salamanca: a · 2018. 5. 29. · los fonseca y los anaya–, se construyó en el siglo xvi. al lado...
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SALAMANCA: tapeo en la ciudad dorada
Aestas alturas, nadie pone en dudaque Salamanca es una referenciahistórica y cultural a nivelinternacional. Es una de las
ciudades con más monumentos por metrocuadrado, tanto que pasear por sus calleses como hacerlo por un museoarquitectónico al aire libre. Salamancapuede presumir de tener la universidadmás antigua de España y una de lasprimeras de Europa, algo que ha hechode la ciudad castellana pionera en el
ámbito cultural. También su conjunto arquitectónico es uno de los más valiosos de España y partedel extranjero… Así, muchas de sus calles y plazas hacen constantes referencias a los momentoshistóricos que se han vivido en Salamanca a lo largo de los siglos. Ya el Lazarillo inició sus andanzasa orillas del Tormes, y aún hoy la literatura sigue presente en muchos rincones con plazas omonumentos que homenajean a ilustres autores.
Pero más allá de su importancia cultural y arquitectónica, Salamanca ofrece al que la visita unagastronomía rica y variada que permite disfrutar de todos sus sabores y aromas a pie de calle. Sihay un dicho popular que clama “Salamanca: arte, saber y toros”, nosotros vamos a demostrar quehay algo más que define a la ciudad: sus tapas. Con una cuidada gastronomía y unos más queinteresantes precios (una tapa puede costar entre 50 céntimos y un euro dependiendo del local)Salamanca es un excelente lugar para disfrutar del conocido tapeo, a la vez que descubrimos labelleza de sus calles y edificios. Te proponemos una visita por los rincones más interesantes del cascoantiguo de esta ciudad a orillas del Tormes dando placer a todos los sentidos, pero sobre todo a lavista y al gusto. Lorena Ferro
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Historia
Salamanca fue una ciudad romana que formaba parte de la Vía de la Plata. De esta época data el
puente que los romanos construyeron para cruzar el río Tormes, que atraviesa la ciudad. Además,
es conocida como la Roma chica ya que, como la antigua urbe italiana, se encuentra asentada sobre
cuatro colinas.
En cuestión artística, Salamanca expone en sus edificios estilos como el románico, el barroco, el
renacentista o el gótico, pero sobre todo se la conoce por ser la cuna del plateresco. Este es un estilo
derivado del gótico y del renacentista del que son máximo exponente la fachada de la Universidad,
la más antigua de España, y la Catedral Nueva. Muchos dicen que este estilo, que se caracteriza por
las ornamentaciones y las filigranas, se pudo desarrollar gracias al material con el que están construidos
la mayoría de edificios en Salamanca: la piedra de Vilamayor. Se trata de un material fácil de tallar,
con lo que favorecía la realización de filigranas, y que con su tonalidad ha contribuido, además, a
que se conozca a Salamanca como la ciudad dorada.
A principios de siglo XX se empezó la construcción de más puentes para mejorar la comunicación
con el resto de poblaciones, puesto que hasta ese momento Salamanca sólo contaba con el que
habían levantado los romanos. Durante este siglo la ciudad creció fuera de las murallas, adaptando
su fisonomía a las nuevas necesidades y convirtiéndose en una urbe cosmopolita.
La Universidad ha sido desde siempre un referente y uno de los elementos que ha dotado de más
fama a Salamanca: se calcula que 40.000 estudiantes pasan cada año por las aulas salmantinas. Por
ello, estamos en una de las ciudades con más vida universitaria y cultural de Europa. No en vano
en 2002 fue Capital Europea de la Cultura.
También su belleza arquitectónica ha sido reconocida: en 1988 la UNESCO la declaró Patrimonio de
la Humanidad.
Para más información: www.salamanca.com y www.salamanca.es
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¿Cómo llegamos?
El clima
Se podría decir que en Salamanca impera el clima
mediterráneo, aunque los inviernos son muy largos, fríos
y secos. La temperatura media durante los meses más
fríos suele ser de 4º. Sobre todo llueve en primavera y en
otoño. Por ello, el mejor momento para disfrutar de la luz
de la ciudad es bien entrada la primavera, casi en el
verano, aunque el otoño en Salamanca también tiene
mucho encanto.
