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Segundo número de la Revista de la Asociaicón Llámpara. Patrimonio Industrial. The second number of the Magazine of the Llámpara Association. Industrial heritage.

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"Innovar es encontrar nuevos o mejorados usos a los recursos que ya disponemos”.

PETER DRUCKER.

> Subvenciona:

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contenido

Edita: © Asociación Llámpara. Patrimonio IndustrialTeléfono: 0034 620364255www.llampara.org | [email protected] Coordinación: Guillermo Rivilla MarugánConsejo Editorial: Isabel Estébanez Mejías, César Martín Simón, José Carlos Neches Fernández y Pablo Sánchez PérezDiseño y Maquetación: Carlos de Miguel GarcíaDepósito Legal: S-172-2008ISSN: 1888 - 4784Foto de portada: Juan Carlos Quindós de la FuenteEJEMPLAR GRATUITO. PROHIBIDA SU VENTA

patrimonio industrial

5 Editorial

7 Las fronteras del Patrimonio Industrial JOSÉ LUIS LALANA SOTO y LUIS SANTOS Y GANGES

21 El poblado obrero de Unquinesa de Mataporquera (Cantabria) GERARDO J. CUETO ALONSO

29 El archivo de Hullera Vasco-Leonesa y el Patrimonio minero de Castilla y León JOSÉ ANDRÉS GONZÁLEZ PEDRAZA

39 El Patrimonio Industrial y la educación: una experiencia de trabajo GUILLERMO RIVILLA MARUGÁN y GRUPO DE ALUMNOS DE 2º DE BACHILLERATO DEL IES PÍO DEL RÍO HORTEGA DE PORTILLO (Valladolid)

46 La ley de Defensa del Patrimonio de 1933 LEANDRO MARTÍNEZ PEÑAS

55 Principales actuaciones de recuperación del patrimonio minero en la montaña palentina. La reconfiguración de un municipio minero: San Cebrián de Mudá CARMEN HIDALGO GIRALT

65 El aerotrén (l’aérotrain) TOMÁS RUIZ BARRIO

74 Patrimonio Industrial en la comarca de las Sierras de Béjar y Francia PABLO SÁNCHEZ PÉREZ

83 Espacio Joven de Valladolid, de matadero industrial a espacio de participación juvenil CARLOS DE MIGUEL GARCÍA

96 Miradas sobre nuevos usos del Patrimonio Industrial • La Fábrica de Arenques de Djúpavík (Islandia) • La Azucarera Santa Victoria en Valladolid (España)

100 Actividades de Llámpara en 2008

105 Galería de imágenes JUAN CARLOS QUINDÓS DE LA FUENTE

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Una vez conocida la importante difusión y las felici-taciones recibidas tras la publicación del primer nú-mero de la revista, rápidamente nuestra Asociación inició el trabajo para una segunda edición del año 2009. De nuevo los esfuerzos han sido significativos y las dificultades no pequeñas, pero la insistencia ha logrado superar los diversos problemas surgidos en el camino. Por este motivo y de forma obligada nuestros agradecimientos a las siguientes personas e instituciones: de forma lógica y con especial énfa-sis, a todos los articulistas y colaboradores, de nuevo a ASAM y a Bancaja, por su apoyo en los primeros pasos, a Olaia, a Emilio, a Andrew, a Gustavo, a José Luis, a Hugo y a Luis, por creer en nuestro proyec-to y formar parte activa de él, al magnífico grupo de chavales del IES Pío del Río Hortega de Portillo (Valladolid), por su activa participación en la defensa del Patrimonio Industrial, al Museo Etnográfico de Castilla y León por permitir difundir el conocimiento generado, a Jesús, por dejarnos ver las estrellas, y al Museo de la Minería y la Siderurgia de Sabero, por apoyar la publicación de la revista y, por supuesto, a todos los socios que componen Llámpara.

De nuevo hemos querido en este número que el lector maneja abordar la temática del Patrimonio Industrial desde múltiples puntos de vista y discipli-nas, introducir una mirada fresca, distinta y rejuve-necedora en este árido terreno, acercarnos a esta materia desde una perspectiva académica y teórica, esencialmente universitaria, pero también más allá de sus muros, buscando otro tipo de profesionales y expertos que pudiesen aportar distintas perspectivas y nuevos temas, logrando así una amalgama de pun-tos de vista y temáticas que nos permitan una visión definitivamente interdisciplinar en una materia tan necesitada de ello.

Se inicia este segundo número con un artículo que a buen seguro dará que hablar. En él, José Luis Lalana y Luis Santos se introducen en un apasiona-do debate sobre el propio concepto de Patrimonio Industrial, las características de esta materia y la propia evolución de la disciplina. A continuación, Gerardo J. Cueto nos acerca al poblado obrero de

editorialASOCIACIÓN LLÁMPARA. Patrimonio Industrial

Unquinesa de Mataporquera en Cantabria para rea-lizar sobre él un precioso recorrido. En tercer lugar, será José Andrés González quien, como director del Archivo de la Hullera Vasco-Leonesa, nos mues-tre todos sus secretos y posibilidades. Desde una perspectiva educativa e insistiendo en el papel de la juventud, Guillermo Rivilla nos acerca a una intere-sante experiencia que ha permitido la implicación de jóvenes estudiantes en el conocimiento y salva-guarda del Patrimonio Industrial, en relación con el Patrimonio Industrial, en el marco del Proyecto Pa-trimonio Activo de la Comisión Europea. Vinculado al mundo del Derecho, Leandro Martínez indaga en la

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importancia histórica y la notable vigencia en muchos aspectos de la Ley republicana de Defensa del Patri-monio de 1933. A continuación, será Carmen Hidalgo quien muestre la situación actual y posibilidades de futuro de la comarca minera del Valle de Mudá en Palencia, siendo seguida por un interesante relato de Tomás Ruiz acerca de uno de los ingenios europeos relacionados con el transporte más prodigioso y a la vez desconocido, el Aerotrén francés. Una original visión nos muestra Carlos de Miguel sobre el edifi-cio rehabilitado del Matadero de Valladolid (actual Espacio Joven), mientras que Pablo Sánchez analiza el estado del Patrimonio Industrial de las Sierras de Béjar y Francia.

En este número se inicia asimismo un nuevo apartado en la revista que versa sobre diferentes miradas-nuevos usos del Patrimonio Industrial. Y para finalizar, no podíamos obviar un resumen del conjunto de actividades desarrolladas por Llámpara a lo largo del año 2008 y una galería de imágenes de Juan Carlos Quindós que nos permite enfatizar en el carácter eminentemente visual de nuestra revista.

Aprovechamos igualmente la tribuna que nos ofrece esta publicación para insistir en unos de los aspectos básicos que, a nuestro juicio, merecen las iniciativas vinculadas al Patrimonio Industrial: la ne-cesaria e inevitable coordinación entre todos los agen-tes, ya sean públicos o privados, que trabajan sobre él. El trabajo desarrollado en el ámbito del Patrimonio Industrial en nuestro país durante los últimos 20 años es amplio y diverso, tanto en los temas abordados como en las personas y entidades que lo han llevado a cabo: inventarios generales o específicos, proyectos de rehabilitación de bienes concretos o de puesta en valor de paisajes industriales/culturales complejos,

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tesis doctorales o breves estudios de investigación. La lista puede ser interminable, no así el conocimiento general de todo lo ya efectuado y que, en muchas oca-siones, no ha sido ni publicado ni siquiera publicitado.

Una parte del conocimiento generado se deja envejecer en cajones, archivadores o discos duros y DVDs, ordenados en estanterías públicas y priva-das, sin ningún tipo de difusión, permitiendo que el trabajo sea realizado de nuevo por otro grupo de personas un tiempo después no muy lejano, con la consiguiente duplicación en el trabajo y pérdida de los ya de por sí escasos recursos destinados a este tipo de Patrimonio.

Existen foros de intercambio de actuaciones y experiencias muy interesantes (como ejemplo sir-van los Congresos Internacionales organizados por INCUNA todos los años, blogs como http://blogcyl.patrimoniocastillayleon.org/patrimonioindustrial/, o revistas digitales como Alarifes). Aún así creemos que son necesarios varios pasos más. Resultaría de enorme trascendencia la creación de una web par-ticipativa en la que los distintos agentes vinculados al Patrimonio Industrial (personas físicas o jurídicas, entidades públicas o privadas, grupos de investiga-ción, medios de comunicación,…) suban toda la infor-mación relativa a las actuaciones desarrolladas, con diferentes sistemas de acceso a dicha información visitable desde cualquier lugar del mundo, para que de esta forma todos los interesados puedan conocer a las iniciativas tomadas, actividades realizadas y co-nocimiento generado.

Con un acceso sencillo y libre al conocimiento existente se podrán plantear más acciones conjuntas de calidad que situarán el Patrimonio Industrial en una posición cada vez más ventajosa. n

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El patrimonio industrial está de moda. Tanto en el ámbito acadé-mico como en el administrativo y en el técnico-operacional se le empieza a considerar un asunto relevante. Estamos, sin embar-go, ante un campo del conoci-miento poco estructurado, donde los límites son difusos y los ob-jetos de estudio y los métodos, criterios y contenidos son objetos de debate minoritario. Preten-demos en este artículo abordar críticamente los conceptos en uso con la intención de hacer ver la oportunidad del debate, plas-mando nuestras propias ideas y enfatizando la conveniencia de la interdisciplinariedad.

Aunque el término “arqueo-logía industrial” apareció por primera vez en un artículo de Michael Rix en 1955, se conside-ra, y así lo señala Buchanan ya en 1972, que la arqueología in-dustrial nació con la batalla por salvar la entrada monumental a la Euston Station de Londres, finalmente derribado por British Railways en 1962 a pesar de las protestas sociales. El problema, la queja habitual en artículos o conferencias, es que no existe la disciplina académica como tal. Es evidente que requiere el con-curso de muchos especialistas en ramas diversas, es decir, el trabajo en equipos multidiscipli-nares, y que la gran diversidad de los testimonios, materiales e inmateriales, que ha llegado a

nuestros días, a pesar del ace-lerado ritmo de destrucción, im-pide o cuando menos dificulta enormemente, la aparición de un corpus teórico disciplinar.

La grandeza y la miseria del estudio del legado de la sociedad industrial es precisamente esta falta de disciplina formal, que por un lado ha ensanchado el horizonte, tanto en contenidos como en métodos, de las discipli-nas relacionadas con ella, enri-queciéndolas notablemente, pero que a veces da la impresión de ser una caótica torre de Babel, una etiqueta que se puede colo-car en cualquier tipo de escrito, actuación o evento, sin más re-quisito que buscar una conexión

con la industria, algo sencillo dada la influencia de la misma en cualquier aspecto de nuestra vida, o, simplemente, con añadir el adjetivo “industrial” en algún lugar del título. Lo más directo, como ocurre con otros campos de conocimiento, es achacar el problema a la falta de una for-mación específica, reclamando, por tanto, la delimitación de una parcela académica que nos per-mita “reconocer a los nuestros”, y acotar así el grupo de los que están capacitados para trabajar en arqueología industrial.

Pero la pregunta que cabe hacerse es otra: ¿es realmente necesaria la formulación y cons-trucción de una nueva disciplina

Las fronteras del patrimonio industrialJOSÉ LUIS LALANA SOTO y LUIS SANTOS Y GANGES Instituto Universitario de Urbanística de la Universidad de Valladolid

Ilustración 1: Entrada monumental a Euston Station en Londres. Grabado de 1838.British Railways demolió en 1962, a pesar de las protestas ciudadanas, la entrada monumental que la London & Birmingham Railways había erigido, en 1838, para la primera gran estación de línea del mundo. La batalla por preservar el arco de esta demolición innecesaria, wantonly en palabras de Rix, se considera que marca el nacimiento de la arqueología industrial.

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lizar restos materiales del pa-sado, la especialidad encarga-da de su estudio se denomine arqueología, que es la disci-plina que ha desarrollado los métodos de estudio adecuados para ello, frente a la orienta-ción esencialmente documen-tal de la historia. De hecho, la arqueología industrial puede considerarse como una parte de la arqueología de la produc-ción, y así lo sostenían algunos de los pioneros1 o actualmente Marilyn Palmer, presidenta de la Association for Industrial Ar-chaeology. Lo que se reivindica es la capacidad del método ar-queológico para dar respuesta a preguntas ignoradas por la historia convencional, excesiva-mente dependiente de las fuen-tes documentales, e incapaz, por ejemplo, de decirnos cómo vivían, pensaban o se relaciona-ban los trabajadores (general-mente analfabetos) de una mina o una factoría. Porque el foco de examen es el hombre, la socie-dad, y no los restos materiales por sí mismos:

tigaciones (congresos, publica-ciones específicas) y, en general, del reconocimiento como tal por parte de la comunidad académica. Pero es cierto que se trata de una disciplina, un territorio, de confi-nes imprecisos, difusos, tanto por el objeto de estudio como por la gran diversidad de los enfoques desde lo que se puede abordar o las metas que se persiguen.

1. Las fronteras disciplinares y del patrimonio industrial¿Arqueología o historia?

El objeto de estudio son los restos materiales que han llega-do a nuestros días de actividades industriales hoy obsoletas; restos que la sociedad considera un pa-trimonio, es decir, una herencia valiosa, digna de ser conservada. Así, hay que empezar por distin-guir tres conceptos: los restos materiales de la industrializa-ción, el patrimonio industrial y la rama del saber encargada de su estudio, denominada arqueología industrial.

En principio parece lógico que, dado que se trata de ana-

académica? Creemos que la res-puesta, observando otras ramas del saber, es que no. La arqueo-logía industrial ya no es nueva, aunque éste sea un adjetivo de uso frecuente en el título de ar-tículos o libros sobre el tema, ni minoritaria. Aunque es cierto que todavía queda mucho camino por recorrer, el estudio del patrimo-nio industrial es un área de co-nocimiento firmemente anclada en el panorama cultural actual, que después de varias décadas de trabajo cuenta ya con una pro-ducción teórica y práctica nada desdeñable, como ocurre con otros campos de estudio que, por lo difuso de sus límites y su com-plejidad, tampoco cuentan con un corpus científico y un currícu-lo académico propios, pero sí con una cultura, un acervo técnico y un savoir faire que encuadran, aunque no sea de forma rígida, su campo de acción. El urbanis-mo, por ejemplo, es una discipli-na que tampoco tiene, en muchos países, una titulación específica, y en ella trabajan arquitectos, geógrafos, sociólogos, abogados, ecólogos, etc. Ni siquiera está claramente establecida su cate-goría dentro del saber humano, y según la obra que consultemos lo encontraremos definido como ciencia, como técnica o como arte, con definiciones bastante imprecisas, que acaban por obli-gar a una aproximación histórica de la noción. Pero es indudable que cuenta con un acervo teóri-co-práctico que es necesario co-nocer bien, además del manejo solvente de las herramientas y técnicas específicas, para poder denominarse urbanista.

El estudio del legado material de la sociedad industrial ya no es, por tanto, un “nuevo territorio”, por usar la conocida expresión de Bergeron y Dorel-Ferré, sino un “ámbito inmaduro” que, aunque no tenga sus propias escuelas o estudios superiores, puede ser considerado como una disciplina en el sentido de que está defini-da y dispone de una producción teórica y práctica importante, de canales de difusión de sus inves-

Ilustración 2: La locomotora North Star, de la Great Western Railway.El primero de los monumentos industriales que incluye Rix en el apartado de las pérdidas penosas (grievous) es la locomotora North Star, construida en 1837 por la Great Western Railway, y desguazada en 1905 al no encontrar un lugar donde preservarla. Casi todos los textos británicos sobre arqueología industrial incluyen una referencia a esta locomotora; una elección que resulta, cuando menos, curiosa, primero porque hacía más de medio siglo que había desaparecido, y segundo porque puestos a escoger una locomotora importante para la historia, ésta debería ser, sin duda, la Rocket de Stephenson, construida para la célebre competición de Rainhill en 1829.

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adjetivo “industrial” el que plan-tea los verdaderos problemas para fijar las fronteras del patri-monio industrial, especialmente en tres aspectos: la delimitación cronológica, la espacial y la te-mática.

Delimitación cronológica: ¿desde cuándo podemos ha-blar de industria?

El problema de la delimita-ción cronológica de la arqueolo-gía industrial surgió muy pron-to. Los pioneros consideraban restos industriales todos los re-lacionados con la producción y el trabajo del hombre, desde la prehistoria hasta nuestros días, aunque por diversos criterios se centraban especialmente en el periodo de la industrialización. Por tanto, a pesar de que los lí-mites temporales, como vere-mos, siguen planteando proble-mas y no pueden ser estable-cidos de forma estricta, se ha considerado que podemos hablar de industria a partir de mediados del siglo XVIII.

Esto se debe a que se aso-cia el patrimonio industrial con el sistema técnico vapor-hierro-carbón, vinculándolo al concep-to de revolución industrial, un término acuñado a principios del siglo XIX, utilizado por Friedrich Engels y difundido por Arnold Toynbee6. Pero este término, tan conveniente como engañoso, sugiere un cambio súbito y ra-dical de las estructuras, y aun-que sigue siendo de uso común, ha sido y es muy controvertido. En primer lugar por su escasa adecuación a muchas realidades territoriales, tanto por el mar-co temporal como por el tipo de industria o la fuerza motriz asociados a la industrialización, pero sobre todo porque más que de una revolución, de lo que se trata, al menos desde un punto de vista tecnológico, es de una rápida evolución, una época en la que determinadas tendencias y esfuerzos previos se imponen y generalizan, transforman-do las formas de trabajar y vivir del hombre. Pero si en lugar de

y de la revista Technology and Culture en 19594, plantea en la introducción de «Technology in Western Civilization» (1967) una visión similar, basándose en la necesidad de superar la situación existente: los libros de historia sólo tratan los factores técnicos desde aspectos económicos y so-ciales, pero no hacen ningún in-tento serio por comprender la re-lación entre industria y sociedad, mientras que las historias de la tecnología existentes sólo se cen-tran en los aspectos “internos” de la misma, omitiendo los cultu-rales, económicos o sociales.

Algunos historiadores consi-deran, en fin, que la arqueología industrial no es una nueva dis-ciplina, sino una nueva aproxi-mación histórica al fenómeno industrial5.

El estudio del patrimonio industrial, ¿es arqueología, es historia o es una rama indepen-diente de ambas? Si seguimos estrictamente a Buchanan, la arqueología industrial sería una parte del estudio del patrimonio industrial, orientada a los restos materiales y el trabajo de campo, pero entonces surge el problema de cómo denominar al conjunto de los estudios que comparten tanto el objeto como el objeti-vo. En la práctica, y aunque este tema es objeto de apasionados -a veces incomprensibles- deba-tes en la comunidad académica, la denominación formulada por Rix en 1955, que no es mejor ni peor que otras que se pudieran haber propuesto, es la que final-mente se ha generalizado, sin que eso signifique renunciar a ninguna de las aportaciones que se puedan realizar desde las di-versas disciplinas académicas (y no sólo desde la arqueología o la historia). La Carta de Niznhy Ta-gil sobre el Patrimonio Industrial (TICCIH, 2003) define la arqueo-logía industrial como “un método interdisciplinario para el estudio de toda evidencia, material o in-material [...] creados por proce-sos industriales o para ellos.”

En todo caso, más que el sustantivo “arqueología”, es el

“They want to know things which the traditional, library-bound historians never thought interesting or important, and to them it seems ridiculous to di-vide history into compartments [...] History is primarily about people, not things, and indus-trial archaeology, as one of the historian’s tools is about the part that coal-mines, steam-ha-mmers, and abandoned airship hangars played in the lives and thinking of the people who desig-ned and operated them”. (Hud-son, 1976).

El objeto de estudio de la ar-queología industrial, más que los restos materiales de la sociedad industrial, es la propia sociedad industrial, a partir de sus restos materiales.

Por su parte, también desde la historia se había postulado la necesidad de trabajar formulan-do preguntas e intentando obte-ner respuestas, aún cuando no existan fuentes documentales específicas para ellas. Lucien Febvre, en su magnífico ensayo «Hacia otra historia», de 1949, escribe una apasionada crítica hacia la historia “convencional”, formulando la necesidad de plantearse preguntas y aventurar respuestas, utilizando para ello, además del ingenio2, cualquier tipo de información disponible:

“La historia se hace con do-cumentos escritos, sin duda. Pero también puede hacerse, debe hacerse, sin documentos escritos si éstos no existen. […] Con palabras. Con señales. Con paisajes y con tejas. Con la for-ma de los campos y las malas hierbas. Con eclipses de luna y cabestros. Con el examen de las piedras por geólogos y el análisis de las espadas por los quími-cos”3, porque están “los campos y las máquinas y las institucio-nes, las creencias, los escritos: detrás de todo eso que interesa a la historia, que es materia de la historia, lo que el historiador quiere captar son los hombres.”

Melvin Kranzberg, uno de los fundadores de la Society for the History of Technology en 1958,

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revolución hablamos de evolu-ción, ¿dónde ponemos el lími-te temporal? Aún utilizando el término revolución industrial en su acepción más laxa y global, identificándolo con la época en que se desarrolla el fenómeno industrial, no podemos fijar una fecha indiscutible y concluyente, a partir de la cual podamos ha-blar propiamente de “industria”. La actividad industrial fue madu-rando durante siglos, mediante el sistema técnico agua-madera, que podríamos considerar como protoindustrial o preindustrial, que convivió -se relacionó- du-rante mucho tiempo con los nue-vos establecimientos industria-les. Las grandes manufacturas y los talleres militares, que Ber-geron denomina “protofábricas”, enormes espacios de trabajo en los que la máquina está todavía ausente, en realidad agrupacio-nes de artesanos, ¿son patrimo-nio industrial?

La Carta de Nizhny Tagil deja una vez más abiertas las puer-tas, al considerar que “el período histórico de principal interés se extiende desde el principio de la Revolución Industrial, la se-gunda mitad del siglo XVIII, hasta la actualidad, incluida. Si bien también se estudian sus raíces preindustriales y protoindustria-les anteriores. Además, se re-curre al estudio del trabajo y las técnicas laborales rodeadas de historia y tecnología”. En el caso español, el Plan Nacional de Pa-trimonio Industrial (2000) incluye “las manifestaciones comprendi-das entre la mitad del siglo XVIII, con los inicios de la mecaniza-ción, y el momento en que co-mienza a ser sustituida total o parcialmente por otros sistemas en los que interviene la automa-tización.”

El término ante quem intro-duce, como muestran las dos ci-tas anteriores, un problema al

menos tan complejo, si no más, que el post quem. ¿A partir de qué fecha consideramos que una manifestación industrial es de-masiado moderna para formar parte del patrimonio industrial?

Delimitación espacial: de la fábrica al establecimiento

Una industria sólo en raras ocasiones es identificable con un edificio, por lo que es conve-niente -aunque poco frecuente- distinguir entre dos conceptos: fábrica y establecimiento indus-trial7. La fábrica es el local de producción propiamente dicho, mientras que el establecimien-to es el lugar, caracterizado por su unidad geográfica, donde se ejerce la actividad económica de producción industrial, es decir, el terreno y los edificios que en él se encuentran.

En los primeros tiempos de la industrialización, y en las pe-queñas empresas en general,

Ilustración 3: Science Museum, South Kensington (Londres).La concepción general del Museo de la Ciencia de Londres y su colección sigue las pautas marcadas en las primeras obras sobre arqueología industrial, que suelen citarlo expresamente. Incluye exposiciones relativas a todo lo que tiene que ver con el avance técnico humano, aunque la práctica totalidad pertenece a la época industrial, llegando hasta los objetos que se han dejado de utilizar muy recientemente, como un teléfono de sobremesa con marcación por disco o un ordenador personal obsoleto.

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principal, la fábrica, aunque qui-zá sea el más importante y el más valioso arquitectónica y es-téticamente, puede y suele ser una confusión de la parte por el todo, producto de pensar en tér-minos de monumento y no de sistema complejo de organiza-ción del espacio y del trabajo. Un buen ejemplo, dentro del campo en que nosotros solemos traba-jar más específicamente, es con-siderar el edificio de viajeros de la estación de ferrocarril como el único elemento digno de estudio -y por tanto de formar parte del patrimonio industrial– en el es-pacio ferroviario de intercambio, como, en el fondo, ocurrió con la controversia sobre la entrada de

de forma aleatoria, y tanto sus características formales como su ubicación dentro del complejo obedecen a una lógica, a veces no evidente pero casi siempre producto de la experiencia, por lo que ninguno de los componen-tes puede ser considerado como accesorio. El edificio industrial se convierte en un espacio indus-trial, que hay que comprender como tal espacio. A la pregunta ¿qué actividades se realizaban en este lugar? hay que añadir otra: ¿cómo estaban organizadas las actividades en las diversas partes del lugar?

El edificio industrial no puede considerarse de forma aislada, y la conservación del inmueble

todas las funciones se reúnen en un solo espacio, un estableci-miento que incluye fábrica, ofici-na, almacén y, en su caso, labo-ratorio y delegación comercial. Todas estas funciones pueden desarrollarse en un único edificio o, más comúnmente, en varios. Generalmente se trata, por tanto, de un complejo espacial, donde suele haber un edificio princi-pal, que pierde buena parte de su sentido si no se considera su relación con los demás elemen-tos, edificados o no, probable-mente más pequeños y menos espectaculares, pero tan impor-tantes para comprender el con-junto como el principal. Edificios y espacios no están dispuestos

Ilustración 4: Ironbridge, en Shropshire (Reino Unido). Grabado basado en una pintura de Michel Angelo Rooker, 1782.Los monumentos industriales de la Coalbrookdale Company, incluidos en el Ironbridge Gorge Museum, creado en 1967 declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986, son quizá los más conocidos del mundo. El conjunto, publicitado como el “lugar de nacimiento de la industria”, recibe su nombre del puente metálico más antiguo del mundo, erigido en 1779, y está formado por diez museos a lo largo del valle del río Severn, que reciben una media de 300.000 visitantes anuales.

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la estación londinense de Eus-ton. Sin duda es la construcción más conocida por el conjunto de la población, la más importante y monumental de una estación de ferrocarril, sobre todo por-que ésa es precisamente una de sus funciones, el enlace de los sistemas urbano y ferroviario, la “puerta de la ciudad”; pero sólo es una parte de un complejo es-pacial mayor, y ha de ser inter-pretado, siempre, como una pie-za dentro del conjunto.

Pero además un estableci-miento industrial tiene una di-mensión territorial. No se abas-tece a sí mismo; requiere mate-rias primas, fuentes de energía, acceso a medios de transporte, mano de obra y las infraestruc-turas adecuadas tanto para el abastecimiento como para la elaboración y la distribución de los productos. Aspectos como qué factores han influido en la localización del establecimiento en ese lugar y momento, cuál es su área de influencia, tanto en términos de abastecimiento como de mercado o de mano de obra empleada, qué relación tie-ne con el entorno, con las vías de comunicación, con los núcleos de población o con otros estable-cimientos, por citar algunas, son esenciales. Se trata, en suma, de las cuestiones básicas que abor-da la geografía, que ha prestado una especial atención a la indus-tria porque ésta es una actividad productiva con una lógica espa-cial diferenciada y un agente de primer orden en la organización del territorio. Como afirma Orte-ga Valcárcel (1999), “no hay po-sibilidad de entender los restos industriales sin la perspectiva territorial.”

Por otra parte, mientras que el establecimiento es la unidad técnica de producción, la unidad económica, con personalidad ju-rídica, es la empresa. Una em-presa puede estar formada por un único establecimiento (em-presa y establecimiento se con-funden en un único espacio) o por varios, de los que sólo uno es la sede social, por factores rela-

cionados tanto con la evolución de la empresa (ampliación de la actividad, absorción de otras empresas, división funcional del trabajo, adaptación a los recur-sos humanos o materiales, etc.) como con las características del sector (por ejemplo, el ferroca-rril y los medios de transporte en general).

En definitiva, en el estudio del patrimonio industrial no se pueden obviar las consideracio-nes espaciales y territoriales, puesto que en la práctica totali-dad de los casos hay que estu-diar un establecimiento indus-trial, del cual la fábrica es sólo una parte, e incluso, en ocasio-nes, un conjunto de instalacio-nes relacionadas entre sí (una ciudad, un valle, una empresa). Sin embargo, la concepción mo-numental y particularista del patrimonio industrial, que sigue siendo la dominante a pesar de que la arqueología industrial ha reconocido desde sus comienzos la importancia de la dimensión espacial y territorial, dificulta en muchas en ocasiones el trata-miento adecuado de estos as-pectos.

Delimitación temática: ¿qué es industrial?

En tercer lugar, hay que de-terminar qué actividades se in-cluyen dentro de la esfera del patrimonio industrial. A pesar, o quizá debido a que la influen-cia de la industria ha sido fun-damental para nuestra cultura, el término no se puede definir con precisión. No es, ni mucho menos, el cometido de este ar-tículo entrar en un asunto tan complejo, al que se han dedicado muchos esfuerzos, y sólo pre-tendemos señalar que no es tan evidente como pueda parecer en una aproximación simple. Por ejemplo, a efectos de patrimonio industrial no se puede identificar industria con sector económico secundario.

A modo de aproximación po-demos considerar que industria es el conjunto de actividades co-lectivas de producción de bienes

a partir de materias primas con el concurso del trabajo y del ca-pital, lo cual nos sigue dejando el problema de la delimitación temática, es decir, qué conside-ramos que se puede incluir en la rúbrica del patrimonio industrial, un problema que ha generado todavía más divergencias entre autores y escuelas que la delimi-tación cronológica y la espacial. Determinadas actividades, con-sideradas complemento indis-pensable de la industrialización, como el ferrocarril8 o la minería, se incluyeron desde el principio en el campo de la arqueología industrial, mientras que otros elementos como la obra pública, incluida también en las formula-ciones iniciales, son todavía hoy objeto de debate.

Desde la perspectiva de la arquitectura industrial, la prime-ra orientación básica de la ar-queología industrial y la domi-nante todavía en la actualidad, se planteó la cuestión de si con esta denominación se hacía refe-rencia sólo a los edificios de uso industrial o si se podían incluir aquellos que utilizaban materia-les preparados por la industria (arquitectura del hierro) o esta-ban indirectamente vinculados a ella. Maurice Daumas (1980), historiador de la ciencia y la téc-nica, e introductor de la discipli-na en Francia, expuso de forma brillante la que hoy es la orienta-ción generalizada:

"La arquitectura industrial no es sólo la arquitectura de edificios de uso genuinamente industrial, sino también la de aquellos edificios que son conce-bidos con unos modelos de pen-samiento y praxis derivados de los paradigmas de la era mecá-nica, que, lógicamente, vinieron íntimamente relacionados con la aparición en el mercado de nue-vos materiales preparados por la propia industria como el hierro, el acero o el hormigón armado y con la aparición de nuevas ti-pologías arquitectónicas que surgieron como resultado de las nuevas necesidades de la socie-dad industrial, de la distribución

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además de los procesos de pro-ducción habría que estudiar y comprender el funcionamiento del aprendizaje y la renovación de la mano de obra, considerando la mayor o menor dificultad para conseguir obreros de determina-dos oficios, que requerían de un prolongado tiempo de aprendizaje –ligado en ocasiones a complejos sistemas de ascenso– puesto que el factor de formación esencial era la experiencia11.

2. Estudiar el patrimonio industrial. Los restos materiales de la industria como “patrimonio”

Un patrimonio es una he-rencia de nuestros antecesores, un legado que entendemos que merece ser preservado y trans-mitido a nuestros sucesores. En ese sentido, el patrimonio in-dustrial participa de la progre-siva ampliación del concepto de patrimonio, que ha pasado del artístico al histórico-artístico y al cultural en sentido amplio (in-dustrial, territorial, viario), del singular al plural (conjuntos, sis-temas), o también al natural o al no material.

cios y maquinaria, talleres, moli-nos y fábricas, minas y sitios para procesar y refinar, almacenes y depósitos, lugares donde se ge-nera, se transmite y se usa ener-gía, medios de transporte y toda su infraestructura, así como los sitios donde se desarrollan las actividades sociales relacionadas con la industria, tales como la vivienda, el culto religioso o la educación.”

La conclusión que se puede extraer de lo expuesto hasta aho-ra es que hay una idea relativa-mente clara y fundamentada so-bre la delimitación cronológica, espacial y temática del patrimo-nio industrial, pero con unos lí-mites imprecisos, sujetos a inter-pretación y debate, que permiten la incorporación de nuevos enfo-ques, enriqueciendo las diversas disciplinas de las que proceden.

A modo de ejemplo de uno de estos nuevos enfoques, sugerido en la definición de Niznhy Tagil pero apenas tratado hasta ahora dentro del patrimonio industrial, podemos citar la cuestión del aprendizaje. Una fábrica, como una sociedad, es la depositaria de experiencias acumuladas, y

de la producción y de su consu-mo (mercados, mataderos, al-macenes...). Lo mismo podemos decir de los puentes, canales, ferrocarriles, metropolitanos, comunicaciones, conducciones de aguas potables, suministro de gas y electricidad, es decir, de todo aquello que podemos defi-nir como equipamiento técnico puesto al servicio de las colecti-vidades y por lo tanto la llama-da Obra Pública. Así mismo, los inmuebles de habitación, obrera fundamentalmente, su estudio sociológico y urbanístico es in-disociable del fenómeno de la industria y por lo tanto de la Ar-quitectura Industrial9."

En España, Inmaculada Agui-lar defiende esta visión, por otra parte plenamente coherente con las formulaciones originales de la disciplina10, argumentando que la arquitectura industrial, conce-bida en el sentido expresado por Daumas, muestra los caracteres de la revolución industrial: inter-cambiabilidad, serie, repetición, estándar, comercio, técnica, fun-cionalidad, racionalidad.

En realidad, los estudios so-bre patrimonio industrial actua-les deberían seguir esta concep-ción, expresada en el Plan Na-cional de Patrimonio Industrial (2000), que establece, de forma orientativa, dos tipos de áreas temáticas:

- El patrimonio genuina-mente industrial, que incluye, además de los diversos secto-res industriales, la minería y las actividades extractivas, la ex-tracción y distribución de agua, la energía, el transporte y las comunicaciones.

- Los conjuntos y elementos arquitectónicos vinculados al patrimonio industrial, como al-macenes, chimeneas o colonias y viviendas obreras.

El TICCIH, por su parte, es-tablece en la Carta de Niznhy Ta-gil que “el patrimonio industrial se compone de los restos de la cultura industrial que poseen un valor histórico, tecnológico, so-cial, arquitectónico o científico. Estos restos consisten en edifi-

Ilustración 5: Fábricas en Deville-lès-Rouen (Claude Oscar Monet, 1872).La industria, tanto por su significado social como por sus valores plásticos, es el elemento central de muchos cuadros, y aparece representada en prácticamente todos los estilos pictóricos. Pintores impresionistas como Monet o Pissarro, o Darío de Regoyos en España, dedicaron muchas de sus obras a la industria y sus paisajes.

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Podría decirse que la condi-ción inicial para que una socie-dad pueda llegar a considerar patrimonio los restos materiales de la industrialización es que ya no sea una sociedad industrial. La fábrica dura, inhumana– no despierta el “cariño” de los tra-bajadores, y sólo cuando la in-dustria, en su sentido más clá-sico, ha dejado de ser necesaria, se “cosifica” y se convierte en un icono, en un elemento de identi-dad colectiva. Para que el pasado se convierta en patrimonio, pri-mero ha de dejar de estar vivo.

Es, en palabras de Ortega Valcárcel (1999), la “paradoja de la cultura modernista que, de una parte, destruye y sustituye la materialidad de esas socieda-des preexistentes y, por otra, se vuelca en la preservación de lo que no son sino restos obsoletos de las mismas, o manifestacio-nes en proceso de desaparición [...]. Una cultura que incorpo-ra la preservación del pasado como un signo de su propia mo-dernidad.”

El contexto en el que hay que enmarcar la aparición y genera-lización del concepto de patri-monio industrial es, en primera instancia, igual que para el pro-pio concepto de patrimonio, el de la conciencia de la ruptura con el pasado, que estimula la aparición de una cultura de la preservación. Pero, sobre todo, tiene mucha importancia el con-texto de una creciente demanda de componentes de identidad lo-cal, que se incrementa al mis-mo tiempo que se globalizan las funciones económicas, los com-portamientos sociales y la vida cotidiana. Y el fundamento de la identidad12 de muchas de las áreas más pobladas del mundo occidental -ciudades, regiones industriales– es la industria, que desahució irreversiblemente los modos de vida tradicionales, por mucho que se mitifiquen desde determinadas concepciones, y es el verdadero sustento de la iden-tidad colectiva actual.

Por otra parte, en barrios, ciudades, provincias enteras

que han sufrido el trauma de la desindustrialización, la puesta en valor del patrimonio indus-trial, además de un factor de identidad territorial, es un re-curso a explotar, un medio de revitalización económica, apro-vechando el atractivo estético y la conexión afectiva que despier-ta este patrimonio.

La arqueología industrialEl primer paso hacia la valo-

ración social es, no obstante, el conocimiento y la salvaguarda de los restos materiales de la indus-trialización, y ésa ha sido, desde sus inicios, la seña de identidad y la meta de la arqueología in-dustrial.

“La recherche et l’observation permettent d’identifier ce qui n’a pas été encore détruit, d’en déterminer l’historicité, d’en apprécier l’intérêt, de provoquer sa sauvegarde. Car c’est en cela sans doute qu’il convient de re-connaître l’objetif primordial de l’archéologie industrielle.” (Dau-mas, 1980).

Todos los autores relevantes insisten de forma explícita en la interpretación y la preservación de los monumentos industriales como objetivo de la nueva rama de conocimiento. Probablemente es la decidida voluntad de salva-guarda la característica que más individualiza la arqueología in-dustrial de la clásica, voluntad a la que se ha mantenido fiel hasta hoy, aunque con una contrapar-tida que la sigue lastrando: una concepción excesivamente “mo-numentalista”, ligada a lo singu-lar y lo espectacular.

Al hilo de la arqueología in-dustrial, según ha ido evolucio-nando, se han desarrollado mu-chos campos de investigación, si bien es cierto que se trata de perspectivas que ya estaban in-cluidas, implícita o explícitamen-te, en las formulaciones iniciales, y que no podemos hablar, en sen-tido estricto, de una evolución de los contenidos. En primer lugar fue la arquitectura y el estudio de los edificios industriales, lo cual es lógico porque hablamos

de restos materiales; porque la industria, según la tecnolo-gía disponible y los sistemas de organización del trabajo, se fue dotando de una expresión arqui-tectónica propia, y porque el pro-pósito inicial de la arqueología industrial fue el de salvaguardar aquellos restos que no podían trasladarse a museos o coleccio-nes, y permanecían en su lugar original: los edificios.

Del estudio de materiales, técnicas, estilo, distribución y tipologías del conjunto arqui-tectónico se pasó al estudio de la máquina y del espacio indus-trial, analizando tanto el interior como el exterior de las fábricas y empezando a considerar las relaciones sociales y sus mani-festaciones espaciales. La má-quina, del mismo modo en que se había salvado en ocasiones gracias a que podía trasladarse a un museo, era también, por ese carácter mueble, el elemen-to más vulnerable, el primero en desaparecer, y por tanto, el que mayor protección necesitaba.

En los últimos decenios, bajo el efecto de la desindustriali-zación y del ritmo acelerado de cierre de empresas industria-les, la dimensión antropológica y sociológica ha cobrado fuerza, al ver cómo se pierde irreme-diablemente la memoria de la condición obrera, que apenas ha dejado fuentes escritas. Tanto los documentos escritos como los iconográficos son fuentes di-rigidas, es decir, predispuestas

"el afán de salvaguarda [...] a menudo ha desplazado al de conocimiento, y siguiendo la máxima de la modernidad que identifica ver con conocer, la mayor parte de las actuaciones se siguen realizando con un criterio básicamente estético y monumentalista, sin tener en cuenta los aspectos técnicos, científicos o históricos".

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por el artífice para comunicar algo, por lo que proporcionan una información incompleta y parcial, interesada, sobre la vida de los trabajadores, además de que pueden existir, aparte de las evidentes, otras intenciones ocultas que nos pasan hoy des-apercibidas a pesar de todas las cautelas. Los restos materiales, generalmente una fuente directa y no dirigida, que no fue produci-da para una finalidad distinta de su función, necesitan ser inter-pretados, “traducidos” al lengua-je de la historia, y muchos de los aspectos culturales que nos inte-resa conocer no dejan restos. En este contexto, se ha adoptado la metodología de la historia oral, nacida también en Inglaterra en la década de 1970 y utilizada por la etnología, con el fin de preser-var informaciones valiosas para la comprensión de los lugares de trabajo y sus disposiciones, el vocabulario específico o las rela-ciones hombre-máquina.

