retiro jesed
DESCRIPTION
jesedTRANSCRIPT
RETIRO JESED
NESTOR VARGAS 1
1. INTRODUCCION
El comportamiento ético del ser humano puede considerarse la esencia del cristianismo.
Los sacramentos, ritos, las plegarias, las normas y tradiciones se convierten en
engranajes, estructuras de apoyo para que las acciones humanas converjan en un
comportamiento moral coherente, capaces de contribuir a la preservación y evolución de
la humanidad. Desde la perspectiva cristiana Dios creó al hombre con el fin de que éste,
con sus actos y obras, complete la Creación Divina. Por ello lo creó a su “imagen y
semejanza”. Y en esta “alianza” de colaboración Dios-Ser Humano, le corresponde al
hombre imitar Su bondad, Su sabiduría creativa, Su misericordia, que para ello fuimos
creados a su semejanza. Esa es nuestra responsabilidad como seres humanos.
El proceder ético, entonces, se convierte en el principal precepto judío, que emana de la
misma palabra de El Eterno, a través de la LEY: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, “No
hagas a otros lo que no quieras para ti. Esto es toda la Ley; lo demás es comentario”.
Este pronunciamiento, otro enfoque del versículo anterior, subraya cuán importante es, en
el proceso que le toca vivir a la humanidad, guardarse de actuar mal, de ultrajar o herir al
prójimo; y desde una perspectiva positiva, actuar responsablemente, con amor y bondad,
esto es, con Jésed. Un santo, sostenía que el mandamiento de amar al prójimo era la
esencia misma de la LEY, porque equipara el sentimiento de amor humano con el amor
de Dios, quien ama a los hombres. “Bueno es Dios para con todos, y Su misericordia está
en todas Sus obras” proclama el Salmo 145,9.
Jésed, es un término que se desprende del Libro de Oséas, en el Capítulo 2. Una manera
de definirlo es "Amor misericordioso de Dios", pero para comprenderlo mejor es necesario
recurrir a una historia: El Profeta Oséas se enamora y decide desposar a una mujer que le
es infiel. El amor que Oséas tiene por esta mujer es tan grande, que a pesar de su
infidelidad sale en busca de ella y paga para recuperarla. Dios entonces le dice: "dile a mi
pueblo que así los amo yo, que a pesar de sus infidelidades mi amor permanece fiel".
Este amor compasivo y fiel es el Jésed de Dios. Dios nos repite incesantemente este
amor en varios pasajes bíblicos:
Isaías 54,10 "Aunque se aparten las montañas y vacilen las colinas, mi amor no se
apartará de ti, mi alianza de paz no vacilará, dice el Señor, que se compadeció de
ti".
Isaías 49,15 "¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de
sus entrañas? ¡Pero, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!
Juan 3,16 "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo
el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna".
Apocalipsis 3,20 "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me
abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo".
Representa el deseo de compartir incondicionalmente, la voluntad de dar todo de sí
mismo y la generosidad sin límites. La extrema compasión. La palabra hebraica utilizada
en el Antiguo Testamento es Jésed. Tiene principalmente dos significados: uno más
legalista en el sentido de "cumplir aquello que fue acordado" o de dar al otro aquello
que le es debido según lo previamente acordado, y un segundo sentido, más intuitivo y
espiritual, que asume el significado de acto gratuito y espontáneo de bondad y amor
RETIRO JESED
NESTOR VARGAS 2
El término hebreo (Jésed), traducido ordinariamente en griego por una palabra que
también significa misericordia (eleos), designa de suyo la piedad, relación que une a dos
seres e implica fidelidad. Con esto recibe la misericordia una base sólida: no es ya
únicamente el eco de un instinto de bondad, que puede equivocarse acerca de su objeto o
su naturaleza, sino una bondad consciente, voluntaria; es incluso respuesta a un deber
interior, fidelidad con uno mismo.
