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Resolución nº - año 20. Tomo . Folio nº
*1005246168*INDUSTRIAS FRIGORIFICAS RECREO C/ BANCO MACRO SA S/ DEMANDA ORDINARIO21-00727909-1Juzg. 1ra. Inst. Civil y Comercial 2da. Nom.
SANTA FE, 03 de Agosto de 2016
AUTOS Y VISTOS: Estos caratulados “INDUSTRIAS
FRIGORÍFICAS RECREO S.A.I.C. C/BANCO MACRO S.A. s/JUICIO ORDINARIO”
(Expte 321 / 2013), de trámite ante este Juzgado de 1° Instancia de Distrito en lo Civil y
Comercial de la 2° Nominación de la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz, de los que
RESULTA: Que INDUSTRIAS FRIGORIFICAS RECREO SAIC, por
apoderado, promueve demanda ordinaria por cobro de la suma de pesos un millón veinte
mil ($ 1.020.000.-), dólares estadounidenses billetes cuarenta mil (u$s 40.000.-) y euros
billetes dieciocho mil (E 18.000.-) en concepto de reparación de los daños y perjuicios
sufridos debido a la violación de la caja de seguridad N° 485 que poseía en la institución
bancaria demandada BANCO MACRO S.A., y consecuencia de ello la sustracción de las
sumas de dinero referidas, cuyo hecho ocurrió los días 8/9 de septiembre de 2012, con más
intereses a partir del ilícito, costas e intereses sobre costas.
En su relato de los hechos, manifiesta que el actor era titular de la caja
de seguridad N° 485 ubicada en la bóveda de la sucursal que el Banco Macro S.A. tiene en
calle San Martín 2459 de la ciudad de Santa Fe.
Dicha caja era utilizada para atesorar dinero y valores provenientes de la
propia actividad comercial de la empresa accionante, con la finalidad de su resguardo y al
mismo tiempo tener disponibilidad inmediata.
Al cierre del Banco el día viernes 7 de septiembre de 2013, tenía el actor
un millón veinte mil pesos ($ 1.020.000.-), cuarenta mil dólares estadounidenses (u$s
40.000.-) y dieciocho mil euros (E 18.000.-).
Sostiene que conforme actuaciones policiales y judiciales el sábado 8 de
septiembre de 2013, aproximadamente a las nueve de la noche, personas desconocidas
ingresaron al Banco por una ventana careciente de medidas de seguridad que da a una
cochera pública y abierta que tiene ingreso y salida por calle San Gerónimo, es decir, por los
fondos del edificio del Banco. En su interior, los delincuentes, luciendo armas de fuego se
adueñaron de la situación y luego de perforar paredes taladro mediante, ingresaron a la
bóveda donde se encontraban las cajas de seguridad violentando las mismas y sustrayendo
sus contenidos
Continúan relatando que al decir de las circunstancias testimoniales y
documentales obrantes en la causa penal, los delincuentes estuvieron en el lugar más de ocho
horas, sin que funcionaran adecuadamente los sistemas de seguridad que obligatoriamente le
imponen a los bancos las normas del BCRA. No funcionó el equipo de captación y registro
de imágenes, ni los dispositivos electrónicos capaces de detectar cualquier ataque a los
elementos de seguridad física, tampoco se activaron los pulsadores de accionamiento de
señales de alarma, no funcionó la conexión a la central de alarmas, no funcionaron los
detectores sísmicos, micro fónicos u otros dispositivos que permiten detectar cualquier ataque
a través de techos, paredes o suelo de las cámaras acorazadas o de las cajas de seguridad. Una
de las cajas violentada fue la N° 485, de titularidad de la actora.
La empresa cumplió con el requerimiento del Banco de denunciar e
individualizar el contenido de la caja de seguridad. Con posterioridad, justificó su tenencia
con registraciones incorporadas a la contabilidad central de la empresa y demás
documentación que demuestran la existencia de excedentes financieros importantes y las
causas por las cuales eran guardadas en la caja de seguridad del Banco.
La cuenta corriente -sostienen- tiene en el Banco Macro un movimiento
financiero de cierta importancia, reflejando el promedio diario del mes anterior y posterior al
robo de un saldo acreedor superior a los dos millones de pesos. Dado ese vínculo con el
Banco, nuestro mandante agotó la instancia conciliatoria en busca de la reparación del daño y
frente al resultado negativo de la gestión, promueve acciones judiciales.
Respecto de la responsabilidad de la entidad bancaria, sostiene que la
doctrina es coincidente y jurisprudencia unánime en considerar al contrato de cajas de
seguridad como atípico con prestaciones mixtas de contratos típicos como la locación y el
depósito. También señalan que el banco se obliga a conceder el uso otorgando al cliente el
derecho de introducir o retirar los efectos, pero fundamentalmente a custodiar y proteger
la caja, obligación que es de resultado en el cual el factor de atribución es objetivo,
citando jurisprudencia.
En este orden de ideas, dicen que tratándose de una obligación de
resultado, solamente podrá exonerarse de responsabilidad acreditando el caso fortuito o
fuerza mayor, y que es primordial aclarar que el robo -bajo la modalidad que sea- no
puede ser considerado como causal de exoneración, pues esta es la razón por la cual se
contrata el servicio.
También argumentan que no puede exonerarse de responsabilidad al
banco, ni pretender atenuar la misma con fundamento en alguna cláusula contractual,
porque desnaturalizaría el contrato dejándolo sin objeto, violando el artículo 37 de la ley
24240.
Funda su pretensión en los artículos 505, 1198 ss y cc del Código Civil,
y artículo 398 ss y cc del Código Procesal Civil y Comercial de Santa Fe.
Debidamente citado, comparece el banco demandado a estar a derecho a
fs. 30 y contesta la demanda a fs. 102.
En ella, niega todos los hechos y documental invocados por el actor
(textos a los que me remito brevitatis causae).
Señalan que la sucursal contaba con medidas de seguridad adecuadas,
que se encuentran reguladas en la ley 19130 y en su decreto reglamentario 2525/71, así
como en la circular RUNOR 1-487 (Comunicación A 3390) Capítulo XXI que no
contienen normas específicas relacionadas con las cajas de seguridad.
Luego por la ley 26637, en su artículo 2° establece que “las medidas
mínimas de seguridad que deben adoptar las entidades son las siguientes: (…) b) tesoro
blindado (cemento y acero) para atesoramiento de numerario y/o de valores de terceros y/o
cajas de seguridad de alquiler, en subsuelo o a nivel, separado de paredes medianeras, a
prueba de incendio y de violación por elementos mecánicos o soplete oxhídrico. Contará con
dos puertas, una de las cuales deberá ser dotada de cerradura tipo triplecronométrica...”
Apuntan además que el Banco Central dictó dos normas: la Comunicación A 5175 (del
24/02/2011) y la Comunicación B 10010 (de igual fecha), y ninguna de ellas derogó la
posibilidad de sustituir la bóveda por cajas-tesoro móvil que figuraba ya en la normativa
citada, limitándose a regular su ubicación, acceso y medidas de acceso al recinto.
Afirman que el banco ha cumplido y cumple en exceso los requisitos que
en materia de seguridad bancaria impone el Banco Central y satisface -según sus dichos-
todos los recaudos de seguridad previstos en la legislación aplicable, por encima de los
mínimos exigidos.
Señala que no hay aquí una responsabilidad absoluta sino una objetiva, que
tiene como límite el caso fortuito o fuerza mayor (Fs. 104 vto/105), sobre todo si se tiene en
cuenta que hoy se considera que “el elemento esencial (del caso fortuito) es actualmente la
irresistibilidad, en tanto que antes era la imprevisibilidad”. Citando doctrina y jurisprudencia
francesa por la cual “la irrestibilidad del hecho es, por si sola, constitutiva de fuerza mayor,
puesto que su previsión no serviría para impedir sus efectos, de modo que aunque haya sido
previsible, el hecho irresistible configura caso fortuito o fuerza mayor”.
Afirma categóricamente que “en todo el mundo el robo de caja de
seguridad es considerado una hipótesis de caso fortuito” (fs. 105) y que “el derecho
comparado es fuente material del Derecho al cual pueden recurrir los jueces para resolver los
conflictos que se les plantean” (citando caso Sucarrat c/Banco Galicia). En esta inteligencia
cita derecho y jurisprudencia italiana, y un caso francés, español, estadounidense, uruguayo,
brasilero y colombiano; con lo cual arriba a la conclusión que “en todo el planeta se
considera que, en materia de cajas de seguridad, el robo constituye una hipótesis de caso
fortuito (o lo que es lo mismo que no se trata de un caso de responsabilidad absoluta).
(cfr. fs. 107 vto.)
Por otra parte, señala que como el estado tiene el monopolio de la fuerza
pública y que en el caso se disparó la alarma en tipo útil, el proceder de la Policía podrá
converger también a la eximisión de responsabilidad del banco.
A fs. 108 plantea “otras consideraciones convergentes a la desestimación
de la demanda”, basándose en la atipicidad del contrato, la obligación objetiva de
seguridad y responsabilidad en el contrato de locación de cosas -siempre siguiendo a la
doctrina francesa-, y aborda la cuestión de la responsabilidad en el contrato de depósito.
Arriba a las siguientes conclusiones: si se aplicara analógicamente al
contrato de cajas de seguridad la regulación de la locación de cosa, el Banco sólo sería
responsable conforme a las reglas generales, esto es, si hubiera actuado con culpa y si se
aplicara las del depósito regular, el banco sólo sería responsable conforme a las reglas
generales, esto es, si hubiera actuado con culpa.
A fs. 109 plantea la existencia de una cláusula limitativa de objeto,
refiriendo a la cláusula 1° de la addenda a contrato de cajas de seguridad del caso (también
en anexo I), firmada por el representante legal de la empresa el 12 de mayo de 2011 en la
sucursal 353 denominada “San Martín”.
En ella -sostiene- puede ser leído el siguiente texto “en la caja cuya
locación constituye el objeto de las presentes condiciones podrán guardarse efectos de
diversa índole (joyas, títulos, moneda, nacional o extranjera, etc.) cuyo valor en conjunto,
sumados todos los efectos, en ningún caso podrá exceder el monto máximo de u$s
50.000.- o su equivalente en moneda nacional … consecuentemente el locatario declara
conocer y aceptar que no podrá guardar en la caja valores que superen la cifra máxima
antes indicada y que, de serle necesario guardar valores por sobre esa cifra, deberá locar
cuantas cajas de seguridad resulten necesarias para que en ningún caso y en ningún
momento se violen las disposiciones de la presente cláusula. La violación de lo
precedentemente dispuesto por el locatario lo hará incurrir en incumplimiento
contractual”. Seguidamente señala que se convino “el banco podrá contratar una póliza de
seguro para el caso de robo y/o hurto de caja, y que dicha póliza guardará necesaria
vinculación con la cifra máxima mencionada en la presente addenda”. Manifiesta que esta
cláusula ya había sido pactada en 2008, con un límite de $ 150.000.-, por lo que peticione se
rechace la demanda en lo que excede del valor admitido como contenido del cofre. Afirma
que en el sistema jurídico argentino, en los casos en que una de las partes entrega a la otra
bienes o valores es muy claro -dice- que quien recibe esos bienes o valores sólo responde por
el valor declarado del “dinero, alhajas o efectos de gran valor y documentos de créditos” (cf.
art. 173 del Código de Comercio - para comercio terrestre, también aplicables para el náutico
y multimodal).
Concluye que “el deudor responde únicamente de las consecuencias
previsibles (artículos 520, 903, 904, 906 del Código Civil) y -continúa- obviamente sólo es
previsible el daño que haya podido prever . Por ello, si no se le hace saber el valor de aquello
por lo cual él debería responder en caso de pérdida o deterioro, se le escamotean todas las
opciones: la de decidir entre aceptar encargarse de esos bienes o no aceptarlo, y la de cobrar
una tasa de seguro si lo acepta, es evidente que, cuanto mayor es el monto del valor
declarado, mayor es precio del flete”. (?)
Dice, además, que la cláusula de autos guarda sintonía con la utilizada
regularmente en otras latitudes y señala, a modo de ejemplo, el artículo 2 de las condiciones
formuladas por la Asociación Bancaria Italiana (ABI) que según texto adoptado mediante
circular del 28/9/1976 estableció que “el uso de la caja es concedido para la custodia de
valores que no superen 1000000 de liras. Por lo tanto, el cliente se obliga a no conservar en la
caja cosas que tengan un importe superior...” Interpreta el apoderado del demandado esta
norma -siguiendo al jurista español Eduardo Galvez Dominguez- que “el banco ha
determinado el objeto de la prestación de custodia conviniendo el valor de las cosas que
deben ser colocadas en la caja, con la obvia consecuencia de que, en la hipótesis en que el
hurto o el daño integren las hipótesis de responsabilidad del banco resultante del artículo
1839 del Código Civil -italiano- él sólo deberá resarcir al cliente dentro del límite en que
estaba obligada a la custodia”.
Subsidiariamente interpone como defensa la incidencia parcial del caso
fortuito o fuerza mayor en la producción de daño, citando la doctrina de la Casación francesa
que admitió que el caso fortuito o fuerza mayor pueda tener efecto liberatorio parcial.
Respecto del supuesto contenido de la caja, manifiesta que la actora al
tiempo del robo mantenía otra caja de seguridad en el Standard Bank (hoy ICBC), y
cuentas bancarias en otras entidades (Credicoop, Entre Ríos, Standard Bank, HSBC,
Nación); y que en los estados contables exhibidos por la actora al 31/8/2011 no se
evidencia la existencia de dinero en efectivo en la cuenta “disponibilidades” valores al
cobro por $ 1.271.258.-
Asevera también que la actora tiene cuentas bancarias en otras entidades
en las que habría mantenido saldos positivos. En el caso del Banco Macro -dice- no hay
evidencia de retiros de efectivo que pudieran relacionarse con ingresos a caja de
seguridad. Al 7/9/2012 en “bancos” la actora mantenía un saldo por unos $ 4.300.000.-
aproximadamente y remarca que no hay que perder de vista que el último ingreso a caja es
de fecha 01/03/2001 y el hecho se produce el 08/09/2012 es decir 18 meses después, y
resulta a su criterio irrazonable haberlos atesorados durante ese período. También dice que
en el mes de agosto de actora habría solicitado un préstamo de aproximadamente $
800.000.- al Standard Bank. Cita jurisprudencia en apoyo y ofrece prueba documental.