El problema es que la mayor parte de los debates teóricos van muy por delante del trabajo efec-tivo de base. Aunque se insiste en artículos, libros y charlas so-bre la necesidad de superar el desmedido afán catalográfico de los principios de la arqueología industrial, la realidad es que to-davía falta mucho por hacer en ese campo, y no digamos sobre la interpretación de los espacios industriales en toda su comple-jidad. Mientras nos sumergimos en profundas discusiones aca-démicas y buscamos trabajosa-mente enfoques innovadores, el trabajo de base sigue pendiente.

Por otra parte, el afán de sal-vaguarda, como hemos señala-do, a menudo ha desplazado al de conocimiento, y siguiendo la máxima de la modernidad que identifica ver con conocer, la ma-yor parte de las actuaciones se siguen realizando con un crite-rio básicamente estético y monu-mentalista, sin tener en cuenta los aspectos técnicos, científicos o históricos. Desgraciadamente, en muchas ocasiones se decide derribar, también proteger, un es-

tablecimiento industrial sin saber prácticamente nada sobre él.

La monumentalidad, la bús-queda de aspectos sobresalien-tes, de “lo más” (grande, anti-guo, importante, raro), arrincona en ocasiones a lo esencial. No se trata de renunciar al enfoque monumental, que es necesario, tanto por el frenético ritmo de destrucción del patrimonio in-dustrial como porque el conoci-miento no es capaz de emocio-nar más que a los especialistas, y para que un “baldío industrial” se convierta en patrimonio in-dustrial es necesaria la implica-ción afectiva de la sociedad, o al menos de buena parte de ella. Pero entendemos que el objeto principal de estudio ha de ser también lo modesto, lo estanda-rizado, menos espectacular pero en ocasiones más importante de cara al conocimiento.

En todo caso, queda claro que la propia arqueología indus-trial es una disciplina compleja, y también, como en el caso de su objeto de estudio, de fronte-ras indeterminadas. Una buena muestra de ello puede ser la in-terpretación de Jean-Yves An-drieux (1992), para quien la ar-queología industrial es “l’activité scientifique que se donne pour objet d’éclairer un corpus co-hérent d’éléments rassemblés sous le vocable de patrimoine industriel”, definición que no resuelve nada, puesto que deja toda la responsabilidad en el concepto de patrimonio indus-trial, que según este autor es “l’infrastructure matérielle lais-sée par une activité humaine passée”, pero ¿no es eso, sim-plemente, arqueología?

La necesidad de elegirLa arqueología industrial,

según la definición de Rix13, tiene como objetivo el registro, la in-terpretación y la preservación en casos seleccionados. Obsérvese: en casos seleccionados. A pesar de la destrucción de los restos materiales de la industrializa-ción, que sigue en nuestros días, el hecho es que no se pueden

guardar todos los que quedan. Siguen quedando muchos, algu-nos de los cuales tienen un va-lor limitado, ya sea en términos estéticos como de aportación al conocimiento, y en muchos ca-sos ocupan un espacio para los que la sociedad demanda nuevos usos. Es necesario, pues, elegir:

“Few of us wish to live in a museum, but it is of great impor-tance that a representative se-lection of industrial monuments should be preserved for posteri-ty.” (Buchanan, 1972).

Ya hemos señalado que un primer paso, ineludible, es la elaboración de inventarios ex-haustivos, puesto que una de las características del patrimonio industrial es, generalmente, su “invisibilidad”. En ocasiones los restos materiales de la indus-trialización destacan claramente sobre su entorno, pero en otras no, porque se trata de espacios degradados, poco agradables, fá-ciles de evitar y, por tanto, fáciles de ocultar a la mirada colectiva. Son lugares desconocidos, es-condidos detrás de la tapia. “It is surprising how frequently an in-dustrial monument can be found at the bottom of the garden”, en palabras de Buchanan.

Es imprescindible conocer cuáles son los elementos sus-ceptibles de integrar el patrimo-nio industrial, para poder, des-pués del adecuado trabajo de investigación histórica, proceder a la selección de los elementos y las propuestas de protección y de actuación para cada uno de ellos.

Los criterios que se han de manejar a la hora de seleccio-nar los bienes que integran el patrimonio industrial son diver-sos, puesto que hay que tener en cuenta tanto aspectos de interés histórico o técnico como de ca-pacidad real de actuación.

Buchanan propuso dos pun-tos preliminares (la propiedad y el tipo de preservación a realizar) y seis criterios para la selección: 1) el grado de singularidad (es el único ejemplo, el primero o el más antiguo que ha sobrevi-vido, el último que se hizo o el

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a veces muy complicados, que plantea la valoración a partir de determinados criterios y la tra-ducción de esta valoración a una categoría legal, y supongamos conseguida la primera meta de la arqueología industrial: la pro-tección y salvaguarda de los ele-mentos del patrimonio industrial que, a nuestro juicio, reúnen los requisitos necesarios para ello. Tienen que entrar ahora en juego nuevas ópticas y nuevos profe-sionales.

3. Actuar sobre el patrimonio industrial. Realidad, testimonio y recurso

El patrimonio industrial es, a la vez, presente, pasado y futuro. Presente porque existe en la rea-lidad, a veces como símbolo de identidad colectiva y otras como un “espacio en blanco” de nues-tras ciudades, ya sea por falta de conocimiento o por considerarlo un elemento desagradable o in-seguro. Pasado por cuanto es un testimonio, un acumulador de herencias, un lugar donde se materializan las experiencias, las aspiraciones, los errores –fuente de conocimiento– de nuestros antepasados. Futuro porque será parte del legado, del patrimonio, que dejaremos a las sociedades venideras, ya sea convertido o no en recurso.

Las sociedades tienen que cambiar, es un hecho inevitable e incluso deseable, pero se ha de concebir el desarrollo como un proceso global y a largo plazo. Se trata de conducir el cambio de forma que no tenga un precio en cultura, del mismo modo en que, poco a poco, ha ido calando la idea de que no debe tenerlo en términos de medio ambiente o calidad de vida.

Pero no basta con tomar la opción de preservar determi-nados edificios o espacios, sino que hay que devolverles la vida, o, más exactamente darles una nueva vida, esto es, insertarlos en nuestro proceso histórico, darles una utilidad actual, viva, respetando en la medida de lo posible sus características. La

simple conservación, la creación de “fósiles industriales”, no es más que un aplazamiento tem-poral de la condena, que se eje-cutará al menor descuido.

No es, en absoluto, un come-tido sencillo, puesto que se trata de conciliar tres facetas con exi-gencias distintas, a menudo con-trapuestas: la calidad (el conoci-miento, el respeto), la utilidad (la revitalización) y la emoción. Es una apuesta difícil y peligrosa, para la que no existen recetas universales, en la que sólo ca-ben la innovación constante y la conciencia del riesgo. En cierto modo, cada éxito en la conser-vación y revitalización del patri-monio industrial es un pequeño milagro.

Calidad, emoción y utilidad, una conciliación tan difícil como necesaria

De la calidad, el conocimien-to, es de lo que hemos hablado especialmente a lo largo del ar-tículo. Cabe, no obstante, hacer algunas precisiones. En primer lugar, que aunque la base para el conocimiento es la descripción y la comparación, un método habitual en la interpretación de restos arqueológicos, el objetivo no puede quedarse reducido a una colección de monografías de los establecimientos industria-les. Los restos no le “hablan” al arqueólogo industrial, hay que interpretarlos, considerando siempre tanto lo que se ve como los fundamentos, no visibles, que lo explican. Ello exige lo que po-dríamos denominar un “viaje de ida y vuelta” que exige tiempo y esfuerzo. A partir del conoci-miento particular hay que llegar a generar un conocimiento gene-ral, que nos permitirá situar en su contexto adecuado los restos particulares, un aspecto esen-cial, puesto que el receptor de máquinas, procesos o ideas no es necesariamente un sujeto pa-sivo que las asume acríticamen-te, sino que las puede adaptar a las circunstancias o la cultura local, y basta tener en cuenta lo señalado hasta el momento so-

último que queda); 2) la pose-sión de caracteres específicos dentro de su categoría (estruc-tura poco usual, caracteres re-gionales, cualidades estéticas o determinados grupos que han de preservarse como conjun-to); 3) el tamaño y el uso, en el sentido de que tengan unas dimensiones que hagan factible su conservación y reutilización; 4) la posibilidad de ser aprove-chado como atracción turística; 5) el grado de apoyo al proyecto de la comunidad local, y 6) la asociación con otros elementos (por ejemplo por ser obra de un ingeniero famoso o repre-sentar una innovación técnica importante). Nótese cómo en toda esta formulación subya-ce la aparentemente inevitable deriva hacia el particularismo monumentalista.

En España, el Plan Nacional de Patrimonio Industrial propone los siguientes criterios de valo-ración y selección, distribuidos en tres grupos (A, B y C), que podríamos denominar como es-pecíficos, patrimoniales y opera-tivos, respectivamente:

- A: valor testimonial; singu-laridad y/o representatividad tipológica; autenticidad e in-tegridad.

- B: histórico-social; tecnoló-gico; artístico-arquitectónico y territorial.

- C: posibilidad de restaura-ción integral; estado de con-servación; plan de viabilidad y rentabilidad social y situa-ción jurídica.En todo caso, tal como seña-

la el propio Buchanan, sabemos que no hay una fórmula com-pleta que permita a un comité imparcial cuantificar qué méritos relativos posee cada monumen-to industrial. No existen reglas definitivas y universales con que cuantificar el “valor” de un bien integrante del patrimonio indus-trial, ni fórmulas que permitan ponderar si es más importante la posibilidad de restauración o el valor testimonial.

Dejemos de lado, sin em-bargo, los problemas concretos,

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bre el papel del patrimonio in-dustrial en la identidad territorial o el objetivo de la arqueología industrial, que no es otro que el del conocimiento del hombre y la sociedad.

El patrimonio industrial es tanto un elemento material, tan-gible, como su interpretación in-tangible, es a la vez continente y contenido, y por ello es preciso aprender primero, para que des-pués podamos enseñar a mirar lo que no se ve, y llegar así, en lo posible, a vislumbrar la realidad.

Pero el conocimiento no genera emoción más que en el especialista, y, por tanto, no es suficiente, porque no implica al conjunto de la sociedad. Sólo si somos capaces de transmitir ese conocimiento, y de hacerlo de forma que el patrimonio indus-trial suscite emoción, se gane el afecto de la sociedad, podemos conseguir que se considere dig-no de ser preservado, es decir, que se asuma que su conserva-ción costará dinero, recursos y esfuerzos, que podrían ir desti-nados a otros usos.

La emoción es un ingre-diente imprescindible en la re-ceta del patrimonio industrial. Las reacciones subjetivas es-timulan el interés, e incitan a dedicar una parte del tiempo a las cosas del pasado; pero implican ciertos riesgos, por-que no sirven para aumentar el conocimiento objetivo y, sobre todo, porque pueden derivar fá-cilmente hacia el fetichismo, confundiendo cantidad con cali-dad y decorado con paisaje.

Una pieza fundamental en la emoción que suscita el patrimo-nio industrial es el valor esté-tico. A pesar de que a veces se afirme que el edificio industrial, no digamos ya el espacio indus-trial en su conjunto, no posee valores estéticos, comparándo-lo con el patrimonio histórico-artístico, pensamos que se trata de una afirmación con muy poco fundamento. Aparte de la fas-cinación que la industria y sus paisajes ha ejercido en muchos artistas, hay un componente es-

tético desde la máquina al pro-ducto final. Por ejemplo, la re-petición de ventanas, necesarias para dar iluminación natural del espacio de trabajo, siguiendo pa-trones modulados en función de los materiales o de los procesos, puede alcanzar en ocasiones una armonía de alto valor estético. Una muestra sencilla de modu-lación impuesta por la actividad es un muelle de mercancías de una estación ferroviaria, donde la disposición y tamaño de las puertas viene determinada por la longitud de los vagones.

Por otra parte, la industria se dotó de una estética propia, que contrasta y complementa las formas y materiales de los edificios actuales, convirtiéndose en ocasiones, sobre todo cuando parte de la función del edificio industrial era dar una “imagen de marca”, en verdaderos hitos urbanos.

En suma, un sector cada vez más importante de la po-blación aprecia los restos de la industrialización, y su implica-ción emocional, aunque implique riesgos, es necesaria.

El tercer punto, la utilidad, es tan importante y decisivo como la calidad y la emoción. Se trata de aprovechar las características del patrimonio para adaptarlo a los deseos o necesidades de la sociedad actual. Usando de nue-vo una expresión de Bergeron y Dorel-Ferré que se ha populari-zado, hay que darles una “segun-da vida”.

Pero la revitalización no pue-de ser espontánea, y cualquiera

que sea su escala, del monu-mento a la ciudad histórica, o su papel en la estrategia urbana y territorial, requiere imaginación para buscar soluciones, porque generalmente aumentar la utili-dad supondrá reducir la calidad. Llegar a una solución de com-promiso entre ambos objetivos es, en la mayor parte de los ca-sos, un arte y no sólo una téc-nica, que precisa de capacidad creativa, mente abierta y cono-cimiento exacto de la situación concreta y de las dificultades.

Las líneas básicas de actua-ción son dos: mantener la acti-vidad o reconvertirlo a nuevos usos. La más respetuosa con el patrimonio, cuando el estable-cimiento ha sobrevivido en fun-cionamiento, con todos los ele-mentos –materiales y humanos– necesarios, es la de mantener la actividad. Requiere un decidido apoyo institucional o colectivo, y la actividad industrial suele co-existir con el uso como “museo vivo”.

La segunda línea ofrece, a su vez, dos posibilidades bien dife-renciadas: la transformación en museo, bien en el propio lugar o mediante el rescate de elemen-tos de otros establecimientos, y la reconversión a usos distintos del original.

El campo de los museos en general, y los museos industria-les y tecnológicos en particular, es demasiado amplio y complejo, y está fuera del ámbito de este artículo, pero lo que nos interesa señalar aquí es que hay que con-siderar (aparte del valor cien-tífico, del interés social de los contenidos o de la importancia y espectacularidad del contene-dor) que para el turismo de ma-sas la visita se ha de convertir en un juego de tiempos y emocio-nes, interactuando, descubrien-do un número limitado de temas, y respetando el carácter de re-frendo que tiene buena parte del turismo cultural (la idea de que “tengo una fotografía luego he estado”). La emoción es efíme-ra y, excepto para el aficionado, se desvanece pronto. Se ha de

"un sector cada vez más importante de la población aprecia los restos de la industrialización, y su implicación emocional, aunque implique riesgos, es necesaria".

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conseguir, mediante el concurso de profesionales de la comuni-cación, transmitir los mensajes esenciales sobre la lógica y la historia del establecimiento, sin caer en la banalización, pero con una oferta dinámica, competitiva y atractiva.

Y un problema añadido de los museos industriales es la necesidad de un mantenimiento cualificado, con especialistas en oficios a menudo ya desapare-cidos.

La actuación más compleja, y también la más extendida, es la reutilización para fines distin-tos del original o el museográ-fico. Rehabilitar un edificio no es restaurarlo. Rehabilitar con-siste en una serie de procedi-mientos técnicos para la puesta a punto de un patrimonio, objeto reciente de una revalorización económica, práctica o estética. Se trata de transformar un lo-cal, edificio o barrio para dar-les unas condiciones satisfacto-rias, en términos de comodidad y habitabilidad, y asegurar así la preservación de las caracte-rísticas arquitectónicas princi-pales. No es una simple mejora del hábitat, sino que comporta la reestructuración interna y la adaptación a nuevas exigencias; muy difícilmente se podrá con-servar la organización espacial del establecimiento, por lo que prácticamente en cualquier caso supone una “desnaturalización”, una pérdida del conjunto como tal. El riesgo de que el edificio rehabilitado se convierta en una “postal”, un decorado que man-tiene la imagen exterior pero con un interior vacío, es, obviamente, muy elevado.

¿Rehabilitar un edificio in-dustrial es caro o barato? Ber-geron y Dorel-Ferré, como otros autores, sostienen que adaptar un inmueble existente es más barato que derribarlo y cons-truir otro nuevo. En la misma lí-nea parece estar Sobrino Simal (1998), cuando afirma que “se puede considerar un despilfa-rro material y cultural la des-trucción de estos edificios, dadas

sus condiciones de fácil acceso, situación en espacios urbanos significativos, su buena ilumina-ción y su gran superficie diáfana edificada, que les permite ser rehabilitados y conservados.” Pero rehabilitar puede ser más caro que construir o reconstruir manteniendo sólo un “aire” va-gamente parecido a la estética que se quiere conseguir. En todo caso, más que un problema de precio (y aparte la cuestión de la rentabilidad social o económico-pública), lo que sucede habitual-mente es que la rehabilitación bien hecha supone trabajos de-licados y presupuestariamente imprevisibles que desalientan a los promotores, tanto públicos como privados.

Las exigencias contradicto-rias entre la conservación y la utilización del patrimonio indus-trial provocan que la rehabilita-ción entrañe riesgos, a menu-do soslayados. Riesgos físicos, desde el deterioro por el uso intensivo a la desnaturalización de los establecimientos por las transformaciones impuestas por el cambio de uso, especialmente en lo que se refiere, como hemos señalado, al tratamiento de los espacios interiores, aunque se respete la fachada monumental. Pero también riesgos sociales, por la ejecución de rehabilitacio-nes demasiado costosas, que su-ponen una alteración del entorno y la expulsión del mismo, en un plazo más o menos lejano, de determinados segmentos de po-blación, o porque la orientación turística favorezca la creación de un medio artificial; riesgos sociales que se manifiestan tam-bién como riesgos urbanísticos: asignación de sentido de clase (elitización), descontextualiza-ción espacial, etc.

“La reutilización es, sin duda, la forma más paradójica, audaz y difícil de valorización patrimonial consistente en reintroducir un monumento en el circuito de los usos vivos. De esta manera, y tal como lo mostraron y lo repitie-ron sucesivamente Riegl y Gio-vannoni, el monumento queda

libre de estar en desuso aunque queda expuesto al desgaste y las usurpaciones de uso: atribuir un nuevo destino es una operación difícil y compleja, que no debe fundarse sólo en la homología con el destino original.” (Choay, 2007).

4. Vivir en la fronteraLa actuación sobre el patri-

monio industrial exige, pues, una perspectiva interdisciplinaria, abierta e innovadora. O se lleva a cabo todo el proceso o no se con-siguen las metas, que incluyen la salvaguarda y conservación, vivo y no fosilizado, del patrimonio para que se convierta de nue-vo en un legado, lo que implica, como hemos visto, renunciar a principios absolutos, comprome-terse en su conocimiento y asu-mir riesgos.

El estudio y la actuación so-bre el patrimonio industrial no tiene una disciplina académica propia, pero eso no quiere decir que no cuente con una cultura propia. Es un campo de conoci-miento joven, pero firmemente anclado en el panorama cultural contemporáneo, y su único pro-blema real14 es que no se pue-den fijar definiciones claras ni rotundas, y los límites del “nuevo territorio” de Bergeron y Dorel-Ferré se diluyen en unas fronte-ras amplias y difusas, entre las que encuentran cabida muchas de las disciplinas formales clá-sicas. En este campo confluye toda una gama de especialistas diversos.

“Here is a subject that is ac-ceptable to the economic histo-rian, the architectural enthusiast, the human geographer, the local history group, the liberal studies class in technical colleges, the general studies undergraduate (be he Arts man or scientist), the folk-life expert.” (Rix, 1967).

La interdisciplinariedad es concebida, por todos los autores y desde el principio, como uno de los valores esenciales de la ar-queología industrial. Buchanan, por ejemplo, plantea en su obra las ventajas de dar a la arqueolo-

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gía industrial un estatus de disci-plina académica, dotándola de estudios sistemáticos y recono-cidos, pero señala, a su vez, que debe de hacerse de forma que mantenga su carácter interdisci-plinar, una tarea que estimamos nada sencilla.

Hoy en día, la interdiscipli-nariedad es el rumbo que siguen todas las ramas del saber hu-mano; y quien investiga siste-mas complejos debe habituarse a estar siempre abierto a otros puntos de vista, a trabajar me-diante la cooperación de varias disciplinas. Estamos totalmente de acuerdo con Lucien Febvre en su ensayo «Hacia otra historia» (1949):

“Porque toda definición es una cárcel. Y porque las ciencias, como los hombres, tienen ante todo necesidad de libertad. [...] "Atención, amigo mío, se está usted saliendo de la historia… [...] Si son ustedes historiadores no pongan el pie aquí: esto es el campo del sociólogo. Ni allá: se meterían ustedes en el campo del psicólogo. ¿A la derecha? Ni pensarlo, es el del geógrafo… Y a la izquierda el del etnólogo…" Pesadilla. Tontería. Mutilación. [...] Donde el historiador debe trabajar libremente es en la frontera, sobre la frontera, con un pie en el lado de acá y otro en el de allá.”

En el campo del patrimonio industrial, las fronteras son tan grandes y poco definidas que ni siquiera podemos dejar un pie a cada lado, sino que tenemos que abandonar la seguridad de nues-tro hogar académico o nuestro nicho profesional, donde todos compartimos el mismo idioma, con su cultura, sus mitos, sus formas de ver el mundo y de tra-bajar, meter en un petate lo poco o mucho que sabemos hacer e irnos a vivir a la frontera, a con-vivir con gentes que hablan un idioma distinto y tienen otros va-lores, pero que están animadas por el mismo interés que noso-tros. Junto a ellas, entre todos, podemos conseguir hacer avan-zar el pensamiento humano y la

salvaguarda patrimonial, aunque sólo sea un poco, y en cualquier caso, vivir una experiencia enri-quecedora tanto para nosotros como para el “país académico” del que procedemos.

> NOTAS1. Rix (1967), por ejemplo, lo que defiende es que la investigación arqueológica ha de ampliar sus límites temporales, extendiéndose hasta la actualidad: “The terminus ad quem of archaeological research is today.”2. Hudson (1976) expresa una opinión coincidente: “No one kind of evidence provides the complete picture, an even with all the available information to hand, a lively imagination is needed to make sense of it.”3. Buchanan (1972) planteará esta misma idea de una forma menos evocadora y apasionada pero más contundente: “To the historian, all information is good information.”4.Aunque Buchanan no menciona expresamente a Kranzberg en Industrial Archaeology in Britain (1972), sí que cita a su revista. Al añadir a la definición de arqueología industrial de Rix (ver nota 13) la necesidad de contextualizar los restos materiales de la industria, se acerca todavía más a los planteamientos de la historia de la tecnología tal como los defiende Kranzberg. El mensaje, en esencia, es el mismo, e incluso llega a definir a la arqueología industrial como el exponente del “aspecto práctico” de la historia de la tecnología.5. Como es el caso de Woronoff (1989).6 Friedrich Engels utiliza ya el término en la introducción de The Condition of the Working Class in England, en 1844, aunque se atribuye su generalización a Arnold Toynbee (tío del famoso historiador actual con el mismo nombre), cuando se publicaron los cursos que impartía en Oxford bajo el título Lectures on the Industrial Revolution in England, en 1884.7 Es preciso hacer esta distinción, porque la ambigüedad del término “fábrica”, que según el Diccionario de la Real Academia Española hace alusión tanto al edificio como al conjunto de la instalación, puede favorecer la confusión, algo que no ocurre en otros idiomas, como el francés.8. Por ejemplo, la portada de la publicación de Rix (1967) muestra una fotografía de los subterráneos de la Estación Central de Manchester, y Hudson (1976) incluye expresamente el transporte en la definición de arqueología industrial, le dedica un capítulo y en ocasiones utiliza la expresión “arqueología de la industria y del transporte”, algo que también hace Buchanan. Por otra parte, la locomotora

de vapor -una chimenea que se mueve- es probablemente el icono de mayor fuerza plástica y evocadora de la industrialización.9. Texto citado en Aguilar Civera (2001).10. Buchanan (1972) incluye en el ámbito de la arqueología industrial “a wide range of industrial categories and chapters devoted to power, transport systems, and public services”.11. ¿Existe una formación reglada y organizada? En ese caso, ¿la oferta es independiente o está controlada por la propia empresa? ¿La cualificación profesional o el sentido de grupo de determinados colectivos les otorga una fuerza especial en sus relaciones con la empresa o con los demás trabajadores?...12. La relación entre patrimonio territorial e identidad colectiva esté presente desde su nacimiento. Después de la Segunda Guerra Mundial, Gran Bretaña ha dejado de ser la gran potencia mundial, y el nacimiento de la arqueología industrial no deja de estar teñido del afán de preservar la memoria del papel de su país en la historia mundial, con un sentimiento mezcla de orgullo, nostalgia y rabia por la desaparición de los restos materiales de ese pasado glorioso. “After all, the Industrial Revolution which is still changing the face of the globe was largely pioneered in this country and in consequence its prime monuments are more thickly sown in Britain than anywhere else in the world.” (Rix, 1967).13 “Industrial Archaeology may be defined as recording, preserving in selected cases and interpreting the sites and structures of early industrial activity, particularly the monuments of the Industrial Revolution.”14 En lo que se refiere al campo del conocimiento, puesto que en el campo administrativo y en el técnico-operativo aún se pueden detectar graves problemas prácticos y conceptuales.

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1. Algunos apuntes históricos del complejo industrial

En 1947 comenzó la cons-trucción en Mataporquera de un establecimiento industrial para la fabricación de cianamida cál-cica por parte de la Unión Quí-mica del Norte de España Socie-dad Anónima (Unquinesa), una empresa domiciliada en Bilbao que tenía otra fábrica en Axpe-Erandio. A principios de 1944 la empresa había presentado el proyecto original en la Delega-ción de Industria de Santander, previsto para una producción anual de 10.000 toneladas, sus-ceptibles de duplicarse en una segunda fase cuando las dispo-nibilidades de energía eléctrica lo permitieran1. Tras cuatro años de obras, la fábrica pudo comen-zar a producir en 1951.

Unquinesa se había consti-tuido en Bilbao el 2 de diciembre de 1939 por iniciativa del empre-sario vasco-alemán Federico Li-pperheide en el contexto de unas excelentes relaciones hispano-alemanas. Lipperheide había lle-gado a Bilbao en 1923 junto a sus hermanos; en poco tiempo forjó un importante grupo industrial vinculado a la explotación y tra-tamiento químico de minerales, “en estrecha asociación con el negocio del wólfram, los contac-tos con los nacionalsocialistas alemanes y la IG Farben, y la au-tarquía española”2. Pese al veto a su inclusión en el consorcio químico diseñado por las autori-dades españolas, constituyó una

El poblado obrero de Unquinesa en Mataporquera (Cantabria)GERARDO J. CUETO ALONSOGrupo de Investigación en Geografía Histórica del PaisajeDepartamento de Geografía, Urbanismo y Ordenación del TerritorioUniversidad de Cantabria

de las redes más importantes del sector carboquímico a partir de la fábrica de Erandio, gracias a sus relaciones con de la buro-cracia económica española y el

apoyo de los socios de la indus-tria pesada vizcaína y la industria química alemana3.

La elección de Mataporquera para ubicar la nueva fábrica res-

Folleto publicitario de Unquinesa / COLECCIÓN JOSÉ SIERRA ÁLVAREZ

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pondía a motivos estratégicos. Por una parte, Mataporquera era un importante nudo de comuni-caciones ferroviarias en la Cor-nisa Cantábrica ya que por medio del Ferrocarril de La Robla es-taba unido a Bilbao y gracias al Ferrocarril del Norte a Castilla y al puerto de Santander. Por otra parte, la tradición industrial del núcleo, que naciera ligada a la fabricación de vidrio plano4, ha-bía adquirido un relevante impul-so desde la instalación en 1930 de la fábrica de Cementos Alfa.

El objetivo del nuevo esta-blecimiento era la fabricación de cianamida cálcica, un fertilizante nitrogenado, que, por influencia de la humedad y los fermentos de la tierra, el nitrógeno que con-tiene la cianamida se transforma en nitrógeno amoniacal y nitri-coy, formas bajo las que puede ser absorbido por las plantas5.

La cianamida cálcica se ob-tenía a partir del carburo de cal-cio6, por lo que la empresa deci-dió que la fábrica fuera integral, es decir, que en ella se obtuviera el carburo y se transformara in situ en cianamida. Por tanto la fábrica debía contar con todos los elementos necesarios para este proceso7.

Para el almacenamiento de las materias primas se dispo-nía de silos de hormigón arma-do para acopiar la caliza que ex-traía de sus propias canteras y un parque para el carbón, que se recibía por ferrocarril. Asimismo contaba con varios hornos de cal.

Para la obtención del carburo cálcico se dispuso un horno con-tinuo trifásico de 4.500 Kw., con el que se obtenía una producción diaria de 40 toneladas de carbu-ro. La instalación se completaba con unas machacadoras de car-buro. La cianamida se producía en una batería de hornos de los tipos Frank y Caro, de funciona-miento discontinuo con una ten-sión de 100 voltios, que permitían una producción de 40 toneladas con una batería de 120 hornos. Una vez obtenida se molía en la instalación correspondiente y se sometía a aparatos para la de-

carburación y adición de agua y aceitado. Diversas instalaciones para la licuación del aire y otras complementarias completaban la fábrica.

Una fábrica de estas caracte-rísticas habría de ser muy conta-minante por el desprendimiento y arrastre de polvo de carburo y acetileno, por lo que se procuró en la medida posible paliar los efectos nocivos en el aire con la instalación de dos tomas de aire alejadas de la fábrica y orienta-das en las dos direcciones más frecuentes de los vientos en la comarca.

Para la obtención de elec-tricidad la empresa contaba con una subestación de transforma-ción de 95-13 Kv, con secciona-dores, interruptores de expan-sión automáticos en 95 Kv. y transformador de 7.500 Kva. Otra subestación de 13.000-380 voltios se utilizaba para los servicios de alumbrado y motores.

El complejo contaba con va-rios talleres, uno mecánico para reparaciones con la maquinaria al uso, como tornos, taladros…, otro de reparación del material eléctrico, y otro más para la fa-bricación de bidones para el en-

Instalaciones de Ferronor en 2002 / GERARDO J. CUETO ALONSO

El poblado obrero / GERARDO J. CUETO ALONSO

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vasado del carburo excedente de la fabricación de la cianamida.

En las proximidades de la fá-brica la empresa disponía, como hemos señalado, de una cantera de la que extraía la caliza ne-cesaria con sus convenientes instalaciones, como martillos neumáticos, un trómel clasifica-dor o un plano inclinado para el transporte de la caliza hasta los depósitos de la fábrica.

Las instalaciones no estricta-mente industriales consistían en un pabellón de oficinas genera-les, técnica y administrativa, un edificio de servicios sociales para los obreros, con duchas, come-dores o botiquín y una residencia para empleados de la fábrica. Estos edificios serían sustituidos años más tarde, como veremos, por unas viviendas individuales y un club social en las inmediacio-nes de la fábrica.

El establecimiento industrial estaba preparado para producir 6.000 toneladas anuales, pero sin llegar a haberse terminado se planteó una ampliación que posibilitaba la producción de 160 toneladas diarias de cianamida8, por lo que ya en el primer año la producción alcanzó las 20.000 to-neladas. El carburo de calcio era consumido por Hispavic Indus-trial, una de las filiales de Solvay para la fabricación de polímeros en Barreda9.

En 1960 Unquinesa se fusionó con la multinacional Dow Chemie A. G., de capital mayoritariamente estadounidense aunque con do-micilio social en Basilea, que se había constituido el año anterior. La nueva empresa, que se de-nominó Dow Unquinesa, tenía el objetivo de ampliar la factoría de Axpe-Erandio para posibilitar el tratamiento de 67.200 toneladas de nafta; por su parte, en Ma-taporquera también amplió sus instalaciones con un nuevo horno de carburo y otro de cal.

En 1971 la empresa, ante la competencia del petróleo en las aplicaciones industriales, cerró el establecimiento de Matapor-quera, dejando a sus 256 trabaja-dores con una gran incertidum-

bre acerca de su futuro. Las ins-talaciones fueron adquiridas por Ferronor, que decidió que era necesario diversificar la produc-ción y comenzar la fabricación de ferrosilicio. Curiosamente seguía los pasos de la Electrometalúr-gica de Astillero, que comenzó fabricando carburo de calcio y a partir de 1941 se centró en la fabricación de ferroaleaciones, como el ferrosilicio o el ferro-manganeso.

Ferronor mejoró y modernizó las instalaciones para esta nue-va línea de producción, pero no pudo mantenerse al margen de la fuerte crisis que experimen-

tó el sector en los años ochenta como consecuencia del aumen-to del precio de la energía. Las deudas se fueron acumulando y la empresa suministradora de electricidad, Electra de Viesgo, tras varios avisos, cortó el sumi-nistro eléctrico10.

El 6 de abril de 1988 la Elec-tra de Viesgo, ante el impago por parte de Ferronor de una factura de 360 millones de pe-setas, se vio obligada a tomar esta medida, que supuso en un primer momento la inutilización por completo de los dos hornos de la factoría al quedar las sole-ras convertidas en una pasta11.

Viviendas del poblado, sin apenas reformas exteriores, habitadas en 2005 / GERARDO J. CUETO ALONSO

Aspecto del poblado obrero y el centro social en 2008 / GERARDO J. CUETO ALONSO

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En ese momento la fábrica con-taba con 80 operarios que rápida-mente se movilizaron en defensa de sus puestos de trabajo, ante la decisión casi inmediata de la empresa de despedir a toda la plantilla. Para llamar la atención sobre su situación, realizaron varios sabotajes en la carretera nacional que comunica Cantabria con la Meseta y cortaron de la línea de RENFE durante tres días en los que el tráfico ferroviario entre Santander y Madrid quedó suspendido12

Tras negociaciones a va-rias bandas, en las que incluso los trabajadores plantearon la compra de la empresa, Ferronor aceptó la propuesta de Carburos Metálicos de una compensación de 120 millones de pesetas por el achatarramiento de las insta-laciones, la recolocación de 50 de los 80 trabajadores en una factoría del grupo en La Coruña

y la reconversión de la planta de Mataporquera para la recupera-ción de aluminio, cobre y plomo, desapareciendo del mercado de los ferrosilicios13.

La reconversión no se llegó a producir y la fábrica quedó ce-rrada hasta que en 2005 volvió a la actividad para la construcción y achatarramiento de vagones de RENFE.14.

2. El poblado obreroMataporquera había experi-

mentado un notable crecimiento demográfico desde la llegada del ferrocarril y especialmente tras la instalación de Cementos Alfa. Así, mientras en 1900 la población del núcleo era de tan sólo 262 habitan-tes, en 1950 ya contaba con 1.980 habitantes. La responsable de este crecimiento había sido la cemen-tera que daba empleo a unos 500 trabajadores en el momento en que Unquinesa construyó su fábrica.15.

Como resultado de este cre-cimiento demográfico el case-río del pueblo había aumentado notablemente y se encontraba prácticamente ocupado en su to-talidad. Por consiguiente, el vo-lumen de viviendas disponibles era muy reducido y, a su vez, re-sultaba difícil y caro acceder a un alojamiento en el pueblo. En vista de esta situación, la empre-sa optó por edificar un grupo de viviendas para sus obreros, esti-mando que resultaba convenien-te situarlo en las inmediaciones de la factoría, por cuanto el clima reinante en Valdeolea era muy riguroso y aconsejaba que los desplazamientos de los obreros fueran cortos. Esta solución era muy apropiada, ya que la fábrica se localizaba a unos 700 metros al Sureste de las primeras casas de Mataporquera y a más de un kilómetro del centro del núcleo. Por otra parte, había que buscar

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un emplazamiento que no estu-viera expuesto al viento del Norte que, aparte de ser el más frío, empujaba los humos y polvos procedentes de la fábrica.

En agosto de 1952 el arqui-tecto bilbaíno Ángel de Gortázar redactó un proyecto de un grupo de 40 viviendas protegidas para obreros y empleados de la fábri-ca en unos terrenos comunales en la parte alta del pueblo, junto al lugar denominado Las Quema-das, próximos a las instalaciones fabriles, que cumplían con los requisitos enunciados16.

Las gestiones emprendidas por la empresa para disponer de este terreno no dieron resulta-do positivo. Al no poder adquirir-lo a un precio razonable solicitó su expropiación forzosa, pero el Ayuntamiento exigía ocho pese-tas por metro cuadrado, mientras la empresa consideraba que no podía estimarse un precio supe-rior a cuatro. La Junta Vecinal de Mataporquera propuso la cesión de los terrenos a Unquinesa me-diante el pago de un canon anual por tiempo ilimitado, pero esta fórmula no podía ser admitida por el Instituto Nacional de la Vi-vienda, por cuanto para obtener los beneficios de la legislación sobre viviendas protegidas el te-rreno debía ser propiedad de la empresa. Ante estas dificultades la empresa decidió adquirir otro terreno particular, también cer-cano a la fábrica, en forma de L invertida, entre los caminos de Mataporquera a Bercedo y Cuena por su parte superior e inferior respectivamente, con una pen-diente regular del 10%. La finca ocupaba una extensión de 22.050 metros cuadrados, ligeramente superior a la del terreno comunal inicialmente propuesto, lo que permitió que el nuevo proyecto se ampliara hasta las 44 vivien-das, distribuidas en once bloques de cuatro viviendas cada uno. De nuevo se encargó su elabora-ción a Ángel de Gortázar, quien lo tuvo redactado para diciembre de 195317.

Se partía de una parce-la aproximada de 1.800 a 2.000

metros cuadrados para cada casa múltiple, con una red de caminos particulares que enla-zaban con los públicos que limi-taban el poblado. Cada parcela se dividía en cuatro lotes iguales para huerta familiar. El acceso a cada una se hacía por una zona común para evitar un excesivo número de puertas y caminos de penetración.

Cada vivienda constaba de vestíbulo, estar-cocina, aseo con ducha, desván trastero y tres dormitorios, excepto las vi-viendas del extremo izquierdo de cada bloque que disponían de otro dormitorio más, por lo que éstas irían destinadas al aloja-miento de familias numerosas. En definitiva nos encontrábamos con 33 viviendas del denominado tipo A y otras 11 del tipo A’’.

Las viviendas constaban de dos plantas desiguales que se adaptaban a la pendiente del terreno, mediante una disposi-ción escalonada, que ahorraba grandes movimientos de tierras y muros de contención. Así, el descansillo de la escalera inte-rior alcanzaba el nivel del terre-no de la parte posterior de la vi-vienda, lo que permitía disponer de una puerta zaguera para el servicio de la huerta si se de-seaba; en este nivel se locali-

zaba el aseo. Esta disposición permitía también que todas las habitaciones, tanto las estancias como los dormitorios, presen-taran una correcta orientación, con un adecuado soleamiento y buenas vistas.

Para evitar una excesiva mo-notonía de las fachadas, en cada bloque se retranqueaban las dos viviendas centrales. La entrada a las viviendas se realizaba por medio de una pequeña escali-nata de un tiro hasta llegar a la puerta que se protegía por medio de un tejadillo, no previsto en el proyecto inicial, pero necesario para proteger la entrada durante las nevadas invernales.

El presupuesto de la cons-trucción del poblado ascendía, incluidos los terrenos, los gastos de saneamiento y urbanización, y las cargas, a 3.217.404,87 pe-setas. Para poder afrontar las obras, Unquinesa solicitó el 2 de enero de 1953 al Instituto Nacio-nal de la Vivienda la concesión y calificación legal de viviendas protegidas y los beneficios esta-blecidos por la Ley de 19 de abril de 1939. El 3 de noviembre de 1954 obtuvo la concesión de los beneficios tributarios máximos y el anticipo del 40% del presu-puesto, es decir 1.433.675,60 pe-setas, reintegrable en 20 años

Escuelas / GERARDO J. CUETO ALONSO

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do obrero, que, a su vez, eran los mejor orientados. En el proyecto original estaba formulado que fueran de planta baja, pero du-rante su ejecución se elevó en un piso, que ya estaba previsto dado que se había dejado un hueco para la escalera, que habría de destinarse en un primer momen-to a almacén. Inicialmente cons-taban de dos aulas, una para ni-ños y otra para niñas, capaces para 48 alumnos. Cada aula dis-ponía de un vestíbulo, que hacía las veces de guardarropía, y de los aseos necesarios. El espa-cio comprendido entre las aulas se destinaba a despacho y a las escaleras de acceso a la plan-ta superior. Tras la reforma del proyecto, las escuelas contaron finalmente con cuatro aulas. El acceso se realizaba por un por-che con tres arcos rebajados que protegía a los escolares de las inclemencias meteorológicas. Un pórtico, que servía de recreo cubierto para los niños y niñas, unía las escuelas con el edificio del economato.

El economato constaba de un espacio destinado a despacho para el público con mostrador y un almacén que se proyectó en dos plantas unidas con escalera interior y con acceso por rampa a la más baja, dispuesta en for-ma de semisótano. Un pequeño pórtico servía de unión con el sa-lón familiar.

