realese - jun fusita hirose cine capital

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Realese - Jun Fusita Hirose Cine Capital

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  • Jun Fujita y Cine Capital

    http://anarquiacoronada.blogspot.com.br/2014/03/jun-fujita-y-cine-capital.html

    por Diego Sztulwark(Presentacin de Cine-Capital. Cmo las imgenes devienen

    revolucionarias, en La Libre - 22/03/14)

  • El libro de Jun Fujita, Cine-Capital, plantea tres lneas deinvestigacin de las cuales, al menos dos, eran por mansiosamente esperadas. Una de ellas, la que se refiere a lahistoria del cine, con eje en Hitchcock, que escapa a misintereses directos, pero que es fundamental en la estrategiadel libro; otra, que se refiere a cmo leer la filosofa de Deleuze(a partir de sus libros sobre cine); y una tercera, que enfrentauna cuestin difcil tanto en relacin a la primera, es decir, alcine-capital, como a la segunda, a la necesidad, o al impulsoque muchos conservamos de leer de un nuevo modo a

  • Deleuze. Es la cuestin de la poltica, y de la polticarevolucionaria. De las tres cosas, del modo en que las trescosas se enlazan en el magnfico texto de Jun, quisiera deciralgo.

    Qu dice Jun sobre lo primero, es decir, cul es su reflexin entorno al cine, asunto que le preocupa activamente hacemuchos aos y es que a Jun lo conocemos desde hacebastante- y que est en el centro de este trabajo suyo? El cine,dice el texto en el inicio, es una mquina de extraersingularidades a partir del rgimen de lo ordinario. El cine nosensea algo relativo al funcionamiento de la percepcin: lorelevante se produce en una cooperacin de lo ordinario, esdecir, entre los ordinarios.

    El Cine-Capital refiere a la organizacin capaz de extraer unaplusvala a partir de dicha cooperacin de las imgenesordinarias. El Cine-Capital pone a trabajar a las imgenes. Laspone a trabajar quiere decir: las conmina a producir un hiatoentre su dimensin actual y virtual. Toda imagen, en efecto,puede ser concebida en su estado ordinario, su pobreactualidad, y a partir de sus posibles, de aquellos posibles quesurgen no de su condicin ordinaria, sino de su puesta enconexin con otras imgenes igualmente ordinarias.

    Claro que las imgenes son cuerpos (al menos eso recuerdaDeleuze siguiendo a Bergson). Y la capacidad de extraervirtuales a un cuerpo-imagen ordinario es una capacidadhistrica de la que se apropia, segn Marx, el Capital a secas.Es el cine una continuacin de El Capital de Marx por otrosmedios?

    El Cine-Capital compra imgenes por lo que valen (su condicinordinaria) y les extrae un valor que no les retribuye. Utilizaimgenes ordinarias, los pjaros de Hitchcock y a travs delmontaje los convierte en imgenes extraordinarias (los pjarosordinarios aparecen, por efecto de masificacin salvajes,

  • temibles). Pero esta potencia, extrada solo en el montaje,entraa una alienacin para cada pjaro en particular, quequeda, de ordinario, extrao a su potencia proyectada en lapantalla.

    El Cine-Capital es un rgimen de explotacin. Una larga historianos cuenta Jun respecto de esta plusvala: en un comienzo laimagen movimiento extrae un valor extraordinario del trabajode las imgenes ordinarias. Pero despus viene la crisis. Lasimgenes desean valer por su propia cuenta. Se desprenden dela accin, de la trama orgnica. Amenazan con autonomizarse,mediarse a s mismas en el espacio mnimo en el que unaimagen puede desdoblarse como un cristal, encontrar en s eldoble actual-virtual en el que se reconoce por fuera delmontaje del Cine-Capital.

    Ante este devenir revolucionario de las imgenes el Cine-Capital reacciona inventando nuevos modos de extraer Plus-de-Imgenes. El cine producir a este fin una nueva materia:imgenes-mentales. Es el pblico quien se pone a trabajar.Quien no ser retribuido. Un nuevo plus deviene de laexplotacin de la trama de los Clichs.

    En esta primera lnea de trabajo de Jun el Cine-Capital es elcapital mismo como sntesis de las relaciones socialeshistricas una y otra vez abiertas, en o periodos de crisis, y unay otra vez recuperadas por el rgimen de explotacin de lasimgenes.

