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ÍNDICE Relación de participantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 I HISTORIA DE LA ESTADÍSTICA TEORÍA Y PRÁCTICA DE LOS INDICADORES DE QUETELET Michel Armatte, Université Paris-Dauphine and Centre A. Koyré . . . . . . . . . . . 17 ESTADÍSTICA Y SOCIOLOGÍA EN ESPAÑA José María Arribas, Madrid/UNED . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 HISTORIA DEL ORIGEN DE LOS NÚMEROS ÍNDICE DE PRECIOS Jesús Santos del Cerro, Univ. Castilla La Mancha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 LAS ESTADÍSTICAS REGIONALES Y PROVINCIALES DE CANADÁ Jean-Pierre Beaud, Université du Québec à Montreal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87 UNA LECTURA ESTADÍSTICA DEL QUIJOTE José Aranda Aznar. Instituto Nacional de Estadística . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99 II ESTADÍSTICAS SANITARIAS EL SENTIDO BIOMÉTRICO DE LA HERENCIA: ESTADÍSTICA, PANGÉNESIS Y POSITIVISMO Theodore M. Porter, Department of History, UCLA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109 ESTADÍSTICA SANITARIA Y OBSERVACIÓN SOCIAL EN RUSIA A FINALES DEL SIGLO XIX Y COMIENZOS DEL XX Martine Mespoulet, Université de Poitiers . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125 LOS REGISTROS SANITARIOS EN ESPAÑA Iñaki Imaz Iglesia, Instituto de Salud Carlos III . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141 7

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ÍNDICE

Relación de participantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

IHISTORIA DE LA ESTADÍSTICA

TEORÍA Y PRÁCTICA DE LOS INDICADORES DE QUETELET

Michel Armatte, Université Paris-Dauphine and Centre A. Koyré . . . . . . . . . . . 17

ESTADÍSTICA Y SOCIOLOGÍA EN ESPAÑA

José María Arribas, Madrid/UNED . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49

HISTORIA DEL ORIGEN DE LOS NÚMEROS ÍNDICE DE PRECIOS

Jesús Santos del Cerro, Univ. Castilla La Mancha . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75

LAS ESTADÍSTICAS REGIONALES Y PROVINCIALES DE CANADÁ

Jean-Pierre Beaud, Université du Québec à Montreal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87

UNA LECTURA ESTADÍSTICA DEL QUIJOTE

José Aranda Aznar. Instituto Nacional de Estadística . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

IIESTADÍSTICAS SANITARIAS

EL SENTIDO BIOMÉTRICO DE LA HERENCIA: ESTADÍSTICA, PANGÉNESIS

Y POSITIVISMO

Theodore M. Porter, Department of History, UCLA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109

ESTADÍSTICA SANITARIA Y OBSERVACIÓN SOCIAL EN RUSIA

A FINALES DEL SIGLO XIX Y COMIENZOS DEL XX

Martine Mespoulet, Université de Poitiers . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125LOS REGISTROS SANITARIOS EN ESPAÑA

Iñaki Imaz Iglesia, Instituto de Salud Carlos III . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 141

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IIIESTADÍSTICAS DE OPINIÓN PÚBLICA

LOS SONDEOS EN LOS PROCESOS ELECTORALES

Alejandro Almazán, UNED . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155

LA MEDIDA DE LO SUBJETIVO: LOS COMIENZOS DE LA OPINIÓN

COMO OBJETO DE MEDIDA

Beatriz Mañas, UNED . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169

LAS PRIMERAS ENCUESTAS DE OPINIÓN EN ESPAÑA (1942-1963)Alejandro Almazán, UNED . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185

IVESTADÍSTICAS DE EMPLEO

LA HISTORIA DE LAS ESTADÍSTICAS DE PARO

María Gomez Garrido, UNED . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199

EL EMPLEO Y LOS CAMBIOS SOCIALES

Florentina Álvarez, Institudo Nacional de Estadística . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215

LA INVISIBILIDAD ESTADÍSTICA DE LA ACTIVIDAD FEMENINA:ELEMENTOS PARA SU COMPRENSIÓN

Luis Camarero, UNED . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231

VESTADÍSTICA CRIMINAL

LA PROBABILIDAD EN LAS DECISIONES JUDICIALES Y LA ESTADÍSTICA CRIMINAL

Marc Barbut, EHESS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253

DEMANDAS SOCIALES DE SEGURIDAD

Julio Bordas, Asesor Técnico en la Dirección General de Policía . . . . . . . . . . . . . 273

DE LA EDAD DE ORO DE LA COMPTE GÉNÉRAL DE LA JUSTICIA

A LAS INCERTIDUMBRES DE LA ESTADÍSTICA PENAL INFORMATIZADA:¿MENSAJES CON CIFRAS O MENSAJES SIN CIFRAS?

Bruno Aubusson de Cavarlay, Université Paris-Dauphine and Centre A. Koyré 299

ESTADÍSTICA, SOCIOLOGÍA Y ESTADO

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El concepto de indicador es bastante impreciso y general para definir cual-quier medida en una escala ordinal o cardinal de una magnitud que no sea direc-tamente observable. Sin embargo este concepto es omnipresente en la estadísticaeconómica y social desde hace mucho tiempo. Actualmente cualquier conceptoen general se inscribe fuertemente en las evaluaciones nacionales e internaciona-les de las políticas públicas, para los diferentes ámbitos del desarrollo: bienestar,empleo, ingresos, salud, educación, medioambiente... Esta noción de indicadores controvertida puesto que a ella le está encomendada construir la articulaciónde una teoría de la medida en ciencias sociales y de una política de la evaluación,que de repente se transforma en una política del indicador (o del índice que esuna forma más elaborada). Las acepciones de la noción de indicador son pues ala vez acepciones epistemológicas y acepciones políticas. Es por supuesto casisiempre el caso de la Estadística social que al mismo tiempo proporciona infor-mación sobre la sociedad e instituye nuevas reglas sociales, como ya se sabe a par-tir de los numerosos trabajos de Alain Desrosières1.

El objetivo de este trabajo es hacer un recorrido por la historia de la nociónde indicador para así aprehender mejor la doble naturaleza cognitiva y social, yrecuperar los razonamientos y los argumentos que han permitido relacionar lasmaneras de «medir lo inobservable» y «objetivar las regularidades y evolucionesdel sistema socio-económico« con los modos de gobernar, es decir de elegir laspolíticas y de aplicarlas a la gestión del cambio social. Este recorrido por la histo-ria permitirá a la vez tomar distancia sobre las discusiones actuales y una buena

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TEORÍA Y PRÁCTICA DE LOS INDICADORES DE QUETELET

MICHEL ARMATTE

Université Paris-Dauphine & Centre A. Koyré

* Traducción de Jesús Santos del Cerro, UCM.1 Cf. Desrosières, 1997.