El denominado salón familiar se concebía de una sola planta y dividido en dos salones de di-ferente tamaño y de múltiples usos. El primer salón, el más pe-queño, servía de vestíbulo o sala de descanso de las proyecciones cinematográficas que se exhibían en el más amplio. En caso de que la afluencia de gente fuera esca-

sa, podía utilizarse como bar de recreo o salón de tertulia. El sa-lón más amplio servía, aparte de como cine, como sala de juegos, en la que se situaban los necesa-rios elementos para ello, como mesas de juegos de naipes, billa-res o tableros de tenis de mesa. Un bar con mostrador atendía las necesidades de los visitantes. Asimismo, al fondo del salón se ubicaba un altar, cerrado nor-malmente, para la celebración del culto en ocasiones señaladas. Ambos salones contaban con los aseos pertinentes.

Con la construcción del cen-tro social se culminaba el pobla-do obrero, que disponía también de un espacio para equipamien-tos deportivos en un espacio re-servado en la zona de viviendas, dotado de una pista deportiva y una bolera.

Aparte de operarios para el trabajo en la fábrica, la empre-sa requería personal cualificado para los puestos de dirección o gestión, así como técnicos que supervisasen el proceso produc-tivo. Ante la falta de personal de estas características en la comarca, la empresa se vio obli-gada a trasladar personal de su fábrica vizcaína o bien reclutar a nuevos técnicos procedentes de otras zonas industriales. Para alojar a estos directivos e inge-nieros Unquinesa construyó en el casco urbano de Mataporque-ra un grupo de viviendas. Este, habida cuenta de sus destina-tarios, era de una mayor cali-dad constructiva que el obrero. Se componía de cinco viviendas (una individual y las restantes pareadas) con un espacio desti-nado a jardín, y se localizaba en la parte alta del pueblo, en una zona soleada y de privilegiadas vistas20.

3. Estado actual del poblado obrero

Tras el cierre de la fábrica, sus instalaciones fueron adqui-ridas por la empresa Codefer S. L. dedicada al tratamiento de la chatarra y los residuos indus-triales, que adaptó este espacio

sin interés18. Las viviendas serían entregadas en régimen de alqui-ler a sus beneficiarios, quienes debían pagar una renta mensual de 186 pesetas, los alojados en viviendas de tres dormitorios, y 190, los de las cuatro.

La construcción de las vi-viendas fue realizada por ad-ministración directa por Unqui-nesa tras un concurso-subasta celebrado el 29 de septiembre de 1955. Se estableció un plazo de ejecución de las obras de 16 meses, si bien éstas no estarían concluidas hasta el 8 de junio de 1957. En este lapso se aceptó una revisión de los precios, que estableció el presupuesto defi-nitivo en 3.584.189 pesetas, de manera que el anticipo del INV ascendió a 1.433.675,60 pesetas. El 2 de abril de 1962 se firmó el acta de recepción definitiva de las obras.

Una vez que las viviendas fueron construidas, la empresa decidió acometer una segunda fase que preveía la construcción de otras 44 viviendas, de idéntica tipología que las de la primera, y un centro social para disfrute del poblado.

En octubre de 1957 Ángel de Gortázar redactó el proyecto de la segunda fase19. Los terrenos elegidos eran adyacentes a los de las primeras viviendas, en di-rección hacia el núcleo urbano de Mataporquera, es decir, ha-cia el Nordeste. Las viviendas no llegaron a ser construidas, por razones que desconocemos, no así el centro social que inclu-so fue mejorado con respecto al proyecto original.

El centro social formaba un conjunto único, si bien se podían distinguir tres elementos: la es-cuela, el economato y el salón familiar, que se relacionaban entre sí mediante pórticos cu-biertos, manteniendo una cierta unidad arquitectónica, basada en la repetición de huecos y detalles constructivos. Su presupuesto ascendía según el proyecto origi-nal a 1.189.899,14 pesetas.

Las escuelas ocupaban los terrenos más cercanos al pobla-

"Este poblado surgió por la necesidad de la empresa de dotar de alojamiento a sus obreros, por cuanto, excepto Mataporquera, no había núcleos de población de cierta entidad demográfica en las cercanías"

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a sus necesidades productivas, lo que implicó la demolición de algunos elementos, como los an-tiguos hornos, y la readaptación del resto de naves para su nueva función. Como curiosidad, hemos de señalar que en su recinto se encuentra la locomotora “Bego-ña nº 3”, que en sus últimos años prestó servicio a Cementos Alfa.

El poblado obrero mantiene el encanto propio de estos luga-res, si bien el cierre de la fábrica determinó que las viviendas se fueran abandonando paulatina-mente y en la actualidad tan sólo 17 de las 44 se encuentren habi-tadas El grado de conservación es, por esta razón, muy desigual, compartiendo el espacio vivien-das restauradas recientemente con otras que acusan el aban-dono desde hace años. Como es habitual, los tejados reflejan el paso del tiempo, apreciándose en algunas viviendas abandona-das importantes desprendimien-tos, ausencias de tejas y puesta a la intemperie de las vigas que lo sustentaban. En las viviendas restauradas no se ha seguido un criterio homogéneo, ni siquiera en cuanto a la tonalidad de las fachadas, que su momento tan sólo fueron enlucidas, encon-trándonos algunas viviendas con vistosos tonos amarillos junto a otras en las que tan sólo se han remarcado los vanos. En algún caso, junto a la entrada princi-pal se ha añadido una pequeña terraza en la que disfrutar del soleamiento cuando el tiempo lo permite.

Ha sido frecuente que en la parte posterior de las vivien-das se haya adosado un nuevo cuerpo aprovechando lo que en el proyecto se entendía como el lugar idóneo para la apertura de una puerta de acceso a la huerta. Estos añadidos han dado lugar a un aparente descuido en la parte posterior de las viviendas que, por suerte, no se ha manifestado en su fachada principal, como acabamos de mencionar.

Ese aspecto descuidado también es visible en las instala-ciones deportivas, abandonadas

ante la evidente falta de practi-cantes en el poblado. En la pista deportiva, una solitaria canas-ta recuerda su antigua función, mientras la hierba y la maleza han invadido por completo el re-cinto de la bolera.

El centro social se encuentra cerrado y su interior parece acu-sar el paso del tiempo, pese a que en sus últimos años cumplió esa función social para los obre-ros y empleados de Cementos Alfa, tal como acusa un cartel en su interior. A comienzos de los años ochenta ante las necesi-dades productivas de ampliar la fábrica Cementos Alfa derribó un conjunto de viviendas obreras, el casino y el economato, en-tre otros edificios. Para que sus obreros no se vieran privados de

este servicio alquiló a Ferronor el antiguo economato del pobla-do. El pórtico que comunicaba las escuelas y el economato ha sido tapiado una vez que quedó en desuso, para dificultar el ac-ceso y evitar el vandalismo en el interior del centro social.

Los caminos de comunica-ción interior y de acceso se en-cuentran en un buen estado de-bido a su reciente asfaltado, muy necesario para evitar la erosión del agua debida a la pendiente del terreno en que se construyó el poblado.

Las viviendas de directivos e ingenieros presentan un me-jor estado de conservación que las del poblado obrero. Durante 2008 varias de ellas están siendo restauradas para adaptarlas a

El centro social; de izquierda a derecha: escuelas, economato y salón social / GERARDO J. CUETO ALONSO

Uno de los bloques de cuatro viviendas, algunas reformadas recientemente / GERARDO J. CUETO ALONSO

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las comodidades requeridas en la actualidad.

En definitiva, nos encontra-mos con un poblado obrero de características semejantes a otros tantos, en los que las su-cesivas crisis industriales han provocado su abandono debido a la reducción de la mano de obra empleada en las fábricas que los originaron o a su cierre definitivo, como es el caso que nos ocupa. Este poblado surgió por la necesidad de la empresa de dotar de alojamiento a sus obreros, por cuanto, excepto Mataporquera, no había núcleos de población de cierta entidad demográfica en las cercanías, y en éste el caserío disponible era muy reducido. Nos encon-tramos con uno de los escasos ejemplos en Cantabria en cuan-to a construcción de alojamien-to por parte de las empresas industriales para sus obreros fuera de los grandes núcleos in-dustriales como Torrelavega o Los Corrales de Buelna, apar-te de la ciudad de Santander, fundamentalmente el Barrio de Nueva Montaña. Por otra parte, su peculiar localización, no in-tegrado en el casco urbano, re-cuerda a las colonias obreras, y éste es un caso muy infrecuente en Cantabria; tan sólo algunos poblados surgidos junto a las minas, como en Setares, el Ba-

rrio Santa Bárbara en Liaño o los casetones construidos en los Picos de Europa, así como algu-nas iniciativas puntuales, como el Barrio San Camilo en Boo de Guarnizo o el poblado surgido en torno a La Montañesa en La Cavada, presentan característi-cas similares al poblado obrero de Unquinesa en Mataporquera, aunque en muchos de estos ca-sos únicamente se trataba de actuaciones residenciales y no contaban con servicios sociales como los construidos por Un-quinesa. n

> NOTAS1. Archivo de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Santander, Caja 42, Carpeta 631,“Memoria de la provincia de Santander relativa a la si-tuación actual de la industria, 31 de marzo de 1944”.2. PUIG RAPOSO, Nuria: “Redes empre-sariales de oportunidad en la España del siglo XX: el caso de la industria quí-mico-farmacéutica”, ICE Historia Em-presarial, nº 812, Enero 2004, 179-188.3. La estrecha vinculación con la bur-guesía vizcaína se manifiesta en la composición de su Consejo de Adminis-tración en 1955: el Conde de Cadagua, Pedro J. Galíndez, José Fernández Fe-rrer, Manuel Gortázar, Eduardo Busti-llo, Luis María de Ibarra, Vizconde de Nava del Rey, Federico Lipperheide y Rafael Guzmán, Archivo del Ministerio de Vivienda, Expediente 4738.4. SIERRA ÁLVAREZ, José: El complejo vi-driero de Campoo (Cantabria), 1844-1928.

Santander, Cámara de Comercio, Indus-tria y Navegación de Cantabria, 1993.5. Economía Montañesa, nº 50, sep-tiembre 1951.6. Este sector no era desconocido en Cantabria, por cuanto desde 1913 se obtenía carburo de calcio en Boo de Guarnizo por parte de la Electro Meta-lúrgica del Astillero.7. Para lo siguiente véase Economía Montañesa, nº 49, septiembre 1951.8. Economía Montañesa, nº 52, 15 de diciembre de 1951.9. TOCINO LÓPEZ, José: Apuntes para una historia industrial de Cantabria. IV. Industrias químicas. Santander, Ed. Librería Estvdio, 1989, p. 130.10. TOCINO LÓPEZ, José: Apuntes para una historia industrial de Cantabria. III. Industrias metalúrgicas. Santander, Ed. Librería Estvdio, 1988, pp. 91-92.11. El País, 7 de abril de 1988.12. El País, 25 de abril de 1988.13. El País, 4 de mayo de 1988. Carbu-ros Metálicos se dedicaba a la fabri-cación de ferrosilicios en la fábrica de Boo de Guarnizo.14. Cantabria Económica, 5 de sep-tiembre de 2005.15. El Avance Montañés. Libro sobre la exposición del mismo nombre. San-tander, Goberno Civil de la Provincia, 1950, p. 129.16. Archivo del Ministerio de Vivienda, Proyecto 3954.17. Archivo del Ministerio de Vivienda, Proyecto 3954.18. Archivo del Ministerio de Vivienda, Expediente 4738.19. Archivo del Ministerio de Vivienda, Proyecto 6433.20. Información suministrada por el Alcalde de Valdeolea; en el Archivo Municipal no se conserva el proyecto original, tan sólo el pliego de condicio-nes para su construcción.

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1. El Archivo de Sociedad Anó-nima Hullera Vasco-leonesa

En abril de 1988, Sociedad Anónima Hullera Vasco-Leonesa, empresa minera privada radicada en la provincia de León, aprueba el proyecto de Archivo de la enti-dad, con el objetivo de participar en la gestión administrativa dia-ria de las oficinas y para recoger, organizar, custodiar y difundir el patrimonio documental conserva-do por la empresa en su trayec-toria centenaria, desde su funda-ción en 1893.

El Archivo de Sociedad Anó-nima Hullera Vasco-Leonesa, gestionado por la Fundación Hu-llera Vasco-Leonesa, tiene su sede en La Robla (León) y cus-todia y organiza desde 1988 el patrimonio documental gene-rado por la empresa desde su nacimiento en 18931. Además del fondo documental originado por la propia empresa Hullera Vasco-Leonesa, el Archivo tam-bién custodia la documentación conservada de la actividad mi-nera del carbón en las comarcas

palentinas de Barruelo y Orbó desde 1840.

Es, pues, un Archivo de indu-dable importancia y trascenden-cia para el estudio de los oríge-nes de la industrialización minera en España y único en el panorama de la conservación de la memoria social e industrial de Castilla y León. El Archivo está abierto a los investigadores y ciudadanos en general con el único requisi-to de la justificación razonada de su interés por los documentos. El Archivo trabaja, asimismo, de

El Archivo de Hullera Vascoleonesa y el patrimonio minero de Castilla y LeónJOSÉ ANDRÉS GONZÁLEZ PEDRAZAFundación Hullera Vasco-Leonesa

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forma conjunta con el Centro de Documentación “Antonio del Valle Menéndez”, propiedad también de Hullera Vasco-Leonesa, don-de se encuentra una Biblioteca y Hemeroteca que dispone de más de 10.000 volúmenes sobre temas mineros y el acceso a Internet para la investigación.

El Archivo cuenta con una Guía exhaustiva de los distintos fondos documentales. Además, ha participado en numerosos fo-ros nacionales e internacionales para dar a conocer la realidad de los archivos de empresas en España y la importancia de la sal-vaguarda de nuestro patrimonio documental industrial.

2. Los documentos del Archivo de Hullera Vasco-leonesa y el patrimonio industrial2.1. Patrimonio documental/Patrimonio industrial

La reconstrucción del pasado y de todas las circunstancias que

en él confluyeron no son posibles sin los Archivos. Como conjun-tos de documentos reunidos por las personas y las organizaciones en el transcurso de su actividad, reflejan nuestras ideas, nues-tro transcurrir por este mundo y nuestra manera de entender la organización de las cosas. El do-cumento es uno de los emblemas de nuestra civilización, una civi-lización escrita que tiene en alta estima el testimonio, la prueba y el recuerdo. En los documen-tos plasmamos nuestras ideas, anhelos, ilusiones, proyectos y fracasos, que quedan grabados sobre el soporte del papel. De la misma manera que lo hicieron nuestros antepasados. A través de los Archivos los investigadores y los ciudadanos en general tie-nen la oportunidad de reconstruir las condiciones de vida y el con-texto socioeconómico en el que vivieron nuestros antecesores. En el Archivo podemos interrogar a

los documentos, situar al hombre en sus circunstancias y separar al hombre de sus circunstancias, distinguir entre los hechos y la imagen de los hechos.

La Ley 6/91 de 19 de abril de Archivos y del Patrimonio Docu-mental de Castilla y León, afirma que “es competencia de la Comu-nidad la protección del patrimonio documental como parte integran-te del patrimonio histórico” que constituye “parte fundamental de la memoria colectiva de nuestro pueblo, elemento esencial de la identidad histórica y cultural de Castilla y León”. Es evidente que la expresión “patrimonio docu-mental” se basa en una carac-terística física, la expresión del hombre fijada en un soporte docu-mental, mientras que la expresión “patrimonio industrial” engloba a la anterior, al incluir, con miras más amplias, todos los elemen-tos de la actividad humana en la transformación y aprovechamien-

Trabajadores del Grupo Minero Candelaria en 1925 / ARCHIVO DE HULLERA VASCO-LEONESA.

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to del medio natural mediante la aplicación de las técnicas conoci-das en cada época.

En la era post-industrial en la que nos encontramos, como consecuencia de la nueva etapa en la que nos introduce el capi-talismo financiero globalizado, adquieren más valor, si cabe, los restos materiales que provienen de la época del capitalismo in-dustrial basado en la extracción de las materias primas. Estos restos son el testimonio de una revolución social, económica, tecnológica, urbana que, en Es-paña, convirtió a los campesinos en proletarios y superó la fase productiva tardomedieval en la que nos encontrábamos a media-dos del siglo XIX. El proceso de desarrollo del capitalismo indus-trial en España y la consiguiente formación del mercado nacional fue un proceso desigual en el te-rritorio en cuanto a las regiones a las que afectó y su nivel de de-sarrollo. En el norte de España, la extracción de las materias primas con destino a industrias transfor-madoras de las provincias vascas y la construcción de una red de comunicaciones que unían minas, centros de producción y centros de consumo fueron los pilares básicos del proceso, que afectó de lleno a comarcas enteras. La dimensión histórica del fenómeno tiene un impacto espectacular, en el ámbito social, económico, cultural, paisajístico, urbano etc. porque la minería es una acti-vidad que tiende a modificar el entorno en el que se asienta, por las características del proceso y la mano de obra que es capaz de movilizar. De ahí que los restos que perviven de aquel momento sean para las comarcas mineras un emblema que forma parte de su historia, un estandarte de sus señas de identidad.

Los Archivos de Empresas son, en sí mismo, patrimonio in-dustrial pero, a la vez, son fuen-tes insustituibles para el conoci-miento de los restos industriales, restos de artilugios, mecanismos y restos arquitectónicos. Los pro-yectos, los planos, las escritu-

ras, las fotografías, entre otras series documentales, son fuentes insustituibles para situar en su contexto y descifrar esos valores simbólicos que tiene el patrimo-nio industrial, tan implicado en la geografía y el paisaje. Vincula-dos con su ambiente laboral, los edificios industriales son también espacios simbólicos con un sig-nificado social como lugares de convivencia, reunión, conflicto etc. Explicar e interpretar las claves que se ocultan detrás de la obra de ingeniería es situarla en me-dio de todos los factores diversos. En el caso de un castillete mine-ro, por ejemplo, es evidente que nos informa de que allí hubo una mina de carbón, pero esto no es suficiente. El castillete se cons-truyó en un terreno que ya tenía un pasado minero desde hacía dé-cadas, en unas condiciones his-tóricas determinadas y por unas necesidades técnicas concretas. El mismo hecho de construir un castillete ya supone en sí mismo la transformación de la minería de montaña en una minería de po-zos verticales, que sólo existen en la provincia de León desde 1929. La necesidad de dar salida a los carbones supone la construcción paralela y cercana de ramales y la necesidad de una mano de obra permanente conlleva el asenta-miento estable de obreros en en-claves cercanos. Estos ejemplos, a los que se podían añadir otros, nos demuestran la necesidad de interpretar el patrimonio indus-trial, para lo cual los archivos do-cumentales son imprescindibles.

No existe una metodología de aproximación seria al patrimonio industrial sin incluir al patrimonio documental. El documento tiene un condicionante de origen que no tiene un edificio o una máquina: está dotado de un carácter sim-bólico que representa la inten-cionalidad del autor, está creado en un contexto histórico y social determinado y expresa lo que el autor quiere que exprese, a veces con una intención manipuladora de la realidad; en todo caso, es la expresión de sus ideas y senti-mientos. De ahí que el investiga-

dor deba acercarse al documento con un espíritu crítico: leer entre líneas, captar la intención, escu-char los silencios, discernir entre lo cotidiano y la representación de lo cotidiano, entre la realidad y su imagen. Para el archivero francés Michel Duchein

“el documento de archivo por su autenticidad, por su mismo as-pecto, contiene una carga emo-cional que ningún libro, por muy especial que sea, posee. Incluso el más humilde documento de un archivo local constituye un tes-timonio irremplazable, permite escuchar una voz lejana y fami-liar que no se sabría encontrar en otra parte”.

La pieza industrial, la mina, la fábrica, nos vinculan a otras voces. Su simple contemplación nos aporta el sentido de su uso, el nombre del fabricante, el año de fabricación. Pero debemos dotarnos de una metodología de análisis crítico. El resto indus-trial formaba parte de un paisaje que se nos presenta fragmenta-rio y desmembrado, que ya no es una unidad humana, económica y geográfica, porque las activi-dades industriales modifican el entorno y ellas mismas aparecen y desaparecen. Y es aquí donde juega su papel el documento de archivo, un papel complemen-tario, no sustitutivo, para llenar un vacío evidente. Encontramos ahora todas las interrelaciones de los objetos que previamente hemos aislado y descubrimos las relaciones causa-efecto; no sólo hemos localizado el acon-tecimiento, estamos explicando el acontecimiento. El documento nos aportará: información sobre la organización del trabajo, la es-tructura jerárquica de la produc-ción, el componente social impli-cado, el nivel de progreso tecno-lógico, el proceso de difusión de los avances técnicos, los canales de transmisión de la información, el impacto del progreso científico en la sociedad, las relaciones con la economía local y nacional.

Tenemos ya suficientes ele-mentos de juicio para considerar fundadas las relaciones del Ar-

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importaciones de carbón inglés y lanza a los empresarios de la siderurgia vasca a adquirir minas en León y Palencia. En este con-texto nace en 1890 la Compañía del Ferrocarril Hullero de La Ro-bla a Valmaseda, que abre la línea en 1894. Desde 1889 nacen varias sociedades mineras y la mayoría de ellas no sobrevivirán muchos años, abrumadas por el eterno problema de la falta de capital y la necesidad de afrontar enormes desembolsos para la aplicación de modernas técnicas de extracción que venían importadas de Francia o Bélgica. El hecho de que mu-chas de ellas compartieran con-cesiones que eran vecinas llevó a la necesidad de una concentración de capital, concesiones y esfuer-zos para lograr una rentabilidad mínima que las hiciera viables.

Este es el paisaje de fondo del nacimiento en Bilbao de Hullera Vasco-Leonesa. En 1893 se pone en marcha el mecanismo impa-rable del cambio de una sociedad agrícola y ganadera a una socie-dad industrial, con nuevos con-ceptos en la mente del campesino (producción, rentabilidad, sindica-tos, huelgas) y nuevos espacios de convivencia (la mina, la lampiste-ría, la oficina). Las comarcas co-mienzan a jugar su papel en una economía intersectorial (minas, ferrocarriles) y son un eslabón en una economía globalizada deter-minada por las políticas protec-cionistas o librecambistas. Como nos ha recordado el profesor Rafael Anes, el personaje de “La aldea perdida” de Armando Pala-cio Valdés, proclama en Asturias la muerte de Deméter, diosa de la agricultura, y el advenimiento del nuevo reinado de Plutón, dios de las profundidades. Se confi-gura un mundo especial, exclusi-vamente masculino, ceremonial, iniciático, donde lo colectivo pre-valece sobre lo particular. Hay un aspecto muy importante a tener en cuenta: en una zona agrícola con bajo nivel de concentración humana y nula experiencia indus-trial previa, la empresa minera gestiona la vida laboral del tra-bajador y la vida cotidiana. Poder

co-Leonesa, a comienzos de 1880, hace mención de

“los grandes manchones car-boníferos de la zona de ciñera y Santa Lucía de Gordón, continua-ción de los de Matallana, que vie-nen formando de E. a O. una línea de muchos kilómetros, desde el límite de la provincia de Santan-der por Orbó, Barruelo, en Palen-cia, hasta Matallana y Ciñera en León”.

Cita a dos empresas que en-tonces explotaban los criaderos de Santa Lucía y Ciñera: la de Manuel Iglesias, que construyó el Cargadero Iglesias en el mismo Ciñera para llevar sus carbones a la línea férrea León-Gijón (en el terreno del Cargadero, hoy des-aparecido aunque nos quede una fotografía de principios de siglo, se preparó a comienzos de la dé-cada de 1950 el campo de fútbol de la Sociedad Deportiva Hullera); la otra empresa era la Sociedad Rico y Llamas y Cia. de los her-manos Sotero y Ginés Rico Ro-bles, que explotaba la hulla en los Puertos de Don Diego y tenían un tranvía de 3 kms. hasta el pueblo de Ciñera, donde transportaban la hulla en carros hasta la estación del ferrocarril.

Hoy nada queda de la Socie-dad Rico y Llamas y Cia. En lo que respecta a las explotaciones de Manuel Iglesias, gracias a va-rios expedientes que conserva-mos en el Archivo hemos podido reconstruir recientemente el pro-ceso de realización del Cargadero Iglesias en 1890 y 1891, así como el tendido de la línea telefónica entre el domicilio de Manuel Igle-sias y sus minas: Ramona y Emi-lia, dos de los primeros terrenos mineros de la cuenca. Sabemos, por ejemplo, que en el empalme de la vía que provenía del apar-tadero con la línea general León-Gijón era obligatorio un puesto de seguridad con telégrafo y dos discos avanzados de señales, así como una garita y vivienda para el guarda fijo.

En 1890 se produce el gran desarrollo de la minería del car-bón leonesa, al calor de una po-lítica proteccionista que grava las

chivo con una investigación que tenga por objeto el patrimonio industrial. Creo que en este en-cuentro han influido dos corrien-tes convergentes. Por una par-te, el patrimonio industrial ha superado una fase meramente museística para pasar a consi-derar de forma global el impac-to industrial del hombre en el territorio. Esto obliga a situar los fenómenos en el terreno en el que se producen y a abordar primero una fase de inventario e interpretación, una fase de con-textualización. Por otra parte, el Archivo supera hoy la imagen de institución cerrada situada en sótanos oscuros donde un taci-turno funcionario consumía sus días para convertirse en centros dinámicos de investigación don-de se aplican avanzadas tecnolo-gías para la conservación de los documentos y se utilizan técni-cas de difusión cultural.

2.2. Los documentos del Archivo de Hullera Vasco-Leonesa y los estudios sobre Patrimonio industrial

El Archivo de Hullera Vasco-Leonesa tiene dos grandes sec-ciones:

1. la Sección que guarda los documentos de la propia empre-sa Hullera Vasco-Leonesa desde 1893 y los documentos conser-vados de empresas que han sido absorbidas o adquiridas a lo largo de la Cuenca Ciñera-Matallana (León).

No es el lugar adecuado para extendernos en una historia de las comarcas mineras. Por eso, incidiré especialmente en aque-llos documentos que, en ambas secciones, nos pueden aportar información de técnicas, maqui-naria e instalaciones industriales, para demostrar el vínculo exis-tente entre el documento y el pa-trimonio industrial minero.

Ricardo Becerro de Bengoa, catedrático de Física y Química y cronista oficial de Vitoria, en su libro de viajes por Palencia, León y Asturias, al referir lo que era Pola de Gordón, municipio en el que se enclava hoy Hullera Vas-

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Cultural por la Junta de Castilla y León. Tiene 31,5 metros de altura y 60 toneladas de peso. Consta de una torre en forma de parale-lepípedo con cuatro columnas de hierro dividida en seis tramos que se unen por cartelas de chapa, todas ellas roblonadas. Conoce-mos por una carta de 18 de julio de 1929 del ingeniero proyectista, Mario Zapatero, al Secretario del Consejo, José de Sagarmínaga, cómo eran las casas de oficinas y de máquinas en dicho pozo, datos que nos son útiles para la recons-trucción del plan original y del sentido social de la división de los diferentes ámbitos, el espacio de los vigilantes y el espacio de los trabajadores.

La Guerra civil fue un autén-tico drama también para la em-presa. Hasta setiembre de 1937 estuvo la zona en manos repu-blicanas quedando luego des-trozadas e incendiadas una gran parte de las instalaciones, con pérdida de vidas humanas, ma-quinarias, archivos de planos y oficinas, etc. Los once expedien-tes que en diciembre de 1939 se envían a la Comisión Regional de Regiones Devastadas nos dan la medida de la catástrofe, así como los inventarios que se elaboran para participar de las indemni-zaciones. El edificio destinado a central termoeléctrica sufrió la voladura de los dos alternadores y excitatrices, quedando destrui-

Marcinelle & Couillet de Couillet (Bélgica), con cinco toneladas de peso y 25 caballos, a la que se une otra similar en 1896 y otra más en 1906. En 1895 se inicia la ex-plotación de la Capa Pastora, que es la misma que se explota hoy, con una potencia extraordinaria de hasta 50 metros en algunos lugares.

A partir de 1911 la industria minera se ve favorecida por una fuerte demanda a causa de la Pri-mera Guerra Mundial y la unión de las minas de Hulleras de Ci-ñera, que es comprada en 1910, demanda que cae con fuerza des-pués de la Guerra. La anexión y la necesidad de trasladar el carbón a los lavaderos de Santa Lucía de Gordón, distante varios kilóme-tros, lleva a construir el tranvía aéreo o línea de baldes, sistema Pohlig, al que cuenta la picaresca que se le unió la función de tras-ladar cestas de comida con unos simples enganches.

De 1930 a 1934 el aumento de la demanda preludia una mejo-ra de la situación. En 1930-1931 queda inaugurado el Pozo Ibarra, acabado de profundizar en los 150 metros proyectados en 1929. El Pozo Ibarra estaba enclavado en concesiones que eran de Hulleras de Ciñera antes de la compra. El castillete es legendario y aún hoy se mantiene en pié. Dada su im-portancia, está a la espera de su declaración como Bien de Interés

local y poder empresarial tienden a coincidir: la escuela construi-da por la empresa, las viviendas construidas por la empresa, el economato construido por la em-presa, el hospital construido por la empresa, el cementerio cons-truido por la empresa, el párroco pagado por la empresa, etc. La acción empresarial modifica la comunidad y crea lo que los an-tropólogos han denominado “el espacio de reproducción social de la fuerza de trabajo”.

Aproximadamente hasta 1910 los esfuerzos se concen-tran en la puesta en marcha del coto minero y de una estructura empresarial viable, en el conoci-miento de capas y de minas. En la búsqueda de clientes para los carbones, pronto se descartó el abastecimiento de los altos hor-nos vascos, dado el escaso po-der calorífico del carbón, que era de “llama corta”. Por ello, sería necesario producir aglomerados (masas compactas que resultan de la mezcla del polvo de car-bón con una sustancia aglome-rante que es la brea, importada de Inglaterra y que, elaborada en diversas formas según el molde -ovoide, briqueta- era utilizada sobre todo por los ferrocarriles. En la primera foto que se con-serva de la sociedad, de 1893, la imagen muestra un momento de los trabajos de construcción de la fábrica de ovoides, popularmen-te conocida como “la güevera” en Santa Lucía de Gordón (León), donde hoy está el economato. Los empleados dejan por un instante sus útiles y miran a la cámara.

La primera Memoria de la Junta General de Accionistas señala que las primeras instala-ciones necesarias en la empresa eran: un lavadero mecánico, sis-tema Evence Coppée, una fábrica de aglomerados, sistema Bietrix-Confinhal y un reducido edificio de cribas, a cuyas instalaciones se agregaban pequeños acceso-rios, vía general de transportes y planos inclinados, así como la adquisición de una locomotora de cinco toneladas. La locomo-tora se compra en 1894 a la casa

Topógrafos de la Hullera Vasco-Leonesa en 1920 / ARCHIVO HULLERA VASCO-LEONESA

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das varias bobinas, las envolven-tes y tapas de dichos alternado-res, así como ambas excitatrices. A consecuencia de la explosión volaron cristales, puertas y ven-tanas, pisos, muros y parte del piso de azulejos. Además, fueron destruidas a mazazos válvulas, volantes de mando y reguladores de velocidad. Conservamos una fotografía de cómo era la cen-tral termoeléctrica en 1935 antes de los destrozos causados por la guerra, así como los planos de sus turbinas y motores Stirling y Babcock and Wilcox y los planos de alzada del edificio en sus cua-tro lados.

En el pozo Ibarra, el drama alcanzó cotas mayores. El Capa-taz Jefe del Grupo perdió la vida y se pusieron explosivos en la base del castillete, en el interior de la máquina de extracción y en los dos compresores Sullivan con motor síncrono de 250 caballos. La inundación superó el nivel de los 100 metros.

Después de la guerra, con un nuevo accionariado que sustituye al capital vasco, comienza una época en Hullera Vasco-Leonesa marcada por la modernización de las explotaciones y la explotación conjunta de la cuenca, mientras las pequeñas empresas tienden a desaparecer. Un plan exhaus-tivo de conocimiento geológico e interpretación del yacimiento y la introducción de la electricidad en el interior de la mina permitirán poder secundar las intenciones del Decreto de 1956 que declara a la Empresa de Interés Nacional mientras se comprometa a dupli-car la producción. No es casual que observemos en el Archivo un enorme incremento de proyectos elaborados por los ingenieros de la empresa a partir de 1940. Para cumplir con el contrato de abas-tecimiento con Renfe, en julio de 1955 se inician las pruebas de la nueva planta de aglomerados de La Robla, la más moderna de Europa, que sustituyó a las vie-jas fábricas que habían cumplido con esta finalidad en Santa Lucía, Matallana y La Robla. Sin embar-go, el problema surge cuando los

planes de dieselización y electrifi-cación de trenes hacen caer la de-manda de carbones, lo que exige imaginación e iniciativa por parte de la empresa, con la construc-ción de la Fábrica de Cementos La Robla, inaugurada en 1961, para el consumo de carbón propio, y la central térmica iniciada en 1968 en colaboración con otras empre-sas. Ambas instalaciones hoy aún subsisten.

Disponemos de las ofertas y planos de construcción del Túnel desde Santa Lucía de Gordón a La Robla a través de la montaña y con 6 kms. de largo. Las obras las inicia en 1972 Entrecanales y Ta-vora. Se trataba de enlazar direc-tamente el centro de producción con el lavadero de carbones que se proyecta en La Robla, y de éste con la central térmica. En 1976 Humboldt Wedag Española ini-ciará la construcción del lavadero actual, que comienza a funcionar en 1978.

Además de los documentos que hemos mencionado (proyec-tos con sus esquemas, planos y memorias justificativas, corres-pondencia) nos interesa resaltar el carácter de fuente excepcio-nal que tiene la fotografía como testimonio del patrimonio minero desaparecido. Nos hablan de lu-gares que existieron, paisajes que han sido modificados, edificios, máquinas e instalaciones que ya no existen.

La fotografía admite todo tipo de lecturas e interpretaciones. No cabe duda que es utilizada hábil-mente como propaganda, contri-buye a la difusión de un discurso empresarial que crea una imagen de modernidad en las técnicas, avances en la asistencia social al trabajador y buen ambiente de trabajo, sin conflictos. Las colec-ciones fotográficas que se rea-lizan en las visitas de las auto-ridades son un ejemplo de ello. No cabe duda de que existe un carácter simbólico. La típica foto de grupo, tan abundante en las primeras décadas del siglo debido a que el fotógrafo subía a la mon-taña de tarde en tarde, favorece la cohesión de los trabajadores y

refleja un mundo de solidarida-des, con una alegría no exenta de tristeza, con rostros tiznados por las incertidumbres de una vida extremadamente dura.

Pero la fotografía recrea tam-bién las características de la pro-ducción y del proceso laboral en sus diversos espacios. Y, para la historia de la tecnología, nos ofre-ce la imagen fiel de la maquinaria. Si hoy nos propusiéramos realizar un inventario del patrimonio in-dustrial de Hullera Vasco-Leone-sa deberíamos acudir a esa foto de Santa Lucía de Gordón de 1912 que tomó el francés Bienaimé y que fue publicada en Reims y en la que aparece un transversal de mina y dos grandes chimeneas en el pueblo; a la foto de la loco-motora Santa Ana, de Matallana, en 1943; a la foto de la máquina número 2 construída en Lieja en 1902; a la foto de la Simplex, pri-mera locomotora Diesel que se introdujo en el interior de la mina, a la que siguieron todas las Rus-ton; a la foto del Grupo de traba-jadores que posó para el recuerdo mientras acababan el Lavadero de Santa Lucía, en 1935, o los directi-vos y empleados que reunió el fo-tógrafo a la puerta de los Talleres del Grupo Fábrica en 1955; o la foto de la prensa para briquetas de principios de siglo; o la foto de los cuatro integrantes del Servi-cio Topográfico que se muestran ante el fotógrafo en 1920, acom-pañados de todos sus útiles; o dos fotos de 1940 del Grupo Fábrica, o el famoso Cargadero Iglesias hacia 1908; o la foto de Francisco Díez dirigiendo las obras del Gru-po Fábrica de Matallana desde lo alto de un muro en 1935 (al final de la foto se reconocen las ofici-nas de la empresa en Matallana, tal y como hoy se pueden ver); o innumerables fotos de lavaderos, talleres, ramales, vías y pozos ya cerrados, y tantas y tantas otras.

Los últimos años son testigos de la aparición de dos variantes: la foto aérea, que nos trasmite la modificación histórica de parajes y la planta de pueblos obreros; y la foto como integrante de un expe-diente administrativo, aportando

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en él el testimonio contundente de la prueba de la imagen.

2. La Sección que custodia los documentos de las cuencas pa-lentinas de Barruelo y Orbó, des-de mediados del siglo XIX.

No es éste el lugar de hacer una historia de la minería palenti-na del carbón, anterior a la leone-sa. No existe sobre este tema un estudio sintético y recopilatorio que, en todo caso, es imposible sin acudir al Archivo de Hullera Vasco-Leonesa. Así lo pueden de-mostrar los 9.000 expedientes de personal de los trabajadores des-de 1855, incluidos los primeros ingenieros belgas que llegaron de la mano del Crédito Mobiliario, o los cientos de Libros de Conta-bilidad desde 1922, en que nace Minas de Barruelo S.A. hasta su desaparición, o los expedientes de concesiones mineras de la So-ciedad Especial Minera Esperanza de Reinosa, con noticias antiquí-simas de primeras explotaciones desde la década de 1840 en lo que

respecta a Orbó. En este sentido, merece la pena destacar que las primeras noticias del carbón en Palencia proceden de los descu-brimientos que en 1838 realizó el párroco Ciríaco del Río entre los pueblos de Barruelo y Orbó, con lo que los documentos del Archi-vo de Hullera Vasco-Leonesa son testimonio de apenas unos años después de este suceso.

Para el que quiera tener una visión general del tema aún con-serva toda su vigencia el trabajo de 1887 de Román Oriol, “La In-dustria minera en la provincia de Palencia” que fue la memoria premiada por la Sociedad Eco-nómica de Amigos del País de Palencia en el certamen cien-tífico-literario convocado para mejorar la industria minera de la provincia. El trabajo recoge con extraordinaria minuciosidad los pozos, maquinaria, instala-ciones, edificios, así como los procedimientos de extracción y de lavado.

El Archivo de Hullera Vasco-Leonesa conserva el informe in-terno elaborado en diciembre de 1932 y titulado “Minas de Barrue-lo. Consideraciones acerca de su marcha técnica, social y econó-mica desde 1912 hasta la fecha” que tiene continuación en otro informe del que sólo se conserva el borrador manuscrito y que lle-ga hasta 1940.

Comienza el informe situando la aparición del Crédito Mobilia-rio en 1857, quedándose con las minas que poseía en Barruelo la Sociedad Collantes Hermanos. El Crédito construyó los prime-ros cuarteles obreros, talleres e instalaciones indispensables, la-vadero, hornos de cok, fábrica de briquetas y dos grandes balsas de decantación para la desecación de los finos de carbón. En 1877 compró las minas la Compañía de Caminos de Hierro del Nor-te de España y en 1898, después de un informe del profesor bel-ga Habets comenzaron las obras

Construcción de la Fábrica de Cementos La Robla de 1958 / ARCHIVO HULLERA VASCO-LEONESA

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mal, también la red de la anti-güa Compañía del Norte y todas las acciones que mantiene sobre Minas de Barruelo S.A. A pesar de la adquisición por Renfe y del intento de sostenimiento y salva-ción por parte de Hullera Vasco-Leonesa desde 1966, la empresa se convirtió en inviable, disolvién-dose en 1979.

Sólo resta mencionar el ori-gen del conjunto de documentos que sobre la cuenca carbonífera gerundense de Surroca se en-cuentran en el Archivo. Después de los estudios geológicos de Amalio Maestre en 1855 por en-cargo de la Comisión del Mapa Geológico, uno de cuyos ejem-plares conservamos en el Ar-chivo, las minas producen tanto entusiasmo al principio, que se constituyen pronto las siguientes Sociedades: Sociedad El Vete-rano, Sociedad Aurora del Piri-neo y La Diadema. El Veterano traspasa sus concesiones en los cotos Constancia y San Pascasio a la Sociedad Ferrocarril y Mi-nas de San Juan de las Abadesas, que construye el ferrocarril has-ta Moncada. La línea, de difícil trazado, tiene por objeto princi-pal la explotación de la hulla. De 1880 a 1890 se extraen de 35.000 a 45.000 toneladas al año, pro-duciendo aglomerados con una fábrica situada en las mismas mi-nas. Con el tiempo, el error de apreciación resultó lamentable, porque nunca hubo grandes re-servas en la cuenca gerundense y, a los pocos años de explota-ción, después de haberse inver-tido sumas considerables para equipar y crear una colonia in-dustrial en Surroca, se detecta el

personal llevara a ofrecer un car-bón más barato a la propia Com-pañía del Norte. Pero, al haber comenzado la minería de Barrue-lo dominada por el ferrocarril, se resentía de detalles que ya era imposible corregir. Por ejemplo, el ancho adoptado para las vías en Barruelo era de 0,55 m. cuando la vía estrecha normal se construía en España o bien de 0,50 m o bien de 0,60 m., con lo que tenían que fabricar especialmente para Mi-nas de Barruelo locomotoras, va-gonetas y toda clase de material móvil.