Abierta la causa a prueba, la actora ofrece: documental, pericial
contable, testimonial e informativa (fs. 126). A su turno la demandada ofrece (fs. 292)
documental, informativa y pericial contable.
Clausurado el período probatorio alegan las partes de bien probado,
quedando las presentes en estado de ser resueltas, y
CONSIDERANDO: Que la presente demanda ha sido radicada en
tribunal competente (artículos 70, 72 y concordantes de la ley 10160), consintiendo las
partes el trámite impreso y se ha dado el que legalmente corresponde (arts. 398 y
concordantes del CPCC) en todas sus etapas siendo contestes en el devenir en que este
pleito ha sido desarrollado.
Preliminarmente y tratándose de una cuestión compleja, es menester
explicar -por separado y detalladamente- distintos aspectos del contrato.
I. Legislación aplicable y elementos caracterizantes
Con la sanción y entrada en vigencia del Código Civil y Comercial de la
Nación (en adelante CCivCom), el contrato bancario que regula la prestación del servicio de
cajas de seguridad, integra la nómina de los tipificados en el Libro III Título IV Capítulo 12
Sección 2°.
Utilizado en la práctica desde antaño en la mayoría de los ordenamientos
jurídicos de origen continental europeo -luego traspolados en territorio americano-, unos
pocos los han tipificado (Código Civil Italiano de 1942 -artículos 1839 y ss-, el Código Civil
de Honduras de 1950, el Código Civil de Paraguay de 1985 y a partir del 18/8/2015 nuestro
Código Civil y Comercial).
En nuestro país el servicio es prestado por bancos comerciales y, en menor
medida por empresas privadas no bancarias.
La modalidad operativa en general es la siguiente: el banco pone a
disposición del cliente –previa entrega de un juego de llaves especiales- el uso de un caja
fuerte o cofre integrados a un recinto dotado de especiales medidas de seguridad a prueba de
robos, incendios e inundaciones, para que guarde valores u objetos, en horarios previstos por
la entidad, mediante el pago de un precio o canon.
El recinto o cámara acorazada suele ubicarse bajo nivel, en sótanos o
subsuelos del edificio donde el banco despliega el resto de sus actividades, sujeto a
complejas medidas de seguridad (a modo enunciativo: dispositivos mecánicos o
electrónicos que permiten el bloqueo de su puerta desde la hora del cierre del establecimiento
hasta la primera hora del día siguiente hábil; sistema de apertura automática retardada;
detectores sísmicos, micrófonos u otros dispositivos que permitan detectar cualquier ataque a
través de los techos, paredes o suelo de las cámaras o de las cajas; detectores volumétricos;
circuito cerrado de televisión; blindaje de pisos, paredes y techos).
El elemento tipificante del contrato es la reserva absoluta del contenido, dicho
de otro modo, es “la posibilidad de operar con absoluta discreción respecto del Estado, de
terceras personas, e incluso respecto del personal del propio banco, que se limitará a facilitar
el acceso al interior de la caja sin inmiscuirse en la naturaleza de las operaciones del
cliente, es lo que hace al servicio único y exitoso” (ALVAREZ RUBIO, Julio, El contrato
bancario de cajas de seguridad, Editorial Aranzadi S.A., Navarra, 2007, 83).
Es un producto limitado por razones de espacio y económicamente deficitario
para el banco prestador, el que obtiene un beneficio indirecto u oblicuo. La ventaja radica
en fidelizar el cliente que por un lado obtiene un producto exclusivo y selectivo, para
luego concertar otras operaciones (preferentemente crediticias) por el otro, circunstancia
que lo convierte en un contrato intuito personae.
El CCivCom no define el contrato, sino que determina las obligaciones de las
partes (artículo 1413); las consecuencias de las cláusulas limitativas de responsabilidad
(artículo 1414); el principio general probatorio (artículo 1415); la posibilidad de co-
titularidad del servicio (artículo 1416) y los supuestos de apertura forzosa (artículo 1417).
La complejidad de la actividad bancaria (sea en sus operaciones activas,
pasivas o de servicios -también denominadas neutras-) hace que necesariamente debamos
integrar lo dispuesto en el CcivCom con los siguientes micro sistemas jurídicos: ley
21526 o Ley de Entidades Financieras (en adelante LEF) y las normas que en su mérito
(artículos 1 y 4° LEF) dicta el Banco Central de la República Argentina (en adelante
BCRA); y las leyes 19130 y 26637 sobre normas mínimas de seguridad, y las Circulares
y Comunicaciones dictadas en su consecuencia por el BCRA.
La doctrina nacional y extranjera ha conceptualizado el servicio con variados
matices, destacando por su notable valor académico y doctrinario las siguientes:
“El banco pone a disposición del cliente el uso individual de un cofre o caja
fuerte cuya llave le entrega, y que está integrado a una instalación especialmente segura, a
prueba de robos e incendios, para que el cliente pueda guardar allí valores u objetos”
(VILLEGAS, Carlos Gilberto, Contratos Mercantiles y Bancarios, Edición del Autor,
Buenos Aires, 2005, 403).
“Es aquel en virtud del cual una de las partes (institución financiera) se obliga
por un tiempo determinado (normalmente un año, renovable) a conceder el uso de una caja
de seguridad (normalmente próximo al tesoro) bajo ciertas condiciones, y a custodiar y
proteger la misma e indirectamente su contenido; y la otra parte (cliente) a pagar por uso y el
servicio de custodia y protección, un precio en dinero en forma periódica” (MOEREMANS,
Daniel E., Contrato de caja de seguridad, en LL Noroeste, Buenos Aires, 1999).
“El contrato de cajas de seguridad es aquel en que una entidad bancaria, a cambio
del pago de una retribución, pone a disposición del cliente, durante un determinado período
de tiempo, una caja de seguridad ubicada dentro de sus instalaciones, normalmente
empotrada en una cámara acorazada, a la que sólo tiene acceso el cliente titular de la misma,
y en la que puede introducir los objetos (muebles) que desee” (QUICIOS MOLINA, María
Susana, El contrato bancario de cajas de seguridad, Editorial Anzardi, Pamplona, 1999, 20).
“Es un contrato por el cual el banco pone a disposición del cliente una caja fuerte
acorazada, incorporada al inmueble de uno de sus edificios, y se obliga a impedir el acceso a
ella a toda persona que no sea su titular”(VICENT CHULIA, Francisco, Compendio crítico
de Derecho Mercantil, Editorial Bosch, Barcelona, T. II, 3º edición, 1990, 461.).
“Es un contrato por el cual el banco cede al cliente mediante precio el uso de una
caja de seguridad instalada en su edificio y cuyo acceso está controlado o vigilado. El banco
no se obliga a custodiar el contenido de la caja –que en la mayoría de los casos desconoce-
sino la caja misma, para que nadie que no esté debidamente legitimado tenga acceso a ella”
(BROSETA PONT, Manuel, Manual de Derecho Mercantil, Editorial Tecnos, 10ª edición,
Barcelona, 1994 , 545/6).
“Es aquel por el que un banco pone a disposición del cliente una caja de
seguridad incorporada a una cámara acorazada, obligándose a vigilar el acceso a la misma y
comprometiéndose a que aquél tenga el uso exclusivo por un tiempo determinado a cambio
de una retribución concreta” (AÑOVEROS TRIAS DE BES, Xavier, El contrato bancario
de servicio de cajas de seguridad, en Revista Jurídica del Colegio de Abogados de
Catalunya, Barcelona, Ejemplar N° 2, año LXXXIX, 1990, 328.).
“El servicio de cajas de seguridad es aquel por el que un empresario pone a
disposición de su clientela unos receptáculos cerrados, ubicados en una cámara acorazada
especialmente diseñada, a cambio de la percepción de una remuneración proporcional a
sus dimensiones y al tiempo de utilización” (GALVEZ DOMINGUEZ, Eduardo, Régimen
jurídico del servicio bancario de cajas de seguridad, Editorial Comares, Granada, 1997,
1/2).
“Es el contrato por el cual una de las partes, que puede ser un banco, entidad
financiera autorizada u otra persona habilitada por la autoridad local, cede el uso de ciertas
cajas instaladas en un recinto especialmente construido y vigilado, garantizando la
integridad, secreto y seguridad de su contenido a otra parte, por un plazo determinado y
mediante el pago de un precio” (QUAGLIA, Marcelo C – VERDURA, Sergio W.,
Contratos bancarios: locación de cajas de seguridad, en Colección Jurisprudencia
Argentina, Buenos Aires, Tomo 2003-III, 1059).
“Es el contrato en virtud del cual una de las partes (institución financiera) se
obliga por un tiempo determinado (normalmente un año renovable) a conceder el uso de
una caja de seguridad (normalmente ubicada próxima al tesoro) bajo ciertas condiciones, y
a custodiar y proteger la misma e indirectamente su contenido, y la otra parte (cliente) a
pagar por su uso y servicio de custodia y protección un precio cierto en dinero en forma
periódica” ( TRIGO REPRESAS, Félix A. – LOPEZ MESA, Marcelo J., Tratado de la
responsabilidad civil, Tomo IV, Editorial La Ley, 1ª edición, Buenos Aires, 386/7).
“Es aquel por medio del cual una entidad bancaria posibilita a un cliente de la
institución la utilización de una caja de seguridad, ubicada en un sector determinado –
destinado específicamente a tal fin- dentro del edificio donde el mismo funciona, con la
finalidad de que el cliente guarde determinados bienes, de cuya custodia queda encargada
la institución, recibiendo como contraprestación una retribución, el pago de un precio
fijado por el banco” (LIBERATORE, Gloria, Contrato de caja de seguridad, en Contratos
especiales en el Siglo XXI (coord. LOPEZ CABANA, Roberto M.), Editorial Abeledo
Perrot, Buenos Aires, 1999, 257).
“Aquel contrato por el cual el banco, a cambio de una remuneración, concede
al cliente la utilización de una caja o cofre, ubicado en un lugar especialmente destinado
para ello, dentro del establecimiento bancario, obligándose a la debida custodia de los locales
y a mantener la integridad e la caja y su contenido” (ALTERINI, Jorge H., Código Civil y
Comercial concordado, T. VII, Editorial La Ley, Buenos Aires, 2015, 196).
Ahora bien -independientemente de su tipicidad o atipicidad- la cuestión relativa
a la naturaleza jurídica del contrato genera intensos debates en ámbitos doctrinarios y
judiciales. Tradicionalmente, se lo encasilla entre el depósito y la locación, variando los
criterios según se le asigne mayor valor a la custodia de la caja o a la cesión del uso,
respectivamente.
Al respecto señalaba Garrigues que “no se trata de una cuestión bizantina o
baladí, pues de la calificación jurídica dependerá su régimen jurídico, es decir, cuáles sean las
normas aplicables a la prueba del contrato, la naturaleza de la acción de restitución a favor
del cliente, la índole y la extensión de las obligaciones y la responsabilidad de los
contratantes, y los derechos de los terceros acreedores del banco o del cliente”
(GARRIGUES, Joaquín, Contratos bancarios, 2° edición, Editorial Aguirre, Madrid, 1975,
448).
Aún la tipificación como contrato bancario dispuesta en el Código Civil y
Comercial no despeja las dudas respecto de su naturaleza jurídica, por cuanto: a) no lo define
y se limita a establecer la responsabilidad del prestador y sus eximentes (artículo 1413); b)
dispone la inoponibilidad de la inserción de una cláusula de eximisión de responsabilidad,
pero la validez de una que la limite (artículo 1414); c) incorpora una norma procedimental,
autorizando la amplitud probatoria acerca del contenido (artículo 1415); d) trata sobre la
pluralidad de usuarios y la apertura forzosa (artículos 1416 y 1417 respectivamente); e) no
precisa los derechos y obligaciones de las partes, ni el funcionamiento operativo del sistema,
ni sobre medidas de seguridad.
La cuestión de la naturaleza jurídica del contrato es introducida en el escrito de
contestación de la demanda en el punto IX (fs. 108/110 vto), bajo el acápite “otras
consideraciones convergentes a la desestimación de la demanda”, esgrimiendo distintos
argumentos -incluso contradictorios- con la finalidad de deslindar la responsabilidad
(atipicidad contractual, obligación de seguridad, locación y/o depósito).
El Código Civil y el Código de Comercio -vigentes al momento del ilícito-
regulaban el depósito civil y el comercial –por separado- en los siguientes artículos:
Artículo 2182 CC: “El contrato de depósito se verifica, cuando una de las partes se obliga
a guardar gratuitamente una cosa mueble o inmueble que la otra le confía, y a restituir la
misma e idéntica cosa”. Artículo 2185 CC: “Las disposiciones de este título se refieren
sólo al depósito convencional, y no a los depósitos derivados de otra causa que no sea un
contrato. En todo lo que respecta a los efectos del depósito, las disposiciones de este título
rigen subsidiariamente en lo que fueren aplicables: ... 4º A los depósitos en cajas o
bancos públicos, a los cuales se deben aplicar con preferencia las leyes que les sean
especiales.” Artículo 572 CCom: “Sólo se considera comercial el depósito que se hace con
un comerciante, o por cuenta de un comerciante, y que tiene por objeto o que nace de un
acto de comercio.” Artículo 579 CCom: “Los depósitos hechos en bancos públicos,
quedan sujetos a las disposiciones de las leyes, estatutos o reglamentos de su institución; y
en cuanto en ellos no se halle especialmente determinado, serán aplicables las
disposiciones de este título.”
Si la finalidad económica del contrato era conservar y resguardar bienes
-vigentes los códigos hoy derogados-, algunos lo asimilaban al contrato de depósito.