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cosecha de recursos racionales y retóricos que relacionan los aspectos epistemo-lógico y político de la noción de indicador.

EL OBJETO Y EL NÚMERO EN LA ARITMÉTICA POLÍTICA

La Estadística que prevalece en las Administraciones del Antiguo Régimen,así como durante el primer período post-revolucionario no es una estadística deindicadores. Se trata esencialmente de una descripción metódica, sistemática, deaquello que constituye «la fuerza de los Estados«, y en la que la actividad de loshombres se inscribe completamente en el territorio por no decir la región. Sedescriben con más facilidad los aspectos invariantes que los que se transforman.La Estadística es entonces «de la historia que permanece inmóvil« como afirmaSchlösser. Los números rara vez aparecen y lo más frecuente es que lo hagan bajola forma de magnitudes globales poco fiables. El modelo para Francia es el de laEstadística de las Intendencias, después la de los Prefectos que no logran ir másallá de la monografía mas que por el recurso a los grandes tablas, esencialmenterelativas a la población, y que son el final de largos procedimientos de homoge-nización y puesta en forma de serie.

Debemos además considerar otra tradición, la de la Aritmética Política (AP)para encontrar tres ideas articuladas de manera innovadora que tienen que vermás directamente con una problemática del indicador. En primer lugar la de lacuantificación, en tanto que es proclamado que casi todas las actividades socio-políticas pueden expresarse mediante un número. Además la idea de que estosnúmeros son susceptibles de cálculos que expresan equivalencia entre las cosas, derelaciones relativamente invariantes que permiten hacer evaluaciones, de aproxi-maciones, de inferencias, de conjeturas. En definitiva que estos números, estasrelaciones y estas conjeturas son de primera importancia política en cuanto quela AP es una disciplina formativa de las élites y de los Príncipes que nos gobier-nan2. Estas tres ideas son expresadas también por las primeras investigaciones deGraunt y de Petty3 en la Inglaterra del siglo XVII, así como por los enciclopedis-tas en torno a Diderot y Condorcet. Éste había definido la Aritmética Política oracomo «la aplicación del cálculo a las ciencias políticas«, ora como «la ciencia para

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2 Adolfo Quetelet elaborará un elemento de formación a distancia de los Príncipes reinantes de Sajonia y Coburgoa través de sus Lettres sur le Calcul des probabilités de 1846.

3 «En lugar de servirme solamente de términos comparativos y superlativos y de argumentos puramente racionales,he adoptado el método (como modelo de la aritmética política que desde hace tiempo he tenido en mente) que consis-te en expresarse en términos de números, pesos y medidas» (Petty).

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la que las operaciones tienen por finalidad investigaciones útiles al arte de gober-nar los pueblos», o incluso como

... una rama de las matemáticas (que) tiene tres objetos principales (y por tanto) tres par-tes; la primera es el arte de obtener los hechos precisos de manera que el cálculo puedaaplicarse, y de reducir los hechos particulares que han sido observados a resultados máso menos generales; la segunda tiene por objeto extraer de estos hechos las consecuenciasa las cuales conducen; la tercera en definitiva debe enseñar a determinar la probabilidadde estos hechos y de sus consecuencias4.

En un texto editado asimismo en 1805, Donnant retoma casi la misma definición.

La aritmética política es la aplicación del cálculo a los objetos de la política talescomo el número de habitantes de un país, la duración de la vida de los hombres, la eva-luación de rentas según las riquezas supuestas de un Estado; en definitiva todas las eva-luaciones fundadas sobre aproximaciones y cálculos. Mientras que la estadística es unaciencia que tiene por objeto mostrar, sea por el análisis, sea con todo detalle, las fuerzasfísicas, morales y políticas de un país cualquiera5.

Tomemos un primer ejemplo. Cuando aparecieron las primeras tablas demortalidad, la duración de la vida es considerada inicialmente como una magni-tud numérica que cuantifica por sí misma una vida por su duración. Pero estacuantificación aplicable a cada individuo será de poco interés si nos atenemos aeso. Es por la puesta en conjunto dentro de una cierta población por la que lainconmensurabilidad de nuestras vidas y de sus idiosincrasias es desbordada en laque estos números se organizan en una distribución de frecuencias en función dela edad, se disponen en tablas y en gráficas. Es por inducción más o menos biencontrolada por un cálculo y por ciertas condiciones de representatividad por loque las frecuencias derivan en probabilidades en un modelo que puede ser atri-buido a poblaciones más grandes. Es la elección de un indicador cuantitativo –laduración de la vida media o mediana del colectivo– lo que va a permitir agregarnuestras vidas humanas y proporcionar una «medida« de la calidad latente de estasvidas6. Es en definitiva la estabilidad de esta media o mediana en el tiempo la queva a garantizar un cierto número de operaciones económicas como las rentas vita-

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4 Condorcet, 1784.5 Donnant, 1805, p11.6 ¿Se puede recordar que la vida probable (=duración de la vida mediana) a principios del siglo XIX es de 41 años en

Suiza, de 27’5 años en Inglaterra, de 20,5 años en Francia, pero de 8,5 años en Paris, menos de 3 años en Londres y Berlínmientras que las vidas medias son 37 años en Suiza, 29 años en Francia, 18 años en Londres y 16 años en Berlín? (LacroixTraité élémentaire du calcul des probabilités, 1882, retomado por Quetelet, Instructions populaires sur le calcul des probabilités, 1828).

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licias o los seguros de vida7. Su inestabilidad o su variación en el tiempo o en elespacio que va a marcar los grandes cambios demográficos, impulsar las políticasde la familia y guiar la gestión de los organismos de salud pública. La duración dela vida media (rebautizada como esperanza de vida al nacer) es uno de los pri-meros indicadores de la estadística social elaborado y discutido a través de repe-tidas controversias.

