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SECRETARIA REGIONAL MINISTERIAL DE DESARROLLO SOCIAL
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES, UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN
FACULTAD DE MEDICINA, UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN
FUNDACIÓN RODRIGO ZALDÍVAR LARRAÍN – ROSTROS NUEVOS
DIAGNOSTICO DESCRIPTIVO DE LAS PERSONAS EN SITUACIÓN DE CALLE
CON PROBLEMAS DE SALUD MENTAL, QUE SE ENCUENTRAN EN LA
REGIÓN DEL BÍOBÍO
Septiembre de 2015, Concepción
1
ÍNDICE
Introducción……………………………………………………………………………….. 2
La situación de calle en Chile………………………………….…………………………… 2
Salud Mental en personas en situación de calle………………………………………….… .3
Antecedentes del estudio…………………………………………………………….………5
Objetivo…………………………………………………………………………….……… 6
Objetivo general……………………………………………………………………...…..….6
Objetivos específicos………………………………………………………………….…….6
Método…………………………………………………………..………………….……….7
Población y participantes………………………………………………………….…...…….7
Instrumentos………………………………………………………………….………….…. 7
a) Ficha de caracterización sociodemográfica………………………………………… 7
b) Escala de necesidades MARISTÁN…………………………………………………7
c) Inventario de recursos para personas en situación de calle…………………….…… 8
Procedimiento ……………………………………………………………………………….9
Resultados…………………………………………………………………………........... 10
Descripción Sociodemográfica ………………………………………………………..….. 10
Referencias………………………………………………………………………….……. 24
2
INTRODUCCIÓN
La situación de calle en Chile
Históricamente, las personas en situación de calle han representado una realidad invisible
para la sociedad y, por lo tanto, no han estado consideradas dentro de las Políticas Sociales,
siendo objeto de exclusión social (Herrera, 2012).
En Chile, el vivir en situación de calle ha sido definido por organizaciones como la Red de
Trabajo con Personas en Situación de Calle como “un fenómeno de carencia material que se
relaciona a procesos de exclusión, desvinculación social y vulnerabilidad. En este sentido,
encontrarse en situación de calle tiene una significación más allá de no contar con un techo
o vivienda, pues también se refiere a la carencia de un hogar como fuente de vinculación”
(MDS, 2014, pp. 11)
En sus inicios, las intervenciones que se hacían para brindar apoyo a las personas en situación
de calle se limitaban a reclusión forzada, asilos para ancianos, y reformatorios para niños,
pues la “vagancia” se encontraba penalizada. A partir del 2003, se genera un creciente interés
por construir una alternativa distinta de intervención, llevando así a la creación de la primera
Red de calle, la que agrupa a diversas instituciones con el objetivo de trabajar con esta
población, a través del diálogo activo con las organizaciones del Estado (MDS, 2014).
El 2004, el Estado se compromete a incluir a esta población como beneficiaria de políticas
sociales, pero no se contaba con información que diera cuenta en cifras y características de
cuál era exactamente la condición y contexto de este colectivo. Esta situación encuentra su
origen en el censo, ya que este no les incluía en sus registros, lo mismo ocurría con la encuesta
de caracterización socioeconómica (CASEN). Por este motivo, el 2005 se realiza el primer
catastro nacional de personas en situación de calle, hito que se convierte en el inicio de un
trabajo con esta población y que permite, parcialmente, dar cuenta de la realidad de estas
personas, permitiendo adaptar y crear programas que respondieran a sus necesidades (MDS,
2014).
El 2011 se realizó un segundo catastro, medición que identifico a 12.255 personas en
situación de calle a lo largo del país, que se distribuyen de forma heterogénea en las diferentes
regiones, son en su mayoría hombres (84%), con edades entre los 25 y 29 años (44 años en
promedio), con un tiempo de permanencia promedio en la calle de 5.8 años (MDS, 2012;
3
MDS, 2014).
Toda esta información aporto a la generación del “Plan Nacional de Calle”, una política
pública orientada a la prevención, protección, promoción e inclusión social de estas personas,
gracias a lo cual se implementaron programas como los de apoyo psicosocial, empleo y salud
mental, entre otros (MDS, 2014).
Salud Mental en personas en situación de calle
La salud mental es un concepto que ha sido definido por la Organización Panamericana de
la Salud (2007, p. 184) como “una condición individual que contribuye a alcanzar una
calidad óptima de vida y que es susceptible a aumentar o disminuir de acuerdo con las
condiciones del medio y las acciones ejercidas por la sociedad.”