En este orden de ideas, señalaba Villegas que esta directriz doctrinaria tiene su
génesis en la sentencia del Tribunal Supremo de España del 21/4/1933 en la cual se dijo
que “cuando un cliente solicita del Banco el servicio de una caja tiene como fin principal y
decisivo la custodia ... prevalece siempre la intención principal que imprime carácter a las
distintas modalidades de depósito” (VILLEGAS, Carlos Gilberto, Contratos Mercantiles
y Bancarios, T.II, op. Cit., 413).
En el derecho italiano, sostenía Bolaffio que “el servicio es un depósito
cerrado efectuado de un modo especial, determinado por el progreso técnico para
satisfacer las mayores y exigencias de los contratante; y que la custodia no es directa sobre
los objetos depositados sino indirecta sobre la caja” (BOLAFFIO, Luigi, Il servizio dei
depositi chiusi mediante le cassette di sicurezza, en Rivista di Diritto Commerciale III, 1905,
466. En idéntico cfr. SCIALOJA, Antonio, Il contratto di abbonamento alle cassette forti di
custodia, en Sagio di vario, V. II, Roma, 1927, 167/16).
En idéntico sentido, Zavala Rodríguez sostenía que “se trata de un contrato de
depósito, cuyo objeto principal es la guarda de la cosa. El banco comienza por ofrecer al
cliente la seguridad de un edificio y de su organización... existe tradición del depositante
(cliente) al depositario (banco), si bien la caja es dejada cerrada por el cliente, como si fuere
entregada en cajas o cofres sin que el depositario sepa lo que hay en ellas. No por ello deja de
haber tradición, y con la entrega de la caja cerrada se constituye el contrato de depósito, y
existe la responsabilidad del depositario de guardar, cuidar y devolver las cosas en depósito”
(ZAVALA RODRIGUEZ, Carlos Juan, Código de Comercio Comentado,TIII, Editorial
Depalma, Buenos Aires, 1964, 113).
Para Militello era un depósito comercial por cuanto “la circunstancia de que el
contrato de depósito de caja cerrada no esté incluído entre las normas del Código de
Comercio que regulan el depósito implica que tal especie sólo es posible en el derecho civil...
la ley mercantil no trae una definición autónoma del contrato de depósito, sino que se limita a
señalar sus requisitos específicos (artículo 572 CCom), más su carácter oneroso como rasgo
esencial” ( MILITELLO, Sergio A., El contrato de caja de seguridad, en Colección
Jurisprudencia Argentina, Buenos Aires, Tomo 1993-IV, 781).
Finalmente Saleme Murad proponía “una especie del contrato de depósito regular
con la característica de que el depositario es un profesional –banco- que debe brindar al
depositante la misma seguridad con que custodia sus propios bienes y que además desconoce
el contenido del cofre o caja en cuestión ... no es un contrato sui generis ni puede ser un
contrato de custodia ... pues la custodia no es sino un elemento propio del depósito tal como
lo consagra nuestro Código Civil” (SALEME MURAD, Marcelo A., El contrato de caja de
seguridad bancaria, en Colección La ley, Buenos Aires, Sección Doctrina Judicial, Volumen
2006-1), dicho en otras palabras, era un contrato tipificado en el artículo 2188 inciso 2 CC
(como actualmente lo hace el Código Civil de Paraguay en su artículo 1409 tipifica el
contrato dentro de los depósitos bancarios, haciendo hincapié en la naturaleza del contrato
como servicio de custodia de cajas fuerte).
El Código Civil y Comercial de la Nación define el contrato de depósito “...
cuando una parte se obliga a recibir de otra una cosa con la obligación de custodiarla y
restituirla con sus frutos” (Artículo 1356). Presume su onerosidad iuris tantum, y distingue
entre depósito voluntario (regular e irregular) y necesario (Artículo 1368 CCivCom.:
“Definición. Es depósito necesario aquel en que el depositante no puede elegir la persona
del depositario por un acontecimiento que lo somete a una necesidad imperiosa, y el de los
efectos introducidos en los hoteles por los viajeros”. El depósito necesario o depositum
miserabile en el derecho romano se caracteriza por un evento externo, absolutamente
ajeno a la voluntad del depositante que le impide la elección de la persona del
depositario).
De lo expuesto se colige que el Código Civil y Comercial -además de tipificar
el contrato de servicios de cajas de seguridad en los artículos 1413/17) aventa todo intento
de asimilar su naturaleza jurídica al contrato de depósito.-
Del mismo modo la discusión doctrinaria surge respecto de asimilarlo al
contrato de locación.
En España, Añoveros de Trias sostiene que “la cesión del uso de un cofre o
caja es el elemento que define la naturaleza del contrato como una locación, en el cual el
banco/locador se obliga a garantizar el uso pacífico de la cosa, y a brindar especiales
condiciones de seguridad y custodia” (la negrita y cursiva me pertenecen). Para ello, cita
como precedente una antigua sentencia del Tribunal Supremo de España del 14/12/1928
que expresamente señaló que “el alquiler de una caja de seguridad en un Banco, es
propiamente un arrendamiento de cosa y no un depósito” (AÑOVEROS TRIAS DE BES,
Xavier, El contrato bancario de servicio de cajas de seguridad, en Revista Jurídica del
Colegio de Abogados de Catalunya, Barcelona, Ejemplar N° 2, año LXXXIX, 1990, 335).
Cabe señalar que existen diferencias entre ambos contratos que dificultan su
asimilación, a saber: a) el objeto de la locación es la cesión del uso y goce de una cosa
(muebles o inmuebles); en el servicio la caja o cofre accede a una cámara acorazada
incorporada a un inmueble de propiedad del banco; b) el locador se obliga a entregar la cosa
con todos sus accesorios; el banco a permitir el ingreso al recinto en el horarios y condiciones
preestablecidos; c) el locatario puede realizar ciertas mejoras en la cosa; el banco predispone
el lugar, la cámara acorazada, los cofres o cajas y la seguridad, y únicamente es quien puede
realizar mejoras; d) el locatario puede subarrendar -salvo prohibición expresa en contrario-;
el servicio es intuitu persona; e) el locador debe mantener al locatario en el uso pacífico de la
cosa; el banco custodiar el recinto; y f) la obligación de custodia del banco es un aspecto
totalmente ajeno al contrato de locación.
“La doble obligación de guarda del banco, desglosada en la faceta pasiva de
asegurar una construcción sólida y resistente, que reúna garantías más que suficiente frente a
posibles incendios, inundaciones, robos e incluso, en algunas zonas determinadas, terremotos
(deber de conservación); y completada además por ese activo deber de vigilancia que vele
por garantizar la utilización exclusiva de ese servicio por su titular, sin que se vea amenazado
por posibles perturbaciones en relación con la integridad del cierre de la caja (deber de
vigilancia), se vea equiparada con la obligación del arrendador de mantener en el uso pacífico
de la cosa al inquilino, resulta a todas luces exagerado (ALVAREZ RUBIO, Julio, op. cit.,
162).
En idéntico línea argumental Garrigues agrega que “el hecho de que se entendiese
que el arrendador de una cosa estaba obligado a evitar las posibles perturbaciones que
pudiera sufrir el arrendatario –garantizándole en consecuencia el disfrute pacífico de la cosa-
no ha de ser entendido en ningún caso como deber de evitar eventuales molestias de hecho,
tales como robos, hurtos o similares, por lo que la labor de vigilancia del banco jamás podría
ser reconducida a tal deber genérico del locator. Éste habría de garantizar el pacífico y
exclusivo disfrute del arrendatario desde el punto de vista jurídico, pero no fáctico”
(GARRIGUES, Joaquin, op. Cit., 452).
En resumidas cuentas, “no se está frente a un típico contrato de locación, dado
que hay un debe deber de vigilancia impropio de los deberes típicos del locador, y el
inquilino no se encuentra limitado en su derecho de uso. En el contrato de caja de
seguridad ese derecho está limitado por la constante intervención del banco” ( CNCiv Sala
C, 21/3/1996, “Schmukler de Dozetz, Eva c/Banco Mercantil Argentino”, en
Jurisprudencia Argentina 1997-III, 156).
Primer conclusión: es un contrato -actualmente típico- no asimilable ni al
depósito ni a la locación de cosas.
II. Consideración acerca de la obligación de custodia como una obligación de
medios o de resultados
La configuración de la obligación bancaria genera también controversias,
considerada ya como de resultados o de actividad (el deudor promete un resultado, un acto
determinado, independientemente de la diligencia o los medios que emplee para
conseguirlo); ya como una de medios o de diligencia (se obliga a desplegar una
determinada actividad mediante el empleo de una elevada diligencia tendiente a la
consecución de un posible resultado, pero sin garantizarlo, es decir, son obligaciones
generales de prudencia y diligencia).
La cuestión no es neutra ni mucho menos carente de relevancia práctica,
resulta decisiva de cara a configurar el esquema probatorio procesal, el nivel de diligencia
exigible al banco y el régimen de imputación de responsabilidad.
Considerada una obligación de medios, el cliente debería demostrar la
conducta negligente del banco -elemento subjetivo-, la ausencia o funcionamiento
defectuoso de las medidas de seguridad, o la incidencia de algún factor humano -por
acción u omisión-.
En cambio, como obligación de resultados, al cliente le bastará probar su
ausencia y será el banco quien deberá demostrar la concurrencia de un evento constitutivo
de caso fortuito o fuerza mayor, es decir de un eximente de responsabilidad.
La doctrina especializada -a la cual adhiero- configura que la promesa de
seguridad implícita en el contrato es lisa y llanamente una obligación de resultado,
identificándola con la consecución de un objetivo: el mantenimiento del statu quo de la caja
desdoblado en su integridad externa e interna.
“El banco, independientemente de la naturaleza jurídica de la relación contractual
que asume, se compromete siempre a prestar un opus global al cliente, en el que no sólo se
encuentra la obligación de custodia sino también la mera facilitación del uso de la caja”
(JORDANO FRAGA, Francisco, La responsabilidad contractual, Editorial Civitas, Madrid,
1987, 533).
La jurisprudencia nacional -de modo prácticamente unánime- reivindica el
carácter de obligación de resultados, y considera -además- que el robo no es considerado
caso fortuito.
Así “en el contrato de caja de seguridad la obligación de vigilancia a cargo del
banco forma el centro, el alma, la naturaleza del mismo y, por ello, su transgresión equivale a
un completo incumplimiento del contrato. Por tal razón, la obligación del banco no puede
quedar afectada por ninguna cláusula de exoneración de reponsabilidad, la que no
puede tener valor alguno, pues implica una renuncia anticipada de derechos por parte
del cliente que desvirtúa la esencia misma del contrato... Responder de la custodia de los
locales significa que el banco debe disponer los medios idóneos para asegurar la vigilancia
diurna y nocturna de los locales mismos, con el fin de impedir que otro que no sea el
locatario pueda abrir la caja. Responder por la integridad, en cambio, significa que el banco
es responsable de los daños sufridos por el locatario por una lesión externa de la caja,
debiendo vigilar la integridad externa de la misma. Ambas obligaciones se traducen en una
prestación única a cargo del banco que consiste en impedir que la caja sea abierta por quien
esté en posesión ilegítima de la llave o, durante las horas de clausura, fuerce el local para
llevarse su contenido... Asumiendo el banco una obligación de resultado, cuando los valores
introducidos en la caja de seguridad sean dañados o destruídos, no puede liberarse probando
haber empleado la diligencia de un buen padre de familia, de un buen banquero, ni muy
vigilante ni muy escrupuloso... El derecho comparado es fuente material del derecho al
que pueden recurrir los jueces para resolver el conflicto; es una disciplina auxiliar que
como método de interpretación contribuye a reforzar las soluciones del derecho nacional y
a insinuar sus cambios, permitiendo estudiar la organización práctica de la institución que
se analiza...” (Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, Sala B, 26/03/1993,
“Sucarrat, Gustavo c/Banco de Galicia y Buenos Aires S.A.”, en La Ley 1994-E, 437).
“Si un banco ofrece cajas de seguridad a clientes debe considerarse que no se
limita al arriendo del espacio y cofre, sino que además asume un deber de guarda y
custodia, que si bien puede no resultar de los términos del contrato, surge implícito de la
actividad bancaria ... cuando se contrata una caja de seguridad en un banco, el cliente no
se limita, normalmente, al análisis de las condiciones de la caja o cofre, sino que también
tiene en cuenta que se trata de una institución que da seguridad adecuada al espacio en el
que se encuentran esas cajas ... El banco no cumplió con las obligaciones de custodia y
guarda que asumió en la relación de caja de seguridad, si existían deficiencias en la puerta
de ingreso, falta de vigilancia e ineficacia del sistema de alarma ... ” (Camara Nacional
Civil Sala D, 30/4/1998, “Paternostro, Mario L. c/Banco Mercantil”, en Jurisprudencia
Argentina Tomo 1999-I, 150).
“La circunstancia de que las medidas de seguridad adoptadas por el banco
demandado fueran superiores a las requeridas por el ente de contralor para entidades
bancarias dedicadas a operaciones comunes, no excusa su responsabilidad por los daños y
perjuicios sufridos por los actores como consecuencia del robo de su caja de seguridad ...
Para apreciar la responsabilidad, sirve como parámetro judicial su carácter profesional.
Así, como la entidad bancaria no puso la diligencia ni los controles idóneos para prevenir
tales situaciones, cabe atribuirle falta de cuidado en su actuación comercial, falta que
incidió en gran medida en la producción del resultado dañoso ... La responsabilidad y la
carga de la prueba están en íntima dependencia con la naturaleza del contrato. En efecto,
cuando la obligación es de resultado, la carga de la prueba corresponde al deudor, el
acreedor nada tiene que probar en caso de incumplimiento ... los bancos no se
comprometen a prestar una determinada diligencia, sino a facilitar al cliente un
resultado, consistente en la conservación del statu quo de la caja. Se trata de un servicio
por el cual los clientes buscan de la entidad bancaria la garantía de máxima seguridad
contra el riesgo de robo, extravío o pérdida de sus bienes, razón por la cual el deber de
custodia por parte del banco forma la esencia del contrato ... El incumplimiento genera
una responsabilidad objetiva, es irrelevante que el banco pretenda acreditar que obró sin
culpa, desde que no es tal la conducta que califica el reproche, sino la ausencia del
resultado previsto ... La calidad de banquero del demandado es un antecedente juridico
necesario que lo somete a la doctrina del riesgo profesional ... la ecuación confianza-asunción
del riesgo se traduce en una acción profesional de tutela: la oferta profesional de un servicio
debe ser satisfecha de acuerdo a la expectativa que genera” (Cámara Nacional Comercial
Sala B, 04/10/1996, “Quiquisola, Roberto c/Banco Mercantil Argentino”, en La Ley 1997-B,
80 ).
