rollo may
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CAPITULO I
1.1. BIOGRAFIA DE ROLLO MAY.
Rollo May nació el 21 de abril de 1909 en Ada, Ohio, y creció en Marine City,
Michigan, donde prevalecía una actitud de clase estadounidense anti
intelectual.
May se graduó en el colegio Oberlin de Ohio donde completó el bachillerato en
artes en 1930. Allí, se maravilló ante las líneas simples pero hermosas de una
antigua vasija griega exhibida en uno de los salones de clases y resolvió ir a
Grecia, lo cual hizo de inmediato después de su graduación. Trabajó en Grecia
durante tres años, impartía clases en el colegio de Anatolia en Salónica.
Luego de ello viajó a Viena y estudió de manera breve con Alfred Adler, cuyo
enfoque influyó en él de manera considerable.
La visión trágica de Europa acerca de la naturaleza humana impidió a May
aceptar alguna vez un concepto mecánico de la persona. A su regreso, la
psicología estadounidense le pareció "ingenua y simplista". Así que se inscribió
en el seminario teológico Unión de nueva York.
Ahí pudo realizar investigaciones profundas sobre el significado de la
desesperación, el suicidio y la ansiedad, cuestiones ignoradas en gran medida
por los psicólogos. También esperaba que al hacer esto podría aprender de
sus contrapartes: el valor, la alegría y la intensidad de la vida (1983). En Unión,
comenzó una amistad con el eminente teólogo protestante Paul Tillich, una
asociación que enriqueció las vidas, la obra y los escritos de ambos.
Los padres de May se divorciaron mientras él estaba en unión, así que
interrumpió sus estudios y regresó a East Lansing, Michigan para cuidar a lo
quedaba de sus familia. Durante ese tiempo , sirvió de consejero estudiantil en
el colegio estatal de Michigan.
Pudo regresar a Nueva York y terminar su licenciatura en teología en 1938.
Durante sus últimos años en Unión escribió su primer libro, The Art of
Counseling.
Más tarde, May sirvió como ministro parroquial en Montclair, Nueva Jersey,
antes de regresar a Nueva York para estudiar psicoanálisis en el instituto
William Alanson White de Psiquiatría, Psicoanálisis y Psicología. Se inscribió
en la universidad Columbia y recibió su primer doctorado en Psicología Clínica.
La actividad de May fue interrumpida en forma abrupta cuando enfermó de
tuberculosis cerca de los treinta años de edad. En aquella época no había
medicamentos para esta enfermedad. May pasó tres años en el sanatorio
Saranac.
Durante su enfermedad, leyó entre otras obras, the problem of Anxiety de
Freud y The Concept of Dread de Soren Kierkegaard, el fundador del
movimiento existencialista en la filosofía. Apreció las formulaciones cuidadosas
de Freud pero estaba convencido que Kierkegaard "describía lo que es
experimentado de inmediato por los seres humanos en crisis" (1969).
La enfermedad de May le ayudó a apreciar la importancia de un punto de vista
existencial. Su propio libro "The meaning of Anxienty" ( 1977 ) ha sido
reconocido en forma amplia como el primero en Estados Unidos en alentar la
unión genuina entre la Psicología y la Filosofía y en demostrar la importancia
de los valores para la Psicología.
La vida profesional de May ha sido ocupada y productiva. Sirvió como
consejero para estudiantes universitarios en el City College de Nueva York,
desarrolló una práctica privada en psicoanálisis y se convirtió en miembro del
instituto White.
Ha impartido enseñanza en la Escuela nueva para la Investigación Social, la
Universidad de Nueva York, Harvard, Yale y Princeton. Tiene numerosas
publicaciones y ha sido galardonado con varios premios. En la actualidad, May
vive en Tiburón, California.
1.2. APORTE TEÓRICO.
May reconoce con claridad que la ciencia se deriva de forma filosóficas
anteriores y que depende de manera fundamental de éstas. Cree que la razón
por la que no entendemos la verdad acerca de nosotros mismos no es debido a
que no hayamos acumulado datos suficientes, llevado a acabo los
experimentos correctos o leído bastantes libros, sino a que "no tenemos el
valor necesario." Los hechos científicos y pruebas técnica rara vez nos ayudan
a responder las preguntas que en realidad importan. Tenemos que
"arriesgarnos" ( 1953) .
En la psicoterapia May desempeña el papel del "amigo implacable", insiste en
que sus pacientes "luchen con las fuerzas incapacitantes dentro de ellos y
peleen por abrirse paso de nuevo hacia la vida". (Harris, 1969). No tenía miedo
de arriesgarse a reintroducir conceptos rechazados con vehemencia por los
psicólogos de la corriente principal - la intencionalidad, la voluntad, lo
demónico-. Reintrodujo estos conceptos porque cree que son vitales para
entender lo que significa ser un ente humano en la actualidad. Hay una nota
profética en sus escritos, que recuerda a Erich Fromm, y su pensamiento con
frecuencia tiene una cualidad teológica. En efecto, hay quienes sugieren que
May ha partido de donde Paul Tillich, el gran personaje de la teología de
nuestro siglo, se quedó (Harrys, 1969 ). May reconoce que para él los grandes
periodos en la historia no fueron aquellos donde dominaban las
preocupaciones psicológicas, sino en los que prevalecían las inquietudes
filosóficas y religiosas. (1983)
May no da una serie de hipótesis que pueden ser probadas con procedimientos
empíricos. En su lugar, ofrece un panorama filosófico de lo que significa ser
una persona en el mundo actual. Se exponen razones en apoyo de sus
afirmaciones, pero no sirven como prueba; cooperan como fragmentos de
evidencia a favor de una cierta descripción de la realidad. Reducir el
entendimiento de la personalidad a términos científicos, causales y abstractos
significa que se perderá algo de contenido significativo y no se entenderá la
realidad completa de un ser humano. May nos alienta a examinar los supuestos
filosóficos del proyecto científico de modo que se pueda mantener un diálogo
creativo entre la ciencia y la filosofía.
En su mayor parte, los psicólogos tienden a ignorar la teoría de May porque no
pueden tratarla como hipótesis científica. Conceptos como la intencionalidad y
lo demónico son casi imposibles de definir de manera operacional y de probar
en forma empírica, sin embargo, los hallazgos de una prueba empírica no
establecen un supuesto filosófico; pueden ser que ni siquiera se relacionen de
manera significativa con éste. No obstante, la misma ventaja de la teoría de
May, el hecho de que tiene sus raíces en una concepción filosófica nueva de la
vida humana, también puede ser su mayor inconveniente. May corre un gran
riesgo de ser desechado por lo psicológicamente establecido y tener poco
impacto en la teorización de la personalidad.
May señaló en 1967 que en la segunda mitad del siglo XX, el problema central
que se enfrentaría sería un sentimiento de impotencia, una "convicción
penetrante de que el individuo no puede hacer algo efectivo frente a los
enormes problemas culturales, sociales y económicos". Los sentimientos de
impotencia son agravados por la ansiedad y la pérdida de los valores
tradicionales.
1.3. CONCEPTUALIZACIONES MÁS RELEVANTES
Impotencia.
El problema de la impotencia es mucho más profundo que el hecho de que ésta
es una época de incertidumbre y de agitación social.
Se ha dicho que a guerra fría ha terminado, pero el mundo no parece más
seguro. De hecho, el "mundo desarrollado" a menudo actúa como si no hubiera
problemas reales en el 2mundo desarrollado" a pesar de su pobreza y
sufrimientos masivos (Sloan,1990). Con el incremento en la tecnología, el
poder se ha vuelto impersonal, una fuerza autónoma que actúa a nombre
propio.
A principios de la década de 1950, May observó que muchos de los pacientes
que acudían a verlo sufrían de sentimientos intensos de vacuidad. Notó que el
neurótico con frecuencia actúa aquello de lo que otros están temporalmente
inconscientes. May anticipó que la experiencia de vacuidad e impotencia que
había registrado en sus pacientes con el tiempo se volvería epidémica.
Ansiedad.
Se ha vuelto común describir a nuestra época como una era de ansiedad. Sin
embargo, antes de 1950, sólo se habían escrito dos libros que presentaban de
manera específica una descripción objetiva de la ansiedad y sugerían formas
constructivas para tratarla: The problem of Anxiety de Freud y The Concept of
Dread de Kierkegaard. después de que May escribió The Meaning of Anxiety,
el cual fue publicado por primera vez en 1950, surgieron cientos de libros sobre
el mismo tema. algunos psicólogos prefieren usar el término de "estrés" en
lugar de ansiedad. May cree que esta tendencia es desafortunada e imprecisa.
La palabra estrés se ha vuelo popular debido a que sus orígenes en la
ingeniería y la física; puede ser definida con facilidad y medida con precisión. El
problema con el concepto de estrés es que no describe de forma adecuada la
aprensión a la que se hace referencia de manera ordinaria como ansiedad.
May propuso la siguiente definición de ansiedad: "La ansiedad es la aprensión
caracterizada por una amenaza a algún valor que el individuo considera
esencial para su existencia como persona." (1977).
La Pérdida de los Valores.
El origen de los problemas se ubica en la pérdida del centro de valores en la
sociedad. Desde el renacimiento, el valor dominante en la sociedad occidental
ha sido el prestigio competitivo medido en términos de trabajo y éxito
financiero. tales
Valores ya no son efectivos en el mundo posmoderno en el que se tiene que
aprender a trabajar con otras personas a fin de sobrevivir.
Cuatro Estados de Conciencia.
