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Querida Natalia, nunca cociné para ti, pero sí comimos juntas una vez: un domingo por la mañana, en Madrid, en la combinación "rastro + la latina", en fin: un típico domingo madrileño. Recuerdo que me comentabas de tu proyecto y que te comenté el grado de implicación que tiene la comida en mi país y como cambia mi relación con la cocina dependiendo de como o con quién estoy. Recuerdo también que me observabas mienta comía, como un médico observa a su paciente: con discreción, y tratando de entender qué había detrás de cada bocado. Me encanto esa mañana madrileña creo la comida sabe mejor cuando hay alguien con quien compartirla. Pero sabe aun mejor cuando se está con alguien que sabe comer y disfruta con ello. Un fuerte abrazo, Maura Alessandrini Madrid, España

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A. I. PIntábamos. Había acuarelas y estabas como en diagonal mío. Yo en silencio y tú conversando, pero no conmigo. Risas, risas, muchas risas. Pasaba por el frente del edificio y algunas personas rayaban la pared, pintando un mural. Yo saqué una foto. Y empece a hablar con alguien: Natalia. Tenía cinta en la manao y estaba teniendo un poco de papeles recortados com en cuadritos, en un gran formato. "Pásame la cinta". Había brisa. Caminamos hacia atrás y vimos un gran grito. II. Un día soleado, on el cielo muy azul y al lado del mar. Una blusa a rayas, cabello corto y con visos morados. Una noche blanca, sobre un lago congelado conárboles al rededor, con chaqueta peluda, botas y guantes en las manos. B. III. "Siempre dicen que el tiempo cambia las cosas, pero en realidad tienes que cambiarlas tú mismo"; ella lo sabe. C. IV. No sabría exactamente dónde y cuándo, pero si sé cómo. Como un flujo. Quizás una cuestión de energía. También como una onda de un alcance muy aplio y profundo, que resuena. "El principio de la resonancia es muy simple: cuando dos cuerpos tienen frecuencias iguales y uno de ellos todavía está en vibración, el otro sin ser tocado vibra por simpatía". No podría imaginar los distintos modos en que has tocado a las personas que te conocen, sin embargo si sé que cuando tocas a alguien resuenas, y te quedas ahí flotando por dentro no sé dónde. A mí siempre me has acompañado de las más profunda de las maneras, como una potencia, una energía; y aún te sigo (y seguiré) llevando conmigo, como esa música que suena en mi cabeza y que llevo conmigo a todas partes. Cesar González Bogota, Colombia

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¿Cuál es la receta para crear personajes? ¿Cuál es la receta para crear personajes? ¿Cuál es la receta para crear personajes? Eso se preguntan el tipo de personas que se detiene en un hormiguero y busca una coreografía en la contoneo del transito de las hormigas. Estoy seguro que es última duda cartesiana en el club formado por los que duermen poco acosados por no poder traducir a una partitura la musicalidad de una cascada.

Aunque también, si mal no recuerdo, es el grito de guerra de los que juntan con cuidado los pedazos de cascaron de huevo que quedaron del desayuno pensando que esa fue una falla estructural premeditada por la gallina para que el pollito salieran del cascarón. Cuando veo que alguien tiene una interrogante como esta, me detengo y digo: ¡Cuanto penar por una receta, una coreografía, una partitura o un desayuno! ¡Y que fortuna tener personajes, hormigas, cascadas, pollitos o bien, en un caso deliciosamente trágico, huevos fritos para desayunar! En afán de contestar algo sin ser doctor en la materia, diría yo que el penar y la fortuna deben ser los ingredientes. Lamentablemente, no puedo responder concretamente a ello, pues yo tengo el fenotipo de los que esperan a que alguien como Natalia lo resuelva para después asentar con la cabeza, con aire intelectual, y decir: “ah, ahora entiendo”.

Pero bueno, en caso de que tenga suerte en atinarle a la fórmula, pues podemos entre todos juntar unos cuantos kilos de pena fermentada y que ella ponga una pizca de fortuna.

Luis Berumen

Calgary, Canada

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Natalia parte del recuerdo tuyo lo relaciono con la comida, sí, así de sencillo. La comida porqué siendo yo profesor y tu estudiante nos tuvimos que refugiar bajo la excusa de la comida en las palabras que un restaurante del park way permitía. Eran apenas las 12 o la 1 de la tarde y decidimos el plato sintético e insaboro del día, todo porque el azucar ya empieza a afectar la circulación o la harina nuestro concepto de belleza. Hablamos de tus proyectos en Barcelona desde la plataforma de mi recuerdo, la cual ya se ha visto fustigada y agotada al extremo de cosas con sentido donde, en realidad, no hay sentido. De repente, escuchandote, pude volver a mis días en la gris Barcelona del otoño montado en una bicicleta que tenía los días contados remontando las calles y los parques sintiendome libre por primera vez en mi vida. Todo este camino del recuerdo lo paliaba desesperadamente contigo cucharada tras cucharada, al final un beso amigo de vuelta a mi realidad de colombiano y tu realidad de ensoñación. Oscar Salamanca Pereira, Colombia

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Cuando conocí a Natalia, tenía el pelo largo y dos mechones rojos, adelante, cerca a su cara y supe que conoció a Jose y a Manuel en un curso pre-universitario, del que ellos y ella se reían. Me gustaba la ternura con la que saludaba a Jose. Él y yo estábamos empezando Diseño Industrial en la universidad.

