rumbo a laguna san rafael navegando hastalas torres, fatigadas por la presión de la masa de hielo y...

18 Conociendo lugares, gente y patrimonio 19Conociendo lugares, gente y patrimonio

Por Ronald Bahamondes S.

Imagine un viaje hacia la naturaleza en su estado más puro, a través de

poblados aislados y rutas ancestrales entre canales

e islas, disfrutando de la buena mesa y la

comodidad de un hotel; exactamente eso es Ruta Chonos, una invitación para descubrir Laguna San Rafael y dejarse maravillar por sus

encantos.

Rumbo a Laguna San Rafael

los hielos milenariosNavegando hasta

EN VIAJE POR


El archipiélago comprendido entre el golfo Corcovado al Sur de Chiloé y las tierras aledañas al glaciar San Rafael fue el corredor predilecto por el que transitó una antigua cultura hoy extinta, los Chonos, pueblo nómade que durante siglos cruzaron sus frías aguas en sencillas canoas, usando los canales como vías naturalmente protegidas del océano exterior por un centenar de islas.Hoy es posible recorrer parte de ese legado cultural a través del crucero Skorpios II, que cada semana entre Septiembre y Abril, ofrece un viaje de ensueño para sobrecogerse con la majestuosidad de estos territorios australes.El viaje comienza en Puerto Montt, capital de la Región de Los Lagos, allí se inicia una travesía por el seno de Reloncaví que lo llevará bordeando el continente hasta Calbuco, divisando caletas de pescadores y un constante devenir de embarcaciones grandes y pequeñas que indican la innegable vocación marina de los habitantes de la zona.Los paisajes isleños llenos de mitología del archipiélago de Chiloé, habitado en más de 90%, otorgan un encanto extra al ya hermoso paisaje natural y cultural. Islas como Chaulinec, donde el barco se detiene brevemente a recoger corderos, para la preparación de un próximo asado patagónico, ofrecen la simpleza de una costanera de terraplén empalizado, tras la cual un puñado de casas de tejas con su sencilla iglesia mirando el mar, dan paso a suaves lomajes verdes que ascienden hasta unirse con el bosque.Es el atardecer de la primera jornada y la silueta del nevado Michimahuida con sus 2.400 m. acompaña al viajero suavemente coloreado con el sol del ocaso.

El canal Moraleda con el volcán Macá de fondo.

La isla Chaulinec con sus típicas y bellas construcciones chilotas.

Los viajeros disfrutan el paisaje desde cubierta.

en viaje por en viaje por


EL PUERTO DE LOS NIÑOS Tras una noche cruzando las aguas del golfo Corcovado, la motonave se interna al archipiélago de las Guaitecas o Chonos por el canal Moraleda, una amplia ruta marítima rodeada de cientos de islas, algunas grandes y otras tan pequeñas como el terreno de una casa.La vegetación se vuelve exuberante en un territorio mínimamente poblado, las dos únicas localidades que pueden avistarse son Caleta Andrade, y muy cerca, Puerto Aguirre, un pequeño villorrio situado en un extremo sur de la isla Las Huichas.Al acercarse a Puerto Aguirre puede verse el poblado ascender por los cerros que dan al mar, dibujando un variopinto mosaico de colores en medio de un paisaje de bosques verdes y mar azul. Frente a la villa, otra isla oficia de cementerio, allí llegan los deudos en botes y lanchas a dejar a sus difuntos en un camposanto típicamente

sureño con su particular conformación de pequeñas casas tumba.Al acercarse al embarcadero una treintena de niños de diferentes edades se agolpan para esperar al viajero, al descenso se unen con alegría a la comitiva y se ofrecen como guías turísticos de su amado pueblo.El paseo lleva por las angostas calles que pasan por la capilla de madera y prosigue hasta un camino en altura que une Puerto Aguirre con caleta Andrade y que desde su mirador entrega maravillosas vistas panorámicas del canal, las islas y la cordillera de Los Andes con el volcán Macá de fondo.Dos cuadras camino abajo, siempre acompañado por los niños, los turistas pueden visitar la reserva natural Sendero La Poza, una ruta tapizada de conchas blancas entre árboles nativos que conduce a dos miradores y en el cual pueden conocerse diversas especies nativas.El viaje continúa por el canal Ferronave rodeado de islas

