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Université François-Rabelais de Tours Habilitation à diriger des recherches Référente Madame Mónica Zapata Construcción, deconstrucción y perspectivas del género en los personajes de ficción en la producción literaria femenina de América Central (1960 -2001) (Inédit) Milagros Palma 2012

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Université François-Rabelais de Tours

Habilitation à diriger des recherches

Référente

Madame Mónica Zapata

Construcción, deconstrucción y perspectivas del género en los

personajes de ficción en la producción literaria femenina de

América Central (1960 -2001)

(Inédit)

Milagros Palma

2012

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Construcción, deconstrucción y perspectivas del género en los personajes de ficción en la producción

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PALABRAS PRELIMINARES

Milagros Palma

(ERLIS, UNICAEN)

En la Síntesis titulada: “Recherche sur le genre dans la littérature orale et écrite

d'Amérique latine” (2012), y que corresponde al Tomo I de esta trilogía sobre mi trayectoria

profesional que ya adelanté, mi experiencia académica y científica comenzó con la búsqueda

de un director de tesis, especialista de Mesoamérica que pudiera orientarme en mi trabajo de

campo etnográfico sobre la tradición oral mestiza en Nicaragua. Esta Síntesis termina con la

presentación de mis nuevas perspectivas científicas.

Como mi ensayo inédito trata de la “Construcción y deconstrucción del género en los

relatos de escritoras centroamericanas, escritos entre el 60 y el 2001”, que corresponde al

Tomo III, me ha parecido necesario presentar algunos aspectos de mi vida personal que

fueron determinantes en mi carrera de creación literaria, mi trabajo científico y mi

compromiso con los movimientos sociales de mujeres latinoamericanas y el feminismo

internacional.

Mi educación se llevó a cabo en el seno de una familia tradicional nicaragüense con

principios enraizados en la religión católica. La cultura popular fue la base de esta educación.

Las creencias populares y todas las manifestaciones del calendario religioso, los mitos,

cuentos y leyendas mestizos fueron la base de mi cultura en la sociedad nicaragüense.

Nací en el medio de una familia muy numerosa y de la cual mi padre estaba muy

orgulloso. Mi madre a pesar del inmenso sufrimiento que le procuraba cada uno de los catorce

partos que tuvo, siempre se dijo que era “Dios el que le mandaba esa misión”. Aunque

aceptaba con resignación su papel de reproductora y de madre, trató en varias ocasiones de

controlar su fertilidad. Sus esfuerzos por obtener contraconceptivos con sus hermanas que

vivían en California no dieron resultado. Nunca logró obtenerlos. Mucho tiempo después

supe que mi padre interceptaba el correo que le llegaba con la ayuda y complicidad del

director de la oficina de correos. Ella nunca supo la implicación de mi padre para que pudiera

seguir cumpliendo con el débito conyugal. Desde edad temprana pude constatar cómo mi

padre ejercía un control absoluto en lo que respecta a la sexualidad y a la fertilidad de mi

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madre. En América Central, la reproducción ratifica la virilidad del varón. En mi infancia y

adolescencia la reproducción era el principal problema familiar. Primero, por lo que yo

denomino el terrorismo sexual: la presión, el maltrato psicológico y la expresiones

denigrantes que mi padre ejercía para lograr su disponibilidad y luego todo lo que de ello

derivaba, el embarazo y sus numerosos achaques, la preparación de la llegada de un nuevo

miembro y el peso económico que suponía en la gestión de un salario inextensible. En mi

numerosa familia ocupé el octavo rango pero pasé al séptimo cuando murió una hermana por

una pastilla equivocada que mi madre le suministró porque se quejaba de un dolor de cabeza.

Duelo que ella nunca pudo superar debido a la actitud culpabilizante de mi padre. El

sufrimiento de mi madre me pareció siempre de una gran injusticia. Yo rezaba, hacía

promesas a los santos y a toda la corte celestial para que le aliviara el sufrimiento moral y

para que le diera fuerzas para soportar y sobrevivir al yugo de la vida. Con el tiempo me di

cuenta de que de nada servía todo lo que yo hacía por ella. Que había que liberarla del peso

enorme que acarreaba sobre sus espaldas: económico, emocional, físico porque trabajaba

“como mula”, según su propia expresión.

Para mí la vida fue siempre difícil, muy difícil, llena de impotencia, y de toda clase de

restricciones y privaciones, desde la más elemental que es el amor hasta lo estrictamente

básico, las necesidades materiales.

Todo empezó a cambiar cuando llegó el día en que mi madre dejó de creer que Dios le

mandaba tanta desgracia, cuando decidió emigrar a los Estados unidos con el objetivo de

obtener medios económicos para la sobrevivencia familiar. Más tarde supe que su objetivo era

hacernos emigrar a los Estados Unidos. En California vivían tres de sus hermanos. Nunca

supe cómo llegó ella a actuar de esa manera, quién se lo sugirió, si sus hermanas o sus amigas.

Nunca lo sabré. Un día supe que se iba para los Estados Unidos. Tendría entonces ocho años

cuando a las cuatro de la mañana, frente a la Catedral, con mi padre, ella y mi hermano mayor

que acababa de bachillerarse, tomamos un bus rumbo a Managua para acompañarlos al

aeropuerto. Cuando la vi alejarse y embarcar en el avión de la compañía aérea La Nica,

propiedad de los célebres dictadores, los Somoza, sentí un horrible vuelco en el corazón. Yo

lloraba en silencio.

Al cabo de dos meses supe que regresaba a casa. Entonces puso su plan en marcha: año

tras año saldría uno de nosotros rumbo a los Estados Unidos. Con las economías que había

obtenido con su trabajo en una fábrica de costura, se compró una refrigeradora para vender

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helados y ayudarse con los gastos de la casa. Así consolidó una tiendita de ventas de

productos básicos: arroz, frijoles, maíz, azúcar, hielo, etc. Tenía once años cuando ella decidió

abandonar el hogar e irse con los cinco hijos menores que le quedaban a su ciudad natal en

donde tenía algunos familiares. Ese éxodo fue una pesadilla. Nuestra salud era muy frágil, la

alimentación era mínima. Uno de sus familiares le ofreció recibir en su casa a mi hermana

mayor para protegerla, ya que estaba en plena pubertad. Pero ella no se quedaría mucho

tiempo porque ya estaba a punto de irse a los Estados Unidos. Mi madre decidió divorciarse y

exigir una pensión para educarnos. Fue una de las primeras mujeres que en los años 60 se

divorciaba en la ciudad universitaria de León, la cuna del ilustre poeta Rubén Darío. Mi

adolescencia será breve: debía ser autónoma lo antes posible y ayudarle a mi madre con mis

hermanos menores. Por las tardes a mi regreso del colegio una costurera vecina me enseñaba

a coser. A la edad de dieciséis años empecé una escuela de comercio para estudiar

secretariado mientras entré a trabajar en una escuela de obreras ayudándole a mi madre con

las clases de costura a su cargo. Un año después obtuve, en este centro nocturno frecuentado

por mujeres jóvenes de medio humilde, un puesto para enseñar redacción comercial. Eso me

permitió ahorrar dinero para cubrir dos años más tarde los gastos de mi viaje. Después de mi

bachillerato fue mi turno para emigrar. Así lo decidí cuando mi padre me pidió que me

quedara estudiando medicina en León y prometió que él me ayudaría con los gastos de la

universidad. Ese mismo año fue para mí revelador. Supe que quería estudiar física y

orientarme hacia la astronomía. Porque para decir verdad, todo ocurrió de manera inesperada.

Cursaba mi último año de secundaria, el quinto año de bachillerato. A mi instituto de León,

llegaron unos investigadores de la Nasa a presentar el proyecto astronómico del envío del

hombre a la luna. Mientras escuchaba a los investigadores norteamericanos, con sus

pronunciados acentos, me imaginaba realizando mis sueños como astrónoma, investigando la

vida sideral y planetaria.

Al día siguiente de terminar mi bachillerato, a la edad de 18 años, con las mejores

notas de mi promoción y de todo el país, me embarqué en un avión de la Nica, rumbo a los

Estados Unidos y más concretamente hacia Chicago. Yo era la séptima inmigrante de una

familia de 14 hijos y la tercera mujer. Ya era bachillera que no era el caso de las dos hermanas

mayores y los dos últimos varones. Para financiar mi proyecto, aprender inglés y dedicarme a

estudiar, mi fuente de ingresos sería el trabajo en la peluquería de mis hermanos mayores. Mi

trabajo consistiría en ser asistente de peluquería al mismo tiempo que aprendía la lengua

escuchando a los clientes. Yo soñaba con reunir el dinero necesario para ingresar en la

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universidad. En poco tiempo mi sueño se volvió pesadilla. Me desesperaba saber que no iba a

lograr mi meta. El tiempo pasaba y finalmente tuve que optar por cambiar de proyecto

aconsejada por mi hermano mayor que trabajaba como lector de la universidad de la Sorbona.

Los costos de la universidad en Francia eran menos onerosos que en Norteamérica. Un año

exactamente después de haber llegado a los USA me preparaba para volar hacia París con mis

escasas economías de asistente de peluquería. Desde que llegué me puse a estudiar francés.

Fui a la Alianza francesa asiduamente hasta que me inscribí en la universidad. Mis ingresos

consistían en cuidar niños y hacer limpieza. Era feliz de pensar que por fin mi sueño se

realizaba cuando me inscribí en la universidad de Jussieu en París. Pero en poco tiempo

comprendí que mi nivel de física y matemáticas era muy bajo. Además habían pasado dos

años desde mi bachillerato y no sólo había olvidado muchas cosas sino que además había

perdido la disciplina del trabajo académico. Esa fue para mí una gran desilusión. Repetí el

primer año en Jussieu, pero no logré alcanzar el nivel necesario para llevar a cabo estudios

científicos. Las notas eran catastróficas. Sentía rabia por mi ignorancia. No sabía que el nivel

de estudios dependía de la riqueza y del desarrollo de un país. Ser bachiller de un país como el

mío en Centroamérica en donde el nivel de analfabetismo era uno de los más elevados del

mundo, me condenaba a ser bachiller de baja categoría. No podía competir a nivel científico

con estudiantes de países desarrollados. ¡Qué decepción, qué rabia! ¡Qué impotencia! ¿Qué

hacer?, ¿Inscribirme en secundaria para hacer de nuevo los estudios en Francia? No era

posible. Nadie podía ayudarme. No podía resignarme a abandonar mi proyecto científico.

Me inscribí en la Sorbona para llevar a cabo estudios en la carrera de Español.

Entonces descubrí lo grandioso del mundo hispano al cual pertenecía. Esto me ayudó a

ubicarme en el universo. Mi lengua se volvió mi herramienta de trabajo. Mi interés por la

precisión de las ciencias exactas, me condujo a hacer paralelamente estudios de lingüística en

la universidad René Descartes-París V. En la licenciatura llevé a cabo análisis fonológicos y

sintácticos. Mi maestría en lingüística me permitió orientarme hacia la etnolingüística y por

fin hacia la antropología. Estas fueron mis herramientas para el trabajo de campo de la tesis

que consistió en recopilar, conformar e interpretar el sistema de creencias de la tradición oral

mestiza en Nicaragua.

Cuando niña estos personajes de la tradición oral me aterraban. Siempre me pregunté

cual era la significación social de la presencia diabólica de esos personajes. Por qué esos

personajes femeninos fantasmagóricos, perseguían a los hombres y sobre todo a los borrachos

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que andaban en las calles a deshoras de la noche al salir de cantinas y prostíbulos. Durante mi

trabajo de campo pude, por fin, descubrir que los encuentros de los cuales daban cuenta los

hombres, además de reforzar su virilidad, contribuían al mantenimiento de un sistema binario

orientado a consolidar la imagen negativa de la mujer para justificar su dominio y su

violencia.

A medida que avanzaba mi trabajo de campo recopilando diferentes versiones de

mitos, cuentos y leyendas y asistiendo a las procesiones en donde se llevaban a cabo

representaciones del teatro callejero, comprendí que todo este material formaba el sistema

cultural sobre el cual reposaba la cosmogonía del pensamiento mestizo centroamericano. Esos

mitos de origen creados con la Conquista, la desaparición del indio, reducido a la esclavitud

fueron fabricados a partir del binarismo de raza y de género con los cuales la superioridad del

conquistador y sus valores introducidos con la Colonia, habían sido naturalizados. En este

contexto el género femenino es integrado con una doble cara: dos veces inferior por su sexo y

por su raza. El trabajo de deconstrucción de esta idea y de comprensión de este sistema

jerárquico del mestizaje me llevará varios años, luego de ampliar mi trabajo etnográfico en

otros países de Centroamérica y América del Sur, además, con sociedades amazónicas.

El mestizaje conlleva un sincretismo a partir de la articulación de dos culturas: la

española representada por el conquistador y la indígena representada por la india, la

conquistada. En la cosmogonía mestiza el personaje femenino de la Llorona punto de partida

del mestizaje, es fundamental como se puede apreciar por su extraordinaria amplitud (Palma,

2012).

El misterio y la magia de tales manifestaciones culturales desaparecen cuando son

analizadas e interpretadas en su contexto social revelándose com orecursos que cumplen un

papel importante en la función de manipulación. La desmitificación de la ideología de género

hace perder su “encanto” a estas formas de la cultura popular. 1

Así pues, el objetivo de la imagen diabólica de la mayoría de los personajes

femeninos que actúan en la vida imaginaria y real, aparece de manera transparente en todo su

alcance social. Estos son como almas en pena, por ejemplo la Llorona que están condenados a

errar ya que han sido castigados por transgredir el orden social y sobrenatural. La adolescente

1 El término manipulación es utilizado con propiedad en este sentido por la feminista Monique Wittig: « Dans le cas

des femmes l'idéologie va loin puisque nos corps aussi bien que notre pensée sont le produit de cette manipulation.

Nous avons été forcées dans nos corps et dans nos pensées de correspondre, trait pour trait, avec l'idée de nature qui a

été établie pour nous » (2008: 43).

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que se negó a aceptar la maternidad deshaciéndose de su producto, fue condenada para toda la

vida a andar buscando a su hijo. Aquí el castigo de la condena es aleccionador,

ejemplarizante. Es un ejemplo preciso de que la maternidad no es un hecho natural como lo

constata la antropóloga Françoise Héritier: « Elle est l'objet d'une construction qui définit les

règles et les obligations » (2012: 364).

Comprender la presencia obsesiva de la Llorona en el imaginario tradicional

nicaragüense y latinoamericano fue para mí una etapa fundamental para la deconstrucción de

la ideología de género basada en el binarismo diferencial: « La maternité est le pilier porteur

de l'essence de la domination masculine. La masculinité se réserve les honneurs du

symbolisme alors que la féminité est rejetée du côté du biologique ». (Héritier, 2012: 364).

Tanto la Llorona como muchos otros personajes femeninos del imaginario tradicional

centroamericano no sólo representan un mal ejemplo sino que además corroboran su carácter

maléfico con prácticas consideradas como denigrantes para el género femenino. Con sus

agresiones contribuyen a la discriminación de la mujer: agreden “manoseando” a los hombres

que encuentran en su camino. El término “manoseo” tiene connotación sexual y los verbos

“tocar”, “manosear” en el contexto de las apariciones fantasmagóricas, forman parte del

campo léxico de la agresión sexual. Ejemplo: “La cegua me tocó mis partes y del susto me

desmayé. (Palma, 1985: 94) Según el imaginario cultural, los hombres pueden ser y son

agredidos moral y físicamente por esos personajes aterradores que suelen tomar posesión del

espacio público por la noche, cuando la obscuridad se instala. En el contexto social

nicaragüense y centroamericano estas agresiones son inventos masculinos: si no son

imposibles, por lo menos son excepcionales. Estas prácticas (manoseo, exhibicionismo) son

usualmente masculinas si tenemos en cuenta las estadísticas sobre agresiones sexuales de

niños, adolescentes y mujeres en el contexto familiar centroamericano (Palma, 2012). El

estudio de estos relatos y/o experiencias fantasmagóricas permite entender que si el género no

se inculcara como una ley social incorporada, las mujeres serían como los hombres, porque

ellas también desean tener una sexualidad satisfactoria, como los varones. Los relatos

transmiten la idea según la cual la mujer tiene una pulsión inagotable, idea que figura tanto

en la tradición indígena como en la española, como lo demuestran los versículos bíblicos:

“Por causa de ella moriremos todos” (ECL. 55, 24). “Su vientre es como un sepulcro,

insaciable, es como el fuego que jamás dice basta” (Prov. 30,16).

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Los personajes femeninos de la tradición oral en Centroamérica contribuyen a la

transmisión de mensajes e imágenes denigrantes de las mujeres en la región. De ahí la

represión de la pulsión femenina que se considera mortífera. No sólo para la el varón sino

para la especie humana.

Mi trayectoria científica y académica se inicia, pues, con el estudio de la tradición en

mi tesis de doctorado, que me permitió comprender el papel de la literatura oral y de la

religiosidad popular como parte del sistema de valores de la identidad mestiza

centroamericana. La publicación de una parte de mi tesis en donde figuran mitos, cuentos y

leyendas bajo el título Por los senderos míticos de la tradición oral en Nicaragua (1985), a la

vez que mostraba la variedad y diversidad de estas manifestaciones literarias orales, permitía

exponer con claridad un sistema cultural sobre el cual reposaba la cosmogonía del

pensamiento mestizo centroamericano.

Esta investigación me permitió descubrir los mecanismos de naturalización de la

mayoría de los comportamientos sociales de género, los cuales suponen una operación

simbólica muy común que consiste en la metamorfosis de lo humano en animal en momentos

de llevar a cabo ciertas prácticas sociales denigrantes, violentas o criminales para evitar el

rechazo u oposición por parte de la víctima. En un trabajo posterior en las cumbres andinas en

Colombia pude ver con claridad cómo en el mito del cura-cóndor de la cordillera de los Andes

se podía comprender muy bien este mecanismo: el cura misionero, en el momento de la

confesión de la indiecita, siente ganas de violarla y, en el momento de echársele encima, se

transforma en cóndor y ella en cordero. Así el cura-cóndor, copula con la indiecita-cordero

(Palma 1982)2. Esta transfiguración muy común en los mitos centroamericanos permite la

animalización o biologización de una práctica social e histórica tan usual como lo es la

violación de mujeres y niñas en la región. Con frecuencia el personaje femenino se

transforma en animal en el momento preciso de ser agredido sexualmente. En la tradición oral

centroamericana, tras la forma de animal :chancha, coyota o mona, desaparece todo rasgo de

humanidad en ella ya que la agresión ha sido biologizada. Como en la naturaleza no hay

moral, sólo hay necesidad, todo resulta normal. Así en el mito andino el cóndor devora al

cordero para poder sobrevivir. Se trata de una lucha por la existencia.

2 El verbo “devorar” es utilizado en lugar de “copular” para naturalizar la relación de género cazador/presa en la

sociedad.

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Si el cuento hubiera narrado la violación de la india, el cura hubiera sido condenado.

La operación simbólica de biologización lo libera de todo juicio legitimando además la

rapacidad. Los oyentes de este relato no manifiestan su empatía hacia el cordero porque han

olvidado que detrás de él se esconde la india. En el caso del Carnaval del Toro Venado, en

Nicaragua en el cual se pone en escena la biologización de la práctica de la violación para la

reproducción por medio del mestizaje, el toro reemplaza al jaguar símbolo del poder

masculino en las sociedades aborígenes, en la pareja jaguar-venado donde el venado, es la

presa favorita del jaguar, representante del género femenino. Así queda naturalizada la

relación violenta de género en su versión mestiza. A propósito de este tipo de operación,

Bourdieu (1998) recuerda la necesidad de demostrar los procesos responsables de la

transformación de la historia en biología, de lo arbitrario cultural en natural. Es necesario

poner en evidencia el trabajo de biologización de lo social, operación sobre la cual reposa el

orden jerárquico entre sexos y sobre todo la violencia contra la cual resulta difícil rebelarse

porque aparece como algo natural, esencial para la vida. No olvidemos que en el binarismo de

género, lo femenino es siempre naturalizado mientras que lo masculino es asociado a la

cultura, la razón.

Más tarde el ensayo La mujer es puro cuento (1985), (publicado después de la tesis de

la cual resultaron dos ensayos, uno con los relatos orales y otro con el teatro callejero), me

permitió mostrar cómo los mitos contribuyen a la discriminación de la mujer.

A través de este trabajo descubrí el interés que despertaba el tema en grupos de

mujeres y movimientos sociales de mujeres, en Colombia primero y luego en Nicaragua. A

pesar de que no establecía una relación sociológica estricta con la vida social propiamente

dicha, los análisis producían resonancias y ecos en las lectoras. En Francia me di cuenta de

que el título de mi ensayo retomaba la célebre frase de Simonne de Beauvoir (1949) « On ne

naît femme on le devient ». El título: La mujer es puro cuento, significa que la mujer es un

invento, en el sentido de “mentira”. Un invento creado para justificar la inferioridad social de

la mujer.

Estos trabajos etnográficos me permitieron avanzar en mi exploración junto a la cual

surgió mi etapa de creación. En ella comencé poniendo en escena aspectos importantes de mi

vivencia personal: de mi infancia y mi adolescencia. En el 1992 salió publicada en Bogotá la

primera novela Bodas de Cenizas donde presentaba una saga familiar donde daba cuenta con

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lujo de detalles de los comportamientos de corte machista ritualizados en mi medio familiar.

La protagonista, construida a imagen y semejanza de mi madre era literalmente esclavizada en

el trabajo reproductor y maternal. En ese medio (el mío) el ama de casa no debía conocer

goces extremos. Su pan de cada día era el maltrato psicológico cuando no físico, hasta que

después de 20 años de presidio familiar durante los cuales dio a luz, año tras año a catorce

hijos, terminó huyendo con su numerosa prole. La protagonista abría el camino a la

emigración para la mitad de su numerosísima descendencia, producto de un débito conyugal,

preparado minuciosamente, instrumentado por el terror y ejercido con potestad.

Este trabajo de ficción pone en escena aspectos importantes de la vida privada, la

sexualidad masculina y la no sexualidad femenina, el placer masculino y el dolor y

sufrimiento femenino.

Este primer trabajo me permitió hablar de estos temas en reuniones y encuentros con

mujeres en América latina. También pude presentar mi novela en escuelas, institutos y

universidades donde explicaba que si no fuera por el trabajo intenso de inculcación de la

reproducción, el personaje no hubiera actuado de manera casi automática, aún a mediados de

siglo en América central, en donde las mujeres tenían todos los hijos “que dios les mandara”.

Aún en los años setenta la reproducción era considerada como un mandato divino.

Mi vida familiar me permitió reflexionar sobre los mecanismos de imposición del

género, del binarismo diferenciativo a partir del cual se crea el estereotipo de la superioridad

masculina y la inferioridad femenina, hoy tan cuestionado, debatido y combatido por

movimientos sociales, feminismos, agrupaciones gay, lesbianas, LGTB, etc. Este trabajo de

ficción muestra que la vida familiar heterosexual puede ser para la mujer en una mítica

ciudad centroamericana cuna de grandes poetas y dictadores, un espacio de opresión, lo que

Monique Wittig suele llamar un régimen autoritario en el cual la reproducción y el trabajo

doméstico no sólo son una obligación sino que rayan con la esclavitud (2008:38). No es tanto

el porcentaje de esta forma de estructura de poder que las estadísticas pueden darnos lo que

es interesante: a mí modo de parecer es más bien la forma misma. Es más importante

comprender el sufrimiento para poder actuar con las perspectivas de cambios más humanos.

Este aspecto de la relación de género me pareció necesario explorar y poner en escena en mi

trabajo de ficción. En mi narrativa siempre habrá una parte importante de vivencia, ya sea

tomada de mi medio ya de medios que me son cercanos.

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En las cinco narraciones siguientes he puesto en escena personajes más modernos pero

que siguen sufriendo de igual manera la violencia conyugal. Así descubrí el interés de llevar a

cabo investigaciones desde la perspectiva del género y la sexualidad en la ficción. Si yo

construía ficción con la realidad, las autoras en general a lo mejor hacían lo mismo? En qué

medida la ficción y los textos literarios en general dan cuenta de los mecanismos de

regulación, imposición, mantenimiento y perpetuación del género en una sociedad

determinada? ¿A partir de qué momento se altera la estabilidad del género y de la sexualidad?

También empecé a preguntarme si la ficción permitía cuestionar las normas del género y de

qué manera.

En efecto los hechos sociales se reflejan en la ficción. Es interesante, por lo tanto,

constatar cómo la ley social se integra en los cuerpos hasta tal punto que los mismos

personajes femeninos participan de su propia dominación, tal como lo formularon Wittig

(1986) y Bourdieu (1998) para quienes la interiorización de comportamientos sociales

permitían la reproducción de los estereotipos sexistas.

En el ensayo inédito no pretendo hacer ninguna teoría. Sin embargo, he ido basándome

en los conceptos teóricos que las feministas han ido proponiendo al servicio de la

investigación del género; me han sido de gran utilidad, ya que posibilitan la síntesis de las

experiencias ligadas al condicionamiento del género llevado a cabo en los personajes desde su

más tierna infancia.

La ficción me permitió nombrar lo que no se debe nombrar, establecer relaciones y

compartir esas experiencias dolorosas que marginalizan a las víctimas del género. Es así

como pude socializar una experiencia familiar dolorosa de la cual no se debía hablar. La

ficción me condujo a establecer redes con personas que fui descubriendo y que finalmente me

permitieron comprender que más que individuales, estas experiencias eran colectivas. Así

pude aplicar a la ficción de las autoras centroamericanas de este ensayo inédito una dimensión

sociológica y antropológica. Cada hecho social puede ser cuantificado a través de las

numerosas encuestas hechas sobre el comportamiento del género en las sociedades

centroamericanas con el apoyo de organismos internacionales que ven en las relaciones de

género un factor grave que obstruye el desarrollo regional.

Durante mi carrera pude constatar cómo los movimientos sociales gestaron los

conceptos necesarios a la investigación sobre la problemática del género. Por otra parte mi

experiencia me permitió comprobar la invisibilidad de las escritoras centroamericanas. Tomé

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conciencia de ello cuando estaba trabajando en la Biblioteca Marguerite Durand que se

encontraba entonces en la Mairie del barrio 5 frente al Panthéon (Palma, 2000). Descubrí en

los ficheros sólo nombres de mujeres, de escritoras que ignoraba y que nunca había visto en

los estantes de las bibliotecas ni en las librerías. Para mí todo eso era como un cementerio de

libros de mujeres francesas que entonces consideré como un verdadero fondo común para la

humanidad. Es así como llegó a mis manos el título de Anne Thérèse de Lambert que tanto

me llamó la atención: Réflexion Nouvelle sur les femmes (1727). Mi curiosidad fue tan grande

que lo leí inmediatamente porque quería saber cuál era la novedad que esta escritora proponía

hacía más de dos siglos. Este libro, pues fue el primer título de la colección “Des femmes

dans l'histoire” de la editorial creada en 1986, en París. Esta experiencia fue para mí muy

grata y enriquecedora. Y empecé entonces a rescatar títulos que permitían trazar el proceso de

toma de conciencia y de consolidación del carácter diferenciativo del género. Mi reflexión se

enriquecía con cada nuevo título publicado y puesto en circulación. En 1991, en mi actividad

de promoción del fondo que iba consolidando, fui invitada como editora a participar en la

Feria del Libro de Guadalajara en México que se lleva a cabo habitualmente en los primeros

días del mes de diciembre. Una de las organizadoras me convenció diciéndome que era una

feria manejada por mujeres. Y me fui con una caja pesada repleta de libros. Pero mi

decepción fue grande cuando vi que entre los escritores invitados no había ninguna mujer. Era

cierto que en la Feria había numeroso personal femenino, dos directoras, muchas vendedoras

y muchísimas mujeres en el personal de limpieza. Fue entonces que decidí crear el Premio

Sor Juana Inés de la Cruz (1993-2003). Me parecía importante que cada año que se entregara

el premio se evocara la imagen de la monja jerónima, la figura literaria más importante de la

época colonial en América. Hoy este premio es uno de los más prestigiosos de América latina,

para escritoras de lengua española. Esta misma práctica la llevé a cabo en la Feria del libro de

Bogotá. Creé el premio Gabriela Mistral con el grupo Mujer y sociedad de la Universidad

Nacional de Colombia. Hoy la editorial Indigo & Côté-femmes cumple 26 años de haber sido

fundada y el premio 20 años de haber sido creado. En ella se han publicado sobre todo obras

de mujeres. En el fondo de la editorial figura una antología de escritoras latinoamericanas del

siglo XIX hasta nuestros días (Palma, 2007), cuyo objetivo inicial consistía en dar visibilidad,

o mejor dicho, borrar la invisibilidad de muchas escritoras latinoamericanas que han pasado

por Francia y que venían huyendo de la opresión sexista de sus países como la venezolana

Teresa de la Parra (París 1889-Madrid 1936), Victoria Ocampo (Argentina,1890-1979), Elvira

de Alvear (Argentina, 1891-1959), María Cruz (Guatemala 1876-París, 1915), Elena Garro

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(México, 1920-1998). Francia se convierte, desde un comienzo, en la patria de las mujeres

que se ven obligadas a abandonar sus propios países ante la intolerancia, la marginalidad

social y la persecución política. Al margen de mi actividad de profesora, editora y escritora,

he llevado a cabo un centenar de manifestaciones, mesas redondas, presentaciones de libros

de autoras latinoamericanas para tratar de levantar el velo de la invisibilidad que ha pesado

sobre estas creadoras durante siglos.

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15

INTRODUCCIÓN

1. Antecedentes de la investigación

Mi interés por la problemática del género comienza con mi tesis doctoral que trata de la

literatura oral mestiza en Nicaragua3. Esta tesis me permitió llevar a cabo una investigación

etnográfica interesante, a mi juicio, a partir de un trabajo de campo impresionante por su

variedad y su riqueza. Con mi grabadora, un cuaderno de apuntes, un lápiz, y una camarita,

recorrí la región del pacífico de Nicaragua recopilando mitos, leyendas y teatro callejero.

Estas manifestaciones en relación con la religiosidad popular me eran conocidas y diría

familiares ya que fui educada en esa tradición de la sociedad nicaragüense. Con informantes,

mujeres y hombres de toda edad, compartí mitos, leyendas y sobre todo las historias de

apariciones de personajes misteriosos, fenómeno muy particular, producto del sincretismo

cultural entre las culturas europeas, africanas e indígenas.

Los objetivos esenciales para este trabajo fueron los siguientes:

Obtener diferentes versiones de una gran variedad de manifestaciones orales

tradicionales

Reflexionar sobre todos los testimonios obtenidos para encontrar el origen del desdén

con que a veces se trata esta literatura4

Extraer el núcleo de cada estructura para establecer el sistema de valores del

pensamiento mestizo

Analizar el contexto en el cual se cuentan los mitos o se producen las apariciones y

manifestaciones teatrales populares y destacar valores y métodos de imposición de las

reglas de género

3 El título de la tesis es : « La dimention mythique de la tradition orale au Nicaragua ». Ecole Pratique de Hautes

Etudes, Directeur de la thèse M. Le Professeur, Jacques Soustelle, Paris, 1978.

4 La literatura oral ha sido considerada con frecuencia, como algo exótico y sin trascendencia. Se le ha calificado

despectivamente de folclórica, sin tener en cuenta el significado amplio y completo del término folclore. Véase al

respecto el estudio sobre la relación entre la literatura oral y la literatura escrita (Eliade, 1957, Morote Magán, 2010).

En Nicaragua es interesante destacar los siguientes trabajos de recopilación y de escritura: Francisco Pérez Estrada,

Estudios del folklore nicaragüense, 1968, 191 p., Pablo Antonio Cuadra, Muestrario del folklore nicaragüense, 1979,

Enrique Peña Hernández, Folklore de Nicaragua, 1986, 410 p.

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Luego de defender mi tesis lo que más me llamó la atención de todo este trabajo de

clasificación, análisis e interpretación fue el papel que juegan las mujeres en la transmisión de

la literatura oral y la presencia abrumadora de los personajes femeninos. Se trataba de una

presencia negativa, nefasta y hasta diabólica. Esta búsqueda de los orígenes y de la función

social de los mitos, las leyendas, las apariciones antiasmáticas, y las representaciones teatrales

me permitieron descubrir la importancia del papel de la literatura oral como instrumento para

la educación en las sociedades tradicionales5. En una sociedad mestiza como la nicaragüense,

la literatura oral es fuente de inspiración de los escritores. En sus textos literarios ellos

reinterpretan los temas míticos y los símbolos de su sociedad. No fue casualidad que el

historiador de religiones y antropólogo, Mircea Eliade (1957: 36) constatara que existe una

continuidad entre mito, leyenda, epopeya y literatura moderna. Para Eliade los arquetipos

míticos sobreviven de cierta manera en las grandes novelas modernas.

La littérature est une réécriture des mythes oraux. Elle conserve la structure et la fonction de la

temporalité mythique, qui est pour le monde archaïque un refuge, une manière de se soustraire

du temps profane, linéaire et historique.

Con Eliade me apercibí que estaba acercándome a los fundamentos y orígenes de la

cultura mestiza en América central sabiendo que en los años 70 en esta zona el porcentaje de

analfabetismo era muy elevado.

Estudié la temática de la feminidad a través de los personajes de la literatura oral

indígena y mestiza en Nicaragua, fijándome, en especial, en los personajes femeninos del

imaginario mestizo nicaragüense como la chancha, la coyota, la cegua y la llorona, que abren

una honda brecha, larga y sinuosa en el futuro de mi investigación. Las manifestaciones

nocturnas de estos personajes aterradores, así como la crueldad con la que la literatura oral

trata al mundo femenino me impresionaron. Necesitaba seguir investigando para encontrar los

motivos de la diabolización del mundo femenino y comprender la violencia de que es víctima.

Esta misma temática continúa imponiéndose durante mis investigaciones en Colombia6

tanto en el mundo mestizo como en el mundo indígena del Amazonas en donde puse en

marcha durante los cuatro primeros años de la década del 80 el proyecto de Etnolinguística

del Amazonas con mis estudiantes de antropología cultural de la Universidad de Los Andes de

5 El antropólogo francés Michel Perrin había hecho alusión a su importancia en su libro sobre los Indios guaraní de

Paraguay: Le chemin des indiens morts (1976): « De nos jours, en Amérique, un vieillard qui meurt, c’est comme une

bibliothèque qui brûle » (p. 7).

6 En donde viviré durante 4 años (1978-1982) ya que la situación en Nicaragua se complicaba con la dictadura de la

dinastía de los Somoza.

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Bogotá7. Entonces comencé a hacerme una serie de preguntas sobre las que necesitaré años

para encontrar respuestas. ¿Por qué la diabolización del mundo femenino? ¿Por qué la

literatura oral utiliza un recurso muy común: la operación simbólica de transformación de lo

humano en animal y viceversa? Este enigma será resuelto mucho tiempo después con la

herramientas de la teoría del género: la naturalización o biologización de lo social es una

operación simbólica orientada a establecer y legitimar la diferencia y la jerarquía entre los

sexos (Bourdieu, 1998: 18). La metamorfosis de mujeres en animales es una manera de

naturalizar la violencia necesaria al sometimiento de la mujer y sobre todo a la práctica de la

sexualidad masculina que permanece conectada a la reproducción.

La importancia de un mito se mide por su amplitud o extensión y eso me dejó

completamente perpleja. El área geográfica en la cual se propaga el mito de la Llorona es

vasto; se escucha desde México, pasando por Nicaragua y Colombia hasta Perú. Los orígenes

de ese personaje se encuentran, según el testimonio de Fray Bernardino de Sahagún (1499-

1590), en vísperas de la conquista de México durante la cual hubo siete señales consecutivas,

a cual más aterradoras, presagiando la destrucción del mundo precolombino. La sexta señal

fue el largo lamento de la diosa Ciuatlcoatl inconsolable en busca de sus hijos. En efecto el

llanto de esta diosa del panteón azteca presagiaba la violencia desencadenada por los

conquistadores y la impotencia de la mujer indígena frente a la muerte. Con el tiempo ese

llanto toma nuevas significaciones. En el mundo colonial es la expresión del castigo de la

mujer india que no cumple con su deber social: la reproducción de la especie.

El llanto de la Llorona viene a ratificar en la nueva cosmogonía mestiza, el mito de la

maldad de la mujer del génesis judeo cristiano. Mito que se repite desde tiempos

inmemoriales con el fin de perpetuar la idea de inferioridad social de la mujer cualquiera que

sea su nivel de evolución, como lo muestran también los mitos de sociedades tribales como

las amazónicas (Palma, 1986). Ese llanto evoca la irrupción de la divinidad creadora del

mundo cuando la mujer se revela como sujeto de deseo y no cumple con un orden

considerado como natural como lo recuerdan en las religiones del libro las palabras bíblicas

de la creación de la primera pareja: “creced y multiplicaos” (Génesis, 2). Esta orden de

7 Ver al respecto la primera parte de mi trabajo de síntesis como investigadora: Habilitation à diriger des recherches:

« Recherche sur la construction symbolique de la feminité dans la littérature orale et écrite d'Amérique latine », Paris,

Juin 2012. 110 p.

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multiplicación, a mi juicio, es una de las causas del sometimiento de la mujer al servicio del

hombre: “tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (Génesis, 3).

La historia de la condena de la mujer es vieja como el mundo. Lilith, Eva, la Llorona del

mundo judeocristiano han sido víctimas de ello para evitar cualquier desviación que pudiese

comprometer la supervivencia de la especie, es decir el deber de la “multiplicación”. Eva al

abrir los ojos a la luz del mundo, en el paraíso terrenal, descubre con la serpiente el placer que

le era prohibido para poder asegurar su servicio a la especie. De ahí su carácter maléfico con

lo cual se justifica su eterna condición de objeto sometida al deseo y a la voluntad del hombre

(Palma, 1986).

La Llorona en el imaginario mestizo simboliza a la mujer abandonada a la pulsión, de

ahí el castigo y de ahí la necesidad del control por parte del hombre para el cumplimiento de

su papel social.

La Llorona en México está asociada a Malinche, Malitzin, la joven esclava que junto

con otras veinte adolescentes fue ofrendada por el Cacique de Tabasco a Hernán Cortés como

prueba de hospitalidad y en signo de paz y de amistad8. En la tradición oral en Centroamérica,

ella es la Lilith, la Eva del mundo mestizo porque actúa en beneficio del conquistador. Ella es

la madre del primer mestizo. Así queda construida la imagen negativa de la mujer indígena

con lo cual se legitima su inferioridad social.

Con este breve recorrido aparece el papel fundamental de la diabolización del deseo

femenino en la construcción del imaginario mestizo con el cual se forja la identidad inferior

de la mujer, necesaria a su condición de objeto en la sociedad nicaragüense.

Después de varias publicaciones tanto sobre la literatura oral mestiza en Nicaragua

como también en Colombia, una vez instalada en Francia me dediqué a crear obras de ficción

inspiradas en mi realidad. Estos trabajos literarios me abrieron nuevas perspectivas porque me

di cuenta de que estaba tratando temas de la vida íntima, de la violencia doméstica y de la

sexualidad, poco tratados por las narradoras. Se reconoce en mi trabajo una unidad en la

8 Malitzin, esclava, fiel a su amo, al contrario de sus diecinueve compañeras de infortunio, se revela como sujeto puesto

que contribuye de manera eficaz a la conquista de México por sus conocimientos de la lengua de los mexicanos. Por

eso Bernal Díaz del Castillo la llama “la lengua de Cortez”. ”. Para el filósofo Octavio Paz (1949), Malinche es un

símbolo de la mexicanidad; en su ensayo El Laberinto de la soledad, él establece los fundamentos de la identidad

mestiza del Mexicano.

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temática: el sufrimiento como constitutivo de la feminidad, la violencia contra la mujer, la

radicalidad hiper-realista de esta ficción en donde el lector puede apreciar el carácter real de

los mecanismos del género de los personajes de papel9.

A partir de los años 90 comencé a explorar el trabajo de ficción de escritoras

latinoamericanas como Ifigenia (1924) de la venezolana Teresa de la Parra (1889-1936),

Dolores (1867) de la colombiana, Soledad Acosta de Samper (1833-1913), Evita y Adán

(1953) de la colombiana María Carrizosa de Umaña (Bogotá, 1912-1998), Nosotras que nos

queremos tanto (1991) de la chilena Marcela Serrano (1951) y Zona de tensión de la

colombiana María Pérez Gaviria (1951). Los análisis de estas obras de ficción me permitieron

identificar el eterno sufrimiento femenino. Por ello decidí llevar a cabo este trabajo de

investigación que comienza siendo un estudio de la literatura femenina centroamericana sobre

el tema de la pareja. Sin embargo, rápidamente tuve que abandonarlo porque no aportaba nada

nuevo: la búsqueda del amor por parte de los personajes femeninos como la violencia contra

la mujer son problemas de la vida cotidiana en Centroamérica.

El trabajo actual se inscribe en los Estudios Culturales a partir de la creación literaria

de autoras centroamericanas publicadas durante las cuatro últimas décadas del siglo XX,

momento crucial que da paso al nuevo milenio en donde se instalan nuevas tecnologías con

propuestas estéticas novedosas que atraviesan tanto la narrativa como la poesía y demás

géneros de la creación literaria. Por medio de los blogs muchas autoras presentan sus nuevos

trabajos y se mantienen en contacto con sus lectores.

2. Hipótesis y objetivos generales

Con esta nueva investigación se han planteado las siguientes hipótesis:

Se pueden identificar los comportamientos y condicionamientos del género en la

ficción ya que las autoras crean sus personajes teniendo como referencia su propia

cultura.

9 Ver artículos recopilados en el libro: Textos críticos sobre cuatro novelasde Milagros Palma : Bodas decenizas

(1992), Desencanto al amanecer (1995), El Pacto (1996), El obispo (1997), Indigo, París, 2000, 152p. En donde figuran

artículos de Maria Poumier, Université de Paris III, Sorbonne-Nouvelle :1993, David William Foster, Arizona State

University :1995, Christiane Laffite Carles, Université de Paris IV, Sorbonne :1995, Fernando Ainsa, UNESCO, París :

2000.

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La literatura es un instrumento referencial de la transformación del género en las

sociedades centroamericanas.

Si el género es una producción socio-cultural, ¿cómo se pueden crear nuevas

identidades que permitan desactivar los mecanismos de opresión al mundo femenino

Objetivos generales:

Presentar y analizar un corpus de novelas de escritoras centroamericanas, con el fin de

abrir caminos que iluminen y completen mis propios puntos de vista

Abordar la temática de la construcción del género, cómo se impone, cómo lo viven los

personajes en los textos de ficción de escritoras centroamericanas

Observar el dolor humano en el cual se debaten las protagonistas que no saben cómo

hacer frente a tanta vejación, a tanto sufrimiento

Analizar el origen de las reivindicaciones de las protagonistas

A partir de un enfoque transversal, abrir una brecha nueva para comprender los

fundamentos de la problemática del género que conducen a la inferioridad social de las

mujeres.

3. Metodología

Mi método de trabajo se enriquece con los aportes de la antropología, la sociología, el

psicoanálisis y la lingüística, ciencias que me permitirán penetrar y observar los mecanismos

de imposición del género y de la operación simbólica a través de la cual la violencia, también

simbólica, hace posible inculcar comportamientos que condicionen la construcción del sujeto.

La estilística, que es un campo importante en los estudios literarios, me permitirá

indagar sobre los campos léxicos del género en relación con los comportamientos femenino y

masculino en las obras de ficción.

En este trabajo no es la literatura de autoras centroamericanas a través de la

problemática del género lo que más interesa, sino la realidad de las relaciones de género a

través del filtro de la ficción. Es la realidad puesta en escena a través de la ficción nuestro

campo de estudio. El hecho de privilegiar este aspecto en vez del testimonio es una opción

metodológica y no una opción de objeto. Las creadoras explotan a través de la ficción su

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capacidad de observación y de empatía hacia los personajes que sufren. Por consiguiente el

valor estilístico de las obras de nuestro corpus no es pertinente en nuestro estudio. Muchas de

las obras del corpus sobre todas las conocidas, han sido ampliamente estudiadas desde la

perspectiva de la poética y de la crítica literaria.

4. Estructura

Este trabajo se compone de tres partes, organizadas en 4 capítulos como se puede ver en

el índice.

En el capítulo I se encuentran conceptos básicos e informaciones sobre el contexto

geográfico de donde provienen las autoras de los textos del corpus utilizado en la

investigación. También figura una presentación sobre la escritura de mujeres en

América latina así como la temática tratada en su narrativa, el contexto editorial en la

región, la recepción de las obra de las autoras del corpus.

El capítulo II constituye la primera parte de la investigación sobre el género en los

personajes femeninos; este capítulo trata de la niñez de las protagonistas de los relatos,

de su condicionamiento inicial para aprender y reproducir comportamientos sociales

específicos de los géneros y del papel de la madre como transmisora de los

comportamientos elementales del género. Esta etapa primordial nos muestra cómo los

personajes van adquiriendo su identidad social y cómo se modela el deseo de los

personajes de papel en vista de la construcción de la heterosexualidad.

Con el capítulo III se inicia la segunda parte en la que trato de analizar cómo van

encajando las protagonistas en el tejido social, en función de las expectativas

asociadas a su género. Las protagonistas no controlan su destino pero conocen los

objetivos precisos que se les han asignado, para poder existir socialmente. ¿Cuáles son

las estrategias de búsqueda y de consolidación de la pareja por parte de las

protagonistas, ya sean adolescentes o adultas? ¿Qué sucede con aquellas que no

cumplen con su papel social? ¿Cómo es tratada la disidencia al orden sexual conyugal

para el cual han sido educadas?

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El capítulo IV que corresponde a la tercera parte trata del lento proceso de

emancipación y de la insurrección de las protagonistas frente a la diabolización del

deseo femenino, la esclavitud sexual y doméstica a la cual han sido sometidas por la

cultura y en el espacio privado por sus respectivas parejas.

En el capítulo V se encuentran las conclusiones generales, los aportes de este estudio y

la prospectiva investigadora.

Por último se propone una bibliografía general, de base.

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CAPITULO I - NOCIONES GENERALES Y

ANTECEDENTES LITERARIOS

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1. Conceptos básicos

A través de las protagonistas de ficción de narrativas de escritoras centroamericanas

publicadas en la última mitad del siglo XX, (1970-2001) me he propuesto analizar la

imposición de las reglas de género, la manera cómo viven las protagonistas esa imposición y

el margen con que cuentan para su aceptación o rechazo. Sabiendo que existe un desarrollo

asimétrico basado en la especificidad biológica de cada individuo, la ficción es un medio

privilegiado para este estudio ya que es el producto de un trabajo sobre el inconsciente con

referencias a la realidad social. Es la transposición de una experiencia vivida bajo forma de

ficción. La ficción es una reescritura de los mitos (Mircea Eliade, 1957) que modelan la

realidad y que son hormas arcaicas, intemporales y rígidas, poco permeables a las

evoluciones. Las reglas de género operan de manera inconsciente, como los sistemas míticos

y el lenguaje doblemente articulados con sus sistemas fonológicos y sintácticos. Al respecto el

antropólogo francés Claude Lévi-Strauss (1948) analiza la complejidad de los sistemas de

parentesco y de “alianza” en sociedades tribales.

Para este trabajo he optado por un acercamiento transdisciplinario de las identidades

sexuadas. Esta transversalidad disciplinaria permite el aporte fructuoso del psicoanálisis, la

sociología, la antropología de géneros y los estudios de géneros.

Para este estudio tres conceptos claves son necesarios,

el concepto de “motivo” del texto-análisis es una especie de hilo conductor, de trama,

de tema elemental (Assoun, 1996),

el concepto de “sometimiento erótico”, introducido por el sociólogo francés Pierre

Bourdieu(1998:) en su ensayo La dominación masculina a través del cual se puede

comprender el condicionamiento cultural de la niña para funcionar más tarde con una

sexualidad de servicio, concepto utilizado por la antropóloga italiana Paola Tabet en

su ensayo La grande arnaque (2004) en donde muestra cómo el intercambio

económico-sexual es la bisagra de la relación de clase entre hombres y mujeres, desde

la sociedades tribales hasta nuestros días.

el concepto de “género” que permite entender la construcción social diferenciada de

las identidades de los individuos sexuados.

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1.2. El concepto de “motivo” en el texto-análisis

Gracias al psicoanálisis se puede tener acceso a un saber sobre el inconsciente propio

de la literatura como demostró Freud (1900) a partir de sus diferentes lecturas sicoanalíticas

que le permitieron verificar algunos aspectos de su teoría en relación con la formación del

inconsciente10

.

Analizar el corpus literario desde la perspectiva del texto-análisis supone el análisis

crítico del texto a la luz del psicoanálisis11

. Tanto para J. Bellemin-Noël (1996: 75), fundador

de este método crítico en literatura, como para el psicoanalista P. L. Assoun (1996: 3), quien

ha contribuido a la circulación del discurso del método freudiano en relación a la literatura, el

interés de la cuestión del psicoanálisis y la literatura consiste en “la búsqueda del proceso y de

los procedimientos inconscientes12

del creador en la construcción del texto literario”13

.

El texto-análisis postula la necesidad de trabajar básicamente con el texto14

, de

escucharlo cual si fuese un sujeto15

y a partir del mismo dar cuenta del síntoma que en él se

manifiesta. El término “síntoma” en psicoanálisis alude a la expresión de un conflicto

inconsciente16

.

De ahí la importancia del método psicoanalítico en literatura si se tiene en cuenta que

el creador obtiene del inconsciente la materia prima para la elaboración fantasmática de la

10 “Del estudio de la Tragedia de Sófocles, OEdipo Rey, obtiene la primera ilustración de su primer gran

descubrimiento: El complejo de Oedipo”. 11 Todo texto puede ser leído a la luz del psicoanálisis. Según una de las primeras hipótesis del textoanálisis el texto es

el resultado del inconsciente: “Il est travaillé par des forces inconscientes qui peuvent être perçues et décrites”. 12 Desde sus comienzos en los años 70 a nuestros días el textoanálisis ha evolucionado a partir de la noción de

inconsciente. En efecto Bellemin-Noël (1996) y otros psicoanalistas y críticos literarios como André Green, Bernard

Pingaud, etc. comenzaron trabajando en torno al concepto de inconsciente del texto. Pero rápidamente se dieron cuenta

de que ese concepto no era operatorio puesto que se trataba de una metáfora a partir de la cual un trabajo crítico no

podía fundamentarse. Así rápidamente alcanzaron un objetivo más preciso que es “el análisis del trabajo inconsciente

del texto”. 13 Para Bellemin-Noël (1996 : 30), la tradición psicobiográfica de Charles Mauron y sus antecesores para quienes el

objetivo de la creación literaria consistía sobre todo en llegar al autor, revelar sus mitos y síntomas ha sido relegada

desde hace dos décadas. En efecto, el enfoque psicoanalítico actual pone de relieve una crítica que permite reconstruir

el escenario inconsciente de la creación literaria a partir de las herramientas del psicoanálisis. 14 Esta posición del fundador del textoanálisis resulta del hecho de que cualquier texto puede ser estudiado al igual que

los textos anónimos de autores desconocidos o anónimos o los mitos, cuentos y leyendas de la literatura oral de los

pueblos. 15 “Il est temps d'interpeler les oeuvres comme si elles étaient elles-mêmes des sujets, et les seuls sujets à écouter”,

(Bellemin-Noël, 1996: 32). 16 Véase el Dictionnaire de la psychanalyse, bajo la dirección de Roland Chemama, Larousse, (1995: 327, “le

symptôme: Phénomène subjectif qui, pour la psychanalyse, constitue non le signe d'une maladie mais l'expression d'un

conflit inconscient”.

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obra literaria17

. La creación es producto de una actividad fantasmática, parecida a la actividad

del sueño que es básicamente la expresión camuflada del inconsciente. Según Paul-Laurent

Assoun (1996:33) Freud habla del escritor como “soñador despierto”, es decir, “un rêveur en

plein jour”18

.

La lectura psicoanalítica de un texto literario permite desentrañar el discurso del

inconsciente, según Bellemin-Noël (1996: 32):

La reconstruction d’un discours du désir sans référence ni à ce que l’on sait par ailleurs de

l’auteur, ni à ce que nous apportent ses autres œuvres, ni à l’idiosyncrasie débridée d’un

lecteur19

.

Desde el punto de vista del método de análisis mismo del texto, retomando a Freud, P-L

Assoun (1996) recuerda la importancia del concepto de motivo con el que opera el

inconsciente. En efecto, el motivo es una especie de hilo conductor, de trama, de tema

elemental:

C’est finalement un invariant structurel qui rend possible la rencontre du travail de l’œuvre et

du travail de l’inconscient (Assoun1996: 80).

En el inconsciente la formulación de los fantasmas se da por medio de los motivos con

los cuales también se construyen los sueños, las formas culturales más arcaicas como son

mitos, cuentos y leyendas y hasta las obras literarias que resultan del proceso de escritura. El

motivo es un concepto fundamental tanto en psicoanálisis como en literatura, que permite la

conjunción entre ambos. Desde hace un más de un siglo Freud (1900) mostró magistralmente

que los orígenes de la literatura se encuentran en la tradición oral de los pueblos, es decir, sus

mitos, cuentos y leyendas. Todo texto literario es según el padre del psicoanálisis la

reescritura de un mito. El autor crea sus personajes tomando como modelo un héroe mtíco y

sus temas son tomados de temas míticos. Freud (1900) puso de manifiesto esta filiación a

17 Según Paul-Laurent Assoun (1996: 33) Freud habla de un material maleable con el cual el creador construye su obra

de arte. Al respecto Paul-Laurent Assoun (1996: 33) lo dice con claridad: “Ce 'stock' n'est pourtant ni fixe ni statique: il

a pour caractéristique, Freud le souligne, de se renouveler avec l'histoire du sujet. Il a bel et bien une 'marque

temporelle' (Zeitmarke) de ces 'produits': Ils épousent bien plutôt la forme des impressions changeantes de la vie, se

modifient à chaque fluctuation de la situation de vie, reçoivent de chaque nouvelle impression active ce qu'on appelle

une 'marque temporelle'. Il y a donc un 'signe de reconnaissance' placé sur la 'rêverie', qui permet de l'insérer dans une

histoire, et, même virtuellement, de dater l'émergence d'une nouvelle configuration”. 18 Assoun (1996: 32) señala : “Ils (les rêves éveillés) sont la matière première (Rohmaterial) de la production poètique,

car, à partir de ses rêves éveillés, le poète (Dichter) fait, par certaines transformations, déguisements et renoncements,

les situations qu'il introduit dans ses nouvelles, romans et pièces de théâtre ». 19 Es importante aclarar que el análisis del texto desde la perspectiva psiconalítica no trata de psicoanalizar el texto

como si se tratara de un paciente como muchos podrían pensar. En efecto el trabajo del textoanálisis consiste según

Bellemin-Noël (1996: 75) en apoyarse en “Freud pour mieux lire des textes en prenant en compte les effets de

l'inconscient”.

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28

partir de diferentes estudios entre ellos: la Gradiva de Jensen, OEdipe Rey de Sóphocles, etc.

en donde aparece la articulación entre fantasma, síntoma, motivo, mito y obra literaria.

El motivo como formulación de la actividad fantasmática que nutre la creación nos

permite constatar una homología entre temática mitológica y elaboración literaria, (Assoun:

1996: 81,82).

La littérature a comme fonction essentielle d’actualiser des “motifs”, c’est-à-dire des fragments

thématiques ou des formations inconscientes qui, en quelque sorte, “rafraîchissent” la mémoire

cryptée de ce qui était déjà “su” et qui avait déjà été dit par le mythe.

Se puede decir que los textos modernos, la literatura en general, reproducen tal cual o

reinterpretan los temas míticos y los símbolos primordiales. Al respecto, Mircea Eliade (1957:

36) constata a su vez que además de la reescritura de los mitos, la literatura también conserva

la estructura y la función de la temporalidad mítica in illo tempore, que es para el mundo

arcaico un refugio, una manera de sustraerse del tiempo profano, lineal, histórico. Según

Assoun (1996: 82) al penetrar a través de la lectura en un universo temporal ajeno, el del texto

novelesco, “el narratario se proyecta fuera de su duración integrándose a otros ritmos con lo

cual vive otras experiencias”20

. La literatura es para el lector una defensa contra el tiempo

profano, una abertura sobre el gran tiempo, el tiempo mítico del cual habla M. Eliade (1957:

37).

Volviendo al tema del método del psicoanálisis en la literatura podemos constatar el

parentesco que Freud pone en evidencia, entre psicoanalista y creador, puesto que ambos

trabajan a partir de las mismas fuentes con métodos diferentes.

En efecto el autor posee la capacidad, según Freud, de observar los procesos psíquicos

anormales y dotarlos de expresión artística en vez de reprimirlos por medio de una crítica

consciente, como lo recuerda Paul Laurent Assoun (1996: 122) al comparar al psicoanalista y

al escritor.

Notre procédé psychanalytique consiste dans l’observation consciente des processus

psychiques anormaux, afin de pouvoir deviner et exprimer les lois de ceux-ci. L’écrivain

procède en fait différemment : il dirige son attention sur l’inconscient dans sa propre âme. (auf

das Unbverwuste inn seiner eigenen Seele), observe les possibilités d’évolution de ceux-ci et

les dote de l’expression artistique au lieu de les réprimer par une critique consciente.

20 Para Eliade (1957: 37) “La lecture construit une voie facile en ce sens qu'elle rend possible à peu de frais la

modification de l'expérience temporelle: elle est, pour le moderne, la distraction par excellence, elle lui permet l'illusion

d'une maîtrise du temps où nous sommes en droit de soupçonner un secret désir de se soustraire au devenir implacable

qui mène à la mort”.

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29

Para el texto-análisis es importante revelar en los textos los fantasmas de escenas

fundadoras del inconsciente articuladas a los temas míticos y a los cuales recurre el escritor en

su proceso creador gracias a una actividad fantasmática que le permite su actualización.

1.3. El concepto de “socio-crítica” en sociología

Según la sociología, los textos deben ser abordados desde una perspectiva social,

como indica Pierre V. Zima (2000: 372):

La Sociologie de la littérature traite du texte du point de vue de son contenu social. L’œuvre

n’est admise qu’en tant que miroir de coutumes et de valeurs sociales. Son caractère de prétexte ou de

moyen coïncide avec sa fonction documentaire: elle est censée pouvoir contribuer à la connaissance

d’un groupe social ou d’une époque.

Por consiguiente el primer acercamiento a nuestro corpus literario tendrá como

finalidad la comprensión de su dimensión social poniendo de manifiesto la idea según la cual

el texto literario es “un agencement de matériaux extralittéraires”21

. Los textos de las autoras

centroamericanas nos permitirán conocer de qué manera se inscribe en lo social el individuo,

cuál es la norma social de cada individuo sexuado y cuáles son concretamente las situaciones

sociales que las autoras toman de la realidad para su creación literaria. Es importante también

tener en cuenta que existe una estrecha relación entre la esfera pública y la esfera privada,

como lo planteaba Virginia Woolf en su libro Las tres guineas (1937).

Estas prácticas nos permitirán descubrir las tendencias de la evolución del género de

los individuos sexuados biológicamente, con respecto al modelo tradicional y a la influencia

que viene ejerciendo el ideal de modernidad que sopla hacia el sur del continente americano

desde Francia y los Estados Unidos desde finales del siglo XIX y a partir la segunda década

del siglo XX, respectivamente. Así se puede apreciar el impacto del ideal de individualidad en

las relaciones sexuadas como resultado de la influencia francesa y norteamericana a lo largo

del siglo veinte.

El interés social del texto literario resulta útil para el estudio de la comunicación

social, puesto que como documento socio-histórico da cuenta de situaciones sociales ya sea

desde el punto de vista sincrónico o diacrónico.

21 Véase cómo a partir de un análisis crítico de diferentes acercamientos al estudio del texto desde una perspectiva

sociológica (Adorno, Lukács, Hegel y Goldman), Zima (2000: 372) restituye las bases de esta disciplina.

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30

1.4. Los conceptos de filiación, sometimiento erótico e intercambio económico-

sexual en antropología

El concepto de filiación es fundador en antropología social y cultural y una

herramienta de análisis de las sociedades en su forma más simple ya que su organización

reposa paradójicamente en un complejo sistema de parentesco.

La filiación como principio que gobierna la transmisión del parentesco es primordial

en la creación literaria y en el estudio de la literatura. En la creación literaria se recrean, por lo

general, las relaciones sociales basadas en la alianza heterosexual, la descendencia y la co-

descendencia.

En los textos literarios se puede observar cómo se construye esa unidad a partir de la

alianza entre los personajes principales. También se puede analizar la transmisión de la

filiación. En efecto la filiación determina de quién se adquiere la identidad social, de género,

de estatus, qué valores se heredan, qué derechos de propiedad, títulos y obligaciones. En la

genealogía, la función de la madre consiste en asegurar la transmisión de la genealogía

masculina. La madre es la correa de transmisión del poder masculino (Mathieu, 1992: 25)

Los lazos de parentesco se anudan como un trabajo arduo de cada momento de la vida.

La transmisión de la filiación masculina es doble, ya que es matrilínea y patrilínea. En

América central, la filiación es por lo general matrilínea como lo recuerda el episodio mítico

de la Llorona que es condenada a errar por el mundo por haber rechazado la maternidad

mestiza. Este mito es fundador del orden social mestizo.

En la filiación matrilínea, la generación y la paternidad se encuentran diferenciadas.

La madre aparece como un instrumento del sistema patriarcal que impide la creación de una

genealogía femenina (Lagos, 1996: 91). El genitor es externo a la unidad familiar basada en la

consanguinidad y cumple con la estricta función reproductora. Los miembros de género

masculino en la célula familiar, el hermano (los hermanos) de una genitora juega el papel de

padre social y simbólico. La función paterna, es considerada usualmente como la que

mantiene vigente la ley de la prohibición del incesto madre/hijo, padre/hija, aunque en la

mayoría de los casos sin ambas presencias (genitor y hermano), la madre asegura la

transmisión del orden genérico, necesaria a la construcción de la heterosexualidad para la

perpetuación de la especie.

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En los textos literarios se podrá observar el papel que juegan las figuras masculinas en

la transmisión de la ideología del género y en el dominio de la mujer. También se puede

apreciar cómo la interiorización de la educación, de las normas del género convierte a los

personajes femeninos en verdaderas “correas de transmisión” de la ideología, como lo señala

la antropóloga francesa N-C Mathieu (1985: 25).

El concepto de sometimiento erótico utilizado por el sociólogo francés, Pierre

Bourdieu (1998) permite dar cuenta del comportamiento femenino en el contexto de la

sexualidad reproductiva. En su libro La dominación masculina (1998) muestra que la

sexualidad es una relación de dominación masculina y de sometimiento femenino como lo

revela el escenario y los verbos con los cuales se da cuenta de esta acción.

Dessus dessous, actif, passifs, ces alternatives parallèles décrivent l'acte sexuel comme un

rapport de domination. Posséder sexuellement, comme en français « baiser », ou en anglais « to

fuck » c'est dominer au sens de soumettre à son pouvoir, mais aussi tromper, abuser ou, comme

nous disons, « avoir » (p. 25).

La dominación es necesaria al placer y al poder y es una prerrogativa masculina

consolidada por la cultura en vista del control de la reproducción de la especie humana.

Il m'apparaît en effet que, si l'unité domestique est un des lieux où la domination masculine se

manifeste de la manière la plus indiscutable et la plus visible (et pas seulement à travers le

recours à la violence physique), le principe de la perpétuation des rapports de force matériels et

symboliques qui s'y exercent se situe pour l'essentiel hors de cette unité, dans les instances

comme l'Eglise, l'Ecole ou l'Etat et dans leurs actions proprement politiques, déclarées ou

cachées, officielles ou officieuses (p. 124).

Otro concepto importante es el de intercambio económico-sexual utilizado por la

antropóloga italiana Paola Tabet en su ensayo La grande arnaque (2004). Para Tabet,

tradicionalmente, la sexualidad femenina es considerada como un servicio y la ética sexual

parece haber funcionado siempre según los principios morales que rigen en todo intercambio

de servicio, basado en la reciprocidad. En ese tipo de intercambio un hombre intercambia

bienes por servicios sexuales. La dependencia económica de la mujer según Tabet (2004: 78)

es la base del intercambio económico-sexual. Ella da servicio sexual doméstico reproductivo a

cambio de su mantenimiento. Al comienzo en este intercambio no existen medidas precisas y

definidas para la servidora. Esa indefinición se perpetúa a través del matrimonio. Con el

tiempo aparece una cuantificación rigurosa y una tarificación consecuente que es lo que se

suele llamar trabajo sexual.

La educación formal laica y la independencia económica parecen ser los primeros

logros de la liberación en cuanto a las reglas del género para las nuevas generaciones. Sin

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32

embargo los tabúes que pesan en el cuerpo y en la sexualidad femenina continúan

produciendo estragos. Como veremos más adelante la apropiación de la sexualidad de los

personajes femeninos es apenas un sueño lejano.

1.5. El concepto de género

El concepto de “género” es hoy más que nunca una herramienta imprescindible para el

análisis de los actores sociales en función de su posición social y de su sexo. Dicho concepto

permite entender cómo los individuos adquieren prácticas sociales en función de su sexo. Es

decir que lo biológico es la base o el pretexto de un determinismo social que ha sido

legitimado como algo natural por las normas míticas y religiosas, según las culturas (Palma,

1987). Para la antropóloga francesa Nicole-Claude Mathieu (1985: 45), el término género (del

inglés gender) o sexo social permite analizar la diferenciación social entre sexos. Por

consiguiente esta categoría es importante, puesto que permite comprender el carácter social y

cultural de la jerarquía social entre individuos sexuados, ya que todas las sociedades han

elaborado una gramática sexual de lo femenino y de lo masculino que culturalmente se

impone desde el nacimiento de los individuos según su sexo biológico. Esta diferenciación

conlleva una jerarquización social: de ahí la supremacía masculina en las sociedades

cualquiera que sea su estadio de formación. La construcción de la jerarquización se ha

instaurado y mantenido gracias a un aparato simbólico transmitido por medio de los mitos, la

religión, la economía y todo tipo de prácticas coercitivas, incluyendo, la coerción moral y

física hasta el uso de armas (Palma, 1987). El término género nos permite un acercamiento

adecuado en relación a la oposición binaria entre los sexos, a su carácter histórico y a la

deconstrucción de los términos de la diferencia sexual.

Nuestro corpus nos permitirá, gracias a esta categoría, ver cómo los individuos se

comportan en función de su género y cómo se presentan los cambios de la posición del género

femenino en el contexto de la pareja, así como el del género masculino en relación con el

modelo tradicional. Es importante aclarar que los términos hombre y mujer suponen ya una

posición ideológica porque parten de la idea de la construcción del género en una sociedad

determinada.

El género es el mecanismo mediante el cual se producen y naturalizan las nociones de

masculino y femenino, pero bien podría ser el aparato mediante el cual tales términos son

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desconstruídos y desnaturalizados nos aclara Judith Butler en su artículo Undoing Gender

(2004). Butler plantea que el género es una construcción cultural que se perpetúa gracias a

una serie de instrumentos legales al servicio de su regulación. La filósofa feminista

norteamericana retoma las formulaciones de Catherine Mackinon, según las cuales existe una

relación de causa a efecto entre género y heterosexualidad, que aparecen como dos

construcciones ligadas. La primera conduce a la segunda. La imposición del género, o sea del

conjunto de normas y conductas que regulan a los individuos sexuados al nacer, están

orientadas a la jerarquía social entre los sexos. Gracias a esta jerarquía se da la subordinación

y la explotación sexual del individuo de sexo femenino en la relación heterosexual. La

división del trabajo sexual tiene como objetivo primordial el placer masculino, la producción

y reproducción de la especie por parte del sujeto femenino.

La historiadora feminista inglesa Joan Scott, en su artículo “Género: Una categoría útil

de análisis histórico” (1986) plantea el aspecto arbitrario, artificial del género. Es decir, “el

carácter fundamentalmente social de las diferencias fundadas en el género”. Scott retoma las

formulaciones de la feminista norteamericana, Catherine Mackinnon (2005), quien ve en la

sexualidad y no en la reproducción, la clave de la subordinación femenina. De Mackinnon

(2005) es célebre su analogía: “La sexualidad es al feminismo lo que el trabajo es al

marxismo”. Con el aporte teórico de la investigación feminista, el género aparece como una

categoría inestable que supone un control permanente para mantener un sistema de

oposiciones binarias con las cuales se asegura la diferencia y jerarquía social entre los sexos.

Este proceso de deconstrucción del género es lo que caracteriza la escritura feminista que es el

producto de un trabajo de análisis introspectivo y de deconstrucción de los mecanismos de

subordinación de las mujeres en la historia22

.

La categoría de género es una herramienta conceptual fundamental para los estudios

literarios, puesto que permite observar los métodos de imposición de las reglas del género en

la formación de las protagonistas, en la incorporación de las normas del género, su vivencia y

socialización. Los textos literarios nos permitirán poner de manifiesto que las tareas y

22 Aunque muchas escritoras no lo consideran así ya que desconocen el origen de las condiciones sociales actuales que

las benefician (libertad de palabra, divorcio, derechos políticos, contracepción) y que son producto de un largo proceso

histórico de contestación, de lucha política de movimientos feministas. Ver al respecto el artículo de la escritora

salvadoreña, Jacinta Escudos en el cual denuncia a las feministas (sin dar nombres) de obligarla a definirse como tal

para ser incluida y tomada en cuenta en evetnos y publicaciones. Ver las declaraciones de la escritora nicaragüense,

Rosario Aguilar, retomadas en el artículo de Ann González de la Universidad de North Carolina: “Las protagonistas en

la narrativa de la escritora nicaragûense Rosario Aguilar: un acercamiento feminista”: An Introduction to the Feminist

Fiction of Rosario Aguilar”, In Revista/Review Interamericana, Vol. XXIII, NOS 1-2, 1993 p. 63-72.

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comportamientos asignados históricamente a los individuos de sexo femenino no tienen su

origen en la naturaleza, sino en la sociedad. También se podrá observar el papel de control y

regulación que juegan las instituciones como la Familia, la Iglesia y el Estado.

2. La región centroamericana. Contexto socio-cultural

La región centroamericana está ubicada en el centro del continente americano y une el

norte y el sur. Abarca seis países: Guatemala, EL Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica

y Panamá. Esta región en la época precolombina estaba ocupada por poblaciones amerindias

procedentes del norte. Poblaciones sometidas al desplazamiento permanente por parte de

aquellas que descendían empujadas por nuevas olas migratorias provenientes del estrecho de

Bering originarias de Asia. Los Olmecas, Toltecas, Mayas y Aztecas que eran relativamente

sedentarios, compartían los territorios de la zona atlántica por donde se desplazaban grupos

nómadas gracias a su flora selvática tropical (Palma, 1978: 24).

Con el descubrimiento de América por Europa en 1492 y la Conquista española, la

región mesoamericana va a ser completamente trastornada como lo recuerdan los mitos

fundadores de la cosmogonía mestiza (Palma: 1978). La época colonial fue un periodo de

gran crueldad. Nicaragua por ejemplo que fue comparada por los cronistas con “el paraíso de

Mahoma” fue completamente arrasada. Los cronistas de Indias como Gonzalo Fernández de

Oviedo y Valdez, Fray Blas Hurtado y Plaza, Fray Bartolomé de las Casas, Sahagún, Juan de

Torquemada, fray Bartolomé de las Casas, Bernal Díaz del Castillo, Bernardino de Sahagún,

Fray Toribio Montolinia de Buenavente, el P. Joseph de Acosta que dan una visión

panorámica del pasado colonial y del mundo precolombino, muestran el arduo trabajo de

conversión a la fe católica así como de su exterminación con la esclavitud, y las epidemias de

entonces del viejo continente (Palma, 1978: 64). En esta región el amerindio es un

sobreviviente de uno de los genocidios más grandes de la historia universal, conservando aún

hoy, niveles demográficos muy bajos: Costa Rica 1%, El Salvador 1%, Honduras, 5,5%,

Nicaragua, 5%, Guatemala 40%, Panamá, 6,7%, mientras que los niveles demográficos de la

población mestiza y blanca son muy importantes: Costa Rica 7% mestizos y 90% de blancos

El Salvador 90% de mestizos y 9% de blancos, Honduras 90%de mestizos y 2% de blancos,

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35

Nicaragua 69% de mestizos y 17% de blancos, Guatemala 50%de mestizos y 10% de blancos,

Panamá 67% de mestizos y 10% de blancos23

.

La demografía general para cada país centroamericano es relativamente baja en su

totalidad: Costa Rica 4 000 000, El Salvador 7 000 000, Honduras 8 000 000, Nicaragua 5

666 301, Guatemala 13 000 000 y Panamá 3 460 46224

.

Centroamérica es sin duda la región donde está focalizada la mayor desigualdad social

de la Tierra, de acuerdo con datos de la organización de las Naciones Unidas25

. La crisis

económica mundial ha provocado reducciones en el crecimiento económico, lo que ha

obligado a estos países a concentrar sus esfuerzos en estabilizar su economía, lo cual afecta

profundamente el sector educativo.

Centroamérica, de acuerdo a la información más reciente (UNESCO, 2008), la

proporción de población analfabeta de mayores de 10 años es una de las más altas en América

latina. Costa Rica 28.1%, El Salvador 17% de la población adulta, Guatemala el 40,7%

Nicaragua 31.9%, Panamá 10,7%26

. Las diferencias son función del sexo y de la etnia. De

manera general el analfabetismo en las mujeres es dos veces mayor que el de los varones y el

de los indios es superior al de los mestizos y blancos. El nivel educativo tiene un costo muy

grande en el deterioro de la salud de las madres en edad fértil. La pobreza hace más

vulnerables a las personas sin educación y la mortalidad infantil es una de las consecuencias

graves de esta situación27

.

En la región la natalidad está en relación directa con el nivel educativo de las mujeres.

Entre más alto es el nivel educativo más bajo es su nivel de fecundidad. En los años 70 la tasa

de fertilidad en Centroamérica oscilaba entre 4 y 5. El primer índice correspondía a países

como Costa Rica y Panamá, y para el segundo índice eran representativos Nicaragua, El

Salvador, Honduras y Guatemala. En esos años en el índice de fertilidad intervenían factores

como el espacio rural y el urbano y la actividad laboral de las mujeres28

.

23 Véase el sitio web: http://es.encarta.msn.com © 1997-2008 Microsoft Corporation. 24 Al respecto, ver el estudio de Oindex Mundi : www.voyagesphotosmanu.com/poblacion_centroamerica.html - 17k 25 Véase : awid.org/esl/Library/Desnutricion-pobreza-y-desigualdad-soci - 40k 26 Para mayor información, véase el enlace : www.slideshare.net/andreacastroq/presentacion-d-analfabetism - 93k 27 Véase al respecto el informe detallado de Andrea Collado Chavez del Centro Centroamericano de Población de la

Universidad de Costa Rica, www.alapop.org/docs/publicaciones/investigaciones. 28 En Honduras estos resultados son un promedio como se puede constatar en el estudio de Manuel Antonio Flores

Fonseca, “Estado de la Población en Honduras, Universidad Nacional Autónoma de Honduras”, 2003.

poblacionydesarrolloenhonduras.files.wordpress.com/2011/03/e

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literaria femenina de América Central (1960 -2001)

36

Actualmente, en 2012 la tasa de fertilidad oscila entre 2 y 3. El primer índice

corresponde a Nicaragua, El Salvador, Costa Rica29

y Panamá. Mientras que el índice 3

corresponde a Guatemala y Honduras.

Un fenómeno importante en Centroamérica es el alto porcentaje de hogares con

jefatura femenina que varía en función del espacio de la población, ya sea rural o urbano. En

El Salvador por ejemplo se calcula que en el medio rural existe un 29,8%, mientras que en el

medio urbano hay un 36,8% o sea 7 puntos más que en el espacio rural. En Honduras estudios

del CEPAL dan un 30% de hogares con jefatura femenina. En Nicaragua se habla de 34% de

hogares de este tipo30

. La vulnerabilidad en la pobreza de estos hogares es relativamente

alta31

. Este hecho social va acompañado de la falta de reconocimiento de los hijos por parte de

sus genitores. En los diferentes países centroamericanos una cuarta parte de los nacimientos

no son legalmente reconocidos por los hombres32

. En Centroamérica la población urbana

femenina en el sector informal es más importante que la masculina. En 1998, según la CEPAL

(Comisión Económica para América latina) Nicaragua es el segundo país de Latinoamérica

(57%), después de Bolivia (59%) con el porcentaje más alto de población urbana en la

economía informal33

.

29 Véase el estudio de Luis Rosero : “El descenso de la natalidad en Costa Rica”, Comité Nacional de Población ;

Asociación Demográfica, Costa Rica, San José, 1978, ccp.ucr.ac.cr/bvp/pdf/natalidad/rosero20.pdf

30 Como lo constata la socióloga nicaragüense Sofía Montenegro (2000:38) “el modelo genérico que data de la colonia

en el mundo mestizo nicaragüense se caracteriza por una gran libertad sexual para los hombres, frecuentemente

vinculado a la violencia sexual que acopló la subordinación de género a la dominación colonial. El rapto y los

intercambios de mujeres eran cosa común. En la familia mestiza, el poder del varón era casi absoluto y las mujeres

cumplían el papel de reproducir la fuerza de trabajo, servir como domésticas y vender su fuerza laboral en los

latifundios. Con el desarrollo del capitalismo agroexportador, los hombres mestizos esperan que su mujer le “tenga”

muchos hijos, se reservan plena libertad sexual y de movilidad. El abandono de la pareja representa un motivo

significativo del número de hogares encabezados por mujeres. Diferentes estudios indican que la violencia doméstica es

un fenómeno extendido, así como la violencia sexual dentro y fuera del hogar”. 31 Véase al respecto el estudio de Milagros Barahona: “Familia, hogares, dinámica demográfica, vulnerabilidad y

pobreza en Nicaragua”. CEPAL, Naciones Unidas, Santiago de Chile, 2006. 32 Según estudios recientes (Ortega Hegg, Centeno Orozco, Castillo Venerio, 2005:147) “en Costa Rica por ejemplo, un

alto porcentaje de los hombres no reconocía legalmente a los hijos e hijas nacidos fuera de matrimonio. Así en los años

noventa el número de nacimientos sin padre declarado pasó de 17,293 (21.1% en 1990 a 23,845 (30.4%) al final de la

década (Rodríguez y Lázaro, 2001; CEPAL, 2001). Se espera que la recientemente aprobada Ley sobre Paternidad

Responsable obligue al reconocimiento de los hijos y a que éstos asuman responsabilidades con sus hijos e hijas y se

reduzca este problema.

En El Salvador, el porcentaje de menores sin reconocimiento del padre es similar al de Honduras. En este último país el

registro nacional reporta anualmente un 10% de nacimientos que no son registrados ni por la madre ni por el padre. Si a

ello agregamos que otro 15.0% son únicamente registrados por la madre, podríamos decir que aproximadamente un

25.0% de los recién nacidos no cuentan con un padre legalmente reconocido (CEPAL, 2001). 33 Véase al respecto la “Reseña sobre la economía informal y su organización en América latina”, de Lucia Rosales

(Global Institute) con el enlace: www.globallabour.info/es/Lucia%20Rosales%20LatAm

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37

Sobre el desarrollo humano se pueden encontrar una serie de datos a escala mundial

proporcionados por el PNUD, que incluye la perspectiva de género y en el cual se puede

observar la especificidad de Centroamérica34

.

La violencia contra las mujeres en Centroamérica es un fenómeno social cada vez más

estudiado. Si bien se sabe que las Centroamericanas sufren de violencia intrafamiliar desde la

pequeña infancia como lo muestra un estudio en Nicaragua, de la Organización Panamericana

de la Salud35

, actualmente es tan grave que se habla de feminicidio. Según la Delegación de la

Mujer en Costa Rica “la violación sistemática a los derechos humanos de las mujeres, se

produce debido a la desigualdad de poder existente entra las mujeres y los hombres en las

sociedades donde se otorga valor superior al ser hombre y se inferioriza y se subestima lo

femenino”. Para Nathalia Rojas Zúñiga/ Radio internacional feminista, “Los femicidios en

Costa Rica se invisibilizan por marco legal limitado”36

. Cada país centroamericano posee

datos en relación a la violencia contra las mujeres a partir de estudios llevados con el apoyo

de Organizaciones internacionales interesadas en los factores sociales que impiden el

desarrollo de la región. Hoy en día Centroamérica acumula los índices más altos en lo que

respecta a la desigualdad de género en América latina (Couffignal, 2012). Con excepción de

Costa Rica (0,36), que posee el índice más bajo de toda América latina, seguido de Argentina

(0,37), en el 2011 Guatemala (0,54), tenía el índice más altos de desigualdad de género en el

orden siguiente: Honduras (0,51), Nicaragua, (0,51), El Salvador (0,49), Panamá (0,49)37

.

Se puede decir que los escritos tienen muy poco impacto en estas poblaciones con

grandes porcentajes de desigualdad de género, pobreza y analfabetismo38

. Por consiguiente la

34 Datos disponibles en el enlace : es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Países_por_tasa_de_mortalidad_i 35 Esta oficina regional de la Organización mudial de la salud, sacó el estudio : “Unidad de Etnia, Género y salud”. En

el cuadro 12 “Género, salud y desarrollo en Nicaragua”, se presenta el porcentaje de mujeres golpeadas desde la edad

de 15 años. El autor concluye que las mujeres por lo general sufren la violencia en silencio por parte de familiares,

pareja, etc. Muy raras veces acuden a buscar ayuda. 36 Sobre el abuso sexual, psicológico de mujeres, adolescentes y niñas, véase el informe de INAMU (Instituto Nacional

de la Mujer) 1992-1999: “Violencia contra las mujeres: Las cifras hablan”, disponible en el enlace

http://www.radiofeminista.net/index.php/noticias-todas/noticias-2012/471-femicidios-en-costa-rica-se-invisibilizan-

por-marco-legal-limitado 37 Para los demás países el orden es el siguiente después de Cuba ((0,34), Uruguay (0,35), Argentina (0,37), Chile

(0,37), Perú (0,41), Brasil (0,45), México (0,45) Ecuador (0,47), Bolivia (0,48), Colombia (0,48), (Republica

Dominicana (0,48), Paraguay (0,48), Haití (0,60).

38 A título puramente indicativo, los países con índices más altos de desarrollo humano con los índices más bajos de

desigualdad de género son: Suecia (clasificación 1, valor 0,049), Países Bajos (clasificación 2, valor 0,052), Dinamarca

(clasificación 3, valor 0,060), Suiza (clasificación 4, valor 0,067), Finlandia (clasificación 5, valor 0,075). Francia se

encuentra clasificada en 10 y el valor es de 0,106. Los países con índices de desarrollo humano más bajo e índices más

altos de desigualdad de género son: Yemen (clasificación 146, valor 0,769), Chad (clasificación 145, valor 0,735),

Arabia Saudita (clasificación 135, valor 0,646), India (clasificación 129, valor 0,617). Los países centroamericanos

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literatura oral sigue siendo el medio privilegiado para la transmisión de la ideología de

géneros cuya deconstrucción sigue siendo mi principal objetivo en trabajos literarios y

antropológicos inscritos en la línea de los Estudios culturales.

3. Influencias en la producción literaria de las naciones americanas después

de la independencia.

La independencia de América con respecto a España inaugura la época postcolonial

con la formación de las naciones latino-americanas. Francia va a jugar un papel muy

importante en la formación de la identidad y la creación en estos países. Es así como a pesar

del nivel educativo bajo, estos países van a crear, en París en el siglo XX, figuras literarias

importantes para la lengua española. Es el caso del poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-

1916), representante del Modernismo, de la venezolana Teresa de la Parra (París, 1889-

Madrid, 1936), representante de la nueva novela, del guatemalteco Miguel Angel Asturias

(Guatemala, 1899-Madrid, 1974) y muchos más. En efecto las propuestas estéticas de Francia

primero y de Norteamérica después van a jugar un papel fundamental en la producción

artística de los creadores de América latina en el contexto post-colonial.

4. Modelos estéticos de emancipación femenina en América.

Las creadoras de América latina también cuentan con estas influencias de Francia

primero y luego de Norteamérica.

