rendon2008 el sindicalismo automotriz independiente en el morelos de los setenta

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Sabás Rendón. Testimonio de un dirigente obrero yautepequense en CIVAC

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  • SabS Rendn Galicia

    el SindicaliSmo automotRiz independiente

    en el mxico de loS Setenta

    teStimonio de un diRiGente obReRo yautepequenSe en civac

  • el SindicaliSmo automotRiz independiente

    en el mxico de loS Setenta

    teStimonio de un diRiGente obReRo yautepequenSe en civac

    SabS Rendn Galicia

    El sindicalismo automotriz independiente en el Mxico de los se-tenta. Testimonio de un dirigente obrero yautepequense en CIVAC/ Sabs Rendn Galicia; Mxico; Guillermo Peimbert Editor; 2008. 482 pp.

    ISBN:

    Primera edicin: 2008

    Sabs Rendn Galicia, 2008Edita: Guillermo Peimbert (Mxico) [email protected]: Diseo, correccin, realizacin y coordinacin: Guillermo PeimbertDiseo de la portada: Fernando Garcs Po [email protected] de la portada con el autor: Arturo Brito LilingtonImpreso en Mxico

    Este trabajo fue realizado, en parte, con el apoyo del Programa de Apoyo a las Cul-turas Municipales y Comunitarias (PACMYC) 2007del CONACULTA.

  • Contenido

    Agradecimientos: 13Presentacin

    Primera ParteMi oriundez y mi familia 19Mis estudios y primeros trabajos 24Mi paso por Trnsito del estado 30Los mandos de Trnsito y los subordinados 39El gobernador y los directores 47Mi ingreso al Partido Revolucionario Institucional (Pri) 59Mi boda con Blanca 62El Instituto Mexicano del Seguro Social (imss) y el Hospital de la Mujer 69

    segunda ParteMi ingreso a nissan como vigilante 87Mi paso al sindicato 98La primer revisin de Contrato colectivo 106La cada de Avella y el engredo Fidel Orozco 116Surjen ms brotes de inconformidad obrera 122El Fat, el CeFosem y el movimiento obrero 127La destitucin de Orozco y el viaje de Jaimes a Caracas 133La rebelin en nissan a la farsa del Dia del Trabajo 144El gobernador Felipe Rivera Crespo 146

  • El nuevo contubernio y la represin a la corriente jaimista 280 La accin contra David, Sabs y Raymundo y el apoyo en Estados Unidos 285Los atentados y el encarcelamiento de Raymundo Jaimes 292Las huelgas en sPiCer, s. a. 303La reclasificacin y la vuelta de Jaimes y Rendn al Comit 311Agripino, Esteban y el secuestro y muerte de Elfego Coronel O. 322La huelga de 46 dias y la debacle del movimiento en nissan 329

    terCera ParteMi dirigencia, el despido de Jaimes y el desmembramien- to del Grupo Obreros de Vanguardia (goV) 355El triunfo de los esquiroles, mi encarcelamiento y despido 387El tiro de gracia a Jaimes y Rendn 407Carlos Contreras Rosas y la hecatombe del movimiento obrero en nissan 426El exterminio del cncer del comunismo en nissan 461Bibliografa y hemerografa 471Volantes (archivo personal) 475Testimonios 475

    Compaero Fidel, es usted un traidor a la clase trabajadora! 148El obispo Sergio Mndez Arceo 154La cada de Gmez y la llegada de Jaimes al liderato 160El rompimiento con Fidel Velzquez y la Federacin de Trabajadores de Morelos 164Las primeras manifestaciones del sindicato y el FAT 166La huelga de ConFeCCin-riVeteX en 1972 173Juan Ortega Arenas y la independizacin del sindicato 184Mi interinato como secretario de Trabajo y Conflictos 199Mi relacin con Manuel Salazar vila y Luis Gil Salgado 209Las propuestas indecorosas a Raymundo Jaimes 217Las ltimas acciones del periodo 1971-73 y la expulsin del Frente Autntico del Trabajo 221La ofensiva patronal y los esquiroles 224El retorno de Japn de Quirino y el relevo de Jaimes en el Comit 227La huelga de 20 dias en Nissan Mexicana y la solidaridad del pueblo 232La huelga de Cinsa-CiFunsa 249El Primero de Mayo en Cuernavaca 257El ingeniero Yo Chingo y la sumisin de Quirino y Jacobo 267El Grupo Obreros de Vanguardia, la uCr y la invitacin a los ngeles, California 272

  • A Blanca Teresa, mi esposa y com-paera de toda la vida: madre de mis hijos Jos Luis, Mara de la Luz, Maricela y scar Sabs. Como un re-conocimiento a la renuncia a las como-didades de la vida, en solidaridad a su compaero y a la lucha por alcanzar la utopa que un da se har realidad, la de lograr una sociedad ms justa para los creadores de la riqueza del mundo, la clase trabajadora.

  • 13

    AgrAdecimientos:

    Mi muy especial agradecimiento al Presidente Municipal de Jiutepec, Rabindranat Salazar Solorio y al Secretario de Desarrollo Humano, Dr. Jess Hernndez Jimnez, por su apoyo incondicional para la realizacin de la presente edicin; al Dr. Guillermo A. Peimbert Fras por su decisin altruista de poner a disposicin de esta obra su experiencia profesional en la correccin y edicin, adems de colaborar tambin con la conclusin del libro; a mi compaero de trabajo en nissAn, mi maestro en sindicalismo y principal personaje de esta obra, Raymundo Jaimes Garca que, una y otra vez, verific fechas, hechos y actores, adems de acompaarme a tocar puertas, sin menoscabo del tiempo y dinero perdidos; a mi tambin compaero de trabajo en nissAn y posteriormente en el servicio de transporte colectivo de Cuernavaca, Alfonso Miranda Romn, quien tambin colabor con sus testimonios y documentales; al M. G., escritor, historiador, poeta, pintor y periodista, Humberto Robles Ubaldo, por su permanente apoyo moral, alentndome siempre a continuar adelante hasta la conclusin de este libro; a Gelacio Montes Romano quien, adems de haber sido un activo sindicalista en nissAn, tambin fue el enlace para hacer posible la solidaridad del Ayuntamiento de Jiutepec; y a todos mis compaeros obreros activos e inactivos de nissAn mexicAnA que, de una u otra forma, colaboraron para la realizacin de esta obra.

    Finalmente agradezco el apoyo desinteresado de Fernando Gar-cs Poo en el diseo de la portada y a la Facultad de Humanidades de la UAEM por permitirme el uso de su archivo de fotografas de don Sergio Mndez Arceo.

  • 15

    PresentAcin

    Raymundo Jaimes Garca

    Como tuve la fortuna de compartir con el autor la ma-yora de las vivencias, experiencias y peripecias que aqu se narran, quiero comentar algunas ideas que considero importantes.

    Antes que nada, deseo felicitar a Sabs por el gran esfuer-zo y dedicacin en todas las tareas que tuvo que realizar para lograr este objetivo. No es fcil, en primer lugar, ordenar las ideas y plasmarlas en el papel cuando se tienen tantos proble-mas de trabajo, econmicos, de tiempo y de salud. Adems tampoco es sencillo conservar, buscar y asimilar todo el mate-rial que se requiri para elaborar este trabajo: notas periods-ticas y revistas de diferentes pocas y fechas, oficios, volantes, contratos colectivos y hasta fotos de diferentes eventos. Todo esto demuestra, una vez ms, que en nuestro pueblo, indepen-dientemente del origen o de la preparacin acadmica, existe una capacidad creativa y de trabajo inimaginable; si las opor-tunidades fluyeran para todos equitativamente, nuestro Mxi-co sera un pas de Primer Mundo con seres mejores y ms felices.

  • Sabs Rendn 16 17El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    En segundo lugar, considero que lo que aqu se narra no slo compete a esta particular experiencia en una empresa au-tomotriz trasnacional o a las industrias de Morelos; vaya, ni siquiera se trata de experiencias particulares ocurridas en una determinada poca y en un pas llamado Mxico. Esto ha pa-sado siempre en todo el mundo donde impera el sistema capi-talista, hoy ms cruel y salvaje que en ninguna otra poca de la historia. Se trata de la eterna lucha encarnizada y a muerte en-tre las dos clases fundamentales de este deshumanizado siste-ma econmico, hoy llamado neoliberal. Es la lucha de la gran burguesa que, a lo largo de la historia, ha acumulado fortunas impresionantes en manos de unos cuantos gracias al trabajo de las grandes mayoras: millones y millones de trabajadores del campo y la ciudad, de profesionistas e intelectuales que constituimos la otra clase fundamental; la clase que no slo es explotada, engaada, manipulada, mediatizada, vejada y, mu-chas veces, corrompida por la miseria y el miedo, en medio de sus propias desgracias; la clase desposeda que lo nico que tiene es su fuerza de trabajo que, sin embargo, tiene, aunque a veces no lo note, un enorme poder.

    En estas narraciones y testimonios se muestra claramente cmo los mismos poderosos que dicen siempre defender el orden legal, son capaces de utilizar toda clase de mtodos y artimaas increbles para burlarlo; una vez que ellos mismos lo han promovido y modificado para legitimar la explotacin de millones de trabajadores, se las arreglan para evitar su cabal cumplimiento y violar los convenios acordados (como el caso de los contratos colectivos).

    As, los trabajadores descubren que en este sistema no slo se tiene que luchar en contra de quienes los explotan todos los das, meses y aos, sino tambin contra los gobernantes que dicen cumplir la funcin de equilibrar los intereses de

    toda la sociedad. As, descubren cmo los patrones, con los mismos recursos obtenidos del producto de su trabajo y de su propia explotacin, pueden comprar la voluntad de muchos otros obreros ingenuos para hacer el trabajo sucio en contra de sus propios compaeros de clase. Tambin podemos ver cmo muchos gobernantes sin escrpulos, locales y naciona-les, son sobornados por los dueos del dinero, para la defensa de sus intereses. Los poderosos lo mismo utilizan los servi-cios de lderes (locales y nacionales) o profesionistas vendi-dos. Incluso compran abogados laborales que supuestamente se dedican a defender obreros o asesorar sindicatos. El tris-te resultado es que se continan manteniendo los privilegios y desigualdades que hacen posible la explotacin de los trabaja-dores: y es que en stos se encuentra el factor ms importante e insustituible del origen de toda la actividad productiva que crea la riqueza de un pas.

    A ms de treinta aos de los acontecimientos que el autor describe, seguimos viendo cmo la lucha entre las clases fun-damentales se vuelve an ms encarnizada, por ms que se la quiera ocultar. Los obreros de las pocas industrias tradiciona-les que an existen, ya no luchan por que se les respeten sus derechos y prestaciones ganadas con su trabajo; hoy, los que luchan, lo hacen tan slo por conservar su puesto de trabajo. La alianza entre las autoridades gubernamentales y los dueos del dinero, hoy es ms descarada que nunca; el artculo 123 constitucional, que tantas vidas y luchas ha costado, hoy pa-rece letra muerta. Nunca los derechos ganados han sido otor-gados de forma gratuita por las clases dominantes; stos se ganaron con las luchas, mismas que se remontan hasta sus or-genes nacionales en el movimiento armado de 1910, o incluso a nivel mundial en la aparicin del primer Estado socialista en el mundo all por 1917 y hoy desaparecido. En la poca

  • Sabs Rendn 18

    actual los derechos nos siguen siendo arrebatados uno a uno, hacindonos retroceder hasta la etapa porfirista.

