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1 ENCUENTROS NUEVA ÉPOCA Nº 8 REVISTA DEL GRUPO LITERARIO ENCUENTROS SEGUNDO SEMESTRE 2011 CASA DE LA CULTURA TRES CANTOS

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Revista Encuentros Nº8 - 2º Semestre 2011

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ENCUENTROS

NUEVA ÉPOCA Nº 8 REVISTA DEL GRUPO LITERARIO ENCUENTROS SEGUNDO SEMESTRE 2011

CASA DE LA CULTURA TRES CANTOS

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Celebramos la Feria del Libro con Sergio Ramírez

Amelia Bayón Gimeno

Sergio Ramírez Mercado (Masatepe, Nicaragua, 1942) es el más importante escritor actual de Nicaragua y el más conocido en España después de Rubén Darío. Es además un académico y un hombre de Estado que ocupó la vicepresidencia y la presidencia compartida de su país.

Tuvimos la gran suerte de localizar al doctor Ramírez (es abogado y es usual llamarle de este modo en su tierra) en Madrid, en una de sus giras europeas, la pasada primavera. Respondió a nuestra invitación con amabilidad y un extra de cariño hacia nuestra modesta sociedad literaria. Y así fue que organizamos, junto con la Universidad Popular de Tres Cantos, la celebración de la Feria del Libro 2011 con Sergio Ramírez, que nos presentó su última novela, La fugitiva, de la que se agotaron las existencias disponibles durante el acto.

Con la cercanía y la sencillez que le son habituales, nos habló de su infancia, de cuando temía decir a su padre que escribía cuentos porque su progenitor era comerciante, un hombre práctico, y podía considerarlo un oficio de ociosos. Reflexionó también sobre la vocación del escritor, la necesidad de contar lo que es digno de quedar impreso, de la disciplina si se quiere llegar a la meta y publicar la obra, de lo imprescindible de documentarse bien aunque se relate ficción, etcétera.

Nos puso al tanto del proceso de elaboración de La fugitiva, que se acababa de publicar en España en ese momento; de su inspiración en la vida de una escritora costarricense que es relatada por tres de sus amigas más cercanas, cada una desde su particular punto de vista.

Es La fugitiva una novela exquisita y amena, escrita desde un amplio conocimiento del alma de las mujeres y de la historia de Centroamérica, sus usos, sus costumbres, sus prejuicios, sus pecados… El machismo, el caudillismo, las componendas políticas en la altura sin contar con el pueblo, arrastradas desde el pasado hasta el presente.

Sergio Ramírez visitó nuestra ciudad acompañado de su esposa, Gertrudis, Tulita, profesora de Universidad y mujer de su tiempo, a quien el escritor agradeció públicamente su apoyo y complicidad de tantos años. Tienen tres hijos y varios nietos. Se les ve felices.

Después del acto literario, disfrutamos de unos momentos de charla distendida y degustación de productos tradicionales españoles en un restaurante tricantino.

Era viernes de dolores. El matrimonio Ramírez tomó al día siguiente, en Barajas, un avión rumbo a su país, donde les esperaba su gran familia para disfrutar juntos de su tradicional Semana Santa. Unos días de descanso y esparcimiento en las tropicales y bellísimas playas de Nicaragua, el país de los lagos, los volcanes y los poetas.

Rubén Darío les dejó el listón muy alto, pero las letras en Nicaragua asumieron el reto y mantienen un extraordinario nivel. La mejor muestra es, sin duda, Sergio Ramírez. Tres Cantos, 15 de abril de 2011

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PRESIDENTA Amelia Bayón Gimeno VICEPRESIDENTA Carmen Martín Palacios SECRETARIA Leticia Quemada Arriaga TESORERO José Aceituno Medina

El Grupo Literario Encuentros se reúne los jueves, de 19.00 a 20.30, en la Sala Juan Bartolomé, de la Casa de la Cultura de Tres Cantos. La asistencia es libre y gratuita.

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EQUIPO COORDINACIÓN Andrés Acosta González PORTADA Carlos Pérez Pestana DISEÑO Y MAQUETACIÓN Lorenzo Martín Cantera CORRECCIÓN Alberto Collantes Fernández IMPRIME: VA-IMPRESORES DEP. LEGAL Nº M. 8726-2008 EDITA: Grupo Encuentros www.grupoencuentros.es --------------------- El Grupo Literario Encuentros no es responsable ni necesariamente comparte los contenidos y opiniones en trabajos que llevan firma. Hay imágenes obtenidas en Internet. -----------------------

COLABORAN: Acosta González, Andrés Álvarez Quintana, José Luis Bayón Gimeno, Amelia Bezos Hernández, María Teresa Espiña Cillán, Elena Fernández Jordán, María Ángeles Gómez Espinar, Juan González Alonso, José Miguel Machado Sanz, Antonio Martínez Segura, María Jesús Mayorga Noval, Marcos Medina Rivera, Gledy Luz Peralta, Victoria Pérez Moronta, Elena Picquot Martín, Nicole Portillo Cuerva, Juan Quemada Arriaga, Leticia Rodríguez, Sagrario Sánchez Bascuñana, Juan Vega Cabello, Juan Bautista Vesperinas Lucas, Mercedes Vicioso Ruiz, Ana María

SUMARIO Sergio Ramírez … …………. 2 Editorial ………………….… 3 Entrevista a Juan de Madrid... 4-6 Poesía, narrativa y ensayo …. 6-25 Bahia Mahmud Awah ……… 26 Colegio Julio Pinto ………… 27 ‘El diván del Tamarit’ ……... 28

Editorial En la Cultura Maya se ha señalado y transmitido una fecha, el solsticio de invierno de 2012, como época de grandes cambios. Estamos comprobando que la predicción de los astrónomos mesoamericanos parece ajustarse a la realidad porque, en la medida en que nos acercamos, la velocidad de los cambios en nuestra sociedad aumenta. La literatura ha sido siempre un privilegiado mecanismo para dar cuenta de cuanto sucede. La crónica, el relato, la novela, la poesía, son hijos de su tiempo y reflejan la percepción que el autor tiene de los acontecimientos o los estados anímicos que le producen. Los grandes retos de nuestro tiempo ya están sobre el papel. El Grupo Literario Encuentros de Tres Cantos, este espacio abierto a la creación, y al conocimiento de la literatura y de cualquier otra manifestación cultural, edita una nueva revista con el ánimo de dar cabida a la rica pluralidad que acoge de personas sensibles e interesadas en compartir y difundir el amor por las letras. En este nuevo número se recogen, tanto la memoria colectiva con la entrevista a Juan de Madrid como los trabajos de los socios, y se da cuenta de las actividades más destacadas del Grupo, desarrolladas en el último semestre. En abril, tuvimos la gran suerte de celebrar la Feria del Libro con el escritor Sergio Ramírez Mercado, de Nicaragua, patria de Rubén Darío, que nos visitó y presentó su última novela, evidenciando la vitalidad de nuestra lengua al otro lado del Atlántico, de la que solemos estar al tanto, en buena medida, por nuestros socios latinoamericanos, cada vez más numerosos, convecinos nacidos en tierras lejanas, que enriquecen nuestro quehacer y nuestra lengua viva, como bien sabéis. En junio, y en colaboración con la Escuela Municipal de Música, se presentó El diván del Tamarit, de Federico García Lorca, y en agosto se rindió homenaje a este mismo autor, haciendo memoria de su obra y de su ejecución extrajudicial hace 75 años. Fue también un placer participar en la presentación en Tres Cantos de la obra del autor saharaui Bahia Mahmud Awah, que nos relata la vida de su pueblo, en nuestra lengua. Y, como viene siendo habitual, gozamos de la ternura y la inocencia de la mano de los niños del colegio Julio Pinto, cuyos textos cada vez nos sorprenden más. Sea esta nueva oportunidad de ponernos en contacto contigo, querida lectora, querido lector, una ocasión más para disfrutar de la creatividad de nuestro grupo. Esperamos que te guste.

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Entrevista a Juan de Madrid Amelia Bayón Gimeno

Juan de Madrid es su nombre en el mundo de las letras. Nuestro compañero del Grupo Literario Encuentros se llama Juan Portillo Cuerva. Es de pocas palabras pero de abundantes letras poéticas, y detrás de una pose seria y serena hay un escritor sensible y apasionado que sabe recoger la belleza de la gente y de las cosas para cantar a la vida.

Impresiona la intensidad de sus ojos, que atraparon los azules del cielo y del mar. Tomamos un refresco mientras le voy haciendo preguntas para nuestra revista, para que tengamos la oportunidad de conocer de su propia voz lo que nos va a relatar de su vida y su obra literaria, de su llegada a Tres Cantos y a Encuentros.

Amelia Bayón. ¿Eres de verdad de Madrid? Juan de Madrid. Sí, ya sé que es una rareza, que en Madrid todo el mundo ha nacido en otro

sitio; pero yo nací en la capital, por eso junto a mi nombre hago figurar mi procedencia. Además siento pasión por Madrid, por sus barrios, por el Retiro con sus conciertos, la Rosaleda… Puedo pasar allí horas sin darme cuenta del tiempo que pasa.

