retiro de la comunidad cristiana eben · cuyo sentido es el de “fuera de”, y el verbo...

RETIRO DE LA COMUNIDAD CRISTIANA EBEN-EZER DE PUEBLO NUEVO

LEMA: “VIVIENDO BAJO AUTORIDAD” Pr. Joaquín Yebra. 1!

!

RETIRO DE LA COMUNIDAD CRISTIANA EBEN-EZER DE PUEBLO NUEVO – SÁBADO 30 ABRIL – LUNES 2 MAYO

LEMA: “VIVIENDO BAJO AUTORIDAD” Pr. Joaquín Yebra.

PRIMERA SESIÓN (SÁBADO 30 ABRIL):

“La autoridad según las Sagradas Escrituras”:

Lecturas bíblicas:

Mateo 20:25-28: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor (griego: ‘diákonos’), y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestros siervo (griego: ‘doulos’); como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”

Introducción:

El tema de la “autoridad” es uno de los más controvertidos, y del cual pocos son quienes se atreven a hablar con seriedad y sinceridad, por cuanto, tristemente, muchas de las enseñanzas de nuestros días carecen de fundamento sólido y estable según las Sagradas Escrituras.

Sin ninguna duda, la autoridad tiene un alto rango delante de Dios nuestro Señor, por cuanto Él es la fuente de toda autoridad en el universo, habiendo delegado parte de esa autoridad en el hombre, como lugarteniente suyo en esta tierra.

Para entender el sentido de la autoridad según las Sagradas Escrituras hemos de remontarnos a la costumbre en el antiguo Israel de los ancianos, que se reunían con los hombres de la ciudad a sus puertas para tomar decisiones, al estilo del “Tribunal de la Vega de Valencia”, conocido simplemente por “Tribunal de las Aguas”; tribunal consuetudinario que se reúne desde tiempos inmemoriales a la Puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia, para tratar del tema de la distribución del agua por la red de acequias de la Comunidad de Regantes, y para decidir sobre las correspondientes denuncias de los mismos.1

Vamos, pues, a comenzar por considerar algunos ejemplos bíblicos que pueden ayudarnos a comprender el sentido de la autoridad según las Sagradas Escrituras.

I) La autoridad en la Iglesia:

Nuestro Señor Jesucristo escogió la voz hebrea “qahal”, que nos llega en el Nuevo Testamento en la voz griega “ekklesia” (una asamblea o congregación) para describir al pueblo de Dios, sin ninguna implicación respecto a un determinado lugar de reunión.

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1 “Consuetudinario”, del latín “consuetudinarius”, es decir, el derecho introducido por la tradición y costumbre.



!

Sorprendentemente, en el Evangelio sólo se han registrado dos ocasiones en las que Jesús utilizó este término, y ambas se encuentran en el Evangelio según Mateo.

La primera mención se halla en el momento en que al Apóstol Pedro le fue revelada la identidad de Jesús de Nazaret:

Mateo 16:15-18: “Y Jesús les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo (‘Mesías’), el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo que tú eres Pedro (griego: ‘Petros’, ‘un fragmento de roca’), y sobre esta roca (griego: ‘Petra’, ‘una roca o peña grande’) edificaré mi iglesia (‘ekklesia’); y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”

La segunda ocasión es cuando Jesús dio claras instrucciones sobre la disciplina entre sus discípulos:

Mateo 18:15-17: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.”

¿Cuál era el sentido de la voz “ekklesia” y su correspondencia hebrea?

Etimológicamente, este vocablo puede descomponerse en la preposición “ek”, cuyo sentido es el de “fuera de”, y el verbo “kaleo”, que es “llamar”. De modo que podríamos explicarla como “los que han sido llamados a salir”, “los que han sido convocados”.

Pero además de la etimología también tenemos el sentido en que dicha palabra se utilizaba en los días del Nuevo Testamento, es decir, en el siglo I de nuestra era.

En esos días se empleaba esta voz para referirse a un grupo de ciudadanos que se reunían para tratar sobre las cosas que afectaban a la comunidad y tomar las decisiones oportunas. De modo que hoy hablaríamos de “legislatura”, “senado” o “parlamento”.

Hay tres ocasiones en el Nuevo Testamento en que la voz “ekklesia” se usa sin referencia a la “iglesia” como “pueblo del Señor”.

Seguramente os acordaréis de un platero de la ciudad de Éfeso, llamado Demetrio, que estaba profundamente preocupado por el descenso en las ventas de sus estatuillas de la réplica de la diosa griega Diana, a causa de la extensión del Evangelio en su comarca. Organizó un tumulto con otros hombres de su mismo gremio contra los misioneros cristianos.2

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!2 “Diana” es conocida en la mitología griega por “Artemisa” o “Artemis”, y seguramente era de origen pregriego. Fue descrita a menudo como hija de Zeus y Leto, y hermana melliza de Apolo. Era diosa de la caza, los animales salvajes, las tierras vírgenes, y se le veneraba por atribuirle la sanación de



!

En Hechos 19:32 se nos dice que en medio de la confusión del alboroto “unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían reunido.”

Aquí, la voz traducido por “concurrencia” es el original griego “ekklesia”.

No era la “iglesia”, “pueblo de Dios”, la que estaba confusa, sino aquellos paganos eran quienes lo estaban en su alboroto con la intención de poner fin al mensaje de los misioneros cristianos. Y para expresar “concurrencia” o “congregados”, Lucas emplea la voz griega más adecuada, que es “ekklesia” en su sentido secular.

El relato prosigue con la llegada del “escribano” o “alguacil” de la ciudad, quien se dirige a los congregados y les habla en estos términos:

Hechos 19:38-39: “Si Demetrio y los artífices que están con él tienen pleito contra alguno, audiencias se conceden, y procónsules hay; acúsense los unos a los otros. Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea se puede decidir.”

Aquí también hallamos en el original, para “asamblea” la voz griega “ekklesia”. Y lo que es más, la expresión “legítima asamblea” es referencia a la reunión específica de los ancianos de la ciudad o representantes de los ciudadanos congregados para tomar decisiones para la comunidad.

El relato termina con las palabras que hallamos en Hechos 19:40-41:

“Porque peligro hay de que seamos acusados de sedición por esto de hoy, no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón de este concurso. Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea.”

De nuevo, la voz “ekklesia” es empleada en un contexto en el que no hay referencia al “pueblo de Dios”. Esta es la tercera vez en las páginas del Nuevo Testamento.

Evidentemente, al escoger Jesús la voz hebrea “qahal”, que cuando aparece en el texto masorético del Antiguo Testamento se convierte en “ekklesia” en la Septuaginta (LXX) y en el Nuevo Testamento, es porque contiene una carga semántica que no se halla en otras voces hebreas para “congregación” o “asamblea”, como son “asupot”, “atsará”, “edá”, “moed”, “micrá” y “sod”.

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!las enfermedades femeninas. Se solía representar llevando un arco y flechas. Pasó después a identificarse con Selene, la diosa griega de la Luna. En Éfeso su templo fue considerado una de las maravillas del mundo antiguo. Fue considerada “Señora de Éfeso”, diosa madre, semejante a la frigia Cibeles, la gran diosa madre del Mediterráneo. Sus rasgos de identidad con la posterior mariolatría no pueden ser más evidentes. Su imagen estaba cubierta de pechos, si bien algunos investigadores modernos creen que se trataba de testículos de los toros sacrificados en su honor. Sólo queda en pie una de las 121 columnas del templo de Diana en Éfeso. Sus piedras fueron usadas para construir carreteras, fortalezas e iglesias.



!

En el texto bíblico hallamos un claro contraste entre “edá” y “qahal”. Y en un pasaje en particular se muestra clarísimamente la distinción entre ambas voces:

Levítico 4:13-14: “Si toda la congregación de Israel (‘edá’) hubiere errado, y el yerro estuviere oculto a los ojos del pueblo (‘qahal’), y hubieren hecho algo contra alguno de los mandamientos de YHVH en cosas que no se han de hacer, y fueren culpables; luego que llegue a ser conocido el pecado que cometieren, la congregación (‘qahal’) ofrecerá un becerro por expiación, y lo traerán delante del tabernáculo de reunión.”

Los sabios antiguos de Israel llegaron a la conclusión de que “qahal” se empleó también para referirse a un “cuerpo jurídico de representantes del ‘edá’.” De ahí que en el texto de Jueces 14:8 se traduzca “edá” por “enjambre de abejas”.

De todo lo anterior se desprende que la Iglesia de Jesucristo no es una monarquía secular, en la que un “pontiffex maximus” ostenta todo el poder; ni una democracia secular, en la que la mayoría gobierna; ni tampoco una república secular, en la que los representantes o síndicos toman decisiones por las masas; sino que la Iglesia del Señor es una monarquía espiritual, por cuanto Jesucristo es el Rey de reyes y el Señor de señores.