    Hoy, el reto para los pueblos, para los trabajadores en ge-neral, es mayor que nunca. La lucha ya no es slo contra los burgueses y sus administradores (los gobiernos) nacionales. Si queremos detener la destruccin de nuestro entorno y de nuestros semejantes por parte de los consorcios trasnacio-nales, manejados por unos cuantos parsitos sin conciencia, debemos globalizar tambin la lucha en contra de las decisio-nes impuestas por el inhumano imperio; una lucha en sincro-na con todos los pueblos oprimidos del mundo.

    Cuernavaca, Morelos, noviembre de 2007

  • 19

    Primera Parte

    mi oriundez y mi familia

    Soy oriundo de la cabecera municipal de Yautepec, Mo-relos; nac un cinco de diciembre de 1942, en la casa de una de las comadres de mi madre, por las cercanas a la estacin del ferrocarril (actualmente instalaciones de la leche-ra y Casa de la Cultura del municipio), lugar donde entonces, junto con mis hermanos mayores, vivamos de arrimados, debido a que mis padres estaban separados. Fui el cuarto de cinco hijos que sobrevivimos la hambruna de esa poca, ms uno que no corri con la misma suerte que nosotros, y mu-ri debido a la pobreza extrema y al poco acceso que la gente de nuestra clase tena en ese entonces a la atencin mdica.

    Mis padres fueron Francisco Rendn Polanco y Felipa Galicia Enrquez; l, oriundo de Tepoztln, Morelos, msico pueblerino de aficin (tamborero en una banda de msica de viento), trabajador jornalero al servicio de los terratenientes

  • Sabs Rendn Galicia20 21El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    do trmino. Sin embargo, cuando se juntaban para convivir y tomar la copa, y se emborrachaban, stas salan a relucir y, adems de terminar hasta los golpes, rompan el lazo sangu-neo por un buen tiempo. De la familia Rendn un poco ms retirada, aqu en Yautepec, estaba Antonio Polanco padre del profesor Elas Polanco y Simn Polanco; abuelo del prista Eliasib Polanco Saldivar; la madre de Boni Gutirrez Ren-dn, el licenciado Ladislao Gutirrez Rendn y los profesores Aniceto y Rolando Gutirrez Rendn.

    La familia de mi madre, eran sus hermanos Soledad Ga-licia Enrquez radicada en Cuautla, Porfirio y Francisco Galicia Enrquez (ampliamente conocidos por ser cofunda-dores de la Colonia Vicente Estrada Cajigal, gente honesta y trabajadora, empleado del ingenio de Oacalco), don Pancho, y padre, este ltimo, de Gonzalo, J. Guadalupe, Rodrigo, Hc-tor, Mara Elena y Roco. De los parientes un poco ms ale-jaditos, mi madre comentaba que el agricultor don Gerardo Rojas Galicia, que entonces viva en el Barrio de Santiago, a un lado de la discoteca El Clon, era de su familia. No obstan-te, los hijos de don Francisco Rendn y doa Felipa Galicia, con los parientes que ms nos identificamos, y por tal razn hemos convivido, es con los hijos y nietos de mis tos los Poblanos. Fernando, procre tres mujeres y un hijo varn: de las primeras, recuerdo a Luisa, Hilaria y Sofa, las que entre ambas tuvieron cerca de 20 hijos, de los cuales mantengo re-lacin con Roberto, Josefina, Enrique, Gabriel y Rafael, todos apellidados Tovar Rendn, que viven cerca del Fuerte de Lo-reto, en la ciudad capital de Puebla.

    Daniel, tuvo ocho hijos varones: Antonio, Mario, Jess, Benito, Pedro, Daniel y Jos (los que recuerdo) y casi todos viven en el municipio de Xoxotla, Puebla, a un costado de la autopista al Distrito Federal, casi frente a la fbrica Hylsa, que

    de esa poca, pero ms que nada, cortador de fruta con los acaparadores de entonces, Len y Vicente Villanueva.

    Mi padre era el encargado de la cosecha de aguacate, man-go, zapote, naranja, limn y otras frutas que, para cosecharlas, haba que hacer malabares subiendo y bajando los altsimos rboles con un pesado ayate lleno de fruta y una canastilla en la mano, o bien, cargando a pulso una larga escalera de made-ra de ms de 20 metros, misma que acomodaba con habilidad y precisin al lado del rbol que se requera o de uno a otro rbol. Actividad que le hizo ganar, de parte de sus compa-eros trabajadores, el apodo de el Mono, tal y como se le conoci en Yautepec y en su tierra natal Tepoztln; apodo que, de acuerdo a las costumbres, heredamos mis hermanos varones y yo.

    Mi madre era nativa de Tlalnepantla, Morelos: una mujer de buena familia y de buenos principios pero venida a me-nos al juntarse con mi padre; dedicada a los trabajos doms-ticos, tales como lavado y planchado de ropa, cocinera, costu-rera y hasta vendedora de picaditas, tlacoyos, gorditas, quesadillas, tamales y otras fritangas comunes en la dieta de los pobres; madre y a la vez padre de mis cuatro hermanos y de m mismo.

    La familia directa de mi padre, hasta donde yo recuerdo, fueron sus hermanos Fernando y Daniel Rendn Polanco que, desde su juventud, por cuestiones de la lucha armada por el poder del pas, se enrolaron en distintas tropas: uno, Fer-nando, con las de Venustiano Carranza; y el otro, Daniel, con las del general don Emiliano Zapata. Ya en tiempos de paz, por esta misma razn, cada quin por su lado, fueron a dar a la ciudad de Puebla; aparentemente comentan los hijos de ambos y sus respectivos nietos las diferencias surgidas por sus preferencias polticas circunstanciales, pasaron a segun-

  • Sabs Rendn Galicia22 23El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    abandono de mi padre y a todas las carencias y atenciones que un nio de mi edad y en mi estado requera, sin duda, fueron la causa de que yo creciera como una criatura de mirada tris-te, desnutrido, melanclico y tmido. Pero eso no era todo, las humillaciones de la gente que estaba en mejor posicin econmica y que por eso nos vea chiquitos y como seres hu-manos de segunda, diferentes a ellos, creo que anmicamente tambin me afectaba.

    Recuerdo bien una ocasin en la noche que mi madre nos dijo a m y a mis otros dos hermanos que les segua en edad:

    Maana se levantan temprano, se baan y se ponen ropa limpia porque nos vamos a Cuautla: se casa su prima Gloria y me invit para que le ayudara a vestirse.

    Ni tardos ni perezosos la obedecimos y al siguiente da desde temprano ya estbamos listos esperando la hora para tomar el tren, cuya estacin estaba slo a unos metros de don-de vivamos. Cuando llegamos a Cuautla, mi madre se acababa hacindonos recomendaciones para no darle lata a la ta Cho-le. Pero no hubo necesidad de eso, desde el momento en que nosotros entramos a su casa y ella nos vio, casi espantada, a mi madre y a nosotros nos par en seco: ... y ustedes a dnde van?, quin los invit?

    En tono autoritario e intimidatorio, nos cuestion. Y luego de que mi madre le explic, y la tal Gloria confirm, que fue ella la que la invit, orden:

    A ver Felipa acomoda por ah a tus hijos y recomindales que no vayan a romper nada y t ponte a trabajar y luego que lleguemos de la iglesia te regresas, t y tus hijos, a su casa a Yautepec.

    Desde esta humillacin, ms que a m y a mis hermanos, a nuestra madre, yo jams volv a la casa de la ta Chole, cuyo

    fue el centro de trabajo de casi todos ellos. Fueron hijos de la misma madre y por lo tanto son Rendn Snchez. Pero ya aos despus supe, y me confirm mi primo Jess, que el to Daniel (su padre), cuando estuvo aqu en Yautepec, vivi con otra mujer con la cual procre tambin un hijo varn, el cual, por razones que desconocemos, fue adoptado por sus padri-nos, el conocidsimo yautepequense don Luis Ziga y su seora esposa; respetuosamente hablamos de don Francisco Ziga, que actualmente vive en la colonia San Isidro. Antes cuando vivan mis tos Fernando y Daniel, normalmente nos visitaban en Semana Santa; todos los jueves santos, por las tardes, ya saba que haba que estar pendiente de la llegada del tren que vena de Cuautla, porque seguro que ah vena mi to Fernando acompaado de sus nietos Roberto y Gabriel Tovar Rendn a quienes apodaban los Pistoleros; aqu pasaban el fin de semana y el lunes regresaban a Puebla. Ahora, gra-cias al desarrollo en materia de comunicaciones, mis primos y sus hijos, nos visitan en el carnaval y cada vez que hay algn convivio con motivo de alguna celebracin familiar; nosotros tambin, aunque con menos frecuencia, vamos a Puebla y a Xoxotla.

    Mi niez, sobre todo los primeros aos, segn plticas de mi madre y de mis hermanos mayores, fue harto difcil, por la razn que desde chico fui un nio enfermizo, asmtico y, de-bido a la pobreza extrema en que vivamos, sin la posibilidad mnima de poder atenderme, mdicamente hablando, y recibir una alimentacin adecuada. Como en muchos otros hogares donde la madre tiene que trabajar para llevarles de comer algo a sus hijos, doa Felipa (mi madre) ya de grande, me platica-ba que para poder ir a trabajar me amarraba con un lazo al poste de una de las cercas (muro) de carrizo con que estaba construida nuestra habitacin. Mi enfermedad, sumada al

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    nos mandaban a dormir con la barriga vaca y al siguiente da a la escuela tan slo con una taza de hojas (t) o de caf agua-do?

    El cantante Gerardo Reyes o el compositor de la cancin Sin fortuna, cunta razn tuvieron cuando incluyeron en esa meloda que las letras no entran cuando se tiene ham-bre

    Mis amigos de la infancia, recuerdo, eran contadsimos: Pe-dro Sayavedra (), Rubn Garca, Mauro Rangel, y mis vecinos Francisco Tijera () y Rodrigo Villamil; a otros que vea yo que ms o menos iban presentables en su vestimenta (ropa y calzado), y bien baaditos y peinaditos, les hua, me aislaba de ellos, los consideraba mucho muy superiores a m y ni siquiera intentaba cruzar palabra con ellos. En fin, una vez terminada mi primaria,

    de aqu en adelante me dijo mi madre, tendrs que irte con tus hermanos mayores para que te enseen a trabajar y despus puedas buscar tu propio trabajo, para que tengas para tus cosas; yo ya hice lo que pude cuando menos para que se-pas leer y escribir y que no te hagan pendejo por ah.