Las traducciones de las palabras hebreas y griegas oscilan de la misericordia al amor,
pasando por la ternura, la piedad o conmiseración, la compasión, la clemencia, la bondad
y hasta la gracia (heb. hen), que, sin embargo, tiene una acepción más vasta. A pesar de
esta variedad, no es, sin embargo, imposible circunscribir el concepto bíblico de la
misericordia. Desde el principio hasta el fin manifiesta Dios su ternura con ocasión de la
miseria humana; el hombre, a su vez, debe mostrarse misericordioso con el prójimo a
imitación de su Creador. EL DIOS DE LAS MISERICORDIAS. Cuando el hombre adquiere
conciencia de ser desgraciado o pecador, entonces se le revela con más o menos
claridad el rostro de la misericordia infinita.
En socorro del miserable. No cesan de resonar los gritos del salmista: «¡Piedad
conmigo, Señor!» (Sal 4,2; 6,3; 9,14; 25,16); o bien las proclamaciones de acción
de gracias: «Dad gracias a Yahveh, pues su amor (Jésed) es eterno» (Sal 107, 1),
esa misericordia que no cesa de mostrar con los que claman a él en su aflicción,
por ejemplo, los navegantes en peligro (Sal 107,23), con los «hijos de Adán»
cualesquiera que sean. Se presenta, en efecto, como el defensor del pobre, de la
viuda y del huérfano: éstos son sus privilegiados.
La salud del pecador. Pero ¿qué sucederá, sin embargo, si este elegido se
separa de él por el pecado? La misericordia se impondrá todavía, por lo menos si
el pecador no se endurece; porque, conmovida por el castigo que acarrea el
pecado, quiere salvar al pecador. Así, con ocasión del pecado, entra el hombre
más profundamente en el misterio de la ternura divina.
La revelación central. En el Sinaí es donde Moisés oye a Dios revelar el fondo de
su ser. El pueblo elegido acaba de apostatar. Pero Dios, después de haber
afirmado que es libre para usar gratuitamente de misericordia con quien le plazca
(Éx 33,19), proclama que sin hacer mella a su santidad, la ternura divina puede
triunfar del pecado: «Yahveh es un Dios de ternura (rahum) y de gracia (hanun),
lento para la ira y abundante en misericordia (jésed) y fidelidad (emet),
manteniendo su misericordia (jésed) hasta la milésima generación, soportando
falta, transgresión y pecado, pero sin disculparla, castigando la falta... hasta la
tercera y cuarta generación» (Éx 34, 6s).
Dejar que repercutan sus consecuencias en el pecador hasta la cuarta generación, lo cual
muestra qué cosa tan seria es el pecado. Pero su misericordia, conservada intacta hasta
la milésima generación, le hace aguardar con paciencia infinita. Tal es el ritmo que
marcará las relaciones de Dios con su pueblo hasta la venida de su Hijo.
Misericordia y castigo. En efecto, a todo lo largo de la historia sagrada muestra Dios
que, si debe castigar al pueblo que ha pecado, se llena de conmiseración tan luego éste
clama a él desde el fondo de su miseria.
RETIRO JESED
NESTOR VARGAS 3
Misericordia y conversión. Si Dios mismo se conmueve de tal manera ante la miseria
que acarrea el pecado, es que desea que el pecador se vuelva hacia él, que se convierta.
Si de nuevo conduce a su pueblo al desierto, es porque quiere «hablarle al corazón» (Os
2,16); después del exilio se comprenderá que Yahveh quiere simbolizar con la vuelta a la
tierra la vuelta a él, a la vida (Jer 12,15; 33,26; Ez 33,11; 39,25; Is 14,1; 49,13). Sí, Dios
«no guarda rencor eterno» (Jer 3,12s), pero quiere que el pecador reconozca su malicia;
«que el malvado se convierta a Yahveh, que tendrá piedad de él, a nuestro Dios, que
perdona abundantemente» (Is 55,7).
El llamamiento del pecador. Israel conserva, pues, en el fondo del corazón la convicción
de una misericordia que no tiene nada de humano: «Él ha herido, él vendará nuestras
llagas» (Os 6,1). «¿Qué Dios como tú, que borra la falta, que perdona lo mal hecho, que
no excita para siempre su ira, sino que se complace en otorgar gracia? Una vez más, ten
piedad de nosotros, conculca nuestras iniquidades y arroja a lo hondo del mar nuestros
pecados» (Miq 7,18s). Así resuena constantemente el grito del salmista resumido en el
Miserere: «Apiádate de mí en tu bondad. En tu gran ternura borra mi pecado» (Sal 51,3).
