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martes | 2 | abril | 2019 pág› 3 pág› 4 pág› 5 pág› 2 SANTIAGO ÁLVAREZ ENTREVISTA A DAMIÁN SAINZ CONCURSO DOCUMENTAL CONCURSO DE FICCIÓN 0 1

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EDITORIAL01:

por Andy Muñoz Alfonso

En una realidad convulsa como la nuestra, como la que vive el Tercer Mundo, el artista debe

autoviolentarse, ser llevado conscientemente a una tensión creadora en su profesión.

Santiago Álvarez

En el siguiente texto se repetirán constantemente las palabras “revolución”, “política”, “didactismo” y “panfleto”. Aclaro esto desde el principio, en primer lugar, para que aquellos a quienes les provoca picazón

estas palabras detengan la lectura, o se pongan alertas, o se extrañen, o se sonrían. Al final, lo importante, tanto en el arte como en la vida, es la honestidad con uno mismo para luego poder serlo con el otro, incluso con el enemigo. Y en segundo lugar, porque vamos a hablar sobre Santiago Álvarez, uno de los genios del documental cubano, cuya bandera era precisa-mente la honestidad a la hora de crear.

I.- ¿Cómo?Para entender las obras de Santiago Álvarez hay que co-

nocer primero cómo las concebía y cuáles eran sus posturas estéticas. Santiago estableció un curioso mecanismo de crea-ción. Como no estudió cine, ni ninguna de las llamadas «bellas artes», optó por realizar sus obras basándose en algo que sí conocía bien y para lo cual tenía una sensibilidad tremenda, a fuerza de trabajar tantos años en los archivos de la emisora CMQ: la música.

Santiago traducía los fenómenos que quería narrar en ideas-sonidos. Hallaba primero la naturaleza rítmica de los personajes, paisajes y sentimientos, y buscaba temas musi-cales cercanos a tales ritmos y cadencias. Si no los encontra-

ba, los mandaba a componer. Fue uno de los defensores de Silvio, Pablo y la Nueva Trova, en general, cuando nadie los

apoyaba; y les había puesto imagen a sus canciones –por cierto, cualquier seme-janza a un intento temprano de videoclip no es pura coincidencia–, además de su estrecho vínculo con el Grupo de Experi-mentación Sonora del ICAIC.

Luego de hallar esa esencia rítmica y la canción/efecto sonoro que mejor se

acercaba a esta, tenía entonces el ritmo del montaje. Es así muy notable, en la mayoría

de sus documentales y Noticieros Latinoamericanos, una subordinación de la imagen al ritmo de los soni-

dos, como si los planos estuvieran obligados a bailar al compás de la banda sonora.

Esto explica en parte el extenso uso «alva-reziano» del fotomontaje, los cortes rápidos, el juego con referentes visuales provenientes de casi cualquier lugar (una revista, un Western, un periódico, una caricatura) y el montaje inte-lectual. Para hacer danzar las imágenes al antojo de los sonidos y, a la vez, transmitir una idea com-pleja, tenía que «sacrificar» la apacibilidad de una secuencia larga –entiéndase voyerista– por un puñado de imágenes aparentemente inconexas pero que, dialogantes con la música y los efectos sonoros, generaban ese discurso fílmico que el realizador quería transmitir.

En el afán de comunicar con el lenguaje propio del cine, Santiago Alvarez colocó los códigos del lenguaje audiovisual en función de la narración y la dramaturgia de las historias que relataba. Así creó un estilo de trabajo y de representación de los hechos a partir de ideas propias que él tenía de los acontecimientos. Estas particularidades de su propuesta ideoestetica, mezcla de periodismo ci-nematográfico y «periodismo subjetivo» (del cual hablaremos más adelante), lo ubican dentro de los paradigmas de la documentalistica cubana y mundial.

Pero, ¿por qué es tan importante la banda sono-ra en Santiago Álvarez? El cine, en general, así como su música, en particular, heredaron directamente

recursos, prácticas y costumbres de las artes escéni-cas que los precedieron. En la primera década de cine

sonoro, cada quien estableció diferentes usos y costum-bres en su proceso de conversión al sonido, sin embargo,

la industria estadounidense universalizó e impuso modos que fomentaron ciertos parámetros, al punto de estandarizar la banda sonora como simple acompañamiento musical, repleta de clichés formales que no incidían directamente en la signifi-cación ni en la creación de sentidos.

Contrariamente, Santiago Álvarez hizo que la banda sono-ra rigiera los procesos sígnicos y encauzara el mensaje a partir de su intencionalidad, teniendo en cuenta que tanto imagen

por Pedro R. Noa Romero

La selección documental de la 18 Muestra ofrece un caleidoscopio de abordajes de la realidad, que habla muy bien acerca de sus derroteros, en

manos de los creadores bisoños. Con predo-minio del modo de representación observa-cional, llama la atención que la tercera parte de las obras concursantes en esta edición tengan como tema la vida en la vejez.

De las almas secas, dormidas, escrito, dirigido, producido y fotografiado por Indiana Díaz Caraballo, toma el momento del almuerzo en una casa de cuidado a la tercera edad, en al-gún lugar de La Habana, para explorar, a tra-vés de la fotografía, la ancianidad en un grupo que acude diariamente al lugar en busca de su alimento.

La conjugación de los primeros planos y el detalle sobre las manos, los rostros, la ruti-na diaria, acompañados por una banda sono-ra que casi ha silenciado el ruido ambiental, para enfatizar la música, hace de ese momento un acto sublime, único, en el cual esas almas intangibles, al borde final de la vida, se visibi-lizan. A esta última idea contribuye el opening y cierre de la obra, donde apenas se distin-guen cuerpos en movimientos, como si fuera la entrada y salida a un mundo otro, en el cual, estos seres, sin importar quiénes fueron, se difuminan.

Sobre una anciana con una tarea muy peculiar, Orlando Mora escribió, dirigió y editó Olga, nombre de una señora dedicada al cuidado de un gran número de gatos, también en La Habana. Ella ha creado, cerca de su casa, lo que ha autodenominado «el paraíso felino». Orlando Mora la acompaña durante un día com-pleto, mientras la escuchamos en off explicarnos el porqué de esa afición.

Interesante en este film, el plano final bien concebido, donde el gato queda des-pierto, en la cama, cuidando a sus dueños. Discutible, extra cinematográficamente, el tratamiento de encierro de los felinos bajo la excusa de salvaguardarlos.

Un anciano es, asimismo, el protagonista del largometraje El hombre que siempre hizo su parte, realizado por Orisel Castro y York Neudel. El texto audiovisual es un acerca-miento a la peculiar vida del Dr. Carlos Rota, un señor de 78 años de edad, alguna vez alguien importante, quien vive en un mundo fanta-sioso e ideas, a veces, «políticamente inco-rrectas».

Orisel y York lo siguen y conversan con él en diferentes actividades de su rutina diaria; y lo observan mediante una cámara, por momentos posicionada de forma indiscreta. El resultado: la desolación en un hombre, a mitad de camino entre el genio y el orate, representación que se hubiera beneficiado con unos cuantos minu-tos menos en pantalla.

Con el abordaje de igual temática, en Los viejos heraldos, Luis Alejandro Yero utiliza a una pareja de ancianos, habitantes de «quien sabe dónde», para provocar una reflexión crí-tica sobre la historia cubana en el momento del cambio de mandato en Cuba.