    Lorenzo, el mayor de mis hermanos, era tractorista del in-genio de Oacalco, encargado de emparejar los caminos y bre-chas por donde circulaban los camiones que transportaban la caa de los campos de cultivo al ingenio donde se mola. Domingo, para variar, tambin era tractorista, pero l traba-jaba para un agricultor particular, don Ponciano Yez, pa-dre de Alfonso y Manuel Yez ambos compaeros mos de trabajo, aos despus, en Trnsito del Estado que, por cierto, era ampliamente conocido y muy apreciado en Oacal-co y Yautepec. Con los dos anduve de aprendiz, una semana con uno y la otra con el otro, a cambio de una propina de su propio sueldo. As de esta manera, a escasos 13 aos de edad,

    verdadero nombre era Soledad Galicia Enrquez, que viva en-frente de la estacin del ferrocarril de Cuautla, cerca de la Ala-meda exactamente a un costado del ahora Bancomer. Doa Chole, para mi madre y mis tos Francisco y Porfirio, era el orgullo de la familia, segn, porque era la ms riquilla de ellos.

    mis estudios y Primeros trabajos

    Sobre este primer tema mi madre era de la idea de que la me-jor herencia que se les poda dejar a los hijos era una carrera, es decir, una profesin, aunque fuera corta, para medio defen-derse de las adversidades de la vida. Lamentablemente, el fra-caso de su unin con mi padre y la situacin de miseria en que vivamos, hizo imposible su deseo y, al igual que mis herma-nos mayores, nicamente pude cursar la instruccin primaria y terminarla de panzazo, es decir, con la calificacin mnima de seis punto seis. Los primeros tres aos los curs en la Es-cuela Amador Salazar de la colonia Vicente Estrada Cajigal. Los otros tres en la Escuela Francisco Gonzlez Bocanegra del centro de Yautepec. En ambas, tuve excelentes maestros que cualquier yautepequense que los haya conocido lo puede confirmar, como es el caso de don Juan S. Vital padre de Len, Raymundo, Vicente y Cirina, don Aurelio Ramrez de Tlayacapan, Morelos y el profesor Homero Pereira, cuya familia todava vive en la calle Cuahutmoc en el centro de Yautepec, de los que recuerdo; sin embargo, yo sal burro.* Pero, a qu ms podamos aspirar los nios de mi poca que prcticamente vivamos en la miseria?; a qu ms podamos aspirar los hijos de las madres abandonadas, que en las noches

    * Mal estudiante [todas las notas con asterisco son del editor].

  • Sabs Rendn Galicia26 27El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    para no caer, arroj la brazada de caa y les cay encima a mis compaeros que iban atrs; yo me tir bocabajo abrazando el tabln. La reaccin de mis compaeros no se hizo esperar, fue la de pitorrearse de m y de mi hermano hasta el cansancio. Gonzalo, un hombre alto y corpulento de 24 aos de edad, encolerizado hasta el extremo por la afrenta de sus machete-ros, que los reta a ver quin suba ms brazadas de caa en el primer viaje del siguiente da. Yo, avergonzado de haber he-cho quedar mal a mi hermano, en ese mismo momento, que me separo de ellos y, sin pensarlo mucho, puse fin a mi prime-ra relacin de trabajo remunerado.

    Y como la vida continuaba su curso y las necesidades apre-miaban, entr a trabajar en la pizca de algodn donde les aprend a mis compaeros las maas para que ste pesara ms y ganramos ms, que consista en vaciarle el garrafn de agua o bien en orinarse una y otra vez, antes de ir a pesarlo; en la cosecha y desrrabe de la cebolla con los productores de esa poca, los Cuevas; la pizca de cacahuate y jcama; en la siembra, beneficios y cosecha del maz, el frijol y la calabaza, actividad esta ltima en la que por poco pierdo el dedo ndi-ce de mi mano izquierda, al rebotarme el machete y caerme precisamente sobre ese dedo: estbamos partiendo la calabaza para sacarle las pepitas que comnmente ofrecen de botana en los bares, en una tierra de Barranca Onda y, como no haba forma de auxilio mdico por estar en pleno campo, la nica curacin que me hicieron mis compaeros Gregorio y Evaristo Carranza, fue la de orinarse los dos sobre la herida, ponerme insecticida en polvo y vendarme la mano.

    Tambin trabaj en todo lo que es el proceso de cultivo de la caa de azcar (carrisilla) y la criolla (la que se come y que comnmente ocupan para las piatas en las posadas).

    yo aprend a manejar los tractores y a realizar todos los tra-bajos propios para arar la tierra y prepararla para la siembra y el cultivo de los productos agrcolas o bien para emparejar brechas.

    Mi hermano Gonzalo, en esos tiempos, trabajaba de cho-fer en un camin de redilas, propiedad de un conocido yaute-pequense de nombre don Mauro Vergara, acarreando la caa de los campos al ingenio y ocupaba a cuatro personas como macheteros para cargar el carro. Un da, antes de acostarnos a dormir, alcanc a escuchar que le faltaba un machetero para el da siguiente y que lo convenzo para que me incluyera a m. Sin embargo, ya en la prctica, desde el primer da, me arrepenta de haberle insistido tanto, por la razn de que di-cho trabajo era sumamente pesado, y ms para m que andaba apenas entre los 13 o 14 aos y era un joven con asma y des-nutrido.

    Recuerdo que no hubo da que no llegara a mi casa ar-diendo en calentura y directo a la cama, con deseos de que mi hermano me dijera que ya no me necesitaba y que ya no fuera al siguiente da. Pero como esto no suceda, en contra de mi voluntad, al siguiente da, a las cuatro de la maana, con fro o calor, lloviera o no, tena que levantarme y empezar mi jornada de trabajo que duraba hasta las 18 horas, por lo me-nos. Una ocasin, ya casi para terminar la jornada del da, mis compaeros macheteros, que todos eran jvenes pero curti-dos ya en las friegas, para acabar rpido, suban prcticamente corriendo por el tabln que estaba colocado casi verticalmen-te a un costado del camin, arrojaban las brazadas de caa y bajaban corriendo por ms: queran acabar lo ms rpido po-sible. Yo tena que aguantarles el ritmo, hasta que ya no pude y, en una de esas subidas, ya casi para dar los ltimos pasos del tabln al camin, que me empiezan a temblar las piernas y,

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    * Clacuil: Palabra nhuatl que significa el fuego del hogar, o fogn.

    Total que as, yendo de un lado a otro, transcurrieron tres o cuatro aos y yo no vea ningn progreso en mi persona ni mucho menos en mi casa. En lo personal, los mseros seis pesos que ganaba cuando me encontraba un patrn huma-nitario, no servan para nada; yo segua calzando huaraches y usando ropa de mis hermanos que mi madre arreglaba a mi medida; en la casa seguamos careciendo hasta de lo ms indispensable, dormamos en petate; mi madre cocinaba en clecuil* y como nico mueble, seguamos teniendo una peque-a mesita que nos serva de comedor y a veces de burro para que planchara mi madre. Usar zapatos de futbol o por lo menos tenis, as como calzoncillos y una playera, o bien practicar otro deporte, como otros jvenes lo hacan, era algo inalcanzable para m y esto me deprima y provocaba que yo mismo me aislara de todos los dems y que mi carcter fuera perdiendo la alegra y la ilusin que normalmente debe invadir a todo joven.

    Recuerdo que adems de mis amigos de la escuela, al no tener otros en las reas deportivas, formamos un grupo de vecinos en el que estbamos Ral Barreto Jimnez, Moiss Ubando el Ches y otros cuyos nombres escapan a mi me-moria, y nuestro pasatiempo era el irnos a los becerros, a los lugares despoblados y/o al campo donde, en plan de di-versin, mientras uno montaba, los otros lo torebamos, o a las huertas, a los mangos, las ciruelas o las caas, o bien nos reunamos todas las tardes-noches en la esquina de Co-rregidora y Diego Ruiz de la colonia Vicente Estrada Cajigal, donde pasbamos las horas escuchando al Ches tocar su guitarra y entonar las canciones campiranas de esa poca. Mi

    En esta nueva actividad conoc casi todos los campos del ejido de Yautepec, que es de los ms grandes de todo el esta-do. Incursion en el trabajo de la construccin, como pen y matacus;* de inicio, en estas labores, lo hice con don lva-ro Ovando, padre de mi vecino y amigo Moiss (Ches) Ovan-do. Volv como machetero, pero ahora en los carros materia-listas o de mudanzas. Estuve un tiempo trabajando en una casa de materiales para construccin, propiedad de un joven licenciado en derecho y periodista, Hctor Salazar Fiz (), hijo del diputado constituyente y poltico prista yautepequense, don Juan Salazar Prez (), dueo de la primer fabriquita de hielo que estaba en la calle del Nio.

    Fui agitador de masas, panadero pues; actividad en la que empec limpiando las hojas lminas donde se mete al horno el pan, dndole limpieza al horno, repartiendo los canastos y canastas de pan a pie y en bicicleta, despa-chando las entregas y mandndolas a sus respectivos destinos y, finalmente, como panadero.

    Trabaj en la panadera de don Pedro Snchez, en la Ca-lle Reforma, en la de don Margarito y sus hijos los Pesca-dos, en la de doa Amalia Quintana de Paredes, madre de los conocidsimos el Vampiro, la Pantera, el Metro y Petra (esposa del amigo Alfonso Ayala la Bimba); espor-dicamente, en la de los Corrales de la calle de Zapata y en la de don Primitivo de la calle de Moctezuma, conocida tambin como Agua Dulce; conoc y trabaj con panaderos viejos como Vzquez (hijo de doa Tacha Vzquez), el Diablo esposo de doa Licha la Pulquera, El Amatln que viva en la calle del Agua Dulce, por donde estaba la tortillera de Enrique Sosa.

    * Pen ayudante de albail.

  • Sabs Rendn Galicia30 31El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    as como familiar poltico cercano de los yautepequenses, el ahora general e ingeniero Felipe Jaime Tern Pedrote y Csar Paulino Tern Pedrote, este ltimo mejor conocido por los yautepequenses viejos como la Rata. Esta invitacin del Ejecutivo del estado, fue como una vlvula de escape para la gente de nuestro municipio que, prcticamente, se volc a Cuernavaca ante la carencia de fuentes de empleo en Yaute-pec. De entre los primeros que recurrimos a esta convoca-toria recuerdo a Isaac Ocampo el Loco, Demecio Aragn el Chocolate I (), Gilberto Otamendi B., Rafael Snchez y Juan Nava Rangel (); posteriormente hubo ms convoca-torias y tambin ms aspirantes donde acudieron Vctor Ver-gara Romero el Chocolate II, Jess Barba, Santos Bueno () hijo del famoso Domingo Bueno, camposantero hace casi 50 aos, mi hermano Gonzalo Rendn Galicia (), Pe-dro Zamora el Panadero, Vctor Romero Espinosa el Mala Suerte (), Juanito Ayala la Huila (), Roberto Zavala Flo-res familiar del popular Martn Zavala el Piojito, Trini-dad Zavala, Norberto Quintana, Jos Prez, Enrique Medina el Chinelo, Angelino Jimnez lvarez el Tigre, y muchos ms que escapan a mi memoria. As, en grupos numerosos donde haba integrantes de todos los municipios del estado, fueron mandados a la Academia donde se les prepar mni-mamente sobre el Reglamento de Trnsito y la diversidad de sealamientos, as como lo que ahora se conoce como re-laciones humanas. Yo, que apenas andaba en los 16 aos, no tena ni siquiera mi precartilla,* uno de los principales requisitos para que me aceptaran, me qued con las ganas de que, de momento, me incluyeran como aspirante a agente de

    * La cartilla del servicio militar obligatorio en Mxico es un documento que debe ser obtenido por todo varn mayor de 18 aos: primero se le entrega una pre-cartilla que deber ser liberada despus de un ao de capacitacin militar.

    hermano Lorenzo, a quien mis dems hermanos y yo veamos y respetbamos como a nuestro padre, me deca:

    Sabs, no hay de otra. Si de veras quieres salir adelante, tie-nes que hacer un esfuerzo y seguir estudiando aunque sea por correspondencia, como yo: puedes estudiar mecnica, refrige-racin o radio y televisin (esta ltima recin salida al merca-do). Si quieres yo te pago el curso, nada ms chale ganas.