Tomemos como segundo ejemplo la estimación «de la riqueza territorial delreino de Francia« por Lavoisier. En este estudio inacabado, solicitado y publica-do por la Asamblea Constituyente en 1791, para estimar el rendimiento delimpuesto de 1/6 que se quería establecer, su autor construyó lo que puede serconsiderado como uno de los primeros modelos de contabilidad nacional, des-pués de la de Quesnay. El método sigue por cierto las indicaciones de Quesnay,expuestas por ejemplo en los artículos Granjeros y Granos de la Enciclopedia y seinspira igualmente en el método de evaluación de la población por el multiplica-dor de los nacimientos utilizados por los intendentes administrativos y discutidoen la Academia. Combina un pequeño número de estimaciones fundadas sobrealgunas magnitudes nacionales conocidas, principalmente sobre extrapolacionesde relaciones observadas en algunas explotaciones contrastadas, como la suya pro-pia en Fréchines. Se encuentra un primer principio: la economía política puedeconstruirse más que «por discusiones y razonamientos metafísicos» y de elabora-ciones teóricas y retóricas establecidas a partir de axiomas a priori; se puede cons-truir completamente por una especie de ingeniería realizada por «combinacio-nes de observaciones y de sus cálculos». Segundo principio, es necesario saberreconocer que la actividad económica no es ajena a balances, a ecuaciones que re-cogen una perfecta igualdad entre flujos que el químico Lavoisier ha sabidopor otra parte aplicarlo en la teoría de la combustión: nada se crea ni se des-truye; «todo lo que se consume todos los años se reproduce todos los años», almenos dentro de una economía cerrada que es casi la de la Francia agrícola de1790. Otra igualdad simple es que el consumo total es el producto de un con-sumo medio por el número de consumidores. El tercer principio es entoncesconstruir el resultado final –la riqueza nacional– como resultado de una larga

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7 Halley enumera los usos de su tabla (1691):

«1. Mostrar la proporción de hombres en edad de tomar las armas, cualquiera que sea la población considerada.2. Mostrar los distintos grados de mortalidad o más bien de vitalidad en cada edad3. Permitir el cálculo de la duración de la vida probable a una edad cualquiera4. Permitir la regulación de la prima de los seguros de vida5. Calcular el valor de las rentas vitalicias a plazo y de las tontinas»

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cadena lógica, la que Lavoisier compara con una medida de longitud por trian-gulación:

Compararía con mucho gusto mi trabajo con un mapa geográfico en la cual todoslos puntos están unidos entre ellos por una sucesión de triángulos. La bondad del mapadepende de la exactitud con que se hayan introducido la medida de base y en la deter-minación de los ángulos. Pero como los errores se multiplican a medida que se aleja delpunto del que se parta, es prudente, es necesario verificar de vez en cuando las distanciasdeterminadas por el cálculo, con el fin de rectificar y de conocer hasta qué punto se alejade la verdad. Es en esta dirección que estoy obligado a seguir: en cuanto que me ha sidoposible, he buscado para llegar al mismo objetivo por dos rutas diferentes, y no me hequedado satisfecho hasta que he obtenido resultados casi concordantes8.

En este caso Lavoisier evalúa primero la población en 25 millones según losdistintos trabajos realizados con la ayuda de un multiplicador de los nacimientos(de 30 aproximadamente); el consumo por cabeza (uno respecto de otro, hom-bres, mujeres y niños) en 110 libras por cabeza. Por tanto un consumo total de2.750 millones. Si las tierras agrícolas son estimadas en una superficie total de64.800.000 arpendes (2/3 de la superficie del Reino), Lavoisier puede a la vezdeducir una producción total de cereales y una producción de animales, hacien-do malabarismos con los ratios estimados del rendimiento por acre, del númerode arados por acre y del número de animales de tiro por acre. Por un precio deltrigo de 2 blancas la libra (24 libras el sextario), añadiendo el producto de lasviñas, ganado, bosques, lanas... deduce un producto bruto total del Reino de2.750 millones de libras y un producto neto de 1.200 millones de libras a los queno se añaden más que 48 millones de contribuciones territoriales de las villas. Estaes la base impositiva que interesa a la Asamblea.

De donde se observa pues que una cifra como la de la riqueza territorial (quemás tarde será el PIB) es una agregado complejo de resultados de muestras y deestimaciones. Pero lo que es más destacable es sin duda la importancia de las rela-ciones supuestas entre las magnitudes que permiten cotejar las cadenas de evalua-ción, lo que llama su triangulación. La interdependencia de las magnitudes eva-luadas por la Estadística no puede ser ignorada bajo pena de producir totales omedias, en resumen de indicadores, incoherentes. La cuestión es de importanciahistórica puesto que en la misma época se desarrolla una controversia notoria enlas oficinas de Estadística entre el censo exhaustivo y la evaluación conjetural. Enel caso de la cuantificación de la población los métodos de censo exhaustivo ins-

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8 Lavoisier, 1791, op. cit., p. 123.

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taurados por Lucien Bonaparte en 1801 van a predominar sobre la estimación porel multiplicador de nacimientos, a pesar de los sabios cálculos de intervalos deconfianza de Laplace. Pero para otros ámbitos, los partidarios del cálculo y de laaritmética política van a sostener que toda evaluación aislada de una cantidad notiene ningún sentido si no se tiene en cuenta las relaciones que tiene con otrascantidades. Dicho de otra manera, no hay Estadística seria posible sin un mínimode contabilidad y de econometría (de modo anticipado) que permite expresar,incluso burdamente, relaciones contables o empíricas (por ejemplo, cuantas hec-táreas puede labrar un tiro de bueyes y cuanto trigo producir).

Uno de los primeros actuarios de este siglo, Duvillard (1755-1832) protegido deCondorcet hasta 1793, calculador jefe de la Oficina de contabilidad central delTesoro, después subdirector de la oficina de estadística del Ministerio del Interior en1805, ha luchado con uñas y dientes para imponer esta visión de la gestión pública.En particular es en este último puesto donde denuncia la mediocridad del trabajoburocrático carente de alguna aproximación científica que controle las compilacio-nes hechas a partir de estados incompletos y erróneos enviados por los prefectos ylas diferentes administraciones9.

Parecía que nadie en esta oficina ha sospechado que los hechos puedan verificarse losunos a los otros. Sin embargo todos tienen de relaciones esenciales y necesarias entre ellos.Las mismas causas que modifican los unos acarrean también diferencias con los otros.Después de haber considerado atentamente sus relaciones, se puede a menudo representarsu relación y su ley mediante ecuaciones

Hay una multitud de hechos importantes que será siempre muy difícil de conocer com-pletamente a través de la observación (…) Pero a menudo puede descubrirse con los datosnecesarios, lo que no puede ser contabilizado o medido inmediatamente, el razonamiento yel cálculo, por la combinación metódica de los hechos. Las ciencias físico-matemáticas ofre-cen abundantes ejemplos y me parece que es aún uno de las principales atribuciones de laOficina de Estadística completar de esta manera el cuadro de hechos que el Gobierno tieneinterés en conocer, así pues he comenzado a hacerlo respecto de la población… y al estu-dio analítico de los efectos de la inoculación de la viruela, como recuerda inci-dentalmente.