La fábula estructurada por Yero es sen-cilla, seguir las actividades de ambos: ella en los quehaceres domésticos, él en la produc-ción de carbón. Mientras, en la derruida casa, a través de la televisión, van transmitiendo los acontecimientos. Unas veces más o menos

como sonido son códigos interrelacionados. No manejaba los sonidos como complemento de lo visual sino como parte vital del relato y el discurso final de la obra. La banda sonora interpretaba las ideas establecidas el montaje, generalmente utilizado en el documental como recurso probatorio de los he-chos y que Santiago empleaba para crear relaciones, enfrentar realidades o establecer correspondencias. Por tanto, el crea-dor utilizaba los recursos expresivos del lenguaje audiovisual para probar su interpretación de los acontecimientos.

¿Cómo conocer entonces la obra de Santiago? Desde la agudeza de los sentidos. Prestándole atención a cada imagen en relación con la banda sonora que la acompaña. Sabiendo que el sonido va a interrogar siempre a la imagen.

II.- ¿Por qué?Hay algo sobre lo cual no nos detenemos mucho a pensar,

pero que da la medida de la importancia de la obra de Santiago Álvarez, no solo como cineasta sino como periodista: fue el primer Premio Nacional de Periodismo José Martí, en 1990. Este hecho demuestra varias cosas.

Primero: la fuerza que tuvo el Noticiero ICAIC Latinoa-mericano –del que fuera fundador y director hasta que desapa-reció– durante los primeros treinta años de Revolución. El Noticiero… dio voz a los nuevos protagonistas del proceso (campesinos, obreros, mujeres emancipadas…); ensalzó a sus principales líderes; mostró cada paso de la construcción de una sociedad nueva. Fue el ojo de ese profundo proceso de subversión política, ideológica y cultural que fue finalmente la Revolución Cubana. Puede incluso decirse que Santiago Álva-rez fue el creador de su imaginario, además del narrador más exquisito y persistente. Lo mismo registró el discurso más en-cendido de Fidel Castro que la producción de carteras a partir de la piel de ranas.

Segundo: su concepto de periodismo subjetivo como pilar fundamental de trabajo. El realizador no creía en la objetivi-dad del ejercicio periodístico. Él mismo declaró: «no creo en la objetividad de nadie, por lo tanto, no soy un periodista obje-tivo, al contrario, muy subjetivo». A propósito de esto mismo, cuenta Nicolás Dorr que en el universo creador de Santiago Álvarez existía una condicionante: la sensibilidad; y que, asu-mida como método de creación, eclipsaba la presumible exi-gencia de «objetividad descriptiva» del género documental.

¿Por qué, entonces, conocer la obra de Santiago? Porque informa desde la honestidad, desde un posicionamiento ideo-lógico claro, desde la certeza de que no hay verdades absolu-tas, a pesar de que defiende su verdad particular. Porque era consciente de que no existe la objetividad cuando se trata de periodismo o de cine documental. Es por eso que en su obra Despegue a las 18:00 explica que «van a ver un film didáctico, informativo, político y panfletario…». Es la máxima expresión de la autoconsciencia.

III.- ¿Para qué?Un proceso tan complejo como fue –y es– la Revolución

Cubana necesitó a un cineasta como Santiago Álvarez para narrarla. Un cineasta que supiera captar la vorágine de los cambios que iban sucediendo en Cuba, que confiara y estuvie-ra a la altura del momento. Y siempre lo estuvo. Cuando hubo errores en el funcionamiento del sistema-país, allí estaba él y su equipo para cuestionar, filmar, críticar. O simplemente para hacer periodismo y cine, esa combinación que tanto amó (del periodismo utilizaba sus técnicas y del cine la estética) y que lo llevó a acuñar el término «documentalurgia», como de-finía la dramaturgia de los hechos narrados en el documental puestos para hacer pensar a través de la razón. ¿Para qué, en-tonces, conocer la obra de Santiago? Para conocernos y con-tarnos mejor lo nuestro a nosotros mismos.

¿CÓMO, POR QUÉ Y PARA QUÉDEBEMOS CONOCER A SANTIAGO ÁLVAREZ?

atendidos por ellos; otras, sobreimpuesto el sonido sobre la vida en ese mundo calmo, aparentemente invadido, perturbado, por lo que ocurre en la pantalla.

La colocación de un amplio butacón –alguna vez confortable– frente al televisor, se con-vierte en el espacio de intercambio entre los dos mundos cada vez más distantes.

Grabado en blanco y negro, la fotografía y el trabajo de iluminación –a cargo de Natalia Medina– rebasa la función testimonial, para conseguir imágenes admirables, como la escena nocturna del anciano a través del monte, ilu-minado solo por la luz de un farol.

La espera, dirigido por Violena Ampudia, retoma, una vez más, el embarazo en la ado-lescencia. El filme focaliza un grupo de mu-chachas en una casa de cuidados prenatales, mediante su rutina diaria, y las relaciones entre ellas y sus sueños.

Otro documental sobre la adolescencia es adoleCe, de Daiyán Noa, quien se acerca al tema a través de la vida cotidiana y el entorno de Cecilia, una joven de 17 años, blanca, cita-dina, cuyo reto mayor, en ese momento, es la carrera universitaria que le otorgarán. Des-tacable en esta obra, el empleo acertado de grabaciones en video realizadas con equipos no profesionales por la misma Cecilia desde la secundaria. Algunas de ellas de verdadero valor antropológico.

Gretel Marín cuestiona su época, la vida en Cuba, en El último pais. Narrado en prime-ra persona, aprovecha su regreso a La Habana, en el momento en que se está produciendo la apertura de relaciones con los Estados Uni-dos de América, para tratar de entender qué está ocurriendo en su tierra natal y con su generación, nacida en los difíciles noventa. Su necesidad de comprensión la lleva en una indagación entre sus familiares y amigos y otras personas en las calles.

Quizás este intento de encuesta social sea el lado más débil de la obra. No obstante, es una cinta a tener en cuenta, por el engarce alcanzado entre la fotografía y las reflexiones acerca de la pertenencia a un lugar por parte de la creadora.

MARTES 2 DE ABRILSEDE DE LA MUESTRA JOVEN

4:30 pm Corte final. Carteles para cine. Exposición personal de Alucho Rodríguez

CCC FRESA Y CHOCOLATE6:00 pm Ejercicios de natación al aire libre. Exposición colectiva

CINE 23 Y 121:30 pm Inauguración en el vestíbulo de las exposiciones colectivas Anatomie du Labo y Carteles para filmes en concurso2:00 pm APERTURA FÍLMICAMuseo / Alonso RuizpalaciosFic. / 2018 / 128’

CINE CHARLES CHAPLIN7:00 pm Instalación sonora Presencia de Ricardo Martínez (2019) (Vestíbulo) 8:00 pm Realidad virtual Tercer Ojo vol. II de Newmen Studio (2018) (Vestíbulo)Enviroment Judder de grupo Sindicato (2019) (Vestíbulo) 8:00 pm PROGRAMA DE CINE EXPANDIDODiario / Juan Carlos Alom16 mm / 2009 / 14,40’

CONCURSOLa huida / Ivette Ávila Martín, Ariadna Liz Pimentel Fic. animada / Full HD / 2018 / 18’Fin / Yimit RamírezFic. / 4K / 2018 / 27’