Nos corresponde escuchar su voz y obedecerle. Esto sólo es posible cuando estamos juntos y unánimes, dispuestos a ser guiados por la voz del Espíritu Santo, y en conformidad con las Sagradas Escrituras.

II) El Señor ha dejado también autoridad delegada entre sus discípulos.

Jesucristo, como Buen Pastor, ha dejado en su Iglesia pastores para cuidar el rebaño. Estas son las palabras del Apóstol Pablo al despedirse de los hermanos de la Iglesia en Éfeso, en la playa de Mileto, justo antes de embarcar rumbo a Jerusalem:

Hechos 20:28: “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.”

Filipenses 1:1-2: “Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los obispos y diáconos. Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”

¿Cuál es el alcance de autoridad de los pastores, llamados también con las voces sinónimas de ancianos y obispos?

En el curso de los siglos de historia del pueblo de Dios podemos comprobar que el Señor siempre ordenó a hombres, y algunas mujeres, para ser los cuidadores del pueblo, y no me refiero a “príncipes” con poder político, sino a guías espirituales en la forma de “jueces” (hebreo: “shoftim”, término que significa “libertadores”, es decir, “garantes de la libertad”); “ancianos”, es decir, hombres de edad estimados por el pueblo por su sabiduría, y tenidos por “pastores”, como dirigentes y conductores del pueblo.



!

Recordemos cómo Moisés fue exhortado a nombrar jueces y compartir la carga:

Éxodo 18:13-22: “Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde. Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacia con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde? Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes. Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo. Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios. Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer. Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo.”

En este pasaje observamos también la prudencia de Jetro, sacerdote de Madián, y suegro de Moisés, al someter su sabio consejo a la voluntad divina:

Éxodo 18:23-26: “Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar. Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo. Escogió Moisés varones de virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez. Y juzgaban al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño.”

Nuestro Señor Jesucristo nos enseña que no se trata de puestos o cargos con mayor jurisdicción que la de los demás. Dicho de otra manera, que la jurisdicción no viene con el cargo, con el puesto, sino con la persona.

Para Jesús, no es “pastor” quien ocupa semejante posición, sino que es la persona quien constituye el cargo. La posición es la persona. El don es la persona. Como dicen algunos refranes ingleses: “People make places”, “La gente hace los lugares”; “You can’t judge a book by its cover”, “No se puede juzgar un libro por su cubierta”; “The suit doesn’t make the man”, “El traje no hace al hombre”; y el magnífico refrán castellano, tan cargado de historia y malas experiencias con clérigos, que reza así: “El hábito no hace al monje”. 3

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!3 “Los signos lingüísticos de una lengua no suelen coincidir con los de otra en toda la serie de sus significados potenciales… Los refranes son metáforas complejas, pero hay casos en que ambos refranes se traducen recíprocamente de manera irreprochable, porque el sentido de uno equivale plenamente al sentido del otro.” (García Yebra, Valentín, “Teoría y Práctica de la Traducción”, 2 volúmenes, Editorial Gredos, Madrid, 1984.).



!

Por eso nos dice el Maestro que la autoridad entre sus discípulos no se ciñe al rango, sino que se circunscribe exclusivamente al servicio, y éste al siervo o la sierva.

Mateo 20:25-28: “Entonces Jesús, llamándolos dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”

Mateo 23:8-12: “Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”

Cuando examinamos la historia de la Iglesia, particularmente la vinculada al poder del estado secular, nos percatamos fácilmente de que Jesús estaba haciendo dos cosas al darnos estas enseñanzas: Por una parte estaba dándonos mandamientos, y por otra estaba profetizando lo que no tanto tiempo después acontecería en el seno de la Iglesia.

Y, efectivamente, aunque ha habido y hay muchos siervos que han comprendido y vivido la autoridad como servicio, dejando un notable testimonio entre el pueblo de Dios y ante el mundo, la corriente principal del cristianismo organizado ha seguido un modelo de autoridad según las estructuras mundanas, y no según Cristo.

En este pasaje en el que Jesús establece con claridad que según Él la autoridad radica en el servicio, no en una estructura en la que hay una posición, independientemente de quien la ocupe, para ejercer autoridad sobre el resto del rebaño, la decisión de nuestro Señor es que no ha de ser así entre nosotros.4

Jesús no deja duda respecto a la necesidad de ejercer autoridad en su Iglesia. Por consiguiente, no se trata de anular la autoridad, y que el pueblo descienda al penoso nivel de los hebreos en los días con que concluye el libro de los Jueces 21:24-25:

“Entonces los hijos de Israel se fueron también de allí, cada uno a su tribu y a su familia, saliendo de allí cada uno a su heredad. En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía.”

Ahora bien, en las palabras de Jesús, según fueron recogidas en el texto paralelo de Lucas 22:26-27, hay una expresión sumamente interesante:

“Mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve. Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!4 Este pasaje se halla también en los paralelos de Marcos 10:35-45 y Lucas 22:23-27.



!

mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve.”

No deja de ser curioso que, en contraste con el uso frecuente en el Nuevo Testamento y en la eclesiología de la Iglesia del término “ancianos”, nuestro Señor emplee la expresión “más joven” para referirse a quien ejerce la autoridad en medio de los discípulos.

Preguntémonos qué lugares de responsabilidad ocupan los jóvenes en nuestras iglesias. Y veamos que en la Iglesia naciente tampoco fue fácil que los jóvenes fueran tenidos en cuenta. Estas palabras de Apóstol Pablo al joven pastor Timoteo son una evidencia:

1ª Timoteo 4:12: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.”

Jesús reconoce la necesidad de que haya dirigentes en el pueblo, “guiadores”, “pastores”, “supervisores”, “cuidadores”, pero siempre bajo la norma del servicio y las virtudes de “palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza”, no de la autoridad impositiva como el mundo la conoce.

Por eso es que la función de autoridad encomendada por nuestro Señor es completamente diferente, incluso me atrevo a pensar que absolutamente opuesta, a las llamadas funciones de “liderazgo”, como hoy gusta a tantos decir, de las estructuras del mundo.

Una mirada a las condiciones de los denominados obispos, pastores o ancianos, según hallamos en las Cartas Pastorales del Apóstol Pablo, nos ayudará a considerar lo que la Iglesia naciente esperaba de ellos:

1ª Timoteo 3:1-7: “Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo.”

Tito 1:5-9: “Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo, retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.”



!

Para nuestro único Señor, Rey y Maestro, el Obispo de nuestras almas, Jesús de Nazaret, la guía es mediante la santidad, y el servicio mediante la humildad y la consideración de la importancia del valor de los demás:

Filipenses 2:3: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.”

Recordemos que el vocablo “obispo” no es nada más que la transliteración española del griego “episkopos” (“epi”, “sobre”, “skopos”, “mirar”; es decir, “supervisor” o “superintendente”, “aquel que mira desde arriba para cuidar a todos”; y que en la Escritura no es nada más que otro término para referirse al oficio de “anciano”, (griego: “presbiteros”).5

A mí personalmente no me gusta emplear la voz “líderes” cuando hablo español, por cuanto se trata de un anglicismo innecesario en la lengua castellana, con demasiadas connotaciones políticas y mercantiles. 6

Ahora bien, por una parte el Apóstol Pablo nos insta a considerar a los demás como superiores a nosotros mismos, pero nuestro Señor nos dice en el Evangelio según Lucas algo que puede en principio parecernos contradictorio:

Lucas 6:40: “El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado será como su maestro.”

¿Cómo es esto posible? Creemos que la respuesta la hallamos en las palabras del Apóstol Pedro dirigiéndose a sus compañeros en el ministerio:

1ª Pedro 5:1-4: “Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!5 La posición de “obispo” en el sentido estructural en el que degeneró, estableciéndose jerárquicamente en Roma en el siglo VIII, tiene su origen bajo el reinado del emperador Teodosio en su reforma de la estructura de la Iglesia Cristiana Imperial. Originalmente, la primera estructura de la religión oficial del imperio romano estaba compuesta por el emperador, los vicarios, y después los presbíteros. Bajo Teodosio, las posiciones de los vicarios fueron ocupadas por los exarcas, seguidos por los obispos, los presbíteros y los diáconos. Los “episcopoi”, “obispos”, fueron a partir de ese momento posiciones hereditarias dinásticas otorgadas por el emperador a los hijos de entre las familias nobiliarias del imperio. La primera referencia de un obispo de naturaleza dinástica y estructuralmente jerárquico nos llega del año 385, en Constantinopla, bajo el emperador bizantino Teodosio. 6 El anglicismo “líder” es la transliteración española del inglés “leader”, del inglés antiguo “laedere”, del verbo “ladean”, “jefe máximo de las tribus germánicas”. A partir de 1918 se convierte en sinónimo del alemán “führer”, del italiano “duce”, y del español “caudillo”. Después, se ampliará su uso a todo dirigente social, político, empresarial, y hoy, tristemente, a los dirigentes cristianos. No es una voz existente en el Nuevo Testamento, sino una con bastante pasado turbio, por mucho que algunos traten de dulcificar y cristianizar. Quizá por eso no nos guste, si bien respetamos a quienes lo quieran emplear, con la esperanza de que al menos la llenen con carga semántica de “servicio”, “entrega”, “ejemplo” y “guía”.