Cuando la salud mental se ve deteriorada pueden surgir problemas que se manifiestan en
síntomas, los que conducen a diagnósticos psiquiátricos. Chile es un país con altas tasas de
diagnósticos de trastornos mentales; sin embargo, el financiamiento de la salud mental no
ha aumentado en los últimos años para cubrir las necesidades que generan estos trastornos
(Valdés y Errázuriz, 2012).
El año 2004 el presupuesto asignado a la salud mental en Chile alcanzo al 2,14% del
presupuesto total de salud, porcentaje muy inferior al que se destina en otros países,
considerando que las condiciones neuro-psiquiátricas aportan el 23.2% de los Años de Vida
Ajustados por Discapacidad (AVISA), de acuerdo al último estudio realizado por el
Ministerio de Salud (MINSAL, 2008). De manera que estos problemas de salud generan en
Chile un alto costo económico para las familias y para el Estado (MINSAL, 2008). De manera
que no tratar de forma adecuada los trastornos de psiquiátricos provoca costos, directos e
indirectos, que son aún más altos que en otras condiciones de salud física, como las
cardiopatías o la diabetes. El costo indirecto asociado a los trastornos de salud mental y abuso
de sustancias generalmente igualan o sobrepasan los costos directos del tratamiento,
representando una causa mayor de pérdida de productividad y ausentismo laboral (Valdés y
Errázuriz, 2012).
El 2011 el Ministerio de Salud presento la Estrategia Nacional de Salud para el Cumplimiento
de los Objetivos Sanitarios de la Década 2011-2020. En esta se reconoce que los trastornos
mentales empeoran de forma importante la calidad de vida de las personas, aumentando el
4
riesgo de contraer enfermedades físicas y generando un costo económico muy alto para el
país (MINSAL, 2011).
La Estrategia reconoce además como un problema importante para desarrollar mejores
políticas públicas el que no haya mediciones más específicas en temáticas de salud mental,
por lo que propone medir periódicamente la prevalencia y discapacidad poblacional asociada
a los trastornos mentales (MINSAL, 2011).
El 2004, el Fondo Nacional de la Discapacidad (FONADIS) realizó un estudio nacional sobre
discapacidad (FONADIS, 2004). Este arrojó que un 2,18% de la población en Chile tiene una
discapacidad mental, estimándose el número total de personas con esta condición en 348.057.
Se observó además que la discapacidad mental tiene mayor incidencia en la población de
menor nivel socioeconómico, especialmente en el caso de la discapacidad intelectual,
observándose una prevalencia de 3,3% en población de bajo nivel socioeconómico, a
diferencia del 0,7% encontrado en las personas de altos ingresos, mientras que en el caso de
la discapacidad psíquica las prevalencias son de 2,5% y 1,1% respectivamente (FONADIS,
2004). Ello se asociaría a que un bajo nivel socioeconómico se convierte en un entorno
psicosocial incapacitante, donde las personas cuentan con apoyos sociales insuficientes y con
barreras más importantes que en otros estratos, lo que dificulta que alcancen su
autorrealización y puedan desarrollar sus capacidades, logrando una plena participación en
la vida social (Observatorio de Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad Mental,
2014).
Además, la discapacidad mental contribuye a empobrecer a las personas afectadas y a sus
familias, debido a sus altos costos económicos; al tiempo que se debe dedicar al cuidado, en
desmedro de otras actividades que generen ingresos; y por el surgimiento de trastornos
emocionales que afectan principalmente a los cuidadores primarios, cuando no cuentan con
el suficiente apoyo social y/o profesional (Observatorio de Derechos Humanos de las
Personas con Discapacidad Mental, 2014).
La falta de apoyo familiar en las personas que padecen discapacidad mental y las
consecuencias económicas y familiares, pueden provocar que los sujetos comiencen a dejar
de lado algunas de las necesidades básicas de la vida, llevando a ausencias o abandono de los
programas de rehabilitación psicosocial o de capacitación laboral, que los ayudarían a salir
adelante. Además, los recursos insuficientes con los que cuentan pueden provocar un
5
deterioro en la alimentación, vestimenta e higiene, lo que genera más discapacidad y
exclusión social. Bajo estas condiciones, la pobreza personal y/o familiar puede llevar a un
deterioro de las opciones de vivienda, y en los casos más difíciles, llevar a la persona con
discapacidad mental a una situación de calle (Observatorio de Derechos Humanos de las
Personas con Discapacidad Mental, 2014).
Lo anterior queda reflejado en el catastro nacional de personas en situación de calle, donde
los problemas familiares han sido señalados como un antecedente importante (36,9%) en la
vida de las personas en situación de calle, junto con el consumo de alcohol (15,5%) y los
problemas económicos (13.8%) (MDS, 2012).