MIÉRCOLES 3 DE ABRILCINE CHARLES CHAPLIN

3:00 pmBONUS (IDENTIDAD)La noria / Daniel Ross Dieguez / Fic. / Full HD / 2018 / 18’La V de la Victoria / Emmanuel Martín / Fic. / Full HD / 2018 / 14’Nadie se va sin despedida / bdiel Bermúdez / Doc. / HD / 2018 / 18’Polen / María Elisa Pérez Leal / Doc. / Full HD / 2018 / 25’

5:00 pm PROGRAMA DE CINE EXPANDIDOIs it true blond girls have more fun? / Dinorah de Jesús Rodríguez16 mm / 2007 / 0,59’

CONCURSOLa espera / Violena Ampudia Doc. / HD / 2019 / 13’adoleCe / Daiyan Noa Doc. / Full HD / 2018 / 60’ 8:00 pmFUERA DE CONCURSOCerdo / Yunior García Aguilera Fic. / 4K / 2018 / 17’

CONCURSOOlga / Orlando Mora Cabrera Doc. / 4K / 2018 / 13’Generación / Meilín Quiles Durañona / Fic. / 4K / 2018 / 15’

PROGRAMA DE CINE EXPANDIDOInsomnio / Dinorah de Jesús Ramírez / 16 mm / 2011 / 3,25’

CONCURSODalila y su hermano / Rogelio Orizondo / Doc. / HDV / 2019 / 27’CINE 23 Y 12 3:00 pm PROGRAMA DE CINE EXPANDIDOHabana solo / Juan Carlos Alom16 mm / 2000 / 15’PRESENTACIÓN ESPECIALPablo Milanés / Juan Pin Vilar Doc. / HD / 2017 / 52’

El replanteo de los años noventa y la inci-dencia de la crisis económica en la prensa cu-bana, en específico, la provincial, es el tópico tratado por Destiempo. La crisis y la prensa, dirigido por Laura Roque.

Aunque la realizadora evitó presentar sus entrevistados en cámara y creó un avatar, que re-corre las calles y explora los archivos de la prensa, Destiempo… no rebasa el formato periodístico, ni ese mal hábito de ceder toda la opinión a los interpelados, detrás de quienes se posiciona el creador.

De Alessandra Santiesteban y Ricardo Sarmiento, La Bahia aporta una visión crítica original sobre la posible reutilización de la Central Electronuclear (CEN) de Juraguá, ubicada en territorio cienfueguero. El pre-texto para armar la historia es una película que ocurrirá en esa instalación, hacia donde se han trasladado los realizadores. La trama de la cinta planificada debe iniciar con un muchacho y una muchacha en la cúpula de un reactor nuclear, desde el cual amenazan saltar como acto de rebelión.

El primer elemento interesante en este documental es la creación de un narrador auto-diegético que arma y evalúa las situaciones del resto de las personas implicadas. Este se ex-presa solo mediante subtítulos, al tiempo que rige el punto de vista de todo lo que ocurre.

Con estas características narrativas, el personaje-cámara nos muestra el panorama del entorno que rodea las construcciones inhabilitadas de la CEN, mientras cuenta la historia de su construcción y la del poblado existente allí, detenido y en espera.

Significativa es la fotografía, tomada a través de la cámara de un celular, con predo-minio de planos generales largos y una com-posición muy bien pensada, dentro de la cual el reactor (casi concluido) y el agua, tienen una presencia importantísima.

Empleando de igual modo las posibilida-des tecnológicas de los iPhone y un punto de vista cuestionador, Rogelio Orizondo graba Dalila y su hermano. Quien accede a este filme mediante la lectura de su sinopsis, espera ver una película casera, pues el director plantea que su único objetivo es hacer una película con sus sobrinos, todo lo cual no deja de ser cierto, pues todo el argumento gira alrededor de las familias verdaderas o construidas.

Este propósito lo consigue mediante la grabación de Dalila y Leonardo, pretexto para trazar un análisis acerca de la construcción de los imaginarios, ya sean de género o históricos, traídos a colación; estos últimos, mediante las historias de las cabalgaduras embalsamadas del Che y Camilo, convertidos en hermanos a través de un poema recitado por la niña.

Dentro de las tendencias más contempo-ráneas en la no ficción, se inscriben Home y Las muertes de Aristides, de Alejandro Alonso y Lázaro Lemus, respectivamente.

Home es un ensayo sobre la producción de la imagen Cuba, construida mediante esce-nas que no apelan a un momento específico de su historia, ni a hechos o personajes rela-cionados con los «estereotipos» de la identi-dad nacional, sino a un juego simbólico entre esa palabra y el título de la cinta.

Como buen ensayista audiovisual, Alon-so emplea un grupo de técnicas fotográficas y de edición, para que las imágenes presenta-das pierdan su valor denotativo primario y se conviertan en lo que son: imágenes. Ellas son regidas, en el relato, por intertítulos en inglés que estructuran una historia figuradamente personal, a través de la cual el ilusionismo de la representación se transforma en discurso reflexivo.

Por su parte, Las muertes de Aristides em-plea un hecho real: la muerte de un joven de-bido a un disparo, mientras cumplía el Servicio Militar en 1991, para construir una reflexión sobre el acontecimiento.

Lemus no emplea el estilo clásico del repor-taje o la crónica periodística audiovisual, para contarnos el cómo, sino la recreación de esce-nas familiares y momentos de lo que debió ser la vida del muchacho en la unidad militar, so-lucionadas, desde lo visual, por un excelente trabajo de animación e imágenes domésticas casi congeladas, las cuales se complementan con la lectura en off de una carta –quizás la úl-tima– escrita por la víctima y por una banda sonora expresionista, todo enmarcado por un ritmo de edición ceremonioso, lacónico, que deja sentir la trascendente magnitud del suceso.

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CINE 23 Y 125:00 pmCONCURSODestiempo. La crisis y la prensa / Laura Roque Valero Doc. / Full HD / 2017 / 19’Atardecer en el trópico / Marta María Borrás Fic. / 4K / 2019 / 19’Las muertes de Arístides Lázaro Lemus / Doc. / HD / 2019 / 16’El Secadero / José Luis Aparicio Ferrera / Fic. / 2K / 2018 / 28’

8:00 pmCONCURSOÁngela / Juan Pablo Daranas Molina / Fic. / HD / 2018 / 13’El último país / Gretel Marín Palacio / Doc. / Full HD / 2018 / 65’

SALA CHARLOT2:00 pmSAN RAFAEL EN CORTOHasta aquí / Anatael Pérez Hernán-dez / Fic. / 2017 / 5’Ángel / Andrea Zoghbi Fic. / 2017 / 6’ REM / Tomás A. Wilhelm Fic. / 2018 / 4’Nouvelle Cuisine / Manuel Reyes Halaby / Anim. / 2017 / 4'Planazo / Emilio González Fic. / 2018 / 2’

6:30 pmBONUS (SOCIEDAD)Cambiar el peso / Lilmara Cruz Pavón / Doc. / Full HD / 2018 / 9’ Fe / Pidio Vives / Fic. / Full HD / 2018 / 18’Osiel / Adrián Curbelo Díaz / Doc. / HD / 2019 / 31’La manzana / Henry Disotuar Fic. / 2K / 2017 / 28’