que a principios del siglo XX fueron el epicentro de la actividad económica del sur, con la explotación del famoso Ciprés de las Guaitecas.Este canal es más angosto, y tanto el archipiélago como el continente van aprisionando el navío en su avance por esta ruta majestuosa, por una zona que sólo está poblada en un 2% de su territorio.El primer vestigio de la cercanía con los Campos de Hielo Norte, es el nevado San Valentín que se levanta entre los cerros con sus imponentes 4.058 m. de altura, justo al inicio de esta enorme masa de hielo que entre sus maravillas, unos kilómetros más al sur, devela al ventisquero San Rafael.Es la tarde del segundo día de navegación, momento para que el Skorpios II recale en la bahía San Rafael, accidente geográfico previo a la laguna del mismo nombre. Allí bajo la luz de las estrellas se realizará la primera noche de fiesta, con la acostumbrada buena mesa y baile incluido.

Puerto Aguirre, colorido y remoto.

Al acercarse a Puerto Aguirre puede verse el poblado ascender por

los cerros que dan al mar, dibujando un

variopinto mosaico de colores en medio de

un paisaje de bosques verdes y mar azul.



Un mundo casi abstracto, de hermosas formas y colores nos ofrecen los hielos desprendidos del ventisquero San Rafael.



FANTASÍA ENTRE HIELOSAl amanecer comienza la travesía hacia laguna San Rafael. Partiendo desde la bahía, la motonave se desplaza suavemente por las angostas aguas de canal Témpanos y como viajeros fantasmales, lentamente entre la niebla comienzan a entreverse trozos de hielos que anuncian la pronta llegada a destino.Al momento de desembocar en la laguna, la cristalina alfombra de hielo que conforma el ventisquero se deja descubrir entre la bruma, mientras el sol del alba ilumina tibiamente las montañas del costado sur, formando un contraste entre el frío azul de las sombras y el dorado reflejo solar en las paredes rocosas. La escena, a pesar del frío, es la invitación perfecta para que gran parte de los pasajeros suba a cubierta provistos de binoculares y cámaras.Los rompehielos Hércules, embarcaciones menores acondicionadas para su navegación en las cercanías del glaciar, transportan al visitante en una ruta entre pequeños y grandes témpanos desprendidos del muro. El paseo parece la visita a una galería de arte, cuyas obras emergen de las aguas con extrañas y atractivas formas

llenas de texturas pintadas de blanco, calipsos y pliegues de un profundo verde botella.La escala y escasa altura de los rompehielos permiten tener una cercanía única con el agua, y conceden la oportunidad de palpar las gélidas estructuras, mientras su navegación acerca lentamente al muro del ventisquero.El hito obligado es un brindis con un trago denominado 12-30, que mezcla un whisky de 12 años con hielos de 30 mil años de antigüedad, sacados directamente por el barman de un témpano cercano.El estruendoso ruido, semejante al sonido de fuegos artificiales, son el anuncio de un desprendimiento desde la pared del glaciar, que en sus zonas más altas puede llegar a empinarse por sobre los 70 metros.Las torres, fatigadas por la presión de la masa de hielo y las altas temperaturas del último siglo van desprendiéndose en una seguidilla de caídas, que convocan a cientos de aves que asechan por los peces que mueren o son impulsados a la superficie al caer el hielo sobre sus cabezas; todo un festín natural en las gélidas aguas de esta laguna.Además del avistamiento de gaviotas cahuil, gaviotas dominicanas y cormoranes imperiales, es posible divisar

Las aves encuentran una despensa llena de vida marina en las aguas de la Laguna San Rafael.

El paseo parece la visita a una galería de arte,

cuyas obras emergen de las aguas con extrañas y atractivas formas l lenas

de texturas pintadas de blanco, cal ipsos y

pl iegues de un profundo verde botel la.

en viaje por


El Skorpios II se pasea frente al

imponente muro del Ventisquero.



un par de focas leopardo que habitan el lugar y que son fotografiados profusamente por los visitantes.Luego del almuerzo mirando el ventisquero, el Skorpios inicia un último acercamiento que permite estupendas panorámicas de la laguna, una gran despedida para el día más importante del viaje. El ruido, las olas producidas por la masa glaciar desmembrándose y las montañas que rodean la laguna, conforman un ambiente único, en el que nadie deja de estar sorprendido por la hermosura e imponencia de la naturaleza.Con el sol cayendo tras las islas, la motonave avanza suavemente hacia el norte para, kilómetros más adelante, ingresar continente adentro por un largo fiordo que será la atracción de la siguiente jornada.