Por avión:www.rumbo.eswww.halconviajes.com
En autobúswww.alsa.eswww.autocares.inigo.com(autocares Iñigo)www.ruizmunoz.com
En trenwww.renfe.es
En cochewww.viamichelin.com
Dónde dormirwww.hotels.comwww.lanetro.com
La plaza Mayor
En este paseo de estilos y gustos por el casco antiguo
empezamos por el barroco, la tortilla gratinada y la tuna.
La Mayor es una de las plazas más bonitas e
impresionantes que tenemos en España. De estilo barroco
y creada en el siglo XVIII por Alberto Churriguera, ha
sido y es desde su origen un punto de encuentro tanto
de habitantes como de visitantes de la ciudad, y los
salmantinos se sienten muy orgullosos de ella. Alberga
la sede del Ayuntamiento helmántico y aquí se han
desarrollado la mayoría de acontecimientos históricos
de la ciudad… Y debajo de sus soportales también han
surgido muchas historias de amor. Sea invierno o verano,
la plaza está siempre concurrida, aunque en verano, el
sol ilumina sus fachadas de la piedra de Vilamayor y les
da un color dorado que atrae aún más a los visitantes,
quienes aprovechan para reposar del paseo, admirar su
belleza e intentar hacer entrar en una foto todo el
recinto; algo imposible debido a la inmensidad de la
plaza. Bajo los soportales, que rodean toda la plaza,
podemos comprar algún souvenir de nuestra estancia o
llevarnos el recuerdo en el estómago con una buena
tapa. En la plaza y sus alrededores es donde se encuentra
el mayor número de bares; esta zona y la de la calle Van
Dyck son las reinas del tapeo. Como primera parada te
proponemos probar la tortilla gratinada de queso y jamón
en un lugar, como no podía ser de otra manera en
Salamanca, con referencias literarias e históricas: el
Cervantes. Este local, situado en el número 15 de la
plaza, es famoso por las reuniones de la tuna universitaria.
Podemos ver tunos aquí, pero tampoco no nos será difícil
encontrarlos por el resto del casco antiguo y, sobre todo,
cantando en la plaza… en todas partes menos en clase.
Con esta primera parada hemos cogido fuerzas para
empezar la caminata.
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Abandonamos momentáneamente la plaza para ir en
busca de uno de los palacios más bonitos de Salamanca,
con permiso de la Casa de las Conchas: el Palacio de
Monterrey. Para ir a su encuentro podemos coger la
calle Prior, que nos llevará directos. Antes de llegar, una
parada obligada en Bambú (Prior, 4). Este local está
especializado en carnes salmantinas a la brasa. Aquí
podremos degustar chorizo, costillas, panceta o pinchos
morunos a la parrilla, o sardinas si preferimos el pescado.
La plaza Mayor
Palacio de Monterrey
Clerecía
La Casa de las Conchas
La Universidad y la rana
La Catedral
Casa Lis
Puente romano
Alrededores de la Plaza Mayor
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2 Palacio de Monterrey
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También es recomendable probar la chanfaina (callos y
manitas de cerdo con arroz, pimiento y cebolla, todo bien
condimentado), un plato típicamente salmantino. Podemos
bajar la tapa con una caña, un refresco, un buen vino o
mosto, típico en los aperitivos de la ciudad.
No podremos entrar al Palacio de Monterrey, ya que es
privado, pero la vista exterior de este edificio renacentista
ya deja buen sabor de boca. Su torre inspiró algunos
poemas a Miguel de Unamuno, quien vivía y tiene un
busto cerca de aquí. El palacio, propiedad de la familia
Alba –una de las más influyentes de la ciudad junto con
los Fonseca y los Anaya–, se construyó en el siglo XVI. Al
lado del palacio, en la calle Bordadores, podemos visitar
la casa donde vivió Miguel de Unamuno, escritor, filósofo,
rector de la Universidad de Salamanca y uno de los
embajadores de la ciudad en el mundo. Y a su lado, la
Casa de las Muertes, que debe su nombre a las calaveras
que hay en el balcón, aunque una leyenda popular habla
de una mujer muerta en extrañas circunstancias. Antes
de proseguir el camino, podemos hacer una parada en la
Iglesia de la Purísima, de arquitectura napolitana. Es un
convento de las madres agustinas que se puede visitar.
