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RESEÑA MIGUEL G. RODRÍGUEZ LOZANO. Pistas del relato policial en México - Somera Expedición. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2008. No es de extrañar que en México, país donde en los últimos años la violencia y el crimen organizado han logrado captar el interés nacional a través de su constante presencia en los medios de comunicación, la crítica literaria mexicana haya considerado poner de nueva cuenta en la palestra a la novela policiaca. Este género que con anterioridad muchos críticos calificaban como “subliteratura” o mero “divertimento” en las últimas décadas ha tomado nueva fuerza con obras que se avocan a estudiarlo como El cuento policial mexicano (1982) de Vicente Francisco Torres, Testigos de cargo: la narrativa policiaca mexicana y sus autores (2000) de Gabriel Trujillo Muñoz y Muertos de papel: un paseo por la narrativa policial mexicana (2003) del mismo Francisco Torres, sólo por mencionar algunos autores mexicanos que se han dado a la tarea de rescatar al género del archivero en donde se leía la placa “casos cerrados”.

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Page 1: Rafael, reseña

RESEÑA

MIGUEL G. RODRÍGUEZ LOZANO. Pistas del relato policial en México - Somera Expedición. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2008.

No es de extrañar que en México, país donde en los últimos años la violencia y el crimen

organizado han logrado captar el interés nacional a través de su constante presencia en los

medios de comunicación, la crítica literaria mexicana haya considerado poner de nueva cuenta en

la palestra a la novela policiaca. Este género que con anterioridad muchos críticos calificaban

como “subliteratura” o mero “divertimento” en las últimas décadas ha tomado nueva fuerza con

obras que se avocan a estudiarlo como El cuento policial mexicano (1982) de Vicente Francisco

Torres, Testigos de cargo: la narrativa policiaca mexicana y sus autores (2000) de Gabriel

Trujillo Muñoz y Muertos de papel: un paseo por la narrativa policial mexicana (2003) del

mismo Francisco Torres, sólo por mencionar algunos autores mexicanos que se han dado a la

tarea de rescatar al género del archivero en donde se leía la placa “casos cerrados”.

A esta seguidilla de estudiosos del género se une más recientemente Miguel G. Rodríguez

Lozano, doctor en Literatura Mexicana por la Universidad Nacional Autónoma de México

(actualmente investigador titular de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones

Filológicas de la UNAM) con libros como Bang! Bang!: pesquisas sobre narrativa policiaca

mexicana (edición de Miguel Rodríguez Lozano, UNAM, 2005) y Escena del crimen: estudios

sobre narrativa policiaca mexicana (edición de Miguel Rodríguez Lozano, UNAM, 2008).

Lozano, a diferencia de sus antecesores, no sólo se preocupa por estudiar novelas y

cuentos policiacos clásicos, sino que escudriña en los aspectos más contemporáneos del género

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en nuestro país. En su libro Pistas del relato policial en México - Somera Expedición, ofrece una

pauta que nos orienta a través de una breve pesquisa sobre el inicio de la narrativa policiaca

mexicana, para después centrarse en resaltar las características más notables del relato policial de

la última década del siglo XX y la primera del siglo XXI.

Para Lozano la narrativa policiaca tiene un cargado carácter social “…el género policiaco

en México es heterogéneo, abundante en las propuestas y muchas veces ligado a los procesos

sociales del momento.”, señala en su libro. También resalta su valor estilístico “…el relato sigue

el orden del descubrimiento. Claro que cada una de las obras enlistadas posee su propio estilo, su

estética, su cualidad.”, concluye el autor. Es por ello que Lozano en Pistas del relato policía en

México sale en busca de todos aquellos pequeños detalles que hacen de la novela policiaca

mexicana no sólo un objeto a disfrutarse sino a pesquisarse.

No hay crimen perfecto. Siempre hay un vestigio, un dejo, una pista que orienta la

investigación del detective en busca del ignoto. Es muy común que conozcamos el ámbito

europeo-norteamericano de la novela policiaca, Holmes y Poirot rápidamente saltan a nuestra

cabeza cuando hablamos del género. Cuando llegamos a México es ahí donde nos quedamos sin

referentes, sin pistas ¿y qué hace un detective sin pruebas en un país donde la Ley se ejerce a

cuentagotas?

Pistas del relato policial en México funciona como una especie de guía para ubicar

cuentos, personajes y novelas trascendentales del género en nuestro país, su transformación y

todo aquello que colaboró a que su producción fuese más constante durante ciertos periodos

históricos. Desde el liminar del libro el autor apunta que dicho trabajo será un esfuerzo por reunir

un corpus general viable para futuros enfoques particulares.

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El libro inicia dando cuenta de algunas de las obras más notables de la literatura policiaca

clásica mexicana como Ensayo de un crimen de Rodolfo Usigli o Diferentes razones tiene la

muerte de María Elvira Bermúdez, entre otras, pero hace especial hincapié en la novela El

complot mongol de Rafael Bernal, obra que Lozano cataloga como “rara anomalía” o “referente

insoslayable”. Lozano afirma que esta novela colaboró a transformar la práctica escritural del

género e influyó en algunos escritores posteriores (con esta novela nace el género hard-boiled en

México).