Con la contínua producción de la mina, y al haber una úni-ca salida al exterior en el pozo del Grupo Inferior, se hacía ne-cesario perforar un pozo maes-tro hacia el Sudeste. Es aquí, en 1928 cuando comienza el interés por las concesiones que tenía la Sociedad Carbonera Española en la vecina cuenca de Orbó, here-dando las concesiones que desde 1843 explotaba la Sociedad Espe-cial Minera Esperanza de Reino-sa. La idea era enviar todos los carbones que salieran por el pozo Peragido, el pozo maestro al que me he referido, directamente a las instalaciones de Cillamayor, donde se cargarían directamente en vagones de la Compañía del Norte, descongestionando así a Barruelo.

Desde 1922 las minas eran autónomas en su gestión, aunque la Compañía de Caminos de Hie-rro del Norte mantenía la tutela y compraba todo el carbón a Minas de Barruelo S.A. A pesar de todas las previsiones, la reducción de los pedidos por parte de la Com-pañía del Norte y los conflictos obreros llevaron a la minería del carbón palentina a una existencia muy precaria. Al igual que había sucedido en 1917, en 1934 y 1936 casi todo el personal abandona su trabajo para unirse al conflicto.

Después de la guerra, la au-sencia de planes de explotación convierten el necesario aumento de producción en una tarea com-plicada. En 1941, el Estado crea Renfe y se apropia de todas las líneas ferroviarias de ancho nor-

del Grupo Superior y, por la mis-ma época, se instaló un lavade-ro Beer; una central compuesta de dos generadores eléctricos de corriente contínua y otros dos turbogeneradores Oerlikon; una primera fábrica de aglomerados sistema Bouriez, de molde abier-to, y posteriormente otra segunda del mismo sistema, procedentes de las minas de San Juan de las Abadesas, situadas en la cuenca gerundense de Surroca, en Ge-rona, que también eran propie-dad de la Compañía del Norte. La central era capaz de producir 300 kw por cada turbodinamo.

En 1912 el servicio técnico presentó un ambicioso proyec-to de instalaciones interiores y exteriores que fue sometido a la discusión del Servicio de Trac-ción y Material de la Compañía de Caminos de Hierro del Norte, de quien dependían las minas. Apla-zamientos y discusiones estériles llevaron a que, cuando estaban a punto de contratar la maquinaria con una casa alemana, estalló la Guerra y se encontraron sin máquinas y con el pozo del Gru-po Inferior casi terminado. En un episodio que debió resultar in-sólito, la máquina de extracción consiguió atravesar Francia en plena guerra e instalarse en el pozo.

Desde el final de la guerra hasta 1922, en que la Compa-ñía del Norte deja las minas, se construyó la central termoeléc-trica con dos turboalternadores Brown Boveri de 1250 kw y se instaló totalmente la cabeza del pozo del Grupo Inferior. Hacia 1922 la situación de las minas de Barruelo era económicamente insostenible, debido a la carga de las remuneraciones del personal, en situaciones muy favorables con respecto a los trabajadores de otras cuencas, debido a que acumulaban las primas como personal minero y como personal ferroviario a la vez. Así, se decide separar la explotación de las mi-nas de la gestión del ferrocarril y crear la Sociedad Anónima Minas de Barruelo, esperando que el abaratamiento de los costes de

"Debemos lamentar que no hayan existido más empresas dispuestas a la organización y difusión de sus documentos, y que muchos de ellos se hayan condenado al abandono y la destrucción masiva"

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agotamiento rápido de las capas. Sin embargo, Amalio Maestre ha-bía calculado que la cuenca podía suministrar anualmente 150.000 toneladas durante un año. En 1890, la Compañía del Norte compra el negocio con vistas al ferrocarril y considera las minas agotadas, adoptando la ingeniosa solución de la fabricación de ce-mentos naturales aprovechando como combustibles las pizarras carbonosas de los cielos abiertos. El 25 de febrero de 1926, Minas de Barruelo S.A. compra a la em-presa ferroviaria todas las indus-trias de Surroca, que consisten en 2.000 toneladas de hulla al año y 10.000 de pizarra. Al reprodu-cirse los mismos problemas que en las minas palentinas, la em-presa quiere deshacerse de las explotaciones de Surroca a través de la subrogación en un canon anual, para eliminar totalmente al personal que disfruta de todos los beneficios de los ferroviarios sin efectos útiles tangibles. En 1926, las cuatro fábricas de cal y cemento: Sociedad Anónima de Construcciones, Ylla S.A., He-rederos de Don Federico Martín Passabois e Industrias Benet S.A., constituyen la Sociedad Arren-dataria de Surroca, que incluye en su Consejo de Administración a un representante de Minas de Barruelo S.A. El arrendamiento se fija en 90.000 pesetas trimes-trales y se eliminan los 90 em-pleos que quedan en las minas, dejando solamente un encargado para cobrar los arrendamientos de las viviendas.

3. Conclusión

En el libro que publicaba en los años 80 los Archivos Naciona-les de Francia con el título “Los Archivos de Empresa”, Isabelle Guérin-Brot afirmaba que

"la preservación del patri-monio industrial no está desti-nada solamente a satisfacer una curiosidad desinteresada, sino a restituir toda una cultura técni-ca resultado de la acumulación histórica y que juega un papel im-portante en la innovación, factor esencial de progreso”.

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Reivindicaba luego el papel de los archivos de empresas como fuentes esenciales a las que habrá que dirigirse para re-valorizar ante el público el es-fuerzo industrial.

Debemos lamentar que no hayan existido más empresas dispuestas a la organización y difusión de sus documentos, y que muchos de ellos se hayan condenado al abandono y la des-trucción masiva. En concreto, dada la ausencia de sensibilidad en la mayor parte del sector in-dustrial español, las pérdidas del patrimonio documental industrial han sido enormes e irreparables. En Castilla y León, el Archivo de Hullera Vasco-Leonesa custo-dia y continúa organizando una memoria que, de otra manera, se habría perdido irremediable-mente. Para corroborar esto que digo, basta con hacer un ejerci-cio muy ilustrativo: observar a través de la Estadística Minera

y Metalúrgica de España, publi-cada desde 1861, el número de empresas censadas y comparar con el número de empresas de las que sabemos que existen y se conservan documentos origi-nales. Y la pérdida de las fuentes documentales significa, como afirmaba el historiador Barto-lomé Bennasar “la agonía de la memoria colectiva”.

> NOTAS

1. Archivo de Sociedad Anónima Hulle-ra Vasco-Leonesa. Fundación Hullera Vasco-Leonesa, c/ Ramón y Cajal, 103 24640 La Robla (León) e-mail: [email protected] Responsable: José Andrés Gon-zález Pedraza. Página web: www.fhvl.es En la página web se incluye la produc-ción bibliográfica del archivo en el estu-dio de la evolución histórica y tipología documental de los archivos de empresa en España así como la importancia de los Archivos de Empresas dentro del patrimonio industrial. Destaca la Guía del Archivo de Sociedad Anónima Hulle-ra Vasco-Leonesa (texto de José Andrés González Pedraza), León, 2001. n

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RAEl artículo que a continuación

presentamos tiene como objeti-vo resumir de forma breve una experiencia educativa vinculada al Patrimonio Industrial realiza-da durante el curso académico 2007-2008 por parte de un grupo de alumnos pertenecientes a un Instituto de Educación Secunda-ria de la provincia de Valladolid, que además ha sido premiado por el jurado correspondiente.

Se compone dicho artículo de dos partes interrelacionadas: en un primer momento el coor-dinador del trabajo, que además ejerció este año como su profe-sor y tutor, tratará de exponer las bases fundamentales, objeti-vos y resultados educativos que ha tenido la citada experiencia, mientras que a continuación se-rán los propios alumnos par-ticipantes en el proyecto quie-nes establezcan, de una forma precisa, sus propias conclusio-nes como un apartado final en la realización de su trabajo ya concluido, como una experien-cia añadida a su formación, ya que a través de dicho texto pue-den introducirse en el mundo de las publicaciones, coordinar de forma autónoma sus propias ideas y su trabajo en equipo, re-presentando además una opor-tunidad de acercamiento a una revista con pretensiones cientí-ficas. Este artículo se encuadra por ende dentro del trabajo de investigación realizado, utilizán-

dose a modo de una conclusión final, como un punto y aparte en la investigación realizada y como un añadido de interés a nuestra experiencia, que, como posteriormente señalaremos, no concluye con la simple entre-ga del trabajo, sino que continúa con el Proyecto Patrimonio Acti-vo, financiado por el Programa Operativo Juventud en Acción, de la Dirección General de Edu-cación y Cultura de la UE.

La originalidad de nuestro artículo reside por tanto en que sean los propios alumnos, en las mismas puertas del mundo universitario, los que asuman el protagonismo en la redacción del texto, quienes tomen las de-cisiones sobre su orientación y su estructura, ejerciendo quien les escribe estas líneas como

simple coordinador, inductor y revisor del mismo.

1.- Los orígenes: ¿cómo surge la idea?

Estudiar, difundir y sensibi-lizar sobre el Patrimonio Indus-trial es uno de los puntales cla-ves que ha tenido la Asociación Llámpara desde sus orígenes. El conocimiento sobre este legado y la necesidad de su análisis y conservación debe llegar a todas las esferas sociales y grupos de edad, incluidos, y con especial relevancia, los más jóvenes. La madurez intelectual y la capaci-dad de razonamiento que ha al-canzado el alumnado que ronda la mayoría de edad, así como el interés y la actitud mostrada por el grupo-clase en cuestión, me llevaron, como profesor-tutor

El patrimonio industrial y la educación: una experiencia de trabajoGUILLERMO RIVILLA MARUGÁNProfesor de Enseñanzas MediasGrupo de alumnos de 2º de Bachillerato del IES Pío del Río Hortega de Portillo (Valladolid)

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doble: por una parte analizar la fábrica harinera en todas sus di-mensiones (histórica, artística, social) dentro del contexto eco-nómico, geográfico, artístico y cultural en el que se ubica (bien cultural inmueble); y de la otra la maquinaria (bien cultural mue-ble) contenida en la fábrica.

En esta reunión inicial se planteó asimismo cual era el va-lor del Patrimonio Industrial en el conjunto del Patrimonio Histó-rico-Artístico de Castilla y León, así como el por qué de la nece-sidad de estudiarlo y conservar-lo. Las ideas aportadas fueron diversas, y se pueden resumir en las siguientes:

- En las antiguas fábricas y edificios industriales vivieron, trabajaron, disfrutaron y sufrie-ron nuestros antepasados, cons-tituyendo éstos uno de los focos principales en donde se centró su vida.

- Muchas de estas edifica-ciones tienen un enorme valor artístico, arquitectónico, histórico y cultural, y nosotros somos los responsables de que no desapa-rezcan y no se degraden. La me-jor manera de contribuir a ello es estudiarlas, analizarlas y difun-dirlas en todo su valor, para que así la sociedad sea consciente de su decisivo papel y de su enorme importancia.

se planteó en el aula, y tras la buena acogida encontrada entre el alumnado, se dispuso la for-mación de un equipo de trabajo. El mismo estuvo compuesto por siete estudiantes de 2º de Bachi-llerato del IES Pío del Río Horte-ga de Portillo (Valladolid), coordi-nados por quien les escribe.

El primer paso dado a la hora de poner en marcha el trabajo de investigación, elaborado entre los meses de enero y mayo de 2008, fue la elección del bien mueble o inmueble que íbamos a estudiar en función de los gustos, intere-ses y preferencias del grupo de trabajo que se había formado.

Para ello se realizó una pri-mera reunión donde se plantea-ron diversas propuestas, y tras acordar que un estudio sobre Patrimonio Industrial podría re-sultar acertado por su interés histórico, artístico y cultural, así como adecuado al temario que en esos momentos se estaba tra-tando en el aula, se eligió uno de los bienes industriales más representativos de nuestra re-gión, la fábrica de harinas de San Antonio, situada en la dársena del Canal de Castilla de Medina de Rioseco (Valladolid), junto con la maquinaria incluida en ella por su enorme valor histórico y tec-nológico. Por lo tanto el objeti-vo de nuestro estudio iba a ser

suyo y miembro de la Asociación Llámpara, a plantear la posibi-lidad de elaborar un trabajo de investigación e indagación sobre el Patrimonio Industrial.

El impulso definitivo vino de la mano del conocimiento del concurso “Los Nueve Secretos”, promovido por la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León, y destinado al alumnado de Bachillerato de los distintos centros educativos de Castilla y León. Se trata de una inicia-tiva que pretende acercar a los jóvenes de la Comunidad al Pa-trimonio Histórico-Artístico de la región, a través de una serie de premios que obtendrán aque-llos trabajos que, versando sobre algún Bien de Interés Cultural castellanoleonés, muestren una mayor calidad.

La Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León es una entidad privada sin ánimo de lucro creada en el año 1997 de la que forman parte la propia Junta de Castilla y León junto a las Ca-jas de Ahorros de la Comunidad. Su misión es velar por la defen-sa, la conservación, el estudio, la restauración y la difusión del Pa-trimonio Histórico de la región, para lo que ha puesto en marcha numerosas iniciativas de interés, entre las que se encuentra este concurso de “Los Nueve Secre-tos” en el que hemos participado, y cuya primera edición se celebró en el año 2001. En este concurso pueden participar equipos de tra-bajo formados por un máximo de ocho alumnos pertenecientes a los dos cursos de Bachillerato de los centros educativos, públicos y privados, de Castilla y León, dirigidos por uno o dos coordi-nadores. La investigación debe versar obligatoriamente sobre algún bien, mueble o inmueble, declarado de Interés Cultural por la administración autonómica.

2.- Formación del equipo de trabajo y elección del bien en cuestión

La posibilidad de elaborar un trabajo sobre Patrimonio fa-bril y participar en el concurso

Fábrica de harinas San Antonio / ARCHIVO LLAMPARA

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Dicha Dirección General también nos indicó que la maqui-naria incluida en la fábrica hari-nera, como parte integrante de la misma, también es considera-da BIC a todos los efectos. Por lo tanto, nuestro trabajo iba dirigido al estudio de un bien inmueble con la categoría de BIC (fábrica), al que se sumaba una investiga-ción sobre un bien mueble en él contenido (maquinaria) que goza de esa misma categoría.

3.- Metodología y desarrollo del trabajo

Una vez establecido nuestro objeto de estudio, el equipo de trabajo celebró una nueva re-unión donde acordó establecer la siguiente metodología:

- Celebrar reuniones periódi-cas (alrededor de una cada quin-ce días) para dividir la carga de trabajo, coordinar las aportacio-nes de cada uno, comprobar los avances, impulsar nuevas ideas y todo aquello necesario para elaborar nuestro estudio. Estas reuniones se celebrarían en ho-rario extraescolar en instalacio-nes municipales de los pueblos de procedencia del alumnado (Ayuntamiento de La Pedraja de Portillo, Casa de Cultura de Al-deamayor de San Martín, Ayun-tamiento de Mojados).

Canal de Castilla recibió el mis-mo grado de protección a través del Decreto 154/1991 de 13 de Junio con la categoría de Con-junto Histórico, y que la harinera San Antonio es un edificio adscri-to al Canal. Este decreto fue pu-blicado en el BOCyL el 20 de Ju-nio de 1991 y en el BOE el 14 de Agosto del mismo año. También debemos mencionar el Decreto 205/2001 de 2 de agosto de 2001 de la Consejería de Fomento de la Junta de Castilla y León, por el que se aprobó el Plan Regional de ámbito territorial del Canal de Castilla, que apareció en el BOCyL con fecha de 8 de agosto de 2001. Este Decreto regulaba las actuaciones tendentes a con-servar, recuperar y explotar el Canal de Castilla, sus recursos naturales y los bienes y edificios a él anejos, caso de la harinera de San Antonio.

Además de informarnos sobre la situación jurídica del bien en cuestión, desde la Dirección Ge-neral de Patrimonio se nos indicó como la Junta de Castilla y León estaba promoviendo distintas acti-vidades relacionadas con el Patri-monio Industrial, al que se dedica un apartado específico dentro del Plan PAHIS (Plan de Intervención en el Patrimonio Histórico de Cas-tilla y León, 2004-2012).

- Estas edificaciones y la ma-quinaria propia de la Revolución Industrial representan la vida y la Historia de nuestra región, son testimonio de la vida cotidiana de miles de trabajadores que contribuyeron a forjar el periodo histórico y el tipo de sociedad, la industrial, en que nosotros vivi-mos.

- Son un elemento cultural de primera magnitud que mere-cen ser conocidos y disfrutados por el conjunto de la sociedad castellanoleonesa.

- Estos lugares, y los ele-mentos a ellos adscritos y en ellos contenidos, así como la gente que en ellos trabajó, fueron los protagonistas de una auténti-ca revolución social y económica que trajo como consecuencia la aparición de una nueva sociedad industrial de la que nosotros so-mos sus principales herederos.

- Son elementos insustitui-bles de nuestro paisaje, símbolo de nuestras tierras y parte im-portante de nuestra identidad cultural.

- Las industrias y fábricas antiguas pueden ser un elemen-to que contribuya a mejorar la situación económica y cultural del lugar donde se encuentran, ya que constituyen un elemento turístico de primer orden, e in-cluso pueden ser utilizados para otras funciones distintas a las que tenían originalmente.

Una vez que el equipo de tra-bajo llegó a la conclusión de que eran necesarios estudios de in-vestigación sobre el Patrimonio Industrial, el siguiente paso fue contactar con la Dirección Gene-ral de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León para in-formarnos sobre la situación ju-rídica del bien que pretendíamos estudiar. Allí nos indicaron que la fábrica de San Antonio estaba catalogada como Bien de Interés Cultural con categoría de Mo-numento mediante Resolución de 28 de febrero de 2008 de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León (BOCyL de 18 de abril de 2008). A ello hay que unir que el

Fábrica de harinas San Antonio / ARCHIVO LLAMPARA

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realizar primero una perspectiva histórica de la economía de Cas-tilla y León, para continuar con una valoración sobre la evolución de la industria harinera a lo lar-go de los siglos y el impacto y la importancia que tuvo el Canal de Castilla en el proceso de moltu-ración y venta del cereal, además de su constitución cómo eje ver-tebrador de la región.

En una segunda parte del trabajo, ya centrada en la fábrica y su maquinaria, se analizaron las características técnicas, his-tóricas y artísticas del edificio, la maquinaria y el proceso de pro-ducción, el uso actual y el estado de conservación del complejo fa-bril, para concluir con una visión global de la importancia del bien en el conjunto del Patrimonio de la provincia y de la comunidad autónoma, así como un peque-ño apartado de mejoras posibles para el edificio, propuestas de futuro y conclusiones generales.

4.- Aportaciones educativas¿Qué beneficios educativos

ha reportado la elaboración de este trabajo a los alumnos parti-cipantes en el mismo? La conclu-sión general que se puede desta-car tras cinco meses de trabajo

tión. Se concluyó que para un trabajo como el nuestro, con es-casa bibliografía existente sobre la temática, era necesario acudir a otro tipo de fuentes de infor-mación si queríamos obtener los datos necesarios, y más teniendo en cuenta las diversas disciplinas desde las que queríamos enfocar el trabajo. Bajo esta premisa fue la propia Asociación Llámpara quien nos aportó parte de la in-formación necesaria para la rea-lización de nuestro estudio. Es-tas fuentes se completaron con un amplio análisis bibliográfico, así como la entrevista realizada a Valeriano Martín, antiguo jefe molinero de la fábrica que traba-jó en la misma durante más de treinta años.

Una vez que habíamos reco-pilado toda la información preci-sa para la elaboración de nuestro estudio (a través de un exhaus-tivo vaciado bibliográfico, entre-vistas grabadas, visitas “in situ” a la fábrica, etc.), se dividió entre los miembros del equipo las dis-tintas partes que cada uno tenía que redactar, siempre de forma coordinada y teniendo en cuenta las aportaciones de sus compa-ñeros. Para ofrecer una perspec-tiva global y coherente, se acordó

- Se estableció un calenda-rio de viajes para visitar la fábri-ca de San Antonio, y se acordó realizar un total de tres visitas a las instalaciones: una inicial para conocer el objeto de estudio en su contexto, el Canal de Castilla; una segunda para profundizar en nuestro conocimiento sobre la maquinaria, realizar las foto-grafías pertinentes y entrevistar a uno de los trabajadores de la fábrica; y una final para comple-tar la información necesaria y perfeccionar el trabajo. Tras el primer viaje se concluyó que era necesario acercarnos a nuestro objeto de estudio desde múltiples disciplinas y a través de diver-sos enfoques (histórico, artístico, económico, geográfico, socio-la-boral, antropológico, etc.).

- Se propuso y así se realizó la visita a otra fábrica harinera de la provincia para poder cono-cer otro ejemplo de instalación industrial con características si-milares aunque más moderna y poder así completar nuestros co-nocimientos sobre el tema. Esta visita fue de gran interés por las explicaciones obtenidas por par-te de un antiguo trabajador de la fábrica, ya cerrada, profundo conocedor de la misma tras 32 años de trabajo en ella.

- Si uno de los objetivos del trabajo era la sensibilización so-cial sobre la importancia de este Patrimonio, era necesario dar a conocer nuestras ideas al res-pecto y el trabajo que estábamos desarrollando. Para ello se acor-dó la realización de una entrevis-ta sobre el tema a los miembros del equipo en el programa Aula Pública de Radio Laguna, dirigido por Javier Palomar en la fecha de 14 de Abril de 2008.

- Por último, se acordó que para obtener la información pre-cisa para la elaboración del tra-bajo era necesario, además de recabar la bibliografía pertinente y junto con la información que las entrevistas grabadas que íbamos a realizar nos iban a aportar, po-nerse en contacto con expertos en la materia que nos pudiesen asesorar sobre el tema en cues-

Entrevista radiofónica con Javier Palomar en Radio Laguna / ARCHIVO LLAMPARA

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con el grupo de alumnos que se prestó a participar en el proyec-to ha sido el carácter enorme-mente positivo de la experien-cia, cumpliéndose con creces los objetivos planteados al inicio del mismo. Sin lugar a dudas, el grado de implicación, interés y esfuerzo del alumnado ha sido muy elevado, buscando de forma permanente la mejora del traba-jo realizado y nuevas fuentes de información que les permitiesen satisfacer las necesidades que el estudio tenía pendiente. Ade-más de haber obtenido uno de los premios que otorga el jurado del concurso “Los nueve Secre-tos”, y que comportó, además de una serie de regalos, la rea-lización de un viaje a Portugal, vamos a distinguir básicamente las siguientes:

- Ha permitido al alumnado, lógicamente, un acercamiento de primera mano al Patrimonio Histórico de Castilla y León y, específicamente, al Patrimonio Industrial, una vertiente en gran parte desconocida por ellos. Les ha llevado al conocimiento del valor y la necesidad de conserva-ción de los edificios industriales, les ha permitido saber la impor-tancia que ha tenido para nues-tro territorio y nuestra econo-mía la producción y el comercio harineros, así como el Canal de Castilla. Con las visitas realiza-das a la fábrica de San Antonio han podido conocer el comple-jo funcionamiento de la misma, la estructura del edificio, su be-lleza intrínseca, la función de la maquinaria, la comercialización del grano, la dureza del trabajo obrero, así como las enormes posibilidades que puede gene-rar para la población medinense la conservación y nuevo uso del inmueble, exponiendo de forma lógica y ordenada una serie de propuestas de puesta en valor en función de las necesidades rea-les del municipio.

- Otra aportación a reseñar ha sido que por primera vez unos alumnos cercanos a o en ple-na mayoría de edad hayan reali-zado un trabajo de indagación y

síntesis histórica, con el manejo de fuentes de primera mano, la coordinación de sus respectivas aportaciones e ideas, la nece-sidad de ponerse en contacto y relacionarse con gentes de otras generaciones (las únicas real-mente conocedoras del trabajo en la fábrica), la obligatoriedad de redactar de forma precisa y concisa, o la necesidad de ma-durar y coordinar una serie de propuestas de puesta en valor teniendo en cuenta la situación real del entorno.

- La realización de un trabajo sobre Patrimonio ha permitido también al alumnado trabajar por primera vez en equipo te-niendo en cuenta las posturas y necesidades de sus compañeros, buscar y alcanzar una madurez intelectual necesaria para ello, saber coordinar, argumentar y defender ideas propias, les ha llevado a la necesidad de bus-car, entrevistar e interpretar a gentes de mayor edad, a ponerse en contacto con instituciones y organismos sociales capaces de aportarles la información preci-sa, haciendo asimismo una críti-ca de ella a través del contraste de fuentes históricas.

- Uno de los aspectos más importantes que se han logrado ha sido el amplio grado de au-tonomía participativa alcanzado por los alumnos. Han sido ellos los encargados de tomar las principales decisiones y de plan-tear y discutir que orientación debía tomar el trabajo, mientras que el coordinador se ha limitado a ejercer sus labores de orienta-

ción, procurando mantenerse en todo momento al margen de las decisiones tomadas por el equi-po y respetando las mismas. Por lo tanto, la capacidad de decidir del alumno y la autonomía en la toma de decisiones ha sido uno de los caracteres más señalados de la experiencia.

- Un trabajo de investigación como el que hemos ejecutado requiere una implicación y un esfuerzo elevados, y sirve para concienciar a los alumnos de la importancia de nuestro Patri-monio Histórico-Cultural, de la necesidad de conservarlo pero también de estudiarlo. Una ex-periencia como ésta ha servido para que el alumnado sea cons-ciente del interés y la dificultad en el estudio de nuestro pasa-do, la limitación de las fuentes de información, la posibilidad de conocer a fondo un bien patrimo-nial y las distintas posibilidades y visiones existentes para ello.

- El alumno también ha po-dido asumir la diversidad del Pa-trimonio Histórico de Castilla y León, sus posibilidades cultura-les y económicas, su valoración artística y además ha conocido un tipo de patrimonio relativa-mente “nuevo” y por ello difícil de estudiar por la escasez de fuentes de información respec-to al mismo. La experiencia ha servido para que los integrantes del equipo sean conscientes de lo que supone el trabajo en la fá-brica, el esfuerzo del trabajador y sus largas jornadas laborales, la importancia de la maquinaria y la tecnología en el crecimien-to económico humano, así como hito que supuso la Revolución Industrial en la Historia de la ci-vilización occidental.

- Hemos comentado ante-riormente como el trabajo en equipo ha sido uno de los prin-cipales valores que han descu-bierto los alumnos, sus dificul-tades pero también su necesidad si se quiere abarcar un estudio multidisciplinar. La colaboración entre ellos, el debate sobre la orientación que debía tomar el trabajo y la puesta en común y

" el grado de implicación, interés y esfuerzo del alumnado ha sido muy elevado, buscando de forma permanente la mejora del trabajo realizado"

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coordinación de las aportacio-nes personales y los resultados globales ha sido uno de los ejes principales del proyecto.

- También debemos resaltar el acercamiento que ha vivido el alumnado hacia el mundo uni-versitario y la disciplina investi-gadora, ya que han conocido de primera mano como trabajan los profesionales de la materia, han asistido a charlas explicativas por parte de docentes en educa-ción superior sobre la forma de abordar el Patrimonio y la apli-cación al mismo de las Nuevas Tecnologías. El contacto con el ámbito universitario ha sido muy intenso y fructífero, además de aportar importante información que ha resultado fundamental para la elaboración del trabajo.

- Otro objetivo a destacar y que se ha cumplido plenamen-te ha sido el grado de madurez intelectual y personal que los alumnos se han visto obligados a alcanzar, ya que se han puesto en contacto, en su objetivo de búsqueda de información, con profesionales relacionados con el Patrimonio Histórico ante la escasez de fuentes bibliográficas existentes sobre el bien estudia-do. Ellos mismos han necesitado recurrir a la búsqueda de estos profesionales y de asociaciones relacionadas con el Patrimonio, a la puesta en contacto con los mismos para obtener la infor-mación necesaria, lo que ha de-rivado en una eficaz colaboración que a la postre ha resultado fun-damental para la elaboración del trabajo.

- Esta educación no formal se ha visto asimismo impulsada por la necesidad de sensibilizar a la sociedad sobre el Patrimo-nio Industrial, lo que derivó en la participación en un programa de radio que les obligó a prepa-rar su intervención, a “hablar en público”, a responder a pregun-tas concretas sobre el trabajo y a debatir sobre su propia expe-riencia en el proyecto. A ello hay que añadir la experiencia que ha supuesto la utilización de fuentes orales, el contacto establecido

con antiguos trabajadores de la fábrica y las entrevistas a ellos realizadas, que les obligó a pre-parar cuestionarios y debates y a sacar sus propias conclusiones haciendo crítica de las distintas fuentes analizadas.

- Tampoco podemos olvidar los diversos viajes realizados a Medina de Rioseco y a la pro-pia fábrica, que les ha permitido un buen conocimiento del propio edificio, su maquinaria, la com-plejidad del proceso productivo, así como de otros bienes patri-moniales de la localidad medi-nense. El proyecto les ha per-mitido asimismo concienciarse sobre la importancia del cereal y su molturación en nuestra Co-munidad, del impacto de las fá-bricas de harina como vanguar-dia de la Revolución Industrial en nuestro territorio y de la nece-sidad de desarrollo tecnológico para el avance económico.

- Relacionado con este últi-mo punto, el coordinador ha pre-tendido igualmente el fomento del uso de las TICs a través de herramientas como Internet o blogs. Además la comunicación en el seno del grupo se ha rea-lizado fundamentalmente vía co-rreo electrónico y se han apren-dido las posibilidades de uso de las Nuevas Tecnologías aplicadas al Patrimonio Histórico. En este sentido señalar que los alumnos han conocido de primera mano en que consiste la técnica de la Fotogrametría y principales apli-caciones gracias a charlas expli-cativas dadas por profesores del Laboratorio de Fotogrametría de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Valladolid.

- Por último, reseñar que la introducción del alumnado en el mundo de la investigación y en la defensa y concienciación so-bre la importancia del Patrimo-nio Histórico en Castilla y León pretende no ser una experiencia estancada, limitada a la finali-zación del proyecto, sino que el grupo de trabajo continúa parti-cipando en otras iniciativas que se les han propuesto tanto des-de el mundo universitario como

asociativo. Así, los alumnos participantes del proyecto van a colaborar en un curso sobre Patrimonio Industrial a través de unas charlas universitarias en la Facultad de Educación de la Universidad de Valladolid sobre la experiencia que ha supuesto para ellos la participación en el concurso “Los Nueve Secretos”. Además, está previsto volver a colaborar con el programa Aula Abierta de Radio Laguna para la realización de una nueva entre-vista que versará sobre las con-clusiones finales del estudio y la propia experiencia personal del alumnado. Las actividades vincu-ladas al Patrimonio por parte de este equipo de trabajo continúan en marcha asimismo a través de un proyecto llamado Patrimonio Activo, financiado por el Progra-ma Operativo Juventud en Ac-ción, dentro de su acción número 1 Juventud en Europa (Iniciativas Juveniles), de la Dirección Ge-neral de Educación y Cultura de la Unión Europea, y que ha sido puesto en marcha durante el pa-sado mes de octubre.

5.- Aportaciones para el alumnado

Por último, señalar que van a ser los propios alumnos parti-cipantes en el proyecto los que van a destacar que conclusiones y que aportaciones personales han extraído de la elaboración del mismo.

“Tras la experiencia realiza-da podemos decir que ha sido muy positivo para nosotros en todos los sentidos. Varias de las conclusiones y aportaciones son las aquí señaladas:

Por una parte el trabajo ha supuesto una inclusión en el ám-bito del trabajo en equipo, que hasta el concurso nunca antes habíamos realizado. Ha supuesto una labor de documentación e investigación respecto al tema que tratamos.

Creemos que ha sido en este aspecto muy válido el ha-ber participado porque hemos adquirido una experiencia que a la postre, a buen seguro, nos

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será muy útil y nos reportará una enorme experiencia y co-nocimientos que tendremos que utilizar con posterioridad en otros trabajos, proyectos, inves-tigaciones…

Por otro lado nos ha permiti-do conocernos con mayor profun-didad, si ya entonces nos conocía-mos por formar parte de la mis-ma clase durante muchos años y vivir en zonas muy cercanas, ha supuesto entender cómo pensa-mos y cómo trabajamos, y por lo tanto hemos aprendido a convivir, repartirnos el trabajo de forma equilibrada, ayudarnos en casos de dificultad en cuanto a como desarrollar los temas expuestos y en definitiva aportar cada uno su granito de arena para la ejecución de este laborioso trabajo.

Señalar por otra parte que nos ha introducido en el mundo del Patrimonio Industrial hasta entonces plenamente desco-nocido. Partíamos de una base que carecía de conocimientos sobre esta temática, pero tras la explicación de Guillermo Ri-villa acerca de este tema, el concepto, objetivos, la necesi-dad de conservar todos estos bienes muebles e inmuebles debido al valor histórico y ar-tístico que poseen y su perte-nencia a la Asociación Llámpa-ra, provocó un enorme interés entre nosotros y nos decidi-mos en la elaboración de este trabajo que con tanto empeño realizamos.

Otra de las aportaciones re-cibidas ha sido el demostrarnos

a nosotros mismos que partien-do de una clase relacionada con el ámbito científico, que carecía de cualquier conocimiento ar-tístico, y tratando un tema tan arriesgado como el del Patri-monio Industrial dentro de un concurso relacionado con el Patrimonio artístico en el que primaban trabajos que versaban primordialmente sobre ermitas, iglesias, castillos y catedrales, ha supuesto que, pese a reali-zar el trabajo sobre la fábrica de harinas de San Antonio, gracias al empeño, trabajo, investiga-ción y una amplia documenta-ción hallamos podido lograr un meritorio segundo puesto frente a otros compañeros que partían del ámbito de las humanidades y del ámbito artístico.” n

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Detalle / GEMA ATECA GONZÁLEZ

1.- El marco históricoEl 14 de julio de 1931 era

proclamada la II República, tras un matizable triunfo electoral, sustituyendo al régimen monár-quico que, salvo breves excep-ciones, había gobernado España de manera ininterrumpida du-rante casi quinientos años. Como es lógico, el nuevo gobierno re-publicano tuvo que acometer la ardua tarea de adaptar las ins-tituciones existentes a la nueva forma de administración y a un nuevo concepto del Estado. Para ello, acometió con brío una la-bor legisladora de gran alcance, con vistas a transformar el Es-tado monárquico en un Estado republicano estable. Dada esta ímproba labor, los dos primeros años de vida de la República han pasado a los libros de historia con el nombre de "Bienio Refor-mista".

Evidentemente, la norma le-gislativa de mayor importancia que se creó fue la Constitución aprobada en diciembre de 1931. Sin embargo, la Carta Magna, una de las más progresistas de su época, estuvo lejos de ser la única medida legislativa de al-cance que se acometió en esos años. Una de las tareas que se acometió con mayor urgencia fue la reforma legislativa del ejército. Se elaboró un texto legal, la Ley de Retiro de la Oficialidad, que incluía un plan de jubilación con-servando la totalidad del sueldo, con objeto de reducir el número de oficiales, dado que, con ocho

mil de ellos en filas -incluyen-do alrededor de ciento cincuenta generales -, el ratio entre tropa y oficiales del ejército español en aquel momento era el menor de todos los ejércitos europeos. A fin de que el ejército quedara so-metido al poder civil, se exigió a los oficiales que no se acogieron a la Ley de Retiro expresar su fi-delidad al régimen republicano y se suprimió el Consejo Supremo de Justicia Militar.

Otro de los proyectos funda-mentales del gobierno republica-no fue la Ley de Bases de la Re-forma Agraria, aprobada el 9 de septiembre de 1932, tras haber presentado una Comisión Técnica presidida por Felipe Sánchez Ro-mán un proyecto previo el 20 de julio. El reparto de tierras era uno de los objetivos más deseados

por el campesinado español, y esta ley fue elaborada con vistas a poder satisfacer dicha deman-da. Atrapada en el fuego cruzado entre la derecha, que dependía en gran medida del apoyo de los grandes propietarios a los que la ley perjudicaba, y los socia-listas, que consideraban la re-forma propuesta marcadamente insuficiente, su aplicación fue un completo fracaso - en parte cau-sado por la complejidad técnica del texto legal y por los insufi-cientes medios del Estado para aplicarla - que causó una pro-funda desilusión entre las clases humildes que apoyaban a la Re-pública. Si limitados fueron sus efectos reales, también lo fue su vigencia temporal: en 1934, ya con la derecha en el gobierno, el texto se reformó hasta vaciarle

La Ley de Defensa del Patrimonio de 1933

LEANDRO MARTÍNEZ PEÑASProfesor en el área de Historia del Derecho y las Instituciones en la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid) y en la UNED

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Estatuto de Cataluña, cuya vo-tación en Cortes fue práctica-mente simultánea a la de la Ley de Bases de la Reforma Agra-ria. De hecho, ambas normas, bloqueadas por la derecha, solo pudieron ser aprobadas después del fallido pronunciamiento del general Sanjurjo, que se levan-tó en armas contra la Repúbli-ca en agosto de 1932. A su vez, los estatutos gallego y vasco, bien por falta de apoyo o bien por divisiones internas entre los nacionalistas, no llegaron a ser aprobados, pese a estar prevista su elaboración y a iniciarse los trabajos en ese sentido.

Como se ve, la Ley de Defen-sa del Patrimonio de 1933 sur-gió en un contexto temporal en el que se acometía una intensa labor legislativa que afectaba a la práctica totalidad del edificio normativo estatal.

2.- La Ley de Defensa de Patri-monio de 1933

Su nombre completo era Ley de Defensa, Conservación y Acrecentamiento del Patrimonio Histórico-Artístico y fue aproba-

en su opinión, estaba tomando el gobierno.

Estas leyes de carácter reli-gioso entroncaban con la reforma educativa de hondo calado, im-pulsada por el ministro del ramo, Marcelino Domingo. Dicha refor-ma seguía dos direcciones princi-pales: de un lado, extensión de la educación a una base poblacional más amplia, para lo cual estaba previsto aumentar el número de escuelas públicas hasta alcanzar la total escolarización de la po-blación en el plazo de una década; de otro, secularización de la do-cencia con el cierre de las escue-las de la Iglesia y la prohibición de que los religiosos se dedicaran a tareas docentes y de enseñan-za. Como resulta evidente, ambos objetivos se perjudicaron entre sí, ya que el cierre de las escue-las católicas y la prohibición a los religiosos de impartir clases tra-jeron como consecuencia que el número de maestros y de centros de enseñanza, pese a los esfuer-zos estatales, disminuyó en vez de aumentar.

En el plano de la vertebra-ción territorial, se aprobó el

por completo de su contenido y propósitos originales.

No solo en el campo centra-ron sus esfuerzos normativos los primeros gobiernos republica-nos. En materia laboral, entre 1931 y 1933 se promulgaron no menos de ocho leyes que preten-dían mejorar las condiciones de los trabajadores, especialmente en las zonas urbanas e indus-triales. La promoción de la se-guridad social, de los seguros de accidentes y el establecimiento de los llamados "jurados mix-tos" fueron algunas de las mate-rias que pretendieron impulsar las leyes republicanas de esos años. En materia de seguridad, se aprobó la Ley de Defensa de la República, calificada de dra-coniana por parte de la historio-grafía, que contemplaba medi-das tales como la censura y la restricción de las libertades en el caso de que se considerara amenazada la República.

También se legisló en mate-ria religiosa, ya que por primera vez el Estado español, en virtud de la Constitución de 1931, que-daba desligada de la Iglesia ca-tólica. El gobierno, por decreto, disolvió la Compañía de Jesús y secularizó los cementerios. Además, se aprobó la Ley del Divorcio y se elaboró la Ley de Confesiones y Congregaciones Religiosas. Esta nueva ley se aprobó en Cortes el 2 de junio de 1933, y fue ampliada a tra-vés de decreto de 27 de julio. El texto legal establecía controles sobre las instituciones religio-sas, tales como la obligación de que las Órdenes se inscribieran en un registro del Ministerio de Justicia y nacionalizaba parte del patrimonio de la Iglesia. Sin embargo, la medida más noto-riamente anticlerical de esta ley era el cierre de todos los cen-tros de enseñanza regidos por la Iglesia, con la única excepción de los seminarios. El presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, se vio obligado a fir-marla, aunque la consideraba excesiva y sintomática del giro excesivamente izquierdista que,

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habitual, declara válidas las dis-posiciones que no contradicen la norma dictada:

`3º: Quedan subsistentes cuantas disposiciones se hayan dictado por la defensa y acre-centamiento del Patrimonio his-tórico-artístico nacional en todo lo que no se opongan a las pres-cripciones de esta Ley´.