AB. ¿Cuándo llegaste a Tres Cantos y al Grupo Literario Encuentros?

JM. En el año 1985 llegué a Tres Cantos y me enteré por la prensa local de la existencia del Grupo Literario Encuentros. Para entonces ya había tenido algún problema de salud que me obligaba a reposar y fue cuando tuve tiempo para escribir, aunque fue retomar una vieja tendencia, pues había escrito mi primer poema con trece años. De mi llegada a Encuentros recuerdo el primer acto en el que participé, que fue una lectura de poemas de Rafael Alberti

AB. ¿Siempre te gustaron las letras, te desenvolvías en este mundo?

JM. Me gustó siempre leer: Neruda, los Machado, Góngora, Quevedo… En una librería de viejo que había cerca de mi casa me dejaban libros cuando era un chaval y me aficioné. No estudie Letras sino Ciencias, y no tuve oportunidad de alargar mis estudios porque había que ayudar a la familia. Hice el primer año de Ingeniería Industrial y trabajé en el mundo de la electrónica industrial, en una importante empresa extranjera en la que tuve bastantes responsabilidades. Llegué a ser director

técnico. Ahora estoy jubilado y hago una vida muy sana porque tengo que cuidar mi corazón, que ha pasado varias veces por el quirófano. Soy optimista: mi esposa y mis hijos, dos chicos y dos chicas, son los corazones con los que vivo, me siento inmortal.

AB. Sabemos que fuiste un hombre de la radio. ¿Cómo llegaste a ese medio? JM. Fue en Radio España, en la calle Luchana. Yo escuchaba por las noches a Julio Moras y en

una ocasión le hice llegar un poema mío. Me hicieron famoso de repente participando en el programa de Julio Moras, que comenzaba a las doce de la noche. A veces estaba hasta las cuatro de la madrugada. Disfrutaba mucho con el programa de radio y allí estuve hasta que cerró la emisora.

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AB. Además de la literatura sabemos que te gusta el teatro. ¿Has tenido ocasión de vivirlo en primera persona?

JM. Sí, estuve en el grupo de teatro Las Máscaras. Preparamos representaciones de Ruiz Uriarte y otros.

AB. ¿Y ahora, jubilado, sigues escribiendo? JM. Sí, siempre que puedo. He escrito varios cuentos y tengo cuatro novelas a medias; también

he colaborado con el periódico Norte Noticias y con El Tricantino. He evolucionado; ya no me meto en la política local, ahora prefiero la ficción. La poesía me gustó siempre y ahora siento la necesidad de investigar a los jóvenes poetas recientes. Quiero seguir haciendo cosas, más y mejores cosas. Cuido mi salud para que me permita hacerlo.

AB. Muchas gracias, Juan. Ha sido un placer escucharte, y debo pedirte disculpas por el interrogatorio, un poco extenso, acorde con nuestra curiosidad. Nos vamos con versos de tu libro El barco de los sueños.

EL GRILLO ¡Canta grillo, canta! No detengas tu monótono estribillo: Que nos mantenga despiertos, para poder escuchar el sentir de los sentidos. ¡Canta grillo, canta! ………. LA LUNA ENAMORADA ¡Ay, Luna de mis amores! Dama de mantilla blanca. Cuando hagas hoy tu ronda, de amores, enamorada, coge tu manto de estrellas, y ve al balcón de mi amada a contarle mis amores. ………. PREMIOS

- Tercer Premio de Poesía, otorgado por la prensa de Cartagena, con placa y dotación económica. - Accésit del Grupo Literario de Cartagena. - Varios accésit de diferentes premios literarios.

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Juan de Madrid LA FRAGUA ¡A martillazos…! A martillazos, te rompen los sentimientos.

Con un cincel y un martillo, ¡te parten el alma! Cogen tu ser, le meten en una fragua… ¡y lo funden!

No importa, no importa que grites: ¡Que yo, soy yo…! ¡Que no me parezco a nadie!

Da igual. No te escuchan…

A todos, hay que marcar como ganado; en la carne.

¡Que tengo de barro el cuerpo! ¡Que quiero estar con mi madre! No quiero escuchar el tiempo… A mí me da igual quien mande. Quiero hablar, respirar… ¡y ver cómo cae la tarde! Contemplar las estrellas… ¡y bebérmelas! En balde. ¡Es en balde! ¡Es igual lo que tú sientas! Eso no le importa a nadie.

Ya han escogido tu nombre, tu destino. Te han marcado y llevado a tu camino: allí te dicen que andes, que no te salgas de él o sabrás lo que es el hambre.

No te dejarán comer, ni beber, ni podrás oír a nadie. Te pondrán de catalina en una rueda muy grande. No verás amanecer… ¡Ni cuando se pone el Sol! Serás para siempre un becerro; sin cara, sin expresión. Andarás a cuatro patas, dormirás en un rincón, y tu piel arrancarán para quitarte el calor; o quizás para tapar, a la Doña de algún Don.

Tu piel, no será tu piel. Tu cabeza, de cartón. ¡Todo tú, serás guiñapo! Carne trémula, fundida: Ceniza de viejo fogón sobre la tierra esparcida.

¡Y tú… ya no serás tú! LA CÁRCEL DEL CORAZÓN ¿Se puede encerrar el viento, la luz… o los pensamientos?

¡No! No se puede… ¿verdad que no? ¡No puedes, no!

¿Puedes apagar el Sol, la Luna o las estrellas?

¿Poner grilletes al mar…?

¡No, no! No puedes, ¿verdad?

¡Ilusa…! ¡Qué ilusa eres!

¿Cómo pretendes entonces enterrar mi corazón y llenarle de cadenas, para que no te ame yo?

¡Dime! ¿Cómo podrías?

Si en una cárcel, tú pudieras encerrarle, ponerle con siete puertas y echarle más de cien llaves, y una muralla delante desde la tierra hasta el cielo; no dudes que escaparía, para verte cada día.

¡Sólo por poder amarte!

¡Como fuera…! escaparía, si pudiera.

En una nube, o montado en un dragón.

¡Como sea! Pero escaparía, para amarte cada día.

¡Si pudiera…!

En una gota de agua, o en la pata de una hormiga: pero me escaparía.

En la escoba de una bruja. En una frágil burbuja. Me escaparía.

En el lomo de un león, encima de un caracol si pudiera, escaparía.

En una semicorchea. ¡En el cuerno de un mamut! pero… me escaparía.

En el latir de la piedra, andando sobre la hiedra, ¡me escaparía, si pudiera!

Le diría a mi enemigo que me llevase contigo.

¡Pero me escaparía, para amarte cada día!

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El sueño del escritor

María Teresa Bezos Hernández

El escritor sueña que escribe un cuento. Pero por más que lo intenta, no le sale nada; es un cuento bastante rebelde, se resiste a ser escrito: ahora viene, ahora se va… ahora se pelea con el lápiz. No hay manera. El escritor pasa un rato silencioso, mirando el folio en blanco. Y de repente lo sabe. Organizará un casting. Sí, un casting de cuentos, no me pongas esa cara. Todos los directores lo hacen, pero en vez de cuentos, con películas.

Se sienta en una silla en la que escribe Escritor en la parte de atrás y espera tranquilo en su despacho. Sabe que es cuestión de tiempo. El mensaje es copiado, traducido, leído y escuchado. Vuela de página en página, cruza el océano en el interior de una botella. Así, se enteran todos los cuentos del mundo, que acuden con sus mejores galas: se llevan sus adjetivos más brillantes, sus finales más sorprendentes y se agolpan a las puertas de su casa, luchando por entrar, dándose codazos, ansiosos por ser los primeros. ¡Incluso se arrancan las páginas los unos a los otros, estropeándose las historias! En el jardín hacen cola cuentos noveles, jamás escritos, junto a los cuentos populares, que han acudido en masa. Pero son demasiados y el escritor no puede escribirlos todos a la vez. “¡Escríbeme a mí, arriésgate!”, le dice un cuento de aventuras. “¡Me tendrás escrito en un momento!”, le dice un cuento breve. El escritor los amenaza con inventarse un cuento sobre el Tiempo, que manche con sus manos amarillas las páginas de todos los libros, cubriéndolos de años y de polvo. Como esa es la peor muerte que un cuento se puede imaginar, huyen todos despavoridos mezclándose unos con otros en la carrera. El escritor despierta y sonríe satisfecho: tiene entre los brazos un cuento recién nacido.

