san josemaria
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Por: Haider Andres Acosta Gaviria
BI0GRAFIA DE SAN JOSE MARIA
San Josemaría Escrivá nace en 1902 en
Barbastro, España. Es el segundo de seis
hermanos. Aprende de sus padres y en la
escuela los fundamentos de la fe e incor-
pora tempranamente a su vida costum-
bres cristianas como la confesión y la co-
munión frecuentes, el rezo del Rosario y
la limosna. La muerte de tres hermanas
pequeñas y la ruina económica familiar le
hacen conocer muy pronto la desgracia y
el dolor: esta experiencia templa su carác-
ter, de un natural alegre y expansivo, y le
hace madurar. En 1915 la familia se tras-
lada a Logroño, donde su padre ha encon-
trado un nuevo trabajo.
Comienza sus estudios eclesiásticos en
Logroño, y en 1920 se incorpora al semi-
nario diocesano de Zaragoza, en cuya
Universidad Pontificia completa su forma-
ción previa al sacerdocio. En Zaragoza
cursa también -por sugerencia de su pa-
dre y con permiso de los superiores- los
estudios universitarios de Derecho.
En 1925 recibe el sacramento del Orden y
comienza a desarrollar su ministerio pas-
toral, con el que, a partir de entonces, se
identifica su existencia. Ya sacerdote, si-
gue a la espera de la luz definitiva sobre
lo que Dios quiere de él.
En 1927 se traslada a Madrid para obtener el
doctorado
en Derecho.
Le acompa-
ñan su ma-
dre, su her-
mana y su
hermano,
pues desde
el falleci-
miento de
su padre, en 1924, Josemaría es el cabeza de
familia.
En Madrid, el 2 de octubre de 1928, durante un retiro
espiritual, Dios le hace ver la misión a la que lo ha
destinado: ese día nace el Opus Dei. La misión espe-
cífica del Opus Dei es promover entre hombres y mu-
jeres de todos los ámbitos de la sociedad un compro-
miso personal de seguimiento de Cristo, de amor a
Dios y al prójimo y de búsqueda de la santidad en la
vida cotidiana. Desde 1928, Josemaría Escrivá se en-
trega en cuerpo y alma al cumplimiento de la misión
fundacional que ha recibido, aunque no por eso se
considera un innovador ni un reformador, pues está
convencido de que Jesucristo es la eterna novedad y
de que el Espíritu Santo rejuvenece continuamente la
Iglesia, a cuyo servicio ha suscitado Dios el Opus Dei.
En la literatura espiritual, Josemaría Escri-
vá t es conocido por otros títulos como
"Santo Rosario", "Es Cristo que pasa",
"Amigos de Dios", "Via Crucis", "Surco" o
"Forja". La guerra civil española (1936-
1939) supondrá un serio obstáculo para la
naciente fundación. Son años de sufri-
miento para la Iglesia, marcados, en mu-
chos casos, por la persecución religiosa,
de la que el fundador del Opus Dei sólo
después de numerosas penalidades con-
seguirá salir indemne.
En 1943, por una nueva gracia fundacional
que Josemaría Escrivá recibe durante la cele-
bración de la Misa, nace la Sociedad Sacer-
dotal de la Santa Cruz, en la que se incardi-
nan sacerdotes que proceden de los fieles lai-
cos del Opus Dei. La plena pertenencia de
fieles laicos y de sacerdotes al Opus Dei, así
como la orgánica cooperación de unos y
otros en sus apostolados, es un rasgo propio
del carisma fundacional del Opus Dei que la
Iglesia ha confirmado al determinar su espe-
cífica configuración jurídica. La Sociedad Sa-
cerdotal de la Santa Cruz desarrolla también,
en plena sintonía con los Pastores de las
Iglesias locales, actividades de formación es-
piritual para sacerdotes diocesanos y candi-
datos al sacerdocio.
