Llegó el segundo domingo de mayo, el Día de la Madre. Mariana y Julio, dos hermanitos de 8 y 10 años, pensaron días atrás, cuál sería la mejor manera

de festejar a Paola, su mamá.¿Le regalamos flores?, dijo Julio. ¿O chocolates?, expresó Mariana. ¿Le cantamos una canción...? Finalmente se pusieron de

acuerdo: juntarían todas las ideas más una. Decidieron

hacerle un rico desayuno y llevárselo a su cama. Era una idea genial, porque ella cada mañana se levanta muy temprano para prepararles sus desayunos y sus loncheras. Aunque tenga mucho sueño, ella siempre está sonriente y amorosa.De manera que empezaron a preparar el “menú”. Con la ayuda de papá hicieron huevos revueltos con tocino; jugo de naranja, el favorito de mamá; café y pan calientito y delicioso. Pongamos una flor en un

pequeño florero, sugirió Julio y salió al jardín a cortar una rosa.Pusieron el desayuno en una pequeña mesita, colocaron, con cuidado, la flor y fueron silenciosamente al cuarto de mamá. Papá llevaba la mesa, los chicos abrieron lentamente la puerta. Julio y Mariana se acercaron a su madre y le dieron un beso en la mejilla. Y al unísono dijeron: ¡¡¡¡Feliz día mami!!!!Ella, que ya había escuchado ruidos en la cocina, terminó de abrir los ojos y vio todo lo preparado, esbozando una gran sonrisa. Se sentó en la cama, abrazó y besó a los niños y echó una mirada de agradecimiento a papá. ¡Qué hermosa manera de despertar!-Este es el mejor regalo del mundo- dijo mamá. Tener dos hijos tan buenos y gentiles. Para ella fue un día maravilloso, el amor llenaba su corazón.

Autoría: Paulina Trujillo