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Revista Galizia - Hospital Juan Canalejohttp://transplantes-pulmonares.blogspot.com/(Sandra Campos)TRANSCRIPT
de Galicia
EL DERECHO A MORIR
LA LIMITACIÓN DEL ESFUERZO TERAPÉUTICO
PERMITELA MUERTE
PERO EN NINGÚN CASO
LA PRODUCE
GERARDO FERNÁNDEZ ALBOR, memoria viva de la medicina y la política de Galicia
REVISTA OFICIAL DEL COLEGIO MÉDICO DE A CORUÑAMARZO DE 2009 ✖ NÚMERO 3
NUEVO CERTIFICADO médico de defunción
POR UNA COLEGIACIÓN OBLIGATORIA
Respuesta del COMC a la circular del secretario xeral del
Sergas en funciones
Junta directiva del COMC: Luciano Vidán, Guillermo Debén, Queta Rivas, Rosa Arroyo, Félix Paredes, Javier de Toro, Bernardo Seoane, Diego Bellido, Rosendo Bugarín, Manuel Bustamente, María Luz Couce, Marisa Crespo, Carlos Díaz, Luis Ríos y Juan Suárez Barros
EDITA:
Colegio Oficial de Médicos de A Coruña
DIRECTOR:
Francisco Docampo
REDACCIÓN:
Victoria García-Lastra, Pilar Pérez
y Víctor Porto
FOTOGRAFÍA:
Ana Criado
DISEÑO:
www.alpiste.es
PRODUCCIÓN:
Aguamarina, Comunicación y Eventos
IMPRENTA:
Mundo D.L. C - 183 - 2009
de GaliciaU
na profesión como la médica se ca-racteriza por poseer un cuerpo de sa-ber especializado que se transmite en
las universidades, de forma controlada, por sus propios miembros. Además genera y evalúa el nuevo conocimiento en su ámbito de actuación y mantiene un monopolio sobre su praxis. Sólo ellos son competentes para evaluar el trabajo de sus colegas, al ser los únicos que tienen ac-ceso al conocimiento especializado propio de esa área del saber. Los profesionales tienen un considerable grado de autonomía en relación con sus empleadores y con sus clientes y, en el caso de los médicos, están instalados en una ética de servicio a sus enfermos, hasta el punto de obli-garse a anteponer los intereses de sus pacientes a los suyos propios y a los de la Administración o a los de la entidad pagadora.
La medicina cimentada en la relación médico-paciente es inconcebible sin la confianza del en-fermo en su facultativo. Confianza que depende, a
su vez, de una competencia garantizada y de una adecuada conducta, en un marco de autonomía profesional del médico. Sucesos recientes y de gran trascendencia mediática, como las sedacio-nes de Madrid o el caso de la joven italiana Eluana Englaro, ponen de manifiesto la necesidad de
organizaciones médicas fuertes, representativas y de prestigio, que defiendan la autonomía de
los profesionales en beneficio de los intereses
de sus pacientes.En los países desarrollados, los sistemas sanita-
rios han convertido a los médicos en asalariados, con una fuerte dependencia de la organización para la que trabajan. En este contexto, surge la tentación de reducir su autonomía profesional, entre otras, con la supresión del requisito de la colegiación obligatoria. Y hay buenas y sólidas ra-
zones para mantenerla. Una organización colegial avala al ciudadano la autonomía, competencia y conducta ética del médico que le atiende. A los profesionales les garantiza su autonomía y prestigio esenciales para el desarrollo de su acti-vidad. Y al empleador le ofrece el único cauce para afrontar y resolver los problemas de competencia profesional que puedan plantearse.
La colegiación obligatoria es clave para el seguimiento de la actividad de los médicos a lo largo de su vida laboral. También facilita la movilidad de los profesionales. De no existir un sistema de registro obligatorio habría que ponerlo en marcha.
No se puede negar que, por diversas razones históricas, los colegios han descuidado e incluso abandonado importantes funciones que le son propias. Como consecuencia, han perdido pres-tigio entre los profesionales y la Administración, pero esto no los deslegitima como tal sino su comportamiento concreto. En todo caso, debería ser un acicate para mejorar su funcionamiento, no para desmantelarlos.
Alguien puede pensar que el Estado ejercería mejor estas funciones, pero la realidad nos indi-ca que no es así al ser el principal financiador y
proveedor de servicios sanitarios. No se puede ser juez y parte. Ni los profesionales ni los ciudadanos deberían delegar estas funciones en la Adminis-tración pública. Los colegios médicos, entidades de Derecho Público, son elementos clave de una sociedad civil libre y democrática.
3. EDITORIAL # 4. BIOÉTICA: El derecho a morir # 14. Marcelino González Martín y José Manuel García
Buitrón, protagonistas del PRIMER TRASPLANTE DE ÓRGANOS EN GALICIA # 18. RENACER: Humanidad
y cariño al servicio de los más desfavorecidos # 22. JUAN SUÁREZ BARROS: Una vida entregada a los enfermos #
28. MÉDICOS ILUSTRES. Gerardo Fernández Albor: Memoria viva de la medicina y la política de Galicia # 34.
REPORTAJE: HOSPITAL NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA # 40. INVESTIGACIÓN Y CÁNCER EN
EL SIGLO XXI. Escribe Jerónimo Forteza, jefe del Servicio de Anatomía Patológica del CHUS # 42. SOCIEDADES
CIENTÍFICAS: Sociedade Galega de Reumatoloxía # 44. LA UTILIZACIÓN DE LOS MEDICAMENTOS ES
INEFICIENTE Y MEJORABLE, por Carlos Rodríguez Moreno # 48. MÉDICOS EN CENTROS GERIÁTRICOS:
Los doctores Jiménez Antón y Breijo Devesa cuentan sus experiencias en la Residencia de Oleiros # 50. INFORME:
Nuevo certificado de defunción # 54. ACTUALIDAD DEL COLEGIO: Rechazo a la circular del Sergas sobre la colegiación
EN DEFENSA DE LA COLEGIACIÓN OBLIGATORIA
Sumario
EL DERECHO A MORIRLa muerte de la joven italiana Eluana
Englaro, después de 17 años en estado
vegetativo persistente, ha conmocionado
a la opinión pública internacional. El
caso reabrió el debate sobre el derecho a
la vida y el derecho a morir. Un debate
en el que han primado las emociones
sobre la racionalidad. La demagogia
sobre la ciencia. El fundamentalismo
sobre el sentido común. Desde A Saúde de
Galicia hemos preparado un informe con
la colaboración de cuatro especialistas:
LA DOCTORA BEGOÑA ALDÁMIZ, del
Servicio de Hospitalización a Domicilio
del Complejo Hospitalario Universitario
de A Coruña; el jesuita, teólogo, doctor
en medicina, sociólogo y creador del
primer Comité de Ética Asistencial de
Cataluña, FRANCESC ABEL; del profesor
de Filosofía del Derecho de la UDC y
miembro del Comité de Ética Asistencial
del CHUAC, JOSÉ ANTONIO SEOANE;
y del teólogo y especialista en bioética
JOSÉ RAMÓN AMOR PAN. Este es el
resultado.
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información al paciente
El objetivo fundamental del
tratamiento médico es bene-ficiar al paciente restaurando y
manteniendo su salud todo lo que sea posible, maximizando el beneficio y minimizando los
riesgos. Cuando ya no es posi-ble la curación, el tratamiento adecuado debe ser aquel que proporcione al paciente la me-jor calidad de vida posible. Por tanto, es necesario valorar las diferentes posibilidades tera-péuticas con el fin de evitar tan-to la omisión de tratamientos que sean convenientes, como el encarnizamiento terapéu-tico a base de tratamientos inútiles o desproporcionados. La tesis de mientras hay vida hay esperanza pone en marcha la aplicación sin límite de la tecnología médica disponible que paradójicamente se vuelve en contra del enfermo.
Cuando el tratamiento falla o deja de proporcionar un be-neficio al paciente o si el pa-ciente competente lo rehúsa, ya no hay justificación para
proporcionarlo y tanto desde un punto de vista ético como legal, puede ser omitido o reti-rado. No hay diferencia moral
entre no iniciar un tratamiento o retirarlo si se cree ineficaz
para los intereses del enfermo. Es lo que conocemos como Limitación del Esfuerzo Tera-péutico (LET), es decir no em-plear todas o indefinidamente
las posibilidades tecnológicas para prolongar la vida de un paciente, en función del pobre pronóstico de la enfermedad subyacente y/o cuando el pro-cedimiento se considera fútil (contraindicado).
La evaluación sobre la fu-tilidad de un tratamiento co-rresponde a los profesionales y no es tarea fácil porque la medicina no es una ciencia exacta. Consiste en realizar una ponderación prudente basada en criterios de indicación y pro-nóstico. Sin embargo, la deci-sión final sobre la limitación o
no de medidas, deberá evaluar además otros elementos como la propia opinión del paciente capaz, la del paciente incapaz, a través de su Documento de Voluntades Anticipadas, o la de un consentimiento por re-presentación realizado por sus familiares.
El pilar sobre el que debe
El desarrollo tecnológico ha llevado a la sociedad a la percepción errónea de que la muerte puede casi siempre ser pospuesta. Es necesario reconocer que hay un momento en todas las vidas en el que no se puede hacer nada razonable o útil para ayudar a los pacientes que no sea mantenerlos conforta-bles y libres de sufrimiento. La inevitabilidad de la muerte es una realidad palpable.
La limitación del esfuerzo terapéutico
Por Begoña Aldámiz-Echevarría Iraurgui*
La doctora Aldámiz trabaja en el
Servicio de Hospitalización a Domicilio
del Hospital de A Coruña
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apoyarse el proceso de toma de decisiones, en situaciones de incertidumbre, se asienta en la mutua confianza exis-tente en la relación médico-paciente. Ambos comparten un objetivo común, que se concreta en la curación, y, si ésta no es posible, en el alivio del sufrimiento.
Tal y como expresa Pablo Simón Lorda, retirar o no ini-ciar medidas permite a la en-fermedad concluir su victoria sobre la vida del enfermo. Es la enfermedad la que produce la muerte del enfermo y no la actuación del profesional. La LET permite la muerte en el sentido de que no la impide, pero en ningún caso la produce. Esta diferencia entre permitir la muerte y producir la muerte es clave, pues es lo que separa la LET de la eutanasia.
Así como en la toma de de-cisiones de LET el peso funda-mental recae en el profesional, en las decisiones de rechazo de tratamiento o denegación de consentimiento, el protago-nista es el paciente. En base a ello, el enfermo puede ejercer siempre su autonomía moral y tomar las decisiones que esti-me convenientes respecto a su salud. Todavía hay profesiona-les reticentes a aceptar que sus obligaciones éticas respecto a sus pacientes terminan cuando les han ofrecido información detallada y consejo reiterado sobre las intervenciones que estiman más beneficiosas para
su problema de salud.Dentro de los tratamientos
con potencialidad para prolon-gar la vida, se encuentran tanto la resucitación cardiopulmo-nar, o la ventilación mecánica, como la diálisis, transfusiones o la nutrición e hidratación ar-tificiales. Hay polémica respec-to a estas dos últimas por la creencia arraigada de ser me-didas ordinarias/proporciona-das (poco agresivas) o de que retirarlas es provocar la muer-te del paciente. En la práctica médica no existen diferentes categorías. Tanto prolonga la
vida un respirador, como un suero o una nutrición. Todas son medidas artificiales. El pa-ciente no come o bebe sino que se le nutre o hidrata gracias a la tecnología. Ninguna de estas medidas le proporciona bene-ficio alguno ni contribuyen
a mejorar la sintomatología ni su calidad de vida, muy al contrario, prolongan su agonía con el consiguiente aumento de su sufrimiento y el de su familia.
De ningún modo sería una buena práctica médica prolon-gar la vida a cualquier coste y, puesto que estamos abocados a la muerte, el mantenimiento de la vida no debería considerarse mucho más importante que lo-grar una muerte en paz.
En el otro extremo están los llamados cuidados básicos que son aquellos procedimientos esenciales para mantener a un individuo confortable. Es-
tos cuidados incluyen el calor, el abrigo, el alivio del dolor y de otros síntomas molestos, las medidas de higiene y el ofrecimiento de nutrición e hidratación orales. La propor-cionalidad entre lo positivo, es decir, lo que origina un mayor beneficio al enfermo, y los efec-tos secundarios, o la falta de confort, es un criterio de buena práctica médica.
Nuestro deber es poner todos los medios para que el paciente esté confortable, correctamente atendido y acompañado, procu-rando una muerte en paz sin dolor ni sufrimiento, consti-tuyendo éste un objetivo de la medicina tan importante como restaurar la salud cuando esto es posible.
*Begoña Aldámiz-Echevarría Iraurgui es especialista en medicina familiar y comunitaria, médico de Hospitalización a Domicilio y miembro del Comité de Ética Asistencial del CHUAC
El objetivo fundamental del
tratamiento médico es beneficiar al paciente
restaurando y manteniendo su
salud todo lo que sea posible,
maximizando el beneficio
y minimizando los riesgos
Cuando ya no es posible la
curación, el tratamiento adecuado debe ser aquel que proporcione
al paciente la mejor calidad de vida
posible
No hay diferencia moral entre no iniciar
un tratamiento o retirarlo si
se cree ineficaz para los intereses
del enfermo
La evaluación sobre la futilidad de un tratamiento
corresponde a los profesionales
y no es tarea fácil porque
la medicina no es una ciencia
exacta
Begoña Aldámiz, en el Hospital de Oza
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El caso reciente de Elua-
na Englaro es uno más que añadimos a una larga lista que ha polarizado las opiniones en dos direcciones: una que considera que estos pacientes son los más necesitados y son como un paradigma de la de-pendencia humana a los que debemos atención en nombre de la solidaridad. Otra, la nues-tra, considera que el paciente en EVP está irremisiblemente inaccesible a todo cuidado y que lo mejor es no alimentar falsas esperanzas en los deudos y familiares.
Creemos que hay que expli-car cuidadosamente la realidad a cuidadores y familiares, y suprimir la hidratación y nu-trición artificiales, tan pronto
se tenga la certeza diagnósti-ca y la familia esté psicológi-camente preparada. No tiene
sentido mantener tratamiento de soporte a personas con una vida meramente biológica. Es mejor permitir que estas vidas lleguen a su término natural de forma digna. Retirar el soporte que mantiene la vida como la nutrición e hidratación artifi-ciales no significa abandonar
al paciente ni tampoco eutana-sia en el sentido moral o penal, sino cuidar al paciente en el proceso de morir, no condenán-dolo a existir sin vivir una vida humana.
Hoy día, en el diálogo entre
ética y ley existe el consenso generalizado de que, en primer lugar, no todos los tratamientos que alargan la vida biológica son humanamente beneficio-sos para el paciente. Segundo, hay una diferencia moral entre la eutanasia y permitir que el paciente muera cuando los me-dios utilizados son inútiles o
El paciente que entra en
estado vegetativo permanente
no tiene ninguna capacidad
de relación con el entorno: pasado
un año, las posibilidades de recuperación
de la vida cognitiva y de relación
han de considerarse inexistentes
El estado vegetativo permanente (EVP) es una de las posibles evoluciones del coma. El paciente que entra en este estado está inconsciente permanen-temente, si bien fisiológicamente tiene ciclos de
sueño y vigilia. No tiene ninguna capacidad de relación con el entorno: pasado un año, las posibi-lidades de recuperación de la vida cognitiva y de relación han de considerarse inexistentes.
El debate bioético en el estado vegetativo
Por Francesc Abel*
No tiene sentido mantener el
tratamiento a personas con una vida meramente
biológica. Es mejor permitir que estas
vidas lleguen a su término
natural de forma digna
Retirar el soporte que mantiene la vida como la nutrición
e hidratación artificiales no
significa abandonar al paciente ni
tampoco eutanasia en el sentido moral
o penal
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desproporcionados. Tercero, el derecho del paciente a rehusar un tratamiento que no desea, cuando ha sido debidamente informado. Y cuarto, respetar la voluntad del paciente cuan-do éste pierde la conciencia y otros han de decidir por él, si ha dejado escrita su voluntad de acuerdo con la legislación vigente, incluyendo la desig-nación de un representante o fiduciario.
