reescribir la vida

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REESCRIBIR LA VIDA Michael White REESCRIBIR LA VIDA Grupo: PSICOLOGÍA Subgrupo: TERAPIA FAMILIAR REESCRIBIR LA VIDA Entrevistas y ensayos Michael White gedisa editorial Título del original en inglés: Re-Autoring Lives. Interviews & Essays ©1995 by Dulwich Centre Publications Traducción: Verónica Tirotta Primera edición: enero del 2002, Barcelona Derechos reservados para todas las ediciones en castellano © Editorial Gedisa, S.A. Paseo Bonanova, 9 1°-1a 08022 Barcelona, España Tel. 93 253 09 04 Fax 93 253 09 05 Correo electrónico: [email protected] http://www.gedisa.com ISBN: 84-7432-847-0 Depósito legal: B. 2783-2002 Preimpresión: Editor Service, S.L. Diagonal 299, entresol 1 Tel. 93 457 50 65 08013 Barcelona É Impreso por: Carvigraf Cot, 31, Ripollet Impreso en España Printed in Spain Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma. IBIBLiUA .d Introducción . ENTREVISTAS 1. La perspectiva narrativa en la terapia . 15 2. Los aspectos políticos de la terapia 47 3. Por fuera del conocimiento experto 65 4. Nombrar el abuso y liberarse de sus efectos 87 5. Experiencia psicótica y discurso .. 117 6. Una conversación sobre la responsabilidad .. ... 159 ENSAYOS 7. El trabajo con el equipo de reflexión como ceremonia de definición .. 175 8. Nuevas consideraciones sobre los documentos terapéuticos ... 201 9. El comportamiento y sus determinantes o la acción y su sentido: sistemas y metáforas narrativas ... 215 Indice Introducción Esta recopilación reúne seis entrevistas y tres ensayos. De las entrevistas, cuatro han sido publicadas en diversas revistas en los últimos años. No diré mucho sobre ellas aquí. En el proceso de decidir qué incluir en esta compilación, sin duda revisé estos escritos y rápidamente concluí que, con el

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REESCRIBIR LA VIDAMichael WhiteREESCRIBIR LA VIDAGrupo: PSICOLOGÍA Subgrupo: TERAPIA FAMILIARREESCRIBIR LA VIDAEntrevistas y ensayosMichael Whitegedisa editorialTítulo del original en inglés: Re-Autoring Lives. Interviews & Essays ©1995 by Dulwich Centre PublicationsTraducción: Verónica TirottaPrimera edición: enero del 2002, BarcelonaDerechos reservados para todas las ediciones en castellano© Editorial Gedisa, S.A. Paseo Bonanova, 9 1°-1a 08022 Barcelona, España Tel. 93 253 09 04Fax 93 253 09 05Correo electrónico: [email protected] http://www.gedisa.comISBN: 84-7432-847-0 Depósito legal: B. 2783-2002Preimpresión: Editor Service, S.L. Diagonal 299, entresol 1Tel. 93 457 50 6508013 Barcelona ÉImpreso por: CarvigrafCot, 31, RipolletImpreso en España Printed in SpainQueda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada,en castellano o en cualquier otro idioma.IBIBLiUA .dIntroducción .ENTREVISTAS1. La perspectiva narrativa en la terapia . 152. Los aspectos políticos de la terapia 473. Por fuera del conocimiento experto 654. Nombrar el abuso y liberarse de sus efectos 875. Experiencia psicótica y discurso .. 1176. Una conversación sobre la responsabilidad .. ... 159ENSAYOS7. El trabajo con el equipo de reflexión como ceremoniade definición .. 175 8. Nuevas consideraciones sobre los documentosterapéuticos ... 201 9. El comportamiento y sus determinantes o la accióny su sentido: sistemas y metáforas narrativas ... 215IndiceIntroducciónEsta recopilación reúne seis entrevistas y tres ensayos. De las entrevistas, cuatro han sido publicadas en diversas revistas en los últimos años. No diré mucho sobre ellas aquí. En el proceso de decidir qué incluir en esta compilación, sin duda revisé estos escritos y rápidamente concluí que, con el beneficio de la mirada retrospectiva, hoy formularía de manera diferente muchos de los temas que planteé en ellas. Estuve tentado de agregarles notas al pie con aclaraciones, salvedades y revisiones. No obstante, luego de alguna reflexión, decidí que las continuidades en el pensamiento y la práctica que se ven reflejadas en estas piezas son mucho más importantes que las discontinuidades, de manera que decidí dejarlas como estaban.Las dos entrevistas inéditas que elegí incluir en esta recopilación se titulan «Experiencia psicótica y discurso» y «Nombrar el abuso y liberarse de sus efectos». Las bases de la primera quedaron establecidas en 1990, cuando Ken Stewart me entrevistó sobre una serie de temas que se vinculaban principalmente

con procesos contemporáneos de «juicio normalizador» y con las prácticas de dominación comunes y dadas por sentadas en el campo de la «salud mental». Decidimos revisar esta entrevista, lo que me dio la oportunidad de reflexionar más extensamente sobre mis ideas acerca de estos temas y de explicar parte de mi trabajo con personas que tienen un diagnóstico psiquiátrico (especialmente de esquizofrenia) y que son consideradas «enfermos crónicos». Estoy muy agradecido por esta oportunidad, porque si bien he expuesto estas ideas y su aplicación clínica durante algunos años en mi enseñanza, nunca antes había logrado organizarme para articularlas en una forma publicable.9Después de haber revisado «Experiencia psicótica y discurso» a los fines de incluirlo en esta recopilación, no estoy muy seguro de si he logrado transmitir una idea adecuada de lo que este trabajo significó personalmente para mí, y si he puesto el acento suficiente en el papel que la creación y el reconocimiento de la «comunidad» ha desempeñado forzosamente en este trabajo. Personalmente encuentro muy estimulantes los pasos que las personas dan para revisar su relación con su experiencia psicótica y para cuestionar los modos de vida que les son asignados: ¿cómo habría de ser de otro modo? Pero, por encima de esto, descubro que mi propia vida se encuentra profundamente conmocionada por la fe expresada por estas personas, una fe que se refleja en sus inagotables esfuerzos por seguir buscando y continuar consultando sobre sus vidas. Si bien esos esfuerzos generalmente no reciben reconocimiento alguno, y considerando que la experiencia que estas personas han tenido del paisaje de la cultura de la psicoterapia ha sido tan inexorablemente estéril, no puedo percibir esta fe sino como expresión de tenacidad.En cuanto a la comunidad, no me refiero solamente a la importancia de aquellas redes legales y reconocidas que son originadas por los proyectos de salud mental comunitarios, sino también a aquellas redes «no legalizadas», y en su mayor parte no reconocidas, que estas personas van construyendo para sí con otras personas con quienes se identifican fuertemente, es decir aquellos otros que se consideran marginales y quienes, en terminología de Goffman, experimentaron «identidades deterioradas» [spoiled identities]. Recientemente, por ejemplo, fui consultado por un joven que me habló solemnemente de su «historia psiquiátrica» y, cuando estuvimos en mitad de la consulta, me mostró una carta bastante sucia y algo maltratada. Cuando leí la carta en voz alta el joven rompió en llanto. Yo reconocí el contenido de esa carta. Se trataba de un «documento de identidad» que, aproximadamente dieciocho meses antes, yo había ayudado a elaborar a otro joven, a quien llamaré aquí James, también con una «historia psiquiátrica». Sólo el nombre y la firma habían sido cambiados. El joven y yo conversamos acerca del modo en que había dado con ese documento, cómo se identificaba con él, las circunstancias en las cuales James lo había animado a sustituir su nombre por el de él, la generosidad de este gesto y lo que esto había significado para él. Comprendí entonces que este joven estaba llorando por él mismo y que se trataba de lágrimas de compasión, una clase de lágrimas que hasta entonces no había podido derramar por su propia situación. Y me enteré por este joven de que al expresar esto sintió que James y otros jóvenes también lloraban con él y que esto le brindó un sentimiento de comunidad que le resultó confortante. No sin cierta alegría, comenzamos a planear juntos algunos pasos de los que pensábamos que expresarían un reconocimiento a las personas integrantes de esta «otra» red de apoyo por las contribuciones que mutuamente estaban realizando a la vida de cada uno.«Nombrar el abuso y liberarse de sus efectos» también reúne algunas ideas y prácticas que durante algunos años he compartido con otros en diferentes contextos de enseñanza. Le estoy agradecido a Chris McLean por el trabajo de investigación que emprendió para prepararse para esta entrevista, especialmente porque siento un gran alivio al ver esta pieza publicada. Digo alivio porque he lamentado profundamente no haberles dado

a estas ideas y prácticas una forma publicable con anterioridad. Considero que esta demora ha sido desafortunada.La interacción terapéutica es un fenómeno recíproco. Nos reunimos con personas durante un período de tiempo para tratar una serie de temas y, en el proceso, nuestras vidas resultan cambiadas por completo. En algunas ocasiones, estas interacciones terapéuticas modifican nuestras vidas más significativamente que en otras. Cuando nos consultan personas que han sobrevivido abusos, personas que están desafiando los efectos que este abuso ha tenido en sus vidas, nos vemos personalmente enfrentados a poner en tela de juicio muchos aspectos que sentimos como constricciones en nuestras propias vidas. Esas personas que están decididas a liberarse de los efectos de los diversos abusos de los que han sido objeto demuestran una responsabilidad cabal por las elecciones que hacen acerca de las discontinuidades y las continuidades en sus vidas. Las elecciones a favor de las discontinuidades se pueden observa, en su negativa a infligir a otros los abusos que les han sido infligidos a ellos y en su decisión de no permitir a quienes hayan cometido el abuso de seguir teniendo la «última palabra» en cuestiones relativas a su identidad personal. Las elecciones a favor de las continuidades se observan en su resolución de mantener vivas durante toda su existencia esas valiosas chispas de esperanza -la espe10ranza en la posibilidad de que en el futuro las cosas cambien-, a pesar de ser totalmente desalentados en esto, y en su mantenimiento de una lealtad apasionada a lo que fuera que los haya ayudado a salir de las horas más oscuras de sus vidas.Al reconocer que ejercemos esta responsabilidad cabal por nuestras elecciones en la vida, ya no podemos resignarnos a las versiones «recibidas» de nuestras vidas. Nos vemos confrontados con toda una serie de opciones acerca de las continuidades y las discontinuidades de nuestras vidas y por la responsabilidad que tenemos de honrar la invitación que estas personas nos están haciendo: la de caminar con ellos y sumarnos a ellos en el propósito de denunciar y desafiar las injusticias de nuestro mundo, sea cual fuere la situación en la que nos encontremos.En esta recopilación, además de las entrevistas, he incluido tres ensayos. «Nuevas consideraciones sobre los documentos terapéuticos» aborda algunas de preocupaciones que se expresan con frecuencia: los aspectos económicos de comprometerse con estas prácticas de la palabra escrita y la significación de estas prácticas para las personas que consultan a los terapeutas. «el comportamiento y sus determinantes o la acción y su sentido: sistemas y metáforas narrativas» es un texto breve que escribí hace dieciocho meses en respuesta a lo que percibí, en ese momento, como una falta de rigor generalizada del pensamiento en nuestra especialidad. «El trabajo con el equipo de reflexión como ceremonia de definición» brinda una descripción de ciertas prácticas del trabajo de reflexión en equipo inspiradas en la metáfora narrativa, que se guían por una perspectiva crítica y que en algunos aspectos reflejan algunos de los procesos de las «ceremonias de definición» de Barbara Myerhoff. Se trata de prácticas de reflexión en equipo que les proporcionan a todos los participantes en la interacción terapéutica oportunidades significativas para lo que Myerhoff definiría como la «rearticulación a través de la rememorización» [«re-membring»] de sus vidas.Al revisar estos textos en conjunto, tomo conciencia de todos los agradecimientos que corresponde expresar. De manera que permítanme comenzar. En varios de los textos que componen esta recopilación, los lectores encontrarán una especial atención a la política de género. Durante los años que llevo exponiendo este trabajo, en muchas ocasiones otros se han referido a mí como un «hombre profeminista». Siempre me sentí incómodo con esta definición de mi identidad y siempre la he objetado, por muchas razones. Puesto que los hombres no tienen la

experiencia femenina del mundo, no creo que los hombres puedan tener una identidad pro feminista. Yo estoy a favor de la acción pro feminista, pero sólo las mujeres pueden decidir qué tipo de acciones de los hombres son beneficiosas para las mujeres. Me preocupa que los hombres, al proponer o acceder a una identidad pro feminista, probablemente marginen esta consideración (que, en estas circunstancias, existe un alto riesgo de que, al juzgar sus acciones, los hombres confíen en su conciencia individual y por lo tanto dejen de solicitar activamente el feedback de las mujeres acerca de lo que es beneficioso para ellas y de otorgar prioridad a este feedback). "Encuentro otra dificultad en la noción de una identidad pro feminista: creo que oscurece mi propio interés personal en cualquiera de las acciones que emprendo para desafiar la dominación masculina sobre los demás. Al haber crecido en la cultura masculina, me ha tocado ser receptor de los excesos y abusos de poder de los hombres. Y buena parte de mi vida he sido testigo, con gran dolor, de cómo estos abusos eran infligidos a mis seres queridos. De manera que en las acciones en las que participo para confrontarme con injusticias locales, muchas de las cuales están vinculadas con la política de género, me estoy confrontando con este dolor. No es únicamente por las mujeres que asumo esta tarea, sino que también es por mí.¿Qué tiene que ver esto entonces con el agradecimiento? Creo que sin la ayuda de las mujeres es imposible que los hombres se aparten mucho de la cultura masculina dominante, aun cuando ex perimentan que están alienados por ella. Y, como acabo de decir, la acción pro feminista no puede ser una cuestión de la conciencia individual de los hombres. La atención que en mi trabajo presto a la política de género es el resultado de las conversaciones que he mantenido con mujeres que practican una política feminista y que han estado dispuestas a plantear los problemas dificiles, no tanto específicamente con respecto a las prácticas terapéuticas, sino más bien con respecto a las relaciones entre hombres y mujeres de manera más general, es decir mujeres que están dispuestas a «ir al frente», en compañía de los hombres, en la expresión franca de sus experiencias de estas relaciones. Y con respecto a esto, y a mucho, mu1213cho más, quisiera agradecer especialmente las conversaciones que Cheryl White y yo hemos compartido a lo largo de la historia de nuestra relación. Conversaciones en el contexto de una relación en la cual Cheryl ha cuestionado constantemente los límites de lo que soy capaz de pensar con respecto al género y, por otra parte, la cultura y la raza. He vivido esta relación como una fuente generadora de muchas cosas.También está la contribución de todas las personas que me han consultado a lo largo de muchos años. De innumerables maneras, han sido una fuente de renovación constante para este trabajo y su feedback, tan generosamente brindado, me ha ayudado a distinguir las ideas provechosas de las que no lo son. Está el apoyo, el entusiasmo, la buena voluntad y, por supuesto, las preguntas y comentarios de todos los terapeutas que asistieron a cursos de formación aquí en Adelaida y en otros lugares, y que han contribuido de muchas maneras a la definición de este trabajo. Están los amigos y los colegas a quienes tengo que agradecer por darme su aliento. No los nombraré aquí, porque no sé dónde terminaría la lista o incluso si efectivamente podría completarla. Haré una mención especial: David Epston, mi íntimo amigo y colega, que desde hace tiempo estuvo alentándome a armar esta recopilación. En mi relación con David, siempre he encontrado esa camaradería, la que ha sido una fuente de fortaleza personal y que me ha brindado un sentimiento de camaradería en este trabajo, que ha sido esencial para que llevara este trabajo hacia contextos desconocidos y, en ocasiones, hostiles.Por último, quisiera expresar mi agradecimiento a quienes realizaron las entrevistas que forman el cuerpo principal de esta recopilación: Donald

Bubenzer, John West, Shelly Boughner, Lesley Allen, Andrew Wood, Christopher McLean y Ken Stewart. Estas personas lograron mucho, gracias a la cuidadosa preparación que dedicaron a cada entrevista: fueron capaces de abordar muchas de las preguntas más importantes y los temas más destacados.14La perspectiva narrativa en la terapia*ENTREVISTA DE DONALD L. BUBENZER, JOHN D. WEST Y SHELLY R. BOUGHNER—Influencias sobre el enfoque terapéuticoDONALD: Michael, ¿por qué no comienzas por contarnos algunas de las ideas y teorías que han influido en tu vida profesional?MICHAEL: Desde el punto de vista de las teorías, digamos que al principio de mi carrera estaba interesado en seguir algunas de las escuelas de terapia familiar. Hacia fines de los setenta me interesé más en examinar algunas de las ideas en que se apoyaban las escuelas de terapia familiar. Decidí volver hacia atrás y hacer mi propia interpretación de esas ideas, en lugar de simplemente aceptar* Publicado originalmente en The Family Journal: Counseling and therapy for couples and families, 1994, 2 (1), págs. 71-83 y reimpreso con autorización. Copyright ACA. No se autorizan ulteriores reproducciones sin un permiso escrito de la American CounselingAssociation.** Donald L. Bubenzer y John D. West son integrantes del cuerpo docente y Shelly R. Boughner es una aspirante al doctorado del Counseling and Human Development Services Program en la Kent State University, en Kent, Ohio. Se les puede escribir al 310 White Hall, Kent State University, Kent, Oh. 44242, USA. (Esta entrevista fue realizada en Atlanta, en marzo de 1993).15las interpretaciones de los fundadores de estas escuelas. Comencé a hacerlo a finales de la década de 1970 y entonces me interesó especialmente el trabajo de Gregory Bateson. Recuerdo que me sentía muy entusiasmado ante las posibilidades asociadas con interpretar yo mismo estas ideas y explorar las implicaciones de estas interpretaciones en el trabajo con familias. Además, a principios de la década de 1970 me había interesado en la filosofía de la ciencia, especialmente en el fenómeno de la revolución científica dentro de la comunidad científica. Este interés me condujo a observar cómo determinados paradigmas son abandonados y reemplazados por otros, es decir este trabajo tiene que ver realmente con una transformación radical en los sistemas sociales. De las muchas ideas que captaron mi atención en la década de 1980, las de Michel Foucault (1973, 1979, 1980, 1984), un intelectual francés, han sido las que más influencia han tenido sobre mí. Siempre estuve más interesado en leer por fuera de los límites de la profesión que al interior de esta. La teoría feminista también ha sido muy importante y he abrevado bastante fuertemente en la teoría literaria, la antropología, la teoría crítica, etcétera: de hecho, en muchas disciplinas que han contribuido a la exploración de los desarrollos más recientes en teoría social.DONALD: Parece que todos los profesionales con quienes hablamos, tanto los que se ocupan de la práctica clínica como los que se dedican a la formulación teórica, señalan que su inspiración proviene de un campo ajeno a la propia disciplina o teoría. ¿Qué piensas acerca del modo en que esta perspectiva externa alienta nuevas ideas?MICHAEL: Pienso que leer por fuera de la disciplina más probablemente nos proporcionará metáforas que alienten nuevas maneras de pensar sobre la terapia. Y pienso que dichas lecturas, especialmente cuando se vinculan con los desarrollos más recientes en la teoría social, entre ellos la teoría crítica, también nos ayudan a considerar las diversas maneras en que estamos -o podríamos estarreproduciendo la cultura dominante dentro de la disciplina terapéutica. También nos ayuda a considerar la manera en que diversos aspectos de esta reproducción cultural pueden resultar dañinos para las personas que solicitan nuestra ayuda y, asimismo, para

nuestras propias vidas. De manera que, si bien creo que dentro de la disciplina se están diciendo algunas cosas realmente brillantes, y alentaría a los terapeutas a que se mantengan actualizados con las lecturas pertinentes, realmente pienso que es muy provechoso utilizar ideas provenientes de otros campos, puesto que algunas de estas ideas nos permiten reflexionar más críticamente acerca de la así llamada disciplina de la terapia de familia. Aquí, no utilizo «crítica» en un sentido negativo, sino señalando que nos permite estar más en contacto con las prácticas y maneras de pensar sobre la vida y la terapia que damos por sentadas. El pensamiento crítico nos alienta a revisar nuestros supuestos y a hacer visibles algunas de nuestras prácticas cotidianas de vida y de relación que damos por sentadas. Una consecuencia de esto es que nos hacemos más conscientes de los efectos que tienen estas maneras de pensar y de actuar y una segunda es que se nos hace más factible responsabilizarnos por los efectos reales de nuestro trabajo en las vidas de las personas que solicitan nuestra ayuda.DONALD: ¿De dónde te surgió entonces esta idea de «relato»?MICHÁEL: Inicialmente, fue el trabajo de Gregory Bateson el que me introdujo a esta idea. Pero quienes me alentaron a interpretar mi trabajo de acuerdo con la metáfora narrativa y a emprender una exploración más específica de esta metáfora fueron Cheryl White y David Epston. Así fue como me empecé a interesar mucho por la estructura de los textos.Las ideas que subyacen al enfoque narrativoDONALD: ¿Podrías por favor explicar para los lectores a qué te refieres con el concepto de «la vida como relato o narrativa» que está en la base de tu trabajo?MICHAEL: Es afirmar que los seres humanos son seres interpretantes: que interpretamos activamente nuestras experiencias a medida que vamos viviendo nuestras vidas. Es afirmar que no nos es posible interpretar nuestra experiencia si no tenemos acceso a algún marco de inteligibilidad que brinde un contexto para nues1617tra experiencia y posibilite la atribución de significados. Es afirmar que los relatos constituyen este marco de inteligibilidad. Es afirmar que los significados derivados en este proceso de interpretación no son neutrales en cuanto a sus efectos en nuestras vidas, sino que tienen efectos reales en lo que hacemos, en los pasos que damos en la vida. Es afirmar que es el relato o historia propia lo que determina qué aspectos de nuestra experiencia vivida son expresados y es afirmar que es el relato o historia propia lo que determina la forma de la expresión de nuestra experiencia vivida. Es afirmar que vivimos a través de los relatos que tenemos sobre nuestras vidas, que estas historias en efecto moldean nuestras vidas, las constituyen y las «abrazan».Muchas personas confunden la propuesta narrativa con una forma de representacionismo. Algunos suponen que cuando invoco la metáfora narrativa estoy hablando de una descripción de la vida, no de la estructura misma de la vida; suponen que estoy sugiriendo que el relato es un espejo de la vida, un reflejo de la vida tal como es vivida: un mapa del «territorio» de la vida. Y algunos suponen que estoy proponiendo algún tipo de idea perspectivista: que un relato de vida específico nos presenta tan sólo una de las muchas perspectivas de la vida igualmente válidas, de manera que si las personas relatan experiencias dolorosas, todo lo que tenemos que hacer es alentarlas a adoptar una perspectiva diferente sobre sus vidas y contar una historia diferente. Esos son supuestos representacionistas que se basan en la tradición del pensamiento fundacionalista, no en la orientación construccionista que acompaña la metáfora narrativa.Si suponemos que nuestras vidas son constituidas a través de la narrativa, se hace realmente imposible que tomemos la posición de que «un relato es tan bueno como otro». El relativismo moral queda descartado. En cambio, nos ocuparemos

especialmente de atender a los efectos reales de esas historias que constituyen las vidas de las personas.DONALD: ¿Hay un sistema de valores subyacente con el cual evalúas el valor relativo de las historias?MICHAEL: Sí, siempre. Pero no es un sistema de valores aliado con las normas establecidas o los llamados «universales».18DONALD: Entonces es algo así como una perspectiva construccionista, dentro del contexto de un sistema de valores subyacente.MICHAEL: Pienso que no existe ninguna posición construccionista que pueda eludir una confrontación con cuestiones de valores y ética personal. De hecho, a mi entender, la posición construccionista pone el acento en estas cuestiones y exalta esta confrontación. Por lo tanto, la idea de que las posiciones construccionistas conducen a un estado de relativismo moral (en el que no hay ninguna base para tomar decisiones acerca de diferentes acciones) no concuerda con lo que yo sé sobre esta posición. Si reconocemos que lo que compone o moldea o constituye nuestras vidas son las historias que se han negociado sobre nuestras vidas, y si en la terapia colaboramos con las personas en la negociación ulterior o renegociación de las historias de sus vidas, estamos entonces realmente en la posición de tener que enfrentar y aceptar, más que nunca, alguna responsabilidad por los efectos reales que tienen nuestras interacciones en las vidas de los otros. Nos vemos confrontados con un grado de responsabilidad en la evaluación de los efectos reales que producen los autorrelatos alterados o alternativos.SHELLY. Cuando hablas de que los relatos moldean nuestras vidas, me recuerdas el concepto de que «el relato nos vive», en lugar de ser nosotros quienes vivimos nuestra historia. ¿Cuál es tu visión a este respecto?MICHAEL: Esta idea acerca de que los relatos nos viven es una parte importante de la ecuación. Sin embargo, es probable que al señalar que nuestras vidas son abrazadas por los relatos, privados pero construidos, que tenemos sobre la vida haya sido demasiado enfático. Si la idea de que los relatos «nos viven» o «abrazan nuestras vidas» conduce a la noción de que las personas van por la vida más bien a la deriva, representando una y otra vez o reproduciendo estos relatos, entonces me parece que es una idea problemática. Los relatos proporcionan el marco que nos hace posible interpretar nuestra experiencia y estos actos de interpretación constituyen logros en los que nosotros somos parte activa. Además, un único relato no puede vivir por nosotros completamente, porque no existe relato que esté libre de ambigüedad y contradicción y que además19pueda manejar todas las contingencias de la vida. Estas ambigüedades, contradicciones y contingencias amplían nuestros recursos para la creación de significados. Nos esforzamos realmente para resolver o darles sentido a estas contradicciones y ambigüedades y a nuestra experiencia de estas contingencias: darles sentido a experiencias significativas que no pueden ser interpretadas tan fácilmente por medio de los relatos dominantes sobre nuestras vidas con los que contamos, darles sentido a experiencias que amenazan con dejarnos desconcertados, confundidos o perplejos. En este proceso, a menudo exaltamos o invocamos algunos de los subrelatos de nuestras vidas y es precisamente esta índole multi-relatada de la vida la que requiere al menos algún grado de mediación activa de nuestra parte.DONALD: Cuando las personas solicitan asesoramiento psicológico, ¿cuáles son tus supuestos respecto de lo que constituyen problemas humanos?MICHAEL: Cuando las personas vienen a consultarme, supongo que sus maneras de ser y pensar, o las maneras de ser y pensar de otros, de alguna manera son problemáticas para ellos (que los efectos reales de estas maneras de ser y pensar son vividos como negativos). Algunas personas son más capaces que otras

de expresar claramente su vivencia de estas maneras de ser y pensar. Por ejemplo, algunas personas hacen claras afirmaciones acerca de las experiencias de la vida que consideran que sojuzgan o descalifican sus maneras preferidas de ser y pensar.DONALD: ¿Podrías hablar un poco sobre el tema de la «cultura como relato» y sobre cómo se vincula también con los problemas que las personas pueden experimentar en la vida?MICHAEL: En nuestra cultura hay un relato dominante acerca de qué significa ser una persona moralmente valiosa. Este relato exalta la seguridad en sí mismo, la autonomía, la realización personal, etcétera. Desde la posición que estamos discutiendo aquí, se considera que estas ideas especifican o prescriben una manera de ser y pensar que moldea eso que suele llamarse «individualidad». Esta individualidad es una manera de ser que, en realidad, no es más20que una manera culturalmente preferida de ser. Por ende, para nosotros las nociones que acompañan este relato dominante acerca de lo que en nuestra cultura significa ser una persona moralmente valiosa no representan un modo de vida auténtico o una expresión real o genuina de la naturaleza humana sino, más bien, una especificación o prescripción de preferencias culturales. No podemos hablar de seguridad en sí mismo o realización personal sin hacer una descripción o contar una historia sobre cómo sería una vida si fuese segura de sí y personalmente realizada. Y estas mismas descripciones o relatos de cómo sería una vida si fuera «correcta» moldean la vida. Y lo «correcto» es específico de cada cultura. Lo «correcto» requiere de ciertas operaciones sobre nuestras vidas, muchas de las cuales tienen una especificidad de género y de clase. Por medio de estas operaciones, gobernamos nuestros pensamientos, nuestras relaciones con los demás, nuestra relación con nosotros mismos, incluso la relación con nuestros cuerpos (nuestros gestos, la disposición de nuestros cuerpos en el espacio, incluso el modo en que nos sentamos y nos movemos, etcétera). Todo al servicio de reproducir la «forma privilegiada» o el modo de ser dominante de una cultura.DONALD: «Diversidad» es una de esas palabrejas que nadie comprende demasiado bien que circulan para describir nuestro tiempo, y supongo que es probable que el construccionismo social esté poniéndose a la vanguardia porque puede adaptarse a esta diversidad cultural mejor que otros paradigmas. ¿Qué piensas acerca del motivo por el cual el construccionismo social parece expresar mejor nuestro mundo en este momento?MICHAEL: Espero que «diversidad» no sea tan sólo un neologismo rimbombante y vacío de nuestro tiempo. Pero temo que pueda serlo y yo no estoy para nada convencido por esas argumentaciones que postulan que estamos siendo testigos de la emergencia de una cultura «posmoderna». Algunas de estas argumentaciones se basan en los presumibles efectos de los recientes y extraordinarios desarrollos en la tecnología de las comunicaciones: que estos desarrollos exponen a las personas a múltiples realidades y las incitan a participar en ellas y que tienen el efecto de sacudir todas las viejas «certezas» e introducir a las personas en experiencias alternati21vas del yo y en la diversidad. Pero yo pregunto: ¿es posible que el desarrollo mismo de estas tecnologías de las comunicaciones esté desvinculado de la ideología? No lo creo. ¿Es posible que estas tecnologías atenúen la supremacía de las ideologías dominantes? No lo creo. Puede argumentarse sólidamente que sucede justamente lo contrario: que estas tecnologías contribuyen a la producción de un yo transcultural «monolítico». Tomemos el ejemplo de la televisión: sin duda, a través de este medio ahora se nos confronta con muchas otras imágenes de la vida (de la vida vivida de otro modo), pero en la presentación de estas imágenes siempre hay una interpretación. Es decir que la presentación y recepción de estas imágenes y de los significados atribuidos a

ellas son mediadas por la ideología dominante. De modo que creo que hay un riesgo muy real de que estemos desarrollando algo más parecido a una monocultura internacional, y es obvio que esto podría tener el efecto de reducir aun más los márgenes de libertad personal y cultural. Pienso que Chomsky (1988) así lo ha establecido en sus observaciones acerca de la «fabricación del consenso» y lo que argumenta me parece muy convincente.Pero no tenemos porqué resignarnos a un yo monolítico transcultural o al desarrollo de una monocultura. Muchas personas, quizá más que nunca antes, están proponiéndose desafiar muchos de los «grandes conceptos» tradicionales y su cuestionamiento ha tenido algún éxito. Tomemos por ejemplo el gran concepto de familia nuclear. En realidad no se ajusta a lo que está sucediendo en el mundo (nunca en verdad lo hizo). Después de todo, fue básicamente una producción de la ideología dominante de la década de 1930.Creo que es cada vez más evidente, para todo aquel que se tome el trabajo de observar y escuchar, que allí afuera hay virtualmente tantas formas de familia como familias existentes y que muchas formas significativamente diferentes parecen funcionar bastante bien. En algunos círculos, existe ahora un mayor interés en explorar cómo funcionan las formas familiares alternativas por el expediente de consultar a dichas familias. De este modo, es menos probable que las personas que pertenecen a familias que no cumplen con los requisitos del modelo de la familia nuclear se sientan marginadas. Y, asimismo, pueden exaltarse y comunicarse más ampliamente saberes alternativos sobre la vida familiar. Creo que las investigadoras feministas han liderado la exploración y exaltación22de otras formas de organización social y, como terapeutas, creo que ya es hora de que dejemos de renunciar a nuestra responsabilidad y de que en cambio comencemos a tener un rol más activo: en otras palabras, es hora de sumarnos a ellas en esta importante tarea.De manera que, si «diversidad» es tan sólo un término ampuloso y vacío, realmente pienso que con la ayuda de lo que llamamos construccionismo social, podríamos hacer un aporte importante para darle vida y contenido a esta palabra. El construccionismo social podría aplicarse a esta tarea no sólo porque conduce a consideraciones que facilitan la expresión de la diversidad, sino también porque constituye dicha diversidad.DONALD: Volviendo a la terapia, tú argumentas que allí afuera existen múltiples relatos y propones maneras en que podríamos intentar incorporarlos en nuestro trabajo, en lugar de intentar, como lo hemos hecho en el pasado, producir un relato cultural dominante que, como tú dices, margina a esas otras formas y las mantiene fuera de la corriente cultural principal.MICHAEL: Pienso que algunos de los desarrollos recientes en nuestra disciplina, en las áreas de teoría, práctica e investigación, efectivamente desafían algunas de las políticas centrales a la preocupación por la reproducción de la cultura dominante en el ejercicio del asesoramiento psicológico y en la terapia. Por ejemplo, ha habido un desafío generalizado a algunas de las prácticas de poder que incitan a las personas a medir sus vidas, relaciones, familias, etcétera, según alguna idea acerca de cómo deberían estas ser; y también se ha cuestionado hasta qué punto los terapeutas han obrado intentando moldear a las personas y las relaciones para que se ajustaran a las estructuras «ideales» que sustentan estas ideas. Me gustaría reiterar que no creo que nuestra misión sea la de cómplices absolutos con la reproducción de la cultura dominante y, al menos hasta cierto punto, algunos de los recientes desarrollos en la teoría y la práctica en efecto nos permiten alejarnos de esa posición. Estos desarrollos nos alientan a reconocer y cuestionar el aspecto político de la terapia, rechazar el ejercicio de la terapia como forma de dominación sobre las personas y considerar algunas de las cuestiones de poder que forman parte de toda interacción terapéutica.

23DONALD: Desde tu punto de vista, ¿cuáles serían IOS criterios que definirían una terapia exitosa?MICHAEL: Estoy especialmente interesado en lo que las personas determinan que son sus maneras preferidas de vivir y de interactuar consigo mismas y con los demás. Este es uno de mis mayores intereses en este trabajo. Si, por cualquier razón, las maneras de vivir y pensar que las personas traen a terapia no están funcionando bien para ellos, lo que me interesa es brindarles un contexto que contribuya a la exploración de otras maneras de vivir y de pensar. Siempre existe un reservorio de historias alternativas acerca de cómo podría ser la vida, otras versiones de la vida en tanto vivida. Me interesa ver cómo puedo ayudar a las personas a internarse en esos relatos que ellos juzgan preferibles: poner en práctica las interpretaciones o significados alternativos que estos relatos alternativos hacen posibles. Por supuesto, esta tarea no está exenta de problemas, y en nuestra sociedad existen muchas instituciones que la obstaculizan. En ocasiones, esta tarea implica acompañar a las personas en el cuestionamiento de determinadas estructuras que hacen posible esta dominación. De modo que, a veces, esta práctica terapéutica incluye alguna forma de acción política, a lo que nosotros llamamos <nivel local».Me preguntaste por el punto en que una terapia ha concluido y en mi respuesta quisiera destacar la índole transformadora de este trabajo. Al abrirse un espacio para que los integrantes de la familia pongan en práctica los relatos alternativos y preferidos de sus vidas y para el reconocimiento de muchas de las afirmaciones alternativas asociadas con esas puestas en práctica, el terapeuta va siendo cada vez más desplazado del lugar central hasta que se lo despide de la terapia. La despedida del terapeuta no suele demorar en suceder y rara vez sorprende mucho cuando sucede. Si bien el terapeuta ha desempeñado un papel importante en la coautoría de los relatos alternativos y preferidos de las vidas de las personas, también ha trabajado para asegurarse de que las personas consultantes resulten las coautoras privilegiadas en esta tarea en colaboración. Por ende, a medida que las personas avanzan un poco en la articulación y la experiencia de otras maneras de ser y pensar que están a su disposición, a medida que experimentan algunos de los objetivos, valores, creencias, compromisos, etcétera que están asociados a estos relatos alternativos de la vida, se acercan a un punto en el cual la contribución del terapeuta ya es innecesaria. Es perfectamente sensato despedir en este punto al terapeuta, lo que es de celebrar.DONALD: ¿Cómo defines el punto en que la terapia ha concluido?Herramientas y técnicas de la perspectiva narrativaMICHAEL: Bueno, sin duda no es cuando las personas tienen concepciones diferentes del mundo. Algunos suponen que el trabajo al que me refiero está informado por la teoría cognitiva. Esta no tiene que ver conmigo, si bien no podría decir que estoy en modo alguno al día en cuanto a los desarrollos en teoría cognitiva. Una parte importante de mi trabajo se vincula con facilitar la expresión de aspectos de la experiencia vivida que previamente han sido desatendidos y con apuntar a una nueva expresión -a través de marcos de inteligibilidad alternativos- de otras experiencias de vida. De manera que, inevitablemente, al privilegiar y revivir diversos aspectos de la experiencia, este trabajo es intensamente emotivo. En el proceso de la terapia, a medida que la experiencia estructura la expresión y a medida que la expresión estructura y reestructura la experiencia, las respuestas emotivas de todos los participantes en la interacción terapéutica pueden ser muy intensas.DONALD: Pasemos a hablar de las herramientas y técnicas utilizadas al trabajar desde la perspectiva narrativa. Exploremos cómo se empieza, cómo se introduce el cambio, cómo se sostiene, etcétera. Cuando te sientas con una familia por primera vez y estás comenzando a introducir el proceso de cambio, ¿qué es lo que piensas y qué técnicas utilizas?

MICHAEL: ¡Bueno, esa sí que es una pregunta difícil! [Se ríe] Yo estoy realmente interesado en los relatos que las personas hacen de su experiencia. Quiero en verdad entender cómo ha sido la vida para ellas. Por ende, supongo que la primera parte de mi trabajo consiste en tratar de obtener algún conocimiento acerca de aquello por lo que han estado atravesando estas personas. Pienso que es importante que logre alguna comprensión de ello y pienso que es im2425portante que las personas sepan que he logrado al menos algún grado de esta comprensión. En realidad, esto es bastante básico, y hace años que muchas personas en esta disciplina lo vienen enunciando. No obstante, al afirmarlo, yo no estoy postulando que la interacción con las personas durante el desarrollo de esta comprensión sea neutral, ni que el desarrollo de esta comprensión sea neutral en cuanto a sus efectos en la forma que tome la terapia y, de manera más general, con respecto a las vidas de las personas. De modo que tenemos que estar bien conectados con los efectos reales -sean espontáneamente expresados por las personas o sean indagados por nosotros- de nuestra interacción con las personas durante el desarrollo de estos esfuerzos de comprensión y de los mismos entendimientos así logrados, a medida que evolucionan. Todos sabemos que hay maneras diversas de hablar de nuestra experiencia: algunas son profundamente dañinas y otras abren nuevas posibilidades.A menudo logro esta comprensión necesaria explorando con las personas sus experiencias del problema. Lo que produce el efecto de introducir una específica clase de conversación, a la que me refiero como conversación externalizadora. En ella, aliento a las personas a que relaten de qué manera el problema ha estado afectando sus vidas y sus relaciones. Con frecuencia, al menos al principio, para que las personas se entreguen a estas conversaciones es necesario algún cambio.No es nada raro encontrarse con personas ocupadas en conversaciones internalizadoras acerca de lo que resulta problemático. En gran medida, se trata de un fenómeno cultural, fenómeno que muy a menudo reproduce los mismos problemas que las personas están intentando resolver. Así, es probable oír a los padres decir: «El problema es Johnny». En respuesta, yo formulo preguntas que introducen una conversación más externalizadora acerca de lo que resulta problemático: «¿De qué modo está el problema afectando la vida de Johnny? ¿Qué le está haciendo a sus amistades? ¿Cómo está interfiriendo en su relación con ustedes como padres? ¿Cómo piensan que está afectando el modo en que Johnny se siente respecto de sí mismo? ¿Cómo está afectando el problema la imagen que Johnny tiene de sí mismo como persona? ¿Qué tipo de interacciones le está imponiendo en sus relaciones con otras personas? En tanto padres de Johnny, ¿cómo los afecta a ustedes personalmenteeste problema? ¿Alguna vez hace que hagan o digan cosas opuestas a su criterio ideal?» etcétera. Y, por supuesto, le pido a Johnny su opinión sobre las mismas preguntas. Esta línea de indagación conduce a conversaciones externalizadoras acerca de aquello que es problemático.DONALD: Lo que dices es, primero, que intentas comprender a las personas que acuden a ti y que quieres que ellas sepan que tú las entiendes, como un modo de construir confianza entre ambas partes y como un modo de establecer nuevas posibilidades. Y luego, en segundo lugar, tratas de crear una atmósfera diferente alrededor del problema, en la cual las personas ven al problema no como intrínseco a ellas sino como algo que está actuando sobre ellas desde el exterior.MICHAEL: Sí. Con el tiempo, las personas llegan a creer que el problema expresa su identidad. Muy a menudo los problemas les presentan a las personas lo que ellas toman como verdades sobre su carácter, naturaleza, objetivos, etcétera, de modo que estas verdades tienen un efecto totalizante sobre sus vidas. Las conversaciones externalizadoras cuestionan todo esto. Las conversaciones

internalizadoras en las que las personas han participado acerca de lo que es problemático para ellas invariablemente han tenido efectos negativos sobre sus vidas.La interacción sobre la base de la idea de que los problemas son inherentes a determinadas relaciones o intrínsecos a las vidas de las personas generalmente refuerza estas verdades y perpetúa aquello que las personas perciben como problemático. Y estas conversaciones internalizadoras sobre lo problemático también hacen muy difícil que las personas puedan experimentar nuevas posibilidades para la acción. Si tú eres el problema, si tu relación es el problema, entonces no será mucho lo que puedas hacer, a excepción, quizá, de actuar contra ti mismo. Las conversaciones externalizadoras ponen en entredicho todo esto. Hacen posible que las personas experimenten una identidad distinta o separada del problema. A través de las conversaciones externalizadoras, el problema queda en cierto modo inhabilitado, puesto que ya no les comunica a las personas la verdad acerca de quiénes son como personas o acerca de la verdadera naturaleza de sus relaciones, lo que abre nuevas2627posibilidades para la ación. En la evolución de estas conversaciones externalizadoras, las personas siguen revisando su relación con sus problemas.DONALD: Creo que has utilizado la expresión trazar el mapa de los efectos del problema para describir esta parte del proceso.MICHAEL: Sí. Hablé de trazar el mapa de los efectos del problema en las vidas de las personas y en sus relaciones. Este procedimiento resulta particularmente útil cuando el problema está especialmente arraigado o parece especialmente intratable. En estos casos, lo apropiado parece ser que la conversación externalizadora sea muy amplia. Tomemos el caso de la anorexia nerviosa, en la que las jóvenes realmente creen que determinadas maneras disciplinarias de operar sobre sus cuerpos, sus pensamientos y sus almas, están al servicio de moldear una auténtica manera de ser. A fin de que estas personas experimenten algún grado de extrañeza respecto de estas maneras de llevar su vida, a fin de que de alguna manera experimenten algún desencanto con las fuerzas de la anorexia nerviosa, las conversaciones externalizadoras generalmente tienen que ser muy amplias.SHELLY: Me pregunto si has pensado en esto en términos de permitir que se abra la puerta a la esperanza. Cuando las personas sienten que el problema es todo lo que existe y que representa la totalidad de la realidad, el solo hecho de sentir que las cosas podrían ser diferentes debe ser esperanzador.MICHAEL: La gente dice que siente que este proceso es liberador, o que les abre nuevas posibilidades. De manera que pienso que introduce mucha esperanza.DONALD: ¿El resultado de estas conversaciones externalizadoras sería lo que tú llamas desconstrucción?MICHAEL: Sí. Desde mi punto de vista sería una forma de desconstrucción. Esta forma tiene que ver con desconstruir las así llamadas «verdades» que las personas sienten que tanto aprisionan sus vidas. Podemos formular otras preguntas que profundicen esteproceso, quizá algunas que expliciten la historia de determinadas «verdades», por ejemplo: «¿Cómo cree que fue entrenado para creer en esta idea acerca de quién es usted?». »Creo que así como las conversaciones enternalizadoras ocultan el aspecto político de la experiencia, las conversaciones externalizadoras lo ponen de relieve. Y siempre que se pone de relieve el aspecto político de la experiencia hay posibilidades de desconstrucción.DONALD: ¿La desconstrucción es siempre un preludio de la re-narración?MICHAEL: Si te refieres particularmente a las conversaciones externalizadoras, la respuesta es no. Las conversaciones externalizadoras parecen de especial importancia cuando los problemas que las personas experimentan tienen un efecto totalizante sobre sus vidas, en otras palabras, cuando parece que los relatos

que los integrantes de la familia tienen acerca de sus vidas y cada uno de ellos están completamente saturados por el problema. En estas ocasiones, las conversaciones externalizadoras en tanto conversaciones desconstructivas son muy útiles. No obstante, hay muchas ocasiones en las que las personas vienen a terapia y es claro que tienen a disposición otras narrativas del yo y de las relaciones, a pesar de estar algo eclipsadas por los relatos más dominantes de sus vidas.Cuando estas narrativas alternativas proveen los relatos preferidos de sus vidas, la terapia estructurada a su alrededor crea la oportunidad para que las personas se internen más de lleno, y bien desde el principio, en maneras preferidas de ser. Pero esta re-narración en sí misma está desconstruyendo los relatos dominantes de las vidas de las personas: las verdades asociadas a estos relatos dominantes. Probablemente esta sea una versión de desconstrucción más de acuerdo con el sentido derridiano (Derrida, 1977) de la misma.DONALD: De modo que te preguntas cuán ubicuo es ese relato dominante en las vidas de las personas y en qué medida son capaces de enfocar el re-narrar sus vidas. Si no pueden enfocar una re-narración, esto es para ti un indicio de que debes centrarte en la desconstrucción a través de conversaciones externalizadoras.2829MIcL: Así es. Si las personas encuentran realmente difícil dar sentido a un acontecimiento que contradice el relato dominante, con frecuencia es necesario emprender una conversación más externalizadora. Sin embargo, hay muchas ocasiones en que no es tan difícil dar sentido a una contradicción. Yo suelo facilitar este Proceso por medio de una serie de preguntas como estas: ¡Espera un poco! Lo que acabas de decir no parece ajustarse a todas las otras cosas de las que vienes hablando. Cuéntame más sobre esto. ¿Cómo diste ese paso? ¿Dirías que este es un acontecimiento positivo o negativo? ¿Cuáles crees que son los fundamentos de este paso? A medida que vamos reflexionando sobre este acontecimiento ¿qué te dice esto acerca de cómo quisieras realmente que fuesen las cosas?, etcétera. Con mucha frecuencia, la gente es capaz de entrar en estas conversaciones muy rápidarnente, sin una conversación externalizadora muy larga.DONALD: Parece que otros terapeutas construccionistas, más orientados hacia la solución, se están distanciando de esta idea de desconstruir un relato. Están tratando de centrarse en cómo lograr que el cliente trabaje en pos de un objetivo. Tu trabajo de desconstrucción parece ser una dimensión adicional que falta en el trabajo de otros en la misma área.porque es en gran medida por medio de la historia que los acontecimientos extraordinarios o las excepciones producen relatos alternativos. Destaco «en gran medida», porque los acontecimientos que son imaginados para el futuro de la vida de una persona también cumplen un rol en la transformación de los acontecimientos extraordinarios en relatos alternativos. Sin embargo, rara vez resulta dificil lograr esta narración del acontecimiento extraordinario por medio de un proceso de historización. Incluso el hecho de que las personas juzguen positivos estos acontecimientos extraordinarios indica que deben ajustarse, de algún modo, a alguna concepción previa que la persona tiene acerca de qué es una vida mejor. Así, una vez que esta concepción ha sido expresada claramente, tiene mucho sentido mostrar interés en la historia de dicha concepción y en las experiencias de vida que se vinculan con ella. A través de esta exploración, las excepciones o acontecimientos extraordinarios llegan a enraizarse profundamente. Y, al reflexionar sobre estas historias alternativas, a las personas se les abre la posibilidad de identificar valores y compromisos preferidos para la vida. Quizá esta atención prestada a la historia distinga la orientación narrativa que yo y otros venimos desarrollando de la terapia orientada hacia la solución. Pero no es la única distinción que podría hacerse.