    Mi madre y mis hermanos tambin se solidarizaron, acor-dando que yo dejara de aportar para los gastos de la casa y que ese dinero lo utilizara en mi persona, pero en cosas tiles. Con este respiro, a fines de 1957, me compr en abonos una bicicleta que, en efecto, durante mucho tiempo me fue muy til, por la razn de que yo la usaba como mi medio de trans-porte para ir y venir a mi trabajo y a mi domicilio y, ms tarde, como mi principal herramienta para ganarme el sustento dia-rio... hasta que me la robaron.

    mi Paso Por trnsito del estado

    En el ao de 1959, estando como gobernador de Morelos, el teniente coronel, don Norberto Lpez Avelar, se public en todo el estado una convocatoria dirigida a los jvenes que lle-naran los requisitos, para que se presentaran en el Palacio de Gobierno Palacio de Corts, en aquel tiempo a solicitar su alta como agentes de trnsito. En Yautepec, creo que al igual que en el resto de municipios del estado, dicha convoca-toria, fue por conducto de la Subdelegacin de Trnsito, que en ese tiempo encabezaba el capitn primero de caballera don Pablo Hernndez Ortiz, padre del doctor Romeo Hernndez Pedrote director del Centro de Salud de Yautepec, en dos ocasiones, y presidente del Club Deportivo Yautepec (Cdy);

  • Sabs Rendn Galicia32 33El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    Sus oficinas las tenia en la misma direccin de su domicilio particular, en la Calle de Gutenberg, en una vecindad ubica-da a un costado de lo que despus fue el Harrys Bar de Las Plazas. Luego de la presentacin protocolaria, fue al grano y nos dijo:

    ... para entrar como auxiliar tienen que comprarse su uni-forme completo: pantaln, camisola, gorra, placas, silbato, es-cudos; slo que para que no salga de chile y de dulce, lo tienen que comprar aqu conmigo; si no traen dinero no se preocupen, yo se los doy y de lo que hagan, me van abonando diario.

    Y as fue. Luego supimos que la venta de uniformes y de-ms chcharas que en ese tiempo le colgaban a los llamados auxiliares era uno de los negocios que ms dividendos le dejaban al mentado Chan quien, al parecer, estaba protegido por un jefe de segunda de la Direccin de Trnsito de nombre Hctor Toris que tena sus negocios relacionados con el transporte en la ciudad de Cuautla.

    Tocante al trabajo, comparado con el de jornalero o el de machetero que hice en mi pueblo Yautepec, era simple y a la vez agradable, ya que consista slo en ayudar a los turistas para que acomodaran bien sus lujosos automviles y, de paso, echarse un taco de ojo con sus acompaantes del sexo fe-menino. Sin embargo, al paso del tiempo, cuando vimos que la mayor parte de lo que sacbamos era para pagarle a Chan, y que nosotros (el grupo de auxiliares de recin ingreso) apenas nos quedbamos con unos cuantos pesos que se me iban como agua en pasajes a mi pueblo y comidas, por no decir fritangas; por consejo de un compaero de ms antigedad, para ganar ms propinas, decidimos aprender a manejar para que, de esta manera, el turista ya no se molestara en acomodar su auto, sino nicamente en llegar, bajarse y entregar las llaves.

    trnsito. Por qu de momento?, porque al igual que a otros compaeros que tambin estaban en el mismo caso que yo, el director de Trnsito, el teniente coronel Tiburcio Campos Flores, nos ofreci el trabajo de auxiliares (acomodadores de coches en los estacionamientos de las calles, principalmen-te afuera de lugares tursticos);

    ... aqu no van a tener sueldo, pero habr das que van a ga-nar muchas propinas y ah se emparejan; de cualquier manera tramiten su precartilla y cuando ya la tengan reacurdenme para pasarlos como agentes nos dijo Campos Flores.

    Algunos compas rechazaron el ofrecimiento de Tiburcio Campos Flores, consideraron denigrante entrar como auxi-liares y seguramente estirar la mano para ver cuntas mo-nedas nos daban. Yo, que ya haba investigado si ms o me-nos sala la lana, junto con otros, no lo pensamos mucho y aceptamos y, acto seguido, nos presentamos con el que en ese tiempo era el jefe de auxiliares y que era un tipo flaco casi encorvado, pelo lacio, mal hablado, con el hbito de fumar un cigarro tras otro y de aspecto oriental; su nombre era Chan. As, a secas nmbrenme nos dijo.

    Antonio Godoy, el tambin yautepequense Demecio Aragn el Chocolate I y el autor, Sabs Rendn Galicia

  • Sabs Rendn Galicia34 35El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    Ciudad de la Eterna Primavera,* con sus innumerables lugares tursticos que se conocen por todo el mundo y su vida noc-turna, yo me sent alucinado: ganas no me faltaban para irme un da de farra para conocer y disfrutar de todas esas bellezas, sin embargo, slo qued en deseos, ya que mi raqutica situa-cin econmica, por un lado, y mi enfermedad del asma, por el otro, me impedan propasarme; adems tampoco me atre-va por mi carcter de joven triste, tmido y desnutrido. As, mis das de descanso que coincidan con das hbiles, mejor los aprovechaba para tramitar lo relacionado a mi precartilla y descansar en Yautepec.

    En enero de 1960, justo cuando recin haba cumplido los 18 aos de edad, se me hizo entrega de mi cartilla del servicio militar nacional obligatorio, ya liberada, y de inmediato recurr al director general de Trnsito, teniente coronel, Tiburcio Campos Flores, para recordarle su promesa de ayudarme. Y no hubo evasivas ni contratiempos de su parte, no obstante que mi cartilla tenia errores como el de mi nombre que estaba escrito con Z en vez de S y que estaba registrado en la clase 1940 en vez de 1942. Tiburcio Campos, a pesar de ser militar, era un hombre muy humanitario, originario de Tehuixtla, Morelos y avecindado entonces en la Calle de Leyva casi esquina con Gutenberg a una cuadra del Palacio de Corts.

    mire Rendn, dme oportunidad de fijar fecha para un nuevo curso en la Academia y ah se anota termin mani-festndome el teniente coronel.

    * Nombre con que se conoce a la ciudad de Cuernavaca, capital del estado de Mo-relos, tradicional lugar de descanso de la gran burguesa nacional y extranjera por su privilegiado clima y uno de los lugares con ms albercas privadas en el mundo.

    Tambin aprendimos que no todas las reas de trabajo donde nos mandaban eran iguales es decir, redituables: haba buenas y malas:

    ... donde los mandan a ustedes nos dijo nuestro infor-mante son de las ms malas, de las que rechazan otros com-paeros que prefieren no venir; los lugares buenos son los que estn al ruedo del Zcalo y Catedral y otros lugares como Las Maanitas, la calle de Guerrero, solamente que para que a us-tedes los manden ah, necesitan cantarle bonito* a Chan.

    Rogelio Snchez Gatica, ahora destacado abogado, Rafael Valdez y el autor Sabs Rendn Galicia.

    As lo hicimos y, paulatinamente, adems de descubrir otra forma de ganar dinero fcil de los corruptos Chan y Toris, relativamente tambin, medio mejor nuestra situacin, por lo menos para pagarle la primera deuda al jefe y volvernos a endrogar con otras de las muchas cosas que venda.

    Cuando aprendimos a manejar y los turistas (extranjeros, por supuesto) nos dejaban sus lujosos automviles, era nor-mal ver a los auxiliares pavonearse conduciendo los enor-mes vehculos, dando vueltas y exhibindonos al ruedo del Zcalo de Cuernavaca. Entonces, como cualquier otra perso-na provinciana que de buenas a primeras est en la mismita

    * Sobornarlo.

  • Sabs Rendn Galicia36 37El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    Mi nombramiento de agente de trnsito, firmado por el gobernador, Norberto L-pez Avelar y el secretario general de Gobierno, lic. Antonio Rivapalacio Lpez

    El da de la presentacin de la nueva generacin de agentes de trnsito, llevada a cabo en el patio del Palacio de Corts, todos con uniforme de gala, me senta eufrico y orgulloso de ser parte de esa dependencia y en mi interior juraba trabajar

    As, ms pronto que tarde, dieron inicio los trabajos del curso de capacitacin para futuros agentes de trnsito del go-bierno del estado de Morelos. Por lo que respecta a m, me agrad bastante el tema de la creacin de los automotores rodantes (el automvil, por supuesto), as como su acelerado crecimiento hasta en los lugares ms recnditos del mundo y los problemas que esto ha ocasionado principalmente en pases desarrollados de Europa, Amrica y Asia, entre otros. El tema fue expuesto por un teniente de la Polica Federal de Caminos de apellido Botello, quien tambin nos inform que Trnsito naci como una necesidad tambin a nivel mundial para crear la normatividad que regulara al monstruo moto-rizado y sus respectivos conductores; y que, en este sentido, todas las dependencias de trnsito de los diversos pases de-ban mantenerse en contacto permanente a efecto de que sus preceptos o reglas estuvieran debidamente homologadas. De todo el curso, esto fue lo que ms me impresion y me gust, porque yo estaba seguro de que iba a trabajar en una depen-dencia muy importante, perfectamente organizada, disciplina-da y profesional; que lo de los corruptos Chan y Toris eran casos aislados que no se podan generalizar.

    Por fin, el 16 de abril de 1960, recib mi nombramiento de agente de segunda de la Direccin General de Trnsito; nombramiento por escrito y firmado por el gobernador cons-titucional del estado, Norberto Lpez Avelar, con copia para el secretario general de Gobierno, licenciado Antonio Riva Palacio Lpez; junto con mi nombramiento tambin recib copia de la orden de pago de sueldos #702, debidamente fir-mada por el oficial mayor de gobierno, Juan Salazar Prez. Mi sueldo mensual, segn especificaban ambos documentos, sera de 510 (quinientos diez pesos) mensuales.

  • Sabs Rendn Galicia38 39El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    Como salamos hasta las nueve de la noche y nos entretena-mos todava en ir a rendir parte, a veces ya no alcanzba-mos el servicio de transporte para irnos a Yautepec; cuando esto suceda, el compaero Jess Barba que tambin era yautepequense y estaba comisionado como chofer de tiempo completo en la casa del gobernador, a veces, a escondidas, nos daba el aventn en el automvil del Ejecutivo hasta nuestro pueblo. Pero cuando por una u otra causa no poda, nos quedbamos a dormir en uno de los autobuses de la Es-trella Roja que tenan su terminal atrs del Palacio de Corts y cuyo velador era nuestro amigo, en la terminal de la empresa de autobuses Flecha Roja o en alguna banca del Zcalo.

    los mandos de trnsito y los subordinados

    La relacin con los altos mandos de la Direccin General de Trnsito de donde recuerdo al director, al subdirector, al jefe de circulacin y algunos jefes de oficina, no obstante que debera ser similar a la de patrn-trabajador y/o a la de la disciplina del Ejrcito, fue siempre respetuosa, tolerante y humanitaria, ni pareca que fueran militares y de eso muchos, incluido yo, nos aprovechbamos; en los mandos medios es decir, entre algunos comandantes, oficiales y uno que otro agente de base haba un grupo que se identificaba por su seriedad, respeto y cordura, y que por lo mismo siempre tra-taba de orientar al grueso de personal, pero, sobre todo, a los elementos nuevos, aconsejndolos siempre que se portaran bien con los conductores, que no los afectaran slo por afec-tar, que era mejor tenerlos de amigos que de enemigos, que haba que levantar infracciones pero slo en casos muy nece-

    con ahnco y honestidad. Y as fue al principio, ya que el tra-bajo fsicamente no era pesado, aunque s un poco fastidioso por la razn de que era de todo el da.

