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Número 1 / marzo de 2016 De carambola La ladera: La espada Poemario de maíz Contrucción de memoria en carambola Periódico Comunitario Un valioso aporte para la memoria histórica de Manrique y de la ciudad Tinta Tres y territorio

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Page 1: Revista La Tintera

Número 1 / marzo de 2016

De carambola

La ladera:

La espadaPoemario

de maíz

Contrucción de memoria

en carambola

Periódico Comunitario

Un valioso aporte parala memoria histórica deManrique y de la ciudad

Tinta Tres

y territorio

Page 2: Revista La Tintera

La espada de Maíz.Raúl Montenegro

Contenido

Equipo de trabajo:

Escritores:

Portada:

La TinteraRevista e-mail: [email protected]

Lilit Lobos, Carlos Orlas, Claudia J. Rengifo

Prof. Dr. Raúl A. MontenegroJuan Esteban MonsalveOscar CárdenasAlexander ZuletaPaola Alarcón Conrado LlamasEberhar Cano NaranjoGrupo de tercera de edad de María Cano Carambolas

ESPECIAL MARÍA CANO CARAMBOLASLlegados los años 80 empieza a consolidarse el barrio, se hacen las primeras obras como la escuela La Amapolita, la cancha para los niños, una caseta comunitaria a punta de convites con el apoyo de algunas buenas gentes de la alcaldía. p. 6

TINTA TRES

p.31

Un valioso aporte para la memoria histórica de Manrique y Medellín. p.3

p.2

p.24

p.14

p.21

p.11

p.17

p.27

EDITORIALDESPERTARES

Despertares, regreso, reclamo, rebeldía. Reno-varse para recrearse,

¡Bienvenidos!

La Tintera es un medio impreso para conversar de tanto en tanto con ustedes queridos lectores, vecinas y vecinos en un encuentro con aquello que somos, que vivimos y que compartimos.

R L T

La Ladera: construcción de memoria y territorio

María Cano... Nuestraflor del trabajo.

Caminos que no olvido.Documental

Leticia Machado yMarcos Vélez...

La ruta de la vida.Crónica

Narrativas para estudiantes.

Paola Alarcón

Ilustración: Andrés Sánchez Imágenes de Maria Cano: Colectivo Camilo Vive, Juan Esteban Monsalve, Archivo familiar de Leticia Machado y Marcos Vélez, Alexander Zuleta, Joni Restrepo, Archivo de Raíces Colectivo de Memoria Histórica

La publicación de esta edición se realiza con recursos de Presupuesto Participativo mediante el

proyecto “Fortalecimiento de la investigación juvenil mediante estrategias de apropiación en el territorio para el reconocimiento de espacios de encuentro”. Componente: Fortalecimiento del conocimiento de

la política pública juvenil mediante las iniciativas de promoción, exploración y procesos de investiga-ción en la comunas 3 con el Instituto de Estudios Políticos - Universidad de Antioquia y Secretaría de

Juventud de la Alcaldía de Medellín 2015.

Page 3: Revista La Tintera

La Tintera2 Revista

DespertaresEditorial

Despertares, regreso, reclamo, rebeldía. Re-novarse para recrearse, ¡Bienvenidos!

La Tintera es un medio impreso para conversar de tanto en tanto con ustedes queridos lectores, vecinas y vecinos en un encuentro con aquello que somos, que vivimos y que compartimos.

Es además un canto literario en el que rescatamos de la cotidia-nidad, para preservar de manera escrita nuestras identidades y memoria en su diversidad, a través de reportajes, cuentos, biografías, relatos, crónicas, entre otros locos lenguajes posibles e imposibles con los que enriquecemos el diálogo con la ciudad, el país y nuestra comunidad universal.

La Tintera además buscará re-coger y entregar las investigaciones realizadas en la comunas en clave de investigación acción, participa-ción para la trasformación –IAP– ya que entendemos que estas deben ser regresadas a los territorios y permitir nuevas miradas sobre nosotros mismos, sobre lo que somos y sobre el futuro posible que reclamamos y construimos perma-nentemente desde la esperanza.

Manrique ha sido objeto de bastas investigaciones, lamenta-blemente muchas de ellas solo referidas al conflicto y la precarie-dad, esperamos revertir esta suerte

de marca, levantando un canto a la esperanza y la resistencia civil que los pobladores han dado contra la desesperanza, brindando a los lectores un ros-tro cercano, un relato humano y transgresor, una poética de la cotidianidad y de los persona-jes que la hacen realidad en las calles, parques, esquinas, casas, cocinas, alcobas y colchones.

En nuestra primera edición viajaremos hasta el Occidente y el Urabá antioqueños. En esas memorias construidas desde la ladera y el destierro, nos encontraremos con María Cano Márquez y con los habitantes de un barrio llamado Caram-bolas y su álbum comunitario, por último les ofrecemos un poemario con “Sabor a Negra” y “Maíz”.

Micro relatos desde la comuna y la barriada, que con nuestros creadores y perio-distas comunitarios, puedan brindarnos un lenguaje univer-sal que nos lleve a la región o hasta cualquier rincón de una morada desconocida de nues-tra querida Latinoamérica o al otro lado del planeta, nuestro hogar.

Bienvenidas, bienvenidos, el viaje ha comenzado…

Juana, la Loca de la Casa

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La Tintera 3Revista

Tinta tresPeriódico comunitario

Son diversos y ricos en las formas y contenidos los escritos que hallamos en las

veinticuatro ediciones que se elabo-raron bajo la marca inconfundible de Tinta Tres, en cada uno de ellos está la esencia de la lucha y la dignidad; estas dan rostro a diversas historias y narrativas que dan cuentan de un territorio, de una población y de sus significativas resistencias, configurando un canto a la vida y la esperanza.

Este tipo de prensa se inscribe dentro de un ejercicio local, con todos los costos que significa en el momen-to la dependencia de los gobiernos locales y de sus recursos, cuando estos asfixian y socaban la diversidad.

Un valioso aporte para la memoria histórica de Manrique y de Medellín

Lilit y Juana

Sin embargo la corriente de Tinta Tres siempre habló de un pensamien-to libertario y autónomo, el mismo que se libera cuando se le quiere coartar; este, logra superar la loca-lidad y se hace tan universal que la

lleva a dialogar con la región, el país y con cualquier rincón del planeta don-de se cuente una buena historia que nos toca profundo la humanidad.

Es pobre realmente lo que se encuentra registrado en diversas pla-taformas físicas o virtuales sobre una comuna como Manrique, sorprende que sus ricos orígenes culturales, organizativos y de procesos socia-les, estos no se hallen registrados y conservados. Es una historia y una memoria dispersa y fragmentada.

En este sentido puede decirse que Tinta Tres logra realizar un represen-tativo registro de buena parte de la historia y la memoria de los barrios que conforman la comuna y sobre todo de sus historias y personajes.

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La Tintera4 Revista

Los contenidos más destacados

Son abundantes los textos y espe-ciales dedicados al tema del territorio, sobre todo los enfocados a la defensa y la soberanía del mismo en clave del derecho a la ciudad. Frente a los ba-rrios encontramos su conformación, la lucha y la existencia e inclusión de los mismos al territorio en especial de la franja alta o en consolidación.

Los investigadores encontrarán en los registros, importantes escritos e investigaciones frente al tema de la violencia y el conflicto armado desde Manrique, como el tema del despla-zamiento forzado, las memoria de las víctimas, las resistencias civiles, los periodos históricos de la violencia mediante relatos, crónicas y múltiples lenguajes narrativos que acercan a todos los públicos la comprensión de la guerra y la paz en el contexto colombiano. Recorre ade-más los derechos humanos de una manera integral, analiza las problemáticas y las contradicciones que estas entrañan en la vida de la comuna.

Frente a las expresiones culturales y literarias, Tinta Tres ofrece una gran y di-versa pluralidad de escritos, contando de las diferentes formas o expresiones cul-turales la vida de Manrique como los murales, la músi-ca, las danzas, los festivales, las comidas y las cocinas, enriquecidas estas con múltiples formas narrativas como cuentos, perfiles, historias de vida, crónicas, relatos, entre otros.

En los registros en-contramos abundantes

escritos frente al tema de la niñez, la mujer, afro-colombianidad, discapa-cidad, campesinado y la juventud, sin embargo se carece del tema de las identidades sexuales alternativas y del tema de las nuevas masculinida-des, más amplía la gama de rostros y de historias que dibujan la diversidad de la comuna y de las múltiples iden-tidades que la conforman.

Así pues el acercamiento al estado del arte de Tinta Tres nos permite recuperar sus corrientes identitarias, la memoria histórica de la comuna en clave de su conservación dentro del archivo de memoria histórica que se está construyendo y que se espera ingresar en el archivo de derechos hu-manos y víctimas del Centro Nacional de Memoria Histórica.

Es entonces la prensa local herra-mienta para la denuncia pública, que tuvo grandes impactos frente al recla-

mo del territorio, el tema del conflicto armado, las víctimas y la promoción de los derechos humanos. Convirtiéndose en una herramienta potentemente democratizadora que llegó a los dife-rentes sectores sociales, académicos, ONG, pero lo más importante: a toda la población de la comuna y la ciudad, a cada casa, a cada barrio, haciendo posible el derecho a la comunicación para todas y todos.

Recuperar la diversa base social que hacía parte de este ejercicio escrito mediante una ruta pedagó-gica en clave de IAP es una labor que intentará conservar esta diversidad de voces y de generaciones que escri-ben y comunican sus realidades sus sueños y sus visiones del mundo y de su territorio

Durante la realización del ejerci-cio investigativo se logra avanzar en la revisión del archivo de la prensa

local Tinta Tres, bajo varias categorías que abarcarán la producción de 24 números realizados. En este sondeo pudimos construir una im-portante base de datos que es vital al archivo de Memo-ria que desde los procesos de comuna 3 Manrique se viene elaborando, como herramienta que puede aportar a los investigadores locales y foráneos.

Los retos serán en adelante articular a los procesos sociales en clave de escuela de investigación y periodismo, generar un proceso de formación ac-ción permanente y diseñar las estrategias necesarias para la sostenibilidad de los medios de comuni-cación alternativos de la comuna.

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La Tintera 5Revista

El archivo de 24 ediciones del Periódico Comunita-rio Tinta Tres, escrito por

jóvenes, colaboradores y habitantes de diferentes barrios de la Comuna 3 Manrique, durante cuatro años de proceso (2011-2014), constituye en sí mismo un documento de invaluable valor histórico, cultural y de conser-vación de la memoria histórica de la comuna en general, pero en especial de las franjas media y alta, porque sus textos hacen mayor énfasis en las problemáticas, fortalezas y destrezas de quienes allí habitan, pero además por que han sido en estas franjas donde se ha cultivado desde diferen-tes lugares, organizaciones y luchas la idea de escribir para otros, fue en la franja alta donde se gestó la idea de un periódico alternativo, con color, con realismo. Diferente a lo que se tenía para entonces que concentraba en un medio bastante gris, sin mucha participación de la comunidad en su construcción, este era el “Periódico El Expreso”.