El apoderado de la demandada pretende imponer la tesitura que considera la
obligación del banco como de resultados, afirmando que “en todo el mundo el robo de cajas
de seguridad es considerado una hipótesis de caso fortuito” (v. fs. 105 - 3° párrafo), citando
precedentes del derecho comparado.
Cita que en España adquirió notoriedad el caso de robo de 387 cajas de seguridad
perpetrado el 15/08/1985 en una sucursal del Banco Hispano Americano de la ciudad de
Barcelona, y cita textualmente del fallo el siguiente considerando: “... su inefectivo
funcionamiento no se produjo fortuitamente o por un suceso de fuerza mayor, sino por el
descuido y negligente comportamiento de la empleada o dependiente de la Entidad, cuya
misión en el Servicio de Cajas de Seguridad, como demostró lo sucedido, era pieza decisiva
para la finalidad protectora y preventiva del sistema”.
Sin embargo, omite el profesional continuar con el considerando 4 apartado 2 de
la sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Penal de Madrid, sentencia del 26/02/1993,
cuya texto puede encontrarse no sólo en los libros especializados sino también en el portal
web www.poderjudicial.es, cuya copia se agrega y adjunta) “... El banco no se compromete
a prestar una determinada diligencia, sino a facilitar al cliente un resultado que
consiste en la conservación del statu quo de la caja, obligación que se desdobla en
una obligación relativa a la integridad interna (garantía de clausura) y una
obligación relativa a la integridad externa (garantía de conservación), y para
liberarse de la consiguiente responsabilidad en caso de robo habría que demostrar el
perfecto funcionamiento del servicio de vigilancia y de los mecanismo o sistemas de
seguridad, lo que aquí no ha ocurrido. Hay razones, consiguientemente, para
imponer al Banco una responsabilidad directa...” (la negrita y cursiva, me pertenecen).
Segunda conclusión: el banco asume siempre frente al usuario de una caja
de seguridad una obligación de resultados.
III.La reconstrucción de los hechos en expediente penal N ° 763/2012
El expediente referenciado -ofrecido por las partes como prueba- tuvo su
origen con las actuaciones policiales a partir del “Acta de apertura” el día 09 de
septiembre de 2012, donde se relata que “en la fecha siendo las 05,30 hs., se constituyen
en Peatonal San Martín 2456 de esta ciudad en la Sucursal Banco Macro, de esta ciudad,
en virtud de que en el lugar se habría cometido un hecho ilícito, una vez en el mismo, en
que junto al Sr. Jefe de la Seccional Primera, escuchando a su llegada proveniente desde el
interior de la entidad bancaria gritos de auxilio de varias voces masculinas, por lo que
dicho personal es que procede a ingresar al lugar por una de las ventanas del frente del
lugar, observando al entrar en una de las oficinas de escasas dimensiones, a 4 personas de
sexo masculino, los cuales se encontraban maniatados por lo que se procede a desatar a
los mismos y a posterior a realizar una verificación en el interior constando que una
ventana la cual se encontraba violentada, asimismo tras verificar el sector del tesoro se
observaban gran cantidad de herramientas, luego al verificar la zona del subsuelo
donde se encuentran las cajas de seguridad es que se pudo constatar que autores de
identidad ignorada violentaron varias de ellas. Que las personas maniatadas resultaron se
Enrique Antonio Vanegas … Misael Cerati … ambos empleados de la empresa de seguridad
“Centinella” los cuales desempeñan funciones en la entidad bancaria, Darío Porfilio Cruz
Leiva … Juan Carlos Grella … empleados tercerizados … los cuales tras ser entrevistados
que los autores del hecho serían cuatro masculinos, los cuales tenían sus rostros cubiertos con
pasamontañas como así también alguno de ellos con caretas, quienes portaban armas de
fuego y mediante amenazas con ellas procedieron a la reducción de los antes mencionados
para posteriormente cometer el ilícito. Es de hacer notar que una vez realizada la verificación
en el interior de la entidad bancaria, personal policial es que procedió a realizar una
verificación por las inmediaciones al banco constatando que los autores del hecho habrían
ingresado al lugar por el estacionamiento el cual se encuentra ubicado sobre calle San
Jerónimo ya que tras verificar el sitio como así también el fondo del mismo y lindante a
la entidad es que se observaban elementos los cuales habrían utilizado los autores del
hecho para el ingreso y egreso del lugar... “
El Acta de Procedimiento policial agrega “siendo la hora 05,30 la Central 911
da conocimiento de que en la sucursal del Banco Macro, sita en peatonal San Martín a
la altura catastral del 2400 …. comisionado para verificar los fondos del banco por calle
San Jerónimo, que en una playa de estacionamiento cita en dicha arteria se evidenciaba la
presencia y retiro de los autores del hecho por dicho lugar, por lo que arribados a dicho lugar
se observa una barreta de hierro grueso de aproximadamente 1 mts. De largo, como así
también una gran mancha de aceite, al llegar a los fondos de dicho estacionamiento y tras
trepar dos tapiales lindantes, los cuales dan a los ventanales del fondo de la entidad
bancaria, siendo los mismos vidriados y de material de aluminio, divisando dos escaleras
plegables metálicas de color gris con detalles en negro, las cuales presumiblemente fueron
utilizadas por los autores del hecho ...”
El Acta de Inspección ocular del lugar del hecho detalla que “... la entidad
financiera Banco Macro, la cual cuenta con su frente totalmente vidriado y con entradas
independientes para los cajeros, ingresando la puerta principal se divisan dos escaleras, una
que se dirige al primer piso, lugar por donde habrían ingresado los malvivientes y otra
hacia al cardinal Norte por donde se accede al subsuelo, lugar donde se encuentran las
bóvedas destinadas a caja de seguridad particulares, como así también a la sala de
monitoreo y almacenamiento de los datos aportados por las cámaras de seguridad, lugar
donde se observan distintos tipos de herramientas de gran porte y escombros dispersos por
todo el piso, se hace mención que en la mencionada bóveda se observa un boquete
(hueco), en la pared por la cual habrían ingresado a la misma y violentado las cajas de
seguridad, siguiendo con la inspección del lugar, más precisamente hacia el cardinal
suroeste del mencionado edificio se observa la presencia de otra escalera la cual conecta
con otro sector del subsuelo en el cual se encuentra la bóveda del tesoro del banco, lugar
donde se observan maquinarias de similares características a las antes mencionadas, como
así también que la puerta de la mencionada bóveda se encontraba dañada sin llegar a su
destrucción total. Regresando al primer piso del edificio, en el cardinal oeste se observa
una ventana de metal tipo persiana, con vidrios abierta, la cual muestra signos de
violencia, subiendo por la misma se accede a un techo de chapa, por el cual se accede a un
patio interno de una finca la cual muestra signos de abandono con malezas de gran porte,
en el cual en el cardinal oeste se encuentra perimetrado mediante un tapial de ladrillos, en
el cual se encuentran dos escaleras de metal aparentemente de aluminio mediante las
cuales se puede acceder a un estacionamiento que tiene su portón de ingreso y egreso
hacia calle San Jerónimo...”
En la declaración testimonial del Sr. Marcos Ignacio Andrada -prestador de
servicio como Técnico en cámaras de seguridad par la empresa ISSI MBB- señaló que
“...en el día de la fecha en horas del mediodía aproximadamente a las 11.30 se contacta la
gente de la empresa para la cual presto servicio ISSI MB y me dice que me presente en la
sucursal bancaria MACRO Peatonal San Martín … a requerimiento del encargado de
seguridad del Banco Macro … motivo por el cual siendo aproximadamente las 13 hs. Me
hago presente … y al llegar ingresé a la sucursal y quedé a la espera de la autorización del
Juez Dr. Patrizi y en presencia del mismo tras haberlo ordenado pude pasar con gente de
seguridad y personal policial y entonces procedí a comprobar el estado de los equipos y
como se encontraba la situación, observando, que en el bunker de sucursal las UPS se
encontraban apagadas y algunos de los equipos se encontraban apagados y otros
prendidos, encendí los equipos que se encontraban apagados y ahí me requieren que me
dirija al otro bunker de tesorería donde los equipos se encontraban apagados con
evidente daño ya que se encontraban con signos de violencia se encontraban tirados en
el suelo junto con otros escombros...”
En la declaración informativa del Sr. Enrique Antonio Benega (fs. 517/521),
guardia de seguridad “... el día sábado 08 del corriente mes tomo la guardia siendo las 13,20
hs en la cual relevo al llamado Gómez Mario … el que me hace entrega sin novedad, pero
ante que se retire se recepciona un llamado telefónico de la central de monitoreo de la ciudad
de Rosario, en la cual le informan que no captaban ninguna imagen por lo que estimaban
que el sistema estaba caido, a lo que descendemos junto al mencionado a realizar una
verificación, la cual nos da sin novedad, es decir que para nosotros estaba todo normal
…. siendo las 15.20 más o menos me senté en los sillones que se ubican frente a la gerencia
… luego llamo a monitoreo de Rosario … me responde una chica … que se encontraba todo
tranquilo …. me dirigí nuevamente hasta el bunquer .. y observo que marcaba una falla en los
monitores, ya que los monitores 02 no estaban funcionando … y noto que uno de los
monitores se pone la pantalla de color azul …. luego subo al 2do. Piso … luego bajo al
bunquer y no tenía sistema, lo que me pareció raro es que monitoreo de Rosario no me llamó
porque no tenia sistema, por lo que reviso y estaba apagada la CPU, por lo que lo intenté
prender demorando todos unos minutos y no dio resultado las pantallas no estaban
funcionando … subo a la planta alta … diviso a tres personas encapuchadas que estaban
detrás de los escritorios con dirección hacia mí … mueven la cámara, comienzan a realizar
cálculos de donde iban a romper pero no se ponían de acuerdo, y me piden que les indique
donde estaban los sensores de movimientos, como así le decían a otro por handy si el
sísmico estaba controlado porque iban a empezar a romper, a lo que le respondían que
trabajen normal, tranquilos, se pone a golper y saca el durlop, luego le pasan a uno una
moladora unieron los cables y empliezan a cortar y dice expresamente “del otro lado está
el concreto”, allí me llevan dos hasta el segundo piso ...”
IV. Acerca del monopolio del Estado de la fuerza pública y de las medidas
mínimas de seguridad.
Señala el apoderado del demandado a fs. 107 vto (punto 11) que “desde otro
ángulo no es posible prescindir de los hechos del caso. Todos los sistemas de seguridad de
cualquier entidad bancaria aún los más sofisticados, todos tienen por única finalidad
anoticiar a las fuerzas de seguridad”. Seguidamente transcribe parte de un artículo de
autoría de Anibal Filippini titulado “Panorama sobre la obligación de seguridad. El caso
de las salideras bancarias” (Revista Responsabilidad Civil y Seguros, Editorial La Ley,
Julio 2012, 25).
Dicho análisis doctrinario y jurisprudencial resulta inaplicable al caso de
marras, ya que el citado autor destaca un fallo de la Cámara Nacional Civil Sala E del
5/11/2005 donde se ventiló un caso de las salideras bancarias y no de robo de cajas de
seguridad, en el cual se dijo que “la obligación de custodia de la institución bancaria no
se extiende al poder de policía en la vía pública, el cual esta a cargo del Estado como
custodio natural de la seguridad pública”. Sin abundar en detalles, aquéllas se dan en las
afueras del banco y dentro del horario de atención, y éstas en el interior y cerrado.
Finaliza su relato del punto 11 (fs. 108) “en el caso, habiéndose disparado la
alarma en tiempo útil, el proceder de la policía en los hechos de autos -que resultará de la
causa penal- podrá converger también a la eximición de responsabilidad del Banco”.
De las declaraciones obrantes en la causa penal y del auto de procesamiento,
surge que una alarma se habría disparado entre las 4.30/5.00 del día 09 de septiembre y
los delincuentes ingresaron aproximadamente a las 18/19 hs del día anterior. La central
911 recepciona un llamado a las 05.30 hs. Cabe preguntarse ¿se disparó en tiempo útil?
Evidentemente no.
Además: a) las UPS de las cámaras de seguridad se encontraban apagadas
como asimismo algunos equipos. En el bunker de tesorería estaban apagados con evidentes
daños, tirados en el suelo (declaración testimonial en sede policial del Sr. Marcos Andrada,
prestador de servicio técnico en cámaras de seguridad para la empresa ISSI MBB - v. fs.
504); b) se detectaron fallas en los monitores: la primera el sábado 08 a las 13,20 desde la
central de monitoreo desde Rosario, la segunda luego de las 17 hs (v. declaración testimonial
Antonio Banega, guardia de seguridad fs. 517 y vto); c) la ventana situada en el ala posterior
del primer piso por la que ingresaron los delincuentes era de metal tipo basculante
aparentemente sin rejas ni sensores de alarmas (v. fs. 542 y croquis fs. 503).
Respecto de las medidas de seguridad las leyes 19130 y 26637 prescriben como
obligatorias determinadas medidas mínimas, y disponen que la autoridad de aplicación es el
Banco Central de la República Argentina que, ejercicio de sus funciones y potestades, dictó
la siguiente normativa:
a) Comunicación A 3390 del 12/12/2001: comunica a las entidades el texto del
Capítulo XXI de la Circular RUNOR 1-487 que reemplaza a la Comunicación A 2985 sobre
medidas mínimas de seguridad.