!

entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.”

Aquí queda perfectamente clara la manera en que ha de llevarse a cabo la autoridad en la Iglesia del Señor: Mediante el ejemplo.

Naturalmente, hay ocasiones en que los discípulos que están en pecado, en desobediencia y rebeldía, han de ser amonestados, corregidos y disciplinados, pero en los casos que se nos presentan en el Nuevo Testamento, como es el caso de Mateo 18:15-20, que ya hemos tratado, y en 1ª Corintios 5, no hay ni una sola referencia al papel específico de los “ancianos” o “pastores”.

Esto implica que no tomaron decisiones sobre la Iglesia, o por encima de ella, o a espaldas de ella, sino con la Iglesia, juntos y unánimes, por cuanto en la Iglesia de Dios nadie es objeto, sino que todos somos sujetos.

Precisamente, ese es el verdadero sentido de la “sujeción”. No un sometimiento ciego, sino una vinculación amorosa, humilde y espiritualmente solemne.

¡Cuántos casos de división amarga nos habríamos ahorrado si hubiéramos comprendido este valor de nuestro Señor para su Iglesia!

Cuando Pedro emplea la expresión “apacentad la grey de Dios”, está utilizando el verbo “poimaino”, “hacer las funciones de un pastor”, e insta a hacer “cuidando de ella”, y emplea el verbo “episkopeo”, es decir, como “epískopos”, como “obispos”, “supervisores”, “superintendentes”, “cuidadores”.

La autoridad episcopal ha de ser como una “red” protectora de la grey, actuando como ejemplo en todos los aspectos de la vida cristiana.

Recordemos el comienzo de la canción de victoria que entonaron Débora y Barac, y que nos ha llegado en Jueces 5:2:

“Por haberse puesto al frente los caudillos en Israel, por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo, load a YHVH.”

La autoridad delegada por el Señor es buena, y sabios seremos si seguimos voluntariamente a los guías nombrados por Él…

Pero, ¿cómo es posible ejercer autoridad y al mismo tiempo ser humildes?

III) Es importante hacer una clara distinción entre la autoridad jurisdiccional y la espiritual.

Dios ha ordenado autoridad en el hogar y en la familia. Eso es autoridad jurisdiccional. Vamos a ver algunos textos que no suelen ser populares en nuestros días, por cuanto, tristemente, muchos guías del pueblo de Dios son “guías ciegos” que quieren armonizar la Sagrada Escritura con las tendencias de nuestros días. Vamos a ver lo referente al matrimonio:



!

1ª Corintios 11:3: “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.”

Efesios 5:21-33: “Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la Palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.”

Colosenses 3:18-19: “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.”

1ª Pedro 3:1-4: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.”

Y a los esposos, la palabra apostólica manifiesta exactamente lo mismo:

1ª Pedro 3:7: “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.”

También hay una autoridad jurisdiccional respecto a los hijos y los padres:

Efesios 6:1-4: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”

Colosenses 3:20-21: “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.”

Hebreos 12:5-11: “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama,



!

disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos (nuestros padres), ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste (Dios) para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”

Esta es la autoridad jurisdiccional: Respeto de la mujer al marido; amor de éste a su mujer. ¿Hay un respeto mayor que el amor? Y lo mismo podemos decir respecto a los padres y los hijos.

Pero la autoridad espiritual no se ejercita en el reino de lo visible, sino en el ámbito del Espíritu Santo y el espíritu del hombre y la mujer. Por eso es que quienes viven ajenos al Espíritu Santo no pueden reconocer esta autoridad, aunque puedan beneficiarse de ella.

Personalmente, creo que es a esta autoridad a la que nuestro Señor Jesucristo se refería en su conversación con Nicodemo:

Juan 3:3: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.”

Para ver el reino de los hombres basta con tener ojos en la cara. Para ver y entrar en el Reino de Dios es menester haber nacido de simiente incorruptible, de lo alto, del agua y del Espíritu Santo.

Juan 3:5: “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.”

La inmensa mayoría de los hombres y mujeres del mundo, comprendidos muchos cristianos nominales, no han nacido de nuevo, y por lo tanto, no pueden ver ni entender las cosas del Reino de Dios, comprendida la autoridad espiritual.

1ª Corintios 2:14: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.”

Nuestro Señor Jesucristo no tuvo autoridad jurisdiccional en la tierra en los días de la carne. Ni siquiera fue sacerdote del orden levítico-aarónico, por cuanto no pertenecía a la tribu de Leví, sino a la de Juda. Pero su autoridad espiritual fue extraordinaria, por cuanto Jesús es el Verbo encarnado, y el Verbo es Dios.

Incluso los demonios se le sujetaron, por cuanto los seres espirituales –ángeles y demonios- reconocen la autoridad espiritual.

Por eso es que cuando un cristiano ora con verdadera autoridad espiritual –eso es lo que significa “orar en el Nombre de Jesús”, es decir, conforme a la



!

voluntad del Señor- esa oración es auténticamente eficaz, aunque en el reino visible ese cristiano carezca de reconocimiento.

IV) Veamos algunos ejemplos al respecto:

Cuando el Apóstol Pedro nos dice en el texto de 1ª Pedro 3:1-2, que la mujer cristiana se sujete a su marido, aunque éste no siga al Señor, para que sin palabra pueda ser ganado por la conducta de su mujer, pensamos que Pedro está refiriéndose a la conducta ejemplar de una esposa fiel, lo cual es sin duda verdad, pero personalmente sospecho que hay algo más profundo todavía en esta enseñanza apostólica, algo que tiene una raíz anterior al hecho innegable del testimonio; algo que comienza con la autoridad espiritual.

Si el esposo de una mujer cristiana fiel es desobediente a la Palabra de Dios, ¿quién tiene la autoridad jurisdiccional en esa relación matrimonial? A pesar de su desobediencia, ese esposo sigue teniendo la autoridad jurisdiccional en el hogar. Por diseño de Dios “el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia”. (Efesios 5:23).

Pero ¿quién tiene la autoridad espiritual en esa relación? ¿A quién honrará Dios? A pesar de la autoridad jurisdiccional del marido, la sumisión de la esposa a Dios, por encima de su conducta y testimonio, es la fuente de toda autoridad espiritual, y el canal de bendición del Espíritu Santo para llevar a ese esposo a la obediencia a Cristo Jesús.

Así podemos distinguir entre la autoridad jurisdiccional y la autoridad espiritual.

La autoridad espiritual no ignora ni socava la autoridad jurisdiccional, pero reconoce una realidad superior al plano de lo visible.

Así podemos comprender el sentido y el alcance de las palabras del Apóstol Pablo en 1ª Corintios 7:14:

“Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer (creyente), y la mujer incrédula en el marido (creyente).”

¿Quiere decir esto que un marido incrédulo se salvará automáticamente por el hecho de que su esposa sea una cristiana fiel? Naturalmente que no es así de fácil; que la responsabilidad personal nunca es anulada; pero la autoridad espiritual del creyente va más allá de lo que habitualmente se ha enseñado y se enseña.

La esposa creyente o el esposo creyente tienen autoridad espiritual para apartar a su cónyuge y situarlo en una posición realmente única para la intervención divina en su vida. Eso es lo que significa “santificar”.

Así podemos entender la distinción entre la autoridad jurisdiccional y la espiritual en el servicio de la Iglesia.

Después de advertir a los pastores que no ejerzan señorío sobre los hermanos, el Apóstol Pedro dice estas palabras:



!

1ª Pedro 5:5: “Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.”

La enseñanza apostólica sobre la autoridad espiritual es muy clara en la Epístola a los Hebreos:

Hebreos 13:7: “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la Palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.”

El original griego dice más que simplemente “vuestros pastores”, como si se tratara sólo de quienes ocuparon esa posición eclesiástica, sino que literalmente dice “ton egoumenon umon”, “los que os estimaron y condujeron”.

Eso mismo es lo que el Apóstol Pablo les dice a los hermanos en Tesalónica, describiendo las funciones de los pastores:

1ª Tesalonicenses 5:12-13: “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima (griego: ‘hegeomai’) y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros.”