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No importa

María Jesús Martínez Segura

No importa nada de lo que digan No importa, que digan lo que quieran

No importa querer y no poder No importa que te pueda la vida

No importa que sobre tu vida llueva No importa que no tengas paraguas

No importa que estén mojados tus principios No importa que de usarlos se desgasten

No importa desgastar los sentidos No importa que los sentidos sean más de cinco

No importa que el cinco sea poco No importa que lo poco sea pequeño

No importa, lo pequeño puede ser un lujo No importa que el lujo no se pueda ver

No importa que cuando no se vea busques No importa que cuando busques no encuentres

No importa que cuando encuentres no te guste No importa, para gustos están los colores

No importa que tu maleta esté llena de color. No importa que los colores sean uno

No importa que uno sea menos que dos No importa que dos, a veces sean muchos

No importa que muchos te aburran No importa que aburrirse sea normal

No importa que lo normal sea lo anormal No importa que lo anormal sea el pan nuestro

No importa que el pan nuestro no sea mío No importa que lo mío sea tuyo

No importa, no importa, no importa…

Reencuentro con Miguel Hernández

Juan Sánchez Bascuñana

A cien años, Miguel, del segundo centenario, me pregunto tan de lejos: ¿Quién recitará tus versos? ¿Cómo será el escenario?

Aunque nos eches en falta, peregrinos habrá en tu santuario que te escriban una carta y que lean tu poemario.

Y seguirán tus vientos alisando los trigos, removiendo las conciencias, agitando los espíritus, dejando la libertad a su paso.

Y tu rayo, dulce lumbre que sin quemar abrasa, continuará encendiendo nuestras vidas, cauterizando las heridas del alma.

Y tu luna venidera, asistirá cada día al doloroso parto de la libertad, y servirá su sangre para fertilizar los campos yermos del espíritu.

Y tus palmeras nos elevarán la mirada en busca del infinito y nos despedirán las palmas al final del camino.

Y continuará tu higuera dando sombra a nuestro espíritu, fecundidad a nuestro seso y sazón a nuestro verbo.

Y también el rocío, como bálsamo de flores, chumberas y pitas, conservará rozagante tu mensaje, refrescando la tierra en que habitas, calmando el rigor del estiaje. 9-02-2010

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José Miguel González Alonso

Mi cama

Ciertamente tú y yo debemos de felicitarnos por el dudoso placer de habernos conocido. Tú me has proporcionado cumbres de efímero deleite y yo te he dado cuerpos para desvencijarte.

Debo admitir que, más allá de vino y rosas, ha habido noches de insomnio minucioso, en las que estoicamente has aguantado el desquiciado recuento de todas mis amantes.

Has acogido con resignación mis momentos de pánico y me has servido de escalera al cielo cuando, leyendo algún poema memorable, no encontraba postura digna de merecerlo.

Por ser tú tan discreta compañera: gracias, catre. Gracias también por todos tus gruñidos. Y cuando llegue el día del último viaje y esté el chamarilero a punto de partir, recuerda que te hice este sentido panegírico que ya figura, por derecho propio, en todas las antologías de poemas al catre. Dios quiera que tu canto del cisne, tardándote mucho en llegar, se entone mucho antes que el mío.

Jalones

El día de mi segunda comunión rocé a Dios con la mano y me sentí un terrible profanador que a los seis años tocaba el cuerpo del autor del infierno.

La noche de mi primer sueño húmedo viví con odaliscas complacientes la eternidad completa en un segundo, me convertí en un tigre airado rugiendo con la fuerza de un pétalo.

La tarde en que Miguel estaba bruno subido al mástil más alto de un barco, grité de júbilo Al descubrir el mar de las palabras Porque la pena tizna cuando estalla.

Extraña carretera la que lleva desde la muerte a la muerte. Tu cuerpo manda en mí, es como el capitán de mi velero, él dice no o sí, o me aniquila entero o hace brotar mi yo más verdadero..

Hielo quedé al verte por primera vez tomándote una copa, pensé: no tengo suerte. Pero al mirar tu ropa se propagó un incendio por Europa.

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Guatemala: Tan dulce y tan fiera

Ana de Gadir No he conquistado la cumbre del Himalaya ni de ninguno del resto de ‘ochomiles’. Pero puedo

afirmar que he subido a mi propia cima del mundo, a la pirámide truncada de 65 metros de altura que es el Templo IV de las ruinas mayas de Tikal, en Guatemala. Arriba del todo y sentada en los escalones de piedra con la crestería detrás de mí, he visto, como Howard Carter al atisbar por primera vez el interior de la tumba de Tutankamon, “cosas maravillosas”.

A unos diez metros por debajo de mis pies, las copas de las diversas variedades de árboles de la selva de Tikal: caucho, chicle, cedros españoles, copal, caobas y, sobresaliendo entre ellos, las extrañas ramas de las enormes, sagradas ceibas. Deseo llorar y reír a la vez, quedarme aquí hasta el último rayo de sol para inundarme de esta belleza única de Tikal, el sitio de las voces en el idioma ‘chol’.

El sol juega a veces con las nubes y remarca o diluye los contrastes y las sombras. Me siento empapada en sudor por los más de 35 grados y la humedad del 90% de este lugar fascinante, pero feliz como pocas veces, satisfecha de mí misma por haber logrado salvar el obstáculo de los 200 escalones de madera adosados al costado izquierdo de la pirámide. Desde abajo es imposible ver el lugar donde me hallo, y solo desde la cumbre se abarca esta increíble inmensidad.

Ahora el aire llega sin dificultad a mis pulmones y me relajo totalmente para contemplar a la derecha, sobresaliendo del verde espesísimo, la cresta del Templo III. Continúo la panorámica hacia la izquierda y aparecen las cresterías de los templos I y II, situados uno frente al otro en la Gran Plaza, invisible desde aquí, engullida por una tupida selva que casi no deja pasar la luz solar. Por ella corren los coatíes y saltan de árbol en árbol los monos aulladores.

La crestería es una creación propia de los antiguos mayas de Tikal, empeñados en conseguir la mayor altura posible en sus templos. También se obsesionaron por la medición del tiempo: fueron tan inteligentes que calcularon, con más de mil años de anticipación a Occidente y sin ningún instrumento, la duración exacta del año solar, que ellos dividieron en 18 meses de 20 días cada uno, a los que añadieron los 5 días “nefastos”, cuando la vida se detenía para no atraer la ira de los dioses.

Pero Guatemala, cuyo nombre significa “bosques de los árboles de agua”, es mucho más: el enmarañado laberinto de toldos del mercado de Chichicastenango, que jueves y domingos despliega unas mercancías que aturden con sus impensables colores al viajero. Huipiles, faldas y tocados para las mujeres; tapices como un arcoíris que acabaran de inventar. Hamacas colgantes, figurillas femeninas con los mil tonos de la indumentaria indígena. En la escalinata de la iglesia de Santo Domingo se arraciman las vendedoras de miríadas de flores. A las ocho y media de la mañana de cada domingo, en el siempre abarrotado templo, se celebra misa en lengua quiché y en español.

Y es la sonrisa morena de Juan, tan despierto, a sus 12 años guía oficial del mercado. Ayuda a mantener a su madre y a sus cinco hermanos; el padre se marchó un día y nunca regresó. Son las madres jóvenes, casi niñas, vestidas con las ropas tradicionales y su bebé colgado de la espalda. Es la señora de gesto paciente que me desea la bendición de Dios aunque no le haya comprado nada.

Esta tierra, fiera y dulce a la vez, es recorrer el cañón del río Dulce, en plena selva del Petén. En la partida nos despiden los pelícanos y cormoranes que pueblan el muelle de Livingstone, donde el río desemboca, en pleno mar Caribe. Navegamos río arriba por unas aguas del mismo verde tan intenso de la vegetación, hasta el punto de no distinguirse la realidad del reflejo. De pronto, una majestuosa garza se recorta sobre un auténtico océano de nenúfares blancos. La lancha navega despacito, apenas se percibe un leve runruneo; hay un silencio casi absoluto interrumpido solo por los gritos y gorjeos de las aves invisibles que pueblan la selva. Nuestro destino es el lago de Petén-Itzá, donde flota en un rojísimo y espectacular atardecer la pequeña isla de Flores.

Guatemala, patria del premio Nobel Miguel Ángel Asturias, es el majestuoso e impresionante lago Atitlán, a 1.450 metros de altitud y 130 kilómetros cuadrados de superficie. En realidad es un cráter volcánico que se llenó de agua hace miles de años y que agrupa en sus orillas otros tres volcanes. Desde la población ribereña de Panajachel, a bordo de una pequeña y rapidísima lancha de elevada proa, he surcado sus azules y quietas aguas matinales hasta llegar a Santiago de Atitlán.

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En Santiago se funden las creencias cristianas y las indígenas y se materializan en la figura de

‘Maximón’, una versión de un dios del inframundo que sube a la superficie durante esos cinco días nefastos o aciagos del calendario maya. Lo visito en la casa que le dio la bienvenida el último Viernes Santo y que será su morada durante un año. Un Maximón de tamaño natural reina desde uno de los dos altares de la abigarrada estancia. Se toca con un sombrero negro, carece de manos y lleva un cigarro en la boca. Este dios alegre representa la fuerza de la vida y exalta sus manifestaciones. Lleva al cuello una bufanda de listas horizontales rojas y negras, camisa y pantalón de tonos vivaces.

