resumen cap 3 antropologia medica

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SÍMBOLOS, CUERPOS, AFLICCIONES Las teorías culturales de la enfermedad Qué analiza el capítulo: La antropología médica ha desarrollado la estrategia de analizar las dimensiones culturales y simbólicas de los procesos de salud y enfermedad a partir de orientaciones interpretativas, hermenéuticas, semióticas, narrativas e incluso estéticas. Ideas principales: La etnografía no deja de ser un quehacer hermenéutico. La enfermedad será, en el caso de las corrientes interpretativas en antropología médica, el objeto principal de ese quehacer. Las perspectivas interpretativistas de la enfermedad se insertan precisamente en el territorio desasistido por la biomedicina de discursos y expresiones de aflicción, esa voz del enfermo tantas veces negada y omitida en las historias clínicas y en los informes biomédicos. Recuperar la voz del afligido, su universo de sentidos, valores y representaciones, puede entenderse como uno de los objetivos de la antropología médica de tipo interpretativo. Ahora bien, el propósito no es humanitario, aunque este interés pueda estar también presente, sino principalmente analítico. Geertz, no sin ironía, ha definido la etnocien- cia como «el descubrimiento del continente de la significación y el mapeado de su paisaje incorpóreo» (1987: 32). Good propone el concepto de «semantic illness network» o «redes semánticas de enfermedad». La idea es que una enfermedad no es sólo un conjunto de signos y disfunciones biológicas predefinidos, sino: «[...] más bien un "síndrome" de experiencias típicas, un conjunto de palabras, experiencias y sentimientos que se entienden como un conglomerado para los miembros de una sociedad. Tal síndrome no es meramente un reflejo de la relación de los síntomas con una realidad natural, sino un conjunto de experiencias asociadas entre sí a partir de una red de significación y de interacción social» (1977: 27). Es obvio, dirá Good, que la biología constriñe y modula la experiencia humana. Sin embargo, la biología llega a convertirse en enfermedad y

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Antropologia medica

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Page 1: Resumen Cap 3 Antropologia Medica

SÍMBOLOS, CUERPOS, AFLICCIONES Las teorías culturales de la enfermedad

Qué analiza el capítulo:

La antropología médica ha desarrollado la estrategia de analizar las dimensiones culturales y simbólicas de los procesos de salud y enfermedad a partir de orientaciones interpretativas, hermenéuticas, semióticas, narrativas e incluso estéticas.

Ideas principales:

La etnografía no deja de ser un quehacer hermenéutico. La enfermedad será, en el caso de las corrientes interpretativas en antropología médica, el objeto principal de ese quehacer.

Las perspectivas interpretativistas de la enfermedad se insertan precisamente en el territorio desasistido por la biomedicina de discursos y expresiones de aflicción, esa voz del enfermo tantas veces negada y omitida en las historias clínicas y en los informes biomédicos.

Recuperar la voz del afligido, su universo de sentidos, valores y representaciones, puede entenderse como uno de los objetivos de la antropología médica de tipo interpretativo. Ahora bien, el propósito no es humanitario, aunque este interés pueda estar también presente, sino principalmente analítico.

Geertz, no sin ironía, ha definido la etnocien- cia como «el descubrimiento del continente de la significación y el mapeado de su paisaje incorpóreo» (1987: 32).

Good propone el concepto de «semantic illness network» o «redes semánticas de enfermedad». La idea es que una enfermedad no es sólo un conjunto de signos y disfunciones biológicas predefinidos, sino: «[...] más bien un "síndrome" de experiencias típicas, un conjunto de palabras, experiencias y sentimientos que se entienden como un conglomerado para los miembros de una sociedad. Tal síndrome no es meramente un reflejo de la relación de los síntomas con una realidad natural, sino un conjunto de experiencias asociadas entre sí a partir de una red de significación y de interacción social» (1977: 27).

Es obvio, dirá Good, que la biología constriñe y modula la experiencia humana. Sin embargo, la biología llega a convertirse en enfermedad y aflicción humana sólo si recibe significado, si es interpretada y articulada en un conjunto de relaciones sociales.

La verdadera interpretación simbólica consistiría en capturar aquelloss sentidos implícitos, que son además los que permiten entender la enfermedad no sólo como una disfunción biológica, sino también como una nebulosa de significados a explorar, entre otras posibilidades, a partir de la idea de redes semánticas de enfermedad o aflicción.