A principios del siglo XIX llegan de Francia los ideales humanistas del siglo de las

Luces con las consignas de emancipación de la Revolución de 1789: “Libertad, igualdad,

fraternidad”, que las futuras naciones latinoamericanas hacen suyas. Dos figuras

emblemáticas de la modernidad francesa se promueven entonces: Juana de Arco y Mariana,

símbolos de la libertad y de la razón. Para los escritores varones, París se convierte en el lugar

de inspiración, de creación y de consagración. Los escritores van a integrar los movimientos

artísticos y literarios de la época (Palma, 2007).

están clasificados con Desarrollo medio: El Salvador (clasificación 93, valor 0,487), Nicaragua (clasificación 101, valor

0,506), Honduras (clasificación 105, valor 0,511), Guatemala (clasificación 109, valor 0,579). La información completa

a nivel mundial se encuentra disponible en el enlace: http://hdr.undp.org/es/estadisticas/idg/

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La imagen de Francia es tan prestigiosa que las familias de la alta sociedad americana

educan a sus hijas bajo el sistema educativo francés. Escritoras como Flora Tristan (1803-

1844), precursora del feminismo socialista, y George Sand (1804-1876) quien impulsa

reformas políticas sobre la condición de la mujer en Francia, participan a la difusión de las

ideas de emancipación de las mujeres (Palma: 2007).

5. Escritura de mujeres de América latina.

Después de su formación en Francia, las jóvenes latinoamericanas regresan a sus

respectivos países llevando consigo además de esta carga ideológica, un anhelo de libertad

consolidado. Unas vuelven a Francia a veces con sus cónyuges, los cuales, ocupan puestos

diplomáticos. Es el caso de la colombiana Soledad Acosta de Samper (1833-1913), autora de

la novela Dolores (1869), conocida por su fecunda producción literaria y por su obstinada

lucha por la emancipación femenina. Lo mismo ocurre con la boliviana Lindaura Anzoátegui

(1846-1898), la argentina Eduarda Masilla (1835-1892), la poeta modernista, peruana Zoila

Aurora Cáceres (1872-1958). Otras menos conformes regresan solas al París de Colette

(1873-1954) porque no pueden adaptarse a una vida regida por el peso de los valores morales

conservadores de la tradición cultural española. Victoria Ocampo (1890-1979) es una de ellas.

Divorciada, al cabo de un año se radica en París donde lleva la vida que desea, dedicada a la

literatura como se pude apreciar en su relato autobiográfico Testimonios (1952). La autora de

la novela Ifigenia (1928), representante de la “Nueva narrativa”, la venezolana Teresa de la

Parra (1889-1936) nacida en París, también escoge la Ciudad Luz para vivir; lo mismo sucede

con la precursora del realismo mágico autora de Cuentos negros de Cuba (1934), la cubana

Lydia Cabrera (1899-1999). Francia se vuelve desde un comienzo la patria de las mujeres que

se ven obligadas a abandonar sus propios países ante la intolerancia, la marginalidad social y

la persecución política. La persecución política y la misoginia son el motivo de exilio de la

escritora mexicana Elena Garro (1917-1998) autora del relato Andamos huyendo Lola (1980).

Como ella, toda una generación de creadoras latinoamericanas llega a París, en plena euforia

de la revolución cultural del 68, en donde se lee El segundo sexo (1949) en el cual Simone de

Beauvoir examina la condición femenina, desde las perspectivas biológica y social, y esboza

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40

las vías que llevan a la liberación femenina y la editorial Des femmes de Antoinette Fouque

del movimiento de liberación femenina (MLF) publica libros de mujeres39

.

En 1925, Teresa de la Parra (1889) llega a París, su ciudad natal, con su manuscrito

titulado Diario de una señorita que escribe porque se fastidia” y cuyo título definitivo será

Ifigenia publicada en París en 1924. Esa señorita tiene nombre y apellido, se llama María

Eugenia Alonso40

. Francia vive entonces el furor de la escandalosa novela La Garçonne

(1922)41

de Victor Margueritte42

. Monique el personaje y María Eugenia Alonso, la “señorita

que escribe porque se fastidia” de Teresa de la Parra, comparten el mismo ideal de

emancipación.

El personaje de María Eugenia se muestra rebelde en sus largas diatribas con su

abuela y con su tía Clara. El desfase del personaje es abismal como lo es su sufrimiento. Sin

embargo la presión de su medio familiar y social es tan grande que María Eugenia, se

resigna a las cadenas del matrimonio y al yugo de la vida doméstica como la mayor parte de

las chicas de esas tierras, por preservar la seguridad, el estatus social y económico. El

casamiento de María Eugenia con un político y no con su amante, Gabriel Leal que le

propone que se vayan a París, aparece como un suicidio, una muerte del individuo, del

sujeto recién nacido.

En la joven venezolana, la idea de matrimonio produce un desequilibrio dramático lo

mismo que en los personajes femeninos franceses. Su personaje, María Eugenia Alonso es el

39 Inspirada de las Francesas creée en París en 1986 la editorial Côté-femmes con cuatro colecciones, “Des femmes

Dans l’Histoire”, “Recherches”, “Indigo” y “Paroles de femmes”. Hoy con 25 años la editorial cuenta con más de 300

títulos publicados. En el 92 creé el Premio Internacional de América latina y el Caribe, “Sor Juana Inés de la Cruz”, que

cumple este año 25 años recompensando la excelencia de las obras de escritoras de habla española. 40 Teresa de la Parra nace en 1889, año en que se inaugura la Torre Eiffel durante la exposición universal. Es bautizada

en la iglesia La Madeleine en 1890. A la edad de dos años regresa a Venezuela con sus padres. Tras la muerte de su

padre, a la edad de 8 años, su madre con sus cinco hijos se traslada a vivir a España. Teresa entra interna en un colegio

de religiosas del Sagrado Corazón. En 1907 a los 18 años regresa a Venezuela. Su evasión es la lectura. Los libros

juegan un papel importante en su formación. En su obra se refleja París, la moda, la vida frívola: Teresa que sueña con

París, con su luz, con su libertad adquiere una cultura francesa excepcional, nos dice Paulette Patout, op. cit., p. 153. En

lo que respecta al movimiento feminista en Francia, es importante recordar la figura de Madeleine Pelletier (1874-

1939) que milita desde 1905 y que es condenada por su lucha por el aborto al encierro en un hospital psiquiátrico.

Madeleine Pelletier muere en su presidio. En su novela La femme Vierge (1933), aparece su opción por el celibato. Su

personaje Marie Pierrot, dice con la mayor naturalidad del mundo: “Mi feminismo me impide casarme”. La traducción

es mía. 41 La Garçonne representa una derrota de la mujer en su proceso de emancipación como lo constata el sociólogo Jean-

Claude Kaufmann: La femme seule et le Prince charmant. Enquête sur la vie en solo. Nathan, Paris, 1999. 42 Esta novela continúa batiendo record de ventas en las librerías parisinas. En efecto en esta novela se pone en escena

la vida de Monique Lerbier, una joven idealista, romántica con deseos de independencia, traicionada por su prometido.

Su búsqueda de seguridad económica y social la conduce a la deriva moral. La Garçonne (1922), simboliza un ataque

frontal contra la revolución femenina en Francia.

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retrato de las jóvenes de las familias americanas educadas en Francia, que despilfarraran en

París, y que regresan a sus países obligadas por sus progenitores a casarse.

En la novela Ifigenia (1924) se pone en escena la contradicción entre el deseo de

emancipación según el modelo de la mujer moderna francesa y la inmovilidad tradicional de

las grandes familias americanas arruinadas económicamente. Es el doloroso dilema entre

tradición y modernidad para una joven latinoamericana.

El tíulo Ifigenia, diferente al original de la novela de Parra Diario de una señorita que

escribe porque se fastidia se lo da Francis de Miomandre quien le concede un premio y lo

prologa. Este cambio traduce el “patetismo y la cruel ironía del destino de una desarraigada”

(Patout, 1998). Sin embargo hay diferencia entre la muerte de María Eugenia y la del

personaje de la mitología griega que es sacrificada por su padre que la engaña. La Ifigenia de

Teresa de la Parra no necesita de un padre asesino, ella misma se sacrifica en aras de la

ideología patriarcal que no le deja ninguna opción de libertad.

Esta novela fue más escandalosa para el medio de varones latinoamericanos que La

garçonne (1922) de Victor Marguerite en el medio francés. Monique Lerbier cae en la

prostitución porque ha perdido valor. Este escenario no es contemplado por la clase social a la

cual pertenece María Eugenia Alonso. Sin embargo los efectos de Ifigenia (1924) son menos

devastadores si se toma en cuenta el nivel de analfabetismo, sobre todo de mujeres en las

tierras americanas.

Teresa de la Parra utiliza la libertad de la cual goza en París para darle libre curso a su

palabra y hablar sobre el impacto desestabilizante de las normas de género. Como su

personaje María Eugenia Alonso, se vale de la escritura para retratarse a sí misma con sus

conflictos con su medio, sus frustraciones en un mundo tradicional de la Venezuela de los

años 30 del siglo XX. María Eugenia escribe además para no sentirse tan sola, para no

aburrirse como lo dice desde el comienzo de la novela: “escribo para distraer el miedo a la

soledad” (p. 7). María Eugenia Alonso escribe sobre su propia vida: “Voy a escribir mi diario,

mi semanario, mi periódico, no sé cómo decir, pero en fin, es algo que al tratar, sobre mi

propia vida, equivaldría a eso que en las novelas llaman ‘diario’” (p. 7).

No cabe duda de que en este diario en primera persona hay ecos de la vida de Teresa

de la Parra aunque la autora opte por la libertad, el celibato. Además desde París, trata de

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establecer una amistad, una complicidad con su madre. En la novela María Eugenia Alonso es

huérfana de madre lo cual traduce la soledad de la niña en su proceso de formación en los

códigos sociales de la feminidad. Teresa de la Parra le dedica su novela escandalosa a su

madre: “Mamá: te dedico este libro que te pertenece” (p. 5).

En esta larga dedicatoria le pide su comprensión. Al mismo tiempo que le revela que

ella es uno de sus personajes: “por sus páginas te verás a ti”. Teresa de la Parra no sólo retrata

a su madre sino también a su abuela. Además abre las puertas en grande del espacio privado,

la vida familiar con sus tensiones: las discusiones acaloradas ante la rebeldía de María

Eugenia Alonso. Teresa de la Parra es una discípula de George Sand y de Colette. No es

extraño que María Eugenia Alonso, la protagonista de la novela Ifigenia (1924) se rebele

momentáneamente antes los códigos tradicionales que limitan su libertad. Al terminar le

ruega que comprenda su necesidad de hablar de lo que no se puede ni se suele hablar:

Entorna también los ojos ante alguna que otra desnudez, acuérdate que todas nacimos de ti con

poquísima ropa; tú nos vestiste. Viste también estas páginas con blancos faldellines de

indulgencia.

Te abraza con toda el alma.

Ana Teresa, París, Julio, 1925.

La palabra “desnudez” simboliza fragilidad, inocencia, lo primigenio o primitivo pero

también connota ignorancia. Las ropas simbolizan la cultura, la civilización. La expresión “tú

nos vestiste” equivale a decir: “tú nos inculcaste las normas para poder integrar la cultura”.

Además le ordena con el imperativo del verbo “vestir”, que haga lo mismo con su libro que

muestra una realidad desnuda: “Viste también estas páginas”. Sin embargo las ropas que ella

pide y exige para su recién nacido libro, son de otra naturaleza. El adjetivo “blanco” de

“faldellines” alude a la pureza, a la bondad. El término “faldellín” en América, significa capa

que se utiliza para bautizar a los niños. Es decir lo que le pide es que no le eche lodo, ni

injurias a su creación, que lo nombre, que le dé nombre, como se hace con un niño recién

nacido, que no lo deje en el silencio, en un lugar oscuro, indefinido como el limbo donde van

los niños sin bautizar. El bautismo simboliza la introducción de un niño a una comunidad

determinada. Por medio del bautismo el individuo tiene nombre, lo cual significa

reconocimiento social. Eso es lo que quiere que su madre haga con su recién nacida, Ifigenia

(1924).

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43

La relación de filiación que Teresa de la Parra desea establecer con su madre es clara

desde la dedicatoria: se trata de una relación madre/hija ideal, nueva, comprensiva, amistosa,

respetuosa.

Por eso mismo, la feminista italiana Francesca Gargallo constata que la novela Ifigenia

(1924) inaugura la genealogía femenina en la literatura latinoamericana, una suerte de

filiación literaria y para completar hay que agregar “desde París”, para que no se olvide.

Ifigenia lanza de manera excepcional la novela de formación de protagonista femenina

en América latina. Esta novela trata de temas en relación con la feminidad: la construcción del

sentimiento de soledad frente a los embates del deseo, la ignorancia que fragiliza al personaje

femenino, la sublimación del deseo a través del arte: María Eugenia escribe para sublimar la

pulsión comúnmente llamada “deseo”. Pero frente a las presiones tradicionales se somete a la

vida conyugal como la única forma para poder supervivir en su sociedad.

La escritora en París ya no necesita entrar en el convento como lo hacían todavía

muchas mujeres en Latinoamérica y como lo hizo en su época Juana de Asbaje, la que cuatro

siglos antes se llamara sor Juana Inés de la Cruz: “yo no sentía vocación alguna”43

.

Teresa de la Parra vive al margen de los salones de escritores varones a los cuales no

estaba dispuesta a entregar su libertad a cambio de reconocimiento como otras lo hacían.

Además escribirá su segunda novela Las historias de Mama Blanca en la cual continúa con la

consolidación de la filiación y la genealogía femenina en el espacio doméstico.

En estas novelas de formación se puede ver que los personajes femeninos conciben la

falta de libertad como una situación anormal de privación, de alienación. Además

43 Véase El secreto de Sor Juana, Populibros, México 1979, p. 53. Su confesor la convence de que tome los hábitos:

“tenéis razón, no me queda sino la vida religiosa como salvación” (op. cit., p. 68) Juana de Asbaje se siente incapaz de

servir a un hombre. Sólo el convento puede satisfacer sus necesidades básicas: “paz y seguridad”, “protegerme”,

salvaguardar mi vida y mi honra”. La noción de honra era fundamental en la época. Los proyectos de Juana de Asbaje

son claros. Además es consciente del tiempo que necesita para ello ya que sufre de una sed de conocimiento: “Yo

podría estudiar, aprender mucho que ignoraba también escribir mis poemas, cuanto yo quisiera, toda vez que el tiempo

que Dios me daba era mío y podía disponer de él a mi voluntad”, (p. 78, 174). Sor Juana Inés de la Cruz entra en el

convento de San José de Carmelitas Descalzas a pesar de que su confesor y consejero considerara lo demasiado austero.

Pero ella lo elige por su amor a la música: “era famoso por el coro de hermosas y educadas voces que allí estudiaban

música, desde su fundación, arte que a mí me atraía singularmente, por lo que apoyé alborozada en ser monja corista.”,

(p. 88). Estudiar y escribir es su obsesión. No tiene tiempo que perder como se puede constatar cuando es castigada a

quedarse en la cocina por haber agredido a la superiora que trata de disuadirla del estudio: “aproveché el tiempo en la

cocina para investigar pequeñas cosas en apariencia intranscendentes que no eran sino fenómenos físicos inadvertidos

hasta entonces por mí”, (p. 116). Sor Juana es consciente del papel de la sublimación de la pulsión a través de la

creación: “El arte es el puente que nos une a lo divino y nos acerca a Dios” (p. 174). Es así como sor Juana Inés de la

Cruz vive la vida conventual.

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44

comprenden la verdadera soledad de la niña, de la adolescente, de la joven que no cuenta con

la complicidad de un semejante, ni siquiera con una mujer con quien compartir dudas y

dilemas, y siente a las demás mujeres como enemigas44

. También se puede constatar la

ausencia paterna y la mujer como reproductora del orden tradicional. En América latina el

papel del hombre se limita generalmente a la función de genitor. Desde la infancia las niñas

son abandonadas a una condición de huérfanas cuando no son literalmente eliminadas.

Este período descrito de comienzos del siglo XX sería el momento fundacional y del

surgimiento de una escritura femenina latinoamericana que no mantiene los mismos modelos

que sus coetáneas que escriben desde el continente latinoamericano. Por eso es útil observar

la evolución desde la misma América latina.

Con el poema “Todas íbamos a ser reinas”, del poemario Tala (1938) de Gabriela

Mistral (Chile, 1889-1957), Primer premio Nobel de literatura (1945)a una escritora de habla

hispana, se inicia la estética del fin del sueño de la nobleza femenina.

Además del comienzo de una filiación femenina, la literatura femenina logra

visibilidad en el continente mismo a mediados de los años cuarenta con Gabriela Mistral

(1989-1957), y así obtiene durante la última mitad del siglo XX plena legitimidad tanto por su

producción como por su variedad45

. La figura tutelar de Gabriela Mistral abre paso a una

multitud de escritoras que de ahora en adelante escenifican una nueva relación con el poder, la

filiación y la construcción del sujeto femenino. Vigor y novedad han dado un impulso

inesperado a la literatura latinoamericana estos últimos treinta años46

. Las escritoras

44 Como reza el dicho en Centroamérica: “La mujer es cuchillo de su propia carne”. Por lo general las mujeres son

educadas como enemigas entre ellas. Todo comienza con la enemistad madre/hija. Así se perpetúa una cadena

interminable de soledad. 45 Ver Claude Cymerman, Claude Fell, La littérature hispano-américaine de 1940 à nos jours, Paris, Nathan

Université,, 1997, 557 p. ; Angel Esteban, Introduction à la littérature hispano-américaine, Paris, Edition Ellipses,

2000. 125 p. ; Luisa Ballesteros Rosas, La femme-écrivain dans la société latino-américaine, préface de Jean-Paul

Duviols, Paris, Editions L’Harmattan, 1994, 320 p. 46 Según estos autores la escritura de mujeres pasa de la poesía a la narrativa. Los años cuarenta serán una transición

hacia el auge de la literatura escrita por mujeres. La poesía adquiere letras de nobleza con el premio Nobel de Literatura

en 1945 a la poeta chilena Gabriela Mistral (Tala, 1938) y arranca la marcha de las narradoras que se acelerara en los

años 70. Algunos nombres permitirán concretar este fenómeno literario de las tres últimas décadas del siglo XX : la

Uruguaya Juana de Ibarbourou (Pérdida 1950, Azor 1953), la Argentina Victoria Ocampo (Testimonios 1952), las

chilenas María Luisa Bombal que se rebela contra la realidad de la opresión de la mujer que solo puede hablar desde su

tumba (Ultima niebla, 1935, La Amortajada, 1938, El Arbol, 1939), y Marta Brunet, (Bestia dañina, 1926, Bienvenido,

1929, Humo hacia el sur, 1946, y María Nadie, 1957), que plantea el tema de la búsqueda de identidad de la mujer y de

las contradicciones que vive entre la tradición y las exigencias de la modernidad. Las mejicanas Rosario Castellanos

(1925-1974), Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 1962, (Balún Canán, 1957, Oficio de tinieblas, 1962, Ciudad Real,

cuentos, 1960, Los convidados de Agosto, 1964, Album de familia (1971), ensayos Juicios sumarios, 1966, Mujer que

sabe Latin, 1973, El mar y sus pescaditos, 1975, y El uso de la palabra, 1975,) Elena Garro (1920) Los recuerdos del

porvenir, 1963, p. 367.

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45

latinoamericanas se rebelan contra la tradición cultural que oprime al género femenino. Ellas

describen, sin concesión, la realidad de la opresión de su género en medio de las estrechas

limitaciones de un mundo ajeno a sus aspiraciones.

Una evolución del lenguaje de los sentimientos estancado desde hacía mucho tiempo

es evidente como bien lo constata en las escritoras francesas Béatrice Didier en su libro

L’écriture-Femme (1981: 81): “Durante mucho tiempo las mujeres se acostumbraron a

escribir lo que se creía que sentían”. En efecto, las mujeres se han ido liberando de los

modelos literarios de su época cuando no les permitían expresarse libremente.

De esa manera cada autora al escribir con sus propias palabras, ha ido creando un

estilo propio y al mismo tiempo que ha roto con los tabúes, ha enriquecido el léxico relativo a

la vida privada permitiéndonos apreciarla mejor en toda su complejidad. Una de las

especificidades de esta escritura de mujeres consiste en la crítica y la deconstrucción del

discurso tradicional autoritario así como su afirmación y autenticidad en donde la escritura del

deseo juega un papel importante47

.

En América Latina, como en otras partes del mundo, las escritoras han abordado temas

tan variados como les ha inspirado su vida cotidiana y los acontecimientos sociales e

históricos. Sin embargo, en las últimas tres décadas del siglo XX cuando han tratado el tema

del sentimiento amoroso, la vida conyugal, la pareja, la sexualidad, lo han abordado con

mucha exhaustividad, de manera más profunda y más compleja, es decir más acorde con la

realidad que sus colegas varones, como lo constata Diana E. Karting, compiladora de la obra

Escritoras de Hispanoamérica (1990), en su introducción48

.

Al finalizar el siglo XX y más precisamente en 1996, en su estudio sobre los relatos de

formación de protagonista femenina en Hispanoamérica, la crítica literaria de Washington

University, María Inés Lago (1996), analiza este proceso en diferentes contextos geográficos

47 A manera de anécdota, puedo decir que en la Feria del Libro de Guadalajara al constatar que no había mujeres en el

grupo de representantes, me pareció importante crear el Premio Sor Juana Inés de la Cruz para promover la creación

literaria de mujeres de América latina y del Caribe. Esta misma idea tomó forma dos años más tarde con el Premio

Gabriela Mistral permitiendo presentar en estos eventos obras de gran calidad escritas por mujeres. 48 Esa guía bio-bibliográfica aparece en un momento en que la crítica literaria empieza a interesarse en las obras

escritas por mujeres y a preguntarse sobre su existencia en América Latina como lo expone Monserrat Ordóñez en su

Prólogo a la edición en español. Hoy el fenómeno de la escritura de mujeres en América Latina ha sido tan fecundo y

novedoso que ya nadie se habría hecho esa pregunta hace diez años en el momento de la presentación de la traducción

española, en la Feria Internacional del libro de Bogotá.

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46

y sociales. Este estudio abarca un periodo de unos sesenta años, comprendidos entre 1924 y

198649

.

El interés académico por la literatura de mujeres en América Latina se inicia en los

años 70 y no por casualidad. Este despertar es estimulado por un viento de emancipación que

proviene del movimiento de liberación del mayo parisino del 68, en el cual obtiene visibilidad

internacional un proceso gestado desde hace varios siglos por intelectuales y escritoras en

América del Norte y Francia como se puede ver en la antología Escritura de mujeres de

América latina, desde el siglo XIX hasta nuestros días50

. El tema de la mujer, de lo femenino,

del género, es decir de las categorías femenino/masculino entran en la academia no sólo en

América del Norte sino también en Francia y en otros países de Europa y América51

.

La crítica chilena Lucía Guerra, de la Universidad de California, en su colección de

ensayos La mujer fragmentada: Historias de un signo (1995) da cuenta del impacto en

América del Norte de esta brecha abierta en su reflexión Abertura 68 en la cual surgen

expresiones muy diversas en la creación, reflexión e investigación en todos los campos de las

ciencias humanas y sociales: Literatura, Lingüística, Historia, Religión, Sociología,

Antropología, Filosofía: “En el incipiente movimiento de liberación, las mujeres tomaron la

palabra creando una sinfonía que empezó a minar los cimientos del falocentrismo”

(Guerra,1995: 147).

Esta multitud de voces logra abrir no sólo espacios de acción sino también brechas en

el imaginario tradicional con lo cual se muestra el carácter histórico del supuesto carácter fijo,

49 El estudio comienza con la novela Ifigenia (París, 1924) y Memorias de mama Blanca (1929), de Teresa de la Parra

(Venezuela 1889-1936). Su corpus incluye las siguientes novelas : Ana Isabel, una niña decente, (1949) de Antonia

Palacios (Venezuela, 1904); La casa del ángel, (1955) y La caída, (1956) de Beatriz Guido (Argentina, 1924-1988);

Balún-Canán, (1957) de Rosario Castellanos (México, 1924-1975); Enero, (1958) de Sara Gallardo (Argentina, 1931-

1988); Ceremonias del verano, (1966) de Marta Traba (Argentina 1930-1983); Estaba la pájara pinta sentada en su

verde limón, (1975) de Albalucía Angel (Colombia, 1939); Lilus Kikus, (1976) de Elena Poniatowska (París, 1933);

Amalia y La Bella durmiente, (1976), Papeles de Pandora y El Regalo, (1983) de Rosario Ferré (Puerto Rico, 1942);

EL detén, (1977) de Claribel Alegría (El Salvador, 1924); Hagiografia de Narcisa la bella, (1985) de Mireya Robles

(Cuba, 1934); Oxido de Carmen, (1986) y Tiempo que ladra, (1991) de Ana María Río (Chile, 1948); Reina de

Corazones, (1986) de Alessandra Luiselli (México, 1956); La forma del silencio, (1987) de María Luisa Puga (México,

1944); La “Flor de Lis”, (1988) de Elena Poniatowska; Antes, (1989) de Carmen Bullosa (México, 1954), y el film

Miss Mary, (1986) de María Luisa Bemberg (Argentina, 1922). 50 En este trabajo bilingüe figuran 118 escritoras y 16 nacionalidades lo cual ilustra la fascinación que Francia ejerció

durante los siglos XIX y XX (Palma 2007). 51 Ver al respecto dos obras fundacionales que surgen en esa época editadas en las Ediciones Côté-femmes: L’anatomie

politique, Côté-femmes, Paris, 1992, de la antropóloga francesa Nicole-Claude Mathieu, Sexe Race et pratique du

pouvoir, Côté-femmes, Paris, 1993, de la socióloga francesa Colette Guillaumain, entre otros.

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permanente y hasta eterno de la oposición binaria entre sexos. Las mujeres tienen un

protagonismo en la historia52

.

A finales de los ochenta se cuenta con esta herencia y se avanza con un objetivo: la

lucha política por la igualdad de oportunidades y los estudios de género. Es claro que las

diferencias entre espacio privado y público se han borrado: “Lo privado es público”, gritan en

el mayo del 68 las feministas francesas en las calles de París. El balbuceo inicial de hace

cuatro siglos se vuelve palabra deconstructora de los estereotipos de lo femenino. Los nuevos

códigos jurídicos en lo que respecta al trabajo, el derecho al voto en 1945, acompañan la

liberación de la palabra de las mujeres. Los estereotipos asociados al género femenino van

perdiendo vigencia. Es la reforma la que puede permitir un cambio en las mentalidades.

6. Narrativa centroamericana del siglo XX.

6.1. Las sufragistas

En Centroamérica desde las primeras décadas del siglo XX, surgen algunas escritoras

que dan cuenta de su época y de sus propias vivencias. Así comienza en la región el

imaginario de la deconstrucción del sistema de géneros de la heteronormatividad. De manera

aún tímida, borrosa, confusa, las autoras dan cuenta de los estereotipos asociados a su sexo,

temas tratados con gran soltura y en sus expresiones más diversas por las escritoras en Francia

53.

52 Al respecto Bourdieu (1998: 8) apunta que la eternidad en historia es el producto de un trabajo de eternización. “En

histoire ne peut être autre chose que le produit d’un travail historique d’éternisation”. 53 Es el caso de Madeleine Pelletier (1874-1939), de origen modesto, médica, militante feminista, socialista, que lucha

por los derechos de la mujer, la sexualidad, el trabajo reproductor, y el trabajo remunerado. En su escrito La educación

feminista de las niñas, (L’éducation féministe des filles, 1914) expone la necesidad de una lucha política de la mujer

para liberarse de la opresión. Pelleter se rebela contra una actitud muy femenina: “Solo sabe gemir cuando el yugo del

hombre es demasiado duro. Si ella mostrara más dignidad, si supiera organizarse mejor, si reivindicara con más

energía, ya habría conquistado la igualdad política y social”. La lucha por la dignidad supone para la militante Pelletier:

organización, para que las reivindicaciones sean efectivas. Es esa posición de víctima a la cual alude con el término

gemido que ponen en escena las escritoras de la época en Centroamérica. La autora de La mujer virgen (1936), (La

femme vierge, 1936), plantea la necesidad de una reforma política que beneficie a un importante sector de la población

ya que considera inútil cualquier esfuerzo individual que no es colectivizado, ya que políticamente ni siquiera la

escuela es capaz de trasformar la sociedad. Ella considera su esfuerzo como “un gota de agua en el océano”.

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La lucha política de las mujeres por el derecho al voto y a la igualdad va a marcar la

creación literaria de muchas escritoras a lo largo de la producción de mediados de siglo.

Históricamente las Salvadoreñas son las primeras en obtener el derecho al voto en 1939, luego

lo contienen en Panamá en 1941, sigue Guatemala en 1939, en 1949 lo logran las

Costarricenses y por último las Hondureñas y las Nicaragüenses en 1955.

Lucila Gamero de Medina (1873-1964)

Con la escritora hondureña Lucila Gamero de Medina se inicia la narrativa en la

región. Su novela Blanca Olmedo (1903) aparece a principios de siglo en Centroamérica.

Lucila Gamero aborda el tema de la prepotencia del poder masculino en la institución

religiosa. Blanca es víctima de acoso sexual. La actitud del personaje epónimo es de sorpresa,

estupor:

-Señorita, iba a verla para decirle que me he tomado la libertad de nombrarla primera

comisionada para arreglar los altares de la iglesia, en la próxima festividad del día de la virgen

de la Concepción

-¿A mí?, preguntó Blanca, comprendiendo, desde luego, que el cura procuraba tenerla a su lado

para hallar lugar de hablarle de su insensato amor (p. 113).

La expresión insensato amor traduce la confusión con respecto al concepto amor. El

personaje comprende que se trata de acoso moral. Pero todavía no existen palabras para

nombrar este delito de abuso sexual al cual se libran tradicionalmente los hombres de poder54

.

Esta actitud ingenua por parte del personaje respetuoso de la autoridad que la voz narradora

pone en escena con su omnisciencia escrutadora, es una denuncia piadosa de las relaciones de

poder en la sociedad de su época.

En Blanca de Olmedo (1903), como en sus demás novelas con nombres de las

protagonistas, Lucila Gamero de Medina saca a la luz los mecanismos con los cuales se

construye y se reproduce la inferioridad social de la mujer. La autora muestra a través de sus

personajes femeninos cómo se construye la sumisión de las niñas y cómo entran en conflicto

con los modelos de conducta femeninos tradicionales.

54 Ver al respecto el mito del “Cura cóndor”, en donde el cura es transformado en cóndor en castigo por su abuso de

poder, (Palma,1980 : 38). Actualmente hay estudios y estadísticas que dan una idea bastante precisa de la amplitud del

fenómeno de la pedofilia en la Iglesia católica como en las demás iglesias en Europa y los Estados Unidos. Aunque ya

se insinuaba por medio de rumores y mitos, la realidad era inimaginable. Sin embargo el domicilio resulta el lugar más

inseguro para una niña o una adolescente. Véase al respecto « Pédophilie dans l'église catholique et ailleurs »

disponible en el enlace, www.christophebaroni.info/pretres.html - 87k -

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En su nota sobre Lucila Gamero de Medina en Personalidades valores femeninos de

Honduras, ensayos biográficos (1970-1975), Eva Thais subraya la influencia de George Sand

en la obra de la autora, como se puede apreciar en los títulos de sus novelas. Gamero había

escrito Adriana y Margarita (1897) y otras narraciones en las cuales sus protagonistas, niñas o

adolescentes cuestionan con ingenuidad los roles que les son asignados, destacando la

violencia simbólica, -concepto introducido por el sociólogo francés Pierre Bourdieu (1998) en

su ensayo La domination masculine-, física y psicológica contra las protagonistas niñas. En

Betina y Aida (1954), además del anticlericalismo, Gamero aborda temas como el celibato, la

educación laica, los derechos de la mujer. En los cuentos aparece la rebeldía de la niña, el

proceso de cuestionamiento de una identidad de género, considerada fija y eterna por la

sociedad tradicional55

.

Sin embargo, la rebeldía es aplastada con fuerza. La niña se estrella contra el férreo

control de las mujeres que se encargan de su educación (abuela, tía y madrastra). Los

conflictos se resuelven en conformidad con los valores tradicionales como en la novela

Ifigenia (1924) de la venezolana Teresa de la Parra, paradigma de la creación femenina en

América Latina. Aunque los personajes no actúan con la abierta rebeldía de una María Luisa

Alonso, como se puede observar en el personaje epónimo de la novela Nubia (1915) de la

guatemalteca Magdalena Spinola (1897-1991).

Carmen Lyra (1988-1949)

En Centroamérica, en la primera y segunda década del siglo XX las mujeres de clase

alta entran en las contiendas de los partidos tradicionales. Sus reivindicaciones sociales en

partidos liberales progresistas son la enseñanza laica, el divorcio y el voto. En Centroamérica

las escritoras sufragistas además de militar contra la injusticia social, utilizan la escritura para

denunciar la inferioridad social de la mujer. Con Carmen Lyra (seudónimo de María Isabel

Carvajal, (Costa Rica, 1888-1949)56

se inicia la corriente política de la lucha de la liberación

de la mujer inevitablemente atada a una lucha global, que es la lucha de los pueblos contra la

opresión política57

. Carmen Lyra es en ese sentido precursora del realismo social femenino en

55 Ver al respecto el artículo de la historiadora inglesa Joan Scott: “Genre: Une catégorie utile d’analyse historique”, In

Cahiers du Grif, N° 37-38, 1988, 200 p. p. 125-148. 56 De extracción humilde, le fueron rechazados los velos de monja por ser hija natural: “Por su vocación de servicio al

prójimo ingresa como novicia, pero su condición de hija natural le impide continuar”. 57 Esta es la visión de la feminista francesa Madeleine Pelletier, para ella la lucha también supone romper barreras,

romper estereotipos, reivindicar, reformar políticamente.

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Centroamérica. Su primera publicación es su novela A Virgilia (1905). Los personajes de Lyra

son sobre todo populares y sufren una doble opresión de clase y de género. Sus personajes

gimen, sufren sin piedad pero como en los cuentos populares del “Tío coyote y Tío conejo”,

todavía se promueve la astucia del débil hacia el fuerte58

. Este tipo de reivindicaciones

aparece en los Cuentos de mi tía Panchita (1920). En su narración publicada de manera

póstuma, Ramona, la mujer de la brasa (1959), hay una denuncia de la degradación del

hombre y de su endémica irresponsabilidad.

Sin embargo para la Carmen Lyra, militante también comunista, este estado es

producto del imperialismo norteamericano. En sus últimos cuentos sus personajes logran

cuestionar la opresión sexual59

. En la novela Bananos y hombres (1933) además de la

explotación del hombre por el hombre aparece insinuada la explotación de la mujer por el

hombre.

Carmen Lyra deja entender que las mujeres de sectores populares son igualmente

víctimas de la represión sexual que sufren las de clase alta y media. Esta alusión es importante

porque permite la construcción de la solidaridad femenina que va más allá de la solidaridad

entre miembros de una misma clase. Su mirada traduce una actitud solidaria con las mujeres

de todos los sectores sociales.

Recorriendo la escritura y los temas de las precursoras encontramos la novela

Peregrinaje (1944), de la escritora hondureña Argentina Díaz Lozano Lozano (1912-1999),

que pone en escena la rebeldía de una niña hacia su madre comprometida con la lucha social

de la mujer. Enriqueta desea inculcarle a su hija su labor de educadora: “Tienes trece años

Elenita y quiero que te des cuenta del dolor de las mujeres de nuestra patria, y que siempre

hagas lo que puedas para mejorar sus condiciones de vida” (Thais, 1975: 50). Pero Elena

analiza con cierta frustración las limitaciones de su madre en lo que respecta a la opresión de

su sexo60

.

58 Pierre Bourdieu (1998: 38) cataloga la astucia como una de las armas débiles de la mujer. 59 Su producción es abundante y cultiva distintos géneros como textos escolares, teatro y literatura infantil: Las

fantasías de Juan Silvestre, novela, (1916), En una silla de ruedas, novela (1918) Cuentos de mi tía Panchita (1920),

libros de cuentos infantiles, ¿Qué habrá sido de ella? (1922), publicado más tarde con el título Ramona, la mujer de la

brasa (1959), El barrio Cothnejo-Fishy (1923) y Siluetas de la maternal (1929). 60 En Centroamérica en estas primeras décadas se promueve la imagen de la mujer sufragista (como se había dado hace

un siglo en Francia con Flora Tristan y muchas otras socialistas). En 1926 las sufragistas logran el derecho al voto en

Panamá, Costa Rica y Guatemala. Las actitudes retrógradas hacia las mujeres prolongan las luchas sufragistas en el

resto de Centroamérica y la consolidación de un movimiento de mujeres hasta 1950 cuando se creó la nueva

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Aparece la novela La ruta de su evasión (1949), de la escritora costarricense, Yolanda

Oreamuno (San José, 1916-1956), el mismo año en que se lanza El segundo sexo (1949), de

Simone de Beauvoir. En esta novela la escritora costarricense analiza la subordinación sexual

de la mujer cosificada, silenciada, transparente e invisible. Para Yolanda Oreamuno la única

alternativa ante esta situación es la autodestrucción61

.

Al año siguiente, aparece la novela Barro (1950), de la escritora hondureña Paca

Navas de Miralda, (1900-1999) que escribe sobre todo poesía (Thais, 1975: 53). En el

siguiente poema, el yo poético expresa la desilusión, el sentimiento de impotencia que la

invade irremediablemente:

“Mas el desengaño

Se allegó a mi vera

Desde muy temprano.

Marchitó mis rosas,

Enturbió las claras linfas de mi fuente

Y dejó en el alma

De mi musa inquieta

Una leve sombra de duelo y tristeza.”

El campo léxico de la tristeza en las palabras desengaño, marchitar, enturbiar,

sombra, duelo…, alude a una felicidad pasada, perdida para siempre. El yo poético no hace

mención alguna de ese proceso. Solo constata el sufrimiento. Esta ocultación, este silencio

son las usuales actitudes frente al tabú de la violencia que vive la niña. Es así como poco a

poco se va liberando la palabra.

En los años 60 la línea narrativa del análisis de la formación del género femenino se

incrementa como lo señala la socióloga mexicana Consuelo Meza Márquez en Panorama de

la narrativa de mujeres centroamericanas (2002)62

: “Surgen numerosas novelas y cuentos en

los que el tema central será la reflexión sobre la construcción de identidad femenina, de

manera explícita”63

.

constitución que concedía la igualdad de derechos políticos para ambos sexos. Esto mismo se obtiene en Honduras en

1955, en Nicaragua en 1956 y en El Salvador en 1959. 61 El escenario de la eliminación del verdugo ya ha sido contemplado por varias escritoras francesas que producen en la

cárcel, luego de asesinar al cónyuge. 62 Ponencia presentada en la mesa de “Historia y literatura” en el VI Congreso Centroamericano de Historia, Panamá,

julio 22-26 del 2002. 63 Véase el ensayo en la revista en línea : istmo.denison.edu/n04/proyectos/panorama.html - 85k

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Varias novelas ahondan en esta temática: Tiniebla blanca (1961) de Gloria Guardia

(Panamá, 1930), Si se oyera el silencio, (1963), Cuentos de la tierra (1963) de la escritora

costarricense Julieta Pinto (San José, 1922)64

.

6.2. Las deconstructoras del género de las cuatro últimas décadas del siglo XX

En 1964 en Nicaragua Rosario Aguilar (1938) publica su primera novela Primavera

sonámbula (1964) Con esta novela la narrativa femenina se aparta del doble discurso, de clase

y de género que se impone en la primera mitad del siglo. Primavera sonámbula (1964)

reanuda con la temática de género y con la puesta en escena de los mecanismos de

construcción de la feminidad. En ella se muestra que el género aquí no es un hecho biológico,

esencial, universal. Es una construcción social impuesta por la cultura a través del proceso de

socialización del individuo. En su novela, se analiza el impacto del discurso religioso que

acompaña este proceso cultural. La temática de Rosario Aguilar es el sufrimiento femenino:

“mis personajes son mujeres que luchan y sufren” (p. 25).

En efecto, con los verbos luchar y sufrir se define la impotencia de los personajes de

diferentes clases sociales de Rosario Aguilar. La adolescente de clase alta lucha y sufre frente

al peso de las normas asociadas a su género. En los textos de Aguilar es recurrente la escisión

de los personajes, la doble existencia que tienen que llevar, situación explorada en la novela

Ifigenia (1924), debido a la presión familiar y social permanente. La niña protagonista,

respetuosa de las normas se ve obligada a fingir. Sólo se le permite aparentar, ser es vulnerar

las normas y el castigo es implacable: “Finjo normalidad” (p. 52), “Tengo que dar a saber a

las otras personas que soy un ser normal” (p. 25). La niña tiene que parecer lo que no se es:

“No soy como siento” (p. 28). En ese conflicto permanente que vive la protagonista llega

hasta perder la razón.

64 Su primera publicación, Cuentos de la tierra, data de 1963, Si se oyera el silencio de 1967. Con La estación que

sigue al verano (1969) obtuvo el Premio de Novela “Aquileo J. Echeverría” en 1969. En 1970 obtuvo el mismo premio,

de cuento, por Los marginados (1970). Su producción continúa con A la vuelta de la esquina, cuentos (1975), El eco de

los pasos, novela, (1979); Abrir los ojos, cuento, (1983) y las obras para niños: David (1985); La lagartija de la panza

color musgo e Historias de Navidad (1988). Entre el sol y la neblina (1988) es una novela para jóvenes. Más

recientemente se ubican Tierra de espejismos y El despertar de Lázaro (1994), novela esta última que se sale por

completo de su estilo anterior, y es una notable indagación psicológica y filosófica en torno a la vida y la muerte, con el

recurso del monólogo interior; con ella obtuvo ese año el premio “Aquileo J. Echeverría” en novela. Su más reciente

publicación es el libro de relatos intimistas, Detrás del espejo (2000).

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53

A partir de los años 70 la producción de los escritos de autoras en Centroamérica

retoma la problemática social suspendida hasta cierto punto con los movimientos sufragistas

de las feministas centroamericanas. El contexto político centroamericano aparece en primer

plano en la narrativa de mujeres: la insurrección armada, la revolución sandinista. La

liberación pasa por la lucha política, una de las corrientes más visibles del feminismo

latinoamericano:

“La liberación de la mujer está inevitablemente atada a una lucha política y social más grande

que es la lucha de los pueblos por liberarse de la opresión siendo menos obvio, el punto de

vista de que la lucha también implica rompimiento de las barreras que aíslan a las mujeres (no

solamente entre ellas, que es la norma más común del discurso feminista) sino de sus

comunidades y de la tierra misma”.

En el cuento “Una niña sin amor” (1971) de la colección Polvo del camino, (1971) de

Rima de Vallbona, (Costa Rica, 1931) los estragos de la actividad sexual masculina son

evidentes. Belita, la protagonista niña es víctima de tocamientos por parte de su padre. En su

descripción, la voz narrativa transcribe las sensaciones de la niña que compara las manos

callosas y sucias del padre con hormigas negras y sucias que salen de las hojas para posarse

en los pezones que son comparados con los capullos en flor “dos nacientes botones de rosa”.

La sensación es extraña porque “las hormigas electrizadas después de posarse en ese lugar” se

desparraman por todo el cuerpo para traducir el estupor de la niña protagonista65

.

En 1973 en Guatemala la publicación de Poemas de Izquierda Erótica (1973) de la

poeta guatemalteca Ana María Rodas (Guatemala, 1937), representa un momento

fundacional. Este poemario es emblemático porque marca la ruptura del canon literario

centroamericano. Ana María Rodas rompe con el silencio milenario gracias al cual se ha

sometido a la mujer a una sexualidad de servicio. Lo político es privado y lo privado es

político, ambos mundos están estrechamente interrelacionados sobre todo en lo que respecta a

la sexualidad.

65 En su análisis sobre este tema la universitaria Brigitte Robert en su tesis defendida en 2005, titulada Espaces et

identités dans le roman féminin centre-américain contemporain (1980-2000) encuentra dificultad para abordar el tema

del incesto. La crítica francesa llama a este acto estupro o incesto y utiliza el término “amor incestuoso”, “caricias

incestuosas” para designar la agresión sexual. Para designar la banalización de la violencia doméstica el sociólogo

Pierre Bourdieu (1998), utiliza el concepto de “violencia simbólica” cuya especificidad consiste en pasar desapercibida.

La torpeza no se puede confundir con un crimen ya que supone un estado engorroso al llevar a cabo una acción

determinada, mientras que un crimen supone una conducta que va contra la ley, una conducta prohibida, sancionada.

Este tipo de confusiones lingüísticas muy comunes impiden llamar las cosas por su nombre y permiten entretener la

confusión de las víctimas y como en este caso la del lector.

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En 1977 la novela El detén (1977) de la salvadoreña Claribel Alegría (1930), que

significa escapulario, Karen, una adolescente de quince años es internada en un colegio de

monjas luego de ser agredida sexualmente por Mark, el amante de su madre. El papel de la

monja consejera es fundamental en la sublimación del deseo por medio de la lectura y la

limpieza de la capilla.

Ese mismo año sale en Nicaragua El guerrillero (1977). Rosario Aguilar (1938) pone

en escena el compromiso social de la mujer de clase media en su país. En Nicaragua empieza

a manifestarse la oposición abierta contra el régimen dictatorial de la dinastía Somoza,

situación de la cual da cuenta este relato. La participación de las mujeres en esta lucha contra

la dictadura somocista es importante en la realidad tal como lo muestra el personaje del

cuento. El guerrillero que es un líder estudiantil, como muchos en la época, es comparado con

Jesucristo, el redentor de la maestra. La maestra soltera, primero pone en riesgo su vida, para

proteger al guerrillero herido. Ella queda preñada. El guerrillero desaparece.

A él no le importa nada de lo que pasó con ella después. Nunca, nunca volvió. Desapareció. Ni

le mandó una sola razón, ni sintió pesar dejarla: un hombre que se encuentra obsesionado por

una sola idea fija, ya casi como locura, no piensa nada más en eso, (p. 214).

La palabra pesar traduce la empatía. Aquí se ve que no hay ningún sentimiento, ni

participación alguna por parte del hombre en el trabajo productor y reproductor. El acto

sexual es considerado como un acto puramente reproductor como en el mundo natural. En

esas condiciones se reproduce la especia humana en la sociedad en la que vive la maestra. A

la maestra le sucede lo mismo que al personaje mítico de la Llorona de la cosmogonía

mestiza66

. El hombre la insemina y desaparece. Para la mujer la sexualidad, el placer sexual,

el autoerotismo es pecado ya que no tiene ningún papel en la reproducción. El aborto es

también pecado y delito susceptibles de castigo severo. La mujer que no asume su papel

reproductor es condenada al infierno de la marginalidad social67

.

66 Ver al respecto Milagros Palma, La dimensión mítica de la tradición oral en Nicaragua, Paris, EPHE, 1978, tesis

bajo la dirección del Profesor Jacques Soustelle. 67 Muchas poetas de clase alta y media optan por el compromiso político de izquierda que defienden con sus escritos

como la poeta nicaragüense Gioconda Belli que publica los poemarios Línea de fuego (1978), Amor insurrecto (1984) y

que hace la apología del sacrifico de la militancia en su novela La mujer habitada (1988). Rosario Aguilar entra en la

línea del compromiso social con El guerrillero (1977) y Siete relatos de amor y de guerra (1986). Lo mismo hace la

poeta salvadoreña Claribel Alegría que había ganado el premio “Casa de las Américas”, 1978, el mismo año que la

poeta nicaragüense G. Belli, con su testimonio No me agarran viva. También publica La mujer salvadoreña en la lucha

(1983), Fuego Cruzado (1979). Al respecto ver la producción de las poetas nicaragüenses Vida Luz Meneses, El Aire

que me llama (1982), Michele Najlis, El viento armado (1969, 1982) y Daisy Zamora La violenta espuma (1981). Irma

Prego (Nicaragua 1931-2001) participa a su vez con su relato satírico, El General sátiro (1988), sobre una anécdota

familiar: la división de una familia por los conservadores y liberales, los grupos tradicionales que se han compartido el

poder en Nicaragua después de la independencia en 1921.

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A principio de los 80, aparece la novela Sin fecha fija (1982) de la panameña Isis

Tejeira (1933). Junto con el tema de la orfandad de la niña se aborda el sentimiento de culpa

inculcado y entretenido por el medio familiar (ya puesto en escena por R. Aguilar en el relato

Quince barrotes de izquierda a derecha, 1965).

En 1984, con su poemario El fin de los mitos y los sueños (1984) la poeta

guatemalteca Ana María Rodas alude al escepticismo con respecto a los ideales de la época en

pleno cuestionamiento de la opción armada de los revolucionarios en Centroamérica.

En 1988 se publica en Nicaragua la colección Mensajes al más allá, (1988), de Irma

Prego (Nicaragua 1931-2001) que pone en escena el drama de la vida conyugal, con ironía,

algo muy poco usual en las escritoras68

.

En efecto en Agonice con elegancia (inédito), Morena Santa mata a su esposo por el

abuso permanente del cual es víctima. En Irma Prego hay una suerte de amargura; para ella la

única solución es la eliminación del otro como ya se había contemplado en Quince barrotes

de izquierda a derecha (1977) de R. Aguilar. Pero la eliminación no elimina ni la violencia

simbólica, ni el imaginario gracias al cual se perpetúa la ideología sexista como lo constata la

crítica literaria Anna González de la Universidad North Carolina69

.

En efecto, no se puede cambiar la dominación, ni la opresión si no se conocen los

mecanismos de reproducción de su estructura. Las mujeres no están condenadas a vivir

sometidas y a ser discriminadas para siempre; ellas pueden cambiar y eso es lo que se observa

en el personaje de Inés (“Monja de Clausura”, 1996) que renuncia al sometimiento. Esta

década se cierra con el tema de la orfandad y la nostalgia de la madre iniciado con Ifigenia

(1924). Este tema es tratado como telón de fondo en la primera novela La mujer habitada

(1988) de Gioconda Belli (Managua, 1948) en donde el discurso del compromiso social es

llevado a su máxima expresión con el sacrificio de Lavinia que a la manera de los santos de

principios de la era cristiana o los fundamentalistas musulmanes que ven la necesidad del

68 Con un “humor cáustico” según expresión del escritor nicaragüense José Coronel Urtecho, en su prefacio a la edición

de la editorial Nueva Nicaragua del Estado revolucionario 1984. En él aconseja a la autora que no publique su

monólogo Agonice con elegancia (1984): “lo mejor tal vez sea que permanezca inédito por razones privadas”

(Introducción, p. 11-33, p. 34). Finalmente es incluido en la colección del mismo nombre con otra serie cuentos sobre

la misma temática conyugal que queda inédito. 69 “Ella se encuentra aislada y prisionera por algo más que los barrotes de su celda. Es perseguida y dominada por el

patriarcado que no puede ser erradicado por el asesinato simbólico de un hombre”. (Libros abiertos, Livres ouverts, N°

10, Paris, 1998).

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sacrificio para luchar contra el demonio de Occidente pero que en recompensa los espera en el

cielo un ejército de niñas vírgenes con las cuales podrán gozar sexualmente en la eternidad.

Aquí aparece la idea de reintegración en el ciclo de la vida que es una metáfora en la poesía

de Belli. La mujer tierra, es decir la mujer fecunda que el hombre hace producir, la mujer

fruto, la mujer objeto que se come, etc. Aquí no hay sólo una apología de la lucha armada sino

también el uso y abuso sexual contra el cual van a entrar en lucha muchas protagonistas entre

ellas Sofía el personaje epónimo de su siguiente novela. Y que es un fenómeno de la época

como lo constata José María Mantero70

:

La generación de poetas de 1990 se diferencia del resto, porque en ella el distanciamiento con

otras generaciones literarias es más firme y sostenido. Esto es debido posiblemente a la postura

de apoyo incondicional, a favor de la Revolución y de justificar la guerra en la que miles de

jóvenes perecían, que asumieron la gran mayoría de los intelectuales y artistas, promoviendo la

grandeza del heroísmo, rindiendo culto desmesurado a una cultura de martirio y de muerte.

Toda esta propaganda literaria funcionó como un choc cultural a esa generación71

.

Este compromiso con la causa revolucionaria aparece en Lavinia como la solución a

su profunda soledad. Lavinia se siente abandonada como “una huérfana”, por su madre como

le sucede a la niña de Primavera Sonámbula (1964) pero ella termina como María Eugenia

Alonso, de la novela Ifigenia (1924) con el encuentro de su prometido aunque “Físicamente

no es un príncipe soñado; no pero que le da la seguridad que necesita” (p. 25).

La tortura del débito sexual ya expresada en Poemas de Izquierda erótica (1973),

aparece con una multitud de detalles: horario, frecuencia, percepciones de los personajes

femeninos para soportar el sufrimiento y mantener las relaciones de poder en las cuales el

coito (deber conyugal o sometimiento erótico (Bourdieu, 1998) es una de las vejaciones para

Sofía en la novela Sofía de los presagios (1990) de la escritora nicaragüense Gioconda Belli

(1948). Sofía escapa gracias a la astucia y en complicidad con dos brujos del pueblo, uno de

los cuales le enseña a obtener placer sexual.

En 1991, se publica la novela No pertenezco a este siglo (1991) en la cual la única

liberación frente a la tortura sexual es la autodestrucción de la protagonista. La escritora

panameña Ana María Briton no contempla aún la posibilidad de liberación de Helena Galindo

que sufre en silencio como su madre, las embestidas de su cónyugue: “Estoy cansada de fingir

70 Ver al respecto su artículo en línea : Marta Leonor González y Huérfana embravecida disponible en el enlace:

www.dariana.com/diccionario/marta_leonor_gonzalez2.htm - 64k 71 www.dariana.com/diccionario/marta_leonor_gonzalez2.htm - 64k

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una felicidad que no siento y te aseguro que a veces me provoca matarme para escapar a este

yugo” (1995: 113).

La expresión para “escapar al yugo” sugiere el deber conyugal, “la obligación” que

exige la Iglesia de la mujer. Desde la noche de bodas, Helena Galindo pide a su madre un

somnífero. Helena grita su desgracia de ser mujer. Para evitar ser penetrada finge náuseas, “no

se atreve a protestar” (p. 113). Helena Galindo se refugia en la locura y un día aparece muerta.

Pero su marido incumbe el crimen a la sirvienta Enercia. Doña Isabel, la madre de Helena

profundamente dolida por la muerte de su hija, se siente culpable porque no le enseñó lo que

ella solía hacer para impedir el abuso sexual de su marido. Tuvo que recurrir a muchas

astucias para que don Juan no se acercara a su lecho: “malestares”, “reglas” a pesar de lo que

oía en su medio: “debe someterse” al “deber conyugal”. El narrador hace alusión a los

“apetitos casi animales de los hombres”. En efecto, las esposas en estas novelas tienen que

estar disponibles a la sexualidad de sus maridos, sometiéndose a sus demandas, como lo

impone el sacramento del matrimonio. La madre de Helena fue más firme ya que había

constatado la diferencia entre hombres y mujeres en relación al placer: “A las mujeres no les

interesa la lujuria propia de los hombres” (p. 207).

La diferencia fundamental reside en la oposición placer/sufrimiento, activo/pasivo,

hombre/mujer. La locura proviene del hecho de que la protagonista no invierte normalmente

la pulsión en el placer, como lo sugiere Freud (1895) en su libro Inhibition, symptôme et

angoisse72

.

La relación sexual, lo que comúnmente se llama amor, “hacer el amor” es una relación

de dominación como lo señala Pierre Bourdieu (1998)73

.

El deber conyugal y la pérdida de la razón es un tema recurrente en esos años como se

puede constatar en los personajes de los relatos: María la noche (1985), La loca Gandoca

(1992), Situaciones conyugales (1993) de Ana Cristina Rossi. La locura y el asesinato de la

mujer son dos métodos utilizados por los personajes masculinos en la novela María Isabel

(1995) de la guatemalteca María Odette Canivell Arzú (1960) y en los relatos de la

72 « Une excitation libidinale est provoquée, elle n’est pas satisfaite, pas employée: à la place de cette libido détournée

de son utilisation survient alors l’état d’anxiété ». Préface de Jacques André al libro de Sigmund Freud Inhibition,

symptôme et angoisse, Paris, PUF, 1993. 73 « La domination est construite à travers le principe de division fondamentale entre masculin, actif, et le féminin

passif. Ce principe crée, organise, exprime et dirige le désir ». Op. cit. p. 27.

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guatemalteca Mildred Hernández (1966). En su colección Orígenes (1995) pone en escena la

locura como resultado de la violación conyugal. Los mecanismos del acoso moral y

psicológico por parte de los personajes masculinos permiten apreciar las estrategias de la

dominación.

En el último decenio del siglo XX el relato “Monja de Clausura” de la colección

Mariana en la Tigrera (1993), pone en escena la liberación del deseo de Inés, reprimido

durante su larga vida conyugal.

La novela Todas íbamos a ser reinas (1997) de Rosa María Britton (1936), retoma el

título del poema de la chilena Gabriela Mistral (Tala, 1938). En el poema Todas íbamos a ser

reinas (1938) de Mistral se cuenta la historia de cuatro niñas Rosalba, Efigenia, Lucila y

Soledad que crecen soñando con la nobleza a la cual piensan acceder cuando sean grandes con

el encuentro de un rey o un príncipe. En el final del poema se muestra el fracaso del sueño de

las niñas porque no serán reinas ni tampoco tendrán “reinos que llegan sobre el mar”. Este

sueño frustrado es promovido por el imaginario tradicional vehiculado por mitos, cuentos y

leyendas. En la novela Todas íbamos a ser reinas (1997), Ana María Britton trata de cuatro

alumnas del internado de Nuestra señora de Fátima en Cuba, Marta, Gloriela, Esmeralda y

Cristina. Pero en ella no se va a repetir la misma tragedia del destino femenino que está en

proceso de deconstrucción casi sesenta años después del poema. Cristina triunfa como

profesional y ese triunfo se lo debe a las monjas a pesar de sus métodos retrógrados

orientados a la sublimación del deseo: “Entre rezo y rezo, las monjas de Nuestra Señora de

Fátima, se habían empeñado en hacernos independientes” (p. 20).

Esta ruptura con respecto a la idea de destino referente al género es fundamental. El

destino es una fuerza superior que obliga a aceptar las normas como inevitables74

… Los

personajes analizan las diferencias entre el sexo biológico (natural) y el sexo social o género

(cultural). Este último es una construcción susceptible de cambio. El género depende de la

cultura, las creencias y los valores de la sociedad. El tiempo y las circunstancias sociales

determinan el cambio de lo que se creía fijo y eterno como lo constata Joan Scott: “El sujeto

se encuentra en un proceso permanente de construcción” (p. 125).

74 Ver al respecto P. Bourdieu (1998: 272) : « C’est cette force supérieure, qui peut lui faire accepter comme inévitables

ou comme allant de soi, c’est-à-dire sans délibération ni examen des actes qui apparaîtront à d’autres comme d’une

grande banalité ».

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Es la represión con respecto a las normas la que producen una apariencia de

permanencia, de eternidad en la adquisición de los caracteres de la feminidad como se puede

observar en el relato Primavera sonámbula (1964). O bien en los métodos de tortura sexual de

la cual es víctima Helena Galindo o su madre Doña Isabel que terminan desquiciadas y

aniquiladas por el marido. Lo mismo que María Isabel, (María Isabel, 1995) o la misma Inés

(“Monja de Clausura”, 1997).

Sobre el tema de la represión sexual orientada al mantenimiento de la inhibición del

deseo femenino, aparece la colección Daguerrotipos y otros retratos de mujeres (1999), de la

académica y crítica literaria nicaragüense Isolda Rodríguez Rosales.

En 2001, se publica la colección, El Desencanto (2001), de la escritora salvadoreña

Jacinta Escudos (El Salvador, 1960) que reanuda con estos temas75

. Arcadia hace un balance

de sus encuentros sexuales en busca de la nobleza y la felicidad que le sugieren los mitos,

cuentos y leyendas. Arcadia constata con amargura que ha aprendido la gran estafa de la cual

ha sido víctima, de los sueños que se promueven por medio del cine, la literatura, los mitos y

los cuentos. Pero ya se siente vieja como una viuda. De ahí su título El desencanto (2001)76

.

Sin embargo la mezcla de ironía y amargura da una nota singular a sus relatos. En la novela El

sueño del ángel (2001), de la escritora nicaragüense Gloria Elena Espinoza de Tercero (1948),

el sexo aparece como algo apocalíptico comparado con una manifestación diabólica. La eterna

culpa de Augusta que casi provoca al nacer la muerte de su madre, (y educada bajo el férreo

control de ésta), reaparece cuando se abandona a un efímero placer e identifica al personaje

internacionalista que confunde con un Dios en el momento del orgasmo77

.

A estas alturas de nuestra presentación destacamos las novelas que vamos a estudiar

de manera pormenorizada.

75 Cuentos sucios (1998), Contracorriente (1996.) de la misma autora. 76 Ver mi novela Desencanto al amanecer (1995) que es una crítica de los ideales revolucionarios, el martirologio y el

abuso sexual al cual es sometida Fernanda que termina suicidándose. 77 En la novela de Marisela Quintana, Tras la rendija (2003) se plantea la situación de una pareja que goza de los

avances sociales para la mujer: derecho a la contracepción, trabajo; queda pendiente el placer sexual. El hombre se

aprovecha de ella, la engaña. La protagonista tiene que compensar su soledad y su frustración con el consumo que le

permite la promoción de una feminidad arcaica que la aliena aún más. Victoria no es el símbolo de la victoria femenina

a pesar de todo lo que obtiene sino el símbolo de la victoria masculina. Al final, la relación con su pareja aparece

menos en el centro de atención de la búsqueda de seguridad económica que el personaje posee. Está siempre presente el

tema de la soledad, de la búsqueda de la valorización del cuerpo del personaje femenino a través de la exacerbación de

la diferencia con signos exteriores de la feminidad. ¿Con qué objetivo andar como vitrina pública exhibiéndose como

objeto de consumo? Ese es un problema fundamental que en la literatura europea ha sido resuelto. Esta misma idea

aparece en la novela La Promesante (2001) de Rosario Aguilar.

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6.3. Temas recurrentes

La orfandad

La crítica feminista ha puesto a la luz y problematizado sobre el tema de la orfandad

de las protagonistas en los relatos de escritoras latinoamericanas. Este tema, iniciado con la

venezolana Teresa de la Parra (Ifigenia Paris, 1924), se repite a lo largo del siglo XX78

en

narraciones de autoras centroamericanas (Dröscher, 2003, Robert, 2005).

La orfandad de las protagonistas es considerada como una nueva estrategia orientada a

cuestionar el papel de la madre y de la familia en la educación de las niñas de clase alta y

media en América latina (Lagos, 1993, Dröscher, 2003)79

.

Sin embargo esta estrategia no data de los 60, como sugiere Dröscher (2003), ya que

desde la novela Ifigenia (1924) la protagonista es huérfana. Además la orfandad no le procura

ninguna ventaja, ninguna libertad, como se suele pensar. María Eugenia Alonso no escapa a

las normas del género femenino. Al contrario, la protagonista se somete a las convenciones

para poder mantener su estatus en la sociedad de su época. Sin genitora o con genitora la

fuerza de la norma es siempre coercitiva. Después de un periodo de seudo-rebelión,

considerado como capricho más que todo, la protagonista acata con docilidad las normas del

género como sucede con las protagonistas de muchas ficciones de autoras latinoamericanas

publicadas entre 1924 y 2000 (Lagos, 1993, Robert, 2005).

La representación de la orfandad de las protagonistas es una figura literaria que forma

parte de la retórica de la deconstrucción del género y con la cual se representa lo que no se

puede decir, la carencia de afecto, el abandono afectivo, el desamparo, la indiferencia, la falta

de empatía del medio familiar, el sufrimiento, la vulnerabilidad crónica al cual se ven

abocadas las niñas protagonistas. Suerte de eufemismismo, esta metáfora hace también

alusión a una carencia afectiva además de la pérdida de la genitora, o madre biológica.

En las novelas de formación de la protagonista se pueden distinguir tres tipos de

orfandad:

78 María Inés Lagos (Washington University) lo constata en su estudio que abarca 62 años de narrativa femenina (1924-

1986), con 20 autoras de lengua española de casi todo el continente desde México hasta Chile. 79 Véase Dröscher: “La figura de la huérfana como metáfora de la situación de la mujer en los años setenta”, 2003.

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Orfandad biológica. La madre de la niña muere al nacer como sucede con

protagonistas anónimas (“Quince barrotes de izquierda a derecha” 1965), Sin fecha

fija 1982)80

.

Orfandad en los primeros años de vida de la protagonista. El modelo de este tipo de

orfandad es María Eugenia Alonso, (Ifigenia 1924). A este tipo de orfandad pertenece

Sofía81

(Sofía de los presagios, 1990)82

.

El tercer tipo de orfandad es un síntoma: profundo sentimiento de soledad, de

desamparo, de carencia afectiva que desestabiliza al sujeto hasta tal punto que le

impide consolidar su identidad. Este sufrimiento común a las protagonistas anónimas

de Primavera sonámbula (1964), de “15 Barrotes de izquierda a derecha” (1965) y de

Lavinia, protagonista de La mujer habitada (1988), corresponde a lo que Freud suele

llamar síntoma, que se manifiesta después de un trauma no resuelto.

Este conflicto inconsciente se pone en escena en las narraciones que denomina novela

familiar, el psicoanálisis83

. Frente a este sentimiento de abandono y desamparo, las

protagonistas imaginan a una madre ideal, afectuosa, noble. Es decir que se proyectan en una

relación completamente diferente y opuesta a la relación que mantiene la madre con ellas.

Gracias a esta proyección imaginaria la niña desvalorizada se valoriza. Esta orfandad es como

tabla de salvación.

Estos tres tipos de orfandad tienen un denominador común: la falta de afecto y de

apoyo emocional en el cual crecen las protagonistas, rechazadas, culpabilizadas, condenadas

irremediablemente a la inestabilidad emocional. Varias protagonistas anónimas, Primavera

80 “Por ti murió tu madre, murió de parto”. Sin fecha fija, p. 14 81 Aunque la madre no muere sino que desaparece junto con el mundo de la quietud de la infancia al lado de la madre y

el padre. La terrible pesadilla cuando la madre se va. Ella la sigue. Nunca la encuentra. Sofía está condenada a caminar

sola por el mundo. En el pueblo Sofía es adoptada por Eulalia y Don Ramón. Pero a pesar de todos los cuidados que va

a obtener de ellos que son como verdaderos padres, ella se siente con la identidad extraviada, y todos los esfuerzos que

ella va a desplegar van a estar orientados a reducir el desorden que este abandono ha dejado en su ser. Sofía se siente

huérfana. Ha sido abandonada (p. 60) “No sabe quién la parió”. (p. 54). 82 Ver también protagonistas de autoras de otros países: Lucrecia (La casa de los Mondragón, 1998), Esmeralda,

(Libertad en Llamas, 1998), Mariana (El último juego, 1977), Fidelina (Entre altares y espejos, 2000), Maruxa (La

estirpe del volcán, 2002), Paula y Leticia (Siete relatos sobre el amor y la guerra, 1977), Olga (Sobrepunto, 1985).

83 “Consiste dans l’idée, assez fréquente chez les enfants, qu’ils sont nés de parents différents de ceux de la réalité; un

premier scénario (antérieur a la prise de conscience de la différence de sexes) leur substitue des personnages

merveilleux, en général princiers; le second scénario ennoblit le père sans changer la mère: du coup, elle aura trahi la

fidélité due à son mari, mis au monde un bâtard et mérité les pires insultes. L’autre formation que l’on rencontre

fréquemment est désignée par le titre que Freud a donné à son récit : ‘Un enfant est battu’: ici, le sujet se plaît à

imaginer soit que c’est lui-même qui est fouetté sous l’apparence d’un (e) autre, soit qu’il est vengé par la punition que

l’autre reçoit et qu’il aimerait bien lui infliger lui-même; la consonance sado-masochiste est a peu près explicite ». Jean

Bellemin-Noël, La psychanalyse du texte littéraire, Introduction aux lectures critiques inspirées par Freud, Nathan III,

Paris, 1996, p. 27.

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sonámbula (1964), “Quince barrotes de izquierda a derecha” (1965), Sin fecha fija (1982),

sufren en el desamparo más grande como también es el caso de Marita, “Marita la culpable”

(1984), que termina tan desvalorizada por su marido y su hijos que se vuelve invisible. En los

tipos dos y tres, la indiferencia, el abandono afectivo y sobre todo el maltrato físico y

psicológico por parte de la madre son determinantes para la consolidación del sentimiento de

inseguridad de las protagonistas. Las niñas añoran una época fusional. Esta situación hace que

las protagonistas deseen ser adoptadas por algún familiar como Lavinia en La mujer habitada

(1988), que lo es por su abuelo y su tía. Sofía el personaje epónimo de Sofía de los presagios

(1990) es adoptada por doña Eulalia y don Ramón que son personajes ajenos a su entorno

familiar. Otras protagonistas se construyen un mundo imaginario en donde configuran

relaciones de gran afecto y armonía con un ser ideal en la mayoría de los casos de sexo

femenino.

La carencia afectiva de las protagonistas es tal que las escritoras han recurrido a una

estrategia literaria para representar su sufrimiento. Francine Masiello en su texto, “Ley,

trasgresión: especulación sobre la novela (feminista) de vanguardia” (1985)84

hace alusión a

la estrategia empleada por las protagonistas anónimas o huérfanas, lo cual es una forma de

cuestionar “los principios que organizan la familia dentro de la obra literaria” (Lagos, 1993:

51).

La rigidez de la madre ya había sido constatada por la italiana Gianini Belotti en su

libro A favor de las niñas (1973) como el proceso de un modelo en transformación: las

madres son más severas y rígidas con las hijas, sobre todo cuando éstas son hipertónicas, es

decir, activas, curiosas, independientes, ruidosas, muy precoces desde el punto de vista de la

movilidad, es decir, cuando tienen rasgos de comportamiento considerados como masculinos

(Lagos, 1993: 92).

Esta misma tendencia de mostrar la impotencia de la niña protagonista frente a la

rigidez de los códigos de la feminidad imperantes en las sociedades centroamericanas se

consolida con Noche en vela (1964) de Rima de Vallbona (Costa Rica, 1931).

La educación religiosa

84 Revista “Iberoamericana”, 51, 132-33 (1985: 807-22).

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La educación religiosa refuerza la noción de sumisión de las protagonistas. La

negación del deseo del yo en aras del bien y la felicidad de los demás es una de las bases

sobre las cuales se sustenta la educación religiosa que reciben las niñas. Karen, La

protagonista de EL detén (1977) de Claribel Alegría (El Salvador, 1924) está interna en un

colegio religioso y lamenta el control estricto al cual es sometida por las monjas. Esto mismo

se puede constatar en Nena la protagonista del cuento “Me van a matar” (1987) de la

colección de cuentos Mensajes al más allá, (1987) de Irma Prego (Nicaragua, 1933-2001) que

sufre de la falta de libertad85

.

Este mensaje codificado en términos religiosos contribuye a consolidar durante la

niñez la idea según la cual los intereses y necesidades propias son secundarios.

El sentimiento de culpa, la angustia permanente frente a una pulsión desviada de su

objetivo: el placer sexual, y los terrores exacerbados contribuyen a crear en las protagonistas

una actitud que destruye por completo su propia seguridad y autoestima.

En Centroamérica y en América latina por lo general las jóvenes de clase alta y media

van a los colegios religiosos privados. En su estudio sobre los relatos de formación de

protagonista femenina en Hispanoamérica, María Inés Lagos (1993), analiza el complejo

proceso de crecimiento de la niña protagonista enfrentada al modelo de feminidad tradicional.

La inhibición del placer femenino

El placer femenino es prohibido como se puede constatar en la novela Primavera

sonámbula (1964). La niña anónima pierde la razón hasta que acepta su inversión en el

servicio sexual y la maternidad. Es necesario esperar para que por arte de un milagro el

cuerpo y el deseo diabolizados adquieran su dimensión sobrenatural, más allá de lo natural, lo

que nunca se había aceptado. En “Monja de Clausura” de la Colección Mariana en la tigrera

(1996), de la poeta y narradora guatemalteca Ana María Rodas, Inés acepta y reconoce el

85 Véase también Lilus Kikus (1976) de Elena Poniatowska (París, 1933) niña dócil y sumisa que se encuentra en un

colegio religioso y que no tolera el orden que quieren imponerle los adultos. Es inestable porque carece de libertad.

Karen del EL detén (1977) de Claribel Alegría (El Salvador, 1924), es una niña difícil, expulsada de su casa por su

madre quien descubre tocamientos de su amante. Interna en un colegio religioso, lamenta la severidad de las monjas y

del trabajo al cual es sometida. Narcisa: Hagiografia de Narcisa la bella (1985) de Mireya Robles (Cuba, 1934), la niña

sin nombre en Tiempo que ladra (1991) de Ana María Río (Chile, 1948). Con frecuencia la ironía es una figura para la

crítica de las limitaciones sociales de las niñas protagonistas.

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deseo y en un acto de creación cosmogónica va nombrando positivamente los órganos

sexuales femeninos.

Pero la diabolización no desaparece de un día para otro. Cuando un personaje

femenino, como Ana Cecilia, de la novela, La Promesante (2001) se atreve a gozar, vulnera

los códigos de la feminidad que le prohíben el placer a la mujer y el castigo es de orden

divino. En este caso el personaje es condenando a una vida de penitencia por la eternidad. En

esta novela la autora vehicula una moral religiosa a la manera de una pastoral.

El tema del abuso sexual del cual es víctima la niña protagonista por parte del genitor

es explorado también en “Quince barrotes de izquierda a derecha” (1965) y en EL detén

(1977) de Claribel Alegría (El Salvador, 1924). Karen es una niña difícil, expulsada de su

casa por su madre quien descubre tocamientos de su amante. Está interna en un colegio

religioso en donde encuentra la severidad de las monjas.

El sufrimiento del deber conyugal, es un tema recurrente en los últimos treinta años

del siglo XX como lo expresa la voz poética en Los poemas de izquierda erótica (1973).

También se puede constatar en los relatos de la costarricense Ana Cristina Rossi (Costa Rica,

1952): María la noche (1985), La loca de Gandoca (1992), y en Situaciones conyugales

(1993). En la novela No pertenezco a este siglo (1991), Helena Galindo, sufre en silencio

como su madre. La novela no contempla aún la posibilidad de liberación de Helena y como no

soporta las embestidas sexuales es asesinada por su cónyugue.

La locura que resulta del abuso sexual además de inestablidad afecta la pulsión del

sujeto femenino. Esta obstrucción acompañada de una práctica sexual violenta es comparada

con una tortura como lo sugiere la voz poética en Los poemas de izquierda erótica (1973). El

torturador sexual es un tirano, un dictador. La relación sexual, lo que comúnmente se llama

amor, hacer el amor es una relación de dominación como lo señala Pierre Bourdieu (1998).

La eliminación física es la etapa última, a la cual llegan los personajes masculinos en

el sometimiento de las protagonistas como se puede observar en los relatos de Mildred

Hernández (Guatemala, 1966). En su colección Orígenes (1995) pone en escena la locura

como resultado de la violación conyugal. Los mecanismos del acoso moral y psicológico por

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parte del personaje masculino forman parte de las estrategias usuales de denominación de los

tiranos sacados de las novelas de dictadores de los años 70 en América latina86

.

La diferencia fundamental según esta creencia reside en la oposición

placer/sufrimiento en la construcción del género. El sujeto masculino debe ser activo, con

apetito sexual, y el femenino pasivo, asténico.

Para el hombre el placer es bueno mientras que para la mujer es malo. Esta creencia

contribuye al trastorno de los personajes femeninos, ya que el proceso pulsión/placer está

obstruido en el sujeto femenino como lo constata Freud en su libro Inhibition, symptôme et

angoisse (1895), la falta de inversión normal de la pulsión en el placer, origina una serie de

trastornos psicológicos graves.

Después de haber enumerado los temas que comparten las autoras centroamericanas

con el resto de autoras de otros países de América latina, nuestro trabajo consistirá en analizar

el origen de tanta vejación, de tanto sufrimiento. También daremos en la última parte algunas

pistas sobre el desmonte de este comportamiento inculcado desde la infancia en las

protagonistas.

7. Presentación del corpus

7.1. Las autoras y sus obras literarias

Nuestro corpus cuenta con obras de las siguientes autoras: Rosario Aguilar

(Nicaragua,1938), Primavera sonámbula (1964), La promesante (2001).- Gioconda Belli

(Nicaragua, 1948) La mujer habitada, novela (1988), Sofía de los presagios (1990).- Rosa

María Briton (Panamá, 1940), El ataúd de uso, novela (1986), Todas íbamos a ser reinas,

novela (1997).- Jacinta Escudos (El Salvador,1960), El desencanto (2001), Cuentos sucios

(1998), Contracorriente (1996). - Irma Prego (Granada, 1933-2001) Mensajes al más allá

(1987). Y la colección inédita en la cual figuran los siguientes cuentos: “El clerizonte”, “El

contrabandito”, “Las niñas Lacayo”, “Un niño en su día malo”, “La aristócrata y su mulato”,

“Por una tarde linda”, “La hipersexual”, “Me van a matar”, “El cumpleaños de Papá”,

86 En las cuales hablan con lujo de detalles los escritores M.A. Asturias, en El señor presidente (1973) y G.García

Márquez, Otoño del patriarca (1975).

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“Agonice con elegancia”.- Ana María Rodas (Guatemala,1937), Izquierda Erótica (1973),

Mariana en la Tigrera (1990).

7.2. Contexto editorial

En Centroamérica la actividad editorial es reciente y a pesar de algunos esfuerzos

estatales y privados sigue siendo casi inexistente. En algunos países no se puede hablar aún de

industria editorial. En los años setenta los autores de la región asumían en su totalidad el

proceso de fabricación de sus obras en imprentas locales rudimentarias. Algunas de esas

imprentas, que funcionaban en los colegios religiosos y hospicios de huérfanos que fabricaban

sobre todo novenas, folletos de carreras de cinta y fiestas patronales, se modernizaron, y con

nuevos medios de producción se volvieron editoriales de materiales pedagógicos para

escolares. A partir de ese momento el autor hace su libro dotado de un sello editorial pero

asumiendo no sólo los costes sino también la promoción y venta de su producto. Muchos

necesitarán entre diez, quince y más años para agotar una primera edición de mil ejemplares.

Muchos nunca la terminarán y agobiados por esa experiencia negativa no editarán más87.

En Nicaragua en los años ochenta surgen dos editoriales estatales cuyos objetivos son:

difundir la ideología del gobierno sandinista: “Todo era de interés político: discutir las ideas,

rescatar la historia del Frente Sandinista para que la población la conociera”88

.

Las editoriales eran subsidiadas89

y los libros eran distribuidos gratuitamente. En

vísperas de la caída del Muro de Berlín, 1989, la solidaridad empieza a desfallecer y las

editoriales tienen que organizarse con una economía de mercado90

.

La crisis editorial abre nuevas perspectivas de promoción en el exterior para los

autores comprometidos con la revolución. Aunque algunos logran ser conocidos en el

extranjero gracias a la solidaridad internacional, muchos quedarán en el limbo, una vez

87 En un intento por entender el fenómeno editorial en centroamérica hice una serie de entrevistas que me permitieron

constatar la similitud de situaciones al respecto. Libros abiertos, op.cit. 88 Entrevista con Francisco Montoya director de Vanguardia, Managua. entrevista hecha por M. Palma en la Feria del

libro de Guadalajara, México 1996 y publicada en Libros abiertos, op.cit. 89 Vanguardia y Nueva Nicaragua eran subsidiadas por partidos de izquierda de Alemania y España. F. Montoya., op.

cit. 90 Como los libros no tenían mercado y no permitían la supervivencia de la empresa, en 1988 Vanguardia redefine su

política y se lanza con libros de autores que estaban en el poder como el caso concreto de La mujer habitada de

Yoconda Belli cuya promoción se hacía con apoyos en las relaciones de orden político”. F. Montoya., Libros abiertos,

N° 6 año IV, enero/julio 1997 p. 20-22.

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pasados los primeros cinco años de euforia revolucionaria cuando las ayudas se vuelven cada

vez más escasas.

Sin embargo el problema de fondo de las editoriales es el analfabetismo como lo

demuestran los editores de Honduras, el Salvador y Nicaragua entrevistados. La directora de

la Editorial Guaymuras de Tegucigalpa, Honduras, Isolda Arita Melze afirma que a pesar del

esfuerzo de difusión y distribución exponiendo los libros en las vitrinas de las librerías, los

libros no se venden ni se mueven. “Estamos en una sociedad donde la lectura no es un

quehacer cotidiano de los hondureños”91

. La directora de la Editorial Arcoiris de San Salvador

(El Salvador) Beatriz Rosales constata a su vez: “somos un pueblo con una tasa de

analfabetismo bastante alta, no se ha desarrollado el gusto por la lectura. Recién se está

promoviendo. No hay apoyo del Estado. La cámara del libro del Salvador es totalmente débil,

no tiene fondos para nada. Te toca andar en las calles, en la universidades, en los colegios

promoviendo”92

. El director de la editorial Vanguardia, de Managua (Nicaragua), Francisco

Montoya, recuerda el mismo problema cuando dice que “sólo vendía un 20% del total del

tiraje de un libro, el resto quedaba embodegado”. El país no tenía el mercado suficiente para

una edición de 1500 a 2000 ejemplares a causa del poco incentivo por la lectura. Costa Rica

que ha sido uno de los pocos países de la región dotado de un sistema educativo desde finales

del siglo XIX con lo cual el índice de analfabetismo ha sido uno de los más bajos de la región,

no escapa a la regla93

. En el año 34 el escritor Mario Sancho escribía: “Publicar un libro en

Costa Rica, si no se es rico y si se tiene en mira sacar siquiera los gastos de la impresión, tiene

que ser visto y compadecido como un acto de verdadera locura”94

. A partir de los años

91 Op. cit., Libros abiertos, N° 6 año IV, enero/julio 1997 p. 20-22. 92 Libros abiertos, N° 6 año IV, enero/julio 1997 p. 23-26. 93 En el año 2000 contaba con el 5% de analfabetismo de los cuales 50% son hombres y 50% son mujeres. Lo cual es

una excepción porque por lo general el analfabetismo es más fuerte entre las mujeres que entre los hombres. Las

razones invocadas para excluir a las mujeres del sistema escolar ha sido que ellas deben ser educadas para el hogar y el

hombre tiene que tener una educación que le permita subvenir a las necesidades económicas del hogar. La falta de

educación de las mujeres ha sido uno de los factores que ha perpetuado la dependencia con respecto al hombre.

Guatemala se encuentra con los índices más altos de analfabetismo. En el censo de 1990, el 44 % de la población era

analfabeta. De los cuales 37% eran hombres y el 49 % mujeres. En la población de Nicaragua en el 92 había el 23,7%

de analfabetos de los cuales el 24,1% eran mujeres y el 23,2% hombres. En El Salvador el 22, 9% de la población es

analfabeta. Estos datos provienen del censo de 1997. 94 Al finalizar el siglo XX Nydia Palacios Vivas constataba que la situación de las escritoras era muy difícil : La

mayoría de sus obras son desconocidas aun dentro de sus propios países debido a factores económicos, a la escasez de

editoriales y a la poca circulación del libro centroamericano. Ahonda el problema, el alto precio de los libros, accesibles

sólo para intelectuales o profesores y el reducido tiraje que en la mayoría de los casos se limita a mil ejemplares”. Se ve

la falta de conocimiento de Palacios Vivas en cuanto al funcionamiento del libro cuya difusión depende en gran parte

del lector, un elemento clave como lo constata Alexander Sánchez Mora en su artículo “El infierno verde: Las

estrategias publicitarias de un folletín”, a propósito del autor que a pesar de recurrir a toda clase de epitextos es decir

campañas publicitarias en el periódico en el cual se publica en entregas semanales, cuando lo saca nadie no logra el

éxito en ventas que esperaba con su edición de 500 ejemplares: “el mercado editorial de la Costa Rica de 1935 seguía

siendo extremadamente reducido y las posibilidades de publicar un libro, en consecuencia, casi nulas. no existían

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cincuenta en Costa Rica publicaban muchos autores de países vecinos en la editorial Educa

por lo general a cuenta de autor. La edición de libros en América Central, por lo general corre

por cuenta del autor95

. Cabe decir que los periódicos en primer lugar y luego a partir de los

años 60, las Universidades, han jugado un papel importante si no vital desde el punto de vista

de la difusión. En este contexto la crítica también es casi inexistente. Además la falta de

profesionalidad constatada con frecuencia por editores y por los mismos autores completa este

desolador panorama96

. La académica y crítica literaria nicaragüense Nidia Palacios Vivas

también lo constata: “Por lo general se habla de un libro casi siempre en términos elogiosos,

de manera muy subjetiva sin entrar en la poética del texto de su alcance en términos

sociológicos, antropológicos o estilísticos”97

.

No está de más decir que esta realidad golpea aún más a las escritoras quienes son con

frecuencia ignoradas por la escasa crítica y sus obras quedan en el silencio total cuando no

militan en el partido de turno en el poder.

