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Número 52 Noviembre 2007 Salvadme Reina La alianza entre el hombre y la creación

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Page 1: Revista Arautos do Evangelho - Salvadme Reinagi, se apiadaba con el sufrimiento de caballos, perros y gatos enfermos, y los bende-cía y curaba. Y en el capítulo 9º del Libro de

Número 52 Noviembre 2007

Salvadme Reina

La alianza entre el hombre y la creación

Page 2: Revista Arautos do Evangelho - Salvadme Reinagi, se apiadaba con el sufrimiento de caballos, perros y gatos enfermos, y los bende-cía y curaba. Y en el capítulo 9º del Libro de

Q e se intensifique la cooperación entre todos para promover el bien común, el desarrollo y la salvaguardia de la creación, consolidando la alianza entre el hombre y el ambiente, que

debe ser espejo del amor creador de Dios, de quien provenimos y hacia quien caminamos.

(Benedicto XVI - Ángelus, 16/9/2007)

Ser

gio

Hol

man

n

Jardines del Palacio de Versailles (Francia)

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Año V, número 52, Noviembre 2007

Periódico de la Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima

SumariO

Salvadme Reina

Director Responsable:Diác. Eduardo Caballero Baza, E.P.

Consejo de Redacción: Guy de Ridder, Juliane Campos,

Luis Alberto Blanco, Mariana Morazzani, Severiano Antonio

de Oliveira

Administración:C/ Cinca, 17

28002 – Madrid R.N.A., Nº 164.671

Dep. Legal: M-40.836- 1999Tel. sede operativa 902 199 044

Fax: 902 199 046

www.salvadmereina.org [email protected]

Con la Colaboración de la Asociación Internacional Privada de Fieles de Derecho Pontificio

Heraldos del evangelio

www.heraldos.org

Montaje: Equipo de arte gráfica

de los Heraldos del Evangelio

Imprime:Henargraf - Madrid

Los artículos de esta revista podrán ser reproducidos, indicando su fuente y

enviando una copia a la redacción. El contenido de los artículos es responsabilidad

de los respectivos autores.

Escriben los lectores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4

Historia para niños . . . Un solo pan y dos prodigios

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .46

Considerad los lirios del campo . . .

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .50

Los Santos decada día

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .48

Sucedió en la Iglesia yen el mundo

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .40

La palabra de los Pastores – Santidad y misión en los diversos ministerios eclesiales

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .38

San Benedetto in Piscinula – Entre los esplendores de Roma

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .35

Entrevista con el P . Alberto Cutié – Sacerdote y comunicador

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .32

Juventud y vejez

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25

Heraldos en el Mundo

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26

Misa y Misión

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .22

La alianza entre el hombre y la creación

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .16

Comentario al Evangelio – Resucitaremos: ¿sí o no?

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .10

La Voz del Papa – Fuerte alianza entre el hombre y la Tierra

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .6

Amigos de la naturaleza (Editorial) . . . . . . . . 5

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4 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

EscribEn los lEctorEs

ExcElEntE rEvista

Quedo agradecido por la felicitación de mi 62 aniversario de mi ordenación sacerdotal. Aprovecho esta carta para agradecer también el envío de la exce-lente revista que los Heraldos poseen. Seguro que a través de ella ayudan a la evangelización de mucha gente.

Dios nos ilumine a todos para trans-formar el Documento de Aparecida en un instrumento eficaz, en la nueva eta-pa pastoral que comenzamos a vivir.

Mons. Epaminondas AraújoObispo emérito de P. dos Indios, Brasil

Dios acumulará DE bEnDicionEs su trabajo

Quiero agradecerles muy vivamen-te los varios ejemplares del número 51 de la revista, de agosto de 2007, que me hicieron llegar. No hace fal-ta decirles cómo estamos agradecidos por el tema de la portada, desarrolla-do oportunamente en el interior.

Quien hojee toda la revista encon-trará temas actuales, de mucho interés, abordados de forma positiva, manifes-tando verdadero amor a Dios y a la Iglesia, y manifestándose fielmente en sintonía con el Papa Benedicto XVI.

Todos esos contenidos son, ade-más, presentados gráficamente de forma leve y eficaz. Por todo ello re-ciban mis felicitaciones. Dios, cierta-mente, acumulará de bendiciones y gracias su trabajo.

Pedro GilDirector del Gabinete de Información

del Opus Dei, Sâo Paulo, Brasil

lo quE Es hEcho con amor Es granDE

Me gustaría agradecerles la bella re-vista que recibimos de los Heraldos. Cada vez que llega un número des-pierta un gran interés en la comunidad

por los artículos que trae. “Todo lo que es hecho con amor es grande”. Da para percibir con cuanto amor y dedicación son escogidos los temas y cómo son bien escritos, en un lenguaje elegante, con citas de grandes santos y doctores de la Iglesia. Todo eso, añadido al cli-ma de oración, que ciertamente brota de la vida de los heraldos, hace con que llegue en nuestras manos una revista rica en contenido, con solidez de doc-trina y que eleva nuestra alma aún más para las verdades del Cielo.

Tenemos la costumbre de hacer lecturas durante las comida comuni-tarias. Coloco en el refectorio las re-vistas que recibimos, de mayor inte-rés espiritual, formativo e informati-vo. La revista Heraldos del Evange-lio es siempre colocada en destaque, principalmente porque son leídos to-dos los artículos.

Hermana María Teresa de JesúsPriora del Carmelo Resurrección y

Santa Edith Stein, Señor do Bonfim, Brasil

vErDaDEra EscuEla DE viDa

La edición de julio de la revista He-raldos del Evangelio me gustó profun-damente. La regla de S. Benito me pa-rece una verdadera escuela de vida, que me conduce a una profunda medi-tación. Creo que la mayoría de los artí-culos de la mencionada revista se rela-ciona con el prólogo de la citada revis-ta. Para citar un ejemplo, me voy a re-ferir a la rebeldía del hijo de la Reina anta Isabel de Portugal. ¡Obediencia! ¡Renuncia a la propia voluntad! ¡Es-cuchar los consejos de un buen padre! Honrarlo con nuestras actitudes...

Una verdadera escuela de vida en el interior de vuestra revista

Nazaré Heredia Alves SoaresAmora, Portugal

los santos DE caDa Día

Muchas gracias por enviarme la re-vista Heraldos del Evangelio. Es muy necesaria para el crecimiento espiritual

de cada persona; estamos en día con los acontecimientos de la Iglesia; re-flexionamos con las lecturas; estamos en día con las fiestas de los santos que, personalmente, transcribí para una ho-ja, con grandes letras, para pedir su in-tercesión en las respectivas misas.

Virginia Galdós VillaLima, Perú

mE rEanima y aviva mi fE

Quiero agradecerles por la revis-ta que me envían y que, con muchí-simo interés, leo y me es de gran uti-lidad. Yo me encontraba en un mo-mento de desánimo y los artículos so-bre los Corazones de Jesús, de María y de San Juan me sirvieron para re-animarme y avivar mi fe.

Adelina EzcurraBuenos Aires, Argentina

bEllEza Espiritual DE la rEvista

Derrame lágrimas después de leer el maravilloso artículo de la revista “El varón que tuvo su alma en las ma-nos”. No tengo palabras para agrade-cer por tanta belleza espiritual de la revista. Somos nueve hermanos, de los cuales seis son portadores de de-ficiencia, incluido yo. En el hora en que leí este artículo, de repente ve vi-no un aviso: este será un milagro pa-ra Uds.

Adalgiza Valadares MagalhaesFormosa, Brasil

paciEntEs DE nuEstro consultorio lEEn su rEvista

Deseamos seguir recibiendo dos ejemplares de la revista, ya que uno de ellos lo disfrutamos con nuestros hijos en casa, y el otro lo ponemos a dispo-sición de los pacientes en nuestro con-sultorio médico; muchos nos la piden prestada para releer en casa artículos que les han gustado y algunos incluso demuestran interés en suscribirse.Dra. María Inmaculada Ruiz de Reyes

Guayaquil, Ecuador

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Número 52

Noviembre 2007

Salvadme Reina

La alianza

entre el hombre

y la creación

“E

Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 5

Editorial

Amigos de lA nAturAlezA

n el tiempo en que San Francisco vivía en la ciudad de Gubbio, apareció en la región un lobo grandísimo, terrible y feroz, el cual no devoraba solamente a los animales, sino también a los hombres …”. Así da comienzo uno de los

capítulos de los Fioretti (“Las florecillas”), donde se narran muchos episodios de la vida del santo de Asís. En una de sus muchas intervenciones para armonizar las cria-turas de Dios con el hombre, San Francisco fue al encuentro de la temida fiera, el Poverello, pacificándola milagrosamente.

Pero el encanto por la naturaleza no es una característica exclusiva de San Fran-cisco. Todos los santos siempre la compartieron. La bienaventurada Ana María Tai-gi, se apiadaba con el sufrimiento de caballos, perros y gatos enfermos, y los bende-cía y curaba. Y en el capítulo 9º del Libro de la Vida, Santa Teresa de Jesús aconseja a quien desea hacer una buena oración a prestar atención en la naturaleza: “Me ayu-daba mirar a los campos, al agua y a las flores. Veía en ellos trazos del Creador”.

De San Ignacio de Loyola, cuenta su biógrafo, el Padre Ribadeneyra lo siguien-te: “Lo vimos de modo muy frecuente, a partir de las cosas pequeñas, levantar el alma a Dios, que es admirable hasta en las cosas menores. Viendo una planta, una hierba, una hoja, una flor, cualquier fruta; de la consideración de un gusanillo o de cualquier otro animalito, se remonta hasta los cielos y penetra en lo más interior y más remoto de los sentidos, y de cada cosita de esas sacaba doctrina y consejos muy provechosos para la instrucción de la vida espiritual”. (1.5, c.1)

¿A fin de cuentas, no fue el propio Redentor que nos exhortó a mirar los lirios del campo y los pájaros? La naturaleza facilita a los santos cantar los atributos y per-fecciones divinas, y penetrar en la contemplación por amor a Dios. Bosques y cam-pos, ríos y montañas, aves del cielo y todos los animales de la tierra proclaman no ser ellos mismos dioses y sí criaturas, sacadas de la nada por Dios, con un simple ac-to de su divina voluntad: ¡Fiat! (San Agustín, Confesiones, 1.11, cap. 4).

¡Será difícil encontrar personas más cariñosas con la naturaleza que los santos, y más convictamente ecologista que ellos! Su posición es tanto más efectiva pues, aunque admiran los vegetales, animales y minerales por el bien que contienen en sí, por su belleza y por su contribución para la armonía de la Creación, ellos no se de-tienen únicamente en su mero aspecto material, sino que ven en esos seres las pre-ciosas marcas del divino Autor de todas las cosas.

Así como los santos, todos nosotros estamos invitados a velar por la sabia y equi-librada preservación del tesoro ecológico que heredamos. Sirva él para recordarnos también nuestro lugar en el universo. Según el plan divino, el hombre es el rey de la Creación y debe gobernarla con sabiduría. Pero sólo hay un medio para que él se en-caje entre los demás seres: siendo virtuoso. Pues así como las plantas, los animales y los minerales glorifican a Dios por el simple hecho de existir y de cumplir instintiva-mente sus funciones, también los hombres tienen la obligación de glorificarlo, sien-do fieles al objetivo para el cual Él los crió: amándolo y sirviéndolo, haciendo el bien y procurando evitar el pecado. Sólo así ellos podrán imitar a los santos y ser amigos de la naturaleza en toda la acepción del término.

Heraldos participan de las conmemoraciones del Día del Árbol, en Mairiporã, Brasil

(Foto: Oscar Makoto)

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Fuerte alianza entre el hombre y la Tierra

6 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

La Voz deL PaPa

Con motivo del Ágora de la juventud católica italiana, el Papa Benedicto XVI trató de un tema de gran importancia

y enorme actualidad: la tutela de la naturaleza.

dentificado como hombre, se humilló a sí mismo, vol-viéndose obediente has-ta la muerte, y muerte de cruz” (Fl 2, 7-8).

Queridos jóvenes, me parece que en estas palabras de Dios sobre la hu-mildad se encierra un mensaje im-portante y muy actual para vosotros, que queréis seguir a Cristo y formar parte de su Iglesia.

No tengáis miedo de ser diferentes

El mensaje es este: no sigáis el camino del orgullo, sino el de la hu-mildad. Id contra corriente: no escu-chéis las voces interesadas y persua-sivas que hoy, desde muchas partes, proponen modelos de vida marcados por la arrogancia y la violencia, por la prepotencia y el éxito a toda cos-ta, por el aparecer y el tener, en de-trimento del ser.

Vosotros sois los destinatarios de numerosos mensajes, que os llegan sobre todo a través de los medios de comunicación social.

Estad vigilantes. Sed críticos. No vayáis tras la ola producida por esa poderosa acción de persuasión. No tengáis miedo, queridos amigos, de preferir los caminos “alternativos” indicados por el amor verdadero: un estilo de vida sobrio y solidario; rela-ciones afectivas sinceras y puras; un empeño honrado en el estudio y en el trabajo; un interés profundo por el bien común. No tengáis miedo de ser considerados diferentes y de ser criti-cados por lo que puede parecer per-dedor o pasado de moda: vuestros coetáneos, y también los adultos, es-pecialmente los que parecen más ale-jados de la mentalidad y de los va-lores del Evangelio, tienen profun-da necesidad de ver a alguien que se atreva a vivir de acuerdo con la ple-nitud de humanidad manifestada por Jesucristo.

El camino de la humildad es la vereda del coraje

Así pues, queridos jóvenes, el ca-mino de la humildad no es un ca-mino de renuncia, sino de valentía.

No es resultado de una derrota, si-no de una victoria del amor sobre el egoísmo y de la gracia sobre el pe-cado. Siguiendo a Cristo e imitando a María, debemos tener la valentía de la humildad; debemos encomen-darnos humildemente al Señor, por-que sólo así podremos llegar a ser instrumentos dóciles en sus manos, y le permitiremos hacer en nosotros grandes cosas.

En María y en los santos el Señor obró grandes prodigios. [...]

Como veis, queridos jóvenes, la humildad que el Señor nos ha ense-ñado y que los santos han testimonia-do, cada uno según la originalidad de su vocación, no es ni mucho menos un modo de vivir abandonista. Con-templemos sobre todo a María: en su escuela, también nosotros pode-mos experimentar, como ella, el “sí” de Dios a la humanidad del que bro-tan todos los “sí” de nuestra vida. En verdad, son numerosos y grandes los desafíos que debéis afrontar. Pero el primero sigue siendo siempre seguir a Cristo a fondo, sin reservas ni com-

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Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 7

ponendas. Y seguir a Cristo significa sentirse parte viva de su cuerpo, que es la Iglesia.

La Iglesia es nuestra familia

No podemos llamarnos discípu-los de Jesús si no amamos y no segui-mos a su Iglesia. La Iglesia es nues-tra familia, en la que el amor al Se-ñor y a los hermanos, sobre todo en la participación en la Eucaristía, nos hace experimentar la alegría de po-der gustar ya desde ahora la vida fu-tura, que estará totalmente ilumina-da por el Amor. Nuestro compromi-so diario debe consistir en vivir aquí abajo como si estuviéramos allá arri-ba. Por tanto, sentirse Iglesia es pa-ra todos una vocación a la santidad; es compromiso diario de construir la comunión y la unidad venciendo toda resistencia y superando toda incom-

prensión. En la Iglesia aprendemos a amar educándonos en la acogida gra-tuita del prójimo, en la atención solí-cita a quienes atraviesan dificultades, a los pobres y a los últimos. La moti-vación fundamental de todos los cre-yentes en Cristo no es el éxito, sino el bien, un bien que es tanto más autén-tico cuanto más se comparte, y que no consiste principalmente en el te-ner o en el poder, sino en el ser. Así se edifica la ciudad de Dios con los hombres, una ciudad que crece desde la tierra y a la vez desciende del cielo, porque se desarrolla con el encuen-tro y la colaboración entre los hom-bres y Dios (cf. Ap 21, 2-3).

A las nuevas generaciones es confiado el porvenir del planeta

Seguir a Cristo, queridos jóvenes, implica además un esfuerzo constan-

te por contribuir a la edificación de una sociedad más justa y solidaria, donde todos puedan gozar de los bie-nes de la tierra. Sé que muchos de vo-sotros os dedicáis con generosidad a testimoniar vuestra fe en varios ám-bitos sociales, colaborando en el vo-luntariado, trabajando por la promo-ción del bien común, de la paz y de la justicia en cada comunidad.

Uno de los campos en los que pa-rece urgente actuar es, sin duda, el de la conservación de la creación. A las nuevas generaciones está encomen-dado el futuro del planeta, en el que son evidentes los signos de un desa-rrollo que no siempre ha sabido tu-telar los delicados equilibrios de la naturaleza. Antes de que sea dema-siado tarde, es preciso tomar medi-das valientes, que puedan restablecer una fuerte alianza entre el hombre y

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“A las nuevas generaciones está encomendado el futuro del planeta, en el que son evidentes los signos de un desarrollo que no siempre ha sabido tutelar los delicados equilibrios de la naturaleza”

Misa celebrada por el Papa Benedicto XVI durante el encuentro con los jóvenes italianos en Loreto

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El decoro de la Celebración Eucarística

8 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

La grandeza del don que Dios nos concede en la Santa Misa

El Rito Eucarístico, celebrado con el debido decoro, nos ayuda a tomar conciencia de la inmensa grandeza del don que Dios nos hace en la santa mi-sa. Precisamente así nos acercamos

también unos a otros y experimenta-mos la alegría de Dios. Por tanto, ex-preso mi gratitud a todos los que, me-diante su contribución activa en la preparación y en el desarrollo de la li-turgia o también mediante su fervoro-sa participación en los sagrados miste-

El viaje de Benedicto XVI a Austria fue coronado por la Santa Misa en la Catedral de San Esteban, en Viena. Esa celebración de particular belleza tocó el corazón del Santo Padre, llevándolo a expresarse con

particular alegría en el Ángelus, que siguió a la ceremonia.

elebrar con todos voso-tros el día del Señor de modo tan digno en la magnífica catedral de San Esteban, esta maña-

na, ha sido para mí una experiencia particularmente hermosa..

la tierra. Es necesario un “sí” decisi-vo a la tutela de la creación y un com-promiso fuerte para invertir las ten-dencias que pueden llevar a situacio-nes de degradación irreversible.