El artículo 1º del texto seña-la que "están sujetos a esta Ley (...) cuantos inmuebles y obje-tos muebles de interés artístico, arqueológico, paleontológico o histórico haya en España de an-tigüedad no menor de un siglo". Este límite temporal quedaba salvado para los supuestos ade-cuados en el mismo primer ar-tículo, al fijarse como excepción a la norma referente a los cien años de antigüedad los edificios o bienes muebles que "tengan

parte del patrimonio histórico-artístico (artículos del 41 al 54); De los museos (artículos del 55 al 65); y, por último, Inventario del patrimonio histórico artístico. Completaban la ley tres artícu-los adicionales. Los dos prime-ros hacían referencia a la Junta Superior del Tesoro Artístico, a la forma en que obtendría sus recursos a través de la expor-tación de autorizada de objetos antiguos (1º artículo adicional) y a su competencia para fijar las subvenciones que percibirán las diversas delegaciones (2º artí-culo adicional). El tercer artículo adicional cumplía con el trámite habitual de derogar todas las dis-posiciones anteriores en materia de patrimonio que contradijeran lo fijado por la ley, si bien es cu-riosa la forma en que formula la cuestión: de forma inversa a lo

da por las Cortes el día 13 de mayo de 1933. Esta Ley no fue en modo alguno el primer proyecto legal relativo al patrimonio. Ya en el año 1911 se elaboró la Ley de Excavaciones, que otorgaba al Estado potestades en lo relativo a autorización de las excavacio-nes y a propiedad de los hallaz-gos que tuvieran su origen en la casualidad o en la demolición de edificios existentes. En 1915 se había promulgado la Ley de Mo-numentos Artístico-Arquitectóni-cos, cuyo elemento más impor-tante fue crear el procedimiento administrativo de declaración de monumentos, que, con diversas modificaciones, sigue vigente hoy en día. Con esta norma se daba respaldo legal a las noventa y una declaraciones de monumen-tos que se habían producido en las décadas anteriores y que ca-recían de efecto práctico por no tener instrumentos legales que las sustentaran.

El Decreto Ley de 9 de agos-to de 1926 sobre la Protección, Conservación y Acrecentamiento de la Riqueza Artística establecía los mecanismos de defensa para proteger el patrimonio y, ade-más, extendía la consideración de Tesoro Nacional a los bienes muebles, rompiendo así el con-cepto que asociaba el patrimonio únicamente con edificios y cons-trucciones de carácter arquitec-tónico.

En el ámbito internacional, uno de los documentos funda-mentales fue la Carta de Atenas del año 1931. Este documento legislativo, pese a no llegarse a aplicar, sirvió de inspiración para las normativas nacionales, ta-les como la Carta del Restauro italiana, elaborada en 1932, o a la propia ley española sobre pa-trimonio, que vería la luz un año más tarde.

Estructuralmente, la Ley de Defensa del Patrimonio constaba de un título preliminar (artícu-los del 1 al 13) y de cinco títulos numerados: De los inmuebles (artículos del 14 al 36); Excava-ciones (artículos del 38 al 40); De los objetos muebles que forman

Aceña / ANDRES CALVO

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valor artístico o histórico indis-cutible".

Como puede verse, la Ley no hace referencia expresa al patri-monio industrial. Sin embargo, esta omisión no significaba en modo alguno que tal patrimonio quedará excluido de la cobertura legal que brindaba el texto. Los recintos y edificios susceptibles de ser considerado patrimonio industrial tal y como lo entende-mos hoy en día quedaban ampa-rados entre los incluidos en el epígrafe "inmuebles de interés histórico", lo cual permitía apli-car al patrimonio industrial todas las medidas de protección y fo-mento que contemplaba la ley de 13 de mayo.

El artículo 3º establecía que "compete a la Dirección General de Bellas Artes cuanto atañe a la Defensa, conservación y acre-centamiento del patrimonio", y para ello debía contar con el asesoramiento de una serie de instituciones, que aparecen de-talladas en el artículo 5º de la ley y que incluye a organismos tales como la Academia de la Historia,

la Academia de Bellas Artes, el Patronato del Museo del Prado o el Patronato de la Biblioteca Na-cional. Sin embargo, a la hora de aplicar el articulado de la ley, el órgano que el texto consagraba como fundamental era la Jun-ta Superior del Tesoro Artísti-co, una institución que no existía previamente y que era creada ex-presamente en el artículo 7º de la Ley, aunque carecía de fuerza ejecutiva, ya que todas sus me-didas, para ser aplicables y exigi-bles, debían ser respaldadas por una orden del Director General de Bellas artes, como establecía el artículo 13º. El papel del la Junta Superior frente a la Direc-ción General de Bellas Artes se vio reforzada a través del Regla-mento de aplicación de la Ley del Tesoro Artístico Nacional, apro-bado mediante un Decreto de 16 de abril de 1936.

La composición de la Junta Superior del Tesoro era comple-ja. Debían estar incluidos en ella representantes de la Academia de la Historia, la Academia de Bellas Artes de San Fernando,

la Dirección General de Aduanas y del Fichero de Arte Antiguo. Además, el Museo del Prado, el Museo de Artes Decorativas y el Museo Arqueológico Nacional te-nían derecho a que su director o subdirector estuvieran incluidos en la Junta. El mundo universita-rio tenía una nutrida representa-ción en la composición prevista, ya que eran miembros de la Jun-ta los catedráticos de Historia del Arte de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, el catedrático de Arqueología, el catedrático de Numismática, el catedrático de Arqueología Ará-biga y el catedrático de Historia Primitiva del Hombre. También eran miembros natos de la Junta Superior del Tesoro el profesor de Historia de la Arquitectura de la Escuela Superior de Arquitec-tura y el presidente del Patronato de Turismo. Completaban la com-posición del órgano cuatro perso-nas escogidas entre arquitectos o profesores de centros oficiales de enseñanza que hubieran acredi-tado conocimientos suficientes de arte antiguo y un representante

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de cada junta de museo existente en ese momento.

Para una mejor organización de los trabajos, la Junta Superior debía dividirse en seis seccio-nes en razón de la materia a tra-tar (Monumentos, Excavaciones, Museos...), fijadas en el artícu-lo 8º, pero el verdadero caballo de batalla para el día a día de la protección del patrimonio lo constituían las delegaciones que la Junta Superior estaba autori-zada a crear en los lugares que considerara conveniente. Por el artículo 9º, estas delegaciones recibían el nombre de Juntas Lo-cales del Tesoro Artístico y esta-ba llamadas a convertirse en la pieza fundamental de aplicación de las medidas de conservación y acrecentamiento que preveía la Ley. Sus competencias depen-dían discrecionalmente de lo que decidiera la Junta Superior, que también debía aprobar el pre-supuesto de que disponía cada Junta Local y el plan de trabajo anual de cada delegación.

A lo largo del Título Prime-ro, la Ley establecía la deno-minación de monumento para los inmuebles protegidos como parte del patrimonio nacional, al tiempo que establecía el proce-dimiento para obtener tal deno-minación. Según el artículo 17º, una vez que el expediente se ha-bía iniciado, aún sin haber sido resuelto favorablemente, toda actividad que pudiera modificar el inmueble debía detenerse de inmediato: "Una vez incoado el expediente para la declaración de un edificio como monumen-to histórico-artístico, no podrá derribarse, realizarse en él obra alguna ni proseguir las obras co-menzadas".

La declaración de monumen-to suponía una pérdida conside-rable de disponibilidad sobre el inmueble para aquellos propie-tarios distintos del Estado. El ar-tículo 19º, por ejemplo, prohibía las reconstrucciones más allá de las reformas necesarias para evitar la ruina del inmueble:

`Se proscribe todo intento de reconstrucción de los monu-

mentos, procurándose por todos los medios de la técnica su con-servación y consolidación, limi-tándose a restaurar lo que fuera absolutamente indispensable y dejando siempre reconocibles las adiciones´.

De igual forma, el artículo 23º establecía que antes de rea-lizar la más mínima obra, los propietarios debían conseguir la aprobación del proyecto por la Junta Superior del Tesoro Artís-tico, cuya decisión se basaba en un informe preceptivo que había de presentar el arquitecto con-servador de la zona en la que estuviera incluido el monumen-to. Todo proyecto que no con-tara con el visado favorable de la Junta Superior debía de ser paralizado de forma inmediata por los arquitectos provincia-les. El artículo siguiente fijaba la obligación de los propietarios de realizar las obras que fueran necesarias para el mantenimien-to del monumento. En principio, se entiende que debían de ser sufragadas del bolsillo del pro-pietario, ya que el propio artículo 24º establece que solo se da-rán ayudas económicas a este fin "en los casos justificados". Estas obligaciones de los propietarios quedaban complementadas por un sistema de inspecciones de la Junta Superior del Tesoro Ar-tístico y por la obligación de los municipios donde hubiera mo-numentos de remitir cada seis meses un informe detallado al Fichero Artístico sobre el estado del monumento, tal y como esta-blecía el artículo 36º de la Ley.

La mayor de todas las limita-ciones a los propietarios la cons-tituía, sin duda, el derecho esta-tal de expropiación del inmue-ble, que se veía ampliado por el artículo 34º a toda una serie de supuestos más allá del edificio mismo:

`El Estado podrá expropiar por causa de utilidad pública los edificios y propiedades que impi-dan la contemplación un monu-mento histórico-artístico o sean causa de riesgo o de cualquier perjuicio para el monumento:

precepto que se hace extensivo a todo lo que destruya o aminore la belleza o la seguridad de los conjuntos histórico-artísticos´.

Como es lógico, se imponían también medidas destinadas a limitar la transmisión de la pro-piedad de este tipo de inmuebles, prohibiéndose expresamente la venta al extranjero si el edificio tenía una antigüedad mayor a cien años (artículo 35º) y conce-diendo al Estado el derecho de tanteo en las ventas permitidas, derecho que el Estado podía ce-der, si lo consideraba necesario, en favor instituciones provincia-les o municipales (artículo 32º). De esta forma, se pretendía que los monumentos no se convirtie-ran en un objeto mercantil más cuya propiedad pudiera pasar de una mano a otra sin la más míni-ma intervención del Estado.

La Ley fijaba en su artícu-lo 29º, para los inmuebles que fueran propiedad de "organis-mos oficiales y entidades civi-les y eclesiásticas" y para "los particulares y las personas jurí-dicas poseedoras de inmuebles declarados monumentos histó-rico-artísticos", la obligación de permitir al público el acceso y la visita a los inmuebles declarados monumentos, siguiendo un régi-men de horarios y fechas fijado con antelación suficiente. Cu-riosamente, la Ley contemplaba expresamente algo que hoy en día se encuentra prohibido en la mayor parte de los monumentos: "La contemplación, el estudio y la reproducción fotográfica o di-bujada de los inmuebles sujetos a esta Ley".

En materia de excavaciones, la Ley de Defensa del Patrimonio de 1933 dejaba vigente las dispo-siciones contenidas en dos leyes previas que regulaban la mate-ria, las de 2 de junio y 7 de ju-lio de 1911. No obstante, dejaba abierta la puerta a la elaboración de una ley específica sobre exca-vaciones, a elaborar en el futuro, con el objetivo de sustituir a las disposiciones de 1911 y moder-nizar la normativa. Sí se fijaba un sistema de autorizaciones, por el

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tidades a pagar. Con esta serie de artículos, la Ley de Defensa del Patrimonio de 1933 estable-cía sobre los bienes muebles un sistema de intervención estatal equivalente al fijado para los bie-nes inmuebles.

Incluso se establecían, con afán de mantener en lo posible reunidos los objetos protegidos, recargos impositivos a quienes, aún vía testamentaria, entorpe-cieran este objetivo. Por ejem-plo, el artículo 49º preveía que se exigiera "el doble de los dere-chos reales correspondientes a la última transmisión [de la pro-piedad]" a aquellas personas que favorecieran la "dispersión por herencia, donación o ventas frac-cionadas, o la cesión del conjun-to, sin que en la escritura cons-te el compromiso de respetar las obligaciones contraídas". La Ley equilibraba la cuestión esta-bleciendo que las personas que facilitaran de forma habitual el estudio y reproducción fotográfi-ca de los bienes muebles de su propiedad podría recibir exencio-nes en el pago de los derechos reales que pudiera tener que pa-gar por transmisiones relaciona-das con objetos de su colección, siempre y cuando contara con un informe favorable de la Jun-ta Superior del Tesoro Artístico. Esta exención se ampliaba, a tra-vés del artículo 50º, a aquellas personas que, sin poseer una co-lección, fueran propietarias de objetos de valor artístico o histó-rico extraordinarios, igualmente siempre que contaran con el pre-ceptivo informe favorable de la

Junta Superior y el compromiso previo de facilitar su estudio. De igual modo, se liberaba de toda carga impositiva la importación de objetos de arte de más de cien años de antigüedad o de bienes modernos que, según el criterio de la Junta Superior, pudieran considerarse dignos de integrar parte del patrimonio nacional.

Al igual que en otras mate-rias reguladas por la Ley de De-fensa del Patrimonio, en lo rela-cionado con los bienes muebles, la responsabilidad de dar cum-plimiento a las disposiciones que contenía la norma y de vigilar su correcta aplicación sobre el te-rreno quedaba en manos de las Juntas Locales del Tesoro Artís-tico, que, no obstante, carecían de competencias ejecutivas, ya que el artículo 51º preveía que debían de comunicar a la Junta Superior y a los Gobernadores civiles de cada provincia las vio-laciones de que tuvieran noticia, en vez de emprender por sí mis-mas actuación alguna destinada a subsanar la situación.

El Título IV de la Ley estaba dedicado a regular cuestiones relacionadas con la museística nacional. Nuevamente, también los museos quedaban bajo la es-fera de competencias de la Jun-ta Superior del Tesoro Artístico, al establecer el artículo 55º que era "misión de la Junta Superior del Tesoro Artístico promover la creación de Museos públicos en toda España y cooperar a la or-ganización y mejora de los exis-tentes", que quedaban sometidos a las adecuadas inspecciones de la Junta:

´Art.56º: La Junta ejercerá funciones inspectoras y protecto-ras sobre los museos regionales, provinciales, locales, diocesanos, de Corporaciones y Sociedades, de fundación particular, etc., pu-diendo proponer las medidas ne-cesarias en caso de riesgo para los objetos o en caso de que haya dificultades para su visita, estu-dio y reproducción gráfica´.

El papel de la Junta Supe-rior en las cuestiones relativas a museos no terminaba ahí. Tenía

cual toda excavación financiada por el Estado debía responder a un plan previo autorizado por la Junta Superior del Tesoro Artís-tico, mientras que las excavacio-nes que fueran financiadas por entes provinciales o municipales, si bien no necesitaban autoriza-ción, sí estaban sometidas a ins-pecciones, en virtud de las cua-les, de forma razonada, la Junta Superior podía paralizar la exca-vación. En el caso de los particu-lares, las excavaciones quedaban limitadas a aquellas que tuvieran permiso de la Junta, conside-rándose las demás fraudulentas y, por tanto, delictivas, de modo que cualquier objeto que fuera hallado en excavaciones de este tipo era susceptible de decomiso por el Estado.

Uno de los aspectos más importantes y novedosos de la Ley de Defensa del Patrimonio lo constituía la inclusión de los bienes muebles en su articula-do, consagrándose la totalidad del Título III a este tipo de obje-tos. Al igual que ocurría con los bienes inmuebles, la Ley esta-blecía, respecto de los muebles, importantes poderes para que el Estado pudiera conservar el patrimonio nacional: el artículo 43º establecía que todo artículo cuya exportación se autorizase debía pagar una parte proporcio-nada a su valor al Estado; el 45º establecía que el Estado tenia el derecho de comprar "por el valor declarado o justipreciado", cualquier bien mueble cuya ex-portación no se hubiera autoriza-do; y, finalmente, el artículo 46º establecía que cualquier objeto que tratara de exportarse violan-do lo establecido anteriormente se entendería como fraudulento y sería incautado de forma fulmi-nante, pasando a ser propiedad del Estado; para el caso de que el objeto no lograra ser incau-tado, se fijaba que las personas implicadas en la exportación fraudulenta deberían satisfacer al Estado una multa cuya cuantía dependía del valor del objeto, sin que hubiera un límite previsto en la legislación para las can-

" Uno de los aspectos más importantes y novedosos de la Ley de Defensa del Patrimonio lo constituía la inclusión de los bienes muebles en su articulado"

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competencias para facilitar sub-venciones económicas a aquellos museos a los que considerara adecuado auxiliar y era obliga-torio que la Junta aprobara los planes de organización y catalo-gación de los museos. En mate-ria de expropiaciones, el artículo 65º fijaba el derecho del Esta-do a expropiar las propiedades colindantes con los museos, si se consideraba necesario, pero ello solo era posible si la Jun-ta Superior del Tesoro Artístico presentaba un informe razonado suficientemente favorable a la expropiación.

La Ley preveía un sistema de incautación temporal que permi-tía que pasaran a formar parte de las colecciones de los museos aquellas piezas que, según el ar-tículo 58º, fueran "de gran im-portancia y que, por ignorancia o desidia de su custodia o por te-mor a incendio, robo o desorden hubiere peligro de destrucción o pérdida". Dado que el texto con-templaba expresamente la posi-bilidad de aplicar esta incauta-ción temporal a los bienes ecle-siásticos, esta podría haber sido uno de las vías legales utilizadas para que parte de los bienes de la Iglesia Católica considerados como parte del patrimonio na-cional pasaran a quedar bajo la administración estatal, siquiera temporalmente, ya que el artí-culo fijaba que "al cesar las cir-cunstancias, el poseedor podrá reclamarlo incautado".

Completaba el texto central de la Ley de Defensa del Patri-monio un quinto Título en el que quedaba normado lo referente al Inventario del Patrimonio Histó-rico-Artístico. Se pretendía que dicho Inventario fuera un registro en el que quedaran incluidos los datos de todos los muebles e in-muebles que formaran parte del Patrimonio Nacional. Para ello se fijaban dos herramientas: los catálogos monumentales y el Fi-chero de Arte Antiguo. El artículo 67º de la Ley daba un plazo de seis meses desde la promulga-ción del texto legal para que las corporaciones civiles y eclesiásti-

cas enviaran a los delegados pro-vinciales de la Dirección General de Bellas Artes una relación con los muebles e inmuebles suscep-tibles de quedar incluidos en las disposiciones de la Ley. En caso de incumplimiento, la sanción quedaba establecida con meridia-na claridad en el artículo 68º:

`La Junta Superior del Teso-ro Artístico estará facultada para incautarse automáticamente de aquellos objetos cuya existen-cia no haya sido puesta en su conocimiento dentro del plazo señalado en el artículo anterior y conforme a a las circunstancias del mismo. Dichos objetos serán entregados por la Junta al Mu-seo por ella seleccionado´.

Las relaciones, que los de-legados provinciales de Bellas Artes o las Juntas Locales del Tesoro Artístico debían remitir a la Junta Superior, no podían es-tar elaboradas de cualquier ma-nera, sino que debían contener fotografías, dibujos y estudios de los bienes que incluyeran, y en el caso de que el contenido de la relación no fuera satisfactorio, la Junta Superior podía realizar inspecciones y comprobaciones para obtener información con la que completar las posibles lagu-nas del documento que le había sido presentado. Basándose en las relaciones y en sus propias comprobaciones, la Junta Supe-rior debía elaborar un catálogo monumental.

El otro gran instrumento que creaba la Ley de Defensa del Pa-trimonio de 1933 a la hora de in-ventariar los bienes patrimonio de la nación era el Fichero de Arte Antiguo, que el artículo 72º fijaba como dependiente de la Dirección General de Bellas Ar-tes; más concretamente, de las secciones de Arte y Arqueología del Centro de Estudios Históri-cos. Como no podía ser de esta manera, las funciones de este Fichero consistían, básicamente, en colaborar con las tareas de la Junta Superior del Tesoro Artís-tico, facilitándole cuanto dato o información estuviera registrado en el Fichero de Arte Antiguo.

En su conjunto, puede con-cluirse que la Ley de Defensa, Conservación y Acrecentamiento del Patrimonio Histórico-Artísti-co aprobada el día 13 de mayo de 1933 establecía el marco legal que regulaba el sistema de pro-tección de la riqueza monumen-tal en España, creando para ello un órgano prácticamente todopo-deroso, la Junta Superior del Te-soro Artístico, en el cual recaían la mayor parte de las competen-cias y la capacidad de aprobar o bloquear la casi totalidad de las posibles acciones relacionadas con el patrimonio nacional, tales como expropiaciones, autoriza-ciones de excavaciones, creación de nuevos museos, inspección de los monumentos, reformas u obras de mantenimiento de los mismos, transmisión de propie-dad de objetos incluidos en la Ley... La aparente descentraliza-ción de sus funciones en favor de las Juntas Locales no era real, en tanto en cuanto que dichas Juntas estaban desposeídas de cualquier competencia más allá de las que la Junta Superior de-legara en ellas y cualquier ac-ción era obligatorio que fuera remitida a la Junta Superior, que era en quien recaía la verdade-ra capacidad decisoria sobre los asuntos relativos al patrimonio protegido.

Pese a todo esto, llama la atención que las decisiones de la Junta Superior del Tesoro Ar-tístico quedaran privadas de va-lor ejecutivo, correspondiendo este a las órdenes del Director General de Bellas Artes. Dado que el texto legal prácticamente obligaba al Director a seguir los dictámenes de la Junta Superior en materia de patrimonio nacio-nal, parece que privar a la Junta de la capacidad de hacer ejecu-tar sus propias decisiones era una complicación legal que poco o nada aportaba a la defensa del patrimonio y que, por contra, contribuía a alambicar y dilatar el procedimiento burocrático al respecto.

Por lo demás, la Ley de De-fensa del Patrimonio, como se

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ha visto, otorgaba al Estado de-rechos significativos a la hora de intervenir en las actividades de particulares, sociedades y simila-res que afectaran al patrimonio. La prohibición de exportaciones no autorizadas, el derecho de tan-teo del Estado en el caso de que se produjera una venta autoriza-da, la necesidad de autorización para efectuar cualquier obra que afectara a un bien protegido y el derecho de presentar informes sobre el estado de los monumen-tos, así como de someterse a las inspecciones que los organismos estatales consideraran oportunas dotaba al estado de una capacidad de intervención prácticamente ili-mitada en lo que afectara a bienes muebles e inmuebles incluidos en el Patrimonio Nacional.

3.- Vida y evolución de la Ley de Defensa del Patrimonio de 1933

Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta

al hablar de la Ley de Defensa del Patrimonio del 1933 es que se trata de una de las disposi-ciones legislativas con un mayor periodo de vigencia en la his-toria legal española: a lo largo de los cincuenta y dos años que median entre su aprobación en 1933 y su derogación en 1985, la Ley de 1933 fue la norma básica en la protección del patrimonio español. Tras más de medio si-glo de vigencia, fue finalmente sustituida por la Ley 16/1985 del Patrimonio Histórico Español, aprobada el 25 de junio de dicho año 1985.

La extensión temporal de la vigencia de la Ley de Defensa del Patrimonio de 1933 llama aún más la atención por el hecho de que fue una de las contadísimas normas legales de la II República que sobrevivió a la guerra civil española para seguir vigente a lo largo de las casi cuatro déca-das de dictadura franquista. Ha-

ciendo gala de lo que casi podría tildarse de espíritu de supervi-vencia, la Ley de 1933 subsistió también a la Transición y a los primeros años de democracia y monarquía parlamentaria en España, tanto con gobiernos de la Unión de Centro Democráti-co como del Partido Socialista Obrero Español. Por todo ello, la Ley aquí tratada constituye un caso único de pervivencia de una disposición normativa a través del tiempo y de los diferentes y contrapuestos sistemas políticos que rigieron España a lo largo del siglo XX: II República, guerra civil, dictadura, Transición y, fi-nalmente, democracia.

La Ley de Defensa del Pa-trimonio de 1933 estuvo lejos de ser una norma monolítica inalte-rable a lo largo de su existencia. Esta puede ser, en gran parte, una de las explicaciones a su elevado periodo de vigencia: los diversos textos y normas que la

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completaron o matizaron con-tribuyeron de manera decisiva a que la norma se mantuviera viva y, más o menos, adecuada a los cambios que se iban pro-duciendo.

La Ley sufrió modificaciones y ampliaciones posteriores, para extender o particularizar sus efectos sobre determinadas for-mas de patrimonio. Por ejemplo, en lo relativo a patrimonio biblio-gráfico, la Orden ministerial de 29 de julio de 1939, el Decreto de 24 de julio de 1947 y la Ley 26/1972 de 21 de junio prohibían las exposiciones de duración su-perior a tres meses, regulaban la ordenación de los archivos y bibliotecas y daban un marco legal propio a la protección del patrimonio bibliográfico nacio-nal. Esta ampliación en materia bibliográfica estaba prevista en la propia ley, ya que el artículo 4º establecía que "una ley especial regulará lo relativo a la conser-vación de la riqueza bibliográfica y documental de España, quien quiera que sea su poseedor".

Muchos otros aspectos de la Ley de 1933 fueron actuali-zados con el paso de los años a través de diversos medios le-gales. Por ejemplo, lo relativo a excavaciones quedó en manos de la Comisaría General de Ex-cavaciones Arqueológicas, crea-da por un Decreto-Ley de 12 de junio de 1953, y posteriormente pasó a ser competencia de una Junta Superior de Excavaciones, creada a su vez en 1976 a través de una Orden de 26 de junio de 1979.

Aunque fue concebida como un proyecto ambicioso y global

para la protección del patrimo-nio, algunos aspectos de su apli-cación se vieron mitigados tras la guerra civil, al no tener interés el gobierno franquista en verifi-car su práctica en todo su vigor. Particularmente, esto ocurrió en lo relativo a los bienes muebles e inmuebles propiedad de la Igle-sia Católica, que, a través del ar-tículo 2º, quedaban sometidos a la norma igual que cualquier otro bien susceptible de serlo. Pese a ello, a lo largo del franquismo, la Iglesia siguió disfrutando de total libertad a la hora de administrar, proteger o enajenar los bienes de su propiedad incluidos dentro del patrimonio nacional. Los pre-ceptos que establecían el control estatal sobre determinadas ac-ciones, o incluso el derecho de expropiar a la Iglesia sus propie-dades monumentales en el caso de no cumplir las obligaciones fijadas en la Ley durante el fran-quismo quedaron, como suele decirse, en agua de borrajas.

Como ya se ha dicho, la Ley de Defensa del Patrimonio de 1933 fue derogada y sustitui-da por la Ley 16/1985. Esta Ley cumplía con lo establecido en el artículo 46º de la Constitu-ción de 1978, que establecía la obligación de proteger y enri-quecer el patrimonio español. En el preámbulo de la Ley, fir-mado como es de rigor por el rey Juan Carlos I, hacía referencia a la Ley de Defensa del Patrimonio de 1933 en términos elogiosos, al hablar de su "positivo legado". El texto de la Ley 16/1985 es más extenso que el de su predeceso-ra, al incluir nueve Títulos con un total de setenta y nueve ar-

tículos, completados por nueve disposiciones adicionales y otras nueve disposiciones de carácter transitorio.

Por último, la Ley 16/1985 se cerraba con una disposición de-rogativa que ponía punto y final al periodo de vigencia de las nor-mas más importantes que hasta ese momento habían regulado la conservación del Patrimonio español. Con esta disposición, terminó su existencia viva la Ley de Defensa, Conservación y Acrecentamiento del Patrimo-nio Histórico-Artístico, de 13 de mayo de 1933, y pasó a formar parte del mundo de la Historia del Derecho:

`Quedan derogados la Ley de 7 de Julio de 1911 sobre Exca-vaciones Arqueológicas; el Real Decreto-Ley de 9 de Agosto de 1926 sobre Protección, Conser-vación y Acrecentamiento de la Riqueza Artística; la Ley de 13 de Mayo de 1933 sobre Defensa, Conservación y Acrecentamiento del Patrimonio Histórico-Artís-tico; la Ley de 22 de Diciembre de 1955 sobre Conservación del Patrimonio Histórico-Artístico; el Decreto 1641/1959, de 23 de Septiembre, sobre exportación de Objetos de valor e Interés Ar-queológico o Artístico y de imita-ciones o copias y la Ley 26/1972, de 21 de Junio, sobre Defensa del Tesoro Documental y Biblio-gráfico de la Nación, salvo las Disposiciones relativas al Centro Nacional del Tesoro Documen-tal y Bibliográfico, las cuales, no obstante, tendrán en adelante rengo reglamentario, y el Real Decreto 2832/1978, de 28 de Oc-tubre, sobre el 1% cultural.´n

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Figura 1. Mapa de localización de la Montaña Palentina / FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

IntroducciónSi tradicionalmente el es-

tudio del patrimonio minero-in-dustrial estaba ligado casi ex-clusivamente al campo de la ar-queología, de hecho, se configu-ró a partir de la segunda mitad del siglo XX una nueva disciplina al respecto, la denominada “ar-queología industrial”, en la ac-tualidad son múltiples las espe-cialidades interesadas por esta temática (Historia, Historia del Arte, Arquitectura, Economía, Ingeniería, Turismo, etc.). Esta variedad de enfoques está confi-gurando una disciplina científica sólida y heterogénea basada en el conocimiento, difusión e in-tervención sobre el patrimonio minero-industrial.

En lo que se refiere a la Geo-grafía, ésta ha aportado a este campo una visión territorial que permite analizar en profundidad aquellas dinámicas que afectan a la puesta en valor turística de este tipo de recursos. Precisa-mente, éste es el enfoque que ha pretendido seguirse para la ela-boración de este artículo tomando para una mejor comprensión del mismo el estudio de caso de la Montaña Palentina1 y, uno de sus municipios mineros, San Cebrián de Mudá. No obstante, no se ha querido aislar dichas zonas por lo que se han establecido relaciones con otras iniciativas, políticas y experiencias de carácter nacio-nal, autonómico y provincial.

1. La Montaña Palentina: análisis territorial descriptivo y estructural

La Montaña Palentina es un territorio de alta montaña que se sitúa al norte de la provincia de Palencia, concretamente, en la vertiente meridional de la Cordi-llera Cantábrica (Figura 1). Cuenta con un clima de montaña muy ri-guroso con precipitaciones abun-dantes durante todo el año así como con temperaturas frías en invierno y suaves en verano. Estas

condiciones han favorecido el de-sarrollo de una cobertura vegetal característica de la España Hú-meda en la que dominan grandes masas forestales constituidas por bosques de robles, hayas y pinos, entre otras especies. La densi-dad de los bosques de la Monta-ña Palentina constituye un refugio excepcional para algunas de las especies animales más amenaza-das de la Península Ibérica como el oso pardo y el urogallo. Tam-bién se pueden llegar a localizar

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Principales actuaciones de recuperación del patrimonio minero en la Montaña Palentina La reconfiguración de un municipio minero: San Cebrián de Mudá*CARMEN HIDALGO GIRALT**Departamento de Geografía Universidad Autónoma de Madrid

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en estas zonas montañosas lobos, zorros, gatos monteses y jabalís así como aves tales como águilas reales, buitres leonados y cigüe-ñas. Esta riqueza medioambien-tal fundamentó la declaración en el año 2000 del Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña Palentina que, en la actualidad, se integra dentro del programa de la Unión Europea Red Natura 2000.

Desde un punto de vista admi-nistrativo, hay que señalar que la Montaña Palentina es el resultado de la agrupación de tres comarcas agrarias, Guardo, Cervera y Agui-lar, con el objetivo fundamental de optar a programas europeos de desarrollo rural. Su proyección exterior como entidad territorial de carácter comarcal fue muy im-portante durante los años noventa debido al intento de los grupos de acción local de identificar la Montaña Palentina con un des-tino de interior especializado en turismo rural2. Sin embargo, la particularidad de cada uno de los espacios que la configuran, uni-do a la ausencia de competencias administrativas, ha dificultado enormemente la creación de una verdadera conciencia comarcal en la población3. Independientemente de este hecho, hay que señalar que este territorio está configura-do por 21 municipios4 y 157 entida-

des menores. Aguilar de Campoo, en el sector oriental de la Montaña Palentina, Guardo en el occiden-tal; y Cervera de Pisuerga, en el central se pueden considerar las cabeceras comarcales; de hecho, son las entidades poblacionales con un mayor número de habitan-tes y dotación de servicios.

Las actividades económicas que se han desarrollado tradicio-nalmente en la Montaña Palentina se han vinculado a una agricultura de subsistencia y a una ganadería vacuna muy especializada. No obs-tante, el desarrollo industrial trajo consigo la diversificación econó-mica derivada de la implantación de nuevos sectores productivos (industria agroalimentaria, pro-ducción eléctrica, industria quími-ca y minería del carbón). La ubica-ción de estos sectores se adapta a los recursos naturales existen-tes de tal manera que la industria agroalimentaria, sobre todo, la galletera, se ha localizado princi-palmente en Aguilar de Campoo, aprovechando la tradición cerea-lista y harinera con la que cuenta la región, sobre todo en sus va-lles localizados más al sur. Por su parte, la producción eléctrica se vincula a los tres embalses que se ubican en las cabeceras de los ríos Pisuerga y Carrión. Y, por último, la industria química se encuentra en Guardo, asociada a la Planta de

Explosivos de Ríotinto, en funcio-namiento desde el año 1942 hasta el 20085.

1.1 La minería del carbón en la Montaña Palentina

En lo que se refiere a la mi-nería del carbón, hay que señalar que ésta ha sido decisiva para el desarrollo económico de la región de tal manera que la crisis del sector y el cierre progresivo de los pozos ha generado en los últimos años graves efectos desestruc-turantes sobre la población local (desempleo, emigración, econo-mías subvencionadas, etc.). Desde un punto de vista geográfico, los yacimientos de carbón se localizan en dos áreas: la Cuenca Minera de Guardo y la Cuenca Minera de La Pernía-Barruelo. La primera, se ubica en la parte occidental de la Montaña Palentina, entorno a la zona alta de río Cera, muy próxima a la provincia de León, siendo las principales poblaciones Guardo, Santibáñez de la Peña y Castrejón de la Peña. Desde 1999 la Unión Minera del Norte (UMINSA) es la única empresa que, tras haber culminado un proceso de absor-ción del resto de compañías que se ubicaban en esta zona, explota en exclusividad los yacimientos de antracita de la cuenca (Pozo El Abuelo) con una producción que se acerca al 10% del total de Castilla

Figura 2. Evolución del empleo y de las explotaciones de carbón en Palencia (1994-2005) / FUENTE: ESTADÍSTICAS MINERAS. MINISTERIO DE INDUSTRIA, TURISMO Y COMERCIO

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y León6. El carbón se destina en su mayoría a la Central Térmica de Velilla del Río Carrión, propiedad de IBERDROLA, principal motor económico de la zona en la actua-lidad.

Por su parte, la Cuenca de La Pernía-Barruelo se sitúa en la parte alta del río Pisuerga, al este de la Montaña Palentina, donde se localizan como poblaciones princi-pales Barruelo de Santullán, San Cebrián de Mudá y Mudá. En las últimas décadas se han ido clau-surando paulatinamente las ex-plotaciones mineras de la zona, concentrando la producción y el capital humano en el ya citado Pozo El Abuelo de Velilla del Río Carrión. En el año 2002 se cerró uno de los pozos emblemáticos de la región, el Pozo Calero de Ba-rruelo de Santullán, perteneciente a UMINSA; y, tres años después, en el 2005, el Pozo Peragido, pro-piedad también de esta empresa y ubicado igualmente en el cita-do municipio. De esta manera, se ponía prácticamente fin a más de 150 años de tradición minera en la Cuenca de La Pernía-Barruelo.

1.2 El cese de la minería del carbón y los efectos de la reestructuración

Los motivos que produjeron el cese progresivo de la minería del carbón en la Montaña Palentina se sitúan en la misma línea que otras cuencas europeas y españo-las. A partir de la segunda mitad del siglo XX el carbón, que había sido una de las principales fuen-tes de energía hasta ese momen-to, comienza a ser sustituido por otros combustibles más baratos y fáciles de conseguir. Sectores que tradicionalmente habían sido grandes consumidores del carbón como, por ejemplo, la industria química, el ferrocarril o la fabrica-ción de gas, dejan de serlo en fa-vor de otros productos energéticos como el petróleo o la energía eléc-trica. Paralelamente a este proce-so, surgieron nuevos yacimientos de carbón con costes de produc-ción más bajos que los europeos y, por lo tanto, más competitivos en el mercado, que, debido al desa-

rrollo de los transportes, pudieron acceder a ámbitos geográficos que antes eran impensables. A todos estos factores, hay que añadir las particularidades de la minería del carbón española que, a grandes rasgos, se caracteriza por la difi-cultad de su extracción, hecho que encarece su obtención, y la mala calidad del mineral, que lo inha-bilita para determinados procesos industriales.

Ante esta coyuntura poco fa-vorable, la administración espa-ñola, siguiendo las directrices de la Unión Europea, especialmente, las disposiciones del Tratado de la CECA, lleva desarrollando desde mediados de los años ochenta una serie de programas de reestructu-ración7 que tienen como objetivo final la permanencia en el merca-do tan sólo de aquellas empresas que sean competitivas y rentables. A través de estos planes se han ido reduciendo progresivamente las ayudas públicas a la produc-ción lo que ha incidido en la dismi-nución de la misma, en la pérdida del número de empleos así como en el cierre y en la concentración de las empresas extractivas8.

En el caso concreto de las ex-plotaciones de carbón en la pro-vincia de Palencia, la crisis del sector dio lugar a un cierre pro-gresivo de las mismas así como a un descenso del número de em-pleos, situándose, de esta mane-ra, en la línea de lo anteriormente expuesto. Tal y como se puede ob-servar en la Figura 2, el empleo se redujo un 77,2%, pasando de los 1.002 trabajadores en el año 1994 a los 228 en el 2005. En similar situación se encontraban las ex-plotaciones que disminuyeron un 76,9% en el mismo periodo, de los tres yacimientos registrados en el año 1994, tan sólo se mantenían en activo tres en el 2005.

Aparte de la repercusión so-bre el empleo vinculado a la mi-nería y al número de empresas, hay que subrayar que la crisis del carbón es uno de los factores que también ha contribuido al descen-so demográfico de la Montaña Pa-lentina9. La minería, que tradicio-nalmente había sido un sector ca-

paz de atraer mano de obra y, por lo tanto, incrementar la población de la zona, ha perdido en las últi-mas décadas esta capacidad y ha generado justo el efecto contrario. Tal y como se puede apreciar en la Figura 3, el techo demográfico de la Montaña Palentina, alcanza-do durante la década de los años sesenta con un total de 36.661 ha-bitantes, coincide plenamente con el periodo de esplendor de la mi-nería del carbón. A medida que el número de explotaciones han ido cerrando (periodo 1994-2005), se ha detectado no sólo una dismi-nución del número de empleados vinculados al sector sino también una reducción de la población de la Montaña Palentina cercana al 7,9% (Figura 4).

2. Estrategias de protección, conservación y recuperación del patrimonio minero: algunas políticas y experiencias

Para contrarrestar el efec-to de los problemas derivados del cese de la minería, desde los programas estatales se han con-templado ayudas destinadas a las comarcas mineras en el campo de las infraestructuras, los nue-vos proyectos empresariales y la formación, dentro de los cuales se integran aquellos ligados a la rehabilitación del patrimonio mi-nero y su puesta en valor turística. Resulta especialmente significati-vo al respecto el Plan para el De-sarrollo Turístico de las Cuencas Mineras de Castilla y León que, diseñado por la Consejería de In-dustria, Comercio y Turismo de la Junta de Castilla y León, tiene como objetivo principal “generar riqueza, prosperidad y bienestar” en las poblaciones mineras reuti-lizando, en algunos casos, el pa-trimonio minero abandonado des-de un punto de vista turístico. Este plan, cuya presupuesto económico estimado es de 38.108.748 euros, prevé contar para su ejecución con fondos derivados de los programas estatales de reestructuración mi-nera anteriormente mencionados. En el caso concreto de la Montaña Palentina, este plan recoge seis

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perdida de un valiosísimo legado material del pasado económico, social y cultural de nuestro país15. Este problema, común a todas las regiones mineras europeas, está siendo afrontado en los últimos años desde diferentes perspecti-vas, destacando, especialmente, aquellas soluciones de tipo turís-tico-cultural que ha llevado a la apertura de centros de interpre-tación, museos o minas visitables, entre otras muchas instalaciones. Aunque España todavía no cuenta con el éxito que este tipo de ins-talaciones ha alcanzado en otros países europeos como Reino Uni-do o Francia, los resultados de las experiencias que se han llevado a cabo están resultando muy pro-metedores.