RELAX AUSTRALEl tránsito por el fiordo Quitralco, que en mapudungún quiere decir aguas de fuego, se detiene a medianoche, a unos 13 kilómetros desde que se abandona el canal Ferronave, allí los más aventureros no pierden la oportunidad de iniciar la diversión nocturna con una visita a las termas del lugar, único reducto de humanidad en medio de la agreste geografía.Las termas de Quitrálco no tienen conexión vial por tierra, su única vía de transporte es el mar, por ello, en sus primeros viajes Constantino Kochifas, fundador de

Skorpios, conoció el lugar, acertando al construir en medio de la nada lo que hoy es un agradable centro turístico, pieza clave del viaje a la laguna San Rafael.El día comienza con un viaje a bordo de una lancha a motor Hércules por el interior del fiordo, avanzando en medio de sus islas, conociendo la exuberante vegetación y la fauna de lugar, adornada por nutrias chilenas y lobos marinos.De regreso, un almuerzo chileno estará esperando a los viajeros en el fogón del complejo turístico. Empanadas, buenos vinos y cordero asado al estilo patagónico serán el centro de una mesa bien criolla y abundante.Además de la oferta de piscinas termales techadas y al aire libre, el viajero puede realizar una caminata ascendente hasta un mirador, que entrega una magnífica vista de este lugar que en 1996 fue declarado santuario de la naturaleza, por sus prístinas aguas, sus selvas australes impenetrables y la rica fauna que le rodea.

CERRANDO UN CICLOLa cuarta jornada impulsa la nave por entre las islas del archipiélago de Chiloé, atravesando a su paso la costa de pueblos tan bellos como Chonchi, entrando por un brazo de mar hasta Castro, lugar donde después del almuerzo, los pasajeros disponen de toda una tarde para recorrer.Luego de subir la empinada calle céntrica de la ciudad,

una visita obligada es la iglesia San Francisco de Castro, patrimonio de la humanidad, que con su estructura de madera nativa refleja el ingenio de aquellos viejos constructores que dieron vida a las reconocidas iglesias chilotas.Muy cerca de allí está el Museo Municipal con su colección de implementos agrícolas, fotografías, réplicas de las iglesias patrimoniales y un acercamiento a la historia local a través de dioramas.Además de los imperdibles palafitos, otro atractivo de Castro es la gran cantidad de artesanía que puede encontrarse en la feria que está en la costanera, casi al costado del terminal portuario, metros más arriba por calle Blanco Encalada encontrará tiendas de artesanía Premium, donde podrá comprar tejidos de lana con diseños de alta costura.El ocaso anuncia el último zarpe, una cena de gala con exquisitos manjares del mar despedirán la última noche, mientras en cubierta las charlas bajo las estrellas y un cóctail en la mano van despidiendo un viaje maravilloso, por su encanto natural y cultural. De mañana el sol anunciará el arribo a Puerto Montt y el equipaje irá cargado de recuerdos y emociones de un peregrinar por las impactantes aguas del ventisquero San Rafael y la travesía para llegar a él.Un crucero totalmente recomendable, tanto por la experiencia con la naturaleza, como por el servicio a abordo, cargado de una hospitalidad casi hogareña, y sobretodo una muy buena mesa que los viajeros no dejarán de alabar.

Castro ofrece su postal típica, los palafitos.

Los pasajeros se relajan en las cálidas aguas de las termas Quiltralco.

El fiordo Quitralco ofrece una gran belleza escénica que es recorrida por los visitantes.