NlICHAEL: No sé muy bien cómo responder tu pregunta. No soy ninguna autoridad en las complejidades de la terapia orientada hacia la solución y, ciertamente, no me gustaría describir mi trabajo en estos términos. Al decir esto no estoy sugiriendo que mi trabajo no esté orientado hacia las soluciones y tampoco estoy opinando sobre la terapia orientada hacia las soluciones. De hecho, creo que los terapeutas orientados hacia la solución han realizado una contribución muy importante. Pero no me satisface describir mi trabajo como «orientado hacia la solución»; siento que no capta el espíritu de Ini trabajo. Y, ciertamente, no diría que mi trabajo está principalmente orientado hacia objetivos. Estoy vivamente interesado en la historia. Pienso que tener la oportunidad de identificar los efectos reales que determinadas maneras de ser y pensar tienen en las vidas y las relaciones de las personas es muy importante. Para hacerlo, necesitamos la reflexión crítica; y para la reflexión crítica necesitamos la historia. La historia es doblemente importante,SHELLY: Me pregunto si también es distintivo de tu trabajo, en relación con el de otros en esta área, el que tú prestes atención al «público», o sea a las personas que puedan ser afectadas por la re-narración, en lugar de centrarte simplemente en la familia con la que estás trabajando.MICHAEL: Esta es un parte vitalmente importante de este trabajo. Si los relatos de las vidas con los que contamos son negociados y distribuidos dentro de comunidades de personas, entonces tiene mucho sentido hacer participar a las comunidades de personas en la renegociación de la identidad. Por lo tanto, esté trabajando con un individuo, una pareja o una familia, siempre estoy pensando en los públicos posibles de los desarrollos que va desplegando la terapia y pensando en cómo podría invitarse a este público a participar en la autenticación de las afirmaciones preferidas que están surgiendo en el proceso de la terapia. Y soy muy activo en la genera3o31ción de estas posibilidades de autenticación, incluso aunque jamás tenga la oportunidad de conocer a las personas que son invitadas a cumplir este rol. No obstante, en muchas ocasiones sí tengo esta oportunidad y, a medida que va avanzando la terapia, se van sumando personas a mi consultorio, cuya contribución directa es reconocida. En mis esfuerzos por rastrear la historia de estos relatos alternativos, a menudo me topo con personas a quienes las personas que me consultan no han visto por años. Entonces, al facilitar importantes reencuentros, que restablecen fuertes lazos, compartimos algunas experiencias muy, pero muy conmovedoras. Realmente agradezco la oportunidad de entrevistar a esas personas «del pasado» en presencia de quienes me han consultado: Vea, estábamos conversando con Jane, y le pregunté si había alguna persona en su vida que pudiera contarme una historia que me ayudara a entender cómo fue que dio este paso reciente, y fue así como surgió su nombre. Dijo que no se veían desde hacía 15 años y realmente me alegra que haya logrado dar con usted y que le gustara la idea de reunirse con nosotros. ¿Le podría hacer algunas preguntas sobre Jane? Por lo que recuerda, ¿qué historias podría contarme sobre Jane que me pudieran ayudar a entender cómo fue que ella dio este paso?, etcétera. Generalmente, las respuestas de estas personas del pasado nos resultan verdaderamente estimulantes.DONALD: Resulta entonces que eres algo así como un antropólogo terapéutico.MICHAEL: No estoy seguro, pero me encanta esa descripción.DONALD: Hablemos del proceso de re-narración. ¿Cómo procedes en el proceso de crear un nuevo relato, o re-narración?MICHAEL: Bueno, pienso que aquí suceden dos cosas. La vida es multi-relatada, no mono-relatada. Además de los relatos dominantes de nuestras vidas, siempre existen sub-relatos, y en nuestro trabajo con individuos, parejas y familias estos sub-relatos están relativamente a nuestro alcance. Segundo, en sus vidas, las personas tienen muchas experiencias que no son fácilmente inteligibles por

vía de los relatos dominantes o sub-relatos de sus vidas. Son los mismos sub-relatos, y también esos aspectos de la experienciaque están al margen de los relatos dominantes, los que realmente brindan un punto de entrada para el trabajo de reescritura de la vida. En realidad es en esto en lo que me estoy centrando.DONALD: Parece que esto implica una autoría conjunta entre tú y la familia, con mayor énfasis en el aporte de la familia y menos en tu sugerencia de terapeuta que esta sería una buena historia.MICHAEL: Sí. Yo puedo hacer una infinidad de preguntas que tienen el efecto de privilegiar estos sub-relatos y estos aspectos desatendidos de la experiencia, pero no puedo completar los detalles de los paisajes de vida alternativos que son asociados con ellos. Por ejemplo, yo puedo sentir mucha curiosidad acerca de determinados acontecimientos, acerca de cómo determinados eventos podrían estar vinculados con otros, pero en realidad no puedo saber de qué manera podrían estar vinculados o qué es exactamente lo que habría de vincularlos o qué papel específico podrían cumplir en una concepción alternativa del curso de la vida de otra persona. Puedo hacer preguntas acerca de un hecho aquí, en este momento, y acerca de otro evento que ocurrió dos meses antes que podría estar vinculado de alguna manera con este. Quizá podría preguntar: ¿Qué fue lo que lo preparó para este paso? y ¿Es posible que haya alguna conexión entre este acontecimiento y este otro de hace dos meses? Quiere decir que puedo mostrar mi curiosidad por las vinculaciones. Puedo expresar mi curiosidad acerca de otros acontecimientos que, de alguna manera, podrían relacionarse con lo que las personas determinan que son los desarrollos preferidos de sus vidas, pero no puedo conocer los detalles. Uno de los resultados de este proceso es que las personas comienzan a situar estos otros acontecimientos de sus vidas en secuencias específicas de acontecimientos a lo largo del tiempo.Llegado un punto, generalmente aliento a las personas a que reflexionen acerca de estos desarrollos con el objetivo de formularlos claramente. Quizá podría decir que eso es como la formulación de una «contra-trama» o una «trama alternativa» que, una vez realizada, posibilita que los integrantes de la familia puedan dar sentido a una diversidad de otras experiencias que se ajustan a esta trama alternativa. Se ha argumentado que la memoria se estructura según una narrativa y en este trabajo vemos muy a menudo una reestructuración de la memoria.3233DONALD: ¿Crees que es importante que las personas formulen ambas tramas, la trama dominante y la trama alternativa?MICHAEL: Cuando las personas se presentan a terapia, la discusión del problema está definída por una estructura narrativa: por un relato de los acontecimientos que se van desenvolviendo en una secuencia temporal específica y de acuerdo a lo que yo considero que es una trama dominante. En el trabajo que vengo analizando aquí, a veces hay una reformulación de la trama dominante, pero siempre hay un formulación de una contratrama o trama alternativa. Este proceso de reformulación y formulación es realmente importante. La formulación de una trama alternativa facilita enormemente la adscripción de significado a toda una serie de experiencias que anteriormente habían sido desatendidas.DONALD: Tu manera de trabajar parece consistir, casi enteramente, en hacer preguntas. Cuando estabas hablando acerca de la capacidad de las familias para ir estableciendo las relaciones para crear este relato alternativo me preguntaba si tú sugieres esas conexiones a través de tus preguntas.MICHAEL: No, el tema no es si las personas rechazarán o no olla idea, sino una cuestión relacionada con el aspecto político de lasrelaciones. De hecho, es muy fácil imponer ideas. Para nosotros es muy fácil imponer «verdades», porque hay un desequilibrio de Poder en nuestras relaciones con las personas que solicitan nuestra ayuda. Si somos capaces de apreciar esto, es más posible que tole mos

medidas para evitar la imposición de tales «verdades». Esta consideración informa el enfoque para la formulación de preguntas en nuestro trabajo con las personas. Esta consideración no significa que no pueda hacer observaciones, pero sí moldea el modo en que he de hacerlas: Bueno, yo me pregunto si esta experiencia no pudo haber tenido alguna influencia en este acontecimiento reciente ¿o le parece que ese no es en absoluto el caso? Tengo tres ideas sobre los fundamentos de este reciente paso, pero no estoy seguro de "que ninguna de ellas venga al caso. No estoy seguro de si alguna de ellas ofrece pistas razonables para comprender este reciente logro. Permítanme que les cuente las ideas que tengo y luego les quisiera hacer algunas preguntas para saber qué opinan. Pienso que este enfoque para la formulación de preguntas se vincula con un compromiso con un modo de trabajo en colaboración con las personas.MICHAEL: A través de las preguntas se sugiere alguna clase de conexión. Además, aquí yo también estoy teniendo un rol activo en otros sentidos. Puede haber alguna información que las personas hayan compartido conmigo que yo crea que puede dar alguna pista acerca de la índole de la relación y entonces puedo decir: Bueno, ¿esto encaja? ¿Es posible que estos dos hechos estén conectados de alguna manera?DONALD: Pero sería raro que dijeras: «Esto parece llenar la brecha».MICHAEL: Bueno, a veces lo hago, me escucho decir algo como eso. Y no siempre me arrepiento.DONALD: Eso se ajusta a la idea de que las personas validan sus propias vidas. En términos del ejercicio profesional, ¿reduce esto la posibilidad de que las personas rechacen la idea si esta es introducida en forma de pregunta?SHELLY: Me da la impresión de que eliges tus palabras muy cuidadosamente. ¿Esta atención a la elección de las palabras tamblen proviene del deseo de evitar el abuso de poder?MICHAEL: Tenemos que ser muy sensibles al tema del lenguaje. ¡Las palabras son tan importantes! De muchas maneras, las palabras son el mundo. Espero, por lo tanto, que en mi trabajo con personas así como en mi escritura, se muestre alguna sensibilidad hacía el lenguaje. De todos modos, al decir esto, probablemente hoy ree5eribiría muchas de las cosas que he escrito. Las escribiría de manera diferente. [Se ríe.] Y, pensándolo un poco, probablemente haría esta entrevista de otra manera si la hiciéramos de nuevo.DONALD: Aquí hemos hablado un poco de re-narrar o reescribír la vida. Una de las cosas de las que también has hablado en este Contexto son los paisajes de la acción y los paisajes de la conciencia. ¿Podrías analizar estos dos conceptos en relación con el proceso de reescritura de la vida?3435MICHAEL: En realidad tomé prestados esos términos de Jerome Bruner (1986) quien, a su vez, más o menos los tomó de algunos teóricos literarios. La idea es que los relatos tienen paisajes duales: paisajes de la acción y paisajes de la conciencia o, si quieres, paisajes de significado. El paisaje de la acción está constituido por experiencias de acontecimientos que están reunidos en secuencias que se desenvuelven en el tiempo y según tramas específicas. Esto nos proporciona la estructura rudimentaria de los relatos. Si elimináramos alguna de esas dimensiones -las experiencias de los acontecimientos, las secuencias, el tiempo- no tendríamos relato. Estos elementos, en conjunto, constituyen el paisaje de la acción. Cuando las personas vienen a terapia y hablan de lo que los trajo a verte, generalmente suelen hacer una descripción del paisaje de la acción del relato dominante.En ese momento, las personas también harán una descripción del paisaje de la conciencia o paisaje de significado del relato dominante. A medida que hablan de determinados eventos, irán indicando qué piensan que esos eventos reflejan acerca del carácter, los motivos, los deseos, etcétera, de diversas personas de

sus redes sociales. También reflexionarán sobre lo que estos eventos dicen acerca de las cualidades de algunas relaciones específicas. Por ende, el paisaje de la conciencia tiene que ver con las interpretaciones que se hacen por medio de la reflexión sobre los eventos que están desenvolviéndose en los paisajes de la acción. Repito, el paisaje de significado se deriva, por medio de la reflexión, de los eventos en el paisaje de la acción, para determinar qué podrían decir dichos eventos acerca de los deseos, preferencias, cualidades, características, motivos, objetivos, anhelos, metas, valores, creencias y compromisos de diversas personas. Pero aquí mi descripción de este proceso es algo parcial y simplista. Oscurece la naturaleza recursiva del proceso, puesto que las descripciones establecidas de características, motivos, compromisos y demás informan a su vez la disposición de las experiencias de los eventos en el paisaje de la acción.En el trabajo de reescritura, invitamos a las personas a practicar un intercambio entre ambos paisajes -reflexionando acerca de lo que podrían significar los acontecimientos alternativos en el paisaje de la acción y determinando qué eventos en el paisaje de la acción reflejan mejor las descripciones preferidas de características, motivos, creencias, etcétera- de manera que generan paisajes alternativos de la acción y de la conciencia. Sé que a menudo se supone que un motivo es un tipo de fuerza interna relativamente fija que determina las acciones de las personas. Pero creo que esta opinión es insostenible, que los motivos no son intrínsecos y no están grabados en la roca. Más aun, argüiría que, puesto que nuestras vidas son multi-relatadas, todos estamos multi-motivados y que algunos de nuestros motivos tienen efectos positivos reales en términos de nuestras vidas y en términos de nuestras ecologías de relación y algunos, claramente, tienen efectos reales muy negativos.SHELLY: Parece que necesitas progresar en ambas áreas simultáneamente. Si el paisaje de la acción cambia, pero la manera en que es interpretado no lo hace, no hay una verdadera diferencia.MICHAEL: Sí. Estuve intentando poner de relieve que se trata de un proceso «zigzagueante». Podemos estar en algún momento de la historia hablando de lo que determinados eventos podrían reflejar: Bueno, al revisar estos eventos que sucedieron en aquel entonces, ¿qué le dicen acerca de lo que usted creía que era realmente importante en su vida? Así, al referir un paisaje a otro, hemos saltado del paisaje de la acción al paisaje de la conciencia. Y podemos hacer el recorrido inverso: ¿71ene usted conciencia o registro de otros acontecimientos en su vida que reflejen esta creencia específica acerca de lo que usted considera importante? Así estamos de vuelta en el paisaje de la acción.Este proceso puede incluir una consideración de los acontecimientos que se extienda hacia el futuro cercano de los paisajes de la acción y de la conciencia: Simplemente piense en sus próximos pasos. Imagine que lo que ahora entendemos que es importante para usted va a tener un lugar más prominente en su vida en el futuro cercano. ¿Cómo afectaría este hecho sus acciones con respecto al tema que lo viene preocupando? Si se viese a sí mismo dando esos pasos, ¿cómo cree que afectaría eso la imagen que tiene de usted mismo como persona? Si se internara más en esta imagen de quién es usted realmente, ¿qué efectos piensa que tendría en sus próximos pasos? O: Suponga que esta claridad acerca de lo que quiere para su vida ha de tener influencia en los acontecimientos futuros. ¿En qué cambiaría lo que suceda en su vida durante los próximos36377 o 14 días? ¿Si hubiera de reconocer las contribuciones que realizó para que se produjeran dichos acontecimientos, qué le diría este conocimiento acerca de con qué cosas está usted comprometido? ioué diferencia cree que produciría en el modo en que conduce su vida el saberlo? Aquí tenemos entonces algunos ejemplos que remiten acontecimientos futuros en los paisajes de la acción a descripciones

alternativas e históricamente situadas en paisajes de la conciencia. Luego, ejemplos de remisión de acontecimientos futuros del paisaje de la conciencia a las descripciones de eventos en los paisajes de la acción alternativos en el futuro próximo. Y luego ejemplos de remisión de acontecimientos futuros en los paisajes de la acción a aquellas descripciones en los paisajes alternativos de la conciencia del futuro próximo, etcétera.Espero que esto describa a qué me refiero cuando hablo de un proceso «zigzagueante». No obstante, al dar estos ejemplos, no quisiera que los lectores supusieran que en este trabajo sigo algún orden formal de sucesión de las preguntas o que hay un orden correcto.DONALD: ¿También alternas entre preguntas sobre el futuro y sobre el pasado?MICHAEL: Sí. El movimiento no necesariamente va desde la historia reciente o lejana hacia el futuro próximo. De hecho, en ocasiones puede ser al revés.DONALD: Mencionaste que una de las maneras en que mantienes activo el proceso de cambio es haciendo participar a un círculo mayor de personas en el mismo. ¿Qué otros aspectos te ayudan a mantener la nueva narrativa en marcha?MICHAEL: Una vez establecidas, estas narrativas continúan brindando un marco alternativo para la atribución de significado a aquellas experiencias de vida que, de otro modo, habrían sido desatendidas, lo que continúa teniendo efectos reales sobre la vida en tanto vivida. Sé que es expresarlo toscamente, y generalmente evito usar metáforas del mundo físico, pero se alcanza un punto en que estos relatos parecen ganar impulso propio. Como señalaste, es sin duda importante alentar a las personas a identificar y elegir38público para que sea testigo de los desarrollos preferidos de algún úblpúblico brinda una poderosa autenticación de diSus vidas: este pchos desarrollos preferidos.En este trabajo, me intereso en las metáforas de «solidaridad», „ «colaboración» y «asociación». De manera que nos cen«alianza ,tramos considerablemente en la identificación de aquellas persoue podrían contribuir a los desarrollos preferidos de las vinas qdas de los otros y en como podríamos comprometer a esas personas este proyecto. Las cartas y otras formas de documentación a enudo ayudan en el logro de estas metas. TrenD: Pienso que nuestros lectores apreciarían un ejemplo de DoNALdichos documentos...ICHL.. De acuerdo. Fui consultado por un hombre que tiene unaMlarga historia de considerarse un fracaso como persona. Esta pera uien llamaré aquí Harry, tenía un historial psiquiátrico lona, qestablecido y reconocido, que incluía una serie de internaciobienosteriores a otros tantos «episodios agudos». Alo largo de estaves pe,historia, Harry había coleccionado muchos diagnósticos, desde eshisuizofrenia hasta enfermedad maníaco depresiva. Ahora, en nuesqtrabajo conjunto, Harry simplemente dejó de torturarse. En tro tsus intentos por lograr un sentimiento de valía moral en su comu nidad, había estado operando sobre sus pensamientos, su cuerpo,stilo de vida, su alma, etcétera. Había estado haciendo todo essu eombre de la compostura, la autonomía, la autodependencia,to en netcétera. No fue nada especial, sólo la clase de especificaciones para de persona que son valoradas por nuestra cultura. Bueel concepto desistió. De

pronto renunció a todo esto y, en cambio, comenzó a no, dr valorar su protesta contra todas estas exigencias. Como respetar y o de esto, todas esas ambiciones y expectativas que lo estaresultadmando y estresando y que contribuían a su vulnerabiliban atorme«episodios agudos", fueron de pronto tiradas por la bordadad a lossin pedir ninguna disculpa, sin poner ninguna excusa.momento glorioso. Y nos reímos tanto juntos, que lloraFue unMe sentí tan privilegiado de ser parte de esto. En consecuenmos.riTnera vez sintió que su vida avanzaba de modo positivo ycia, por Pse estado mental que durante tanto tiempo había estadoencontró eando: «serena cordura». Después de un tiempo, Harry estuvo buscando*.39listo para dar ciertos pasos en la direccílón de presentarles su logro a otros integrantes de su comunidad y .conseguir su ayuda para su proyecto. Creía que esto desalentaría ao. los demás de la idea de someterlo a expectativas inadecuadas, rerducíría aún más las tensiones en su vida y contribuiría a mejoras su calidad de vida. Sugerí que la mejor manera de lograrlo sería por medio de una declaración que expusiera los detalles de su proyecto y que extendiera a los demás una invitación a unirse a él e- n este. Fue así que, después de hacerle a Harry una serie de pregurtas, entre los dos armamos el siguiente documento:Las expectativas y mi vida1. He aprendido mucho acerca de las e=xpectativas y lo que les exigen a las personas.2. Las expectativas pueden tener un efecto muy destructivo en mi vida y en las vidas de otras persona-.3. Las expectativas hacen que me sienta mal conmigo mismo y que me presione de maneras destructivas.4. Si quieres ayudarme con mi vida, entonces no me presiones y no esperes de mí que sea otra persona la que tú quieres que sea. Aquí se incluyen las expectativas acerca de la salud: no seré la persona de la culpa.5. Si así lo prefieres, te haré una descxipción más profunda y más completa de los efectos en mí vida de las expectativas, de lo que en el pasado las expectativas le hicieron a mi vida.6. Gracias por tu tiempo.Harry se fue con treinta copias firmadas de este documento y logró con éxito comprometer a otros en la renegociación de su identidad y extender su estilo de vida elegido de <serena cordura».DONALD: Además de documentos como este, has mencionado el uso de cartas en tu trabajo. En estas cartas, ¿te centras más en la renarración o en la desconstrucción? ¿y cómo lo decides?40MICHAEL: Estas decisciones en realidad están determinadas por el lugar en que nos enc•antramos en el trabajo mismo y por la realimentacíón que recibñmos de las personas acerca de qué es lo que más les interesa. Pero haré algunos comentarios generales acerca de estas cartas. Esteres cartas no son cartas estratégicas, sino que son más o menos una relato de los acontecimientos que están teniendo lugar en la terapia. De manera que sólo muy rara vez incluyen información nueva. Las cartas ponen un énfasis especial en el relato al pie de la letra de estos acontecimientos.

Un párrafo podríma empezar: Cuando analizamos el efecto de este problema en su vidc-x, esto es lo que usted dijo... El próximo podría empezar: Hubo algunos otros acontecimientos que llamaron nuestra atención durante la entrevista y yo le hice algunas preguntas sobre ellos. A usted se le ocurrió un consejo para darse a sí mismo, y esto es lo que dijo... En diferentes cartas hay diferentes énfasis. Pdr ejemplo, en algunas cartas puede asignarse un espacio importante a la reformulación de la trama dominante. Este es a menudo el caso con las personas que han sido víctimas de abuso. Muy a menudo, al principio de la terapia estas personas presentan una descripción de sí mismas muy negativa y una versión de la trama dominante que sugiere una complicidad de su parte en el abuso del que han sido objeto. La reformulación de la trama dominante como una de supervivencia frente a la tortura, la tiranía, la explotación, etcétera, avanza en el sentido de desconstruir esas «verdades» negativas en las que estas personas fueron inducidas a creer como resultado del abuso. Y la reformulación de la trama dominante por escrito es de gran significación y contribuye a una forma de testimonio que puede tener el efecto de liberar a las personas sustancialmente de muchos de los efectos reales del abuso que ha sido perpetrado contra sus vidas.DONALD: ¿Podrías referirte a lo que quieres decir con la frase «trabajar detrás de los clientes»?MICHAEL: Es muy fácil que, de muchísimas maneras, los terapeutas nos adelantemos a las personas que solicitan nuestra ayuda. Y si estamos parados en el medio bloqueando su visión, las personas no pueden ver hacia adelante con ninguna claridad. Por lo tanto, es más adecuado pararse detrás de estas personas o quizás incluso41al lado de ellas: sin indicar cómo deberían ser las cosas en sus vidas, sin prescribir una dirección para sus vidas. En lugar de adelantarnos a ellas, podemos pedirles, de infinidad de maneras, que nos pongan al tanto de los acontecimientos en sus vidas. Si somos capaces de preguntarles de manera consecuente cómo fue que dieron esos pasos que dieron, en qué se basaron dichos pasos, qué efectos reales tuvieron en sus vidas y relaciones, etcétera, creo que entonces estamos haciendo distinciones que generan en las personas un sentimiento de habilitación y validación personal, en lugar de ser invalidantes.Al «poner a los terapeutas al día» sobre los acontecimientos significativos en sus vidas, las personas se hacen una clara idea de cómo, de otro modo, las cosas podrían haber sido diferentes en sus vidas y esta distinción proporciona la base para otras acciones preferidas. Por otro lado, si nos mostramos abiertamente entusiasmados por los acontecimientos o adherimos a «señalar lo positivo» como metáfora central en este trabajo, corremos el riego de contribuir a generar distinciones que pueden ser vividas como totalmente invalidantes de las personas. En estas circunstancias, es muy fácil que las personas supongan que el terapeuta cree que han llegado a un punto en el que estas personas no creen estar o que supongan que el terapeuta tiene la expectativa de que pronto darán algunos pasos que ellas no se sienten realmente capaces de dar. Esto crea el contexto para que las personas se sientan fracasadas y para la dependencia de la autoridad del terapeuta a fin de «poner las cosas en orden» en sus vidas. Y el resultado de todo esto es sin duda un deterioro del estado de cosas.DONALD: ¿Cuáles son las limitaciones del enfoque narrativo?MICHAEL: Bueno, puesto que yo no lo definiría como un enfoque, me resulta difícíl hablar de limitaciones en el sentido habitual. ¿Este trabajo se define mejor como una visión del mundo? Quizá, pero ni siquiera esto es suficiente. Quizá sea una epistemología, una filosofia, un compromiso personal, una política, una ética, una práctica, una vida, etcétera. Y como, fuera lo que fuese, sucede que está íntimamente liudo a los desarrollos recientes en teoría social a los que general%ente se denomina «no fundacionalistas» o quizás «posmodern08» fuera lo que fuese, resulta ser también una teoría.

De modo que quizá la mejor manera de contestar tu pregunta es como sigue. En este trabajo, sin duda me encuentro con mis propias limitaciones personales, a las que quiero entonces explorar. Son limitaciones con respecto al lenguaje, limitaciones en cuanto a mi conciencia de los aspectos políticos de las relaciones, limitaciones en mí capacidad para sortear algunos de los dilemas personales con los que estamos confrontados a cada paso en este trabajo, limitaciones de experiencia, limitaciones en mi percepción de opciones para la expresión de determinados valores que abren el espacio para nuevas posibilidades, etcétera.Quiero explorar estas limitaciones, conversando sobre ellas con las personas que solicitan mi ayuda, hablando sobre ellas con otros terapeutas, a través de mi reflexión personal, a través de la lectura, etcétera. Al explorar de este modo estas limitaciones, puedo ampliar los que para mí eran los límites conocidos de ese trabajo.DONALD: ¿Hablarías un poco del tema de la formación? ¿Cómo hace la gente para aprender más sobre esta visión del mundo y sobre cómo utilizarla productivamente?MICHAEL: Bueno, pueden acercarse a alguien que esté comprometido en participar de este relato acerca de la terapia y acerca de la vida y en explorarlo.DONALD: Sin duda podrían ir a Australia, al Dulwich Centre.MICHAEL: Así es. Pero también hay muchos fantásticos desarrollos de este tipo de trabajo aquí en los Estados Unidos, de los que los lectores podrían ponerse al tanto. Hay muchos terapeutas familiares que están adoptando la metáfora narrativa y otros desarrollos recientes en teoría social y, asimismo, la noción de que la terapia es, inevitablemente, una actividad política. Y hay muchos institutos y organismos que están uniendo la exploración de la metáfora narrativa a cuestiones de justicia social.DONALD: ¿Qué les sugerirías que leyeran?MICHAEL: Para llenar algunas de las lagunas que les quedarán luego de leer la transcripción de esta entrevista, sugeriría que empe4243taran por leer un capítulo titulado «Deconstruction and therapy». Está incluido en un libro llamado Therapeutic conversations, compilado por Steven Gilligan y Reece Price. En este libro también se incluye un comentario de Karl Tomm sobre este trabajo, otros capítulos escritos por terapeutas que están trabajando con orientaciones narrativa y enfocada hacia la solución y algunas comparaciones entre ambas orientaciones. Recomendaría este libro vivamente. El mismo capítulo, «Deconstruction and therapy» también aparece en un libro que escribimos con David Epston. El título de este libro es Experience, contradiction, narrative and imagination. Este libro incluye diversos capítulos que se centran en los desarrollos recientes en este trabajo, que también les recomendaría calurosamente a aquellos lectores que están interesados en completar algunas de las lagunas que les quedarán después de leer la transcripción de esta entrevista. Una buena fuente para enterarse de los permanentes desarrollos en este tipo de trabajo es la Dulwich Centre Newsletter, una revista trimestral que también tiene el distribuidor en Vancouver. Y, por supuesto, pueden consultar Narrative Means to Therapeutic Ends, cuya autoría comparto con David Epston.DONALD: Y, por último, ¿quedan preguntas que te gustaría que te hiciéramos? ¿Hay alguna cosa que no te hayamos preguntado y que te gustaría comentar?MICHAEL: No, pienso que hicieron muchas preguntas realmente interesantes. Espero que mis respuestas también lo hayan sido y no haber resultado machacón.DONALD: No, no creo que lo hayas sido en absoluto. Y nosotros y nuestros lectores te agradecemos mucho el tiempo que nos has dispensado. El que estás haciendo es un trabajo realmente importante y valoramos mucho esta oportunidad de saber más sobre él. Gracias.Bibliografía

Bruner, J. 1986. Actual Minds: Possible Worlds. Cambridge, MA, Harvard University Press. [Realidad mental y mundos posibles, Barcelona, Gedisa, 1988.]44Chomsky, N. y Herman, E. S. 1988. Manufacturing Consent: The political economy of the mass media. Nueva York, Pantheon Books.Derrida, J. 1977. Of grammatology. (Trad. de G. C. Spivak) Baltimore, MI)Johns Hopkins University Press.Epston, D. y White, M. 1992. Experience, contradiction, narrative & imagination. Adelaida, Dulwich Centre Publications (PO Box 34185 Station D, Vancouver, B.C. V6J 4N1, Canada).Foucault, M. 1970. The order of things: an archaeology of the human sciences. Nueva York, Random House. [Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas, Madrid, Siglo XXI, 1999.]Foucault, M. 1973. The birth of the clinic: an archaeology of medical perception. Londres, Tavistock. [El nacimiento de la clínica, Madrid, Siglo XXI, 1999.]Foucault, M. 1979. Discipline and punish: the birth of the prison. Middlesex, Peregrine Books. [Vigilar y castigar: el nacimiento de la prisión, Madrid, Siglo XXI, 2000.]Foucault, M. 1980. PowerlKnowledge: selected interviews and other writings. Nueva York, Pantheon Books.Foucault, M. 1984. The history of sexuality. Gran Bretaña, Peregrine Books. [Historia de la sexualidad (3 vols.), Madrid, Siglo XXI.] Gilligan, S. y Price, R. (comps.). 1993. Therapeutic conversations. Nueva York, W. W. Norton.White, M. y Epston, D. 1990. Narrative Means to Therapeutic Ends. Nueva York, W W Norton. [Medios narrativos para fines terapéuticos, Barcelona, Paidós, 1993.]uo[EQA452Los aspectos políticos de la terapia*ENTREVISTA DE LESLEY ALLEN**LESLEY: Pa.ra comenzar ¿podrías esbozar brevemente para los lectores tu tr.:Eiiabaio más reciente sobre las diferencias entre externalizar el prob Lema y externalizar el discurso internalizado?o estoy seguro de que aquí haya una distinción para hacer. L: Pero sí creo que la idea de externalizar discursos internalihacer,zados bririaa tloa descripción más adecuada de lo que constituye íenso que la cuestión principal en la conversación este trabajo P es que introduce una manera diferente de hablar externalizdor, es problemático y una manera diferente de pensarde aquello que por supuesto, una manera diferente de actuar en acerca de ello clue es problemático. Estas maneras de hablar, penrelación con lo tán en desacuerdo con las maneras de hablar, par y actti ar e9 que están asociadas a los discursos internalizadoa,ctuaf qPensar yrioLmente en 1993, en Human Systems: The Journal of Systemic * publicado pre & Management, número 4, págs. 19-32; y en Context: A News COnsultcttto Farnily Therapy. (Esta entrevista fue realizada en Londres, en l1agazine of g92.)noviembre noviembre de 59erapeuta familiar, instructora y consultora independiente en ** Lesley A11en e a Oterioridad vivió y trabajó en Adelaida, donde se graduó delC n Londres. o cion en Terapia Familiar del Dulwich Centre. Curso de Forma472Los aspectos políticos de la terapia*ENTREVISTA DE LESLEY ALLEN**

LESLEY: Para comenzar ¿podrías esbozar brevemente para los lectores tu trabajo más reciente sobre las diferencias entre externalizar el problema y externalizar el discurso internalizado?MICHAEL: No estoy seguro de que aquí haya una distinción para hacer. Pero sí creo que la idea de externalizar discursos internalizados brinda una descripción más adecuada de lo que constituye este trabajo. Pienso que la cuestión principal en la conversación externalizadora es que introduce una manera diferente de hablar de aquello que es problemático y una manera diferente de pensar acerca de ello y, por supuesto, una manera diferente de actuar en relación con lo que es problemático. Estas maneras de hablar, pensar y actuar están en desacuerdo con las maneras de hablar, pensar y actuar que están asociadas a los discursos internalizadoPublicado previamente en 1993, en Human Systems: The Journal of Systemic Consultation & Management, número 4, págs. 19-32; y en Context: ANews Magazine of Family Therapy. (Esta entrevista fue realizada en Londres, en noviembre de 1992.)Lesley Allen es terapeuta familiar, instructora y consultora independiente en Londres. Con anterioridad vivió y trabajó en Adelaida, donde se graduó del Curso de Formación en Terapia Familiar del Dulwich Centre.47res. Al promover estas conversaciones externalizadoras, estamos comprometidos en tina actividad que no es enteramente pro-cultural. En alguna medida, esta actividad cuestiona la reproducción, que se da por sentada, de algunas maneras culturales de hablar sobre nuestras vidas y relaciones. Estas conversaciones externalizadoras tienen el efecto de desconstruir algunas de las «verdades» que las personas sostienen acerca de sus vidas y relaciones: aquellas verdades de las que las personas se sienten más prisioneras.LESLEY: ¿Podrías ser un poco más específico acerca de estas maneras culturales de hablar, pensar y actuar, es decir aquellas que están asociadas con los discursos internalizadores?MICHAEL: En la historia de la cultura mundial, creo que estos discursos internalizadores modernos han proporcionado una manera completamente novedosa de pensar y hablar sobre uno mismo y los otros. Es una manera de pensar y hablar que es específica a una época y a una cultura, que se ha desarrollado en los últimos tres siglos en la cultura occidental y que es central en la construcción del sujeto moderno.LESLEY: ¿Cuáles son entonces las implicaciones de estos discursos internalizadores desde el punto de vista de cómo las personas viven sus vidas?MICHAEL: Bueno, pienso que Michel Foucault brinda una muy interesante descripción del desarrollo de estas maneras de hablar y de estas prácticas. No estoy seguro de si conviene decir mucho sobre ello aquí, puesto que no creo poder hacerle justicia a su pensamiento en el breve espacio de esta entrevista y también porque en nuestra disciplina hay personas muy versadas que están totalmente escandalizadas por mis referencias a Foucault.LESLEY: Pero aun así, di al menos algo. Te prometo no escandalizarme demasiado.MICHAEL: De acuerdo, pero no te esfuerces demasiado. En realidad, esta escandalización me ha aliviado un poco, quizá porque desalientalienta a otros de suponer que soy un «foucaultiano», con independencia de lo que ello pueda significar. Jamás me identificaría de esta manera y, ciertamente, no aspiraría a ello.LESLEY: Vale. Te prometo que no me esforzaré demasiado.MICHAEL: Está bien, pero lo hago sobre la base de que quede claro que mi explicación será rápida e insatisfactoria, y que probablemente termine no resultando una aclaración muy foucaultiana de algunos aspectos del pensamiento de Foucault.LESLEY: De acuerdo.

MICHAEL: Son muy significativas, puesto que constituyen, en su mayor parte, la vida tal como la conocemos. Quizá también debiera decir que estos discursos internalizadores constituyen nuestra ceguera ante la vida en tanto producida y ante nuestra propia producción de la vida. Tienen el efecto de aislar a las personas entre sí y de los contextos mismos de sus vidas. Estos discursos nos han proporcionado una manera de hablar de y pensar la vida que borra el contexto, que separa la experiencia de los aspectos políticos de la relación con el entorno inmediato. El carácter de estos aspectos políticos queda en gran medida oscurecido, como también, dicho sea de paso, las prácticas mismas del yo y de las relaciones que están asociadas con estas maneras de hablar y pensar.LESLEY: ¿Como por ejemplo...?MICHAEL: Pienso que algunas de las palabras clave son exclusión, objetivación, sujeción y totalización. Las maneras de pensar y hablar acerca de uno mismo y los demás y las prácticas de relación con uno mismo y los demás -aquellas que están asociadas a los discursos internalizadores- tienen que ver, en gran medida, con la objetivación o la «cosificación» de las personas. En los últimos siglos, en nuestra cultura, esto se ha logrado en parte por la exclusión de las personas y grupos de personas al atribuirles una identidad deteriorada. Sin duda ha habido muchas grandes exclusiones en la historia de la cultura mundial, pero esta exclusión moderna fue una clase diferente de exclusión, no una exclusión basada en la ausencia de identidad o de pertenencia al grupo, sino una gran exclusión basada en la asignación de una identidad. Una marginación de las personas a través de la identidad.4849LESLEY: ¿La gente considerada loca, los homosexuales, etcétera?MICHAEL: Sí. Tomemos, por ejemplo, la división de las sexualidades. En algún momento de la historia, por primera vez, se consideró que la preferencia sexual de una persona expresaba la verdad de su identidad, el meollo de su ser. Esta adscripción de identidad a través de la preferencia proporcionó la base para una totalización de las personas y para una gran exclusión: una extraordinaria marginación.LESLEY: Di algo más acerca de la objetivación.MICHAEL: Los procesos de objetivación de las personas fueron ayudados y alentados por los desarrollos en la tecnología del poder sobre las personas y por medio del surgimiento de la clasificación científica del cuerpo y de la vida misma. Esto hizo posible la localización de lo que llamamos «problemas» en sitios específicos del cuerpo. Así, en un determinado momento de la historia, el cuerpo se convirtió en una clase de cosa muy particular, que no lo era, ni podía haberlo sido, en un momento anterior de la historia.LESLEY: ¿Entonces, esto nos da una descripción de la historia de la psicopatología, de los trastornos y las disfunciones?MICHAEL: Sí. En alguna medida nos ayuda a entender los procesos por los cuales estos fueron inventados y nos alienta a trazar la historia de los efectos reales, de los efectos constitutivos, de estas invenciones sobre la vida en tanto vivida. En alguna medida, esto también nos ayuda a entender el desarrollo de la tradición del pensamiento estructuralista, sin la cual las psicopatologías y los trastornos no podrían haberse inventado, y sin la cual incluso la «dinámica familiar» sería impensable. Pero Foucault dice mucho más que esto. Él brinda una descripción de cómo determinados procesos de poder hacen que las personas participen en el sometimiento de sus propias vidas, es decir en acciones o prácticas específicas que se vinculan con el gobierno o el control policial sobre sus propias vidas.LESLEY: ¿Podrías dar un ejemplo?50MICHAEL: Creo que todos lo estamos haciendo. Pero hay extremos. Hace tiempo que considero la anorexia nerviosa la cima de los logros de este sistema de

autogobierno, este sistema de poder moderno. Piensa tan sólo en las prácticas de autosometimiento para las que son entrenadas estas personas con anorexia nerviosa: la autovigilancia rigurosa y meticulosa, los diversos autocastigos al cuerpo por sus transgresiones, las autoevaluaciones y comparaciones perpetuas, los diversos sacrificios, el exilio personal, la precisa documentación sobre sí mismas, etcétera. Es significativo que quienes más han sufrido de anorexia nerviosa hayan sido las mujeres y creo que esto dice mucho acerca de cómo este sistema de poder moderno ha sido adoptado en el campo de la política de género.LESLEY: Aquí, y en algunas partes de tus escritos pareces estar interesado en la historia de estas ideas y prácticas. ¿Qué importancia tiene esto para tu trabajo?MICHAEL: Sí, efectivamente tengo este interés y pienso que es de suma importancia. Sin duda las psicologías y psicoterapias tienen un rol significativo en la reproducción de la cultura dominante. Y, en gran medida, esto es perfectamente comprensible. Es imposible que arribemos a una perspectiva exterior a la cultura y, por lo tanto, fuera del lenguaje y de los modos de vida conocidos que nos permita criticar nuestra cultura. Este hecho nos condena, sin embargo, a reproducir ciegamente la cultura, sin ninguna esperanza de rechazar u objetar aquellos de sus aspectos que vivimos como problemáticos. No nos restringe al rol de cómplices de este sistema moderno de poder: podemos ayudar a las personas a desafiar determinadas prácticas de poder y a rechazar el tipo de prácticas del yo de las que hemos estado hablando. No tenemos que ser cómplices absolutos de la cultura dominante: de hecho, pienso que deberíamos asegurarnos de no serlo.LESLEY: ¿Cuáles son nuestras opciones, entonces?MICHAEL: Bueno, se trata de entender que no podemos ser neutrales en nuestras interacciones con aquellas personas que buscan nuestra ayuda. Es de suma importancia que entendamos, que captemos el carácter político y el modo en que se reproduce la interac51ción con el entorno inmediato. Si creemos que es posible que los terapeutas seamos neutrales en este trabajo, nuestras interacciones con las personas que nos solicitan ayuda tenderán a ser más exacta, más perfectamente pro-culturales.muy difícil a los terapeutas en este campo continuar participando en lo que Rom Harré llamó «discurso de fichero». Esta consideración debería desalentarnos de la participación en la clase de prácticas que hacen posible que el fichero tenga vida independiente.LESLEY: ¿Qué más?MICHAEL: Pienso que efectivamente podemos hacer transparentes muchas de las prácticas dadas por sentadas de la cultura de la psicoterapia que son reproductoras de aspectos problemáticos de la cultura dominante. En parte, podemos lograrlo a través de descripciones críticas de la historia de estas ideas y prácticas y de un análisis de los efectos reales de estas ideas y prácticas en las vidas de las personas. Podemos desconstruir estas ideas y prácticas colocándonos en posiciones alternativas de las culturas. Podemos adoptar puntos de vista, quizá en los márgenes de la cultura, desde donde podríamos analizar estas ideas y prácticas dominantes que se dan por sentadas. Podemos explorar modos de vida y de pensamiento alternativos que están asociados con estas posiciones alternativas de las culturas. Podemos pedir una realimentación crítica a personas de otras razas, culturas y clases. Podemos reconocer abiertamente los dilemas políticos con los que nos enfrentamos en nuestro trabajo. Y podemos expandir la cultura por medio de la expansión del lenguaje: podemos ampliar los límites de lo conocido a través del uso imaginativo de la metáfora, a través de la renovación de la metáfora. Cuando una metáfora ha sido incorporada al uso corriente hasta el punto de que se la toma literalmente, entonces muere y se convierte en un hecho. Las metáforas muertas no tienen potencial para generar algo, para desafiar los límites de lo conocido.

LESLEY: ¿Cómo se traducen en su trabajo estas consideraciones? ¿En qué cambiarían estas ideas las prácticas en el campo de la terapia?LESLEY: ¿Sí, pero qué pasa si es necesario tomar apuntes o si lo consideramos útil?MICHAEL: En la toma de apuntes que pudieran ser útiles o necesarios -y, por supuesto, podemos cuestionar si son necesarios- nos podríamos limitar al registro visible de lo que el terapeuta considera comentarios especialmente significativos en su forma literal, y este registro se realiza durante la sesión de terapia. También podemos alentar a las personas que solicitan nuestra ayuda a tomar apuntes sobre lo que crean importante. Así, estos apuntes pueden juntarse después, se pueden comparar las perspectivas y los participantes en la interacción pueden decidir su suerte final. Si por alguna razón fuera deseable tomar notas fuera de las sesiones cara a cara, por ejemplo para redactar informes o cartas, estos documentos pueden ser enviados a todos los participantes de la interacción para que tengan la posibilidad de comentarlos. De este modo, todo documento registrará las respuestas de todos los participantes, sus correcciones sugeridas, etcétera.LESLEY: Y supongo que hay muchas otras implicaciones de estas ideas en lo que se refiere al contexto de la terapia.MICHAEL: Podemos proponernos estructurar el contexto de la terapia de manera que sea menos probable reproducir las formas culturales de organización dominantes, incluyendo aquellas que perpetúan las jerarquías de conocimiento y otras prácticas opresivas. Y creo que, sea lo que fuere una «buena» terapia, se preocupará por establecer estructuras que expongan los abusos de poder reales o potenciales en el ejercicio de esa misma buena terapia.MICHAEL: Tomemos un ejemplo relativamente inequívoco. Una apreciación de la historia del instrumento de poder moderno que llamamos «fichero» o «historia clínica» -el papel central que ha desempeñado en la facilitación del control social y el sometimiento- haríaLESLEY: Se me ocurren otras consideraciones. Antes estábamos hablando de la anorexia nerviosa, y puedo entender cómo el identificar y desafiar las diversas prácticas de sometimiento les ayuda a las jóvenes a liberarse de ellas.5253MICHAEL: Sí.rTo liberarlas para que se conviertan verdaderamente en quienes realmente son, sino, de hecho, liberarlas de lo «real». Y desearía que la clase de consideraciones que estamos discutiendo aquí nos pudieran ayudar a resistir la gran incitación de la psicología popular a tiranizarnos para lograr un estado de autenticidad: que este tipo de consideraciones pudiera abrir determinadas posibilidades para que rechacemos la «integridad», para que recusemos el «cre4Olmiento personal», para que nos apropiemos de los diversos estados de «autenticidad». Abrir las posibilidades para que nos declaremos en rebeldía y nos liberemos de la suerte de gimnasia que regula estos estados del ser, que hace que todo esto sea posible.LESLEY: Nos Ylemos alejado un largo trecho de donde empezamos: es decir, analízando las conversaciones externalizadoras. ¿Entiendo bien si digo que sugeriste que estas conversaciones son más efectivas para suscitar, explicitar el contexto de la experiencia de las personas, incluyendo los aspectos políticos de las relaciones?MICHAEL: Sí, así lo creo. Consideremos por ejemplo las personas que han sobrevivido un abuso, pero que han sido entrenadas a creer en un relato muy negativo acerca de quiénes son y se entregan a varias de las prácticas bien establecidas de abusar de sí mismas. A menudo las escuchas decir cosas como: «Soy detestable. Me merecía el abuso, yo lo provoqué. Además nadie puede ser abusado a menos que lo permita, a menos que lo quiera». Estas personas están manteniendo conversaciones consigo mismas y con los demás que internalítian el

tópico del abuso, y así se hace imposible apreciar el contexto. A través de este proceso, el hecho de ser abusados repercute en su identidad: da testimonio de sus deseos y motivos, de sus objetivos en la vida. Ahora bien, la introducción de conversaciones exteoalizadoras puede desestructurar esto, puede re-politizar lo que ha sido des-politizado. Se puede entrevistar a estas personas e indagar con ellas acerca de los efectos que el abuso ha tenido en sus vidas, acerca de aquello que los ha convencido de la idea de quiénes son, etcétera. A su vez, pueden explorarse los efectos reales de estos relatos privados. Una de las consecuencias de estas conversaciones es la reformulación de la trama dominante: alejándose de la idea de culpabilidad personal y acercándose a las54de «dominación», «explotación», «servidumbre», «borramiento» y «tortura». Al explorar los procesos por medio de los cuales a estas personas se les hace adoptar estos relatos privados muy negativos acerca de sus vidas y las prácticas asociadas de autoabuso, se descubren a sí mismas describiendo varias de las tácticas de poder: tácticas que históricamente las aislaron de los demás, tácticas que las exiliaron de sus propios cuerpos, etcétera. Lo que digo es que al re-situar la historia de autoabuso en las relaciones de poder en su entorno, se posibilita que el autoabuso sea leído a la luz de un marco de inteligibilidad diferente, un marco que presenta interpretaciones alternativas de estos actos. Esto libera a las personas y les permite oponerse y disentir. Y, asimismo, abre posibilidades para que las personas forjen nuevas alianzas con su yo y descubran nuevas distinciones entre abuso y cuidado: en fin, para que disciernan, quizá por primera vez, entre explotación y protección.LESLEY: Muy bien, pero ¿cómo se aplican estas conversaciones a fenómenos específicos? Tomemos por ejemplo la paranoia. ¿Cómo suscitas la explicitación de su contexto?MICHAEL: Si a una persona se le pone la etiqueta totalizante de «paranoica», le haría una serie de preguntas como esta: «¿Cómo fue que se le obligó a aceptar la sensación de que está bajo vigilancia?». Al responder esta pregunta, las personas se refieren a su experiencia en términos más políticos. Dicho esto, de todos modos las conversaciones externalizadoras de ningún modo son el único camino para desconstruir las verdades que las personas encuentran tan opresivas y de ningún modo son el único camino para descubir el contexto de los aspectos políticos de las relaciones.LESLEY: ¿De modo que no siempre mantienes con las personas conversaciones externalizadoras?MICHAEL: Ciertamente, no. Muchas personas no experimentan una totalización de su identidad debido a las verdades dominantes y, además, hay otros modos de mantener conversaciones sobre los aspectos políticos de las relaciones. Trabajé con veteranos de Vietnam a los que se había diagnosticado trastornos de estrés postraumático, una manera muy elegante de patologizar a un gran nú55me.o de estos hombres que no pueden reconciliarse consigo mismol, que no pueden soportar lo que han visto y lo que han hecho en la guerra. Un diagnóstico de «compasión violada» parece brindar una descripción mucho más cercana a la experiencia de lo que están padeciendo, porque pone el énfasis en el contexto, que ciertamente los implica, pero que presenta opciones para la acción de índole reparatoria. Esta descripción les ofrece a estos hombres posibilidades de revisar la relación consigo mismos. Y también agregaría que todavía tenemos que reconocer cabalmente la complicidad de nuestra sociedad al enviar a estos hombres a Vietnam y que aún hemos de encontrar una disculpa y un modo de disculparnos que resulte apropiado para esta situación.LESLEY: Lo que dices coincide bastante con mi propia experiencia. Cuando estoy externalizando el problema y rastreando o haciendo el mapa de los efectos de este en las vidas de las personas -en qué consisten esos efectos reales- me

parece que esto pone en discusión, aun más que esto, hasta diversas ideologías y clasificaciones. ¿Encaja con lo que te sucede a ti?MICHAEL: Encaja muy bien. Pienso que trae el mundo a la terapia. Y pienso que transforma en político lo personal.LESLEY: Sí. En mi opinión, ha habido una historia de profesionales que aplicaban prácticas e ideas terapéuticas que les impedían ver, o les permitían evitar, los factores sociopolíticos y las cuestiones de poder. He oído decir que introducir dichas ideas podría significar para las personas tener que «cargar» aún con más problemas.MICHAEL: ¡Esa es una idea extraordinaria! [Se ríe.]LESLEY: ¿La habías oído antes?MICHML: Sí, lo creas o no, ya la había oído. Pero podemos ver cuántas veces se demuestra cómo esta idea es contradicha repetidas veces en nuestro trabajo. De hecho, parece que lo que sucede es precisa%nte todo lo contrario. Parece que cuando el mundo es traído a terapia más explícitamente, las personas pasan a tener a su disposicin toda una gama de opciones para la acción. En realidad, escuando tomamos la decisión política de excluir el mundo de la terapia que podemos crearles agobiantes preocupaciones a las familias, parejas y personas con quienes trabajamos.LESLEY: En el taller hablaste de la importancia de compartir bibliografía profesional con las personas, para socavar la mistificación del conocimiento terapéutico, para asegurar la participación en los conocimientos y para poner en cuestión la posición privilegiada del terapeuta en el sistema terapéutico. Uno de los ejemplos que diste fue el de una mujer a la que se le había diagnosticado una depresión y que terminó haciendo un intento de suicidio. En el trabajo que describiste ¿es este otro ejemplo de traer el mundo a la terapia?MICHAEL: Supongo que sí. Esta mujer había sufrido una doble injusticia: primero el engaño, y luego la negación del engaño. Después de siete años de relación, notó un cambio en su pareja y comenzó a sentirse un poco extrañada. En respuesta a sus preguntas él le dijo que siempre había observado que ella sufría de «inseguridad» y le sugirió que podría tener que ver con cuestiones no resueltas de su familia de origen. La mujer consultó a un especialista en este tema, pero fue en vano. A medida que pasaba el tiempo, se sentía cada vez más turbada y hacía más preguntas: «¿Es que no eres feliz conmigo? ¿Ya no me amas?» La respuesta fue: «Estás cada vez peor ¿te das cuenta? Si sigues desconfiando de mí de este modo, terminarás arruinando nuestra relación». La mujer comenzó a desconfiar profundamente de su experiencia personal y de su sentido de realidad y, con el tiempo, quedó totalmente incapacitada. Finalmente, supongo que en respuesta a la percepción de algún nuevo matiz, juntó la fuerza para formular la pregunta: «¿Estás teniendo una aventura?» «¡Lo que faltaba: ahora estás paranoica!», fue lo que obtuvo por respuesta. La mujer se quebró y comenzó a experimentar lo que comúnmente se conoce por agorafobia. Luego, después de trece años de relación, la mujer tuvo pruebas irrebatibles de que su pareja había estado teniendo una serie de aventuras durante los últimos seis años. Se produjo una crisis en la relación y la pareja solicitó asesoramiento psicológico. Él confesó su infidelidad y prometió que jamás volvería a suceder. Ahora quería que trabajaran juntos aquellos aspectos de la relación con los que «no había5657estado satisfecho desde un principio». La terapia no logró nada y, finalmente, el consejero indicó una terapia individual para la mujer, «para ayudarla a dejar atrás el pasado». En este punto, su pareja abandonó la relación para dedicarse más de lleno a la aventura que, al parecer, nunca había tenido la intención de terminar. La mujer se culpaba en gran parte a sí misma: «Si lo hubiera perdonado... Si hubiera sido adecuada...», etcétera. Tres semanas después de su fallido intento de suicidio, estaba sentada en mi oficina, exponiendo un relato