Fue Natalia quien me dijo de la peluquería donde ahora me cortan el pelo, que antes se llamaba Shock y ahora se llama Alejandro, en la séptima con cuarenta y ocho. Y es que el pelo siempre lo tenía bien.

Nata siempre ha sido cálida conmigo, recuerdo cuando iba a su casa a ver películas, en el pisito de arriba, que era alfombrado y por donde pasaban jugando el gato y la gata que ella y Miguel tenían (o tienen): Goya y Dalí, o al revés -creo que nunca supe cuál era la gata y cual el gato-. También un día que hicimos un asado en el patio y jugamos fútbol en un parque de su barrio.

Ahora pienso en su voz cuando me saluda y la sonrisa, y sus uñas rojas.

La pienso intensa y tranquila y para mí, es como si fuera otra cuando baila.

Hoy me gustó que le gustó el durazno que yo llevaba con mi almuerzo, un sándwich de carne molida de ternera. Se emocionó como una niña cuando se lo ofrecí, y dijo que era perfecto.

…

Me vuelvo a sentar a escribir, después de tres cervezas mexicanas, porque estamos celebrando, mi familia y yo, el cumpleaños de mi hermano Diego, y el alcohol ha tenido sus efectos… o estragos. Pero mientras comía arroz verde y tomates rojos secos y escuchábamos a Tito Schipa, un barítono italiano de hace unos 80 años, pensé en Natalia y pensé que ella también está pensando la comida. Y lo siento, el alimentarnos, que atraviesa todo.

Carolina Cortes

Bogota, Colombia

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En mi caso…he visto el documental de investigación que hiciste…en el recuerdo sobre todo el caso de la madre que estaba haciendo un ayuno a modo de protesta para llamar la atención sobre la situación de injusticia por la que estaba pasando su hijo. Me pareció una forma muy interesante de abordar el tema de la comida y como cada individuo hace uso de la comida o como en este caso de la no comida de una manera tan diferente. En este caso en concreto la historia de la madre es tan abrumadora que casi se olvida el tema marco…que para mi fue…la importancia que tiene de la comida en la vida diaria de las personas. Además en muchas partes del documental…se veía claramente la connotación artística….en los enfoques, en la luz, en la edición… Cuando hiciste la presentación en la Fundación…me pareció que lo hiciste de una forma muy natural, te vi relajada y con muchas ganas de mostrar tu interés y punto de vista por el tema de la conexión del arte y la comida. Después también te recuerdo, explicándome la relación tan intima que tienes con los libros…me encantó escucharte describir la biblioteca que siempre hubo en tu casa y la importancia de los libros que te habían transmitido en tu familia… Otra cosa que me pareció muy interesante fue…la descripción tan entusiasta que realizas sobre el trabajo y obra de Miralda. Salome Ayuso Barcelona, España

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La nata (derivado lácteo o apocope del nombre Natalia) Personalmente procuro evitar esta desagradable capa gruesa de leche

que le sale al chocolate cuando no me lo tomo recién servido. Sin embargo, con este producto de la espera que enfría la leche o en su

defecto el chocolate, se inventaron un postre, que a pesar de parecerme desagradable en textura, me satisface en sabor. A la postre

viene este comentario, para aclarar mi no total desagrado frente a este derivado lácteo y sobretodo para no asociarlo con la alergia a la

lactosa que podría producirme uno de los apodos de la persona sobre quien escribo. He tenido todo tipo de anécdotas en relación con la

nata y "la Nata", los de la primera desde mi infancia, y los otros relacionados con un par de cenas y escenas de la vida. La Nata

apareció en la taza de mi chocolate hasta hace poco, y persiste en invitarme a la pasteurización de sus proyectos, en el presente para

hacer parte de un recetario, y para concluir con lo de la nata y la leche, de postre una receta, claro esta, tomada de Internet por mi

exceso de ignorancia en la cocina:

INGREDIENTES 3 litros de leche sin pasteurizar

1 libra de azúcar 2 yemas de huevo

PREPARACIÓN Se pone a cocinar la leche, dejándola reposar tras cada

hervida; se retiran las natas y se guardan. Se repite la operación hasta

que no salgan más natas. Se prepara un almíbar con el azúcar y una

taza del suero que queda de la leche. Se añaden las 3 yemas, se

revuelven hasta que queden bien incorporadas; se le ponen las natas encima

y se deja cocinar a fuego lento por unos minutos (sin revolver). No se

debe tocar hasta que se enfríe. Se sirve en dulcera. Si resulta muy

espeso puede agregarse más leche. Se pueden agregar unas uvas

pasas en el momento de mezclar el almíbar y las natas.

Rebeca Rocha

Bogota, Colombia