En la Sección I. 1.1.1 deja debidamente aclarado que “las medidas mínimas de
seguridad contenidas en el presente revisten carácter obligatorio para las entidades
financieras comprendidas en el régimen de la ley 21526, quedando al exclusivo criterio y
responsabilidad de las mismas la adopción de otros recaudos que estimen necesarios
según surjan de los Estudios de Seguridad que efectúen, con el objeto de proteger las
personas y los valores, sin autorización del Banco Central”.
Contiene normas de seguridad destinadas a la operatoria habitual del banco, en su
Sección 2: Castillete blindado, alarma a distancia, tesoro blindado, protección en bocas de
acceso y superficies vidriadas, servicio de policía adicional, de serenos, ilimunación, recinto
para operaciones importantes, atesoramiento transitorio, cajas de atención al público y
circuito cerrado de televisión de seguridad.
No contempla normas específicas respecto de las cámaras acorazadas de cajas de
seguridad que por lo general se encuentran junto o próximas al tesoro.
b) La ley 26637 prescribe en su artículo 2° que: “Las medidas mínimas de
seguridad que deben adoptar las entidades son las siguientes: a) deben contar en las lineas
de cajas y cajeros automáticos con un sistema de protección con suficiente nivel de
reserva que impida la observación de terceros; b) tesoro blindado (cemento y acero) para
atesoramiento de numerarios y/o de valores de terceros y/o cajas de seguridad de
alquiler, en subsuelo o a nivel, separado de paredes medianeras a prueba de incendio
y de violación por elementos mecánicos o soplete oxhídrico. Contará con dos puertas,
una de las cuales deberá ser dotada de cerradura tipo tripleconométrica; c)
inhibidores o bloqueadores de señal que imposibiliten el uso de teléfonos celulares en
el interior de las mismas, siempre que no afecten los derechos de terceros fuera de la
sucursal ni interfieran en otros dispositivos de seguridad”.
c)Circular RUNOR 1- 959 Reglamentaria de la ley 26637 mediante Anexo
Comunicación A 5175: “2.3: Tesoro blindado (cemento y acero), para atesoramiento de
numerario y/o de valores de terceros y/o cajas de seguridad de alquiler, en subsuelo o a
nivel, separado de paredes medianeras, piso y techo no controlables, a prueba de incendio
y de violación por elementos mecánicos o soplete oxhídrico ...”
El apoderado de la demandada a fs. 104 VII 4° con énfasis sostiene que “el
banco ha cumplido y cumple en exceso de los requisitos que, en materia de seguridad
bancaria, impone el Banco Central -anotando al pie la Comunicación A 5175 punto 2
apartado 2.3.2.9), es decir, satisface todos los recaudos de seguridad previstos en la
legislación aplicable, muy por encima de los mínimos exigidos” -anotando al pie la ley
19130 y sus decretos reglamentarios, y la Comunicación BCRA A-3390 (Circular
RUNOR 1 - 487, el subrayado nos pertenece).
La referencia a la Comunicación A 5175 punto 2 apartado 2.3.2.9 al caso
resulta incorrecta, ya que la misma refiere a las medidas mínimas de seguridad que deben
contener las cajas-tesoro móvil que sean utilizadas exclusivamente para prestar el
servicio de cajas de seguridad de alquiler (para una mayor ilustración puede visitarse las
siguientes páginas web www.laguardiana.com.ar / www.moh.com.ar, de las cuales se
imprimen y agregan imágenes)
Las cajas de seguridad saqueadas se encontraban dentro de un recinto compuesto
por módulos y no por cajas-tesoro móviles (v. fs. 639 y vto), con lo no resulta aplicable el
apartado 2.3.2.9 de la Comunicación A 5175 sino los puntos 2.3.2.1 al 2.3.2.8 inclusive.
Finalmente, el punto 2.4 del texto ordenado sobre medidas de seguridad continúa
inalterable desde el texto base Comunicación A 2985 -vigencia desde el 20.03.99- (última
comunicación incorporada A 5983, t.o. 03/06/2016) establece que las entidades debe dotar al
inmueble de “cerraduras especiales, trabas, pasadores, cadenas, persinanas de hierro o acero,
barrotes y mirillas antibalas, según corresponda, en todas las bocas de acceso a los edificios
(puertas, ventanas, claraboyas, patios internos, etc.). Las entidades financieras podrán
solicitar autorización para reemplazar los barrotes y persianas de hierro o acero en las
superficies vidriadas que limiten con el exterior, por una adecuada instalación de sensores
electrónicos conectados al sistema de alarma, que proporcionen una alerta ante intrusiones y
que reúnan los requisitos mínimos establecidos en esta norma (ver puntos 2.4.1 al 2.4.5)... las
entidades que posean servicio de vigilancia durante las 24 horas se encuentran exentas de
cumplir los requisitos legales precedentemente mencionados...”
Sin perjuicio de que el Banco Macro poseía servicio de vigilancia las 24 hs., ello
no lo exime de responsabilidad, por cuanto una ventana de aluminio con sistema de apertura
tipo balancín no ofrece ningún tipo de resistencia, máxime si se encuentra contigua a un
techo al cual accedieron con escaleras de uso hogareño por los fondos del edificio del banco
lindero a un estacionamiento -que dicho sea de paso no cuenta con los servicios de sereno v.
fs. 506/507, es descubierto y con portón de rejas de ingreso
www.ellitoral.com/index.php/id_um/80263 captura del 10/06/2016, copia obrante en autos) y
un terreno baldío (ver fotografía fs. 639 vto, croquis fs. 503).
Tercer conclusión : el banco incumplió con las medidas mínimas de seguridad
(ingreso por una abertura de aluminio sin rejas ni sistema de alarmas da fácil acceso;
fallos en las UPS del sistema de cámaras de circuito cerrado; bóveda o cámara
acorazada carente de blindaje al que ingresaron con el accionar de moladoras;
deficiente funcionamiento de las alarmas). Siempre quedan a exclusivo criterio y
responsabilidad de las entidades la adopción de otros recaudos que estimen
necesarios, con el objeto de proteger las personas y los valores.
V.Exclusión del robo como supuesto de caso fortuito externo a su actividad
El apoderado del demandado afirma que “en todo el mundo el robo de cajas de
seguridad es considerado una hipótesis de caso fortuito” (fs. 105), citando jurisprudencia
italiana, española, inglesa y americana.
Liminarmente descarto la invocada jurisprudencia británica y americana, por
entender que las mismas devienen de un sistema jurídico y judicial diametralmente
opuesto al nuestro.
Respecto de la jurisprudencia española citada -caso del Banco Hispano
Americano- me remito a lo expuesto en el punto II del presente considerando.
En esta línea de pensamiento, se sostiene que “se excluye al robo como suceso
asimilable al caso fortuito, con fundamento en la naturaleza y finalidad del contrato,
exigiéndole al banco, de cara a su potencial exoneración, una peculiar probatio diabolica
consistente en acreditar el perfecto funcionamiento de los dispositivos de vigilancia y
seguridad, lo que, una vez sucedido el robo, resulta sin dudas harto complicado, al menos
en abstracto” (ALVAREZ RUBIO, Julio, El contrato bancario de cajas de seguridad,
Editorial Anzardi S.A., Pamplona, 2007, 475).
Con relación a la jurisprudencia italiana, es cierto que se fueron considerados
supuestos de caso fortuito o fuerza mayor los expolios sufridos como consecuencia de la
ocupación de fuerzas alemanas, donde las autoridades fascistas forzaron la apertura de
cajas de seguridad cuya titularidad pertenecía a ciudadanos judíos amenazando
directamente con armas a los empleados, so pretexto de incurrir en desobediencia al
régimen (Tribunal de Pescara, fallo del 4/9/1951, Ritelli c Banco Roma, en Revista Banca,
borsa e titoli di credito, Editorial Giuffré, Milan, 1951, volumen II, 77; Cámara de
Apelaciones de Turin, fallo del 4/7/1951, Banca Popolare di Novara c Mazza, en Revista
Banca, borsa e títoli di credito, Editorial Giuffrè, Milan, 1951, volumen II, 388; y Revista
Banca, borsa e titoli di credito, sentencia del 13 de diciembre de 1946, volumen II, 1948,
110.; como así también la inundación de Florencia como consecuencia del aluvión del Río
Arno (sentencias del Tribunal de Florencia -24 de abril de 1970 Tribunal de Florencia, Banco
di Sicilia c Vitali, en Revista Banca, borsa e titoli di credito, Editorial Giuffrè, Milan, Parte
2, 1971, 267/283; Cámara de Apelaciones- Corte de Apelación de Florencia, en Revista
Giurisprudenza di merito, Editorial Giuffre, Milán, 1973, 569/571, y Casación, sentencia en
Revista Giustizia civile, Editorial Giuffre, Milán, 1976, fasc. 12).
Pero ello dista de aplicar analógicamente los argumentos al caso de marras, como
así también es importante destacar que doctrina y jurisprudencia italiana se incardina de
modo prácticamente unánime en excluir el robo como supuesto de caso fortuito/fuerza
mayor, por cuanto “... integra la esfera típica de riesgo de la actividad bancaria, por lo tanto
no puede considerarse un supuesto de caso fortuito... porque precisamente a evitar ese tipo de
peligros ha de estar destinada la caja de seguridad” (MOLLE, Giacomo, I contratti bancari,
en CICU, Antonio – MESSINEO, Francesco, Trattato di Diritto Civile e Commerciale, Tomo
I, Editorial Giuffre, Milán, 1981, 820).
Se enfatiza que “la caja ha de encontrarse garantizada contra los heterogéneos
peligros que pueden ocasionar tanto la actividad humana (robos y rapiñas) como los
fenómenos naturales, y únicamente se destruirá la presunción de responsabilidad que opera
en contra de la entidad de crédito cuando ésta pueda probar, de manera terminante, que el
daño se debió a un suceso ajeno a su esfera de previsión, extraordinario y excepcional,
reconducible a la vis resisti non potest” (GABRIELLE, Enrico, Il servizio bancario delle
cassette di sicurezza, en Revista Banca, borsa e titoli di credito, Editorial Giuffrè, Milán,
1984, 576); asimimo que “si bien el cliente podría asumir los daños ocasionados por
catástrofes, no sucede así con relación con los propiciados por ataques humanos, principal
objetivo a evitar con la perfección de este contrato que, además, pondera la máxima
diligencia exigible al banco de forma dinámica, atendiendo al concreto estado de la
técnica y no al existente en un momento histórico determinado que sirva como referente
permanente y estático, lo que dificulta mucho, obviamente, las posibilidades que las
entidades de crédito tiene para liberarse” (PERASSI, Marino, Il servizio bancario delle
cassette di sicurezza, en Trattato di Diritto Commerciale, Editorial CEDAM, T IV, Milán,
2001, 600).
Entre los fallos que direccionan la doctrina y jurisprudencia en el sentido de
excluir el robo como supuesto de caso fortuito/fuerza mayor se destacan: “... sea el
artículo 1839 CCI o el artículo 3º de las normas bancarias uniformes por el servicio de
cajas de seguridad, delinean una presunción de responsabilidad del banco de la cual puede
liberarse sólo demostrando el caso fortuito, que sin embargo no puede individualizarse en
el hurto en cuanto tal, atento que se trata de una situación previsible, por lo tanto, no pesa
sobre el usuario la carga de demostrar la insuficiencia de las defensas existentes, debiendo
limitarse a la demostración del daño sufrido y su entidad, pero pesa sobre el banco la carga
de probar el caso fortuito” (Casación Civil, Sesión I, Sentencia Nº 5421 del 07/05/1992,
Piazza c/Società Credito Italiano. También Casación Civil Sesión I, Sentencia Nº 8065 del
27/08/1997, Banca del Fucino c Romito); “El banco es responsable por el hurto en las
cajas de seguridad por culpa grave por omisión o insuficiente predisposición de cautelas
idóneas para prevenir la sustracción de los bienes custodiados, salvo que no pruebe la
intervención de un hecho excepcional integrante del caso fortuito” (Corte de Apelación de
Milán, fallo del 14/06/2005); “... debe responder por el hurto de los bienes depositados en
la caja de seguridad, atento que la sustracción de los bines custodiados no puede
considerarse caso fortuito, tratándose de un evento previsible” (Casación Civil, Sesión I,
sentencia Nº 23412 del 4/11/2009, Banca Antoniana Populare Veneta, en Revista Diritto e
Giustizia 2009. Idéntico argumento la sentencia Nº 28835 del 27/12/2011 Casación Civil
Sesión I, Gagliardini c/Banca Sicilia, fallo publicado en Revista Giustizia Civile 2012-I,
7-8).
Nuestra jurisprudencia -salvo casos puntuales- se incardina en idéntico
sentido: “en el contrato de caja de seguridad la obligación esencial del banco es proveer a la
custodia y guarda del contenido del cofre. El incumplimiento de este deber de seguridad es
fuente de responsabilidad objetiva, en tanto la entidad bancaria se obliga a una custodia
efectiva y tal obligación es de resultado. Así, solo se exime de ella si acredita el caso fortuito
o fuerza mayor notoriamente ajenos al servicio esencial que presta ... En tales condiciones, el
banco no se libera de responsabilidad aun cuando demuestre que no tuvo culpa, dado que ella
no califica el reproche sino la ausencia del resultado previsto... Esta línea de razonamiento,
que impide que la entidad bancaria pueda oponer defensas fundadas en la falta de culpa,
conlleva implícita una premisa fundamental: la prueba acabada y concreta de que el hecho
ilícito robo/hurto del cofre efectivamente sucedió...” ( CNCom Sala F, 14/02/2013 “Sánchez
Tuñon, María Isabel y otro c/ Banco Itau Buen Ayre S.A. s/ordinario”).