route among small and big ice floes detached from the wall. The tour resembles a visit to an art gallery, whose works emerge from the water with rare and attractive shapes full of textures painted white, calypso and also with deep bottle green folds. The scale and limited height of the icebreakers allow you to have a unique closeness to the water, and provide the op-portunity to palpate these icy structures while the navigation slowly approaches the wall of the glacier. The must-live part of the jour-ney comes with a toast with a drink named 12-30, that mixes 12-year-old whiskey with ice that dates back to 30 thousand years ago, collected directly by the barman from a nearby floe. A thunderous sound, similar to the one produced by fireworks, is the announcement of an ice detachment from the wall of the glacier, which in its highest zo-nes can reach over 70 meters.These towers, weakenedby the

pressure of the ice mass and the high temperatures of the last century, detach in a series of falls that convoke hundreds of birds waiting for fish to die or be boosted to the surface as ice falls over their heads, a total natural feast in the cold waters of this lagoon.Besides seeing brown-hooded gulls, Domincan gulls and impe-rial shags, it is also possible to see a couple of leopard seals that live in the place, profusely photographed by visitants.After having lunch looking at the glacier, the Skorpios starts a last approach that allows seeing wonderful panoramic views of the lagoon: a great farewell for the most impor-tant day of the journey. The noise, the waves produced by the dismembering glacier and the mountains surrounding the lagoon form a unique environ-ment where absolutely everyo-ne will be amazed by the beau-ty and magnificence of nature.With the sun setting behind the islands, the vessel moves

gently to the north to enter the continent through a long fjord some kilometers ahead. This will be the attraction of the next day.

FAR SOUTH RELAXATION

The transit through the Qui-tralco fjord, which in mapudun-gun means “fire waters”, stops at midnight, about 13 km after leaving the Ferronave channel. There the bravest don’t miss the opportunity of enjoying the night with a visit to the hot springs of the place, the only trace of humanity in the middle of the wild geography. The Quitralco hot springs don’t have any overland connection since its only transportation via is the sea. In its first journeys Constantino Kochifas, Skorpios’ founder, discovered the place, and did well by constructing in the middle of nowhere what to-day is a pleasant tourist center, a key piece in the journey to the San Rafael Lagoon.

The day starts with a trip on a Hercules motor boat through the inside of the fjord, moving among its islands, knowing the exuberant vegetation and the fauna of the place, beautified by Chilean nutrias and sea lions.On the return, a very Chilean launch will be waiting for the travelers in the stove of the tou-rist center. Abundant empana-das, good wine and Patagonian lamb will be the main attraction as very national food.Besides the offer of roofed and open air hot springs, the trave-ler can go hiking to a viewpoint that provides a wonderful view of this place that was declared as nature sanctuary in 1996 because of its pristine waters, its impenetrable southern rain-forests and the rich fauna that surrounds it.

CONCLUDING A CYCLE

The fourth day takes the ves-sel through the islands of the Chiloé archipelago, reaching

The archipelago com-prised between the

Corcovado Gulf in south Chiloe and the adjacent lands to the San Rafael glacier was the per-fect corridor through which an ancient culture, now extinct, traveled. The Chonos crossed its cold waters for centuries on simple canoes by using chan-nels as routes, naturally protec-ted from the exterior ocean by hundreds of islands. Today it is possible to get to part of that cultural legacy through the Skorpios II cruise, which every week between September and April offers a dreamlike tour to be overwhelmed by the majesty of these southern territories. The journey starts in Puerto Montt, capital of Los Lagos Region, by sailing the Relon-caví Sound skirting the continent down to Cal-buco, where you will be able to see fishing coves and a constant flow of large and small vessels that indicate the undeniable marine vocation of the inhabi-tants of the zone.The islands scenery, full of mythology of the Chiloe ar-chipielago (whose islands are inhabited over a 90%), add an extra appeal to the already beautiful natural and cultural landscape. Islands like Chau-linec, where the ship stops briefly to collect lambs for the preparation of a future Pata-gonian barbecue, offer the simplicity of a palisaded pro-menade, behind which a han-dful of tile houses with its mo-dest church looking at the sea give way to green and gentle rolling hills that arise until joi-ning with the forest.The first day leaves as dusk comes down and the silhouet-te of the Michimahuida volca-no, with its 2400 m, remains

with the traveler gently colo-red by the sunset.