Entre las principales problemáticas de salud mental que se encontraron en el catastro nacional
(MDS, 2012) destacan los problemas con el alcohol (60%) y drogas (19%), y la esquizofrenia
(6,5%); los que provocan un fuerte estigma en las personas en situación de calle, sumado a
la discriminación y consecuente exclusión social que ya genera vivir en esta situación.
Se genera entonces una visión muy ligada a la compasión hacia este grupo social, dejando
de avanzar como sociedad hacia la comprensión y particularización de su experiencia,
reduciéndola a un problema social y de seguridad ciudadana, lo que dificulta verlos en
relación a otras características y el espacio de libertad personal y laboral que también poseen.
Tampoco le permite a las demás personas e instituciones observar los recursos con los que
cuentan, como su capacidad para adaptarse a situaciones vitales altamente desfavorables; es
decir, observarlos en su condición de actores sociales, capaces de desenvolverse por sí solos
(Piña, 2010).
A pesar de lo descrito, sigue existiendo un alto nivel de desinformación sobre esta población,
dificultando las posibilidades de realizar una labor más efectiva, completa y atingente
(Herrera, 2012).
Antecedentes del estudio
Como se mencionó, existe una profunda falta de conocimiento acerca de la realidad y de lo
que significa vivir en situación de calle, especialmente en el caso de quienes, además, poseen
algún diagnóstico de trastorno mental y/o problemas de adicción a drogas. Por lo tanto,
resulta necesario contar con información específica y local sobre esta población porque los
catastros nacionales no logran dar cuenta de las diferencias a nivel regional, realidades que
6
pueden ser distintas a la situación país.
Es por ello que, enmarcado dentro del Programa de “Acompañamiento Psicosocial Calle en
Salud”, que busca ayudar a las personas en situación de calle que poseen alguna problemática
asociada a diagnósticos en salud mental o al consumo problemático de alcohol y/o drogas, se
firmó un convenio entre la Universidad de Concepción, el Ministerio de Desarrollo Social y
la Fundación Rostros Nuevos para realizar un estudio diagnóstico de la situación de las
personas con problemas de salud mental que se encuentran en situación de calle en la región
del Biobío, buscando describir las principales características, necesidades y recursos con los
que cuenta esta población.
Contar con esta información permitirá desarrollar políticas sociales y de intervenciones que
se adapten a las necesidades de este colectivo, además de contribuir a la creación de un puente
entre las personas en situación de calle y el resto de la sociedad, que permita una mejor
comprensión y la disminución de la exclusión social.
OBJETIVO
Objetivo general
Describir las características de las personas en situación de calle con problemas de salud
mental o consumo problemático de alcohol y/o drogas, que se encuentren adscritas a
programas de intervención social en la Región del Biobío.
Objetivos específicos
- Determinar las características sociodemográficas y de autopercepción de salud de las
personas en situación de calle con problemas de salud mental y/o consumo
problemático de alcohol y/o drogas.
- Conocer las necesidades de las personas en situación de calle con problemas de salud
mental y/o consumo problemático de alcohol y/o drogas.
- Identificar los recursos de las personas situación de calle con problemas de salud
mental y/o consumo problemático de alcohol y/o drogas.
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MÉTODO
Población y participantes
En la región del Biobío existen, 817 personas en situación de calle, es decir, 4 de cada 10.000
habitantes (MDS, 2012).
Para este estudio, la Secretaría Regional del Ministerio de Desarrollo Social facilitó la
nómina de personas en situación de calle que forman parte del Programa de Acompañamiento
en Calle, actualizado al 2013; lo que incluía a 90 personas, a quienes se les había realizado
anteriormente una caracterización demográfica.
De las personas presentes en la nómina, 65 aceptaron participar, todas ellas residentes en la
Región y que se atienden en los distintos programas de “Acompañamiento Psicosocial Calle
en Salud”. Participaron personas del Gran Concepción y de las ciudades de Los Ángeles y
Chillán.