Todo ello al margen de que muchos médicos están con-vencidos todavía que la medi-cina está al servicio de la vida biológica, resultado de valorar primordialmente la dimensión científico-técnica de la me-dicina, y no al servicio de la persona concebida como una totalidad biopsíquica, social y espiritual.
No hay duda alguna que el uso de la hidratación y nutri-
ción artificial para una persona
que padece el cese permanen-te e irreversible del funciona-miento de la corteza cerebral es un medio ineficaz de cuidado y
terapia, avalado por la declara-ción estrictamente médica de la American Neurological So-
ciety (Neurology, 1989, 39; 125 s). Personas en tal estado son capaces de llevar a cabo actos del hombre pero no actos hu-manos, sin capacidad, por tan-to, para seguir un fin espiritual
en la vida.Resulta sorprendente que
la posición de algunos miem-bros de la Pontificia Academia
de la Vida, se hayan alineado a la posición biologista de al-gún político que, además, ha empleado la coacción para im-pedir que se llevara a cabo la decisión del Tribunal Supremo italiano, de permitir la retirada de los medios farmacológicos de nutrición e hidratación de Eluana Englaro, permanecien-do insensible al sufrimiento de su familia.
Me resisto a creer que el Papa Benedicto XVI, el mismo Cardenal Ratzinger que en el año 1950 introdujo el concepto de medios desproporcionados y, por tanto, no obligatorios en el tratamiento de los enfer-mos, los imponga en los casos de EVP. No podemos caer en el error de minar los logros del Concilio Vaticano II en el diá-logo ciencias-teología, dando ahora marcha atrás.
*Francesc Abel Fabre es doctor en Medicina y especialista en Obstetricia y Ginecología. Licenciado en Teología y en Sociología y miembro de la Compañía de Jesús. Académico de número de la Real Academia de Medicina de Cataluña. Fundador del Instituto Borja de Bioética y cofundador de Medicus Mundi Internacional, del International
Study Group on Bioethics, de la Societat
Catalana de Bioètica, del Primer Comité de Ética Asistencial de España (Hospital Sant Joan de Déu) y de la European Association of
Centers of Medical Ethics
El jesuita, médico,
teólogo y sociólogo
Francesc Abel
El de Eluana Englaro no
es un caso de eutanasia.
Esta calificación debe reser-varse a la actuación de un profesional sanitario que produce deliberadamente la muerte de un paciente, que tiene una enfermedad irrever-sible y está en una situación de sufrimiento inaceptable, que no se puede mitigar. Y es el enfermo quien pide ex-presa, voluntaria, informada y reiteradamente que se le quite la vida. Según una ter-
minología que conven-dría erradicar, así es la denominada eutanasia activa, voluntaria y di-recta. Esta conducta
está tipificada como delito en
el artículo 143.4 del Código Penal.
El caso Eluana Englaro se refiere a la interrupción de la
alimentación y la hidratación artificiales de una paciente, en
estado vegetativo persistente, a petición de su representante legal. Desde la perspectiva de la enferma, representa un de-recho reconocido por la ley: la negativa, renuncia o rechazo de un tratamiento, o incluso la revocación libre del con-sentimiento a un tratamiento (artículos 2, 3 y 8 de la LBAP). En este caso, en ausencia de instrucciones previas (artículo 11 de la citada ley) y en razón
El de Eluana Englaro
no es un caso de eutanasia,
se refiere a la interrupción
de la alimentación y la hidratación
artificiales de una paciente,
en estado vegetativo persistente,
a petición de su representante
legal
La introducción de la autonomía del paciente en el ámbito sanitario ha dado lugar a un nuevo mo-delo de relación asistencial. Un nuevo modelo de toma de decisiones y un nuevo modo de definir la
salud y la enfermedad. España reconoce y regula el derecho del paciente a tomar decisiones libres y voluntarias en relación con su vida y su salud, incluyendo el derecho a rechazar tratamientos, en la Ley Básica de Autonomía del Paciente del año 2002 (LBAP) y en numerosas normas de las comunidades autónomas.
¿Y si Eluana Englaro fuese española?
Por José Antonio Seoane*
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En España, no sería necesaria la autorización judicial, pues la petición del representante equivale al ejercicio de un de-recho reconocido legalmente y la intervención del profesional sanitario no resultaría una ac-tuación contraindicada, ilegal o antijurídica sino una buena práctica clínica y conforme a Derecho.
El ordenamiento jurídico es-pañol, al igual que el italiano, permite que el poder ejecutivo dicte un decreto-ley, en caso de extrema y urgente necesidad (artículo 86 de la Constitución Española). Dicha potestad está sujeta a ciertos límites, entre ellos no afectar a los derechos y libertades de los ciudadanos y no realizar un uso abusivo y arbitrario. La utilización del de-creto-ley, en el caso Eluana En-glaro, podría entrar en colisión con principios constitucionales básicos, como la separación de poderes, que es garantía polí-tica de la seguridad jurídica; la interdicción de la irretroactivi-dad de disposiciones restricti-vas de derechos individuales; o la garantía de la justicia dentro del marco de las instituciones, conforme a las normas, órga-nos y procedimientos previs-tos para regular y enjuiciar jurídicamente la conducta de los ciudadanos, descartando la justicia privada o la nuda apelación a la fuerza. La vía común para cuestionar una decisión judicial del Tribunal Supremo sería la interposición de un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, por alguien legitimado para ello (artículo 162.1, apartado b de la Constitución Española).
*José Antonio Seoane es profesor titular de Filosofía del Derecho de la Universidad de A Coruña (UDC), miembro del Comité de Ética Asistencial del CHUAC y del Comité de Ética de la UDC
de la incapacidad de la pacien-te, el derecho es ejercido por su representante (legal, si hubiese sido incapacitada judicialmen-te), que ha de actuar en favor de ella buscando su beneficio
a la luz de los valores, objeti-vos vitales y otros indicios que hagan posible reconstruir cuál hubiese sido su voluntad (artí-culo 9 de la LBAP).
Desde la perspectiva de los profesionales sanitarios sig-nifica, de una parte, limitar u
orientar el esfuerzo terapéu-tico a través de la retirada de medidas inútiles o fútiles en la concreta situación de la pa-ciente, siguiendo un protocolo que garantice su práctica en
condiciones médicas adecua-das y sin sufrimiento para la enferma; y de otra, el cumpli-miento del deber de respetar las decisiones adoptadas libre y voluntariamente por la pacien-te (artículo 2.6 de la LBAP), en este caso por su representante. Tanto la negativa de la enferma a recibir un tratamiento, como la interrupción o retirada de la alimentación e hidratación artificiales, serían conductas
lícitas en España.En el caso Eluana Englaro
se solicitó y se obtuvo la au-torización judicial del Tribu-nal Supremo italiano para la interrupción de la alimenta-ción e hidratación artificiales.
En el caso de la joven italiana
se solicitó y se obtuvo
la autorización judicial del Tribunal
Supremo para la interrupción
de la alimentación e hidratación artificiales. En España,
no sería necesaria la autorización
judicial
José Antonio Seoane es miembro del Comité de Ética Asistencial del CHUAC y del Comité de Ética de la UDC
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Una sonda nasogástrica
no se compra en un super-
mercado y para realizar una gastrostomía hay que someter al paciente a anestesia y, ade-más, vía intravenosa hay que administrarle antibióticos de forma profiláctica para evitar
infecciones. Por otra parte, cierto sector
de la opinión pública parece desconocer el significado del
estado vegetativo persistente. Así, en un medio de comuni-cación de difusión nacional, se publicaba una carta al di-rector con el título Tengo una
hija como Eluana, en la que, entre otras cosas, se decía lo siguiente: “Tengo una hija que no habla y no reconoce a nadie. Se hace constantemen-te sus necesidades encima, y
hay que limpiarla. Llora, emite sonidos y tenemos que alimen-tarla cada tres o cuatro horas, porque podría deshidratarse y morir. Las noches son muy duras, y mi mujer y yo estamos agotados. Su estado es tan de-pendiente que a mi mujer le han dado la baja en el trabajo para cuidarla. Mi hija tiene un mes de vida, pero no por eso dejamos de amarla y ayudarle a abrirse camino en la vida…”. Creo que sobra cualquier co-mentario.
Como repetía incansable-mente mi maestro en estas lides, el jesuita Javier Gafo, “la buena ética comienza con buenos datos”. ¿Cómo entrar a valorar moralmente un dilema tan espinoso, en el que se en-trecruzan tantos sentimientos
y argumentos, si partimos de una base tan errónea? Podría presumirse un cierto descono-cimiento en los ciudadanos de a pie, ¿pero en otras instancias de referencia moral? ¿A qué ju-gamos? La Bioética debe ser algo muy riguroso, tan serio y valioso como es el fin al que
se dirige: proteger la vida hu-mana precisamente en aque-llas situaciones en las que los límites están más difuminados, menos visibles, más dudosos y, por ello mismo, existe el peli-gro de violentar los derechos que emanan de la dignidad hu-mana. Cuidado con las trampas del lenguaje. Cuidado con las demagogias que conducen a la manipulación de los debates y los análisis. Cuidado máximo, sobre todo, cuando se invoca el soberano nombre de Dios.
¿Cómo entrar a valorar
moralmente un dilema tan
espinoso, en el que se entrecruzan
tantos sentimientos y argumentos,
si partimos de una base tan errónea?
La Bioética debe ser algo muy
riguroso, tan serio y valioso como es
el fin al que se dirige: proteger la vida humana
Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo respec-to de si la nutrición e hidratación artificial es un
tratamiento proporcionado o desproporcionado, in-dicado o no indicado, en suma, debido en términos morales absolutos o sujeto a la discrecionalidad del enfermo, sus representantes y el equipo médico que les acompaña. Pero de lo que no se puede dudar a estas alturas es que la nutrición e hidratación ar-tificial es, ni más ni menos, un tratamiento médico
que soluciona problemas de deglución.
Buenos datos para un diálogo ético auténtico
Por José Ramón Amor PanJosé Ramón Amor Pan es teólogo
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Imágenes de una intervención quirúrgica, realizada por un equipo
dirigido por el doctor González Martín
Trasplantes
“El trasplante representa la
epopeya más apasionante
de la ciencia médica”. Son palabras de R. Kuss, distin-guido urólogo francés, pero bien podrían serlo del doctor Marcelino González Martín, jefe del Servicio de Urología del Complejo Hospitalario
Universitario de A Coruña (CHUAC) que, junto al doctor
José Manuel García Buitrón, actual gerente del centro, fue el pionero de los trasplantes de órganos en Galicia.
Era el 14 de enero de 1981. La intervención se progra-mó un sábado por la mañana tratando de dejar a un lado la presión ambiental que la ro-deaba, de buscar un clima de cierta tranquilidad. El Hospital
Juan Canalejo, actual CHUAC,
se preparaba para acoger una operación de gran trascenden-cia médica y social. El equipo quirúrgico lo formaban los doc-tores González Martín, que ya
entonces ocupaba la jefatura del Servicio de Urología; García Buitrón, médico adjunto, y Se-rrano, cirujano jefe clínico del hospital. También participó el doctor Oliver, responsable del Servicio de Nefrología.
Como cualquier otro día, desayunaron en la cafetería del complejo sanitario. Sin embargo, todo era diferente. “Sentíamos el nerviosismo y la responsabilidad correspondien-tes, pero nos apoyábamos unos en otros y nos animábamos”, rememora González Martín. “Estábamos en un ambiente de recogimiento, fuera de la presión cotidiana, pero aún recuerdo los nervios”, añade García Buitrón.
Los preparativos venían de lejos. La dirección del hospital se encargó de la gestión de la operación desde el punto de vista legal, sanitario y admi-nistrativo. El equipo médico se preparó de forma intensa y
acumuló experiencia. El doctor González Martín se formó en la técnica en el Hospital La Paz
de Madrid, donde realizó algún trasplante de donante cadáver, y en la norteamericana ciudad de San Francisco. El doctor Gar-cía Buitrón había trabajado en el madrileño Hospital Puerta
de Hierro, donde también se
realizaban este tipo de inter-venciones. Ya integrados en el hospital coruñés, empezaron por poner en marcha el progra-ma de trasplante de donante vivo.
El paciente era un joven de Ferrol, de veinticuatro años, que padecía una nefropatía médica, pero con un estado de salud general relativamente bueno. El donante era su pa-dre, un hombre sano, al que los dos riñones funcionaban per-fectamente, dispuesto a liberar a su hijo de la esclavitud de la diálisis. Teóricamente, tenía que salir bien.
EL PRIMER
trasplanteDE GALICIA
SE REALIZÓ HACE
28 añosEN EL COMPLEJO HOSPITALARIO
UNIVERSITARIO DE A CORUÑALos doctores Marcelino González Martín
y José Manuel García Buitrón rememoran la histórica
intervención en la que un padre donó un riñón a su hijo
Por Victoria García-Lastra
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La operación se desarrolló en dos quirófanos en paralelo. Mientras el doctor González Martín se encargaba de la ex-tracción ayudado por el doc-tor Serrano, en otro quirófano José Manuel García Buitrón preparaba al receptor. Al fina-lizar la extracción, González Martín pasaba al otro quiró-fano y realizaba el implante en colaboración con el actual gerente del hospital. Ambos re-conocen que sintieron una do-ble responsabilidad. En primer lugar, por tratarse del primer trasplante que se realizaba en la comunidad y la repercusión que eso suponía. Pero, sobre todo, porque sabían que una persona sana se sometía, por amor, al riesgo que supone una intervención quirúrgica. Y ese riesgo, evidentemente, no existe en el donante cadá-ver. Además, en los trasplantes de donante vivo la dificultad,
a nivel quirúrgico, es mayor. En el caso de una persona fa-llecida, “puede cogerse toda la arteria y toda la vena, acompa-ñada de un parche de la aorta o un parche de la cava, pero en el donante de vivo no puede hacerse”, explica Marcelino González Martín.
El momento decisivo llegó cuando el riñón fue implantado. La felicidad estalló en el quirófa-no. La sangre empezó a circular, el órgano aumentó de tamaño “y se puso muy contento”, en palabras de González Martín. “Y nosotros también”. La inter-vención duró, aproximadamente, seis horas. Fue un éxito y supuso el primer paso para el desarrollo del programa de trasplantes del CHUAC, que hoy goza de presti-gio a nivel internacional y que realiza noventa intervenciones de este tipo al año.
Después del primer trasplante en 1981, el entonces Juan Ca-nalejo optó por el método tradicional para realizar este tipo de interven-ciones, con la utilización de
órganos de donante cadáver. En algún momento, se rozaron cifras de ciento veinte o cien-to treinta trasplantes anuales. Los órganos pertenecían, fun-damentalmente, a jóvenes que morían en accidentes de tráfico.
En la actualidad, el número ha disminuido porque las muer-tes en carretera también lo han hecho, lo que ha impulsado al hospital coruñés a recuperar el programa de trasplante de donante vivo.
Este tipo de intervención tie-ne unas connotaciones especia-les, distintas. “Cuando hacemos un trasplante de donante ca-dáver estamos muy pendien-tes de si ese riñón adquiere la coloración adecuada, porque el órgano que se mantiene en frío está absolutamente pálido, color cera y, al implantarlo y empezar a circular la sangre, rápidamente se pone rosado y aumenta de tamaño”, expli-ca el doctor González Martín. “Cuando implantamos el riñón de donante vivo esto también ocurre, pero de forma más in-tensa. Cuando, en este caso, el órgano no adquiere rápi-damente su forma, la colora-ción adecuada y no empieza a funcionar, nos preocupa y nos afecta más como profesionales y como personas”.