May sugiere que hay cuatro etapas de la conciencia del yo. La primera es la
etapa de la inocencia antes de que nazca la conciencia del yo. Ésta, es
característica del infante. La segunda es la etapa de la rebelión en la que el
individuo busca establecer alguna fuerza interna. El niño que ya camina y el
adolescente ilustran esta etapa, la cual puede implicar desafío y hostilidad. La
tercera etapa es la conciencia ordinaria del yo. Esta es la etapa a la que se
refiere la mayoría de las personas cuando hablan de una personalidad
saludable. Implica ser capaz de aprender de los propios errores y vivir en forma
responsable. May se refiere a la última etapa como la conciencia creativa del
yo. Implica la capacidad de observar algo afuera del punto de vista limitado
usual de la persona y vislumbrar la verdad última como existe en la realidad.
Este nivel se abre paso a través de la dicotomía entre la subjetividad y la
objetividad. No todos logran cada nivel de conciencia.
May concibe al ser humano como consiente del yo, capaz de intencionalidad y
con la necesidad de hacer elecciones. En su análisis existencial de la
personalidad, May busca socavar el dualismo tradicional del sujeto y objeto que
ha atormentado al autoentendimiento occidental desde Descartes, quién dijo
que éramos conscientes de nosotros mismos ya fuera como sujeto o como un
objeto. May considera al yo como una unidad.
En lugar de abstraer conceptualizaciones, se necesita reconocer y enfrentar las
paradojas de nuestras propias vidas. En una paradoja dos cosas opuestas son
planteadas en contra y parecen negarse entre sí, sin embargo, no pueden
existir la una sin la otra. Por tanto el bien y el mal, la vida y la muerte, la belleza
y la fealdad parecen estar peleados entre sí pero la misma confrontación con
uno le inspira vida y significación al otro.
Lo Demónico.
En un mundo que se vanagloria de la racionalidad, May reintroduce el concepto
de lo demónico e insiste en que llegamos a adaptarnos a éste. Lo demónico es
"cualquier función natural que tenga el poder de asumir el control de la persona
entera". El sexo, la ira, un ansia de poder, todo esto puede convertirse en malo
cuando se apodera del yo sin importarle su integración. Se puede reprimir lo
demónico pero no evitar sus consecuencias.
Lo demónico es creativo y destructivo en potencia al mismo tiempo. Al
volvernos conscientes de su existencia, lo podemos integrar en nosotros
mismos. Podemos aprender a querer a nuestros demonios internos y
permitirles darnos la sal de la vida. Lo demónico comienza como impersonal; al
traerlos a la consciencia, hacemos personales los impulsos demónicos.
Lo demónico nos empuja hacia la estructura universal de la realidad. Esto
sucede de una dimensión impersonal a una personal a una transpersonal de la
conciencia.
Poder.
Como se ha visto, un factor básico en la crisis contemporánea es el sentimiento
de insignificancia e impotencia. La vida humana puede ser percibida como un
conflicto entre lograr un sentido de la significación del propio yo por una parte y
el sentimiento de impotencia por la otra. Tendemos a evitar ambos lados, el
primero debido a las connotaciones malas asociadas con ser demasiado
poderoso y el último porque es demasiado doloroso soportar nuestra
impotencia.
La violencia tiene su campo fértil en la impotencia y la apatía. Conforme se
hace impotentes a las personas, se alienta su violencia en lugar de controlarla.
Los hechos violentos tales como tomar rehenes son realizados por aquellos
que buscan aumentar su autoestima. Las personas impotentes en ocasiones
invitan a la explotación con el afán de sentirse significativos o buscan venganza
en formas pasivo-agresivas, tales como el uso de fármacos y alcohol.
Es cierto que la cultura tiene efectos poderosos sobre nosotros. Pero podría no
tener estos resultados si estas tendencias no estuvieran ya presentes en
nosotros, porque...nosotros constituimos la cultura. (1983)
Amor y Sexo.
El amor solía verse como respuesta a los problemas humanos. Ahora el amor
mismo se ha convertido en el problema. La dificultad real es ser capaz de
amar. Nuestro mundo es esquizoide, fuera de contacto, incapaz de sentir o de
participar en una relación íntima. La carencia de afecto y la apatía son actitudes
predominantes hacia la vida, son formas de protección contra la estimulación
excesiva de la sociedad moderna.
Nuestra libertad sexual tan alabada se ha convertido en una forma nueva de
puritanismo en la emoción está separada de la razón y el cuerpo es usado
como una máquina. La comercialización del sexo destruye los sentimientos
verdaderos de un modo tan grave como alguna vez lo hicieron los tabúes
tradicionales. Se ha colocado al sexo contra el eros, el impulso de relacionarse
con otra persona y crear nuevas formas de vida.
May sugiere que sólo la experiencia y el redescubrimiento del afecto, lo
opuesto a la apatía, nos permitirá resistir el cinismo que caracteriza a nuestros
días. Los mitos del afecto parecen señalar hacia la necesidad de desarrollar
una moralidad nueva de autenticidad en las relaciones humanas.
Intencionalidad.
May cree en la necesidad de poner decisión y regresar al centro de nuestra
descripción de la personalidad. Su intención no es excluir las influencias
deterministas, sino colocar esto introduciendo el concepto de intencionalidad, el
cual subyace en la voluntad y la decisión.
Por intencionalidad May quiere decir "la estructura que da significado a la
experiencia". Una capacidad humana distintiva; la intencionalidad es una
atención imaginativa que subyace a nuestras intenciones e informa nuestras
acciones. S la aptitud de participar en el conocer. La manera en que es
percibido un pedazo de papel diferirá dependiendo del uso que se le quiera dar.
Es el mismo pedazo de papel que proporciona el estímulo y la misma persona
que responde a éste, pero el papel y la experiencia tendrán un significado
diferente.
Libertad y Destino.
La actitud existencialista en ocasiones es criticada en forma errónea por
describir al individuo como libre en absoluto sin restricciones de ninguna clase.
May, sin embargo, nos recuerda que la libertad sólo puede ser considerada
junto con el destino. Libertad significa "apertura, disposición a madurar,
tolerancia y cambio en la búsqueda de valores humanos más importantes".
Implica nuestra capacidad de intervenir en nuestro propio desarrollo. La libertad
es básica para el entendimiento existencialista de la naturaleza humana debido
a que subyace a nuestra capacidad de elección y al valor.
A su vez, May define destino como el diseño vital del universo expresado en
cada uno de nosotros. En su forma extrema, nuestro destino es la muerte, pero
también se expresa en los talentos individuales propios, nuestras historias
personales y colectivas, y en la cultura y la sociedad en la que hemos nacido.
El destino nos establece límites, pero también nos proporciona medios para
ejecutar ciertas tareas. Hacer frente a estos límites produce valores
constructivos.
Valentía y Creatividad.
La valentía es la capacidad para avanzar a pesar de la desesperación.
En los seres humanos, la valentía es necesaria para poder existir y volverse
posible. La valentía no es una virtud, sino un funcionamiento que subyace y da
realidad a todos los demás valores. La paradoja de la valentía es que debemos
estar comprometidos por completo pero también percatarnos al mismo tiempo
de que podríamos estar equivocados. La valentía creativa es el descubrimiento
de formas nuevas, símbolos y patrones sobre los cuales ser construida una
sociedad nueva.
Psicoterapia.
El enfoque existencial de la psicoterapia sostiene que el objetivo central de la
terapia es ayudar a promover el entendimiento del yo y el propio modo de ser
en el mundo. Los constructos psicológicos para entender a los seres humanos
son colocados, por consiguiente, en una base ontológica y toman u significado
de la situación presente. Impulsos, dinamismos o patrones de conducta son
entendidos sólo en el contexto de la estructura de la existencia de la persona
individual.
May señala que ser en el sentido humano no es dado de una vez y para
siempre. Como humanos tenemos que estar conscientes, ser responsables de
nosotros mismos, y volvernos nosotros mismos.
Una experiencia "yo soy" es una precondición para solucionar problemas
específicos. De otro modo tan sólo cambiamos un conjunto de defensas por
otro.
Volverse consciente del propio ser no significa ser explicado en términos
sociales. La aceptación del terapeuta puede facilitar la experiencia "yo soy"
pero no conduce de manera autónoma a ésta. "La cuestión crucial es que el
individuo mismo, en su propia conciencia y responsabilidad de su existencia, dé
con el hecho de que puede ser aceptado". (1983)
El surgimiento de una experiencia "yo soy" tampoco es idéntica al desarrollo
del yo. Ocurre en un nivel más básico, ontológico, y es una precondición para
el desarrollo del yo subsecuente.
A fin de comprender lo que significa existir, se necesita entender también la
opción de no ser. La muerte es una forma obvia de la amenaza de no ser, pero
el conformismo es un modo alternativo que May encuentra muy frecuente en
estos días. Las personas abandonan su identidad para ser aceptadas por los
demás y evitar ser condenados al ostracismo o a la soledad, pero al hacerlo
pierden su poder y su carácter único. Mientras que la represión y la inhibición
fueron patrones neuróticos comunes en la época de Freud, en la actualidad el
conformismo es un patrón más prevaleciente. Esta negación de las
potencialidades propias conduce a la experiencia de la culpa. La culpa
ontológica no proviene de la prohibición cultural, sino que surge del hecho de la
consciencia de sí mismo y del reconocimiento de que no hemos realizado
nuestras potencialidades. Enfrentar esta culpa en el proceso de la terapia
conduce a efectos constructivos.
Por tanto la tarea central del terapeuta es buscar entender el modo de ser y de
no ser en el mundo del paciente. Es el contexto el que distingue el enfoque
existencial más que cualquier técnica específica. El ser humano no es un
objeto que pueda ser manejado y analizado. La técnica sigue al entendimiento.
May cree que la asociación libre es útil en particular para revelar la
intencionalidad. La relación entre terapeuta y el paciente es considerada como
relación real.
May advierte contra el uso de fármacos en la psicoterapia. En su mayor parte,
cree que tienen un efecto negativo debido a que, al eliminar la ansiedad del
paciente, pueden inhibir la motivación para el cambio y por consiguiente negar
una oportunidad para el aprendizaje y destruir recursos vitales.