    Lo que me corresponda hacer en mi carcter de agen-te de segunda, era estar arriba de un banco de madera, de aproximadamente 40 centmetros de altura, colocado al cen-tro de los cruceros con mayor trfico, haciendo seales para mejorar la fluidez del trnsito vehicular y la proteccin de los peatones, ya que en ese tiempo no haba semforos automti-cos (existan uno que otro pero manuales). Adems nos pro-vean de una libreta de infracciones para sancionar a los con-ductores que no respetaran las indicaciones o que infringieran el reglamento de trnsito. Tambin tenamos la orden estricta del director general, teniente coronel, Tiburcio Campos Flo-res, de no molestar al turismo nacional ni mucho menos al extranjero. Por lo contrario,

    ... al turismo hay que tratarlo con cortesa y hay que orien-tarlo bien sobre los lugares que quiera visitar y no molestarlo ni quitarle el tiempo; esto es una orden del seor gobernador deca tajante nuestro director.

    Finalmente en casos de accidentes o de algn infractor ar-bitrario que ofendiera de palabra u obra al agente, haba que reportarlo con los motociclistas o los patrulleros al trmino de la jornada y pasar a las oficinas a rendir parte con el ofi-cial de guardia.

    Tocante a las reas de trabajo, aclaro que nadie tena la suya de planta. De acuerdo a la norma, stas se rolaban dia-riamente, de tal manera que si hoy estaba en un crucero del primer cuadro de la ciudad, maana poda estar por Buena Vista o por las Palmas u otro lugar; sin embargo, en la prc-tica, los mandos medios hacan a un lado la normatividad y terminaban comerciando los mejores lugares al mejor postor.

  • Sabs Rendn Galicia40 41El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    Adems, tambin exista otro grupo integrado por elemen-tos de los mandos medios, comandantes, oficiales y algunos agentes Hctor Toris, Felipe Evangelista, Javier Rico Villa Gmez, Ricardo Sern, Alberto Terrazas, Antonio Godoy, un agente que no puedo recordar su nombre, pero que apoda-ban el Bola de Humo, y varios de los jefes de oficina. Este grupo, en la prctica, era el encargado de neutralizar o de cambiar las disposiciones de los jefes, por otras contra-rias y muy de acuerdo a sus particulares intereses econmi-cos, lo que provocaba muchas veces que la dependencia y sus mandos superiores quedaran mal ante el Ejecutivo del estado, los medios de difusin y la opinin pblica. Esta gente me atrevo a decir ahora, sin la ms mnima nocin de lo que es el respeto, la moral, las buenas costumbres y la tica, hacan todo lo contrario de lo que la Direccin de Trnsito dispona; su nico objetivo era ganar dinero, sin importar si ste sala de la bolsa de los conductores o de los mismos subordinados. Esta actitud reprobable, como es obvio pensarlo, lleg a pro-vocar desestabilizacin y vaco de poder en la dependencia, situacin por la que el gobernador tuvo que destituir a varios

    El autor, el tambin yautepequense Roberto Zavala y el huizuqueo Rogelio Flores

    sarios y que si nos ofrecan algn billete haba que agarrarlo con el criterio de que est prohibido pedir, pero no recibir.

    Entre este grupo recuerdo a don Luis Binzan () que por aos estuvo en la avenida Morelos, afuera de la escuela Pestalozzi; Agustn Erazo que muri estando de man-dadero en la Direccin General del Transporte de la calle de la Luz; Roberto Manjarrez (); Eulalio Martnez el Cha-to que fue delegado en Yautepec y ah vivi sus ltimos aos; Rogelio Snchez Gatica que conoc tambin de auxiliar, pas luego a agente y posteriormente dej Trnsito para ingresar a la Universidad Autnoma del Estado de Mo-relos (uaem): actualmente es uno de los mejores abogados del estado de Morelos; Eufemio Lpez Gadea cantan-te aficionado y tambin periodista; los hermanos Antonio y Agustn Arias este ltimo director interino de Trnsito en dos ocasiones; Aurelio Cedillo mucho tiempo dele-gado de Cuautla; Rafael Valdez; Anastasio y Roberto He-redia; Enrique Calvo que estuvo en Yautepec como dele-gado y ah muri; Manuel Rendn y Hctor Snchez los dos comandantes del Cuerpo de Bomberos, capacitados en el df; Leonel Lamadrid el famossimo Pierrot que estu-vo como instructor en esa dependencia; Enrique Medina el Chinelo mi paisano que en ms de una ocasin me hizo el paro y se faj a los moquetes por m;* David Estrada; Hc-tor Espino Barrios; Pedro Martnez que aos despus nos volvimos a encontrar en la nissan; Martn el Huajintln o el Sordo clebre por haber levantado a un chofer que trasportaba tamales y atole una infraccin no contemplada en el reglamento: por regar el atole en va pblica; Braulio Castillo, de Yautepec donde, por equivocacin, fue asesinado en un carnaval, etctera. * Me ayud en alguna ria y se enfrent a golpes por defenderme.

  • Sabs Rendn Galicia42 43El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    a la Preparatoria Federal nmero uno de la Ciudad de Cuer-navaca, hecho que, como era de esperarse, lleg al mismito gobernador y le cost una reprimenda a nuestro director.

    Otro caso, fue el de los cruceros Pericn y Madero, y Pe-ricn y Domingo Dez. Ah, todas las noches a partir de las 21 horas, se mandaba una guardia de dos elementos en cada cruce, para que impidieran el paso a los vehculos de doble rodada y trileres por la calle de Pericn, en su tramo com-prendido entre Madero y Domingo Dez. La razn de este servicio era porque en ese tramo de la calle viva el goberna-dor don Norberto Lpez Avelar y quera evitar el ruido para poder descansar. Sin embargo, los guardias, tranquilamente llegaban, ocultaban lo ms que podan la seal restrictiva (dis-co) y se recostaban a esperar la llegada de los vehculos, ya que, los agentes de Madero, los dejaban pasar para que los de Domingo Dez les detuvieran y extorsionaran; y viceversa. En este servicio, yo estuve varias veces y mis compaeros no se medan en su conducta con los choferes; hubo una vez que detuvimos un camin cargado de gallinas y como su conduc-tor no llevaba dinero para la mochada,* le aceptamos cua-tro de ellas que a la salida del turno, escondindonos para que la gente no nos viera, se las llevamos a la duea de la fonda donde comamos en el mercado viejo y se las dejamos a cuen-ta de nuestra asistencia.

    En este mismo servicio, en otra ocasin, otro conductor que junto con mi pareja me toc detener, al no llevar para la mordida, le bajamos su reloj de pulso y una caja de herra-mientas.

    Angelino Jimnez lvarez el Tigre, estando de servicio en Cuautla, en las oficinas de la Delegacin, un da, cuenta

    * Soborno.

    directores y subdirectores. A este grupsculo, del que sus inte-grantes cotidianamente cometan arbitrariedades de todo tipo, incluidas las famosas mordidas* y otras que ofendan la dig-nidad humana un tanto presionados porque la quincena no alcanzaba, tcitamente termin integrndome, debido a que regularmente nos aplicaban descuentos por concepto de compaeros de gobierno difuntos y porque en lo personal la gente de la mafia se ensa conmigo reprimindome con arrestos injustos, servicios fuera de la jornada normal, llama-das de atencin sin causa alguna y hasta agresiones fsicas (ri-as provocadas) de sus golpeadores. Razn por la que conoc hechos, como aqul en el que, estando yo de servicio en el crucero de avenida Morelos y Rayn, detuve una hilera de cuatro autobuses del df que ya iban de regreso, le recog su documentacin a cada conductor y, en ese preciso momento, el director Tiburcio Campos Flores apareci a bordo de una patrulla (Jeep) y me llam: Rendn, qu hacen esos autobu-ses ah? Les estoy dando informacin, seor contest. A lo que l agreg: ndele pues, aprele y djelos ir, no los entretenga. Yo, en lugar de obedecer a mi director, les dije a los choferes de los autobuses: ya se puso cabrn, ya tom conocimiento del caso el director, ustedes lo vieron; me orde-n remitirlos a las oficinas. Como esto les iba a provocar ms prdida de tiempo y dinero, se facilit y aceler el arreglo de la mordida.

    En otra ocasin, un compaero detuvo e infraccion por una falta leve a un pez gordo que despus supimos se trataba del jurista y ministro del Tribunal Superior de Justicia, don Bernab L. de Elas uno de los pocos morelenses nte-gros de esos tiempos y que en su memoria se puso su nombre

    * Cantidad de dinero exigida para no aplicar la ley.

  • Sabs Rendn Galicia44 45El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    De todo esto, claro, tenamos que pasar corriente a nues-tros jefes, aunque a veces, si no se daban cuenta o no los po-namos al tanto de lo que hacamos, nos quedbamos con la mayor parte. Pero la mayora de los agentes, al igual que los choferes, tambin ramos victimas de arbitrariedades y baje-zas de los jefes inmediatos.

    En una ocasin que estaba cubriendo un servicio de noche (por arresto) en el crucero de la Av. Morelos y vila Camacho, cuidando que los vehculos no pasaran rumbo al norte por lo de la Feria de Tlaltenango,* lleg hasta este lugar una grin-guita totalmente borracha conduciendo su automvil y ah, por el estado etlico en que iba, ya no pudo hacerlo rodar. Yo, que en esos momentos estaba durmiendo en el interior de un autobs urbano que haba atravesado en la calle, al escuchar los acelerones del auto, de inmediato me par y fui presto a auxiliar a la gera que de inmediato me pidi ayuda y, sin ha-cerme mucho del rogar, la llev hasta su domicilio particular en la colonia Lomas de Atzingo, a cambio de una buena pro-pina en billetes verdes. Cuando regres a mi crucero, estaba a bordo de una patrulla, hecho una furia, el seor Hctor Toris y el comandante Felipe Evangelista que, prcticamente a gri-tos, me dijeron:

    Usted no entiende, Rendn; dnde chingados anda?, por qu deja solo el servicio?; dnde est la seal que estaba aqu?

    Se refera a un letrero de madera que indicaba la prohibi-cin del paso vehicular rumbo a Tlaltenango y que, un grupo

    * Es la feria religiosa anual ms grande y antigua que se celebra en la ciudad de Cuernavaca durante la primera semana de septiembre y que se ubica sobre la ave-nida Zapata, una de las principales y ms fluidas. Durante sta, los vehculos deben desviarse por las calles aledaas.

    que lleg un polica federal de caminos a solicitar un elemento para que lo auxiliara, porque en la carretera Cuautla-Amayuca, en el Puente Tlayeca, se haba accidentado un triler que se fue hasta el fondo de la barranca; que el federal lo dej a l a cargo de su patrulla mientras que, junto con el personal de gras, bajaba a ver cmo sacaban el vehculo y como esto se llev casi todo el da, en ese tiempo, sin mover ni un dedo, nos dijo que haba recaudado ms de cinco mil pesos; que los cho-feres que por ese camino pasaban, voluntariamente se bajaban de su carro e iban directo a la patrulla a dejar la cooperacin que entonces era de 10 pesos.

    Otro caso que se repeta con mucha frecuencia, era cuando algn agente uniformado se suba a los autobuses de servicio pblico y los choferes se atrevan a cobrarles el importe de su pasaje; bastaba con que el agente se quejara con los mandos medios para que el conductor, mnimo, fuera remitido a los separos de polica por 72 horas, por incurrir en la falta de cobrarle a un representante de la Ley.