SALA TERENCE PIARD3:00 pmKIMUAK 20 AÑOS PROGRAMA 1Zela trovke (Cortando hierba) /Asier Altuna / Doc. / 2013 / 13’Lost village / George TodriaFic. / 2015 / 15,33’Democracia / Borja Cobeaga / Fic. / 2013 / 11’Hezurbeltzak, una fosa común / Izibene Oñederra / Anim. / 2007 / 4,30’Cólera / Aritz Moreno / Fic. / 2013 / 6,30’Las horas muertas / Haritz Zubilla-ga / Fic. / 2007 / 14’

5:30 pmBONUS (IDENTIDAD)Lucas como Sara / Day García Fic. / 4K / 2018 / 84’

CCC FRESA Y CHOCOLATE10:00amEl guion: los errores de siempre.Conversatorio con Senel Paz

MOVIENDO IDEAS 1:30 pmJUGAR A LA ZURDA.Parodia y reverencia a los códigos del cine género. Obras: El Secadero y El Zurdo. Moderadores: Joel del Río/Lester Hamlet

4:00 pmLA CAÍDA DE ZOBEIDA. Roles de mujer y violencia de género en la mirada de las realizadoras. Obras: Mujer arena, La espera y Karla. Moderadoras: Marilyn Solaya- /Zusel Muñiz

ESTUDIOS DE ANIMACIÓN DEL ICAIC9:00 am TALLER DE ANIMACIÓN SOBRE CELULOIDE (solo para matriculados)Profesora: Dinorah de Jesús Rodríguez (artista y realizadora de cine experimental).

DE LO OBSERVACIONALA LO POÉTICO

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5miércoles | 13 | marzo| 2019martes | 2 | abril| 2019

4por Joel del Río

Solo dos o tres de los diez corto-metrajes de ficción vistos con el propósito de redactar este tex-to se apartan ostensiblemente

del principio de la causalidad, eje rector del cine más narrativo con sus historias lineales, continuas; los personajes que actúan de acuerdo con la lógica de los sucesos acaecidos; el respeto por los principios de progresión dramática y la motivación de los personajes a través del trabajo del histrión; la búsqueda de la res-puesta emotiva; el escamoteo de los me-dios por los cuales se consigue la identifi-cación. Y no se trata de una catilinaria de inculpaciones, solamente trato de definir las características dominantes en ciertos relatos contados, filmados y editados con absoluta transparencia.

Este modo de contar, impuesto en el cine silente, sobre todo norteamericano, de hace más de una centuria, también con-lleva actuaciones que siempre serán juzgadas desde el punto de vista de la credibilidad, el verismo y la obsesión con el realismo, y con la llamada “organicidad”. Y aunque no todas las actuaciones que veremos en esta Muestra siguen a pie juntilla tales perspectivas, sí predomina una sintomá-tica atención de los realizadores, fotó-grafos, sonidistas y editores al modo en que los histriones, con su cuerpo y su voz, aportan autenticidad a sus personajes y al contexto, en que se desenvuelve el discur-so dramático, casi siempre de matiz trági-co, pesimista o melancólico.

La presencia de Lola Amores y Eduardo Martínez (los míticos Santa y Andrés) en varios trabajos de ficción de esta Muestra evidencian su notable ductilidad para crear personajes verosímiles. En Alberto (di-rigida por Raúl Prado y coescrita por el cineasta, en colaboración con el experi-mentado Eduardo del Llano) se cuenta la historia de un hermano (Yasmani Guerre-ro) que emigró en medio de actos de re-pudio y luego regresa a la campiña de sus orígenes para reencontrarse con su recio, callado hermano (Eduardo Martínez) quien guarda un terrible secreto. Come-didamente fotografiada, actuada y narra-da, el corto se concentra en los actores y en un diálogo que vehicula con eficiencia las interrogantes del espectador.

Eduardo Martínez brilla otra vez, desde el silencio significativo y el gesto leve, en el contemplativo y melancólico Atardecer en el trópico, escrito y dirigido por Marta María Borrás, con adusta foto-grafía de Javier Labrador, capaz de deve-lar el laxo conformismo de un contexto y ciertos problemáticos trances que puede atravesar la comprensión paterno-filial, en medio de la necesidad imperiosa de algo trascendental. Aquí, como en varios de los trabajos de ficción de esta Muestra, el protagonista aparece ubicado en el mismo centro de lugares abiertos, deso-lados, pétreos, espacios completamente ajenos a las angustias que provoca la ve-jez, la muerte, los remordimientos o la desintegración de la familia. Porque tam-bién se impone tomar nota del tono ma-yormente pesimista, melancólico o cínico que adoptan estos cortometrajes, incluso cuando bordean la comedia, como ocurre en El Secadero, coescrito y dirigido por José Luis Aparicio.

Con momentos de recargado humor negro y delicada parodia, debida sobre todo a la excelencia interpretativa de –otra vez– Eduardo Martínez, aquí bri-llantemente secundado por Jorge Mo-lina y Raúl Capote, El Secadero satiriza en media hora al monumental embuste propagandístico llamado Dia y noche, con un estilo barroco y colmado de citas cinéfilas, mediante una narración medio enrevesada, y a ratos enloquecida, ilógica, que juega irreverentemente con ciertas reglas estrictas de los géneros cinemato-gráficos. Mayor aquiescencia a tales pa-radigmas se percibe en la ciencia ficción

por Mayté Madruga Hernández

Con Damián Sainz se aprende a bailar, a ver cine y a pensar. Aunque sigue siendo

un realizadxr por excelencia, ha expandido su humanidad mucho más allá del acto de filmar. Si se debería dar un log line de este entrevistado diríase que: “cuirizar” Cuba es su más reciente misión.

¿En esta entrevista prefie-res usar Queer o Cuir? ¿Por qué?

Pues cuando se trata del cineclub obviamente prefiero usar Cuir. Luego, para otras cosas depende. Si vamos a hablar del cuerpo teórico y práctico norteamericano, de tradición feminista, que nos convoca a revisar y cuestionar binarismos y estructuras de diferenciación sexo-género

con importantes implicaciones políticas, pues pongamos queer. Por otro lado, si hablo de mi trabajo, prefiero cuir. Aun-que lo mejor de todo esto es lo creativxs y fluidxs que podemos llegar a ser.

¿Cineclub Cuir y no Queer, qué impor-tancia le concedes al lenguaje dentro de tu “artivismo”?

El lenguaje lo es todo. Sirve para controlar y para emancipar, dominar y empoderar. Bueno, no lo es todo. Pero es mucho. No soy filósofo y mucho menos se-miólogo, pero últimamente he descubier-to en mis formas de hablar mucha violen-cia contra mí mismo, contra mis propias convicciones y contra lo que quiero ser y hacer. Y parece una tontería, pero la pala-bra, el verbo, tiene un poder más allá de lo que sabemos a ciencia cierta. Dentro del budismo se cuidan mucho para no malde-cir, en el espiritismo la oración es funda-mental para atraer a los buenos seres, las dictaduras cierran el cerco del lenguaje para que todo parezca inamovible. Es en el lenguaje (no solo verbal) donde se li-bran muchas batallas. Hay muchas cosas que no podemos cambiar, pero si en mis manos está, al menos, hablar y escribir de forma más inclusiva, respetuosa y eman-cipatoria, pues es un chance que no me quiero perder. Es un proceso muy perso-nal, aunque es hermoso cuando se abre, se hace colectivo y descubres o compartes nuevas palabras, frases y las readaptas a tu experiencia, a tu cuerpo (cuando se puede o se quiere).

distópica Generación (guion y dirección de Meilín Quiles), en la cual Maité Galbán interpreta a una doctora embarazada que vive en una sociedad perfecta, donde los niños nacen sin enfermedades pero son concebidos artificialmente. En el elenco destacan Denys Ramos y Patricio Wood, y es obligatoria la mención a la fotografía y edición de Gabriel Alemán, para crear atmósferas impecables pero también claustrofóbicas y opresivas.