7.3. Difusión de la producción literaria de escritoras en Centroamérica

En vista de esta realidad las mayoría de las autoras centroamericanas de nuestro

corpus que han publicado a cuenta de autor no sólo padecen de las mismas dificultades:

difusión, distribución, escasos lectores98

sino que además carecen de incentivos por parte de

editoriales en cuanto tales sino librerías e imprentas que se limitaban a imprimir el texto previo pago por parte del

escritor. Pero las dificultades no se detenían en el proceso de producción del libro, tal vez eran aún mayores los

problemas para hacer que éste circulara”. Las causa de esta dificultad son las siguientes “La comunidad de lectores era,

necesariamente, muy pequeña a causa de múltiples factores entre los que se puede enumerar la carencia de una

universidad, la exclusión de la educación formal de ciertos sectores sociales, las consecuencias de la crisis mundial de

esa década y la conmoción económica que el país venía sufriendo desde antes del estallido de 1929, así como por el

hecho de que la burguesía nacional, aquejada de cosmopolitismo, era incapaz de valorar la producción artístico,

científica e intelectual del país”, in Káñina, Revista de Artes y Letras de la Universidad de Costa Rica, vol. XXVII,

Enero-junio, N° 1, 2003. p. 11 95 Beatriz Rosales de la editorial Arcoiris constata que la mayoría de los autores en el Salvador se auto editan. En

Nicaragua, la editorial Vanguardia estableció una especie de relación de socio de la editorial. El autor paga el coste de

fabricación que aparece con el sello editorial y “nosotros asumimos el trabajo técnico de la edición y lo que es

distribución y promoción del libro. El autor se convierte en un socio de esa producción editorial y recibe un porcentaje

de acuerdo a la inversión que ha hecho”. F. Montoya., op.cit. 96 La directora de Guaymuras Isolda Arita Melze dice al respecto: “Además en una sociedad de escasos lectores hay un

problema de crítica. Sólo existe el elogio o la indiferencia lo cual es un freno al movimiento del libro. No hay crítica

desarrollada. No existe debate. No hay cultura del debate y de la crítica. Esto impide que circule la información

bibliográfica”. op.cit. 97 La escritora nicaragüense habla al respecto en su artículo publicado en el Nuevo Diario, 25 de nov 2000, Managua:

“Tres autores nicaragüenses, Mario Gallo, Franz Galich y Blanca Castellón: “Cualquier escritor nicaragüense sabe que,

en nuestro país, la crítica es el pilar más débil en el edificio de nuestra literatura. Quizás porque somos un país pequeño

y familiar, casi un espacio de cuatro corredores, cuando se trata del quehacer ajeno preferimos ofrecer el halago o la

velada insinuación, a la sinceridad de nuestro verdadero criterio”. 98 El analfabetismo es unos de los males sociales endémicos que no sólo mata al libro sino que además frena la creación

literaria y con ello la consolidación de la ilusión del sujeto autónomo necesario a la sociedad de derecho.

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su medio99

. Independientemente de que las autoras paguen por la publicación de sus libros,

existe un prejuicio con frecuencia evocado en el medio editorial sobre los escritos de mujeres:

la falta de calidad por falta de tiempo100

. Estos argumentos, por supuesto, carecen de

fundamento puesto que las mujeres que escriben por lo general pertenecen a la clase alta, con

medios económicos que les permiten tener servicio doméstico y por lo tanto contar con un

tiempo de ocio importante. Más que problema de tiempo, las mujeres adolecen de la falta de

motivación, por el hecho de ser desvalorizadas socialmente101

.

Su deconstrucción podría suponer un esfuerzo titánico que no sólo implicaría el acceso

de las mujeres a la educación formal, sino la promoción de la mujer sujeto para lo cual es

necesario un cambio del imaginario102

por medio del cuestionamiento de los mitos fundadores

del orden heterosexual (Squitecatte, 1995: 200) y la transformación de las representaciones

simbólicas de lo femenino103

. La falta de estima, de autoestima, la poca valorización que tiene

la mujer en general son una de las causas profundas de la falta de creación de la que desde

siempre ha sido excluída. Esto explica su escasa presencia. Sin embargo en cuanto a la calidad

de la creación femenina, hoy por hoy no se puede seguir diciendo que es inferior a la del

varón. El mismo boom de la escritura de mujeres de los años 70 en adelante es la prueba de

ello como lo constata Angel Esteban en su libro Introduction a la littérature hispano-

américaine (2000). En efecto este autor muestra cómo el desarrollo económico juega un papel

importante en este fenómeno social y cultural (México, Venezuela, Chile, Argentina,

Uruguay) que se caracteriza por la novedad del lenguaje que las mujeres utilizan al abordar la

99 Como lo constata la editora Isolda Arita Melze directora de la editorial Guaymuras, (Honduras) cuando alega que “la

mujer no cuenta con el apoyo con el cual cuenta el hombre para publicar. Cuando el escritor es varón, él goza de todo el

apoyo de su compañera, las mujeres se dedican a apoyar la labor autoral del esposo. Ese no es el caso de las mujeres.

Yo lo veo constantemente en Honduras. Hay muchas mujeres con inquietudes y todo pero el esposo no las acompaña y

no les dice 'bueno yo voy a asumir lo de la casa para que vos te dediques a tu libro'. Eso jamás se va a ver. En el caso

contrario se ve de manera permanente” (op. cit). 100 Como se puede constatar entre las editoras centroamericanas que hemos entrevistado: “La calidad del contenido de

los escritos de mujeres es menor que la de los hombres. La falta de tiempo que históricamente han tenido las mujeres

para desarrollarse más es parte de este problema. En poesía por ejemplo hay una escritora excelente pero algunas de sus

cosas son como hechas a la carrera, como cosas de esas que se hacen entre la cocina y el trabajo de la familia. Uno

siente que hace falta trabajo. No posibilidades y potencialidades, pero sí trabajo mayor dedicación, estar encima. Todo

eso por falta de tiempo. Insisto que sí, es por falta de tiempo.” (Arita Melze de las ediciones Guaymuras, Tagucigalpa,

op.cit p. 22). Esta opinión parece ser un prejuicio muy común no sólo en América Central. También se habla con

frecuencia de la falta de calidad del trabajo de creación de las mujeres. Al respecto dice: “Yo diría que hay menos

calidad.” 101 Como lo ha dejado claro la psicoanalista A.L Squitecatte en su libro Le silence de Jocaste en el cual muestra cómo

el destino de la mujer ha sido siempre seducir y cómo es dificil cambiar un imaginario arcaico que data de tiempos

inmemoriales. 102 « c’est toute l’image de la femme qu’il faut changer », (Squitecatte, 1995: 199). 103 Pierre Bourdieu recuerda que « si l’on accorde que les systèmes symboliques sont des produits sociaux qui

produisent le monde, qu’ils ne se contentent pas de refléter les rapports sociaux mais qu’ils contribuent à les constituer,

force est alors d’admettre que l’on peut dans certaines limites transformer le monde en transformant sa représentation »,

Réponses, Pierre Bourdieu avec Loïc J.D. Wacquant, Seuil, Paris, 1999, 270p. p. 22.

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vida cotidiana e íntima, del espacio privado al cual se les ha consignado, poco explotado en la

literatura o tratado con un lenguaje inadecuado, producto de estereotipos patriarcales. Esta

roducción literaria está cuestionando los estereotipos asociados al mundo104

que venían

utilizando imperturbablemente los creadores varones que tenían el monopolio de la creación

literaria:

L’apport le plus important et le plus orignal de la littérature du «post-boom» est venu des

femmes, qui ont fait irruption dans le panorama hispano-américain et international avec une

vigueur inconnue depuis les années 1960. Ce renouveau, marqué par la publlication de La casa

de los espíritus, le premier roman d’Isabel Allende (1982), a culminé avec le succès tant

editorial que cinématographique de Como agua para chocolate, roman de la Mexicaine Laura

Esquivel. Cet essor a été précedé par les œuvres de Elena Ponniatowska et de Rosarios

Castellanos, qui n’ont pas eu le soutien de la critique et des éditeurs, sans doute parce que les

grandes figures —de fait masculines— du «boom» (García Márquez, Cortázar, Borges,

Fuentes, Vargas Llosa), acccaparaient alors l’attention du marché de l’édition et des lecteurs

(Angel Esteban, 2000: 208).

Una de las características del lenguaje de las escritoras es exactamente el

lenguaje sencillo, ese mismo que había para legitimar su falta de calidad.

Sans aucune prétension, les auteurs n’aspirent pas a régenter ou a interpréter le monde mais

tentent seulement de le représenter à partir d’une perspective sciemment partiale, désordonnée,

sentimentale, en mettant surtout en relief le détail (Angel Esteban, 2000: 208).

Con mucha frecuencia las escritoras de este boom, nombran lo que no se podía

nombrar porque era declarado tabú105

y utilizan la ironía para mostrar lo absurdo de la lógica

de la idología sexista106

.

Esto que hoy es valorizado había postergado el reconocimiento de los escritos de

mujeres. Y que los hombres no estaban en condiciones de innovar, lo cual no quiere decir que

sean incapaces de apropiárselo. Este lenguaje introducido por las escritoras va a ser

retomando por los hombres a tal punto que en un momento dado con esas nuevas

herramientas ellos se han puesto a crear en países en donde ese lenguaje ya data como Francia

por ejemplo107

.

104 Al respecto la psicoanalista francesa Lucie Anne Skittecate (1995: 205) señala que: « Actuellement les femmes

refusent d’abandonner au lyrisme ou au dogmatisme masculin le privilège de dire ce qu’elles sont ou voudraint être ». 105 “La escritura del cuerpo está particularmente valorizada” literaria (Angel Esteban, 2000: 208). 106 El autor constata dos lecturas en los escritos de mujeres: una que trata de una anécdota una historia de amor y otra

en la cual se reflejan las contradicciones que encuentran las mujeres sometidos a la sociedad patriarcal. En esas novelas

hay dos voces: una que es la del discurso patriarcal y otro el de la cultura femenina singularizada por sus sentimientos,

su intimidad su subjetividad y sus deseos de afirmación y de autenticidad. Op. cit p. 89. 107 « Le succès des écrits des années 1980 ». op.cit., p. 87.

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Elpapel de la crítica en la invisibilidad de las escritoras es también relevante.El

profesor Jean-Paul Duviols (1994) constata lo absurdo del prejuicio que pesa en la literatura

escrita por mujeres:

Les critiques littéraires, qui sont en partie responsables de cette situation, pourront rétorquer

que le peu d’importance accordée à la littérature féminine a pour origine une qualité inférieure.

C’est là sans doute une argumentation aussi difficile à réfuter qu’à prouver car les ouvres

littéraires, pas plus que les autres créations artistiques, ne peuvent être soumises à une machine

infaillible, susceptible de déceler leur «niveau qualitatif ». Aussi l’échelle des valeurs s’appui-

t-elle en fait sur le succès auprès des lecteurs108

.

Los escritos de mujeres aunque escasos con raras excepciones siempre han caído en el

olvido109

. Además habrá que esperar110

que “solteras y viudas que a la sombra de los

conventos empiecen a escribir” (p. 31). Hay que esperar el siglo XVII111

. Esta es una

constatación importante como lo es también el hecho de que una vez que morían eran

enterradas definitivamente a tal punto que nadie volvería a hablar ni de ellas ni de sus obras.

En América latina los años 90 despuntan con esta inquietud. Así aparece Escritoras de

América. Una guía bio-bibliográfica. Compilación de Diane E. Marting 1998, cuyo prólogo a

la edición en español Monserrat Ordóñez comienza: “Hasta hace poco nos preguntábamos si

había escritoras en América latina” (p. 8). Luego continúa explicando la importancia del libro

que “ofrece una extraordinaria perspectiva de la creación literaria de más de cincuenta

mujeres de la mayoría de los países hispanoamericanos, desde el siglo XVII hasta nuestro

108 Véase el Prefacio al libro de Luisa Ballesteros: La femme écrivain dans la société latino-américaine, Paris,

L’Harmattan, 1994, 320 p. p5. 109 Esta constatación hace el profesor Jean Pual Duviols (Universidad de la Sorbona) en el prefacio a la tesis de

doctorado de Luisa Ballesteros: La femme écrivain dans la société latino-américaine , l’Harmattan, Paris, 1994, 320 p.:

« La littérature féminine a toujours été minimisée, voire occultée, et l’on retrouve dans l’histoire de la littérature, telles

qu’elle est diffusée, la même volonté de marginalisation, de domination sinon de mépris de la part du monde masculin,

que l’on connaît bien dans le domaine de l’histoire sociale. Cet essai voudrait participer, à sa manière, à un changement

de mentalités, en soulignant une situation inégalitaire et en mettant en relief l’importance d’œuvres littéraires passées

sous silence à cause du sexe de leurs auteurs. ” (o.p. cit., p. 5). 110 Es cierto, como lo constata la crítica literaria Angeles Inés Robledo que no hubo cronistas mujeres durante la

conquista. Hay que esperar la Colonia para que aparezcan las primeras mujeres, y no cualquiera, eran las que tenían

acceso à la educación es decir las blancas ya sea peninsulares o de origen criollo (p. 39). 111 Para que aparezcan los primeros escritos de monjas; aunque en la Nueva Granada se produzca una autobiografía

femenina; la de Francisca Josefa del Castillo. Sin embargo “las obras de centenares de autoras permanecieron inéditas o

fueron distribuidas como cualquier trabajo de costura manual” entre conocidos y amigos.” Nota preliminar del libro ¿Y

las mujeres? Ensayos sobre literatura colombiana de María Mercedes Jaramillo, Angela Inés Robledo, Flor María

Rodríguez-Arenas, Edición Otra parte, Universidad de Antoquia, 1991, 503p. p. 15.

En Nuevo Méjico Sor Juana Inés de la Cruz (1648-1695) es la muestra de ello ya que tuvo que optar por la vida

conventual a pesar de su falta de vocación para poder dedicarse a su trabajo intelectual: “Entréme religiosa, porque

aunque conocía que tenía el estado cosas- (de las accesorias hablo, no de las formales), muchas repugnantes a mi genio,

con todo, para la total negación que tenia del matrimonio, era lo menos desproporcionado y lo más decente que podía

elegir en materia de la seguridad que deseaba de mi salvación; a cuyo primer respeto (como al fin más importante)

cedieron y sujetaron la cerviz todas la impertinencias de mi genio, que eran de querer vivir sola; de no querer tener

ocupación obligatoria que embarazace la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado

silencio de mis libros” “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz” p. 827, Obras completas, México, Editorial Porrúa, S. A

N° 100, 1992. p. 941),

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tiempo” Marting (1998: XIV). La autora de la compilación insiste en el hecho de sacar del

olvido en la búsqueda del reconocimiento de muchas voces silenciadas hasta entonces: “Este

libro desea presentar a un amplio público la mujer escritora hispanoamericana como creadora,

como pensadora y como poco reconocida autora de importantes obras literarias”. Marting

(1998: XV) recuerda que antes había hecho una bibliografía de más de mil escritoras

hispanoamericanas en la cual insertó a todas “las que puede encontrar en bibliotecas y

bibliografías” y lamenta el hecho de haber tenido que elegir sólo cincuenta que figuran en esta

nueva recopilación con estudios detallados sobre sus obras. Ha sido necesario que las mujeres

en su búsqueda de identidad empiecen a desenterrar a todas aquellas que lucharon por la

palabra. Esa búsqueda era vital porque como bien lo decía la escritora francesa Anne Thérèse

de Lambert en su libro Réflexión Nouvelle sur les femmes (1727): “La mujer del futuro no se

puede construir sin la mujer del pasado”112

.

Por lo general las autoras han sido son borradas sistemáticamente una vez que

desaparecen.

Quizá el aspecto excepcional de la creación femenina en el campo literario y aún en

otras artes, ha hecho que cada vez que una mujer, transgrediendo los tabúes de su género, se

dedicaba a la creación siempre aparecía como “la primera y la única”113

.

112 Su libro ha sido reeditado dos siglos después, en 1986 con el cual se lanza la editorial Côté-femmes, con su primera

colección “Des femmes dans l’Histoire”. Esta nueva edición aparece con una presentación de Milagros Palma, directora

de la colección.

Fue sin duda esa búsqueda la que me condujo a crear la editorial Côté-femmes. Cuando para escribir el libro Nicaragua

Once Mil vírgenes, Feminidad y masculinidad en el imaginario mestizo nicaragüense, 1989, buscando textos que me

explicaran el fenómeno de la prostitución, me di cuenta que habían muchos escritos de mujeres francesas, de siglos

pasados, lo cual yo ignoraba por completo. Así descubrí su presencia en la historia de Francia y en la Revolución

francesa. Mi estupefacción fue tal frente a mi ignorancia que me dije que si las nicaragüenses hubiéramos sabido lo que

había ocurrido con las mujeres francesas que habían luchado en la revolución francesa a quienes los hombres no les

permitieron la participación que ellas esperaban, no hubieran luchado con los hombres y aún menos reivindicado el

martirio como lo hicieron magistralmente un coro de poetas nicaragüenses y que alcanza su apoteosis en la novela La

mujer habitada (1988). Entonces pensé que era necesario traducir todo eso para que llegara a América latina y sirviera

de ejemplo. Pero la tarea eran tan colosal que hubiera necesitado varias vidas. ¿Qué hacer entonces? Sacar algunos

libros que mostraban el camino de emancipación ideológica de las mujeres en Francia y por lo menos tener una idea de

sus luchas a lo largo de la historia. Mi programa era tan ambicioso que también incluí la creación de premios literarios

para estimular la creación de mujeres porque en los certámenes que existían había muy pocas mujeres galardonadas con

el pretexto de que la calidad de los escritos de mujeres era muy inferior. Para ello tomé los nombres de mujeres

pioneras: Sor Juana Inés de la Cruz, y Gabriela Mistral. Esto contribuyó a una efervescencia sin precedente en los

eventos internacionales como son las ferias de libros en Guadalajara México y luego la Feria internacional del libro de

Bogotá. Las escritoras galardonadas en el Sor Juana Inés de la Cruz fueron entre otras: Angelina Muñiz-Huberman

(México), Marcela Serrano (Chile), Tatiana Lobo (Chile), Alicia Nanez Cosío (Ecuador) Elena Garro, (México), Laura

Restrepo (Colombia), etc. El Premio Gabriela Mistral contó con doce versiones. Estos proyectos contaron con mi apoyo

económico durante 10 años, luego me pareció importante que continuaran su rumbo en el país a donde los había

llevado “la cigüeña desde París” como suele suceder con los niños latinoamericanos. 113 Esto ha sucedido con frecuencia haciendo caso omiso de las escritoras anteriores o bien denigrando su producción

que por lo general es consecuente con el contexto de la época en que han escrito, olvidando que todo texto es producto

de su época. La crítica literaria Nidia Palacios Vivas cae en esta trampa en la que ha caído, Voces femeninas en la

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Centroamérica no escapa a la regla de la invisibilidad de la creación literaria de

mujeres cuya presencia ha sido más que escasa.

En la última década del siglo XX las mismas mujeres hacen esfuerzos considerables

por rescatar a las escritoras del pasado y hacer visibles a las actuales. En Nicaragua por

ejemplo se han creado premios con los nombres de escritoras desaparecidas. Este es el caso

del premio Mariana Samson una de las poetas ilustres de León, desaparecida en el año 1999.

También se han hecho listados y repertorios de escritoras y hasta un diccionario está en

proceso de elaboración.

Por lo general la crítica cuando la hay excluye a las mujeres como lo puede constatar

Ann González The University of North Carolina at Charlotte: La tendencia general de Aguilar

es apenas mencionada en la introducción de la colección “Cuento Nicaragüense” (1976,1981,

narrativa de Rosario Aguilar (p. 30, 33): “En Nicaragua… es la primera escritora que diseña a su personaje desde una

perspectiva sicológica y la primera en presentar a la mujer no como objeto, sino como sujeto del discurso”. Para

sustentar su demostración la compara con la Hondureña Lucila Gamero de Medina quien comenzó publicando a finales

del siglo 19 y que responde “a los cánones estéticos de una época romántica”. Es necesario en literatura como en

cualquier campo comparar lo que es comparable. Al comparar a dos autoras que pertenecen a contextos diferentes sería

útil mostrar la especificidad de los contextos, épocas, espacios, culturas, en los cuales actuaron, lo que tienen en común

y las influencias con las que contaron. De manera general Europa y Francia más concretamente, ha ejercido influencias

importantes en los autores latinoamericanos ya sean hombres o mujeres. La época romántica en la cual se escribió

Blanca de Olmedo no impidió la psicología de los personajes como lo constata Mario Argueta a propósito de Blanca de

Olmedo: “la sicología de los personajes emerge en todo momento en sus escritos”. Diccionario critico de obras

literarias hondureñas editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 1993, p. 36.

Otro aspecto moderno de Gamero es que sus personajes son femeninos que es una de las características de la escritura

de mujeres en general como se puede constatar en el caso de la venezolana Teresa de la Parra quien tuvo la influencia

de Colette. Los títulos de las dos novelas corresponden a los nombres de los personajes femeninos: Ifigenia (1925) y

Mama Blanca. La cubana Gertrudiz Gomez de Avallaneda tiene varios títulos de personajes femeninos: Dos mujeres

(1842). Las dos heroínas son Luisa y Catalina. La primera conformista con el orden social todo lo contrario de la

segunda quien está en rebeldía constante para con la sociedad y en la cual compara la vida de las mujeres con la de los

esclavos. En Leoncia (1840) y La Sonámbula (1841), la influencia de George Sand y de Mme Staël son más que

evidentes no sólo en lo que respecta a los paratextos sino también en cuanto a la temática (Ballesteros Rosa, 1994:

121). Victoria Ocampo (1890-1979) reconoce en Virginia Woolf un modelo para su inspiración, su carrera de escritora,

de crítica literaria y de editora y para su militancia en favor de la emancipación de las mujeres. Escribió De Francesca

a Berenice (1924). (p. 73). La Chilena María Luisa Bombal (Chile 1910-1980) en La amortajada y en La última niebla

sus dos obras principales así como en las otras como El Arbol, Islas Nueva, La historia de María Griselda, Trenzas, y

Mar cielo y Tierra trata siempre de personajes femeninos que viven la frustración de encontrarse en un lugar ajeno a

sus ideales y que niega su condición de sujetos. (Luisa Ballesteros Rosa, 1994: 121).

Los temas de Gamero muestran su posición avazada puesto que sus personajes cuestionan la arbitrariedad de la

ideología heterosexual como son el celibato de los curas. Blanca de Olmedo, se alza contra la idea de inferioridad de la

mujer en Aída (1948). Gamero, constata Argueta, es la progenitora no sólo de la primera novela Páginas del corazón

(1897) en Honduras sino también de la segunda Adriana y Margarita (1897). Blanca de Humaña habla del feminismo

del personaje epónimo de Aida (1912) que con frecuencia “hace señalamientos con relación a los falsos parámetros en

los cuales basa el hombre su pretendida superioridad” (p. 20). Gamero fue muy prolífica: Betina (1941), La secretaria

(1954), Amor exótico (1954), El dolor de Amar (1955). (Sobre Gamero ver Helen Umaña: Narradoras hondureñas,

1992). Para la crítica hondureña, Eva Thais, Lucila Gamero de Medina es de una gran modernidad: “a los veinte años

hace su entrada en una novelística de rebeldía para su tiempo, adelantándose a los escritores de su generación y va a

evidenciar en sus escritos la defensa abiertamente de la mujer”, Personalidades, Valores Femeninos de Honduras,

Ensayos biográficos (1970-1975), 1999, Alin editora S.A. Tagucigalpa, 1999, 264 p. p 110.

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1986) de Sergio Ramírez, aunque incluye dos cuentos escritos por el padre de ella, Mariano

Fiallos Gill. De hecho no hay escritoras representadas en la colección114

.

Cuando son incluidas en antologías se tiende a desvalorizar la obra o bien se habla de

su vida privada115

.

Podemos constatar que son las académicas “feministas” quienes rescatan del olvido al

cual han sido condenadas las obras de la mayor parte de las escritoras y las integran en los

circuitos académicos. Sin embargo esto va a crear un cierto malestar en algunas autoras

centroamericanas porque el feminismo es rechazado con fuerza porque ha sido catalogado por

los hombres de sus respectivos países como “una ideología extranjera, norteamericana,

occidental116

.” que había sido asociado con “el lesbianismo, el individualismo o un machismo

al revés” como diría la escritora guatemalteca Ana María Rodas: “Hablar de escritura de

mujeres es un machismo a la inversa”117

. La misma Rosario Aguilar rechaza el ser catalogada

como feminista por el hecho de escribir sobre mujeres que como vimos anteriormente es una

práctica muy común en las escritoras de siglos pasados como una forma de poner en escena su

propia frustración frente al poder masculino. En una carta de Aguilar al profesor Raymond D.

Souza (1988) de la Universidad de Kansas118

, (quien la descubre y la lanza en el mundo

académico norteamericano), en su esfuerzo para distanciarse del feminismo y de las

feministas dice: “Son a las mujeres de mi país a las que quiero describir desde sus diferentes

estratos sociales… yo no es que quiera denunciar nada, no se puede denunciar la vida”119

. Eso

no ha impedido que “por el hecho de hablar de las mujeres y de su práctica cotidiana y de su

lucha, su obra sea estudiada desde la perspectiva feminista” que considera el género como una

construcción cultural.

El libro es un producto en Centroamérica. Un problema de fondo del escritor consiste

en la poca circulación del libro en países con alto nivel de analfabetismo. Ese fenómeno tiene

114 Ver Ann González “Las mujeres de mi país” Introducción a la ficción de Rosario Aguilar, op. cit. p. 26. 115 Ver al respecto la nota que dedica Jorge Eduardo Arellano en su Panorama de la literatura nicaragüense, Editorial

Nueva Nicaragua, Managua, (1966,1986) 197p.: “las obras aparecidas entre ambas fechas no pasaron de ser testimonios

narrativos apreciables o simples intentos novelescos. Sobre su vida, la bibliografía activa y pasiva escribe media página

en total”. (Op, cit., p. 17, 113 y 114). 116 Ver Nicaragua Once mil vírgenes (1998) en el cual aparece una expresión denigrante hacia el feminismo de uno de

los comandantes de la dirección nacional al ver a las mujeres extranjeras interesarse en las nicaragüenses: “Ojalá que el

demonio del feminismo no entre en nuestro país.” (p. 258). 117 Entrevista con Virginia de Aguila, Periódico Siglo XXI “Gozo del premio, pero yo no cambio”. 118 Véase el artículo dedicado a la obra de R Aguilar: La dinámica de cambio en El Guerrillero, p. 130-144, in

Raymomnd D Souza, La historia en la narrativa hispanoamericana, Bogotá, TM, 1988, 199 p. 119 Cita de Anne González en su artículo, “Introducción a la ficción de Rosario Aguilar”, 1983 (op.cit., p. 15).

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efectos negativos en la consolidación de una crítica, por lo cual el escritor, a veces, tiene

pocas posibilidades de ser conocido y aspirar a vivir de su obra. El creador debe contar con

medios propios para dedicarse a su escritura:

Los escritores no pueden sobrevivir con su arte de escribir dice el director de Vanguardia120

.

Estas condiciones quizá ideales para la literatura oral, resultan menos favorables para la

creación escrita. Esta es la razón por la cual: “No están dedicados a esta actividad” como lo

constata el director de Vanguardia que además explica el fenómeno explosivo de la década de

los ochenta: “los escritores en la revolución escribían para la propaganda121

.

Una vez en manos del destinatario el libro si se lo compara con el mismo producto de

otros países con tradición editorial como México o Argentina en el caso de Latino-américa,

Europa o los Estados Unidos, se puede constatar que arrastra las marcas de sus propias

dificultades en la presentación, la diagramación, la tipografía, el papel. Es decir que carga con

la pobreza social de sus orígenes, a pesar de que sus autores tengan los medios para sacarlo a

luz.

7.4. Paratextos en las obras de la autoras centroamericanas del corpus

Como lo demuestra Jean Verrier en su libro Les débuts de Romans (1992)122

la lectura

de un texto no comienza con la primera frase del libro propiamente dicho sino a través de una

serie de lo paratextos que circulan en los medios de comunicación (que Genette llama

epitextos públicos) y en los epitextos privados como puede ser la correspondencia del autor y

de un lector. El editor va a jugar un papel importante en ese preámbulo de la lectura del texto,

porque al mismo tiempo que legitima al autor garantiza la calidad de su escrito.

120 Op. cit. p. 29. 121 Uno de los problemas que encontraban los escritores en la época sandinista era la creación, no sabían qué escribir y

muchos dirigentes les llamaban la atención porque no seguían produciendo. Lo cual significaba que había temor en

producir algo que no estuviera de acuerdo con las líneas del partido. Porque como lo recuerda F Montoya director de

Vanguardia la editorial apareció con objetivos políticos: difundir la ideología del partido en el poder”. De ahí que la

novela La mujer habitada cae en el momento preciso vital para la revolución porque en ella se promovía el heroísmo

del sacrificio en la lucha revolucionaria y el redentorismo del indígena que ha sido una manifestación del indigenismo

de uno de los más altos representantes de las letras nicaragüenses de los años 70. “Los 'llamados escritores' están

centrados en lo político, cada quien está como predicando. Para el mismo escritor, escribir no tiene interés porque sus

intereses están concentrados en otras actividades. Es la desgracia de la cultura nuestra. Nos metemos como en cinco

cosas, andamos montados como en cinco caballos. Lo queremos hacer todo. En los países más desarrollados hay una

especialización. Cada quien fija su papel, desarrolla su papel. En nuestro país los escritores son políticos, empresarios,

son de todo. A lo mejor escribir es la última prioridad y por eso no hay producción”. (Op. cit p. 30.).

La situación del escritor en la revolución aparece en mi novela Desencanto al amanecer (1998) que trata del suicidio de

una poeta que había sido enviada a la línea de fuego cuando constata que su vocación de escritora no tiene sentido en

ese contexto revolucionario. Publicar en los periódicos era un privilegio y no se tenía que esperar ninguna

remuneración. Para las personas que tenían un puesto en el gobierno era parte de su trabajo sin embargo para aquel que

quisiera vivir de su escritura resultaba difícil. 122 Editado por Bertrand Lacoste, Paris, 1992, 127 p.

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En Nicaragua en los años 90 el sector editorial es casi inexistente fuera de la efímera

experiencia de la editorial Anamá de Managua dirigida por la salvadoreña, simpatizante de la

revolución sandinista, Salvadora Navas que imprimía sus libros en Colombia, un país con un

alto desarrollo de la industria editorial123

. Sin embargo las librerias brillan por su ausencia ya

que son especie de bazares, con pasquines y materiales escolares entre uno que otro libro de

algún autor vecino. A partir de los años 80 aparecen las novelas de mujeres en las vitrinas de

estas librerías. Hasta entonces eran los textos de varones en su totalidad. Es sobre todo en

Costa Rica en donde suelen publicar las autoras en Educa (Editorial universitaria

centroamericana) en donde se pueden encontrar algunos de sus libros. La violencia de los

años de guerras de mediados de siglo fue un factor determinante en la región que explica la

poca producción literaria. La precariedad de la vida es una de las causas principales de esta

ausencia de libros de calidad y de una producción de mujeres. Otro fenómeno importante es la

falta de comunicación entre los países de la región sobre todo en lo que respecta al libro. Todo

eso y la falta de estructuras adaptadas, además de razones de desconfianza política. Por ello la

literatura centroamericana parece una literatura fantasma, una literatura invisible, que no se

lee, que no se comenta que se estudia muy poco, una literatura sin perspectivas124

.

En Nicaragua con excepción de las dos novelas de Gioconda Belli, La mujer habitada

y Sofía de los presagios, que fueron publicadas por la editorial del estado sandinista, los

demás textos serán publicados por imprentas sobre todo anónimas. Pocos son los libros de

autoras estudiadas en este trabajo que pertenecen a una colección determinada, lo cual

muestra la poca producción de las editoriales de la región. La pobreza, el analfabetismo y el

sexismo de sus respectivos países tienen grandes repercusiones en la producción de las

autoras. La falta de lectores afecta profundamente a la producción literaria como pudimos

constatar anteriormente en los testimonios de las autoras.

En lo que respecta a las portadas y contraportadas podemos constatar una evolución

con respecto a Primavera sonámbula (1976) el primer libro de R. Aguilar publicado en

EDUCA y que tiene muy pocos elementos paratextuales orientados a interesar y convencer al

lector de la importancia del libro. No hay ninguna información acera de la autora ni acerca del

123 Impreandes, empresa creada por María Carrizosa de Umaña y su esposo, fue retomada por sus hijos y actualmente

es una gran multinacional que presta servicio a editoriales argentinas, de México y otros países de América latina. 124 Ver al respecto Arturo Arias, “Gestos ceremoniales”. Narrativa centroamericana 1960-1990, Artemis Edinter,

Guatemala, 1998, 311p. p. 38.

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contenido del libro. Esta portada de EDUCA es extremadamente austera. El libro tiene muy

pocas posibilidades de ser leído.

Del poemario Izquierda Erótica (1976) de la escritora guatemalteca Ana María Rodas

no puedo decir nada, puesto que la autora nos procuró una fotocopia de su texto que estaba

agotado. El último título de Rodas Mariana en la tigrera (1990) es un libro pequeño formato

A5 que ella llama Cajetilla como una cajetilla de cigarrillos. En la contraportada el título

aparece en letras grandes y en letras muy pequeñas el nombre de la autora que se confunde

con las calas que ilustran la portada junto con un logo en la extrema derecha de la portada. En

la contraportada aparece el nombre de la autora en negritas así como los títulos de su obra

poética y narrativa. Insurrección y erotismo son los términos que dominan en esta contratapa.

Los relatos tienen presentaciones muy diferentes.

Los dos textos de G. Belli, están ilustrados con figuras femeninas dando una nota de

misterio. Dominan los colores amarillo y negro. La tapa de Sofía de los presagios (1990) está

ilustrada con una fotografía de la autora que parece emerger de un bosque. El término

presagios le da una connotación misteriosa ya que puede anunciar algo bueno como algo

malo. En la cuarta de cubierta hay un paratexto en dónde se le da énfasis al carácter

misterioso con la frase “el fascinante mundo de la nigromancia”. Se anuncia que Sofía rompe

con un sortilegio. Se pone de relieve el erotismo y la magia. Se da una lista de libros de la

autora que ha publicado ya su primera novela dos años antes y que ya tiene renombre a nivel

internacional por haber recibido el premio Casa de las Américas en 1978. En el ejemplar de la

novela La mujer habitada (1988) también figura una reproducción de una pintura del pintor

nicaragüense Armando Morales en la cual domina el color rosado. En el centro del cuadro

aparece una mujer desnuda que mira como con desconfianza a las demás mujeres que se

encuentran a su alrededor. Es un medio misterioso con la presencia de unos monos que actúan

como humanos. En esta edición mexicana de la editorial Diana en la cuarta de cubierta se

destaca el aspecto intimista de la obra y los términos, amor, amorosa, que conduce a lo íntimo

lo revolucionario y lo feminista de la autora. Esa edición salió un año después que la edición

de Nicaragua (1989).

La novela El ataúd de uso de Ana María Britton, publicada en Oveja negra, Bogotá,

tiene el color café de la colección Biblioteca de literatura panameña; el nombre de la autora

aparece en letras grandes y en letras más pequeñas el título de la novela; a la derecha aparece

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el sello editorial. En la contratapa no hay nada. Pero en la segunda página aparece el nombre

de la autora con su bibliografía y su trayectoria. Un rasgo interesante es la ausencia de fecha

de nacimiento en los libros de Britton. En La Semana de la mujer y otras calamidades (1995),

publicado en la editorial Torremosas, Madrid, el nombre de la autora figura en letra pequeña,

en color rosado el título y se ve una ilustración de una mujer que piensa que emerge entre las

plantas. El título de la colección Ellas también cuentan se repiteen la contratapa, al final de la

página, en la que sólo se puede leer el código electrónico, y el nombre de la editorial. En las

solapas aparece una foto de la autora joven con información sobre su trayectoria y sus

publicaciones. En la tapa del libro La costilla de Adán aparece la imagen de una mujer

cubriéndose los ojos con un lienzo como turbante o toalla como si saliera del baño. El título

en grande, lo mismo que el nombre de la autora Dra. Rosa de Britton. La cubierta es de color

rojo. En la contratapa, los personajes se encuentran de espaldas. También figura una nota

biográfica de la autora y el nombre de impresora: los talleres de Imprenta LIL SA. 1985.

La portada de la colección de cuentos Mensajes al mas allá (1989) es austera y se

pueden adivinar unos nubarrones grises que presagian la lluvia, la tormenta. La contraportada

lleva un paratexto sobre la trayectoria de la autora y la calidad de sus escritos garantizado por

el prestigioso premio "Los juegos florales" de Quezltenango. Además aparece un retrato

juvenil de la autora.

7.5. Recepción de las obras de la autoras centroamericanas del corpus

La recepción de la obra de la nicaragüense Rosario Aguilar a pesar del desierto

editorial de su país no va a ser tan dramático después de todo puesto que su primer relato125

“Primavera sonámbula” (1964), aparecerá en la revista Ventana del grupo estudiantil de la

Universidad Autónoma de Nicaragua opositor al régimen Somocista. Con su relato “Aquel

mar sin fondo ni playa” (1970), Aguilar obtuvo la Mención honorífica en los juegos Florales

de Quetzaltenango.

125 El primer relato de Aguilar aparece con un prólogo de Sergio Ramírez. Es importante detenerse en lo que supone

este paretexto porque no sólo introduce a la autora en el medio intelectual nicaragüense sino que además le da

legitimidad. La participación de un grupo que tiene una posición clara con respecto a la dictadura en el marco de la

universidad le confiere autoridad de la cual probablemente no hubiera gozado si hubiese salido solo sobre todo en

aquella época de aislamiento de país. Fundado por Sergio Ramírez junto con Fernando Gordillo, ambos estudiantes de

la Facultad de derecho. Este grupo estudiantil se propone promover las artes y las letras, libera la palabra atenazada por

el régimen dictatorial con el fin de derrocar la dictadura. Sergio Ramírez es el secretario del rector de la universidad,

Mariano Fiallos Gil, padre de Rosario Aguilar y gran opositor del régimen somocista.

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Aguilar aparecerá repertoriada de manera muy escueta En Panorama de la literatura

nicaragüense (1977). Su obra es catalogada por Arellano como “testimonios narrativos

apreciables o simples intentos novelísticos”. En su estudio el crítico no incluye a ninguna de

las narradoras anteriores a Rosario Aguilar que cultivaron los géneros de su época: realista

con respecto a la guerra de Sandino, romántico y costumbrista con un toque indigenista

paternalista. En medio de esta hostilidad que traduce el silencio que pesa en las autoras del

pasado, que no es el caso de los varones, Rosario Aguilar continúa produciendo y casi al

finalizar los años ochenta, en plena revolución sandinista que le permitió un contacto

privilegiado con el exterior, el crítico literario Raymon D. Souza analiza uno de sus relatos

Siete relatos de amor y de guerra (1986) en su libro Historia de la novela hispanoamericana

moderna (1988). Diez años más tarde Nydia Palacios Vivas escribe una tesis sobre la obra de

Aguilar: La hipertextualidad como estrategia de creación de Aguilar (1998). A pesar del

interés de estos académicos nicaragüenses la obra de Rosario Aguilar tiene poca circulación

como lo constata Ann González en 1993126

. En 1994 el universitario Eward Water Hood sigue

constatando la falta de atención de la que adolecen sus textos en su ponencia “Búsqueda de

identidad histórico-literaria en La niña blanca y los pájaros sin pies (1992) de Rosario Fiallos

de Aguilar”: presentada en el “Segundo congreso Internacional de Literatura

Centroamericana, una respuesta centroamericana al Quinto centenario Tegucigalpa,

Honduras, (22-25 de febrero de 1994). Además, durante la revolución sandinista, Rosario

Aguilar, por varias razones, no disfruta de la atención que recibieron muchos escritores

nicaragüenses, principalmente sandinistas, dentro y fuera del país, durante el llamado boom

en la literatura nicaragüense de los años de gobierno revolucionario. Después de la revolución

sandinista, la editorial Nueva Nicaragua pierde los apoyos económicos internacionales con los

cuales contaba. En efecto como lo había constatado Souza (1988) Rosario Aguilar nunca se

preocupó por una participación política sobre la cual se construyó la fama de muchos de ellos.

En Nicaragua, aunque se crea la editorial Vanguardia, ésta no cuenta con los fondos que

obtenía la editorial Nueva Nicaragua para continuar publicando.

En el 1996 su libro Primavera Sonámbula es editado en francés por Indigo ediciones.

En 1998, Rosario Aguilar es nombrada miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua y

126 Su obra, nos dice, es apenas conocida. La falta de circulación de sus textos, se debe a los limitados recursos para

publicar libros en Centroamérica. De su primera novela, por ejemplo, Sólo se publicaron 500 ejemplares. Al poco

accedo de su trabajo a otros foros, se debe agregar la tendencia general de la crítica de ignorar a las escritoras mujeres.

Por ejemplo, la ficción de Aguilar apenas es mencionada en la introducción de la colección Cuento Nicaragüense

(1976, 1981, 1986), de Sergio Ramírez. De hecho no hay escritoras representadas en la colección.

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en el 2000 recibe el premio Gabriela Mistral de ediciones Indigo París y la Feria Internacinal

del libro de Bogotá. Su novela inédita La promesante (2001) es entonces publicada bajo el

sello de Indigo y La niña Blanca y los Pájaros sin pies es publicada en francés.

En los años setenta cuando comienza a publicar sus primeros poemas Gioconda Belli

(1948) en la Prensa literaria, sopla un viento de prosperidad y la oposición al gobierno de

Somoza se manifiesta hasta en los periódicos. En 1972 Belli recibe el premio de poesía

“Mariano Fiallos Gil”, nombre del legendario rector de la universidad nacional de Nicaragua

quien logra su autonomía en 1958. Ese mismo año Gioconda Belli que militaba desde hacía

dos años en el Frente Sandinista de Liberación Nacional, se ocupa del departamento de

propaganda. La producción de Belli va de par con su militancia política: “La poesía y la

política entraron en mi vida al mismo tiempo. Ya tenía dos hijos” Margaret Randall (1989).

En el 75 sale del país vive en Costa Rica y luego en México y viaja por Europa en donde

participa en foros internacionales siempre con su trabajo de propaganda del Frente Sandinista.

En efecto en el año 1978 obtiene el premio “Casa de las Américas” de Cuba en la rama de

poesía. Para entonces cuenta con dos poemarios Sobre la grama (1974, Línea de fuego

(1978). Con el triunfo de la revolución sus poemas fueron musicalizados y cantados por los

militantes. En plena era revolucionaria su producción alcanza el máximo apogeo, saca los

poemarios Truenos y Arcoiris (1982), Amor insurrecto (1985), De la Costilla de Eva (1987) y

la novela La mujer habitada (1988) que la autora dice ser autobiográfica. Su relación amorosa

con Henri Ruiz, uno de los nueve comandantes de la Dirección nacional y su puesto en la

televisión nacional harán de ella un personaje público importante. A Belli se le llamaba la

comandante. Fue responsable de la propaganda de la campaña electoral del 84 en la cual los

Sandinistas ganaron las elecciones pero que perdieron cinco años más tarde en el 89. Sobre la

relación de su creación y su militancia política dice en una entrevista a Margaret Randall

(1989): “La experiencia fue importante para mí creativamente. Era multitudinaria.” Además

una vez perdidas las elecciones la efervescencia desaparecida va a aniquilar en cierto sentido

esa febrilidad creativa como lo constata ella misma: “Desde la derrota es como si hubiéramos

sufrido un gran golpe, y estoy teniendo mucha dificultad para escribir”.

Su segunda novela saldrá diez años después de la derrota política del FSLN en la

editorial Vanguardia que se crea en 1986 y que dos años más tarde inicia una nueva línea

editorial con el libro La mujer habitada (1988). Para entonces la editorial sandinista Nueva

Nicaragua está entonces apunto de hundirse como la revolución misma. Francisco Montoya

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constatará diez años más tarde que “Si no hubiese sido por ese fenómeno político muchos

autores de Nicaragua no hubieran sido conocidos en el exterior. Ellos capitalizaron créditos

que tienen que reconocer”. (Palma, 1999: 29) Un estudio de periódicos y medios de

comunicación de los años sandinistas sobre la promoción de la obra de Belli nos permitiría

evaluar de manera concreta la importancia de dicho contexto al cual hace referencia el

director de Vanguardia editor de sus dos primeros textos de narrativa127

. A nivel internacional

la obra de G. Belli promovida en el contexto revolucionario, como otros autores, ha tenido un

éxito considerable. Ha sido traducida al danés, alemán, griego, italiano e inglés.

La panameña Rosa María Britton (1936) ha incursionado en la novela, el cuento y la

poesía. Entre sus novelas figuran: El ataúd de uso (1982), El señor de la lluvia y el viento

(1984) y No pertenezco a este siglo (1991). Todas íbamos a ser reinas (1998), Sus cuentos:

Quién inventó el mambo (1985), La muerte tiene dos caras (1987), Teatro: Banquete de

despedida/Miss Panamá INC (1987).

Rosa María Britton ha tenido importantes reconocimientos literarios como son el

Premio nacional Ricardo Miró como novelista, cuentista y dramaturga en varias ocasiones:

1982, 1984 y 1991. En 1985 fue galardonada con el Premio “Walt Whitman” de Costa Rica

por su libro de cuentos La muerte tiene dos caras (1987). Obtuvo en 1994 el premio de Teatro

en los Juegos Florales México, en Centroamérica de Quezaltenango, Guatemala con la Obra

Los Loros no Lloran (1994)128

.

La escritora Jacinta Escudos (seudónimo) empieza escribiendo poesía. Su primer

poemario Letter from Salvador apareció bajo el pseudónimo de Rocío América, (Londres, El

Salvador solidarity Campaign, nov. 1984) luego su serie de cuentos en 1987. Apuntes de una

historia de amor que no fue es una novela corta que sale en San Salvador en UCA Editores,

1988.

127 En 2003 en la universidad Sorbonne-Nouvelle, Paris III, Nathalie Besse, presenta la tesis de doctorado « Mythe et

récit dans les romans de Gioconda Belli » bajo la dirección del Profesor Christian Giudicelli. En este trabajo figuran 20

textos críticos sobre la autora hechos por periodistas, académicos y escritores. Estos trabajos van de 1978 hasta 2002 y

dan cuenta de su potencial politico, erótico y feminista. 128 Otras distinciones: Premio César, Escritora del año, en Los Angeles, California, en 1985; el Primer premio (Sección

Cuento) en el Concurso Literario “Fulbright”, San José, Costa Rica, 1985; “Mujer del Año”, “Medalla de Oro Raquel”

De León, por la Federación de Mujeres de Negocios de Panamá, 1987; Miembro de la Academia Panameña de Cirugía,

1993; “Juegos Florales” México, Centro América, el Caribe y Panamá Sección teatro, en Quetzaltenango, Guatemala,

en 1994; “La Mujer Intelectual en 1993”, “Círculo de Mujeres Intelectuales de Panamá”, 1996; “Hija meritoria de la

Ciudad Capital” – “Entrega de las Llaves de la Ciudad”, 1996. Obtuvo en el 97 la “Gran Cruz de la orden de la

Democracia” en reconocimiento a sus méritos científicos en tanto que oncóloga y por su obra literaria. Rosa María

Britton es una autora muy apreciada en su país. Escribió La costilla de Adán, (1985 y 1995), Semana de la mujer y

otras calamidades, (1995) orientada a la educación sexual y a la higiene de la mujer en Panamá.

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Sus poemas, cuentos, artículos y reseñas bibliográficas han sido publicados en diarios

y revistas de Centroamérica, Europa y Estados Unidos129

. Desde 1987 sus cuentos aparecen

repertoriados en antologías sobre escritoras centro-americanas130

. Tiene varios libros inéditos:

tres poemarios, dos libros de cuento y dos novelas131

.

En cuanto a la recepción de la obra de Irma Prego podemos constatar que a pesar de

ser tardía porque publica a los 56 años, sus cuentos Mensajes al más allá (1988), en la

editorial Nueva Nicaragua con una tirada de 6000 ejemplares, va a ser acogida con

entusiasmo por los estudiosos pendientes del fenómeno de la escritura de mujeres. Sin

embargo en el ámbito nacional e internacional no va a tener mucho éxito en lo que respecta a

ventas. La revolución sandinista ha perdido todo su impulso, la editorial del Estado está a

punto de cerrar y las elecciones comprometen el futuro de la revolución. La derrota electoral

se da en el 90. El paratexto que figura en su primer libro va a ser una garantía de calidad

puesto que es nada menos el poeta José Coronnel Urtecho quien la presenta en un largo

artículo que ocupan 21 páginas en el cual explica cómo conoció a Irma Prego desde que era

ella joven y cómo ve en esa obra algo que corresponde a ella misma puesto que se le parece.

Sin embargo constata que se trata de un testimonio doloroso. Le parece mentira que un

matrimonio que parecía feliz pudiese haber vivido un gran infierno, como decía García

Márquez, “No hay infierno más grande que un matrimonio feliz” en las primeras líneas de su

monólogo, Diatriba de amor contra un hombre sentado (1995). Coronel Urtecho califica el

monólogo Agonice con elegancia de Prego de “demasiado autobiográfico o confesional” a tal

punto que le aconseja de no incluirlo en su recopilación de cuentos Mensajes al más allá

(1988) sugiriéndole que no se publique del todo: “Lo mejor tal vez sea que permanezca

129 Entre ellos figuran: Bomb (New York, 1985), Arete (San Diego, California, 1989), Barricada, Nuevo Amanecer, La

Prensa, Nuevo diario, (Managua), revista Artefacto y El Angel pobre (Managua), revista Resistencias (San salvador,

1994-1999) semanario Primera Plana (San Salvador, 1995-1996), revista Cultura (San salvador, 1997), revista Tranvía

(Berlín Alemania, 2001) y revista Alma (París, Francia, 2001). 130 (Ixok Amargo, Central American womens poetry for peace (So Anglesey, Penobscot, Maine, Estados Unidos,

Granite Press, 1987), And we Sold the rain, contemporary fiction from Central America, compilación de Rosario

Santos, New York, four Walls Eight Windows, 1988, You can't drown the fire, Latin american women writing in exile,

edición de Alicia Partnoy, Pittsburgh-San Francisco, Cleiss Press, 1988, Lovers and camaradas, women's resistance

poetry from Central America, edición de Amanda Hopkins, The womenss press, Londres, 1989, Cuentistas

hispanoamericanas, antología, seleccón de Gloria da Cunha-Giabbai y Anabella Acevedo-Leal, Literal Books,

Washington DC., 1996, El Salvador: cuentos escogidos, selección de Ricardo Roque Baldovinos, EDUCA, San José,

Costa Rica, 1998. 131 Véase: Crónicas para sentimentales (cuentos, 138 p.), “El diablo sabe mi nombre” (cuento, 106 p.) El libro de La

Cayetana (novela, 294 p.), Cuarteto contra el ángel, (novela, 193 p.), Novia de cuchillos, (poemas, 40 p.), El trópico de

los olvidos, (poemas, 58 p.), Trashumante, (poemas, 92 p.), Felicidad doméstica y otras cosas aterrradoras, (cuentos,

65 p.) y Sin ceremonias, Diario del camino de Santiago, (crónica 157 p). Ha sido escritora invitada por la Heirich Bâl

Haus (Langenbroich, Alemania, 6 de febrero al 20 de junio de 2000) y por La Maison des Ecrivains Etrangers et des

traducteurs de Saint Nazaire, Francia, (del 16 de octubre al 26 de noviembre del 2000).

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inédita por razones privadas”. Además le augura buena acogida seguro de que “se encontrará

en la lista de los escritores de Nicaragua, donde se cuenta con los dedos los que escriben

cuentos y menos con la maestría de Fernando Silva y Sergio Ramírez”. Mensajes al más allá

salió en Nicaragua en la editorial nueva Nicaragua en el año 1989. Pero 11 años antes la

autora había recibido el premio de cuento de los “Juegos florales centroamericanos”

(Quezaltenango, 1978). Irma Prego exorciza el horror de una vida de pareja en sus cuentos y

completa otra versión de Mensajes al más allá que no logra publicar en el cual dos paratextos

invitan al lector a disfrutar de esas confesiones. “Humor y desamor en los Mensajes de Irma

Prego”, que está a cargo de Eliana Albala (1990)132

. Luego Yolanda Ingiana (1994),

catedrática de la Universidad de Costa Rica, nos invita a leer “Agonice con elegancia” que

califica de monólogo fiel a una experiencia netamente femenina que de-libera a la

protagonista/autora y que en su terrible descripción vivencial de los hechos propone la

autosuficiencia irrespetuosa de los “poderes”, “dignidades” y “solemnidades”, el hacernos

irreverentes como método y forma de la autonomía y la tolerancia, como nueva forma de lo

ético que está sobre la bondad y la maldad, la luz y la sombra del espíritu”. Elogia la

autenticidad de la escritura de Irma Prego, que transmite su vivencia dolorosa. Este monólogo

fue llevado a escena en San José de Costa Rica en el 97. Sin embargo el libro quedó inédito

porque Irma Prego muere en el 2002.

Otro elemento paratextual y más concretamente un epitexto puesto que no figura en el

libro de Irma Prego, es una ponencia de Nicasio Urbina (LASA, 1995), quien obtuvo una

invitación para la autora en el 96.

La recepción de la obra de Ana María Rodas fue tumultuosa y controversial porque su

libro Izquierda erótica (1973) produjo escándalo a pesar de haber sido anunciado en primera

página de todos los periódicos del país como si se tratara de una noticia de orden

internacional. Sólo Roberto Paz y Paz escribió un artículo favorable sobre el libro de Rodas.

Ana María Rodas, al evocar este momento, recuerda la especificidad de la crítica de su país:

“el silencio es una característica guatemalteca. La gente no saber hacer crítica, porque no

sabe. Nadie se atreve a criticar. La gente tiene terror de decir algo”. En esa época A M Rodas

era reportera, lo cual explica el hecho de haber obtenido ese tratamiento privilegiado. Al salir

132 Es chilena, poeta, ensayista y catedrática de Literatura latinoamericana en la Universidad e Cuernavaca y e la

UNAM de México. En 1985 obtuvo el primer premio de poesía, de la Editorial universitaria centroamericana

(EDUCA) Costa Rica.

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su poemario, A.M Rodas temía que las monjas sacaran a sus hijas en represalia por la

publicación del libro. Pero fue todo lo contrario. La superiora la mandó a llamar, le habló y le

dijo: “ya me enteré que usted es escritora. Por qué no viene a darnos una conferencia de

literatura?” Eso fue una gran satisfacción para la novicia escritora. Muchos de sus amigos

inmediatos trataron de disuadirla “eso no es poesía”, le decían. Ella escribe un poema que

representa la respuesta a esa actitud: Carta a los papis que se están muriendo en su libro

Cuatro esquinas que finalmente es según sus propias palabras “Una carta para todos los

hombres”. Aida Toledo, de la Universidad de Alabama en la entrevista a Ana María Rodas, en

julio del 2002, utiliza el término de “libro fundacional de la poesía de mujeres

centroamericanas” al referirse a Izquierda erótica sin duda, porque con su irreverencia y

desenfado desamortigua el ímpetu revolucionario en los grupos de izquierda en un momento

de gran tensión social y política en el país. En esta misma entrevista con Aida Toledo de la

Universidad de Alabama: “Yo estoy, yo soy, y no necesito nada más, Ana María Rodas

recuerda el por qué de ese libro: “Estaba cansada de un hombre talentoso, joven,

revolucionario que tenía los mismos defectos que el resto de los hombres que no eran ni

talentosos ni revolucionarios ni jóvenes”133

. Esa va a ser su manera de hacer pública su

frustración con respecto a la relación con su marido con el cual tenía dos hijas. Izquierda

erótica es la síntesis de lo que había vivido con su pareja134

.

En medio de un gran silencio probablemente porque los hombres son muy púdicos en

lo que respecta a la sexualidad, “tienen muchos prejuicios de tipo sexual”, recalca la autora “a

darle nombre a los sentimientos y al mismo cuerpo”, A.M. Rodas sigue escribiendo y su

primer poemario hará parte de una trilogía en la cual figuran Cuatro esquinas del juego de

una muñeca (1975); El fin de los mitos y los sueños (1984) con lo cual inaugura el tratamiento

“franco de lo erótico” que no va a pasar desapercibido en la región. Mientras Rodas

continuaba escribiendo en silencio, “Las Nicaragüeses parecían estar a la vanguardia de este

tipo de manifestaciones y no es así, sino que es Guatemala con tu libro, constata Aida Toledo

(Universidad de Alabama, julio, 2002)”. En 1993 publica la Insurrección de Mariana y con el

cual gana los Juegos Florales hispanoamericanos de Quezaltenango en 1990, y en el 2000 el

premio Miguel Angel Asturias.

133 Ver sitio con entrevistas y textos sobre Rodas www.literaturaguatemalteca.org/Rodas.html - 16k. 134 www.literaturaguatemalteca.org/Rodas.html - 16k

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A. M Rodas se lanzó en la publicación de sus libros. Los únicos que no son a cuenta

de autor son El fin de los mitos y los sueños y Mariana en la tigrera que no tuvo ninguna

acogida en su país y que apareció con una introducción de Francisco Nájera. Este elemento

paratextual proveniente de un hombre parece ser una estrategia de las mujeres

centroamericanas que necesitan ser legitimadas por los hombres para evitar ser

marginalizadas si se presentasen en coalición con otras mujeres. El mismo término feminista

es rechazado por estas escritoras por el miedo de ser excluidas en un mundo dominado por los

hombres. No está de más recordar que en el 2011 Guatemala cuenta con los índices más altos

de desigualdad de género de América Central y de América latina como lo pudimos ver

anteriormente.

Para Ana María Rodas “no hay escritura de mujeres porque las mujeres no escriben

con su sexo”. Este debate ha sido largo en Europa y lo que es cierto es que las mujeres

escriben desde su propia vivencia que antes estaba dictada por los hombres. Eso es lo que ha

enriquecido la literatura de los últimos años precisamente. Las repercusiones de Izquierda

erótica son tales que en Nicaragua cuando por fin las revolucionarias terminan por

comprender que han sido utilizadas y que no habían hecho más que fortalecer el machismo de

los revolucionarios, deciden formar un grupo de reflexión con miras a crear un partido

político. Por fin comprendían que la guerra, el sacrificio, el martirio y el heroísmo de la mujer

propagado en coro por muchos y a nivel literario por las poetas y escritoras sandinistas, no era

más que jugar el juego del machismo como lo constata con cierta amargura la misma G. Belli

en su entrevista con Margaret Randal, en claro acto de contricción: “somos culpables de haber

aceptado ese concepto machista del poder, de haber ido a la par de cantar himnos a la

grandeza de la lucha de nuestro David y Goliath”135

. Cuando las mujeres se dan cuenta de que

lo han perdido todo después de haber participado en batallas, haber dirigido tropas, etc.,

cuando se preparaba la segunda campaña electoral del frente sandinista, un grupo de

feministas empieza a reunirse bajo las iniciales PIE que significa Partido de la Izquierda

erótica, titulo del libro de Ana María Rodas, con lo cual querían llevar sus ideas a la opinión

pública, con un programa político en el cual se reconociera a la mujer como sujeto, la

propiedad de la tierra para las mujeres, el castigo del abuso sexual y demás abusos en la vida

doméstica. Esto tuvo lugar en 1989 es decir 16 años después de la salida del libro de la

135 Margaret Randal, Las hijas de Sandino, Una historia abierta, op.cit. p. 251.

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escritora guatemalteca Ana María Rodas en el que se le reconoce su carácter emblemático a

nivel centroamericano.

Isolda Rodríguez Rosales es una académica que ha cultivado la crítica literaria que ha

reunido en su libro Una década en la narrativa nicaragüense y otros ensayos (1999). Sin

embargo en el 95 saca un libro de cuentos La casa de los pájaros, y en el 99 Daguerrotipos y

otros retratos de mujeres donde despliega una serie de retratos de mujeres de diferentes

sectores sociales. Todos sus libros llevan un texto de presentación en la contra portada de una

persona relacionada con la literatura ya sea creadores como María Gallo en el caso de La casa

de los pájaros, o bien Iván Uriarte como en el libro Daguerrotipos y otros retratos de mujeres

(1999), lo mismo que Una década en la literatura nicaragüense (2004) con una presentación

de Julio-Valle-Castillo. Estos elementos paratextuales introducen a la autora en su dimensión

de narradora reafirmando su valor en la crítica literaria. Isolda Rodríguez Rosales obtuvo un

reconocimiento de la asociación de escritoras nicaragüenses, en enero del 2004136

.

Todas estas autoras se encuentran repertoriadas en internet.

En este primer capítulo hemos podido obsevar el vigor de una literatura que ha sido

relegada al olvido. La visibilidad de estas obras y la investigación de la temática de género

hace posible establecer una verdadera filiación que permitirá avanzar en la deconstrucción de

los estereotipos culturales de la diferencia de géneros sobre los cuales reposa la inferioridad

social del género femenino en estas sociedades centroamericanas.

136 Entre las escritoras homenajeadas por el CNE se encuentran María Berríos, Nydia Palacios, Margarita López

Miranda, Isolda Rodríguez Rosales, Gloria Antonia Henríquez, Yolanda Blanco.

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CAPITULO II - EDUCACIÓN PARA LA

SUMISIÓN

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En esta primera parte trataremos la relación madre/hija. Cómo las niñas protagonistas

adquieren comportamientos orientados al servicio, y cómo adquieren roles femeninos. Qué

tipo de socialización se lleva a cabo para obtener la inseguridad, la inestabilidad, el miedo, el

sentimiento de desamparo y de soledad de las protagonistas. Cuál es el papel de la madre en la

carencia de auto-estima de la niña y en sus necesidades elementales de amor y de empatía.

Cómo las protagonistas que no controlan su propio destino, van reaccionando frente al

proceso de achicamiento al cual son sometidas hasta volverse objetos necesarios al régimen

heterosexual.

1. Relación fusional madre/hija

Decir que la madre juega un papel primordial en la educación de la niña es una

liviandad porque también juega un papel primordial en la educación del varón y en su

aprendizaje al ejercicio del poder. Sin embargo mostrar los mecanismos utilizados para la

educación femenina y la educación masculina puede ser un dato muy importante para la

comprensión de los comportamientos relacionados con la jerarquía entre sexos, fundamento

de la heterosexualidad y de la heteronormatividad. En efecto la genitora procura una

educación diferenciada según el sexo de su recién nacido. La relación que se establece entre la

genitora y su producto que resulta de su ocupación exclusiva, es sexuada. Cada nuevo

individuo según su sexo biológico tendrá un tratamiento diferente. La diferencia de

tratamiento, reside en el valor que una cultura le atribuye a cada individuo sexuado como lo

constatan desde el psicoanálisis y la antropología, Caroline Eliacheff y Nathalie Heinich

(2002) respectivamente. Dicha diferencia de tratamiento es, según la psicoanalista, Karen

Horney (1895-1952), discípula de Freud, un hecho cultural: “La cultura viril no es favorable

al desarrollo de la mujer y a su individualidad”137

.

En las culturas modernas esta diferencia “no favorable”/”favorable” toma forma, desde

el nacimiento, con dos colores, el rosado y el celeste, como lo recuerda la poeta guatemalteca

Ana María Rodas (1937) en el primer poema de su emblemático poemario Izquierda erótica

(1973):

137 La psychologie de la femme, Paris, Payot-poche, 2002, 360 p. p. 218.

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Domingo 12 de septiembre, 1937

A las dos de la mañana: nací.

[…]

Me clasificaron : ¿nena? Rosadito.

[…]

El verbo “clasificar”, al comienzo del tercer verso en su forma transitiva y en tercera

persona, nos da una idea de lo que es el género: una construcción social basada en la

diferencia biológica de los individuos. Por consiguiente, si el sexo es biológico y natural, el

género es convencional y cultural. Es decir que con esa clasificación inicial, la madre y su

entorno familiar van a condicionar al sujeto para asumir comportamientos y funciones

precisos catalogados como femeninos. Los géneros femenino y masculino son construcciones

culturales, impuestas, es decir arbitrarias y convencionales. La arbitrariedad adquiere

legitimidad a través de un trabajo de inculcación, de repetición hasta aparecer como algo

natural por su automatismo, como la lengua, que es un producto también cultural. La

imposición del género se da desde el nacimiento del sujeto y la sexualidad juega un papel

primordial. Para Karen Horner: « La sexualité ne débute pas a la puberté mais a la naissance

par conséquent, nos sentiments d’amours précoces ont toujours un caractère sexuel » (p. 219).

Los individuos sexuados biológicamente entran en un proceso de modelación cultural en

función de lo que una sociedad considera como femenino o como masculino. En ese proceso

la genitora juega un papel fundamental como lo señala el sexólogo Gérard Leleu en su estudio

Le traité des caresses (2003: 36) en donde trata del origen de la sensualidad del cuerpo del

sujeto y de la activación de las zonas erógenas: “El papel maternal consiste no sólo en

asegurar la supervivencia del nuevo sujeto abocado a la dependencia total sino además al

desarrollo de la sensibilización del cuerpo”.

Sin embargo, si esta “sensibilización del cuerpo” es válida para el varón, ya que su

aparato genital, el pene precisamente, órgano de la generación, está íntimamente conectado

biológicamente con la reproducción, para la niña es todo lo contrario138

. El clítoris, órgano por

excelencia del placer femenino no tiene ninguna relación con la reproducción. La madre no

sólo no activa la sensualidad de su cuerpo sino que además interviene en todo momento para

impedir que la niña se explore, ponga en marcha los circuitos de recompensa, reconozca y

138 El placer sexual femenino está desconectado de la reproducción. La ovulación no produce placer mientras que la

inseminación conlleva placer.

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nombre el deseo, necesario a la producción del placer, como lo constatan Elisa Brune e Yves

Ferroul en su libro Le secret des Femmes.Voyage au coeur du plaisir et de la jouissance

(2010: 33).

La ficción de las autoras centroamericanas nos muestra cómo la madre pone en marcha

un programa de control feroz orientado a impedir la erotización de la niña cuyas

consecuencias son tan nefastas que pueden hasta provocar la muerte del nuevo sujeto, cuando

no su definitiva inestabilidad emocional al recibir menos cuidados y hasta menos alimentos139

.

La inestabilidad, la inseguridad, la falta de autoestima impiden a la niña construirse como

sujeto de deseo140

. Todo esto y la anestesia sexual son necesarios a la construcción del

comportamiento heterosexual. En el sujeto femenino el deseo está enteramente orientado

hacia la búsqueda de todo lo que le ha faltado en la infancia: el amor, la seguridad, el

reconocimiento. La pérdida de la autoestima debido a la ignorancia de su cuerpo y

especialmente los órganos destinados al placer, contribuyen desde la infancia a asociar el

deseo con la reproducción y la maternidad. Así el deseo femenino pierde su objetivo

primordial, el placer parcial o total, y según la antropóloga Paola Tabet (2004) es orientado a

una sexualidad de servicio, ya que es desviado e invertido desde temprana edad en el trabajo

de producción y de reproducción es decir, de la supervivencia del individuo y de la especie

humana.

Indiferencia de la madre y rechazo de la vida por parte de la niña protagonista del

cuento “Rosa Sarmiento”, (1968).

El afecto y la empatía son fundamentales en la conformación del sujeto como lo

constata la psicoanalista Marie Lion-Julin (2008)141

. En el relato “Rosa Sarmiento” (1968) de

la escritora Rosario Aguilar (1938), Rosa, la protagonista, con pocos años, es entregada a su

tía porque es estéril. Pero Rosa, que no sabe nada de la vida y en su búsqueda desesperada del

139 Ver al respecto Elena Giani Belotti, Du côté des petites filles (1973), Paris, Editions des femmes, 1975. « On

reconnaîtra chez la femme la trace de la frustration précoce par bien des mères qui ont nourri la fille moins

abondamment que le garçon pendant son enfance. » Cita de Nathalie Heinich y Eliachef a su vez citadas por Françoise

Couchard, Emprise et violence maternelles, Etude d’anthropologie psychanalytique, Paris, Dunod, 1991, 250 p. p. 62. 140 Ver al respecto Eliachef, que cita a Elena Giani Belotti, Du côté des petites filles (1973) “La fille a donc le plus

souvent contemplé la jouissance avec laquelle la mère nourrissait ses fils. Elle l’a vue leur parler plus tendrement, les

caresser plus intimement, toutes les douceurs qui lui ont été mesurées parcimonieusement, peut-être pour ne pas

l’accoutumer à des jouissances que la vie et le mariage lui refuseraient dans maintes cultures (ibid, p. 65). 141 Marie Lion-Julin, Mères : libérez vos filles(2008), Paris, Odile Jacob, 2010, 245 p.

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amor que tanta falta le hizo, queda embarazada de un hombre mayor a pesar de los consejos y

de la estricta supervisión de su tía madrastra142

.

Este cuento permite ilustrar el papel diferencial del afecto y de la empatía de Rosa

hacia sus dos recién nacidos, primero un varón, luego una niña: “No puede pasar indiferente y

sin advertir la belleza de las manos del pequeño, y la seriedad de su extraño rostro infantil”

(p. 112).

La actitud de Rosa con respecto al varón es positiva, de gran interés como lo sugiere la

expresión “no puede pasar indiferente”. El narrador al referirse al niño con las palabras

“belleza”, “seriedad” “extraño rostro” que pertenecen campo al léxico de la superioridad,

muestra la empatía de la cual goza el recién nacido. Sus más mínimos gestos captan su

atención. Además este primer parto fue “doloroso” es decir conforme a los principios que

valoran a la mujer como lo recuerdan las palabras de Dios en el génesis: “multiplicaré en gran

manera tus dolores y tus preñeces; con dolor parirás los hijos"... (Génesis, Cap. 3, Vers. 16).

De una niña que tendrá poco tiempo después, la genitora mantendrá una visión y una

actitud totalmente opuesta: “Un alumbramiento suave, casi indoloro, y la niña que ha nacido

es frágil y sin ningún signo especial” (p. 111).

Los adjetivos “suave” e “indoloro” sugieren un parto sin gran valor: “casi indoloro”.

Es insignificante porque es el sufrimiento el que “redime” a la mujer de su inferioridad como

lo ordenan los mitos que aluden a la insignificancia de lo femenino. El producto de sexo

femenino, niña, también es insignificante ya que es “frágil” y “sin ningún signo especial”. Los

términos de la oposición binaria “común” para calificar a la niña y “especial” para calificar al

varón justifican la diferencia de comportamiento de la madre. Es ese valor diferencial,

cualitativo entre masculino/femenino del cual depende que la pulsión del recién nacido se

142 En este cuento encontramos un dato importante sobre la iniciación sexual de Rosa que es una adolescente Es

importante saber que hasta a mediados del siglo XX la cultura tradicional no dejaba ninguna opción a las mujeres a

pesar de vivir en la ciudad. En el medio campesino aun existe un dicho según el cual “una hembra (mujer) que pesa 60

libras ya está lista para la actividad sexual”. Hasta en los años 70 la pubertad era un dato importante para el inicio

sexual en el medio rural. La maternidad era fundamental para la identidad de una adolescente.

Actualmente la iniciación sexual de las mujeres ha evolucionado en función de variantes como la clase social, el nivel

educativo. el espacio social (medio rural o urbano) A principios del siglo XX (Montenegro, 2000 : 79) se observa que

la iniciación sexual de la joven depende en gran parte del nivel de escolaridad pues son la mayoría de las que no tienen

escolaridad las que comenzaron más temprano y según éste se incrementa, el inicio de la vida sexual se retrasa. Las

jóvenes entre 13-15 años representan el 17.4% mientras que el grupo de 16-19 años es del 41.8%. Después de los 24

años ya todas las mujeres han sido iniciadas, como veremos más adelante. La presión social es tal que no es posible

escapar a este aspecto importante de la identidad social de la mujer en Centroamérica.

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oriente hacia la vida y el placer o hacia el sufrimiento y la muerte. Según Cochard (2006) el

niño es estimulado, adulado para la puesta en marcha de los circuitos de recompensa cuyo

objetivo es el placer y sobre todo el sexual.

Los orígenes sociales de Rosa, la genitora, podrían explicar esta indiferencia con su

recién nacida. A pesar de que su tía de clase alta trata de inculcarle los valores femeninos de

su medio, no lo logra143

. Apenas adolescente Rosa aparece embarazada como suele suceder

con mayor frecuencia en el medio humilde, campesino en Centroamérica (Palma, 1998)144

. La

tía adoptiva oficializa la relación con el genitor que la preña de nuevo: “La madre ha quedado

débil, triste y enferma. El nuevo ser no logra conmoverla y se ocupa de ella con indiferencia”

(p. 111).

Los calificativos débil”, “triste y enferma” aluden a la depresión post-partum que

explica la no implicación de la genitora en el cuidado de la niña. El nacimiento de la niña es

de una gran banalidad “no logra conmoverla”, de ahí el término “indiferencia” para calificar

su actitud frente a su nuevo producto:

La niña no quiere comer. Le abren a la fuerza la boquita y ella la deja entreabierta. Parece

haber en su pequeño rostro una determinación de fastidio por la vida. La lucha por su

existencia no tiene ningún objeto ya que, al poco tiempo, la criatura muere y la madre siente en

sí un gran dolor (p. 111).

Este estado contribuye a la muerte rápida del nuevo sujeto como lo sugiere la forma

adverbial “poco tiempo”. Además, el sintagma adverbial “con indiferencia” alude al motivo

de la niña para negarse a vivir a pesar de los esfuerzos que su medio despliega para asegurar

sus necesidades básicas.

La indiferencia es el motivo del “fastidio” de la niña. Sin amor, sin ternura, sin

empatía la energía vital de la pulsión se vuelve mortífera. La recién nacida muere ante la

indiferencia de la progenitora y queda sin bautizar. El bautismo es un ritual por medio del cual

el sujeto es integrado a su comunidad adquiriendo una identidad humana145

. La madre

adoptiva termina quitándole a Rosa su hijo varón que más tarde será el genial poeta Rubén

Darío.

143 La educación primaria no garantiza ni promueve cambios de valores significativos sobre los roles de género ni sobre

las creencias sexuales. (Montenegro 2000 : 71) 144 En 2011, Nicaragua cuenta aun con un índice muy alto de tasa de fecundidad adolescente: 112.7. Véase cuadro a

nivel mundial disponible en el siguiente enlace: http://hdr.undp.org/es/estadisticas/idg/ 145 El nombre es el inicio del proceso de identidad del sujeto.

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El tema de la indiferencia de la madre con respecto a su niña recién nacida es

recurrente en la obra de Rosario Aguilar. En el relato Quince barrotes de izquierda a derecha

(1965), la madre huérfana de la niña protagonista carece de humanidad. Ni siquiera a sonreír

le había enseñado a su niña:

La risa debe ser, seguramente, atributo del ser humano. Como a mí no me criaron como

persona, sino como un objeto, nadie me enseñó nunca a sonreír. O mejor dicho no existían

motivos en mi vida para sonreír (p. 38).

Ya adulta, en un prostíbulo, mata a su padre que desde pequeña abusa sexualmente de

ella146

.

Sentimiento de desamparo y de agonía por parte de la niña de Primavera sonámbula

(1964).

En el relato Primavera sonámbula (1964) se ponen en escena varios aspectos de la

compleja relación madre/hija147

en el desarrollo de la protagonista paralizada por un miedo

enfermizo. La niña empieza a sufrir desde que se la programa para la educación formal. La

ausencia de la madre es considerada como un abandono.

La resistencia de la niña de separarse de la madre se debe al hecho de tener un mismo

sexo como afirman Eliacheff y Einich en su libro Mère-fille: une relation à trois (2002)148

. En

el relato, como en los demás textos que aquí estudiamos, no se hace alusión alguna al aspecto

biológico. Sin embargo, en la ficción, la falta de estímulo por parte de la madre para la

exploración del espacio, para el conocimiento y el saber en general, es muy limitado. Además,

la relación basada en un modelo triangular149

necesaria al equilibrio del sujeto, es inexistente

en la ficción como lo es en la realidad, como lo constata Marie Lion-Julin (2008: 172)

El tercer miembro de la relación, el de sexo masculino, el genitor, está ausente. En

Primavera sonámbula (1964), los ángulos del supuesto triángulo familiar, están ocupados por

146 El poco valor que ha tenido y sigue teniendo el individuo de sexo femenino también en otras sociedades se vuelve

alarmante cuando se trata de controlar de manera drástica la natalidad como sucede en China y en India. El infanticidio

masivo de niñas a través de diferentes recursos, como el aborto selectivo, el abandono o negligencia criminal, ha creado

un desequilibrio demográfico a nivel planetario. Cada año, entre 1,5 y 3 millones de mujeres y niñas pierden la vida

como consecuencia de la violencia o el abandono por razón de su sexo.El abandono de las niñas ha sido en la historia

un fenómeno común y que figura en varios relatos estudiados. Es una constante como lo veremos más adelante al

referirnos al tema de la orfandad de los personajes de ficción. 147 Es al carácter nefasto de la relación madre/hija en el momento de la separación al cual Caroline Eliacheff y Nathalie

Heinich llaman “consecuencias de otro índole”. 148 Op.cit. 149 Como lo sugiere el subtítulo del libro de Caroline Eliacheff y Nathalie Heinich “Una relación entre tres”. La

traducción es mía.

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tres mujeres: la madre, la hija y la empleada. La falta de estímulo y de apoyo emocional

degrada a la niña hasta el más ínfimo nivel de la escala vegetal. Su deseo de muerte es

simbolizado por medio de la pérdida del sentido de la realidad o mejor dicho de la noción de

normalidad. Primavera sonámbula (1964) es el relato de la reificación, o del desarrollo

regresivo de una niña de clase alta. En vez de crecer, de explorar la sensibilidad de su cuerpo,

de consolidar su independencia, de adquirir seguridad, autoestima como sucede normalmente

con el sujeto de sexo masculino, la niña languidece, decae, se achica150

. La indiferencia de la

madre destruye su precaria autoestima, su incipiente sensibilidad corporal. La niña se siente

como un vegetal “apenas sensitivo”, carente de identidad, “sin raíces conocidas”151

.

En los relatos, raras son las representaciones literarias de una época efímera de

felicidad del sujeto de sexo femenino. Con mucha frecuencia la orfandad y su origen son el

telón de fondo de un profundo sufrimiento. En la ficción, la muerte de la madre simboliza el

fin de la relación fusional que se crea entre el sujeto que integra el mundo y la progenitora o la

persona encargada de su cuidado que es en la mayoría de casos de género femenino152

. El

aprendizaje de la feminidad, es un largo proceso que supone el desarrollo cada vez más

grande del sentimiento de desamparo, de orfandad, de soledad y de gran inestabilidad del

sujeto. Este proceso del cual da cuenta la mitología de sociedades en sus formas más simples

se perpetúa en la ficción. Los personajes femeninos que pertenecen a la clase alta son

educados por sus propias genitoras secundadas por un personal de servicio, como se puede

observar en el relato Primavera sonámbula (1964). Gracias a la terapia de su siquiatra que le

exige hacer un trabajo de introspección, la adolescente descubre un momento efímero de gran

felicidad durante su primera infancia que rescata del olvido: “Mis hermanos iban felices a la

escuela y yo quedaba dueña de la casa, de mi madre, de los juguetes”, (p. 13).

La palabra “dueña” alude a un bienestar emotivo con el cual cuenta inicialmente la

protagonista y que es material/casa, afectivo/madre, lúdico/juguetes. La educación formal

aparece como el mayor peligro. El sujeto inicia de esta manera progresiva e irremediable el

proceso de pérdida de su frágil autoestima. A medida que se acerca la fecha del inicio escolar,

la niña, que intuye el final de aquella felicidad, desea desaparecer. No puede imaginarse

150 María Inés Lagos (1993: 50) ya lo había constatado en su estudio. 151 De este mismo síntoma sufren Lavinia, protagonista de la La mujer habitada (1988), Sofía, protagonista de Sofía de

los presagios (1990) y Nena, protagonista del cuento “Me van a matar” (1984). 152 Sobre el aspecto social y no biológico de esta relación ver el mito de los indios Shuars “Cuando los hombres eran

madres”, (Palma, 1994: 47).

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alejada de su madre. “[...] cruzándome la calle rápido y sin volver a ver a ningún lado, un

carro se encargaría de que jamás fuera a la escuela” (p. 13).

El sustantivo “escuela” aquí significa peligro para la niña ya que supone el final de la

armonía que reina en su vida. La vida alejada de su madre, aunque sea por poco tiempo, no

tiene sentido. Por eso lleva a cabo varios intentos de suicidio frustrados a medida que se

acerca ese momento fatídico: “Mientras me alistaban los uniformes me crucé varias veces la

calle, con tan mala suerte que no me atropellaron” (p. 13).

Pero la muerte no está inscrita en su destino y ante la ineficacia de su gesto la

protagonista aplica un método más radical: “El día antes de la escuela 'me tragué dos semillas

de mamón' y una chibola de vidrio, pero no, no amanecí muerta” (p. 13).

La expresión “no amanecí muerta” traduce la tristeza, la impotencia de la protagonista.

El personaje no quiere enfrentarse a una existencia sin afecto. Desde el primer día de escuela

se instala en ella un sentimiento de abandono, de orfandad que marca definitivamente su

infancia y su adolescencia. La niña insiste en querer restablecer ese mundo ideal, con su

objeto añorado: “por fin lograba con la fiebre atraer a su madre”, “porque estaba enferma”, (p.

15).

La niña finge sufrimiento como lo sugieren las expresiones “fiebre”, “enferma”. El

sufrimiento es una manera de adquirir reconocimiento. No ir a la escuela se vuelve su objetivo

primordial: “ Estaba muy contenta” (p. 15).

Pero su estrategia es infructuosa: “Noté que mi madre iba a salir. Me entristeció muchísimo,

pero de nada sirvió: mi madre se fue de todos modos, a pesar de mis sollozos” (p. 15).

Sus chantajes no producen los efectos deseados como sugiere la expresión: “de nada

sirvió”. La niña pierde toda credibilidad.

En efecto, la afectividad de la niña no está satisfecha. El hecho de tener cubiertas todas

sus necesidades básicas no es suficiente para su estabilidad y crecimiento psicológico. Su

demanda de afecto se vuelve vital. Su carencia de amor se vuelve síntoma poniendo en

evidencia la falta de relación estimulante entre madre e hija ya que la distancia entre ellas es

cada vez más grande: “Era una niña tan pequeña. Nadie me tomaba en cuenta” (p. 15).

El sentimiento de abandono que ya intuía, se instala en ella: “me sentí

desamparada” (p. 13).

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El proceso regresivo de la niña sujeto, con propiedad (casa, madre, juguetes) es

vertiginoso. La niña empieza a sufrir frente a la mayor indiferencia: “Cuando una niña sufre

nadie parece darse cuenta” (p. 13).

La carencia de afecto es la causa principal de su soledad. La inseguridad se apodera de

la niña:

“He sido hasta hoy como una hierba a la orilla de un camino transitado; ni más ni menos.

Como una hierba he existido, me he alimentado, me ha mecido el viento, he sentido sobre mí el

sol, la luna, la lluvia. Si alguien ha tratado de transplantarme, de hacerme sentir como cualquier

ser humano, me he apegado a la tierra. Mis raíces se introducen en lo desconocido” (p. 14).

La niña pasa de ser una persona para llegar a la condición de vegetal, pero de un

vegetal con poco valor. La expresión “hierba a la orilla del camino” sugiere la idea de que no

es cultivada, que no recibe cuidado alguno. Una planta silvestre no se alimenta como las

demás. Crece en la intemperie, sin protección. Por lo general aparecen solas y son

desconocidas con frecuencia con nombres peyorativos o simplemente sin nombre. La palabra

“raíces” es una metáfora que alude a la identidad de tipo común y corriente de una planta

silvestre. En vez de crecer psicológicamente, desamparada, la niña disminuye : “Las personas

quedaban lejanas, las veía de abajo para arriba” (p. 14).

Insignificante, impotente, el mundo le parece grande, gigantesco, inalcanzable como le

debe parecer a una planta insignificante. El proceso regresivo que supone la metamorfosis de

un humano en vegetal nos puede dar una idea del sufrimiento del sujeto153

. Su humanidad se

reduce a una condición de vegetal, la más baja condición a la cual puede ser sometido un ser

humano abocado a la insignificancia casi total.

La demanda del sujeto es aquí elemental: amor, afecto. Sus lamentos ahogados son

elocuentes: “estoy muy sola”. Nadie escucha sus gritos de desesperación: “qué sola estoy”, (p.