    El autor, Sabs Rendn Galicia y Esteban Mjica Ruiz, frente al Palacio de Gobierno

  • Sabs Rendn Galicia46 47El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    As mascaba la iguana en la Direccin General de Trnsito del Estado de Morelos.

    el gobernador y los direCtores

    Don Norberto Lpez Avelar, uno de los pocos gobernantes oriundos del estado de Morelos (Totolapan), no obstante la oposicin que tuvo de una fraccin prista para llegar a la gu-bernatura, por ser, como su antecesor, militar, en la prctica fue un gobernante que nunca us las prcticas conocidas de la milicia en contra de su pueblo; a mi entender us mucho la tolerancia y la amabilidad con sus gobernados (el dilogo, dicen hoy), pero la prensa escrita de esos tiempos (El Avance, La Voz, El Morelense, El Informador, etctera) sistemticamente lo atacaban porque no resolva nada, le decan que era el Estudiante, supuestamente porque a todos los asuntos que le planteaban, deca, los vamos a estudiar.

    Lo que a m me consta es que en Trnsito, el rea donde yo estuve, siempre se preocup porque no se molestara para nada al turismo (nacional e internacional). Incluso hizo bas-tantes cambios en los mandos altos de esa dependencia; cam-bios que nunca sanearon esa Direccin, porque el mal estaba en los mandos medios y hasta en la misma base del personal.

    Recuerdo que Tiburcio Campos Flores, en uno de sus intentos por mejorar la situacin en su dependencia, trajo a otros militares como al mayor, don Eduardo Aponte Cardo-zo (aos despus general y comandante de la 24 Zona Mili-tar) y al capitn, don Arturo Aldave Martnez (), a quienes puso en la jefatura de circulacin, que era el mando inmedia-to de agentes, oficiales y comandantes; sin embargo, el mal en esa dependencia, no cambi absolutamente en nada, y es

    de estudiantes que haba pasado a llevarle las maanitas a la Virgen en la vspera del 8 de septiembre, en plan de relajo, se lo llev y lo tir en la esquina de La Pradera por la bajada de El Tnel: ... a la noche se presenta nuevamente arrestado sentenci Toris.

    Y esa noche, junto con otros 12 compaeros que, al igual que yo estaban arrestados en las mismas oficinas de Trnsi-to que entonces estaban en la planta baja del lado sur del Palacio de Corts, aproximadamente como a las dos de la madrugada, cuando todos dormamos en pleno piso y entre los escritorios del personal de oficina, dicen que lleg el seor Hctor Toris y al vernos a todos en brazos de Morfeo, abri las llaves de agua del lavabo y la hizo correr precisamente a donde estbamos, provocando el despavorido despertar de todos, en tanto l que por cierto fsicamente era un hombre exageradamente obeso y cnico, se mora a risotadas fes-tejando su travesura de muy mal gusto; situacin que ante la amenaza velada si hablbamos del asunto con los mandos superiores tuvimos que soportar con la boca cerrada.

    Nosotros los agentes de crucero, apenas ramos la puntita de la madeja de la corrupcin en aquellos aos; lo grueso estaba en las reas de las comandancias que exigan la cuota a cambio de favorecer a los oficiales y hasta a no-sotros mismos; en licencias, infracciones, permisos para salir del estado y para transportar cargas especiales; altas y bajas de vehculos; infractores en estado de ebriedad o por colisin, etctera.

    Los ms beneficiados, al igual que hoy, eran las empresas transportistas, las uniones de taxistas, los gaseros, los refres-queros y cerveceros, las agencias vendedoras de autos y todo el que tena o era, por una u otra razn, flotillero de vehculos.

  • Sabs Rendn Galicia48 49El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    Sobre el comportamiento de los subordinados de Jorge Meade Arrevillaga, estando l como director, un da que es-taba yo de servicio en el crucero de vila Camacho y lva-ro Obregn, detuve un camin carguero sin que su conduc-tor hubiera dado motivo alguno; la intencin, en estos casos segn yo, era revisar la documentacin y el estado mec-nico del carro, del chofer y de la carga que transportaba, para buscar el ms mnimo pretexto y extorsionarlo. Pero como era obvio, no se dej, y al no haber ningn arreglo, porque yo le exiga una cantidad a mi criterio considerable y l ofreca poco, proced a comunicarle que lo iba a remitir a la Direc-cin, a lo que, despus de secretearse con sus macheteros, el chofer aparentemente acept y me dijo: est bien, vamos; y

    Esteban Mjica, el autor adentro del vehculo y Jos Barba (de Yautepec) en una de las patrullas de trnsito de entonces

    que, tanto Aponte Cardozo como Aldave Martnez, en su tra-to con sus subordinados, eran exageradamente benvolos, ya que ni siquiera el garbo o la gallarda propia de todo militar funcionaba con ellos. As, ante el fracaso de su experimento de Tiburcio Campos Flores, Lpez Avelar, opt por ser ms drstico y termin destituyndolo, al igual que a sus condisc-pulos Aponte Cardozo, Aldave Martnez y me parece que has-ta el Gordo Toris, quedando interinamente en la Direccin, el oficial motociclista Agustn Arias.

    Despus trajo de la Ciudad de Mxico a un oficial, inte-grante del Cuerpo Acrobtico de Motociclistas que, despus supimos, supli al famoso actor y cantante Luis Aguilar (pa-reja de Pedro Infante) en escenas peligrosas de acrobacia con motocicleta en las pelculas A toda mquina y Qu te ha dado esa mujer? El personaje del que hablo, es don Jor-ge Meade Arrevillaga padre del lder estudiantil y poltico prista en nuestro querido estado de Morelos, Jorge Meade Ocaranza. Junto con Arrevillaga (as lo nombraban), vino del df tambin un grupo de oficiales motociclistas. Arrevi-llaga, un buen tipo, con carisma y galanura con el sexo fe-menino, no quiso (o no supo) enfrentar este problema de la corrupcin en Trnsito del estado. Mi opinin personal es que prefiri llevrsela leve y no chocar con ninguno de sus subor-dinados (sobre todo con los oficiales que trajo del df y que, salvo excepciones, eran peores que los de aqu) y, en vez de eso, opt por dedicarse a conocer y disfrutar las mltiples be-llezas de Cuernavaca y del estado de Morelos, incluidas las del sexo opuesto.

    Mi comentario sobre esto ltimo, es porque entonces, en los diferentes niveles de Trnsito del mismo Gobierno del es-tado, y hasta en algunos peridicos locales, se corri el rumor de que entre Jorge Meade Arrevillaga y la actriz hollywoo-

    dense Katy Jurado, se daba una relacin de trrido romance, ya que con frecuencia la famosa actriz visitaba las oficinas de Meade y se dejaban ver en lugares pblicos de la Ciudad de la Eterna Primavera.

  • Sabs Rendn Galicia50 51El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    nalmente haca el director, en su alocucin dirigida al personal reunido, ms o menos dijo:

    El gobernador, me ha estado llamando la atencin porque ha recibido quejas de que ustedes con frecuencia les piden dinero a los conductores, sin motivo, y sin fijarse de quin se trata. El caso del diplomtico que infraccionaron, le caus muchos problemas; y apenas el jueves pasado, si no es por la oportuna intervencin del cuerpo motorizado que frustr un secuestro, a uno de ustedes lo hubieran plagiado y quin sabe qu hubiera pasado; todo por su intransigencia. De aqu en adelante, tengan mucho cuidado, traten de no ser intolerantes, principalmente con los turistas extranjeros y con la gente in-fluyente de aqu y la que viene del DF, as como con la gente que no da motivo para detenerla. Si sigue esta situacin, si me llegan ms quejas de que continan exigiendo dinero, los voy a correr por pendejos, por no saber hacer las cosas y no por corruptos: a m, al igual que a ustedes me gusta el dinero, pero hay que recibirlo sin incurrir en pendejadas como ustedes.

    Y como la situacin no cambi, el gobernador, don Nor-berto Lpez Avelar, a los pocos meses, tambin orden la destitucin del tamaulipeco (avecindado en el df) Jorge Mea-de Arrevillaga y, nuevamente, como encargado del despacho, en forma interina, qued Agustn Arias. Das despus lleg otro militar (con el grado de mayor) integrante del Ejrcito y piloto aviador, de nombre don Leobardo Gonzlez Gil quien, al decir de los rumores, ste s venia con la espada desenvai-nada a poner orden en la Direccin de Trnsito de Morelos.

    Retrocediendo un poco, cuando yo de hecho me integr al circulo de la gente que, haciendo a un lado los principios y la moral traicionaba la confianza de quienes nos haban tendido la mano, perjudicando con nuestra actitud a conductores que en la mayora de los casos eran de muy escasos recursos, a los mandos superiores de la direccin de Trnsito y hasta al mismo gobernador don Norberto Lpez Avelar, mi situacin

    luego, dirigindose a su macheteros, les indic: djenlo subir, dnle chance aqu adelante en la cabina; ustedes dos vyanse arriba y t, aqu con nosotros. Lo que sucedi, fue que en vez de agarrar el camino hacia el Palacio de Corts, agarraron el de la avenida Obregn rumbo al sur y ya encarrerados des-potricaron en contra de m, gritando que me iban a dar en la madre por rata y culero. Afortunadamente, unos vecinos, se dieron cuenta de los hechos y tomaron nota de las placas del camin que, de inmediato, reportaron a mi pareja que en esos momentos haba ido al bao, haciendo este ltimo lo mismo con el oficial de guardia de la Direccin, el que movi-liz a un grupo de motociclistas con la orden de localizar a como diera lugar al camin y sus responsables, a quienes se les seal de secuestrar al agente Sabs Rendn Galicia. Por suerte, el conductor del camin nunca dej la avenida Obre-gn y la avenida Morelos Sur porque iba rumbo al estado de Guerrero y, en el Polvorn, los motociclistas les dieron alcance y los detuvieron, ponindolos a disposicin del director. Ya en el careo, el chofer y sus macheteros me acusaron ante Jorge Meade Arrevillaga de pretender extorsionarlos, sin que ellos hubieran cometido ninguna infraccin al reglamento.

    El director les dijo que si lo que decan en mi contra era cierto, con todo rigor se me aplicara un correctivo, pero ellos deberan haberme reportado y no tratar de hacerse justicia por su propia mano, porque eso les iba ha salir caro por actuar fuera de la ley: los voy a consignar, los amenaz.

    Finalmente, ante la splica y arrepentimiento del camio-nero y sus macheteros, el asunto slo qued en la detencin del camin hasta que cubrieran el importe de casi media doce-na de infracciones. Yo recib una severa llamada de atencin. Pero no termin el caso: al siguiente lunes, durante el acto de honores a la bandera y el pase de revista al personal que sema-

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    rar andando en el mismo crculo donde destacaban adictos al alcohol, la marihuana, el cemento y otros solventes?; donde gentes como Sern que, adems de agente de trnsito, se dedi-caba ha explotar su sexo, fornicando por lo que fuera (dinero, comida, borrachera o hasta prendas de vestir y calzar) lo mis-mo a jovencitas de su edad que a mujeres otoales (extranje-ras, de preferencia) u homosexuales?; en trminos generales estbamos en contacto permanente con lo peor de la socie-dad, con la escoria social.

    En un principio, yo me resista a jalar parejo con mis compaeros; no quera sobrepasarme por mi enfermedad, adems, tambin por mi carcter opaco y tmido, el cual, ese s, nunca pude transformar. Pero la resistencia dur poco, ya que si quera pertenecer a este crculo, tena que jalar como todo macho mexicano: cmo era posible que yo me quedara atrs? Y as fue como, despus de nuestra jornada de trabajo, por la noche pues, y hasta en los das hbiles que antes ocup-bamos para visitar a la familia, nos iniciamos en las borrache-ras constantes y los escndalos que, en ocasiones, fueron del dominio pblico, adems de hacernos clientes asiduos de los cabarets de la entonces famosa Zona Roja de Atlacomulco.

