era cristiana, slo sesenta aos despus de la muerte de Sulam.

    Esta obra es de particular inters no slo por la importancia de su autor sino tambin por los datos que ofrece. Como vimos anteriorm ente, Basora fue un centro destacado de conocimiento y espiritualidad,

    22

  • pero resultaba difcil identificar con alguna precisin las escuelas de mujeres sufes all existentes; ahora bien, a partir de la obra de as-Sulam, en conjuncin con la de al-Jawzi, se concluye inequvocamente la presencia de varios movimientos de mujeres ascetas entre el siglo II y III de la hgira (VIII~IX e. c.), muchas de ellas anteriores a Rbia Adawiyya, que no fue la nica ni la primera.

    El trabajo de as-Sulam no pertenece al gnero ha- giogrfico; recoge dichos de mujeres en paridad con los hombres, mostrndolas como maestras de prctica y de doctrina y citando cuidadosam ente las cadenas de transmisores con autoridad, para avalar la veracidad de su exposicin; ya en la introduccin de sus Tabaqt apunta su visin incluyente mediante el recurso a Corn 48, 25: Y si no llega a ser por hombres creyentes y por mujeres creyentes a quienes no podais reconocer.... Para l, las mujeres son tambin maestras de las realidades de la Unidad y la Unicidad divina, recipientes de la palabra divina, poseedoras de visiones verdaderas y de conducta ejemplar, y seguidoras de los caminos de los profetas, y lo atestigua en su obra mediante la semblanza admirada y respetuosa, y la frecuente mencin a su papel como compaeras, crticas y maestras de importantes sufes.

  • Volviendo a Rbica, Sulami la considera la suf por excelencia, y abre su obra con ella, ignorando en este punto la cronologa real, pues la primera escuela de ascetismo femenino de Basora habra sido fundada un siglo antes por M udha al-'Adawiyya, a la que l seala, quiz a causa de su admiracin, como compaera ntima de Rabia. Rompiendo con la imagen habitual que de ella transmite la hagiografa moderna, pero coincidente, por otra parte, con otros autores antiguos, el retrato de Sulami difiere bastante de la reclusa emotiva y sentimental que con frecuencia llega hasta nosotros. R- bia es una gran maestra suf, inteligente y equilibrada, que demuestra su dominio de los estados msticos, como la veracidad {sidq)y autocrtica (muhsaba), embriaguez espiritual {sukr)> amor de Dios (mahabba) y gnosis {maarif). Aunque habitualmente se la identifica como la iniciadora del misticismo amoroso suf, este no es un aspecto particularmente importante de su enseanza para as-Sulami. El se centra en su capacidad intelectual, detallando los consejos espirituales que da a los estudiosos musulmanes, sus lecciones morales al jurista Sufyn ath-Thawri, y su reputacin como especialista en fiqh al-ibdty la jurisprudencia de la prctica religiosa. Para as-Sulami, Rbia es ms una gnstica o conocedora que una amante, y reserva este papel para su discpula Mar-

    24

  • yam de Basora4, conocida por sus discursos sobre el amor y sus xtasis frecuentes.

    Gnsticay maestra

    Sea como fuere, pensamiento y amor no estn separados, el corazn es sede de la iluminacin, y sta se expresa como sabidura; sin duda Rbi'a supo conjugar ambos aspectos. En realidad, reconociendo en primer lugar lo poco que podemos saber de cualquier otro, ms an cuando nos separan siglos en el tiempo y la mente est plagada de rutinas, lo que de Rabia ha llegado hasta nosotros parece confirmar su figura de maestra; maestra de vida, maestra tambin de conocimiento, tal como aparece una y otra vez en los dichos y ancdotas que de ella se cuentan. Los dichos, a veces rudos, siempre directos, equilibran el aspecto emocional tantas veces subrayado en los poemas, y a menudo se convierten en interpela

    4 Maryam de Basora, era, en palabras de as-Sulami, contempornea de Rbi'a y la sobrevivi. Era tambin su compaera y la serva. Acostumbraba a hablar sobre el amor (mahabba), y cada vez que oa discursos sobre la doctrina del amor caa en xtasis [...]. Se cuenta que en una ocasin asisti a la sesin de un predicador, y cuando ste empez a hablar del amor, ella cay en xtasis y muri.

    25

  • cin, descubren las trampas, tan frecuentes en la va espiritual, y muestran su penetrante capacidad de discernimiento. Esto no significa que debamos dejar de lado su extraordinaria aportacin a la doctrina del amor divino, pero parece conveniente situar ese amor en su verdadera dimensin, es decir, un amor que no se confunde con sensiblera ni es proyeccin de perturbaciones mentales o trastornos afectivos, sino amor sabio, recio, vigoroso, incondicional. El camino suf atraviesa numerosas etapas, y no puede estar sujeto a fantasas sentimentales; es una ciencia, la ciencia del corazn, la ciencia del conocimiento de Dios, y requiere una disciplina. Tal vez valdra la pena considerar que es precisamente el amor el que busca y necesita una cierta ascesis que libere al amante de cualquier preocupacin que le distraiga del Amado.

    Los versos de Rbia citados al comienzo de esta introduccin reflejan de manera serena la actitud, lcida y equilibrada, de quien, enamorada de la Belleza, conoce al mismo tiempo la distancia que la separa de su objetivo. Atenta a cualquier signo, abandona el sueo, a la espera, sabiendo que el Dios Inaccesible es tambin el cercano, tan cercano como la propia vena yugular (Corn 50,16).

    Abandonar el sueo debe entenderse primero en su sentido literal de no dormir, de pasar la noche en vela, prctica habitual entre los espirituales de Basora y que

    26

  • aparece constantemente en los relatos que nos han llegado sobre ella. Cuenta A ttr que Rbia oraba todo el da y toda la noche, haciendo mil r a k a t5, y que frecuentaba a Hasan al-Basri, al que los bigrafos coinciden en presentar como su discpulo. Hasan al-Basr (21/643) muri en 110/728, cuando Rbi'a tendra entre diez y quince aos, por lo que no parece posible tal relacin, pero los autores de los relatos no buscaban la objetividad histrica, sino ofrecer una enseanza, la transmisin de una sabidura representada por esta maestra espiritual; atestiguan as la veneracin y el respeto hacia ella, asocindola con el conocido como patriarca de la mstica musulmana y una de las figuras ms eminentes del siglo II de la hgira.

    Con la ascensin de los Omeyas tras el asesinato, en el 661, de Al ibn Abi Tb, cuarto califa y yerno del Profeta Muhammad, los crculos devotos musulmanes emprendieron una actitud de resistencia. Con la excepcin de Uraar II, los Omeyas fueron siempre acusados de malos gobernantes y de conducta impa, y arreciaron los debates; Hasan al-Basri encabez la actitud antiguberna

    5 Conjunto de posturas y recitaciones que forman una unidad de oracin; el creyente debe comenzar con la recitacin de la Ftiha (su- ra de apertura del Corn), para continuar con otros versculos escogidos libremente.

    27

  • mental, si bien busc la reparacin de la injusticia no con las armas' sino con una vida de renuncia. Pero Hasan no fue simplemente un asceta, fue tambin un gran maestro, reconocido en su virtud por Ali, segn cuenta Ibn A tt Allh, y autor de una teora asctica y mstica que marc profundamente a las espirituales contemporneas y posteriores; son muchos los que le consideran fundador del sufismo y de la teologa escolstica islmica o ciencia del kalm. Y de un hombre de tal autoridad hacen los bigrafos de Rbi'a su discpulo. Cuenta A ttr que si Rabia no estaba en la asamblea, Hasan se negaba a pronunciar su sermn, hasta tal punto apreciaba su presencia.

    Porque, en efecto, los dichos y ancdotas la asocian en trminos de igualdad con los maestros sufes de su tiempo, incluso por encima de ellos, incluidos aquellos que eran aceptados como sabios y santos y maestros venerados del tasawwuf. En esos encuentros, aparecen casi siempre hombres, discpulos y amigos, y no se menciona a sus compaeras; aparecen en ocasiones sus sirvientas, Abda bint Shuwl y Maryam de Basora, ambas entregadas a la va espiritual. De ello se podra deducir que, adems de servirla, eran sus discpulas, lo que encajara perfectamente con su imagen de maestra. Munwi la presenta a la cabeza de las mujeres discpulas y como gua de las ascetas, y sabemos que acuda a las reuniones de estudio y a las

    28

  • veladas de rememoracin y meditacin frecuentes en Basora. Por otra parte, los dichos guardan cierta semejanza en su estructura con los de los padres y madres del desierto cristianos; si se acepta la similitud, podramos concluir que reflejan vividamente su mtodo de enseanza.

    Rbia tuvo muchos discpulos y seguidores que iban a visitarla en busca de consejo y enseanza, y sus respuestas, directas y llenas de autoridad, debieron de impactar hondamente en quienes la escuchaban. La forma en que se recogieron sus palabras, en ocasiones muy pocas, apenas una frase, hablan de lo atractiva que debi de ser su personalidad y de la apertura del ambiente en que transcurri su vida. Porque Rbia se muestra con una libertad inaudita, no exenta de irona cuando la situacin lo requiere. As, a una observacin misgina responder que, a diferencia de los hombres, ninguna mujer pretendi nunca ser Dios ni se dedic tampoco a corromper a otras mujeres. Cuando le preguntaron si odiaba a Satans, respondi que estaba demasiada ocupada amando a Dios para pensar en Satans, e, incluso, cuando le preguntaron por su amor al Profeta, contest, con el mayor respeto hacia Muhammad, que en su corazn slo haba lugar para el Amado. Y esta libertad se observa tambin en algunas de sus observaciones al mismo Dios, slo posibles desde su extremada confianza en El.