Coralita Veloz hace el personaje prin-cipal, una bruja mala, en Cositas malas (Víctor Alfonso), mientras que el incom-bustible Mario Guerra y el mejor actor de su generación, Milton García, interpretan una pareja de rateros con muy diversas perspectivas sobre el «oficio», en Flying

El «chucho» es inevi-table y pueden darlo a uno por snob o lo que quieran, pero si nos ponemos a pensar en eso nos queda-mos en casa y nos cocemos la boca con hilo de pita. Es impresionante cómo re-acciona la gente cuando le cambias el chip de género en una conversación. Poli-cías de género, dictadorxs del lenguaje saltan a co-rregirme enseguida. Otras veces es divertido. Se aprende mucho. En algu-nas sesiones del Cineclub CUIR, durante el debate o la presentación de los au-diovisuales, me he encon-trado batallando contra binarismos y machismos en mi habla. Es lindo com-partir esa lucha en público, corregirme, exorcizar esos demonios heteropatriar-cales. Es como una limpieza: los yerbajos pueden doler al sacudirlos en el cuerpo, pero después está uno fresco como alba-haca de monte.

En una entrevista Judith Butler expresa que le parece se «debe ser críticamente queer» ¿lo sientes tú así?

Bueno, no me gusta mucho citar a Judith Butler. A veces parece ella como que la reina madre de lo queer y bueno, ella hizo y hace mucho para que hablemos hoy de muchas cosas, pero no es la única, por suerte. Yo creo que lo queer implica una crítica muy fuerte a muchos ámbi-tos de la cultura, la política, la economía, entre otros. Sin embargo, a veces lo queer puede funcionar como un paradigma nor-mativo, una zona de confort donde se disi-mulan otros muchos privilegios (de clase, raza, color de piel, aspecto, habilidad físi-ca y mental, entre otros). Me gusta más lo queer como verbo, tipo «to queer some-thing», cuirizar o cuirear algo. Creo que es ahí donde está su capacidad más crítica (y autocrítica), cuando es una herramienta en acción y menos cuando se convierte en una etiqueta complaciente.

¿Qué significa para ti ser «críticamente queer» en Cuba?

Pues sobre todo significa ser imagi-nativx, ser creativx. Mira, yo creo mucho en las utopías. José Esteban Muñoz, ese imprescindible cubano del pensamiento queer norteamericano (Cruising Utopia, Desidentifications), hablaba mucho de como las utopías nos servían para ejercer una crítica sobre el presente del mundo.

Pigeon (de Daniel Santoyo). El histrio-nismo predominante en esta Muestra se remarca cuando el joven actor Carlos Alejandro Halley llega a escribir, dirigir y producir Un chino cayó en un pozo, que lo-caliza cierto vacío existencial en una fies-ta hipster con protagonismo coral, a cargo de jóvenes intérpretes muy conocidos, sobre todo en teatro, como Alegnis Casti-llo, Neisy Alpízar, Reinier Díaz, y Noslen Sánchez, entre otros.

Seduce la franqueza de Idalmis García en Angela, realizada, producida, fotogra-fiada, editada, sonorizada y coescrita por Juan Pablo Daranas, en torno a la sole-dad, las esperanzas y los sueños de una emigrante cubana en Nueva York. Po-cas veces se vio tan triste al atardecer el

Traer la utopía al presente es reconfi-gurarlo, reordenarlo para que nuestros cuerpos, deseos y afectos disidentes vivan de forma más segura en el aquí y el aho-ra. Esto sin imaginación, sin creatividad es imposible. Por supuesto que esto no tiene que ver con ser gay, lesbiana, trans, entre otros. Esto es un poder que tene-mos todxs pero que no desarrollamos, porque no quieren que lo desarrollemos. Al menos no para algo que esté fuera de la lógica del consumo capitalista o del pro-ductivismo o del control policial. Y este ejercicio de creatividad puede comenzar con nuestros propios cuerpos, por explo-rar sus límites, por conocerlo más allá del discurso médico o de Men’s Health. En el universo del SM*, por ejemplo, se dan prácticas consensuadas que a mi enten-der traen esas utopías del cuerpo al pre-sente pues replantean nociones como el dolor, el placer, el poder, entre otras. La danza, la poesía y el arte, en general, son herramientas fantásticas para refundar esas utopías críticas, aunque a veces se quedan en un circuito cerrado de provo-caciones que no se llevan a la práctica, que viven solo en la galería, la sala de cine o el teatro y al salir todo se acaba. Creo que lo importante en Cuba es traer esas uto-pías al presente y convertirla en acción continua. No vale la pena tanta conferen-cia, tanta teoría sobre género si luego no sabemos cómo relacionarla con nuestra vida cotidiana y seguimos reproduciendo las mismas rutinas de violencia heteropa-triarcales. Y eso pasa por la comida, por el vestir, por cómo ritualizamos nuestro día a día. Además, creo que el gran reto como

puente de Brooklyn como en este corto, saludablemente aferrado a las técnicas de la improvisación y el cine directo, como se percibe en las repetidas escenas de rumba en el Central Park, y en la omnipresencia de una actriz sincera y expresiva, capaz de verificar con toda naturalidad, entre palo-mas al vuelo, uno de los finales más her-mosos y abiertos de esta Muestra.

Y si en Angela destaca la ruptura de lo aristotélico y lo causal gracias a la proximi-dad de los recursos documentales y la meta-ficción, Los amantes (Alán González) lleva al extremo la regla que dicta a los cortome-trajes el comienzo in medias res (la narra-ción se inicia en medio de la historia, en vez de comenzar por el principio) cuando Lola Amores interpreta a una mujer que borra la sangre, evidencia de un crimen, pero jamás aparecerán las retrospectivas que cuenten qué ocurrió ni mucho me-nos cómo se verificó el asesinato. Toda la historia se visualiza mediante asombro-sos planos secuencias (la dirección de fotografía corresponde a Denise Guerra) mientras la dirección de arte de Celia Le-dón subraya cierta concupiscencia en la sordidez, anunciada por trabajos previos de Alan González como la multipremiada La profesora de ingles y, la muy notable, El hormiguero.

Rutila entre las mejores actrices de este país Lola Amores en el cortometraje Fin (Yimit Ramírez) en tanto le toca interpre-tar un personaje simbólico, distanciado de todo naturalismo, en una narración mar-cada por el desafuero histriónico y por una visualidad simplemente sobrecogedora. Parábola sobre las segundas oportunida-des, o tal vez metáfora sobre lo que significa la muerte en tanto apocalipsis circular de una vida en eterna caída libre, Fin significa también una suerte de cántico al talento y la fotogenia de Milton García, quien parece dominar todos los registros y estilos, el natu-ralista y el distanciado, Brecht, Stanisla-vski, Grotowski… Es cierto que la parábo-la sobre este hombre que vuelve a la vida esté conscientemente oscurecida por un simbolismo agresivo, pero se sabe que la belleza es misterio y pocas veces se la pue-de explicar convincentemente o encerrar en tres actos regidos por el principio de la causalidad.

activista es hacer que la lucha sea diverti-da y sanadora. Si no se puede bailar, esta no es mi revolución, como decía Emma Goldman. Pero a bailar con consciencia o concientizarnos bailando. Por ahí puede ir la cosa.