    Por estos lugares de vicio, prostitucin y destrampe en ge-neral, como cualquier otro joven hasta cierto punto margina-do y vido de nuevas vivencias, tuve la oportunidad de sentar-me a tomar la copa en la misma mesa acompaado del hijo prdigo del clan de los Irragorri Aranda, don Eduardo, al que le encantaba empinar el codo* y gozar de las bellezas femeninas; con Jos Lpez el Toluco, el famoso boxeador de aquellos aos, a quien conoc en el gimnasio del hotel Lido; en una ocasin, coincidimos en un cabaret (el 33) y nos pusi-mos como l acostumbraba hacerlo, como apaches marihua-

    * Beber.

    econmica relativamente tuvo un alivio. Por lo menos ya no molestaba a Jess Barba para que nos diera el aventn en el auto del gober a Yautepec; tampoco dorma en el autobs de la Estrella Roja, ni en la Terminal de la Flecha o en cualquier banca del Zcalo. Con mis nuevos compaeros Jos Ros el Nito () y Esteban Mjica Ruiz () pagamos un cuartucho en la azotea de un viejo edificio de la avenida Morelos y Ri-cardo Linares (a la altura de El Calvario); cuarto que despus de unos meses tuvimos que dejar por el chinchero que casi no nos dejaba dormir; de ah, nos pasamos a otro, a un edificio de la calle Matamoros y al poco tiempo tambin lo dejamos; Luego nos fuimos a vivir al hotel Lido de la calle Guerrero, a escasas dos cuadras del Zcalo de Cuernavaca, donde renta-mos un cuarto con tres camas y tenamos servicio de alberca, gimnasio, bar y hasta derecho a los bailes los das domingo; bailes que entonces eran muy populares en todo Cuernavaca y que nosotros, en plan de broma, los bautizamos como el baile de las patronas, por aquello de que puras sirvientas asistan: las gatitas les decamos.

    Adems de la mejora econmica, en mi persona tambin hubo una alteracin muy comn en la gente que se mete en la poltica, ya que no perda la oportunidad de lucirme en mi pueblo, Yautepec, cuando portaba mi uniforme de gala; me gustaba que mis paisanos me admiraran y hasta me senta yo un general del Ejrcito. A los choferes, sobre todo a los tra-bajadores, los trataba con prepotencia y menosprecio, y hasta burla, ya que tararebamos una parte de la letra de una can-cin que deca: Soy tamarindo y me gustan los pesos, de los choferes yo vivo feliz

    Ahora comprendo que, al igual que a los polticos, me afect el llamado sndrome del tabique; es decir, se me mo-vi el piso o me mare la altura. Pero qu se poda espe-

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    David Caballero y el seor Juan Bustamante el Gallinero (los ccaros del cine en ese entonces); dicho acercamiento con el autor de un sinnmero de melodas como La que se fue, Un mundo raro, El rey, La vida no vale nada, Si nos dejan, etctera, no fue por cuestiones artsticas, como es obvio; el acercamiento fue circunstancial, ya que l andaba en busca de alguien que conociera esa regin del estado y que supiera manejar, lo que no fue impedimento para que, al regresar al hotel donde se hospedaba (hotel Marik), me dijera: que esto que lotro?... salud!

    Sin embargo no todas fueron buenas, tambin hubo malas, como cuando un da llegamos (junto con mis compaeros de cuarto) hasta las chanclas de borrachos y continuamos to-mando y fumando en el interior de la habitacin. Afortunada-mente no pernoctamos ah, porque continuamos la farra y yo me fui a dormir a Yautepec. Al da siguiente, cul sera nuestra sorpresa cuando los compaeros al vernos, todos nos dijeron: ya vieron lo que hicieron, pinches borrachos; compren el peridico y vean su gracia. Lo que sucedi fue que, segura-mente, alguno de los tres dejamos una colilla de cigarro sobre una cama y se provoc un incendio que, por suerte, slo fue en nuestro cuarto, gracias a la intervencin de los bomberos que entonces, ramos los mismos agentes de trnsito; los peridicos, como es costumbre, en su nota roja, consigna-ban la noticia a ocho columnas: Agentes de trnsito incen-diarios; por pura suerte este asunto no trascendi, gracias a la comprensin del dueo o administrador del hotel, seor Ocampo quien tambin era dueo de la famosa Madri-lea de la esquina de las calles de Galeana e Hidalgo que acept la reposicin nicamente de los objetos quemados.

    Otra mala fue el da en que se incendi la cereria la Gua-dalupana de la calle Degollado y No Reeleccin. Yo estaba

    El autor Sabs Rendn Galicia, en lo que es hoy la entrada principal del Palacio de Gobierno

    nos; con el Che Garufa un hombre que se deca argentino, con su melena larga, cargando siempre su guitarra y elegante-mente vestido, preferentemente de blanco, tambin dijimos salud!, adems de ser nuestro vecino de cuarto en el hotel Lido; esta persona, con los noctmbulos, era ampliamente po-pular y cliente asiduo del restaurante y bar Cuernavaca, donde por muchos aos hubo un mural en el que el Che, guitarra en mano, le deca a otra persona: Oye Che! te pinto un tango o te toco una cancin?

    Una de mis mayores satisfacciones, fue encontrarme y hacer amistad pasajera con el famossimo compositor y cantante mexicano de todos los tiempos, el guanajuatense Jos Alfredo Jimnez, quien me invit, y acept acompaarlo, a una gira artstica por el oriente del estado de Morelos donde, obviamente tambin hizo su presentacin en mi pueblo Yautepec, en el Cine Victoria. De este hecho, recuerdo que en este cine, entonces ya trabajaba como taquillera la queridsima yautepequense doa Martita Cedeo, el seor

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    en los separos de la polica. Yo, sobre estos hechos, nunca habl con el director pero, a travs del oficial de guardia, supe que la posicin de l era la de consignarnos al Ministerio P-blico a menos que presentramos nuestra renuncia.

    Finalmente, luego de un intercambio de opiniones entre los tres; luego de un acto de contricin de mi parte, en el que por mi mente pasaron hechos que haban dejado en m huella de satisfaccin como el da del agente de trnsito (22 de diciembre) en el que, las empresas que tenan flotillas de veh-culos, sin resentimiento alguno de su parte, nos agasajaban a manos llenas colmndonos de todo tipo de regalos, incluyen-do dinero; y como el de ese mismo 22 de diciembre, en que el gobernador del estado se sentara a compartir el pan y la sal con todo el personal de Trnsito en una cena que anualmente nos ofreca en el cntrico hotel y restaurante, El Imperial; y luego de pensar y repensar el porqu me desvi hacia el cami-no equivocado de la corrupcin, el vicio y la soberbia, cuando en principio me enorgulleca pertenecer a una dependencia como la de Trnsito, tom la determinacin de presentar mi renuncia y retirarme totalmente de este ambiente, indepen-dientemente de la decisin que tomaran mis compaeros. Y no habl con el director; mi renuncia se la present al oficial de guardia; l fue el conducto y de inmediato me liberaron, poco despus de comunicarme que s haba sido aceptada.

    Para consumar el asunto, solicit audiencia con el oficial mayor del Gobierno del estado, mi paisano don Juan Salazar Prez, le expliqu, de principio a fin, el caso (que segn l no conoca, y el gobernador tampoco) y le solicit fuera el medio para expresarle al Ejecutivo mi agradecimiento por haberme dado la oportunidad de trabajar en su administracin. Don Juan me insista en que no me retirara; que lo dejara hablar primero con el gober, pero yo ya haba tomado mi decisin y

    de servicio en las oficinas generales y, al or la sirena de alar-ma, fui uno de los primeros en acudir al Palacio Nuevo (actual Palacio de Gobierno, entonces inconcluso), donde se parqueaba la vieja motobomba de ese tiempo y de donde sa-li al lugar del siniestro. Al llegar, mientras mis compaeros con hachas tiraban las cortinas metlicas de la entrada, yo, en colaboracin con otros, tenda y conectaba las mangueras y, con todo y que iba totalmente crudo, fui el que encabez la batalla por extinguir el fuego. Slo que no contaba con que las cortinas tiradas estaban electrificadas y, al pisarlas por se-gundos (que sent como horas), qued paralizado y mudo. Por fortuna mis compaeros, que iban atrs de m, al darse cuenta, de inmediato me rescataron y slo qued en el susto.

    La otra mala fue cuando, junto con Esteban Mjica Ruiz y otro compaero cuyo nombre no recuerdo, entrados en copas, llegamos al estacionamiento del Gobierno del estado, ubicado en aquellos aos en la avenida Matamoros exacta-mente donde hoy est el Palacio Legislativo y, sin permiso del encargado que tambin era de Trnsito, nos sacamos una unidad automvil propiedad del gobierno y nos fuimos a la zona de tolerancia a continuar la parranda; hecho que, de inmediato, fue reportado al oficial de guardia y ste, a su vez, a la Polica Judicial que en un dos por tres nos rastrearon y localizaron cuando salamos de la zona y tombamos el cami-no de regreso al estacionamiento. No obstante, no nos entre-gamos y, por el contrario, nos dimos a la fuga, protagonizan-do una persecucin de pelcula por varias calles del centro de Cuernavaca, para finalmente meter el coche al estacionamien-to e irnos tranquilos a dormir. La repercusin de esto fue que el nuevo director, don Leobardo Gonzlez Gil, encolerizado por lo sucedido, al siguiente da, orden (y se ejecut) el arres-to de los tres, que fuimos detenidos y puestos a su disposicin

  • Sabs Rendn Galicia58 59El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    mi ingreso al Partido revoluCionario instituCional (Pri)

    Luego de esto, espordicamente comenc a ir y venir a Yaute-pec y, en una de esas idas y venidas, un da coincid en el auto-bs con el paisano y amigo de la infancia, Vicente Moore (), hijo de don Froiln Moore, vecino yautepequense en la calle de Morelos del centro de esta cabecera municipal: carpinte-ro y uno de los ms antiguos militantes del Partido Accin Nacional (Pan) en el municipio. Despus del acostumbrado saludo, Vicente fue al grano y me dijo:

    Tengo un amigo en Cuernavaca que es poltico y tiene un cargo en el Comit Directivo Estatal (Cde) del Pri; quiere nombrarme director municipal juvenil en Yautepec y te invito; yo hablo con l para que te nombre subdirector.

    Yo, en ese entonces, sobre partidos y poltica no entenda ni jota y slo se me ocurri argumentar: pero si tu pap, don Froiln, es del Pan. A lo que l me contest:

    Mira, el Pan, al paso que va, no tiene para cundo crecer y menos ganar; para qu nos hacemos pendejos?, el Pri, hoy por hoy, es el partido nico y no tiene gallo enfrente que le gane; yo ya platiqu esto con mi padre, pero no entiende el viejo, si quieres no me resuelvas nada, pero te invito a visitar a mi ami-go y despus t decides termin.

    Y as fue: Vicente Moore y yo, nos pusimos de acuerdo en el da, la hora y el lugar para la pltica con su amigo. Fecha y hora que se cumpli y ah, en el lugar acordado en el Pasaje Caballero Daz del mero centro de Cuernavaca, llegamos puntuales a la cita. Result que el amigo de mi amigo, era el doctor Francisco Magdaleno Vega, quien tena su consultorio mdico en el segundo nivel de esa plaza comercial y, en efecto,

    le dije adis a Trnsito. Esto sucedi por el mes de agosto de 1961.

    Despus de estas amargas experiencias, mi deseo era re-gresar de inmediato a mi pueblo Yautepec; sin embargo ha-ba algo poderoso que de momento me lo impeda: mi novia Blanquita. Por esta razn, no obstante que ya no tena trabajo ni dinero, que despus de unos das tuve que dejar el aloja-miento del hotel Lido, me qued en Cuernavaca y volv a mis antiguos albergues: la Estrella Roja, la Flecha y las bancas del Zcalo.