En 2008, el 15% de los tras-plantes de riñón realizados en el Complejo Hospitalario de A
Coruña fueron de donante vivo. También se efectúan algunos trasplantes de hígado, donde al donante se le extrae una peque-ña parte del órgano, que en el receptor se regenera y aumenta de tamaño. En España, el Hos-pital Clínico de Barcelona y la Fundación Jiménez Díaz de Madrid cuentan con programas de este tipo muy activos. Pero el resto de hospitales, a nivel nacional, se sitúan por debajo de las cifras que maneja el hos-pital herculino.
Un riñón de cadáver implan-tado tiene una duración aproxi-mada de doce años. Con el mis-mo órgano de donante vivo, esta cifra aumenta hasta los quince
El doctor Buitrón ante un cuadro de Seijo Rubio del Hospital de Oza
“NADIE SE OPONE A QUE LE
PONGAMOS UN ÓRGANO CUANDO LO NECESITA. SIN
EMBARGO, EL 23% DICE QUE NO
CUANDO TIENE QUE AUTORIZAR LA DONACIÓN”
MARCELINO GONZÁLEZ
MARTÍN
“ESTÁBAMOS EN UN AMBIENTE DE RECOGIMIENTO, FUERA DE LA PRESIÓN COTIDIANA, PERO AÚN RECUERDO LOS NERVIOS”JOSÉ MANUEL GARCÍA BUITRÓN
o diecisiete. Otra de las ventajas que presenta es que el paciente no precisa entrar en programa de diálisis y esperar a que apa-rezca el órgano que necesita. La intervención se programa, sin urgencia. El riñón empieza a funcionar inmediatamente, mientras que el extraído de ca-dáver puede necesitar algunas sesiones de diálisis posteriores a la operación. El postoperatorio es más corto en los trasplantes de donante vivo y los problemas de rechazo son menores porque se estudia de forma más detalla-da la compatibilidad de receptor y donante. Vistas las ventajas, el objetivo para el 2009 es “que el 20% de los trasplantes que se realicen sean de órganos proce-dentes de personas vivas”, afir-ma el doctor González Martín.
Los médicos insisten en la necesidad de concienciar de forma continua a la población en la importancia de la dona-ción. Órganos que podrían se-guir viviendo en otra persona, dándole vida, se pierden irre-misiblemente con el cadáver y a nadie benefician. González
Martín y García Buitrón resal-tan la necesidad de disminuir las respuestas negativas.
“Nadie se opone a que le pon-gamos un riñón, un hígado o un corazón, cuando lo necesita. Toda la familia está absoluta-mente de acuerdo y desea que aparezca un donante cuanto antes. Sin embargo, el 23% dice que no cuando es él quien tiene que autorizar la donación”, afirma, preocupado, el doctor
González Martín. En la mis-
ma idea redunda José Manuel García Buitrón al señalar que “todavía hay ese alto porcenta-je de personas que no asumen la donación como un gesto de solidaridad y de normalidad hacia uno mismo y hacia los demás. Detrás de las negati-vas familiares, hay una gran insolidaridad. Puedo entender perfectamente que una persona no quiera donar, pero tendría que dar un paso más: decir que tampoco quiere recibir, para ser consecuente. De lo contrario, se aprovecha de una generosidad de la que él carece”.
A pesar de su rotundidad, el doctor García Buitrón destaca que “estamos en el país del mun-do que más donantes tiene por millón de población de una ma-nera sostenida”. La media espa-ñola, al igual que la gallega, está en 36. Mientras, la mundial es de 26, diez puntos menos.
La donación es un acto que
enriquece a una sociedad. Es, según el director gerente del CHUAC, “la única manera de
hacer útil la muerte”. Ade-más, “un programa de dona-ción como el de España, don-de uno dona y no sabe para quién, donde uno recibe y da para las personas, más allá de sus posesiones, sus riquezas y sus características personales, nos hace compartir a unos con otros cosas decisivas como es la vida”. Y esto aporta riqueza social, mucho más allá del re-sultado concreto de los pacien-tes que se benefician, mucho
más allá del resultado profe-sional. Buitrón concluye: “En lo que se refiere a trasplantes, Es-paña está en la vanguardia del mundo desde hace quince años, pero no por los médicos, sino por la sociedad, a la que quiero dar todo mi reconocimiento. Una sociedad absolutamente entregada a los demás”.
Dos jóvenes facultativos, Javier Casas y Marcos Torres (derecha), atienden a las explicaciones del doctor González Martín
La intervención se realizó en enero
de 1981. El paciente fue un
joven ferrolano de 24 años.
El donante, su padre
El equipo quirúrgico
lo formaban los cirujanos González
Martín, García Buitrón,
y Serrano. También participó
el doctor Oliver, nefrólogo
El año pasado, el 15% de
los trasplantes de riñón realizados
en el CHUAC fueron de donante
vivo
El doctor José Fernández Pernas es
el fundador y alma ‘máter’ de Renacer,
una asociación que acoge en A Coruña a
sesenta personas con problemas sociales
Cuestión de justicia
Por Victoria García-Lastra
El doctor Fernández Pernas
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José Fernández Pernas es
un hombre bueno. Un hom-bre de fe. Y con fe, las dificul-tades se sortean y el camino se allana. Hace veinticuatro
años, este médico de profe-sión, conoció por casualidad a un chico, nacido en una familia desestructurada, que dormía en una especie de chabola en un monte situado en la zona trasera del hoy Complejo Hos-pitalario Universitario de A Co-ruña (CHUAC). Había crecido
en centros de menores insti-tucionales. No tenía a nadie. Intimó con el hachís a una edad temprana, y poco a poco se vio atrapado en el sórdido y oscuro mundo de la droga. Fernández Pernas, de firmes creencias
cristianas, se empeñó en que
este chico tuviera el hogar que nunca había tenido y se sintie-ra miembro de una familia. Con la ayuda económica y moral de una compañera de su grupo de oración, Fernández Pernas al-quiló un piso y acogió a este primer muchacho y a otro en situación similar. Era el 8 de marzo de 1985 y se abrían las puertas del primer piso de aco-gida de Renacer.
El proyecto no tardó en cre-cer. Esos primeros jóvenes co-nocían a otros en condiciones parecidas, contaban que habían sido acogidos por un médico, y empezaron a acercarse chicos que, al cumplir la mayoría de edad y salir de los colegios de acogida de menores, no tenían a dónde ir.
Pablo Valencia, notario co-ruñés, se enteró de la labor que realizaba el doctor Pernas y quiso ayudar. Le aconsejó elaborar unos estatutos de la asociación para poder solicitar ayudas a las administraciones públicas. El año 1987, Renacer se dio de alta en el entonces Gobierno Civil como entidad sin ánimo de lucro. Nació con la idea de atender y arropar, como una madre, a esos mu-chachos faltos de familia, de techo y de cariño.
Pero la necesidad es mucha y pronto a la asociación llegaron personas en la más lacerante soledad, inmigrantes, ex de-lincuentes, adictas, enfermas, sin recursos. Renacer empezó a tender la mano a todos aque-
“NO PUEDO IRME A CASA SIN MÁS CUANDO ME LLAMAN Y ME DICEN QUE HAY UN HOMBRE EN LA CALLE, MUERTO DE FRÍO. COJO EL COCHE Y VOY A RECOGERLO. ES LO JUSTO” DOCTOR FERNÁNDEZ PERNAS PRESIDENTE DE RENACER
1 Tres residentes juegan a las cartas.
2 El local de la calle Padre Sarmiento
dispone de equipos informáticos. 3 El trajín
es habitual a la hora de las comidas. 4 Los
quehaceres diarios están muy repartidos en
las casas de Renacer.
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llos a los que la sociedad da la espalda. Es, según Fernández Pernas, una cuestión de justi-cia. “No puedo irme a casa sin más cuando me llaman y me dicen que hay un hombre en la calle, muerto de frío. Cojo el coche y voy a recogerlo. Es lo justo”.
Hoy, son nueve los pisos
con los que cuenta la asocia-ción, cuatro en A Coruña, tres en Meicende y dos en Santa Cruz. En total, sesenta personas acogidas. Además, dispone de un local de unos 500 metros cuadrados en la coruñesa calle Padre Sarmiento, donde, por las tardes, se imparten clases de costura, informática, bailes de salón o pilates, abiertas a todo el mundo. Con las cuotas, se
contribuye a la financiación de
Renacer. Los pisos se organizan en
una estructura familiar y las relaciones entre los miembros son fraternales. “A las personas que llevan más tiempo con no-sotros y que han alcanzado una madurez, las preparamos y las nombramos responsables, algo así como el hermano mayor del piso. Son los que mantienen el orden, velan por el buen am-biente y, si surge cualquier problema, contactan conmigo”, explica el doctor Fernández Pernas.
Si hay algo que caracteriza a Renacer es la autonomía de su gestión. Desde su fundación, Pernas ha incidido en la im-portancia de sostenerse sin de-
masiadas ayudas externas. En sus pisos se sirven más de cien cenas diarias y los camareros y los cocineros son personas aco-gidas, que terminan sentándose a la mesa. Los recepcionistas, y los monitores también lo son. “Han recibido ayuda, la han
valorado y la prestan también desinteresadamente a otros”, afirma Fernández Pernas.
Renacer ofrece ayuda sin condiciones. “El único requi-sito que exigimos una vez que la persona se incorpora a uno de los hogares, es que aprenda a respetar las normas de con-vivencia basadas en el amor mutuo. Es una manera de vi-vir deseando hacer al otro el bien que deseas para ti. Esa es la regla fundamental”, resume el doctor.
Tiene el teléfono móvil acti-vo todas las horas del día y de la noche. Nunca sabe cuándo van a necesitarle. Hace años,
dejó la atención primaria por un trabajo en un centro de re-conocimientos médicos. Tenía que elegir entre prosperar en su carrera o tener más tiempo para la asociación y no lo dudó ni un momento. José Fernán-dez Pernas sabía que su lugar estaba allí donde la pobreza es extrema y la necesidad apre-miante.
El proyecto principal de la asociación, Solidariedade, se financia con una subvención
de la Vicepresidencia da Igual-dade e do Benestar de la Xunta de Galicia, que cubre el 20% de sus gastos. El resto son míni-mas aportaciones de los chicos acogidos y las cuotas de sus cien socios. El proyecto Mi-
graciones, por su parte, recibe la totalidad de los fondos que necesita de la Secretaría Xeral de Migración.
El doctor Fernández Pernas hace un llamamiento a todos los médicos que quieran echar una mano. Cualquier ayuda es poca. Se necesitan facultativos para atender, en algún horario, de forma gratuita o a precios reducidos, a la gente que acude a Renacer y que no tiene tra-
El doctor Pernas solicita
la ayuda de sus colegas
médicos para atender a las personas que acuden a Renacer y no tienen
Seguridad Social ni papeles
5 Uno de los cocineros de la asociación. 6 Una
furgoneta hace más fácil el día a día de Renacer.
7 La entidad acoge a personas de diferentes
edades y razas. 8 El doctor Pernas tiende la
mano y escucha a todo el que lo necesita.
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mitada la Seguridad Social, a personas sin papeles. También pide la colaboración de odon-tólogos que quieran prestar el mismo servicio. Y, por supues-to, solicita ayuda económica a todas las personas de bien que deseen colaborar y que pueden dirigirse a la sede de la asociación, calle Sargento Provisional 14, bajo, o llamar a los teléfonos 981 24 92 21 o al móvil del propio Fernández Pernas 656 67 19 37.
No dejaría esta misión por ninguna otra cosa. “No cambia-ría mi labor ni por todo el dine-ro del mundo. Para mí, no hay tesoro más grande que atender a los que más lo necesitan”, asegura. Y lo dice de verdad, las palabras le salen del alma y su testimonio consigue emocio-nar a la periodista. “No quiero hacerte llorar”, dice. “Pero es que no hay palabras”. Exacta-mente. No hay palabras.
Renacer nació con la idea de atender y arropar
a muchachos sin familia,
techo y cariño
La asociación cuenta con nueve
pisos, cuatro en A Coruña, tres
en Meicende y dos en Santa
Cruz
9 Una de las
residentes
en la casa de
acogida de
Santa Cruz.
10 A la
asociación
llegan
personas
en la más
lacerante
soledad
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Juan Suárez Barros, aunque
nació en A Coruña, tiene un
corazón betanceiro. En Be-tanzos se crió y ahí ejerció y ejerce la medicina desde hace más de cuarenta años. Siempre quiso ser médico. En su infan-cia, soñaba con curar a la gente, en devolver la salud a los en-fermos, en ayudar a los demás. Un galeno amigo de la fami-lia, el doctor Gundín Hurtado,
ejerció una notable influencia
sobre él. Le contaba historias apasionantes de la medicina que despertaban su interés. Y a sus padres les gustaba la idea de tener un hijo médico.
Estudió en la Universidad de Santiago y, aunque tiene un ex-celente expediente, tuvo tiem-po de compaginar las aulas y el estudio con amenas parti-das de dominó y con la tuna universitaria, de la que formó parte. El doctor Suárez Barros, todavía hoy, toca el laúd y pasa los mejores momentos de su tiempo de ocio acunado por las notas de sus piezas musicales favoritas.
Antes de terminar la carrera, colaboraba con el doctor Gun-dín en todo lo que podía, sin importar horas ni sacrificio, y al
que está enormemente agrade-cido por todo lo que le enseñó, tanto en el aspecto científico
como práctico. Ahora tiene la impresión de que la gente se sacrifica menos, mucho menos,
probablemente influya en esto
en que hay más facilidades para formarse y más posibilidades de trabajo. “No quiero pensar que los médicos en la actuali-dad sean menos vocacionales – aquello que la medicina era una especie de sacerdocio, está anticuado, aunque cuando con-viene hay quien lo reivindica-. Pero se equivoca gravemente el que piense que esta es un profesión cómoda”.
Juan Suárez quería ser medi-co general. Así que se presen-tó a una oposición de médicos titulares, que aprobó. Y tuvo que marcharse de Galicia. Al acceder por vez primera a la oferta pública de Sanidad, las plazas ofertadas eran de cuarta y quinta categoría, es decir, de municipios de menos de mil habitantes. En la comunidad autónoma gallega no había nin-guno con esas características. “Me fui a Teruel, a un pueblo llamado Martín del Río. Allí fui feliz. La gente era maravillosa”. El hecho de que fuera gallego le ayudó a granjearse la sim-patía de la población “porque teníamos fama de trabajadores y de formales”. Tuvo suerte con los primeros enfermos. Había
muchos niños y al doctor Suá-rez Barros se le daba bien la pediatría.
Martín del Río está a ochen-ta kilómetros de Teruel, donde se encontraba el hospital más cercano. Si algo asustaba al doctor Barros, eran los partos: “Los temía. Allí solo. Tan lejos
Por Victoria García-Lastra
Encarna valores como el
humanismo en el trato a los
pacientes, la responsabilidad
y la ética en el ejercicio de
la profesión y el respeto
y la fraternidad con los
compañeros
Juan Suárez Barros toda una vidadedicada a la medicina
El doctor Suárez Barros lleva toda la vida dedicado a la medicina
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de un centro sanitario. Sin nadie que te echara una mano”. “En este sentido ha tenido de todo, momentos muy felices cuando todo iba bien y momentos muy duros cuando se presentaban complicaciones serias”.
El doctor Suárez Barros se llevaba el trabajo a casa. Si tenía un paciente con una pa-tología importante, sobre la que tenía dudas diagnósticas, se pasaba la noche dándole vueltas. A primera hora de la mañana, ya estaba en el domi-cilio del enfermo. “Hasta que
llegó un momento que me dije o cambio y me tranquilizo, o la medicina acaba conmigo”. Decidí que siempre haría todo cuanto estuviera en mi mano, a pesar de saber que el fatal desenlace, en muchas ocasio-nes, es inevitable”.
En cuanto se presentó la oportunidad, concursó y re-gresó a Galicia. Su destino fue Ponte Caldelas, en Pontevedra, donde permaneció cuatro o cinco años. “La situación eco-nómica de la gente del campo era muy mala, apenas se va-cunaba a los niños, que eran alimentados con leche de vaca, y la inmensa mayoría de ellos tenían raquitismo. Cuando me marché, todos estaban va-
Juan Suárez Barros con el microscopio
Juan Suárez era médico
las veinticuatro horas del día,
los treinta días del mes
y los doce meses del año. Sábados,
domingos y festivos. Siempre estaba localizado,
a la hora que fuera
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cunados y el raquitismo había prácticamente desaparecido”, cuenta no sin satisfacción.