Por su puesto el texto es también una carga contra su director «al barnizseductor y al estilo elegante(sic)» y una tentativa para conseguir su puesto, tareaen la que fracasará completamente y que le producirá cierta amargura. Pero es

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9 «Memoria sobre el trabajo de la oficina de estadística» del 13 de enero de 1806, en G. Thuillier, 1997.

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también un alegato para que se cese de calcular burdamente un montón de esta-dísticas como si fueran independientes. Sería necesario recordarlo hoy cuando secalculan indicadores económicos.

LA MEDIDA DE LAS CUALIDADES MORALES EN QUETELET

Lo que se acaba de decir de la Estadística balbuciente de las Oficinas al prin-cipio del siglo XIX encuentra su prolongación en los trabajos de Adolfo Quetelet.Se le debe en particular haber revolucionado la Estadística administrativa por lapuesta en funcionamiento de Oficinas y de Comisiones en varios países europeoscomenzando por Bélgica, y de haberlo hecho sin volver la espalda a las posibili-dades del cálculo, a la investigación de relaciones, de regularidades y de leyes.Ningún estadístico del siglo concentra como él las dos tradiciones de la Estadísticaalemana de los Estados y de la Aritmética Política.

Uno de los elementos de este proceso es bien conocido: es la teoría del hom-bre medio que tiene mucho que ver con la noción de indicador. En la parte cuar-ta de su célebre obra de 1835 «Sur l´homme…», retomada en la versión de 1869,Quetelet hace efectivamente de la media el vector mismo de una nueva sociolo-gía cuantitativa que bautiza como «física social». Igual que en la teoría de errores,la media de 1.000 medidas de un mismo objeto astronómico es la mejor estima-ción posible del «lugar verdadero», o de la «verdadera magnitud» de este objeto,la media de 1.000 contornos de pecho de 1.000 soldados define la verdaderamagnitud equivalente de un ser ficticio que encarna esta población: el hombremedio. Esta analogía lleva a las ciencias del hombre la potencia del cálculo deerrores astronómicos relativos a la medias, principio de los mínimos cuadrados yla ley de Laplace-Gauss. Efectivamente, por poco que se acepte que las pobla-ciones en cuestión sean homogéneas –lo que garantiza la curva de distribución enforma de campana de Laplace-Gauss– las medias de estas características físicas ymorales son los indicadores privilegiados de la población estudiada, que seguirána la vez su permanencia- el famoso saldo del crimen constante todos los años- ysu evolución a medio plazo bajo el efecto de causas variables (cíclicas por ejem-plo). Observemos bien la condición establecida por Quetelet para que puedaestablecerse una tal sociología de medias: es la existencia de una homogeneidadatestiguada por una distribución «normal», una condición que creía bastantegeneral pero que fue sucesivamente discutida por la Escuela alemana y despuésolvidada en la teoría de los indicadores en el siglo XX.

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Otra innovación de Quetelet menos conocida que me parece estar en el origende la teoría de los indicadores es la teoría de la medida de las cualidades morales.

Todo el esquema anterior de la transposición analógica sólo sería eficaz si lascaracterísticas del hombre fueran siempre directamente observables y medibles.Esta propiedad que es evidente para la medida de las características físicas delcuerpo humano –de ahí el papel fundamental, durante todo el siglo XIX, de laAntropometría, como eslabón primero e indispensable de las ciencias del hom-bre– no lo es cuando Quetelet se interesa por las cualidades morales: la valentía,la inteligencia, la templanza, la proclividad al crimen o al suicidio no se consa-gran tan rápido como las magnitudes físicas y geométricas como la altura y el con-torno de pecho. Quetelet ha tenido que inventar una métrica específica para losobjetos sociales. Y lo hace desde sus primeros trabajos de 1831, según un simpleprincipio transferido también desde las ciencias físicas. ¿Cómo medir lo inobser-vable? La respuesta existe desde hace mucho tiempo: «Admitimos la tesis general deque los efectos son proporcionales a las causas que los producen. Fecundo principio que sirve,por así decir, de fundamento a todas las ciencias de la observación10». El dispositivo ejem-plar, que Quetelet discute en detalle en el libro 3 de la física social, bajo la formaparticular del aparato de Règnier, es el dinamómetro o balanza de muelle de nues-tros primeros trabajos prácticos de física: ¿no este dispositivo el que permite trans-formar una fuerza peso no observable, en el alargamiento de un muelle, directa-mente observable por el desplazamiento de un indicador que se desplaza a lolargo de una escala graduada?. La alineación de puntos representan gráficamenteparejas (pesos, alargamiento), ¿no es la concretización más simple de la propor-cionalidad de los efectos (observables) con las causas (inobservables)? El dinamó-metro es el dispositivo experimental y pedagógico en que se basa el principio dela medida en todas las ciencias. Queda aún adaptarlo a los objetos sociales:

Considerando las causas como proporcionales a los efectos, no habrá dificultad endecir que estos dos individuos tienen una valentía que está en una relación de 500 a 300(número de actos de valentía), o de 5 a 3.Una apreciación similar tendrá tanto o más uncarácter de verdad cuanto mayor sea el número de años para los que tengamos observa-ciones, y los resultados variarán entre límites más estrechos (…) Sólo observamos en con-secuencia esta relación como absurda cuando creemos imposible determinarla.

(…) Creo que se puede emplear los números en los casos siguientes:

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10 Quetelet, 1846, Lettres…, XXVII, p. 190.

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1. Cuando los efectos pueden ser estimados por medio de una medida directa quehaga conocer su grado de energía, como los producidos por la fuerza, la veloci-dad, la actividad aplicada a las obras de la misma naturaleza.

2. Cuando las cualidades son tales, que sus efectos son casi los mismos y están rela-cionados con la frecuencia de estos efectos, como la fecundidad de las mujeres, elhábito de beber, etc. (…)

3. En definitiva, se pueden emplear los números cuando las causas son tales que seanecesario tener relación tanto con la frecuencia de los efectos como con su ener-gía aunque las dificultades sean muy grandes…11.

Se apreciará que este principio de medida de las causas por sus efectos conducedirectamente bien a medir las frecuencias de una acción si el efecto es cualitativo oque tiene la única propiedad de ser o de no ser, bien a medir medias si lo observa-ble es cuantitativo y susceptible de grados. En cuanto a la frecuencia de una mediade variables bernouillanas, se puede considerar como general el caso de la media.