Instrumentos
a) Ficha de caracterización sociodemográfica: Se realizó una adaptación del cuestionario
diseñado y aplicado por el Ministerio de Desarrollo Social el año 2013. Éste consta de
preguntas abiertas y cerradas que realiza el encuestador a modo de entrevista semi-
estructurada. La adaptación realizada por este equipo de trabajo reunió 48 ítems divididos en
6 ejes: Datos personales (19 ítems), que contiene preguntas cerradas como edad, sexo, lugar
de permanencia, educación y alfabetización, entre otros; Antecedentes Penales (4 ítems), que
pregunta sobre eventuales condenas por delitos o si la persona ha sido víctima de algún delito;
Antecedentes de Salud (13 ítems), incluye preguntas por el estado general de salud,
enfermedades y tratamientos previos; Subsidios Estatales (3 ítems),se indaga por ayudas del
Estado que la persona ha recibido; Antecedentes Familiares (4 ítems), pregunta sobre
percepción de apoyo familiar; y por último, Comunidad (5 ítems), donde se consulta por la
percepción de apoyo social del sujeto, desde instituciones y personas de la comunidad .
b) Escala de necesidades MARISTÁN: La Escala de Necesidades MARISTÁN (Saldivia
et al., 2013), consta de 34 afirmaciones frente a las que el encuestado indica su grado de
acuerdo en un formato de respuesta tipo likert con cinco opciones que van desde 1 (muy en
8
desacuerdo) a 7 (muy de acuerdo). Las afirmaciones cubren una amplia gama de necesidades
(vivienda, habilidades para la vida y la vida social, independencia económica, empleo, salud
y necesidades existenciales).
Los 34 ítems de la escala se agrupan en cuatro factores. El primero “Necesidades sanitarias”
reúne 12 ítems (α=0.81) y recoge las necesidades de salud, incluyendo fármacos y sus
efectos, información acerca de los cuidados y de la coordinación entre los profesionales;
además incluye un ítem relacionado con el ámbito laboral. El Factor 2, que reúne 7 ítems
(α=0.81), se denomina “Necesidades de empleo y uso del tiempo libre” y recoge la necesidad
de contar con apoyo para acceder al mundo laboral, del acceso al trabajo y los obstáculos
para estas actividades y las de ocio. El Factor 3 “necesidades existenciales” tiene 9 ítems
(α=0.77), relacionados con necesidades individuales de afecto, intimidad y aceptación. El
cuarto factor “necesidad de apoyo en la vida diaria”, tiene 6 ítems (α=0.76), relacionados
con la toma de medicamentos, cuidado personal, actividades domésticas, administración del
dinero y necesidad de compañía y relaciones interpersonales. En conjunto, la escala tiene una
buena consistencia interna (α=0.81); el coeficiente de correlación intra-clase para la
fiabilidad test-retest fue de 0,74 (Saldivia et al., 2013). En la aplicación actual la fiabilidad
fue de α=0.81 para la escala de salud, un α=0.53 para la de necesidades de trabajo y ocio, un
α=0.79 para necesidades existenciales y un α=0.69 para necesidades de apoyo en la vida
diaria.
c) Inventario de recursos para personas en situación de calle: Este instrumento busca
conocer los recursos con los que cuentan las personas en situación de calle. Su construcción
se basó en el “Cuestionario VIA de Fortalezas Personales”. Este cuestionario es una
clasificación de las fortalezas a partir del trabajo del “Values in Action Institute” (VIA)
llevado a cabo por Martin Seligman y Chris Petersen. Para la presente investigación se utilizó
la traducción al español realizada por Carmelo Vázquez y Gonzalo Hérvas (Vázquez, C. &
Hérvas, G., 2008). Al instrumento original se le agregaron 4 preguntas especialmente
pertinentes para las personas en situación de calle: ¿Cuenta usted con alguno de estos
espacios o lugares?; ¿Con cuáles de los siguientes apoyos cuenta usted?; (de las siguientes
características) ¿Cuáles les ayudan a salir adelante cada día? y ¿Qué le serviría a usted para
salir de calle?. Los reactivos correspondientes a fortalezas personales se adaptaron al lenguaje
9
local.
El inventario quedo compuesto por 64 ítems agrupados en cuatro áreas, con diferentes
opciones de respuesta.
La primera busca conocer si el entrevistado cuenta con un espacio físico protegido donde
pasar la noche y/o donde mantener protegidas sus pertenencias. Posee 7 ítems que reflejan
distintos recursos, cada uno con dos opciones de respuesta (SI/NO).
La segunda área pregunta sobre el apoyo social percibido desde la familia, vecinos,
comunidad e instituciones. Se indaga sobre la percepción y la frecuencia de este apoyo, en
una escala de respuestas tipo Likert, con cuatro alternativas de respuesta.
La tercera recoge la percepción sobre los recursos personales que le permiten al entrevistado
afrontar la situación de calle. Se indaga sobre 24 tipos de fortalezas. Primero se consulta al
sujeto si cuenta con la fortaleza mencionada en un formato dicotómico, y ante una respuesta
afirmativa, se mide la percepción de utilidad de esta para afrontar su situación, respuestas
que se recogen en una escala tipo Likert.