33). Se lamenta: “He estado siempre sola. Nací sola” (p. 33).

La niña pierde la razón, esa es su muerte: “Cuando a veces se me olvida la existencia oigo la

voz ansiosa de mi madre buscándome. Ansiosa me sigue a todos lados” (p. 29).

153 Esta imagen se hace eco de la primera estrofa del poema “Lo fatal” de Rubén Darío:

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo.

Y mas la piedra dura porque esta ya no siente

pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo

ni mayor pesadumbre de la vida consciente.

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Pero la niña no pierde las esperanzas cuando alcanza esos estados de vacío total de

inexistencia.

Lo terrores nocturnos y la pérdida de la consciencia son arremetidas por el imaginario

orientado a disuadir a la niña de su deseo de estar con la madre. Estos síntomas de delirio

catalogados de esquizofrenia, y que aparecen desde el primer día de escuela, son el castigo

por vulnerar el orden simbólico que prohíbe fijar a la progenitora como objeto: “Estaba muy

contenta pues la calentura no bajaba” (p. 29).

Pero lo que al comienzo fue una mentira, un juego insolente, más tarde lo recuerda con

la expresión “Ahora sé que todo fue mentira”. La niña pone en marcha su juego ingenuo para

seguir gozando con la madre. La empleada doméstica, con quien la deja su madre, empieza a

ejercer en ella presión invocando castigos divinos para obligarla a acatar la orden de ir a la

escuela. Aquí la empleada representa la institución religiosa dotada de métodos eficaces

orientados a regular a los sujetos que no integran las normas de género como en este caso: “A

las niñas mentirosas se las lleva el diablo” (p. 30).

La mención de este personaje malévolo “el diablo” produce un impacto tan devastador

que la niña empieza a sufrir de crisis de terror nocturno. Pero la situación se vuelve

desesperante porque pierde todo control cuando la empleada le recuerda la existencia de una

fuerza superior que lo sabe todo y que puede castigarla severamente.

Con el sólo hecho de pronunciar la palabra diablo, el ser maligno aparece. La niña

acosada por la culpa empieza a delirar: “No quería que se dieran cuenta de que por mis

mentiras estaba amenazada por el diablo” (p. 30).

El “diablo” aquí representa el mal, el pecado mortal, la muerte social que es el destino

de todos aquellos que se niegan a integrar el orden simbólico que exige la separación del

objeto, la madre. Empeñada en perpetuar ese momento de felicidad sin límite del periodo

prenatal que los mitos llaman “el paraíso perdido”, la niña entra en un círculo infernal. Entre

más enferma, más cuidado y más atención obtiene de la madre y la empleada. Pero el terror se

vuelve permanente. También se manifiesta de día. Las crisis de delirio la dejabn tan

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extenuada que pirde el conocimiento “quedaba como muerta”. Es ese estado de deterioro de la

conciencia y de la razón, de absoluta soledad el que se encuentra el personaje en una clínica.

El psiquiatra que se ocupa de ella, al mismo tiempo que le hace comprender que su

situación no es grave, cataloga su estado de banal, “puras mimazones”. Para ello la receta es

no “hacerle caso”, es decir todo lo contrario de lo que hacen sus padres. “Obligándola a

dormir sola, obligándola a comprender que nada le pasa” (p. 30).

El rechazo al orden del género supone sanciones tan severas, y a veces tan mortíferas

que al sujeto no le queda otra opción que someterse al orden.

Frente a su debilitamiento, una serie de mecanismos del imaginario se ponen en marcha

para aprender, a pesar de todas las carencias, a construir su propia independencia. Según Elisa

Brune (2010), desde los primeros meses, los niños ponen en marcha los circuitos de

funcionamiento de su cuerpo, entre ellos los circuitos de recompensa. El control de este

proceso aparece en mitos de sociedades amerindias. Los Shuars del Amazonas dan cuenta del

sufrimiento de la niña y del papel que juega la madre y el hermano.

Soledad de la niña en un mito de los indios Shuar

La indiferencia de la madre y el sentimiento de soledad de la niña en su desarrollo físico

aparecen ilustrados en un mito de los indios Shuar del Amazonas. La niña en el momento de

la pubertad, etapa de cambios hormonales decisivos en los cuerpos sexuados, se encuentra

sola. En este periodo, según la psicóloga Hélène Deutsch (1884-1982), en su libro

Psychologie des femmes (1944-1945-1997), se consolida un odio hacia la madre que persiste

en mantener la ignorancia frente a su deseo de explorar su cuerpo y activar el placer sexual154

.

Según el mito, contra la voluntad de la madre, la niña pasa sentada con las piernas

abiertas al lado del fogón jugando con las brasas. Hasta que un día de tantos el gusano Schuk

penetra en su orificio vaginal y la fecunda. En ese estado de gravidez la madre le pide a su

hijo que se la lleve al monte y que la haga desaparecer. Su hermano cumple con su misión y

154 “La rancune de la jeune fille contre la mère qui ne l´a pas instruite dans la menstruation. Cette rancune déjà

rencontrée au cours de la puberté peut émaner de forces diverses. C´est souvent un reproche visant toutes sortes

d’autres situations où la mère a gardé des secrets et qui, de quelque autre objet, se rapportant sur la menstruation. Plus

souvent encore la jeune fille a réagi par un vif sentiment de culpabilité à sa propre curiosité et à sa découverte de choses

cachées jusqu’à ce qu’elle ait réussi à les refouler, et son reproche ‘pourquoi ne m’avez vous pas dit cela?’ fait porter

indirectement à la mère la responsabilité de cette découverte coupable maintenant refoulée ». Psychologie des femmes,

Paris, Puf, 1997, p. 138.

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se la lleva diciéndole que van a comer palmitos. Se sube a una palmera y le deja caer un

pesado racimo de palmitos para aplastarla. De la barriga de la niña muerta salen unos

animales parecidos a los armadillos.

La imagen de los armadillos saliendo del vientre de la niña sugiere la degradación de la

cultura y su retroceso a su estado anterior: la naturaleza. La figura metafórica del parto de

animales es un motivo común para dar cuenta de la fragilidad de la cultura que para su

mantenimiento necesita de una vigilancia muy grande. El acecho permanente de la naturaleza

hacia la cultura es un motivo recurrente en la mitología amazónica para legitimar la

imposición de las normativas del género basadas en el mantenimiento de la ignorancia de la

niña con respecto a las zonas erógenas de su cuerpoy la inversión temprana de la energía

pulsional en el trabajo productivo y reproductivo. En estas sociedades la cultura posee un

programa para impedir la exploración y el descubrimiento de la niña de su propia sexualidad.

Este descubrimiento podría poner en peligro la reproducción que necesita del sometimiento de

la hembra humana al coito del macho humano como suele suceder en el mundo animal gracias

al estro. La cultura garantiza la supervivencia de la especie humana gracias a la expropiación

de la sexualidad de la hembra para convertirla en “objeto/recipiente” necesario a la

reproducción humana. De lo contrario, la naturaleza se encarga de reintegrar al orden

biológico al sujeto que rechaza este orden cultural. La niña del mito al quedar ociosa, es decir

al libre albedrío de la pulsión, vulnera las normas de la supervivencia humana de la

heteronormatividad cuyo respeto debe garantizar la madre155

.

Este mito tiene valor de historia ejemplar orientado a modelar las relaciones madre/hija.

La madre tiene que imponer las reglas del género y debe exigir su respeto. El ocio que sugiere

el verbo “jugar” en gerundio, alusivo a la acción en su desarrollo, es mortal para la niña. La

niña, según el mito, debe invertir la energía pulsional en el trabajo doméstico y permanecer

ocupada como su madre. La imagen de la niña “jugando con las brasas” alude al placer de la

pulsión total, así como la expresión “el juego con el fuego”. El término “brasa” que simboliza

el fuego en vela, es una metáfora usual con la cual se representa la pulsión cuyo objetivo es el

placer. La cultura condena el autoerotismo en la niña que debe permanecer ajena, anestesiada

al placer y bajo el control materno. El mito también alude al hecho de que el deseo no es

155 El relato “El parto” de Isis Tejeira es una parodia de esta etapa de la gestación. La mujer no hace más que repetir su

función de reproductora a imagen y semejanza de una máquina fotocopiadora que reproduce un texto idéntico al

original.

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preformado, es decir que no es fijo, que no está asociado a un objeto y como lo constata

Deutsch (1997: 281), hay en la niña un interés en el placer a través del autoerotismo156

.

La niña debe utilizar la energía pulsional en el trabajo productivo157

. La pubertad es una

etapa decisiva para la deserotización definitiva de la adolescente. Con la práctica de la

sublimación se obstruye la posibilidad del placer de la pulsión total. Esta inhibición según

Deutsch (1949) es difícil de superar.

Este mito de los indios shuars “El gusano schuk y la niña ociosa”, es sin duda una

muestra importante de la violencia simbólica que la madre debe ejercer hacia la hija como lo

constata la psicóloga Karen Horney en su estudio La psychologie de la femme (2002: 218),

según la cual la madre “impide la vida y el placer de la niña”158

. En la pubertad la niña debe

permanecer anestesiada, ignorar su propia sexualidad, y la pulsión debe quedar subordinada a

los intereses de la supervivencia de la especie159

.

Este mito de los Shuar del Amazonas, permite también comprender el papel de la madre

que consiste en reproducir el género femenino es decir “el objeto sexual” necesario a la

heteronormatividad. El mito es un instrumento de terror para la niña y para la madre ya que el

regreso a la animalidad es el castigo más severo para las que transgreden la ley de la

inhibición de la pulsión y la práctica de una sexualidad femenina propia. El castigo de la

madre aquí, consiste en la pérdida de su hija que representa una fuerza de trabajo importante.

Es así como el imaginario cumple con la función reguladora del orden heterosexual. La niña

debe permanecer ocupada, indiferente a su propia sexualidad. El ocio para ella significa la

muerte social pero sobre todo una muerte atroz, repulsiva. La naturaleza se impone a la

156 En este proceso del despertar de la pulsión interviene la naturaleza simbolizada por el gusano schuk que es sin lugar

a dudas un gusano repugnante que aterra a las niñas que se complacen en observar su cuerpo y sobre todo sus genitales

como sugiere el mito: “se quedaba con las piernas abiertas al lado del fogón”. Con respecto a la pubertad, H. Deutsch

(1997: 281) hace la siguiente aclaración: « Il est en tout cas certain que la puberté comporte normalement une phase où

l’élan sexuel est plus ou moins dirigé vers les deux sexes. Cette phase est précédée par une autre où l’intérêt érotique de

l’individu semble davantage porté sur son propre sexe que sur le sexe opposé ». 157 Las niñas trabajadoras desarrollan su actividad en numerosos campos dependiendo del país en el que se encuentren,

labores agrícolas, servicio doméstico… pero también desarrollan otros “trabajos” peligrosos y degradantes como puede

ser la prostitución. A todo esto hay que añadir que las niñas trabajadoras tienen jornadas mucho más largas que las que

podrían tener los niños trabajadores. No se puede concebir que las niñas puedan llegar a desarrollar jornadas de nada

menos que 15 horas diarias. En estas cifras influye la cultura y los valores sociales de cada país, recordemos que el sexo

femenino es tratado de forma degradante en varios países en vías de desarrollo, con lo que no sorprende que sean las

niñas las que sufran más el yugo del trabajo infantil. Resulta sorprendente saber que en apenas tres años, se ha pasado

de 53 millones de niñas trabajadoras a 100 millones, un efecto claro de la crisis económica y alimentaria por la que está

pasando el planeta que ha provocado además el incremento de la pobreza infantil. Internet: Informacion disponible en

el sitio “Pelia.com”. 158 « La mère continue de représenter l’agent qui interdit la vie et le plaisir sexuel », Karen Horney La psychologie de la

femme Petite bibliothèque Payot, Paris, 2002, 340 p. 159 Op. cit. p. 176.

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cultura, el gusano schuk “la penetra porque permanecía sentada con las piernas abiertas”. El

gusano schuk representa la naturalización de la heterosexualidad masculina, asociada al

instinto del mundo natural160

.

Con la asociación repugnante “niña” “vientre” “armadillos” el mito muestra el peligro

de la pulsión y del autoerotismo como práctica del placer sexual femenino, que no se integra

al orden del género cuyo modelo es la madre y demás mujeres de la comunidad productoras y

reproductoras. Sin regulación cultural el sujeto se degrada, retrocede al orden natural, al orden

animal en donde la sexualidad femenina es estrictamente una sexualidad de servicio en vista

de la heteronormatividad. Es importante constatar que no hay mitos con motivos como este

que aludan a la diabolización de la pulsión y de la práctica del placer del sujeto de sexo

masculino. El placer es el objetivo de la pulsión masculina y es la condición de su humanidad

y de su superioridad. Al contrario del placer sexual femenino, el masculino es exaltado,

adulado, ennoblecido, y glorificado por estar conectado biológicamente con la reproducción

de la especie humanacomo locontata el sexólogo francés Michel Bozon (2002).

Este mito muestra la función de las mujeres en un mundo tribal en donde la principal

jerarquía está basada en el placer. El mito sugiere que la niña debe invertir la pulsión en la

producción y reproducción de la vida como en el mundo animal. Como en toda sociedad

tribal, el reconocimiento del deseo femenino no está contemplado ya que es considerado

como un peligro al orden de la cultura cuya meta primordial consiste en obtener el

sometimiento de la hembra humana al ejercicio de la sexualidad masculina en vista de la

supervivencia de la especie. El placer sexual femenino no tiene ninguna función biológica en

la reproducción. No participa de la reproducción como el placer sexual masculino al cual está

completamente conectado. El papel de la madre consiste en impedir la erotización temprana

de la niña, impidiendo la puesta en marcha de las conexiones de los circuitos orgásmicos que

se obtienen de manera instintiva desde la pequeña infancia. Mientras al varón le es permitido

explorar su cuerpo, tocarse, descubrir su sexualidad, a la niña se le prohíbe y se le reprime de

tal manera que en muchas sociedades a las niñas hasta se les suprime el órgano del placer

sexual femenino: el clítoris según la conclusión de la socióloga Natacha Carbonne (2011) en

160 El palmito es un fruto muy apreciado entre los indios Shuars.

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su estudio sociológico Les mutilations sexuelles feminines161

. De ahí el sentimiento de

soledad, de inestabilidad, de falta de autoestima de la niña del mito shuar.

Obstrucción del reconocimiento del deseo de la niña en el cuento “Me van a matar”

(inédito).

En el mito de los Shuars así como en el de Coyolchauxki que veremos más adelante, la

figura del hermano se encuentra ligada a la madre en la formación y supervisión de la niña en

el cumplimiento de su función productora y reproductora. En efecto esta figura masculina es

importante porque con ella cuenta la madre para el control de la niña en la inhibición de

cualquier manifestación de deseo y exploración del cuerpo como se puede ver en el cuento Me

van a matar (inédito) de Irma Prego. En este relato se pone en escena la tiranía de una viuda

santulona, que se arma de látigos y demás instrumentos de tortura para imponer su autoridad a

su progenitura y sobre todo para educar a sus hijas e impedir el descubrimiento del placer

como consecuencia de la instalación de los circuitos de recompensa. En el niño la práctica del

placer se instala desde el comienzo de la vida por medio de un proceso de descubrimiento, de

exploración, de repetición y de memorización de las actividades que procuran placer. Son

esos mecanismos de recopensa que determinan la erotización del nuevo sujeto según el

pedopsyquiatra francés Stéphane Clerget (2006)162

.

De manera paradójica esta mujer vive con una profunda frustración como lo constata el

narrador: “El carácter se le fue agriando cada vez más”.

El verbo “agriar” alude a una descomposición que como en el vino o la leche es hasta

útil porque de ello resulta otro producto que es el vinagre o el yogur. Lo mismo sucede con la

pulsión, de ahí el dicho: “el vinagre es al vino lo que la frustración es a la pulsión” (Palma,

1985) Con su mal carácter, los métodos represivos de la madre se fueron endureciendo aún

más. Lo cual es normal cuando el ideal femenino es la anestesia sexual. De ahí la angustia o

los efectos de lo que se intrepretaba como la posesión diabólica de la mujeres en la edad

media o de la histeria en el siglo XIX (Palma, 1985).

161

« Les mutilations des femmes maintenue par la tradition (…) et sous tendue par une base, un socle qui serait la

mysoginie et la domination masculine qui l’accompagne », (p. 157). 162 Autor del ensayo Comment devient-on homo ou hétéro, Paris, JC Lattès, 2006, 428 p.

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Sin embargo lo importante en este momento de la narración es la puesta en escena del

hijo mayor, que aparece en poderosa alianza con la madre contra las hijas: “asesorada por su

hijo mayor”, el preferido de ella, el que asumió las funciones de padre”.

El verbo “asesorar”, significa “dar consejo o dictamen en materia de dificultad”. En su

trabajo de regulación de la sexualidad de la niña, la madre cuenta con el apoyo incondicional

de sus hijos varones que juegan un papel importante por su superioridad física. Con un hijo

quien a su vez es no sólo despótico sino también psicótico, un hombre enfermo quizá por su

ocupación en una función autoritaria quizá demasiado prematura, ella va a impedir cualquier

rescoldo de placer en las niñas.

La viuda se va a dotar de herramientas de tortura en cuanto muere su marido para

asegurar la educación de su prole: “No más pasado el funeral y los nueve días de su esposo,

guindó en un poste de la cocina dos coyundas una de cuero y otra de cuero más blando hasta

de cuatro cinturas gruesas”.

Con estos instrumentos la madre asume su nueva función de única correctora de sus

hijos varones y de sus hijas mujeres: “Les descargaba sobre piernas y brazos y espalda de sus

hijos”.

Todo sería normal si no hubiera un tratamiento específico según el sexo de su

progenitura pero las niñas se sienten mal consideradas, de manera injusta por la madre: “las

creía capaces de una anomalía o perversidad”.

La “desconfianza, y las sospechas”, que van a desencadenar una suerte de control

paranoico de la madre en torno a sus adolescentes. La “perversidad” según el diccionario de la

Real Academia Española significa cambiar moralmente el bien en mal. Desnaturalizar. Es

transformar el sufrimiento en placer. Lo que está orientado a la reproducción y a la

maternidad se transforma en placer. Esta expresión alude al placer sexual femenino que

aparece como un instrumento del demonio, razón por la cual se predica el ascetismo en favor

de una espiritualidad como lo constata Hélène Deutsch (1997): “como una vigilancia

totalitaria”.

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La palabra “totalitaria” alude a un sistema político en el cual el margen de movimiento

de las personas es mínimo. El usual toque de queda va acompañado de la prohibición de

reuniones en las calles y sobre todo de requisiciones en casas.

La desconfianza esta sobre todo orientada hacia Nena, la menor, por su curiosidad y por

su buen humor: “Nena era viva de genio, independiente, de alegre carácter y pronta a la risa”.

Estas cualidades “genialidad, independencia, alegría”, hacen de ella un peligro en la

vida. De ahí el control riguroso. La madre impide salidas y todo lo que pudiera favorecer su

autonomía como el dinero y todo lo que pusiera en peligro su honor, su virginidad. Su

comportamiento es catalogado por el narrador como un espionaje minucioso: “Las vigilaba

sin piedad hasta en su más recóndita intimidad”.

“Sin piedad” y “recóndita intimidad” aluden al carácter extremo del control : “dureza y

exhaustividad”, que ni siquiera un sistema dictatorial es capaz de asegurar ya que el control en

esos regímenes está orientado a la palabra.

El control de la madre aparece orientado a impedir la exploración y la validación de los

circuitos orgásmicos que de manera instintiva (Elisa Brune, Yves Ferroul, 2010) se lleva a

cabo en los primeros años de vida.

Se trata de impedirles la desviación en cuanto a su destino reproductor. Asegurar la

reproducción humana y por consiguiente su conformidad con los valores religiosos, en donde

el placer orgásmico femenino es considerado como diabólico, es una de las mayores

exigencias de la viuda para con sus hijas. Eso supone acostumbrarlas al sometimiento a través

de la dominación necesaria a la consolidación de la virilidad del varón.

Las protagonistas sienten una suerte de impotencia total. No saben como rebelarse

porque el control es sobrehumano. En un encierro total. La sexualidad que es insinuada a

través de expresiones religiosas como lo expresa el campo léxico del pecado, es evocada

como algo diabólico.

Para que no se les ocurran malos pensamientos es decir, para que no se les ocurra

asociar el deseo con una práctica del placer, sus rezos están orientados a exorcizar ese terror:

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“ilumínalas señora para que abominen el besuqueo y el toqueteo pues vos sabés que quien da

el pico da el mico”.

Para el verbo “abominar”, el diccionario de la Real Academia Española da con orden

de intensidad los siguientes sinónimos: “condenar, maldecir, aborrecer, odiar, despreciar,

execrar, rechazar”. Luego los verbos “besuquear” y “toquetear” convierten en algo peyorativo

dos acciones originalmente con connotaciones sexuales. La expresión nicaragüense: “quien da

el pico da el mico” alude a una supuesta liviandad femenina. Como la joven no sabe nada de

su sexualidad, como tampoco sabe gran cosa sobre el coito ella se va a someter al deseo del

hombre sin saber lo que va a obtener. Un beso (pico) puede hacerle perder la virginidad (el

mico.) La palabra “mico” significa mono. El mico a su vez es un eufemismo para evocar los

genitales femeninos que tienen otros nombres asociados con la suciedad como « la

cucaracha » o “el bicho” que significa insecto (Palma, 1997).

A pesar de la manera autoritaria y violenta con la cual la viuda forma a sus hijas, no se

puede decir que no las quiere. Quiere a sus hijas para asegurar su seguridad y conformidad a

las normas de género. Por lo general, la mujer va al cielo cuando permanece anestesiada al

placer, sin orgasmar. Es decir que se ha sometido al servicio sexual, ha procreado pero ha

permanecido anestesiada a todo tipo de placer sexual.

Para impedir “el mal paso”, la afrenta de familia o pecado de la carne, “el pecado

mortal”, nada mejor que la religión: “A ti celestial princesa, virgen sagrada María, te entrego

alma, vida y corazón y a estas hijas mías que son mi gran ilusión”.

Frente a esta educación, las niñas sólo pueden sentir impotencia por la forma de ser

tratadas. La ignorancia de las niñas y el maltrato físico y psicológico son las bases ideales que

contribuyen a la consolidación de las relaciones de sometimiento necesario al intercambio

económico-sexual o práctica heterosexual. Además para dejarlas en la más total dependencia,

la madre les impide todo acceso a la educación formal.

A las hijas no, a esas, profesión no, decía la viuda. “Dios no le dio alas al animal ponzoñoso.

Ajaa..., mis alacrancitas, las llamaba para explicarles que la madre alacrana es devorada

siempre por sus crías recién nacidas, las que sólo dejan el cascarón pues hambrientas le comen

sus entrañas.

En el término “alacrán” hay una connotación lúbrica, una lubricidad femenina. De ahí la

palabra “crías” que es femenina aunque las crías supongan tanto machos como hembras. Las

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víboras también están asociadas a lo femenino. Es esa misma idea de lubricidad, como la de la

serpiente que aparece en el paraíso, aliada de Eva, cuando es interpelada por Dios, en plena

complicidad con la serpiente.

La educación formal que se les niega y se les prohíbe a las niñas es sin embargo

promovida para los varones. La profesionalización consagra su superioridad. Los varones

gozan de libertad para explorar su cuerpo y su sexualidad y del desarrollo necesario para

funcionar en la sociedad de manera autónoma y viril: “Ella les fomenta el machismo”.

Para ello, les arma toda clase de “intrigas” para que sus varones salgan en su defensa

porque siempre aparece como víctima de sus hijas. Con sus chantajes se vuelve el centro de

muchas atenciones por parte de sus hijos.

Algunas veces los hijos armaban unas grescas tremendas entre ellos o contra las hermanas, a

las que trataban a lo bestia. La madre encontraba que la brutalidad de sus adolescentes era

hombría consustancial a su sexo y así les fomentó un machismo ultramontano, a tal grado que

cuando tenían que alternar en compañía femenina no sabían cómo actuar.

Del trato “a lo bestia”, “brutalidad”, “machismo ultramontano”, es decir inhumano,

participan de manera servil los hermanos varones que gozan de un tratamiento valorizador,

viril.

Ignorancia, represión sexual, desvalorización, son la base de la educación femenina. Es

así como las jóvenes buscan cómo encontrar a un hombre que las salve de la inseguridad

emocional, de la precariedad económica y del sufrimiento moral en el que viven.

En los personajes femeninos de Irma Prego, la frustración se encuentra naturalizada e

interiorizada. En ellos domina la confusión. Cuanto más maltrato por parte del hombre más

sometimiento e incondicionalidad se obtiene como suele hacerse con la domesticación de un

animal de compañía.

Tratándose de un cuento inspirado en la realidad, la escritora nos dice:

Ella me llevaba a todas sus actividades religiosas, me llevaba de la rechinga a comulgar, a

rezar. Mi relación con ella fue muy difícil. A los tres varones ella los destinó para que vivieran

y fueran profesionales, pero Irma tenía que quedarse con ella hasta el último día de su vida. La

desaprobación de mi mamá para todo lo mío fue sistemática. Mis intereses, mis aficiones. Todo

me lo desaprobaba tremendamente. Huyendo de ella a Costa Rica me casé en tres meses.”

(Entrevista inédita).

Este cuento parece ilustrar la idea de la psicoanalista Helène Deutsch (1949), según la

cual la madre representa la correa de transmisión del orden patriarcalporque “prohíbe la vida

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y el placer sexual” de la niña. Es así como la hija termina odiando a la madre contra la cual

tiene un gran resentimiento como lo sugieren los términos “impotencia y furia”. Este odio es

inversamente proporcional a la valorización de lo masculino. Con esta educación, condenada,

denigrada, maltratada brutalmente por la madre que limita la libertad, e impide la exploración

y el conocimiento de su propia sexualidad, la niña se forja la idealización del hombre que

aparece como el salvador. Su docilidad, su pasividad se obtienen con medios coercitivos tanto

ideológicos como morales y a traves de la violencia física.

2. La madre ausente

Abuso sexual padre/hija en el cuento “No hay olvido” (1996)

La inseguridad de la niña se agrava con frecuencia con el genitor presente163

. La falta de

función paternal contribuye a su vez a su idealización. Es así como se refuerzan aún más el

sentimiento de dependencia y el mecanismo de subordinación del sujeto de sexo femenino164

.

La función de la madre una vez que la hija adquiere cierta autonomía, consiste en

protegerla de los deseos incestuosos del padre165

. La integridad física de la niña depende en

gran medida de la disponibilidad sexual de la madre con respecto a su pareja, según Eliachef y

Heinich (2002)166

quienes consideran que la madre es responsable de este crimen por su

incapacidad de cumplir con su rol de tercero su ausencia, no solamente física, sino simbólica

es la condición del incesto167

. Para estas autoras la madre es la principal responsable del abuso

sexual del padre hacia la hija cuando en realidad ella misma es víctima. El abuso es una de las

prerrogativas de poder del genitor. En Centroamérica según un estudio sociológico con el

patrocinio del Fondo de Población de las Naciones Unidas, el CEPAL (Comision Economica

para América Latina y El Caribe) y el CASC-UCA (Centro de Analisis Sociocultural de la

Universidad Centroaméricana) de los sociólogos Ortega Hegg, Centeno Orozco, Castillo

163 Según una secuencia de “Radialistas del Ecuador”, “el 40% de las niñas en América latina sufren de violencia

sexual por parte de padres, padrastros, hermanos, abuelos, tíos y primos”. Radialistas.net, ONG sin fines de lucro en

Ecuador. 164 Véase al respecto la secuencia radial de Radiolistas del Ecuador en internet: “El lugar más inseguro” en donde se

pone en escena una encuesta sobre cual sería el lugar más inseguro para una niña. Después de escuchar a varios

encuestados el locutor concluye así: “Los encuestados se equivocan, el lugar más inseguro para una niña es su propia

casa”. Radialistas.net, ONG sin fines de lucro en Ecuador. 165 Véase Eliachef y Heinich (2002 : 240). 166 Op. cit. p. 240. 167 « L’inceste est bien ce qui se produit lorsque une mère trop absente laisse la relation à trois, à une rélation à deux –

une fille et son père trop présent. » Op.cit. p. 240.

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Venerio (2005), sobre Masculinidad y factores socioculturales asociados al comportamiento

de los hombres: estudio en cuatro países de Centroamérica, esta práctica abusiva corresponde

a la categoría de padres irresponsables que suelen no cumplir con las funciones de

socialización, de protección, económica y afectiva. “Hay algunos padres que actúan muy

violentamente en sus relaciones con sus hijos e hijas, y en casos extremos abusan sexualmente

de éstos” (p. 49).

El padre en vez de participar en el proceso de la diferenciación de la hija con respecto a

la madre como lo explicita la ley que prohíbe la cópula entre miembros de un mismo

parentesco, excluye a la madre causando el incesto clásico de primer tipo padre/hija168

.

En el cuento “No hay olvido” (1996), Ana María Rodas pone en escena la tortura sexual

de la niña protagonista por parte del padre y del hijo en el espacio privado. El padre agrede

sexualmente a su hija desde muy niña169

. La madre ignora este crimen. La niña se beneficia de

la protección del hermano a cambio de servicio sexual. El hijo castiga a su padre y se queda

con su hermana que ofrece su cuerpo a cambio de protección. Tanto el crimen del padre como

el del parricidio quedan ocultos. La madre tampoco está al corriente de la actividad sexual

entre el hermano y la hermana. La confusión es total ya que Linda no sabe que su hermano ha

asesinado a su padre para vengarla. En la familia de Carlos y Linda impera la ley del silencio

gracias a la cual se perpetúa la violencia sexual contra las niñas. La madre sigue protegiendo

al padre, nadie puede pararlo como lo constata al referirse a la realidad de este problema

familiar Luce Irigoyen (2005: 239)170

. El fantasma de la agresión sexual del padre queda a su

libre albedrío.

168 El padre aparece muy poco en los relatos de desarrollo de las protagonistas. En las sociedades centroamerianas “el

padre ausente” es una categoría muy amplia según la sociología regional (Otega Hegg, Centeno Orozco, Castillo

Venerio, 2005: 38). La ficción es una representación bastante fiel de esa realidad.

En la novela de la venezolana Teresa de la Parra, Ifigenia, (1928), es su tío el que cumple con esta función. En los

relatos estudiados, cuando el padre está presente aparece en muchos casos abusando sexualmente de la niña como

sucede con Linda, personaje del cuento “No hay olvido”, (1997), Belita, abusada por su padre (La niña sin amor, 1971

de Rima Vallbona, Costa Rica), Martha, acosada por su hermano (Todas íbamos a ser reinas), Flor, abusada por su tío,

(La mujer habitada, 1988) y las niñas sin nombre de las novelas, Sin Fecha fija, 1982 y Quince barrotes de izquierda a

derecha, (1976). Los personajes sufren en la soledad más grande. 169 La famosa canción “La niña” (Something special) del bachatero dominicano Aventura cuenta la historia de una niña

de apenas nueve años que es abusada sexualmente por su padre Ella no sabe de quién se trata y el coro pasa

preguntándose “¿Y quién diablos fue?/Un desgraciado sin corazón ¿Díganme cómo entró? Quizás olvidaron cerrar la

puerta/ Sólo saben que hizo daño y se marchó

Después de que se descubre el crimen la canción termina así: “Aquí les traigo otra historia a la gente y esta vez no es de

amor. Es un mensaje, es una anécdota tan triste que hoy convierto en canción”. 170 Véase en relación con la realidad de ese problema familiar en Francia: Femmes sous emprise, 2005.

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Sorprendió al padre con ella pasándole despacio las manos por los muslos. La niña tenía los

ojos encendidos y las piernas separadas. Carlos cerró la puerta de un golpe y se fue a la calle.

No sabía qué hacer, (p. 32).

A partir de la edad de catorce años Carlos descubre el crimen sexual: La expresión “los

ojos encendidos” alude al estado de terror en el que se encuentra la niña totalmente paralizada

por la actitud lúbrica del padre. Los niños víctimas desarrollan estrategias de adaptación para

poder sobrevivir a la violencia, como lo constata en la sociedad francesa, Irigoyen (2005:

235). Carlos se indigna cuando le confiesa el horror:

-¿Qué te hizo ese desgraciado?

-Lo de siempre (p. 32).

El adverbio “siempre” traduce la duración indefinida de la tortura sexual a la cual ha

sido sometida Linda: “El padre se mantenía borracho171

. Temerosa de echarlo a perder todo se

iba a la calle, él se quedaba solo con Linda” (p. 37).

La madre, según la tradición retomada por el discurso psicoanalítico, tiene por función

esencial impedir la agresión sexual padre/hija a través de un servicio sexual permanente.

Cuando no cumple con ese trabajo, como en este cuento, ella misma propicia el abuso,

dejando sola a la niña con su padre.

Carlos, en una crisis de demencia, trata de matar al padre. El médico lo interna en el

hospital psiquiátrico. La madre no comprende la situación. Ella se ausenta para evitar la

violencia de su marido. Prefiere irse que “echarlo a perder todo”. El padre actua a sus

anchas y se vuelve el enemigo de la familia: “Qué duro que sería para mi mamá. Ella es muy

débil, vos y yo somos fuertes” (p. 38).

La niña quiere proteger a su madre. Aquí aparece la idea de alianza contra el crimen :

“Carlos entendía que Linda se preparaba, lo preparaba a él para hacer justicia” (p. 38).

Carlos, el hermano de Linda encarna aquí la ley contra el padre abusador, que la ha

vulnerado.

En el cuento “No hay olvido” (1996), Carlos ocupa la función paterna. Vela por el

cumplimiento de la ley que prohibe la sexualidad de adultos con su descendencia. Sin

171 En Centroamérica, el abuso sexual se asocia con factores de riesgo importantes como son el alcoholismo y la

drogadicción según lo revela el estudio de los sociólogos centroamericanos Ortega Hegg, Centeno Orozco, Castillo

Venerio (2005: 39).

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embargo, la relación entre ambos conduce a su vez a una sexualidad entre miembros de la

misma familia. Nadie sospecha que Carlos, a su vez, abusaba sexualmente de su hermana

menor.

Es importante constatar el estado de regresión infantil en el cual cae Carlos, después del

primer altercado con su padre. Su hermana Linda juega un papel materno en su recuperación

del lenguaje. Esta función maternal permite recrear el contexto mítico del parricidio llevado a

cabo por Edipo. Sobre el abuso de los hermanos, Assoun (1997: 37), citando a Freud,

recuerda que “el medio familiar es el mantillo ideal en donde germinan las primeras

experiencias sexuales”172

. En este caso es el lugar en donde brotan los deseos que dan lugar a

experiencias sexuales entre miembros consanguíneos. Las escenas de ternura entre ambos

hermanos, en donde Linda le enseña a Carlos las palabras para que aprenda de nuevo a hablar,

alternan con imágenes de seducción recíproca: “Linda parecía leerle las intenciones y lo

abrazaba y lo mimaba y le murmuraba cosas muy dulces al oído, hasta que lo amansó” (p.

37).

Esta relación de ternura culmina con la recuperación del lenguaje.

Una tarde la hermana lo encerró y habló de la seducción. El joven sufría por lo que el padre

hacía a su hermana de 12 años pero su rabia desaparecía cuando ella después de haber pasado

por el padre le prodigaba ternura: “lo abrazaba y lo arrastraba a su cama” (p. 38).

El padre continúa imperturbablemente. Linda, perpleja, confundida, se acomoda a la

situación: “no sabe qué hacer, no sabe qué decirle” (p. 38).

Su confusión es tal que cuando Carlos le pregunta “por qué se deja hacer”, ella lo trata

como a un niño diciéndole que él no comprende estas cosas. La intimidad entre Linda y

Carlos crece.

Aquí el motivo de Edipo es evidente. Edipo es el personaje legendario que mata a su

padre y se queda con la madre y que como lo recuerda Bellemin-Noël (1996) es, según Freud,

el modelo de construcción del placer para todo el mundo. En efecto Freud descubrió el

complejo de Edipo comparando lo que decían sus pacientes en relación con sus progenitores y

la tragedia de Sófocles Edipo Rey. De todo ello hace un esquema que alza en ley universal

porque corresponde según él a los sentimientos de los niños frente a sus padres.

172 Paul-Laurent Assoun, Frères et Soeurs, Leçons de psychanalyse, sur Corps et Symptôme, Tome I, Clinique du corps,

Paris, Anthropos, 1997, 111 p. p 37.

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En este relato aparece la escena primitiva de la muerte del padre en manos del hijo y no

por celos en relación con la madre sino con la hermana. Este tema tratado por Freud en Totem

y Tabou (1912-1913) tiene grandes resonancias literarias como lo constata Paul Laurent

Assoun (1997: 83). En este cuento el hijo encarna la ley contra el padre transgresor. El hijo se

enfrenta al padre todopoderoso cuya función consiste en velar por el respeto de la ley contra

el incesto madre hijo-padre/hija.

En el cuento “No hay olvido”, Carlos, el hijo parricida, no se queda con la madre como

sucedió con Edipo y su madre Yocasta sino con su hermana, ya que ésta representa

simbólicamente la función de madre. La hermana se vuelve como la madre de Carlos. Lo cual

nos muestra el escenario mítico que valida esta ley.

En este cuento aparece el proceso de abandono de la niña por parte de la madre que se

refugia en el padre, quien a su vez interpreta la demanda de amor de la niña con las categorías

sexuales de un adulto. De ahí el incesto cuya prohibición constituye la ley universal del

principio de la organización social. La prohibición del abuso sexual de niños y entre

miembros consanguíneos, es la primera ley de la vida social como lo mostró Freud y luego el

antropólogo francés Claude Levi-Strauss en su ensayo sobre el pensamiento primitivo: Les

structures élémentaires de la parenté (1947). Esta ley concierne a todos los miembros que

viven bajo el mismo techo173

. La prohibición de la sexualidad entre miembros consanguíneos,

(madre/hijos, padre/hijos, hermanos, tíos, sobrinos), es una ley universal y el principio

fundador de la cultura. Esta ley impide dos tendencias fundamentales: matar al padre y

copular con la madre o con la hermana. Aquí, a causa del abuso sexual padre/hija, el hijo mata

al padre. Pero en ausencia de la madre, el hijo a su vez abusa de la hermana. Sobre la

frecuencia de este crímen familiar se habla en la novela de G. Belli, La mujer habitada

(1988): “Con frecuencia los padres violaban a las hijas adolescentes bajos los efectos del

alcohol” (p. 144)174

.

173 Por lo general los padres incestuosos y los pedófilos invocan el hecho de la complicidad del niño. Sin embargo las

víctimas dan cuenta de la presión con la cual actúa el pedófilo, creando en ellas una total confusión. 174 En Centroamérica los organismos internacionales han puesto en evidencia la gravedad de este problema. Amnistía

Internacional en su informe de noviembre del 2010 pide a las autoridades nicaragüenses poner fin a la violación y al

abuso sexual de niñas: “Cada día, muchas niñas nicaragüenses sufren el horror de la violencia sexual en silencio” dice

Esther Major, investigadora de Amnistía Internacional sobre Centroamérica. Según datos policiales, entre 1998 y 2008

se denunciaron más de 14000 casos de los cuales dos tercios de las víctimas eran menores de 17 años.Esta información

se encuentra disponible en el enlace: http.//www.movimientoautonomodemujeres.org/noticia/52

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En el relato de Rodas, “No hay olvido” (1997), el silencio de la niña podría ser

interpretado como un silencio cómplice175

. Tampoco sabe reaccionar frente al abuso sexual

del padre cuando se refugia en busca del amor, el reconocimiento y la seguridad que no le

brinda la madre. Ella sufre en silencio para no perturbar a la madre a quien considera: “débil,

frágil”176

.

Aquí encontramos la idea según la cual la víctima es cómplice de su propia desgracia.

La complicidad de la víctima reside en la confusión frente a la imposición de la genitalidad

por parte de la figura paterna. El psicoanálisis suele considerar “de una gran complejidad”

esta realidad del abuso sexual de la niña por parte de los varones de la familia ya que estaría

inscrito en su complejo de Edipo. Para Assoun (1997: 50), Freud lo consideraba más

complicado que el Edipo del varón. Según el padre del psicoanálisis “la niña se considera

castrada desde un comienzo y tiene tres opciones posibles: desviarse de la sexualidad, desistir

de su masculinidad o escoger como objeto de amor a su padre”177

.

En esta versión del proceso del complejo de Edipo en la cual el hijo aniquila al padre, el

motivo es a la vez la madre y la hermana con la cual tendrá relaciones sexuales inducidas por

la complicidad que se crea entre ellos y sobre todo como una recompensa por haberla

liberado. En ambos casos la niña protagonista es objeto de deseo de los hombres de la familia

al encontrarse abandonada por una madre impotente. Aquí vemos que el padre no sólo no

175 Para recordar el castigo del incesto entre hermanos en las sociedades indígenas existen mitos en los cuales se

muestra el largo proceso por el cual pasa la sociedad para institucionalizar el orden. En efecto a causa del incesto el

mundo se destruía con diluvios y los culpables eran transformados en animales, como en el caso del relato “El castigo

de los amantes”, en el cual el hombre es transformado en tapir y ella en lora, para recordar el castigo que reciben los

que violan esa ley. También la luna es producto de un incesto. Luna era el hijo de Sol y a causa de su relación

incestuosa con su hermana fue condenado a brillar de noche con luz tenue como la de la luna y no como la del sol su

padre. En este caso es el padre el que impone la ley y castiga a su hijo varón. Véase M. Palma, Los viajeros de la gran

anaconda (1984) y Palabra mítica de la gente del agua (1984). 176 Según el informe de Amnistía Internacional: “Los autores más habituales de la violencia sexual contra las niñas son

familiares y persons que ocupan una posición de poder. El hogar es con frecuencia un lugar peligroso, y muchas niñas

que sufren abuso sexual a manos de sus familiares se ven presionadas para guardar silencio… La ausencia de

programas gubernamentales para concienciar la población sobre violencia sexual y cambiar las actitudes sociales

significa que, es a la víctima a quien se culpa, y no al agresor”. Vease el enlace :

http.//www.movimientoautonomodemujeres.org/noticia/52 177 “Pour le garçon le complexe d’oedipe serait beaucoup plus simple puisque: il comporte moins de zone d’ombre que

celui de la fille. La fille en effet a, comme le garçon, la mère comme premier objet d’amour et, pour pouvoir orienter

son désir vers le père, il faut d’abord qu’elle se détache de celle-ci. Le processus qui mène au complexe d’œdipe est

donc nécessairement chez elle plus long et plus compliqué. Ce processus commence lorsque la fille constate son

infériorité par rapport au garçon et se considère comme castrée. Elle peut alors soit se détourner de la sexualité, soit ne

pas démordre de sa masculinité, soit enfin choisir une troisième voie très sinueuse qui débouche dans l’attitude

féminine normale finale qui choisit le père comme objet”, Paul Laurent Assoun, Le Pervers et la femme, op.cit.p. 50.

Este planteamiento no nos permite entender el alto porcentaje con frecuencia mas de 1/3 de la poblacion

centroamericana con jefatura femenina.

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prodiga el amor que se supone que la niña necesita frente a la indiferencia de la madre sino

que además la utiliza sexualmente.

Finalmente el hijo también transgrede la ley. Y al contrario de lo que afirma Assoun

(1997: 51) “que la familia es el terreno inaugural de la seducción”, como lo muestra el cuento,

el hogar familiar es con frecuencia el lugar más inseguro para la niña178

. El motivo de este

cuento podría ser “La transgresión de la ley del incesto en la familia”. El título original No

hay olvido podría hacer alusión a la filiación masculina, de padre a hijo que actúan a sus

anchas porque son ellos los que hacen y deshacen las leyes. Frente a la transgresión del

incesto es la ley del más fuerte la que impera: el padre abusa de la madre y de la hija, el hijo

mata al padre y a su vez abusa de la hermana aunque de manera solapada. La joven compensa

a su hermano que la libera del terror del padre, ofreciéndole servicio sexual. Es decir que se

establece una reciprocidad de seguridad contra servicio sexual.

Inestabilidad y sentimiento de orfandad: La mujer habitada (1988) y Sofía de los

presagios (1990)

La madre juega un papel fundamental en la construcción de la personalidad del recién

nacido ya que es el primer objeto en el cual el niño proyecta sus primeras emociones como lo

ha demostrado Melanie Klein (1995) en sus exploraciones sobre los procesos que determinan

la armonía y el equilibrio mental del sujeto179

. La madre es a la vez objeto de amor por los

cuidados que prodiga al ser indefenso, frágil, y de odio estimulado por las frustraciones que

resultan de su larga dependencia. Los escenarios de esas primeras emociones y conflictos en

relación a la madre dejan huellas indelebles en el sujeto. El sentimiento de orfandad es uno de

los escenarios en los cuales se encuentran los personajes femeninos frente a los conflictos

maternos.

178 Véase la secuencia radial de Radiolistas.com del Ecuador que dice así en su secuencia sobre la inseguridad de las

niñas en su medio familiar: “El abuso sexual y el incesto son más comunes de lo que se cree. La mayoría de las veces

son el secreto familiar mejor guardado y la causa de numerosos embarazos infantiles. En América Latina, se calcula

que el 30% de las niñas y un 15% de los niños, de todas las clases sociales, han sido víctimas de incesto, casi siempre

por sus padres o padrastros, tíos o primos. Estos datos son muy relativos, ya que por las características de esta

problemática no se tienen registros fiables. Una de las responsabilidades sociales de los medios de comunicación es

denunciar este delito y darlo a conocer, colaborando a que salga a la luz y se hable de él. Radiolistas.net, ONG sin fines

de lucro con sede en Ecuador. 179 Véase: Le transfert et autres écrits. Inédits de Melanie Klein, Traduits de l’anglais par Claude Vincent, Paris, PUF,

1995, op. cit. p. 79.

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115

Los términos “orfandad” y “huérfano (a)” que de acuerdo con el diccionario Larousse

significan “privación de apoyo” y “pérdida de la madre o de ambos progenitores”

respectivamente, simboliza con frecuencia el trauma que supone la pérdida del objeto. Este

trauma, común a todos los seres humanos, es para algunos, fuente de elaboraciones

fantasmáticas, es decir historias imaginadas en las cuales el sujeto se representa ya sea como

héroe o bien como testigo (Bellemin Noël, 1996: 24). Este tema recurrente en los mitos y

objeto de reescritura en la creación literaria, es el eje en torno al cual se estructura la palabra

poética en las dos primeras novelas de la autora nicaragüense Gioconda Belli. La orfandad

aparece como la elaboración fantasmática del síntoma del abandono que el psicoanálisis suele

denominar “novela familiar” y que es la historia que el niño se cuenta sobre sus orígenes. Este

tipo de elaboraciones aparece cuando el niño se confronta a la separación necesaria que debe

realizar con respecto a su progenitora.

En efecto, en La mujer habitada, (1988), Lavinia, la protagonista, sufre de un malestar:

“sus padres le negaron el amor que necesitaba” (p. 180).

Con esta expresión el narrador alude a la importancia del “amor”, del afecto en la

construcción del sujeto. Desde muy niña intuyó “que su madre no la quería” (p. 180). Es decir

que Lavinia no tuvo la dosis necesaria de afecto para su desarrollo y la construcción de su

autoestima necesaria en la formación del sujeto. Es así como el narrador gana la complicidad

del lector que asiste impávido a la destrucción de la protagonista-víctima convertida en

heroína. El lector común no se percata siquiera de que el síntoma de abandono del personaje

es una elaboración fantasmática como lo declara el narrador en un momento de digresión

sobre el rumbo que toma el personaje en busca de alivio: “quizás el deseo de la tía Inés de

asumirla como hija, había fabricado el callado resentimiento de sus padres”, (p. 284).

En efecto el adverbio “quizás” que denota “la posibilidad de algo” introduce un matiz

importante con respecto a la afirmación anterior. Con ello el narrador nos da de manera

ingenua la clave del malestar de Lavinia. Su resentimiento es del orden del fantasma como lo

sugiere la expresión “que había fabricado”. Esta idea aparece aún más clara, más adelante,

como una manera de legitimar la actitud suicidade la joven comprometida en el proyecto

revolucionario en marcha en su país: “No había nada que hacer más que luchar contra esos

fantasmas pasados e inconscientes” (p. 258).

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116

Es el término “fantasma” el que no sólo nos permite entender el profundo malestar del

personaje sino que además encontrar las huellas de su profundo resentimiento contra la madre

y en torno al cual gira su agresividad: “madre ausente”, “madre lejana e inalcanzable” (p.

180). Lavinia acarrea un malestar profundo: soledad, nostalgia de “huérfana” y sentimiento de

“abandono” (p. 41).

Si en esta primera novela la hostilidad hacia la madre es producto de un sentimiento de

orfandad por la falta de amor, de seguridad, de estímulo por parte de la progenitora, en la

segunda Sofía de los presagios (1990), la autora hace del síntoma de abandono una realidad

que va a determinar de manera radical el comportamiento de la niña protagonista. La primera

actuación del personaje en el mundo es la búsqueda de su madre que desaparece tras un

conflicto con su marido:

La niña no está dormida, ha escuchado la discusión acobardada, con miedo. Ve la silueta de la

madre desaparecer y se inclina, se pone los zapatos y decide seguirla. Sale al viento oscuro que

sopla desde la laguna (p. 12).

La experiencia traumática dejará una huella imborrable en la niña como sugieren las

expresiones “acobardada”, “miedo”. El horror de perder al ser que procura seguridad y el

terror frente a lo desconocido, la hacen actuar de manera casi instintiva a tal punto que el

verbo “decidir” que supone la voluntad del sujeto carece de sentido frente al trastorno de la

niña. El automatismo de sus gestos traducen más que la serenidad del juicio que supone el

verbo “decidir”, el terror de un ser indefenso, desamparado como es el caso de la niña que

apenas puede caminar, frente a la brusca desaparición de su madre. La narración de la

experiencia de la separación de la madre, de la pérdida de ese objeto de amor, permite apenas

vislumbrar la intensidad de una experiencia tan traumática parecida a la del nacimiento como

lo recuerda Bellemin-Noël (1996: 39) que dice que es tan horrorosa que nunca la podríamos

siquiera imaginar. Sólo el miedo y la angustia, huellas relacionadas con ese momento crucial

pueden darnos una mínima idea de la intensidad del sufrimiento del sujeto en ese momento.

Esa búsqueda se volverá paradigmática. Al miedo y al terror que se apoderan de la niña

frente al abandono de la madre, habrá que agregar el total desconcierto y la inestabilidad

permanente del personaje puesto que Sofía no cesará de repasar en su mente los momentos de

gran ternura con su madre que aparece como una figura buena y protectora: “siempre parecía

estarla protegiendo de peligros inminentes y que a menudo lloraba mientras decía quererla

mucho” (p. 16).

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117

La idea de incomprensión que sugiere esta frase frente a la situación de abandono del

comienzo, aparecerá formulada a lo largo del texto: “Ella no puede entender que la madre la

haya dejado” (p. 18).

El narrador omnisciente logra transmitirle al lector la experiencia dolorosa de la niña

indefensa que surge de la nada, de la oscuridad, sin historia y sin “raíces”. La angustia “en la

cara”, el sollozo cuando nombra a sus padres “Sabino y Demetria” que han desaparecido y su

llanto cuando dice que su nombre es “Sofía” traducen su estado de total impotencia. Esas

primeras palabras parecen sobre todo responder a su instinto de supervivencia frente al

choque brutal del abandono. Por ello, al no encontrarla y sentirse sin protección y sin amor, la

soledad la posee en cuerpo y alma.

El choque es tan grande que la niña pierde el habla por un tiempo. Pero su instinto de

supervivencia la obliga a hacer uso de su capacidad humana de simbolizar. Los ojos van a

cumplir un papel fundamental. De ahí la repetición del verbo “mirar” en presente al finalizar

el segundo capítulo. Sofía no sólo mira, devora con los ojos todo lo que encuentra a su

alrededor: “los carros, los caminos, las carretas, los cafetales, los grandes árboles, los

pastizales, las vacas” (p. 20).

Y es así como comienza a nombrar ese mundo de huérfana, privada de todo apoyo:

“con la espantosa sensación de soledad, de abandono, de no tener a nadie que la ampare” (p.

141).

La experiencia de orfandad de Sofía puede compararse al proceso de fantasmatización

del niño. En efecto la niña se construye como sujeto de deseo a partir del momento en que

desaparece el objeto que le ha procurado bienestar puesto que satisface sus necesidades

vitales180

.

En esa escena se ratifica la pérdida definitiva del primer objeto. Desde ese momento su

vida va a ser muy diferente de lo que hasta entonces había sido a pesar de la entrega

incondicional de su nueva madre, madre adoptiva. Su búsqueda y su cuestionamiento sobre su

orfandad serán siempre los mismos. No encuentra respuesta a su pregunta: ¿Por qué la dejó?

180 Dictionnaire de la psychanalyse, sous la direction de Roland Chemama, Paris, Larousse, 1995, 356 p. p. 96.

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Al final, su búsqueda más que la de una persona será la de “un lugar de felicidad eterna”, la

búsqueda de “un paraíso perdido” de una relación fusional (p. 97).

Síntoma de la identidad extraviada en las protagonistas.

La orfandad imaginaria de Lavinia con una madre ausente “lejana e inalcanzable” (p.

180) o la orfandad real de Sofía con una madre desaparecida, perdida para siempre, van a

determinar la actitud frente a la vida de ambos personajes que sufren de una gran

inestabilidad. Lavinia sufre de “soledad existencial” (p. 99). Sofía adolece de una “identidad

extraviada”. Ambas se sienten ajenas a su medio a pesar del amor abnegado de sus padres

adoptivos que en ambos casos son viudos. Los padrastros de Sofía no tienen ningún vínculo ni

familiar ni sexual y se unen sólo en torno a la niña. Mientras que en el caso de Lavinia sus

padres adoptivos son su abuelo e Inés, una de sus hijas, que también enviudó y que es a la vez

su tía y su madre adoptiva. Con esta construcción la autora alude al carácter nefasto del

vínculo basado en el servicio sexual obligatorio al cual se encuentra abocado el personaje

femenino puesto que es la causa de la tragedia de ambos personajes. Los padres de Lavinia no

se ocuparon de ella por andar “ocupados con su juventud”. Los padres carnales “sólo pueden

procurar un afecto biológico” que no es suficiente para la construcción del equilibrio del

sujeto. La madre de Sofía huyendo de su marido, por razones de violencia conyual, la

abandona.

La búsqueda del amor y del afecto de ambos personajes se vuelve síntoma: Lavinia es,

como Sofía, inestable, insegura: “no sabe cómo avanzar en el mundo”, (p. 18).

La solución adoptada por ambas será producto de sus circunstancias sociales e

históricas. Lavinia se encuentra con un grupo revolucionario. A partir de ese momento su vida

cambia radicalmente: “hay una fusión total con el grupo como un solo cuerpo, un mismo

deseo, misma repetición” (p. 195).

Los efectos frente a “su soledad de huérfana” son inmediatos: “trasciende el miedo”181

.

Al mismo tiempo tiene la sensación de alcanzar una cierta madurez: “se acabó el retorno a la

infancia”. “Deja de ser una niña grande como un ser retardado”, “pierde la necesidad infantil

de hacer girar el mundo a su alrededor” (p. 196).

181 Op. cit p. 320.

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El grupo le permite progresar, alcanzar seguridad aunque siempre dependiente de los

demás: “Había crecido, había perdido el miedo y al vencer el miedo infantil adquiere la

sensación de ser invencible” (p. 200).

Lavinia es un sujeto comprometido, adulto: “El movimiento representa casi la totalidad

de su vida, su familia, sus amigos” (p. 283).

La joven alcanza la plenitud (p. 320) que no logró ni con su familia, ni con su amante

Felipe por sus actitudes machistas. Ella se decepciona rápidamente de él cuando “siente que él

quiere sobre todo aprovecharse de ella.” (p. 139). Este estado de plenitud que alcanza en el

momento de la muerte de su amante cuya “voz es como la de su tía, calma, consoladora”, va a

ser muy efímero porque ella misma cae en el combate después del asalto guerrillero en la casa

que conoce hasta los rincones secretos por haber sido ella quien la ha diseñado. El narrador

nos dice que “sólo la muerte podría desvanecer totalmente la culpa que la acosa de manera

permanente” (p. 258). Si el resentimiento de Lavinia la lleva a reemplazar a su objeto por otro

que corresponde al grupo revolucionario y a sus ideales, es decir que se involucra en el campo

de las luchas sociales ; su idealización es tal que se aleja de todo sentimiento ético porque es

capaz de cometer un crimen con tal de hacer avanzar sus ideales. El camino de Sofía va a ser

menos radical puesto que los métodos tradicionales como la brujería le ofrecen la posibilidad

de encontrar respuesta a sus preguntas sobre sus orígenes, su madre y las razones de su

abandono.

Sofía vive acosada por el fantasma del abandono: “le cuesta resistir el miedo y la

soledad”, “se ve bajando sola detrás de su madre” (p. 215).

“Miedo, y “soledad” forman parte del campo léxico de la inseguridad. Este permanente

regreso hacia la infancia y sobre todo al momento traumático del abandono le impide al

personaje proyectarse en el mundo (p. 256). Sofía, después de varias sesiones de brujería

durante las cuales se le diagnostica un mal: “hechizo del abandono que la persigue desde

niña”, se somete al tratamiento que consiste en un ritual especial a través del cual va a entrar

en contacto con sus orígenes, su madrastra, su madre. El regreso al estado fetal y su nuevo

nacimiento en donde vive la ternura de la relación con la madre, le van a permitir desalojar de

su mente la escena traumatizante del abandono. Esta experiencia apacigua su angustia.

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Además con el nacimiento de su hija alcanza la plenitud sólo interrumpida por unos

momentos de angustia cuando su hija, a su vez, se extravía.

Aquí aparece un ritual que corresponde a la práctica de la regresión que propone el

psicoanálisis y que consiste en rehacer la experiencia de emociones y fantasmas precoces. De

manera que al comprenderlos en relación con su objeto primario, el individuo puede revisar

sus reacciones en sus comienzos y disminuir efectivamente sus angustias182

.

La consolidación del deseo va en paralelo con la consolidación del sujeto. Según el

psicoanálisis, el sujeto emerge a partir del momento en que el niño inscribe la carencia en el

deseo de la madre (Deutsch, 2002: 39). Gracias a esta ruptura simbólica el niño, en tanto que

sujeto de deseo, desarrolla su capacidad de representar, de simbolizar, de hacer presente por

medio del lenguaje el objeto ausente, supuestamente perdido. El sujeto entra al mundo de la

cultura a través del lenguaje. Su singularidad resulta de su manera de articular en el orden

simbólico las rupturas que le depara la vida.

3. Hostilidad hacia la madre

Si en las dos novelas de G. Belli se puede constatar el resentimiento profundo de ambos

personajes, Lavinia y Sofía, hacia sus respectivas madres así como los efectos nefastos en su

vida emocional, en los cuentos de la autora salvadoreña Jacinta Escudos, la protagonista de

colección El Desencanto (2001), Arcadia, le achaca a la madre no sólo el abandono, su

ignorancia frente a la vida, a su cuerpo, hacia los hombres, sino también su sadismo. Es tal la

aversión, el odio, y hasta la repugnancia hacia la madre por parte de Arcadia que con toda

propiedad se puede hablar de fobia, término con el cual Helène Deutsch (2002: 224) hace

referencia a la actitud hostil en relación con la madre.

La mère respectable est rabaissée, puisqu’elle a eu des enfants, donc une vie sexuelle, au rang

d’une prostituée, et le conscient de la fillette rejette toute identité avec elle. La dépréciation de

la mère peut en arriver à une haine et à une rage intenses, l’imagination de prostitution est

mobilisée contre elle et souvent mise en action (p. 224).

El desprecio hacia la madre puede llegar hasta el odio y una rabia intensa. La

imaginación de la prostitución es movilizada contra ella y con frecuencia puesta en acción183

.

182 Ver Hélène Deutsch. Op. cit p. 39. 183 « La mère respectable est rabaissée, puisqu’elle a eu des enfants, donc une vie sexuelle, au rang d’une prostituée, et

le conscient de la fillette rejette toute identité avec elle. La dépréciation de la mère peut en arriver à une haine et à une

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Arcadia ha sido víctima de su madre como lo recuerda el narrador en el cuento “El hombre de

las bofetadas” (2001) en donde la joven descubre las perversiones de un hombre que tiene que

agredir al objeto para orgasmar. La ignorante e ingenua Arcadia no hace más que sufrir en

silencio como lo hacía con su madre:

Arcadia siente fuego sobre su rostro. Nunca un hombre la ha abofeteado. La bofetada es fuerte.

Duele. Nunca nadie le ha vuelto a golpear desde que lo hacía su madre, cuando estaba pequeña

(p. 78).

Esta comparación entre la madre y el amante permite establecer una continuidad entre el

pasado y el presente y comprender cómo se perpetúa la relación entre el agresor y su víctima

y la capacidad de sufrimiento y de alienación de ésta. También se puede comprender el estado

psicológico de la víctima que se acostumbra al sufrimiento. El trauma de la infancia de

Arcadia se repite con el amante una vez adulta. En el cuento “Las ratas serán buenas madres

para ti hijo mío” (p. 78) el narrador alude a ello cuando interpretando los pensamientos de

Arcadia, revela su tragedia infantil: “Piensa que la infancia es el estado más miserable del ser

humano” (p. 60).

De esta experiencia miserable, Arcadia obtiene su rotunda oposición de procrear.

Arcadia queda embarazada por las limitaciones en las cuales fue criada: “Ignorante de sí

misma, ignorante de todo” puesto que nadie le ha informado de nada, de la relación con los

hombres, ni las amigas ni “tampoco su madre” (p. 58).

La palabra “ignorancia” es importante para comprender también el miedo que domina a

Arcadia, que la paraliza y que le impide actuar frente al acoso sexual de los hombres con los

cuales se relaciona. Arcadia se siente perdida, abusada de ser “tan ingenua” presa fácil de

cualquier hombre como se puede constatar en el cuento184

“El hombre con manos de mujer”

(2001) en donde el narrador enumera la capacidad de sometimiento de Arcadia con la forma

perifrástica del verbo “dejar” es decir no sólo consentir sino participar con su pasividad y

hasta con sus simulaciones de placer cuando es penetrada y el hombre goza cuando en

realidad ella siente asco, repugnancia como lo ratifican los infinitivos “tocar”, “besar”,

rage intenses, l’imagination de prostitution est mobilisée contre elle et souvent mise en action ». Hélène Deutsch,

(2002: 224). 184 Al respecto, según Montenegro (2000) las mujeres no solo no saben gran cosa sobre la sexualidad sino que además

deben fingir cualquier tipo de conocimiento.

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“desnudar”, “penetrar”, etc185

. La ferocidad de las relaciones de poder que encuentra en los

hombres la decepcionan profundamente. Su rechazo de la maternidad se debe a “la brutal

indiferencia con que el hombre la trata” y por la repulsión que siente hacia su madre:

Le causa repulsión indecible pensar que ella se convertirá en algo tan asqueroso como una

mamá. No quiere ser mamá de nadie. No quiere parecerse a su propia mamá jamás. Todo lo

que pueda apartarla de ella, todo lo que pueda alejarla del rol de la maternidad, será bienvenido

y ejecutado, cueste lo que cueste (p. 61).

Los motivos de este mismo odio residen en el malestar, la inestabilidad y la falta de

autoestima. La madre transmite silencio e ignorancia. Es incapaz de transmitir lo que no sabe

en relación con la sexualidad por que lo único que sabe es servir sexualmente. En el cuento

“El hombre de la primera vez” (2001), Arcadia lamenta que nadie le haya hablado de la

sexualidad. Ella desconoce por completo lo que debe hacer con un hombre ya que no ha

tenido la menor información, la más mínima instrucción sobre su futuro papel de prestataria

de servicio sexual. Pero no sólo su madre sino que nadie le ha hablado jamás de estas

situaciones.

Este mismo odio aparece en el relato “Quince barrotes de izquierda a derecha” (1965)

de Rosario Aguilar. En efecto en este relato se narra la historia de una joven que se encuentra

en la cárcel como sugiere la palabra “barrotes”. La voz narradora reconstruye la vida de la

joven por medio de una serie de prolepsis de amplitudes variables lo cual le permite encontrar

la explicación a su sufrimiento existencial. Su madre fue muy desdichada porque al nacer

quedó huérfana: “Nunca apareció la madrina buena, que de alguna forma salva a su ahijada y

la encamina hacia el príncipe soñado” (p. 51).

La joven no sólo sufre por ser huérfana sino que además su padre la culpabiliza por la

muerte de su madre. Desde niña ella se convierte en el chivo expiatorio de todos los miembros

de la familia y hasta de la madrastra. Desvalorizada, abandonada, culpabilizada, la joven se

185 Esta actitud ha sido constatada en una encuesta sociológica sobre la sexualidad (Montenegro, 2000: 163): “La única

capacidad de una mujer consiste en aceptar o rechazar a un hombre. Entre menos sepa mejor” : El mantenimiento de la

ignorancia, como la violencia es un trabajo indispensable al mantenimiento del poder:

En Nicaragua existe un acceso diferencial al conocimiento de la sexualidad. “Las limitaciones impuestas a las mujeres

del conocimiento de su propio cuerpo producen una deficiencia extremadamente reducida de la sexualidad

(Montenegro, 2000: 162). Los hombres tienen conocimiento de todos los mecanismos de su propia sexualidad ya que se

les permite explorar adquiriendo un script preciso para logar la penetración y el orgasmo” (Montenegro, 2000: 167).

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fuga de su casa con un hombre dueño de un prostíbulo: “Nunca se atrasó para decirle: “Eres

mi hija” o “soy tu madre” “que me da igual” (p. 38).

Es allí donde nace la protagonista narradora quien a su vez va a vivir en un total

abandono. La niña guarda el recuerdo traumático de la única vez que su madre se ocupa de

ella ya que la quema con un cigarrillo: “Aquella quemadura no he podido olvidarla” (p. 49).

Mientras su madre la desnuda para curarla, su padrastro posa sus ojos lúbricos en su

cuerpecito y desde entonces abusa de ella hasta que ya adulta en el momento del orgasmo lo

degüella cumpliendo con su deseo de venganza cuando estaba lista para dejar el prostíbulo,

gracias a la ayuda de un sacerdote por quien siente tal admiración que no tiene ningún reparo

en subordinársele: “El hombre que despierta el instinto femenino de inferioridad” (p. 87).

El término “inferioridad” aquí es concebido como un instinto, ya que ha sido

naturalizado por medio de todo el proceso de disminución y desvalorización del sujeto a lo

largo de la infancia como lo vimos en los diferentes personajes que logran sobrevivir a este

doloroso proceso de construcción de objeto, de achicamiento y de pérdida de su condición de

sujeto.

En la soledad de su celda, el personaje empieza a sentir compasión hacia su madre

porque comprende su sufrimiento. Una víctima, en primer lugar de su padre y luego de todo

su entorno familiar, no puede dar afecto, ni amor porque desconoce el afecto y el amor ya que

nunca se lo dieron. Es así como el personaje comprende por qué su madre ni siquiera “le

enseñó a sonreír”:

“La risa debe ser, seguramente, atributo del ser humano como a mí no me criaron como a

persona, sino como a un objeto, nadie me enseñó nunca a sonreír” (p. 38).

La sonrisa es una de las primeras manifestaciones de la humanidad. Además es el

resultado de un aprendizaje. La expresión “no me criaron como persona” alude a la falta de

empatía de la familia hacia la niña. El amor, el respeto, la compasión, son importantes en la

construcción del sujeto, de la persona. La madre confunde la risa con el llanto. Cuando niña,

la risa era su llanto cuando la castigaban: “La amenazaban con golpearla y golpearla, hasta

que dejara de reír. Caían exhaustos. La sangre brotaba de sus piernecitas, pero su llanto era la

misma risa” (p. 38).

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“Llanto y “risa” se confunden hasta tal punto que no sabe diferenciar el sufrimiento del

placer. La niña ignora el placer. Así es como la protagonista termina reconociendo a los

culpables y a sus víctimas. Reconciliándose con su madre con la cual termina identificándose.

Lo cual es un paso importante en el proceso de deconstrucción de los mecanismos de

transmisión del sufrimiento de las mujeres y al cual hace alusión Pierre Bourdieu (1998). El

hecho mismo de narrar el origen de la culpa de su madre, ya supone un proceso de

deconstrucción de la idea de culpa aunque no sabe formular cómo se construye este

sentimiento en la mujer y es la sublimación la que le permite escapar al infierno en el cual se

encuentra sometida.

Sólo la capacidad de soñar y de imaginar otros escenarios más agradables de su vida, le

permiten hacer la vida llevadera. El sufrimiento es fuente de construcción de sueños y de

fantasías como lo es para Lavinia el personaje de la novela La mujer habitada que crea su

propia “novela familiar”. Para escapar de la inhumana condición, el personaje de “Quince

Barrotes de izquierda a derecha” (1965) se inventa toda clase de historias hasta terminar

convencida de ello.

Otras veces me convencía de que me habían robado. Añoraba el lugar remoto, donde existía mi

verdadera madre, otra madre; que no era como ella, sino que era igualita a mí y me adoraba.

Lloraba y lloraba porque no podía encontrar a su hijita (p. 50).

La joven se deleita con su sufrimiento y el de su madre: “Sentía una inmensa nostalgia

por aquella madre, por aquel lugar mío, sólo mío y bello” (p. 50).

También los sueños le permiten soportar el sufrimiento del abandono: [...] a veces

sueña como cualquier niña y que todo el mundo la adoraba”. “A veces era yo la reina de un

país desconocido, lejano, de gente pequeñita, donde todos me adoraban como a una reina”. (p.

50).

Estas fantasías expresan sus carencias afectivas. Aquí es clara la idea según la cual la

existencia de la mujer y del hombre responde a un destino trazado de antemano y frente al

cual no se puede intervenir. La desgracia es aceptada como una maldición que viene de muy

lejos transmitiéndose imperturbablemente de generación en generación hasta encontrar en el

personaje de Eva el origen de la desgracia de todas las mujeres. En efecto Eva peca. La

palabra pecado es un eufemismo para nombrar el placer. Pecar es algo ilícito. Eva peca al

descubrir sus atributos del placer, el clítoris del cual viene dotada por la naturaleza, un órgano

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que no tiene ninguna conexión con la reproducción y la supervivencia de la especie de la cual

ella es responsable. Este mito bíblico ratifica el carácter maléfico de la mujer y justifica la

maldición que pesa sobre ella por haber pecado es decir por haber gozado de su cuerpo. Es

importante constatar que la idea de destino es otra de las construcciones históricas que es

necesario deconstruir. En este cuento aparece un comienzo de deconstrucción de la desgracia

llamándola por su nombre: violencia, maltrato hacia la niña para los cuales su medio utiliza el

término de culpa que alude a la maldad. La palabra “culpa” supone la premeditación de un

acto orientado a hacer daño a alguien. Aquí vemos cómo la construcción de la culpabilización

es un acto que no tiene ninguna base real. Un ser que no ha nacido no puede ser culpable de la

muerte de su madre al nacer. Un ser que pierde a su madre es una víctima. Esta confusión

mantenida adrede por el padre le impide a la joven ver con claridad los mecanismos de su

propia opresión para poder así rebelarse. Ella no puede siquiera comprender que quien acusa a

un niño de asesino cuando su madre muere al darle a luz o está loco o es una persona

perversa. El tema de la rivalidad madre hija ha sido tratado en mitos precolombinos

mesoamericanos.

Rivalidad madre/hija: eliminación de Coyolchauxki en un mito Azteca.

La madre no sólo no da seguridad a la niña sino que además mantiene la rivalidad con

sus hijos varones. El varón juega un papel fundamental en la familia ya que su autoestima, su

deseo de explorar su cuerpo, sus genitales, su espacio, es estimulado por la madre y el medio

inmediato. Su poder se consolida aún más con el control y supervisión de las mujeres de la

familia: hermanas y madre incluida, como se pudo observar con Carlos anteriormente en el

cuento No hay olvido, (1997) quien se inicia en la sexualidad reproductiva con su hermana

Linda, aterrorizada, desestabilizada, por el abuso sexual del que ha sido objeto por parte de su

padre.

Según el mito Azteca, Coyolchauxki celosa por la llegada de su hermano, muere en

guerra contra su madre186

. La presencia del hermano en el mito es importante porque permite

constatar la diferencia de tratamiento que tiene la madre con respecto al varón y a la mujer.

Como lo es también en el desarrollo de muchas protagonistas en la ficción y en la misma

186 El mito de Coyolchauxqui o la muerte de la hija. Al referirse a este tema del odio de la hija hacia la madre,

Caroline Eliachef y Nathalie Heinich (2002: 210) toman como referencia la película norteamericana Créatures Célestes

(Heavely Creatures, 1994) de Peter Jackson, en la cual se pone en escena a dos adolescentes que matan a la madre de

una de ellas, por ser un obstáculo a su amistad.

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realidad. El hermano juega un papel importante porque la niña puede descubrir rápidamente la

desventaja que le es reservada a su sexo como se puede observar en el mito de Coyolchauxki,

la hermana del dios Huitzilopochtli, ambos hijos de Coatlicue, diosa madre del panteón

azteca. Coatlicue, embarazada de un varón, siente temor ante las amenazas de su hija celosa

de su hermano. Además el hijo que carga en su vientre se manifiesta para socorrerla al

descubrir el peligro en el cual se encuentra su madre: “No tengas miedo, yo sabré defenderte”.

En el momento decisivo, Huitzilopochtli, su hijo187

destruye a su hermana quemándola

con una tea. El cuerpo de Coyolchauxqui queda destrozado en un abismo y su cabeza rueda

hasta la sierra de Cuatepec. Es así como desde entonces, sin el obstáculo de la hija, en el cielo

azteca, reinan en el cielo la madre y el hijo188

.

En este mito, el hijo aparece como el salvador de la madre, primero y del mundo

después, porque Huitzilopochtli es el dios de la guerra y de la cacería. Las cenizas de la hija,

alzan victoriosas a las madres todopoderosas sostenidas por la fuerza viril del hijo varón.

Este mito corrobora la idea según la cual el amor de la hija hacia la madre se transforma

en odio frente a su indiferencia, cuando no frente a su hostilidad, como un paso necesario para

su construcción en tanto que objeto heterosexual despojado de su propia sexualidad. El

desenlace trágico tanto en el mito como en la ficción, resultaría, según el psicoanálisis de la

binarización de una relación ideal, originalmente triangular con tres funciones: madre, padre,

hija189

. En efecto la función paternal brilla por su ausencia. Pero de manera general, tanto en

la ficción como en la realidad, el hombre funciona prácticamente como genitor, su papel

social es muy limitado y por ello es idealizado por la niña que queda en la soledad más

grande.

Mientras la niña es literalmente despojada, cuando no destruida, el niño es altamente

valorizado como se puede observar con Huizilopochtli. El complejo de Edipo supone para el

niño y la niña la separación de la madre. Sin embargo cuando la niña busca el amor, la

complicidad, la seguridad que le ha negado la madre, el padre o cualquier otro miembro

187 Huizilopochtli es la divinidad más importante del panteón azteca, dios del sol y del fuego, que presidía la guerra y la

caza, y cuyo templo era el centro de la religión y lugar de los sacrificios humanos. Ver Nadia Julien, Dictionnaire des

mythes, Marabout, Belgique, 1992. 607p. p. 309. 188 Coatlicue es la diosa azteca de la tierra, de la fertilidad asociada a la primavera, creadora madre de los dioses

celestes y de Huitzilopochtli dios de la guerra y del sol. Ver Nadia Julien, Dictionnaire des mythes, Marabout,

Belgique, 1992. 607 p. p. 151. 189 Véase al respecto Caroline Eliachef y Nathalie Heinich Mères/filles, une relation à trois, Paris, Nathan, 2002.

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masculino de la familia, con frecuencia abusan como se pudo constatar con Linda, la

protagonista del cuento “No hay olvido” (1997).

La falta de apoyo de la niña en su proceso de separación de la madre le impide integrar

el proceso de socialización lo cual la conduce a veces a la locura y a la muerte. De este tema

trata la novela Primavera sonámbula (1964). La niña pierde la razón cuando la madre se

distancia de ella en la más grande indiferencia. El mito azteca de Coyolchauxki trata del

deseo, del amor de antaño que se transforma en odio, desenlace inevitable. La madre comete

un infanticidio. El odio de la hija puede conducir al matricidio. Este escenario ha sido

contemplado en las ficciones inspiradas de hechos reales como lo constatan Caroline Eliachef

y Nathalie Heinich (2002)

Sentimiento de odio hacia la madre.

Por lo general en las sociedades tradicionales la niña carece de la seguridad de la que

goza el varón. La adolescente huye de su casa, con frecuencia acosada por la hostilidad de la

madre190

cuando no es literalmente expulsada que es la experiencia que vive Lavinia, la

protagonista de La mujer habitada (1988). En efecto a su regreso de Europa en donde la

habían enviado sus padres para cursar sus estudios de secundaria, Lavinia les anuncia que va a

vivir sola en el apartamento que había heredado de su tía Inés, pero sus padres tratan de

persuadirla de los peligros que representa para una joven de 23 años vivir sola en la capital.

Aunque manifiestan su miedo, tratando de limitar los movimientos de la joven, no logran

convencerla de los peligros que corre : “Sus padres la obligan a empacar todas sus cosas para

que se fuera inmediatamente si tan convencida estaba”.

Su madre aparece como el agente que ejecuta la expulsión: “al lado de la puerta,

empuñaba la espada del ángel exterminador y la expulsaba con ojos furiosos del paraíso

terrenal” (p. 40).

Después de esta difícil experiencia Lavinia se siente con nostalgia de huérfana. El

paraíso para la joven eran “los refrigeradores colmados, los abundantes desayunos de

domingo” (p.40). Su madre aparece asociada a un ser que destruye, que aniquila el poco

190 Véase al respecto el testimonio de Irma Prego en relación con el cuento “Me van a matar” analizado anteriormente.

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bienestar del que goza la joven. Por eso es comparada con un ángel exterminador que es un

guiño a la película de Luis Buñuel (1962), en la cual denuncia la hipocresía de la burguesía.

En efecto la madre no sólo le niega a la hija todo acceso al conocimiento de su cuerpo,

sino que además restringe su espacio vital y sobre todo, cualquier manifestación de placer

como lo recuerda H. Deutsch (2002) en la realidad estudiada191

. La madre le impide ser

adulta. Es así como la hija huye, se separa de la madre. Es así como se forja la extrema

idealización del hombre que aparece como su salvador, su protector. En el cuento “El hombre

de la primera vez” (2001) de Jacinta Escudo, la madre es el verdugo que controla y castiga:

Teme que mamá se dé cuenta. Dicen que las madres se dan cuenta cuando a las hijas les ocurre

eso por primera vez, es decir perder la virginidad que la hace a la vez sentirse importante

porque era algo que le impedía ser adulta (p. 34).

Con el pronombre demostrativo “eso” se alude al sometimiento de Arcadia al coito y

al carácter peyorativo de la sexualidad. “Arcadia se acuesta feliz de tener otro secreto oculto

de mamá” (p. 34).

Aquí aparece la idea del secreto que mantienen las madres y del cual habla Helène

Deutsch (2002). Sin embargo, al descubrir los secretos de la madre se establece una especie

de complicidad en el sufrimiento y el dolor existencial, lo cual las conduce a ser iguales en el

sufrimiento como dos adultas: “Ahora mamá no podrá nada contra ella” (p. 34).

El proceso violento de desvalorización y de diabolización de la pulsión y del placer

femenino es lo que comúnmente el psicoanálisis ha solido llamar “inhibición constitutiva de

la sexualidad” (Deutch, 2002: 163). Es decir que lo normal en las mujeres es la subordinación

erótica de la sensualidad, al amor, o al deseo de ser amadas. La psicóloga alemana que

constataba la inhibición constitutiva sexual de la joven no imaginaba el condicionamiento de

la mujer para que pudiera operar esta inhibición192

. Para evitar cualquier reclamo tiene que

mentir; “mamá la reprende por llegar tarde” (p. 34) en el cuento. En “El hombre de la primera

vez” en donde Arcadia se siente literalmente utilizada, abusada, devorada por un hombre

como un lobo con Caperucita Roja. Jacinta Escudo en este cuento pone en escena la

omnipotencia de la madre, su capacidad de control para hacer de la mujer un ser dócil,

desprovisto de sexualidad, y al servicio de la sexualidad masculina para su supervivencia.

191 « Les vifs mouvements de haine qu’elle ressent envers sa mère, les mouvements de colère de voir sa mère

l’empêcher de devenir une grande personne », H. Deutsch (2002: 54). 192 Op.cit. p. 163.

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Si en la relación madre-hija hay resentimiento, hostilidad, fobia, indiferencia, violencia

física y psicológica, en la relación madre-hijo hay fusión y ternura recíproca como se puede

constatar en el cuento de Jacinta Escudo “Costumbres prematrimoniales” de su colección

Cuentos sucios (1997). Estas diferencias son fundamentales en la construcción de los géneros

y en la consolidación de la inestabilidad permanente y en la inferioridad social del género

femenino. El protagonista Claudio vive pendiente de su anciana madre a tal punto que para no

dejarla sola, sólo tiene relaciones sexuales con su amante de turno en la misma cama en la que

duerme con su madre. Con la mayor naturalidad la anciana ve con agrado la actitud de su hijo

al evocar esta costumbre chocante para la joven:

Claudio siempre trae a sus novias a comer y luego dormimos juntos los tres en la cama. Y yo

los escucho hacer el amor. Así me siento revivir, me hace recordar buenos y lejanos tiempos. O

Dígame: ¿Acaso no me siento rejuvenecida esta mañana? (p. 38).

Aquí el hijo hace las veces del marido como sugiere la expresión “me hace recordar

buenos y lejanos tiempos”. Ella goza con el orgasmo de su hijo. Además se trata de algo

permanente como lo sugiere el adverbio “siempre”.

El cuento “Costumbres prematrimoniales” no nos permite ver en qué termina esta

costumbre del joven una vez casado. Aunque no sería extraño que continuara. En todo caso en

este cuento se alude a la complicidad madre /hijo y a la identificación de la madre con el hijo

a tal punto que ambos gozan juntos.

4. Ennoblecimiento del deseo femenino: Todas íbamos a ser reinas (1996)

Durante la adolescencia de las niñas protagonistas, se asocia el despertar imperioso del

deseo con la búsqueda del amor y la ternura, la seguridad y el reconocimiento, todo lo que le

ha faltado a lo largo de su infancia. En efecto los personajes sufren de un déficit de amor

necesario a la construcción de la autoestima y a la seguridad necesaria para avanzar en la vida.

La joven desarrolla la aptitud de complacer creyendo que ese es el precio del amor. El amor

aparece, según Deutsch (2002: 217) como un regalo en recompensa por haber abandonado su

lucha por ser, por existir193

. La inestabilidad, la pérdida de la autoestima de la adolescente es

193 «En somme la fillette abandonne son agressivité en partie à cause de la faiblesse, en partie à cause des tabous du

monde environnant, et surtout à cause du cadeau d’amour qu’on lui donne en compensation. […..] C’est-à-dire, pour le

plaisir d’être aimée, de là son masochisme» (p. 217).

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la condición necesaria para asegurar el sometimiento erótico de la joven. La procreación, que

es una obligación social, se logra con la idealización de lo masculino.

Gracias al proceso regresivo de desvalorización, el pequeño sujeto de sexo femenino

“desarrolla un superego débil”, que está “fundado en el deseo de ser amada más que en una

socialización activa” (p. 162). La idealización y la dependencia le impiden construir una

existencia propia como recuerda la psicoanalista Lucie-Anne Skittecate en su ensayo, Les

silences de Jocaste. Essai sur l’inconscient féminin (1995: 162).

Si el mito de los indios shuar muestra la importancia del imaginario como medio de

inculcación y de regulación del género y más específicamente de la domesticación del deseo

femenino194

, el poema “Todas íbamos a ser reinas” del poemario Tala (1938) de la poeta

chilena Gabriela Mistral (1889–1957), pone en escena el papel fundamental del imaginario

que promueve las pautas que le dan nobleza al deseo y mediante las cuales se opera la

asociación del deseo femenino y el sujeto de sexo masculino195

. El poema presenta a cuatro

niñas que cantan y juegan a las rondas con la esperanza de que un día se hagan realidad las

promesas de los versos.

Todas íbamos a ser reinas,

De cuatro reinos sobre el mar…

Lo decíamos embriagadas,

Y lo tuvimos por verdad….