    29

  • En los dilogos con sus interlocutores, manifiesta su crtica radical a todo lo que encubre la verdad, que suma velos en lugar de desvelar y desva la mirada de la verdadera Realidad. Su profunda percepcin del tawhid le hace denunciar toda veleidad como idolatra, asociacin de lo ilusorio a la Divinidad, se trate de devociones o de asuntos mundanos, y con una lucidez implacable seala y desnuda lo que es otro que Dios y, sin embargo, pretende ponerse en su lugar, aunque sean teologas. Los maestros que aparecen con ella en los Dichos han de escuchar, una y otra vez, las penetrantes palabras de esta mujer; sin embargo, ella no quera que nadie la tuviera por maestra, se escandalizaba cuando alguien le mostraba reverencia, pues, seal de su sabidura, se consideraba siempre aspirante, siempre en camino.

    Por otra parte, se nos cuenta con toda naturalidad que eran muchos los amigos que iban a visitarla, y que, por ejemplo, Hasan al-Basri, permaneci en ms de una ocasin durante toda la noche en su casa, entregados ambos a la conversacin sobre la va espiritual y los misterios de Dios. Lo que resulta ms sorprendente, dados los tpicos sobre la poca y el Islam, es que no parece que nadie se escandalizara de ello, por lo que se puede deducir que ese comportamiento no era tan extrao, al menos en su tiempo, y que se puede extender a otras mujeres. Vemos tam

    30

  • bin, a travs de los dichos y las ancdotas, su independencia: no acepta ningn donativo, gana su sustento cultivando una pequea huerta y vendiendo en el mercado los trabajos realizados con sus manos, y emprende sola, con un burro, su peregrinacin a La Meca. Vive al instante, se niega a hacer planes de futuro, incluso a pedir nada a Dios, pues todo lo que acontece es, para ella, en ltima instancia, voluntad de la Divinidad, y eso es lo nico que le importa, mostrando as su libertad con respecto al mundo y su absoluta sumisin al Amado; como ms tarde dir Ibn A tt Allh, eres esclavo de aquello que amas, pero El no quiere que seas esclavo de otro que El.

    Quiz uno de los aspectos que resulten ms extraos al lector contemporneo sea la mencin, tan frecuente en los Dichos, del temor, el llanto, las noches en vela, la renuncia, pues el mundo de la modernidad los considera solamente en un aspecto negativo, y sin duda sa es una lectura posible, pero no la nica y no necesariamente la mejor. Cierto es que la vida de Rabia estuvo fuertemente marcada por el ascetismo, por el despojamien- to que mantuvo hasta el final de sus das, pero tambin lo estuvo por el amor, y se el elemento fundamental que da sentido a todo lo dems, su pasin por el Absoluto. Dios es para ella un Dios celoso que exige una entrega indivisa, y ella escogi un vida de entrega total.

    31

  • En cualquier caso, y frente al ambiente marcadamente pesimista de algunos grupos ascticos y su reflexin atormentada sobre el Da del Juicio, que consideraban inminente, la actitud de Rbi a se caracteriza fundamentalmente por el anhelo, la confianza, el asentimiento a la voluntad del Amado, el abandono, la gratitud y la cortesa espiritual. Los sentimientos enfrentados que afectan a todo ser humano, como alegra y dolor, esperanza y desesperacin, se resuelven yendo ms all, en la disponibilidad y la atencin permanente a la Belleza de Dios, ante la que se olvida todo lo dems. Ciertamente, las fronteras entre las emociones son fluidas, pero Rbi'a parece haber encontrado la salida a esa inestabilidad apartando la mirada de s misma, una vez zanjadas las preguntas decisivas que cada cual, en algn momento, se habr de plantear: quin soy, de dnde vengo, a dnde voy, cul es mi objetivo en esta vida. Para ella, todas se decidan en el nico objetivo, Dios, que sin duda en ocasiones se manifestaba como presencia, en otras como ausencia, sin que eso pareciera importarle: el anhelo era ms fuerte, el deseo de unin con el Amado la despoja incluso del dolor y la desesperacin, llevndola al desapego de todo lo que es otro que Dios. Y lo vive todo como don.

    El concepto dt fa n a , anonadamiento en la presencia divina, exige la aniquilacin del ego, del yo inferior, y es

    32

  • to supone el conocimiento acerado de uno mismo, encarnar la sentencia tantas veces repetida entre los espirituales del Islam: Quien se conoce a s mismo conoce a su Seor. No se trata aqu de una identificacin superficial, sino de la conciencia de los propios lmites, que son signo, para quien sabe leerlos, de lo Ilimitado. Ese conocimiento produce temor; pero no un temor cobarde, que Rbia denunciar continuamente, sino ese otro temor, principio de sabidura y santidad, que es reverencia ante la grandeza y la maravilla, y produce adoracin; en palabras de al~Qushayri: Quien teme mucho una cosa, huye de ella, pero quien teme verdaderamente a Dios, huye a El. Y dice Corn 35,38: Slo los sabios temen a Dios.

    De este modo, la va del rigor abre paso, o convive, con la va de la belleza. O quiz se transfigura. Y lo que es renuncia y pobreza a los ojos del mundo, es la nica vida posible para Rbi'a, la amante gnstica. As la describen los autores antiguos, y as lo cuenta al-Jawz:

    Muhammad ibn Amr nos ha transmitido: Fui a ver a Rbi'a cuando era ya una anciana de ochenta aos, tan arrugada que pareca un cuero seco a punto de romperse. En su casa slo haba una estera de juncos y unas trbedes de caa persa de dos metros de alto. La techumbre era de ramas secas, quiz recubiertas de estircol. Haba tambin un cntaro, un odre y una espe

    33

  • ci de manto de lana que era, al mismo tiempo, su lecho y su alfombra de oracin....Asceta y amante

    Asceta y suf, Rbia conjuga'sabiamente la tensin entre el deseo y la renuncia, el conocimiento de la distancia, que slo Dios puede traspasar, y la espera. A la manera de canciones, sus poemas son destellos de sus largas conversaciones con el Amado, del anhelo insaciable, de su desprendimiento, de su amor incondicional, pues sa es la condicin del verdadero amor, amar sin condiciones; amor puro, sin porqu, amor no por miedo al castigo ni esperanza de recompensa y que encuentra en el solo amor al Amado su razn de ser. Lo contrario es el amor mercenario, amor vendido que no merece el nombre de amor.

    Dios mo. Cuantos bienes me hayas reservado en este mundo, dselos a tus enemigos, y cuanto me hayas reservado en el otro, dselo a tus amigos, porque a m\ Trne bastas.

    Rbia supo expresarlo de manera excepcional, y su formulacin se extendera hasta llegar a impregnar la mstica cristiana: slo Dios basta, que dir ms tarde Teresa de Jess.

    34

  • Este amor sin condiciones tiene sin embargo su condicin, debe dejar fuera todo lo que no es Dios. No quiere el Paraso, sino al Dios del Paraso; no necesita la Ka~ aba, sino al Seor de la Kaaba\ no los dones, sino al Dador, pues paraso, dones y Kaaba pueden convertirse en impedimentos, en dolos alzados frente a Dios.

    Se cuenta que, en cierta ocasin, Rbi'a corra por una calle de Basora con una antorcha en una mano y un cubo de agua en la otra; cuando le preguntaron el porqu de su actitud, respondi que quera quemar el Paraso y apagar el fuego del Infierno, para que se amara a Dios por puro amor, sin intereses mezquinos. Y, en efecto, en ltima instancia, preocuparse por algo, por santo que parezca, que no sea el Dios nico, es, para Rbia, una forma de idolatra. Y esto lo extender a todas las esferas de la vida, llevando al extremo la aceptacin de todo lo que le pudiera acontecer, expresando de ese modo su confianza absoluta {taw'wa- kut) en Dios y rechazando poner su esperanza en ninguna criatura. A quien ama con tal amor se le revela Dios en su Belleza, qu sentido tiene entonces infierno o paraso?

    Dios mo, si te adoro por miedo al infierno, qumame en l.

    35

  • Si te adoro por la esperanza del paraso, excluyeme de l.Pero si te adoro slo por Ti mismo, no apartes de m Tu eterna Belleza.

    La senda del amor se recorre apartando todos los velos, uno a uno, orientndose hacia lo nico absolutamente real, y es necesario reconocer y desenmascarar los impulsos. La afirmacin del tawhtd, es decir, de la unidad y unicidad de Dios, supone la bsqueda de la unificacin, y, para ello, es preciso un ascetismo que insiste en la interiorizacin: el desapego, la renuncia, el conocimiento descarnado de s mismo; es hacer verdadero en uno mismo el hadiz atribuido al Profeta Muhammad: morid antes de morir. No obstante, esta muerte es un verdadero renacer, desnudamiento de todo lo accesorio, sin elementos doloristas, porque, como dice Kalbdh, se quema quien sufre el fuego, pero quien es fuego, cmo se quemar? Y as la describe Attr, como fuego: Velada con el velo de la sinceridad, ardiendo con el fuego del amor y el deseo, sedienta de la Proximidad, perdida en la unin con Dios [...] sa fue Rbia.