1.4. JUSTIFICACIÓN DE LA TEORÍA.
El trabajo de Rollo May une la tradición psicoanalítica y el movimiento
existencialista en la filosofía, por lo que se enfatiza la existencia en lugar de la
esencia. Sugiere además que no hay verdad ni realidad con excepción de
aquella en la participamos. El conocimiento es un acto de hacer.
La descripción filosófica de la naturaleza humana desarrollada por May es
coherente, relevante, global e irresistible. Evita con todo éxito los dualismos
que nos han atribuido desde la filosofía de Descartes. El marco de referencia
existencial que influye su teoría es más compatible con nuestro mundo que lo
supuestos filosóficos de la ciencia decimonónica que influyeron el trabajo de
Freud. Una filosofía existencial proporciona un plano útil para discutir lo que
Freud quería decir acerca de la naturaleza del funcionamiento psíquico.
Aunque Freud no era un existencialista, esta corriente del pensamiento
proporciona categorías que esclarecen las ideas y la intención freudianos. Por
tanto, May reconcibe de forma fructífera muchos conceptos freudianos lo que
se constituye en un aporte innegable a la psicología y la sociedad actual.
Citas
"Es un hábito irónico de los humanos, correr más rápido cuando han perdido el
camino."
"La Creatividad no es simplemente la espontaneidad inocente de la juventud y
la niñez; debe además estar acompañada por la pasión propia del adulto, que
es la pasión de vivir más allá de su propia muerte."
"La depresión es la incapacidad de construirse un futuro."
"La libertad es la capacidad del hombre de tomar parte en su propio desarrollo.
Es nuestra capacidad de moldearnos a nosotros mismos."
“La religión verdadera, a saber, una afirmación fundamental del significado de
la vida, es algo sin lo cual ninguna criatura humana puede ser saludable
respecto a personalidad... ¿Qué le sucede a la salud mental cuando está
ausente este significado que la religión proporciona? En otras palabras, ¿qué
efecto tiene el ateísmo en la personalidad?... Me ha causado alarma el hecho
de que prácticamente todo ateo genuino con quien he tratado ha exhibido
inequívocas tendencias neuróticas.”
“La única estructura adecuada para la moral es la que se basa en el sentido
último de la vida. [...] La estructura última es la naturaleza de Dios. Los
principios de Dios son aquellos que subyacen en la vida desde el principio de la
creación hasta el fin.”
"Lo opuesto al amor no es el odio sino la apatía."
“Entonces la persona habrá conseguido un sentimiento de su propia pequeñez
e insignificancia ante la grandeza del universo y de los propósitos de Dios
respecto a éste... Reconocerá que hay propósitos que oscilan en arcos mucho
mayores que su diminuto orbe, y procurará ponerse en armonía con ellos. Sin
entregarse al sentimentalismo, se dará cuenta de que depende de Dios.”
"Si no expresas tus ideas originales, si no escuchas a tu propio ser, te habrás
traicionado a ti mismo."
1.5. OBRA
Ha escrito, entre otros, los siguientes libros:
La valentía de crear
Libertad y destino en psicoterapia
El dilema del hombre
La necesidad del mito
Amor y voluntad (1969)
1.6. LOGROS
May estuvo influenciado por el humanismo americano, y se interesó por
reconciliar la psicología existencialista con otras aproximaciones,
especialmente el psicoanálisis de Freud.
Él definió ciertas "Etapas" del desarrollo:
Inocencia - Es la etapa pre-auto-consciente de los infantes. El inocente solo
hace lo que se supone debe hacer. Sin embargo, un inocente tiene cierto grado
de albedrío orientado a la satisfacción de sus necesidades.
Rebelión - La persona rebelde desea libertad, pero no tiene aún completo
entendimiento de la responsabilidad que eso implica.
Ordinario - El ego del adulto normal ya ha comprendido la responsabilidad,
pero la encuentra muy compleja de manejar. Entonces busca refugio en la
conformidad y los valores tradicionales.
Creativo - El adulto auténtico, en la etapa existencial, más allá del ego y auto-
actualizable. Esta es la persona quien, aceptando el destino, enfrenta a la
ansiedad con coraje.
Estas no son etapas en el sentido tradicional. Un niño puede ser inocente,
ordinario o creativo en diferentes momentos; un adulto puede ser rebelde.
Su primer libro, "El significado de la ansiedad" estaba basado en su disertación
doctoral, la cual a su vez estaba basada en la lectura del filósofo del siglo XIX,
Søren Kierkegaard.
Rollo May (1988) afirma que los movimientos en pro de la salud mental han
puesto su acento en "la liberación de la angustia"; sin embargo, el ser humano
se ha dado cuenta de que esto no es posible. Se observa así como las
personas tratan en todo momento de huir de su angustia, buscando siempre la
compañía de algún ruido como el de la televisión y la radio, hasta el extremo de
llevarse consigo esos aparatos portátiles por las calles, o si no toman el camino
más corto hacia esa liberación mediante el uso del alcohol y drogas
tranquilizantes. No obstante, al querer liberarse de la angustia se privan del
elemento más estimulante para vivir, ya que ésta constituye una fuente de
energía y potenciadora de la vida.
Rollo May (1966, p. 7) ha sido el psicólogo que ha tratado más ampliamente el
problema de la ansiedad, desde una perspectiva existencial. Resaltando la
relevancia de dicho problema, al señalar que "todo ciudadano consciente de
nuestra sociedad se da cuenta, sobre la base de su propia experiencia y la
observación de los otros, de que la angustia es un fenómeno invasor y
profundo en la mitad del siglo XX".
1.7. LA ANSIEDAD VISTA DESDE LA PSICOLOGIA EXISTENCIA DE
ROLLO MAY
El concepto de ansiedad ha sido estudiado en conjunto con el concepto de
miedo, bajo el supuesto de que estos "tienen la misma base neurofisiológica",
lo cual ha dificultado su diferenciación. La diferencia, según Rollo May (1996),
radica en que estas reacciones ocurren en diferentes niveles psicológicos de la
personalidad.
La ansiedad se refiere a un nivel más básico de la personalidad, la "esencia" en
lugar de la periferia, pudiendo llegar a ser más dolorosa que el miedo, puesto
que "toca el nervio vital de la propia estima y su sentido de valer como persona,
lo cual constituye un aspecto importante de su experiencia de sí mismo como
ser". En contraste el miedo aparece ante patrones adquiridos durante el
proceso de aprendizaje, siendo el resultado de la maduración del individuo, el
cual puede llegar a localizar la amenaza fuera de él es decir, "el miedo puede
objetivarse", lo que no ocurre en la ansiedad puesto que ésta no puede ser
separada del individuo, siendo así una experiencia tanto subjetiva como
objetiva. (Rollo May, 1977, p. 74)
"La ansiedad es el estado de espíritu del individuo al darse cuenta de que su
existencia amenaza ruina, de que puede hundirse con todo su mundo y
convertirse en nada", con estas palabras describe Rollo May (1977, p. 75) la
vivencia subjetiva de la ansiedad; sin embargo, para él, ésta también puede ser
observada desde fuera, en las personas normales, representada en
aburrimiento, actividad compulsiva, diversiones sin motivo ni sentido e
interrupción de la atención.
Al considerar la ansiedad ontológicamente se aclaran las diferencias de ésta
con el miedo, ya que es entendida "como la experiencia de la amenaza
inminente del no-ser". Es así como se aprecia el conflicto interno implícito en la
ansiedad: "La ansiedad se produce en el punto psicológico en el que el
individuo se enfrenta con la aparición de alguna potencialidad o posibilidad de
llenar su existencia", lo cual implica al mismo tiempo la destrucción de la
seguridad presente y provoca la tendencia a negar la nueva potencialidad.
(Rollo May, 1977, p. 75)
Rollo May (1990) elabora su concepto de ansiedad tomando como base los
valores al retomar los planteamientos de Nietzsche, quien considera al hombre
como el "valuador". Por consiguiente, para May, el ser humano es aquel quien
interpreta su vida y su mundo sobre la base de símbolos y significados, los
cuales se transforman a medida que se da el proceso de maduración del
individuo, adoptando un carácter cada vez más simbólico, dejando de importar
el hecho de satisfacerlos o no materialmente, e importando que "la satisfacción
radica en sostener los valores"; así la persona experimenta los valores
internamente, proporcionándole la base para el conocimiento de si mismo.
Partiendo de la definición de ansiedad formulada por Rollo May (1990, p. 81) :
"la aprehensión desentrelazada por la amenaza a algún valor que el individuo
considera esencial para su existencia como persona", se puede afirmar que
nadie puede evitar sentir ansiedad en ningún momento de su vida. Más aún,
ésta es un medio que da paso a la ampliación de la conciencia, cuando se
convierte en una experiencia constructiva para el individuo, en la medida en
que éste sea capaz de renunciar a la seguridad inmediata en busca de metas
más vastas. Sin embargo los seres humanos al encontrarse sin bases, ni
valores que le permitan el conocimiento de sí mismo y relacionarse con el
mundo, evaden la responsabilidad que deben tener frente a su existencia a
través de la seguridad que le brindan los dogmas, lo cual limita las
posibilidades del individuo, encerrándolo entre murallas, sin contacto con el
mundo.
"Todos los valores sociales atraviesan por un cambio radical", es así como la
situación actual se constituye en una época de transición, actualmente
manifiesta en las guerras, depresiones económicas y amenazas políticas que
son claros síntomas de la problemática de la ansiedad subyacente a la
sociedad contemporánea. (Rollo May, 1990)
Dicha problemática se ve reflejada en el individuo bajo la forma de neurosis u
otras alteraciones emocionales y psicosomáticas, además en el uso de medios
externos, como la tecnología, que lo han llevado a alienarse, y cuyo trasfondo
se halla en el hecho de que el hombre no sabe que roles ha de desempeñar,
en que principios ha de creer o hacia donde debe dirigirse.