Y ya que estamos cerca, en la calle Iscar Peyra 23 podemos
hacer una nueva parada en el Pata Negra para degustar
un revuelto de gambas.
Bajamos por la calle Compañía para ir en busca de más
barroco: la Clerecía. Antes, no obstante, doblamos hacia
la calle Meléndez. Aquí, en el número 13, encontramos
El Patio Chico, donde nos podemos deleitar con sus
especialidades de pinchos de carne a la brasa. Un poco
más allá, en el número 7 de la misma calle, el Erasmus
bruin café nos recuerda que nos encontramos en una
ciudad universitaria a la que vienen gentes de todas
partes. En este local las tapas son al estilo holandés,
aunque con influencias de la tierra. Podemos probar el
revuelto de farinato con pasas y piñones (el farinato es
una especie de chorizo hecho con grasa y pan típico de
la localidad salmantina de Ciudad Rodrigo) o la tosta de
queso de cabra con cebolla confitada. Después de este
parón, volvemos a la calle Compañía en busca de la
Clerecía, una iglesia que evidencia las rivalidades entre
las diferentes órdenes religiosas. Se trata de un edificio
barroco que levantaron los jesuitas en el siglo XVIII como
seminario. Recomendamos visitar su claustro, realmente
muy bonito.
En la misma calle de la Compañía también encontramos
uno de los edificios que, junto con la Plaza Mayor, más
se relacionan con Salamanca: la Casa de las Conchas. Es
el monumento civil más representativo del Renacimiento,
aunque también se lo asocia con el estilo gótico y el
mudéjar. La Casa de las Conchas fue construida en el
siglo XV y es famosa por su fachada, cubierta de conchas
jacobeas. Las mandó colocar Rodrigo Arias Maldonado
cuando se casó con Juana Pimentel, cuya familia tenía
como símbolo precisamente las conchas. En el interior
del edificio, su claustro nos ofrece el más claro ejemplo
de patio salamantino.
3 Clerecía
4 La Casa de las Conchas
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Y del estilo renacentista, al plateresco de la Universidad.
La de Salamanca es una de las universidades con más
solera de Europa y el elemento que, a parte de su conjunto
monumental, hace de la ciudad un hervidero constante
de gentes de diversas procedencias. La universidad
primitiva fue levantada por Alfonso IX al mismo tiempo
que las de París y Bolonia. Entonces, en la época medieval,
las clases “universales” se impartían en los claustros de
las catedrales. En 1415 se empezó a construir el edificio
que hoy conocemos, aunque la fachada no se finalizó
hasta el siglo siguiente, el XVI. Desde la creación de la
Universidad, la ciudad empezó a recibir alumnos y
profesores, algunos muy ilustres –el edificio tiene aulas
dedicadas a algunos de los grandes que estuvieron
vinculados a ella, como Unamuno o Fray Luis de León–,
procedentes de todas partes. Esto determino la
construcción de otros edificios importantes en Salamanca:
los Colegios Mayores. Delante de la Universidad está el
Patio de Escuelas Menores, donde se dice que los alumnos
estudiaban para poder entrar en la facultad. Tenían buen
gusto ya que desde esta plaza se puede comprobar la
grandeza de la fachada de la Universidad, de estilo
plateresco, ante la que nos podemos recrear un buen
rato. Es el objetivo de muchas cámaras fotográficas, que
buscan no sólo retratar la impresionante cara del edificio
sino también encontrar, entre los relieves característicos
del estilo plateresco, una rana sobre una calavera, símbolo
del pecado y la muerte. Este es un ejercicio de agudeza
mental que nadie deja pasar, por lo que es inevitable
encontrarse siempre con un tumulto de gente mirando
hacia la fachada. Alrededor de la Universidad existe todo
un conjunto de edificios relacionados con la misma que
también vale la pena visitar, como las Escuelas Menores,
que hoy son el museo de la universidad (Patio de las Escuelas).