Hace años dijiste que la Muestra era como tu casa… ¿qué pasa cuando la «casa» te nombra juez?

Pues una maravilla. Entre otras cosas me da la posibilidad de armarme un pro-grama, de agrupar piezas a mi modo y encontrar mi propia narrativa dentro de la programación de la Muestra. Pero tam-bién implica una responsabilidad muy compleja. Al premiar esta u otra obra es-tamos legitimando narrativas, formas, pero también discursos, formas de ver el mundo y esto es cosa seria. A fin de cuen-tas, como jurado estamos ejerciendo un poder. Seguramente perderé credibili-dad al decir esto, pero en Spiderman hay un momentazo en el que el protagonista aprende esto de que «todo gran poder implica una gran responsabilidad». Pues eso, ahí vamos. De cualquier manera, me encanta compartir los visionajes con lxs compañerxs del jurado y he aprendido mucho en nuestras conversaciones. Me siento privilegiado en ese sentido.

¿Se integran el artivista cuir, el cineas-ta, el afrodescendiente en tu rol de jura-do? ¿Cómo?

Pues no hay manera de que no esté todo eso en juego y de forma bien activa.

Háblame sobre el proyecto que presen-taste a esta edición de Haciendo Cine…

Pues Los familiares es una película colaborativa. Somos dos directores-guio-nistas que además hacemos cámara y so-nido. Está siendo un proceso hermoso en el que estoy aprendiendo mucho a usar mi cuerpo para filmar y en ese sentido es un viaje muy liberador. Todo parte de una búsqueda muy personal de los restos del tatarabuelo sirio de mi colega Juan Ma-nuel Sepúlveda, enterrado en Santiago de Cuba hace casi cien años. Como el muer-to se esconde y no logramos encontrar su paradero, hemos abierto la búsqueda y nos hemos encontrado con un Santiago despampanante en el que vivos y muertos conviven entre el carnaval, misas espiri-tuales, en el teatro o en la tradición oral, entre otros. Fuimos a buscar un familiar perdido y la ciudad entera se ha conver-tido en nuestra familia, llena de maravi-llosas personas que encuentran en sus orígenes la posibilidad de ser dueñas de sus destinos. Está siendo un viaje her-moso e intenso. Ojalá y logremos com-partir todo el caudal de emociones que estamos experimentando en el proceso de realización. Por eso venimos al picth de Haciendo Cine, buscando el apoyo de instituciones e intentando crear alianzas con productoras locales. Dedos cruzados y corazón abierto.

Nota:*Sadomasoquismo

CAUTIVADOSPOR LA CAUSALIDAD

RESUELVE ESTE CRUCIGRAMA SI ESTÁS ENTRE LOS DIEZ PRIMEROS EN ENTREGARLO COMPLETO EN LA OFICINA DE LA MUESTRA JOVEN (23 ENTRE 8 Y 10, VEDADO) HASTA EL SÁBADO 6 DE ABRIL ANTES DE LAS 5:00 PM, RECIBIRÁS INVITACIONES PARA LA FIESTA DE CLAUSURA DE LA MUESTRA, EL PRÓXIMO DOMINGO, EN EL CAFÉ CANTANTE DEL TEATRO NACIONAL DE CUBA. Horizontales.3. Pseudónimo de uno de los mejores críticos cubanos de cine o personaje al que tienden a gustarle los mangos según Abelardo Estorino.5. Lo que esperan desesperados los realizadores cubanos para el cine.6. Explorador polar, dueño de unos perros ahí.10. Fase preliminar de una obra que según Alejandro Alonso puede ser la final.12. Tipo de obras en peligro de extinción en la Muestra Joven.14. Documental de Nicolás Guillén Landrián .17. Localización donde Alán González filmó y salió ileso.19. Filósofo alemán al que Karl Marx puso de cabeza.21. Fenómeno sobre el que sobran las memorias y los desmemoriados.25. Texto sagrado que tiene una versión acreditada a Ramiro.26. Parte del título del primer largometraje animado de la historia, realizado en 1917 (aunque Disney diga lo contrario).27. Elementos con los que Raydel Araoz mezcló una isla.

28. El que viene atrás y aguanta el golpe.29. Requisito indispensable para pertenecer al Club de Dany.30. Espacio en el que se desarrolla una película, donde muchos dicen que no pasa nada.Verticales.1. 2697 en Wikipedia.2. Filosofía de vida que te hace escribir tod@s, todes o todxs, volviendo locos a los puristas del idioma.4. CIACI al revés.7. Voz de Dios, obsesión de Alejandro Alonso.8. Tecnología de proyección muy sofisticada que algunos aun creen que es un disco.9. Corto de Molina donde aparece un Harryhausen de Sumatra.11. Productora de cine Sin Título.13. Propiedad maldita que detentan muchos realizadores cubanos.15. Propiedad muchas veces intrínseca de algunas glorias.16. Animal colonial marino que sustituyó a la Gorgonia en el Festival de Cine de La Habana .18. Apellido de cineasta cubano que fue Rey y lo descoronaron con un jaque mate de silencio.20. Se vuelve eterna si Yimmit la filma.22. Movimiento audiovisual cubano que publicó su manifiesto en un periódico Bisiesto de la Muestra 17.23. Uno de los temas favoritos de Susana Barriga .24. Animales que ya no quedan en el este de Japón

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por Daniel Céspedes

A propósito de su propia genera-ción, la del 98, Azorín escribió: «De cuando en cuando se pro-duce entre la gente nueva –es-

critores, artistas, ateneístas, entre otros– una protesta, más o menos ruidosa, más o menos trascendente, contra lo que, con excesiva rudeza, se llama los viejos. Días pasados, diversos hechos, sin conexión aparente, pero de una misma índole espi-ritual, han venido a traducir, a exteriori-zar las aspiraciones latentes en la juven-tud». Resulta extraordinario este retrato del artista novel, por cuanto continúa pre-sentándose dondequiera curioso, rebelde y creativo. La Muestra Joven lo confirma. Aunque las energías no se concentran en

refutar el pasado cultural, los cineastas recientes se conectan a una tradición de confirmaciones no exentas de críticas, pues los homenajes al cine y a otras artes no significan rendiciones.

La juventud crea según sus horizontes de expecta-tivas. Su registro audiovi-sual representa un diálogo con un presente donde las simpatías y las desavenen-cias se echan a ver. A veces, por arrastrar de más, no se aprovechan otras incorpo-raciones. Siempre ha sido así, en contextos anárquicos o en tiempos de momentá-nea paz. Cambiará lo que debe ser cambiado. Ahora, centrémonos más bien en qué proponen los nuevos realizadores ¿Cómo se re-presenta el contexto nacio-nal en sus obras? ¿Cuáles son sus inquietudes estéti-cas, sus maneras de narrar, los planteamientos a esca-la de guion y las temáticas abordadas? En resumen, ¿qué y cómo interactúan con la época en curso? He ahí nuestra intención de rastrearlos y acaso confron-tarlos, pero no de meterlos en cintura. Que Dios nos libre de tamaña ofensa a la creación.