    Sin quererlo ya nos hemos pronunciado por eso que Jun dice dela segunda lnea, que me interesa particularmente, sobre cmopodemos leer a Deleuze nosotros, hoy da. Deleuze esomnipresente en este libro de Jun. En primer lugar a partir dela teora de que lo real posee dos modalidades: lo actual y lovirtual. Se trata de una teora de lo que hemos llamado elcuerpo-imagen. Jun lee a Deleuze a partir de la influencianotable que sobre l parece haber ejercido Paolo Virno. Este

  • filsofo italiano ha sido el primero en unir de un modo decisivola obra de Marx, leda siempre segn los propsitos y loshbitos del post-obrerismo italiano (conocido bsicamenteentre nosotros a partir de las repercusiones de ciertas obras deToni Negri) junto con el re-descubrimiento de una antiguafuente deleuziana como es Gilbert Simondon.

    En efecto, Virno est funcionando en la base de este montajea partir del cual Jun realiza Filosofa-Capital, es decir, extraenueva plusvala a filosofas que por su parte corren el riesgo deencerrase en un estado ordinario, para construir con estacooperacin forzada un texto extraordinario. En el Cine-Filosfico de Jun, Virno aparece como el precursor quepermite extraer una potencia marxista en Deleuze.

    En efecto, a partir de la lectura de Virno de Simondon toda lateora de la explotacin es reconstituida a partir de la nocin detransindividual aplicada a la fuerza de trabajo. Si la fuerza detrabajo es inmediatamente transindividual (social, cooperativa,reticular) el capital trata, gobierna y retribuye la actividad deesta multitud trans como si se tratase de una fuerza interindividual, simple asociacin exterior entre individuoscompletos (Jun realiz una magnifica entrevista a Paolo Virnosobre estas cuestiones y es la introduccin en el libro de VirnoCuando el verbo se hace carne, que editamos desde TintaLimn Ediciones junto a Cactus).

    Virno funciona todava, y otra vez, en relacin con Bergson y suteora de la memoria y el falso reconocimiento (o deja vu) dedonde Deleuze extrae, al menos en partes, su teora de lo realcomo diferencia entre virtual y actual (Ver Recuerdo delPresente). En pocas palabras: la composicin de la fuerza detrabajo, en tanto que inteligencia colectiva, supone un juegoentre acto y potencia que es propio de la estructura misma deltiempo histrico. La potencia, entendida como la actividadmisma de creacin de posibles se convierte en la esenciamisma del devenir revolucionario de los cuerpos imgenes.

  • Creo que Jun entiende a Deleuze en funcin de un ciertohumor que les es afn a ambos. El humor para Deleuze escosa seria. l toma de Spinoza una ciencia de la risa. La risaque oprime, la burla, la irona platnica, y la risa que abre, laperpleja, referida a lo que puede una imagen-cuerpo cuando sepone a activar por su cuenta, a la que llama propiamentehumor.

    El humor es proverbial en Jun. En sus clases universitariasexplica la relacin entre actual y virtual, entre ordinario yextraccin extraordinaria de una potencia a partir de todo tipode comidas. De platos de cocinas de todo el mundo. Si Jess esinseparable de la cruz, esa estructura que extrajo para eloccidente la potencia del cristianismo, todo acto culinariorepite la operacin milenaria: el calor de la parrilla extrae unapotencia a la carne asada, y la sal le hace de estructura altomate, para que disfrutemos de esa potencia del tomatesalado que no vive latente en la composicin interna deltomate. Hace aos nos promete este libro.

    El humor de Jun no se limita a escribir sobre los pjaros deHitchcock como si fuesen proletarios modernos, ese ademntan deleuziano de poner lo animal como lo anomal para elhombre. Creo que la gracia ms radical consiste en proponer aDeleuze en la zaga de un cierto Hegel. Este autor a quienDeleuze literalmente odiaba, dijo que la filosofa de Spinoza seencontraba como por detrs o por debajo de toda filosofa,incluida la suya propia. Si es cierto, con Deleuze, que todofilsofo tiene dos filosofas, Deleuze pertenece a la poca en lacual la filosofa subyacente es la de Marx. Es el circuito mnimode la filosofa. El devenir revolucionario del pensamientoconceptual.

    En la critica poltica del Cine Capital que ofrece Fujita podemosver de frente este doble cristalino en la potencia en eternapugna por devenir revolucionario. El cine nos muestra eldevenir de la lucha de clases. A veces fetiche, a veces

  • ensoacin.

    Encuentra Fujita en Deleuze una poltica? Mi respuesta seraque no y que s. Que no, porque el Cine y la filosofa no piensanms all de aquello que los devenires revolucionarios queexperimentan los cuerpos-imgenes. El bloqueo, el impasse esreal. Pero al mismo tiempo s, s encontramos una poltica en laorientacin a la auto valorizacin de los cuerpos-imgenes, enel desentraamiento del tiempo de la potencia, sumergidocomo est en el lodo del capital.