Motiva que dentro de las edicio-nes siempre estuvo presente la voz del otro, traducidos en textos escritos en formatos narrativos distintos, re-feridos al desplazamiento forzado, la memoria de barrio, los personajes, la violencia, la población afro, el campe-sino, la ruralidad, las riqueza ambien-tal, las organizaciones, el desarrollo endógeno, el territorio, la mujer, los niños y los ancianos, pero también la visibilización de problemas y críticas centradas en la educación, la infraes-tructura, la salud, las diferencias con Presupuesto Participativo, los mega-proyectos, etcétera.

Son textos que en el lenguaje del periodismo comunitario alternativo, captaron la esencia de momentos, acciones, lugares, personajes que hoy son históricos, el periódico se convir-tió en un divulgador de información valiosa para las personas que lo leían y lo conservan, y que incluso lo siguen esperando.

Algunas Voces desde la experiencia:

Carlos Orlas Sánchez

“Tinta Tres era un balcón para hacer travesuras con la palabra. Para disparar, como dice la Barca de los Locos, “contra las terrazas de la fe, contra las posturas idiomáticas, contra la lentitud burócrata, contra la parsimonia de un Estado pre-cursor y rata”. Fue la oportunidad de crear la pluriversidad lúdica de periodismo que fluye por otros medios, otros canales, otros decires, otras reconditeces. También fue el encuentro de voces vitales y mordaces, del humor y la ironía, de la poesía, pero no de la que se aposenta al lado del poder. Tinta Tres fue una bomba de semillas (ver los artículos de Francisco Monsalve sobre plantas y huertas). Un acto creador y por tanto rebelde contra los poderes de la muerte. Un viaje. Una locura. Un amor. Y un peligro”.

Oscar Cárdenas

“En la historia de los procesos organizativos de gran legitimidad por las personas que se benefician directa o indirectamente de él, por el trabajo, el es-fuerzo, el tiempo dedicado. Suele suceder que hay a quienes no les importa, ya sea por envidia, codicia o miedo de perder su lugar de confort y de poder. Ellos atacan, dañan, cercenan y acaban con lo que para

la mayoría era de lo mejor que había. Esto le pasó al proceso del periódico

comunitario Tinta Tres, fueron capaces de levantar un medio agonizante, apropiarlo a las voces, experiencias e historias de los habitantes de la Comuna 3, ya eran reconocidos, citados, premiados, invitados a otros espacios, etcétera. Pero ello no fue suficiente, los caciques de comuna (Líderes cuya intención se basa en sostener su bienestar particular usando como medio el discurso de bien común, del trabajo comunitario), quienes hacían parte de la Corporación Corpomedios, organización a la cual pertenecía el periódico Tinta Tres y a la cual le llegaban los recursos priori-zados por PP, para el proceso de edición y tiraje del periódico. Se aliaron de manera tal que ahogaron uno de los procesos escritos más brillantes en la comuna y en la ciudad.

Después de tres años de trabajo y logros, varios de estos personajes, empe-zaron una campaña de deslegitimidad, atacando a las cabezas más visibles del proceso, culpándolos de mal versación de recursos, etcétera. Ello llevó a que el recurso priorizado para el periódico se detuviera y en consecuencia el periódico como proceso acabara, sólo estuvo un año más (2014) pero, esta vez orientado no desde la comuna aunque se mantuvieron algunos periodistas comunitarios, sino, desde la Universidad de Antioquia y la Facultad de Comunicación quienes en el lugar de operadores de la alcaldía de la ciudad, terminaron las últimas ediciones. Fue duro ver cómo por poderes dañinos se acabó un proceso que tenía bastante futuro y que además era querido por quie-nes escribían en él del periódico y lo más importante por quienes le daban sentido, sus lectores, la comunidad”.

Los textos e imágenes aquí contenidos son extraídos sin ninguna alteración de su contenido original, para ello se volvió a las distintas ediciones del periódico comunitario Tinta Tres que se referían a su importante labor en la Comuna 3, Manrique

Reseña periódico Tinta Tres1

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Maria CanoEspecial Carambolas

dispositivo de seguridad se cumpla a cabalidad, o sea: sacar a estos “inva-sores de dudosa procedencia” que se están tomando las lomas del Manri-que en la hermosa Tacita de Plata.

Bertilda con su barrigota y las vecinas se preparan para intentar detener el desalojo, pero los agen-tes van tumbando los ranchos sin

compasión. Bertilda se muere de la ira y la indignación, se enfrenta con el inspector de tugurios, a lo cual este responde: «A ver pues los carnet de Provivienda, ustedes están con esa gente, esos antigobiernistas, hasta la-drones serán». Bertilda mas enojada le responde: «respete que nosotros no somos ladrones, somos venidos de Ituango, mi esposo consiguió este

CRÓNICA De Carambola en Carambola

1975, doña Bertil-da está en los últimos me-

ses de su embarazo y no puede acep-tar que la casita que ha levantado con tanto esfuerzo, tablas y algunos adobes que lograron conseguir, vaya a ser derribada por la Inspección de tugurios. Ya suben los agentes y hasta el inspector viene a cerciorarse que el

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plata, muy buena que le regalaba lotes a los pobres, otros no sabían quién era esa mujer, otros dicen que el nombre venía de la influencia de la corriente de la teología de la libera-ción en la zona Nororiental, y es que hay que recordar que Manrique en sus orígenes, allá por los años 40, también fue urbanización de barrios obreros de la Medellín industrial.

Por su lado el Carambolas venía de los árboles nativos el Carambolo que se daba en la parte alta del barrio, cuyos frutos son las Carambolas, así disque se llamaba la finca que tenían unos ricos que luego fueron loteando los terrenos, otros dicen que es por un gran billar que tuvo mucha acogida en los años 80. Entre una y otra ver-sión el barrio quedó con un nombre como juguetón y emancipador, teñi-do de leyendas y de luchas. Así nace el barrio María Cano Carambolas de Manrique el día 22 de agosto de 1986.

Llegada la década de los 90 se cer-nía sobre el barrio y sobre la ciudad un periodo de violencia sin preceden-tes, como señala Conrado Llamas, líder y periodista del barrio, caería una generación entera en Carambo-las. En medio estaba la comunidad, la poderosa herencia organizativa social de la Zona Nororiental sería fuerte-mente castigada por todos los grupos armados, lo cual dejaría una marca imborrable en las comunidades. En María Cano no sería diferente, su avance como barrio y como proceso social sufriría una herida incurable.

Al asesinato de Marcos Vélez, reconocido líder social en 1995 le siguieron muchos otros asesinatos, y se da la llegada de cientos de nuevos habitantes que venían huyendo de la violencia en las regiones Antioqueñas desde mediados de los años 90. Por otro lado, se dispararon los despla-zamientos intra-urbanos al iniciar el nuevo siglo.

lote con el sudor de su trabajo ¿y a qué le tienen tanto miedo que hasta las maticas que habíamos sembrado las están arrancando? ¡Ojalá que se les llene esta ciudad de pobres! ¡Respétenos!» El inspector promete regresar para verificar que no se vuel-van a levantar los ranchos.

Terminado el desalojo Bertilda teme que su esposo llegue con los agentes por ahí rondando y vea la casita derribada, lo cual es inevitable. Su esposo iracundo se va derechito a zamparle un puño a un agente, a lo que este responde amenazante con su arma, pero Bertilda se antepone con su panzota y le dice: «pues si lo va a matar a él, me matan a mi también y ustedes responden por esos niños que se quedan sin sus papás». Logra así evitar la confrontación pero el desalojo se llevó a cabo.

Y es que Manrique en los años 70 atraviesa por una década de fuerte urbanización popular en la entonces así nombrada, gran zona Nororiental. De carambola en carambola, unas a favor otras en contra, los primeros pobladores levantaban los ranchos, la Policía los tumbaba y de nuevo la gente los volvía a levantar.

Según los folios hallados en el ar-chivo histórico de Medellín, en el año 1975 se dan las órdenes de desalojos y fuertes confrontaciones con la Fuerza Pública en los primeros asentamien-tos del barrio. Como resultado de los hechos, líderes comunitarios deciden organizarse y conformar una junta de acción comunal propia. Provivienda, una organización de carácter social y la corriente de la teología de la libe-ración a la cabeza del padre Vicente, promovían la lucha por el derecho a la vivienda y la toma de terrenos y lotes en la zona.

Llegados los años 80 empieza a consolidarse el barrio, se hacen las

primeras obras como la escuela La Amapolita, la cancha para los niños, una caseta comunitaria a punta de convites con el apoyo de algunas buenas gentes de la alcaldía.Cuentan Socorro y doña Nena sobre la llegada al barrio del primer trasporte, todo un acontecimiento: Este, era una suerte de carruaje hechizo que llaman colectivo; este en remplazo de vidrios poseía unos plásticos que se desple-gaban con el viento y la velocidad, el cual bajaba por las lomas de la Nororiental a pura hijuemadre casi sin frenos, como a punto de desbara-tarse, desafiando la física y la estática en los peinados de las señoras.

En las tulas, mochilas o bolsos de los pasajeros, esta gran licuadora de mecánica hechiza, les revuelve el almuercito que va en la coca calien-tita y bien molida por los saltos, las curvas y las sacudidas. Mientras tanto los hombres se cuelgan de la parte trasera, sorteando el vaivén de los cuerpos arrumados por las curvas de la carretera cuasi destapada, descol-gando las lomas desde Santo Do-mingo hasta llegar al centro, donde las señoras todas despelucadas se acicalan de nuevo, se cambian los zapatos amarillos por sus taconcitos y se dirigen a sus empleos perdiéndose por las calles de la ciudad.

Son tiempos buenos para el nuevo barrio. En el año 1986 es reconocida la Junta de Acción Comunal, Don Marcos Vélez fue quien emprendió la campaña para que el barrio llevara el nombre de María Cano, lo cual no era normal, que un barrio de la Medellín parroquial, machista y conservadora, llevara nombre de mujer y menos de una mujer de izquierda.

¿Pero de dónde llegaba el nombre de esta mujer al barrio, que luchaba por los derechos de los trabajadores en los años 30? Unos decían que María Cano era una señora zarca, de

Continúa en la pág. 10

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Carambolas en imágenes

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Entonces el desarrollo del barrio también se hizo lento, como doloro-so, agónico, pareciera que el tiempo se había detenido. Pasaría cerca de una década y esta maldición de la guerra no paraba. De carambola en carambola, unos se iban, muchos llegaban, todos huían.

En el barrio el terror y la desorien-tación no podían ser mayores, en una medida desesperada la sede social fue militarizada por años enteros. Pintada toda de camuflado, no se sabía que era peor: las amenazas constantes de atentados, o que los militares se fueran, lo que de alguna manera hacía sentir seguros a los pobladores del barrio. Y es que en Co-lombia no es nuevo que en medio de las comunidades se instalen fuertes militares, como jugando con esa fic-ción de seguridad donde la trinchera es la comunidad.

En el año 2004 se recupera la Jun-ta de Acción Comunal, y como una madre, Leticia Machado, gran lidereza comunitaria, en medio de mil luchas logró que el grupo de la tercera edad permaneciera unido, como refugio ante los dolores de la violencia. Ella con su cuartico de aguardiente y su fumadera, les hacía reír de todo para no perder la esperanza.