En la misma calle donde se encuentra la Universidad, la calle
Libreros, también es recomendable detenerse en la Casa-
Museo de don Miguel de Unamuno. En este edificio del
siglo XVIII, en el que residió el escritor cuando era rector de
la Universidad, se ofrecen visitas guiadas de media hora.
Tanta historia y edificio nos pueden haber abierto el apetito.
Por eso, podemos hacer una nueva parada astronómica en
El Ave (Libreros, 24), donde podremos saborear una buena
tortilla española, unas bravas o unas croquetitas.
Salamanca tiene dos catedrales, la Nueva y la Vieja, pegadas
una a la otra. Pero es una la que se lleva la fama. A finales del
siglo XV el gótico empezó a decaer y surgió el estilo renacentista.
De la fusión de estos dos se formó entonces el plateresco, que
se llama así porque imita a las filigranas de la plata. Y la
Catedral Nueva de Salamanca (www.catedralsalamanca.com)
es la obra más representativa de este estilo, que ya hemos
encontrado antes en la fachada de la Universidad.
El apelativo de “Nueva” responde a una costumbre de
aquellos tiempos: cuando se construía una catedral se
derruía la anterior. Sin embargo en Salamanca, cuando
la Catedral Vieja (del siglo XII) se quedó pequeña y se
construyó otra más grande y luminosa, se dejó que ambos
edificios compartieran escenario y protagonismo. Sin
embargo, el paso de los años ha dado el papel principal
6 La Catedral
5 La Universidad y la rana
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a la Nueva, una verdadera joya del estilo plateresco. La
Nueva, además, es una catedral que ha sabido adecuarse
a los tiempos: entre las ornamentaciones y relieves
que decoran una de sus puertas, la de Ramos,
encontramos la figura de un astronauta. El detalle no
es una muestra de videncia de la época, sino que se
incluyó en una de las restauraciones de la Catedral…
y para entonces el hombre ya había llegado a la Luna.
Así, por increíble que parezca, en las tiendas de
souvenirs de Salamanca podemos comprar ranas y astronautas
como recuerdo; todo está grabado en sus edificios más
representativos. Desde la Catedral Nueva podemos acceder a
su antecesora, de estilo románico tardío.
Las dos catedrales comparten, además, uno de los rincones
más bellos de la ciudad: el Patio Chico. Este espacio une
los dos templos y en verano sirve de escenario de
representaciones y conciertos, un buen plan si nos
encontramos en Salamanca por esas fechas. Y si el Patio
Chico se usa como escenario, desde él podemos acceder
a otro lugar que ha inspirado muchas obras teatrales: el
Huerto de Calixto y Melibea. En este jardín se supone
que fue donde murieron los amantes de la tragicomedia
de Fernando de Rojas La Celestina. Hoy en día el lugar es
el escenario ideal para muchos que se casan y quieren
que el fondo de las fotos de su álbum de boda sea un
lugar romántico, al estilo Romeo y Julieta ibérico.
La Catedral Nueva va a dar a la plaza Anaya, y cerca d
aquí podemos hacer otra pausa. Giramos buscando la
calle Tostado. Allí, en el número 3, está Caballerizas. El
local está ubicado en las antiguas caballerizas
universitarias de Anaya y la decoración conserva el espíritu
de siglos atrás. Nos parecerá estar en otra época, y nada
mejor que regresar al pasado comiendo un buen pincho
de tortilla o de jamón… En Salamanca son maestros en
este y otros embutidos, sobre todo en la población de
Guijuelo. El local vale la pena, además de por sus exquisitas
tapas, porque uno se impregna del espíritu de otros
tiempos y también, por qué no, es un buen sitio para
descansar de la caminata.
Muy cerca de la orilla del Tormes podemos visitar la Casa
Lis (Gibraltar, 24). Este edificio es un ejemplo de estilo
modernista, con los forjados como una de sus
características principales. A principios de los ochenta
fue restaurado y, después de pasar por diversas funciones,
hoy alberga un museo de Art Nouveau y Decó
(www.museocasalis.org) que es uno de los más visitados
de la zona.