    Rabia transforma la ascesis en camino, apartando todos los obstculos, pero sus ojos se dirigen slo a la luz. No encuentra a Dios como el fondo de s misma: den

    36

  • tro de s encuentra la carencia, la necesidad, lo que le falta. Esa carencia, conocida y reconocida con lucidez, se convierte en su riqueza mayor, en anhelo, en un deseo que nada tiene que ver con los deseos en plural mundanos, pero deseo que tambin habr de purificarse, despojndose de todo lo que no sea Dios, pues incluso el deseo de Dios se acaba convirtiendo en velo. Sobre ello volver Rabi'a repetidas veces en los Dichos: T tienes un deseo escuchar en una ocasin y Yo tengo un deseo, pero M i deseo y tu deseo no pueden convivir en un solo corazn, y en el Canto de los dos amores dibujar de manera precisa el lugar que ocupa el amor de deseo en el camino, distinguindolo del amor puro:

    Te amo con dos amores, un amor hecho de deseo y el otro, el digno de Ti.E l amor hecho de deseo me hace recordarte a cada instante, despojndome de todo lo que no eres T.E l amor digno de Tiaparta de mis ojos los velos para verte.

    A partir de estos versos, Louis Massignon establece la continuidad desde Rbi'a a al-Hallj y su audaz expresin de la unin mstica que le supuso la condena a muer

    37

  • te. La observacin es oportuna porque, sin entrar a analizar lo que realmente pudiera afirmar ese gran musulmn al que Massignon, tal vez cristianizndolo en exceso, denomin mrtir del amor, introduce en el delicado terreno de la interpretacin. Resulta muy difcil trasladar sin ms las categoras especficas de una tradicin a otra, y algunas no tienen traduccin posible; esto es especialmente cierto en este caso, el de Rbia (y el de la espiritualidad islmica en general), cuando se habla de mstica y de unin proyectando muy frecuentemente las categoras cristianas de la mstica nupcial o, incluso, haciendo una lectura advaitizante. Sin llegar a ese punto, conviene recordar que tampoco se pueden aplicar a sus palabras las concepciones que ms tarde pudieran desarrollar al-Hallj (858-922) o Rum (1207-1273), ambos posteriores. Rbi'a dice lo que dice, y aunque la lectura est siempre abierta, los dichos y poemas que se le atribuyen no dejan resquicio alguno a una lectura pantesta, ni el amor divino que tan ardientemente canta da paso a ninguna fusin; quien est familiarizado con el Corn y los hadices los encontrar casi en cada lnea de sus textos. Rabia fue una practicante fiel del Islam, como, por otra parte, lo fueron siempre los verdaderos sufes.

    La senda suf exige una renuncia y una purificacin constantes; el ahondamiento, que no la eliminacin, de

    38

  • las formas religiosas. Avanza de etapa en etapa hacia las estaciones ms altas, hasta lograr el conocimiento mayor al que se puede aspirar, la marifa, es decir, la gnosis celestial, el conocimiento de Dios, la contemplacin de la Belleza suprema. Ese conocimiento ser siempre un don que ningn esfuerzo humano puede comprar, aunque, para recibirlo, el ser humano haya de poner enjuego todo lo que tiene, y todo lo que es. En esta va, toda supuesta obra del adorador es siempre obra de Dios. Quien imagine haber llegado sin cumplir lo establecido, ha sido rechazado de la aceptacin de Dios que imagina haber ganado (Hujwrf).

    A partir del Corn y los hadces se va estableciendo el tasaw'wuf. Sobre la misma base, se erige la teologa, o ciencia del kal?ny que se diversifica en mltiples escuelas, producindose tambin uno de los males mayores de cualquier religin: el literalismo, que origin numerosas vctimas, entre ellas al-Hallj. No obstante, teologa y sufismo, aun combatindose con frecuencia, se ayudan mutuamente, pues la ciencia de la Palabra de Dios, con el apoyo de la razn, es necesaria para librar del extravo y la ilusin; igualmente, la experiencia espiritual enriquece y ahonda, al plantear los temas fundamentales con que se encuentra, los lmites de la teologa. Se ignora a menudo que muchos sufes importan

    39

  • tes fueron telogos y doctores de la ley, como, por ejemplo, al-Ghazl, que cita a Rbia como una de las mayores maestras del tasawwuf y comenta, precisamente, los versos de los dos amores; para l, el sufismo es el conocimiento ms alto, el cuarto grado del tawhid. Exponiendo el tema del amor digno de Ti, precisa el objetivo del gnstico en un desarrollo que es casi parfrasis de distintos dichos y poemas de Rbi a: Aunque el gnstico fuera arrojado al fuego, no lo sentira [...], y si ante l se extendieran los favores del Paraso, no se volvera hacia ellos [...]. Pues quien conoce a Dios, sabe que todas las alegras (excepto los deseos sensuales) estn incluidas en esa alegra.

    El cuarto grado del tawhid de que habla al-Ghazl es, tal vez, uno de los puntos que pueden resultar ms problemticos. En l, dice Ghazli, no se ve en la existencia ms que Uno solo; es la contemplacin de los justos, y los sufes lo llaman la extincin en la reduccin a la unidad. Esta extincin o aniquilacin (fan) del ego o alma carnal {nafs) encuentra su apoyo en el sentido sugerido en Corn 55, 26-27: Todo aquel que est sobre la tierra es perecedero, mientras que la faz de tu Seor, majestuosa y noble, es eterna. Los sufes se inspirarn tambin en el hadiz del Profeta: Cuando amo a Dios, soy el odo por el que El oye, la mirada por la que El ve,

    40

  • la mano con la que l toca, el pie con el que l anda, la lengua con la que l habla.

    * * *La extincin del alma carnal supone un camino arduo,

    que Rbia recorre con una sinceridad absoluta. Su nica aspiracin es Dios, nada ms. Dios es su nico objetivo; su nica satisfaccin, la satisfaccin del Amado divino. En su amor est implcita la necesidad de la renuncia: slo quitando lo que se interpone entre uno mismo y Dios se puede contemplar, sin velos, la Belleza, slo vacindose de lo transitorio se hace sitio al Eterno. se es el sentido del ascetismo, liberarse de todo lo accesorio para centrarse en lo nico que importa, no asociar nada a la nica Realidad. Se trata de dejar fuera deseos y preocupaciones para entregarse en una confianza absoluta a la Divinidad, confianza que entraa la aceptacin incondicional de su voluntad, pero una aceptacin activa, muy lejos de cualquier resignacin fatalista, de modo que la voluntad individual pueda llegar a identificarse con la Voluntad divina. As, y segn una antigua definicin, suf es el que nada posee y no es posedo por nada: slo est sometido a Dios, slo depende de Dios y es, por tanto, enteramente libre.

    El amor de Rbia era absoluto, no haba lugar para ningn otro pensamiento, para ningn otro amor, y en

    41

  • esta libertad nacida del amor vivi entregada por completo al Amigo, considerndose propiedad de Dios. Segn las ancdotas recogidas en los Dichos, Rbia recibi numerosas ofertas de matrimonio, que rechaz una tras otra: El matrimonio vale para quien puede escoger; en cuanto a m, no soy duea de mi vida, pertenezco a mi Seor y vivo a la sombra de Sus mandamientos. Mi existencia est en El y soy completamente Suya. Hazle a El la peticin. A El slo deseo, slo a El adoro, y no quiero apartar mi atencin de El ni un solo instante. Esa atencin exclusiva a Dios, su recuerdo constante, la rememoracin continua (dhikr), pueden conducir a la contemplacin del Amado, como expresa el siguiente hadiz qudsi6: Desde el momento en que la preocupacin dominante de mi servidor es acordarse de M, Yo hago que halle su gozo y su felicidad en ese recuerdo. Y cuando he puesto su gozo y su felicidad en este recuerdo, l Me desea y Yo le deseo. Y cuando l Me ama y Yo le amo, Yo alzo los velos entre M y l... Ellos no me olvidan cuando los dems lo hacen.

    6 Hadiz qudsi, sentencia recogida en origen del Profeta y en la que Dios habla en primera persona. Ms tarde, con la aparicin del sufismo, sern transmitidos por sufes en el transcurso de sus experiencias msticas. Este hadiz concreto fue transmitido por Hasan al-Basri.

    42

  • No obstante esta entrega incondicional, y si nos atenemos a sus palabras, Rbia experiment la unin tan slo durante breves momentos de su vida, pero su lucidez le hizo ser siempre consciente de lo que la separaba de la verdadera realizacin. Saba sin embargo, como supieron y saben todos los espirituales del Islam, que la amante no debe dejar nunca la puerta del Amado.

    Y as, al final de su vida, esperaba anhelante la muerte, a la que consideraba un puente entre amigos, la que une al amante y al Amado. Se cuenta que, cuando algunos maestros fueron a visitar su tumba, la oyeron exclamar: jQu hermoso lo que sucedi! Hice lo que deba hacer, y encontr el camino recto. Slo Dios es sabio!.

    Se dice que tena casi noventa aos cuando muri.