En este país se halla la elegancia y el señorío de las calles de Antigua, la primera capital del país, fundada en 1543 y trazada a cordel por los colonizadores españoles. Se conserva como fue creada a pesar de los terremotos, las numerosas fachadas ruinosas y los interiores inexistentes. Las casas multicolores muestran balcones y ventanas enrejadas de donde cuelgan macetas, pura herencia del sur español. Y los faroles, los patios de las casas repletos de flores y guacamayos, el suelo empedrado hace siglos… Para muchos, la ciudad más bella de Guatemala. Y, dominando Antigua, el volcán Agua. Guatemala es también la cortesía, la hospitalidad, los buenos modales que parecían haber desaparecido y que aquí perviven y consiguen que nunca olvides a las buenas gentes de esta tierra de volcanes, bosques, lagos, mares, selvas, ríos, altiplanos, montañas, restos mayas únicos… Y todo, en esta parte del Nuevo Continente que el gran Pablo Neruda bautizó en su Canto general como “la dulce cintura de América”.

Guatemala es la madre casi niña con su bebé a la espalda. Foto de la autora.

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Juan Bautista Vega Cabello La mujer De la tierra, mujer, lo más glorioso; de la tierra, mujer, lo más preciado, y de la tierra, el fruto más hermoso; de la tierra, también, lo codiciado. No tienes parigual en el planeta; eres el ser más grande, más sagrado, manantial de encantos al poeta, sublimidad del hombre enamorado. Ninfa y sirena en la mar y tierra, eres; altar y cielo, estrellas nacaradas, debéis sentir orgullo las mujeres al venir concebidas como hadas. Sois el aire que respira el hombre, el ser divino de la creación, el sol, el fuego, el agua está en tu nombre, amor, placer y la procreación.

Qué prodigiosa, la naturaleza, en conceder tanta grandeza a un ser y cómo derramar tanta belleza en quien bien lo merece, la mujer. Primaveras de flores y de olores; son Dalias, Azucenas, sois Violetas, el gran amor, también, de los amores, cantar de pensadores y poetas. En fin, todo hermosura y beldad, serafines de luz en mar y cielo, modelos de la creatividad, no hay nada mejor en el mundo entero. Por eso, la mujer es lo más bueno; no faltará quien diga, también malo y es que amor, con almíbar y veneno, no dejarán de ser nuestro regalo. Tres Cantos, julio 2003. Segundo premio del IV Certamen de Poesía Miguel Ruiz del Castillo. Almuñécar.

Mujer Que ni el jazmín con su blancor profundo, cuyo olor por la tierra se derrama, se puede comparar con una dama, que es lo mejor creado en este mundo. Es del todo placer en lo fecundo; es la mujer, hermosa, ardiente llama; al fin, la madre que el hijo y hombre ama, cuya brasa me deja moribundo. Tú, el blanquiazul de las estrellas tienes, tan alto tu valer que el firmamento sueña celoso besando tus sienes. ¡Mujer!, el concebirte, qué talento, que a dar la vida con tu cuerpo vienes y tu presencia dar al hombre aliento. Madrid, febrero 1980

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Antonio Machado Sanz

A la calle que ya es hora

(“De pasearnos a cuerpo”. España en marcha. Gabriel Celaya).

Si en los tiempos actuales llenos de robos y escarnios permanecemos neutrales;

si nos levantan carteras llenas de ilusión y avales, si pensando que soy bobo, me quitan mis dignidades;

si aun así cavilamos “es mejor quedarse en casa”, dejaremos de ser hombres con nuestro orgullo y con casta.

Así que no pienses más, saca a la calle tu cuerpo, aunque pilles esa gripe que casi te lleva al huerto.

¡Que es mejor un Tamiflú que esconderte en tu rincón y dejar de ser lo que eres! TÚ.

Monólogo en el café

Hoy, como cada día, busco mi comida. He entrado en el Café de Oriente. Antes estuve en la terraza, pero no había nadie; se nota que con el frío del invierno las gentes, al sereno, no desayunan. Mañana iré a la Casa de Campo. Quizás algún día la encuentre en la Moncloa o en el Palacio Real. O en la puerta de una iglesia. ¡Ahí no!, aunque me resulta fácil, como no me gusta mendigar… Dejo volar mis recuerdos y me llevan hasta aquellos campos manchegos en donde me aprovisionaba y llegaba hasta el hartazgo. Unos ojos redondos y reidores me trajeron hasta la Capital. Aquí formé una familia y anidé en el alar de una vieja casona. Me siento otro parado más. Sólo me reconozco cuando algún niño corre hacia mí, tratando de cogerme. La infancia no ha cambiado. Siempre persiguen a todo lo que vuela. Sea una cometa, una paloma, o a mí, un humilde gorrión. 30-01-2011

Asturias

Nicoletta

Eres como un lienzo pintado de verde oscuro, donde abunda el manzano, el laurel y el avellano. Con tus praderas cabalgando sin miedo hacia el cielo y tus acantilados desafiando con orgullo el Cantábrico.

Casas de muchos colores salpican la verde campiña, donde la hortensia es reina, donde la dalia es su amiga, donde el helecho por doquier brota.

Los Picos de Europa se yerguen con hermosura, los valles se hacen humildes frente a su bravura, los ríos cantan entre rocas y peñascos, los lagos aparecen como brillantes espejismos.

Me quedaré con la gruta de la Virgen de Covadonga, con el canto del gallo despertándome por la mañana, con el tintineo de los cencerros entre la niebla, la música nostálgica de una gaita, y la verde dulzura de tu clima. Agosto 2011

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Pinceladas en mi vida Asturquín

Hoy, a punto de sobrepasar la década maravillosa de mis años sesenta, he tenido la suerte de que alguien me hiciera recordar por qué debo estar orgulloso, de haber vivido el tiempo en que cambió el mundo proyectándose a mejor. Mi generación presenció muchos eventos, unos agradables y otros… desagradables.

Fueron tiempos de libertad, de un despertar con la moda y el vivir cotidiano. El hombre alargó su cabellera y la mujer salió a la calle con faldas recortadas y entre los discos del hogar del cuartel se escuchaba: Libertad, libertad, divina libertad.

Tiempos aquellos de los pantalones campana y campanas que tañían la liberación femenina. Un grito de mujer buscando igualdad.

Aparecen anticonceptivos de liberación, dando rienda suelta a los impulsos humanos, en mucho tiempo oprimidos.

El hombre pisó la Luna y fueron tiempos de guerra: aquella, la de los Seis Días; la invasión de Checoslovaquia, y la más absurda, la de Vietnam.

Y aparecieron los Beatles, anunciando a mi juventud las ansias de volar. Era el despertar de un nuevo renacer, cantando al mundo “All you need is love”, amor y paz, desplegando las alas. Fue el tiempo de otro grito: “I had a dream”.

Fueron años felices de mi primera juventud, sentado en la acera de mi casa, presenciando duelos de papas y atrevidamente indolente, viendo levantar el Muro de Berlín.

Tiempos de magnicidios y tiempos en que, por primera vez, una mujer encendía el vetado pebetero en los Juegos Olímpicos.

Fui testigo de una Olimpiada de aletas vilmente asesinados, y del recuerdo de negros y victoriosos atletas, puño enguantado en alto, reclamando a un mundo intolerante.

Con la suerte de ver, en mis años de juventud, a la Bardot, a la Loren y a la Gina en su papel de la reina de Saba, y que por ser tan atrayente me quedé embelesado hasta que, pasada la medianoche, me levantaba de aquel cine de sesión continua, lo que me costó una buena reprimenda de mi padre, que me andaba buscando por todas las comisarías de Madrid. Y la suerte para mi generación de desconocer las drogas malditas, de no ver morir a la gente, ni verla metida en las fauces de lobos tan peligrosos.

La tarde llega…

Gledy Luz Medina Rivera

La tarde llega con una cadencia de horas deshojadas. La música que suena en mi alma sabe a verbo amar conjugado. Y risueña, otra vez la tarde en su ensimismado pensamiento,

deja pasar al viento. ¿Quién pregunta por la flor que se abre al sentimiento? ¡Oh!, luz de candor; ¡oh!, belleza suma de canciones, de besos, de colibrí encantador. 13-10-2011

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Aquella mañana Andrés Acosta González Aquella mañana, como todas las mañanas, después de ducharme y afeitarme me acerqué a la ventana, a la amplia ventana del salón, como hacía desde hace mucho tiempo todas las mañanas. Me gustaba, antes de comenzar con las tareas del día, mirar la calle, el cielo, los árboles y sobre todo las gentes que paseaban delante de mi casa camino de su trabajo, de la compra u ociosos simplemente, disfrutando de un vagabundeo matutino, como todas las mañanas. Mas aquella extraña mañana, nada más mirar por la ventana sentí un extraño vértigo. El cielo exhibía tenebrosos colores: verde oscuro en unas zonas y violeta en otras. Las casas de todos los días ya no estaban, y en su lugar emergían unas construcciones oblongas de diferentes colores. Tampoco circulaban coches por la calle, sino unos raros cacharros, que se desplazaban por el aire a ras de suelo. Tenían forma de elipsoide y parecían estar totalmente recubiertos de un cristal color verde opaco semitransparente. Me esforcé por intentar distinguir qué albergaban en su interior. Incluso estuve observando aquellos extraños artefactos con prismáticos durante un largo rato. Pero sólo atisbé sombras que se movían por dentro.