“La finalidad esencial consiste en proveer seguridad para los valores que se
depositan en las cajas, mediante una estructura material, técnica y organizativa que el banco
pone a disposición de sus clientes, asumiendo por ello una obligación de resultado y, su
incumplimiento, la hace responsable por el robo o deterioro de los objetos depositados en los
cofres.... la discusión en torno a si las medidas de seguridad adoptadas por el banco cumplían
con las mínimas requeridas por la autoridad de contralor para la habilitación de bancos y
cajas de seguridad y qué peritaje ha de tenerse en considerarción para fallar en un sentido u
otro resulta irrelevante ... pues la obligación del banco es de resultado y su incumplimiento lo
hace responsable por el contenido de los cofres que debió custodiar” (CNCom Sala C,
13/11/2009, Cisnero De Nanni, Norma c/ Banca Nazionale del Lavoro S.A.).
“La extensión de la responsabilidad bancaria y el reparto de la carga de la prueba,
está en íntima dependencia con la naturaleza del contrato. Cuando la obligación es de
resultado, la carga de la prueba corresponde al deudor ... el acreedor nada tiene que probar
para exigir responsabilidad en caso de incumplimiento, por el contrario, cuando la obligación
es de pura diligencia, será el acreedor quien tendrá que demostrar la negligencia del deudor
para alegar su incumplimiento y derivar las consecuencias jurídicas propias de este
incumplimiento ... Responder de la custodia de los locales bancarios significa que la entidad
financiera debe disponer de medios idóneos para asegurar la vigilancia diurna y nocturna
de los locales mismos, para impedir que quien no sea locatario pueda abrir la caja ... el
profesional banquero lucra con el arrendamiento de cajas de seguridad que ofrece a su
clientela ... la calidad de banquero es un antecedente jurídico necesario que lo somete a la
doctrina del riesgo profesional y a los principios generales de la culpa civil y de los arts.
512, 901 y 902 del Código Civil ... en otros términos, la ecuación confianza-asunción de
riesgo se traduce en una acción profesional de tutela ... el riesgo del resarcimiento que el
banco asume por la idoneidad del servicio, es inherente al ejercicio empresario” (CNCom
Sala B, 13/09/2010 Alurralde, Carolina Inés y otros c/HSBC Bank Argentina S.A.).
“Los clientes buscan de la entidad bancaria la garantía de máxima seguridad
contra el riesgo de robo, extravío o pérdida de las cosas, el deber de custodia por parte del
banco forma la esencia del mismo; por ende, las cláusulas de exoneración de
responsabilidad no tendrán valor alguno, pues implicarían una renuncia anticipada de
derechos por parte del cliente, en tanto es inadmisible por parte del banco que se obligue a
algo sin sanción posible para tal supuesto, pues ello es lo mismo que no obligarse a nada,
lo cual desnaturalizaría el concepto de obligación y atentaría contra el principio de buena
fe ... la ausencia de culpa del banco es irrelevante por cuanto, tratándose de un supuesto de
responsabilidad objetiva, era insustancial prever que para el supuesto de obrar con culpa o
aún con dolo pueda erradicarse el deber de responder, pues no es aquélla la conducta que
califica el reproche, sino la ausencia del resultado previsto” Cámara Nacional Civil Sala
A, 23/3/1995, “Taormina, Adela c/Banco de Galicia y Buenos Aires”, en Colección El
Derecho Tomo 162, 689).
“La obligación del banco en este tipo de relación jurídica es más intensa y de
una naturaleza más objetiva que la del depositario común. La sola ausencia de culpa o
-incluso- la acción del hecho de un tercero son circunstancias que se muestran por sí solas
como insuficientes para eximirlo de responsabilidad ... sólo puede liberarse el deudor
acreditando la concurrencia del casus o del hecho de un tercero por quien no debe
responder, siempre que la acción de éste exceda toda posibilidad de previsión por parte del
banco ... en punto al robo en particular, para ser calificado como eximente de
responsabilidad, debe reunir los elementos de imprevisibilidad, inevitabilidad y extraneidad
propios de un casus, pues de otro modo no libera al banco de su responsabilidad por las
consecuencias de este tipo de hechos ... si bien no se ignora que la autoridad de control no
exige la adopción de esas concretas medidas de seguridad para habilitar el servicio, ello no
puede erigirse en fundamento para desechar la responsabilidad bancaria, puesto que los
recaudos establecidos por el Banco Central de la República Argentina se refieren
exclusivamente a las condiciones exigibles para habilitar el servicio, pero en nada afectan la
responsabilidad por incumplimiento del deber asumido por el banco que constituye una
obligación de resultado y no de medios, y aún cuando la entidad bancaria hubiese cumplido
con los requisitos establecidos por el BCRA, ello no basta para exonerarlo de la
responsabilidad que le cabe por el resultado malogrado si de todos modos y sin la utilización
de medios extraordinarios pudo concretarse el robo” (CNCom Sala A, 30/12/2008 ,Vaisblat
de Schenkelman, María c/ Banco Sudameris Argentina).
El artículo 1413 Cciv.Com establece que el banco no responde por dos causales:
a) caso fortuito externo a su actividad y b) vicio propio de las cosas guardadas.
En el caso que nos ocupa, conviene recordar que “la norma es absolutamente
restrictiva en cuanto a su calificación, ya que no se limita a mencionar el caso fortuito como
eximente genérico (art. 1730) sino que para el que el mismo sea aplicable debe
-adicionalmente- ser externo a la actividad del prestador del servicio … Por la especial
calificación que realiza el legislador en el artículo 1413 (“ajeno a su actividad”), habrá que
entender que si el hecho generador del daño está vinculado -directa o indirectamente- con la
actividad del banco prestador del servicio, aún cuando no haya podido ser previsto o
habiéndoselo previsto no haya podido ser evitado, el banco no se eximirá de responsabilidad
y deberá responder... en este servicio en particular, la hipótesis de robo no puede ser
calificada como caso fortuito externo a la actividad, ya que lo que el banco ofrece a sus
clientes es justamente poner los bienes en resguardo de ese tipo de hecho, entre otros. Es
decir, si la actividad comprometida por el banco es poner bienes a resguardo de los robos,
es claro que el robo está vinculado directamente con dicha actividad, ergo, no es externo a
la misma. De este manera, tenemos que las hipótesis de eximisión de responsabilidad
serán absolutamente excepcionales, tales como: acción de guerra, tropas de ocupación,
revolución, terremoto, etc.” (GOMEZ LEO, Osvaldo, comentario art. 1413 en
Cuarta conclusión: el robo no puede ser considerado, en ningún caso y
bajo ningún concepto, un supuesto de caso fortuito externo a su actividad en los
términos del artículo 1413 del Código Civil y Comercial. Consecuentemente, el banco
responde por el contenido de la caja de seguridad.
VI.Claúsulas limitativas de responsabilidad
A fs. 109 plantea la existencia de una cláusula limitativa de objeto,
refiriendo a la cláusula 1° de la addenda a contrato de cajas de seguridad del caso
(también en anexo I), firmada por el representante legal de la empresa el 12 de mayo de
2011 en la sucursal 353 denominada “San Martín”.
En ella -sostiene- puede ser leído el siguiente texto “en la caja cuya locación
constituye el objeto de las presentes condiciones podrán guardarse efectos de diversa
índole (joyas, títulos, moneda, nacional o extranjera, etc.) cuyo valor en conjunto,
sumados todos los efectos, en ningún caso podrá exceder el monto máximo de u$s
50.000.- o su equivalente en moneda nacional … consecuentemente el locatario
declara conocer y aceptar que no podrá guardar en la caja valores que superen la
cifra máxima antes indicada y que, de serle necesario guardar valores por sobre esa
cifra, deberá locar cuantas cajas de seguridad resulten necesarias para que en ningún
caso y en ningún momento se violen las disposiciones de la presente cláusula. La
violación de lo precedentemente dispuesto por el locatario lo hará incurrir en
incumplimiento contractual”.
Seguidamente señala que se convino “el banco podrá contratar una póliza de
seguro para el caso de robo y/o hurto de caja, y que dicha póliza guardará necesaria
vinculación con la cifra máxima mencionada en la presente addenda”.
Manifiesta que esta cláusula ya había sido pactada en 2008, con un límite de $
150.000.-, por lo que peticione se rechace la demanda en lo que excede del valor admitido
como contenido del cofre.
Finalmente arguye que la cláusula de autos guarda sintonía con la utilizada
regularmente en otras latitudes y señala, a modo de ejemplo, el artículo 2 de las condiciones
formuladas por la Asociación Bancaria Italiana (ABI) que según texto adoptado mediante
circular del 28/9/1976 estableció que “el uso de la caja es concedido para la custodia de
valores que no superen 1000000 de liras. Por lo tanto, el cliente se obliga a no conservar en la
caja cosas que tengan un importe superior...”
Así planteadas las cuestiones, resulta necesario previamente dejar sentado que “a
este contrato le son aplicables las reglas de la Ley de Defensa del Consumidor … sea una
persona física o jurídica quien contrate con el banco lo hace como un acto de consumo,
imposible de ser transformado o industrializado. Esto resulta fundamental en orden a la
determinación de la responsabilidad del banco, como también respecto de la invalidez de las
claúsulas de exoneración o limitación de la responsabilidad, y también respecto de la prueba
del contenido de la caja de seguridad en los supuestos de robo o hurto de la caja … la norma
en comentario contiene una expresión que muchas veces recogió la jurisprudencia en el
sentido de que el banco, como profesional expoerto en la materia, no sólo debe responder por
lo estipulado expresamente en el contrato sino también a las expectativas que haya creado en
su cliente, sea como consecuencia de su anterior vinculación, o sea consecuencia de la
publicidad que realiza” (VILLEGAS, Carlos Gilberto, en Código Civil y Comercial de la
Nación Comentado, Dirc. Rivera-Medina, Editorial La Ley, Tomo IV, 344/345).
El citado autor anota que se ha resuelto “el derecho del cliente del banco que
contrata una caja de seguridad se rige por la ley 24240 -defensa del consumidor- siendo
inaceptable la aplicación de claúsulas que desnaturalicen las obligaciones o limiten la
responsabilidad por daños -art. 37 a)-” (CNFed.Civ.Com. Sala I, 13/4/1999, DJ, 2000-I-632).
A partir de la entrada en vigencia del Código Civil y Comercial (art. 7) y
revistiendo el actor el carácter de consumidor de un servicio bancario, el orden de
prelación de las normas que resultan aplicables al contrato, “... debe irse desde lo más
específico hasta lo más general -teniendo siempre en consideración las circunstancias
particulares de la contratación a que se refiera el caso-, de allí que el contrato particular
que se trate -y las reglas que lo regulan- deberá ser analizado a la luz de las siguientes
normas y en el siguiente orden: a) en primer lugar, las normas de la Ley de Defensa del
Consumidor 24240, con las reformas introducidas por las leyes 26361, 26993 y 26994 -ley
especial-; b) en segundo lugar, las normas relativas a contratos bancarios con
consumidores y usuarios contenidas en los artículos 1384 a 1389 … -normas especiales
dentro de la ley general-; c) en tercer lugar, las normas correspondientes a los contratos de
consumo contenidas en los artículos 1092 a 1122 ...-normas generales de la subespecie
contratos de consumo bajo la normativa general de contratos …; d) en cuarto lugar, las
normas correspondientes al régimen general de los contratos bancarios en materia de
transparencia en las condiciones contractuales contenidas en los artículos 1378 a 1383
-reglas generales para todos los contratos bancarios; y finalmente e) las normas generales
en materia de contratos arts. 957 y ss -ley general- … Siguiendo el principio establecido
por el artículo 3° de la ley 24240 -y también por el artículo 1094 del CcivCom- deberá
aplicarse la norma y la interpretación más favorable para el consumidor y que le resulte
menos gravosa” (VITOLO, Daniel R., Defensa del Consumidor y del Usuario, Editorial
Ad Hoc, Bs. As., 2015, 206/7).
En este orden de ideas, “toda vez que la esencia del contrato de caja de
seguridad es el deber de custodia y vigilancia por parte del banco, carecen de valor las
claúsulas mediante las cuales la entidad pretende liberarse de responsabilidad ante el
hurto, robo o destrucción de su contenido, pues se trata de una renuncia anticipada de
derecho por parte del cliente que desnaturaliza la finalidad del convenio, más aún teniendo
en cuenta que las mismas se encuentran alcanzadas por la ineficacia que dispone el
artículo 37 de la ley 24240” (CNCom, Sala C, 01/02/2002, La Ley 2002-D, 560).
Debe ser considerada como no escrita (art. 988 incs a y b CcivCom) la claúsula
contractual redactada en los siguientes términos: “en la caja cuya locación constituye el
objeto de las presentes condiciones podrán guardarse efectos de diversa índole (joyas, títulos,
moneda, nacional o extranjera, etc.) cuyo valor en conjunto, sumados todos los efectos, en
ningún caso podrá exceder el monto máximo de u$s 50.000.- o su equivalente en moneda
nacional … consecuentemente el locatario declara conocer y aceptar que no podrá
guardar en la caja valores que superen la cifra máxima antes indicada y que, de serle
necesario guardar valores por sobre esa cifra, deberá locar cuantas cajas de seguridad
resulten necesarias para que en ningún caso y en ningún momento se violen las
disposiciones de la presente cláusula. La violación de lo precedentemente dispuesto por
el locatario lo hará incurrir en incumplimiento contractual”.
Nos encontramos frente a un claro ejemplo de claúsula abusiva que al mismo
tiempo desnaturaliza las obligaciones de las partes, esto es la del banco prestador que debe
responder por la “idoneidad de la custodia, integridad de las cajas y el contenido de ellas
… conforme lo pactado y las expectativas creadas en el usuario...” (art. 1413 CcivCom)
El artículo 1414 CcivCom veda la posibilidad de establecer una cláusula de
eximisión de responsabilidad, pero permite la inclusión de una que limite hasta la misma
hasta un monto máximo pero sujeta a que el usuario sea debidamente informado y el
límite no importe una desnaturalización de las obligaciones del prestador.
Los términos de la redacción de la claúsula 9° del contrato originario per se
resultan abusivos, por cuanto pretenden una eximisión de responsabilidad que desnaturaliza
la esencia y contenido del contrato.