Por eso, he apreciado la inicia-tiva de la Iglesia italiana de promo-ver la sensibilidad frente a los proble-mas de la conservación de la creación estableciendo una Jornada nacional, que se celebra precisamente el 1 de septiembre. Este año la atención se centra sobre todo en el agua, un bien preciosísimo que, si no se comparte de modo equitativo y pacífico, se con-vertirá por desgracia en motivo de duras tensiones y ásperos conflictos.

Invitación para el Día Mundial de la Juventud

Queridos jóvenes amigos, des-pués de escuchar vuestras reflexio-

nes de ayer por la tarde y de esta noche, dejándome guiar por la pa-labra de Dios, he querido comuni-caros ahora estas consideraciones, que pretenden ser un estímulo pa-terno a seguir a Cristo para ser tes-tigos de su esperanza y de su amor. Por mi parte, seguiré acompañán-doos con mi oración y con mi afec-to, para que prosigáis con entusias-mo el camino del Ágora, este singu-lar itinerario trienal de escucha, diá-logo y misión.

Al concluir hoy el primer año con es-te estupendo encuentro, no puedo por menos de invitaros a mirar ya a la gran cita de la Jornada Mundial de la Juven-tud, que se celebrará en julio del año próximo en Sydney. Os invito a pre-pararos para esa gran manifestación de fe juvenil meditando en mi Men-saje, que profundiza el tema del Espí-

ritu Santo, para vivir juntos una nue-va primavera del Espíritu. Os espero, por tanto, en gran número también en Australia, al concluir vuestro segundo año del Ágora.

Por último, volvamos una vez más nuestra mirada a María, mode-lo de humildad y de valentía. Ayúda-nos, Virgen de Nazaret, a ser dóci-les a la obra del Espíritu Santo, co-mo lo fuiste tú. Ayúdanos a ser cada vez más santos, discípulos enamora-dos de tu Hijo Jesús. Sostén y acom-paña a estos jóvenes, para que sean misioneros alegres e incansables del Evangelio entre sus coetáneos, en todos los lugares de Italia. Amén.

(Homilía en la Concelebración Eucarística en el Valle de Montorso-

Loreto – 2/9/2007).

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Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 9

rios, han creado un clima en el que la presencia de Dios era verdaderamen-te perceptible. ¡Gracias de corazón y un “Vergelt´s Gott” a todos!

En la homilía he tratado de decir al-go sobre el sentido del domingo y sobre el pasaje evangélico de hoy, y creo que esto nos ha llevado a descubrir que el amor de Dios, que “se perdió a sí mis-mo” por nosotros entregándose a no-sotros, nos da la libertad interior para “perder” nuestra vida, para encontrar de este modo la vida verdadera.

La participación en este amor dio a María la fuerza para su “sí” sin re-servas. Ante el amor respetuoso y de-licado de Dios, que para la realiza-ción de su proyecto de salvación es-pera la colaboración libre de su cria-tura, la Virgen superó toda vacilación y, con vistas a ese proyecto grande e inaudito, se puso confiadamente en sus manos. Plenamente disponible, totalmente abierta en lo íntimo de su alma y libre de sí, permitió a Dios colmarla con su Amor, con el Espíri-tu Santo. Así María, la mujer sencilla, pudo recibir en sí misma al Hijo de Dios y dar al mundo el Salvador que se había donado a ella.

En la Eucaristía Jesús se nos confía

También a nosotros, en la celebra-ción eucarística, se nos ha donado hoy el Hijo de Dios. Quien ha recibido la Comunión lleva ahora en sí de un mo-do particular al Señor resucitado. Co-mo María lo llevó en su seno —un ser humano pequeño, inerme y totalmen-te dependiente del amor de la ma-dre—, así Jesucristo, bajo la especie del pan, se ha entregado a nosotros, queridos hermanos y hermanas.

Amemos a este Jesús que se pone to-talmente en nuestras manos. Amémos-lo como lo amó María. Y llevémoslo a los hombres como María lo llevó a Isa-bel, suscitando alegría y gozo.

La Virgen dio al Verbo de Dios un cuerpo humano, para que pudie-ra entrar en el mundo. Demos tam-bién nosotros nuestro cuerpo al Se-ñor, hagamos que nuestro cuerpo sea cada vez más un instrumento del amor de Dios, un templo del Espíri-tu Santo. Llevemos el domingo con

su Don inmenso al mundo. Pidamos a María que nos enseñe a ser, como ella, libres de nosotros mismos, pa-ra encontrar en la disponibilidad a Dios nuestra verdadera libertad, la verdadera vida y la alegría auténtica y duradera..

(Angelus, 9/9/2007)

Todos los derechos sobre los documentos pontificios quedan reservados a la Librería Editrice Vaticana.La versión íntegra de los mismos puede ser consultada en www.heraldos.org

“El Rito Eucarístico, celebrado con el debido decoro, nos ayuda a tomar conciencia de la inmensa grandeza del don

que Dios nos hace en la santa misa”O

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Misa en la Catedral de San Esteban, Viena (Austria)

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Resucitaremos: ¿sí o no?

P. João Scognamiglio Clá Dias, E.P.

10 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

Comentario aL eVangeLio – 32º domingo de tiemPo ordinario

Los saduceos cumplían las formalidades de la Ley de Moisés, pero no creían en la resurrección de los muertos: eran ateos prácticos. Por eso trataban de tender trampas a Jesús, para impedir la creencia en la inmortalidad del alma y en la resurrección de los muertos.

I – La resurreccIón de Los muertos

Afirma el Apóstol que Je-sús resucitó “como primicias de los que durmieron” (1 Cor 15,20). San Pablo no pierde la ocasión de acentuar la im-portancia de la resurrección fi-

nal a fin de animar a los corin-tios que había bautizado para que siguieran firmes en la fe, así como

también en el trabajo apostólico. Según él, sin esa fe, la tenden-cia sería la de adoptar un siste-ma de vida epicúreo, relativista

y libertino, de acuerdo a la expresión de Isaías: “¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!” (22,13).

En el capítulo 15 de su Primera Carta a los Corintios, después de cali-ficar como “necio” al que se detiene frente al problema de cómo y en qué condiciones resucitan los muertos, trata de aclarar en forma muy sencilla y accesible la revelación sobre la iden-tidad sustancial de los cuerpos en esta vida terrena y los recobrados después del Juicio Final, a pesar de las enor-mes diferencias de propiedad y aspec-to entre el muerto y el resucitado.

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Resurrección de Jesús – Catedral

de Manresa (España)

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S

Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 11

e le acercaron algu-nos de los saduceos, que niegan la resu-

rrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos de-jó escrito que si el hermano de uno muere dejando mujer, y éste no tiene hijos, su her-mano la tomará por mujer y dará descendencia al herma-no. Eran, pues, siete herma-nos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; y la tomó el segundo, luego el

tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. Finalmente, tam-bién murió la mujer. Aho-ra bien, ¿de cuál de ellos se-rá esposa en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer.»Jesús les dijo: «Los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcan-cen a ser dignos de tener par-te en aquel mundo y en la re-surrección de entre los muer-

tos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como án-geles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrec-ción. Y que los muertos resu-citan lo ha indicado también Moisés en el pasaje de la zar-za, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven» (Lc 20, 27-38).

a EvangElio A

La comparación la toma de la na-turaleza vegetal. De ésta, Pablo ha-ce una aproximación entre la muer-te del grano al ser sembrado, su pos-terior germinación y fructificación, con nuestro regreso a la vida en el día del Juicio. “Así también la resurrección de los muertos: se siembra en corrup-ción, y se resucita en incorrupción; se siembra en vileza, y se resucita en glo-ria; se siembra en debilidad, y se resu-cita en fortaleza; se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual” (1 Cor 15, 42-44).

Nuestro cuerpo comparte los premios y castigos del alma

Más de un milenio después de es-ta proclamación de Pablo, el Doctor Angélico nos dejaría una rica y pro-funda doctrina sobre la esencia de tal revelación. Siempre teniendo en cuenta que el alma está unida al cuer-po como forma y materia, y “como el alma es específicamente la misma, pa-rece que debe tener también la misma materia específica. Luego, será el mis-mo cuerpo antes y después de la resu-

rrección. Así pues, será menester que esté compuesto de carne y huesos, y de otras partes de la misma clase” 1.

Nuestro cuerpo resucitará porque Dios lo quiso y lo determinó así, co-mo también por el hecho de ser par-te integrante de nosotros mismos, merecedor de los premios o los cas-tigos que quepan a nuestra alma en la medida en que haya participado en los méritos o las iniquidades de la misma. Por eso, “entre buenos y ma-los permanecerá una diferencia funda-da en lo que pertenece personalmente a cada uno […] y como el alma merece, por sus actos personales, ser elevada a la gloria de la visión de Dios o excluida por la culpa de la ordenación a dicha gloria, se sigue en consecuencia que to-do cuerpo se conformará según la dig-nidad del alma” 2.

Los cuerpos de los justos se revestirán de gloria

La muerte no es sino un sueño prolongado (cf. Jn 11,11) y los ce-menterios, vastos dormitorios. Los que reposan en el polvo de la tie-

rra despertarán, unos para la felici-dad eterna, otros para las tinieblas y el castigo también eternos (cf. Dan 12,2). Los buenos, tan pronto como despierten, tendrán sus cuerpos en claridad. “Por la claridad del alma elevada a la visión de Dios, el cuer-po, unido al alma, obtendrá algo más, pues estará totalmente sujeto a ella por el efecto de la virtud divina, no sólo en cuanto a ser, sino además en cuanto a actos y pasiones, movimien-tos y cualidades corporales. Por con-siguiente, así como el alma se llena-rá de cierta claridad espiritual al go-zar de la visión beatífica, también, por cierta redundancia de la misma en el cuerpo, este último se revestirá a su manera de la claridad de la gloria” 3.

Además, los cuerpos de los bue-nos, en el instante de la resurrec-ción, gozarán de agilidad. “El alma, que unida a su fin último gozará de la visión divina, experimentará el cum-plimiento total de su deseo en todo. Y tal como el cuerpo se mueve según el deseo del alma, resultará que el cuer-po obedecerá absolutamente la indi-

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12 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

cación del espíritu. Por eso los cuerpos que tendrán los bienaventurados resu-citados serán ágiles. Y eso es lo que di-ce el Apóstol en el mismo lugar (1 Cor 15,43): Sembrado en flaqueza, resucita en fortaleza. Porque la flaqueza corpo-ral que experimentamos viene de que el cuerpo se siente incapaz de responder a los deseos del alma en los actos y mo-vimientos que le impone; flaqueza que entonces desaparecerá totalmente, por la virtud que desborda en el cuerpo al estar el alma unida a Dios. Por eso, en la Sabiduría (3,7) se dice también de los justos que correrán como chispas en la paja, no porque tengan que mo-verse necesariamente, puesto que al te-ner a Dios no necesitan nada, sino pa-ra demostrar su poder” 4.

El cuerpo glorioso se levantará es-piritualizado desde el polvo de la tie-rra, dotado de sutileza. “El alma que goza de Dios se unirá con Él perfectísi-mamente y será partícipe de su Bondad en sumo grado, de acuerdo a su propia medida; y de igual modo el cuerpo, que se someterá perfectamente al alma” 5.

La impasibilidad de los cuerpos gloriosos no permitirá la existencia de ningún defecto, dolor o mal. “El alma que goza de Dios lo tendrá todo en orden a la remoción de todo mal, no solamente actual, sino incluso el mal posible. Del actual, porque en am-bos no habrá corrupción, deformidad ni defecto alguno. Del posible, porque no podrán sufrir nada que los pertur-be, y por eso serán impasibles. Pero es-ta impasibilidad no hará exclusión de las pasiones esencialmente sensibles, porque usarán los sentidos para gozar lo que no repugna al estado de inco-rrupción” 6

Resurrección de los condenados

Los malos también resucitarán ín-tegros. “Las almas de los condena-dos poseen efectivamente una natura-leza buena, que fue creada por Dios; pero tendrán la voluntad desordena-da y apartada de su fin propio. Por tan-to, sus cuerpos, en lo que se refiere a la naturaleza, estarán reparados e ínte-

gros, puesto que resucitarán en la edad perfecta, con todos sus miembros y sin ningún defecto ni corrupción que hu-biera acarreado un fallo de la naturale-za o enfermedad” 7.

Las almas de los malos, cuando re-suciten sus cuerpos, quedarán sujetas a éstos. A diferencia de la situación de los bienaventurados, ellas serán carnales y no espirituales. “Como su alma estará separada voluntariamente de Dios y privada de su propio fin, sus cuerpos no serán espirituales, sino que su alma será carnal por el afecto” 8.

No experimentarán ni remota-mente la agilidad de los cuerpos glo-riosos. Por el contrario, de cierto mo-do estarán sujetos a la ley de grave-dad. “Tales cuerpos no serán ágiles ni obedientes al alma sin dificultad, sino

tadas por el Apóstol: “La muerte ha sido devorada en la victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?” (1 Cor 15,55).

II – La trampa de Los saduceos

Nuestra fe católica nos hace es-perar con fortalecida esperanza es-ta maravillosa realidad, revelada por Cristo Jesús y explicitada por la Iglesia infalible. Pero esta doctrina no era conocida así en la Antigüe-dad; la ignoraban sobre todo los pa-ganos y muy especialmente ciertas corrientes filosóficas de Grecia. No es difícil comprender la razón por la cual se habían creado obstáculos contra la posibilidad de que hubiera resurrección.

Ante todo debemos considerar la constatación histórica, en la vida diaria, acerca de los muertos: ¿cuá-les de ellos regresan a la vida? Si va-mos más al fondo del problema, en-contramos la lucha entablada en el interior de cada hombre entre sus malas inclinaciones y su conciencia. Dado que la criatura humana es un monolito de lógica, si admite la re-surrección de los cuerpos como pre-mio o castigo eternos en proporción a los méritos o culpas, se verá en la obligación de cumplir las leyes mo-rales contra su propia concupiscen-cia. Una batalla que, sin la gracia de Dios, siempre termina mal. Pues bien, éste fue justamente el resulta-do que obtuvieron los pueblos de la Antigüedad, habiendo llegado algu-nos filósofos a defender la tesis de la materialidad del alma y su muerte concomitante a la del cuerpo.

Origen del partido de los saduceos

Bajo el imperio de Alejandro Magno (356-322 a.C.) hubo un enor-me empeño por helenizar y coloni-zar el territorio perteneciente a los hebreos. La clase más acaudalada del pueblo elegido fue la más afecta-da por la influencia extranjera, y po-

Al resucitar, nuestro cuerpo

merecerá los premios o castigos

que quepan a nuestra alma

que graves y pesados, en cierto modo insoportables para el alma, tales como son las mismas almas que se apartaron de Dios por desobediencia” 9.

Estarán todavía más sujetos al do-lor y el sufrimiento que nosotros en esta vida terrena, pero sin corrom-perse nunca en nada, además que las respectivas almas serán “atormenta-das por la privación total del deseo na-tural de la bienaventuranza” 10.

Y por el hecho de que sus almas estarán excluidas de la luz del cono-cimiento divino, estos cuerpos serán “opacos y tenebrosos” 11.

La muerte triunfará sobre estos desdichados. Resucitarán para ser arrojados en la muerte eterna. No se aplicarán en ellos las palabras de Isaías (25,8) y de Oseas (13,14) ci-

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Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 13

co a poco se transfor-mó en una especie de aristocracia sacerdo-tal, dando origen al partido de los sadu-ceos.

Los miembros de este partido, exactos cumplidores de las formalidades de la Ley, en realidad eran incrédulos y relativistas en ma-teria moral. Reducían al mínimo las exigencias dogmáticas y no temían profesar errores crasos inspirados por el mundo pagano. Por ejemplo, llegaban a oponerse a la existencia de los ángeles, y, peor aún, no acep-taban siquiera la existencia de las al-mas separadas de los cuerpos. Nega-ban incluso la providencia de Dios, como también su acción sobre los acontecimientos. Eran ateos prácti-cos y a pesar de revestirse con las ce-remonias del culto de la religión ju-daica, no pasaban de ser unos semi-paganos. No es difícil concebirlo, ya que hoy en día tropezamos no po-cas veces con personas de la misma mentalidad y hundidas en las mis-mas convicciones.

A pesar de que los saduceos eran un número proporcionalmente muy reducido, la pésima influencia que ejercían sobre el pueblo era muy con-siderable debido a su situación so-cial. Su nombre se origina de la pala-bra hebrea ṣadiq (צדיק), o sea, justo. Tal vez ellos mismos, por arrogancia, eligieron ese nombre, o se los dieron otros en son de burla.

Los saduceos formaban una fuer-te corriente opuesta a los fariseos. Los dos partidos componían el cua-

dro político, social y religioso en vi-gor durante la vida pública del Di-vino Maestro. A pesar del carácter enteramente pacífico, ordenado y en extremo caritativo de la acción de Jesús, estas corrientes – agre-guemos además el sanedrín, los es-cribas y los herodianos – se alterna-ban encarnizadamente para tender-le alguna trampa de la cual pudiera sobrevenir su prisión y sentencia de muerte. Aquí tenemos el turno de los saduceos con su mofa llena de escepticismo.

La objeción de los saduceos

Se le acercaron algunos de los saduceos, que niegan la resurrec-ción, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si el hermano de uno muere dejan-do mujer, y éste no tiene hijos, su hermano la tomará por mu-jer y dará descendencia al her-mano. Eran, pues, siete herma-nos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; y la to-mó el segundo, luego el tercero; del mismo modo los siete murie-ron también sin dejar hijos. Fi-nalmente, también murió la mu-jer. Ahora bien, ¿de cuál de ellos será esposa en la resurrección?

Porque los siete la tuvieron por mujer.»