    Una tradicin velada

    Tambin en Europa fue conocida. En el siglo XIII, Joinville, canciller de Luis IX que acompa al rey en la sptima cruzada, trajo noticias de ella: contaba que un dominico que hablaba el sarraceno haba encontrado a una anciana con una escudilla llena de fuego en la mano derecha y un frasco lleno de agua en la izquierda para quemar el paraso y extinguir el fuego del infierno, re

    43

  • ferencia clara, aunque desplazada en el tiempo, a Rabi'a y a la ancdota, recogida por Aflald y, desde l, tantas veces repetida, alusiva a la doctrina del amor desinteresado y sin condiciones que tan ardientemente profesara. Sin embargo, el recuerdo que de ella se guardaba en tierras europeas la converta en una buena cristiana, y as, en el debate sobre el puro Amor que recorri Francia en el siglo XVII, Rbia desempear un papel importante; en 1640, Jean-Pierre Camus, obispo de Belley, escribe una obra de setecientas pginas7 en la que defiende la memoria de esta santa mujer que representa para l la verdadera Caridad, opuesta a la esperanza mercenaria de los que buscan el paraso de Dios y olvidan al Dios del paraso. En el libro aparece un grabado que muestra a una mujer vestida con atuendo oriental y llevando un cubo de agua en una mano y una antorcha en la otra. Fenelon y Bossuet se referirn tambin a ella, y su figura asomar de vez en cuando en crculos sospechosos de quietismo, aunque no slo, pero olvidando segn parece su origen musulmn y siempre como ejemplo

    7 J. JoinviUe, Le livre des saintes faroles et de bonsfaits de notre saint roiLouis, Pars, 1928, pgs. 160-162; tomo la referencia del artculo de M ichel Chodkiewicz La saintet fminine dans Thagio- graphie islamique.

    44

  • destacado de la amante mstica y de su entrega incondicional al Amado divino.

    Se transmite as una imagen que, aunque ensalzada, olvida su origen y deja de lado aspectos importantes. Nadie en Occidente negara en la actualidad el origen musulmn de Rbia de Basora, aunque con frecuencia se siga insistiendo y se resalte nicamente su aportacin fundamental del amor Divino, a menudo con toques sensibleros, ignorando la fuerte personalidad que emerge de sus dichos y su carcter fundamental de maestra. Quedan no obstante dos puntos que, a mi modo de ver, merecen ser tenidos en cuenta.

    Por una parte, como seal anteriormente, subrayar la excepcionalidad de Rbia puede servir de coartada para mantener la invisibilidad de todas las dems mujeres que pueblan el universo islmico, creando as una imagen falseada que poco tiene que ver con una realidad mucho ms rica y fecunda. Por otra, cuando esa realidad se reconoce parece obligado recurrir a otra referencia, el sufismo, como nico modo posible de explicar la proliferacin de mujeres en el mundo de la espiritualidad musulmana. Tpico sobre tpico. Tal vez habra que empezar por reconocer humildemente lo poco que podemos saber de mundos tan distantes, y, a partir de ah, tratar de conocerlos, cuidando siempre de no lanzar una

    45

  • ?mirada de superioridad cargada de prejuicios, aunque, lamentablemente, no podamos lograr nunca la objetividad completa. En cualquier caso, resulta sorprendente la cantidad de nombres que nos han llegado, nombres cuidadosamente recogidos y transmitidos durante siglos, y todos los que, sin duda, quedan por aparecer, pues existen todava muchos documentos perdidos u olvidados.

    Es evidente que encontraremos, y encontramos, textos claramente misginos, pero no ms que en otras religiones o en otras culturas; tal vez menos, pues, a diferencia, por ejemplo, de judaismo y cristianismo, no se encuentra en el Islam esa concepcin de un pecado original en el que Eva tendra un papel protagonista. Por otra parte, en el Corn, Dios se dirige a menudo a los creyentes, hombres y mujeres, por igual; por ejemplo, Corn 7, 71: Pero los creyentes y las creyentes son amigos unos de otros. Ordenan lo que est bien y prohben lo que est mal; o Al creyente, varn o hembra, que obre bien, les haremos revivir para una vida excelente (16, 97). Dios ha preparado perdn y magnfica recompensa para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes, los devotos y las devotas, los sinceros y las sinceras, los pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes, los que den y las que den li

    46

  • mosna, los que ayunan y las que ayunan, los castos y las castas, los que recuerdan y las que recuerdan mucho a Dios (33, 35), y otras aleyas.

    La inclusin de las mujeres aparece de manera clara en la mayora de los maestros sufes, si bien a menudo con el matiz peculiar, que podemos encontrar tambin en el gnosticismo cristiano, de considerar hombre a todo el que se adentra en la senda espiritual, aunque sea mujer. As, por ejemplo, dir Attr:

    Los santos profetas la paz sea con ellos han dicho: Dios no mira vuestras formas.Lo que cuenta no es la imagen, sino la intencin del corazn, como ha enseado el Profeta: Los hombres sern reunidos y juzgados segn su intencin [...]. Cuando una mujer camina en la senda de Dios como un hombre no puede ser llamada mujer.

    Y, citando a Abbs al-Tsi, contina:Cuando, el Da de la Resurreccin, se nos llame di

    ciendo: Hombres, venid!, la primera en adelantarse en el rango de los hombres ser Mara, la madre de Jess la paz sea con ella . Si ese Da ella no estuviera entre los hombres, entonces dejara la reunin. El significado de esta verdad es la igualdad de mujeres y hombres en la santidad; no hay diferencia entre los msticos en la Unidad del ser Divino. En esta Unidad, qu queda de la

    47

  • existencia del yo y el t? Y entonces, cmo podra haber todava hombre y mujer?

    Por su parte, Jmi cuenta que alguien le pregunt: Cuntos son los Abdl (sustitutos, Amigos de Dios)?. El respondi: Cuarenta almas. Y cuando le preguntaron por qu no haba dicho cuarenta hombres, su respuesta fue: Porque tambin hay mujeres entre ellos.

    # * *

    Se podran multiplicar las citas, como tambin, por supuesto, citar ejemplos a contrario, pero hacer victi- mismo no es el mejor camino para rescatar la memoria. Porque lo que s parece cierto es que, al menos en los primeros siglos de la hgira, las mujeres vivan en el centro del espacio pblico, participando plenamente en la vida de la comunidad, y as, en el Islam primero encontramos a Jadiya, la mejor de las mujeres, primera esposa de Muhammad, y a su hija Ftima; est tambin Aisha, la esposa ms joven del Profeta, a la que se remontan numerosos hadices, seguidas por las elegidas entre los Compaeros [del Profeta], as como otras mujeres del entorno, totalmente entregadas a Dios y de las que se cuenta que incluso participaron en campaas guerreras, como Umm Haram, de la familia de M uhammad, que muri en el curso de una batalla (649).

    48

  • Adems, y ya desde el principio, las mujeres desempearon papeles importantes en la historia del Islam: sus nombres aparecen en las cadenas de transmisin de los hadices profticos, forman parte del linaje espiritual de los calgrafos, son ensalzadas como gnsticas y poetas, sin olvidar a las mujeres gobernantes, y a las que aparecen como amigas, maestras y discpulas de grandes espirituales musulmanes, como Ftima de Nishapur, maestra de Byazid al-Bistm y Dhn-Nn al-Misr, a la que as-Sulam dedica encendidos elogios; Shawna (s. Il/VIIl), que viva en al-Ubulla [...] Predicaba y recitaba el Corn a la gente. A sus sesiones acudan ascetas, espirituales, adoradores, todos lo que estaban cerca de Dios, y los maestros de los corazones y de la abnegacin; Al-Wahatiyya Umm al-Fadl (c. iv-v/x), nica en su discurso, su conocimiento y su estado espiritual. Era compaera de la mayor parte de los maestros espirituales de su tiempo [...]. El shaykh e imam Ab Sahl Muham- mad ibn Sulaymn acuda a sus sesiones de enseanza y escuchaba sus lecciones, como hacan tambin un grupo de shaykhs sufes, como Ab al-Qasim ar-Rzi, Muham- mad al-Farr, Abdallh al-Muallim (el Maestro), y otros de su generacin, o Ftima bint al-Muthanna (s. XIII e. c.), a la que Ibn Arab ensalza como maestra y sita entre las grandes mujeres ascetas de Crdoba.

    49

  • La lista sera interminable, pues se recogieron sus nombres, muchos nombres, que se fueron transm itiendo de generacin en generacin, y todava en el siglo X/XVI se seguan estableciendo sus genealogas. Im portantes no slo en el sufismo, sino en la espiritualidad y la sociedad musulmana en general, resultara imposible escribir una historia del Islam sin cortar con ellas, aunque poco a poco, con el transcurrir del tiem po, se fuera asistiendo a su apartam iento a la esfera privada, en lo que algunas investigadoras m usulm anas designan como la gran ocultacin [Nelly Amri] y otras una tradicin velada [Rkia E. Cornell].

    Aunque la postura con respecto a las mujeres fuera ambivalente, ya no es posible dudar de la elevada posicin que llegaron a alcanzar en ese universo religioso. Las palabras del Corn, que no se presenta como novedad, sino como recuerdo de lo olvidado, fueron llamada a un camino de conocimiento y de libertad, memoria del Pacto Primordial que urga a reunirse con Dios y contemplar su Belleza. Nunca se insistir bastante en la importancia de la Belleza en el Islam, esa Belleza eterna que fascinaba a Rbia y que es una de las claves de su actitud de sumisin y rebelda, audacia y ternura caractersticas tam bin de tantas espiri

  • tuales8. La experiencia de la belleza divina instaura una actitud tica y esttica que, a su vez, se ve sobrepasada, pues es xtasis, es decir, salida y olvido de uno mismo, y, al tiempo, respeto, reverencia y adoracin ante la hermosura de lo contemplado.

