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RESEÑAS [ Orlando Figes, The Whisperers, Prívate Life in Stalin's Russia. Nueva York: Metropolitan Books, 2008. José Manuel Prieto El mutipremiado historiador británico Orlando Figes (1959), autor, entre otros, óeAPeopk's Tragedy, de \'¥)b,yNatashas Dance, de 2002, se adentra en l.ossiisu- rradores, su más reciente libro, en una zona p(Ko estudiada de la realidad sovié- tica, un territorio que yace más allá de la investigación del Gran Terror o los des- manes del Gulag. Y lo que ha encontra- do en aquella zona de pesado silencio es, como el nombre de su libro lo indica, una vida susurrada, un país de personas atemorizadas a profundidad. Ya en el prólogo de su su volumen de más de 7(K) páginas anuncia tal objetivo: "Muchos libros describen la parte externa del 'T error, los arrestos, los juicios, la esclavi- tud y los asesinatos del Ciulag, pero/.o^ susurradores es el primero en explorar a profundidad el impacto de todo esto en la vida personal y familiar". VA libro de Figes confirma y amplía mi propia tesis de que en la URSS con- vivieron dos tipos de terror, uno abierto, de alia intensidad, que suponía el encar- celamiento y la eliminación física; y otro menor o de baja intensidad, como le lla- mo, cuya aplicación estaba más encami- nada a la intimidación, a inmovilizar a la futura \ íctima v hacerla vulnerable. Pin- tonees, entre todas las prácticas de este terror de baja intensidad %c encontraban las siguientes: la de los Cuestionarios, encargados de codificar a las víctimas, elucidando su pasado burgués o aristo- crático (lo correcto era ser de ascenden- cia campesina o proletaria); la del País Cárcel, que cerró las fronteras de la Unión Soviética, impidiendo la fuga; la de la Toma de Rehenes, (jue hizo una práctica común del encarcelamiento de familiares de personas a quienes se que- ría controlar; la del uso del lenguaje co- mo instrumento del terror, cjue buscaba deshumanizar previamente a las vícti- mas, presentarlas como entes innecesa- rios para la sociedad (y que tuvo un equi- valente en la Alemania nazi, fenómeno analiz.ado por Victor Kemplerer en su im- prescindible \\\)xo IJngtia Tertii Impetii, de 1947); y otras que me encargué de enumerar en mi investigación. Sin em- bargo, la que más importa para el análi- sis del libro de Figes es, sin duda, la del Ocultamiento. Kn la LIRSS t(KÍo se escon- día: el resultado de los censos, todo, como una práctica para mantener desorientada a la población, un remedo de la pri\ ación sensorial en las prácticas de tortura, en donde a la fx;rsona se le (x;ulta si es de día o de noche, cuántos días lleva preso y has- ta la c"ausa misma de su encarcelamiento. Lo (¡ue susurraba la población so- \ iética entonces, es lo que el listado se esmeraba en ocultar: la hambruna en 171

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RESEÑAS

[ Orlando Figes, The Whisperers, Prívate Life

in Stalin's Russia. Nueva York: Metropolitan

Books, 2008.

José Manuel Prieto

El mutipremiado historiador británico

Orlando Figes (1959), autor, entre otros, óeAPeopk's Tragedy, de \'¥)b,yNatashas

Dance, de 2002, se adentra en l.ossiisu-

rradores, su más reciente libro, en una

zona p(Ko estudiada de la realidad sovié-

tica, un territorio que yace más allá de la

investigación del Gran Terror o los des-

manes del Gulag. Y lo que ha encontra-

do en aquella zona de pesado silencio es,

como el nombre de su libro lo indica,

una vida susurrada, un país de personas

atemorizadas a profundidad. Ya en el prólogo de su su volumen de más de 7(K)

páginas anuncia tal objetivo: "Muchos

libros describen la parte externa del

'T error, los arrestos, los juicios, la esclavi-

tud y los asesinatos del Ciulag, pero/.o^

susurradores es el primero en explorar a profundidad el impacto de todo esto en

la vida personal y familiar".

VA libro de Figes confirma y amplía

mi propia tesis de que en la URSS con-

vivieron dos tipos de terror, uno abierto,

de alia intensidad, que suponía el encar-

celamiento y la eliminación física; y otro menor o de baja intensidad, como le lla-

mo, cuya aplicación estaba más encami-

nada a la intimidación, a inmovilizar a la

futura \ íctima v hacerla vulnerable. Pin-

tonees, entre todas las prácticas de este

terror de baja intensidad %c encontraban

las siguientes: la de los Cuestionarios,

encargados de codificar a las víctimas,

elucidando su pasado burgués o aristo-

crático (lo correcto era ser de ascenden-

cia campesina o proletaria); la del País

Cárcel, que cerró las fronteras de la

Unión Soviética, impidiendo la fuga; la

de la Toma de Rehenes, (jue hizo una

práctica común del encarcelamiento de

familiares de personas a quienes se que-

ría controlar; la del uso del lenguaje co- mo instrumento del terror, cjue buscaba