Un difuso terror iba poco a poco apoderándose de mí. La piel se estiraba en múltiples puntitos agudos y mi respiración comenzó a entrecortarse. El súbito desconocimiento del espacio que habitaba me estaba paralizando y llevándome al pánico. ¿Y mi mujer, nuestros hijos y nietos? ¿Dónde se encontrarían en este momento? Corrí hacia el teléfono. Tras marcar, sonaron unos pitidos distintos a los habituales y una operadora hablaba en un idioma totalmente ininteligible para mí, con fonemas guturales y tonos agudos muy raros. Colgué confuso y temeroso, aún más. Al mirar el calendario que había al lado del teléfono los ojos se me salieron de las órbitas, como los que dibuja Ibáñez en sus historietas gráficas: septiembre 2211. Me senté sin saber qué hacer. Un sudor frío me empapaba la frente y estaba temblando. Me pellizqué pensando que quizá todo fuera un sueño, que en realidad aún no me había levantado, que no estaba erguido allí en el salón. Esto desafiaba todas las leyes de la Física y la Biología.

No me atrevía a dar el paso de salir, de abrir la puerta y preguntar a los vecinos. Si estábamos en 2211, ¿cómo sería el rellano, cómo las gentes que habitaban la casa? Y claro, mi esposa, mis hijos y mis nietas hace tiempo que ya no estarían en el mundo. Mi extrañeza al ver a las personas iba a ser inmensa; pero la de ellos al verme a mí, también. Sonó el timbre. Un ping-dong distinto del que yo conocía. Tembloroso y muerto de miedo avancé hacia la puerta. Me armé de valor. No tenía alternativa. Abrí despacio, sin antes siquiera ver por la mirilla. Un señor sonriente, con gorra de visera, un cuaderno en la mano y una cámara fotográfica colgando del cuello, me dice: –Esperamos no haberle causado problemas. Estamos rodando una película. Hemos pedido permiso al ayuntamiento y a las comunidades de vecinos para montar, ya lo habrá visto usted, un decorado espectacular, modificaciones en las casas, etcétera… Ni le saludé. Di un portazo, me dejé caer en el sillón y quedé sumido en un profundo sopor. Tres Cantos, octubre 2011

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La primera comunión

Elena Pérez Moronta

Julieta tiene 5 años. Cuando cumpla los 6 años, hará la primera comunión. Julieta es hija de Sabino y Natalia (señora de Trinet).

El matrimonio es más bien ‘agnóstico’. Los padres, por satisfacer a Julieta, dejarán que haga la primera comunión por la ilusión del traje y la fiesta.

Todos los lunes acude Julieta unas horas a clase de religión. Don Pedro es el profesor, un hombre de mediana edad; viste pantalón oscuro y camisa informal, lleva gafas oscuras y una perilla muy marcada. Su carácter es fuerte. Explica el bien y el mal con enorme anomalía: la descripción del cielo, el purgatorio y el infierno.

Las niñas, temerosas y asustadas, escuchan la voz enérgica de don Pedro. Después de rezar un credo, empieza la clase diciendo:

–¡Dios quiere sacrificios! No vale ir los domingos a misa, a rezar una oración, ¡hay que sacrificar la paga del domingo en el cepillo de los pobres o en la ayuda al convento; ayunar, rezar a Dios nuestro Señor hasta altas horas de la noche, en vez de ver televisión; castigar el cuerpo durmiendo en el suelo, bañarse con agua fría, ofrecer a nuestra Madre la Virgen María toda clase de sacrificios en su honor! ¡Ofreced con bizarría a Dios nuestro Señor vuestros cuerpos! Si así no cumplimos, iremos al purgatorio, donde el sacrificio que no hicimos en la Tierra, nos tocará cumplirlo para poder entrar en el cielo, “el reino de Dios padre, nuestro Señor”. En el infierno tendremos nuestro castigo merecido por ociosas. Las olas del mar serán llamas ardientes que nos quemarán; oiréis palabras obscenas que se retorcerán como una culebra, por vuestra alma, hasta dejaros oprimidas.

Los padres observaron que Julieta estaba cambiando: la veían tristona, sin ganas de comer; ya no se reía, como antes, de cualquier cosa que le hiciera gracia. Pensaron que podría estar enferma. Le preguntaban, pero ella decía que no le pasaba nada.

Comentando en la puerta del colegio, las madres estaban preocupadas, pues las niñas no tenían esa ilusión de la comunión como al principio. Entre unas niñas y otras madres, nos enteramos de cómo era el maestro de religión; mi esposo montó en cólera, yo le apacigüé:

–Hablaremos con la dirección del colegio. Fuimos varios padres a hablar con la superiora. Nos dijo: –Es un suceso anómalo, es un complejo de superioridad. Pedimos una reunión con el profesor, y, una vez reunidos los padres, tuvimos la visión de don

Pedro. Diríase ver a un rudo gladiador de la montaña, con el pelo erizado, semejaba a su vez el resollar de un fuelle. Se presentó bajo una línea que separaba las aguas, como un torbellino de chispas, saliendo del hierro candente.

–¡Oh! –comentaban las monjitas, todas asustadas–, los quejidos de su alma, su voz: ¡oh, luz del día!; ¡oh, Tierra!; ¡oh, Virgen María!

Un hombre decimonónico. –¡Dios! –dijo el señor Sabino–. Un cerebro que oculta una locura. Mi examen fue algo más; por razones obvias, le odiaba, pero había que probar tales reacciones. Una cuidadosa investigación, pronto me hizo descubrir el culto del colegio; querían dejar pasar

y darle por enfermo, era un pobre hombre enfermo y pidiendo a Dios el perdón dejándolo. Y aquí paz y después gloria.

Como reclamé otra reunión, nos presentamos todos los padres, y llegó don Pedro tan altivo… Después de las quejas –que eso no son modales ni maneras de enseñar para acercar a los niños hacia Jesús–, se llegó a la consecuencia: que lo mandarían a otro colegio. Nos miró el tal Pedro con un desprecio hiriente y, no pudiendo aguantar tal desfachatez, me tiré hacia él, dejándolo mal parado, con un ojo morado y la cara como un mapa: Bueno, yo, hombre cuerdo y con razonamientos, estoy detenido por agresión a un hijo… de Dios.

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Palabra María Ángeles Fernández Jordán ¿Sobre qué quieres que escriba si estoy sentada en la celda monótona de mi vida? Puedo contar los luceros que inauguran en la noche de la oscuridad un sueño, cogerlos, si quieres; puedo prolongar mis cortos brazos y bajarlos hasta el suelo. Puedo, si quieres, pegarlos como cromos en mi álbum, si se repiten cambiarlos o de nuevo trasladarlos, pero escribir sobre nada … ¿sobre qué quieres que escriba si estoy sentada en la celda monótona de mi vida?; escribir, si quieres, puedo un poquito de Universo, y destilar una esencia de nada en mi pensamiento; pero escribir yo no quiero sobre la nada baldía, sobre la nada que encuentro en cada espacio de vida. En cada vuelta va un día, te vas llenando de nada, de recuerdos, de mentiras, de imágenes imborradas, y después te desvaneces como una pompa de nada, y la nada inunda el aire,

los mares y las palabras. ¿Escribir sin la palabra? Se halla presa en el infierno debo de allí secuestrarla; pero estoy en esta celda de rejas inmateriadas, de un puño se escurre el aire, de otro se me escurre el agua, y se quedan los dos puños, ambos sujetos de nada, mientras la palabra sigue en el infierno encerrada. La palabra son las voces que suenan desde la vida, la palabra es el sonido de realidad desmedida. Y debo escribir, si puedo, apenas sin la palabra, para borrar los infiernos en que se encuentra encerrada, y debo vivir, si puedo, emerger desde la nada, como un fénix o ave herida y siempre resucitada. La palabra no es mentira: o grita, o calla y perece cuando se encuentra cautiva, pero nunca resplandece entre cadenas y espinas, entre barrotes y heces. Y debo serrar las rejas de celdas y de murallas donde se encuentra cautiva con las mentes, apresada. Octubre de 1992

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A su frente Estambul XL Ferreiro Abrió Estambul el Bósforo a mis ojos y la pashmina del Mármara a mis sueños, para mis pies esclavos sus mezquitas y una lluvia de salmos en mi vientre. Estambul es tan cierto como un niño recogiendo palomas en las sombras. Es la historia empedrada de los años, amarrado al futuro permanente. Estambul es Jengibre y Mejorana, y azulejos azules de Azafrán, es Galanga que amansa las ausencias, y es laberinto de ojos clandestinos. En cada esquina del tiempo una palabra y un desierto de alfombras compasivas, un minarete surcado por cigüeñas que abandonan la ira, rumbo sur.