La teoría de las propensiones es para Quetelet la expresión preferida de esteprincipio métrico. Lo que nos interesa en la física (social o no), no son las regu-laridades observadas sino los mecanismos fundamentales que las explican, las cau-sas que las producen. Tomemos el caso del crimen que ocupa la mayor parte desu estadística moral. El crimen no es más que el efecto de una causa inobservableque Quetelet bautiza con el nombre de propensión al crimen. Esta es una especiede característica oculta en el individuo normal o lo que es lo mismo, en unapoblación homogénea. Es, como el grado de valentía, una característica indivi-dual como colectiva, si se admite que cada individuo es una variante ligeramen-te deformada del perfil tipo. La propensión al crimen es comparable, para hom-bres de un grupo homogéneo, expuestos a las mismas circunstancias, a unaprobabilidad de cometer un crimen, que caracteriza a este grupo social. El pasode la propensión al crimen a su realización depende no solamente del valor deesta probabilidad dentro del grupo, sino también de tres etapas sucesivas de lapuesta de práctica de esta propensión: «las ocasiones o intentos a los que el indi-viduo ha sido expuesto, la facilidad más o menos grande que tiene de cometer elcrimen y la intención hacer de daño que depende de su moralidad». Estos ele-mentos que hacen que de alguna manera median entre la posibilidad del acto yel acto en sí mismo, forman un conjunto de circunstancias diferentes para cadaindividuo, que extrae pues su acto (bola blanca o bola negra) al azar de una urnaque no es la misma que la de su vecino. Pero incluso dentro de este marco de

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11 Quetelet, Physique sociale, 1869, tome II, p. 146.

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urna variable de tipo Poisson, resulta una probabilidad media que es la propensión.Desgraciadamente los crímenes cometidos no son todos observables, teniendo encuenta la intención del criminal en disimularlo. Es pues necesario utilizar aquíuna regla de proporcionalidad para medir la amplitud:

En cuanto que el devenir de la justicia y la represión permanecen constantes duran-te mucho tiempo, se establecen relaciones constantes entre estas tres cosas: 1º) los crí-menes cometidos 2º) los crímenes cometidos y denunciados a la justicia 3º) los crímenescometidos, denunciados a la justicia y perseguidos por los tribunales. En cuanto se extrai-gan ratios, con los que no se busque tener valores absolutos, se pueden sustituir estas tresclases de hechos, unos por otros12.

La hipótesis de proporcionalidad se vuelve aquí muy fuerte. Tomar el apara-to judicial en sí mismo y su sistema de información estadística asociado comoequivalente a un dinamómetro, es en primer lugar olvidar el primer eslabón dela cadena que ha sido descrita, a saber la actividad policial que permita trasladarun criminal en alguien susceptible de aplicarsele la justicia. La identificación entrela estadística criminal y la estadística judicial es consecuencia de la publicación delas «cuentas generales de la administración de justicia francesa» después de 1825,y no desaparecerá hasta que la policía no comienza a publicar también las cifrasde criminalidad (delincuencia actualmente). En segundo lugar, cerrar los ojosante las desigualdades flagrantes con las que la Justicia trata casos similares, lo queconstituye un dispositivo ciego, imperfecto, pero imparcial, del que no se habráeliminado todo error sistemático sin olvidar que este sistema es una construcciónsocial que sería necesario analizar como una causa perturbadora

«No se ve casi nada justo o injusto que no cambie la calidad cambiando elentorno. Tres grados de elevación del polo invierten toda la jurisprudencia. Unmeridiano decide la verdad…Complaciente justicia que un rió o una montañalimitan» decía Pascal13 (al que cita) para hacernos dudar de la homogeneidad terri-torial de la Justicia. Y se puede dudar en tanto que la balanza (¿el peso?) de laJusticia persigue con el mismo celo a aquellos que roban un huevo que a los queroban un buey. Aún aquí, Quetelet considera ventajosa la homogeneidad del tra-tamiento administrativo sobre la heterogeneidad, y estará más impulsado a negarlos sesgos sistemáticos que reconocer solamente los errores inconscientes: «Lasnegligencias, en los asuntos administrativos, no se producen en absoluto de unmodo fortuito. Se les puede considerar como causas constantes, o al menos como

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12 Quetelet, 1848.13 Pascal, Pensées, Tome II, p. 99, citado por Quetelet en Lettres… y en Du système social, notas p. 320.

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causas variables que ejercen una acción bien pronunciada sobre los resultadosgenerales. ¿No se sabe que correos recibe cada año, casi exactamente el mismonúmero de cartas sin cerrar o con direcciones insuficientes?».

Es a este precio –una hipótesis de neutralidad de los sistemas de registro–como metrología de Quetelet constituye el registro oficial del hecho social encondición de su medida. Lo hace para la criminalidad, pero también para lafecundidad de las mujeres (medida por su efecto, la natalidad), para la inteli-gencia (medida por sus obras), la templanza (medida por la estadística de las cajasde ahorro y de previsión), la propensión al suicidio medida por el paso a laacción. La sociología durkheimiana encajará el paso en la definición del hechosocial mediante su medida institucional. Pero debido al sesgo de esta hipótesisfuerte, Quetelet reunifica el estudio de las cualidades físicas (directamenteobservables) y las cualidades morales (no directamente observables). Salva asi laestadística moral amenazada por la reserva de los administradores frente a todainducción o conjetura, y por el monopolio que los matemáticos habían impues-to sobre tales razonamientos, como lo atestiguan las reglas del premio Montyonde Estadística de la Academia de Ciencias otorgado únicamente a los trabajospuramente descriptivos. Por este principio de medida de las cualidades moralespor sus efectos debidamente registrados, la estadística moral se encuentra conec-tada con la estadística administrativa de la que Quetelet es el principal organi-zador a escala nacional e internacional: a partir de él, no solamente no está pro-hibido construir conjeturas fundadas en observaciones estadísticas oficiales, sinoque este método es la base misma de una investigación científica positiva de lassociedades.

LA TEORÍA DE LOS ÍNDICES EN LOS BARÓMETROS ECONÓMICOS

La estadística económica que se desarrolla a finales del siglo XIX es impulsadapor la problemática de las Crisis y los Ciclos. La cuestión punzante del ciclo denegocios –business cycle– es a la vez una cuestión teórica (por qué razones,mediante qué mecanismos, se producen los ciclos), una cuestión metodológica yepistemológica (cómo reconocer objetivamente y medir el ciclo de negocios) yun problema político (cómo tener una previsión que permita actuar a través depolíticas específicas). La segunda cuestión, metodológica, ha llevado principal-mente a la puesta en funcionamiento indicadores del ciclo de negocios, cuidado-samente elegidos y dispuestos o combinados en forma de índices y barómetros paraproducir una objetivación del ciclo latente, inobservable directamente. Hemos

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descrito en otra parte14 estos barómetros y analizado en detalle las técnicas pues-tas en juego en su construcción, así como las bondades y defectos de su uso comorepresentación y previsión sistemática. Es necesario traer aquí solamente el obje-tivo de precisar en qué es destacada y fortalecida la teoría de los indicadores.