deshumanizar previamente a las vícti- mas, presentarlas como entes innecesa-

rios para la sociedad (y que tuvo un equi-

valente en la Alemania nazi, fenómeno analiz.ado por Victor Kemplerer en su im-

prescindible \\\)xo IJngtia Tertii Impetii,

de 1947); y otras que me encargué de

enumerar en mi investigación. Sin em- bargo, la que más importa para el análi-

sis del libro de Figes es, sin duda, la del

Ocultamiento. Kn la LIRSS t(KÍo se escon-

día: el resultado de los censos, todo, como

una práctica para mantener desorientada a la población, un remedo de la pri\ ación

sensorial en las prácticas de tortura, en

donde a la fx;rsona se le (x;ulta si es de día o de noche, cuántos días lleva preso y has-

ta la c"ausa misma de su encarcelamiento. Lo (¡ue susurraba la población so-

\ iética entonces, es lo que el listado se

esmeraba en ocultar: la hambruna en

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RESEÑAS

Ucrania, que según estimaciones de la

más reciente historiografía se cobró cerca

de seis millones de vidas, los terribles

desmanes de la colectivización forzada;

además de eso, la catástrofe de los prime-

ros meses de la que los rusos conocen

como la Gran Guerra Patria, por cuya

difusión muchos fueron fusilados, acu-

sados de esparcir mentiras. Y por últi-

mo, la existencia misma del Gulag, la

vastedad de la represión lanzada contra su propia población.

Como se hizo evidente a partir de

1985, mucho era los que los ciudadanos

soviéticos confiaron a sus diarios, a pesar

del peligro que significaba tal práctica.

Muchas resultaron las memorias que

fueron legadas a sus familiares para ser publicadas en algún momento del futuro.

De modo que Los susurradores funciona

como un compendio de e.sa riquísima narrativa que comenzó a publicarse y li-

teralmente tomó el país por asalto a par-

tir de 1985, declarada la Glasnost, cuan-

do los principales periódicos soviéticos,

las editoriales, comenzaron a publicar toda esa literatura que fue escrita para

ser impresa y leída en un porvenir incier-

to, que sin embargo acaba de producirse

con el advenimiento de la Perestroika: diarios privados, memorias, historias per-

sonales que se habían mantenido en el

más estricto secreto. Figes la ha leído

todo y lo presenta, reeiaborado, ante los

ojos del lector.

Con ayuda de la Sociedad Memorial,

una organización surgida en 1987 con el

fin de conservar la memoria histórica de

los crímenes del estalinismo, el autor

británico organizó tres grupos de investi-

gadores que recolectaron diarios, testi-

monios y fotos de sobrevivientes del

Terror que, en la mayoría de los casos,

jamás habían sido publicados. Entre

2003 y 2006 estos mismos investigadores interrogaron a las personas o familias de

donde provenían los diarios y demás

materiales para darle un contexto más exacto al acervo y así enriquecer su lec-

tura. Para mayor complejidad y alcance

de este libro, la casi totalidad del mate- rial ha sido colocado en un website (www.

oriandofiges.com), donde el lector pue-

de consultar fotos, archivos de audio y

las páginas de \o^joumals usados en el

libro. El resultado es el más amplio y

rico mosaico que se haya recogido sobre

este tema.

Para la portada, Figes escogió una

foto de lo que parece ser un retrato de

familia terriblemente desfigurado por el

borrón con que intentaron hacer desapa-

recer la identidad de un miembro caído

en desgracia -¿un padre.'', ¿un esposo.''-.

Se pregunta el autor: "¿De qué manera

vivir en un sistema regido por el terror

afecta las relaciones humanas.' ¿Qué

pensaban las personas cuando sus espo-

sos, su esposa, su padre o su madre eran

repentinamente arrestados.'".

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Los bolcheviques identificaron co-

rrectamente a la familia burguesa como

el último frente a vencer, donde debería

darse la batalla final contra la lealtades y quebrarse el orden anterior. De ahí que

la narrativa de Figes gire también en tor-

no a la historia de esas familias desmem-

bradas y violentadas. Su libro reúne

principalmente historias de clanes: es la

es la historia de Golovina (Znamens-

kaia), Nikiforova, la de Delibash, Bus-

hueva, Tikhanova, Malygina (Feofi-

laktova), Vitkevich, Fursei, Kuznetsova, Kovach, Muravsky, Poloz, Sirman,

Timofeeva, Lileev, Netto, V'olkova, y muchos otros.

"Todas las noches permanecía des-

pierto, esperando por el sonido del mo-

tor de los coches", recuerda Piotr

Kolobkov de su padre, un obrero de

Leningrado. "Se quedaba rígido en su

cama. Aterrorizado. Yo podía oler su mie- do. .. Estaba convencido que lo arresta-

rían por algo que había dicho".