Carambolas no se rindió, ahora Bertilda, Leticia, Socorro, Doña Nena, Gustavo, don Conrado con sus cabe-llos canos, recuerdan sus glorias. Los hijos se crecieron, llegaron los nietos y los bisnietos, las heridas de más de una década de guerra duelen mucho, pero la esperanza no les abandonó. El barrio fue creciendo, llegó el colegio de calidad, las vías, y la entrada de un macro-proyecto que esperan, que aunque ponga bonito el barrio, ojalá no los saque de nuevo de sus hogares.

De carambola en carambola la vida se resiste a morir.

Cuando nos juntamos a tejer los hilos de sus memorias, recordaron el brillo de los años del convite, el poder de la comunidad unida, de las parrandas que se armaban cuando las obras estaban listas. Entonces las señoras lloraron el día del festival de memoria que hicimos en septiembre del 2015. Abuelas y abuelos entona-ron de nuevo su himno que un aparte dice: “y luchar todos por un mundo mejor”, entonces le contaron a los niños y a los jóvenes que este gran barrio un día fue purita tierra amarilla y ellos los tugurianos, que se la lucha-ron por hacerles una casa propia, una cancha, una escuela, un barrio entero, el barrio María Cano Carambolas de Manrique.

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Leticia Machado y Marcos Vélez son dos líderes sociales que la comunidad del barrio

María Cano Carambolas de Manrique recuerda con profundo afecto y gra-titud. Ambos son parte fundamental de la memoria colectiva del territorio, los dos se desempeñaron por igual en una labor comprometida con la consolidación del barrio y el acompa-ñamiento a sus grupos organizativos como la Junta de Acción Comunal y la tercera edad.

Leticia Machado: la dama y la madre de la comunidad

Los compañeros del grupo de la tercera edad recuerdan a doña Leticia como una madre para todos, los tra-taba como a sus compañeros y sobre todo como hijitos, a los cuales cuidaba mucho. Dicen ellos que cuando les hacía los paseos, se dedicaba a cuidar a cada uno, a atenderlos. También se dedicaba a preparar celebraciones, reuniones, reinados.

Era el alma de las fiestas y los paseos, cuentan que le gustaba llevar siempre un cuarto de aguardiente y

se echaba sus traguitos entre chanza y chanza, además bailaba y sin nin-gún pudor se ponía un buen vestido de baño para meterse a la piscina. Sus compañeras dicen que no le daba pena mostrar pierna, y que ellas, más montañeritas, se ponían una cami-seta con chores. Leticia se las gozaba y disfrutaba con su vestido de baño ceñidito al cuerpo de hermosa mujer, como lo era ella.

Enamorada siempre de su comu-nidad, de sus hijos, nietos, bisnietos y de su esposo Marcos, Leticia era una mujer de ideas, de libertad y

Leticia Machado y Marcos Vélez

De amores, del barrio y de María Cano

RELA

TO

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alegría, fumadora empedernida, en sus últimos días, a las escondidas de todos sacaba el cigarrillo por debajo de la careta de oxígeno y se fumaba sus buenos cigarrillos. Rebelde, alegre y luchadora, les decía a sus compañe-ros de grupo que no lo fueran a dejar, que siguieran unidas que todavía había mucho por hacer.

Su canción preferida dibuja la vida de esta mujer que cuidó y protegió a su gran familia, la comunidad del barrio María Cano Carambolas en las lomas de Manrique: “yo también tuve veinte años y un corazón vagabundo,

yo también tuve alegrías y profundos desengaños, por eso desde la cima desde mis venturosos años hoy miro pasar la vida que no me hace bien ni daño, porque tuve la fortuna de vivirlos sin engaños para contar sin reservas que también tuve veinte años”

Marcos Vélez Don Marcos es retratado por sus

amigos como un hombre bondadoso, al que se le debe mucho en la comu-nidad por sus luchas por el barrio como líder y presidente de la JAC, en los años cuando sólo eran ranchos y tierra amarilla. Fue un destacado líder

social pero sobre todo buen amigo, esposo y padre.

De cabello blanco y espesa barba, sombrero, bordón y tabaco era alegre y juguetón, jubilado del municipio se dedicó a las lides de las luchas comunitarias, tenía una tiendecita en la que vendía tinto y otros mecatos.

Son años buenos para el nuevo barrio, en el año 1986 es reconocida la Junta, Don Marcos Vélez fue quien emprendió la campaña para que el barrio llevara el nombre de María Cano, Cuenta don Conrado Llamas, periodista y líder del barrio, que Mar-cos Vélez abanderó el debate en las álgidas asambleas, que tenía amigos y contradictores, que desde la alcaldía mediaron el debate juntando los dos nombres María Cano y Carambolas, don Marcos había triunfado en su bandera.

Llegaron años de dolor para la comunidad, y don Marcos Vélez cae víctima de la violencia en la ciudad en el año 1995. Dice su amigo Gustavo: “yo nunca lloro, pero el día que lo vi tirado en el corredor… ese hombre le ayudó mu-cho al barrio”, y se entristeció al decirlo con el cariño y la ternura con la cual se habla de Marcos Vélez y Leticia Machado su esposa.

La muerte o asesinato de un líder del carácter de don Marcos, no sólo causa un gran daño familiar sino comunitario, ya que el hecho también fue causa de la fractura al proceso social; es entonces así que compren-demos el sentido de lo irreparable.

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El presente texto recoge el tra-bajo realizado con el grupo de la tercera edad y con líderes

del barrio María Cano Carambolas, en el marco del proyecto BUPPE “tejiendo los hilos de la memoria” de la universi-dad de Antioquia, en él se recuperan las voces, personajes y los hechos me-morables del barrio. Un profundo agra-decimiento con la comunidad, amigos y familia de Leticia Machado y Marcos Vélez. Fotografías: cortesía de la familia recopiladas por Eulalia Borja Texto re-copilado por Claudia JRG.

Su esposa Leticia fue también una reconocida lideresa social. Leticia se entristeció, el viejo ya no estaba, la violencia se lo arrebataba, pero ella continuaría su labor como presidenta de la tercera edad, este grupo fue el refugio durante la guerra y la cura

para las madres y padres que per-derían a sus hijos en medio de esta locura desenfrenada.

La memoria de Leticia y Marcos es entonces un deber que le regresa la dignidad arrebatada a la comunidad,

a la organización social Su recuerdo de matrimonio enamorado, de fa-milia y de comunidad que lucha por ser reconocida desde las laderas de Manrique es un patrimonio del barrio María Cano Carambolas, un testimo-nio de lucha social y del humanismo de dos vidas que se dieron hasta el final en el sueño de ser comunidad.

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Un 12 de Agosto de 1887 no fue un día cualquiera, si bien celebramos la vida de

cualquier ser humano que nace en los momentos más inesperados, esta fecha es bien recordada por muchas personas por el nacimiento en nues-tra Medellín de María de los Ángeles Cano Márquez. Muchas y muchos nos preguntaremos ¿Pero quién verracos es esa señora? Pues resulta que esa señora, llamada por su familia y más fieles amigos y amigas como María Cano fue una de las mujeres más im-portantes para la historia de nuestra Medellín y nuestra Colombia. Sí, Fue una mujer que con su tenacidad y

verraquera marcó la historia de las mujeres en nuestro país.

María nació en una típica familia antioqueña siendo la séptima de ocho hermanos, su madre Amelia Márquez y su padre Rodolfo Cano eran bien curiosos, pues aunque con-servaban una tradición muy marcada donde el “hombre es el rey de la casa”, en el seno de esta familia se tejieron ideas muy rebeldes al paso en que los hijos e hijas iban creciendo.

Estas ideas eran muy importan-

tes para la época, tanto así que los padres de María Cano nunca tuvieron

Nuestra flor del trabajo

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SEMBLANZAEberhar Cano Naranjo

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prejuicios para motivar a sus hijos a la escritura y la lectura, y María Cano fue de las que más se interesó por el tema. Cuentan los que han estudiado juiciosamente su historia que en la casa de los Cano Márquez se reunían grandes escritores, poetas y literatos de la década del 20, por allí pasaban a conversar y tomarse un buen tinto Efe Gómez (escritor), Luis Tejada (cronis-ta), Horacio Franco (periodista), Abel Farina y Miguel Agudelo (poetas), y un montón de gente que de esas visitas fundaron una de las primeras revistas de poesía de Medellín, la revista Cyrano.

En esta revista, María Cano con todo eso que aprendió en su casa y en sus estudios comenzó su vida como escritora y poeta, allí se publicaron sus primeros escritos que eran cuen-tos y poesías, al principio firmaba con el nombre de Helena Castillo, para generar cierta intriga entre los lectores, cosa que recuerdan muchos

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historiadores. Con el paso del tiempo María Cano fue perfeccionando su estilo y se fue convirtiendo en una gran escritora y poeta muy reconoci-da, su nombre ya aparecía en algu-nas revistas y en periódicos como el correo liberal, que era muy famoso en la época.

La situación del país era bien complicada, pues mientras habían algunos ricos conservadores con muchos beneficios, habían cientos de mujeres que no poseían igualdad de derechos, cientos de trabajadores en las fabricas que pasaban por miles de injusticias, campesinos que estaban sumergidos en la pobreza, los niños y niñas pasaban hambre, cosa que para María Cano no era justo. Así que decidió poner en evidencia esta situación de desigualdad. ¿Cómo lo hizo? Pues empezó a escribir poemas a los obreros, a las mujeres, empezó a enterarse de las luchas de los y las trabajadoras por sus derechos y a

participar en todos los eventos que hacían los sectores sociales por buscar una vida más digna.

Poco a poco María Cano empezó a ser una líder de todas esas luchas que se daban por una vida más justa para todos y todas, se fue convirtiendo en un referente para muchas mujeres

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que eran atacadas por sus esposos e incluso por sus jefes en las fabricas, fue compañera de grandes luchado-res como Ignacio Torres Giraldo, Raúl Eduardo Mahecha, Quintín Lame (luchador indígena), Sofía López, y muchísimos más. Juntos comenzaron a viajar para ver la grave situación por la que pasaban los mineros en Segovia y Remedios, los trabajado-res del ferrocarril en Puerto Berrío, Honda, Mariquita, Bogotá, Girardot, Barrancabermeja, Caldas, Santander, la Costa Caribe y la Costa Atlántica, incluyendo la zona bananera donde ocurrió la triste masacre de las Ba-naneras en 1928 en la que el Ejército asesinó a sangre y fuego a campe-sinos y campesinas que estaban en huelga por un trabajo más digno.

En todos estos viajes siempre la consigna fue ¡Los y las colombianos tenemos los mismos derechos!, María Cano sobresalió siempre en todas esas luchas, fundó un periódico que se llamó La Justicia, donde escri-bía por los derechos de todos esos colombianos y colombianas que la pasaban muy mal por cuenta de la desigualdad y la riqueza de unos po-cos. También con la creación de este periódico surgió un movimiento que se llamó el Partido Socialista Revolu-cionario (PSR), que lideró las prime-

ras marchas del día del trabajador el 1 de Mayo y de los derechos de todos los obreros y obreras del país.