El punto de partida de esta incertidumbre se halla en que el ser humano asiste
al desmoronamiento de las bases que edificaron sus creencias, ya que al
carecer de referencias para manejarse en la vida ha sido llevado a convertirse
en un ser sin rumbo.
Esta época de transición de valores se ha hecho inmanejable para el individuo,
ya que en la medida en que el desarrollo de la cultura de occidente tomó el
camino de la dominación del mundo y de sí mismo, se dio la escisión sujeto-
objeto, llevando a que la relación del individuo consigo mismo y la naturaleza
se trastornara, replegando su conciencia al olvidarse de que el sentirse como
sujeto y objeto al mismo tiempo, fortalece la conciencia de cada uno como
individuo.
Así el individuo es un objeto manipulable, lo que le imposibilita verse como un
ser que está en la continua búsqueda de la expansión mediante una vida plena
de significado, degenerando en lo que él mismo ha llamado "la crisis de la
perdida de sentido de significado". De esta forma el individuo se sume en el
colectivismo, es vulnerable al moldeamiento de su mente y sus emociones, se
pierde en su relación con el mundo, y su imagen cambia dependiendo del tipo
de información que recibe; como diría Rollo May (1990, p. 46): sucumbe "...a la
tentación de usarla (la tecnología) como una manera de evitar enfrentarse(nos)
con nuestra propia ansiedad, nuestra alienación y nuestra sociedad".1
Rollo May cuenta una fantasía donde San Pedro recibe en el cielo a un
psicólogo acusándolo de simplificar demasiado al hombre, encasillándolo en
teorías y prejuicios. El hombre es algo más que estímulos y respuestas, o
descarga de tensiones.
El dilema del hombre es el que se origina en la capacidad de éste para sentirse
sujeto y objeto al mismo tiempo. Ambos son necesarios para una vida
gratificante y para la psicoterapia. No se puede ser solamente objeto a merced
de impulsos, ni solamente sujeto, sin conexión con la realidad y entregado a
puras fantasías. La conciencia oscila entre ser sujeto y ser objeto. Mi libertad
radica en experimentar ambos polos, no en ser puro sujeto.
En psicología, cuanto más el hombre se esfuerza por ser puramente objetivo,
más queda atrapado en su subjetividad. Y al revés, poner demasiado énfasis
en el polo subjetivo del dilema del hombre, el de la libertad, el del hombre como
sujeto determinante, con el consiguiente olvido del ser humano como objeto
determinado, constituye también un error.
1 El dilema existencial del hombre moderno. Sinopsis del libro de Rollo May01/09/2012
En el proceso dialéctico entre estos dos polos, radica el desarrollo, la
profundización y la ampliación de la conciencia humana. El error de las dos
posiciones extremas (privilegiar el objeto como hace Skinner, o el sujeto como
hace Rogers), consiste en suponer que se puede evitar el dilema con sólo
aferrarse a uno de ambos extremos. Pero el hombre debe aprender a vivir en
ambos. Al hombre que le ocurren cosas (nace, muere, etc.) es el hombre
objeto, y el hombre que toma conciencia de todo ello, es el hombre sujeto.
El contenido del libro abarca los siguientes temas: la pérdida de significación
del hombre moderno; la identidad personal en un mundo anónimo; raíces
históricas de las teorías modernas sobre la ansiedad; la ansiedad y los valores;
el contexto de la psicoterapia; un enfoque fenomenológico de la psicoterapia; la
terapia existencial y la escena norteamericana; Jean-Paul Sartre y el
psicoanálisis; los peligros de la relación existencialismo/psicoterapia; el hombre
que fue enjaulado; nuevo examen de la libertad y la responsabilidad;
interrogantes para una ciencia del hombre; y las responsabilidades sociales de
los psicólogos.
Uno de los grandes problemas del hombre occidental actual, es una crisis de
identidad, es un ser carente de significación como individuo, y siente que lo que
haga será pequeño en comparación con el avance tecnológico. Quién soy,
adónde voy, qué sentido tiene mi vida, son algunos de estos interrogantes.
Respecto de la psicoterapia, cita tres problemas centrales de la psicoterapia
que ilustran la necesidad de una comprensión de la naturaleza básica del
hombre. Estos problemas son los siguientes: el problema de qué es la salud y
qué es la enfermedad, el problema del vínculo paciente – terapeuta, y el
problema del inconsciente.
El enfoque existencial en psicoterapia no encontró aun su identidad en EEUU:
allí se lo confunde con la terapia adleriana, o junguiana, o el budismo zen, o la
filosofía especulativa, el psicodrama, etc.
La ansiedad del individuo y su manera de enfrentarla, depende de cada época
y cultura, por ello cada época y cultura tiene su propia forma de entender la
ansiedad. Veamos ejemplos de teorías sobre la ansiedad, según filósofos de
distintas épocas.
El hombre es el único ser que valora, que interpreta su vida y el mundo en base
a símbolos. Cuando sus valores son amenazados, se produce ansiedad. La
ansiedad debemos definirla como aprensión generalizada por la amenaza a
algún valor que el individuo considera esencial para su existencia como
persona.
Debemos reexaminar las relaciones entre libertad y responsabilidad bajo una
nueva luz, por ejemplo, partiendo de la idea de control (de unas mentes por
otras mentes, tipo control social). Hay que preguntarse aquí por los fines de
este control, o sea, para qué los psicólogos debieran controlar la mente.
Los pacientes llegan a consulta con una carencia de libertad, no saben qué
hacer, qué elegir, quieren ayuda para su mal. La libertad aquí, ha de ser
fomentada, entendida como la capacidad del individuo de saber que está
determinando, y de poder responder con acciones en el mundo, es decir, tener
la responsabilidad.
Ciencias del hombre, no es simplemente amontonamiento de ciencias como la
psicología, la sociología, etc., sino una teoría activa que nos permita entender y
clarificar las características específicas y distintivas del ser humano. Sobre esta
base entonces se podría hacer psicoterapia, por ejemplo. Sin embargo nadie
tiene bien claro aún, cuál podría ser el modelo de hombre, cómo podría
hacerse una ciencia del hombre2.
CAPITULO II
2.1. SALUD, ENFERMEDAD Y PSICOTERAPIA EN LA PSICOLOGÍA
EXISTENCIAL DE ROLLO MAY
A lo largo de este siglo, el hombre, en su proceso de búsqueda y desarrollo
personal y en su afán por encontrar una orientación en este mundo, se ha visto
influenciado por todo un complejo entorno socio-cultural enriquecido por cientos
de años de conocimientos y grandes avances científicos, que,
consecuentemente, lo ha hecho recurrir a medios explicativos que aunque
hablan y se esfuerzan por el bienestar del ser humano, conocen muy poco el
sentir de éste, con lo cual la desorientación puede llegar a esparcirse hasta
2 El dilema existencial del hombre moderno. Rollo May.
rincones tan íntimos y personales, que la visión que el hombre tiene del mundo
y de sí mismo puede volverse cada vez más oscura y difusa. «El enfoque
explicativo conduce a una visión inadecuada del hombre, ya que si se aplica el
mismo esquema para comprender a todos los individuos, se le escapa a uno la
experiencia irrepetible de la individualidad de la persona3.
Es decir, el enfoque explicativo no apunta a las necesidades y potencialidades
que realmente hacen a un individuo ser hombre, ni mucho menos apunta a la
realización de su ser, sino más bien a cómo éste último puede adaptarse
satisfactoriamente al medio, que si bien no es del todo negativo, tampoco es
suficiente. «Los psicoterapeutas existenciales han insistido siempre en que
debe intentarse la comprensión del mundo privado del paciente antes que
concentrarse en las desviaciones que éste presenta con respecto a las normas
sociales».
Ante contradicciones tan amplias como ésta, se hace evidente el
cuestionamiento acerca de si esos medios de los que el hombre se vale, entre
ellos la psicología, están realmente hablándonos de nosotros mismos, y si se
Saluda enfermedad y psicoterapia en la Psicología Existencial de Rolló May
refieren a aquellas cualidades y potencialidades específicamente humanas que
hacen al hombre distinto de los demás seres.
Es en este punto en el que se puede intuir que de no ser así, o sea, que si la
psicología no apunta específicamente a lo humano, el hombre no hace más
que escapar de sí mismo, debido a que no atiende a los supuestos básicos de
su existencia.
Para que esto no ocurra es necesario que la psicología se preocupe por
«comprender» antes que por explicar todos las situaciones y paradojas
existenciales del hombre, que «trate de comprender la estructura del ser
humano y su experiencia, lo cual debe subyacer a toda técnica»^. Para esto
debe empezar por admitir que aunque todos los seres humanos persiguen fines
universales, tales como la realización personal y la convivencia, entre otros,
también debe apreciar y aceptar que cada individuo lo hace de forma distinta (o
particular). Es decir que los valores, motivaciones e intereses de un hombre
3 YALOM, Irvi. (1984). Psicoterapia Existencia!. Barcelona: Hender, p. 30.
pueden ser distintos de los de otro, y ambos pueden llegar a realizarse como
personas, a pesar de centrarse en valores totalmente distintos en cuanto al
contenido. Por consiguiente, es necesario fijar ciertos postulados universales
que si bien son comunes a la existencia de todos los seres humanos, también
permiten un significativo espacio a cada hombre donde le sea posible ejercer
su propia libertad, desarrollar sus potencialidades particulares, y crear así su
propia esencia.
En últimas, de esta manera se estaría atendiendo en psicología a aquello en lo
que los existencialistas tanto han insistido: El hecho de que el ser humano
primero existe en el mundo y luego se crea a sí mismo a partir de su relación
con dicho mundo concreto.