altamente negativo de su valía como persona. Le dije que su relato me sonaba familiar y rápidamente conseguí una copia del artículo de Gas y Nichols que trata esta clase de situaciones como en la película «Luz de gas», o sea la doble injusticia (engaño más negación del engaño) y sus verdaderos efectos. Leer este artículo, analizarlo conmigo y formular las particularidades de su experiencia desde esta nueva perspectiva resultaron transformadores para esta mujer. Su depresión revirtió y, juntos, analizamos las posibilidades de reparación. Un resultado de esto es que la mujer le envió una copia del artículo de Gas y Nichols a su terapeuta anterior, con una nota adjunta: «para su ilustración». También le envió otras diez copias del artículo, con otra nota: «para su sala de espera». Los efectos de estos y otros actos de reparación (vale aclarar, no actos de venganza) fueron enteramente fortalecedores.LESLEY: También mencionaste que a los sobrevivientes de abusos les das ciertos documentos sobre los objetivos y pretendidos efectos del tormento, como despersonalización, etcétera.MICHAEL: Sí. Pero no lo hago indiscriminadamente. Ninguna práctica terapéutica debe volver a traumatizar a las personas. Con preparación, y en el momento adecuado, estos documentos pueden ayudar profundamente a las personas a explicitar los aspectos políticos de su experiencia y a reformular la trama dominante. Y otro aspecto importante de este proceso es la toma de conciencia de que los sobrevivientes del tormento también experimentan mucha vergüenza y se consideran culpables de las degradaciones de las que han sido objeto.LESLEY: Quisiera pedirte que digas algo más sobre los aspectos políticos de este trabajo.58MICHAEL: Muy bien, con la condición de que les digas a los lectores de esta entrevista que no sería razonable que hicieran totalizaciones acerca de lo que pienso y hago basándose en esta discusión.LESLEY: Hoy hablabas sobre tu trabajo con una mujer a la que se le había diagnosticado esquizofrenia y tu comentario era que pensabas que las «voces» que ella oía eran bastante «patriarcales». Sin duda, aquí en Gran Bretaña, los negros y las minorías étnicas están excesivamente representados en las instituciones psiquiátricas, cárceles, etcétera. Y pensaba que sus «voces» y/o discurso internalizado posiblemente fueran bastante «racistas» y, por lo tanto, reforzarían sus experiencias de opresión.MICHAEL: Sí. Y creo que, si se nos invita, tenemos un rol que desempeñar en el trabajo con estas personas para ayudarlas a «desenmascarar» estas voces.LESLEY: ¿Voces de aborrecimiento de sí mismo?MICHAEL: Sí. Mega aborrecimiento. Odio a sí mismo que hace que estas personas cometan actos de autodestrucción, en ocasiones actos de violencia contra ellos mismos y, a menudo, contra sus propias comunidades. Desenmascarar la voz y esclarecer esos actos, trabajar juntos para identificar la multiplicidad de incitaciones a actuar contra sí mismas que estas personas experimentan e identificar las relaciones de dominación y las prácticas de sometimiento del yo a las que se les ha hecho adherir. La ira se convierte así en indignación, y esta se puede respetar. Y se puede emprender esta tarea, al tiempo que las personas trabajan para desafiar injusticias específicas, con el objetivo de lograr al menos algún grado de reparación. Dicho esto, sé que existe el riesgo de que se entienda que estoy haciendo generalizaciones precipitadas acerca de las hospitalizaciones y encarcelamientos a los que te refieres. Sé que hay muchos otros factores que intervienen aquí en el trasfondo de estos hechos, incluyendo las desigualdades que se vinculan con las condiciones materiales reales de la vida de estas personas, abusos de poder y privilegios que se producen de hecho, políticas de admisión y confinamiento que perjudican a las minorías, una resistencia a las exigencias de la cultura dominante, etcétera.LESLEY: Pensando en esto, dado que la cultura occidental dominante es blanca y patriarcal, y dado que tú también eres blanco: cuando trabajas con personas de

origen cultural y racial diferente, ¿haces explícita tu posición? ¿Abordas este tema?MICHAEL: La responsabilidad de reconocer la importancia que tienen mi raza y ubicación étnica en el mundo social recae sobre mí. Y se aborda explícitamente el grado en que no puedo dar por sentada la comprensión. Yo reconozco que vivo en un mundo social distinto y comunico el hecho de que no espero que necesariamente los otros se tomen la molestia de ponerme al día de sus experiencias en la vida en otro mundo social distinto. No obstante, si ellos quieren hacerlo, yo lo encuentro de mucha utilidad. Pero pienso que también es de una importancia decisiva consultar asesores culturales. En los últimos dos años he venido asesorando a un centro de salud de aborígenes sobre el desarrollo de un proyecto de asesoramiento psicológico apropiado a la cultura aborigen urbana. Este proyecto se puso en marcha por las recomendaciones que resultaron de una investigación de muertes de aborígenes detenidos. Ahora bien, yo no me imagino poder instalar siquiera una idea en este proyecto que no requiriese de la mediación de los saberes aborígenes.Algunas personas aquí en Gran Bretaña probablemente conozcan el trabajo de Charles Waldegrave, Kiwi Tamasese, Wally Campbell, Flora Tuhaka y otros, y de The Family Centre en Wellington, Nueva Zelanda. Su trabajo es muy original, en cuanto han desarrollado diversas estructuras en el esfuerzo por asegurar que se tengan en cuenta los aspectos culturales, raciales y de género.LESLEY: Sí, hay mucho interés en su trabajo aquí y pienso que sus ideas y prácticas de atender la cultura y el género son muy importantes e innovadoras. ¿Podrías decir algo acerca del trabajo en el Aboriginal Counselling Project?MICHAEL: No quisiera decir mucho sobre los detalles de este proyecto. Decir algo significativo requeriría que me explayara sobre los saberes aborígenes que se me han transmitido, y no he sido autorizado a hacerlo. Además, a muchas personas blancas se les ha dado un acceso privilegiado a informaciones y a la vida dentro de la comunidad aborigen y han sacado gran provecho de ello -reconoci60miento, honores, títulos universitarios, trayectorias profesionales, etcétera- sin dar nada a cambio. Lo que constituye una injusticia más. Aun no siendo partícipe de este tipo de prácticas, como miembro de la cultura blanca sé que tengo mucho que devolver y esto me pesa enormemente, como debe ser. Probablemente, la mejor manera en que podría responder a tu pregunta sería llevándola a la gente del proyecto, y así podrías tener una respuesta.LESLEY: Hoy hablabas del trabajo en equipo y de cómo, debido a la falta de tiempo y a las presiones de los compromisos, la docencia, etcétera, hoy en día no trabajas con un equipo permanente. Si lo hicieras, ¿qué efecto crees que tendría para tu trabajo y tu persona?MICHAEL: Pienso que tendría un efecto muy positivo. Es un gran vacío en mi vida laboral y lo viene siendo desde hace bastante tiempo. Trabajo con muchos equipos en calidad de docente y asesor y lo disfruto enormemente, pero no formo parte de un equipo permanente desde, déjame recordar, aproximadamente 1978, o sea hace 14 o 15 años. Pienso que el trabajo en equipo es muy generativo, de modo que es un vacío que me gustaría llenar y sin duda lo haré en algún momento en el futuro.LESLEY: Si sucediera, ¿te preocuparías por cuestiones de equilibrio cultural y de género en el equipo?MICHAEL: Sin duda. Si eso se traduce o no en el número de integrantes es otro tema. Supongo que hay muchas maneras de ponerlo en práctica.LESLEY: Cuando te presenté, te describí como una «planta bien regada», que va cambiando su forma con el tiempo. Es una descripción mía, no tuya, pero ¿te resulta una descripción «cercana a tu experiencia»?MICHAEL: El aspecto de estar «regado» es bastante cercano a mi experiencia, puesto que me gusta mantenerme en forma nadando, lo que también encuentro propicio para meditar. La idea de cambiar y explorar y ampliar los límites

conocidos de este trabajo también encaja. Me imagino que si volviera a Inglaterra y diera otro taller61demasiado parecido a este que acabo de dar, me gustaría que simplemente me dieras un golpecito en el hombro y me lo dijeras. Yo te dina «gracias» amablemente y luego renunciaría. [Se ríe.] Dejaría de dar talleres. O, si alguna vez volviera aquí y presentara vídeos de dos años atrás y dijera que «ahora haría exactamente lo mismo», te invitaría a que abiertamente te sorprendieras por ello. Espero que esto me daría el coraje de recuperar mi perspectiva crítica y tratar de entender por qué todavía defiendo lo que había defendido dos años antes -quizás en términos de procesos de poder, reproducción de aspectos negativos de la cultura dominante, etcétera- y por qué tengo las mismas limitaciones que dos años atrás.LESLEY: Lo tendré en mente, pero espero que no me des la oportunidad. En el taller mencionaste el trabajo de David Epston. Sé que vive en Auckland, en Nueva Zelanda, a gran distancia de Adelaida. ¿Cómo fue que se conocieron?MICHAEL: Bueno, aunque ya habíamos intercambiado algunas cartas anteriormente, nuestro primer encuentro directo fue en 1981, en el Congreso Australiano de Terapia Familiar. Entre las multitudes que corrían entre taller y taller, oí que la gente decía que estaba este tipo extraordinario y raro que estaba haciendo esas cosas extraordinarias y raras en su trabajo. Aunque era parte del comité organizador del congreso y tenía ciertas responsabilidades, abandoné todo y asistí a su taller. Ahí estaba David y, efectivamente, era extraordinario, y agregaría que aún lo es. Luego hablamos de sus ideas y prácticas y comulgamos inmediatamente, lo que desembocó en una estrecha amistad. Más tarde nos adoptamos como hermanos.LESLEY: Se nos está acabando el tiempo, pero tengo un par de preguntas más para hacerte. A veces tengo ideas o aplico prácticas que discrepan con las ideas y prácticas dominantes que yo veo a mi alrededor, en los contextos en que trabajo y me muevo. Y, a pesar de la realimentación positiva acerca de mis ideas y prácticas preferidas de parte de las familias con las que trabajo, a veces es difícil evitar que estas ideas y prácticas sean erosionadas por lo que podría describirse como procesos de descalificación o sometimiento. Me imagino que te has encontrado con esta clase de dificultades y62quisiera saber cómo lo manejaste, para que tus ideas y prácticas preferidas no sufrieran dicha erosión.MICHAEL: Es una pregunta difícil de responder porque la respuesta es tan larga y, como has dicho, tenemos tan poco tiempo... De manera que limitaré mi respuesta al apoyo que obtengo de la interacción con las personas que me piden ayuda. Inevitablemente, nos cambiamos mutuamente las vidas, con frecuencia de maneras de las que resulta difícil hablar. Pero pienso que es muy importante tener conciencia de las contribuciones que cada uno de los participantes en esta interacción hacen a las vidas de los demás. Y, aquí quisiera resaltar especialmente los modos en que estas interacciones me cambian la vida a mí: la importancia de hablar de esto abiertameñte dentro del contexto terapéutico. Al decir esto, no me refiero precisamente a hacer algo para congraciarse, ni estoy proponiendo ningún gesto dramático. Y, sin duda, no estoy proponiendo algo que tiene algún fin estratégico, como una posición de humildad para los terapeutas, la que considero no genuina, paternalista y descalificante. Sino, en cambio, quizá hacer algún comentario acerca de alguna nueva perspectiva que se me haya abierto sobre algún tema y lo que esto podría significar para mi trabajo con otras familias o en relación con el enfoque de mi propia vida. O quizás acerca de lo que aprendí a apreciar que pueda haberme resultado difícil de apreciar en otro momento, y de qué manera esto me pudo haber afectado personalmente. O quizás hacer un comentario sobre algo que haya experimentado como un «regalo»: quizás una palabra o frase que me brinda una nueva «herramienta conceptual» o

quizás el privilegio de ser testigo de determinados acontecimientos que evocan otros modos de ser, o nuevas posibilidades, etcétera. Identificar esto y expresarlo claramente en el contexto terapéutico es muy confortante. Pero esto no es todo; y has planteado un tema tan importante justo al final de la entrevista, que estoy pensando que deberíamos empezarla de nuevo y poner esta pregunta al principio.LESLEY: Una última pregunta. En el taller, también reflexionaste sobre tu posición valorativa y mencionaste especialmente las ideas de «compromiso» y «solidaridad». Supongo que un reconocimiento claro y una evaluación permanente de nuestros valores preferidos también combate la desmoralización.63MICHAEL: Sí. De hecho, es decisivo. Pero me refería a los valores con «v» minúscula: no aquellos que proponen alguna idea universal del bien ni tampoco aquellos que establecen algún juicio normalizador sobre las personas. Más bien, me estaba refiriendo a una posición ética. Pero esa es otra historia, una sobre la que, por otra parte, Karl Tomm ha tenido mucho que decir en los últimos tiempos.LESLEY: Es hora de irnos. Te agradezco mucho. Este diálogo me ha resultado útil y estimulante y espero ansiosamente escuchar más sobre esto esta tarde.MICHAEL: Yo disfruté la oportunidad de ponerme al día contigo de nuevo, Lesley, esta vez en Londres.BibliografíaGas, G. Z. y Nichols, W 1988. «Gaslighting: A marital syndrome», en Contemporary Family Therapy, número 10 (1).Madigan, S. P 1992. «The application of Michel Foucaults philosophy in the problem externalizing discourse of Michael White», en Journal of Family Therapy, número 14 (3).Waldegrave, C. 1990. «Just therapy», en Dulwich Centre Newsletter, número 1, págs. 5-46. (Número especial sobre justicia social y terapia familiar, un análisis del trabajo de The Family Centre, en Lower Hutt, Nueva Zelanda).White, M. 1989. «The externalizing of the problem and the re-authoring of lives and relationships», en Dulwich Centre Newsletter, verano 1988/89.White, M. 1992. «Deconstruction and therapy», en Epston D. y White, M, Experience, contradiction, narrative & imagination. Adelaida, Dulwich Centre Publications.White, M. 1992. «Means culture, the mens movement and the constitution of mens lives», en Dulwich Centre Newsletter, números 3 y 4.White, M. y Epston, D. 1990. Narrative Means to Therapeutic Ends. Nueva York, W W Norton. [Medios narrativos para fines terapéuticos, Barcelona, Paidós, 1993.)643Por fuera del conocimiento experto*ENTREVISTA DE ANDREW WOOD**ANDREW: Cuando almorzamos la semana pasada, me resultó interesante escuchar que habías trabajado como empleado administrativo y que te encantaba el surf. ¿Cómo fue que llegaste a la terapia familiar?MICHAEL: Aproximadamente en 1967, empecé a trabajar como administrativo en lo que en ese momento era el Departamento de Bienestar Social. En esa época, era uno de los pocos lugares en los que uno podía trabajar y al mismo tiempo estudiar trabajo social. Antes, había trabajado un breve período como dibujante para una compañía de ingeniería electrónica.ANDREW: Suena como algo muy alejado de donde terminaste.MICHAEL: Yo estudié diseño electrónico y mecánico porque cuando estaba en la secundaria fui a un orientador vocacional. En ese en* Publicado en 1991 en Australian & New Zealand Journal of Family Therapy, número 12 (4), págs. 207-214.

** Asistente Social Jefe, Servicio de Salud Mental para Niños y Adolescentes, Flinders Medical Centre, Bedford Pk 5042, South Australia.65tonces, era lo que se acostumbraba hacer. Me dijo que además de con mi cabeza necesitaba hacer algo con mis manos. Sus tests le indicaron que yo tenía aptitudes para el campo de la ingeniería, a pesar del hecho de que jamás había estado interesado en ese tema. Yo no tenía ideas muy definidas acerca de lo que debía hacer, así que, antes de darme cuenta, me encontraba trabajando y estudiando en un área que yo sentía totalmente inadecuada para mí. Entonces, la abandoné.ANDREW: ¿Por qué trabajo social?MICHAEL: Creo que empecé a estudiar trabajo social en 1967. Hubo muchos factores detrás de esa decisión; algunos, fortuitos. En el espacio que tenemos para esta entrevista sería imposible enumerarlos. Sin duda estaba interesado en trabajar con gente. Me interesaba mucho más que trabajar con máquinas. Y recuerdo que la idea de ser terapeuta ya me resultaba atractiva.ANDREW: La primera vez que me topé con tu nombre fue en mi formación como asistente social, cuando se nos mostró una película con la que estabas asociado: They reckon a womans worlds just it and a bit (South Australian Film Corporation, 1976). Hasta ver. esa película, «desarrollo comunitario» y «acción social» eran nociones vagas para mí.MICHAEL: Ese proyecto surgió de algunos grupos terapéuticos multi-familiares que había organizado en 1973 y 1974 en el Hillcrest Hospital. A estos grupos concurrían familias que tenían integrantes que eran o habían sido pacientes del hospital. Al final de una de las series de estas reuniones, las mujeres del grupo decidieron seguir reuniéndose para apoyarse mutuamente y me preguntaron si podría sumarme a sus reuniones. Se decidió realizar estas reuniones en el distrito en el que vivía la mayoría de las mujeres. Era un complejo de viviendas relativamente pobre y con servicios deficientes. El director de la escuela primaria local se entusiasmó con la idea y ofreció una sala para las reuniones.En primer lugar, el grupo puso su energía en apoyar a otras personas de la comunidad que estuvieran atravesando grandes penurias, la mayoría madres que educaban solas a sus hijos. De allí, el66grupo se orientó hacia la acción social como medio de abordar algunas de las necesidades de su comunidad. Se hicieron muy militantes. Por ejemplo, bloquearon el tráfico en una transitada autopista cercana a una escuela primaria a fin de lograr que se pusiera un cruce peatonal para los niños de la escuela. Varios niños habían sido atropellados en ese lugar, pero no hubo ninguna respuesta de las autoridades. Con la acción de protesta lograron el cruce.Participé activamente en este grupo durante algún tiempo, respondiendo a la solicitud de sus integrantes de ayudarles en su planificación y en la articulación de su filosofía. Eran reuniones animosas, en las que predominaba una atmósfera de generosidad y compañerismo. Cada participante aprendía de los demás acerca de las muchas posibilidades para mejorar la existencia, y acerca de có-" mo la gente puede actuar en conjunto para poner en práctica estas posibilidades.ANDREW: ¿Compartes la crítica que a menudo formulan los asistentes sociales, de que la terapia familiar se centra demasiado en la familia y no toma en cuenta la acción social y comunitaria?MICHAEL: Creo que es justo afirmar que la terapia familiar se ha centrado en la familia hasta el punto de que sus profesionales han olvidado, en ocasiones, las realidades políticas y sociales más amplias que moldean su existencia. No obstante, me encuentro con terapeutas familiares que están abordando activamente estas cuestiones más amplias en su trabajo con familias. Pienso que el desarrollo de las perspectivas «constructivistas» más críticas y la declinación de los modelos más «positivistas» está facilitando este cambio. Este comentario

puede sorprender a algunos lectores, puesto que muchos terapeutas en nuestra comunidad parecen confundir constructivismo con relativismo o nominalismo, con los que, sin embargo, no guarda ninguna relación.ANDREW: En los últimos años, se hicieron más frecuentes tus viajes al extranjero para dar cursos. ¿Cómo sientes la transición de enseñar en Australia y Nueva Zelanda a enseñar en el extranjero?MICHAEL: Al principio me provocaba un poco de ansiedad. Pero descubrí que hacer talleres en el extranjero no es tan diferente. Hay67diferencias culturales en las pautas de respuesta del público y a veces me toma un tiempo situar estas respuestas en sus contextos culturales. Por ejemplo, en algunos lugares es habitual que los participantes de los talleres coman y beban durante los mismos y me tomó algún tiempo acostumbrarme a ver un «mar de mandíbulas batientes». ¿Qué decía esto de mi taller? Nada, excepto que los participantes se sentían cómodos. En otros lugares, los participantes permanecen en sus asientos y conversan animadamente en lugar de ir a tomarse un café en el intervalo. De modo que me resulta de ayuda pedirles a los terapeutas familiares locales que me interpreten estos fenómenos.ANDREW: ¿Cómo percibes que se reciben tus ideas y estilo de terapia en el extranjero?MICHAEL: Parece haber un fuerte interés en lo que estoy diciendo desde el punto de vista de las ideas, especialmente las que tienen que ver con la metáfora narrativa y las relacionadas con el ámbito del poder. En términos de «estilo de terapia», probablemente el interés se esté volviendo hacia aquellos enfoques que se consideran más «colaborativos» y menos prescriptivos. Agregaría que no creo que estos desarrollos en mis ideas y prácticas estén aislados en absoluto. Pienso que otros terapeutas se han interesado en mi trabajo en la medida en que se acerca a sus propios valores y prácticas preferidas y les ayuda a desarrollarlos, incluso cuando no los hayan articulado muy completamente.ANDREW: Sin incluir tu enseñanza en el Dulwich Centre, ¿darías más cursos en ultramar que en Australia y Nueva Zelanda?MICHAEL: Sí, probablemente sí.ANDREW: Esto me hace pensar en el modo en que te sitúas en el campo de la terapia de familia en Australia. Parece que en los últimos años adoptaste un perfil más bajo.MICHAEL: Sí, así es.ANDREW: ¿Fue una decisión consciente? 68MICHAEL: En gran medida. Después del congreso de Melbourne de 1985, decidí que adoptaría un perfil más bajo en la terapia familiar en Australia, si pudiera hacerlo.ANDREW: ¿Te satisfizo?MICHAEL: Sí, fue una decisión correcta. Parecía que había algunos sentimientos complejos de parte de algunos terapeutas familiares en referencia a la medida en que se me percibía como ostentando determinada posición en el campo de la terapia familiar en Australia y Nueva Zelanda. No quería tener parte en eso. Y, además, me parecía que la atención que estaba recibiendo mi trabajo significaba que el trabajo de muchas otras personas no estaba recibiendó el reconocimiento que merecía. Pienso que esto ha cambiado mucho: ahora parece haber un reconocimiento mucho más general a las contribuciones originales de muchos terapeutas familiares en Australia y Nueva Zelanda.ANDREW: ¿Tu decisión de adoptar un perfil más bajo en el campo de la terapia familiar australiana y su política ha tenido algún aspecto negativo?MICHAEL: No, en absoluto. Pienso que ha sido totalmente positiva. Y todavía siento que hay un gran entusiasmo por lo que estoy haciendo y aprecio mucho este apoyo. Pero, ahora, el entusiasmo está repartido de manera más general, que es como creo que debe ser.

ANDREW: Me interesaría conversar sobre cómo ha cambiado tu posición teórica, especialmente en la última década. Me parece que, grosso modo, la primera mitad de la década de 1980 estuvo caracterizada por tu propuesta de una metáfora terapéutica en gran medida inspirada en la cibernética y Bateson, y que en los últimos años estás más influido por las ideas del texto y la teoría narrativa.MICHAEL: Probablemente no sea así de claro. He experimentado una serie de cambios en mis ideas, pero en su mayoría, estos cambios no constituyen rupturas definitivas. Y todavía me parece que algunas de las primeras metáforas cibernéticas ayudan a las familias. Por ejemplo, en este momento, David Epston y yo estamos ha69ciéndole los últimos retoques a un artículo sobre las dificultades de alimentación en los niños. Este trabajo se apoya en parte en la metáfora del «feedback como restricción», que poco ha cambiado en los últimos diez años.Yo estuve muy interesado en el concepto de Bateson de «restricciones de redundancia» y en la exploración del modo en que estas restricciones actúan para determinar lo que las personas seleccionan del puro azar para sobrevivir, es decir el papel que estas restricciones desempeñan en la evolución, determinando a qué acontecimientos o experiencias las personas prestan atención y cómo responden ante ellos.La consideración de las restricciones de redundancia de Bateson me introdujo a la idea de que las estructuras interpretativas y el significado son zonas decisivas de la vida tal como la conocemos. ¿A qué distancia de estas consideraciones nos lleva la metáfora narrativa, al afirmar que nuestras vidas son constituidas por los significados que le damos a la experiencia, puesto que interpretamos estas experiencias por medio de los relatos que tenemos de nuestras vidas? La respuesta es, seguramente, que en efecto nos conduce a un lugar diferente, pero a mí me parece que no hay una discontinuidad abrupta con el punto de partida y, en la práctica, para mí no la ha habido.ANDREW: ¿Qué ha significado la metáfora narrativa en tu pensamiento y tu trabajo?Esta y otras interpretaciones, producto de la consideración de la metáfora narrativa, me han permitido seguir explorando y ampliar los límites de este trabajo. De hecho, me ha permitido traspasar lo que yo experimentaba como límites de esta clase.ANDREW: En mi experiencia, la metáfora narrativa en terapia es más humana, más honesta.MICHAEL: Esta metáfora exige que el terapeuta cuestione sus certezas establecidas. El terapeuta no puede saber de antemano qué es lo «adecuado» para las personas, y ni siquiera puede saber qué aspecto «debería» tener la familia al final de la terapia. La metáfora narrativa cuestiona las prácticas totalizantes. Alienta al terapeuta a adoptar una posición reflexiva en relación con la constitución de las realidades terapéuticas. Y alienta al terapeuta a ayudar a las personas que acuden a una terapia a adoptar una posición similar en relación con sus propias vidas y, asimismo, a participar en la reescritura de sus vidas de acuerdo a los relatos alternativos y preferidos acerca de quiénes podrían ser.En mi opinión, este proceso de reescritura no es como la técnica de reencuadre, en la cual la responsabilidad de desarrollar un mejor relato de la experiencia de la persona recae en el terapeuta. Este proceso, en cambio, hace participar a todas las personas activamente en la «creación de sentido» y hay un esfuerzo de parte del terapeuta por privilegiar a los integrantes de la familia en tanto autores primarios de estos relatos alternativos.MICHAEL: Hace unos años, Cheryl White y David Epston me instaron a considerar la metáfora narrativa como estructura interpretativa del trabajo que estaba haciendo. Respondiendo a esto, elaboré una segunda descripción de una amplia gama de procesos terapéuticos. Por ejemplo, me permitió imaginar desde un ángulo

diferente las preguntas de «influencia relativa». Interpreté como desconstructivas aquellas preguntas que alentaban a los integrantes de la familia a hacer el mapa de la influencia del problema en sus vidas, pues estas preguntas servían para desconstruir los relatos dominantes y empobrecedores con los que las personas vivían. E interpreté como reconstructivas, o de reescritura, aquellas preguntas que invitan a los integrantes de la familia a hacer el mapa de su influencia en la «vida» del problema.ANDREW: ¿Hay líneas directrices de investigación que intentas desarrollar con la metáfora narrativa?MICHAEL: Ciertamente estoy pensando en seguir desarrollando la metáfora narrativa. Hay mucha más exploración por hacer. También estoy interesado en ahondar en las contribuciones de los teóricos críticos, como Michel Foucault, y también en estudiar el trabajo de varios teóricos literarios.Me gustaría pensar que tengo una perspectiva «constructivista crítica» o «constitucionalista». Cuando pienso en la constitución de las vidas de las personas, si limitara mi perspectiva a la metáfora narrativa, creo que estaría perdiendo de vista buena parte del cua7071dro. Como he mencionado en varias publicaciones, siguiendo a Foucault y otros, creo que los constructos «sobreviven» en campos de poder. Esta consideración me obliga a emprender algunos análisis de los acontecimientos en términos de prácticas de poder, estructuras sociales, etcétera, y en términos de la historia de estas prácticas y del desarrollo de estas estructuras.Por ejemplo, en cuanto a las prácticas de poder, no creo que sea casual que, en nuestra cultura moderna, la mayoría de las parejas cuando se separan entren en interacciones altamente antagónicas por cuestiones de propiedad, manutención, tenencia y régimen de visitas. Estas parejas no inventan cada vez las bien conocidas jugadas y contraataques de estas prácticas antagónicas. Y no creo que estas prácticas puedan reducirse a constructos: se trata de un saber-hacer, un know-how.En cuanto al tema de las ideas, diría que no pienso que el estudio de las ideas me haya llevado a la invención de prácticas terapéuticas específicas. Creo que dichas prácticas se generan en la ida y vuelta de la interacción entre el terapeuta y las personas que solicitan la terapia. Y para saber cuáles prácticas son útiles y cuáles no, dependemos mucho de la realimentación que nos brindan estas personas. No obstante, creo que el estudio de las ideas aporta rigor a nuestro pensamiento y nos ayuda a comprender mejor estas prácticas, explorar sus límites y ampliarlas.ANDREW: Teniendo en cuenta que muchas de las dificultades con las que trabajan los terapeutas familiares se sitúan en estas prácticas culturales, tengo la impresión que los terapeutas familiares poco dicen públicamente sobre ellas.MICHAEL: Es cierto. Y hay mucho que decir sobre estas prácticas. Tomemos por ejemplo a los hombres abusadores de mujeres y niños. No se trata simplemente de que tengan un problema de actitud. Están participando en una forma determinada de ser que incluye el sometimiento de otros por medio de diversas prácticas de poder bien conocidas y bien establecidas, como la vigilancia, la comparación, la inconsistencia, el aislamiento, etcétera. De modo que lo que propongo es que miremos más de cerca las prácticas que acompañan a los saberes particulares sobre «modos de ser» en el mundo.72ANDREW: Con respecto a tu referencia al poder y a su lugar en el pensamiento constructivista, me interesaría tu opinión sobre el constructivismo de Maturana. Tomando muchos aspectos de la biología, describe los sistemas humanos como cerrados desde el punto de vista de la información e internamente interconectados. En un artículo reciente, Lyn Hoffman (1990) expresó cierto malestar con respecto a esta imagen de «caja negra», argumentando que pasa por

alto el elemento interaccional de la construcción de significado. ¿Cuál es tu punto de vista al respecto?MICHAEL: No sé mucho sobre Maturana, de manera que no puedo hacer un comentario sobre su posición. No obstante, no me cabe duda de que las personas pueden influir sobre otras personas, y de hecho lo hacen, y parecen hacerlo extraordinariamente bien. La historia está llena de ejemplos de personas que se dejan influir para hacer cosas «contrarias a su criterio ideal», contrarias a lo que harían en «circunstancias normales». También resulta obvio que en este mundo existen enormes desigualdades estructurales. Lo que significa que hay personas que pueden hacer determinadas cosas a otras personas, quienes no pueden devolvérselas debido a las desigualdades que estas estructuras perpetúan.ANDREW: ¿Los terapeutas familiares están haciendo lo suficiente para abordar estas desigualdades?MICHAEL: Pienso que algunos terapeutas familiares han hecho un buen comienzo, especialmente en cuanto al abordaje de cuestiones de género. También se está prestando más atención a las desigualdades raciales, a la pobreza y a otras cuestiones de justicia social. Pienso que la cultura de la terapia familiar está cambiando de algún modo y sé que Charles Waldegrave y el grupo de The Family Centre, de Lower Hutt, Nueva Zelanda, han tenido mucho que ver en esto. Sin embargo, todavía nos queda mucho por hacer en cuanto a la toma de conciencia sobre estos temas.ANDREW: Quisiera volver al modo en que las ideas de narrativa y reescritura están influyendo en tu manera de trabajar con familias. En particular, ¿podrías hablar más específicamente acerca del modo en que participas con las familias en la terapia?73MICHAEL: Una práctica que me resulta muy importante es la de invitar a las personas a que me entrevisten a mí acerca de la entrevista terapéutica. Les pregunto si algunos de mis comentarios o preguntas les resultaron poco claros o si les provocaron alguna duda o confusión acerca de mis propósitos, etcétera. Luego los aliento a que me hagan preguntas acerca de todo esto de manera que yo pueda hacer más transparente mi participación. Mis respuestas no se presentan como «verdades» teóricas, sino en términos de cómo creo que la expresión de mi experiencia personal, imaginación y estados intencionales han moldeado mis preguntas, comentarios, etcétera.ANDREW: ¿Lo haces todas las sesiones?tes para ellas, cuáles no y qué les resultó de ayuda y qué no. A medida que las personas responden estas preguntas, se van aclarando los puntos de entrada viables para un proceso de reescritura. Por ejemplo, puedo indagar por qué determinado comentario fue de utilidad, explorar las visualizaciones o discernimientos a que pueda haber dado lugar, y alentar a las personas a barruntar los posibles efectos reales que podrían ser asociados a dicho discernimiento (cómo podría contribuir a la forma que tomen sus vidas, etcétera).ANDREW: Esta práctica parece ser un modo de acabar con las conjeturas, averiguando qué significado tiene la terapia para las familias.MICHAEL: A veces hay contingencias que lo impiden, pero en este momento estoy haciendo esta invitación casi constantemente. Por supuesto, a veces es necesario que el terapeuta les ayude a las personas a percibir el espíritu de esta práctica: «Pensé que tendrían curiosidad por saber desde dónde hacía esa pregunta». De esta manera, la participación del terapeuta puede ser desconstruida y queda, entonces, situada.Esta práctica también reduce la posibilidad de que las personas se sientan manipuladas en la terapia. Si hago un comentario que es recibido como una opinión fuerte acerca de lo que una persona o una familia debería hacer y no hay oportunidad de que yo desconstruya esto, la única opción que le queda a la persona o a la familia es o someterse a mi opinión o denostarla. Si, por el

contrario, tengo la oportunidad de situar ese comentario en el contexto de mi experiencia personal, mi imaginación y mis estados intencionales, las personas podrán decidir por sí mismas cómo tomar el comentario. Este proceso abre muchas posibilidades para el diálogo y para la consideración de perspectivas y opiniones alternativas.He recibido una realimentación muy positiva con respecto a esta práctica, y algunas personas me dicen que, para ellas, esta resultó ser una de las partes más importantes de la entrevista. Lo que sin duda pone en tela de juicio la idea, muy popular en algunos círculos, de que para que la terapia funcione es importante que las personas no sepan qué está tramando el terapeuta.También, como práctica de rutina, aliento a las personas a que evalúen la entrevista para determinar qué partes fueron pertinenMICHAEL: Sí, así es. Les permite a las personas informarle al terapeuta sobre los efectos reales de la entrevista, el significado que adscriben a los acontecimientos y las alienta a ayudar al terapeuta a determinar en qué sería mejor centrarse en la terapia.ANDREW: El ser entrevistado por la familia debe hacerte más transparente.MICHAEL: Pienso que la transparencia es una parte importante de esta práctica. Si estamos más en contacto con los efectos reales que produce el modo en que hablamos con las familias y las preguntas que formulamos, pienso que podemos ser más transparentes. Esto nos confronta con las responsabilidades éticas y morales asociadas a nuestra participación junto a las personas que solicitan la terapia.ANDREW: Y también pareces describir una terapia más igualitaria.MICHAEL: Efectivamente, se pueden hacer muchas cosas para ¿ornar más igualitaria la terapia. No obstante, pienso que es un error creer que puede llegar a ser totalmente igualitaria, porque la estructura misma del contexto terapéutico implica lo que podría denominarse un diferencial de poder. El borrar esta distinción y adoptar la creencia de que la terapia puede ser completamente igualitaria, posibilita que los terapeutas ignoren las responsabili7475ANDREW: ¿Cómo estás incorporando el uso de equipos en las ideas y las prácticas que estás describiendo?MICHAEL: Vengo experimentando con el equipo de reflexión de diversas maneras. En el momento de la entrevista en que la familia y el terapeuta se convierten en audiencia del equipo, aliento a los integrantes del equipo a que se entrevisten entre sí acerca de sus reflexiones. De esta manera, la sesión se convierte en una serie de entrevistas cruzadas. Si un integrante del equipo hace un comentario sobre lo que considera un acontecimiento significativo, que podría relacionarse con aquellos acontecimientos que los miembros de la familia declararon tener preferencia, en lugar de que los otros integrantes del equipo de reflexión simplemente manifiesten su acuerdo con aquél, le pueden preguntar qué es exactamente lo que le llamó la atención, por qué consideró significativo ese acontecimiento y cuál era su intención al hacer ese comentario en el contexto del equipo de reflexión.Además de las diversas posibilidades que esta práctica abre para que los integrantes del equipo colaboren en la coautoría de relatos alternativos y preferidos, brinda la oportunidad de que los integrantes del equipo sitúen su interés dentro del contexto de su experiencia personal, imaginación y estados intencionales. Esta indagación en el contexto del trabajo del equipo de reflexión autentifica los comentarios, muestras de curiosidad, etcétera, de los integrantes de mismo.ANDREW: Muestra un alejamiento del carácter anónimo del equipo y sus comentarios.MICHAEL: En la práctica de equipo que estoy describiendo el anonimato no existe. Antes de que los integrantes del equipo comiencen sus reflexiones, se presentan

a los miembros de la familia y dan alguna información sobre el trasfondo de su interés en este trabajo.76dades morales y éticas que están asociadas a su posición. No obstante, si tomamos esto en cuenta, realmente creo que debemos hacer lo que podamos para tratar de impedir que ese diferencial de poder tenga un efecto tóxico o negativo.ANDREW: Esta práctica también hace más transparente al equipo.MICHAEL: Sí. Los integrantes del equipo se vuelven más conscientes de que su posición es una posición privilegiada en relación con la medida en que las personas les abren sus vidas. Además, con esta modalidad es menos probable que se «adelanten» a los integrantes de la familia y que respondan de maneras que estén desvinculadas de su experiencia. Me interesó tu artículo sobre los espejos unidireccionales que apareció en la Dulwich Centre Newsletter y no me sorprendió en absoluto que las familias respondieran negativamente a las experiencia del equipo anónimo y autónomo. En contraste, es interesante observar que las familias que han experimentado con el trabajo en equipo que vengo describiendo, invariablemente muestran más entusiasmo por programar su próxima sesión con un equipo que sin él. Y creo que esto tiene mucho que ver con la transparencia del equipo frente a la familia.ANDREW: El equipo de reflexión parece ser otra práctica en terapia familiar que desafía directamente la idea de que un terapeuta o grupo de terapeutas puede conocer objetivamente las experiencias de otras personas y lo que es bueno para ellas. Creo que es una interesante contradicción que esto ocurra en una sociedad en la cual, cada vez más, los profesionales de la asistencia psicológica están siendo proclamados -y se autoproclaman- expertos en las vidas de los demás. ¿Cómo abordas esta contradicción?MICHAEL: En cierta medida, todos estamos formados en estas concepciones de especialistas y fácilmente podemos caer en la trampa de creer que somos dueños de «verdades» que deberían privilegiarse por sobre otros saberes. Cuando esto sucede, perdemos de vista el hecho de que estas pretensiones de «verdad» en realidad están prescribiendo determinadas normas acerca de cómo deben vivir sus vidas las personas. En el contexto de la formación profesional, es importante encontrar modos de ayudar a los participantes a poner estos saberes expertos entre paréntesis. Supongo que lo mismo sucede con el conocimiento de sí mismos de los participantes. No estoy suponiendo que nos es posible vivir una vida que no estuviera mediada por saberes construidos, pero es importante que no terminemos prescribiendo las vidas de otras personas por medio de77estos saberes. Por lo tanto, parte del contexto de formación profesional está estructurado para ayudar a los participantes a hacer visibles aquellos modos de vida y pensamiento a través de los cuales viven sus vidas.ANDREW: Algunos se preguntarían qué nos quedaría si pusiéramos entre paréntesis los saberes expertos.MICHAEL: Pienso que es importante hacer una distinción entre la idea de habilidades adquiridas, por una parte, y la de saberes expertos, por la otra. Por «habilidades» entiendo prácticas específicas que los terapeutas pueden y efectivamente se ocupan de desarrollar, como las que establecen la terapia como un contexto para la reescritura de las vidas y las relaciones. Generalmente, pero no siempre, el diálogo que está informado por estas habilidades es distinto del diálogo que podríamos tener con un amigo o vecino.ANDREW: La distinción que estás haciendo consiste en que podemos aspirar a adquirir estas habilidades y aprender a utilizarlas eficazmente, pero no percibirnos como los conocedores de la verdad acerca de cómo deberían ser las personas.MICHAEL: Así es. Tomemos por ejemplo lo que yo denomino prácticas de reescritura. Los terapeutas pueden identificar ciertas contradicciones en los

relatos saturados por el problema que las personas llevan a la terapia. Sin embargo, al terapeuta le es imposible determinar si estas contradicciones representan desarrollos preferidos o descifrar de manera detallada y específica los misterios asociados con esas contradicciones. Esto es algo que sólo los integrantes de la familia pueden hacer desde su experiencia vivida y su imaginación, a medida que responden a la curiosidad del terapeuta. Y, al hacerlo, resucitan y/o generan saberes alternativos y preferidos sobre las maneras de ser en el mundo.A propósito, creo que este trabajo puede definirse como interaccional de diversas maneras, pero no según la definición ortodoxa de los enfoques interaccionales. En relación con las premisas acerca de la interacción, mi propuesta aquí no es que la interacción idiosincrásica está en la «raíz» del problema, sino que la interacción está prefigurada en la creación de sentido y también se fundaen prácticas culturales. Y, en relación con el proceso real, los miembros de la familia y el terapeuta participan en variadas interacciones de índole coautorial.ANDREW: De modo que la interacción no surge de la nada.MICHAEL: Esa es la idea.ANDREW: En algunos de tus escritos has sugerido que las habilidades de un buen escritor y las habilidades de un buen terapeuta, son análogas. Tengo la impresión que la terapia familiar está alejátIdose rápidamente de la metáfora sistémica y adoptando ideas y \,alores de la literatura, la filosofía, etcétera, donde cualidades coro el conocimiento intuitivo están recibiendo mayor reconocimiento ,MICHAEL: Sin duda se está produciendo un cambio en el campo de las ideas. Es un alejamiento de las metáforas de la terapia prqbviamente dominantes que hacen que el terapeuta asuma el así llamado rol de experto. Puesto que los terapeutas están comenzarkdo a considerar algunos de los desarrollos más recientes en teoría social, creo que el viraje hacia metáforas provenientes de los caknpos de la literatura, la filosofia, la antropología, etcétera, será cada vez más significativo.ANDREW: En relación con la constitución de las vidas, en muchas ocasiones has mencionado el lugar que tiene la imaginación. ¿Cuál es la relación entre la constitución de las vidas y la imaginaci%n?MICHAEL: Hace aproximadamente un año, conocí el trabajo de Gastón Bachelard y lo encontré muy interesante en el tratamiento del tema de la imaginación. Comienza por analizar las diferente,, versiones de la imaginación, incluyendo la que plantea que las i$ágenes de algún modo reflejan lo que las ha precedido. Esta es la versión de la imaginación dominante en la perspectiva analítica. Bachelard yuxtapone estas otras versiones de la imaginación con una que considera constitutiva. Esta imaginación constitutiva se activa por el ensueño, fenómeno que considera de una naturaleza completamente distinta a la del «soñar nocturno». El estado de ensueño puede ser provocado por una amplia gama de experiencias,7879desde leer poesía hasta caminar en un bosque. Y estoy seguro de que también puede ser provocado por alguno de los lenguajes evocadores de la terapia.ANDREw: Tú no te refieres a imaginar lo que precede, sino a imaginar lo que podría ser.MICHAEL: Sí. Bachelard se está refiriendo a imágenes que podrían resultar transformadoras de las vidas. Pero no está simplemente planteando que estas imágenes están orientadas al futuro. Se refiere a las imágenes del ensueño como «reverberaciones o ecos» y argumenta que los acontecimientos o experiencias del pasado resuenan con ellas. De modo que está hablando de imágenes que alcanzan el

pasado, en lugar de imágenes que vienen del pasado y principalmente representan algo pasado.ANDREW: ¿Cómo se conecta esto con el pensamiento constructivista?MICHAEL: Bueno, siento ganas de pedir que no me citen en esto, porque no estoy tan familiarizado con la obra de Bachelard como quisiera y no sé si he reflexionado tan cabalmente sobre las implicaciones de esta. Pero estas ideas me atrajeron mucho y me resultaron familiares. Al decir «familiares», no me refiero a la referencia de Bachelard a Jung, con quien no siento ninguna conexión.Pienso que estas ideas me resonaron en relación con lo que llamo prácticas de reescritura. En este trabajo, el terapeuta generalmente ayuda a las personas a introducirse en territorios alternati vos de sus vidas por las puertas del presente. Me refiero a los «acontecimientos extraordinarios», para los lectores que están familiarizados con mis ideas. Cuando se alienta a los integrantes de la familia a responder a estos acontecimientos extraordinarios como uno respondería a un misterio, de pronto descubren que muchas experiencias del pasado hasta ese momento desatendidas «resuenan» con esos acontecimientos extraordinarios. Estas experiencias, que en circunstancias normales no serían recordadas, «se iluminan» y contribuyen a la generación de tramas alternativas. Parece haber dos procesos «constructivos» funcionando aquí: generación y resurrección. La parte generativa se vincula en gran me80dida con el hecho de desatar la imaginación y creo que algunas de las preguntas y los lenguajes de la terapia en las prácticas de reescritura son esenciales en este proceso. Quizá podríamos afirmar que provocan «reverberaciones».ANDREW: ¿Qué significa todo esto para la terapia?MICHAEL: Para mí, indica que se impone la investigación ulterior de la fuente de la imaginación y el ensueño en este trabajo. David Epston y yo hemos analizado con frecuencia la naturaleza vívida del lenguaje de esta clase de terapia. Las ideas de Bachelard podrían simplemente ayudar en la exploración, y ampliación, de los límites de este trabajo.ANDREw: De alguna manera, estás describiendo la imaginación como fuente de lo nuevo.MICHAEL: Sí. Pero también, por vía de esas resonancias, como fuente de lo previamente desatendido o de lo «viejo» y olvidado.ANDREW: ¿Podemos volver al tema de la formación? ¿Cómo se reflejan tus ideas actuales en tus prácticas docentes?MICHAEL: Así como estoy interesado en estructurar la terapia como un contexto para la reescritura de las vidas de las personas, me interesa que la formación profesional se convierta en un contexto de reescritura.ANDREW: ¿Entonces prestas especial atención a las experiencias y creencias de la persona durante su formación?MICHAEL: Sí. He estado experimentando con algunos ejercicios que alientan a los participantes a determinar más claramente sus creencias preferidas en relación con este trabajo. Por ejemplo, a veces interrogo a los participantes acerca de la historia de su presencia en los cursos de formación del Dulwich Centre. Me interesa descubrir qué es lo que los atrajo al curso de formación. ¿Qué cosa de este relato terapéutico que proporciona el marco para la formación fue la que hizo que se inscribieran? ¿De qué manera se ajusta a sus81propios valores y prácticas preferidos? ¿Cuál es la historia de esas preferencias en sus vidas y carreras? ¿Cuáles fueron los acontecimientos o experiencias específicos que los ayudaron a identificar esas preferencias? ¿Alguno de esos acontecimientos constituyó para ellos un punto de inflexión? ¿De qué manera los ayudó reflexionar sobre estos acontecimientos a descubrir qué creían importante para su trabajo, a elaborar por qué cosas tomarían partido? Etcétera. Estos y otros ejercicios de reescritura alientan a los participantes a familiarizarse con la naturaleza original de su expresión de este trabajo, o si

quieres, a ser más conscientes de su estilo preferido y a ser más conscientes del grado en que, á través de esta expresión, en realidad son «originadores». A medida que los participantes se van familiarizando con estos ejercicios, pueden empezar a utilizarlos entre ellos.ANDREW: Entonces, así como tu terapia les permite a las familias recurrir a experiencias que de otro modo se habrían perdido, tu curso de formación invita a quienes se están formando a percibir y valorar experiencias propias que de otro modo se habrían perdido.MICHAEL: Sí, es un proceso paralelo. Y les permite a los participantes tener una experiencia de primera mano con este trabajo. Los ayuda a apreciar la índole multi-relatada de la vida y tiene efectos reales en el curso de sus propias vidas.ANDREW: En un congreso nacional reciente, en Adelaida, María Scicchitano argumentó que, hasta hace poco, gran parte de la formación en terapia familiar se fundaba en la concepción de que los estudiantes tenían que «desaprender» ideas y teorías que valoraban, pero que quizá no eran compatibles con una perspectiva de sistemas familiares. Suena como que estás defendiendo una postura de mayor respeto hacia el estudiante y lo que trae consigo como persona.MICHAEL: En efecto, estoy defendiendo esa posición. Sin embargo, no me parece positivo que la formación se convierta en un «todo vale». Creo que a menudo es necesario ayudar a los participantes a desconstruir, y de ese modo cuestionar, determinadas ideas y teorías que traen consigo al contexto de formación. Por ejemplo, lasideas normativas y totalizantes acerca de la vida familiar y las así llamadas «teorías de verdad» de las psicoterapias. Pero esta desconstrucción no resulta difícil, puesto que la terapia y la formación mismas se asemejan al método desconstructivo.Y dejo en claro que poco interés tengo en sumarme a los participantes en prácticas informadas por modelos positivistas: hay otros lugares donde los participantes pueden hacerlo.ANDREW: Hablemos brevemente de investigación: ¿te interesa?MICHAEL: Estoy de acuerdo con Karl Tomm en que los terapeutas, junto con las personas que solicitan la terapia, son los investigadores primarios o básicos y que las personas que reúnen datos de un modo más formal son los investigadores secundarios o de apoyó. Siempre estuve interesado en la investigación primaria, y encuentro bastante tediosas las continuas demandas de los investigadores secundarios en el sentido de que los investigadores primarios justifiquen su existencia.Si los investigadores secundarios en nuestra área pudieran avanzar en el sentido de abandonar su posición de superioridad moral y revisar sus investigaciones en los términos de los últimos desarrollos en etnometodología -lo que incluiría el tornar transparente la naturaleza socialmente construida de su tarea- entonces lo que los investigadores secundarios hacen podría hacerse más pertinente en relación con lo que hacen los investigadores primarios. Estoy seguro de que, así, podrían tener una colaboración muy enriquecedora. Al decir esto, no quiero emitir un juicio totalizador sobre la investigación secundaria. De hecho, en nuestro campo ya existen desarrollos muy inspirados en investigación secundaria.ANDREW: Quisiera preguntarte acerca del nombre de nuestra práctica. Algunos críticos argumentan que nuestra elección del término «terapia familiar» ha quedado anticuada y que debería cambiarse de algún modo para incluir el campo más amplio. ¿Qué opinas?MICHAEL: Para mí, lo que importa es lo que el término «terapia familiar» simboliza: sus asociaciones históricas, su situación en el campo social de las psicoterapias, su área de posibles actividades,8283

etcétera. Creo que «terapia familiar» ha significado un campo que, por momentos, ha sido radicalmente abierto y pluralista. Este campo ha dado la posibilidad, en diferentes momentos de la historia, de que las personas amplíen los límites de lo que era posible pensar en esos momentos específicos. En mi opinión, todavía es abierto y pluralista y creo que probablemente esta sea su mayor fortaleza. Terapia familiar no es sinónimo de «coto cerrado».No obstante, a pesar de esto, no dejo de observar el hecho de que, históricamente, la terapia familiar ha apoyado algunas prácticas que ahora serían consideradas como de sometimiento. Existe también un importante peligro de que la terapia familiar llegue a institucionalizarse completamente. Y aquí es donde queda en primer plano la importancia del espíritu crítico.ANDREW: Sin duda se sintió un espíritu crítico en el reciente congreso de Adelaida.MICHAEL: Sí, yo también lo sentí. Fue un excelente congreso. En mi opinión, mantuvo la tendencia marcada por el congreso de Christchurch de hace dos años.ANDREW: ¿En qué te parece que difirieron ambos congresos?MICHAEL: Pienso que la gente está enfrentándose más a temas difíciles y urgentes, como el racismo, las prácticas de poder en la terapia, etcétera. Me parece que estamos teniendo un mayor interés por las responsabilidades éticas y morales, en lugar de por las técnicas o las envolturas.tusiasmados con ellas, persistir con estas prácticas. Por supuesto, aún hay aspectos políticos en torno a las prácticas de la terapia familiar, y espero que siempre los haya, pero estoy seguro de que ahora hay más oportunidades para las personas en este campo.ANDREW: ¿La terapia familiar te entusiasma tanto como al principio?MICHAEL: Probablemente más. Creo que se están dando desarrollos fantásticos en este campo. Estoy en contacto con muchos terapeutas cuyas creativas contribuciones están teniendo un efecto transformador en el área. Y me parece que la generación más joven de terapeutas familiares está menos «cautiva» de las así llamadas éscuelas de terapia familiar. Es obvio que esto es muy bueno.ANDREW: El concepto de creatividad jamás es ajeno a las mentes de los terapeutas. ¿Qué te ayuda a mantenerte creativo y a la vanguardia?MICHAEL: Eso es difícil de responder. No tener que preocuparse por las limitaciones burocráticas y organizativas que son características de muchas instituciones y organismos sin duda ayuda. También ayuda el considerar mi trabajo como una investigación personal permanente. Parte de esta incluye consultar a las familias sobre su experiencia de la terapia y esto siempre es vigorizante.ANDREw: Es un espíritu de indagación e investigación constantes.ANDREW: Ya hace mucho tiempo que participas activamente en el campo de la terapia familiar. ¿En qué sientes que la terapia familiar actual difiere de como era cuando empezaste?MICHAEL: Sí. Hay tanto que aprender y descubrir...ANDREW: Michael, si pudieras predecir el futuro, ¿cómo ves a la terapia familiar en diez o veinte años?MICHAEL: Sin duda es muy diferente. La diferencia más saliente es que ahora existe una poderosa red de terapia familiar y que las prácticas de la terapia familiar son generalmente bien aceptadas en muchas instituciones y organismos. Hace 20 años, en Adelaida, las prácticas asociadas con la terapia familiar no eran tan bien toleradas y en ocasiones era una lucha, para quienes estaban enMICHAEL: No quisiera intentar predecir el futuro de la terapia familiar. No obstante, hay una serie de cosas que me gustaría que sucedieran en este campo. Por ejemplo, quisiera que hubiera más tolerancia hacia la diferencia. Además, tengo la esperanza de que los terapeutas familiares australianos cuestionen más a fondo la filosofía subyacente al síndrome de los «popes de la disciplina». Este84

85síndrome viene acompañado de prácticas culturales que tienen un efecto negativo y desalentador tanto en las personas a las que se percibe como en cierta posición destacada dentro de la terapia familiar australiana como en las demás. Estas personas no se sienten inspiradas a articular y exponer desarrollos originales de su trabajo en contextos donde obtendrían el reconocimiento que merecen.También me gustaría ver que la comunidad de la terapia familiar desarrollara más maneras de apoyar y alentar a los terapeutas australianos y neozelandeses a visitar centros de terapia familiar en otros países. Chery1 White, de Dulwich Centre Publications, ha organizado unas becas que logran esta meta y pienso que sería muy positivo si otros centros y asociaciones encontraran modos de adoptar y extender este tipo de iniciativa.Y también me gustaría ver un desarrollo de los proyectos que se vinculan con la exploración de la experiencia masculina de la cultura masculina y con el abordaje de temas complejos de justicia social como los que se vinculan con el género, la raza, la pobreza, etcétera.ANDREW: Quizás lo que estás proponiendo también sería liberador para los terapeutas.MICHAEL: Sí, estoy de acuerdo.4Nombrar el abuso y liberarse de sus efectos*ENTREVISTA DE CHRISTOPHER MCLEÁN**CHRIS: Tu enfoque en el trabajo con sobrevivientes de abusos parece centrarse en ayudar a las personas a liberarse de los relatos negativos que tienen sobre sí mismas. ¿Podrías comenzar hablando de esto?BibliografíaHoffman, L. 1990. «Constructing realities: An art of lenses», en Family Process, número 29 (1), págs. 1-12.South Australian Film Corporation, 1976. They reckon a womans worlds just it and a bit. Producida por Penny Chapman y dirigida por Meg Stewart.Waldegrave, C. 1990. «Just therapy», en Dulwich Centre Newsletter, número 1, págs. 5-46. (Número especial sobre justicia social y terapia familiar, un análisis del trabajo de The Family Centre, en Lower Hutt, Nueva Zelanda).Wood, A. 1990, «The consumers view of the team and the one-way screen: A preliminary investigation», en Dulwich Centre Newsletter, número 2, págs. 21-23.MICHAEL: Cuando me encuentro con una persona que ha sobrevivido al abuso en la infancia y adolescencia, con frecuencia lo que la ha traído a la consulta son determinados comportamientos autodestructivos o autoabusivos, comportamientos que son vivenciados como acciones contra el yo, desfavorables para su vida. Estas acciones pueden adquirir diversas formas, incluyendo la automutilación, las adicciones y reiterados intentos de suicidio. En mi opinión, estos comportamientos autodestructivos son la expresión del abuso al que la persona ha sido sometida. Pero esta es una forma particular de expresión de esta experiencia. Es una expresión de la experiencia del abuso que produce consecuencias profundamente negativas en la vida de la persona, una expresión del abuso que lleEsta entrevista fue realizada en el Dulwich Centre, en mayo de 1994.** Puede contactarse a Christopher McLean a través de Dulwich Centre Publications.8687va a efectos reales que son altamente empobrecedores de la vida de la persona.La metáfora narrativa ofrece una visión particular acerca de este fenómeno. Yo sugeriría que estas expresiones autodestructivas del abuso son moldeadas por los significados que la persona le está dando al abuso; que son estos significados los que determinan la forma de la expresión de nuestras experiencias en la vida.