El griego “hegeomai” es una voz polisémica de una gran riqueza. De ahí que pueda significar “pensar”, “contar”, “considerar”, “estimar”, y se usa frecuentemente para referirse a los siervos ministeriales, a los que ejercen autoridad espiritual sobre la grey de Dios.

En este texto de 1ª Tesalonicenses 12:13, aparece la voz griega “hegeomai”, traducida por “tener en mucha estima”, de lo que deducimos que los hermanos estamos llamados a tener en mucha estima a aquellos que nos estiman y conducen por el camino del Señor, trabajando entre nosotros, presidiéndonos en el Señor, y amonestándonos.

Este es el carácter mutuo y recíproco de la autoridad como servicio según el Nuevo Testamento.

Hebreos 13:17: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.”

Conclusión:

Cuando las comunidades cristianas abrazan con el corazón estas enseñanzas de la Palabra de Dios, y obedecen a sus pastores en esa estima espiritual, que nada tiene que ver con el abuso y la tiranía sectaria que hoy tanto se da, el resultado es una armonía dulce en la que Dios halla su delicia.

Ejercer autoridad espiritual no es enseñorearse del rebaño, sino cuidar amorosamente, con mucha estima, a aquellos de quienes tendremos que dar cuenta un día.

Vamos a concluir recitando las bellísimas palabras del Salmo 133:

¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!



!

Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras;

Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sión;

Porque allí envía YHVH bendición, y vida eterna.”

Amén.




!

SEGUNDA SESIÓN (DOMINGO 1 MAYO).

“La Rebelión, signo de los tiempos”

Romanos 1:28-32: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.”

2ª Timoteo 3:1-5: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.”

Introducción:

La rebeldía o rebelión es uno de los más destacados signos de los tiempos que estamos viviendo, conforme se nos ha profetizado en el Nuevo Testamento.

El “yo” ha alcanzado cotas de supremacía inimaginables en muchos hombres y mujeres de nuestros días. Y esto tristemente ha penetrado en la Iglesia del Señor, donde la rebeldía contra toda autoridad se manifiesta, al igual que en todos los demás estamentos de la sociedad.

Del mismo modo que Dios es la fuente de toda autoridad verdadera, Satanás -¡Dios le reprenda!- es el autor de toda rebelión.

Recordemos que Satanás fue un arcángel protector, llamado Lucifer y Luzbel, es decir, el “portador de la luz”, quien fue desterrado del cielo a causa de haber levantado una insurrección contra Dios, en la que arrastró tras de sí a muchos ángeles contaminados por él:

Isaías 14:11-15: “Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán. ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo.”

I) La rebeldía es la esencia del espíritu satánico, desde la rebelión de Luzbel hasta nuestros días.

Así lo enseña el Apóstol Pablo escribiendo a los cristianos de Éfeso:



!

Efesios 2:1-3: “Y él (Dios) os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”

Si permitimos que este espíritu nos contamine y llegue a controlarnos, nos rebelaremos contra toda autoridad, comprendido el propio Señor y su Palabra, a veces de maneras muy sutiles.

Las advertencias de las Sagradas Escrituras son muy claras al respecto. Así se expresa la palabra profética en el caso de la desobediencia de Saúl:

1º Samuel 15:22-23: “Y Samuel dijo: ¿Se complace YHVH tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las apalabras de YHVH? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de YHVH, él también te ha desechado para que no seas rey.”

El proverbista lo manifiesta con nitidez en Proverbios 17:11:

“El rebelde no busca sino el mal, y mensajero cruel será enviado contra él.”

Y la palabra apostólica dice así en su Segunda Epístola Universal de Pedro:

2ª Pedro 2:9-10: “Sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; y mayormente aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío.”

Naturalmente, cuando faltan los valores morales que dimanan de la Santa Ley de Dios –no confundirla con la ley del pecado y de la muerte, que es de la que hemos sido librados si estamos en Cristo- se producen abusos de autoridad y perversiones en toda forma de gobierno, secular y religioso.

Ese fue, por ejemplo, el caso de cuando a los Apóstoles Pedro y Juan les fue prohibido por el Sanedrín predicar el Evangelio de Jesucristo. Veamos cuál fue su respuesta:

Hechos 4:18-20: “Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.”

La única circunstancia en la que la desobediencia es justificable, conforme al testimonio de las Sagradas Escrituras, es cuando las leyes de los hombres entran en conflicto con la Palabra de Dios nuestro único Señor.



!

Como discípulos de Jesucristo debemos cooperar con las autoridades de la nación, excepto en aquellas situaciones en las que sus leyes se alejen de los principios morales y de justicia de la Santa Ley de Dios.

De ahí se desprende que el Apóstol Pablo nos pida que oremos por todos aquellos que están en autoridad:

1ª Timoteo 2:1-3: “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador.”

Dios puede usar nuestras oraciones a favor de aquellos que están en autoridad, para que sus corazones sean cambiados, o para que sean removidos de sus posiciones, por no corresponderles a la luz de la Palabra de Dios.

Con frecuencia las oraciones de los cristianos pueden ser más poderosas que los votos.

En el Salmo de acción de gracias de David, que hallamos en 1º Crónicas 16, compuesto por fragmentos del Salmo 96, 105 y 106, leemos así:

1º Crónicas 16:19-22: “Cuando ellos eran pocos en número, pocos y forasteros (en la tierra de Canaán), y andaban de nación en nación, y de un reino a otro pueblo, no permitió (el Señor) que nadie los oprimiese; antes por amor de ellos castigó a los reyes. No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas.”

II) Características de la autoridad delegada en la Iglesia de Jesucristo.

Al considerar la actitud de muchos cristianos hacia las figuras de autoridad que Dios ha dejado en nuestra sociedad, comprendemos la dificultad que muchos encuentran para relacionarse con la autoridad delegada por nuestro Señor en su Iglesia.

En el curso de los años nos hemos quedado más que espantados al ver las actitudes de cristianos hacia sus jefes y supervisores en el trabajo secular, hacia sus profesores en escuelas e institutos, incluso hacia las normas de tráfico y de convivencia más elementales.

Igualmente, hemos quedado consternados al ver la transformación al estilo de “Dr. Jekyll y Mr. Hyde” que experimentan muchos hermanos y hermanas al pasar del culto a la reunión administrativa en las iglesias de gobierno congregacionalista…

La parsimonia con que algunos pueden producir una división en el seno de una asamblea cristiana, con tal de llevar adelante una propuesta u opción personal, sin importarles para nada quebrantar el espíritu de unanimidad de la obra de Dios…

Y la insensibilidad ante la situación en que puede quedar una familia pastoral, zarandeada por una congregación que trata al pastor como si fuera un mero



!

número de empleado de una multinacional que abre y cierra plantas cuando quiere y como quiere, en función del coste de mano de obra y los resultantes beneficios del mercado.

Y es que al hombre viejo o natural no le agrada que nadie le supervise, ni le pida rendición de cuentas, por la sencilla razón de que el corazón no regenerado no acepta ninguna autoridad espiritual.

Quizá hallemos aquí la razón más honda para explicar la reticencia de parte de muchas iglesias y sus gobiernos a entrar en la renovación del Espíritu Santo, por cuanto si la dirección de la comunidad cristiana está en manos del Santo Consolador, eso significa que deja de estar al alcance manipulador de las manos de los hombres.

Y de hecho, la mayor distancia que puede darse entre las iglesias no radica en su adscripción denominacional, sino en ser dirigida por el hombre y la tradición, o ser guiada por los dones, ministerios y operaciones del Santo Espíritu de Dios.

La autoridad pastoral según el Espíritu Santo es ministerial, es decir, el cuidado y protección de la grey mediante la enseñanza y el ejemplo, en humildad consciente de que la Iglesia es propiedad del Señor, está constituida por le pueblo del Señor, el trabajo es la obra del Señor, y los pastores somos solamente cuidadores dirigidos por el Santo Espíritu de Dios.

La autoridad delegada por nuestro Señor ha de ser, si es genuinamente dirigida por el Espíritu Santo, amorosa, tierna, firme y sacrificial, buscando siempre el bienestar de los hermanos.

El contraste más claro que se nos da en el Nuevo Testamento es la figura de un Diótrefes, mencionado en la 3ª Juan 9-10:

“Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia.”

La autoridad delegada por el Buen Pastor a los pastores es autoridad paternal, por cuanto proviene del Padre, es autoridad firme pero fraternal, por cuanto proviene de Jesucristo, Hijo del Padre y Hermano Mayor nuestro, y es autoridad del Santo Espíritu Consolador y maternal.

Ahí radica toda la diferencia entre el pastorear y enseñorearse. Veamos las diferencias más notables:

Los pastores, obispos o ancianos del rebaño lo guían con compasión, mientras que quienes se enseñorean de la grey desprecian a los hermanos, sólo demandan y usan a las almas para su beneficio.