De aquella villa ponteve-dresa guarda algunos de los recuerdos más dramáticos de su carrera. “Me llamaron para que acudiese a asistir a una se-ñora que estaba encamada. La situación era penosa. En la casa se respiraba miseria. La mujer en cama, con mal aspecto, me llamó la atención porque tenía una pierna envuelta en carto-nes y sujeta con cordones. Una vez que pude explorarla me
percaté que tenía una fractura de cuello de fémur. Organiza-mos como pudimos el trasla-do en un vehículo, para lo cual hubo que llevar a la paciente en una escalera con un colchón, que hacía las veces de camilla, hasta la carretera que distaba un par de kilómetros. Cuando estaba punto de llegar al hos-pital, murió por una embolia pulmonar como consecuencia de la fractura mal tratada.
La familia le confesó que había sido atendida por un curandero de la localidad. Su
primera reacción fue denun-ciarlo, pero después de una breve reflexión consideró que
debía previamente pedir expli-caciones al menciñeiro. Cuan-do llegó se encontró con una pareja de ancianos ignorantes, que vivían en una situación de miseria similar o peor a la de la paciente. Le explicaron que a veces curaban a las vacas de esa manera y que lo mismo habían hecho con la enferma, como un favor. Viendo que no hubo mala intención ni deseo de lucro “decidí no hacer nada. Aún hoy no se si actué correc-tamente”.
Otra experiencia vivida en Ponte Caldelas, todavía le emociona. Fue el día en que recibió el mejor regalo de su vida. Juan Suárez iba, a diario, a pasar consulta a Vilarchán, una aldea situada a ocho kilómetros del pueblo. “Un día, en el coche, me encontré a una viejecita de unos ochenta años caminando hacia Ponte Caldelas. Le paré para llevarla y me dijo que iba a mi casa. Le pregunté si estaba enferma y me respondió que no, que iba a llevarme un rega-lo de agradecimiento. Le insistí en que no quería nada, que ella tenía más necesidades que yo. Entonces me dice si le estoy despreciando el regalo. Total, que di la vuelta para llevarla a su casa y le acepté el obsequio. Al abrirlo, comprobé que era un quesito pequeño. De muy poco valor, pero, sin duda, el mejor regalo que me han hecho nunca”.
Después de esos cuatro años en la localidad pontevedresa, el doctor Suárez Barros vol-vió, por fin, a la comarca de As
Mariñas. Había una plaza en
Betanzos y otra en Coirós. Pudo elegir y optó por la segunda. Volver a su pueblo implicaba demasiados compromisos y “nadie es profeta en su tierra”. Por aquel entonces, ni la gente del campo ni los autónomos te-nían Seguridad Social. Además, no había guardias médicas. Los facultativos estaban siempre de servicio. Por iniciativa del
Juan Suárez Barros es un médico culto e ilustrado
Se licenció en la Universidad
de Santiago y tuvo tiempo de
compaginar las aulas y
el estudio con amenas partidas
de dominó y la tuna
universitaria
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doctor Suárez, se reunieron los tres médicos de Betanzos, el de Paderne y él mismo. Estable-cieron unas guardias rotativas que abarcaban toda la zona y, por primera vez desde que de-butara como médico, pudo dor-mir una noche completa con la tranquilidad de no tener que levantarse.
Juan Suárez era médico las veinticuatro horas del día, los treinta días del mes y los doce meses del año. Sábados, domin-gos y festivos. Siempre estaba localizado, a la hora que fuera. Las visitas a domicilio eran ha-bituales. Las personas mayo-res y los niños no salían de su domicilio si estaban enfermos. En las aldeas, donde las casas están dispersas y alejadas unas de otras, lo habitual era que el médico se desplazase a pie o, como mucho, a caballo. En más de una ocasión, al presentarse una complicación, el pacien-te tuvo que ser trasladado a
hombros o en improvisadas camillas hasta la carretera más cercana, a veces a una distan-cia de tres o cuatro kilómetros, esperar a que llegara un coche, y trasladarlo a un centro hos-pitalario.
El timbre del teléfono sonan-do en mitad de la noche era algo habitual en el hogar de la familia de Juan Suárez Barros. Se levantaba, se vestía y acudía a donde lo reclamaban. Enfer-medades como la meningitis o la pleuresía se trataban a domi-cilio. La precariedad económica impedía pagar un hospital. A la gente sin recursos económicos, no le cobraba, hacerlo estaba mal visto en la profesión. Los medios diagnósticos eran, básicamente, el estetoscopio, la anamnesis y la palpación. Muchos pacientes del área de influencia de Betanzos acudían
para ser consultados en el pue-blo, porque en su consulta dis-ponía de un aparato de rayos X
El protagonista del reportaje en su consulta de Betanzos
“NO HAY NADA QUE DÉ TANTAS SATISFACCIONES COMO LA MEDICINA, PERO TAMPOCO HAY NADA QUE PRODUZCA TANTAS PREOCUPACIONES”JUAN SUÁREZ
y un pequeño laboratorio.Después de cuatro años de
ejercer la medicina en Coirós, el doctor Suárez Barros se instaló de forma definitiva en
Betanzos. Atendía a los enfer-mos en su casa. Era la época de Franco. Con la llegada de la Seguridad Social, los médicos titulares se vieron obligados a trabajar también para el Segu-ro Obligatorio de Enfermedad. Pero no había centros de salud ni ambulatorios. De tal manera que los pacientes del sistema público y los que acudían de forma privada, se mezclaban en su consulta.
Juan Suárez está casado y tiene cuatro hijos de los que está muy orgulloso y de los que dice que lo “miman de-masiado”. Su familia aprendió a convivir con sus ausencias prolongadas. Sin saber si se podía contar con su presencia en algún acontecimiento ínti-mo o familiar. Si estaría o no presente en la celebración de un cumpleaños o en una cena con amigos. “Mi mujer lo ha llevado muy bien. Y es algo que se lo agradeceré siempre, porque comprendo el tremen-do sacrificio que supuso para
ella convivir con una persona tan comprometida con su pro-fesión y con sus enfermos”. Al tener la consulta en el segundo piso y el domicilio en el tercero del mismo edificio, al menos,
la mayoría de las veces podían comer juntos.
Los peores momentos de su carrera profesional llegaban y llegan cuando un enfermo muere, a pesar de tantos es-fuerzos. “En ocasiones, he dudado sobre la corrección de algún diagnóstico. Otras veces piensas si podías haber hecho algo más”. Y añade: “No hay nada que dé tantas satisfac-ciones como la medicina, pero tampoco hay nada que pro-duzca tantas preocupaciones”. Comprobar la mejoría y la cu-ración de un paciente es una de las grandes satisfacciones de esta maravillosa profesión. Compensa con creces de otros
sinsabores. Jubilado del Sistema Nacio-
nal de Salud, el doctor Suárez, a sus setenta y dos años, con-tinúa pasando consulta en el corazón de su Betanzos del alma. Es algo que sus pacien-tes agradecen, porque, des-pués de toda una vida, sigue siendo su facultativo de con-fianza. Ahora, lleva una vida
más tranquila pero continúa siendo un médico por amor y devoción. Todavía hoy, si le llama un paciente, sea cuando sea, acude a verlo. No es capaz de decir no.
En los últimos años, la me-dicina ha cambiado de forma radical. Actualmente, el médico es un profesional, que tiene su horario de trabajo, puede ha-cer vida familiar y disponer de tiempo libre. Los servicios de urgencias lo liberan de no pocas preocupaciones. Además,
Juan Suárez en el salón de su domicilio
Su primer destino fue un pueblo
llamado Martín del Río, en Teruel. “Allí fui feliz. La gente era maravillosa”. Luego estuvo
destinado en Ponte Caldelas, Coirós y, por fin, en su
Betanzos del alma
En más de una ocasión,
al presentarse una complicación
en un parto, tuvo que sacar
a la parturienta, acostada en
un colchón, hasta la carretera
más cercana, esperar a
que pasara un coche y trasladarla
a un centro hospitalario
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tiene la tecnología a su servi-cio. Pero hay unos valores que deben ser inmutables y que en-carnan a la perfección el doctor Suárez Barros y muchos de su generación. Valores como el humanismo en el trato a los pacientes, la responsabilidad y la ética en el ejercicio de la profesión y el respeto y la fra-ternidad con los compañeros.
Los medios diagnósticos eran,
básicamente, el estetoscopio, la anamnesis y la palpación
Juan Suárez Barros es un hombre bueno. Un médico comprometido con sus pa-cientes. Entiende la medici-na como un apostolado. Un profesional querido por sus enfermos y los familiares de sus enfermos. Un hom-bre sensato que practica el primum non nocere. Tiene un concepto humanista de la profesión. Es un sabio de la anamnesis. Escucha a sus pacientes. Los en-tiende. No es un médico de gran tecnología, pero es un gran clínico. Como Laín Entralgo, entiende que la relación médico paciente “es un acto de amor y amis-tad entre dos semejantes: uno, el enfermo, que pide ayuda, y otro, el médico, que está dispuesto a pres-társela”. Como recordaba el presidente del COMC en el Encuentro Médico de Bertamiráns al referirse a los colegiados jubilados el pasado año, Juan Suárez Barros pertenece a una ge-neración “en donde los va-lores del humanismo en el trato a los pacientes, la res-ponsabilidad y la ética en el ejercicio de la profesión y el respeto y la fraternidad con
los compañeros han sido las guías constantes de su ejer-cicio profesional”.
El doctor Suárez es una persona culta. Ha leído y lee mucho. Es un buen contertulio. Un apasionado de la música y un virtuoso del laúd. Le gusta jugar la partida con sus amigos de Betanzos. Y siempre está pendiente de sus enfermos. El periodista ha sido tes-tigo como renunció a una muy atractiva cena porque un paciente había empeo-rado, o ha coincido con él en algún hospital al que había acudido para visitar a uno de sus pacientes que acababa de ser operado. Es un médico que ha vivido su profesión con intensidad y con entrega. Y la sigue vi-viendo después de rebasar los setenta.
Si repasamos el repor-taje al que acompaña este comentario, vemos que su biografía es la historia viva de la medicina en España y en Galicia. El doctor Suá-rez vivió tiempos difíciles, de apreturas de medios, de falta de todo, menos de ga-nas ser un buen médico y de ser útil a los demás.
Un buen médicoPor Paco Docampo
Antes de entrar usted en la universi-
dad, triunfó la República. ¿Qué am-
biente se respiraba en aquella época
en Santiago?
Entonces tenía catorce años y estaba termi-nando el bachillerato. Los alumnos recibi-mos la noticia de la llegada de la República con gran alegría. Estábamos contentos por-que creíamos que iba a suponer un mayor
estado de bienestar y un futuro mejor para nosotros y para España.
¿Y qué pasaba en la universidad?
Se notaba cierta tensión. Nuestro instituto se encontraba en lo que es hoy la Facultad de Filosofía, entonces ubicada en la plaza de Mazarelos, por eso sabíamos cuál era el estado de ánimo y de opinión de los
universitarios. Éramos muy conscientes de las tensiones políticas que allí se vi-vían. Recuerdo, al pasar por delante de la universidad, ver un letrero que decía “Viva Unamuno”. También recuerdo que un ca-tedrático muy honorable hizo ademán de sacar una pistola al entrar en la universi-dad porque le chillaban.
¿Cuáles son las diferencias entre el
movimiento universitario de aquella
época y la actual?
Hoy los jóvenes creo que leen menos de
política que nosotros. Los de nuestra ge-neración hablábamos de ella, leíamos y
Gerardo Fernández Albor (Santiago, 1917) es uno de los pioneros de la cirugía moderna en Galicia y un innovador en la asistencia sanitaria, como promotor de uno de los centros hospitalarios de referencia en nuestra comunidad: el Hospital Policlínico La Ro-saleda. Además, es un intelectual y galleguista de los tiempos de Galaxia y de Realidade Galega. Fue el primer presidente de la Xunta salido de las urnas. Es la memoria viva de nuestra Medicina y de nuestra Historia en los últimos 80 años. Con él la repasamos en una conversación de casi dos horas. Por Paco Docampo
GerardoFernández AlborMemoria viva de la medicina y la política de Galicia
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Médicos ilustres
opinábamos sobre los discursos de Gil Robles, Azaña, Indalecio Prieto y demás líderes de la época. Los había republica-nos, tradicionalistas, monárquicos y de otras tendencias. Curiosamente, entre los tradicionalistas se encontraba uno de mis compañeros, Del Valle, que luego, en tiempos de Franco, fue alcalde de Santiago. Recuerdo también a Varela Pol, a Federico Novo y a Narciso Porteiro, con los que polemizábamos y discutíamos.
¿Cuál era el ambiente social y po-
lítico de Santiago durante la Repú-
blica?
Al principio era muy tranquilo y agradable. Luego se fue deteriorando. Se produjeron graves enfrentamientos físicos entre tra-dicionalistas y sus adversarios de izquier-das. En la universidad, la tensión aumentó enormemente.
¿Qué conclusión saca de aquel pe-
riodo de nuestra Historia?
La conclusión que saco es que algunos grupos de izquierda no querían aquella República, porque consideraban que ese régimen de Aniceto Alcalá Zamora, de Mi-guel Maura, de Manuel Azaña… era bur-gués. Querían algo más, pensaban que la
solución estaba en el socialismo real.
Háblenos de la Guerra Civil.
Lo más conveniente es olvidarla. Fue una tragedia, una desgracia, una lucha entre hermanos. En Galicia, no había justifica-ción para algunas de las actitudes que los vencedores adoptaron a su término. Por ello, prefiero no tocar este tema porque
es desesperante ver cómo se puede llegar, amparándose en la política, a cometer ac-ciones y crímenes para resolver venganzas y odios personales y familiares.
¿Cuál era la actitud de profesores e
Fernández Albor ante una imagen
retrospectiva de Santiago
29
intelectuales en esa época?
Los que conocí siempre mantuvieron una actitud muy comprensiva, no sectaria, sin que se les pueda atribuir conductas de triste memoria. Me refiero, entre otros,
a Novoa Santos, Rodríguez Cadarso, Echeverri o Novo Campelo. Todos los profesores que he tenido siempre fueron unos caballeros como personas y como médicos.
¿Conoció a Novoa Santos?
Sí, en mi época de universitario era ca-tedrático en Madrid. Lo conocí porque lo veía pasar, cuando yo era un niño, por de-lante de la casa de mi padre, en la calle del Hórreo, donde vivía. En las vacaciones de
verano venía a Santiago e incluso pasaba consulta en su domicilio. Para nosotros era
un mito. Don Roberto es una de las figuras his-tóricas más importantes de la medicina española. Su temprana muerte, a los cuarenta y tantos años, frustró una carrera médica que podría haber dado un enorme fruto.
Pero sí le dio clase
Rodríguez Cadarso.
Sí, durante un trimes-tre. Nos sorprendía su magnífica oratoria. La
última lección que nos dio fue para explicarnos el esfenoides. Nos de-mostró cómo se puede convertir la explicación de un hueso en una ma-
ravillosa pieza oratoria. Era diputado en Cortes en Madrid, como también lo fue Novoa. Y en un viaje a la capital de Espa-ña, tuvo un accidente de circulación en Lubián, Zamora, el 15 de diciembre de 1933, y falleció en el acto. Le acompañaba otro médico de Santiago, Bacariza, que también murió. En el lugar del suceso, todavía hoy puede verse una cruz con-memorativa.
¿Qué presencia tenían los estudian-
tes extranjeros en la Universidad de
Santiago de aquella época?
Había mucho estudiante sudamericano:
puertorriqueños, cubanos, colombianos..., lo que lamentablemente se está perdiendo. Santiago no debe olvidar que tiene una misión al otro lado del Atlántico y no debe dejar que sean Salamanca o Madrid las que acojan a los estudiantes que quieran
“PARA NOSOTROS
DON ROBERTO NOVOA
SANTOS ERA UN MITO.