Misericordioso con toda carne. Aunque la misericordia divina no conoce más límite que
el endurecimiento del pecador (Is 9,16; Jer 16, 5.13), sin embargo, durante mucho tiempo
se la tuvo como reservada a sólo el pueblo elegido. Pero Dios, con su sorprendente
magnanimidad, acabó por fin con este residuo de tacañería humana (cf. ya Os 11,9).
Después del exilio se comprendió la lección. La historia de Jonás es la sátira de los
corazones estrechos que no aceptan la inmensa ternura de Dios (Jon 4,2). El Eclesiástico
dice claramente: «la piedad del hombre es para su prójimo, pero la piedad de Dios es
para toda carne» (Eclo 18,13).
Finalmente, la tradición unánime de Israel (cf. Éx 34,6; Nah 1,3; Jl 2,13; Neh 9,17; Sal
86,15; 145,8) es magníficamente recogida por el salmista, sin la menor nota de
particularismo: «Yahveh es ternura y gracia, lento para la ira y abundante en misericordia;
no disputa a perpetuidad, no guarda rencor para siempre; no nos trata según nuestras
faltas... Cuan tierno es un padre para con su hijo, así lo es Yahveh para con el que le
teme; sabe de qué hemos sido amasados, se acuerda del polvo que somos» (Sal
103,8ss.l3s). «Dichosos los que esperan en él, pues de ellos se apiadará» (Is 30,18),
porque «eterna es su misericordia» (Sal 136), porque en él está la misericordia (Sal
130,7).
2. LO QUE YO QUIERO ES MISERICORDIA
Si Dios es ternura, ¿cómo no exigirá a sus criaturas la misma ternura mutua? Ahora bien,
este sentimiento no es natural al hombre: homo homini lupus! Lo sabía muy bien David,
que prefería «caer en las manos de Yahveh, porque es grande su misericordia, antes que
en las manos de los hombres» (2Sa 24,14). También en este punto va Dios
progresivamente educando a su pueblo. Condena a los paganos, que sofocan la
misericordia (Am 1,11).
Lo que quiere es que se observe el mandamiento del amor fraterno (cf. Éx 22,26), muy
preferible a los holocaustos (Os 4,2; 6,6); quiere que la práctica de la justicia sea
coronada por un «amor tierno» (Miq 6,8). Si se quiere verdaderamente ayunar, hay que
socorrer al pobre, a la viuda, al huérfano, no hurtar el cuerpo ante el que es nuestra
RETIRO JESED
NESTOR VARGAS 4
propia carne (Is 58,6-11; Job 31,16-23). Cierto que el horizonte fraterno está todavía
limitado a la raza o a la creencia (Lev 19,18), pero el ejemplo mismo de Dios ensanchará
poco a poco los corazones humanos hasta las dimensiones del corazón de Dios: «Yo soy
Dios, no hombre» (Os 11,8; cf. Is 55,7).
El horizonte se extenderá sobre todo gracias al mandamiento de no saciar la sed de
"venganza, de no guardar rencor. Pero sólo quedará realmente despejado con los últimos
libros de sabiduría, que en este punto esbozan ya el mensaje de Jesús; el perdón debe
ejercerse con «todo hombre» (Eclo 27,30-28,7).
El rostro de la misericordia divina. Jesús, «. sumo sacerdote misericordioso (Heb 2,17).
Jesús, antes de realizar el designio divino, quiso «hacerse en todo semejante a sus
hermanos», a fin de experimentar la miseria misma de los que venía a salvar. Por
consiguiente, sus actos todos traducen la misericordia divina, aun cuando no estén
calificados así por los evangelistas. Lucas puso muy especial empeño en poner de relieve
este punto. Los preferidos de Jesús son los «pobres» (Le 4,18; 7,22); los pecadores
hallan en él un «amigo» (7,34), que no teme frecuentarlos (5,27.30; 15, ls; 19,7). La
misericordia que manifestaba Jesús en forma general a las multitudes (Mt 9,36; 14,14;
15,32) adquiere en Lucas una fisonomía más personal: se dirige al «hijo único» de una
viuda (Le 7,13) o a un padre desconsolado (8,42; 9,38.42).