La última pregunta es abierta y busca conocer la percepción del entrevistado sobre qué le
ayudaría a salir de la situación de calle.
Procedimiento
Docentes de los Departamentos de Psicología y Psiquiatría y Salud Mental de la Universidad
de Concepción, junto a personal de la SEREMI de Desarrollo social y del Programa Rostros
Nuevos, dependiente del Hogar de Cristo, desarrollaron el estudio. Para dar forma al método,
participantes, instrumentos y procedimiento para llevar a cabo la recolección de información
se reunieron de manera sistemática durante el primer semestre del año 2014. Una vez
acordados estos aspectos, la SEREMI de Desarrollo Social, a través del Programa para
Personas en Situación de Calle, contacto a los distintos ejecutores del proyecto de
“Acompañamiento Psicosocial Calle en Salud”, que apoya a las personas en situación de
calle que poseen algún trastorno mental, para informar sobre la investigación e invitarles a
participar. Posteriormente, se realizó una jornada de capacitación de cuatro horas con
monitores de las distintas instituciones que ejecutan el Programa, quienes realizarían las
entrevistas. De manera que estas fueron realizadas por personas que conocían a los sujetos y
que tenían un vínculo con ellos, lo que facilitó la recolección de información. Todas las
10
personas que son beneficiarias del programa de acompañamiento psicosocial en la región
fueron contactadas y se les invitó a participar. Se les explicó en qué consistía la investigación
y las implicancias que tenía. Las que aceptaron dejaron su anuencia expresada en un
consentimiento informado.
La recolección de datos se realizó entre Diciembre del 2014 y Marzo del 2015.
RESULTADOS
Como se señaló, 65 de las 90 personas identificadas aceptaron responder al cuestionario, lo
que representa una tasa de respuesta de 72.2%. Ellas fueron entrevistadas en el Gran
Concepción (53,8%), Chillan (16,9%), y Los Ángeles (29,2%).
Descripción sociodemográfica
La mayor parte de los entrevistados fueron hombres (80%), con edades que varían entre 19
y 59 años, con un promedio de 41 años y una desviación de 10,1. Un 61.6% tiene entre 31 y
50 años.
Respecto de su ascendencia, un 21.5% se considera perteneciente a algún pueblo indígena,
específicamente, al pueblo mapuche.
En relación con la educación, un 75,4% declara saber leer y escribir y no presentar problemas
para hacerlo. El nivel de escolaridad predominante es la educación básica (69,2%) seguido
por la media (26,2%). Un 95,4% tuvo acceso al sistema de educación formal (Tabla 1).
Tabla 1. Caracterización sociodemográfica
Variable Porcentaje
Edad
19 – 30 años 16.9% (n=11)
31 - 40 años 30.8% (n=20)
41 - 50 años 30.8% (n=20)
51 - 59 años 21.5% (n=15)
Sexo
Masculino 80% (n=52)
Alfabetización
Si sabe leer y escribir
75.4% (n=49)
11
Escolaridad
Básica
69.2% (n=45)
Media 26.2% (n=17)
No recuerda su último curso aprobado 3.1% (n=2)
No fue a la escuela 1.5% (n=1)
Pertenencia a pueblo originario Se considera parte de pueblo originario (Mapuche) 21.5% (n=14)
Entre las causas que los llevaron a vivir en situación de calle (Figura 1), la mayor parte de
los entrevistados menciona problemas familiares (78,5%), problemas con el alcohol (43.1%),
y problemas económicos (33.8%). Aquí cabe considerar que cada persona contestaba más de
una alternativa.
Figura1. Motivos de la situación de calle
Un 49,2% de las personas llevaba más de cinco años viviendo en situación de calle (Tabla
2), optando en su mayoría por lugares de tránsito público para pernoctar (Figura 2), como
plazas y paseos peatonales, (52.4%), seguidos de albergues u hospederías (34.9%), y casas
o vehículos abandonados (23.8%). Cabe considerar que cada persona podía contestar más de
una alternativa.