ES UNA DE LAS FIGURAS HISTÓRICAS
MÁS IMPORTANTES
DE LA MEDICINA
ESPAÑOLA”
Gerardo Fernández Albor es un
galleguista que siente profundamente a
España
30
aprender español o que quieran venir a estudiar a España una carrera.
¿Y cuál era el plan de estudios en su
época de alumno de Medicina?
Tengo la impresión de que eran muchas clases teóricas y pocas prácticas. Cuando íbamos al extranjero, se sorprendían de nuestros amplios conocimientos memo-rísticos y de lo poco que actuábamos en la práctica. En las guardias que tuve como médico en el Allgemeines Krankenhaus, el Hospital Universitario General de Viena,
tenías que hacer de todo.
¿Por aquellos tiempos se trasladaban
al extranjero alumnos de Medicina
de Santiago para ampliar su forma-
ción?
Compañeros distinguidos de promociones anteriores a la mía, algunos ya en ejerci-cio, como García Sabell, López Sendón o Álvarez González, tenían una formación germánica. Por eso, nosotros, los que as-pirábamos a triunfar en la vida, empezá-bamos muy jóvenes a estudiar alemán. En mi caso, con 15 ó 16 años. Así como ahora toda la obsesión es por el inglés,
entonces lo era por el alemán. Nuestra educación era más bien germánica. Ter-minada la carrera, me fui a Viena para proseguir con mi especialización quirúr-gica, pensando que era allí donde podía recibir la mejor formación.
¿Y es allí donde debuta en la ciru-
gía?
En Viena. Fue con una apendicitis. Curio-samente, antes, en Santiago, estuve año y pico en ejercicio pero sin realizar ninguna intervención. Entonces era muy raro que el cirujano dejase operar a su ayudante. Podías darte por contento si un día te per-mitía aguantar unas pinzas.
¿Cuánto tiempo permaneció en Viena
y cómo era su ambiente?
Cuando llegué estaban en guerra. Hitler
había ocupado Austria. Me marché a los dos años cuando empezaron los bombar-deos a las afueras de Viena. Entonces me dije: ‘Bueno, si me he salvado de la guerra en España, sin una herida, no voy a morir aquí’. Entonces fue cuando decidí irme a Barcelona para continuar mi formación quirúrgica.
“NUESTRA EDUCACIÓN ERA MÁS BIEN GERMÁNICA. TERMINADA LA CARRERA, ME FUI A VIENA PARA PROSEGUIR CON MI ESPECIALIZACIÓN QUIRÚRGICA”
“EN SANTIAGO AÚN SE OPERABA, CON RELATIVA FRECUENCIA, EN PENSIONES Y CASAS PARTICULARES”
GerardoFernández Albor
¿Qué hizo en la Ciudad Condal?
En Barcelona estuve en el Hospital de la
Santa Cruz y San Pablo formándome en cirugía general y de aparato digestivo con los doctores Gallar Monés, Puig Sureda y Llauradó. Por las tardes trabajaba en la clínica Platón, un centro privado que me sirvió de referencia para montar en San-tiago algo similar, La Rosaleda.
¿Cómo inició su actividad quirúrgi-
ca en Compostela y cómo surgió su
proyecto de policlínica?
Empecé a trabajar como cirujano en un pequeño chalé de La Rosaleda. Lo hice con algún seguro médico y con clientes priva-dos. En aquel entonces, Santiago estaba lle-no de pequeños sanatorios. Cada cirujano tenía el suyo. A mí eso me parecía un ana-
cronismo. Recuerdo que en nuestra ciudad aún se operaba, con relativa frecuencia, en pensiones y casas particulares. Un constructor amigo mío, el señor Cancelo, me propuso edificar un sa-natorio. Le contesté que no, que hiciera un poli-clínico. Más tarde, con su ayuda, montamos La Rosaleda, proyecto al que se sumaron otros médicos.
Desde su experien-
cia, ¿qué opina del
dilema hospitales
públicos-hospitales
privados?
Siempre fui demócrata, galleguista, español, europeo y partidario de los hospitales. No creo que haya dos clases de medicina, la privada y la pública. Todos los centros hospitalarios son públicos, aunque su
propiedad pueda ser de una institución, de un emprendedor o de un grupo de señores. Al Estado le saldría más barato que la iniciativa privada construyera hospitales con los que luego poder concer-tar. Esta política contribuiría a reducir las saturadas listas de espera. Como demócrata, pienso que cada ciudadano debe poder elegir su médico y su hospital, sin que le salga más caro.
EL POLÍTICO
Como galleguista histórico, háblenos del nacimiento de Galaxia y lo que su-puso para nuestro país.Galaxia es el resurgir de la autonomía y del galleguismo. La tesis de Ramón Piñeiro era que el galleguismo debía extenderse a todos los partidos, trascender el ámbito de una única ideología política y convertirse en un compromiso de amor a la tierra. Y ese sentimiento tanto lo puede tener un socialista, un liberal, un demócratacristia-no o un eurocomunista. Y Ramón Piñeiro comienza a moverse en esa dirección. Con él estábamos de acuerdo mucha gente, como don Ramón Otero Pedrayo, Fernández del Riego, García Sabell, los hermanos Isla, Gar-cía Suárez, Sixto Seco, Francisco Fernández y muchos más.
¿Y cómo se inicia aquello?Se empieza con una supuesta labor cultural, pero era mucho más. Recuerdo una conver-sación entre un policía y Ramón Piñeiro. El primero le dijo: ‘Ustedes están haciendo política’, a lo que Piñeiro contestó: ‘No, sólo abordamos temas culturales’. Y el funcio-nario policial le replicó: ‘Esto me preocupa mucho más’. Piñeiro nos decía: ‘Tiña toda a
razón, pero non sabía que dicirlle’.
¿Y cómo surge su relación con Realida-de Galega y su entrada en política?
La creamos unas setenta personas. El bueno de Ramón Piñeiro, con ese afán
de echar a andar la autonomía, en
“Realidade Galega la creamos unas setenta personas para echar a andar la autonomía”
“DE RODRÍGUEZ CADARSO NOS SORPRENDÍA SU MAGNÍFICA ORATORIA. FALLECIÓ EN ACCIDENTE CUANDO SE TRASLADABA A MADRID EN COMPAÑÍA DEL PROFESOR BACARIZA”
“UN CONSTRUCTOR AMIGO MÍO, EL SEÑOR CANCELO, ME PROPUSO EDIFICAR UN SANATORIO. LE CONTESTÉ QUE NO, QUE HICIERA UN POLICLÍNICO. MÁS TARDE, CON SU AYUDA, MONTAMOS LA ROSALEDA, PROYECTO AL QUE SE SUMARON OTROS MÉDICOS”
“COMO DEMÓCRATA, PIENSO QUE CADA CIUDADANO DEBE PODER ELEGIR SU MÉDICO Y SU HOSPITAL, SIN QUE LE SALGA MÁS CARO”
GerardoFernández Albor
El doctor Albor estuvo en los orígenes de Galaxia y perteneció a Realidade Galega
la boda de una hija de Sixto Seco, me dijo: ‘Tienes que dar un paso e ir al Parlamento de Galicia’. Yo había creado, un año antes de la muerte de Franco, el Partido Popular Galego, de ideología demócratacristiana.
¿Cómo nace el Partido Popular Galego?Unos cuantos, con Xaime Isla a la cabeza, creamos la Sociedade de Estudos, Publi-
cacións e Traballos (SEPT). En un viaje, me encontré con muchos de ellos y me dijeron que habían fundado un partido socialdemócrata. Entonces llamé a Piñei-ro y le dije: ‘Mira Ramón, habíamos que-dado en extender el galleguismo a todos los partidos políticos. Si la SEPT va a ser socialdemócrata, es decir, de izquierdas, entonces no queda nadie en la derecha’. Él me dijo: ‘Tes razón’. Entonces llamé a García Agudín a A Coruña y a Xaime Isla a Vigo, y los puse en contacto. Luego hablé con otros amigos de Ourense y de Santiago y fundamos el PPG.
Después del compromiso que adqui-rió con Ramón Piñeiro fue tentado por Felipe Fernández Armesto. ¿Qué pasó en esa reunión?Como ya dije, me había comprometido con Piñeiro a concurrir en alguna de las listas a las primeras elecciones autonómicas. Es en-tonces, en el mes de agosto, cuando Augusto Assía, Felipe Fernández Armesto, viene al policlínico con un nieto por una urgencia médica. Una vez atendido el niño, me pre-
gunta: ‘¿e ti que vas facer?’. Yo le respondí que nada. Le dije que tenía un compromiso con Piñeiro, pero que estaba en América y no sabía nada más del asunto.
¿Y qué sucedió después?Un buen día me invitó a comer a su casa de Xanceda. En la comida estaba Fraga. Allí se encontraban también algunos profesores universitarios. Hablamos de la universidad y de cultura. Ese día se cerraban las listas a las primeras elecciones autonómicas de Galicia. Fraga se marchó para A Coruña sin hablar conmigo lo más mínimo de política. Felipe quedó contrariado y me comentó: ‘Queremos que vayas en las listas de Alian-za Popular’. Le respondí: ‘Tú sabes que soy galleguista y demócratacristiano’.
¿Qué argumentos utilizó Augusto As-sía para convencerlo?Me puso contra las cuerdas y me dijo: ‘Es igual, vienes como independiente. Tienes que sacrificarte por Galicia’. Me daba los
mismos argumentos que yo había utili-
zado, en una reunión celebrada en la casa que la Condesa de Fenosa tiene en A Pobra, con José María David Suárez Núñez para que fuese candidato en las listas de UCD, formación política en la que militaba.
¿Cómo terminó la reunión con Augusto Assía?Yo estaba abrumado. Le dije que lo comen-taría con mi mujer. Al llegar a casa, fue lo primero que hice: ‘Mira Chon, quieren que sea candidato en las autonómicas’. A lo que me respondió: ‘Hombre, creo que es tu deber’. Pensó que sería candidato a diputado, no a presidente de la Xunta. Entonces llamé a García Sabell, al estar Piñeiro fuera de Galicia. Y Domingo me dijo: ‘Tienes que ir, no tienes más remedio’. Entonces le comenté a mi mujer: ‘Mira, no es sólo a diputado, es a la presidencia’. A lo que me replicó: ‘Ah, no, eso sí que no’. Y le añadí: ‘Es con Alianza Popular’. Y me dijo: ‘Bueno, entonces no hay peligro’, por-que pensaba que AP no tenía posibilidad alguna de ganar.
¿Cómo valora su paso por la presiden-cia de la Xunta?No me arrepiento de nada. Confié tanto en
los míos como en los de la oposición. Me duele recordar que para los asuntos fun-damentales de tu tierra no tenías nunca el apoyo necesario. Cuando hay que defender algo que nos atañe a todos, la oposición pensaba siempre en sus conveniencias, no en los intereses del país. Y los tuyos, a ve-ces, pensaban sólo en su posición personal. Es muy triste. Y tengo la impresión que estas actitudes no han variado mucho.
Para finalizar, háblenos de Ramón Ote-ro Pedrayo, Ramón Piñeiro y García Sabell, a los que ha citado reiterada-mente en la entrevista.Don Ramón Otero Pedrayo fue para mí un ejemplo. Jamás le oí hablar mal de nadie. Ramón Piñeiro tenía una cabeza extraordi-naria. No le gustaba participar en política, pero estaba informadísimo y creó una ma-nera de ser. Fue cordial con todo el mundo y tenía un amor increíble a su tierra. García Sabell fue mi maestro en la vida, el que más me enseñó de literatura, arte, músi-ca, pintura… Los tres fueron unos grandes amigos que han servido generosamente a Galicia y que Galicia debe reconocérselo. Yo por lo menos se lo reconozco.
Fernández Albor fue el primer presidente de la Xunta salido de las urnas
“RAMÓN PIÑEIRO ME PIDIÓ QUE DIESE UN PASO AL FRENTE Y ME PRESENTASE A LAS ELECCIONES AL PARLAMENTO DE GALICIA”
33
En pleno corazón del Campus Universitario de Santiago, se levanta el HOSPITAL NUESTRA
SEÑORA DE LA ESPERANZA. Construído en la década de los cincuenta, con un diseño del arquitecto vigués Jenaro de la Fuente, el centro abrió sus puertas en 1955 e inició su singladura bajo la dirección de la Congregación Religiosa del Sagrado Corazón de Burdeos. Situado en un entorno privilegiado, tranquilo y con unas vistas excepcionales, fue un referente de la medicina gallega durante los años sesenta y setenta, tanto por su avanzada estructura y tecnología, como por coincidir con el apogeo de la llamada Escuela Médica Compostelana. Por Victoria García-Lastra
PROFESIONALES DE PRESTIGIO
tecnología avanzadaY TRATO PERSONALIZADO, CLAVES DEL CENTRO
34
Hospital NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZANUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA
En el mes de julio del año
2002 se produce un antes
y un después en la historia
del hospital. Lo adquiere el Grupo Empresarial Nosa Terra
2000 S.L., al que también perte-nece el mayor hospital privado de España, Povisa de Vigo. La elaboración de un plan funcio-nal y un proyecto integral de reforma, elaborado por el ar-quitecto catalán Albert Pineda, son el punto de partida de esta nueva etapa del centro hospi-talario. El objetivo era acome-ter una profunda reestructu-ración que, aún manteniendo
todo aquello que le aporta singularidad, lo adaptara a las exigencias legales vigentes y a los estándares técnicos y de calidad más avanzados.
En ese momento, además, se elabora un Plan Estratégi-co que funciona como motor del cambio cultural y de ges-tión que se quiere implantar, basado en la calidad y en la búsqueda de la excelencia. Los profesionales médicos se incorporan a la planificación
y organización del hospi-tal, logrando que se sientan partícipes de los riesgos y de
los beneficios empresariales
porque, en definitiva, son ellos
quienes van a dar el estándar de calidad a los servicios clíni-cos y, por otra parte, son tam-bién quienes aportan el mayor número de pacientes, pues es su prestigio el que hace que un enfermo acuda a este y no a otro centro sanitario. El res-to de profesionales participan también en los proyectos de mejora, con el fin de mantener
la atención personalizada, se-llo distintivo del centro.
En los siete años transcu-rridos desde entonces, el hos-
pital ha sufrido una profunda reforma estructural. En la ac-tualidad, el bloque quirúrgico cuenta con ocho quirófanos, una UCI de reanimación con diez camas, una zona de reani-mación posquirúrgica de Ciru-gía Mayor Ambulatoria (CMA) y una central de esterilización. La Unidad de Obstetricia tiene dos paritorios. Hospitalización,
por su parte, cuenta con cua-renta habitaciones, el 90% son individuales y las cinco restan-tes son suites.
El Servicio de Radiología está dotado de una resonancia
El centro apuesta por la cirugía mínimamente invasiva en todas las especialidades quirúrgicas
Fachada principal del hospital
‘Hall’ de entrada
Una de las
‘suites’ del centro
hospitalario
35
magnética de alto campo, TAC multicorte, mamógrafo, ecó-grafo telemando, sala general y ortopanto, todo digital. Las salas de exploraciones espe-ciales cuentan con aparatolo-gía de neurofisiología clínica
(electroencefalografía, electro-miografía y polisomnografía), endoscopia digestiva, ecocar-diografía, ergometría, diagnós-tico prenatal con ecógrafo 4D, densitometría y urodinamias. El laboratorio, íntegramente reformado, cuenta con tecno-logía de última generación.
El área de consultas externas
dispone de medios punteros en las especialidades de ostal-mología, otorrinolaringología, traumatología, ginecología y obstetricia, cirugía general y digestiva, cirugía plástica, cirugía pediátrica, cirugía maxilofacial, unidad del do-lor, medicina interna, hema-tología clínica, neumología, neurología –incluida la neu-rología cognitiva-, reumato-logía, psiquiatría, psicología y pediatría. Por su parte, la Uni-dad de Reproducción Humana
Asistida, prestada a través del Instituto Zygos, aplica todas
Uno de los quirófanos del centro
Unidad de REA
La doctora
Rocío Mosquera,
gerente del
hospital
36
las técnicas posibles de esta especialidad, incluidas las más avanzadas.