Con este liderazgo de María Cano, los obreros del país la llamaron LA FLOR DEL TRABAJO, homenaje por su compromiso y ejemplo en la defensa de los derechos de los humildes de Colombia, este homenaje se hizo un 1 de Mayo de 1925. Desde esa época es recordada por su perseverancia por que el país fuera más justo, el papel de ella y sus compañeros y compañe-ras de lucha en la formación de sindi-catos, en la promoción de las huelgas obreras, de los derechos humanos y de las cooperativas de trabajadores, fue decisivo y muy importante.

Luego de sufrir persecuciones y encarcelamientos, María Cano y sus compañeros y compañeras, fueron siendo asesinados, amenazados y por los ricos conservadores del país, sin embargo, miles de campesinos trabajadores, mujeres y hombres, siguieron su ejemplo de luchas por una vida más justa para todos y todas, y aún hoy, en nuestro tiempo, siguen naciendo esas valientes voces que recuerdan a María Cano como parte importante en nuestra historia, la historia de los más humildes.

María Cano murió el 26 de Abril de 1976 abandonada y perseguida, sin embargo nos dejó una huella en la memoria de nuestro país muy im-portante, pues así como ella, han sido muchos y muchas los que han dado sus conocimientos, saberes, palabras y hasta la vida por lograr que vivamos en un país más justo. No es gratis que nuestro barrio hoy se llame María Cano Carambolas, pisar este suelo no sólo nos debe dar tranquilidad de tener un techo, o una cafetería donde tomarnos un tinto, sino que también nos debe traer a nuestra memoria lo importante que es la solidaridad de todos y todas con los derechos huma-nos, con la igualdad, la justicia.

No es para desanimarnos porque ya ha pasado mucho tiempo y aún persisten situaciones muy injustas, al contrario, pensemos en qué sería de nuestras vidas sin personajes como María en nuestra historia, ¡estaríamos peor! Así que recordar a María Cano debe ser con alegría, con orgullo, buscando seguir su ejemplo, no dejar de soñar, porque así, soñando, vamos alcanzando poquito a poquito ese sueño de una Colombia más justa como también lo soñó nuestra María.

Eberhar Cano Naranjo – Sociólogo UdeA. Miembro del proceso Camilo Vive-Medellín y del Congreso de los Pueblos.

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Mi tristeza se la lleva el agua

Bastó con llegar al mar de Necoclí para que Luis Ángel se pusiera más feliz de lo que

estaba. En Currulao había sentido felicidad de volver tras 17 años sin retornar a las tierras que lo vieron vivir, al lugar de sus luchas políticas e ideales de nación que se soñaban en la UP (Unión Patriótica). Era el lugar de su pasado como concejal de Turbo.

Había sentido también la brisa en Apartadó, había pisado el polvo de Currulao y tomado la dulzura de un

raspado en el parque. Ya había revivi-do el paisaje de las bananeras a lado y lado de la carretera por donde tanto anduvo, ya había sentido el sofoco desde Dabeiba y los mosquitos de la noche. En Turbo había visitado pasa-jeramente su antiguo recinto donde sesionaba como dirigente político.

Ahora estaba allí, el viejo de más de siete décadas lleno de historias, en el agua. Estaba jadeante, lidiando con las olas del Urabá costero. Llegó al hotel cerca a la playa y, tan pronto

La ruta de la vidaEl bus andaba a una velocidad que no importaba. Quieto en su silla estaba Luis

Ángel, un viejo en una travesía irrepetible hacia el pasado, en el retorno a lo que algún día fue, campesino y político, en el retorno a Urabá el 13 de marzo del 2014.

CRÓNICA Alexánder Zuleta

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pudo, se metió en la maraña de agua en ropa interior a sentir la sal de su tierra.

Ahora solo quedaba eso beber la sal, escuchar el tronar de las olas cuando chocan, lavar despreocupa-damente su pasado y dejar sus pe-sares, como un ritual. Se le veía feliz. De pronto tambaleaba porque una ola intentaba tumbarlo. Pero sonreía cada vez que se sumergía y salía. Gozaba porque días antes había en él un llanto, un llanto mudo provocado por muchos fantasmas.

En los caminos andadosLuis Ángel salió de la habita-

ción 401 del hotel Guateque el 15 de marzo rumbo a Currulao, era su primera visita a un lugar que dejó de serle conocido por el paso del tiempo. Pero las huellas del destie-rro no lo borraron todo. Camino al Corregimiento buscaba entre calles polvorientas y un sol penetrante, su casa. Las calles por donde anduvo gran parte de su juventud seguían intactas en su memoria.

La encontró en el barrio El Gua-rumo, una casa grande y pintada con dos pisos. Estaba tan cambiada como no la dejó. Al salir de aquí, pro-ducto de la amenaza y la persecución en el Urabá paramilitar del 97, dejó el palacio en obra negra y sin segundo nivel. “Cuando yo me fui estaba la mera plancha, estaba en obra negra”, recuerda.

Volver aquí, volver a las calles de Currulao lo llenó de alegría, pero una alegría nostálgica porque, su juven-tud quedó allí, “aquí compartí mu-chas experiencias, muchas alegrías, muchos sueños, muchos futuros que se frustraron, pero volver a esto aquí, eso es lindo, para mí es satisfactorio”, reflexionó.

Su retorno por los caminos anda-dos no era una solución a tanta pérdi-da, pero “el volver es como descargar algo que pesaba tanto”, expresó con sus lágrimas caídas mientras descan-saba en el parque al pie de un árbol frondoso. “El volver aquí es como el inicio de seguir reconstruyendo”, agregó.

El paso fue aligerado y sin deteni-miento a los detalles porque quizá no era lugar seguro para él. Sin embargo reveló no sentir miedo, al contrario, lo que tenía era seguridad. Siguió el ca-mino hasta Turbo por la misma ruta por la que acostumbraba ir a sesionar como concejal de izquierda.

El calor era de un Urabá en verano, tenso para el visitante, pegajoso. Pero la planicie recompensaba el sofoco con la brisa que se filtraba en las cientos de hectáreas llanas de banano sembrado. Parecía evocar un cuento de Gabo, de aquellos de viaje y sol, parecía estar viviendo la siesta del martes.

Turbo es un baile afro por donde se mire. Cientos de ellos cubren el paisaje de las calles. Sus roles se alter-nan como transeúntes, motociclistas, trabajadores, funcionarios o en las cantinas donde suena el vallenato y hace sombra. Lo otro es rutina, comercio y pequeñas y medianas

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embarcaciones donde sale el banano y entra la mercancía.

Es sábado y, como es de esperar, el Concejo Municipal está cerrado. No hay manera de entrar al recinto ubi-cado en el segundo piso del edificio en plena zona céntrica. Luis Ángel se limitó a recordar a sus afueras y en el pasillo por donde solo le fue posible estar por un instante.

Recordó muchas cosas que la UP, mediante sus dirigentes, lograron en los años de la participación activa. “Se consiguieron escalas, alcantarillados, vías de penetración”. “Aquí hubo un tren de vehículos de recolección de

basura que la UP gestionó”. En el Con-cejo, dice, “hacían coaliciones. La UP tenía mucha seriedad y compromiso con lo que se hacía”.

Era paradójico, un sobreviviente y dirigente político no tenía el privi-legio de entrar donde algún tiempo aprobó normas para el propio Muni-cipio. Y al contrario se le miraba como un extraño, con la desconfianza que era de suponer.

El baile rojoLuis Ángel fue concejal del Mu-

nicipio de Turbo hacia el año 1993 por la UP. “La Unión Patriótica fue un proyecto que dio muchas esperan-

zas y donde la gente se entusiasmó”, dijo mientras caminaba las calles de Apartadó, su cuna política. Era de los tiempos en que, recuerda, sesiona seis o siete veces por mes en el perío-do legislativo, en la administración del alcalde Edgar Genes.

La Unión Patriótica en Apartadó era una fuerza política importante con influencia en toda la región. Luis Ángel resaltó que, el partido gobernó en alcaldías y secretarías. “Apartadó era parte fundamental y donde la Unión Patriótica fue mayoría con alcalde, con los concejales, en puestos como secretarías de gobierno. Mucha parte de la administración era de la UP”.

Desde mediados de los 90, perío-do en que las Autodefensas unidas de Córdoba y Urabá despliegan sus fuerzas por las distintas zonas estratégicas, empieza el terror para los dirigentes políticos de izquier-da. Por toda la persecución habida, Luis Ángel lamentó, como un peso en su corazón que “donde la Unión Patriótica no hubiera sido destruida de esa manera, hoy fuéramos poder, hoy fuéramos gobierno, hoy fuera un gobierno en Colombia manejado por la UP”.

El estudio “Dinámica Reciente de la Confrontación Armada en el Urabá Antioqueño”, de la Presiden-cia de la República, constató que “para comienzos de 1997, las ACCU extendieron su presencia de mane-ra importante a los municipios de Ituango, Dabeiba, Frontino, Toledo, Cañasgordas y Uramita, y empezaron una dinámica de expansión hacia el Nudo de Paramillo desde las partes bajas de los ríos San Jorge y Sinú”.

Las Autodefensas Unidas de Córdo-ba y Urabá venían en ofensiva contra la insurgencia y sus redes de apoyo.

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Con esto, cientos de campesinos y Líderes políticos fueron asesinados bajo la complicidad del Estado y distintos sectores con poder en la región. “Hubo patrocinio por parte del mismo Estado en los que están metidos políticos y empresarios que estuvieron empeñados en acabar con la UP”, sumó Luis Ángel. “De ahí hubo una alianza entre políticos, militares y paramilitares”, concluyó.

Luis Ángel remembró las mo-dalidades en que los paramilitares descomponían las bases del partido. “Primero comenzó la guerra selectiva, eso se dio por mucho tiempo. Mata-ban líderes, dirigentes políticos. Lue-go fueron las masacres”. Así desapare-cieron, según REICICIAR, más de 6 mil dirigentes y militantes de base, del 84 al 2004, tras 20 años de existencia del partido. Entre los caídos estaban dos candidatos presidenciales y un largo listado de alcaldes, senadores y concejales.

De acuerdo con ACNUR, en su informe del 2004 sobre indicadores de Derechos Humanos en el Urabá Antioqueño, “en la década de los noventa los municipios con las más altas tasas de homicidios de la región fueron Chigorodó, Apartadó, Mutatá, Turbo y Carepa”, los mismos munici-pios que Luis Ángel frecuentaba.

Hace 8 años, la Corporación para la Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, REINICIAR, al celebrar los 20 años del nacimiento de la UP, denunció que la persecu-ción al partido seguía. “La cifra de asesinatos, torturas, desapariciones y desplazamientos forzados de miem-bros de ese movimiento político sigue en aumento y hoy está cerca a las 6 mil víctimas”. En 1997, la Comisión In-teramericana de Derechos Humanos

aceptó la demanda contra el Estado colombiano por genocidio político.

Luis Ángel salió el 18 de junio de 1996 de la terminal de Apartadó amenazado de muerte. El baile rojo no pudo tocarlo directamente. Quién sabe si fue por suerte o viveza que llegó a evitar su propio asesinato a manos de miembros del Estado colombiano y paramilitares quienes lo buscaban. A suerte de la vida, en el trajinar de la violencia, un sobrevi-viente viviendo en Manrique.