La idea de nobleza a la cual alude el sustantivo “reinas”, aparece como una recompensa

al sufrimiento debido a la desvalorización de la cual es objeto el individuo de sexo femenino

durante la infancia. Este ser desvalorizado sueña con el valor, la dignidad, la nobleza, que

deberá adquirir en el futuro gracias al encuentro con un sujeto masculino que simboliza la

superioridad. Ser reinas, princesas, representan el sueño que las niñas han aprendido en

cuentos y canciones que le prometen un futuro feliz, con reinos “hasta el mar” a lo cual alude

la metáfora “reinas” del título del poema de Mistral y luego el de la novela Todas íbamos a

ser reinas, (1996) de la escritora panameña Rosa María Britton que toma en serio la

incertidumbre del condicional “íbamos” del poema que alude al fracaso de las quimeras

194 Por medio del trabajo productor de la niña y la construcción de la heterosexualidad. cuyo objetivo es la

supervivencia de la especie, como se puede constatar en el poema “Todas íbamos a ser reinas” (Tala, 1938). 195 En efecto, las cuatro niñas con nombre propio: Efigenia, Lucia… que además tienen derecho al ocio ya que son de

clase alta, comparten el sueño de la nobleza: ser reinas. La promesa de un destino de sueño al cual alude la expresión

“reino sobre el mar” permite forjar un futuro ideal aunque en realidad inestable. Pero, más que inestable imposible ya

que sobre el mar nada se puede construir.

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infantiles196

con la utilización de uno de sus versos para titulo de su novela, como lo constata

María Inés Lagos (1996) en su estudio. Cristina compara el mito con la realidad, el mito que

conduce a las chicas al matrimonio y la realidad de la vida de su madre.

¡Ah sí, virtudes que nos metieron las monjas con enema, año tras año! Lo importante era

estudiar para después llegar al altar muy educada, envuelta en tules y encajes, diploma en

mano, de brazo del príncipe soñado; en el mismísimo paraíso”. (p. 157).

Con su reflexión, critica los ideales inculcados por las monjas, otro eje de

deconstrucción del sistema binario del cual aun no tienen consciencia sus tres amigas como es

el caso de Gloriela.

Sin embargo, con ese comienzo paradisíaco en el cual el deseo femenino ha sido

conectado a la reproducción, el deseo adquiere letras de nobleza, de ahí el encuentro con el

“príncipe encantado” con el que concluye también el relato de la protagonista de Primavera

sonámbula (1964) como muchas narraciones de mediados del siglo veinte en América latina.

La educación de los personajes femeninos durante su infancia es tremendamente

dolorosa ya que con frecuencia pasan por procesos de largo sufrimiento que las conduce a la

pérdida de la consciencia, a una suerte de muerte simbólica con la que termina el deseo del

amor de la madre. La madre aparece como la causa de la sensación de desamparo de las

protagonistas. Este doloroso proceso que se inicia impidiendo en la niña toda exploración,

repetición y memorización de los circuitos de recompensa es necesario para que pueda

cumplir con su misión reproductora.

196 Ver al respecto el ensayo En tono Mayor: Relatos de formación de protagonista femenina en Hispanoamérica,

(1996), en donde se examina la ilusión mantenida por las creencias tradicionales vehiculadas por mitos, cuentos y

leyendas populares.

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CAPITULO III - BÚSQUEDA DEL AMOR Y

LA FELICIDAD

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1. Mujer hecha y derecha

En el primer capítulo, se pudo constatar el temprano y escabroso condicionamiento de los

personajes femeninos, desde su más tierna infancia para la heteronormatividad necesario para

el buen funcionamiento del sometimiento heterosexual para asegurar la reproducción y la

maternidad197

. Dicho condicionamiento está orientado a asociar de manera automática, como

si fuera natural, la pulsión femenina con el deseo de afecto que conduce a su búsqueda

desenfrenada y que desemboca en la reproducción y la maternidad. Es así como se construye

el instinto maternal. Esta construcción social es hoy evidente para la escritora colombiana

Rosaura Rodríguez autora de Madre solo hay una…Papas hasta en el mercado (2009: 13)198

,

y según ella, supone un gran sufrimiento para las niñas a causa de una relación simbiótica

poco estimulante y hasta infravalorizante con la madre y su medio en el espacio privado (por

lo general familiares y empleados) que impiden toda exploración y experimentación del

cuerpo, de la vida y del placer. Educadas en la indiferencia, la falta de amor, la

infravalorización, el permanente control, confinadas a espacios limitados y con frecuencia

cerrados, las niñas protagonistas, temen explorar el mundo que las rodea, paralizadas por el

miedo a lo desconocido. Las adolescentes anónimas de Primavera sonámbula y de “15

barrotes de izquierda a derecha”, Sofía de Sofía de los presagios y Lavinia de La mujer

habitada, sufren de una dependencia paralizante y cuando no, de un maltrato inhumano como

Nena del cuento “Me van a matar” (1984). Ellas crecen desprovistas de iniciativas para

aventurarse en lo desconocido por falta de todo estímulo en relación con su propia sexualidad

y el conocimiento en general. Lo normal en ellas sería la curiosidad sin límites y el deseo de

descubrir el mundo como lo plantea la psicóloga Marie Lion-Julin, en su libro Mères, libérez

vos filles! (2010)199

. El papel de la madre debería consistir, según Lion-Julin en desarrollar la

capacidad de exploración de su medio. Todo sujeto en formación tiene necesidad de alejarse y

197 Si el carácter heterosexual de la organización social ha sido siempre considerado como algo natural, es sólo hasta

hace poco tiempo, más o menos medio siglo, si tenemos en cuenta que la especie humana aparece hace 200 mil años,

que se comienza a hablar de un régimen (Witting 1986, Mathieu, 1992, Guillaumin, 1992, Bourdieu, 1998), y no sólo

de su carácter violento hacia el mundo femenino sino de su carácter coercitivo hacia la disidencia masculina (TIN,

2008). 198 “Lo de ser mamá iba unido a la condición femenina como tener ovarios, vagina, útero. Toda mujer que merece ser

calificada como tal estaba obligada a nacer con ese denominado instinto maternal: procrear era parte del proceso

material de la vida y para las mujeres, uno de sus más grandes deberes” (p.13). 199 «La mère n’encourage pas la fille à acquérir son autonomie. Elle ne peux pas donc construire une image positive de

soi», constata la psicoterapeuta francesa Marie Lion-Julin (2010: 36).

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volver hacia la genitora para asegurarse de la conformidad de sus gestos, adquiriendo poco a

poco las dosis de seguridad materna necesarias a su estabilidad y autoestima. Un sujeto

normal acepta alejarse de la madre sin angustia, ni llantos injustificados porque la madre se

vuelve, gracias a su afecto y a su empatía, una certeza interior, dice Marie Lion-Julin (2010:

50), citando al psicólogo Erik Erikson.

En este capítulo abordaremos las consecuencias de la educación heterosexual para el

“sometimiento erótico” del sujeto femenino. La joven, que por lo general vive en la confusión

entre el afecto y la indiferencia, carece del amor estructurador necesario a la adquisición de su

autoestima, de su deseo de explorar y activar los circuitos orgásmicos, de la práctica del

placer sexual que le da seguridad, de su deseo de descubrir el mundo, de su deseo de ser libre.

Ella buscará lo que le hizo falta, el amor, la confianza, la seguridad y el reconocimiento. Este

condicionamiento va de par con la búsqueda de un protector para cumplir con su misión

reproductora y maternal. Este modelo de inserción en la sociedad y de promoción social, es el

único medio de escapar al infantilismo asfixiante del circuito familiar, para volverse adulta,

como lo constata la socióloga Maryse Gaspard, autora de Sociologie des comportements

sexuels (2005: 46), al referirse a las mujeres de la sociedad francesa de mediados del siglo

XX200

. En efecto, en esos tiempos, desde la adolescencia, cuando la joven no comienza la

búsqueda del “elegido”, los progenitores se encargan de propiciar el encuentro con la pareja

aceptable socialmente para ellos. Por lo general, la joven moviliza todas sus energías para

obtener un marido, único futuro posible para ella. Un marido significa protección, seguridad

económica y social, además del estatus que esa posición le confiere ya que la maternidad es el

único estatus con verdadero valor social para el individuo de sexo femenino. Lo único que

ella no sabe es el precio que ello supone como lo muestra la psicóloga y psicoanalista

alemana, Karen Horney (1885-1952) en La Psychologie de la femme (2002: 210), al constatar

que las exigencias del hombre están orientadas a obtener el control y dominio sexual de la

mujer201

. En este mismo orden de ideas, para la antropóloga italiana Paola Tabet, (La grande

arnaque, Sexualité des femmes et échange économico-sexuel 2004), el casamiento es un

contrato que da acceso al derecho del uso indeterminado del cuerpo de la mujer202

.

200 «Dès l’adolescence la quête de l’élu commence. La jeune fille se destine et se prépare au mariage : toutes ses forces

sont mobilisées pour « décrocher » un mari, seul avenir possible de la femme», (Maryse Gaspard, 2010: 46). 201 « Les hommes exigent de la femme qu’elle arrive vierge au mariage, dans le but de la mettre dans une certaine

mesure en esclavage sexuel ». 202 « Le mariage est un contrat à travers lequel l’homme acquiert le droit à l’usage du corps de la femme : usage sexuel

et usage reproductif, et le droit de l’usage de la force de travail de la femme, l’accès direct et institutionnellement

garanti du corps de son épouse, tout comme le droit de battre et corriger sa femme, ou l’usage de la force pour imposer

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En esta segunda parte trataremos de comprender este proceso. Cómo la joven

protagonista se las arregla para adquirir su posición o destino social sabiendo que puede

contar únicamente con su cuerpo que aparece como su “capital”, la herramienta ideal, término

utilizado por las mujeres que viven del servicio sexual remunerado, según la antropóloga

italiana Paola Tabet (2004).

Las jóvenes protagonistas de este estudio pertenecen a la sociedad centroamericana de

los últimos cincuenta años del siglo XX. En esos años, en Centroamérica todavía se les

impide a las niñas la educación formal y su destino o misión social es la reproducción de la

especie a través del casamiento. Es decir que viven exclusivamente de su sexo y de la

actividad doméstica y maternal: por eso se les suele llamar “mujeres domésticas”.

Una etapa importante de la vida de la adolescente y la joven es el profundo

sentimiento de soledad, de ahí su aptitud seductora para la búsqueda del otro, pero sobre todo

para la búsqueda del amor. O sea que ya es una “mujer hecha y derecha”, hecha al

sufrimiento, para el servicio y sobre todo para la seducción con el fin de entrar en la vida

activa de procuradora de placer, reproductora y maternal al servicio de la especie humana,

como lo constata H. Deutsch (2002).

2. El encuentro amoroso

El encuentro amoroso es una etapa fundamental para la adolescente ya que es así como se

consolida el inicio de su vida de esposa y de madre. La pareja que resulta del encuentro es una

construcción social orientada a perpetuar la especie humana. La construcción se inicia con la

selección del otro y el ritual de la boda por medio del cual se legitima socialmente la relación.

Dicho ritual ha sido el modelo obligatorio de la consolidación de la pareja, que además es

incuestionable, como lo continúa repitiendo el oficiante “hasta que la muerte los separe”203

.

Sin embargo como lo plantea el sociólogo francés J-C Kaufmann en su libro, La femme seule

et le prince charmant (1999: 67) esa elección que “antes la llevaba a cabo la familia, hoy se

le rapport sexuel qui est et a été un droit du mari dans un nombre considérable de sociétés. Globalité des droits du mari,

l’indétermination de la durée de la relation. Il y a une cession globale de la personne », (Tabet, 2004: 108). 203 Los textos del corpus permiten observar “el encuentro” o los posibles “encuentros” para la consolidación de la

pareja que parecen ser en la realidad fortuitos y hasta azarosos según Kaufmann, Sociologie du couple, Que sais-je ?

Paris, PUF, 1993, Le choix du conjoint, une enquête sociologique en France, Travaux et documents de l’INED, Paris,

PUF, 2e éd. Paris, 1974.

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ha vuelto libre, abierta, incierta”204

debido a la ideología dominante transmitida por muchos

medios como es el caso del cuento de “La cenicienta”, por medio del cual se promueve la idea

según la cual todo es posible y hasta una pobre cenicienta pastorcita puede pretender al amor

de un príncipe encantado que la saca de su miseria económica y psicológica consecuente205

.

El término “príncipe” es un eufemismo para asegurar una operación simbólica orientada a

valorar a la joven en harapos psicológico y social. El amor, según este modelo es de una

fuerza brutal, rompe cadenas, destruye barreras infranqueables, dota a los individuos de una

fuerza devastadora contra cualquier obstáculo a la realización del ideal de la pareja. El cuento

del Príncipe encantado, modelo del amor, libertad y vida de sueño206

, es también un elemento

que con la difusión de sentimientos y valores modernos construidos a partir de la

individualidad, permite fundamentar nuevas tendencias de la pareja con respecto al modelo

tradicional en donde el hombre-padre era la figura central desde el punto de vista social y

económico y la mujer-madre era “la reina del hogar”207

.

La homogamia de clase ha ido perdiendo rigidez. La posición social y las afinidades

culturales juegan un papel primordial en la selección para la construcción de la pareja a pesar

de la movilidad debido al fenómeno de la emigración. Aunque de manera general se observa

que fuera o dentro del propio contexto social, las exigencias en cuanto a la elección de la

pareja difieren según el sexo: la mujer busca status económico y social superior, mientras que

el hombre exige excelencia física. Un estatus económico y social superior supone una

diferencia de edad. El hombre, en la mayoría de los casos, es mayor que la mujer. La

excelencia física y el ejercicio del poder que supone la heterosexualidad y que exige el

hombre, supone que la mujer sea menor que él. No es por casualidad que en un tipo de

literatura de moda seudo-científica sobre la pareja heterosexual esta diferencia se exacerba a

tal punto que se dice que la mujer busca hombres que acumulan estatus, poder, ingresos y el

hombre busca mujeres jóvenes, dependientes con escasos conocimientos y educación (Alan et

Barbara Peace, 2009: 379)208

.

204 Véase su libro : Sociologie du couple, Que sais-je ?, Paris, PUF, 1993. 205 Véase J-C Kaufmann en su libro, La femme seule et le prince charmant, enquête sur la vie en solo, Paris, Nathan,

1999, 281p. p. 67. 206 El azar aparente es una ilusión, porque “la elección de la pareja corresponde a normas dictadas por la sociedad y

dependen del estatus social del individuo” tal como reza el dicho: “ cada oveja con su pareja ”. 207 Esta idea es ampliamente desarrollada por Kaufmann (1993) en su ensayo sociológico sobre la pareja. 208 Véanse los artificios para justificar la diferencia social y naturalizarla : Los hombres sont de Mars y les femmes de

Venus de John Gray (2007).

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Es importante aclarar que si bien el término pareja supone dos individuos cualquiera que

sea su sexo, en nuestro caso trataremos únicamente de la pareja producto de la

heterosexualidad obligatoria ya que las protagonistas permiten observar las relaciones de

poder a través de las cuales se construye la heterosexualidad genital que es una obligación y

en donde la producción de placer no se puede contemplar fuera de la economía reproductora,

como lo constata la filósofa norteamericana Judith Butler en su libro Trouble dans le genre, le

féminisme et la subversion de l’identité (2005)209

.

Si para el varón el amor es algo bien conocido, para la niña es todo lo contrario. La niña

tiene un déficit de amor e ignora la empatía, el respeto, el reconocimiento, que son

fundamentales para la formación de la heterosexualidad. Para Butler (2005: 93), el régimen de

la heterosexualidad obligatoria, se lleva a cabo a través de la canalización del deseo femenino

hacia la heterosexualidad. Por consiguiente cualquier signo, cualquier gesto es interpretado

como la expresión de ello. La joven espera encontrar lo que tanto le ha faltado, como lo

constata Marie Lion-Julin (2010: 89). Ella se involucra en una relación heterosexual en espera

del reconocimiento para obtener confianza en sí misma, seguridad, todo aquello de lo cual

carece.

Es así cómo la búsqueda del otro masculino es considerada como algo natural, es decir

que es naturalizada a imagen y semejanza del mundo animal cuyo objetivo es la reproducción.

Sin embargo, si todo comportamiento en el mundo animal es programado y más aún la

fecundación, la falta de programa biológico es la especificidad de la especie humana.

La pérdida del programa biológico reproductivo de la hembra animal sería, según el

antropólogo francés Claude Levi-Strauss (1998) en su artículo “Sexualidad femenina y origen

de la sociedad”, el punto de partida del nacimiento de la hembra humana210

. Sin programa

biológico de receptividad periódica la nueva especie humana es frágil, su supervivencia

peligra y para ello es necesario programar a la hembra para que sea de manera permanente

receptiva y que el macho humano pueda llevar a cabo la difusión de sus genes a través de la

inseminación para la reproducción. De ahí los orígenes culturales de la heterosexualidad y de

la relaciones de poder que hemos podido constatar en el capítulo anterior (Butler, 2005: 97).

209 Trouble dans le genre, le féminisme et la subversión de l’identitié,Préface d’Eric Fassin, Traduit de l’anglais (Etats-

Unis) par Cynthia Kraus, Paris, La Découverte/poche, 2005, 284 p. p. 99.

210 Publicado en español, en el sitio “Letras libres”, abril 2000: http://www.letraslibres.com/revista/convivio/sexualidad-femenina-y-origen-de-la-sociedad.

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Eso supone una educación estricta para la hembra desde su nacimiento para que a la edad de

la pubertad, pueda llevar a cabo su misión reproductora y sobre todo maternal. Es decir que la

heterosexualidad es obligatoria. Esta tesis ha sido desarrollada ampliamente por Butler (2005:

87) citando a Wittig (1997: 30)211

.

En el mito shuar, “Cuando los hombres eran madres” (Palma, 1994: 30), aparece

ilustrada esta época de los comienzos de la humanidad en la cual no existía jerarquía social

entre sexos. Los hombres se encargaban de inseminar a una hembra que ellos capturaban y la

mantenían en una suerte de cautiverio o domesticidad. La hembra era programada para

reproducir y su vida era bastante efímera. Al término del embarazo, el genitor le abría el

vientre para extraer el nuevo producto y luego la destazaba. Los animales se comían sus

restos. Ella dejaba preparado el terreno para cultivar, cuando no los alimentos, los productos

necesarios para la supervivencia del genitor y del nuevo producto.

Según este mito, el hombre sería autosuficiente si no fuera por la falta de aparato genitor

que la hembra posee para asegurar la continuidad de la especie. Una etapa posterior a la

paridora podría ser la que se ilustra por medio del mito amazónico de los Shuars212

. El dios

creador de los Shuars o Jívaros, decide acabar con todo aquello que pudiera significar la

desgracia del hombre. La desgracia del hombre es la muerte y la muerte es producto de tres

factores, el placer femenino, la decrepitud y las guerras. Como la hembra es un mal necesario

por su aparato reproductor, el dios de los Shuars se propone suprimir el órgano del placer

femenino, el clítoris, por no tener ninguna función biológica. Pero el mensajero no lleva a

cabo su misión. Y al abrir el paquete con el clítoris destinado a ser erradicado de la tierra, se

le pega en la nariz. Cuando el dios descubre su mentira lo transforma en murciélago para que

todos recuerden que por su culpa, la mujer conserva las llaves del placer, privilegio del

hombre (Palma, 1994: 30). La mutilación según este mito se vuelve necesaria para instaurar y

naturalizar la heterosexualidad femenina obligatoria como sigue siendo el caso en Africa en

donde se calcula en 145 millones las mujeres excisadas según la organización WHO/Female

genital mutilation213

. En este mito se puede observar cómo el placer femenino es desde el

comienzo de la humanidad diabolizado por los hombres, ése es el punto de partida de la

cultura heterosexual (Palma, 1994). Este mito permite entender el dilema del hombre frente al

211 Véase su artículo « La marque du genre » (1985:97), In La pensée Stright, editions Amsterdam, 2007. 212 Véase Milagros Palma, El gusano y la fruta, aprendizaje de la feminidad (1994), 117 p. p.18. 213 Disponible en el sitio: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs241/en/

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potencial del placer femenino, fuera de toda actividad reproductora. Por eso el placer

femenino es diabolizado por todas las mitologías y las llamadas religiones del libro (judaísmo,

Cristianismo e islamismo) y hasta las ciencias como la anatomía, la medicina y el

psicoanálisis. Para Freud el clítoris es un rival de la vagina, que impide que el placer emigre

hacia la vagina, lugar privilegiado del placer masculino214

.

Luego de este rápido repaso de sistemas de valores arcaicos que ilustran como se forma el

género en los amaneceres de la humanidad, enseguida analizaremos las motivaciones del

“encuentro” que llevan a cabo las protagonistas de las escritoras centroamericanas que buscan

cómo restaurar la infancia destrozada que les ha impedido crecer, afirmarse como sujetos. En

ellos podremos observar que mientras el sexo y el placer sexual son las motivaciones

esenciales de los personajes masculinos, para los personajes femeninos es la búsqueda del

amor y del afecto que tanto les ha hecho falta durante la infancia. La virginidad de los

personajes femeninos es sobre todo una metáfora de la ignorancia de su sexualidad y del

placer en general como lo constata la antropóloga italiana Paola Tabet (2004: 162) al referirse

a sociedades tribales215

.

El sueño de Celeste: “Ser reina de su hogar”.

En el relato “La Cadenita” de la colección de cuentos Mariana en la tigrera (1996) la

poeta guatemalteca, Ana María Rodas (1937) pone en escena las peripecias de Celeste, una

humilde empleada de oficina, que busca cómo salir de su precaria existencia. Un día descubre

en la calle a un hombre que la mira de manera insistente. Inmediatamente, ella piensa que él

se interesa por ella. La vida de Celeste se llena de sueños.

En este relato, el lugar del encuentro es la calle y más precisamente el parque de la

ciudad, lugar donde hombres y mujeres de clase humilde buscan pareja. El parque es un lugar

de encuentro o de “cacería”, como se le suele llamar al rodeo de seducción o de “conquista”,

214 En la mitología griega el ser humano es uno: masculino y femenino a la vez. Esta idea está sustentada en El

Banquete de Platón. En efecto el ser humano era en sí una unidad perfecta que habitaba en el paraíso: “una unidad

doble con dos cabezas, cuatro brazos y cuatro piernas que rodaba como un balón. Pero su autosuficiencia era tan grande

que los dioses pidieron a Zeus que lo dividiera” (la traducción es mía). Desde entonces las mitades humanas de ambos

sexos añoran constantemente la unidad perdida y el encuentro es sólo una breve pero muy breve e ilusoria sensación de

retorno a la unidad fusional de los orígenes. Este mito griego traduce un sentimiento de nostalgia del pasado que podría

ser un presentimiento de lo que podría ser la unidad futura. Hay una búsqueda de algo que se intuye, pero que no se

conoce, como lo plantea la filósofa francesa Paule Salomon, La Sainte folie du couple, Paris, Albin Michel, 1994. 215 « La fille ne doit rien savoir du sexe, mais apprendre tout du partenaire (p. 156). Les femmes doivent feindre de ne

rien savoir sur la sexualité. La seule capacité de la fille consiste à accepter ou refuser un partenaire (p. 162.) Le

maintien de l’ignorance comme la violence c’est un travail indispensable au maintien du pouvoir masculin. Il y a un

accès différentiel à la connaissance de la sexualité homme/femme». » (p. 162).

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de una clase baja, por lo general en días festivos. Aquí encontramos una adecuación entre el

sitio del encuentro y la clase social a la cual pertenecen los candidatos para formar pareja.

Antes del encuentro físico hay encuentros furtivos, de miradas más o menos

disimuladas de Celeste para cerciorarse de la credibilidad del hombre. La insistencia es la

prueba evidente de que él está interesado en ella. Cuando ella adquiere esta seguridad, las

puertas del sueño se abren como por arte de magia. La mirada insistente del hombre la

ruboriza y, como un rayo de luz, ilumina de repente su triste vida.

Frente a los almacenes de ropa de bebés soñaba con un niño en brazos,

viviendo en una casa de adobe y techo de tejas. Ocupada sólo en las tareas de

la casa, protegida por un hombre que se levantara temprano […]. (p. 67).

El casamiento, más que una necesidad, es algo vital para ella, debido a la falta de

confianza y autoestima que ilustra el cuento de la cenicienta, como lo constata Dowling

(1982:168)216

. Sin embargo la clave en el cumplimiento de su misión es la “protección” como

lo sugiere el participio pasado “protegida”. Sin este requisito no hay futuro para la joven

Celeste que sin un hombre es como una inválida.

El encuentro entre Celeste y el hombre responde a sus expectativas, como si ella se las

hubiese formulado de antemano. El hombre consciente de su impacto en la joven ruborizada

consolida su posición adulándola: “Usté no nació para estar trabajando en una oficina. Usté

nació para ser reina de una casa para que un hombre le maneje su vida y no pase usté ninguna

pena” (p. 67).

Celeste se siente propulsada. Su sueño está a punto de volverse realidad: pasar de una

simple y triste cenicienta a una reina por arte magia, gracias a un hombre, el Príncipe

encantado del cuento infantil. En efecto, la joven escucha ansiosa las palabras que tanto

esperaba para ser alzada a su trono de reina. Por fin va a ser protegida, mantenida, liberada de

las responsabilidades que tiene que asumir para sobrevivir. Celeste no es inválida, sin

embargo actúa como tal. En efecto, la educación de la mujer en la dependencia permite

explicar muchos casos de mujeres profesionales que abandonan su carrera para dedicarse al

216 “Beaucoup de femmes continuent à considérer le mariage comme une forteresse. En choisissant un mari, elles

cherchent le prince charmant, quelqu’un qui les sauvera de leur responsabilité”. Colette Dowling, Le complexe de

Cendrillon, Paris, Grasset, 1982, 284 p. p. 168.

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hogar como piensa hacer Celeste217

. No es por casualidad la existencia de una expresión muy

común para valorizar la vida doméstica de la mujer: “La mujer es la reina de su hogar”. (p.

68)

La palabra “reina” sugiere la nobleza que le otorga el hombre. De lo cual se deduce

que es mejor ser reina que esclava anónima de un patrón cualquiera. Celeste y su admirador,

en aquel rápido intercambio fijan una cita y él para asegurarla de su compromiso, le ofrece

una cadenita de oro que llevaba al cuello. Pero en ese mismo instante, el fantasma de la

realidad se rebela: “[...] la pelirroja se le echó encima: “– !Ah no! !La cadenita no! ¿Qué te

estás creyendo maldito, que te doy cosas para que se las andés regalando a una cualquiera”

[…] (p. 68).

Mientras la mujer le arranca la cadena a Celeste el hombre le da una trompada a la

intrusa que le había dañado el negocio.

En este encuentro notamos que las expectativas de la mujer son muy importantes. El

hombre que se fija en ella le despierta la ilusión de un cambio profundo en su vida. Esto se ve

corroborado con sus palabras: “no había nacido para trabajar toda su vida en una oficina sino

para ser reina de una casa” (p. 67).

El hombre se vuelve en este caso una especie de redentor que le permite a la mujer renacer

en el mundo que le corresponde. La necesidad de un cambio fundamental en la vida, hace que

la mujer vea en el hombre que se fija en ella, el ser capaz de permitirle realizar su sueño. Sin

embargo no todos los encuentros tienen un final feliz, según Alberoni (1992: 14):

un simple flirteo, o flechazo, el impulso en vista del cambio es demasiado

débil, insignificante, y cede frente a los obstáculos, la ilusión se repliega en sí

misma y se desvanece.

Aquí podemos constatar que el encuentro supone emociones intensas, el tejido de las

ilusiones es impresionante. La historia de amor termina en sollozo: “Como las heroínas de las

telenovelas en los peores momentos de sus vidas” (p. 69).

217 Es importante constatar nuevamente cómo el personaje busca protección lo cual supone una situación de desamparo

e inseguridad. Su inseguridad reside en su no conformidad con su misión social: tener hijos, una casa y sirvir en las

tareas domésticas. Según Colette Dowling (1982), la mujer ha sido educada en la fragilidad, la dependencia, de ahí que

el hombre venga supuestamente a llenar sus carencias: « En raison de leur éducation les filles apprennent à accepter le

fait qu’elles sont naturellement dépendantes, qu’elles ont le droit de s’appuyer sur la force plus grande de l’homme, et

elles entrent dans le mariage en étant convaincues que les attentes seront comblées », observe Jessie Bernard citée par

Colette Dowling, Le complexe de Cendrillon, Paris, Grasset, 1982, 284p. p. 182.

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El final es frustrante y hasta doloroso para Celeste que se veía reinando desde su trono

de ama de casa.

El llanto es una actitud femenina con lo cual se confirma la idea del infantilismo en el

cual se ha mantenido a la mujer. Ella llora como un niño para expresar su inconformidad, su

frustración. En efecto, a la niña se le impide aprender a defenderse en la vida tanto física

como intelectualmente. En consecuencia, frente a la adversidad, su única opción es llorar

como lo suele recordar el personaje de la Llorona en América latina218

.

En esta historia, Rodas (1996) muestra al típico seductor que como un cazador anda en

permanente búsqueda de una nueva presa. Se compromete con una y con otra valiéndose de

toda clase de engaños y mentiras que es una de las características de los personajes en busca

de servicio sexual gratuito. Por su parte la joven asocia el amor con la seguridad y el amado es

aquel que la protege frente a su debilidad física y la inestabilidad que le procura su ignorancia

frente à la vida y frente a su propia sexualidad. El hombre es para la joven como un ascensor

social que la puede elevar a niveles de plenitud apenas soñados.

El sueño de Marta: “ser tratada como lady”.

En el relato “La Miskita y el panida” de la colección Mensajes al más allá (1989) la

escritora nicaragüense Irma Prego, (Granada, Nicaragua, 1933-2001) pone en escena el

encuentro entre una adolescente indígena miskita que trabaja como mesera en un bar de

Managua, sin esperanzas de educación, de un medio en donde el único objetivo en la

existencia consiste en asegurar la reproducción de la especie, y él, un viejo poeta sesentón, un

depredador de chicas, con fama de Don Juan que arrasa con todo, hasta con “una escoba con

faldas”, como se suele decir popularmente en Nicaragua.

Al que todas ellas amaban:

las crías de pecho,

las niñas sin pecho,

las mujeres en pecho,

las despechadas.

Cuantas pudieron verle

218 En América latina existe el mito de la Llorona, una mujer en llanto que recorre toda la América mestiza desde

México hasta la Tierra de fuego. La Llorona es el prototipo de la mujer culpabilizada en lo más profundo de su ser, de

su carne. La llorona llora su pecado, su culpa de haber desobedecido a su misión maternal, (Palma, 1994: 38).

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Lo guardaron para siempre.(p. 107-108).

Su objetivo: el sexo con toda aquella que se le presente, desde la bebé a la cual alude

el primer verso: “crías de pecho”, pasando por la niña, la adolescente, hasta la mujer adulta

decepcionada, “despechada” por no haber encontrado lo que tanto anhelaba, el amor. Este

cuento trata de la puesta en escena de la seducción de la adolescente de 16 años que no es más

que el preludio al intercambio económico-sexual: “la bañaba de piropos y gentilezas” (p.

108).

El verbo “bañar” alude a la idea de inmersión total, y los sustantivos “piropos” y

“gentilezas” aluden a la naturaleza del baño. El piropo es un requiebro que el hombre hace a

la mujer. Al respecto, el diccionario de la Real Academia de la Lengua, sobre el objetivo del

requiebro da la expresión “decir piropos a todas las muchachas”. En cuanto al contenido, se

trata de alabanzas, agasajos y halagos. El piropo es una expresión dirigida a una mujer en

señal de admiración. El piropo es una herramienta eficaz para el sometimiento femenino.

En el cuento, la adolescente, al sentirse admirada, valorada, reconocida, responde de

manera positiva, creándose una suerte de reciprocidad. Ella a su vez ofrece sus servicios de

toda índole, sexual y doméstica: “ella estaba deslumbrada de ser tratada como lady” (p. 108).

Con esos baños de palabras bonitas: “piropos” y “gentilezas” la joven se descubre un

valor como lo sugiere la palabra inglesa lady. Las palabras del viejo poeta son valorizadoras

para una adolescente que no tiene ninguna referencia ni del amor, ni de la empatía y que

además se encuentra en una situación precaria y que trabaja como una persona adulta para

poder sobrevivir. La joven ve en el viejo poeta la imagen idealizada del hombre paternal y sus

sentimientos son de afecto y admiración. El viejo poeta tenía cualidades líricas: “[hacía]

gracias, versos, canciones, para recibir más admiración” (p. 108).

La indiecita Marta de repente se descubre con una serie de cualidades jamás

imaginadas: “Con la noche ella se convierte en princesa, en reina, por arte del poeta que la

distingue y enaltece” (p. 110).

Aquí encontramos al personaje funcionando bajo la influencia del modelo de la

“Cenicienta”, según el cual, la adolescente en andrajos material y psicológico, sueña con la

nobleza del “Príncipe encantado” que vendrá a sacarla de su miseria afectiva, psicológica,

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económica y social (Alberoni, 1992: 13). Marta encuentra al “Príncipe” que como por encanto

trasforma su vida ennobleciéndola: “la incorpora a su cortejo de admiradores” (p. 108).

Las armas de seductor del viejo poeta funcionan hasta con adolescentes como lo

recuerda su retahíla de versos.

La adolescente, por su parte, busca cómo llenar las carencias que le impiden ser un

sujeto, existir. Para ello necesita ser valorada, necesita amor en cantidades importantes para la

estabilidad emocional y con la cual cuenta el varón desde su nacimiento. Consecuentemente

la adolescente miskita es particularmente receptiva a las alabanzas y halagos del viejo poeta.

Como pudimos constatar anteriormente, la formación de la autoestima, la estabilidad

emocional y psicológica de todo sujeto se obtiene con amor, incitando al nuevo sujeto a

explorar su cuerpo, favoreciendo el reconocimiento del deseo en sus diferentes

manifestaciones: la pulsión parcial y total, así como en la práctica del placer sexual. La niña,

al contrario del varón, carece de incentivos para explorar su cuerpo y poner en marcha los

circuitos orgásmicos que deberían instalarse de manera casi espontánea desde los primeros

meses de vida. La niña crece en la inseguridad, la inestabilidad debido a las restricciones que

se le imponen.

Las palabras del poeta la transforman como por encanto, descubriéndose de repente como

en un sueño con una nueva identidad ignorada. Marta vive la ilusión de un cambio profundo.

Piensa que ha salido de su precaria situación. Por esa razón se lleva a cabo una fijación en esta

persona que simboliza su metamorfosis.

Todo parece un sueño de hadas hasta que la joven, acostumbrada a sus palabras dulces, se

siente perdida cuando una noche de tantas el sesentón desaparece: “se hunde en la nostalgia

irremediablemente. Empieza a trabajar sin interés y sin brío” (p. 110).

Con la ausencia del poeta, Marta, la indiecita, como si despertara de su sueño, vuelve a su

triste realidad de mesera. Como no la puede soportar sale en busca del poeta, dispuesta a

cualquier cosa con tal de que continúe llevándola a un mundo de sueños. Desde entonces su

objetivo es encontrarlo: “Vine a buscarte porque yo te admiro” (p. 111).

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El verbo “admirar” traduce exactamente el sentimiento de la joven hacia el poeta quien,

por arte de su verbo, le ha permitido vivir un mundo de sueño. Es importante detenernos en

este aspecto del sentimiento de la adolescente que fija su interés en la persona que le ha

ofrecido la ilusión de un cambio fundamental en su insoportable vida. Aquí encontramos la

clave del interés hacia la persona que representa un medio o vehículo que lleva al mundo de

los sueños, el hombre que le abre la puerta “que le da acceso a una vida nueva”.

Según el sociólogo italiano, Francesco Alberoni (1992), el sentimiento amoroso nace de

ese interés de base y es diferente para hombres y mujeres219

. Para los hombres es importante

el placer sexual, considerado como una prioridad, elevado al rango de una necesidad vital. La

mujer actúa gracias al deseo de ser amada, admirada, apreciada, protegida, en síntesis para

tener “una vida mejor”. Esa “vida mejor” se lleva a cabo gracias al hombre que encarna la

imagen del “Príncipe encantado”. A partir de la adolescencia, la joven acepta procurar

servicio sexual a la persona que simboliza, que hace posible, que favorece esta mutación. A

este tipo de trueque la antropóloga italiana (Tabet, 2004) suele llamar intercambio

económico-sexual. La joven sueña con personajes populares, estrellas de cine, hombres

maduros, ricos, consagrados en el mundo del espectáculo que le harán vivir una vida de

sueño, de película, nos dice Alberoni (1992).

El sueño de Sofía: la libertad.

En la novela Sofía de los presagios (1990), de la escritora nicaragüense, Gioconda Belli

(Nicaragua, 1948), Sofía, la protagonista, en la fiesta de su bachillerato conoce a René, un

muchacho casadero, que la invita a bailar. La joven se siente admirada por sus movimientos

sensuales. Aquel encuentro es revelador. Comparten una afinidad, la danza. Los cuerpos

encajaan en armonía con los ritmos calientes, lo cual es para la joven un signo indiscutible de

compatibilidad entre ambos.

El encuentro entre Sofía y René se da según las reglas de la homogamia. Se trata de dos

jóvenes de edades equivalentes, que se encuentran en un espacio controlado socialmente. La

219 En Nicaragua el 76.4% de adolescentes escogen el amor como la razón principal para el inicio de su actividad

sexual como tambien el 19.8% de hombres. Sin embargo la mayoria de adolescentes varones escoge por impulso o

necesidad (Montenegro, 2000: 79).

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joven es el centro de atracción de la fiesta porque éste es en su honor y, ése es un momento

privilegiado para su promoción y para que un joven se decida por ella.

Por lo general, en Nicaragua, como en muchos otros países de Centroamérica y del

continente sudamericano, los padres festejan los quince años de sus hijas con una fiesta

usualmente llamada el “debut”, que probablemente provenga de la palabra francesa “début”

(comienzo). En esa ocasión se promueve a la joven: “se invita a las amistades y a los jóvenes

casaderos de familias conocidas” (p.29).

El baile entre la joven agasajada y el chico que se ha fijado en ella es determinante en la

consolidación de la relación: “los hombres no pierden la ocasión de evaluar a la chica

agasajada. La miran bailar” (p.27).

Este tipo de ceremonias permiten el encuentro entre jóvenes en vista de la unión futura.

Este tipo de encuentro, según Alberoni (1992) podría ser catalogado de “flechazo”, aunque

todo parece bien calculado tanto para ella como para él. La joven se prenda tanto de René que

no duda en poner en marcha un escenario para el futuro: “Piensa que muy pronto tendrá novio

para casarse” (p.33).

En efecto, al cabo de seis meses de la relación asidua de un noviazgo tradicional con

visitas diarias, René pide la mano de Sofía como veremos más adelante.

3. El deseo de fusión

Esta etapa importante de la construcción de la pareja resulta, según Alberoni (1996: 31),

del deseo de un cambio fundamental en la vida. Si no se está listo para ese cambio el

enamoramiento no se puede dar: “Este tipo de encuentro se puede dar cuando se está listo

para explorar mundos nuevos jamás imaginados, y dispuestos a realizar sueños y deseos a los

cuales habíamos renunciado. Nos enamoramos cuando estamos profundamente insatisfechos

de nuestra vida cotidiana y que tenemos suficientes energías para iniciar una nueva etapa de

nuestra experiencia (Alberoni, 1996: 26)”220

.

220 La traducción es mía: « Nous devenons amoureux quand nous sommes profondément insatisfaits du présent et que

nous avons assez d’énergie intérieure pour entamer une nouvelle étape de notre expérience. » Francesco Alberoni, Je

t’aime, Tout sur la passion amoureuse, Plon, Paris, 1996. 318 p. p. 26.

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La insatisfacción sería la clave para alcanzar el estado ideal para que ese fenómeno se

produzca. Poco a poco dos personas se descubren en una especie de unísono y vibran

íntimamente cuando están juntos. “El enamoramiento supone un proceso de maduración de un

deseo”, pero esa predisposición no hay que confundirla con la atracción física o un deseo

erótico. Esas atracciones repentinas no permiten alcanzar el enamoramiento (Alberoni, 1996:

26).

Los encuentros fortuitos pueden ser de varios tipos, que según la clasificación de Stendhal,

citado por Alberoni (1996) solían llamarse: “amor físico, amor placer, amor vanidad, amor

pasión”. En el enamoramiento, dice Alberoni (1996:216) no existe diferencia de edad, de

lugar, mientras que la tendencia exploratoria es diferente según los géneros. El hombre busca

sexo, mientras que la mujer busca protección. El hombre busca placer sexual, mientras que la

mujer busca seguridad, reconocimiento, estatus social y económico. Para la mujer la relación

sexual es una etapa posterior a una relación de confianza, de amistad, de empatía, de respeto,

para el hombre es lo esencial y hasta inmediato.

Como veremos a lo largo de este estudio, la tendencia de la mujer con respecto al placer va

cambiando y las exigencias del enamoramiento no se limitan como antes a la búsqueda de

seguridad económica puesto que la educación y el trabajo remunerado ha ido consolidando

una cierta seguridad en las mujeres.

La adolescente de Primavera Sonámbula (1973)

En el relato de Rosario Aguilar, “Primavera Sonámbula” (1973) que lleva el mismo título

que el libro, nos encontramos ante el caso de una maduración del ideal de pasar a otra vida.

La protagonista-narradora es una joven depresiva que ha sido reclutada en un hospital

psiquiátrico en los Estados Unidos por crisis de terror y mutismo. Su médico le hace escribir

sus experiencias de infancia con lo cual ella descubre su vocación de escritora operándose al

mismo tiempo un nivel de mejoramiento satisfactorio con lo cual decide darle de alta. De

regreso a su país, en su medio familiar, la joven se siente frágil y diferente de las demás

chicas de su edad. No tiene las mismas reacciones, los mismos gestos. Lo cual continúa

preocupando a sus padres. La joven no sabe gozar de la vida. Casi no sonríe, lo que es raro

entre jóvenes de su edad. La vida social, sus compromisos y apariencias, le fastidian. Sin

embargo, descubre que es feliz en el contacto con la naturaleza. Un día siente despertar en su

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cuerpo el instinto maternal con el acercamiento del niño de una prima. Entonces empieza a

sentir deseos de contacto físico con un hombre. Por fin encuentra al elegido con el que ni

siquiera va a tener necesidad de hablar. Las miradas bastarán para comunicar intensamente:

Entre nosotros se ha establecido algo así como telepatía. Es demasiado pronto para decir que

nos amamos, sería arriesgar mucho. Pero nos hemos comprendido y desde un principio

nuestras naturalezas se han deseado fuertemente (p. 59).

Los términos “telepatía”, “ comprensión”, aluden a cierta afinidad. Para la joven, este

encuentro es una respuesta a su inconformidad con su vida: “Me ha encontrado en el

momento preciso. En el instante en que no podía más con mi soledad. Cuando todo mi ser no

esperaba más que una de sus palabras, uno de sus gestos” (p.30)

La palabra “soledad” es la clave para propiciar el encuentro. Y en coicidencia con la

teoría Francesco Alberoni (1996:27), la protagonista confirma el hecho de que el encuentro se

da porque ha decidido cambiar de vida, cuando su inconformidad es total: “hay un rechazo del

pasado y un tal deseo de vivir, un impulso vital que hacen posibles un nuevo salto hacia

adelante, un nuevo renacimiento, con todos los riesgos que ello comporta”221

.

Hay una necesidad de salir del espacio cerrado, limitado, asfixiante en el cual se ha

vivido siempre, para llevar una vida diferente con otro. Y ese proyecto que está en su proceso

de nacimiento, engloba la sexualidad y la prolongación de la especie: “No sé si es porque ha

sido precisamente él, o porque él, como cualquier otro pudo haber sido, vino precisamente

cuando lo necesitaba” (p.30).

El enamoramiento es la respuesta a una profunda soledad por parte del sujeto

femenino como lo muestra también el personaje del relato “El guerrillero” (1976) también de

Aguilar en donde una maestra de escuela se enamora de un guerrillero herido que encuentra

por casualidad al lado del inodoro del fondo del patio escolar. Ellos se habían conocido

cuando estudiaban juntos.

[…] el llegó a su vida en el instante preciso en que toda mujer siente una agobiante soledad y

busca desesperadamente algo que no conoce y tan sólo presiente… cuando toda mujer se siente

invadida de una extraña melancolía que la lleva irremediablemente a rendirse… (p.25).

El adjetivo “agobiante” que califica al sustantivo soledad da una idea del estado de

abandono en el cual se encuentra la joven. Además la búsqueda desesperada de lo

221

La traducción es mía.

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desconocido, de “algo que no conoce y tan sólo presiente”, alude claramente al amor, a la

empatía, al respeto, al reconocimiento que no tuvo y que intuye lo que eso en realidad

representa para ser feliz. De ahí que el término “rendirse”, que significa “sometimiento

incondicional”, sea utilizada para dar a entender que la joven está dispuesta a cualquier cosa

con tal de llenar el vacío de su “agobiante soledad”. El verbo “rendirse ” significa “darse por

vencido en una batalla” o bien “ceder”, “entregarse a”. Aquí la protagonista lucha con el

sueño. ¿Cómo hacer del sueño una realidad ? Para ello la joven se rinde frente al sueño de una

vida mejor. La mujer se rinde, se entrega, se pone a la disposición del hombre en cuerpo y

alma: “de aquel que pueda ponerle, a su medida, los vestidos tejidos de esperanza en los

sueños. Amor” (p.221).

La idea de soñar aparece en el texto de “El Guerrillero” (1976) como la condición

necesaria para el enamoramiento : para que la mujer se enamore tiene además que soñar con

una vida nueva, una especie de renacer. Por eso ella se entrega al joven a pesar de los riesgos

que ello supone: “pueden echarla presa si la descubren y perder su trabajo que es lo único que

tiene” (p.221). Aquí vemos hasta qué punto el deseo de enamoramiento supone también un

riesgo mortal.

La protagonista de “Primavera sonámbula” (1973) y la maestra del relato “El

guerrillero” (1976) de R. Aguilar encuentran en la soledad el principal motivo para el

enamoramiento. Cuando la soledad se vuelve agobiante, cuando no se puede más con ella (la

maestra), la mujer cae como un fruto maduro en los brazos de su salvador. Aunque más tarde

se descubra que la soledad es aún peor como lo muestra con gran humor las famosas viñetas

de la humorista argentina Maitena (2001), en su álbum, Mujeres alteradas 5. Vemos en una

de ellas a la mujer casada que con amargura constata que se había casado para acabar con su

soledad y que jamás había estado tan sola desde entonces.

En el caso de Sofía, la protagonista de la novela Sofía de los presagios (1990) de Belli

podemos constatar que ella misma está convencida de que casándose su vida va a cambiar

radicalmente: “el matrimonio marcará el inicio de su vida de adulta en el que ya no será

necesaria la inocencia ni la sumisión. […] vivir una vida de mujer. Lo importante es hacer lo

que uno quiere”. (p.31). Esto quiere decir que cualquier cosa es mejor que su vida. Es tanta la

desesperación, cualquiera que sea, siempre será mejor, jamás peor.

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Lo mismo sucede con Celeste del cuento “La Cadenita” (1996) de A.M. Rodas. La mirada

del hombre desencadena en ella el sueño de una vida mejor a la que estaba viviendo. Y en lo

que respecta a la Miskita: “ella se siente vivir, se siente admirada. La palabras del viejo

panida la hacen vibrar, existir”.

El enamoramiento es “un intento desesperado por cambiar de vida, acceder a una

condición humana completa y a una dignidad a la cual todo ser humano aspira”, según el

sociólogo italiano Alberoni (1996:27). Las aspiraciones a la felicidad no son siempre las

mismas y difieren según varios factores, la posición social, económica y el ideal de libertad de

cada cual. Por ejemplo la protagonista del relato “Primavera sonámbula” (1973) aspira a vivir,

al deseo de ser, de existir. Mientras que Sofía desea la libertad, hacer “lo que le dé la gana” y

Celeste desea vivir una vida mejor materialmente. La miskita busca el reconocimiento y por

qué no unas condiciones reales mucho mejores que las que tiene trabajando a su tierna edad.

En cambio, la maestra del relato de “El Guerrillero” (1976) aspira a un mundo libre, de

justicia y de igualdad que encarna la lucha del amado.

El enamoramiento pasa por la nostalgia de una vida más verdadera, más intensa, más real.

Por lo general el objeto de enamoramiento es la persona que hace posible el sueño de una vida

mejor, de una vocación, de una posibilidad de realización de algún sueño, de un destino.

Además una se enamora de la primera persona que aparece como en el caso de la joven

protagonista de “Primavera sonámbula” (1973) para quien la vocación maternal la moviliza

para captar inmediatamente cualquier interés hacia su persona; lo mismo sucede con Celeste,

protagonista del relato “La cadenita” (1990) que también sueña con ser reina de su casa, dejar

de trabajar, tener hijos, tener casa, etc. Para Alberoni (1996:34), el enamoramiento resulta de

una motivación personal: “Si la persona está lista para un cambio radical, sólo es necesario un

estimulante mínimo, casi un pretexto, para desencadenar el enamoramiento”222

.

Es importante constatar que la capacidad de soñar en una vida mejor siempre ha existido

como en otros tiempos, no muy lejanos, cuando se programaba la vida conyugal de las

jóvenes como lo evoca el relato “Socorro del Castillo” de la colección Daguerrotipos y otros

retratos de mujeres (1997) de la escritora nicaragüense Isolda Rodríguez Rosales. La

narradora-personaje nos muestra que sus sueños continúan intactos a pesar de haber sido

222 La traducción es mía.

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casada por iniciativa de sus padres, por razones sociales y económicas. A la edad de catorce

años la casan con un desconocido:

un señor que sólo había visto un par de veces conversando con sus padres.[…] Mi mamá me

dijo que tenía suerte, porque ese señor era adinerado. No es que nosotros no tuviéramos reales,

pero así iba a llevar una vida más tranquila (p.70).

Años más tarde, el sobrino de su viejo marido le permite soñar de nuevo en el amor :

“Yo nunca antes me había enamorado” (p.70).

El enamoramiento es un proceso lleno de revelaciones y de cuestionamientos, que

supone toda clase de riesgos.

La inseguridad, la inestabilidad económica, la falta de autoestima, hacen que los

personajes femeninos como La miskita, Sofía, Lavinia, Celeste, Socorro, la maestra y las

adolescentes sin nombre como la de “Primavera sonámbula” (1973) que no sabe cómo ser

feliz en la primavera de su existencia, viven experiencias muy similares aunque distintas en

apariencia. Ellas se enamoran de la persona que encarna o sintetiza la libertad, el cambio. El

enamoramiento puede ser desencadenado por palabras significativas (la miskita), una voz

serena, melodiosa (Sofía), la mirada (Celeste y la maestra), la danza (Sofía) que despierta la

sensualidad.

En su libro Je t’aime (1996:49), Francesco Alberoni asegura que cuentan muy poco las

cualidades de la persona que desencadena el enamoramiento. Según el sociólogo italiano todo

es posible, no hay nada preconcebido: “no hay necesidad de una afinidad”223

.

Es decir que la afinidad no es la condición necesaria ni suficiente para el

enamoramiento. Esto lo plantea la narradora-personaje de “Primavera sonámbula” (1973)

corroborando la posición de Alberoni (1998:50) al respecto. Es cierto que muchos

enamorados tienen la impresión de tener una afinidad profunda y hasta una esencia común.

Además es común oír decir que es tal la afinidad que el encuentro se dio como si uno de los

dos hubiera estado a la búsqueda del otro, a tal punto de reconocerlo en medio de la multitud.

La adolescente de “El vaso olvidado”(1989)

223 La traducción es mía.

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En el cuento “El vaso olvidado” (1989) también de Prego, se pone en escena una variante

importante del enamoramiento puesto que sus personajes pertenecen a la clase media. Se trata

de dos jóvenes, él, estudiante de medicina, ella dedicada a los quehaceres de la casa / bordar,

coser, cocinar y demás trabajos que en los años cincuenta en Nicaragua y demás sociedades

centroamericanas eran los oficios de las futuras amas de casa, de clase media y alta. En este

caso hay una cierta homogamia residencial y de clase aunque no profesional. Como en el

relato, aún en los años 50, la mujer es educada para cumplir con su rol de ama de casa,

mantenida en la ignorancia de su propia sexualidad ya que el deseo y el placer, para el

individuo de sexo femenino, siguen siendo diabolizados. Además, la inestabilidad económica

y social son garantizadas ya que se le impide tener acceso a cualquier herramienta que dé

acceso a la independencia económica.

La protagonista, que es a su vez la narradora, cuenta que su novio que se fue a México a

terminar sus estudios, había dejado embarazada a una joven y su padre la había forzado a

casarse con ella. Esta historia de amor ilustra el dicho popular: “La novia del estudiante no es

la esposa del doctor.”

Esta incompatibilidad entre los estatus de novia y de esposa, se da sin duda porque en la

medida en que la posición del hombre cambia, sus exigencias cambian también: son mayores

tanto desde el punto de vista de la excelencia física y del nivel social de su futura pareja. La

desilusión de la joven, pero más aún la de sus hermanas, es muy grande: “Lloran

inconsolables” (p.153).

Decepcionada, ella termina en un convento para volcar todo su amor en Dios. En el relato

de Irma Prego, la chica también llora frente al desengaño, por el cual también sufren y lloran

sus hermanas224

.

Con el final de este encuentro amoroso y del desengaño de la joven protagonista, la autora

nos muestra dos de las muchas facetas de la opción que tenían las jóvenes de clase media y

alta, despechadas frente al desengaño amoroso puesto que el hombre busca sobre todo sexo.

Hasta en los años 60, muchas jóvenes decepcionadas del amor, o del sueño en una vida mejor,

224 Mis hermanas lloraron seis meses más que yo, hasta que me fui a Costa Rica, al convento, a entregar toda mi

capacidad de amor a Dios, dejar de pasar hambre y vergüenza, porque lo más horrendo de la pobreza es que al pobre,

para colmo, le da vergüenza ser pobre.” (p.153). En efecto, el convento resuelve sus problemas económicos, le asegura

su supervivencia, lo que estaba contemplado si se casaba con Emilio. Aunque en poco tiempo la echaron del convento

porque era alérgica al trabajo y por fin terminó de maestra de escuela de párvulos para ganarse la vida.

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diríamos con Alberoni (1998), se recluían en los conventos convencidas de que no podrían

amar tanto a otra persona como la que las había traicionado. Las órdenes religiosas eran el

único espacio aceptado para la mujer que se rebelaba contra su destino económico-sexual

según la antropóloga Paola Tabet (2004). El tono irónico a través del cual la narradora nos

dice cómo la joven se da cuenta de la nueva situación de su novio, deja perplejo al lector que

no hace más que constatar la desfachatez a través de la cual un pacto de amor y fidelidad se

desmorona con la misma rapidez con que el chisme circula que además llega cuando menos se

espera: “a su novio un pistoludo mexicano lo trepó al altar, porque le había preñado a la hija,

que era traviesa, juguetona y que se le durmió en la pierna” (p.152).

El verbo “dormir” y el complemento circunstancial de lugar “en la pierna” hace alusión al

sometimiento erótico de la joven y la actividad coital del hombre. En efecto en los cuentos de

Irma Prego (1989), la sexualidad que juega un papel fundamental, es apenas insinuada. El

término “vaso” del título “El vaso olvidado” es una expresión cacera del término

“receptáculo” utilizado en las leyendas bíblicas al referirse a la función social de la mujer

(Mateo1:2-17). Como lo constata Paola Tabet (2004), las mujeres carecen de vocabulario para

nombrar la sexualidad que les concierne desde temprana edad. Es la ignorancia, en todo el

sentido de la palabra, en la cual es mantenida la adolescente que es fundamental en la

construcción y perpetuación de la dominación masculina y el sometimiento femenino.

En el cuento “La miskita y el panida” (1989) el viejo poeta, tampoco anda con rodeos y va

al grano. Le pide a la adolescente que se someta a la cópula: ¿Por qué no nos “ayuntamos”?

(p.111).

Pero la joven ignora el significado del verbo “ayuntar”, que significa "juntar", "tener

cópula carnal". Con sus gestos y sus órdenes obtiene rápidamente el sometimiento de la

adolescente. La indiecita se da cuenta de que lo que ella busca no es más que un sueño.

Esta experiencia motivada por el sueño de “vivir una vida mejor” no da lugar al

nacimiento de un sentimiento más fuerte, que es el sentimiento amoroso, según Alberoni

(1998), para quien el lugar del encuentro es también importante porque corresponde a un

cierto determinismo social inscrito en el individuo.

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En el relato “La miskita y el panida” (1989) los personajes se encuentran en un lugar

público, reservado a un cierto tipo de público: revolucionario e intelectual225

. Por consiguiente

el encuentro entre el poeta y la adolescente que hubiera podido ser su nieta, y que es de una

clase social muy baja, no tiene nada de anormal y excepcional. Como veremos, esta

disparidad no tiene consecuencias en la construcción de un cierto tipo de pareja no

contemplada en los libros de sociología, ya que los personajes masculinos mantienen

diferentes tipos de relaciones226

. Aquí el viejo poeta está interesado en un encuentro rápido,

de tipo coital, mientras que la joven busca un proyecto de vida y al que sin duda tiene que

adaptarse: “tal vez pensaba que si el viejo se enamoraba de ella, ella podría tener medios

económicos para cambiar de situación” (p.108).

De manera general cada individuo traza el cuadro ordinario de su sociabilidad definiendo

los espacios de sus frecuentaciones. Hay en esto, un nivel más de control social para la

selección de la pareja como se podrá constatar en los demás relatos.

La joven desaparece enrolada en el ejército sandinista. Al cabo de seis meses regresa

donde el poeta al cual da cuenta de su ingreso en el Ejército sandinista en donde la enfermera

del servicio sanitario le ha diagnosticado un embarazo avanzado, cuando ella iba a consultar

por una enfermedad del hígado: “Mentirosa, después de que te has revolcado con todo el EPS,

venís de fresca a decirme que ese muchachito es mío” (p.112).

El poeta, incrédulo, como lo sugiere el adjetivo “mentirosa”, frente al anuncio de una

paternidad inesperada, no se da por aludido a pesar de las explicaciones de la adolescente. En

el Ejército Sandinista de Liberación Nacional, las chicas viven separadas de los hombres y

sólo con él había tenido relaciones sexuales. El viejo, creyendo deshacerse de ella, le ofrece

unos billetes: “son para el parto para que estés bien atendida” (p.113).

225 La Yerbabuena, en la Managua del furor revolucionario de los años 80, fue un bar donde los intelectuales se

encontraban para leer poemas. Era un sitio selecto de reunión de la bohemia intelectual. Normalmente los encuentros se

daban sin duda entre admiradores miembros de ese grupo social. 226 Estudios sociológicos recientes dan cuenta de la sexualidad del hombre en Centroamérica. Javier Alatorre (2001:20)

señala que las relaciones sexuales sin afecto son un rasgo de la masculinidad centroamericana, tema ya abordado en la

ficción escrita por mujeres como o veremos a lo largo de este estudio: “En busca del placer, una parte de la vida sexual

de los hombres acontece con mujeres con las que no tienen ningún vínculo afectuoso, ni se espera formalizar una pareja

(…) Es común que los hombres establezcan relaciones sexuales con mujeres que hasta ese momento no conocían o con

quien no mantenían una relación amorosa, por lo que a menudo acuden con las trabajadoras del sexo comercial. La falta

de vínculos afectivos con aquellas mujeres constituye un contexto que inclina a los hombres a no asumir la

responsabilidad y los compromisos inherentes a un embarazo” (Ortega Hegg, Centeno Orozco, Castillo Venerio,

2005:83)

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Pero ella rechaza los billetes. El sesentón insiste tanto que por fin la joven los acepta como

un regalo, pues tenía los cuidados médicos asegurados por el ejército. Lo único que ella le

reclama es el reconocimiento de su hijo: “Yo nunca he andado teniendo hijos, pero si ella

quiere que ese niño sea mío, lo será227

. A lo mejor algún desgraciado le niega al hijo y ella

necesita un padre para su niño” (p.114).

Un hijo sin padre, en cualquier medio social es inaceptable según el sistema de valores de

estas sociedades a pesar del alto porcentaje de hogares con jefatura femenina en las clases

bajas urbanas y rurales. La paternidad es una obligación ya que valoriza y le da un cierto

estatus social al producto de la mujer, de ahí la afirmación del sesentón: “ella necesita un

padre para su niño”. En el cuento “El vaso olvidado” (1989) el padre de la mejicanita, se

encarga, con su pistola de que el novio de su hija asuma su responsabilidad de genitor. En el

de “La Miskita y el panida”, después de muchos rodeos el viejo acepta porque sabe que él sale

ganando más de lo que hubiera podido esperar: “Mi hijo y yo siempre te vendremos a ver”

(p.114).

Con esta promesa de fidelidad como lo sugiere el adverbio de tiempo “siempre”, todas las

condiciones de la superioridad masculina y de la inferioridad femenina se encuentran reunidos

en este cuento: edad, cultura, economía. Este cuento ilustra un modelo de intercambio

económico-sexual propio de la mujer del medio campesino y de una clase social mestiza

humilde de medio urbano. Esta relación hombre-mujer es una expresión clara de la relación

económico-sexual entre sexos. La mujer ofrece servicio sexual a cambio de reconocimiento,

valoración y seguridad económica.

4. Consagración del amor

Sofia y René

227 Es precisamente esta actitud de parte del personaje masculino que algunos estudios sociológicos han relacionado

con la pobreza social en Centroamérica. En ellos analiza el comportamiento sexual de los hombres y su relación con la

pobreza, se describe algunos problemas sociales comunes en Centroamérica tales como: los hogares con jefatura

femenina, la incorporación temprana al trabajo y la explotación infantil, el embarazo temprano no deseado, la expulsión

del hogar y delincuencia infantil. Sin embargo, la magnitud de este fenómeno no se agota en los efectos en la niñez que

son los estragos más visibles, sobre todo cuando se refiere a familias en situación de pobreza encabezados por mujer,

sino también aquéllos que no se registran en las estadísticas, hogares no pobres, en donde el padre está presente

sirviendo como ejemplo negativo en la socialización de los hijos varones, en el ejercicio cotidiano de la violencia

intrafamiliar” (Ortega Hegg, Centeno Orozco, Castillo Venerio, 2005:86).

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Aunque no estaba enamorada de René, Sofía intuye lo azaroso de la vida sentimental que

el “amor era a veces engañoso” ? pero lo más importante para ella es cambiar de vida: “vivir

una vida de mujer haciendo lo que le diera la gana” (p31).

La adolescente moviliza todas sus energías en este proyecto que para ella significa una

vida nueva ya que finalmente podrá realizar sus sueños: “poder hacer lo que uno quiere” (p.

31).

La joven sueña con ser adulta más que con ser libre, como lo sugiere la interacción de los

verbos” querer” y “poder”. Es decir, decidir de sus deseos. Sofía se siente poderosa, ya que su

novio la valora y le prodiga un sentimiento de seguridad: “la mira con cara de adoración”

(p.32).

Adulada, admirada, la joven se encuentra en un estado febril, como en trance, con la

actitud de René aunque ya haya dejado desbordar algunos aspectos de su carácter violento.

René era cariñoso y le llevaba regalos de Managua. Un día la llevó a la ciudad a almorzar a un

restaurante grande y elegante. Era muy atento con ella, la colmaba de regalos pero tenía un

carácter dominador y además era celoso (p.33).

El “regalo” es una etapa previa del hombre para la relación económico-sexual y la

exclusividad del objeto como lo demuestra la antropóloga Paola Tabet (2004). No es el valor

económico del regalo lo que cuenta, sino la instalación de un modelo de relación, la

afirmación a través del don de una desigualdad entre los dos individuos que entran en el

ejercicio de la heterosexualidad228

.

No le gusta discutir con él, verlo encenderse, verle los nudillos apretados; siente un exceso en

él, un doblez de furia asomando en su cara, escurriéndole entre los dientes que se enfilan

disimulando espectros iracundos en sonrisas. (p.32).

A pesar de todo, su ilusión continúa intacta. El hechizo continúa a pesar de los

mensajes que familiares y amigas le han enviado advirtiéndola de la especificidad masculina:

“Así son todos los hombres mijita, le dice Eulalia, no hay que andarlos contrariando. Cuando

están viejos se amansan, pero sólo hasta que están viejos” (p.33).

El carácter dominante que se revela rápidamente cuenta con el reconocimiento de sus

amigas que le advierten de su normalidad. La dominación, es según la cultura, la prueba del

228 « Ce n’est pas la valeur économique du don qui compte, mais la mise en place d’un modèle de rapport, l’affirmation

à travers le don d’une inégalité entre les deux sujets de la sexualité » (p 107).

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amor incondicional de la pareja. Con la expresión “Así son todos los hombres”, de boca de su

madre adoptiva, Sofía está informada de la realidad de su futuro, si tiene en cuenta que la

naturaleza dominante de los hombres es imposible de cambiar. A Sofía se le condiciona para

que acepte la violencia, el maltrato por parte del hombre. Ni su madre adoptiva ni sus amigas

le dicen que tiene que aprender a poner límites a la violencia masculina y rechazar todo lo que

no le convenga, todo lo que es degradante.

La expresión “naturaleza dominante” para calificar el comportamiento violento de los

hombres con respecto a las mujeres, producto de la educación, muestra cómo funciona la

cultura naturalizando comportamientos adquiridos desde la infancia, como lo constata el

sociólogo francés Pierre Bourdieu (1998)229

. Sofía tiene que desarrollar estrategias de

adaptación a la violencia y no romper el silencio que envuelve la violencia, como lo constata

la psicoterapeuta Marie-France Irigoyen (2005).

Cuando una amiga le habla de la noche de boda, Sofía se siente confusa porque no

tiene la menor idea de esa práctica de la vida doméstica.

Le han dicho que el cuerpo de la mujer es un pasaje cerrado que se abre con fuerza y con

sangre, pero de lo que se cuenta no sabe qué creer, no puede distinguir la realidad de los relatos

y la fantasía. Cada uno de los que han vivido la experiencia, lo cuenta de forma diferente y le

enredan aún más la imaginación (p. 36).

La joven no sabe distinguir entre realidad y fantasía que forman parte del campo

léxico de la confusión como lo sugiere al final el verbo “enredar”. No existe aún una

transmisión clara, objetiva que sirva al conocimiento. A tal punto que cada versión es

diferente. No hay nada conforme a una veracidad que autentifique los dichos, de ahí la

confusión de Sofía. Además la palabra “imaginación” alude a la subjetividad. No hay nada

objetivo con respecto a la sexualidad, a la reproducción y al servicio sexual que las mujeres

deben procurar a lo largo de la vida conyugal.

Los rumores, sobre el carácter de los hombres, sobre la violencia de la primera noche,

son para la joven, simples especulaciones. En este periodo de seducción, René tolera, hasta

cierto punto, los caprichos e ilusiones de Sofía porque sabe cómo ponerles fin: al momento de

tomar posesión de ella. La noche de bodas es su turno. Sólo piensa en ponerla enteramente a

229 Véase La dominación masculina, Paris, Seuil, 1998.

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su servicio: “La domará. Ya verá ella cómo se le acaban rápido esos bríos de yegua salvaje”

(p.37).

Según los pensamientos de René, él deberá comportarse ni más ni menos como un

domador con su fiera salvaje, su futura esposa.

Lavinia y Felipe

En la novela La mujer habitada (1988), de la misma autora nicaragüense, el encuentro de

Lavinia con Felipe, ambos arquitectos, se da en un contexto profesional. Felipe supervisa su

trabajo. Lavinia se interesa por Felipe. Sus expectativas se realizan en un nigth club donde

ella se encuentra con un colega. Para ambos la coincidencia del encuentro es una sorpresa. El

la invita a bailar una bossa nova de ritmo lento y le declara su admiración. Lavinia se siente

perturbada por la manera como él la aprieta contra su cuerpo musculoso. Entre

conversaciones banales que traducen de manera indirecta el interés que cada cual siente por el

otro y el roce de pieles, Felipe la seduce con su fogosidad. Lavinia comprende el mensaje y lo

invita a su apartamento.

Lavinia es sin duda más emancipada que Sofía que se somete al ritual de los

enamorados antes del casamiento. Lavinia se dice liberada y está contra la tradición. Es

independiente económicamente y muy crítica en relación con el sexismo de su sociedad.

Cuando Felipe le pregunta si tiene novio ella le responde sin ambages: “eso ya está fuera

de moda” (p.15).

El término “moda” aquí sugiere una evolución muy importante. En efecto durante su

estancia en Europa, Lavinia adquiere una cierta libertad en contacto con aquella juventud. Al

regresar a Nicaragua, se rebela rápidamente contra los rituales tradicionales de una sociedad

profundamente arcaica, con tradiciones ancestrales como son las fiestas en donde los padres

exhiben a sus hijas.: “como porcelana de Limoges o de Sèvres en aquella especie de mercado

persa de casamientos con olor a subasta” (p.14).

Sus padres eran fieles al ritual de la búsqueda de pareja para su hija: “[para que]… la

husmearan animalitos de sacos y corbatas. Buscando quién les diera hijos robustos y

frondosos, les hiciera la comida, les arreglara los cuartos”, (p.15).

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Ellos se opusieron rotundamente a todo deseo de independencia como estudiar medicina

con el pretexto de que eran estudios demasiado largos y podían poner en peligro su futuro:

“en el mejor de los casos el marido la abandonaría ante las salidas a atender emergencias a

medianoche” (p. 82).

Lavinia es una chica moderna, le tiene miedo al amor, está contra el noviazgo y el

casamiento, es independiente económica como profesionalmente, y decide vivir sola a pesar

de la oposición de sus padres que temen el qué dirán: “la deshonra, el chisme, la

maledicencia” (p.40).

A una joven no se le puede dejar sola por ningún motivo. Los hombres podrían

aprovecharse de ella. Además son “mal vistas”, es decir que pierden la reputación y son

consideradas como mujeres “alegres”, es decir prostitutas. Pero a Lavinia no le importa nada,

ni la virginidad, ni la honra ni la deshonra, está en ruptura total con sus padres y los valores

que ellos defienden.

La reputación de una familia depende de la utilización que hacen las mujeres de sus

genitales. La honra es el motivo del largo encierro y control de la adolescente de clase alta y

media, contra el cual lucha la joven rebelándose contra el casamiento. Por eso, aún en los años

70, en Nicaragua las chicas se casan apenas cumplidos los 18 años. Sin embargo con la

revolución Sandinista del 79, la participación de las mujeres en la lucha armada, la

movilización permanente de la población civil en las campañas de alfabetización, esta

costumbre pierde mucho de su rigor y violencia por parte de los padres guardianes de la

honra. En La mujer habitada (1988) la protagonista vive exactamente en esta época efímera

de crítica y de ruptura de los valores tradicionales.

Lavinia decide llevar una vida libre. Aunque sea el mismo sueño de la protagonista de la

novela Sofía de los presagios (1990) que decide casarse aunque no esté enamorada: “porque

el matrimonio marcará el inicio de su vida adulta en la que ya no será necesario la inocencia

ni la sumisión” (p. 31).

“Inocencia” y “sumisión” riman con dependencia y dominación. Sofía piensa que el

matrimonio le permitirá por lo menos cambiar de vida, protegida por su pareja. En efecto el

hombre es considerado como un protector de este ser sin experiencia de la vida, sin armas ni

herramientas para defenderse, por la ignorancia en la cual ha sido educado. La joven piensa

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tener acceso a “otra vida” forjada de sueños. Pero la realidad es dura y el desencanto

vertiginoso como lo recuerda Collette Dowtey (1982).

Como en los relatos anteriores Sofía tiene ideas muy confusas en relación con el amor, la

pasión y la sexualidad que vivirá en la realidad como un verdadero trauma que no es el caso

de Lavinia quien desea realizarse sexualmente. En efecto, Sofía quiere ser liberada de su

familia adoptiva para vivir otra vida. Que es exactamente lo mismo que critica Lavinia, al

referirse a su amiga Sara que había pasado “del padre-padre, al padre-marido, casándose”

(p.18).

Además Sofía tiene al comienzo una visión ingenua del amor como algo que se da como

por arte de magia. Sin embargo muy pronto su visión cambia rápidamente. El amor es un mito

falso que además la sociedad promueve por todos los medios posibles. Su vida conyugal será

un martirio230

.

5. Deber conyugal o sometimiento erótico

El sociólogo francés, Pierre Bourdieu (1998) utiliza el concepto de “sometimiento

erótico” para designar lo que la iglesia ha llamado usualmente “deber conyugal” para dar

cuenta del comportamiento femenino en el contexto de la sexualidad reproductiva. Es decir

que la pérdida de la receptividad cíclica de la hembra humana, es compensada por una

receptividad permanente por medio de códigos culturales de la heterosexualidad obligatoria.

En efecto, la sexualidad en el contexto de la heterosexualidad es una relación de dominación

230 Al cual nos remite el estudio de la historiadora francesa Laure Adler, Secrets d’alcôve: histoire du couple de 1830 à

1930 (2006), en donde la autora muestra cómo frente a la actitud salvaje de los hombres durante la noche de bodas,

escritores como Balzac y médicos de la época, no sólo se pronunciaron contra esa práctica bestial, sino que además

llevaron a cabo campañas a través de manuales de iniciación y aprendizaje de la práctica sexual con el fin de promover

el placer físico. Las frecuentes intervenciones de Balzac en relación a la noche de bodas dan una idea de lo difícil que

fue acabar con dicha costumbre ancestral. En Francia hubo que esperar las dos primeras décadas del siglo XX para que

las jóvenes comenzaran a rebelarse, regresando al seno materno, como lo atestigua la literatura de entonces. El

paratexto de la contratapa resume el contenido y el contexto histórico de este ensayo de Laure Adler:

« Fiançailles, mariage, maternité: cette trilogie fixe la destinée de la femme, quand se stabilisent le couple et la famille

bourgeoise. Mais derrière l'image du bonheur conjugal, les alcôves recèlent d'autres secrets. Que se passe-t-il dans le lit

des époux. La nuit de noces peut-être une épreuve redoutable : "Ne commencez jamais votre mariage par un viol",

disait Balzac en 1830. Soucieux des dégâts accomplis sur le corps de la femme, les médecins se penchent alors sur le

couple et tentent d'instaurer un ordre moins brutal, en codifiant le coït matrimonial. Par ailleurs, l'adultère du mari fait

l'objet d'une grande tolérance tandis que la femme qui le commet, elle, est criminelle. Et le divorce, voté en 1972,

supprimé en 1816, n'est rétabli qu'en 1884. Ce sont les femmes qui, par milliers, le demandent. Nourri de témoignages,

de récits, de réflexions et propositions médicales et juridiques, et surtout de la littérature romanesque ou théâtrale, ce

livre retrace l'histoire de la conjugalité, de ses accomplissements et de ses échecs, quand celle-ci exigeait des rôles

sociaux qui ne coïncidaient que rarement avec l'amour ».

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masculina y de sometimiento femenino como lo revelan su puesta en escena y los verbos

con los cuales se da cuenta de esta acción (Bourdieu 1998).

La dominación es necesaria al placer sobre el cual reposa el poder y es una prerrogativa

masculina consolidada por la cultura en sus comienzos, en vista del control de la

reproducción de la especie humana ya que la hembra humana aparece desprovista de ciclos

de receptividad-disponibilidad como lo es en la hembra animal.

Sofía

La heterosexualidad obligatoria supone el deber conyugal es decir sometimiento al deseo

del hombre como lo ordena el Génesis II, “estarás sometida al deseo del hombre”, como se

puede observar entre Sofía y René. Un cambio de vida fundamental se opera después de la

ceremonia de la boda. No más fantasías ni excentricidades por parte de la novia.

La doma empieza no bien termina la ceremonia y salen los novios oliendo a incienso y a

candelas olorosas. René la toma del brazo y rotundamente se niega al regreso a caballo. Irán en

jeep. Ahora manda él (p. 37).

Para comenzar, no habla, no la oye. Nunca le perdonará el haberse burlado de él

llegando a caballo a la iglesia el día de la boda, mientras él la esperaba impaciente en medio

de los invitados que murmuraban toda clase de escenarios provocando la duda sobre la

realización de la ceremonia y el compromiso matrimonial: “Todas la gitanas son putas” (p.

37).

Con la palabra “puta”, la autoestima de Sofía queda por el suelo, sobre todo al salir de

la ceremonia. La joven se encuentra literalmente desvalorizada, sabiendo que la palabra

“puta” es el insulto más grande que en lengua española se le puede hacer a una mujer y aún

peor a una esposa.

René utiliza procedimientos violentos cada vez más claros. El silencio es un método

eficaz para ejercer presión, crear tensión, lo mismo que la agresión verbal: “Y esa noche

encima de ella, como animal salvaje, la hace gritar y le jura que tendrá que pagarle muy caro

lo mal nacida que es” (p. 37).

La comparación “como un animal salvaje” es una suerte de operación simbólica que

permite naturalizar la agresión sexual de la cual es víctima Sofía. Esta operación simbólica de

“animalización” es un recurso utilizado de manera recurrente en los mitos para quitarle valor

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criminal a la violación y a los actos delictivos que comenten los hombres en el proceso de

sometimiento sexual de la mujer. Bajo la influencia de su agresor, la capacidad crítica de la

joven protagonista disminuye, entrando en una suerte de trance que modifica sus percepciones

y sensaciones. Luego de esa primera sesión de tortura, sexual, desde la noche de bodas, todas

las fantasías, sueños e ilusiones de Sofía se desmoronan.

Sofía resiste la embestida del miembro enorme de René, hunde las uñas en las sábanas y siente

furia por los gitanos que la abandonaron y por haberse casado con un hombre como aquel (p.

37).

La expresión “embestida del miembro enorme de René”, aluden a una violación.

“Resistencia” y “furia” ante la agresión sexual son emociones comunes de las mujeres como

Sofía que han sido educadas, condicionadas desde la infancia, para lo que Bourdieu (1998)

suele llamar “sometimiento erótico” y que consiste en mantenerlas en la ignorancia con

respecto a su propia sexualidad ya que el placer, estimulado en el varón, es diabolizado en los

individuos de sexo femenino. Por esto a las niñas se les impide desde su nacimiento, el

descubrimiento y la exploración de su propia sexualidad que necesita de la conexión de los

circuitos orgásmicos y al cual son entrenados los varones desde la más tierna infancia.

Sólo entonces, Sofía se da cuenta de que después de todo, y a pesar del abandono, ha

vivido una cierta felicidad.

El cuarto que su esposo prepara para que ella aprenda oficios domésticos como coser, se

vuelve el lugar que le va a permitir reflexionar sobre su nueva vida. Sin embargo de la

mansión en donde llega a vivir, no saldrá jamás sino acompañada de su marido: “Ya ha

empezado a odiarlo” (p. 41).

La “mansión” es un lugar en donde podrá observarse viviendo en la desdicha y

esconderse de “la infelicidad y de René”.

Si desde el primer capítulo de la novela, Sofia de los presagios (1990), el verbo

“llorar” ocupa un lugar importante, es en el tercero donde alcanza su máxima expresión. El

verbo “llorar” se conjuga en todos los tiempos y sobre todo en el gerundio: “llorando”. Pero

ella no quiere que ni él ni su familia la vean y que sepan lo que en realidad está viviendo. El

tratamiento que le da su esposo es impensable: “la trata como vieja conocida, sin permitirse

un instante de enamoramiento o pasión” (p. 42).

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La sexualidad de René es sumamente violenta, además no desea mostrar ninguna

empatía porque es considerado como una debilidad. Sofía siente el engaño del que ha sido

víctima.

Por las noches, con callada determinación, se da vuelta hacia ella y copula como se si tratase de

una parte impostergable del contrato matrimonial. Cuando termina, le da la espalda deseándole

buenas noches y se duerme (p. 43).

El verbo “copular” que supone un escenario programado, ya que varios movimientos

se encadenan con cierto automatismo: montar, copular, dar la espalda, decir buenas noches y

dormir, es aquí la prueba de un automatismo perfecto que se impone sin obstáculo alguno a la

víctima: “cuando René la ocupa ella decide que: no le tendrá hijos” (p. 43).

El verbo “ocupar” significa tomar posesión de una cosa, llenar un espacio o lugar, es

también sinónimo de penetrar un espacio, invadir, que aquí corresponde a “copular”; da una

idea de la sensación de impotencia de Sofía, abusada y agredida sin poder actuar. Negarse a la

reproducción es su estrategia de supervivencia. Su rebelión consiste en impedir la fecundación

que es el objetivo de René y que le permite dar públicamente una idea de su actividad sexual

que es altamente estimativo para el género masculino.

La relación entre la pareja no tiene nada que ver con el amor que ella tanto soñaba, ya

que se trata de una posesión, como lo recuerda Irigoyen (2005: 153). Ella se encuentra

literalmente secuestrada, dedicada al servicio sexual. René le da orden a todos sus empleados

para impedir que salga y por último levanta un muro para que quede literalmente encerrada.

El cumple con su parte de hombre preñador, copulando con ella todas las noches aunque esté

cansado, aunque ella no haga ningún ruido y sólo se quede inmóvil debajo de él con los ojos

abiertos, viendo para el techo como una estatua fría y bella (p. 47).

El sintagma adverbial de tiempo “todas las noches” alude al rigor de la actividad coital

de René cuya frecuencia foma parte de un orden estricto hasta tal punto que como una

obligación, debe llevarlo a cabo a pesar de la fatiga.

La víctima, la joven esposa, se encuentra esposada, es decir paralizada, condicionada,

cumpliendo con un deber del cual no había sido informada. Se vuelve observadora externa de

la agresión sexual de la cual es objeto y un medio de supervivencia para no perder la razón,

según Marie France Irigoyen, en su libro Femmes sous emprise (2010) que trata de los

mecanismos psicológicos de supervivencia asumidos por la víctima y en donde analiza los

recursos de la violencia en la pareja.

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Todas las noches, cuando él la toca, trata de desaparecer de su cuerpo. Sólo no estando,

imaginándose lejos, puede soportar aquella violación cotidiana. No le ha sido fácil no estar allí

(p. 51).

Sofía sufre del síntoma de disociación mediante el cual ciertos pensamientos se

encuentran separados del resto de la personalidad: “ni siquiera parpadear la ha visto cuando su

miembro enorme la penetra, es como hacer el amor con una muerta” (p. 72).

El simulacro de la muerte, frente al peligro se puede observar en el mundo animal. El

terror es tan grande que la presa por lo general se inmoviliza con lo cual la tarea del

depredador es más eficaz231

.

Ya el mecanismo le funciona casi automáticamente. Mira a René desde la lejanía y asiente con

la cabeza antes de cerrar los ojos y sentirlo otra vez jadeando, mientras ella se entrega a

fantasías macabras de castración que la librarían de soportar aquella pieza gigantesca que

parece querer romperle el corazón (p. 51-52).

Mientras él orgasma como lo sugiere el gerundio “jadeando”, ella piensa en la

venganza. La expresión “fantasías macabras” de Sofía aluden a la necesidad de venganza. Y

aunque va a lograr huir de su pareja, el fantasma de la violencia física aparece como algo

reactivo. En efecto la mayoría de las que han mutilado y asesinado a su verdugo, lo han hecho

en un contexto de protección o de legítima defensa frente a la violación.

Soportar, no fugarse, lo mismo que fingir felicidad es una disyuntiva: “Sofía es fría y

bella, como la bella durmiente” (p. 61).

La asociación “fría” y “durmiente” alude a la muerte y más precisamente a una suerte

de anestesia sexual que caracteriza a la mujer que jamás ha puesto en marcha sus circuitos

orgásmicos. La obligación la condena a estar fingiendo ser una apacible mujer casada. El trato

es espantoso. Pero ella tiene que guardar la apariencia de “esposa decente” (p. 60): “La trataba

con indiferencia que a ella le helaba la sangre en las venas” (p. 67).

La imagen que él defendía y a la que se aferraba era la virilidad:

El solo pensaba en lo que la gente iba a creer que para nada ocupaba su virilidad, aquel

miembro grandote que se le repintaba en los pantalones y que lo había hecho famoso en la

escuela donde le apodaban “el turcudo” porque decían que podía lanzar el chorro de orines más

largo que cualquier otro chavalo por el tamaño de la manguera que le salía entre las piernas, (p.

70-71).

231 Un chiste de hombres franceses, hace alusión a esta posición de la mujer durante el coito: Un hombre le pregunta a

su amigo, ¿cómo sabes que tu mujer no está muerta cuando copulas? Es fácil, al día siguiente los oficios están hechos

normalmente.

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Las agresiones verbales van de par con las agresiones sexuales cotidianas: “Vos sos

como una gata angora, que si se la meten grita y si se la sacan, llora” (p. 135).

Frente a tanta vejación Sofía contempla dos opciones huir o bien castrarlo. Y él le

reclama por qué no queda embarazada.