Según la directora gerente del hospital, Rocío Mosquera, “hemos conseguido adaptar el centro a los estándares técni-cos más exigentes, sin perder lo más mínimo en seguridad ni confortabilidad”. Afirma que
más importante que la reforma estructural, ha sido el cambio cultural y de gestión que ha acometido el centro sanitario en los últimos años. “Hemos
pasado de un hospital del si-glo XX a uno del siglo XXI y,
para ello, ha sido imprescindi-ble la implicación e incluso la complicidad de todos nuestros trabajadores”.
El Hospital Nuestra Señora
de la Esperanza, con el apoyo de Povisa, ha puesto en mar-cha un programa de gestión integral que abarca las áreas de pacientes, clínica, clientes, económica y financiera, de per-sonal y de aprovisionamiento. En radiología, se ha instalado un PACs destinado a recoger y conservar todas las imágenes clínicas del hospital, que se uti-liza, tanto para el diagnóstico
por los radiólogos, como para su visualización por el resto de los médicos del hospital. También se ha informatizado el laboratorio, que ya está co-nectado con el resto del centro. Es posible pedir un análisis de forma directa, a través del ordenador, desde cualquier consulta, así como acceder a los resultados de analíticas y pruebas.
Este es el primer paso para la implantación de la historia clínica electrónica, que termi-nará con el papel en el centro y a la que, a la larga, se podrá
EL HOSPITAL
EN CIFRAS*
Personal,
169
trabajadores
Médicos,
75
Superficie,
7.665 m2
Habitaciones,
40
Camas,
50
Quirófanos,
8
Consultas externas,
32
Intervenciones
quirúrgicas,
4.059
Ingresos,
2.433
Pruebas
radiológicas totales,
25.750
Resonancias
Magnéticas,
2.438
TACs,
3.360
*Datos del año 2008
✖
✖
✖
✖
✖
✖
✖
✖
✖
✖
✖
✖
“SE HA CONSEGUIDO ADAPTAR EL CENTRO
A LOS ESTÁNDARES TÉCNICOS MÁS
EXIGENTES, SIN PERDER LO
MÁS MÍNIMO EN SEGURIDAD NI
CONFORTABILIDAD” ROCÍO MOSQUERA,
GERENTE
TAC
El doctor Pérez observa una ecografía
37
acceder desde cualquier com-plejo asistencial sanitario de Galicia, haciendo efectivo el principio de historia única del paciente.
El Hospital Nuestra Señora
de la Esperanza apuesta de forma decidida por la cirugía mínimamente invasiva en to-das las especialidades quirúr-gicas por la mejora evidente que supone para los pacientes: postoperatorios con menos complicaciones, reducción de los tiempos de ingreso y una rápida incorporación a la acti-vidad cotidiana.
En la unidad de traumatolo-gía, por ejemplo, se implantan prótesis de cadera y rodilla con técnicas tan novedosas que, un día después de ser sometido a la intervención, el pacien-te puede levantarse y, a los cuatro o cinco, recibe el alta hospitalaria. Como máximo, a las tres semanas de la opera-ción, el paciente se incorpora a su vida con normalidad. En ostalmología, prácticamente
todas las intervenciones son ambulatorias, al igual que en otorrinolaringología.
Rocío Mosquera asegura que
“nada de esto sería posible sin la colaboración de nuestros magníficos profesionales mé-dicos, que se han implicado de forma clara en la gestión del centro, del equipo de en-fermería de primer orden y de un magnífico grupo de traba-jadores que sabe entregarse al máximo en el trato y atención a los enfermos. Han entendido
que, o ganamos todos, o perde-mos todos”.
Pero las obras de mejora de las estructuras del hospital no han terminado. El nuevo Plan General de Ordenación
Urbana le concede un incre-mento de volumen de edifica-ción del 20%, lo que permitirá construir un parking de tres plantas que mejorará la acce-sibilidad al centro y un nuevo edificio, paralelo al existente,
en el que se ubicarán las ac-tividades ambulatorias, con-sultas y pruebas diagnósticas. Con estas actuaciones, en la parte histórica del edificio se
concentrará el área de hospi-talización y aquellas pruebas que, por su especial compleji-dad, requieren mayores aten-ciones.
Laboratorio y Radiología está informatizados de forma integral y conectados con el resto del centro. Se avanza así hacia la historia clínica electrónica
El doctor Liz en
su consulta de
ginecología
Aparato
de rayosUno de los puestos de enfermería
Laboratorio
38
El hospital duplicará su actual catálogo de servicios. Dispondrá de cien camas, in-crementará en un cien por cien el área de consultas y reforzará los servicios de radiología y la-boratorio. También incorporará nuevas técnicas diagnósticas y terapéuticas, con las que en la actualidad no cuenta por falta de espacio.
Con estas actuaciones, el centro hospitalario Nuestra Señora de la Esperanza, pa-sará a disponer de unas ins-talaciones del más alto nivel “que ponemos a disposición de los facultativos de presti-gio que deseen incorporarse a nuestro equipo humano”, señala Rocío Mosquera. Ade-más, el centro seguirá invir-tiendo en la tecnológica más avanzada y apostando por la incorporación a su plantilla de aquellos trabajadores que entiendan que los pacientes son lo primero.
El hospital ha puesto
en marcha un programa
de gestión integral que abarca seis áreas
El centro se ampliará
con un parking de tres plantas
y un nuevo edificio en el
que se ubicarán las actividades ambulatorias,
consultas y pruebas diagnósticas
En el siglo XXI, hemos
avanzando en el concepto
biológico. No sólo clasifi-camos las neoplasias por el sitio de origen y sus carac-terísticas histológicas, sino que identificamos genes en
cada una de ellas que definen
su comportamiento. Esto ha sido posible gracias a avances como los de Watson y Crick, en 1953, que describieron en Nature la estructura del ADN, o los de Collins y Craig Venter que secuenciaron el genoma, a principios del siglo XXI. Ha
habido también un cambio en el manejo de los pacientes. Un ejemplo paradigmático de ello es el cáncer de mama.
En 1970, ante una sospecha de malignidad, se biopsiaba el
tumor bajo anestesia y con un estudio en congela-ción, si era maligno, se
hacía mastectomía, aprovechando la
misma anestesia. Hoy se rea-liza una biopsia previa con aguja gruesa, para diseñar una línea de actuación y, frecuen-temente, basta con una lum-pectomía, con lo cual ha cam-biado radicalmente no sólo la cosmética, sino la morbilidad. Estos nuevos procedimientos, exigen “interdisciplinaridad”, no entender las especialidades como compartimentos, sino po-sibilitar plataformas sinérgicas de diferentes especialidades oncológicas, considerando al paciente, el centro del proce-so.
En el tratamiento del cán-cer de mama se ha produci-do otro giro copernicano: de la supresión hormonal o no, combinada con quimioterapia y radioterapia, hemos pasado a las “nuevas drogas” dise-ñadas racionalmente para atacar dianas moleculares de la célula maligna en su
tendón de Aquiles. Este avance ha sido perfectamente expresa-do por Gabriel Hortobagyi, del
MD Anderson de Houston, en
el Congreso de Asco del 15 de mayo del 2005, donde dijo que “ actualmente, hay alrededor de 1500 fármacos inteligentes lis-tos para ser experimentados”. Estos fármacos inteligentes no hubiesen existido si César Milstein, premio Nobel de Me-dicina en 1994, no describiera los anticuerpos monoclona-les.
En el siglo XX y el XXI, tomó también valor la bioeconomía.
En la primera mitad del siglo pasado, el concepto de cáncer fue el de una enfermedad que destruye, metastatiza y mata. En diciembre del 1971, el pre-sidente Nixon, en EE.UU, firma el acta de la War
on Cancer y decide apoyar la investigación oncoló-gica para reducir su mortalidad y morbilidad. Los resultados no fueron los esperados, no se focalizó bien la investigación, pero quedaba establecido el compromiso de los países más desarrollados de luchar contra el cáncer.
Investigación y cáncer enel siglo XXI
Jerónimo Forteza es jefe de servicio de Anatomía Patológica del CHUSPor Jerónimo Forteza Vila*
40
Conocemos el impacto econó-mico sanitario del cáncer y nos preocupa el gasto, pero al mis-mo tiempo el estancamiento en las tasas de mortalidad por cáncer y la necesidad de derri-bar este muro.
Toda esta situación nos lleva a que hay que seguir potencian-do la investigación básica, fa-voreciendo su rápida traslación a la clínica y a la necesidad de contar con centros de cáncer en los hospitales universitarios, con investigación biomédica que los englobe.
En el panorama nacional, hay centros de investigación onco-lógica en varias comunidades: Andalucía, Asturias, Canarias, Castilla–León, Cataluña (4), Va-lencia, Madrid (6) y Navarra. En Galicia, no tenemos ningu-no. Ponerlo en marcha, es todo un desafío.
*Jerónimo Forteza Vila es jefe del Servicio de Anatomía Patológica del CHUS
El doctor Forteza es el responsable del área de investigación del centro hospitalario público de Compostela
Microscopio Zeiss EM910
En la primera mitad del siglo
pasado, el concepto de cáncer fue el
de una enfermedad que destruye,
metastatiza y mata
En el siglo XXI hemos avanzando
en el concepto biológico. No sólo
clasificamos las neoplasias por el sitio de origen
y sus características histológicas,
sino que identificamos genes
en cada una de ellas que definen
su comportamiento
Ha habido también un cambio
en el manejo de los pacientes. Un ejemplo
paradigmático de ello es el cáncer
de mama
En el panorama nacional, hay
centros de investigación de cáncer en varias
comunidades. En Galicia, no
tenemos ninguno. Ponerlo en marcha, es todo un desafío
Hay que seguir
potenciando la investigación
básica, favoreciendo
su rápida traslación a
la clínica
El objetivo prioritario de la
sociedad es la elaboración de
un Plan Estratégico que defina el futuro de la especialidad
reumatológica en Galicia
Los problemas del aparato
musculoesquelético son la principal
causa de reducción de la actividad
laboral y cotidiana, según datos
del Plan Saúde de la Consellería de
Sanidade
Las enfermedades reumáticas no
ocasionan la muerte, pero provocan un deterioro en
la calidad de vida muy importante de
los pacientes
La Sociedade Galega de
Reumatoloxía tiene por ob-jeto fomentar el estudio de las enfermedades reumáticas en beneficio de los pacientes
y atender los problemas rela-cionados con la especialidad. Según su presidente, Fran-cisco Blanco, es también “el lugar donde los reumatólogos gallegos transmiten sus in-quietudes, sus conocimientos, sus problemas, en definitiva, el
foro de discusión de la reumatología en Galicia”.
Su masa so-cial está inte-grada prácti-
camente por todos los reumatólo-
gos de la comu-nidad. “En cuan-
to uno finaliza la
especialidad, o incluso siendo re-
sidente, entra a formar parte
de la sociedad. No somos un grupo muy grande, rondamos los sesenta”, especifica el doc-tor Blanco. Una vez al año, se reúnen todos en un congreso que se celebra cada ejercicio en un hospital diferente.
Esta reunión, además de su inevitable carácter médico, tie-ne un marcado acento familiar, ya que “hablamos de inquietu-des científicas, pero también de
aspectos personales. Incluso, en ocasiones, llevamos a la fami-lia y convertimos el congreso en un acto más social e íntimo”, afirma Francisco Blanco. Esto
es así hasta el punto que “la asociación está presidida por la amistad. Los sesenta socios somos muy buenos amigos y tenemos una excelente rela-ción personal”.
La Sociedade Galega de Reu-
matoloxía invierte esfuerzos en los aspectos de formación continua de los facultativos. “Invitamos a profesores de fue-ra de Galicia para que vengan a
contarnos sus experiencias, con el fin de conocer qué se hace en
el campo de la reumatología en otras comunidades”, explica el presidente de los reumatólogos gallegos. También existen gru-pos de trabajo que se reúnen, sin mediar una convocatoria oficial de la sociedad, para tratar diferentes patologías o temas concretos, como la ar-trosis, o la osteoporosis.
La entidad participa de for-ma muy activa en la programa-ción científica que desarrolla
la sociedad española de la es-pecialidad. Los reumatólogos gallegos presentan sus trabajos de investigación en este foro, e incluso en otros de mayor envergadura, como el con-greso que se celebra a nivel europeo.
Existe una sociedad dedica-da a la especialidad reumática por cada comunidad autónoma. Aunque todas ellas gozan de autonomía, Blanco asegura que, desde la Sociedad Espa-
Según el presidente de la sociedad,
Francisco Blanco, “Galicia está en primera
línea de la Reumatología nacional”
El reumatólogo, especialista de la calidad de vida Francisco Blanco, presidente de la
‘Sociedade Galega de Reumatoloxía’
Por Victoria García-Lastra
42
SOCIEDADE GALEGADE REUMATOLOXÍA
ñola, existe la intención de “acercarse a las sociedades autonómicas y crear un foro de debate común entre éstas y la nacional, para avanzar de la mano y de forma más coor-dinada”.
Aunque la reumatología es una especialidad joven, con una historia de un siglo, el nivel técnico de los reumatólogos españoles es muy alto. “En clave nacional, Galicia es una de las autonomías con grupos de trabajo de mayor prestigio. Estamos en primera línea de la reumatología nacional”, asegura el doctor Blanco. Y no sólo eso. “A nivel europeo, nos encontramos entre la élite. Ade-más, es muy notable nuestra presencia en el Congreso Ame-ricano de Reumatología, el de mayor prestigio del mundo”.
El objetivo prioritario de la Sociedade Galega de Reumato-
loxía es la elaboración de un Plan Estratégico. “Una espe-cie de mapa, detallado y mi-nucioso, de la situación de la especialidad en Galicia. Un do-cumento que analice nuestras fortalezas y nuestras debilida-des y que nos marque el cami-no a seguir”, según Francisco Blanco.
Según datos de la encuesta realizada por el Plan Saúde
2006/2010 de la Consellería
de Sanidade, los problemas del aparato musculoesquelé-tico son la principal causa de reducción de la actividad labo-ral y cotidiana. Las enfermeda-des reumáticas no ocasionan la muerte, “pero provocan un deterioro en la calidad de vida de los pacientes muy importan-te”, señala el doctor Blanco. Por este motivo, asegura que “el reumatólogo es el especialista de la calidad de vida”.
Existen más de trescientas patologías reumáticas diferen-tes. Algunas tienen cura y otras no, pero, en este último caso, los tratamientos paliativos hacen aceptable la calidad de vida del paciente. La artrosis es la enfermedad reumatológica más diagnosticada y, proba-blemente, la más habitual de todas las patologías. Por este motivo, suele diagnosticarse en atención primaria, pero, al tratarse de enfermedades crónicas, van ocasionando complicaciones asociadas. En este punto es donde los espe-cialistas tienen que ayudar al médico de familia a diagnosti-car bien el problema y tratarlo adecuadamente.
La Sociedade Galega de Reu-
matoloxía trabaja en estrecha colaboración con los médicos de Familia para que el pacien-te llegue antes al reumatólogo,
frecuencia llega al reumatólo-go es el de un joven, de entre treinta y cuarenta y cinco años, mayoritariamente mujer, que presenta un cuadro de lum-balgia o cervicalgia, asociado a situaciones laborales o a pro-blemas cotidianos. También acuden enfermos con proble-mas inflamatorios de etiología
reumática. Por otro lado, está el paciente
de más de sesenta años, que acude a la consulta con dolor de rodilla o de cadera, rela-cionado con la destrucción de la articulación por artrosis, o con dolor de espalda asociado a la osteoporosis. Por último, aunque menos habitual, se ven casos de enfermedades reumá-ticas en edad infantil en las que es fundamental el diagnóstico temprano. A medida que la pi-rámide poblacional se invierte y la sociedad envejece el núme-ro de enfermedades reumáticas aumenta.
sobre todo en casos de pacientes con enfermedades como la artri-tis reumatoide o la psoriásica, donde la atención temprana es especialmente importante.