De vuelta, con la tierra en los zapatos

Don Luis Ángel miraba el algodón de nubes en la ventana del avión. Viaje silencioso, de pura y mera contemplación por las plantaciones de banano vistas desde arriba, por los cientos de caminos diminutos y por encima de las montañas. Todo un paisaje para quien se aleja, en el vuelo 9967, de una experiencia del retorno a la vida vivida. Pero igual, como todo en esta región, nostálgi-ca por las decenas de vidas que se salvaron con solo pisar el avión desde el aeropuerto Los Cedros de Carepa o por los exiliados o por los que no pudieron salir.

Por aquí muchos líderes del partido huyeron de ser asesinados. Muchos de los dirigentes, contó Luis Ángel, tuvieron la oportunidad de salir del aeropuerto Los Cedros. “Unos solamente hacia Medellín, otros exi-liados a Europa y que no han vuelto y otros por tierra”, relató.

El avión que viajaba cuatro días después, a 500 kilómetros por hora hacia Medellín, dejaba la huella del paso de Luis Ángel por los lugares de su memoria después de 17 años sin volver. Quieto en su silla estaba el viejo después de una estancia irrepe-

tible en el pasado, en retorno a lo que algún día fue: campesino, político, el retorno al presente, de su Urabá del alma a Medellín, ocurrido el 17 de marzo del 2014.

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El documental Caminos que no Olvido fue producido por el colectivo de memoria his-

tórica Raíces, hizo parte del proyecto Trayectorias de la Migración forzada apoyado por el Instituto de estudios políticos de la Universidad de Antio-quia. Como parte de la pedagogía de la memoria el equipo conformado en pleno por personas de la comunidad, se realizaron relatos de la experien-cia y el regreso a las regiones del Occidente y el Urabá Antioqueños, el relato que presentamos fusiona todas las voces y las experiencias de este ejercicio de memoria ejemplar y generacional. Al respecto del proceso el periodista Juan Alberto Gómez Duque comenta:

El video documental demuestra cómo la poesía y la sensibilidad puesta al

servicio de una narración honesta, íntima y vigorosa, se pone por encima de las obsesiones técnicas o el afán de comunicar mucha información.  Pone el viaje y la evocación en el centro sin dejarnos caer en la melancolía. Es nostálgica y dolorosa, pero ante todo vital y esperanzadora. Un acierto el ritmo de los planos. Una buena manera de moverse entre el tono poético y la información de contexto. Se entien-de que este no es una producción para contextualizar el conflicto armado en Urabá o el extermino de la UP y, aunque en ocasiones, trata de caer en ello, el ritmo y la fuerza íntima del encuentro y el viaje se sostiene durante todo el video.

La fuerza metafórica de don Luís es maravillosa como cuando compara la memoria con una casa que se debe ir reconstruyendo y, complemento yo, para ser habitable. Igual cuando dice que estar en su tierra le permite “descargar”. Cómo no pensar en la idea “del cable a tierra” y

Caminos que No Olvido

DOCUMENTALPaola Alarcón, Alexander

Zuleta, Luis Ángel García, Oscar Cárdenas, Claudia J Rengifo, pro-

fesoras Sandra González, Adriana González Gil.

Ver en YouTubehttps://www.youtube.com/

watch?v=2uhkTVB57aw

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cómo no recordar la metáfora del ombligo enterrado con la que se inicia el video.  El final en el mar en la madurez de esa especie de relación, con la comunicación sencilla y comprensiva de dos seres, de dos generaciones, arranca lágrimas por su sereno vigor. El mar al fondo imponente y poderoso, generativo y regenerador, y la esperanza cifrada en un encuentro que transforma vidas. 

Relatos del volverNecoclí Allí al pie de la mar del golfo de

Urabá, se encuentran la búsqueda del joven y la experiencia del viejo coronando un recorrido por las regio-nes que se vieron atravesadas por la guerra y hermanadas en las cientos de familias que ahora habitan las laderas de la ciudad de Medellín.

-Oscar: “ Con el hecho de volver a nuestra tierra de ver como estaba como se encontraba, aunque nos duela mucho, se convierte en una oportunidad, ojala que las otras personas que vivieron el despla-zamiento que fueron víctimas que fueron desarraigadas de su tierra de sus espacios de todo lo que construyeron de toda su vida, pudieran hacer lo mismo que noso-tros hicimos en esta semana, y pensar que las cosas pueden cambiar, desde Medellín o desde otros lugares del país, es pensar que ese dialogo entre generaciones puede ser una herramienta eficaz para poder construir verdaderos procesos de paz en el país, este dialogo ayuda a sanar,”

-Luis Ángel: “Tenemos en mismo concepto, después de 18 años sin volver para mí esto fue como un renacer, como que el corazón se me abre hacia un nuevo horizonte, me dice que hay que seguir y el pensamiento de que nuestras ideas si se pueden reconstruir. Poder volver a la región, compartir es algo que me llena el alma, Volver a este lugar, es como descar-gar algo que pesaba tanto adentro, y me llena de alegría eso es tan lindo, aquí yo deje toda mi vida, futuros que se frus-traron. Volver a reconstruir la memoria

es un principio de fortaleza para volver a reconstruir desde las raíces, como de la nada de las cenizas volver a reconstruir”.

Ese día el viejo y yo tuvimos nues-tro último dialogo de viaje, sentados en la playa y al fondo el atardecer del mar, hablamos de las riquezas tan inmensas que tiene el Urabá, después de recorrer Turbo y Apartadó, tierra tan sufrida, tan dolosa, pero a la vez de tanta resistencia, desde las entra-ñas de esta tierra han nacido gran-des líderes, grandes movimientos, grandes acciones que han generado cambios a pesar de la represión. Fue muy bonito y simbólico a la vez, nuestro recorrido acababa en el mar, un mar que también como cada uno de los lugares de esta hermosa tierra tiene mucho que contar.

El regreso a las regiones desde las lomas de Manrique

Era un viaje pasajero a los restos acabados por el tiempo y el desgaste caprichoso de los cambios. Era volver a tocar la tierra porque en el mapa de la vida el ombligo quedó allí. Han pasado más de 17 años y el viejo y el jo-ven pudieron volver a donde fueron derrota-dos por el plomo de la violencia. Las razones: porque en el pasado tormentoso abundan fantasmas, porque el camino andado no se olvida y porque el polvo de la tierra está pegado aún en los talones.

Hoy el camino es distinto desde la comuna, será una tra-yectoria más larga, el camino me habla y yo me dejo sorprender con actitud contem-

plativa: volver, volver por las rutas del destierro. Recorrer los tres barrios la Cruz la Honda y Bello Oriente de Manrique, para encontrarnos antes del viaje y pasar allí la noche fue dejarse cobijar por el trayecto final en la búsqueda del hogar perdido.

El terminal del Norte, un lugar de la memoria importante para la historia de miles de personas que llegaron a Medellín durante el conflicto reciente. Tantas almas en purga desorientadas huyendo, esperando noticias de la familia, de los vivos, de los muertos, de los que no aparecieron, de los que lograron salir, de los que se quedaron, de los que ya no volverán. Debería erigirse aquí un monumento a los miles de desterrados que nos dejó este último periodo del conflicto en Colom-bia. A las 8 de la mañana abordamos el bus hacia Dabeiba en la empresa SOTRAURABA.

Dabeiba Ahora, en el fresco de la sombra,

el verbo volver esperaba el regreso del joven para que viera cuánto había

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cambiado y para contarle sus dolores. Él volvió a remarcar sus pasos como quien dice que algo es suyo, o que al menos, aún tiene sentido.

Fue el primero en sollozar. Su paso por Dabeiba era un intento por acomodar un recuerdo en un espacio, un trayecto de vida que le pudiera explicar algo. Ante todo recordaba la casa, el universo de la infancia, el verde de su jardín, los secretos de sus rincones. Volvió a su nostalgia en las lomas del barrio El Instituto, donde llegaron después del despojo en la vereda La Balsita.

La balsita Es aun oscuro cuando salimos

de la casa en Dabeiba, el moto-taxi empieza a adentrarse en medio de montañas, amanece hermosamen-te y se descubre un gran cañón de precipicios enormes, empiezo a dibujar entonces en mi mente este largo trayecto, son miles las familias venidas de esta región, la comuna tres de Medellín ya esta tan lejos, a kilómetros de distancia, y pienso

¿cómo fue la huida? Empiezan los fantasmas a hablar. Pensé en que ese momento tenía que trascender a la historia, cogí la cámara y con la moto en movimiento grababa esos rostros, ese rodar de las llantas, el recorrido hacia el volver.

La Balsita es una vereda lejana y triste de Dabeiba por donde actores armados legales e ilegales, han en-causado su ruta. Aún son visibles los rastros del paso de los escuadrones de la muerte en la disputa territorial por los corredores de la droga y las armas. La mitad del pueblo está abandonado, dejado al decaimiento.

El cementerio de la verada, un

improvisado cementerio que fue construido al lado de la cancha donde aterrizaron los helicópteros cargados con la muerte, me inundan las preguntas: ¿cuántos muertos hay? ¿Cómo se llaman? ¿Qué les paso? Qui-se sembrar flores, embellecer el lugar, nombrarlos, como haciendo una promesa de volver, de no olvidarlos.

De su antigua casa, donde nació y enterró su ombligo, Oscar encontró algo: una nada, inubicable con certeza, pero al pie de un recuerdo vivo, punzante. En su tiempo, la familia tuvo que salir de La Balsita al casco urbano, Da-beiba. Nada que ha-cer, la violencia de los años 90 los perseguía, era el pleno auge de las autodefensas en Dabeiba y en toda la región de Urabá y el Occidente antioque-ño. La solución era salir hacia Medellín, un 7 de diciembre

triste y doloroso de un año que daba los últimos días de historia, 1997.

Carepa de regreso a la ciudad Aeropuerto los Cedros de Carepa,

es inevitable rememorar a quienes salieron desde la región hacia el exi-lio definitivo fuera del país durante el genocidio de la Unión Patriótica. Nos elevamos y se deja ver magnifica la planicie y los interminables cultivos de las bananeras. Nos vamos alejan-do, cae la tarde y el avión sobrevuela la ciudad de Medellín con un vértigo increíble dentro de esta canoa que es la capital de la montaña para aterri-zar en el aeropuerto Olaya Herrera.

Tragedias y esperanzas compar-tidas. Es lo que refleja las distintas experiencias y trayectorias de vida, de miles de víctimas de Dabeiba, Apar-tadó, Turbo y de todo el occidente y Urabá antioqueños.

Las vidas son un diálogo cons-tante porque en las ciudades ha recaído el reencuentro después de la migración forzada. En las comunas de Medellín han aparecido redes humanas, gente que comparte un mismo destino, que define un futuro, en el reclamo de la ciudad. Manrique, por supuesto, es la emergencia de voces esperanzadas que, por décadas, han fundado, después de la errancia, los barrios de la parte alta. La existen-cia de los territorios en la comuna no ha sido más que las ganas de vivir de muchas familias.