Esta consideración se ve generalmente confirmada cuando hablamos con las personas sobre sus interpretaciones acerca del abuso al que han sido sometidas. Invariablemente, estas interpretaciones destacan los temas de la culpabilidad y la falta de mérito personal; que de alguna manera la persona merecía el abuso o lo provocó o que podría haber hecho algo para dejar de quererlo realmente. Y puesto que estas personas creen que los actos de autoabuso confirman estos temas, se trata de un proceso circular.En síntesis, el autoabuso es una expresión de nuestras experiencias del abuso, una expresión que está moldeada por los significados atribuidos al abuso. Y la forma de esta expresión confirma, a suvez, estos significados. La expresión de nuestra experiencia del abuso está mediada por los significados. De manera que cuando analizamos la naturaleza de las expresiones del abuso, es de vital importancia que consideremos a estas expresiones como unidades de experiencia y significado.CHRIS: ¿Cómo se llega a esos significados?MICHAEL: En gran medida a través de los relatos privados que las personas tienen acerca de sus vidas. Estos relatos proporcionan el marco para la interpretación de las experiencias vitales de las personas. Y si una persona es obligada a adherir a un relato muy negativo acerca de quién es, entonces es probable que le atribuya a sus experiencias significados vinculados con la culpabilidad y la falta de mérito personal.CHRIS: ¿Adónde te lleva esto entonces, cuando trabajas con personas que han sobrevivido abusos, que han adoptado historias muy negativas acerca de quiénes son y que probablemente expresen su experiencia del abuso de maneras autoabusivas y autodestructivas?88MICHAEL: Me indica que una de las tareas principales de este trabajo es ayudar a estas personas a deducir significados alternativos de sus experiencias de abuso: establecer las condiciones que hagan posible que reinterpreten el abuso. Si somos capaces de desempeñar algún papel en ayudar a estas personas a liberar sus vidas de estas historias personales tan negativas y que tienen un efecto tan profundo en la forma que adopta la expresión de su experiencia, y si podemos ayudarlas a ingresar a algún otro relato más positivo acerca de quiénes podrían ser como personas, entonces se hará posible que estas personas participen activamente en la reinterpretación del abuso al que fueron sometidas. Y esta reinterpretación cambiará la forma de la expresión de las experiencias del abuso y, por lo tanto, la forma de sus vidas.CHRIS: ¿Podrías agregar algo más sobre este proceso de reinterpretación?MICHAEL: Esta reinterpretación no es impuesta por el terapeuta, sino que es generada en colaboración durante el transcurso de este trabajo. Cuando las personas liberan sus vidas de los relatos negativos sobre su identidad y cuando tienen la oportunidad de pararse en un territorio diferente de su vida, comienzan a interpretar sus experiencias de abuso como explotación, como tiranía, como tortura, como violencia, etcétera. Es muy claro que esta reinterpretación facilita una expresión diferente de su experiencia del abuso. Esta expresión del abuso toma ahora la forma de la ira, o de una pasión por la justicia, de actos para reparar la injusticia, de testimonio, de búsqueda de nuevos contextos en los cuales otros puedan estar disponibles para escuchar dichos testimonios, etcétera.Estas formas de expresión alternativas de las experiencias de abuso de una persona no son expresiones inferiores a las formas autodestructivas. En tanto expresiones de nuestras experiencias del abuso, no son menos completas. De hecho, las personas con quienes trabajo invariablemente afirman que estas formas alternativas constituyen una expresión más completa de dicha experiencia. Se trata de expresiones de esa experiencia que conllevan efectos reales muy diferentes en cuanto a la forma que toman sus vidas, efectos que son considerados constructivos, no destructivos.

89CHRIS: Creo que tienes algunas reservas con respecto a las prácticas que implican revivir la experiencia traumática inicial como modo de liberarse de ella. Me interesaría que explicaras dichas reservas, puesto que parecen vincularse con lo que venías diciendo.MICHAEL: Primero lo primero. De ningún modo Se justifica que, en el contexto de la terapia, las personas vuelvan a sufrir el trauma. Angustia, sí; reproducción del trauma, no. Creo que la idea de las prácticas terapéuticas basadas en el imperativo de retornar la sitio del abuso a fin de volver a experimentarlo es una idea muy cuestionable y, asimismo, peligrosa. Esta idea suele ser justificada por la teoría de la catarsis, teoría que obscurece la dimensión crítica del significado. Alentar a las personas a simplemente volver al sitio del trauma puede reforzarles los significados dominantes que informan la expresión autodestructiva de la experiencia del abuso. Y, además, puede provocar un nuevo trauma e incitar nuevas acciones de autoabuso.Existen, por supuesto, muchas otras razones para cuestionar esta idea acerca de la importancia de retornar al sitio del trauma. En el momento en que estas personas fueron sometidas al abuso, no tenían ningún poder, no tenían posibilidad de elegir: estaban atrapadas. En respuesta a circunstancias tan tremendas y dolorosas, muchas desarrollaron mecanismos imaginarios que les permitieron escapar al contexto abusivo, no materialmente, sino mentalmente. Otras utilizaron el poco espacio de maniobra que tenían para crear experiencias de autosustentación y, en circunstancias como estas, este es un logro simplemente extraordinario. Ahora permíteme formular una pregunta: ¿al exigirle a la gente que vuelva al sitio del trauma, no estamos reproduciendo condiciones de entrampamiento, que privan a las personas de su capacidad de elección?Y hay otras preguntas que podríamos hacer acerca de esto. ¿Al exigirles a las personas volver al sitio del trauma, no estamos también reproduciendo inconscientemente la fobia a la evasión de nuestra cultura? No estamos siendo demasiado cómplices con el imperativo de esta cultura de «afrontar los hechos»? Y con esta complicidad ¿no estamos clausurando las posibilidades de las personas de honrar las habilidades especiales y las cualidades personales que les permitieron atravesar las horas oscuras de sus vidas para lograr llegar al presente?CHRIS: ¿Cuál es la alternativa?MICHAEL: En el trabajo que estoy proponiendo sí es posible que las personas expresen su experiencia del abuso de manera que no conlleve las consecuencias negativas a las que me referí. Pueden establecerse circunstancias tales que hagan posible que las personas abran sus vidas a expresiones alternativas de su experiencia; y esto puede lograrse sin imposiciones de parte del terapeuta. En estas circunstancias, las personas se descubren situadas en territorios alternativos de sus vidas, territorios en los que pueden tomar contacto con relatos diferentes y más positivos acerca de su identidad. Y esto hace posible que las personas adscriban significados diferentes a sus experiencias de abuso, lo que, a su vez, hace posible que expresen estas experiencias de modos que no resulten en una reproducción del trauma.CHRIS: Pienso que la idea de la expresión catártica del dolor como acto liberador está tan profundamente arraigada en las maneras modernas de pensar sobre esta clase de temas, que lo que estás diciendo fácilmente podría interpretarse como si favorecieras una manera muy intelectual de abordar los efectos del abuso y de alguna manera te sintieras incómodo con la expresión abierta de las emociones. ¿Quisieras decir algo sobre esto?MICHAEL: Yo lloro con las personas que me consultan y también me río con ellas. Me sumo a su indignación y también comparto su alegría. Sentimos juntos tristeza y también esperanza. Mientras acompaño a estas personas en su marcha, experimento todas las emociones que uno experimenta al escuchar un testimonio. Hay, asimismo, contextos en los que me descubro celebrando con las personas:

contextos en los que los relatos alternativos de sus vidas están siendo honrados, cuando otros relatos de su identidad están siendo poderosamente autenticados. Y encuentro inspiradores esos pasos que las personas dan para despojar a los victimarios de su autoridad, los pasos que las personas dan para recuperar los territorios de sus vidas, para reforjar sus vidas, para tener la «última palabra» en cuanto a su identidad.De manera que déjame que me desentienda de estas preocupaciones por el «intelectualismo» y la «incomodidad frente a la emo9091ción». No considero que mi posición sea ni intelectualista ni académica. Pero no quiere decir que me sienta obligado a sumarme al «discurso de los sentimientos» dominante en la cultura de la psicoterapia, que ejerza mi profesión de la manera prescrita por este discurso y que converse con las personas sobre las experiencias de sus vidas en las maneras contemporáneas de hablar sobre tales cosas que son sancionadas por este discurso. No respondo para nada bien a las incitaciones a «ajustarme» a las respuestas que este «discurso de los sentimientos» demanda.En este punto, quisiera hacer una ampliación a mi respuesta a tu comentario, reiterando lo que ya he dicho acerca del concepto de catarsis. No creo que exista ninguna expresión de la experiencia por fuera de un sistema de significado. Y también quisiera reiterar lo que dije con relación a la angustia. Existe una diferencia enteramente significativa entre la angustia y la repetición del trauma. Pienso que es posible que las personas expresen aspectos de sus experiencias de abuso de modos que pueden ser angustiantes, pero que de ninguna manera representan un nuevo trauma. Es posible y deseable que las personas encuentren opciones para dar voz a sus experiencias de abuso por vías que son profundamente terapéuticas para ellos y que ellos encuentran enteramente expresivas.CHRIS: ¿Cómo puedes estar seguro de que no se está produciendo un nuevo trauma?CHRIS: Ahora quisiera explorar tus opiniones acerca de la importancia de establecer una apreciación política o contextual de la experiencia de abuso de una persona y, en particular, cómo se ajusta a esta idea el concepto de adiestramiento.MICHAEL: Ayudar a las personas a establecer una descripción de las relaciones de poder participantes de su experiencia contribuye a socavar la autoculpabilización y la vergüenza que tan a menudo se experimentan en relación con el abuso. Una manera de lograrlo es haciendo que las personas participen en conversaciones externalizadoras sobre el odio de sí, el aborrecimiento de sí, o cualquier cosa que constituya la relación primaria de la personas con su «yo». En estas conversaciones externalizadoras, podemos explorar de qué las convence este odio de sí acerca de quiénes son en tanto personas, cómo hace que traten sus vidas, sus cuerpos, sus pensamientos, cómo interfiere en sus relaciones con otros, etcétera. Y juntos podemos explorar también los procesos por medio de los cuales la persona fue adiestrada en el odio de sí y el aborrecimiento de sí.CHRIS: Es decir que pones el acento en hacer preguntas acerca de cómo la persona fue adiestrada en el odio de sí, el aborrecimiento de sí, o lo que fuere, y esto provoca el efecto de sacar a la luz los aspectos políticos, las relaciones de poder de la experiencia de la persona.MICHAEL: Podemos ayudar a las personas a asumir un rol más activo en la fiscalización de los efectos reales de las expresiones de sus experiencias de abuso, en lugar de dejarla en manos del azar o de la autoridad del terapeuta. A menudo, cuando las personas van a terapia, se desvinculan de este rol. Dejan de fiscalizar las consecuencias de sus interacciones con su terapeuta y delegan la tarea en aquél. Este es un resultado problemático. A lo largo del proceso de terapia, debemos consultar continuamente a las personas acerca de cuáles son los efectos que perciben de nuestro trabajo con ellas, acerca del modo en que la

reinterpretación y la expresión de sus experiencias está afectando la forma de sus vidas y acerca de las que consideran las limitaciones y posibilidades asociadas con nuestras conversaciones.MICHAEL: Sí, se logra principalmente por medio de esas preguntas. Es a través este tipo de preguntas que terminamos identificando las especificidades de este proceso de adiestramiento: no sólo los procesos físicos del abuso, sino también los saberes, las estrategias y las técnicas que fueron empleadas y el funcionamiento de estos saberes, estrategias y técnicas. Pero si remitiéramos nuestro trabajo a la idea de retornar al sitio del trauma, no llegaríamos hasta aquí. Al responder a estas preguntas externalizadoras, las personas están en realidad emprendiendo una reinterpretación de sus experiencias de abuso y se están liberando de los relatos de identidad negativos que tanto los han aprisionado. El abuso ya no puede reflejar su culpabilidad personal y la verdad de su «naturaleza» y «personalidad». Creo que estas conversaciones externalizadoras pueden ser consideradas conversaciones «desconstructivas».9293Quizás otro modo de afirmar lo mismo, esta vez inspirado en la metáfora narrativa, es decir que la reinterpretación que es desatada por estas preguntas proporciona la base para una reformulación de las tramas dominantes de las vidas de las personas, es decir abandonando los temas de la culpabilidad personal y acercándose a los de la explotación, la tiranía, el abuso, etcétera.CHRIS: Hablaste, creo, de la importancia de nombrar el abuso, formularlo claramente, no simplemente en tanto abuso, sino en sus particularidades, ¿podrías explayarte sobre esto?MICHAEL: Sí. Entiendo que es realmente importante que las personas vayan más allá del nombrar el abuso de manera general. La palabra abuso es un término importante, pero global; su falta de especificidad es algo limitante, en varios sentidos. Por ejemplo, el testimonio requiere de especificidad, así como la requiere el establecimiento de una capacidad de distinguir, en nuestra vida, las aciones que son de una índole amorosa de las que constituyen abuso o explotación. Vincular nuestras experiencias del abuso con los saberes y prácticas de poder dominantes en nuestra cultura también requiere de esta especificidad.Una vez que los saberes y técnicas del abuso son establecidos en su especificidad, pueden ser contextualizados: esto es, vinculados a los saberes y prácticas de poder dominantes de nuestra cultura, las operaciones familiares de lo que puede ser rastreado a lo largo de la historia de las familias y otras instituciones de nuestra cultura y a través de la historia de los saberes y prácticas dominantes de las maneras masculinas de ser en relación con las mujeres, los niños y los otros hombres. Esta contextualización de los saberes y prácticas del abuso es un aspecto muy importante de este trabajo. Brinda nuevas oportunidades para la reinterpretación de nuestras experiencias del abuso y para la desconstrucción de los relatos de identidad negativos de los que venimos hablando.El establecimiento de los saberes y prácticas del abuso en su especificidad a) facilita la preparación de un testimonio «adecuado», cercano a la experiencia de la persona; b) ayuda a las personas a desarrollar un grado de «discernimiento» que les permite distinguir las acciones dirigidas hacia ellos que expresan explotación, abuso o descuido de las que expresan apoyo, amor y cuidado; y c)expande las posibilidades a disposición de las personas para tomar medidas para resistir y desafiar estos saberes y prácticas en sus vidas cotidianas.CHRIS: Creo que, ocasionalmente, incluso prescribes la lectura de un libro sobre los objetivos y los efectos de la tortura. Me pregunto cuáles son los efectos reales que esto produce y, a la vista de tus afirmaciones acerca de la repetición del trauma, ¿existe algún riesgo de que en los hechos esta lectura pueda resultar una experiencia traumatizante?

MICHAEL: Me gustaría volver sobre mi insistencia en la cuestión del significado. Jamás indicaría ese tipo de lectura si no tuviera una fuerte impresión de que la persona que consulta está en verdad emprendiendo la reinterpretación de sus experiencias de abuso. Una vez establecido esto, puede ser muy beneficioso leer dichas descripciones. Para las personas que han sobrevivido al abuso es particularmente interesante enterarse de que otras personas que han sobrevivido al abuso también experimentan grados similares de culpa y vergüenza y que, a través de esa experiencia, fueron entrenadas en actitudes muy negativas hacia ellas mismas. Podrá ser angustiante leer estas descripciones en estas circunstancias, pero la transparencia no inflige un nuevo trauma. Más bien, contribuye a la reformulación del abuso.Realmente ayuda a que las personas sepan que la tortura no es una prueba que establece la valía moral de un individuo, que la tortura no es una respuesta al mal comportamiento, que la tortura no es siquiera primariamente una cuestión de arrancar confesiones, sino que sus objetivos se vinculan más con quebrar la identidad, quebrar el sentido de comunidad y aislar a las personas de las demás, destruir la dignidad y desmoralizar, despersonalizar el mundo en la experiencia que las personas tienen de este, etcétera. Para quienes han sobrevivido al abuso, este es un discernimiento importante, que socava el tan incapacitante sentimiento de culpabilidad y vergüenza.CHRIS: Has mencionado la importancia que tiene para los sobrevivientes del abuso la expresión de su indignación ante lo que han experimentado. ¿Cómo crees que se ve esto afectado por la actitud9594de nuestra cultura hacia la ira, en especial hacia la ira de las mujeres?MICHAEL: Efectivamente observo que todos tenemos derecho a expresar lo que generalmente se llama «ira», así como el hecho de que en nuestra cultura este derecho ha sido tan a menudo cuestionado a las mujeres. Pero me pregunto: «¿por qué esta palabra?». ¿Por qué siempre mediar esta expresión con una palabra como ira? En esta cultura, las personas siempre quieren hablar de ira y lo hacen siempre dentro del contexto de un discurso específico. En el contexto de este discurso, la ira es altamente valorada. Es venerada. Es puesta en un pedestal. Es mencionada constantemente. Es considerada la fuerza primaria de nuestra naturaleza. Es fetichizada. Esta ira es algo con lo que las personas siempre tienen algo que ver. Estamos fijados en la noción de «ira no resuelta». Es considerada la fuente de toda suerte de terribles males. Pero a menudo se me ocurre que quizás el mal que nos aqueje sea esta misma fijación.Así como también se habla tanto de «la mujer enojada», lo que invariablemente expresa una descalificación de la experiencia femenina de la política de género. He sido consultado a menudo por mujeres que se refieren a sí mismas de esta manera y que han aprendido a patologizarse por esta razón. He interrogado a estas mujeres acerca de cómo llegaron a esta interpretación y a menudo me comunican los «discernimientos» que han logrado durante experiencias terapéuticas anteriores. Ahora bien, estas interpretaciones hacen que, sea lo que fuere la experiencia de la «ira», sea pensada de un modo que está vaciado de contexto. En este sentido, «ira>, es una de esas palabras que forma parte de un discurso que psicologiza, oscurece el contexto y limita las posibilidades para la acción en el mundo. Pero ¿qué tal «indignación»? ¿Qué tal «pasión» por la justicia? Estas interpretaciones o descripciones son parte de un discurso diferente, un discurso que aporta opciones para abordar el contexto y opciones para la expresión de esta experiencia a través de la acción. Los discursos son constitutivos, moldean nuestras vidas. Dentro del contexto de estas interpretaciones o descripciones alternativas, la experiencia a la que suele referirse con la palabra «ira» deja de ser algo que debe ser elaborado, o algún estado del ser, para convertirse en algo que debe ser honrado.

CHRIS: Lo que estás diciendo aquí sobre la ira parece ajustarse a algunas de las preocupaciones que te he escuchado expresar acerca de conceptos psicológicos populares tales como codependencia y acerca de los análisis sistémicos que interpretan el abuso como función de la relación. ¿Podrías hablar de esas preocupaciones?MICHAEL: Toda esta psicologización de la experiencia personal y todos estos análisis formales son profundamente conservadores. Invariablemente, patologizan las vidas de las personas que han sido sometidas al abuso y, al hacerlo, desvían la atención de los aspectos políticos de la situación. Además, muchas de las interpretaciones de este tipo discriminan contra las maneras femeninas de ser en el mundo y defienden las maneras masculinas de ser en el mundo dominantes.CHRIS: Una de las ideas específicas implicadas en esto es la de que las mujeres que han sufrido abuso buscan activamente nuevas relaciones abusivas debido a algún mecanismo psicológico internalizado. ¿Podrías comentar esto?MICHAEL: Esta interpretación se basa en algunas observaciones. La mujeres que han sufrido abusos en su infancia y adolescencia y que, en su vida adulta, han establecido una relación con un hombre que las ha sometido a nuevos abusos, a menudo cuando dejan esta relación terminan en otras relaciones en las que, nuevamente, son sometidas a abuso por otros hombres. Este fenómeno es abordado por las diversas escuelas psicológicas y desata la invención de una amplia gama de explicaciones que se refieren a mecanismos psicológicos. La mayoría de estas explicaciones incluyen alguna razón patológica para los motivos que la mujer tiene de establecer esas relaciones.Ahora bien, debemos preguntarnos qué efectos tienen estas interpretaciones en las vidas de esas mujeres. Bueno, yo les he formulado esta pregunta a las mujeres y estoy seguro de que no les será demasiado difícil adivinar qué respuestas recibí. Las interpretaciones patologizantes alientan a las mujeres a hacerse responsables del abuso que los hombres perpetran. Estas interpretaciones alientan a las mujeres a continuar con relaciones en las cuales están siendo sometidas a violencia por los hombres. Las in9697terpretaciones de esta clase están al servicio del mantenimiento del statu quo.CHRIS: ¿De qué otro modo podría entonces interpretarse este fenómeno de mujeres que han sufrido abuso que entran en relaciones en las cuales sufren nuevos abusos por parte de los hombres?MICHAEL: Hay muchas pruebas que apoyan la idea de que esta vulnerabilidad surge de dificultades en la capacidad de discernimiento: dificultades para distinguir abuso de protección, abandono de cuidado, explotación de amor, etcétera. Esta dificultad para discernir hace a muchas mujeres completamente vulnerables a la explotación en sus relaciones. Si una mujer no es capaz de distinguir abuso de protección al principio de la relación, no podrá percibir las primeras señales de alarma y enfrentar este abuso, rápidamente eligiendo la opción de romper el vínculo antes de que esté más establecido y sea más definitorio de su identidad.CHRIS: ¿Cuál es el origen de esta dificultad en el discernimiento, de la dificultad para establecer distinciones cruciales en torno a nuestra experiencia?MICHAEL: La mayoría de las personas que han sido abusadas en su infancia o adolescencia, lo han sido dentro de instituciones de nuestra cultura que formalmente están definidas como contextos que brindan amor y cuidados: esto es, en las familias, las redes extensas de parentesco o las instituciones que sustituyen esas familias o esas redes. Sufrir abuso en contextos que son definidos como contextos de amor y de cuidado genera confusión y mistificación. A las personas que sufren el abuso en estos contextos se les hace difícil establecer las distinciones a las que me he referido, es decir entre abuso y protección, abandono y cuidado, explotación y amor. El mito popular que describe a la familia como el «paraíso en un mundo cruel» ha contribuido

significativamente a esta mistificación. De hecho, ha quedado establecido que una importante proporción de familias constituyen lugares altamente peligrosos para los niños.Pero no es necesario que experimentemos abuso en nuestras familias de origen para tener más tarde dificultades para discernir entre abuso y protección. A veces, a todos nos resulta difícil percibir esta diferencia. Después de todo, hemos crecido en una cultura que está informada por un folklore que borra distinciones que son cruciales: «Porque te quiero te aporreo», «La letra con sangre entra», etcétera. Ahora, a las personas que han sido sometidas al abuso, y me refiero aquí al abuso traumático perpetrado en un contexto que esta cultura define como protector y nutriente, se les hace increíblemente más difícil discernir abuso de protección y explotación de amor.Y, para muchas personas, este borramiento de importantes distinciones resulta recurrente. Tomemos las ideas corrientemente aceptadas respecto de los «celos». A menudo, los consejeros reciben consultas de mujeres que interpretan el abuso al que son sometidas por parte de sus parejas como «celos». Y, en estas circunstancias, esta demostración de «celos» se interpreta como un indicador de la medida en la que el hombre valora a su compañera o se toma como un reflejo del grado de intensidad de sus sentimientos por ella. Las mujeres que históricamente han sido sometidas a abusos son altamente vulnerables a esa clase de interpretaciones que los hombres utilizan para justificar y expandir sus comportamientos abusivos.CHRIS: ¿Podrías comentar cómo procedes para lograr la reinterpretación de estos relatos, de modo que una persona que haya sido abusada pueda desarrollar esta capacidad de discernimiento?MICHAEL: La terapia puede proporcionar el contexto adecuado para ayudar a las personas a lograr este discernimiento. Podemos comenzar explorando con ellas algunos de los efectos reales de los abusos a los que han sido sometidas en sus vidas. Podemos trabajar para identificar las acciones autodestructivas como expresiones de experiencias de abuso y podemos embarcarlas en conversaciones que establezcan distinciones entre estas clases de expresiones del abuso y las que están basadas en una reinterpretación o una reformulación del abuso mismo. Podemos trabajar juntos para identificar acontecimientos extraordinarios, es decir aquellas acciones personales que no pueden ser leídas como rechazo de sí, sino como cuidado de sí. Estos acontecimientos extraordinarios nos brindan un punto de ingreso a las contratramas de las vidas de las mujeres, aquellos relatos que tienen que ver con la su9899pervivencia, la capacidad de adaptación, la protesta, la resistencia, etcétera.Una vez que hemos yuxtapuesto estas tramas, y a medida que va avanzando nuestro trabajo, podemos alentar a las mujeres a clasificar sus experiencias cotidianas en una u otra trama. ¿Este acontecimiento concuerda con la idea de abuso o autoabuso o con la idea de cuidado o cuidado de sí? ¿Esta interacción invita al rechazo de sí o invita a la autoaceptación? Etcétera. Una consecuencia de este trabajo es que a las mujeres se les hace mucho más fácil distinguir las diferentes acciones a las que son sometidas -y aquellas a las que se someten ellas mismas- como, o bien acciones de apoyo, o bien acciones de falta de consideración hacia su persona. Otra consecuencia es que las contratramas de las vidas de las personas quedan claramente expresadas -este proceso de clasificación y vinculación les da «densidad» a estas tramas- y es frecuente que, por primera vez, las mujeres comiencen a identificar los relatos preferidos acerca de sus anhelos, gustos, deseos, objetivos, metas, esperanzas, etcétera.A medida que esta capacidad, esta habilidad de discernimiento se va desarrollando, las mujeres informan que la confusión, que era ubicua, comienza a disiparse. Las mujeres y los hombres que han sido sometidos a abuso en su niñez

y adolescencia, y que han estado aislados en este abuso, suelen informar que nunca se sienten en contacto con la vida. Y dicen más. No sólo mencionan su incapacidad para estar en contacto con la vida, sino también el hecho de que no pueden «verla» con claridad, es decir que intentar ver la vida es como mirar en medio de la niebla o la bruma. A medida que las personas comienzan a ser capaces de hacer el tipo de distinciones a las que me he estado refiriendo, invariablemente, la niebla se comienza a disipar. Al principio, hay episodios maravillosos, pero fugaces, en los que la «visión» se aclara. Con el tiempo, esta claridad se generaliza. Entonces, el riesgo de que las mujeres persistan en relaciones en las cuales son sometidas al abuso y la explotación es menor.CHRIS: A menudo, durante el curso de esta entrevista, has destacado la importancia de explicitar el contexto de las experiencias de abuso de las personas. Tenía alguna idea sobre esto antes de la entrevista, pero en alguna medida me ha sorprendido hasta dónde llevas la atención al contexto en tu trabajo.MICHAEL: Percibes bien ese énfasis. Es muy importante que las prácticas abusivas a las que son sometidos hombres y mujeres sean contextualizadas. Es importante por todas las razones que venimos analizando, pero también porque les posibilita a las personas que nos consultan la comprensión de que no son las únicas receptoras de estas prácticas abusivas, que no se trata de algo único de sus vidas: que, aunque el abuso los hubiera aislado de los demás, no estaban solos en su experiencia de aquél.Sé que las personas pueden lograr esta comprensión sin que ello contribuya de ningún modo a una subestimación de su experiencia del trauma del abuso (sin minimizar de ningún modo su experiencia o la expresión de esta experiencia) y sin descalificar de ningún modo su interpretación y formulación de las importantes consecuencias que este abuso ha tenido en sus vidas. Al referir sus experiencias del abuso al contexto, las personas se hacen menos vulnerables a la patologización de sus identidades y al entrenamiento en el sentimiento de vergüenza que acompaña a esta patologización.Una comprensión del contexto también hace posible que las personas determinen el grado en que sus propios padres puedan haber estado reproduciendo las prácticas abusivas a las que ellos mismos fueron sometidos en sus familias de origen y determinar si sus padres se habrían comportado, aun mínimamente, mejor que sus abuelos. Por supuesto, no todos los padres se comportan mejor que sus propios progenitores, y algunos se comportan peor. Pero mujeres y hombres me han informado que esta clase de determinaciones son muy importantes. Las determinaciones de este tipo embarcan a las personas en la tarea de comprender en qué medida, en su trabajo para recuperar sus vidas de los efectos del abuso, participan de un proyecto mayor que tiene que ver con proponerse desafiar prácticas abusivas que a menudo llevan generaciones en sus familias. Y las determinaciones de este tipo hacen posible que estas mujeres y hombres aprecien los aspectos en que pueden haberse comportado mejor que sus propios padres y marca una dirección para la profundización de este trabajo.CHRIS: Por algún motivo, este análisis me recuerda una pregunta que he oído que usas en tu trabajo: «¿En qué habría cambiado tu vida si te hubieras tenido a ti mismo como progenitor?» Me produce curiosidad. ¿A dónde vas con esta pregunta?100MICHAEL: Hay dos categorías de preguntas de este tipo que son muy útiles y las formulo aproximadamente así:a)b) Imagine: si usted fuese su propio hijo /hija, ¿qué cosa de su experiencia como hijo enriquecería su vida? Si usted fuese su propio hijo/ hija, ¿qué cualidades parentales piensa que hubiera percibido como enriquecedoras de su vida?Las preguntas de este tipo suelen ser efectivas para desafiar las «verdades» de identidad negativas a las que a las personas se les hace adherir por sus

experiencias del abuso. El sentimiento de identidad está significativamente determinado por la percepción que tenemos acerca de las percepciones de otras personas acerca de quiénes somos. Y puesto que nuestros padres son fundamentales en esto, sucede que a menudo son los padres abusadores los que terminan teniendo la última palabra acerca de quiénes somos y acerca de cómo nos relacionamos con nuestro yo. Las preguntas como las que esbocé más arriba socavan la autoridad de los padres abusadores, que en su mayoría son hombres, y abren posibilidades para que hombros y mujeres revisen su relación con su«yo».Estas preguntas les permiten a las personas identificar aspectos de sus vidas como hijos, así como cualidades y características personales, que podrían haber sido enteramente apreciadas enotras circunstancias, dentro de los contextos de otras relaciones. Estas preguntas también hacen posible que las personas que han sido abusadas experimenten por ellos mismos la misma clase de compasión que con frecuencia sienten por otros. De esta manera, las respuestas de estos hombres y mujeres a estas preguntas tienen el efecto de despojar a los padres abusadores de la última palabra en cuestiones de identidad.102¿Cómo imagina que hubiera sido su vida si se hubiera tenido como padre/madre? Sise hubiera tenido así mismo como madre/padre, ¿qué cosa acerca del niño que usted era habría sido apreciada, que no lo fue? ¿Qué diferencia habría marcado en su crecimiento el haberse tenido a usted mismo como madre/padre? ¿Se hubiera aceptado mejor a usted mismo? ¿cómo? ¿Se habría sentido querible? ¿cómo?CHRIS: Bueno, esto satisface en parte mi curiosidad. Pero quisiera saber más sobre el tema, así que quizá podríamos retomarlo en otro momento. Vayamos ahora a las dificultades que tienen las mujeres para terminar -y no involucrarse en- relaciones en las cuales los hombres cometen abusos contra ellas. Sé que has dicho que esto puede llegar a ser mucho más difícil de lo que la mayoría de las mujeres esperan.MICHAEL: Hay muchas importantes consideraciones que les dificultan a las mujeres abandonar esas relaciones. Aparte de las ya analizadas en esta entrevista, existen consideraciones de índole económica y las que se vinculan con la falta de opciones para resolver el tema de la vivienda, falta de apoyo de familiares y amigos, amenazas y acoso de los hombres involucrados, etcétera.Pero existe otra importante consideración que debemos discutir aquí. Generalmente, en el momento de la separación y/o en el período inmediatamente anterior a este punto, las mujeres que son abusadas por sus parejas masculinas experimentan grandes expectativas (expectativas de que, a través de la separación saldrán del terror y la desesperación que se han convertido en parte de su existencia cotidiana y expectativas de que podrán alcanzar algún grado de bienestar). Sin embargo, a pesar de las expectativas positivas que son experimentadas hasta el momento de la separación y por un breve período después de esta, se encuentren donde se encuentren estas mujeres después de la separación -sea en un alojamiento propio, en refugios o en casa de amigos o parientes- existe un riesgo muy real en esos primeros momentos de que la mujer regrese a la situación violenta anterior, que está inalterada. Y, de hecho, esto es lo que un alto porcentaje de mujeres hace.A menudo, inmediatamente después de abandonar a un hombre violento, las mujeres empiezan a perder el sentimiento de alivio por haber escapado, así como su esperanza acerca de las nuevas opciones y posibilidades para sus vidas y las de sus hijos, y se hunden nuevamente en la desesperación. Muy pronto se encuentran en un «pozo», caracterizado por sentimientos de confusión, desorientación, profunda inseguridad y fracaso personal. La experiencia de las mujeres de estar en este pozo puede resultar tan abrumadora que pueden descubrirse sintiéndose aun peor que antes de abandonar al hombre abusador. Esta evolución suele leerse como

103un retroceso («Estoy peor que antes») y en muchas mujeres, esta lectura desempeña un papel importante en la decisión de volver a una situación violenta inalterada, a pesar de la alarma y las objeciones que esta decisión provoca en otras personas preocupadas por ellas.No obstante, otras lecturas de esta experiencia «como de estar en un pozo» son posibles, y algunas aportan interpretaciones que pueden contribuir significativamente a evitar este regreso a unasituación violenta e introducir nuevas posibilidades para la acción que probablemente brindarán apoyo a estas mujeres durante el proceso de separación.vo y el punto de arribo a alguna ubicación preferida en la vida y a algún relato alternativo y preferido de la propia identidad. Siempre hay alguna distancia entre estos dos puntos, en términos temporales. Y en este período, como en todo proceso migratorio, las mujeres atraviesan una serie de experiencias, muchas de ellas, difíciles. En este espacio «liminal» o «ni lo uno ni lo otro», reinan la confusión y la desorientación, a menudo todo parece inmanejable, incluso la relación con los hijos. Es en este espacio en el que las mujeres son vulnerables a un sentimiento de total incompetencia y fracaso personal, a sentimientos de desesperación y aguda desesperanza.CHRIS: ¿Cuál sería un ejemplo de dicha interpretación alternativa? y ¿cómo es introducida?CHRIS: Entonces, ¿cómo ayuda en este trabajo la metáfora de la migración?MICHAEL: Si las mujeres que están trabajando para abandonar relaciones en las cuales son tratadas con violencia por los hombres -y para no volver a ellas- aprecian la medida en que estos proyectos las comprometen en una «migración de identidad», y si llegan a entender los procesos implicados en dichas migraciones, entonces, es posible que lleguen a completar este proyecto con éxito.La identidad que las mujeres han experimentado antes de la separación es una identidad que ha sido impuesta por el hombre abusador y, también, por otras personas que habrían cometido abusos en sus familias de origen y/o en otras instituciones de esta cultura.Como para los hombres abusadores es imperativo lograr el control de la mujer, durante su relación reinterpretan, implacable y sistemáticamente, las historias e identidades de estas mujeres.Así, cuando estas mujeres empiezan a dar pasos para liberarse, están haciendo mucho más que liberarse de un trauma en curso, están haciendo mucho más que liberarse de una red social familiar y están haciendo mucho más que lanzarse a la inseguridad material, aunque tener que enfrentarse a todo esto «solamente» ya es más que suficiente para cualquiera de nosotros, en cualquier momento de la vida.En ese momento, las mujeres están embarcándose también en una migración de identidad. Y, en esta migración, siempre hay alguna distancia entre el punto de la separación del contexto abusiMICHAEL: Si las mujeres tienen la oportunidad de incluir su experiencia de descenso hacia este pozo de confusión y desorientación como parte de un proceso, si tienen la oportunidad de colocarlo en el mapa de una travesía en curso, en lugar de interpretarlo como un retroceso, entonces estarán menos expuestas a retornar a una situación violenta inalterada. Si las mujeres son capaces de entender estas experiencias como productos de una migración de identidad, se les hace más factible perseverar en su travesía, a pesar de la desorientación y la confusión. El trazar este mapa ayuda a las mujeres a colocar su angustia dentro del contexto de progreso, defender y aferrarse a la idea de que el futuro podría depararles algo diferente, aferrarse a sus esperanzas, a sus expectativas de una vida mejor, mantener a la vista el horizonte de otro mundo posible.Para facilitar el trazado de este mapa de la experiencia de estas migraciones de identidad, generalmente comparto con las mujeres que me consultan los gráficos

de las experiencias de migración de otras mujeres en circunstancias similares, es decir gráficos que otras mujeres han diseñado durante nuestro trabajo, y que me han dado el permiso de compartir con terceros. Luego de analizar esos gráficos, aliento a las mujeres que me consultan a indicar dónde creen estar en su travesía.CHRIS: ¿De modo que se invita a las personas a delinear su propia travesía en referencia a la travesía de otras?104105MICIAEL: Sí. Aliento a las mujeres a reflexionar sobre sus experienias de esta migración, a elegir uno de los gráficos que tengo de muestra y marcar allí el punto en el cual creen estar actualmente situadas en esta travesía. Las mujeres descubren que hacer una cruz en un gráfico que les brinda alguna indicación de su ubicación en una trayectoria llamada «migración de identidad», el mero acto de hacerlo produce un cambio dramático en su actitud hacia lo que están atravesando. Las interpretaciones de retroceso se desvanecen y la esperanza, un antídoto para la desesperación, resurge. Y esto es algo con lo que las mujeres pueden contar para salir de la previsible confusión y desorientación que caracteriza tales travesías.CHRIS: ¿Cómo procedes para introducir la idea de marcar la propia ubicación en estos gráficos?M1CHAEL: Generalmente hago preguntas como: Aquí es donde estaba Jane alas tres semanas. Usted está a tres semanas de comenzada la travesía. ¿En este gráfico, dónde cree estar hoy? ¿Dónde ubicaría su posición actual? Mary podría responder con algo como: «Bueno, pienso que me estoy sintiendo peor que como Jane se sentía en este punto» y, dependiendo de la forma del gxáfico, podría terminar haciendo una marca en el gráfico que la situara enalgún punto más adelante en la travesía. 0 Mary podría decir «No creo que me esté sintiendo tan desesperada como se sentía Jane en este punto, de modo que creo que estoy aquí» y podría ubicar su posición actual en un punto que Jane ya habían alcanzado en la segunda semana de su migración. Incluiré unan copia de uno de estos gráficos para que se publique junto con esta transcripcióXI [véase la página siguiente]. En estos ejemplos los lectores ver4n que, en la etapa inicial de esta migración, de-_bido a la clase de experiencias previsibles en una migración de identidad, sentirse peor es invariablemente interpretado como progreso, no como retroceso.CHRIS: quiere decir que las mujeres que se liberan de contextosviolentos corren menos riesgos de volverse atrás si puedrn referirse a estps mapas. Y si pueden leer su experiencia dentro del contexto de estos mapas ¿sabrán qué esperar?cUó a óUC N 0 acN a ÚRd O :C ó-.o r j o ó asim a T c :ó á Ñ áN N zm ,Úz°LLu

i01 Cp f i0 M) Q C7 NiILIsauaiq ap oluaiwiluas ap SOPBJE)ugiosjodaoouwai el ap oluaw0Wc .oVr- N M tf <D a0 O! ,Ouc .7O 0,0 Ü Ro c N áWuóioejadsosep ap o;uaiwiluas ap SOPBJE)106aovNT0NC N107MICHAEL: Sí. Y de esta manera comenzarán a sentirse menos alarmadas por las experiencias de confusión, desorientación y demás de ese período que no es «ni lo uno ni lo otro», así como menos vulnerables a estados de aguda desesperanza que no hacen otra cosa que complicar estas travesías.Me gustaría destacar aquí que nunca dos gráficos de migración de identidad son exactamente iguales y que la mujer que consulta y yo tenemos la tarea conjunta de identificar las particularidades de su travesía. Para lograrlo, podemos dedicar tiempo a analizar todo aquello de lo que la mujer se está separando, así como sus experiencias más recientes en la travesía y podemos empezar a especular acerca de lo que esto podría sugerir sobre el futuro, o sea sobre futuras circunstancias de la vida, sobre modos de ser en el mundo que podrían estar en el horizonte. También podemos entrar en especulaciones acerca de la distancia que cabría esperar entre la separación y el arribo o «reincorporación».Para ayudar en estas especulaciones, suelo compartir con las mujeres algunos detalles de las travesías de otras mujeres que tuvieron gráficos similares. Basándome en las interpretaciones de esas travesías que otras mujeres me han dado, generalmente les informo que el tiempo mínimo requerido para estas migraciones de identidad son nueve meses. No obstante, también les informo que, si las circunstancias de este viaje son buenas, pueden esperar sentirse algo mejor mucho antes del punto en que estén establecidas en otra ubicación en la vida y del punto en el que hayan afirmado un sentido de identidad diferente y preferido.CHRIS: ¿Qué quieres decir con «si las circunstancias son buenas»?MICHAEL: Podemos trabajar para establecer las circunstancias favorables. Por ejemplo, generalmente aliento a las mujeres que me consultan a entrevistar a otras mujeres sobre sus migraciones. Puede tratarse de migraciones similares a las propias o de otro tipo de migraciones, incluyendo las geográficas. En Australia, debe haber pocas personas que no conozcan a alguien que haya migrado y la mayoría conoce a alguien a quien el proceso de migración le resultó dificil, personas a las que irse les resultó tan duro que casi se volvieron o quizá desearon haber podido volverse. Al entrevistar a otros acerca de sus experiencias migratorias, las mujeres pueden108

identificar qué los sostuvo en el proceso y pueden desarrollar conocimientos acerca de qué circunstancias son más favorables a la perseverancia. Además, pueden obtener una percepción más aguda de cuánto habrán de avanzar en el camino antes de llegar a sentir que se están liberando de la inseguridad, confusión y desorientación que se asocian con estas migraciones.Planear una celebración para el momento del arribo, al final de la travesía, también puede ayudar a establecer estas circunstancias. Esta planificación puede ir desde hacer la lista de invitados hasta preparar las invitaciones.CHRIS: Has mencionado las dificultades que los sobrevivientes al abuso suelen tener para desarrollar redes de apoyo y los significados negativos que suelen atribuir a su necesidad de ayuda. ¿Podrías decir algo sobre esto?MICHAEL: Muchas de las mujeres, y también hombres, que conozco y que históricamente han sido sometidos al abuso, son más bien críticos de sí mismos por la que consideran su «naturaleza dependiente». Tienden a patologizarse a través de diversas autoacusaciones por lo que interpretan como su dependencia de otros. En ocasiones, esta preocupación ha sido el motivo de su consulta. La «dependencia» es un problema que es presentado para ser «resuelto» y, con su resolución, las personas esperan alcanzar un destino en sus vidas en el cual puedan «ser autosuficientes».Ahora bien, suelo encontrar algo curiosa esta definición del problema y esta conclusión acerca de la solución. ¿No es probable que estas definiciones y estas conclusiones estén informadas por las nociones culturales dominantes acerca de qué significa ser una verdadera persona -esto es, «independiente», «serena», «autónoma», «personalmente realizada», etcétera- y las nociones culturales dominantes acerca de cómo habría de lograrse esto, es decir, por medio de la separación?Mi respuesta a dichas autoacusaciones suele ser tomar nota acerca de los miembros del «equipo de abuso» durante el curso de la vida de la persona y acerca de las operaciones de este equipo y del Período que llevan operando. Esto me permite calcular la «fuerza» de este equipo de abuso y de su trabajo, por simple multiplicación, esto es, el número de miembros del equipo de abuso activo por el ni109vel de sus operaciones por el período de esas operaciones. Los miembros incluyen a todos aquellos que estuvieron central o periféricamente involucrados, incluyendo a los que fueron cómplices del abuso, si bien no activos en su comisión. Luego, podemos determinar juntos qué cosa podría hacerle contrapeso al equipo de abuso. Ahora bien, es lógico que el establecimiento de un «equipo de apoyo», un equipo que brinde cuidado, aliento y protección, podría proporcionar dicho contrapeso y a la larga inclinar la balanza en favor de la persona. Se hace posible determinar, a través del cálculo, los requerimientos, en composición y actividad, del equipo de apoyo. Pueden hacerse algunas proyecciones acerca de esos requerimientos por medio de un cálculo en el cual la duración de la participación, la intensidad de la actividad y el número de miembros del equipo de apoyo están todas en relación inversa, de modo que parece mejor incluir más personas en el equipo de apoyo, en lugar de menos.Así, en este trabajo se reinterpreta lo que las personas habían definido como codependencia. Las personas ingresan en discursos alternativos sobre su identidad. Sea lo que fuere la «codependencia», esta deja de ser un hecho psicológico de la vida de la persona que debe ser «elaborado» y, por ende, las prácticas de autoacusación asociadas a ella retroceden. A las personas se les hace ahora posible abordar a aquellos de quienes creían ser dependientes e invitarlos formalmente a sumarse al equipo de apoyo. Asimismo, puede ampliarse el número de miembros del equipo de apoyo alentado a las personas a identificar e invitar a otras personas que ellos crean que estarían dispuestas a sumarse. Si luego de estos pasos existe un déficit de miembros, los terapeutas pueden poner a las personas en contacto con otras que

son miembros «vitalicios» de equipos de apoyo y que estarían dispuestas a participar.Cuando los miembros en vista reciben invitaciones formales a sumarse a dichos equipos, es menos probable que se sientan agobiados y más probable que esperen interesados la primera reuniónde equipo de apoyo, de modo de poder discutir su contribución. Al recibir esta invitación, también es mucho más probable que se sientan reconocidos por su contribución hasta la fecha. Y es beneficioso que en las invitaciones formales se reconozca el trabajo de apoyo que ya han realizado.CHRIS: ¿Cómo son esas reuniones de equipo de apoyo?MICHAEL: Primero, la persona que envió las invitaciones hace una descripción de los miembros del equipo de abuso, sus actividades, la duración de estas actividades y los efectos a largo plazo de las mismas. Segundo, se introduce la noción de equipo de apoyo, junto con algunas ideas acerca del papel que este equipo podría desempeñar para lograr la anulación del trabajo del equipo de abuso. Tercero, se le brinda un reconocimiento al trabajo -y a los efectos de este trabajo- que los posibles miembros del equipo de apoyo ya han realizado en esta dirección. Cuarto, los candidatos a miembros del equipo de apoyo hablan de la clase de contribución permanente al trabajo de apoyo que creen que impugnaría el trabajo del equipo de abuso y que se ajustaría a las necesidades de sus propias vidas de manera tal que no les resultaría gravoso. Quinto, la persona que convocó la reunión responde a estas propuestas y hace nuevas sugerencias acerca de lo que funcionaría mejor para ella. Sexto, todas estas propuestas y sugerencias son negociadas y se elaboran planes para su puesta en práctica. En este punto, los planes son elaborados en sus particularidades.CHRIS: ¿Participas en estas reuniones?MICHAEL: Pienso que es muy importante que el terapeuta esté presente al menos en las dos primeras reuniones, para brindar ayuda y clarificación. Para los terapeutas, tanto como para lo miembros del equipo y la persona que convocó la reunión, estas ocasiones pueden ser profundamente conmovedoras.CHRIS: Supongo que este proceso de formalización tiene un efecto notable en la moral del equipo.MICHAEL: Sí. Los integrantes del equipo sienten que están asumiendo un rol más proactivo, uno que no cansa. Por ejemplo, puede ser que uno de los integrantes del equipo disfrute el expresar sus habilidades artísticas haciendo tarjetas con mensajes que contradicen las «voces» del equipo de abuso, tarjetas que la persona que convocó al equipo de apoyo puede recibir por correo tres veces por semana. Este rol proactivo implica que la contribución central de los miembros del equipo de apoyo ya no es la de responder a las crisis. Además, una vez que el equipo de apoyo ha comenzado a trabajar, la persona que lo ha convocado experimenta menos crisis.CHRIS: ¿Piensas que el desarrollo de equipos de apoyo es especialmente importante en el período en el que una sobreviviente de abuso está atravesando la migración de identidad de la que hablaste con anterioridad?MICHAEL: Sí, creo que es especialmente importante. Contribuye a generar condiciones favorables a la perseverancia y la esperanza, condiciones en las que es menos probable que las personas se sientan una carga para los demás y en las cuales son más capaces de simplemente pedir ayuda y aprovechar el apoyo disponible.CHRIS: Quisiera cambiar de tema y hacerte algunas preguntas acerca de cómo ves la relación terapéutica. Sé que piensas que es importante que las relaciones de poder inherentes a la interacción entre terapeuta y cliente sean abiertamente reconocidas y abordadas. ¿Podrías decir por qué lo consideras importante y cómo lo encaras?MICHAEL: Dentro del contexto terapéutico siempre existe un diferencial de poder, no importa cuán comprometidos a desmantelarlo estemos, no importa cuán decididos estemos a establecer este contexto como igualitario. El reconocimiento de este