Su misión tiene raíz y alcance universales, Jo-
semaría Escrivá se traslada a Roma en 1946,
apenas concluida la guerra mundial.
Entre ese año y 1950, el Opus Dei recibe
varias aprobaciones pontificias con las
que quedan corroborados sus elementos
fundacionales específicos: su finalidad so-
brenatural, cifrada en difundir el mensaje
cristiano de la santificación de la vida co-
rriente; su misión de servicio al Romano
Pontífice, a la Iglesia universal y a las
Iglesias locales; su carácter universal; la
secularidad; el respeto de la libertad y la
responsabilidad personales y del pluralis-
mo en temas políticos, sociales, cultura-
les, etc. Desde Roma, por directo impulso
del fundador, el Opus Dei irá extendiéndo-
se paulatinamente a treinta países de los
cinco continentes entre 1946 y 1975.
En la década de los 50, Josemaría Escrivá
alienta la puesta en marcha de proyectos muy
variados: escuelas de formación profesional,
centros de capacitación para campesinos, uni-
versidades, colegios, hospitales y dispensarios
médicos, etc. Estas actividades, fruto de la ini-
ciativa de fieles cristianos corrientes que
desean atender, con mentalidad laical y senti-
do profesional, las concretas necesidades de
un determinado lugar, están abiertas a perso-
nas de todas las razas, religiones y condiciones
sociales: la clara identidad cristiana de las ini-
ciativas promovidas por los fieles del Opus
Dei, en efecto, se compagina con un profundo
respeto a la libertad de las conciencias.
A partir de 1948 pueden pertenecer al Opus
Dei, a pleno título, personas casadas que bus-
can la santi-
dad en su
propio esta-
do.
En 1950, la
Santa Sede
aprueba
también
que sean admitidos como cooperadores y ayu-
den en las labores del Opus Dei hombres y
mujeres no católicos y no cristianos: ortodo-
xos, luteranos, hebreos, musulmanes, etc.
Durante el Concilio Vaticano II (1962-1965), el
fundador del Opus Dei mantiene una relación
intensa y fraterna con numerosos Padres con-
ciliares.
Objeto de sus frecuentes conversaciones son
algunos de los temas que constituyen el nú-
cleo del magisterio conciliar, como por ejem-
plo la doctrina sobre la llamada universal a la
santidad o sobre la función de los laicos en la
misión de la Iglesia. Profundamente identifica-
do con la doctrina del Vaticano II, Josemaría
Escrivá promoverá diligentemente su puesta
en práctica a través de las actividades formati-
vas del Opus Dei en todo el mundo.
Entre 1970 y 1975, su empeño evangelizador
le mueve a emprender viajes de catequesis
por Europa y América.
Fallece en Roma el 26 de junio de 1975.
Lloran su muerte miles de personas que
se han acercado a Cristo y a la Iglesia
gracias a su labor sacerdotal, a su ejem-
plo y a sus escritos. Un gran número de
fieles se encomiendan desde ese día a su
intercesión y piden su elevación a los alta-
res.
El 6 de octubre de 2002, más de 400.000
personas asisten en la plaza de san Pedro a
la canonización de Josemaría Escrivá. En la
homilía, Juan Pablo II señaló que el nuevo
santo comprendió más claramente que la
misión de los bautizados consiste en elevar
la Cruz de Cristo sobre toda realidad huma-
na, y sintió surgir de su interior la apasio-
nante llamada a evangelizar todos los am-
bientes.
El Papa animó a los peregrinos llegados des-
de los cinco continentes a seguir sus huellas.
"Difundid en la sociedad, sin distinción de raza,
clase, cultura o edad, la conciencia de que to-
dos estamos llamados a la santidad. Esforzaos
por ser santos vosotros mismos en primer lu-
gar, cultivando un estilo evangélico de humil-
dad y servicio, de abandono en la Providencia
y de escucha constante de la voz del Espíritu".
En memoria de
San Josemaría
Escrivá