Es la primera vez que los dos principios de Quetelet –el principio de la mediacomo «centro de gravedad» de un grupo humano e indicador privilegiado; y aquelde la medida por sus efectos– son aplicados al estudio de la variación temporal deun estado macroscópico. Quetelet había expresado el principio del estudio de lasevoluciones sociales a través de las medias y desarrollado algunos ejemplos que eranbastante anecdóticos. No tenía ni las herramientas del análisis conjetural, ni lasmotivaciones y las utilidades que nacen de las crisis de finales de siglo.

La elaboración de series temporales de algunas medidas de magnitudes socio-económicas plantea inmediatamente problemas de representación en los diferentessentidos de esta palabra: ¿la variación de los negocios está bien representada por talo cual indicador, como los envíos postales, el importe de las sucesiones, las ven-tas de inmuebles, la rentabilidad de las acciones, la cotización de rentas, las impor-taciones de materias primas, la producción de hulla, la fuerza motriz, la venta detabacos, la taquilla de los teatros parisinos, los compromisos del Monte de Piedad,las quiebras de las empresas, los suicidios o los excedentes de nacimientos sobredefunciones? Esto no es más que una breve relación de indicadores de uno de losprimeros barómetros, el de Foville publicado en 1888. ¿Qué justifica añadir oretirar un indicador a esta lista de Prevert? Pero también ¿cuál es la naturaleza deesta «representación»? ¿Qué relación existe entre la variación de los negocios, unconcepto que define una especie de estructura latente y abstracta, y cualquiera delas magnitudes observables constituida en medida por nuestro sistema estadístico?Algunos autores ven «causas» de la variación de los negocios, otros ven «efectosvisibles» de la misma variación. Pero la mayor parte ven, de hecho, «signos» o«síntomas» de la variación, y no retroceden ante la idea de que la relación entreel significante y el significado se inserta en una semiología15 general de la activi-dad económica y social, que tendría más que ver con lo que se encuentra enmedicina, que con la noción de causa utilizada en mecánica. Tercera formulaciónde la noción de representación, es la representación gráfica que juega un papel

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14 Armatte, 1992 y 2003.15 Armand Julin en Bélgica, André Liesse en Francia, Wagemann en Alemania han desarrollado especialmente la ana-

logía médica y relacionada con el arte de la conjetura a una práctica del índice-síntoma. A esto es a lo que llamaban «lasemiología» y esto es lo que el historiador italiano Carlo Ginzburg (1980) ha llamado las ciencias del índice.

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fundamental en la historia de los barómetros económicos que puede tomar dife-rentes formas: la del estadístico Foville pasa por una codificación colorista de lasseries muy original (del rojo al negro pasando por el gris y el rosa) que les hacecomparables y permite ver inmediatamente la cuasi simultaneidad de períodosnegros y rojos para los diferentes indicadores, así pues la unicidad del movimien-to económico latente común a estos indicadores. Pero los estadísticos ulteriorespreferirán recurrir a la representación gráfica cartesiana más tradicional de la serieen función del tiempo que forma una curva en la que las inflexiones guiarán elcomentario.

La representación simultánea de los diferentes indicadores sobre un mismográfico plantea problemas temibles de «conmensurabilidad». ¿Cómo hacer compa-rable los precios, las cantidades de carbón y las cantidades de puerros, las cotiza-ciones de acciones o de rentas, el número de parados y quiebras o las tasas denatalidad?. No solamente estas magnitudes son por naturaleza heterogéneas ensus significados, sino que no son en general expresadas en las mismas unidades,y si por azar lo son, sus órdenes de magnitud medias, sus variabilidades soninconmensurables. Ha sido necesario pues crear convenciones de medida (uni-dades) y de representación (escalas) e inventar métodos de reducción de los dife-rentes indicadores a un estándar: establecer un índice base 100 para un mismoaño, centrados por desviación respecto a la media, reducción por división pordesviación-tipo, expresión en tasas de crecimiento, separación de la tendenciadel ciclo… que permiten una comparación de los diferentes indicadores. El con-junto de estas técnicas se ha desarrollado en los primeros años del siglo XX y haconstituido el cimiento de las condiciones necesarias para la movilización de laprincipal herramienta de estadística matemática afectada en los estudios sobre laconjetura después de 1910: el coeficiente de correlación. Hemos mostrado enotro trabajo16 que la transposición directa del coeficiente de correlación deBravais-Pearson a las series temporales, ha generado numerosas paradojas y gran-des dificultades de interpretación que no han sido más que parcialmente resuel-tas por la descomposición de series en tendencia y ciclo (por medias móviles,cadenas de proporciones, o diferenciación). Las críticas de Yule y de Fréchet enlos años 1920 y 1930, han sido particularmente asoladoras frente al uso sistemá-tico de la medida de correlación lineal para traducir en un solo índice la con-mensurabilidad y la covariación de dos indicadores. También la covariación deindicadores de una misma magnitud temporal latente, como el «ciclo de los

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16 Armatte, 2002.

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negocios», es fundamental en la justificación del hecho que explican de un mododiferente, y en una cierta relación probabilista, el mismo fenómeno. Volveremossobre este punto con Lazarsfeld.

La tercera cuestión que plantea la práctica de los indicadores coyunturales esla de su agregación. De hecho tres métodos concurren sin que ninguno preva-lezca. El primer método consiste en extraer en un solo indicador, que se consi-dera el más representativo del ciclo de los negocios y que se ha rebautizadocomo índice BC. Esto lo han realizado precursores como Farr y Ogle con elprecio del trigo o la tasa de matrimonios, o más tarde Juglar y Siegfried con lascajas de la banca de Francia o su cartera comercial17. Esto es lo que se ha hechoen el siglo XX con el dato del papel cartón de embalar consumido (hasta lainvención del plástico). El segundo método es la de la yuxtaposición de indica-dores. Se ha visto que éste fue favorecido en el primer barómetro de bandas decolores de De Foville y que produjo a la vez un efecto redundante y de locali-zación de indicadores avanzados aptos para jugar el papel de alerta o previsión.Se encuentra aún esta técnica en los barómetros de Julin (1913), constituida por43 indicadores distribuidos en cuatro grupos, en los de Mortara (1913), Beve-ridge (1909) y Lucien March que publica los Índices del ciclo general de losnegocios a partir de 1919. Sin embargo, el caso francés es una excepción pues-to que después de la guerra de 1914, la mayor parte de los barómetros hacen usode una tercera técnica que apuntan a la combinación de indicadores en un redu-cido número de índices. Es el caso por ejemplo del índice único de Babson: unagregado de varios indicadores, según una fórmula no revelada, y presentadacomo un secreto de fabricación justificada por su explotación mercantil. Es tam-bién el caso del dispositivo inventado por Persons en Harvard a finales de losaños 1910 quien, mediante la combinación de series cíclicas y fuertementecorrelacionadas, elabora tres índices sintéticos A, B y C, que se identifican des-pués como representativos de tres mercados, el de valores, el de bienes y el dela moneda. El éxito de este barómetro de Harvard, discutido y copiado en la casitotalidad de los Institutos de coyuntura europeos, vienen quizás de la combina-ción de las ventajas de los dos últimos métodos: agrega las series, aunque la yux-taposición de los tres índices A, B y C permite encontrar una función de pre-dicción por su retardo, y por la identificación de un indicador avanzado (A),anunciador de la crisis o la recuperación.