78,5%
33,8%
21,5%
43,1%
10,8%
7,7%
7,7%
Problemas familiares
Problemas económicos
Problemas de salud
Consumo de alcohol
Consumo de drogas
Problemas con la justicia
Otros motivos
Motivo de la situación de calle
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Tabla 2. Características de la situación de calle
Variable Porcentaje
Tiempo en situación de calle Hasta 1 año 16.9% (n=11)
1 – 5 años 20% (n=13)
Más de 5 años 49.2% (n=32)
Ciudad de permanencia Gran Concepción 53.8% (n=35)
Los Ángeles 29.2% (n=19)
Chillán 16.9% (n=11)
Figura 2. Lugares de calle que más frecuentan
Respecto al trabajo se les consultó a las personas si trabajaban actualmente o habían trabajado
en los últimos seis meses. Un 73.8% ha trabajado durante los últimos 6 meses y un 69,5%
trabaja actualmente. El mayor porcentaje está en el grupo etario de 41 a 50 años, donde un
25,4% trabaja y un 23,1% ha trabajado en los últimos 6 meses (Figura 3). La distribución por
actividad laboral y género muestra que la mayoría de los hombres (73.1%) y mujeres
(76.9%) han mantenido alguna actividad laboral durante los últimos seis meses.
52,4%
12,7%
9,5%
19,0%
23,8%
34,9%
20,6%
Lugares de transito publico (Calle, Plaza, Puentes;…
Afuera de postas, consultorios, hospitales, bibliotecas
Centros comerciales, malls, supermercados, mercados
Campo o sitio eriazo
En una casa, departamento o vehículo abandonado
Albergue de invierno u hospedería
Lugar habitable (solo o con familiares)
Lugar de calle más frecuente
13
Figura 3. Distribución etaria de las personas que han trabajado o trabajan actualmente
Las actividades desarrolladas se concentran en labores como el cuidado y aseo de autos
(18.6%), apoyo en ferias (13.6%), y como ayudante de ventas en el pequeño comercio formal
(11.9%), entre otros (Figura 4).
Figura 4. Rubros más frecuentes de actividad laboral
En relación a los antecedentes penales se encontró que un 20% de los encuestados tuvo
condenas de más de 3 años por delitos entre los que destacan principalmente el robo (61.5%)
y el homicidio (15.4%). Es interesante notar que un poco más de un cuarto (26. 2%) de los
encuestados refieren haber sido víctimas de delitos durante el último año (Tabla 3).
8,5%
13,6%
18,6%
8,5%
11,9%
8,5%
Aseo y jardinería
Apoyo feria
Cuidado y aseo de autos
Mecanica, construcción y trabajo agricola
Ayudante ventas comercio formal/ alimentación
Vendedor ambulante
Frecuencia Rubro
15,4%
20,0%
23,1%
15,4%
73,8%
10,2%
18,6%
25,4%
15,3%
69,5%
19 - 30 años
31 - 40 años
41 - 50 años
51 - 59 años
Total
Trabaja actualmente Trabajó en los últimos 6 meses
14
Tabla 3. Antecedentes penales Variable Porcentaje
Personas que han tenido condenas de
más de 3 años
Si 20% (n=13)
No
80% (n=52)
Delito cometido Estafa 7.7% (n=1)
Ebriedad 7.7% (n=1)
Homicidio 15.4% (n=2)
Robo 61.5% (n=8)
Microtráfico
7.7% (n=1)
Personas que han sido víctimas de
delito durante el último año
Si 26.2% (n=17)
No
73.8% (n=48)
Características del delito del que fueron
víctimas
Agresión 17.6% (n=3)
Asalto 47.1% (n=8)
Asalto con agresión 29.4% (n=5)
No quiere comentar lo sucedido 5.9% (n=1)
Respecto al sexo, un 16.9% de los hombres tuvieron una condena de más de tres años, en
tanto solo un 3.1% de las mujeres está en esta condición. Con respecto a los delitos cometidos
y su distribución por sexo, se encontró que en el caso de los hombres, el delito más común
fue el robo (53.8%), seguido del homicidio (7.7%), mientras que en el caso de las mujeres
fueron igualmente frecuentes el robo y homicidio (7.7% cada uno) (Figura 5).
Figura 5. Distribución por sexo y delitos cometidos
7,7%
7,7%
7,7%
53,8%
7,7%
84,6%
0,0%
0,0%
7,7%
7,7%
0,0%
15,4%
Estafa
Ebriedad
Homicidio
Robo
Microtráfico
Total
Femenino Masculino
15
Respecto de la situación de salud, los entrevistados percibieron su estado general de su salud
con un promedio de 5.4 en una escala de 1 a 10. Un 49.2% ha presentado problemas de salud
física en el último año (Tabla 4).