Es este «pequeño» margen el que permite rescatar la individualidad y la
inmediatez de la experiencia propia de cada persona. De esta forma, se coloca
la psicología al servicio del hombre, ya que se está «correspondiendo a las
cualidades y características distintivas que constituyen al ser humano como
humano»4, lo cual le permite enfrentar de mejor manera los obstáculos que le
impiden realizar su ser; puede llegar así a captar la experiencia agobiante de la
desesperación y sentir ese desvanecimiento de la imagen de sí mismo y darse
cuenta de que estos sentimientos, por muy crudos que sean, guardan siempre
un significado para su propia existencia. Es decir, que al no evadir este sentir,
por muy doloroso que sea, es cuando el hombre puede salir al encuentro de su
propia realidad y percatarse del hecho de que ésta se encuentra dispersa, y por
consiguiente debe integrarla.
Esto no es más que asumir la dirección y la responsabilidad de la propia
existencia, relacionándola con su propia situación concreta y decidiendo
autónomamente ante ella. Sólo en esta instancia se puede decir, como May,
que «la Psicología es una disciplina que nos habla acerca de nosotros
mismos», ya que ilustra los valores que cada hombre defiende y trata de
expresar en todo momento, en cada una de las situaciones a las que se ve
enfrentado cotidianamente, con los cuales no hace otra cosa que tratar de darle
sentido a su vida.
4 MAY, Rollo (1963). Psicología Existencial Buenos Aires: Paidós, p. 18.
Y es precisamente ese sentido particular el que se debe tratar de descubrir. De
esta forma, para que la psicología pretenda ser una ciencia del hombre, debe
ser capaz de responder a las necesidades que constituyen a este hombre
como tal, atendiendo a las cualidades que le permiten desenvolverse
óptimamente en el mundo, tales como la capacidad de autoconciencia, de
decisión y de compromiso consigo mismo y con el mundo, entre otras.
En primer lugar, la psicología debe tratar de comprender al hombre como aquel
que construye su propia experiencia, en el sentido no sólo de concebirlo como
un objeto que hace parte del mundo y al cual debe adaptarse, sino también
como un sujeto capaz de constituir y formar su propio mundo, es decir que
«una ciencia del hombre debe tener como fulcro la característica única y
distintiva del hombre, que no es otra que su capacidad de relacionarse consigo
mismo como sujeto y objeto de la experiencias5.
Ahora bien, esta posibilidad de atender a las características y dilemas
específicamente humanos se debe, a su vez, a una visión del hombre lo
suficientemente amplia que permita a éste desarrollar valores posteriores que
se producen en el proceso de maduración emergente que lo lleven a actualizar
su potencia de ser. En este sentido, los psicoterapeutas existenciales critican
las teorías psicológicas tradicionales debido a que consideran que limitan tanto
la captación de la totalidad del ser como el desarrollo de las posibilidades
concretas de ser, lo cual se entiende mejor si se observa la concepción que
autores existenciales como Binswanger, May y Yalom tienen del hombre.
Según estos autores, la psicología se centra únicamente en el estudio de los
impulsos, mecanismos y determinantes biológicos, o bien sólo en los procesos
cognoscitivos referentes a condicionamientos en la relación con los otros y el
mundo. Si bien es cierto que es necesario analizar ambos aspectos, también es
igualmente cierto que al limitarse a ellos se está perdiendo al mismo tiempo la
totalidad de la experiencia del ser humano, ya que se refieren sólo a uno de los
aspectos de ser: el Unwelt (o el mundo de los impulsos biológicos y del
determinismo pasado y externo).
5 MAY, Rollo (1990). La Psicología y el dilema del hombre. México: Gedisa, p. 163.
Cuando esto sucede, resulta que se está concibiendo apriori al hombre, lo cual
hace que el desarrollo de valores posteriores que caracterizan un proceso
constructivo de maduración sea visto sólo como una extensión de valores
primarios, que además sirven para enmascarar estos últimos. Un claro ejemplo
de esto se produce cuando los psicoanalistas conciben estos valores
posteriores como meras sublimaciones de necesidades primarias de preservar
el cuidado materno. Desde esa perspectiva, el presente sólo se ve en función
del determinismo pasado, con lo cual se atiende a los valores y acciones más
complejos del ser humano (como el ejercicio de la libertad y la responsabilidad
de ser, el enfrentamiento constructivo de la ansiedad y a la voluntad de
creación) sólo en función de los valores y acciones más simples, y de esta
forma se crea un rígido sistema lineal causa-efecto, en el que se ven limitadas
y restringidas las posibilidades de cobrar conciencia de la propia situación en el
mundo. «Es un error creer que estos valores posteriores son simplemente una
extensión del valor original de preservar el cuidado y el amor materno, o
considerar que todos los valores son sencillamente modos diferentes de
enmascarar la satisfacción de las necesidades primarias (...), en la pauta de la
evolución emergente, la persona en maduración desarrolla de continuo nuevas
capacidades a partir de las antiguas, nuevos símbolos, nuevas formas de
valores. Cuanto más neurótica sea la ansiedad de un individuo, más probable
es que trate de satisfacer año tras año los mismos valores que sostenía en
etapas anteriores, pero cuanto más sana es la persona, resulta menos factible
concebir sus valores como adulto como una suma de sus necesidades e
instintos previos»6.
Resulta, entonces, que desde la perspectiva existencial se concibe «lo más
simple en función de lo más complejo», haciendo, entre otras, que se le dé un
adecuado tratamiento a la voluntad y comprendiendo el pasado (y el futuro) en
función de la situación presente, y no al contrario. Desde este punto de vista no
se niega la casualidad, sus mecanismos e impulsos, sino que se la
complementa, al ubicarla en un contexto mucho más amplio y complejo, en el
que además se conciben otros dos aspectos de ser en el mundo: el Mitwelty el
Eigenwelt.
6 Ibid., p. 74 - 75.
El primero de éstos se refiere al mundo de las relaciones interpersonales, pero
ya no como una mera relación en el ámbito social que impone limitantes y
condicionamientos, sino también, y sobre todo, como el mundo relacional en
que cada individuo se crea a sí mismo en dichas relaciones.
La diferencia radica en que si se concibe al ser humano sólo desde la
perspectiva del Umwelt, el Mitwelt se verá deformado e implicará que el
hombre no pueda responsabilizarse ni por los otros ni por sí mismo, lo cual no
ocurre si se lo concibe a partir de la integración de los tres aspectos de ser en
el mundo, ya que de esta forma el hombre puede llegar a verse no sólo como
un miembro que hace parte de un mundo relacional, sino también como alguien
capaz de crear y constituir dicho mundo.
El último aspecto es el Eigenwelt, o el mundo de la conciencia de sí mismo. En
éste se integran los dos aspectos anteriores de ser en el mundo, lo cual hace
que el hombre pueda llegar a aceptar y a asumir en su conciencia tanto los
impulsos pasados y los determinantes biológicos y ambientales como la
creación de sí mismo a partir de la relación con los demás individuos, para, en
un proceso constructivo de maduración que apunta a desarrollar las
posibilidades de ser, darles forma y significado a todos estos aspectos a partir
de la situación concreta de existencia. Es en este sentido que se puede
apreciar que el hombre puede llegar a crear sus propios símbolos y valores, en
últimas, a dar un sentido particular y auténtico a la existencia. En síntesis, se
debe «considerar al individuo en los tres modos de ser en el mundo: el mundo
de los impulsos biológicos, del destino y del determinismo7.
Esta concepción del hombre implica que no se debe atender a éste con una
naturaleza predeterminada, ya que de esta forma estaríamos restringiendo su
visión y sus posibilidades de creación. Por ejemplo, si sólo concebimos al
hombre a partir de su determinación causal pasada (en el caso de los
psicoanalistas), o como un ser que siempre apunta a la autorrealización (en el
caso de los humanistas), lo único que estaremos viendo en éste es la
afirmación de nuestros propios preconceptos o la desviación de los mismos, y
7 MAY, Rollo y otros (1977). Existencia: Una nueva dimensión en psiquiatría y psicología. Madrid: Credos, p. 91.
dejaríamos de lado, en estos casos, tanto la posibilidad de creación consciente
como la determinación biológica y pasada, respectivamente.
May expone, en consecuencia, que debemos ser lo suficientemente amplios
para no diluir la individualidad de cada ser humano en un constructo teórico. En
el anterior ejemplo sería necesario, entonces, captar que el hombre implica
ambos conceptos y que, por lo tanto, se hace indispensable atender a la forma
como el individuo crea su propio mundo y a la manera en que defiende su
centro existencial, o lo que es lo mismo, como pretende reafirmarse y darse
sentido a sí mismo.
De esta forma, el enfoque existencial prefiere atender al ser humano a partir de
la condición humana y no desde una perspectiva en que se conciba al hombre
a partir de una naturaleza predeterminada que lo restrinja, tanto en el ámbito de
la comprensión de su experiencia como en el ámbito de su creación como ser
en el mundo. Luego el aporte de este enfoque no sería ofrecer un nuevo marco
teórico y epistemológico en sí, sino esclarecer los suspuestos en que se
fundamentan las distintas escuelas teóricas, para complementarlas con una
adecuada visión del ser humano que permita ya no tanto explicarlo como sí
comprenderlo. No se trata de mezclar teorías, sino de aclarar la visión del
hombre en que éstas se basan, para, a partir de este esclarecimiento, hacer
una reevaluación conceptual, que permita comprender la experiencia directa
del otro tal como él la vivencia, y no como nuestro marco conceptual nos dice
que la debe vivenciar.
Esta visión del hombre repercute directamente en la concepción de la salud, la
enfermedad y la psicoterapia.