Jesús, en fin, muestra especial benevolencia a las "mujeres y a los "extranjeros. Así
queda redondeado y "cumplido el universalismo: «toda "carne ve la salvación de Dios»
(3,6). Si Jesús tuvo así compasión de todos, se comprende que los afligidos se
dirijan a él como a Dios mismo, repitiendo: iKyrie eleison!» (Mt 15,22; 17,15; 20,30s).
3. EL CORAZÓN DE DIOS PADRE.
Este rostro de la misericordia divina que mostraba Jesús a través de sus actos, quiso
dejarlo retratado para siempre. A los pecadores que se veían excluidos del reino de Dios
por la mezquindad de los "fariseos, proclama el evangelio de la misericordia infinita, en la
línea directa de los mensajes auténticos del AT. Los que regocijan el corazón de Dios no
son los hombres que se creen justos, sino los pecadores arrepentidos, comparables con
la oveja o la dracma perdida y hallada (Le 15,7.10); el "Padre está acechando el regreso
de su hijo pródigo y cuando lo descubre de lejos «siente compasión» y corre a su
encuentro (15,20). Dios ha aguardado largo tiempo, y aguarda todavía con "paciencia a
Israel, que no se convierte, como una higuera estéril (13,6-9).
La sobreabundancia de la misericordia. Dios es, pues, ciertamente el «Padre de las
misericordias» (2Cor 1,3; Sant 5,11), que otorgó su misericordia a Pablo {ICor 7,25; 2Cor
4,1; ITim 1,13) y la promete a todos los creyentes (Mt 5,7; ITim 1,2; 2Tim 1,2; Tit 1,4; 2Jn
3). El cumplimiento del designio de misericordia en la "salvación y en la "paz, tal como lo
anunciaban los cánticos al alborear el Evangelio (Le 1,50.54. 72.78), lo muestra Pablo
claramente en toda su amplitud y sobreabundancia. El ápice de la epístola a los Romanos
está en esta revelación.
Mientras que los judíos acababan por desconocer la misericordia divina estimando que
ellos se procuraban la "justicia a partir de sus "obras, de su práctica de la "ley, Pablo
declara que ellos también son pecadores y que por tanto tienen necesidad de la
RETIRO JESED
NESTOR VARGAS 5
misericordia por la justicia de la "fe. Frente a ellos los paganos, a los que Dios no
había prometido nada, son atraídos a su vez a la órbita inmensa de la misericordia.
Todos deben, pues, reconocerse pecadores a fin de participar todos de la
misericordia: «Dios incluyó a todos los hombres en la desobediencia para usar con todos
misericordia» (Rom 11,32).
4. SED MISERICORDIOSOS
La «perfección» que Jesús, según Mt 5,48, exige a sus discípulos, consiste según Lc 6,36
en el deber de ser misericordiosos «como vuestro Padre es misericordioso». Es una
condición esencial para entrar en el reino de los cielos (Mt 5,7), que Jesús reitera
después del profeta Oseas (Mt 9,13; 12,7). Esta ternura debe hacerme "prójimo del
miserable al que encuentro en mi camino, a ejemplo del buen Samaritano (Le 10,30-37),
debe llenarme de compasión para con el que me ha ofendido (Mt 18, 23-35), porque Dios
ha tenido compasión conmigo (18,32s). Así seremos nosotros juzgados según la
misericordia que hayamos practicado, quizás inconscientemente, para con Jesús en
persona (Mt 25,31-46).
Mientras que la ausencia de misericordia entre los paganos desencadena la ira divina
(Rom 1,31), el cristiano debe amar y «simpatizar» (Flp 2,1), tener una auténtica
compasión en el corazón (Ef 4,32; IPe 3,8); no puede «cerrar sus entrañas» ante un
hermano que se halla en la necesidad: el "amor de Dios no mora sino en los que
practican la misericordia (1 Jn 3,17).