El quiere hablar, quiere que hablen sobre la dificultad que ella parece tener para quedar

embarazada. Son ya seis meses de casados le dice. Seis meses en que él no ha dejado de hacer

lo que le corresponde más que algunos pocos días en que el agotamiento ha podido más que la

obligación. Era ya hora de que ella estuviera encinta (p. 52).

Sofía se alegra de sus reclamos porque no queda embarazada, ella tiene por lo menos

el poder de decidir de la reproducción. La actitud de estos personajes coincide con el

sociológo francés Pierre Bourdieu (1998) sobre el binarismo del género en lo que respecta la

sexualidad:

A la différence des femmes qui sont socialement préparées à vivre la sexualité comme une expérience

intime fortement chargée d’affectivité qui n’inclut pas nécessairement la pénétration mais qui peu

englober un large éventail d’activités (parler, toucher, étreindre, etc.) les garçons sont inclinés à

compartimenter la sexualité, conçu comme un acte agressif et surtout physique de conquête orienté vers

la pénétration et l’orgasme (p. 37).

Socorro del Castillo

El deber conyugal es también insoportable para Socorro del Castillo, personaje epónimo

que le da el nombre al cuento de Isolda Rodríguez Rosales de la colección Daguerrotipos y

otros retratos de mujeres (1997). Socorro acepta la cópula de su viejo marido como un deber.

Socorro no quiere recordar los primeros días de la luna de miel: “Dámaso estaba

desenfrenado” (p. 70).

Luego contará con cierta amargura su martirio conyugal: “a ella le ha tocado complacerlo

todo el tiempo”, “[…] casi como un mandamiento puesto que el padre Luis dice en sus

sermones que “esa es la obligación de la mujer” (p. 75).

La vida que le habían prometido sus padres será todo lo contrario. Socorro vive una vida

triste, aunque muchos la creen feliz, por la joyas y por su lujosa apariencia. El sexo es para

Socorro, un servicio obligatorio (deber conyugal) y sólo Dios y la naturaleza pueden

impedirlo como le sucede con Dámaso: “Ya no me molesta. De pronto no volvió a entrar

como loco en mi aposento. Yo estaba feliz, porque me dejaba dormir tranquila y así

aprovechaba para escribir” (p. 76).

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Si para Socorro hay una tregua, para Sofía es todo lo contrario, la situación es diferente.

Ella soporta con estoicismo la violencia sexual de su marido. El sexo será por mucho tiempo

una obligación. Aunque desde la primera noche de bodas su empeño consistió en elaborar

planes que la conducirían en poco tiempo a separarse de su marido-violador-verdugo.

Arcadia

Si en los relatos anteriores los encuentros parecen fortuitos y la actividad sexual

reproductiva comienza con el ritual del matrimonio, en los de la escritora salvadoreña Jacinta

Escudos, son producto de una búsqueda deliberada por parte de la protagonista. Arcadia,

nombre del personaje femenino de los relatos de la colección El desencanto (2001), remite a

la mítica Arcadia, un pueblo de pastores de la Grecia antigua convertido por los poetas en

símbolo de inocencia y felicidad. En El desencanto (2001), la protagonista es todo lo

contrario del simbolismo original de su nombre. Arcadia es ignorante y sufre. En efecto,

Arcadia ha interiorizado los comportamientos impuestos al sujeto de sexo femenino para la

práctica heterosexual. Arcadia busca la felicidad ya que tiene un gran déficit de empatía, de

autoestima… por su propio cuerpo. Además ignora el potencial de placer de su propia

sexualidad. Arcadia es inestable y desconoce por completo el papel femenino de receptáculo

permanente impuesto por la sociedad en la perpetuación de la especie.

Arcadia se lanza a la búsqueda del amor y la felicidad. Amor y felicidad están asociados al

hombre. Arcadia lleva un mundo de sueños y está dispuesta a cualquier sacrificio con tal de

alcanzarlo. Para ella el amor es algo maravilloso pero muy difícil de lograr: “Ha oído hablar

del amor y de cómo vibran los cuerpos. De lo sublime y de lo inolvidable que es el amor”, (p.

15). “El amor cuesta… el amor es algo excitante, vibrante y… es para toda la vida” (p. 142).

La joven busca el amor desesperadamente a través del sexo al cual se presta con todo el

que encuentra. Ella piensa que ofreciendo sexo, recibirá amor que en realidad significa

seguridad, bienestar económico y social entre otros.

Arcadia no puede perder una sola ocasión para encontrar el amor porque si no estuviera

disponible podría pasar desapercibido. La joven tiene la idea de que la cita con el amor se da

una sola vez y si la perdiera sería definitiva por lo tanto imposible de imaginar: “una tragedia

de magnitudes incalculables” (p. 167).

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En el imaginario popular centroamericano el amor es como un loterillazo y por lo tanto

obedece a leyes que están fuera de nuestro alcance como reza el proverbio: “Velo y mortaja

del cielo bajan”.

El “cielo” alude a la naturaleza divina del amor y la muerte simbolizados aquí por el velo

y la mortaja respectivamente. Del cielo, que simboliza lo sobrenatural, procede el amor lo

mismo que la muerte. Por consiguiente el amor como la muerte obedecen a la misma lógica.

Esto lo corrobora la creencia popular en Nicaragua, según la cual, los que buscan el amor le

rezan a San Antonio, el santo que en la tradición popular encuentra novio para las jóvenes,

con el fin de obtener sus favores como todo lo que está fuera del alcance humano.

En El desencanto (2001), el comportamiento de Arcadia reúne las condiciones ideales a la

dominación masculina así como el “sometimiento erótico” o receptividad fingida de la

protagonista que es producto del condicionamiento cultural propio del régimen heterosexual.

De lo poco que sabemos de su infancia, Arcadia era una niña maltratada por su madre a tal

punto que no sabe diferenciar entre sufrimiento (producto del maltrato) y placer (producto de

la empatía y de autoestima) como se puede observar en el cuento “El hombre de las

bofetadas” que la abofetea: “como solía hacer su madre cuando niña” (p. 24).

A la edad de 19 años, la joven con un mundo de sueños y dispuesta a cualquier sacrificio

con tal de realizarlos, se encuentra en una capital europea, en Berlín, en búsqueda de la

felicidad.

SUEÑA ARCADIA, como todas las niñas/muchachas/mujeres/viudas y

ancianas que conozco, con la llegada de un famoso personaje, conocido en el

mundo de la zoociedad romántica como “el Príncipe Azul”, de cuyas señas

nadie sabe absolutamente nada, aunque se rumora que puede llegar montado en

un corcel blanco y que por sus venas corre sangre, precisamente de color azul

(p. 21).

El verbo “soñar” denota pasividad. Además para poder soñar es necesario dormir, lo

cual supone una posición horizontal, es decir disponibilidad corporal o receptividad coital.

Desde el punto de vista del psicoanálisis, el sueño es, según Freud (1899), “la realización

disfrazada de un deseo” reprimido en el inconsciente. El deseo femenino ha sido siempre,

diabolizado aniquilado por la cultura ya que el placer sexual femenino no tiene ninguna

función útil para la especie como lo es el placer sexual masculino que funciona en el contexto

de la reproducción Aquí el deseo femenino o tensión libidinal femenina para que pueda ser

reconocido socialmente tiene que aparecer asociado a una actividad noble. El deseo adquiere

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letras de nobleza al ser asociado automáticamente al “príncipe azul” es decir al hombre. El

deseo del sujeto femenino que sueña despierto aparece íntimamente ligado al imaginario.

Frente a la pulsión el sujeto responde con un comportamiento artificial codificado

culturalmente. El objetivo de la protagonista es el amor. La protagonista busca el amor que

desconoce. El amor es necesario a la consolidación de todo sujeto según la psicoterapeuta

Marie Lyon-Julin (2011:265), en su trabajo Mères, libérez vos filles!: “la madre no aporta ni

seguridad, ni valorización a la niña”232

(p. 172).

Sin seguridad, ni autoestima no se puede desarrollar “un narcisismo sano”, y menos

aún la estabilidad emocional que requiere todo sujeto en formación. El individuo es inestable

e inseguro. La joven no se quiere, porque nunca recibió el amor que estructura, que procura

confianza”, como lo constata Lyon-Julin (2011: 96): “El amor cuesta… el amor es algo

excitante, vibrante y… es para toda la vida” (p. 142).

El verbo “costar”, sugieren el precio de lo maravilloso, excitante, vibrante y como

garantía, la eternidad. Aquí hay un condicionamiento hacia el sufrimiento.

La búsqueda desesperada del amor, no es una actitud irracional como lo recuerda

Bourdieu (1998: 27), “el amor es amor del destino social”233

. De ahí el “sometimiento

erótico”, condición necesaria para entrar en conformidad con el destino social asignado por la

sociedad al individuo de sexo femenino.

De Arcadia sabemos lo esencial: “Es virgen. Y jamás ha tenido novio” (p. 13).

El adjetivo “virgen” y la expresión “jamás ha tenido novio” recalca la idea de una

virginidad total. El término “virgen” alude a una suerte de pureza en el sentido moral del

término pero basado en la ignorancia. Ignorancia de los mecanismos de su propia sexualidad,

ignorancia del cuerpo por la falta de una simbiosis insatisfecha con la madre según Marie

Lion-Julin (2011). De manera general, a la niña se le impide explorar y experimentar sus

funciones y su potencial de placer erótico. En efecto a partir de una edad muy temprana, entre

1 y 3 años, los niños de manera natural ponen en marcha los circuitos de recompensa pero,

además, los circuitos orgásmicos, como lo constata Elisa Brune, en Le secret de femmes

(2010): “la découverte du plaisir féminin est pleine de prohibitions” (p. 41).

232 La traducción es mía. 233 La traducción es mía.

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Esta prohibición es el fundamento de la “heterosexualidad obligatoria”, concepto

introducido por Monique Witting, que hace suyo la filósofa Judith Butler (2005: 87)234

. Esta

sería una etapa fundamental para el condicionamiento de la niña en una sexualidad de servicio

como lo constata la antropóloga Paola Tabet (2004: 8). Es aquí en donde la antropóloga

Italiana encuentra la relación lógica y necesaria a la explotación de la mujer. “On se trouve

face à un rapport global qui lie opression sexuelle, limitation de la connaissance et

exploitation économique ”, es decir tres aspectos fundamentales de la condición femenina.

En el cuento “El hombre que tiene manos de mujer”, el lector puede apreciar el

funcionamiento femenino de la protagonista: inestable, carente de autoestima, sumisa.

En efecto, desde el inicio de su relación con un cuarentón la joven asume de entrada

como su madre la posición de dominada ya que la edad como la talla son signos indiscutibles

de superioridad. Esta gran diferencia de edad es un aspecto importante por medio del cual

Arcadia participa en su propia dominación. Su rebeldía pasajera apenas se manifiesta

imaginativamente con respecto a su madre.

En tres encuentros sucesivos de Arcadia con el cuarentón el “hombre” obtiene placer

sexual mientras ella es agredida sin poder reaccionar. Aquí funciona con toda legitimidad la

“violencia simbólica” en donde el placer masculino/sufrimiento conlleva la frustración

femenina. Las mujeres están condicionadas para una relación como experiencia íntima

cargada de afectividad que pasa por el hablar, tocar, acariciar, pero que no contempla el acto

agresivo y sobre todo físico, de conquista orientado hacia la penetración y el orgasmo

masculino.

Si para Bourdieu (1998: 48) la relación entre sexos es una relación afectivo/sexual para

la antropóloga Paola Tabet (2004: 8), la sexualidad masculina implica una transacción. En la

gran mayoría de los casos se trata de una transacción económica. Las mujeres dan una

prestación basada en el uso de su cuerpo o un servicio variable en su forma, manual o bucal.

El hombre retribuye con una “compensación” de importancia y de naturaleza variable. En este

caso la retribución o recompensa que busca Arcadia es “el amor”, ya que como constatan

algunos sociólogos, (P. Bourdieu 1998, M. Bozon 2009, N. Bajos 2008, C. Guillaumin 1992)

la mujer busca sobre todo una relación emocional. “La mujer es sentimental”, agrega G.

Brassens en su « Quatre-vingt-cinq sur cent ». Sin embargo lo que encuentra la joven es una

234 Para Wittig, « la réduction binaire du sexe sert les buts reproductifs d’un système: l’hétérosexualité obligatoire ». (p.

87).

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demanda forzada de servicio sexual a lo cual se presta a pesar de su ignorancia y de sus

principios morales ya que ha sido educada en una sociedad tradicional en donde el

autoerotismo, el placer sexual femenino es prohibido. Arcadia se somete sexualmente al

hombre con la esperanza de encontrar amor, ternura, empatía, seguridad emocional, bienestar

económico y social entre otros.

En el relato “El hombre que tiene manos de mujer” (2001), Arcadia es una ilustre

ignorante, no tiene conocimiento de su propia sexualidad como tampoco de la sexualidad

masculina.

Nadie la ha hablado de los hombres, de las cosas que hacen cuando están a

solas con una mujer. De lo que debe hacer una mujer en esas ocasiones.

Ninguna amiga le ha contado ese tipo de intimidades (p. 15).

Los términos “cosas”, “esas ocasiones”, “tipo de intimidades” son eufemismos para

hacer alusión a la sexualidad masculina. Ni el narrador y menos aún Arcadia poseen un

lenguaje preciso para nombrar esta actividad genital porque es tabú. Su conocimiento del

amor, de la cópula sexual y de los órganos implicados en ello es puramente imaginario.

Ha oído hablar del amor y de cómo vibran los cuerpos de pasión. De lo sublime, de lo

inolvidable que es el amor y de lo que se sufre cuando el amado no está. Ha escuchado hablar

del sexo, del misterio de los cuerpos que se aman (p. 15).

La confusión y la falta de información concreta sobre la sexualidad tanto masculina

como femenina, es tal que la protagonista la confunde con el sentimiento amoroso. Esta

asociación forma parte del condicionamiento de la niña requerido para la heterosexualidad

obligatoria y para que más tarde pueda funcionar con una sexualidad de servicio.

Después de enumerar los defectos físicos del cuarentón: “barrigón, más bajo que ella,

manos callosas” (p. 15).

El narrador confiesa la repugnancia de la joven con el aumentativo y la forma

adverbial “más”. Arcadia cree que aunque sienta asco por el cuarentón, tiene que obedecer a

sus deseos porque sólo así su cuerpo aprenderá a reaccionar instantáneamente al placer: “que

haga click” “y se impregne de ese frenesí arrollador de éxtasis y abandono de sí misma que la

transportará a las regiones interestelares del placer y todo ese bla, bla, blá que ha escuchado

sobre el sexo” (p. 15).

El espacio de la ficción en este cuento es un coche que se estaciona de manera

inesperada en un bosque, momento en que el hombre decide sorpresivamente poner en

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marcha su plan sexual: “La besa pero apenas tiene tiempo de reaccionar, de esquivarlo” (p.

15).

Ella “se deja hacer” porque se ha dado cuenta de que él es más fuerte, lleva las de

perder ya que se encuentran aislados. Le parece ridículo forcejear. En palabras de Ovidio, en

su famoso libro El arte de amar del primer año de la era cristiana lo que esto era una

insignificante usurpación “Robar besos y apretones”, en términos modernos constituye una

agresión.

Si antes ella sentía repugnancia después de la cópula y de los “besos y apretones” su

desagrado aumenta: “siente asco de su bigote” (p. 15).

Ella no sólo no sabe cómo actuar sino que además comprende que todo lo que ha visto

en las películas es falso, los abrazos efusivos y los besos no siempre se comparten. Ella se

encuentra ausente, fuera de onda: “Rígida como un palo” (p. 15).

Esta expresión alude a la tensión y a la paralización en la cual se encuentra la joven

aterrorizada, como sucede en la naturaleza entre el rapaz y su presa. La presa es literalmente

paralizada por el terror del rapaz o del cazador. Además de parálisis Arcadia siente vergüenza

no quiere que los pasantes la vean. Pero no se atreve a expresar su repugnancia. Para P.

Bourdieu (1998: 38) a través de varios tipos de emociones se da la aceptación de los límites

impuestos, tal la vergüenza, la humillación, la timidez, la ansiedad, la culpabilidad, la pasión

y sentimientos como, amor, admiración, respeto. La protagonista no puede decir no estar

contribuyendo así a su propia dominación. ¿Qué significa no saber decir no? Significa agradar

y Arcadia no soporta, la idea de desagradar. Porque eso, según ella, va contra su objetivo: la

búsqueda del “amor”. Ella tiene que ser femenina es decir, complaciente, sonriente, servicial.

Ella prefiere hacer creer al hombre, fingir que está gozando con sus gestos fogosos. El jadeo,

la lengua en la oreja le producen fastidio pero no lo expresa. Es en esta suerte de automatismo

que en su estudio sociológico Bourdieu (1998: 45) constata cómo “los mecanismos de

dominación están incrustados en el cuerpo”. La idea de siempre de agradar la hace más bien

pensar en su higiene matinal y teme por el desagrado que pueda producirle al hombre alguna

cera del oído y no por el suyo propio.

En el segundo encuentro el cuarentón repite lo mismo con algunos gestos

complementarios: “él le toma su mano y se la pone en su miembro, mete la mano en el

calzoncillo” (p. 13).

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Ella continúa actuando según las directivas del hombre que la obliga a tocarle los

genitales como lo expresa claramente la expresión “le toma la mano y se la pone en su

miembro”. Cuando ella saca la mano por tercera vez lo abraza para no tocar “el bulto”:

“Entonces él le empuja la cabeza hacia el pene y le pide que lo bese y como ella no acata su

orden la fuerza” (p. 15).

A la protagonista no le queda más remedio que obedecer a pesar de la repugnancia que

le procura el olor: “ácida mezcla de orín y sudor” (p. 16).

El hombre no le permite que levante la cabeza a la vez que le indica lo que desea que

ella haga con su miembro: succionar, mordisquear.

Repugnancia, asco, fastidio, vergüenza, desconcierto, impresión de ahogo, de asfixia

se mezclan a los gemidos del hombre. La joven está a punto de atragantarse.

[…] cuando por fin puede levantar la cabeza, ella escupe el líquido viscoso de su boca. El le da

un beso en la mejilla, ella sonríe pero en su interior siente tristeza, se siente sucia, siente un

asco profundo pero aún peor, una suciedad espantosa. Quiere huir, salir del coche, correr (p.

16).

Tristeza, vergüenza, humillación, traducen su miedo. Estas emociones que revelan su

impotencia son las expresiones del sometimiento erótico de la joven quien, en medio de su

conflicto interior, el cuerpo se desolidariza de su voluntad: “El hombre la besa en la mejilla,

No sabe qué decirle a ese extraño por el que siente un profundo asco” (p. 16).

Arcadia no sabe cómo actuar porque no hay claridad. Esa opacidad resulta de la

inscripción de las estructuras sociales en el cuerpo del dominado.

En el tercer encuentro es decir en el cuento “El hombre de la primera vez” (2001) que se

suponía sería una cena romántica, el hombre, poniendo en marcha los dos escenarios

anteriormente rodados, la desviste, la echa a la cama y se le monta encima:

Siente el miembro de Lobo endurecido crecido, el miembro que ella no se atreve a tocar ni ver

y que, como si tuviera vida propia, busca insistente sus femeninos genitales hasta que Lobo,

diestro, con los ojos aún cerrados, aún ocultos ambos debajo de las sábanas, busca colocarlo,

busca penetrarlo en su cuerpo. Allí donde se supone, solo puede entrar un hombre privilegiado

(p. 16).

La palabra “Lobo” alude a una operación simbólica muy común para legitimar la

agresión sexual. La idea de autonomía a la cual alude el verbo “buscar” y las expresiones en

las cuales figuran con “vida propia” muestra la experiencia que tiene el personaje masculino

en el manejo de su aparato genital. Todo lo contrario del terror de la protagonista que ni

siquiera se atreve a “tocar” y aún menos “a mirar” los genitales del hombre que reacciona con

gran automatismo como lo sugieren los verbos “colocar”, “penetrar”. La metamorfosis del

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hombre en animal, aquí “Lobo”, es simplemente un mecanismo orientado a naturalizar y

legitimar la agresión de la cual es objeto la protagonista. Mientras el hombre está encaramado

en ella, por la mente de Arcadia desfilan todas las lecciones y consignas aprendidas de

memoria sobre su cuerpo.

sólo puedes hacer eso con el hombre del cual te enamores de a de veras/tu cuerpo, tu

inmaculado cuerpo, la belleza de tu virginidad es un regalo maravilloso que debes guardar para

tu esposo, el único hombre que estará contigo para toda la vida/si tú te acuestas con un hombre

y le regalas tu virginidad, él siempre te amará y nunca te abandonará/estoy perdiendo mi

virginidad, Dios mío, y las monjas decían que era pecado hacerlo sin casarme, o sea que estoy

en pleno pecado (p. 16).

Los términos “inmaculado”, “virginidad”, hacen parte del campo lexico de la

sexualidad y a la moral religiosa. Los sustantivos “monjas” y “pecado” repetido dos veces en

las dos últimas líneas de la misma frase, refuerzan la idea de la prédica religiosa en relación

con el placer femenino235

. La Iglesia ha dictado durante siglos el comportamiento femenino

en lo que respecta a la sexualidad como lo constata la socióloga Maryse Gaspard (2005).

Estas voces que entran en el pensamiento de Arcadia mientras el hombre la penetra son ecos

de los mitos bíblicos y más precisamente de los que tratan del ordenamiento de la castidad:

“Si [el hombre ] no halló virginidad en la joven, entonces la sacarán a la puerta de la casa de

su padre y la apedrearán los hombres de su ciudad, y morirá…” (Deuteronomio, 22, 20-21)

La “virginidad”, la “exclusividad” de su cuerpo hacia el hombre con el que piensa

casarse, aluden a comportamientos orientados al servicio incondicional, permanente y para

toda la vida. Su servicio es un regalo para ese ser a quien ella debe obediencia y respeto. La

virginidad es la garantía del amor del hombre. Si no se respeta ese protocolo ella comete un

pecado.

A su mente acuden imágenes asociadas a lo que siente: “[…] de inmensas máquinas

taladradoras, excavadores de túneles kilométricos que perforan la tierra, la roca, las montañas

impasible, taladradora que penetran en su vagina” (p. 29).

Mientras, el hombre le aplica de manera rectilínea el movimiento de una máquina

perforadora le exige que se mueva para que su cuerpo le procure el máximo placer. El

zangoloteo la fastidia, la aburre. Sintiéndose indignada piensa levantarse y salir corriendo. El

hombre extrae su pene y ella intuye que su intervención ha terminado. El le ofrece un

cigarrillo en recompensa: “Toma es bueno cuando no se ha tenido un orgasmo” (p. 31).

235 Ver al respecto el Diccionario de la inquisición, 1494 (anónimo) que puede dar una idea del contenido ideológico

que llega a América. Se puede leer “La mujer es una mala bestia” (p. 204).

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El recuerdo del coito es catalogado como un acto mecánico comparado a la

perforación de túneles subterráneos. Arcadia asiste impotente a este acto de depredación, de

ahí la metamorfosis del hombre en animal y del pene como un ente dotado de vida y de deseo

propio que hasta busca sus genitales, ni más ni menos como el gusano con el cual es

comparado el yo poético del epígrafe de la colección “El desencanto” (2001) que veremos

más adelante en el capítulo IV.

Arcadia mira con emoción las sábanas manchadas con su sangre virginal. Ella no se

resigna a que el hombre las borre de inmediato poniéndolas a lavar. Ella quiere conservar la

prueba de su virginidad, como recuerdo “fetichista de aquella noche”.

Piensa que deberá colgarla de la estrecha ventana del apartamento de Lobo, la ventana que da

hacia el patio interior del edificio, para que todos los inquilinos se enteren que ella fue virgen

hasta aquella noche (p. 32).

Esta práctica en relación con la noche de bodas la recuerda de un documental sobre las

tradiciones de un pueblecito italiano.

[…] la sábana machada es colgada del balcón del dormitorio de la desposada y así todos los

habitantes saben (con pruebas materiales tangibles, concretas y fehacientes) que la mujer es

honrada, (p. 32).

Pero el hombre no acepta. Ella se resigna con tristeza a su soledad, dejando su

virginidad en “un balde metálico con agua y detergente” en el apartamento del hombre que la

desfloró.

Al final ella se compara con su madre ya que, como ella, tiene un secreto vergonzoso,

el secreto de no gozar, de ser abusada sexualmente por un hombre y de ser prestataria de un

servicio sexual que la deja desgarrada y dolorida.

Tiene una sensación extraña en toda la caja pélvica y un dolor punzante en el profundo centro

de sus glúteos. Camina erguida pero despacio (por los dolores). Se siente importante. No hay

nadie que la mire. Piensa “ahora soy una mujer”. Siente que ha perdido algo que le estorbaba

(p. 33).

No puede compartir con nadie su decepción, su dolor, su vergüenza, su rabia, una

mezcla de emociones y sentimientos contrastados porque no sabe a quién dirigirse: “Nadie

nunca le ha hablado de éso” (p. 35).

La amargura de Arcadia es inmensa frente a su ignorancia. Se siente abusada,

indefensa como una niña, sin dignidad, sin justicia que pueda reconocer su condición de

víctima abusada en la más grande soledad. A partir de esta experiencia Arcadia empieza a

identificarse con su madre: “Se acuesta feliz, de tener otro secreto oculto de mamá. Ahora

ambas son iguales. Ahora mamá no podrá nada contra ella” (p. 35).

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Además de este aprendizaje, Arcadia descubre que la sexualidad coital, que ha sido tan

promovida por todos lo medios y el arte en general, no corresponde a lo que ella esperaba.

Dos veces iguales de aburridas… Tan aburrido que es fácil despegarse de él, dejarlo, no amarlo

nunca, desaparecer de su vida, esconderlo en las mazmorras del olvido y recordarlo como un

trámite engorroso cuando piensa en la perforación de sus túneles subterráneos (p. 36).

La comparación “perforación” con el coito coincide con las afirmaciones del sexólogo

Xavier Boquet quien, en una secuencia en Youtube, explica que la vagina es un lugar poco

sensible debido a su función de expulsión del producto en la reproducción236

. Finalmente

Arcadia concluye que no puede compartir nada con un hombre porque los intereses son muy

diferentes. Ella busca el amor y él busca placer sexual. El sociólogo francés Michel Bozon

(2009: 76) constata la importancia de la sexualidad para el varón y la búsqueda del amor en la

adolescente237

. En el joven prima el deseo y el placer mientras que en la joven el afecto y la

disponibilidad son prioritarios

Ana Cecilia

Si en Arcadia se puede observar la importancia de la religión en la censura de toda

predisposición al placer, en el caso de La promesante (2001), la novela más reciente de

Rosario Aguilar, la autora nicaragüense reescribe el drama bíblico del génesis que concluye

con la diabolización del deseo femenino. Ana Cecilia tiene placer en su primera relación

sexual pero el castigo y la penitencia son ejemplares.

En efecto, Ana Cecilia Ruiz se enamora de un pariente lejano con quien comparte la

pasión por los caballos. Pero el padre hace todo lo necesario para impedir esta relación

haciendo desaparecer al joven. Cuando ella es mayor de edad, se va a los Estados Unidos con

su madre que llega a buscarla. La joven se enferma la misma noche del 31 de diciembre,

durante la celebración del nuevo milenio. Dos días después descubre que está contaminada

con el virus del sida como consecuencia de la relación sexual con su difunto amante. Como se

trata de una enfermedad incurable, a pesar de los medios económicos con que cuenta, la joven

decide dedicarse a luchar con las víctimas de esta epidemia.

236 « Le vagin comporte très peu de terminaisons nerveuses. Au-dessus des lèvres, le clitoris est extrêmement sensible.

Le vagin est une sorte de sac en plastique très extensible qui ne comporte pas pour l’essentiel de terminaisons

nerveuses, le vagin peu innervé, pas de nerfs, vous pouvez gratter et c’est tout juste si vous sentez, si votre doigt est là.

Si le vagin était aussi sensible que le clitoris l’expulsion du produit serait impossible. L’utérus n’est pas érogène. Avec

une pénétration rectiligne à la méthode du pivert vous risquez de vous sentir anormale. Avec une méthode rectiligne

comme la méthode du pivert toc toc toc vous allez vous croire anorgasmique. La seule zone du vagin où vous pouvez

avoir un orgasme profond est la zone G ». http://www.youtube.com/watch?v=0CnwTeltuvw 237 “ La masturbation adolescente, qui précède l’expérience des relations avec une partenaire, est la porte d’entrée dans

la sexualité pour les garçons alors que pour les filles l’expérience d’une relation amoureuse ou sexuelle précède souvent

l’expérience éventuelle de la masturbation solitaire. ”, (p. 110).

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El título La promesante evoca la idea de impotencia, de desamparo que son los

sentimientos que desde los comienzos de la vida humana han conducido a la religiosidad

como lo muestra el antropólogo A. R. Radcliffe Brown (1968:256) en su estudio sobre los

orígenes de religión. La función de esta institución social consiste en procurar confianza a la

humanidad frente a la incertidumbre de la existencia. La enfermedad, la vejez y la muerte

aparecen como transgresión al orden social impuesto por los héroes míticos en las sociedades

tribales en donde el sentimiento religioso reposa sobre una visión animista del mundo.

En La promesante (2001) el sentimiento de inseguridad y de soledad conducen al

personaje a la búsqueda del otro, gracias al cual alcanza la plenitud paradisíaca que según el

psicoanálisis corresponde al momento del estado fusional de la infancia238

.

El placer como el fruto prohibido del paraíso es una metáfora del placer fusional de la

infancia. El que trata de restituir ese estado es condenado al sufrimiento, a la muerte Aquí se

repite el drama mítico de la pareja del Edén. Ana Cecilia y su amante son castigados. El joven

muere asesinado por el padre de ella que queda contaminada con el virus del sida. La voz

narradora frente a la antigua tragedia mítica del sujeto femenino al amanecer en su humanidad

repite la pastoral: “El futuro de la felicidad es la infelicidad, la del paraíso el infierno, la

muerte” (p. 251).

El placer sexual del personaje femenino es muerte inevitable. El placer como transgresión,

como algo negativo es el eje estructurante de la novela: “Quién dice que se puede ser feliz

después de haber gozado”, (p. 251).

“Gozar” es considerado como un crimen, un crimen que no tiene remedio de tal forma que

la vida entera del personaje no será suficiente para pagar esa transgresión.

Sin embargo es interesante constatar el funcionamiento inconsciente de los mecanismos

de represión a las que transgreden esta ley. Ana Cristina termina asociando su enfermedad al

placer sexual. Pero aquí ya no hay ni confesores, ni tribunales inquisidores. El personaje lleva

integrada su propia instancia jurídica que vela por el respeto de la ley. La censura es lo que

produce el sentimiento de culpa que va a ser aliviado con la penitencia y el castigo. Hay un

dicho popular que lo sugiere: “el amor con dolor se paga”. Por ello, expiar su culpa, es

238 A esta actitud muy común en el ser humano que consiste en revivir momentos de la infancia que fueron agradables

el psicoanálisis suele llamar regresión es decir regreso al momento en que se experimentaron ciertos modos de

satisfacción que procuran placer. Véase al respecto “La regresión en el proceso psycanalítico” de Ricardo Avenburg :

www.kulechov.com.ar/avenburg/regresion.pdf

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hacerse perdonar: “desea vivir recluida como una monja, entre cuatro paredes, una cama, silla

y mesa” (p. 156).

Ana Cecilia se entrega al servicio de la humanidad sufriente para trabajar con las personas

que luchan contra el virus.

Aquí el servicio social que ha sido desde siempre una ocupación para aquellas mujeres

que se rebelan contra su destino social239

aparece como una opción redentora. Sin embargo lo

más doloroso para Ana Cecilia es no poder cumplir con su misión social: “Renunciar a su

derecho de ser madre, renunciar a que sus óvulos sean fecundados, renunciar al don que lleva

ella misma renunciar al deseo carnal al “instinto maternal” (p. 147-152).

Aquí el término “instinto” asociado a la maternidad es totalmente ideológico ya que la

maternidad es una actividad social por excelencia (Tabet 2004, Rodríguez 2011, Bozon 2009).

El placer y el trabajo reproductor y maternal son incompatibles para la ideología heterosexual.

De ahí que el dogma religioso haya creado la imagen de la Vírgen/madre, dos figuras

ireconciliables para la humanidad según el mundo judeo-cristiano. A Ana Cecilia le toca

luchar contra su sentencia de muerte, de ahí la activación de la religiosidad que la convierte en

“promesante” en medio de una vida monacal.

En este relato aparece el motivo del placer sexual de la mujer como una transgresión, que

pone en peligro la estabilidad familiar (el honor) y social, idea vehiculada por la religión

judeocristiana y en cuya perpetuación el hombre juega un papel importante.

En esta asociación automática deseo/varón reside la imposibilidad de acceso al placer por

el papel que juega el hombre en la inhibición del placer de la mujer. Ya que el acto sexual es

un acto de dominación como lo constata Bourdieu (1998) como ya hemos indicado en varias

ocasiones. Sólo el deslindamiento del deseo de su referencia codificada en los sistemas

simbólicos permite iniciarse en el placer.

Al respecto P. Bourdieu (1998: 45) habla también de una relación social somatizada, de

ley social convertida en ley incorporada, una ley que no se puede suspender por medio de un

simple gesto de la voluntad fundado en una toma de conciencia liberadora. Para el sociólogo

francés es una ilusión creer que la violencia simbólica puede ser combatida por medio de las

239 Recordemos nuevamente a la mujeres que se retiraban a los conventos para escapar a su destino social: casarse y

tener hijos.

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únicas armas de la voluntad y de la conciencia. Solo la educación permitirá el reconocimiento

del deseo y del placer femenino a través del autoerotismo.

La periodista

Sobre este mismo tema, el relato “Esperando a Juan Luis Guerra” (1990) la autora

guatemalteca Ana María Rodas pone en escena una versión más actual, más moderna del

sometimiento erótico por medio de la seducción permanente en el espacio público, es decir de

una supuesta receptividad permanente de la hembra humana. En espera de la famosa estrella

puertorriqueña del merengue, unos jóvenes periodistas ven aparecer a una chica muy especial

que los saca ipso facto del fastidio de la espera como sugiere el título. La joven es descrita

como una bomba sexual:“morena, tetuda, que rezumaba sexo” (p. 24).

Con estos diferentes adjetivos, alusivos a los fantasmas masculinos, la pulsión masculina

se dispara: “Eso nos animó un poco” (p. 25).

El verbo “animar” tiene aquí una connotación pulsional. La comunicación que se

establece entre ellos y la mujer es la misma que la de los animales de los machos frente al celo

de la hembra que obedecen al estro del instinto reproductor programado biológicamente. El

sentido de la vista entra en acción: “la seguimos con la mirada” (p. 25).

Los jóvenes descartan de inmediato la idea de competición a nivel de trabajo y su actitud

va a ser de competición de machos por la hembra “disponible”, “receptiva” sexualmente.

Aquí la sexualidad aparece naturalizada con la representación de la mujer como un animal. La

animalidad para Florence Bourgat (1999) simboliza la libertad de la pulsión lo cual traduce la

posición tradicional de los mitos ya que el animal no es libre porque obedece a su programa

genético240

. En el animal una vez activado el programa de receptividad de la hembra no existe

inhibición mientras que el humano no sabe actuar de esa manera una vez desaparecido el estro

de la hembra que es la condición necesaria a la humanización.

Rápidamente, uno de ellos se lanza al ruedo, pero ella aprovecha para exponer su

cometido. La chica anda en busca del jefe del séquito del cantante. Uno de los periodistas

entra en la órbita de lo sexual y va a exacerbar su valor social haciendo aparecer al grupo en

una posición importante “miembros del coro de la famosa estrella del merengue” con el fin de

240 Véase: Animal mon prochain, Paris, Odile Jacob, 1999, 250 p

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obtener los favores de la joven que busca a su vez cómo escalar varios peldaños para alcanzar

una posición confortable en su carrera profesional. El narrador personaje inquieto por obtener

la entrevista con el cantante desactiva momentáneamente el contrato tácito que se había

establecido entre uno de los jóvenes y la chica. Gracias a su astucia la chica, haciendo valer su

“disponibilidad”, termina como previsto al lado del cantante. También se somete sexualmente

a los dos camarógrafos. La mujer alcanza ciertos espacios a cambio de sexo. Por el contrario

el narrador protagonista no logra realizar se deseo a pesar de utilizar la palabra como medio

de persuasión y de disuasión y por fin hasta la fuerza por obtener una entrevista.

La amargura del narrador protagonista resulta del hecho de que él, que tenía la legitimidad

institucional, no logra siquiera acercarse a la estrella mientras que la joven convertida en

objeto sexual si logra su objetivo: “con la mitad de la mercadería de fuera” (p. 25).

En el mercado simbólico, los atributos sexuales femeninos pueden valer más que incluso

la cualidades profesionales por la cuales los hombres luchan por el monopolio del poder,

condenando a la mujer a seguir siendo objeto subordinado al poder.

Aquí encontramos la imagen de la mujer-presa y el hombre-cazador, la mujer-naturaleza

animal y el hombre-cultura-humano. Una oposición muy común en los mitos con la cual se

lleva a cabo la biologización simbólica que permite asociar a la mujer y al hombre a especies

diferentes para legitimar la violencia simbólica contra la mujer como en el caso del cordero y

el cóndor en el mito “El cura cóndor ” de los Indios Emberás de Ecuador (Palma, 1982). En

efecto, el cura y la indiecita son transformados en animales respectivamente para que el uno

pueda asumir su función de cazador y el otro de presa y asi naturalizar la agresión sexual del

cura contra la indiecita.

La metáfora animal para el coito es una manera de naturalizar la violencia contra la mujer.

La animalización es una manera de biologizar la utilización del cuerpo de la mujer, como si

fuera un objeto: un mueble, un animal que como lo recuerda la antropóloga francesa

Françoise Héritier (1999: 48). El animal no tiene el libre ejercicio de la pulsión. La

animalización es una manera de naturalizar la violencia para obtener la disponibilidad del

sexo de la mujer cuando resiste, es decir cuando no es obtenida culturalmente.

La sexualidad de los personajes de ficción es asimétrica como también lo ha constatado en

la realidad en Francia el sexólogo y sociólogo de la sexualidad Michel Bozon (2009). Las

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protagonistas de los relatos de escritoras centroamericanas se someten al coito porque han

sido condicionadas para ello. Según Michel Bozon (2009) este mismo condicionamiento se

lleva a cabo en la realidad. La sexualidad masculina aparece como una pulsión biológica

incontenible. La asimetría persistente de la sexualidad entre hombres y mujeres es la prueba

contundente de la jerarquía entre los sexos y la oposición normal entre una sexualidad

afectiva y un deseo sexual imperioso producto de exigencias sociales que imponen además la

adopción de prácticas preventivas para las mujeres.

Para Bozon (2009 :7) la sexualidad es una “construcción cultural”, es decir que “no existe

al estado natural”, y la heterosexualidad es un invento (Tin, 2008). Los humanos no saben

comportarse sexualmente por instinto porque su condición humana resulta del fin del

programa genético que ordena en los animales la disponibilidad periódica de la hembra

animal en vista de la inseminación para la reproducción.

6. Frustración sexual de las mujeres de ficción.

La sexualidad de los personajes masculinos es, como en la realidad según lo muestra el

sexólogo Gérard Leleu (1997: 89), un acto rápido, impuesto al hombre por su programa

genético que dura unos 20 segundos en promedio. Esta actividad genital tipo taladro es, según

el sexólogo francés Xavier Boquet en su secuencia de Youtube, difícil de controlar debido a

su conexión biológica con la reproducción, y por consiguiente incompatible con la sexualidad

femenina. Para muchos personajes, como es el caso de Arcadia que finge placer para “quitarse

a Lobo de encima”, esta brevedad es una dicha porque no soportaría más tiempo como

“receptáculo” (expresión bíblica) aunque los sexólogos continúan dando consejos a las

mujeres frustradas durante la sexualidad coital según Bozon (2009 :7). Para ellos si el coito

durara más, la mujer tendría placer. Hoy se sabe que la heterosexualidad es una construcción

cultural basada en el poder y la dominación masculina mediatizada por la cultura.

Chale: “El Clerizonte”(inédito).

La rapidez del coito es evocada por Irma Prego en su cuento “El Clerizonte ” (inédito) en

donde se ponen en escena las estrategias de Chale en busca de servicio sexual gratuito. El

personaje se hacía pasar por víctima para seducir a las mujeres siempre dispuestas a socorrer a

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los hombres que se aprovechan de ellas económicamente. Su estrategia consistía en quejarse

primero y luego cuando se instalaba y ganaba la confianza y aprecio de la mujer, se dedicaba

a desvalorizarla con el fin de destruir su autoestima y, desestabilizada e insegura, mantenerla

en total sometimiento:

Cuando hacían el amor, él terminaba toqueteándose angustiado para largar tres pobres gotas de

simiente; él no sabía disfrutar de los escarceos del amor porque era incapaz de grandes afectos;

él no sabía ser pareja; él no sabía amar por mezquino (inédito).

“Incapacidad”, “mezquindad”, son atributos del personaje en lo que respecta a su

sexualidad incompatible con el amor, la ternura como lo sugieren las expresiones “no sabía

ser pareja” “no sabía amar”, “no sabía disfrutar de los escarceos del amor”. El narrador

termina indignado por la actitud avara y egoísta de Chale tanto en lo económico como en lo

sexual:

Después de tantos festejos, donde Chale aportaba muy poco y de los viajes a la

playa, donde él oía música clásica (siempre la misma), copulaba como un

conejo exactamente a las 7 de la mañana, como una tarea desagradable que

cumplir, frustrante para ella y también humillante.

Los términos “tarea desagradable, humillante, y además frustrante”, dan una idea de la

sexualidad del personaje masculino interesado en eyacular, como lo sugiere la comparación:

“copulaba como conejo”. Es así como la protagonista pierde toda su dignidad en el

intercambio económico-sexual con Chale.

Marta: “La hipersexual” (inédito).

En el cuento “La hipersexual” (inédito) de la misma autora, se pone en escena la vida de

insatisfacción de Marta con Mario que no es por un deseo desbordante de parte de la mujer

como lo sugiere el título. La representación de la mujer como sujeto asexuado en la cultura

centroamericana es muy común como lo constata un estudio del CEPAL (2001). En esta

cultura se promueve la idea según la cual las mujeres no deben desarrollar su sexualidad241

.

Marta es infeliz porque Mario con su indiferencia, la obliga a una vida rutinaria, sin amor,

sin afecto que, como hemos podido ver es la búsqueda imperiosa de la mujer, gracias a lo cual

está dispuesta a hacer todo lo necesario.

241 En este estudio del CEPAL (2001) se encontró que el 51.6% de los entrevistadeos se mostró de acuerdo con la

proposición: Por naturaleza el hombre necesita de las relaciones sexuales más que la mujer, el 39.0% no estuvieron de

acuerdo (ver cuadro 16).

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no tenía gusto por la intimidad y cualquier rasgo de cálida sensualidad lo disgustaba, era brusco

y ordinario o simplemente un explotador acostumbrado a pagar para que le dieran sensaciones

gruesas y groseras.

“Intimidad, sin sensualidad”, “brusco”, “ordinario, explotador”, grosero”, traducen la

disimetría de la heterosexualidad, y confirman las afirmaciones de Bozon (2009: 7). En uno

de sus reclamos, ella lo trata de “indiferente”. El “copula con ella” aprovechando su

disponibilidad pero sin ningún sentimiento hacia ella.

Como consecuencia del rechazo masculino de intercambiar placer con la pareja resulta

la frustración que se nutre de angustia y repulsión del hombre y de su sexualidad242

. Mario

empieza entonces a sentir miedo y a organizar la represión contra la protagonista quien a su

vez rechaza la imposición del acto sexual desprovisto de sensualidad y de placer para ella.

Hay un imperativo social proveniente de la cultura sexista en Centroamérica. Esto hace que

los hombres ejerzan la sexualidad sin reparos y, por el conrario a las mujeres se les niega el

derecho al placer. El machismo según el estudio del CEPAL (2001: 85) es una concepción de

superioridad masculina que se traduce en actos de control y dominio sobres las mujeres. Uno

de los ámbitos de mayor restricción de las mujeres es la sexualidad ya que “son percibidas

como objetos de satisfacción de los hombres” (p. 84)243

.

El personaje masculino termina optando por el servicio sexual remunerado que

procuran las prostitutas como solía hacer René, el marido de Sofía en Sofía de los presagios

(1990): “visitas a los lupanares donde las putas se lo pelean, dada su fama de superdotado” (p.

80).

René no ha aprendido a procurar placer a una mujer puesto que sólo considera a Sofía

apta para el servicio sexual. Cuando René encuentra a Gertrudis que ha estado enamorada de

él, la acosa para el acto sexual pero ella lo rechaza porque vivie como una pesadilla la prisa

del hombre por consumar carnalmente su enamoramiento, argumentando su edad adulta: “que

242 En este estudio del CEPAL se encontró la idea de que las mujeres deben mostrarse pasivas en el ejercicio de la

sexualidad, ya que para el 52.9% de los informantes centroamericanos “El hombre es quien debe tomar la iniciativa en

las relaciones sexuales” (p. 81). 243 Véase la encuesta del cuadro 16 intitulado: “Mentalidad de los hombres de Centroamérica con relación a la

sexualidad”. A la pregunta: “Los hombres pueden tener relaciones sexuales con sus pareja aunque ellas no quieran” el

11,2% estuvo de acuerdo, el 1,5%, dudaba, el 1,1% no sabía y la mayoría o sea el 86,6% no estuvo de acuerdo. (p.89).

Esta encuensta sobre maculinidad y paternidad fue aplicada a 4790 hombres centroamericanos. El nivel educativo se

distribuye de la siguiente manera : 13% nivel superior, 47%, nivel secundaria, 33,8% nivel primaria. Además el grupo

étinico al que pertenecen : 95,2% mestizo, 4,8% otros grupos étnicos.

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él ya no puede más con el calor entre las piernas, el deseo de dormir con ella y de hacerla

suya”, (p. 81).

El coito para Sofía era ni más ni menos una tortura y en lo que respecta a Gertrudis le

produce terror, pesadilla de sólo pensarlo. Es cierto que sabe que tendrá que someterse pero

no antes del casamiento, es decir el acto que va a legitimar su nueva vida con René. En el caso

de Socorro del Castillo también era un deber someterse al servicio sexual que le exigía su

marido y en el caso de Augusta, su deseo fue más fuerte que el pecado que eso suponía. En

todo caso el acto sexual está dotado de una connotación negativa: sufrimiento, pecado para

estas protagonistas.

El gallo como referencia biológica de la virilidad cultural.

En lo que respecta a la vertiginosa rapidez de la cópula a la cual hacen alusión algunas de

las protagonistas, existe una canción “El polvorete” en la cual la cópula del gallo aparece

como un ideal de la sexualidad masculina por la manera cómo somete a la gallina y cómo en

un abrir y cerrar de ojos lo realiza.

Quien pudiera tener la dicha que tiene el gallo ratapumchinchin el gallo sube,

Y echa su polvorete y ratapumchinchin y se sacude

Ya verás paloma

que no hay gavilán que a ti te coma.

El último verso que se repite tres veces es una respuesta a la inseguridad del hombre

aterrado frente a la posibilidad de un brusco movimiento de la mujer. Pero al mismo tiempo

que se libera de su miedo ya que sale intacto después de la cópula. La brevedad del coito, que

normalmente dura veinte segundos es según el sexólogo G. Leleu (1997: 21), un acto

puramente reproductivo. Por eso, cuanto más rápido sea, menos peligro corre de ser

interrumpido. En efecto, la paloma es una expresión popular que sirve para denominar el pene

; y el gavilán que se come a la paloma aquí representa la vagina que, según el mito de la

vagina dentada, devora el pene. La tensión del hombre en el momento de la penetración es

ilustrada en muchos mitos y leyendas aborígenes y mestizos (Palma,1994). En Centroamérica

existe un personaje nocturno, la Cegua (Nicaragua), Siguanabana (Honduras) que aterra a los

hombres haciéndoles propuestas obscenas. Según la leyenda, en los creces de ciertos ríos y

quebradas aparece una mujer hermosa como una sirena pero en realidad es una mujer sucia y

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despeinada y cuando pasa cerca de ella un hombre le repite siempre las mismas palabras:

“Toma tu teta, toma tu teta”244

. La teta aquí sugiere el placer femenino.

Como nos lo muestra el sexólogo francés G. Leleu (1997), la brevedad del coito

masculino que es asimétrica a la sexualidad de la mujer, hace que el hombre se vea obligado a

imponer su codificación viril del acto sexual : la puesta en escena estereotipada “erección-

penetración-eyaculación” con la violencia a la cual recurre para someter a la mujer a su deseo

y a la frustración que nos muestran algunos de los personajes como Sofía o Marta, entre otras.

La disimetría sexual entre el hombre y la mujer es la causa de la “insatisfacción de la mujer,

del agotamiento del hombre, de sus miedos y de la guerra de sexos”. El miedo del hombre no

proviene de una demanda excesiva de la mujer, como lo muestra I. Prego en uno de sus

cuentos, “La Hipersexual” sino más bien de un desfase sexual, del cual él es consciente.

Últimamente frente a las quejas de las mujeres de ser usadas por los hombres, la

medicalización de la sexualidad ha reducido aún más el intercambio a la genitalidad,

instaurando la obsesión, el terrorismo del orgasmo como lo podemos constatar en los cuentos

de la escritora salvadoreña Jacinta Escudo. Al final vemos que ella no sólo no logra el

orgasmo pero tampoco logra la ternura que fue, durante mucho tiempo, un paliativo para la

frustración. Las mujeres se conformaban con eso como lo muestra Shere Hitt (1999) en su

amplio estudio sobre la sexualidad de las norteamericanas.

Por lo general las protagonistas ignoran el funcionamiento de su sexualidad, acosadas

por la religión que ha diabolizado el placer femenino, se conforman con las caricias y hasta

podríamos decir que en muchos casos las prefieren. Gertrudis, la amiga de infancia de Sofía,

prefería las sesiones de “romance acalorado” antes de formalizar su relación con René. Como

el sexo es tabú, el acoso de René se convierte en una verdadera pesadilla: “Apenas se queda

medio dormida, ve el falo de René persiguiéndola como un látigo y se despierta una y otra

vez, asustada” (p. 85).

Terror también para Sofía, para quien el sexo era ni más ni menos “una obligación de

esposa decente” y cumplía sin ni siquiera parpadear, lo cual le permitía a René actuar

244 La Tzegua en Costa Rica, es según la leyenda una mujer hermosa que atrae a los hombres en los caminos solitarios.

Cuando un hombre se le acerca, constata que “tiene la cara de caballo: los ojos lanzan fuego, enseña con amenaza los

dientes”. El hombre asustado ante semejante aparición huye del lugar. También en El Salvador la Ciguanagua es una

especie de bruja que sale de noche , que manosea a los hombres que encuentra ebrios, saliendo de una cantina o de una

de las muchas “casas alegres” (de prostitución). El hombre queda como se dice en Nicaragua, “jugado de cegua”, es

decir como idiota, impotente. El acoso fantamático de la mujer es una obsesión del hombre porque pone en peligro su

virilidad.

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confortablemente sin temor ni culpa. Como lo explica G. Leleu (1997) “para un óptimo

control de la sexualidad femenina la pasividad de la mujer es lo ideal”. Y para dicha de René:

“ella se quedaba inmóvil debajo de él con los ojos abiertos viendo para el techo como una

estatua fría y bella” (p. 72).

Sofía resistía con estoicismo: “su marido ni parpadear la había visto cuando su

miembro enorme la penetra, es como hacer el amor con una muerta” (p. 72).

Las estrategias de Sofía son contraproducentes: para evitar las embestidas de su

marido, pierde el deseo de verse atractiva: “Prefería que René no se fijara en ella como mujer

y así minimizar las embestidas sexuales y dejarlas reducidas a las noches. Ni se acuerda que

es mujer” (p. 169-170).

El sexo “se vuelve para ella un peso” (p. 170) y hasta le molestan “las miradas de

lujuria de sus vecinos finqueros” (p. 170).

Esto no quiere decir que ella ignore el placer, al contrario: “Su cuerpo sólo el placer

solitario conoce” (p. 76).

Aunque a veces su situación de inconformidad la perturba cuando desea darse placer:

“intentando hacer ella de hombre consigo misma, pero el placer no viene, se lo lleva la

cólera” (p. 77).

Su deseo de placer sexual lo lleva a cabo acariciándose cuando habla con Esteban “su

amante verbal”, un hombre que sólo conoce por teléfono (p. 99). Además, la aventura con

Samuel, el viejo brujo que sólo le sirvió para “alborotarle el deseo” porque le permite

descubrir el placer que también puedne procurar las caricias de un hombre como puede

comprobarlo más adelante en su aventura con Jerónimo, su abogado, de quien queda

embarazada.

Sofía da rienda suelta a sus fantasmas con Fernando, el cuidador y se asusta de pensar

en ellos: “de estar encerrada hasta se está volviendo perversa” (p. 79).

Piensa seducir a Fernando pero siente vergüenza de sólo pensar lo que la gente diría

cuando se imagina al cuidador: “haciéndole un amor apasionado como el leñador de una

novela que leyó” (p. 79).

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En todo caso Sofía no se resigna a su vida “sin amor”, “sin ternura”. Como le sucede a

Socorro del Castillo, este mismo personaje que le da el nombre al cuento, que acepta el coito

de su viejo marido como un deber.

En cuanto a Sofía, al comienzo soportaba con estoicismo la violencia sexual de su

pareja. El sexo fue durante mucho tiempo una obligación. Pero desde la primera noche de

bodas su empeño consistió en elaborar planes para separarse de su marido-verdugo.

En su primera novela, La mujer habitada (1988), G. Belli creó un personaje moderno

que rompe con una serie de estereotipos arcaicos relacionados con una sexualidad

estrictamente reproductiva. Lavinia una joven recién graduada de arquitecta, se enamora de

Felipe su jefe. Lavinia descubre que Felipe milita en el movimiento clandestino de liberación

nacional. Ella termina integrándose a pesar de sus miedos y de las dudas que la acechan. En

vísperas de un golpe a destacados miembros del gobierno militar, muere Felipe al querer

requisar un taxi para la operación militar. Lavinia hereda su lucha y ocupa el puesto que deja

vacío en el comando. Finalmente Lavinia también muere salvando la operación que fue

exitosa.

Para Lavinia, el sexo tiene la dimensión del placer. Además, ello lo vive sin culpas

puesto que es una mujer que lucha cotidianamente contra los mecanismos de dependencia y

contra el miedo. Lavinia se entrega sin inhibiciones al placer. Ella es consciente de que su

cuerpo está hecho para el placer que ama sobre todas las cosas. Durante la primera noche la

voz narradora comenta que “se aman como animales sin prohibiciones”. La visión del placer

como algo natural es una postura ideológica, según la cual todo lo que es natural es bueno y es

perfecto.

La sexualidad animal como función estrictamente reproductiva es sin duda alguna

adecuada, de ahí su rapidez por el rechazo de la hembra durante el rodeo de los machos

atraídos por sus olores en época de celo. Ese ha sido el modelo impuesto por mitos y

creencias. La cópula debía ser conforme con la naturaleza, es decir con fines procreativos. Por

eso la Iglesia, para controlar mejor la sexualidad en vista del mantenimiento del poder

masculino, condenó la interrupción de la eyaculación, fundamental para la procreación, así

como cualquier cambio de posición durante la cópula. La posición natural era la del hombre

sobre la mujer acostada. Eso impedía el refinamiento voluptuoso y además el hombre

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guardaba la supremacía. La postura de la mujer debe ser pasiva para que el hombre pueda

actuar, escribía un teólogo del siglo XII (Gaspard, 2005). Cualquier posición diferente era

contranatural. Aunque el pene no sea el órgano eficaz para estimular el placer sexual

femenino, para Leleu (1997:204) ya que pasa al lado tanto del clítoris como del punto G245

, en

el caso de la pareja actual en donde la mujer ha sido liberada del peso reproductivo por medio

de la contracepción la actitud paradigmática del hombre mantenida por la Iglesia, conduce

cada vez más al rechazo por parte de la mujer como lo podemos constatar en la expresión que

utiliza Martha con respecto a Chale comparándolo con un “conejo” en lo que respecta a la

rapidez de la cópula. Con la contracepción a partir de los 70 en Centroamérica, el acto sexual

deja de tener como objetivo primordial la procreación. La sexualidad se vuelve una práctica

de placer también para la mujer. Eso es lo que aún falta según muestran los personajes

femeninos de los relatos analizados, que el sexo se vuelva placentero para ambos y no sólo

para el hombre como hasta hoy lo ha sido. Como se pudo constatar, Sofía no logró el placer

con su marido René. Lavinia recuerda que la mujer debe liberarse de los prejuicios culturales

que la inhiben. Recordemos a Arcadia, poseída de imágenes espantosas que le impiden

concentrarse en su cuerpo o tomar iniciativas con respecto a la pareja. En Arcadia existe la

idea de que la cópula debe ser natural y eso se ve en el cuento en el cual ella obtiene placer

copulando con un caballo. Sin embargo como lo muestra el sexólogo francés, G Leleu (1997:

94), el placer es una construcción, supone control de la erección por parte del hombre y

conocimiento de la mujer de su propio cuerpo para poder adaptar la anatomía al placer.

En las novelas y cuentos que hemos estudiado, la frustración de las protagonistas con

frecuencia conduce a los personajes varones a buscar otros receptáculos. En La mujer

habitada, (1988) Mercedes, la secretaria de su empresa, le confiesa a Lavinia que tiene

relaciones con un hombre casado. Manuel le dice que se queda con su esposa por sus hijos,

pero ella descubre que su esposa está de nuevo embarazada. A lo cual Lavinia responde que

es mejor “estar sola que mal acompañada”. Pero Mercedes se siente estafada por Manuel, y ni

más ni menos como un objeto desechable porque perdió su virginidad y las posibilidades de

encontrar un hombre que quiera casarse con ella. Lavinia le recuerda entonces que “los

hombres prefieran una criatura inocente, fácilmente modelable y dócil”.

245 He aquí las palabras del sexólogo: « Le penis ce n’est pas ce qu’il y a de mieux pour apprendre le plaisir car il ne

peut stimuler directement ni le clítoris ni le point G. Il passe en dessous de l’un comme de l’autre, il ne devient efficace

qu’à la longue, quand il a rencontré un vagin qu’une multitude de caresses orgasmiques aura érotisé et rendu apte à

jouir » (p 204).

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Hemos podido constatar que tanto para Sofía, como para las demás protagonistas, la

libertad es uno de los sueños que toma forma en el encuentro y que los personajes femeninos

aspiran a realizarlos frente a la decisión de construir una vida de pareja. Sin embargo, en vez

de libertad obtienen encierro, control permanente, vejación, maltrato. De manera general la

libertad de las protagonistas se reduce con el casamiento. René le prohíbe a Sofía salir sola de

su casa y para estar seguro de ello, hace construir una pared para que quede literalmente

encerrada, secuestrada. Desde su encierro de casada uno de los sueños de Sofía consistirá en

recobrar la libertad, es decir poder salir, poder escoger hasta lo muebles de su casa porque él

lo hace todo. Ella no tiene ningún protagonismo, ninguna iniciativa en su casa: Ni siquiera es

“la reina del hogar “estatus al cual pretenden muchas protagonistas, frente a la falta de

libertad y de medios económicos como Celeste en el relato “La cadenita“ (1990).

7. La violencia doméstica

La negación de la libertad es una de las muchas violencias hacia la mujer a través de la

cual el hombre construye su imperio doméstico. La violencia doméstica es un arma de

dominación del hombre sobre la mujer como lo constata el sociólogo francés, Daniel Weltzer

Lang, en su estudio Les hommes violents (1993), en la sociedad francesa. La violencia

doméstica es una práctica común en las parejas constituidas y parece ser una prerrogativa del

hombre. Según el sexólogo francés Gérard Leleu (1997), la violencia hacia la mujer es la

etapa siguiente a la frustración de la mujer que se niega al deber conyugal instaurado por el

hombre.

Los motivos que evoca el hombre que maltrata a su mujer son muy diversos pero en

todo caso es considerado como normal como dice el dicho: “el que te quiere te hará llorar ”. O

sea que el hombre castiga por el bien de la mujer. En el relato de Isolda Rodríguez Rosales, el

viejo Dámaso le da una bofetada a su joven esposa Socorro del Castillo porque la gente

comienza a murmurar sobre la relación con su sobrino. La infidelidad es un motivo del

maltrato de las mujeres aunque con frecuencia sea un fantasma del hombre.

En el relato “Amor” de la colección Mariana en la tigrera (1990) Ana María Rodas,

pone en escena a una mujer que exige el maltrato para sentirse amada. Sus llantos y

depresiones porque se siente mal querida, se terminan con palizas tan grandes que el mismo

hombre queda extenuado sintiéndose miserable y empequeñecido, muerto de vergüenza y

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culpa. Ella, por su parte, sonriente reanuda con su optimismo. La mujer siente que su marido

ha dejado de quererla cuando deja de pegarle. Por eso hace todo lo necesario para que él

cumpla con su deber. Y sólo entonces se siente feliz.

En la novela Sofía de los presagios (1990), Sofía es sin duda un modelo de toma de

conciencia de su situación de opresión que suele ser poco eficaz, como dar palos de ciego. Al

igual que los personajes de Irma Prego, ella “no acepta la mala vida que le da el marido”. Sin

embargo el lector se pregunta cómo es posible soportar tanta vejación y humillación al asistir

a varias escenas violentas de René. Es cierto que como dice Sofía “él nunca le pone la mano

encima”, porque sin duda teme su reacción.

El secuestro de Sofía podría ser interpretado como una prueba de amor enfermizo pero

sin duda para Sofía la peor violencia es la de “ser usada sexualmente” pero no lo dirá a nadie

porque le da vergüenza hablar de su frustración sexual. En la sociedad de Sofía, es decir la

nicaragüense, el sexo es tabú. Una mujer decente no puede reivindicar el placer porque

entonces es considerada como una “puta”. Apenas recién casada, cuando su madre adoptiva,

al verla triste, le pregunta si no le ha pegado, ella responde que no “pero que llora por algo

peor ”.

Y le advierte: “si me pegara podría hasta matarlo”. Aunque no es golpeada, Sofía sabe

de las furias de su marido a tal punto que un día se entera, por medio de la empleada, de cómo

había vociferado contra ella, tratándola de “¡Hija de puta!” y cómo luego había acabado a

patadas con los muebles. Todo esto por el divorcio que lo pone fuera de sí vociferando toda

clase de improperios y palabras obscenas contra ella: “Seguro la rufiana tenía algún querido”.

“Las que se divorciaban eran putas avergonzantes que tenían algún enredo escondido. Pero

¿quién sería el hijueputa que ni él se había dado cuenta?” (p. 98).

Las palabras “putas”, e “hijueputa” son los insultos más denigrantes, hacia una mujer

y hacia cualquier persona cualquiera que sea su sexo.

Con frecuencia los hombres utilizan el alcohol para desinhibirse y actuar

violentamente contra las mujeres como lo constata en la novela Sofía de los presagios (1990)

Engracia, una amiga de Sofía que la defiende cada vez que se habla mal de ella en el pueblo

por haberse tomado la libertad de separarse de su marido con pocos años de casada. En uno de

sus reclamos a la dueña de una “cantina” que según ella es el lugar de perdición de los

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hombres, ella le hace unos comentarios interesantes sobre la actitud de los hombres: “¡llegan a

sus casas a malmatar a las pobres mujeres cuando la cantinera les niega el crédito del

consumo de alcohol!” (p. 103).

Paula : “Otra vía para el amor” (1989)

En el relato “Otra vía para el amor” (1989) Paula se separa definitivamente de Franz al

cabo de 39 años, 6 meses, 7 días de matrimonio cuando ya su odio y su rencor le impiden

seguir soportando una vida horrenda a pesar de que ella y su marido parecían “una pareja

ejemplar”. Paula dependía económicamente de su marido y una vez que le pidió “la plata para

la semana” él le dijo con tono ácido que “ella sólo pensaba en sacarle la plata”. Entonces

enfurecida va a su cuarto a buscar la pistola y con ella en la mano le ordena que se vaya de la

casa. Franz le contesta que no se va para que se muera de rabia. En medio de un intercambio

de palabras y miradas asesinas, Paula siente nuevamente el horror de la agresión: “el ardor y

la misma humillación impotente de cuando él le tiró la taza de té hirviendo en la cara” (p.90).

Es interesante observar cómo al cabo de tanta vejación la protagonista termina adoptando

su papel de víctima confirmando lo que plantea Colette Dowtty en su libro Le Complexe de

Cendrillon (1982). Con ella podemos constatar que la mujer no logra afirmarse, su carácter y

su personalidad se deterioran, su confianza se destruye. En cambio se vuelve resignada y

masoquista. Paula por ejemplo, en este relato, implora paciencia a Dios y a sus Santos devotos

para poder soportar la vida con Franz. Sin embargo su estado de dependencia llega a tal

extremo que acepta sentarse con él en el inodoro durante las horas que él se queda sentado en

medio de tufos y ruidos propios a la evacuación intestinal.

[...] el colmo es que sentaba en un banquito a Paula a la par de él[… ]” Era la letrina como un

despacho, a pesar de la incomodidad que significaba para los de la casa aquel señor, sepultado

en vida, todos los días por horas de horas en su letrina, que retumbaba de malos olores y humo

de incontables cigarrillos y colillas tiradas al suelo con el más grande descuido” (p. 92).

Ahí encerrado, como un león enjaulado, grita improperios, si sus órdenes no son

cumplidas: “Sus órdenes, por lo general consistían en pedir que le llevaran papel higiénico.

Pero veamos cómo act úa Paula para reforzar su docilidad: “Muchas veces respondía con la

misma ferocidad, para después arrepentirse y orar pidiendo perdón a Dios por alterarse más

allá de lo normal. Dios mío, este hijueputa es loco, sánalo, Señor! ” (p. 92).

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“Ferocidad” y “docilidad” riman aquí. El sujeto de la docilidad sufre de una tensión

devastadora. Por eso con el sistema nervioso destrozado, se empastilla para dormir y para

soportar el día entre” la agitación”, “la bruma” y “la oración”.

El tema de la violencia conyugal tanto física como psicológica y sexual parece ser un

común denominador en la realidad social. Según un informe sobre la violencia global contra

las mujeres, en España, desde los años 90, empiezan a llevar la cuenta de las mujeres que

mueren de esta epidemia social.

La violencia de género es la principal causa de muerte o invalidez entre las europeas y de 16 a

44 años, por encima del cáncer o de la guerra, (Informe de la Asamblea Parlamentaria del

Consejo de Europa de septiembre 2002). En España han sido asesinadas en lo que va del año

65 mujeres y desde 1996 han perdido la vida más de 470 mujeres246

.

Colette Dowty (1982) constata que el matrimonio, en vez de promover la autonomía

de la mujer, refuerza su dependencia deteriorando su autoestima. De ahí resultan las

relaciones sado-masoquistas que son difíciles de entender. Una persona normal que es

maltratada escaparía a su verdugo. En el caso de la mujer maltratada sucede lo contrario ; su

dependencia se refuerza con la violencia como hemos podido constatar en algunos de los

personaje de los cuentos de Irma Prego. La violencia doméstica no es un fenómeno nuevo.

Hasta hace poco era considerado normal. La vida de la mujer estaba entre las manos de su

marido. De él dependía su vida como su muerte. Hace apenas unas pocas décadas, las

mujeres, gracias a las reivindicaciones sociales de los movimientos feministas, han

comenzado a reaccionar y cada vez más la violencia se ha hecho pública y hasta se ha

convertido en un objeto de estudio sociológico con el fin de entender el funcionamiento de la

pareja y las relaciones sado-masoquistas que se crean. En Nicaragua, en vista de la gravedad

del fenómeno en mujeres que habían participado en la lucha armada, el Comandante de la

revolución Tomás Borge, en uno de sus discursos, evocó con indignación el hecho de que el

hombre fuera “un revolucionario en la calle y un señor de horca y cuchillo en casa y que no

podía ser considerado como un verdadero Hombre nuevo” (Palma,1999).

Para el sociólogo J.C. Kaufman (1993: 117), una de las causas de los conflictos

conyugales es sobre todo el desencanto amoroso, sabiendo que la frustración sexual se vuelve

problemática cuando se traduce en oposición de intereses personales entre la pareja. El

desencanto proviene sobre todo del rechazo de la mujer de la servidumbre sexual mantenida

246 Helena Valenciano y Francisca Sanquillo, El país, nov. 2002, p.5.

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por medio del terror, y la desvalorización. En las novelas y cuentos que hemos venido

analizando, encontramos sobre todo el desencanto por parte de las protagonistas porque sus

respectivas parejas no satisfacen sus aspiraciones eróticas como lo muestra el cuento “La

Hipersexual” (inédito) de Irma Prego en donde Marta se queja ante su marido por la vida

mediocre que llevan: “una vida sexual sin imaginación, una falta total de placer, una

deplorable incomunicación”. En resumen no podía soportar “la vulgaridad de una vida sin

amor”.

Las palabras “incomunicación”, “falta de amor”, “falta de placer”, aluden a una

relación, más que mediocre, violenta, peor que entre enemigos. Por eso Marta sueña en una

vida con amantes, viviendo el amor perfecto. Como hemos podido ver anteriormente, el

problema de fondo reside en que el hombre continúa funcionando sexualmente de manera

instintiva, según su programa genético cuyos orígenes datan de la prehistoria, de los lejanos

descendientes, los primates superiores, según G. Leleu (1997). Aunque con la independencia

que adquiere la mujer desde el punto de vista económico y social, ella abandona cada vez más

esa posición de sometimiento, como se puede constatar en la actitud de Lavinia que es según

sus propias palabras “mujer con trabajo y cuarto propio” que puede dedicarse al placer con

Felipe. Para Lavinia la sensualidad es incompatible con la domesticidad como lo constata con

su amiga Sara cuando le confiesa que la intimidad con Adrián era problemática: “Muy brusco,

No entendía la importancia de la ternura”.

Para Lavinia “la ternura” es también un aprendizaje para los hombres. Lo mismo

sucede con el reconocimiento de la sexualidad femenina. Según ella, la mujer tiene que

enseñarle “al hombre los mapas escondidos de su cuerpo”; “la brújula”, y para ello, la mujer

tiene que “romper la timidez” es decir saltar los amarres de las prohibiciones.

Mario, el marido de Marta, por su parte responde con toda clase de insultos orientados

a destruir su autoestima diciéndole que es una enferma sexual, ninfómana: “sólo en sexo

pensás”. Además la infravalora junto con su familia ya que le dice “ella como su familia eran

una caterva de viciosos hipersexuales”. En la respuesta de Mario a los reclamos de su mujer,

Marta, encontramos la estrategia de desvalorar a la cual acude el hombre para someter a la

mujer como lo constata G. Leleu (1997: 208): « La femme qui “demande”, pense-t-il, est une

femme pas convenable, indigne d’être une épouse. Persuadé qu’il est que seules les libertines

et les prostituées font des avances. Aussi il se met à craindre pour sa propre réputation ».

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Morena Santana, en el monólogo “Agonice con elegancia” (198) confiesa

públicamente que Timo, su marido, no tenía con ella “ninguna calidad de amante”. Sin

embargo andaba detrás de cualquier mujer y se enamoraba como suele decirse de todo

mujeriego, “hasta de un palo de escoba con faldas”. Por medio de sus amigas, Morena

Santana comprende que su situación con su marido no es única y que al contrario, más bien es

parecida a la de todas las demás. La esposa de un amigo de su marido le comenta sobre las

infidelidades de su esposo y una vez que estaba con sus tragos le habla de las miserables

dimensiones de los genitales de Gino y sus problemas ligados a la erección: “hace ratos lo

único que se le paraba al pobrecito era el reloj”.

En su estudio sobre la sexualidad en Francia, el sexólogo G. Leleu (1997) constata que

cada vez menos las mujeres asumen el acto sexual como una obligación. En nuestros algunas

de nuestras protagonistas se atreven a reclamar por la falta de placer sexual. Desde hace

algunos años con los movimientos de liberación de las mujeres en Europa y los Estados

unidos, se ha integrado en las expectativas de la vida de pareja el placer físico, lo cual ha sido

la base de la crisis del modelo tradicional de la pareja del cual son representativas las

protagonistas Socorro del Castillo, Sofía, Morena, etc. Aunque exista una rebelión o un

coqueteo con ella, no es expresado ni en privado ni en público. La pareja moderna según

Kaufmann (1993) se basa en el amor lo cual le impide vivir una vida que no tenga un parecido

al ideal de libertad, placer, independencia económica etc. Sin esas exigencias la solución es la

disolución del contrato matrimonial.

La burguesa: “Sólo por un pelo” (1989).

En el relato “Sólo por un pelo”(1989), Irma Prego pone en escena el maltrato psicológico

como estrategia del hombre para asegurar la dependencia de la mujer. Es así como se puede

constatar el estado de permanente inseguridad corporal de un ama de casa de clase media que

sufre de terrible ansiedad por la insatisfacción de su marido con la imagen que ella ofrece en

público, es decir durante las recepciones mundanas a las cuales lo acompaña.

Desde la primera frase el narrador omnisciente da cuenta de su estado de zozobra: “Era un

dilema el asistir a un cóctel, a una cena o a un casamiento” (p. 147).

El término “dilema” alude a la idea de inseguridad, de confusión frente a cualquier

alternativa que se escoja y en el caso del ama de casa, en relación con su arreglo personal. En

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efecto, la mujer nunca está en conformidad con el ideal de belleza de su marido en cuyo

medio profesional la imagen de su mujer es determinante para su valoración: “siempre en el

último momento, la esposa fallaba y el marido la regañaba y regañaba” (p. 147).

Las reprimendas del marido corresponden siempre a dos momentos claves: “mientras iban

y al regreso”. Primero por la manera como va arreglada y luego por su forma de actuar

durante la recepción.

Por la flor guindándole del pelo, por el escote que en realidad era discreto por el zapato de ese

color llamativo, por ese cordón terracota anudado al cuello, por las medias tan transparentes,

porque habló mucho, porque se quedó tan callada, por el tono de voz tan alto, porque susurraba

en vez de, porque habló tanto con ese viejo (p. 147).

La enumeración que introduce la anáfora de la preposición “por” que aquí remite a

numerosas causas del disgusto y al riguroso control al cual es sometido el cuerpo de la

protagonista. El gusto del esposo es tan variado y tan subjetivo que la protagonista que se

propone satisfacerlo está condenada no sólo al fracaso sino también a la inestabilidad total.

Pero lo que es más significativo es constatar la docilidad, la dependencia de la mujer y la

manera como ella misma participa en el mantenimiento de su propia inseguridad. La posición

en el espacio social de clase media o burguesa la expone a todos los efectos de la ansiedad

con respecto a la mirada social. Así se puede constatar cómo la mujer alcanza la forma

extrema de la alienación social. Puesto que se percibe a través de las categorías dominantes,

es decir las categorías masculinas. La mujer está construida para ser objeto del otro. De ahí el

tiempo que dedica a su cuidado personal como constata la socióloga norteamericana Share

Hite (1999:120): “Entre más inseguridad, más tiempo pasa la mujer en cambiar su apariencia.

Con eso muestra la necesidad de reconocimiento, su deseo de ser aceptada por lo que no

es”247

.

La mujer objeto existe primero y sobre todo para la mirada de los demás, es decir en

tanto que objeto atractivo y disponible. Por eso el personaje femenino del cuento “Sólo por un

pelo” decide ser irreprochable para una recepción especial que exige máximo esmero y en

donde el personaje masculino no puede perdonar el más mínimo error. El ama de casa prepara

cada detalle con la ayuda de profesionales: la peinadora, la costurera, el zapatero, la

maquilladora, la manicurista etc. Pero cuando menos se lo espera, segura de “no fallar en

247 La trducción es mía.

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nada”: peinado adecuado, ropa sobria pero elegante, zapatos nítidos, maquillaje discreto, el

hombre siempre de mal humor “mal enfurruñado y agresivo” la incrimina con rabia:

¡El pelo! ese pelo, por favor mi amor, ese pelo concupiscente y obsceno. ¿Cómo puede usted

hacerme semejante cosa? Habráse visto cosa igual. Usted ni me aprecia ni me respeta, me pone

en ridículo y le gusta evidenciarme (p. 148).

Con toda clase de reproches inesperados, la confusión de la protagonista es total

porque además la acusa de cinismo porque todo lo que hace con la intención de agradar es

interpretado por su marido como una voluntad de ridiculizarlo. De ahí su confusión como lo

sugiere la expresión “completamente anonadada”. Tocándose el pelo piensa haber fallado con

su sofisticado peinado “estilo ave del paraíso”.

En ese estado de tensión, el marido que va manejando acelera a fondo y la velocidad

es tal que el viento va a contribuir a su descontrol junto con una nueva arremetida de su

marido: “No se haga la tonta, bien sabe lo que le estoy diciendo. Lo que me da furia es ese

pelo negro concupiscente que se le sale de la nariz.” Y gritó: “Arránqueselo, por favor” (p.

147).

Después de una elipsis de amplitud indefinida pero que podría ser cuestión de minutos

o de unas escasas horas pero que para el personaje femenino pueden significar una eternidad,

el narrador informa que una vez en el lugar de la recepción (que era la Embajada francesa,

porque los personajes se encuentran en San José de Costa Rica) el marido cambia de actitud

en un abrir y cerrar de ojos: “entra con una sonrisa cuadrada, saludando eufórico” (p. 147).

Aquí vemos la capacidad de cambiar rápidamente de expresión. El hombre pasa de la

mueca furibunda a la sonrisa de complacencia mientras que el ama de casa está a punto de

explotar: “al borde del colapso, parecía un resorte”, (p. 147).

Ella que ha sido agredida, chocada brutalmente, apenas puede disimular su desagrado

porque está a punto de reventar como lo sugiere el término “al borde del colapso”. A pesar de

los esfuerzos que hace para lucir agradable, bella, deseable, el hombre la acusa de complot

contra él. Sus violentos reclamos contribuyen no sólo a socavar su autoestima sino también a

su depreciación.

El título “Sólo por un pelo ”, que significa “por muy poca cosa”, revela el

funcionamiento de la violencia simbólica cuya especificidad consiste en pasar desapercibida.

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La agresión verbal del hombre no deja huellas visibles pero si socava profundamente la

autoestima de la mujer empeñada en lucir lo más femenina posible hasta en los más mínimos

detalles. La mujer con su nerviosismo, como lo sugiere la expresión “parecía resorte”, no

podrá ser interpretado como la expresión de un sufrimiento sino más bien como un gesto

ridículo.

El término “pelo” de la expresión “Sólo por un pelo ” puede tener connotaciones

femeninas o masculinas dependiendo del lugar que ocupe el pelo en el cuerpo sexuado. En

ciertas partes del cuerpo femenino se prohíbe la vellosidad so pena de un severo rechazo

social. Esto significa que la feminidad supone un trabajo permanente de modificación de la

naturaleza biológica de acuerdo con las normativas asociadas a ese género. En el imaginario

tradicional el pelo en las orejas, las fosas nasales es considerado como algo normal y viril en

el hombre. En el pecho es además un atributo masculino altamente valorado como lo

comprueba el dicho: “Hombre de pelo en pecho macho por derecho”.

En el cuento un solo pelo pone en peligro la feminidad de la protagonista, es decir que

deja de ser atractiva para el hombre porque eso supone una transgresión a la estética

especializada en lo que es convencionalmente femenino o mejor dicho en lo que de manera

arbitraria se ha asociado a lo femenino. El pelo es un elemento fundamental en la

construcción social de géneros de ahí que la depilación de ciertas partes del cuerpo femenino

se haya impuesto como norma. Esta práctica obligatoria es necesaria a la exacerbación de la

diferenciación biológica sobre la cual reposa la construcción de la jerarquía social entre los

sexos.

La mujer barbuda o bigotuda del folklore misógino es una imagen aterradora para la

mujer por la agresividad con que es tratada por el imaginario tradicional. Por eso es

considerada como algo aberrante que se expone como un espectáculo de circo. En España los

hombres suelen utilizar una expresión denigrante al respecto: “a las bigotudas no se les

saluda”.

Es decir que ellos tienen que mantenerse alejados de los sujetos femeninos que

transgredan la estética dictada por las normas de géneros. De ahí el cuidado que las mujeres

tienen al respecto, con las depilaciones de diferentes partes del cuerpo como, cejas, piernas,

axilas y hasta el vello púbico suele ser eliminado para evitar en algunas culturas las reacciones

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misóginas. Así lo constata Geneviève Fraisse en su ensayo La raison des femmes (1989) en

donde muestra cómo la diferencia sexual es tributaria de la mirada y de la percepción ; de ahí

la importancia de la higiene y del trabajo estético, de ahí que la naturaleza de la mujer

necesite una intervención permanente de acuerdo a las normas del género. De ahí la

importancia de la belleza de la mujer cuyo equivalente en el hombre es la fuerza. Se puede

decir, con la psicoanalista L-N Skittecate (1992: 121), que la mujer termina perdiendo la poca

autoestima que posee bajo la presión del deseo obsesivo de perfección y las agresiones del

hombre al respecto.

El motivo de este cuento es también frecuente en los relatos de Irma Prego. La mujer,

por más que quiera, es incapaz de satisfacer al hombre lo cual es hasta cierto punto lógico

porque como dice Freud en citado por Bellemin-Noël (1996) “el deseo es ante todo sexual, su

realización es imposible”248

. De ellas se espera que sean acogedoras, atractivas y disponibles

para satisfacer las necesidades y deseos del marido249

.

La cosificación de la doméstica: “Una mujer llamada Carmela” (1989).

En el cuento “Una Mujer llamada Carmela” (1989), Irma Prego pone en escena las

vicisitudes de una mujer que se entrega de manera total y definitiva a su cónyuge como lo

prescribe el sacramento del matrimonio. Pero Carmela termina transformada en un objeto más

del espacio doméstico.

A todo el empeño de Carmela, a su entusiasmo y a su buen humor, Franz responde con

maltrato sicológico y físico. Todo lo que ella hace, le fastidia. Franz no la soporta:

[…] lo llamó regocijada : “Ya está servido”. !Cerró displaciente el periódico! !Se sentó con

aire grave a la mesas. Con leve gesto amenazante sacudió la servilleta en el aire y miró al

tomate como a un enemigo (p. 39).

Sus reclamos son permanentes cuando ella insiste en agradarlo: “Mis gustos en esta

casa no importan” (p. 39).

248 La traducción es mía. 249 Esto nos permite comprender la misión imposible de muchas mujeres que viven en función del otro, como lo

recuerda la psicoanalista Anne-Marie, Skittecate (1995: 170) con su pregunta sobre el destino social femenino: “La

destinée de la femme, n’est-elle pas de séduire plutôt que d’exister?” cuando constata la angustia de chicas adolescentes

en una encuesta sobre lo que les gustaría ser a los cuarenta años. Para las chicas es terrible imaginarse a esa edad en que

se supone han perdido su papel seductor.

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Confundida, desestabilizada, Carmela abandona toda iniciativa. Se siente totalmente

destruida: “hasta llega a convencerse que no valía un centavo, estaba construida con basura y

desechos” (p. 39).

Franz goza con la pérdida de la autoestima de Carmela. Este cuento permite constatar

cómo se llevan a cabo las relaciones de poder en la pareja heterosexual. Con su docilidad,

Carmela contribuye a su inferioridad ratificando su dominación.

Fue entonces cuando empezó a caminar por los rincones, lo más inadvertida posible, como si

fuera invisible. Se integró a la escoba, a la plancha, a la cocina, a la olla mágica, al cepillo

eléctrico (p. 39).

Carmela se vuelve invisible. Su energía sirve para animar los objetos domésticos como

se puede apreciar en esta larga enumeración de objetos que cobran vida. En este cuento el

trabajo doméstico se hace solo, de manera anónima. Carmela se vuelve un objeto fantasma sin

consistencia:

Cuando algo se pierde, alguna mano sin rostro se les acercaba, un trapo sin cuerpo secaba el

baño, alguien sin alma hacía la comida, las camas se tendían por obra y gracia de la inercia, y

la casa la limpiaban los aparatos eléctricos (p. 40).

Los términos “sin rostro”, sin cuerpo”, “sin alma”, aluden a la despersonalización total

de Carmela. Carmela ha sido literalmente aniquilada. Su esposo la ha destruido por completo:

“Carmela invisible mujer 'sin rostro', 'muda' y ausente, habitante de casa prestada de unos

hijos en tránsito, de un marido en otra parte, esclava de todos los días lo mismo” (p. 40).

El narrador siente compasión por la protagonista que lo abandona todo, los objetos que

le son familiares, las herramientas de trabajo femenino, sola, abandonada en su irremediable

condición de objeto: “ese enorme charco de lágrimas que nunca lloró” (p. 40).