Sobre estos versículos afirma Fi-llion: “La cita de los saduceos era exacta en cuanto al sentido. Esta pres-cripción, que no era particular a los judíos, puesto que también se la en-cuentra en varios pueblos antiguos co-mo los egipcios, los persas y los hin-dúes, y todavía hoy entre los circasia-nos, es conocida bajo el nombre de Ley del Levirato, una ley que regula el matrimonio entre cuñados y cuña-das. Su objetivo era conservar la rama primogénita de cada familia e impedir la excesiva transmisión de los bienes a otro. No estaba limitada a los herma-nos del marido muerto sin hijos, sino que también se extendía a los parien-tes cercanos, como sabemos por el li-bro de Rut (3, 9-13). No era estricta-mente obligatoria, pero el que se ne-gara a cumplirla tenía que someterse a una ceremonia humillante (Dt 25, 7-10; Rut 4, 1-11). Pese a que en tiem-pos de Nuestros Señor ya había caído en un descrédito que iría aumentando con los años, seguía vigente en Pales-tina. […]

“Esta breve narración, vivaz y rápi-da, es un modelo de casuística refina-da. Sus autores daban por hecho que la cuestión recién propuesta a Jesús lo pondría seguramente en un gran

La muerte no es sino un sueño prolongado

(cfr. Jn 11,11), y los cementerios, vastos

dormitorios

Cementerio de Nettuno (Italia)

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Moisés y la zarza ardiente – Basílica Paray-le-Monial (Francia)

Jesús empleó un episodio de la vida de Moisés para refutar la cita utilizada por los saduceos

14 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

aprieto. ¿Cómo podrá r e s p o n d e r esta deductio in absurdum? ¿No pa-rece haber herido de muerte el dogma de la resurrección de los cuerpos, pro-bando que origina dificultades insolu-bles? Aunque no hubieran sido más que dos matrimonios, la cuestión se plantearía del mismo modo (en aras de la verdad, algunos rabinos la pro-pusieron y la habían resuelto dicien-do que en tal caso la mujer, en la otra vida, le pertenecería al primero de los dos maridos. Zohar Gen. 24, 96); pe-ro al multiplicarlos de esta manera, los saduceos logran resaltar más la objeción” 12.

No obstante, podríamos asegurar con certeza que una inteligencia su-perficial e inconsistente se evidencia al juzgar los acontecimientos y al pro-pio ser humano a partir de las sim-ples apariencias visibles, sin elevar-se nunca a lo invisible. Para esta clase de gente, Dios es como un semejante y la eternidad, si acaso existe, no más que una prolongación del mundo ac-tual. No podría esperarse otro tipo de objeción de un libertino para jus-tificar su relativismo.

Es increíble la semejanza del dis-curso de los saduceos con el razo-namiento de ciertos filósofos actua-les y de otros tiempos. Las oposicio-nes al dogma de la resurrección que han surgido a lo largo de la Historia son tan numerosas, que si fuéramos a

catalogarlas todas, la colección sería interminable.

Respuesta del Divino Maestro

Jesús les dijo: «Los hijos de es-te mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dig-nos de tener parte en aquel mun-do y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mu-jer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección.»

En nuestra vida terrenal, debido a la mortalidad, la existencia de la su-cesión es indispensable para la per-petuación de la humanidad, a raíz de

del Espíritu, en el conocimiento y el amor de Dios, viéndolo cara a cara. Los corazones y las inteligencias es-tarán unidos en las castas delicias de la caridad perfecta, sin ninguna nece-sidad del matrimonio. “Porque los ca-samientos se hacen para tener hijos; los hijos vienen por la sucesión, y la suce-sión por la muerte; por tanto, donde no hay muerte no hay casamientos” 13.

No está de más insistir en que nos equivocaríamos creyendo que la re-surrección es un acontecimiento ex-clusivo de los cuerpos de los justos. No se debe creer “que únicamente re-sucitarán los que son dignos, o los que no se casen, sino que también resuci-tarán todos los pecadores, y no se ca-sarán en la otra vida. Además, el Se-ñor, para estimular nuestras almas a que busquen la resurrección gloriosa, no quiso hablar más que de los elegi-dos” 14.

Después de la resurrección los cuerpos de los elegidos serán “ange-lizados”, sin sujetarse ya a las leyes de la materia ni de la animalidad, co-mo dijimos antes. Así queda paten-te cuánto debemos evitar el peca-do, “pues, si vivís según la carne, mori-réis [la muerte eterna de resucitar pa-ra ser arrojado al infierno en cuerpo y alma]. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis” (Rom 8,13).

Dios no ha creado nuestros cuer-pos directamente, como hace con las almas. En este sentido somos hijos de los hombres, expuestos a todas las fragilidades inherentes a nuestra na-turaleza hasta la muerte. Como “hi-jos de la resurrección”, seremos hi-jos de la omnipotencia divina, la cual restaurará nuestros cuerpos de forma inmediata, sin siquiera el concurso de nuestros padres terrenos.

Ahí tenemos lo equivocados que estaban los saduceos con sus falsos e infundados argumentos. Cuando el hombre se aleja de Dios y de su Revelación, siempre crea sistemas de pensamiento obscuros, estrechos y obtusos.

Sergio H

ollman

n

Es increíble la semejanza del discurso de los saduceos con el

raciocinio de ciertos filósofos actuales

lo cual el matrimonio será una exi-gencia hasta que se complete el nú-mero de los elegidos.

Ahora bien, la eternidad, como ex-celente imagen de Dios, no admiti-rá la muerte, y los bienaventurados vivirán exclusivamente en las leyes

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Resurrección de los muertos – Museo

Cluny, París

Después de haber revelado la resurrección de los cuerpos,

el Divino Maestro defiende

claramente la inmortalidad del

alma

Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 15

La inmortalidad del alma«Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en el pasaje de la zarza, cuando lla-ma al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Ja-cob. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él to-dos viven».

En estos versículos el Divino Maestro defiende claramente la in-mortalidad del alma, después de ha-ber revelado la resurrección de los muertos. Las Escrituras ofrecen otros pasajes todavía más explícitos sobre la resurrección (Dan 12,2; Is 26,19) que Cristo podría haber enunciado, pero empleó el ejemplo de la vida de Moisés para refutar la cita al Levira-to (Dt 25,5-6) hecha por los mismos saduceos.

Si el hombre, al morir, se preci-pitara en el vacío, aniquilándose su ser, todas las promesas de la Escritu-ra también caerían en el vacío. Dios no reduce jamás a la nada a sus cria-turas. Las formas pueden ser muda-bles, pero las substancias permane-cen. Nuestros cuerpos no son como envoltorios de nuestras almas. Éstas pueden desprenderse de ellos, dejan-do de emitir a nuestros sentidos las manifestaciones de su existencia, pe-ro seguirán viviendo en la venganza o en el amor de Dios, en las tinieblas o la Luz eternas.

“Si Dios se define como ‘Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Ja-cob’ y es un Dios de vivos, no de muer-tos, entonces quiere decir que Abrahán, Isaac y Jacob viven en alguna parte; si bien, en el momento en que Dios habla a Moisés, ellos ya hayan desaparecido hace siglos. Si existe Dios, existe tam-bién la vida en la ultratumba. Una co-sa no puede estar sin la otra. Sería ab-surdo llamar a Dios ‘el Dios de los vi-vientes’, si al final se encontrase para reinar sobre un inmenso cementerio de muertos. No entiendo a las personas (parece que las hay) que dicen creer en Dios, pero no en una vida ultraterrena.

“No es necesario, sin embar-go, pensar que la vida más allá de la muerte comience sólo con la resu-rrección final. Aquello será el momen-to en que Dios, también, volverá a dar vida a nuestros cuerpos mortales” 15.

III – concLusIón

Hoy en día el mundo vive frustra-damente en busca de placeres nuevos, a fin de saciar la sed de infinito que ar-de en la médula del alma humana. Si los hombres pudieran oír un acorde de esa música celestial que arrebató en éxtasis a san Francisco, o contem-plar por un momento fugaz el rostro de Dios, algo que llevó a san Silvano a sentir repugnancia frente al rostro de los hombres, comprenderían que las

cipal motivo de su muerte se centra-ba en la doctrina elaborada por Pla-tón en su obra Fedón, en la que ex-plana largamente la inmortalidad del alma. Séneca, en su genialidad, resu-me el acto en esta frase: “Ferrum fecit ut mori posset, Plato ut vellet”: El hie-rro (el cuchillo) hizo que pudiera mo-rir; Platón, que lo quisiera.

Si los mismos paganos, cuando eran fieles a la razón, llegaban a es-tas conclusiones, ¿por qué los bauti-zados habremos de seguir los errores de los saduceos?

1) Suma contra los Gentiles 4, 84.2) Idem, ibidem, 4, 86.3) Idem, ibidem.4) Idem, ibidem.5) Idem, ibidem.6) Idem, ibidem.7) Suma contra los Gentiles 4, 89.8) Idem, ibidem.9) Idem, ibidem.10) Idem, ibidem.11) Idem, ibidem.12) L.-Cl., FILLION. Vida de Nuestro

Señor Jesucristo, Madrid: Editorial Voluntad, 1927. T. IV, p. 95-96.

13) SAN AGUSTÍN, apud Sto. Tomás de Aquino, Catena Aurea.

14) BEDA apud ibidem.15) CANTALAMESSA, Raniero.

Echad las Redes. Ciclo C. EDICEPI C.B., 2001, p. 346.

Sergio H

ollman

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¡Si los hombres pudieran

comprender que las delicias del Cielo son purísimas,

eternas y opuestas a las de la Tierra…!

delicias del Cielo son purísimas, eter-nas y opuestas a las de la Tierra.

Séneca, comentando el suicidio de Catón, concretado con el auxilio de un puñal, para huir de las considera-ciones de una Roma que había per-dido la libertad, afirma que el prin-

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La alianza entre el hombre y la creación

José Antonio Dominguez

16 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

El uso de los recursos del universo no puede ser separado del respeto por las exigencias morales.El dominio dado por el Creador al hombre sobre los seres vivos e inertes exige un respeto religioso por la integridad de la creación

l ser creado por Dios, el hombre era per-fectamente ordena-do a Su “imagen y se-mejanza” (Gn 1, 26)

y viviendo en armonía con la natu-raleza. Siendo rey de la creación, do-minaba sobre todos los seres, y esto se desprende de la descripción del Génesis: “Y los bendijo Dios dicién-doles: creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven por la tie-rra” (Gn 1, 28).

Después Dios, en un gesto de confirmación de la realeza que le había conferido, presentó todos los animales a Adán, “para ver có-mo los iba a llamar, porque todos los seres vivos llevarían el nombre que él les diera” (Gn 2, 19), pues el dar el nombre a algo o a alguien es señal de dominación.

Al concluir Su obra al sexto día, con la creación del hombre, “Dios vio entonces todo lo que había hecho y todo era muy bueno” (Gn 1, 31). O sea, todo era perfecto, siendo el hombre el ápice, en el que se resu-mía todo el universo: el mundo mi-neral, vegetal y animal, el espíritu y la materia.

El pecado destruyó la armonía interna del hombre

Adán, con su ambición desmedi-da de querer ser igual a Dios – “se-réis como Dios, conociendo el bien y el mal” (Gn 3, 5), dice el tentador a Eva – rompen ese orden inicial, según nos enseña el Catecismo:

“La armonía en la que estaban, establecida gracias a la justicia ori-ginal, queda destruida; el dominio de las facultades espirituales del al-ma sobre el cuerpo se quiebra; [...] La armonía con la creación se rom-

pe: la creación visible se hace para el hombre extraña y hostil. A causa del hombre, la creación es sometida “a la servidumbre de la corrupción” (CIC, 400).

Es de notar que hasta la propia creación material sufrió las conse-cuencias del pecado, de acuerdo con la enseñanza de San Pablo: “Sabe-mos, en efecto, que la creación ente-ra está gimiendo con dolores de par-to hasta el presente. Pero no sólo ella; también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior suspirando porque Dios nos haga sus hijos y libere nuestro cuerpo. (Rom 8, 22-23).

El ejemplo del diluvio universal

Una vez rota la armonía de la creación por el pecado, se encuen-tra la explicación del rumbo toma-do por la humanidad: oponiéndose a Dios y rompiendo el orden inte-

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Los desórdenes morales de la

humanidad acaban afectando el buen

orden de la naturaleza y amenazando su integridad

Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 17

rior del alma, la conducta del hom-bre afecta también a los seres irra-cionales, creados para servirlo. A lo largo de la historia, hay momen-tos en que las consecuencias de esa ruptura se vuelven más agudas, por ejemplo, en el episodio del diluvio universal.

Sirviéndose de un lenguaje antro-pomórfico, el autor sagrado deja tras-lucir cómo las consecuencias del des-orden moral afectan hasta a la propia naturaleza:

“Al ver el Señor que crecía en la tierra la maldad del hombre y que todos sus proyectos tendían siempre al mal, se arrepintió de haber crea-do al hombre en la tierra. Y, profun-damente afligido, dijo: “Borraré de la superficie de la tierra a los hom-bres que he creado: a los hombres, a los animales, reptiles y aves del cielo, pues me arrepiento de haberlos crea-do”. (Gn 6, 5-7)

El autor sagrado hace una relación misteriosa entre el orden de la natu-raleza y el orden moral. La ruptura de uno se refleja en el otro: “la mal-dad de los hombres era grande, [...] ex-

Una vez que el pecado es del hom-bre, ¿por qué incluir también a los animales?

El texto sagrado nos muestra que los desórdenes morales de la huma-nidad acaban afectando al buen or-den de la propia naturaleza y ame-nazando su integridad, pues el hom-bre y el universo forman un conjun-to armónico, que refleja la belleza de su totalidad, como en un mosaico, las infinitas perfecciones de Dios. Cual-quier fallo, en alguna de las partes, desfigura y perjudica al todo.

El mal uso de los recursos naturales acarrea consecuencias nefastas

En realidad, en la gran mayoría de las situaciones de desorden moral, no actúa Dios directamente, sin em-bargo son las propias consecuencias del pecado, practicado por el hom-bre, en el uso de su libre arbitrio, que

Playa del Pulso, Ubatuba – Brasil

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terminaré de la superficie de la tierra al hombre que crié, y con él a los anima-les, los reptiles y las aves de los cielos.

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“Es preciso tomar decisiones valientes, que sepan crear de nuevo una fuerte alianza entre el

hombre y la tierra”

18 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

Respeto religioso por la integridad de la Creación

En efecto, enseña el Catecismo de la Iglesia Católica que “el séptimo mandamiento exige el respeto de la in-tegridad de la creación. Los animales, como las plantas y los seres inanima-dos, están naturalmente destinados al bien común de la humanidad pasada, presente y futura. El uso de los recursos minerales, vegetales y animales del uni-verso no puede ser separado del respeto a las exigencias morales. El dominio con-cedido por el Creador al hombre sobre los seres inanimados y los seres vivos no es absoluto; está regulado por el cuida-do de la calidad de la vida del prójimo, incluyendo la de las generaciones veni-deras; exige un respeto religioso de la in-tegridad de la creación” (CIC, 2415).

Las consecuencias de la no obser-vancia de las leyes morales en rela-ción a la creación son ya sentidas en alguna medida por toda la humani-dad, que carga sobre sí todo el peso de siglos de revolución industrial, de progreso tecnológico y de consumis-mo desenfrenado.

El Magisterio de la Iglesia

La Iglesia, siempre atenta a los problemas de su tiempo, ha hecho oír con frecuencia su voz, alertando so-bre la crisis que va creciendo en las relaciones entre el hombre y el am-biente, consecuencia de la crisis entre el hombre y su Creador.

El compendio de la Doctrina So-cial de la Iglesia apunta algunos as-pectos de la cuestión:

“El mensaje bíblico y el magiste-rio eclesial constituyen los puntos de referencia-parámetro para aliviar los problemas que se interponen en las relaciones entre el hombre y el am-biente. En el origen de tales proble-mas se puede identificar la preten-sión de ejercitar un dominio incon-dicional sobre las cosas por parte del hombre, un hombre que no está aten-to a las consideraciones de orden mo-ral que deben caracterizar cada acti-vidad humana.

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Día del árbol: jóvenes heraldos participan de las conmemoraciones promovidas por la alcadía de

Mairiporã (Brasil), plantando mudas en el Bosque de la Amistad

se vuelven contra él y le alcanzan, así como la naturaleza. ¿No son las gue-rras, con sus efectos devastadores, un ejemplo de eso? En el mismo senti-do, también el uso desconsiderado de los recursos de la naturaleza – lo que constituye un desorden moral – de lo que tanto se habla hoy, acaba tenien-do consecuencias nefastas para la hu-manidad.

El Papa Benedicto XVI ha lla-mado la atención, recientemente, en defensa de la naturaleza, como por ejemplo, en la Ágora de los jóvenes italianos, en Loreto:

“Uno de los campos en que parece urgente actuar es, sin duda, el de la sal-vaguardia de la creación. A las nuevas generaciones se ha confiado el porvenir del planeta, en que son evidentes las se-ñales de un desarrollo que ni siempre sabe tutelar los equilibrios de la natu-raleza”.

Antes de que sea demasiado tarde, es preciso tomar decisiones valientes,

que sepan crear de nuevo una fuerte alianza entre el hombre y la tierra.

Son necesarios un sí decisivo a la tu-tela de la creación y un compromiso vi-goroso teniendo en vista invertir las ten-dencias que corren el riesgo de llevarnos a situaciones de degradación irreversible.

Por eso, aprecié la iniciativa de la Iglesia Italiana, de promover la sensi-bilización sobre las problemáticas de

la salvaguardia de la creación, procla-mando un Día Na-cional que se cele-bra precisamente el día 1 de Septiem-bre. En este año se presta atención so-bre todo en el agua, un bien extremada-mente precioso que, sino fuera comparti-do de manera equi-tativa y pacífica, in-felizmente va a ser el motivo de duras tensiones y ásperos conflictos” (Homi-lía de 2/09/2007).

Pero la restaura-ción de esa “alianza entre el hombre y la tierra”, de que habla tan oportunamen-te el Papa, sólo será posible a través del restablecimiento de la alianza con Dios.

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“Y vio Dios que era bueno”

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Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 19

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La tendencia para la ‘exploración desconsiderada’ de los recursos de la creación es el resultado de un largo proceso histórico y cultual: ‘La época moderna registró una capacidad cre-ciente de intervención transformado-ra por parte del hombre. El aspecto de conquista y de exploración de los recursos se volvió predominante e in-vasivo, y hoy llega a amenazar la pro-pia capacidad acogedora del ambien-te: el ambiente como ‘recurso’ corre el peligro de amenazar el ambiente como ‘casa’. Por causa de los podero-

sos medios de transformación, ofre-cidos por la civilización tecnológi-ca, parece, a veces, que el equilibrio hombre-ambiente haya alcanzado un punto crítico’ ” (n.461).

¿Nostalgia de la integración con la naturaleza?