5. JÉSED ( ֶחֶסד ),
«bondad; amor constante; gracia; misericordia; fidelidad; devoción». Este vocablo se usa
240 veces en el Antiguo Testamento, con particular frecuencia en los salmos. El término
es uno de los más importantes en el vocabulario teológico y ético del Antiguo Testamento.
La Septuaginta casi siempre traduce Jésed con eleos («misericordia»), uso que se
refleja en el Nuevo Testamento). Las traducciones modernas, por otro lado, generalmente
prefieren acepciones más próximas a «gracia». Las versiones católicas más recientes
usan «amor» o «clemencia». En general, es posible identificar tres significados
fundamentales del vocablo (que siempre interactúan): «fuerza», «constancia» y «amor»
Cualquier traducción del término que no expresa las tres acepciones inevitablemente
perderá algo de su riqueza. El «amor» de por sí se sentimentaliza o universaliza si se
desconecta de la alianza. Al mismo tiempo, «fuerza» o «constancia» solo comunican el
cumplimiento de una obligación, legal o de algún otro tipo. El vocablo tiene que ver sobre
todo con los derechos y las responsabilidades recíprocas entre las partes de una
relación (en particular, de Yahveh e Israel). Pero Jésed no es únicamente un asunto de
obligación; también tiene que ver con generosidad.
No solo entra en juego la lealtad, sino también la misericordia. La parte más débil busca la
protección y bendición de su patrocinador o protector, pero no puede exigir derechos
absolutos. La parte más fuerte permanece comprometida con cumplir su palabra, pero
mantiene su libertad, sobre todo en relación de cómo llevará a cabo sus promesas. Jésed
indica involucramiento y compromiso personal en una relación que sobrepasa los
límites de la ley.
RETIRO JESED
NESTOR VARGAS 6
6. EL AMOR CONYUGAL A MENUDO SE RELACIONA CON JÉSED.
Por cierto, el matrimonio es un compromiso legal y cuando este se infringe, la ley lo
sanciona. Con todo, la relación, cuando es sana y fuerte, va mucho más allá de un asunto
legal. El profeta Oseas aplica la analogía al Jésed de Yahveh para con Israel dentro de la
alianza (p. ej. 2,21). No hay una sola palabra en castellano que sea capaz de captar los
matices del original. La frase que tal vez más se aproxima es «amor constante».
Los escritores hebreos a menudo subrayaban el elemento de constancia (o fuerza)
ligando a Jésed con ˒emet («verdad, veracidad») y ˒emûnah («fidelidad»). La Biblia se
refiere a menudo a personas que «hacen», «demuestran» o «guardan» Jésed. En plural
se entiende mejor el contenido concreto del vocablo. Las «misericordias», «bondades» y
«fidelidades» de Dios son sus hechos específicos de redención en el cumplimiento de su
promesa. Encontramos un ejemplo en Is 55,3: «Y haré con vosotros alianza eterna, las
misericordias firmes a David».
Los sujetos de Jésed son Dios y los hombres. Cuando el hombre es sujeto de Jésed,
el vocablo generalmente describe la bondad o lealtad de una persona hacia otra; cf. 2 S
9.7: «No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de
Jonatán tu padre». Contadas son las veces en que el término se refiere explícitamente al
afecto o fidelidad del hombre hacia Dios; el ejemplo más claro de esto tal vez sea Jer 2,2:
«Ve, proclama a los oídos de Jerusalén y diles que así ha dicho el Señor: Me acuerdo de
ti, de la lealtad de tu juventud, del amor de tu noviazgo, cuando andabas en pos de mí en
el desierto».
Como seres humanos, practicamos Jésed con los varios componentes de la
sociedad hacia familia y parientes, así como con amistades, huéspedes, patrones y
sirvientes. A menudo se requiere Jésed hacia los humildes y necesitados. La Biblia
distingue el término Jésed para resumir y caracterizar la vida de santidad interior y en
respuesta a la alianza. Por eso, Os 6,6 declara que Dios desea «misericordia [«amor
constante»] y no sacrificios», es decir, lo que Él quiere son vidas de fidelidad y no solo
culto.