Los pastores según el corazón de Dios guían mediante el ejemplo, mientras que los que se enseñorean del rebaño creen que ellos están exentos de vivir en conformidad con sus propias exigencias.



!

Los pastores que en verdad lo son saben que los miembros de las iglesias no son suyos, sino del Señor, como ellos mismos lo son, mientras que los que pretenden ser dueños del rebaño sólo buscan controlar y manipular para su propio beneficio.

Los pastores guiados por el Espíritu Santo se ocupan más del bienestar espiritual de los hermanos que de su propio bienestar, mientras que los que pretenden ser señores del rebaño buscan primeramente su propio beneficio y no les importa abusar de las almas.

Los pastores ordenados por el Señor son humildes y no se consideran superiores al rebaño, mientras que los pastores hechos por los hombres sólo quieren exaltarse por encima de los hermanos.

La autoridad pastoral es la de un siervo a las ordenes del Maestro, a quien se le ha encargado tratar a los hermanos con amor y equidad, siguiendo el ejemplo de Jesucristo; estimularles a tener una visión personal del Señor, instruirles en las Sagradas Escrituras y protegerles de los ataques de los lobos disfrazados de ovejas.

Los pastores según Dios nunca olvidan que la iglesia está constituida, según el Apóstol Pedro, por “un linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.” (1ª Pedro 2:9-10).

Y que ningún pastor en esta tierra puede pretender ser lo que sólo le pertenece a Jesucristo:

Efesios 1:22-23: “(Dios Padre) sometió todas las cosas bajo sus pies (los de Jesucristo), y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.”

Colosenses 1:18: “Y (Jesucristo) es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia.”

III) La Biblia también nos enseña cuál ha de ser la relación de los hermanos con los pastores.

Primeramente, respeto y amor, lo que ha de alcanzar a todos los hermanos entre sí, pero muy particularmente o comenzando por ellos:

1ª Tesalonicenses 5:12-13: “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros.”

1ª Timoteo 5:17: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.”

En segundo lugar, obedecer sus enseñanzas siempre que sean en conformidad con las Sagradas Escrituras:



!

Efesios 4:11-12: “Y él mismo (Jesucristo) constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.”

En tercer lugar, seguir el ejemplo de quienes nos presiden, instruyen y amonestan:

Hebreos 13:7: “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.”

1ª Pedro 5:3: “No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.”

Estas palabras, con su combinación de exhortación y amonestación, destacan el hecho de que a pesar de la mucha formación académica que un pastor puede poseer, una vida de santidad, de pureza, y un hogar basado en los principios de la Palabra de Dios, son los fundamentos imprescindibles para ser guías del rebaño.

El seguimiento ha de basarse en la conducta y el ejemplo de una vida de fe.

En cuarto lugar, el pueblo de Dios ha de orar e interceder por sus pastores, por cuanto están en posición de particular peligro de parte del maligno y sus agentes:

2ª Tesalonicenses 3:1-2: “Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe.”

En quinto lugar, no aceptar ligeramente acusaciones contra los pastores, sino con testigos veraces:

1ª Timoteo 5:19: “Contra un anciano no admitas acusación, sino con dos o tres testigos.”

Y en sexto lugar, procurar proveer para sus necesidades físicas:

1ª Timoteo 5:17-18: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor (literalmente griego ‘timé’, ‘precio’, ‘valor’, ‘honor’, ‘salario’), mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: ‘No pondrás bozal al buey que trilla’; y: ‘Digno es el obrero de su salario’.”

Las iglesias que no procuran sostener a sus pastores caen en el pecado de violar las Escrituras y quedan atrapadas en el espíritu de mezquindad que obstaculiza el desarrollo de la obra cristiana.

Es imposible que semejantes iglesias puedan manifestar poder espiritual y progreso en la extensión del Evangelio.



!

Los principios de esta práctica se hallan en la enseñanza de nuestro Señor Jesucristo y en la palabra apostólica:

Mateo 10:9-10: “No os proveáis de oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni de alforja para el camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es digno de su alimento.”

1ª Corintios 9:14: “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el Evangelio, que vivan del Evangelio.”

Así nos lo enseña el Apóstol Pablo, quien, sin embargo, no hizo uso en algunos momentos de ese privilegio, ni exigió a las iglesias que le sostuvieran, si bien aceptó con gratitud cuando éstas se acordaron de él:

1ª Corintios 9:15: “Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque prefiero morir, antes que nadie desvanezca esta mi gloria.”

Filipenses 4:10-20: “En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual estabais solícitos, pero os faltaba oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Si embargo, bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación. Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos; pues aun a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. No es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta. Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

Y en séptimo lugar, asumamos que los pastores son quienes no sólo tienen más autoridad en las iglesias, sino también mayor responsabilidad.

Esto quiere decir que en su ministerio siempre habrá decisiones que tomar que el resto de los miembros de la iglesias no tendrán necesidad de tomar.

El miembro sabio y humilde reconoce que su autoridad no es la del pastor, y en consecuencia no confunde su labor dentro de la comunidad cristiana.

Recordemos la clara advertencia que nos llega de la pluma del Apóstol Santiago:

Santiago 3:1: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.”

El Apóstol no está tratando de evitar que otros aspiren al ministerio de la enseñanza, que forma parte del pastorado, ni que quiere monopolizarlo, sino



!

que lo que pretende es hacernos conscientes de la inmensa responsabilidad de la enseñanza de la Palabra de Dios, tomada tan tristemente a la ligera en muchos círculos en nuestros días.

Hoy, más que ayer, muchos anhelan el prestigio del ministerio sin la carga y la responsabilidad, y el daño producido por quienes llegan al ministerio pastoral sin el llamamiento divino y la preparación adecuada puede en algunos casos ser irreparable.

IV) No podemos estar genuinamente bajo autoridad espiritual sin estar comprometidos con una comunidad cristiana, es decir, con una iglesia local.

El mandamiento apostólico es muy claro al respecto de esto:

Hebreos 10:24-25: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”

No podemos rendir cuenta de nuestra vida cristiana si nos ausentamos de la congregación, o saltamos de una a otra, contribuyendo a la creación de esa atmósfera teatral que hoy tristemente caracteriza a muchas iglesias.

Por otra parte, la principal razón por la que hoy tantos van de iglesia en iglesia es porque bajo la excusa de tener un “espíritu libre”, simplemente tratan de eludir su responsabilidad cristiana, evitando ser instruidos responsablemente, ser amonestados, es decir, corregidos para su bien.

Frecuentemente, estos hermanos indoctos e inconstantes son los que huyen de las congregaciones tan pronto son corregidos, por cuanto en su rebeldía no admiten autoridad sobre ellos ni quieren cambiar; o bien se refugian en iglesias donde se busca simplemente la asistencia, se fomenta la alabanza, pero no la enseñanza, y resulta fácil pasar inadvertido entre la masa.

Sin rendición de cuentas no se puede vivir bajo autoridad, y quien no quiere vivir bajo autoridad no debería pasar a formar parte de una comunidad cristiana.

Recordemos una profecía neotestamentaria bastante ignorada en nuestros días:

2ª Timoteo 4:3-4: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.”

Todo verdadero cristiano, es decir, nacido de nuevo, de lo alto, de simiente incorruptible, del Espíritu Santo, puede estar seguro de haber sido sellado con la bendita Persona del Espíritu Santo.

Sin embargo, porque hemos sido bautizados en un cuerpo, seamos griegos, judíos o cualesquiera sea nuestro origen, “a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. (1ª Corintios 12:13).



!

Y del mismo modo, por pertenecer a ese cuerpo, que es la Iglesia de Jesucristo, cuya cabeza es exclusivamente nuestro Señor, no se nos ha dejado huérfanos ni solos: No estamos huérfanos, porque el Señor ha derramado su Santo Espíritu; y no estamos solos porque el Señor ha constituido pastores, llamados también obispos y ancianos, para representar su autoridad en la Iglesia y ante el mundo:

Mateo 18:18: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.”

2ª Corintios 5:20: “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.”

Hechos 14:23: “Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, les encomendaron al Señor en quien habían creído.”

Podemos ver por el testimonio del libro de los Hechos de los Apóstoles que incluso los propios Apóstoles estaba sujetos a los pastores y rendían cuentas de su ministerio, lo que demuestra que los llamados “ministerios independientes”, tan tristemente populares en nuestros días, no están dentro del orden del Señor:

Hechos 21:17-20: “Cuando llegamos a Jerusalem, los hermanos nos recibieron con gozo. Y al siguiente día Pablo entró con nosotros a ver a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos; a los cuales, después de haberles saludado, les contó una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por su ministerio. Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios.”