A Oscar y Luis Ángel los encontró el mismo camino. Al barrio La Cruz y La Honda fueron a dar después de muchas travesías y estancias en otros lugares. Fue un pedacito de tierra en la lejanía, representado en la presen-cia del otro, que les ha dado la certeza de no estar solos.

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considerable de población como consecuencia del desplazamiento forzado entre las décadas de 1990 y 2000, son una muestra innega-ble de la capacidad de adaptación de la condición humana. Los barrios han pasado de ser espacios de asilo temporal a convertirse en el territorio en donde se gesta la identidad misma.

Es innegable la fortaleza y la dignidad con la que las co-munidades han afrontado las dificultades en el trasegar por su camino y territorio. A su arribo a la ciudad tuvieron que asumir la estigmatización y señalamientos de que eran objeto. La soledad, la indiferencia y la negligencia por parte del Estado hicieron eco en los momentos de angustia tras un cruel desarraigo. “La Ladera” se con-virtió en la opción inmediata para soportar y reconstruir sus vidas.

Allí, justo en donde terminaba la ciudad de entonces, se inició la construcción de comunidades, compuestas por personas llegadas de las más diversas regiones. Poco

a poco fueron reinventando su territorio. Emergieron en el lugar desemejantes expresiones cultu-rales, arraigadas en la pasada vida del campo que aún hoy pervive en la memoria y en las calles y casas que constituyen los barrios. Las primeras viviendas, ranchos cons-truidos con los materiales dispo-nibles, pero siempre dignificadas por la cotidianidad de la familia, dejaban entrever y aun las de hoy, un viejo pasado de raíces agrarias, el jardín, el corredor, la huerta, las gallinas, en fin toda una vida que se reproduce en la ciudad.

Cuando en 2011 conocí “La Ladera”, me movía una premisa: “la necesidad de conocernos a no-sotros mismos como colombianos con nuestros problemas y poten-cialidades, identificar nuestros fenómenos sociales, a veces tan comunes, a veces tan particulares, para así poder superarlos”. Tenía el interés de comprender el sentido que la vida puede adquirir en nuestro contexto político y so-cial. Para eso iniciaba un proceso investigativo que indagaba por la

La Ladera: construcción de memoria y territorio

TESIS Juan Esteban Monsalve

Tesis de maestría Escuela del Hábitat Universidad Nacional

sede Medellín

Nunca podrán sopesarse los impactos territoria-les y demográficos que

el conflicto armado ha dejado en Colombia. El vergonzoso fenóme-no del desplazamiento forzado que deja en Colombia más de cinco millones de víctimas, ha significado la génesis de barrios enteros en la ciudad. La Comuna 3 Manrique, en Medellín es testigo fiel de este hecho. Sus calles y barrios han emergido y se han consolidado, en parte, con el arri-bo de masas arrojadas de las áreas rurales por el miedo, la pobreza y la desesperanza.

La parte alta de la comuna ha sido uno de los lugares en donde las gentes desarraigas han deposi-tado sus ganas de vivir. Los barrios en la periferia de la Comuna, en donde la ciudad se funde con el campo, tienen una profunda historia que contar, en donde la resistencia y la solidaridad son protagonistas.

Emergidos desde la década de 1980, pero con un aumento

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forma en que los expulsados por la violencia del eje bananero se apropiaban de la ciudad

En pocas palabras, la relación entre el desplazamiento forzado y la apropiación del territorio es el fenómeno en que se centraron los objetivos de aquella investigación. Encontré en La Honda la historia que deseaba analizar, un grupo de familias expulsadas de Urabá, que se organizan para darle sentido a un espacio olvidado de la ciudad. Que asumen roles de acuerdo las potencialidades creadas en la vida previa. Que trazan objetivos comunes y los desarrollan, para hacer una vía, un comedor, una escuela, para captar agua o traer energía.

Quise en un inicio comprender esas realidades nacidas por la violencia desde la observación de algunos núcleos familiares. Sin embargo, una vez en los barrios Bello Oriente y La Honda la inves-

tigación se dejó imbricar por la identidad de “La Ladera”, se solapó en las dinámicas comunitarias y orientó su análisis a la lectura del territorio barrial y la dinámica comunitaria general.

Comprendí que la historia de Urabá y su eje bananero es la historia del Oriente, del Occi-dente, del Norte, del Bajo Cauca, del Chocó, en fin, de todas las regiones afectadas por la guerra. Y comprendí, que la historia de La Honda es la historia de La Cruz, de Bello Oriente, de Carambolas, del Pacífico, de Esfuerzos de Paz, de toda Medellín. Entonces, desee mirar la diversidad de culturas, imaginarios y sentidos que en me-dio del conflicto armado asientan su hábitat en la periferia urbana de la ciudad, para hacer de la diversidad la principal fortaleza de sus gentes.

“Apropiación y significación cultu-ral de la ciudad de Medellín por parte

de la población desplazada del eje bananero”, es el nombre formal de la tesis que me permitió recibirme de posgrado. Formalismos acade-micistas si se me permite decirlo. No importa el lugar de origen, la crudeza de las circunstancias de la expulsión se asemejan en todos los casos. Y en todos los casos la ciudad es apropiada, significada y transformada.

Lo que encontré tras el proceso de investigación fue que tras años en situación de desplazamiento forzado, las familias ya no carecen de arraigos. Se han forjado en Medellín unas importantes redes organizativas, económicas y de solidaridad que se expresan en las dinámicas barriales. La ciudad se ha hecho parte del devenir de aquellos que buscaron refugio en ella y con más fuerza, en su descendencia, hijos y nietos que nacieron y crecieron en los barrios.

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En este proceso de apropia-ción, la memoria colectiva, ha jugado sin duda alguna un papel muy importante. Los encuentros de colonias y demás ejercicios de construcción de la memoria barrial representan para gran parte de la comunidad un ejercicio de auto reconocimiento e identi-dad, mediante el cual se ratifica el origen campesino, la procedencia de un territorio específico, la con-dición de víctimas con derechos ciudadanos vulnerados y exigi-bles, y la pertenencia y derecho a estar en un nuevo lugar construi-do por ellos mismos en medio de dificultades.

En la relación de esa memoria común, que se construye a partir de un punto violento de ruptu-ra con el pasado y los ejercicios comunitarios por hacerse a un há-bitat mediante la apropiación del territorio, ha germinado un nuevo sentido de identidad. Es la identi-dad de “La Ladera”, que presumen orgullosos quienes contribuyeron a fundar los barrios y a mejorar su entorno.

Le debo la realización de esa tesis a las organizaciones, hombres y mu-jeres que me abrieron sus historias y me permitieron acompañar por un tiempo sus caminos. Y debo admitir que les debo una parte importante de mi vida.

Me invitaron a escribir en este es-pacio una reseña de esa investigación a la que ahora creo debí llamar “La Ladera: Construcción de Memoria y Terri-torio”, pues es lo que allí se hace. Con honestidad me cuesta hilvanar ideas para decir al respecto. No me siento

en capacidad de enseñar mucho a las comunidades, ya que tanto aprendí de ellas.

No obstante, advertiré algunas reflexiones de aquel ejercicio. Debo resaltar la dignidad con que las vícti-mas de desplazamiento forzado han asumido su condición en el territorio, apropiándolo y apostando en él por una nueva vida, echando nuevas raíces, sin olvidar su origen. Consi-dero importante valorar las apuestas comunitarias por la solidaridad y el trabajo colectivo a través de ejercicios como el convite, como un modelo alternativo de desarrollo, sustentado en la solidaridad y el valor de uso por encima del de consumo, esto es algo que se ha construido en los barrios de la ladera y no se puede perder. ¡Qué tan bello es el ser humano cuando se abandona así mismo para ayudar a los demás! Hay personas que tendrán su parte en la historia barrial por el desinterés con el que trabajan en pro de la comunidad.

Sin embargo, “La Ladera” crece cada día más y nuevos retos se asoman. Para enfrentarlos será necesario superar la fragmentación organi-zativa y fortalecer la movilización social con miras a afrontar eventuales intervenciones de carácter estatal que amenazan con fragmentar el tejido social construido. Parece que los viejos se han quedado solos, la des-idia urbana ha ganado espacio en el territorio, la apatía a la organización y la individualización de los proble-mas, contrasta duramente con los principios campesinos de solidaridad y compromiso que caracterizaron a los fundadores de los barrios. Espero que las nuevas generaciones de “La Ladera” no olviden su origen. Espero no olviden, que el territorio en donde se asientan fue construido con sudor y sangre, con sueños y esperanzas.

Porque en este país de contrastes la amargura y el dulce siempre van de la mano.

Nota: Espero que el lector haya disfrutado de estos apuntes, he deseado no ser muy extenuante. Si es de su interés la tesis presentada para optar al título de Magíster en Hábitat puede ser descargada desde el vínculo http://www.bdigital.unal.edu.co/11082/

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Esta iniciativa de construcción de narrativas tenía como propuesta la formación

en investigación social y narrativas para los estudiantes de secundaria de la Institución Educativa Reino de Bélgica, cuya población habita las periferias de la Comuna 3 de la ciudad de Medellín. En su gran mayoría es una población desplazada, no sólo de otros barrios de la ciudad, ni del departamento de Antioquia, sino también de otras partes del país.

Este devenir en los procesos de poblamiento configura algunas di-námicas características de este grupo poblacional, las cuales se dejan en evidencia en ese espacio de confluen-cia que resulta ser la escuela. La falta de identidad con el territorio, el des-conocimiento del mismo, la ausencia de sentido de pertenencia con los espacios que habitan, son algunas de las características que se vislumbran en los estudiantes de los grados 6º a 11º de dicha institución en su sección Bello Oriente. Son estos aspectos los

Narrativas para estudiantes

Formación en investigación social y construcción de narrativas para estudiantes de secundaria: una experiencia en la Institución Educativa

Reino de Bélgica sección Bello Oriente.

que cumplieron las veces de insumo para el desarrollo de la iniciativa con los estudiantes, puesto que son esas características, ya sean de los estu-diantes o del contexto, las que iban a aflorar en medio del desarrollo de la propuesta y se evidenciarían en los resultados del proceso.

Este buscaba suplir, por medio de la investigación y de ejercicios narrativos, una suerte de vacíos, iden-tificados previamente, que habitan en el sujeto-estudiante, para que, de este modo, puedan ir supliéndolos y apropiándose de la realidad circun-dante, específicamente la iniciativa pretendía formar estudiantes de secundaria de la institución educativa en investigación social y construcción de narrativas de sus historias de vida o de sus cercanos, con el fin de gene-rar una mayor empatía, identidad y sentido de pertenencia por el lugar que habitan.

Para esto, desde nuestro ejercicio como docentes, partimos metodoló-gicamente desde la investigación ac-

“En nuestra segunda parada llegamos a la laguna donde EPM sacó el agua para hacer construcciones… también vimos mucha niebla y le pregunté sobre la laguna a Jhonny, un compañero de nosotros, me da mucha tristeza ver la laguna así, porque hay muchas perso-nas que venían a disfrutar su paisaje, el agua, toda sus tradiciones”.