Es decir en la indiferencia total como lo sugieren las palabras “silencio” y “llanto”. El

personaje es reducido a la condición de esclavo. Carmela llora, además, en silencio porque ha

perdido su escasa autoestima con la dependencia económica y social.

Es así como Carmela, arquetipo de la mujer femenina, degradada, culpabilizada,

termina desapareciendo, convertida en algo menos que objeto porque pierde su humanidad.

Esta es la disyuntiva de la mujer fragilizada sin capital cultural, sin valor en tanto que

persona. El llanto de Carmela hace aún más evidente el poder del masculino.

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El silencio, junto con la pasividad son rasgos constantes en los arquetipos femeninos

desde Yocasta en la mitología griega, hasta Eva en la mitología judeocristiana. Bajo estos

mismos modelos se construyen los personajes femeninos de cuentos, mitos y leyendas como

lo constata la psicoanalista L-A Skittecate en su ensayo Le Silence de Jocaste (1992: 21) en

donde analiza los cuentos infantiles con los cuales se consolidan los rasgos pertinentes de la

feminidad como la subordinación:

En los cuentos de la Bella durmiente y de la Cenicienta se presentan una corte de nobles

princesas condenadas al sueño o al silencio bajo las órdenes de madrastras, de padres o de

hadas buenas. Allí donde los varones luchan por salvarse o imponerse (Pulgarcito, la hija del

molinero y su gato), las niñas manifiestan poca iniciativa. En los hermanos Grimm, las niñas se

lanzan en aventuras peligrosas pero para salvar a un ser amado, y jamás buscan cómo valorarse

ellas. Jamás buscan ventaja, como el poder económico250

.

El cuento “Una Mujer llamada”, Carmela podría ser la parábola de la mujer invisible

de la cual hablan las feministas porque su trabajo sin valor económico la ha borrado

completamente.

En este cuento Carmela, el personaje femenino, vive el síndrome fatal del ama de casa

“que acumula una mezcla de depresión y de resentimiento”. Al analizar la ideología patriarcal

a través de los cuentos infantiles, L-A Skittecate (1992: 23) muestra como en ellos se perpetúa

la exclusión femenina:

Les contes tissent et retissent à l’infini les mêmes schémas: pouvoir du roi-père, mise à mort de

la méchante reine-mère, silence soumis des filles, exploits initiatiques des fils; les intrigues

changent, non les archétypes, ni la conclusion par un mariage heureux, qui ne signifie

nullement ouverture, mais promesse de répétition des mêmes schémas fatidiques.

Para las mujeres, la liberación de la palabra a través de la escritura no significa que se

han liberado de los motivos arquetípicos. El peso de la ideología del régimen heterosexual es

tan importante que mientras no haya una deconstrucción de la violencia simbólica que

paraliza y somete a la inercia a los personajes femeninos no se podrá hablar de verdadera

liberación. Aquí vemos cómo hay una contradicción entre el deseo de liberación a través de la

escritura y el peso de las convenciones sociales.

“Marita la culpable” (1989).

Este síntoma femenino es tratado en otros cuentos de Irma Prego como el de “Marita la

culpable” (1989). Como su título lo indica, la autora pone en escena los mecanismos de la

250 La traducción es mía.

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culpa permanente de la mujer. Marita es constantemente culpabilizada por su marido que

siempre tiene algo que reprocharle, si ríe porque ríe, si llora porque llora.

Logra su objetivo cuando un día, exasperada, Marita decide irse de su casa. Marita se siente

culpable de no haber logrado satisfacer a su marido y a sus hijos con su servicio

incondicional: Paris, “Estaba harta sin saberlo de ser disminuida en su más mínima expresión

vital” (p. 57).

Primero se paraliza en una suerte de “inercia”. Luego se encierra en ella misma, para

preservar un equilibrio mínimo: Así lograba no pensar temerosa en la permanente inseguridad

que vivía amenazada de dramas siempre impredecibles, gastando energías, como alguien que

salta sobre un tonel que gira” (p. 57).

La expresión “saltar en un tonel que gira” es una metáfora que simboliza la

desestabilización total del ama de casa ya que siempre está actuando como un equilibrista,

haciendo todo el tiempo lo que él hace en segundos.

Pero la estrategia de retraimiento de Marita no conviene a su marido que la persuade

para que retome sus iniciativas en la vida doméstica. Finalmente Marita limitada al comienzo

a lo que él le ordena, descubre el buen lado de las cosas, se acomoda con facilidad: “Ella no

concebía la vida sin humor, sin cierto placer” (p. 57).

Y es entonces cuando el marido adopta su vieja estrategia y le hace un drama después de

un paseo con los niños en el zoológico. Marita va a ser enjuiciada, cuestionada, disminuida,

amenazada en medio de dramas impredecibles.

El cinismo de su marido es evidente ya que le propone cosas que hacer y encontrar

pretextos para humillarla.

Marita sintió hervirle la sangre en la cabeza. La asombró que en vez de enfurecerse, se

desanimó, sintió vértigo por la humillación de siempre, por la absurda escena desproporcionada

e imbécil ante sus hijos (p. 61).

Marita no puede luchar contra la humillaciónpor la imagen degradada frente a sus

hijos: “más y más Marita se cargaba de culpas” (p. 61).

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En este cuento la culpa de Marita es cultivada sádicamente por su esposo. Este método

de dominación aparece también en el cuento “Amor” (1988) de Ana Maria Rodas que hemos

visto anteriormente.

Las protagonistas abandonan la lucha en vez de enfrentarse al verdugo de una vez por

todas. En el caso de Paula, ella termina aceptando el orden tradicional. El silencio de la

religiosa contituye un modelo porque es una actitud paradigmática en la santificación.

Carmela termina desapareciendo, volviéndose invisible, claudicando ante la oposición feroz y

rabiosa del hombre frente a cualquier iniciativa.

Para la psicoanalista francesa, L-A Skittecate (1992: 37) no hay que rechazar las

proyecciones fantasmagóricas del pasado sino que hay que enriquecerlas con figuras nuevas:

padres amantes, madres activas, hijos, hijas creativos, solo así se podrá cambiar esa imagen

estereotipada de la mujer contra la cual luchan inconscientemente las mujeres escritoras cuyo

esfuerzo es vano porque sus personajes terminan como en los cuentos tradicionales, huyendo,

desapareciendo o reducidas al silencio251

.

El infierno conyugal

“No hay infierno más grande que una pareja feliz” dice Gabriel García Márquez en su

monólogo Diatriba de amor contra un hombre sentado (1994). La vida conyugal de las

protagonistas es dolorosa debido a la frustración que sus respectivas parejas les imponen.

Sofía decide “no volver a amar nunca a un hombre” (p. 282), prefiere ser una madre soltera,

educar sola a su hija (p. 280). Lo mismo sucede con Arcadia en el cuento “Despojos”. La

joven se siente sola, despojada de ilusión ya que sólo aprendió a jugar pero nada más y que a

la edad de treinta y cinco años, está tan decepcionada de los hombres que se siente como una

vieja: “con el corazón ajado, marchito tremendamente cansado, como el de una antigua y

viuda anciana envuelta en negro, desbordante de arrugas” (p. 126).

251 «Ancestralement, non seulement les hommes possèdent le pouvoir mais ils sont censés en payer le prix; ce sont eux

qui, en théorie, travaillent le plus dur, eux qui, fût-ce par obligation, risquent leur vie sur les champs de bataille; or la

dialectique maîtres/esclaves, qui donne le pouvoir à ceux qui sont prêts à mettre leur vie en péril, n’est pas une vaine

construction philosophique. C’est pourquoi l’infériorisation, inscrite dans l’inconscient de la femme, l’empêche souvent

de lutter efficacement contre les inégalités salariales, professionnelles, juridiques, que constatent enquêtes, statistiques

et observations. Ce rapport de domination, qui fige l’homme et la femme dans des positions sadomasochistes de

maître/hystérique dont nous prenons à peine conscience, imprègne fondamentalement nos représentations mentales, nos

comportements et nos attitudes. » (p. 37).

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Con sus ejemplos, los personajes ilustran el punto álgido de no retorno hacia el viejo

modelo. Es decir que no hay vuelta atrás. El modelo de la pareja parece seguir

imperturbablemente el modelo de la mujer sola a pesar de los prejuicios que pesan sobre ella.

Lavinia desde un comienzo está contra el matrimonio y lo único que le interesa es vivir

intensamente su vida. Una de sus mayores conquistas ha sido “el dominio de la soledad” (p.

258), y su reivindicación a pesar del descrédito que sobre ella recae. La mujer sola por lo

general es humillada para impedir que se convierta en modelo.

La misión de la mujer es conservar, salvar su pareja y para ello se han elogiado ciertos

comportamientos que rayan en la ingenuidad de la explotación a la cual han sido sometidas

las mujeres desde el comienzo de la humanidad. La intuición en la mujer ha sido considerada

como uno de los atributos fundamentales de lo que Goethe suele llamar “el eterno femenino”

y que Helène Deutch (2002: 121) considera como el resultado de la metamorfosis de una parte

del narcisismo de la adolescente que dota a la mujer “de esta calidad poderosa, de ese encanto

que parece decir: “Ámame por que yo también tengo algo que ofrecer”252

. Esa capacidad de la

mujer de satisfacer los deseos del hombre en todas sus formas que la misma autora en un

momento dado atribuye a un don de Dios, es para P. Bourdieu (1998: 37) una de las “armas

débiles” de todo dominado. En efecto para el sociólogo francés la intuición femenina es “una

forma particular de lucidez del dominado, y es inseparable de la sumisión objetiva o subjetiva

que estimula o impone la atención o las atenciones, la supervisión y la vigilancia necesarias

para anticipar los deseos o presentir el desagrado253

.

Es exactamente a esta cualidad a la cual remite el cuento de Irma Prego “El cumpleaños

de Papá“ (inédito) en donde el narrador evoca los esfuerzos infructuosos de su madre que

“ahorra arañando ” para comprar un regalo rebuscado con su “buen gusto de literata“ de un

presupuesto mínimo para procurarle placer a su padre.

Además preparó una cena suculenta, invitó a dos de sus dilectos amigos poetas y a sus esposas,

armó el agasajo delicioso después que trabajó dos días en los preparativos inminentes. Papi se

atolló de viandas, tomó ron sin medida, se encajó el pullover ese día que hacía calor, se puso

252 La traducción de la frase entre comillas de Hélène Deustch (2002) « Aimez-moi car moi aussi j’ai quelque chose à

vous donnner » (p. 121) es mía. 253 En relación con este tipo de comportamiento interiorizado por el dominado, Bourdieu (1998:37) recuerda que las

investigaciones ponen en evidencia la perspicacia particular de los dominados y más especialmente de las mujeres

doble o triplemente dominadas como son las negras empleadas domésticas, evocadas por Judith Rollins en Beteween

Women : “Más sensibles que los hombres, las mujeres saben identificar una emoción representada de manera no verbal

y descifrar lo implícito de un diálogo. La intuición es la capacidad de comprender el punto de vista del dominante que

debido a su posición, no puede comprender”. (p. 37) La traducción es mía.

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colorado como el abuelo de los tomates, habló como siempre sin esperar, ni permitir que nadie

osara emitir un sonido ni decir palabra, después se durmió y roncó sin piedad para los oídos

ajenos.

Finalmente los regalos no sirven para nada porque no usa lo que ella le ofrece. Hasta

que un día termina repitiéndose : “Porque lo que le regalaba a papá no le servía para nada.”

Pero no deja de hacerlo hasta que el marido la tiene que regañar para que comprenda

que a él no le interesan ni los regalos ni sus cenas ni nada de lo que ella hace para quedar bien

con él.

Aquí vemos que la mujer peca de demasiada intuición y como dirá Deustch (2002:121),

“el uso de la intuición es con frecuencia un arma de doble filo porque no es suficiente para

dominar el mundo exterior”254

.

[…] mamá fue incapaz de comprender las complejidades del personaje tan importante que era

papá, pues a mí me pasa igual que a él, no quiero celebraciones, ni regalos, ni mojigangas de

mujeres tontas en mi cumpleaños. Y agrega « el día que me case advertiré a mi esposa ”que

esas cosas están en desuso con « ejecutivos actuales, en este mundo moderno y de acción.

Aquí aparece que la intuición de esta esposa ha dejado de ser eficaz: “no ha logrado

hacer suya la experiencia subjetiva del otro255

No la comprende del todo. Hay una especie de desfase en un momento de transición

muy importante lo cual explica la crisis entre la pareja :

no volvió a celebrar el cumpleaños de papá ni el de ella. Después que él le dijo

que todo lo que hacía por él le desagradaba : me repugna todo lo que inventás

para mi cumpleaños, dejáte de cenitas y carajadas.

Aquí la protagonista cree anticipar las necesidades del hombre produciendo el efecto

contrario. Es importante ver cómo la mujer se siente obligada a buscar cómo satisfacer al otro

en busca de reconocimiento. La mujer termina optando por una actitud extrema.

8. Persistencia del modelo tradicional heterosexual para la realización del

deseo femenino

“Arcángela” (1996).

254 La traducción es mía. 255 Esta empatía o afinidad espiritual no se da. La mujer no logra comprender los intereses del otro. El personaje hace

un uso contrario de su intuición y en vez de quedar bien, queda mal con el hombre.

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A pesar de la frustración sexual en la que permanecen durante años las protagonistas, el

deseo continúa artificialmente conectado a la reproducción y a la maternidad como se puede

observar en el cuento “Arcángela”, (1996) de la colección Mariana en la Tigrera (1996) de

Ana María Rodas. Después de lograr el divorcio de su amante, Arcángela, soltera

empedernida, pone en marcha el proyecto de vida conjunta. Pero inmediatamente se siente

como una extraña y empieza a añorar el lugar de intimidad que había dejado, la rutina de su

pareja empieza a perturbarla, a pesar de la promesa de seguridad y protección que le ofrecía.

No se acostumbraba a compartir la cama con él; le hacía falta la intimidad de su apartamentito.

Echaba de menos el poder entrar a la soledad de su cuarto y dormir, o leer o ver televisión. O

bañarse y cambiarse de ropa para ir a visitar a algún amigo. A cambio de eso, ya no tenía que

preocuparse por su futuro (p. 82).

A él le incomoda la novedad. Cuando ella le propone cambios en las posturas

sexuales, se le va la erección. Todo eso tiene efectos nefastos en su virilidad. Es así como el

deseo de Arcángela se adormece: “sus gestos rutinarios terminaron por matar sus ilusiones. El

deseo se le había quedado perdido en algún lado” (p. 85-86).

Ya no es la búsqueda de seguridad la que conduce a Arcángela a estrechar los lazos

con su amante. Por fin abandona el proyecto y se instala en un apartamento en donde descubre

nuevamente el deseo de existir. Su deseo despierta cuando un joven extraviado golpea a su

puerta: “de piel oscura y pelo rizado la miraba risueño” (p. 87).

Su mirada la hace vibrar y de nuevo siente el deseo de existir.

En este cuento la autora guatemalteca pone en escena la asociación naturalizada entre

deseo femenino y objeto masculino: “Volvió a verla y ella sintió un cosquilleo en el vientre”,

(p. 87).

La frustración sexual de la protagonista le provocan síntomas es decir trastornos como

son dolores de espalda, falta de apetito y de sueño.

Luego de un intercambio con el desconocido, Arcángela siente un “cosquilleo en el

vientre” que además le procura, como por encanto, un alivio muy grand: “se le aliviaba el

dolor que llevaba en la espalda desde hacía meses” (p. 87).

Hay una suerte de encadenamiento entre el sujeto femenino y el objeto masculino. No

existe en el personaje una independencia del deseo como sucede con el hombre que desde

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muy temprana edad descubre el autoerotismo mientras que la mujer es condicionada para

ignorarlo y ligar al hombre.

En la novela El sueño del ángel (2000), la escritora nicaragüense Gloria Elena Espinoza

de Tercero pone en escena la dependencia del modelo de la heterosexualidad obligatoria

(conceptualizada por Monique Wittig, 1986) en el caso de Augusta, la protagonista. En los

años ochenta, en pleno sueño revolucionario, Augusta se ha enamorado del internacionalista

Wodan Mjolnir. La joven que tiene ideales de justicia social y redención de los pobres

encuentra en Wodan la persona ideal para la encarnación de su proyecto : “era su propio dios

mitológico altivo, corpulento, creador de los hombres, organizador del universo y de la

guerra”. El le iba a permitir “construir el reino de dios en su pueblo” (p. 58).

En lo que respecta al sexo en el caso de Augusta y Wodan, el alemán que llega con la

revolución, el coito aparece como el paroxismo al cual ha llegado la pareja y es un acto de

comunión del uno con el otro; ella se entrega por primera y última vez, en medio de un delirio

y un deseo ardiente: “Espasmódica deliraba bajo su dios carnívoro. El aire disolvía los

quejidos” (p.59).

Pero como en la religión católica el placer es pecado, Augusta termina sumida en la

culpa, primero por haber cupulado en la cúpula de la iglesia de León, una de sus más bellas

iglesias de la época colonial, luego por el efímero placer que aún sigue expiando. La ofensa a

Dios ha sido tan grande que su pecado es eterno : “Nunca terminaría de pedir perdón”.

Sumida en la culpabilidad, como lo sugiere la expresión “pedir perdón” jamás logrará

purgar su pecado, a pesar de las lecciones de materialismo dialéctico de su amante.

“La fragante Rosa de media noche” (1989).

La dependencia del deseo femenino con respecto a la heterosexualidad aparece aún más

clara en el cuento de “La fragante Rosa de media noche” (1989) de Irma Prego donde, como

su título lo sugiere, Rosa es como la flor “huele de noche” que se abre y despide perfumes en

noches de verano. Frustrada sexualmente durante sus largos años de vida matrimonial, Rosa

decide buscar el placer después de pasar un período de intensa ocupación para “distraer el

deseo”, es decir sublimarlo: “duchas especiales, actividad religiosa exacerbada, actividad

física como danza y ballet, colecciones de cuadros” (p. 157).

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Sus actividades no le permiten frenar el acoso de la fuerza libidinal que aparece bajo

forma de dolores de espalda. En sus múltiples aventuras, Rosa roza por momentos el éxtasis

pero sus malestares vuelven con la ruptura de sus amantes: “picazón en los codos,

transpiración y frío en las manos, migraña, lumbago, tortícolis, urticaria etc. etc” (p. 158).

Acosada por el deseo, Rosa se somete a la cópula “sometimiento” erótico, Bourdieu

(1998), con diferentes hombres pero no logra orgasmar; las imágenes eróticas la obsesionan y

la torturan: “como puñales rojos que laceran sus carnes” (p. 158).

La culpa se impone como una forma de censura del deseo. El sufrimiento que esto

supone permite comprender que el placer es imposible. Rosa ignora su cuerpo, desconoce el

autoerotismo y sigue creyendo que el pene es un instrumento del placer femenino.

El fracaso ante su búsqueda imperiosa de placer sexual la sume en la culpabilidad y a

manera de distracción se dedica compulsivamente al aseo que viene a ser como una

penitencia. Pero la pulsión es tenaz. Y cuanta más pulsión sexual, más aseo penitente se aplica

ella en castigo. El placer como pecado mortal que conduce al infierno de la culpa es una

expresión paradigmática retomada por el pensamiento judeo-cristiano256

. La penitencia

aniquila cualquier brote de deseo.

En la literatura escrita por hombres, la imagen de la mujer como objeto que permite el

placer del hombre es recurrente. En los textos de mujeres, la mujer aparece bajo otro ángulo.

Ella siente, desea, y como el coito no le procura placer, ella se destruye con toda una

serie de síntomas compulsivos. Podemos constatar que la novedad de este motivo, muy poco

presente en mitos, cuentos y leyendas, consiste en mostrar la humanidad de ese sujeto que

sufre. En su estudio sobre la Neurosis, la psicosis y la perversión, Freud (1978: 66) muestra

como la insatisfacción sexual de la mujer la conduce a un trastorno que suele llamar neurosis

de angustia.

256 La excisión y otras mutilaciones del sexo de la mujer en diferentes sociedades ha sido la manera más radical de

suprimir el acceso al placer sexual y desviar la pulsión hacia fines sociales como es la reproducción de la especie. Entre

los Shuars del Amazonas ecuatoriano, un mito cuenta cómo una de las preocupaciones de los héroes civilizadores era

eliminar el clítoris como instrumento de placer de la mujer.Los genitales femeninos ha sido dotados de un olor

particular para impedir el placer bucogenital. Aunque en las sociedades “civilizadas” ya no se practica este tipo de

mutilaciones las leyes que inhiben el deseo continúan vigentes porque han sido integradas en el cuerpo por medio de un

largo proceso de inscripción cultural a través del lenguaje y el imaginario colectivo.

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Aquí encontramos una expresión singular y humana del motivo de lo femenino como

objeto que sufre porque el personaje masculino en su búsqueda de placer no sólo no le

procura la seguridad que se supone debe procurar, como lo muestran los personajes Frank y

Paula, de “Otra vía para el amor” (1988) de Irma Prego: y la pareja del cuento “Amor” (1996)

de Ana María Rodas, sino que tampoco procura placer a su objeto el cual sufre de muchos

trastornos físicos y psíquicos. En sus cuentos, Irma Prego achaca la responsabilidad de los

trastornos de sus personajes femeninos a la misoginia de sus personajes masculinos sin entrar

en las causas profundas de la cultura en donde el hombre sigue ocupando un puesto

privilegiado socialmente con respecto a la mujer como se puede ver en el cuento “Un

almuerzo en Managua” (1987) en donde la esposa está enteramente al servicio del marido :

“Que no me llame nadie, voy al cuarto, el loco debe estar ya desnudo en pelota esperándome

furioso y ahora me va a matar” (p. 87).

A pesar de su incondicionalidad, la tensión que reina en el espacio privado es feroz,

como lo sugiere la expresión “ahora me va a matar” de la protagonista que abandona los

quehaceres.

Además los personajes femeninos como las bellas de los cuentos infantiles todavía

siguen durmiendo el sueño de los inocentes y su placer se limita a la mirada del otro, que no

es más que la actitud sumisa y pasiva que promueven los cuentos infantiles como el de “La

Bella durmiente” según Skittecate (1995: 108).

Así también actúa Arcadia, la protagonista de la novela El desencanto (2001), de

Jacinta Escudos que sale a la búsqueda de la felicidad y del placer. Sin embargo ella es una

ilustre ignorante ya que desconoce por completo su cuerpo. Además tiene la cabeza llena de

estereotipos. Después de haber conocido a 25 hombres casados, solteros de todas las

condiciones sociales y haber vivido el acoso, la vejación, el abuso, ella decide vivir sola.

Arcadia no encuentra lo que buscaba, la felicidad, el amor y cuando tiene sexo, cuando

no es literalmente violentada y asqueada de la experiencia, finge “con tal de quitárselo de

encima” como se puede ver en el cuento “El hombre de la primera vez” (p. 126).

En esta asociación automática deseo/varón reside la imposibilidad de acceso al placer

por el papel que juega el hombre en la inhibición del placer de la mujer. Ya que el acto sexual

es un acto de dominación como lo constata el sociólogo Pierre Bourdieu (1998). Sólo el

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deslindamiento del deseo de su referencia codificada en los sistemas simbólicos permite

iniciarse en el placer.

9. Venganza femenina:

“La muerte del erudito” (1989).

En el cuento la “La muerte del erudito” (1989), Irma Prego pone en escena la astucia de la

mujer, (que es una de las armas débiles de la mujer, según P. Bourdieu porque con ellas no

hace más que ratificar su sometimiento al poder masculino) para posicionarse, según ella, en

un estatus superior al que le corresponde socialmente de hecho por su edad, por su clase y

frente al cinismo del hombre consciente de su poder basado en su capital económico y cultural

como lo sugiere la palabra “erudito”. Se trata de la historia de una mujer que se casa por

interés con un viejo erudito (y a la hora de su muerte sus familiares tratan de inculparla): “Yo

lo aborrecía, porque era cruel y avaro” (p. 120).

Los adjetivos “cruel” y “avaro” aluden al cálculo que preside la relación supuestamente

amorosa. El resentimiento de la mujer toma proporciones diabólicas. Cuando se da cuenta de

que no le heredaba nada, aprovecha la ausencia de la enfermera para vengarse

desconectándole el oxígeno: “Se moría y sin embargo me dejaba en la miseria” (p. 120).

Los familiares conscientes del interés de la mujer por el viejo le arman un juicio.

Aquí aparece el motivo de la dependencia de la mujer con respecto al hombre, como

sugiere la expresión “dejar en la miseria” y de la cual resultan dos sentimientos

diametralmente opuestos: el amor y el odio. Además la diferencia cultural no hace más que

agravar la situación de dependencia de la mujer257

. Este cuento viene a ratificar la

racionalidad de la relación supuestamente amorosa entre sexos de generaciones diferentes que

ahonda más la diferencia de géneros encubierto por mitos y cuentos como los del Rey y la

257 La psicoanalista francesa L-A Skittecate (1995:76) constata junto con el poeta R. Browning que «dans la vie d’un

homme, l’amour tient une place secondaire. Tandis qu’il remplit toute la vie d’une femme. Ce clivage marque toujours

notre inconscient, malgré les démentis opposés par la réalité. Résultat: l’homme continue à exercer ses prérogatives,

avec la tranquille assurance de celui qui n’a nul besoin de se justifier et les femmes entretiennent avec le pouvoir et

l‘argent des rapports parfois incohérents: désir de toute-puissance, revendications entêtées suivies de brutales

renonciations».

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pastorcita o el de la Cenicienta en donde los personajes femeninos se caracterizan por su

silencio con el cual se legitima una imagen de felicidad según L-A Skittecate (1995).

Si en este cuento Irma Prego retoma la eterna temática de la dependencia de la mujer, ella

desmitifica la irracionalidad amorosa promovida por el romanticismo. Con ello contribuye a

deconstruir los mecanismos perversos de la diferencia social de géneros. La novedad de los

personajes de los cuentos de Irma Prego consiste en hablar a pesar de ocupar una posición de

inferioridad. Con ello se desmitifica “la pareja ideal”.

El personaje del relato “La muerte del erudito” (1988) permite constatar con ironía y a

veces amargura que la vida de pareja no resiste a las diferencias demasiado grandes, tanto

generacional como cultural, económica y social, y que además en ellas se sustenta la

dependencia de la mujer con respecto al hombre. Es con razón que Bourdieu (1998) califica la

astucia femenina como un arma débil de la mujer. Un arma femenina que se vuelve contra ella

misma puesto que en este caso concreto no hace más que ratificar la supuesta maldad de la

mujer, y postergar el proceso de deconstrucción de la violencia simbólica à través de la cual

se perpetúa la inferioridad social femenina.

“Agonice con elegancia” (inédito)

El sociólogo Pierre Bourdieu (1998) señala: la sexualidad es una relación de poder

masculino y sometimiento femenino. La dominación masculina “tiene como efecto colocar a

las mujeres en un estado permanente de inseguridad o mejor dicho de dependencia

simbólica”. Ese mecanismo para mantener a la mujer en estado de permanente inseguridad

aparece evidente en la viñeta intitulada “Sólo por un pelo” (1989) en donde la protagonista

que se dedica enteramente al placer de su marido, termina desestabilizada por completo. El

lector descubre el férreo control, casi militar, al cual es sometida el ama de casa burguesa.

La práctica de la seducción femenina es para el sociólogo P. Bourdieu (1998: 50), otra de

las armas débiles de las mujeres. En efecto la mujer entre más insegura es más femenina. Es

decir más seductora, sonriente, disponible, dispuesta a satisfacer las necesidades del hombre.

La socióloga Shere Hite (1978) constata que una mujer entre más insegura es, más tiempo

dedica al cuidado de su apariencia personal. Irma Prego pone en evidencia en sus cuentos que

la falta de autoestima es la base de la inseguridad permanente de los personajes y que es

exacerbada por el hombre.

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De manera excepcional para el género femenino y como en toda obra satírica, Prego hace

uso de la ironía, la hipérbole, lo grotesco para revelar el funcionamiento de la sexualidad

como zócalo del poder masculino en el espacio doméstico, gracias a la sumisión y al

sometimiento de la protagonista que ha interiorizado desde la infancia en el medio familiar.

Irma Prego posee el arte de hacer reír en momentos de gran tensión y gravedad en

situaciones que superan los límites de lo humanamente aceptable en la vida de pareja de clase

alta en Centroamérica258

. Irma Prego maneja el arte de ridiculizar el sometimiento, la

domesticidad de la mujer a la vez que muestra la base del poder masculino que se perpetúa

con la mentira, el cinismo y el terror. Es así como el lector descubre a sus personajes en

flagrante delito de violación de los principios que ellos mismos defienden259

.

En estemonólogo, la escritora fustiga260

con crueldad el abuso del que es víctima Morena

Santana, cuya profesión es la de ama de casa de clase alta. Este monólogo se caracteriza por el

tono satírico, el humor cáustico cuyo objetivo consiste en fustigar al lector frente al

comportamiento sexual de Timoteo Araya Baboso que la protagonista Morena Santana, su

esposa para toda la vida, ultima en plena cópula con su secretaria cuando se encuentra en la

cúspide del poder, a punto de ser nombrado presidente de un club de citas en donde suelen

reunirse durante tres noches consecutivas, los embajadores de América latina de la

Organización de Estados Americanos y sus favoritas después de las sesiones de la asamblea

general anual. Timoteo muere humillado después de haberse prestado dócilmente, bajo la

presión del cañón de la pistolita de Morena Santana a hacer ridículos juramentos y

declamaciones de amor patriótico. Con sangre fría Morena Santana se venga con la misma

258 En Nicaragua la escritora Rosario Aguilar que en los años 60 trata de temas relacionados con la formación de los

personajes femeninos como lo hace más tarde Irma Prego, no maneja ni la ironía, ni la irrisión que es lo que caracteriza

la obra de Prego. 259 La censura masculina : Originalmente en la primera colección de la autora, Mensajes al más allá debía figurar el

monólogo “Agonice con elegancia” (inédito) que es un texto emblemático en el cual Irma Prego alcanza su máxima

virtuosidad melodramática y su historia es tan real que hasta parece una exageración. Por eso el poeta nicaragüense

Coronel Urtecho, en los últimos párrafos de su absurda y larguísima introducción histórica, de la conquista hasta

nuestros días, da cuenta de este cambio de programa. En efecto el vate nicaragüense constata que la colección es un

testimonio doloroso. Consciente del carácter testimonial y autobiográfico de la obra, Coronel sucumbe al dilema de la

apariencia y la realidad: ¿cómo es posible que un matrimonio “ejemplar” que parecía tan feliz pudiese haber vivido en

un infierno tan grande? “Lo mejor tal vez sea que permanezca inédita por razones privadas”. El lector no sabrá cómo se

llevó a cabo esta decisión ni qué tipo de presión sufrió la autora para quitar “Agonice con elegancia” que finalmente

queda inédito con la muerte de la autora.En la segunda colección de Irma Prego, aún inédita, aparece después de la

censura que dura diez años, la pieza sustraída anteriormente: “Agonice con elegancia”. Asimismo hay dos prefacios

relacionados con la puesta en escena del monólogo que además cierra la colección compuesta de 11 cuentos, listos para

la edición en 1988. Esta colección se caracteriza por la misma unidad temática de la anterior, cuyo cierre magistral lo

constituye el monólogo “Agonice con elegancia” a pesar de las contraindicaciones que tuvo anteriormente. 260 Este verbo es sinónimo de criticar o reprender con dureza a alguien, segón el Diccionario de la RAE, Véase enlace :

lema.rae.es/drae/ - 13k -

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crueldad y el mismo cinismo con que fue machacada, explotada, abusada por Araya para

mantenerla a su servicio, sometida de manera incondicional durante veinticinco años.

Quien de ustedes soportaría, con los nervios y el corazón en calma, esta minuciosa, cotidiana,

diurna y nocturna, laboriosa, sistemática, extenuante manipulación sin tregua por eternos 25

años?

De esta acumulación de mínimos incidentes se forman los eslabones para la cadena de esposar

a una esposa y convertir el hogar en un jurado a perpetuidad.

Timoteo, después de aniquilarla literalmente de manera psicológica la abandona en

medio de una gran depresión cuando obtiene, gracias a su ascenso profesional, la adulación de

sus colegas y el servicio sexual de sus subalternas.

Antes de iniciar el monólogo, Irma Prego pone un epígrafe en el cual alude a la

función de la escritura y una dedicatoria sobre el reconocimiento del trabajo científico de la

deconstrucción de la superioridad masculina y al que tuvo que recurrir para la elaboración de

su monólogo.

El epígrafe es una cita de Anais Nin en la cual la escritora reafirma lo que ya se ha

dicho sobre el papel del escritor que consiste en decir lo que se prohíbe decir y no solamente

lo que se autoriza decir. Este primer epígrafe crea gran expectativa ya que se espera que

Morena Santana hable de lo que sabe de su vida, de todo aquello que las buenas costumbres le

prohiben decir a la mujer.

La dedicatoria dice textualmente: “Para Gregorio Marañón, con todo mi amor”.

Esta dedicatoria al médico y ensayista español de mediados del siglo XX (1887-1960)

que estudió el mito de Don Juan en la literatura española, va firmada por la misma

protagonista. Esta súbita intromisión del personaje es un guiño a la identificación entre la

autora y su personaje Morena. En efecto Morena Santana lo cita en varias ocasiones en su

larga defensa para argumentar su análisis con el cual demuestra el carácter científico de su

estudio sobre la sórdida personalidad de su esposo Timoteo Araya Barbosa o Babosa, de su

cínico donjuanismo, cualidad viril exaltada con frecuencia en la literatura.

Ficción del fin de un calvario conyugal.

El monólogo es una “Impugnación”. De entrada el lector constata que Morena se

encuentra en un juzgado, presentando su defensa. A la manera de un discurso formal, con un

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público bilingüe, ya que lo anuncia en inglés “Ladies and Gentlemen”. Antes de iniciar su

defensa Morena Santana previene a los miembros del jurado y al auditorio al que va a hablar

de obscenidades. Pero las obscenidades de esta ama de casa burguesa, como se verá a lo largo

de su impugnación, consisten simplemente en llamar las cosas por su nombre. Morena hace

alusión a los hechos de los cuales no se debe hablar: del placer del varón, de la naturaleza

emocional y promocional de su placer y del coste que representa para la mujer en el espacio

privado y público. Ella va a tratar de los métodos utilizados por su marido para obtener su

placer sexual. Con detalles tomados de su propia experiencia conyugal va a mostrar que la

sexualidad de su cónyuge es el zócalo de su poder. En esta magistral defensa Moreno Santana

da cuenta del sufrimiento, del machacamiento del cual ha sido víctima y sobre todo de la

confusión en la que ha vivido, sin defensa, casi al borde de la muerte con su verdugo. Sólo al

cabo de sus “eternos” veinticinco años de casada comprende su situación de víctima. El

recuento detallado de la progresión de la violencia por parte de Timoteo Araya Barbosa (o

Babosa según el momento del episodio) nos muestra cómo en aras de su placer se lleva a cabo

un crimen perfecto porque la víctima se elimina por sus propios medios. Timoteo consideraba

que el objetivo de su vida consistía en obtener placer a cualquier precio, aunque fuera

atentando de manera permanente contra la dignidad de Morena Santana.

Rápidamente, por su estilo y por su lenguaje preciso, nos damos cuenta de la posición

social de la protagonista. Morena Santana se encuentra apelando frente a un tribunal que la ha

acusado y condenado por “homicidio”. Bien documentada y con sólidos argumentos, Santana

demuestra que ella actuó en legítima defensa ya que las leyes no garantizan el respeto de la

dignidad ni la seguridad de la mujer en el espacio privado, un espacio que se supone debe ser

de amor y de mutua asistencia. De entrada vemos que Morena es una mujer que es consciente

de los valores universales de justicia. Además es firme en su convicción y no se deja intimidar

puesto que no le queda más nada que perder, después de haberse rescatado in extremis de la

muerte, tras una profunda depresión.

Morena Santana incrimina a lajusticiade ilegalidad, lo cual es una paradoja ya que la

justicia es por definición justa. Ella acusa de complicidad a la justicia con su verdugo ya que

nunca contó con ella durante su largo presidio conyugal. Esa es la razón que la llevó a hacer

justicia con sus propias manos frente a tanto maltrato, tanta sevicia, tanto sadismo, tanta burla,

tanta impunidad. La expresión “hacer justicia con sus propias manos” se repite en varias

ocasiones para mostrar cómo se rebela el esclavo. Morena actúa en aras de la moral. Una

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moral que la mantuvo sometida, una moral que ella defendió con principios que propiciaban

la inmoralidad ya que Morena Santana había perdido la dignidad.

El cinismo de Timoteo Araya era tal que consideraba “que las leyes como las mujeres han

sido hechas para violarlas, burlarlas”. Pero para Morena las leyes son necesarias y sobre todo

su promoción y su control para su aplicación y su respeto, porque sin ley no hay respeto, y sin

respeto es el reino del caos, de la barbarie en el cual impera la ley del más fuerte.

Inmoralidad de una moral: Timoteo Barbosa

El amor en la vida de Morena brilla por su ausencia y aunque sexualidad y reproducción

aparezcan íntimamente ligados en la vida de Morena y Timoteo, para ella es sinónimo de

dolor y sufrimiento mientras que para Timoteo, es placer y libertad.

Cuando iba a nacer mi primer hijo de un espermatozoide que él me inseminó, aparecía

retratado en los periódicos de acompañante de la reina de la simpatía en los bailes de esas, o se

fugaba clandestino a viajar por Centroamérica como un soltero sin compromisos ni deberes.

El verbo “inseminar” es un ejemplo de la sátira mordaz de Irma Prego. Timoteo

Araya, el inseminador, aparece ni más ni menos como un semental que desconoce, como en

las especies naturales, la paternidad. Timoteo actúa de manera instintiva, de manera animal,

no tiene el más mínimo sentimiento humano hacia su mujer como lo sugiere el término

“inseminar” que alude al medio de la ganadería, de la cría intensiva y de la genética animal.

Ya Levi-Strauss (1998) puso en evidencia el hecho de que en los amaneceres de la

humanidad, al macho humano, lo mueve la necesidad de propagar sus genes.

Bailes, fugas clandestinas, viajes en soltero, sin compromisos ni deberes, aluden a la

libertad y al placer de Timoteo.

Pero a la vez Morena da cuenta de la humanidad de ella y de su responsabilidad moral.

De manera que ante la irresponsabilidad de Timoteo ella asume sola la maternidad: “los hijos

sólo eran míos. No había paternidad.

Timoteo era un hombre de doble personalidad: amable, obsequioso y tirano a la vez

según el espacio en que se encontrara actuando. En el espacio privado, a la vez que maltrataba

a su mujer, acosaba sexualmente a las empleadas domésticas: “[…] que no le duraban y tenía

que resignarse a hacer ella misma los oficios domésticos para una familia de seis personas. El

peso del trabajo era agotador”.

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Su madre profundamente religiosa, en vez de ayudarle a liberarse la confundía aún

más ya que le recordaba siempre que el matrimonio era una cruz y que la paciencia y la

resignación eran virtudes necesarias para la mujer como Santa Rita que gracias a su vida

ejemplar había sido santificada: “soportó los ultrajes de un marido misógino, borrachón y

pendenciero durante toda su vida”.

Pero la actitud que sugiere el verbo “soportar” promovida por la religión se vuelve

rápidamente caduca en una sociedad como la norteamericana en donde viven Morena y su

esposo Timoteo, nombrado embajador de Costa Rica. La palabra “cruz” pierde su sentido

crístico. Morena deja de identificarse con Jesucristo como lo hacía su madre, y empieza a

designar las actitudes de Timoteo por su nombre. La religión pierde su aureola de autoridad y

se convierte en cómplice de la esclavitud doméstica y sexual de la mujer. Morena deja de

creer en la santidad a la cual estaba destinada por su apellido Santana y en la que siempre

creyó como el personaje del cuento de la misma autora, “Otra vía para el amor” (1987), en el

cual Paula se refugia en la religión para soportar el sadismo y el maltrato de Frank, pensando

en su recompensa en el más allá, a tal punto de identificarse con Santa Teresa.

Una terminología apropiada al abuso le permite a Morena tomar conciencia de la

sordidez de su existencia y de su desamparo encerrada entre cuatro paredes. El hogar deja de

ser el templo del sacrificio para convertirse en un “campo de concentración”. Los métodos de

Timoteo Araya eran el sadismo, la extorsión, el adulterio. Ella termina comprendiendo que su

esposo explotaba sin piedad su ingenuidad e ignorancia

En Nueva York, Morena empieza a frecuentar un medio privilegiado que le permite

descubrir que no era única en su desgracia, su esclavitud, que otras mujeres padecían del

mismo sufrimiento. Una latinoamericana se suicidó de desesperación: “pegándose un tiro en

una iglesia, un mediodía de octubre con aguacero”261

.

Morena, enferma moralmente acude a un psicoanalista que le hace comprender que es

necesario que ella acepte su situación, mejor dicho que se resigne a su vida de esclava

cómplice. El ascenso social de Timoteo es inversamente proporcional a la situación de su

esposa Morena que sufre de males que no tienen nombre, con dolores que nadie conoce. La

perversidad y el cinismo de Timo mantenían a Morena en una total confusión.

261 Aquí hay un guiño al poema de Vallejo: “moriré en París un día de octubre con aguacero”.

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Timoteo se realiza plenamente con sus secretarias que le procuran todos los servicios

que él necesita, incluido el sexual. Timoteo es adulado, admirado, mientras Morena muere de

a poquitos psicológica y moralmente, destruida por completo.

El desgaste de Morena es inmenso, el malhumor de Timoteo, el “reñidero” perpetuo,

las imputaciones estaban a punto de aniquilarla pero su confusión es tal que añorando la

quietud, el silencio, la paz, hace un último esfuerzo. Una cena especial que ella hace con el fin

de salvar su matrimonio, le permite ratificar lo que ya sabe provocándole inexorablemente

una profunda depresión.: “La esposa se encuentra esposada. Está saturada de miedos a todos y

a todas. Sufre de claustrofobia”.

Su enfermedad es el producto de una profunda ansiedad de la que también padece una

amiga panameña. Nina también tiene dolores extraños y sus síntomas crean una fuerte

complicidad con Morena.

Su estadía en el hospital es una tregua que le permite apreciar la calma, reflexionar

sobre su vida. Timoteo al verla tan disminuida, poco femenina, sin máscara facial, sin

maquillaje, sin capacidad para seducir, cree darle el golpe mortal: “Muñeca no sea

espontánea, agonice con elegancia”.

El término “elegancia” alude aquí a la seducción, arma débil por excelencia de la

mujer como lo recuerda el sociólogo francés Pierre Bourdieu (1998). Pero Morena se rebela

contra la tiranía de la seducción mientras Timoteo le hace firmar una demanda de divorcio por

mutuo consentimiento. Morena piensa en la imagen que ha dado a los amigos y a los

familiares de su pareja. Todo el mundo cree que es un “matrimonio feliz”. Morena se imagina

con rabia lo que harán los amigos de Timo cuando ella muera. Le enviarán tarjetas de

condolencia creyendo que fue una “pareja feliz”. Entonces comprende que Timoteo la estaba

aniquilando de a poquito. Entonces comprende que su muerte sería un crimen perfecto: “sin

huella ni códigos”. Y se llena de rabia de saber que así había pasado sometida durante 25

años.

Su ansiedad se termina cuando decide luchar contra su sometimiento. Morena sale de

la depresión. Su proyecto ya no es morir, sino castigar a su verdugo e inculpar a la Justicia

que la ha estafado toda la vida a ella y a todas las mujeres como también la Religión.

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Morena obtiene información del cuidador del centro en donde se reúne Timo con el

personal de la Organización. Con su amiga Nina descubre que esos lugares son verdaderos

mercados de valores del sexo.

Morena acompañada con su amiga panameña, Nina, se presenta en el lugar de las

fiestas y retozos de Timoteo y sus colegas: “La FBI lo busca para protegerlo ya que al día

siguiente tiene que ir a la asamblea general e insultar al embajador de Nicaragua de

mentiroso”.

Con su inglés perfecto lo mismo que su español, después de pasar como cualquier

respetuoso detective, se topa con la ropa de Timoteo regada en el suelo. Ella irrumpe en el

lugar en donde se supone tiene que proteger al embajador y encuentra a Timoteo en plena

acción. Una boliviana de orígenes modestos se encuentra desnuda encima de él.

Morena venciendo su asco, su miedo, descubre rápidamente sus habilidades teatrales y

su capacidad de improvisación en situaciones inesperadas: “Y qué susto el mío, señor juez de

lo contencioso y de la familia”.

Hay un intercambio de palabras que traducen la situación embarazosa de ambos

desnudos, frente a la mujer que descubre al marido en plena cópula. Entre pánico y

nerviosismo, Morena analiza la situación con frialdad. Primero le tira a la tele porque exhibe

“un falo de semoviente”. Probablemente se trata de una película porno.

la tele explotó en un humo gris hediondo.

Señor juez, levanté la pistolita cromada, le ordené a Timo declamar un discurso a la patria, a la

moral y a la dignidad nacional, el último de su perra vida. Entonces le agarró un berrinche

espantoso, una súbita regresión infantil y comenzó a retorcerse con el índice un colochito sobre

la frente calva.

Se tiró después panza abajo pataleando y eso sí me enfureció. Sin pensar en nada, bloqueada,

moví mecánica los dedos sobre el gatillo del arma silenciosa. Los proyectiles le hicieron blanco

en el mero fundillo, los vi cruzar brillantes, hasta el cerebelito. No encontraron nada y salieron

de ahí al techo en un surtidor de horchata, whisky, cerveza, vodka, nicotina y un bloody

merry262

doble. Flotó un hedorcillo a azufre quemado que me hizo toser y toser.

Una vez cumplida su misión de justicia humana, Morena sale como entró: con pasos

firmes y serenos. Mientras responde a las preguntas de su amiga sobre la operación que ha

llevado a cabo. En su mente sólo hay lugar para una serie de preguntas, no ya de quejas ni de

culpas, que han quedado en su historia de víctima. Sin embargo no se resigna a enterrar un

262 Tal cual en el texto de la autora.

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ideal, el sueño de una relación heterosexual armoniosa. La respuesta va de sí. La idea de la

complementariedad es la base del sometimiento de la mujer. La religión, la familia, la justicia

son instrumentos del poder del hombre y del sometimiento de la mujer. Sólo con la muerte del

hombre viejo, (en el sentido figurado del término en oposición al “hombre nuevo” de los

revolucionarios centroamericanos que eran muy viejos, en el sentido de anacrónicos, porque

se reapropiaban de los valores fundamentalistas de la dominación), de un “orden obsceno”, de

“una moral inmoral”, se podrían crear nuevas relaciones.

En este capitulo hemos podido constatar que la vida sexual de los personajes de ficción de

autoras centroamerianas corresponde a dos búsquedas muy diferentes según el género: afecto

y placer sexual. Las protagonistas buscan afecto y para ello ofrecen servicio. Para los

personajes masculinos el placer sexual es tan importante que ha sido elevado a rango de

necesidad y con frecuencia es considerado como algo imperativo como un instinto. En los

relatos estudiados la sexualidad de las protagonistas está asociada al sufrimiento mientras que

la sexualidad de los personajes masculinos está asociada al placer. El varón tendría mayor

necesidad de placer sexual que la mujer. La diferencia biológica y el procedimiento de la

naturalización de lo social son utilizados como fundamentos para justificar este hecho social.

La ignorancia del origen y los mecanismos sociales de este condicionamiento junto con la

represión sexual, la desvalorización, hacen que las protagonistas salgan en busca de

reconocimiento, del salvador, del protector, del que las va a reconocer como personas, del que

les va a dar el amor que nunca tuvieron y que nunca conocieron.

Las escritoras describen y exponen de manera magistral y en ocasiones con mucho humor

el funcionamiento del poder masculino y el sometimiento femenino. El origen de los

comportamientos de género se encuentran tan profundamente interiorizados que no hay

recetas inmediatas para la transformación y erradicación de la opresión femenina. En este

capítulo aparecen ya los signos anunciadores del cuestionamiento del origen de la opresión

del mundo femenino en América central y de sus mecanismos de transmisión inconscientes.

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CAPITULO IV - CONTRA EL

SOMETIMIENTO: EL FIN DEL SILENCIO.

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1. La insurrección

En este capítulo analizaremos la identificación del sistema de la heterosexualidad

obligatoria que confisca y borra toda posibilidad de realización persoanl de las protagonistas.

También veremos cómo la ficción trata de la búsqueda del placer como base de la dignidad

humana, fuera del intercambio económico-sexual de la economía reproductiva que afecta

profundamente la vida de las protagonistas de las autoras centroamericanas.

1.1. . Estética de la ruptura

Poemas de Izquierda erótica (1973).

La ideología de géneros que diaboliza, oculta, niega, obstruye el deseo, la exploración y

la práctica del placer de las proptagonistas comienza a ser trastocada en la creación literaria en

América central a partir de los años 70. De este trabajo de desmonte da cuenta el primer

poemario Poemas de Izquierda erótica (1973) de la escritora guatemalteca Ana María Rodas

(1937). Con sus 82 poemas en versos libres, Rodas rompe con el canon literario tradicional.

La voz poética da cuenta del terror conyugal en el espacio privado. El terror sexual que es,

como lo señala Judith Butler (2005) el mecanismo de la subordinación en la relación de

géneros263

.

Este poemario es doblemente emblemático: por el momento de su publicación en el

contexto de Guatemala de los años 70264

y por su título ya que la palabra “izquierda” hace

alusión a la situación política en América Central y de manera general en toda América latina.

Hay una toma de posiciones radicales con respecto a los partidos tradicionales liberales y

conservadores. Están a punto de explotar varias revoluciones. La juventud se compromete con

el cambio social. La lucha armada está a la orden del día. Su ideal es “el futuro radiante”, sin

injusticia, ni opresión de clase con el advenimiento del “Hombre nuevo”. El adjetivo “erótica”

263 Véase Relaciones de género: “la estructura jerárquica de la heterosexualidad en la que se entiende que los hombres

subordinan a las mujeres es lo que produce el género”, citando a MacKinnon, p. 31 in “Ventana” n° 23/2005. 264 En 1973, Guatemala vive momentos álgidos de su historia puesto que entre 1960 y 1997 el país se encuentra sumido

en una guerra civil que va a cobrar unas 100 000 vidas. De ese poemario la autora dice que es “tempranamente de los

70, si se tiene en cuenta que le llevó dos o tres años de escritura, un libro de finales de los 60 y principio de los 70”.

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del título resulta aquí bastante polisémico y puede evocar a la vez el erotismo femenino o bien

el masculino, de allí su pertinencia.

Desde el primer poema el yo poético se presenta con tono irónico:

Domingo 12 de septiembre, 1937

A las dos de la mañana: nací.

De ahí mis hábitos nocturnos

Y el amor los fines de semana.

Me clasificaron : ¿nena? Rosadito.

Boté el rosa hace mucho tiempo

Y escogí el color que más me gusta

Que son todos.

Me acompañan tres hijas y dos perros:

Lo que me queda de dos matrimonios.

Estudié porque no había remedio

Afortunadamente lo he olvidado casi todo.

Tengo hígado, estómago, dos ovarios,

Una matriz, corazón y cerebro, más accesorios

Todo funciona en orden, por lo tanto,

Río, grito, insulto, lloro y hago el amor.

Y después lo cuento.

En el primer verso del poema compuesto de diecisiete, la voz poética muestra con una

economía de palabras, cómo la regulación de los individuos sexuados se inicia desde su

nacimiento como lo sugiere el verbo “clasificar”.

El término “rosadito” sirve para clasificar a los individuos de sexo femenino. Es así

como lo biológico y lo cultural aparecen tradicionalmente como asociaciones naturales.

Contra esa asociación fija entre biología y cultura y para la cual la teoría feminista crea el

concepto de género, se rebela el yo poético265

como lo expresa en los versos donde afirma la

voluntad del sujeto que decide, con el pretérito de los verbos “botar” y “escoger”. Así sugiere

265 El género es una categoría de análisis del sistema de clasificación de los individuos que una cultura utiliza para

construir la heterosexualidad y la jerarquía entre los sexos. En términos de la feminista norteamericana Judith Butler

(2005) “ El género es una norma regulatoria, las personas son reguladas por el género”, Relaciones de género In

“Ventana”, Guadalajara, México, n° 23/2005.

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la rapidez con la cual anula un cierto determinismo asociado al color rosado para la

clasificación de los individuos de sexo femenino.

Luego de dar algunas informaciones sobre vida privada y función genitora, la voz

poética hace un recuento de la normalidad de los órganos vitales de la mujer y a los cuales se

le suelen asociar actividades emocionales como lo expresa en el siguiente verso:

“río, grito, insulto, lloro y hago el amor”

Esta enumeración de verbos en presente parece regular la norma de lo femenino. Sin

embargo el último verso después de un doble espacio sugiere el tono de los siguientes

poemas:

“Y después lo cuento”.

Con esta expresión se insinúa una ruptura con respecto al tabú que pesa sobre la vida

íntima de la mujer. El yo poético hace revelaciones comprometedoras. Temática y tonalidad

están dadas desde este primer poema. El yo poético habla de lo femenino, del motivo de

gritos, insultos, llantos y hasta de la prática del placer femenino (v16). No va a callar, como

popularmente se le suele imponer al sujeto de sexo femenino por medio de diversas

expresiones y dichos como el que reza:

“calladita te ves más bonita”,

El adjetivo “bonita”, significa agradable. Ella es agradable cuando no habla. Aquí nos

encontramos frente a una consigna con la cual se promueve el silencio como una manera de

valorizar al género femenino. Este orden indirecto es formulado también en poesía en el

Poema 15.del poeta chileno Pablo Neruda:

“Me gustas cuando callas porque estás como ausente.”

“Cuando estás calladita” o “cuando callas” equivale a lo mismo. El diminutivo del

primero agrega la idea de silencio total, sepulcral. En ambos el mensaje es claro: “para

agradar tienes que cerrar la boca”. No decir lo que piensas, ni lo que sientes. El silencio es

fundamental para mantener el sometimiento femenino frente al terror masculino.

Con la expresión “lo cuento todo” el yo poético, infringe, quebranta la ley del silencio:

hablar en femenino representa una transgresión y como tal una amenaza. La expresión con la

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225

cual se cierra el último verso del primer poema aparece no sólo como una desviación266

de la

normativa del género267

sino que además es una violación contra un principio que “organiza y

ordena el comportamiento femenino”.

Con transgresiones de esta naturaleza, Ana María Rodas rompe con el antiguo canon

literario que ha reproducido, con leves modificaciones, la norma de la “estructura jerárquica

de la heterosexualidad como instrumento de subordinación sexual femenina268

.”

En efecto, Ana María Rodas expone en sus Poemas de Izquierda erótica (1973) la

violencia de la esclavitud sexual de la mujer en el espacio privado. La insurrección contra la

ideología de géneros comienza donde menos se espera: en el seno mismo de la izquierda. La

onda de choque de la insurrección feminista que acompaña a la revolución del Mayo parisino

del 68 y que produce efectos devastadores en las izquierdas europeas, continúa prendiendo el

deseo femenino en la Latinoamérica de los años 70.

Limpiaste el esperma

Y te metiste a la ducha.

Diste el manotazo al testimonio

Pero no al recuerdo.

Ahora

Yo aquí frustrada

Sin permiso para estarlo

Debo esperar

Y encender el fuego

Y limpiar los muebles

Y llenar de mantequilla el pan.

Tú comprarás con sucios billetes

Tu capricho

Pasajero.

A mí me harta un poco todo esto

En que dejo de ser humana

Y me transformo en trasto viejo.

266 Una desviación puede alterar el proceso de reproducción de la norma. En estos casos el asilo psiquiátrico ha sido

utilizado con frecuencia para las mujeres. 267 Una mujer que confiesa haber tenido dos matrimonios y de los cuales les quedan: “tres hijas y dos perros”. v. 9. 268 Véase Judith Butler (2005) que plantea cómo los mecanismos construidos por la norma de lo femenino en vista de la

jerarquía sexual conducen a la subordinación de las mujeres en la relación heterosexual.

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226

La amargura y la frustración sexual son claras en este poema. A través del coito, el

hombre goza eyaculando, como sugiere el sustantivo “esperma”, mientras que la mujer

invierte su energía pulsional o libidinal en los oficios domésticos como lo sugieren los tres

últimos versos de la tercera estrofa así como los dos últimos de la última. El yo poético

comienza identificando el origen del sufrimiento femenino269

como lo insinúa el último verso

en el que por arte del placer sexual del varón, la mujer pierde su humanidad: “Dejo de ser

humana” (v. 16).

Esta pérdida de la humanidad hace de ella lun objeto desechable : “y me transformo en

trasto viejo” (v. 17).

La comparación de la mujer objeto en “trasto viejo”, traduce el estado de abyección a

la cual alude el yo poético, luego del servicio sexual gratuito en el régimen heterosexual

obligatorio, como se observa en los dos primeros versos:

“limpiaste el esperma

Y te metiste a la ducha”.

El pretérito de los verbos “limpiar” y “meter” traducen la rapidez de ambas acciones,

hechas casi mecánicamente, con gran frialdad. La voz poética denuncia la frustración sexual,

la explotación del cuerpo femenino en la división sexual del trabajo sexual y del trabajo

doméstico. El yo poético da cuenta del sufrimiento de la protagonista está privada de su

sexualidad durante el servicio sexual Sin embargo los reclamos al respecto no sólo se

expresan líricamente270

. Los reclamos sugieren que el personaje creía encontrar el placer, ya

que suponía que debía ser una reacción inmediata al coito. Contra estos estereotipos culturales

269 “Nos atrevemos a decir que la mujer en Latinoamérica está sometida a una situación de opresión e injusticia

especifica, mucho más aguda que en otros países de Europa o Norteamérica” dice Giovanna Mérola L., socióloga

venezolana, en su artículo “Feminismo: un movimiento social”, in Nueva sociedad, julio/agosto, 1985, a propósito de la

toma de conciencia que aparece en la década de los 70 como repercusión del movimiento feminista del 68 en Paris. p.

112-117.

270 En la realidad, según el estudio de Montenegro (1998: 175), los hombres buscan experiencia y seguridad en sí

mismos. Jaime cuenta su experiencia:

“En mi caso personal, tuve una relación y yo era, como dicen, ‘polvo de gallo’ , sólo me satisfacía yo y la mujer

quedaba entera. Llegó un día que me lo dijo: Vos no servís para nada. Yo no siento nada; vos llegás ra, ra, ra, y te vas

tranquilo. Me lo dijo… ella se abrió ampliamente y a mí me dolió, me ahuevé. Entonces ella me dijo, vos ténes miedo.

Tenés un nerviosismo horrible y así no vas a hacer nada, relajate. Así, ella me comenzó a llevar con aquella calma…

hasta que ella se sintió satisfecha… aprendí a dar el tiempo adecuado a la mujer. Claro que ella es madura y me

enseñó…”

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227

va a dar al traste en los Estados Unidos la socióloga Shere Hite (1976) con su libro Informe

Hite271

.

Para Hite (2003) en su artículo “Ciencia sin sentido”, El País semanal, el placer

femenino es fundamentalmente clitoridiano. La actividad coital por “muy divertida que sea,

no proporciona la suficiente estimulación de la zona (el clítoris) necesaria para que la mujer

alcance el orgasmo”.

En América latina, en los años 70 el encuentro entre jóvenes de ambos sexos

promovido por la ideología de izquierda que se suponía debía darse bajo el signo de la

igualdad, genera más que desencanto, amargura, como lo constata la feminista chilena Julieta

Kirkwood (1975):

A poco andar, la reflexión lleva a percibir una larga, profunda distancia entre los valores

postulados de democráticos: igualdad, no discriminación, libertad, solidaridad, de una parte,

con lo que es “vivido” y asumido como realidad concreta singular272

.

Las mujeres comprometidas con la ideología de izquierda optan por la disidencia. El

siguiente poema traduce ese momento fundacional en Centroamérica :

Tú, país alienado

no mereces la pena

de desperdiciar mis balas

ni mi sueño

Se hará realidad alguna vez tras tus

fronteras.

Marcho al exilio, dictador

antes de terminar como charco de sangre

en cualquier camino tuyo de papel.

Los sustantivos “dictador” y “exilio” traducen la tensión social que vive América

Latina en los años 70. Aquí el cónyugue es comparado con un dictador, que no sólo manipula

271 Este informe, basado en el estudio de encuestas y testimonios de más de 3000 mujeres norteamericanas, cuestiona

una serie de prejuicios y clichés sobre la sexualidad femenina. “Por primera vez, una teoría innovadora de la sexualidad

de las mujeres, en la cual se encuentra la estimulación del clítoris, sale a la luz y no a partir de prejuicios masculinos

sobre el asunto, sino desde el punto de vista de las mujeres mismas. Ya que ellas toman la palabra sobre esos temas en

el contexto de una encuesta hecha por la socióloga norteamericana” Shere Hite, Les femmes et l’Amour, Payot, Paris,

1984. La traducción del paratexto es mía. He aquí el texto que figura en la contratapa del libro en francés: « Pour la

première fois, une théorie novatrice de la sexualité des femmes - au centre de laquelle se trouve la stimulation

clitoridienne - était avancée, non pas à partir de préjugés masculins sur la question, mais du point de vue des femmes

elles-mêmes. Pour la première fois, les femmes prenaient la parole sur ces questions ». 272 Julieta Kirkwood, “Feministas y políticas”, in Nueva sociedad, julio/agosto, Caracas, 1985, p. 62-70.

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sino que además explota el cuerpo de su pareja. Su proximidad en el espacio privado es más

nefasta que la acción de un dictador porque hasta los sueños reprime.

Ya sé

Nunca voy a ser más que una

Guerrillera del amor” (p. 71).

En efecto, los focos de una nueva guerrilla, las “guerrilleras del amor” estallan por

toda América Latina:

Haces bien, gran maestro,

Yo soy la guerrillera en tu régimen

El objeto

Que se alza con armas de amor

Entre tu ejército de gorila egoísta

Y el poder que imaginas

Al fin de tu jornada

Rastrea bien mis pasos

en tu alma

y aplasta sin escrúpulos

cualquier brote de ternura subversiva

no sea que prenda el amor

y tu ordenada dictadura

se vaya a la mierda

Tú huyes de ti mismo

Yo en cambio huyo de ti.

Los términos “amor” y “ternura” aparecen como expresiones terroristas en el contexto

de la tiranía conyugal. El “amor y la “ternura” son transformados en armas ya que con ellos se

puede acabar con el sufrimiento femenino, derribar ese orden abominable en el que el placer

sexual es un privilegio masculino. El yo poético opone el amor y la ternura a la tiranía dal

régimen heterosexual.

Aquí aparece la idea de una revolución auténtica en donde el “amor” y “la ternura” son

la base de la subversión y que además se propone acabar con el terror del “dictador”, la

esclavitud del señor feudal y la barbarie del “gorila egoísta” a quien sólo le interesa su

bienestar, su placer sexual. En efecto el tirano construye su poder gracias al placer que obtiene

con el uso del cuerpo de su sierva transformada en objeto.

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Con la expresión coloquial “que se vaya a la mierda” se traduce la irreverencia y el

desinterés por unos ideales de papel en los que se ha dejado de creer porque se descubre la

farsa y el engaño de los cuales se ha sido objeto.

La observación, el análisis son necesarios permite diseñar la estrategia de la

insurrección sin tregua que se lleva a cabo en el espacio doméstico:

Casi todo está muerto

y lo que queda

lo estás aniquilando con gran eficacia.

Te observo enteramente

Para aprender a transformarme de ser humano

en fiera

para sobrevivir en esta jungla

donde gobiernan los hombres como tú (p. 81).

En efecto, no queda más opción que luchar o morir ante el “aniquilamiento eficaz” de

lo que le queda de humano, en una jungla en donde reina la ley del más fuerte. Entonces se

acude a la misma estrategia yse utiliza la violencia que reanuda con la supuesta ferocidad del

mundo animal. De ahí la operación simbólica de la naturalización de la violencia que se

banaliza con la asociación simbólica humano/fiera.

Es la opresión doméstica y la frustración sexual que hace que la joven Ana María se

vuelva poeta:

“Yo no tenía la más mínima intención de escribir poesía”.

Su poesía es una denuncia, contra todo lo que le es “detestable en aquella relación de

pareja”. Y como lo dice ella misma, en el contexto de su vda conyugal surge su vocación de

poeta : “empecé a escribir poesía”273

.

273 Véase la entrevista con Aida Toledo: “Diálogo con Rodas” (2002) Enlace:

bama.ua.edu/~tatuana/numero1/yoestoy.pdf . Pero Ana María no está sola. Ella y su marido forman parte de un grupo

de pintores y escritores, entre los cuales existe camaradería y complicidad en lo que respecta a las lecturas, al

compromiso social y a los ideales revolucionarios. Su medio la va a disuadir para que no haga pública su

inconformidad sexual: “Mis propios amigos me decían no vayas a publicar eso porque eso no es poesía”. Sin embargo

Ana María no se deja intimidar y en una entrevista con motivo de los 30 años de Izquierda erótica dirá : “pero qué iban

a saber ellos, si estaban haciendo otras cosas”. En efecto, Izquierda erótica, además de ser una crítica de la vida

conyugal entre dos personas de izquierda que comparten un mismo ideal de justicia, es una sátira del momento político

que se vivía no sólo en Guatemala sino en toda Centroamérica y en el resto de América latina”. Ver el libro Las

Tupamaras de la socióloga uruguaya Ana María Araújo, París, éditions Des Femmes, 1980, en el cual da cuenta de las

vejaciones y maltratos psicológicos de los cuales eran objeto las mujeres en la guerrilla de su país.

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Con Poemas de la Izquierda erótica (1973) Ana María no sólo consagra la ruptura con

su pareja a nivel privado y a nivel político con lo cual se muestra que lo privado es también

público. Sus poemas trazan el camino que han de tomar las mujeres que integran los

batallones en las luchas revolucionarias de los 70 y 80 en América Latina.

Revolucionario: esta noche

no estaré en tu cama.

Que no te extrañe la subversión de amor

antiguo dueño.

Tú hinchas el cuero

y te preocupas tanto de problemas sociales.

No te fijas, farsante,

que en tu casa

calcas tan justamente

los modales del mejor tirano.

En este poema el yo poético compara al revolucionario con un tirano aún más cruel y

más sofisticado que los dictadorcitos sacados de las ficciones latinoamericanas de los 70. El

proyecto de esta especie de dictador no es la justicia social como vemos en los dos últimos

versos del poema: “Calcas tan justamente/los modales del mejor tirano”. Todo eso es una

farsa. El poder es lo único que le interesa. Este poema resume una letanía de exorcismo

popular de la época: “del revolucionario, líbranos señor”.

Esta expresión religiosa: “líbranos señor” con la cual se invoca la protección del

todopoderoso, traduce la desconfianza que se crea en torno a la imagen crística a la cual

contribuye la muerte del Che Guevara en 1967.

En efecto, Ana María Rodas toma conciencia de la especificidad de las relaciones de

género cuando declara que:

[…] no importaba cuán inteligente, cuán talentoso, cuán revolucionario, etcétera, pudiera ser

un hombre, de todas formas era machista y trataba mal a su mujer y se sentía con el derecho de

quemarle el rancho, como decimos nosotros.

El libro tuvo un sólo comentario de Roberto Paz y Paz porque, como ella misma lo dice, ”En Guatemala no hay

crítica”, y como en toda Centroamérica: o se hace elogio o no se habla del todo. El poemario “ Izquierda erótica” fue

condenado al silencio como le sucedió a Sor Juana Inés de la Cruz. Pero a pesar de todo, el libro continuó su propio

camino cumpliendo con la misión que le es propia : difundir la palabra. Y se difundió clandestinamente por América

central. En efecto, como lo constata la autora: “me di cuenta que ese libro era la voz de un montón de mujeres, porque

el caso mío no era un caso único era el caso de una cantidad de mujeres”. Por eso cuando se da en la Nicaragua de la

revolución sandinista el movimiento de mujeres que reivindican sus derechos y espacios de poder, se va a crear el

Partido Izquierda Erótica PIE formado por un grupo de escritoras nicaragüenses.

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Las expresiones “Tratar mal”, “quemar el rancho”, forman parte del campo léxico de

la vejación y aluden al terror, a la violencia del hombre en el espacio doméstico como medio

de control y de subordinación de la mujer. El terror es el arma clásica más eficaz de tiranos,

dictadores, conquistadores. Sin embargo, el yo poético expresa el deseo que recorre a la poeta

que no parece atemorizado y sin retención alguna dice lo que no se debe decir jamás. Que la

tiranía conyugal es la más inhumana, ya que limita, restringe la libertad de la compañera,

sobretodo en el contexto político centroamericano en el cual ella también lucha a muerte por

la libertad colectiva y por la justicia social. Y como en todo contexto dictatorial el yo poético

expresa la huida ya figurada en el poema antes citado en donde las expresiones “marcho al

exilio” para no terminar “en un charco de sangre” son escenarios cotidianos y como suele

suceder cada vez que el rebelde se enfrenta al déspota, al dictador, al señor feudal, al amo, al

dueño.

“Entonces el matrimonio empezó a hacer aguas y surgió Izquierda erótica”.

El testimonio de Rodas es elocuente en lo que respecta al origen de su poesía y su

profunda indignación con su vida de pareja:

Digámonos adiós.

Vete, no sientas pena

mi angustia

es menos

dura.

Tú huyes de ti mismo

Yo en cambio sólo huyo de ti.

El verbo “huir” conjugado en primera persona, el yo poético transmite la gravedad de

la situación que enfrenta la mujer que ante la amenaza de muerte no tiene otra alternativa que

escapar: “Yo en cambio sólo huyo de ti” (p. 70).

Aquí aparece identificado el enemigo mortal frente al cual se encuentra la mujer. La

solución por la cual opta parece evidente: “huir”. Una persona de género femenino

comprenderá lo que eso significa. Esa es la actitud concreta que deben tener en ese momento

de gran peligro los perseguidos por las dictaduras sanguinarias de América Latina274

. Sin

274 El verbo” huir” lo escuché en una de las mesas redondas de escritoras del “3er Simposio de escritura de mujeres

latinoamericanas en París, UNESCO, 14,15 de enero de 1992 en boca de la autora mexicana Vilma Fuentes: “El 3 de

enero de 1975, salí huyendo de México por el machismo”. Su declaración me pareció tan acertada que luego se lo

pregunté de nuevo en una entrevista que le hice. Su novio David que era muy celoso le destruyó un manuscrito: “me

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embargo, tomar una decisión tan radical como esta, en el espacio privado supone un nivel de

lucidez o de instinto de supervivencia muy grande y es precisamente a lo cual alude la autora

en su entrevista con Aida Toledo (2002):

Primero fue el grito de rebeldía. Como la erupción de un volcán: incontenible, quemante.

Vomitado por un núcleo central que alimentó la frustración de tantas mujeres durante la

historia del hombre. Luego, escarbando entre la lava, tomé conciencia de lo que ya sabía: que

en mí había erotismo. ¿Pero qué diferencia existe entre saber y tomar conciencia?275

.

La rebelión supone un proceso que pasa por la toma de conciencia, el rechazo de

cualquier tipo de vejación, la indignación y la huida. Pero dicho proceso es el resultado de un

contexto propicio. En las protagonistas de narraciones de escritoras centroamericanas el

proceso de liberación es apenas germinal. No se rompe el silencio, la rebelión es virtual,

permanece a nivel de monólogo interior. Los personajes están paralizados por el terror276

. No

pueden hablar, ni siquiera logran formular en su pensamiento la naturaleza de la opresión ue

las aplasta277

. El terror les impide indignarse y por eso se refugian en la locura o deciden

suicidarse278

como Helena Galindo y su madre Doña Isabel en No pertenezco a este mundo de

Ana María Britton (1995) , que es un grito de la desgracia de ser mujer279

.

El cura me dijo que era un deber someterme a mi esposo. No sabes cómo rogué que me viniera

ese ahogo, para que me dejara tranquila, pero fue en vano. Los pezones me arden de sus besos

y hace un mes que casi no duermo. Estoy cansada de fingir una felicidad que no siento y te

aseguro que a veces me provoca matarme para escapar de este yugo (p. 113).

Doña Isabel a la vez se enloquece por no haber instruido a su hija Elena Galindo sobre

lo que ella misma había vivido con su esposo Don José y las estrategias que había

desarrollado para escapar al yugo de la sexualidad conyugal:

Adujo toda clase de malestares, pasaba los meses con un trapo entre las piernas, cuidándose de

colorearlo con sangre de gallina de las muchas que las esclavas remataban en la cocina, para

quemó la novela antes de casarnos. Con una condición de amor; teníamos 18 años, éramos muy jóvenes. Nos casamos

en mayo del 68. Lo novela debió publicarse en el 67 según un contrato que había firmado en el 66. El ambiente era

espantoso. Vine huyendo del machismo. Las mujeres de 50 años no pueden encontrar a un hombre en México; es como

la mujer de 30 años de Balzac que ya era una vieja. Esta actitud podría parecer incongruente si se tiene en cuenta que se

trata de un lugar que se supone debe ser el espacio por excelencia en el cual la mujer tiene “seguridad” y “honra” que es

lo que motiva a Sor Juana Inés de la Cruz a optar por la vida conventual”. 275 Op. cit. entrevista con Aida Toledo, 2002 : Enlace : bama.ua.edu/~tatuana/numero1/yoestoy.pdf 276 Este no es un tema exclusivo de las Centroamericanas. En su estudio En Tono Mayor (1993), sobre “Relatos de

formación de protagonista femenina en Hispanoamérica”, la crítica literaria, María Inés Lagos (Washington

University), analiza el complejo proceso de crecimiento de la niña enfrentada al modelo ideal de feminidad de la

heterosexualidad obligatoria. 277 A esta lista se pueden agregar los personajes con nombre (Rosa y Ana Cecilia), o sin nombre de las narraciones de la

nicaragüense Rosario Aguilar (1938)que ha publicado: “Primavera sonámbula”(1964), “Quince barrotes de izquierda a

derecha” (1965), “Rosa Sarmiento” (1968), Aquel mar sin fondo ni playa” (1970), “Las doce y veintinueve” (1975),

“Siete relatos de amor y de guerra” (1986), La niña blanca y los pájaros sin pies (1992), La promesante(2000). 278 Véase al respecto No pertenezco a este siglo (1995), de Rosa María Britton, y “Agonice con elegancia” (1987) de

Irma Prego. Por no citar más que dos escritoras, ya que la lista es larga. 279 Rosa María Britton, No pertenezco a este siglo, Editorial Costa Rica, San José, 1995, 220 p.

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demostrar su incapacidad. […] ella se salvó de perder la razón con la triquiñuela de la sangre

prestada, pero su hija no había tenido la sagacidad de protegerse y ahora se encontraba

escondida en un mundo de tinieblas (p. 208).

La locura de ambos personajes es evidentemente el resultado de tanto vejamen. Pero si

la madre logró escapar de cierta manera, ella se enloquece ante la muerte de su hija por no

haberla instruido para sobrevivir a la tortura conyugal280

.

Aunque el yo poético vive esa misma tortura, utiliza la palabra para denunciar el terror

conyugal. Ana María Rodas, la poeta guatemalteca, después de consagrar esta insurrección

verbal contra la tiranía masculina en el espacio conyugal, muestra los mecanismos de

aniquilación del deseo femenino.

A ti te aterra

Hablar de estas cosas.

Las sientes, claro, pero sólo te carcomen

por dentro

Porque, cómo decir yo deseo?

Las mujeres no deseamos.

Sólo tenemos hijos.

Cómo puedes pedir a tu marido

Que te lama y te monte?

Eso no lo aprendiste en el colegio.

Y cuando él alcanza su orgasmo egoísta

No puedes gritarle

Yo no termino.

Ni puedes masturbarte

Ni buscarte un amante.

Para una mujer eso no es bueno.

El primer verso alude al origen del terror de la tiranía masculina. que proviene del

hecho de evocar el deseo femenino que ya está, supuestamente regulado, fijado para siempre,

para la eternidad y que debe ser “dominio inalterable y eterno de ley” como explica Judith

Butler (2005: 25).

280 Es la autoestima la que les falta a Doña Isabel y a su hija Helena Galindo, las protagonistas de la novela No

pertenezco a este siglo, (1991) de la escritora panameña Rosa María Britton . De eso mismo carecen las protagonistas

de los relatos de la escritora nicaragüense Irma Prego (1931-2001), Marita, del cuento “ Marita la culpable” (1987),

Morena Santana, del monólogo “Agonice con elegancia” (1996), Paula, del cuento “Otra vía para el amor (1987),

Carmela, del cuento “Una mujer llamada Carmela (1987), las burguesas sin nombre de los cuentos “Sólo por un pelo”,

(1987) y de “Almuerzo en Managua” (1987), la ingenua del cuento “Con fondo de tango”(1987), la india miskita del

cuento “La miskita y el panida” (1987) y Sofía, de la novela Sofía de los presagios (1990) de la escritora nicaragüense

Gioconda Belli.

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En efecto, en este poema se invalida algo que la doxa afirma a través de una fórmula

axiomática en donde se sugiere la elipsis: dicen que o se piensa que: “la mujeres no

deseamos.” Pero ante esta supuesta verdad elevada a rango universal cuando el personaje

reivindica lo contrario, el hombre se aterroriza. Porque el verbo “desear” en presente del

indicativo “yo deseo” sólo puede enunciarlo un sujeto de género masculino en una sociedad

como la Guatemalteca de los años 70; su formulación por un sujeto femenino es una

anormalidad, una desviación con respecto a las normas del género: la heteronormatividad281

.

Una aberración con respecto a lo que debe obligatoriamente sentir un cuerpo dotado de

aparato reproductor. El yo poético da cuenta del terror del hombre cuando la mujer le dice “yo

deseo” y no “yo te deseo” o simplemente “yo te amo” que es la formulación normatizada del

deseo regulado según la norma heterosexual del deseo femenino282

.

En efecto, la sexualidad femenina ha sido erradicada en aras de la reproducción y de la

procreación: “sólo tenemos hijos” (v. 7).

Es decir que el coito es simplemente un acto reproductor como lo es en el mundo

natural ordenado y programado definitivamente por la naturaleza biológica. La rabia de la

mujer es inmensa, como sugiere la palabra “gritarle” ya que lo único que le importa al varón

es su placer como se ve en la expresión “orgasmo egoísta”283

. Además denuncia las

281 Por lo general las mujers atribuyen la obligatoriedad del coïto a la pulsión del hombre que es, según ellas, superior a

la de las mujeres como se puede constatar en las encuestas de Montenegro (1998: 169): “De su parte las mujeres

dijeron que el problema del hombre es que 'padece más deseos' que la mujer y que los pleitos y conflictos ocurren por

no darles gusto. El machismo, el irrespeto a la falta de deseo de la mujer, la obligatoriedad de cumplirle al hombre

sexualmente y el ser tratada como objeto sexual y con grosería en la cama, fueron las quejas más comunes en los

grupos”. 282 Véase al respecto dos relatos que llevan por título “Amor” (1996) de Ana María Rodas y “Otra vía para el amor”

(1987) de la escritora nicaragüense Irma Prego que figuran en las colecciones Mariana en la tigrera (1996) y Mensajes

al más allá (1987) respectivamente. Ambos cuentos que ponen en escena la violencia masculina descarnada, son una

parodia de la dependencia femenina y del terror permanente por parte de los personajes masculinos, sin nombre en el

primero y Frank, marido de Paula, en el segundo. El terror es tal que la mujer se vuelve adicta. La protagonista de

“Amor” “llora como una magdalena” y Paula ingiere toda clase de calmantes para poder soportar escenas escalofriantes

como cuando le echa el té hirviendo en la cara cuando se encuentran en un restaurante en Sevilla: “Ella sintió de nuevo

el ardor y la misma humillación impotente de cuando él le tiró la taza de té hirviendo en la cara, al salir de Alicante

hacia Sevilla en ese viaje por Europa, para buscar la paz del hogar. Ella oraba iracunda, implorando capacidad de

perdón.” (p. 56).

Los personajes femeninos luchan frente a la incomprensión, la confusión que los desestabiliza profundamente. Las

protagonistas viven en un dilema que les impide tomar decisiones como sucede con el personaje de Poemas de

Izquierda erótica. Sus referencias le permiten comparar a su pareja con el dictador, poner en evidencia el despotismo

masculino propio de la relación heterosexual como lo apunta Judith Butler citando a MacKinnon: “la estructura

jerárquica de la heterosexualidad en la que se entiende que los hombres subordinan a las mujeres es lo que produce el

género” in La Ventana, nº 23/2005. ( p. 31). 283 Como se constata en encuestas realizadas con respecto al deseo femenino (Montenegro 2000: 171), existe la idea de

que en las mujeres el deseo es casi inexistente. A esto se suman los problemas del orgasmo femenino, que según lo

dicho por las mujeres informantes tiene que ver mucho con el apresuramiento, la falta de juego y la torpeza amatoria de

los hombres. Al respecto señala Mirna (40 años, secundaria): “Lo del orgasmo yo creía que sólo a mí me pasaba. Lo

que ella dice es cierto, conseguir el orgasmo tiene que ver con la pareja y que traten las dos partes, pero ellos son tan

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convenciones sociales según las cuales el placer sólo es bueno para los individuos de sexo

masculino: “Para una mujer eso (mismo) no es bueno”.

El pronombre demostrativo “eso” alude al carácter negativo del deseo femenino como

lo sugiere la expresión “no es bueno” ordenado así por la cultura. Además la educación

mantiene al sujeto en la ignorancia284

. La religión, la familia lo diaboliza285

. Todo le impide

su realización, se le impide desde la más tierna infancia explorar y descubrir su cuerpo,

prohibiéndole instalar los circuitos orgásmicos. El terror tiránico del hombre es un étodo

eficaz de sometimiento de la mujer que se somete impotent286

al ultraje, al uso y abuso de su

cuerpo:

Lavémonos el pelo

Y desnudemos el cuerpo.

Yo tengo y tú también

hermana

dos pechos

y dos piernas y una vulva.

No somos criaturas

Que subsisten con suspiros

Ya no sonriamos

Ya no más falsas vírgenes.

egoístas que ellos no quieren saber nada; él quedó satisfecho y ya está, mientras uno se queda con su dolor”. Sin

embargo, hay otras que prácticamente no han sabido lo que es un orgasmo en su relación de pareja, siendo ilustrativo lo

que dice Lorena (32 años, secundaria): “En mi caso, cuando yo me casé con él a mí nunca me sucedió (el orgasmo). Yo

tuve mis hijos y nunca me sucedió eso. A mí me sucedió hasta que tuve la última niña, pero hasta hace poco sentí a

como decimos nosotros lo que es ‘terminar’. Hasta esa vez yo lo sentí. Yo tuve mis hijos y los hice sin placer”. El por

qué las mujeres no suelen ser complacientes en la variedad de formas coitales se origina en una fuerte desconfianza

sobre la promiscuidad de los hombres, más que en el desamor o la falta de afecto. 284 La palabra “colegio” del verso “Eso no lo aprendiste en el colegio”, alude a la enseñanza privada. En Centroamérica

y en América latina por lo general las jóvenes de clase alta y media van a los colegios privados que por lo general son

de monjas. En su estudio sobre los relatos de formación de protagonista femenina en Hispanoamérica, María Inés

Lagos (1996), analiza el complejo proceso de crecimiento de la niña enfrentada al modelo de feminidad tradicional. 285 Al diabolizarlo lo regula como se puede constatar en la novela El detén (1977) de la salvadoreña Claribel Alegría

que significa escapulario que la monja le impone a Karen la adolescente de 15 años para alejar el mal, el deseo, que la

acecha. Karen ha sido expulsada por su madre de su hogar al ser víctima de abuso sexual por parte de Mark su amante.

El papel de la monja consejera consiste en regular el deseo hacia la sublimación por medio de la lectura y el trabajo

doméstico, como el aseo de la capilla. 286 La impotencia se puede constatar en las narraciones. Aclaro esto porque la antropóloga feminista Nicole Claude

Mathieu (1992) habla de “complicidad” de la mujer. Y es precisamente lo que Bourdieu (1998) y Butler (2005)

muestran: la formación del género dota al individuo de sexo femenino de comportamientos inconscientes orientados a

ratificar su inferioridad social. Además la violencia es tal que las víctimas se encuentran paralizadas como lo constata

Butler (2005): “con la imposición regulatoria del género se producen cuerpos adoloridos que llevan la marca de la

violencia y del sufrimiento”. ( p. 30).

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Ni mártires que esperan en la cama

El salivazo ocasional del macho.