Tengamos presente lo muy peligroso que es rebelarse contra los siervos de Dios que en verdad lo son, y que cumplen las demandas divinas para su ministerio:

Éxodo 16:2, 6-8: “Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto… Entonces dijeron Moisés y Aarón a todos los hijos de Israel: En la tarde sabréis que YHVH os ha sacado de la tierra de Egipto, y a la mañana veréis la gloria de YHVH; porque él ha oído vuestras murmuraciones contra YHVH; porque nosotros, ¿qué somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros? Dijo también Moisés: YHVH os dará en la tarde carne para comer, y en la mañana pan hasta saciaros; porque YHVH ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra él; porque nosotros, ¿qué somos? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra YHVH.”

Salmo 105:15: “No toquéis, dijo (YHVH) a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas.”

Conclusión:

En medio de una sociedad en la que la rebeldía es la nota más característica, que ha penetrado en la familia y en la iglesia, hemos de ser cuidadosos de que semejante actitud no nos arrastre.



!

Pidámosle a nuestro Señor que nuestras iglesias siempre sean congregaciones centradas en Jesucristo y su Palabra, bajo la unción del Espíritu Santo, para que el Padre se glorifique en su Hijo y su cuerpo aquí en la tierra, hasta el día de nuestro encuentro con Él en el Gran Día de Dios.

Que como pastores estemos igualmente sujetos en reconocimiento mutuo y compañerismo sincero.

Y que como miembros de ese cuerpo vivamos sujetos a nuestros pastores, y los unos a los otros, en la obediencia a Cristo y el amor fraternal no fingido.

Amén.


TERCERA SESIÓN: (LUNES 2 DE MAYO).

“El Abuso Espiritual”.

3ª Juan 9-10: “Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia.”

Mateo 7:15-20: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.”



!

Mateo 24:11, 24-25: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos… Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes.”

2ª Corintios 11:13-15: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.”

2ª Pedro 2:1-3: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aún negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.”

1ª Juan 4:1: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.”

Introducción:

El abuso espiritual es tan antiguo como la propia religión organizada, y puede darse bajo cualquier estructura organizativa, si bien las de carácter jerárquico son mucho más proclives a semejante desviación.

El tema es suficientemente complicado como para que lo reduzcamos frívolamente, buscando una simple definición de diccionario.

Quienes han padecido de esta clase de abuso, arropado bajo religiosidad y sutiles amenazas espirituales, saben muy bien que puede deteriorar su relación personal con Dios, y llegar a hacerles dudar de la propia existencia de la Deidad.

El abuso espiritual es el mal uso de cualquier posición de poder, de dirección, de influencia o de lo que hoy gusta a muchos llamara “liderazgo”, un término peligroso, como hemos visto anteriormente, bajo el cual caben desde buenas intenciones hasta las mayores monstruosidades.

El abuso espiritual se da cuando alguien en posición de autoridad espiritual, cuyo propósito sano es servir, enseñar, edificar y facilitar una mayor libertad al pueblo de Dios, se erige a sí mismo como supuesto intermediario entre Dios y los hombres para controlar, coaccionar o manipular las consciencias de quienes se le someten, para obtener beneficio para sus propios intereses, bajo la apariencia de hacerlo para el servicio de Dios.

El abuso espiritual siempre tiene por meta satisfacer los intereses egoístas de alguien que no es la persona que precisa de ayuda o dirección, sino los intereses personales del supuesto guía o ayudador.



!

A veces el abuso espiritual surge de una posición doctrinal o eclesiológica determinada, basada en interpretaciones acomodaticias a las pretensiones del jerarca de turno .

En otras ocasiones es resultado de las necesidades psicológicas y psicoafectivas personales de alguien en posición de autoridad, satisfechas a través de medios ilegítimos.

Los sistemas religiosos abusivos suelen definirse como legalistas, controladores, adictivos y autoritarios.

I) ¿Cuáles son las características primordiales de los sistemas religiosos espiritualmente abusivos?

El distintivo más característico de todo sistema o dirigente religioso espiritualmente abusivo es su obsesión con el propio tema de la autoridad personal.

El autor Daniel Taylor, en su obra titulada “The Myth of Certainty: The Reflective Christian & The Risk of Commitment” (“El Mito de la Certeza: El Cristiano Reflexivo & El Riesgo del Compromiso”), afirma que “el autoritarismo es el uso de la autoridad por sí misma, con el propósito de asegurar su perpetuación. Su mayor arma es el legalismo, una llamada fraudulenta a las reglas y los controles externos como fundamento de la legitimidad de la autoridad.” 7

Cuando un grupo religioso enfatiza haber sido establecido por Dios, de forma especial y particular, en detrimento o desprecio de otros grupos y hermanos, sus dirigentes son extraordinariamente exigentes respecto a la obediencia ciega de sus seguidores.

Esa autoridad supuestamente proviene de la posición que ocupan.

En Mateo 23:1-3 nuestro Señor Jesucristo dijo que los escribas y los fariseos ocupaban una determinada posición:

“Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.”

Es un claro ejemplo de lo que significa detentar autoridad por la posición ocupada, sin que necesariamente se dé la autoridad moral en dichas personas.

La asunción errónea radica en creer que Dios obra entre su pueblo mediante una jerarquía o “cadena de mando”, como si la sumisión a semejante sistema pudiera producir por sí mismo una fuente de bendición o “paraguas” de protección para quienes se someten incondicionalmente al mismo.

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!7 Taylor, Daniel, “The Myth Of Certainty: The Reflective Christian & The Risk of Commitment”, InterVarsity Press, Downers Grove, Illinois, USA, 1986.



!

En esos círculos se enseña que Dios bendecirá la sumisión a los dirigentes del sistema, aunque éste y aquéllos sean corruptos.

Otra característica de los sistemas y los individuos religiosos espiritualmente abusivos es su obsesión escrupulosa en mantener una imagen o apariencia de justicia.

Suelen manipular la historia de la organización de turno para hacerla aparentar poseedora de una relación especial con Dios, como si nuestro Señor obrara a través de nombres corporativos y siglas, en lugar de hacerlo a través de personas.

Los pecados e inconsistencias de sus dirigentes se ocultan con el fin de validar su autoridad.

Se imponen niveles de pensamiento y conducta de gran altura, que los propios dirigentes no viven, pero constantemente se les recuerda a los miembros su fallo en alcanzar dichas metas, y de esa manera se realza la superioridad de los dirigentes sobre sus seguidores.

Otra característica de la religiosidad espiritualmente abusiva es su naturaleza paranoica.

Su máximo empeño es mostrar a los ajenos una imagen del grupo que va más allá de lo meramente positivo, rayando o entrando en lo subliminal, de tal modo que las interioridades del grupo se mantienen dentro del secretismo de los dirigentes, quienes no confían en sus seguidores por cuanto en el fondo de sus corazones saben que el sistema es falso y no admite escrutinio.

Al no basarse en la verdad abierta, el sistema no puede permitir que se le cuestione, ni que exista la menor disensión, ni discusión o autocrítica.

Quien disiente es el problema, no el problema sobre el que se disienta.

Todo cuestionamiento se entiende como un reto a la autoridad del individuo que ocupa el vértice de la pirámide, de tal manera que se suprime el pensamiento y el contraste de pareceres, por cuanto se entiende que semejante práctica conduce a la insumisión y a la duda, en lugar de promover el desarrollo de las personas.

La crítica, como análisis, es confundida con la crítica como murmuración.

En todo sistema religioso caracterizado por el abuso espiritual, la salvación es algo que el individuo ha de ganar o conservar mediante el cumplimiento de determinados requerimientos espirituales, siempre, naturalmente, dentro del exclusivo ámbito del sistema.

No se admite el fallo, por lo que el talante resultante ha de ser necesariamente el perfeccionismo.

Esto se materializa en llevar la Ley de Dios, entiéndase la interpretación de la misma por parte de los dirigentes, hasta extremos insospechados, o bien la interpretación de los mandamientos del Señor mediante metodologías extrañas, ajenas a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo.



!

La paranoia, que comienza en el dirigente supremo y descendiente precipitándose hacia la base, puede llegar a extremos impredecibles.

Nuestro Señor Jesucristo se refirió a esta interpretación como “pesadas cargas”:

Mateo 23:4: “Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.”

En ese mismo sentido nos llegan las palabras del Apóstol Pedro en el Primer Concilio en Jerusalem, frente a quienes pretendía imponer todos los preceptos de la tradición hebrea sobre los discípulos procedentes de la gentilidad:

Hechos 15:10: “Ahora, pues, ¿Por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido levar?”

Los frutos nefastos de semejante atmósfera son el secretismo, el elitismo, el orgullo, la soberbia y la arrogancia, así como el naufragio de la fe de los individuos más sencillos y mentalmente más débiles.