Tomemos como eje central los empeños del cortometraje Fe (Pidio Vi-ves), –incluido en la cate-goría colateral Bonus de la Muestra– en el que un chico cubano convoca al Diablo para que lo ayude a mejo-rar la situación imperante en Cuba. Esta obra no es la más representativa de una estética que marca pautas o comprende a las demás, pero sí presenta no solo el brío epocal imperante, sino muchas de las inquietudes de los más recientes reali-zadores cubanos.

Desde sus inicios, Fe se agradece por su espon-taneidad. Sin embargo, no es preciso que el tono de Lucifer se oponga tanto al del convocador. La apa-ratosidad de su inflexión no tiene por qué distan-ciarse de la franqueza de la contrafigura. La gracia del «¿quieres café?» y el «¿quieres un cigarro», a raíz de la aparición del dia-blo son muy ocurrentes. Vives decidió interpretar él mismo al caído y al mor-tal. Pero el contraste de rango, la referencia fáusti-ca y la animosidad de am-bos bien pudieron resol-verse con variaciones de sarcasmo en una provoca-

ción cara a cara. Sin embargo, el director pretendió además un careo personificado entre la supuesta maldad y el quijotismo criollo de quienes platican.

Atmósfera turbia y humor, tal vez, no hubieran sido suficientes, pero sí calza-rían mejor cuanto se parla en Fe. Luego, mucha formalidad acaso no se ajusta por estampa, aunque sí por actitud cuando confiesa: «Estoy preocupado por Cuba», o pide: «Quiero venderte mi alma a cambio de que vuelvan todos los que se han ido». El traje no hace al monje. Sacados estos parlamentos al azar, pudieran sonar muy patrioteros, pero, en rigor, creamos que sí, el personaje del joven anárquico está bien preocupado por la masa y el destino de la nación. Aquí el mesurado y el convencio-nal es el Diablo. Este último pormenor no

carece de interés, habida cuenta de que el cortometraje aboga por utopías preo-cupantes por reconocibles. ¿Discusión intergeneracional o dualidad de la per-sonalidad del joven que conversa consigo mismo? ¿No es cuánto podemos advertir también en el rostro del otrora técnico de rescate y salvamento Jordán Rafael López Blanco cuando le habla a la cámara en Peli-grosidad (Leonardo J. Chamizo) y confiesa el porqué de estar en un trabajo que no es lo suyo?

Lo más atrevido e interesante de Fe descansa en la visualidad del relato ale-górico contado por el Diablo. El cuidado de las imágenes es una de las constantes en casi todas las propuestas. Tal vez el di-rector debió invertir la solución narrativa para que predominara la yuxtaposición de unos dibujos más acordes con cuanto se plantea. Mientras Polen (María Elisa Pérez Leal), una obra de una atención fotográfica envidiable, evoca los orígenes de una descendencia familiar mediante voces en off que dialogan con el paisaje rural, Vuelo blanco (Robin Pau) atiende a la muerte física, y acaso alegórica, en un ejercicio de mayor preocupación estética que narrativa. Efectivamente, se muestra más interés en la visualidad que en el im-pulso de sus temas o conflictos apenas ini-ciados. Lo que no sucede con Karla (Giselle Vargas) e incluso con La manzana (Henry Disotuar) –donde el niño protagonista da lecciones tanto para expresarnos mejor, como para escribir proverbiales misivas–, propuestas dignas en su realización y en los tratamientos concernientes a la vio-lencia física y psicológica a la distancia entre familias dispóricas; o con Mujer arena (Lisa María Velázquez Serrano) y El zurdo (Alberto Martin). Estos dos últi-mos cortos de ficción logran sugerir más de cuanto nos presentan, ya sea contras-tando con el tema de la soledad y la insa-tisfacción existencial o a través de lo mar-ginal y los caminos que de manera trágica se cruzan, respectivamente.

En el plano de los enunciados en Fe, ¿qué se pide en realidad sino virtud, con-fianza o creencia en lo que se tiene o es que Pidio Vives pretende activar ánimos, por contraste, con su título? Demasiada ironía de su parte, más cuando confronta-mos el cortometraje con las confesiones de un grupo de reclutas en El año que no hubo año (Fernando Almeida), quienes, obligados a realizar labores ajenas a sus vocaciones, aspiran a llegar a la univer-sidad o a buscarse un trabajo apropiado porque el servicio militar puede enseñar a organizarte y hasta planificarte mejor como individuo, pero en el fondo no es ga-rantía para que salgas más patriota o más macho-varón-masculino como suponen todavía algunos. Almeida recuerda que el servicio deja una huella inolvidable en un período determinado (un año o dos) para esos jóvenes que intentarán no ha-cer algo más por obligación, sino porque en verdad lo desean. «¿Qué necesidad tie-nes de estar haciendo eso?» es la pregunta repetida en el documental de Almeida, que funciona también para los creadores como para los protagonistas de materia-les, preocupados además por la tercera edad y, sobre todo, por las configuracio-nes del futuro en la isla.

En relación con lo anterior, Jesús Portuondo Rancol muestra su tránsito en la vida con Cambiar el peso (Lilmara Cruz Padrón). Limitándose al contexto nacio-nal, él tiene que restringirse al retiro y a la simbólica compensación mensual. Pero no se conforma. A través de la improvi-sación e ingeniosidad para sobrevivir, in-tenta un trabajo inusual, pues personifica una caja de cambio a fin de ganarse solo veinte centavos por cada peso cambiado, lo cual representa un sacrificio físico y es-piritual solo equiparable a la paciencia de este cubano retirado.

Portuondo, ahora persona familiar para quienes nos transportamos en óm-nibus, ofrece un servicio social más eficaz para pasajeros y choferes que para él. Cruz Padrón nos entrega con Cambiar el peso un testimonio sobre la supervivencia tras la jubilación –indudable heroicidad co-tidiana– a través de una faena ocurrente y económica. ¿Qué se pudiera decir de este hombre en una despedida de duelo? Tal vez, admitiríamos con el entrevistado del documental Nadie se va sin despedida (Abdiel Bermúdez): «Hay gente que ha te-nido problemas y eso hay que adornarlo». Pero no se le haría justicia ni a un hombre que asiste a su crespúsculo existencial ni aun menos al espíritu inconforme y siem-pre polémico de los nuevos realizadores. Tengamos fe en sus obras.

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por Reynaldo Lastre

Después de la muerte de Guillermo Cabrera Infante (GCI) ocurrida en 2005, se ha venido consumando un verdadero boom editorial alrededor de su nombre. Pri-

mero, con la publicación de tres obras inéditas: La ninfa inconstante (2008), Cuerpos divinos (2010) y Mapa dibujado por un espia (2013); se-gundo, por la aparición (aún en proceso), de su obra completa en siete volúmenes, cuidadosa-mente editada por Antoni Munné. Si a esto le sumamos, por un lado, los dos libros publicados en la isla por Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco (una investigación el primero y una recopilación de entrevistas el segundo1) y, por otra, la recopi-lación de las memorias del Coloquio por los diez años de su muerte, editado en 2017 por Claudia Hammerschmitt bajo el título La escritura meta-final de Guillermo Cabrera Infante. Home-naje a su obra «casi completa»,2 tendríamos que convenir que ese boom viene aderezado con la aparición de nuevas exploraciones, nuevos con-textos y nuevos escenarios para su obra.