Uno de los casos que con más
Lo que ya no está tan claro
es si se puede considerar
razonable pedir de forma sis-temática y sólo a los médicos, que disminuyamos este gasto; es decir, si el médico, y sobre todo el médico de primaria, es
el único o principal responsa-ble de este aumento del gasto o del uso inapropiado de los fármacos como parece dedu-cirse de un análisis somero de los llamados programas de Uso Racional de Medicamentos.
Los ignorantes en materia de macroeconomía, como el autor, no podemos menos que sentir perplejidad cuando reci-bimos mensajes aparentemen-te contradictorios de nuestras autoridades. Estos días vemos que comprar lo innecesario, seguir consumiendo de forma desaforada y por encima de nuestras posibilidades, origina un desastre; y oímos como la bajada de precios y la deflación
son demonios que están origi-nando el cierre de empresas, expedientes de regulación de trabajadores y un ambiente de pánico ante el desplome de la economía. Por tanto, si esa es la característica del siste-ma actual de mercado liberal, deberíamos alegrarnos de que la industria farmacéutica siga
Pocos profesionales sanitarios niegan que la utilización de los medicamentos es mejorable. También es obvio que hay un aumento sostenido y continuo del gasto en este capítulo y que los recursos de nuestro sistema sanitario son limitados.
La utilización de los medicamentos es deficiente y mejorable
Por Carlos Rodríguez Moreno*
Oficina de farmacia
44
aumentando año tras año sus ganancias, manteniendo los puestos de trabajo e impul-sando nuestra economía. Debe de ser muy duro para nuestras autoridades sanitarias verse en la contradicción de tener que proteger la eficiencia de
un modelo sanitario público y la salud de la industria farma-céutica, en un sistema que no le permite fabricar y distribuir sus propios medicamentos, una vez caducadas las patentes; o cuando menos, utilizar sólo los medicamentos necesarios y los más baratos.
Lo primero que habría que preguntarse es si la mayor longevidad de la población, la ampliación de la cobertura y de la cartera de servicios de la atención primaria, no debería acompañarse de un aumento del gasto farmacéutico o, di-cho de otro modo, si en sanidad tiene sentido hablar de que el gasto ha aumentado o dismi-nuido respecto a otros años, sin cuestionarnos que podemos estar utilizando medicamen-tos más caros pero claramente coste-efectivos (como IECAs en la insuficiencia cardiaca o cor-ticoides inhalados en el asma) o justo lo contrario, medica-mentos poco coste-efectivos (como los inhibidores de la colinesterasa en el alzheimer) o peor aún, estrategias con una relación beneficio/riesgo
claramente desfavorable como el tratamiento hormonal susti-tutivo en mujeres no histerec-tomizadas.
También debemos pregun-tarnos si este aumento del gas-to debe sorprendernos cuando vemos que, mediante procesos de escasa transparencia, la fija-ción de precios ha originado la llegada de fármacos que multi-plican por 10 o incluso por 50 el coste del tratamiento de un mismo problema y cuáles son las ventajas reales de esas no-vedades en términos de salud. Curioso el caso del bupropión, que costaba poco más de 12 dó-lares/mes como antidepresivo, y cuesta 80 euros/mensuales
como coadyuvante en la reti-rada del tabaco. Y espectacular si comparamos el haloperidol (3 euros/mes) frente a los nue-vos antipsicóticos (hasta 150 euros/mes) o los 5-6 euros/mes de la fluoxetina frente a los 50
euros/mes de antidepresivos similares pero de última ge-neración.
Estaríamos contentos si real-mente los nuevos medicamen-tos también fueran buenos, con ventajas reales sobre los anteriores. Sin embargo, en la literatura científica abundan
análisis que estiman en un 3-5% los fármacos que real-mente son innovadores, mien-tras que en el resto, ese mayor precio sólo representa ventajas muy marginales en el mejor de los casos (si es que las hay, ya
que estas ventajas casi nunca se estudian adecuadamente). En contrapartida, el comprensi-ble deseo de nuestra agencia de medicamentos de facilitar las cosas a las empresas en aras de esa comentada bonanza econó-mica, determina que estos nue-vos y caros medicamentos que llegan al mercado sean abso-lutos desconocidos en materia de seguridad y muchas veces de eficacia. En la actualidad,
el acelerado procedimiento de autorización no da más que para un ensayo clínico frente a placebo, de escasas semanas de duración, como toda prueba de eficacia y seguridad.
El problema es que tampoco podemos responder a una pre-gunta tan sencilla como esta: ¿Está aumentando la salud de
Carlos Rodríguez Moreno
Es obvio que hay un aumento
sostenido y continuo del gasto en fármacos y que
los recursos de nuestro sistema
sanitario son limitados
No está tan claro si se puede considerar
razonable pedir de forma
sistemática, y sólo a los médicos,
que disminuyamos el gasto en
medicamentos
Estaríamos contentos si los
nuevos fármacos presentaran
ventajas reales sobre los anteriores
Abundan análisis en la literatura
científica que estiman
en un 3-5% los medicamentos que
realmente son innovadores
Desde siempre, los datos en los
que se sustentan los análisis
periódicos del gasto farmacéutico
nacen, viven y mueren en
compartimentos estancos
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la población gracias a los nue-vos medicamentos? Podemos asegurar que nos gastamos más dinero en fármacos, que está aumentando la población que lleva tratamiento farmaco-lógico y que los medicamentos prescritos son más nuevos, más caros y peor conocidos. Sin em-bargo, cuando queremos saber cómo impacta esta nueva si-tuación en la salud de nuestra población tenemos un proble-ma metodológico y estructu-ral grave. Desde siempre, los datos en los que se sustentan los análisis periódicos del gas-to farmacéutico nacen, viven y mueren en compartimentos estancos. Provienen de las rece-tas, están sujetos a innumera-bles sesgos y manipulaciones, son escasamente comparables en el tiempo y en el espacio y, por supuesto, no existe nin-gún mecanismo que permita relacionar ese consumo con datos de salud y, la mayoría de las veces, ni siquiera con información tan básica como la indicación en la que se han prescrito.
Para poder conocer este im-portante aspecto no hay más remedio que recurrir a estudios específicos y los resultados son
más bien decepcionantes. Por ejemplo, si queremos valorar el grado de control de facto-res de riesgo cardiovascular de nuestra población, estudios como el Cifarc, el Euroaspire, el Prevencat y otros, muestran que es tan bajo como el 30-40% a pesar del amplio consumo de medicamentos para esta situación.
Por tanto, si vivimos (y hemos elegido) un sistema liberal de mercado; si los orga-nismos que tienen que velar por el rigor en la comercialización de medicamen-tos dan puente de plata a los fabricantes; si éstos sólo consiguen un 5% de moléculas
realmente innovadoras; si la formación pregrado de los mé-dicos en materia de prescrip-ción es nula; si la formación e información postgrado está en manos de los fabricantes
y el cuerpo de conocimiento donde se basa en nuestras decisiones, mediatizado por intereses
econó-
micos; si en nuestro sistema sanitario hay una sobrecarga asistencial; si los usuarios ca-recen de la formación y edu-cación necesarias para utilizar adecuadamente los recursos sanitarios; y si no tenemos las herramientas necesarias para relacionar utilización de medi-camentos con salud, creo que podemos afirmar, no sólo que
la utilización de medicamentos es ineficiente y mejorable des-de un punto de vista sanitario, sino también que eso es lo es-perable. Lo contrario sería una sorpresa mayúscula. Así pues, dejo la pregunta en el aire: ¿Somos los médicos los úni-cos responsables? ¿Realmente es evitable el crecimiento del gasto farmacéutico?
*Carlos Rodríguez Moreno es médico especialista en farmacología clínica
El autor del artículo se pregunta si realmente es evitable el crecimiento del gasto farmacéutico
No existe ningún mecanismo
que permita relacionar
el consumo de medicamentos
con datos de salud y,
la mayoría de las veces, ni
siquiera con información
tan básica como la indicación para la que se han
prescrito
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Las puertas de la Residen-
cia Asistida de Mayores
de Oleiros se abrieron por primera vez hace veinticinco años para acoger a 280 ancia-nos dependientes. Sobre sus 18.000 metros cuadrados de superficie, divididos en cuatro
plantas, se levanta el hogar de muchas personas que van a pasar la última etapa de su vida en una de las residencias más grandes y medicalizadas de Galicia, donde disponen de atención integral de forma continua.
Los doctores Juan Jiménez Antón, José Breijo Devesa, Luis Garrido Sastre y Francis-co Sobrino Mosquera forman el equipo médico del centro. Trabajan a jornada completa y, para asegurar una asistencia durante las 24 horas del día, establecen turnos de guar-dias localizadas en los pocos momentos en los que ningún facultativo se encuentra en el
recinto. Los cuatro lideran un equipo humano compuesto, además, por un farmacéutico, una terapeuta ocupacional, dos fisioterapeutas, veinticua-tro enfermeras y ciento veinte auxiliares.
Cada uno de los médicos se responsabiliza de una planta. Por la mañana, revisan las novedades que hayan podido surgir desde la noche ante-rior, repasan y ajustan los tra-tamientos de enfermedades crónicas, solicitan analíticas y pruebas complementarias, planifican cuidados básicos,
supervisan las dietas y hacen el seguimiento habitual de los residentes.
Los doctores Jiménez y Brei-jo son, además, especialistas en geriatría. La muerte, la invali-dez y el dolor son compañeros diarios de trabajo, algo a lo que, aseguran, ya se han acostum-brado. “La enfermedad en el anciano se vive de forma más
natural que en otras etapas, y la muerte se acepta como un he-cho inevitable”, afirma el doc-tor Jiménez, a lo que el doctor Breijo añade que “la muerte llega como un hecho liberador para el enfermo y las familias, porque las enfermedades que padecen son crónicas, largas e incapacitantes”. A pesar de este clima de continuas despedidas y sufrimiento, los facultativos aseguran que les gusta su trabajo, que tienen vocación solidaria.
Las patologías más frecuen-tes que presentan los internos son demencias y enfermeda-des neurológicas invalidantes. También son habituales las car-diopatías, broncopatías, tras-tornos metabólicos-endocri-nos, arteriopatías periféricas, fracturas y ceguera y sordera totales.
La residencia cuenta con un servicio propio de radiología y un laboratorio. Así, los médi-cos pueden atender en el cen-tro cualquier tipo de urgencia y solamente necesitan enviar al hospital de A Coruña las ci-
Los doctores Juan Jiménez Antón
y José Breijo Devesa cuentan
sus experiencias en la Residencia
Asistida de Mayores de Oleiros
“La enfermedad en el anciano se vive de forma natural y la muerte se acepta como un hecho inevitable”
Por Victoria García-Lastra
El personal del centro conoce a cada residente por su nombre
Los doctores Juan Jiménez Antón y José Breijo Devesa
48
MÉDICOS EN CENTROS GERIÁTRICOS
rugías o consultas específicas.
Cada vez ingresan más pacien-tes psiquiátricos envejecidos y, para atenderles, un médico psiquiatra se traslada a la resi-dencia de forma periódica.
La Residencia Asistida de Mayores de Oleiros no es un asilo. Es un hospital de larga estancia, una diferencia que logra que los ancianos y sus familias asuman mejor el he-cho de trasladar su hogar al centro. El personal que traba-ja allí conoce perfectamente a cada residente, lo llama por su nombre y memoriza desde su
medicación hasta sus pequeñas rarezas. Los mayores se refie-ren al centro como su casa.
La sala de fisioterapia es un
espacio diáfano y luminoso, casi vacío. Los ancianos forman un círculo sentados en sus si-llas. En el centro, una fisiotera-peuta indica “derecha, izquier-da”. Algunos se han dormido, otros miran hacia los lados sin saber qué ocurre alrededor y unos pocos, tratando de seguir las palabras de la profesional, desplazan el cuerpo, con las manos en la cintura, hacia un lado y hacia otro. El doctor Ji-
ménez se acerca a supervisar la sesión. “Hay que moverse,
doctor”, dice una señora mayor, que intenta cumplir, con una sonrisa, los ejercicios.
En la habitación de al lado, de grandes dimensiones, un grupo de mayores realiza te-rapia ocupacional y actividades manuales para conservar sus habilidades. Faltan los ancia-nos que no pueden mover-se y que permanecen en sus camas, en sus habitaciones, a los que los facultativos reali-zan seguimiento de forma casi continua.
Los médicos repasan y ajustan los tratamientos,
solicitan analíticas y
pruebas, planifican cuidados básicos,
supervisan las dietas y hacen
el seguimiento habitual
de los residentes
El equipo médico ofrece asistencia las 24 horas del día
Los facultativos realizan el seguimiento de los residentes de forma casi continua
El Certificado Médico de De-
función/Boletín Estadístico
de Defunción (CMD-BED) es un documento jurídico-admi-nistrativo necesario para obte-ner la licencia de enterramien-to en el caso de muerte natural. En palabras de Bernardo Seoa-ne, tesorero del Colegio Médico de A Coruña, “es la acreditación del fallecimiento de una perso-na, por parte de la única legal-mente autorizada para hacerlo, el médico”. El artículo 274 del Reglamento del Registro Civil
establece que sea el facultati-vo que asistió al paciente en los últimos momentos, o en su última enfermedad, quien debe cubrirlo. Hacerlo de forma
correcta contribuye a una me-jor calidad de los datos y, como consecuencia, a la generación de estadísticas de causas de de-función más fiables, de mayor
validez general.Este documento ha cambiado
recientemente, adaptándose al modelo internacional de certifi-cado médico de la Organización
Mundial de la Salud (OMS), en el que se incluye el intervalo de tiempo aproximado entre el comienzo de cada afección y la fecha de defunción. Aun-que cabe la posibilidad de que inicialmente convivan el an-tiguo y el actual, durante un corto espacio de tiempo, la última versión evitará que los facultativos firmen papeles por
duplicado. Esta es la principal ventaja para los profesiona-les médicos y, por añadidura, para una mayor fiabilidad de
las necesarias estadísticas sa-nitarias. El nuevo documento consta de cuatro hojas: las dos primeras corresponden al Cer-tificado Médico de Defunción y
la tercera y la cuarta al Boletín Estadístico de Defunción.
La hoja número uno se compone de tres apartados: identificación del facultativo
que certifica la muerte, iden-
El documento se adapta
al modelo internacional de la
Organización Mundial de la Salud
El nuevo Certificado de Defunción evitará que los médicos cubran papeles por duplicado
Por Victoria García-Lastra
Ejemplar del nuevo Certificado
Médico de Defunción
50
Certificado de Defunción
tificación del fallecido y de la
defunción y causas del éxitus. En este último, hay que espe-cificar una causa inmediata, es
decir, la enfermedad o condi-ción patológica que causó fi-nalmente la muerte. Además, si las hubiera, hay que cubrir las causas antecedentes, es de-cir, los estados morbosos que llevaron a la causa inmediata. Es fundamental e imprescindi-ble detallar una causa inicial o fundamental: la patología o lesión que inició los hechos que condujeron al falleci-miento. Se tiene que anotar una única causa fundamental de muerte, la que, según el criterio del médico, haya sido el desencadenante de todo el proceso que ha derivado en el deceso. Por último, hay que reflejar en “otros procesos”,
las enfermedades o estados morbosos que contribuyeron al fallecimiento, pero no rela-cionados ni desencadenantes de la causa inicial o funda-mental.
En la hoja número dos figu-ran las instrucciones básicas de certificación. La doctora
Sara Cerdeira, responsable del Registro de Mortalidad del Servicio de Epidemiolo-gía de la Dirección General de Salud Pública de la Con-sellería de Sanidad, explica que “se ha de cumplimentar el documento como si las causas fueran eslabones de una cadena, formando una secuencia lógica de aconteci-mientos: una sucesión de en-fermedades que comienza en
la causa inicial o fundamental y termina en la causa inmediata, de tal manera que la causa in-mediata sea debida a las causas antecedentes (si existieran), y estas a su vez debidas a la causa fundamental”.