hecho hace que los terapeutas tomen conciencia de que les corresponde encontrar maneras de asegurarse de que este diferencial de poder no tenga efectos desfavorables en las vidas de las personas que los consultan.Con frecuencia me consultan hombres y mujeres que han sobrevivido al abuso y existe aquí un gran potencial para que este diferencial de poder inherente tenga efectos negativos en las vidasde estas personas y reproduzca algunas de sus experiencias de sometimiento. De modo que es imperativo que hable con las personas acerca de los posibles efectos negativos de este diferencial de poder en el contexto terapéutico y acerca de cómo podríamos crear estructuras que reduzcan esas posibilidades. Pero además, y quizás esta sea una consideración más fundamental, existe el hecho de que yo soy hombre y, generalmente, quienes perpetran los abusos son hombres. De manera que también tengo que hablar con quienes me consultan acerca de cómo este hecho podría introducir ciertos riesgos en la interacción terapéutica, acerca de la posibilidadde que este hecho condujera a la reproducción inadvertida de experiencias pasadas de dominación y descalificación.CHRIS: Para llamar la atención sobre los riesgos potenciales que surgen del hecho de que pertenezcas al género masculino, ¿de qué hablas?MICHAEL: Depende totalmente de las circunstancias y puede estar informado por el hecho de que la persona esté empezando a apreciar los aspectos políticos de las relaciones de género. En respuesta a esto puedo exponer mi idea acerca del grado en que el comportamiento de otros está a menudo gobernado por el humor de un «patriarca» -o, si quieres, por el talante que ostenta un hombre mayor- y el grado en que existen posibilidades de que algunas de mis respuestas sean leídas como humorales y percibirse como de algún modo intentando ejercer algún control sobre la persona o descalificar su conocimiento o inteligencia en el contexto de la terapia. O, en otras circunstancias, puedo especular acerca de peligros totalmente diferentes. Al analizar peligros potenciales como estos pueden elaborarse planes para controlarlos, llamar la atención sobre ellos cada vez que algún participante los reconozca en acción y abordarlos dentro del contexto de la terapia.Pero esta clase de reconocimiento de estos posibles peligros y limitaciones de nuestro trabajo no es suficiente. Creo que debemos agotar los esfuerzos para incorporar prácticas y estructuras de responsabilidad y transparencia. Describí algunas de estas prácticas y estructuras de responsabilidad y transparencia en un texto titulado «Una conversación sobre la responsabilidad» [véase el capítulo 6 de este libro] y no las analizaré aquí.CHRIS: Retomando lo que decías sobre el talante del «patriarca», pienso que es especialmente importante que reconozcamos la medida en la que nuestras interacciones con las familias pueden estar gobernadas por la disposición de ánimo del padre y la medida en que esto puede desplegarse en contextos terapéuticos cuando las familias están consultando terapeutas. Te he oído hacer observaciones similares. Y pienso que te he oído hablar de la importancia de que los terapeutas reconozcan la medida en que su participación puede estar gobernada por estos humores. ¿Te he interpretado correctamente?MICHAEL: Sí. Cuando se trabaja con familias o, en todo caso, cuando se trabaja con parejas heterosexuales, creo que es importante que los terapeutas sean conscientes de este tema. Todos tenemos experiencia de la cultura masculina dominante y sabemos que muchos aspectos de esta experiencia son profundamente negativos. Supongo que la mayoría de los lectores de esta entrevista podrían fácilmente referir historias acerca de ocasiones en sus vidas en las cuales lo que dijeron y el modo en que actuaron estuvo considerablemente determinado por los humores de algún patriarca. Y a un gran número de nosotros se nos ha enseñado a temer y guardarnos de estos humores. De modo que cuando nos enfrentamos a los humores de los patriarcas, somos algo vulnerables a adoptar un

comportamiento contrario a nuestro criterio ideal, comportamiento que compromete nuestros valores elegidos, que viola nuestras relaciones con nuestros «yoes».Entonces, es sensato que nos hagamos responsables de fiscalizar nuestras respuestas a los patriarcas en los contextos terapéuticos. Esto nos dará la posibilidad de determinar si nuestras percepciones del talante de ese hombre están determinando nuestras respuestas en este trabajo. Es obvio que si estos humores están determinando nuestras respuestas a los otros miembros de las familias que nos consultan, sin duda estaremos contribuyendo a su experiencia de opresión.CHRIS: Como parte de protestas cada vez más difundidas en el sentido de que, en el proceso de prestar atención a la experiencia de las mujeres, la experiencia de los hombres está siendo ignorada, recientemente he oído a hombres y mujeres afirmar que es tan probable que las madres abusen de los niños como que lo hagan los padres (o aun más). ¿Podrías comentar tu experiencia en el área y cómo ves el contexto de estas afirmaciones?MICHAEL: Pienso que estas afirmaciones son en buena medida parte de una reacción general. Estas afirmaciones se hacen sobre la base del borramiento de ciertas importantes distinciones en torno a la definición de abuso. Muchos investigadores parecen estar decididos a borrar esta distinción. Hace muchos años que trabajo con hombres y mujeres que han sido abusados en diversas circunstancias. Y casi invariablemente el abuso fue perpetrado por hombres.Ahora bien, sé que se ha dicho que hombres y mujeres encuentran más difícil revelar el abuso cometido por sus madres que el cometido por sus padres, pero esto no tiene mucho sentido. No he escuchado una razón convincente acerca de por qué hombres y mujeres tendrían más dificultades para revelar el abuso cometido por sus madres que el cometido por sus padres. De hecho, debido a que en nuestra cultura generalmente se espera que sean los padres quienes disciplinan a los hijos y a que se considera legítimo que recurran a castigos corporales, creo que es más probable que los intentos de las mujeres de disciplinar a los hijos sean leídos como abuso que los de los hombres. De hecho, parece que rara vez los abusos que los hombres perpetran en nombre de la disciplina son interpretados como abuso.Agreguemos a esta consideración el hecho de que la nuestra es una «cultura que culpa a la madre»: creo que este es un hecho irrefutable. En estas circunstancias, no me cabe duda de que es más factible que cualquier abuso perpetrado por una madre sea colocado bajo el microscopio que cualquier abuso perpetrado por un padre. De modo que pienso que esa afirmación a la que te refieres es una afirmación espuria y, como dije, forma parte de una reacción o contragolpe general, en ocasiones bien organizado, contra las voces de las mujeres sobre el tema del abuso.CHRIS: ¿Qué dirías entonces acerca de las experiencias de los hombres que han sido seriamente abusados por una figura femenina? Porque lo que acabas de decir podría fácilmente interpretarse como una descalificación de su experiencia.MICHAEL: Realmente espero que nada de lo que he dicho en esta entrevista sea percibido como una descalificación de las experiencias de los hombres que hayan sido abusados por mujeres, ni de las experiencias de las mujeres que hayan sido abusadas por mujeres. He trabajado con hombres y mujeres que han sufrido abusos por parte de su madres y otras mujeres y, en esta situación, he atendido tan cuidadosamente a la articulación de esta experiencia como lo he hecho a la de cualquier otra experiencia de abuso.CHRIS: Hay otras preguntas que quisiera hacerte, sobre otros aspectos de tu trabajo con personas que han sobrevivido al abuso. ¿Estás de acuerdo?MICHAEL: He apreciado tus preguntas y me han brindado la oportunidad de articular muchas de mis ideas acerca de este trabajo. Pero necesitaría un descanso. Quizás podríamos volver sobre esas otras preguntas en alguna otra ocasión. Me gustaría también sugerirte una lectura que te podría interesar: Discoveries: A Group Resource Guide for Women who have been Sexually Abused

during Childhood, de Sheridan Linnell y Dorothy Cora. Esta guía de recursos es una buena fuente de información sobre aplicaciones prácticas y creativas de este trabajo dentro de la tradición narrativa.5CHRIS: Muy bien, lo buscaré. Y combinemos para encontrarnos de nuevo a hablar de este trabajo. Gracias, Michael.Experiencia psicótica y discurso*BibliografíaENTREVISTA DE KEN STEWART**Linnell, S. y Cora, D. 1993. Discoveries: A Group Resource Guide for alomen who have been SexuallyAbused during Childhood. Sydney, Dympna House Publications.KEN: en la entrevista de 1990 te pedí que me explicaras tu teoría de la patología. Y me respondiste así:U1uvDE LA COSTALa palabra «patología» me asusta. Cuando la oigo pienso en el espectacular éxito de la medicina clínica en la cosificación de las personas y sus cuerpos, y pienso hasta qué punto la patologización de las personas es la práctica más corriente y aceptada en las disciplinas de la salud/ bienestar mental -y el más importante logro de las escuelas psicológicas.¿Hoy tu respuesta sería la misma?MICHAEL: De ninguna manera me retractaría de lo que sostuve en aquella entrevista de hace algunos años. Actualmente los profesio* Esta es, en cierto sentido, una entrevista dentro de otra entrevista. Algunas de las preguntas aquí formuladas se basan en una entrevista anterior, que se realizó en 1990 y nunca fue terminada.** Ken Stewart pertenece al Programa de Tratamiento de Familia de Human Services Inc., Washington County, Minnesota, y es profesor adjunto de la Facultad de Psicología Profesional de Minnesota.nales tienen una cantidad realmente enorme de oportunidades para patologizar las vidas de las personas. Debido a una extraordinaria inversión en el desarrollo de los discursos de la patología, tenemos ahora a nuestra disposición un vasto conjunto de maneras de hablar e interactuar con la gente, que reproducen el dualismo sujeto/objeto, tan omnipresente en la estructuración de las relaciones dentro de nuestra cultura.Estas maneras de hablar e interactuar con las personas las colocan del otro lado del conocimiento, afuera. También hacen posible que los profesionales de la salud mental construyan a las personas como los objetos del conocimiento psiquiátrico, que contribuyan a crear un sentido de la identidad que tiene como característica fundamental la «otredad». El éxito de estos discursos está fuera de discusión, y yo creo que tal logro representa una de las grandes marginaciones de la cultura contemporánea.KEIV: Actualmente existe en nuestro campo un gran interés por el pensamiento posmoderno. ¿Crees que esas tendencias posmodernas tienen influencia sobre los diversos discursos patologizantes?MICHML: En efecto, algo de eso hay. Sin embargo, no estoy seguro de que se haya avanzado mucho en el cuestionamiento de la hegemonía de los discursos patologizantes, que sufren permanentemente un proceso de revisión, perfeccionamiento y elaboración.KEN: ¿En qué situación nos coloca esto? ¿Habrá una manera de encarar las concepciones tradicionales de las llamadas enfermedades mentales, como la esquizofrenia, el trastorno obsesivo-compulsivo, la personalidad histriónica y otros trastornos de la personalidad, a partir de los conceptos del Eje II del DSM IV, sin patologizar a la gente? ¿Y nosotros, los que sostenemos la perspectiva del construccionismo social, estamos cediéndoles ese territorio a los autores de los conocimientos psiquiátricos o defendemos nuestro derecho a él? Y si lo hacemos ¿cómo encaramos los fenómenos a que se refieren estas

clasificaciones? ¿Crees que la terapia de familia tiene algo que ofrecer en ese campo?MICHAEL: Contestaré primero la última pregunta. Por alguna razón, la terapia de familia se abstiene de participar en la crítica dirigida a las instituciones que han desempeñado un papel clave en el mantenimiento y la reproducción de estos discursos patologizantes: se considera al margen de tales discursos. Pero yo no creo que pueda mantener esa posición. Históricamente, la terapia de familia adoptó los sistemas formales de análisis informados por metáforas como «sistema», «dinámica», «estructura», etcétera. Estas metáforas brindan una interpretación de «experto» de los eventos y experiencias de las vidas de las personas, y se las utilizó para evocar ideas de «trastorno», «disfunción» y «patología» familiar o relacional. Además, estas metáforas nos han alentado a posicionarnos con respecto a los otros de una manera que también reproduce el dualismo sujeto/objeto a que ya me he referido.KEN: Los discursos patologizantes han sido muy criticados, desde dentro y desde fuera del campo específico. Pero a pesar de ello, siguen dominando a todos los otros discursos que trataron de ofrecer alternativas. ¿Cómo interpretas esto?MICHAEL: Sí, hubo muchas críticas, y tal vez sea convenienté repasar algunas.En primer lugar, está el problema de la autopresentación del profesional de la salud mental. Se ha dicho que el hecho de que los profesionales demuestren cierto grado de «dominio del tema» en su manera de hablar sobre las vidas de otras personas -también informadas por los discursos patologizantes-, y de que demuestren cierto grado de destreza en su manera de actuar con los otros, les concede alguna autoridad moral dentro de sus comunidades. Al lograr el dominio del tema y al demostrar que poseen la destreza necesaria, se ganan la estima de sus colegas.Segundo, no faltan quienes sostengan que la demostración de tal competencia y de tales conocimientos franquea el ingreso a un mundo de oportunidades laborales y económicas. Es por eso que la «agudeza diagnóstica», la capacidad de emitir un diagnóstico preciso y acertado, es altamente rentable y brinda acceso al poder institucional. Y aun más: en Estados Unidos ha llegado a ser una necesidad. Es prácticamente imposible que los profesionales de la salud mental se ganen la vida si no subordinan su trabajo a las especificaciones del DSM III-R, o a cualquiera sea su última versión.Tercero, puede argumentarse que, debido a que los discursos patologizantes se presentan en un lenguaje impresionante que pretende ser expresión de una realidad objetiva, los profesionales de la salud mental pueden eludir la confrontación con las verdaderas consecuencias que esas maneras de expresarse y de actuar tienen para las personas que los consultan. Si nuestro trabajo tiene que ver con la idea de someter a las personas a la «verdad», no podremos percibir las consecuencias de nuestra manera de hablar con las personas sobre sus vidas ni de nuestra manera de estructurar las interacciones. Este manto de «verdad» nos permite no reflexionar sobre las implicaciones de nuestras construcciones y de nuestras interacciones terapéuticas con respecto a la posibilidad de moldear las vidas de la gente. Así, los discursos patologizantes permiten a los profesionales de la salud mental eludir la responsabilidad y retener y ampliar su monopolio de poder.Estas son algunas de las numerosas críticas posibles. Pero además existen consideraciones que pueden explicar el extraordinario desarrollo de estos discursos y su éxito. Los discursos patologizan tes nos ofrecen la posibilidad de vivir con cierto grado de comodidad en un mundo donde es cada vez más difícil hacerlo. Además, permiten definir como aberraciones los problemas por los que la gente busca ayuda. Y de ese modo nos ayudan a eludir el reconocimiento del hecho de que estos problemas pertenecen a nuestra cultura, son producto de nuestras formas de vida y de pensamiento. Los discursos de la patología nos sirven para ignorar hasta qué punto los problemas por los que la gente busca una terapia son la consecuencia de ciertas prácticas de relación y prácticas del yo, informadas

por las nociones modernas del «individualismo». Y también son esos discursos los que nos permiten ignorar hasta qué punto los problemas de la gente tienen que ver con las estructuras de inequidad de nuestra cultura, incluyendo a las que involucran género, raza, etnicidad, clase social, status económico, etcétera.Naturalmente, si podemos ver en las dificultades de la gente el resultado de cierta aberración y no el producto de nuestras maneras de pensar y vivir, podremos asimismo eludir la confrontación con nuestra complicidad en el mantenimiento de esas formas de vivir y de pensar. De ese modo nos sentiremos autorizados para negar nuestra complicidad con la constitución de los mundos que compartimos con los otros. Al oscurecer este vínculo entre los problemas por los que la gente busca ayuda y las formas de vida y pensamiento de nuestra cultura, podemos no reconocer que es nuestra responsabilidad tener en cuenta el contexto de las vidas de las personas; y que es también nuestra obligación desmantelar las diversas estructuras de desigualdad en que transcurren.KEN: Ahora podríamos pasar a examinar algunos aspectos específicos de tu trabajo. Según me han dicho, te opones al uso de etiquetas y a la prescripción de medicamentos.MICHAEL: Es interesante, yo también he oído ese comentario acerca de mi posición en estas cuestiones.KEN: ¿Y bien?MICHAEL: De vez en cuando me entero de que he dicho algo que no dije; y de vez en cuando leo versiones de mi pensamiento que no reflejan lo que pienso. También me han llegado relatos de mi conducta totalmente alejados de mi experiencia de esta.KEN: ¿Podrías darme un ejemplo de esto último?MICHAEL: Hace algunos años circuló la versión de que durante una consulta en Canadá yo había externalizado un problema con una persona que tenía un diagnóstico de esquizofrenia paranoide, y que en respuesta a ello me habían dado una paliza. Lo que en realidad sucedió fue que intervine en un asalto para evitar que se perpetrara un grave daño físico, y en esas circunstancias fui herido en la cara. Además, el episodio no tuvo nada que ver con una consulta.KEN: ¡Esto es horrible! Entonces explícame cuál es tu posición respecto a las etiquetas y la medicación.MICHAEL: Con respecto a los fármacos, yo no he tomado una actitud general sobre las llamadas «medicaciones antipsicóticas», sino que me he interesado en descubrir lo que es habilitante para las personas. Y uso la palabra «habilitante» en un sentido positivo. Esta consideración lleva a ciertos interrogantes específicos:120¿Cómo podríamos tratar de ayudar a las personas a determinar si estos fármacos contribuyen a mejorar su calidad de vida o a deteriorarla?• ¿Cómo podríamos tratar de ayudar alas personas a determinar de qué maneras esos fármacos podrían ser habilitantes y de qué maneras podrían ser incapacitantes?¿Cómo podríamos tratar de ayudar a las personas a controlar los efectos de diferentes medicamentos y de diferentes niveles de medicación?¿Cómo podríamos tratar de ayudar a las personas a evaluar los verdaderos efectos de la medicación sobre sus vidas y sobre sus relaciones con los otros?¿Cómo podríamos tratar de ayudar a las personas a establecer lo que para ellas podrían ser criterios adecuados para tal evaluación?¿Cómo podríamos tratar de ayudar a las personas a informarse a fondo acerca de los diversos efectos secundarios negativos de estos fármacos?• ¿Cómo podríamos tratar de ayudara las personas a identificar qué gente está más comprometida con la aceptación de regímenes de medicación, qué gente está menos comprometida, y cuáles son los intereses particulares de ambas partes?

Estas preguntas son apenas una muestra de las muchas que podríamos hacer sobre la administración de fármacos.Aliento la esperanza de que esta discusión sirva para desmentir la idea de que me opongo al uso de medicamentos. Yo he visto usar medicamentos de modo que logran tener un efecto profundo en laampliación de los horizontes de vida de las personas, de modo que brinden una amplia gama de nuevas posibilidades para la acción. Y también he visto usar fármacos con fines principalmente de control social, he visto usarlas de un modo que disminuye significativamente las posibilidades para la acción y priva a las personas de la posibilidad de elegir.KEN: ¿Y qué opinas de las distintas etiquetas que se usan en el campo de la salud mental?MICHAEL: Si te refieres a la práctica de hacer diagnósticos psiquiátricos, debo decirte que no estoy interesado en eso. Con respecto a122las etiquetas en general, y al uso que se hace de ellas, es conveniente plantearse algunos interrogantes similares a los que mencioné.Al responder a preguntas como esta tengo conciencia del hecho de que a algunas personas las etiquetas les resultan habilitantes. Esto ha sido interpretado de diversas maneras. Se dice, por ejemplo, que las etiquetas de enfermedad alivian las diversas autoacusaciones y el sentimiento de incapacidad personal que experimentan las personas que son incapaces de vivir sus vidas de un modo habitual. Además, se dice que esas etiquetas les permiten a las personas evitar el estrés de las expectativas a las que estarían sujetas si estuvieran «bien». Y también se sostiene con frecuencia que los diagnósticos psiquiátricos sirven para diluir la culpa que tantas veces experimentan los parientes, y que esto tiene el efecto de aliviar los comportamientos autodestructivos y promover interacciones más constructivas dentro de los contextos familiares.Y si bien puedo valorar estas argumentaciones y respetar lo que haya que decir acerca de algunos de los efectos positivos de los diagnósticos psiquiátricos, no tengo dudas de que los resultados suscitan cierta interesante reflexión sobre nuestra cultura. Es posible pensar que esa gente, para liberarse de las autoacusaciones y de las atribuciones de incapacidad personal; para liberarse del estrés que les producirían las expectativas acerca de lo que significa en nuestra cultura ser realmente una persona, y para no experimentar los sentimiento de culpabilidad que hemos discutido, esa gente tendría que ingresar al sitio de la «enfermedad». Y la enfermedad es un sitio de la cultura: está estructurado, determina ciertas formas de vida y de pensamiento. La enfermedad es un sitio de la cultura que moldea la vida.Así, el diagnóstico provee una exención que es válida sólo gracias a la enfermedad. Pero este hecho provoca una triste reflexión sobre nuestra cultura. Yo creo que podemos hacer mucho para ayudar a las personas a encontrar sitios alternativos dentro de esta cultura, sitios en los que puedan apartarse de las formas dominantes de ser y de pensar, sitios que aporten otras opciones para vivir la propia vida, sin necesidad de apelar a una suerte de absolución a través de la enfermedad.Y es interesante notar que en el trabajo que hacemos juntos para identificar estos otros sitios, que con frecuencia se definen por123medio del rastreo de historias de resistencia a la cultura dominante, el diagnóstico mismo termina por ser cada vez más irrelevante, y la absolución que acarrea se torna innecesaria para vivir.KEN: Entonces ¿qué sucede cuando te consultan personas que parecen identificarse con su diagnóstico psiquiátrico?MICHAEL: No quiero que se me interprete mal en este punto. Si estoy atendiendo a una persona que prefiere usar esas etiquetas, entonces me interesa respetar lo

que la persona cree que ellas le aportan, y me interesa explorar activamente junto con la persona qué cosas le facilita esta manera de hablar de sí misma.KEN: Pero dado que esas etiquetas colaboran en la colonización de la vida de la persona que estás atendiendo, es decir que contribuyen a que se la trate como un «otro» que es al mismo tiempo «conocible y visible», yo habría supuesto que te opondrías rotundamente a ellas.MICHAEL: Es difícil oponerse a las etiquetas per se. En el lenguaje se nombra constantemente, de modo que siempre tenemos etiquetas de un tipo u otro. Lo que sí tiene una importancia crítica es la índole de los discursos asociados con esta actividad de nombrar. En el proceso de dar nombre a algo, hay que preguntarse: ¿Qué conocimientos se privilegian y qué conocimientos son descalificados o presentados como irrelevantes? ¿Quién está calificado para hablar y para nombrar y en qué circunstancias es aceptable que lo haga? ¿Qué prácticas relacionales y qué técnicas de ejercicio del poder se asocian con los actos de nombrar, de diagnosticar, y cuáles son los verdaderos efectos de esas prácticas y técnicas sobre la vida de la gente? He tratado de destacar hasta qué punto lo más importante es el discurso.Desde luego, las etiquetas asociadas con cierto discurso pueden ser usurpadas cuando se las traslada a discursos alternativos. Los grupos marginados lo logran con frecuencia. Cuando estas etiquetas son tomadas e insertadas en un discurso alternativo, se convierten en términos que denotan orgullo, que representan ciertas elecciones y conocimientos acerca de formas de vivir y pensar. Esto tiene el efecto de apartar a las etiquetas del discurso más corriente, que tanto ha sojuzgado a los grupos marginales.124KEN: En mi opinión, todas estas ideas conducen a abordar el tema de la etiología. ¿Cuál es tu postura frente a la etiología?MICHAEL: Durante 17 de los últimos 20 años tuve relaciones formales con servicios psiquiátricos comunes. Trabajé en hospitales psiquiátricos estaduales y en servicios psiquiátricos para niños y adolescentes, y fui consultor de un gran hospital psiquiátrico público. Además, en Dulwich Centre tenemos un proyecto de salud mental para una pequeña comunidad independiente. Y quiero decirte algo que tal vez te parezca sorprendente. A lo largo de la totalidad de mi experiencia en estos diversos contextos psiquiátricos, muy pocas veces vi que las cuestiones vinculadas con la etiología tuvieran efecto alguno sobre el manejo del caso, excepto en las ocasiones en que se sospechaba la existencia de una lesión cerebral. Hasta la medicación es un asunto de ensayo y error. Y digo que puede parecerte sorprendente porque, a pesar de que la etiología es en general irrelevante para nuestro trabajo, cualquier persona que se haya desempeñado en servicios psiquiátricos corrientes sabe que en ellos se dedica una extraordinaria cantidad de tiempo y energía a tales cuestiones.Luego, ¿qué conclusión podemos sacar de todo esto? Tal vez las consideraciones vinculadas con la etiología sean la marca distintiva del desempeño del conocimiento psiquiátrico porque brindan oportunidades para darle carácter científico.KEN: ¿O sea que no tienes posición tomada respecto de la etiología?MICHAEL: Yo siempre me he negado a adoptar una posición sobre la etiología de los llamados trastornos psiquiátricos. De hecho, tampoco quise participar en debates y otras actividades que dependan de esto. Estoy dispuesto a tener en cuenta la mayoría de las ideas sobre etiología, pero te digo francamente que para lo que yo hago en este campo de trabajo, esas preocupaciones son irrelevantes.KEN: ¿Eso significa que hasta estás dispuesto a aceptar algunos de los actuales conceptos biológicos de la etiología para lo que se conoce como esquizofrenia?MICHAEL: ¡Por supuesto, por supuesto! Pero eso no es relevante para lo que yo hago.

125KEN: ¿Y qué es lo que haces? Al adoptar la posición que estás exponiendo sobre los discursos psiquiátricos, ¿no corres el riesgo de terminar excluyéndote de la participación en este campo? ¿No es posible que invalides tu contribución? ¿Que tu actitud te deje sin nada que decir?Además, podemos también unirnos con otras personas para cuestionar las relaciones de poder que informan el dualismo sujeto/objeto a que me he referido anteriormente en esta conversación.KErt: Dime algo más sobre cómo se podría llegar a eso.MICHAEL: De ninguna manera. Yo simplemente hablo de permanecer fuera del territorio tal como es definido por el conocimiento psiquiátrico y tal como es estructurado por los discursos patologizantes. No hablo de apartarme de la gente y sus experiencias, incluyendo aquellas que con tanta frecuencia son apropiadas por los discursos patologizantes.KEN: Muy bien. ¿Cuáles serían entonces tus opciones?MICHAEL: Creo que podemos ayudar a la gente a cuestionar la hegemonía de los conocimientos psiquiátricos. Podemos trabajar con las personas con miras a identificar en qué medida sus propias vidas están «hechas conocimiento». Podemos entablar conversaciones en las que se respeten sus conocimientos de la vida, conversaciones que tracen la historia de sus saberes. Podemos participar de conversaciones que les brinden la oportunidad de construir sobre estos conocimientos, que les ayuden a elaborar planes para aplicar sus saberes a las experiencias que encuentran problemáticas.Nosotros podemos trabajar en colaboración con la gente para identificar aquellas maneras de hablar de nuestras vidas que fomentan un sentimiento de iniciativa personal y que favorecen la experiencia de tener poder sobre la propia vida. También podemos ayudar a las personas a hacer distinciones entre estas maneras de hablar y otras, que favorecen las experiencias de marginación, que disminuyen el sentimiento de iniciativa personal y que socavan nuestra vivencia de autoridad.En vez de referir lo que hacemos a los sistemas formales de análisis que hemos discutido, podemos tratar de construir sobre las elaboraciones de nuestro trabajo que se vinculan más con las expe riencias de vida de las personas, incluyendo los fenómenos psicóticos. Podemos encontrar maneras de entrar más directamente en contacto con esas experiencias de vida.MICHAEL: Pondré aquí un ejemplo que se vincula con la idea de devolver la «mirada normalizadora» [o «examen», en este caso examen psiquiátrico] o volver la mirada sobre sí mismo, volver el examen psiquiátrico sobre sí mismo. Para aquellas personas que son receptoras de rondas de examinación psiquiátrica, investigar estas rondas puede llegar a ser muy habilitante. Hacerlo podría llevarlas a estudiar quién puede hablar, en qué circunstancias pueden ellos hablar, qué maneras de hablar son reconocidas, qué maneras de hablar son descalificadas, la autoridad de quién se privilegia y cuáles son los efectos de esa acción, etcétera. Creo que a muchas personas les cautiva la introducción de esta idea, y creo que tiene un efecto positivo aun cuando no sea adoptada de manera formal. Parece ser que aun pensar en lo impensable conduce de algún modo a deshacer los efectos de la marginación a la que la gente ha estado sujeta. Desde luego, también se puede devolver la mirada normalizadora de muchas otras maneras.KEIV: Es la idea más subversiva que he conocido.MICHAEL: Sí, tal vez todo esto sea bastante subversivo. Pero las prácticas de devolución de la mirada normalizadora no tienen por qué ser encubiertas, y tampoco son necesariamente antagónicas del trabajo del personal de las instituciones psiquiátricas. De hecho, tales prácticas pueden serles muy útiles a los profesionales de la salud mental en sus esfuerzos por establecer contextos terapéuticos. La devolución de la mirada puede tener el efecto de hacer transparentes muchas de las ideas y prácticas de los contextos psiquiátricos que

habitualmente se dan por sentadas, y es por ello que suele ser una gran ayuda para el personal que tiene la responsabilidad moral y ética de controlar los verdaderos efectos de sus interacciones sobre las vidas de las personas que buscan ayuda. Cuando los profesionales de la salud mental aceptan el hecho de que nunca pueden estar seguros de que no están reproduciendo -en su126127trabajo- las circunstancias que proveen el contexto de los problemas por los que la gente busca ayuda, experimentan cierto alivio por la realimentación y las posibilidades para la acción generadas por estas prácticas.KEN: Mencionaste también las posibilidades de una mayor orientación hacia la experiencia al trabajar con gente que tiene condiciones psiquiátricas definidas. ¿Podrías darme un ejemplo de cómo sería este trabajo basado en la experiencia en el caso de la esquizofrenia? ¿Y podrías explicarme qué distingue a esta posición de los enfoques aceptados de ese fenómeno?MICHAEL: Con respecto a los enfoques y métodos generalmente aceptados, he notado una fuerte parcialidad hacia la experiencia psicótica misma: un sesgo anti-experiencia. Creo que la idea de hablar con la gente de sus experiencias psicóticas ha tenido muy mala prensa en las últimas décadas. Dentro de ese contexto, no es sorprendente que algunas de las propuestas que he avanzado acerca de la práctica de hablar con la gente sobre su experiencia subjetiva de los episodios psicóticos hayan provocado cierta inquietud.KEN: Tal vez se trate del temor de que estuvieras reificando los delirios en lugar de sacar a la gente de ellos. ¿Qué influencia ha tenido esta respuesta sobre tu trabajo?MICHAEL: Ninguna. Algunas personas expresaron su aprensión acerca de mis prácticas de relacionarme con la experiencia psicótica, y se mostraron algo perturbadas por mi negativa a desistir de la exploración de las maneras de hablar con las personas acerca de su experiencia de los episodios psicóticos. Sin embargo, esas respuestas nunca me parecieron válidas.KEN: En tus talleres te has referido al trabajo que haces ayudando a la gente a revisar su relación con sus alucinaciones auditivas, sus «voces». ¿Se trata de uno de los desarrollos que surgieron de la exploración de las experiencias psicóticas?MICHAEL: Sí, así es. Ayudar a las personas a revisar su relación con sus voces constituye una parte importante de mis interaccionescon gente a la que han diagnosticado esquizofrenia. La revisión exitosa de esta relación tiene invariablemente un poderoso efecto sobre la calidad de vida de estas personas y, según mi experiencia, suele desempeñar un papel decisivo en la reducción de su vulnerabilidad a la recaída.KEN: Si esto es así, supongo que la práctica que mencionas estará siendo adoptada por un número creciente de profesionales de la salud mental.MICHAEL: Sí. Yo tengo contacto con muchos profesionales de la salud mental que han adoptado estas ideas en contextos singulares y de manera singular. Para dar un ejemplo de cómo lo están haciendo al trabajar con grupos de individuos que tienen diagnósticos psiquiátricos y que son considerados «enfermos crónicos», quisiera mencionar los grupos llamados Digno de Discusión creados por Gaye Stockell y Marilyn ONeil, de Sydney, y los desarrollos que ellos y sus colegas han realizado al establecer métodos más cooperativos dentro del contexto de la rehabilitación.Además, tengo contacto con otras personas que están explorando con entusiasmo la concordancia entre algunas de estas ideas y prácticas, sus propias contribuciones originales y algunas de las ideas y prácticas más establecidas en este campo. Son ejemplos: Chris Bells y Margaret Newmark, de Nueva York; y David Moltz, de Portland, Maine.Conozco administradores, gerentes y directores clínicos que han logrado modificar el perfil de algunos servicios psiquiátricos incorporando el tipo de

ideas y prácticas que aquí exponemos, junto con otras ideas y prácticas afines. Una persona con la que sería muy útil conversar, ya que ha logrado mucho en esta área, es Alan Rosen, de Sydney.Y hay muchas iniciativas más. Una, bastante reciente, es el trabajo que vienen realizando Stephen Madigan, David Epston y la Liga Anti-Anorexia, en la Columbia Británica (Canadá). En mi opinión, ese trabajo tiene un efecto transformador sobre las políticas referentes al tratamiento de la anorexia nerviosa y la bulimia.KEIV: Todos estos desarrollos parecen muy interesantes, y me gustaría conocerlos mejor. ¿Debo entender que no te has sentido desanimado en tu trabajo en este campo?128129MICHAEL: En absoluto. A lo largo de los años siempre disfruté del apoyo y el aliento de mucha gente, y eso fue reconfortante.Sin embargo, debo decir que cuando traté de compartir estas ideas con mayor amplitud las respuestas que obtuve fueron mixtas. Por eso no siempre me fue bien.KEN: Dame un ejemplo de lo que quieres decir.MICHAEL: Bien, durante algunos años y en ciertos círculos, con respecto al trabajo que he venido realizando sobre la revisión de la relación de las personas con sus voces, experimenté ciertas limitaciones para presentar mis resultados. Esas limitaciones surgían del escepticismo y la duda, y fueron en parte de índole política.Pero algunos años más tarde empezaron a publicarse artículos en revistas muy aceptadas; esos artículos llamaron la atención sobre la necesidad de tener en cuenta la experiencia subjetiva de las personas que recibían un diagnóstico de esquizofrenia; y finalmente esto puso el acento sobre la importancia de la calidad de la relación de cada persona con sus voces. De hecho una revista dedicó un número íntegro a estas investigaciones (véase Schizophrenia Bulletin, volumen 15, número 2, 1989). Si bien estos artículos no describían procesos que contribuyeran a las posibilidades de que las personas revisaran su relación con sus voces, algunos de los resultados convalidaban lo que yo estaba haciendo. Y desde la publicación de esos resultados, me ha resultado más fácil hablar de este trabajo en contextos psiquiátricos.vas, estén conformados por la cultura. Pero cuando empieza a resultarnos menos difícil aceptar esa idea, se abre la posibilidad de apreciar hasta qué punto la cultura moldea también las vidas de las personas que tienen esquizofrenia, sea eso lo que fuere.KEN: ¿Podrías poner un ejemplo?MICHAEL: Nada hay en la fisiología ni en la genética que pudiera predisponer a las voces de la esquizofrenia a atacar a sus sujetos femeninos sobre la base de su sexualidad, o a llamar «flojos» a sus sujetos masculinos. Y tampoco hay nada en la fisiología que predisponga a las voces de la esquizofrenia a ver a los otros como adversarios y a sus sujetos como posesiones. Las alucinaciones auditivas más intolerables son con frecuencia claramente patriarcales en sus actitudes y sus técnicas de poder. Esto se aplica a las voces que hostigan tanto a las mujeres como a los hombres. Estas voces son abrumadoramente evaluativas; son críticas y descalificadoras; expresan elevadas expectativas y bajo reconocimiento respecto de las personas.KEN: Dices que estas voces son claramente patriarcales. ¿Podrías comentar algo más sobre cómo se expresan?MICHAEL: Sí, pero quiero remarcar el hecho de que no me refiero a todas las voces de la esquizofrenia. En nuestro trabajo es fundamental ayudar a la gente a distinguir las voces controladoras y dominantes de las voces solidarias o posiblemente solidarias.

KEN: ¿Cómo podrías entonces explicar el hecho de que tener una relación diferente con las propias voces pueda hacer una diferencia significativa en términos de la severidad del episodio psicótico?MICHAEL: Creo que en parte eso se vincula con la cultura. Si bien puede parecernos relativamente fácil albergar la idea de que gran parte de lo que pensamos y creemos, y una buena parte de lo que hacemos, está informado por la cultura, por alguna razón nos resulta más dificil pensar que también los fenómenos psicóticos podrían estar informados por la cultura. No podemos creer que -independientemente de la etiología- el contenido, la forma y la expresión de los fenómenos psicóticos, como por ejemplo las alucinaciones auditiKEN: De acuerdo, pero me gustaría volver sobre esa distinción más adelante.MICHAEL: Las voces peligrosas son altamente parciales y muy convincentes. Se valen de ciertos dispositivos para expresarse de manera impactante, para ganar autoridad, para afirmar que poseen un conocimiento objetivo, para convencer a su sujeto de que sólo ellas son capaces de captar la verdad de los deseos, los propósitos, en una palabra, la naturaleza de las personas.KEN: ¿Podrías decir algo más acerca de esos dispositivos? Suena intimidante.130MICHAEL: Estoy refiriéndome a las maneras impactantes de hablar en general. Podríamos decir que son las maneras «desencarnadas» de hablar. Estoy seguro de que los lectores de esta entrevista las conocen. Se las llamó «desencarnadas» porque eluden toda referencia al contexto, porque permiten hacer afirmaciones independientemente del contexto. Ellas no sólo elevan las pretensiones de conocimiento específico a un status de certeza absoluta, de «verdad», sino que además descalifican todo conocimiento que esté representado en formas de hablar rnás situadas.KEN: Ah, sí, ya veo: te refieres a aquellos que pretenden decir la «verdad» sobre todas las situaciones, sin tener en cuenta el contexto. Es una experiencia conocida, muchos la hemos sobrellevado. Creo que los últimos desarrollos en el campo han intentado denunciar, cuestionar estas «tentaciones de certeza». ¿Podrías agregar algo más sobre esta manera acontextual de expresarse?MICHAEL: Los dispositivos que se asocian con estas maneras «expertas» de hablar incluyen los que: a) disimulan los motivos o los propósitos que subyacen bajo nuestros actos de habla; b) eliminan toda referencia a las experiencias personales a través de las cuales se genera nuestra pretensión de conocimiento; c) excluyen la información acerca de las luchas personales e interpersonales y de los dilemas vinculados con la construcción de nuestras realidades preferidas -esto comprende la eliminación de las experiencias personales de cuestionamiento y discusión que nos permiten definirnos como conocedores-; d) desvían la atención de nuestras actitudes informadas por nuestra posición en los mundos sociales del género, la raza, la cultura, la clase social, la preferencia sexual, etcétera; y e) borran toda referencia a la historia de la controversia y el disenso que rodea toda presunción de conocimiento «global».KEN: ¿Y qué consecuencias tiene todo esto en tu trabajo?MICHAEL: Por ejemplo: los actos de habla desencarnada pueden ser muy inhabilitantes con quienes están sujetos a ellos. Esos actos limitan y restringen gravemente las respuestas posibles. Sin embargo, la persuasión y la imponencia de tales actos pueden ser socavadas por el principio de la encarnación. Es decir, por el expediente de situar esos actos de habla dentro del contexto de: a) los motivos y propósitos del hablante; b) sus experiencias personales, incluyendo a las que se vinculan con dilemas y otros desafíos que el hablante ha experimentado en el proceso de atribuir significado a sus experiencias de vida; y c) las actitudes informadas por su posición en los mundos sociales: género, cultura, raza, clase social, preferencia sexual, etcétera; y también cuando se trae a colación la historia de controversia que rodea la pretensión del hablante de estar expresando un conocimiento objetivo.

KEN: Conociendo tu trabajo como lo conozco, estoy seguro de que tienes algunas preguntas interesantes que pueden develar y desconstruir algunas de esas pretensiones de verdad.MICHAEL: Sí. Podemos formular preguntas que insistan en la encarnación, preguntas que exijan que los hablantes sitúen sus opiniones.KEN: ¿Podrías poner algunos ejemplos?MICHAEL: Lo haré. Para alentar a los hablantes a situar sus opiniones dentro del contexto de sus propósitos, podríamos formular preguntas como: Así que tienes una opinión muy categórica sobre lo que yo debo hacer. Entonces dime: al formular tu opinión de este modo, ¿qué efecto esperas que eso tenga sobre lo que hago? O podríamos decir: Sí lograras influir sobre lo que yo hago en esta ocasión, ¿cómo encajaría ese resultado en tus objetivos generales para mi vida? O tal vez: Creo que puedo entender cómo te gustaría que tu opinión moldeara lo que yo estoy haciendo ahora. ¿Cómo encaja esto con tus propósitos generales para mi vida? ¿Cómo encaja esto en tus planes para nw vida?Para insta- a los hablantes a situar sus opiniones en el contexto de su experiencia vivida, podríamos intentar algo así: ¿Podrías contarme algunas de tus experiencias de vida que hayan desempeñado un papel decisivo en la formación de esta opinión? Esto me serviría de mucho, ya que entonces sabría cómo tomar tu opinión y hasta podría llegar a identificar las partes de tus opiniones que me vienen bien. Tal vez luego podría hablar de mis propias experien132133cias de vida y compartir contigo algunas de las conclusiones a que he llegado a partir de todo esto.Para alentar a los hablantes a situar sus opiniones dentro del contexto de su ubicación en el mundo social, podríamos decir más o menos esto: ¿En qué círculos se sostienen con más fuerza estas opiniones? ¿Todas las personas pertenecientes a esos círculos concuerdan con esta opinión? Si algunas de esas personas estuvieran aquí con nosotros, ¿apoyarían tu opinión? ¿Qué crees que sucedería si tú discreparas en su presencia? ¿Qué tipo de presión crees que experimentarías para que te sometieras o te retractaras? ¿Yqué consecuencias piensas que tendrías que afrontar si no quisieras hacerlo? Pero esta es sólo una pequeña muestra de las diversas posibilidades de respuesta que sirven para desconstruir las «verdades» defendidas en los actos de habla desencarnada. Y quiero señalar que estas preguntas no requieren una respuesta para ser efectivas. Al formularlas, quienes están sujetos a los actos de habla desencarnada se liberan en parte, y consideran nuevas posibilidades para la acción.KEN: ¡Esas preguntas son estupendas! Tengo algunas ideas para utilizarlas. Los miembros de mi equipo conocen con frecuencia personas del servicio social o de los círculos médicos a las que estas preguntas les vendrían muy bien. ¿Podrías volver a vincular estas ideas con el tema de trabajar con gente que experimenta alucinaciones auditivas?MICHAEL: Como ya mencioné, cuando estas voces son más peligrosas, hablan de manera impactante y persuasiva. En esas ocasiones logran convencer a sus sujetos de que hablan con autoridad, con un conocimiento objetivo; de que hablan de la verdad de la vida y el mundo, de la verdad de la identidad de su sujeto, de la verdad de los motivos de los otros, etcétera. Estas impactantes voces consiguen muchas veces capturar a su sujeto y descalificar sus especiales conocimientos de la vida. Y por lo general esto es traumático e inhabilitante.En tales circunstancias tiene sentido des-autorizar estas voces impresionantes, inhabilitarlas, y esto puede lograrse por medio de la encarnación de sus «verdades». Nosotros podemos alentar a laspersonas que están sujetas a estas voces para que les exijan queencarnen sus propias exigencias, requerimientos, opiniones, actitudes, etcétera. Tal encarnación se logra ayudando a quienes se encuentran en posición de

sujeción a situar estas voces dentro de un contexto: el de los propósitos, las experiencias y la historia de esas voces.KEN: Hablas de las voces como si fueran entidades independientes.MICHAEL: Así es. De hecho, en este trabajo la desconstrucción de las «verdades» de estas voces puede lograrse mejor personificándolas. O tal vez debería decir que se logra por medio de la extensión de esta personificación, ya que es muy frecuente que las personas que son sujetas a esas voces las hayan personificado antes de nuestra primera entrevista, con la única salvedad de que los propósitos de las voces no son todavía evidentes.KEN: Muchas personas entienden que tu trabajo incluye principalmente diversos aspectos de las conversaciones de externalización, en las que no sólo se externaliza el problema sino que también se lo personifica de maneras bastante singulares. Esta idea concuerda con la de otros teóricos y clínicos que hablan de voces y «objetos» interiorizados o de representaciones de personas y relaciones significativas en nuestras vidas. Así que tú externalizas los aspectos ocultos y más perniciosos, aspectos de lo que previamente había sido internalizado o introyectado. ¿Esta manera de personificar el problema forma parte regularmente de tu práctica?MICHAEL: Esta práctica de personificación es sólo una manera más de reformular el problema; y para mí, esta reformulación del problema es un aspecto importante del trabajo que yo hago. Sé que si trabajamos junto con las personas en la re-expresión de los problemas por los que nos consultan, les brindaremos -y nos brindaremos a nosotros mismos- la oportunidad de establecer una apreciación de los aspectos políticos de la experiencia de vida de la persona.KEN: ¿Cómo procedes entonces, en la práctica, con esta reformulación del problema?MICHAEL: Sobre todo haciendo preguntas como estas:134135¿De qué están tratando de convencerte las voces esta vez? ¿Qué quieren hacerte creer? ¿Cómo encaja esto dentro de sus planes generales para tu vida?¿Cómo esperan las voces que sus afirmaciones, sus «imperativos» afecten lo que tú haces? Si logran imponer su voluntad en tu vida ¿cómo imaginas que eso podría influir sobre la dirección de tu vida?¿Esas voces están a favor de que tú tengas opinión propia, de que sepas lo que quieres, o están en contra de que tengas tu propia opinión?Entiendo que estas voces te sumen en la confusión. ¿A quién le sirve esa confusión? ¿Contribuye a tus objetivos de vida, favorece o esclarece tus objetivos?Como ves, por medio de preguntas de este tipo es posible establecer distinciones entre los diferentes deseos, propósitos, intenciones, objetivos, etcétera Estas distinciones permiten que la gente determine hasta qué punto esos deseos y objetivos concuerdan con los designios de las voces dominantes, y hasta qué punto concuerdan con los designios que la persona en cuestión prefiere. Se descubre que hasta la confusión está al servicio de las voces y no al servicio de la persona. Al establecer tales distinciones las personas logran cierto grado de claridad acerca de cuál es su versión preferida de lo que quieren para su vida, y ya no se sienten tan desorientadas y perplejas.ICEN: Estas preguntas me gustan. No sólo externalizan las voces, sino que plantean la cuestión de si ellas sustentan o no las opiniones favorecidas por las personas o alguna otra opinión diferente, muchas veces opuesta a la preferida. Una de las cosas que encuentro atractiva en tu trabajo y tu escritura es la atención que prestas a la política relacional y a las técnicas del poder. ¿Te parece que es posible poner en funcionamiento estas ideas en este ámbito?MICHAEL: Desde luego que sí. Exponer y describir las tácticas que las voces emplean para lograr lo que logran puede llegar a ser muy útil. Estas tácticas incluyen todos los recursos que permiten privilegiar un conocimiento por sobre

otros. Y cuando la suerte está echada, cuando su autoridad está en riesgo, las tácticas incluyentambién diversas formas de abuso, intimidación, subterfugios, traición, mezquindad, etcétera.KEN: Muy interesante. ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar, hasta dónde quieres extender esta reformulación del problema?MICHAEL: Quiero reiterar que la influencia de estas voces se apoya sobre los actos de habla consagrados y desencarnados. Ellas llaman la atención sobre los motivos de los otros, y disfrazan los propios. Y al internarnos en la personificación de las voces, abrimos posibilidades para la desconstrucción, el desenmascaramiento de todo esto. Al poner en evidencia los propósitos de las voces, ayudamos a las personas a revisar su relación con sus voces. Esta personificación también nos permite ayudar a la gente a fiscalizar el progreso de esta revisión en su relación con sus voces:¿Puedes decirme cómo están enfrentando las voces esta denuncia? ¿Cómo las afecta que se hable así de ellas, que se las desenmascare a plena luz del día? ¿Crees que esto tiene algo que ver con la reducción o con el aumento de su influencia?¿Las voces se oponen a este análisis? ¿Las ha inquietado? ¿Para ellas todo esto es amenazante? ¿Cómo están reaccionando ante la amenaza? ¿tratan de «subir la apuesta»? ¿Qué crees que significa que las voces se sientan amenazadas por nuestra conversación?¿Cómo es para las voces tener que escuchar tus pensamientos? ¿Cómo es para ellas saber que estás empezando a no respetarlas, que desconfías de ellas, que te has dado cuenta de sus tretas de persuasión? ¿Y cómo afecta todo esto tu posición en tu propia vida? ¿Te sientes en una posición más fuerte o más débil?Y así sucesivamente.KEN: ¿Hay gente que piensa que estas prácticas son muy inusuales?MICHAEL: Sí. Y además, quiero ser transparente en cuanto al hecho de que estas prácticas han suscitado cierta preocupación. Se ha dicho que yo estoy de algún modo desempeñando un papel en la rati136137ficación de fenómenos alucinatorios, y que por lo tanto soy culpable de reforzarlos. También se ha dicho que el problema que hay con las alucinaciones auditivas es que ya están externalizadas y que las personas necesitan poseerlas, integrarlas. Se ha dicho que las voces de la esquizofrenia representan realmente partes de la persona y que esa persona debe enfrentarlas como propias. Pero esas críticas se basan en las ideas modernas de un «yo» que es el centro y la fuente de todo significado; se basan, en resumen, en un concepto de un yo unitario y esencial. Yo no creo que haya esperanza alguna de sostener esta idea moderna del yo.KEN: Si he entendido bien, tú alientas a las personas a enfrentarse con las voces. ¿Acaso se trata de algo parecido al trabajo con dos sillas que es corriente en los métodos gestálticos?MICHAEL: No, en absoluto. Lo que yo propongo es algo opuesto a esos métodos en el nivel de las ideas, el objetivo y la práctica. Como ya dije, el trabajo al que me refiero no está informado por las ideas modernas del yo ni por los conceptos culturales a la moda acerca de los estados de «completud» que podría lograrse a través de la «integración».Además, nunca hay enfrentamiento. Siempre evitamos las situaciones de conflicto directo con las voces. En las prácticas que describo aquí no hay animosidad. Nunca fomentamos las interacciones altamente emotivas y tensionantes. Eso sería contraproducente. Por el contrario, este trabajo exhorta a cada persona a adoptar la postura de un observador de su propia vida, una postura en la que se convierte en el narrador de los eventos en su relación con las voces. Inicialmente esto ayuda a la gente a acallar las voces, y las compromete en la tarea de ponerlas al descubierto.