Un signo, nos dirá de Saussure, no es el resultado de la unión de un nombre y una cosa, sino de un concepto (concept) y una imagen acústica (image acus- tique), de un significado y un significante.

Los Modelos Explicativos (EMs) son las nociones acerca de un episodio de enfermedad y su posible terapéutica que son empleadas por todos aquellos involucrados en el proceso clínico. La interacción entre los EMs de los pacientes y los EMs de los profesionales es el componente

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fundamental de la atención en salud. El estudio de los EMs de los profesionales nos habla de cómo ellos entienden y tratan la enfermedad. El estudio de los EMs de los pacientes y familiares expresa cómo ellos dotan de sentido un episodio de aflicción y cómo escogen y valoran los diferentes tratamientos. La investigación de la interacción entre los EMs de profesionales y pacientes nos permite un análisis de los problemas que aparecen en la comunición clínica [Kleinman 1980: 105]. Con intención de pragmatizar el análisis de las nociones de profesionales, familiares y pacientes, Kleinman plantea cinco po-sibles temáticas que pueden encerrar los EMs (modelos explicativos): etiología, sintomatología, físiopatología, curso de la enfermedad y tratamiento (1980: 105).

Kleinman nos dice que hay una construcción y modelación cultural que permite reconocer determinados estados como en-fermedad y otros como normalidad. El problema es que no siempre coincide la construcción biomédica de la enfermedad (disease) con la elaboración popular de la misma (illness). Así, es posible que exista una disease sin illness, como cuando un individuo evalúa sus signos y síntomas y los considera como insignificantes para el autodiagnóstico de enfermedad o simplemente como realidades naturales normales que se imbrican con su vida cotidiana. También es posible lo contrario: que se produzcan situaciones de illness sin disease, porque en esta ocasión aquello que es traído a la conciencia como enfermedad en el universo popular no reviste condición patológica según los criterios de la biomedicina

La metodología de investigación propuesta por Browner et al. puede entenderse como un proyecto empírico para el estudio comparado de las enfermedades. Donde la biomedicina no alcanza a investigar, la antropología médica encontraría un nicho disciplinario de estudio, aunque, eso sí, teniendo en cuenta los cánones metodológicos y el acervo del conocimiento biomédico. En este contexto es lógico que el ejercicio interpretativo adquiera un carácter secundario y epifenoménico, o por lo menos instrumental. La interpretación de las redes semánticas y simbólicas de la enfermedad no sería el objetivo último del quehacer antropológico, sino el medio para la constitución del dato.

1) El primer paso para el tratamiento etnomédico del susto es su identificación en términos emic.

2) El segundo paso supone describir los fenómenos en clave biomédica.3) La tercera y última etapa del procedimiento propuesto por Browner et al. implica un

análisis de las divergencias y convergencias entre el fenómeno investigado y las teorías biomédicas.

Kleinman afirma que la contribución más fundamental de la antropología no es otro que la sensibilidad sobre el papel que los saberes y mundos locales guardan en la constitución de la salud, la enfermedad y los procesos de curación.

Una antropología de la enfermedad que quiera ser mínimamente exhaustiva deberá incluir tanto una antropología de la illness o de las dimensiones culturales de la enfermedad como una antropología de la sickness que trate sobre los condicionamientos y relaciones sociales de la enfermedad, incluyendo lo que Young denomina «las condiciones sociales de producción del conocimiento» biomédico (1982: 277).

Con todo, nosotros definiríamos a los antropólogos clínicos más como eclécticos que como hermenéuticos, pues ellos mismos reconocen que hacen uso del concepto de EMs (modelos explicativos), pero también del análisis de redes sociales, el análisis de dominios culturales, la

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técnica de grupos focales o el concepto parsoniano de «rol del enfermo», según imponga el quehacer aplicado.