    Das despus, entr a trabajar, por unas semanas, en una extensa quinta, ubicada por la calle de San Jernimo, propie-dad de el ex-presidente de Mxico, licenciado Miguel Alemn Valds. El medio por el que entr, fue un viejo amigo de muchos agentes de trnsito, que era el mayordomo o adminis-trador de algunas propiedades del expresidente, don Aurelio. Mi trabajo era el de acompaarlo los das que sala de com-pras, para cargar las bolsas de mandado, adems de encargar-me de algunas labores de jardinera y limpieza de la descomu-nal residencia. Aparte de don Miguel, tambin conoc al hijo: Miguel Alemn Velasco, que aos despus fue gobernador de Veracruz, al que, en ms de una ocasin, me toc abrirle el portn y atenderlo en otros mandados. Don Aurelio, que con frecuencia viajaba a Acapulco y Veracruz, insista en que de-bera irme a cualquiera de esos dos lugares a trabajar en Trn-sito; que l tenia buenas relaciones con las autoridades de esos lugares y me poda recomendar. Yo, como ya haba tomado la decisin de retirarme de ese ambiente, nunca acept. Semanas despus dej el trabajo.

  • Sabs Rendn Galicia60 61El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    Sabs Rendn Galicia y Vicente Moore, en primera fila, sosteniendo una revista con la foto del entonces presidente Adolfo Lpez Mateos; el Dr. Francisco Magdaleno

    Vega, de traje; el torero Carlos Cruz Portugal, a la izquierda de la ultima fila, acom-paados de un grupo de yautepequenses

    y esquina del Bosque; a Jess Esquivel, tambin de la calle del Bosque; a Martn Lara el Caballerango de la va del ferro-carril, a la altura del Barrio de Ixtlahuacan; Mario Chvez y su hermano menor los Majihuas este ltimo, un mucha-cho corpulento que le gustaba ir al Rastro Municipal a beber la sangre fresca de las reses que sacrificaban y que supuesta-mente fue la causa de su muerte, etctera. En los eventos partidistas, como es costumbre, tambin se daban cita ciertas personalidades. Ah conoc y trat con el ex-torero profesio-nal de lidia Carlos Cruz Portugal que, aos despus, se dedic al negocio del bar en el Barrio de Amatitln; bar de su propie-dad que bautiz con el nombre del Rincn Taurino. Conoc tambin y trat en ms de una ocasin al profesor xoxoco-tlense, don Sergio Jimnez; no estoy seguro de la fecha, pero creo que en ese tiempo era presidente municipal de Cuerna-

    s ocupaba en el Comit Directivo Estatal (Cde) del Pri, la cartera de director de accin juvenil.

    Magdaleno Vega, nos habl de todos y cada uno de los integrantes del Cde, encabezado por Alfonso Peralta Garca y seguidos por el diputado Moiss Aragn Tajonar, diputa-do Francisco Solar Caas, diputado Adn Castillo, diputado y profesor francisco Snchez Bentez, profesor J. Ventura Rive-ra, profesor Ren Viet, doctor Francisco Magdaleno Vega y Ana Mara Zapata; nos habl de la democracia y de la justicia social, as como del compromiso de todos los pristas de lu-char por el bien de la patria y, al final, particularmente a m, me invit a integrarme al Partido como subdirector de accin juvenil en el municipio de Yautepec y trabajar directamente con l. Yo, que nunca antes haba andado en esto, me qued con la boca abierta y acept otra nueva invitacin para forma-lizar, Moore y yo, nuestro ingreso al Partido y nuestros respec-tivos nombramientos.

    La nueva reunin que yo pensaba se llevara a cabo en las oficinas del Partido en Cuernavaca o en Yautepec y ante simpatizantes nuestros o por lo menos ante la presencia del Cde, tambin se llev a cabo en el consultorio del doctor. As, con fecha 22 de noviembre de 1961, a Vicente Moore y a m, se nos extendi el nombramiento oficial de director y subdirector municipal juvenil del Pri en nuestro municipio Yautepec; dicho nombramiento, por lo que corresponde a mi persona, todava existe y est en mi poder, al igual que otros documentos que acreditan nuestro dicho.

    Ya en funciones, Vicente y yo, nos dedicamos a visitar a nuestros amigos y conseguimos conformar un buen grupo, que era el que nos acompaaba a los eventos a los que el doctor Francisco Magdaleno nos convocaba. Entre otros, re-cuerdo a Gregorio Carranza y Evaristo Carranza, de Reforma

  • Sabs Rendn Galicia62 63El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    Mi boda con Blanca Teresa Bailn Gonzlez, madre de mis hijos Jos Luis, Maria de la Luz, Marisela y Oscar Sabs

    Derecho de la Universidad Autnoma del Estado de More-los especialista en juicios de amparo Humberto Bailn Gonzlez ().

    La boda religiosa se celebr en la iglesia de la avenida Mo-relos, a un costado del Jardn Borda, casi enfrente del antiguo Cine Morelos; la celebracin fue en Yautepec, en la colonia Cajigal, en la calle Corregidora donde entonces mi madre ren-taba la casa de sus amigos doa Luisa Jimnez y Ral Barre-to madre y padre de las yautepequenses Mara Guadalupe, Mara de la Luz, Sara, Mara del Rosario, Margarita, Romana, Mara Antonieta, Luca y Ral. Recuerdo que en ese tiempo eran todava das lluviosos y el automvil que nos transpor-

    vaca; al ingeniero Felipe Rivera Crespo, que aos despus fue presidente municipal de Cuernavaca y gobernador del estado y otros cuyos nombres no recuerdo.

    Despus de un tiempo, en el que yo vea que el doctor re-lativamente estaba satisfecho con nuestro quehacer encomen-dado, me atrev un da y le solicit ayuda para que me emplea-ra y pudiera yo estar por lo menos unas horas en Cuernavaca y tener contacto con mi novia Blanca; solicitud que, luego de ponernos de acuerdo en la cantidad y en el concepto gra-tificacin, as como en el horario de entrada y salida, el doctor aprob. De esta manera, sin mucha dificultad, me con-vert en el ayudante personal del doctor Francisco Magdaleno Vega y de inmediato comenc a laborar en su consultorio del Pasaje Caballero Daz. Entre mis obligaciones, figuraban la de ir por los peridicos del da, al Correo a depositar o recoger correspondencia, espordicamente a unos laboratorios, llevar recados a conocidos y amigos, hacer el aseo del consultorio, acompaarlo a los convivios y hasta como chofer cuando sala de Cuernavaca a actividades partidistas. Cabe aclarar que, este acercamiento entre el doctor y yo, con el tiempo, cultiv una amistad franca, sincera y perdurable.

    mi boda Con blanCa

    El siete de octubre de 1962 me cas con Blanca Bailn Gon-zlez, una jovencita de 18 aos, hija del matrimonio frustrado entre don Refugio Bailn () y Consuelo Gonzlez Garduo (): l, prspero transportista y restaurantero; ella ama de casa y luego pequea comerciante; sobrina del legendario futbolis-ta profesional y olmpico don Eduardo Garduo Gmez () y hermana del destacado abogado y maestro en la Facultad de

  • Sabs Rendn Galicia64 65El sindicalismo automotriz independiente en Mxico

    ro, y el polvo rojo cuando ya estaba cocido, despus, al no haber otra alternativa, ah me quede varios meses.

    Un da, mi esposa Blanca, muy preocupada me pregunt si todava haba relacin con el doctor Francisco Magdaleno Vega. Yo le contest que s y al mismo tiempo la interrogu: por qu? No saba cmo decirme, pero ante mi insistencia no tuvo ms que hacerlo:

    Es que anoche te pusiste malo y le habl a tu mam; me dijo que fue una convulsin la que te dio y que te iba a llevar con doa Concha para que te diera una limpia porque a la mejor alguien te est haciendo mal; pero yo opino que mejor veamos a tu amigo el doctor.

    De momento, la noticia de Blanca me dej todo confuso y nicamente opt por tranquilizarla, dicindole que si volva a suceder, iramos a ver al doctor. Yo, por ms esfuerzo que hice para recordar algo, no lo lograba, hasta que me acord que por la maana, cuando me levant y fui al trabajo, me dola mucho la cabeza, pero luego la molestia desapareci. Das despus se repiti nuevamente la supuesta convulsin y, esta vez, como si hubiera tenido un sueo muy superficial, s recuerdo haber visto a mi esposa y a mi madre muy preocu-padas atendindome y frotndome con alcohol para hacerme reaccionar. Y al igual que la primera vez, en sta, tambin me fui al trabajo con un fuerte dolor de cabeza. Ante esto, mi ma-dre de inmediato me confirm su deseo de llevarme con doa Concha una amiga suya que supuestamente, con limpias y tomas, curaba las brujeras. Para no contradecirla, de mala gana la acompa y soport los varazos que doa Concha me dio durante la limpia con un ramo de yerbas, el olor pestilen-te del lugar y las tomas, que saban a diablos. Sin embargo, con mi esposa Blanca, fuimos a Cuernavaca y consultamos a mi amigo el doctor Magdaleno Vega, al que, para empe-

    taba, as como los de algunos familiares de ella y otros, tuvi-mos que dejarlos en el campo deportivo del Club Deportivo Yautepec (Cdy) por la lodacera de las calles de mi colonia que entonces no tenan pavimento para poder llegar ca-minando hasta mi domicilio. La comida fue de lo ms sencilla: si acaso hubo dos cervezas, refrescos y agua fresca para los invitados. Como mis recursos, de por s escasos, eran suma-mente reducidos, mi viaje de luna de miel consisti en ir a pasar la noche al df y pasarnos la mayor parte del da siguien-te viendo los aparadores del Zcalo y sus alrededores.

    Con mi nueva situacin civil dej Cuernavaca y la gra-tificacin de mi amigo el doctor y regres a mi pueblo Yautepec, para trabajar en lo primero que sali, un obrador de tabique propiedad de un yautepequense de nombre Vicente Ortega, su hijo ngel y varios nietos; una empresa prctica-mente familiar. All, de inicio, entr de ayudante de oficial tabi-quero: primero, cortando la rebaba de lodo cuando el tabique estaba apenas ligeramente oreado y lo acarreaba cuando ya estaba seco sobre la espalda en altas hileras, uno encima de otro, para acomodarlo y dejarlo asolear ms; posteriormen-te, me pusieron a hacer la mezcla del lodo, rascando la tierra del banco, mezclndola con estircol de caballo, que serva de abono, y despus, con agua y la ayuda del un azadn, batirla una y otra vez hasta que estuviera lista para empezar a hacer el tabique. Aprend a cargar el horno (acomodar el tabique crudo) y quemar (coserlo), as como descargarlo (sacarlo del horno), la mayora de las veces casi quemndome las manos. Yo sustitua las ausencias de algn trabajador, por uno o va-rios das, sin importar la labor que fuera. Y a pesar de que el trabajo era sumamente pesado, mal pagado y sin ninguna proteccin para la seguridad y la higiene de los trabajadores que absorbamos el polvo negro del tabique crudo, prime-

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    dava comentaban el asesinato del lder campesino morelense Rubn Jaramillo, su esposa Epifana Ziga y sus hijos En-rique, Filemn y Ricardo que, el 23 de mayo de 1962 fueron prcticamente secuestrados de su domicilio y luego vilmente asesinados en la zona arqueolgica de Xochicalco, todos con el tiro de gracia en la cabeza; crimen cometido