Por otra parte, y con relación a un pe-

ríodo más tardío, cuando comenzaron a

regresar las personas de los campos de

concentración del Gulag, Angelina, la hija de Zinaida, mencionó que luego de

la reunificación familiar, su mamá "siem-

pre permanecía distante. Nunca tenía

ninguna muestra de afecto hacia noso-

tros. Jamás nos acariciaba el pelo, o nos

abrazaba... nunca nos dio nada espiritual

o emocional. La verdad es que, luego de

su vida en el campo de concentración,

no tenía nada que darnos".

A pesar de su justificado entusiasmo

por la increíble riqueza de los testimo-

nios hallados, Figes, que es un excelente

narrador y enhebra sus historias con

maestría, tiende a darle mayor relevancia

a relatos de autores profesionales. Es el

caso de Konstantin Simonov (19L5-1979),

célebre escritor y novelista, cuyos ma-

teriales usa en extenso, en particular sus

impactantes memorias Con los ojos de un

hombre de migeneraáón á^ 1979, pero apa-

recidas hasta 1988. Ahí, el autor hace un repaso muy crídco de su vida como uno

de los grandes jerarcas de la cultura y el

mundo literario soviéticos.

Otro de los memorialistas citados ex- tensamente es Alexander Tvardovsky,

el célebre poeta, editor de la importante

revista Nacy Miry cuya familia fue "des-

kulakizada", es decir, acusada falsamen-

te de ser un miembro de la clase de los kulaks, o campesinos ricos, y enviada a

los campos de concentración.

Soy de la profunda convicción de

que la experiencia totalitaria es viven-

cial, es decir, que nadie que no la haya

experimentado puede llegar a entender-

la a cabalidad, de que minúsculas per-

cepciones forman la vida bajo el terror totalitario, l^n libro como éste, sin em-

bargo, nos ayuda a entender mejor el

horror del estalinismo, y lo que es quizá

más importante, el presente de un país

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como la Rusia de hoy, las secuelas terri-

bles del control totalitario, su herencia.

Dice Figes: "lina población silenciosa y conformista es uno de los resultados del

régimen de Stalin. Familias como los

Golovin aprendieron a no hablar de su

pasado... A los niños se le enseñaba a

mantener la boca cerrada, a no hablar so-

bre sus familias...".

F!n Los susurradores aparece el drama totalitario en todo su esplendor. Su efi-

cacia aumenta porque Figes no lo aborda

frontalmente: se limita a colocar al lector

frente a los hechos de millones de exis-

tencias vividas a media voz.

Tomás Pérez Vejo, España en el debate pú-

blico mexicano, T836-1867: aportaciones

para una historia de la nación. México: El Co-

legio de México-ENAH-INAH, 2008.

Emilio de Antuñano

E;1 siglo XIX mexicano es un periodo con-

vulso, azotado por conflictos y fracturas

que parecen hoy confusos: hay liberales

que reivindican la herencia indígena

pero que buscan inmigración europea

para liquidarla, o conservadores c|ue pugnan por fortalecer el comercio y mo-

dernizar a la industria, entre un largo et-

cétera. l>a dificultad del análisis estriba

en que no solamente estaba en juego

definir un proyecto de Estado, conserva-

dor o liberal, o crear al Estado (auntiue

quizás esto último fuera lo primordial);

tampoco obedecían los conflictos deci-

monónicos solamente a un enfrentamien-

to entre estamentos y corporaciones per-

siguiendo beneficios y prerrogati\ as. Se

trataba, además, de inventare imaginar

a la nación, tarea en la que España juga-

ría un papel medular: ofro radical para unos, de cuyo pernicioso yugo había que

librarse, y madre patria para unos más,

orgullosa herencia.

Entre todos los debates que atrave-

saron al México del XiX -políticos, eco- nómicos, ideológicos- quizás el "identi-

tario" sea el menos conocido, aquel que

hoy nos es más extraño. La extrañeza

obedece al triunfo incontestable del pro- yecto nacional propugnado por (digá-

moslo así para simplificar) los liberales:

la desespañülización de México (deses-

pañolización, sobra decirlo, inevitable-

mente trunca, pues se consenarían len-

gua y religión, para empezar). Que éste

o cualquier otro proyecto nacional triun-

fara en un siglo de invasiones extranje-

ras, nulo crecimiento económico y en

donde el Estado no aparecía por ninguna

pane -más aún, que muchos de los pila-

res de esa idea nacional permanezcan-'

'.Apunta Mauricio Tenorio que mientras México ha cambiado radicalmente en el iiltÍEiio siglo, la idea de México como nación sufrió po- cas modificaciones desde que se "sinteti/.ó en- tre 1880 y 19.Kr, periodo casi inmediatamente

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