(Daniela, grado séptimo, año 2015)

Profesores: Andersson Londoño, Mateo Londoño

Estudiantes: Paula Hernández DíazManuel Hernández MazoJuliana GarcíaValentina Mejía ÁlvarezDaniela Andrea MonsalveValeria Valderrama DavidYuri Nallely TabaresMaría Camila RíosAlan Daniel SánchezJuan Manuel SánchezAna Llulieth EscobarAyadi Miladis SánchezAna María Vasco

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ción docente con la firme pretensión de reflexionar sobre nuestra práctica y, de algún modo, transformar la misma. Con la investigación acción, el docente no sólo puede producir co-nocimiento popular-local, que apun-te a la solución de las problemáticas locales (sean del aula o la institución) de este modo, pretendíamos, mos-trar a modo de experiencia el proceso con los estudiantes, hacer visibles sus historias de vida y construir, en con-junto, cierto tipo de conocimiento, de orden más pragmático, que pudiera contribuir a la solución de algunas de las problemáticas institucionales.

En el año 2003 nací en el hospital La Piloto, no me acuerdo de muchas cosas de cuando era pequeño pero le pregunto a mi mamá y ella me cuenta que nosotros llegamos acá al barrio después de que nos separamos de mi papá. Ella ya había vivido en Bello Oriente con mi abuela y mi abuelo en el sector del Tubo y por eso decidió venirse a vivir acá. En un primer momento ella arrendó una casa y luego pudo comprar el lote en el que construimos las casa en la que vivimos ahora, con la ayuda de un primo. Siguiendo con mi historia, bueno, no me acuerdo de muchas cosas y en la entrevista no pregunté casi nada, pero de lo que me acuerdo es que siempre me ha gustado vivir acá, voy a ganar el año para poder irme a vacaciones para Aguachica, Cesar, donde vive mi papá.

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Investigación social y construcción de narrativas, algunas herramientas para crear

Diarios de campo

Como insumo para la recolec-ción de información, técnica que nos ha permitido en

el transcurso de la intervención y el desarrollo del proceso, se emplea el diario de campo, elemento funda-mental para el trabajo de investiga-ción social, donde a partir de la obser-vación y participación reflexiva de sus prácticas logran traer a colación un discurso final que ayudara a fortale-cer el insumo que ultima el ejercicio de investigación social.

Yo nací en Medellín el 6 de febrero de 2002, en el primer lugar que viví fue en el barrio Bello Oriente sector “El Hueco” uno de los lugares que se frecuentaban muchos sucesos violentos, se escuchaban disparos y yo veía gente armada. Por la misma ola de violencia que se vivió en el

barrio decidimos irnos a vivir a Ituango. Hubo un desplazamiento forzado que nos incluía a nosotros. Nuevamente volvimos al barrio, donde por medio de la familia pudimos construir la casa de material. Tiempo después un derrumbe destruyo gran parte de la casa forzados a buscar otro hogar donde vivir. La historia de mi vida ha sido atravesada por la constante violencia que pasa en el barrio, ya que en los diferentes sectores que he vivido me han forzado a migrar a nuevos lugares, corriendo con la misma suerte.

Salidas de campo

Se desarrollan salidas al campo donde dan cuenta de sus percepcio-nes, sensibilidades y sentimientos, llevándolos a un marco discursivo que adquiere significados, dotados

de sentido y supliendo necesidades básicas del aprendizaje que giran en torno a la lectura de su contexto.

Nosotros vimos muchos hongos,

vimos los carabineros, la laguna seca, después fuimos a la otra laguna que también estaba seca y había mucho pasto y unos caminos por donde podíamos pasar sin ningún problema. En la laguna vimos una torre de energía que la tumbaron con una bomba y pasamos por ruinas de casas de indígenas destrozadas. (Manuel, grado sexto, año 2015)

Cartografías

Como ejercicio de representa-ción espacial del entorno geográfico de los alumnos para el trabajo de investigación, hemos adoptado la

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cartografía como elemento esencial de entendimiento espacial dentro de un territorio determinado, donde se trabaja desde las singularidades, en este caso el estudiante (sujeto), hasta las generalidades en torno a su espacio vital (contexto).

En el recorrido subíamos, vimos desde

arriba. Vimos muchas piedras, árboles,

nos acompañaron cuatro profes y una profesora. Cuando paramos vi la casa de Paula, el colegio, los profes nos ayudaban en el camino, vi el CAI, el Tubo, desde la montaña pude localizar Pan y Paraíso, La Terminal, el clima es muy frío, hay mucha neblina, se ve la universidad vamos hacia la laguna y vimos Casa Blanca y una finca. (Camila, grado sexto, año 2015)

Entrevistas

Como elemento esencial de recolección de la información, para el ejercicio investigativo, se emplea la técnica de la entrevista para obtener un acercamiento al perfil investiga-tivo de los jóvenes, en cuanto a la recolección de la información de la historia de vida van a construir.

Yo nací el 25 de agosto de 2003, en

el hospital Santa María. Mi mamá llegó a esta ciudad cuando mi papito le dieron trabajo en Medellín, entonces a todos les tocó viajar para Medellín. Yo me crié con mi mamita porque ella me daba amor, yo de vez en cuando soy muy grosera con ella pero le pido perdón. Yo soy la nieta preferida. Yo cuando llego de estudiar me toca ir a hacer oficio y mi mamita se encarga de la comida y de lavar la ropa de todos. Nosotros somos ocho personas y

entre todos nos toca que ayudar, hay una embarazada y esta es mi historia hasta la realidad. Fin de la historia de mi vida.

Las narrativas Las narraciones pueden produ-

cirse mediante modos de repre-sentación orales, escritos, cinéticos, pictóricos o musicales. Las narra-ciones orales y escritas son las más corrientes. El género humano es afortunado por tener acceso a varias modalidades comunicativas que permiten crear una narración.

A mí me ha tocado vivir en varios lugares de acá, por ejemplo antes vivía por la Terminal, eso fue el año pasado, luego viví con mi hermano y mi cuñada en el paraíso, cerca de la casa de mi prima Paula, y ahora en la actualidad vivo con la prima que tenía la guardería. En términos generales me gusta vivir por acá, porque por acá están mis amigos del colegio y co-nozco gente y esas cosas, quizá uno no se imagine después de tantas vueltas donde va a poder parar, pero después de ya estar acá tanto tiempo uno termina gustándole y ya no se quiere ir de acá. Y bueno, así termina mi historia. Ya veremos después que pasa.

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Quienes somos

Somos un grupo de estu-diantes conformados por 15 estudiantes, más o menos,

de los grados sexto y séptimo, acom-pañados de dos profesores practican-tes, estudiantes de licenciatura en ciencias sociales de la Universidad de Antioquia. El trabajo que aquí realiza-mos es una experiencia que se pro-puso desde un proyecto para que nos formáramos en investigación, o por lo menos para que diéramos nuestros primeros pasos en este asunto, lo cual fue una experiencia muy significativa para nosotros. En los encuentros con el profesor Anderson y con el profesor Mateo trabajamos muchas cosas, a veces no hacíamos caso o no hacía-mos las tareas y ellos nos regañaban, pero después de todo pudimos hacer casi todo lo que queríamos en el grupo.

Entre todos construimos unas entrevistas que había que hacerle a nuestros papá o a quien pudiera so-lucionar las dudas que teníamos para poder construir una historia de vida desde que nacimos a la actualidad, entonces como no nos acordábamos de casi nada teníamos que preguntar.

Muchos de nosotros no pregunta-mos o hicimos muy poquitas pre-guntas lo cual nos dificultó después escribir la historia de vida y muchos terminamos escribiendo sólo lo que nos acordábamos que era poquito. De igual manera los profes nos decían que hiciéramos el intento de escribir algunas cosas más pero que si no nos acordábamos no estaba mal porque lo que importaba era hacer el intento e ir conociendo más o menos como se hacen estas cosas que nunca había-

mos hecho, porque en la escuela no se habla de estudiantes que investi-guen ni nada de esas cosas, pero ellos sí nos hablaron de eso y de lo impor-tante que puede ser.

Al final, con muchos inconvenien-tes y con muchos errores por parte de nosotros y de los profesores, pudimos terminar el último día de clase con lo que queríamos hacer. También podemos decir que la experiencia fue muy buena y que pasamos momen-tos muy chéveres con los profesores y con el grupo.

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La espada de MaízEste poema tiene un prólogo

casi más largo que el propio poema. Yo disponía de muy

poco tiempo en Medellín, apenas dos días. Venía de Bogotá, donde 14 pre-mios Nóbel Alternativo nos habíamos reunido para trabajar en conjunto y pensar colectivamente. Habíamos arribado como luchadores solitarios e institucionales y nos despedimos como hermanos.

El sábado 6 bajé del avión y esa misma tarde descubrí el festival. Fue amor a primera vista, a primer oído y a primera piel. La gente caía como lluvia, desde arriba, desde los costados, desde abajo. Con Chico Whitaker de Brasil nos sentamos en los escalones de cemento pero casi no hablamos entre nosotros, estábamos deslumbrados por la colec-tividad de poetas interactuando con la colectividad de escuchadores. Fui un espectador de la gente y de los poetas. Había una niña de quizás 12 años que sostenía un gran espejo con su mano, y espiaba hacia atrás para saber lo que ocurría. Ella y su madre, siempre abrazándose, resumían la magia a cielo abierto del Festival de Poesía de Mede-llín. En ese mismo espejo pude ver una

y otra vez la emoción de ojos grandes y la sorpresa que construían en sus rostros los poemas de tantos poetas, quienes, aún sentados en el escenario, parecían estar siempre de pié.    

Esa noche, gracias a Nguyen Phan Que Mai, de Viet Nam –la misma Ngu-yen que había deleitado a la madre y su niña con poemas y cantos diminutos– supe del encuentro poético y humano que iba a hacerse en el asentamiento de desplazados de La Cruz. Al día siguiente subimos en el ómnibus más pequeño, ágil y temible de la región para escalar con ruedas el camino de serpiente que lleva a los hogares y a la escuela. Este es uno de los pocos lugares de la tierra donde además de doblar a la izquierda y a la derecha los vehículos también giran hacia arriba y hacia abajo.

Ya en La Cruz, en la escuela, hubo poesía de poetas, viento, un hermoso viento de ciudad-montaña, aplausos, niños jugando y un almuerzo ancestral-mente preparado. Aún respiro el humo de los fuegos y el aroma de las grandes ollas, donde el arroz y la mandioca eran sazonadas con las risas picantes de esas grandes cocineras desplazadas. Des-

POESÍA Raúl Montenegro

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pués de compartir la poesía de poetas en serio, guiados por Leydy desde un micrófono rebelde, y de haber conver-sado con los cruceños y sus historias de expulsión, fue inevitable que también fuera colombiano, y decidiera ser poeta aprendiz. Porque vivo aprendiendo y vivo adoptando nacionalidades y formas ajenas de vida. Me es inevita-ble y necesario estar en el cuero de los otros para comprenderlos, y para que yo mismo me pueda entender, algo que –lo confieso– pocas veces logro.         Cuando regresaba en el ómnibus pe-queño, que era en realidad un híbrido entre saltamontes mecánico y ascensor, empecé a bosquejar el poema para los desplazados de La Cruz. Pero también para los desplazados de otras guerras,

y para los que no pueden desplazarse porque la guerra los tiene prisioneros. Empecé a amasarlo en una hoja de li-breta donde tenía la dirección de Leydy. Luego lo continué en otro papel aún más pequeño donde había escrito el correo de Claudia. Milagrosamente no los perdí pues pierdo todo. Lo comple-té a nueve mil metros de altura entre Medellín y Panamá.