KEN: O sea que, en vez de integrar las partes supuestamente «disociadas» de un «yo» único, como podríamos ver en los métodos de la Gestalt y hasta en los enfoques psicoanalíticos, tú trabajas con miras a excluir a las voces de las vidas de las personas.MICHAEL: El objetivo de este trabajo no es librarse de las voces hostiles sino ayudar a la gente a revisar su relación con ellas, de modo que el grado de influencia de las voces disminuya. Cuando las per138sonas se encuentran en la situación de sujetación respecto de las voces hostiles, podemos predecir un proceso de deterioro o de recaída. Cuando, por el contrario, se apartan de la posición de sujetación, o cuando las voces pasan a ocupar esa posición, podemos predecir mejoras en la calidad de vida de las personas, y menos recaídas.No obstante, a medida que el trabajo avanza, es frecuente que las personas empiecen a informarnos de que las voces hostiles se apartan de sus vidas por largos períodos de tiempo. Como este no es un objetivo explícito, consideramos que ese resultado es uno de los beneficios del trabajo.KEN: Volviendo a lo que decíamos sobre la confrontación, ¿no hay momentos en que la confrontación directa sería conveniente o útil?MICHAEL: Rara vez, y aun en esos casos, el episodio nunca tomaría la forma de una lucha o un enfrentamiento. Desde luego, a veces las personas experimentan una fuerte tentación de entrar en conflicto cuando las voces tienen sus rabietas, sobre todo cuando ese hecho es precipitado por una amenaza de cambio de la posición de las voces, cuando existe la posibilidad de que las voces pierdan el lugar ganado en la vida de su sujeto. Pero nunca se insta dar una respuesta igualmente hostil. Las personas retroceden, estudian sus documentos de identidad o leen transcripciones de sesiones de terapia, y dejan que las rabietas se agoten solas. Y es a partir de esa posición, desde fuera del conflicto, que las personas toman conciencia de las diversas opciones de resistencia que existen.KEN: Mencionaste anteriormente que a veces es conveniente ayudar a las personas a diferenciar a las voces alentadoras -o al menos potencialmente alentadoras- de las hostiles. ¿Podrías decirme algo más sobre ese punto?MICHAEL: Yo creo que a quienes están sujetos a fenómenos ps;cticos traumatizantes no les viene mal todo el apoyo que puedan conseguir, aun cuando haya que buscarlo dentro de la experiencia psicótica misma. No es raro que en esas circunstancias las personas informen que algunas de las voces que experimentan parecen estar sinceramente preocupadas por su bienestar, aunque a veces no sean capaces de expresar adecuadamente esa preocupación. Ahora139bien, es posible ayudar a la gente a distinguir más claramente entre las voces amistosas o potencialmente amistosas y las voces hostiles, y a desarrollar una alianza más fuerte con las voces más alentadoras, una alianza en la que puedan llegar a estar mejor informadas acerca de lo que es más conveniente para su vida.Esas alianzas suelen desempeñar un importante papel en la medida en que brindan a las personas apoyo y la experiencia de la solidaridad. Eso hace a las personas menos vulnerables a la inseguridad que las voces hostiles o dominantes provocan, inseguridad en la que además se apoyan para lograr una posición de influencia en la vida de la persona.KEN: ¿Cómo logran las personas desarrollar una alianza más fuerte con las voces alentadoras?MICHÁEL: Después de la identificación de las voces que son amistosas, o al menos potencialmente amistosas, es posible ayudar a la gente a reflexionar sobre la índole de esas voces, hasta el punto de que lleguen a asumir la identidad de un amigo invisible.

KEN: Y cuando pueden decir algo acerca del carácter de la voz amistosa, esa voz gana mayor profundidad y complejidad y es más fácil sostenerla y adoptarla. ¿Dirías que esta es una parte clave de tu trabajo?MICHAEL: No. Es simplemente útil, no esencial. Y por supuesto, hay muchas personas que no experimentan tales voces amistosas o potencialmente amistosas.KEN: ¿Hay otras maneras de elaborar alianzas que sirvan para ayudar a las personas que son vulnerables a las voces hostiles, a las personas que no experimentan voces amistosas o potencialmente amistosas?MICHAEL: Sí, muchas. Podemos, por ejemplo, explorar las posibilidades de generar relaciones con amigos invisibles. Es posible trabajar con la gente en la invención de un amigo invisible, y a veces hasta es posible resucitar relaciones con amigos invisibles. ¿Tienes una idea de cuántos niños tienen relaciones con amigos invisibles?Por lo general los niños son más posmodernos que los adultos en el sentido de que captan mejor la índole multi-relatada de la personalidad. Basta con preguntar. Hay que preguntarles a los niños, o a parientes y amigos adultos, si alguna vez tuvieron amigos invisibles. Te sorprenderá enterarte de que muchísimas personas los han tenido. ¿Y tienes una idea de la diferencia que hace en la vida de un niño tener una relación con un amigo invisible?KEN: La verdad es que no he pensado mucho en eso.MICHAEL: Yo tampoco había pensado en eso, pero un día, hace algunos años, en respuesta a una conversación con Cheryl White acerca de los amigos invisibles, empecé a interrogar a la gente sobre el tema. Y tal como Cheryl había vaticinado, las respuestas que recibí me sorprendieron mucho.KEN: Supongo que los amigos invisibles brindan apoyo y confianza, curan la soledad, etcétera.MICHAEL: Además, uno puede pasarles la responsabilidad a ellos cuando las cosas se ponen difíciles. Los amigos invisibles son capaces de grandes cosas. Son amables y compasivos y siempre están dispuestos a sobrellevar todo tipo de experiencias con los niños: por ejemplo, sufrir junto con ellos. Seguramente habrás oído hablar de que muchas veces un niño se siente muy confortado cuando los amigos invisibles lo acompañan en alguna enfermedad. Los amigos invisibles le hacen más fácil a un niño aceptar las cosas que tiene que aceptar. Además, los niños les cuentan sus secretos a los amigos invisibles y al hacerlo les dan una voz, en este mundo adulto donde hay tan poco espacio para las voces infantiles.KEN: Eso me hace recordar la tira cómica que es tan popular aquí, en los Estados Unidos: Calvin and Hobbes. Se trata de un chico, Calvin, de unos seis o siete años, y su tigre de felpa, Hobbes. El tigre es muy vivaz y alegre y desempeña un importante papel en la vida de Calvin. ¿Qué relación podrías establecer entre estas ideas y tu trabajo al ayudar a la gente a revisar su relación con las voces que se oyen en la esquizofrenia?140MICHAEL: En esta cultura, en determinado momento se desalientan las relaciones de los niños con sus amigos invisibles. Se considera que esa práctica ha dejado de ser conveniente desde la perspectiva del desarrollo. Sin embargo, hay muchas culturas en las que se preserva la relación de una persona con el equivalente de los amigos invisibles. En esas culturas se reconoce su contribución a la vida de las personas.En mi trabajo con personas hostigadas por las voces de la esquizofrenia, suelo enterarme de que en su infancia algunas mantuvieron una relación con un amigo invisible. Entonces puedo preguntarles qué significaban para ellas esos amigos, de qué manera hacían aportes beneficiosos a sus vidas, y en qué circunstancias perdieron tal relación. Puedo preguntarles a esas personas qué creían que ellas aportaban a la vida del amigo invisible, y puedo imaginar qué significó la separación para el amigo invisible. Juntos exploramos las posibilidades de un reencuentro y hablamos de que tal

reunión podría ser habilitante para ambas partes. Luego elaboramos planes para concretar el proyecto. He asistido a muchos de esos reencuentros, y encuentro que son eventos conmovedores y reconfortantes.A continuación, las personas pueden intercambiar ideas con sus amigos invisibles y documentar los hábitos de discurso y acción de las voces hostiles, hacer predicciones sobre los futuros intentosde las voces de afirmar su supremacía, planificar una respuesta en equipo, etcétera.KEN: ¡Todo eso me parece fascinante! Y si bien nos hemos concentrado principalmente en la esquizofrenia, percibo que estas ideas tienen importancia también para muchos otros supuestos trastornos psiquiátricos.MICHAEL: Así es. Por ejemplo, tomemos las personas a las que se les diagnostica depresión bipolar. Podemos interesarlas en la externalización de conversaciones que tienen el efecto de desconstruir tanto las ideas grandiosas como la voz de la depresión. En el proceso, estas personas experimentan un cierto grado de distanciamiento en relación con las ideas y las voces, descubren que son más capaces de controlar su estado emocional, desarrollar destrezas de intervención para rescatar sus vidas de los efectos desestabilizantes de esas ideas y esas voces, y llegan a ser menos vulnerables a los episodios agudos. Pero esa es otra historia.KEN: En la entrevista original yo te pedí que hablaras de tu teoría sobre salud/normalidad. Expresaste lo siguiente:Creo que todas las teorías de la salud y la normalidad son de algún modo problemáticas porque, independientemente de sus orígenes, todas terminan por especificar, prescribir las vidas y las relaciones, y todas se ponen (aunque inadvertidamente) al servicio de la subyugación. No es posible tener una teoría de la normalidad sin una visión positivista y un concepto utópico, y yo no creo que eso sea sostenible. A poco que se reflexione sobre la historia de las ideas de salud/ normalidad se advertirá que soca sumamente cuestionables.¿O sea que el trabajo del que hablas se aparta de la mayoría de las concepciones establecidas de salud y normalidad?MICHAEL: Creo que sí. Pero en cierto modo es muy útil para nosotros saber cómo son las ideas y las prácticas que se originan en estos conceptos de salud y normalidad. Al identificar y esclarecer esas ideas y prácticas, como también los propósitos a los que sirven, las personas se encuentran en mejor situación para determinar las posibilidades de oponerse a lo que esos conceptos les incitan a hacer con sus vidas.Por otra parte, este conocimiento nos permite trabajar conjuntamente con esa gente en una exploración de aquellos aspectos de sus vidas que ellos podrían ser capaces de apreciar pero que no se ajustan a tales conceptos de salud y normalidad. A medida que algunos de esos aspectos se tornan más visibles y próximos para las personas involucradas, más pueden ellos mantener su negativa a supeditar sus vidas a las ideas y prácticas que están informadas por las ideas dominantes de salud y normalidad.KEN: ¿Por qué es tan importante identificar y mantener esa negativa?MICHAEL: Conozco muchas personas con una historia de «esquizofrenia» que perciben que fracasaron espectacularmente en sus in142143tentos de ser una persona, es decir, en sus intentos de aproximarse a las maneras de ser informadas por los conceptos dominantes de salud y normalidad. El resto de la comunidad también suele percibir ese proceso como un fracaso, y esa percepción contribuye a fortalecer el sentimiento de extrañamiento y la marginación que tan agudamente experimentan las personas que tienen historias de «esquizofrenia», «enfermedad maníaco-depresiva», etcétera.En respuesta a todo esto, muchas personas con diagnósticos psiquiátricos terminan por perder la exigua cuota de reconocimiento moral que se otorga en

nuestras comunidades a los otros. Además, casi siempre lo pasan muy mal porque sienten que no «están a la altura», que «no lo logran». Y como si todo eso no fuera suficientemente estresante, también sufren una gran presión por querer construir su vida según lo que especifican los patrones de salud y normalidad aceptados. Viven constantemente «exigidos». Y estas circunstancias son favorables para que se produzcan episodios agudos.KEN: En cierto modo, todos caemos en eso: evaluar nuestra vida según continuos que van de sano a enfermo y de normal a anormal.MICHAEL: En efecto. Pero muchos de nosotros tienen más posibilidades que otros de aproximarse a las maneras de ser que se definen como normales y saludables. Muchos de nosotros alcanzamos un relativo éxito en forzarnos a lograr un estado de «autenticidad» -reproduciendo así la «individualidad» tan valorada en esta cultura-, aunque secretamente todos sepamos que no somos tan íntegros como parecemos. Sin embargo, las expresiones psicóticas presentan un anatema para las maneras de ser culturales a las que nos referimos al decir, por ejemplo, «dueño de sí», «independiente», «realizado». En esta cultura las personas que tienen la experiencia psicótica quedan fuera de la competencia en la carrera por lograr precisamente el status de «persona».KEN: Has hablado de trabajar con la gente para ayudarles a valorar los aspectos de su vida que ellos aprecian pero que no encajan en las ideas dominantes de salud y normalidad. También has hablado de la importancia de interpretar esos aspectos de modo que se los pueda leer como formas de negativa o como actos de resistencia. ¿Esto reabre la «carrera por el status de persona», como lo expresaste?MICHAEL: Sí. La carrera por lograr versiones alternativas de lo que significa ser una persona.KEN: ¿Las conversaciones de externalización entran en esta cuestión?MICHAEL: Sí. Por ejemplo, las diversas ideas y prácticas que se asocian con las ideas dominantes de salud y normalidad pueden externalizarse como «expectativas» y «ambiciones». También se pueden explorar los requerimientos de esas expectativas, sus diversas incitaciones, y los términos que imponen para las vidas de las personas. Esto le permite a la gente separar sus vidas y sus identidades de esas ideas y prácticas, y abre un espacio para que lo que anteriormente había sido interpretado como fracaso, sea reinterpretado como resistencia o protesta. Al separar sus vidas de las formas de ser informadas por las ideas dominantes de salud y normalidad, las personas se sienten en libertad de indagar en otras formas de ser en el mundo.KEN: Probablemente esa libertad para investigar otras formas de ser reducirá el estrés en la vida de estas personas; y tal vez hasta su vulnerabilidad a futuros episodios agudos.MICHAEL: Sí, significativamente.KEN: Estas conversaciones de externalización se generan a través de un proceso de interrogación?MICHAEL: Sí. Este proceso de interrogación se mantiene a lo largo de todo este trabajo, aun en relación con aquellos eventos que las personas leen como progreso. Por ejemplo: ¿Estás haciendo esto a un ritmo que satisface las expectativas o a un ritmo que te conviene a ti?KEN: En Medios narrativos para fines terapéuticos, tú y David Epston presentáis numerosos ejemplos de cartas terapéuticas y otros144145documentos que ayudan a las personas a reescribir sus vidas de acuerdo con sus historias preferidas. ¿También usas cartas y documentos en este trabajo?MICHAEL: Sin duda. En épocas de tensión -cuando estamos bajo presión, al enfrentar situaciones de adversidad- todos somos susceptibles de vernos privados de nuestros saberes. En esos momentos solemos experimentar una escasez de respuestas creativas ante las situaciones en que nos encontramos; nuestra usual

capacidad para resolver problemas nos abandona, y nuestras opciones para la acción se evaporan. Nuestro foco de atención se hace estrecho y empezamos a perder nuestro sentido de identidad; e incluso a veces, cuando el estrés que sufrimos es particularmente agudo, nos sobreviene algo semejante a la parálisis.Ahora bien, las personas que han experimentado episodios psicóticos son siempre más susceptibles de verse despojadas de sus saberes y de su sentido preferido de identidad. Y es esa privación la que prepara el escenario para la experiencia de una gran inseguridad personal y una profunda desgracia, y para más episodios agudos. Por lo tanto, para esta gente tiene sentido llevar consigo en todo momento sus documentos de identidad. Se trata de documentos que pueden ser consultados en aquellas circunstancias en que están perdiendo de vista sus saberes, cuando su sentido de identidad está en riesgo.KEN: ¿Cómo son esos documentos?MICHAEL: Tienen muchos aspectos y muchas formas posibles. Pueden incluir un relato histórico de la capacidad de la persona para intervenir, en su nombre, en su propia vida. Este relato es una descripción de la agencia personal, una descripción que destaca lo que podríamos llamar el «yo activo». Incluye detalles acerca de lo que la persona ha enfrentado durante el desempeño de esta agencia personal; y con este panorama de fondo, señala la importancia de los pasos que la persona ha dado recientemente con la intención de tener algo más que decir acerca de cómo va su vida.Estos documentos se asientan en la esperanza; por ejemplo, con frecuencia incluyen detalles acerca de las cualidades de la persona en años anteriores, y algunas especulaciones sobre cómo, cuándo yen qué circunstancias aquellas cualidades podrían reaparecer y ponerse al servicio de sus planes y sus objetivos. Estos documentos también suelen incluir precisiones sobre todo desarrollo reciente en la capacidad de la persona para resolver problemas.Como las respuestas de otras personas a las afirmaciones de identidad que se reflejan en estos documentos son de importancia crítica, los documentos suelen hacer una referencia específica a aquellas personas que pueden formar parte de un público adecuado para asistir al relato alternativo de la identidad de la persona en cuestión. La respuesta de ese público posible no queda librada al azar: la redacción de los textos invita a enviar señales de reconocimiento.Los documentos están siempre a disposición de la persona y son particularmente valiosos en momentos de estrés y durante las crisis. Es en tales circunstancias que las personas afectadas están en peligro de ser despojadas de sus saberes. Para facilitar la consulta, los documentos incluyen un párrafo autorreferencial, otro que desmiente a las voces y las denuncia, y un tercero que insta a la persona a responder a las crisis revisando una vez más sus relaciones con las voces. Pero esto no es todo. Y ahora me gustaría poner un ejemplo de estos documentos.Bev autorizó la reproducción de este documento aquí porque entiende que eso podría ampliar las posibilidades de otras personas que experimentan voces. Dado que a ella le interesan los comentarios en el caso de que así sea, los lectores de esta transcripción pueden escribirle, si lo consideran apropiado, al Dulwich Centre.Este documento de identidad fue redactado según los requerimientos de Bev, que no siempre toman esta forma, sino que también pueden ser expresados en forma de una serie de temas.KEN: Según dijiste, estos documentos están siempre a mano para ser consultados. ¿Podrías explicar eso?MICHAEL: Sí. No es raro que las personas que me consultan lleven consigo constantemente varios de estos documentos. De este modo, siempre están disponibles para ser consultados. Esto alivia considerablemente la ansiedad de estas personas frente a las pruebas y las tribulaciones de la vida cotidiana y las hace menos vulnerables a los episodios agudos.

146147Documento de identidad de BevEn la última semana, en presencia de grandes dificultades, Bev fue capaz de resistir, y al enfrentar un gran desafío encontró los recursos para estar a la altura de las circunstancias. De este modo ella llegó a controlar la situación y recuperó el territorio de su propia vida. Por haber pasado esta importante prueba, Bev se asignó a sí misma seis puntos sobre diez; Michael le dio siete sobre diez; y Rosie, siete sobre diez (Bev había solicitado esta evaluación).Al reflexionar sobre este logro para determinar de qué clase de cualidades personales dependía Bev, vienen a la mente de inmediato la PACIENCIA y la FUERZA. Bev ha contado con estas cualidades históricamente y se ha apoyado en ellas para superar los momentos difíciles. El hecho de que resurjan ahora es motivo de celebración.Bev también ha contado históricamente con otras cualidades, entre ellas FORTALEZA, CORAJE, RESISTENCIA y FIBRA. Es de esperar que estas también resurgirán y que Bev podrá ponerlas en acción en más desafíos a la falsa autoridad de las voces. Todas las cualidades hasta aquí mencionadas debieran ser apreciadas por la madre, el padre y las dos hermanas de Bev.Además, acontecimientos recientes señalan el desarrollo de ciertas capacidades personales enteramente nuevas. Estas capacidades pertenecen al ámbito de la CAPACIDAD DE PEDIR AYUDA, la AUTOAPROBACIÓN y la AUTOCOMPRENSIÓN. La madre de Bev y sus hermanas deberían estar encantadas con esta noticia y deberían reconocer la importancia de este logro personal.Existen también otros indicios de que Bev está superando la aflicción que ha sentido durante tanto tiempo en relación con la muerte de su padre. Esto es significativo porque ella se da cuenta de que la imagen de su padre debe ser importante pero no debe dominar su vida.Como la verdad desarma e inhabilita a las voces hostiles, cada vez que ataquen a Bev ella les leerá este documento. Esto las confrontará con su falsedad y con la mezquindad de sus afirmaciones y las instará a ocupar un lugar secundario en su vida.KEN: Aparentemente muchas de las ideas y prácticas de que has hablado ayudarían realmente a estas personas a dejar de considerarse seres fracasados. Tienen a mano la prueba por escrito de un relato alternativo de su vida. Pero yo me pregunto qué pasa cuando atraviesan una crisis tan aguda que deben ser hospitalizadas. ¿Qué sucede en tal caso?MICHAEL: Tienes razón al señalar el énfasis que pongo en reducir las posibilidades de que las personas se perciban a sí mismas como fracasadas. En nuestra cultura las oportunidades de experimentar el fracaso son innumerables y están siempre presentes. Y como ya dije, algunas personas son más vulnerables que otras, y para ellas la experiencia del fracaso incrementa significativamente su vnlnerabilidad a lo que se conoce como «recaídas». Esto tiene consecuencias devastadoras para su calidad de vida y para su vida en general.A la luz de estos hechos, se entiende que asumamos el compromiso de que los contextos de nuestro trabajo se estructuren con miras a reducir las posibilidades de que la gente pueda interpretar como fracaso sus respuestas ante el mundo. Esto se aplica tanto al contexto de la hospitalización como a cualquier otro. Lamentablemente, los marcos de admisión establecidos en la mayoría de las internaciones en hospitales psiquiátricos indican que los eventos que precipitan la hospitalización deben ser leídos como una regresión. Las personas son internadas en el hospital porque tienen «ataques», porque «se descompensan», etcétera. Después de la internación, los hechos de las vidas de esta gente se interpretan de maneras que tienen connotaciones principalmente negativas. Interpretar como recaídas las crisis que precipitan la internación en el hospital produce desesperación, desmoralización y, desde luego, sufrimiento, tanto para la persona afectada como para familiares y amigos. Muchas veces los

parientes y los amigos se sienten culpables por no haber «actuado mejor» o por no haber sido capaces de ayudar más. Además, las connotaciones negativas que se asocian con la internación hospitalaria alimentan en todos los involucrados un sentimiento de desesperanza ante el futuro, y un terror que se basa en las predicciones acerca de la índole desgastante de las experiencias que les esperan en su relación con la persona hospitalizada. De modo que interpretar como regresivas las crisis que precipitan la internación es algo que tiene efectos profundamente ne148149gativos sobre la vida y las relaciones de todas las personas involucradas.KEN: Pero al proponer una historia alternativa sobre la internación en el hospital, ¿no estás acaso sugiriendo que la hospitalización debe ser entendida como algo digno de ser celebrado?MICHAEL: No, de ningún modo. Y en esos momentos de crisis es importante que se reconozca adecuadamente el sufrimiento de las personas. Pero yo creo que la sensación de fracaso y las correspondientes experiencias de desesperanza y desmoralización, que con tanta frecuencia son el resultado de las intervenciones de este tipo, no son en modo alguno inevitables. De hecho, creo que en la mayoría de los casos esas experiencias son evitables. Podemos, entonces, establecer marcos de admisión diferentes para esas internaciones, marcos que informen las interpretaciones alternativas de las crisis que precipitan la internación, que generen desenlaces más positivos para todas las personas involucradas, que disminuyan las posibilidades de que la gente experimente desesperación, desmoralización y sensación de fracaso.Así, lo que sucede es que en tanto las experiencias de sufrimiento asociadas a los eventos que llevan a la hospitalización y también a la hospitalización misma, pueden ser fuertemente reconocidas, los significados asociados con la internación quedan abiertos a la negociación. En realidad, independientemente de la situación, esos significados se negocian siempre, y los significados específicos que se derivan de esto tienen un efecto absolutamente significativo sobre el desenlace.KEN: ¿Podrías poner un ejemplo de uno de esos marcos de admisión alternativos a los que te refieres?MICHAEL: La metáfora del «rito de pasaje» brinda uno de esos marcos. Mi interpretación de esta metáfora deriva del trabajo de los1. Esta metáfora ya ha sido empleada con propósitos similares para modificar los marcos de admisión para la internación domiciliaria (véase Menses & Durrant, 1986).antropólogos van Gennep (1960) y Turner (1969). Según esa obra, hay tres fases de los ritos de pasaje que facilitan las transiciones en la vida. Esas fases son: la de «separación»; la «liminal» o «ni lo uno ni lo otro»; y la de «reincorporación».Este no es el lugar adecuado para comentar en detalle la obra de estos antropólogos, que trata fundamentalmente de las estructuras que facilitan las transiciones en las vidas de la gente en las culturas tradicionales. Por lo tanto, me limitaré a hacer algunos comentarios acerca de su metáfora del rito de pasaje.Según esta metáfora, la primera fase de un rito de pasaje facilita, a través de un proceso ritual comunal, la separación de un novicio de determinada posición y ubicación dentro del orden social; o dicho de otro modo, de determinado «estado» de la vida. En la"segunda fase, el novicio ingresa a un espacio que está entre mundos conocidos, en el que nada es como era, un espacio que representa una condición primaria de la ambigüedad, en el que habrá de experimentar considerable confusión y desorientación. Todo lo que el novicio había dado por sentado hasta entonces ha dejado de serlo. Luego, después de cierto período de tiempo, se considera que el novicio está preparado para volver al mundo

familiar, pero en una posición diferente dentro del orden social, una posición que acarrea nuevas responsabilidades y libertades, nuevos hábitos de pensamiento y acción. Es la fase de la reincorporación, y en las culturas tradicionales está señalada por el reconocimiento de la comunidad por medio de cierta ceremonia. El novicio ya no es un novicio, sino que ha arribado a una posición en la vida que hasta entonces estaba fuera de su alcance. El reconocimiento de la comunidad desempeña un papel muy importante en la confirmación y la autenticación de las nuevas afirmaciones de identidad asociadas a la reincorporación.Si tomásemos esta metáfora como un marco de admisión para la hospitalización, la admisión sería llamada despedida; y la despedida pasaría a ser llamada admisión. En el momento de la hospitalización puede suponerse que la persona está siendo despedida de cierta posición o ubicación en el mundo social que ya no era apropiada para que ella la ocupara, y este hecho informaría una serie de preguntas acerca de aquello de lo que la persona podría estar apartándose en términos de expectativas, roles, responsabilidades, deberes, obligaciones, hábitos de pensamiento y acción, ad150hesiones, circunstancias o condiciones de vida, etcétera, que por ciertas razones ya no serían apropiadas o aceptables. Como el estrés es un aspecto fundamental en la aparición de los episodios agudos, muchas de estas preguntas pueden orientarse a la identificación de lo que podría haber estado ejerciendo presión sobre la vida de la persona, de lo que había estado llevándola más allá de lo adecuado para ella.Las preguntas de este tipo pueden ser formuladas en una reunión de familiares y amigos en el momento de la internación. A veces la persona que está atravesando la crisis aguda no puede estar «presente» para la reunión. En tal caso, las respuestas probables a las preguntas pueden ser consultadas con la persona en el momento en que está «disponible».KEN: Me imagino que la metáfora del rito de pasaje como la usas aquí podría hacer una importante diferencia en la manera en que las personas entienden su hospitalización y la fase de la «internación».MICHAEL: Esta metáfora brinda una reinterpretación de la confusión y la desorientación que casi rutinariamente experimentan las personas en estos momentos de crisis, ya que supone que la fase de la «internación» es liminal o «ni lo uno ni lo otro». Las personas pueden llegar a apreciar el hecho de que siempre hay alguna distancia entre el punto de separación de algo y el punto de arribo a otra cosa. Y pueden también llegar a comprender que en este espacio lo único razonable es esperar un considerable grado de confusión y desorientación. Dentro del contexto de este marco de admisión, estas experiencias no son ya leídas como regresión o retroceso sino como el desenlace inevitable del hecho de trasladarse a un nuevo lugar en la vida.Para facilitar esta lectura de la experiencia durante el período de admisión, el equipo suele pasar cierto tiempo con la persona, sus familiares y sus amigos explorando: a) de qué podría estar se parándose la persona hospitalizada; b) qué circunstancias de la vida podrían ser más convenientes para ella y más favorables para su calidad de vida; y c) las claves que podrían brindar algunas reflexiones acerca de las formas de vida a las que la persona podría ingresar al completar esta transición.KEN: Entonces ¿el egreso del hospital sería la «fase de reincorporación»?MICHAEL: Sí. Y entonces se puede invitar a familiares, a amigos y relaciones, y al equipo, para otra reunión que se describe como reunión de re-admisión. En esta ocasión se le ofrece a la persona la oportunidad de hablar como autoridad de su propia vida y de describir su travesía, incluyendo información acerca de lo que se ha esclarecido para ella con respecto a las circunstancias que podrían contribuir a mejorar su calidad de vida y que más le convendrían como persona. En este contexto, se motiva a los otros presentes para responder de modo que quede explícito un reconocimiento del status de la persona como autoridad en su

propia vida, un reconocimiento de sus saberes. Además, se insta a todos los presentes en estas reuniones a explorar cualquier alteración que pudiera ser necesaria en sus relaciones con la persona, a fin de adaptarse a esos cambios.KEN: ¿Cómo afecta esto el curso de las hospitalizaciones que muchas personas atraviesan?MICHAEL: En los casos en que pude estructurar esta suerte de contexto para la admisión, lo que no sucedió con la frecuencia que me hubiera gustado, se redujo la duración y el número de los ingresos al hospital. Pero la muestra es pequeña y yo no he tenido ocasión de hacer un seguimiento en los últimos años.Al establecer este marco de recepción alternativo se produce un efecto importante: la gente aprende a leer de un modo diferente sus experiencias de angustia y confusión. Y esto les permite responder de una manera distinta a sus experiencias más leves de fenómenos psicóticos: las que no precipitan la hospitalización. Esas experiencias llegan a significar una fase liminal, que les abre a las personas la posibilidad de avanzar hacia la determinación de un estilo de vida que les convenga. Esto disminuye significativamente la desesperación, la inseguridad y el pánico, que intensifican la experiencia psicótica. En lugar de la desesperación, la inseguridad y el pánico, asistimos al desarrollo de un cierto sentimiento de curiosidad acerca del desenlace de la transición y de la clase de esperanza que ayuda a las personas a superar estas crisis.152153KEN: ¿Y qué sucede con las siguientes hospitalizaciones, si las hay? ¿Acaso tenderían a socavar la validez de esta metáfora de rito de pasaje?MICHAEL: No, si son anunciadas, algo que es razonable. La idea de que la vida se compone de una serie de transiciones no es en absoluto novedosa en nuestra cultura. Y puede darse abiertamente por sentado que las personas que han experimentado la hospitalización en un contexto informado por la metáfora del rito de pasaje superarán las posteriores transiciones marcadas por las fases de separación, liminalidad y reincorporación. Y si las circunstancias de esas hospitalizaciones son favorables, se genera un buen contexto para la negociación de estas fases liminales en la vida de una persona.Así, cuando una persona tiene un historial de numerosas y frecuentes internaciones, a veces resulta sensato sentarse y conversar sobre la conveniencia de programar las futuras admisiones o internaciones, antes de que se produzcan los episodios psicóticos. Esa programación puede realizarse revisando las admisiones previas para determinar el promedio de tiempo transcurrido entre una y otra, y programando la admisión con un pequeño margen de antelación a la fecha probable.KEN: ¿Qué sucede durante esas admisiones? ¿Cómo están estructuradas?el número de ingresos al hospital. Y ello se aplica también a la práctica de las admisiones programadas a que he hecho referencia. En realidad, el tipo de admisión hospitalaria que yo propongo actúa en contra de los episodios agudos. Y a medida que la persona experimenta menos episodios incapacitantes, empieza a modificar la agenda, acortando la duración de las internaciones y alargando el intervalo entre ellas.KEN: ¿Hasta qué punto es realista creer que los hospitales psiquiátricos se interesarán por estas ideas y llegarán a poner en práctica algo que literalmente invierte los procedimientos que han usado hasta ahora?MICHAEL: Creo que hay grandes probabilidades de lograrlo. Hay muchos directores y administradores de instituciones que están buscando alternativas viables a las prácticas establecidas de hospitalización, alternativas que posiblemente contribuirán a mejorar la calidad de vida de las personas receptoras de sus servicios y enfrentarán los altos niveles de malestar y desmoralización que experimenta el personal.

KEN: Aquí en Estados Unidos las compañías de seguros tienen mucho que decir sobre los tratamientos en general, incluyendo las entradas al hospital y la duración de las internaciones. ¿En qué medida estas circunstancias afectan la práctica que tú promueves?MICHAEL: Exactamente de la misma manera que las que ya discutimos. Se ve a la internación como una oportunidad de tomarse cierto tiempo para revisar la propia vida, con el propósito de determinar qué aspectos podrían ser incompatibles con las formas de vida que más le convienen a la persona. Esto brinda la oportunidad de identificar qué circunstancias de vida podrían ser estresantes y de cuáles de ellas la persona estaría dispuesta a apartarse.KEN: ¿O sea que esto no significa que la persona termina por ser hospitalizada con mayor frecuencia?MICHAEL: Todas las prácticas terapéuticas que hemos estado reseñando en esta entrevista tienen la capacidad potencial de reducirMICHAEL: Realmente no conozco a fondo los detalles de lo que sucede en este campo, así que no puedo hacer más comentarios. Obviamente, lo que aquí propongo podría beneficiar tanto a las compañías de seguros como a todas las otras partes involucradas. Pero ignoro la actitud de las aseguradoras.KEN: En esta entrevista, tus respuestas a mis preguntas han transmitido muy vívidamente las posibilidades de que disponen los profesionales de la salud mental en este trabajo. ¿Pero qué opción tienen los profesionales que quieren adoptar las prácticas de que has hablado pero no cuentan con el respaldo de sus instituciones o no ocupan posiciones de poder?154155MICHAEL: Rara vez las instituciones de nuestra cultura logran establecer estados de dominación absoluta. Debido a ello, en la mayoría de las instituciones es posible hallar brechas a través de las cuales los trabajadores pueden expresar sus convicciones. Y al aprovechar esas brechas, todos podemos desempeñar un cierto papel en la transformación de las instituciones para las que trabajamos.Podemos ignorar los límites arbitrarios impuestos por estas instituciones, podemos ir al encuentro de las personas y alentarlas a establecer distinciones entre las maneras de hablar de sus vidas que reconocen y respetan sus conocimientos y las que los marginan y descalifican. Podemos unirnos a esas personas y elaborar ideas para informar a las instituciones y reclamar su activa participación en el desarrollo de prácticas que las personas involucradas consideren más habilitantes para ellas. Yo he visto a los «consumidores» de servicios psiquiátricos asumir este rol educativo con una gran dosis de benevolencia y simpatía por el personal de la institución.proceso un matiz político, y es precisamente eso lo que de manera tan renovadora nos has hecho notar. Gracias.MICHAEL: Yo también celebro haber tenido la oportunidad de renovar mi contacto contigo y de analizar más a fondo este trabajo.BibliografíaBeels, C. C. 1989. «The invisible village», en Beels, C. C. y Bachrach, L. L. (comps.), «Survival strategies for public psychiatry», vol. 42 (verano), págs. 27-40, de New Directions for Mental Health Services. San Francisco, Jossey-Bass.Menses, G. y Durrant, M. 1986. «Contextual residential cace». Dulwich Centre Review. Adelaida, Dulwich Centre Publications.Turner, V 1969. The ritual process. Nueva York, Cornell University Press. Van Gennep, A. 1960. The cites of passage. Chicago, University of Chicago Press. [Los ritos de paso, Madrid, Taurus, 19861KEN: Ha sido una entrevista larga y tal vez deberíamos ir cerrándola. ¿Querrías hacer algunos comentarios finales?MICHAEL: Sí. A pesar de que la entrevista fue prolongada, todo lo que hemos conversado es sólo. una parte de nuestro trabajo. Hay otros aspectos y otras cuestiones.

KEN: ¿Quieres agregar algo brevemente?MICHAEL: Sí. El apoyo de la comunidad a las personas con diagnósticos psiquiátricos es una consideración de la mayor importancia. Para los lectores que quieren revisar este aspecto y para quienes todavía no han comenzado, sugiero consultar «Invisible Village» (1989), de Chris Beels. Es un excelente punto de partida.KEN: He disfrutado mucho esta entrevista, Michael. Creo que gran parte de lo que dijiste constituye un cuestionamiento de las diversas maneras en que los llamados «pacientes psiquiátricos» son rotulados, eludidos, clasificados, castigados, marginados, o según tus palabras, subyugados. El uso de este último término le da a todo el1561576Una conversación sobre la responsabilidad*ENTREVISTA DE CHRISTOPHER MCLEAN**CHRIS: Michael, estoy interesado en explorar tus ideas acerca de las implicaciones de la responsabilidad y transparencia profesional para la terapia. Y me interesa sobre todo saber cómo trabajas con estos conceptos y cómo ellos podrían servir para ampliar el trabajo que estás haciendo.MICHAEL: En respuesta a tu pregunta me gustaría concentrarme principalmente en el trabajo que he estado realizando con hombres abusadores. Aun cuando la pareja y los hijos de estos hombres estén buscando la reconciliación, mi práctica habitual consiste en ver primero a los hombres solos. Esto facilita mucho el cumplimiento de algunas de las tareas preliminares, y ayuda a su vez a establecer las condiciones para la introducción de procesos de responsabilidad y transparencia.CHRIS: ¿Cuáles son esas tareas preliminares?MICHAEL: Además de tomar las medidas necesarias para garantizar la seguridad de sus compañeras y de sus hijos, los hombres abusadores deben cumplir ciertas tareas que tienen que ver con:* Publicado en 1994 en Dulwich Centre Newsletter, números 2 y 3.** Se puede contactar a Christopher McLean en Dulwich Centre Publications.159a) asumir su responsabilidad por haber perpetrado el maltrato;b) desarrollar una comprensión de las experiencias de quienes fueron víctimas del maltrato; yc) establecer una cabal estimación de los efectos del maltrato -en el corto plazo y también en el largo plazo- sobre las vidas de las personas que fueron víctimas de él, si no hubiese una reparación.También es importante dedicar suficiente tiempo a trabajar con estos hombres para ayudarlos a elaborar un discurso de disculpa que sea congruente con las medidas que los autores hayan tomado para asumir su responsabilidad por el abuso; y que sea congruente con su comprensión de los efectos del abuso sobre quienes lo sufrieron. Muchos de estos puntos fueron tratados por Alan Jenkins en su libro Inuitations to Responsibility (1990).Como parte de la disculpa y cuando los abusados fueron los hijos, es importante que los hombres expliquen qué hicieron para intimidar al padre no abusivo y empujarlo al silencio y la inacción, o que describan las tácticas de poder en las que se apoyaron para mantener el secreto alrededor del maltrato. Esto ayuda a mejorar la relación entre los hijos y el padre no abusador. Ese hecho tiene importancia porque con frecuencia esa relación se deteriora por causa del abuso.CHRIS: ¿Podrías decir algo acerca de por qué en una primera etapa es importante reunirse sólo con el autor del maltrato? ¿Esa práctica está relacionada con tus ideas acerca de la responsabilidad?MICHAEL: Sí, está relacionada con ciertas ideas sobre la responsabilidad. Es importante que nos reunamos como hombres y hablemos con nuestras propias voces

contra el abuso, y no que nos apoyemos en las voces de quienes lo sufrieron. Además, cuando los hombres se atienen a que sean las personas que sufrieron el abuso quienes expliquen los efectos que tuvo sobre sus vidas, se agrega una injusticia a otra. Hacerlo equivale a agobiar aun más a las víctimas del maltrato.CHRIS: ¿Cómo procedes, entonces, para ayudar a esos hombres a tomar conciencia de los efectos de sus actos?160MICHAEL: Hay muchas maneras de hacerlo. Tal vez pueda exponer brevemente una de esas maneras.Muchos de estos hombres han sufrido maltrato en el seno de sus familias de origen o en sus relaciones entre pares con otros hombres. Y todos tienen algunas experiencias de abuso, aunque no necesariamente físico, en las diversas instituciones de nuestra cultura. Inicialmente esos hombres tienden a minimizar la importancia del maltrato en sus propias vidas. Por eso es importante tratar de impulsarlos a explorar los efectos de los abusos que sufrieron, incluyendo las experiencias de humillación y degradación institucional. Por lo general, recién cuando los hombres observan cuidadosamente los efectos de algunas de esas experiencias de maltrato llegan realmente a un punto en el que pueden llamar al abuso por su nombre y apreciar todo el impacto de la violencia que infligieron a otros.CHRIS: ¿Cómo llegas a confiar en que el perpetrador del abuso ha incorporado esa comprensión y no está simplemente diciendo lo que él sabe que tú quieres que diga?MICHAEL: Yo creo que esa comprensión sólo puede ser desarrollada o lograda dentro del contexto de la interacción con esos hombres. Esto sucede como parte de un proceso, y sería muy difícil para mí hablar de una o dos señales que brinden alguna sensación de seguridad de que los involucrados han alcanzado esa comprensión.Sin embargo, he sido testigo con frecuencia de la expresión de una gran dosis de angustia cuando estos hombres se ponen en contacto por primera vez con los verdaderos efectos del abuso sobre las vidas de sus compañeras o sus hijos. Tal vez esta sea una de las señales que me da la sensación de que se ha logrado esa comprensión.Y también creo que es posible establecer una distinción entre una «representación» del remordimiento y la expresión de la angustia que esos hombres experimentan cuando toman conciencia de lo que han hecho.CHRIS: Según entiendo, tú crees que es importante que el terapeuta hombre no hable desde una posición distante o moralmente superior. Es decir, que el terapeuta necesita darle a entender al cliente que él se ve a sí mismo como integrante de la misma cultura apartir de la cual tuvo lugar el abuso, permitiendo así que se establezca entre ellos cierto grado de entendimiento. ¿Te he interpretado correctamente?pia a fin de que yo pudiera enfrentar las especiales responsabilidades asociadas con esa rendición de cuentas.MICHAEL: Sí. En este trabajo con hombres abusadores, hablamos sobre nuestras experiencias de la cultura masculina. Pero no se trata sólo de cierto tipo de entendimiento. Cuando estoy con hombres que han perpetrado actos de violencia no puedo permitirme verlos como aberrantes. Verlos como aberrantes, considerarlos «otros», me permitiría oscurecer el vínculo entre la violencia de esos hombres y las maneras dominantes de ver y pensar para los hombres de esta cultura que venera la agresión, la dominación y la conquista.Verlos como aberrantes me permitiría a mí, como hombre, eludir la comprobación de que, de alguna manera, yo podría ser cómplice de la reproducción de ciertas maneras dominantes de ser y de pensar.Ver como aberrantes a estos hombres que han infligido violencia me permitiría a mí, como miembro de la clase de los hombres, eludir la responsabilidad que tengo

de actuar para contribuir a desmantelar los privilegios de los hombres, que perpetúan la desigualdad de oportunidades y sustentan la dominación.Ver como aberrantes a estos hombres que han sido violentos me permitiría a mí no hacer nada que tienda a desestabilizar las estructuras de la opresión, me permitiría no cuestionar las prácticas de poder que sirven para subyugar y marginar a los otros. Y me permitiría seguir dejando en manos de las personas que ocupan las posiciones de menor poder la obligación de plantear los problemas de descalificación, explotación, abuso, etcétera, y seguir dejando en sus manos la responsabilidad de actuar para poner fin a tales cosas. Para mí, ver a estos hombres como aberrantes sería muy conveniente, sería una rendición.CHRIS: Quisiera pedirte unas palabras acerca de algo que he oído: que los hombres violentos y abusadores nunca cambian realmente «en el fondo», y que en el mejor de los casos sólo aprenden que las consecuencias de más abusos serían tan graves que ellos tienen que controlar sus actos.MICHAEL: Bien, yo creo que gran parte del trabajo que se lleva a cabo con hombres abusadores termina antes de tiempo: muchas veces se detiene en la mitad, y a veces antes de la mitad.En realidad no basta con que esos hombres asuman la respónsabilidad del maltrato. No es suficiente que se preocupen por ponerse en contacto con las experiencias del abuso. No es suficiente que identifiquen las consecuencias de corto y de largo plazo. No basta con que elaboren una disculpa apropiada. No basta con que se comprometan a enmendar lo que podría enmendarse. Y no basta con que hagan todo esto y además cuestionen las maneras patriarcales de ser y de pensar que informan el abuso.Es importante establecer un contexto dentro del cual se torne posible que estos hombres se aparten de algunas de las maneras dominantes de ser y pensar que informan el abuso. Son esas maneras de ser y pensar las que informan, sustentan, justifican el abuso y lo hacen posible. Pero ni siquiera eso es suficiente. Es decisivo que nosotros nos unamos a estos hombres en la exploración de maneras alternativas de ser y de pensar que aporten nuevas propuestas para la acción en sus relaciones con sus compañeras y con sus hijos, y que respondan de las propuestas ante esas mujeres y esos hijos.Para lograrlo, es preciso elaborar cuidadosamente los detalles, las particularidades de estas formas alternativas de ser y de pensar.CHRIS: O sea que cuando estás trabajando con un hombre violento tienes también una responsabilidad personal respecto de las víctimas del maltrato de ese hombre, y la tienes debido a tu participación en la misma cultura.CHRIS: ¿Cómo haces para intentar habilitar a los hombres para que se aparten de prácticas que muchas veces están profundamente internalizadas?MICHAEL: Así es. Creo que soy personalmente responsable, y me interesa descubrir cómo se podría estructurar el contexto de la tera162MICHAEL: No entraré en demasiados detalles sobre ese aspecto, porque nos alejaríamos del tema de la responsabilidad. Pero lo que puedo decir es que involucro a esos hombres en lo que yo llamo163«conversaciones de externalización» acerca de las actitudes y creencias que se usan para justificar la dominación y el abuso, acerca de las técnicas de poder y control que hacen eso posible, etcétera. Indago junto con ellos hasta qué punto sus vidas han pasado a formar parte de las formas abusivas de ser y de pensar que están informadas precisamente por esas creencias y actitudes, y en qué medida ellos contribuyeron a eso. Repasamos las fuerzas históricas que desempeñaron un importante papel en el reclutamiento de los hombres para esas maneras de pensar. Y también investigamos juntos en qué medida esas maneras de ser y de pensar modelaron o constituyeron las relaciones de los hombres con las otras personas en general y, más específicamente, la relación del hombre abusador con su compañera y con sus hijos.

Y es dentro del proceso de esas conversaciones externalizadoras que, a menudo por primera vez, los hombres pueden abandonar la idea de que las maneras de ser abusivas reflejan su naturaleza o les muestran formas de ser auténticas que ellos, como hombres, eligen para relacionarse con las mujeres, los hijos y los otros hombres.Luego trabajo con estos hombres para identificar algunos aspectos de sus relaciones o algunos aspectos de sus deseos y propósitos que contradigan sus maneras dominantes y opresivas de ser y pensar. Siempre habrá ejemplos de interacciones y propósitos que se apartan de las interacciones y los propósitos informados por maneras de ser abusivas, y esos ejemplos se convierten en puntos de entrada a lo que yo llamo «conversaciones de reescritura». En varios textos he documentado detalladamente tales conversaciones y no quisiera volver a hacerlo aquí. Sin embargo, diré que estas contradicciones se hacen más fáciles de identificar mientras más exploramos juntos los verdaderos efectos de las actitudes y tácticas de poder y control en la vida del hombre, y los verdaderos efectos sobre sus relaciones.CHRIS: Yo pienso que lo que se vincula con la responsabilidad es lo que siempre has dicho: que es difícil para ti, como terapeuta, y también para los hombres, tener la certeza de que sus propuestas para nuevas formas de ser no están reproduciendo involuntariamente las formas de ser dominantes. ¿Debo entender entonces que esto hace que sea de la mayor importancia que esas propuestas sean transparentes ante las personas que han experimentado el abuso?MICHAEL: Nosotros, como hombres, nunca podemos estar totalmente seguros de que no estamos reproduciendo involuntariamente formas de ser y pensar que podrían ser experimentadas como dominantes por quienes se han encontrado colocados en la posición del subyugado. Pertenecemos a la cultura masculina y nunca podemos salirnos del todo de ella.Por lo tanto, es importante establecer un contexto que nos permita hablar con esos hombres sobre sus propuestas para formas de ser alternativas y preferidas en sus relaciones, y al mismo tiempo recibir de quienes estuvieron subyugados una realimentación sobre tales propuestas. Dentro de este contexto los hombres tienen ocasión de constituirse en audiencia para las respuestas de sus compañeras y sus hijos.Y en ese contexto de responsabilidad y transparencia se torna posible para los hombres no sólo reconocer su responsabilidad por el abuso y no sólo compartir con las personas que lo sufrieron una comprensión de los verdaderos efectos de ese maltrato sobre sus vidas. En este contexto los hombres pueden obtener realimentación de las mujeres y los hijos acerca de los detalles de sus propuestas para la acción futura, acerca de sus propuestas para formas de ser alternativas con sus compañeras, sus hijos y los otros hombres.En este trabajo hay otro componente de las estructuras de responsabilidad. Se trata del establecimiento de contextos para que los hombres respondan por sus actos ante otros hombres, para la mutua responsabilidad de los hombres. Siempre es importante ayudar a los hombres a reunirse con otros hombres que estén explorando formas de ser y pensar alternativas para los hombres. Estos foros les permiten unir sus voces contra los aspectos abusivos de la cultura masculina y brindar apoyo a los hombres para renegociar sus propuestas de formas de ser alternativas, a la luz de la realimentación que reciben de sus compañeras y de sus hijos. Al crear contextos en los que los hombres puedan expresarse acerca de las probables consecuencias de no poder apartarse de las formas de ser abusivas, y acerca de las probables consecuencias de lograr hacerlo, sobre todo en relación con las vidas de las mujeres y los hijos, y en relación con las relaciones de los hombres con esas muje164165res y esos hijos, estos foros ayudan a los hombres a enfrentarse con lo que está en juego en sus respectivos proyectos. Estos foros están formados por hombres

que pueden ser conocidos, amigos o parientes, y también por hombres a quienes yo pongo en contacto.CHRIS: Lo que acabas de exponer -hombres que se ponen en contacto con otros hombres- podría llevar a la formación de una suerte de junta política. ¿A quiénes alentarías a participar en la formación de un grupo político para quienes sufrieron maltrato o violencia?MICHAEL: Lo que ha sucedido en mi práctica hasta hoy es que me reúno con las personas que sufrieron abusos al mismo tiempo que con algunos miembros de su familia inmediata y otros parientes y amigos que son solidarios y no violentos. En esas ocasiones conversamos sobre la importancia de asumir la responsabilidad, de rendir cuentas. Y si las personas involucradas piensan en la reconciliación, yo indago hasta qué punto están dispuestas a desempeñar un papel en una estructura formal de responsabilidad.¿Están interesadas y preparadas para reunirse y asistir a la declaración de responsabilidad del hombre, a su comprensión de las experiencias del abuso, su pedido de perdón, su propuesta de enmendar lo que podría enmendarse, y también su propuesta de adopción de maneras de ser alternativas en sus relaciones con su pareja y sus hijos?Si aceptan, podemos pasar a trabajar con la comprensión de la idea de que no es su responsabilidad poner en contacto al hombre con sus propias experiencias del maltrato que él les infligió, sino que sólo tienen que darle a ese hombre una realimentación sobre sus propias interpretaciones. Y tampoco es su responsabilidad anunciar de qué manera el hombre debe comportarse en sus relaciones con las mujeres, los hijos y los otros hombres, sino simplemente brindarle realimentación acerca de las propuestas que él hace, realimentación acerca de cómo serían, en su opinión, los efectos de esas propuestas sobre sus vidas.Posteriormente, si se establece un sentimiento de confianza gracias a la respuesta del hombre a esta situación, quienes sufrieron maltrato se sienten motivados para dar testimonio de sus experiencias de maltrato. Y lo hacen dentro de estos contextos estructurados.CHRIS: ¿Qué más podrías decir sobre esto, a la luz de las ideas sobre la responsabilidad elaboradas por Kiwi Tamasese y Charles Waldegrave (1993)?MICHAEL: En respuesta al trabajo que ha venido haciendo el Centro de la Familia [The Famlly Centre], tomé una mayor conciencia de la importancia de que exista una organización más amplia para las personas que sufrieron abuso y para los familiares no abusadores. Así empecé a reflexionar sobre cómo podría convocar a varias familias para este proceso, de modo que las mujeres y los niños de las familias con las que me reúno pudieran apoyarse mutuamente integrando un grupo.CHRIS: ¿O sea que puedes imaginar una situación en la que un hombre declare su responsabilidad por el abuso que ha perpetrado y exponga sus propuestas de cambio, no sólo frente a la mujer o el niño que experimentó el maltrato, sino en presencia también de una suerte de comité de gente con experiencias similares?MICHAEL: Sí, y creo que eso podría ser muy útil. Y en cierta medida, ya está sucediendo. Yo he defendido (White, 1991) la conveniencia de que la actual responsabilidad local se estructure dentro de este trabajo. Un ejemplo es la institución de «reuniones para huir del secreto». En estas reuniones participa un representante de los que sufrieron el maltrato. Creo que esta estructura es particularmente eficaz si ese representante ha tenido experiencias similares y tiene cierta conciencia de la política de género que constituye el contexto.Sin embargo, una mayor familiaridad con la idea del Centro de la Familia sobre las estructuras de responsabilidad me ha llevado a reflexionar sobre la importancia de una mayor representación en esas interacciones de responsabilidad, en las que los hombres responden por sus actos ante otras personas, como también de una mayor representación en la formación concreta de comités de acción. Sé que en el futuro se pondrá mucho el acento sobre estos puntos.