En consecuencia, se concibe la enfermedad no como un resultado de
problemas en la adaptación a un entorno inmediato, sino que más bien lo que
se considera enfermizo es precisamente esa necesidad de ajuste o adaptación
forzosa (y sus consecuencias). Es decir, que la enfermedad es tanto la forma
de actuar (el ímpetu desenfrenado de ajustarse) como la consecuencia de este
proceder (el bloqueo de las propias potencialidades). «La neurosis es
precisamente el método que usa el individuo afín de preservar su propio centro,
su propia existencia (...) La neurosis es una adaptación, y ahí precisamente
radica su mal»8.
Esta idea se basa en el hecho de que el adaptarse no implica necesa¬riamente
ni dilucidar ni asumir la existencia concreta, sino que, por el contrario, lo que se
favorece mediante un «buen ajuste» es el enmascararse a uno mismo la
responsabilidad por confrontar las condiciones básicas de existencia, como son
la muerte, la ansiedad, la voluntad de decisión, la libertad y la responsabilidad,
la soledad existencial, la creación de sí mismo, la afirmación de valores
constructivos y de un sentido de vida. Este hecho se ve muy a menudo cuando
los individuos prefieren castrarse a sí mismos (deciden rechazar su poder de
ser) con tal de no ser relegados al ostracismo. Prefieren aceptar no ser ellos
mismos auténticamente (es decir, rechazar sus propias posibilidades de
creación) a fin de que pueda existir algún ser, por muy restringido que éste sea.
Ocurre que el individuo prefiere «ser alguien» ante un grupo o el medio en
general a costa de sí mismo, con lo que pretende darse valor de alguna forma,
sentirse «seguro» y evitar la angustia que implica enfrentarse con su propia
existencia.
Este ajuste forzoso lleva al hombre a tener que recurrir a mecanismos
evitativos que le permitan ocultarse de sí mismo, como son los rígidos sistemas
de control emocional que bajo un patrón obsesivo compulsivo de
comportamiento pretenden mantener a distancia la ansiedad que implica la
creación de sí mismo y el esclarecimiento comprometido de la existencia
particular, lo cual ocurre, por ejemplo, con el individuo que hace del trabajo una
manía. Por debajo de su rígido y controlado esquema de funcionamiento, lo
que opera es un temor a enfrentarse con su experiencia inmediata. «Lo que no
suele advertirse suficientemente es la prueba tantas veces asequible de que
los fenómenos de compulsión se producen sobre el fondo de una personalidad
que se conserva potencialmente intacta, pero que se encuentra condenada a la
impotencia de afirmarse a sí misma»''. En últimas, se busca un ajuste al medio
para no cobrar conciencia y evadir así la ansiedad y responsabilidad por asumir
la creación de la propia experiencia.
8 MAY, Rollo (1963). Psicología Existencial. Buenos Aires: Paidós, p. 88-89.
Otra forma de enmascararse a sí mismo el compromiso y creación propia nos
la ofrece Yalom, cuando muestra cómo mediante la adaptación se busca ser un
éxito social en todo sentido, ya que a la vez que se pretende ser salvado o
protegido por el medio (ser tenido en cuenta siempre por todos), se intenta
también sentirse alguien especial o importante para evitar cualquier sentimiento
de insignificancia o soledad, con lo cual se convierte la vida en una única y
gran orgía donde todos tienen que participar, dicho en palabras de Kundera. En
vez de asumirse a sí mismo, se pretende, en este caso, evitar la confrontación
con el no ser, entendiéndose este último como lo que amenaza la propia
existencia, tanto en un sentido físico como psicológico, y cuya expresión más
cruda es la muerte (en otras palabras, no ser se refiere a toda amenaza sobre
los valores que dan sentido a la existencia).
En suma, todo este proceso de ajuste forzoso y de rechazo de la propia
potencia de ser implican, en el ámbito general, que la enfermedad es el
resultado de la no confrontación de los supuestos existenciales enraizados en
la condición humana y a la necesidad (casi compulsiva) de adaptación y al
miedo al ostracismo implícito en ésta. Este proceso, a su vez, denota la
renuncia por el cuidado y desarrollo del ser, lo cual se entiende mejor si nos
remitimos a la falta de deseo y de voluntad de creación y afirmación de estos
deseos en la acción.
Cuando el individuo evita esclarecer su existencia, simultáneamente está
rechazando cualquier acto de desear por el desarrollo y afirmación de las
posibilidades de ser. El deseo queda reducido exclusivamente al mundo del
Umwelt, y degenera en un impulso ciego que se siente dentro de sí y sin
posibilidad de poder integrarse a la experiencia creativa, y cuya única finalidad
es exigir una descarga emocional inmediata que alivie el dolor que el hombre
mismo ha creado de sí al rechazarse. En este sentido, la enfermedad es vista
como la incapacidad para reconocer los propios deseos, y para reafirmar éstos
en la acción por medio de la voluntad. Es decir, que «no es el deseo lo que
causa la enfermedad, sino la falta de deseo»9. Cuando el individuo prefiere
«castrarse» antes que verse relegado al ostracismo, está al mismo tiempo
9 MAY, Rollo (1990). Amor y Voluntad. México: Gedisa, p. 175.
renunciando a desear por sí mismo cualquier acto que lo lleve a obrar
consciente y comprometidamente con su propio devenir.
Todos estos aspectos están interrelacionados entre sí, de tal forma que no se
deben entender linealmente, sino más bien comprenderlos como un proceso en
que todos se influyen y relacionan simultáneamente unos a otros. La
consecuencia de este proceso es el no desarrollo de las potencialidades
particulares del individuo, entendiendo éstas no como el desarrollo de
capacidades ilimitadas que el individuo posee en distintas áreas y que guardan
por su puesta en marcha, sino más bien como la potencia o poder personal
para enfrentar y dilucidar la propia existencia a la vez que se afirman los
valores que se encaminan a desarrollar el ser.
Cuando el individuo no desarrolla su potencial, debe recurrir a medios evasivos
que compensen de alguna forma el vacío creado. Así, es posible observar, por
ejemplo, que en nuestra actual cultura cada vez se hace más evidente la
necesidad de delegar al grupo la responsabilidad de elegir y decidir que ser; los
individuos compulsivos que denotan en sus acciones una necesidad de dejar
atrás el tedio y el compromiso consigo mismo; los trastornos de personalidad
(especialmente narcisistas); la falta de sentido vital; dificultades para reconocer
el propio deseo; la necesidad de diversiones cada vez más extremas que
llenen el vacío creado en la propia existencia, y trastornos de voluntad y
ansiedad, entre otros. En todas estas manifestaciones se aprecia un marcado
afán por tratar de olvidarse de la existencia concreta que se debe asumir, lo
cual provoca un sin fin de trastornos y de síntomas neuróticos que son, a la
vez, producto y consecuencia de este enmascaramiento de la existencia.
Vista de esta manera, la enfermedad es un modo ineficaz y desesperado del
hombre por evitar la angustia resultante de la confrontación con los supuestos
básicos de la existencia; es un intento del individuo por enmascararse a sí
mismo la responsabilidad de encontrarse a sí mismo y de asumir una actitud
autónoma y consciente ante éste.
De esta forma, los terapeutas existenciales contextualizan los dilemas
existenciales y psicológicos en esta época moderna, lo cual les puede permitir
encontrar alguna solución concreta a éstos. En este sentido, consideran que la
salud y el bienestar psicológico se alcanzan cuando el individuo se esfuerza
por esclarecer su existencia concreta y enfrentar en forma constructiva la
angustia implícita en este hecho, reconociendo su libertad y responsabili¬dad
existencial, y por ende, desarrollando sus potencialidades particulares de ser.
Sólo cuando el individuo logra vivenciarse a sí mismo como creador de su
mundo, es decir, como un sujeto existente en el mundo, es capaz de sentir la
urgente necesidad de decirse a sí mismo «yo soy», y, en consecuencia,
decidirse a realizar un proyecto vital que apunte al desarrollo de sus
posibilidades particulares de ser. En sí, el enfoque existencial en psicología
considera que lo más importante es que el individuo experimente su existencia
como real, o lo que es lo mismo, que sienta que aunque hay hechos pasados y
determinantes externos que influyen en su comportamiento, es él mismo quien
continúa creando esa experiencia a partir de su relación con dichos
determinantes en el momento presente. Como dirían algunos existencialistas:
¿Qué has hecho tú con aquello que han hecho de ti?
Vista así, la salud correspondería a un estado en el que el hombre se apropia
de sus decisiones y se responsabiliza por encontrarse en este mundo en este
momento, dejando así un poco de lado la suposición de que a medida que
dicho hombre vaya teniendo más y más conocimiento e intuición sobre sí
mismo, irá tomando las decisiones apropiadas, debido a que ésta es una
verdad a medias pues generalmente pasa por alto la segunda mitad de la
verdad: Que el hombre no puede permitirse el lujo de adquirir ese conocimiento
e intuición hasta que esté dispuesto a decidir abrirse a dicha experiencia, hasta
que tome una orientación decidida sobre su vida y adopte las resoluciones
previas en marcha10. Un ejemplo de esto se aprecia en la concepción del
inconsciente como una bodega o sótano donde hay acumulada información
sobre el pasado. En esta idea, el inconsciente determina ciegamente el
presente y la experiencia creadora del individuo, y hace que las decisiones
sean relegadas a un segundo plano, lo cual permite el enmascaramiento de la
propia responsabilidad y compromiso para con la creación de sí mismo (de ahí
10 MAY, Rollo (1977). Existencia: Una nueva dimensión en psiquiatría y psicología. Madrid: Gredos, p.118.
que Sartre haya expresado que el inconsciente así concebido es un acto de
mala fe). Es por esto que psicólogos existenciales como May prefieren hablar
de «experiencia inconsciente» y no de inconsciente, ya que es el individuo
mismo quien ha querido y decidido mantener inconsciente ciertas experiencias,
aún hoy en el presente.