El habitante de las sociedades in-dustrializadas siente vivamente esa falta de equilibrio, que se manifies-ta tantas veces en las agresiones de la naturaleza, como también en la en-fermedad del hombre moderno, en

el estrés y en el vacío espiritual. Y la humanidad, que por la técnica juz-gó poder subyugar el universo, mira ahora con cierta nostalgia para atrás, ansiosa por cambiar una vida excesi-vamente mecanizada y artificial por una existencia en que sea restableci-da la armonía con la naturaleza.

¿No influirá en esa nostalgia, tam-bién, el deseo de restaurar, de alguna forma, la convivencia perdida con el Señor Dios que “paseaba por el paraí-so al fresco de la tarde, después del me-dio día”? (Gn 3,8).

oda criatura posee su bondad y su perfec-ción propias. Para cada una de las obras de los “seis días” se dice: “Y vio Dios que

era bueno”. “Por la condición misma de la crea-ción, todas las cosas están dotadas de firmeza, ver-dad y bondad propias y de un orden” (GS 36, 2). Las distintas criaturas, queridas en su ser propio,

reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sa-biduría y de la bondad Infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las co-sas, que desprecie al Creador y acarrce consecuen-cias nefastas para los hombres y para su ambien-te. (CIC, 339)

Lago Llanquihue, Chile

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La creación nos aproxima a Dios

L

20 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

En la Suma contra los Gentiles, Santo Tomás nos invita a meditar sobre las obras divinas, como forma

de iluminar y fortalecer nuestra fe.

a meditación sobre las obras divinas es nece-saria para el esclareci-miento de la fe humana respecto de Dios.

La sabiduría divina está como que reflejada en las criaturas

En primer lugar, porque por la me-ditación sobre las obras podemos ad-mirar de algún modo y considerar la sabiduría divina: las cosas realizadas por el arte son representativas del ar-te, porque son realizadas a su seme-

janza. Entonces, Dios, por su sabidu-ría dio el ser a las cosas, razón por la cual se dijo: Todo lo hicisteis con sa-biduría (Sl 103, 24). De ahí podemos, por la consideración de las obras, re-coger la sabiduría divina, que está co-mo que reflejada en las criaturas por cierta comunicación de su semejan-za. Así se dijo en la Sagrada Escritu-ra: Se difundió su sabiduría en todas sus obras (Eclo 1, 10). Por eso, cuan-do el salmista dice: Maravillosa sobre mi se muestra vuestra ciencia: sublime es ella, y no la podré alcanzar; y cuan-

do añade el auxilio de la iluminación divina dice: La noche se convirtió en claridad, etc. Se confiesa auxiliado por el conocimiento de las obras di-vinas para el conocimiento de la sabi-duría de Dios, con las palabras: Ma-ravillosas son vuestras obras y mi alma bien lo sabe (Sl 138, 6, 11 y 14).

Admirar las obras de Dios produce reverencia para con Él

En segundo lugar, esa considera-ción nos hace admirar hasta la últi-ma virtud de Dios, y consecuente-mente, produce en los corazones de los hombres la reverencia para con Dios. En efecto, conviene que la ca-pacidad del artista sea tenida co-mo superior a las cosas que él hace. Donde se dijo: Se quedan admirados (los filósofos) de su potencia y de sus obras (esto es, del cielo, de las estrellas y de los elementos del mundo) com-prendan que quien las hizo es más po-deroso que ellas (Sb 13, 4). Está di-cho también por el apóstol: Se pene-tra en las realidades invisibles de Dios por medio del conocimiento de las co-sas hechas, como su poder y su divini-dad (Rm 1, 20). De esa admiración proviene también el temor de Dios y la reverencia. Donde dice la Sagrada

Fotos: Gustavo Kralj

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Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 21

Escritura: Grande es en poder vuestro nombre; ¿quién no os teme, oh rey de los pueblos? (Jr 10, 6-7).

Deleitarse con las criaturas creadas inflama de amor por la bondad de Dios

En tercer lugar, esa consideración inflama los ánimos humanos de amor para con la bondad divina. En efecto, todo aquello que de bondad y de per-fección está distribuido parcialmente en las diversas criaturas, está en Dios unificado de modo pleno y universal, como en la fuente de toda bondad, conforme fue visto (1. I, cc XXVIII e XL). Si pues, la bondad, la belleza y la suavidad de las criaturas ya atraen de tal modo los ánimos humanos, la bon-dad frontal de Dios, cuidadosamente comparada con los riachuelos de bon-dad encontrados en las criaturas, atrae-rá para sí aquellos ánimos totalmente inflamados. Donde se dijo: Me deleitas, Señor, por vuestras obras y exultaré por causa de las obras de vuestras manos (Sl 91, 5). Y en otro salmo es afirmado a respecto de los hijos de los hombres: Se embriagarán en la abundancia de vues-tra casa (esto es, de toda criatura) y los haréis beber en el torrente de vuestras de-licias, porque está en vos la fuente de vi-da (Sl 35 35, 9-10). En el libro de la Sa-biduría es dicho contra algunos: Por las cosas buenas que ven (por las cria-turas, que son buenas por cierta parti-cipación) no conseguirán conocer aquél que es (lo verdaderamente bueno, an-tes – la propia bondad, como fue dicho 1. I, c XX-XVIII) (Sb 13, 1)

Asemeja los hombres con la perfección divina

En cuarto lugar, esa consideración asemeja de cierto modo los hombres con la perfección divina. Fue demos-trado (1. I, cc XLI ss.) que Dios, al co-nocerse, contempla en sí mismo todas las cosas. Como la fe cristiana esclare-ce el hombre principalmente a respec-to de Dios y, por la luz de la revelación divina, lo hace conocedor de las criatu-ras, se realiza en el hombre una cierta

semejanza de la sabiduría divina. Sobre esto dice el Apóstol: Todos nosotros, al contemplar con la cara descubierta la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen (2 Cor 3, 18).

* * *Así pues, se evidencia que la consi-

deración de las criaturas pertenece al

esclarecimiento de la fe cristiana. Y por eso dice la Sagrada Escritura: Me acordaré de ls obras del Señor y anun-ciaré lo que vi, que en las palabras del Señor estás sus obras (Eclo 42, 15)

(Santo Tomás de Aquino, Suma contra los Gentiles, 1. II, c. II)

La admirable jerarquía de las creaturas manifestada en los minerales, en los vegetales y en los animales, com sus bellezas y perfeciones

propias a cada grado, llevan fácilmente el alma a consideraciones de los atributos de Dios, como ensiña el Apóstol San Pablo: “Se penetra en las realidades invisibles de Dios por medio del conocimiento de las cosas

hechas, como su poder y su divinidad” (Rm. 1, 20)

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Misa y misión

“¡SP. Caio Newton Assis Fonseca, E.P.

22 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

La Eucaristía tiene una íntima unión con la vocación de todo bautizado: evangelizar. Es el Papa quien nos lo recuerda, y el protomártir de la Eucaristía, San Tarsicio, quien nos da ejemplo.

in el domingo, no po-demos vivir!” — de-claran los márti-res de Abitanas a los jueces del Impe-

rio Romano. “A principios del siglo IV, cuando el culto cristiano todavía esta-ba prohibido por las autoridades impe-riales, algunos cristianos del norte de África, que se sentían obligados a cele-brar el día del Señor, desafiaron la pro-hibición. Fueron martirizados mientras declaraban que no les era posible vivir sin la Eucaristía, alimento del Señor: Sine dominico non possumus — Sin el domingo no podemos vivir “ (Sacra-mentun Caritatis n. 95).

Con este bello ejemplo, quiso el Papa Benedicto XVI resaltar la ar-dorosa devoción de los primeros cristianos a la Eucaristía, a pesar de las dificultades y riesgos de aquella época, y estimularnos a imitarlos: “Exhorto a todos los laicos, en parti-cular a las familias, a encontrar conti-nuamente en el Sacramento del amor de Cristo la fuerza para transformar la propia vida en un signo auténtico de

la presencia del Señor resucitado. Pi-do a todos los consagrados y consa-gradas que manifiesten con su propia vida eucarística el esplendor y la belle-za de pertenecer totalmente al Señor” (Idem n. 94).

En la Eucaristía, la fuerza para evangelizar

¡Cómo es diferente, hoy, nuestra situación en Occidente, comparada con los comienzos de la Cristiandad! Tal vez el mayor riesgo que estamos obligados a enfrentar, para cumplir el precepto dominical, sea el de no conseguir hacer coincidir nuestras conveniencias personales con el ho-rario de la misa. O de tener que via-jar algunos minutos en el coche has-ta llegar a la iglesia más próxima. Y la extrema facilidad de acceso a la Eucaristía puede llevar a algunos a no dar el debido valor al más subli-me de los sacramentos.

¡Sin embargo, en los primeros si-glos del Cristianismo, cómo era arries-gado, en épocas de grandes persecu-ciones, participar del banquete euca-

rístico! Esas circunstancias, tan ad-versas, ciertamente contribuían a re-saltar el valor infinito de la Eucaris-tía, en aquellas primeras comunidades de cristianos. Pues era en el Pan Euca-rístico donde ellos encontraban fuer-zas para cumplir su misión evangeli-zadora en la sociedad pagana y, tantas veces, dar testimonio de Cristo con el derramamiento de la propia sangre.

La “casa-iglesia”

Cuando se habla sobre las misas en la primera era del Cristianismo, en se-guida nace el interés por conocer có-mo y dónde eran celebradas. Frecuen-temente se piensa que los cristianos só-lo se concentraban en las catacumbas, hasta llegar a parecer que esas estrechas galerías subterráneas, donde eran ente-rrados los muertos, hubiesen sido exca-vadas con la casi exclusiva finalidad de practicar el culto con seguridad.

En las épocas de la persecución más sangrienta, seguramente eran las cata-cumbas los lugares de reunión. Pero, cuando el furor de la persecución de los emperadores romanos amainaba, la

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vida volvía a una relativa normalidad, y eran las residencias de los propios cris-tianos las que servían de iglesia.

Evidentemente, eran escogidas las casas más amplias, que personas pu-dientes cedían para la celebración del culto divino. Todavía hoy, los cimien-tos de algunas basílicas romanas con-servan vestigios de la antigua vivien-da que desempeñó otrora la función de templo sagrado.

La propia disposición interna de las habitaciones de las residencias ri-cas se prestaba providencialmente a ese objetivo, pues en ellas había una nítida separación entre la parte pú-blica y la parte privada. Y las prime-

ras iglesias construidas conservaban todavía una distribución de salones semejante a la de esas casas.

En el patio se reunían los fieles, los catecúmenos, que no participa-ban de toda la liturgia de la misa po-dían quedarse en el vestíbulo. Y la comida eucarística podía ser celebra-da en el triclinium o comedor.

La celebración dominical de los primeros cristianos

Los cristianos se reunían el sábado, al caer la tarde, para la vigilia por la cual se preparaban, por medio de ora-ciones y de la recitación de salmos, pa-ra celebrar la resurrección del Señor.

La Celebración Eucarística empe-zaba a medianoche, y acababa con los primeros rayos de la aurora. Nuestra vigilia pascual todavía es una reminis-cencia de los tiempos apostólicos.

Para terminar la ceremonia, el diá-cono proclamaba, tal como hoy se hace: “Ite missa est”. El término misa, con el cual hoy se denomina la Cele-bración Eucarística, tiene ahí su ori-gen.

El Santo Padre Benedicto XVI comenta así el significado más pro-fundo de ese último diálogo litúr-gico: “En este saludo podemos apre-ciar la relación entre la misa celebra-da y la misión cristiana en el mundo.

Aunque despojadas de sus preciosos tesoros (las reliquias de los mártires) las catacumbas evocan intensamente, aún hoy en día, el heroísmo indomable de los primeros cristianos.

Basílica inferior de las Catacumbas de Santa Domitilia, Roma

Vic

tor

Toni

olo

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24 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

En la antigüedad, « missa » significaba simplemente « terminada ». Sin embar-go, en el uso cristiano ha adquirido un sentido cada vez más profundo. La ex-presión « missa » se transforma, en rea-lidad, en « misión ». Este saludo expre-sa sintéticamente la naturaleza misio-nera de la Iglesia” (Idem n. 51).

De la misa a la misión

El aspecto misionero de su vo-cación de bautizados lo tenían bien presente los cristianos de los primeros siglos. El “ite missa est” dicho por el diácono era un verdadero mandato, cumplido celosamen-te en el día a día, muchas veces hasta con el sacrificio de la propia vida.

Para ellos, la misión en la socie-dad pagana era una consecuencia de la misa, tal como con-tinúa recordándonos el Papa: “No podemos acercarnos a la Mesa eucarística sin dejarnos llevar por ese movimien-to de la misión que, partien-do del corazón mismo de Dios, tiende a llegar a todos los hombres. Así pues, el impulso misionero es parte constitutiva de la forma eucarística de la vida cristiana” (Idem n. 84).

La misión de Tarsicio

Un joven acólito1 romano, Tarsicio, protomártir de la Eucaristía , es un ejemplo sublime de esa continuidad entre la misa y la misión evangeliza-dora. Ciertamente, fue al final de una misa, ya cercana la hora de la aurora, cuando recibió una importante misión del celebrante, tal vez del propio Su-mo Pontífice: llevar a sus hermanos encarcelados el Pan Eucarístico.

En vísperas del “combate” con las fieras, les era concedido a los conde-nados a muerte en la arena del Coli-

seo un cierto ablandamiento del ré-gimen carcelario, y ellos podían re-cibir visitas. Los cristianos aprove-chaban esas circunstancias para lle-var a Jesús sacramentado a los que iban a trabar el supremo “combate”, dando testimonio de Cristo con el sacrificio de la propia vida.

sintió también en su interior el de-seo intensísimo de imitar a aquellos que al día siguiente iban a enfrentar el martirio, por amor de Dios. Guar-dó cuidadosamente en el interior de su túnica el inapreciable tesoro que acababa de serle confiado y partió en su misión: “Ite missa est”.

No se sabe con seguridad el factor por el cual quedó al descubierto la mi-

sión de Tarsicio. Tal vez lo denun-ciaran la alegría sobrenatural

que irradiaba su rostro, o la limpieza de su mirada vir-

ginal, o la prisa por alcan-zar el objetivo. Lo cier-

to es que fue intercep-tado por un grupo de paganos que descon-fiaban de sus inten-ciones y sospecha-ban que fuese cris-tiano. Tarsicio pre-firió morir apedrea-do a permitir que el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo fue-

se profanado por los paganos. Su martirio es

descrito por el Papa San Dámaso, con la caracte-

rística concisión latina, en la lápida de su tumba, compa-

rándolo con San Esteban.A nosotros, no se nos pide

arriesgar la vida, por medio del mar-tirio, para cumplir nuestra misión evangelizadora en el mundo, como a Tarsicio, pero podemos pedir que él, “junto con muchos santos y beatos que han hecho de la Eucaristía el cen-tro de su vida, intercedan por nosotros y nos enseñen la fidelidad al encuentro con Cristo resucitado. Nosotros tam-poco podemos vivir sin participar en el Sacramento de nuestra salvación y de-seamos ser iuxta dominicam viventes, es decir, llevar a la vida lo que celebra-mos en el día del Señor” (Sacramen-tum Caritatis n. 95).

1) Algunos dicen que era diácono.

Al recibir de las manos del sacer-dote la Eucaristía, envuelta en teji-dos preciosos, Tarsicio debe haber sentido en lo más profundo del al-ma un sobresalto de alegría: ¡estaba siendo convocado para arriesgar su joven vida por Cristo! Y, sin duda,

En la juventud de la Roma imperial, era notorio el contraste

entre los que se entregaban desenfrenadamente a los placeres

de la vida y los que daban la espalda a los deleites para

entregar su vida a Jesucristo

“Joven Romano”Escultura de los Museos Vaticanos

Victor Toniolo

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San Pío XSan Juan Bosco San Pío de Pietrelcina

U

Juventud y vejez

P. Fernando Gioia, E.P.

Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 25

“No envejecemos por haber vivido un cierto número de años. Nos hacemos viejos porque desertamos de nuestro ideal”.

no de los grandes temores que angus-tian a los hombres sin fe, sin duda al-guna, es el mie-

do a envejecer. La visión materialis-ta reduce la vida humana a una mera cuestión fisiológica, negándole los as-pectos metafísicos y sobrenaturales. Tomando ese punto de vista, ¿habrá mayor desgracia que hacerse viejo?

O Cristianismo, pelo contrário, re-coEl cristianismo, por el contrario, re-conoce esta suprema realidad que es el alma y da, así, a la existencia del hom-bre un carácter que trasciende esta tie-rra y se vuelve para la eternidad. Hay mayores razones para vivir que la pro-pia vida. Con estas vistas sobrenatura-les, bien comprendemos cómo hom-bres de gran valor humano y espiritual – por ejemplo, San Juan Bosco, San Pío X o San Pío de Pietrelcina – camina-

ron con tanta seguridad, alegría y has-ta ufanía en las vías de la ancianidad. En cada uno, el cuerpo envejeció, pe-ro el espíritu permaneció joven, al es-tar siempre ellos vueltos para el supre-mo ideal, que es la gloria de Dios y el bien del prójimo. El conocido escritor americano de origen alemán, Samuel Ullman (1840-1924) en su famoso poe-ma Youth (Juventud), supo traducir es-ta cautivante cuestión tan bien solucio-nada por la enseñanza cristiana:

“La juventud no corresponde a un periodo de nuestra vida, en cambio, sí corresponde a un estado de espíritu, una resultante de la voluntad, un pre-dicado de la imaginación, una inten-sidad emotiva, una victoria del coraje sobre la timidez, del gusto por la aven-tura sobre el amor al confort. No en-vejecemos por haber vivido un cierto número de años. Nos hacemos viejos porque desertamos de nuestro ideal.

Los años arrugan la piel, renunciar a un ideal arruga el alma. Las preocu-paciones, las dudas, los temores y las desesperaciones, ellos son los enemi-gos que, lentamente, nos hacen incli-narnos hacia la tierra y volvernos pol-vo antes de la muerte.

Joven es aquél que se asombra y se maravilla. Así como un niño insa-ciable él pregunta: “¿Y qué más?”. Él desafía los acontecimientos y encuen-tra gracia en el juego de la vida. Se-rás tan joven cuanto lo sea tu fe; tan viejo cuanto lo sea tu duda, tan joven cuanto sea tu confianza en ti mismo; tan viejo cuanto lo sea tu abatimiento. Permanecerás joven mientras seas re-ceptivo a los mensajes de la naturale-za, del hombre y del infinito.