En términos parecidos, Miq 6,8 destaca Jésed en el resumen que el profeta hace de la
ética bíblica: «Él te ha declarado lo que es bueno … solamente hacer justicia, y amar
misericordia». Sin embargo, por detrás de estos casos del hombre como sujeto de Jésed
se encuentran todas las ocasiones cuando se habla del Jésed de Dios. Es una de sus
características más destacadas. Dios ofrece «misericordia» y «amor constante» a su
pueblo tan necesitado de redención del pecado y liberación de sus enemigos y sus
tribulaciones. Una frase recurrente que describe la naturaleza de Dios es «abundante
[grande] en Jésed» (Éx 34,6; Neh 9,17; Sal 103,8; Jon 4,2).
La totalidad de la historia de la relación de Dios con Israel en la alianza puede
resumirse en términos de Jésed. Este es el único dato permanente en todo el flujo de la
historia de la alianza. Aun la creación es el resultado del Jésed divino (Sal 136.5–9). Su
amor dura hasta «mil generaciones» (Dt 7,9; cf. Dt 5,10 y Éx 20,6) o «para siempre»
(véase particularmente los refranes de algunos salmos, como Sal 136).
RETIRO JESED
NESTOR VARGAS 7
Hay palabras usadas en paralelismo sinónimo con Jésed que lo ayudan a explicar. El
vocablo que con más frecuencia se asocia con Jésed es ˒emet («fidelidad; confiabilidad»):
«Que tu misericordia y tu verdad me guarden siempre» (Sal 40,11). Otro término,
˒emûnah, que tiene un significado similar, es también común: «Se ha acordado de su
misericordia [Jésed] y de su fidelidad [˒emûnah] para con la casa de Israel» (Sal 98,3). La
investigación etimológica sugiere que el significado primitivo de Jésed puede haber sido
«fuerza» o «constancia».
Jasîd ( ָחִסיד), «piadoso; devoto; fiel; santo». El adjetivo jasid, derivado de Jésed, se usa a
menudo para describir a un israelita fiel. El Jésed divino ofrece el patrón, modelo y fuerza
que debe orientar la vida del jasid. Encontramos una mención del hombre «santo» en Sal
12,1: «Salva, oh Dios, porque se han acabado los piadosos. Han desaparecido los fieles
de entre los hijos del hombre». Por lo general un pronombre posesivo se prefija al vocablo
para señalar la relación especial que Él guarda con los que le tienen como patrón de sus
vidas: «Amad a Dios, todos vosotros sus santos. A los fieles guarda El Señor, pero
retribuye en abundancia al que actúa con soberbia» (Sal 31,23). Siguiendo la
terminología griega (hosios) y latina (sanctus), la biblia a menudo traduce el término
como «santos». Esto se debe entender en el contexto de la santificación que es de
gracia y no una cualidad innata ni una conducta moralista.
7. ENTENDIENDO EL VERDADERO SIGNIFICADO DE JÉSED
Una definición más precisa de jésed sería “un rasgo caracterizado por límites
desbordados o ausentes”. Una importante consecuencia de esto es la benevolencia, ya
que el jésed causa que la persona quiera compartir con los otros de forma abundante,
rompiendo sus límites de egoísmo. Sin embargo, esta es sólo una de las tantas
manifestaciones de jésed, y como en todas las características de personalidad, el jésed
también tiene aspectos negativos. Una manifestación negativa del jésed es que la
persona puede perder el sentido apropiado de los límites. El comportamiento inmoral
involucra ignorar la aseveración de la LEY de que ciertas relaciones rompen los límites
adecuados. Consecuentemente, la Torá describe ciertas formas de inmoralidad como
jésed.