II) ¿Cuál es la respuesta bíblica?

Los ejemplos del abuso espiritual no se encuentran sólo fuera de la Biblia. En las Sagradas Escrituras hallamos multitud para nuestra enseñanza.

En el libro del profeta Jeremías hallamos una palabras terribles de parte de Dios:

Jeremías 5:26-31: “Porque fueron hallados en mi pueblo impíos; acechaban como quien pone lazos, pusieron trampa para cazar hombres. Como jaula llena de pájaros, así están sus casas llenas de engaño; así se hicieron grandes y ricos. Se engordaron y se pusieron lustrosos, y sobrepasaron los hechos del malo; no juzgaron la causa, la causa del huérfano; con todo, se hicieron prósperos, y la causa de los pobres no juzgaron. ¿No castigaré esto? dice YHVH; ¿y de tal gente no se vengará mi alma? Cosa espantosa y fea es hecha en la tierra; los profetas profetizaron mentira, y los sacerdotes dirigían por manos de ellos; y mi pueblo así lo quiso. ¿Qué, pues, haréis cuando llegue el fin?”

Dios no puede ser burlado por el hombre, sino que el Señor sabe que muchos que tienen autoridad exterior y ostensible, en realidad no sólo carecen de autoridad legítima, sino que son agentes de maldad, hijos de desobediencia que, consciente o inconscientemente, son servidores del maligno.

Dios describe y condena a los “pastores de Israel”, es decir, a sus dirigentes, tanto sociales como religiosos, que se alimentaban a sí mismos y no al ganado, ni curaban a las ovejas enfermas, sino que las explotaban y trataban cruelmente:

Ezequiel 34:1-11: “Vino a mí palabra de YHVH, diciendo: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho YHVH el Señor; ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí



!

mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis a las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, ni volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. Y andan errantes por falta de pastor; y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas. Por tanto, pastores, oíd la palabra de YHVH: Vivo yo, ha dicho YHVH el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas; por tanto, oh pastores, oíd palabra de YHVH. Así ha dicho YHVH el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida. Porque así ha dicho YHVH, el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré.”

Así es como nuestro Señor Jesucristo vio a las gentes que le seguían hambrientos de su palabra:

Marcos 6:34: “Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.”

Nuestro Señor Jesucristo reaccionó con firmeza contra quienes habían convertido la Casa de Oración de Jerusalem para todas las naciones, en una cueva de ladrones:

Contra los mercaderes por haber profanado aquel lugar del Templo que debería haber sido “atrio para los gentiles” y “casa de oración para todos los pueblos”, y contra las autoridades del Templo por consentirlo.

Mateo 21:12-17: “Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y vinieron a Jesús en el templo ciegos y cojos, y los sanó. Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! Se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza? Y dejándolos, Jesús salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí.” (Ver también: Marcos 11:15-18; Lucas 19:45-48; Juan 2:13-22).

Jesús siempre experimentó una profunda tristeza al ver que a los dirigentes religiosos les preocupaban más las normas y los reglamentos que el sufrimiento humano, y por eso nuestro Señor siempre puso las necesidades de los hombres por delante de la interpretación legalista de las Escrituras, aunque Jesús sabía que su actitud le acarrearía la muerte:



!

Marcos 3:1-5: “Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano. Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle. Entonces Jesús le dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y Jesús les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos (los fariseos) callaban. Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana. Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra Jesús para destruirle.”

En el capítulo 23 del Evangelio de Mateo, hallamos una larga y detallada descripción que nuestro Señor Jesucristo hace de los abusadores espirituales de aquel momento histórico, pero cuya aplicación sirve para todos los tiempos:

“Atan pesadas cargas, difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas…

Hacen todas las cosas para ser vistos por los hombres…

Aman los primeros asientos en las cenas y en las solemnidades…

Quieren que les llamen por nombres ampulosos, ayer “rabíes” y hoy “reverendos”…

Ni entran ni dejan entrar en el Reino de Dios…

Devoran las casas de las viudas y hacen por pretexto largas oraciones…

Se preocupan de las minucias, pero olvidan lo más importante de la Ley de Dios: La justicia, la misericordia y la fe…”

Ante la realidad dolorosísima de los abusadores espirituales, Jesús de Nazaret promete enviar a su Iglesia a sus verdaderos siervos, que sufrirán en imitación suya:

Mateo 23:34: “Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad.”

En el Evangelio de Juan hallamos un pasaje en el que vemos claramente la actitud de los abusadores espirituales ante un hombre nacido ciego, y a quién Jesús dio la vista, y después de haber interrogado a sus padres y al propio sanado, por segunda vez le llamaron y le volvieron a interrogar:

Juan 9:24-34: “Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador. Entonces él respondió y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. Le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? Él les respondió: Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos? Y le injuriaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros discípulos de Moisés somos. Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea. Respondió el hombre, y les dijo: Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí



!

me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye. Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer. Respondieron y le dijeron: Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros? Y le expulsaron.”

Este pasaje revela una evidente actitud de abuso de la autoridad espiritual por parte de los fariseos.

En el libro de los Hechos de los Apóstoles hallamos otro pasaje de claro abuso de la autoridad espiritual: Esteban confrontó a las autoridades religiosas de Israel con el hecho del máximo abuso que habían practicado con Jesús de Nazaret.

La ira de aquellas autoridades fue descargada sobre Esteban, el diácono-evangelista, y primer mártir de la Iglesia de Jesucristo, después del propio Señor.

Hechos 7:51-56: “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis. Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra Esteban. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios. Y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra Esteban. Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.”

Como Dios manifestado en carne, Jesús entre nosotros tuvo legítima autoridad espiritual en grado sumo. Sin embargo, jamás empleó esa autoridad para abusar o controlar a otros, ni abrumó nunca a nadie con reglas con que substituir el aparato legal hebreo con otro, sino que el mandamiento fundamental de nuestro bendito Señor y Salvador fue y seguirá siendo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28).

La voz original griega que traducimos por “cargados” es “fortizo”, y hace referencia a los que padecen “ansiedad espiritual”, pero también a los que se sienten “sobrecargados por el ceremonialismo religioso”.8

Jesús nos dio una perspectiva equilibrada respecto a la autoridad posicional al decirnos:

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!8 Strong’s Concordance No. 5412.



!

Mateo 23:8: “Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí (‘maestro mío’); porque uno es vuestro Maestro, el Cristo (‘Mesías’), y todos vosotros sois hermanos.”

Y en Juan 7:18: “El que habla por su propia cuenta, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que le envió, éste es verdadero, y no hay en él injusticia.”

Jesús no vivió consciente siempre de su imagen, ni del “qué dirán los demás”, sino que se mezcló con comilones y bebedores, con “publicanos”, es decir, cobradores de impuestos a favor del imperio romano invasor; con los pobres de la tierra, desconocedores de la interpretación saducea y farisaica de la Ley, e incluso con prostitutas.

Y acusó a los fariseos legalistas aplicándoles las palabras del profeta Isaías por invalidar el mandamiento de Dios por su tradición:

Mateo 15:7-9: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.” (Isaías 29:13).

Y en Mateo 23:27 no dudó en llamarles “sepulcros blanqueados”:

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.”

Jesús tampoco vivió en el secretismo de tantas sectas de todos los tiempos, hasta nuestros días, en sus logias y cónclaves, sino que todas sus enseñanzas y prácticas fueron abiertas, por cuanto no tuvo nunca absolutamente nada que ocultar.

Por eso es que cuando el sumo sacerdote le preguntó acerca de su doctrina, Jesús respondió estas palabras:

Juan 18:20: “Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto.”

En Jesús de Nazaret no hubo ápice de secretismos, por cuanto en Él todo fue revelación; y “revelar” es “sacar a la luz”.

III) ¿Cuáles son los efectos del abuso espiritual?

Los efectos del abuso espiritual son terriblemente devastadores.

Un nivel muy alto de confianza depositada en dirigentes que no la honran ni la guardan, al producirse la violación de la misma, produce una herida en las almas que puede alcanzar una profundidad insospechada.

En casos extremos, la herida llega a ser tan honda que la persona herida jamás puede volver a sujetarse a una autoridad legítima.



!

Esta es una reacción muy frecuente entre quienes han permanecido en una secta durante mucho tiempo.

Los expertos aseguran que los síntomas emocionales y psicológicos de las víctimas de incesto, al igual que sus efectos, son muy semejantes a los que experimentan las víctimas de abuso espiritual.

El efecto más importante es su incapacidad para relacionarse normalmente con aquellas personas que representan o les hacen recordar la fuente de su herida emocional.

Además de un temor patológico y la decepción producida por el abusador o los abusadores, la persona espiritualmente abusada llega a perder incluso su capacidad para fiarse de Dios.