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17 Estos dos indicadores teniendo fluctuaciones perfectamente inversas, uno solo de los dos basta para captar el Ciclode los Negocios.

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El episodio histórico de los barómetros, fundador de la coyuntura económi-ca moderna, muestra con claridad los intereses y los limites de la utilización delos indicadores: heterogeneidad de sus significantes y de sus significados, arbitra-riedad de su elección, dificultad de jugar a la vez sobre su complementariedad ysu redundancia, multiplicidad casi infinita de fórmulas de agregación en un índi-ce único en ausencia de una aproximación teórica. Este último punto ha sido par-ticularmente bien discutido en los años 1910-1920 por I. Fisher respecto de losíndices de precios18.

CONCEPTOS DE LOS ÍNDICES SEGÚN LAZARSFELD

La noción de propensión puede ser considerada como una primera versión dela teoría de las estructuras latentes en Lazarsfeld, y la teoría de los indicadoressociales en este mismo autor, así como en los estadísticos-economistas de los años1920-1930.

Paul Lazarsfeld (1901-1976), fundador de la sociología cuantitativa19, se inte-resó mucho por la física social de Quetelet20. A éste le reconoce el mérito dehaber instaurado este principio de la representación de las causas latentes por indi-cadores, pero le reprocha haber conservado una concepción rígida deterministay causal de esta relación, mientras él tiene claro que aquella no es más que unarelación de contingencia y de asociación estadística: «En las ciencias sociales, losindicadores y los síntomas tienen una relación probabilista de propensiones sub-yacentes». Las donaciones no hacen más que indicar una cierta probabilidad deuna propensión caritativa, como el hecho de ser calvo no es más que una indicioprobable de una edad avanzada, contradicha en un número no despreciable decasos. Es pues necesario para Lazarsfeld multiplicar los indicadores de una mismapropensión para debilitar la probabilidad de error según un razonamiento pareci-do al de la combinación de testimonios.

Lazarsfeld atribuye igualmente a Quetelet un segundo principio métricoimportante que es una relación de equivalencia: en el caso de las variables cate-góricas (Lazarsfeld las llama discontinuas), podemos sustituir una observación enun instante de varias personas por una serie de observaciones cronológicas de la

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18 Cf. y Armatte, 2004a.19 Para una biografía intelectual de Paul Lazarsfeld, que cubra a la vez su formación austriaca y su carrera americana

en Columbia, podemos referirnos a la obra publicada bajo la dirección de J. Lautman y B. P. Lécuyer en 1998.20 Cf. Lazarsfeld, 1970.

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misma persona. Por ejemplo, la frecuencia anual, evaluada en número de días poraño,

de la práctica de una cierta actividad (lectura, cine, museos, pesca con caña), porel hombre típico de una cierta población, puede ser asimilado, bajos ciertas con-diciones de estacionariedad, a la frecuencia instantánea relativa

de aquéllos que practican esta actividad en un día dado. Esta equivalencia de fre-cuencias espaciales y temporales es otra forma de equivalencia entre n medidas deun mismo objeto y una medida de n copias de este objeto, establecida porQuetelet y después por Bertillon para pasar de medias «objetivas» a medias «sub-jetivas».

Una buena síntesis de sus trabajos sobre los indicadores se encuentra en eltexto «de los conceptos de los índices empíricos» editado en francés por Lazarsfeld. Estetexto, que ha contribuido a la formación de numerosos sociólogos, propone unametodología de la cuantificación que es la que se encuentra en la mayor parte delas encuestas con cuestionario: identificar las dimensiones del concepto que sedesea «medir», elegir un pequeño número de indicadores observables de estasdimensiones, generar una formulación bajo la forma de una cuestión, codificar lasrespuestas a estas cuestiones, y en definitiva combinarlas en un índice sintético,tal es la metodología propuesta por Lazarsfeld. Así para «medir» la autonomía delos estudiantes respecto de su ambiente familiar, una característica latente inob-servable, será preciso evitar preguntarles bruscamente ¿sois autónomos en rela-ción con vuestros padres? sino más bien identificar diferentes dimensiones de laautonomía (financiera, material, afectiva, ideológica…) y formular en cada unaalguna cuestión precisa sobre el comportamiento objetivo que sirva de indicador(por ejemplo, «¿quien lava vuestra ropa?»)21. Lazarsfeld insiste mucho en la inter-cambiabilidad de los indicadores: al final la arbitrariedad de la elección del indi-cador desaparece puesto que en su relación con los fenómenos estudiados losdiferentes indicadores que se podrían elaborar de una misma dimensión son prác-

f A

N

Ni'( )=

f A

Nj( )=

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21 Ejemplo extraído de una experiencia pedagógica de encuesta a estudiantes de nuestra universidad en los años 1990.

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ticamente equivalentes. Una conclusión que justifica a la vez la teoría de los índi-ces como media de muestras representativas, y asimismo de múltiples investiga-ciones prácticas, pero que es aún el objeto de fuertes controversias.

Este texto permite también comprender como Lazarsfeld prolonga y modifi-ca la aproximación queteliana sobre la materia con una visión más precisa de lanoción de «estructura latente» y por una postura más radical frente al fenomena-lismo que encarnaron bien estadísticos posteriores a Quetelet (Pearson por ejem-plo): lo que cuenta en último lugar en las ciencias sociales, no son los fenómenosobservables sino los procesos subyacentes. La cuestión entonces no es acumularmedidas objetivas sino utilizarlas inteligentemente para revelar estos procesos fun-damentales. Es lo que ha faltado a la vez al método de los barómetros que nuncahan logrado validar una teoría sobre los ciclos y al método de los indicadoressociales que se desarrolló después de 1970 rompiendo con toda teorización, y conla idea misma de estructura social tan fecunda en los años 50 y 60.