Aclaro que no soy poeta, pero sí tengo disfraz de poeta. Me gusta escribir por impulsos, por pasión y por bronca. Creo, al final del día, que todos somos poetas cotidianos, y que cuando nos cansamos de ver nuestras propias imágenes las copiamos para que otros las vean. Los poemas son telegramas literarios, emblemas de lo breve, menos

extensos que las cartas con estampillas, o las novelas, pero tan poderosos como mil ejércitos y mil rebeliones. Me hizo feliz escribirlo, me hará feliz que lo lean, y más feliz que me digan aquello que sienten al leerlo. Quiero el perdón de los maestros poetas por invadir sus territorios, pero debo confesarles que solo lo digo por cortesía, pues soy invasor crónico, por naturaleza y por curiosidad.    Amigas, amigos: fue un privilegio cono-cerlos, y muy pequeño el tiempo para compartir. Pero como dice esa antigua frase china, “todo camino de mil millas comienza con un primer paso”, y este primer paso ha sido hermoso, vibrante e inolvidable. Un abrazo de paz,

Mi espada es temible, temida, ate-rradora, inevitable distinta, perdió su alma de metal, su ruido seco

no tiene militar detrás, ni regi-miento, ni cerebros congelados posee puño, no empuñadura, nunca fue forjada

sino cocida, al Sol, en la selva, so-bre las camas pobres en los quejidos potentes de los amantes, en el llanto subversivo de los recién nacidos

Es portada por mil manos ca-llosas, mil brazos, mil piernas, mil torsos, mil rugidos se hunde profun-do pero no hiere ni mata

hace vida, la brota, la mece, espada de maíz que combate sables y fusiles ahogándolos en ideas de agua, en furias ancestrales de pueblos que hierven

en mil sonrisas de niños ham-brientos, en prólogos acallados de mil fosas comunes.  Nunca duerme en ar-senales ni cuarteles, porque despierta en chozas, en patios dóciles

en mesas de cocina con olor a cebolla, No es pariente de banderas, ni nieta de patrias militares, es hija del arado, prima del jaguar, esposa de la sopa de calabaza

Mi espada es feroz porque no es mía, es de la gente simple que la tiene sin saberlo y la construye cada día, cada mañana de febrero, cada minuto, cada noche de agosto

A mi espada que no es mía, la quieren tener los generales, los corruptos con trajes de tintorería, los narcos, los Monsanto, los Obama, Barrick Gold, Río Tinto, Texaco

no saben pobres infelices que sus manos son ridículamente pequeñas para sostener una espada invisible con tamaño de pueblo

Dedicado a los habitantes de La Cruz, A Adelmo Cartagena y su bisnieta Mari Ángeles de tres años, A Isabelina Montoya, A los desplazados que hoy tienen raíces, A Leydy Acevedo, A Claudia, A Fernando Rendón, padre natural de un festival legítimo

A los niños que remontaban dos cometas azules A Nayla y Otoño Araí

Prof. Dr. Raúl A. Montenegro, Biólogo Presidente de FUNAM (Fundación para la defensa del ambiente) Profesor Titular de Biología Evolutiva (Universidad Nacional de Córdoba) Premio Nóbel Alternativo 2004 (RLA-Estocolmo, Suecia) Premio Global 500 de Naciones Unidas 1989 (UNEP-Bruselas, Bélgica) Nuclear Free Future Award 1998 (Salz-burgo, Austria) Premio a la Investigación Científica (Universidad de Buenos Aires, Argentina)

Compartido en la socialización del proyecto en el barrio La Honda en el marco del Festival Internacional de Poesía de Medellín.

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Yo blasoné mi estanciacon vejas herraduras oxidadas,con ponchos y alpargatas;al retrato severo del abuelo,le hice un marco sencillocon mi ruana;fustigue el pensamiento y el recuerdo para buscar la fuente de mi razay encontré que la paz y la esperanza y todas las virtudes franciscanasson los cimientos de este pueblo altivo,de glorias sostenidas con azadas

Que el viejo Moisés legó sus tablas a un pueblo campesino de patriarcadoque el trabajo fue ley,que con el alba madrugar solíanlos padres de mi raza,que morían al pie de un azadóny en los surcos regados por sus lágrimas

Entreví en el recuerdo nebulosode mi lejana infancia,un vivir de rusticas costumbres,una casona humilde y dos seres que unidosme otorgaban el pan de la enseñanza.

Recordé que en épocas pasadasen los caminos no sembraban cruceslos héroes violentos de la patria; que todas las veredas eran libres para arrear las recuasde las mulas cargadas

y que por esos campos hoy desiertosen ese entonces se oían serenatas

Recordé que la luna otrorano alumbraba la ira amarillentade las armadas bandasy que el sol madrugaba con los pájaros,los peones, las flores y las vacas

Pero… todo es recuerdos y recuerdos que llenan mi alma de nostalgiasy detengo el barquichuelo del recuerdocon el ancla pesada de nostalgias,pues tan solo han quedado de mi pueblo,un día libre, capaz de una esperanza;una sombra que apellidan futurolos hombres decadentes de la razay una historia de glorias y de luchas que solo son cenizas y añoranzas Yarumal, 1967

Cenizas y Añoranzas

POESÍAConrado Llamas Restrepo

A mi dulce tierra antioqueña con el alma

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Sopló en la alcoba un viento fuerte y helado, las cortinas bailaron en un aquelarre de

colores distorsionados y los vidrios de ventanas y cuadros parecían castañe-tear de poderosos dientes invisibles. El se encontraba en un estado muy cercano a la catalepsia pero podía darse cuenta plenamente de lo que ocurría a su rededor y su lecho crujió lastimeramente al sentir el peso del visitante silencioso, personaje que era como una densa sombra casi pal-pable pero a la vez escurridiza. Juan mi confidente sufría de una herida profunda en su pierna izquierda y esto desde que había trabajado en los pantanos pestilentes de una tierra amazónica y no era poco el dinero que había gastado en remedios inocuos, en médicos y curanderos y mientras tanto el mal avanzaba. Pasaban los segundos y el ambiente en la alcoba se hacía casi tranquilo y placentero y esto como por arte de magia y el paciente se sentía como transportado a otras esferas, a unos mundos para el desconocidos y principió a ver como unos círculos en varios colores producidos por una luz brillante y danzante al mismo tiempo, algo así como una sinfonía lumínica y silenciosa. En un momen-to dado y no precisado en el tiempo, el enjuto cuerpo de Juan vibró como una arpa destemplada y sus huesos

era como comprimidos por un puño ciclópeo, un sudor frío fue cubriendo el rostro de quien me narraba los pre-suntos hechos y aún mi rostro expec-tante se perló de unas pocas gotas de sudor y sentí algo extraño en todo mi ser pero mi amigo siguió su narración y me dijo que pasado un tiempo no calculado por él, la rara escena de la alcoba tomó un raro giro, brusco, in-esperado y la sombra antes tenebrosa se tornó en un hermoso ser de luz, una luz blanca llenó todo el espacio antes oscurecido y Juan sonreía y charlaba con su visitante haciéndole preguntas y preguntas las cuales no eran respondidas por la sombra. Pasados unos segundos el rostro de Juan se transfiguró totalmente, su cuerpo se tornó casi rígido, su nariz se perfiló, se desencajaron sus quijadas, se terminó el sudor frío y un rictus de placidez lo remplazó pero creyó que había llegado su última hora y solo le dolía que fuera a sus treinta y cinco años de vida.

Luego de narrar los anteriores hechos, Juan tomó como un nuevo aliento y esto guardando un corto silencio y lanzando un hondo suspiro y yo por mi parte encendí un cigarrillo que falta me hacía y me repantigué en el mullido sillón. El tiempo en la alcoba se había detenido a decir del narrador, era algo así como un tiem-po perdido en el tiempo y de improvi-

so como todo lo que había sucedido antes, él y todo lo que lo rodeaba sufrir como un terremoto en miniatu-ra y cayó sobre el paciente y las cosas un silencio absoluto, la sombra se fue desvaneciendo lentamente y dejando tras de sí una brillante estela lumino-sa, se cerraron las ventanas suave-mente, las cortinas quedaron en la quietud de antes, se escuchó de nue-vo el tic tac del viejo reloj de pared y Juan creyó que habían transcurrido varias horas en estos acontecimientos los que en verdad sucedieron en unos pocos segundos, el narrarte se revol-vió en su lecho y se quedó dormido profundamente hasta las seis de la mañana y ya bien despierto recordó todo lo acontecido la noche pasada y se metió a la ducha, miró su cuerpo desnudo y pensó que había cambia-do, su piel estaba tersa, sus músculos ágiles, su rostro rejuvenecido y de pronto Juan miró su pierna izquierda y quedó asombrado al ver que su herida o llaga había desaparecido, la sombra lo había sanado. Cuando se terminó la narración quedamos en si-lencio y nos despedimos sin modular una sola palabra, solo nos estrecha-mos las manos.

Medellín, octubre 7 de 2000Conrado Llamas Restrepo Barrio

María Cano Carambolas

El milagro de la sombra

CUENTO Conrado Llamas Restrepo

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Mujer NegraMúltiples rostros

Incontables nombres.Digo ¡Negra!

Y me atrapa esa palabra bruja de ritual olvidadoEufonía poderosa.

MujerTambién eres el color de tu piel azabache

enamorador arcoíris prietoOjos de gata nocturna

Princesa beligerante avivando a su pueblo bello durmiente.

Comprendo tu deseo a no ser invocada por esta señalNo fuiste tú quien creó esa sentencia para ti y tus hermanas,

Pero yo me he enamorado de ti como NegraDe sonrisa rebeldePiel contestataria

Alegría indestructibleCabello cimarrónY amor dadivoso.

En mi alma te invocoNegra, Negra, ¡Negra!

Y quiero que sea verdad ese miedo del blancoA tu desteñir y tiznar al roce epidemial.

Contágiame tu sublime negruraTus tambores sagradosTu marimba de chonta

Tu sed de vida aún después de la muerteTu orgullo nunca mancillado.

¡Negra!

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Enséñame Negra a ser feliz en tu inquebrantable rebeldíaTu alegría indomable ante el yugo de miedo y dolor con el que el blanco

te secuestró.

Enséñame a ser fiesta en medio del sufrimientoA sonreír de cara al martirio impuesto con el que jamás te pudieron

destruir el alma.

Permíteme conjurarte ¡Negra!Rodéame en tu pecho

En tu abrazo devuélveme a mi ancestralidad africanaBendíceme al nombrarme tu hermana

De piel mestizaY alma negra.

Sortilegios - Lilit LobosLeído en el marco del Festival Internacional de Poesía de Medellín barrio La Honda 2014

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