Nancy Scheper-Hughes y Margaret Lock proponen una deconstrucción del uso y significado que la noción de cuerpo ha tenido en el «conocimiento occidental». Analizan tres perspectivas que han tratado el tema del cuerpo de forma diferente y que pueden hacer pensar en la multipli-cidad de diferentes cuerpos o, al menos, de niveles del cuerpo: la teoría fenomenológica, que ha indagado en el cuerpo como entidad individual y existencial, como experiencia vivida del yo-cor- poral (el body-self); la teoría estructuralista y simbolista, que ha analizado el cuerpo como entidad social a menudo antropomor- fizada como en los trabajos de Mary Douglas y, finalmente, los paradigmas postestructuralistas que han entendido el cuerpo como un objeto político producido socialmente.

Csordas es-tablece algunas aclaraciones. La primera de ellas tiene que ver con la distinción entre «cuerpo» ibody) y «corporalización» (embodiment). Una segunda aclaración que establece Csordas tiene que ver con la distinción entre una antropología del cuerpo y una antropología fenomenológica que aquí podemos definir por razones didácticas como una antropología desde el cuerpo. Y es que si bien la primera entiende el cuerpo como un objeto a ser investigado desde paradigmas simbolistas, estructuralistas o postes- tructuralistas, la segunda parte del cuerpo o, mejor dicho, de la corporalización como un principio metodológico.

Otro punto sobre el que arrojan luz las aportaciones de Csordas es la relación entre hermenéutica y semiótica, por un lado, y fenomenología, por otro. Para este autor no se trata de suplantar con una fenomenología la búsqueda de sentidos y de significados, sino más bien de completarla. Y es que, a su juicio, el problema del modelo hermenéutico es que ni el significado puede reducirse a un signo, ni la experiencia al lenguaje.

Casi podríamos decir que en los últimos años los antropólogos están abandonando precipitadamente el barco de la hermenéutica en beneficio de las promesas fenomenológicas. De esta manera, si Csordas apuntaba hace unos años que «en antropología, la fenomenología es una pariente pobre de la semiótica» (1994: 11), en la actualidad la «pariente pobre» está adquiriendo un creciente peso intelectual. Sólo hace falta echar una ojeada a la literatura internacional para ser consciente del gran impacto del paradigma de la corporalización, sobre todo en la antropología médica norteamericana.

Ejemplo de un caso, circunstancia o reflexión del autor:

Brouner: el susto y el uso de remedios hierbales:

1) El primer paso para el tratamiento etnomédico del susto es su identificación en términos emic. Así, se observa que el susto es considerado en su universo cultural como una aflicción espiritual generada por la separación de una esencia vital (el alma) del cueipo. La causa o etiología de tal separación sería la vivencia de un episodio de pánico, de un susto. Los amerindios interpretan que el alma ha sido capturada por fuerzas espirituales que están presentes en la natur aleza. Los mestizos, en cambio, entienden que el alma se pierde y vagabundea libremente al margen del cuerpo. En ambos casos el enfermo no obtendrá gcuración hasta recobrar su alma. La fenomenología de este malestar se reflejará en una serie de signos y síntomas como la falta de apetito, la pérdida de peso, la debilidad y la falta de motivación. Asimismo, el resultado será en ocasiones la propia muerte del afectado.

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2) El segundo paso supone describir los fenómenos en clave biomédica, y aquí aparecen dos datos importantes con respecto al susto: los asustados manifiestan más patalogía que otros tipos de enfermos y son susceptibles de morir prematuramente. Estos datos están disponibles para Browner et al. en los trabajos previos de Collado Ardón, Rubel y O'Nell (1983) sobre la epidemiología del susto; unos estudios que muestran que los afectados puntúan más alto en los indicadores generales de enfermedad que otro tipo de enfermos y muestran una mayor mortalidad. 3) La tercera y última etapa del procedimiento propuesto por Browner et al. implica un análisis de las divergencias y convergencias entre el fenómeno investigado y las teorías biomédicas. Para el caso del susto esta última fase resulta interesante, pues mientras este síndrome cultural no puede reducirse a una patología discreta desde el punto de vista de la nosología biomédica, muestra, sin embargo, la presencia de algún tipo de disfunción orgánica que se materializa en un mayor riesgo de mortalidad. El susto adquiere aquí un papel de claro indicador de un estado de pérdida de salud, más allá de su coherencia con el modelo biomédico de las enfermedades.

Qué inquietud, pregunta, sensación, etc., me queda para la práctica clínica en lo personal y del ejercicio de la psicología clínica en lo general:

Qué tan aceptada puede ser la antropología médica e incursionada en un trabajo multidisciplinario.