LOS INDICADORES DEL DESARROLLO

El nuevo orden mundial que emerge después de la segunda guerra mundialcambió las reglas de juego de las naciones. Las deseos de potencia de los Estadosnacionales, así como de sus élites y autoproclamados guías, conducidos hasta laguerra mundial y el holocausto, son reconvertidos en una guerra económica delOeste y del Este, en la que la apuesta es el desarrollo económico y social. Las nue-vas instituciones de la ONU (FMI, BM, BIT) confirman a la vez la paz en suforma de equilibrio entre dos bloques, y una pax americana que fija las nuevasreglas (monetarias, financieras, comerciales, sociales) de los intercambios interna-cionales22. El Plan Marshall proporcionó un marco y medios para el desarrollo deEuropa. La OCDE fundada en 1960 trabaja para confirmar la estabilidad finan-ciera, la expansión del comercio internacional y la expansión económica de lospaíses miembros y no miembros en vías de desarrollo. La descolonización rápidadeja paso a la guerra del desarrollo que se ejecuta a la vez sobre varios planos: lasvías posibles de este desarrollo (por el mercado o por la regulación estatal), elposicionamiento estratégico e ideológico que enfrenta a los dos bloques, la espe-cialización internacional y, en definitiva, los resultados obtenidos en cuanto albienestar de las poblaciones.

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22 Cf. Armatte, 2004b.

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Es dentro de este marco cuando la noción de indicador aparece en escena, anivel macro y no ya micro: no se trata ya de situar cada individuo encuestadosobre escalas de medida, sino de producir indicadores macroeconómicos nacio-nales de desarrollo económico. Dentro de esta elaboración, el papel centralcorresponde a los conceptos de la contabilidad nacional desarrollados en el marconuevo de un pensamiento keynesiano de la regulación estatal de los ciclos, y másparticularmente, a la medida de la riqueza nacional o de renta nacional. Es en elmarco de una invención de las contabilidades nacionales, después en su armoni-zación como se desarrolla la demanda de indicadores. Por una parte indicadoresde riqueza económica, de otra parte, indicadores sociales. El PIB, producto inte-rior bruto, definido como la suma de los valores añadidos brutos de los diferen-tes bienes y servicios producidos por el trabajo remunerado, se convierte en elprimero de los indicadores de desarrollo. El cálculo del PIB por habitante queparece corregir los efectos del tamaño, ha penalizado de hecho durante muchotiempo a los grandes países (China, India, Brasil) que revelan hoy su potencial dedesarrollo y la verdad del dicho de que la primera de las riquezas de un país sonsus hombres. A pesar de las dificultades de comparación que representan las dife-rentes monedas, parcialmente evitadas por la evaluación de la paridad del poderde compra (ppc), el PIB/habitante es sin embargo el indicador de referencia delBanco Mundial, o de la Asociación Internacional para el Desarrollo (AID) paraestablecer las criterios (economías «de ingresos bajos» por debajo de 730 $ 1995),clasificaciones23 y umbrales de pobreza, y por tanto, de financiación.

Pero como ha sido elaborado por las contabilidades nacionales para medir lacontribución productiva de la actividad –principalmente mercantil– de cadarama, y puesto que no tiene en cuenta actividades no mercantiles o sin coste,pero sin embargo esenciales al bienestar, el PIB ha sido muy rápidamente desca-lificado como indicador de desarrollo. No tenía en cuenta las aportaciones deltrabajo doméstico, principalmente femenino, ni lo efectos perversos –«externali-dades negativas»– del crecimiento económico sobre la salud, la seguridad, las des-igualdades o el medioambiente. Nordhaus y Tobin, en su artículo de 1973 «IsGrowth obsolete?», propusieron las primeras extensiones del PIB que permitíansegún ellos hacer un indicador de bienestar («medida de economía del bienestar»),permaneciendo en el marco de una contabilidad monetarizada. Se conformaronen primer lugar con retirar elementos de consumo de los hogares que no contri-buyen visiblemente a su bienestar, y a añadir aquellos que visiblemente sí contri-

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23 En 2002: Luxemburgo, Noruega, Irlanda, USA ocupan los cuatro primeros lugares.

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buían. Al final han establecido este indicador parcialmente perdurable («sosteni-ble») valorando las variaciones de los recursos naturales y humanos (capital huma-no y salud), iniciando así un debate que no ha terminado sobre lo que deber serbeneficioso o no al bienestar (los gastos en defensa nacional y la urbanización sondos ejemplos).

Los años 1980 aparecen para algunos como un período de retroceso para losgrandes equilibrios económicos, como un paréntesis en esta reflexión sobre lanecesidad de nuevos indicadores sintéticos de desarrollo o de bienestar. Para otroses un período de investigaciones y de maduración. Son los años 1990 los que vena esta cuestión volver a las agendas políticas de las instituciones internacionales,por el sesgo principalmente de la política de «ajuste estructural» aplicada por elBanco Mundial en los PVD, necesidades de un «sistema integrado de estadísticassociales» para la construcción europea, y más generalmente de una respuesta alcrecimiento del paro y de las desigualdades en los países desarrollados que siguie-ron a políticas liberales. Por ejemplo, la OCDE retoma en su informe de 2001los trabajos de Osberg y Sharpe aunque datan de los años 1980 no descuellanhasta 1998 con la publicación de su célebre índice de bienestar económico decuatro dimensiones (flujo de consumos corrientes, acumulación de stocks derecursos productivos, distribución de rentas, grado de seguridad económica).

En junio de 1990, el PNUD24 publica un índice sintético del desarrollohumano (IDH) que no es la primera iniciativa en este sentido pero sí en impo-nerse. El IDH se define como una simple media de tres indicadores normaliza-dos sobre una escala 0-1: el PIB (en dólares ppc corregidos por logaritmo), laesperanza de vida (posición entre 25 y 85) y el nivel de educación (que combi-na el número de años de escolarización y las tasas de alfabetización de adultos).El ISDH (índice sexo-diferenciado) es una variante –más tarde completada por elindicador de participación de las mujeres (IPM)– que tiene en cuenta las des-igualdades por razón de sexo. La clasificación de los países desarrollados sobreestas nuevas escalas es totalmente diferente a la clasificación basada únicamente enel PIB, apareciendo en cabeza los países escandinavos. Numerosas iniciativas hanresultado de la acción de instituciones como la ONU, Organizaciones no guber-namentales, incluso de grupos de investigación. Se encontrará una presentacióncrítica en el reciente informe de Gadrey y Jany-Catrice (ver también los nume-rosos estudios que están referenciados así como los informes de la OCDE).

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24 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

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