    Dice Dorotea Slle, gran teloga cristiana, que ninguna religin ha expresado el descentramiento de s con tanta osada y ardor como hicieron los sufes, osada y ardor que encontramos ciertamente en Rbia al-Ada- wiyya y sus compaeras. Unica o no, sabemos que su influencia fue determinante en el desarrollo del sufismo y ocupa un lugar de excepcin como maestra y santa musulmana; sus dichos y sus poemas fueron repetidos una y otra vez por las generaciones posteriores, y en ella se inspiraron los principales pensadores espirituales, pero su figura no qued relegada al mbito de los especialis-

    8 Desde muy pronto, las mujeres sufes cantaron extasiadas la Belleza divina; ejemplo clsico es Zahr' al-Wliha, gnstica absolutamente cautivada por la hermosura de Dios. Se cuenta que cay muerta tras hacer esta invocacin: jOh, T, el infinitamente Bello, aleja de m el mal que pueda encontrar, pues hostil me es la vida!. Su madre, aun llena de tristeza, alab a Dios por haber honrado as a mi hija, y explic al atnito Dhn-Nn: Desde hace veinte aos, los hombres la han tenido por loca; pero, en verdad, la ha matado su deseo de Dios.

    51

  • tas: todava hoy, en pases musulmanes, se dice con total normalidad de una mujer, a manera de alabanza, es una segunda Rbi'a.

    A ella, a ellas, iban dirigidos los versos citados por Mauln Abdur-Rahmn, conocido como Jmi. Versos de admiracin, si cabe ms significativos por proceder de alguien que, como se puede apreciar en las lneas iniciales, nunca se mostr demasiado favorable a las mujeres.

    Si todas las mujeres fueran corno las que he mencionado, las mujeres seran preferibles a los hombres. ; [Pues el gnero femenino no es vergenza para el sol9 ni el masculino un honor para la luna. I

    M a r a T a b u y o O r t e g a \

    9 En rabe, sol pertenece al gnero femenino, y luna al masculino.52

  • DICHOS Y CANCIONES

  • Se cuenta que, al caer la noche, Rbia suba a la terraza de su casa para orar; all, envuelta en su velo, hablaba as con Dios:

    Dios mo, todo ha quedado en silencio y quietud, los amantes estn con sus amadas.

    Yo estoy aqu, sola contigo.

    Luego, tras la oracin vespertina, conversaba con El, diciendo:

    Dios mo, las estrellas centellean en el firmamento, los ojos duermen, rendidos por el sueo; los reyes cerraron sus puertas y los amantes se retiran, entregados al amor.

    Y yo permanezco aqu, entre tus manos.

    Despus se abismaba en la oracin hasta la aurora. Cuando nacan las primeras luces, deca:

    Dios mo, la noche ha pasado y el da despunta luminoso.

    Si supiera que has aceptado mi noche, rebosar mi alegra,

    mas si la has rechazado sabr resignarme.Por tu gloria estar en vela y orar mientras me man

    tengas en la vida.55

  • S, por tu gloria, aunque me arrojaras lejos de Ti, no me alejara un solo paso,

    pues Tu amor habita en mi corazn.

    Luego cantaba:

    Oh mi alegra, mi deseo y mi refugio, mi compaero, mi amparo en el camino, oh mi objetivo!Eres el espritu de mi corazn.T eres mi esperanza, m i confidente, mi Amigo.

    M i anhelo de Ti es mi nica riqueza, mi ardiente deseo, todo mi sustento.Si no fuera por T, oh vida de mi vida, no habra vagado de un lado para otro por la inmensidad del pas.

    Cuntas gracias me han sido reveladas, cuntos dones y favores tienes T para m!

    Tu amor es mi nico deseo, Tu amor es mi delicia, la luz que sacia mi sediento corazn.No me alejar de Ti mientras viva,

    56

  • no hay lugar para m sino T, que haces florecer el desierto.T eres el nico dueo de mi corazn.

    Si en m encuentras contento,oh anhelo de mi corazn!, desbordar de alegra.

    Hi & &

    Se pregunt a Rba cmo haba logrado su altura espiritual; ella respondi:

    Repitiendo siempre estas palabras:

    Dios mo, me refugio en Ti para resguardarme de todo lo que me separa de Ti, para resguardarme de todo lo que me distrae de Ti y se interpone entre T y yo.

    * * #

    Se cuenta que Rbi'a peregrin a La Meca. Cuando vio la Kaaba, exclam:

    Este es el dolo que se adora en la tierra. Dios no entr nunca en l. Pero nunca lo ha dejado.

    57

  • * * *

    Quin nos har ver a nuestro Amado? suspiraba un da Rbia.

    Nuestro Amado est siempre con nosotros le contest su sirvienta, pero el mundo nos separa de l.

    * * +A l-Thawr10 dijo un da a Rbia:Todo pacto tiene sus condiciones, toda fe su ver

    dad. Cul es la verdad de tu fe?Rbi'a contest:No le amo ni por miedo al Infierno ni por la espe

    ranza del Paraso. S as hiciera, sera como un mal servidor que trabaja cuando tiene miedo o cuando espera recompensa. Le adoro tan solo por amor y por mi deseo ardiente de El.

    * 4= *Un da que estaba sentado junto a Rbia, al-Thawri

    dijo:10 Sufyn al-Thawri (714-778) aparece en todas las biografas de

    Rbi'a como gran amigo y visitante asiduo de su casa. Gran autoridad en las tradiciones del Profeta, se le consideraba el prncipe de los creyentes de los hadices.

    58

  • Ensanos las maravillas que Dios te ha revelado.Rbi'a le respondi:Dichoso t si no amaras al mundo.Y, sin embargo, al-Thawri era asceta y sabio. Pero

    ella pensaba que escrutar las palabras del Profeta y las cosas que interesan a los hombres era ya el primer paso hacia el mundo.

    * *

    Un da, la gente vio a Rbia corriendo apresurada con una antorcha en una mano y un cubo de agua en la otra; le preguntaron:

    Seora del Otro mundo, adonde vas? Qu andas buscando?

    Y ella contest:Voy al cielo. Quiero prender fuego al Paraso y

    apagar el fuego del Infierno.As, Infierno y Paraso desaparecern y slo quedar

    Aquel al que se busca.Entonces pensarn en Dios sin esperanza ni temor y,

    de este modo, Le adorarn verdaderamente.Pues, si no existiera la esperanza del Paraso ni el te

    mor al Infierno,acaso no adoraran al Veraz? No le obedeceran?No le amaran a El solo por El solo?

    59

  • * * JC

    Un da, alguien pregunt a Rbia: Soy un pecador, mis faltas y mis desobediencias son

    muchas, pero, si me arrepiento, Dios me perdonar? Rbi'a le contest: No. Slo si Dios te perdona primero t te arre

    pentirs 11.

    * * *

    Gafar ibn Salim12 nos cont:Un da, Rbi'a le dijo a Sufyn: No eres ms que una suma de das. Cuando un da

    se va, con l se va una parte de ti. Y cuando una parte se va, no tardar en irse todo. No te digo nada que no sepas: pues bien, acta!

    11 C , por ejemplo, Corn 9, 118: Luego l se volvi a ellos con misericordia para que pudiesen arrepentirse. C iertam ente, Dios es Quien acepta el arrepentimiento, El es el Indulgente, el Misericordioso.

    12 Espiritual del siglo II de la hgira.60

  • Sahf ibn Mansr nos ha transmitido esto:Un da, entr en casa de Rbi'a cuando estaba abis

    mada en adoracin.Al darse cuenta de mi presencia, levant la cabeza, y

    he aqu que el lugar en que se encontraba pareca estar inundado por el agua de sus lgrimas.

    La salud. Ella se acerc y me dijo:Hijo, qu buscas?He venido a saludarte respond.Entonces ella, rompiendo en sollozos, exclam: jOcltame en Ti, Dios mo. Ocltame en Ti! Murmur algunas invocaciones y de nuevo se abism

    en la oracin.* * #

    Aunque toda la tierra perteneciera a un solo hombre, no por ello sera ms rico.

    Por qu? le preguntaron. Porque tambin la tierra perecer13.

    13 Corn 55, 26.61

  • * * *

    Cuando pedimos perdn, primero debemos hacernos perdonar nuestra falta de sinceridad al pedir perdn.

    * * *

    Unos cuantos se dedicaban a maldecir este mundo; Rbia les oy y dijo:

    El Profeta ha dicho: Quien ama una cosa, la recuerda continuamente.

    Que os acordis tanto del mundo slo muestra la vanidad de vuestro corazn* Si estuvierais verdaderamente perdidos en Aquel que es distinto al mundo, no tendrais de ste ni siquiera el recuerdo!

    * * *

    Un espiritual nos ha contado esto.Haba invocado a Rbia y ella apareci en mis sue

    os, y dijo:Tus dones nos llegan en bandejas de luz cubiertos

    con velos de luz.62

  • * # *

    Se cuenta que Rbia estaba enferma. Cuando se le pregunt la causa, respondi:

    Esta noche, poco antes del alba, mi corazn deseaba el Paraso. Y Dios me ha enviado esta prueba para inducirme al temor.

    * * *

    Otro da Sufyn le pregunt: Rbi'a, qu desea tu corazn? Sufyn respondi ella , cmo un hombre tan

    sabio como t hace esas preguntas?Dios sabe que desde hace doce aos deseo dtiles

    maduros, y stos no faltan en Basora... Sin embargo, he estado sin comerlos hasta hoy.

    No soy ms que una servidora, no me es dado seguir las inclinaciones de mi corazn. Si deseara contra Su voluntad sera una ingrata.

    * # *

    Un da, cuando Rbia iba en camino hacia La Meca, estando sola en el desierto, exclam:

    63

  • Dios mo, mi corazn se tu rba ante tan tas maravillas!

    Pero yo soy arcilla, la Kaaba tan solo una piedra. Y anhelo ver tu rostro!