Y si la Casa Lis está casi a orillas del Tormes, el puente
romano lo atraviesa. Se trata de uno de los puentes de
esta época mejor conservados de España y es testigo de
la herencia romana de la ciudad. Construido en el primer
siglo de nuestra era, originariamente tenía 26 arcos de
los que se conservan 15. Allí está la escultura del verraco
ibérico que ya se mencionaba en el Lazarillo de Tormes,
también presente en el puente: en uno de sus extremos
una escultura recuerda las andanzas del pícaro Lázaro y
el ciego por Salamanca. El puente romano fue en otras
épocas crucial para el desarrollo y la comunicación de la
7 Casa Lis
8 Puente romano
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ciudad, pero ahora cuatro puentes más cruzan el río…
aunque ninguno con tanta historia. Desde aquí tenemos
una vista privilegiada de la silueta de la ciudad, un perfil en
el que sobresale la cúpula de la catedral. Cerca del puente y
de la Casa Lis también está el Casino de Salamanca.
Después de admirar la silueta de Salamanca desde el
Tormes, y volviendo hacia el casco antiguo, nada mejor
que una buena tapa en la calle Tentenecio. Allí, en el número
13, se encuentra Mira Diez, donde podremos degustar unos
mejillones con bechamel rebozados. Si no, las clásicas patatas
bravas también resultan una buena opción.
Con las fuerzas renovadas, nos encaminamos por la calle
San Pablo en busca de más manjares de la tierra en forma
de tapa. Paramos en otro local con nombre histórico, el
Colón (San Pablo, 13), para hincarle el diente a un buen
morro frito. Podemos dedicarnos ahora, si el estómago lo
admite, a un momento de turismo gastronómico
propiamente dicho recorriendo algunos de los locales de
tapas más concurridos del casco viejo salmantino. Con
esta ruta podremos conocer y saborear las callejuelas que
rodean la Plaza Mayor y son punto de encuentro en el
tapeo. Además, esta es una zona bastante comercial, por
lo que podemos aprovechar para hacer compras. Por
supuesto no es necesario visitar todos los sitios; que cada
uno adapte nuestras recomendaciones a sus gustos.
Empezamos en Roque (Pozo Amarillo, 23) donde podremos
disfrutar de una tapa con cuchara: unos buenos callos.
En Brocense, en el número 22 de la calle que lleva el
nombre del local, podremos probar, si no los hemos hecho
aún, el hornazo. Esta especie de empanada con huevo y
embutido es uno de los platos más típicos de la
gastronomía de Salamanca y, aunque se consume todo
el año, tradicionalmente se merienda el Lunes de Aguas
para celebrar el final de la Cuaresma. La tradición dice
que ese día los estudiantes cruzaban con barcas el Tormes
e iban buscar a las prostitutas, que debían salir de la
ciudad durante el periodo cuaresmal. Hoy de todo aquello,
afortunadamente, sólo queda la merienda en el campo.
Después del hornazo podemos ir a uno de los locales más
conocidos del casco antiguo: el Plus Ultra (Concejo, 4).
Allí podremos escoger entre pimientos, gambas, calamares,
bacalao… o quedarnos con todo. Para quien prefiera la
carne, en Los Estribos (San Mateo, 8) la especialidad son
los pinchos a la plancha. En Sevilla (plaza del Campillo,
18) podremos probar las patatas meneás (patatas hervidas
y condimentadas con tocino). Y podemos acabar la ruta
de las tapas en La Viga (Dimas Madriaga, 27) degustando
una jeta asada, es decir, cara de cerdo. Gran parte de
estos locales están cerca de las facultades, por lo que son
punto de encuentro de muchos de los que hacen una
pausa en el estudio, o de los que se toman el día sabático.
También por los alrededores de la Plaza Mayor encontramos
algunos de los locales nocturnos con más marcha. Así,
podemos enlazar la ruta de las tapas con una buena fiesta
salmantina. Una propuesta es el local Garmond (Toro, 64),
pero para conocer qué ofrece esta ciudad de noche puedes
consultar la web www.salamancatonight.com
Además, en la zona se concentran muchos hoteles y
hostales que te permitirán estar permanentemente en el
meollo. Consulta en: salamanca.lanetro.com.
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