Tabla 4. Situación de salud
Variable
Percepción del estado de salud general
de 1 a 10
Porcentaje
5.4 (media)
Estado de salud física Personas que han presentado problemas
de salud física en el último año
49.2% (n=32)
Diagnóstico de salud mental declarado Esquizofrenia 29.6% (n=8)
Trastornos del ánimo 37% (n=10)
Retraso mental 3.7% (n=1)
Adicción a drogas o alcohol 7.4% (n=2)
Epilepsia 18.5% (n=5)
Sin información 3.7% (n=1)
Las enfermedades físicas más frecuentemente reportadas son las traumatológicas (62.5%) y
pulmonares (18.8%), menos frecuentes fueron el VIH, dolencias en el sistema urinario,
problemas ginecológicos, epilepsia y dificultades con alguno de los órganos de los sentidos
(3.1% cada una). Los problemas de salud física que recibieron tratamientos con mayor
frecuencia fueron los gástricos y pulmonares (12,5% cada uno), del total de problemas
traumatológicos solo un 9, 4% fueron tratados, a pesar de ser los más frecuentes (Figura 6).
16
Figura 6. Problemas de salud y la frecuencia con la que recibieron tratamiento
El tratamiento más frecuente para estos problemas de salud fueron el de tipo medicamentoso
(77.8%) (Figura 7).
3,2%
12,5%
9,4%
3,2%
12,5%
3,1%
3,1%
0,0%
3,1%
0,0%
0,0%
6,2%
6,3%
12,5%
62,5%
6,3%
18,8%
3,1%
3,1%
3,1%
3,1%
3,1%
3,1%
15,6%
Cardiovascular
Gástrico
Traumatológicos
Traumatismos y accidentes
Pulmonar
Órganos de los sentidos
Epilepsia
Ginecológicos
VIH
Sistema urinario
Cefaleas
Sin información
Padeció problema de salud Recibió tratamiento
17
Figura 7. Tipos de tratamiento para problemas de salud física
Los diagnósticos más comunes en el ámbito de la salud mental que declararon tener los
encuestados fueron los trastornos del ánimo (37%) y esquizofrenia (29.6%); los menos
comunes fueron el retraso mental (3.7%) y la adicción a drogas o alcohol (7.4%) (Tabla 6).
En lo referente a los problemas de salud mental, que no implican un diagnóstico, los más
frecuentes corresponden a trastornos cognitivos y del pensamiento (40.5%), seguidos de los
trastornos de orden psicótico y ansioso-depresivos (18.9% cada uno); y los menos frecuentes
fueron las adicciones, con un 2.7%. De estos, los que recibieron tratamiento con mayor
frecuencia fueron los trastornos de orden psicótico (13.5%) y los trastornos cognitivos y del
pensamiento (10.8%) (Figura 8).
77,8%
5,6%
5,6%
11,1%
5,6%
Medicamentos
Atención cerrada
Medicina alternativa
No sabe
No responde
Frecuencia tipo de tratamiento
18
Figura 8. Problemas de salud mental y frecuencia con la que recibieron tratamiento
Los tratamientos más frecuentes para estos problemas fueron de tipo medicamentoso
(73.7%). Un 15.8% recibió psicoterapia y un 5,3% otro tipo de intervenciones, como una
evaluación diagnóstica (Figura 9).
Figura 9. Tipos de tratamiento para problemas de salud mental
También se consultó sobre la percepción de apoyo desde el estado. Un 87.7% de los
entrevistados menciona recibir apoyo estatal. En tanto un 96.9% se mantiene activa en el
programa de apoyo psicosocial (Tabla 5).
18,9%
18,9%
40,5%
2,7%
8,1%
24,3%
13,5%
8,1%
10,8%
2,7%
0,0%
16,2%
Trastornos de orden psicótico
Trastornos ansioso / depresivo
Trastornos cognitivos y del pensamiento
Adicciones
Otros
Sin información
Padece problema de salud Recibe tratamiento
73,7%
5,3%
15,8%
5,3%
Medicamentos
Evaluación diagnóstica
psicoterapia
No sabe
Frecuencia tipo de tratamiento
19
Tabla 5. Apoyo estatal
Variable Porcentaje
N° personas que reciben apoyo
estatal
Estado actual en el programa de
apoyo
Si 87.7% (n=57)
No
Activo
En proceso de búsqueda
Interrumpido
Total
12.3% (n=8)
96.9% (n=63)
1.5% (n=1)
1.5% (n=1
100% (n=65)
Los tipos de apoyo más frecuentes son el bono de protección (89.5%) y la pensión solidaria
de invalidez (33.3%) (Figura 10).