Un día, en el caso de que tu corazón haya sido picado por el pesimismo y roído por el cinismo, ¡pueda Dios tener pena de tu pobre alma de anciano!”

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Solidaridad con las víctimas del terremoto en Perú

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26 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

n la noche del 15 de Agosto de este año, una gran parte del territorio fue alcanzada por un fortísimo terremoto, de 7’9 grados en la Escala de Ritcher, teniendo el epicentro en la región de Ica, al sur de Lima. Muchas ciudades y poblados sufrieron las consecuencias de la tragedia, que dejó un sal-

do de más de 500 muertos, 16.000 casas destruidas y millares de damni-ficados.

Los Heraldos del Evangelio de Perú se unieron al gran movimien-to nacional e internacional de solidaridad con las víctimas e inmediata-mente iniciaron una campaña al lado de sus amigos y simpatizantes pa-ra recoger ayuda material para los afectados por la catástrofe. Se reco-gieron más de tres toneladas de donaciones, entre ropas, medicamentos y alimentos (Foto 1). Estos donativos fueron entregados al Vicariato de Caridad de la Archidiócesis de Lima, que coordinaba la ayuda.

Promovieron también una colecta especial de más de una tonela-da de ayuda para un grupo de 60 familias, participantes del Aposto-lado del Oratorio María Reina de los Corazones, de la localidad de Subsanjaya, provincia de Ica, una de las áreas más afectadas por el fenómeno sísmico.

Tan pronto como el área dañada fue liberada por las autoridades, los Heraldos visitaron la ciudad de Pisco (Fotos 2 y 3), la más afectada por el terremoto. La presencia de la imagen peregrina del Inmaculado Corazón de María proporcionó esperanza y consuelo entre los más de 2.000 damnificados que había en el campamento montado por el Ejér-cito. Se rezó el rosario y se distribuyó material religioso entre ellos. .

La imagen de Nuestra Señora visitó también el Hospital de Ni-ños de Lima, lugar al que fueron trasladados los niños necesitados de una atención más especializada. El P. Jorge Jordán, E.P, confortó a todos impartiendo la bendición de la Iglesia y distribuyendo estam-pas de la Madre de Dios. También se entregó al hospital una dona-ción de ropas y alimentos (Foto 4).

El día 23 de Agosto, de las nueve de la mañana a las ocho de la noche, centenares de miembros de la campaña “Salvadme Reina por la gracia de Dios” participaron de una jornada de oraciones por las víctimas. El inicio de la misma fue una Eucaristía seguida de la recitación del Santo Rosa-rio de media en media hora, rogando a Dios por la intercesión de Nues-tra Señora por el descanso eterno de los fallecidos y pidiendo gracias es-peciales para los que sufrieron con las consecuencias del terremoto.

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PERÚ

Pisco

Lima

Ica

Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 27

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PP. Giovanni D´Ercole

visita San Pablo

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Ordenación diaconal en

Colombia

Mons. Joaquim inauguró capilla del Apostolado del Oratorio

or la imposición de las manos del cardenal Pedro Rubiano Sáenz, arzobispo de Bogotá, fueron orde-nados seis nuevos diáconos pertenecientes a los Heraldos del Evangelio. La ceremonia tuvo lugar en la Catedral Primada de Bogotá, el día 8 de Septiembre, solemnidad de la Natividad de Nuestra Se-

ñora, y contó con la presencia del P. Astolfo Moreno Salamanca, párroco de la Catedral y de otros sacerdo-tes del clero local.

l obispo auxiliar de San Pablo, región Santana, Mons. Joaquim Justino Carreira, inauguró la

capilla de la casa del Apostolado del Oratorio “María Reina de los Corazo-nes”, localizada en la zona norte de la capital paulista.

Durante la bendición del altar, fue explicando a los asistentes el significa-do de cada detalle de la ceremonia. En el sermón de la misa inaugural, incenti-vó a los presentes a llevar una vida digna de la vocación a la cual fueron llamados, con toda la humildad y amabilidad, con grandeza de alma, soportándose mutua-mente con caridad. Dijo que debían imi-tar a S. Mateo, cuya fiesta se celebra-ba en aquel día, siguiendo prontamen-

. Giovanni D´Ercole, F.D.P, capo ufficio de la Secretaría de Es-tado del Vaticano, visitó a los heraldos a mediados de septiem-bre. Durante los tres días de estancia en San Pablo, tomó con-

tacto con el desenvolvimiento de las más diversas actividades promo-vidas por esa institución.

En la misa celebrada en el auditorio principal de los Heraldos, mostró en su homilia cómo el mundo de hoy precisa de Dios y de cómo la misión de los heraldos es llevar a Jesucristo al mundo, haciendo conocer al Di-vino Redentor por medio de la belleza del Amor, de la belleza de la Ver-dad, en fin, de la belleza del propio Dios. Exhortó a todos a llevar una vi-da pura y llena de Dios.

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EP. Fernando Guimarães

visita Brasil

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Encuentro en Fátima marca los 90 años de las apariciones

ons. José María Piñeiro, obispo de Braganza Paulista desde al año 2005 puede ser caracterizado como un misionero perfecto. Habiendo pasado buena par-te de su vida pastoral en Amazonas y Rondonia, guarda en su

corazón enormes recuerdos del período en que vivía convirtiendo al-mas y haciendo con que ingresaran en el Cuerpo Místico de Cristo.

Con ese espíritu D. José María Piñeiro aceptó la invitación para presi-dir un encuentro que reunió, el pasado 22 de septiembre, en el Santuario de Fátima, Portugal, cerca de 4.000 participantes de la Campaña “Mi Inma-culado Corazón Triunfará”, para celebrar los 90 años de las apariciones de Nuestra Señora. Al encontrarse con tantos portugueses, su alma misionera recordó las falanges que de allí partieron para la evangelización de Brasil.

El evento se inauguró con la coronación de la imagen del Inmaculado Corazón seguida por una brillante exposición de D. José María y testimo-nios de los participantes. El bendecido “Día con María” fue clausurado con la celebración de la Eucaristía en la Capilla de las Apariciones. En su homilía, el obispo de Braganza Paulista explicó cómo la devoción a Nues-tra Señora nos lleva natural y espontáneamente a la devoción eucarística.

te a Jesús, procurando siempre atraer a los pecadores, con mucha misericordia, pues el Divino Maestro afirmó que no vino a llamar a los justos sino a aquellos que necesitan un médico.

Finalizó el acto resaltando que el oratorio del Inmaculado Corazón de María, peregrinando de casa en casa, es un excelente apostolado para traer de vuelta al redil de la Santa Iglesia las ovejas extraviadas..

l “capo ufficio” de la Congregación Vaticana para el Clero, P. Fernando Guimarâes, C.SS.R., visitó Brasil, pasando por Re-cife, Campos, Río de Janeiro, Aparecida y Sâo Paulo. Los He-

raldos tuvieron la alegría de acompañarlo en todas esas localidades, especialmente durante la Eucaristía que él hizo cuestión de celebrar junto a la tumba del primer santo brasileño, Fray Galvâo, en el Con-vento de la Luz.

En las varias casas de la asociación donde estuvo exhortó a todos a vivir la perfección en la práctica de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia.

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Admisión de nuevos

Cooperadores

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30 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

n un acto realizado en la capi-lla de la Casa de los Heraldos del Evangelio de Madrid, y des-

pués de una Eucaristía celebrada por el P. Pedro Paulo de Figueiredo, E.P. fue-ron admitidos dos nuevos Coopera-dores: Paloma Arcas González y Juan Diego Ortega.

Toledo - Estuvo visitando la Casa de Camarerilla un grupo de 130 jóvenes portugueses que, acompañados de varios monitores de la Asociación en Portugal, realizaron un viaje por Italia, Alemania, Francia y España.Finalizada la Eucaristía, que el P. Luis Enrique, E.P. celebró en la Capilla Mozárabe de la Catedral Primada (foto a la derecha), el canónigo Don Celestino Carrodeguas Nieto enseñó el templo catedralicio a los jóvenes que se interesaron mucho por los detalles de nuestra Catedral.

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Apostolado del Oratorio “María, Reina de los Corazones”

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Convento de las RR MM Carmelitas Descalzas de Zaragoza

Islas Canarias

Lleída

Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 31

500 años – Con motivo del V Centenario de la Erección Canónica del Convento de

las RR MM Concepcionistas Franciscanas de Torrijos, el Cardenal Arzobispo de Toledo, D. Antonio Cañizares Llovera, presidió una solemne misa de Acción

de Gracias. El coro de los Heraldos del Evangelio animó con sus cantos la

celebración, a la cual asistieron muchos feligreses y amigos de las religiosas, entre

ellos el Alcalde y el Teniente Alcalde del Ayuntamiento de Torrijos, D. Juan José

Gómez-Hidalgo, y D. Regino del Río.

l Apostolado del Oratorio que los Heraldos del Evangelio realizan tiene como objetivo cooperar con los párrocos en el esfuerzo por una nueva evan-

gelización. Un trabajo especialmente dedicado a que los ca-tólicos no practicantes participen de la vida eclesial de sus respectivas parroquias.

Una actuación que tiene como empeño no solamente beneficiar a las personas in-dividualmente, sino sobre todo a las fami-lias en su conjunto y también a las Comuni-dades religiosas y a los niños, para quienes se hizo el Oratorio infantil.

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Sacerdote y Comunicador

32 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

entreVista Con eL P. aLberto Cutié

El P. Alberto Cutié es uno de los más conocidos sacerdotes que actúan en los medios de comunicación social en el Continente Americano. En una distendida conversación, él comparte su experiencia y muestra como debe ser el apostolado a través de los medios de comunicación.

Heraldos del Evangelio: ¿Cuál es la importancia de los medios de comunicación social en la Iglesia?

Los medios de comunica-ción tienen un gran alcance, no importa que medio sea: un pe-riódico, un programa de radio, una televisión católica. Siempre hay gente que está el día entero con el mando a distancia en la mano, buscando algo para ver y escuchar.

Todos los días recibo cartas de ateos, de personas de religión judía, de protestantes, de evan-gélicos, de testigos de Jehová, en fin, de todo género de per-sonas, y obviamente también de muchos católicos. ¿Qué signifi-ca eso? El trabajo hecho a tra-vés de los medios de comunica-ción social llega a una cantidad de gente que no se puede ima-ginar.

Para mí, lo más importan-te es que el Espíritu Santo ilu-mine. Yo no tengo escritores, no tengo cámaras profesiona-les. Mi guión, Dios me pone

Eduardo Martínez

en el corazón y en el alma, y no por-que yo tenga mucho talento. Yo creo que Dios usa los más inútiles para su

obra. Dios se sirve incluso de nuestra debilidad para hacer algún bien.

Pienso que a veces Dios escoge a la persona menos capacitada, y después la capacita. Esta es mi experiencia personal. De vez en cuando me pregunto: “¿De dónde me salió eso?” Y en se-guida me respondo a mí mismo: “Es el Espíritu Santo, es cues-tión de dejarse usar por Dios”.

HE: Alguien podría decir que el hecho de aparecer constantemente en radio y televisión puede transformar a un sacerdote en un simple comunicador. ¿Es eso verdad?

Don Gutiérrez Pavón, obispo de Chiquinquirá, di-jo cierta vez que el sacerdo-te que no es comunicador no es buen sacerdote. En el rito de la ordenación es dado a ca-da uno el Libro de los Evan-gelios, mientras se le dice: “ Proclama el Evangelio de Je-sucristo”. O sea, el sacerdote

“Dios se sirve incluso de nuestra debilidad para hacer algún bien”

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que no habla, que no dialoga con el mundo – sea desde un púlpito, sea por los medios impresos, sea en la radio o en la televisión, sea en una aula – aquél que no se comunica no está llevando a cabo parte de la mi-sión del sacerdote.

Creo que eso se aplica también a los laicos, se aplica a los religiosos, a los consagrados; todos somos comu-nicadores de algo. Incluidos ustedes: simplemente con su hábito – yo los admiro por eso, porque tiene una se-ñal distintiva muy bonita –, ustedes evangelizan. San Francisco caminaba con sus frailes por las calles de Asís y uno de ellos, muy entusiasmado, le preguntó: “¿Cuándo comenzaremos a predicar?” Y San Francisco le res-pondió: “Ay, si tu supieses que ya lo hicimos; por caminar en la ciudad, de hábito, ya estamos evangelizando”.

O sea, ver en la televisión un sa-cerdote, con cuello romano, es digno de algo, habla de algo, sin decir una sola palabra. Le voy a confesar algo de lo que no hablo a menudo, pero voy a comentarlo aquí. Sufro con los sacerdote poco identificados, con los sacerdotes que quieren andar vesti-dos como los jóvenes, con camise-ta y pantalón vaquero o de depor-te, de muchos colores. Si ellos se die-sen cuenta de que están perdiendo la oportunidad...

HE: ¿Qué oportunidad están perdiendo?

Perdiendo la oportunidad de re-presentar a la Iglesia visiblemen-te, en una sociedad que parece ha-berse olvidado de la Iglesia. Y creo que es ahí donde Jesucristo nos es-tá llamando a ser diferentes. O sea, Jesucristo no me llamó a ser como los demás, no me llamó a hacer lo que hacen todo el resto. Yo no soy un periodista como un director de un periódico o como cualquier otro, soy un sacerdote en los medios de comunicación. Hay, pues, una dife-rencia, y las personas esperan esa diferencia.

Nuestros sacerdotes, nuestros re-ligiosos precisan darse cuenta de que, si no se identifican claramen-te con lo que son, el público no en-tiende quien es esa persona, y están enviando mensajes ambiguos a la so-ciedad de hoy, por falta de una so-tana, por falta de un cuello romano, por falta de un hábito.

No estoy diciendo que el hábito haga al monje. No. Pero ciertamen-te, si no nos identificamos... en una sociedad audiovisual, si no nos pre-sentamos visiblemente como lo que somos, perdemos mucho. En mi opi-nión, eso es algo que tenemos que ver y comprender.

HE: ¿Qué momento del día reserva el P. Alberto para hablar con Dios, cuál es su momento de oración?

Nada de este trabajo sería posi-ble sin una vida de oración. Yo par-to desde el principio de que quien no se levanta pronto no reza. Es preciso levantarse pronto. Es preci-so comenzar la oración pronto. Yo comienzo todos mis días a las cinco y media de la mañana, y a las seis ya estoy en oración. No importa que el día anterior terminase a las once de la noche, once y media, media-

“Nada de ese trabajo sería posible sin una vida de oración”

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noche. Es preciso levantarse pron-to y rezar.

Después, nunca grabé un progra-ma o una entrevista de televisión sin haber celebrado antes la misa. La Eu-caristía es la fuente de todo el apos-tolado de la Iglesia. Verdaderamente es la cima y fuente de todo. Si noso-tros no celebramos la Eucaristía, no podemos hacer nada.

Es preciso también tener amor a Nuestra Señora. Hay tres amores que son de todos los católicos: la Eucaristía, la Virgen y el Santo Pa-dre. No conocemos un santo en la historia de la Iglesia que no tuviese esos tres amores.

También es importante, si usted es un comunicador, saber que us-ted no puede dar lo que no tiene, no puede ofrecer lo que no brota de su corazón. Primero es preciso ser, pa-ra después hacer. Decía Santo To-más de Aquino que la acción sigue al ser. Vivimos en una sociedad que di-ce lo opuesto, o sea, el ser sigue a la acción: primero hago y después soy. No, no. La verdadera filosofía cris-tiana, lo que es fundamento para nuestra teología cristiana, se basa en Santo Tomás: la acción sigue al ser. Por tanto, primero soy; y porque soy,

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tengo capacidad de hacer. Y no viceversa.

HE: ¿Por qué hoy en día los jóvenes se alejan de la Iglesia?

Creo que falta un poco de entusiasmo en cuanto al traba-jo con los jóvenes. Me acuer-do de mi época de adolescen-te: había siempre adultos en las parroquias, matrimonios que se dedicaban a los jóve-nes. Hoy en día veo muy pocos matrimonios, muy pocos adul-tos que se dedican al trabajo de la pastoral juvenil. Y cuan-do digo “dedican”, digo que emplean dos, tres, cuatro ho-ras por semana, para prestar un servicio a los jóvenes. Los jóvenes que están en la activi-dad juvenil, en los retiros de jóvenes, en la Legión de Ma-ría, en las actividades de las parroquias juveniles, esos no abando-nan la Iglesia nunca porque ellos co-nocen una Iglesia viva y joven.

El Santo Padre Benedicto XVI, en el día de su toma de posesión como Su-mo Pontífice de la Iglesia Católica, dijo: “La Iglesia es joven, la Iglesia está viva”. Estas dos palabras quedarán bien gra-badas en mi corazón. Yo me emocioné muchísimo. Yo estaba allá, en una de las primeras filas, delante de Su Santi-dad, y me acuerdo de la emoción que sentía cuando aquellos jóvenes aplau-dían. La Iglesia es joven y la Iglesia es-tá viva. Que no nos olvidemos nunca de esto. Estas dos cosas son reales.

HE: Recientemente el P. Alberto lanzó un libro al respecto del matrimonio: “Ame de verdad, viva de verdad”. ¿Podría comentarnos algo de esa publicación?

Uno de los mayores problemas que tiene la sociedad de hoy es el de los matrimonios y de las parejas .O sea, el noviazgo dejó de ser noviazgo, porque hoy en día las relaciones de la pareja muchas veces comienzan con la intimidad, y no con el conocerse. Cuando hablo de intimidad, es de in-timidad física, o sea, no es conocerse como casados de verdad.

Con Dios, nuestros proble-mas son fáciles de resolver. Porque quien reza, quien va a misa, habla con Dios. Pero en-tre nosotros nuestros proble-mas no son tan fáciles de re-solver. Y uno de los mayores problemas que existen hoy en día es el de las parejas. O sea, si no tenemos parejas santas, no tendremos familias saluda-bles. Si no hay un casamiento saludable, no habrá una fami-lia saludable.

La Iglesia nos enseña que el matrimonio es para toda la vi-da, indisoluble. ¡Pero vivimos en una sociedad donde hay un 50% de divorcios! No podemos ne-gar eso, 50% de las parejas que hoy se casan van a divorciarse o se separarán mañana. Es una realidad de nuestro tiempo.

