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Sa Jin
Estuve de servicio en el extrajero por cuatro años, apoyando la presencia militar
norteamericana en Corea del Sur. Habrás escuchado historias de terror sobre ello, sobre
gente siendo disparada al azar, las condiciones escuálidas, pero en realidad no era tan
malo. Aún así, era otro mundo, sin duda alguna. La cultura era tan... diferente. Valores,
ideales, todo parecía patas arriba. Te ajustas, pero toma tiempo. Al comienzo de mi
servicio, estaba sentado, contándoles a unos patas sobre mis «aventuras» por la ciudad.
Había mencionado pasar frente a lo que se parecía a una casa vieja, con alrededor de
diez o veinte niñas deambulando o jugando alrededor de la entrada, y pregunté si era un
orfanato, o solo una familia muy productiva.
Todos me miraron con sorpresa, y luego se mataron de risa. Dijeron que no era nada
cercano a eso. Era un burdel. Decían que la mayoría de veces eran más chicos que
chicas, y que algunas personas pagaban una cantidad enorme por ellas. Y encima,
ninguno de los vecinos se atrevían a tocarlas, pues la mayoría tenían uno que otro tipo
de bicho. La mayoría no vivía más allá de lo veinte, si eso. Me había quedado
desconcertado... es una de esas cosas de las que escuchas, pero que nunca llegas a ver.
Un tipo, Jason, se levantó y se fue a su litera por un minuto, luego regresó con una vieja
fotografía.
Dijo que, años atrás, en su primer servicio, su capitán quería «mostrarle unas
atracciones», después de haber dejado a todo su pelotón desenfrenadamente borracho.
Dieron con varios antros y strip clubs, dijo que los recuerdos eran borrosos. Como sea,
terminaron frente a un prostíbulo que tenía muchas... trabajadores con minoría de edad.
El pelotón, bastante borracho y colocado, le incitaba a él y a otro de los nuevos llamado
David a entrar. El dueño estaba de hecho en un balcón, saludando con la mano y
sonriendo. Las niñas estaban lejos de verse emocionadas.
Jason se quedó pasmado, terminó básicamente hecho un ovillo en un callejón, con la
cabeza y la barriga dándole vueltas, e intentando desprenderse de que su pelotón lo siga
molestando. David, sin embargo, entró. No lo vio, pero todos decían que apenas podía
caminar, que el dueño casi lo arrastra. El dinero norteamericano es muy bien recibido,
aún más si el que lo trae está demasiado borracho como para darse cuenta si se lo roban.
Esperaron un rato, pero acabaron básicamente durmiéndose a medida que se les iba la
borrachera, se ponían mal o intentaban emborracharse otra vez. Dejaron a David
adentro, y a Jason encurvado contra una fría pared de ladrillos.
Despertó ahí en la mañana, sintiéndose terriblemente enfermo y con un dolor de los mil
demonios. Terminó vomitando sus tripas justo frente a la pared, sintiendo nuevamente
el sabor de la apestosa cerveza local. Se fue dando traspiés hacia la calle, palpando su
mochila y sorprendido de que no le robaran nada. Terminó a tropezones al frente del
mismo prostíbulo en el que hicieron entrar a David. Estaba cerrado, y parecía casi
abandonado, aunque podía ver algo de movimiento adentro. Jason dijo que eso lo asustó
de verdad, pero se sentía tan enfermo que terminó básicamente cayéndose sobre unos
escalones tan solo para dejar que su resaca intente disminuir.
Era cuando él estaba sentado que la niña salió. Era joven, tal vez de... diez años o por
ahí. Tenía puesto un vestido raído y viejo, de esos que van hasta el suelo. También
estaba cubierta de mugre y sangre. Tan solo salió, bajando torpemente los escalones,
con una mirada vacía en su rostro, caminando como sonámbula. Jason miró fijamente,
pero era como si ella fuese invisible, nadie más se volteó si quiera a verla, solo
caminaban a su alrededor como si no estuviese allí cuando ella tambaleaba hacia la
calle. Sus ojos eran grandes y vidriosos, oscuros, su pelo aceitoso estaba pegado a su
cara. Y ni una sola persona bajaba la mirada.
Jason dijo que estaba al borde de entrar en pánico, pero todos actuaban tan...
despreocupados con respecto a la escena que eso le ayudó a mantenerse en un estado
estable. Buscó en su mochila, sacó una cámara con la que había tenido la intención de
tomar fotos para enviar a casa, y se preparó a sacar una fotografía. Él dice hasta este día
que no entiende realmente por qué. Tal vez pensó que podría mostrársela a la policía, o
algo... tal vez el interés morboso que la gente siente en el horror, que hace que las
personas disminuyan la velocidad cuando ven un choque. Quién sabe.
Él estaba enfocando la cámara cuando los gusanos salieron.
Él dijo que eran gusanos, pero podrían haber sido cualquier cosa. Cuerdas gruesas y
pegajosas de... algo carnoso y ondeante, salieron de repente de su boca y por debajo de
su vestido. Ella miraba alrededor, lucía casi... avergonzada, estirando las manos en el
aire en vano mientras esos tubos blancos de carnes empezaban a enroscarse y retorcerse
en el piso, vertiendo de su cuerpo como vómito en una línea aparentemente sin fin. Ella
estaba en el medio de la vereda, en un día ocupado, con dos gusanos gigantes eruptando
de su boca y de... algún lugar debajo de su vestido.
Y ni a una sola persona parecía importarle.
Algunas personas sí la llegaron a ver, pero... era como si estuviesen viendo a un pájaro
en la calle, o un pedazo de papel llevado por el viento. A nadie le importaba, a nadie.
Estas... cosas salían de ella, y ella se encorvaba como un animal mientras estos gusanos
enormes se deslizaban a lo largo de la vereda y empezaban a meterse en un sucio
desagüe, y nadie se daba la molestia en que le importe. Jason dijo que ni siquiera
recordaba haber tomado la fotografía, solo se quedó de pie allí, horrorizado, pasmado en
silencio.
Luego de... dos minutos, llegaron tres hombres en lo que parecían ser uniformes de
policía, y la multitud se dispersó rápidamente. Dos agarraron a la niña, que empezaba a
agitarse, en silencio, salpicando gotas de mugre y pedazos de baba de los gusanos. El
tercer hombre pisoteó a los gusanos hasta que se partieron, y luego empezó a gritarle a
Jason mientras los dos hombres sacaban a rastras a la niña y a los gusanos que le
colgaban calle abajo. Se metió en montones de problemas, su capitán fue dado de baja...
David fue listado como ausentado sin licencia.
Luego de hacer memoria, él ahora sabe que los hombres que la agarraron no eran
policían, militares, paramédicos... no puede asociar sus uniformes con cualquiera de los
servicios locales. Dijo que nunca ha encontrado el prostíbulo del que ella salió, incluso
luego de buscar por varias semanas. Preguntando a los vecinos obtenía miradas perdidas
o gente que asumía que les tomaban el pelo. Me dejó la fotografia... no estoy seguro de
por qué la quise. Murió disparado por algún tipo en un bar unos pocos años después de
que me dijera todo esto.
Aún me preguntó qué demonios ocurre con esta fotografía.