Tal y cómo se puede observar en la Figura 6, prácticamente en todas las cuencas carboníferas españolas se están localizando iniciativas de esta naturaleza. Vin-culadas a la Cordillera Cantábrica hay que destacar las experiencias desarrolladas tanto en Asturias como en León. En el primer caso, hay que destacar el Museo de la Minería e Industria (MUMI) de El Entrego y el Centro de Interpreta-ción del Poblado Minero de Bus-tiello. Y, en la provincia de León, el recientemente inaugurado Museo Regional de la Siderurgia y Mine-ría de Castilla y León de Sabero. En Sierra Morena, resulta espe-

industrial es la realización del in-ventario de este tipo de bienes en todas las provincias de Castilla y León. En lo que se refiere a Pa-lencia, se han inventariado 500 bienes y se han propuesto diferen-tes medidas para su protección y conservación (creación de centros de interpretación, organización de archivos y bibliotecas especializa-das, declaraciones de Bienes de Interés Cultural, etc.)14. En este sentido se ha propuesto la decla-ración Bien de Interés Cultural de El Pozo Calero cuyo estado de conservación es excelente debido a su reciente cierre y a las tareas de mantenimiento que aún se de-sarrollan en el mismo (Figura 5).

2.1 La puesta en valor turística del patrimonio minero en España vinculado al carbón

Otra de las consecuencias del cese de la actividad minera es precisamente el alto número de instalaciones extractivas que se han quedado inactivas y sin nin-gún tipo de uso alternativo. En la mayoría de los casos la falta de mantenimiento por parte de las antiguas empresas y el escaso interés que han demostrado las administraciones públicas impli-cadas por conservar este tipo de patrimonio ha acelerado su pro-pio proceso de deterioro y des-aparición, lo que ha originado la

proyectos10, de los cuales uno, el Parque Lúdico y Tren Turísti-co (Barruelo de Santullán-Cilla-mayor-Quintanilla de las Torres) se centra en la recuperación del patrimonio minero-ferroviario11. Por el momento, ninguna de las iniciativas diseñadas se encuentra en activo debido a problemas de financiación aunque destaca, tal y como se verá posteriormente, el avanzado estado de ejecución del citado Tren Turístico.

La puesta en marcha del Plan Nacional de Patrimonio Industrial en el año 2000, llevado a cabo a través del Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE), con el objetivo de proteger y conservar el patrimonio industrial12, ha su-puesto la creación de un marco de referencia a través del cual las comunidades autónomas han de-sarrollado sus propias interven-ciones relacionadas con este pa-trimonio. Tal es el caso de la Jun-ta de Castilla y León que, dentro del Plan Pahis13 (2004-2012) del patrimonio histórico de Castilla y León se han establecido cuatro programas vinculados al patrimo-nio industrial (Cuenca Minera de Sabero, Comarcas Mineras, Patri-monio Industrial, Salinas de Poza de la Sal). Aunque no hay una ac-tuación específica relacionada con la Montaña Palentina, una de las acciones globales contempladas en los programas de patrimonio

Figura 3. Evolución de la población de la Montaña Palentina (1900-2007) / FUENTE: INE (SERIES HISTÓRICAS DE POBLACIÓN)

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dinamización turística de Ba-rruelo de Santullán y su área de influencia “La Braña-País Mine-ro” en el que se apostó firme-mente por la recuperación del patrimonio ferroviario en desuso. En líneas generales, se planteó convertir el corredor ferrovia-rio Quintanilla-Barruelo en un Parque Ferroviario que pudiera ser recorrido a bordo de un tren histórico18. Esta iniciativa se ha integrado en el Plan para el de-sarrollo turístico de las Cuencas Mineras de Castilla y León, un programa de actuación regional desarrollado por la Consejería de Industria, Comercio y Turismo de la Junta de Castilla y León que tiene como objetivo funda-mental “aprovechar y adecuar el inmenso patrimonio abandonado susceptible de un uso turístico alternativo”19.

En la actualidad, dicho plan se ha concretado en la firma de un convenio de colaboración en el año 2007 entre el Ayuntamien-to de Barruelo de Santullán, el Centro de Estudios Históricos del Ferrocarril (CEHFE) y la Compañía General de Ferroca-rriles Turísticos (CGFT) con el fin de poner en marcha el Tren Tu-rístico de la Montaña Palentina. Este tren, compuesto por una locomotora de vapor construida en 1914 en Leeds (Reino Unido) y varios coches de madera, re-correrá los 14 kilómetros que

Sin embargo, la puesta en marcha de estas experiencias no es fortui-ta sino que es el resultado de la aplicación de una serie de políticas y programas de actuación proce-dentes de ámbitos administrativos diferentes cuyo análisis se presen-ta a continuación.

El Centro de Interpretación de Barruelo de Santullán y el futuro Tren Turístico de la Montaña Pa-lentina

El punto de partida de la va-lorización turística del patrimonio minero de la Montaña Palentina fue, sin lugar a dudas, el convenio de colaboración firmado en 1997 por la Consejería de industria, Co-mercio y Turismo de la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Barruelo de Santullán dentro de la iniciativa comunitaria RE-CHAR II (1994-1999) con el que se puso en marcha el Centro de Interpretación de la Minería y la Mina-Imagen. El coste total del proyecto que alcanzó una inversión total de 1.561.769 euros se financió con presupuestos derivados del Programa de Actuación en las Co-marcas Mineras de Castilla y León (1996-1999), procedentes a su vez de la iniciativa RECHAR II, y de la propia Junta de Castilla y León17.

Con el objetivo de optimizar el proceso de dinamización tu-rística iniciado en el municipio, el Ayuntamiento de Barruelo de Santullán diseñó el Plan para la

cialmente interesante el caso del Museo de la Minería de Puertolla-no, una iniciativa del Ayuntamien-to financiada con fondos FEDER (60%) y fondos municipales (40%), y el Museo Histórico de Bélmez y del Territorio Minero. En cuanto a las experiencias vinculadas al Sistema Ibérico destaca el Parque Tecnológico Minero –MWINAS- de Andorra, el Museo de la Minería de Utrillas, el Centro de Interpre-tación de Santa Bárbara en Aliaga y el Museo Minero de Escucha. Por último, hay que señalar el caso particular de Cataluña donde el Museo de las Minas de Cercs for-ma parte del sistema del Museo Nacional de la Ciencia y la Técnica de Cataluña (mNACTEC)16.

2.2 La Montaña Palentina: estrategias de recuperación del patrimonio minero y experiencias desarrolladas

Siguiendo la línea de otras cuencas mineras carboníferas es-pañolas, en la Montaña Palentina también se han desarrollado ini-ciativas de recuperación del patri-monio minero ligado a actividades turísticas-culturales. Es, quizás, el Centro de Interpretación de la Minería de Barruelo de Santullán, la actuación más conocida, sin embargo, también se han llevado a cabo otras tales como el Ciclo-raíl o el Mirador de la Estrellas de San Cebrián de Mudá, objeto de estudio de caso de este artículo.

Figura 4. Evolución de la población de la Montaña Palentina y del número de explotaciones de carbón en Palencia (1994-2005)

/ FUENTE: ESTADÍSTICAS MINERAS (MINISTERIO DE INDUSTRIA, TURISMO Y COMERCIO) Y SERIES HISTÓRICAS DE POBLACIÓN

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separan las poblaciones de Ba-rruelo de Santullán y Quintanilla de las Torres.

Resulta especialmente inte-resante el papel desempeñado por las administraciones públi-cas en este proceso. Mientras que la Junta de Castilla y León ha financiado, con cargo al Plan 1998-2005 de la Minería del car-bón y Desarrollo alternativo de las comarcas mineras, la recu-peración de la antigua vía férrea y la rehabilitación de la antigua locomotora que será llevada a cabo por el CEHF, la Diputación de Palencia ha asumido los gas-tos del traslado de ésta última a nuestro país. Por su parte, el Ayuntamiento de Barruelo ha ce-dido los derechos de explotación turística a la empresa privada CEHFE.

El Ciclo-raíl El Ciclo-raíl fue un producto

turístico innovador diseñado por el grupo de acción local ADE-MPA dentro del marco de los programas de desarrollo rural europeos Leader I (1991-1994) y Leader II (1995-1999). Con la puesta en marcha del Ciclo-raíl se abrieron las puertas a la reutilización de las vías del ferrocarril abandonadas que se ubican en la Montaña Palentina vinculadas al transporte del mi-neral de carbón. De esta mane-ra ADEMPA intentaba recuperar el patrimonio ferroviario de la Montaña Palentina como recur-so turístico y cultural. El coste total de esta iniciativa alcanzó los 50.000 ECUS financiados con fondos europeos y por el pro-grama FUTURES del Ministerio de Turismo. En 1997 se puso en funcionamiento un recorrido de 12 kilómetros aprovechando los restos del antiguo trazado ferro-viario entre Mudá y Salinas de Pisuerga que fue comercializado por una empresa privada que obtuvo los derechos de explo-tación turística tras concurrir al concurso de licitación. Lamen-tablemente, en el año de 2008 se suspendió la actividad tras el robo de treinta metros de raíl.

3. El caso de San Cebrián de Mudá: la reconfiguración de un municipio minero20

Aparte del Centro de Interpre-tación de la Minería y el Ciclo-raíl, el Mirador de las Estrellas (Figura 7) es la tercera iniciativa que se puede visitar en la Montaña Pa-lentina. Esta última actuación se encuentra integrada en una estra-tegia global de desarrollo endóge-no basado en el aprovechamiento turístico de los recursos del mu-nicipio de San Cebrián de Mudá. De esta manera, se intenta ofrecer nuevas oportunidades de desarro-llo económico y social a un muni-cipio que se ha visto muy afectado por el cierre de las minas.

3.1 La recuperación del patrimonio minero de San Cebrián de Mudá: una estrategia de desarrollo endógeno

El Mirador de las Estrellas es un original observatorio as-tronómico que se ha ubicado en un antiguo silo de carbón reha-bilitado por el Ayuntamiento con fondos procedentes del Leader + “País Románico”. El edificio, es-tructurado en cuatro plantas, se ha equipado con tres telescopios, una cúpula galáctica de 2,40 me-tros de diámetro, un proyector de mano, un batiscafo autonó-mico y un reloj de sol gigante.

Inaugurado en el año 2006, en la actualidad, se pueden realizar dos tipos de visitas, una diurna, dedicada a la observación del Sistema Solar; y, una nocturna, enfocada a dos sesiones de ob-servación, una de luna nueva y otra de luna llena21.

Esta iniciativa de recupera-ción del patrimonio minero22 se integra dentro del Plan de Dina-mización de los Valles de Mudá y Vergaño, una estrategia munici-pal de carácter global centrada en la creación de una oferta de ocio y turismo aprovechando de una manera sostenible los recur-sos naturales y culturales de la zona. Se trata de una herramienta destinada a la dinamización de un territorio que se ha visto grave-mente desestructurado por la pa-ralización de la actividad minera. Todas las acciones previstas en este plan (oferta turística, servi-cios, gestión, etc.) se enmarcan dentro del Parque de Ocio “Mundo Miner”, un “parque temático ru-ral” que concentrará la oferta y los servicios turísticos y actuará como una plataforma de gestión.

Dentro del Parque de Ocio “Mundo Miner”, varias son las iniciativas que se plantean centra-das en la recuperación y puesta en valor del patrimonio minero. Aparte del ya mencionado Mirador de las Estrellas, única actuación

Figura 5. Estado actual del Pozo Calero (Barruelo de Santullán)

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llevada a cabo hasta el momento, se han planteado diferentes accio-nes que serán ejecutadas en fun-ción de la disponibilidad económi-ca existente. Entre las actuaciones que se plantean se destacan las siguientes:

- Mina visitable: viaje al cen-tro de la tierra. Acondiciona-miento de una mina real para su visita turística.

- Vía Verde La Chocolatera. Rehabilitación del ferrocarril entre las Minas de San Ce-brián de Mudá y Cillamayor como vía verde.

- Senda de la Mina. Adaptación como itinerario turístico del antiguo camino entre el Va-lle de Castillería y el Valle de Vergaño utilizado para tras-ladar el carbón de cok hasta el Canal de Castilla (Alar del Rey).

- Viajes a todo tren. Recupe-ración integral del Ferroca-rril de San Cebrián de Mudá-Salinas de Pisuerga para su explotación como ciclo-raíl, ciclodresina y zorrilla.

3.2 La falta de capital humano y económico

Uno de los aspectos más in-teresantes de este plan es que es concebido como un medio para hacer frente a la despoblación mediante la implantación de un modelo de desarrollo endógeno. Sin embargo, es precisamente la crisis demográfica uno de los principales problemas a los que tiene que hacer frente el munici-pio de San Cebrián de Mudá. La falta de capital humano y, por lo tanto, de emprendedores, dificulta enormemente la puesta en mar-cha de cualquier tipo de iniciativa destinada a dinamizar la zona.

Tal y como se puede observar en la Figura 8 los datos son bas-tante preocupantes ya que se ha producido una disminución de la población entre 1950 y 2007 del 84,7%. Esta reducción se corres-ponde plenamente con la evolu-ción de la producción minera, lo que muestra el grado de depen-dencia que el municipio ha man-tenido hacia esta actividad econó-

mica. En 1950, máximo periodo de esplendor de la minería carbón, San Cebrián de Mudá contaba con 1.035 habitantes; en 1991, tras el cierre de las minas, la población se había reducido un 76,32% (245 habitantes); el porcentaje ha con-tinuado disminuyendo respecto a 1950 y en el año 2007 se situaba ya en el 84,7% (158 habitantes). Otro de los aspectos derivado de la crisis demográfica es el enveje-cimiento de la población. Entre los años 1991 y 2007 ha disminuido un 80,76% el grupo de edad de >16 años a favor del incremento de los grupos de edad de 16-65 años y <de 65 años (Figura 9). Como dato significativo hay que señalar que, la falta de generaciones jóvenes no sólo pone en claro riesgo el re-levo generacional y, por lo tanto, la subsistencia del propio munici-pio, sino que también dificulta la promoción de nuevas actividades económicas.

Aparte de la falta de capital humano, hay que destacar que San Cebrián de Mudá tiene que hacer frente a un problema de recursos económicos. Aunque se propone un desarrollo endógeno, el dinero exógeno es necesario. El municipio cuenta tan sólo con 158 habitantes, y el Ayuntamiento no tiene pre-supuesto para hacer frente a un

proyecto turístico de las caracte-rísticas del Parque de Ocio “Mun-do Miner”. Las ayudas no siempre han estado disponibles y las ad-ministraciones tampoco han es-tado de acuerdo con las acciones planteadas lo que está retrasando considerablemente la puesta en marcha del mismo.

3.3 Los efectos del desarrollo turístico en el municipio de San Cebrián de Mudá

Por otro lado, la recuperación del patrimonio cultural, la dinami-zación turística del territorio gene-ra diferentes efectos más o menos visibles en función de los casos. La apuesta por un desarrollo en-dógeno como el que se propone en el Plan de Dinamización Turística de los Valles de Mudá y Vergaño se aproxima a planteamientos de crecimiento sostenible, hecho ex-tremadamente meritorio a pesar de que los resultados a corto pla-zo sean poco tangibles. Por el mo-mento, es difícil establecer des-de un punto de vista cuantitativo los efectos de la implantación del sector turístico en el municipio, tan sólo se puede mencionar que, entre 1999-2007, no sólo se man-tuvieron los dos empleos exis-tentes23 sino que además se creó uno nuevo24. Este hecho, aunque

Figura 6. Localización de iniciativas de recuperación del patrimonio minero ligado a la minería del carbón implantadas en España

/ FUENTE: ELABORACIÓN PROPIA

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ConclusionesEl cese de la actividad mine-

ra sumado al desarrollo de un concepto de patrimonio cultural mucho más amplio, que supera lo meramente estético, y a la de-manda de turismos alternativos ha influido positivamente en la recuperación del patrimonio mi-nero desde un punto de vista tu-rístico. De esta manera se están iniciando prácticamente en todo el país acciones destinadas a la protección y conservación de este tipo de elementos que, debido a su extremada fragilidad, se en-cuentran altamente deteriorados.

En algunos casos, como en la Montaña Palentina, donde la pa-ralización de la actividad minera-industrial ha afectado a algunos de los municipios que la configu-ran, como es el caso de San Ce-brián de Mudá, ha obligado a las administraciones competentes a diseñar estrategias de desarro-llo articuladas entorno a los re-cursos endógenos disponibles. El patrimonio en desuso derivado de las actividades extractivas se ha considerado como un elemento más a tener en cuenta llegando incluso a configurar “productos” que forman parte de la oferta tu-rística de la zona.

Sin embargo, este proceso de valorización turística del patri-monio minero no es, en absoluto, fácil. La crisis demográfica difi-culta la existencia de un capital humano que se implique y ponga en marcha iniciativas empren-dedoras y la falta de recursos económicos de los ayuntamien-tos, dependientes siempre de fi-nanciación exógena para proyec-tos tan costosos como supone normalmente la recuperación del patrimonio minero, son dos de los aspectos a los que se tiene que hacer frente.

Ante este contexto, no hay que ser negativos en absoluto. Las subvenciones suelen llegar en forma de fondos europeos, la dinamización turística, aunque muy lenta, se produce, y se de-tecta un interés por parte de la población local en seguir traba-jando al respecto.

un centro a partir del cual poder desarrollar actividades de ocio diversas ofertadas por el Parque de Ocio “Mundo Miner”. Siguiendo este mismo concepto de arraigo de la población, también se han pues-to en marcha diferentes talleres destacando especialmente el de guía turístico en el que se trata-ron aspectos relacionados con la educación ambiental, diseño de iti-nerarios, orientación o patrimonio cultural25.

Es de suponer que a medida que se vayan poniendo en mar-cha los proyectos contemplados en el Plan de Dinamización se in-crementen las empresas y el nú-mero de trabajadores ligados al sector turístico, se creen nuevas infraestructuras y se pongan en marcha actividades relacionadas con este sector.

parece insignificante es bastan-te relevante puesto que supone que un 6,9% de la población activa del municipio de San Cebrián de Mudá, que en el año 2007 alcanza-ba la cifra de 43 personas, trabaja en el sector turístico.

En lo que se refiere a la in-fraestructura turística, especial-mente, a la restauración y el alo-jamiento, hay que señalar que, por el momento, en el municipio se han abierto dos casas rurales y un albergue con 14 plazas. Des-de el ayuntamiento se fomenta un modelo de alojamiento rural en el que el propietario del mis-mo habite y gestione su empresa desde el propio municipio gene-rando, de esta manera, el arraigo de la población. De igual modo, el albergue no se concibe tan sólo como un alojamiento sino como

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Figura 8. Evolución de la población de San Cebrián de Mudá (1900-2007) / FUENTE: INE

la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, concentra diferentes políticas de actuación e inter-venciones en el campo de actuación del patrimonio histórico. 14 Diario Palentino (18-X-2008).15 VALENZUELA, Manuel, PALACIOS, An-tonio y HIDALGO, Carmen, “La valoriza-ción turística del patrimonio”, Cuadernos de Turismo, nº 22, 2008, p. 231-260.16 El mNACTEC ha desarrollado una es-tructura descentralizada compuesta por 25 museos especializados que, distribui-dos por toda la geografía catalana, per-miten conocer en profundidad el proceso de industrialización desarrollado en esta comunidad (http://www.mnactec.cat/sis-tema_museus.php).17 HORTELANO, Luis Alfonso y PLAZA, Juan Ignacio, ob. cit. p. 417-420.18 Ibidem, p. 421.19 Ibidem, p. 416.20 Me gustaría agradecer la entrevista realizada a Jesús González, alcalde de San Cebrián de Mudá, de la cual se han extraído algunas ideas para elaborar este documento.21 Aunque no hay estudios de público, se estima que el número de visitantes desde su inauguración en el año 2006 hasta el verano de 2007 asciende a 800 personas.22 El patrimonio minero-ferroviario ubi-cado en San Cebrián de Mudá pertene-cía a la compañía The San Cebrian Rai-lway & Collieries que se hizo cargo de la explotación de las minas de carbón de la zona a finales del siglo XIX. En la actualidad estos bienes son propiedad de la Tesorería General de la Seguridad Social del Ministerio de Trabajo y Asun-tos Sociales (Ibidem, p. 425). 23 Se ha tomado como referencia de em-pleo ligado al sector turístico aquel vin-culado con el comercio, el transporte y la hostelería.

Santibáñez de la Peña, Triollo, Velilla del Río Carrión y Villalba de Guardo.5 Ibidem, p. 22-25.6 JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN, La Mine-ría en Castilla y León, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2007, p. 101.7 Sistema de Contratación del Carbón Térmico (NSCCT), Plan de Reordenación del Sector el Carbón (1990-1993), Plan de Modernización, Racionalización, Re-estructuración y Reducción de Actividad de la Industria del Carbón (1994-1997), Plan 1998-2005 de la Minería del Carbón y Plan de Desarrollo Alternativo de las Comarcas Mineras; y, por último, el Plan Nacional de Reserva Estratégica del Car-bón 2006-2012.8 SÁNCHEZ MELADO, Jesús, La rees-tructuración de la minería del carbón (1986-2005) con especial referencia a la empresa privada de la hulla y la antraci-ta, Valladolid, Fundación Eugras, 2002.9 BARRADO, Diego, HIDALGO, Carmen y PALACIOS, Antonio, “Despoblación y en-vejecimiento en las zonas mineras ¿Es el turismo una solución? Casos de Ríotinto (Huelva) y La Pernía-Barruelo (Palencia)” XI Congreso de la Población Española, León, 18-20 de septiembre, 2008. 10 Reserva de bisontes europeos (Mudá y San Cebrían de Mudá), centro hidro-termal (Guardo), circuitos de bicicleta de montaña (Velilla del Río Carrión) y la ampliación, rehabilitación y adecuación de las instalaciones del actual camping municipal (Cervera de Pisuerga).11 HORTELANO, Luis Alfonso y PLAZA, Juan Ignacio, “Valoración de algunas propuestas de desarrollo en la Montaña Palentina a partir de la promoción de ini-ciativas turísticas vinculadas al patrimo-nio minero”, PITTM, nº 75, 2004, p. 417.12 IPHE, “El Plan del Patrimonio Indus-trial”, Bienes Culturales, nº 7, 2007.13 El Plan Pahis, diseñado por la Direc-ción General del Patrimonio Cultural de

> NOTAS* El presente texto se incardina en el pro-yecto de investigación “Puesta en valor sostenible de las estructuras territoriales para el turismo y el ocio de las socieda-des urbanas. Un nuevo modelo de articu-lación urbano-rural (TERRITURAL)” del Plan Nacional de I+D+i (2004-2007) del Ministerio de Educación y Ciencia (Re-ferencia SEJ 2005-05586. Investigador principal Manuel Valenzuela Rubio. De-partamento de Geografía, Universidad Autónoma de Madrid. **Becaria del programa estatal “Turismo de España” de la Secretaria General de Turismo. Tesis en elaboración dentro del programa de doctorado “Territorio, Medio Ambiente y Sociedad” del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid. 1 Varios son los investigadores que han tratado el ámbito territorial de la Monta-ña Palentina desde puntos de vista dife-rentes, tal es el caso de Carmen Delga-do Viñas y Carmen Gil de Arribas, de la Universidad de Cantabria; Luis Alfonso Hortelano Mínguez y Juan Ignacio Pla-za Gutiérrez, de la Universidad de Sala-manca; Milagros Alario Trigueros, de la Universidad de Valladolid; o Maria Isabel Aguña Aguerri. Muchos de sus artículos han sido tomados como referencia en el presente documento.2 ALARIO TRIGUEROS, Milagros, “La Montaña Palentina: entre la crisis y la multifuncionalidad”, Revista Medio ambiente en Castilla y León, nº 5, p. 123-125.3 Ibidem, p. 20.4 Aguilar de Campoo, Barruelo de Santu-llán, Berzosilla, Brañosera, Castrejón de la Peña, Cervera de Pisuerga, Dehesa de Montejo, Fresno del Río, Guardo, Manti-nos, Mudá, La Pernía, Polentinos, Pomar del Valdivia, Respenda de la Peña, Sali-nas de Pisuerga, San Cebrián de Mudá,

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Figura 9. Evolución por grupos de población en San Cebrián de Mudá (1991-2007) / FUENTE: INE

24 Datos procedentes del Ministerio de Trabajo e Inmigración. 25 Palencia Rural (21-II-2006).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICASALARIO TRIGUEROS, Milagros,

La Montaña Palentina: entre la crisis y la multifuncionalidad”, Revista Medio ambiente en Castilla y León, nº 5, p. 123-136.

BARRADO, Diego, HIDALGO, Carmen y PALACIOS, Antonio, “Despoblación y en-vejecimiento en las zonas mineras ¿Es el

turismo una solución? Casos de Ríotinto (Huelva) y La Pernía-Barruelo (Palencia)” XI Congreso de la Población Española, León, 18-20 de septiembre, 2008.

HORTELANO, Luis Alfonso y PLA-ZA, Juan Ignacio, “Valoración de algunas propuestas de desarrollo en la Montaña Palentina a partir de la promoción de iniciativas turísticas vinculadas al patri-monio minero”, PITTM, nº 75, 2004, p. 413-433.

IPHE, “El Plan del Patrimonio Indus-trial”, Bienes Culturales, nº 7, 2007.

JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN, La Minería en Castilla y León, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2007.

SÁNCHEZ MELADO, Jesús, La re-estructuración de la minería del carbón (1986-2005) con especial referencia a la empresa privada de la hulla y la an-tracita, Valladolid, Fundación Eugras, 2002.

VALENZUELA, Manuel, PALACIOS, Antonio e HIDALGO, Carmen., “La valori-zación turística del patrimonio”, Cuader-nos de Turismo, nº 22, 2008, p. 231-260.

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Años 60. FranciaEl mundo se empieza a dar

cuenta de la importancia de la velocidad en las comunicaciones. La aviación está en pleno auge y las aeronaves son cada vez más grandes y veloces. Por otro lado, las redes de ferrocarril de las grandes ciudades se refuerzan espectacularmente para dar ser-vicio a los suburbios que las sur-ten de trabajadores.

Pero hay un tipo de viaje para el que la sociedad no está aún bien equipada: la media dis-tancia. Los aviones no son una buena opción para trayectos in-feriores a 500 kilómetros y la ve-locidad máxima de los trenes de la época no supera los 140 Km/h.

Aquí comienza la apasionan-te historia de un medio de trans-porte adelantado a su tiempo y que nos ayudará a conocer al que en su momento la prensa bautizó como “El tren del año 2000”.

El inventorJean Bertin era un promete-

dor ingeniero que antes de cum-plir los 30 años ya ocupaba el puesto de director técnico en la prestigiosa SNECMA (Sociedad Nacional de Estudios y de Cons-trucción de Motores de Aviación).

Durante esa etapa Bertin es responsable de un buen nú-mero de inventos, entre los que destaca el Inversor de Potencia, presente hoy en día en todos los aviones a reacción del mundo.

Admirado por el dinamismo y la creatividad de los emprendedo-res norteamericanos, en 1955 abandona la SNECMA y un año más tarde funda su propia em-presa: Bertin & Cie. A lo largo de 20 años, Bertin y su equipo desarrollarán una tecnología vanguardista que habría supues-to un enorme avance en las co-municaciones terrestres tanto francesas como mundiales. John Volpe, Secretario de Transportes americano (cargo similar a nues-tro Ministro de Fomento) llegó a asegurar que “con este invento Francia se adelanta tres años al resto de los países”.

Jean Bertin, nacido en Dru-yes-les-Belles-Fontaines en

1917, casado y padre de cinco niños, no dejaba de repetir en su modestia que él no era el inventor del Aerotrén: “Es un trabajo de equipo. Los descu-brimientos de nuestro tiempo no pueden hacerse más que en equipo. Ya no hay invento-res solitarios.” Pero la escép-tica sociedad y los interesados políticos condenaron al olvido dos décadas de investigaciones, ensayos y esfuerzos.

Un cáncer acaba con la vida del ingeniero el 21 de diciem-bre de 1975, apenas unos meses después de que la inauguración de la Línea de Alta Velocidad Pa-rís – Lyon diera el golpe de gra-cia al Aerotrén.

El aerotrén (l’aérotrain)

TOMÁS RUIZ BARRIOAutor de “Esperando al tren”

Vista general del aerotrén.

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El 5 de septiembre de 2008 Jean Bertin habría cumplido 91 años. A él está dedicado este re-portaje.

El desarrolloEn 1957, mientras investiga

unos silenciadores para aviación, Louis Duthion, ingeniero de la recién creada empresa, re-des-cubre por casualidad el llama-do “Efecto suelo”, cuyo principio dice que cuando se inyecta aire a presión bajo una superficie, ésta se elevará sensiblemente, pu-diendo ser manejada con gran facilidad dada la ausencia de ro-zamiento. La Société Bertin rá-pidamente se plantea las posibi-lidades de dicho fenómeno físico aplicadas al transporte.

En 1958 Bertin es informado de que un inglés llamado Cocke-rell acaba de patentar un vehícu-lo anfibio utilizando la nueva tec-nología. Ambos habían investiga-do simultáneamente aunque el británico se le había adelantado.

El equipo francés se centra ahora en los transportes terres-tres, presentando en 1962 un prototipo de aerodeslizador para las Fuerzas Armadas al que se bautizó como Terraplane BC4. Éste era capaz de desplazarse sobre suelos irregulares gracias a las llamadas “faldas soplan-tes”, consistentes en una serie de cilindros flexibles que permi-ten franquear obstáculos. Pero en Bertin & Cie se dan cuenta de que en un suelo perfectamente plano se podrían alcanzar gran-des velocidades elevando el vehí-culo apenas 5 milímetros.

Un año después se construyó una maqueta de 1,25 metros de largo y 0,25 de ancho que se des-lizaba suavemente por una vía de 20 metros de longitud. Se impul-saba con un motor eléctrico y la sustentación la proporcionaban dos botellas de aire comprimido. Había nacido el Aerotrén.

Jean Bertin definía así su in-vento: “Un vehículo deslizante y

no rodante, guiado sobre una vía propia y propulsado por un medio que puede utilizar el aire (como un avión) o la propia vía”.

El peculiar sistema de sus-tentación del “cojín de aire” evita todo contacto con la estructura, lo que elimina el desgaste y lo más importante: el rozamiento que consume una gran cantidad de energía.

Aunque el Aerotrén consiguió enormes velocidades, se deter-minó que resultaría económica-mente razonable si no se reba-saban los 350 Km/h. El motivo es que para pasar de 200 Km/h a 400 es necesario cuadruplicar el empuje para vencer a la resis-tencia del aire y disponer de una potencia ocho veces superior.

La víaEl concepto de Aerotrén se

diferencia de los aerodeslizado-res en que incluye un sistema de guiado, consistente una infra-estructura compuesta de piezas

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de hormigón prefabricadas con forma de “T” invertida.

Para la construcción de la primera vía de ensayos se apro-vechó la explanación del ferro-carril abandonado París – Or-léans vía Gallardon, por lo que toda la estructura se sitúa a ras de suelo. La segunda, sin em-bargo, descansa sobre pilares de hormigón a una altura mínima de 5 metros, lo que suponía im-portantes ventajas que veremos más adelante.

Cada una de las piezas tie-ne una longitud de 20 metros y están ensambladas formando tramos monobloques de 120 me-tros. La anchura total es de 3,40 metros y la altura del carril de guiado de 0,90.

Para su transporte fue ne-cesario traer de Argelia unos remolques especiales con seis ruedas motrices, normalmente utilizados para llevar secciones de oleoducto. Y para colocarlos se usaron dos enormes grúas de 30 toneladas.

Aún a pesar de ser un mon-taje relativamente sencillo, la inoportuna rotura de una de las fijaciones estuvo a punto de causar una tragedia. Las bases de los extremos y las estaciones intermedias contaban con raí-les escamoteables que permitían dar la vuelta al tren o cambiar de prototipo fácil y rápidamente. Gracias al “cojín de aire” los ve-hículos se podían girar o retirar sin mucho esfuerzo por sólo dos o tres personas

Ventajas e inconvenientes del aerotrénVENTAJAS

El “cojín de aire” ejercía una mínima presión sobre la infra-estructura, evitando así el des-gaste, todo lo contrario que el ferrocarril convencional. Esto ahorraba importantes costes de mantenimiento y sustitución.

Precisamente esa ligereza permitió la construcción de vías en altura, que además de utilizar mucho menos suelo y no suponer una barrera, impedía la presen-cia de obstáculos en el trazado.

Plano de alzado, planta y perfil del I80-250

El Aerotrén era menos rui-doso que los trenes convencio-nales aún a pesar del uso de tur-binas o reactores. Las pruebas realizadas demostraron que el I-80 HV (último prototipo que se construyó) emitía el mismo nivel de decibelios a 350 Km/h que un expreso de la SNCF a 180.

La ausencia de rozamiento evitaba, además, las vibraciones. El viajero, por lo tanto, no notaba sacudidas u oscilaciones. Era lo

más parecido a viajar en avión pero sin abandonar la seguridad del suelo.

El descarrilamiento resul-taba imposible dada la forma de la vía. En caso de avería en la sustentación, el vehículo descan-saría sobre la estructura gracias a unos patines de seguridad.

En cuanto a las distancias de frenado de emergencia, la revis-ta francesa Revue des Chemins de Fer publicó en 1973 que un

Aerotrén en acción

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Trabajos de mantenimiento del Aérotrain Expérimental 01 en su base de Gometz. El motor aparece desmontado

pujones a la maqueta que, ante la ausencia de fricción, recorría con elegancia más de diez metros de pista.

Después de múltiples reunio-nes, la SNCF se desmarcó del proyecto y Bertin se vio obligado a buscar nuevas fuentes de finan-ciación. Sorprendido descubrió que el Ministerio de Transportes carecía de un sistema créditos para la investigación. Afortunada-mente la Delegación de Desarro-llo Territorial a través de sus fon-dos FIAT aportó parte del dinero necesario para la construcción de la primera vía de ensayos.

Para la gestión del inminen-te proyecto se crea la Société de l’Aérotrain, filial de Bertin & Cie y participada por empresas como Grands Travaux de Marsei-lle (constructora), Turbo-Méca (motores y turbinas), Merlin Gérin (motores eléctricos) y las cons-tructoras aeronáuticas SECA y UTA. La simplicidad del Aerotrén y su infraestructura se plasmó muy bien en el logotipo de la com-pañía, consistente en una “A” ma-yúscula sobre una “T” invertida.

altura mínima la hacen visible desde muchos puntos. Aunque lo hemos añadido a “inconvenien-tes”, en su defensa diremos que la catenaria del ferrocarril o las torres de alta tensión no son mu-cho más bonitas.

Bertin contra los elementosLa desigual batalla que hubo

de librar el ingeniero contra los poderes políticos e industriales de la Francia de los 70 hacen aún más admirables los logros con-seguidos.

Años antes, en 1963, Bertin presentó su maqueta a la SNCF (Sociedad Nacional de Caminos de Hierro) y a la RATP (Gerencia Autónoma de Transportes de Pa-rís). Mientras que la empresa de ferrocarriles mostró cierto inte-rés en el proyecto, el gestor del transporte urbano anunció desde un principio que no cambiaría el modelo “rueda-raíl”.

Cuenta la prensa de la épo-ca que en la ceremonia de pre-sentación celebrada en un hotel parisino, el Primer Ministro galo se divertía dando pequeños em-

TGV (en pruebas) a 240 Km/h ne-cesita 2300 metros para detener-se por completo, mientras que al Aerotrén a 250 Km/h le bastan 900 metros.

INCONVENIENTESLa vía era incompatible con

los ferrocarriles convencionales: o se construían una serie de nue-vas líneas con sus bases y esta-ciones o se obligaba a los viajeros a hacer incómodos transbordos a la hora de entrar y salir de las ciudades.

En los 70 se produjo la pri-mera crisis del petróleo, hacien-do muy costosas las operaciones. La propulsión eléctrica impuesta por el Gobierno francés aún no estaba a punto.

Culturalmente, la simplicidad del “efecto suelo” en el que se basó el Aerotrén alimentó las re-ticencias de la gente, más acos-tumbrada a grandes investigacio-nes e inversiones.

Los detractores del Aerotrén siempre han argumentado que la vía elevada rompe la estética del paisaje, pues los 5 metros de

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Las primeras pruebas en Go-metz y sus inmediatos progresos despertaron el interés de Edgar Pisani, Ministro de Transportes. Se decidió construir un enlace de 86 kilómetros entre Lyon y Grenoble de cara a los Juegos Olímpicos de Invierno, que se ce-lebrarían en 1968 en la ciudad alpina. Desgraciadamente la bu-rocracia retardó tanto la decisión gubernamental que cuando se dio el visto bueno definitivo ya no había tiempo para tener lista la línea antes de la cita deportiva, por lo que se suspendió el pro-yecto.

Hasta 18 países muestran su interés por el nuevo invento. En-tre ellos destaca el proyecto de la estadounidense Rohr Indus-tries, que desarrolló un proto-tipo eléctrico con el apoyo de la UMTA, gestora norteamericana del transporte colectivo.

Se construyo una línea de pruebas en Pueblo (Colorado) en la que el prototipo alcanzó velo-cidades de 230 Km/h aún a pesar de la poca longitud del raíl. Un inesperado cambio en la política de la UMTA condenó al olvido al Aerotrén americano.

De vuelta a Francia, gracias al apoyo del Presidente Georges Pompidou se propone la cons-trucción del enlace París – Cer-gy Pontoise en marzo de 1971. Desgraciadamente para Bertin no resulta del todo convincente, pues el Aerotrén muestra sus mejores prestaciones a veloci-dades medias de 200 Km/h. Al final se solucionó prolongando la línea C del RER (el “cercanías” parisino).

El 21 de junio de 1974 por fin se firmó un contrato con el Gobierno para llevar a cabo la construcción de los enlaces en-tre París y los dos aeropuertos de la ciudad: Orly y Roissy.

Los modelos de aerotrén (1964 – 1969)

- 1965 – l’aérotrain expéri-mental 01 (escala 1:2, 6 plazas)

Para la primera serie de en-sayos se optó por la construcción de un prototipo a escala pero

completamente operativo. Medía 10 metros de largo, pesaba 2,6 toneladas y podía transportar a cuatro pasajeros además de a los dos miembros de la tripula-ción. Para la propulsión utilizaba un motor de aviación de 260 CV que movía una hélice de tres pa-las reversibles. La sustentación se lograba mediante dos com-presores Renault Gordini de 50 CV cada uno, que elevaban el ve-hículo entre 2 y 3 milímetros.

Cuentan las crónicas perio-dísticas que una vez levantado del suelo, un simple empujón con la mano servía para despla-zar el Aerotrén. En su presenta-ción oficial, el 21 de febrero de 1966, alcanzó una velocidad de 100 Km/h. Un par de días des-pués ya superaba los 200.

- 1967 – l’aérotrain expéri-mental 02 (2 plazas)

Con una estética a caballo entre un coche y un avión militar, este pequeño prototipo equipado con un reactor JT12 de Pratt & Witney logro la increíble marca de 422 Km/h en enero del 69. Fue construido en Le Bourget por la empresa SECA y simple-mente fue un apoyo al 01 para los ensayos a altas velocidades.

- 1969 – le tridim (4 plazas)Al más puro estilo de las pe-

lículas de James Bond, este cu-rioso vehículo consistía en una pequeña cabina automática con capacidad para cuatro pasajeros. Para sustentarse contaba con dos compresores y para impul-sarse tenía un pequeño motor eléctrico alimentado por dos raí-les metálicos situados al lado de la vía. Una rueda dentada; único contacto con el carril; le permitía ascender y descender pendientes sin problema.

Se diseñó para trayectos in-ternos dentro de grandes fac-torías y la vía experimental fue construida en el centro que la EDF (Electricidad de Francia) tie-ne en Renardières.

Recorrido (línea de Gometz)A finales de 1965, y gracias

al apoyo de la Delegación de De-sarrollo Territorial, comenzaron las obras de un trazado de 6,7 kilómetros entre los pueblos de Gometz la Ville y Limours, dán-dose la curiosa circunstancia de que cuando el Aérotrain Expéri-mental 01 estaba listo para fun-cionar solamente se había com-pletado el primer kilómetro del recorrido.

Fue el 21 de febrero del año siguiente cuando se presen-tó tanto la vía de ensayos como

La línea de Chevilly discurre entre los campos de labranza. Al contrario que una carretera o una vía de ferrocarril, el Aerotrén no divide las fincas

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El I80 en su versión HV (Haute Vitesse). En el techo se montó un reactor de avión y en su parte posterior un silenciador que reducía el ruido hasta los niveles de un tren convencional

el vehículo. Lo novedoso de la propuesta atrajo a multitudes a la zona de pruebas, desde mi-nistros y periodistas hasta sim-ples curiosos. Todos observaban maravillados al que iba a ser “el tren del futuro.”