    Tal vez una vieja historia con Jun ilustre mejor que mil palabrasesta teora poltica: en una asamblea de hace aos, en unviejo galpn de la calle 891, en Solano- discutamos unapropuesta de compaeros canadienses de editar un libroescrito en comn entre investigadores-militantes y miembrosde un MTD. Nos decamos en esa reunin que sera necesarioexplicar cmo cambiaron las circunstancias, en relacin a lainsurreccin del 2001. Sentamos que nos costara explicar porqu los movimientos sociales autnomos haban disminuidomuchsimo su desarrollo e influencia. En qu trminos explicaraquel estado de cosas? Como un retroceso o repliegue,como una derrota? Y en tal caso: quin sera el culpable delos errores cometidos? Pero entonces, era ilusorio lo quesostena aquel libro sobre aquellas personas involucradas enuna lucha que resista a la muerte y a la humillacin, que habadescubierto un sentido nuevo de su potencia yautoorganizacin, de un movimiento que ya no quera volversimplemente al trabajo asalariado, subordinado, precarizado?No recuerdo con exactitud los argumentos intercambiados, ni laconclusin a la que llegamos entonces. Slo retengo conprecisin la presencia en esa asamblea de Jun, recin llegadode Kyoto, que hablaba un castellano menos que incipiente, y acada rato mostraba su incomodidad con la deriva de lasdiferentes intervenciones durante la asamblea. Ya de regreso,Jun nos dijo que todos los que habamos hecho uso de lapalabra aquella tarde estbamos esencialmente

  • equivocados. Luego de intentar explicarle varios aspectos dela situacin que sin dudas no llegaba a comprender dada suajenidad fundamental respecto de los cdigos de la reunin,comprendimos que debamos prestar atencin a lo que queradecirnos. La idea era ms o menos la siguiente: su libro captade algn modo una poca, una experiencia. No hay nada queexplicar. Porque no se trata de excusarse por el presente,sino de transmitir a otros algo de aquella experiencia vivida.Del mismo modo que, para poner un ejemplo glorioso,Einsestein no nos debe justificaciones ante el rumbo adoptadopor la Revolucin Rusa: alcanza y sobra con que haya logradocaptar algo de ese acontecimiento en sus pelculas. Junpropona pensar el tiempo histrico, esa sutil dialctica entreactual y virtual que ahora nos expone con relacin al cine,como conteniendo un plus de posibilidades que se manifiestande mil modos distintos, no siempre los ms evidentes y legiblespara una mirada lineal (que ordena aplanandocronolgicamente la duracin en una sucesin de pasado ypresente). Ese exceso histrico redefine la relacin entre loaorado, lo deseado y lo real.

    En nuestra poca a la apropiacin plebeya -que concierne tantoa la escena pblica como a los bienes materiales y simblicos-se le impone un tratamiento de tipo Cine-Capital alinterpretarla como aumento del consumo. Se la incluye en laeconoma poltica. Actual y virtual, extraccin de plusvalapoltica.

    Mi pregunta a Jun, a Deleuze, a todos, a m mismo es esta: sislo devenimos polticos-revolucionarios cuando las imgenes-cuerpos anuncian que ya no toleran seguir trabajando en elrgimen del Cine-Capital, y se abre para cada cuerpo imagen laposibilidad, por fin de ver eso que somos cuando rechazamosla sumisin, si la revolucin ms que un acto de poder, un actode voluntad, es un acto de la visin que roza nuevos posibles,diremos que la poltica deleuziana termina aqu, convocandoal VISIONARIO, a la alianza entre lo intolerable y lo que

  • podemos ver en esa imposibilidad de tolerar?, o nosatreveremos a dar un paso ms, del VIDENTE a la PRAXIS queextrae las consecuencias prcticas y econmicas de esosnuevos posibles? Contra-efectuacin, Impasse,vergenza, imposibilidad y creencia seran las nocionesestratgicas de este doble cuasi-revolucionario (donde cuasidesigna el momento creador de una potencia en relacin conun estado de cosas que de por s no opera como causa, o bienacta como causa, pero de nuestra miseria actual).

    Una poltica (que Jun prefiere perversa antes quesubversiva) de lo In-Voluntario no supone el fin de la voluntad(aunque s de todo voluntarismo, de toda fe en el pueblo comoa aquello que nos podemos representar), sino la fundacin deuna voluntad fundada en el fragor de la apertura de estosnuevos posibles. Una (cuasi) Voluntad, una capacidad delectura respecto de esa materia opcional (esa materia delos posibles) de la que nos habla Flix Guattari en surecientemente editado Lneas de fuga, ms all del Cine-Capital.

    Es as Jun, desbordados por unos gorriones-Guevara, queenlazan nuestros asuntos inmediatos-privados con laproliferacin de los mil Vietnam (Crtica y Clnica) quepodemos pensar la dimensin poltica de este, el Deleuze que afortunadamente- nos traes?

    Publicado 25th March 2014 por Lobo Suelto

    Jun Fujita y Cine Capital