Más adelante se detiene a hablar del prolífico Paco Ignacio Taibo II (Días de combate en

1976, No habrá final feliz en 1981, etc.). “Reafirmó la línea establecida por Bernal, desde el

lenguaje coloquial hasta la marca de la ciudad, pero ahora con mucha más violencia y con la

imagen de la inseguridad propia de las grandes urbes.”, explica Lozano. Por otro lado señala que

la producción de Taibo II fundó ciertas bases para que en la década de los noventas nuevos

escritores se acercaran al género policiaco ya no exclusivamente desde la capital del país, sino de

otras latitudes de la República mexicana, principalmente del norte.

El autor considera que otro de los factores determinantes que contribuyó a potenciar la

manifestación de textos policiacos en todo México, fue la crisis económica arrastrada desde los

años setenta, aunada a las condiciones sociales y culturales del país.

El crítico Julian Symons en su libro Bloody Murder: from the detective story to the crime

novel (1972), respalda esta idea, cuando señala que la actitud social dentro de la novela criminal

“Is often radical in the sense of questioning some aspect of law, justice or the way society is

run.” Si bien el libro de Lozano habla sobre el tema, no se encarga de hacer un análisis tan

profundo en ese sentido, más bien considero que fundamentalmente se enfoca en desplegar una

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serie de particularidades de la novela policiaca reciente como el lenguaje irónico, la violencia, el

espacio fronterizo, etc., con el fin de crear prurito en los lectores que no se han aproximado al

género con anterioridad.

Para captar la atención del lector, Lozano se dedica a citar varios ejemplos de estas

cualidades tan características de la novela policiaca a lo largo de su libro. Por un lado evidencia

la crudeza del lenguaje de Juan Hernández Luna en su novela Tabaco para el puma escribe

“Accionó el gatillo y la cabeza del sujeto quedó convertida en un enredo de restos oscuros y

sangre revuelta de astillas de hueso…”. El tono lúdico e irónico en Algunos crímenes norteños

de Francisco José Amparán, cuando el detective creado por este último dice “Vivo en la ciudad

de Gómez Palacio, Dgo., que como cualquier niño de primaria sabe, gracias a la reforma

educativa, está junto a la de Torreón, Coah.,…”. O nos señala los rasgos del ser fronterizo en la

novela El festín de los cuervos de Gabriel Trujillo Muñoz, cuando un personaje norteño le

explica al detective capitalino “Si mascaste arena y bebiste agua del Río Colorado, ya te jodiste

Miguel Ángel. Eres gente nuestra. Eres puro cactus espinoso por más que andes disfrazado de

chilango…”. Estos son sólo algunos de los elementos técnico-lingüísticos que considera Lozano

como dignos de valorarse al analizar la novela policiaca mexicana.

También apunta sobre casos extraños como las obras de Enrique de la Serna (El miedo a

los animales) y Fernando del Paso (Linda 67), en las que se usa como pretexto el género

policiaco para realizar una crítica al “mundillo intelectual” metropolitano. Finalmente se dispara

hacia la novela con temática del narcotráfico en el siglo XXI, la cual emerge de la mano de

Élmer Mendoza, Guillermo Munro, entre otros.

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La obra también incluye un rico apartado bibliográfico en el cual se identifican las

novelas policiacas mexicanas más representativas. Esto sin duda será de gran ayuda para todos

los investigadores que inician sus expedientes críticos en esta área.

El libro es pequeño no sólo en lo referente a su extensión (70 págs.), sino también en su

tamaño (edición realmente de bolsillo, casi como una pistola “Ruby”). Esta pequeña gran obra no

busca aportar nuevas ideas de acercamiento al análisis del género (como ya lo ha hecho Miguel

Rodríguez Lozano en otras publicaciones de su autoría con fines más específicos, Bang! Bang!...

y Escena del crimen…), sino proporcionar una visión panorámica de las novelas esenciales o

características dentro de la historia del género policial en México.

Al estar escrita en orden cronológico nos permite ubicarnos fácilmente, pero la falta de

títulos en los apartados hace un poco menos accesible su consulta. Con un estilo claro y sencillo,

Rodríguez Lozano consigue con Pistas del relato policial en México adentrarnos de manera

amena en los aspectos más curiosos y representativos del relato policial mexicano.

Es evidente el trabajo de Lozano editar, publicar y dar a conocer libros que tratan sobre

crítica de índole policiaca. Hay una infinidad de nombres y clasificaciones para este tipo de

literatura dice el autor “…policial, duro, criminal, detectivesco, negro y hasta neopolociaco (para

el caso de México)…”, como seguramente existen una innumerable cantidad de acercamientos

distintos con el objetivo de analizar este tipo de novelas. Pistas es lo que nos deja Lozano, ahora

nos toca afrontar la tarea de resolver el caso de la novela policiaca mexicana, mismo que aún

sigue abierto.

Rafael Soufflé RamírezUniversidad de Sonora