Esto degenera en una amargura indescriptible que se suele encubrir bajo una apariencia de sarcasmo y cinismo hacia todo lo espiritual.

La recuperación comienza cuando la persona abusada empieza a comprender qué le ha acontecido y cómo ha sido el proceso por el que ha pasado.

La víctima suele atravesar una etapa en la que cree ser la única persona a quien le ha sucedido semejante cosa.

El descubrimiento de lo muy extendido del abuso espiritual suele actuar como elemento aliviador del dolor de la herida.

“Mal de muchos, consuelo de tontos” no es necesariamente cierto en todos los casos.

Saber que las mismas tribulaciones han acontecido a otros que han logrado sanar las heridas sufridas, puede aliviar la situación personal, y facilitar el camino de esperanza hacia la restauración.

La medicina por excelencia es indudablemente la obra del Santo Espíritu de Dios, así como la enseñanza bíblica de la naturaleza del Señor, su amor, su gracia y su perdón.

Este es el fundamento imprescindible para poder perdonar al abusador, paso sin el cual es imposible avanzar en el proceso sanador.

Después, la víctima precisará de un ministro de la Palabra de Dios a quien compartir su experiencia, con quien abrir su corazón y verbalizar sus sentimientos, y con quien orar pidiendo la gracia de la sanidad divina.

Un grupo de apoyo formado por personas con experiencias similares, centrado en la oración y la autoayuda grupal, puede ser de gran bendición para compartir el amor sanador de Jesucristo mediante la intervención del Espíritu Santo.

Finalmente, la recuperación completa no ha de esperarse en un chasquido de dedos, sino que tomará bastante tiempo.



!

Pero, bajo la unción del Espíritu Santo, podemos tener la certeza de que el daño no será irreversible.

El Santo Espíritu de Dios es el Gran Maestro interior que hace posible aprender a descansar en el Señor, reposar en la gracia soberana del Eterno, no en nuestros rendimientos y logros, sino en sus dones y bendiciones, y distinguir a los verdaderos siervos de Dios.

IV) La autoridad de los siervos de Dios radica en compartir con el pueblo lo que el Señor ha puesto en su corazón y en su boca, sin restar ni añadir.

Aunque el pueblo de Dios nos honre con una posición de autoridad, ésta no será eficaz a los ojos de Dios simplemente porque seamos llamados “pastores” u “obispos”, “ancianos” o cualquier otro título que designe autoridad y dirección.

Habremos de hablar la verdad, es decir, todo el consejo de Dios según las Sagradas Escrituras, para tener autoridad…

Habremos de ser sensibles a la voz del Espíritu Santo para tener autoridad…

El pastor Timoteo estaba encontrando algunas dificultades en su reconocimiento como autoridad en su ministerio, probablemente a causa de su juventud, y su mentor, el Apóstol Pablo, no le dijo que sacara pecho y dijera “yo soy el pastor, y a vosotros os toca obedecer”.

Antes bien, Pablo le instruyó a Timoteo con estas claras palabras:

2ª Timoteo 2:15: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.”

La autoridad no consiste en el uso de rimbombantes titulaciones, ni en ostentar cargos eclesiásticos, antes bien, si queremos autoridad remanguémonos y pongámonos a servir conforme a los dones, ministerios y operaciones que hayamos recibido del Santo Espíritu de Dios.

Si anhelamos genuina autoridad, compartamos con los hermanos lo que Dios nos ha dicho en las Sagradas Escrituras, bajo la unción del Espíritu Santo.

Si buscamos la verdadera autoridad que provine de Dios, vivamos con la mirada puesta en Jesús, Autor y Consumador de la fe; que Él sea nuestro modelo, y no las modas y corrientes cambiantes de los tiempos.

En Gálatas 1:8, el Apóstol Pablo llega a decir estas palabras al respecto:

“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.”

La clara enseñanza apostólica es que la autoridad no está en la persona, de manera automática, por un determinado cargo o función dentro del cuerpo de Cristo, sino que la autoridad está en la verdad.

Es en ese contexto en el que hemos de entender las palabras de Hebreos 13:17:



!

“Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.”

Estamos llamados por Dios a sujetarnos a la autoridad espiritual, cuando ésta demuestra su autenticidad.

Recordemos la argumentación de los Apóstoles Pedro y Juan, con los demás que les acompañaban, cuando ante las autoridades podrían haber hecho referencia a su condición de autoridad como Apóstoles de Jesucristo y testigos de su resurrección.

Recordemos la escena que nos pinta Lucas en el libro de los Hechos, y las palabras de Pedro ante el Sanedrín:

Hechos 5:27-29: “Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo sacerdote les preguntó, diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalem de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre. Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”

Estas eran palabras de Pedro a los dirigentes religiosos a quienes estaban desobedeciendo.

Nosotros diríamos que la obediencia a los dirigentes es buena teología. Sin embargo, cuando ampliamos el contexto del texto, para que no sea un pretexto en ningún sentido, vemos que sólo es sana la obediencia a quienes están en posición de autoridad cuando ésta procede de Dios y es consistente con la Palabra de Dios.

Los falsos profetas, maestros y guías olvidan o ignoran el modelo provisto por nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo, quien se limitó a obedecer al Padre y hablar la Verdad.

Olvidan que la base de autoridad de nuestro Señor no fue un oficio, un papel, una posición, un cargo, pues aquellas cosas Jesús de Nazaret nunca procuró ni ostentó.

Jesús no se aferró a ninguna de esas cosas a las que los falsos apóstoles, profetas y maestros suelen hacerlo, precisamente porque su autoridad no está cimentada en autenticidad, mientras que en Jesús toda su enseñanza y ejemplo radica en la verdad.

Dondequiera y cuandoquiera que veamos un sistema o una persona que asume y detenta una posición de autoridad basada exclusivamente en una posición, oficio o cargo, podemos estar seguros de que en esa persona o estructura la base de autoridad será la quebradiza estabilidad humana y no la sólida soberanía divina.

Cuando la autoridad espiritual de una persona descansa sobre el hecho exclusivo de ser un apóstol, profeta, evangelista, pastor o maestro, por ocupar



!

administrativamente semejantes posiciones, podemos estar bastante seguros de encontrarnos ante una sonora carencia de auténtica autoridad espiritual.

Mientras que los escribas y fariseos mantenían poses de autoridad por los cargos que ocupaban, nuestro Señor Jesús poseía la auténtica autoridad, por eso las gentes se maravillaban ante la enseñanza de Jesús:

Mateo 7:28-29: “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.” 9

Conclusión:

En su obra titulada “Taking Our Cities For God” (“Conquistando Nuestras Ciudades Para Dios”) el autor John Dawson afirma, creemos que muy acertadamente, que “quien ofrece más esperanza es quien tiene más autoridad”. 10

Y a eso nosotros añadimos que, efectivamente, nadie ha traído mayor esperanza a esta tierra que nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo.

En Mateo 28:18, Jesús nos dice “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.”

Y de ahí dimana la autoridad que el Señor otorga a su Iglesia en la tierra, siempre, claro está, que nuestra dependencia sea como la de Jesús al Padre:

Juan 20:21: “Como me envió el Padre, así también yo os envío.”

La autoridad no consiste en ocupar una posición, ni en gritar más, ni en darnos nombres y titulaciones rimbombantes.

La autoridad viene de nuestro Señor, y su propósito al darla es para servir al pueblo de Dios, equiparlos mediante la enseñanza, cuidarlos de los lobos disfrazados de ovejas.

Los verdaderos siervos y siervas no emplean tiempo y energía exhibiendo la supuesta autoridad que poseen para que todos los demás se les sometan.

Por el contrario, quienes verdaderamente están en autoridad según el propósito de Dios, demuestran esa autoridad en su vida, en su ministerio, es decir, en el servicio a los demás.

Sólo de ese modo puede tener credibilidad su mensaje, como el de cualquier hijo o hija de Dios.

La auténtica autoridad espiritual se manifiesta en el hombre o la mujer que muestra en su vida que Dios y su Palabra son Verdad, que lo han vivido y

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!9 “Cuando terminó Jesús estas palabras” hace referencia al largo discurso que comienza en el capítulo 5 con las “Bienaventuranzas”, y concluye aquí, justo antes de descender del monte. (Ver también Marcos 1:22; Lucas 4:32). 10 Dawson, John, “Taking Our Cities For God”, Charisma House, Lake Mary, Florida, USA, 1971.



!

comprobado en cada fibra de su ser, y que saben que hay esperanza en Dios nuestro Señor.

La verdadera autoridad libera…

Los impostores esclavizan.

Juan 8:31-32, 36: “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres… Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”

Juan 14:6: “Jesús le dijo (a Tomás): Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”

Amén.

retiro de la comunidad cristiana eben · cuyo sentido es el de “fuera de”, y el verbo...

Documents