THE CHILDREN’S HARBOR

After one night crossing the waters of the Corcovado gulf, the ship makes its way into the Guaitecas archipelago (also ca-lled the Chonos arch.) through the Moraleda channel, a wide marine route surrounded by hundreds of islands, some of them are big and others as small as a ground´s house. The vegetation becomes exu-

berant in a minimally popu-lated territory, since the only two visible settlements are Caleta Andrade, and very near, Puerto Aguirre, a small town located in the southern extre-me of Las Huichasisland. As we get closer to Puerto Aguirre you can see the town arising from the hills that lead to the sea, drawing a motley mosaic of colors in the middle of a landscape of green fo-rests and blue sea. In front of the village, another island ser-ves as a cemetery. Families get there by boats to leave their deceased relatives in a typical southern graveyard with its particular formation of little tomb-houses.As we approach the pier about

thirty children of different ages gather to wait for the traveler. When the tourists get off they join them happily, and lead them as true tour guides of their beloved town.The walk will take you through the narrow streets where the wooden chapel is located and continues until getting to a high path that joins Puerto Aguirre with Caleta Andrade, where you will be able to enjoy won-derful panoramic views of the channel, the islands and the Andes range with the Macá volcano in the background.

Two blocks down the path, always accompanied by the children, tourists can visit the Sendero La Poza natural reser-ve, a route upholstered in whi-te shells among native trees that leads to two viewpoints, in which you will be able to know different native species. The journey goes on through the Ferronave channel, su-rrounded by islands that were the epicenter of the southern economic activity during the XX century, with the exploitation of the famous Ciprés de las Guai-tecas, a unique type of cypress. This channel is narrower, and the archipelago and the conti-nent imprison the vessel while it goes through this wonderful rou-te, crossing a zone that has only

a 2% of its territory populated. The first trace of the closeness to the Northern Patagonian Ice Field is the San Valentín volca-no, which arises among the hills with its very imposing 4.058 meters of height, just at the be-ginning of this enormous mass of ice that, among its wonders, some kilometers south, reveals the San Rafael glacier.It is now the afternoon of the second day of navigation, mo-ment in which the Skorpios II sights land in the San Rafael bay, a geographical feature pre-vious to the homonym lagoon.

There, under the light of the stars, the first night party will take place, with good coo-king and ball.

FANTASY IN THE ICE

At down the journey to the San Rafael Lagoon begins. Put-ting forth from the bay, the vessel moves gently through the narrow waters of the Témpanos channel and, as eerie trave-lers, portions of ice

start appearing slowly in the middle of the mist, announcing that the arrival will occur soon. At the moment of leading into the lagoon, the crystalline ice carpet that forms the glacier shows up in the mist, as the sun at dawn lights up the mou-ntains of the southern side in a gentle way, creating a contrast between the cold blue mou-ntains and the golden solar reflection on the rocky walls. The scenery, despite the low temperatures, is the perfect invitation for the passengers to go up to the deck, provided with binoculars and cameras.The Hércules icebreakers, mi-nor vessels prepared for na-vigating close to the glacier, take the visitant through a

Travelers can get close to the glaciers sailing in small ships through the ice.

traveling throughtraveling through


Puerto Aysén

Quitralco

Puerto Aguirre

Castro

Puerto Montt

Puerto Chacabuco

Golfo Corcovado

Golfo de

Ancud

Glaciar San

Rafael

Coyhaique

LAGO BUENOS AIRES

LAGO PUEYRREDÓN

the coasts of beautiful towns like Chonchi, entering Castro through a firth, where after having lunch, travelers spend the whole afternoon touring the city.After going up the steep cen-tral street of the city, a must-visit place is the San Francisco church, world heritage site, which with its structure made of native wood reflects the in-genuity of those old builders who gave life to the very well-known Chilotan churches.Not very far from there you will see the City Museum with its collection of agricultural im-plements, replicas of patrimo-nial churches and an approach to the local history through dioramas.Besides the must-see Chilotan stilt houses, another attraction of Castro is the great amount of crafts that you can find in the fair at the promenade, al-most next to the port. Some meters east at Blanco Enca-lada St. you will find premium craft shops, where you will be able to buy wool fabrics with haute couture designs.The sunset announces the last sail. Adinner party with deli-cious sea food will be the fa-rewell for the last night, while on the deck the conversations under the stars and a cocktail start saying goodbye to a won-derful journey, full of natural and cultural charms. The next day the sun will announce the arrival in Puerto Montt and the luggage will be full of memo-ries and emotions gained by the peregrination through the stunning waters of the San Ra-fael glacier and the long route to get to it. It is a completely recommen-dable cruise, both for the ex-perience with nature and for the service on board, full of an almost homely hospitality, and above all, full of very good coo-king that travelers will never stop praising.

Ruta a Laguna San Rafael

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