CHRIS: ¿Puedes decir algo aquí acerca de cómo te ves a ti mismo, como hombre que trabaja en este campo, respondiendo ante mujeres que también trabajan con las víctimas de maltrato?166167MICHAEL: Actualmente estoy en situación de obtener mucha realimentación acerca de mi trabajo. Hace muchos años que vengo incorporando en talleres y otros contextos docentes ciertos aspectos de mi trabajo con hombres abusadores. En esas ocasiones recibo mucha realimentación acerca de este trabajo, proveniente de respuestas a grabaciones en video de las entrevistas. Esta realimentación es invalorable para mí y para los hombres, mujeres y niños que se prestaron a ser filmados y que desean realmente desempeñar un papel en beneficio de la comunidad profesional. También recibo realimentación de mujeres y hombres que trabajan en el campo y observan directamente algunas de mis entrevistas. Yo sigo explorando maneras de hacer mi trabajo lo más transparente posible. De modo que dispongo de un sistema bastante amplio de responsabilidad ante los demás.No obstante, el trabajo del Centro de la Familia me recuerda la importancia decisiva que tiene establecer estructuras de responsabilidad más formales, y esto me llevó a pensar cómo podría yo esta blecer eso en mi trabajo, cómo podría ser capaz de hacer que mi trabajo sea más formalmente transparente ante esas mujeres que trabajan con las mujeres y los niños que han sufrido maltrato.CHRIS: ¿Puedes decir algo acerca de las ideas que has estado considerando?MICHAEL: He estado considerando la idea de establecer una suerte de foro que podría estar a disposición de los hombres que trabajan con hombres que son violentos. Esto implicaría acercarse a las mujeres que trabajan con mujeres y niños que han sufrido abusos, para pedirles que colaboren con ese foro según los lineamientos de las estructuras de responsabilidad y transparencia que propone el Centro de la Familia.ayuda, y por cualquier postura que esté más determinada por un respeto de las reglas que por un respeto de la ética. Pero también creo que, como hombres, tenemos la obligación de comunicarles a las mujeres que nos consultan lo que vemos como peligros posibles (incluyendo el hecho de que en estos contextos los conocimientos de las mujeres son con gran frecuencia descalificados) y las posibles limitaciones que podrían estar asociadas con nuestro género. Esas limitaciones pueden ser denunciadas en parte por el terapeuta, si advierte a los demás que dentro del contexto de la terapia asumirá la responsabilidad de cualquier malentendido y de las dificultades que acarrea la comprensión, y dará por aceptado que todo se vinculará considerablemente con el privilegio que se asocia con su ubicación en el mundo social del género.CHRIS: Se trataría, entonces, de una situación en la que cierto tipo de estructura de responsabilidad sería de la mayor importancia.MICHAEL: En efecto. Pero también podemos preguntarles a las mujeres que elijan reunirse con nosotros cómo nuestro trabajo en común podría hacerse transparente ante otras mujeres de sus redes sociales. Invariablemente las mujeres están dispuestas a explorar esto junto con sus parientes, amigas y conocidas. Es importante encontrar otras mujeres que hayan sido víctimas de abuso y que podrían desempeñar un papel en nuestro trabajo.O sea que lo que sucede en estas circunstancias es que la mujer que me consulta obtiene realimentación de otras mujeres con respecto al relato que ella hace del trabajo que tiene lugar entre nosotros. Creo que este hecho es un elemento muy importante del proceso general de responsabilidad y transparencia.CHRIS: ¿Podrías decirme qué significa esto en términos de práctica?CHRIS: ¿Crees que el concepto de responsabilidad implica que los hombres deben trabajar sólo con hombres en estas circunstancias, y que los terapeutas varones no deberían trabajar con mujeres que han sido víctimas de maltrato?MICHAEL: Yo me sentiría muy preocupado por cualquier postura que negara el derecho de elección a las personas que buscan nuestra

MICHAEL: En términos de práctica significa que yo le comunico a la mujer algunas de mis preocupaciones y formulo preguntas acerca de sentimientos que ella podría tener y que tal vez contribuirían a que mi participación en la interacción terapéutica fuera más transparente ante otras mujeres. Esto puede implicar que conversemos sobre la familia, las amistades y las redes de conocidos; sobre quiénes serían las mujeres de esas redes que podrían estar dispuestas168169a desempeñar un papel en estas prácticas de responsabilidad y transparencia, y sobre cómo podríamos abordarlas para encarar el tema, etcétera.A veces la mujer encuentra conveniente grabar en audio o filmar en video nuestras reuniones, para compartirlas con las otras mujeres que han aceptado colaborar con esta clase de estructura de responsabilidad. Y a veces la mujer invita a las otras a reunirse con nosotros para trabajar en conjunto. Esto brinda por lo menos algún control de las posibilidades de que en el curso del trabajo se reproduzcan involuntariamente las políticas de género.ble que persistamos en nuestros intentos de buscar modos de acción que sirvan para hacer más igualitario el contexto de la terapia; y es más probable que perseveremos en nuestras tentativas de construir diversas formas de responsabilidad y transparencia que estén siempre presentes en el proceso mismo de la terapia.CHRIS: Sé que tienes una actitud muy particular hacia las notas que tomas durante las sesiones, y me parece que eso está directamente vinculado con tus ideas acerca de la responsabilidad. ¿Podrías decir algo más sobre ese punto?CHRIS: ¿Has probado personalmente estas prácticas?MICHAEL: Sí, desde hace algún tiempo esto forma parte de mi práctica.CHRIS: Quisiera pedirte que me digas algo más sobre el tema de la responsabilidad y la transparencia entre terapeuta y cliente. Dado que la responsabilidad consiste en abordar las diferencias de poder, ¿cómo te manejas con las diferencias de poder entre tú y la persona con la que estás trabajando, fuera de las cuestiones específicas de género que hemos estado discutiendo hasta ahora?MICHAEL: Este punto es importante. En el contexto de la terapia hay una relación de poder que no puede ser suprimida, independientemente del nivel de compromiso que podamos tener con las prácticas igualitarias. Si bien son muchas las etapas que podemos recorrer para hacer más igualitaria la interacción terapéutica, si creemos que podemos arribar a un punto en el que podemos interactuar con las personas que buscan nuestra ayuda de una manera que está totalmente fuera de toda relación de poder, entonces transitamos terreno peligroso. Esa creencia nos permitiría eludir las responsabilidades éticas y morales que nosotros tenemos hacia esas personas que buscan nuestra ayuda pero que ellas no tienen hacia nosotros. Y no creo que debamos permitirnos perder de vista todo eso. Hacerlo serviría para abrir la posibilidad del abuso y la explotación de las personas que buscan nuestra ayuda.O sea que por esta razón es fundamental que haya cierto reconocimiento de la diferencia de poder. Además, si reconocemos el hecho de la inevitabilidad de la diferencia de poder, es más probaMICHAEL: Sí, yo he asumido el compromiso ético de registrar información sólo en presencia de las personas que me consultan. ., Creo que todo registro de la conversación en las entrevistas debe realizarse sólo en presencia de las personas que buscan nuestra ayuda, y que no se lo debe hacer fuera de ese contexto. También es importante que todo lo que se ponga por escrito resulte transparente en ese contexto de la interacción terapéutica.Si queremos anotar detalles de la conversación que tiene lugar dentro del contexto terapéutico, creo que debemos, como rutina, solicitar la autorización de las personas que nos consultan, aclarando al mismo tiempo qué propósito nos guía para registrar esa información. Yo asumo la responsabilidad de leer lo que

se escribe, y también invito a la persona con quien estoy trabajando a hacer enmiendas o correcciones. Mi postura sobre este punto es que todo registro que se nos autorice a hacer debe ser textual, palabra por palabra, a menos que negociemos explícitamente otros acuerdos. Y, a menos que se negocie de otro modo, la propiedad de todas las notas tomadas debe ser de las personas que nos consultan.CHRIS: ¿Cuáles serían, en tu opinión, los efectos reales de la práctica standard de conservar extensos registros de casos que no han sido tratados de esta manera abierta y responsable?MICHAEL: Creo que lo que llamas «práctica estándar» de registrar tiene el efecto de patologizar y marginar a las personas que buscan nuestra ayuda. Esta práctica contribuye significativamente a su experiencia de «otredad» y refuerza algunos de los relatos negativos de identidad que tantas de estas personas experimentan. Es170una práctica que desempeña un papel significativo en los rituales modernos de degradación.CHRIS: Sé que una de tus maneras de establecer los procedimientos para el reconocimiento de la responsabilidad consiste, a veces, en emplear personas que han sido tus clientes para que te observen y comenten tu trabajo. ¿Podrías decir algo más sobre ese punto?MICHAEL: Yo tomo muy en serio la idea de que este trabajo es un proceso de doble vía. Por lo general se cree que los únicos receptores de la terapia son las personas que consultan a los terapeutas. Y opino que esta idea estructura una terapia que margina, que contribuye a construir a las personas que buscan nuestra ayuda como «otros», como diferentes.Por eso he asumido el compromiso ético de poner en evidencia hasta qué punto el proceso de la terapia es de doble vía, y de tratar de encontrar maneras de identificar, reconocer y articular en quémedida las interacciones terapéuticas moldean realmente el trabajo mismo y también moldean mi vida en un sentido positivo. Esto incluye el reconocimiento de que este trabajo estimula otros desarrollos.Profundicemos, por ejemplo, el tema de que nuestro trabajo es un proceso de doble vía. Pondré un ejemplo: los procesos vinculados con la práctica de entrevistar formalmente a ciertas personas como «veteranos» del problema, para que se manifiesten acerca de su propia comprensión. David Epston ha sido pionero en este campo. También podemos emplear a algunas personas como consultores, en un sentido literal, con respecto al trabajo que hacemos con las personas que solicitan nuestra ayuda, y con respecto a la índole de nuestra interacción con esa gente. Desde luego, esto tiene prioridad cuando se trata de cuestiones de cultura, raza, etcétera, y también puede ser relevante con respecto a la edad.Con este propósito, en algunas ocasiones he empleado a niños como consultores en mi trabajo con otras familias con hijos menores. Esta práctica es importante en situaciones en las que el problema de la desigualdad en términos de poder es un factor particularmente apremiante.Me reúno con frecuencia con adolescentes y sus padres, que están en conflicto, y casi siempre encuentro que los adolescentes se sienten en minoría en el contexto terapéutico. Entonces, involucrar a otro adolescente como consultor en este trabajo para que de manera no partidaria represente el punto de vista de un adolescente, contribuye mucho a neutralizar la polarización que con tanta frecuencia se experimenta en estas relaciones entre adolescentes y sus padres.CHRIS: O sea que sobre el tema de la asunción de la responsabilidad sueles llegar a diversos acuerdos con la gente que te consulta.MICHAEL: Sí, pero al poner el énfasis sobre tales acuerdos no quiero dejar de lado el hecho de que la responsabilidad es un tema dominante en todo el

transcurso de la terapia. Por ejemplo, durante mis reuniones con las personas, les pido su opinión sobre la marcha de la conversación, les pregunto si consideran que ese rumbo se ajústa o no se ajusta al proyecto general, indago si el proceso las está afectando emocionalmente o de alguna otra manera, etcétera. Y al iniciar cada una de las sesiones posteriores a la primera, involucro a los clientes en una revisión de los eventos que han tenido lugar durante el intervalo entre sesiones, y los insto a comparar esas sesiones con conversaciones terapéuticas anteriores, a fin de que podamos determinar los verdaderos efectos de esas conversaciones sobre sus vidas y sus relaciones. Esto permite evaluar el trabajo y hace que la interacción terapéutica sea sensible a esa evaluación. Y por supuesto, este tipo de consulta enfrenta a los terapeutas con las responsabilidades éticas que tienen respecto de los verdaderos efectos, o de las verdaderas consecuencias, de sus interacciones con las personas que reclaman su ayuda.CHRIS: Me interesa tu trabajo con niños, en relación con la idea bastante generalizada -sobre todo dentro del campo de la educación- de que los niños no poseen la sutileza necesaria para ser capaces de participar plenamente en la toma de decisiones acerca de políticas que afectarán sus vidas. ¿Te imaginas acaso a los niños agrupándose y participando en estos procesos de responsabilidad y transparencia?MICHAEL: Totalmente. Creo que la actitud a que te refieres refleja la discriminación por edad que impera en nuestra cultura. Y creo también que nuestras propuestas para las estructuras de responsabilidad podrían abordar esa cuestión.172173Sé que es posible consultar sobre sus vidas hasta a niños muy pequeños, y hacerlo de modo de ayudarlos a expresar más claramente sus propios propósitos y objetivos preferidos, aunque en nuestra cultura este tipo de consulta no sea en absoluto una práctica corriente. Por eso, cuando me reúno con familias que tienen hijos pequeños suelo descubrir que a muy pocos se los consultó sobre el problema, porque se asume que sólo les concierne a los otros. Como a los niños no se los consulta, no se respeta su capacidad de comprensión y sus conocimientos; y además, los padres y otras autoridades -incluyendo a las docentes- toman determinada posición sobre el problema, pero los niños no tienen oportunidad de hacerlo.Sin embargo, es posible consultar con éxito a estos niños y preguntarles cómo ven los problemas que afectan sus vidas y sus relaciones, y si creen o no que esos efectos son favorables. Hasta se les pueden formular preguntas que empiezan con «¿Por qué...?», porque esas preguntas les permiten justificar sus evaluaciones. Cuando los niños tienen oportunidad de justificar sus evaluaciones, siempre terminan por hablar de sus objetivos, de lo que desean para su vida, de sus versiones de sus propios objetivos, etcétera. Por lo general, las evaluaciones pueden ser respetadas por otros miembros de la familia, e invariablemente llevan a una acción constructiva.Creo también que, con referencia a la toma de decisiones de los niños sobre políticas educativas, esta elaboración de propósitos, deseos y objetivos, y su expresión, podría lograrse más eficazmente a través de una suerte de organización política como la que propone el Centro de la Familia.BibliografíaJenkins, A. 1990. Invitations to responsibility: The therapeutic engagement of men who are violent and abusive. Adelaida, Dulwich Centre Publications.Tamasese, K. y Waldegrave, C. 1993. «Cultural and gender accountability in the Just Therapy approach». Journal of Feminist Family Therapy, número 5(2), págs. 29-45. (Republicado en 1994 en Dulwich Centre Newsletter (números 2 y 3).White, M. 1991. «Deconstruction and Terapy». Dulwich Centre Newsletter, número 3.

El trabajo con el equipo de reflexión como ceremonia de definiciónLa tradición de trabajar con equipos terapéuticos y la utilización en esta técnica de espejos unidireccionales está consolidada en el campo de la terapia de familia. Muchos de los primeros desarrollos en este tipo de trabajo en equipo se debieron a los trabajos pioneros del Grupo de Milán y del cuerpo de profesores del Ackerman Institute de Nueva York. Según esta tradición, los miembros del equipo permanecían detrás del espejo unidireccional y eran invisibles para las personas que venían a la consulta. El rol del equipo consistía en elaborar hipótesis de sistemas -acerca del «sistema familiar» y acerca del «sistema terapéutico»-, como también planear intervenciones, basadas en esas hipótesis, que eran comunicadas por el entrevistador. Sean cuales fueren los méritos de esta manera de estructurar la participación del equipo, y fueran cuales fuesen los posteriores desarrollos en la teorización de este trabajo, la autonomía y el anonimato del equipo plantearon inmediatamente diversas cuestiones de índole ética y política, que algunos terapeutas, incluyendo a muchos de los que habían desempeñado un importante papel en la evolución de esta tradición, empezaron a cuestionar.En 1987, el noruego Tom Andersen publicó su trabajo The Ref ecting Team: Dialogue and meta-dialogue in clinical work. Esto puso en contacto al mundo de la terapia de familia con una concepción muy diferente del equipo terapéutico, y con una idea muy dife174175rente acerca de la participación de los miembros del equipo. Esos desarrollos fueron aceptados con entusiasmo por muchos terapeutas, que apreciaban las posibilidades vinculadas con el trabajo con equipos terapéuticos pero habían llegado a la conclusión de que era cada vez más difícil ignorar las cuestiones éticas planteadas por el hecho de que el equipo fuera autónomo y anónimo.Fue uno de esos terapeutas, Karl Tomm, quien a fines de la década de 1980 me hizo conocer el concepto de «equipo de reflexión». Karl, siempre atento a las nuevas posibilidades en este trabajo, y cada vez más preocupado por las cuestiones éticas, había organizado un encuentro con Tom Andersen para obtener una exposición de primera mano sobre el trabajo de reflexión en equipo. Salió de la reunión muy entusiasmado y me alentó a explorar las estructuras del equipo de reflexión en mi propio trabajo. En respuesta, yo formulé algunos reparos -o los formulé a medias, porque no sabía muy bien cómo expresarlos- y presenté algunos problemas. Posteriormente pude organizar mejor mis pensamientos alrededor del tema, y lo hice del siguiente modo:de reflexión para contrarrestar aquella capacidad latente de marginación y cosificación?3. Más específicamente debo decir que yo estaba familiarizado con la propensión de muchos terapeutas de familia a valerse de los consagrados análisis estructuralistas y funcionalistas de los eventos de las vidas de las personas. Entre otras cosas, estos análisis y las operaciones a ellos vinculadas tienen el efecto de elevar las pretensiones de conocimiento del experto al status de «verdad», y de descalificar los conocimientos de las personas que consultan a los terapeutas. Así, yo advertía que el contexto del equipo de reflexión podría maximizar tanto la imposición de las pretensiones de «verdad» de los conocimientos profesionales comó la descalificación de las pretensiones alternativas. ¿Qué pautas podían establecerse para el equipo de reflexión que permitieran ejercer algún control sobre aquella posibilidad, que minimizaran las posibilidades de descalificación, que limitaran las posibilidades de imposición?1. No tuve dificultades para apreciar el hecho de que el dispositivo del equipo de reflexión podía ser una poderosa experiencia para las personas que consultan a los terapeutas. Pero poderosa ¿en qué sentido? Yo había podido observar directamente y en muchas ocasiones el efecto «poderosamente» negativo que la ronda pública de examinación puede tener sobre los «pacientes» de los hospitales

psiquiátricos. Por lo tanto, estaba seguro de que no había nada intrínseco al carácter público del dispositivo del equipo de reflexión que lo hiciera terapéutico en sus efectos. Me preguntaba qué forma podrían asumir las reflexiones a fin de mitigar los posibles efectos negativos de ese carácter público.2. Yo tenía plena conciencia del hecho de que en la cultura de la psicoterapia la mayoría de las interacciones entre los terapeutas y quienes los consultan están informadas por los discursos de la patología. Estos discursos informan las maneras de hablar que se dan por sentadas cuando se trata de abordar las vidas de las personas y las prácticas de relación que tienen el efecto de marginar y cosificar a las personas que buscan ayuda. ¿Qué tipo de requisitos sería necesario aplicar a las prácticas del equipo4. Yo tenía cierto grado de conciencia de que la cultura de la psicoterapia no es periférica a la cultura dominante, en la medida en que no está exenta de estructuras e ideologías dominantes, y en la medida en que desempeña un papel fundamental en la reproducción de tales estructuras e ideologías. Tomemos, por ejemplo, el vínculo que existe entre la misoginia de la cultura dominante y la culpabilización de la madre en la cultura de la psicoterapia. A la luz de esa relación, ¿podríamos confiar en que al actuar el equipo de reflexión no sería también cómplice de esa reproducción, y que no estaría colaborando involuntariamente con las fuerzas mismas que proveen el contexto para los problemas por los que las personas consultan? Indudablemente, alentar esa confianza podría ser erróneo. Entonces ¿qué procesos de equipo de reflexión podíamos establecer para encarar esta vulnerabilidad a la reproducción de algunos de los aspectos negativos de la cultura dominante?A lo largo de los años he recibido diversas respuestas a mis expresiones de estas y otras preocupaciones. Algunos terapeutas señalaron que estoy complicando demasiado la idea del equipo de refle176177xión, y que debiera aprender a confiar en la «intuición» de los miembros del equipo. Pero no pudieron convencerme de tal cosa. Ser intuitivo equivale a entrar en un discurso de comprensión y práctica que está considerablemente informado por lo que podríamos llamar «psicología popular». Desde luego, no quiero decir con esto que la intuición no pueda tener efectos positivos sobre las vidas de las personas, pero no creo que se la deba aceptar acríticamente. Estoy seguro de que un estudio de la historia de la intuición serviría para esclarecer que se trata de un determinado sistema de comprensión y acción en el mundo. Y creo también que descubriríamos muchas discontinuidades en lo que se ha considerado intuición a través del tiempo; y que nos tropezaríamos con ejemplos de que la intuición de ayer suele parecer tontería hoy. Alentar a los miembros del equipo a «confiar» en su intuición sería como alentar a alguien a confiar simplemente en sus buenas intenciones. Y esa idea nunca es demasiado buena.Otros terapeutas opinaron que yo podría resolver mis preocupaciones dejando simplemente que los miembros del equipo expresaran la experiencia subjetiva que emana del «centro» de su ser. ¿Pero qué es esta idea de una expresión espontánea de la experiencia? ¿Acaso existe algo que pueda considerarse una expresión pura de la experiencia subjetiva? ¿Puede una expresión de la experiencia eludir los efectos de mediación de los sistemas de comprensión? ¿Puede una expresión de la experiencia en el lenguaje situarse fuera de lo que ese lenguaje construye? ¿Puede una expresión de la experiencia personal de alguien dentro de una comunidad de personas ser reconocida por otros que se sitúan fuera de un sistema de significación que provee las respuestas que nosotros llamamos reconocimiento? ¡Sin duda que no! Además, la idea de que las personas tienen un centro a través del cual pueden expresar su yo esencial no soporta un análisis riguroso.Hubo terapeutas que sostuvieron que conceptos como el de «comunidad ideal de habla» podrían liberarme en parte de la carga de mis preocupaciones. Pero a mí

eso no me sirvió. Conocía la idea, pero no veía cómo una comunidad podría estar exenta de las diversas relaciones de poder de nuestra cultura y sus instituciones, incluyendo las relaciones basadas en género, raza, clase, oportunidad, edad, preferencia sexual, situación económica, etcétera. Por otra parte, hacía mucho tiempo que yo sostenía el punto de vista deque es a través del reconocimiento de estas relaciones de poder, y no a través de su negación, que es posible cuestionarlas y reducir su toxicidad, y que también esas acciones desempeñan un papel en las relaciones de poder. Debido a ello, me sentí más atraído hacia la crítica que hace Foucault de la idea de una comunidad ideal de habla que hacia la propuesta original:La idea de que podría haber un estado de la comunicación tal que los juegos de la verdad pudieran circular libremente, sin obstáculos, sin restricción y sin efectos coercitivos, me parece una utopía. Equivale a ser ciego ante el hecho de que las relaciones de poder no son malas en sí mismas, algo de lo que uno deba liberarse. Yo no creo que pueda haber una sociedad sin relaciones de poder, si se las entiende como medios por los cuales los individuos tratan de conducir, de determinar el comportamiento de los otros. El problema no es tratar de disolverlas en la utopía de una comunicación perfectamente transparente, sino darse a uno mismo las reglas de la ley, las técnicas del manejo y también la ética, el ethos, la práctica del yo, lo que permitiría que estos juegos de poder fueran jugados con un mínimo de dominación. (Foucault, 1988, pág. 18)Los interrogantes que yo me planteaba y las preocupaciones que tenía eran firmes (y todavía lo son, se niegan a desaparecer). Pero seguí luchando con esas dudas porque seguía creyendo en la cualidad transformadora del equipo de reflexión, y porque mis primeras exploraciones del método habían sido en general positivas. En este trabajo describiré una estructura de equipo de reflexión que evolucionó a) a través de indagaciones más profundas de aquellas preocupaciones; b) en respuesta a los comentarios de los numerosos terapeutas que han incursionado en el trabajo con equipo de reflexión en Dulwich Centre; y c) a partir de la realimentación que he recibido sobre este trabajo, de gente que me ha consultado dentro de estos contextos.Durante mi exposición no me referiré a otras concepciones y desarrollos del equipo de reflexión, debido a una falta de familiaridad con ellos. No tengo la menor duda de que otros terapeutas también han abordado preocupaciones similares a las que aquí he esbozado, pero no he tenido la oportunidad de conocer sus propuestas y la correspondiente práctica. Tampoco sé cómo ha respondido Tom Andersen a tales interrogantes, ya que hasta hoy no he podido consul178179tarlo sobre el tema, y no tengo un conocimiento de primera mano de su trabajo.Y ahora una nota de advertencia. En el trabajo que describiré aquí, no estoy seguro de haber encarado satisfactoriamente los interrogantes y las preocupaciones que esbocé anteriormente, y también reconozco que es necesario plantear otras cuestiones. Por lo tanto, agradeceré a los lectores que lean este trabajo como la presentación de un trabajo en curso.ron a estas personas una «arena para mostrarse» y para tener «oportunidades de hacer proclamaciones individuales y colectivas de su ser»:Las ceremonias de definición abordan los problemas de la invisibilidad y la marginalidad; son estrategias que le brindan a cada individuo oportunidades para ser visto en sus propios términos, reuniendo a testigos de su existencia, su mérito y su vitalidad. (Myerhoff, 1986, pág. 267)Las ceremonias de definiciónA veces se dan condiciones favorables para que un grupo generacional se torne agudamente autoconsciente y luego esas personas llegan a ser participantes activos de su propia historia y proponen sus propias agudas e insistentes definiciones de sí mismos y sus explicaciones para su destino, pasado y futuro. Son, entonces, actores lúcidos en un relato histórico que ellos escriben, y no

sujetos del estudio de otro. Se «hacen» a sí mismos, y a veces hasta «se inventan», una actividad que no es inevitable ni automática sino que está reservada para personas especiales en circunstancias especiales. (Myerhoff, 1982, pág. 100)Hay muchas metáforas posibles para el tipo de equipo de reflexión que presentaré en este trabajo. En la medida en que el equipo de reflexión que aquí describo establece «condiciones favorables» a generar en las personas la voluntad de ser «participantes activos de su propia historia» y de «inventarse», creo que la «ceremonia de definición» de Barbara Myerhoff propone una metáfora particularmente apropiada para este trabajo y sirve para esclarecer algunos de los procesos que implica.Myerhoff utilizó esta metáfora para describir algunas de las actividades de una comunidad judía de gente mayor, pobre y abandonada, de Venecia, Los Angeles. Como los integrantes de esta comunidad eran relativamente invisibles para la comunidad mayor, carecían de reflexiones importantes sobre sus propias vidas, y corrían el riesgo de volverse invisibles también para ellos mismos, el riesgo de dudar hasta de su propia existencia. Fue gracias a las «ceremonias de definición» que las personas de esta comunidad contrarrestaron semejante amenaza. Estas ceremonias les brindaMyerhoff llama la atención sobre el papel fundamental que desempeña el «testigo externo» en estas ceremonias de definición. Estos testigos externos son esenciales para los procesos del reconocimiento y la autenticación de las afirmaciones de las personas acerca de sus historias y sus identidades, y para la realización de estas afirmaciones. La participación de los testigos externos en las ceremonias de definición otorga «carácter público y fáctico» a las afirmaciones y sirve para ampliarlas y convalidarlas. El testigo externo contribuye también a un contexto para la autoconciencia reflexiva, en la que las personas se tornan más conscientes de sí mismas tal como se ven, y más conscientes de su participación en la elaboración de las producciones de sus vidas. Alcanzar esta autoconciencia reflexiva es importante porque establece un saber de que «el saber es un componente de su conducta», lo que hace posible que las personas «asuman la responsabilidad de inventarse a sí mismas y sin embargo mantengan su sentido de autenticidad e integridad»; y que tomen conciencia de las opciones que se les ofrecen para intervenir en la conformación de sus vidas.Creo que las ideas y las prácticas asociadas con el tipo de equipo de reflexión que describo en este trabajo introducen posibilidades similares para el establecimiento de una autoconciencia reflexiva y para la participación en la escritura de la propia vida de cada uno. Y creo también que una comprensión de los mecanismos de transformación que se dan en las ceremonias de definición puede servir para informar a los terapeutas acerca de algunos de los elementos más críticos de este trabajo. Así sucede, por ejemplo, en el desarrollo de cierta comprensión de la importancia de los miembros del equipo de reflexión como «testigos externos» en el objetivo de hacer progresar la trama.180Estos viejos judíos ...(en)... apartando los velos que separan lo real de lo irreal, lo imaginado de lo concreto, para atravesar el umbral y arrastrar con ellos, detrás de ellos, testigos que descubren, para su sorpresa, que están de algún modo participando en el drama de otro ... Habiendo atravesado el umbral, se convierten en el «quinto asunto», testigos que hacen avanzar una trama casi involuntariamente; su historia no es totalmente suya sino que tiene vida propia, está entretejida con la materia de las vidas de otras personas. (Myerhoff, 1986, pag. 284)Orientación generalMi experiencia de equipo de reflexión se limita a contextos de formación profesional en Dulwich Centre y en talleres en otros lugares. Para muchos de los terapeutas que asisten a estos programas, esta será su primera aproximación a la

idea del equipo de reflexión y sus prácticas. Por eso pienso que es conveniente brindarles una orientación general al comienzo de la exposición.Como parte de esa orientación les digo a los terapeutas visitantes que se les sugerirá no teorizar acerca de la «verdad» de los problemas que las personas llevan a terapia. En cambio, su tarea consistirá en prestar cuidadosa atención a la discusión que tiene lugar durante la entrevista. También informo que les sugeriré abandonar la idea de que su papel consiste en preparar y realizar alguna intervención en las vidas de las personas o en el «sistema». La tarea de los miembros del equipo no es «elaborar estrategias», «resolver problemas», «enseñar», «servir de modelo de rol», «perturbar» o aconsejar.Además se les informa a los terapeutas que dedicarse a actividades que estén asociadas con esa teonzación y con la preparación de intervenciones les impediría tomar conciencia de lo privilegiado de su posición en tres sentidos:tos de sus propias vidas, los miembros del equipo tienen con frecuencia opciones para la acción y para elegir un estilo de vida que las personas que los consultan suelen no tener.3. El privilegio, en términos de poder, de que los miembros del equipo disfrutan dentro del contexto terapéutico: es inherente a los contextos terapéuticos un desequilibrio de poder que favorece a los terapeutas y a los miembros del equipo, independientemente de las diversas medidas que podrían tomarse para hacerlos más igualitarios.Como parte de esta orientación, acostumbro dar a los terapeutas visitantes cierta orientación general sobre la índole de las respuestas que se esperan del equipo de reflexión. Será su tarea interactuar entre sí y con aquellas personas que acuden a la consulta, de ciertas maneras que:1. Están informadas por cierto grado de conciencia de la índole privilegiada de su posición en el contexto de este trabajo.2. Reconocen las experiencias que tienen las personas de los problemas por los que buscan ayuda, de los dilemas que han enfrentado y de las luchas que han librado en sus esfuerzos por cambiar lo que han querido cambiar en sus vidas.3. Provocan la fascinación de la gente por algunos de los aspectos más negados de sus vidas, aspectos que podrían servir de punto de ingreso para la generación y/o la resurrección de las historias alternativas de sus vidas.4. Sitúan sus respuestas dentro del contexto de su propia experiencia personal, imaginación, propósitos, curiosidad, etcétera.Estructura de la reunión1. El privilegio que les conceden a los miembros del equipo las personas que abren sus vidas a otros en el transcurso de este trabajo, un acto de inclusión que expresa un extraordinario acto de fe y de confianza en el equipo terapéutico.2. El privilegio vinculado a la ubicación personal de los miembros del equipo en términos del orden social: al responder a los even182Cuando trabajo con equipos de reflexión suelo propo e la reunión se estructure en cuatro partes, cada unq de la .tuve en sí misma una entrevista. En la prlm0ra P tador se reúne con las personas que buscan la con9 que los miembros del equipo se ubican como hudíe versación. En ese momento los miembros del equi_ detrás de un espejo de una sola vía, asistiendo a lacuito cerrado de televisión, o en la sala de entrevistas pero sentados detrás del entrevistador y las personas que acudieron a la consulta. Al comienzo de la entrevista se les da a las personas la opción de conocer a los miembros del equipo antes de empezar o de conocerlos cuando ellos se presentan, antes de iniciar sus reflexiones en la segunda parte de la entrevista. Además, las personas pueden llevarse con ellas una lista de los nombres de los miembros del equipo, como así también información sobre sus lugares de trabajo.

En la segunda parte, el entrevistador y quienes buscaron la consulta trocan ubicación con el equipo: se convierten en el público de la conversación que tiene lugar entre los miembros del equipo. Durante ese lapso, los miembros del equipo reflexionan sobre sus experiencias de la primera parte de la reunión -es decir, de la primera entrevista- y cambian impresiones sobre estas. Esto constituye la segunda entrevista. A veces a algunos les resulta difícil iniciar interacciones mutuas de esta manera, y tienden a dirigir sus reflexiones al entrevistador y a las personas que están ahora en el rol de audiencia: la idea de sostener una conversación con los miembros del equipo acerca de las vidas de los otros en su presencia rompe la mayoría de las reglas de los encuentros terapéuticos. Sin embargo, estos miembros del equipo se sienten muy pronto más relajados con estas conversaciones en tercera persona, una vez que han tenido oportunidad de oír de primera mano las opiniones de las personas acerca de los efectos beneficiosos de la oportunidad de asistir al hecho de que se hable de sus vidas tan respetuosamente en su presencia.En la tercera parte de la reunión todos los participantes vuelven a cambiar de lugar, y el entrevistador entrevista a las personas que buscaron la consulta, acerca de sus experiencias de la primera y la segunda entrevistas, con el equipo una vez más en posición de audiencia. Esto constituye la tercera entrevista.En la parte cuatro de la reunión, el entrevistador, los miembros del equipo y las personas que buscaron consulta se reúnen para interrogarse mutuamente y para iniciar una desconstrucción de la terapia misma. Esto constituye la cuarta entrevista.Brindaré aquí algunos detalles acerca de las particularidades de la segunda, la tercera y la cuarta entrevistas. Al hacerlo pretendo dar por sentada cierta familiaridad con las prácticas terapéuticas generales a que me refiero. He analizado detalladamente estas prácticas en diversas publicaciones y preferiría no reiterar ese análisis en este trabajo.Segunda entrevista: cuatro clases de respuesta1. IncorporarseLos miembros del equipo se presentan, explican su presencia en la consulta y proporcionan una breve información personal, para que se los ubique en el campo -por ejemplo, lugar de trabajo, proyectos, intereses, etcétera- y para no permanecer anónimos para las personas que pidieron la consulta. En vez de hacerlo uno por uno en una sola ocasión, por lo general es más conveniente que los miembros del equipo hagan esta presentación antes de dar su primera respuesta. De este modo los asistentes no se verán abrumados por los detalles acerca de las identidades de cada uno, sino que podrán vincular esas identidades a los intereses de los miembros del equipo a medida que se presentan en el curso de la reunión.Los miembros del equipo verifican que todas las personas que pidieron la consulta sean reconocidas. Este puede lograrse si uno o dos miembros del equipo brinda una versión de su comprensión de i) las circunstancias que llevaron a esas personas a pedir la consulta; y ii) la experiencia que las personas tuvieron de esas circunstancias. Además de experimentar el reconocimiento en ese momento, las personas que consultan elaboran una comprensión de cómo los miembros del equipo entienden sus vicisitudes. Y en una etapa posterior de la reunión, pueden dar realimentación sobre ello.2. MisterioLos miembros del equipo responden a los desarrollos que, en la primera entrevista, las personas han considerado «desarrollos preferidos»: es decir, los momentos resplandecientes, las excepciones, los acontecimientos extraordinarios, las contradicciones que se identificaron durante la primera parte de la reunión. Otra posibilidad es que los miembros del equipo respondan a los184185

desarrollos que, según ellos creen, podrían constituir desarrollos preferidos para las personas que consultan; pero en ese caso se tiene especial cuidado de reconocer el hecho de que esta respuesta sigue siendo provisoria hasta que sea confirmada o refutada por las personas involucradas.El equipo responde a los desarrollos preferidos como se podría responder a un misterio: algo que despierta la curiosidad de quien lo ve desde afuera pero que sólo las personas que poseen el conocimiento íntimo pueden develar satisfactoriamente. Al hacerlo, los miembros del equipo transmiten su fe en la capacidad de las personas para develar esos misterios de sus vidas, aun cuando no puedan lograrlo inmediata e independientemente, sino a lo largo del tiempo y dentro de proyectos en colaboración con las partes interesadas. Los desarrollos preferidos brindan puntos de entrada a las historias alternativas de las vidas de la gente.Esta práctica de orientarse hacia el misterio despierta la curiosidad de los miembros del equipo y, a su vez, esa curiosidad causa en las personas una verdadera fascinación con algunas de las experiencias significativas de sus vidas, hasta entonces negadas.3. Paisajes alternativosLos desarrollos preferidos que provocan la curiosidad del equipo pueden ser considerados puntos de entrada o medios de acceso a las historias alternativas de las vidas de las personas. Esas historias alternativas permiten acceder a conocimientos también alternativos de las maneras de ser y pensar en el mundo. Para ayudar a las personas a atravesar esas puertas, a fin de que puedan explorar algunas de las posibilidades que se les presentan para reescribir sus vidas, en esta etapa de la segunda entrevista los miembros del equipo tratan cuestiones de «paisaje de la acción» y de «paisaje de la conciencia». Dado que en diversas publicaciones he divulgado ya una considerable cantidad de información acerca del desarrollo de estas preguntas, no las reseñaré aquí. Pondré, eso sí, algunos ejemplos de preguntas sobre el paisaje de la acción y el paisaje de la conciencia, tomadas de interacciones del equipo de reflexión. De este modo los lectores percibirán cómo se utilizan estas preguntas en este contexto:Miembro A del Equipo: Me di cuenta de que me habían llamado mucho la atención los pasos que Simon empezó a dar aquí para cuestionar al gunos de los viejos hábitos que fueron dominantes en él. ¿A alguien más este punto le resultó interesante? Porque a mí me gustaría mucho hablar un poco de este punto.Miembro B del Equipo: Yo también tuve la sensación de que estos pasos fueron importantes. Y me quedé pensando cómo se habría preparado Simon para darlos, porque estoy seguro de que no se le presentaron como llovidos del cielo. ¿Alguien notó algo que podría ser una pista, un indicio sobre esto? Miembro C del Equipo: Quizás. Al comienzo de la conversación Anne dijo algo acerca de que Simon estaba ejercitándose más. Tal vez lo hacía para prepararse para dar estos pasos. Miembro D del Equipo: Sí, a mí me interesó el hecho de que Anne nos lo hiciera notar hoy. Este reconocimiento parece ser importante para Simon y esto me ayudó a percibir cuál podría ser la contribución de Anne a estos desarrollos.Miembro B del Equipo: ¿Qué crees que reflejan estos desarrollos acerca de lo que Simon quiere para su vida? ¿Y qué crees que indican acerca de esta relación madre/ hijo?Miembro A del Equipo: Tal vez indiquen que Simon está interesado en tener opciones para su vida, tal vez que quiere ser capaz de cuidar bien su vida, tal vez que quiere tener algo más que decir sobre la marcha de su vida.Miembro B del Equipo: ¿Y qué sucede con las cualidades de la relación madre/ hijo?Miembro D del Equipo: Es una buena pregunta. Simon y Anne están escuchando nuestra conversación,186187

y yo me pregunto cuál sería su respuesta a esta pregunta. Supongo que contarían cosas muy interesantes acerca de la historia de su relación, y supongo también que ese relato ilustraría las cualidades de la relación.Miembro C del Equipo: Yo pensé algo sobre cómo podrían ser esas cualidades.En este ejemplo, los miembros del equipo interactúan primero entre sí alrededor de las preguntas del paisaje de la acción; luego remiten las preguntas del paisaje de la conciencia a sus reflexiones en el paisaje de la acción; luego remiten las preguntas del paisaje de la acción a sus reflexiones sobre el paisaje de la conciencia; y más tarde siguen desde allí en la forma zigzagueante que he descrito en otra parte. Todo esto se hace con el propósito de abrir opciones para que Anne y Simon puedan enriquecer y arraigar más profundamente algunas de las contratramas de sus vidas.A lo largo de esta segunda entrevista, las personas que están sentadas detrás del espejo unidireccional se sienten cada vez más fascinadas por algunos de los paisajes alternativos de sus propias vidas. Reflexionan acerca de las respuestas a estas preguntas y a lo largo del proceso adquieren cierta lucidez en sus propios pensamientos acerca de las diferentes conexiones entre algunos de los eventos negados en sus vidas, y acerca de las contratramas que esas conexiones señalan.Como los lectores advertirán, en el proceso del equipo de reflexión los miembros del equipo se entrevistan activamente unos a otros, o sea que no se trata de un proceso del que pueda decirse que sólo «hace notar lo positivo». Este trabajo no se basa en la tradición del conductismo y tampoco está asentado sobre el concepto de refuerzo positivo.Un equipo de reflexión basado en la idea de refuerzo positivo puede degenerar rápidamente hasta convertirse en una catarata de comentarios inconexos que confundirán y desorientarán a la gente. Por otra parte, en esas circunstancias los miembros del equipo de reflexión pueden llegar a ser percibidos como condescendientes y desvinculados de las realidades de las vidas delas personas. Además, es probable que las personas que consultan piensen que los miembros del equipo no son sinceros sino que tratan de ser positivos para «alegrarlos». Y como si tantos inconvenientes fueran pocos, por lo general al equipo empieza a resultarle tedioso operar de este modo. Encuentran que en sus reflexiones muchas veces terminan por «inventar la rueda», y que sus conversaciones se reducen a un nivel de banalidad en el que sólo se intercambia un adjetivo superlativo por otro. Aunque aquí caricaturizo este tipo de conversación de un equipo de reflexión, me han dicho que a veces la realidad se le asemeja peligrosamente:Miembro E del Equipo: Me sentí realmente impresionado por este desarrollo.Miembro F del Equipo: Sí, yo también. Pero ¿no te parece que este otro desarrollo fue simplemente asombroso?Miembro G del Equipo: Mira, yo sé que estos desarrollos fueron realmente buenos, pero está también este evento, que fue evidentemente excepcional.Miembro H del Equipo: Sí, estoy de acuerdo y me gustaría expresar mis felicitaciones. Pero debo decirte que quedé atónito por la noticia delo que sucedió cuando se reunieron para hablar de eso. Atónito, te digo. Miembro I del Equipo: ¡Wow! Yo también. Mmmm... Fue... [Busca otro adjetivo y duda entre «increíble» y «despampanante»].Cuando los miembros del equipo de reflexión tienen la oportunidad de entrevistarse mutuamente acerca de sus comentarios y sus preguntas, y están orientados por la metáfora narrativa, el resultado no puede ser una serie inconexa de adjetivos ni una catarata de comentarios y preguntas deshilvanadas. Ese resultado no puede darse porque con las entrevistas mutuas el trabajo se torna temático.Con frecuencia los terapeutas piensan que la idea de que los miembros del equipo de reflexión se entrevisten mutuamente es188

189relativamente nueva, y les resulta dificil mantener esto durante todo el transcurso de la respuesta del equipo. La solución es sugerir que uno de los miembros del equipo se haga cargo de controlar la discusión y, en caso necesario, dé un impulso de vez en cuando, diciendo, por ejemplo: «Me parece que estamos desviándonos del tema. Se supone que estructuremos el trabajo como una serie de entrevistas».Por medio de la interacción del equipo de reflexión, los miembros del equipo se cuidan muy bien de usar el tiempo de verbo indicativo, y prefieren el subjuntivo, precedido por frases como: «tal vez», «posiblemente», «como si», etcétera. De este modo, los miembros del equipo pueden eludir la participación en la construcción de certezas establecidas.4. DesconstrucciónEn el contexto terapéutico la distribución del poder siempre es desigual, independientemente de las medidas que tomen los terapeutas para evitarlo. Y como se expuso anteriormente, las posibilidades de que esta distribución desigual del poder descalifique y cosifique a las personas es mayor cuando se trata de un equipo. Por eso es importante que se tomen medidas para contrarrestar los posibles efectos nocivos de este desequilibrio de poder, para reducir las posibilidades de daño. Una de esas medidas sería, por ejemplo, que los miembros del equipo de reflexión se ayuden mutuamente a desconstruir sus respuestas. Esto puede lograrse si se invitan entre sí a encarnar sus comentarios, o a situar sus actos de habla, en la historia de su experiencia personal, de sus intereses, intenciones, imaginación, etcétera. Si los miembros del equipo de reflexión asumen la responsabilidad de desconstruir sus comentarios y sus preguntas de este modo, se logrará cuando menos cierta protección contra las imposiciones de «verdad» que son consecuencia de los actos de habla desencarnados.Esta desconstrucción de los comentarios y preguntas de los miembros del equipo se produce hacia el final de la respuesta del equipo de reflexión. Por lo general no es necesario que todas las respuestas del equipo sean desconstruidas, porque cuando las personas experimentan unos pocos casos de esa práctica, empiezan a tomar todos los comentarios de los miembros delequipo como situados y autorizados en términos de experiencia personal pero no en términos de pretensión de un acceso privilegiado al conocimiento objetivo. A veces es conveniente que los miembros del equipo seleccionen para la desconstrucción los comentarios más enfáticos, o los que más probablemente podrían haber sido leídos como consejo o juicio.Ejemplo 1Miembro J del Equipo: La conversación me ha parecido realmente interesante y recuerdo que se inició después de que tú preguntaste cómo se las había arreglado esta pareja para llegar a este punto. ¿Qué fue lo primero que despertó tu curiosidad?Miembro K del Equipo: Como te dije, yo sabía que no hacía mucho tiempo esta pareja estaba en lo que podríamos llamar el punto A. Pero aho ra me di cuenta de que, aunque no hubieran logrado lo que querían lograr, ya no seguían estando en el punto A sino en otro lugar del camino, tal vez en el punto D. Por eso yo quería conocer los puntos B y C.Miembro J del Equipo: Sí, pero ¿qué te proponías al provocar esta conversación con Donna y John escuchando? ¿Qué efecto creías que tus comentarios tendrían sobre ellos?Miembro K del Equipo: Estaba pensando que cuando las personas dan ciertos pasos que no son muy visibles para ellos, a ellos les resulta di fícil imitarlos con respecto a los pasos futuros. Así que me imaginé que si estos pasos eran más visibles para John y Donna, podrían contemplarlos retrospectivamente y que eso les ayudaría a percibir mejor en qué camino están, y que eso les ayudaría a saber mejor dónde dar los próximos pasos.190