Figura 10. Tipo de apoyos estatales
Sobre la percepción de apoyo desde las familias, un 73.8% tiene contacto algún miembro de
esta y un 44.6% señala tener contacto diario, mientras un 26.2% refiere contactar una vez al
mes. Los hermanos (n=28) son el familiar con el que mantienen más contacto, un 15.4% de
las personas los ven diariamente, seguido de los hijos/as (n=13), con un 4.6% que los visita
al menos 2-3 veces a la semana, una vez a la semana o una vez al mes. Los familiares con
los que se tiene menor contacto son la esposa/o (n=1) y los abuelos (n=1), los que son
visitados con una frecuencia de una vez a la semana y una vez al mes, respectivamente
(Figura 11).
7,0%
1,8%
33,3%
89,5%
1,8%
Recibe subsidio único familiar
Recibe pensión básica solidaria de vejez
Recibe pensión básica solidaria de invalidez
Recibe bono de protección
Recibe otro bono
frecuencia tipo de apoyo
20
Figura 11. Frecuencia de contacto con familiares
En relación con la percepción de apoyo comunitario, un 73.8% de las personas en situación
de calle indicaron no tener contacto con las personas de su sector. Del 26.2% que si tiene
contacto, se observa que un 58.8% lo tiene con personas cercanas, seguido de un 23.5% que
posee contacto con instituciones de ayuda e iglesias, y un 17.6% que tiene contacto con
44,6%
4,6%
7,7%
15,4%
6,2%
6,2%
1,5%
3,1%
24,6%
4,6%
3,1%
6,2%
1,5%
1,5%
1,5%
4,6%
3,1%
10,8%
1,5%
1,5%
4,6%
3,1%
26,2%
3,1%
1,5%
10,8%
3,1%
4,6%
1,5%
9,2%
1,5%
4,6%
3,1%
4,6%
1,5%
1,5%
1,5%
3,1%
1,5%
1,5%
1,5%
1,5%
1,5%
1,5%
1,5%
Familiares en general
Madre
Padre
Hermanos/as
Abuelos
Tíos/as
Esposa/o
Pareja ocasional
Hijos/as
Otro
Otro Una vez al año Una cada 6 meses Una vez cada 3 meses
Una vez al mes Una vez a la semana 2-3 veces a la semana Todos los días
21
clubes y grupos de actividades recreativas. Entre las principales razones que los llevan a
mantener estos tipos de contacto se encuentran conversar y obtener apoyo personal (52.9%)
y por ayuda instrumental (41.2%) (Tabla 6).
Tabla 6. Apoyo comunitario
Variable Porcentajes
Apoyo de personas del sector N° de personas que cuentan con apoyo 26.2% (n=17)
N° de personas que no cuentan con apoyo
73.8% (n=48)
Tipos de contacto con la
comunidad
Personas cercanas 58.8% (n=10)
Club y grupos de actividades recreativas 17.6% (n=3)
Instituciones de ayuda e iglesias
23.5% (n=4)
Razones del contacto
Conversar y apoyo personal 52.9% (n=9)
Ayuda instrumental 41.2% (n=7)
No responde 5.9% (n=1)
Con respecto a las instituciones o personas a las que recurre cuando tiene problemas, destacan
los profesionales que los ayudan (69.2%), las fundaciones u organizaciones de beneficencia
(52.3%), los familiares (46.2%), y la municipalidad (44.6%), y a quienes recurren con menor
frecuencia son a Carabineros (20%) y a la pareja (21.5%) (Figura 12).
22
Figura 12. Instituciones y personas a las que recurre cuando tiene problemas
Finalmente, entre las principales instituciones de ayuda socio-sanitarias a las que acuden
están los CESFAM (75%), el Hogar de Cristo (62.5%) y hospitales (50%). Entre las menor
recurridas están los dispositivos psicosociales como hospitales de día y centros de
rehabilitación (5%) (Figura 13).
46,2%
30,8%
44,6%
21,5%
52,3%
29,2%
29,2%
32,3%
20,0%
69,2%
16,9%
3,1%
1,5%
Posta o Centro de Salud
Familiares
Municipalidad
Pareja
Fundación u organización de beneficencia
Amigos
Iglesia o parroquia
Voluntarios
Carabineros
Profesionales que lo apoyan
Vecinos
Otra institución
Otra persona
Frecuencia instituciones y personas
23
Figura 13. Dispositivos de salud e instituciones de ayuda a las que recurre en busca de ayuda
75,0%
62,5%
10,0%
17,5%
5,0%
2,5%
50,0%
2,5%
37,5%
2,5%
55,0%
10,0%
CESFAM
Hogar de Cristo
COSAM
Servicio de psiquiatría
CECOF
Hospital de día
Hospital
Centro de rehabilitación
Urgencia Hospital
CAPEF
Municipalidad
Rostros Nuevos
Frecuencia dispositivos salud o instituciones
24
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