Como ejemplo, la doctora Cerdeira pone el caso de un hombre de sesenta y tres años que padece una úlcera duode-nal crónica desde hace trece. Fallece veinticuatro horas des-pués de una sepsis generali-zada, ocasionada por la perito-nitis sufrida a los tres días de una operación de perforación duodenal realizada hace seis. En su historia, también presen-ta un carcinoma bronquial de células adenoides localizado en el lóbulo inferior izquierdo pulmonar, diagnosticado hace nueve meses.
Como se ha indicado, es re-comendable empezar a cubrir el certificado de arriba a aba-jo, desde la causa inmediata, construyendo una secuencia lógica de acontecimientos que enlaza una causa con otra. De esta manera, este ejemplo se leería: sepsis generalizada (hace 24 horas), debido a la peritonitis (hace 3 días), a la perforación duodenal (hace 6 días) y a la úlcera duodenal crónica (hace 13 años), que es la causa fundamental de defunción y la que inicia toda la cadena de acontecimientos. En otros procesos se anotarán aquellos que contribuyeron a la muerte pero no relacionados directamente con la enferme-dad que la produjo. Cualquier
Cubrir el certificado de forma correcta
contribuye a una mejor calidad
de los datos y a la generación de estadísticas de causas de
defunción más fiables
La información contenida en cada
Certificado de Defunción es clave para la elaboración de las Estadísticas
de Mortalidad autonómicas y
nacionales
En España, las primeras causas
de mortalidad son las enfermedades
crónicas: del aparato circulatorio,
cánceres y patologías del
aparato respiratorio
patología que no complete esta secuencia, deberá considerarse que pertenece a este apartado. Siguiendo el mismo ejemplo, el carcinoma debe situarse en otros procesos.
“Los médicos han de ser rigurosos a la hora de cubrir el certificado. Para ello, es im-portante que reciban una for-mación orientada a la reduc-ción de errores derivados del desconocimiento”, asegura el doctor Seoane. Señala, además, que, para evitarlos, los colegios médicos oficiales deben de ga-rantizar la formación continua de los facultativos. Entre los errores, los más habituales son la ausencia de secuencia lógica, mala letra, utilización de siglas con el consiguiente peligro de mala interpretación de las pa-tologías (IRA, por ejemplo, se puede interpretar como Insufi-ciencia Respiratoria Aguda, así como Insuficiencia Renal Agu-da), señalar más de una causa fundamental o la utilización de abreviaturas.
Algo muy importante a re-señar es el hecho de que todos los casos de muerte no natural son muerte judicial. El circuito es diferente, el fallecimiento no tiene que certificarlo un
médico, sino un forense, tal y como determina la Ley de En-juiciamiento Criminal en su artículo 340. A menudo, los facultativos cometen el error de indicar causas externas de defunción por considerar que la accidentabilidad no es una causa violenta y por asociar el concepto de muerte violenta a la homicida o suicida, pero no a la accidental.
Una vez cubierto el documen-to, trámite necesario siempre que el fallecido supere las vein-ticuatro horas de vida, en el Re-gistro Civil del municipio en que ha ocurrido la defunción, se procede a la inscripción y se concede la licencia de enterra-miento. Desde allí, se remite a la correspondiente delegación provincial del Instituto Nacio-nal de Estadística (INE), donde, a su vez, es enviado al Instituto
Galego de Estatística (IGE) que, posteriormente, lo hace llegar al Registro de Mortalidad de Galicia de la Dirección Gene-ral de Salud Pública. En este punto, se repasan los datos so-cio sanitarios, por si hubiera alguna incongruencia que co-rregir en fechas de nacimiento o defunción o en aspectos tales como la causa de fallecimiento. Tras codificar las causas de la
defunción, el registro devuelve la información en sentido con-trario, llegando hasta los servi-cios centrales del INE que las hará formar parte de la base de datos del Movimiento Natural de Población, en el apartado de defunciones.
El País Vasco, Galicia, Cata-luña, Castilla y León y Murcia elaboraron un hace unos años, en colaboración con el Minis-terio de Sanidad y Consumo, un sostware que ya tienen en marcha. Bajo el nombre de Cer-tifica, el programa se utiliza en
la autoformación médica para la certificación de la defunción.
Se compone de cinco unidades que incluyen, entre otros, do-cumentos implicados en la muerte, el circuito que siguen o un banco de ejercicios. Tras el cambio en el certificado de
defunción, se está actualizando el programa y se prevé que en unos dos meses estará disponi-
“SE HA DE CUMPLIMENTAR EL DOCUMENTO COMO SI LAS CAUSAS FUERAN ESLABONES DE UNA CADENA, FORMANDO UNA SECUENCIA LÓGICA QUE SE INICIA EN LA CAUSA FUNDAMENTAL Y TERMINA EN LA CAUSA INMEDIATA DE LA DEFUNCIÓN” DOCTORA SARA CERDEIRA
Sara Cerdeira con sus compañeras del Registro de Mortalidad, Lucía Villar y Dolores Constenla
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ble a través de Internet.La información contenida en
cada Certificado de Defunción
es clave para la elaboración de las Estadísticas de Mortalidad. Con ellas puede establecerse
un orden de prioridades en las intervenciones sanitarias y es posible conocer el patrón de las causas de muerte de una población para orientar los recursos sanitarios en la di-
rección adecuada. En España, las primeras cau-
sas de mortalidad son las enfer-medades crónicas: del aparato circulatorio, diversos tipos de cánceres y las patologías del
aparato respiratorio. En los menores de treinta y nueve años, son las lesiones por ac-cidentes, los envenenamientos y suicidios.
Seguiremos informando.
“LOS MÉDICOS HAN DE SER RIGUROSOS A LA HORA DE CUBRIR EL CERTIFICADO. PARA ELLO ES IMPORTANTE QUE RECIBAN UNA FORMACIÓN ORIENTADA A LA REDUCCIÓN DE ERRORES DERIVADOS DEL DESCONOCIMIENTO” DOCTOR BERNARDO SEOANE
Bernardo Seoane, tesorero del Colegio Médico de A Coruña
Tanatorio de As Xubias, en A Coruña
El secretario general del Servizo Galego de Saúde en funciones, Cayetano Rodríguez Escudero, envió una circular a los directores provinciales, ge-rentes de hospitales y de aten-ción primaria y directores del Centro de Transfusión de Ga-licia y de la Fundación Pública 061 en el que hace referencia a un informe de la Asesoría Jurí-dica en el que textualmente se dice que coa normativa vixente
na actualidade da Comunidade
Autónoma de Galicia, e coa in-
terpretación que fixo a xurispru-
dencia, non existe obrigación de
colexiación para os médicos que
desenvolvan as súas funcións nos
centros de saúde e, por analoxía
e extensión, ao restos dos centros
e servizos sanitarios dependentes
ous adcritos ao Servizo Galego de
Saúde, e a toda actividade reali-
zada na Administración Pública
con carácter de exclusividade. Tal informe, del que es
autor el jefe de la Asesoría Jurídica de la Consellería de Sanidad, José María Barreiro Díaz, no ofrece ninguna ar-gumentación sólida o con un mínimo fundamento y se apoya en una única sentencia del año 2005, referida al caso de una enfermera. De ello, se colige claramente la falta de peso y ausencia de argumentación del letrado autor del informe que constituye el único asidero del
contenido de la nociva circular de la autoridad sanitaria.
Ante semejante desatino, el Colegio Oficial de Médicos
de A Coruña, lamenta que la secretaría xeral del Sergas se haya manifestado de forma tan contundente con el sólo apoyo de una sentencia y de un parco informe de dos folios sobre una cuestión que, como mínimo, exige una ponderación de argu-mentos legales y de los intere-ses de los pacientes y usuarios del Sistema Público de Salud gallego que, en definitiva, son
la razón de ser de los Colegios Oficiales de Médicos.
El COMC rechaza, por ab-surda, la interpretación de la Ley de Colegios Profesionales de Galicia, realizada por el equipo directivo en funciones del Sergas, según la cual los funcionarios y trabajadores de la Administración Pública “no precisarán estar colegiados para el ejercicio de funciones
En ella niega la obligación
de colegiación para los
médicos que trabajan en la
sanidad pública gallega
El COMC rechaza la circular enviada por el secretario general del Sergas en funciones
Por Víctor Porto
El doctor Luciano Vidán, presidente del Colegio Médico de A Coruña
54
puramente administrativas ni para la realización de acti-vidades propias de la corres-pondiente profesión por cuenta de la administración a la que pertenezcan, cuando el desti-natario inmediato de aquellas sea esa administración. Sí será obligatoria, en consecuencia, la colegiación para el ejercicio de la actividad privada”.
Según el colegio, si la fina-lidad de la ley fuera que los
funcionarios con dedicación exclusiva no se colegiasen y los que la compatibilicen con la privada sí, no utilizaría la ex-presión “cuando el destinatario inmediato de aquellas sea esa administración”. Si la usa, es porque quiere decir eso de ma-nera expresa: que si de forma inmediata presta asistencia al paciente deberá colegiarse y si de forma inmediata presta asistencia a la Administración,
no deberá hacerlo.Según la interpretación del
Sergas, el texto legal queda-ría vacío de contenido: si la ley dice algo, será por algún motivo y no por nada. Por eso toma pleno sentido cuando se interpreta que la relación de inmediación se entiende en sentido asistencial, material, y por ello, es inmediata cuando se presta directamente al pa-ciente por el facultativo. Bené-volamente, puede pensarse que el letrado al servicio del Sergas no ha buscado en el diccionario el término inmediato. De ahí su error.
El texto no sólo es parco en argumentos, que además son claramente erróneos, sino que se apoya en una sola senten-cia, por mucho que haya sido confirmada en apelación. No
obstante, olvida otras de Tri-bunales Superiores de Justicia de distintas comunidades autó-nomas, del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional que avalan la legalidad de la colegiación obligatoria como necesaria para la mejor asis-tencia facultativa a los pacien-tes.
En esta línea, se halla la sentencia del Tribunal Supe-rior de Justicia de Madrid, de 12 de enero de 2006, relativa a la obligatoriedad de cole-giación de los profesionales médicos que ejercen en exclu-sividad para la administración sanitaria de la comunidad. Y se llega a esta conclusión con argumentos tan contundentes que nos inclinamos por consi-
La circular se basa en un
informe del jefe de la
Asesoría Jurídica de la Consellería
de Sanidad, José María Barreiro
Díaz
derar necesaria la colegiación en este supuesto, pues se trata del ejercicio de una actividad profesional, la de médico, cuya organización se atribuye con carácter general al colegio, con independencia del carácter de funcionario público del profe-sional de la medicina.
Esta sentencia, con cita de la del Tribunal Supremo de 13 de diciembre de 2002, mani-fiesta que cuando se trata del
ejercicio de una profesión or-ganizada en colegios, ya sea en el ámbito privado o público, como regla general será nece-saria la colegiación, excepto en los casos especialmente esta-blecidos en la Ley. Esto quiere decir que la excepción a la co-legiación debe serlo expresa-mente, al ser distinto el grado o alcance del interés público afectado en cada caso, según el contenido de las diferentes profesiones en el ámbito fun-cionarial. Por tanto, de los pre-ceptos legales analizados se desprende, sin lugar a dudas, la necesidad de la colegiación para el ejercicio de la profe-sión de médico, cualquiera que
sea la modalidad en que ésta se preste o desarrolle.
No deja de producir perple-jidad y desconcierto que la circular del secretario general del Sergas ampare una cues-tión tan trascendental en la existencia de sellos oficiales
o del código número personal –elevado por el informe de la Asesoría Jurídica del Sergas a la categoría de “consecuen-cia” de la no obligatoriedad de la colegiación-, cuando el propio decreto que lo regula establece que se “podrá incluir el número de colegiado de
aquellos profesionales que lo posean”.
Lamentamos y resulta criti-cable que el Sergas no tenga tanta celeridad ni diligencia en
extender los efec-tos de una sen-tencia a otras situaciones,
realmente graves y
que afectan sobremanera
El texto del Sergas no sólo es parco en argumentos,
que además son claramente erróneos, sino que se apoya en una sola sentencia,
olvidando otras de altos tribunales
que avalan la legalidad de la colegiación
obligatoria
Constituye toda una sorpresa que la Secretaría
Xeral del Sergas decidiera enviar, mediante
un oficio sin fecha, un breve
informe que ya tenía en
su poder desde el 20 de enero
de 2009. ¿Tendrá algo que
ver con el resultado electoral?
Jordana Fernández trabaja en la Asesoría Jurídica del COMC desde hace 21 años
Flavio López, uno de los asesores jurídicos del colegio
a los intereses y problemática de los profesionales. En con-creto, en materia de personal o responsabilidad patrimonial, cuestiones que son esenciales para la prestación de un servi-cio sanitario de calidad.
La Consellería/Servizo Ga-lego de Saúde–como Admi-nistración Pública- y los co-legios profesionales –como corporaciones de Derecho Pú-blico- tienen competencias y finalidades diferentes, de tal
forma que sus atribuciones son complementarias para el mejor servicio a la sanidad y a la salud de los gallegos. La colegiación se refiere a los de-beres que como profesionales tienen los facultativos de la medicina con sus pacientes, con la sociedad y con sus com-pañeros, y con la obligación de desempeñarla de acuerdo con la lex artis. La dependen-cia de la Consellería/Servizo Galego de Saúde es orgánica, funcional y jerárquica y se refiere al desempeño de sus
cometidos dentro de la orga-nización y de acuerdo con sus
deberes administrativos como funcionarios.
La colegiación es necesa-ria y útil para los intereses de los médicos, tanto estatu-tarios como privados, y para los intereses de los usuarios y pacientes. Sobre todo, cuando los colegios son entidades in-dependientes de la Consellería/Sergas. Con esa independen-cia, pueden defender mejor los derechos e intereses legítimos de los pacientes, usuarios y fa-cultativos. En un momento en el que las titulaciones de los médicos que vienen a trabajar a Galicia proceden de sistemas universitarios muy distintos del nuestro, resulta evidente el papel que deben tener los colegios para garantizar la ne-cesaria formación para el ejer-cicio de la medicina en nuestra comunidad y preservar la salud de los ciudadanos gallegos.
Por otro lado, constituye toda una sorpresa que la Secretaría del Servizo Galego de Saúde decidiera enviar, mediante un oficio sin fecha -cosa insólita
en la documentación adminis-
trativa- un breve informe que ya tenía en su poder desde el 20 de enero de 2009. ¿Tendrá algo que ver el resultado de las pasadas elecciones auto-nómicas? ¿Será que había que hacerle algún favor a alguien? Caben todas las preguntas y, lo que es peor, todas las res-puestas. En todo caso, parece lógico que los nuevos equipos directivos de la Consellería de
Sanidad y del Servizo Galego de Saúde se replanteen esta cuestión y no entren en mate-rias que son ajenas a su ámbito competencial.
Para finalizar, conviene re-cordar que la propia Constitu-ción Española reconoce en su artículo 36, que “la ley regulará las peculiaridades propias del régimen jurídico de los cole-gios profesionales y el ejercicio de las profesiones tituladas”. De esta manera, se da carta de naturaleza al papel y respon-sabilidad de los colegios y a la regulación y ordenación de las citadas profesiones tituladas, muy relacionadas con la acti-vidad colegial. En esta línea, se ha dictado una legislación básica que debe ser respetada por la normativa dictada en el ámbito de las Comunida-des Autónomas. Por ello, con base y respeto de las premisas establecidas en las anteriores normas hay que interpretar y aplicar la regulación de am-bas materias, esenciales para el ejercicio profesional de los médicos.
La propia Constitución
Española reconoce en su artículo 36,
que “la ley regulará las
peculiaridades propias
del régimen jurídico de los colegios profesionales y el ejercicio
de las profesiones tituladas”
Jordana Fernández, en una sala de la Audiencia Provincial de A Coruña
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