    Entonces, escuch una voz de lo alto:Oh Rbia, no sabes lo que pides. Si Me manifes

    tara al universo tal cual soy, todo quedara aniquilado. Seras t capaz de soportarlo, quieres causar tal destruccin? Cuando Moiss quiso ver Nuestro rostro, lanzamos sobre el monte tan solo un tomo de luz, y l cay fulminado14. Contntate con M i Nombre.

    * # $

    Se cuenta tambin que cuando estaba ya prxima a La Meca, todava en pleno desierto, vio que la Kaaba se acercaba a recibirla.

    No necesito la Kaaba dijo Rbi'a, sino al Seor de la KaabaX Para qu quiero la Kaaba? No me ale

    u Corn 7, 143: Cuando Moiss acudi a Nuestro encuentro y su Seor le hubo hablado, dijo: Seor! Mustrate a m, que pueda contemplarte! El Seor le contest: No M e vers! Mira, en cambio, la montaa! Si contina firme en su sitio, entonces Me vers. Pero, cuando su Seor se manifest al monte, lo pulveriz y Moiss cay al suelo fulminado.

    64

  • gra su belleza. M i nico deseo es encontrar a Aquel que dijo: Al que se acerque a M un solo palmo, Yo me acercar un codo.

    * * Na

    Ibrhim ibn Adham15 iba tambin en peregrinacin a La Meca. Haba tardado catorce aos en atravesar el desierto, porque, a cada paso, haca dos genuflexiones y oraba; por eso, se deca a menudo: Otros hacen este camino con los pies, yo, sin embargo, camino con la frente.

    Cuando por fin, tras tantos aos pasados en la va, se hallaba cerca de La Meca, descubri aterrado que la Ka- aba no estaba en su lugar. Dijo entonces, llorando:

    Ay de m! Qu ha sucedido? Me habr quedado ciego, pues no puedo ver su imagen luminosa?

    Entonces escuch una voz, que le deca: Oh Ibrhim, no ests ciego. La Kaaba no est aqu,

    ha ido al encuentro de una mujer que viene de camino. Ibrhim qued conmocionado y grit:Quin es ella?

    15 Prncipe de Balkh convertido al sufismo por una voz celestial mientras cazaba, muri en 776, siglo II de la hgira, en combate en Siria.

    65

  • rSali corriendo y vio a Rbia, que se acercaba apoya- da en un bastn; vio tambin que la Kaaba volva a su lugar. Con lgrimas de resentimiento en los ojos, le dijo:

    jOh Rbia! qu has hecho? A qu tanto trastorno? Conmocionas al mundo, todos hablan de ti, y las gentes de Dios dicen: La Kaaba ha ido al encuentro de Rbi a.

    Oh Ibrhm! T s que conmocionas al mundo! Todos hablan de ti. Has tardado catorce aos en llegar hasta aqu! Y la gente dice: Ibrhm se detiene a cada paso para hacer la oracin respondi ella.

    Es cierto, contest l, que tard catorce aos en atravesar el desierto, pues me arrodillaba a cada paso y deca la oracin. Pero, al llegar, no pude ver la Kaaba\ La casa de Dios prefiri ir a tu encuentro! Cul es tu obra, Rbi'a, cmo llegaste a donde ests?

    Ibrhim, t has venido aqu con la oracin, yo he venido con mi indigencia.

    Ms tarde, Rbia llor desconsoladamente, visit la Kaaba y habl a Dios de esta manera:

    Oh Dios mo! T nos has prometido recompensa por la peregrinacin y por soportar con paciencia la desdicha y las pruebas. Si mi peregrinacin no ha sido vlida ante Ti, ser una desdicha para m; pero, entonces, cul ser mi recompensa por soportar esa desdicha?

    66

  • Despus, emprendi el viaje de regreso a Basora.Al ao siguiente, se dijo: Ya que el ao pasado la

    Kaaba vino a mi encuentro, este ao ser yo quien vaya a la Kaaba.

    & *

    El emir Muhammad ibn Sulaymn a l-H sh im 16, hombre riqusimo que gozaba de una renta diaria de ochenta mil dirhams, escribi un da a los notables de Basora pidindoles que buscaran, entre las mujeres de la ciudad, una esposa adecuada para l. Todos pensaron en Rbia, y as se lo indicaron. Entonces l le dirigi su peticin de matrimonio, exponindole tambin las ventajas que ella podra obtener si aceptaba esa unin. Rbi'a le escribi rechazando la peticin, pero aada:

    Gracias primero por tus nobles intenciones, pero lejos de m aceptar tal distraccin. El bienestar del cuerpo se consigue olvidando los bienes de este mundo; desearlos slo procura angustia y tristeza. Hermano mo, prepara un final dichoso a tu vida, y encamnate ligero al encuentro de tu Seor. S t mismo el administrador de

    16 Emir abasida de Basora desde el 145 de la hgira, muri en 172.67

  • tu persona, y no tomes como consejeros a quienes se disponen a repartirse tu herencia. Ayuna y evita alimentarte de preocupaciones, que son el alimento de quienes tratan constantemente de prevenirse contra los caprichos del destino. Que tu nico .alimento sea el fruto de tus manos, y tu anhelo el camino espiritual; y deja que la muerte se encargue de romper tu ayuno.

    En cuanto a m, si Dios me concediera los bienes que a ti te ha otorgado, o incluso diez veces ms, no encontrara ninguna satisfaccin en alejarme, ni en lo que dura un abrir y cerrar de ojos, de mi Seor. A El slo deseo, slo a l adoro, y no quiero apartar mi atencin de El ni un solo instante. Sobre ti sea la paz.

    * $ *

    Abd al-Wahid ibn Zayd17, clebre por su ascetismo y santidad, pidi la mano de Rbia. Esta contest:

    Hombre sensual, busca una mujer sensual como t! Acaso has visto en m algn signo de deseo?

    17 Telogo y predicador, partidario de la vida solitaria como va hacia Dios y fundador de una de las primeras comunidades cenobticas cerca de Basora, era renombrado por su ascetismo y la santidad de su vida; muri en 793.

  • Hasan al-Basri18 acostumbraba a visitar a Rbi'a, que era para l una autntica madre espiritual. Cuando, una

    , vez ms, se enter de su respuesta ante las propuestas de matrimonio, fue a verla y le pregunt:

    Cmo has llegado a ese desapego?Aniquilndome contest ella. S, pero cmo?! volvi a preguntar Hasan. Entre nosotros no existe el cmo! replic Rabia.

    =5= =f= =3=

    Se cuenta que, en cierta ocasin, algunos espirituales fueron a ver a Rbi'a y le pidieron encarecidamente que eligiera un hombre entre los sufes de Basora y lo tomara por esposo. Ella dijo:

    18 Hasan al-Basri (21/643-110/728) es la figura ms importante del ascetismo musulmn, y est considerado como el patriarca del misticismo islmico. La referencia a su relacin con Rbia es un claro anacronismo, pues ella tendra entre diez y quince aos cuando l muri, pero el inters de los recopiladores no es la exactitud histrica, sino la transmisin de una enseanza y, en este caso adems, exaltar la figura de Rbia,

    69

  • Bien, pero decidme primero quin es el ms sabio, para que me case con l.

    Hasan le respondieron.Entonces la mujer se dirigi a l diciendo:Hasan, si puedes dar respuesta a cuatro preguntas

    que me inquietan, ser tu esposa.Pregunta, y si es voluntad de Dios, te responder.Qu dir el Juez del mundo cuando yo muera?

    Me contar entre los verdaderos creyentes? Eso est oculto para m, slo Dios, el Todopode

    roso, puede saberlo respondi Hasan. Cuando en la tumba me interroguen M unkar y

    N akir19, sabr responder?Tambin eso me est oculto. El da de la Resurreccin, recibir el libro en la

    mano derecha o en la izquierda?20Tambin eso me est oculto.

    19 Los ngeles de la muerte, que visitan al musulmn en su tumba y le preguntan sobre su fe.

    20 El da de la Resurreccin, Dios pesar en la balanza las acciones de los hombres; si las buenas acciones pesan ms que las malas el creyente recibir el libro de las obras en la mano derecha, mientras que el malvado lo recibir en la izquierda.

    70

  • Y, por ltimo, dijo Rba, cuando llegue el da de la Resurreccin y la humanidad sea convocada a la reunin, y los de la derecha sean llamados al Paraso y los de la izquierda al Infierno, en qu grupo me encontrar?

    Tambin eso me est oculto, y nadie conoce lo que est oculto, salvo Dios, Suya es la gloria y la majestad.

    Entonces dijo Rbi'a: Si eso es as, y si sas son las preguntas que me in

    quietan, cmo podra buscar esposo y dedicarme a l?Y se cuenta que entonces cant:

    Oh Amado de mi corazn,Slo te tengo a Ti.Ten piedad del pecador que va hacia Ti.

    Oh mi esperanza, mi reposo, oh mi alegra,E l corazn no quiere amar a otro sino a Ti.

    * * *

    M i reposo, oh hermanos, est en mi soledad, y mi Amado est siempre conmigo.

    Nada puede reemplazar al amor que siento por El, mi a7nor es mi suplicio entre las criaturas.

    71

  • En todas partes donde contempl su belleza,E l ha sido mi mihrab y mi qibla21.

    Si yo muriera de este amor ardiente y E l no estuviera[.satisfecho,

    esapena sera mi desdicha en este mundo!

    Oh mdico del corazn, T, que eres todo mi deseo, neme a Ti con un lazo que cure mi alma.