En vez de quejarnos que hay muchos divorcios, tenemos que hacer algo. Y ese libro es una respuesta a una urgencia de nuestra sociedad. Escú-chense, dialoguen, comuníquense, co-nózcanse mejor, busquen a Dios, es-to es, fortalezcan su relación espiritual para tener una mejor relación como pareja. El diálogo, la armonía, la reno-vación espiritual ayudan a la pareja a tener una relación sólida y duradera.

HE: No queda más que agradecer su gentileza en concedernos esta entrevista...

Los Heraldos del Evangelio son siempre bienvenidos donde quiera que yo esté, y me encanta el traba-jo que ustedes hacen, propagando el mensaje de Fátima al mundo.

Sin duda, propagar el mensaje de Nuestra Señora es proclamar el Evangelio, y ésta es una razón más para llamarse “Heraldos del Evange-lio”, porque al proclamar el mensa-je de María Santísima ustedes están proclamando el mensaje de Jesús.

A todos ustedes les doy mi bendi-ción especial, y un abrazo a todos los que pertenecen a esa gran familia.

“Con Dios, nuestros problemas son fáciles de resolver. Porque quien reza, quien va a misa,

habla con Dios”

El P. Alberto Cutié, de 38 años, es uno de los personajes más conocidos en los medios católicos de lengua hispánica en los Estados Unidos, gracias a su extraordinario carisma de comunicación a través de la radio y la televisión.

Es director general de “Co-municaciones Católicas Pax”, de Miami, que utiliza avan-zada tecnología para llevar al mundo entero un mensaje de fe, esperanza y amor.

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Entre los esplendores de Roma

LP. Mario Beccar Varela, E.P.

Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 35

san benedetto in PisCinuLa

Discretas iglesias de Roma esconden, a veces, verdaderos tesoros espirituales y artísticos. S. Benedetto in Piscinula, con su rica historia, es una de ellas.

a mayoría de los pe-regrinos que recorren la Ciudad Eterna es atraída, sobre todo, por su grandiosidad,

que aparece no sólo en sus bellos mo-numentos como también en sus insti-tuciones, entre las cuales la Cátedra de San Pedro ocupa el lugar de honra.

La historia de la Urbe y la del Pa-pado, con el transcurrir de los siglos, crearon un vínculo indisoluble, que nadie será capaz de desatar. Todo en Roma está relacionado con la reli-gión católica. Sus edificios más gran-diosos son de la Iglesia, y las propias ruinas de la Roma Imperial resaltan el esplendor del Cristianismo. Así pues, después del desmoronamiento del vie-jo mundo pagano resurgió de sus es-combros la civilización cristiana.

Maravillas ocultas

Pero, si Roma ostenta joyas del ar-te y de la historia en sus plazas, basílicas y palacios, también esconde otras de no menor belleza, en sus calles tortuosas y

estrechas. Y si el peregrino no fuese un buen buscador de maravillas ocultas, no sacará todo el provecho posible de su visita. Para encontrarlas es preciso sa-lir del tumulto de las grandes avenidas, evitar los arcos del triunfo de los vence-dores romanos y entrar en las poéticas callejas, trazadas con el sabor del inge-nio de sus remotos habitantes. En una esquina encontrará un bello oratorio de la Maddona; más adelante, en un muro adornado por la humedad de la intem-perie, que los romanos tuvieron el buen gusto de no pintar, una placa evoca al-gún acontecimiento notable; un una placita que se abre de repente en medio del laberinto de las estrechas calles, un chafariz lanza agua generosamente des-de hace milenios, sin recelo de secarse.

Cuántos santos marcaron con su presencia la ciudad, hasta tal punto de tener la impresión, caminando por esas calles pavimentadas con piedra, que doblando una esquina nos encontrare-mos con uno de esos héroes de Dios.

Y tal vez uno de los mayores esplen-dores de Roma sea la memoria de los

santos que la habitaron o la de los már-tires que en ella derramaron su sangre. Un esplendor espiritual, que los ojos no ven, mas que el alma es capaz de sentir.

Cuna de la Europa cristiana

En una pequeñita iglesia del Tras-tevere, se esconde uno de esos es-plendores, ligado no sólo a la ciudad de Roma, sino a toda Europa.

En la iglesia de San Benedetto in Pis-cinula, se conserva la celda en que San Benito, todavía joven estudiante, vivió. El lugar era un antiguo palacio de una familia de patricios romanos, los Aní-sios, a la cual pertenecía Benito. Pero el ambiente estudiantil, ya en aquellos re-motos tiempos, no era el más propicio para la práctica de la virtud. Y cierta-mente, el joven Benito debió reflexionar largo tiempo, en el silencio de su exi-guo aposento, sobre el rumbo que dar a su vida. ¿Permanecer en el mundo, con riesgo de perder su alma, o abandonar todo y seguir a Cristo?

Según la tradición, fue delante del fresco de Nuestra Señora de la Mi-

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sericordia, situado en la capilla late-ral izquierda, en la entrada de la igle-sia, donde S. Benito hizo el propósito de consagrar su vida a Dios y salir de Roma. Casi se puede decir que la Or-den Benedictina, con todas sus bellas ramificaciones y legiones de santos, nació allí, en aquel discreto lugar.

En el vestíbulo de entrada de la iglesia se conserva también uno de los más antiguos frescos, que se sepa, del Patriarca de Europa.

Contrastes esplendorosos

¿Merece esa diminuta iglesia formar parte de los esplendores de Roma?

No está revestida de magníficos mármoles, sus altares no están cu-biertos de oro, ni su pequeño campa-nario románico, el menor de toda la ciudad, abriga algún famoso carillón. Pero guarda celosamente la campa-na más antigua de Roma, dispuesta a completar un milenio, pues fue fundi-da en 1069. El pavimento de la iglesia, un bello mosaico en estilo cosmatesco, de la época medieval, es todo él origi-nal, haciéndolo único en el mundo.

San Benedetto in Piscinula tiene otra aspecto singular: es la primera iglesia de Roma confiada a un movimiento de lai-cos: los Heraldos del Evangelio.

Con la ayuda de los miembros de esta asociación, el Rector, el solícito Mons. Angelo di Pasquale, continúa prestando su valiosa asistencia espiri-tual a los fieles que la visitan.

Protonotario Apostólico, Ceremo-niario Pontificio emérito de cinco Pa-pas —de Pío XII a Juan Pablo II— y Canónico de la Basílica de San Pedro, Mons. Di Pasquale es un hombre re-pleto de experiencias insuperables, que lo capacitan para ser con total acierto, como lo es hasta el presente momento, Consultor y Asistente espi-ritual de los Heraldos del Evangelio.

Por eso, se diría que S. Benedetto in Piscinula, no sólo oculta reliquias del pasado. Es una digna moldura pa-ra el espíritu evangelizador más actual. Al final, los esplendores de Roma son hechos también de contrastes...

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Restauración de la iglesia de San Benedetto

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il años de existencia es una edad que exige cuidados especiales, pues el tiempo tiene el singular don de trans-

formar construcciones en preciosas reliquias, cada piedra en una joya. Fue lo que pasó con la graciosa iglesia de S. Benedetto in Piscinula.

Sin embargo, el rigor del tiempo también ejerce su implacable acción destructora, poniendo a prue-ba las más sólidas estructuras. Por eso, la situación de S. Benedetto obligó a emprender urgentes reformas, que ya están realizándose.

En una primera fase, fueron reparados el tejado y las paredes internas del templo, y recuperados bellos frescos ocultos por el transcurso de los siglos, los cua-les pueden ahora ser apreciados por los visitantes.

La próxima fase – cuyo proyecto ya está aprobado por la Superintendencia de los Bienes Culturales de la República Italiana – consistirá en costosas obras de consolidación de los muros, limpieza de la cortina medieval, restauración del cuarto donde vivó San Be-nito y la reforma del espacio reservado para la comu-nidad de los heraldos, que sirven en esa iglesia.

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Fe y Cultura en la Escuela

Mons. Agustín García-Gasco VicenteArzobispo Metropolitano de Valencia

La PaLabra de Los Pastores

a realidad social que vi-ven los niños y los jóve-nes de hoy, exige que la escuela y la universidad sean verdaderamente

eficaces en su función de transmisión de la cultura. Esto resulta especialmen-te importante cuando los alumnos pro-ceden de la inmigración, de forma que los centros educativos ayudan a una in-tegración sobre la cultura que subyace en la forma de ser y actuar de los pue-blos [...].

La importancia de la enseñanza religiosa

El alumno asimila progresivamen-te la cultura a través de las distintas disciplinas escolares, de las asignatu-ras, de los estudios orientados a la in-vestigación y de las acciones de con-tenido social. La enseñanza religio-sa católica y las materias de conte-nido ético y teológico universitario, desde el legítimo ejercicio de la liber-tad religiosa, conforman la asimila-ción cultural desde la perspectiva de la fe cristiana. La recepción de la cul-tura que el alumno experimenta en la escuela y en la universidad se reali-za bajo la guía explícita o implícita de un concepto de persona, de una res-puesta a la pregunta sobre el origen,

naturaleza, vocación, destino y mi-sión del hombre. El concepto de per-sona contenido en la transmisión cul-tural determina la propia orientación de la acción educativa. Y aquí mues-tra su idoneidad el mensaje cristia-no en la escuela y en la universidad, ya que constituye una opción educa-tiva que responde a los más profun-dos problemas del ser humano, sobre su origen y su destino, sobre la liber-tad, la justicia, el dolor, la muerte y la inmortalidad.

Una nueva manera de ser

La fe católica, en diálogo con la cultura, aporta una nueva manera de ser, que no se identifica plena-mente con ninguna expresión cultu-ral. La novedad constante que pro-cede del Evangelio suscita una nue-va manera de mirar, de comprender y de tratar la realidad, de considerar a las personas, los acontecimientos y las cosas.

La Iglesia hace una llamada a to-dos los que deseen sentirse educa-dores católicos y por tanto, modelos del diálogo entre fe y cultura, sobre todo para sus alumnos. Para conse-guirlo, deben comenzar por plan-tearse con todo rigor la congruen-cia entre el Evangelio y la vida. La

fuerza inspiradora de la persona de Cristo debe iluminarles tanto su vi-da familiar, como el trabajo y la ac-ción política y social. Esta determi-nación permite vivir en coherencia con el fin del proyecto educativo católico: la formación integral lo-grada desde la cosmovisión cristia-na de la vida.

Importante papel del educador católico

[...] El diálogo de la fe con la cultu-ra exige que los profesores, tanto en la escuela como en la universidad, se comporten como quienes proponen valores tras haber realizado su propia síntesis entre fe y razón, nunca como los que imponen con su autoridad sus propios gustos o sus propias opcio-nes, sin haberlas contrastado con el verdadero bien humano que se des-prende de la persona de Cristo. La educación católica sirve a la asimila-ción de los valores culturales propo-niendo modos de actuar que favore-cen la dignidad de los alumnos, su conciencia, su libertad y su responsa-bilidad de buscar la verdad, el bien y la belleza.

(Texto original en www.archvalencia.org.

Subtítulos nuestros.)

La educación católica favorece la dignidad de los alumnos, su conciencia, su libertad y su responsabilidad de buscar la verdad, el bien y la belleza.

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Mons. Lluís Martínez SistachArzobispo Metropolitano de Barcelona

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La riqueza del RosarioLa PaLabra de Los Pastores

ontemplar el rostro de Jesús es una necesi-dad para el cristiano. Es más, Benedicto XVI ha afirmado que “no se co-

mienza a ser cristiano por una deci-sión ética o una gran idea, sino por el encuentro con una Persona que da un nuevo horizonte a la vida”. La oración del rosario no es otra cosa que contemplar con María el rostro de Cristo.

Plegaria eminentemente cristológica

En el mes de octubre se celebra la fiesta de Nuestra Señora del Rosario y es un mes dedicado muy especial-mente al rezo del rosario. Esta plega-ria mariana es eminentemente cris-tológica. No hay duda de que Ma-ría nos ayuda mucho a contemplar el rostro del Señor, porque nadie como ella se ha dedicado con tanta asidui-dad a la contemplación del rostro de su Hijo. Los recuerdos de Jesús, im-presos en su alma, la acompañaron en todo momento y la llevaron a re-correr con el pensamiento los diver-sos acontecimientos de su vida al la-do de Jesús.

María conservaba todos estos re-cuerdos en su corazón y son éstos los

que han constituido, en cierta mane-ra, el rosario que la Madre de Dios ha recitado constantemente en los días de su vida mortal.

El rosario que la Iglesia nos pro-pone para alimentar nuestra piedad considera sólo unos cuantos miste-rios de la vida, muerte y resurrec-ción de Jesucristo. Hasta hace unos años, estos misterios eran los de go-zo, de dolor y de gloria. Quince en total. Sin embargo, para resaltar to-davía más el carácter cristológico del rosario, Juan Pablo II añadió unos misterios de luz, como son el bautis-mo de Jesús en el Jordán, su presen-cia en las bodas de Caná, el anuncio del Reino de Dios, la transfiguración de Jesús en el Tabor y la institución de la Eucaristía.

El rosario marca el ritmo de la vida humana

La vida cristiana consiste en co-nocer, amar e imitar a Jesucristo. La contemplación del rostro del Se-ñor por medio de la consideración de los diversos misterios del rosa-rio ha de conducir a configurar-se con Jesús. El apóstol Pablo ha-bla en sus cartas de “revestirse de Jesucristo” y, coherentemente, pi-de que tengamos “los mismos sen-

timientos que tuvo Jesucristo”. En el recorrido espiritual del rosario la configuración con el Señor se con-sigue introduciéndose, el cristiano, de manera natural en la vida de Je-sús y compartiendo de alguna ma-nera sus sentimientos.

Con el rezo del rosario se pue-de hacer la experiencia personal de que esta plegaria marca el ritmo de la vida humana para armonizarla con el ritmo de la vida divina, con una comunión gozosa con la Santí-sima Trinidad, destino y anhelo de nuestra existencia. No hay que olvi-dar aquella importante afirmación del Concilio Vaticano II: “Real-mente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Ver-bo encarnado”. El rosario marca el ritmo de la vida humana. Es la im-plicación antropológica de esta ora-ción cristológica y mariana, porque quien contempla a Cristo recorrien-do las etapas de su vida, también descubre en él la verdad auténtica sobre la persona humana. Al rese-guir el camino de Cristo, el creyen-te se sitúa ante la imagen del hom-bre verdadero [...].

(Texto original en “Full Dominical”, 30/9/2007. Subtítulos nuestros.)

Una plegaria tan fácil y, al mismo tiempo, tan rica merece en verdad ser recuperada por la comunidad cristiana.

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40 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

Película sobre Juan Pablo IICracovia (RV) – El cardenal arzo-

bispo de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, se prepara para lanzar sus memorias en el largometraje titulado Una vida con Karol, con estreno programado para el primer semestre del 2008.

Fue el colaborador más próximo de Juan Pablo II y su secretario per-sonal, es ahora el guionista por me-dio del cual compartirá con el gran público sus 40 años de experiencia al lado del pontífice polaco.

El documental, de 140 minutos de duración, cuenta con la colaboración del escritor católico, Gianfranco Svi-dercoschi, y del cineasta polaco y di-rector del film, Pawel Pitera.

La película, que posiblemente se-rá exhibida también en tres capítulos, tiene el mismo título que el libro, lan-zado por el cardenal Dziwisz, en Ita-lia, en enero pasado.

Nueva “epidemia”

Ginebra (RV) – Cerca de tres mil personas se suicidan, cada día, en todo el mundo. Eso equivale a una persona cada 30 segundos, afirmó la Organización Mundial de la Sa-lud (OMS), en la celebración del Día Mundial de la Prevención del Suicidio.

“Por eso, es necesario que el Es-tado adopte medidas y garantice tra-tamientos adecuados a las personas que sufren de alteraciones mentales” – afirmó la organización de las Na-ciones Unidas, resaltando que la media de los suicidios aumentó en un 60% en los últimos 50 años, es-

pecialmente en los países en desa-rrollo.

Además de este número preocu-pante, para cada persona que pone fin a su vida, por lo menos 20 fra-casan en su tentativa. El suicido es, actualmente, una de las tres princi-pales causas de muerte, entre jóve-nes y adultos, de 15 a 34 años, aun-que la mayor parte de los casos se da entre las personas con más de 60 años. En Italia ocurren más de tres mil casos de suicidio al año, por eso fue instaurado el “Teléfono amigo”, que lanzó la llamada “Escuchar sal-va la vida”.

La OMS y la Asociación Inter-nacional de Prevención del Suici-dio (AIPS) resaltaron la importan-cia de reforzar todos los programas capaces de identificar y prevenir el comportamiento suicida.

avanza con esfuerzo en medio de mu-chas dificultades, para mostrar pura y transparente su fe en Jesucristo”, afir-mó el Arzobispo de Nápoles, Carde-nal Crescenzio Sepe, al notificar el milagroso hecho.

Nápoles: milagrosa licuefacción de la sangre de San Genaro

Roma (ACI) – Se repitió también este año, el día 19 de septiembre, la licuefacción de la sangre del Patro-no de Nápoles, San Genaro, Obispo de Benevento, que murió mártir en la persecución de Diocleciano.

“Una señal prodigiosa que mani-fiesta la proximidad y la predilección del Señor por esta nuestra tierra amada y sufridora que, bendecida por Dios,

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no Un altar en la palma de la manoFue anunciado en el Vaticano el

inicio del proceso de beatificación del cardenal François Xavier Ngu-yen Van Thuan, fallecido hace cinco años. Presidente del Pontificio Con-sejo Justicia y Paz (CPJP), estuvo 13 años preso por el régimen vietna-mita, por profesar la fe católica. El anuncio fue hecho por el actual pre-sidente del Pontificio Consejo Justi-cia y Paz, cardenal Renato Martino, antes de una audiencia con el Papa.

Benedicto XVI recordó al carde-nal Van Thuan como “un hombre de esperanza, que vivía de esperanza y la difundía entre todos aquellos que en-contraba”.

“Fue gracias a esa energía espiritual que pudo soportar todas las pruebas fí-sicas y morales”, recordó el Papa, en una referencia especial a los 13 años que el cardenal pasó en las prisiones vietnamitas.