Es una partitura en piedra y agua con la cintura al sol de primavera esperando el amor de un alfarero con abrazos de seda y media luna. Estambul es el fuego de una lámpara en las manos de un reloj de arena. Es un labio de miel entre dos cuerpos; Oriente y Occidente boca a boca. Es un cielo de miel y berenjena sobre mil hojas mojadas y pistacho. Es flor viva de almendro, agua de rosa, compota de azafrán con uvas pasas. Estambul es lo que hay al otro lado de todo lo que somos y a destiempo. Es un descuido del dios omnipotente donde se multiplica la frágil poesía.

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XL Ferreiro Mujer de agua (M & T) Llegó la niña morena, con esos ojos lucientes y el alma de luna llena. La playa durmió de llanto y en la voz de una sirena la noche cubre este canto: Por qué te llevas la espuma mujer de sonrisa y agua, dejas a las olas solas, sin voz a las caracolas, la medusa sin enagua y el amanecer con bruma. Llegó la niña a mi sombra, se oyó cómo mi ventana en el silencio la nombra. El tiempo nos duele lento cuando una nube alazana deja el aire ceniciento y una lágrima de arena encierra versos con años y, por su ausencia, la pena: Por qué te llevas la espuma mujer de sonrisa y agua, dejas a las olas solas, sin voz a las caracolas, la medusa sin enagua y el amanecer con bruma.

Bajo la vieja encina Llevabas en el cielo de tus ojos la línea azul que sueña el horizonte como un camino fiel a tu mirada, a tu palabra que anida el corazón. Yo estaba allí, en viernes de Santiago, el vino era en la copa sombra y fuego, y un álamo de plata sobre el agua navegaba tu nombre hasta mi orilla. Dormían tus pendientes de turquesa mecidos al olor del mediodía, con el sonido que tejen los laureles en los oídos de las Sirenas azules. Yo escuchaba allí, todo era nadie, ayer no volvería para siempre y en las ventanas de los días blancos habría violetas esperándote. Llevabas sobre un hombro solo ausencia, y en el otro lapislázulis de cielo sobre suave nube aderezados; los pies, dos caracolas en la puerta. Yo estaba allí, allí estaba todo; se durmieron los relojes un momento sobre los adoquines silenciosos, a la espera que la mar hiciese playa. Mayo 2011

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Elena Espiña Cillán Poemas con nombre propio

ROSARIO CILLÁN (In memoriam) Éxtasis de tiempo pretérito, intento tul, acongojado sueño, anhelo de un mar de cielo. Encaje místico de estopa, florecido, camino, encuentro, maniático incienso de soledad, trigo. Silencio de grillo, pensamiento vahído, despertar nevado, aullido de perro azul, entristecido. Tiempo, contratiempo del mágico destino, salmo envejecido, locura de olvido de amor, perdido. JOSÉ HIERRO Un denuedo de amarillo y azul, un bemol en una melodía, un chirriar de bisagra, poesía del existir y el soñar. Un fulgor… con oxígeno.

ELENA PÉREZ MORONTA (Alcaldesa honoraria de Zamarramala 2002-2003) EN TRES CANTOS Elena hierbabuena, de renuncia y achicoria el pasado, alma azul de franela, en los ojos luz, en el corazón verbena, deslumbrante Pavana, la dignidad con traje de chaqueta, lamparilla trémula de atardecer. Zalamera niña ávida de respuestas, terca amapola de enero, ALCALDESA de “Érase una vez…” en febrero.

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ANTONIO FERNÁNDEZ DE TENA (‘Magister dixit’) Maestro, palabra de agua, alma de zagal, talismán, encuentro, fusión de anhelos y sal. ¿Por qué tu sendero de fondo de mar? Maestro, vibrando en el otro, sintiendo al compás, eres rocío que cala, lección magistral. Maestro, premio de una vida, arpegio, soneto, universo, amor hecho cadencia de vals. MERCEDES VESPERINAS LUCAS Duende de la idea, un suspiro en el viento, de lánguida mirada perdida en el ensueño. Gacetilla gozosa en un buzón de invierno, alma de monigote refugiada en lo eterno.

Amando, testaruda, en un sin tiempo, brote de hierbabuena, rastro de incienso. Gota trémula de agua sobre una flor. JUAN BAUTISTA VEGA CABELLO (Personaje Encuentros 98) –¿Personaje yo?... El sentido común se alborota, se escapa un jipío. –Palabras..., ¡se las lleva el viento! –Que no, ¡que las llevo metías aquí dentro, que son mi aliento! Farolillo amarillo de tren, conmovido cuerpo de membrillo, ansioso, arrebolado, de ensueño fugitivo. De bujía, alma, hombre cabal, sin pena de perder la inocencia por la esencia bendita de la palabra. –¿Personaje de Encuentros, yo? ¡No me hagai eso!

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Mis ‘Encuentros’ con el Parque Natural de Aracena y Picos de Aroche

Juan Gómez Espinar (El Andalusí)

Enormes extensiones de bosques de encinas, robles, chopos, fresnos, castaños y alcornoques donde se cobijan las más variadas especies animales, como el lince ibérico, la gineta, el zorro, el jabalí, el ciervo, la cigüeña negra o el águila real; incluso se puede ver alguna que otra nutria. Todas ellas abrigadas por una exuberante vegetación que mantiene el aire limpio y fresco, intensificando los diferentes olores emanados de la coscoja, de la cornicabra o de la zarza, que dan viveza a una amplia gama de colores propios de la estación del año que se visite. Hablamos del Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, situado en el norte de la provincia de Huelva.

Aracena es la capital de la comarca, centro neurálgico de la zona, y la carretera N-433 es el cordón umbilical del Parque, territorio salpicado de 28 pueblos blancos donde la arquitectura y el urbanismo conservan su rancio sabor andalusí; eso sí, aderezado con casas señoriales, blasonadas o no, testigos de la existencia de una pequeña burguesía surgida a partir de los siglos XVI y XVII que vivieron tiempos mejores.

Si comenzamos nuestra visita por Santa Olalla de Cala, viniendo de Madrid, lo primero que vemos es la mole pétrea del castillo mandado construir por el rey Sancho IV de Castilla al final del siglo XIII, recientemente restaurado. Seguimos la A-461 unos 14 kilómetros hasta llegar a Zufre. De este pueblo lo primero que nos sorprende es la postal que presenta desde la carretera. Enclavado en la cumbre de una loma, desparrama su caserío blanco por la ladera a semejanza de los pintorescos pueblos de la Alpujarra granadina, como una estampa típica del Rif marroquí. Es conveniente dedicar un tiempo a este lugar, pues desde el llamado por sus vecinos Paseo, se tienen unas maravillosas vistas panorámicas del río Huelva y del embalse de Zufre, rodeado de dehesas donde pacen el cerdo ibérico y algunos caballos. La plaza de toros, la torre de las harinas, restos de la

muralla almohade, la iglesia de la Purísima Concepción con su torre de estilo barroco; el palacio renacentista sede del Ayuntamiento, posible sede de la Inquisición durante la época moderna, y la fuente fenicia, todo ello en la misma plaza de la iglesia, son motivos suficientes. Y si el estómago manifiesta interés por el buen yantar, en los bares del Paseo podemos degustar la chacinería típica de la zona: el jamón de pata negra, la caña de lomo ibérico, el morcón, hasta los guisos o las carnes, como las carrilleras, el secreto ibérico o el serranito

Si eres amante de los caballos, o te alegran las romerías, estás obligado a visitar Zufre el último domingo de agosto. Es el día de la patrona del pueblo, la Virgen del Puerto, y desde muy temprano los protagonistas son los caballos. Magníficos ejemplares acompañan al pendón hasta la ermita de la Virgen, que dista unos 14 km, para una vez allí, y siguiendo la tradición, dar tres vueltas a galope alrededor de la ermita, si bien lo más espectacular ocurre ya de noche, cuando la imagen de la Virgen está cerca del pueblo y los jinetes con sus caballos se adelantan para llevar a cabo una carrera individual, no competitiva, por las estrechas y abarrotadas calles del pueblo. De forma casi alocada, los jinetes lanzan al galope sus caballos por las empedradas cuestas. Corren hombres, mujeres, parejas, niños; cada uno monta a su forma en un intento por demostrar la raza y el coraje del caballo. Resulta impresionante ver a las mujeres montar a la amazona, tanto solas como en la grupa cuando van en pareja, a galope tendido por entre el gentío.

Dejamos Zufre por la carretera A-461 en dirección a la N-433, para dirigirnos hacia Aracena. Identificamos esta ciudad a la vuelta de una curva por la estampa medieval del conjunto formado en la cima del monte por su castillo y la iglesia prioral de Nuestra Señora del Dolor, de los siglos XII al XV, de un gótico tardío en la que destaca su torre gótico-mudéjar. Es justamente bajo este cerro donde encontramos una de las mayores sorpresas del viaje: la cueva de las Maravillas, gruta inmensa donde, entre grandes salas de estalactitas y estalagmitas, contemplaremos las diferentes formaciones geológicas que nos recuerdan figuras fantasmagóricas reflejadas en diversos lagos subterráneos de agua cristalina.