En idéntico sentido se relató la claúsula 1° de la addenda, que además
desnaturaliza el contenido del contrato imponiéndole arbitraria y abusivamente al usuario que
“... de serle necesario guardar valores por sobre esa cifra, deberá locar cuantas cajas de
seguridad resulten necesarias para que en ningún caso y en ningún momento se violen
las disposiciones de la presente claúsula...”
En este estadio, amerita preguntarse
¿Cual es la expectativa creada en el usuario previo a contratar? Poner a
resguardo sus bienes en una caja que por sus dimensiones lo permitían (20 x 30 v.
contrato)
La imposición del banco -en plena ejecución del contrato- de hacerle suscribir
una addenda por la cual le impone unilateralmente la obligación de locar cuantas cajas
sean necesarias para cubrir un máximo de valores, es abusiva? No cabe la más mínima
duda.
“El concepto de claúsula abusiva trasunta, en su esencia, un desequilibrio en
la ecuación económica y jurídica del contrato, que provoca además un perjuicio para la
parte débil (adherente, consumidor) … La definición general de claúsula abusiva aparece
recogida en el microsistema del contrato de consumo, particularmente en el artículo 1119
del CcivCom que refiere a la claúsula que “tiene por objeto o por efecto provocar un
desequilibrio significativo entre los derechos y obligaciones de las partes, en perjuicio del
consumidor … El desequilibrio que habilita la calificación como abusiva a una claúsula
puede producirse en términos económicos -el sacrificio exigido al adherente no se
corresponde, no es conmutativo, con el sacrificio del predisponente- o en términos
jurídicos -se prevé una facultad al predisponente o se la veda al adherente, o se altera el
sentido normal de un derecho o entorpece su ejercicio … El reproche jurídico por la
inclusión de una cláusula abusiva es objetivo, se encuentra en el desequilibrio que ella
provoca, en la alteración de la ecuación jurídico-económica del contrato. De modo que,
más que hablar de mala fe del predisponente, cabe concluir que el desequilibrio conlleva
per se la ilicitud...” (VALICENTI, Ezequiel, Claúsula abusivas y desnaturalización de las
obligaciones, en Rcy S, Editorial La Ley, 2016-V, 49).
Una cláusula semejante, amen de un aumento en los costos no previstos por el
usuario, lo coloca en una situación fáctica y jurídica desventajosa? Evidentemente sí, ya
que tratándose de un servicio materialmente limitado, en el supuesto de no contar el banco
con otros cofres, indirectamente limitaría su responsabilidad o se eximiría -aún
parcialmente- de responsabilidad.
Ello desnaturaliza el contrato? Si, por cuanto la expresión desnaturalización de
la relación obligacional “refiere a una alteración significativa de la relación, a un
desequilibrio de los derechos y las obligaciones recíprocas de tal entidad que resulta afectada
la relación de equivalencia. Este fenómeno se produciría frente a tres hipótesis: a) ampliando
los derechos del proveedor/profesional con daño al consumidor; b) modificando en su favor
y en algún sentido la obligación a la que se ha comprometido el proveedor/profesional; c)
ampliando las obligaciones del consumidor, o restringiendo o suprimiendo sus derechos”
(STIGLITZ, Rubén, Contratos civiles y Comerciales, 3° edición, Edit. La Ley, Bs. As., 2015,
T II, 131). “Cuando se trata de la desnaturalización, el cotejo de desequilibrio no es sólo entre
los derechos y obligaciones de las partes (conf. Art. 1119 CcivCom) sino entre la
distribución de derechos y obligaciones, riesgos y garantías fijada en el tipo legal y la
establecida en el contrato en particular. Se advierte entonces que existe una verdadera puja
entre el poder normativo del legislador y el del mercado, el que bajo la ficción del acuerdo
de voluntades y la autonomía privada pretende substraerse a los efectos normales
previstos en el derecho positivo … la cuestión si bien se vincula mediatamente a la causa del
contrato, en lo inmediato se refiere al contenido del contrato, es decir, al programa de
obligaciones, deberes, riesgos y garantías fijados ex ante en el tipo contractual legal...”
(VALICENTI, Ezequiel, op. Cit.).
En la addenda se estipuló también que “el banco podrá contratar una póliza de
seguro para el caso de robo y/o hurto de caja, y que dicha póliza guardará necesaria
vinculación con la cifra máxima mencionada en la presente addenda”.
Ello necesariamente nos revelan que: a) los casos de robo y hurto no son
supuestos de casos fortuitos externos a su actividad; y b) conforme surge de autos y si bien
era optativo o facultativo para el banco, no contrató un seguro para al menos, mitigar el daño.
Asevera el apoderado de la demandada que la claúsula contractual es una
limitación de objeto y no de responsabilidad, y que guarda sintonía con la utilizada
regularmente en otras latitudes y señala, a modo de ejemplo, el artículo 2 de las condiciones
formuladas por la Asociación Bancaria Italiana (ABI) que según texto adoptado mediante
circular del 28/9/1976 estableció que “el uso de la caja es concedido para la custodia de
valores que no superen 1000000 de liras. Por lo tanto, el cliente se obliga a no conservar
en la caja cosas que tengan un importe superior...”.
Al respecto, conviene aclarar que el Código Civil Italiano de 1942 contiene en
los artículos 1839-1841 una embrionaria disciplina del instituto, resolviendo
positivamente el problema del nomen juris –servizio bancario delle cassette di sicurezza-,
caracterizándolo como acto bancario de ordinaria administración, oneroso, formal, de
ejecución continuada, a un tiempo determinado y standarizado.
La escasa regulación de los artículos 1839/1841 hace que el contrato, en la
práctica, se integre con claúsulas predispuestas en la forma de condiciones generales del
contrato, derivadas del esquema predispuesto por la Asocación Bancaria Italiana (ABI) a
través de las Normas Bancarias Uniformes (NBU). Al respecto, se dice que“los
codificadores el ’42 han querido respetar las exigencias de los bancos de regular
autónomamente el servicio, poniendo en ello sólo los límites, directa o indirectamente,
derivados de la circunscripto reglamentación predispuesta a través de las disposiciones
legales... la escasa reglamentación legislativa del servicio se integra con las claúsulas
predispuestas por los bancos en la forma de condiciones generales, condiciones derivadas
de los esquemas predispuestos por la Asociación Bancaria Italiana en las Normas
Bancarias Uniformes ... que encuentra justificación en la superación de un sistema
bancaria inspirado en la libertad de contratación y por consiguiente hostil hacia formas de
reglamentación normativa no idoneas a reconocer, en modo flexible, la mutables
exigencias del mercado ... la llegada del régimen oligopólico en el sector de crédito ha
inducido a los bancos a concertar sobre el contenido a ellos más favorable de los contratos
impuestos a la clientela: las NBU son justamente el fruto de tales generales acuerdos”
(CERRAI, Alessandro, Cassette di sicurezza en Digesto delle discipline privatistiche –
Sezione commerciale, Editorial Unione Tipografio-Editrice Torinese, T III, Turin, 1988,
8).
La intención de la ABI es introducir un sistema uniforme de condiciones
contractuales para las empresas de créditos adheridas, con el fin de eliminar o cuanto menos
reducir la diversidad y especificidad de los variados usos reglamentos bancarios.
Las NBU regulan -de modo detallado- las numerosas obligaciones principales o
acesorias a cargo del cliente, y las obligaciones extremadamente reducidas del banco que se
enuncian de modo indirecto (A modo de ejemplo el artículo 1º establece que el banco se
obliga a conceder en uso la caja, indirectamente se deduce que le pesa una obligación de
custodia. Otro es el artículo 3º que replica la fórmula del artículo 1839 CCI: “la empresa de
crédito responde hacia el usuario por la idoneidad y la custodia de los locales, y por la
integridad de la caja, salvo el caso fortuíto”).
La ABI en el año 1954 preparó un modelo de contrato cuyo artículo 16° preve que
“el valor máximo del contenido de la caja queda, para todos los efectos, convencionalmente
fijado en …. liras, salvo que, de acuerdo con el usuario, se establezca un importe superior,
contra el pago de la contraprestación determinada por la hacienda de crédito”. En esta
sintonía, pretendía que en el supuesto de que el banco fuera obligado a un resarcimiento en
beneficio del usuario, ésta sólo repararía el daño objetivo, quedando excluída toda
apreciación del valor afectivo o teniéndose en cuenta lo dispuesto precedentemente.
Sobre la interpretación de tal claúsula, se formaron dos corrientes de ensamiento a
nivel doctrinal y jurisprudencial.
Una orientación -minoritaria- entendía una función limitativa del objeto del
contrato (se enrolan Giannatasio, Capobianco, Tondo, Scordino entre los destacados juristas)
por cuanto no teniendo el banco derecho a conocer el contenido de la caja de seguridad le es
conferida la facultad de convenir con el usuario el valor máximo de las cosas que este podrá
introducir en la misma, con la finalidad de establecer el canon al cual está obligado el usuario
y, consecuentemente, si el cliente introduce en la caja valores superiores a aquellos
declarados, viola el contrato y no puede pretender el cumplimiento del banco fuera del
contrato violado por él mismo.
Por su parte y en su gran mayoría, una corriente doctrinaria entiende que la
claúsula era entendida como limitativa de responsabilidad y en consecuencia debe ser
declarada nula (Corte de Casacion, sentencia N° 1129 del 29/03/1976). El artículo 16
NBU fue reformulado y su actual texto se encuentra en el art.2 -con algunas variables-.
Papanti Pelletier sostiene que la claúsula es “una suerte de máscara bajo la
forma de la denominada delimitación del objeto … en efecto, la única cláusula en concreto
consiste en la delimitación de la responsabilidad del banco, en consecuencia, el contrato
de las cajas de seguridad tiene la causa ilícita por contrariar a la norma imperativa … y es
atacada de nulidad ...” (PAPANTI-PELLETIER, Cassette di sicurezza e responsabilitga
del banchiere, Edit. Giuffre, Milan, 1988, 1387).
Existe jurisprudencia minoritaria en contrario, pero lo cierto es que el criterio
dominante tanto en doctrina como en jurisprudencia italiana respecto de la nulidad de
claúsula limitativa de responsabilidad. Nos permitimos transcribir fallos que se incardinan
en anular este tipo de convenciones.
Así el Tribunal de Roma en su sentencia del 30/05/87 ha afirmado que “es
extraña al dictado normativo la posibilidad de limitar contractualmente la naturaleza y el
valor de los objetos a colocarse en las cajas, siendo la posición del usuario, que se
compromete en estos términos, excesivamente penalizada respecto a la del banco. En
consecuencia, aplicando los criterior de valorización … ha declarado nula a la claúsula 2
NBU porque contrasta con las exigencias de un equilibrado contemperamiento de los
intereses” (fallo en Giurisprudenza Civile, 1988, I , 273, con nota de SANTARSIERE
Clausola di limitazione dei valori da custodire in cassette di sicurezza e mancanza di
tutela secondo l'ordinamento giurídico. Dicho autor opina que “ha llegado el turno
esperado por los contrayentes más débiles, se remueve aquel estado de inferioridad
contractual de una parte”).
Otro fallo director es el del Tribunal de Milán en su sentencia del 14/09/1989
que considera el articulo 2 NBU como limitativo de responsabilidad “en el caso de dolo o
culpa grave del banco que ocasione daños al usuario, no operan las claúsulas del
contrato, por los cuales el cliente se obliga a no conservar en la caja cosas que exceden un
determinado valor...” (Fallo en Revista Foro italiano, 1990, 1038).
Para concluir y aclarar la orientación doctrinaria y jurisprudencial italiana, el
Tribunal de Milán en 18/01/90 señaló que “la declaración de valor no debería considerarse
como una obligación de los clientes sino como una mera comunicación ofrecida al banco
para fines estadísticos, en tal caso se pondría el problema de la facultatividad y eventuqal
sanción de tal información, cuando no sea exacta” (Fallo en BBTC, 1991, II, 765); criterio
confirmado por la Corte de Casación en sus sentencias del 7/05/1992 y 12/05/1992, que
señalan al respecto que “El artículo 2 NBU no integra el objeto del contrato, introduciendo
una ulterior obligación al cliente aparte de aquella primaria de pagar el canon, sino que tiene
la única función de limitar la responsabilidad del banco, dicho pacto es válido en el caso de
culpa leve, cual expresión de autonomía contractual, no contraria a las normas
imperativas, pero en el caso de dolo o culpa grave contrasta con el principio de orden
público ...”.
En este estadio debemos preguntarnos cual es el alcance del artículo 1414 del
Cciv.Com que dispone: “Límites: la cláusula que exime de responsabilidad al prestador se
tiene por no escrita. Es válida la cláusula de limitación de responsabilidad del prestador hasta
un monto máximo sólo si el usuario es debidamente informado y el límite no importa una
desnaturalización de las obligaciones del prestador”.
Es claro que no puede incorporarse una claúsula exonerativa de responsabilidad
por su carácter abusivo.
El segundo párrafo del 1414 entraría en contradicción con lo expresado si no se
reemplazaría el término responsabilidad por el de resarcimiento. En otras palabras, podría
limitarse la cuantía resarcitoria bajo dos condiciones excluyentes: a) la debida información al
usuario y b) que dicho límite no desnaturalice las obligaciones del prestador.
En sintonía con la doctrina y jurisprudencia italiana que en la materia es la más
rica, podemos concluir que la cláusula que limite el resarcimiento será valida en tanto y en
cuanto no exista culpa grave o dolo en la obligación de custodia o seguridad que el banco
debe prestar, caso contrario se desnaturalizaría la obligación del prestador.
En el caso de marras, como el banco incumplió con las medidas mínimas de
seguridad (ingreso por una abertura de aluminio sin rejas ni sistema de alarmas da fácil
acceso; fallos en las UPS del sistema de cámaras de circuito cerrado; bóveda o cámara
acorazada carente de blindaje al que ingresaron con el accionar de moladoras; deficiente
funcionamiento de las alarmas) (cfr. Tercer conclusión de los considerandos), he de
entender que la culpa grave del banco en su deber de custodia ha desnaturalizado la
obligación y en consecuencia, la cláusula de limitación del resarcimiento incorporada en la
addenda resulta inaplicable al caso.