“Acogí con íntima alegría – añadió el Papa – la noticia de que se inicia la causa de beatificación de este profeta singular de la esperanza cristiana”.

En la homilía de la celebración de sus exequias, el 20/09/2002, el siervo de

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En memoria de la Hermana Lucía

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Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 41

a Hermana Lucía, a quien Nuestra Señora se le apareció en Fátima, en 1917, vivió desde 1948 en el Carmelo de Santa Teresa, en Coimbra,

Portugal, hasta la fecha de su fallecimiento, a los 97 años de edad, el 13 de Febrero del 2005. ¿Có-mo habrá sido la vida de alguien que vio a aquella Señora más brillante que el sol?

Actualmente, a través de los objetos usados por ella, a lo largo de esos 57 años de vida religiosa, es posible re-construir algo del día a día de esa dis-creta carmelita, que en nada se distin-guía de sus hermanas de vocación.

Con la intención de revelar al pú-blico ese secreto celosamente guar-

dado por el Carmelo de Coimbra durante medio si-glo entre sus gruesas paredes, fue inaugurado recien-

temente el Memorial de la Hermana Lucía, en una dependencia aneja al monasterio, que podrá

ser visitado todos los días. En su interior son expuestos objetos, como

la máquina de escribir utilizada por la her-mana Lucía para responder a su vasta co-rrespondencia; su caja de costura, para-mentos confeccionados por ella, así como otras preciosidades. Por ejemplo, la sota-na que Su Santidad Juan Pablo II usaba el día del atentado. También es posible ver una reconstrucción de su celda, con los mismos muebles utilizados por ella.

Dios Juan Pablo II rememoró algunos emocionantes aspectos de la heroica resistencia de ese campeón de la Fe:

“En cuanto damos nuestro últi-mo adiós a este heroico heraldo del Evangelio de Cristo, damos gracias al Señor por habernos concedido, en él, un luminoso ejemplo de coherencia cristiana, hasta el martirio. Así, fue con impresionante simplicidad que hizo la siguiente afirmación sobre sí mismo: ‘En el abismo de mis sufri-mientos [...] jamás cesé de amar a to-dos, sin excluir a ninguno de mi cora-zón’ ” (Testimoni della Speranza, Ro-ma 2001, p. 124)

“Su secreto era una confianza in-dómita en Dios, alimentada por la

oración y por el sufrimiento acepta-do con amor. En la prisión, él cele-braba cada día la Eucaristía con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de su mano. Este era su altar, su catedral. El cuerpo de Cristo era su ‘medicina’. Por eso, narraba con emoción: ‘Todas las veces yo tenía la oportunidad de extender mis manos y de clavarme en la Cruz junto con Jesús, de beber con Él el cáliz más amargo. Cada día, recitando las pa-labras de la consagración, yo confir-maba con todo mi corazón y con toda mi alma un nuevo pacto, una alianza eterna entre mí y Jesús, mediante su Sangre que se mezclaba con la mía” Ibid, p. 168).

Fátima: síntesis provechosa entre carisma e institución

Roma (RV) – el cardenal – secreta-rio de Estado, Tarsicio Bertone, pre-sentó ayer en la Universidad Urba-niana, de Roma, su libro La última vi-dente de Fátima. Mis coloquios con la Hermana Lucía.

El libro del cardenal Bertone re-flexiona sobre la actualidad del men-saje de Fátima que, según él, “realiza una síntesis provechosa entre carisma e institución”. Para el secretario de Es-tado, el mensaje de Fátima es como un código de conducta, que nos da in-dicaciones sobre cómo combatir la batalla titánica entre el bien y el mal. “Nuestra Señora permanece como sím-

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Evangelización por internet: RIIAL

42 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

Tegucigalpa (RV) – Con el ob-jetivo de explorar las posibilida-des ofrecidas por las nuevas tecno-logías informáticas, pero “siempre con una base evangélica”, la Red Informática de la Iglesia en Amé-rica Latina (RIIAL) realizó un en-cuentro en la capital de Honduras.

El evento, convocado por el Pon-tificio Consejo de las Comunica-

ciones Sociales, tuvo lu-gar el Tegucigalpa, entre el 17 y el 21 de septiembre, y contó con la presencia del nuevo presidente del Con-sejo, D. Claudio María Ce-lli, que fue recibido por el Cardenal-Arzobispo de la capital hondureña, D. Os-

car Andrés Rodríguez Madariaga.D. Celli, que realizó su primer

viaje oficial como titular del Pontifi-cio Consejo de las Comunicaciones Sociales, manifiesta gran confian-za en el papel de las nuevas tecno-logías, en el contexto de las estrate-gias comunicativas de la Iglesia.

“Nuestro problema, como hom-bres de Iglesia, es el de intentar dar

significado y una tensión comunita-ria a una realidad mediática que ya existe. Queremos utilizar los instru-mentos tecnológicos para crear una comunión en las diócesis y entre las diócesis”, afirmó.

RIIAL no es apenas una “red in-formática”, también es un “centro de investigación”. Proporciona ac-tualmente “servicios comunes, uti-lizados para el bien común: un cen-tro de creación de software para to-da la Iglesia, un banco de datos so-bre el magisterio pontificio, webser-ver gratuito para organismos ecle-siales y también un observatorio en Internet”, para las personas que, aunque pobres, no quieran quedar al margen de la cultura digital.

bolo eterno de la ternura de Dios por los hombres” – dijo el cardenal.

El cardenal Bertone reiteró la in-consistencia de las tesis que afirman que la Iglesia escondió la verdad so-bre un supuesto cuarto secreto de Fátima. También el obispo emérito de Fátima, Don Serafín de Sousa Fe-rreira y Silva, presente en la Urbania-na, dijo contundentemente que “ha-blar de cuarto secreto de Fátima es pu-ra fantasía”.

El Papa felicita a Nicaragua por defender la vida

Vaticano (ACI) – Al recibir al nue-vo embajador de Nicaragua ante la Santa Sede, José Cuadra Chamo-rro, el Papa Benedicto XVI felicitó a ese país por su posición de respeto a la vida en los diversos foros sociales frente a las fuertes y numerosas pre-

siones internas e internacionales del lobby abortista y consideró “muy po-sitiva” la derogación del aborto tera-péutico el año pasado.

En su discurso ante el represen-tante nicaragüense que presentó es-ta mañana en Castel Gandolfo sus cartas credenciales, el Santo Padre manifestó el reconocimiento de la Santa Sede a Nicaragua “por su po-sición en los foros internacionales sobre temas sociales, especialmen-te el respeto a la vida, enfrentándose a no pocas presiones internas e inter-nacionales”.

A respecto de este asunto, dice el Pontífice, consideró “muy positi-vo que, en el año pasado, la Asamblea Nacional aprobase la derogación del aborto terapéutico” y afirmó también que era “imprescindible incrementar la ayuda del Estado y de la sociedad en

sí a las mujeres que tienen graves pro-blemas con su embarazo”..

Observatorio Astronómico del Vaticano promueve Encuentro

Roma (Ecclesia) – Un total de 210 astrónomos de 26 países del mundo participaron del 1 al 5 de octubre en una conferencia internacional orga-nizada por el Observatorio Astronó-mico del Vaticano sobre la formación y la evolución de las galaxias.

La conferencia se realizó en el Centro Matteo Rici de la Universi-dad Gregoriana y se impartieron 62 charlas y 132 presentaciones.

El director del Observatorio, el jesuita argentino, P. José Gabriel Funes, trabajó en los últimos años en estudiar la formación estelar en las galaxias más próximas, aquellas que no se encuentran a una distan-

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Sesión inaugural del X Encuentro Continental de la RIIAL

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Mons. D. Agustín García-Gasco Vicente y Mons. D. Lluis Martínez Sistach,

nuevos cardenales de la IglesiaEl Papa Benedicto XVI anuncia para el próximo 24 de noviembre la celebración de su segundo Consistorio Ordinario Público, en el que también será creado cardenal el español P. Urbano Navarrete, SJ.

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Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 43

l Papa Benedicto XVI anunció el pa-sado día 17 de octubre la celebración de su segundo Consistorio Ordina-rio Público para el próximo 24 de no-viembre, en el que creará 23 nuevos

cardenales. Entre ellos, tres españoles: el Arzobispo de Valencia, Mons. D. Agustín García-Gasco Vicen-te, el Arzobispo de Barcelona, Mons. D. Lluís Mar-tínez Sistach, y el jesuita Urbano Navarrete Cortés, Rector emérito de la Pontificia Universidad Grego-riana de Roma.

Diez cardenales españoles

En el nuevo Colegio Cardenalicio se contará con diez cardenales españoles. Actualmente hay siete, cua-tro electores y tres con más de 80 años. De los cuatro

cardenales electores, tres residen en España: el Carde-nal Antonio Mª Rouco Varela, Arzobispo de Madrid; el Cardenal Carlos Amigo Vallejo, Arzobispo de Sevi-lla; y el Cardenal Antonio Cañizares Llovera, Arzobis-po de Toledo. Reside en Roma el Cardenal Julián He-rranz Casado, Presidente emérito del Consejo Pontifi-cio para los Textos Legislativos y Presidente de la Co-misión Disciplinar de la Curia Romana.

Son cardenales españoles no electores: el Carde-nal Francisco Álvarez Martínez (1925), Arzobispo emérito de Toledo; el Cardenal Ricard Mª Carles Gordó (1926), Arzobispo emérito de Barcelona; y el Cardenal Eduardo Martínez Somalo (1927), Pre-fecto emérito de la Congregación para los Institu-tos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

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Consagración de Europa a María

44 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

Fátima (Ecclesia) – Los presidentes de las conferen-cias episcopales de Europa, reunidos en Asamblea Ge-neral, en Fátima, consagraron a la Igle-sia de Europa a Nuestra Señora de Fá-tima, el pasado día 6 de octubre.

Al final de la procesión de las antor-chas, D. Jorge Ortiga, presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa ex-plicó a los peregrinos, presentes en el Santuario, que los obispos de Europa estaban reunidos en Fátima para re-flexionar “sobre las realidades de nues-tras iglesias” y que en este encuentro tomaran conciencia “de las varias di-námicas que motivan el trabajo de la Iglesia, en esta hora de esperanza”.

Los obispos imploraron a María para que proteja la Iglesia en Euro-pa: “María, Madre Nuestra, proteged la Iglesia de Europa que confiamos a vuestro amor materno, para que podamos estar abier-tos a la Buena Nueva, vivir en paz y armonía. Dadnos la

gracia de acoger a los extranjeros, de ser generosos con los pobres, los sin techo y los que están en paro, para

que podamos proclamar con alegría el Evangelio de la Esperanza”.

A continuación, los presidentes de las conferencias episcopales de Eu-ropa entregaron al Corazón de Ma-ría las familias, los jóvenes, los ma-yores, los más débiles de mente y de cuerpo y a todos los enfermos.

Al finalizar esta oración, los obis-pos pusieron a la Iglesia de Euro-pa bajo la protección de Nuestra Se-ñora para que “seamos testimonio de santidad de vida, custodios de la creación de Dios, portadores de paz y reconciliación y siervos fieles de Je-sucristo que Se consagró Él mismo al Padre, dando su vida para borrar nuestros pecados, abriendo el cami-

no para la vida eterna. María, Madre de la Iglesia, reza por toda Europa, reza por nos”.

cia mayor de 50 millones de años-luz. La formación estelar es un tema clave para poder entender el proce-so de formación evolución de la ga-laxias.

Compromiso profético de la familia

Madrid – El Papa Benedicto XVI llamó a las cerca de 40 mil familias participantes de la 18º Peregrinación al Santuario de Torreciudad, a rege-nerar la sociedad viviendo aquellos valores infundidos a los esposos en el sacramento del matrimonio y educar a los hijos “en la fe y en aquellos va-lores y virtudes humanas y cristianas que contribuirán eficazmente al bien de los demás y al propio”.

El Pontífice también pidió poner a Dios “en las profundas relaciones que constituyen la familia, ya que el alma de las mismas y su fin último es el mismo Creador y dueño absoluto de la vida”.

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“Optar por Dios será siempre apreciar la vida, respetar su inviola-bilidad y custodiarla como coheren-te actitud y compromiso con este pri-mordial don de su gracia”, afirmó.

Benedicto XVI animó a los pere-grinos a contrarrestar “el hedonismo y el relativismo imperantes” a través “del compromiso profético inherente a la familia como Iglesia doméstica, con activa disponibilidad y generosa entrega, anunciando el evangelio de la vida, especialmente donde ésta es insidiosamente manipulada o doloro-samente despreciada”.

Finalmente, a través del Nuncio Apostólico en España, Mons. Ma-nuel Monteiro de Castro, el Papa im-ploró la intercesión de Santa María e impartió a los asistentes la bendición apostólica.

Por su parte, durante la m,isa ce-lebrada en la explanada del santua-rio, el Prelado del Opus Dei, Mons. Mons. Javier Echevarría, se refirió al

lema del evento: “La familia, santua-rio de la vida”; y destacó la importan-cia de esta institución para la socie-dad y la Iglesia, por ser “el ámbito de la formación integral y de la transmi-sión de la fe” a los hijos.

Mons. Echevarría señaló que la fe es incompatible con ciertos estilos de vida que se quieren imponer en la sociedad de hoy, “en que las rea-lidades de la familia y del matrimo-nio, de un hombre con una mujer, se encuentran sometidas a grandes pe-ligros y amenazas”, y que por tanto siempre es “ocasión de demostrar con las palabras y con los hechos la grandeza de las verdades fundamen-tales”.

“Pidamos a la Santísima Virgen de Torreciudad que todas las familias del mundo aprendan a ser santuario de la vida; en primer lugar, que aco-jan gozosamente -porque es una ben-dición divina-, cada hija o hijo que Dios les envía”, expresó.

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El progreso depende del respeto a la Ley Moral

Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 45

Ciudad del Vaticano (VIS) – El Papa recibió a los miem-bros de la Comisión Teológica Internacional, al final de la se-sión plenaria anual, realizada en el Vaticano del 1 al 5 de oc-tubre, bajo la presidencia del cardenal William J. Levada.

Refiriéndose al tema de la ley moral, examinado por la comisión, Benedicto XVI re-saltó que “con esta doctrina se logran dos objetivos esenciales: por una parte, se comprende que el contenido ético de la fe cristiana no constituye una im-posición dictada a la concien-cia del hombre desde el exterior, sino una norma que tiene su fundamento en la misma natu-raleza humana; por otra, par-tiendo de la ley natural, que puede ser descubierta por to-da criatura racional, con ella se pone la base para enta-blar el diálogo con todos los hombres de buena voluntad y, más en general, con la sociedad civil y secular”.

El Papa destacó que hoy “se ha perdido la eviden-cia originaria de los fundamentos del ser humano y de su obrar ético, y la doctrina de la ley moral natural se enfrenta con otras concepciones que constituyen su ne-gación directa. Todo esto tiene consecuencias enormes y graves en el orden civil y social”.

Según el Papa “en muchos pensadores parece domi-nar hoy una concepción positivista del derecho. Según ellos, la humanidad, o la sociedad, o de hecho la mayo-ría de los ciudadanos, se convierte en la fuente última de la ley civil. El problema que se plantea no es, por tanto, la búsqueda del bien, sino del poder, o más bien, del equili-brio de poderes. En la raíz de esta tendencia se encuen-tra el relativismo ético, en el que algunos ven incluso una de las condiciones principales de la democracia, porque el relativismo garantizaría la tolerancia y el respeto recípro-co de las personas. Pero, si fuera así, la mayoría que exis-te en un momento determinado se convertiría en la últi-

ma fuente del derecho. La histo-ria demuestra con gran claridad que las mayorías pueden equivo-carse”.

El Santo Padre resaltó que “cuando están en juego las exi-gencias fundamentales de la dig-nidad de la persona humana, de su vida, de la institución familiar, de la equidad del ordenamiento social, es decir, los derechos fun-damentales del hombre, ninguna ley hecha por los hombres puede trastocar la norma escrita por el Creador en el corazón del hom-bre, sin que la sociedad misma quede herida dramáticamente en lo que constituye su fundamento irrenunciable. Así, la ley natural se convierte en la verdadera ga-rantía ofrecida a cada persona

para vivir libre, respetada en su dignidad y protegida de to-da manipulación ideológica y de todo arbitrio o abuso del más fuerte. Nadie puede sustraerse a esta exigencia”.

“Si, por un trágico oscurecimiento de la conciencia colectiva, el escepticismo y el relativismo ético llegaran a cancelar los principios fundamentales de la ley moral natural, el mismo ordenamiento democrático quedaría radicalmente herido en sus fundamentos”.

En este contexto, el Papa afirmó que contra ese obs-curecimiento “que es una crisis de la civilización huma-na, antes incluso que cristiana, es necesario movilizar la conciencia de todos los hombres de buena voluntad, tanto laicos como pertenecientes a religiones diferentes del cris-tianismo, para que juntos y de manera efectiva se compro-metan a crear, en la cultura y en la sociedad civil y políti-ca, las condiciones necesarias para una plena conciencia del valor inalienable de la ley moral natural”.

Benedicto XVI concluyó insistiendo en que “del respeto de esta ley depende, de hecho, que las personas y la sociedad avancen por el camino del auténtico progre-so, en conformidad con la recta razón, que es participa-ción en la Razón eterna de Dios”.

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Un solo pan y dos prodigios

ECarmela Werner Ferreira

46 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

Historia Para niños ¿o Para aduLtos LLenos de fe?

Pierre garantizaba al padre que Nuestra Señora se comía el pan que él depositaba a sus pies. Intrigado, el sacerdote resolvió averiguar qué estaba sucediendo.

l padre de Pierre mu-rió como consecuen-cia de la miseria. Seis meses más tarde, su esposa lo siguió, con-

sumida por las privaciones.— Adiós, dijo la mujer al hijito, te

dejo solo aquí en la tierra; sé bueno y persevera en la oración, que un día nos encontraremos en el Cielo.

Pierre quedo solo en el mundo. Tenía apenas seis años, y una vecina caritativa lo acogió, dividiendo con él su pan de cada día. Entretanto, por más que se esforzaba en cuidar del niño, el corazón del pequeño huérfa-no estaba siempre junto a sus padres ausentes, que ansiaba por reencon-trar. En una de las largas noches que pasaba despierto, fue tomado por un pensamiento:

— ¡Ah, el Cielo! Debe de ser un lugar de mucha alegría, porque pa-pá y mamá fueron allí y no pensaron siquiera en volver. Estoy seguro de que en el Cielo no debe de faltar na-da. Pero... ¿Por qué ellos no me lleva-ron también?¡Si yo pudiese ir a su en-cuentro, los abrazaría y besaría!