Ejemplo 2Miembro L del Equipo: Quisiera retroceder un poco y preguntarte por qué diste por sentado que este desarrollo era tan importante.Miembro M del Equipo: A mí me pareció obvio, y creo que el resto del equipo lo encontró importante. Miembro L del Equipo: Sí, yo también lo creo. Pero ¿por qué de todas las personas del equipo fuiste tú quien primero retomó esto? ¿Acaso esto tuvo algo que ver con tus experiencias personales de vida, o fue por otra cosa? Miembro M del Equipo: No sé si realmente pensé en esto. Pero mientras hablábamos me di cuenta del hecho de que yo, cuando tenía la misma edad que ella tiene ahora, pasé por algunas cosas muy similares a las que Sue está atravesando con sus padres. Y de alguna manera todos pasamos por eso, pero yo nunca comprendí cómo; por lo menos no lo comprendí totalmente. Me daba cuenta de que mi madre ayudaba a resolver las cosas, pero ahora empiezo a pensar que tal vez mi padre también haya desempeñado un papel en la resolución de este asunto. Así que me voy con algunas preguntas para hacerle a él, preguntas que no se me habían ocurrido antes de esta entrevista.Ejemplo 3Miembro N del Equipo: Has respondido con mucho entusiasmo a los esfuerzos que Alexandria ha estado haciendo en favor de su relación consu hija. Quisiera saber de dónde partiste para hacer tus comentarios. Miembro O del Equipo: Tu pregunta me toma desprevenida. Quisiera reflexionar un poco sobre eso.Entonces ¿podría pasarlo por alto por el momento y tal vez retomarlo después, más cerca del final de nuestra conversación, cuando haya tenido un poco más de tiempo para pensar? Miembro N del Equipo: Sí, está bien.Miembro N del Equipo (más tarde): Nos queda muy poco tiempo y yo estaba preguntándome si habías vuelto a pensar en mi pregunta. Miembro O del Equipo: Sí, he pensado. Cuando mi hija tenía la misma edad que Christine, hace muchos años, yo tenía las mismas preocupaciones por ella que las que Alexandria tiene acerca de Christine. Y sentía que mis esfuerzos eran insuficientes para encarar esas preocupaciones, y desde entonces siempre he sentido que de alguna manera yo la abandoné. Pero al ponerme en contacto con todos los esfuerzos que Alexandria ha hecho para solucionar esto, y tal vez porque ella también es madre sola, pude llegar a medir con qué me había enfrentado para resolver las cosas, y pude apreciar todo el esfuerzo que requirió. Así que esta entrevista ha sido muy importante para mí por muchas razones.Cuando los miembros del equipo asumen la responsabilidad de desconstruir así sus comentarios y preguntas, se contrarresta la cosificación y la marginación de las personas que acuden a terapia. Además, la transparencia resultante contribuye a autenticar las contribuciones de los miembros del equipo, ya que la gente no percibe que su interés y su curiosidad sean académicos. Por otra parte, esta encarnación de las respuestas de los miembros del equipo de reflexión no sólo contrarresta la posibilidad de que sus «verdades» pudieran ser impuestas a las vidas de las personas, sino que también asegura un contexto terapéutico más igualitario.192193Con respecto a la práctica de situar los propios comentarios dentro del contexto de la experiencia personal, los miembros del equipo se cuidan de no expresar su experiencia por la experiencia misma, y de no presentar una «historia moral» o un «sermón». Pero es poco probable que esto suceda si los miembros del equipo se han integrado a la conversación por el camino de la curiosidad.La forma de la práctica de compartir la experiencia personal no es «condescendiente». Evidentemente, no se encuadra en la tradición de los métodos que aconsejan «desnudarse». No se trata de que los miembros del equipo expresen todas sus experiencias penosas y difíciles frente a las personas que los consultan. La práctica de compartir la experiencia personal no tiene el objetivo

de transmitir subrepticiamente un mensaje del tipo «Aquí estoy. ¡Imítenme!» No se la utiliza para darle a la gente la sensación de que el miembro del equipo en cuestión ha llegado a algo en la vida. Y tampoco es gratuita. Compartir la experiencia es un acto deliberado, llevado a cabo con plena conciencia y de un modo que respeta el contrato terapéutico.Los miembros del equipo no se reúnen antes de la segunda entrevista para preparar sus comentarios y preguntas. Y como su interacción se desenvuelve a través de la segunda entrevista, con frecuencia suelen encontrarse hablando de algo de lo que jamás habían imaginado que hablarían antes de sus reflexiones. También suele sucederles a los miembros del equipo demorarse en recuerdos previamente olvidados o casi olvidados, y cerrar brechas en la narrativa primaria de sus propias vidas. A veces los miembros del equipo se dan cuenta de que están hablando de sus vidas o pensando en ellas de maneras diferentes, que contribuyen a construir una apreciación totalmente nueva de algunos eventos de sus vidas. Y también pueden tener vívidas experiencias de algunas de las historias alternativas de sus vidas, que aportan nuevas opciones para la acción. Sea como fuere, este equipo de reflexión es modelador de las vidas de sus miembros. Y es innecesario señalar que es poco probable que esas personas sientan que su trabajo es tedioso. Por el contrario, lo encuentran estimulante.Tercera entrevistaEn la tercera parte de la reunión todos vuelven a cambiar de lugar, mientras las personas que pidieron la consulta son entrevistadas acerca de sus respuestas a ella y los miembros del equipo se ubican como público de esa conversación. Esta entrevista se concentra primero en las experiencias que las personas tuvieron de la segunda entrevista -es decir, la conversación del equipo de reflexión- y luego en sus experiencias de la primera entrevista. En ese momento el entrevistador también comparte sus respuestas a los comentarios del equipo de reflexión y sus pensamientos acerca de lo que le interesaría retomar en la reunión siguiente; y solicita las respuestas de las personas.Se les puede pedir a las personas que consultan que ofrezcan alguna realimentación sobre las preguntas y comentarios que les llamen particularmente la atención o les parezcan útiles, y que los distingan de los que no les parezcan relevantes. También se las puede entrevistar sobre los comentarios y preguntas que les parecieron importantes, dando por sentado que el entrevistador y los miembros del equipo no pueden saber con anticipación qué será más útil en este trabajo, y que como orientación se apoyarán en la información que recojan en la entrevista.Es en este momento que el entrevistador puede formular preguntas orientadas hacia el futuro, que abran un espacio para la exploración de las posibilidades para la acción. Por ejemplo, la realimentación que el entrevistador recibe en este punto puede indicar que uno de los comentarios del equipo de reflexión fue particularmente significativo porque conllevó una comprensión o discernimiento importante. En respuesta a ello se puede entrevistar a las personas acerca de cuáles son sus predicciones sobre los posibles efectos de su toma de conciencia. ¿Cómo podría esa nueva situación conformar sus respuestas a los eventos por los que buscaron la consulta? ¿Qué podría ayudarles a mantener este discernimiento a mano durante las siguientes semanas?Cuarta entrevistaEn la cuarta parte de la reunión se juntan todos los participantes: el entrevistador, las personas que pidieron la consulta y los miembros del equipo. En ese punto el foco de la discusión se ubica en el194195

proceso de la entrevista misma y en su desconstrucción. Por lo general (aunque no necesariamente), al iniciarse la cuarta entrevista el entrevistador es entrevistado por los miembros del equipo acerca de los detalles de su

participación: se le pregunta, por ejemplo, por qué formuló ciertas preguntas y no otras; a qué respondían esas preguntas; qué otras preguntas le hubiera gustado hacer; en qué pensaba en determinados momentos de la reunión y de qué manera eso informó sus comentarios del momento; cuáles eran sus intenciones con respecto a ciertas respuestas en el transcurso de la entrevista; qué tipo de experiencias personales podrían haber tenido influencia para determinar esas respuestas, etcétera.A continuación el entrevistador puede entrevistar a los miembros del equipo sobre sus pensamientos acerca de las posibilidades que podrían haber sido exploradas más a fondo durante la reunión; la línea de interrogatorio que hubiera contribuido a mejorar esa exploración; sus propuestas para el seguimiento de lo que consideran importante seguir en la siguiente entrevista; sus predicciones sobre el resultado posible de hacerlo, etcétera. En ese punto el entrevistador puede entrevistar también a los miembros del equipo acerca de algunas de sus reflexiones como equipo.Mientras se desarrolla la cuarta entrevista los miembros del equipo están en libertad de entrevistar a otros miembros sobre estas cuestiones, y se invita a las personas que consultan a participar.Debido a la construcción predominantemente cultural de la terapia, y debido a la desigualdad de poder implícita en este trabajo, inicialmente es difícil que las personas acepten la invitación a unirse al entrevistador y al equipo en la formulación de preguntas, pero después de uno o dos experiencias empiezan a participar más activamente.El entrevistador y los miembros del equipo tienen la opción de invitar a las personas que buscaron la terapia a comentar su experiencia de los comentarios, las preguntas y otros eventos que se produjeron en algún momento durante las tres entrevistas. Asimismo los miembros del equipo pueden pedirle a la gente que les brinde realimentación sobre la estructura misma del trabajo. Es importante que tanto el terapeuta como los miembros del equipo eviten formular preguntas tendenciosas, que signifiquen de algún modo un juicio sobre la contribución de otro. Y también lo es que esta cuarta entrevista no se convierta apenas en una entrevista de196tfamiliares, porque si así fuera se perdería la oportunidad de desconstruir la terapia misma.La entrevista que constituye la cuarta parte de la reunión provee, entre otras cosas, una oportunidad para que las personas que pidieron la consulta «salgan de bambalinas y se sumen a la platea», a fin de que puedan tener acceso a los mecanismos de funcionamiento de la terapia. Para lograrlo, la interacción entre el terapeuta y los miembros del equipo se estructura según el principio de la transparencia (véase White 1991) y es preciso preocuparse por establecer una adecuada distinción entre la interacción alrededor de este principio y la interacción alrededor de los principios que conforman gran parte de las respuestas del equipo en la segunda entrevista. Ahora bien, no será posible mantenerse fiel a este principio si los miembros del equipo usan la cuarta parte de la reunión para profundizar las reflexiones vinculadas con la reescritura. Para lograr una participación guiada por este principio de transparencia hace falta una reorientación, y a veces los miembros del equipo encuentran que eso plantea una difícil transición. Debido a ello, suele ser conveniente asignar a uno de los miembros del equipo la responsabilidad de controlar la discusión, a fin de que en caso necesario se pueda llamar la atención de otros miembros del equipo y recordarles cuáles eran las prioridades.Al final de la cuarta entrevista, se invita a las personas que pidieron la consulta a decir la última palabra, o sea a informar al entrevistador y a los miembros del equipo cuáles fueron las ideas que más les interesaron, a señalar las líneas de interrogatorio que les parecen más promisorias y a brindar

realimentación sobre cualquier elaboración de las posibilidades que podría ser retomada en la sesión siguiente.La realimentación de las personas sobre esta cuarta entrevista es invariablemente positiva, ya que responden con entusiasmo a esta transparencia, y muchas la encuentran significativamente «terapéutica». Estos resultados contradicen una idea muy generalizada dentro de la cultura de la psicoterapia: que si las personas saben qué nos proponemos en este trabajo, el trabajo no surtirá el efecto deseado. En el caso de las ideas y prácticas a que me he referido en este trabajo, es evidente que mientras más transparentes seamos acerca de nuestros propósitos, más útil será nuestro trabajo para quienes buscan terapia.197EvaluaciónHace algún tiempo realicé una evaluación informal del tipo de equipo de trabajo informado por las ideas y las estructuras que se han descrito en este texto. La base de la evaluación fue similar a la del estudio de David Epston sobre el valor de los documentos terapéuticos: «¿A cuántas sesiones de buena terapia equivale una buena discusión de equipo de reflexión?» El resultado de esta evaluación fue fascinante: en un término medio de 4,7 sesiones de buena terapia, se acerca mucho a la cifra de David, que es de 4,5 para los documentos terapéuticos. Desde que se hizo esta evaluación informal se han producido muchos importantes desarrollos en este equipo de reflexión, y yo tengo el propósito de emprender una re-evaluación más formal de nuestro trabajo en un futuro cercano.Mi evaluación informal de este trabajo se realizó sobre el enfoque más estructurado del equipo de trabajo, en el cual durante las primeras tres etapas los miembros del equipo y las personas que consultan asistieron como público a las conversaciones de los otros, pero no participaron directamente en la conversación entre ellos. He explorado otras maneras de organizar este trabajo, incluyendo discusiones no estructuradas entre las personas y los miembros del equipo de reflexión. Cuando las personas han experimentado ambas formas, su preferencia se inclina invariablemente por el método más estructurado. Al indagar cuál era la base de esa preferencia recibí respuestas como las siguientes:Si uno participa en una discusión con el equipo, queda privado de la opción de ponerse fuera de la propia vida y experimentarla desde una perspectiva diferente.• Me pareció más conveniente apartarme de mi vida y observar al equipo desde el público, en vez de discutir mi vida directamente con el equipo.• Cuando interactué con el equipo en la segunda parte, no experimenté lo mismo. No fue tan potente y creo que eso se debió a que yo estaba demasiado ocupado interpretando, y a veces hasta censurando, lo que la gente decía.• Cuando fue mi turno de escuchar al equipo, sentí que estaba en otra parte, no dentro del problema. Pude darme cuenta de que no tenía que estar con el problema. Esto no me sucedió cuandoconversé con el equipo. No es que no me haya gustado conversar con ellos, pero no fue lo mismo que escucharlos.Es mucho más fuerte escuchar una conversación sobre la propia vida que es comprensiva y respetuosa de tu persona.ConclusiónHe analizado las prácticas de equipo de reflexión que son isomórficas con las prácticas de lo que ha llegado a conocerse como terapia narrativa. No estoy directamente familiarizado con otras formas de equipo de reflexión, así que no estoy en situación de comparar con otros métodos el trabajo que aquí he expuesto. Las prácticas del equipo de reflexión que he detallado brindan a las personas un profundo sentimiento de reconocimiento y les ofrecen oportunidades de romper con muchos aspectos de su vida tal como la conocen. Además, es evidente que un equipo de trabajo de este tipo les brinda a las personas un

salto cuántico con respecto a las posibilidades de reescribir sus vidas, y con respecto a sus opciones para actuar en el mundo. Creo que las ideas y prácticas de este trabajo contribuyen a: a) controlar las posibilidades de que el desequilibrio de las relaciones de poder, que es inherente a tales contextos, resulte nocivo; b) ayudar a los terapeutas a apartarse de los discursos de la patología y de los sistemas formales de análisis que tanto marginan y cosifican a las personas: de hecho, estoy convencido de que estas ideas y prácticas pueden contribuir a anular los efectos de esas experiencias; c) cuestionar la supremacía de los saberes expertos; d) privilegiar los sistemas de conocimiento alternativos; e) proveer opciones para encarar la propensión de los contextos terapéuticos a reproducir muchos de los aspectos negativos de las estructuras e ideologías de la cultura dominante. Sin embargo, no tengo la certeza de que los desarrollos del equipo de reflexión que he expuesto en este trabajo hayan avanzado lo suficiente, y esto me aporta el impulso necesario para seguir investigando.Esta exposición sobre el equipo de trabajo no agota las posibilidades a todos los niveles. Por ejemplo, para facilitar la desconstrucción de la terapia misma en la cuarta entrevista, el entrevistador, los miembros del equipo y las personas que buscaron terapia pueden reunirse y realizar un microanálisis de ciertos segmentos198199de las primeras tres entrevistas. Los no terapeutas -es decir, familiares, otros parientes, amigos y conocidos, pares, etcétera- pueden prepararse para participar en el equipo de reflexión. Además, hay muchos contextos en los que se podría introducir este trabajo: escuelas, lugares de trabajo, reuniones comunales especiales, etcétera. Y también existe la posibilidad de crear contextos de equipo cuando se trabaja solo o en aislamiento.Al dar término a este trabajo quiero reconocer mi deuda con Tom Andersen por haber dado origen al equipo de reflexión. Fue su concepción de este trabajo la que estimuló mis investigaciones. A los lectores les deseo éxito en sus indagaciones sobre el equipo de reflexión. Tal vez algún día nos encontremos y tengamos oportunidad de intercambiar notas sobre todo esto.ONuevas consideraciones sobre los documentos terapéuticosBibliografiaAndersen, T. 1987. «The reflecting team: Dialogue and meta-dialogue in clinical work», en Family Process, número 26, págs. 415-428. [Véase también: id., El equipo reflexivo. Diálogos y diálogos sobre diálogos, Barcelona, Gedisa, 1994.]Foucault, M. 1988. «The ethic of care for the self as a practice of freedom», en Bernauer, J. y Rasmussen, D. (comps.), The Final Foucault. Cambridge, MIT Press.Myerhoff, B. 1982. «Life history among the elderly: Performance, visibility and remembering», en Ruby, J. (comp.), A Crack in the Mirror. Reflexive Perspectives in Anthropology. Filadelfia, University of Pennsylvania Press.Myerhoff, B. 1986. «Life not death in Venice: Its second life», en Turner, V y Bruner, E. (comps.), The Anthropology of Experience. Chicago, University of Illinois Press.White, M. 1991. «Deconstruction and therapy». Dulwich Centre Newsletter, número 3.Desde la publicación de Medios narrativos para fines terapéuticos, David Epston y yo continuamos nuestra investigación de diferentes formas de documentos terapéuticos en nuestro trabajo con las personas que nos consultan, y seguimos estimando que estas indagaciones refuerzan mucho esta práctica. Debido a ello, creo que esta colección no estaría completa si no profundizáramos el análisis de los documentos terapéuticos.Aunque la mayoría de los terapeutas que conocemos son capaces de apreciar los méritos de la práctica de escribirles a las personas que los consultan, con

frecuencia nos preguntan si creemos que la preparación de esos documentos merece el tiempo y la energía que le dedicamos, sobre todo cuando existe una gran demanda de servicios terapéuticos y una escasez de recursos para satisfacerla. «¿Acaso se justifica el despliegue de tiempo y energía que requiere la preparación de estos documentos terapéuticos?»: he aquí una pregunta muy frecuente, formulada casi siempre por administradores y coordinadores de organismos de asesoramiento psicológico y de servicios sociales.En respuesta a las preguntas de este tipo, hace algún tiempo David se embarcó en una investigación informal del valor de los documentos terapéuticos. Organizó lo necesario para reunirse con algunas personas que lo habían consultado, y las invitó a medir el valor de los documentos que juntos habían redactado en su trabajo con él. La gente preguntó qué medida podrían usar para200201determinar el valor de los documentos, a lo que David replicó: «¿El hecho de recibir la carta fue tan valioso para ustedes como una sesión de terapia, como media sesión, o hay que restarlo de su experiencia de la terapia?» En respuesta a esta pregunta, las personas conocedoras de la terapia preguntaron: «¿quieres decir cuánto valió esta carta en términos de buena terapia, terapia mediocre o buena terapia?» «De buena terapia, de buena terapia», exclamó David. Al principio las respuestas de las personas sorprendieron a David. Algunas dijeron siete sesiones, otras diez, tres y hasta una. David hizo un rápido cálculo y llegó a un promedio de 4,5 sesiones. O sea que ahora está establecido que un buen documento terapéutico vale 4,5 sesiones de buena terapia. David hizo esta evaluación hace ya algún tiempo, y tal vez haya llegado el momento de hacer otra, más sistematizada y formal. Si logramos encontrar el tiempo necesario para hacerla, supongo que descubriremos que las cifras que elaboró David hace algunos años hoy son conservadoras.Así, para responder cuando nos preguntan si la preparación de las cartas merece el tiempo y la energía que requieren, nuestra respuesta sería: «¿Cómo justificaríamos la decisión de no incorporar esta práctica?». Después de todo, aun cuando a un terapeuta le llevara una hora elaborar uno de esos documentos, considerando que la duración media de una entrevista es una hora, según mis cálculos el terapeuta habrá economizado tres horas y media de su tiempo o tres horas y media de tiempo de trabajo del organismo donde se desempeña.Sin embargo, al responder a esta pregunta se abre la compuerta a un río de interrogantes: cómo presentar a las personas la idea de las cartas terapéuticas; cómo dar respuesta a las preguntas sobre cómo responden los terapeutas a las respuestas de las personas al recibirlas, etcétera. En este trabajo tomaré sólo dos de esas preguntas y trataré de responderlas, aunque sea parcialmente.1. «¿Cómo piensas que se puede agilizar el proceso de la redacción de las cartas, a fin de que requiera menos tiempo?»2. «¿Qué haces si te tomaste el trabajo de redactar una carta, la pusiste en el correo y después te enteras de que la recibieron pero fue a parar a un cajón junto con las facturas a pagar y nadie la leyó?»En respuesta a la primera pregunta, les presentaré a los lectores lo que yo llamo simples traslaciones y declaraciones de posición. En primer lugar diré que no requieren demasiado tiempo: de hecho, sólo exigen del terapeuta la inversión de un mínimo de «tiempo de no contacto». Y a pesar de eso, los documentos terapéuticos son muy eficaces. Ampliaré la información por medio de ejemplos. Los ejemplos que elegí no son «excepcionales» sino «de rutina».En respuesta a la segunda, propondré a los lectores una lista de control, que sin duda disminuirá la probabilidad de que los terapeutas experimenten el fenómeno del «cajón». Creo que la lista les será sumamente útil a los terapeutas que recién se inician en la exploración de los documentos terapéuticos. En cuanto a los más experimentados, es probable que descubran que, de una manera

general e informal, ya han incorporado a sus entrevistas muchos de los puntos de esta lista.Traslaciones simplesNicholas Harris,l de 11 años, fue traído a la consulta por sus padres porque mojaba la cama. Ya habían realizado muchos intentos infructuosos de resolver el problema, que se tornaba cada vez más molesto para Nicholas y además, limitaba su vida. Le impedía no sólo quedarse a dormir en casa de amigos sino también participar de muchas actividades posibles para sus pares, como por ejemplo, ir de campamento. Yo percibía que el problema estaba afectando a los padres de Nicholas, que ya casi desesperaban de resolverlo.Le pregunté a Nicholas de qué quería convencerlo el problema de mojar la cama respecto de la clase de persona que él era. ¿Estaba tratando de convencerlo de cosas positivas sobre quién era él como persona, o por el contrario trataba de convencerlo de cosas negativas sobre quién era como persona? Estas preguntas sirven para iniciar conversaciones de externalización que realizan varios objetivos. Les brindan a las personas la oportunidad de hacer públicas sus historias privadas de identidad, y de colocarse en una1. Por motivos de confidencialidad, todos los nombres que aparecen en este trabajo son ficticios.202203posición que, por una vez, se aparta de esas historias. Desde esa posición las personas empiezan a experimentar cierto grado de extrañamiento respecto de las historias privadas de identidad, y a apartarse de las «verdades» negativas acerca de quiénes son que esas historias portan, «verdades» negativas que en el pasado tanto los aprisionaron.Al responder a estas preguntas, y con ayuda de sus padres, me enteré por Nicholas de que el problema de mojar la cama estaba convenciéndolo de que era un inútil, un «incompetente». Por medio de otras preguntas se estableció que, para Nicholas, la incompetencia no sólo representaba una de sus «verdades» de identidad negativas sino que en un sentido más general representaba una «trama dominante» en su vida, una trama que había contribuido fuertemente a moldear su vida.Al formular de este modo la trama dominante, se abren muchas posibilidades de identificar lo que he denominado acontecimientos extraordinarios, contradicciones, eventos resplandecientes, etcétera. Según mi definición, un acontecimiento extraordinario es una contradicción de la trama dominante y puede ser una contradicción del problema, pero esto último no siempre acontece. Concebir el acontecimiento extraordinario como una contradicción del problema nos limitaría a un campo de indagación muy estrecho. Como Nicholas mojaba la cama todas las noches, esta concepción del acontecimiento extraordinario hubiera restringido nuestra búsqueda a las ocasiones en las que mojaba menos la cama, o quizás a las ocasiones en las que se despertaba inmediatamente después de la micción. Y esos episodios hubieran sido demasiado «frágiles» como indicio de acontecimientos extraordinarios. Si bien los terapeutas podrían considerarlos dignos de atención, creo que nosotros podíamos vaticinar casi con certeza que ni Nicholas ni sus padres les adjudicarían gran importancia.No obstante, al empezar a trabajar para identificar las contradicciones existentes en la trama dominante, en vez de buscar episodios de contradicción del problema, nos encontramos con un amplio campo de investigación. Al entrar en ese campo, Nicholas, sus padres y yo descubrimos una verdadera abundancia de contradicciones de la trama dominante, la trama de la «incompetencia».Por medio de nuestra investigación quedaron establecidos los siguientes puntos:1. Desde hacía algún tiempo Nicholas había dado algunos pasos para reducir los problemas en los que se veía envuelto. Su iniciativa se había originado en el deseo de ponerse en un contacto más próximo con las cosas que podían favorecerlo.

2. Durante el último año Nicholas había logrado combatir algunos hábitos de «cuando era niño», que interferían con su capacidad de asumir toda la responsabilidad por su comportamiento. Lo había conseguido esclareciendo sus objetivos para su vida y desarrollando capacidades para aconsejarse a sí mismo.3. Durante las semanas previas a nuestra entrevista, hubo alguna evidencia de que Nicholas había estado rompiendo con la ufalta de memoria» y había empezado a sintonizar mejor su capacidad de recordar.4. En la escuela, Nicholas había logrado algunos nuevos desarrollos en clase. En vez de tensionarse por causa de sus tareas (eso era cosa del pasado), Nicholas había desarrollado la capacidad de intervenir cuando sentía que se avecinaba la tensión. La intervención consistía en echarse hacia atrás en su asiento, poner las manos detrás de la cabeza, y estirarse.5. Cuando repasamos estos desarrollos en su vida, al señor Harris se le ocurrió la idea de que tal vez Nicholas hubiera estado pensando las cosas de otro modo. Nicholas confirmó esa presunción: dijo que había estado haciéndose preguntas más sensatas.6. Hacia el final de nuestra reunión la conversación se había concentrado en el desarrollo de una comprensión más cabal de la forma en que Nicholas había dado aquellos pasos, y en lo que ellos reflejaban respecto de lo que él quería para su vida y respecto de sus cualidades personales. En cierto momento el señor y la señora Harris dijeron que Nicholas era muy imaginativo y que quizás había podido hacer que su imaginación trabajara para él y no en su contra. Nicholas lo confirmó.Todos concordamos en que esos desarrollos reflejaban competencia y no incompetencia. Yo me pregunté francamente cómo sería un204205enfoque competente del problema de la micción nocturna y luego sugerí que tal vez fuese una buena idea que Nicholas tradujera su comprensión de todo aquello en un programa para enfrentar su problema. Podría hacerlo simplemente elaborando traslaciones de los puntos que yo había grabado durante la conversación. Nicholas se mostró entusiasmado. A continuación incluyo una copia del documento que fue el resultado de esas traslaciones.Cómo fue que Nicholas pudo dejar de mojar la camalpropios conocimientos y le sirvió para exaltar una de las contratramas de su vida: la «competencia».¿Es conveniente darles copias de documentos como este a otras personas jóvenes que experimentan problemas similares? En ciertas circunstancias, y en determinado momento de este trabajo, la respuesta es: «Sí». Si esos jóvenes tienen dificultades para transformar las diversas contradicciones a las tramas dominantes de sus vidas en un programa para enfrentar esos problemas, el tener ocasión de ver cómo otros niños lo hicieron suele desencadenar ideas imaginativas y singulares para realizar su propia traslación.1. Me digo a mí mismo: «No me gusta mojarla cama porque quisiera despertarme seco. Esto me permitiría dormir un poco más y sentirme más cómodo y abrigado.2. Me aconsejo: «Sé que tengo que terminar con esto, para tener más independencia».3. Pienso cómo sería posible que yo me acordara de no hacerlo más, aun estando dormido.4. Cuando vaya a dormirme pondré las manos detrás de la cabeza, así no me preocupo por nada.5. Me haré una pregunta sensata, como por ejemplo: «¿Ya fui al baño?» O bien pensaré: ¿Cómo me sentiré estando seco?»6. Imagino lo feliz que me sentiré cuando esté seco toda la noche.Nicholas empezó a leer este documento todas las noches antes de irse a dormir. Y funcionó. ¿Pero cómo es posible, teniendo en cuenta que se trata de un simple documento y que todos los otros métodos más sofisticados habían fallado? La

respuesta es fácil. El método funcionó porque involucró a Nicholas en una consulta de sus2. Los documentos que aparecen en este trabajo cuentan con autorización para ser reproducidos.Las declaraciones de toma de posiciónRobert Jones tenía seis años de edad y una historia de encopresis: en vez de ir al baño, se ensuciaba en la ropa. Sus padres estaban física y emocionalmente agotados a causa de aquel problema y de los numbrosos intentos que habían hecho por superarlo. En ese momento habían empezado a pensar que si la desagradable práctica no era dominada pronto, su agotamiento se haría extensivo a su «buena voluntad», que ya era poca.Después de conocer un poco más a Robert y sus padres, entablé con ellos una conversación externalizadora sobre la práctica de ensuciar las ropas. Los tres participaron y por primera vez Robert llamó al problema por su nombre: «señor Tramposo». Dedicamos cierto tiempo a explorar juntos las diversas maneras del señor Tramposo de interferir en las vidas y las relaciones de los miembros de la familia. También emprendimos la tarea de identificar «los propósitos y los planes del señor Tramposo para la vida de Robert», y de denunciar las triquiñuelas que utilizaba para poner en acción sus planes.A continuación, insté a Robert y sus padres a:a) evaluar las diversas maneras del señor Tramposo de influir sobre sus vidas y sus relaciones, y los diversos planes que tenía para la vida de Robert: están ustedes contentos con lo que el Sr. Tramposo está haciendo con su relación con Robert, o están disconformes? ¿Les molesta que el señor Tramposo interfiera en sus amistades, o les complace? Y otras preguntas similares.206207b) justifiquen estas evaluaciones de la influencia y los propósitos del señor Tramposo: ¿Por qué los perturba que el señor Tramposo esté destruyendo sus amistades?, etcétera.Con frecuencia, cuando me reúno con familias y empiezo a familiarizarme con las preocupaciones que los impulsan a buscar terapia, me encuentro con que los padres tienen una posición tomada sobre esas preocupaciones, y también la tienen muchos de los otros adultos que intervienen en la vida de los niños. Pero rara vez descubro que los niños hayan tenido oportunidad de establecer su posición sobre el problema, sobre todo cuando este se vincula específicamente con sus propias vidas. Tal vez esto hable de la discriminación por edad que impera en nuestra cultura, pero sea como sea, este escenario incita a los adultos a actuar en contra de los niños y promueve en estos una actitud de pasividad hacia los adultos, o bien los convence de que ellos son el problema. Y cuando los niños unen el problema a su identidad, invariablemente se entregan a comportamientos autodestructivos. Así, en estas circunstancias no sólo los padres actúan contra los niños sino que también estos actúan contra sí mismos. Las dos categorías de preguntas a que me he referido aquí neutralizan esos callejones sin salida. Hacen posible que muchas personas esclarezcan, y otras establezcan, una posición con respecto a los problemas que les conciernen. Además, les brindan nuevas oportunidades de expresar los propósitos preferidos de sus vidas. Y al hacerlo, las preguntas sientan las bases para trabajar en colaboración en la terapia.En respuesta a estas preguntas de evaluación y justificación, por primera vez los padres de Robert lo vieron adoptar una posición frente a las actividades del señor Tramposo. Por primera vez oyeron a Robert expresar algunas preferencias sobre cómo querría que fuera su vida. Y también por primera vez pudieron tomar una actitud conjunta sobre la encopresis. Desde luego, esto tuvo efectos claramente beneficiosos para todos.Según mi experiencia, brindarles a los niños la posibilidad de hacer una declaración de toma de posición sobre los problemas es algo que puede, por sí mismo, tener un efecto transformador sobre el status de tales problemas. En

vista de ello, ofrecí elaborar las notas de nuestra primera entrevista para redactar una clara toma de posición de Robert sobre el señor Tramposo, usando lo mejorque pudiera las palabras del mismo Robert. Y sugerí que todos los días, en un momento oportuno, los padres le leyeran el documento en voz alta a Robert. Tanto el ofrecimiento como la sugerencia fueron recibidos con entusiasmo. A continuación se transcribe la declaración de toma de posición que posteriormente envié por correo a esta familia.Cómo el señor Uamposo perturba la vida de Robert1. Me crea problemas con papá y mamá. A mí eso no me gusta.2. Ensucia mis calzoncillos. Eso no me gusta; es incómodo.3. Hace que los otros chicos se alejen de mí. Sufro por eso. Puedo quedarme solo.4. No me permite divertirme. Eso no me gusta, porque me gusta divertirme.5. Me hace menos adulto, me quita edad. Eso me asusta, porque me hará menor que mis hermanas menores.6. Está convirtiéndome en un seguidor. Eso no me gusta, porque me gustaría ser un líder.7. No me deja hacer nada. Estoy furioso por eso, porque a mí me gusta hacer muchas cosas, y me gustaría correr más rápido.8. Él se está convirtiendo en una costumbre. No me gustaría, porque las costumbres son difíciles de quitar. No quiero que una costumbre gobierne mi vida.9. Él podría convertirme en su esclavo. No quiero, porque deseo cosas mejores para mi vida.10. Está empezando a tomar las decisiones en mi vida. Eso no me gusta, porque yo debería tomar más decisiones en mi vida.208209Quisiera quitarle mi vida al señor Tramposo. Es mi vida, me pertenece. Será difícil, pero yo soy capaz de hacer cosas difíciles. Cuando aprendí a andar en bicicleta, fue difícil. Pero no me acobardé. Seguí tratando de aprender y lo logré. No me rendí y al final triunfé. Si sigo tratando de quitarle mi vida al señor Tramposo, lo lograré.El hecho de que Robert expresara esta declaración de toma de posición, y el reconocimiento por parte de los otros constituyeron el punto de inflexión en nuestro trabajo juntos. En la segunda entrevista, descubrí que la incontinencia había disminuido en un 50 por ciento, y ya no sucedía todos los días. También me di cuenta de que, por primera vez en su vida, cuando Robert se ensució en el calzoncillo, lo reconoció ante los otros en vez de negarlo. Desde luego, este no fue el fin de la historia porque, como era de esperar, el señor Tramposo resultó ser muy traicionero. Volví a reunirme con esta familia varias veces más, identificando las destrezas que Robert estaba usando para despistar al señor Tramposo, y los aspectos del trabajo en equipo entre padres e hijo que mejor funcionaban. Poco tiempo después Robert había sellado el destino del señor Tramposo -y evidentemente, el señor Tramposo había terminado por resignarse- por lo que recibió un Certificado de Logro.Lista de control de documentos terapéuticosDado el número de exigencias que pesan sobre las vidas de las personas en este mundo moderno, siempre existe la posibilidad de que ocuparse de los eventos de la vida cotidiana se imponga por sobre la atención de la correspondencia que surge del encuentro terapéutico. Cuando este es el caso, los terapeutas se enfrentan con el fenómeno del «cajón del armario», al que ya hice referencia, y es innecesario decir que el hecho está muy lejos de levantarle la moral a ninguna de las partes de la interacción terapéutica. Por ese motivo es sensato y conveniente que los terapeutas presten atención al «contexto de recepción» de los documentos terapéuticos. Esa actitud mitigará los efectos del «fenómeno de

dejar la carta en el cajón» y contribuirá a que las personas tomen conciencia de la importancia de los documentos terapéuticos. En esas circunstancias, sólo enmuy raras ocasiones la gente no consultará los documentos terapéuticos entre una sesión y otra, y en esos casos la omisión se deberá a razones de fuerza mayor.Transcribiré ahora una lista de control que ayudará a los terapeutas a atender al contexto de recepción de los documentos terapéuticos. Aunque los puntos pueden parecer extensos, por lo general bastan de cinco a diez minutos para revisarlos junto con los familiares. No pretendo presentar una lista exhaustiva de las posibilidades de prestar atención al contexto de recepción y confío en que los lectores experimentarán con estas ideas y quizás las amplíen, reduzcan o modifiquen, según la realimentación que reciban de las personas que los consultan.A medida que los terapeutas ganan experiencia en la utilizáción de documentos terapéuticos descubren que cada vez resulta menos necesario concentrarse específicamente en la preparación del contexto de recepción y que muchos elementos de su trabajo habitual se vinculan con esa cuestión.1. Introducción a los documentos terapéuticosa) El terapeuta introduce la idea de redactar un documento terapéutico, explica por qué sería adecuado para las circunstancias del momento, y explica que documentos similares han sido útiles para otras personas en circunstancias semejantes (si las personas que consultan pertenecen a una cultura oral, o si son analfabetas, las grabaciones de audio puede reemplazar a los documentos escritos).b) El terapeuta comparte sus pensamientos acerca de las cuestiones que el documento podría abordar, cuidando siempre de no imponer la idea. Es preciso asegurarles a las personas que los documentos no son esenciales para el trabajo. En ese momento se formula la siguiente pregunta: «¿Les interesaría a ustedes recibir un documento así?»c) Si las personas se muestran entusiasmadas y quieren seguir, el terapeuta inicia una conversación acerca de la forma que pudiera ser adecuada para el documento: una carta standard, una constitución, una declaración de toma de posición, una carta de referencia, un documento de identidad, etcétera.210d) Una vez tomada la decisión acerca de la forma, el terapeuta iniciará una conversación sobre los procesos de preparación del documento. Por ejemplo, ¿todos los interesados deben colaborar o es preferible que el terapeuta prepare el documento después de la sesión, a partir de sus notas?2. Entrega, circulación, seguridada) Si el documento va a ser enviado por correo o recogido después de la entrevista, es preciso tomar algunas decisiones. Esto es importante, porque a veces el documento ha de ser recibido por un niño que no es quien recoge el correo habitualmente. En ocasiones estará dirigido a una persona que habita una vivienda compartida, una pensión o un hotel. En esos casos la confidencialidad es un problema y habrá que tener una dirección de correo alternativa. Y por último, puede suceder que el documento llegue a una casilla de correo que no es revisada regularmente.b) Como tener a mano los documentos terapéuticos es importante, el terapeuta puede preguntarles a las personas qué planes pondrán en práctica para tener la certeza de que podrán consultarlos cada vez que lo deseen o necesiten. Para facilitar las cosas, a veces será conveniente que determinada persona le confíe sus documentos terapéuticos a alguien. Esto es de la mayor importancia para individuos que no tienen residencia fija o son vulnerables a padecer circunstancias que podrían separarlos de sus documentos terapéuticos en el momento en que más necesitan consultarlos.3. Circunstancias de la consulta y formulación de prediccionesa) A esta altura la conversación se concentra en la identificación de las circunstancias en las que se podría consultar el documento. Esto podría hacerse

según un programa establecido de antemano; de acuerdo con momentos contemplativos; en momentos difíciles, cuando una persona corre el riesgo de ser despojada de su propia comprensión, etcétera.b) Luego llega el momento de invitar a las personas a imaginar las posibles consecuencias de la consulta de los documentos terapéuticos. Se puede preguntar: ¿Qué efecto imaginan ustedes que esta consulta podría tener sobre sus respuestas a las circunstancias problemáticas, y también sobre sus vidas y sus relaciones en general? Es aconsejable alentar a las personas a formular lo que imaginan en forma de predicciones específicas, que pueden ser incluidas en los documentos, o quizás registradas por separado y luego colocadas en un sobre cerrado, que se guardará aparte hasta la sesión siguiente.El terapeuta aclarará que las predicciones no serán tomadas como un compromiso para la acción, pero que de todos modos será interesante verificar si las personas hicieron vaticinios que se cumplieron. Cuando las predicciones se registran por separado y se las guarda en sobre cerrado, se puede abrirlo en la sesión siguiente y comparar lo escrito con los desarrollos que se produjeron.4. Revisión de la predicciónc) Luego habrá que decidir quién más debe leer los documentos, cómo se le sugerirá a esa persona que lo haga, y en qué circunstancias debe hacerlo. Muchos documentos terapéuticos están destinados a convocar un público para los desarrollos importantes en las vidas de las personas. Ese público podría brindar un reconocimiento de los desarrollos, y en muchos casos autenticar algunos de los nuevos reclamos de identidad que los documentos reflejan.d) A continuación se determinará cuántas copias del documento harán falta.a) En la entrevista siguiente se revisan los eventos que tuvieron lugar entre las dos sesiones, para identificar las circunstancias que justificaron la consulta de los documentos terapéuticos. Entonces se establece una comparación entre las predicciones acerca de los efectos de esas consultas y los eventos posteriores.b) Si la revisión confirma las predicciones de las personas, el terapeuta puede invitarlas a reflexionar sobre la importancia de la exactitud de las predicciones. El resultado habitual de esa reflexión es que las personas reconocen hasta qué punto212213están convirtiéndose en «autoridades» de sus propias vidas. Luego se puede iniciar una conversación acerca de lo que esto podría significar para su capacidad de influir sobre la conformación de sus vidas. Y después se indagará lo que eso podría indicar con respecto a las posibilidades para pasos futuros.c) Si la revisión de los eventos no concuerda con las predicciones de las personas, el terapeuta puede iniciar una investigación para determinar si en los documentos faltan informaciones vitales; además, puede volver junto con las personas que lo consultan sobre los puntos 1, 2 y 3 de la lista de control, prestando más atención a los detalles. Al hacerlo, podrían revisarse los documentos terapéuticos y el contexto de recepción, de modo de hacer más probable que en ocasiones futuras se produzcan los efectos deseados.9El comportamiento y sus determinantes o la acción y su sentido: sistemas y metáforás narrativasConclusiónLas prácticas terapéuticas de la palabra escrita que aquí describo no demandan demasiado tiempo y tampoco requieren especiales destrezas de redacción por parte del terapeuta. No obstante, pueden significar una importante contribución al trabajo terapéutico. Yo quiero alentar a los lectores a explorar la construcción de documentos de este tipo junto con las personas que los consultan, y a remitirse a la lista de control al preparar un contexto de recepción para esos

documentos. No tengo la menor duda de que todas las partes involucradas en la interacción terapéutica verán ampliamente recompensados sus esfuerzos.La metáfora narrativa suele ser asociada a otras metáforas que son utilizadas corrientemente en la literatura y la práctica de la terapia familiar: específicamente, las metáforas del sistema y el patrón. Muy frecuentemente se supone que la metáfora narrativa puede superponerse a estas otras metáforas, y a menudo se la fusiona con ellas. Puesto que las metáforas del sistema y el patrón, por un lado, y la metáfora de la narrativa, por el otro, se sitúan en tradiciones de pensamiento distintas y diferentes, esta superposición y combinación de metáforas disímiles sencillamente no funciona y, en mi opinión, indica una falta de conciencia de las premisas básicas y las muy diferentes consecuencias políticas que están asociadas a estas metáforas diferentes.Permítaseme en primer lugar reseñar algunas implicaciones importantes de las metáforas del sistema y el patrón:1. Cuando decimos que el comportamiento es funcional, que está regido por reglas, que sirve a objetivos vinculados con el mantenimiento del equilibrio u homeostasis, o lo que fuere, y que el comportamiento se ajusta a patrones, estamos participando de la práctica tradicional e institucionalizada de vincular el comportamiento con sus determinantes.2142152. Puesto que la metáfora del sistema se relaciona con teorías del equilibrio, del mantenimiento del orden, de la estabilidad, etcétera, y puesto que la metáfora del patrón se relaciona con teorías de la regularidad y la redundancia, ambas metáforas construyen una realidad atemporal. La metáfora del sistema introduce la idea de que existen entidades relativamente independientes llamadas sistemas que se mantienen por fuera del tiempo, o sobreviven al margen de los estragos del tiempo. Y puesto que el criterio para verificar un patrón es la identificación de una redundancia a lo largo del tiempo, la inmunidad o invulnerabilidad a los efectos del tiempo está implícita en su misma definición.3. Las metáforas de sistema y patrón alientan a los terapeutas a suponer la objetividad y adoptar un vocabulario formal que pone de relieve una postura de espectador imparcial.No obstante, cuando desafiamos la práctica tradicional de vincular el comportamiento con sus determinantes, cuando la «explicación llega a considerarse una cuestión de vincular la acción con su significado en lugar del comportamiento con sus determinantes», las metáforas del sistema y del patrón no «prosperan»: se evaporan. Estoy utilizando aquí las palabras del antropólogo Clifford Geertz, y quizá debiera reproducir completa su celebrada cita sobre el tema de la refiguración de la teoría social:... un desafío está poniendo en entredicho algunas de las suposiciones centrales de la corriente principal de la ciencia social. La estricta separación de teoría y datos, esto es, la idea del «hecho bruto»: el esfuerzo para crear un vocabulario formal de análisis depurado de toda referencia subjetiva, es decir, la idea del «lenguaje ideal»; la exigencia de neutralidad moral y la actitud olímpica, a saber, la idea de la «verdad de Dios», ninguna de estas suposiciones puede prosperar cuando se considera que una explicación consiste en conectar la acción a su significado en lugar del comportamiento a sus determinantes. Si logra afianzarse, la refiguración de la teoría social representará un cambio radical en nuestra concepción, no tanto de lo que es el conocimiento, sino de lo que queremos conocer. (1983, pág. 34)Y cuando se considera que explicar consiste en conectar la acción a su significado, ingresamos al mundo de la interpretación y al mundo de la narrativa. Compararé ahora algunas de las implicaciones de las metáforas del sistema y el patrón con algunas de las implicaciones de la metáfora de la narrativa:

1. Cuando nos liberamos de la idea tradicional de conectar el comportamiento a sus determinantes por vía de la construcción de sistemas formales de análisis que comprueban que lo que efectivamente sucedió es lo que tenía que suceder y, en cambio, comenzamos a explorar la conexión de la acción con su sentido o significado, volcamos nuestra atención a los procesos de interpretación; al modo en que las personas dan sentido a su experiencia y al modo en que dotan de significado a sus experiencias de vida. Y cuando esto sucede, nos encontramos ingresando al territorio de la narrativa, puesto que cuando las personas producen sentido, narran historias sobre sus vidas y las vidas de los demás.Cuando conectamos la acción a su sentido ingresamos a lo que yo denominaría una perspectiva más constitucionalista sobre la vida. Atendemos a la manera en que las personas participan activamente en la invención de sus vidas mientras transitan los procesos de atribución de significado a su experiencia, al modo en que las personas modelan y re-modelan sus vidas mientras narran o re-narran, o mientras representan o vuelven a representar los relatos de sus vidas, mientras visualizan o revisualizar las descripciones de su historia y de su futuro.Cuando conectamos la acción a su sentido, estamos resucitando y exaltando el factor de la conciencia en la explicación de los actos y eventos de las vidas de las personas. Somos alentados a dar prioridad a las ideas de las personas acerca de lo que están haciendo y por qué lo están haciendo, sus opiniones acerca del modo en que las cosas llegaron a ser como son, etcétera. En nuestros esfuerzos por comprender las vidas de los otros, nos encontramos prestando atención a sus interpretaciones de sus acciones desde el punto de vista de determinadas descripciones de deseos, caprichos, intenciones, propósitos, motivos, ambiciones, metas, planes, compromisos, fantasías, etcétera.Cuando conectamos la acción con su sentido, nos liberamos de las descripciones de la vida unitarias recibidas y, en este proceso, se hacen explícitos los aspectos políticos de las relaciones.216217Las experiencias de la vida cotidiana, las situaciones que brindan el contexto para dichas experiencias, la multiplicidad de las interpretaciones de todo esto, la mayoría de las cuales están informadas por determinadas visualizaciones o re-visualizaciones de la historia: es esto lo que se convierte en el foco de nuestra atención. Y al atender todo esto, y los efectos reales o consecuencias de estas interpretaciones de la experiencia, percibimos que la condición de la vida es la contradicción: no el orden ni el equilibrio. Y cuando discernimos la contradicción como condición de la vida, pasa a un primer plano la política de la desigualdad y la marginación, de la opresión y el sometimiento, de la dominación y la sumisión, de la explotación y la resistencia. Las luchas por cuestiones de género, clase, raza, etnicidad, edad y orientación sexual exigen reconocimiento.2. En lugar de construir una realidad atemporal siguiendo la tradición de las metáforas del sistema y el patrón, el tiempo es aquí esencial; tiempo y narración son inseparables. Cito a Paul Ricoeur sobre este tema:... el tiempo se torna tiempo humano en tanto está organizado a modo de una narrativa: la narrativa, a su vez, es significativa en tanto describe la índole temporal de la experiencia. (1984, pág. 3)Puesto que los relatos están constituidos por acontecimientos que están ligados en secuencias particulares en el curso del tiempo y según una trama, la narrativa describe a las personas viviendo sus vidas en el transcurso del tiempo: introduce lo que se conoce como perspectiva procesual. En la narrativa se encarna esta percepción de que nuestra vida se desenvuelve en el tiempo. En lugar de contribuir a la ilusión de atemporalidad por medio de la construcción de descripciones de la vida atemporales, que ponen de relieve la estabilidad y el equilibrio, la narrativa destaca la naturaleza cambiante de la vida en tanto vivida, y abre el espacio para la apreciación del modo en que las personas

tramitan las diversas contingencias, incertidumbres e irregularidades de la vida.1. Es este un punto bien establecido por Renato Rosaldo en Culture & Truth: The Remaking of Social Analysis (1993).3. En lugar de utilizar esas metáforas que alientan a los terapeutas a suponer la objetividad y a adoptar un vocabulario formal que pone de relieve una postura de espectador imparcial para el terapeuta, la metáfora narrativa destaca la índole constitutiva de todas las interacciones, esto es, que las interacciones moldean nuestras vidas. Esto nos disuade de seguir abrigando la ilusión de neutralidad y proponiendo para nosotros mismos un status de espectador inocente.Los vocabularios formales a los que me refiero actúan como una panacea para las preocupaciones de los terapeutas. Puesto que sirven para oscurecer a la mirada de los terapeutas la medida en que los problemas que las personas llevan a terapia están imbricados en políticas de relación, en prácticas de poder y en estructuras de dominación, conllevan algún grado de alivio para los mismos. Al posibilitarnos definir determinados problemas como una aberración en lugar de como un producto de nuestros modos de vida y de pensamiento, nos permiten evitar hacer frente a nuestra complicidad en el mantenimiento de aquellos aspectos de estos estilos de vida y pensamiento que son constitutivos de los mismos problemas que las personas traen a terapia.Tomemos por ejemplo la terapia de los hombres que cometen abuso. Considerar este abuso como un fenómeno sistémico me permitiría, como hombre, oscurecer el vínculo entre la violencia de estos hombres y las maneras dominantes de ser y pensar masculinas en nuestra cultura que valorizan la agresión, la dominación y la conquista. Me permitiría, en tanto integrante de la clase de los hombres, evitar asumir la responsabilidad que tengo de actuar para contribuir al desmantelamiento de los privilegios de los hombres que perpetúan la desigualdad de oportunidades, a la desestabilización de las estructuras de opresión, y a la impugnación de diversas prácticas de poder que marginan y subyugan a otros. Y me permitiría continuar dejando en manos de las personas que se encuentran en las posiciones de menor poder plantear los problemas de la descalificación, la discriminación, etcétera, y actuar para ponerles fin.Por el contrario, al apartarnos de estos sistemas formales de análisis, nos vemos alentados a reconocer nuestra complicidad en la construcción de los mundos que compartimos con otros y a asumir la responsabilidad ética y moral por los efectos reales o218219consecuencias de nuestras interacciones con las personas que solicitan nuestra ayuda. Y, al liberarnos del supuesto de objetividad y de la ilusión de neutralidad, la metáfora narrativa nos alienta a situarnos, haciendo transparente nuestra ubicación en los mundos del género, la raza, la clase social, la etnicidad, la orientación sexual, etcétera. En el proceso de cuestionar la noción de «observador imparcial», nos enfrentamos con la exigencia de situarnos en nuestros mundos, con la exigencia de hacernos culturalmente visibles.Esto puede verse facilitado por diversos medios: solicitándoles a las personas que nos consultan que nos den sus interpretaciones acerca de nuestras interacciones terapéuticas; abriendo el espacio para que estas personas reflexionen sobre los procesos de terapia y sobre su experiencia de nuestra persona y de nuestra conducta, etcétera.Convertirnos en terapeutas situados nos hace más culturalmente visibles, nos hace avanzar en el sentido de reconocer y desmantelar las jerarquías de poder que caracterizan la interacción terapéutica. Renato Rosaldo, al considerar el mito de la imparcialidad y el distanciamiento que fomentan los profesionales de clase media y media alta, señala que la invisibilidad de la cultura y pertenencia étnica de los mismos, yuxtapuesta a la visibilidad de la cultura y

etnicidad del «otro», disimula su posición de clase dominante y asegura su «monopolio tácito de poder».Rosaldo asocia este mito de imparcialidad o distanciamiento con la posición objetivista y la contrasta con una posición más culturalmente visible:ConclusiónHa sido mi intención aquí cuestionar la prevaleciente confusión de importantes distinciones en torno a las metáforas que se usan comúnmente en la literatura y la práctica de la terapia familiar. Para lograrlo, he contrastado algunas de las implicaciones de las metáforas de sistema y de patrón con algunas de las implicaciones de la metáfora de la narrativa. Estas metáforas se sitúan en tradiciones de pensamiento muy diferentes y tienen consecuencias políticas completamente disímiles en cuanto a la interacción terapéutica.Contrariamente a la opinión más establecida, creo que los intentos de fusionar estas metáforas, de maneras que oscurecen estas distinciones, en realidad limitan las posibilidades de pensamiento y opciones para la acción en el contexto terapéutico. Y, asimismo, hace virtualmente imposible que los terapeutas identifiquen y enfrenten algunas de las cuestiones más significativas referidas a su trabajo y comiencen a abordarlas.Referencias bibliográficasGeertz, C. 1983. Local knowledge: Further essays in interpretive anthropology. Nueva York, Basic Books. [Conocimiento local: ensayos sobre la interpretación de las culturas, Barcelona, Paidós, 1994.]Ricoeur, P. 1984. Time and narrative. Chicago, University of Chicago Press. [71empo y narración, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1987.] Rosaldo, R. 1993. Culture and truth: The remaking of social analysis. Boston, Beacon Press.Los objetivistas ... prefieren ponerse por encima de las luchas, adoptar una posición de omnisciencia y trabajar en el terreno «impoluto» de la imparcialidad y la neutralidad ética. Para mí, las actitudes encarnadas en su «ponerse por encima» fluctúan entre la condescendencia leve, la vigilancia activa y la dominación brutal; para ellos, su posición es imparcial y su distancia está al servicio de la objetividad. Para mí, raramente uno estudia la cultura desde una posición neutral, de modo que los analistas deberían ser tan explícitos como pudieran en cuanto a cuestiones de toma de partido, intereses y sentimientos; para ellos, la actividad académica consiste en la investigación desinteresada al servicio de la verdad y el conocimiento. (1992, pág. 221)220221á tad etf uc gsiquiát iut-yc .:sobes tsrdá, it, de y t1 1lt ntár. t F ser "mee ". s Oiiu6tle0 idola Cr t a-,+d e. Suo que 1" ,Po. r ;+ -l tuse p*wb de de .+A :ds- pC +e s F. lIdiücnCe .iztttur ,4+e la

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