Lot creció en el hogar de Abraham y por lo tanto se acostumbró a hacer jésed con los
demás, algo que quedó demostrado en su gran hospitalidad en Sodoma. Sin embargo,
Lot claramente desarrolló un entendimiento de jésed pervertido, por ejemplo, cuando la
gente de Sodoma amenazó con abusar de sus huéspedes, él prefirió ofrecer en cambio a
sus propias hijas. Él hizo jésed con sus invitados a expensas de sus propias hijas.
Como vemos, incluso un rasgo que generalmente es positivo como el jésed puede tener
ramificaciones indeseables si no se aplica de la manera correcta. Por ejemplo, una
persona con una inclinación natural al jésed puede realizar acciones de bondad de
una forma o en una cantidad equivocada. Otro error común que suelen cometer las
personas naturalmente bondadosas es esperar que las demás personas sean tan
dadivosas como ellas. Consecuentemente no dudan en exigir que otros les hagan favores
importantes, ya que ellos harían lo mismo por los demás.
Hemos visto que jésed no sólo significa bondad, sino que representa la propensión a
desbordarse y la ausencia de límites, y vimos también que esto puede ser utilizado tanto
RETIRO JESED
NESTOR VARGAS 8
para bien como para mal. Es más, hay una gran diferencia entre una persona que
tiene el rasgo de jésed gracias a la genética o al hábito y una que lo ha desarrollado
dentro de la perspectiva de la LEY. Quiera Dios que todos utilicemos el rasgo de jésed
sólo para bien.
La "Jésed" no pocas veces invade el campo de la rajamim, la misericordia, que
implica el abajarse de Dios hacia el hombre. La Jésed muchas veces se traduce por
gracia, uno de los términos más bellos del cristianismo, que en hebreo se dice
propiamente "jen", raíz que en su forma verbal originaria significa inclinarse. Dios
abajándose hacia el hombre. Supone la idea de gratuidad. La Septuaginta lo traduce por
"jaris" (gracia).
Se tiene la impresión de que la "Jésed" es algo más profundo que la gracia. Sin embargo,
en el NT prevaleció el término gracia, que asume todo ese vocabulario que se generó en
torno a la "Jésed". De hecho, en hebreo, entre los nombres con que se denomina al
santo, se encuentra la palabra "jasid".
El Jésed no consiste en una piedad extrema, lo que podría desembocar en un acto
contrario a lo que se intenta reparar, en un retroceso moral. Es imprescindible, finalmente,
tomar en consideración otros dos aspectos involucrados con la compasión: no puede
existir discriminación alguna en cuanto al actuar compasivamente.
Por otro lado, el comportarse compasivamente con el prójimo que lo necesita, tiene el
poder de expiar las transgresiones. Toda compasión desinteresada, al final, redundará
en beneficio de quien la pone en práctica. “No desesperes, hijo mío. Aún poseemos un
medio por el cual expiar nuestras transgresiones, que equivale a ese lugar. ¿Sabes cuál?
Hacer actos de misericordia, como está escrito: ‘Porque quiero Jésed, no sacrificio...’”
(Oseas 6,7).
8. CONCLUSIONES
El vocablo en cuestión no tiene equivalencia en nuestras lenguas
modernas. La Septuaginta (traducción griega) lo vierte por
misericordia.
Puede ser traducido también por gracia, fidelidad, bondad, amor fiel.
"Jésed" es una fuerza que hace sólida la alianza, fuerte y duradera.
En los Salmos y en los textos litúrgicos es frecuente escuchar: "Guarda la
alianza y la Jésed". Aparece en ocasiones solemnes: Ex 34,5:
"Yahweh, Yahweh, Dios benigno y misericordioso, lento para la ira y
rico en "Jésed" y "emeth".
"Jésed" es aquello que permite a Yahweh ser siempre fiel a sí mismo. Es a
esta "Jésed" a quien todo miembro de la alianza puede siempre apelar.
Se extiende más allá de la alianza, cuando ésta falla, aún queda la
"Jésed": "Te desposaré para siempre por medio de la justicia, del juicio,
de la Jésed y de la misericordia" ( Os 2,21; cf Jr 3,12). "Con gran
ternura (rajamim) te reuniré... y con Jésed eterna tendré compasión de
ti" (Is 54,7-8).