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Otra vez en la N-433 nos dirigimos a Cortegana, localidad que nos recibe con unas vistas dignas de pararse al margen de la carretera para disfrutarlas. En su entramado urbanístico abundan las casas señoriales cuyos zaguanes permanecen entreabiertos para que el visitante observe sus patios ajardinados. Pero lo que identifica a este pueblo es su castillo fortaleza, cuya visita es obligada. Vinculado al rey Sancho IV de Castilla, formó parte del sistema defensivo, conocido como “La Banda Gallega”, ideado para proteger y consolidar el reino castellano por esa zona fronteriza. Protegido todo el cerro donde se levanta por una potente muralla, es un estratégico lugar de observación y defensa del territorio. Majestuoso, su fisonomía irregular se debe a las muchas reformas y ampliaciones que ha sufrido a lo largo de los siglos.

Llegamos a Aroche, ya en los límites del Parque Natural. Como la mayoría de las poblaciones, está en lo alto de una loma culminada por lo que fue una más de las fortalezas que salpican la comarca fronteriza con Portugal. Como ocurre en varios municipios, a falta de otro espacio, construyeron la plaza de toros dentro del recinto amurallado del castillo, según las crónicas, de origen almorávide reconstruido por Sancho IV. Cuenta Aroche con una iglesia, casi catedral según sus vecinos, de los siglos XIV al XVII, en la que se mezclan los estilos gótico, mudéjar y renacentista. Hay en su interior algunas obras de arte interesantes, como la imagen de San Mamés, talla que perdió la cabeza y que a falta de otra solución los parroquianos le pusieron la cabeza de una mujer, dando lugar a chismorreos jocosos, como el de llamarlo santo afeminado.

Cerca, a dos kilómetros escasos, encontramos el yacimiento arqueológico de la ciudad romana de Turóbriga. Situada en la llanura frente a Aroche, este enclave de finales del siglo I a. C., en tiempos de Augusto, se presenta como un yacimiento visitable gracias a las diferentes campañas arqueológicas llevadas a cabo. Las investigaciones que se realizan nos indican la buena conservación del foro, las termas, algunas domus y el campo de Marte, además de restos de la muralla. Muy interesante también es la ermita del siglo XIII, dedicada a San Mamés. Construida justo en el espacio que ocupó la basílica romana del foro, sus restaurados frescos muestran diferentes episodios del Nuevo Testamento de una gran calidad artística.

Retrocedemos hacia Cortegana de nuevo, para coger la carretera HU-8105 en dirección a Almonaster la Real. La llegada por la sinuosa carretera se compensa con el paisaje y, sobre todo, con la visita a una de las pocas mezquitas rurales de época califal que existen en la Península. Monumento Nacional desde 1931, presenta una planta de tres naves separadas por columnas con capiteles reutilizados de diferentes momentos arquitectónicos, los hay romanos y omeyas. Su exterior, con las modificaciones propias efectuadas en su momento para consagrarla como iglesia, presenta una torre, antiguo alminar, digno ejemplo de construcción andalusí. El conjunto se completa con los restos del castillo y el coso de la plaza de toros dentro del recinto.

De nuevo por la HU-8105 nos dirigimos hacia otro paraje, de verdad interesante por sus vistas y vegetación. Camino de Alájar, antes de entrar en el pueblo conviene subir por el desvío de la HU-8121 hasta la Peña de Arias Montano. Mirador privilegiado de todo el entorno, esta gran peña natural fue el lugar donde se retiró el humanista y científico del siglo XVI, Benito Arias Montano, maestro y bibliotecario del rey Felipe II. Visitaremos la ermita allí existente antes de bajar al pueblo para callejearlo sin dejar pasar la ocasión de entrar al restaurante El Corcho, para admirar su vasta decoración en corcho del todo el local.

Salimos de Alájar por la misma carretera HU-8105 camino de Aracena. Esta vía transita paralela a la Sierra de Picachotes, adaptándose a su geología, ofreciendo al conductor y acompañantes el placer de viajar entre bosques tan espesos que dan la sensación de circular de noche, cuando en realidad es media tarde. A medio camino está el pueblecito de Linares de la Sierra, parada obligada para, desde lo alto, observar su caserío entroncado con el verde valle de alcornoques y castaños.

A lo largo de todo el Parque la oferta gastronómica es muy buena, así como la abundancia de alojamientos. Si se dispone de más tiempo, en días sucesivos se podría acometer la exploración de la zona norte visitando localidades como Cumbres Mayores, Hinojales, etcétera.

Feliz viaje.

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Al cariño errante

Oropéndola

I ¿Qué fue de aquella plantita a la que le faltó el agua de tu lluvia, el sol de tu sonrisa, la fertilidad de tu amor?

¿Qué fue de aquella flor que sembraron lejos de su jardín? El suelo no era fértil, seco era, no había agua; le faltó cariño, un abrazo, un beso, una caricia y solo los pudo tener en los pensamientos de su imaginación, de los viejos recuerdos.

Era romántica y extremadamente dependiente del cariño de los demás: le hizo falta el abrazo de un amigo, unas palabras de aliento.

De a poco se secó, y de sus pétalos, como lágrimas, se desprendió; sus hojas verdes, llenas de vida, terminaron secas, viejas y retorcidas. De su último suspiro alguna semilla brotó, un pajarillo con su pico la cogió y emprendió su vuelo a otros horizontes, donde tal vez la semilla pueda brotar, en la esperanza del amor.

II Me hacen falta las palabras de mis padres, los besos de mis hermanos, las caricias de mis abuelas, me hacen falta.

Los necesito como al agua; me hace falta tu presencia, tu estar aquí; me hace falta tu mano, tu aliento, tu voz…

Me siento como perro mendiguero sin casa, sin techo, callejero…

y el gélido desierto del desamor, torrente de desanhelos canción muda...

III Hoy sentí nostalgia, licor amargo en el paladar de mis sentidos; eché de menos la música de mi pueblo, sus colores, sus sabores y olores; eché de menos mi casa, mi gente. Mi lugar en el mundo, ¿dónde está?

Dios: a ti encomiendo mi camino, decide mi destino, hazme instrumento de tu amor y de tu paz.

Soy tuya, decide sobre mi vida, que lo que tú decidas será lo mejor. Dios mío: ilumina mis pasos, guíame. ¿Qué quieres tú de mí? Aquí me tienes: te amo. Madrid 2005

El tiempo

Sagrario Rodríguez I El tiempo pasa lento. Nos da ternuras. El tiempo evoluciona. Nos da quehaceres. Se convierte en un ciclón que nuestra vida asola. A veces se nos acaba el tiempo, de nuevas ternuras y de serenidad a veces hay tiempo. II El tiempo nos da tiempo de ver cómo el tiempo

nos cambia, nos marca la vida y nos hace vivir a su ritmo. Al tiempo que pasa el tiempo. III ¿Qué es el tiempo? Nos arrulla. Nos envuelve. Nos embellece. Nos ocupa. Nos agranda. Nos achica. Nos agrada. Nos agrede. A veces nos hace invisibles. Y siempre nos corta de raíz. Tres Cantos a 3 de marzo de 2010

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Hablemos de Wagner

Mercedes Vesperinas Lucas

Vamos a presentar a este extraordinario compositor; mejor dicho: se va a presentar él mismo. “Me llamo Richard Wagner, y nací en Leipzig el 22 de mayo de 1813. Mi padre era inspector de

policía y murió a poco de nacer yo. Mi padrastro murió también joven, yo sólo tenía siete años; pero antes de perderlo ya había empezado a tocar el piano, que jamás toqué bien. Mi profesor decía que nunca sería un buen pianista, y llevaba razón.”

La obra de Wagner está basada en leyendas germánicas. También podemos llamar a sus óperas dramas musicales.

Se ha dicho que fue un revolucionario y perteneció a Las Barricadas, o sea. a la Anarquía, lo que le costó estar en la cárcel; pues no pudo elegir idea más extremista. Estuvo largo tiempo perseguido por la justicia y no pudo asistir al estreno de su adorado Lohengrin, ópera a la que amaba profundamente. Tuvo que exiliarse, pero no le fue fácil. Por fin le acogieron en Zúrich, en donde permaneció varios años desarrollando el trabajo de otras óperas que se hicieron famosas: El anillo del Nibelungo, tetralogía extraordinaria entre la que se encuentra El oro del Rhin, La Valkiria, Sigfrido y El ocaso de los dioses. Pero no la terminó, pues esta composición le supuso nada menos que 25 años de trabajo. Las relaciones con el rey Luis II de Baviera fueron determinantes en su vida. El rey se volvía loco por su música y por él, ayudándole mucho en su situación financiera (las deudas de Wagner eran inacabables), lo que la corte llevaba muy mal.