Estas nuevas exploraciones no han significa-do un desenlace, ni mucho menos un desenlace feliz, sobre el autor. Se trata más bien de un punto de partida desde el cual no solo se erosionó su si-lencio en el mapa editorial de Cuba (en el caso de los libros de Mirabal y Velazco), sino que también se propiciaron nuevos acercamientos a una de sus áreas más sugestivas: la crítica de cine. No por gusto Galaxia Gutenberg, la editorial que hizo po-sible la aparición de sus inéditos, decidió comen-zar la tirada de sus obras completas precisamente con los trabajos sobre el séptimo arte.3 El grosor del volumen (más de mil quinientas cuartillas de letra apretada) confirma el papel que esta jugó en su quehacer literario.4

La posición de Cabrera Infante ante la crítica de cine fue siempre muy ambivalente. Por un lado, creía que se trataba de un apartado perio-dístico marginado por la sociedad letrada y que de alguna manera se debía reivindicar. Por otro, pensaba en ella como un espacio para ejercer el don del escritor, probar un estilo y encarnar una virtud. Al reclamar la crítica de cine desde la literatura, creó la incertidumbre sobre si le estaba restan-do agencia a este tipo de escritura en pos de una aristocracia jerarquizada desde un canon literario, o si quería desestabilizar todos lo posibles usos no literarios de ese mismo oficio. De cualquier manera, sus textos de este tipo demandan otra ética y otra fide-lidad, en los que el cine y la literatura

juegan el rol fundamental. Lisandro Otero comentó una vez que de no

ser por los «poderosos intereses» que lo prote-gían, Cabrera Infante sería solo un «mediocre crítico de cine en Aberdeen, quizás en Manches-ter».5 Esa opinión posibilita la apertura hacia varios debates sobre el legado de GCI en Cuba y, sobre todo, hacia los retos de una (finalmente) renovada crítica de cine en el país.

No quisiera analizar la frase de Otero desde la óptica del desencuentro que ambos escritores protagonizaron con relación a Tres tristes tigres, por el premio Biblioteca Breve que obtuviera la novela en 1964, y ante el fracaso de Pasión de Urbino, de Otero; el tránsito del malestar hacia el Caso Padilla y la consiguiente polarización de sus posiciones políticas hasta sus respectivas muertes. Prefiero asumir la perspectiva en que un escritor con suficiente poder dentro de la isla

(Otero) desautoriza la escritura de otro (GCI) y, en tal operación, no solo intenta expulsarlo del aristo-crático mundo literario –al que solo podría pertenecer, nos dice, gracias a «poderosos intereses que lo pro-tegen»–, sino que además lo confina a la crítica de cine como uno de los últimos asideros donde una escri-tura podría efectuarse; y donde GCI ni siquiera se inserta como un adalid, sino que hasta en ese espacio mar-ginal ocupa un puesto «mediocre».

No es necesario aclarar que la posición de Otero concuerda no solo con lo que la institucionaliza-ción revolucionaria ha entendido todos estos años por «literatura», sino también sobre el lugar que le ha correspondido a la crítica de cine en esa jerarquía y en esa nueva moral. Si La Habana de Cabrera In-fante no era bien recibida por Ote-ro, una Habana republicana, alegre y sentimental, tampoco lo era su escritura sobre cine, aunque por otras razones. La sola existencia de la segunda ponía en riesgo una idea de literatura, según la cual el pe-riodismo, la crónica y la reseña son ejercicios menores; y desarticulaba la necesidad de colocar a todo ejer-cicio crítico como una declaración moral explícita, a la manera de Mir-

ta Aguirre o Mario Rodríguez Alemán. Reclamar para la crítica de cine una función utilitaria des-truyó el posible legado de Cabrera Infante en la isla. Ese deseo de convertir en discurso legítimo la idea de un GCI como mediocre crítico de cine ha dejado un profundo vacío de décadas. Pero el creciente interés en Cuba por la crítica de Caín concuerda con esa lógica freudiana del retorno de lo reprimido y permite imaginar un porvenir virtuoso para esa disciplina.

Clausuro estas notas con una anécdota (no sabemos si real o imaginaria) en la cual Borges declaraba que Kartum (Basil Dearden, 1966) era superior a Lawrence de Arabia (David Lean, 1962) y ante la perplejidad del cronista, el escri-tor argentino le espetó: «porque la derrota es siempre más hermosa que el triunfo». Esa des-articulación del canon y continua perplejidad que genera la opinión de Borges le hizo a GCI nombrarlo como el más grande crítico de cine de nuestra lengua, aunque en realidad hablaba de sí mismo. Es por eso que hoy celebramos la belleza de su derrota y dejamos de lado otros triunfos.

1 Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco (2012): Sobre los pasos del cronista: (el quehacer intelectual de Guillermo Cabrera Infante en Cuba hasta 1965), Ediciones Unión; y Buscando a Caín. Ediciones ICAIC, 2012. 2 Claudia Hammerschmitt (2017): La escritura meta-fi-nal de Guillermo Cabrera Infante. Homenaje a su obra «casi completa», Inolas.3 Guillermo Cabrera Infante (2012): El cronista de cine, Galaxia Gutenberg.4 Sin perder de vista que otro de los volúmenes de las Obras completas estará dedicado a la crítica de cine de GCI. 5 Lisandro Otero (1994): «La casta de Caín», en La Ga-ceta de Cuba, junio.

CRÓNICA DE UN TRIUNFO DE LISANDRO OTERO Y UNA DERROTA DE GUILLERMO CABRERA INFANTE

(NARRADA POR BORGES)

PREMIODEL PÚBLICO

LOS ASISTENTES A LAS SALAS DE CINE TENDRÁN LA POSIBILIDAD DE ENVIAR UN SMS AL NÚMERO 8888, CON EL TEXTO EVENTO MUESTRA (ASÍ, EN MAYÚSCULAS) Y EL NÚMERO DE LA OBRA QUE PREFIERAN, ACORDE LA LISTA QUE OFRECEMOS A CONTINUACIÓN. ESTA PODRÁ CONSULTARSE, ADEMÁS DEL BISIESTO, EN LAS PÁGINAS WEB: www.muestrajoven.cult.cu y www.entumovil.cu, Y EN EL SPOT QUE SE PROYECTARÁ PREVIO A LA EXHIBICIÓN DE LAS PELÍCULAS EN CONCURSO.

1. Alberto / Raúl Prado Rodríguez 2. Ángela / Juan Pablo Daranas3. Atardecer en el trópico / Marta María Borrás4. Cositas Malas / Víctor Alfonso5. El secadero / José Luis Aparicio Ferrera6. Fin / Yimit Ramírez7. Flying Pigeon / Daniel Santoyo Hernández8. Generación / Meilín Quiles Durañona

9. La huida / Ivette Ávila Martín, Ariadna Liz Pimentel10. Los amantes / Alán González11. Un chino cayó en un pozo / Carlos Alejandro Halley12. adoleCe /Daiyan Noa13. Brouwer. El origen de la sombra / Katherine T.Gavilán, Lisandra López14. Dalila y su hermano / Rogelio Orizondo15. De las almas secas, dormidas /Indiana Díaz Caraballo16. Destiempo. La crisis y la prensa / Laura Roque Valero

17. El hombre que siempre hizo su parte / Orisel Castro López18. El último país /Gretel Marín Palacio19. La bahía / Alessandra Santiesteban, Ricardo Sarmiento20. La espera /Violena Ampudia21. Las muertes de Arístides / Lázaro Lemus22. Los viejos heraldos/ Luis Alejandro Yero23. Home / Alejandro Alonso24. Olga /Orlando Mora Cabrera