    Oh mi alegra, oh mi vida para siempre! en Ti, mi origen, en Ti mi embriaguez.

    He abandonado enteramente todo lo creado con la esperanza de que me unas a Ti. Ese es mi nico deseo.

    * # *

    Cierto da, cuando Rbi a estaba buscando algunas ovejas extraviadas, pas por la puerta de Hasan al-Basri y not que sobre su velo caan unas gotas de agua. Pen

    21 El mihrab es el nicho que en la mezquita indica la direccin hacia la que se debe dirigir la oracin. La qibla es la direccin de La Meca hacia la que se orienta el musulmn para orar.

    72

  • sando que llova, se detuvo para protegerse bajo un saledizo. Pronto percibi que aquello no era lluvia, y alz los ojos tratando de ver de dnde proceda. En la terraza de su casa, Hasan lloraba amargamente. Ella dijo:

    Hasan, observa bien el origen de tus lgrimas. Si proceden de tu ego, contrlalas, pues las lgrimas de un hombre como t deberan transformarse en un ocano de sinceridad, y as tu corazn se podra encontrar en una sede de Verdad junto a un Rey Todopoderoso .

    * & &

    Abd al-Wahid ibn Amir y Sufyn al-Thawri fueron un da a visitar a Rb(a. Cuando la vieron, experimentaron un gran temor reverencial, tanto por la luz que de ella se desprenda como por el sufrimiento que soportaba, y se quedaron prcticamente sin habla. Finalmente, Sufyn dijo:

    Rbi'a, pide a Dios que alivie tu dolor.Y quin me lo ha enviado? murmur ella. El Seor! respondi l.Y si Dios quiere someterme a esta prueba, cmo

    22 Corn 54, 54-55: Los temerosos de Dios morarn entre jardines y arroyos, en una sede de verdad junto a un potentsimo Monarca.

    73

  • podra dirigirme a l ignorando Su voluntad? La esencia del amor es la paciencia del amante ante los deseos del amado.

    * * %

    Se cuenta que una noche, cuando Rbi'a velatia en oracin, le entr en el ojo una astilla de caa. Pero ella ni siquiera lo not, tan profundamente estaba enraizado en su corazn el amor de Dios.

    $ * *

    Te has adentrado completamente en m, de arriba abajo, sin dejar nada, como slo el Amigo puede hacerlo.Por eso, cuando hablo, hablo de Ti, y cuando callo, se aviva mi deseo de Ti.

    * * *

    Se cuenta que un da Rbia subi a la montaa, y un hato de animales salvajes, gacelas, ciervos y cabras mon- tesas corrieron a su alrededor y permanecieron junto a ella sin ningn temor.

    74

  • Ms tarde, lleg Hasan al-Basri, y todos los animales huyeron. Entonces, ste pregunt:

    Por qu huyeron al verme las gacelas? Antes parecan alegres y tranquilas junto a ti.

    Hasan, dijo ella, qu has comido hoy?Un guiso sencillo con cebollas contest l. S comes su grasa, cmo quieres que no se asusten

    y huyan de ti?# # #

    Una maana, cuando paseaba por las orillas del Eufrates, Hasan al-Basri vio a Rbia sentada junto al ro en plena contemplacin. Lanz entonces su alfombra sobre el agua, se sent en ella y grit:

    Rbi'a, ven conmigo! El Eufrates nos espera, hagamos aqu nuestra oracin.

    Rbia le mir respetuosamente, y respondi:Maestro, es esto lo que quieres mostrar en el bazar

    de este mundo a los que no son de este mundo? Mustranos ms bien lo que el comn de los mortales no puede realizar.

    Despus de decir esto, despleg su alfombra de oracin, la extendi delante de ella, subi encima, se elev en el aire y le invit a su vez:

    75

  • Vamos, Hasan! Aqu estamos en lugar seguro, lejos dlas miradas de los curiosos.

    El hombre se qued pensativo. Rbia baj de su alfombra y trat de consolarle; luego dijo:

    Maestro, lo que has hecho, tambin lo pueden hacer los peces; lo que yo he hecho, tambin las moscas lo saben hacer. Pero lo que en verdad importa es alcanzar un grado ms elevado que aquel en el que ahora nos encontramos.

    # # *

    Cont una vez Hasan al-Basri:Estuve una vez una noche y un da enteros junto a

    Rbi'a, y hablamos con tal ardor de la va espiritual y de los misterios del Veraz que olvidamos que yo era un hombre y ella una mujer.

    Ms tarde, cuando terminamos nuestra conversacin, sent que yo no era ms que un pobre hombre y ella, por el contrario, una mujer llena de sabidura y fervor.

    = * *

    Hasan al-Basri pregunt a Rbi a si pensaba contraer matrimonio. Ella respondi:

    76

  • El matrimonio vale para quien puede escoger. En cuanto a m, no soy duea de mi vida. Pertenezco a mi Seor y vivo a la sombra de sus mandamientos, mi persona no tiene ningn valor.

    Cmo has llegado hasta ah? pregunt l.Abandonndome al Todo.

    * *

    Se recoge tambin esta otra versin:Hasan dijo: Quiero casarme contigo.Rbia respondi: El contrato matrimonial es para quienes tienen

    una existencia fenomnica. Aqu la existencia ha cesado, puesto que yo he dejado de existir y mi ser se ha desvanecido. M i existencia est en El, y yo soy completamente Suya, estoy bajo Su sombra. Hazle a El la peticin de matrimonio, no a m.

    & * *

    T le dijo Hasan conoces el porqu de las cosas, pero a nosotros no nos es dado conocerlo. Hblame de lo que se te ha revelado.

    77

  • Hoy respondi Rbi'a fui al mercado con dos rollos de cuerda; los vend por dos monedas, para comprar comida. Cog una moneda en cada mano; no quise ponerlas juntas no fuera a ser que me desviaran de la va recta.

    * * *

    De dnde vienes? le preguntaron.Del otro mundo.Y adonde vas?Hacia el otro mundo.Y qu haces en este mundo?Me burlo de l.Cmo te burlas?Como su pan y hago las obras del otro mundo.

    * * *

    T que ests tan dotada para la palabra, sabes tambin guardar el lugar donde se atan los caballos?23

    23 Referencia al corazn, sede de las pasiones.78

  • S, en verdad respondi ella , de ese lugar soy la guardiana; pues nunca dejo escapar lo que est dentro de m, y no permito que entre lo que est fuera.

    * * *

    Deca Rabia: Es imposible a la mirada distinguir las diferentes

    estaciones de la va que lleva a Dios. Le es imposible a la lengua llegar hasta El.

    Por eso, despierta tu corazn! Si tu corazn despierta, tus ojos vern el camino y llegars fcilmente a la estacin.

    * *

    Se cuenta que, al llegar el verano, Rbi'a se retiraba a una casa aislada y no sala de ella jams.

    Seora le dijo un da su criada, sal de la casa y ven a contemplar las maravillosas obras de Dios. Deja de languidecer por l.

    No dijo Rbia . Eres t quien debe entrar aqu para ver al Creador, y slo a El. Qu hara yo con todas las maravillas del mar y de la tierra cuando El est aqu? Qu hara yo con su creacin? No me separes de El,

    79

  • pues la contemplacin del Amado me impide contemplar las cosas creadas. Contempla t si quieres las maravillas del mundo. Mi oficio es contemplar la Omnipotencia del Creador!

    # * *

    Se cuenta que deca llena de tristeza:Dios mo, si T, el da de la Resurreccin, decidie

    ras enviarme a las llamas, entonces yo revelara un secreto capaz de alejar de m el fuego por mil aos!

    * $ &

    Se cuenta que Rabi'a dijo:Dios mo, si en el da de la Resurreccin T me en

    viases al Infierno, yo gritara:Seor, a m que tanto te am, me envas a las llamas!

    Es as como tratas a tus enamorados?Entonces escuch una voz que deca: Rbi'a, no pienses mal de Nosotros! pues te hemos

    hecho un lugar entre Nuestros amigos para que puedas gozar de Nuestra compaa.

    80

  • * * *

    Deca Rbia:

    Oh Dios mo!Cuantos bienes me hayas destinado en este mundo, dselos a tus enemigos,y cuanto me hayas reservado en el otro mundo, dselo a tus amigos.Porque a m, T me bastas.

    * # t

    Rabia repeta a menudo:

    Oh Dios molSi te adoro por miedo al infierno, quma?ne en l.Si te adoro por la esperanza del paraso, excluyeme de l.Pero si Te adoro slo por Ti mismo, no apartes de m tu Eterna Belleza.

    81

  • Sufyn al-Thawri nos cont:Estaba yo una noche con Rbi'a. Rez hasta el alba, y

    tambin yo rec. Cuando amaneci, dijo: Ahora, ayunemos! Debemos dar gracias por, las

    oraciones que hemos hecho esta noche.

    * * &

    Hasan al-Basri nos cont;Fui a casa de Rbia haca el medioda. Tena en el

    fuego una olla con carne, pero cuando empezamos a hablar del conocimiento de Dios, dijo:

    Esta conversacin es mejor que cualquier comida y dej de atizar el fuego.

    Pasaron las horas, lleg el crepsculo, y al terminar la oracin de la noche Rbi'a sirvi agua y algo de pan duro; fue luego a vaciar la olla y he aqu que la carne estaba perfectamente guisada, gracias al cuidado de Dios, y desprenda un aroma exquisito. La comimos, y nunca he probado nada con mejor sabor.