Con el vocativo “hermana”, el yo poético arenga a las mujeres a abandonar la

sumisión y todo aquello que ellas hacen para significar su disponibilidad sexual y agradar a

los hombres y sobre todo acabar con su condición de mártires porque no se puede seguir

viviendo con el desprecio del varón con su acto coital cuya función distribuidora de genes,

como observamos explícitamente en el último verso con la metáfora: “el salivazo ocasional

del macho”.

Con expresiones como” salivazo” para significar “eyaculación”, sacado del

vocabulario popular masculino, Rodas rompe con la estética heterosexual y consolida una

palabra clara con respecto al largo balbuceo de las autoras que la preceden287

. “Estaba

aburrida de leer que las mujeres hablan del amor, las flores, la pasión pero de una forma tan

lírica, que ahí no había pasión sino cursilería.”

El lenguaje de Ana María Rodas es preciso, accesible, coloquial, eficaz porque además

expresa lo cotidiano y lo vital en las mujeres. Nombra las cosas por su nombre y si no lo

tienen les atribuye uno. Pero lo que es importante es que en vez de hablar del amor, habla de

su deseo frustrado y de lo que le impide su realización que son no sólo las normas sino

también el cónyugue que considera el placer como una prerrogativa de su género: “Con un

hombre talentoso, joven, revolucionario, que tenía exactamente los mismos defectos que tenía

el resto de los hombres que no eran ni talentosos, ni revolucionarios, ni jóvenes”.

Con esta amplia enumeración la poeta da a entender que lo común en el género

masculino, sin excepción de nivel de educación, de credo, de clase social, de color político, de

raza, es el terror que le produce el deseo femenino porque considera como un privilegio de su

género, como lo es, según Marx, la riqueza para las clases dominantes explotadoras.

287 En Centroamérica, en la primera y segunda década del siglo XX, las mujeres de clase alta entran en las contiendas

de los partidos tradicionales. Sus reivindicaciones sociales en partidos liberales progresistas son la enseñanza laica, el

divorcio y el voto. A principios de siglo, en Centroamérica, aparece la novela Blanca Olmedo (1903) de la hondureña

Lucila Gamero de Medina (1873-1964). Con ella se inicia la narrativa en la región. Lucila Gamero aborda el tema de la

prepotencia del poder masculino en la institución religiosa. Blanca es víctima de acoso sexual. La actitud del personaje

epónimo es de confusión y estupor.

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237

De esa explotación sexual y el terror que ello supone, surgen los Poemas de Izquierda

erótica (1973).

Este poemario evoca la opresión del mundo femenino por medio de un control estricto

de la pulsión para el cual no está contemplada la práctica del placer: que es buena para el

sujeto masculino y mala para el femenino. Al respecto Judith Butler (2005: 31) aclara que

fuera de esta oposición, el género no existe. De ahí que cite a MacKinnon que sostiene que

“no hay constitución del género, fuera de esta forma de subordinación y de explotación de la

sexualidad. Sin embargo esta explotación es vivida de manera inhumana, además fingiendo

placer que es una obligación para el entretenimiento y revigorización de la virilidad.

El Desencanto288

(2001)

No es por casualidad que casi 30 años después de Izquierda erótica (1973), en los

amaneceres del siglo XXI en Centroamérica aparezca el título El desencanto (2001) de la

escritora salvadoreña Jacinta Escudos que ofrece la temática de los relatos de su colección así

como sus dos epígrafes.

La palabra “desencanto” significa “acción de desencantar”. También denota “desilusión,

desengaño, decepción”. “Desencanto” es lo contrario de encanto. Es decir que el lector se

prepara para descubrir las acciones que conducen al desencanto y los sujetos y objetos

implicados en ellas.

El primer epígrafe se encuentra en la página cinco y alineado a la derecha en forma de

poema libre. La irregularidad del inicio de cada verso contrasta con la regularidad del final.

Fuiste un gusano

Devorando

Las entrañas

De mi corazón

Mientras

Yo fingía

Placer

288 En Centroamérica, en la primera y segunda década del siglo XX, las mujeres de clase alta entran en las contiendas

de los partidos tradicionales. Sus reivindicaciones sociales en partidos liberales progresistas son la enseñanza laica, el

divorcio y el voto. A principios de siglo, en Centroamérica, aparece la novela Blanca Olmedo (1903) de la hondureña

Lucila Gamero de Medina (1873-1964). Con ella se inicia la narrativa en la región. Lucila Gamero aborda el tema de la

prepotencia del poder masculino en la institución religiosa. Blanca es víctima de acoso sexual. La actitud del personaje

epónimo es de confusión y estupor.

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238

Este epígrafe es una suerte de amarga constatación, un memorial del horror en la cual

sobresale el verbo “devorar” que alude al sufrimiento. La joven es devorada literalmente por

el tú. Es devorada de manera sádica, de a poquito, como lo hacen animales rastreros como el

gusano con el cual es comparado el tú: “Fuiste un gusano”. Con sus acción devastadora el

gusano contribuye a la descomposición del objeto sobre el cual actúa.

La palabra corazón es una metáfora del sentimiento “amoroso”. El yo poético da

cuenta de la pérdida de los restos de humanidad que le quedan a la joven como son “el deseo

de afecto”, ya que ha sido mortalmente herida por un sujeto comparado a un gusano que la

aniquila sin piedad. El gusano aprovecha de la necesidad vital de la joven que finge cuando en

realidad sufre, como lo expresa el verbo fingir en primera persona “yo fingía placer”.

El verbo “fingir” hace alusión a una práctica femenina muy común impuesta por la

cultura. Ovidio lo recuerda en su Arte de amar, publicado en el año primero de la era

cristiana, ya que ordena “fingir placer” a las esposas durante el coito para festejar la virilidad

y el placer del esposo sin importarle lo que ellas sientan. La expresión “fingir placer” es una

expresión ejemplar de la fuerza de la violencia simbólica. Con la expresión “fingir placer” el

yo poético ratifica, legitima la dominación de la cual es objeto la joven. Fingir placer es para

Catherine MacKinnon (1995) la prueba evidente del poder masculino ya que con su simulacro

la mujer ratifica su virilidad y el placer asegurado de esta forma suprema de sometimiento. De

esta manera se perpetúa la dominación y la subordinación. Es lo que precisamente el

sociólogo francés, Pierre Bourdieu (1998:27) suele llamar la “subordinación erótica”. Es

decir, la magia del poder simbólico que “consiste en obtener lo que sólo se obtiene utilizando

la fuerza”289

.

En el épigrafe del Desencanto (2001) las diferentes significaciones de la palabra

“placer” nos permiten entender mejor el drama del yo poético. Para la palabra “placer” el

diccionario da las siguientes entradas, “alegría, diversión, entretenimiento, deleite, delicia,

fruición, goce, regalo, sensualidad, voluptuosidad”. En efecto el yo poético al fingir placer,

silencia el sufrimiento: desagrado, tristeza, descontento, dolor, odio y hasta repugnancia que

le procura el sujeto que lo devora. Es importante constatar que en el título El desencanto

traduce un deseo solapado de denuncia e indignación.

289

La traducción es mía.

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239

El segundo epígrafe es revelador de este proceso aunque lento de insubordinación del

yo poético, como se pudo constatar en los poemas de Izquierda erótica iniciado más de una

década antes y sugerido enel título de uno de los poemarios de A M. Rodas: La insurrección

de Mariana (1993). En El Desencanto (2001) el temor subsiste y continúa paralizando a las

protagonistas.

“Hay gente que tiene miedo de hablar sobre sus cosas.

Espero que yo no tenga miedo para decir las mías.”

En la primera frase la palabra “miedo” remite al estado de terror en el cual se encuentra

el sujeto que desea rebelarse. Pero en la segunda frase con el verbo “Esperar” seguido del

modo subjuntivo, el sujeto sugiere la duda frente a la realización de su deseo. El lector no

sabe si ese deseo finalmente “hablar sobre sus cosas”, se hará realidad.

En el segundo epígrafe el lector descubre que se trata de un personaje femenino que

además sufre de inseguridad como la mayoría de las protagonistas de Escudos y de las demás

escritoras que no pueden hablar de sí mismas como lo sugiere la expresión “decir las mías”.

Hablar de lo suyo, de lo íntimo es un tabú. Transgredir ese tabú supone un gran esfuerzo, para

vencer el miedo de la censura que supone vulnerar la norma del silencio como lo hace casi 30

años antes la poeta guatemalteca Ana María Rodas (1937) en su poemario emblemático

Poemas de izquierda erótica (1973).

Arcadia es el nombre del personaje femenino de los relatos de la colección El

desencanto. Este nombre remite a la mítica Arcadia, un pueblo de pastores de la Grecia

antigua convertido por los poetas en símbolo de inocencia y felicidad. En El desencanto la

protagonista es todo lo contrario de lo que sugiere el simbolismo original de su nombre.

Arcadia es ingenua y sufre. En efecto, Arcadia ha interiorizado los comportamientos

impuestos al sujeto de sexo femenino en vista de la construcción de la heteronormatividad.

Arcadia busca la felicidad que es promovida por el aparato simbólico del imaginario

conformado por mitos, cuentos y leyendas. Pero la realidad es todo lo contrario de lo que

promueve el imaginario. El sufrimiento de Arcadia es el efecto de la ignorancia en la cual ha

sido educada con respecto a su cuerpo y a la sexualidad y al papel que le toca desempeñar en

la sociedad.

Fingir: El placer de la dominación.

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240

Para que la pareja dominante/dominado exista, es necesario que el sometido ratifique en

todo momento su conformidad por medio de disposiciones propias como la pasividad, el

silencio y aún mejor, por medio de la franca complacencia es decir de una suerte de

servilismo.

En el cuento “Bla, Bla, Bla” (2001), onomatopeya que significa hablar por hablar, que es

por lo general una actitud que se les achaca a las mujeres, J. Escudos pone en escena una

tendencia muy femenina de agradar al hombre, tendencia que se instala en el sujeto después

de la adolescencia según Hélène Deustch (2002: 48) en su estudio sobre la psicología de la

mujer: “La joven abandona su agresividad en parte a causa de su debilidad, en parte a causa

de los tabús de su medio y sobre todo a causa de la recompensa: el regalo del amor.”

El deseo femenino de agradar por las múltiples razones evocadas, inferioridad física,

presión cultural, supone una serie de mecanismos que el personaje pone en marcha para

alcanzar su objetivo primordial: el reconocimiento. Porque, como vimos, no se trata de

agradar por agradar. El deseo de agradar es el punto de partida de una transacción con la cual

el personaje obtiene reconocimiento o lo que de manera común se suele llamar “afecto” o

“amor”.

En efecto Arcadia, en el cuento “Bla, bla, bla”, comenta con su amiga de qué manera tiene

que actuar por razones de seguridad física, por obediencia a las normativas culturales

heterosexuales para ser apreciada, reconocida por los hombres y para sentirse existir: “He

dormido con muchos hombres para no dejar de gustarles” (p. 45).

El verbo “dormir” denota una disponibilidad incondicional que necesariamente conduce al

servicio sexual. Esta disponibilidad tiene un costo muy alto para Arcadia como lo deja

entrever la pregunta de su amiga: “¿No sientes algo así como Asco?” (p. 45).

La respuesta afirmativa de Arcadia va acompañada de una descripción detallada de lo

que le toca aceptar a través del uso de la perífrasis verbal en donde el verbo en infinitivo

aporta el contenido léxico del trabajo sexual: el verbo “dejarse” (es decir consentir)

acompañado de los infinitivos: tocar, besar, desnudar, penetrar, etc, traduce el trabajo

orientado a la complacencia llevada a cabo por Arcadia de manera consciente. En esto reside

el secreto del supuesto éxito de Arcadia con los hombres como se puede ver en el cuento Las

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Listas en el cual hace con su amiga un balance comparando la cantidad y el tipo de hombres a

los cuales les ha servido sexualmente.

En la serie “Bla, bla, bla”, Escudos (2001) pone en escena la amistad entre mujeres

que es una etapa necesaria para la emancipación femenina ya que la rivalidad entre ellas ha

sido la base de su opresión (Palma, 1985): “La mujer es cuchillo de su propia carne.”

Este proverbio traduce esta enemistad arquetípica. La división producto de la rivalidad

entre mujeres ha sido y sigue siendo una base importante sobre la cual reposa el poder

masculino. En esta serie podemos constatar cómo las jóvenes intercambian experiencias

denigrantes que rozan con la tortura en su relación heterosexual.

En las novelas y cuentos estudiados hemos podido constatar cómo funciona la

violencia simbólica cuya especificidad consiste en pasar desapercibida (Bourdieu, 1998) y por

medio de la cual se ratifica de manera permanente la dominación masculina. La inhibición de

la pulsión femenina en sus formas parciales y sobre todo en su forma total o descarga

orgásmica es el objetivo fundamental de la violencia simbólica. En los personajes femeninos

es la causa de la inestabilidad permanente, moral, psicológica y física. Educada en la

ignorancia de su cuerpo y en la diabolización del deseo y la práctica del placer, así como en la

exacerbación de la maternidad a tal punto de hacerla aparecer como algo natural como en el

poema de A.M. Rodas (1937), la mujer ha representado desde el comienzo de la humanidad,

el estado más perfecto de la esclavitud. A tal punto que su cuerpo no le pertenece ya que le es

ajeno. Y su esfuerzo constante está orientado a obtener seguridad290

.

Pero la pulsión es indestructible a pesar del esfuerzo cultural desplegado para

destruirla, para inhibirla por medio de mutilaciones, decretos y condenas. La ruta del

reconocimiento del deseo es larga y sinuosa. Cuando logra evadir la censura y manifestarse, el

deseo puede tener varios tratamientos según la época y el lugar. Puede ser rechazado cuando

no es literalmente diabolizado como sucede con el personaje de la novela Primavera

sonámbula (1964) que termina perdiendo la razón por el asedio del deseo considerado como

algo diabólico. La joven recobra la razón cuando termina por asumir las disposiciones propias

de lo femenino. Es decir, cuando identifica su destino social: reproducción/maternidad. La

290 Pienso que se puede elaborar una historia del reconocimiento de la pulsión femenina que además es fundamental

para el proceso de emancipación femenina con respecto a sus propias disposiciones adquiridas por inculcación durante

la infancia y puestas en práctica durante su socialización.

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joven se inspira en la naturaleza naturalizando lo social. Es así como descubre la importancia

del otro en su misión colectiva.

2. Redención del deseo femenino: Monja de clausura (1996)

La pulsión femenina con fines estrictamente reproductivos, al servicio de la especie,

comienza a ser cuestionada en voz alta. Los escritos femeninos que expresan de diversas

maneras este hecho permiten llevar a cabo un trabajo arqueológico del imaginario y elaborar

una historia del reconocimiento del deseo y del aprendizaje del placer femenino. Con Poemas

de izquierda erótica (1973) se puede pasar de la noción de destino/natural, a la noción de

cultura/adquisición.

La destinaron/teatralmente como si no fuera eso algo natural/

a parir hijos

y en ese menester aprendió el placer: su destino 291

.

El verbo “destinar” supone la idea de fijar, determinar la aplicación de una idea o cosa.

También alude a la idea de imposición que en este caso es la procreación: sin embargo el

sustantivo “destino” del último verso sugiere el encadenamiento necesario y desconocido de

los acontecimientos, según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia292

. “El

placer” es el resultado de un aprendizaje silencioso nos dice el yo poético. Sin embargo con la

palabra “destino” también se alude al manejo de un conocimiento que permite una práctica

casi automática, como es usual en la producción del placer masculino. Con ello el estatus fijo

del deseo no es definitivo. La práctica del placer es el destino del deseo humano tanto

femenino como masculino. El deseo femenino deja de ser utilizado únicamente para fines

reproductivos. Hay una disociación entre sexualidad y reproducción, sin embargo el servicio

sexual continúa tal cual en el medio centroamericano de las protagonistas estudiadas. Pero la

mujer empieza a huir de su verdugo como lo muestra el yo poético en Poemas de izquierda

erótica (1973). El placer aparece como el resultado inmediato de la manifestación de la

tensión libidinal como lo plantea el psicoanálisis293

.

291 Verso “Dichosa ella…” del poemario El fin de los mitos y los sueños”, (p. 45). 292 Véase al respecto el enlace : buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?LEMA=g - 11k 293 Es decir que la libido deja de ser desviada de su objetivo normal como lo recuerda Freud en su Conferencia XXXII

(1933). El constata que esta desviación produce ansiedad, y trastornos. Véase al respecto la cita de Jacques André en su

Prefacio a la edición en francés del libro de Freud Inhibition, symptôme et angoisse, p. VI, Paris, Puf, 1993, 88 p.

La psicoanalista española Silvia Tubert en su libro Lasexualidad femenina y su construcción imaginaria, (Madrid,

Ediciones El arquero, 1988, 250 p.) aclara que la “pulsión no tiene un objeto fijo, el objeto se encuentra radicalmente

cuestionado en su especificidad. Si lo sexual es reprimido, es precisamente porque la pulsión no le facilita la

determinación del objeto”. (p. 22). Luego nos muestra que no existe una regulación como sucede con el instinto animal:

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En el cuento “Monja de clausura” de la colección Mariana en la tigrera (1996) la

poeta A. M. Rodas pone en escena con una poética propia de lo mágico y lo misterioso, el

impacto del deseo femenino que se manifiesta impetuosamente en el espacio en ruinas de un

convento de capuchinas.

Un grupo de turistas guatemaltecos se dedica a visitar los templos y los conventos de

Antigua. En esos lugares abiertos al público se descubre toda clase de curiosidades

relacionadas con la vida conventual. Los claustros han sido considerados como lugares de

encierro de suplicio y de castigo para las mujeres que se rebelan contra el orden heterosexual

de la vida conyugal.

En el relato Monja de Clausura, el nombre de la protagonista, Inés, nos recuerda a la

ilustre poeta de la época colonial. Sor Juana Inés de la Cruz ingresa a las órdenes religiosas

con el fin expreso de realizar dos de sus sueños más anhelados, estudiar y escribir. Para ello

nada mejor que integrar el mundo conventual: “yo no sentía vocación alguna” (p. 60).

Para Juana de Asbaje, estudiar y escribir son dos prioridades para su existencia,

actividades intelectuales reservadas esencialmente a los hombres. Inés en cambio es una

mujer convencional, un ama de casa doméstica, marcada por el sufrimiento de una vida

conyugal tradicional:“maniatada por las convenciones. Encerrada para siempre entre las

buenas costumbres. Atrapada. Para siempre. Empantanada en esta sensación de impotencia,

reprimida” (p. 65).

A pesar de la falta de libertad de la protagonista, su nombre sugiere una insólita

filiación entre ambos personajes. Sor Juana Inés sabe que su deseo es estudiar, es disponer de

su tiempo, es sublimar la pulsión considerada diabólica. Mientras que nuestra, Inés de papel,

descubre cuatro siglos después que el convento es un refugio del deseo sonámbulo alojado en

columnas y paredes de un convento de capuchinas en ruinas de la célebre ciudad de Antigua,

Guatemala. Refugio de aquellas mujeres que supieron identificar el deseo a través del acto

creador. Es decir que se dedicaron a sublimar la pulsión.

El cuento “Monja de clausura” pone en escena la revelación del deseo de Inés. En

efecto durante la visita, Inés deambula por diferentes lugares. Y mientras la guía habla de

voces extrañas y de una rara acústica en el convento, Inés escucha algo inusual: “Una serie

“Y decir que en el comienzo de la vida sexual se puede obtener placer sin recurrir a un objeto externo, equivale a

enunciar que no existe ninguna vía preformada que oriente al sujeto hacia un objeto determinado”. (p. 22).

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entrecortada de gemidos y jadeos me erizó la piel, como cuando un hombre le pasa a uno con

suavidad los dedos por los pechos” (p. 66)

“Gemidos”, “jadeos” “sensaciones extrañas”, “se me erizó la piel” desestabilizan a

Inés que ha aprendido desde muy niña a hacer frente a esos estados: “hice, con el pulgar y el

índice, la señal de la cruz, como cuando era pequeña y la oscuridad de mi cuarto me hacía

pensar en el diablo” (p. 66).

Como toda mujer decente, Inés se siente aturdida, en peligro como se ve en el uso de

los sustantivos “oscuridad”, “diablo”. Pero rápidamente el peligro se transforma gracias a la

palabra “milagro” en boca de la guía. Las voces, la acústica inusual desencadenan sensaciones

corporales inesperadas: “caminé entre la tierra suelta del piso de la iglesia en ruinas, perpleja

y excitada” (p. 52).

El milagro se produce, Inés entra en comunicación con su cuerpo que hasta entonces

había sido su enemigo: “Yo, construida a pedazos, luchando contra la carne” (p. 52).

Inés deja de considerar su cuerpo como un enemigo que es necesario combatir

“luchando contra la carne”. Y de pronto le da unidad a los pedazos sueltos de su ser. Y se

reconstruye. Esta unidad pasa por el rechazo del carácter diabólico de su deseo. Lo que siente

Inés no es diabólico, no es maléfico, sino que forma parte de un orden sobrenatural: “Yo

quería levantarme y regresar al muro para sentir otra vez las delicias del deseo” (p. 25).

La palabra “delicia” sugiere el exquisito bienestar que le procura el deseo. Inés

descubre el infinito goce de su cuerpo. Decide renunciar a su absurda condición de “mujer

casada”. Sus sentidos se abren poco a poco, capta la voluptuosidad del placer, de la naturaleza

en la cual se integra: de los colores de las flores, del coro celestial. Descubre la libertad de las

flores, la belleza de sus colores y sus perfumes, el mariposeo y el ronroneo de una naturaleza

en eterna primavera. Y explota.

No aguanto más, me quito los zapatos y sintiendo la desfachatez del piso enlosado que va

lamiendo las plantas de mis pies, me acerco al muro, a la columna esa, la prohibida, y froto

contra ella los botones erguidos en las puntas de mis pechos, la hendidura quemante que llevo

entre las piernas, esas piernas que se raspan con lo áspero de la tela, y me muero, entre

gemidos y susurros, por sentir una vez, aunque sea una sola vez, la barba acariciante de un

hombre que abra mis piernas y sepulte, entre esos labios, su lengua de serpiente larga y

movediza (p. 66).

Con la acumulación de los términos “barba acariciante”, “lengua de serpiente larga y

movediza”, “sepultar entre esos labios”, se acelera la acción para sugerir el placer orgásmico

producido por una serie de caricias en los grandes labios y en el clítoris.

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La acción acompañada de términos claros sacados de referencias bíblicas elimina toda

posibilidad de confusión por parte del lector. La expresión “barba acariciante” evoca al varón.

La “lengua de serpiente larga y movediza” alude a la escena del paraíso del génesis en la que

Eva encuentra a la serpiente que la tienta para que coma el fruto prohibido. En lugar de

manzana, la lengua lame “esos labios” que aluden a los grandes labios de la vulva que nunca

se nombran aunque los términos existan en los libros de anatomía294

. Esos labios carnosos son

el fruto prohibido que la serpiente le revela a Eva con su larga lengua. Eva prueba el placer:

“La serpiente me sedujo”. (Génesis, II)

Pero ante la interpelación de Dios, que le pide dar cuenta de sus actos y la acusa de

haber pecado, de haber conocido el placer, ella se siente confusa: “Te someterás al deseo del

hombre y él te dominará”. (Génesis, II)

Dios la condena a una vida de dolor con un trabajo reproductor de sometimiento, al

deseo del hombre.

Esta escena evoca los amaneceres de la humanidad. Es decir el salto mortal que se

opera biológicamente en la hembra animal y del cual resulta la hembra humana. Con la

pérdida del programa biológico, del estro, que asegura el ritmo reproductivo en la hembra

animal y su disponibilidad periódica, el macho tiene que utilizar la fuerza para asegurar la

inseminación de la hembra humana que queda expuesta de manera permanente à la pulsión

del macho. La humanidad arranca en la incertidumbre y para evitar su extinción elabora un

programa cultural que asegure la disponibilidad de la hembra, necesaria a la distribución de

genes por parte del macho humano. Es gracias a esta mutación biológica del programa

genético que asegura la disponibilidad de la hembra animal que, según el antropólogo francés

Claude Levi-Strauss, aparece el lenguaje295

.

Pero la confusión la invade, la culpabilidad la acosa como lo muestra la palabra:

“lujuria”. Sin embargo el deseo es más fuerte. Sus resistencias ceden. Se hunde en la cripta y

frente a un Cristo se siente de nuevo invadida por las olas del deseo: “Con qué mezcla de

294 En el diccionario de la Real Academia Española no existe aún el término. Sin embargo aparece la palabra clítoris

para situar este órgano del placer del sexo femenino en el aparato genital: “pequeño órgano eréctil situado en la parte

superior de la vulva”. No se hace ninguna alusión a su función fundamental. 295 Como en el mundo animal, el macho humano continúa utilizando la fuerza mientras se pone en marcha el lenguaje

para inculcar desde la infancia el comportamiento sexual de la hembra. Es así como el trabajo reproductor se naturaliza

por medio de códigos culturales. Ese proceso histórico al automatizarse se naturaliza. La distribución de genes por parte

del macho será el imperativo primordial de una humanidad incipiente. Véase al respecto el artículo de Levi-Strauss

(1998) : Sexualidad femenina y origen de la sociedad : http://www.letraslibres.com/revista/convivio/sexualidad-

femenina-y-origen-de-la-sociedad

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dolor y de deseo lo vi hundirse entre mi vientre (…) Profanación, pensé más tarde, cuando por

mis piernas escurría la leche de su sexo” (p. 67).

“Dolor” y “placer” se interponen a la realización del deseo femenino. Como se ve en

estas palabras que aluden al sufrimiento que como constata Judith Butler (2005: 30): “Los

cuerpos llevan las marcas de la violencia y el sufrimiento de la practica coital impuesta, que

supone la imposición regulatoria del género”.

Entonces se da en la protagonista un proceso de integración de su cuerpo desarticulado:

Inés se reconcilia con su cuerpo escindido. Además aprende a escucharlo, a comprender sus

mensajes gozosos. Inés explora ese territorio del placer considerado pecaminoso para la

cultura y para el cual el dogma cristiano ordena su eliminación296

. Inés no sólo acepta el

placer sino que se vuelve aficionada, y poco a poco aprende a manejarlo como lo muestran las

expresiones positivas ligadas a las sensaciones voluptuosas al dar cuenta del estado de

inconsciencia en la que se hunde la joven como resultado de la caída brutal de la tensión

libidinal: “Volví en mí” (p. 66).

Esta expresión alude al goce orgásmico. Entonces aflora un caudal de fantasías en su

mente en medio de un estado febril y alucinante. Es así como se ve arrodillada frente a un

altar pero no para hacer penitencia: “desde el cual me miraba de reojo, cómplice, un Cristo

que agoniza eternamente clavado en una cruz” (p. 66).

Inés toma conciencia de la importancia de las sensaciones que le emiten sus sentidos:

de la importancia del deseo, de los misterios gozosos de su cuerpo que le permiten entender el

carácter sobrenatural de la sexualidad femenina: “que los caminos de Dios son misteriosos”

(p. 66).

Puesto que es en un monasterio en donde se le reveló el deseo reprimido, el placer

sexual para Inés adquiere una dimensión divina, en el sentido gozoso del término como le

sucedió a la Santa de Ávila y otros místicos cuyos escritos contribuyeron al conocimiento de

los mecanismos psíquicos de la sexualidad.

Después de este viaje iniciático al mundo de la fantasía erótica, Inés siente pena de

volver a su lugar de reclutamiento habitual: el espacio privado de la vida doméstica. Pero

296 Para el sujeto masculino se receta templanza que es una virtud cardinal que consiste en reprimir los apetitos es decir

la continencia, la moderación.

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comprende que puede volver en sueño, por medio de la imaginación al lugar donde se le

reveló el placer: los “ojos oscuros” del redentor “incendiaron mi piel” (p. 66).

El reconocimiento del deseo es en sí un conocimiento, de ahí que Inés opte por el

bienestar de su cuerpo y el rechazo de la cópula y de su carácter estrictamente reproductivo :

“No he de amamantar a nadie más de hoy en adelante” (p. 67).

Inés ha tomado conciencia de la esclavitud del trabajo sexual y reproductor como

connota el verbo “amamantar”, y se siente como una sobreviviente: “rescatada, redimida,

salvada del agostamiento prematuro, la mustia castidad forzada” (p. 67).

Inés es iniciada, no por casualidad, en la práctica el orgasmo: “escuchando su cuerpo

con el deseo embravecido en un lugar de silencio” (p. 67).

Este cuento es otra pieza más con la cual se consagra la ruptura del canon literario en

Centroamérica. A.M. Rodas pone en escena el proceso de apropiación del cuerpo y del deseo

inhibido en el espacio doméstico. La liberación de la expresión “deseo embravecido” se lleva

a cabo en un espacio considerado por la doxa como un lugar de suplicio. Para ello el

personaje rompe con los estereotipos en torno a la pulsión y al orgasmo. El deseo ha perdido

su carácter negativo y diabólico para convertirse en expresión de lo divino, sobrenatural, es

decir imperioso y lo bueno por excelencia. La identificación del deseo aparece como un acto

liberador que permite romper con los estereotipos culturales que han privado de sexualidad a

la mujer. De ahí la idea de redención en un espacio que alberga a mujeres que se rebelan

contra el suplicio de la vida conyugal.

En este cuento además aparece la idea de la autonomía del deseo femenino que mitos y

cuentos han hecho depender del hombre como el de la “Bella durmiente” o del mismo

psicoanálisis según Helène Deutsch (2002: 201):

El despertar de la vagina a su plena función sexual depende enteramente de la actividad del

hombre; es esta ausencia de la actividad vaginal espontánea el fundamento fisiológico de la

pasividad femenina”297

.

Las expresiones “despertar de la vagina” y “actividad vaginal” nos muestran la

asociación biológica entre reproducción y sexualidad estrechamente ligada en el aparato

genital del hombre. Esta propiedad biológica masculina ha sido utilizada para explicar la

sexualidad de la hembra humana por los mitos, las religiones, las ciencias la anatomía, la

297 H. Deutsch, Psychologie des femmes (2002: 201): «L’éveil du vagin à sa pleine fonction sexuelle dépend

entièrement de l’activité de l’homme; et cette absence d’activité vaginale spontanée constitue le fondement

physiologique de la passivité féminine». La traducción es mía.

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medicina y el sicoanálisis. Según Deutsch la mujer nunca se ha interesado en obtener placer, y

su misión ha consistido en dar felicidad al hombre. Además para ella, del hombre depende el

despertar del orgasmo femenino. Ella sería en todo caso la responsable de su propia anestesia

sexual. Es así como lo declara que existe frigidez y una inhibición sexual permanente de la

mujer.

La supuesta inhibición sexual femenina es así desmontada por la protagonista del

cuento. Es sabido ya que la mujer no sólo nunca se erotiza, puesto que se le impide desde la

infancia. Además su deserotización se logra de manera definitiva a través de la imposición del

coito. El clítoris, órgano por excelencia del placer femenino es considerado por Deutsch

(2002), en consonancia con su maestro Freud, como un órgano rival de la vagina que se

apropia de las sensaciones de la vagina. Según Freud, el clítoris es el responsable de la

frigidez de la mujer es decir de su insensibilidad vaginal. Para el psicoanálista, la vagina es un

órgano enteramente especializado en la producción del placer femenino. Sin embargo según el

sexólogo Xavier Boquet, la vagina es un receptáculo para la reproducción por consiguiente

“inerte”298

. Si fuera tan sensible como afirma Deutsch (2002), la expulsión del producto

durante el parto no sería posible. La socióloga norteamericana Share Hite (2003), aclara que

el clítoris es el órgano por excelencia del placer femenino, ya que en el convergen más de

8000 terminaciones nerviosas, dos veces más que en el aparato genitor masculino. Para la

socióloga norteamericana el pene es un órgano inapropiado para estimular el orgasmo

femenino299

.

3. El celibato femenino como modelo del individuo moderno : La soltería: el

largo camino hacia la construcción de una sexualidad femenina

Cuando la madre y su medio inmediato no cumplen con su misión que consiste en

controlar e impedir que la niña descubra, explore y experimente su sexualidad a través de la

conexión de los circuitos orgásmicos, así como todo deseo de autonomía, la niña no puede

espontáneamente cumplir con su misión social. La soltería es entonces una de las

consecuencias nefastas de una supuesta relación fusional madre/hija. C. Eliacheff y N.

Heinich (2002) hablan de una suerte de “incesto platónico” catalogado como una falla

298 En su secuencia en Youtube, la compara con una bolsa de plástico. Véase al respecto : « L'orgasme féminin, Les

deux sortes d'orgasmes »: http://www.youtube.com/watch?v=0CnwTeltuvw 299 Véase el artículo de Shere Hite, “Ciencia sin sentido”, El país Semanal N° 85, 5 de Enero de 2003.

www.ehu.es/sarrikosolidario/temas/hitecien.htm.

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materna. El amor, la complicidad, la empatía, la valoración conducen a la independencia y al

deseo de libertad como en todo sujeto masculino.

Para una mujer el celibato es una liberación. Es simplemente un rechazo de servir al

hombre: “Es mejor vestir santos que desnudar borrachos”.

Este dicho popular es una manera de legitimar la soltería a la cual las mujeres de las

clases altas en un comienzo tienen acceso, en las órdenes religiosas300

. La expresión “vestir

santos” remite a la ocupación por la cual optan las mujeres que deciden permanecer solteras.

Por lo general, en un comienzo, las mujeres solteras permanecen vinculadas a la vida

parroquial y se dedican a hacer de manera voluntaria toda clase de oficios domésticos y una

serie de actividades femeninas importantes en la iglesia como la limpieza misma de esos

espacios de gran dimensión así como el lavado y planchado de ornamentos de santos y del

mobiliario de la iglesia: cortinas, manteles y ropas de los religiosos. También se encargan de

su decoración como las flores, la fabricación de las ropas utilizadas en los rituales por los

curas como las casullas, las sotanas en las cuales el bordado y el tejido son fundamentales.

Dedicarse a la iglesia, es decir “vestir santos”, es una actividad prestigiosa que goza de

reconocimiento social. La expresión “desnudar borrachos” alude al servicio de poco valor al

que se dedica la mujer doméstica en el espacio privado.

Esta opción reciente en la historia resulta de la valorización de la niña gracias a las

condiciones económicas familiares.

La niña Pina:“Las niñas Lacayo”

La seguridad económica le confiere a la mujer una cierta libertad. Es esta opción que

pone en escena el cuento “Las niñas Lacayo” (1989) en donde en una familia perteneciente a

300 Es bien sabido que los conventos en Europa se crearon para las jóvenes rebeldes de la aristocracia que rechazaban el

matrimonio. En la Edad Media y hasta hace poco no existía un estatus social para la mujer fuera del matrimonio (En

1212, Santa Clara de Asis hermana de San Francisco de Asis funda la primera orden religiosa femenina). Para

conservar el control de esas mujeres “fuera de ley”, las congregaciones religiosas las albergaron durante mucho tiempo.

Esas jóvenes que se rebelaban contra su destino reproductor se dedican a la educación y a la vida religiosa. Los

conventos son los primeros lugares de liberación femenina. Es allí donde aparecen los primeros escritos de mujeres

como lo constata Yvonne Pellé-Douël, (1976): “Les ordres féminins ont été une des premières options des classes

supérieures pour affirmer une valeur propre de la part des femmes, au-delà de la fonction biologique à laquelle elles

étaient vouées. Les couvents sont des refuges où les femmes se retranchent “pour nier en bloc leur caractère d’outil ou

de valeur marchande et de témoigner des valeurs transcendantes de la transmission pure et simple de l’idéologie, ainsi

que d’accéder de façon solennelle à l’unicité de leur relation avec dieu”. Yvonne Pellé-Douël, Etre femme, Paris, Seuil,

1976, 157 p. Véase enlace sobre Santa Clara de Asis : denunciaprofetica.blogspot.com/2012/08/santa-clara-de-asis.html

El celibato es según Pellé-Douël el testimonio del proceso de valoración de la mujer: “La fin essentielle de la femme

n’est pas l’homme ni la maternité. Elle n’a pas besoin de lui pour être efficace dans la société. Ces femmes optant pour

le célibat montrent que la femme n’est pas un instrument, un alibi, un objet, un être complémentaire pour l’homme-

sujet, (Palma 1988: 325).

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la clase alta “de la oligarquía recalcitrante de la pequeña ciudad colonial”, con cinco hijas

solteras que representa una situación fuera de norma. El término “niña” del título alude a la

situación familiar de la hija que, tal un infante sin actividad genital, continúa dependiendo de

sus progenitores. La palabra “niña” tiene una connotación negativa y traduce el sarcasmo por

parte del narrador que alude a una tara familiar y social.

La soltería a mediados del siglo XX en la sociedad mestiza nicaragüense, era una

ofensa al orden establecido que sólo las clases superiores podían permitírse iniciando una

práctica que con el tiempo entraría en la norma, debido a la inevitable valorización del

individuo de sexo femenino como consecuencia del progreso de la medicina y de la

modernización de la sociedad bajo la influencia de la sociedad norteamericana que también

era considerada nefasta. Este prejuicio lo comparte el narrador como lo veremos enseguida.

En efecto las cinco solteronas cultivaban el ocio que les permitía su bienestar

económico:“habían heredado fortuna en tierras de pastoreo y se pasaban la vida comiendo

delicias”.

Su vida de placer, a la cual alude el sustantivo “delicias”, era tal que se dedicaban al

cuidado de su ego y a la preservación de su autoestima: “Tenían una vanidad descomunal y un

orgullo siniestro”.

“Vanidad” y “orgullo” aluden al nivel de independencia de las cinco solteras. Para

colmo de los males pasaban conspirando contra el orden establecido: “averiguando la vida y

milagros de toda las gentes de la ciudad”.

El hecho de hablar al cual alude el termino “averiguar” remite a la idea segú la cual las

mujeres hablan demasiado La mujer está abocada a guardar silencio, como sugiere el refrán

“Calladita te ves más bonita”, visto anteriormente, cuya función consiste en ordenar y orientar

la subordinación femenina. La mujer debe invertir todas sus energías en la seducción que es la

forma por excelencia de reconocimiento de la dominación masculina. Bourdieu (1998: 66)

recuerda que la seducción es una de las armas débiles de las mujeres, que permite reforzar las

relaciones de dominación simbólica.

En el cuento “Las niñas Lacayo” (1987) “la niña Pina”, la menor de las cinco es el

chivo expiatorio por ser particularmente pretenciosa: “Llegó a quedarse soltera, a pesar de su

indiscutible belleza e ingenio, porque nadie era digno en la ciudad de su cuidada mano

blanca”.

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La “belleza indiscutible” se vuelve peligrosa cuando la mujer no la utiliza en la

seducción como lo hace la niña Pina. La mujer debe utilizar todos sus atributos para seducir a

un hombre que le permita cumplir con su obligación social: la maternidad. El narcisismo

exacerbado y la consolidación de la auto-estima, es decir, el hecho de autorizarse el placer,

que es una prerrogativa masculina como lo recuerda Saz (1990: 167), son los defectos que se

le achacan a la soltera como se sugiere en el cuento “Las niñas Lacayo” (1987) quienes se

complacen en ratificar en todo momento su superioridad económica, cultural y racial. La

“niña Pina” no sólo disfrutaba de la vida sino que además tenía el descaro de burlarse de sus

pretendientes. Su muerte repentina, sentada en su silla, es la prueba contundente de la

intervención divina para dejar constancia del mal ejemplo. El narrador cuenta que cuando el

padre de la iglesia se preparaba para el responso de la misa de cuerpo presente, la muerta se le

aparece dejándolo en el más grande estupor: “Padre Faustino, no diga esta misa por mí, no es

necesaria, pues yo ya fuí condenada”.

Ser condenada alude a un castigo divino que es el máximo castigo que puede recibir

un cristiano. La soltera es literalmente diabolizada por sus maneras irreverentes contra el

orden masculino y porque no cumple con la misión social impuesta por la

heteronormatividad: el trabajo reproductor y maternal necesario a toda mujer para poder

existir socialmente como lo recuerda la expresión sacada de la cultura bíblica: “Maldito el

árbol que no da frutos”.

Aquí la relación árbol/ fruto hace alusión a una relación de producción natural tal

como aparece en el cuento “Aquel mar sin fondo ni playa de Primavera sonámbula” (1964 :

121-211). El motivo es la reproducción como función esencial de la mujer y como sentido de

la vida de pareja. La naturaleza en su época fecunda, es decir la primavera que recuerda a la

mujer su misión reproductora:

La tierra pródiga, los animales se reproducen y la vida continúa. Las plantas se postran ante

Dios después de haber cumplido su misión fecunda ofrendándole sus frutos ; así debe actuar la

mujer.

La mujer se integra de esa manera al ritmo vital de la naturaleza. Aquí aparece la idea

casi redentora del hombre con respecto a la mujer porque le permite cumplir con su función

biológica y social. El personaje femenino sufre de un amor enfermizo “abnegado y ardiente”

como “el de una esclava por su dueño y señor cuando lo ama” (p. 150). El hijo, su fruto como

el fruto de la naturaleza es la razón de ser de la mujer. Al imaginar su fruto en el vientre hace

elogio de la virilidad del hijo que aun no conoce que tiene que ser varón para poder redimir a

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la mujer de su inferioridad a la cual ha sido condenada por el azar de la naturaleza. Esta idea

aparece aún más clara en el cuento “Rosa Sarmiento” (1976) que vimos en la primera parte de

este estudio.

La reproducción humana aquí es naturalizada ya que la mujer es comparada con el

árbol. Cuando no produce es condenada. Es a esa condena a la que aluden estas palabras

bíblicas. La opción de la soltera es incompatible con su misión social: la producción biológica

y la reproducción del orden social a través de la transmisión de los valores heerosexuales. Por

eso la censura de la expresión de una libido femenina socialmente fuera de control masculino

que viola los códigos culturales. Esta censura es la prueba de la confusión de la autora que

comparte los valores heterosexuales que denuncia en casi todos sus cuentos.

Las mujeres solteras, que son verdaderas pioneras de la rebelión contra el orden

masculino son condenadas por la autoridad suprema del orden patriarcal, el Dios

todopoderoso. Son condenadas no por ser infantiles, como lo deja suponer Eliachef y Heinich

(2002) quienes consideran a la mujer soltera como víctima de la madre que le impide volverse

adulta y entrar en la norma de la división del trabajo sexual, de la generación y de la

maternidad. Estas mujeres son conscientes de la superioridad que les otorga su posición

privilegiada en la sociedad y por eso prefieren la libertad condicional que les otorga el

celibato a la esclavitud del régimen heterosexual como recuerda el dicho: “es mejor vestir

santos que desnudar borrachos”. Es la misoginia la que condena a estas mujeres que ponen en

peligro la supremacía masculina. Para ellas es evidente que la dependencia económica es la

base de la opresión del mundo femenino.

Una mujer, cualquiera que sea su estatus social, por muy superior que sea socialmente

siempre será inferior a un hombre. Es este ineluctable proceso de desvalorización que pone en

escena el relato “La aristócrata y el mulato” (1987) de I. Prego. En este relato, una aristócrata

se casa con un plebeyo. Un día descubre la infidelidad de su pareja: “su mulato tenía una

amante más blanca que ella” además “grandota y superflua como un hermoso caballo

percherón”.

La expresión “más blanca que ella”, remite al hecho de que el hombre por muy inferior

que sea racial o culturalmente siempre vale más que una mujer que en esta sociedad pertenece

a la raza superior es decir la raza blanca. La legitimación de la inferioridad se lleva a cabo

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gracias a una operación simbólica que consiste en asociar a la mujer con el animal: “como un

hermoso caballo percherón”. Este procedimiento que consiste en hacer pasar por naturales las

relaciones sociales entre los sexos sirve para consolidar la supuesta superioridad biológica del

hombre.

La operación hiperbólica de naturalización reduce a la mujer a la condición animal. Es

decir la mujer blanca reducida a su condición biológica, pierde toda cualidad humana y social

y retrocede al estado anterior de la evolución humana ratificándose la idea según la cual la

mujer es un producto inacabado de la evolución, puesto que como los animales se deja

arrastrar por la pulsión que degrada su estatus social y étnico. Este recurso de naturalización

del arbitrario cultural es utilizado con frecuencia para legitimar el carácter maléfico que se le

atribuye a la mujer. Su inferioridad legitima la necesidad de su sometimiento al orden

masculino.

La señorita Montes: La mujer habitada (1988)

En la novela La mujer habitada (1988) de G. Belli, aparece esta misma actitud hostil

por parte del narrador y del personaje principal, Lavinia, hacia la Señorita Montes, hermana

de la esposa del general del dictador a quien Lavinia, comprometida en la lucha

revolucionaria de su país, le va a construir una casa en donde ella muere con otros miembros

durante el asalto guerrillero.

La ironía mordaz es una figura de retórica utilizada con mucha frecuencia para

ridiculizar a la soltera como sucede con la señorita Montes. Aquí el término de cortesía

“señorita” para la mujer soltera puede también permutarse con el de “niña” como vimos

anteriormente. Aunque ambos aluden a un estado infantil, desprovisto de actividad genital, el

término” señorita” es más moderno. El sarcasmo por parte del narrador es evidente al referirse

al personaje de la señorita Montes que por las razones invocadas carece de valor social para

Lavinia: “le hubiera gustado ser monja para servir a Dios” (p. 212).

Servir a Dios en los claustros religiosos para mujeres era la única opción que tenían

aquellas mujeres que se rebelaban contra la obligación de servir a un hombre toda la vida.

Con el tiempo la mujer deja de utilizar el pretexto de la vocación religiosa y decide

permanecer en su hogar.

La señorita Montes no tiene estatus claro : “le ayuda en los quehaceres a su hermana,

con los niños”, etc. (p. 215).

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La palabra “ayudar” alude a un trabajo sin valor económico, a una suerte de actividad

desinteresada de la soltera, más cercana a un parásito que a un ser humano normal: “El perfil

frívolo y parasitario de la solterona, ocupada a tiempo completo en proteger la comodidad que

su hermana le brindaba” (p. 312).

La señorita Montes es criticada por su dependencia y por su falta de personalidad: “La

señorita Montes parecía no tener intereses propios, vivir para aceitar las vidas de los demás y

evitar chirridos y fricciones” (p. 160).

A Lavinia, la señorita Montes, le inspirab una mezcla de lástima y simpatía. Lástima

por su alienación a la familia y simpatía por su deseo de independencia a pesae de que en su

época le es imposible ir más allá como hace Lavinia que es independiente desde el punto de

vista económico, por la herencia familiar, ya que vive en un apartamento que heredó de su tía

Inés y además por el hecho de trabajar en lo que le apasiona y por último y sobre todo por la

actividad sexual que le procura placer de la cual hace alarde y de lo que carece la señorita

Montes. Aunque Lavinia y la señorita Montes han rechazado la procreación y la maternidad,

el celibato de Lavinia es más moderno que el de la señorita Montes. Lavinia ha vivido en

Europa en los años 70 y es influída por los ideales de la revolución del 68 en donde las

jóvenes reivindican el derecho a una sexualidad placentera liberada de la procreación no

deseada gracias a la democratización de los anticonceptivos.

En el término solterona suena el desprecio como se puede constatar en las siguientes

expresiones: “Pensó en la solterona, la hermana conciliadora” (p. 133). “Aire de solterona

coqueta, de esas que siempre se meten en todo” (p. 138).

La expresión “las que se meten en todo” recuerda la misma actitud que se le achacaba

a la niña Pina, del cuento “Las niñas Lacayo” (1987) cuyo entretenimiento favorito consistía

en “averiguar la vida y milagro” de todas las gentes de la ciudad y hablar de los demás. Es

decir estar metida en todo lo que no le concierne.

La mujer soltera es un motivo arquetípico dotado de carácter maléfico. Su arma

temible es su lengua que pone en peligro el orden tradicional patriarcal. De una manera

general, en los mitos, la lengua de la mujer está dotada de un carácter nefasto como suele

aparecer en expresiones populares como la de “lengua viperina”. La lengua desenvainada de

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la mujer es peligrosa porque arrasa con todo. En Nicaragua, en la época revolucionaria

sandinista apareció un canción sobre ese tema, “La lengua de la Tula cohecho”301

:

Qué larga es la lengua de la Tula Cohecho, que cuando la saca y la desempaca le llega hasta el

pecho, y según me cuenta Silverio el quemón, en la cartera lleva hasta tarjeta de portación. Con

su lengua desenvainada no le tiene miedo ni a un batallón. Tula Cohecho se llama por el

derecho de calumniar.

“La tarjeta de portación” es un permiso especial otorgado por la policía para el porte

de armas. La lengua de la Tula Cohecho aquí es ni más ni menos un arma para la cual la

usuaria necesita un permiso.

En la expresión popular “la lengua de la mujer es un cuchillo de doble filo” aparece la

idea de que su lengua es como un instrumento de destrucción y muerte, símbolo fálico por

excelencia, emblema de su poder ya que ella le procura placer. Esa asociación metafórica no

se le suele dar a la lengua del hombre. Al parecer no existe ningún estereotipo negativo de la

lengua del hombre, al contrario, todo está sabiamente valorizado ya que él representa la Ley.

En efecto el órgano equivalente en el hombre es el pene como lo recuerda la estrofa de una

ranchera: “Todas las mujeres tienen en el pecho una amapola pero más abajo tienen la funda

de mi pistola”.

Aquí la palabra “funda” alude a la vagina que con este eufemismo se otorga dicha

propiedad naturalizando la relación sexual como conjunción innata entre el pene y la vagina.

En los cuentos sobre la soltería, además, aparece la idea ampliamente promovida por

los mitos según la cual la mujer soltera representa un mal social. El rechazo del matrimonio es

considerado como una transgresión. Para evitar que aparezca como transgresión se le denigra

físicamente. Entonces la soltería aparece como una tara social debido a un supuesto defecto

físico desagradable. La transgresión es transformada en defecto: no ser capaz de seducir a un

hombre, es la peor ofensa que se le puede hacer a una mujer.

A pesar de la denigración de la cual es objeto la soltera, muchas se defienden contra

los insultos misóginos e insinuaciones negativas hacia su persona vehiculados por medio de

expresiones populares ya citadas.

Esta expresión alude a la carga que representa el hombre para la mujer que de esa

manera contribuye a su poder. Es importante señalar que por lo general no existe ningún

301 “Cohecho” es una expresión popular nicaragüense que significa chisme, rumor.

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comportamiento hostil hacia los hombres que optan por el celibato, todo lo contrario : en la

Iglesia es la condición de su acceso a un estatus superior.

La mujer soltera ha sido siempre denigrada y condenada por el imaginario tradicional

porque no cumple con su misión reproductora. La independencia económica, es decir la

seguridad material, permitió durante mucho tiempo vulnerar este precepto social. El celibato

aparece como un privilegio de las clases altas. En las clases populares y en el medio rural las

niñas ingresan muy pronto al trabajo sexual reproductor. En Nicaragua y de manera general

en Centroamérica, en el campo, el aparejamiento se da a los 13 años que es el comienzo de la

pubertad.

La adolescente es de manera permanente solicitada para el matrimonio, es su destino

irrevocable de ahí un proverbio que reza: “Velo y mortaja del cielo bajan”.

En Centroamérica el imaginario tradicional posee un aparato coercitivo orientado a

disuadir a las jóvenes a que opten por la soltería. Existe un personaje mítico llamado Duende

que según la creencia popular persigue y rapta a las adolescentes y a los niños sin bautizar. El

Duende representa al aborigen que busca cómo asegurar su continuidad. De ahí la creencia

que legitima el control esmerado de la niña que en la realidad puede ser secuestrada por algún

hombre. Lo cual nutre la imagen del “hombre malo” que se roba a la niña y que espanta el

imaginario femenino. Frente a este acoso permanente, el hombre aparece como el protector, el

salvador, el que le permite a la joven escapar al férreo control de la madre y salir del encierro

familiar.

A pesar de todos los medios coercitivos que el imaginario colectivo pone al servicio de

la construcción de los géneros siempre habrá sujetos defectuosos en cuanto al modelo ideal.

El celibato como opción de vida para la mujer es un fenómeno reciente en la historia de la

humanidad puesto que se da en las sociedades que han alcanzado un nivel de complejización

importante y en primer lugar en las clases superiores.

La mujer paga su independencia económica. Su deserción al sistema tradicional

aparece como una falla de la fabricación del género que por lo general, en un comienzo se da

en las clases superiores. El celibato femenino fuera del control de las órdenes religiosas,

reciente desde el punto de vista histórico, ha sido combatido de manera férrea. En los textos

de ficción “Las niñas Lacayo”(1987) y La Mujer habitada (1988) se puede observar la

condena despiadada hacia la soltera lo cual pone en evidencia el hecho de que las mujeres

comparten un mismo imaginario con los hombres. Un imaginario que opera por definición de

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forma inconsciente como el lenguaje que al encontrarse interiorizado da la impresión de

automatismo.

4. La manifestación espontánea del deseo

4.1. . Escenarios del deseo: El sueño.

El sueño es una actividad fundamental del género femenino a través de la cual se

expresa el deseo. Desde el punto de vista del psicoanálisis el sueño es, según Freud302

, “la

realización disfrazada de un deseo” reprimido en el inconsciente. El análisis del sueño es por

consiguiente el medio idóneo para acercarse al inconsciente y descubrir el deseo del sujeto.

En El desencanto (2001) se pueden distinguir dos tipos de sueños según el estado del

personaje : despierto o dormido.

Durante el estado de vigilia, el deseo del sujeto que sueña despierto, aparece

íntimamente ligado al imaginario. Frente a la pulsión, el sujeto responde con

comportamientos codificados culturalmente: Pulsión-Príncipe (encantado, seguridad,

valorización, reproducción, maternidad), como hemos visto ya en el segundo capítulo El

deseo también se manifiesta cuando el sujeto duerme. A esta modalidad “soñar dormido”

corresponde la liberación clandestina del deseo que escapa a la censura de la consciencia.

Dos cuentos de la serie “El sueño...” que corresponden a una actividad nocturna,

pertenecen a la modalidad “soñar dormido”: “El sueño del caballo negro que le hace el amor”

, ”El sueño del pato que le hace el amor” . En estos relatos se pone en escena la liberación

espontánea del deseo que se realiza con la intervención de objetos sexuales animales. Esta

manifestación se da mientras cesa la vigilancia de la consciencia.

“El sueño del caballo negro que le hace el amor” (2001).

En el relato “El sueño del caballo negro que le hace el amor”, Arcadia que es víctima

de la violencia masculina, tampoco puede identificarla como tal. La protagonista es víctima de

estereotipos sexistas que ella ha interiorizado. En medio de la bestialidad del animal:

penetración violenta y palabras soeces, la pulsión se realiza. La realización espontánea

corresponde sugún (Elisa Brune (2010:230) al 60% de las entrevistadas de las cuales 44 % se

302 Citado por J. Bellemin Noël, La psychanalyse du texte littéraire. Introduction aux lectures de critiques inspirées par

Freud, Nathan III, Paris, 1996. 198 p.

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realiza durante el sueño. Esto no se logra con el hombre que se transforma en lobo en el

cuento “El hombre de la primera vez”. El orgasmo que la despierta muestra la independencia

total del placer sexual con respecto al coito que como dice Share Hite (2003), “por excitante

que sea, no proporciona la suficiente estimulación de la zona: el clítoris es necesario para el

orgasmo femenino”303

. La idea según la cual el pene es necesario al placer femenino ha sido

vehiculada por el imaginario tradicional y retomado por las ciencias sociales. Para la

psicóloga Hélène Deutsch (2002) la vagina despierta a su plena función sexual gracias al

miembro genital del hombre. Hace un siglo todavía se ignoraba que en los genitales

femeninos el clítoris es el órgano exclusivo del placer femenino.

En el cuento del sueño del caballo, el deseo de Arcadia se libera a pesar de la

arremetida violenta de la bestia porque la conciencia duerme y mientras la conciencia duerme

el deseo se libera. Además se puede constatar que la protagonista hace suyos los estereotipos

relativos a una supuesta “inhibición constitucional de la mujer” (Deutsch, 2002:164), porque

continúa su propia sexualidad. Esto es lo que supuestamente la obliga a buscar

compensaciones como el afecto304

.

“El sueño del pato que le hace el amor” (2001).

En “El sueño del pato que le hace el amor”, se puede apreciar el déficit de afecto por

parte de la protagonista. El animal la cubre con sus alas después del coito como para

reconfortarla en su fragilidad y en su inestabilidad. La protagonista espera ternura a cambio

del uso de su cuerpo durante el coito. Pero el animal aparece dotado de humanidad. Es más

humano que el mismo hombre del cuento “El hombre de la primera vez”. El pato reconoce la

fragilidad y por eso es amable y afectuoso con ella. En el primer cuento “El hombre de la

primera vez”, cuanto más frágil y más pasiva, más sometida y servicial es Arcadia, el hombre

abusa de ella traspasando los límites de lo humanamente tolerable, de ahí la figura de la

metamorfosis del hombre en lobo y de Arcadia en Caperarcadia una versión moderna de

“Caperucita Roja”. Esta operación simbólica permite banalizar la agresión sexual de la cual es

víctima la protagonista. En el mundo animal no existen valores éticos, solo existen relaciones

303 Artículo “Ciencia sin sentido”, El País semanal, 2003. 304 El orgasmo espontáneo es algo común según Elisa Brune (2010) en su encuesta sobre el orgasmo femenino. El 60%

de sus entrevistadas dice haber conocido este tipo de orgasmo espontáneo. Sólo el 9% lo conoce de manera regular.

Además dos tercios de los casos, es decir 44 %, tiene lugar en sueños. El 11% resulta de la autosugestión. Hay también

orgasmos espontáneos debido a vibraciones ambientales o a un estado de estrés particular.

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de fuerza. El depredador no es un criminal, él actúa por la fuerza del instinto que es

irreprensible para asegurar su supervivencia.

“El sueño de lo que lee en la última página de su pasaporte” (2001).

Como Arcadia no puede agradar a todo el mundo, cuando niega sus servicios, sus

encantos desaparecen como por arte de magia, como se puede constatar en el escrito anónimo

del cuento “El sueño de lo que lee en la última página de su pasaporte”. Aquí Escudo pone en

escena el mecanismo de funcionamiento de la violencia simbólica que es una violencia

inadvertida o mejor dicho en apariencia inocua, basada en el reconocimiento de la legitimidad

de la dominación con lo cual se asegura su permanencia.

En este cuento Arcadia se encuentra en el aeropuerto, lista para viajar. Mientras se

prepara para entregar su pasaporte para el control de aduana descubre un escrito en la última

página: “La puta perra que te parió a ti, puta”. “eres bella y te amo pero te odio porque no

puedo hacer el amor contigo”(p. 53).

Arcadia es desestabilizada. Los términos “temblorosa”, “apenada” traducen el estado

de confusión del personaje que teme además que el agente de la aduana descubra el escrito.

Arcadia, como toda víctima, en vez de sentir rabia por el insulto, siente vergüenza. La

vergüenza, la culpa, son parte del “habitus” femenino, término bourdieusiano definido por el

autor como “un sistema de disposiciones duraderas adquirido por el individuo durante el

proceso de socialización que genera y organiza las prácticas y las representaciones de los

individuos y los grupos”305

.

Desde la infancia el sujeto de sexo femenino que constata rápidamente la diferencia

social entre los sexos asocia el valor que se le ha reservado al suyo. Cuando descubre la

diferencia biológica de sexos, en ella se instala un sentimiento de profunda ansiedad y una

sensación de indignidad en relación con su cuerpo que le es prohibido. Esta sensación de

rechazo se reaviva con la pubertad y con frecuencia durante los procesos hormonales ligados

a la fertilidad. La mujer para sentirse aceptada, valorada públicamente necesita la aprobación

permanente del mundo exterior y sobre todo del hombre. La mirada masculina se vuelve

fundamental. Esa adicción a la mirada del hombre como alivio a la inseguridad corporal de la

mujer, se pone en escena en el cuento en el cual ella se ve actuando como prostituta.

305 La traducción es mía.

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“El sueño en el cual ella es prostituta” (p. 81).

En efecto, Arcadia se dedica al servicio sexual remunerado “en una ciudad europea” es

decir fuera de su contexto social sin ni siquiera hablar la lengua del país en el que se

encuentra fragilizada aún más por su condición de extranjera. Para Arcadia el trabajo sexual

es un medio de supervivencia como lo ha sido también para la mujer casada que asume su

función inferior de acuerdo con la estricta división del trabajo sexual y reproductivo: “Cobra

un alto precio por sus servicios” (p. 83).

En esta actividad descubre el valor de “la mirada” del otro que le procura la ilusión de

una cierta dignidad: “No encuentra ‘clientes’, pero la gente la mira porque le gusta ver su

blusa y sus senos, firmes y erguidos, de tamaño discreto, y los pezones duros, oscuros

transparentándose a través de la tela.” “Ella se siente inmensa, poderosa” (p. 81).

La conjunción “pero” indica una objeción a la adversidad. En efecto Arcadia, cuando

no gana dinero, por lo menos gana valor con la mirada de los demás. La mirada es un factor

importante para el personaje. Los calificativos “inmensa” y poderosa”, aluden a un

sentimiento de superioridad del que goza Arcadia lo cual no era el caso con los hombres que

había frecuentado antes y con los cuales le tocaba fingir durante el coito para ganarse su

estima.

Esta sensación de poder de la protagonista corrobora la posición de la antropóloga

feminista Dolores Juliano (2004) que critica la visión redentorista de los abolicionistas306

o

“reglamentaristas” que, con el pretexto de salvar a las prostitutas de “la abyección”, se lanzan

en una lucha que, según la antropóloga catalana, las marginaliza totalmente. En su libro

Excluídas y marginales (2004), ella constata que la estigmatización de las trabajadoras del

sexo es parte de las estrategias del poder masculino y qu,e según la antropóloga feminista

Paola Tabet (2004),se consolida con la división de las mujeres en buenas y malas; decentes e

306 Como es el caso de algunas feministas que continúan creyendo que la prostitución tuvo “carácter venerable” en la

antigüedad griega en donde la mujer “se entregaba por dinero en un sacerdocio sexual”. Conociendo la literatura al

respecto que las antropólogas feministas han puesto en circulación como la italiana Paola Tabet, parece ingenuo seguir

repitiendo lo que Engel y Bechoffen han dicho al respecto contribuyendo a la confusión sobre la construcción social de

la sexualidad. La feminista costarricense Y. Calvo lamenta que ese “ sacerdocio” sexual haya perdido su prestigio para

“ adquirir ese carácter sórdido y degradante con que lo conocemos en la actualidad”. Conociendo la manipulación

simbólica orientada a aniquilar el deseo en la mujer y subordinarlo al servicio sexual del varón y hacia la reproducción,

nadie puede seguir creyendo en ese delirio sofista. Si el servicio sexual hubiera sido tan prestigioso, los hombres jamás

le hubieran permitido a las mujeres ese espacio de poder p.70-72. Ver al respecto Yadira Calvo, La mujer victima y

cómplice, Editorial Costa Rica, San José, 1993, 212 p.

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indecentes307

como parte de una primera disociación que se da entre sexualidad y

reproducción.

Se puede decir que las necesidades económicas de Arcadia en el extranjero la hacen

optar por el servicio sexual. Arcadia deja de fingir y de servir gratuitamente a los hombres308

.

La prostitución a la vez que muestra dos tipos de sexualidad del varón con dos

categorías diferentes de mujeres puta/decente tiene como objetivo no sólo controlar la

sexualidad masculina y evitar todo acto contra-natura entre los cuales está catalogado la

homosexualidad así como otras forma de sexualidad no convencionales309

. La estigmatización

307 Première forme de dissociation entre sexualité et reproduction : la division entre catégories de femmes. Véase :

« Fertilité naturelle, reproduction forcée », p 61-132 in L’arraisonnement des femmes, Essais en anthropologie des

sexes, réunis par Nicole-Claude Mathieu, Cahiers de l’Homme, Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, Paris,

1985, 251 p.

En la actualidad el trabajo del sexo en Barcelona es según Dolores Juliano “el oficio más rentable para las mujeres con

menor formación” de ahí que sean tan marginalizadas porque constituye un mal ejemplo. La investigación de Juliano

en el medio de la prostitución la llevan a afirmar que “El escándalo no es por el sexo, sino por el sexo a cambio de

dinero”. En efecto aquí el dinero clarifica las relaciones de explotación opacas en el seno de la vida doméstica en donde

el trabajo femenino (incluyendo el sexo) no tiene ningún reconocimiento. Este tema ha sido uno de los caballos de

batalla de las feministas de diferentes horizontes de las ciencias sociales. Dolores Juliano, Excluidas y marginales,

Editorial Cátedra, Madrid, 2004, 232 p. 308 No es el caso del personaje del cuento “Quince barrotes de izquierda a derecha” de la nicaragüense Rosario Aguilar.

En efecto en este cuento la autora pone en escena el proceso de destrucción psicológica que conduce a la mujer al

espacio público a ejercer el trabajo sexual. La joven rememora su infancia y su adolescencia en la celda de la cárcel en

donde se encuentra recluída por haber asesinado a su padrastro, que abusó de ella desde niña, en el momento del

orgasmo coital. Su odio crece día a día. Cada penetración es una sesión de tortura que soporta sustrayéndose de su

cuerpo : “Dejaba atrás a la niña. Me salía de mi cuerpo.” Pero esta disociación genera en la niña víctima una gran

confusión : “Había dejado de ser niña, pero tampoco era mujer.” El personaje no reconoce su cuerpo que le es ajeno,

extraño, incompatible con ella misma. Su trastorno es tan grande que la víctima se hunde en un ensimismamiento

patológico: “ Mi mente dejó de evolucionar. No tenía ni goces de niña, ni placeres de mujer” . En este encierro mental

se lleva a cabo el proceso de marginalización: “No seguí yendo a la escuela ; me parecía que todos descubrían mi

vergüenza. ” El sentimiento de vergüenza, de culpa contribuye a la inhibición del deseo : “Mi sed por cosas dulces

había cesado. No esperaba nada, ni a nadie. Me dormí para el amor.”

El personaje pierde todo interés por la existencia. El mundo le parece demasiado hostil, violento. Las miradas lujuriosas

de los clientes “ojos sanguinolentos, ensangrentados, sonrientes de cinismo, y de lujuria sobre mí ” despiertan en ella

sentimientos tan confusos como son la culpa y la vergüenza que sólo desea desaparecer :

“Encogerme, hacerme invisible ”

Aquí aparece en el personaje la experiencia de escisión de la conciencia propia del dominado según el cual el cuerpo

abandona la mente, no responde a las directivas de la conciencia. El deseo de disminución de invisibilidad por parte del

personaje va de par con el clivaje de la mente y el cuerpo que no responde a las directivas de la consciencia.

Además su culpabilidad es tal que hasta de los clientes del burdel se compadece:

“Es absurdo que pretendieran que les amara”.

Aquí el verbo amar tiene dos significaciones diferentes según el sujeto que lo emplea. Para el femenino es sinónimo de

seguridad, de reconocimiento de ternura, mientras que para el sujeto masculino es sinónimo de subordinación del otro,

de entrega, de servicio incondicional. De ahí la confusión del personaje En sus largos soliloquios la joven termina

reconociendo la perversidad del ser humano : el hombre paga para que le den amor mientras que la mujer cobra para

asegurar su supervivencia. En el caso de la prostitución, el dinero no permite comprar el amor. La joven lamenta la

injusticia social y siente odio por ese mundo del dinero, de la prostitución. El personaje a pesar de su experiencia

familiar idealiza la familia que supuestamente se construye con amor.

En un momento dado, bajo la iniciativa de un religioso dedicado a la salvación de las almas pecadoras, la joven

contempla la posibilidad de salir de su condición abyecta porque hasta “Las niñeras no dejaban que los niños se

acercaran a mí”. 309 La institución militar reservada originalmente a los hombres contempla las casas de prostitución como se puede

constatar en la novela de Mario Vargas Llosa, Pantaleón y las visitadoras, 2001. La prostitución, para Paola Tabet

tiene también como función fundamental reglamentar la sexualidad extraconyugal y vigilar por su conformidad con la

idea de lo natural: “C’est-à-dire que l’exercice sexuel doit conforme être conforme à la sexualité reproductive” et

“qu’elle ne suscite pas d’autres désirs, intérêts, expériences”. La prostitución también supone el control de la

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social de la puta o mujer/placer asociada a la abyección es parte del juego de la doble moral

que condena el placer en la mujer, su sexualidad propia independiente de la reproducción,

mientras que lo valoriza en el varón. El sexo con esta categoría inferior de mujeres ratifica la

virilidad sin menguar ni el estatus social, ni la moral del hombre. De manera paradójica la

remuneración del trabajo sexual degrada socialmente a la mujer. Porque se supone que

debería ofrendar su cuerpo al hombre. El régimen heterosexual no considera inmoral al

hombre que remunera el servicio sexual como lo constataba ya la poeta mexicana Sor Juana

Inés de la Cruz (1648-1695) en su emblemático poema: “Hombres necios que acusáis”

(finales del siglo XVII). Las expresiones como “casas alegres”, “mujeres alegres” que

traducen la idea de placer, de juego para el hombre son la prueba de que el placer sexual es

una prerrogativa del varón, del poder masculino310

. Aquí aparece clara que la dominación del

mundo femenino reposa en la división estricta del trabajo sexual al cual contribuye el

imaginario social con la desestabilización permanente del sujeto femenino. La mujer tiene que

servir al hombre a cambio de una supuesta seguridad física y económica, lo que la

antropóloga italiana Paola Tabet (2004) suele llamar intercambio “económico sexual”, en su

libro La grandeArnaque. Arcadia se siente segura, por consiguiente poderosa y engrandecida

porque goza de buena situación económica con el trabajo sexual remunerado.La prostitución

femenina aunque repugnante es “un mal necesario” (Génesis, 28, 15). Para Santo Tomas de

Aquino “es una condición necesaria a la moralidad” y “si se quita la prostitución, el placer y

la licencia corromperían a la sociedad”311

.

La mujer madre como la prostituta vive en función de la sexualidad del hombre. Se puede

notar que de los personajes no emerge ninguna reivindicación del placer sexual que es

primordial para el hombre que es parte del proceso de deconstrucción de la dominación

masculina. El reconocimiento de la líbido y de una sexualidad femenina propia desconectada

de la reproducción es necesario para la liberación femenina: “Cuando la mujer se autoriza el

placer en ella aumenta la autoestima. Ella aprende a quererse más y a tomarse en cuenta como

persona”, según la experiencia clínica de la psicoterapeuta española Fina Sanz (1990: 167).

homosexualidad femenina que ha sido considerada como el colmo de la abyección, como lo constata Paola

Tabet (2004: 140), puesto que aparece como el peligro más grande contra el orden social. 310 Para Santo Tomás de Aquino (Italia 1225-1274), doctor de la iglesia “Las prostitutas representan en el mundo el

papel de las sentinas en los barcos o de las cloacas en los palacios: si se suprimiesen sería tanta la hediondez que nadie

la soportaría”, De regno, cap. 14, Libro IV. Véase al respecto Monseñor Dr. Gustavo E. Ponferrda “Sapientia”, 1990,

225-30. 311 Véase al respecto El gran consejo vaticano de 1358: “La prostitución es indispensable para el mundo”, Ponferrada

(1990).

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En este capítulo las protagonistas se rebelan contra el maltrato sexual y psicológico

por parte de la pareja. La lengua femenina se libera y las protagonistas van a nombrar los

actos de vejación por su nombre. La victimización (Sofía de los Presagios, 1990), la astucia

femenina (No pertenezco a este siglo, 1995, “La muerte del erudito”, 1987), la diabolizacion

del deseo (La promesante, 2001) y el simulacro del placer (El desencanto 2001), la

resignación al sufrimiento desaparecen poco a poco. La culpa (“Marita la culpable”, 1987) da

paso a la venganza y a la lucha por la dignidad y la autonomia (“Agonice con elegancia”,

inédito).

La pareja que maltrata es comparada con un dictador, con un tirano que reprime hasta

los sueños, último espacio de libertad de las protagonistas. Los verbos “llorar”, “sufrir”,

“aguantar”, desparecen de boca de las protagonistas. Sin embargo se van a propagar los

verbos que aluden a la acción, a la lucha, a la rebelión que empiezan ser conjugados en todos

los tiempos a partir de Izquierda erótica (1973). Ahora se nombra el horror, se le denuncia y

se buscan soluciones. En este capítulo, las protagonistas se indignan. Se vuelve obsoleta la

vocación de santificación por medio del sufrimiento y de la anestesia sexual (“Amor”, 1988).

El sufrimiento deja de ser valor supremo para ese mundo femenino de la ficción

centroamericana. Se busca el placer, se le nombra y se rechaza o se huye del que lo obstruye.

El placer es redimido, es un misterio gozoso (“Monja de clausura”, 1998). El servicio sexual

comienza a tener un valor y se rescata la imagen de las trabajadoras del sexo que han sido

consideradas desde siempre de manera ambigua como un mal necesario o bien como las

bestias del apocalipsis (“El sueño en el cual ella es prostituta”, 2001).

Los escenarios del deseo femenino empiezan a diversificarse, son múltiples. La ficción

de autoras centroamericanas muestra que las protagonistas pueden ser felices después de

haber gozado. El régimen heterosexual obligatorio ha entrado en crisis por lo menos en la

ficción. Esta transición parece anunciar el nacimiento del sujeto femenino centroamericano

que aspira a la libertad y a la autonomía.

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CONCLUSIONES GENERALES

Esta investigación confirma las hipótesis que han sostenido este proyecto: la literatura de

creadoras centroamericanas permite identificar condicionamientos y comportamientos del

género (Capitulo I y II). Además como instrumento referencial de la transformación del

género (Capítulo IV) se pueden crear nuevos comportamientos que permitan desactivar los

mecanismos que operan en la jerarquización entre sexos. Por consiguiente una educación

básica sobre la problemática social de la adquisición del género y del ejercicio de la

sexualidad es la piedra angular de la desactivación del binarismo genérico.

Este estudio ha sido una etapa importante y necesaria para la comprensión de los

mecanismos culturales sobre los cuales reposa la desigualdad del género en sociedades

centroamericanas.

Hemos podido corroborar nuestra hipótesis de partida. En efecto la literatura es un

excelente revelador del sistema del género. Gracias a la ficción de escritoras Centroamericana

hemos podido obtener una visión bastante detallada de la especificidad del género en la

región. Con las herramientas de la antropología, la sociología, el psicoanálisis y la teoría

literatura se ha podido acceder a los escenarios de la ficción en relación con la esfera privada

en donde se lleva a cabo la más grande discriminación humana. La escritura de mujeres de la

región es fundamental porque dan un punto de vista propio a través de la vivencia de las

protagonistas inspiradas en su propia la realidad. Con frecuencia las creadoras ponen en

escena su vida propia desde la más insospechada intimidad. En este estudio se ha podido

constatar el inicio de la discriminación y cómo se lleva a cabo la naturalización de esta

discriminación que es la base, el punto de partida de la construcción del sistema del género así

como los métodos de transmisión y perpetuación de la jerarquía social que de ello resulta.

En este estudio muchos aspectos del comportamiento del género centroamericano han

podido ser cuantificados con estadísticas proporcionadas por estudios sociológicos

financiados o llevados a cabo por organismos nacionales e internacionales interesados en la

problemática de la jerarquía del género como factor social que impide el desarrollo. La ficción

es un espacio privilegiado en donde se pueden observar cómo se construyen y cómo se tejen

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las relaciones sociales del sistema del género que afectan profundamente el desarrollo y el

progreso de la vida social. Desde las dos últimas décadas del siglo XX en Centroamérica

contribuyen activamente diferentes organismos europeos y norteamericanos para el desarrollo

regional como la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ACDI), la

Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional (ACDI), el Fondo de Población de las

Naciones Unidas, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (CEPAL), el

Centro de Análisis Socio-cultural (CASC-UCA), la Organización Internacional del Trabajo

(OIT), y muchas ONG’s que le permiten sobrevivir a muchas víctimas de la violencia del

género.

La ficción y la literatura de autoras centroamericanas han sido de manera sorprendente

poco estudiadas desde la perspectiva del género a pesar de su interés cada vez más grande

sobre todo por parte de las ciencias sociales como la antropología, y la sociología, en relación

con la problemática social y cultural y sus consecuencias en el desarrollo y la democracia en

Centroamérica.

A este poco interés, probablemente debido al sexismo exacerbado en Centroamérica

como lo confirman investigaciones científicas que establecen asociaciones estratégicas con

universidades, centros de investigación, ONG,s, gobiernos de la región y fundaciones, se

puede agregar la falta de curiosidad con respecto a la sexualidad íntimamente ligada al

género y a las desigualdades sociales que genera. La sexualidad es sin duda una las

actividades fundamental en el imaginario de una sociedad determinada cualquiera que sea su

nivel de desarrollo economía y educativo.

Muy pocos, por no decir casi inexistentes, son los trabajos sobre los orígenes de la

condición de discriminación del género. En literatura las creadoras, a medida que van

liberando la palabra la van dejando al descubierto sin embargo este proceso es largo y lento

debido a la inscripción del género en los individuos sexuados. Es así como la pulsión de vida

aparece como materia literaria. Este texto ha permitido aplicar la metodología de la

antropología y la sociología a la literatura para revelar el carácter histórico y social de la

opresión del género.

Este trabajo termina en un momento clave en que los estudios del género comienzan a ser

incluidos en los programas escolares en algunos países desarrollados como Francia. En un

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momento en que el género es el programa transversal de un organismo internacional como la

UNESCO que para el horizonte 2015 ha puesto en marcha diferentes estrategias educativas

orientadas a erradicar la discriminación del género y promover la autonomía femenina como

base de promoción de la paz en el mundo.

Con esta investigación queda abierto un camino inédito que podrían tomar las nuevas

investigaciones científicas en relación con el género. Para conocer mejor la especificidad y la

amplitud del fenómeno del condicionamiento del género la comunidad científica internacional

podrá abordar de manera pluridisciplinaria la ficción de diferentes culturas y analizar los

escenarios inspirados de la realidad que dan cuenta del nivel de discriminación al cual se ven

abocadas las mujeres a partir de prácticas tan inhumanas como las que se dan en sociedades

en donde se practican toda clase de mutilaciones y torturas consideradas aún hoy como

manifestaciones culturales y hasta como patrimonio de la humanidad.

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RODAS, Ana María (Guatemala, 1937), Poemas de izquierda erótica, 1973, 1998.

________________Mariana en la Tigrera, cuentos, 1996.

________________La insurrection de Mariana, posía, 1996.

________________El fin de los mitos y los sueños, poesía,1984.

________________Cuatro esquinas del juego de una muñeca, poesía, 1975.

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RODRÍGUEZ ROSALES, Isolda (Nicaragua, 1943), Daguerrotipo y otros retratos de

mujeres, cuentos, 1999.

ROSSI, Ana Cristina (Costa Rica, 1952), L’été sans Berta, conte, 1997.

_________________________________María la nuit, roman, 1997.

3. Bibliografía sobre las autoras deAmérica central estudiadas :

ROSARIO Aguilar (Nicaragua):

SOUZA, Raymond D "La dinámica de cambio en El Guerrillero", p.130-144, in, La Historia

en la nueva narrativa hispanoamericana, Bogotá, TM, 1988, 199 p.

RODRÍGUEZ, ROSALES, “Elementos históricos en La Niña Blanca y los pájaros sin pies de

Rosario Aguilar”, in Una década de narrativa nicaragüense y otros ensayos, Managua, 180 p.

PALACIOS VIVAS, Nydia, Voces femeninas en la narrativa de Rosario Aguilar, Managua,

Editorail Ciencias sociales, 1998, 268 p.

URBINA, Nicasio, La estructura de la novela nicaragüense, Managua, Anama, 1995, 152 p.

PALMA, Milagros,"El eterno femenino en la obra de la escritora nicaragüense Rosario

Aguilar", In Livres ouverts n° 4, janvier/juin 1994

GONZALES, Ann "La presencia de la ausencia: Leyendo los espacios en El Guerrillero de

Rosario Aguilar", In Livres ouverts n° 4, janvier/juin 1996, p. 17

BELLI, Gioconda (Nicaragua, 1948)

RODRÍGUEZ ROSALES, "La Construcción del mito en Waslala, Memorial del Futuro de

Gioconda Belli », p. 115-128, in,Una década de narrativa nicaragüense y otros ensayos,

Managua, 180 p.

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RANDALL, Margaret, "Eramos los caballeros de la Mesa Redonda”, p. 239, in Las Hijas de

Sandino, Una historia abierta, Managua, Anamá, 1979, 404 p.

“Gioconda Belli”, p. 232, in Literatura revolucionaria hispanomericana, Antología, Madrid,

Betania, 1994, 404 p.

Prego Irma (Nicaragua, 1933-2001 )

URBINA, Nicasio, “Irma Prego y sus mensajes al más allá, Una nueva narradora feminista de

Nicaragua ", (inédito).

ALBALA, Eliana, “Humor y desamor en los mensajes de Irma Prego', E, Cuernavaca, agosto,

1990 (inédito)

INGIANA,Yolanda, "Irma Prego " Costa Rica, 1984. (inédito).

ESCUDOS, Jacinta (El Salvador, 1964 )

CORTEZ, Beatriz, "El desencanto de Jacinta escudos y la búsqueda fallida del placer ", 2002,

dsiponible en el enlace: http://istmo.denison.edu/n03/articulos/desencanto.html

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INDICE

PALABRAS PRELIMINARES ................................................................................................................3 INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................... 15

1. Antecedentes de la investigación ........................................................................ 15 2. Hipótesis y objetivos generales ........................................................................... 19 3. Metodología ....................................................................................................... 20 4. Estructura ........................................................................................................... 21

CAPITULO I - Nociones generales y antecedentes literarios ............................................................... 23 1. Conceptos básicos .............................................................................................. 25

1.2. El concepto de “motivo” en el texto-análisis .................................................................. 26 1.3. El concepto de “socio-crítica” en sociología ................................................................... 29 1.4. Los conceptos de filiación, sometimiento erótico e intercambio económico-sexual en

antropología .................................................................................................................. 30 1.5. El concepto de género .................................................................................................... 32

2. La región centroamericana. Contexto socio-cultural ............................................ 34 3. Influencias en la producción literaria de las naciones americanas después de la

independencia. ................................................................................................... 38 4. Modelos estéticos de emancipación femenina en América................................... 38 5. Escritura de mujeres de América latina. ............................................................... 39 6. Narrativa centroamericana del siglo XX. .............................................................. 47

6.1. Las sufragistas ................................................................................................................. 47 6.2. Las deconstructoras del género de las cuatro últimas décadas del siglo XX .................. 52 6.3. Temas recurrentes .......................................................................................................... 60

7. Presentación del corpus ...................................................................................... 65 7.1. Las autoras y sus obras literarias .................................................................................... 65 7.2. Contexto editorial ........................................................................................................... 66 7.3. Difusión de la producción literaria de escritoras en Centroamérica .............................. 68 7.4. Paratextos en las obras de la autoras centroamericanas del corpus .............................. 75 7.5. Recepción de las obras de la autoras centroamericanas del corpus .............................. 78

CAPITULO II - Educación para la sumisión ........................................................................................ 87 1. Relación fusional madre/hija .............................................................................. 89 2. La madre ausente .............................................................................................. 108 3. Hostilidad hacia la madre ................................................................................... 120 4. Ennoblecimiento del deseo femenino: Todas íbamos a ser reinas (1996) ............. 129

CAPITULO III - Búsqueda del amor y la felicidad ............................................................................. 133 1. Mujer hecha y derecha ...................................................................................... 135 2. El encuentro amoroso ........................................................................................ 137 3. El deseo de fusión .............................................................................................. 148 4. Consagración del amor ...................................................................................... 157 5. Deber conyugal o sometimiento erótico ............................................................. 162 6. Frustración sexual de las mujeres de ficción. ...................................................... 182 7. La violencia doméstica ....................................................................................... 190 8. Persistencia del modelo tradicional heterosexual para la realización del deseo

femenino ........................................................................................................... 205 9. Venganza femenina: .......................................................................................... 210

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CAPITULO IV - Contra el sometimiento: el fin del silencio. .............................................................. 220 1. La insurrección .................................................................................................. 222

1.1. . Estética de la ruptura .................................................................................................. 222 2. Redención del deseo femenino: Monja de clausura (1996) .................................. 242 3. El celibato femenino como modelo del individuo moderno : La soltería: el largo

camino hacia la construcción de una sexualidad femenina .................................. 248 4. La manifestación espontánea del deseo ............................................................. 257

4.1. . Escenarios del deseo: El sueño. .................................................................................. 257 CONCLUSIONES GENERALES ........................................................................................................ 265 Bibliografía ........................................................................................................................................... 269

1. Textos teóricos .................................................................................................. 269 2. Bibliografía de autoras de América central ......................................................... 282 3. Bibliografía sobre las autoras deAmérica central estudiadas : ............................. 284

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