Desde aquél día, Pierre se le metió en la cabeza la idea de partir para el

Cielo en busca de sus padres. Cierta mañana, sin decir nada a nadie, jun-tó en un fardo la poca ropa que tenía y se puso en camino.

Después de mucho andar, llegó a una aldea. Llegó tan exhausto que ca-yó delante de una puerta donde había una cruz. Era la casa parroquial.

El buen sacerdote oyó un gemido y corrió para ver qué era, encontrando el niño postrado en el suelo.

— ¿Quién eres tú, pobre criatura, y de dónde vienes?

— Yo soy Pierre, papá y mamá me dejaran solo y se fueron ambos para el Cielo. Mamá me dijo que los en-contraría un día allá, con la condición de que fuese bueno y rezase siempre. ¿Pero dónde está este bendito Cielo? ¡Hace tanto tiempo que estoy andan-do para encontrarlo!

— Ven conmigo, pobre pequeño, dijo el padre enternecido. Vamos jun-tos a buscar a tus padres.

El huerfanito se quedó entonces a vivir con el piadoso sacerdote, y junto a él se sentía menos infeliz. Sin em-bargo, su pensamiento continuaba fi-jo en el Cielo.

— En fin, señor cura, preguntó un día. ¿Dónde está el Cielo? ¿Por qué

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usted no me llevó todavía para allá, como prometió?

— Rece a Dios, hijo mío. Él es tan dadivoso que nos ayudará a encon-trarlo.

Pierre dirigió, entonces, sus ora-ciones fervorosas al Altísimo. Nada era tan conmovedor como verlo de rodillas delante del altar, con las ma-nitas puestas para rezar. Este era su lugar preferido, donde en el suave si-lencio del recinto sagrado sus triste-zas se amenizaban.

Se aficionó de modo particular a una imagen de la Virgen Santísima que llevaba en los brazos al Niño Je-sús. Aquella imagen, esculpida en madera, era un trabajo muy antiguo y constituía una verdadera rareza. A pesar de ello, ni todas las cosas ra-ras y curiosas son bellas. Tanto la Vir-gen María como Jesús tenían el ros-tro exageradamente delgado.

Delante de los dos, Pierre se sen-tía conmovido; en su inocencia ima-ginaba que Nuestra Señora era así tan delgada porque no se alimenta-ba. Le bastaba pensar que la Madre de Jesús pasaba hambre, que sus ojos se llenaban de lágrimas y llora-ba de compasión.

Cierta mañana, a la hora del café, guardó para ella un pedazo de pan, y fue a depositarlo a los pies de la ima-gen, diciendo:

— Comed cuanto queráis y sin te-mor, oh buena y santa Virgen, pues yo me siento contento de privarme de es-te pan para dároslo a Vos, que precisáis tanto de él. ¡Comed, que cuando hayáis acabado este pedazo, yo traeré otro!

Después, él salió de la iglesia. Cuando volvió más tarde, no encon-tró el pan donde lo había dejado.

Satisfecho al ver que Nuestra Se-ñora aceptaba su ofrenda, repetía la ofrenda todos los días, y todos los días el pan desaparecía. Sin embargo des-pués de algún tiempo, Pierre obser-vó que la Virgen continuaba delgada. Buscó al sacerdote y le contó el caso.

— ¡Hace tanto tiempo que llevo mi pan a Nuestra Señora, y ella toda-

vía está tan delgada! ¿Qué cree que pasa, padre? Creo que la Virgen está enferma; ¿no sería bueo que la exa-minara un médico?

— Pero la imagen de Nuestra Se-ñora no puede comer tu pan, explicó sonriendo el cura.

— Pero, respondió Pierre con se-riedad, yo le garantizo que ella co-me, porque el pan desaparece en po-co tiempo.

El párroco, curioso, resolvió des-velar el misterio. Le dijo a Pierre que llevase el pan como de costum-bre y se escondió en un rincón de la iglesia, desde donde podía vigilar la imagen y ver todo lo que pasaba sin ser visto.

Pierre acababa de salir de la igle-sia y ésta estaba silenciosa y vacía. De pronto, oyó unos pasos muy le-ves. Un niño, po-bremente vestido, fue a arrodillarse delante de la ima-gen. Sonrió, cogió el pan, lo besó y lo escondió debajo de sus harapos. En se-guida, hizo la señal de la cruz y comen-zó sus oraciones con recogimiento y fervor.

El sacerdote dejó entonces su puesto de observa-ción y puso la ma-no en el hombro del niño. Sobresal-tado, el pequeño imploró:

— ¡Ah, señor padre! ¡Yo no soy ningún ladrón¡ Es-toy aquí únicamen-te para buscar el pan que Nuestra Señora me da de regalo.

— ¿Y cómo sa-bes que es la Vir-gen la que te da

ese pan? Preguntó el párroco, intri-gado.

— Pero padre, usted mismo ense-ña en el púlpito que Dios nunca deja de atender nuestras necesidades. Co-mo soy muy pobre, no dejo de venir todas las mañanas a pedir a Nuestra Señora mi pan de cada día. Y todas las mañanas me oye, pues lo encuen-tro siempre aquí.

El bondadoso cura tuvo que es-forzarse para no dejar trasparecer la profunda conmoción que le invadía el alma. El frescor de la fe que pal-pitaba en los corazones de aquellos dos niños le proporcionaba la oca-sión de admirar tan bella obra de la Providencia Divina; aquella misma Providencia que siempre atiende so-lícita a las súplicas de los que confia-damente La invocan.

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Los santos de cada día ________________________ noviembreLos santos de cada día ________________________ noviembre

48 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

1. Solemnidad de todos los SantosBeatos Pedro Pablo Navarro, sa-

cerdote, Dionisio Fujishima y Pedro Onizuka Sandayu, religiosos jesui-tas y Clemente Kyuemon, catequista (+1622). Quemados vivos en Shima-bara, Japón, por odio a la fe cristiana.

2. Conmemoración de todos los fieles difuntos

Beato Pío de San Luis Campide-lli, religioso (+1889). Ingresó como pasionista a los 14 años; se preparaba para el sacerdocio cuando fue alcan-zado por la tuberculosis, muriendo a los 21 años. Ejemplo de resignación y serenidad, ofreció su vida por la Igle-sia, por el Papa y por la conversión de los pecadores

3. San Martín de Lima, religioso (+1369)

San Bernardo, obispo (+1130). Perteneciente a la noble familia de los

condes de Marí y Sangro, se hizo be-nedictino en Montecasino. A los 30 años, elevado a la dignidad episcopal de la diócesis de Marsi en los Abruz-zos, Italia, luchó contra la simonía, se dedicó a la restauración de la discipli-na eclesiástica y protegió a los pobres.

4. San Carlos Borromeo, obispo (+1584)

San Enrique de Hungría (+1031). Hijo de San Esteban, rey de Hungría, colaboró con su padre en la evangeli-zación de los súbditos.

5. Beata Bertilla, abadesa (+705)Primera superiora del monasterio

de Chelles, Francia, fundado por la reina Santa Batilde.

6. Santos Calínico, Himério, Teo-doro, Esteban, Pedro, Pablo, otro Teo-doro, Juan, otro Juan y otro de nom-bre desconocido, mártires (+638)

En Gaza, soldados apresados por los sarracenos sitiadores de esta ciudad, encorajinados por el obispo San Sofronio, confesaron a Cristo y fueron decapitados.

7. Beato Vicente Grossi, sa-cerdote (+1917)

Fundó en Cremona, Italia, el Instituto de las Hijas del Orato-rio.

8. San Adeodato, papa (+618). Gobernó la Santa Igle-sia con sabiduría y simplicidad, demostrando gran amor y dedi-cación por el clero y por los fie-les.

9. Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán.

Nuestra Señora de la Almu-dena

10. San León Magno, papa y doctor de la Iglesia (+461)

San Justo, obispo (+627). Religio-so benedictino enviado por San Gre-gorio Magno para ayudar a San Agus-tín en la evangelización de los ingle-ses. Se convirtió en el obispo de Ro-chester y, posteriormente, fue nom-brado arzobispo de la Cantuária.

11. San Martín, obispo (+397)Beata Alicia Kotowska, virgen y

mártir (+1939). Religiosa de la Con-gregación de las Hermanas de la Re-surrección del Señor. Durante la Se-gunda Guerra Mundial, no aceptó renegar de la fe, fue fusilada en las proximidades de Wejherovo, Polo-nia.

12. San Josafat, obispo y mártir (+1623)

San Emilio de la Cogolla, sacerdo-te (+574). Abandonando el pastoreo, se entregó a la vida eremítica. Por su fama de santidad, el obispo de Tara-zona, España, lo ordenó sacerdote. Ejerciendo santamente sus funcio-nes, fue muy envidiado, lo que obli-gó al obispo a enviarlo nuevamente a las soledades de las montañas, donde fundó una comunidad.

13. Beatos Pedro Vicev, Dzidzov y Josafá Siskox, sacerdotes y mártires (+1952). Religiosos de la Congre-gación de los Agustinos de la Asun-ción. Durante el régimen comunis-ta en Bulgaria, acusados de espiona-je y conspiración contra el “poder del pueblo”, fueron detenidos y fusilados en Sofía.

14. San Rufo, obispo (s. IV). Pri-mer jefe de la comunidad católica de Avignon, Francia.

15. San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia (+1280)

San José Mkasa Balikuddembé, mártir (1885). Prefecto del palacio real en Mengo, Uganda. Después de

“Santa Cecília” – Domenico Zampieri – Museo del Louvre, Paris

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Los santos de cada día ________________________ noviembreLos santos de cada día ________________________ noviembre

Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 49

recibir el bautismo, convirtió muchos jóvenes a Cristo y los protegió del rey Mwenga. Por este motivo, a los 25 años, fue degollado por orden real.

16. Santa Margarita de Escocia. Reina (+1093)

Santa Gertrudis, virgen (+1301)San Otmar, abad (+759). En Sui-

za, construyó un pequeño hospital para leprosos, y un monasterio bajo la regla benedictina.

17. Santa Isabel de Hungría, rei-na (1231)

Beato Lupo Sebastián Hunot, sa-cerdote y mártir (+1794). Durante la Revolución Francesa, por su dig-nidad sacerdotal, fue encarcelado en el navío-prisión del puerto de Roche-fort, donde, después de muchos sufri-mientos, completó su martirio.

18. Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo, apóstoles

Beatas María del Refugio Hino-josa y Naveros y 15 compañeras, vír-genes y mártires (+1936). Religiosas de la Orden de la Visitación de Santa María, capturadas y fusiladas duran-te la Guerra Civil Española.

19. San Roque González, San Al-fonso Rodríguez y San Juan del Cas-tillo, sacerdotes y mártires (+1628)

San Abdías, profeta. Después del exilio del pueblo de Israel, anunció la ira de Dios contra los enemigos de Is-rael.

20. San Silvestre, obispo (+520?)Obispo de Chalons-sur-Saône en Borgoña, Francia

21. Presentación de Nuestra Seño-ra

Beata María de Jesús del Buen Pastor, virgen (+1902). Inmigrante polaca que fundó, en Roma, el Insti-tuto de las Hermanas de la Santa Fa-

milia de Nazaret para el auxilio de los inmigrantes.

22. Santa Cecilia, virgen y mártir (s. I)

Beatos Salvador Lilli, sacerdote franciscano y compañeros (+1895). Martirizados en las proximidades de Marasc, Turquía, por negarse a obe-decer la orden dada por los soldados otomanos de renegar de la fe.

23. San Clemente I, papa y mártir (s. I)

San Columbano, abad (+615)Santa Lucrecia, mártir (s. IV).

Martirizada en Mérida, España, du-rante las persecuciones en el tiempo del Imperio.

24. San André Dung-Lac, sacer-dote y compañeros, mártires (siglos XVI y XIX)

San Alberto de Lovaina, obispo y mártir (+1192). Obispo de Lieja, ac-tual Bélgica, exiliado por haber defendido los de-rechos de la Iglesia. Mu-rió en Reims, Francia.

25. Nuestro Señor Je-sucristo, Rey del Univer-so

Beata Elisabeth Achler, virgen (+1480). Reclusa en el convento de ter-ciarias franciscanas, en Reute, Alemania. Se destacó por su humil-dad, pobreza y mortifi-cación del cuerpo.

26. San Conrado, obispo (+975). Obispo de Constanza, Alema-nia. Eximio pastor de su grey, distribuyó con ge-nerosidad sus bienes a favor de la Iglesia y de los pobres.

27. San Acario, obispo (+640) mon-je de Luxeuil, elegido obispo de Noyon y Tournay, Francia, donde con gran de-dicación evangelizó a los pueblos.

28. San Jacob de Piceno, sacerdo-te (+1476). Religioso franciscano en Nápoles, Italia; se distinguió por las ardorosas prédicas y la austeridad de su vida.

29. San Saturnino, mártir (+250)Cartaginés muy perseguido en su

tierra natal. Enviado a Roma, convir-tió al prefecto Graciano y fue deca-pitado durante las persecuciones de Decio.

30. San Andrés, apóstolBeato Federico de Ratisbona, re-

ligioso (+1329). De la Orden de los Eremitas de San Agustín donde ejer-ció el oficio de carpintero; brilló por su fervor en la oración, obediencia y caridad.

"Presentación de Nuestra Señora en el Templo" – Iglesia de San Miguel, Dijon (Francia)

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Considerad los lirios del campo...

Ana Ximena del Rosario Fernández Granados

50 Heraldos del Evangelio · Noviembre 2007

uién osaría de-cir que hu-bo, en toda la historia, ora-dor más hábil

y atrayente que Nuestro Señor Jesu-cristo? Esto, sin mencionar el aspec-to de la gracia, que escapa de cual-

Cualquiera de los seres creados, al ser mencionado por los divinos labios del Salvador, pasó a disfrutar de una especial distinción y grandeza.

quier término posible de compara-ción.

En los tres años de su vida pú-blica, Él procuró, en sus parábolas, usar imágenes comunes y accesibles a las personas de entonces. Entre sus oyentes, se mezclaban fariseos, roma-nos, pescadores y campesinos. Perso-

nas cosmopolitas como los habitan-tes de Jerusalén, o tímidos y simples, como los galileos del norte de Israel. Ricos comerciantes o paupérrimos mendigos de las puertas del templo.

Hablando a un público tan hete-rogéneo, ¿cómo llegar a todos y ca-da uno?

Parque Nacional Olímpico (EEUU)

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Noviembre 2007 · Heraldos del Evangelio 51

Para hacerse entender, ora usaba, el Divino Maestro, ejemplos de ofi-cios como el de pescador, labrador y soldado. Ora, recurría a los peque-ños problemas comerciales o domés-ticos, mencionando intereses, deudas y quiebras, cuestiones siempre fami-liares a toda la gente.

También empleaba las imágenes de los animales: el águila, la paloma, la serpiente y hasta la trivial gallina entraron en escena en las parábolas evangélicas. Y por fin, el reino vege-tal se presentó en las palabras del Sal-vador: la higuera estéril fue condena-da, las viñas y uvas aparecieron va-rias veces, y la expresión “por los fru-tos conoceréis el árbol” (cf. Mt 12, 33) se volvió tan corriente que hasta los ateos la emplean hoy.

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Y son justamente las simples plan-tas las que ofrecen uno de los más be-llos y poéticos trechos de las Escritu-ras, en el capítulo sexto de San Ma-teo: “Y del vestido, ¿por qué os pre-ocupáis? Fijaos cómo crecen los lirios del campo; no se afanan ni hilan; y sin embargo, os digo que ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos. Pues si la hierba que hoy es-tá en el campo y mañana será echa-da al fuego la viste así, ¿qué no ha-rá con vosotros, hombres de poca fe? Asi que no andéis preocupados di-ciendo: ¿Qué beberemos? ¿Qué co-meremos? ¿Con qué nos vestiremos? Esas son las cosas que inquietan a los paganos. Ya sabe vuestro Padre ce-lestial que las necesitáis. Buscad ante todo el Reino de Dios y lo que es pro-

pio de él, y Dios os dará lo demás.(cf. Mt 6, 28-33 – Lc 12, 27-31)

Cualquiera de los seres creados, al ser mencionados por los divinos la-bios del Salvador, pasó a disfrutar de una especial distinción y grandeza. Los zorros eran diferentes hasta que Él dijo “Los zorros tienen sus guari-das... pero el Hijo del Hombre no tie-ne donde reposar la cabeza” (Mt 8, 20). Después de esto, pasaron a ser considerados de otra forma.

También las flores en general – y los lirios en particular - quedaron engrandecidos por la mención que les hizo Nuestro Señor. Después de aquél día, en un campo de Judea, se-rá difícil para una persona de fe con-templar la belleza de las flores sin acordarse del Reino de Dios.

Campos de Akita (Japón)

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irgen Nicopeia,Vos llevasteis en el vientreA Jesucristo Nuestro Señor.

De Vos el Hijo de Dios nació de la carnepara la salvación de los hombres,

Vos seguisteis Su misiónen la alegría de Canáy en el dolor bajo la cruz.

Misericordia concedida a todo el género humano,Vos Lo acogisteis cadáver, en los brazos.Vos, Iglesia inmaculada,en el nuevo parentesco con Juan,Lo saludaste resucitado.Ahora Vos vivís junto a Él en la gloria de la Trinidad.

Acoged, Propiciadora de victoria,la humilde oración de vuestro pueblo,confirmad la Fe,sustentad la Esperanza,reavivad la Caridad.

Mirad benignamente a la humanidad, postrada en el pecado,al inicio del nuevo milenio.Mostrad en el Crucificado resucitado misericordia y alegría.Proteged vuestra Iglesia en todas las circunstancias,felices o adversas.

Socorrednos a nosotros pecadoresahora y en la hora de nuestra muerte.Guíanos al Padre,en el Hijo, por el Espíritu Santo.Virgen Santa, es a Vos nuestra súplica.Escuchad a vuestros hijos e interceded por ellos. Amén.

(Cardenal Angelo Scola. Patriarca de Venecia)

Icono de la Virgen Nicopeia (propiciadora de victorias, en griego)

Basílica de San Marcos, Venecia