Wagner se instala en un mes de mayo en una casa encantadora a orillas de un lago maravilloso. El compositor, aunque no tuviese un céntimo, siempre elegía lo mejor y más bonito. Allí trabajó duro y era feliz, porque se sentía tranquilo. Mas precisamente en esos momentos se encuentra inclinado hacia Cosima, la esposa del gran director de orquesta Hans von Bulow e hija de su gran amigo Franz Liszt, el más célebre pianista. Wagner y Cosima tuvieron ocasión de declararse su amor, del cual nació una niña; pero hemos de decir que decidieron vivir juntos. Fue pasando el tiempo y para nuestro compositor la vida era apacible, trabajando por lo que adoraba, todo gracias a Luis II; pero los súbditos estaban hartos de este derroche y se decidió que Wagner se marchase de allí, y aunque al rey le costó mucho trabajo, comprendió que no había más remedio.

De nuevo el exilio, y una terrible mañana de invierno se pone en camino despidiéndose de Cosima y de sus amigos. A pesar del patetismo de esta despedida, él no se derrumba. Vuelta al destierro, mas esta persona es única y no abandona su música. Compone ahora Los maestros cantores de Núremberg, obra empezada al acabar Tannhäuser. Trabaja mucho, y, como era muy dado a la literatura, los libretos de sus óperas los escribía él mismo.

Transcurrido el tiempo, Cosima se divorcia, así que Wagner y ella deciden casarse. Se instalan en Bayreuth, donde permanecieron varios años. Allí terminó El ocaso de los dioses. El ciclo completo del Anillo fue presentado por primera vez en 1876. A pesar de las dificultades, el éxito fue total, lo que le permitió trasladarse a Bad Ems para una cura de salud.

Siempre le fue difícil la representación de sus obras, porque los escenarios, con inmensos coros, debían ser tan monumentales como sus óperas, y en general los teatros eran corrientes. Por fin, con posterioridad logró, por medio de su relación con el rey de Baviera, estrenar Rienzi, que tuvo un gran éxito. Parsifal fue su última ópera, el último drama wagneriano. Es un cuadro cristiano sacado de las leyendas bretonas, donde Parsifal se convierte en un mensajero de la salvación.

Wagner sufrió su primer ataque al corazón en Berlín en 1881 y el segundo en Bayreuth poco después, muriendo el 13 de febrero de 1883 en esta ciudad. El 18 fue enterrado en el jardín de su casa, donde también enterrarían a su esposa. Se ha hablado mucho del antisemitismo de Wagner. Muchos autores no están de acuerdo, dado que Wagner se llevaba muy bien con sus amigos judíos. No obstante, durante años no se ha permitido interpretar su música en Jerusalén. En una ocasión lo llevó a cabo Barenboim y se armó un tremendo escándalo. Hay mucho que hablar sobre su vida y su obra, pero creemos que es suficiente para dar a conocer a este titán de la música. En su música se han apoyado algunos grandes compositores; uno de ellos Mahler, el cual sin Wagner no hubiera compuesto su gran obra sinfónica La canción de la Tierra. Wagner fue, sin lugar a dudas, un gran genio de la música.

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Presentación del libro ‘La maestra que me enseñó en una tabla de madera’

Victoria Peralta

El pasado 1 de octubre, en el Auditorio de la Casa de la Cultura, se presentó el libro La maestra que me enseñó en una tabla de madera, del poeta saharaui Bahia Mahmud Awah, organizado por el Grupo Literario Encuentros y el Grupo de Apoyo a la UNMS (Unión Nacional de Mujeres Saharauis).

El libro narra la historia de una gran maestra y madre saharaui. El lector sacará de su interior el recuerdo del inagotable amor de la madre y valorará su abnegación y sacrificio. Con este homenaje a todas las madres se intenta saldar lo impagable, devolverles lo que nos han dado de ternura, dedicación y entrega.

Este libro es entrañable por denotar el agradecimiento de un hijo a una madre que le enseñó humildemente en una tabla de madera. Pero además tiene un gran valor antropológico por las continuas referencias que hace a la cultura saharaui, a su tradición oral, a su forma de vida, a palabras en hasania con una difícil traducción literal.

Bahia cita en su libro (y en su exposición y en el diálogo con el público) a muchos poetas mauritanos y a ninguno marroquí, lo que pone de relieve una vez más que las fronteras africanas hechas desde Europa fueron trazadas con tiralíneas sin la menor sensibilidad histórica y cultural. Hay poetas mauritanos que hablan y transmiten su saber oralmente en hasania, como los saharauis.

El autor estuvo arropado por el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Carlos Gimeno, quien no sólo presentó al Bahia poeta y escritor, sino también realizó una semblanza personal que nos acercó a la experiencia del éxodo y del exilio del pueblo saharaui; por el entonces presidente del Grupo Literario Encuentros, y por el editor del libro.

Al finalizar hubo un turno de preguntas en el que el público participó activamente. A los asistentes se les ofreció una degustación de té y pastelitos saharauis.

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El Grupo Literario Encuentros y el Colegio Julio Pinto Gómez

Como todos los años, en éste no hemos perdido la buenísima costumbre de disfrutar dando los premios literarios a los niños del colegio Julio Pinto Gómez. Después de haber revisado cuentos y pinturas realizados por niños de diferentes cursos, asistimos algunos socios, en nombre de Encuentros, el 30 de mayo, a la fiestecita de entrega de premios. No nos gusta nunca tener que hacer una selección, pues todos merecen ser premiados. Por su originalidad, su empeño y su ilusión. El mayor premio lo hemos tenido en realidad nosotros por poder compartir con profesores y alumnos una jornada inolvidable. De todo corazón, gracias.

CURSO PRIMERO A Primer premio

Jaime y Juan van al colegio

Jaime y Juan eran hermanos y eran muy pobres. Hasta que un día vino un mago y les dijo: “Señores y señoras, les presento al mejor mago del mundo. Todo lo que quieran, pídanmelo a mí. Si me necesitan digan: ¡Oh gran mago, ven a ayudarnos! E iré”. ¡Chan! Y desapareció. Entonces pensaron y pensaron hasta que se les ocurrió una cosa y dijeron las palabras mágicas y le pidieron al mago ir al cole y en un momento estaban en el colegio. Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Marina Aguado García

CURSO SEGUNDO B Primer premio

La amistad es importante

Érase una vez un país muy lejano, había un colegio llamado Julio Pinto Gómez situado en Tres Cantos.

Había dos niños, que uno era musulmán y el otro chino. Los demás no querían jugar con ellos, pero un niño les dijo: “¿Queréis jugar conmigo?”. Y respondieron: “¡Vale!”. Y desde ese día jugaron siempre juntos. Carlos Rodríguez Carreter

CURSO TERCERO B Primer premio

En el colegio aprendo, pero también me entretengo. Tengo muchos compañeros, con los que yo hago juegos.

Para los niños pobres un sueño es ir al colegio,

porque tienen que trabajar en lugar de ir a jugar.

Daniel Pallín Molina

CURSO QUINTO A Primer premio

La Educación es para todos

La Educación es un privilegio que deberíamos tener todos. Pero, ¿qué hemos hecho nosotros para obtener ese privilegio? Nada. Y, ¿por qué otros niños que tampoco han hecho nada no lo tienen? Este es el tercer objetivo del milenio, hacer que todos los niños puedan ir a la escuela. Todavía hay muchos niños que no se han dado cuenta de que tienen muchísima suerte al poder ir a la escuela. Esos niños están desaprovechando la oportunidad de tener un colegio, cuando otros niños, en vez de tener que ir a la escuela, tienen que trabajar para que su familia salga adelante. Yo he tenido suerte de estar en el Julio Pinto, un colegio maravilloso donde se aprenden un montón de cosas. Creo que todos los niños que tienen un colegio y están recibiendo educación deberían apreciar más lo que tienen, estar agradecidos al tener esos privilegios y esforzarse en hacer todo lo posible por aprender y aprovechar esa oportunidad. Andrea Velasco Valencia

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Música y poesía juntas en Tres Cantos: ‘El diván del Tamarit’ Siguiendo una apasionada tradición, que dura ya cuatro años, la Escuela Municipal de Música de Tres Cantos y el Grupo Literario Encuentros presentaron, el pasado 8 de abril, un hermoso espectáculo en torno a los bellísimos poemas de El diván del Tamarit, de Federico García Lorca. Alternando música y poesía como en ocasiones previas. Música en vivo alimentando la palabra del poeta eternamente vivo. Cuando Lorca fue asesinado, había alcanzado ya cimas altísimas en la poesía y en el teatro, era un excelente músico y un dibujante de enorme originalidad. Hoy en día, es el autor español más traducido a otras lenguas, después de Cervantes. Como él mismo dijo a la muerte de Ignacio Sánchez Mejías: “Tardará en nacer, si es que nace, un andaluz tan claro, tan rico de aventura”.