Se entiende, pues, que cuando la persona logra vivenciarse como alguien que
está creando esta experiencia, puede empezar a asumir la dirección de su
propio destino y liberarse de la dependencia de mecanismos defensivos que le
evitaban enfrentar los supuestos universales de existencia.
En suma, la salud mental no es sólo un fin o un logro al que se llega, sino
también, y sobre todo, un estado por medio del cual el hombre enfrenta y
asume su existencia concreta. Es decir que el bienestar no es opuesto al
conflicto, sino, más bien, la confrontación constructiva de éste, de tal forma que
le permita al hombre crearse a sí mismo y ser capaz de constituir el mundo al
que se pertenece. Se trata de asumir la existencia con todos sus tropiezos y no
de observar a ésta desde el contorno: «El camino verdadero se abre sobre una
cuerda que no está tendida en la altura, sino apoca distancia del suelo. Parece
estar destinado más a tropezar que a hacer equilibrio sobre ella»11.
Ahora bien, cuando se enfrenta la propia existencia concreta y se opta por el
cuidado del ser, esto no debe entenderse de forma desvinculada del medio, ya
que al responder a la existencia particular se lo hace a la vez al mundo en que
uno se encuentra. Es decir, que al no adaptarse directa y pasivamente, el
individuo, a la vez que atiende y se empeña en esclarecer su existencia y
desarrollar su potencia de ser, está atendiendo al entorno inmediato del cual
hace parte. La diferencia consiste en que de esta última forma, tiene la
posibilidad de crear y constituir dicho mundo, y de esta manera logra una
relación constructiva y ya no pasiva con el medio. El punto central consiste en
que al atender al desarrollo de uno mismo, si es en realidad auténtico, debe
atender al entorno inmediato en que se encuentra, ya que el ser no se
desarrolla aislado o en el «aire», sino también en la relación con los otros y el
mundo.
11 KAFKA, Franz (1985)- Informe para una academia. Madrid: Akal, p. 31
Las consecuencias que trae este cambio en lo que respecta a la visión de la
salud y la enfermedad atañen directamente a la psicoterapia, debido a que,
como ha expresado May, ya no se puede seguir pretendiendo usar ésta a favor
del carácter social propio del actual período histórico, porque el resultado
catastrófico será convertir en conformistas y apáticos a los individuos en lo que
se refiere a la actualización de sus capacidades y posibilidades de ser12. Si esto
llega a suceder, el resultado será una represión del sentido ontológico, y la
psicoterapia, lejos de ayudar al paciente, estaría, sin percatarse de ello,
fomentando directamente la neurosis y otras enfermedades, junto a la
paralización de las potencialidades y el bloqueo de la autoconciencia.13
Al respecto, este mismo autor ha expresado lo que se puede denominar una
advertencia profética sobre la psicoterapia: Ha afirmado que mientras se siga
pretendiendo adaptar al individuo para lograr su curación, más se estará
contribuyendo a un falso proceso curativo que tiene como transfondo la
masificación de los individuos y la renuncia al propio ser. En este caso, la
psicoterapia puede ser atendida como sinónimo de aceptación del no ser, al
promover la evasión del compromiso y responsabilidad con el propio devenir.
«En este sentido, lospsicoterapeutas se convierten en agentes de la cultura,
cuya junción particular consiste en ajustara la gente a sus exigencias, y la
psicoterapia degenera en una forma de desintegración propia del tiempo más
bien que en un esfuerzo organizado por superarla»-'5
Este hecho se ve incluso en los mismos psicoterapeutas, quienes muchas
veces creen que con sólo saber la técnica específica es suficiente para
«resolver» los problemas y conflictos del paciente. Esto parcializa la visión y la
actitud del psicoterapeuta a favor de su técnica, pues se resguarda en ésta y
no llega a comprender la experiencia de la otra persona. Como resultado de
esto se destruye o deja de lado la individualidad, y se tiende a percibir a todos
los individuos con base en el mismo esquema. «Desde que conocemos la
neurosis —-y muchas formas de psicosis— sólo en virtud del hecho de que
quien la padece no puede ajustarse a nuestra sociedad, y ya que entendemos
12 MAY, Rollo (1990). «On the phenomenological bases oftherapy». En: Review of existentialpsychologyandpsichiatry. Vol. 20, N° 1-3, p. 49-61.13 MAY, Rollo (1977). Existencia: Una nueva dimensión en psiquiatría y psicología. Madrid: Gredos, p.116.
la enfermedad en virtud de nuestras técnicas, estamos obligados a terminar
con una visión del hombre que es un espejo de nuestra cultura y de nuestra
técnica. Esto inevitablemente resulta en una visión progresivamente vacía del
hombre»14.
De esta forma no se estaría solucionando a las necesidades particulares
propias de quien necesita ayuda, debido a que al no intentar siquiera que el
paciente se sienta completamente a sí mismo y se dé cuenta de su existencia,
nunca podrá reconocer su libertad, voluntad e intencionalidad, entre otras, y por
ende, tampoco podrá desarrollar sus potencialidades, y el resultado es el ya
mencionado ajuste forzoso. En consecuencia, la tarea del psicoterapeuta no es
tratar de curar al paciente ni ajustado al medio, sino ayudarlo a que
experimente su existencia como real; cualquier cambio en sus síntomas o su
curación es consecuencia de este hecho, ya que es de esta forma como la
persona puede desarrollar su poder personal y crear sus propios significados,
los cuales apuntan a desarrollar sus posibilidades de ser.
Pero esto último no se puede lograr mientras el terapeuta se refugie (como
persona que es) en la técnica. Un ejemplo de esto se observa en la
transferencia, que si bien ha aportado mucho al conocimiento de la esfera de la
influencia de la personalidad (nos ha aclarado cómo vivimos en los otros, y
cómo los demás viven en nosotros como consecuencia de situaciones pasadas
y no resueltas), presenta actualmente serias dificultades para captar la totalidad
de la experiencia del hombre, ya que es un concepto psicoanalítico que atiende
básicamente al Umwelty deja de lado mucho de los otros dos aspectos de ser
en el mundo. «La transferencia nos presenta interminables dificultades si la
tomamos en sí, es decir, sin una norma de relación que esté afirmada en la
condición del hombre como tal. En primer lugar, la transferencia puede ser una
defensa cómoda y siempre útil para el terapeuta, ya que se puede esconder
tras ella para protegerse de la ansiedad que provoca el encuentro directo. En
segundo lugar, puede debilitar toda la experiencia y sentido de la realidad
durante la terapia; las dos personas que están en el consultorio se convierten
en sombras y también todos los demás en el mundo»15.
14 MAY, Rollo (1990). «On the phenomenological bases of therapy». En: Review ofExistential Psychologyand Psichiatry. Vol. 20, N™. 1 - 3, p. 49-61.15 MAY, Rollo (1990). La psicología y el dilema del hombre. México: Gedisa, p. 106.
Al no abrirse a la experiencia directa del otro, el terapeuta percibe a éste con
base en los propios presupuestos y prejuicios teóricos, y como consecuencia
de esto termina refugiándose en la técnica para poder enfrentarse al otro, a la
vez que pierde el sentido real de toda experiencia que se observe en la
psicoterapia. Esto puede erosionar profundamente el sentido de
responsabilidad del paciente, a la vez que se le quita a la terapia mucha de la
dinámica que necesita éste para lograr un cambio significativo. La experiencia
del otro es captada superficialmente, y de esta manera se la reduce a la
categoría de objeto, y la subjetividad y /o la inmediatez de la experiencia no es
comprendida. Dicho en términos existencialistas, no se atiende a la experiencia
creadora del paciente como ser en el mundo; no se integra en la visión del otro
los tres modos simultáneos de ser en el mundo.
Se debe aclarar que no se trata de desechar la técnica psicoterapéutica, sino
de ubicarla en un nivel distinto del de la comprensión, y saber que esta última
se antepone a la técnica15. En otras palabras, se trata, antes que desarrollar
cualquier explicación lógica o causal (elporqué), de comprender la
intencionalidad y significado de las acciones, ideas y sentimientos para la
persona que los vive (esto es, captar el qué: qué es esta persona y cómo se
creó y crea a sí misma). Se trata de aplicar cualquier porqué y/o técnica a la
situación concreta del paciente, haciendo que «la técnica tenga sentido en
función de la persona y no al contrario»16. Como lo plantea el mismo May, se
debe atender antes que nada la pregunta ontológica: ¿Qué es esta persona?,
para a partir de ahí desarrollar los cómo y los porqué.
Para ilustrar lo anterior, May realiza la siguiente analogía: Dice que la situación
del psicoterapeuta es muy similar a la del artista, debido a que ambos gastan
muchos años de estudio aprendiendo la técnica, pero si en el momento de
pintar el artista se preocupa más por los aspectos específicos de su técnica,
pierde toda inspiración y visión de su creación, lo cual interrumpe, al menos
temporalmente, toda la corriente creadora que lo podría llevar a realizar su
obra; en ese preciso momento en que interrumpe su obra y creación comienza
a tratar no con la experiencia (de crear), sino con puros objetos, lo cual lo
aparta de la posibilidad de trascender la situación inmediata. Esto mismo es lo
16 MAY, Rollo (1963). Psicología existencial. Buenos Aires: Paidós, p. 28.
que ocurre con el terapeuta: «Si mientras estoy sentado aquí (en psicoterapia)
pensando sobre todo acerca de los porqué y de los cómo de la manera en que
se originó el problema del paciente, lo habré captado todo, excepto la cuestión
más importante de todas, esto es, la persona existente».