Las oficinas e instalaciones de Gometz fueron demolidas en junio de 1993. La circunvalación del pueblo pasa ahora por allí. La vía ha sido levantada en algunos puntos para hacer carreteras, un estadio de fútbol e incluso, como en este caso, por particulares para no tener que dar rodeos. Es difícil encontrar el resto de la línea, oculta hoy en día por el musgo y la vegetación.

El final del sueñoEl 17 de julio de 1974 se

decide suspender el proyecto. Sólo habían pasado unas sema-nas desde la firma del contrato cuando el nuevo gobierno presi-dido por Valéry Giscard D’Estaing pensó que el nuevo vehículo no era económicamente viable, que no sería una solución para el transporte suburbano y, ante todo, que era “demasiado mo-derno”.

El Ejecutivo se desmarcó del Aerotrén alegando hipócritamen-te que “se había sacrificado a la política de austeridad”. Curiosa-mente pocos meses después, el Presidente de la República anun-ciaba a bombo y platillo el inicio de las obras del tren de alta ve-locidad París – Lyon. A modo de anécdota podemos señalar que la mujer de Giscard D’Estaing era nieta del más importan-te metalúrgico francés, Eugène Schneider. La empresa de la que era dueño contribuyó notable-mente en la campaña electoral. Y casualmente el imperio Schnei-der era el encargado de construir los puentes de la catenaria... del TGV. Y para entender mejor por qué Creusot, un pequeño pueblo de 26000 habitantes, tiene una estación del TGV, diremos que allí estaba la sede de la Schnei-der y que Eugène fue su alcalde.

Tras la muerte de Bertin en 1975, la Société de l’Aérotrain

continuó investigando un par de años más, pero sin el apoyo gu-bernamental la empresa resul-taba casi imposible. El Aerotrén hará su último viaje el 27 de di-ciembre de 1977. Los diferentes modelos habían recorrido de-cenas de miles de kilómetros y transportado con éxito a más de 15.000 personas.

El reconocimientoHubieron de pasar casi 30

años para que el pueblo que vie-ra los primeros ensayos del Ae-rotrén rindiera el merecido ho-menaje a Bertin y su equipo. En 1994 se encargó al artista Geor-ges Saulterre una monumental escultura que ornamentase la primera de las dos rotondas que

estaban construyéndose en Go-metz. La obra, que representa al Aérotrain Expérimental 01, mide casi 3 metros de largo y su altura alcanza los 5.

Paralelamente, en la rotonda construida sobre el antiguo empla-zamiento de la base de Gometz, se colocaron varios elementos de la vía y una placa conmemorativa que recuerda la fantástica aventura. Su nombre, “Rotonda del Ingeniero Jean Bertin”.

A pesar del fracaso del Aero-trén y de haber invertido grandes sumas de dinero, la compañía fundada en 1956 por Jean Ber-tin siguió adelante. Bertin Tech-nologies es hoy una prestigiosa firma de ingeniería que emplea aproximadamente a 500 perso-

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nas. Irónicamente, uno de sus principales clientes es... el Esta-do Francés.

El fenómeno del “cojín de aire” tampoco ha sido olvidado. Actualmente se utiliza en luga-res tan diferentes como la pla-taforma de lanzamiento de los cohetes Ariane en Kourou o en el sistema de desplazamiento de las tribunas del Stade de France en París.

Los modelos de aerotrén (1969 – 1977)

- 1969 – l’aérotrain suburbain s44 (44 plazas)Se diseñó este modelo para

facilitar las conexiones desde el centro de las ciudades hasta los aeropuertos y otros trayectos suburbanos. Se propulsaba con un motor eléctrico fabricado por Merlin-Gérin que se alimentaba

mediante dos raíles de aleación de aluminio situados junto a la vía y que suministraban una co-rriente continua de 1500 voltios.

El tramo de ensayos tenía una longitud de 3 kilómetros y transcurría paralelo a la línea de Gometz. Hoy no queda más que la tela asfáltica que servía de base, pues fue desmantelado al poco tiempo de suspenderse el programa. Podía alcanzar ve-locidades de 200 Km/h, siendo la de crucero de 170.

- 1969 – l’aérotrain i-80 “or-léans” (80 plazas)El prototipo “Orléans” era un

modelo completamente funcio-nal y de haber prosperado el pro-yecto seguramente se habrían decantado por un diseño similar para su uso comercial. Se cons-truyó en duraluminio (una alea-ción ligera) y fue presentado ofi-cialmente el 7 de julio de 1969 en el aeropuerto de Le Bourget.

Sus dimensiones eran de 25,6 metros de largo, 3,2 metros y 3,3 metros de altura, teniendo una capacidad para 80 pasajeros, la tripulación y hasta 1700 kilos de carga. Pesaba 20 toneladas y contaba con una hélice carena-da de siete palas de 2,30 metros de diámetro. Ésta era impulsaba por dos turbinas gemelas Turmo III E3 fabricadas por Turbo-Méca con una potencia de 1500 CV cada una.

La sustentación, que lo man-tenía tres milímetros por enci-ma del raíl, era proporcionada por doce compresores Turmas-tazou 14, seis para el soporte y seis para el guiado. Podía alcan-zar unas velocidades de crucero y punta de 250 y 300 Km/h respec-tivamente.

El frenado normal se hacía mediante la inversión de la héli-ce, mientras que el de emergen-cia se haría mediante un freno de fricción en el carril central o desplegando los paracaídas alo-jados en la parte trasera.

El 7 de marzo de 1970 La Poste emitió un sello dedicado al Aerotrén. En él se podían ver dos imágenes del I-80. Su valor, suponemos que no casual, 80

céntimos de Franco. Fue en 1973 cuando el vehículo regresó a los hangares de UTA en Le Bourget para ser dotado de una nueva propulsión.

- 1973 – l’aérotrain i-80 hv (80 plazas)

La evolución del modelo an-terior fue bautizada añadiendo a su nombre las letras HV, acróni-mo de “Haute Vitesse” (alta velo-cidad). Al “Orléans” se le retiró la hélice, que fue sustituida por un reactor JT 8 D7 de Pratt and Whitney equipado con un silen-ciador desarrollado por Bertin et Cie. Se añadieron también cuatro compresores Turmastazou 14 a los doce originales, haciendo aún más fiable la sustentación.

El conjunto pesa ahora 24 to-neladas (4 más que el I-80) pero la velocidad de crucero pasa a ser de 350 Km/h. Aunque la ve-locidad máxima se estimó en 400 Km/h, el 5 de marzo de 1974 el Aerotrén I-80 HV rompe el re-cord para un vehículo terrestre sobre carril al llegar a unos im-presionantes 430,4 Km/h.

Recorrido (línea de Chevilly)Por fin se obtuvo la finan-

ciación necesaria para construir una vía de ensayos de mayor longitud, pues los apenas 7 ki-lómetros de la línea de Gometz resultaban insuficientes para las pruebas a alta velocidad.

Los 18 kilómetros proyecta-dos fueron construidos por 120 obreros bajo las órdenes del in-geniero Boutaud entre las loca-lidades de Ruan y Saran. Una vez superada la fase de ensayos es-taba previsto que formaran parte de la primera línea de Aerotrén, que uniría París con Orléans. Su trazado discurre paralelo a la lí-nea ferroviaria.

A ambos extremos de la lí-nea están las bases de Ruan y Saran, que no eran más que sim-ples plataformas en las que se daba la vuelta al vehículo. Pero aproximadamente a mitad de ca-mino está la base de Chevilly, donde se guardaba el Aerotrén y estaban las oficinas de esta parte del recorrido.

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Los motores de los proto-tipos utilizaban combustible de aviación (JET-A 1) y era en la base central donde repostaban. Entre lo poco que se conserva está el surtidor. Con cierta difi-cultad se puede ver en sus cos-tados el logo de la petrolera ELF.

Después de un incendio, el hangar resultó un lugar muy pe-ligroso a causa de los desprendi-mientos, por lo que tuvo que de-molerse. Éste es el estado actual de la antigua estación. El elevado coste ha impedido que las bases y la vía hayan sido desmante-ladas. Cuando es inevitable se retiran sólo los elementos ne-

cesarios, como se puede ver en las obras de construcción de una autopista.

¿Qué ha sido de los aerotrenes?

Al terminar los ensayos, en el hangar de Gometz la Ville se guardaron los vehículos 01, 02, S44 y Tridim. Durante un tiempo se mantuvo la vigilancia, pero una vez que ésta desapareció las instalaciones fueron saqueadas.

La Société Bertin, viendo el mal estado de los prototipos, optó por trasladarlos a un hangar más pequeño y fácil de cerrar. Se le denominó cariñosamente “El

hall del Cojín de aire”. De este modo, los modelos pequeños se pudieron salvar.

El Aérotrain Expérimental 01 fue restaurado en 1989 para exponerlo con motivo de la cele-bración de los 20 años del pueblo de Cergy. Recuperó su aspecto original y tras la exposición fue guardado en la sede de Bertin Technologies en el pueblo de Plaisir.

El 02 y el Tridim permanecie-ron en el pequeño hangar hasta que, en pésimo estado, la com-pañía los llevó a su sede a princi-pios de los 90. Ambos fueros re-cuperados por la Association des

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Amis de Jean Bertin y el 02 ya ha sido completamente restaurado.

El S44, que hubo de que-darse en el hangar de Gometz a causa de su gran tamaño, conti-nuó deteriorándose hasta que la televisión gala emitió un progra-ma dedicado al Aerotrén. Pocos días más tarde el S44 apareció misteriosamente incendiado.

Se constituyó entonces una asociación con el fin de crear el Museo del Aerotrén, cuyo primer trabajo sería recuperar los ve-hículos. El S44 fue transportado a una nave cedida por el Ejér-cito en la cercana base militar de Bricy. Allí se comenzó la lim-pieza y la renovación estética, pero pocas semanas después el Ejército decidió repentinamente prohibir el acceso a la base a los miembros de la asociación.

Por otro lado, el I-80 había quedado guardado en el hangar

de la estación de Chevilly y, como el resto de modelos, fue poco a poco deteriorándose. Como este prototipo siempre fue propiedad del Estado, la asociación trató de obtener el permiso para trasla-darlo del Ministerio de Transpor-tes. Desgraciadamente, el I-80 fue completamente destruido por un incendio (cuyas circuns-tancias no se esclarecieron nun-ca) la madrugada del domingo 22 de marzo de 1992. De nuevo la ironía quiso que un par de días más tarde llegara a la asociación el permiso para su traslado.

Sin el S44 ni el I-80, la aso-ciación que pretendió rendir ho-menaje al esfuerzo de Bertin y su equipo mediante la construc-ción de un Museo del Aerotrén no tuvo más remedio que des-aparecer. Lo último que se supo del S44 es que, cuando el Ejérci-to abandonó la base de Bricy, lo

que quedaba de él fue comple-tamente destruido. Los restos calcinados del último Aerotrén fueron desguazados en febrero de 1997.

AgradecimientosEste reportaje ha sido posi-

ble gracias a las aportaciones de Pierre Bouillet y Pierre-Jean Asmus, autores de www.aero-train.net y de www.aerotrain.fr respectivamente, que nos han cedido su documentación, foto-grafías y vídeos. También hemos contado con la colaboración de Daphnée García.

Las imágenes de vehículos e infraestructuras antiguas per-tenecen a dichas páginas, sien-do de Esperando al tren (www.esperandoaltren.com) las que muestran el estado actual de las líneas.n

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Nuevas Tecnologías y Patrimonio Industrial. Tenería de Tomás Harguindey / JOSÉ MARTÍNEZ RUBIO

Este artículo se enmarca en el proyecto “Huella Industrial. Inventario del Patrimonio In-dustrial de la Comarca de las Sierras de Béjar y Francia”, de-sarrollado por Llámpara duran-te los años 2007 y 2008 en esta comarca salmantina. Esta ini-ciativa surgió con el apoyo del grupo de Acción local ASAM y fue financiado por fondos Lea-der + de la Unión Europea y por Bancaja. Su objetivo esencial ha sido preservar y fomentar la me-moria, conservación y puesta en valor del Patrimonio Industrial de esta zona, promoviendo así la creación de nuevas alternativas de desarrollo.

Durante este período de tiempo se llevó a cabo en un primer momento la recogida y análisis de datos de las dife-rentes fuentes bibliográficas y documentales detectadas para inventariar el Patrimonio Indus-trial de la zona con el objeto de identificar los datos más rele-vantes y definir los aspectos cla-ve (históricos, socio-culturales, antropológicos y arquitectóni-cos). Durante la segunda etapa del proyecto se ha desarrollado el trabajo de campo pertinente para la recogida de todos los da-tos e imágenes necesarias que permitan componer el inventario final1.

De manera paralela, y como acción piloto, se ha llevado a cabo junto al Laboratorio de Fo-togrametría Aplicada de la Es-

cuela de Arquitectura de la Uni-versidad de Valladolid el levan-tamiento digital de tres edificios, facilitando en ellos la propuesta de nuevos usos: la Tenería de Tomás Harguindey en Puerto de Béjar, la Fábrica de Luz “Electri-cista Candelariense” de Candela-rio, y la Almazara de San Esteban de la Sierra.

Todo ello ha sido acompaña-do por una acción transversal de comunicación, en la que destaca la edición de la publicación “Una mirada estética al Patrimonio In-dustrial de las Sierras de Béjar y Francia”, un DVD de difusión de los bienes destacados y la expo-sición de fotografías “La Máquina

del Tiempo” desarrollada en el Espacio Joven del Ayuntamiento de Valladolid.

Un breve adelantoEs necesario destacar un as-

pecto clave para poder compren-der la realidad del Patrimonio In-dustrial serrano relacionado con el presente proyecto. El inventa-rio realizado comprende la Co-marca de las Sierras de Béjar y Francia en su práctica totalidad, salvando dos excepciones: Béjar capital y Guijuelo. La primera de éstas dos ausencias se nos an-toja imprescindible para poder llevar a cabo un análisis comple-to del Patrimonio Industrial de la

Patrimonio industrial en la Comarca de las Sierras de Béjar y Francia PABLO SÁNCHEZ PÉREZ Y JOSÉ CARLOS NECHES Coordinador y Técnico de “Huella Industrial, Inventario del Patrimonio Industrial de la Comarca de las Sierras de Béjar y Francia"

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Comarca, ya que constituye un referente regional y nacional del Patrimonio Industrial textil junto con otras áreas de Cataluña.

Parece que el magnífico Patrimonio Industrial de Béjar puede eclipsar el de la Comar-ca, pero tras el extenso análisis hemos llegado a una conclusión contraria. La riqueza patrimonial del mencionado territorio con respecto a este tipo de bienes es amplia y diversa, y complementa en gran manera la de la capital.

Es complicado definir el Pa-trimonio Industrial de la Comar-ca con pocas palabras, aunque aventurándonos podríamos des-cribirlo con las siguientes: agua, aceite, madera, roca, uva y luz.

La Comarca de la Sierra de Béjar y Francia, a pesar de la aparente homogeneidad pai-sajística en cuanto a sus carac-terísticas orográficas, florísticas, climáticas y humanas, esconde una diversidad muy llamativa, definida si cabe por las singula-ridades climáticas de la Sierra de Francia que hacen de ella un enclave cuanto menos llamativo dentro de la variedad regional salmantina y castellano leonesa. Son precisamente estas particu-laridades climáticas las que han definido tradicionalmente unos sistemas de explotación y una ti-pología de cultivos agrícolas más típica de una zona mediterránea que continental.

Fiel reflejo de este contraste son la alta densidad de restos de almazaras, bodegas y alco-holeras en esta zona y su prác-tica inexistencia en el resto del ámbito de actuación. Sin duda que el Patrimonio Industrial en este caso es un claro indicador de los condicionantes y recursos naturales existentes en la zona y que esta riqueza natural ha deri-vado en innumerables formas de aprovechamiento.

Pero no solo en cuanto a la naturaleza de las mismas, tam-bién en cuanto a su densidad. La identificación y localización de 94 molinos hidráulicos es un claro exponente de la dispersión

Molino del Fraile en Calzada de Béjar / CÉSAR MARTÍN

riados, es debida a los propios materiales con los que fueron construidos. Se han localizado molinos de más de dos siglos de los cuales todavía se encuentran restos. La utilización de la pie-dra y el granito como elemento constructivo ha contribuido sin duda a la conservación de los mismos, particularidad extrapo-lable a otras tipologías de bienes como los hornos de cal, éstos mas expuestos a la acción del agua y el viento, pero de los que también se han localizado nume-rosas manifestaciones.

Sectores económicosPara la elaboración del In-

ventario final se ha llevado a cabo el vaciado de más de 100 publicaciones y la visita a 36 ar-chivos municipales. Se han visi-tado 84 localidades, documen-tando un total de 296 bienes, de los cuales 26 han sido conside-rados como “bienes clave” y 151 como “bienes en avanzado esta-do de degradación”.

En cuanto a la clasificación sectorial de los bienes encon-trados, el Patrimonio Industrial agroalimentario prevalece de forma notable frente al resto de las tipologías. Dentro de esta clasificación destacamos la pro-

Portada de libro huella industrial

secular de los núcleos de pobla-miento, derivado de las imposi-ciones orográficas. Así se entien-de que ante la importancia del molino para el consumo humano y animal surgiera prácticamente mínimo uno en cada localidad, puesto que en definitiva se tra-taba de un servicio de primera necesidad.

Por ultimo resaltar que una de las claves de la pervivencia de estos bienes y de la alta densidad de molinos hidráulicos inventa-

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ducción de harina y derivados aprovechando la fuerza del agua en la mayor parte de las oca-siones (94 molinos hidráulicos) o la energía eléctrica en otras (12 molinos eléctricos y 3 fábri-cas de harina), que asciende a un 64,88% del total del sector (con un total de 109 bienes). Destacan de manera importante la produc-ción de otros bienes para el con-sumo habitual: aceite obtenido de las 27 almazaras documen-tadas (16,07% del sector) y uva y aguardiente, producidos por las 11 bodegas y 5 alcoholeras que aún se mantienen en pie (9,52% del sector).

En segundo lugar, y aten-diendo a la división planteada, encontramos los bienes vincula-dos con la Construcción y Deri-vados, aunque con un porcentaje casi seis veces menor al sector planteado anteriormente (un 9,86% del total de los bienes). En este ámbito destacan por en-cima de todo la producción cal en numerosos hornos situados predominantemente en la Sierra de las Quilamas (10 bienes, un 34,48% del sector) y la obtención de piedra de gran calidad en las numerosas canteras dispersas por la Comarca, destacando el amplio complejo de Los Santos (16 canteras, un 55,17% del sec-tor).

En tercer lugar, y con seña-lada relevancia, encontramos los bienes vinculados a la producción y circulación de la energía. Las Fábricas de Luz dispersas por

la Comarca (12 bienes, un 48% del sector) y los transformadores eléctricos (10 bienes, un 40% del sector) fueron cruciales para la evolución y el desarrollo econó-mico del territorio a comienzos del siglo XX.

En cuarto lugar encontramos el sector de la minería. La zona, rica en minerales “preciosos” tal y como atestiguan los restos de minería romana en El Cabaco, destacó a mediados del pasado siglo por la masiva producción de Wolframio en diferentes loca-lidades, llevándolas a un rápido enriquecimiento y al agotamiento de algunos de los yacimientos.

Por último destacar, ya en quinto lugar, los bienes vincula-dos a la producción forestal. Las 12 serrerías dispersas en el te-rritorio muestran la importancia de este sector que aún mantiene industrias abiertas y en produc-ción.

Tipo de bienes e implantación en el territorio

El tipo de bien predominante es el Molino Hidráulico (31,97% del total de los bienes). La oro-grafía de la comarca obliga en las diferentes localidades al au-toabastecimiento y la auto-pro-ducción de bienes básicos como son la harina y el pienso. Prác-ticamente todas las localidades analizadas cuentan al menos con restos de algún molino, en mejor o peor estado. Se pueden asimis-mo contabilizar algunos molinos eléctricos fruto de la evolución y

mejora de las técnicas produc-tivas (12 bienes, un 4,08%). Sin embargo el desarrollo de la pro-ducción de harina no ha llevado a la creación de fábricas pro-ductoras como en otras áreas de la región (ejemplo de Tierra de Campos), siendo tan sólo 3 las fábricas de harina contabilizadas (1,02% del total).

Quizás como conjunto más significativo llama la atención el complejo de molinos de Nava-rredonda, ya que en algo menos de un kilómetro se localizan los restos de 10 molinos hidráulicos para el mismo curso de agua, anticipando formas moder-nas compartidas de propiedad, usufructo y optimizando hasta el límite el aprovechamiento del agua en un sistema de entrada y salida en cadena.

Tal y como se planteaba an-teriormente, las localidades en el entorno de la Sierra de Fran-cia cuentan con un microclima que les permite la plantación de olivos y la producción de aceite de alta calidad. De esta mane-ra en esta parte de la Comarca destaca de manera especial la industria incipiente relacionada con la producción de “oro líqui-do”. Las numerosas Almazaras (9,18% del total de los bienes) que aún se mantienen en pie y con buena parte de su maquina-ria en estado aceptable de con-servación atestiguan la impor-tancia de este producto para la zona. Durante la primera mitad del siglo XX muchos producto-

Horno de Cal en Rinconada de la Sierra / CÉSAR MARTÍN

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res locales de aceite decidieron crear cooperativas e invertir en maquinaria moderna que les permitiera aumentar la produc-ción y mejorar las condiciones de su aceite. Muchas de ellas han funcionado hasta hace pocos años (incluso alguna se mantiene en marcha como la de Garcibuey) y se conserva parte de la maqui-naria (destacando San Esteban de la Sierra y El Cerro).

De la misma manera, el te-rritorio serrano ha permitido a lo largo de los siglos el cultivo de la vid y la producción vino y deriva-dos (el aguardiente como princi-pal derivado). Al igual que las al-mazaras, y al margen de la pro-ducción de vino a nivel particular, fueron muchas las Bodegas Coo-perativas (3,74%) y Alcoholeras (1,70%) que se constituyeron a mediados del siglo XX. Dichas bodegas, dotadas con maquina-ria moderna y en algunos casos en buen estado de conservación (destacan Cepeda, Santibáñez de las Sierra y San Esteban de la Sierra), se encuentran en un momento importante, ya que las nuevas exigencias de producción e higiene obligan la modificación de numerosos elementos, lle-vando a muchas de ellas en los últimos años al cierre y el aban-dono, con el consiguiente peligro de sus elementos patrimoniales.

La Comarca de las Sierras de Béjar y Francia destaca asimis-mo por los bienes vinculados a la producción de energía (Fábricas de Luz, 4,08%) y a su distribución

(Transformadores Eléctricos, 3,40%). La mayor parte de dichas fábricas datan de los años 20 del siglo pasado, y algunas de ellas continúan en funcionamiento. Lo más destacable de estos bie-nes (al margen de la interesante tipología constructiva común a muchas de ellas y a la maqui-naria que pocas aún conservan) es su vinculación con el entorno natural en las que se circunscri-ben. La necesidad de establecer conexiones entre diferentes ti-pos de Patrimonio (en este caso el Industrial y el Natural) para fomentar el mantenimiento de parajes y paisajes humanos nos ha llevado a plantear como una de las medidas de acción futuras el establecimiento de rutas por diferentes fábricas de luz.

Localidades de importanciaSi hemos de destacar un

caso importante en la Comarca sin duda es necesario aludir al proceso industrializador de la lo-calidad serrana de Puerto de Bé-jar. Este importante desarrollo industrial surgió entorno a dos elementos esenciales: la puesta en marcha en el siglo XIX de di-ferentes tenerías en la localidad, destacando Harguindey como promotor principal, y la cons-trucción de la última estación de ferrocarril de la provincia antes de cruzar dirección Extremadu-ra.

En el casco urbano destacan las dos tenerías principales de la Comarca (Tenería de Arriba y Tenería de Abajo) y el molino ad-junto a la primera de ellas por su alto valor arquitectónico e his-tórico. El conjunto de industrias de Eusebio González (Serrería, Tonelería, Matadero,…) junto con otras fábricas destacadas, como la tenería de Tomás Harguindey, constituyen un núcleo industrial de importancia clave en el Barrio de la Estación.

De esta manera, podemos afirmar que Puerto de Béjar des-taca en cuanto a la calidad y la cantidad de Patrimonio Industrial que alberga (cabe reseñar que 5 de los 26 bienes propuestos como bienes a conservar per-tenecen a esta localidad), y se convierte en piedra angular de este tipo de Patrimonio en la Co-marca (junto a Béjar capital).

En nivel inferior podemos si-

Serrería en Los Santos / CÉSAR MARTÍN

Molino la Aceña en Bercimuelle / CÉSAR MARTÍN

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tuar a localidades como Cande-lario, Fuentes de Béjar o Puente del Congosto. Candelario, al al-bor del crecimiento de Béjar y aprovechando la cercanía con la capital, desarrolló una industria menor de abastacemiento (Fá-bricas de Luz), y de deslocaliza-ción de tareas del entorno del Nevazo (El Canalizo).

Puente del Congosto, como pequeña cabecera de Comarca y cruce de caminos, fue testigo de una actividad preindustrial e industrial no muy intensa pero constante a lo largo del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. Desde apartaderos de lanas y fá-bricas de paños, aprovechando el paso de la cañada, hasta la ins-talación de una Fábrica de Luz. Siempre con el río Tormes como elemento articulador.

Asimismo, parejo al creci-miento personal de la familia Garcia y Gascón en Fuentes de Béjar, se puede reseñar el rápido auge de esta localidad que llegó a tener a más de 200 empleados en su apartadero de lanas y fá-brica de curtidos.

Resaltar la gran concentra-ción de canteras, vigente en la actualidad, en el término Los Santos, que le dota al municipio de una estética muy particular y la gran profusión de Hornos de Cal en la comarca de La Calería

(Linares de Riofrío, Escurial, Rin-conada de la Sierra, etc.).

Por último, es necesario re-saltar la extracción de Wolframio en la Comarca. Se han documen-tado 5 bienes vinculados a esta actividad, destacando el impacto que produjo en la pequeña po-blación de El Cabaco. En 1940, esta localidad parecía en horas bajas por los efectos de la pos-guerra española. Tan sólo tres años después, con la apertura de la primera mina de Wolframio de la zona, pasó a convertirse en un

núcleo en auge. Este material, empleado para endurecer el ace-ro, vio acrecentada su demanda en esta época al ser muy solicita-do por los países beligerantes en la Segunda Guerra Mundial para la fabricación de armamento. A la mina La Tarayuela, la siguie-ron el Bonal del Tío Juan, Fuente Cintao, la Majada de las vacas, la Cuesta Calera, Prado Carretero, Peñas del mosquil, Majada de los borregos y Zarzosillo, todas ellas abiertas precipitadamente en pocos años. El Wolfram se-ría la moneda fuerte de la zona hasta 1953, momento en el que perdió su cotización tras el fin del conflicto mundial.

Estado del patrimonio industrial serrano

En un breve vistazo podemos afirmar como el “estado de salud general” del Patrimonio Indus-trial en la Comarca es débil a pesar de sus altas posibilidades. Muchos de los bienes documen-tados se encuentran en un es-tado de avanzada degradación, sin que exista un movimiento social sensibilizado que permi-ta su conservación o mejora (ni propietarios, ni administraciones locales ni vecinos de los munici-pios). Esto puede llevar a la des-aparición de muchos de los bie-

Bodega Cooperativa en San Esteban de la Sierra / CÉSAR MARTÍN

Serrería “La Industrial” en Puerto de Béjar / CÉSAR MARTÍN

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nes incluidos en este inventario si no se toman rápidas medidas.

A pesar de ello podemos afirmar que existen bienes y con-juntos de bienes con alto interés patrimonial y con posibilidades reales de actuación, ubicados en enclaves turísticos con gran afluencia de visitantes, lo que puede convertirles en elementos que favorezcan la dinamización de territorios. Para poder con-vertir esta voluntad en realidad es necesario generar una mayor sensibilidad en los diferentes ac-tores públicos y privados de la Comarca, que promuevan accio-nes profesionales y de calidad en la conservación, difusión y reuti-lización de estos elementos.

Algunas propuestas de futuroUno de los aspectos clave a

tener en cuenta es el manteni-miento de las edificaciones que han sido consideradas como

“bienes clave” del Patrimonio Industrial de la Comarca de las Sierras de Béjar y Francia, bien por el valor de su arquitectura, por su importancia histórica (de-bido al impacto social y económi-ca de su establecimiento), por el valor de su maquinaria o por el valor inmaterial que representa en la localidad que lo acoge.

Para poder promover el mantenimiento de todos es-tos bienes es muy importante plantear nuevos usos. Para ello avanzamos en este apartado de manera somera cuales son estas edificaciones y porqué, siendo necesario combinar la conser-vación de estas construcciones con las necesidades reales de-tectadas en la Comarca por los diferentes agentes sociales.

Almazara de San Esteban de la Sierra. Posibilidad de reuti-lización de la edificación con el mantenimiento de la maquinaria.

En coordinación con la Almazara de El Cerro y la de Miranda del Castañar, ofrece la posibilidad de, además de contener nuevos usos, explicar el proceso de pro-ducción del aceite y la importan-cia de este tipo de bienes en el entorno.

Siguiendo el modelo de la Bodega de San Miguel de Vale-ro, trabajar en el mantenimiento de la Bodega Cooperativa San Bartolomé de Cepeda, mante-niendo la fantástica maquinaria, explicando la importancia de la producción del vino en la zona.

A pesar de su complejidad, sería interesante plantear la creación de una Vía Verde en las vías de ferrocarril del territorio, estableciendo el Barrio de la Es-tación de Puerto de Béjar como centro neurálgico de los visitan-tes.

Las localidades de Puerto de Béjar y Candelario, tal y como se

Molino de Isaías en Herguijuela del Campo / CÉSAR MARTÍN

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ha planteado anteriormente, son especialmente importantes en el conjunto del Patrimonio Indus-trial de la Comarca. Entorno a ambas localidades, y plenamente coordinadas con Béjar capital, ha de estructurarse un plan-teamiento global de puesta en valor y difusión del Patrimonio Industrial serrano. Es necesa-rio aprovechar el tirón de Béjar capital como centro clave de Pa-trimonio Industrial en Castilla y León y España2 para atraer a los visitantes a otros centros de la Comarca que cuentan con bie-nes de interés. Para ello hay que plantear una oferta global, atrac-tiva y accesible (con todo lo que esto plantea, es decir, creación de folletos, carteles informa-tivos, rutas establecidas, etc.), vinculando Patrimonio Industrial y Medio Natural, y manteniendo edificios como las tres tenerías de Puerto de Béjar o las Fábricas de Luz y papel de Candelario.

Otro tema sobre el que ha-bría que trabajar es la difusión de la actividad productiva de Wolframio en la zona, quizá en coordinación con otras acciones de la provincia salmantina.

En ocasiones el valor del bien se basa en el entorno donde se ubica. Un molino no se puede entender sin el paisaje que le ro-dea, mientras que el paisaje de una zona de extracción minera no se puede entender sin el im-pacto que esta actividad humana ha tenido. De esta manera plan-teamos algunas acciones para poder disfrutar del Patrimonio Industrial en su entorno: la Ru-tas de las Fábricas de Luz en el Río Cuerpo de Hombre y varias rutas para visitar conjuntos de molinos, tales como los de Na-varredonda de la Rinconada o los del Arroyo del Coso en Cepeda.

Dado el carácter de la Co-marca, es clave hacer hincapié en casi todas las acciones plan-teadas de la vinculación entre Patrimonio Industrial y Patrimo-nio Natural:

1. Patrimonio industrial- Almazaras: la producción

de aceite en la Comarca de las Sierras de Béjar y Francia.

- Bodegas Cooperativas: la producción de vino en la Comar-ca de las Sierras de Béjar y Fran-cia.

- El Patrimonio Industrial de la Comarca entorno a Puerto de Béjar y Candelario.

2. Patrimonio industrial y pai-saje

- Ruta de las Fábricas de Luz del río Cuerpo de Hombre.

- Molinos de Navarredon-da de la Rinconada y Arroyo del Coso en Cepeda.

- Las Minas de Wolframio en la Comarca.

- Los Hornos de Cal en la Sierra de las Quilamas (ruta ya en marcha).

- Vía verde entre Ledrada y Puerto de Béjar.

Recalcar la necesidad de combinar el mantenimiento de

estas edificaciones con nuevos usos basados en necesidades reales de la Comarca (sin duda el plantear nuevas acciones en estos bienes ofrece un valor aña-dido para la nueva actividad). Es pues necesario ofrecer de ma-nera pública un listado de los bienes integrantes del Patrimo-

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nio Industrial que puedan ser susceptibles de nuevos usos. De esta manera conseguiremos que inversores privados o entidades públicas (la inversión pública en este tipo de Patrimonio es clave) conozcan edificios ya construi-dos y con valor histórico-cultural que puedan dotarse de nuevos

usos, evitando su degradación y fomentando su puesta en valor.

Para concluir, remarcar la ne-cesidad de poner en marcha de forma paralela acciones de difu-sión y sensibilización que permitan salvaguardar este tipo de Patrimo-nio. Algunas de estas medidas han de girar en torno a la edición de

Molinos agua 94 31,97%

Molinos eléctricos 12 4,08%

Almazaras 27 9,18%

Alcoholeras 5 1,70%

Bodegas 11 3,74%

Minas 14 4,76%

Canteras 16 5,44%

Ferrocarril 12 4,08%

Fábrica de Luz 12 4,08%

Hornos de Cal 10 3,40%

Mataderos 4 1,36%

Fábricas de Harina 3 1,02%

Serrería 12 4,08%

Silo 3 1,02%

Tejar 7 2,38%

Tenería 6 2,04%

Fábrica de papel 3 1,02%

Transformador Eléctrico 10 3,40%

Otros 33 11,22%

publicaciones no especializadas con un alto componente estéti-co, elaboración de exposiciones públicas en centros clave de la Comarca, confección de materia-les didácticos que acerquen este Patrimonio a los jóvenes, y diseño de proyectos de actuación presen-tados a entidades locales. n

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Fachada principal del Matadero Municipal, en paseo Zorrilla. Valladolid, 1930 - 1936 / ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLADOLID (AMVA). Serie 1 32 16 Correspondencia de alcaldía. C 767 - 1 (15)

Un poco de historia Ya en el siglo XII, según narra

González G. Valladolid, contaba Valladolid con un lugar destinado a sacrificar las reses que habían de servir para el consumo diario de sus habitantes. Era un gran caserón compuesto de una sola planta que se elevaba en el mar-gen derecho del río.

El aumento de la población y el ocupar un paraje céntrico, dado el ensanche de la vía, el cerra-miento del Esgueva y la impor-tancia de las edificaciones que se levantaban por sus alrededores, hicieron pensar al Ayuntamiento en derribarlo para construir otro de nueva planta en un sitio más conveniente. En 1874, se presenta ya un dictamen de la Comisión de Obras sobre los planos y presu-puestos formados por el Arqui-tecto Municipal para la construc-ción del nuevo Matadero. En abril de este mismo año, se acuerda aprobar el proyecto en su tota-lidad, así como las condiciones facultativas y económicas.

Dos años más tarde, comien-zan las obras. En enero de 1877, se expone ya la conveniencia de derribar el antiguo Matadero en cuanto empiece a funcionar el nuevo para evitar cualquier conflicto que pudiera originarse, atendiendo al mal estado en que se encuentran algunas de sus de-pendencias. El 26 de de febre-ro, se procedió a la inauguración, aunque la recepción definitiva de

las obras no se hiciera hasta el mes de diciembre.

En la Memoria de la Junta Lo-cal de Sanidad de 1894, se afirma-ba que el edificio era de moderna construcción y ofrecía condiciones higiénicas bastante regulares por su limpieza y buena administra-ción. González G. Valladolid recoge en su obra algunas de las caracte-rísticas del edificio proyectado por J. Ruiz: «Era todo de ladrillo so-bre cimientos y zócalo de piedra. Cuenta con tres naves separadas para el degüello, el sacrificio y la limpieza de las reses. Es un edi-ficio que honra a Valladolid y que admiran cuantos visitan nuestra ciudad y que algunas poblaciones

han tomado como modelo para emprender edificaciones seme-jantes».

A pesar de ello, pronto resulta insuficiente, y en torno a 1924 co-mienzan a señalarse deficiencias capitales, según la instancia del Concejal delegado del Matadero D. Dionisio Baroja. Esta necesidad de una mayor adecuación y de ins-talaciones más amplias y apropia-das no sólo se produce en nuestra ciudad. Es destacable que, a ni-vel general, desde hacía ya unos años, preocupase enormemente este tema y se hubiesen producido estudios sumamente interesantes. Así, en la obra de Sanz Egaña, El Matadero Público», encontramos

Espacio Joven de Valladolid De matadero industrial a espacio de participación juvenil

CARLOS DE MIGUEL GARCÍA. Diseñador Gráfico. Trabaja en el Espacio Joven

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en el prólogo, escrito por Luis Be-llido, autor del matadero de Ma-drid, unas palabras que destacan la importancia de dicha obra al proporcionar «a los encargados del proyecto conocimientos de la materia que les permitan orien-tarse con más seguridad». Tam-bién, en materia de legislación, se ve el reflejo de estos avances, e incluso en la proliferación de ar-tículos que surgen en las revistas especializadas.

En junio de 1925, se inicia el expediente de construcción de otro edificio nuevo. Reunidas las comisiones de obras y policía, se plantean las siguientes cuestio-nes: a) Si el Matadero actual era susceptible de reformas que lo dejaran en condiciones de prestar servicio adecuado a las exigencias modernas. b) Si, en caso contrario, debía hacerse un Matadero nuevo. c) De adoptarse esta resolución, sitio de emplazamiento.

Se desecha el primer punto por entender que las reformas se-rían costosas y no variarían las malas condiciones. Además, se insiste en que debía desaparecer por su emplazamiento, próximo al Hospital Provincial y a la Facul-tad de Medicina. Se acuerda, por tanto, hacer un Matadero nuevo, dando varias posibilidades de em-plazamiento. Por eso, se nombra una Comisión especial que estudie los medios que sean precisos para su construcción.

El primer paso que se da es el de anunciar un concurso de pro-yectos, con arreglo a unas deter-minadas bases, para poder elegir el que más convenga. Destaca, entre ellas, el que se especifique la capacidad y el emplazamiento. La primera está en función del consumo y se fija una capacidad que prevea, en cierto modo, el fu-turo, doblando la cifra de consumo del momento y haciendo el edificio acorde con ello. La segunda se centra en los siguientes puntos: a) No estar lejos de la ciudad. b) Es-tar próximo al río Pisuerga para facilitar el desagüe. c) Estar aguas abajo de la ciudad para que ésta no pueda ser influida por los res-tos que vayan al desagüe. d) Que

cuente con caudal de agua im-portante para los usos de lavado y limpiezas. Se señala ya la zona comprendida entre la Carretera de Salamanca y La Rubia como posibles emplazamientos.

La convocatoria de concurso se hace el II de diciembre de 1925. En el expediente de obras, figu-ran siete instancias relativas a la

presentación de planos y docu-mentos, respectivamente, (todos ya de 1926), obteniendo el primer premio y, por tanto, la dirección de las obras, D. Alberto Colomina y Botí, tras la deliberación del ju-rado realizada en junio de 1926.

Nos parece destacable, a este respecto, cómo, aun siendo una fecha relativamente temprana, se halague entre los proyectos pre-sentados el de D. Gaspar Blein y R. Hidalgo, el único que al parecer se sale de los moldes eclécticos. En este proyecto, se hace hincapié en su construcción de cemento ar-mado por considerarla «muy apro-piada para el uso que se le destina y de rápida ejecución». Asimismo,

Proyecto reformado de Matadero Público para Valladolid. Ingeniero Industrial: Alberto Colomina y Botí. Año 1931. Observaciones al Pliego de condiciones Facultativas / AMVA. Leg 962 (33). 1932. C 767 - 1

" Nos parece destacable, a este respecto, cómo, aun siendo una fecha relativamente temprana, se halague entre los proyectos presentados el de D. Gaspar Blein y R. Hidalgo, el único que al parecer se sale de los moldes eclécticos."

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en las objeciones que se ponen, se pueden entresacar frases de este tipo: «por lo que se refiere al al-zado, ha tratado la parte artística con preocupación de elementos, faltando la sencillez conveniente a esta clase de instalaciones». Al proyecto presentado por el arqui-tecto Luis de Sala, se le objeta que «en cuanto al estilo, se ha deseado obtener un efecto bello, acudiendo a elementos rústicos bien concebi-dos, aunque no muy en consonan-cia con un matadero moderno». Incluso, al que sale elegido, se le hacen objeciones de este tipo: «en la parte arquitectónica, parece

que quiere justificar la sencillez, preocupación excesiva del detalle que hace perder el carácter de un establecimiento moderno».