    82

  • * * *

    Rbi'a se apareci en un sueo. Se le pregunt qu haba respondido a Munkar y a Nakir, los guardianes del otro mundo, cuando se haba encontrado ante ellos. Ella contest:

    Munkar y Nakir vinieron a m y me interrogaron, diciendo: Quin es tu Seor?

    A lo que yo les respond:Angeles, id y decid a Su Majestad Dios: Cmo!

    Entre todos Tus servidores ordenas que se me interrogue, a m, una anciana! Yo soy aquella que no ha conocido a nadie ms que a Ti. Acaso te he olvidado una sola vez para que enves as a Munkar y Nakir a hacerme esas preguntas?

    % s *Said ben Uthman nos cont lo siguiente:Estaba yo con D hn-Nn al-M isri24 Dios lo ten

    ga en su misericordia en la tierra de perdicin de los24 D hn-Nn al-Misri (c. 180/796-245/859), considerado por

    algunos maestros sufes como padre de la mstica, fue, segn la tradicin, el primero en formular la nocin de marifa, conocimiento intuitivo de Dios, o gnosis, derivado de la experiencia espiritual y no de la erudicin. Su encuentro con Rbia es un anacronismo, pues sera todava un nio cuando sta muri.

    83

  • hijos de, Israel. Y vimos que alguien se acercaba. Dije a mi compaero:

    Maestro, viene alguien.M ira quin es me respondi . Slo un amigo

    de Dios puede poner los pies en este lugar.Fui a ver y constat que era una mujer.Es una mujer le dije una amiga de Dios, por

    el Seor de la Kaaba\El se dirigi hacia ella y la salud. Ella le dijo:Conviene a los hombres saludar a las mujeres? Soy tu hermano, Dhu n-Nn. No se podra sospe

    char de m.5S bienvenido! dijo entonces ella . Dios te d

    la paz!El le pregunt qu le haba impulsado a ir a ese lugar,

    y ella respondi:Un versculo del Libro de Dios gloria y poder a

    El, de su Palabra: Es que la tierra de Dios no era lo suficientemente vasta como para que pudierais emigrar?2S.

    Entonces l le pidi que le describiera el amor: Dios mo dijo ella, t lo conoces, pues hablas

    con palabras de sabidura! Y me preguntas a m?

    25 Corn 4, 97.84

  • A quien pregunto, debe responder insisti l. Entonces ella cant:Te amo con dos amores, un amor hecho de deseo y el otro, el digno de Ti.E l amor hecho de deseo me hace recordarte a cada instante, despojndome de todo lo que no eres T.E l amor digno de Tiaparta de mis ojos los velos para verte.N i por uno ni por otro merezco alabanza, y por uno y por otro, alabanza a Ti!

    Deca Rbia:Toda cosa lleva su fruto. El fruto del saber y del co

    nocimiento es aproximarse a Dios.

    Le preguntaron un da: Cul es para el servidor el mejor medio de acer

    carse a Dios?85

  • Ella dijo:En este mundo y en el otro, no buscar nada sino a

    l.

    * * *

    Se le pregunt a Rbi'a en qu momento el servidor de Dios se encuentra en un estado de abandono:

    Cuando la desgracia le alegra tanto como la felicidad contest.

    *K * #

    Azhar ibn Harun nos ha transmitido esto.Rahb al-Qays, Slih ibn Abd al-Glil y Kilb fue

    ron a casa de Rbi'a y empezaron a hablar de cosas de este mundo, censurndolas. Rbi'a dijo entonces:

    Veo el mundo en vuestro corazn, con sus mejores pastos de primavera.

    Qu te hace pensar eso de nosotros? preguntaron asombrados.

    Habis puesto vuestros ojos en lo que se halla ms cerca de vuestro corazn, y de ello hablis.

  • * * *

    Jafar ibn Suleyman nos ha transmitido esto.Sufyn Thawr! me cogi de la mano y dijo:Ven a ver a aquella que me gua. Si la dejase, no

    encontrara a nadie ms de quien fiarme.Cuando entramos en su casa, Sufyn levant la mano

    y exclam:Dios mo, te pido la salvacin.Entonces Rba se puso a llorar. Por qu lloras? pregunt Sufyn. Eres t quien me hace llorar.Por qu? Acaso no sabes que la salvacin consiste en aban

    donar las cosas de este mundo? Y cmo lo podras hacer t, que ests tan manchado de l?

    * * #

    Estando un da con Rbi a, al-Thawri lanz un profundo suspiro y dijo:

    Ay, qu tristeza!No mientas! exclam ella , di mejor, qu fal

    ta de tristeza!. Si verdaderamente estuvieses triste, no te alegrara tanto la vida.

    87

  • Preguntaron a Rbia qu pensaba del amor. Y ella respondi:

    Entre el amante y el amado no hay distancia. Ni palabras. Hay solamente lo que dice la nostalgia, lo que describe el gusto.

    .Quien ha gustado ha conocido, pero quien ha descrito no se describe.

    En verdad, cmo puedes describir una cosa cuando en su presencia te aniquilas, en su existencia te disuelves, en su contemplacin te deshaces, en su pureza te embriagas?

    Cuando, curado de ella, abandonado a ella, ests colmado, y gozoso a causa de ella ardes de amor?

    La grandeza hace que la lengua enmudezca. La perplejidad impide al cobarde expresarse.

    Los celos hurtan las miradas a las criaturas. El asombro prohbe a la mente toda certeza.

    No hay entonces sino asombro continuo, sorpresa incesante, corazones errantes, secretos ocultos, cuerpos agotados. Y el amor, con su poder inflexible, gobierna los corazones.

    88

  • Oh, ten piedad de los enamorados!Su corazn se ha extraviado en el laberinto del amor; y llega el da de su resurreccin.

    Sus almas se mantienen en pie, colmadas de favores, a la espera del Paraso de una unin perpetua o del Infierno del alejamiento eterno de los corazones.

    * * &

    Oh Rbia le preguntaron t que sobresales en las cosas del amor, por qu se te dio ese nombre?26

    El lugar de reposo es nico, de dnde viene entonces esa multiplicidad?

    Oh hombres respondi ella , la armona es la condicin de la amistad.

    He mirado al Profeta del deseo y del temor hasta que bebi el ocano del amor.

    Entonces le vi en la caverna decir a su amigo*: No ests tristel Dios est con nosotros!

    Qu piensas de esos dos si, con ellos, el tercero es Dios?

    26 Rbi'a significa en rabe la cuarta.* Corn 9,40.

    89

  • Me acerqu a la soledad de la caverna en actitud de total fidelidad. Pero desde el interior, los celos gritaron:

    Quin es esta enamorada temerosa que se ha quitado la mscara y, sin nosotros, no encontr la alegra?

    * * *

    M i copa, mi vino, mi anfitrin, son Tres,Y yo, que voy en busca del amor; la Cuarta.Quien sirve el vino llena la copa una y otra vez de gracia y de alegra.Si soy mirada, no me veo ms que por E l Si soy presencia, me veo siempre con ELOh t que me censuras, yo amo Su belleza!Por Dios, mis odos no escuchan tu reproche.Cuntas noches con mi pasin y mis penas, mientras fluan de mis ojos ros de lgrimas!Ninguna de mis lgrimas ha subido de nuevo.Y mi unin con E l no dur.

    M i ojo herido no duerme jams.90

  • * * *

    Un da, cuando Rbia se encontraba en amistad con Dios, Ahmed la oy hablar as:

    Te he puesto en mi corazn como mi confidente.He ofrecido mi cuerpo a quien quiera sentarse junto a m.

    A se, mi cuerpo presta compaa.Vero Aqul a quien amo es el compaero de mi corazn.

    jf: ijt

    Y tambin, cuando se encontraba en el temor de Dios, Rbia deca:

    Dbil es mi corazn, incapaz de llevarme a trmino.Es ello la causa de mi llanto o lloro por el camino,

    [demasiado largo? Oh, objetivo de mi deseo, me quemars con tu fuego?Dnde est mi esperanza en Ti, dnde mi temor?

    * * *Preguntaron un da a Rbi'a cmo amaba al Profeta,

    sobre l sea la paz.91

  • Le amo respondi con un gran amor, pero mi amor al Creador me ha separado del amor a las criaturas.

    # & #

    Rbi'a se dio un golpe en la cabeza y empez a sangrar. Pero ni siquiera se inmut.

    No sientes el dolor? le preguntaron. La preocupacin de conformarme a la voluntad de

    Dios en todo lo que sucede me impide sentir eso que vosotros veis.

    sH #

    En cierta ocasin, oy proclamar a un lector del Corn:

    Ese da, los moradores del Jardn tendrn una ocupacin feliz27.

    {Desdichados los habitantes del Paraso! suspir Rbia, ellos y sus mujeres!

    27 Corn 35, 55; las aleyas siguiente dicen: Ellos y sus esposas estarn a la sombra, reclinados en divanes. Tendrn all frutas y todo lo que deseen...

    92

  • >!< # >!. Nunca he mirado a los saltamontes sin acordarme de la Reunin30.

    * # *

    Rbi'a pregunt un da a al-Thawri:Qu es para ti la generosidad?Para los hijos de este mundo respondi l es

    dar abundantemente de los propios bienes. Para los hijos del otro mundo, es darse abundantemente ellos mismos.

    No, te equivocas dijo ella.

    28 Al-Sulam recoge un dicho prcticamente idntico que atribuye a Rabi'a bint Ismai de Siria.

    29 Referencia a Corn 81, 10 ss.: Cuando los rollos sean desplegados.... En los rollos estn escritas las obras de