Quinta conclusión: las claúsulas de eximisión de responsabilidad insertas
en el contrato y en la addenda deben tenerse por no escrita por su carácter abusivo
abusivo y desnaturalizador de las obligaciones, resultando aplicables al caso,
debiéndose aplicar el siguiente orden de prelación normativa: a) Principio de
aplicación e interpretación más favorable para el consumidor (Artículos 1 y 2
Cciv.Com), Artículo 42 Constitución Nacional, Artículo 3 LDF y artículo 1094
CcivCom; b) Ley de Defensa del Consumidor 24240, con las reformas introducidas
por las leyes 26361, 26993 y 26994 -ley especial-; c) normas relativas a contratos
bancarios con consumidores y usuarios artículos 1384 a 1389 CcivCom -normas
especiales dentro de la ley general-; d) normas correspondientes a los contratos de
consumo contenidas en los artículos 1092 a 1122 CcivCom -normas generales de la
subespecie contratos de consumo bajo la normativa general de contratos; e) las
normas correspondientes al régimen general de los contratos bancarios en materia de
transparencia en las condiciones contractuales contenidas en los artículos 1378 a
1383 CCivCon -reglas generales para todos los contratos bancarios; f) las normas
generales en materia de contratos arts. 957 y ss -ley general-.
Sexta conclusión: En el segundo párrafo del 1414 CCivCom el término
responsabilidad debe reemplazarse por el de resarcimiento. Es válido el pacto de
limitación cuantitativa del resarcimiento siempre y cuando no exista culpa grave o
dolo en la obligación de custodia o seguridad del prestador; caso contrario la
obligación se desnaturaliza y debe considerársela como no escrita.
VII.Los daños y su cuantificación:
Reclama el actor como resarcimiento el pago de las sumas de dinero que dice
poseía en la caja de seguridad violentada: pesos un millón veinte mil ($ 1.020.000.-); dólares
estadounidenses billetes cuarenta mil (u$s 40.000.-) y euros billetes dieciocho mil (E
18.000.-), con más intereses desde el ilícito, y para ello ofreció (fs. 125 prueba pericial y
testimonial).
Respecto de la prueba, bien se ha señalado que “teniendo en cuenta la modalidad
con que se desenvuelve este contrato, la prueba directa de la existencia de los objetos en la
misma es prácticamente imposible ... mas ello no importa liberar a la actora de la carga de la
prueba, que debe versar sobre la preexistencia de los objetos, su nivel socio económico para
justificar la permanencia en su poder y la razonabilidad de que los mismos hayan sido
guardados en el cofre ... si se exigiera a quien reclama resarcimiento por violación de una
caja de seguridad una prueba rigurosa e inequívoca sobre la veracidad del contenido que dice
sustraído, recaería sobre él una carga cuyo cumplimiento sería virtualmente impracticable,
dada la habitual ausencia de exteriorización que se sigue respecto de los objetos ingresados
en ese lugar ... habida cuenta que la prueba directa aparece como extremadamente dificultosa
o de casi imposible cumplimiento, adquieren pleno valor las presunciones como medio
expresamente admitido por la ley ... conviene recordar que resulta verosímil que quien ha
contado con una caja de seguridad por varios años y pagado por ella un canon, la utiliza para
conservar valores y no para tenerla vacía; de modo que es inevitable considerar que se parte,
para efectuar un análisis, de la razonabilidad de la existencia de bienes en la caja”. (CNCom
Sala F, 14/02/2013, Sánchez Tuñon, María Isabel y otro c/ Banco Itau Buen Ayre S.A.
s/ordinario).
“Por las características del contrato de caja de seguridad es esencial el secreto y,
por tanto, la ausencia de inventario o control de contenido por parte del Banco, tornan
dificultosa la prueba del daño. Esta dificultad no soslaya la necesidad de acreditar los
perjuicios. Tampoco invierte la carga de la prueba que, como principio general, reposa
sobre quien invoca el faltante ... esta característica esencial del contrato, sumado al
reconocido incumplimiento del Banco a su deber de seguridad, permiten que en estos
casos el juez pueda recurrir a las presunciones ... frente a las características del contrato de
caja de seguridad, donde la confidencialidad en punto al contenido de la caja constituye su
nota tipificante, no es pertinente exigir en su acreditación una prueba acabada y precisa,
pues ello llevaría a tornar de cumplimiento imposible la carga de quien peticiona
resarcimiento ... Aquí cabe reparar que la presunción es una consecuencia que se obtiene
por el establecimiento de los caracteres comunes de los hechos... no constituyen un medio
especial de prueba, sino que son obtenidas por el juez de los medios de prueba ... de
exigirse al peticionario de resarcimiento por violación de su caja de seguridad una prueba
rigurosa e inequívoca, se le impondría una carga cuyo cumplimiento sería impracticable,
dada la ausencia de toda exteriorización que se sigue respecto de los objetos ingresados en
ese ámbito. De allí que sea menester que el presunto damnificado demuestre
indiciariamente que tenía los valores que denunció o, mejor dicho, que por sus
condiciones personales y/o económicas estaba en condición de poseerlos ... de tratarse de
dinero efectivo, el pretensor deberá acreditar, por ejemplo, la operación comercial de la
que derivó, o si esta no ha sido invocada, simplemente que su nivel de vida es compatible
con la magnitud de los ahorros que denunció guardados en la caja de seguridad ...”
( CNCom Sala D, 06/05/2011 Kreszes, David Julio c/ Banco Patagonia S.A. s/ ordinario).
“Si bien pesa sobre el depositante la carga probatoria, tal como impone la
legislación adjetiva, la circunstancia de encontrarse la caja en la esfera de la custodia del
Banco y no en la del cliente, unida a que la privacidad de la caja impone no llevar registro
de lo allí depositado, relativizan dicha carga y, además, imponen un análisis con criterio
amplio de las constancias de la causa ... Si se exigiera a quien reclama resarcimiento por
violación de una caja de seguridad una prueba rigurosa e inequívoca sobre la veracidad de
su contenido que dice sustraído, recaería sobre él una carga cuyo cumplimiento sería
virtualmente impracticable, dada la habitual ausencia de exteriorización que se sigue
respecto de los objetos ingresados en ese lugar ... cabe inclinarse por la admisibilidad y la
particular eficacia que adquiere en estos casos la prueba presuncional ... habida cuenta de
que la prueba directa aparece como extremadamente dificultosa o casi imposible, adquieren
pleno valor las presunciones como medio expresamente admitido por la ley” (CNCom Sala F,
28/08/2012, Maero Suparo, Hernán Diego y otros c/ Banco Francés S.A. s/ ordinario).
En el caso de marras, las sumas en dinero nacional y extranjero reclamadas, se
encontraban al momento del ilícito descriptas e incorporadas en sus estados contables en el
rubro Disponibilidades y Existencia de Efectivo, en el sub rubro valores al cobro (v. pericial
fs. 158/159), con el objetivo de cubrir cualquier imprevisto transitorio relacionado con el giro
comercial de la empresa (v. pericial especialmente puntos c, d y f- fs. 160/161), a modo de
encaje técnico.
De las testimoniales rendidas en autos, a) María del Huerto Bantar (CPN, auditora
externa del Frigorífico), manifiesta que “teniendo en cuenta la operatoria normal y comercial
de la empresa lo calificaría como mínima. Tomando como base la facturación normal y
mensual de alrededor de $ 20.000.000 en esos períodos … Dado que no había demasiada
inflación la incidencia en la operación comercial era prácticamente nula...” (respuestas a las
preguntas 6 y 7 - v. acta fs. 137.); b) Antonio D'Angelo (CPN, contador de la empresa)
manifiesta que “había $ 1.020.000, u$s 40.000.- y E 18.000.- por los registros de la
contabilidad de la empresa …. es un encaje técnico que la empresa tenía por cualquier
desfasaje financiero que pudiera ocurrir … esa cantidad es mínima en relación al volumen de
operaciones que realiza la empresa semanalmente...” (respuestas a las preguntas 5, 6 y 7 - vs.
fs. 140 vto.); c) Rodolfo Guillermo Walker (ex gerente de la entidad bancaria), manifiesta
que tiene conocimientos que el banco indemnizó a algunos clientes por valores superiores a
los u$s 100.000.- (v. fs. 143 y vto). Los dichos del testigo quedan corroborados con la
informativa dirigida a la Bolsa de Comercio de Santa Fe (fs. 147/148) donde confirma que de
modo extrajudicial el banco la indemnizó por la suma de u$s 647.925.-, abonados en dicha
moneda.
La prueba producida por la demandada no logra desvirtuar ninguno de los
hechos y/o circunstancias analizados en las conclusiones del presente considerando Ni
siquiera concurrió a las audiencias testimoniales ofrecidas por la actora, es por ello que la
conducta con significación procesal exteriorizada por las partes en el desarrollo del
proceso puede ser apreciada en un doble aspecto, uno sancionatorio y otro probatorio.
El primero consagra la facultad, o el deber, de los jueces de castigar el
ejercicio abusivo o exceso de los derechos procesales y la pertinente consecuencia que ello
genera conforme a la naturaleza del accionar … El segundo, valora el comportamiento de
las partes que resulta trascendente a los fines probatorios. La mejor manera de cristalizar
la vigencia de los principios de probidad y de igualdad de las partes y de hacer efectivo el
deber de colaborar con veracidad y buena fe que la ley impone a los litigantes”
(MASCIOTRA, Mario, La conducta procesal de las partes, Editorial Ad Hoc, Buenos
Aires, 2005, 67).
La valoración de la conducta procesal de las partes es un tema controvertido
en doctrina. Calamandrei sostiene que “la parte no tiene el deber jurídico de decir en
juicio la verdad en su propio daño; no tiene la obligación jurídica de confesar, y no tiene
siquiera la obligación jurídica de responder o de mantener ante el juez una conducta que
parezca inspirada en colaboración o sumisión. Pero, sin embargo, aunque no confiese, el
modo con que evita confesar puede tener su importancia probatoria: la ausencia, el
silencio, el comportamiento perplejo o negativo de la parte, pueden en ciertos casos ser
considerados por el juez como argumentos de prueba contra él, con valor sustancialmente
similar al de una confesión. De modo que la parte sabe que, comportándose de cierta
manera, va contra un determinado riesgo y se ve, por tanto, inducida a considerar, antes de
establecer su línea de conducta, si conviene a su interés arrostrarlo o no. De este modo la
ley no crea a cargo de la parte deberes jurídicos que le pueden ser impuestos en contra de
su voluntad, sino que pone frente a su voluntad, en el momento en que ella va a
determinarse, una serie de admoniciones y de estímulo psicológico en virtud de los cuales
puede ocurrir que la parte se convenza de que es en interés suyo el responder según verdad
al interrogatorio, prestarse voluntariamente a las inspecciones ordenadas por el juez y, más en
general, tener en el proceso un comportamiento sumiso y leal: es decir, que se convenza de
que a la larga también en el proceso la honestidad termina por ser un buen negocio"
(CALAMANDREI, Piero, Derecho Procesal Civil, t. III, Estudios sobre el proceso civil. El
proceso como juego (trad. Santiago S. Melendo), Editorial Ejea, Buenos Aires, 1962, 288).
La incomparencia del demandado a las audiencias testimoniales (precisamente de
profesionales en Ciencias Económicas) “tiene incuestionable importancia para el juzgador al
valorar la conducta procesal de las partes en el transcurso del juicio y, especialmente, en
relación al deber que éstas tienen de auxiliar al juez para esclarecer la verdad de los hechos
controvertidos, por lo que la falta de diligencia puesta de manifiesto por una de las partes en
la etapa probatoria, no deja de constituir una presunción contraria a sus pretensiones"
(CNCiv., sala M., 13-6-90, "Compañía Argentina de Seguros SA Plus Ultra c/Ortiz, José R.",
J. A. 1992-IV). Así las cosas presumo y por tanto considero acreditado que las sumas
reclamadas (en moneda nacional y extranjera) se encontraban efectivamente dentro de la caja
de seguridad al momento del ilícito por lo que corresponde hacer lugar a la demanda,
condenando al Banco Macro S.A. a abonar al actor en el término de diez días la suma de
pesos un millón veinte mil ($ 1.020.000.-) con más los intereses a computar conforme la tasa
activa que fija el Banco de la Nación Argentina para sus operaciones de descuente de
documentos a 30 (treinta) días, desde la fecha del ilícito y hasta su efectivo pago; más la
suma de dólares estadounidenses en billetes cuarenta mil (u$s 40.000.-) y Euros en billetes
dieciocho mil (E 18.000.-), sin intereses.
Las costas se imponen en su totalidad a la actora perdidosa.
Las costas de la incidencia de fs. 366 se imponen en el orden causado.
En mérito a lo expuesto y dispuesto en los artículos 1, 2, 7, 957, 1092/1122,
1384/1389, 1413, 1414 del Código Civil y Comercial, Artículo 3° ss y cc de la Ley de
Defensa del Consumidor 24240 (y sus modificatorias), Artículo 42 de la Constitución
Nacional, y artículos artículos 398, 224, 226, 245, 251 del Código Procesal Civil y
Comercial,
RESUELVO: 1. Hacer lugar a la demanda, condenando al Banco Macro S.A. a
abonar al actor en el término de diez días la suma de pesos un millón veinte mil ($
1.020.000.-) con más los intereses a computarse conforme el considerando precedente
desde la fecha del ilícito y hasta su efectivo pago; y la suma de dólares estadounidenses en
billetes cuarenta mil (u$s 40.000.-) y Euros en billetes dieciocho mil (E 18.000.-), sin
intereses.
2.Imponer las costas del proceso a la actora perdidosa (art. 251 C.P.C.C.), a
excepción de la incidencia de fs. 366 que se imponen en el orden causado;
3.Diferir la regulación de los honorarios profesionales hasta tanto se practique
liquidación.
Insértese, hágase saber.
…........................................ …..…...............................
Dra. DANIELA DE LOURDES FUENTES Dr. CARLOS FEDERICO MARCOLIN
Secretaria Juez