Mucho más claro resulta aún el escrito de Modesto López Otero, Director de la Escuela Superior de Arquitectura, en el que expone las razones de su voto a favor del proyecto de Blein. Si en las de-claraciones anteriores veíamos ya el olvido paulatino de corrientes anteriores y la defensa todavía un tanto sorda de corrientes raciona-listas, ahora es a todas luces cla-ra esta defensa. A ella se adhiere en su totalidad, según documento

que consta en el expediente, el Arquitecto Municipal Juan Agapito y Revilla. Este hecho pudo haber influido en el cambio estético que, más adelante veremos, se pro-duce en el alzado y en la arqui-tectura del proyecto definitivo del Matadero.

No creemos superflua la re-producción textual de párrafos de este documento, ya que son en sí mismos suficientemente claros y evitan cualquier clase de explica-ción. El proyecto ideal para estos dos miembros del jurado es el de Blein e Hidalgo, ya que reúne el mayor número de condiciones que se ven como necesarias. Entre és-tas, resaltan las relativas a los dos «componentes fundamentales»: disposición y estructura. La dis-posición comprende la situación y la circulación, y el escrito conti-núa diciendo: «sigue en valor pre-ferente la estructura (sistema y materiales), resolviendo condicio-nes de higiene como la amplitud, la diafanidad, la luz, la aireación, la continuidad de paramentos o la fácil limpieza. Entre las con-diciones económicas destaca la duración, la incombustibilidad o la rapidez de eje y, de ambas, so-bre una planta racional, se deriva-rán, sin más esfuerzo que un buen sentido de proporciones parcia-les y de conjunto, las condiciones estéticas: belleza por la propia expresión, sencillez y simplici-dad de formas, deducidas éstas, únicamente, de los componentes estructurales». En su halago por el proyecto de Blein, sigue López Otero: «El acierto de este proyecto está en el sistema de estructura elegido. Es de hormigón arma-do, naves amplias; la elevación es sencilla, los paramentos sobrios, sin cosas inútiles, resistente, in-combustible, moderno y bello. La estructura ideal para esta clase de edificios es, sin duda alguna, el hormigón armado, sancionado ya como perfecto en toda construc-ción industrial».

Respecto al proyecto elegido, señala que «se ha dado una pre-ferencia evidente al estudio indus-trial, no con desprecio del edifi-cio, sino por no haber conseguido

Proyecto reformado de Matadero Público para Valladolid. Ingeniero Industrial: Alberto Colomina y Botí. Año 1931. Observaciones al Pliego de condiciones Facultativas / AMVA. Leg 962 (33). 1932. C 767 - 1

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una disposición acertada. Hace el efecto de un matadero de concep-to anticuado, con elementos inne-cesarios como los pináculos, que sólo consiguen inutilidad y mal aspecto». Alaba, sin embargo, las condiciones industriales.

Si observamos el alzado del primitivo proyecto, vemos, efecti-vamente, cómo se mueve todavía en las líneas un tanto eclécticas de la etapa anterior.

Sin embargo, en el proyecto reformado de 1932, manteniendo todo lo que afectaba al carácter puramente industrial, se transfor-ma el aspecto estilístico de la ar-quitectura, despojándola de esas «cosas inútiles» a las que aludía López Otero y componiendo prin-cipalmente mediante líneas es-tructurales rotundas.

Entre 1926 y 1931, no se consi-guen sacar adelante las gestiones oportunas para que las obras del Matadero puedan dar comienzo. Como hemos visto, se ve necesa-rio reformar los antiguos planos, ya que las circunstancias habían variado en el transcurso de esos años. Entre los documentos del expediente, figuran los que suscri-be el autor del proyecto, exponien-do este cambio de necesidades, y derivando de ello la urgencia de actualizar el proyecto primitivo. Se suprime el mercado de gana-dos, con lo que las dimensiones se reducen. Asimismo se ve su-perflua la exigencia de capacidad que se pedía en la convocatoria de concurso y al que se atenían los primitivos planos «teniendo en cuenta todo, incluso el escaso in-cremento sufrido en el número de reses sacrificadas en estos cinco años con relación a los 10 anterio-res». Por ello, el nuevo proyecto, que más adelante analizaremos con detenimiento, pierde un tan-to su visión de futuro en lo que a planteamiento se refiere, origi-nando los problemas que tiene hoy planteados de falta capacidad.

En 1932, leemos en los Libros de Actas, la propuesta de la Co-misión Especial del Matadero y Saneamiento, que formula con la finalidad de proponer soluciones para hallar recursos con los que

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realizar estas obras y las de al-cantarillado. Se estima que se debe concertar una operación de crédito necesaria con el Instituto Nacional de Previsión. Se aprue-ba de forma unánime esta pro-puesta y en abril del mismo año se recibe ya la comunicación del Gobernador de la provincia sobre la aprobación por el Consejo Na-cional de Sanidad del proyecto reformado. Dictamen y proyecto

Proyecto reformado de Matadero Público para Valladolid. Ingeniero Industrial: Alberto Colomina y Botí. Año 1931. Alzado de la fachada principal / AMVA. Leg 962 (33). 1932. C 767 - 1

que a su vez habían sido aproba-dos también por el Ministerio de la Gobernación.

Proyecto reformado. -Varias son las posibles influencias que creemos destacables en este nue-vo proyecto. En primer lugar, la necesidad, vista por el mismo ar-quitecto, de adaptarse a las nuevas necesidades. No olvidemos que, entre ellas, está el nuevo gusto estético que, paulatinamente, se

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" se han tomado como norma los tipos de arquitectura alemana tan apropiada en estos casos"

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introdujo en España por medio de los miembros de la Generación del 25 y por otros conductos ya vistos. Por otra parte, pudo influir tam-bién la postura del Arquitecto Mu-nicipal de defensa de estos ideales simplificadores y que manifestó al adherirse al escrito de López Ote-ro. No se puede olvidar tampoco que, desde hacía ya algunos años, estaban surgiendo edificios en Es-paña que ejemplifican de forma práctica estas corrientes arquitec-tónicas de tinte racionalista: 1927 Rincón de Gaya, Gasolinera Porto Pí, etc. Por último, el mismo autor

afirma en la Memoria que «se han tomado como norma los tipos de arquitectura alemana tan apropia-da en estos casos». No es de ex-trañar esta relación, pues ya des-de 1915, se comienzan a publicar en Madrid artículos sobre la cons-trucción en este país, alabando su

sencillez y su ventajosa aplicación en construcciones industriales.

Para emplazamiento definiti-vo, se eligen los terrenos que, lin-dando por detrás del Fielato de la Rubia con el camino de La Espe-ranza, quedan comprendidos en-tre el arroyo Espanta y la barriada de la Esperanza.

Las líneas generales arqui-tectónicas vamos a señalarlas con palabras del mismo autor: «Todo se ha sometido al carácter emi-nentemente práctico que tiene el establecimiento. Habiendo relega-do a segundo término todo lo que no presenta carácter utilitario, no podíamos dar preferente lugar al problema arquitectónico. No obs-tante, se ha cuidado, siempre que ha sido posible, acordar las nece-sidades del matadero con la esté-tica de la construcción: haciéndolo así y siguiendo este criterio se han conservado líneas generales en la distribución y se ha seguido un criterio constructivo análogo en partes homogéneas del conjunto». Continúa el autor diciendo que «la arquitectura viene pues forzada por la construcción y estructura de las distintas naves que se han procurado acusar al exterior con rasgos enérgicos, orientándome siempre en una arquitectura in-dustrial que ponga de relieve la fortaleza y servicio de los distintos edificios».

Podemos, por tanto, calificar este edificio con término raciona-lista, pues sabida es la preferencia que a la forma estructural da este movimiento. Por otro lado, ana-lizando la fachada del proyecto, sobre todo la primera de este pro-yecto reformado, vemos las es-tructuras ortogonales típicas y la relación que puede hacerse entre este movimiento y los pictóricos del momento. Coinciden en el afán de combinar espacios cuadrados y rectangulares y la interferencia de planos. En este ejemplo de Va-lladolid, vemos cómo los volúme-nes se incrustan de suerte que las formas verticales alternan con las horizontales.

En febrero de 1932, los pla-nos del proyecto y los definitivos resultan con unas características

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"cita extraida del texto para dinamizar la lectura o resaltar algo del contenido que se considere interesante"

más atenuadas y, aún permane-ciendo, son, como antes decíamos, menos rotundas las interferencias de planos y sus líneas.

Si hemos puesto este edificio en la línea de la Generación del 25 y no en la que en estos momentos está tomando auge en España con el GATEPAC, es por diversas razo-nes. En primer lugar, por una ra-zón cronológica. No es hasta 1930 cuando se fragua la idea de la for-mación de este grupo. En segundo lugar, otro hecho que nos inclina a esta relación es la de las carac-terísticas arquitectónicas. Efecti-vamente, vemos en esta obra una formal ruptura con la tradición clásica y los «revivals» regionalis-tas, que habían sido la tónica de la generación anterior. Sin embargo, no creemos que tras ella exista la revisión metodológica que com-portaba el GATEPAC. En el primer proyecto reformado, hay además una tendencia hacia la ventana continua horizontal, característica indudable de la Generación ma-drileña, junto a un uso del ladrillo para la construcción de muros. El GATEPAC abandona el uso del la-drillo por considerarlo demasiado vinculado al pasado. Sin embargo, Mercadal, Bergamín, Zuazo, etc. utilizan un «ladrillismo» simpli-ficado, con esfuerzo de desorna-mentación muy relacionable con el edificio que nos ocupa.

Su autor, como ya hemos indi-cado, fue Alberto Colomina y Botí, el cual firma los planos en Madrid. Nos volvemos a encontrar, al igual que nos ocurrió en la edificación privada, que el ejemplo más se-ñero de estas corrientes no está realizado en Valladolid, sino en otra ciudad y por un arquitecto que tampoco reside ni trabaja en ella habitualmente. Esto demuestra la perspicacia de los que aproba-ron el proyecto, que buscaron lo mejor, aunque no partiera de una mente local.

De 1935, junto con otros asun-tos del Matadero, como la aproba-ción del reglamento, el concurso para la adquisición de herramien-tas y algún otro documento, en-contramos el acta de recepción provisional de las obras, que se

realiza el 18 de mayo de 1935. Tras inspeccionar la obra una repre-sentación de Concejales, el inge-niero de vías y obras, el ingeniero director de la obra y el contratista de la misma, se da un plazo de veinte días para que dentro de él

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" El Matadero supone la introducción de un lenguaje racionalista en la arquitectura industrial que indudablemente tuvo un papel importante en la difusión de esta estética."

Proyecto definitivo de Matadero Público para Valladolid. Ingeniero Industrial: Alberto Colomina y Botí. Año 1932. Pabellón de entrada / AMVA. Leg 962 (33). 1932. C 767 - 1

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Vista exterior del Matadero Municipal, en paseo Zorrilla. Valladolid, 1930 - 1936 / AMVA. Serie 1 32 16 Correspondencia de alcaldía. C 767 - 1 (14)

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subsanen algunos de los fallos y defectos encontrados. Entre 1932 y 1936, siguen apareciendo liqui-daciones con el contratista, docu-mentos de expropiaciones, gestio-nes para las instalaciones mecá-nicas. Finalmente, el 19 de febrero de 1936, se realiza la recepción definitiva a condición de que se hagan algunas reparaciones en el plazo de quince días: azulejos o el arreglo de algún piso.

A partir de la construcción del Matadero, la mayoría de los establecimientos industriales se mueven, en líneas generales, fuera ya de los esquemas clási-cos. Algunos siguen la línea ra-cionalista y prácticamente todos ellos desornamentan sus muros, utilizando con prioridad el hor-migón armado y el hierro como elementos esenciales.

El proyecta se concretaEl Ayuntamiento acuerda

construir un nuevo matadero para lo que convoca en 1925 un con-curso de proyectos. Presentadas siete propuestas en junio de 1926, se otorga el premio a un proyecto de corte historicista del ingeniero Alberto Colomina y Botí y la direc-

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ción de las obras, con la oposición de dos destacables miembros del jurado, Modesto López Otero, di-rector de la Escuela de Arquitec-tura de Madrid, y Juan Agapito y Revilla, arquitecto municipal, que defendían la línea racionalista y la construcción de hormigón armado. Paralizada la iniciativa entre 1926-1931 por no conseguir la financia-ción para las obras, las condicio-nes bajo las que se había conce-bido el proyecto se modifican con el paso de los años, lo que obliga a una reforma del proyecto en 1931, instalándose definitivamente el matadero en el solar situado entre el fielato de La Rubia y el camino de La Esperanza. Los primeros dibujos de la reforma presentan una arquitectura que rompe con los eclecticismos, posiblemente influido Colomina y Botí por los comentarios del jurado y las nue-vas tendencias que penetraban en España, y se inserta decididamen-te en las corrientes racionalistas, componiendo una apuesta arqui-tectónica más arriesgada que la atenuada que se construye y se termina en febrero de 1936, cuan-do se produce la recepción defini-tiva por el Ayuntamiento.

El Matadero es un recinto rec-tangular en el que se inserta un conjunto de pabellones dispuestos para la organización de las nece-sidades industriales del estableci-miento, entre los que destacan el pabellón de acceso por ser la fa-chada representativa hacia la ciu-dad, por una mayor voluntad ex-presiva ante la marcada tendencia horizontal de volúmenes y venta-nas contrarrestada por la vertica-lidad de la torre y por aunar cerra-miento perimetral, edificio y acce-so principal a modo de propileo. En el interior, en primera linea, se encuentran pabellones de gran amplitud ligados al descuartiza-miento del ganado, mientras que al fondo del recinto se ubican pa-bellones de menor tamaño ligados a los desechos y eliminación de residuos como la mondonguería y el crematorio. El gran pabellón interior posee una organización en peine frente a cuyos brazos se disponen los pabellones de ga-

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Matadero Municipal, en paseo Zorrilla. Valladolid, 197? / AMVA. Fondo fotográfico Asociación de la Prensa. F 317 - 1

Fachada del antiguo Matadero Municipal, en paseo de Zorrilla. Valladolid, 1977 / AMVA. Fondo fotográfico Asociación de la Prensa. F 805 - 1

Trabajadores del Matadero Municipal, en paseo Zorrilla. Valladolid, 197? / AMVA. Fondo fotográfico Asociación de la Prensa. F 457 - 4

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nado vacuno-porcino, todos ellos integrados por amplios espacios de trabajo rectangulares, en los que se incrusta concéntricamen-te un volumen más alto apoyado sobre pilares que contiene la ilu-minación superior. Las disposicio-nes simétricas de los espacios de las partes o de la totalidad de los grandes pabellones se refleja en el exterior por una tendencia a la horizontal frente a la mayor frag-mentación espacial y disposición variada de los pequeños, la mon-dongueria y el crematorio, con un equilibrio entre horizontal-vertical que se pone de relieve por la de torres de escaleras y chimeneas, respectivamente.

La arquitectura es de líneas claras, austera y desornamentada, donde junto a la pureza volumé-trica se incorporan elementos de reconocible adscripción estilística, como las agrupaciones de huecos de ventanas con entrepaños de ladrillo, formando series horizon-tales recuadradas en blanco. El establecimiento, recientemente restaurado por el municipio, ha perdido su uso como matadero definitivamente.

Decadencia y cierreA finales de la decada de los

80, el edificio se quedó pequeño y desfasado. El Norte de Castilla y

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" El matadero es un recinto rectangular en el que se insertan un conjunto de pabellones dispuestos la organización de las necesidades industriales del establecimiento, entre los que destacan el pabellón de acceso por ser la fachada representativa hacia la ciudad"

Matadero. El proyecto redactado por los arquitectos: Eduardo Ca-razo, Paloma Gil, Alberto y Julio Grijalba y José Ignacio Linasa-zoro, respeta la fachada original del edificio, cambiando la distri-bución original del mismo por una más acorde con los nuevos usos.

Estéticamente, el proyecto añade una zona acristalada ilu-minada en la torre del reloj, a la que los trabajadores del Espacio Joven denominan popularmente “el faro”. Una solución similar a la aportada por los arquitectos suizos Herzog & De Meuron en la Tate Modern de Londres, en la parte central del edificio, una in-fraestructura de corte industrial (la Central de Energía de Bank-side) también reutilizada ahora como contenedor cultural.

Una vez aprobado el proyecto por parte del Ayuntamiento de Va-lladolid, se inaugura oficialmente el 9 de mayo de 2007 por parte del Alcalde de Valladolid, abriendo sus puertas al público definitivamente el 17 de julio de 2007, en pleno ve-rano castellano.

La estética funcional del edi-ficio original de 1932 acoge ahora un nuevo uso como centro mul-tiuso de participación juvenil que pretende dinamizar la ciudad para un público potencial que abarca de los 14 a los 30 años de edad.

El nuevo espacio se configu-ra con nuevos usos: zona wi-fi de acceso a internet, estudio de gra-bación, cibersala, sala de exposi-ciones, aula polivalente, auditorio, punto de información juvenil, zona bookcrossing, fondo documental de arte, sala de reuniones, ges-tión de recursos del centro de programas juveniles y también se encuentra la sede de la Escue-la de Formación y Animación del Ayuntamiento de Valladolid. Todos los usos son de carácter gratuito, salvo el caso del estudio de gra-bación, cuyo servicio conlleva un pago aparte, bastante asequible, para grupos musicales que estén empezando.

El equipo de arquitectos ha dotado al espacio de una estética moderna y funcional, utilizando

más periódicos de la localidad pu-blicaron artículos denunciando su estado y recogiendo opiniones que circulaban en el ambiente para nuevos usos. Vemos que, aunque importante desde el punto de vista estético por su prioridad como ar-quitectura racionalista, no se hizo con la visión de futuro que parecía prever la convocatoria de concur-so realizada por el Ayuntamiento para tal edificio.

De Matadero a Espacio JovenEn 2006, el Ayuntamiento de

Valladolid presenta un proyecto de reforma y rehabilitación del pabellón de entrada del antiguo

Manifestación en plaza Colón. Valladolid, 1976 / AMVA. Fondo fotográfico Asociación de la Prensa. F 582 - 2

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Plano de instalaciones del Matadero Municipal y detalle del Pabellón de entrada / Reproducido en el libro "Guía de Arquitectura de Valladolid. JUAN CARLOS ARNUNCIO PASTOR. Valladolid, 1996, Págs. 203-204

nuevos materiales y usando el color de forma moderada, so-bre todo en el mobiliario, cui-dando hasta el más mínimo de-talle. El eje central se configu-ra en el vestíbulo de la entrada, donde antes estaba el paso de vehículos ligeros para inspec-ción. El acceso al piso superior y a la terraza se hace por me-dio de una escalera de caracol metálica situada en la torre. El auditorio está ubicado sobre una de las terrazas del viejo pabellón donde se ha optado por una caja metálica y una cristalera pano-rámica, desde la que se divisa la ciudad en los conciertos o even-tos, manteniendo las barandillas del proyecto original. La estética del proyecto original de 1932 del Ingeniero Industrial Alberto Co-lomina y Botí sigue vigente hoy, en pleno siglo XXI.

Espacio Joven de Valladolid (Antiguo Pabellón de entrada al Matadero Municipal). Detalle de la torre, escaleras de acceso a la misma y CiberSala / CÉSAR MARTÍN

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Concierto de Singapore Fish y detalles del Espacio Joven / CÉSAR MARTÍN

Espacio Joven de Valladolid (Antiguo Pabellón de entrada al Matadero Municipal). Proyecto de Rehabilitación. Año 2007

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Espacio Joven de Valladolid (Antiguo Pabellón de entrada al Matadero Municipal). Proyecto de Rehabilitación. Año 2007 / CÉSAR MARTÍN

Espacio Joven de Valladolid (Antiguo Pabellón de entrada al Matadero Municipal). Detalle del Auditorio / CÉSAR MARTÍN

El edificio está situado en una zona emblemática de la ciudad (el Paseo de Zorrilla) y forma parte de un gran complejo de edificios de servicios como es la Piscina Cubierta Benito Sanz de la Rica, el CEAS y el Centro de Personas Ma-yores de Zona Sur, situados en las antiguas naves del Matadero.

El éxito de uso del Espacio Jo-ven se puede constatar en el nú-mero creciente de usuarios. Men-sualmente, unas 2.500 personas utilizan habitualmente las instala-ciones del mismo. La cifra récord –hasta el momento– se cifra en 3.077 usuarios durante el mes de noviembre de 2008.

El Espacio Joven está gestio-nado por el Ayuntamiento de Va-lladolid, por medio del Centro de Programas Juveniles, dentro de la Concejalía de Bienestar Social, Empleo y Familia. Cuenta con cin-co trabajadores especializados y una coordinadora. El propio equipo participa en la gestión del servi-

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cio, ideando iniciativas y evaluando de manera constante todos los eventos con criterios de calidad y de mejora continua. El servicio y los horarios están enfocados para dar respuesta a un número creciente de usuarios, abriendo incluso los domingos y gestio-nando programaciones pensadas para la población juvenil de la ciudad.

Si bien el centro cumple con creces las expectativas que se plantearon en el proyecto, se ve la necesidad por parte de algu-nos colectivos de la ciudad (invi-tados por la Concejalía a parti-cipar en el II Plan de Juventud), de ampliar el servicio usando parte de las naves obsoletas. Uno de los usos sugeridos por estos grupos de participación es un gran teatro y salas de ensayo

para grupos de música que es-tán empezando. Parece ser que algunas de las naves que situa-das detrás del Espacio Joven es-tán destinadas a la construcción de una biblioteca y un aulario, pendientes todavía de financia-ción estatal para su culminación como proyecto real.

Actualmente, el Espacio Jo-ven está siendo usado de ma-nera habitual por asociaciones de breakdance, grupos de músi-ca, teatro y funky, así como para cursos y asambleas de entida-des asociativas de carácter juve-nil como ASDE Exploradores de Castilla y León, Scouts Vallado-lid MSC o YMCA Valladolid entre otros.

El Espacio Joven es ahora mismo un centro dinamizador juvenil de vanguardia situado en

un edificio que también fue van-guardia arquitectónica a comien-zos del siglo XX. Un lugar recu-perado para el futuro. n

AGRADECIMIENTOSA todos los que trabajan a diario

en el Espacio Joven y al Centro de Pro-gramas Juveniles del Ayuntamiento de Valladolid. Especial agradecimiento a todo el personal del Archivo Municipal de Valladolid.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICASMARÍA ANTONIA VIRGILI BLAN-

QUET, "Desarrollo Urbanístico de Valla-dolid (1851-1936)". Servicio de Informa-ción y Publicaciones del Ayuntamiento de Valladolid. 1976.

JUAN CARLOS APARICIO PASTOR. "Guía de Arquitectura de Valladolid". Valladolid. 1996.

ARCHIVO MUNICIPAL DE VALLA-DOLID. "Proyecto de Matadero y Mer-cado de abastos para la ciudad de Va-lladolid". C-762-1. 1931.

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miradasSOBRE NUEVOS USOS DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL

ISLANDIALa fábrica de arenques de Djúpavík

Ubicación: Djúpavík (Islandia)UTM. X: 707889 Y: 2323448 Z: 0. HUSO 41 Año de Apertura: 1.917Año de Cierre: 1.954

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Djúpavík es una pequeña locali-dad situada en Reykjarfjord en el Noroeste de Islandia. A pe-sar de que en este territorio se han obtenido restos de peque-ños asentamientos, los primeros residentes de la localidad fue-ron registrados en 1917, cuando Elías Stefánsson eligió este lugar para ubicar una fábrica de sala-zón de arenques. Fue en este año cuando se movió con su familia a la “Profunda Bahía” (Djúpa-vík, Deep Bay) e hizo que la vida de este territorio cambiará por completo durante varios años.

La empresa tuvo una amplia actividad durante los siguientes dos años, atrayendo a trabajado-res de toda Islandia. La localidad creció rápidamente, e hizo que se crearan una tienda, una panade-ría y edificios para el alojamiento de los trabajadores. La depresión económica de 1919 trajo consigo el colapso de los mercados y el consiguiente cierre de la fábrica, que estuvo cerrada durante los años 20.

En Septiembre de 1934 se registró una empresa de mane-ra formal en una reunión en el Hotel Borg Hotel (en Reykjavík), creándose “Djúpavík Ltd”. En esta reunión se decidió construir una moderna planta que permi-tiera llegar a niveles de produc-ción oportunos y competitivos. De esta manera se construyó una nueva fábrica entre 1934 y 1935, y se la dotó de moderna maqui-naria para la producción de car-ne y aceite de arenque, siendo la envidia de otros productores en Europa. Las pescas fueron ilimi-tadas durante un largo período de tiempo, llevando a la empresa a un rápido éxito.

De todas formas, los tiempos eran cambiantes y las grandes capturas de arenques se frena-ron en 1944, lo que unido al des-censo del consumo hizo que diez años más tarde la factoría tuvie-ra que cerrar.

Hoy en día el edificio de la fábrica es visitable y se mantiene intacto recordando la era dorada de la localidad junto a un peque-ño Hotel (Hotel Djúpavík). Incluso

el Nobel Halldór Laxness ha ele-gido este lugar para ambientar su última novela: Guðsgjafaþu-la (no traducida aún al inglés). El libro trata de las fortunas de los emprendedores y trabajadores de factorías de arenques a co-mienzos de siglo XX.

Nuevo usoAl margen del ya comentado

(establecimiento de un peque-ño Museo visitable en la fábrica) destaca la celebración en el en-torno de la fábrica de acciones culturales de diferente calado.

En Julio de 2006 el grupo de post-rock Sigur Ros, en el mar-co del final de la gira del disco “Takk”, celebró un concierto en directo en el interior del inmue-ble con el objetivo de dar valor a

los hombres y mujeres que per-mitieron el desarrollo de esta pequeña fábrica, recogiendo la experiencia en el DVD editado por ellos mismos denominado “Heima”. En él mezclan partes de la actuación en el interior de la factoría con imágenes anti-guas de la época dorada de la fábrica.

El plantear la posibilidad de celebrar eventos culturales cer-ca de un bien vinculado al Patri-monio Industrial permite acercar al mismo a muchas personas, en especial jóvenes, y fomentar una mayor sensibilidad hacia la pro-tección de este tipo de bienes. n

Información e imágenes obtenidas de las páginas web:

• www.djupavik.com• www.sigur-ros.co.uk

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La azucarera Santa Victoria en Valladolid

Ubicación: Valladolid (España)UTM. X: 355673. Y: 4610822. Z: 695. HUSO 30 Año de Apertura: 1.899Año de Cierre: 1.991

ESPAÑA

NUEVOS USOS DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL

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La Azucarera Santa Victoria es sin lugar a dudas uno de los es-pacios industriales más antiguos y emblemáticos de la ciudad de Valladolid.

El nacimiento de Azucare-ra Santa Victoria se enmarca en los años de mayor crecimien-to industrial que vivió Valladolid durante el siglo XIX. Las décadas 1840-1860, que contemplaron la llegada del ferrocarril a la ciu-dad, fueron asimismo testigos de un incipiente desarrollo fabril de la capital castellana, con el inicio además de una importan-te diversificación industrial y la aparición de poderosas entida-des financieras (Banco Caste-llano) de manos de una potente y cada vez más activa burguesía vallisoletana.

Ligada a dicha alta burgue-sía, se funda en 1899 la Sociedad Industrial Castellana, sociedad anónima por acciones que tenía como objetivo reunir los capi-tales necesarios para el mon-taje de plantas de molturación de remolacha. Dicho organismo sería el que pondría en marcha la Azucarera y el que obtuvo im-portantes rendimientos del cul-tivo de la remolacha en el terri-torio castellano, viéndose bene-ficiada de los profundos cambios

que, en el mercado remolachero español, supuso para el país la pérdida de las últimas colonias americanas (restricciones en el abastecimiento de productos de Ultramar).

Santa Victoria fue la primera fábrica azucarera de la provincia de Valladolid, empleando a un buen número de obreros (alre-dedor de 500 en plena campaña, reduciéndose a unos 100 el resto del año). El edificio fue levan-tado en un enclave estratégico, al situarse en la confluencia de las grandes líneas de ferrocarril que atravesaban Valladolid, con el objetivo de reducir costes en el transporte del azúcar. Incluso un pequeño ramal conectaba la fábrica con estas grandes líneas, disponiendo la Compañía de un apartadero propio. Se situaba el edificio además en las cercanías de la estación de Ariza. Por otra parte, el agua necesaria para el proceso productivo se obtenía del Canal del Duero.

La primera mitad del siglo XX fue un periodo de éxito para la empresa, situándose en uno de los primeros puestos por lo que su nivel productivo se refiere incluso en el contexto nacional. Esta rentabilidad no pasó des-apercibida para uno de los con-

sorcios agroalimentarios más importantes de España, el grupo Ebro Compañía de Azúcares y Alcoholes, quien compró la Azu-carera a su creador y propieta-rio inicial, la Sociedad Industrial Castellana, en 1968.

Los años 80 sin embargo su-pusieron el declive para la fábri-ca y para el sector remolachero en general. La escasa rentabili-dad llevó a la empresa propieta-ria a concentrar la actividad mol-turadora en un pequeño número de fábricas, lo que supuso el cie-rre definitivo para Santa Victoria en 1991.

Nuevo usoCon las debidas compensa-

ciones, el espacio industrial de la Azucarera fue cedido al Ayunta-miento como espacio dotacional y libre. El área fue destinada a Parque Urbano, que sería inau-gurado en marzo de 2007. Este Parque, que cubre una superficie de más de 4 hectáreas, engloba importantes dotaciones deporti-vas y recreativas, pero también deja para el futuro el posible uso de los inmuebles conservados. Consta en la actualidad de una gran plaza de entrada con ar-bolado; las naves de almacena-miento, transformadas en pistas de pádel; el depósito de fuel oil, hoy en día un rocódromo, abun-dantes espacios ajardinados, especialmente a la entrada; las viviendas de directivos e inge-nieros rehabilitadas (todavía sin uso) y el edificio central de la fá-brica, rehabilitada parcialmente, también sin uso.

El objetivo que ha plan-tearse ahora es convertir estos dos últimos espacios (viviendas y edificio central) en un centro aglutinador y generador de arte y cultura de base, y de apoyo a creadores y a diferentes colec-tivos y asociaciones culturales y sociales, que tengan proyec-tos definidos y concretos, con-siguiendo acercar a los ciuda-danos de Valladolid a un espacio nuevo y vivo, que en la actua-lidad muestra una apariencia bastante desoladora. n

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2008En el mes de Julio se puso fin al proyecto “Huella Industrial. Inventario del Patrimonio Industrial en las Sierras de Béjar y Francia”. Este proyecto ha sido desarrollado con el apoyo del grupo de Acción local ASAM y financiado por fondos Leader + de la Unión Europea y por Bancaja. El objetivo esencial de esta iniciativa ha sido preservar y fomentar la memoria, conservación y puesta en valor del Patrimonio Industrial de esta comarca, pro-moviendo así la creación de nuevas alternativas de desarrollo en la zona objeto del proyecto.

En este contexto, hemos llevado a cabo la recogida y análisis de datos de las diferentes fuentes detectadas para inventariar el Patrimonio Industrial de la zona. Posteriormente, se realizó un análisis de la información con un doble objeto: identificar los datos más relevantes y definir los aspectos necesarios (históri-cos, socio-culturales, antropológicos y arquitectónicos) para la elaboración del inventario final. Asimismo hemos desarrollado el levantamiento digital junto con la Universidad de Valladolid de tres edificios facilitando en ellos la propuesta de nuevos usos: la Tenería de Tomás Harguindey en Puerto de Béjar, la Fábrica de Luz “Eléctrica Candelariense” de Candelario, y la Almazara de San Esteban de la Sierra. Todo ello acompañado de una acción trans-versal de comunicación.

Tras visitar 84 localidades se han documentado 296 bienes, de los cuales entorno a 90 se encuentran en buen estado de con-servación. Destaca sobre el resto la presencia de los molinos hi-dráulicos (94 elementos) y las almazaras (25), siendo también muy significativa la existencia de minas y canteras (30 en total).

De importancia clave han sido los productos de difusión elabo-rados: un DVD, dos publicaciones y la exposición “La Máquina del Tiempo”, celebrada durante el mes de junio en el Espacio Joven (antiguo Matadero) de la ciudad de Valladolid.

http://www.llampara.org/Huella%20industrial.htmlhttp://huellaindustrial.blogspot.com

Actividades de Llámpara en 2008

1. Proyecto “Huella Industrial. Inventario del Patrimonio Industrial en las Sierras de Béjar y Francia”

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Durante el pasado mes de Octubre se puso en marcha el proyecto “PATRIMONIO ACTIVO”, aprobado en el marco del Programa Ju-ventud en Acción de la Unión Europea, la Acción 1 (Juventud con Europa), sección 1.2. (Iniciativas Juveniles). El objetivo general de este proyecto es la participación activa de jóvenes europeos en la defensa y protección del Patrimonio Industrial Europeo, a través de la implementación de acciones locales. Este proyec-to se basa en la voluntad de un grupo de jóvenes de Castilla y León para la promoción de la protección activa del Patrimonio Industrial a través del desarrollo de actividades, basadas en sus deseos e intereses, ejecutadas a nivel local, pero con una pro-yección europea en su diseño e implementación.

Se ha planteado el proyecto como vehículo para conseguir distintos objetivos: 1- adquisición de las herramientas necesarias para la promoción de la iniciativa juvenil, 2- desarrollo de compe-tencias personales y sociales de los jóvenes, 3- promoción de la educación no formal a través de la participación en un campo de actividad concreto, 4- sensibilización de la comunidad local acerca de la importancia de proteger el Patrimonio Industrial.

Durante el año 2008 se han desarrollado las primeras acti-vidades vinculadas a esta iniciativa, siendo las más destacadas: diseño concreto del Plan de Acción de todo el proyecto (que fina-lizará en Septiembre de 2009), inicio de la Campaña de Recogida de ideas para nuevos usos de la Azucarera de Santa Victoria y Viaje Cultural a Sabero, efectuado el pasado 13 de diciembre, e inicio de las acciones de difusión en la Universidad de Valladolid (Escuela de Arquitectura y Facultades de Filosofía y Letras y Ciencias de la Educación).

http://patrimonioactivo.blogspot.com/

2. Proyecto “Patrimonio Activo”

Algunos miembros de Llámpara participan en los Inventarios del Patrimonio Histórico Industrial de las provincias de Valladolid, Salamanca y Burgos. Estas iniciativas son diseñadas, impulsadas y financiadas mediante licitación pública por la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, en el marco del Plan Básico de Estudios y el Plan Sectorial de Patrimonio Industrial del Plan PAHIS 2004-2012 para el Patrimonio Histórico de Castilla y León.

http://www.jcyl.es (Consejería de Cultura, Dirección General de Patrimonio)

3. Participación en los Inventarios del Patrimonio Histórico Industrial de Valladolid, Salamanca y Burgos

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Entre el 5 y el 12 de Octubre Llámpara participó en el Curso Internacional denominado “Patrimonio Euromed como base de aprendizaje no formal para el fomento del diálogo intercultu-ral”, financiado por el Programa Juventud en Acción de la Unión Europea. De este congreso ha surgido una propuesta de consti-tución en red de varias organizaciones que trabajan con jóvenes, siendo el Patrimonio Industrial el elegido para promover el diálogo intercultural entre diversos países del arco Euro-Medi-terráneo (Grecia, Jordania, Palestina, Italia, Portugal,…).

4. Proyecto “EuroMed heritage as a non-formal learning base for intercultural dialogue”

Llámpara presentó el 10 de abril en el Espacio Joven de Va-lladolid el primer número de la revista "Llámpara". En el acto participó la Profesora Titular de Didáctica del Patrimonio en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Va-lladolid, Olaia Fontal Merillas, quien habló sobre la educación como mecanismo para la valoración del Patrimonio Industrial.

http://llamparas.blogspot.com:80/2008/07/la-revista-llmpara-ahora-online.html

5. Presentación del número 1 de la Revista Llámpara

Durante el año 2008 Llámpara estuvo presente en varios foros internacionales de intercambio de ideas y experiencias. Desta-caremos la participación en las X Jornadas Internacionales de Patrimonio Industrial Agroalimentario, organizadas por INCUNA entre el 1 y el 4 de octubre. Apoyando la presentación de Jesús San José Alonso, se llevó a cabo una introducción general del Patrimonio del Trigo en Castilla y León (destacando la Fábrica de Harina de San Antonio en Medina de Rioseco, Valladolid).

Asimismo Llámpara ha participado en las Jornadas de Patri-monio Arquitectónico organizadas por la Escuela de Arquitectura de la Universidad Fernando Pessoa de Oporto (Abril), y en la re-unión internacional del proyecto “Redes” celebrada en la Universi-dad de Coimbra durante el mes de Julio.

6. Participación en jornadas yreuniones Internacionales

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El día 5 de abril de 2008 Fundación INTRAS organizó, en colabo-ración con Llámpara, una carrera de orientación en el parque de las Norias de Santa Victoria en Valladolid. La actividad se desarrolló durante toda la mañana, y se encuentra enmarcada dentro de la Iniciativa Juvenil Agenda Joven Ocio, financiada por la Unión Europea dentro del Programa Juventud en Acción. Dicha Fundación trabaja desde hace 15 años con personas con discapacidad, siendo el objetivo de esta actividad la promoción del contacto del colectivo con nuevas realidades.

http://agendajovenocio.blogspot.com/

7. Carrera de Orientación en la Azucarera de Santa Victoria

Llámpara ha apoyado a un grupo de alumnos de 2º de Bachi-llerato del IES Pío del Río Hortera de Portillo (Valladolid) en la realización de un trabajo de investigación que fue presentando en el concurso “Los Nueve Secretos”, iniciativa promovida por la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León, y que tie-ne como principal objeto acercar el Patrimonio de la Comunidad a los jóvenes de la misma. Miembros de la Asociación, a la vez que docentes suyos, coordinaron este trabajo que versó sobre la Fábrica de Harinas de San Antonio de Medina de Rioseco y que mereció un 2º premio en la convocatoria.

http://llamparas.blogspot.com/

8. Concurso “Los Nueve Secretos”

El pasado 21 de Octubre Llámpara firmó un convenio de colabo-ración con Museo Etnográfico de Castilla y León, estableciendo la cesión de derechos de uso del "Inventario del Patrimonio In-dustrial de la comarca de las sierras de Béjar y Francia" para su utilización por parte de investigadores y otra gente interesada. De esta manera se ofrece a este amplio público la oportunidad de acceder a una rica documentación e interesantes testimonios que recogen la historia industrial de una comarca.

Si quieres más información, ponte en contacto con el servicio de Documentación del Museo Etnográfico de Castilla y León.

http://www.museo-etnografico.com/

9. Acuerdo con el Museo Etnográfico de Castilla y León

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Llámpara ha iniciado los contactos y la colaboración con diferentes entidades durante el año 2008:

• Museo de la Minería y la Siderurgia de Castilla y León, situado en Sabero (León).

• Ayuntamiento de Valladolid, a través de la Concejalía de Cultura, Comercio y Turismo, y del Espacio Joven.

• Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid.• Universidades de Cantabria y Autónoma de Madrid, a través de

sus Facultades de Filosofía y Letras.• Ayuntamiento de San Cebrián de Mudá, a través de su alcaldía.• CESIE Onlus, de Palermo (Italia).• Mediterranean SOS, de Atenas (Grecia).

Si quieres recibir esta revista y no eres socio de Llámpara completa el siguiente formulario:

• NOMBRE DE LA ENTIDAD• NOMBRE DE PERSONA DE CONTACTO• DIRECCIÓN COMPLETA• TELÉFONO• E-MAIL • PÁGINA WEB

Haz un ingreso de 12 euros en el siguiente número de cuenta Bancaja: 2077 1060 32 3100152476 y envía dicho formulario junto con el justificante de pago a la siguiente dirección:

Asociación Llámpara. Patrimonio IndustrialC/ Juan de Juni 10, 7ºT - 47006, Valladolid

10. Relación con otras entidades

Recibe la revista en tu casa.

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galeríaJUAN CARLOS QUINDÓS

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Las Ciudades y la Memoria (Homenaje a de Chirico)-Fábrica Azucarera / JUAN CARLOS QUINDÓS

Las Ciudades y los Abismos-Báscula de pesado de Vagones / JUAN CARLOS QUINDÓS

Las Ciudades y los Signos -Talleres de RENFE / JUAN CARLOS QUINDÓS

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Las Ciudades Escondidas-Intercambiador de Locomotoras / JUAN CARLOS QUINDÓS

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Las Ciudades y los Signos-Talleres de RENFE / JUAN CARLOS QUINDÓS

Las Ciudades la Muerte / JUAN CARLOS QUINDÓS

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