De esta manera, el planteamiento existencial en psicoterapia va encaminado a
resolver el dilema sujeto-objeto, con lo cual se pretende superar la dicotomía
existente entre éstos, para lo cual no se ubica en ninguno de los dos extremos,
sino que los integra. Es decir, no trata de centrarse en resaltar alguno de ellos,
con lo cual se deja de lado la discusión y enfrentamiento entre la actitud
técnico-objetiva y la de comprensión-subjetiva, sino que expone la importancia
de restablecer esta discusión «sobre las bases del concepto de la existencia
del paciente como ser en el mundo, y del terapeuta como existente y
participante en ese mundo».
De lo que se trata es de integrar el concepto de «comprensión» (que opera en
el nivel de la subjetividad) con los conceptos de «explicación» y «técnica» (que
operan en el nivel de la objetividad), mediante el replanteamiento de la
situación existencial. En este sentido, se puede entender mejor el anterior
planteamiento de primero captar y comprender qué es esta persona específica,
para con base en esto desarrollar los por qué y la técnica consecuente: «El
conocer a fondo lo que hacemos, sentirlo, experimentarlo con todo nuestro ser
es mucho más importante que saber el porqué. Si conocemos plenamente el
qué, por qué vendrá por sí solo».
Vista así, la psicoterapia existencial es un modo de comprender antes que
explicar la existencia humana, y el mayor obstáculo que puede haber para
lograr esto es darle a la técnica una excesiva importancia, como precisamente
ocurre en la civilización occidental, ya que debido a esta idea se tiende a
percibir al hombre como objeto. «La teoría existencialista sostiene que la
técnica sigue a la comprensión y no al contrario. La tarea sustancial y la
responsabilidad del terapeuta consisten en comprender al paciente como un
ser en el mundo. Todos los problemas técnicos están subordinados a esa
comprensión».
Cuando se habla de atender al «qué», nos referimos a descubrir cuáles son los
valores existenciales sobre los cuales está centrada la persona, o lo que es lo
mismo, esclarecer su centro existencial, lo cual se logra sólo atendiendo la
experiencia inmediata y directa del otro. Las implicaciones de esto para la
psicoterapia son notables y profundas, debido a que para lograr este fin se
hace necesario tener muy presente por lo menos dos postulados que se
sustentan en la fenomenología y en el existencialismo, y que permiten llegar a
la experiencia e intencionalidad del otro.
Como primera medida, si bien es imposible enfrentarse a uno mismo, al mundo
y a los otros sin un marco conceptual previo del cual partir, es necesario que
éste sea lo suficientemente amplio y flexible, de manera que pueda cobijar a
los seres humanos en general, pero sin menospreciar ni destruir su
individualidad. De esta manera, May llega a plantear, fundamentado en la
fenomenología, que para comprender a un ser humano se debe atender a éste
como un ser centrado en sí mismo, y que todo ataque a ese centro es sentido
como una amenaza, lo cual implica que antes que preocuparse por cualquier
explicación, se deben descubrir cuáles son los valores que considera vitales
para su existencia: «La cuestión de por qué uno es lo que es, no tiene sentido
hasta saber qué es uno».
De esta forma, lo que «es» la persona será revelado por el descubrimiento de
su centro existencial y no por los propios preconceptos teóricos en cuanto a la
concepción del mundo y del hombre. Este planteamiento permite captar la
experiencia inmediata del otro, debido a que las acciones que realiza y los
sentimientos e ideas que tenga se entienden como el método que utiliza dicho
individuo (bien sea constructiva como destructivamente) para preservar su
propio centro, su propia existencia.
May complementa este planteamiento con otro postulado que se sustenta en el
existencialismo y que apunta a captar la experiencia de dicho ser humano
concebido como un ser centrado en sí mismo, con base en la relación ser-no
ser, lo cual se refiere a examinar cómo esta persona afirma y defiende los
valores que considera vitales para su existencia, así como la forma en que
enfrenta las condiciones concretas de su existencia y la manera en que orienta
su proyecto vital a partir de dicho enfrentamiento. Es en este punto en el que se
hace necesario, para comprender la experiencia de cada ser humano, tener en
cuenta la relación entre los valores centrados y la ansiedad resultante de la
sensación de amenaza a estos valores que dan sentido al propio ser. Incluso,
la enfermedad y los síntomas consecuentes son vistos no como una desviación
de los propios postulados teóricos, sino como una desviación de la estructura
de la existencia del mismo paciente: «Sus síntomas son su forma de escoger el
campo de su mundo para que su centro pueda ser protegido de las
amenazas». En definitiva, lo que se busca mediante este acercamiento es
observar y vivenciar el campo experiencial del paciente. Pero esto último
involucra también otro concepto igualmente importante: El de encuentro. Este
se ve implicado debido a que al participar del mundo del paciente ya se está
hablando concretamente de relación terapéutica.
Cuando se va a establecer una relación con un paciente se debe sumir el
principio de que este último «es un ser que como todos los demás seres,
necesita y puede salirse de su centro para participar de otros seres». Es decir,
que toda persona tiene la capacidad y la necesidad de relacionarse con otros
individuos, ya que, según el existencialismo, el ser se realiza a sí mismo en la
relación con los otros. Pero existe siempre el riesgo de que se salga tanto de sí
mismo (del propio centro) para participar de los demás, que se termine
vaciando y diluyendo en éstos. Esta situación se aprecia mucho en nuestra
actual época histórica y cultural, motivo por el cual May habla de que el mayor
temor de nuestrotiempo es el ostracismo, y ya no tanto el temor a la castración,
ya que incluso muchos individuos prefieren ser castrados (perder su poder
personal) con tal de no ser rechazados o apartados del grupo, por cuanto esto
último compensa la seguridad no encontrada por sí mismo.
De esta manera, el individuo va inhibiendo gradualmente sus propias
potencialidades por temor a expresar su ser, ya que ve amenazado su centro
existencial: «Si me separan, muero. No soy útil y significante para nadie». De
ahí que «en nuestros días de conformismo y con el hombre dirigido hacia lo
exterior, el modelo neurótico que prevalece es el del individuo que se aleja de
su propio centro, dispersando su propia participación e identificación con los
otros hasta el punto de vaciar el propio ser». En este modelo, el significado de
los propios actos pierde sentido, ya que se ha tomado el de las otras personas.
De esta forma se trata de ofrecer al paciente una relación auténtica, en la que
pueda expresar abiertamente las necesidades concernientes a los valores
sobre los que se haya centrado él como individuo, y no tenga que limitarse a
atender las necesidades del grupo o del otro, que en este caso será el
psicoterapeuta. «El encuentro total puede ser tanto nuestra mejor forma de
entender al paciente como nuestro instrumento más eficaz para ayudarlo a
abrirse a la posibilidad de cambio». La idea de May consiste en que al ofrecer
una presencia real al paciente, éste puede abrirse al otro pero sin diluirse en él.
Esta presencia implica un concepto que resulta de mucho valor, como es el de
compromiso, ya que para participar del mundo del paciente se necesita romper
la barrera que mantiene al terapeuta alejado de éste, a fin de superar el dilema
sujeto-objeto, lo cual le permite entregarse a la experimentación de las
experiencias del paciente, valga la redundancia. Implica comprometerse con el
paciente y su mundo, de tal forma que éste pueda sentir la presencia del
terapeuta sin preocuparse por su aprobación o rechazo. Esto permite al
paciente expresar los intereses que apuntan al desarrollo del ser, ya que es lo
que no ha podido o querido realizar en la cotidianidad. De ahí que si el
terapeuta no asume un compromiso total con el paciente nunca podrá conocer
su verdad y su relación con el mundo.
COMENTARIO.
La obra de May abre las cadenas que atan los propios marcos culturales y
sociales de la época en la que confluyen. La libertad, la existencia, así también
como los valores insertos en esta obra generan un espacio de reflexión que es
necesario cuando de seres humanos tratamos.
Esta obra reúne en poderosos enlaces todos los conceptos esenciales de las
bases epistemológicas en las que se apoya.
Es grato encontrar coherencia y capacidad en su pensamiento, pero
extremadamente útil, además, el hallar esta coherencia y capacidad en su
trabajo.
El carácter profético de May, es producto de la posmodernidad en la que
postula hallarse, pero se valida empíricamente a través del sentido común.
Pese a escasear profundamente información respecto a su trabajo, que dicho
sea de paso, puede deberse a su rompimiento del ámbito científico, es claro el
mensaje filosófico y psicoanalítico que deja.
BIBLIOGRAFÍA
MAY, Rollo (1990). Amor y Voluntad. México: Gedisa
MAY, Rollo (1990). «On the phenomenological bases oftherapy». En: Review of
existential psychology andpsichiatry. Vol. 20
MAY, Rollo (1977). Existencia: Una nueva dimensión en psiquiatría y
psicología. Madrid: Gredos
MAY, Rollo (1990). «On the phenomenological bases of therapy». En: Review
ofExistential Psychology and Psichiatry. Vol. 20
MAY, Rollo (1990). La psicología y el dilema del hombre. México: Gedisa,
MAY, Rollo (1963). Psicología existencial. Buenos Aires: Paidós,
Salinas, K.(2002). Psicoan lisis freudiado: Nacimiento, desarrollo y rebeli n. En
http://www.udec.cl/~gpino/apsique/psicoanalisis_freudiano.zip
Dr. C. George Boeree.Traducción al castellano del Dr. Rafael Gautier
Sartre, J.P (?/1992).El existencialismo es un humanismo.M xico: Quinto Sol.
[Nota: no es la misma edici n que cita el autor. Se cambio para tener una
referencia completa]
Tallaferro, A.(1994). Curso b sico de psicoan lisis. Madrid: Paid s.
Engler, B. (1996) Introducci n a las teorías de la personalidad. M xico: McGraw
Hill.
Sören Kierkegaard (1813-1855). En http://www.yahoo.es/ciencias
sociales/filosofía.